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Munich Personal RePEc Archive Strategic Evolution of Armed Conflict in Colombia Fernando Estrada Universidad Externado de Colombia, Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia, IEPRI 22. January 2009 Online at http://mpra.ub.uni-muenchen.de/19064/ MPRA Paper No. 19064, posted 17. January 2010 16:17 UTC

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Strategic Evolution of Armed Conflict inColombia

Fernando Estrada

Universidad Externado de Colombia, Facultad de Finanzas,Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional deColombia, IEPRI

22. January 2009

Online at http://mpra.ub.uni-muenchen.de/19064/MPRA Paper No. 19064, posted 17. January 2010 16:17 UTC

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EVOLUCIÓN ESTRATÉGICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

Fernando Estrada *

*Investigador del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales CIPE, Universidad Externado de

Colombia. Grupo de investigación OPERA reconocido por Colciencias en la categoría A1. Líneas:

Negociación y Resolución de Conflictos & Nación y Territorio1.

Resumen

Este artículo propone una lectura del conflicto armado desde una concepción evolutiva que toma en cuenta el concepto de

agencias de protección privada en las obras de Schelling/Nozick/Gambetta. También su objetivo es evaluar la dinámica y

los cambios del conflicto desde la propia producción científica del autor. Un contexto de conflictos que comprende nuevas

expresiones de violencia, y el fracaso relativo de la reinserción paramilitar, supone emplear nuevos modelos analíticos

(argumentación, teoría de juegos e información inconsistente). La evolución reciente de las bandas emergentes y su

expansión territorial en zonas que fueron campamentos paramilitares, requiere un seguimiento no sólo del gobierno y las

autoridades, sino de quienes investigan el conflicto en su presente fase. El autor propone una heurística de apoyo a la

investigación desde la teoría de la estrategia de Schelling, las agencias de protección de Nozick y los aportes recientes de

Gambetta sobre las relaciones entre el crimen organizado y los carteles de las drogas.

Palabras claves: Colombia, Conflicto armado, Narcotráfico, Crimen Organizado, Paramilitares, Guerra Contrainsurgente,

teoría de Juegos e información inconsistente.

Abstract

This article proposes a reading of the armed conflict from an evolutionary design that takes into account the concept of

private protection agencies in the works of Schelling / Nozick / Gambetta. Their aim is to assess the dynamics of conflict

and changes from its author's scientific output. A context of conflicts that includes new expressions of violence and the

relative failure of the paramilitary reintegration involves using new analytical models (argumentation, game theory and

inconsistent information). The recent evolution of emerging bands and their expansion into areas that were paramilitary

camps requires monitoring not only of the government and the authorities, but those investigating the conflict in the

present tense. The author proposes a heuristic research support from the theory of strategy Schelling, agencies and the

protection of Nozick, Gambetta recent contributions on the relationship between organized crime and drug cartels.

Keyword: Colombia, armed conflict, drug trafficking, organized crime, paramilitary counterinsurgency war, Game

Theory and inconsistent information.

Introducción

Durante la última década el conflicto armado ha evolucionado. No es posible sin embargo

afirmar lo mismo sobre los análisis de algunos investigadores con amplia influencia en la

1 El autor agradece las observaciones a una versión preliminar del texto realizadas por José Daniel Parra y

Fernand Rodríguez. Las condiciones creadas para el proyecto por Roberto Hinestrosa Rey, Decano Fundador

de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales. Del mismo modo a Juan Camilo

Rodríguez, Coordinador General del CIPE, y los jurados anónimos de la Revista Análisis Político

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opinión pública. Las siguientes son las hipótesis con mayor alcance para las cuestiones

planteadas en nuestra perpspectiva:

1. En Colombia no existen ni conflicto armado ni guerra civil, las agrupaciones

paraestatales se desmontaron, las Farc y el Eln están siendo derrotadas (versión

oficial del gobierno Uribe, José Obdulio Gaviria, Posada Carbó y Alfredo Rangel2)

2. Con respecto a sus relaciones causales, la violencia -y en general el conflicto-, ha

evolucionado de manera uniforme, de modo que sus manifestaciones presentes

pueden explicarse con métodos semejantes (Daniel Pecaut)3.

3. La violencia colombiana en sus diversas modalidades (homicidios, crímenes o

masacres) se deriva del conflicto armado, y viceversa, el conflicto armado es causa

en las cadenas de la violencia civil y la anomia Estatal (Waldmann)4.

4. La estrategia empleada por guerrillas y paramilitares ha terminado siendo análoga

tanto respecto a sus objetivos como en sus procedimientos. Un largo proceso de

aprendizaje ha recortado sus diferencias (Fernando Cubides, León Valencia)5.

5. La funcionalidad de las agrupaciones paraestatales y su mantenimiento durante las

dos últimas décadas es motivada por el narcotráfico. La economía del narcotráfico y

2 José Obdulio Gaviria, Sofismas del terrorismo en Colombia, Bogotá, Editorial Planeta, 2005; Posada Carbó,

Eduardo, La nación soñada, Bogotá, Editorial Norma, 2006, pp. 388; aunque menos dogmático que el

primero en sus posiciones públicas, los informes y columnas del periodista Alfredo Rangel, han terminado por

convertirse en eco del gobierno Uribe: “Viva el Plan Colombia” (Semana, 21/03/2009); “El despiste de Alan

Jara” (Semana, 21/02/2009); “En qué quedaron las Farc?”, (Semana, 16/03/2008). Rangel representa una

tendencia reaccionaria durante la última década y un claro defensor de sectores económicos beneficiados por

el gobierno Uribe. Una ampliación del cambio en sus posiciones en: http://www.seguridadydemocracia.org/

3 Daniel Pecaut planteaba esta hipótesis en su reconocido ensayo: Pasado, presente y futuro de la violencia,

“La Violencias e ha convertido en un modo de funcionamiento de la sociedad dando nacimiento a redes

diversas de influencia sobre la población y a regulaciones oficiosas. No conviene analizarla como una

realidad provisoria. Todo sugiere que ha creado una situación durable”, Revista Análisis Político, 30, 1997,

IEPRI, Universidad Nacional de Colombia.

4 Peter Waldmann, Guerra civil, terrorismo y anomia, Bogotá, Editorial Norma, 2007, pp. 304. La posición de

Waldmann refleja una variante interpretativa que ha sido acogida entre analistas cuyas fuentes se limitan a

medios de opinión. No se trata de un juicio crítico extensivo a la obra de Waldmann, pero sus observaciones

sobre el caso colombiano son forzadas a respaldar esta hipótesis. La Revista Análisis Político ha publicado

también: “La cotidianización de la violencia en Colombia”, 32, sep/dic. 1997, pp.

5 En su obra Fernando Cubides ha reseñado diferencias fundamentales de estrategia entre paramilitares e

insurgentes, pero también ha colocado énfasis en los fenómenos de imitación y aprendizaje mutuo, véase:

Burocracias armadas, Bogotá, Editorial Norma, pp. 200; Por su parte, los informes de León Valencia en:

Parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos, Bogotá, Corporación Nuevo Arco

Iris, 2007, pp. 396.

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los negocios derivados del mismo son el factor fundamental del conflicto (Duncan,

Camacho Guisado)6.

Estas hipótesis expresan enfoques predominantes del análisis sobre la evolución estratégica

del conflicto armado. La clasificación no pretende imponer una taxonomía completa y,

menos, acreditar posiciones rígidas entre analistas, pero es evidente que recoge en buena

medida tanto publicaciones académicas como información divulgada en los medios que

cuentan con amplio respaldo en la opinión. Quienes juzgan que durante el gobierno Uribe,

Colombia ha consolidado una democracia constitucional con plenas garantías de seguridad

y reducción de la violencia (1) comparten también la hipótesis de que los coletazos de

violencia no son más que venganzas y retaliaciones entre reductos de los carteles (5). Los

analistas que han explicado el conflicto mediante categorías de las ciencias sociales (3) se

encuentran próximos a quienes observan regularidades o pequeñas diferencias del conflicto

a lo largo del tiempo (2). Aquellos que identifican variables económicas para explicar el

conflicto, compartirán una relativa unidad de estrategias y operativos militares entre los

agentes de violencia (4) – (5). Extendiendo sus preferencias con el gobierno Uribe, los

analistas pueden enfatizar algunas de las hipótesis (1) – (4) – (5). O por el contrario,

negarlas (2) – (3).

Es evidente que con la evolución del conflicto armado, los análisis pueden ofrecer una

mayor ampliación a las hipótesis anteriores. El conflicto armado y las manifestaciones de la

violencia que tiene Colombia en la actualidad presentan continuidades y variaciones. Desde

la década de los 80, el narcotráfico ha influenciado los mercados de negocios ilegales:

armas, contrabando y drogas, pero ¿cómo ha intervenido en la economía legal en sectores

fundamentales: inmobiliario, turismo, transporte, o menos visibles como el sector avícola?

¿Cuáles son los componentes de la comunicación entre el crimen organizado, el secuestro,

guerrilla y paramilitares? ¿Qué tanto ha cambiado el conflicto las condiciones de vida

urbana y rural en Colombia? Estas son preguntas que no aparecen en la interpretación

convencional de la violencia después de los 60.

Nuestra hipótesis

Con el propósito de complementar estudios anteriores el presente artículo realiza un

balance sobre argumentación y evolución estratégica del conflicto. Comprende límites

específicos, su alcance se restringe a problemas abordados a la largo de una década

6 Duncan, Gustavo, Los señores de la guerra: de paramilitares, mafiosos y autodefensas en Colombia,

Bogotá, Planeta, 2006. En 1991 Álvaro Camacho Guisado afirmaba en 1991: “en el narcotráfico, sin duda el

escenario más novedoso y que caracteriza más adecuadamente la coyuntura de violencia contemporánea, la

situación es bastante compleja, ya que en el se sobreponen todos los campos de conflicto”, Bogotá, Análisis

Político, No. 12, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional

de Colombia.

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(argumentación y estrategia en las guerras civiles e información asimétrica). El objetivo es

presentar un análisis del conflicto y su evolución reciente en el contexto de agencias de

seguridad privada. Creo que el estadio evolutivo de la confrontación ofrece aspectos

inéditos por contraste con la violencia de los 60 o la guerra entre carteles del narcotráfico

durante la década de los 807. Contrario a la hipótesis (1) sostengo que la reinserción de

agrupaciones paramilitares como la política de seguridad democrática no ha dado

resultados definitivos8. Las agrupaciones guerrilleras no han sido derrotadas y los

paramilitares reinsertados han regresado a sus organizaciones [contrario a las hipótesis (1) y

(4)]. La geografía del conflicto muestra dinámicas de competencia territorial entre

agrupaciones paramilitares e insurgentes en coalición con carteles del narcotráfico

[hipótesis (5)]. Por delante, la evolución del conflicto armado respondería a un mercado

potencial de protección y seguridad privada, ampliado por una transformación geográfica y

territorial9.

Sustentamos que las cuestiones relacionadas con las causas del conflicto y su evolución

durante la última década son parcialmente diferentes de aquellas que tuvieron sus agentes

principales [contrario a la hipótesis (2)]. Aunque en nuestra perspectiva las organizaciones

comportan cada una su propia racionalidad –en el conflicto como en la guerra, los fines y

los medios se confunden-, para algunos analistas resulta cómodo sumar los fenómenos en

un todo igual: paramilitares, insurgentes, bandas criminales. Pero una tautología no explica

lo suficiente. En Colombia los agentes violan las expectativas comunes sobre la conducta

normal, en extremos inverosímiles.

Un aspecto poco abordado en la literatura convencional es que una mayoría de integrantes

de las agrupaciones paraestatales violan una preferencia generalizada por conservar la

propia vida en vez de perderla; en menor grado miembros de las organizaciones criminales

que insurgentes o paramilitares. Esa violación se vuelve más inquietante cuanto que las

7 Un estudio sobre tales cambios debería identificar las profundas transformaciones de la geografía política y

territorial que ha provocado el conflicto armado. Los mapas en uso se limitan a localizar posiciones de las

agrupaciones paraestatales sin mayores desarrollos analíticos sobre sus estrategias. La dinámica geográfica

debe comprometerse observando, por ejemplo, estrategias locales o regionales. Un balance de medio siglo

podría mostrarnos continuidades y cambios en la identidad de los agentes principales. Algunas

aproximaciones en Reyes, Alejandro (2009); Echandía (2006); Deas, 1999); Pecaut (2008);

8 Mientras escribo estas líneas el presidente Uribe y el gobierno ofrecen recompensas por información sobre

10 cabecillas al frente de 10.000 paramilitares. La expansión de las bandas emergentes (paramilitares) y su

ubicación territorial, moviliza una confrontación armada que derrota sobre el terreno las proclamas de

finalización de la guerra en Colombia. Ver: “Captura de capos de bandas emergentes tendrá la misma

prioridad que la de máximos jefes guerrilleros”, El Tiempo, Marzo 10 de 2009.

9 Las acciones de paramilitares e insurgentes se han localizado especialmente en Nariño, Cauca, Meta, (hacia

las regiones del Sur); Córdoba, Sucre y la Guajira, (en las regiones del Norte). Véase: “Se crece el enano: la

expansión de las Águilas Negras” Revista Semana, 05/31/2008.

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organizaciones paraestatales parecen romper con los dictados de la racionalidad

instrumental: los agentes deben preservar su integridad cuando el riesgo de perder la vida

sea muy alto. Una correlación de desempleo y analfabetismo con un mercado de

incorporación temprana a las redes delictivas, mezclan ingredientes a la maquinaria de un

conflicto que ahora tiene mayor complejidad [contrario a la hipótesis (5)].

En el marco explicativo de la violencia en Colombia la geografía ha ocupado un lugar

secundario. Los trabajos durante la última década han identificado mapas del conflicto que

representan parcialmente los cambios de presencia territorial de las agrupaciones

paraestatales. Sin embargo, el mapeo geográfico todavía no permite diferenciar estrategias

inéditas dentro de las organizaciones, ni la confrontación territorial entre las mismas. Por

ejemplo, ¿cómo puede la geografía de la violencia describir un escalamiento entre

insurgentes y paramilitares para apoderarse de áreas donde predomina el contrabando?,

¿cómo explicar los incentivos intragrupales que permiten distribuir y negociar territorios,

armas y drogas en zonas froterizas?

Nuestro enfoque expone la necesidad de introducir al análisis del conflicto una geografía

crítica. Los mapas deben aproximarse a la estructura de las agrupaciones y dimensionar sus

posibles cambios. La movilidad de paramilitares parece corresponder a motivaciones

diferentes a las acciones contrainsurgentes adelantadas por la fuerza pública con el apoyo

de Carlos Castaño y Salvatore Mancuso. La guerra por los territorios no busca desplazar a

enemigos ideológicos, sino la competencia en un mercado de narcotráfico [Hipótesis (5)].

Pero eso no es todo. Porque la geografía del conflicto puede ofrecernos aspectos de la

dinámica de cambios en los mapas políticos de ciudades principales y secundarias. En un

documento anexo presentamos un modelo de estrategias de competencia territorial entre

agrupaciones paraestatales y conflictos dentro de una misma organización.

¿Qué significa evolución estratégica?

Según Schelling10

, las teorías del conflicto pueden clasificarse en primer lugar, en aquellas

que ven el conflicto como un estado patológico y estudian las causas del mismo y su

tratamiento, y en segundo lugar, las que aceptan el conflicto como un hecho consumado,

analizan el comportamiento a que da lugar. Dentro de esta última categorización se

distingue entre las que analizan en toda su complejidad a los que participan en el conflicto

(conductas racionales e irracionales, cálculos y motivaciones) y a las que se enmarcan en

10 Como pocos autores, Thomas C. Schelling (1960), ha conseguido proponer originalmente una teoría de la

estrategia que ha superado por su sencillez las complejas formulaciones en la teoría de juegos convencional

(Newman/Nash). Recientemente Schelling ha subrayado las circunstancias de tiempo y lugar que originaron

su modelo, véase: Jean-Paul Carvalh, “An interview with Thomas Schelling”, Oxonomics 2 (2007) 1 – 8.El

esquema gráfico que usamos es válido también (con ligeras diferencias) en Nozick, 1974 y Gambetta, 1993.

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un comportamiento más racional (competencia, fin generalizado de ganar y formas de

alcanzar este fin).

Es en esta última la que se conoce como estrategia del conflicto. Vamos a enmarcar nuestro

análisis bajo esta noción a la Schelling por tres razones. a) Como analistas estamos

nosotros mismos tomando posición en el conflicto; b) Tenemos interés en comprender qué

tipo de cambios o fenómenos experimentan los agentes principales; c) Es posible que

tengamos cierto grado de influencia (directa e indirecta) sobre el comportamiento y las

representaciones sociales que se hacen del conflicto, y que por lo tanto, sea relevante

comprender las variables sometidas a nuestras posibilidades de actuar.

Gráfico 1 Diagrama básico Schelling. El análisis del conflicto sugiere posiciones analíticas que lo encuentran

como un estado patológico o que lo estudian como parte de una estrategia del comportamiento, como en la

presente investigación.

La conducta racional es nuestro factor fundamental. El esquema Schelling sugiere

comprender la estrategia del conflicto dentro de características diferenciadas de

comportamiento racional. Los individuos actúan motivados por incentivos que pueden

cuantificarse, desde salarios básicos, bonificaciones o premios por operativos logrados,

hasta bienes recaudados por el boleteo, la extorsión o el chantaje. La racionalidad del

conflicto se explica con los elementos de una conducta que puede obrar en forma coherente

(aunque sus propósitos sean violentos). En cualquier caso no se valora moralmente a los

agentes, sino su compleja estructura de racionalidad subyacente. Este aspecto nos interesa

extensivamente para analizar estrategias que pueden diferenciarse o cruzarse.

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No obstante, limitar el estudio del conflicto a la teoría de la estrategia sería reducir el

campo de acción únicamente a la conducta racional, no sólo la conducta inteligente, sino a

la motivada por un cálculo consciente de ventajas e inconvenientes, que a su vez se basa en

un sistema coherente de valores. De modo que la aplicación práctica de los resultados se

reduce. No obstante esta limitación también tiene sus ventajas, ya que la suposición de una

conducta racional es sobremanera fecunda, lo que constituye una forma de enfocar el tema

que permite el desarrollo de la teoría. Esta manera de abordar la teoría amplía una noción

limitada de racionalidad e introduce aspectos de comportamiento claves como: incentivos,

confianza, egoísmo, coaliciones y engaños,

Al dar por supuesto el conflicto y operar con la idea de que los participantes tienen que

“ganar” no quiere decir que ellos no tengan intereses comunes y éstos sean completamente

opuestos, por el contrario, el caso especial o excepcional del conflicto es el conflicto puro,

en el que los intereses de los antagonistas son completamente opuestos y se busca el total

exterminio del adversario. Ganancia en el lenguaje del conflicto no significa ganancia con

respecto al adversario, sino ganancia con respecto al propio sistema de valores (esto se

traduce en la posibilidad de negociación, de otorgar concesiones o de persuadir de evitar

conductas perjudiciales). Dentro del conflicto debe existir la posibilidad de un arreglo. Por

ello, conceptos como intimidación, amenaza, guerra limitada, desarme y negociación, se

encuentran íntimamente relacionando la mutua dependencia que puede existir entre los

participantes.

De acuerdo con lo anterior, la estrategia no se refiere a la aplicación de la fuerza, sino a lo

que Schelling denomina: “la explotación de una fuerza potencial”. La estrategia afecta a los

enemigos y a los aliados. El interés de la estrategia es que la solución sea mutuamente

ventajosa para los participantes. En los términos de la teoría de juegos, los conflictos más

interesantes no son aquellos de suma cero, sino aquellos de suma variable, en los que la

suma de las ganancias de cada uno de los jugadores no se hallan fijadas de tal modo que el

más de uno signifique inexorablemente menos para el otro. La explotación de una fuerza

potencial en nuestro estudio puede entonces observarse al comparar cómo se desarrollan las

estrategias dentro de una misma organización y cómo se desenvuelven las estrategias de

competencia entre agrupaciones diferentes, en territorios claves.

La práctica de la amenaza es importante para estudiar la estrategia. El tema ha

experimentado una evolución de la que se pueden extraerse provechosas consecuencias. A

través del tiempo se ha aprendido que para que una amenaza sea efectiva resulta que sea

creída y que su credibilidad puede depender de los trabajos y riesgos que implicaría su

cumplimiento para la parte amenazante. La eficacia de la amenaza depende de la

racionalidad del adversario. Se ha aprendido que la amenaza de destrucción masiva

solamente puede intimidar a un enemigo si, correlativamente existe una promesa implícita

de no destrucción. En nuestro caso, esto quiere decir tomar medidas para modificar el curso

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de acciones de escala en la confrontación. Acuerdos entre el gobierno y los paramilitares

que tuvieron como objetivo limitar las acciones de las Farc o del Eln11

.

El proceso mediante el cual ha sido desarrollada la idea de estrategia en el conflicto ha sido

bastante lento. Existe gran vaguedad en la teoría existente y poca literatura sobre la misma

en el caso colombiano. No hay una metodología sobre la amenaza y la literatura que se

puede encontrar sobre ella da solución a problemas inmediatos. Pero, ¿por qué se da esta

falta de desarrollo teórico? La respuesta es el hecho de que los servicios militares, a

diferencia de casi todas las demás profesiones importantes, carezca de una identificable

contrapartida académica. En las brigadas militares y entre los grupos de interés no existen

definiciones claras sobre la relevancia del problema.

¿En qué podría consistir una teoría sobre la estrategia en el conflicto colombiano? ¿A qué

preguntas trataría de responder? ¿Qué ideas trataría de unificar, aclarar o comunicar de un

modo más efectivo? Ante todo debería definir las notas esenciales de la situación y de la

conducta adoptada (gobierno, agrupaciones paraestatales). La estrategia tiene como

objetivo influir en los actos de la contraparte y hacerlo mediante el influjo sobre lo que ésta

espera que sea nuestro comportamiento. Pero, ¿qué sistema de valores dota de credibilidad

a esta amenaza? Existen muchos interrogantes que muestran que existe materia suficiente

para la creación de una teoría que contribuya a comprender el contexto del conflicto en

Colombia. En el trabajo que hemos desarrollado desde esta perspectiva hemos integrado

teoría de juegos, información inconsistente, análisis de argumentación y decisión colectiva.

Hay dos extremos que conviene destacar. Uno es que aunque la estrategia del conflicto

suena desapasionada, la teoría no trata de la aplicación eficiente de la violencia. El segundo

es que una teoría de la estrategia no distingue entre interés común o enemigos en potencia.

Estos dos puntos indican que es posible, siguiendo la hipótesis de Schelling, denominar al

tema: teoría de la decisión interdependiente. Las agrupaciones paraestatales orientan sus

acciones de acuerdo con presunciones sobre datos y hechos, información y estimaciones del

bando enemigo. Así mismo la estrategia del gobierno se implementa sobre valores

esperados en el comportamiento de la insurgencia, el paramilitarismo o el crimen

organizado.

Al concebir que las decisiones estratégicas del conflicto se conduzcan de una manera

racional nos permite implícitamente afirmar que la suposición de una conducta racional

11 Hemos presentado un avance preliminar sobre el papel de la comunicación indirecta en casos típicos de

amenaza y soborno en el Primer Congreso de Ciencia Política, Universidad de los Andes, Bogotá, Noviembre

de 2008, (Estrada Gallego, Fernando, El Soborno y la Amenaza en las Guerras Civiles, Working Paper, 2008)

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resulta de utilidad para la generación de una teoría sistemática. Además partiendo de la

suposición de la racionalidad se nos obliga a pensar acerca del significado de la

irracionalidad. La irracionalidad se define como un sistema incoherente y desordenado de

valores que lleva a cálculos erróneos. Muchos de los elementos críticos que integran un

modelo de conducta racional pueden ser identificados con tipos concretos de racionalidad o

irracionalidad. El sistema de información, el proceso de la decisión colectiva o el parámetro

que representa la posibilidad de error o la pérdida de control pueden ser considerados como

un intento de formalizar el estudio de la irracionalidad.

La aparente limitación que impone el partir del supuesto de racionalidad queda paliada por

dos observaciones: a) entre los declarados enemigos inestables o irracionales se observa a

menudo una intuitiva comprensión de los principios de la estrategia. b) una teoría explícita

de la decisión racional y de las consecuencias estratégicas de este tipo de decisiones,

demuestra que sin lugar a dudas el comportarse de un modo racional en la adopción de

decisiones y en la motivación no constituye una ventaja universal en situaciones de

conflicto. Muchos de los factores de la racionalidad suponen factores adversos ciertas

situaciones estratégicas, es decir puede ser racional no ser racional. Existen defensas que en

la teoría de la estrategia pueden verse como deterioros de la racionalidad. Lo anterior

también demuestra que ante una amenaza no siempre es una ventaja poseer un eficiente

sistema de comunicación, tener una información completa, o hallarse en la situación de

poder disponer., plena y libremente, de los propios bienes.

Resumiendo, nuestro enfoque sobre la estrategia en el conflicto es una extensión analítica a

los desarrollos originales de Thomas C. Schelling (1960). Una teoría de la estrategia es

concebida dentro de relaciones de interdependencia mutua. El comportamiento de quienes

compiten por zonas y territorios con economías rentables en un conflicto es lo

suficientemente racional (Collier/Skaperdas). La estrategia se relaciona en nuestro caso con

los incentivos y las motivaciones: dinero, salarios, drogas, armas, mujeres. Y con una

geografía que expone a las poblaciones como objetivo militar o político de los agentes

principales del conflicto. La estrategia contiene, además, una lógica en las comunicaciones

y en el discurso de los violentos. La información en la guerra cuenta tanto como el uso de

las armas, la comunicación de motivos alegados para atacar o defenderse resulta

significativamente estratégica (Lakoff).

En dónde estamos

¿Por qué tenemos regiones en Colombia que manifiestan una incapacidad tan persistente

para el desarrollo económico y social?; La acción colectiva ha sido severamente lesionada

por conflictos que apelan a la violencia como instrumento primario. Con el tiempo se han

sumado factores más amplios. Regiones del centro del país con ciudades como Bogotá o

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Medellín que han logrado desarrollo y oportunidades de empleo y que son relativamente

superiores a regiones situadas en la periferia como Bojayá y Leticia12

. La geografía del

desarrollo económico desigual corresponde a desviaciones históricas y sociales sobre cuya

importancia no se ha insistido lo suficiente (Lora/Gaviria, 2005)13

. Estas condiciones

pueden explicarse en parte de acuerdo con la evolución de la institucionalidad y el Estado

en Colombia, y responden también a problemas en la conformación de las creencias y la

acción colectiva (North, 2007). O como se ha afirmado también por parte de algunos

críticos se trata de un problema de confianza. La precariedad de estos factores constituye

decisivamente un cambio negativo en la posibilidad misma de lograr mejorar calidad de

vida en las zonas azotadas por el conflicto armado. Como ha sido notorio recientemente, la

carencia de un capital de confianza ha tenido efectos perversos en el conjunto de la

sociedad colombiana (Gaviria 2005)14

.

Sin embargo, otra esfera que concentra un interés progresivo entre los analistas se relaciona

con el reverso de estas preguntas: ¿Cómo se ha logrado mantener pese a todo el orden

social con una actividad productiva? ¿Qué aspectos condicionan o restringen una peor y

más extrema debilidad del orden social? Estas inquietudes proyectan sobre los estudios del

conflicto cambios en el modo de abordar la información que circula en materiales de

propaganda y medios de opinión. Colombia representa para los analistas un laboratorio de

investigación de marcados contrastes, una sociedad emprendedora, con indicadores de

felicidad óptimos en todas sus regiones15

.

Con un mayor predominio si se le compara con las décadas anteriores, durante los 80 las

agrupaciones paraestatales (insurgencia, autodefensas y organizaciones criminales)

lograron consolidar un negocio rentable: la protección privada. Dados los vacíos que han

dejado el Estado y la desconfianza en núcleos claves para el desarrollo económico regional

estas agrupaciones fueron ejecutando acciones ilegales en varias regiones del país. En

12 Las categorías de centro/periferia, para describir históricamente relaciones sociales desiguales en las

regiones han sido investigadas por Roldán Mary, A sangre y fuego. La violencia en Antioquia, 1946 - 1953,

Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Banco de la Republica, 2003, 435 pp.

13 Las hipótesis controvertidas de Lora/Gaviria han sido objeto de análisis en Estrada (2007b).

14 El contraste de estas relaciones sociales ha sido progresivamente una desconfianza situada principalmente

en las zonas de confrontación armada y corredores geográficos que permiten la comercialización y envíos de

drogas. La desconfianza amenaza frecuentemente las relaciones mínimas dando lugar a la manipulación de la

información por parte de quienes ejercen el control militar en los territorios. Es importante enfatizar que este

factor de confianza en Colombia presenta sus diferencias cuando preguntamos sobre los espacios o lugares.

Quienes llegan en viajes de turismo a Cartagena o no salen de las capitales de departamentos no pueden tener

noción alguna de la desconfianza localizada.

15 “América Latina, una región feliz”, El Tiempo, 15/11/2008. “Estoy feliz, somos terceros”, El Tiempo,

4/06/2008.

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principio, bajo mecanismos sutiles de oferta de protección a bajos costos y luego

empleando la intimidación. Paramilitares e insurgentes lograron penetrar la experiencia

política local y en algunos casos su intervención excedía relaciones sociales básicas como

el vestuario o los gustos de las personas, intervenían -con o sin la autoridad- para resolver

disputas y pleitos entre miembros de las comunidades16

.

Las agencias de protección delimitaron cambios profundamente decisivos en la geografía

territorial que afectarían la gobernabilidad regional. Mientras ampliaban el número de sus

frentes en zonas como el Magdalena Medio y Puerto Boyacá, expandían su radio de

influencia política en la Costa Pacífica, la Guajira; hacia el sur del país en los

departamentos de Cauca y Nariño. Las acciones paraestatales redujeron en ciertas

localidades los índices de la delincuencia común (Deas, 1999) pero configuraban

estructuralmente una política de redistribución de contratos con destino a obras públicas

que nunca se realizaban, socavaban al Estado interviniendo oportunamente donde

encontraban vacíos. Las acciones de vigilancia que daban una relativa tranquilidad a los

pobladores, comprometían también una suerte de forma contractual a la sombra del

Estado17

.

La extensión de este mecanismo global de extorsión articularía extensivamente formas

parasitarias de contrato social. Las autodefensas intervenían en los poderes locales,

salvando las apariencias de una realidad que redujo la gobernabilidad de tres gobiernos

consecutivos: Gaviria/Samper/Pastrana. Los efectos con el tiempo han sido devastadores.

Se articuló de manera aleatoria un aparato paraestatal que resolvía para determinados

sectores altos costos de transacción en sus negocios y aumentaba exponencialmente la

desconfianza general. Las alianzas y coaliciones entre autodefensas y carteles de la droga o

entre insurgentes y propietarios terratenientes, dieron al traste con la legitimidad del orden

16 Casos verdaderamente insólitos como sucedió en el municipio de Pelaya en el sur del Cesar, las autodefensa

unidas de Colombia prohibieron desde septiembre del año pasado las cátedras de Filosofía y de Sociales en

todos los colegios. Un docente, que tuvo que huir de esa zona, explicó que la orden fue impartida sin más

detalles y que hubo que acatarla, “Hasta Platón lo sacaron corriendo”. Periódico El Tiempo, 4/22/2001.

Artículos de Estrada, Gallego, Fernando, "Ciénaga Grande viaje al corazón de la barbarie", Revista Número ,

v.28, pp.70 - 73 , 2001; “Dilemas de la guerra y la política”, Periódico Cátedra Libre, Universidad Industrial

de Santander, 2001; “El desplazamiento forzado en Colombia”, Magazin Dominical, Vanguardia Liberal,

Bucaramanga, 2001-09-07; “Peque, ataque guerrillero a la población civil”, Analítica, Venezuela, 2001-06-

10; “Viaje al corazón de la barbarie”, Jornada Semanal, Ciudad de México, 2001-02-11; “La retórica del

paramilitarismo”, Periódico de la Universidad Nacional de Colombia, 2001-12-15; “Argumentos sobre el

conflicto”, Magazin de Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 2001/04/17.

17 Estrada, Gallego, Fernando, “Guerra civil y contractualismo político incompleto”, Revista Analítica

Premium, Caracas, Venezuela, 04/09/2008; García, Villegas, Mauricio et. al., Jueces sin Estado, Fundación

Konrad Adenauer y The John Merck Foundation, Bogotá, 2008. Este libro recoge testimonios y casos del

ejercicio de la justicia en las zonas dominadas por agencias paraestatales. Una contribución de valor para

reconocer la toma del Estado por medio de un recurso fundamental de los derechos: la justicia.

Page 13: Munich Personal RePEc Archive1 El autor agradece las observaciones a una versión preliminar del texto realizadas por José Daniel Parra y Fernand Rodríguez. Las condiciones creadas

constitucional y el poder legítimo en las regiones, ciudades capitales y municipios

intermedios.

Un acumulado de necesidades causadas por el desempleo y bajos niveles de ingreso en los

municipios crearon también abundante oferta de mano de obra destinada a las agrupaciones

paraestatales. Estas agrupaciones lograron incorporar en sus frentes de combate a

adolescentes y jóvenes cuyas edades oscilan entre los 13 y los 20 años de edad. Al proveer

incentivos básicos para poblaciones necesitadas, las autodefensas y los insurgentes fueron

proyectando el miedo en territorios estratégicos para los mercados ilegales. Dentro de las

localidades se fomentaron mecanismos ilegales para resolver conflictos domésticos.

Quienes lograban el favor de los comandantes de zona aseguraban poder realizar negocios

y transacciones delictivas dentro y por fuera de la misma. Este nuevo orden lograba

funcionar perfectamente gracias a las manifestaciones complacientes de las entidades y los

funcionarios oficiales que coparticipaban de las actividades de los grupos paraestatales, o se

hacían los locos.

El balance de influencia de las agencias de protección sobre el conjunto de la realidad

colombiana ha sido negativo. Las mafias locales, las autodefensas, la insurgencia y los

paramilitares, consiguieron afectar la estructura territorial de las regiones condicionando

nuevos estándares culturales. Los incentivos y las creencias en la materialidad del bienestar,

junto con una inversión de valores comunitarios, socavarían profundamente los vínculos

afirmativos de trabajo, educación y responsabilidad colectiva. Con los acuerdos políticos

que lograban asegurar las agencias de protección privada y los gobernantes (parapolítica) se

propiciaba un debilitamiento progresivo de la confianza pública. Un panorama de estas

magnitudes tenía que afectar estructuralmente a las instituciones.

La configuración territorial de las agencias de protección ha dejado consecuencias

concomitantes. Quizás la más sobresaliente es la desconfianza en el Estado y las

coaliciones que tienen la élite en Colombia con la delincuencia organizada y los grupos

paraestatales. Una fotografía ampliada de la estructura de las agencias de protección

privada incorpora nuevas modalidades de organización y mecanismos de contractualismo

perverso. Dentro de ésta asoman las imágenes de nuevas bandas del delito y patrones de

aprendizaje compartidos (Cubides, 2005). La secuencia de conflictos intracomunitarios ha

frenado toda iniciativa de desarrollo y cambio económico y social en poblaciones situadas

geográficamente en la periferia.

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La propagación de este estilo de vida y transformaciones inéditas en ciudades intermedias

como Pereira, Tulua, Valledupar o Bucaramanga (refugio temporal de comandantes y

capos) serían también factores para incrementar la legalización de actividades que

encadenan la maquinaria de contrapoderes sobre el gobierno local. La informalidad de la

economía y los senderos abiertos por un comercio de contrabando en las fronteras, se

confundirán con la economía y la producción legal dentro de una simbiosis dominante. De

modo que un doble movimiento entre lo legal y lo mafioso ha llegado a constituir el

andamio recursivo entre quienes ofrecen seguridad. Los negocios de la protección privada

fueron abriéndose paso dentro de un contexto de poblaciones abandonadas a su suerte. Y la

escogencia entre la anarquía o las organizaciones de protección no ha dado que pensar entre

quienes toman decisiones de gobierno, sobre todo si los afectados cuentan con recursos

adicionales provenientes de negocios con las mismas organizaciones protectoras.

Contexto y trayectoria

El análisis del conflicto colombiano impone a los investigadores cierto grado de

compromiso y ocasionalmente peligro. Demasiada curiosidad mata. En el fondo, los

problemas de investigación sugeridos, conservan un faltante de información sobre detalles

en la forma de operar de las organizaciones paraestatales. Sin embargo, con la

consolidación de nexos entre organismos nacionales e instituciones internacionales, se ha

logrado obtener información valiosa de los mecanismos empleados entre unos y otros. Las

confesiones de los capos del narcotráfico y la divulgación de materiales sobre los juicios

Gráfico 2. Este gráfico permite

observar en líneas generales las

intersecciones entre gobierno,

territorio y Estado con respecto a

las agrupaciones paraestatales,

paramilitares, guerrilleros y

bandas organizadas.

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que adelanta la fiscalía en contra de integrantes de las organizaciones criminales nos

permiten algunos elementos para el análisis18

.

Es posible trabajar con base en la información recogida en medios así como en los informes

que presentan los organismos del sistema judicial. Las ventajas que obtienen los acusados

al declarar sobre sus actividades ilícitas, los crímenes y las masacres cometidas son un

material de prueba de inmenso valor para el análisis que ha propuesto nuestra investigación.

Jorge 40, Mancuso y don Diego, procesados en los Estados Unidos por negocios de

narcotráfico y lavado de activos, reportan en sus confesiones detalles de importancia para la

elaboración de un cuadro más completo sobre las actividades de sus frentes y la extensión

estratégica que tuvo el paramilitarismo durante las últimas décadas.

Las fuentes empleadas en investigaciones recientes presentan un carácter

predominantemente descriptivo. En nuestro caso hemos optado por continuar con los

trabajos iniciados desde hace una década, contando con un marco referencial proveniente

de la teoría de la argumentación, juegos no cooperativos e información asimétrica.

Logrando recomponer las técnicas de argumentación y las estructuras racionales de los

agentes violentos se puede observar como trabajaron las agrupaciones paraestatales

formando coaliciones en territorios estratégicos para comerciar en los mercados del

narcotráfico. Avanzar sobre las versiones noveladas del conflicto es un propósito de de

nuestro proyecto19

.

Un caso que ilustramos fue la reconstrucción del fenómeno del rumor en zonas de conflicto

armado. Pudo determinarse con la localización de poblaciones amenazadas cómo operan

los vínculos espaciales y la expansión de información tomando en cuenta modelos gráficos

de Kowalski / Strojnowsk (Estrada, 2007ª). Esta modelación gráfica permite visualizar las

18 Los problemas de información en la investigación de las guerras civiles han representado una dificultad

fundamental por varias razones: Primero, porque los agentes principales de violencia resultan inabordables

para el investigador neutral. Segundo, la información sobre los hechos siempre se produce ex post, luego de

sucedidos los acontecimientos; entonces recomponen motivos, causas y circunstancias de acuerdo con la

narrativa y los intereses en contienda. Siempre la información privilegiada debería someterse a un escrupuloso

contraste de fuentes diversas y testimonios confiables. Véase: (Estrada, 2007a).

19 Mis trabajos de investigación durante el período 1998 – 2004 se concentraron en aspectos estratégicos del

conflicto armado, por vía de las lógicas de la argumentación. Tales resultados identificaban estructuras

discursivas del agente violento para justificar las acciones paraestatales. Instrumentos analíticos permitieran

estudiar también las diferencias ideológicas y los procesos de mutuo aprendizaje entre guerrilleros y

paramilitares. Un aspecto relativamente novedoso en la metodología empleada fueron las relaciones entre

discurso, ideología y conflicto armado en Colombia. Véase especialmente: “La retórica del paramilitarismo”,

en Revista Análisis Político, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI, Bogotá,

Universidad Nacional de Colombia, vol. 44, pp. 39 – 57, 2001. El libro: Metáforas de una guerra perpetua,

pragmática de la argumentación en el conflicto armado en Colombia, Fondo Editorial Universidad Eafit,

Medellín, 2004, recoge buena parte de este período de investigación.

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redes de información dentro de una expansión progresiva de naturaleza no lineal. La

información opera como una secuencia de relaciones causales que va dispersándose de

acuerdo con la fuerza de las creencias individuales y colectivas en una red social particular.

La relación entre información y denuncia, pasa, prima facie, por la fenomenología del

rumor. Los individuos que a menudo están dispuestos a denunciar a sus vecinos con el fin

de obtener beneficios o protección y seguridad. La denuncia puede tomar otros caminos,

una vez que se despacha bajo la forma del rumor (“dicen que”, “algunos dicen”, “por ahí se

dice”). La ocasión creada por el rumor es la oportunidad para el ajuste de cuentas de

pequeños altercados o discrepancias. Pero los resultados globales pueden ser lamentables.

En esta red de unidades que van trasladando la información y la denuncia se entrecruzan

intereses personales y colectivos perversos; los primeros están relacionados con prebendas

que recibe quien denuncia, en el segundo caso, la movilización estratégica lleva señas de

terror con el fin de intimidar a quienes estén cercanos a las víctimas.

Las unidades de información correlacionadas con el rumor no siempre operan bajo

condiciones plenamente estructuradas. Así, un nodo que contiene potencialmente

información clave puede relacionarse con puntos estratégicos en la red que se encargaría de

reproducir la información en áreas adyacentes. La dirección que toma la información no es

lineal y toma desviaciones caprichosas. En otras palabras, lo que tenemos en la estructura

es una relación interactiva con evidentes fallos: vacíos de información, distorsión o casos

de unidades de la red que se comportan indiferentes. Como puede observase en el siguiente

diagrama:

Además de las relaciones de información en redes sociales afectadas por el conflicto

armado, nuestra investigación estuvo dirigida a descubrir las estructuras conceptuales que

subyacen al discurso de la guerra. Con base en entrevistas y declaraciones de paramilitares

Gráfico 3. Adaptation de: Efficient

adaptive dispensing, against omission

failures, Darek Kowalski, Michałł

Strojnowsk. La dispersion del rumor y

la información consigue determiner

nodos estratégicos para su eficiencia.

Sin embargo, obsérvese los vacíos de

interfase como fallos en la

comunicación que pueden afectar tanto

su duración como la eficiencia (Estrada,

2007ª).

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e insurgentes (Carlos Castaño, Alfonso Cano, Comandante Gabino), informes y material de

divulgación tanto impreso como digital, logramos diseñar una cartografía de las metáforas

y analogías empleadas por los agentes violentos. Este trabajo tuvo como objetivo poner las

teorías de Lakoff (1999), Facounnier (2000) al servicio de nuestro análisis localizado en

Colombia20

.

Correlaciones estratégicas

Esta investigación ha evitado dos tipos de desviación en el análisis del conflicto armado. La

primera, una marcada tendencia a tributar a los agentes protagonismo. Las versiones

periodísticas sobre la historia de las autodefensas y la insurgencia, trabajan con un objetivo

espectacular, exponiendo a los criminales como héroes a la Robin Hood. La segunda

desviación consiste en el prejuicio de observar en forma aislada los negocios de las

organizaciones paraestatales, cada agrupación ha sido presentada dentro de sistemas

estratégicos diferentes. La carencia de una lógica conjunta sobre los mecanismos

operacionales y la estructura compartida entre las organizaciones son dos aspectos una

misma realidad que poco se ha investigado [Hipótesis (4)].

Durante la fase inicial del gobierno Uribe, el programa de reinserción de diversos frentes

paramilitares estuvo (como hasta ahora) acompañado de una retórica triunfalista sobre la

finalización de estas organizaciones criminales. Muchos académicos compartieron con

Uribe el proyecto para desmontar los ejércitos irregulares que habían causado numerosas

masacres durante la última década. Se organizaron comisiones con diferentes propósitos:

conseguir apoyo financiero y respaldo entre la comunidad internacional, crear una memoria

sobre las víctimas, comprometer a empresarios e industriales con el ofrecimiento de empleo

para soldados reinsertados. La extensión del proyecto gubernamental de reinserción

20

Varias publicaciones: Estrada, Gallego, Fernando, "Metáforas del Poder Político" . En: Colombia, El

Estado y la Fuerza: v.1 fasc.1 p. - ,2001; "La información y el rumor en zonas de conflicto: estrategias por el

poder local en la confrontación armada en Colombia" . En Análisis Político v.- fasc.60 p.44 - 59 ,2007;

"Rumor e información. Estrategias por el poder local". En Revista Semana pp.22 - 24 ,2006; "El Lenguaje de

la Guerra y la Política en Colombia". En, Reflexión Política, Universidad Autónoma de Bucaramanga, pp.71 -

79, 2000; "Discursos de una Guerra Perpetua". en Revista UIS Humanidades, v.31 fasc.2 p. - ,2002; "La

Retórica del Paramilitarismo". En Análisis Político, v.44 fasc. pp.39 - 57 ,2001; "Metáforas del Discurso

Político en Colombia". En: La Historia Contemporánea y las Ciencias Sociales, pp.198 - 220 ,2004; Los

nombres del Leviatán, Análisis de discursos de la Guerra en Colombia", Revista Semana; Las metáforas de

una guerra perpetua: análisis de la pragmática del discurso en el conflicto armado en Colombia, Fondo

Universitario Editorial Eafit, v.1, 2004; “Propagación del rumor y la información en las guerras civiles": III

Simpósio Internacional sobre análise do discurso, Universidad Federal de Mina Gerais , p.1 - 56 , v.III ,

2008.

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paramilitar tuvo una propaganda de notable influencia en los medios. Un grado delirante de

confianza condujo a juzgar la inexistencia del conflicto armado [Hipótesis (1)]21

.

Pero la realidad ha desbordado a la ideología. Existe evidencia sobre la reestructuración del

paramilitarismo y la renovación de coaliciones entre los carteles de las drogas y

agrupaciones emergentes para ocupar territorios, negocios ilegales y envío de drogas ilícitas

a los mercados internacionales22

. Las novedosas formas de competir entre las agrupaciones

paraestatales corresponden ante todo a pequeñas unidades de combate, y los sistemas de

información que usan se encuentran diseñados para desmarcarse rápidamente de cualquier

ataque enemigo. Concentrando sus laboratorios en localidades menos extensas las agencias

de protección y de narcotráfico logran mantener un mercado potencial lo suficientemente

estable23

.

La expresividad de las bandas emergentes ha heredado los operativos que por tradición

emplearon insurgentes y paramilitares: boleteo a las poblaciones, amenaza a los gobiernos

locales, desplazamiento de núcleos poblacionales y asesinato de líderes indígenas y

campesinos. Este aprendizaje se combina con un trabajo de inteligencia e información que

selecciona por nombre a las víctimas [Hipótesis (4)]. En la fase de reacomodamiento

estratégico las agrupaciones escalan una guerra por el predominio territorial. Y aunque su

accionar es relativamente independiente, comparten la competencia por ofrecer seguridad a

quienes pueden pagar mientras una mayoría de las poblaciones queda expuesta a la

extorción y la amenaza.

21 Banks, C.M., Sokolowski, J.A., From War on Drugs to War against Terrorism: Modeling the Evolution of

Colombia‟s Counter-Insurgency, Social Science Research, 2008. Este artículo evalúa la política

contrainsurgente en las relaciones bilaterales Colombia/Estados Unidos, argumentando los cambios que el

narcotráfico y la guerra contra el terrorismo han producido en la identidad de las agrupaciones paraestatales.

Una valoración de los programas de erradicación de coca e intervención de los agentes del conflicto armado

en: Joshua D. Angrist and Adriana D. Kugler, “Rural Winfall or a new resource curse? Coca, income and civil

conflicto in Colombia”, The Review of Economics and Statistics, Vol XC May 2008 number 2.

22 El sostenimiento del mercado ilegal de drogas y contrabando ha sido documentado recientemente, véase:

Cajas, Juan, “Globalización del crimen, cultura y mercados ilegales”, Ide@s, Concyteg, Año 3, Núm. 36, 5

de junio de 2008; En el caso específico de Colombia, Ocampo, José Antonio, Historia económica de

Colombia, Bogotá, Planeta, 2007.

23 Uno de los más poderosos carteles del narcotráfico durante esta última década: el cartel del Norte del Valle,

con negocios en México, Venezuela, los Estados Unidos y Europa, lograría operativos de limpieza en varias

regiones además del Valle del Cauca, sus acciones estuvieron acompañadas estratégicamente por los

paramilitares y guerrilleros, como se encuentra en: El cartel de los sapos, Bogotá, Editorial Planeta, 2008.

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Este gráfico ofrece elementos para explicar la frecuencia e intensidad del conflicto armado.

Se observa que el conflicto desciende su intensidad cuando crece la asimetría tanto de los

recursos agresivos como de los defensivos entre las agrupaciones paraestatales. Es

plausible, en especial en el extremo de la asimetría partir del supuesto de que una facción

minoritaria cuyas posibilidades de éxito en una confrontación militar son abismalmente

bajas con poca probabilidad de que tome las armas. No es posible conocer en nuestro caso

la forma de esta relación total i. e., cuando los frentes que combaten son de fuerza

semejante, también pueden ser reacios a iniciar una guerra de alto costo con un resultado

incierto. A medida que crece la asimetría, la agrupación más fuerte puede sentir la tentación

de comportarse más opresivamente y desencadenar una reacción. Al evaluar la presente

fase del conflicto vemos diferencias con la asimetría creciente que llegó a su pico más alto

con las acciones paramilitares.

Durante este período el conflicto se ha desenvuelto entre agrupaciones paraestatales no

plenamente diferenciadas [Hipótesis (2), (4)]. Sus técnicas de localización territorial y sus

medios de lucha están integrados a un proceso de mutuo aprendizaje. Puede observarse que

en los extremos de máxima asimetría su distancia no resulta demasiado pronunciada. Entre

Gráfico 4. Adaptado de Gambetta (2003) Las agrupaciones paraestatales moviéndose a lo

largo de frecuencias variables del conflicto armado. En la extensión máxima de la simetría esta

frecuencia tiende a disminuir las retaliaciones mutuas, las agrupaciones paraestatales negocian

territorios y poblaciones bajo su dominio.

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las líneas que se interceptan en el extremo derecho, el ángulo reflejo de sus acciones es

pequeño. En otras palabras, mientras las posibilidades están muy en contra de la agrupación

más débil, la factibilidad de que estalle una confrontación podría ser, ceteris paribus,

superior entre la fuerza pública y las Farc o el Eln, que entre la fuerza pública y las

agrupaciones emergentes (paramilitares). Empíricamente esto sucedió cuando la coalición

entre los frentes paramilitares encontró consonancia con los objetivos militares de la fuerza

pública.

En muchos casos las lealtades ideológicas o los incentivos económicos obraban

coherentemente a favor de la consecución de mayores recursos combativos. Estos pudieron

mantenerse de manera temporal. Cada agrupación establecía normativamente condiciones

de reclutamiento, zonas de formación, operativos, salarios y provisiones; se combate por

lealtades exclusivas sobretodo cuando se intensifica la confrontación. En las zonas de

influencia territorial las poblaciones experimentaban temores de asimilación o de

aniquilación en el otro bando y excluían la empatía inducida por sensibilidades y creencias

compartidas. Sintetizando, resultaba razonable durante el período de alta frecuencia del

conflicto armado encontrar expresiones de respaldo hacia las agrupaciones paraestatales.

En regiones como la Serranía de San Lucas, el Magdalena Medio o la Costa Pacífica, los

paramilitares lograron un “capital de respaldo” que lograban propagar entre los pobladores,

y que en tiempos de las masacres, condujo a diferenciar los frentes y sus negocios con

mayor cautela para no ser confundidos con la identidad de las Farc o del Eln.

Evolución del conflicto

Relacionar las agrupaciones paraestatales (autodefensas, paramilitares, insurgentes,

organizaciones criminales) con un período específico de la historia en Colombia es bastante

común24

. Las periodizaciones, sin embargo, tienden a presentar como causa originaria de la

violencia una inadecuada distribución de la propiedad, la naturaleza feudal de los vínculos

entre campesinos y terratenientes hacia finales del siglo XIX. Una evidente inequidad

social y económica, que se ampliaría considerablemente con la carencia de un sólido

sistema político e institucional. Una clase dirigente distante fue propiciando la agudización

extrema del fanatismo político que tendría con la violencia bipartidista de los años 50 una

de sus expresiones duraderas.

24 León Gómez, Eduardo Pizarro, Una democracia asediada. Balance y perspectivas del conflicto armado en

Colombia, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2004, pp. 370; Las Farc (1949-1965).De la autodefensa a la

combinación de todas las formas de lucha, con la colaboración de Ricardo Peñaranda Instituto de Estudios

Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional. Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1991;

Fals Borda, Orlando, Germán Guzmán, Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia, Bogotá, Taurus, pp,

488.

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Pero si la guerrilla colombiana en su confrontación con el Estado es discursivamente

heredera de guerras del siglo XIX, este juicio no tiene la misma fuerza en el caso de

agrupaciones irregulares, como las autodefensas y los paramilitares durante la segunda

mitad del siglo XX25

. El surgimiento y la evolución del paramilitarismo y sus relaciones

con los carteles del narcotráfico responden a unas condiciones bastante concretas y

diferenciadas. Estas se relacionan con un mundo determinado por nuevos valores:

consumo, delincuencia y concentración demográfica de la pobreza urbana. Una mezcla de

ingredientes que ofrece oportunidades a quienes puedan demostrar mayor fuerza para

negociar y ofrecer protección en las regiones donde se realizan intensos conflictos

territoriales [Hipótesis (2), (5)].

Una falacia fomentada en los análisis sugiere que la espiral del conflicto creció tanto como

la agresividad de los medios empleados26

. Si durante la violencia original de mediados del

siglo XX, liberales y conservadores defendieron sus convicciones matando y rematando, se

cree que después de la década del 80, las venganzas y retaliaciones se agudizaron gracias al

armamento sofisticado que se compraba con los capitales del narcotráfico27

[Hipótesis (5)].

Esta interpretación es parcialmente correcta. Antes como ahora quienes se enfrentan por

territorios y poblaciones, lo hacen motivados también por venganzas, estafas y duelos de

honor. Las generaciones de agentes violentos que nos dejó la denominada violencia clásica

lograrían mantener sus causas dentro de un marco de alegatos y disputas más complejo28

.

Sin embargo, como hemos subrayado, la evolución de abundante evidencia en contra de las

agrupaciones paraestatales contrasta con pocas novedades en los modelos de investigación.

La literatura efectista carece base empírica y sus relaciones analíticas son poco

consistentes. Varios autores están más interesados en propagar lugares comunes que en

relacionar sus fuentes de información [Hipótesis (1)].

25

Cubides, Fernando, “Los paramilitares y su estrategia” en Malcom Deas / María Victoria Llorente,

Reconocer la guerra para construir la paz, Bogotá, Norma, Cerec, Uniandes, 1999, pp. 151 – 199. Este

artículo novedoso en su momento, establecía diferenciaciones analíticas importantes para explicar los

vínculos entre las Convivir, las autodefensas unidas de Colombia y los paramilitares. Desde Puerto Boyacá,

durante la década de los 80, los negocios entre guerra contrainsurgente y paramilitarismo fue decisiva.

26 Uribe, María Victoria, Matar, rematar y contramatar, Las masacres de la violencia en el Tolima, 1948 -

1964, Bogotá, Centro de Investigación y Educación Popular, 1990, pp. 209.

27 Entre los defensores de esta tesis: Rangel Alfredo, Colombia, guerra en el fin de siglo, Bogotá, TM

Editores, Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, 1998.

28 La línea de argumentación que originó esta percepción sobre la violencia en Colombia en Deas Malcom,

Intercambios violentos, Bogotá, Taurus,1999.

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Heurística

En un contexto de esta naturaleza se requiere trabajar sobre el objeto con herramientas de

mayor densidad conceptual. Las investigaciones académicas sobre los fenómenos descritos

se han complementado en nuestra perspectiva con los siguientes componentes:

1. La idea de explicar la guerra en Colombia tomando como fundamento la evolución

y los desarrollos de las agencias de protección privada se ha relacionado con la

generación progresiva de un mercado potencial que comienza entre ganaderos y

empresarios del Magdalena Medio y Puerto Boyacá, se extiende por toda la

geografía política de la Costa Pacífica, entre contrabandistas y políticos locales en

zonas de fronteras; los corredores del Urabá Antioqueño a partir de inversiones en

cultivos de palma de aceite; los departamentos del Sur: Caquetá y Putumayo, con

sembrados extensos de coca, y extendiéndose hacia los territorios del Norte del

Valle, Cauca y Nariño, desencadenando retaliaciones orgánicas con una tradición

violenta desde los años 6029

.

2. Nuestra investigación sobre las agencias de seguridad privada en conflictos

emergentes halla entre sus fuentes originarias la obra de Robert Nozick: Anarchy,

State and Utopia (1974). Los méritos analíticos del concepto nozickiano están

relacionados con haber expuesto en forma completa los componentes principales de

las agencias de protección privada dentro de un modelo de mercado30

. Además de

situar las condiciones estratégicas de estas agencias dentro del proceso evolutivo de

un contractualismo político incompleto. La estructura de competencia por la

protección privada en una sociedad con conflictos irregulares, desencadena una

espiral creciente de mayor violencia por parte de sus agentes principales. El trabajo

que realizamos ha logrado avanzar en una dirección complementaria31

.

29 Trabajos realizados sobre el impacto de agrupaciones paraestatales sobre la propiedad y tenencia de la

tierra, redistribución de recursos por transferencias departamentales y regionales (Estrada, 2007; Valencia,

León, 2009; Kalmanovitz, 2001). No se han valorado suficientemente los efectos que han tenido los

desplazamientos en la estratificación y la movilidad poblacional. Los costos sociales y económicos de estos

fenómenos en: Estrada, Fernando, Castillo Alberto, González, Jorge Iván, La Función Pública del Estado

Bogotá, Departamento Administrativo de Estadística DANE, 2008; Alejandro Reyes Posada, Guerreros y

campesinos. El despojo de la tierra en Colombia, Bogotá, Editorial Norma, 2009.

30 El fenómeno apenas comienza a explorarse en Colombia con relativa sistematización de las fuentes

nacionales e internacionales. Con las denominadas: CMSP, compañías militares de seguridad privada. E, el

tema sobre las agencias de protección privada nozickiano cobra plena vigencia en Colombia. Véase: Perret,

Antoine, “Las compañías militares de seguridad privada en Colombia, ¿Una nueva forma de mercenarismo?,

Tesis de Maestría en Asuntos Internacionales, Universidad Externado de Colombia, 2008.

31 Algunas publicaciones del autor: Estrada, Gallego, Fernando, "¿A dónde ir? Un análisis del

desplazamiento forzado". Análisis Político Bogotá, Iepri, Universidad Nacional de Colombia, v.65 pp.146 -

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3. Otro referente en el campo de juegos estratégicos y lógicas del comportamiento en

conflictos irregulares han sido la obra de Thomas Schelling: The Strategic of

Conflict (1960) y Choise and Consecuence (1984). En ambos trabajos encontramos

ideas para comprender las correlaciones entre formas organizadas del crimen con

modalidades informales de la economía. Una teoría de la comunicación indirecta

que desempeña un papel fundamental en casos como la amenaza y el soborno32

. Las

coaliciones logradas entre paramilitares y carteles de las drogas después de los 90, o

los vínculos entre comerciantes contrabandistas e insurgencia (Farc, Eln) reflejan

aspectos del crimen organizado sobre una lucha originaria con otros motivos

causales.

4. La investigación realizada por Diego Gambetta sobre La mafia siciliana (2003)

reúne parcialmente el marco analítico Schelling/Nozick dentro de unos objetivos

relevantes para la investigación del caso colombiano. Nos interesa explorar la

dirección que toma el trabajo de Gambetta básicamente en los siguientes aspectos:

(a) la idea de la industria de la protección como un mercado potencial; (b) las

relaciones comparativas que establece entre mercados de protección ordenados y

mercados de protección desordenados. Los trabajos que hemos elaborado sobre la

información y el rumor en zonas de conflicto (Estrada, 2006), serán

complementados con la idea que desarrolla Gambetta sobre las marcas registradas y

los mecanismos de comunicación e información usados por organizaciones

criminales.

151, 2009. "Guerra Civil y Contractualismo Político Incompleto". Analítica Premium, 2008; "Estrategias por

el poder local y conflicto Armado en Colombia". Analítica Premium, pp.17 - 25, 2007; "Estado Mínimo,

Agencias de Protección y Control Territorial", Revista Análisis Político, Universidad Nacional de Colombia,

v.56, pp.115 – 131, 2006; "El Escudo de Aquiles, Seguridad, Estado y Nuevas Guerras", Revista

Semana/Editorial Planeta, pp.124 - 156 , 2003; “El Soborno y la Amenaza en las Guerras Civiles", Primer

Congreso de Ciencia Política, Bogotá, Universidad De Los Andes, 2008; "Agencias de Protección y Poder

Político Local", Primer Congreso de Ciencia Política, Congreso de Ciencia Política Bogotá, Septiembre 30 -

Octubre 4 de 2008; "Estrategia de Comunicación y Paramilitares en Colombia, Investigar la Comunicación

Retos Científicos y Compromisos Sociales, 2007; "Concentración de Tierras y Desplazamiento Forzado en

Colombia, Caso Antioquia", Dinámica del Conflicto Armado en el contexto de la política de Seguridad

Democrática, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007; "Economía Política del Conflicto Armado

en Colombia", XXII Congreso Nacional de Estudiantes de Economía, Bucaramanga, 2007; Análisis

Actualizado del Conflicto Armado en Colombia", Mataron a Gaitán, Celebración 60 años, Bogotá,

Universidad Nacional en Colombia, 2008.

32 Una presentación aplicada de la teoría de la argumentación en las guerras civiles en: Estrada Gallego

Fernando: "La argumentación: alternativa para el manejo de conflictos", Revista Zero, Universidad Externado

de Colombia, v18, 2007, pp.48 – 54. Sobre el soborno y la amenaza pocos trabajos se han realizado en

Colombia. Presentamos un ensayo preliminar que explora las tesis de Thomas Schelling en el Primer

Congreso de Ciencia Política en Colombia: “El soborno y la amenaza en las guerras civiles”, Bogotá,

Universidad de los Andes, 2008.

Page 24: Munich Personal RePEc Archive1 El autor agradece las observaciones a una versión preliminar del texto realizadas por José Daniel Parra y Fernand Rodríguez. Las condiciones creadas

Una extensa variedad de prejuicios ha ganado terreno entre quienes proponen

observaciones sobre vínculos entre agrupaciones paraestatales y carteles de las drogas

[Hipótesis (3), (5)]. Una creencia de amplia aceptación encuentra que la protección y la

seguridad resultan marginales a los objetivos del conflicto armado. Esta idea sugiere una

versión atomizada de los mercados ilegales según la cual cada unidad en el negocio actúa

con independencia de las demás. El capo interviene en la cadena del conflicto sólo de

manera indirecta, pues sus objetivos se concentran en las rutas de envío, el lavado de

activos o los negocios de contrabando en las fronteras. Acciones orientadas a ofrecer o

demandar protección, corresponden con agentes violentos de menor peso en la cadena

completa del delito. Sin embargo, las relaciones entre los carteles con el paramilitarismo o

entre los carteles y la guerrilla, tanto como las relaciones que tienen organizaciones

criminales con eslabones menores de la cadena, concuerdan en numerosos objetivos33

.

Ha demostrado Gambetta (2003) para el caso de la mafia siciliana que la protección privada

es una “actividad central de una mafia bien ordenada. Los que reciben protección pueden

sentirla molesta, pero no suelen considerarla inútil, y muchas más veces de lo que se

imagina en general, la buscan activamente”. Esta observación en el caso colombiano

encuentra objeciones dada la aparente anarquía que reina entre las agrupaciones

emergentes; sin embargo, cierto desorden en la modalidad de los negocios no significa que

las formas como opera la seguridad no representen un comercio de alta rentabilidad. De

hecho es posible verificar con la evolución del conflicto luchas por el monopolio de

negocios ilegales en los municipios y las regiones.

Las razones para esta confusión se relacionan con estudios que privilegian aspectos del

problema con tendencia a la espectacularidad. Las categorías y los conceptos centrales para

definir el conflicto siguen dentro de una esfera conformada por lugares comunes. Es

necesario avanzar lo suficiente con estructuras de estudio menos periodísticas. Otro de los

prejuicios subraya la inexistencia del conflicto armado, algunos analistas invocan

mágicamente la solución con esta fórmula. “Crimen organizado”, “bandas emergentes”,

“guerrilla” o “paramilitares”, se emplean como denominadores para describir en muchos

casos la misma cosa. El problema de base es complejo por la naturaleza dificultosa

encontrada en las fuentes. Una variedad de motivos exigen en el caso colombiano una

33

Esta hipótesis de correlaciones e intereses compartidos entre agrupaciones paraestatales y Estado la expresa

con originalidad Robert Nozick en el trabajo reseñado (Nozick, 1974). Aunque resulta importante anotar que

los estudios de caso –como en Colombia- ofrecen limitaciones evidentes. La variación de posiciones políticas

o estratégicas tomadas por los agentes principales, las traiciones, el lavado de activos, el ocultamiento de

información, convierten la trayectoria de investigación en un desafío abierto para resolver varios problemas:

¿Cómo mantener el tráfico ilegal de drogas con agencias diferentes?, ¿Quiénes garantizan seguridad en las

rutas de envío de las drogas?, ¿Cómo sobornar representantes institucionales tanto dentro como fuera de las

fornteras?, ¿Cuándo se requieren coaliciones y con quienes?.

Page 25: Munich Personal RePEc Archive1 El autor agradece las observaciones a una versión preliminar del texto realizadas por José Daniel Parra y Fernand Rodríguez. Las condiciones creadas

reestructuración y trabajo sobre materiales que han sido “pateados por los ángeles” (John L.

Austin).

Existe primero la necesidad de establecer un marco de referencia conceptual diferenciado

para los agentes, las organizaciones, los carteles, los proveedores y compradores de

protección. Así como reconocer que en medio siglo de actividades comunes, las

agrupaciones paraestatales han logrado propiciar un mercado ilegal que cuenta con su

propia dinámica entre grandes inversionistas. Cómo han afectado los circuitos regionales

del mercado ilegal de protección las costumbres propias de cada región en Colombia:

alcaldías, concejos municipales, comercio organizado. Una adecuada comprensión de estas

diferencias corresponde también a un tema fundamental de la economía política: cómo se

han incorporado la protección privada y los mercados ilegales a la estructura general de

economía formal en Colombia [Problemas que controvierten las hipótesis (1), (2), (3), (5)].

Expansión territorial

Esta unidad de problemas se encuentra próxima a los trabajos desarrollados por Garfinkel /

Skaperdas (2007) en el sentido de explorar cómo los conflictos derivados de las guerras

civiles guardan relación con modalidades defectuosas de competencia por los recursos

económicos. Más específicamente, los análisis realizados en el contexto de las guerras

civiles evidencian una marcada tendencia a la conformación subyacente de negocios de

escala que operan sobre los derechos de propiedad y una oferta extendida de protección

privada. Los autores denominan a este fenómeno: tecnologías del conflicto. Nuestro

objetivo es semejante en la medida en que también buscamos investigar los efectos del

mercado ilegal de protección privada sobre los ingresos económicos: los aspectos

determinantes en la distribución de los poderes mafiosos locales o los modos cómo una

agrupación paraestatal se relaciona defectivamente con la productividad marginal en

territorios que permanecen en disputa. En otras palabras significa preguntar cómo opera la

protección en los mercados informales dependiendo de la intensidad de la competencia y la

demanda que hacen los ciudadanos por mayor seguridad.

El marco analítico de Garfinkel /Skaperdas, nos ha servido además para observar los

mecanismos de adaptabilidad y cambio que tienen las agrupaciones dentro de una zona

territorial determinada. La formación de coaliciones entre distintos frentes en estas regiones

o departamentos y la constitución empírica de alianzas entre varias organizaciones. Qué

elementos de conducta económica prevalecen entre las unidades de combate: los

comandantes y la tropa regular. Qué incentivos para la acumulación de capitales y qué

influencias específicas pueden tener los mercados ilegales entre quienes determinan

decisiones del mercado. El papel de los gobernantes y la coparticipación de los poderes

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políticos en la distribución de los recursos en zonas bajo la presión de paramilitares e

insurgentes34

.

En investigaciones recientes sobre dinámicas y cambios del conflicto armado en Colombia

se cuenta con una amplia agenda de problemas: ¿Qué tanto ha cambiado la geografía

política y territorial desde la reinserción y la entrega de los frentes paramilitares?, ¿En

manos de quienes han quedado las zonas y regiones protegidas y explotadas por las Farc y

el Eln durante el gobierno Uribe? ¿Cómo ha recuperado el Estado presencia territorial en

regiones competidas hasta hace poco por paramilitares y guerrilla? ¿En qué consiste

propiamente esta presencia del Estado y cuáles son las políticas de gobierno en regiones

como el Pacífico y el Urabá chocoano?

Estas preguntas requieren una mirada sobre diferentes aspectos económicos y de geografía

social, así como un análisis de las estrategias que correlacionan los movimientos entre

paramilitares (águilas negras, los paisas, los rastrojos), carteles del narcotráfico y frentes

guerrilleros. Procedamos con una hipótesis auxiliar en nuestro enfoque: la encrucijada

militar de las Farc durante el gobierno Uribe y el programa de reinserción de los

paramilitares no han significado el estadio último del conflicto, antes bien sustentamos que

tales condiciones han obligado a los agentes violentos a modificar sus planes operacionales

y encontrar coaliciones para mantener su predominio y su poder político local35

, [Hipótesis

contraria a (1), (2)]

En varios resultados de investigación reciente las agencias de protección se presentan como

actores unitarios, con estrategias y objetivos homogéneos, unidad de control territorial y

34 La suma de desafíos es amplia y los trabajos tienden a especializarse. Investigaciones sobre problemas

específicos: Castillo, María del Pilar, “La decisión de desplazarse: un modelo teórico a partir de un estudio de

caso”, Bogotá, Revista Análisis Político 65, Enero/Abril de 2009, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones

Internacionales, IEPRI, Universidad Nacional de Colombia, pp. 33 – 52. En el mismo número: Hoyos,

Gómez, Diana, “Dinámicas político-electorales en zonas de influencia paramilitar. Análisis de la competencia

y la participación electoral”, pp. 13 – 32. Isaza José Fernando & Campos Diógenes, “Consideraciones

cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto”, pp. 3 – 12; Mejía Daniel, “The War Against Drug

Producers”, with H. Grossman, NBER Working Paper # 11141, February 2005; “Capital Destruction,

Optimal Defense and Economic Growth”, with C.E. Posada, Borradores de Economía, No. 257 (working

paper), Banco de la República.

35 Véase: Franco, Vilma / Restrepo Juan Diego, “Dinámica reciente de la reorganización paramilitar”,

Bogotá, Cinep, 2007, pp. 33; Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, 2007, Disidentes,

rearmados y emergentes: ¿bandas criminales o tercera generación paramilitar?, Bogotá; Grupos armados

emergentes en Colombia, Fundación Seguridad & Democracia, pp. 21. Artículos periodísticos: “La guerra

entre „los Paisas‟ y „Don Mario' por el control de La Guajira” ; “Narcotráfico y rearme de paras en Puerto

Boyacá”, en verdadabierta.com, paramilitares y conflicto armado en Colombia,

http://www.verdadabierta.com/web3/conflicto-hoy/50-rearmados/941-iquien-controla-la-guajira (consultada

el día 12 de marzo de 2009). Las zonas estratégicas convencionales para los mercados de narcotráfico son a la

vez territorios sometidos a los controles de oferta y demanda de protección y seguridad.

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unidad de organización. Nada más alejado de la realidad. Porque las agrupaciones

paraestatales, sobre todo durante el gobierno Uribe han sido forzadas a lograr ajustes

internos en sus frentes, movimientos entre mandos medios y superiores (Paramilitares,

Farc, Eln) y coaliciones militares en regiones extensas del país [Contrario a Hipótesis (5)].

Las dinámicas estratégicas tienden a diferenciar identidades. Nuevos denominadores

semánticos (águilas negras) se combinan con un aprendizaje adquirido en el terreno del

conflicto. A la vez, quienes son afectados en las zonas bajo control paraestatal buscan

mecanismos para proteger sus intereses y propiedades.

Dentro de este esquema de proyecciones territoriales, ganaderos, empresarios,

terratenientes y comerciantes buscan de nuevo reducir sus costos de transacción. La

protección y la seguridad retornan como mercancías atractivas entre paramilitares e

insurgentes. A lo largo del último siglo se ha desarrollado informalmente un sistema de

interconexión entre autodefensas e insurgentes que buscan reemplazar la fuerza y

legitimidad del Estado. De manera que los intereses afectados (bienes, propiedades,

negocios, familias) y los recursos pagados no se cobren individualmente. Quienes trabajan

del lado de la oferta saben bien lo que hacen: asociados mutuamente, guerrilleros y

paramilitares, organizaciones criminales y secuestradores, han entrado en estrechas

relaciones estratégicas en territorios claves de las geografía regional. En contadas ocasiones

la división del trabajo dependerá de especialidades que van desde el hurto callejero hasta la

masacre, pasando por el secuestro y la extorción.

Es probable que en semejante situación los incentivos individuales como resultado de la

fragmentación terminen afectando las acciones colectivas36

. Y que la campaña de

recompensas del gobierno debilite progresivamente a las Farc. Las reinserciones

individuales obran positivamente en el balance de operativos de la fuerza pública. Aunque

para expertos las cifras oficiales sean exageradas (Isaza 2009). Las preguntas centrales

giran sobre presupuestos menos esperanzadores: reacomodación contrainsurgente, división

territorial y negociaciones entre agentes políticos y comandantes; escalamiento del

conflicto dentro de una secuencia ascendente: intimidación, extorción, amenaza, crímenes

selectivos. Una de las cuestiones claves en este panorama: ¿cómo se establecerán los

equilibrios intraorganizacionales y la competencia por los recursos locales entre las

agrupaciones paraestatales que ahora reemplazan a paramilitares e insurgentes?

Las investigaciones en el contexto de las guerras civiles internacionales pueden resultar

prometedoras para observar mejor nuestro caso. Las relaciones entre agrupaciones

36 Las recompensas del gobierno Uribe a integrantes de mandos medios de las Farc han logrado afectar

algunos frentes, en particular, aquellos cuyas operaciones militares se han extendido por fuera de las zonas

dominadas por el estado mayor del secretariado. El caso de la entrega del cuerpo masacrado de Iván Ríos por

uno de sus lugarteniente y los pagos de grandes sumas de dinero a los captores de Ingrid Betancourt son

mencionados en mi columna: “Sobre las recompensas del gobierno Uribe”, Periódico El Tiempo, 2008/03/12.

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paraestatales y las relaciones internas entre los miembros de una misma organización, así

como su expansión geográfica y estratégica, resultan fundamentales para comprender las

tendencias territoriales del conflicto en Colombia. De modo que parte de nuestro objetivo

próximo es realizar una valoración parcial de estos problemas concretos en el contexto

colombiano. Veremos si las dinámicas que determinan los cambios a nivel local comparten

aspectos específicos con otras regiones en el resto del mundo.

Bandas emergentes

La desmembración política de las agrupaciones paraestatales constituye uno de los aspectos

más difíciles de abordar. ¿Deberíamos decir des-ideologización? Tomar las armas ¿contra

el Estado? o ¿desde el Estado? para ¿combatir quienes se oponen al Estado? Este doble

movimiento desencadena una forma engañosa de plantear el problema. Si la política se ha

extraviado en el conflicto, ¿cuáles son las razones? Lo argumentado por diversos analistas

es que el negocio de las drogas y el narcotráfico explican todo [Hipótesis (5)]. De nuevo,

esto significa meter todo dentro de una misma canasta.

Y ¿si no fuera así? ¿Si la base social y los incentivos han operado con diferencias? la

pregunta monocausal resulta tan defectuosa como su respuesta, ceteris paribus,

explicaciones que colocan dentro de un mismo nivel: estrategias, objetivos, política,

armamento. La necesidad de diferenciar y elaborar una reclasificación (por regiones,

territorios, incentivos, recursos y poder), resulta fundamental. Los cambios provistos en

localidades como Puerto Triunfo y Puerto Boyacá, después del programa de reinserción de

paramilitares, son suficientes para comprender que nos equivocamos al simplificar el

conflicto y su resolución.

El caso de la identidad estratégica de las bandas emergentes merece punto aparte. ¿Se trata

del rearme del paramilitarismo? ¿Puro negocio de narcotráfico? ¿Quiénes son sus mandos

menos “espectaculares”? ¿Quién paga? ¿Qué espacio de poder político/ militar proyectan?

Preguntas cuyas respuestas exigen un replanteamiento de geografía crítica y lógica de

extensión en las localidades. Las explicaciones dividen posiciones entre quienes encuentran

en las bandas emergentes una expresión fragmentada de delincuencia común y crimen

organizado, o quienes observan con preocupación el rearme y consolidación en antiguos

territorios del paramilitarismo. El panorama es nebuloso. Lo cierto, sin embargo, es que las

acciones de criminalidad urbana en ciudades fronterizas y los negocios ilegales, revelan una

expansión estratégica cuya geografía no se ha estudiado todavía.

Parte de la geografía convencional se ha usado con la finalidad de desviar la atención sobre

zonas críticas del conflicto. Se aprovechan los temores y se alimenta la hostilidad.

Dependiendo de la fuente que suministre la información se abusa de la cartografía para

elaborar interpretaciones. Un mapa se presenta como la realidad, sin embargo, los mapas

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no son la realidad. Es posible que nuevos estudios de geografía crítica nos enseñen, por

ejemplo, no sólo dentro de cuáles regiones o zonas del país existe expansión de las bandas

emergentes, sino que contribuyan a definir mejor cuáles son las dinámicas de transición y

aprendizaje de las agrupaciones paraestatales. Si las bandas emergentes son paramilitares

debería poder exponerse qué novedades o cambios comporta sus proyecciones territoriales

y estratégicas37

.

El programa de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) del paramilitarismo, ¿Ha

fracasado? Siendo negativa su respuesta, ¿qué explica el regreso de miembros combatientes

a las zonas que fueron de predominio paramilitar? Existen numerosas inquietudes que

manifiestan severas dificultades institucionales para manejar un problema de dimensiones

que superan los límites de gobierno. Sin embargo, en el caso colombiano, los vacíos del

programa parecen responder a concepciones originales del proceso con severas

limitaciones. Los excombatientes no entregaron todas sus armas. Empresarios,

comerciantes y, en general, los sectores económicos no dieron respaldo a las expectativas

de empleo y ocupación. Y progresivamente los incentivos del programa han ido cediendo

su paso a nuevas demandas y propuestas en el mercado de protección. La influencia

negativa de estos factores, sumada a retaliaciones y crímenes de excombatientes, reproduce

elementos que merecen estudio [argumento contraevidente a la hipótesis (1)].

Si la política de gobierno es confundir a las bandas emergentes con narcotraficantes, existen

razones para contrastar sus hipótesis. Las bandas emergentes, se afirma, no cuentan con una

ideología contrainsurgente -lo que las separa del paramilitarismo-. Las agrupaciones

paramilitares, que se constituyeron y evolucionaron desde Puerto Boyacá durante los 80,

hasta los frentes del Bloque Calima, dominantes en la región pacífica, ¿Se organizaron

alrededor de un programa contrainsurgente? No es claro. Primero, porque sus estructuras no

conservaron uniformidad de mando (cada frente surgía y respondía a demandas específicas

de quienes financiaban su creación). Segundo, sus miembros no compartían recursos

provenientes de un único proveedor. Tercero, sus declaraciones y comunicados no se

concebían ideológicamente. La “ideología paramilitar” fue más un artificio realidad38

.

37 Un ensayo que evalúa en un contexto internacional el problema de las bandas emergentes: Hoffman,

Michael H, “Emerging combatants, war crimes and the future of internationalhumanitarian law”, Crime, Law

& Social Change 34: 99–110, 2000. Las reflexiones se ocupan de la necesidad de diferenciar y reclasificar a

los combatientes y las agrupaciones paraestatales, así como concebir los problemas derivados de categorías

limitadas del derecho internacional humanitario,

38 Cubides, Fernando: Burocracias armadas, Bogotá, Norma, 2006. La insuficiente fuerza retórica que

tuvieron los comandantes paramilitares (Carlos Castaño, Salvatore Mancuso y Jorge 40) para demostrar el

programa ideológico fue compensada con los servicios prestados por algunos académicos argentinos y

colombianos. Cubides ofrecía elementos relacionados con el análisis de este fenómeno.

Page 30: Munich Personal RePEc Archive1 El autor agradece las observaciones a una versión preliminar del texto realizadas por José Daniel Parra y Fernand Rodríguez. Las condiciones creadas

Algunos trabajos han explorado las relaciones entre paramilitares y poderes regionales39

. La

documentación hallada en archivos informáticos y papeles (letras, pagarés o recibos de

cuaderno) establece una clara influencia en los mecanismos de contratación, transferencias

y los recursos de departamentos y cabeceras municipales. Los flujos capitales inyectados a

las economías regionales por el narcotráfico estuvieron amparados por los señores de la

guerra40

.

Conclusiones

Lejos de ordenarse de acuerdo con planes estratégicos de una sola organización, las bandas

emergentes se han vuelto cada vez más comunes, a pesar de la hostilidad causada por el

gobierno Uribe y la propaganda en su contra [Hipótesis (1), (5)], han demostrado ser

devastadoramente eficaces. La ideología que moviliza sus acciones en regiones como

Córdoba, Cauca, Valle, Nariño o la Guajira, no es política, ni siquiera puede calificarse

como estrategia contrainsurgente, sino más bien una narrativa específica de necesidades

básicas insatisfechas. Es posible creer que en condiciones de desesperación el desempleo,

por ejemplo, llegue a ser una política efectiva41

.

Esta interpretación del sufrimiento agita la voluntad de violencia si centra su atención en un

culpable (el Estado) que a su vez puede aislar las causas de la violencia dirigiéndose con

indiferencia del problema. Estas unidades narrativas se ofrecen como medio para justificar

causas completamente alejadas de sus orígenes. Las bandas emergentes o paramilitares, la

guerrilla y las organizaciones criminales tienen suficiente discurso a favor de sus objetivos

estratégicos. Si el sufrimiento se interpreta como natural o sin causa se considerará una

desgracia en vez de una injusticia y producirá resignación en vez de rebelión. Por lo tanto,

mafiosos, guerrilleros o paramilitares, alegan sus causas en discursos que buscan acusar,

antes que asumir la condición de victimarios.

39

León Valencia, Op. Cit.; Alejandro Reyes Posada, Guerreros y campesinos. El despojo de la tierra en

Colombia, Bogotá, Editorial Norma, 2009.

40 López, López, Andrés, El cartel de los sapos, la historia secreta de las mafias del narcotráfico más

poderosas del mundo: el cartel del norte del valle, Bogotá, Planeta, 2008.

41 En palabras de los mismos narcos esto parece una fábula, pero se trata de componentes del habla común

sobre las razones que dan algunos para incorporarse a las agrupaciones paraestatales: “Mientras el pueblo siga

siendo hijo de la pobreza, la corrupción, el desempleo, la falta de oportunidades y encuentre en el narcotráfico

la única oportunidad de salir de la miseria, los tentáculos del delito y la bacteria del narcotráfico los

contagiará sin remedio”, Ibíd., p. 311. Como héroes, los narcotraficantes son presentados en series televisadas

y medios editoriales. Es el caso de Andrés López cuyo libro: El cartel de los sapos, Bogotá, Norma, 2008,

adaptado como libreto para la televisión, acaba de ganar un honroso premio India Catalina en la ciudad de

Cartagena, Colombia.

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Sucedió con las Farc desde sus orígenes en Marquetalia, con las autodefensas del

Magdalena Medio, con el MAS (muerte a secuestradores), con las autodefensas de Córdoba

y el Urabá Antioqueño, con los paramilitares al mando de Ramón Isaza y con las Águilas

Negras, bajo el mando de Don Mario, todos y cada uno de los agentes principales del

conflicto se entregan a un discurso de culpabilización. Interpretan las acciones de sus

enemigos como crímenes, insertándolas en un discurso omnicomprensivo sobre lo

monstruoso de sus actos. Las campañas de extensión y predominio territorial,

desplazamientos poblacionales y exterminio en las regiones debían realizarse también

creando un mito observado que ayudará a sustentar la conspiración.

Demonizar a sus enemigos y responsabilizarlos de las atrocidades de la guerra no sólo

contribuyó a neutralizar los escrúpulos por matar campesinos e indígenas (“guerrilleros

vestidos de civiles” afirmaban Jorge 40 y Carlos Castaño). Supuestamente también ayudó a

intensificar reclutamientos a favor de su causa. Si las regiones en donde operan las

agrupaciones no contaban –o en forma limitada- con una presencia legítima de los

organismos del Estado, la oportunidad resultaba singular para alegar la necesidad de su

presencia, y la disciplina que imponían sobre las poblaciones. El enemigo debía observarse

como destructor de la convivencia pacífica, el Estado como indiferente y aislado hacia el

centro. Esta era la condensación de su ideología. Pero las causas alegadas en el discurso

ocultan intereses de superior alcance delictivo y criminal.

Una ideología que había demacrado su identidad política. Las acciones de las bandas

emergentes parecen definirse instrumentalmente por la economía del narcotráfico y el

dominio de la geografía estratégica. Los reclutamientos de jóvenes y adolecentes,

realizados preferentemente en zonas deprimidas de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga o

Barranquilla, muestran que lo fundamental no es el convencimiento doctrinario. Para

algunos el salvamento emergente de su desempleo y pobreza, para los principales la

incorporación de mano de obra con bajos riesgos. Hemos pasado desde la violencia clásica

de los 60, bajo imperativos encubiertos por el discurso de la Guerra Fría, hacia un

subproducto de la primera década del siglo XXI, en donde los conflictos de interés entre

agrupaciones paraestatales, se reduce a los mercados de las drogas y el narcotráfico

[hipótesis (5)].

Lo que hemos buscado en este balance de investigaciones sobre el conflicto en Colombia es

contratar nuestro trabajo con algunas de las hipótesis más influyentes entre la opinión

pública. De ninguna manera se han cubierto los artículos o libros divulgados en la última

década, como tampoco hemos examinado en su plenitud los autores que se ocupan del

conflicto. Las hipótesis que hemos propuesto como versiones predominantes, se han

esquematizado dejando por fuera detalles que no afectan el conjunto. En la introducción

afirmábamos que no se trata de caricaturas, sino de creencias fuertemente arraigadas entre

quienes exponen sus teorías sobre el conflicto colombiano.

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Demostramos, contrario a la hipótesis (1), que efectivamente tenemos razones para

desconfiar de las versiones sobre el final del conflicto armado y el desmonte definitivo de

las agrupaciones paramilitares. Los hechos de la guerra son contundentes y nos demuestran

que las Farc, aunque mermadas en su accionar, siguen intactas estructuralmente. Y los

paramilitares lograron vender a un precio relativamente bajo la idea de su reinserción; en

realidad, mantuvieron campamentos de retaguardia con Vicente Castaño y los nuevos jefes

de las bandas emergentes (Don Mario, Los Rastrojos). El conflicto armado en Colombia ha

tomado nuevos rostros, como en la metáfora de Clausewitz

Una explicación causal del conflicto armado [Hipótesis (2), (3)] ha sido complementada en

nuestro enfoque desde una teoría de la estrategia a la Schelling/Nozick. Creemos que

abordar el conflicto desde las estrategias y la geografía territorial promete observaciones

menos simples. Las nuevas guerras no significan necesariamente rupturas radicales con las

estrategias de los agentes violentos de los 60, pero sin duda se incorporan aspectos que,

como el narcotráfico y el contrabando, son variables cuya explicación resulta más

compleja. La teoría de juegos e información asimétrica y el análisis del discurso

contribuyen sustancialmente a mejorar los métodos de investigación.

Aunque existen suficientes aspectos de analogía en las estrategia y las operaciones de

guerrilleros y paramilitares, hemos sugerido que los análisis sobre el conflicto colombiano

deben mostrar las diferencias entre las agrupaciones paraestatales. No sólo porque después

de la década de los 80, el narcotráfico ha intervenido decisivamente, sino porque la

geografía de territorios y las combinaciones de lucha no se han estudiado suficientemente.

Una geografía del conflicto armado debería proveer herramientas para comprender también

el impacto de la guerra en los recursos naturales, por ejemplo. Nuestro enfoque es

complementario a la Hipótesis (4) de la introducción.

Finalmente, sustentamos que si bien la economía del narcotráfico ha filtrado la estructura

de las agrupaciones paraestatales, fomentando una competencia en los mercados de

protección y seguridad privada, el narcotráfico no explica absolutamente todas las fuentes

de la violencia en Colombia. La estrategia del conflicto armado dispone en sus agentes

principales de incentivos fuertemente arraigados en relaciones económicas desiguales.

Diferencias entre las regiones del centro y de la periferia del país, modernidades y formas

de desarrollo asimétricas, pobreza, desempleo y corrupción. Estas son variables en las que

no interviene directamente el narcotráfico, pero constituyen parte de mentalidades

históricas que requieren nuestro análisis.

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ANEXO

MODELAMIENTO ESTRATEGICO ENTRE AGRUPACIONES

Conflicto entre agrupaciones

Seguiremos el modelo Garfinkel / Skaperdas (2007) para representar la secuencia

estratégica del conflicto, contando con algunas líneas de Wärneryd (1998)42

. Existen

idénticos , con un riesgo neutral de los individuos , quienes participan en

un juego en dos etapas. En la primera etapa tenemos un ganador entre aquellos que

participan, que se lleva todos los recursos que pueda consumir. La participación se puede

realizar individualmente o en asociación con otros jugadores, según lo determine la

estructura de agrupaciones. Una agrupación es definida como un subconjunto de la

población con una membrecía donde y denota la totalidad de

las agrupaciones. En la exposición posterior y para evitar mencionar la estructura de

agrupaciones, diremos que: con grupos ordenados de tal manera que:

Por definición, todo individuo hace parte de una agrupación.

Siendo que una agrupación sólo requiere la inclusión de un individuo para intervenir en el

juego. Este esquema admite además la posibilidad de incorporar miembros de otras

agrupaciones –la coalición:

En determinada configuración de grupos cada individuo i, un miembro de una agrupación

k, elige aportar gi una contribución esforzada a su agrupación De modo

que la probabilidad de que la agrupación k gane y asegure progresivamente el ingreso de

42

Para un análisis ampliado sobre este modelo que incluye propiedades, véase Garfinkel (2004ª. 2004b)

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recursos dependerá de su localización con relación a la localización de las demás

agrupaciones

Si por el contrario,

Para todo k. Estas consideraciones se fundamentan en una simetría de clases, de acuerdo

con la teoría de conflictos modelada por Garfinkel / Skaperdas. Con el fin de captar las

ventajas que ofrecen las agrupaciones sobre los individuos en actividades de apropiación,

podemos asumir la recomendación de Skaperdas (1998), la sumatoria en g De modo que

o dado que sin embargo,

conviene tener en cuenta que abstraemos las ventajas al suponer que .

Esta presunción simplifica considerablemente el análisis que pueda hacerse en el terreno de

operaciones militares concretas, pero nos muestra con relativa claridad cómo están dadas

las relaciones entre las agrupaciones y la estructura de sus incentivos, de modo que se

comprenda la intensidad que gradualmente toma el conflicto. Un factor importante se

relaciona con la naturaleza de los bienes públicos y la demanda de recursos . En

particular, la concentración de esfuerzos entre distintos miembros de una agrupación y su

reemplazo con unidades de igual fortaleza. Cada agrupación en el conflicto busca

incrementar la posibilidad de asegurar los recursos que puedan mantenerla en condiciones

de competir con sus enemigas.

Conflicto dentro de una agrupación

Para formarnos una idea de conflictos intragrupales, suponiendo que el grupo k con

emerge como ganador durante la primera etapa. Los individuos no se vinculan a la

agrupación donde , si no recibe nada, implicando que los resultados de sus

esfuerzos durante la primera etapa son menores a las de la segunda. Sin embargo, cada

miembro de la agrupación ganadora entra a participar en la segunda etapa

determinando la distribución de entre los miembros de su agrupación. Específicamente se

asume que las ganancias logradas individualmente dependerán del esfuerzo

particular diferente de así como del esfuerzo de cada uno a favor de su grupo, ,

Su ganancia no necesita depender enteramente de otros esfuerzos.

Formalizando este argumento diremos que para la ganancia individual de i esta

dada por

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de otra parte si

tendremos para todo . Para agrupaciones con un solo miembro

que no exista competencia interna implica que .

Los miembros de una agrupación con deben competir por una parte del premio

tomando en cuenta las expectativas que tienen los demás y acordando normas

mínimas de reparto. Sin embargo, esta fórmula general también toma en cuenta que ciertas

instituciones puedan mediar en conflictos dentro de la agrupación, y de hecho esto tiene

implicaciones para los conflictos intergrupales. En el contexto de este modelo la fracción

mide la eficacia de los mecanismos existentes para resolver conflictos

determinando la distribución de lo producido por el grupo sin tener que depender de cada

miembro en particular. En otras palabras, los pequeños valores de reflejarán la fuerza de

las instituciones para resolver con un menor costo los conflictos de la agrupación. En lo que

sigue, sin embargo, abstraemos estas influencias con la premisa de no sólo para

simplificando el esquema analítico, sino enfatizando que el conflicto puede continuar entre

los miembros de las agrupaciones ganadoras.

Equilibrios relativos

Cada individuo aspira a maximizar los beneficios esperados en ambas etapas, dado por

Los términos dentro de los corchetes en el conjunto representan el pago dado a cada

miembro, que puede variar de acuerdo con las ganancias de la agrupación durante la

primera fase. En consecuencia, ponderando la probabilidad de que su agrupación gane la

competencia, esta variación sería igual a su rentabilidad parcial en la red de recursos con

los esfuerzos realizados para obtener recursos comunes. El segundo término son los costos

de utilidad de su contribución a la primera fase sobre los esfuerzos globales de la

agrupación. Al optar por contribuir con la agrupación se tendrá en cuenta no sólo el costo

obtenido, independientemente de si la agrupación gana o pierde durante la primera fase de

la competencia, sino también la influencia de su contribución en la segunda fase. Por lo

tanto seguiremos la estrategia adoptada anteriormente (Skaperdas) de acuerdo con el

concepto de equilibrio de sub – juegos perfectibles. Es decir, resolviendo el modelo

anterior, desde la segunda y la última etapa.

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Segunda fase de resultados. Cada individua i que pertenece al grupo ganador k elige

para maximizar tomando en cuenta la elección de otros

miembros de la agrupación La tecnología del conflicto con implica que

para todo no puede ser un equilibrio acordado. Como tal, la siguiente condición

debe satisfacerse en un óptimo intragrupal:

para Simetría entre los miembros de la agrupación, a su vez, implica