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UNIVERSIDAD DE MEXICO 11 Por Carlos FUENTES ORWELL ALGUNAS NOTAS so bre las olas proclaman su simpa- tía desde el pupitre y el café, Or\\'e11 ha vivido la sencilla _'a acobardan te- vakntía de ir a un abrazo con los diariamente manoseados por la propaganda de convenien- cia. ¿ Simple sentimentalismo pseudo-franciscano, como cri- tica \ Vyndham Lewis? ¿ Ren- cor a flote, pensaríamos? No. En primer lugar, la volición riel fracaso: i por la borda el deseo del "éxito" burgués, im- plícito en su origen familiar y prevenido por su peculiar ex- periencia en la escuela y la po- licía! i Vamos a sentirnos po- bres diablos! Pero, en seguida, la vida misma Cl! el nivel esco- gido por Orwe11, despojada a fuerza de gravedad de la in- tención personal del autor, le otorga la rectitud de su filia- ción política; entre los traba- jadores encuentra Onvell el sentido, candoroso y limpio, elel socialismo ("es un socia- lismo más verdaClero quc el marxista ortodoxo, porque siempre recuerda lo que el se- gundo tantas veces olvida, que . socialismo quiere decir justi- cia y decencia elementales"). Comunión desnuda con los tra- bajadores, flaquezas y vicios, humor y fortaleza, resignación y rebeldía, que equivale a co- mulgar con la naturaleza hu- mana. Vidas sin máscaras frente a las máscaras sin vida de los hipócritas, de los como- clines del escamoteo politico a quienes Orwe11 niega el per- dón ("El típico socialista .. , es, o un imberbe snob-bolche- vique que en un lustro se ha- brá casado con una rica y con- vertido al catolicismo; o, aun más típicamente, un pequer:o y atildado burócrata ... dueño . de una posición social que no tiene la menor intención de S3- cri ficar"). Aquí, en el último suelo, reafirma Orwell su cer- teza de la libertad como algo indivisible: la mcdida de mi li- bertad es la libertad de todoo" nunca la del que la nicga a tocios menos a mismo, o la del que dice defenderla para todos secucstránelola mientras se realiza el paraíso en la tie- rra. La fel icidael '10 puede ser obra ele una promesa de paraí- so social que, en tanto se vuel- ve realidael, pervierte y sofoca las limitadas, pero reales, po- sibilidades de felicidad huma- na. El pueblo es lo único que no se vende. de él tiene CJue surgir la fuerza de libertad y honradez que limpie al mundo. Orwel1 acaba de descubrir al Pueblo, mientras todos trafi- can con el populacho y la masa. El ¡n·ilitante. Si en 1936 hay que convivir con los obreros de vVigan, en 1937 hay que estar peleando en la milicia re- publicana española. Orwell no ingresa a la brigada interna- E G R hotel, hasta el dormitorio en la banca del parque. Y en la pobreza, la vida secreta, mez- quina: el destino vuelca la úl- tima taza de leche, se recogen -con vergüenza entusiasta- migajas y colillas, desaparecen todas las sonrisas de "nues- tros semej an tes"; el aburri- miento abismal, la insufrible compasión de frente al apa- rador de un restaurante. Y sin embargo, "un sentimiento de alivio, casi de placer, al saber- se, al fin, realmente aniqui1a- do. Uno ha hablado tanto de irse al diablo - pues aquí está el diablo, lo has alcanzado, y puedes aguantarlo. Es qu itar- se un gran peso de encima." Nuevamente en Inglaterra, Orwell ha cambiado de suelo, mas no de nivel: ingresa :l las bandas de Iramps, de vaga- bundos que apenas durante al- rrunas horas nocturnas sienten caridad 3 regañadientes más intolerable que el peregri- nar sin fin por calles y can-e- teras: una taza de te, para esta noche, son las gran- des y únicas preocupaciones de la vida. Los años de Orwe'l en el penúltimo peldaño que- dan en Down and out in Paris and London (1933); Tite Road lo Wigan Pier (1936) relata una nueva incursión, es- la vez entre las clases traba- jadoras de uno de los distritos ingleses de condición más pe- nosa. Entre v durante, Orwell ha militado, 'con su pluma, en el socialismo; pero jamás su afán militante ha permanecido allí: mientras quienes inten- tan lep'islar sobre el ruido de ., o E G nos y tiranizados, y la libertad -ha entendido el pobre escri- tor metido a esbirro--- no ad- mite parcelaciones: ha de ser de todos, o no es de nadie. "Durante cinco años -escri- be Orwell- formé parte de un sistema opresivo, sentí en el enorme peso de una cul- pa que debía expiar." Un lar- go desfile de celdas hediondas, espaldas azotadas, caras grises, sin admitir más compasión que "el absoluto silencio impuesto a todo inglés en Oriente", mar- ca este primer contacto de 01'- --contacto activo de fla- gelador mudo- con una in- justicia total, la sufrida por todo un pueblo y no sólo, ya, por el muchacho pobre en la escuela de ricos. ... y el im- perialismo inglés: las fuerzas, odiosas pero implacables, de la comparación, pronto habrían de reducir'o a la dulzura de un día de campo!) "Dado a la desgracia". ¿ Có- mo "expía Onvell su senti- miento de culpa? Lanzándose consciente al fracaso, fracaso que determina la obra del no- velista y del escritor político. 1927, Inglaterra, y al poco tiempo, París. Aquí, se deja hundir klltamente hasta el fondo, hasta los cuartitos apes- tosos de gas y cocina rancia, las sábanas amarillas y la de- mografía de las pulgas, los hospitales públicos donde los pobres mueren entre la indife- rencia de los doctores y la so- ledad apretujada de los demás enfermos, el oficio de lavapla- tos en los subterráneos ratu- y sofocados de un Aquí estaba yo, el hombre blanco con su fusil, de pie frente al populacho - aparentemente, el actor prin- cipal de la pieza; pero en reali- dad, sólo un títere absurdo em- puj,:do a gusto por la voluntad de esas caras am2rillas a mis espal- das. En este momento, me cuenta de que cuando el "hombre blanco" se hace ti rano, es su pro- pia libertad lo que destruye. e OAlO malar a ele- fante_ Los años de for- mación de George 01'- \Vell se agitan bajo los sig-nos de la culpa y el fraca- so. El hijo de lo que él deno- mina "la alta baja clase me- dia" (¿ primero de los últimos. último de los primeros?), estudiante por gracia de b('ca en los colegios de los ricos que sobre el muchacho flaco de trajes ¡-atoneros vierten todo el desprecio y crueldad de que es capaz la juventud, debe, al abandona l' Eton, emigrar a Birmania, de un puesto inferior en la Policía Imperial del raj británico. Ni siquiera el lujo menor de ['embarras du choix. En Inglaterra un largo corredor de puertas cerradas lo condena a la mediocridad ("¡ La Editorial lo siente mu- cho! ¿ Por qué no decir fran- camente, 'No queremos sus condenados poemas. Sólo acep- tamos poemas de nuestros compañeros en Cambridge. Ustedes, proletarios, manten- gan su distancia?' "). En Bir- mania, OrweIl inicia su carre- ra de militante; en esta oca- sión, a las órdenes de un ins- trumento imperial que rechaza, pero al servicio del cual debe permanecer cinco largos años. Un ensayo -Shootiny an Ele- phant- y una mala novela -Burmese Days-. En aquél, el escritor percibe, en un ins- tante ridículo y amargo, la na- turaleza del imperialismo. Un elefante anda suelto, causando destrozos, y OrweIl es enviado a controlar la situación en nombre de S. M. Imperial. Es- copeta al hombro, el. policía inglés sale en busca del ani- mal, y a él se unen, en silencio expectante y burlón, la multi- tud de birmanos. El elefante ya pasta tranquilamente, pero Orwell tiene que disparar e, inútilmente, matarlo: así lo exige el populacho, tanto por- que no está dispuesto a que se le escatime su diversión, como porque el pukka sahib tiene que comportarse como tal emanar resolución, saber lo que quiere, hacer cosas defi- nitivas 1). Otra actitud daría ocasión al inminente derrum- be de todos los pukka sahibs: El imperialista ha matado sólo por no aparecer como un tonto a los ojos del pueblo so- metido, que por otra parte pi- de la sangre del elefante. La tiranía i¡a corrompido a tira-

ORWELL - Revista de la Universidad de México · Orwell no ingresa a la brigada interna-R G E hotel, hasta el dormitorio en la banca del parque. Y en la pobreza, la vida secreta,

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 11

Por Carlos FUENTES

ORWELL

ALGUNAS NOTAS

so bre

las olas proclaman su simpa­tía desde el pupitre y el café,Or\\'e11 ha vivido la sencilla_'a acobardan te- vakntía deir a b~¡scar un abrazo con losdiariamente manoseados porla propaganda de convenien­cia. ¿ Simple sentimentalismopseudo-franciscano, como cri­tica \ Vyndham Lewis? ¿ Ren­cor a flote, pensaríamos? No.En primer lugar, la voliciónriel fracaso: i por la borda eldeseo del "éxito" burgués, im­plícito en su origen familiar yprevenido por su peculiar ex­periencia en la escuela y la po­licía! i Vamos a sentirnos po­bres diablos! Pero, en seguida,la vida misma Cl! el nivel esco­gido por Orwe11, despojada afuerza de gravedad de la in­tención personal del autor, leotorga la rectitud de su filia­ción política; entre los traba­jadores encuentra Onvell elsentido, candoroso y limpio,elel socialismo ("es un socia­lismo más verdaClero quc elmarxista ortodoxo, porquesiempre recuerda lo que el se­gundo tantas veces olvida, que

.socialismo quiere decir justi­cia y decencia elementales").Comunión desnuda con los tra­bajadores, flaquezas y vicios,humor y fortaleza, resignacióny rebeldía, que equivale a co­mulgar con la naturaleza hu­mana. Vidas sin máscarasfrente a las máscaras sin vidade los hipócritas, de los como­clines del escamoteo politico aquienes Orwe11 niega el per­dón ("El típico socialista .. ,es, o un imberbe snob-bolche­vique que en un lustro se ha­brá casado con una rica y con­vertido al catolicismo; o, aunmás típicamente, un pequer:oy atildado burócrata ... dueño

.de una posición social que notiene la menor intención de S3­

cri ficar"). Aquí, en el últimosuelo, reafirma Orwell su cer­teza de la libertad como algoindivisible: la mcdida de mi li­bertad es la libertad de todoo"nunca la del que la nicga atocios menos a sí mismo, o ladel que dice defenderla paratodos secucstránelola mientrasse realiza el paraíso en la tie­rra. La fel icidael '10 puede serobra ele una promesa de paraí­so social que, en tanto se vuel­ve realidael, pervierte y sofocalas limitadas, pero reales, po­sibilidades de felicidad huma­na. El pueblo es lo único queno se vende. de él tiene CJuesurgir la fuerza de libertad yhonradez que limpie al mundo.Orwel1 acaba de descubrir alPueblo, mientras todos trafi­can con el populacho y la masa.

El ¡n·ilitante. Si en 1936 hayque convivir con los obrerosde vVigan, en 1937 hay queestar peleando en la milicia re­publicana española. Orwell noingresa a la brigada interna-

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hotel, hasta el dormitorio enla banca del parque. Y en lapobreza, la vida secreta, mez­quina: el destino vuelca la úl­tima taza de leche, se recogen-con vergüenza entusiasta­migajas y colillas, desaparecentodas las sonrisas de "nues­tros sem ejantes"; el aburri­miento abismal, la insufriblecompasión de sí frente al apa­rador de un restaurante. Y sinembargo, "un sentimiento dealivio, casi de placer, al saber­se, al fin, realmente aniqui1a­do. Uno ha hablado tanto deirse al diablo - pues aquí estáel diablo, lo has alcanzado, ypuedes aguantarlo. Es qu itar­se un gran peso de encima."Nuevamente e n Inglaterra,Orwell ha cambiado de suelo,mas no de nivel: ingresa :l lasbandas de Iramps, de vaga­bundos que apenas durante al­rrunas horas nocturnas sienten'~lI1a caridad 3 regañadientesmás intolerable que el peregri­nar sin fin por calles y can-e­teras: una taza de te, alber~ue

para esta noche, son las gran­des y únicas preocupacionesde la vida. Los años de Orwe'len el penúltimo peldaño que­dan en Down and out in Parisand London (1933); TiteRoad lo Wigan Pier (1936)relata una nueva incursión, es­la vez entre las clases traba­jadoras de uno de los distritosingleses de condición más pe­nosa. Entre v durante, Orwellha militado, 'con su pluma, enel socialismo; pero jamás suafán militante ha permanecidoallí: mientras quienes inten­tan lep'islar sobre el ruido de.,

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nos y tiranizados, y la libertad-ha entendido el pobre escri­tor metido a esbirro--- no ad­mite parcelaciones: ha de serde todos, o no es de nadie."Durante cinco años -escri­be Orwell- formé parte deun sistema opresivo, sentí enmí el enorme peso de una cul­pa que debía expiar." Un lar­go desfile de celdas hediondas,espaldas azotadas, caras grises,sin admitir más compasión que"el absoluto silencio impuestoa todo inglés en Oriente", mar­ca este primer contacto de 01'­we~l --contacto activo de fla­gelador mudo- con una in­justicia total, la sufrida portodo un pueblo y no sólo, ya,por el muchacho pobre en laescuela de ricos. (¡ ... y el im­perialismo inglés: las fuerzas,odiosas pero implacables, de lacomparación, pronto habríande reducir'o a la dulzura deun día de campo!)

"Dado a la desgracia". ¿ Có­mo "expía Onvell su senti­miento de culpa? Lanzándoseconsciente al fracaso, fracasoque determina la obra del no­velista y del escritor político.1927, Inglaterra, y al pocotiempo, París. Aquí, se dejahundir klltamente hasta elfondo, hasta los cuartitos apes­tosos de gas y cocina rancia,las sábanas amarillas y la de­mografía de las pulgas, loshospitales públicos donde lospobres mueren entre la indife­rencia de los doctores y la so­ledad apretujada de los demásenfermos, el oficio de lavapla­tos en los subterráneos ratu­I~CS y sofocados de un ~ran

Aquí estaba yo, el hombreblanco con su fusil, de pie frenteal populacho n~tivo desan~lado

- aparentemente, el actor prin­cipal de la pieza; pero en reali­dad, sólo un títere absurdo em­puj,:do a gusto por la voluntad deesas caras am2rillas a mis espal­das. En este momento, me dícuenta de que cuando el "hombreblanco" se hace ti rano, es su pro­pia libertad lo que destruye.

eOAlO malar a w¡ ele­fante_ Los años de for­mación de George 01'­\Vell se agitan bajo los

sig-nos de la culpa y el fraca­so. El hijo de lo que él deno­mina "la alta baja clase me­dia" (¿ primero de los últimos.último de los primeros?),estudiante por gracia de b('caen los colegios de los ricos quesobre el muchacho flaco detrajes ¡-atoneros vierten todoel desprecio y crueldad de quees capaz la juventud, debe, alabandona l' Eton, emigrar aBirmania, titu~ar de un puestoinferior en la Policía Imperialdel raj británico. Ni siquierael lujo menor de ['embarras duchoix. En Inglaterra un largocorredor de puertas cerradaslo condena a la mediocridad("¡ La Editorial lo siente mu­cho! ¿ Por qué no decir fran­camente, 'No queremos suscondenados poemas. Sólo acep­tamos poemas de nuestroscompañeros en Cambridge.Ustedes, proletarios, manten­gan su distancia?' "). En Bir­mania, OrweIl inicia su carre­ra de militante; en esta oca­sión, a las órdenes de un ins­trumento imperial que rechaza,pero al servicio del cual debepermanecer cinco largos años.Un ensayo -Shootiny an Ele­phant- y una mala novela-Burmese Days-. En aquél,el escritor percibe, en un ins­tante ridículo y amargo, la na­turaleza del imperialismo. Unelefante anda suelto, causandodestrozos, y OrweIl es enviadoa controlar la situación ennombre de S. M. Imperial. Es­copeta al hombro, el. policíainglés sale en busca del ani­mal, y a él se unen, en silencioexpectante y burlón, la multi­tud de birmanos. El elefanteya pasta tranquilamente, peroOrwell tiene que disparar e,inútilmente, matarlo: así loexige el populacho, tanto por­que no está dispuesto a que sele escatime su diversión, comoporque el pukka sahib tieneque comportarse como tal(¡ emanar resolución, saber loque quiere, hacer cosas defi­nitivas 1). Otra actitud daríaocasión al inminente derrum­be de todos los pukka sahibs:

El imperialista ha matadosólo por no aparecer como untonto a los ojos del pueblo so­metido, que por otra parte pi­de la sangre del elefante. Latiranía i¡a corrompido a tira-

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cional; lucha con los milicia­nos (en su mayoría, mucha­chos de poca edad), lucha conmausers oxidados (en su ma­yoría, de cincuenta años deedad), y cet:ca de H ues~a unabala franqUista le atravtesa elpescuezo, dejándole mudo porvarios meses. En H omage toCatalonia, revela Orwell el re­siduo de su intervención en laguerra. 1..!n sen.tido. positivode solidandad, recogtdo en elaOTadecimiento de un milicia­n~ a quien el escritor salva lavida en la lucha desesperadaque ~lingún apoyo t~oral alie~­tao Un sentido negatlvo de tral­ción y cobardía: disensionesinternas, los comunistas soca­van el régimen republicano,nazis y fascistas celebran su"ensayo general", Inglaterra,Francia y Estados Unidos tie­nen un cuello muy corto parajugar al avestruz ... La tuber­culosis de Orwe11 se agravaba;rechazado por el ejército bri­tánico, se contentó con serviren el Home Guard y en la B.B. c., y con regalar buena par­te de sus raciones a los másnecesitados - sacrificio quecostó la vida a su mujer, y, ala postre, al propio Orwell.

Todos los Animales sonIgttales. Este "cuento de ha­das", Animal Farm, pese a queparafrasea la revolución rusa,tiene como tema central el fra­caso de las revoluciones (con­cretamente, el fracaso del so­cialismo que Orwell postula­ba) y el conflicto entre la ne­cesidad del hombre, que lo lle­va a la sociedad, y el manteni­miento de esa sociedad me­diante el compromiso con laintegridad ética e intelectual.En Animal Farm, apunta Or­well la visión que en 1984 co­bra forma plena y espantosa:escondido por las máscaras delas denominaciones, a vecesopuestas, se esconde el terre­no común de los totalitarismos,tácitamente aliados. El precep­to final de Jos puercos queejercen funciones ele elictadoren la granja -"Toelos los ani­males son iguales, pero algu­nos son más iguales queotros"- no lo es sólo ele ladictadura soviética; antes ]0

fué, 10 sigue siendo, del capi­talismo liberal.

1984. Acaso estemos ante ellibro más cruel y fatídico elenuestro tiempo. El dolor deOrwell es concentrado y rígi­do (pen emos -proporciones,guárdense- en otro novelistadel dolor: Dostoievsky, enquien el pesar, intenso, es flúi­do, y se hace humano en elperdón). Orwell no admite elperdón por la mentira y lacrueldad impuesta -bastantees el dolor natural ele una vi­da- V su único destello desalvacrón, el pueblo indignadoy fuerte, aparece bien lejano.

1984 nos duele y horrorizaporque no es una Utopía; éstano es susceptible de realización(al realizarse, dejaría de seruna Utopía), y el mundo de1984 se está viviendo va, es elmundo de la negación delamor, la dignidad, y la poesía(la sordidez imp~acable de1984, se hace más clara cuan­do, como un murmullo lejaní­sima, casi mudo, llegan a lamemoria del protagonista losversos de una rima infantil:Oranges and lcrnons, sa:)' thebells of Sto Clemcnt' s ... ) ;Orwe1l se ha contentado conorganizarlo y petrificarlo, unpoco más sucio, un poco másmezquino, arrancando las ca­retas que aun 10 disfrazan, ydeslindando el lugar de en­cuentro del Estado Totalita­rio, independiente de ismos co­ludos o rabones. La fachadaexterior de 1984: el munoo seencuentra dividido en tres blo­ques, Eastasia, E u r a s i a yOceanía, aparentemente en es­tado de guera perpetuo y ro­tativo unos con otros: la ver­dad, cuidadosamente oculta, esque los tres obran de comúnacuerdo, aprovechando la pro­paganda bélica para exigir sa­crificios, multiplicar las horasde trabajo, negar toda posibi­lidad de vida personal y man­tener a la población (los pro­les) en un estado alternantede abatimiento e histeria cuyasíntesis es la sumisión que yani siquiera tiene conciencia deserlo. En Oceanía, lugar enque transcurre la novela, cua­tro ministerios concentran lamaquinaria gubernamental: elMinisterio del Amor se ocupade las actividades policiales,mediante una bien organizadaPolicía del P e n s a m i e n t o(Thinkpol): habiéndose lo­grado una perfecta sumislónfísica, sólo el pensamiento -yya muy re~ativamente-puedeser objeto de pesquisas y con­denas (Nulla lege sine previumcrimen); el Ministerio de laAbundancia mantiene una si­tuación de hambre general;cada aumento de raciones quese anuncia, es en realidad unadisminución, "dialécticamente"explicada; el Ministerio de laPaz se ocupa de la guerra; yel Ministerio de la Verdad enir fabricando, al minuto, lapropaganda adaptable a la lí­nea zigzagueante del Partido.Este se rige por un triple le­ma, estratégicamente colocadoen todos los rincones de Ocea­nía: LA GUERRA ES LA PAZ, LA

LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD,

LA IGKOJ~A .TCIA ES LA FUERZA.

En el Ministerio de la Vl'r­dad, la historia es objeto elenuevas apreciaciones: la ver­dad de ayer es la mentira dehoy, y ésta la verdacl de ma­ñana; un ejército de burócra­tas se encarga de hacer concor-

dar las historias de ayer C011

la historia de hoy, editando yreeditando libros, periódicos yvolantes en con formidad conla nueva táctica o verdad pro­clamada. La Historia entera esrecreada d cada instante, y lasversiones opuestas que por mi­lagro lleguen a persistir en lilmemoria de alguien, son iltri­buídas a los espías del enemi­go imperialista en turno. Ladura labor del Ministerio se veampliamente aliviada mercedil la rápida sustitución del Old­spcak, idioma inglés anteriora la Revolución del Pueblo,por el sistema del N ewspea/~,

una ingenio a disminución dellenguaje a las necesidades es­trictas del Partido; las pocaspalabras del N ewspeak signi­fican sólo lo que el Partidoquiere que signifiquen: jo'}'­camp, campo de felicidad, esuno de concentración; sexcri­me es el amor; bellyfeel esmorirse de hambre con la ilu­sión de que se acaba de asistira un banquete; y thoughtcri­me, el delito de apartarse porun momento de la línea delPartido (hecho imposible dadoel sistema de televisión multi­lateral omnipresente que agra­cia la vida en Oceanía) notrae como consecuencia lamuerte: es la muerte. Otraspalabras -democracia, honor.religión, ciencia- han dejadode existir. Sólo se es un buenmiembro de la comunieladcuando se cree que dos y dosson cinco, no ya sin la menorduela o reticencia, sino comoúnica convicción profunda, co­mo única luz racional que sinembargo -tal es el meollo dela nueva paideia- debe sersusceptible de transformarse,a la menor indicación elel Par­tielo, en. la convicción, igual­mente profunela, e irreversible,ele que dos y dos son tres.

Geografía del odio y la so­l('dad. Tal es para Orwel1 lade 1984, que es la elel totali­tarismo. Este es observado porel escritor como un fenómenoexclusivo del siglo xx: "Losdespotismos elel pasaelo no erantotalitarismos. Su aparato elerepresión siempre fué pocoeficiente, sus clases directivasusualmente corrompidas, apá­ticas o semi-liberales, y las doc­trinas religiosas p;evalentesopuestas al perfeccionismo va la noción de la infalibilidadhumana". ¿ Por qué -esto eslo que llena de do;or a Or­we1l-- cuando, por fin, existela posibilielad ele que el domi­nio elel hombt:e sobre el hom­bre cese, surgen la esclavitud yel odio mayores que se han co­nacido? ¿ Es el mundo ele 1984-el munelo de hoy- el castig-oimpuesto a la civilización mo­derna por el pecaelo ele la so­berbia, la exposición del pensa­miento mágico en la infalibi-

CNIVERSlDAD DE MEXICO

I¡dael del hombre y sus institu­ciones, la pena por la traiciónal cristianismo, 0, acaso, tmsólo la realización natural, pre­visible, ele la corriente de pen­samiento gnóstico, activista,intuitivo, progresista y nega­dor ele Dios, que, en formasubterránea, ha corriclo escon­dido bajo la capa aparente dehumanismo y ciencia? El gnos­ticismo que en primera instan­cia asume la forma ele una re­velación intelectual absoluta,que es la verelad, prosigue co­mo un activismo redencionis­ta del hombre y la sociedad,detentaelor también de la úni­ca verclad: en marcha, los"santos en la tierra" del pnri­tanismo, el positivista, el ca­misa parda, el marxista y elsenador mengano; en la metaorg-anizada y elefinitiva, el Es­tado Totalitario, forma últimacle "el orden y el progreso"sin más dimensión. Todo losaben, ¡oh Swift! los Houyh­nhnms: ¿ por qué, entonces, to­lerar opiniones disidentes? Pa­ra Orwell, sin embargo, eltotalitarismo no sólo aparecebajo la forma Leviathan: ocu­rre también en el otro extre­mo, el de la informidad: paci­fismo y anarquismo represen­tan también una tendenciatotalitaria: el que cree obrarsin intereses materiales ni am­bición, se siente plenamentejustificado para imponer suvoluntad, tan limpia, sin lími­te alguno. En una sociedacl sinderecho y sin sanciones, elúnico árbitro de conducta esla opinión pública (i The Voiceot the People !), la cual, inmer­sa en la tremenda tendencia alconformismo de la grey, es me­nos tolerante que cualquier sis­tema jurídico -cuanclo go­bierna el "no harás", escribeOrwell, el individuo puedepracticar ciertas excentricic!a­des; cuando gobiernan "amor"o "razón", debe actuar exacta­mente igual que todos. La dic­tadura de la opinión públicaserá tan sólo más tonta que ladel Estado. Implícitamente,Orwell está proponiendo, me­diante un juego de eliminación,el Estado de Derecho como loentendió la filosofía políticagriega: el Estaclo construídosobre el elemento moral y es­piritual, radicado en la justi­cia, y avocado a la tarea decrear y educar, es decir, al biencomún. La supresión del de­recho -por falta en la anar­quía, por exceso en el totali­tarismo-, es en cierto modo,la supresión de Europa: "Siqueremos vivir sobre una baseeuropea, entonces tendríamosque dejar actuar eficientenien­te un origen más profundo",escri be Jaspers; y quizá esteorigen. en el campo social,sean dos conceptos, opuestosy a la vez complement;:¡rios: la

(Pasa a la pág. 21)

UNIVERSIDAD DE MEXICO 21

representar cumedias de I1lU­

ñecos fuera de esta capital.Vale la pena mencionar al­

gt1 nos nombres:Tomasa .i[aría R a s c ó n,

1726.María Petra Aguijar. esra­

oola, mujer ele Jo~é Mclénc!ezdesde 1773.

José E trada, e~pañoI. (le25 año~. primer galán. 1786.

Francisco Coca, !'eg"undo ga-lán.

Jo!'é Cano, tercl'!" galán.Tasé ]{omero. barba.Mariano Zanca, lxtrba.Mateo Ceballos, gr:lcioso.Ana la Zanca. pril11l'!"a dam:1.Ana Garcia. !'egunda (!:1m:1.l)o~ criada!' haciendo oficio

de cantarinas: 1\1":lría y Pepa.Francisco Carreño.Miguel Alaní!'.Teresa Acosta.José nivero (a) "El maes­

trito".Francisca Tomas;1 M ontoya

y Cadena. castiza. doncella.original-ia ele Puebla. 48 año.".

Francisco Javier Aldntara,español, originario de Puebla.35 años.

El Di rector ele la Compañí:1que actuaba en el Portal deTejaela, en 1786, era un señ()rEstrada.

Tenían prohibielo los acto­res del Coliseo ir a prestar susservicios a esas casas de Co­media ele muñecos.-V. T. M.

compalllas que actuaron en lacalle de la Alcaicería, en la deLa Amargura, en la del Por­tillo ele San Diego, en el Por­tal de Tejada y en el PuenteColorado y también se men­cionan los nombres de indivi­duos que pedían licencia para

en el Archivo General eleh N ación que mencionan des­de principios elel siglo XVIII

diversas instancias ele indivi­duos que vivían de esta indus­tria, ya con permiso ele los vi­rreyes, ya con el del Ayunta­miento de la ciudad, y así hubo

L .,-velo.

El retablo de la libertad de M eli.wlda.

NOTA: Lo anterior ha sidocasi por entero tomado, y esmás bien una versión mía, deun trabajo publicado en inglésele que es autor el señor H. V.Tozer. He creíelo importantedarlo a conocer, primero, por­que carecemos de un trabajosemejante en español y, segun­elo, por la trascendencia quepara nosotros encierra el co­nocimiento de la tradición elelos retablos y teatros ele mu­ñecos en España. El folleto delseñor H. V. Tozer es bastanteextenso y ampliamente elocu­mentado. Ojalá algún día ten­ga él -quien, según nos diceSebastián Gasch en su libro"Títeres y Marionetas", resi­ele en Barcelona desde el añode 1929- oportunidad de pu­blicarlo en nuestro idioma.­R.L.

NOTA: En México las co­medias de muñecos, llamadosde 111,áquina y de legua, es­tuvieron en constante acti­viciad y existen documentos

simultánea de estas figurillasde. madera en países que seaSIentan en distintos continen­tes. ¿ Grecia, China, la India,Italia, Francia, España, Rusia,México? La proyección de lasombra de la silueta humanaante los ojos maravillados delhombre, puede sólo despejar­lIOS el enigma.

ALGUNAS NOTAS

estas palabras muertas es unlibro perpetuamente en blan­co, llenado y borrado al segun­do: "Desde un punto de vistatotalitario, la historia se crea,no se entiende ... Un estadototalitario es en efecto una teo­cracia, y su clase rectora, a finele mal;tener su posición, hade ser sabia infalible ... Eltotalitarismo exige la altera­ción continua del pasado y ala larga quizá exija no creeren la existencia de la vercladobj etiva."

El hombre a la intemperie'.Como tal vivió Orwell, de pieen una época que condena pa­rarse solo como algo icleoló­gicamente criminal y práctica­mente pe~igroso; vivió y es­cribió para los demás cuandohacerlo es generalmente un ata­jo para conseguir ventajas pro-

comunista." ¿ Estos tres epí­tetos, poseen el menor conteni­do en relación con el sustanti­vo que ca1i fican, aclaran algo,obedecen, por lo menos, a unsentimiento real? No. Sabe­mos que son palabras mostren­cas, dirigidas al blanco del mo­mento, perfectamen te secas,partes de un rompecabezasdonde cada pieza puede ocu­par un lugar arbitrario. Estedeterioro de las palabras, im­pide que la libertad se mani­fieste como un actuar intelec­tualmente convencido: para ser"demócrata" basta ser cual­quier cosa; la palabra ya notiene contenido, es un elogiovacío, el gabán de todas lasfuerzas; e impide, también,que la libertad se haga concre­ta en la historia, al elestruir elcanal de la comunicación y eldiálogo. La historia escrita con

pias. En el momento de la ab­dicación colectiva de quienesen el fondo proclaman "la li­bertad es indeseable y la hon­radez intelectual una formade egoismo social", Orwell vióque la forma más radical dela reacción es negar la libertadsobre la base de que una so­ciedad ele hombres libres ja­más ha existido, y adoptó laposición más expuesta y va­liente que hoy se puede adop­tar: seguir afirmando la li­bertad como condición prime­ra de la integridad humana, yOrweJl luchó, jamás odió.

lJOH'H and oul :"n Paris and l.on­don (antohiogra fía. 1933).

BUrlllrse lJo~'.< (novela, 1934).A Clrrr¡Ylllan"s Drnt(/hirr (nove­

la, 1935).!(erp Ihr As/,idislra 171'yil1(1 (no­

vela, 1936).Thr Road /11 l·' 'i(lall J'irr (socio­

logía, 1937).¡-fo/llarle to Cotalonia. (testimo­

nio, 1938).C01llil1r1 uf> for l1ir (1J()\·ela.

1939).fl1sidr Ihe fl"holr (ensayos,

1940).A11ill101 Fanl/. (sátira, 1945).Critical Essays (ensayos, 1946).1984 (novela, 1949).Shaotinrl a.11. F.leph0l1t (ensayos,

1950).S1!ch, S1!ch were the loys (au­

tobiografía, 1953).

OP.1lAS:

(George Orwell nació en 1903y murió el 23 de enero de 1950.)

G E

LL

s O b r e

R \V E

E O RG

O

(Viene de la. pág. 12)

philia politike helénica y laamicitia cristiana.

Palabras, palabras, palabras.Escribir bien es pensar bien;pensar bien es actuar bien. Es­te credo de OrweI1 ya no tienesentido en el mundo totalita­rio: en él, se ha hecho institu­ción la vacuidad de las pala­bras. Con las palabras debe lu­charse, dice Orwell; el escritorque se rinde a ellas, mata a lacultura y prepara el camino ala perfecta anestesia cerebral.Volver a llenar de contenidolas palabras, posiblemente seala preocupación mayor de Or­well; en torno al sentido deuna palabra, giran la vida dela libertad y de la historia.Pensemos en las jergas con­temporáneas: ¿ qué quieren de­cir "hiena roja", "pulpo capi­talista", "perro rabioso semi­ta", "Guardia Blanca"? ¿Y"mundo libre" significa unaforma de votar en la ONU,"paz" significa firmar mani­fiestos, "libertad" significa seranticomunista? En un númeroreciente de la revista Time, selee un florilegio forense delsenador republicano Welker,

en defensa de McCarthy: "Na­die puede decirme que un ir­landés no le regalaría su ca­misa a cualquiera -menos aun sucio, mentiroso, hediondo