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TESIS DE DOCTORADO EN CIENCIAS BIOLOGICASUNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
DENSIDAD DE YAGUARETÉ (PANTHERA ONCA) EN LA SELVA PARANAENSE: SU RELACIÓN CON LA DISPONIBILIDAD DE PRESAS,
PRESIÓN DE CAZA Y COEXISTENCIA CON EL PUMA (PUMA CONCOLOR)
AGUSTÍN JAVIER PAVIOLOAGUSTÍN JAVIER PAVIOLO
Director: Dr. Mario S. Di BitettiCo-Directora: Dra. Emma E. Bonino
Córdoba, 2010
TESIS DE DOCTORADO EN CIENCIAS BIOLOGICAS
DENSIDAD DE YAGUARETÉ (PANTHERA ONCA) EN LA SELVA
PARANAENSE: SU RELACIÓN CON LA DISPONIBILIDAD DE
PRESAS, PRESIÓN DE CAZA Y COEXISTENCIA CON EL PUMA
(PUMA CONCOLOR)
por
BIOL. AGUSTÍN JAVIER PAVIOLO
Director: Dr. Mario S. Di Bitetti
Co-Directora: Dra. Emma E. Bonino
Lugar de Trabajo: Laboratorio de Investigaciones Ecológicas de las Yungas,
Universidad Nacional de Tucumán.
FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
Córdoba, Argentina
2010
i
COMISIÓN ASESORA
Dr. Mario Santiago Di Bitetti (Instituto de Biología Subtropical, Facultad de Ciencias
Forestales, Universidad Nacional de Misiones y CONICET).
Dra. Emma Estela Bonino (Centro de Zoología Aplicada, Facultad de Ciencias Exactas
Físicas y Naturales, Universidad Nacional de Córdoba).
Dr. Marcelo Cassini (Universidad Nacional de Lujan).
DEFENSA ORAL Y PÚBLICA
Lugar y Fecha:
Calificación:
TRIBUNAL
Firma: ………………………………….. Aclaración: ………………………….
Firma: ………………………………….. Aclaración: ………………………….
Firma: ………………………………….. Aclaración: ………………………….
ii
DEDICATORIA
A mis viejos, Juan y Pelusa, porque me han dado todo,
y a Lía, por su amor, compañía y apoyo durante todos estos años.
iii
AGRADECIMIENTOS
El desarrollo de esta tesis requirió de una gran cantidad de trabajo que hubiera sido imposible
realizar sin la colaboración de muchísimas personas a las cuales quisiera agradecer
especialmente.
En primer lugar quiero agradecer a toda mi familia que me alentó siempre a estudiar lo que
más me gusta y a seguir mis sueños, aunque eso haya significado tenerme lejos. Su apoyo
incondicional en todos los ámbitos fue el pilar fundamental que me mantuvo firme cuando
las cosas no salían del todo bien.
A Lía, con quien formé una pequeña familia de dos, por su amor, apoyo constante y
paciencia para aguantar mis ausencias durante estos años. Hago extensivo mi agradecimineto
a su familia que me acogió como a un hijo más.
A mi Director, Mario Di Bitetti, por su confianza y ayuda, por enseñarme a recorrer los
caminos de la ciencia y por transmitirme su visión de que la mejor manera de aprender es
trabajando en conjunto y recibiendo críticas.
A Carlitos (Carlos De Angelo), mi compañero y gran amigo, con quien compartimos
muchísimos momentos y vivencias inolvidables. Su increíble paciencia, su predisposición a
ayudar y sus variados conocimientos fueron un apoyo fundamental para que esta tesis
pudiera llevarse adelante. Muchas gracias mi amigo por tu amistad y ayuda durante todos
estos años.
A mi Co-directora, Estela Bonino, quién me dio la posibilidad de hacer el doctorado en mi
Universidad y siempre estuvo dispuesta a ayudarme ante cualquier problema.
iv
A Marcelo Cassini quien fue miembro de mi Comisión Asesora y a José Priotto y Victoria
Rosati, quienes formaron parte del tribunal evaluador. A ellos les agradezco el tiempo y la
paciencia para evaluar la tesis y aportar sugerencias para mejorarla.
Sin duda una enorme parte de mi gratitud se la debo a todos “los tigreros” que me ayudaron
durante el duro trabajo de campo y las eternas entradas de datos. Quiero agradecerles no
solamente por su enorme y desinteresado esfuerzo, sino también por su amistad, que hizo que
todos estos años hayan sido maravillosos y divertidos. Especialmente quiero agradecer a
Yamil Di Blanco, Esteban Pizzio (Toro), Ricardo Melzew, Ilaria Agostini (Tana), Paula Cruz
(Tirica), Lucía Palacio, Carolina Ferrari, Jessica Prada, Peônia Britos Pereira, Fernanda
Fabbio, Andrés García (“Amariyento 1”), Mauricio Benitez (“Amariyento 2”), Lara Colleseli
(“Larva 1”), Natalia Gomez de Oliveira (“Larva 2”), Verónica Quiroga, John Murdoch
(Domador de tiburones), Rodrigo Castillo, Manuel Guevara (Pirata), Sebastián Baronio,
Georgina Lanza, Gustavo Ferraro (Conde), Jenny Anne Glikman y Santiago Escobar
(Cubana angosta). En este punto también quisiera agradecer a todos los macheteros que nos
ayudaron a abrir los 160 km de sendas en la selva para que este estudio fuera posible.
Especialmente quiero agradecer a Hector, Piper, Isaías y Candia con los que compartimos
inolvidables noches de fogón, reviro, mate y caña durante los campamentos en la selva.
Quisiera agradecer también a otros amigos que además de haberme brindado su amistad han
colaborado de distintas formas y en distintas etapas del trabajo. A Karina Schiaffino por su
apoyo a nuestro trabajo en el Parque Nacional Iguazú y por sus variados aportes y
sugerencias durante el desarrollo de la tesis. A Viviviana Benezovsky por su ayuda con los
primeros mapas y su paciencia para aguantar en la casa a la banda de tigreros que recién salía
del monte. A Ingrid Holzmann (Mecky) por su compañía y apoyo durante los primeros años
del trabajo. A Fernando Zamudio (Zamu) por su invaluable ayuda para el desarrollo del
v
trabajo con las entrevistas. A Diego Varela por el préstamo de equipos y sus correcciones y
sugerencias para mejorar algunos capítulos de la tesis. A Gustavo Zurita por su ayuda para
despejar las más variadas dudas sobre estadística. A Taiana Haag por la identificación
específica de las heces de felinos y a mi tía Gra por sus correcciones para intentar que esta
tesis sea más “leíble”.
A los integrantes del Programa Selva Paranaense de la Fundación Vida Silvestre Argentina
(FVSA). Quiero mencionar especialmente a Guillermo Placci, Daniela Rode, Manuel
Jaramillo, Sofía Ferrari, Andrés Johnson, Ariel Tombo, Laura Arejola, Emiliano Salvador y
Sandra Alliana quienes fueron claves para la difusión de los resultados, la búsqueda de
fondos y el apoyo logístico durante el trabajo de campo.
A Joanne Earnhardt y Eric Lonsdorf del Lincoln Park Zoo de Chicago por habernos brindado
su amistad y la posibilidad de ir a trabajar con ellos. También aquí quiero agradecer a nuestra
gran amiga Carrie quien guió durante aquellos días y hasta nos dejó formar parte de su
equipo de voley. Esa ha sido una experiencia muy enriquecedora y tengo unos hermosos
recuerdos de los lugares y amigos que conocimos allí.
A la Administración de Parques Nacionales (APN) por el constante apoyo brindado desde
sus distintas reparticiones. Quiero agradecer especialmente a Justo Herrera, Lorena
Figueredo, Olga Silvero y Eugenia Peralta del Centro de Investigaciones Ecológicas
Subtropicales (CIES), a los integrantes de la Delegación Técnica NEA y especialmente a su
directora Paula Cichero, a los integrantes de la sección de Movilidad y Talleres y a la
Intendencia del Parque Nacional Iguazú, en especial a su intendente Daniel Crosta.
Finalmente quiero agradecer al cuerpo de guardaparques del Parque Nacional Iguazú por su
ayuda y amistad durante todos estos años, especialmente a José Calo, Javier Cerutti, Angel
vi
Caradona, Jorge Cieslik, Cecilia Biloni, Gonzalo Garzon, Martin Morales, Maria Laura
Silva, Julio Mamani, Pity Enriquez, Omar Cañete, Juan Peres Argañaraz, Carlos Opitz,
Nelson Frias y Manolo Vega.
Al Ministerio de Ecología y Recursos Naturales y Turismo (MERNyT) de la Provincia de
Misiones por el apoyo institucional y logístico brindado durante estos años y a su cuerpo de
guardaparques por la ayuda en las tareas de campo. Especialmente quiero agradecer a Miguel
Rinas, Ernesto Krauckzuk, Esteban Arzamendia, Segismundo Welcz, Victor Zemunich,
Mariano Chudi, Onesimo Olivera, Lorena Pereira, Gabriel San Juan, Victor Matuchaca,
Cacho Maders, Hugo Heyer, Diego Terra, Omar Stempel, Edgardo Taron, Gabriel Ibarra,
Jerónimo Torresin, Diego Ciarmelo, Diego Araujo y Gabriel Borsini.
A Alto Paraná S.A., Ernesto Miott y otros propietarios de áreas con selva por permitirme
desarrollar las tareas de investigación en sus propiedades y a los habitantes de las áreas
rurales y a los informantes claves por compartir sus percepciones y conocimientos sobre los
yaguaretés de Misiones.
También quiero agradecer a muchos colegas que han colaborado de distintas maneras a lo
largo del trabajo, entre ellos Marcella Kelly, Scott Silver, Andrés Novaro, Javier Pereira,
Natalia Fracassi, Laury Cullen, Denis Sana, Pablo Perovic, Norma Hilgert, Ullas Karanth,
Alcides Ricieri Rinaldi, Anne Sophie Bertrand y Marina Xavier da Silva. Entre ellos quiero
agradecer especialmente a Andrew Noss por su continua disposición a ayudarme durante el
desarrollo de este trabajo y a Peter Crawshaw, quien además de darme consejos y apoyo, ha
sido una fuente de referencia e inspiración para llevar adelante mi tesis.
A las siguientes instituciones por brindar apoyo institucional o económico para el desarrollo
de esta tesis: Laboratorio de Investigaciones Ecológicas de la Yungas (LIEY) de la
vii
Universidad Nacional de Tucumán, Asociación Civil Centro de Investigaciones del Bosque
Atlántico (CeIBA), APN, MERNyT de Misiones, CONICET, FVSA, World Wildlife Fund,
Wildlife Conservation Society, Lincoln Park Zoo, Darwin Initiative, Rufford Small Grant
Foundation, Idea Wild, Fundación Antorchas, Proyecto Araucaria XXI y Panthera
Foundation.
A todos los amigos de Iguazú, especialmente a Eduardo Lestani (Mosquito), los Caravelli,
los Zamudio, los Varela, los Zurita y los Lescano por la compañía durante todos estos años.
A los amigos y el resto de la familia de Córdoba por estar siempre ahí cuando los necesito.
Y a los tigres, que con su tácita presencia siguen manteniendo el misterio y la magia de la
selva.
viii
LISTADO DE PUBLICACIONES DERIVADAS DE ESTA TESIS
Paviolo, A., C. D. De Angelo, Y. E. Di Blanco, I. Agostini, E. Pizzio, R. Melzew, C. Ferrari,
L. Palacio y M. S. Di Bitetti. 2009a. Efecto de la caza furtiva y el nivel de protección
en la abundancia de los grandes mamíferos del Bosque Atlántico de Misiones. Pp.
237-254 en: Parque Nacional Iguazú, conservación y desarrollo en la Selva
Paranaense de Argentina (B. Carpinetti et al. eds.). Administración de Parques
Nacionales, Buenos Aires, Argentina.
Paviolo, A., Y. E. Di Blanco, C. D. De Angelo y M. S. Di Bitetti. 2009b. Protection affects
puma abundance and activity patterns in the Atlantic Forest. Journal of Mammalogy
90: 926-934.
Di Bitetti, M. S., A. Paviolo, C. Ferrari, C. D. De Angelo y Y. E. Di Blanco. 2008a.
Differential responses to hunting by humans in two sympatric species of brocket deer
(Mazama americana and Mazama nana) in the Atlantic Forest. Biotropica 40: 636-
645.
Paviolo, A., C. D. De Angelo, Y. E. Di Blanco y M. S. Di Bitetti. 2008. Jaguar Panthera
onca population decline in the Upper Paraná Atlantic Forest of Argentina and Brazil.
Oryx 42: 554-551
Paviolo, A., C. D. De Angelo, Y. E. Di Blanco, C. Ferrari, M. S. Di Bitetti, C. Benhur
Kasper, F. Mazim, J. B. G. Soares y T. G. Oliveira. 2006a. The need of trans-
boundary efforts between Argentina, Brazil and Paraguay to preserve the
southernmost jaguar (Panthera onca) population in the world. Cat News 45: 12-14.
ix
TABLA DE CONTENIDOS
COMISIÓN ASESORA............................................................................................................................... I
DEDICATORIA ......................................................................................................................................... II
AGRADECIMIENTOS ............................................................................................................................. III
LISTADO DE PUBLICACIONES DERIVADAS DE ESTA TESIS ....................................................... VIII
TABLA DE CONTENIDOS ...................................................................................................................... IX
LISTA DE TABLAS ................................................................................................................................... 1
LISTA DE FIGURAS ................................................................................................................................. 3
RESUMEN ................................................................................................................................................. 6
ABSTRACT ............................................................................................................................................... 7
CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN .............................................................................................................. 8
1.1 LOS GRANDES CARNÍVOROS, SU SITUACIÓN Y LAS AMENAZAS PARA SU CONSERVACIÓN ............................. 8
1.2. ¿POR QUÉ CONSERVAR A LOS GRANDES CARNÍVOROS? ............................................................................. 10
1.3. EL JAGUAR O YAGUARETÉ ......................................................................................................................... 12
1.3.1 Distribución y estado de conservación de las poblaciones de jaguar ............................................... 17
1.3.2. La población de jaguares del Bosque Atlántico del Alto Paraná ..................................................... 21
1.4. ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL JAGUAR EN LA REGIÓN ...................................................... 22
1.5 ESTRUCTURA DE LA TESIS .......................................................................................................................... 25
CAPÍTULO II. ÁREA DE ESTUDIO Y METODOLOGÍA GENERAL ................................................. 27
2.1 ÁREA DE ESTUDIO ...................................................................................................................................... 27
2.1.1 El Bosque Atlántico del Alto Paraná ................................................................................................. 27
2.1.2 El Corredor Verde ............................................................................................................................. 29
2.1.3 Características ambientales .............................................................................................................. 32
2.2 DISEÑO EXPERIMENTAL GENERAL .............................................................................................................. 32
2.2.1 Los muestreos con cámaras trampas ................................................................................................. 33
x
2.2.2 Las áreas relevadas con cámaras trampas ........................................................................................ 37
2.3 EL NIVEL DE PROTECCIÓN Y LA PRESIÓN DE CAZA ..................................................................................... 39
CAPÍTULO III. EL EFECTO DE LA CAZA FURTIVA EN LAS POBLACIONES DE PRESAS DEL
JAGUAR .................................................................................................................................................. 44
3.1 INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................................... 44
3.2 METODOLOGÍA ........................................................................................................................................... 46
3.3 RESULTADOS .............................................................................................................................................. 50
3.4. DISCUSIÓN ................................................................................................................................................ 55
3.4.1 Efecto de la caza en las presas del jaguar ......................................................................................... 55
3.4.2 Posibles efectos en las poblaciones de jaguares ............................................................................... 61
CAPÍTULO IV. LA PERCEPCIÓN DE LOS HABITANTES RURALES SOBRE EL JAGUAR Y LA
MORTALIDAD INDUCIDA POR HUMANOS EN EL BOSQUE ATLÁNTICO DE MISIONES ......... 62
4.1 INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................................... 62
4.2 METODOLOGÍA ........................................................................................................................................... 65
4.3 RESULTADOS .............................................................................................................................................. 71
4.3.1. La percepción de los pobladores rurales sobre el jaguar ................................................................ 71
4.3.2. Mortalidad de jaguares .................................................................................................................... 76
4.3.3. Métodos utilizados para la caza de jaguares ................................................................................... 79
4.4 DISCUSIÓN ................................................................................................................................................. 80
4.4.1. Las percepciones de los pobladores rurales sobre el jaguar ........................................................... 80
4.4.2 La mortalidad de jaguares de origen antrópico ................................................................................ 82
4.4.3 El efecto de la mortalidad causada por humanos en la población de jaguares ................................ 84
CAPÍTULO V. ECOLOGÍA COMPARADA DEL JAGUAR Y EL PUMA EN EL BOSQUE
ATLÁNTICO DE MISIONES.................................................................................................................. 88
5.1 INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................................... 88
5.2 METODOLOGÍA .......................................................................................................................................... 92
xi
5.3 RESULTADOS ............................................................................................................................................. 97
5.3.1 Análisis de la dieta ............................................................................................................................ 97
5.3.2 Uso del hábitat ................................................................................................................................ 100
5.3.3 Patrones de actividad ...................................................................................................................... 100
5.4 DISCUSIÓN ............................................................................................................................................... 104
5.4.1 Dieta ................................................................................................................................................ 104
5.4.2 Uso de hábitat.................................................................................................................................. 107
5.4.3 Patrones de actividad ...................................................................................................................... 108
CAPÍTULO VI. EFECTO DEL NIVEL DE PROTECCIÓN Y LA PRESIÓN DE CAZA EN LAS
POBLACIONES DE JAGUARES Y PUMAS DEL CORREDOR VERDE ........................................... 112
6.1 INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ 112
6.2. METODOLOGÍA ........................................................................................................................................ 114
6.3. RESULTADOS ........................................................................................................................................... 121
6.3.1 Estimaciones de densidad de jaguares ............................................................................................ 121
6.3.2 Estimaciones de densidad de pumas ................................................................................................ 123
6.3.3 Abundancia de los dos felinos en relación con el nivel de protección. ........................................... 126
6.4 DISCUSIÓN ............................................................................................................................................... 127
6.4.1 Abundancia de jaguares y pumas en diferentes áreas del Corredor Verde.................................... 127
6.4.2 Susceptibilidad a la caza del jaguar y el puma ............................................................................... 130
6.4.3 El tamaño de las poblaciones de jaguares y pumas del Corredor Verde y sus posibilidades de
conservación. ............................................................................................................................................ 134
CAPÍTULO VII. DINÁMICA DE LA POBLACIÓN DE JAGUARES EN EL NORTE DEL
CORREDOR VERDE ............................................................................................................................ 137
7.1 INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ 137
7.2. METODOLOGÍA ........................................................................................................................................ 139
xii
7.3 RESULTADOS ............................................................................................................................................ 142
7.3.1 Variación en la densidad de jaguares entre 1990 y 2008 ............................................................... 142
7.2.2 Supervivencia .................................................................................................................................. 144
7.4 DISCUSIÓN ............................................................................................................................................... 147
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................................... 152
APÉNDICES .......................................................................................................................................... 185
APÉNDICE 1A. MAPA DEL ÁREA DEL MUESTREO DE URUGUA-Í. ..................................................................... 185
APÉNDICE 1B. MAPA DEL ÁREA DEL MUESTREO DE YABOTÍ. ......................................................................... 186
APÉNDICE 1C. MAPA DEL ÁREA DEL MUESTREO DE IGUAZÚ. ......................................................................... 187
APÉNDICE 1D. MAPA DEL ÁREA DEL MUESTREO DE IGUAZÚ-SAN JORGE. ...................................................... 188
APÉNDICE 1E. MAPA DEL ÁREA DEL MUESTREO DE IGUAZÚ-SAN JORGE-URUGUA-Í . .................................... 189
APÉNDICE 2. DETALLE DE LOS RESULTADOS DE LAS REGRESIONES LOGÍSTICAS TIPO ANCOVA REALIZADOS
PARA EVALUAR LA ABUNDANCIA DE PRESAS DE JAGUAR ............................................................................... 190
APÉNDICE 3. MAPA DONDE SE MUESTRAN LOS REGISTROS DE INDIVIDUOS EN DIFERENTES ÁREAS DEL NORTE
DE LA PROVINCIA DE MISIONES. .................................................................................................................... 196
APÉNDICE 4: ENCUESTA REALIZADA A LOS POBLADORES RURALES DE LA ZONA NORTE DE MISIONES. ......... 197
APÉNDICE 5 DETALLE DE LOS RESULTADOS DE LAS REGRESIONES LOGÍSTICAS TIPO ANCOVA REALIZADOS
PARA EVALUAR EL USO DE HÁBITAT DE JAGUARES Y LOS DISTINTOS SEXOS DE PUMAS. ................................. 200
1
LISTA DE TABLAS
Tabla......................................................................................................................................Nº Página
Tabla 1.1. Densidades de jaguar estimadas en distintas regiones de América. ................... 16
Tabla 2.1. Información sobre fechas de muestreo, esfuerzo, ubicación de las estaciones y
área cubierta para cada uno de los relevamientos realizados.. ............................................ 36
Tabla 2.2. Recursos para controlar la caza furtiva y evidencia de caza encontrada en cada
una de las áreas relevadas. ................................................................................................... 42
Tabla 2.3. Presión de caza relativa en cada uno de los muestreos realizados y las sub-áreas
relevadas.. ............................................................................................................................ 43
Tabla 3.1. Efecto de distintas variables en la probabilidad de registro de las especies presas
del jaguar.. ........................................................................................................................... 54
Tabla 4.1. Respuestas a algunas de las preguntas realizadas a los habitantes rurales del
norte de la provincia de Misiones. ....................................................................................... 72
Tabla 4.2. Respuestas de los entrevistados ante la pregunta sobre lo que deberían hacer las
autoridades si un jaguar se encuentra en su propiedad. ....................................................... 73
Tabla 4.3. Respuestas de los entrevistados ante la pregunta de lo que deberían hacer los
pobladores y las autoridades ante casos de depredación de animales domésticos por parte
del jaguar. ............................................................................................................................ 74
Tabla 5.1. Pesos medios (kg) de jaguares y pumas de distintos sexos y sus relaciones de
pesos en distintas áreas donde los felinos viven en simpatría. ............................................ 91
2
Tabla 5.2. Dieta del jaguar en el BAAP a partir del análisis de las 11 heces encontradas. La
estimación de biomasa consumida se obtuvo mediante la fórmula propuesta por Ackerman
et al. (1984). ........................................................................................................................ 98
Tabla 5.3. Dieta del puma en el BAAP a partir del análisis de las 25 heces y dos
estómagos.. .......................................................................................................................... 99
Tabla 5.4. Porcentaje de actividad de jaguares y pumas de distinto sexo en áreas con
distinto nivel de protección................................................................................................ 101
Tabla 6.1. Nivel de protección de cada una de las áreas relevadas, y duración y esfuerzo de
los muestreo sistemáticos desarrollados en de cada una de las áreas. ............................... 116
Tabla 6.2. Abundancia de jaguares en los distintos muestreos realizados.. ...................... 124
Tabla 6.3. Abundancia de pumas en los distintos muestreos realizados.. ......................... 125
Tabla 6.4. Número de jaguares y pumas de distintos sexos registrados en áreas con
distintos niveles de protección durante los muestreos desarrollados. ............................... 128
Tabla 7.1. Abundancia de jaguares en los distintos muestreos realizados en el norte del
Corredor Verde.. ................................................................................................................ 143
3
LISTA DE FIGURAS
Figura .................................................................................................................................Nº Página
Figura 1.1. Distribución en el pasado y la estimada para el jaguar en el año 1999.
Reproducido de Sanderson et al. 2002. ............................................................................... 18
Figura 1.2. Unidades de conservación para el jaguar en todo su rango de distribución
definidas por Sanderson et al. 2002 y actualizadas por Zeller 2007. (Jaguar Conservation
Units=Unidades de conservación del jaguar). Reproducido de Zeller 2007. ...................... 19
Figura 1.3. Distribución histórica y actual estimada para el jaguar (Panthera onca) en la
Argentina. Reproducido de Di Bitetti et al. en prensa......................................................... 21
Figura 1.4. Mapa de la ecorregión del Bosque Atlántico del Alto Paraná mostrando los
puntos de presencia de jaguar entre el período 2003-2008 y los resultados de un análisis de
aptitud de hábitat para la especie usando Análisis de Factores de Nicho Ecológico (ENFA).
Reproducido de De Angelo 2009. ....................................................................................... 23
Figura 2.1. Complejo de ecorregiones que componen el Bosque Atlántico de Sudamérica.
Modificado de Di Bitetti et al. 2003. ................................................................................... 28
Figura 2.2. Remanentes de selva del BAAP en el año 2004 y sus principales áreas
protegidas. ........................................................................................................................... 30
Figura 2.3. El Corredor Verde de Argentina y Brasil y sus principales áreas protegidas ... 31
Figura 2.4. Mapa del Corredor Verde de Argentina y Brasil mostrando la ubicación de las
áreas relevadas mediante muestreos con cámaras trampas y los distintos niveles de
protección contra la caza furtiva. ......................................................................................... 40
4
Figura 3.1. Porcentajes de estaciones donde fue registrada la presencia de las distintas
especies de presas de jaguar en áreas con distintos niveles de protección. ......................... 52
Figura 3.2. Porcentajes de estaciones donde fueron registrados la corzuela roja, la corzuela
enana, el tapir y el pecarí de collar a distintas clases de distancia a las vías de entrada de
cazadores (DVEC).. ............................................................................................................. 53
Figura 3.3. Porcentajes de estaciones donde fue registrado el pecarí labiado en estaciones
de áreas con distintos niveles de protección y a distintas clases de distancia a las vías de
entrada de cazadores en la Reserva de Biósfera Yabotí. ..................................................... 53
Figura 4.1. Mapa de la región norte de la Provincia de Misiones donde se muestran el área
general donde se desarrolló el estudio y los principales usos de la tierra.. ......................... 67
Figura 4.2. Principales causas por las que los jaguares son cazados en el Norte de
Misiones: a) Según la percepción de los pobladores rurales del área relevada, b) Según la
información de jaguares muertos obtenida a través de los informantes claves. .................. 76
Figura 4.3. Mapa con la ubicación aproximada de los jaguares eliminados en el norte de la
provincia de Misiones entre los años 1995 y 2005. ............................................................. 78
Figura 4.4. Causas de mortalidad antrópica de los jaguares en los distintos períodos
estudiados: a) Período 1995-2003 (N=14); b) Período 2004-2009 (N=16). ....................... 79
Figura 5.1. Patrón de actividad de los jaguares, pumas machos y pumas hembras en el área
mejor protegida de Misiones (AP)..................................................................................... 102
Figura 5.2. Patrón de actividad del jaguar, pumas machos y pumas hembras en las áreas
con menores niveles de protección del Corredor Verde (AMP). ...................................... 102
5
Figura 5.3. Patrón de actividad de los machos de puma en las áreas con distinto niveles de
protección.. ........................................................................................................................ 103
Figura 5.4. Patrón de actividad de las hembras de puma en las áreas con distinto niveles de
protección. ......................................................................................................................... 103
Figura 6.1. Fotografías donde se muestran los patrones de manchas de los jaguares, los
cuales se utilizaron para identificar a los individuos de esta especie. ............................... 118
Figura 6.2. Fotografías donde se muestran heridas, manchas y la forma de la cola, que
fueron algunas de las evidencias utilizadas para identificar a los pumas. ......................... 119
Figura 6.3. Mapa donde se muestra la estimación del área efectivamente muestreada con
las cámaras trampas del muestreo de Iguazú (2004). ........................................................ 121
Figura 6.4 Densidad de jaguares y pumas en áreas con distintos niveles de protección. .. 126
Figura 7.1 Mapa donde están representados las áreas cubiertas por los distintos muestreos
realizados con cámaras trampas durante este estudio y las áreas relevadas en los trabajos
desarrollados anteriormente en la región (Crawshaw 1995, Azevedo y Conforti 2002). . 140
Figura 7.2. Densidad de jaguares en el Norte del Corredor Verde de Argentina y Brasil
entre los años 1990 y 2008. ............................................................................................... 144
Figura 7.3. Supervivencia mínima de los individuos registrados durante los muestreos de
Urugua-í e Iguazú durante el período comprendido entre los años 2003-4 y 2008. ........ 145
Figura 7.4. Supervivencia mínima de los individuos registrados durante el muestreo de
Iguazú-San Jorge durante el período comprendido entre los años 2006 y 2008. .............. 146
6
RESUMEN
El Corredor Verde de Misiones (CV) y las áreas cercanas de Brasil albergan la población de
jaguar (Panthera onca) más austral del mundo y una de las tres que subsisten en Argentina. El
objetivo de esta tesis fue conocer la abundancia del jaguar en distintas áreas del CV y evaluar
el efecto de la abundancia de presas, la presión de caza y la potencial competencia con el puma
en la densidad de la especie. Evalué la abundancia de jaguares, pumas y sus presas mediante
cinco muestreos con cámaras trampas realizados en tres áreas con distinto nivel de protección
contra la caza furtiva. Evalué la percepción de los habitantes rurales y el número de jaguares
cazados en el norte de Misiones mediante entrevistas a pobladores e informantes claves. La
abundancia de la mayoría de las principales presas grandes del jaguar (ungulados) fue afectada
negativamente por la caza, mientras que presas menos importantes (corzuela enana,
mesocarnívoros) se vieron beneficiadas, probablemente por la liberación de competidores o
depredadores. Los pecaríes labiados declinaron drásticamente en la zona norte del CV a fines
de la década pasada por causas desconocidas. La mayoría de los habitantes rurales estuvo a
favor de conservar los jaguares, pero poco dispuestos a implementar medidas para reducir los
conflictos. Entre 1995 y 2009 se eliminaron al menos 42 jaguares del norte de Misiones, la
mayor parte de los cuales fue cazada por personas que estaban persiguiendo otras presas. Los
jaguares tuvieron un dieta más dependiente de presas grandes y menos diversa que los pumas.
No encontré evidencia de separación espacial entre las dos especies, pero existió segregación
temporal en las áreas donde los jaguares fueron abundantes. La separación temporal fue mayor
con las hembras de puma, probablemente debido a que corren un mayor riesgo de depredación
por parte de los jaguares. La densidad de jaguares y pumas fue mucho menor en áreas con
cacería, sin embargo los jaguares se vieron más afectados que los pumas. La reducción en la
abundancia de jaguares en esas áreas se debe probablemente a una menor abundancia de presas
y a una mayor mortalidad. La sub-población de jaguares del norte del CV ha sufrido una
declinación de entre 4,4 y 7 veces entre 1995 y 2004, posiblemente debido a una alta
mortalidad de jaguares y a la declinación de los pecaríes labiados. Desde el 2004 la población
se ha estabilizado y los individuos mostraron registrados por las cámaras trampas mostraron
altos valores de supervivencia. La población de jaguares del CV está compuesta actualmente
por entre 33 y 54 individuos y se encuentra en serio riesgo de desaparecer si la caza de la
especie no es reducida significativamente.
7
ABSTRACT
The Green Corridor of Misiones Province and the neighboring areas of Brazil hold the
southernmost jaguar (Panthera onca) population in the world and one of the three
populations that still subsist in Argentina. The objective of this thesis was to estimate the
size of this jaguar population and evaluate the effect of the availability of prey, poaching
pressure and the potential competition with the puma in its population density. I evaluated
the abundance of jaguars, pumas and its prey through five camera traps surveys conducted
in three areas with different poaching pressure. I evaluated the perception of the rural
inhabitants about the jaguar and the number of animals killed through interviews with
people and key informants of the north of Misiones Province. The abundance of the largest
prey species (most ungulates) was negatively affected by poaching, but several species
(dwarf brocket deer, most mesocarnivores) were more abundant in less protected areas,
probably as a result of competitive or predator release. The population of white-lipped
peccaries of the northern part of the Green Corridor declined markedly by the end of the
last decade, but the causes remains unknown. Most rural people considered important the
conservation of jaguars, but were poorly disposed to implement measures to reduce
potential conflicts. Between 1995 and 2009 at least 42 jaguars were eliminated in northern
Misiones Province, most of them killed by poachers that were searching another prey.
Jaguars were more dependent on large preys and had a less diverse diet than pumas. I did
not found evidence of spatial segregation between the two species, but temporal separation
exists in areas where jaguars were abundant. Temporal segregation was more conspicuous
between jaguars and female pumas, probably as a result of higher predation risks from the
former faced by the latter. Jaguar and puma densities were lower in areas with higher
poaching pressures, but jaguars were relatively more affected than pumas. The reduction of
jaguar densities in these areas is probably related with lower prey availability and a higher
mortality from poaching. The jaguar density in the north of the Green Corridor declined
between 4.4 and 7 times between 1995 and 2004, probably due to very high mortality rates
and the decline of its main prey (white-lipped peccary). Since 2004, the jaguar density
remains stable in the study area, and the individuals monitored through time with camera
traps showed a high survivorship rate. The jaguar population of the Green Corridor is
estimated at between 33 to 54 individuals and is critically endangered. Conservation efforts
must be oriented to reduce poaching of this species.
8
Capítulo I. Introducción
1.1 Los grandes carnívoros, su situación y las amenazas para su
conservación
Los cambios en los ambientes naturales producidos por el hombre han provocado la
declinación de la mayor parte de las poblaciones de los grandes carnívoros y determinado
que actualmente muchas de ellas se encuentren amenazadas (Nowell y Jackson 1996,
Redford 2005, Ceballos et al. 2005, Schipper et al. 2008). La mayor parte de las especies
de grandes felinos, osos y grandes cánidos viven actualmente en pequeñas porciones de lo
que fueron sus distribuciones en el pasado y sus poblaciones se encuentran fragmentadas,
lo que las vuelve más vulnerables (Ceballos et al. 2005, Schipper et al. 2008).
Los grandes carnívoros, son generalmente los primeros elementos que desaparecen de los
ecosistemas afectados por presiones antrópicas, por lo que su supervivencia se ha
convertido en uno de los mayores retos de la biología de la conservación (Mech 1995,
Woodroffe y Ginsberg 1998, Gittlemann et al. 2001, Treves y Karanth 2003, Redford
2005). La susceptibilidad de estas especies a las extinciones, se debe a que por su tamaño
corporal y posición en las cadenas tróficas viven generalmente en muy bajas densidades, lo
que determina que sus poblaciones sean pequeñas (Woodroffe y Ginsberg 1998, Purvis et
al. 2000, Duffi 2002, Cardillo et al. 2004, Steneck 2005).
Si bien una de las mayores amenazas para los grandes carnívoros es la pérdida y
fragmentación del hábitat (Nowell y Jackson 1996, Sanderson et al. 2002, Karanth y
Chellam 2009, De Angelo 2009), existen muchas poblaciones que han declinado a pesar de
tener superficies de hábitat suficientes (Nowell y Jackson 1996, Wikramanayake et al.
1998, Sunquist y Sunquist 2002, Sanderson et al. 2002). En la mayoría de los casos, la
declinación de esas especies se ha producido por una alta mortalidad de individuos
inducida por el hombre, la disminución de sus principales presas naturales, la competencia
con otras especies de carnívoros o por la interacción entre estos factores (Creel y Creel
1996, Nowell y Jackson 1996, Durant 1998, Woodroffe y Ginsberg 1998, Linnel y Strand
2000, Sunquist y Sunquist 2002, Treves y Karanth 2003, Karanth et al. 2004).
9
Las posibilidades de supervivencia de los grandes depredadores dependen en gran medida
de las actividades desarrolladas por el hombre y de su grado de tolerancia hacia estos
animales (Yalden 1993, Schaller 1996, Crawshaw 2002, Marker et al. 2004). Una de las
principales causas de mortalidad de los grandes carnívoros es la eliminación por conflictos
generados con el hombre o por el temor que en la gente suscita (Woodroffe y Ginsberg
1998, Treves y Karanth 2003, Inskip y Zimmerman 2009). Los conflictos más frecuentes
se producen debido a la depredación de ganado doméstico por parte de los grandes
carnívoros y en menor medida por ataques a personas (Treves y Karanth 2003, Inskip y
Zimmerman 2009).
Otra de las grandes amenazas que pesa sobre las poblaciones de los grandes carnívoros
terrestres, la constituyen las actividades de caza practicadas por el hombre (Nowell y
Jackson 1996, Sunquist y Sunquist 2002). En la mayoría de las regiones tropicales y
subtropicales, la caza es practicada por una gran cantidad de personas, constituyendo la
manera de proveerse carne para alimentación o dinero para subsistencia para algunas, o
una actividad de esparcimiento para otras (Robinson y Redford 1991, Alvard et al. 1997,
Bodmer et al. 1997, Peres 2000, Cullen et al. 2000, Giraudo y Abramson 2000). En
muchas regiones no existen controles efectivos sobre la caza de animales y la actividad se
practica indiscriminadamente, afectando incluso a las áreas protegidas (Peres y Terborgh
1995, Peres y Lake 2003, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2009a). Los efectos que esta
actividad puede tener sobre los grandes depredadores son el aumento de la mortalidad de
individuos, la disminución de sus presas naturales y la modificación de sus relaciones
ecológicas (Creel y Creel 1996, Nowell y Jackson 1996, Durant 1998, Woodroffe y
Ginsberg 1998, Linnel y Strand 2000, Sunquist y Sunquist 2002, Karanth et al. 2004).
Los grandes carnívoros también pueden ser cazados porque son considerados trofeos o
para obtener su piel y otras partes para su venta (Nowell y Jackson 1996). Actualmente, la
mayoría de las especies de grandes felinos se encuentran protegidas contra la caza en la
mayor parte de su área de distribución y el comercio de sus partes está prohibido (Sunquist
y Sunquist 2002, IUCN 2008). Sin embargo, la caza de estos animales es aún muy
frecuente en muchas áreas y constituye una de las principales amenazas para su
conservación (Nowell y Jackson 1996, Sunquist y Sunquist 2002).
10
Las actividades de caza también pueden afectar a la base de presas de los grandes
depredadores, lo que puede contribuir a su declinación (Sunquist et al. 1999, Fuller y
Sievert 2001, Carbone y Gittleman 2002, Karanth et al. 2004). Los grandes carnívoros
generalmente son dependientes de presas de gran porte, que son generalmente las especies
de vertebrados más perseguidas por el hombre (Jorgenson y Redford 1993, Giraudo y
Abramson 2000, Leite y Galvao 2002, Jerozolimski y Peres 2003). De esta manera, los
humanos compiten directamente con los depredadores por las mismas presas y pueden
reducir significativamente su disponibilidad (Karanth 1991, Jorgenson y Redford 1993,
Crawshaw 1995).
Finalmente, las relaciones ecológicas entre los grandes carnívoros pueden variar según los
distintos escenarios de protección contra la caza y abundancia de presas (Creel y Creel
1996, Durant 1998, Karanth y Sunquist 2000, Novack et al. 2005). Por ejemplo en África,
los perros salvajes (Lycaon pictus) y chitas (Acinonyx jubatus), son más abundantes en
áreas con menores niveles de protección contra la caza, donde sus principales
depredadores, leones (Panthera leo) y hienas (Crocuta crocuta), han sufrido una reducción
de sus poblaciones (Creel y Creel 1996, Durant 1998). Del mismo modo, varios autores
han sugerido que las relaciones competitivas entre tigres (Panthera tigris) y leopardos
(Panthera pardus), y entre jaguares (Panthera onca) y pumas (Puma concolor) podrían
verse modificadas en áreas con distinta disponibilidad de presas, lo que tendría como
consecuencia un éxito diferencial entre las poblaciones de las dos especies (Karanth y
Sunquist 1995, 2000, Novack et al. 2005, Haines 2006).
1.2. ¿Por qué conservar a los grandes carnívoros?
Más allá de su valor intrínseco como especies, los grandes carnívoros tienen algunas
características que determinan que frecuentemente sean seleccionados como especies
focales para planear y desarrollar esfuerzos de conservación (Noss et al. 1996, Miller y
Rabinowitz 2002, Ray 2005, Cullen 2006). Generalmente se acepta que las especies
focales se dividen en cuatro categorías: especies claves, especies indicadoras, especies
paraguas y especies bandera (Noss et al. 1996, Miller et al. 1999, Miller y Rabinowitz
2002). Muchas de las especies de grandes carnívoros pueden ser incluidas dentro de alguna
de estas categorías de especies focales, e incluso muchas de ellas pueden llegar a incluirse
dentro de todas (e.g tigres, leones, jaguares, etc) (Ray 2005)
11
Las especies claves son aquellas que siendo poco abundantes tienen una gran efecto en la
comunidad en donde habitan (Paine 1980, Terborgh 1988, Mills et al. 1993, Power et al.
1996, Miller et al. 1999). Si bien existe debate sobre si la abundancia y la diversidad de
especies en los distintos niveles tróficos está dominada principalmente por la productividad
del ambiente (de abajo hacia arriba) o por los depredadores (de arriba hacia abajo), existe
creciente consenso en que estos últimos tienen un importante rol como regulador de los
ecosistemas (Terborgh 1988, 2005, Krebs et al. 1995, Estes et al. 1989). Los grandes
carnívoros a través de su papel como depredadores, ejercen control sobre los niveles
tróficos inferiores y pueden influir incluso sobre organismos que son lejanos en términos
ecológicos (Terborgh 1988, 2005).
Existe abundante evidencia del efecto de los grandes carnívoros sobre los ecosistemas.
Son bien conocidos los estudios sobre el efecto de la alta abundancia de herbívoros en la
vegetación en áreas donde los carnívoros son escasos o se han extinguido, como en la isla
de Barro Colorado en Panamá, o las islas del Lago Guri en Venezuela (Terborgh 1988,
1992, 2005, Wright 2003). Otro ejemplo lo constituye la reintroducción de las poblaciones
de lobos (Canis lupus) en el Parque Nacional Yellowstone en Estados Unidos, que provocó
una serie de cambios en la abundancia y comportamiento de los herbívoros que tuvo como
consecuencia la recuperación de algunas especies de árboles (Fortin et al. 2005, Berger y
Smith 2005).
El control de los depredadores no se ha observado sólo sobre los grandes herbívoros sino
que también sobre depredadores menores. Varios estudios han documentado el crecimiento
en las poblaciones de depredadores medianos ante la declinación de los carnívoros
mayores, lo que se conoce como “liberación de meso-depredadores” (Soulé et al. 1988,
Palomares et al. 1995, Crooks y Soulé 1999, Di Bitetti 2008, Di Bitetti et al. 2010). Las
consecuencias de este proceso pueden llegar a determinar la disminución en la abundancia
de especies que son depredadas por los carnívoros medianos, como las aves o pequeños
mamíferos, con el consecuente desbalance del ecosistema (Soulé et al. 1988, Palomares et
al. 1995, Crooks y Soulé 1999).
La mayoría de los grandes depredadores son también considerados como especies
indicadoras del buen funcionamiento y la integridad ecológica de los ecosistemas (Grooves
2003, Ray 2005). El criterio para seleccionar a estas especies, se basa en que los carnívoros
12
son los primeros en desaparecer ante los cambios producidos por el hombre, por lo que su
declinación puede servir como una alerta temprana de las amenazas al ecosistema
(Woodley 1997, Ray 2005). Existen varios ejemplos de depredadores utilizados como
especies indicadoras tales como los osos, lobos y pumas en los Parques Nacionales de
Canadá o los tiburones y ballenas en áreas marinas protegidas de Estados Unidos y
Australia (Ray 2005).
El concepto de especie paraguas, se refiere a especies de grandes requerimientos cuya
conservación puede garantizar la subsistencia de muchas especies con menores exigencias
(Lambeck 1997). Los grandes requerimientos territoriales y la necesidad de contar con una
buena base de presas para su subsistencia, convierten a casi todos los grandes carnívoros
en buenos candidatos a ser considerados especies paraguas (Ray 2005). Esta característica
ha sido muy utilizada como herramientas para la planificación de estrategias de
conservación de la biodiversidad en distintas regiones del planeta. El Fondo Mundial para
la Naturaleza (WWF) ha utilizado la presencia de grandes depredadores como uno de los
criterios para la selección de áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad
(Olson y Dinerstein 2002). Ejemplos más cercanos, son el diseño del paisaje para la
conservación de la Biodiversidad del Bosque Atlántico del Alto Paraná (Di Bitetti et al.
2003) o la identificación de áreas prioritarias para la conservación en el norte de la misma
región (Cullen 2006) donde se usó al jaguar como especie focal.
Finalmente, muchos de los grandes carnívoros pueden ser usados como especies banderas
o símbolos para promover la conservación (Ray 2005). Por lo general, los grandes
depredadores son especies carismáticas y capaces de movilizar a una gran cantidad de
público (De Angelo et al. en prensa). De esta manera muchas especies de grandes
depredadores han sido utilizados para campañas de búsqueda de fondos o para liderar
campañas para la conservación de la biodiversidad (Entwistle et al. 2000, Leader-Williams
y Dublin 2000, Walpole y Leader-Williams 2002).
1.3. El jaguar o yaguareté
El jaguar es el mayor de los felinos vivientes de América. Esta especie ha inspirado mitos
y leyendas y ha ocupado un papel preponderante en la cultura y religión de los pueblos
originarios de América (Sunquist y Sunquist 2002). El nombre jaguar proviene de una
13
deformación del vocablo yaguará de origen Tupi-guaraní que significa “la bestia salvaje
que domina a su presa de un salto” (Hoogesteijn y Mondolfi 1992). En gran parte de
Sudamérica es llamado “tigre” debido a que los primeros conquistadores lo encontraron
similar a los tigres asiáticos. En Argentina, es conocido también como yaguareté, voz de
origen guaraní que significa “la verdadera fiera” o “cuerpo de perro”, según la
interpretación de distintos autores. En el NO argentino también se lo denomina “el overo”
y en Brasil “onça pintada” (Chebez 1994)
El jaguar pertenece al género Panthera que reúne a las especies más grandes de la familia
de los félidos como el tigre asiático, el león, el leopardo y el leopardo de las nieves
(Panthera uncia). Los representantes de este género son los únicos gatos capaces de rugir
gracias a una modificación en el hueso hioides. El jaguar es el tercer felino más grande del
mundo, detrás del tigre y el león. Su cuerpo es musculoso, posee una cabeza grande, un
ancho pecho y patas relativamente cortas lo que le confiere un aspecto robusto. Su
dentición y musculatura mandibular están muy desarrolladas por lo que posee la mordida
más poderosa entre los felinos (Seymour 1989, Sunquist y Sunquist 2002). El tamaño del
cuerpo varía según el área geográfica donde habite y en general los machos son más grandes
y corpulentos que las hembras. El largo del cuerpo incluyendo la cola puede medir entre
160 cm y 260 cm de longitud, mientras que el peso de los adultos oscila entre 36 y 120 kg,
habiéndose registrado excepcionalmente pesos de hasta 148 kg (Sunquist y Sunquist 2002).
Los jaguares de menor tamaño se encuentran en las Selvas de Centroamérica y el
Amazonas mientras que los mayores pueden ubicarse en las áreas de sabanas de América
del Sur, como el Pantanal y los Llanos Venezolanos (Hoogesteijn y Mondolfi 1992). En
Misiones y áreas cercanas de Brasil las hembras promedian (± ES) 67 ± 5 kg (n=6
hembras) y los machos y 87 ± 5 kg (n=10 machos) (Crawshaw 1995, Cullen 2006, datos
propios no publicados). El pelaje es variable entre individuos, con un fondo que va desde el
pardo amarillento hasta el rojizo y está cubierto por manchas llamadas rosetas, las cuales
pueden contener en su interior otras manchas más pequeñas. Estas rosetas con manchas en
su interior hacen al pelaje del jaguar diferenciable de las pieles del leopardo (cuyas rosetas
carecen de manchas internas). El melanismo entre los jaguares es relativamente frecuente
(Eizirik et al. 2003, Haag et al. 2009). A estos individuos se los conoce como “panteras” y
originalmente se creía que pertenecían a una especie diferente.
14
El jaguar es, junto al tigre asiático, tal vez el felino mejor adaptado a ambientes acuáticos.
Nada con mucha facilidad y es capaz de atravesar grandes extensiones de esta manera.
Existen registros de individuos que han cruzado grandes ríos como el Paraná, el Uruguay y
el Iguazú en varias oportunidades (Crawshaw 1995, Paviolo et al. 2006a). Si bien es un
buen trepador, no sube frecuentemente los árboles. La especie ocupa una gran variedad de
hábitats como selvas, pantanos, bosques secos, arbustales, desiertos y pastizales.
Solamente parece evitar las zonas altas y es raro encontrarlo a más de 2000 m.s.n.m
(Seymour 1989, Sunquist y Sunquist 2002). A pesar de ocupar gran variedad de ambientes,
parece ser mucho más sensible que el puma a las modificaciones del hábitat por parte del
hombre (De Angelo 2009), lo que lo ha llevado a declinar o desaparecer en muchas áreas y
en regiones intervenidas por el hombre, como ocurre en Argentina (Perovic y Herrán 1998,
Di Bitetti et al. 2006a, en prensa).
Los jaguares son depredadores oportunistas que consumen casi cualquier tipo de presa,
desde pequeños roedores hasta ganado doméstico adulto (Oliveira 2002). Se ha registrado
el consumo por parte de los jaguares de huevos de tortuga, peces, aves, tortugas, caimanes
e incluso hasta delfines de río. La lista de animales consumidos por el jaguar supera las 85
especies y su dieta depende en gran medida del área geográfica y de la disponibilidad de
presas (Oliveira 2002).
La técnica utilizada para la caza consiste en recorrer los caminos en busca de animales.
Una vez detectada la presa, el jaguar intenta acercarse lo más posible, para finalmente
arremeter con una corta carrera (Hoogesteijn y Mondolfi 1992). El jaguar, a diferencia de
otros felinos, mata generalmente a sus presas mediante un mordisco en la nuca. La
poderosa mordida del jaguar perfora el cráneo matando instantáneamente a su presa,
evitándose posibles lesiones (Seymour 1989). Esta técnica es especialmente útil cuando se
trata de animales potencialmente peligrosos, como los pecaríes (Aranda 2002).
Los jaguares, al igual que la mayoría de los felinos, son solitarios. Los machos y hembras
se reúnen por cortos períodos para copular durante el tiempo que dura el celo. Los
territorios de los machos son generalmente mayores que los de las hembras, pudiendo cada
macho superponerse con el territorio de dos o más hembras (Sunquist y Sunquist 2002).
Los machos defienden su territorio de otros machos y dejan marcas odoríferas
(frecuentemente a través de heces y orina) o visuales (por medio de marcas que hacen con
15
sus garras en árboles visibles en sendas y otras posibles rutas) y emiten señales auditivas
(por medio de rugidos). Por su parte, las hembras defienden su territorio de otras hembras.
El grado de superposición en los territorios de los individuos del mismo sexo es muy
variable, pero en general hay un área de uso exclusiva para cada individuo (Sunquist y
Sunquist 2002).
El área de acción para un jaguar varía mucho de acuerdo al sexo y edad del animal, y de
acuerdo a la disponibilidad de presas. En el Pantanal, cuatro hembras ocuparon un área de
entre 97 y 167 km2, mientras que un macho usó un área de 152 km2 (Crawshaw y Quigley
1991). El área usada varió marcadamente de acuerdo a la época del año, siendo entre 4 y 5
veces menor durante la estación húmeda. En otro sitio, de la misma región, tres hembras
usaron áreas de 28 a 38 km2. En Belice, cuatro machos usaron áreas de entre 28 km2 y 40
km2 que se superpusieron marcadamente (Rabinowitz y Nottingham 1986). En el Parque
Estadual do Ivinhema en Brasil (500 km al N de Misiones) dos hembras tuvieron territorios
de 120 km2 y 130 km2, mientras que un macho ocupó un área de 290 km2 (D. Sana com.
pers.). En el Parque Nacional Iguazú, el promedio para tres machos fue de 110 km2 y para
una hembra de 70 km2 (Crawshaw 1995). En las Yungas, el Dr. Pablo Perovic siguió
mediante un collar satelital a una hembra para la que estimó un área de acción de 180 km2
(Di Bitetti et al. 2006a)
Existe una gran variación entre los valores de densidad de individuos dependiendo del área
geográfica y del estado de conservación de las mismas (Tabla 1.1). Los mayores
densidades se estimaron en Belice, con valores cercanos a los 8 indiv./100 km2 (Silver et
al. 2004), mientras que para el Bosque Atlántico las densidades variaron entre 2,2 y 3,7
indiv./100 km2 (Crawshaw 1995, Cullen et al. 2005).
16
Tabla 1.1. Densidades de jaguar estimadas en distintas regiones de América.
País Tipo de ambiente Densidad (indiv./100km2)
Belice1 Selva tropical lluviosa De 7,48 ± 2,74 a 8,80 ± 2,25
Costa Rica2 Selva tropical lluviosa 6,98 ± 2,36
Brasil3 Sabana 6,65
Mexico4 Selva semi-decidua 6,67
Bolivia1,5 Bosque seco De 2,27 ± 0,89 a 5,11 ± 2,10
Argentina y Brasil6,7 Selva semi-decidua De 2,22 ± 1,78 a 3,7
Bolivia1 Selva tropical lluviosa 2,84 ± 1,78
Brasil8 Arbustal seco 2.67 ± 1.00
México9 Selva baja caducifolia 1,7
Fuentes: (1) Silver et al. 2004, (2) Salom-Perez et al. 2007, (3) Soisalo y Cavalcanti 2006, (4) Ceballos et al. 2002, (5) Maffei et al. 2004, (6) Crawshaw 1995, (7) Cullen et al. 2005, (8) Silveira et al. 2009, (9) Nuñez et al. 2002. Los datos originados durante el desarrollo de esta tesis no están incluidos. Las hembras por lo general paren cada dos años. En cautiverio, el período de celo dura
entre seis y diecisiete días, durante los cuales hay un incremento en la actividad y las
vocalizaciones (Sunquist y Sunquist 2002). La cópula es rápida y frecuente, pudiendo
llegar a realizarla unas cien veces por día (Sunquist y Sunquist 2002). El período de
gestación dura alrededor de cien días, luego del cual nacen entre uno y cuatro cachorros
(generalmente dos). Para dar a luz, las hembras buscan sitios de densa cobertura
(Hoogesteijn y Mondolfi 1992). Los cachorros al nacer pesan alrededor de 800 gramos y
tienen sus ojos cerrados, siendo totalmente dependientes de la leche de su madre hasta las
once semanas de vida, cuando comienzan a comer carne (Sunquist y Sunquist 2002). A
partir de los dos meses, los cachorros salen a acompañar a su madre en las recorridas.
Desde ese momento hasta aproximadamente el año y medio de vida los jóvenes jaguares
aprenden de su madre la forma de acechar y cazar sus presas (Hoogesteijn y Mondolfi
1992, Sunquist y Sunquist 2002). Luego de este período comienzan a independizarse de su
madre y se dispersan para buscar su propio territorio. Por lo general los machos se alejan
considerablemente del área natal, mientras que las hembras con frecuencia ocupan áreas
contiguas o parte del territorio de su madre (Sunquist y Sunquist 2002). Los pocos datos
17
existentes sugieren que la madurez sexual es alcanzada a partir de los dos años y medio en
las hembras y entre los tres y cuatro años en los machos (Sunquist y Sunquist 2002). La
longevidad de los individuos en los ambientes naturales no es conocida, pero hay registros
de al menos un jaguar silvestre que llegó a vivir 16 años (Arizona Game and Fish
Department 2009).
1.3.1 Distribución y estado de conservación de las poblaciones de jaguar
Originalmente el jaguar se extendía desde el SO de Estados Unidos hasta el S de Argentina
en la Provincia de Río Negro, excluyendo a Chile (Seymour 1989). Este autor sugiere la
existencia de 8 subespecies diferentes de jaguar. Cinco de ellas estarían presentes en
Centroamérica: P. o. arizoniensis; P. o. centralis; P. o. goldmani; P. o. hernandesii y P. o.
veraecrucis. Las tres restantes corresponderían a Sudamérica: P. o. onca; P. o. peruviana y
P. o. paraguensis, siendo de esta última subespecie los individuos presentes en Argentina
(Seymour 1989). Sin embargo, estudios recientes utilizando técnicas moleculares no
encontraron grandes diferencias genéticas a lo largo de la distribución de la especie y sólo
reconocen la existencia de dos grandes grupos filogeográficos, uno al N del río Amazonas
y otro al S de este río, que posiblemente no serían los suficientemente diferentes como para
considerarse distintas subespecies (Eizirik et al. 2001).
En el año 1999 la Asociación para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) convocó a
un taller de especialistas en jaguar para reunir información sobre la distribución de la
especie, conocer el estado de sus poblaciones e identificar áreas claves para su
conservación. La información resultante sugiere que durante los dos últimos siglos, la
especie ha sufrido una dramática retracción sobretodo en los extremos N y S de su
distribución, y actualmente está presente en menos del 46% de su área de ocurrencia
original (Figura 1.1) (Sanderson et al. 2002). En este taller también se identificaron las
áreas importantes para la conservación de la especie denominadas “Unidades de
Conservación del Jaguar (JCU)”, para los que se utilizaron los criterios de singularidad
ecológica y potencial de conservación de las poblaciones (Figura 1.2, Sanderson et al.
2002).
A nivel internacional el jaguar está categorizado por la UICN como una especie casi
amenazada (IUCN 2008). Se encuentra, además, listado en el Apéndice 1 de CITES por lo
18
que la comercialización internacional de la especie o sus derivados se encuentra prohibida
a nivel internacional (CITES 2009). Se estima que se encuentran poblaciones grandes de la
especie en la región de la Amazonía, el Pantanal de Brasil y los Llanos de Venezuela. Sin
embargo, en gran parte de su área de distribución y particularmente en el Bosque Atlántico,
la especie subsiste en poblaciones pequeñas y cada vez más aisladas, que difícilmente sean
viables en el largo plazo (Sanderson et al. 2002, Leite et al. 2002, Cullen 2006, Paviolo et
al. 2008, De Angelo 2009).
Figura 1.1. Distribución en el pasado y la estimada para el jaguar en el año 1999. En distintos
colores están representadas las diferentes regiones donde la especie estaba presente en el pasado
reciente y con barras rayadas la distribución estimada para 1999. Reproducido de Sanderson et al.
2002.
19
Figura 1.2. Unidades de conservación para el jaguar en todo su rango de distribución definidas por
Sanderson et al. 2002 y actualizadas por Zeller 2007. (Jaguar Conservation Units=Unidades de
conservación del jaguar). Reproducido de Zeller 2007.
20
En Argentina, el jaguar habitaba todas las regiones al N del Río Negro a excepción de las
regiones andinas (Carman 1984, Perovic y Herrán 1998, Perovic 2002a). Actualmente la
especie se encuentra en menos del 5% de su superficie original, subsistiendo solamente en
parte de las ecorregiones de las Yungas, el Chaco Seco y el Bosque Atlántico de Misiones
(Perovic y Herrán 1998, Di Bitetti et al. 2006a, en prensa). Todas estas poblaciones han
sido categorizadas como Unidades de Conservación del Jaguar en la priorización de las
áreas importantes para la conservación de la especie (Figura 1.2, Sanderson et al. 2002,
Zeller 2007).
En Argentina, evaluaciones recientes de la situación poblacional del jaguar en la Selva
Paranaense de Misiones (Paviolo et al. 2008, De Angelo 2009), el Chaco Seco (Altrichter
et al. 2006, Veronica Quiroga datos no publicados) y las Yungas (Perovic y Herrán 1998,
Perovic 2002a), muestran que la situación de conservación de la especie es muy delicada.
A la escasa superficie donde está presente actualmente (Figura 1.3), se suma el hecho de
que sus densidades poblacionales son extremadamente bajas (Altrichter et al. 2006,
Paviolo et al. 2008, V. Quiroga datos no publicados) y los conflictos y problemas de
conservación tienden a agravarse (Perovic 2002b, Schiaffino et al. 2002).
En Argentina, el jaguar está categorizado como en peligro (Díaz y Ojeda, 2000). Existe
abundante legislación para la conservación del jaguar, tanto a nivel nacional como
provincial (Di Bitetti et al. en prensa). Además de la ley nacional de conservación de la
fauna (ley 22.421), existe una ley que lo declara Monumento Natural Nacional (ley
25.463). A nivel provincial, el jaguar es Monumento Natural Provincial en Misiones (ley
2.589), Chaco (ley 4.306), y Salta (por decreto 1.660) y recibe protección especial en
Santiago del Estero (ley 4802) (Chebez 2008). En Misiones, el Plan Provincial de
Conservación de Grandes Felinos (ley 4137), contempla compensaciones económicas a
productores que sufran pérdidas por jaguar (Di Bitetti et al. 2006a), pero esta ley aún no ha
sido reglamentada ni implementada.
21
Figura 1.3. Distribución histórica y actual estimada para el jaguar (Panthera onca) en la Argentina.
La distribución actual está representada como círculos de 25 km de diámetro alrededor de cada
registro de presencia entre los años 1998 y 2009. Reproducido de Di Bitetti et al. en prensa.
1.3.2. La población de jaguares del Bosque Atlántico del Alto Paraná
Las poblaciones de jaguares del Bosque Atlántico del Alto Paraná constituyen el límite sur
de la distribución de la especie (Sanderson et al. 2002, Paviolo et al. 2006a, De Angelo
2009). Los jaguares se distribuían originalmente en toda esta ecorregión, pero la dramática
pérdida de cobertura forestal que ha sufrido la región y la persecución que sufre la especie
han determinado que actualmente en menos del 7% de la superficie de la ecorregión
existan jaguares (Figura 1.4) (De Angelo 2009). En Brasil y Paraguay los jaguares
22
subsisten casi exclusivamente dentro de las áreas protegidas, mientras que en la provincia
de Misiones de Argentina, la especie subsiste en gran parte de las superficies que aún
contienen selva (Figura 1.4, De Angelo 2009). Se puede decir que la población de jaguares
de la ecorregión se encuentra fragmentada en pequeñas sub-poblaciones más o menos
aisladas que habitan los mayores remanentes de selva de la región (Figura 1.4, De Angelo
2009).
1.4. Antecedentes de investigación sobre el jaguar en la región
Las investigaciones relacionadas con jaguares en Bosque Atlántico del Alto Paraná
comenzaron en 1990 con el estudio de Peter Crawshaw (1995) sobre la ecología del jaguar
y el ocelote (Leopardus pardalis) en los Parques Nacionales do Iguaçú de Brasil e Iguazú
de Argentina (Figura 2.2). Este estudio proveyó información básica sobre la ecología de la
especie, como la dieta, las áreas de acción, la densidad, e identificó algunas amenazas para
su supervivencia (Crawshaw 1995, Crawshaw 2002). El trabajo de Peter Crawshaw fue
continuado en el Parque Nacional do Iguaçu hasta principios del año 2001 a través del
Projeto Carnívoros do Iguaçu por Fernando Azevedo y Valéria Conforti, que desarrollaron
tareas de monitoreo de la población y los conflictos de los felinos con los vecinos del
Parque, que incluyó un estudio sobre la percepción de los pobladores sobre los jaguares y
pumas en la región y una evaluación de la dieta de estas especies (Azevedo y Conforti
2002, Conforti y Azevedo 2003, Azevedo 2008). Desde el año 2008, el personal del
CENAP y del Parque Nacional do Iguaçu de Brasil, liderados por Marina Xavier da Silva y
Apolonio Rodriguez, han retomado el monitoreo de la especie, habiéndose efectuado un
relevamiento poblacional con cámaras trampas en el año 2009.
23
Figura 1.4. Mapa de la ecorregión del Bosque Atlántico del Alto Paraná mostrando los puntos de
presencia de jaguar entre el período 2003-2008 y los resultados de un análisis de aptitud de hábitat
para la especie usando Análisis de Factores de Nicho Ecológico (ENFA). Reproducido de De
Angelo 2009.
Entre 1997 y 2004 biólogos de la Administración de Parques Nacionales liderados por la
Lic. Karina Schiaffino desarrollaron un proyecto para evaluar el efecto de la depredación
de ganado por parte de los jaguares en inmediaciones del Parque Nacional Iguazú y probar
distintos diseños de encierros para el ganado doméstico, con el fin de reducir los ataques de
los jaguares (Schiaffino et al. 2000, 2002). En el marco del mismo proyecto y como parte
de mi tesis de grado en la Universidad Nacional de Córdoba, realicé una comparación de la
abundancia de presas de jaguar entre áreas con distinto nivel de protección contra la caza
24
furtiva, documentando una importante disminución en su abundancia en áreas con caza
(Paviolo 2002).
En Paraguay, las tareas de investigación sobre carnívoros estuvieron principalmente
lideradas por el Dr. Gerald Zuercher. Los temas abordados fueron la dieta y el uso de
hábitat de los carnívoros en la Reserva de Biosfera Mbaracayú, incluyendo al jaguar
(Zuercher et al. 2001, Zuercher et al. 2003). Actualmente la Fundación Moisés Bertoni y el
Fondo Mundial para la Naturaleza de Paraguay (WWF Paraguay) desarrollan estudios de
telemetría sobre el jaguar en el E de Paraguay.
En la región del Alto Paraná, en el Pontal do Paranapanema, en el norte de la ecorregión,
existen antecedentes de investigaciones desde los años ’90. A mediados de esa década
Peter Crawshaw y Dênis Sana lideraron un estudio cuyo objetivo fue monitorear los
jaguares de una región inundada por la construcción de la represa de Puerto Primavera
(Crawshaw 2006). A partir de 1997, Laury Cullen en colaboración con Dênis Sana, Kauê
Abreu y otros investigadores comenzaron un trabajo de investigación sobre la especie en
los Parques Estaduales Morro do Diabo e Ivinhema y en el Parque Nacional Ilha Grande, el
cual aportó importante información sobre la ecología espacial y el estado poblacional de la
especie en la región (Cullen et al. 2005, Cullen 2006, Sana et al. 2006).
Recientemente se ha realizado una evaluación de la estructura genética de las sub-
poblaciones de jaguar presentes en la ecorregión (Haag 2009), cuyos resultados sugieren
que en algunas áreas ha habido una importante pérdida de variabilidad genética debido al
creciente aislamiento entre las sub-poblaciones (Haag 2009).
Las poblaciones de jaguar de la ecorregión del Bosque Atlántico han sido objeto de tres
análisis de viabilidad poblacional (AVP). Eizirik et al. (2002) condujeron este análisis para
tres poblaciones distintas (Corredor Verde de Misiones y Brasil y dos poblaciones de la
región costera de Brasil) y sugirieron que la única viable a largo plazo era la del Corredor
Verde. Sin embargo, este análisis se basó en parámetros poblacionales y de disponibilidad
de hábitat óptimos. Más recientemente, Laury Cullen (2006) desarrollo un AVP para las
sub-poblaciones de la zona del Alto Paraná y del Pontal de Parapanema. Por último, más
recientemente, Lonsdorf et al. (en prep.) desarrollaron un AVP espacialmente explícito
sobre la población del Corredor Verde cuyos resultados sugieren que las posibilidades de
25
supervivencia a mediano plazo son muy bajas si no se revierten algunas importantes
amenazas a esta población.
En el año 2002, con el apoyo de la Fundación Vida Silvestre Argentina, surgió el Proyecto
Yaguareté, que tiene como objetivo principal generar conocimiento sobre el estado
poblacional del jaguar en la ecorregión, evaluar sus principales amenazas y promover
acciones para la conservación de la especie. Inicialmente se delinearon dos líneas de
investigación principales. La primera de ellas se propuso conocer a nivel ecorregional la
distribución de la especie, entender las variables del paisaje que están determinando la
persistencia de los jaguares y comprender la estructura poblacional de la especie. Este
trabajo fue parte de la tesis doctoral del Dr. Carlos De Angelo y fue finalizada
recientemente (De Angelo 2009). Para lograr este objetivo el Dr. De Angelo estableció una
red de voluntarios de más de 150 personas con presencia en la mayoría de los fragmentos
de bosque nativo que quedan en la región (De Angelo et al. en prensa). La otra línea de
investigación, se propone conocer la abundancia del jaguar en distintas áreas del Corredor
Verde y evaluar los factores que la están determinando. Esta línea de investigación es la
desarrollada en la presente tesis doctoral.
1.5 Estructura de la tesis
El objetivo principal de esta tesis es conocer la abundancia del jaguar en distintas áreas del
Corredor Verde de Argentina y Brasil y evaluar el efecto de la abundancia de presas, la
presión de caza por parte del hombre y la potencial competencia con el puma en la
densidad poblacional de la especie. Además, me propongo sentar las bases para un
monitoreo a largo plazo de la especie en la región, para evaluar su tendencia y dinámica
poblacional.
En el Capítulo I desarrollé el marco teórico en el cual está basada esta tesis, describí las
principales características de la especie, el estado de sus poblaciones en el continente y las
investigaciones previas desarrolladas en el área.
En el Capítulo II describo el área de estudio y la metodología general utilizada para el
desarrollo de la tesis.
En el Capítulo III analizo el efecto que tiene la caza furtiva sobre la abundancia de las
principales presas del jaguar en la región.
26
En el Capítulo IV evalúo la percepción de los habitantes rurales del norte de Misiones
sobre el jaguar, describo la magnitud y las principales causas de la mortalidad de jaguares
inducida por humanos y evalúo el impacto que pueden tener en la conservación de la
población.
En el Capítulo V describo la dieta, el uso del hábitat y los patrones de actividad de jaguares
y pumas, con el fin de evaluar los requerimientos de estas especies y el potencial de
competencia interespecífica y para poner a prueba distintas hipótesis sobre los mecanismos
que permiten su coexistencia en la región.
En el Capítulo VI evalúo la abundancia poblacional de jaguares y pumas en áreas con
distinto nivel de protección contra la caza para evaluar el efecto de esta actividad sobre
estas especies.
En el Capítulo VII evalúo la tendencia poblacional de la especie en la región utilizando
información de trabajos previos (Crawshaw 1995) y los resultados propios obtenidos en
este estudio. Asimismo evalúo la supervivencia de los individuos registrados en la zona
norte de Misiones y el Parque Nacional do Iguaçu entre los años 2003 y 2008.
27
Capítulo II. Área de estudio y metodología general
2.1 Área de estudio
2.1.1 El Bosque Atlántico del Alto Paraná
El Bosque Atlántico es un complejo de 15 ecorregiones de selvas tropicales y
subtropicales, que ocupaba originalmente 1,7 millones de km2 a lo largo de la costa de
Brasil, este de Paraguay y noreste de Argentina (Figura 2.1) (Olson et al. 2001, Di Bitetti
et al. 2003). Este ambiente contiene una alta diversidad de especies, muchas de las cuales
son endémicas, lo que ha motivado que sea identificado como una de las áreas de
biodiversidad sobresaliente del planeta (“biodiversity hotspots”) (Mittermeier et al. 1999,
2005, Myers et al. 2000). El Bosque Atlántico ha sufrido un proceso de transformación
muy pronunciado, perdiendo entre el 88% y el 93% de su cobertura original, hecho que lo
convierte en la actualidad en una de las selvas más amenazadas a nivel global (Galindo-
Leal y de Gusmão Câmara 2003, Ribeiro et al. 2009). El grado de amenaza y su alta
biodiversidad han contribuido para que el Bosque Atlántico sea considerado una de las
zonas prioritarias para dirigir los esfuerzos de conservación a nivel mundial (Myers et al.
2000, Olson y Dinerstein 2002, Mittermeier et al. 2005).
El Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAP), también llamado Bosque Atlántico Interior
(Galindo-Leal y de Gusmão Câmara 2003) o Selva Paranaense (Cabrera y Willinks 1973,
Burkart et al. 1999), es la mayor ecorregión del Bosque Atlántico y se extendía
originalmente desde el oeste de la Serra do Mar en Brasil, hasta el este de Paraguay y la
provincia de Misiones en Argentina (Figura 2.1) (Di Bitetti et al. 2003). Al igual que el
resto de las ecorregiones del Bosque Atlántico, esta región ha sufrido un dramático proceso
de destrucción de hábitat, que ha provocado la pérdida de más del 92 % de su superficie
original (Figura 2.2) (Di Bitetti et al. 2003, Holz y Placci 2003, De Angelo 2009).
28
Figura 2.1. Complejo de ecorregiones que componen el Bosque Atlántico de Sudamérica.
Modificado de Di Bitetti et al. 2003.
El proceso de pérdida de hábitat del BAAP estuvo estrechamente relacionado con distintos
procesos de desarrollo económico y crecimiento demográfico, lo que determinó que
ocurriera de modo diferente en los tres países (Holz y Placci 2003, Di Bitetti et al. 2003,
De Angelo 2009). La porción perteneciente a Brasil fue la más degradada, quedando
menos del 3% de su superficie original. En ese país, este proceso ocurrió mayoritariamente
entre los años 1900 y 1980, impulsado por el desarrollo urbano, industrial y de la
agricultura a gran escala (Di Bitetti et al. 2003, Frickmann Young 2003, Holz y Placci
2003, De Angelo 2009). En Paraguay, el proceso de pérdida de hábitat fue muy rápido y se
concentró en la segunda mitad del siglo 20, quedando actualmente menos del 15% de la
29
superficie de selva en fragmentos pequeños y aislados (Cartes 2003, Di Bitetti et al. 2003,
Huang et al. 2007, De Angelo 2009). En Argentina, el proceso de pérdida de hábitat fue
más tardío y menos acentuado que en los otros dos países, lo que determinó la persistencia
de cerca del 50% de su selva (Di Bitetti et al. 2003, Holz y Placci 2003, De Angelo 2009).
La mayor parte de los remanentes actuales del BAAP en Argentina se encuentran
agrupados en un gran fragmento que constituye el área conocida como el Corredor Verde
de Misiones (Figura 2.2).
2.1.2 El Corredor Verde
El Corredor Verde es un área de conservación y uso sustentable de cerca de 11.000 km2,
creada por ley de la provincia de Misiones en el año 1999 (ley 3631). Esta área comprende
cerca de un tercio de la superficie provincial e incluye las cuencas altas de los ríos y la
mayor parte de los remanentes de selva de la provincia (Figura 2.3). El principal objetivo
de esta ley, es promover la conectividad entre los remanentes de selva a través de
incentivos económicos para la conservación y la restauración del monte nativo (García
Fernandez 2002, Chebez y Hilgert 2003, Cinto y Bertolini 2003). La ley prevé la creación
de un fondo de incentivos para estas actividades, pero el mismo nunca fue implementado,
por lo que la aplicación y el cumplimiento de esta ley no se ha efectivizado.
A pesar de la falta de implementación de la ley de Corredor Verde, gran parte de la
superficie de selva se mantiene en pie en las áreas protegidas y propiedades privadas de la
región. Estas áreas, junto con el Parque Nacional do Iguaçu y el Parque Estadual do Turvo
de Brasil, conforman un fragmento de selva de cerca de 10.000 km2 que constituye el
mayor remanente continuo de BAAP en el mundo (Figura 2.3) (Di Bitetti et al. 2003, De
Angelo 2009). A lo largo de esta tesis me referiré a esta área particular como el Corredor
Verde de Argentina y Brasil.
El Corredor Verde aún conserva el ensamble completo de la comunidad de mamíferos de
la ecorregión y constituye el límite sur de la distribución de muchas especies de animales
tropicales y subtropicales, como el jaguar, el ocelote (Leopardus pardalis), el tapir
(Tapirus terrestris) y el pecarí labiado (Tayassu pecari). Asimismo, constituye una de las
pocas áreas del Bosque Atlántico con potencial para que poblaciones de estos grandes
30
carnívoros y herbívoros subsistan a largo plazo (Sanderson et al. 2002, Paviolo et al. 2008,
Taber et al. 2008).
Figura 2.2. Remanentes de selva del BAAP en el año 2004 y sus principales áreas protegidas.
31
Figura 2.3. El Corredor Verde de Argentina y Brasil y sus principales áreas protegidas
Si bien la región constituye un lugar importante para la conservación de la biodiversidad,
muchas de sus áreas presentan altos niveles de degradación. La mayor parte de la
superficie del Corredor Verde ha sido explotada mediante la extracción selectiva de
maderas (Placci 2000, Campanello et al. 2009). Las selvas sometidas a explotación sufren
cambios en la estructura de la vegetación, lo que lleva generalmente a la proliferación de
lianas y bambúes nativos, que pueden detener los procesos de regeneración natural de
especies de árboles (Placci 2000, Campanello 2004, Montti 2010). Los permisos para la
explotación forestal en Misiones, generalmente no están basados en criterios de
sustentabilidad y son muchas veces ignorados por las empresas forestales, lo que ha
llevado a una sobrexplotación y a la degradación de la selva en muchas áreas del Corredor
Verde (Holz y Placci 2003, Campanello et al. 2009).
32
2.1.3 Características ambientales
La región está dominada por una selva semi-decidua compuesta por una elevada diversidad
de árboles que forman un dosel con varios estratos, existiendo generalmente un denso
sotobosque dominado por bambúes o helechos (Cabrera y Willink 1973). El clima es
subtropical húmedo estacional con veranos cálidos e inviernos fríos donde pueden
registrarse heladas (Gatti 2005). Las temperaturas medias anuales varían entre los 17 ºC y
los 22 ºC (Crespo 1982). No existe una marcada estacionalidad en la época de lluvias y las
precipitaciones varían entre 1700 y 2100 mm anuales (Ligier 2000). La variación en la
disponibilidad de luz y los cambios de temperatura a lo largo del año, determinan patrones
estacionales de productividad de hojas, frutos e insectos, con escasez durante los meses de
invierno y mayor disponibilidad durante la primavera y el verano (Placci et al. 1994, Di
Bitetti y Janson 2001, Di Bitetti 2009).
La altura de la región varía entre los 150 y los 800 metros sobre el nivel del mar,
incluyendo áreas planas con suelos profundos en cercanías de los mayores ríos y áreas de
suelos rocosos en las serranías (Ligier 2000, Di Bitetti et al. 2003). Variaciones en las
condiciones edáficas y micro-climáticas determinan la existencia de diferentes
comunidades vegetales que conforman distintos tipos de ambientes. Algunos de los
ambientes más representados en la región son las selvas altas mixtas, selvas abiertas con
sotobosque dominado por bambúes, selvas del palmitos (Euterpe edulis) y selvas ribereñas
(Di Bitetti et al. 2003, Srur et al. 2009).
2.2 Diseño experimental general
El esfuerzo de investigación de este trabajo se concentró en distintas áreas del Corredor
Verde. Para estimar la densidad y el uso del hábitat de jaguares y pumas, y la abundancia
relativa de sus presas, desarrollé cinco muestreos intensivos con cámaras trampas en tres
áreas con distintos niveles de protección contra la caza furtiva y la explotación forestal.
Las tres áreas relevadas fueron el Parque Nacional Iguazú y sus alrededores, el área
cercana al curso superior del río Urugua-í y la Reserva de Biósfera Yabotí (Figura 2.4).
Para evaluar la magnitud de la mortalidad de jaguares causada por humanos y conocer la
percepción de la población rural sobre esta especie, se desarrollaron encuestas en la zona
norte de la Provincia de Misiones. Las áreas relevadas con las encuestas incluyeron las
33
áreas rurales cercanas a las localidades de Comandante Andresito, Deseado y Puerto
Iguazú (para más detalles ver Capítulo IV).
2.2.1 Los muestreos con cámaras trampas
El estudio de los mamíferos en ambientes de selva presenta diversas dificultades (Wilson
et al. 1996, Buckland et al. 2001). Muchos de los mamíferos selváticos viven en bajas
densidades y presentan comportamientos evasivos, lo que sumado a la densa cobertura
vegetal, dificulta el uso de métodos de observación directa (Buckland et al. 1993, 2001,
Carrillo et al. 2000, Karanth et al. 2004). Por otra parte, métodos que requieren la captura
de animales como la radiotelemetría, muchas veces presentan dificultades logísticas,
económicas o biológicas, que los hacen poco aplicables (Karanth y Nichols 1998, Karanth
1999, Karanth et al. 2004). El uso de cámaras trampas provee una alternativa no invasiva
para estudiar animales raros o elusivos en ambientes selváticos (Karanth et al. 2004).
Las cámaras trampas están compuestas por una cámara fotográfica y un sensor que la
dispara ante el paso de un animal. Su uso para el estudio de animales en áreas tropicales ha
tenido un incremento notable durante los últimos años (Karanth et al. 2004, Rowcliffe y
Carbone 2008). La información generada por las cámaras trampas en combinación con
modelos de captura-marcado-recaptura, ha sido usada para estimar densidades de diversos
animales como tigres, jaguares, ocelotes, pumas, gatos monteses (Leopardus geoffroyi),
tapires y varias otras especies (Karanth 1995, Karanth y Nichols 1998, Noss et al. 2003,
2004, Trolle y Kery 2003, Maffei et al. 2004, 2005, Silver et al. 2004, Cuellar et al. 2006,
Di Bitetti et al. 2006b, 2008b, Trolle et al. 2007, Kelly et al. 2008, Paviolo et al. 2008,
2009b, Pereira 2009). Además, han sido utilizadas para medir la diversidad de mamíferos
(Trolle 2003, Tobler et al. 2008 ), para evaluar la abundancia relativa de distintas especies
(Carbone et al. 2001, O’Brien et al. 2003, Silveira 2004, Weckel et al. 2006, Di Bitetti et
al. 2008a, 2010, Paviolo et al. 2009a) y para estudiar el uso del hábitat y los patrones de
actividad (Maffei et al. 2004, 2005, Di Bitetti et al. 2006b, 2008a, Noss et al. 2004, Cuellar
et al. 2006, Paviolo et al. 2009b).
Entre el año 2003 y el 2008 realicé cinco muestreos intensivos en diferentes áreas del
Corredor Verde que variaron en cuanto el esfuerzo y el número de estaciones de muestreo
(Tabla 2.1). El esfuerzo total fue de 12.843 días trampa y estuvo repartido en 216
34
estaciones de muestreo, algunas de las cuales estuvieron activas en más de un relevamiento
(Tabla 2.1). Para cada muestreo conté con entre 34 y 50 cámaras trampas, sin embargo,
parte del equipo sufrió roturas y hubo que reemplazarlo para los muestreos siguientes.
Como consecuencia de esto, utilicé un total 132 cámaras trampas de distintos modelos, que
consistieron en dos Camtrakker (Camtrakker, Watkinsville, Georgia), 80 Leaf River Trail
Scan Model C-1 (Vibra Shine, Taylorsville, Mississippi), 30 TrailMAC 35mm Standard
Game (Trail Sense Engineering, LLC, Middletown, Delaware) y 20 Trapacamera
(CIETEC, Sao Paulo, Brasil).
Cada estación de muestreo consistió en un par de cámaras trampas enfrentadas entre sí y
ubicadas a los costados de caminos vehiculares o sendas abiertas a machete en la selva. Las
cámaras trampas funcionaron las 24 horas, exceptuando algunas estaciones que por estar
ubicadas en caminos transitados estuvieron activas sólo durante la noche (16% de las
estaciones del muestreo Iguazú-San Jorge y 15% de las de Iguazú-San Jorge-Urugua-í).
Las estaciones ubicadas en las sendas tuvieron una baja efectividad para el registro de
jaguares y pumas, por lo que cuando fue posible ubiqué las estaciones en caminos
vehiculares. La disponibilidad de caminos fue diferente entre las áreas por lo que existieron
diferencias en la proporción de estaciones ubicadas en sendas y caminos entre los distintos
muestreos (Tabla 2.1).
Los muestreos en cada área de estudio constaron de dos períodos, uno preliminar y uno de
muestreo sistemático. El período preliminar tuvo como objetivo identificar los mejores
lugares para registrar a los jaguares y pumas, por lo que las estaciones se ubicaron sin
seguir un patrón regular. El período de muestreo sistemático tuvo la finalidad de estimar la
densidad de jaguares y pumas, por lo que las estaciones estuvieron distribuidas a intervalos
regulares con el fin de cubrir homogéneamente el área de estudio. Con el fin de aumentar
el área relevada con las cámaras disponibles, dividí cada muestreo sistemático en dos
etapas de entre 45 y 48 días. Durante la primera etapa, las cámaras estuvieron colocadas en
la mitad de las estaciones de muestreo, luego de la cual fueron movidas a la otra mitad de
las estaciones, para permanecer allí durante la segunda etapa. La distancia entre estaciones
fue aumentando entre los muestreos y en consecuencia el área cubierta con cámaras (Tabla
2.1). Esto tuvo como finalidad registrar un mayor número de individuos de jaguares y
pumas, y así obtener estimaciones de densidad más confiables (Karanth y Nichols 2002).
35
Para realizar una descripción de las características ambientales de cada estación, realicé
una estimación cualitativa de la cobertura del dosel (alta, media y baja) y la abundancia del
bambú en el sotobosque (alta, media y baja). Las estaciones fueron mapeadas en un
Sistema de Información Geográfico (ArcView 3.2, ESRI, Redlands, USA) con información
sobre suelos, ríos, caminos y áreas protegidas. Mediante este programa medí para cada
estación la distancia al río más cercano, la distancia a las principales vías de entrada de
cazadores (DVEC) y evalué su ubicación con respecto al nivel de protección y el tipo de
suelo. Los suelos fueron clasificados de acuerdo a su aptitud forestal como en ricos o
pobres, siguiendo la clasificación de Ligier (2000).
36
Tabla 2.1. Información sobre fechas de muestreo, esfuerzo, ubicación de las estaciones y área cubierta para cada uno de los relevamientos realizados. La
información incluye el esfuerzo de los períodos de muestreo preliminar y sistemático. El área cubierta por las cámaras fue estimada mediante el método del
polígono mínimo convexo que abarcó todas las estaciones de muestreo.
Muestreo Fecha de muestreo
Nº de
estaciones
Esfuerzo
(días/trampa)
% estaciones
en caminos
Distancia media
entre estaciones
Polígono de
cámaras (km2)
Yabotí Marzo a Diciembre de 2005 60 2.676 83 2427 m 549,19
Urugua-í Mayo 2003 a Febrero 2004 53 2.611 32 1246 m 81,31
Iguazú Abril a Diciembre 2004 46 2.942 39 2080 m 204,81
Iguazú-San Jorge Abril 2006 a Enero 2007 49 2.287 69 2575 m 569,51
Iguazú-San Jorge-Urugua-í Febrero a Junio de 2008 47 2.327 83 3144 m 1124,04
37
2.2.2 Las áreas relevadas con cámaras trampas
El área de Urugua-í fue muestreada con cámaras trampas en el año 2003 y nuevamente en el
año 2008 (Figura 2.4). En el 2003 el área muestreada comprendió la Reserva de Vida
Silvestre Urugua-í (RVSU) de 32 km2, una parte del Parque Provincial Urugua-í (PP Urugua-
í, 840 km2) y una porción del establecimiento Campo de los Palmitos (270 km2), que
pertenece a la empresa forestal Alto Paraná S.A. (Apéndice 1a). El 28% de esta propiedad
está cubierto por plantaciones de pinos exóticos (Pinus sp.) y araucarias (Araucaria
angustifolia), distribuidos dentro de una matriz de selva. La selva de la RVSU, el PP Urugua-
í y Campo de los Palmitos fue explotada hasta fines de 1980, pero presenta un estado de
conservación relativamente bueno (Di Bitetti et al. 2006b). Debido a la inexistencia de
caminos en la RVSU y el PP Urugua-í abrimos 43 km de sendas de 1 m de ancho para la
ubicación de algunas de las estaciones de muestreo. Durante el muestreo del 2008, se
incluyeron las áreas relevadas anteriormente y se agregaron las zonas cercanas a la ruta
provincial 19 y el arroyo Uruzú. En este muestreo no abrimos sendas en el área estudiada,
por lo que las estaciones fueron ubicadas en caminos vehiculares de Campo de los Palmitos,
un sendero en la RVSU y algunos senderos cercanos a la ruta provincial 19 en el PP Urugua-í
(Apéndice 1e). Debido a la escasez de medios y guardaparques, la protección contra la caza
furtiva fue deficiente en la mayor parte del área (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et
al. 2008). Los cazadores generalmente provinieron de pueblos y ciudades vecinas, siendo sus
principales accesos a la zona el arroyo Urugua-í y las rutas provinciales 19, 227 y 228.
La Reserva de Biósfera Yabotí (RBY, 2363 km2) está ubicada en el sureste del Corredor
Verde y fue muestreada en el año 2005 (Figura 2.4, Apéndice 1b). La RBY es por ley, un
área de uso sustentable que contiene propiedades privadas y áreas protegidas estrictas, como
los Parques Provinciales Esmeralda (316 km2), Caa Yarí (50 km2) y Moconá (9,9 km2). La
selva se extiende en forma continua entre estas áreas y el Parque Estadual do Turvo de Brasil
(140 km2), que se encuentra al otro lado del río Uruguay (Apéndice 1b). La RBY está
habitada por varias comunidades de la etnia Mbya-Guaraní dedicadas a la agricultura de
pequeña escala y a la caza de subsistencia. Casi la totalidad de la reserva está cubierta por
bosque nativo, y si bien por ley puede ser sometida a extracción forestal selectiva, no puede
ser convertida a otros usos. La extracción forestal es muy intensa en todas las propiedades
privadas, a excepción de una propiedad (105 km2) ubicada al norte del Parque Provincial
38
Esmeralda que pertenece a la empresa Forestal Montreal S.A., donde la extracción de madera
es menor (Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008, 2009b). El área muestreada abarcó la
mayor parte del Parque Provincial Esmeralda, la propiedad de Forestal S.A. y otras
propiedades privadas cercanas a la ruta provincial 21 (Apéndice 1b). La mayoría de las
estaciones de muestreo fueron colocadas en viejos caminos utilizados para la explotación
forestal (Tabla 2.1). La presión de caza fue muy alta en la mayor parte de la RBY a
excepción de las áreas protegidas y la propiedad de Forestal Montreal S.A., donde fue
relativamente más leve (Tabla 2.3 Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008, 2009a). Los
cazadores ingresaban principalmente por rutas y caminos de explotación forestal (caminos de
obraje), desde áreas vecinas a la reserva y desde el límite con Brasil (Paviolo et al. 2008).
El área de Iguazú fue muestreada en tres años distintos: 2004, 2006 y 2008 (Figura 2.4). El
primer muestreo comprendió el área central del Parque Nacional Iguazú (PNI, 670 km2) que
según evaluaciones de las áreas protegidas de Misiones puede ser considerado como una de
las áreas mejor protegidas de la región (Chalukian 1999, Giraudo et al. 2003). Esta área fue
sometida a explotación forestal hasta la creación del Parque en el año 1934 (Dimitri 1974).
Las estaciones de muestreo en el área fueron ubicadas en los pocos caminos existentes y una
red de sendas abiertas a machete de 1 m de ancho y 43 km de extensión (Apéndice 1c). La
presión de caza en la zona central de esta área fue baja, existiendo mayor actividad de
cazadores furtivos en los bordes del Parque (Tabla 2.2) (Paviolo et al. 2008, 2009a).
Durante el muestreo del 2006 (muestreo Iguazú-San Jorge) expandimos el área relevada,
cubriendo la mayor parte del PNI y la Reserva Nacional Iguazú, la porción oeste del Parque
Nacional do Iguaçu de Brasil (1700 km2) y la Reserva Forestal San Jorge (Apéndice 1d). El
extenso borde de esta porción del Parque brasilero y la ausencia de un área buffer, permiten
el ingreso de cazadores furtivos y dificulta su control (Crawshaw 2002). La Reserva Forestal
San Jorge (174 km2) pertenece a Alto Paraná S.A. y está cubierta en su totalidad por bosque
nativo. Esta reserva sufrió explotación forestal selectiva hasta fines de la década de 1980
(Oscar Lescano, comunicación personal) y sufre una presión de caza media (Tabla 2.3,
Paviolo et al. 2008). Las estaciones de muestreo estuvieron ubicadas en caminos vehiculares
muy poco transitados, la ruta nacional 101 y las sendas abiertas en el 2004 del área central
del PNI, que fueron reabiertas para esta ocasión.
39
En el muestreo de 2008 (muestreo Iguazú-San Jorge-Urugua-í) el área relevada comprendió
la mayor parte del PNI, la Reserva Nacional Iguazú, la Reserva Forestal San Jorge, el Parque
Provincial Puerto Península (PPP Península, 69 km2) y se extendió hacia el sur hasta el área
de Urugua-í (Figura 2.4 y Apendice 1e). El PPP Península fue creado en el año 2004 y sufrió
explotación forestal hasta mediados de los la década de 1990. Actualmente, la protección del
área se está implementando, pero pese a los esfuerzos de los guardaparques, la caza furtiva
aún no se ha podido controlar efectivamente (Paviolo et al. 2009a). Durante este muestreo no
abrimos sendas en la selva por lo que la mayoría de las estaciones de muestreo estuvieron
ubicadas en caminos vehiculares poco transitados.
2.3 El nivel de protección y la presión de caza
En Misiones, la fauna silvestre ha sido utilizada desde hace siglos, tanto por culturas
aborígenes como por colonos (Giai 1976, Giraudo y Abramson 1998). La cacería está
profundamente arraigada en la cultura de los habitantes de la región y es practicada por una
gran cantidad de personas (Giraudo y Abramson 2000, Paviolo 2002, Ferrero 2009, Paviolo
et al. 2009a). Hasta hace algunos años, la cacería tenía como una de las principales
motivaciones a la necesidad de conseguir carne para la alimentación humana, actividad que
se veía profundizada por el aislamiento de muchas regiones y la crisis socioeconómica en el
sector rural de Misiones (Giai 1976, Giraudo y Abramson 1998). En la actualidad, la mayoría
de las personas que cazan, lo hacen como una actividad de esparcimiento, a excepción de las
comunidades Mbya-Guaraníes y algunos pobladores rurales de muy bajos recursos (Ferrero
2009, Paviolo et al. 2009a).
40
Figura 2.4. Mapa del Corredor Verde de Argentina y Brasil mostrando la ubicación de las áreas
relevadas mediante muestreos con cámaras trampas y los distintos niveles de protección contra la
caza furtiva.
La caza de animales silvestres está prohibida por ley en Misiones (excepto la caza mediante
métodos tradicionales practicada por lo Mbya-guaraníes), por lo que es difícil estimar su
intensidad real. Para medir la presión de caza y el nivel de protección de las áreas de estudio
usé distintas metodologías. En primer lugar utilicé la evidencia de actividades de cacería
41
encontrada durante el trabajo de campo (Wright et al. 2000, Cullen et al. 2000). Consideré
como evidencia de caza a los encuentros con personas armadas o perros de caza, fotografías
de las cámaras trampas de cazadores o perros de caza, campamentos de cazadores, saleros
artificiales, sobrados (plataformas para esperar y cazar animales), cebos, disparos
escuchados, cartuchos encontrados y cámaras trampas violentadas o robadas (Tabla 2.2). En
segundo lugar, realicé entrevistas informales con guardaparques, biólogos y habitantes
rurales, en las que les pregunté sobre la presión de caza de cada una de las áreas de estudio y
las principales vías de entrada de los cazadores a las áreas con selva. Finalmente, comparé
los recursos invertidos en infraestructura y personal de control en cada área de muestreo, para
utilizarlo como un indicador de la capacidad de controlar la caza en cada una de las áreas
(Tabla 2.2).
Según la información obtenida, la presión de caza mostró gran variación entre las áreas de
estudio, estando inversamente asociada a los recursos invertidos en su control y directamente
a la accesibilidad de las distintas zonas (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008,
2009a). En general, el nivel de protección contra la caza furtiva fue bueno en el área central
del PNI, intermedio en Urugua-í y malo en Yabotí (Tabla 2.2). Debido a que algunos de los
muestreos abarcaron áreas con distinta accesibilidad y bajo distintas jurisdicciones, dentro de
cada muestreo existieron diferentes zonas o sub-áreas en el que el nivel de protección fue
variable (Tabla 2.3). Para algunos análisis utilicé como otro indicador de la presión de caza, a
la distancia a las principales vías de entrada de cazadores (DVEC). Esta medida ha sido
utilizada para medir la presión de caza debido a que en general, en áreas más cercanas a los
poblados o a los accesos a las áreas de caza, la presión de cacería es mayor que en los lugares
más alejados (ver Hill et al. 1997, Caro 1999, Laurance et al. 2006 y Peres y Lake 2003 para
un enfoque similar).
42
Tabla 2.2. Recursos para controlar la caza furtiva y evidencia de caza encontrada en cada una de las áreas relevadas.
Recursos para el control de la caza furtiva
Parque Nacional Iguazú
PP Urugua-í-PPP Península-San Jorge-RVSU-Campo de los Palmitos RB Yabotí
Área (km2) 670 1450 31601 Nº guardaparques/100 km2 2 3,28 a 3,73 0,62-1,10 0,22 Vehículos/100 km2 2 0,6 a 0,9 0,21-0,28 0,09 Uso de armas de fuego si no no Evidencia de actividades de caza Encuentros con cazadores o sus perros 0 9 2 Fotografías de cazadores o sus perros 6 9 8
Campamentos o senderos de cazadores 0 13 >33
Saleros o cebos para atraer animales 0 3 4
Disparos escuchados 1 5 0
Cartuchos encontrados 0 1 0
Huellas asociadas a actividades de caza 2 2 ?4
Cámaras trampas robadas o violentadas 3 3 1
Total 12 5 45 >18 Total por muestreo 4 15 >18
En la RBY abrimos pocas sendas por lo que la probabilidad de encontrar evidencia de caza fue menor. En la tabla no están incluidas tres estaciones ubicadas en el Parque Nacional do Iguaçu que funcionaron en 2006 y en las que se encontró abundante evidencia de actividades de caza. 1 Los guardaparques y vehículos afectados a la RBY también tenían a cargo el control de otras áreas por lo que la superficie controlada es mayor a la de la RBY. 2 Varió entre los años, en la áreas protegidas provinciales amentó el número entre 2003 y 2008, en el Parque Nacional Iguazú disminuyó. 3 Es probablemente una subestimación ya que los cazadores usualmente usaron campamentos de empleados forestales que no fueron contados. 4 Muchas de las áreas estaban sometidas a explotación forestal por lo que fue imposible diferenciar las huellas de cazadores y de empleados forestales 5 La mayoría de la evidencia fue encontrada en el área de la Reserva Nacional Iguazú.
43
Tabla 2.3. Presión de caza relativa en cada uno de los muestreos realizados y las sub-áreas relevadas.
Algunos muestreos tuvieron presión de caza uniforme mientras que otros muestreos incluyeron áreas
con distintos niveles de protección.
Muestreo Presión de
caza general Sub-área muestreada
Presión de caza
de la sub-área
Yabotí alta
PP Esmeralda y
Forestal Montreal media
Otras propiedades privadas alta
Urugua-í media Urugua-í media
Iguazú baja Área central del PNI baja
Iguazú-San Jorge baja-media
Área central del PNI baja
Reserva Iguazú, Reserva San
Jorge, PN do Iguaçu media
Iguazú-San Jorge-Urugua-í baja-media
Área central del PNI baja
Reserva Iguazú, Reserva San
Jorge, PPP Península, PP
Urugua-í, RVSU, Campo de
los Palmitos
media
44
Capítulo III. El efecto de la caza furtiva en las poblaciones
de presas del jaguar
3.1 Introducción
La disponibilidad de presas puede influir en la supervivencia, reproducción y
comportamiento de los carnívoros, afectando la viabilidad de sus poblaciones (Fuller y
Sievert 2001). Diversos estudios han señalado que la densidad de los felinos depende en gran
medida de la densidad de sus principales presas (Seidensticker et al. 1973, Maehr 1997,
Sunquist et al. 1999, Carbone y Gittleman 2002, Karanth et al. 2004). Asimismo, algunos
modelos energéticos desarrollados para los carnívoros, sugieren que la supervivencia de las
poblaciones de grandes felinos depende de la existencia de poblaciones de presas mayores a
10 kg (Carbone et al. 1999).
Varios autores han señalado la importancia de una adecuada densidad de presas para
mantener poblaciones saludables de jaguares (Hoggesteijn y Mondolfi 1992, Crawshaw
1995, Aranda 2002, Polisar 2002, Sunquist y Sunquist 2002, Novack et al. 2005). También
se ha sugerido que el tamaño y la viabilidad de las unidades de conservación para esta
especie, deberían depender de la abundancia de sus principales presas (Sanderson et al. 2002,
Polisar 2002). Los estudios sobre la dieta del jaguar muestran que este felino se alimenta de
una gran diversidad de especies, pero que depende principalmente de presas mayores a 15 kg
(Oliveira 2002). También se ha observado que los pecaríes (Familia Tayassuidae) son un
recurso muy importante para el jaguar, e incluso que podrían constituir especies claves para
la supervivencia de pequeñas poblaciones de esta especie (Crawshaw 1995, Aranda 2002).
La caza de animales silvestres es una actividad muy practicada en las selvas de Sudamérica
(Robinson y Redford 1991, Alvard et al. 1997, Bodmer et al. 1997, Peres 2000, Cullen et al.
2000). Las especies de vertebrados más buscadas por el hombre son coincidentemente las
presas más frecuentemente consumidas por los grandes felinos silvestres (Jorgenson y
Redford 1993, Giraudo y Abramson 1998, Leite y Galvao 2002, Jerozolimski y Peres 2003).
De esta manera, los humanos compiten directamente con los jaguares por las mismas presas,
45
y pueden reducir significativamente su disponibilidad (Jorgenson y Redford 1993, Crawshaw
1995, Giraudo y Abramson 1998, Carrillo et al. 2000, Leite y Galvao 2002, Paviolo 2002).
En Misiones, la cacería está prohibida por ley, pero es una actividad muy arraigada
culturalmente y practicada por una gran cantidad de personas (Giraudo y Abramson 2000,
Ferrero 2009). Para muchos habitantes de ciudades y de zonas rurales, la caza se realiza
como actividad de esparcimiento, mientras que para las comunidades aborígenes y los
habitantes de áreas rurales de bajos recursos, la caza puede ayudar a suplementar su dieta con
proteínas (Giraudo y Abramson 2000, Ferrero 2009, Paviolo et al. 2009a). Las especies más
perseguidas por los cazadores en la región son generalmente los ungulados, como el pecarí
labiado (Tayassu pecari), el pecarí de collar (Pecari tajacu), el tapir (Tapirus terrestris), la
corzuela roja (Mazama americana), la corzuela enana (Mazama nana), y otros animales más
pequeños como la paca (Cuniculus paca), el agutí (Dasyprocta azarae) y la mulita (Dasypus
novemcinctus) (Giraudo y Abramson 1998, 2000).
Existen diversos estudios en las selvas tropicales sobre los efectos de la caza en las
poblaciones animales (Alvard et al. 1997, Bodmer et al. 1997, Cullen et al. 2000, Peres
2000, Di Bitetti et al. 2008a). El efecto de esta actividad depende en general del grado de
intensidad de la cacería, de la especie cazada y del tamaño del área donde es desarrollada
(Bodmer et al. 1997, Cullen et al. 2000, Peres 2001, Di Bitetti et al. 2008a). En algunas
especies, la caza puede tener fuertes efectos en su abundancia e incluso puede llevar a la
extinción de poblaciones pequeñas y aisladas (Cullen et al. 2000, Peres 2001).
El Corredor Verde de Argentina y Brasil presenta áreas con diferentes niveles protección
contra la caza furtiva, lo que lo convierte en un lugar propicio para desarrollar estudios sobre
el efecto de la cacería en los mamíferos. En este capítulo evaluaré el efecto de la presión de
caza en la abundancia de las principales presas del jaguar. La hipótesis que pondré a prueba
es que las poblaciones de especies cazadas por el hombre serán afectadas negativamente por
esta actividad. De acuerdo a esta hipótesis predigo que las especies cazadas serán menos
abundantes en las áreas con menor protección y mayor presión de caza.
46
3.2 Metodología
3.2.1 Área de estudio
El estudio fue desarrollado en diferentes áreas del Corredor Verde que constituye el mayor
remanente continuo de Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAP) en el mundo (Di Bitetti et
al. 2003, Figura 2.2). Entre los años 2003 y 2008 realicé cinco muestreos con cámaras
trampas en áreas con diferentes niveles de protección contra la caza furtiva para evaluar el
efecto de esta actividad en la abundancia relativa de las principales presas del jaguar.
El área de Urugua-í fue muestreada con cámaras trampas en dos oportunidades, una en el
año 2003 y otra en el año 2008 (Figura 2.4). Esta área comprendió áreas protegidas como el
Parque Provincial Urugua-í y la Reserva de Vida Silvestre Urugua-í (RVSU) y el predio
Campo de los Palmitos, que pertenece a la empresa forestal Alto Paraná S.A (Apéndice 1a).
El área de la Reserva de Biósfera Yabotí (RBY) fue muestreada en el año 2005 y comprendió
el Parque Provincial Esmeralda y propiedades privadas vecinas (Apéndice 1b). La extracción
forestal es intensa en todas las propiedades privadas, a excepción de una propiedad (105 km2)
ubicada al norte del Parque Provincial Esmeralda que pertenece a Forestal Montreal S.A,
donde la extracción es menor (Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2009a). En este predio el
acceso por caminos vehiculares está restringido mediante tranqueras, lo que dificulta el
acceso a personas ajenas al establecimiento.
El área del Parque Nacional Iguazú (PNI) fue muestreada en los años 2004, 2006 y 2008
(Figura 2.4). El primer muestreo abarcó el área central del Parque Nacional Iguazú que fue
explotado para la extracción de madera hasta su creación en el año 1934 (Apéndice 1c).
Durante el muestreo 2006 amplié el área estudiada, incluyendo la Reserva Nacional Iguazú,
la Reserva Forestal San Jorge y la parte oeste del Parque Nacional do Iguaçu (Apéndice 1d).
Durante el año 2008 el área de estudio fue nuevamente ampliada extendiéndose hasta el área
de Urugua-í e incluyendo el Parque Provincial Puerto Península (Apéndice 1e). Para un
mayor detalle sobre la descripción de las áreas relevadas sugiero consultar el Capítulo II.
3.2.2 El nivel de protección y la presión de caza
Para medir el nivel de protección y la presión de caza de las áreas de estudio usé distintas
metodologías. En primer lugar utilicé la evidencia de actividades de cacería encontrada
47
durante el trabajo de campo de los muestreos con cámaras trampas (Cullen et al. 2000
Wright et al. 2000) (ver Tabla 2.2 para ver el tipo de evidencia registrada). En segundo lugar,
realicé entrevistas informales con guardaparques, biólogos y habitantes rurales, en las que les
pregunté sobre la presión de caza de cada una de las áreas de estudio y las principales vías de
entrada de los cazadores a las áreas con selva. Finalmente, comparé los recursos invertidos en
infraestructura y personal de control en cada área de muestreo, para utilizarlo como un
indicador de la capacidad de controlar la caza en cada una de las áreas (Tabla 2.2).
La presión de caza mostró gran variación entre las áreas de estudio, estando negativamente
asociada a los recursos invertidos en su control y positivamente a la accesibilidad de las
distintas zonas (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008, 2009a). De acuerdo a
esta información clasifiqué a las áreas de estudio en tres niveles distintos de protección
contra la caza furtiva: el área central del PNI fue categorizada como con buen nivel de
protección, las propiedades privadas de la RBY, salvo el predio de Forestal Montreal S.A,
fueron categorizadas como áreas con malos niveles de protección, mientras que el resto de
las áreas fueron categorizadas como áreas con niveles de protección medio (Tabla 2.3, Figura
2.4) (Di Bitetti et al. 2008a y b, Paviolo et al. 2009a y b). De esta manera, el primer muestreo
de Iguazú abarcó áreas con buen nivel de protección, el de Urugua-í, sectores con protección
media y los muestreos de Yabotí, Iguazú-San Jorge e Iguazú-San Jorge-Urugua-í cubrieron
simultáneamente áreas con distintos niveles de protección contra la caza furtiva (Tabla 2.3).
Utilicé como otro indicador de la presión de cacería, a la distancia a las principales vías de
entrada de cazadores (DVEC). Esta medida ha sido utilizada para medir la presión de caza
debido a que en general, en áreas más cercanas a los poblados o a los accesos a las áreas de
caza, la presión de cacería es mayor que en los lugares más alejados (ver Hill et al. 1997,
Caro 1999, Peres y Lake 2003, Laurance et al. 2006 y Di Bitetti et al. 2008a para un enfoque
similar).
3.2.3 La estimación de la abundancia de presas
La mayoría de los mamíferos selváticos viven en bajas densidades, son nocturnos y presentan
comportamientos evasivos, lo que dificulta el uso de métodos de observación directa para
evaluar su abundancia (Buckland et al. 1993, 2001, Carrillo et al. 2000, Karanth et al. 2004).
El uso de cámaras trampas tiene la ventaja de que permite monitorear simultáneamente a una
48
gran cantidad de especies, cubriendo distintas localizaciones por períodos prolongados y sin
alterar el comportamiento de los animales (Karanth et al. 2004, Rowcliffe y Carbone 2008).
Una descripción detallada de los muestreos con cámaras trampas fue desarrollada durante el
Capítulo II de esta tesis, por lo que en este capítulo me limitare a mencionar los aspectos
generales más relevantes. Los cinco muestreos con cámaras trampas variaron levemente en
cuanto el esfuerzo y el número de estaciones. El esfuerzo total fue de 12.843 días trampa que
estuvo repartido en 216 estaciones de muestreo, algunas de las cuales estuvieron activas en
más de un relevamiento (Tabla 2.1).
Cada estación de muestreo consistió en un par de cámaras trampas enfrentadas entre sí y
ubicadas a los costados de caminos vehiculares o sendas abiertas a machete en la selva. Las
estaciones de muestreo que funcionaron sólo de noche o menos de 20 días fueron eliminadas
para los análisis desarrollados en este capítulo. En el caso de las estaciones de muestreo que
funcionaron en más de un relevamiento (varias estaciones del PNI y San Jorge, y algunas de
Urugua-í), el esfuerzo de muestreo y los registros de animales de los distintos muestreos
fueron sumados, y cada estación fue considerada como una sola unidad para los análisis
estadísticos.
Para cada una de las estaciones de muestreo hice una caracterización cualitativa de la
cobertura del dosel (alta, media y baja) y la abundancia del bambú en el sotobosque (alta,
media y baja). Las estaciones fueron mapeadas en un Sistema de Información Geográfico
(ArcView 3.2, ESRI, Redlands, USA) con información sobre ríos, suelos, caminos y áreas
protegidas. Mediante este programa, medí para cada estación la distancia al río más cercano,
la distancia a las principales vías de entrada de cazadores (DVEC) y evalué su ubicación con
respecto al nivel de protección y el tipo de suelo. Los suelos fueron clasificados de acuerdo a
su aptitud forestal como en ricos o pobres, siguiendo la clasificación de Ligier (2000).
3.2.4. Análisis de datos
La imposibilidad de identificar a los individuos de la mayoría de las especies presas del
jaguar (casi ninguna tiene pelaje manchado), no permite la aplicación de los registros de
cámaras trampas en combinación con modelos de captura-marcado-recaptura para estimar su
abundancia poblacional.
49
Por lo general, la probabilidad de registrar a una especie con cámaras trampas está
positivamente correlacionada con su abundancia absoluta (Carbone et al. 2001, O’Brien et al.
2003), especialmente cuando se controlan algunos factores (Di Bitetti et al. 2008a). De esta
manera es posible utilizar a la probabilidad de registro como un indicador de la abundancia
relativa de las especies, lo que es especialmente útil para hacer comparaciones entre distintas
áreas o a lo largo del tiempo (Carbone et al. 2001, O’Brien et al. 2003, Johnson et al. 2006,
Di Bitetti et al. 2008a). La probabilidad de registro ha sido utilizada para comparar la
abundancia relativa de una gran cantidad de especies (O’Brien et al. 2003, Silveira 2004,
Kawanishi y Karanth 2004, Johnson et al. 2006, Weckel et al. 2006, Di Bitetti et al. 2008a,
2009, Paviolo et al. 2009a), e incluso para evaluar la abundancia relativa de las especies
presas del jaguar (Silveira 2004, Weckel et al. 2006, O’Brien et al. 2003, Di Bitetti et al.
2008a).
Algunos de los factores metodológicos que generalmente afectan la probabilidad de registros,
son el esfuerzo de muestreo (Tobler et al. 2008, Di Bitetti et al. 2008b) y el lugar específico
de ubicación de las cámaras trampas (caminos, sendas, saleros, etc) (Maffei et al. 2004,
Trolle y Kery 2003, Di Bitetti et al. 2006b, 2008b, Weckel et al. 2006, Paviolo et al. 2009b,
Harmsen et al. 2009). Asimismo, existen otros factores naturales que podrían hacer variar la
abundancia de especies presas del jaguar y que sería necesario controlar cuando se hacen
comparaciones entre diferentes áreas. Algunos de estos factores naturales son el tipo de
suelo, la estructura de la selva y la presencia de ríos (Peres 2000, Peres y Lake 2003, Di
Bitetti et al. 2008a)
Para evaluar el efecto de la presión de caza y el nivel de protección sobre la probabilidad de
registro de cada especie, realicé análisis de regresión múltiple mediante regresiones logísticas
tipo ANCOVA (Di Bitetti et al. 2008a y Paviolo et al. 2009a). Consideré como variable
dependiente la presencia o ausencia de la especie en una estación de muestreo, y como
variables independientes el nivel de protección (tres niveles), la distancia a las vías de
entradas de cazadores (DVEC), si la estación estaba ubicada en un camino o en una senda, la
distancia lineal al río más próximo, la calidad del suelo (dos niveles), el porcentaje de
cobertura del dosel (tres niveles), la abundancia de bambúes en el sotobosque (tres niveles) y
controlé el efecto del esfuerzo de muestreo incluyéndolo como co-variable en los análisis.
50
Para seleccionar el modelo que mejor explica la probabilidad de registro de las especies en
una estación, incluí todas las variables en el modelo y fui eliminando la de menor efecto
(método paso a paso de eliminación progresiva), hasta obtener el modelo final en el que
todas las variables tuvieron un efecto estadístico significativo (Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo
et al. 2009a). Para el análisis de los datos de este capítulo y el resto de esta tesis se utilizaron
los programas Jump y Estatistica y un nivel de significancia estadística de 0,05.
Las especies evaluadas fueron las presas mayores a 3 kg que han sido importantes en la dieta
de jaguares y pumas (>5% de la biomasa utilizando el método de Ackerman et al. 1984) en
los estudios de dieta realizados en la región (Crawshaw 1995, Azevedo 2008, Palacio 2009,
este estudio): la corzuela roja, la corzuela enana, el tapir, el pecarí de collar, el pecarí labiado,
el coatí (Nasua nasua), el osito lavador (Procyon cancrivorus), la paca, el agutí y la mulita.
El carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) y el osito melero (Tamandua tetradactyla) no
fueron incluidos en el análisis debido a la baja cantidad de registros obtenidos.
3.3 Resultados
Durante los muestreos con cámaras trampas obtuve 531 registros de corzuela roja (Mazama
americana) en 110 estaciones distintas. La probabilidad de registrar a esta especie fue mayor
en las estaciones ubicadas en áreas con mejor protección, más alejadas a las vías de entrada
de cazadores y con sotobosque con poco bambú, no teniendo otras variables un efecto
estadísticamente significativo (DVEC: Wald χ2=14,2, gl=1, P=0,0002; presencia de bambú:
Wald χ2=7,55, gl=2, P=0,0229; protección: Wald χ2=6,33, gl=2, P=0,0423; Figuras 3.1a,
3.2a, Tabla 3.1 y Apéndice 2).
Obtuve 123 registros de la corzuela enana (Mazama nana) repartidos en 66 estaciones de
muestreo. La probabilidad de registrar a la especie fue mayor en estaciones ubicadas en áreas
con menor protección, en suelos de mejor calidad y aumentó con el esfuerzo de muestreo
(protección: Wald χ2=18,46, gl=2, P=0,0001; calidad del suelo: Wald χ2=6,89, gl=1,
P=0,0087; esfuerzo: Wald χ2=11,84, gl=1, P=0,0006, Figuras 3.1a, 3.2a y Tabla 3.1),
mientras que las otras variables no tuvieron efectos estadísticamente significativos (Tabla 3.1
y Apéndice 2).
El total de registros de tapires (Tapirus terrestris) fue de 675 que fueron obtenidos en 107
estaciones de muestreo. La probabilidad de registrar un tapir en una estación fue mayor en las
51
áreas mejor protegidas, aumentó con la distancia a las vías de acceso de cazadores y el
esfuerzo de muestreo, mientras que las otras variables no tuvieron ningún efecto (protección:
Wald χ2=15,47, gl=2, P=0,0004; DVEC: Wald χ2=6,014, gl=1, P=0,0142; esfuerzo: Wald
χ2=5,075, gl=1, P=0,0243; Figura 3.1b, 3.2c, Tabla 3.1 y Apéndice 2).
El número de registros de pecarí de collar (Pecari tajacu) fue de 107 que fueron obtenidos en
47 estaciones distintas. La probabilidad de registrar a esta especie fue mayor en el área con
mayor protección y aumentó con el esfuerzo de muestreo (protección: Wald χ2=18,46,
N=189 gl=2, P=0,0001; esfuerzo: Wald χ2=8,14, N=189, gl=1, P=0,0043; Tabla 3.1 y
Apéndice 2), mientras que las otras variables no tuvieron ningún efecto (Figura 3.1b y 3.2d).
Los pecaríes labiados (Tayassu pecari) no fueron registrados por las cámaras trampas en las
estaciones ubicadas en el sector norte del Corredor Verde. En la RBY la especie fue
registrada en 118 oportunidades en 32 estaciones diferentes. La probabilidad de registrar
pecaríes en la RBY fue mayor en estaciones ubicadas en las áreas alejadas a las vías de
ingreso de cazadores, mientras que las otras variables no tuvieron efectos significativos
(DVEC: Wald χ2=5,73, gl=1, P=0,0167; Figura 3.3a, 3.3b, Tabla 3.1 y Apéndice 2).
Obtuve un total de 135 registros de coatí (Nasua nasua) en 68 estaciones de muestreo
distintas. La probabilidad de registrar a la especie fue mayor en áreas con menores niveles de
protección (protección: Wald χ2=11,39, N=189, gl=2, P=0,0034, Figura 3.1c), sin que otras
variables tuvieran efecto significativo (Figura 3.1c, Tabla 3.1 y Apéndice 2).
El osito lavador (Procyon cancrivorus) fue registrado en 193 oportunidades en 76 estaciones
diferentes. La probabilidad de registrar la especie fue mayor en áreas con menores niveles de
protección, en estaciones ubicadas en caminos y aumentó con el esfuerzo de muestreo
(protección: Wald χ2=12,52, N=189, gl=2, P=0,0019; camino: Wald χ2=10,10, N=189, gl=1,
P=0,0014; esfuerzo: Wald χ2=5,2 N=189, gl=2 P=0,0225, Figura 3.1c, Tabla 3.1 y Apéndice
2).
Los agutíes (Dasyprocta azarae) fueron los animales más fotografiados durante este trabajo,
habiéndose obtenido 1262 registros en 106 estaciones de muestreo. La probabilidad de
registrar a esta especie fue mayor en áreas con mejores niveles de protección y en estaciones
ubicadas en mejores suelos (protección: Wald χ2=18,79, N=189, gl=2, P=0,0001; suelo:
Wald χ2=19,44, N=189, gl=1, P<0,0001, Figura 3.1d, Tabla 3.1 y Apéndice 2).
52
La paca (Cuniculus paca) fue registrada 84 ocasiones en 37 estaciones diferentes. La
probabilidad de registrar a esta especie estuvo relacionada sólo con el esfuerzo de muestreo
(esfuerzo: Wald χ2=5,6, N=189, gl=1, P=0,0179, Figura 3.1d, Tabla 3.1 y Apéndice 2). Por
otra parte obtuve 75 registros de mulita (Dasypus novemcinctus) en 39 estaciones de
muestreo. La probabilidad de registrar a esta especie sólo estuvo positivamente relacionada
con el esfuerzo de muestreo (esfuerzo: Wald χ2=8,68, N=189, gl=1, P=0,0032, Figura 3.1d,
Tabla 3.1 y Apéndice 2).
Figura 3.1. Porcentajes de estaciones donde fue registrada la presencia de las distintas especies de
presas de jaguar en áreas con distintos niveles de protección. El número total de estaciones fue 25 en
el nivel bajo, 102 en el nivel medio y 62 en el nivel alto de protección. Los asteriscos indican las
especies en las que el nivel de protección tuvo un efecto significativo en las regresiones logísticas.
53
Figura 3.2. Porcentajes de estaciones donde fueron registrados la corzuela roja, la corzuela enana, el
tapir y el pecarí de collar a distintas clases de distancia a las vías de entrada de cazadores (DVEC). El
número total de estaciones fue 81 para la clase 0-2 km, 49 para la clase 2-4 km, 23 para la clase 4-6
km, 18 para la clase 6-8 km y 18 para la clase 8-10 km. Los asteriscos indican las especies en las que
la DVEC tuvo un efecto significativo en las regresiones logísticas y las tasas de registro.
Figura 3.3. Porcentajes de estaciones donde fue registrado el pecarí labiado en estaciones de áreas con
distintos niveles de protección y a distintas clases de distancia a las vías de entrada de cazadores en la
Reserva de Biósfera Yabotí. El número total de estaciones fue de 22 para el nivel bajo y 31 para el
nivel medio, mientras que para las distintas distancias fue de 13 para la clase 0-2 km, 12 para la clase
2-4 km, 15 para la clase 4-6 km, 9 para la clase 6-8 km y 4 para la clase 8-10 km.
54
Tabla 3.1. Efecto de distintas variables en la probabilidad de registro de las especies presas del jaguar. Los signos “+” significan que hubo un efecto positivo
de la variable en la probabilidad de registro de la especie. Los signos “-” representan efectos negativos y los “0” muestran relaciones sin efecto significativos.
La cantidad de signos representa la probabilidad estadística: + < 0,05; ++ < 0,01; +++ < 0,001.
Especie
Nivel de
protección DVEC
Calidad
del suelo
Esfuerzo de
muestreo
Abundancia
de bambú Caminos
Distancia
a ríos
Corzuela roja (Mazama americana) + + + + 0 0 - 0 0
Corzuela enana (Mazama nana) - - - 0 + + + + 0 0 0
Tapir (Tapirus terrestris) + + + + 0 + 0 0 0
Pecarí de collar (Pecari tajacu) + + + 0 0 + + 0 0 0
Pecarí labiado (Tayassu pecari)* 0 + 0 0 0 0 0
Coatí (Nasua nasua) - - 0 0 0 0 0 0
Osito lavador (Procyon cancrivorus) - - 0 0 + 0 + + + 0
Agutí (Dasyprocta azarae) + + + 0 + + + 0 0 0 0
Paca (Cuniculus paca) 0 0 0 0 0 0 0
Mulita (Dasypus novemcinctus) 0 0 0 + + 0 0 0
* El análisis de de la probabilidad de registro de esta especie incluyó solo datos de las estaciones de las RYB por que la especie no fue registrada en los
muestreos de las zona N del Corredor Verde.
55
3.4. Discusión
3.4.1 Efecto de la caza en las presas del jaguar
De acuerdo a los resultados obtenidos en este estudio observamos que la probabilidad de
registro de casi todas las especies fue afectada por alguna de las variables medidas. La
presencia de la corzuela roja estuvo relacionada a selvas con pocas cañas en el sotobosque y
a menores niveles de presión de caza furtiva. Por lo general, la menor abundancia de cañas
(particularmente de los géneros Merostachys y Chusquea) en el sotobosque, está relacionada
con selvas más maduras y en mejor estado de conservación (Campanello et al. 2009), por lo
que esta especie sería más abundante en este tipo de selvas (Ferrari 2006, Di Bitetti et al.
2008a). La especie fue muy sensible a la presión de cacería, disminuyendo marcadamente en
sitios con mayor presión de caza (Ferrari 2006, Di Bitetti et al. 2008a). Algunos autores
sugieren que esta especie puede tolerar presiones de caza moderadas, lo que probablemente
ocurre en áreas continuas de selva (Alvard et al. 1997, Hurtado-Gonzales y Bodmer 2004).
Por el contrario, en el Corredor Verde de Argentina y Brasil la especie disminuye ante la
presión de caza, lo que es coincidente con otros ambientes fragmentados del BAAP, donde
no es posible la repoblación de individuos desde áreas fuentes (Cullen et al. 2000, Ferrari
2006, Di Bitetti et al. 2008a).
Contrariamente a lo sugerido por otros autores (Duarte 1997, Chebez y Varela 2001), la
corzuela enana fue más abundante en áreas con mejor calidad de suelos y no tuvo preferencia
por selvas con mucha presencia de bambú (Ferrari 2006, Di Bitetti et al. 2008a). Por otra
parte, la especie no fue afectada negativamente por la caza furtiva lo que coincide con lo
sugerido por Giraudo y Abramson (1998, 2000) y Paviolo (2002). Por el contrario, la
corzuela enana fue más abundante en áreas con menores niveles de protección (Ferrari 2006,
Di Bitetti et al. 2008a). La respuesta diferencial de las dos especies de corzuela ante la
presión de caza, podría estar relacionada a características comportamentales que permitirían a
la corzuela enana ser menos susceptible, particularmente, a la caza practicada con perros
(Giai 1976, M. Barbanti Duarte com. pers. en Ferrari 2006, Di Bitetti et al. 2008a). Giai
(1976) describe que esta especie, cuando es perseguida, se interna en la vegetación densa y
comienza a dar vueltas dejando distintos rastros, lo que confunde a los perros de caza y le
permite escapar. Otra posible hipótesis no excluyente de la anterior y que también explicaría
56
el aumento de abundancia de la corzuela enana en las áreas con menor protección, es que
exista una fuerte competencia interespecífica entre las dos especies de corzuela. Esto
determinaría que, en áreas donde la corzuela roja es abundante (áreas bien protegidas), la
corzuela enana (especie posiblemente subordinada o competitivamente inferior) sea menos
abundante (Ferrari 2006, Di Bitetti et al. 2008a). De esta manera, cuando las poblaciones de
corzuela roja son diezmadas por la cacería, la corzuela enana podría verse beneficiada por la
liberación competitiva (Ferrari 2006, Di Bitetti et al. 2008a), lo que podría tener como
resultado un cambio compensatorio en su abundancia (ver Peres y Dolman 2000 y Wright
2003).
Las únicas variables que afectaron la probabilidad de registro del tapir fueron el nivel de
protección del área y la cercanía a las vías de entradas de cazadores. De esta manera, la
especie mostró ser muy sensible a la presión de caza y al estado de conservación del área, lo
que ha sido documentado en varios estudios desarrollados varias regiones de Sudamérica
(Bodmer et al. 1997, Cullen et al. 2000, Peres 2001, Paviolo 2002). Se ha sugerido que la
alta sensibilidad de los tapires a la caza, estaría relacionada con sus bajas tasas reproductivas
y a que alcanzan la madurez sexual tardíamente (Bodmer et al. 1997, Novaro et al. 2000). En
Misiones, la especie ha perdido al menos un 30% de su área de distribución en los últimos 40
años, sobreviviendo actualmente en alrededor de 9000 km2 (Paviolo et al. 2006b). En más de
un 80 % de esa superficie, la protección contra la caza es deficiente y existe una presión de
cacería entre moderada y alta. En esas áreas es posible que la especie subsista solamente por
inmigración de individuos de áreas “fuente”, alejadas de los accesos de cazadores o con
buenos niveles de protección (Novaro et al. 2000). A pesar de esto, el Corredor Verde aún
alberga a la mayor población de tapires de la ecorregión (Paviolo et al. 2006b), existiendo
aéreas donde la especie es relativamente abundante como el Parque Nacional Iguazú y
algunas zonas del Parque Provincial Urugua-í.
Los pecaríes de collar fueron más abundantes en el área mejor protegida. Esto es coincidente
con otros estudios que encontraron que la especie disminuye en áreas con creciente presión
de cacería (Peres 1996, Bodmer et al. 1997, Giraudo y Abramson 1998, Cullen et al. 2000,
Altrichter y Boaglio 2004, Altrichter 2005). La falta de efecto de la distancia a las vías de
entrada de cazadores en la abundancia de los pecaríes de collar, sugiere que los cambios en la
abundancia entre las áreas podrían deberse no solamente al nivel de protección contra la caza
57
furtiva. Sería necesario evaluar si otras variables que podrían estar correlacionadas con el
nivel de protección del área (estructura del bosque, productividad de frutos, etc.), no están
teniendo un efecto fuerte en su abundancia.
La ausencia de registros de pecarí labiado en el norte del Corredor Verde, donde la especie
era muy abundante hasta 1995 (Crawshaw 1995), es un dato preocupante. Si bien registré la
presencia de la especie en el área a través de huellas (en muy pocos sitios y de individuos
solitarios), la densidad en el área es extremadamente baja. Las excepciones parecen ser el
Parque Provincial Foerster (42 km2) y el Parque Provincial Esperanza (6,7 km2) donde la
especie es relativamente abundante y donde es frecuente observar sus rastros (E. Pizzio com.
pers.). Por otra parte, la especie ha desaparecido del Parque Nacional do Iguaçú, Brasil,
desde 1997 (Azevedo y Conforti 2008). Cambios drásticos en la abundancia de esta especie
fueron registrados en varios sitios de su distribución (Bodmer 1990, Peres 1996, Fragoso
1997). En Misiones, Crespo (1982) menciona que hacia 1965 habrían declinado en gran parte
de la provincia, para luego resurgir a fines de la década del ´70.
Algunos autores sugieren que los grandes cambios de abundancia en las poblaciones de
pecaríes labiados, se deben a que esta especie es nómade y realiza grandes desplazamientos
en busca de alimentos (Bodmer 1990), a que sus gruipos son diezmados por la cacería (Peres
1996), o a que son afectados por epidemias (Fragoso 1997). En el caso del Corredor Verde,
la especie ha desaparecido o es escasa también en la zona Centro y Sur de la provincia (D.
Varela y A. Paviolo, datos no publicados). La creciente pérdida y fragmentación del hábitat,
ha aislado la parte central de Corredor Verde de otras áreas de selva donde los animales
podrían haber migrado, por lo que la hipótesis de su desaparición por causa de una migración
parece poco probable para esta región. Por otra parte, si bien la especie ha mostrado ser
sensible a la presión de caza en Yabotí (Figura 3.3a y b), este factor no explica la ausencia de
la especie en el norte de Misiones, donde existe una buena superficie de hábitat continuo con
los mejores niveles relativos de protección contra la caza. Una posible hipótesis que podría
explicar el patrón encontrado en Misiones, es que las poblaciones de esta especie tengan
naturalmente ciclos poblacionales de aumento paulatino y disminución rápida como ocurre
en otros mamíferos (Krebs y Myer 1974, Grenfell et al. 1992, Fragoso 1997), y que en los
sitios con mayor presión de caza (como en los Parques Provinciales Foerster y Esperanza y la
58
RBY), sus poblaciones sean mantenidas a menores densidades que las necesarias para
desencadenar los mecanismos que provoca la declinación de la población.
Existen al menos dos hipótesis posibles sobre los mecanismos que podrían ser los
responsables de la rápida declinación de los pecaríes labiados: 1) La primera hipótesis es la
formulada por Fragoso (1997) que sugiere que cuando las poblaciones son muy numerosas se
producen grandes agrupaciones de animales (de hasta más de 200 individuos), en las que se
crean las condiciones ideales para favorecer el contagio de alguna enfermedad y mantener un
ciclo de re-infección de una epidemia (A. Dobson com. pers. en Fragoso 1997). El
comportamiento de fusión y fisión de grupos y la ausencia de áreas de vida exclusivas en esta
especie, facilitarían la diseminación rápida de una enfermedad que podría abarcar grandes
áreas (Fragoso 1997). Si bien no existen registros de pecaríes labiados muertos en el
Corredor Verde durante el período en el que los animales desaparecieron, es muy sugestivo
el hecho de que las poblaciones que han subsistido (RBY, Parque Provincial Foerster, Parque
Provincial Esperanza), se encuentran en fragmentos de selva que estaban relativamente
aislados del área central del Corredor Verde cuando ocurrió la declinación, lo que podría
haberlos protegido de la propagación de una epidemia (ver Figura 2.3).
2) La otra hipótesis posible es que al aumentar la población y formarse grandes grupos de
pecaríes, éstos requerirían mayor cantidad de recursos, lo que motivaría la búsqueda de
nuevas áreas de alimentación. En el caso de regiones de borde o fragmentadas, los pecaríes
se desplazarían hacia zonas de cultivos para alimentarse, donde podrían ser cazados en
grandes números. Las grandes matanzas podrían provocar la pérdida de la estructura social,
lo que podría afectar las posibilidades de supervivencia del grupo (Peres 1996). Azevedo y
Conforti (2002) documentaron un aumento significativo en la abundancia de registros de
pecaríes labiados en propiedades rurales vecinas al Parque Nacional do Iguaçu entre los años
92 y 94, con un sostenido descenso hasta el año 1997, fecha desde la cual no hubo más
avistajes. Coincidentemente, informantes claves del norte de Misiones, comentaron que se
produjeron grandes matanzas de la especie entre mediados y fines de la década del ´90 (J.
Martiniuk com. pers.). De acuerdo a la información existente actualmente, no me es posible
descartar ninguna de las dos hipótesis propuestas, por lo que la causa de la declinación
poblacional de los pecaríes labiados en la región no está debidamente aclarada.
59
Los coatíes y los ositos lavadores fueron más abundantes en las áreas con menores niveles de
protección. Estas especies no son perseguidas por los cazadores y se alimentan de frutos,
invertebrados y pequeños vertebrados, por lo que no es esperable que sean afectadas por las
actividades de caza (Giraudo y Abramson 1998, 2000, Paviolo 2002). La mayor abundancia
de estas especies en las áreas con menores niveles de protección, podría deberse a su
liberación de la presión de depredación por parte de los felinos más grandes, fenómeno que
se conoce como liberación de meso-depredadores (Soulé et al. 1988, Palomares et al. 1995,
Crooks y Soulé 1999, Di Bitetti 2008). La abundancia de los potenciales depredadores de
estas especies (jaguares, pumas y ocelotes), es significativamente menos abundantes en las
áreas menos protegidas de la región (Di Bitetti et al. 2006b, 2008b, Paviolo et al. 2008,
2009b, Capítulo VI), por lo que la presión de depredación en esas áreas sobre coatíes y ositos
lavadores es seguramente mucho menor. Otra evidencia que apoya esta hipótesis, es que la
abundancia de otros meso-depredadores como los pequeños félidos (Leopardus wiedii y L.
tigrinus), zorros (Cerdocyon thous) y los hurones mayores (Eira barbara), también es mayor
en las áreas con menores niveles de protección (Di Bitetti et al. 2010, datos propios no
publicados).
La abundancia de agutíes estuvo determinada por la presencia de mejores suelos y crecientes
niveles de protección. La relación con los mejores suelos podría deberse a que la especie
prefiere suelos menos pedregosos y más profundos para poder construir sus madrigueras. Por
otra parte, el agutí es una especie perseguida por los cazadores en la región (Giraudo y
Abramson 1998, 2000) por lo que el efecto negativo de la caza en su abundancia es
esperable. Los resultados obtenidos en este estudio son coincidentes con otros desarrollados
previamente, que describen la vulnerabilidad de esta especie y otras de su género a crecientes
presiones de cacería (Glanz 1991, Chiarrello 2000, Wright et al. 2000, Carrillo et al. 2000,
Paviolo 2002).
La paca es la presa más codiciada por los cazadores de Misiones (Giraudo y Abramson 1998)
y modelos de cosecha sugieren que debería ser más sensible que el agutí a la presión de
cacería (Robinson y Redford 1991). Sin embargo, los resultados de este estudio sugieren que
la especie parece no haber sido afectada por la caza furtiva y que podría soportar niveles
relativamente altos de explotación en esta región (Giraudo y Abramson 1998). La mulita
tampoco se vio afectada por niveles crecientes de presión de caza. Esto es coincidente con lo
60
sugerido por diversos autores que consideran que la especie es muy tolerante a la caza y que
incluso podría subsistir en pequeños fragmentos de selva con cacería (Robinson y Redford
1991, Giraudo y Abramson 1998, 2000, Chiarello 2000).
Los resultados encontrados indican que la caza y el nivel de protección afectaron a las
poblaciones de la mayoría de las especies analizadas. En el caso de las especies grandes, el
impacto fue generalmente negativo, y redujo significativamente su abundancia en áreas con
mayor presión de caza. En otros casos, el impacto fue positivo debido probablemente a un
efecto indirecto a causa de la reducción en la abundancia de competidores (corzuela enana) o
de depredadores (coatí y osito lavador). Las variables del hábitat, tales como la estructura de
la vegetación, la cercanía a los ríos o el tipo de suelo, mostraron efecto sólo en algunas
especies. Por el contrario, la caza afectó a casi todas las especies y mostró ser el factor más
importante en la determinación de la abundancia de las poblaciones de estos mamíferos y sus
relaciones ecológicas.
Los cambios producidos por la caza podrían tener importantes consecuencias no solo en la
conservación de poblaciones de algunos mamíferos, sino también sobre todo el ecosistema
(Terborgh 1988, Dirzo y Miranda 1990, Redford 1992, Peres y Dolman 2000, Wrigth et al.
2000, Cullen et al. 2001, Stoner et al. 2007, Di Bitetti 2008). El aumento de los depredadores
medianos debido a la disminución de depredadores tope, podría provocar una mayor
depredación de mamíferos pequeños y aves, afectando a sus poblaciones (Soulé et al. 1988,
Palomares et al. 1995, Crooks y Soulé 1999, Di Bitetti 2008). Asimismo, la declinación de
ungulados y agutíes, quienes regulan la regeneración y el crecimiento de las especies
vegetales mediante diversos procesos (depredación y dispersión de semillas, pisoteo de
renovales, etc), podría traer aparejados cambios en la estructura y composición de la selva
(Terborgh 1988, Redford 1992, Dirzo y Miranda 1990, Wright et al. 2000). Considerando
que la mayoría de las áreas del Corredor Verde sufren una presión de caza entre media y alta
(Giraudo et al. 2003, este estudio), es posible que estos procesos naturales hayan sido
afectados en la mayor parte de los remanentes de selva de la región. En las áreas con alta
presión de caza en Misiones podría estar ocurriendo lo que Redford (1992) denomina como
“el síndrome del bosque vacío”, donde la selva permanece en pie, pero muchos de los
vertebrados mayores han sido eliminados, afectándose los procesos naturales, con
impredecibles consecuencias para el ecosistema.
61
3.4.2 Posibles efectos en las poblaciones de jaguares
La caza furtiva y los bajos niveles de protección tuvieron un efecto negativo marcado en las
poblaciones de la mayoría de las especies más grandes, mientras que el efecto sobre las
medianas fue variable. La disminución de presas grandes podría afectar seriamente a los
jaguares, ya que la especie muestra una dependencia importante de este tipo de animales
(Schaller y Crawshaw 1980, Crawshaw y Quigley 1991, Hoogesteijn y Mondolfi 1992,
Crawshaw 1995, Leite y Galvao 2002, Oliveira 2002, Scognamillo et al. 2003, Azevedo
2008, ver también el Capítulo V). Se ha documentado que la disminución de la abundancia
de las presas más importantes de los felinos, puede causar una disminución en sus tasas de
supervivencia y un aumento en el tamaño de sus áreas de acción y sus requerimientos
energéticos (Knick 1989; Maehr et al. 1989, Karanth y Nichols 1998, Logan y Sweanor
2001, Sunquist y Sunquist 2002, Herfindal et al. 2005). Si bien no hay información sobre
cambios en los requerimientos energéticos y la supervivencia de jaguares ante cambios en la
abundancia de presas, existe evidencia que sugiere que las áreas de acción de los jaguares en
el norte del Corredor Verde se han incrementado luego de la declinación de los pecaríes
labiados (Paviolo et al. 2008). Las mayores áreas de acción, necesariamente provocan que
una mayor proporción de la población de jaguares habite o tenga contacto con áreas de borde
de la selva, donde es más probable que se encuentren con cazadores o entren en conflicto con
el hombre y sean eliminados (Woodroffe y Ginsberg 1998, Capítulo IV). Del mismo modo,
la disminución de la abundancia de presas grandes puede predisponer a los jaguares a
depredar sobre el ganado doméstico (Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Polisar et al. 2003,
Schiaffino et al. 2002, Azevedo 2008). Esto tiene como consecuencia un aumento en la
posibilidad de que los jaguares sean cazados y que las poblaciones declinen. Finalmente, los
cambios en la abundancia de presas de distintos tamaños, podrían otorgar una ventaja
competitiva al puma (Emmons 1987, Nuñez et al. 2000, Haines 2006, Azevedo 2008), que
mediante competencia por explotación podría afectar a las poblaciones de jaguar (ver
Capítulo V). De esta manera, la disminución de las presas principales del jaguar, podría estar
afectando negativamente y por distintos mecanismos a su población y esto podría reducir
sensiblemente la posibilidad de supervivencia de la misma.
62
Capítulo IV. La percepción de los habitantes rurales sobre
el jaguar y la mortalidad inducida por humanos en el
Bosque Atlántico de Misiones
4.1 Introducción
El incremento de la población humana y la modificación de los ambientes naturales han
provocado un aumento en los conflictos entre los grandes carnívoros y el hombre (Woodroffe
2000, Treves y Karanth 2003, Inskip y Zimmerman 2009). En la mayoría de los casos, el
grado de tolerancia de las personas hacia los depredadores es lo que determina las
posibilidades de supervivencia de estos animales (Yalden 1993, Schaller 1996, Crawshaw
2002, Marker y Dickman 2004). De esta manera, las estrategias de conservación de los
grandes carnívoros necesariamente deben tener en cuenta la opinión y los sentimientos de los
habitantes locales para lograr sus objetivos (Bowen-Jones y Entwistle 2002, Treves y
Karanth 2003, Marker y Dickman 2004, Woodroffe y Frank 2005).
La percepción de la gente sobre los depredadores puede ser influenciada por diversos
factores, tales como los beneficios o perjuicios que provocan en sus actividades económicas,
el nivel educativo de las personas, su procedencia cultural y sus valores personales (Oli et al.
1994, Conforti y Azevedo 2003, Naughton-Treves et al. 2003, Zimmerman et al. 2005,
Santos et al. 2008). Identificar los factores que median en la relación entre los pobladores y
los grandes felinos es fundamental para entender las actitudes y tolerancia de la gente hacia
los depredadores y de esta forma encontrar soluciones más apropiadas para la resolución de
los conflictos (Marker y Dickman 2004, Zimmerman et al. 2005, Michalsky et al. 2006,
Santos et al. 2008).
La coexistencia de los grandes carnívoros y el hombre suele tener consecuencias negativas
para ambos. Generalmente, los humanos son afectados por la depredación del ganado
doméstico o el riesgo de ataques sobre las personas, mientras que los grandes depredadores
se enfrentan a la disminución de la abundancia de sus presas naturales debido a la caza y
frecuentemente sufren la eliminación de individuos (Treves y Karanth 2003, Woodroffe y
63
Frank 2005, Johnson et al. 2006). La mortalidad inducida por el hombre sobre los grandes
carnívoros puede llegar a ser muy alta en algunas regiones y es por lo general la causa más
importante de muerte de adultos de la mayoría de sus poblaciones (Woodroffe y Ginsberg
1998).
Debido a su posición en las cadenas tróficas y a su tamaño corporal, los grandes carnívoros
viven en muy bajas densidades, lo que determina que la mayoría de las áreas protegidas sólo
puedan albergar pequeñas poblaciones de estas especies (Woodroffe y Ginsberg 1998, Cullen
2006). Los bordes de esas áreas, a menudo constituyen sumideros para las poblaciones de
grandes carnívoros, debido a la alta mortalidad que sufren como producto de la caza furtiva y
los conflictos con el hombre (Woodroffe y Ginsberg 1998). Por otra parte, los grandes
requerimientos territoriales de estas especies determinan que una gran proporción de los
individuos de la población usen frecuentemente las zonas de borde de las áreas protegidas y
por lo tanto enfrenten un mayor riesgo de ser eliminados (Woodroffe y Ginsberg 1998). De
esta manera, las poblaciones de grandes carnívoros son muy susceptibles a las extinciones
locales, sobre todo si sus individuos no son bien protegidos contra la caza furtiva y los
conflictos con el hombre no son minimizados (Woodroffe y Ginsberg 1998).
Los jaguares han sido venerados por la mayoría de las culturas nativas americanas y son
admirados por muchos de los pobladores contemporáneos de las áreas donde habita
(Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Miller y Rabinowitz 2002, Sunquist y Sunquist 2002).
Asimismo, la especie se encuentra legalmente protegida en la mayoría de los países de su
distribución (Sunquist y Sunquist 2002). En Argentina, el jaguar fue declarado Monumento
Natural Provincial en varias provincias del norte, incluyendo a Misiones, y Monumento
Natural Nacional (ley 25.463), que es la máxima figura de protección legal para una especie
en el país (Di Bitetti et al. 2006a). A pesar de los esfuerzos para conservarla, la especie es
sistemáticamente perseguida en la mayor parte de su área de distribución (Nowell y Jackson
1996, Sunquist y Sunquist 2002). Las principales causas por las que la especie es cazada son
el conflicto ocasionado por la depredación de los animales domésticos, el temor que produce
en las personas o el ser considerado un trofeo por muchos cazadores (Schaller y Crawshaw
1980, Rabinowitz 1986, Crawshaw 1995, Nowell y Jackson 1996, Sunquist y Sunquist
2002).
64
La caza de jaguares debido al conflicto con los productores ganaderos, es considerada la
razón más frecuente de muerte de la especie y una de las mayores amenazas a la
supervivencia de sus poblaciones (Rabinowitz 1986, Polisar et al. 2003 Quigley y Crawshaw
1992, Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Schiaffino et al. 2002, Nowell y Jackson 1996,
Sanderson et al. 2002, Perovic y Herrán 1998). En muchas áreas, la persecución preventiva
de jaguares es indiscriminada y se elimina cualquier animal que es detectado, incluso sin que
hayan mediado ataques al ganado (Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Crawshaw 2002, Michalski
et al. 2006).
En el Corredor Verde de Argentina y Brasil el conflicto entre ganaderos y jaguares es
frecuente y la falta de respuestas del gobierno ante los reclamos, provoca generalmente un
gran descontento entre los productores (Crawshaw 1995, 2002, Schiaffino et al. 2000,
Conforti y Azevedo 2003). Esto tiene como consecuencia que ante casos de ataques, muchos
de los ganaderos decidan eliminar al jaguar (Crawshaw 1995, 2002, Conforti y Azevedo
2003). La depredación de ganado doméstico por parte de los jaguares se ve facilitada por
diversas razones entre las que se encuentran, la accesibilidad debido a un manejo muy
rudimentario de los animales domésticos, la baja disponibilidad de presas naturales producto
de actividades de caza, y la existencia de jaguares con algún grado de impedimento físico que
reduce su capacidad para cazar presas silvestres (Rabinowitz 1986, Hoogesteijn y Mondolfi
1992, Schiaffino et al. 2000, Polisar et al. 2003).
Otras causas de mortalidad de jaguares registradas en la región fueron los atropellamientos y
la caza furtiva. En un estudio anterior desarrollado en el Parque Nacional do Iguaçu entre
1990 y 1995, Crawshaw (1995) registró la muerte por atropellamiento de al menos dos
jaguares. Asimismo, tres de los siete animales equipados con radiocollares fueron muertos
por cazadores furtivos y otros dos animales cuyas señales desaparecieron prematuramente,
muy probablemente también hayan sido cazados (Crawshaw 1995).
La población de jaguares del Corredor Verde ha sufrido una drástica declinación poblacional
entre los años 1995 y 2004 pero se ha mantenido estable entre los años 2004 y 2008 (Paviolo
et al. 2008, Capítulo VII). Una de las posibles causas de la declinación poblacional
observada en el primer período podría estar relacionada con una alta mortalidad inducida por
humanos (Paviolo et al. 2008). De acuerdo a esta hipótesis es esperable que haya existido
65
una alta mortalidad de individuos en el período comprendido 1995-2003 y que la misma haya
disminuido entre el período 2004-2009.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente los objetivos de este capítulo fueron los siguientes:
1) Conocer la percepción de los habitantes rurales del norte de la provincia de Misiones sobre
los jaguares, evaluar su tolerancia ante la presencia de la especie y a posibles ataques al
ganado, y conocer su opinión sobre la problemática de caza de la especie.
2) Describir las principales causas antrópicas de la mortalidad de jaguares en la región,
evaluar su magnitud y su posible efecto en la población.
4.2 Metodología
El área de estudio comprendió los departamentos Iguazú y General Belgrano que están
ubicados en el extremo norte de la provincia de Misiones (Figura 4.1). El área total
comprende cerca de 5800 km2 de las cuales el 63 % está cubierto de bosque nativo (De
Angelo 2009). Estos departamentos contienen varias áreas protegidas entre las que se
destacan el Parque Nacional Iguazú (PNI) y el Parque Provincial Urugua-í, que fueron
relevadas con cámaras trampas durante el desarrollo de este estudio. Asimismo, existen
grandes propiedades privadas que pertenecen a empresas forestales que conservan
importantes remanentes de bosque nativo intercalados con plantaciones forestales de pinos
exóticos (mayormente Pinus taeada y Pinus elliottii, Figura 4.1). En conjunto, estas áreas
conforman un bloque de alrededor de 3000 km2 de bosque nativo continuo formado
principalmente por áreas protegidas, que albergan a la mayor parte de la población de
jaguares del Corredor Verde (Paviolo et al. 2008, Capítulo VI).
Las actividades económicas de la región coinciden con el resto de la economía provincial, la
que se basa en la actividad primaria con escaso desarrollo del sector industrial (Schiavoni
1995). Las actividades económicas de mayor importancia regional son las relacionadas con la
actividad forestal, el turismo y la agricultura a pequeña escala, siendo los principales cultivos
la yerba mate y el tabaco (Schiavoni 1998).
4.2.1 Evaluación de la percepción de los habitantes rurales sobre el jaguar
Para desarrollar esta parte del estudio se seleccionaron tres sitios correspondientes a las zonas
denominadas “Andresito”, “María Soledad” y “Dos mil hectáreas” (Figura 4.1). Los sitios se
66
seleccionaron con base a dos criterios: la cercanía a áreas naturales protegidas, y la
pertenencia a zonas rurales donde se desarrollan actividades agropecuarias. Asimismo, se
buscó que el muestreo fuera representativo del área donde se realizó la mayor parte del
estudio poblacional sobre el jaguar presentado en los otros capítulos de esta tesis.
Las tres zonas relevadas se encuentran en áreas de amortiguamiento o en cercanía de áreas
protegidas: a) la zona de Andresito constituye el principal corredor biológico entre los
Parques Nacionales Iguazú en Argentina y do Iguaçu en Brasil y parte del área de
amortiguamiento de ambos parques, b) la zona de María Soledad constituye el principal
corredor entre el Parque Provincial Urugua-í y el Parque Provincial Horacio Foester y c) la
zona de las Dos mil hectáreas limita con el PNI y el Parque Provincial Puerto Península
(Figura 4.1).
La zona de Andresito comprendió a los parajes que se encuentran en la periferia de la
localidad Comandante Andresito Guacurarí (ex Almirante Brown). En esta zona se trabajó en
los parajes denominados Península de Andresito (cerca de 30 familias) y Cabure-í (cerca 30
familias). Las mismas, son típicas “colonias” rurales de la zona, donde se cultiva tabaco o
yerba como principal fuente de ingresos monetarios, y otros alimentos como la mandioca, el
maíz como productos de subsistencia familiar junto con la cría de animales domésticos
(Miño y Scalerandi 2005). Los pobladores rurales de esta zona llamados localmente
“colonos”, presentan orígenes culturales muy variados, ya que son producto de las
inmigraciones provenientes de Europa (polacos, alemanes, suizos, ucranianos, entre otros) y
de los países limítrofes (Belastegui 2004). El tamaño promedio de las propiedades en la
Península Andresito es de 150 ha, mientras que en la zona de Cabure-í es menor a las 10 ha
(Miño y Scalerandi 2005).
67
Figura 4.1. Mapa de la región norte de la Provincia de Misiones donde se muestran el área general
donde se desarrolló el estudio y los principales usos de la tierra. Las áreas donde se realizaron las
encuestas a los pobladores rurales están marcadas con un círculo violeta.
68
La zona de María Soledad se encuentra al sur de la zona de Andresito, sobre la ruta nacional
101, y presenta características semejantes a esa región, en cuanto a la población y actividad
económica. Los pobladores provienen en su mayoría de Brasil o el centro de la provincia de
Misiones, siendo el “Portuñol” (creole mezcla del Castellano y el Portugués) una forma
dialéctica utilizada frecuentemente. Ambos son asentamientos rurales con mínima
infraestructura (caminos de tierra de acceso dificultoso en días de lluvia, luz en algunos
sectores, aulas satélites). En esta zona el tamaño de la mayoría de las propiedades varía entre
5 y 50 ha teniendo en general un menor potencial agrícola que la zona de Andresito, debido a
suelos pedregosos y con mayores pendientes (Miño y Scalerandi 2005).
En los dos sitios (Andresito y María Soledad) la ganadería bovina es una actividad realizada
principalmente a baja escala (1 a 20 cabezas por familia) y mayormente para consumo
familiar, aunque algunos productores la practican como actividad comercial (hasta 200
cabezas). La cría de cerdos para autoconsumo es una actividad ampliamente difundida entre
los pobladores, dado que su mantenimiento exige bajos costos en instalaciones y
alimentación. Otros animales domésticos utilizados son las aves de corral, los perros y los
gatos.
La zona de las “Dos mil hectáreas” es un área recientemente deforestada y ocupada (desde
2003), que en la actualidad constituye el cinturón agrícola de la ciudad de Puerto Iguazú. En
esta zona se encuentran productores dedicados a la producción hortícola, aunque gran parte
de las familias tienen también cultivos anuales, gallinas y chanchos para autoconsumo. El
tamaño de las parcelas es, generalmente, menor a las 10 ha. La población de esta zona, al
igual que la de las otras dos zonas, puede considerarse multicultural en su composición. Sin
embargo, el área tiene una mayor influencia de la cultura paraguaya, ya que la relación
histórica con ese país (a través del río Paraná) ha dado lugar a migraciones y familias con
vínculos filiales en ambos lados de la frontera.
Para evaluar la percepción de lo pobladores sobre el jaguar, se diseñó una entrevista semi-
estructurada con preguntas abiertas, es decir donde el entrevistador no brinda opciones de
respuestas al entrevistado. Esta es una herramienta metodológica comúnmente utilizada en
investigaciones sociales (Bernard 2000). Para la elaboración de la misma conté con la
colaboración de investigadores que trabajan en etno-biología y que están familiarizados con
este tipo de metodologías. Las entrevistas a los pobladores fueron realizadas por dos
69
personas (Lara Colleselli y Natalia Gomez de Olivera) que conocen las costumbres locales y
que tienen experiencia en la realización de esta tarea.
La entrevista constó de dos apartados, el primero correspondió a los datos personales del
entrevistado (edad, lugar de origen, etc), medios de producción o subsistencia (tipo de
cultivos y cría de animales) y actividad a la que se dedica. En el segundo apartado se
abordaron los diferentes tópicos de interés, que en ocasiones se encontraban compuestos por
más de una pregunta. Los tópicos tratados fueron: 1) animales perjudiciales y peligrosos en el
contexto de la chacra; 2) tolerancia a convivir con el jaguar o a soportar depredación de
animales domésticos por parte de la especie, 3) soluciones propuestas o esperadas ante estos
conflictos; 4) causas de la muerte de jaguar; 5) principales motivos por los cuales se caza la
especie; 6) conocimiento sobre aspectos legales relacionados a la protección de la especie; 7)
importancia de la conservación del jaguar y 8) la mejores medidas para conservar la especie.
En este capítulo los resultados fueron ordenados de un modo diferente al orden en que se
presentaron los tópicos tratados, para facilitar el seguimiento de los resultados (el
cuestionario completo está incluido en el Apéndice 3.1).
Cuando se explicaban a los pobladores entrevistados los motivos del estudio, se argumentaba
sobre la importancia de conocer el pensamiento de la gente acerca de los animales silvestres
y cuáles eran las relaciones que establecían con estos. Este abordaje buscaba evitar inducir a
los informantes (al no mencionar al jaguar como principal motivo de la entrevista) durante
las primeras preguntas del cuestionario, las cuales tenían como objetivo conocer cuáles eran
los animales considerados perjudiciales y peligrosos para la gente. Luego de estas primeras
preguntas, las entrevistas se focalizaron en la especie de interés, aunque también se habló del
puma y de otros animales silvestres (información no incluida en esta tesis). En varias
ocasiones se plantearon situaciones hipotéticas lo más reales posibles, para indagar sobre
algunos de los puntos anteriormente señalados. Por ejemplo, se consultó sobre lo que haría
un cazador (nótese que no nos referíamos al encuestado), si mientras espera a otras presas
aparece un jaguar (¿dispararía o no?). Con ello, y en este caso en particular, se buscó conocer
la actitud de los cazadores ante un encuentro hipotético, y la proporción de personas que
piensan que los cazadores podrían practicar la cacería casual del jaguar.
La metodología empleada para seleccionar a los entrevistados consistió en ingresar a caminos
vecinales de las zonas de estudio y visitar las viviendas que se encontraban a medida que se
70
recorrían los caminos. Las entrevistas se realizaron a los hombres mayores de 20 años que
estaban disponibles o presentes en su vivienda (uno por vivienda). En total se realizaron 49
entrevistas de las cuales 23 fueron realizadas en María Soledad, 16 en Andresito y 10 en el
área de las Dos mil hectáreas. La mayoría de los entrevistados tenían gallinas, vacas y cerdos
como animales domésticos para consumo propio y perros y gatos como animales de
compañía, mientras que el 27% de los entrevistados, practicaban la ganadería como actividad
comercial. Algunos de los entrevistados no respondieron todas las preguntas, por lo que el
número de repuestas fue variable entre los distintos temas.
Las respuestas a cada pregunta fueron transcriptas a una tabla Excel donde se realizó un
proceso de tabulación de respuestas de forma de poder cuantificarlas posteriormente. Cuando
las respuestas no fueron claras o ambiguas fueron eliminadas para el análisis. El proceso de
tabulación permite conocer las respuestas más frecuentes a través de un análisis de la
información de carácter cualitativo, así como también el abanico amplio de respuestas de los
informantes, que no es posible captar cuando se realizan encuestas o cuestionarios con
respuestas cerradas (Johannes et al. 2000).
4.2.2 Mortalidad de jaguares y sus causas
La caza de jaguares está prohibida por ley por lo que la mayoría de los casos de animales
cazados son ocultados a las autoridades y difícilmente conocidos por el público general. Esto
determina que la evaluación de la magnitud de este problema constituya una tarea compleja.
Sin embargo, la caza de un jaguar es un hecho relevante para el cazador, por lo que rara vez
deja de mencionarlo a sus amigos o conocidos cercanos. De esta manera, en muchos casos, si
el investigador puede generar un lazo de confianza con integrantes claves de las comunidades
locales, es posible conocer al menos una buena parte de los casos ocurridos en la zona.
La información sobre los jaguares muertos en la región fue recopilada principalmente
mediante entrevistas semi-estructuradas a informantes claves, a los que se sumaron los casos
que registré personalmente durante el desarrollo de este trabajo (2003-2009). Los
informantes claves fueron personas que vivieron durante más de 10 años en las áreas de
estudio, que tienen un gran conocimiento sobre el tema consultado y con los cuales pude
establecer una relación de confianza mutua como para que relaten los casos de jaguares
muertos. La información resultante se obtuvo de un total de 12 informantes claves entre los
que se incluyeron cazadores furtivos, guardaparques, biólogos y chacreros, que vivieron gran
71
parte de sus vidas en las localidades de Puerto Iguazú, Wanda, Andresito, María Soledad y
Colonia Lanusse o en áreas rurales cercanas (Figura 4.1). De esta manera, se cubrió una gran
parte de las áreas de estudio, aunque la cantidad y calidad de información fue variable entre
las distintas áreas.
Las entrevistas se centraron en los casos conocidos por los entrevistados de jaguares muertos
o removidos durante el período 1995 y 2009. Previo al comienzo de la entrevista se les aclaró
a los entrevistados, que la información que proporcionarían sería confidencial y que sólo
tenía como fin el desarrollo de esta investigación. Ante cada caso relatado, se les preguntó la
fecha aproximada en la que había ocurrido el hecho, el lugar, la causa por la que se mató o
removió al individuo, el sexo y la edad del animal. Se evitó preguntar por el autor del hecho
para no comprometer a los informantes claves y obtener un mayor número de registros. Para
este trabajo sólo fueron considerados como válidos, los casos en los que el informante estuvo
convencido de que el evento realmente existió. Luego de recopilados los datos, se
entrecruzaron las respuestas de los distintos informantes claves teniendo en cuenta el lugar y
la fecha de cada caso, para evitar contar cada registro más de una vez. Solamente fueron
considerados como casos diferentes, aquellos en los que no hubo duda de que no se trató del
mismo evento. De esta manera utilicé un criterio conservador para estimar el número de
jaguares muertos.
4.3 Resultados
4.3.1. La percepción de los pobladores rurales sobre el jaguar
La gran mayoría de los entrevistados dijo que el jaguar es una especie que debe ser
conservada (Tabla 4.1). Entre las razones por las cuales se debería conservar la especie, los
motivos éticos fueron los más representados (12 menciones), seguidos por cuestiones
relacionadas a su función ecológica dentro de la selva (10 menciones) y a razones estéticas
(cinco menciones). Además, la mayor parte de los entrevistados dijo que el jaguar es una
especie importante para la selva (Tabla 4.1). Las principales argumentos esgrimidos para
justificar su importancia fueron su rol ecológico como depredador o como integrante del
ecosistema (68%), su capacidad para ahuyentar a los cazadores (“guardián del monte” 16%),
mientras que otras respuestas estuvieron menos representadas. Entre los ocho entrevistados
que manifestaron que la especie no es importante, siete dijeron que resulta perjudicial porque
72
mata a otros animales y sólo uno afirmó que no cumple ninguna función en la selva.
Tabla 4.1. Respuestas a algunas de las preguntas realizadas a los habitantes rurales del norte de la
provincia de Misiones. Las preguntas no fueron formuladas textualmente como se muestra en la tabla
para evitar la inducción de las respuestas. El cuestionario completo puede ser consultado en el
Apéndice 3.1
Respuesta (%) Percepciones sobre el jaguar Si No No sé Total ¿Es una especie que debe ser conservada? 88 2 10 48
¿Es una especie importante para la selva? 79 17 4 48
¿Hay menos jaguares que antes? 63 33 2 49
¿Ante un encuentro, un jaguar que no ha sido
provocado, este puede atacarlo? 49 51 0 43
¿Si un jaguar está un su propiedad Ud. puede
tener problemas con sus animales? 49 47 4 45
¿Se puede reducir el riesgo de depredación del
ganado por parte del jaguar? 70 21 9 44
¿Es una causa de mortalidad importante para el
ganado? 2 96 2 47
¿Conoce algún caso de jaguar cazado? 66 34 0 45
¿Se vende los cueros de jaguar en la región? 47 24 29 46
Entre los animales silvestres considerados peligrosos para el hombre, el jaguar fue
mencionado por un 46% de los entrevistados, y se ubicó como la segunda especie en
cantidad de menciones luego de las víboras venenosas (69%). Por otra parte, el 67% de los
entrevistados mencionó conocer algún caso de ataque de jaguar a una persona. Prácticamente
la mitad de los entrevistados consideraron que en una situación hipotética de encuentro con
un jaguar éste los podría atacar sin que haya sido provocado (Tabla 4.1), pero su respuesta no
estuvo relacionada a si el encuestado conocía algún caso de ataque a humanos (Test de
independencia de Chi cuadrado χ2=1,43 gl=1 P=0,23).
Con respecto a los animales perjudiciales para las actividades del hombre sólo el 16% de los
entrevistados mencionó al jaguar y la respuesta no estuvo relacionada a si el informante
73
practicaba la ganadería como actividad comercial (Test de independencia de Chi cuadrado
χ2=0,01 gl=1 P=0,93). La especie fue la quinta en importancia de acuerdo al número de
personas que la mencionaron como especie dañina, quedando detrás de los pequeños felinos,
los pecaríes, lo zorros y las aves. Al ser consultados sobre si la depredación por jaguar es un
problema importante para sus animales domésticos comparado con otras causas de
mortalidad, la mayoría de las personas afirmaron que no lo era (Tabla 4.1), y que las
enfermedades y las picaduras de víboras constituyen problemas mucho más relevantes.
Al ser consultados sobre lo que pasaría si un jaguar se encuentra en su propiedad, casi la
mitad de los entrevistados dijo que podría tener problemas con sus animales domésticos,
mientras que una proporción similar dijo que no los tendría (Tabla 4.1). Al indagarlos sobre
lo que deberían hacer las autoridades ante la aparición de un jaguar en su propiedad, la
respuesta más frecuente fue la de remover el animal (Tabla 4.2).
Ante la pregunta sobre lo que deberían hacer los pobladores rurales que sufren la depredación
de ganado doméstico por jaguares, las respuestas más frecuentes fueron la de denunciar el
caso o la de matar al animal (Tabla 4.3). La mayoría de los entrevistados dijeron que ante
esos casos, las autoridades deberían remover al animal (Tabla 4.3). Sin embargo, al
consultarlos sobre si existían medidas de manejo que podrían reducir el riesgo de
depredación de ganado por parte de los jaguares, la mayoría de los entrevistados contestó
afirmativamente (Tabla 4.1). Entre los que propusieron medidas de manejo, el 57%
recomendó poner alambrado con boyero eléctrico, el 20% tener perros, el 13% encerrar los
animales durante la noche, mientras que otras opciones fueron menos mencionadas.
Tabla 4.2. Respuestas de los entrevistados ante la pregunta sobre lo que deberían hacer las
autoridades si un jaguar se encuentra en su propiedad.
Acción esperada Total %
Remover el animal 17 41
Nada 12 29
Monitorear el caso 7 17
Proteger al jaguar 2 5
Espantar al jaguar 1 2
Cercar o limpiar el área 1 2
Algo 1 2
74
Tabla 4.3. Respuestas de los entrevistados ante la pregunta de lo que deberían hacer los pobladores y
las autoridades ante casos de depredación de animales domésticos por parte del jaguar.
¿Qué debería hacer el poblador? Total %
Denunciar el caso ante las autoridades 11 44
Matar al jaguar 9 36
Espantarlo 2 8
Nada 1 4
Mejorar las instalaciones o el manejo del ganado 1 4
No sé 1 4
¿Qué deberían hacer las autoridades? Total %
Capturar o traslocar al animal 14 68
Pagar los animales depredados 3 14
Espantar al jaguar 2 9
Mejorar los alambrados 1 5
No sé 1 5
75
La mayoría de los entrevistados señalaron que la caza fue la causa más importante de
mortalidad de jaguares de origen antrópico (78%), mientras que otras causas como los
atropellamientos, los envenenamientos y la contaminación fueron poco mencionadas. Más de
la mitad de los entrevistados dijo conocer al menos un caso de un jaguar cazado y casi la
mitad dijo que los cueros de la especie se venden actualmente en la región (Tabla 4.1). Los
entrevistados señalaron que la principal razón por la que los jaguares son eliminados, es el
conflicto ocasionado cuando depredan sobre animales domésticos (Figura 4.2a). Al
preguntarles sobre lo que haría un cazador si se encuentra con un jaguar mientras espera otras
presas, el 59% de los entrevistados dijo que intentaría matarlo, el 23% dijo que va a depender
de la situación, el 11% dijo que no lo mataría y un 7% dijo que no sabía lo que haría. De los
que contestaron que dependía de la situación, el 80% dijo que el cazador intentaría matarlo y
que sólo lo dejaría ir si tiene miedo o si tiene un arma inadecuada. Esto último se relaciona
con la opinión de varios de los entrevistados que dijeron que el jaguar herido puede ser muy
peligroso.
El 100% de los entrevistados sabía que la caza del jaguar está prohibida por ley. Sin
embargo, el 85% dijo que si se enterara de la caza de un jaguar no lo denunciaría ante las
autoridades. El principal motivo esgrimido para no hacer la denuncia fue el miedo a tener
problemas con los autores del hecho (generalmente sus propios vecinos) y algunos sugirieron
que las denuncias deberían ser anónimas. En cuanto a la mejor estrategia para la reducción de
la caza, el 70% opinó que se deberían aumentar los controles, el 16% dijo que se deberían
aplicar leyes más duras, el 11% dijo que habría que trabajar en educación ambiental y 2%
mencionó que se debía reducir la corrupción.
76
Figura 4.2. Principales causas por las que los jaguares son cazados en el Norte de Misiones: a) Según
la percepción de los pobladores rurales del área relevada, b) Según la información de jaguares
muertos obtenida a través de los informantes claves. Las categorías “cuero” y “trofeo” de Figura 4.2a
están incluidas juntas en la categoría “cazadores” de la Figura 4.2b.
4.3.2. Mortalidad de jaguares
Durante el período comprendido entre 1995 y el año 2009 murieron al menos 40 jaguares por
causas antrópicas y dos fueron removidos por las autoridades en la zona norte de Misiones.
De los casos de jaguares eliminados en los que se pudo establecer al período al que
pertenecían, 21 ocurrieron durante el período 1995-2003 y 14 durante el período 2004-2009.
El promedio de jaguares muertos por año entre los períodos fue similar (media ± SE Período
1995-2003=2,33 ± 0,24; Período 2004-2009=2,33 ± 0,93; Test Mann-Whitney U=24, gl=1,
P=0,78). Si consideramos los 7 jaguares que no pudieron ser adjudicados a ninguno de los
períodos, el promedio de animales eliminados entre 1995-2009 fue de 2,9 individuos por año.
Los registros de jaguares muertos se localizaron prácticamente en todas las áreas del norte de
Misiones, sin embargo la mayoría de los casos registrados ocurrieron en los bordes de las
áreas protegidas (Figura 4.3). Uno de los jaguares cazados durante el año 2009, fue
eliminado en un área cercana a las Dos mil hectáreas y fue identificado a través del patrón de
77
manchas de su cuero, como el mismo individuo que había sido fotografiado durante este
estudio cuando era cachorro en el área central del Parque Nacional Iguazú.
De los jaguares de los que se supo la causa de muerte o remoción (N=37), la mayor parte
fueron eliminados por cazadores que estaban cazando otras presas, mientras que otras causas
como la eliminación o remoción de animales por depredar sobre ganado doméstico, la caza
por temor o los atropellamientos tuvieron menor importancia (Figura 4.2b). Al analizar la
causa de eliminación de jaguares en los distintos períodos del estudio, observé que entre
1995-2003 la mayor causa de pérdida de jaguares de la población natural estuvo relacionada
a casos de animales que estaban depredando ganado doméstico (64% entre muertos o
removidos), siendo la cacería la responsable del resto de los animales eliminados (Figura
4.4a). Durante el período 2003-2009 la mayor parte de los jaguares eliminados fueron
cazados por cazadores, sin haber registros de animales muertos o removidos por conflicto
con los productores ganaderos (Figura 4.4b).
78
Figura 4.3. Mapa con la ubicación aproximada de los jaguares eliminados en el norte de la provincia
de Misiones entre los años 1995 y 2005.
79
Figura 4.4. Causas de mortalidad antrópica de los jaguares en los distintos períodos estudiados: a)
Período 1995-2003 (N=14); b) Período 2004-2009 (N=16). En siete casos de jaguares con muerte
conocida no pudimos saber la fecha exacta del hecho, por lo que no fue posible adjudicarlo a ninguno
de los dos períodos.
4.3.3. Métodos utilizados para la caza de jaguares
Según los informantes claves, la mayor parte de los jaguares fueron cazados de forma
ocasional desde “sobrados” (plataformas rudimentarias armadas en los árboles) mientras los
cazadores esperaban otras presas. Esta estrategia de caza es comúnmente utilizada en la
región y consiste en esperar a la fauna desde dichas estructuras durante las noches. Los
sobrados son generalmente colocados por encima de cebos artificiales de sal (saleros)
realizados por los cazadores o árboles nativos productores de frutos conocidas como
“fruteras” en áreas con abundante fauna.
En un área al S del Parque Nacional do Iguaçu los guardaparques argentinos y la policía
forestal brasilera encontraron un “cebo” en la selva con un perro vivo atado y alrededor de
este, colgados de ramas, peces muertos envenenados. La estrategia para matar a los jaguares
se basa en que el perro, al ser abandonado, ladra constantemente lo que atrae a los jaguares,
éstos una vez que están cerca del cebo, se alimentan de los peces que han sido contaminados
con un veneno muy potente (Furadan) que provocan la muerte casi instantánea del animal (G.
Garzón com. pers.). El informante de este caso comento que alrededor del cebo había
80
numerosos jotes (Familia Cathartidae) muertos a causa de la ingesta de los peces. La
finalidad de esta metodología de “caza” de jaguares es la de conseguir su cuero sin daños
(agujeros de bala) para su comercialización. En el Parque Provincial Puerto Península se
encontró un cebo similar pero con patos y gallinas muertas colgadas, aunque no se pudo
constatar que estuvieran envenenadas.
Otras técnicas utilizadas para la caza de los jaguares fueron las trampas cepo y lazos o
cimbras, pero fueron menos frecuentemente mencionadas. Estas últimas, son todas técnicas
que no requieren la presencia constante de los cazadores y se basan en la captura del animal a
través de sogas o alambres colocados en forma de lazo o estructuras semejantes, y que son
activadas por el propio animal cuando se acercan a alimentarse de algún cebo.
Ante casos de ataques al ganado doméstico los jaguares fueron cazados principalmente con
armas de fuego desde “sobrados” armados sobre los restos de la presa atacada. En algunos
casos se armaron sobre la presa trampas con armas de fuego que se activan cuando el jaguar
vuelve a alimentarse (armadillas). Algunos informantes describieron también que algunos
ganaderos envenenan a la presa para eliminar el jaguar cuando este vuelve a comer. Estas
estrategias de caza se basan en el conocimiento de los pobladores de que el jaguar casi
siempre regresa a consumir la presa que captura.
4.4 Discusión
4.4.1. Las percepciones de los pobladores rurales sobre el jaguar
La mayor parte de los habitantes rurales consideraron que el jaguar es una especie que debe
ser conservada. Esto es similar a lo encontrado en estudios previos con la especie en varias
regiones de Brasil (Zimmerman et al. 2005, Santos et al. 2008) y en los propiedades aledañas
del Parque Nacional do Iguaçu, Brasil (Conforti y Azevedo 2003). Sin embargo, el 41% de
los entrevistados dijeron que las autoridades deberían remover a un jaguar si se encuentra
dentro de su propiedad. De esta manera, una parte significativa de las personas estuvo de
acuerdo con conservar la especie, pero no con la idea de convivir en proximidad con ella, lo
que es coincidente con lo señalado por Zimmerman et al. (2005) para el Pantanal. Estos
resultados sugieren que la conservación de la especie es muy dependiente de la existencia de
áreas protegidas y que su conservación en áreas pobladas es difícil de conciliar.
81
La mayor parte de los entrevistados coincidió en que el jaguar es una especie importante para
la selva por su función en el ecosistema. Este resultado es contrastante con lo encontrado por
Conforti y Azevedo (2003) en áreas cercanas de Brasil, quienes describen que sólo el 21% de
sus entrevistados le asignó importancia ecológica a la especie. Estos autores sugieren que el
escaso conocimiento mostrado por las personas encuestadas, podría deberse a su bajo nivel
educativo. Si bien, en este estudio no tengo información sobre el nivel de educación formal
recibido por los entrevistados, para el departamento Gral. M. Belgrano (mayor proporción de
entrevistados) se considera una tasa de analfabetismo elevada, cercana al 12% (INDEC
2001). Sin embargo, es posible que las diferencias en el conocimiento mostrado entre los dos
trabajos se deban a los diferentes métodos utilizados en ambas investigaciones, preguntas
cerradas con opciones de respuesta en Conforti y Azevedo (2003) y abiertas en este y/o a las
numerosas campañas de educación ambiental desarrolladas durante los últimos 10 años en el
norte de Misiones (e.g. Campaña Yaguareté).
El jaguar fue percibido como un animal peligroso para el hombre por la mitad de las
personas y las respuestas no estuvieron relacionadas con el conocimiento por parte del
encuestado de algún caso de ataque a personas. La ausencia de esta relación es coincidente
con lo encontrado por Santos et al. (2008) que encontró que la percepción de peligrosidad del
jaguar fue variable entre distintas regiones de Brasil, pero no estuvo relacionada con el
número de personas que conocían casos de ataques al hombre. De esta manera, es probable
que la percepción sobre la peligrosidad de la especie esté más relacionada con cuestiones
culturales que con la experiencia o el riesgo real que la especie representa (Conforti y
Azevedo 2003, Altrichter et al. 2006).
Un porcentaje muy bajo de los entrevistados consideró al jaguar un animal perjudicial para
su chacra, y esta percepción no estuvo relacionada con el hecho de que el encuestado
practicara la ganadería como actividad económica. Asimismo, un muy bajo porcentaje
consideró que los jaguares son una amenaza importante para sus animales. Sin embargo, la
mitad de los entrevistados señaló que si un jaguar está en su propiedad, sus animales podrían
sufrir ataques. Estos resultados sugieren que la percepción actual sobre la amenaza de los
jaguares a los animales domésticos está más relacionada con la baja probabilidad de que un
jaguar se acerque a su propiedad, que con el riesgo que los entrevistados creen que
naturalmente constituyen los jaguares para sus animales.
82
La población de jaguares del Corredor Verde ha sufrido un notable caída poblacional entre
los años 1995 y 2004 (Paviolo et al. 2008, Capítulo VII) y la especie ha desaparecido de
algunas zonas alejadas de las áreas protegidas e incluso en alguna de ellas, como el Parque
Provincial Foerster y el Parque Provincial Esperanza (De Angelo 2009). Esta tendencia ha
sido percibida por la mayor parte de los entrevistados que dijo que la especie es menos
abundante que en el pasado, lo que posiblemente esté influyendo de manera significativa en
la relativamente baja percepción del riesgo que constituye el jaguar para sus animales
domésticos.
Más de la mitad de los pobladores mencionaron algún tipo de manejo que podría servir para
reducir la depredación de los jaguares sobre sus animales. Sin embargo, ante la hipotética
presencia del animal o de ataques a los animales domésticos, muy pocos entrevistados
sugirieron que el propietario o las autoridades deberían aplicar alguna de estas medidas, lo
que contrastó con la gran proporción de personas que sugirieron que se debía matar o retirar
al jaguar. De esta manera, si bien los habitantes sugirieron algunas medidas de manejo, no se
mostraron muy dispuestos a implementarlas, y prefirieron la remoción o muerte del animal a
cualquier otro tipo de medidas.
4.4.2 La mortalidad de jaguares de origen antrópico
La caza de jaguares, ya sea por conflicto o por cazadores, fue la mayor causa de mortalidad
de origen antrópico observada durante el período estudiado, lo que es coincidente con la
percepción de los habitantes rurales del área de estudio. Sin embargo, la mayoría de los
jaguares fueron cazados por cazadores que estaban esperando otras presas y en menor
medida por conflictos con animales domésticos, contrariamente a lo percibido por los
entrevistados. Esta percepción errónea podría deberse a que los casos de ataques de jaguares
al ganado son muy comentados en la comunidad, gran parte de la cual percibe al hecho como
una injusticia y entiende, y hasta aprueba, la caza del jaguar cuando se pierde un animal
doméstico. Por el contrario, la caza de un jaguar sólo como trofeo o para vender su cuero es
menos comprendida y justificada por la mayoría de los miembros de la comunidad, por lo
que posiblemente estos casos sean conocidos solo por un grupo reducido de personas y
percibidos como menos frecuentes.
De acuerdo con lo expresado por casi la mitad de los entrevistados, los cueros de la especie
83
se venden en la actualidad. Según los informantes claves la mayor parte de los cueros
provienen de la caza casual de la especie, aunque podría haber algunas personas que se
dedican a cazar jaguares con fines comerciales (e.g caso del cebo con peces envenenados en
Brasil). Si bien no parece haber una red organizada de tráfico de cueros, la mayoría de los
informantes mencionaron que son vendidos principalmente en Paraguay. Sin embargo, en el
año 2007 el gobierno de Misiones decomisó un cuero que estaba intentando ser vendido a
través internet, por lo que las formas de comercializarlos parecen ser variadas.
Las muertes o remociones por conflicto fueron más frecuentes que las muertes por cazadores
en el período 1995-2003 y se observó el patrón contrario en el período 2004-2009. La mayor
proporción de muertes de jaguares por conflicto en el primer período es coincidente con años
en los que existió una gran cantidad de ataques de jaguares al ganado en la región (Schiaffino
et al. 2002, Conforti y Azevedo 2003, MERNyT 2008).
La alta ocurrencia de ataques a ganado por jaguares en ese período coincidió con una drástica
declinación en las poblaciones de pecaríes labiados en la región (Azevedo y Conforti 2008,
Paviolo et al. 2009a), especie que constituía la presa principal del jaguar a principios de la
década de 1990. (Crawshaw 1995). Azevedo y Conforti (2002) documentaron un aumento
considerable en el número de ataques registrados en los alrededores del Parque Nacional do
Iguaçu en los años 1998 y 1999, luego de la desaparición de los pecaríes labiados en 1997.
Durante este período, el ganado constituyó la presa principal del jaguar en el Parque
Nacional do Iguaçu (Azevedo 2008), sin que haya sido registrada en estudios de dietas
previos en el área (Crawshaw 1995). De esta manera, es probable que la falta de su principal
presa haya motivado un aumento en la depredación de ganado por parte de los jaguares
(Conforti y Azevedo 2003), lo que habría provocado un aumento en el número de jaguares
muertos por conflicto.
Durante el período 2003-2009 la caza de jaguares por conflicto desaparece, lo que coincide
con un menor número de denuncias sobre ataques en la provincia y en la región (MERNyT
2008, Karina Schiaffino com. pers.). Las causas de la disminución del conflicto muy
probablemente estén relacionadas con declinación de la población de jaguares, ya que las
poblaciones de pecaríes labiados no se han recuperado y tampoco han ocurrido cambios
significativos en el manejo del ganado ni en el desarrollo de la actividad en la región.
84
A pesar de la disminución del conflicto, la muerte de jaguares parece haber continuado
provocada principalmente por cazadores furtivos. Si bien la mayoría de los cazadores no se
dedican a cazar jaguares activamente, una gran proporción de ellos les dispararía si los
encuentra mientras está esperando otras presas. Los jaguares y cazadores furtivos persiguen
las mismas presas (Jorgenson y Redford 1993, Giraudo y Abramson 1998), por lo que
podrían coincidir en los lugares donde cazan (e.g saleros naturales, fruteras, etc.). Esto podría
determinar que la probabilidad de encuentro sea mayor y que, aún a bajas densidades de
jaguares, exista una alta probabilidad de que algunos jaguares sean cazados.
Los resultados del estudio sugieren que las causas de mortalidad inducidas por humanos
pueden variar a causa de cambios en la disponibilidad de presas y la abundancia de jaguares
en un período relativamente corto de tiempo. De esta manera, las actividades de monitoreo
resultan fundamentales para la elaboración y actualización de las estrategias de conservación
de la especie. Por otra parte, es esperable que variaciones espacio-temporales en la
abundancia de presas y jaguares y la disponibilidad de ganado, determinen cambios en los
conflictos con el hombre. De esta manera, considero importante la realización de
relevamientos similares al de este capítulo en áreas con mayor actividad ganadera y mayor
historia de conflicto (como la zona de Montecarlo o la del Valle del Cuña Pirú).
4.4.3 El efecto de la mortalidad causada por humanos en la población de
jaguares
La mayor parte de los jaguares muertos por causas antrópicas se concentraron fuera o en los
bordes de las áreas protegidas de la región, por lo que es posible que esas áreas constituyan
sumideros para la población de jaguares como ocurre con muchas especies de grandes
carnívoros (Woodroffe y Ginsberg 1998, De Angelo 2009). Si consideramos la configuración
actual del paisaje en el norte de Misiones y que los jaguares realizan normalmente grandes
desplazamientos (>13 km, Tabla 6.2 y Apéndice 2), es probable que una gran proporción de
los individuos de la población se encuentren frecuentemente en áreas de borde donde corren
mayor riesgo de ser cazados, lo que seguramente torna a esta población muy vulnerable
(Woodroffe y Ginsberg 1998).
Contrariamente a lo esperado, no hubo diferencias en el número de jaguares muertos entre
los períodos del estudio. Por lo tanto, estos resultados no explicarían la marcada declinación
poblacional de los jaguares ocurrida en la región entre los años 1995 y 2004 (Paviolo et al.
85
2008, Capítulo VII) y la estabilidad en los valores de densidad encontrados entre el 2004 y el
2008 (Capítulo VII).
Existen al menos tres explicaciones posibles sobre por qué los datos de mortalidad de este
estudio no fueron mayores en el primer período (1995-2004) como sería esperado por la
declinación que sufrió esta especie. Una de ellas podría estar relacionada con que una gran
parte de la mortalidad de jaguares no se haya producido por causas antrópicas. Es posible
que, ante la declinación de los pecaríes labiados, haya ocurrido una alta mortalidad de
jaguares por causas naturales tales como inanición o enfermedades como fue observado en
otras especies de felinos ante la declinación de sus principales presas (Poole 1994, Edwards
et al. 2001, Pereira et al. 2006). Otra posible causa es que, ante la declinación de su principal
presa muchos de los jaguares hayan emigrado y hayan sido cazados fuera del área relevada
en este estudio (Poole 1994, Pereira et al. 2006). Conforti y Azevedo (2003) registraron la
muerte de 30 jaguares entre 1995-1997 en el vecino Parque Nacional do Iguaçu y Crawshaw
(2002) sugiere que entre 1994 y 2002 habrían muerto unos 70 animales en esa área protegida,
cuya población en 1995 fue estimada en 64 animales (Crawshaw 1995). De esta manera, la
alta mortalidad observada en esa área durante ese período podría haber provocado la
declinación de la población en toda la zona norte del Corredor Verde. Finalmente, es posible
también que en mis datos exista una subestimación del número de jaguares muertos durante
el primer período con respecto al segundo. Es probable que algunos de los datos más
antiguos puedan haber sido olvidados por los informantes claves y que el hecho de haber
estado trabajando personalmente en el área entre el 2003 y el 2009, me haya permitido
registrar una mayor proporción de los casos del segundo período con respecto al primero.
El promedio de jaguares eliminados en la región por causas antrópicas fue de cerca tres
jaguares por año (período 1995-2009). De acuerdo a los resultados de los recientes
relevamientos poblacionales del N de Misiones y el potencial reproductivo de los jaguares es
posible que actualmente la sub-población de esta región no pueda soportar una mortalidad
por causas antrópicas de esa magnitud sin sufrir una declinación poblacional (Capítulo VII).
Considerando que el área evaluada en este capítulo es la que presenta mejores niveles de
protección contra la caza furtiva y abundancia de la especie en todo el Corredor Verde
(Paviolo et al. 2008 y Capítulo VI), es posible que la situación de conservación de la especie
en Misiones sea sumamente crítica. Esto es coincidente con un Análisis de Viabilidad
86
Poblacional espacialmente explícito para esta población, que indica que la población tiene
una alta probabilidad de extinción en los próximos 50 años (Londsdorf et al. en prep.). Este
análisis sugiere que la mayor amenaza a esta población es la caza de jaguares por parte de
cazadores y que la medida que más aumenta la probabilidad de supervivencia es la
disminución del número de cazadores y la distancia recorrida por los mismos (Lonsdorf et al.
en prep.).
De acuerdo a los resultados de estos estudios, los esfuerzos de conservación sobre la especie
deberían estar direccionados principalmente a erradicar la caza de jaguares (ver también
Capítulo III). Sin embargo, actualmente los recursos humanos y económicos destinados en la
región son insuficientes para garantizar un buen nivel de protección contra la caza furtiva
(Paviolo et al. 2009a). Para lograr una mejora en este sentido, es necesario destinar más
guardaparques a las tareas de control y proveerlos de los medios adecuados para desarrollar
su actividad (vehículos, combustible y otros equipamientos). Asimismo, resulta prioritario
coordinar los esfuerzos de protección entre distintas instituciones ya que los jaguares de la
región se desplazan entre áreas de distintas jurisdicciones (nacionales, provinciales y
privadas) e incluso entre diferentes países (Crawshaw 1995, Paviolo et al. 2006a).
Conjuntamente con el aumento de los niveles de protección, es necesario mejorar la
aplicación de las leyes de protección sobre la especie. Actualmente existe una falta de
consenso en cuanto a las leyes que deben ser aplicadas (existen leyes nacionales y
provinciales), lo que motivó recientemente la realización de un taller para el tratamiento del
tema (APN 2010). Asimismo, es necesario continuar campañas de difusión y educación
tendientes a informar sobre la crítica situación poblacional de la especie y la importancia de
protegerla (e.g Campaña Yaguareté). Estas campañas deberían incluir también información
sobre operativos exitosos contra la caza furtiva del jaguar y sus presas, y las sanciones
aplicadas, como una forma de desalentar la práctica de la caza furtiva (Galster y Eliot 1999).
A pesar de que la muerte de jaguares por conflicto no es frecuente en la actualidad, la
situación poblacional de la especie exige minimizar el riesgo de muerte de jaguares por esta
causa. De esta manera, es necesario hacer un detallado monitoreo de la ocurrencia de
posibles casos de ataques a los animales domésticos e impulsar el uso de medidas de manejo
que minimicen la posibilidad de conflicto (Crawshaw 2002). Para ello es necesario destinar
fondos y personal capacitado para el desarrollo de esa tarea. En casos de ataques se deberá
87
compensar al damnificado (ley de grandes felinos de la Provincia de Misiones), pero no sin
antes exigir la adopción de medidas tendientes a reducir nuevos ataques. La remoción del
animal debería ser considerada sólo como última opción. Finalmente, será necesario
coordinar una planificación del uso del territorio entre las distintas entidades
gubernamentales, evitando las políticas de impulso de la actividad ganadera en los
alrededores de las áreas protegidas o los grandes remanentes de selva.
88
CAPÍTULO V. Ecología comparada del jaguar y el puma
en el Bosque Atlántico de Misiones
5.1 Introducción
Uno de los factores que puede limitar la distribución y la abundancia de una especie es la
presencia de especies competidoras (Connell 1983, Begon et al. 1988). La teoría de
Competencia y la teoría de Nicho sostienen que la coexistencia de especies
morfológicamente similares puede dar lugar a interacciones que produzcan una segregación
de nichos (Levin 1968, Pianka 1978, Begon et al. 1988). El principio de exclusión
competitiva postula que cuando los recursos son limitantes, dos especies similares pueden
coexistir solamente a través de la diferenciación de sus nichos (Schoener 1974, Begon et al.
1988, Dayan y Simberloff 2005, Davies et al. 2007).
Existen dos mecanismos de competencia entre especies, uno es el de explotación, en el que
los competidores reducen la cantidad de recursos disponibles para la otra especie, y el otro es
el de interferencia, en el que un organismo reduce la habilidad del otro para hacer uso de esos
recursos (Carothres y Jaksic 1984). Tradicionalmente los estudios sobre competencia han
tratado de encontrar evidencias de competencia por explotación (Carothres y Jaksic 1984,
Linnel y Strand 2000). Sin embargo, la competencia por interferencia ha recibido más
atención en los últimos años, y se ha encontrado evidencia de que juega un papel clave en las
interacciones entre especies de carnívoros (Polis et al. 1989, Hersteinsson y Macdonald
1992, Creel y Creel 1996, Durant 1998, Palomares y Caro 1999; Linnel y Strand 2000,
Donadio y Buskirk 2006). Por lo general, ambas formas de competencia aumentan con el
grado de superposición en el uso de los recursos y cuando los mismos son limitados (Karanth
y Sunquist 1995, 2000, Linnel y Strand 2000, Donadio y Buskirk 2006)
Los mecanismos que permiten la coexistencia de especies similares han sido objeto de debate
durante muchas décadas (MacArthur y Levin 1967, Levin 1968, Schoener 1974, Carothers y
Jaksic 1984, Kronfeld-Schor y Dayan 2003). La mayoría de los trabajos realizados con
carnívoros sugieren que estos mecanismos están relacionados con diferentes variables, tales
como el uso de distintos tipos de presas (Gittleman 1985, Karanth y Sunquist 1995, 2000,
89
Hart et al. 1996, Taber et al. 1997), distintos hábitats (Johnson y Franklin 1994, Palomares et
al. 1996, Fedriani et al. 1999), diferentes patrones de actividad (Fedriani et al. 1999, Karanth
y Sunquist 2000, Di Bitetti et al. 2009) o la evitación del uso del espacio en el mismo tiempo
(Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987, Jimenez et al. 1996, Creel y Creel, 1996,
Palomares et al. 1996, Durant 1998, Sconamillo et al. 2003).
El jaguar y el puma son los mayores depredadores terrestres de América Neotropical y
coexisten en toda el área de distribución de los jaguares (Curier 1983, Seymour 1989,
Sunquist y Sunquist 2002). Debido a su proximidad filogenética, su similitud morfológica y a
la extensa área en la que estos depredadores viven en simpatría, es esperable que hayan
desarrollado mecanismos de diferenciación ecológica que faciliten su coexistencia (Emmons
1987, Nuñez et al. 2000).
Distintos estudios muestran que la dieta de ambos felinos es muy variable, utiliza una gran
diversidad de especies como presas y tienen distinto grado de superposición entre sí
(Emmons 1987, Crawshaw 1995, Taber et al. 1997, Núñez et al. 2000, Perovic 2002b,
Oliveira 2002, Scognamillo et al. 2003 Weckel et al. 2006 Azevedo 2008). En general, los
jaguares tienen un nicho trófico más reducido que los pumas y las presas que consumen son
en promedio mayores (Oliveira 2002). Debido a ello, es que se ha sugerido que ante una
disminución en la abundancia de presas grandes, los pumas podrían tener una ventaja
competitiva con respecto a los jaguares por poder subsistir con presas más pequeñas y
variadas (Nuñez et al. 2000, Scognamillo et al. 2003, Novack et al. 2005, Haines 2006).
En cuanto al uso del hábitat, la información disponible muestra diferentes patrones. Los
jaguares tienden a usar las zonas más húmedas y los pumas las más secas en el Cerrado y en
el norte del Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAP), lo que podría atribuirse a preferencias
de hábitat (Silveira 2004, Cullen 2006). Sin embargo, en muchas áreas existe una gran
superposición en el uso del hábitat entre estas dos especies (Crawshaw 1995, Taber et al.
1997, Nuñez et al. 2002, Scognamillo et al. 2003, Harmsen et al. 2009). También se ha
sugerido que los pumas tienden a evitar los hábitats más usados por los jaguares (Schaller y
Crawshaw 1980, Emmons 1987, Crawshaw y Quigley 1991), o bien que ambas especies
evitan usar las mismas áreas al mismo tiempo (Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987,
Scognamillo et al. 2003, Harmsen et al. 2009). Sin embargo, Nuñez et al. (2002) encontraron
una alta superposición tanto en el uso del espacio como en el del tiempo entre individuos de
90
estas dos especies. Los patrones de actividad de jaguares y pumas son en general similares,
encontrándose una alta superposición (Scognamillo et al. 2003, Noss et al. 2004, Harmsen et
al. 2009), aunque en BAAP, la segregación en el uso del tiempo estuvo relacionada con el
nivel de protección del área (Paviolo et al. 2009b).
Ambas especies tienen una gran variación de tamaño corporal en las distintas regiones donde
habitan (Sunquist y Sunquist 2002). La relación de pesos entre jaguares y pumas viviendo en
simpatría es variable entre distintas regiones del Neotrópico (Tabla 5.1). Estas diferencias de
tamaño podrían tener relación con mecanismos que permiten la coexistencia de pumas y
jaguares, como puede ser la diferente selección de presas o la evitación de una especie por
parte de la otra. Palomares y Caro (1999) y Donadio y Buskirk (2006), sugieren que los casos
de depredación entre carnívoros, son más frecuentes cuando el depredador pesa entre 2 y 5,4
veces más que el carnívoro víctima del ataque. Cuando las diferencias de peso son menores,
el riesgo del atacante de ser lastimado durante la interacción aumenta considerablemente, por
lo que los intentos son menos frecuentes (Palomares y Caro 1999, Donadio y Buskirk 2006).
Por el contrario, cuando la diferencia de peso es mayor a 5,4 veces, ya no existe el incentivo
de eliminar a la otra especie, debido a que deja de ser un competidor por las mismas presas
(Palomares y Caro 1999, Donadio y Buskirk 2006).
En el BAAP las hembras de puma pesan cerca de la mitad que las de jaguar y la diferencia es
aún mayor con los machos de jaguar (Tabla 5.1). Por el contrario, los machos de puma pesan
más de la mitad que los machos y las hembras de jaguar (Tabla 5.1). De esta manera, de
acuerdo a lo sugerido por Palomares y Caro (1999) y Donadio y Buskirk (2006), es posible
que las hembras de puma se enfrenten a un riesgo de ataque mucho mayor por parte de los
jaguares que los machos de puma. Una de las hipótesis que pondré a prueba con este trabajo
es que la respuesta de los pumas a la presencia de los jaguares dependerá del riesgo que
corren de ser atacados y este será dependiente del sexo. Bajo esta hipótesis predigo que las
hembras de puma tendrán una menor superposición en el uso del espacio o el tiempo con los
jaguares, que los machos de puma.
91
Tabla 5.1. Pesos medios (kg) de jaguares y pumas de distintos sexos y sus relaciones de pesos en
distintas áreas donde los felinos viven en simpatría.
Especie Venezuela Centroamérica BAAP
Jaguar ♂ 105 56 87
♀ 67 42 69
Puma ♂ 51 58 53
♀ 25 30 36
Relación de pesos ♂ jaguar-♂ puma 2,1 1 1,6
♂ jaguar-♀ puma 4,2 1,9 2,4
♀ jaguar-♂ puma 1,3 0,7 1,3
♀ jaguar-♀ puma 2,7 1,4 1,9
Fuentes: Crawshaw 1995, Sunquist y Sunquist 2002, Scognamillo et al. 2003, Cullen 2006 y datos
propios no publicados.
Los cambios en la abundancia en las poblaciones de los carnívoros pueden ocasionar
cambios en sus relaciones ecológicas (Karanth y Sunquist 1995, Lindstrom et al. 1995,
Smedshaug et al. 1999, Tannerfeldt et al. 2002). La disminución de la abundancia de un
depredador dominante podría disminuir su capacidad para agredir e interferir sobre otras
especies (Lindstrom et al. 1995, Smedshaug et al. 1999, Linnell y Strand 2000, Tannerfeldt
et al. 2002). De acuerdo a los resultados de este estudio (ver Capítulo VI), los jaguares son
entre 4,5 y 5,8 veces menos abundantes en áreas con menores niveles de protección (AMP)
que en las áreas mejor protegidas (AP). De esta manera, es probable que el efecto de
competencia por interferencia sobre los pumas se vea reducido en áreas con menor
protección. Otra hipótesis que pondré a prueba con este trabajo, es que el efecto de
competencia por interferencia de los jaguares sobre los pumas depende principalmente de la
abundancia de los jaguares. Una predicción de esta hipótesis es que en las áreas con menor
protección contra la caza, y en consecuencia menor abundancia de jaguares, los pumas
reducirán sus mecanismos para evitar a los jaguares, teniendo un mayor solapamiento en el
uso del espacio y del tiempo.
92
El objetivo de este capítulo fue describir la dieta, el uso del hábitat y los patrones de
actividad de jaguares y pumas, con el fin de evaluar los requerimientos de estas especies y
poner a prueba distintas hipótesis sobre los mecanismos que permiten su coexistencia en la
región.
5.2 Metodología
El trabajo fue desarrollado en diferentes áreas del Corredor Verde de Argentina y Brasil. La
región contiene áreas de selva en distintos estados de conservación y con diferentes presiones
de cacería (Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008). Entre el año 2003 y el 2008 realicé
cinco muestreos con cámaras trampas en tres áreas con distintos niveles de protección contra
la caza furtiva con el fin de estimar la densidad y evaluar el uso del hábitat y los patrones de
actividad de jaguares y pumas (Figura 2.4). Durante el mismo período se colectaron
estómagos de animales atropellados y heces de ambas especies para describir su dieta. Estas
muestras fueron colectada durante el trabajo de campo de este proyecto y a través de la red
de voluntarios formada para evaluar la distribución de ambas especies en la región (De
Angelo 2009, De Angelo et al. en prensa).
5.2.1 Los muestreos con cámaras trampas
Una extensa descripción de las áreas de estudio y las características de los muestreos con
cámaras trampas fueron expuestas en el Capítulo II, por lo que en esta sección me limitaré a
mencionar sus características generales y las que tengan relación con el tema tratado.
El área de Urugua-í fue muestreada con cámaras trampas en dos oportunidades, una en el año
2003 y otra en el año 2008. Esta área comprendió el Parque Provincial Urugua-í, la Reserva
de Vida Silvestre Urugua-í y el predio Campo de los Palmitos, que pertenece a la empresa
forestal Alto Paraná S.A. (Apéndice 1a). Debido a la escasez de medios y guardaparques para
realizar controles, el área sufría una presión de caza media (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a,
Paviolo et al. 2008, 2009a).
El área de la Reserva de Biósfera Yabotí (RBY) fue muestreada en el año 2005 y comprendió
el Parque Provincial Esmeralda y propiedades privadas vecinas (Apéndice 1b). La extracción
forestal es intensa en todas las propiedades privadas, a excepción de una propiedad (105 km2)
ubicada al norte del Parque Provincial Esmeralda que pertenece a Forestal Montreal S.A.,
donde la extracción es menor (Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2009a). La presión de
93
caza fue muy alta en la mayor parte de la RBY a excepción de las áreas protegidas y la
propiedad de Forestal Montreal S.A., donde fue relativamente más leve (Tabla 2.2, Di Bitetti
et al. 2008a, Paviolo et al 2008, 2009a).
El área del Parque Nacional Iguazú (PNI) fue muestreada en los años 2004, 2006 y 2008. El
PNI puede ser considerado como una de las áreas mejor protegidas del BAAP (Giraudo et al.
2003) y sufre una baja presión de caza en el área central, donde desarrollé el primer muestreo
(Tabla 2.2, Paviolo et al. 2008). Durante los muestreos subsiguientes amplié el área
estudiada, incluyendo el área de Reserva del PNI, la Reserva Forestal San Jorge, la parte
oeste del Parque Nacional do Iguaçu y el Parque Provincial Puerto Península (Figura 2.4 y
Apéndices 1c, 1d, 1e). Estas áreas tuvieron un menor nivel de protección que el área central
del PNI y mayor actividad de cazadores (Tabla 2.3).
Los cinco muestreos con cámaras trampas variaron levemente en cuanto el esfuerzo y el
número de estaciones de muestreo. El esfuerzo total fue de 12.843 días trampa que estuvo
repartido en 216 estaciones de muestreo (Tabla 2.1). Cada estación de muestreo consistió en
un par de cámaras trampas enfrentadas entre sí y ubicadas a los costados de caminos
vehiculares o sendas abiertas en la selva. Las cámaras trampas funcionaron las 24 horas,
exceptuando algunas pocas estaciones. La descripción del hábitat en cada estación la realicé
mediante una caracterización cualitativa de la cobertura del dosel (alta, media y baja) y la
abundancia del bambú en el sotobosque (alta, media y baja). Asimismo, las estaciones fueron
mapeadas en un Sistema de Información Geográfico (ArcView 3.2, ESRI, Redlands, USA)
con información sobre ríos, suelos, caminos y áreas protegidas. Mediante este programa medí
la distancia al río más cercano, la distancia a las principales vías de entrada de cazadores
(DVEC) y la ubicación de la estación con respecto al nivel de protección del área (bueno para
el área central de Iguazú, malo para las propiedades privadas de Yabotí salvo Forestal
Montreal y medio para el resto de las áreas).
Los muestreos en cada área de estudio constaron de dos períodos, uno preliminar y uno de
muestreo sistemático. El período preliminar tuvo como objetivo identificar los mejores
lugares para registrar a los jaguares y pumas, por lo que las estaciones se ubicaron sin seguir
un patrón regular. El período de muestreo sistemático tuvo la finalidad de estimar la densidad
de jaguares y pumas, por lo que las estaciones estuvieron distribuidas a intervalos
relativamente regulares y contaron con un esfuerzo de muestreo similar.
94
5.2.1 Análisis de la dieta
La descripción de la dieta de las especies se realizó a partir del análisis de los restos de presas
presentes en sus heces y en pocas ocasiones, a través del contenido estomacal de animales
atropellados (Palacio 2009). Las heces de jaguares y pumas son muy semejantes, por lo que
la identificación específica por sus características morfológicas es muy complicada (Emmons
1987, Aranda 1994, Taber et al. 1997). Un método comúnmente utilizado es la identificación
de las heces mediante la observación de huellas cercanas (Emmons 1987, Crawshaw 1995,
Azevedo 2008). Sin embargo, este método presenta la desventaja de que es probable
identificar incorrectamente a las heces, debido a la posible presencia de huellas de otra
especie en el sitio de colecta (Palacio 2009). Para la identificación específica de las heces de
los felinos, se utilizó una técnica mediante la cual se recupera el ADN de las células del
epitelio intestinal que quedan en las heces, para luego identificarlo con marcadores
específicos de ADN mitocondrial (Haag et al. 2009). Este trabajo fue desarrollado por el Dr.
Carlos De Angelo y la Dra. Taiana Haag como parte de sus trabajos de tesis doctorales (De
Angelo 2009, Haag 2009).
Se identificaron un total de 11 heces de jaguar y 19 de puma. Otras seis heces fueron
identificadas como pertenecientes al género Puma sin poder diferenciar entre Puma concolor
y Puma yagouaroundi, debido a que presentaron características genéticas intermedias entre
ambas especies. Estas heces fueron medidas y finalmente catalogadas como puma por tener
diámetros superiores a 3 cm (Chame 2003), totalizando así 25 heces de puma (Palacio 2009).
Adicionalmente se analizaron los contenidos estomacales de dos pumas que fueron
atropellados en las rutas Nacionales Nº 12 y Nº 101 que cruzan el Parque Nacional Iguazú
(Palacio 2009).
El análisis de la dieta fue desarrollado por la Licenciada Lucía Palacio como parte de su
trabajo de tesis de Licenciatura en Biología en la Universidad de Mar del Plata bajo mi
dirección y la del Dr. Mario S. Di Bitetti (Palacio 2009). Algunos de los resultados de dieta
de este capítulo ya fueron presentados en su tesis, aunque existen diferencias en los análisis
desarrollados.
Se analizó la fracción macroscópica de los restos de las presas presentes en las heces (huesos,
uñas, molares y escamas) y se las identificó a nivel de especie por comparación con material
de referencia de la colección del Centro de Investigaciones Ecológicas Subtropicales de la
95
Administración de Parques Nacionales (Palacio 2009). Los pelos de las presas fueron
descriptos mediante observaciones macroscópicas y microscópicas, e identificados mediante
comparación con una Guía digital de pelos de los mamíferos de Misiones elaborada para tal
fin (Palacio 2009).
Para estimar la biomasa consumida por cada especie utilicé el método propuesto por
Ackerman et al. (1984), que tiene en cuenta la variación de tamaños de las presas
consumidas. Ackerman et al. (1984), a partir de resultados de trabajos experimentales con
pumas, sugieren que para estimar la biomasa consumida por esta especie se debe aplicar la
fórmula: Y=1,98 + 0,035 X, donde Y es la biomasa de las presas consumidas por hez y X es
el peso vivo de la presa. Esta fórmula no se aplica para presas menores a 2 kg debido a que se
asume que se consumen enteras (Ackerman et al. 1984). Si bien esta fórmula fue desarrollada
para pumas, la utilicé también para estimar el aporte de biomasa de cada presa en la dieta de
jaguares, asumiendo que los tractos digestivos de los dos depredadores son similares (Iriarte
et al. 1990, Taber et al. 1997, Nuñez et al. 2000, Moreno et al. 2006, Scognamillo et al.
2003, Palacio 2009). Estimé el peso medio de la presa para cada especie como la media
geométrica, que es la suma de los logaritmos de los pesos en gramos de los ítems presa,
dividido por el número total de ítems presa (Jaksic y Braker 1983). Se utilizaron como pesos
de las presas o grupos de presas (ej. valor promedio de un Cricetidae) los valores de
referencia presentados en Crespo (1982) y Crawshaw (1995). Siguiendo el criterio aplicado
por otros autores que estudiaron la dieta de estas especies, clasifiqué a las presas como
grandes cuando su peso fue mayor a 15 kg, medianas cuando fue entre 1 y 15 kg y pequeñas
cuando fue menor a 1 kg (Iriarte et al. 1990, Taber et al. 1997, Oliveira 2002, Scognamillo et
al. 2003, Azevedo 2008).
Con el fin de determinar la amplitud de nicho para cada depredador utilicé el índice de Levin
(B) (Levin 1968), y el índice de Levin estandarizado (Colwell y Futuyma 1971) que permite
comparar la amplitud de la dieta con trabajos de otras regiones. El índice estandarizado varía
de 0 a 1, correspondiendo los valores cercanos a 0 a especies especialistas y los valores
cercanos 1 a especies generalistas. Para evaluar la superposición en la dieta de ambas
especies, estimé el índice de superposición de Pianka (Pianka 1973) que considera el
porcentaje de ocurrencia de las presas. Este índice varía entre 0 y 1, donde 0 representa una
nula superposición trófica y 1 representa la superposición máxima posible. Debido al bajo
96
número de muestras identificadas no me fue posible comparar la dieta de las especies entre
áreas con distinto nivel de protección, por lo que los resultados obtenidos se refieren a todas
las áreas en conjunto.
5.2.2 Análisis del uso del hábitat
Evalué el uso del hábitat de los pumas de distinto sexo y de los jaguares en general, mediante
los registros obtenidos por las cámaras trampas durante los muestreos de cada una de las
áreas y la información de las características del hábitat de cada estación de muestreo. Las
estaciones que funcionaron menos de 20 días o que funcionaron sólo de noche fueron
eliminadas para todos los análisis. Las estaciones de muestreo que funcionaron en diferentes
años (varias estaciones del PNI y San Jorge y algunas de Urugua-í) fueron consideradas
como una sola unidad para los análisis estadísticos. En estas estaciones, el esfuerzo de
muestreo y los registros de jaguares y pumas de los distintos años fueron sumados para
obtener un solo valor.
Utilicé las fotografías para identificar el sexo de cada individuo, utilizando como caracteres
diagnósticos a la presencia o ausencia de testículos, el tamaño de la cabeza con respecto al
cuerpo y su robustez general. En el caso de que no se tuviera certeza sobre el sexo del
animal, el dato fue descartado para el análisis sobre el uso del hábitat de los pumas pero
contabilizado para el análisis de los jaguares.
Para evaluar los factores que determinan la probabilidad de registrar a cada especie, realicé
regresiones logísticas tipo ANCOVA, en las que la variable dependiente fue si la especie fue
registrada o no en una estación de muestreo, y las variables independientes fueron: el nivel de
protección (tres niveles), la distancia a las vías de entradas de cazadores (DVEC), el esfuerzo
de muestreo, si la estación estaba ubicada en un camino o en una senda, la distancia al río
más próximo, el porcentaje de cobertura del dosel (tres niveles) y la abundancia de bambúes
en el sotobosque (dos niveles). Para seleccionar el modelo que mejor explica la probabilidad
de detección de las especies en una estación, incluí todas las variables en el modelo y fui
eliminando la de menor efecto (método paso a paso de eliminación progresiva) hasta obtener
el modelo final en el que todas las variables tuvieron un efecto estadísticamente significativo.
Para evaluar si existió una relación negativa o positiva entre las probabilidades de registrar a
jaguares y pumas de distintos sexos en las mismas estaciones de muestreo, realicé un test de
97
independencia, utilizando la presencia o ausencia de las especies como variable respuesta. Como
el esfuerzo de muestreo podría producir sesgos en los resultados (estaciones con mayor esfuerzo
es más probable que capturen a ambas especies y viceversa), analicé sólo los datos de cada uno
de los muestreos sistemáticos por separado, en los que todas las estaciones tuvieron un esfuerzo
similar. Debido al bajo número de registros de jaguares en los muestreos de Urugua-í y Yabotí no
fue posible hacer el análisis para estas áreas.
5.2.3 Análisis del patrón de actividad
Para describir el patrón de actividad de los distintos sexos de las dos especies, utilicé el
registro impreso en las fotografías obtenidas durante los muestreos preliminares y
sistemáticos de cada área de estudio. Consideré como registros independientes de una especie
en la misma estación a los que estaban separados por más de una hora de diferencia. Para
cada especie comparé el patrón de actividad diario entre individuos de distinto sexo y entre
áreas con mayores niveles de protección (AP, área central del PNI) y áreas con menores
niveles de protección (AMP, resto de las áreas muestreadas). Del mismo modo, comparé el
patrón de actividad general de los jaguares y los distintos sexos de pumas en áreas con
distintos niveles de protección. Para estos análisis utilicé el test de Mardia-Watson-Wheeler,
que permite determinar si existen diferencias entre dos distribuciones de frecuencia de
registros a lo largo del ciclo diario (Baschelet 1981).
5.3 Resultados
5.3.1 Análisis de la dieta
Las heces presentaron diámetros medios de 3,18 ± SE 0,53 cm (N=25) para puma y 3,61 ±
SE 0,48 cm (N=11) para jaguares, existiendo un gran solapamiento en el rango de tamaños
de las heces de las dos especies (entre 2,1-4,5 cm para las de pumas y entre 2,8-4,5 cm para
las de jaguar). De las 11 heces de jaguar analizadas se identificaron un total de 15 ítems
presas. El 100% de los ítems se pudo identificar a nivel específico, registrándose cinco
especies de mamíferos (Tabla 5.2). Considerando el aporte de biomasa relativo a la dieta del
jaguar, observamos que el 64% estuvo constituida por presas grandes (>15 kg), el 36% por
presas medianas (entre 1 y 15 kg), sin registrarse presas menores a 1 kg. La presa más
importante fue el pecarí de collar, que aportó el 54% de la biomasa consumida (Tabla 5.2). El
peso medio de las presas para el jaguar fue de 9,46 kg. La amplitud de nicho estimada
98
mediante el índice de Levin (B) para el jaguar fue de 3,13, mientras que la medida de la
amplitud de nicho estandarizada (Bsta) fue de 0,53.
Tabla 5.2. Dieta del jaguar en el BAAP a partir del análisis de las 11 heces encontradas. La
estimación de biomasa consumida se obtuvo mediante la fórmula propuesta por Ackerman et al.
(1984).
Especies presa Nº de heces con
presencia del ítem
%
ocurrencia
Peso de la
presa (kg)
%
biomasa
Orden Carnívora
Coatí (Nasua nasua) 2 16,67 5,5 14,3
Osito lavador (Pocyon cancrivorus) 1 8,33 10 7,6
Orden Artiodactyla
Corzuela roja (Mazama americana) 1 8,33 30 9,9
Pecarí de collar (Pecari tajacu) 6 50 22 54,1
Orden Pilosa
Oso melero (Tamandua tetradactyla) 2 16,67 4,5 14
De las 27 muestras de puma analizadas, se identificaron un total de 31 ítems presa. El 100%
de los ítems se pudo identificar a nivel específico, registrándose 14 especies de mamíferos y
una de reptil (Tabla 5.3). Considerando el aporte de biomasa relativo a la dieta del puma se
observa que el 48,6% estuvo constituido por presas grandes, el 49,4% por presas medianas y
el 2% por presas menores a 1 kg de peso. La presa más importante para el puma fue también
el pecarí de collar, que aportó el 26,2% de la biomasa consumida (Tabla 5.3). El peso medio
de las presas del puma fue de 8,39 kg. La amplitud de nicho estimada mediante el índice de
Levin (B) para el puma fue de 10,12 y la amplitud de nicho estandarizada (Bsta) fue de 0,65.
La superposición de nicho trófico entre el jaguar y el puma fue de 0,71 según el valor
obtenido con el índice de Pianka.
99
Tabla 5.3. Dieta del puma en el BAAP a partir del análisis de las 25 heces y dos estómagos. La
estimación de biomasa consumida se obtuvo mediante la fórmula propuesta por Ackerman et al.
(1984).
Especies presa Nº de muestras con
presencia del ítem
%
ocurrencia
Peso de la
presa (kg)
%
biomasa
Orden Lagomorpha
Tapetí (Sylvilagus brasiliensis) 1 3, 23 0,78 1,24
Orden Carnívora
Coatí (Nasua nasua) 4 12,9 5,5 13,82
Hurón chico (Galactis cuja) 1 3,23 1,1 1,75
Orden Artiodactyla
Corzuela roja (Mazama americana) 1 3,23 30 4,82
Corzuela enana (Mazama nana) 2 6,45 15 7,96
Pecarí de collar (Pecari tajacu) 6 19,35 22 26,23
Pecarí labiado (Tayassu pecarí) 2 6,45 30 9,63
Orden Rodentia
Cuis (Cavia aperea) 1 3,23 0,4 0,64
Agutí (Dasyprocta azarae) 4 12,9 3,2 13,3
Paca (Cuniculus paca) 1 3,23 10 3,7
Ratones (Flia Cricetidae) 2 6,45 0,05 0,16
Orden Didelphiomorphia
Comadreja (Didelphis sp.) 2 6,45 1,5 4,77
Orden primates
Mono aullador (Alouatta caraya) 1 3,23 6,2 3,49
Orden Pilosa
Oso melero (Tamandua tetradactyla) 1 3,23 4,5 3,4
Orden Squamata
Lagarto overo (Tupinambis merinae) 2 6,45 1,6 5,1
100
5.3.2 Uso del hábitat
Para los jaguares no fue posible utilizar análisis multivariados tipo ANCOVA para evaluar el
efecto conjunto de todas las variables, debido a que la ausencia de registros en el sitio con
menor nivel de protección, tornaba los modelos inestables. Al hacer los análisis sin incluir las
estaciones del área de menor nivel de protección, encontré que la probabilidad de registrar
jaguares fue mayor en estaciones ubicadas en caminos que en sendas (Wald χ2=25,48, gl=1,
P<0,0001), fue mayor en el área mejor protegida (protección: Wald χ2=4,29 gl=1, P=0,0382)
y aumentó con el esfuerzo de muestreo (Wald χ2=10,15, gl=1, P=0,0014), mientras las otras
variables no tuvieron efectos significativos (Apéndice 5).
Los análisis de regresiones logísticas indicaron que la probabilidad de registrar un puma
hembra fue mayor en caminos que en sendas (Wald χ2=21,34, gl=1, P<0,0001), fue mayor en
las áreas mejor protegidas (Wald χ2=14,42, gl=2, P=0,0007) y aumentó con el esfuerzo de
muestreo (Wald χ2=12,35, gl=1, P=0,0004), sin tener las otras variables efectos significativos
(Apéndice 5). La probabilidad de registrar un puma macho fue mayor en caminos que en
sendas (Wald χ2=5,95, gl=1, P=0,0146), a mayores valores de DVEC (Wald χ2=14,73, gl=1,
P=0,0001) y aumentó con el esfuerzo de muestreo (Wald χ2=20,40, gl=1, P<0,0001), sin
tener las otras variables efectos significativos (Apéndice 5).
Al comparar la probabilidad de registrar pumas de distintos sexos y jaguares en las mismas
estaciones, encontré que existió una relación positiva entre la probabilidad de registrar
jaguares y pumas hembras, siendo esta relación estadísticamente significativa para dos de los
tres muestreos analizados (Test de máxima verosimilitud Iguazú 2004: χ2=3,59, gl=1,
P=0,0583; Iguazú-San Jorge: χ2=12,19, gl=1, P=0,0005; Iguazú-San Jorge-Urugua-í χ2=5,3,
gl=1, P=0,0213). En cuanto a los pumas macho, existió la misma relación positiva con
respecto a los jaguares, siendo estadísticamente significativa para dos de los tres muestreos
(Test de máxima verosimilitud Iguazú 2004: χ2=3,98, gl=1, P=0,046; Iguazú-San Jorge:
χ2=2,91, gl=1, P=0,0878; Iguazú-San Jorge-Urugua-í χ2=8,31, gl=1, P=0,0039).
5.3.3 Patrones de actividad
Los jaguares tuvieron un patrón de actividad predominantemente crepuscular y nocturno con
poca actividad entre las 6 de la mañana y las 18 hs (Tabla 5.4 y Figura 5.1). No existieron
diferencias significativas en el patrón actividad de los jaguares entre las áreas con distintos
101
niveles de protección (Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=0,73 gl=2 P>0,5), ni entre los
individuos de distinto sexo (Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2= 3,38 gl=2 P>0,1).
Los pumas mostraron variación en los patrones de actividad tanto entre áreas con distinto
nivel de protección, como entre sexos. En el AP las hembras de pumas mostraron un patrón
de actividad predominantemente diurno, teniendo un marcado pico de actividad durante las
primeras horas de la mañana (Tabla 5.4 y Figura 5.1). En esta área, los pumas machos fueron
más nocturnos que las hembras, con menos de la mitad de sus registros entre las 6 y las 18
horas (Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=30,09 gl=2 P<0,001; Tabla 5.4 y Figura 5.1). Por
otra parte, el patrón de actividad de los machos en las AMP, fue similar al de los machos de
las AP (machos AP vs machos AMP Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=1,42 gl=2 P>0,1;
Tabla 5.4 y Figura 5.3). El patrón de actividad de las hembras en las AMP fue más nocturno
que en las AP (hembras AP vs hembras AMP Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=8,87 gl=2
P<0,05; Tabla 5.4 y Figura 5.4), mostrando un patrón de actividad similar al de los machos
(Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=2,84 gl=2 P>0,1; Tabla 5.4, Figura 5.2).
Al comparar el patrón de actividad entre los jaguares y los machos y hembras de puma en
áreas con distinto nivel de protección, encontré que el patrón de actividad de los pumas
machos y hembras fue diferente que el de los jaguares en las áreas protegidas (jaguares vs
pumas machos AP Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=8,21 gl=2 P<0,05; jaguares vs pumas
hembras AP Test de Mardia-Watson-Wheeler χ2=47,42 gl=2 P<0,001; Figura 5.1), mientras
que en las áreas con menores niveles de protección los patrones de actividad de jaguares y
pumas no fueron diferentes (jaguares vs pumas machos AMP Test de Mardia-Watson-
Wheeler χ2=3,01 gl=2 P>0,1; Figura 5.2; jaguares vs pumas hembras AMP Test de Mardia-
Watson-Wheeler χ2=2,03 gl=2 P>0,1; Figura 5.2).
Tabla 5.4. Porcentaje de actividad de jaguares y pumas de distinto sexo en áreas con distinto nivel de
protección. El número de registros fue de 50 para los jaguares hembras, 51 para los jaguares machos,
82 para los pumas hembras en las AP, 99 para los pumas machos en las AP, 25 para los pumas
hembras en las AMP y 109 para los pumas machos en las AMP.
Áreas con mayor protección (AP)
Áreas con menor protección (AMP)
Hora del día jaguar ♀ jaguar ♂ puma ♀ puma ♂ puma ♀ puma ♂ Noche (18 a 6 hs) 82% 76% 22% 45% 46% 40% Día (6 a 18 hs) 18% 24% 78% 55% 54% 60%
102
Figura 5.1. Patrón de actividad de los jaguares, pumas machos y pumas hembras en el área mejor
protegida de Misiones (AP). El número de registros para cada especie fue de 101 para los jaguares, 99
para los pumas machos y 82 para las pumas hembras. Los jaguares no mostraron diferencias en el
patrón de actividad de machos y hembras por lo que se muestra la actividad de los dos sexos en
conjunto para esta especie.
Figura 5.2. Patrón de actividad del jaguar, pumas machos y pumas hembras en las áreas con menores
niveles de protección del Corredor Verde (AMP). El número de registros para cada especie fue de
101 para los jaguares, 109 para los pumas machos y 25 para las pumas hembras.
103
Figura 5.3. Patrón de actividad de los machos de puma en las áreas con distinto niveles de protección.
El número de registros fue de 109 para las áreas con menores niveles de protección (AMP) y de 99
para el área con mayores niveles de protección (AP).
Figura 5.4. Patrón de actividad de las hembras de puma en las áreas con distinto niveles de
protección. El número de registros fue de 25 para las áreas con menores niveles de protección (AMP)
y de 82 para el área con mayores niveles de protección (AP).
104
5.4 Discusión
5.4.1 Dieta
La dieta del jaguar en la región estuvo compuesta principalmente por mamíferos grandes y en
menor medida por mamíferos medianos. La importancia de los mamíferos de más de 15 kg
en la dieta del jaguar ha sido señalada por la mayoría de los estudios realizados, en los que
generalmente representaron más del 60% de la biomasa consumida (Schaller y Crawshaw
1980, Crawshaw y Quigley 1991, Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Crawshaw 1995, Aranda y
Sanchez-Cordero1996, Taber et al. 1997, Nuñez et al. 2000, Leite y Galvao 2002, Perovic
2002b, Scognamillo et al. 2003, Silveira 2004, Azevedo 2008). Los estudios donde los
mamíferos grandes representaron menos del 60% de la biomasa consumida por el jaguar
(Rabinowitz y Nothingam 1986, Emmons 1987, Chinchilla 1997, Novack et al. 2005,
Weckel et al. 2006), provinieron del Amazonas peruano y Centroamérica, donde los jaguares
son notablemente menores a los de otras regiones de Sudamérica (Sunquist y Sunquist 2002).
Este patrón sugiere que podría haber una relación positiva entre el tamaño de los jaguares y
la dependencia de las presas grandes en su dieta, y que probablemente en regiones donde los
jaguares son grandes como en el BAAP, dependerán mayormente de presas mayores a 15 kg.
Sin embargo, en muy pocos de los estudios desarrollados se evaluó la disponibilidad de
presas, por lo que hay que ser cautos sobre las causas y la efectiva existencia de esta relación.
Los pecaríes de collar constituyeron la presa más importante de los jaguares aportando más
de la mitad de la biomasa consumida. Los pecaríes fueron la presa silvestres más importante
en la dieta de los jaguares en la mayoría de los estudios realizados (Schaller y Crawshaw
1980, Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Crawshaw 1995, Aranda y Sanchez-Cordero 1996,
Chinchilla 1997, Crawshaw y Quigley 2002, Scognamillo et al. 2003, Silveira 2004,
Azevedo 2008) y han sido seleccionados activamente por los jaguares en muchas otras áreas
(Emmons 1987, Aranda 1994, Scognamillo et al. 2003, Weckel et al. 2006). Aranda (2002)
sugiere que la estructura corporal robusta y la gran fuerza de las mandíbulas del jaguar en
comparación con otros felinos grandes, podrían haber evolucionado para matar rápidamente a
presas potencialmente peligrosas como los pecaríes. Emmons (1987) sugiere que la baja
visibilidad y la poca predictibilidad de sitios donde encontrar presas en las selvas, podrían
influenciar fuertemente las decisiones de forrajeo. Los pecaríes tienen un comportamiento
105
grupal, ruidoso y dejan un fuerte olor a su paso. De esta manera, son presas fácilmente
localizables, lo que posiblemente junto a las adaptaciones de los jaguares para matarlos
rápidamente y con poco riesgo, constituyan factores importantes en la selección de los
pecaríes como presas en ambientes selváticos (Mendez Pontes y Chivers 2007).
Al comparar la dieta del jaguar con los estudios desarrollados anteriormente en la región,
encontramos que la proporción de pecaríes y corzuelas encontradas en este estudio, es similar
a la encontrada por Crawshaw (1995) para el Parque Nacional do Iguaçú (51% entre los dos
especies de pecaríes y 12 % de las dos especies de corzuelas si estimamos la biomasa
consumida con el modelo de Ackerman et al. 1984). Sin embargo, una notable diferencia
entre los dos estudios es la ausencia de pecarí labiado en mis muestras, que fue la especie
más consumida durante el estudio de Crawshaw (1995). Estudios realizados entre 1997 y
2001 sobre la dieta del jaguar en el Parque Nacional do Iguaçú, tampoco encontraron al
pecarí labiado como especie presa (Azevedo 2008). La ausencia de los pecaríes labiados en
ambos estudios puede ser explicada por una marcada declinación en la abundancia de esta
especie en el Parque Nacional do Iguaçu y la región norte Misiones (Azevedo y Conforti
2008, Paviolo et al. 2009a, Capítulo III). En el estudio de Azevedo (2008), los pecaríes de
collar constituyeron solamente un 23% de la dieta del jaguar y los jaguares parecen haber
cubierto la biomasa antes proporcionada por los pecaríes labiados con ganado (26% de la
biomasa consumida, Azevedo 2008). A pesar de la declinación de los pecaríes labiados en el
sector norte de Misiones, en mi estudio los jaguares mantuvieron una proporción similar de
pecaríes en su dieta que durante el estudio de Crawshaw (1995), cubriendo la biomasa
faltante con los pecaríes de collar. La diferente respuesta a la declinación de los pecaríes
labiados entre el trabajo de Azevedo (2008) con respecto al presente estudio, podría deberse
a una baja disponibilidad de pecaríes de collar en el Parque Nacional do Iguaçú a causa de la
alta presión de caza (Azevedo y Conforti 2008). Los resultados de estos estudios apoyan la
hipótesis de que las presas más importantes del jaguar en la región son los pecaríes y que la
disminución de los mismos puede llevar a una disminución poblacional del jaguar y/o a que
aumente la depredación sobre el ganado doméstico cuando está disponible.
La dieta del puma en la región estuvo compuesta por presas grandes y medianas en similares
proporciones y tuvo una diversidad relativamente alta si la comparamos con la del jaguar.
Esto es coincidente con lo propuesto por Iriarte et al. (1990), quienes sugieren que en las
106
regiones tropicales y subtropicales los pumas tienen amplios nichos tróficos y no dependen
mayormente de presas grandes (e.g. Emmons 1987, Chinchilla 1997, Leite y Galvao 2002,
Silveira 2004, Novack et al. 2005, Azevedo 2008). Al igual que para el jaguar, las presas más
importantes en términos de biomasa aportada fueron los pecaríes (35% entre ambas especies
de pecaríes). Si bien los pecaríes están representados en casi todos los estudios de dieta de los
pumas en el Neotrópico, rara vez son las especies más importantes (Oliveira 2002, Moreno et
al. 2006). Incluso Moreno et al. (2006) sugieren que el alto consumo de pecaríes por parte de
los pumas en la isla Barro Colorado de Panamá, se podría deber a la liberación de
competencia ante la ausencia de los jaguares. Sin embargo, en el BAAP los pecaríes parecen
haber sido la presa más importante para el puma, aún cuando los jaguares eran más
abundantes (Crawshaw 1995).
Al comparar mis resultados de la dieta del puma con el estudio de Crawshaw (1995),
encontramos que actualmente el aporte de los pecaríes ha disminuido, mientras que aumentó
la importancia de presas medianas como los coatíes y agutíes (Palacio 2009). Esto es similar
a lo encontrado por Azevedo (2008), quien observó una caída en la importancia de los
pecaríes y un aumento en el consumo de agutíes, coatíes y pacas en relación al estudio de
Crawshaw (1995). De esta manera los pumas parecen haber respondido a la declinación de
los pecaríes labiados mediante un cambio en su dieta, enfocándose hacia presas de menor
porte (Azevedo 2008, Palacio 2009).
Al comparar la dieta de ambas especies, encontramos que la superposición de nicho trófico
fue alta y que las presas más importantes para ambos depredadores fueron las mismas. Esto
sugiere que existe alto potencial de competencia por explotación entre las dos especies en la
región. Sin embargo, una diferencia importante es que el jaguar se alimentó con mayor
frecuencia de presas mayores y presentó un nicho trófico más reducido que el puma, lo que
es coincidente con la mayoría de los estudios de estas dos especies en simpatría (Emmons
1987, Nuñez et al. 2000; Taber et al. 1997, Crawshaw y Quigley 2002, Scognamillo et al.
2003, Novack et al. 2005, Azevedo 2008). Por otra parte, la respuesta a la declinación de las
presas grandes, parece haber sido diferente para las dos especies. En esta situación, los
jaguares se enfocaron en otras presas silvestres grandes como los pecaríes de collar (Palacio
2009) o comenzaron a depredar ganado doméstico (Azevedo 2008). Los pumas en cambio,
parecen haber incluido una mayor proporción de presas medianas en su dieta (Azevedo 2008,
107
Palacio 2009). Estas diferencias tienen una fuerte implicancia en las posibilidades de
supervivencia de estas especies y le podrían otorgar al puma una ventaja competitiva en
situaciones con alta presión de caza y baja disponibilidad de presas grandes (Emmons 1987,
Nuñez et al. 2000, Haines 2006, Azevedo 2008). Es posible que ante la disminución de
presas grandes por la caza furtiva, aumente la competencia por explotación entre los dos
depredadores. Ante este escenario, los pumas podrían sostener poblaciones mayores que los
jaguares debido a que podrían incluir más presas medianas en su dieta. De esta manera, los
pumas mantendrían un nivel relativamente alto de depredación sobre las presas grandes
(Novaro y Walker 2007, Donadio et al. 2010), lo que podría limitar aún más la cantidad de
presas grandes disponibles para los jaguares y afectar a sus poblaciones.
5.4.2 Uso de hábitat
Ambos carnívoros fueron más registrados en caminos vehiculares que en pequeñas sendas
abiertas en la selva. La preferencia de los felinos por desplazarse por caminos grandes y
establecidos ha sido descripta en distintas regiones para ocelotes, pumas y jaguares
(Rabinowitz y Nothingam 1986, Emmons 1988, Maffei et al. 2004, Trolle y Kery 2003, Di
Bitetti et al. 2006b, Weckel et al. 2006, Harmsen et al. 2009), por lo que probablemente sea
un patrón común para estas especies en los ambientes selváticos y boscosos del Neotrópico.
El uso frecuente de los caminos por los felinos podría deberse a que constituyen lugares que
permiten desplazarse rápida y sigilosamente, lo que podría ser ventajoso durante las
actividades de caza. Además, los caminos constituyen áreas frecuentadas por otros
individuos, por lo que también podrían constituir buenos sitios para dejar marcas que sirvan
para comunicarse (Rabinowitz y Nottingham 1986).
Los jaguares y las hembras de pumas fueron más registrados en áreas con mejores niveles de
protección, mientras que los pumas machos fueron más registrados en áreas distantes a las
vías de entrada de cazadores. El mayor nivel de protección y la DVEC representan áreas con
distintas presión de caza y fueron las variables que tuvieron mayor impacto en la abundancia
de la mayoría de las presas más importantes de estas dos especies (Capítulo III). De esta
manera, es posible que los felinos estén usando los hábitats en los que son menos cazados y
que contienen la mayor abundancia de presas, lo cual ha sido descripto extensamente en la
literatura para estos y otros felinos (e.g. Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987,
108
Palomares et al. 1991, Crawshaw y Quigley 1991, Logan y Sweanor 2001, Sunquist y
Sunquist 2002, Nuñez et al. 2002, Scognamillo et al. 2003).
Las estaciones con mayor probabilidad de registrar jaguares fueron también las que tuvieron
mayor probabilidad de registrar pumas machos y pumas hembras, por lo que el uso de hábitat
de ambas especies parece estar influenciado de manera similar por las mismas variables. Sin
embargo, es probable que el tipo de datos y los análisis desarrollados no permitan detectar
diferencias a nivel de micro-hábitat, por lo que no me es posible descartar que existan
diferencias a esas escalas. De acuerdo a la información obtenida, el uso del hábitat no
constituyó un eje importante para la separación entre las especies en esta región. Esto es
coincidente con estudios anteriores realizados en el área (Crawshaw 1995) y los realizados en
otras regiones (Crawshaw y Quigley 1991, Nuñez et al. 2002, Scognamillo et al. 2003, Noss
et al. 2004, Harmsen et al. 2009).
5.4.3 Patrones de actividad
En Misiones los jaguares fueron mayormente activos durante el crepúsculo y la noche, lo que
es coincidente a lo encontrado en la mayoría de los estudios desarrollados (Schaller y
Crawshaw 1980, Rabinowitz y Nothingam 1986, Hoogesteijn y Mondolfi 1992, Nuñez et al.
2002, Maffei et al. 2004, Silveira 2004, Weckel et al. 2006, Cavalcanti y Geese 2009). Sin
embargo, Crawshaw (1995) menciona que en el Parque Nacional do Iguaçu los jaguares
tuvieron mayor actividad durante el día, aunque reconoce que sus resultados provienen de
muy pocos datos. Di Bitetti et al. (2006b), encontraron que los ocelotes fueron relativamente
más diurnos en el estudio de Crawshaw (1995) que en sus resultados obtenidos mediante
cámaras trampas. Estos autores sugieren que las diferencias entre sus resultados y los de
Crawshaw (1995), posiblemente se deban a sesgos metodológicos (Di Bitetti et al. 2006b).
Crawshaw (1995) midió la actividad de los jaguares y ocelotes a través de las señales
emitidas por los transmisores de sus animales equipados con radio-collares. Estos
transmisores emiten señales de actividad (pulsos a mayor frecuencia) cuando el animal
realiza movimientos con la cabeza, por lo que es posible que el investigador pueda escuchar
señales de actividad en períodos durante los cuales el animal se encuentra relativamente
quieto, como por ejemplo cuando mueve la cabeza mientras descansa o se acicala (Schaller y
Crawshaw 1980, Nuñez et al. 2002). Por el contrario, la información obtenida mediante las
cámaras trampas, está mostrando principalmente los momentos en los cuales los animales se
109
desplazan, sin detectar si un animal permanece despierto en una misma posición. De esta
manera, es posible que los jaguares usen principalmente las horas del crepúsculo y la noche
para desplazarse, y permanezcan en el mismo lugar pero con alguna actividad durante las
horas diurnas.
En las AP las hembras de pumas fueron más diurnas que los machos, concentrando su
actividad durante las primeras horas de la mañana y reduciendo su actividad cuando los
jaguares fueron más activos. Por otra parte, los machos de puma tuvieron un pico de
actividad al amanecer y estuvieron activos durante el atardecer y la noche, solapando en parte
su actividad con la de los jaguares. Si bien ambos sexos de puma presentaron diferencias
entre su patrón de actividad y el de los jaguares, la respuesta tuvo una mayor magnitud en el
caso de las hembras. De esta manera, el patrón observado apoya la hipótesis de que hay una
respuesta diferencial entre machos y hembras de puma a la presencia de los jaguares debido
al riesgo que corren de ser atacados.
Una hipótesis alternativa, podría ser que machos y hembras están seleccionando distintas
presas y que cambian su patrón de actividad para aumentar el éxito en la caza.
Lamentablemente, no tengo información de la selección de presas entre los distintos sexos de
pumas. Sin embargo, las especies más importantes en la dieta de los pumas en general
(pecaríes, corzuelas, coatíes y agutíes), presentaron un patrón de actividad bi-modal, siendo
activos durante la mañana y el atardecer (datos propios no publicados). Por lo tanto, esta
hipótesis no estaría explicando la reducción en la actividad de las hembras de puma durante
las últimas horas de la tarde, cuando sus principales presas están activas.
En las AMP el patrón de actividad de las hembras de puma fue similar al de los machos, con
algo más de la mitad de su actividad durante el crepúsculo y la noche. En estas áreas, los
patrones de actividad de los pumas de ambos sexos no tuvieron diferencias significativas con
el patrón de actividad general de los jaguares. De esta manera, los pumas no acomodaron su
actividad para evitar a los jaguares, lo que probablemente se debió a la baja probabilidad de
encuentro con esta especie debido a las muy bajas densidades en las que viven los jaguares
en esas áreas (Paviolo et al. 2008, Capítulo VI). Por otra parte, el hecho de que las hembras
de puma hayan cambiado el patrón de actividad entre las AP y las AMP, pero no los machos,
apoya también la hipótesis de la distinta susceptibilidad entre machos y hembras de pumas
ante el encuentro de los jaguares.
110
La eliminación de un carnívoro por parte de otro constituye una de las formas más extrema
de competencia por interferencia (Polis et al. 1989). Este mecanismo es cada vez más
reconocido como un importante factor en la estructuración de las comunidades de carnívoros
(Palomares y Caro 1999, Linnell y Strand 2000, Donadio y Buskirk 2006). Existe al menos
un caso documentado de un puma muerto por jaguares (Crawshaw y Quigley 2002). En esta
ocasión, el puma fue una hembra sub-adulta que fue muerta por dos jaguares y luego
abandonada sin ser consumida. Este hecho, aunque anecdótico, apoya la idea de que el puma
fue muerto para eliminar un posible competidor (Donadio y Buskirk 2006). La hipótesis más
coherente para explicar los cambios en el patrón de actividad de las pumas en la región, es
que el riesgo de depredación por parte de los jaguares está determinando el patrón de
actividad de los pumas. Es importante destacar que esto está ocurriendo con densidades muy
bajas de jaguares en relación a otras áreas del continente (Paviolo et al. 2008) y sería
esperable que las presiones sean mayores en sitios con densidades de jaguares más altas. Por
otra parte, la ausencia de un patrón de actividad tendiente a evitar a los jaguares por parte de
las hembras de pumas en las AMP, sugiere que a densidades muy bajas de jaguares, los
mismos dejarían de ser un riesgo de mortalidad importante para los pumas.
Diversos autores han sugerido que existe una evitación temporal de los jaguares por parte de
los pumas (Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987, Crawshaw y Quigley 1991,
Crawshaw 1995, Scognamillo et al. 2003). Diferir en el patrón de actividad es un mecanismo
que las especies emparentadas pueden usar para evitar la competencia (Kronfeld-Schor y
Dayan 2003). En general, la especie menor cambia su patrón de actividad para evitar la
competencia por interferencia con la especie dominante (Carothers y Jaksic 1984, Gutman y
Dayan 2005). Existen diversos trabajos que documentaron cómo las especies menores
acomodaron su comportamiento para evitar encuentros con las dominantes. Buenos ejemplos
de ello son los estudios realizados con leopardos y tigres (Seidensticker 1976, Seidensticker
et al. 1990, Karanth y Sunquist 2000), chitas y perros salvajes con leones y hienas (Creel y
Creel 1996, Durant 1998), zorros de distintas especies (Hersteinsson y Mac-donald 1992; Di
Bitetti et al. 2009) y los pequeños carnívoros y linces en España (Palomares et al. 1996,
Fedriani et al. 1999).
Karanth y Sunquist (2000) sugieren que la abundancia de presas y características
ambientales, como la densidad de la vegetación y la densidad de árboles, son muy
111
importantes para la determinación de las relaciones ecológicas entre los depredadores. La
diferencia de pesos entre jaguares y pumas en las distintas regiones (ver Tabla 5.1) podrían
determinar la capacidad de los jaguares de desplazar a los pumas. De esta manera, la
respuesta comportamental de los pumas para evitar a los jaguares podría ser distinta de
acuerdo al tipo de ambiente o a los pesos relativos de estos depredadores, lo que podría
explicar la variabilidad de los resultados encontrados sobre las relaciones ecológicas en los
distintos estudios (distinto usos de hábitat en Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987,
Crawshaw y Quigley 1991; distinto patrón de actividad en este estudio; uso del espacio en
otros momentos en Schaller y Crawshaw 1980, Emmons 1987, Scognamillo et al. 2003,
Harmsen et al. 2009).
Por otra parte, los cambios en la abundancia de estas especies por las actividades humanas,
parecen afectar las relaciones entre estos depredadores, lo que había sido hipotetizado por
diversos autores (Jorgenson y Redford 1993, Nuñez et al. 2000, Novack et al. 2005, Haines
2006). En áreas con menor protección y menor abundancia de jaguares, la interferencia de
estos sobre los pumas parece desaparecer. Debido a la capacidad del puma de subsistir con
presas menores, es posible que en áreas con pocas presas grandes, los pumas sean superiores
competitivamente a los jaguares a nivel trófico y contribuyan a su declinación por
competencia por explotación.
Las relaciones ecológicas y los mecanismos de coexistencia entre estas especies pueden ser
muy dinámicos y complejos. Es posible que la importancia de la competencia por
explotación y la competencia por interferencia, varíe según distintos escenarios de
disponibilidad de presas, de tamaño relativo de ambos felinos o de diferentes ambientes. La
relación entre jaguares y pumas en Sudamérica podría ser el caso en el que una especie que
es inferior compitiendo indirectamente por la explotación de recursos (jaguar), es capaz de
persistir por medio de la agresión sobre la otra especie (King y Mors 1979, Powell y
Zielinski 1983, Linnnel y Strand 2000). Esto podría conducir a una situación de equilibrio
dinámico, en la cual el cambio en la disponibilidad de los recursos causa cambios en el éxito
relativo de estas especies (Linnel y Strand 2000). La heterogeneidad natural de los ambientes
en el Neotrópico, sumada a la producida por los cambios introducidos por el hombre,
probablemente ofrecen a los jaguares y pumas la oportunidad de coexistir en una gran
diversidad de ambientes.
112
CAPÍTULO VI. Efecto del nivel de protección y la presión de
caza en las poblaciones de jaguares y pumas del Corredor Verde
de Argentina y Brasil
6.1 Introducción
La susceptibilidad de especies ecológicamente similares a los cambios ambientales
producidos por el hombre puede ser muy diferente (Laurance 1991, Fagan et al. 2001,
Cardillo et al. 2004). Distintas características biológicas pueden determinar la capacidad de
respuesta de las especies ante los cambios en el hábitat y determinar sus posibilidades de
supervivencia (Cardillo et al. 2004). Por lo general, las especies de distribución restringida y
menor amplitud de nicho ecológico, son menos tolerantes a variaciones ambientales y más
proclives a sufrir declinaciones poblacionales (Lawton 1993, Pimm et al. 1995, Pimm y
Raven 2000, Purvis et al. 2000, Swihart et al. 2003, Jetz et al. 2007, De Angelo 2009).
Hasta principios del siglo 20, los jaguares y pumas tenían una distribución muy amplia en el
continente americano (Currier 1983, Seymour 1989, Sunquist y Sunquist 2002). Los jaguares
se distribuían desde el sur de Estados Unidos hasta el centro de Argentina, mientras que los
pumas habitaban desde Canadá hasta el extremo sur de Sudamérica (Currier 1983, Seymour
1989, Sunquist y Sunquist 2002). Durante el último siglo, ambas especies han sufrido una
disminución en su área de distribución, pero la retracción del jaguar ha sido relativamente
más pronunciada que la del puma, que aún subsiste en muchas áreas donde el jaguar ha
desaparecido (Currier 1983, Seymour 1989, Sanderson et al. 2002, Sunquist y Sunquist 2002,
Shaw et al. 2007, Zeller 2007).
En el Bosque Atlántico de Alto Paraná, la retracción de ambas especies ha sido muy drástica.
En un análisis que incluyó las áreas mejor conservadas y la mayor parte de la ecorregión, De
Angelo (2009) sugiere que los pumas persisten en el 19% de la superficie analizada y que los
jaguares en el 9% (Figura 1.4, De Angelo 2009). Ambas especies subsisten en áreas con
presencia de bosque nativo y se vieron muy afectados por las modificaciones del hábitat
introducidas por el hombre (De Angelo 2009). Los análisis de aptitud de hábitat para estas
especies a nivel de paisaje, mostraron que los pumas tuvieron una mayor tolerancia a la
113
modificación de su hábitat natural, lo que se tradujo en que la superficie de hábitat
considerado apto para esta especie en la región fuera más del doble que la del jaguar (De
Angelo 2009, De Angelo et al. en revisión).
Estos patrones observados a nivel continental y regional indican que el puma sería una
especie más tolerante que el jaguar (De Angelo 2009, De Angelo et al. en revisión). La
mayor tolerancia a esas escalas, sugiere que deberían existir diferencias entre la respuesta de
jaguares y pumas a cambios en las condiciones del hábitat a nivel local. De Angelo (2009)
propone 5 mecanismos distintos que podrían explicar la mayor tolerancia del puma a esta
escala: 1) menor especialización trófica, 2) menor mortalidad provocada por el hombre, 3)
menores requerimientos territoriales, 4) mayor potencial reproductivo y 5) liberación
competitiva por la mayor disminución relativa de la abundancia de jaguares.
La caza es una actividad muy practicada en las selvas y bosques neotropicales y
particularmente en el Bosque Atlántico (Giraudo y Abramson 1998, Cullen et al. 2000, Leite
y Galvao 2002, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2009a). Cuando es practicada con cierta
intensidad, esta actividad puede reducir significativamente la abundancia de las presas de los
grandes felinos (Cullen et al. 2000, Paviolo 2002, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al 2009a,
Capítulo III), aumentar su mortalidad (Crawshaw 1995, Conforti y Azevedo 2003, Paviolo et
al. 2008, Capítulo IV) y modificar las relaciones ecológicas entre los depredadores (Creel y
Creel 1996, Durant 1998, Karanth y Sunquist 2000, Novack et al. 2005, Capítulo V). De esta
manera, es esperable que las poblaciones de jaguares y pumas sean afectadas negativamente
por las actividades de caza.
A pesar de que en el Neotrópico los jaguares y pumas coexisten en una extensa área donde la
cacería es una práctica frecuente, la respuesta poblacional de ambos felinos a las actividades
de caza ha sido uno de los aspectos menos estudiados (Novack et al. 2005, Haines 2006). El
objetivo de este capítulo fue evaluar la abundancia de jaguares y pumas en áreas con distintos
niveles de protección contra la caza furtiva. La hipótesis que pondré a prueba es que las
poblaciones de ambas especies son afectadas negativamente por la cacería. De acuerdo a esta
hipótesis predigo que jaguares y pumas serán menos abundantes en áreas con mayor presión
de caza, pero que las poblaciones de pumas soportan relativamente mejor esta situación
(Emmons 1987, Nuñez et al. 2000, Novack et al. 2005, Haines 2006). Adicionalmente,
114
discutiré la evidencia encontrada en la región sobre los mecanismos propuestos por De
Angelo (2009) sobre las posibles causas de la mayor tolerancia del puma a la presión de caza.
6.2. Metodología
6.2.1 Las áreas de estudio
Para conocer el estado poblacional de jaguares y pumas en áreas con distintos niveles de
protección contra la caza furtiva, entre el año 2003 y 2008 realicé cinco muestreos con
cámaras trampas en diferentes regiones del Corredor Verde de Argentina y Brasil (Figura
2.4). El nivel de protección de las áreas, fue evaluado mediante los recursos económicos y
humanos invertidos en las tareas de control, mientras que la presión de caza relativa, fue
estimada mediante la evidencia de actividades de cacería encontrada durante el desarrollo del
trabajo de campo (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008). Adicionalmente,
realicé entrevistas informales a guardaparques, lugareños y biólogos, para conocer su
percepción sobre el nivel de protección de las áreas y la presión de caza furtiva de cada uno
de los sitios de muestreo. Una descripción más detallada sobre las áreas de estudio, la
evaluación de los niveles de protección y la presión de caza puede ser encontrada en el
Capítulo II de esta tesis.
La información obtenida mostró que existen diferencias en los niveles de protección y
presión de caza furtiva entre las áreas de muestreo (Tabla 2.2, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo
et al. 2008, 2009a). El área central del Parque Nacional Iguazú presentó los mejores niveles
de protección y la ocurrencia de actividades de cacería fue escasa. El área del Parque
Provincial y de la Reserva de Vida Silvestre Urugua-í, la Reserva Nacional Iguazú, la
Reserva Forestal San Jorge, el Parque Provincial Puerto Península y el Parque Nacional do
Iguaçu (Brasil), tuvieron niveles de protección intermedios y una presión de caza media. La
Reserva de Biósfera Yabotí tuvo muy pocos recursos destinados al control y una presión de
caza muy elevada, aunque en el Parque Provincial Esmeralda y una propiedad vecina
(Forestal Montreal S.A.) fue relativamente menor que en otras propiedades privadas dentro
de esta reserva (Tabla 2.3, Di Bitetti et al. 2008a, Paviolo et al. 2008, 2009b).
Los dos primeros muestreos fueron desarrollados en áreas con niveles de protección y
presión de caza relativamente uniforme (Tabla 2.3, Urugua-í del 2003 protección intermedia,
Iguazú del 2004 protección buena). El muestreo de Yabotí incluyó las áreas menos
115
protegidas aunque también algunas con protección intermedia (Tabla 2.3). Finalmente, los
muestreos de Iguazú-San Jorge (2006) e Iguazú-San Jorge-Urugua-í (2008) abarcaron el área
mejor protegida (área central del Parque Nacional Iguazú) y áreas con niveles de protección
intermedios (resto de las áreas, Figura 2.4). A los fines de comparar la abundancia
poblacional de los felinos entre áreas con presión de caza contrastante, consideré al muestreo
de Yabotí como representativo de un área con baja protección contra la caza, al muestreo de
Urugua-í del 2003 como un área de intermedia protección y al área central de Iguazú como
representativa de un área con buena protección. Los valores de densidad de esta última área
mostrados en la Figura 6.4 correspondieron al promedio entre las estimaciones del muestreo
de Iguazú del 2004 y las obtenidas en los años 2006 y 2008 (pero sólo considerando la
información obtenida en las estaciones del área central del Parque Nacional Iguazú).
6.2.2. Las estimaciones de densidad de jaguares y pumas
Para estimar la densidad poblacional de las dos especies de felinos utilicé los registros
obtenidos en las cámaras trampas en combinación con modelos poblacionales cerrados de
captura-marcado-recaptura (Karanth 1995, Karanth y Nichols 1998, Trolle y Kery 2003,
Silver et al. 2004, Kelly et al. 2008). Estos modelos poblaciones pueden ser usados bajo los
supuestos de que todos los individuos presentes en el área muestreada tienen una
probabilidad de ser registrados >0, que durante el período de muestreo no hay cambios en la
población (nacimientos, muertes o migraciones) y que los individuos registrados son
correctamente identificados (Otis et al. 1978, White et al. 1982).
Los muestreos con cámaras trampas fueron diseñados con el fin de optimizar el
funcionamiento de los modelos poblacionales y de minimizar el riesgo de violación de sus
supuestos. El muestreo en cada área de estudio constó de dos períodos, uno preliminar y otro
sistemático. El período preliminar tuvo como objetivo identificar los mejores lugares para
registrar a los jaguares y pumas, por lo que las estaciones se ubicaron sin seguir un patrón
regular. El período de muestreo sistemático tuvo la finalidad de obtener registros para estimar
la densidad de los felinos, por lo que las estaciones estuvieron distribuidas a intervalos
relativamente regulares con el fin de cubrir homogéneamente el área de estudio (Anexos 1a,
1b, 1c, 1d y 1e). La distancia entre estaciones de muestreo fue seleccionada para garantizar
que todos los individuos del área de muestreo tuvieran posibilidad de ser registrados, según
la información del tamaño de áreas de vida de estas especies en esta u otras regiones
116
(Anderson 1983, Crawshaw 1995, Maehr 1997, Grigione et al. 2002, Cullen 2006). Los
períodos de muestreo sistemático tuvieron una duración de entre 90 y 96 días (Tabla 6.1). De
acuerdo a la longevidad y al tiempo de tenencia en los territorios de estos grandes felinos,
asumí que un muestreo de esta duración, muy probablemente cumple el supuesto de
población cerrada (Karanth y Nichols 2002, Silver et al. 2004, Kelly et al. 2008, Paviolo et
al. 2008, 2009b).
Con el fin de aumentar el área relevada con las cámaras disponibles, dividí cada muestreo
sistemático en dos etapas de entre 45 y 48 días. Durante la primera etapa, las cámaras
estuvieron colocadas en la mitad de las estaciones de muestreo, luego de la cual fueron
movidas a la otra mitad de las estaciones, para permanecer allí durante la segunda etapa (ver
Anexos 1a, 1b, 1c, 1d y 1e; Di Bitetti et al. 2006b, 2008b, Paviolo et al. 2008, 2009b). En
cada muestreo sistemático se colocaron entre 34 y 47 estaciones y el esfuerzo de muestreo
sistemático varió entre 1495 y 2113 días trampa (Tabla 6.1). A partir de los resultados
obtenidos en los primeros muestreos (la distancia media de registros de individuos), aumenté
la distancia entre estaciones en los muestreos de años sucesivos y, en consecuencia, el área
cubierta con cámaras (Tabla 6.1). Esto tuvo como finalidad optimizar el esfuerzo y el área de
muestreo para registrar un mayor número de individuos de jaguares y pumas, y así obtener
estimaciones de densidad más confiables (Karanth y Nichols 2002).
Tabla 6.1. Nivel de protección de cada una de las áreas relevadas, y duración y esfuerzo de los
muestreo sistemáticos desarrollados en de cada una de las áreas.
Muestreo Protección Duración del
período sistemático Estaciones
Esfuerzo
(días-trampa)
Yabotí mala-media 96 días 42 1871
Urugua-í media 90 días 34 1495
Iguazú buena 96 días 39 1839
Iguazú-San Jorge buena-media 96 días 47 2059
Iguazú-San Jorge-Urugua-í buena-media 96 días 46 2113
Los diferentes individuos de jaguar fueron identificados en las fotografías mediante el patrón
de manchas del pelaje, que es único para cada individuo (Figura 6.1, Silver et al. 2004,
Maffei et al. 2004, Cullen 2006, Soisalo y Cavalcanti 2006, Paviolo et al. 2008). En el caso
117
de los pumas, la ausencia de pelaje manchado dificulta la identificación de los animales. Sin
embargo, Kelly et al. (2008) demuestran que, si se siguen algunos protocolos para minimizar
los errores, es posible identificar a los distintos individuos de esta especie con un grado de
confianza relativamente alto. Para la individualización de los pumas se utilizaron marcas
visibles en el pelaje como heridas, cicatrices y manchas, o características corporales como el
ancho y la forma de la cola, la presencia de testículos y la robustez general del cuerpo (Figura
6.2) (Noss et al. 2004, Kelly et al. 2008, Paviolo et al. 2009b).
La identificación de los pumas se realizó siguiendo el protocolo propuesto por Kelly et al.
(2008). Para cada muestreo, entre dos y tres investigadores identificaron independientemente
las fotografías pertenecientes a cada animal, señalando las características de cada individuo.
Luego de ello, los distintos investigadores compararon sus resultados y discutieron las
razones de sus clasificaciones, corrigiendo las diferencias en caso de que uno de los
investigadores encontrara evidencia de que su clasificación era incorrecta. Cuando la
evidencia no fue clara, los investigadores mantuvieron su clasificación independiente y
estimé la densidad siguiendo los criterios de cada investigador (Paviolo et al. 2009b).
Estimé la abundancia poblacional de cada especie para cada muestreo mediante el programa
CAPTURE (Rexstad y Burnham 1991) que proporciona estimaciones poblacionales usando
distintos modelos (para más detalles ver Otis et al. 1978 y White et al. 1982). Para todos los
muestreos en ambas especies, el programa seleccionó a los modelos M0 (probabilidad de
captura homogénea entre individuos) y Mh (probabilidad de captura heterogénea entre
individuos) como los más adecuados para las series de datos analizados. Los valores de
abundancia poblacional presentados en este capítulo corresponden al modelo Mh por ser más
adecuado que el M0, debido a la variación en la accesibilidad de los distintos individuos a las
estaciones de muestreo causada por la estructura social de los felinos y la ubicación de las
estaciones en el área de vida de cada individuo (Karanth y Nichols 2002). Cada período de
muestreo sistemático fue dividido en 15 o 16 ocasiones de “trampeo” de seis días
consecutivos cada uno, con el fin de tener una probabilidad de registro mayor a 0,1 como lo
recomiendan Otis et al. (1978) y White et al. (1982). Los cachorros no fueron incluidos en
estos análisis porque su probabilidad de registro es dependiente de la de su madre (Karanth y
Nichols 2002), en consecuencia las estimaciones de densidad presentadas se refieren a la
población de adultos y sub-adultos (Paviolo et al. 2008, 2009b).
118
Figura 6.1. Fotografías donde se muestran los patrones de manchas de los jaguares, los cuales se
utilizaron para identificar a los individuos de esta especie. Las fotos a y b pertenecen a un mismo
animal, mientras que las fotografías c y d pertenecen a individuos diferentes.
119
Figura 6.2. Fotografías donde se muestran heridas, manchas y la forma de la cola, que fueron algunas
de las evidencias utilizadas para identificar a los pumas. Las fotos a y b pertenecen a un mismo
individuo, mientras que las fotografías c y d pertenecen a individuos diferentes. Nótese también la
diferencia en la corpulencia entre los machos (fotos c y d) y la hembra (fotos a y b).
120
Para transformar las estimaciones poblacionales a estimaciones de densidad es necesario
calcular el área efectivamente muestreada. La misma se calcula generalmente aplicando a
cada estación de muestreo, un área buffer circular de radio igual a ½ del promedio de las
distancias máximas registradas (PDMR) para los distintos individuos que fueron
fotografiados en más de una estación de muestreo (Figura 6.3, Trolle y Kery 2003, Maffei et
al. 2004, Silver et al. 2004, Di Bitetti et al. 2006b, 2008b, Kelly et al. 2008). Sin embargo,
Maffei y Noss (2007) sugieren que si el área cubierta por las cámaras comprende menos de
cuatro áreas de vida de las especies estudiadas, el valor de PDMR y en consecuencia el área
efectivamente muestreada puede ser subestimada. En estos casos, el valor apropiado de radio
del buffer que debe ser aplicado debería estar entre ½ PDMR y el valor completo de esta
medida (Maffei y Noss 2007).
Debido a que no existe información sobre las áreas de vida para pumas en la región y que las
de jaguares pueden haber cambiado desde que fueron estimadas por Crawshaw (1995, ver
Capítulo VII), no me fue posible determinar el tamaño de mis áreas de muestreo en relación a
las áreas de vida de ambas especies. En consecuencia, estimé la densidad usando dos cálculos
distintos para la estimación del área muestreada: uno aplicando a cada estación de muestreo
un buffer de ½ de PDMR, y el otro aplicando como buffer el valor completo de PDMR (Di
Bitetti et al. 2006b, 2008b, Paviolo et al. 2008, 2009b).
Las áreas que no constituyeron hábitat adecuado para estas especies, tales como los lagos,
ciudades, aeropuertos, cultivos anuales y suelo desnudo, fueron descontadas para el cálculo
de las áreas efectivamente muestreadas. Para los muestreos que contaron con sólo un
individuo registrado (jaguares en Yabotí y Urugua-í), utilicé como valor de PDMR al
promedio de todos los individuos registrados en todos los muestreos realizados (Paviolo et
al. 2008) Todas las mediciones de distancias y superficies fueron realizadas mediante un
Sistema de Información Geográfico en el programa ArcView Versión. 3.2 (ESRI, Redlands,
USA).
121
Figura 6.3. Mapa donde se muestra la estimación del área efectivamente muestreada con las cámaras
trampas del muestreo de Iguazú (2004). Alrededor de cada estación de muestreo se aplica un área
buffer circular, cuyo radio es igual a ½ del promedio de las distancias máximas registradas (PDMR)
de los individuos fotografiados en más de una estación. Las áreas de hábitat no apto para las especies
(aeropuertos, cultivos anuales, etc.) fueron descontadas del total.
6.3. Resultados
6.3.1 Estimaciones de densidad de jaguares
Durante el muestreo desarrollado en el área de Urugua-í en el 2003 registré sólo un jaguar
por lo que no pude estimar la abundancia mediante los modelos poblacionales. El jaguar
registrado fue un macho adulto que fue fotografiado en tres estaciones de muestreo diferentes
(un registro durante el muestreo preliminar y dos durante el muestreo sistemático), siendo la
distancia máxima entre registros (DMR) de 9,44 km. Durante los diez meses de trabajo en el
área, solamente encontré huellas de jaguar en tres ocasiones. Considerando la baja cantidad
de huellas y fotografías registradas, es posible que el individuo fotografiado fuera el único
122
animal residente en el área de estudio. Dependiendo del método utilizado para calcular el
área efectivamente muestreada, la densidad varío entre y 0,1 y 0,22 individuos/100km2
(Tabla 6.2).
Durante el muestreo de Yabotí fotografié sólo un jaguar macho adulto en cuatro ocasiones
distintas (DMR=5,08 km). Este mismo jaguar había sido fotografiado dos meses antes por
investigadores brasileños en el Parque Estadual do Turvo (Brasil) distante a 36 km (Paviolo
et al. 2006a). En el área de estudio encontré huellas de jaguar grandes (pata delantera
derecha: 12,1 cm de largo x 13,1 cm de ancho), que probablemente pertenecían al macho
fotografiado, y huellas de jaguar medianas (pata delantera derecha: 9,1 cm largo x 10,6 cm
ancho), que probablemente pertenecían a una hembra o a un macho sub-adulto. El número de
individuos registrados tampoco me permitió utilizar modelos poblacionales para estimar la
abundancia de jaguares en el área. Al igual que en Urugua-í, la frecuencia con la que
encontré evidencia de la presencia de la especie fue muy baja. Considerando que
probablemente los dos individuos registrados hayan sido los únicos que habitaban el área
muestreada, la densidad estimada sería de entre los 0,1 y 0,17 individuos/100 km2 (Tabla
6.2).
En el muestreo sistemático de Iguazú del 2004 obtuve 10 fotografías de cuatro jaguares
adultos (tres hembras y un macho). Otros dos individuos fueron fotografiados en el área, pero
no fueron considerados en el análisis de abundancia poblacional, porque fueron registrados
fuera del período de muestreo sistemático (uno en el muestreo preliminar y otro luego de
finalizar el muestreo sistemático). Los modelos poblacionales indicaron que el área estaba
habitada por cinco jaguares. El área muestreada varió entre 587,1 y 950,26 km2 y la densidad
(± SE) entre 0,53 ± 0,2 y 0,85 ± 0,39 individuos/100km2 (Tabla 6.2).
Durante el muestreo en Iguazú-San Jorge del 2006 obtuve 28 fotografías de 11 jaguares
adultos diferentes (seis hembras, cuatro machos y un individuo de sexo indeterminado). Dos
de las hembras fueron fotografiadas con cachorros grandes (de cerca de un año de edad). De
acuerdo a los modelos poblacionales, el área estaba ocupada por 14 jaguares. El área
efectivamente muestreada varió entre 948,3 y 1486,8 km2 y la densidad entre 0,94 ± 0,21 y
1,48 ± 0,35 individuos/100 km2 (Tabla 6.2).
En el muestreo de Iguazú-San Jorge-Urugua-í desarrollado en el 2008 fotografié 16 jaguares
distintos (ocho hembras y ocho machos). De acuerdo a los modelos poblacionales el área
123
estaba ocupada por 22 individuos. El área efectivamente muestreada fue de entre 1845,3 y
2754,8 km2 y la densidad resultante de entre 0,8 ± 0,17 y 1,19 ± 0,26 individuos/100 km2
(Tabla 6.2).
6.3.2 Estimaciones de densidad de pumas
Durante el muestreo sistemático de Urugua-í, obtuve 16 fotografías de pumas que
correspondieron a 3 o 4 individuos distintos, según los diferentes investigadores (n=3). Los
modelos poblacionales indicaron que la población estaba compuesta por entre tres y cinco
individuos. Dependiendo del método utilizado para estimar el área muestreada y las distintas
clasificaciones de los investigadores, el área efectivamente muestreada varió entre 228 y 454
km2 y la densidad fue de entre 0,66 ± 0,02 y 2,19 ± 0,65 individuos/100 km2, (Tabla 6.3).
De las 50 fotografías de puma obtenidas en Yabotí, cinco fueron descartadas para la
identificación de individuos debido a su mala calidad. Los diferentes investigadores (n=3)
identificaron entre 6 y 7 individuos y la población estimada fue de entre 6 y 8 individuos. El
área efectiva de muestreo fue de entre 1082 y 2006 km2, mientras que la densidad de pumas
varió entre 0,3 ± 0,07 y 0,74 ± 0,24 individuos/100km2 (Tabla 6.3).
Durante el muestreo sistemático en Iguazú obtuve 73 fotografías de puma, de las cuales
cinco fueron descartadas por su mala calidad. Los diferentes investigadores (n=3)
clasificaron las fotografías como pertenecientes a entre 10 y 11 individuos y la población fue
estimada en entre 12 y 13 individuos. El área muestreada varió entre 450 y 774 km2 y las
densidades de pumas entre 1,55 ± 0,3 y 2,89 ± 0,58 individuos/100 km2 (Tabla 6.3).
De las 78 fotografías de puma obtenidas durante el muestreo de Iguazú-San Jorge, una fue
descartada por su mala calidad. Los distintos investigadores (n=3) identificaron entre 11 y 16
individuos y la población fue estimada en entre 13 y 18 individuos. El área muestreada varió
entre 750 y 1295 km2, mientras que la densidad fue estimada entre 1 ± 0,16 y 2,4 ± 0,44
individuos/100 km2 (Tabla 6.3).
Durante el muestreo Iguazú-San Jorge-Urugua-í obtuve 96 fotografías de pumas. Los
distintos investigadores (n=2) las identificaron como pertenecientes a entre 26 y 27
individuos y la población estimada por los modelos poblacionales fue de entre 32 y 33
individuos. El área efectivamente muestreada fue estimada entre 1839 y 2333 km2 y la
densidad entre 1,37 ± 0,2 y 3,18 ± 0,45 pumas/100 km2 (Tabla 6.3).
124
Tabla 6.2. Abundancia de jaguares en los distintos muestreos realizados. Los valores de áreas efectivamente muestreadas fueron estimados utilizando dos
buffers distintas (½ de PDMR y PDMR) lo que produjo dos estimaciones de densidad respectivas.
Muestreo Individuos
identificados Población estimada
(individuos) SE Buffer (km) Área (km2)
Densidad
(ind./100 km2 ± SE)
Yabotí 2 2* no est 6,76** 1154,6 0,17
13,52** 1969,5 0,1
Urugua-í 1 1* no est 6,76** 446,5 0,22
13,52** 1025,4 0,1
Iguazú 4 5 1,41 5,65 587,1 0,85 ± 0,39
11,29 950,26 0,53 ± 0,2
Iguazú-San Jorge 11 14 2,45 5,57 948,3 1,48 ± 0,35
11,14 1486,8 0,94 ± 0,21
Iguazú-San Jorge-Urugua-í 16 22 4,42 7,81 1845,3 1,19 ± 0,26
15,62 2754,8 0,8 ± 0,17
*La población no fue estimada con el programa CAPTURE por tratarse de muy pocos individuos.
**Para los muestreos en los que registré un solo individuo utilicé como buffer el PDMR de los individuos de todos los muestreos.
125
Tabla 6.3. Abundancia de pumas en los distintos muestreos realizados. Las variaciones en el número de individuos identificados y los valores del buffer se
deben a las distintas clasificaciones realizadas por diferentes identificadores. Los valores de áreas efectivamente muestreadas fueron estimados utilizando dos
buffers distintas (½ de PDMR y PDMR) lo que produjo dos estimaciones de densidad respectivas.
Muestreo Individuos identificados
Población estimada (individuos) SE Buffer (km) Área (km2)
Densidad
(ind/100 km2 ± SE)
Yabotí 6 a 7 6 a 8 0,88 a 1,42 6,24 a 6,99 1082 a 1204 0,5 ± 0,33 a 0,74 ± 0,24
12,49 a 13,99 1883 a 2001 0,3 ± 0,07 a 0,42 ± 0,12
Urugua-í 3 a 4 3 a 5 0,07 a 1,4 3,43 228 1,10 ± 0,32 a 2,19 ± 0,65
6,85 454 0,66 ± 0,02 a 1,32 ± 0,05
Iguazú 10 a 11 12 a 13 2,01 4,05 450 2,67 ± 0,56 a 2,89 ± 0,58
8,10 774 1,55 ± 0,3 a 1,68 ± 0,31
Iguazú-San Jorge 11 a 16 13 a 18 2 a 3,16 3,9 a 4,58 750 a 833 1,56 ± 0,26 a 2,4 ± 0,44
7,8 a 9,2 1191 a 1295 1 ± 0,16 a 1,51 ± 0,17
Iguazú- San Jorge-Urugua-í 26 a 27 32 a 33 4,27 a 4,28 3,8 a 5,43 1037 a 1446 2,21 ± 0,34 a 3,18 ± 0,45
7,53 a 10,85 1839 a 2333 1,37 ± 0,2 a 1,79 ± 0,24
126
6.3.3 Abundancia de los dos felinos en relación con el nivel de protección.
Considerando solamente las tres áreas con presión de caza contrastante (área central de
Iguazú, Urugua-í y Yabotí), observamos que la abundancia de jaguares fue entre 4,5 y 5,8
veces mayor en el área mejor protegida contra la caza furtiva que en el área con menor
protección (Figura 6.4). Asimismo, los pumas mostraron un patrón similar al del jaguar,
siendo entre 1,3 y 3,6 veces menos abundantes en las áreas con menores niveles de
protección (Figura 6.4).
Figura 6.4 Densidad de jaguares y pumas en áreas con distintos niveles de protección. Los valores
mostrados corresponden a las estimaciones hechas utilizando ½ PDMR para calcular el área
muestreada. Las densidades para Iguazú corresponden al promedio (± SE) de las estimaciones
obtenidas en los años 2004, 2006, 2008. Los valores de las estimaciones de pumas corresponden al
promedio (± SE) de las estimaciones de los distintos investigadores.
127
La mayoría de las hembras fueron registradas en las áreas con mejores niveles de protección
y la proporción de sexos (hembra/macho) fue menor en las áreas menos protegidas. En el
área central del Parque Nacional Iguazú la proporción de sexos para los jaguares fue en
promedio de 2,44 ± 0,56 (Tabla 6.4, n=3), mientras que en áreas cercanas pero con menores
niveles de protección esta proporción fue igual a 1 (Tabla 6.4, n=2). Durante los muestreos
desarrollados en las áreas con menores niveles de protección (Yabotí y Urugua-í 2003) no
registré hembras de jaguar (Tabla 6.4). La proporción de sexos para los pumas en el área
mejor protegida fue de 0,75 ± 0,14 (Tabla 6.4, n=3), mientras que en las áreas con menor
protección fue de de 0,35 ± 0,12 (Tabla 6.4, n=4).
6.4 Discusión
6.4.1 Abundancia de jaguares y pumas en diferentes áreas del Corredor Verde
Existe una marcada correlación entre la abundancia de jaguares y pumas y el nivel de
protección contra la caza furtiva de las áreas de estudio. Las estimaciones de pumas y
jaguares para el sitio con menores niveles de protección (Yabotí) se encuentran entre las más
bajas reportadas en todo el rango de distribución de ambas especies (Tabla 1.1, Sunquist y
Sunquist 2002, Kelly et al. 2008, Paviolo et al. 2008, 2009a).
Algunas de las presas principales de pumas y jaguares en la región, como el pecarí de collar,
la corzuela roja y el agutí, fueron significativamente menos abundantes en las áreas con
menores niveles de protección debido a la caza furtiva y la degradación de la selva (Di Bitetti
et al 2008a, Paviolo et al 2009a, Capítulo III). De esta manera, el patrón observado, es
coincidente con la hipótesis de que las bajas densidades de estos felinos encontradas en las
áreas menos protegidas, pueden ser causadas por una menor disponibilidad de presas.
128
Tabla 6.4. Número de jaguares y pumas de distintos sexos registrados en áreas con distintos niveles de protección durante los muestreos desarrollados. La
suma de individuos registrados entre áreas con distintos niveles de protección de un mismo muestreo puede ser mayor al total de individuos registrados en el
muestreo, ya que algunos individuos fueron registrados en ambas áreas.
Jaguares Pumas
Muestreo Protección Hembras Machos Proporción Hembras Machos Proporción H/M
Yabotí media 0 1 0 2 3 0,67
mala 0 0 0 0 2 0
Urugua-í media 0 1 0 1,33 2 0,67
Iguazú buena 3 1 3 4,5 6 0,75
Iguazú-San Jorge buena 3 1 3 2 4 0,50
media 3 3 1 1 5,33 0,19
Iguazú-San Jorge-Urugua-í buena 4 3 1,33 6,5 6,5 1
media 6 6 1 1,5 11,5 0,13
129
Otro factor importante que podría limitar las poblaciones de ambos felinos en las áreas con
menores niveles de protección, es la caza directa de estas especies. La caza de jaguares y
pumas ha sido otra de las causas señaladas como responsable de la declinación de sus
poblaciones en varias regiones de su área de distribución (Logan y Sweanor 2001, Sunquist y
Sunquist 2002). La eliminación de jaguares causada por cazadores furtivos constituyó la
causa de mortalidad antrópica más importante en la región, y probablemente está limitando
las poblaciones de esta especie (Crawshaw 1995, Capítulo IV). Actualmente no existe buena
información sobre la magnitud de la caza directa sobre el puma en la región. Sin embargo, de
acuerdo a la mayor actividad de cazadores en las áreas con menor protección, es esperable
que en esas áreas los jaguares y pumas sean más cazados y sus poblaciones mantenidas por
debajo de la capacidad de carga del ambiente.
Sin bien la falta de presas y la caza directa son factores que pueden afectar
independientemente la abundancia de jaguares y pumas, es probable que al ocurrir ambos a la
vez, sus efectos negativos sobre las poblaciones se potencien. La disminución de la
abundancia de presas causa, por lo general, un aumento en el tamaño de las áreas de vida de
los felinos (Karanth y Nichols 1998, Logan y Sweanor 2001, Carbone y Gittleman 2002,
Herfindal et al. 2005). Las mayores áreas de vida, necesariamente provocan que una mayor
proporción de la población habite en áreas de borde donde son más fácilmente eliminados
por cazadores furtivos o productores ganaderos (Woodroffe y Ginsberg 1998, Capítulo IV).
De esta manera, en las áreas con menores niveles de protección, probablemente la menor
abundancia de presas y la caza directa están conjuntamente disminuyendo las poblaciones de
jaguares y pumas en la región.
Es interesante notar que en ambas especies, la mayoría de las hembras fueron registradas en
las áreas mejor protegidas, y que la relación de abundancia entre hembras y machos en esas
áreas fue mayor que en las de menores niveles de protección. En los mamíferos polígamos y
solitarios, se ha sugerido que los territorios de las hembras están determinados por la
abundancia y distribución del alimento, mientras que los territorios de los machos están
determinados por la distribución de las hembras (Emlen y Oring 1977, Sandell 1989,
Sunquist y Sunquist 1989, 2002, Logan y Sweanor 2001). Asimismo, se ha propuesto que la
territorialidad de los machos estaría relacionada con la densidad y la distribución espacial de
las hembras, siendo menos territoriales cuando la densidad de hembras es baja (Seidensticker
130
et al. 1973, Sandell 1989, Logan y Sweanor 2001, Sunquist y Sunquist 2002). De esta
manera, sería esperable que las hembras de pumas y jaguares vivan en mayores densidades
en las áreas bien protegidas donde existen mayores poblaciones de presas. Estas áreas de
mayor densidad de hembras serían defendidos por machos territoriales, que excluirían a otros
machos para monopolizar el acceso a las hembras, provocando el aumento de la relación
hembra/macho. Por el contrario, la baja disponibilidad de presas en las áreas con protección
deficiente estaría determinando que las hembras vivan en bajas densidades o que no puedan
establecer territorios permanentes. En estas condiciones, los machos optarían por desplazarse
por grandes áreas buscando hembras, y no utilizarían una estrategia de comportamiento
territorial para excluir a otros machos del área (Sunquist y Sunquist 2002). La mayor
superposición de los territorios de los machos resultaría en mayores densidades relativas de
machos que de hembras en las áreas menos protegidas. Por otra parte, la mayor tasa de
remoción de individuos por causa de la caza en las áreas menos protegidas, podría convertir a
estas áreas en sumideros poblacionales. Debido al sistema social de tenencia de la tierra y
dispersión en los felinos (las hembras son filopátricas, mientras que los machos se dispersan
a mayores distancias, Sunquist y Sunquist 2002), es más probable que las sumideros sean
ocupados más rápidamente por machos, lo que podría también contribuir a sesgar la
proporción de sexos hacia los machos (Pereira 2009).
6.4.2 Susceptibilidad a la caza del jaguar y el puma
Si bien tanto los jaguares como los pumas disminuyeron su abundancia directamente con la
presión de caza, la magnitud de ese cambio fue mayor para los jaguares (Figura 6.4). Las
densidades de pumas fueron mayores a las de los jaguares en todas las áreas (entre 1,4 y 6,9
veces), y la densidad de pumas en el área con menor nivel de protección, fueron apenas
menores que la de los jaguares en el sitio con el mejor nivel de protección (Figura 6.4). Por
otra parte, durante todos los muestreos registré hembras de puma e incluso una hembra con
crías en el sitio con menores niveles protección (Yabotí). Por el contrario, durante los
muestreos de Yabotí e Urugua-í no registré hembras de jaguares, y los registros de hembras
con crías provinieron solamente del Parque Nacional Iguazú o de áreas muy cercanas a éste
lugar. Esta evidencia sugiere que aunque los pumas son afectados por la presión de caza, aún
en áreas con baja protección conservan poblaciones reproductivas con potencial de
crecimiento positivo. Por el contrario, los jaguares probablemente mantienen poblaciones
131
reproductivas (fuentes potenciales), solamente en el área mejor protegida y sus alrededores,
lo que es coincidente con los resultados de un Análisis de Viabilidad Poblacional
espacialmente explícito desarrollado para esta población (Lonsdorf et al. en prep.).
Los resultados mostraron que si bien las poblaciones de ambas especies están siendo
negativamente afectadas por la caza, el efecto en las poblaciones de jaguares es relativamente
mucho mayor. Esta hipótesis había sido formulada por diversos autores (Emmons 1987,
Nuñez et al. 2000, Novack et al. 2005, Haines 2006), pero hasta el momento había sido
sustentada por muy poca información. Asimismo, la mayor resistencia del puma a mayores
presiones antrópicas a nivel local encontrada en este estudio, es coincidente y probablemente
explica en parte los patrones encontrados a nivel regional (De Angelo 2009) y continental
(Sunquist y Sunquist 2002, Zeller 2007) sobre la distribución y persistencia de ambas
especies.
De Angelo (2009) sugiere que la mayor tolerancia del puma a las presiones antrópicas con
respecto al jaguar a escala local podría deberse a diversos mecanismos. A continuación
discutiré cada uno de ellos de acuerdo a la información obtenida en este y otros capítulos de
esta tesis.
1-Menor especialización trófica del puma. Según los resultados del Capítulo V, los pumas
mostraron una amplitud de nicho trófico mayor que los jaguares y una dependencia menor de
las presas grandes. En áreas con alta presión de caza y donde las presas grandes escasean los
pumas podrían enfocar su dieta hacia presas silvestres más pequeñas. Los jaguares en tanto,
difícilmente puedan cubrir sus requerimientos con presas pequeñas, lo que demandará un
esfuerzo mayor para conseguir presas grandes o los motivará a depredar ganado doméstico
con el consiguiente riesgo de ser eliminados. De esta manera, es posible que este sea uno de
los mecanismos que permiten una mayor tolerancia de los pumas a los mayores niveles de
presión de caza. Una discusión más extensa sobre el tema puede ser encontrada en el
Capítulo V.
2- Mayor mortalidad inducida por el hombre en los jaguares que en los pumas. El nivel de
persecución sobre los grandes depredadores depende en gran medida de las actitudes
humanas hacia ellos (Kellert et al. 1996). A diferencia de los jaguares, los pumas no son
considerados importantes trofeos por los cazadores en la región y su piel tiene poco valor,
por lo que muy probablemente sean objeto de una menor presión de caza directa (Conforti y
132
Azevedo 2003, Paviolo et al. 2009b). Además, a pesar de que el único ataque mortal a una
persona en la región fue llevado a cabo por un puma, los jaguares son percibidos como
mucho más peligrosos para el hombre, lo que aumenta la probabilidad de que también sean
cazados por esta causa (Conforti y Azevedo 2003, Paviolo et al. 2009b). De esta manera, por
distintas razones, los jaguares son más perseguidos que los pumas en la región. Esto
probablemente tiene como consecuencia un mayor número de animales muertos de esta
especie que de pumas, por lo que este mecanismo también podría explicar la respuesta
diferencial de ambas especies.
3) Mayores requerimientos territoriales del jaguar. Si bien no existen datos de los
requerimientos territoriales actuales de ambas especies en la región, tengo información del
desplazamiento máximo de los individuos registrados por las cámaras trampas (PDMR,
Tablas 6.2 y 6.3). Este valor es generalmente usado como un índice indirecto del tamaño de
las áreas de vida de los felinos en estudios con cámaras trampas (Karanth y Nichols 1998,
Silver et al. 2004, Kelly et al. 2008). De acuerdo a los resultados obtenidos en mis
muestreos, los valores de PDMR para los jaguares fueron mayores que los de los pumas, lo
que sugiere que los jaguares poseen territorios mayores en la región. Los mayores territorios
son una expresión de la menor capacidad de carga del ambiente para la especie y determinan
que una mayor proporción de individuos de la población usen áreas de bordes, lo que puede
aumentar el riesgo de que los animales sean cazados (Woodroffe y Ginsberg 1998). De esta
manera, los mayores requerimientos territoriales del jaguar apoyan la idea de este factor
como otro probable mecanismo de la determinación de la mayor tolerancia del puma.
4) Mayor potencial reproductivo del puma. De acuerdo a información bibliográfica el rango
del número de crías por camada para los pumas sería de entre 1 y 6, el valor más
frecuentemente observado 3, y el rango de los promedios reportados es entre 2,2 y 3 crías
(Currier 1983, Sunquist y Sunquist 2002). El número de crías para los jaguares sería de entre
1 y 4, siendo el valor más frecuentemente observado 1, y el promedio 1,74 (North American
regional jaguar studbook, Lonsdorf et al. en prep.). Dos hembras de jaguar fueron
fotografiadas por las cámaras trampas de este estudio en varias ocasiones con una sola cría de
alrededor de un año de edad (Paviolo et al. 2008). En otra ocasión el guardaparque Gabriel
San Juan fotografió una hembra junto a dos cachorros pequeños. Por su parte, Crawshaw
(1995) menciona que una hembra de jaguar fue vista con dos cachorros y otra tenía sólo uno,
133
y recientemente fue fotografiada una hembra con dos cachorros en el Parque Nacional do
Iguaçu (Marina Xavier da Silva com. pers.). En base a esta información, el promedio de
cachorros en edad de acompañar a sus madres por hembra de jaguar en la región seria de 1,5
± 0,22 cachorros. Por otra parte, una hembra de puma fue fotografiada una sola vez con dos
cachorros de varios meses de edad en Yabotí, y dos hembras en repetidas ocasiones con dos
cachorros pequeños en el Parque Nacional Iguazú. En base a esta información el promedio de
cachorros en edad de acompañar a sus madres por hembra en la región para los pumas sería
de dos. Estos datos, aunque escasos, coinciden con lo reportado con la literatura de que los
pumas tienen un mayor número promedio de cachorros que los jaguares.
Por otra parte, es posible que por su mayor tamaño corporal, las hembras de jaguar necesiten
una mayor biomasa de presas que las de puma para poder establecer un territorio y
reproducirse. La falta de hembras de jaguar en las áreas menos protegidas podría sugerir que
esas áreas no son aptas para que establezcan territorios. A diferencia de los jaguares, obtuve
registros de hembras de puma con cachorros aún en las áreas de menor protección, lo que
sugiere que en esas áreas se dieron las condiciones mínimas para que ocurra la reproducción
en esta especie. De esta manera, es posible que el mayor potencial reproductivo de los pumas
(más cachorros y menos requerimientos para reproducirse) también sea un mecanismo
importante que explique la mayor tolerancia de los pumas a las áreas con mayor presión de
caza.
5) Liberación competitiva. Esta hipótesis sugiere que cuando las poblaciones de jaguares son
reducidas, los pumas podrían beneficiarse al verse liberados de la presión competitiva
(Moreno et al. 2006, De Angelo 2009). Se ha sugerido que donde los jaguares son
abundantes, los pumas son relativamente más escasos (Rabinowitz y Nothingam 1986,
Hoogesteijn y Mondolfi 1992), aunque un análisis de la densidad de estas dos especies en
diferente áreas de Bolivia y Belice, sugieren que la abundancia de pumas no está regulada
por la abundancia de jaguares (Noss et al. 2004). Estudios desarrollados anteriormente en los
Parques Nacionales Iguazú (Crespo 1982) y do Iguaçu, (Crawshaw 1995), mencionan que los
jaguares eran mucho más abundantes que los pumas. Crespo (1982) sugiere que la rareza de
los pumas en Iguazú se debería a que los jaguares son dominantes sobre aquellos y por ello
más abundantes. Sin embargo, ninguno de estos dos estudios contó con estimaciones
poblacionales para los pumas. Luego de la declinación de los jaguares en la región (Paviolo
134
et al. 2008), es probable que la relación de abundancias de ambas especies se haya revertido,
siendo actualmente relativamente más abundantes los pumas. Lamentablemente, al no existir
estimaciones de densidad previas para el puma en Iguazú no me es posible evaluar si los
jaguares podrían haber estado limitando las poblaciones de pumas anteriormente, aunque
estudios a largo plazo podrían ayudar a entender este fenómeno.
El cambio en el patrón de actividad de los pumas hembras en áreas con abundancia de
jaguares, sugiere que existiría un efecto de interferencia de parte de los jaguares hacia los
pumas de ese sexo (Capítulo V). Si bien no pude comprobar efectos poblacionales negativos
sobre los pumas por esta interacción, es probable que la mayor densidad de jaguares obligue
a las hembras de puma a moverse en horarios sub-óptimos (Carothers y Jaksic 1984, Gutman
y Dayan 2005). En áreas con menor protección, la escasez de jaguares probablemente libere a
las hembras de pumas de esa presión (Capítulo V). Sin embargo, la co-variación de densidad
de las dos especies en las áreas con distinto niveles de protección sugiere que ambos
depredadores están siendo más afectados por la presión de caza que por la competencia entre
ellos. De esta manera, si bien es posible que los pumas se liberen de la presión competitiva
del jaguar en áreas con menor protección, el efecto de esta liberación parece ser
relativamente pequeño con respecto a otras amenazas (menos presas, caza directa).
En conclusión, existe evidencia de que los pumas son más tolerantes que los jaguares a
niveles crecientes de presión de caza furtiva. Los mecanismos que permitirían la mayor
tolerancia de las poblaciones de pumas a nivel local estarían relacionados con una mayor
capacidad de subsistir con presas pequeñas, una menor mortalidad inducida por el hombre,
menores requerimientos espaciales y un mayor potencial reproductivo.
6.4.3 El tamaño de las poblaciones de jaguares y pumas del Corredor Verde y
sus posibilidades de conservación.
De acuerdo con un análisis desarrollado recientemente, la superficie de hábitat apto para los
jaguares en el Corredor Verde de Argentina y Brasil es de 10.528 km2 (De Angelo 2009, De
Angelo et al. en revisión). Extrapolando los valores máximos y mínimos de densidad
obtenidos en este estudio a las áreas con distintos niveles de protección contra la caza furtiva
en la región, estimo que la población de jaguares estaría compuesta por entre 33 y 54
individuos.
135
El pequeño tamaño de la población de jaguares del Corredor Verde y su historia de
declinación poblacional reciente (Capítulo VII), sugieren que la especie se enfrenta a un serio
riesgo de extinción en la región (Paviolo et al. 2008). Además, no existe evidencia de que los
factores que determinaron esta reducción poblacional hayan desaparecido. De acuerdo a los
resultados de esta tesis, la caza furtiva aparece como la mayor amenaza a la especie, por ser
la causante de una persistente mortalidad y la disminución de sus presas naturales (Paviolo et
al. 2008, Capítulo II y III). Esto es coincidente con los resultados de un análisis de viabilidad
poblacional realizado para esta población de jaguares, que sugiere que tiene altas
probabilidades de extinción en el mediano plazo si la caza de la especie no es controlada
(Lonsdorf et al. en prep.).
La superficie de hábitat considerado apto para los pumas en el Corredor Verde y áreas
cercanas es de 20.515 km2 (De Angelo 2009, De Angelo et al. en revisión). De acuerdo con
los valores de densidad encontrados para la especie en este estudio y extrapolándolos a la
superficie del Corredor Verde con distintos niveles de protección, estimo que la población de
pumas estaría compuesta por entre 98 y 253 individuos. De acuerdo a un modelo poblacional
general desarrollado para pumas (Beier 1993), la población del Corredor Verde, no se
enfrentaría a un alto riesgo de extinción en el corto plazo.
Las diferencias en la susceptibilidad de ambas especies a las presiones antrópicas no solo se
deben a la distinta tolerancia a la presión de caza, sino que también se relacionan con
diferencias en la tolerancia a los cambios en el paisaje a nivel regional. La menor tolerancia
del jaguar a los cambios de origen antrópico con respecto al puma, determina que en un
mismo paisaje compartido por ambas especies, los parches de hábitat óptimo para el jaguar
sean más pequeños y estén más distantes entre sí que los del puma y que por lo general estén
rodeados por áreas que pueden constituir barreras a la dispersión de la especie (De Angelo
2009, De Angelo et al. en revisión). Esto determina que las sub-poblaciones de jaguares son
más pequeñas que las de puma y están más aisladas entre sí. Como resultado, los jaguares
tienen una menor posibilidad de incorporar nuevos individuos por inmigración, lo que podría
dificultar la recuperación de las sub-poblaciones, disminuir su variabilidad genética y
aumentar su susceptibilidad a las extinciones (Haag 2009).
Las diferencias de densidad encontradas en este estudio, significan que los 500 km2 del área
central del Parque Nacional Iguazú están soportando casi la misma cantidad de individuos de
136
jaguares y pumas que los 2600 km2 de la Reserva de Biósfera Yabotí. En el Corredor Verde
existe una extensa red de áreas protegidas que cubren cerca de 6000 km2, pero muchas de
estas áreas sufren un gran impacto por la caza furtiva, la explotación forestal intensa y están
sometidas a una gran presión por el desarrollo de actividades económicas y áreas urbanas.
Bajo este escenario, considero que la mejor estrategia para la conservación de los felinos en
la región es la implementación efectiva de las áreas protegidas existentes mediante el control
de la caza furtiva y la consolidación de corredores que permitan el flujo de individuos entre
las áreas. En el caso del jaguar se deberá además asegurar la protección absoluta de la
especie, reduciendo al máximo su mortalidad por causas antrópicas.
137
Capítulo VII. Dinámica de la población de jaguares en el
Norte del Corredor Verde
7.1 Introducción
La preocupación por el estado de conservación de los grandes carnívoros terrestres ha
generado una creciente necesidad de monitorear sus poblaciones (Marino et al. 2006). Los
estudios a largo plazo permiten conocer la tendencia y la dinámica poblacional de estas
especies, lo que es muy útil para identificar sus principales amenazas (Karanth et al. 1999,
2006, Smirnov y Miquelle 1999, Marino et al. 2006). Por otra parte, el monitoreo de las
poblaciones en el tiempo, es un paso fundamental para la evaluación de los resultados de los
programas de conservación y para la orientación de los esfuerzos futuros (Smirnov y
Miquelle 1999, Karanth et al. 1999)
La estimación de parámetros demográficos es importante para entender cuestiones
relacionadas a la ecología evolutiva, el manejo y la conservación de especies (Cardillo et al.
2004, Sandercock 2006). Por lo general, la tasa de cambio en las poblaciones de animales de
vida larga, está fuertemente relacionada con la supervivencia de las clases de edad mayores
(Brault y Caswell 1993, Sinclair 1996, Caswell et al. 1999, Crone 2001, Sandercock 2006).
Esto mismo es sugerido por un análisis de viabilidad poblacional realizado para esta
población de jaguares, cuyos resultados indican que la mortalidad de adultos, es el factor que
más afecta a la probabilidad de supervivencia de la población (Lonsdorf et al. en prep.).
La tasa de recambio de la población es otro factor importante que puede afectar otros
parámetros poblacionales (Packer y Pusey 1983, Smith y MacDougal 1991, Ross y Jalkotzy
1992, Whitman et al. 2004, Balme et al. 2009b). Por lo general, las poblaciones de grandes
felinos sometidas a una gran mortalidad ven perturbada su dinámica social, lo que puede
disminuir el éxito reproductivo de la población (Packer y Pusey 1983, Smith y MacDougal
1991, Ross y Jalkotzy 1992, Whitman et al. 2004, Balme et al. 2009b). Los mecanismos
involucrados en este proceso, están relacionados con un aumento en los infanticidios
provocados por los nuevos machos que ocupan los territorios vacantes de los individuos
138
eliminados, o con un aumento en la frecuencia de otras agresiones intra-específicas (Packer y
Pusey 1983, Ross y Jalkotzy 1992, Whitman et al. 2004, Stoner et al. 2006).
Los estudios sobre la dinámica poblacional de los grandes felinos son muy difíciles de
desarrollar debido a los problemas para llevarlos a cabo a las escalas temporales y espaciales
adecuadas (Karanth et al. 2006). Hasta hace poco tiempo la información existente sobre el
tema, provenía de estudios a largo plazo con radiotelemetría, que requieren de esfuerzos
económicos y logísticos enormes (Sunquist 2002, Karanth et al. 2006). Sin embargo,
recientemente Karanth et al. (2006) demostraron que es posible utilizar registros de
muestreos sucesivos con cámaras trampas para estimar parámetros demográficos en
poblaciones de tigres, lo que abre la posibilidad de que las mismas técnicas sean utilizadas
para otras especies de felinos manchados.
A diferencia de casi todas las demás especies de grandes felinos, prácticamente no existen
estudios poblacionales a largo plazo sobre el jaguar (Sunquist 2002). Sin embargo, la
población de jaguares del norte del Corredor Verde de Argentina y Brasil ha sido estudiada
por distintos investigadores durante casi 20 años, lo que proporciona una excelente
oportunidad para evaluar su evolución.
El primer estudio poblacional realizado en la región, entre 1990 y 1995, fue el de Crawshaw
(1995), que monitoreó siete jaguares mediante radiotelemetría en los Parques Nacionales
Iguazú de Argentina (1 individuo) y do Iguaçu de Brasil (6 individuos). Durante este estudio,
Crawshaw (1995) estimó una densidad de 3,7 jaguares adultos/100km2 y una elevada
mortalidad en los individuos monitoreados. Ninguno de los jaguares estudiados llegó a
sobrevivir dos años luego de ser capturado (Crawshaw 1995). Entre 1997 y 2001, el
monitoreo de la población continuó a cargo de Fernando Azevedo y Valeria Conforti,
focalizando su esfuerzo exclusivamente en el Parque Nacional do Iguaçu (Azevedo y
Conforti 2002, Conforti y Azevedo 2003, Azevedo 2008). Estos investigadores
documentaron una caída en las tasas de capturas de jaguares con respecto al estudio anterior,
y aunque siguieron con radiotelemetría a cuatro individuos, no pudieron estimar
adecuadamente la densidad poblacional para la especie (Azevedo y Conforti 2002). La
supervivencia de los jaguares monitoreados durante este estudio también fue muy baja,
habiendo muerto todos los individuos antes de cumplirse un año y medio luego de su captura
(Azevedo y Conforti 2002). A partir del año 2003, en colaboración con los Dres. Carlos De
139
Angelo y Mario Di Bitetti comencé un monitoreo de esta población de jaguares que continúa
actualmente.
El objetivo de este capítulo fue evaluar la tendencia poblacional de la especie en la zona
norte del Corredor Verde de Argentina y Brasil entre los años 1990 y 2008, utilizando
información de trabajos previos (Crawshaw 1995) y los resultados propios obtenidos en este
estudio. Asimismo, evalué la supervivencia de los individuos registrados en la zona norte
entre los años 2003 y 2008, y la compararé con la información previa existente para la región
(Crawshaw 1995, Azevedo y Conforti 2002).
7.2. Metodología
El área de estudio incluyó la zona norte del Corredor Verde de Argentina y Brasil. El área
fue muestreada con cámaras trampas durante los años 2004, 2006 y 2008. (Figura 7.1). El
muestreo del 2004 comprendió el área central del Parque Nacional Iguazú (Figura 7.1). El
muestreo desarrollado en el 2006 incluyó el Parque Nacional Iguazú, la Reserva Nacional
Iguazú, la Reserva Forestal San Jorge y el oeste del Parque Nacional do Iguaçu de Brasil
(Figura 7.1). Finalmente, durante el último muestreo fueron incluidos el Parque Nacional
Iguazú, la Reserva Nacional Iguazú, la Reserva Forestal San Jorge, los Parques Provinciales
Puerto Península y Urugua-í, la Reserva de Vida Silvestre Urugua-í y una parte del
establecimiento Campo de los Palmitos, perteneciente a una empresa forestal (Figura 7.1).
La presión de caza furtiva fue variable entre las zonas muestreadas, siendo baja para el área
central del Parque Nacional Iguazú y relativamente más alta en el resto de las áreas (Tabla
2.3). Una completa descripción de las áreas de estudio y de la metodología empleada para
medir la presión de caza se encuentra en el Capítulo II de esta tesis. Las áreas muestreadas
mediante las cámaras trampas se solaparon con el área donde se desarrollaron los estudios
previos en la región (Figura 7.1, Crawshaw 1995, Azevedo y Conforti 2002). Asimismo, se
han registrado movimientos de jaguares a través del río Iguazú, por lo que se puede
considerar que los individuos encontrados a ambos lados de la frontera pertenecen a la misma
población (Crawshaw 1995, Paviolo et al. 2008).
140
Figura 7.1 Mapa donde están representados las áreas cubiertas por los distintos muestreos realizados
con cámaras trampas durante este estudio y las áreas relevadas en los trabajos desarrollados
anteriormente en la región (Crawshaw 1995, Azevedo y Conforti 2002).
141
Los muestreos con cámaras trampas constaron de dos períodos, uno preliminar, donde se
seleccionaron los mejores lugares para la ubicación de las estaciones de muestreo, y otro
sistemático, que se usó para la estimación de la densidad poblacional de los jaguares (Anexos
1a, 1b, 1c, 1d, 1e) . El esfuerzo total considerando ambos períodos en cada muestreo varió
entre 2287 y 2942 días trampa, repartidos en entre 46 y 49 estaciones de muestreo (Tabla
2.1). El esfuerzo para los períodos sistemáticos de cada muestreo varió entre 1839 y 2113
días, repartidos en entre 39 y 46 estaciones de muestreo (Tabla 6.1). La distancia entre
estaciones fue aumentando entre los sucesivos muestreos y en consecuencia el área cubierta
con cámaras (Tabla 2.1). Esto tuvo como finalidad registrar un mayor número de individuos
de jaguares y así obtener estimaciones de densidad más confiables (Karanth y Nichols 2002).
Una descripción más detallada sobre la distribución y funcionamiento de las estaciones
puede ser encontrada en el Capítulo II.
7.2.1. Las estimaciones de densidad de jaguares
La densidad de jaguares fue estimada mediante la utilización de los registros de las cámaras
trampas en combinación con modelos poblacionales cerrados de captura-marcado-recaptura
(Karanth 1995, Karanth y Nichols 1998; Trolle y Kery 2003, Silver et al. 2004, Di Bitetti et
al. 2006b, Kelly et al. 2008). Los diferentes individuos de jaguar fueron identificados en las
fotografías mediante el patrón de manchas del pelaje, que es único para cada individuo y
permanece invariable durante toda la vida (Figura 6.1) (Silver et al. 2004, Maffei et al. 2004,
Cullen 2006, Soisalo y Cavalcanti 2006, Paviolo et al. 2008). Los procedimientos
metodológicos para estimar la abundancia poblacional y el área efectivamente muestreada
han sido descriptos en el Capítulo VI, por lo que en este capítulo, me limitaré a mencionar
los aspectos generales más relevantes.
Estimé la abundancia poblacional de los jaguares mediante el programa CAPTURE (Rexstad
y Burnham 1991). Los valores de abundancia poblacional presentados en este capítulo
corresponden al modelo Mh que considera heterogeneidad en la probabilidad de captura entre
individuos (Otis et al. 1978 y White et al. 1982). Los cachorros no fueron incluidos en estos
análisis porque su probabilidad de registro es dependiente de la de su madre (Karanth y
Nichols 2002), en consecuencia las estimaciones de densidad presentadas se refieren a la
población de adultos y sub-adultos (Paviolo et al. 2008, 2009b).
142
Para cada muestreo estimé el promedio de las distancias máximas registradas para cada
jaguar (PDMR, Trolle y Kery 2003, Maffei et al. 2004, Silver et al. 2004, Di Bitetti et al.
2006b, 2008b, Kelly et al. 2008). Para estimar el área efectivamente muestreada utilicé dos
cálculos distintos: uno aplicando a cada estación de muestreo un buffer circular de radio igual
a ½ de PDMR, y el otro aplicando como buffer el valor completo de PDMR (Figura 6.3. Di
Bitetti et al. 2006b, 2008b, Paviolo et al. 2008, 2009b).
Las áreas que no constituyeron hábitat adecuado para esta especie, tales como los lagos,
ciudades, aeropuertos, cultivos anuales y suelo desnudo, fueron descontadas para el cálculo
de las áreas efectivamente muestreadas. Todas las mediciones de distancias y superficies
fueron realizadas mediante un Sistema de Información Geográfico en el programa ArcView
Versión 3.2 (ESRI, Redlands, USA).
7.2.2 Estimaciones de supervivencia
Para estimar la supervivencia de los jaguares en el área de estudio hice un seguimiento
longitudinal de la presencia de cada individuo a través de las fotografías obtenidas en los
muestreos de cámaras trampas de diferentes años. Para esto utilicé los registros de jaguares
obtenidos en los períodos preliminares y sistemáticos. Consideré como punto de partida el
primer muestreo de Iguazú en el 2004, aunque también incorporé al análisis un individuo
registrado en el muestreo del año 2003 en Urugua-í, ya que esta área fue incorporada en el
último muestreo (ver Capítulo VI). En los siguientes muestreos (2006 y 2008) evalué el
porcentaje de individuos conocidos que fueron registrados nuevamente. Si bien el registro de
un animal en los muestreos sucesivos confirmó su supervivencia, la falta de registro no
significó necesariamente que haya muerto (podría haber emigrado o no haber sido detectados
por las cámaras), por lo que la estimación de supervivencia encontrada es la mínima
confirmada.
7.3 Resultados
7.3.1 Variación en la densidad de jaguares entre 1990 y 2008
Durante los diferentes muestreos sistemáticos realizados se registraron entre 4 y 16 animales
distintos (Tabla 7.1). La abundancia de jaguares estimada mediante los modelos
poblacionales varió entre 5 y 22 individuos (Tabla 7.1). De acuerdo a los diferentes métodos
143
utilizados para estimar el área muestreada las estimaciones de densidad de los distintos
muestreos varió entre 0,53±0,2 y 1,48±0,35 individuos/100 km2.
Tabla 7.1. Abundancia de jaguares en los distintos muestreos realizados en el norte del Corredor
Verde. La población fue estimada mediante el programa CAPTURE y corresponde a los resultados
del modelo Mh. Los valores de áreas efectivamente muestreadas fueron estimados utilizando dos
buffers distintos (½ de PDMR y PDMR).
Muestreo Población
(ind.± SE)
Buffer
(km)
Área
(km2)
Densidad
(ind/100 km2 ± SE)
Iguazú (2004) 5 ± 1,41 5,65 587,1 0,85 ± 0,39
11,29 950,3 0,53 ± 0,2
Iguazú-San Jorge (2006) 14 ± 2,45 5,57 948,3 1,48 ± 0,35
11,14 1487 0,94 ± 0,21
Iguazú-San Jorge-Urugua-í (2008) 22 ± 4,42 7,81 1845 1,19 ± 0,26
15,62 2755 0,8 ± 0,17
Al comparar los valores de densidad obtenidos en este estudio con los de Peter Crawshaw
(1995), observamos que fueron significativamente menores. La densidad observada en el año
2004 fue entre 4,4 y 7 veces menor que la estimada por Crawshaw a principios de la década
del 1990 (Crawshaw 1995). A partir del año 2004, la densidad de jaguares parece
incrementarse para el año 2006, aunque las estimaciones obtenidas luego, en el 2008, no son
estadísticamente diferentes a las del 2004 (Figura 7.2)
144
Figura 7.2. Densidad de jaguares en el Norte del Corredor Verde de Argentina y Brasil entre los años
1990 y 2008. El valor de densidad de 1995 es el estimado por Crawshaw (1995) y los restantes son
los obtenidos en este estudio.
7.2.2 Supervivencia
De los siete individuos registrados en los muestreos de Urugua-í 2003 e Iguazú 2004 al
menos cinco (71%) sobrevivieron y fueron registrados durante el relevamiento del año 2006
(Figura 7.3). Durante el muestreo del 2008 cuatro de esos jaguares (80%) fueron
nuevamente fotografiados por la cámaras trampas (Figura 7.3). De esta manera, el 57 % de
los individuos que habían sido registrados entre el 2003 y el 2004 estaban vivos en el 2008,
lo que equivale a una supervivencia anual mínima cercana al 86%.
Uno de los 11 individuos adultos fotografiado en el año 2006 no pudo ser comparado con
todos los individuos registrados en el 2008 debido a la posición en la que fue fotografiado,
por lo que fue eliminado de este análisis. De los diez individuos restantes, ocho fueron
registrados nuevamente en el año 2008, por lo que la supervivencia mínima anual para este
período de dos años fue del 90% (Figura 7.4). Los dos cachorros fotografiados durante el
muestreo 2006 se habrían independizado de sus madres para el año 2008. Uno de ellos fue
cazado por un cazador furtivo en la zona del Parque Provincial Puerto Península distante a 21
145
km de su lugar de registro como cachorro. El registro fue confirmado mediante la
comparación del patrón de manchas del cuero decomisado por los guardaparques de esa área
protegida con las fotos obtenidas durante este estudio. El otro, cachorro fue fotografiado en
varias oportunidades, ya como un individuo independiente, en un área distante a nueve
kilómetros de donde había sido fotografiado con su madre en el muestreo del 2006.
Figura 7.3. Supervivencia mínima de los individuos registrados durante los muestreos de Urugua-í e
Iguazú durante el período comprendido entre los años 2003-4 y 2008.
146
Figura 7.4. Supervivencia mínima de los individuos registrados durante el muestreo de Iguazú-San
Jorge durante el período comprendido entre los años 2006 y 2008.
147
7.4 Discusión
De acuerdo a los resultados obtenidos en este estudio, la abundancia de jaguares en Norte del
Corredor Verde de Argentina y Brasil, ha sufrido una marcada declinación entre los años
1995 y 2004 (Paviolo et al. 2008). Esta situación parece haberse dado a ambos lados de la
frontera, e incluso la declinación habría continuado en el Parque Nacional do Iguaçu, ya que
estimaciones de densidad recientes (año 2009) fueron aún menores a las encontradas en este
estudio (Marina Xavier da Silva com. pers.). La disminución en los registros de huellas de
jaguares, las tasas de captura y la menor cantidad de ataques al ganado también sugieren que,
en la región, los jaguares son menos abundantes que en 1995 (Azevedo y Conforti 2002,
Crawshaw 2002, MERNyT 2008).
Si bien las diferencias en las estimaciones de densidad de este estudio con respecto al de
Crawshaw (1995) podrían deberse a diferencias metodológicas (él uso radiotelemetría y yo
cámaras trampas), existe cierta evidencia de que mis estimaciones son comparables con las
realizadas anteriormente. Algunos autores han estimado la densidad de jaguares utilizando
radiotelemetría y cámaras trampas simultáneamente y han obteniendo densidades muy
similares con ambos métodos (Cullen et al. 2005, Cullen 2006). Por otra parte, las
estimaciones de densidad de ocelotes para el Parque Nacional Iguazú obtenidas mediante
cámaras trampas (Di Bitetti et al. 2006b, 2008b) son también similares a las obtenidas por
Crawshaw (1995) usando radiotelemetría, lo que refuerza la idea de que las densidades
obtenidas mediante ambas metodología son comparables (ver también Maffei y Noss 2007,
Balme et al. 2009a).
La causa de la declinación en la población de jaguares del norte del Corredor Verde entre
1995 y 2004 podría estar relacionada con una drástica disminución en la abundancia de una
de sus principales presas y una alta mortalidad de jaguares inducida por el hombre (Paviolo
et al. 2008). A principios de la década del 1990 los pecaríes labiados eran abundantes en la
región y constituían la principal presa del jaguar (Crawshaw 1995). Alrededor del año 1997
los pecaríes labiados habrían desaparecido del Parque Nacional do Iguaçu (Azevedo y
Conforti 2008) y declinado en gran parte del norte de la provincia de Misiones (Paviolo et al
2009a, Capítulo III). Luego de la declinación de esta especie, los jaguares (al menos los del
Parque Nacional do Iguaçu) comenzaron a depredar ganado doméstico que pasó a constituir
su principal ítem alimenticio (Azevedo 2008, ver también discusión del Capítulo V). La
148
depredación del ganado doméstico por parte de los jaguares habría provocado un aumento en
los conflictos con el hombre y en el número de jaguares muertos por esta causa (Azevedo y
Conforti 2002, Crawshaw 2002).
Según algunas estimaciones entre los años 1995 y 1997 al menos 30 jaguares habrían sido
eliminados en el Parque Nacional do Iguaçu y sus alrededores, y unos 70 habrían sido
cazados entre los años 1995 y 2002 (Crawshaw 2002, Conforti y Azevedo 2003).
Adicionalmente, en el norte de Misiones, por lo menos otros 22 jaguares murieron por causas
antrópicas durante ese mismo período (Capítulo IV). Si consideramos que la población total
de adultos estimada por Crawshaw (1995) para el Parque Nacional do Iguaçu era de 64
individuos, la cantidad de jaguares muertos en la región entre 1995 y 2002, podría haber
reducido significativamente la población de jaguares. El gran número de jaguares muertos
durante esos años es coincidente con la baja tasa de supervivencia de los jaguares observada
en el estudio de Azevedo y Conforti (2002). Sin embargo, la baja supervivencia de los
jaguares ya había sido observada antes de la declinación de los pecaríes labiados (Crawshaw
1995), por lo que es probable que la población haya estado sufriendo una alta mortalidad
desde años anteriores.
De acuerdo a la evidencia encontrada, la causa más probable de la declinación de la
población de jaguares en el norte del Corredor Verde entre los años 1995 y 2004, parece
haber estado relacionada con una alta mortalidad de jaguares de origen antrópica, problema
que se habría agudizado ante la rápida declinación de la población de pecarí labiado, su
principal presa en la región (Paviolo et al. 2008).
Desde el año 2004 la población de jaguares se ha mantenido relativamente estable. La mayor
densidad obtenida en el año 2006 con respecto al 2004, parece estar más relacionada con la
inclusión de la Reserva Forestal San Jorge en el área de muestreo, que con un crecimiento en
la población. En esta Reserva, fotografié seis de los once jaguares registrados durante este
muestreo, pero constituyó solo el 25% del área muestreada (Paviolo et al. 2008). El alto
número jaguares registrados en San Jorge podría estar relacionado a su ubicación estratégica
entre el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Urugua-í, en una región donde el
Corredor Verde es relativamente angosto (Figura 7.1). La estimación de densidad del año
2008 (Iguazú-San Jorge-Urugua-í) fue intermedia entre los valores del año 2004 (Iguazú) y
los del 2006 (Iguazú-San Jorge) lo que confirmó la relativa estabilidad de la población.
149
La supervivencia anual mínima estimada para los jaguares durante el período 2004-2008 fue
de entre 86% y 90%, lo que contrastó con valores menores a los valores del 40% encontrados
en estudios anteriores (Crawshaw 1995, Azevedo y Conforti 2002). Las diferencias en los
valores de supervivencia podrían deberse a una mejora en los niveles de protección contra la
caza furtiva, que podría haber reducido la mortalidad de jaguares. Sin embargo, los recursos
invertidos en tareas de control contra la caza furtiva en los Parques Nacionales Iguazú y do
Iguaçu, no se han incrementado con respecto a la década de 1990 y como consecuencia la
presión de cacería se ha mantenido relativamente constante (Gdpque Angel Caradona com.
pers., Marina Xavier da Silva com. pers.).
Otra explicación posible es que las diferencias en los valores de supervivencia encontrados
entre los estudios, se deban a variaciones en los niveles de mortalidad entre las distintas
áreas. Mis datos de supervivencia provinieron principalmente de jaguares registrados en
áreas relativamente bien protegidas de Misiones, como la zona central del Parque Nacional
Iguazú, o en áreas bastante inaccesibles, como la Reserva Forestal San Jorge (Figura 7.1).
Por el contrario, la mayoría de los animales estudiados por Crawshaw (1995) y Azevedo y
Conforti (2002), habitaban un área del Parque Nacional do Iguaçu, Brasil, que tiene una
extensa zona de borde en la que los conflictos con los ganaderos vecinos son frecuentes y
donde las tareas de control contra la caza furtiva son muy difíciles de realizar (Figura 7.1,
Crawshaw 1995, 2002, Conforti y Azevedo 2003). Por lo general, los grandes carnívoros
sufren una alta mortalidad en las áreas de borde debido a una mayor presión de caza y a los
frecuentes conflictos con los humanos (Woodroffe y Ginsberg 1998). Esto también ha sido
observado en las áreas de borde de selva del norte de Misiones, donde se concentraron la
mayoría de los casos de jaguares muertos (Capítulo IV). De esta manera, es posible que las
poblaciones de jaguares del Corredor Verde estén estructuradas de manera espacial, con
algunas áreas que constituyen fuentes poblacionales y otras que constituyen sumideros (De
Angelo 2009, Lonsdorf et al en prep.).
Los valores de supervivencia encontrados en este estudio son relativamente elevados si se los
compara con otras especies de grandes felinos. La supervivencia de adultos en varias
poblaciones saludables de pumas con baja mortalidad de origen antrópico, fueron similares o
menores (entre 71% y 93%) a los encontrados para los jaguares en este estudio (Lindzey et
al. 1988, Logan y Sweanor 2001, Laundré et al. 2007). Poblaciones de tigres en áreas bien
150
protegidas y con abundantes presas en la India, tuvieron una supervivencia media del 77%
(Karanth et al. 2006), mientras que poblaciones de leopardos en una etapa de alto
crecimiento poblacional mostraron una supervivencia media anual del 86% (Balme et al.
2009b). Los altos valores de supervivencia mostrados por los jaguares en este estudio y la
existencia de reproducción en el área (ver también Capítulo VI), sugieren que la población de
jaguares podría haber tenido un crecimiento positivo durante los últimos años. Sin embargo,
es muy probable que el potencial de crecimiento de la población haya sido compensado por
una alta mortalidad en las áreas de borde que quedaron fuera del área muestreada y que
reciben a los individuos que emigran desde esta fuente. Un ejemplo, anecdótico, de este
fenómeno, podría estar representado por el individuo cazado en el Parque Provincial Puerto
Península y que fuera fotografiado con su madre cuando era un juvenil en el Parque Nacional
Iguazú.
Durante el último muestreo que abarcó la mayoría de las áreas de selva del norte de Misiones
registré 16 individuos de los cuales ocho fueron hembras (cinco adultas y tres jóvenes/sub-
adultas). Según la población estimada por los modelos de captura-marcado-recaptura, en el
área habitan seis jaguares más, que no han sido registrados por las cámaras trampas (Tabla
7.1). Considerando la proporción de abundancia entre sexos (1:1) y la de hembras adultas vs
sub-adultas observada en la población conocida, es probable que toda el área sea habitada por
unas 11 hembras, de las cuales siete serían adultas.
La información existente sobre la reproducción de los jaguares (North American regional
jaguar studbook, Lonsdorf et al. en prep.) indica que las hembras adultas paren 1,74
cachorros cada dos años y solo algunas hembras jóvenes se reproducen, por lo que nacerían
en la región cerca de ocho cachorros por año. Los datos de supervivencia de los cachorros de
este estudio y datos de campo de otras especies de grandes felinos, sugieren que cerca del
50% o menos de los animales nacidos llega a la adultez (Logan y Sweanor 1991, Kerley et
al. 2003, Goodrich et al. 2008, Balme et al. 2009b). De esta manera, posiblemente la
capacidad de producir nuevos adultos de la sub-población del norte de Misiones sea
actualmente de sólo cuatro jaguares por año. Considerando que en el área existen 22
individuos con una mortalidad de adultos y jóvenes anual observada de cerca del 10%, dos
de esos jaguares solo servirán para mantener a la población en equilibrio, por lo que el
potencial de crecimiento de la población sería de dos individuos anuales (10% anual del total
151
actual).
De acuerdo a los resultados del Capítulo IV de esta tesis, en la zona norte de Misiones se
eliminan por causas antrópicas un promedio de casi tres jaguares por año. Con ese nivel de
mortalidad se está eliminando una gran parte de la producción anual de la población, lo que
probablemente no solo no permite su crecimiento, sino que podría causar su declinación.
Debido al ya bajo número poblacional de la especie en la región, es probable que la
población de jaguares se extinga en el corto plazo si no se reducen los niveles de mortalidad
causada por el hombre. Esto mismo es sugerido por los resultados de un Análisis de
Viabilidad Poblacional desarrollado recientemente sobre esta población de jaguares
(Lonsdorf et al. en prep.).
Las posibilidades de conservación de la población de jaguares del Corredor Verde de
Argentina y Brasil dependen de una rápida reducción en los niveles de mortalidad de origen
antrópico. Los planes de reducción de la mortalidad deben incluir a las áreas protegidas, pero
también a las zonas de borde de la selva que constituyen las áreas donde se produce el mayor
número de casos de jaguares eliminados. Las principales acciones para reducir la mortalidad
deberían estar enfocadas a la reducción de la presión de caza y a un atento monitoreo de los
posibles conflictos con los seres humanos.
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APÉNDICES
Apéndice 1a. Mapa del área del muestreo de Urugua-í desarrollado en el año 2003 con el
detalle de la ubicación de las estaciones de muestreo y el área cubierta.
186
Apéndice 1b. Mapa del área del muestreo de Yabotí desarrollado en el año 2005 con el
detalle de la ubicación de las estaciones de muestreo y el área cubierta.
187
Apéndice 1c. Mapa del área del muestreo de Iguazú desarrollado en el año 2004 con el
detalle de la ubicación de las estaciones de muestreo y el área cubierta.
188
Apéndice 1d. Mapa del área del muestreo de Iguazú-San Jorge desarrollado en el año 2006
con el detalle de la ubicación de las estaciones de muestreo y el área cubierta.
189
Apéndice 1e. Mapa del área del muestreo de Iguazú-San Jorge-Urugua-í desarrollado en el
año 2008 con el detalle de la ubicación de las estaciones de muestreo y el área cubierta.
190
Apéndice 2. Detalle de los resultados de las regresiones logísticas tipo ANCOVA
realizados para evaluar la abundancia de presas de jaguar. En las tablas se incluyen los
valores de ajuste del modelo completo, los coeficientes estimados para cada variable y sus
efectos en la variable respuesta.
Corzuela roja (Mazama americana)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 23,99 6 47,99 <0,0001Total 104,46 Reducido 128,45
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción 0,3113 0,5733 0,29 0,5871 Bambú 2 -0,7109 0,4373 2,64 0,104 Bambú 3 -0,4686 0,4048 1,34 0,247 Esfuerzo 0,0071 0,0046 2,37 0,124 DVEC 0,00028 0,000074 14,2 0,0002 Protección 2 0,6919 0,4025 2,96 0,0856 Protección 3 0,8325 0,5658 2,16 0,1412
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Bambú 2 2 7,55 0,0229 Esfuerzo 1 1 2,3655 0,124 DVEC 1 1 14,2002 0,0002 Protección 2 2 6,3278 0,0423
191
Corzuela enana (Mazama nana)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 14,94 4 29,89 <0,0001Total 107,33 Reducido 122,27
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -3,0201 0,5424 31 <0,0001Suelo 0,5047 0,1923 6,89 0,0087 Protección 1 -1,6743 0,4581 13,36 0,0003 Protección 3 -0,652 0,5042 1,68 0,1954 Esfuerzo 0,0144 0,0042 11,84 0,0006
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Suelo 1 1 6,892 0,0087 Protección 2 2 18,4646 0,0001 Esfuerzo 1 1 11,8449 0,0006
Tapir (Tapirus terrestris)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 20,92 4 41,85 <0,0001Total 108,42 Reducido 129,35
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción 0,1836 0,5484695 0,11 0,7378 Esfuerzo 0,011206 0,0049743 5,08 0,0243 DVEC 0,0001642 0,000067 6,01 0,0142 Protección 2 1,61099724 0,4155917 15,03 0,0001 Protección 3 -0,0845274 0,493689 0,03 0,8641
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 5,07 0,02 DVEC 1 1 6,01 0,01 Protección 2 2 15,47 0,0004
192
Pecarí de collar (Pecari tajacu)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 16,1754 3 32,35 <0,0001 Total 89,83 Reducido 106,0058
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -1,0512 0,4068 6,68 0,0098 Protección 2 1,5773 0,3856 16,73 <0,0001 Protección 3 0,2714 0,8032 0,11 0,7355 Esfuerzo 0,0123 0,0043 8,15 0,0043
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Protección 2 2 18,46 0,0001 Esfuerzo 1 1 8,1464 0,0043
Pecarí labiado (Tayassu pecari)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 6,9734 2 13,95 0,0009 Total 28,61 Reducido 35,59
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -2,6631 1,1329 5,53 0,0187 DVEC 0,00036 0,00015 5,73 0,0167 Esfuerzo 0,0321 0,0189 2,89 0,0889
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P DVEC 1 1 5,73 0,0167 Esfuerzo 1 1 2,89 0,0889
193
Coatí (Nasua nasua)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 6,7004 3 13,4 0,0038 Total 116,7726 Reducido 123,473
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -1,2135 0,4024 9,09 0,0026 Protección 2 -0,0176 0,3487 0 0,9597 Protección 3 -1,6702 0,5111 10,68 0,0011 Esfuerzo 0,00599 0,00367 2,66 0,1028
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Protección 2 2 11,39 0,0034 Esfuerzo 1 1 2,66 0,1028
Osito lavador (Procyon cancrivorus)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 19,0933 4 38,19 <0,0001 Total 108,27 Reducido 127,36
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -2,1118 0,4891 18,64 <0,0001 Protección 2 -1,1169 0,404 7,64 0,0057 Protección 3 -0,9584 0,5409 3,14 0,0764 Esfuerzo 0,0089 0,0039 5,2 0,0225 Camino 0,5929 0,186 10,16 0,0014
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Protección 2 2 12,52 0,0019 Esfuerzo 1 1 5,2 0,0225 Camino 1 1 10,16 0,0014
194
Agutí (Dasyprocta azarae)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 48,32 4 96,64 <0,0001 Total 81,28 Reducido 129,6
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción 2,4332 0,83 8,59 0,0034 Protección 2 3,1172 0,7722 16,3 <0,0001 Protección 3 0,5001 0,5492 0,83 0,3625 Esfuerzo 0,0036 0,0053 0,46 0,4993 Suelo 0,9084 0,206 19,44 <0,0001
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Protección 2 2 18,79 0,0001 Esfuerzo 1 1 0,4564 0,4993 Suelo 1 1 19,44 <0,0001
Paca (Cuniculus paca)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 2,7207 1 5,4413 0,0197 Total 90,7357 Reducido 93,4564
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -2,0741 0,3471 35,72 <0,0001 Esfuerzo 0,0091 0,0038 5,6 0,0179
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 5,6 0,0179
195
Mulita (Dasypus novemcinctus)
Test de modelo competo
Modelo MLog Likelihood GL χ2 P
Diferencia 3,2198 1 6,4396 0,0112 Total 92,996 Reducido 96,216
Estimación de coeficientes
Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepcion -2,0573 0,344 35,76 <0,0001 Esfuerzo 0,0097 0,0038 6,49 0,0108
Test de efecto de las variables Variable Nº parametros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 6,49 0,0108
196
Apéndice 3. Mapa donde se muestran los registros de individuos en diferentes áreas del
Norte de la Provincia de Misiones.
Los jaguares realizan grandes desplazamientos a través de áreas que están bajo el dominio de
distintas jurisdicciones (nacionales, provinciales o privadas), por lo que es necesario
coordinar esfuerzos para poder proteger a las especie.
197
Apéndice 4: Encuesta realizada a los pobladores rurales de la zona norte de Misiones. Se
omitieron algunas preguntas que estaban relacionadas con otros temas no abordados en el
Capítulo IV. En las encuestas se usó la palabra yaguareté o tigre porque son los nombres por
los que se conoce a la especie en la región.
Entrevistas:
Perfil del poblador
1.1 ¿Hace cuanto que usted llego a esta chacra?
1.2 ¿A qué se dedica?
Animales perjudiciales o peligrosos
2.1 ¿Hay algunos animales del monte que traen perjuicios a la gente en la chacra?
2.2 ¿Qué animales?
2.3. ¿Y cuál más?
2.4 ¿Qué animales son peligrosos para el hombre?
2.5 ¿De qué forma?
2.6 ¿Qué otros animales son peligrosos?
Presencia de la especie y percepción de su abundancia
4.1 ¿En ese tiempo cuando usted llegó había yaguaretés por la zona?
4.2 Si dice que si ¿Donde se sabían ver las huellas o se lo veía al animal?
4.3 ¿Cuándo fue la última vez que se ha visto tigre por la zona?
4.4 Si dice que no ¿nunca hubo por la zona?
4.5 ¿Algún vecino que llego antes le comentó si había antes de que usted llegara?
4.6 ¿Hay más que antes o menos?
4.7 ¿Por qué piensa que hay menos o más?
198
Mortalidad de jaguares
5.0 ¿De los yaguaretés que se mueren, cual es el principal motivo de muerte?
5.1 ¿Se entero alguna vez que se haya cazado un yaguareté?
5.2 ¿Dónde?
5.3 ¿Se acuerda cuando pasó, aproximadamente?
5.4 ¿Sabe porque se cazaron?
5.5 ¿Conocía al cazador?
5.6 ¿Se acuerda de algún otro caso?
5.7 ¿En general cuál piensa usted es el principal motivo por el que el yaguareté es cazado?
5.8 ¿Si un cazador está en el monte o en un sobrado y aparece un jaguar que piensa que hace?
5.9 ¿Se vende la piel?
5.10 ¿A dónde?
5.11 ¿A cuánto?
Ataques a los animales domésticos
6.1 ¿Alguna vez hubo problemas de ataques del yaguareté al ganado domestico o perros por
la zona?
6.2 ¿Cuénteme como fue cuantos animales/perros mato?
6.3 ¿Qué hizo el dueño?
6.4 ¿Qué debería haber hecho?
6.5 ¿Qué debería haber hecho el gobierno ante estos casos?
6.6 ¿Se le ocurre algún tipo de manejo del ganado para evitarlo?
6.7 ¿Probó ponerlo en práctica?
6.8 ¿Si es no, porque?
6.9 ¿Si es sí, como le fue?
199
6.10 ¿Si hay un yaguareté en el área, usted piensa que va tener problema con los animales
domésticos?
6.11 Usted piensa que las pérdidas de animales por ataques del yaguareté es un problema
importante comparado con otras pérdidas?
Percepción sobre la peligrosidad de la especie
7.1 ¿Qué hace si se encuentra con un yaguareté?
7.2 ¿Usted piensa que el animal lo podría atacar si usted no lo provoca?
7.3 ¿Si encuentra una huella de yaguareté en la chacra, qué hace?
7.4 ¿Qué deberían hacer las autoridades?
7.5 ¿Conoce algún caso de ataque de yaguareté a personas?
Percepción sobre la conservación de la especie
8.1 ¿Usted cree que el yaguareté es un animal que deberíamos cuidar o no?
8.2 ¿Porque?
8.3 ¿Cree que es importante para el monte que siga viviendo ahí? ¿Porque?
8.4 ¿Que hay hacer para cuidar para que siga habiendo?
8.5 ¿Que hay que hacer para reducir la caza de la especie?
Percepción sobre cuestiones legales
9.1 ¿Está permitido cazarlo?
9.2 ¿Conoce cuál es la pena por cazarlo?
9.3 ¿Conoce de algún caso que se haya agarrado a alguien por esto?
9.4 ¿Qué pasó con ese caso?
9.5 ¿Cómo se enteró de estas leyes?
9.6 ¿Que hace si se entera de un caso? Por qué?
200
Apéndice 5. Detalle de los resultados de las regresiones logísticas tipo ANCOVA
realizados para evaluar el uso de hábitat de jaguares y los distintos sexos de pumas. En las
tablas se incluyen los valores de ajuste del modelo completo, los coeficientes estimados para
cada variable y sus efectos en la variable respuesta.
Jaguar (Panthera onca)
Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 31,83 3 63,66 <0,0001Total 65,49 Reducido 97,31
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -2,9228 0,5688 26,4 <0,0001Esfuerzo 0,0175 0,0055 10,15 0,0014 Camino 1,7743 0,3515 25,48 <0,0001Protección 0,5284 0,255 4,29 0,0382
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 10,15 0,0014 Camino 1 1 25,48 <0,0001Protección 1 1 4,29 0,0382
201
Pumas hembras (Puma concolor) Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 31,07 4 62,14 <0,0001 Total 63,78 Reducido 94,85
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción 3,9776 0,6192 41,27 <0,0001 Esfuerzo 0,0201 0,0057 12,35 0,0004 Camino 1,5185 0,3287 21,34 <0,0001 Protección 1 1,6584 0,4641 12,77 0,0004 Protección 2 -0,0882 0,4233 0,04 0,8349
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 12,35 0,0004 Camino 1 1 21,34 <0,0001 Protección 2 2 14,42 0,0007
Pumas machos (Puma concolor) Test de modelo competo Modelo -Log Likelihood GL χ2 P Diferencia 30,26 3 60,52 <0,0001 Total 99,34 Reducido 129,6
Estimación de coeficientes Variable Coeficiente SD χ2 P Intercepción -3,1311 0,5326 34,56 <0,0001 Esfuerzo 0,03005 0,0066 20,4 <0,0001 Camino 0,442 0,1811 5,96 0,0146 DVEC 0,00025 0,000065 14,73 0,0001
Test de efecto de las variables Variable Nº parámetros GL Wald χ2 P Esfuerzo 1 1 20,4 <0,0001 Camino 1 1 5,96 0,0146 DVEC 1 1 14,73 0,0001