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47 Solar | Año 16, Volumen 16 Número 2 Solar | Año 16, Volumen 16, Número 2, Lima, pp.61 DOI. 10.20939/solar.2020.16.0202 Luis Villoro y la filosofía a partir de las creencias y el conoci- miento Luis Villoro and philosophy based on beliefs and knowledge Daniel Luna 1 Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. (México) [email protected] https://orcid.org/0000-0002-4035-0983 Villoro tiene una obra del más alto valor filosófico; y todavía, sin embargo, lo más valioso en él es su vida. Su obra la admiro, pero es su vida lo que me cautiva, una vida empleada por entero en el ejercicio de la inteligencia y en la pesquisa del saber supremo, el de lo primero o de lo último, o para abreviar […] la filosofía. Resumen: El siguiente artículo expone, de forma breve, la base del pensamiento del filósofo mexicano Luis Villoro Toranzo, académico e investigador que desarrolló su trabajo en campos como la ética, historia, política, filosofía, cultura, epistemología, entre otros tantos. La intención es rescatar (de forma general) aquella invitación al ejercicio del pensar, además de hacer una vista panorámica de su trayectoria intelectual y académica, del que se puede considerar uno de los filósofos mexicanos y latinoamericanos más importantes en el último siglo. Dicha invitación se puede ver en cómo Villoro aborda el tema de la teoría del conocimiento, la cual, dice, va relacionada con el día a día de cualquier sujeto, ya que nos acompaña desde nuestro despertar hasta que dormimos, pasando por nuestras actividades diarias como ir a la escuela, conversar, caminar o leer el periódico. Lo anterior debido a que pone a la creencia como una necesidad para que se dé cualquier pensamiento o idea, es decir como una condición básica de la imagen del mundo que tenemos, que nos hemos formado. Lo anterior porque son ellas, las creencias, las que constituyen la configuración de esta imagen, misma que tenemos al ha- cernos una representación de cualquier cosa. 1 Tiene estudios de licenciatura en filosofía y con maestría en pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México, Sus principales líneas de investigación son la episte- mología, fenomenología y filosofía de la educación. Ha sido asistente de investigación de antropólogos y filósofos mexicanos, profesor a nivel licenciatura de la carrera de filosofía, pedagogía y psicología, en la UNAM, así como en distintas universidades, fue asistente de profesor en cursos de maestría y doctorado en la UNAM; participó como docente en el programa Erasmus Mundus perteneciente a la Unión Europea.

Luis Villoro y la filosofía a partir de las creencias y el

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Solar | Año 16, Volumen 16, Número 2, Lima, pp.61 DOI. 10.20939/solar.2020.16.0202

Luis Villoro y la filosofía a partir de las creencias y el conoci-miento

Luis Villoro and philosophy based on beliefs and knowledge

Daniel Luna1 Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. (México)

[email protected]://orcid.org/0000-0002-4035-0983

Villoro tiene una obra del más alto valor filosófico; y todavía, sin embargo, lo más valioso en él es su vida. Su obra la admiro, pero es su vida lo que me cautiva, una vida empleada por entero en el ejercicio de la inteligencia

y en la pesquisa del saber supremo, el de lo primero o de lo último, o para abreviar […] la filosofía.

Resumen: El siguiente artículo expone, de forma breve, la base del pensamiento del filósofo mexicano Luis Villoro Toranzo, académico e investigador que desarrolló su trabajo en campos como la ética, historia, política, filosofía, cultura, epistemología, entre otros tantos. La intención es rescatar (de forma general) aquella invitación al ejercicio del pensar, además de hacer una vista panorámica de su trayectoria intelectual y académica, del que se puede considerar uno de los filósofos mexicanos y latinoamericanos más importantes en el último siglo. Dicha invitación se puede ver en cómo Villoro aborda el tema de la teoría del conocimiento, la cual, dice, va relacionada con el día a día de cualquier sujeto, ya que nos acompaña desde nuestro despertar hasta que dormimos, pasando por nuestras actividades diarias como ir a la escuela, conversar, caminar o leer el periódico. Lo anterior debido a que pone a la creencia como una necesidad para que se dé cualquier pensamiento o idea, es decir como una condición básica de la imagen del mundo que tenemos, que nos hemos formado. Lo anterior porque son ellas, las creencias, las que constituyen la configuración de esta imagen, misma que tenemos al ha-cernos una representación de cualquier cosa.

1 Tiene estudios de licenciatura en filosofía y con maestría en pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México, Sus principales líneas de investigación son la episte-mología, fenomenología y filosofía de la educación. Ha sido asistente de investigación de antropólogos y filósofos mexicanos, profesor a nivel licenciatura de la carrera de filosofía, pedagogía y psicología, en la UNAM, así como en distintas universidades, fue asistente de profesor en cursos de maestría y doctorado en la UNAM; participó como docente en el programa Erasmus Mundus perteneciente a la Unión Europea.

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Palabras claves : Creencia, teoría del conocimiento, idea, epistemolo-gía.

Abstract: The following article is a briefly exposes about the basis of the thought of the Mexican philosopher Luis Villoro Toranzo, academic and researcher who developed his work in fields such as ethics, history, politics, philosophy, culture, epistemology, among many others. The in-tention of this text is to rescue (in a general way) those invitations to the exercise of think, in addition to making a panoramic view of his in-tellectual and academic career, which can be considered one of the most important Mexican and Latin American philosophers in the last century. This invitation we can look in how Villoro addresses the subject of the theory of knowledge, which, he says, it is related to the day-to-day life of any subject, since it accompanies us from our awakening until we go to sleep, it’s going through our daily activities such as go to school, talk, walk or read the newspaper. This is due that it puts belief as a necessity for any thought or idea, that is, as a basic condition of the image of the world that we have, that we have formed. The above it’s because the beliefs are who constitute the configuration of this image, the same that we have when we make a representation of anything.

Key Words: Beliefs, Theory of Knowledge, idea, epistemology.

La vida de la filosofía en México y Latinoamérica se debe en mucho a los grandes intelectuales que han buscado elaborar un pensamiento y reflexión original desde esta parte del mundo, individuos que han gene-rado nuevas ideas y sistemas que respondan a las necesidades y proble-máticas de una realidad propia. La empresa de la filosofía en estos tiem-pos de globalización no es sencilla, pero se vuelve un menos complicada cuando nos encontramos a un guía o maestro como lo fue y lo sigue siendo Luis Villoro. Luis Villoro significa, ya, para varias generaciones, una piedra angular de la filosofía en español, puntualmente en Latinoamérica y sobre todo en México. Su nombre es sinónimo de pensamiento, de reflexión, de epistemología, política y filosofía hecha desde una realidad hispanoa-

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mericana para sí misma, ya que es Luis Villoro, quien, junto a una gran cantidad de pensadores en español, se echa a hombros la difícil tarea de demostrar que el pensamiento filosófico se puede crear en cualquier idioma o lugar del mundo, no solamente en Europa y por ello impulsa una reflexión desde América latina que pueda responder las necesidades propias del sujeto de esta región. Hablar de Villoro es hablar de indigenismo, multiculturalidad, ética, misticismo, política, epistemología, es crítica a la modernidad, es una propuesta de acción ante el desmoronamiento de un sistema liberal «desencantado» como lo llama el mismo (Villoro, 2001). Leerlo es aden-trarse en preguntas y conflictos que tratan de conducir una búsqueda hacia una solución de los problemas que aquejan la realidad del hombre, de un hombre que se encuentra atrapado en las fauces de un sistema opresor y dominante, sistema que no te permite pensar y mucho menos actuar con libertad. Fue en 1949 cuando un joven Luis Villoro, quien inspirado en los trabajos de Antonio Caso y Samuel Ramos, además influido del pensa-miento de José Ortega y Gasset, y al que se le habían sumado las ense-ñanzas del también filósofo Juan David García Bacca y la guía del doc-tor José Gaos, presenta como tesis de maestría Los Grandes momentos del indigenismo en México, mismo trabajo que es publicado un año más tarde, donde iniciará una obra que no se terminará hasta su última publicación La significación del silencio y otros ensayos en 2008. Para el año de 1953 Villoro publicará El proceso ideológico de la Revolución de Independencia y algunos otros textos que comprenden un momento de su vida intelectual con un propósito, en inicio, de un corte histórico, el cual se propone despejar el misterio de la condición humana dentro del mundo. Este mismo joven fue, de 1948 a 1952, fundador y miembro de un grupo de filósofos que se hicieron llamar «-Grupo Hiperión-» dentro de los que destacaban Emilio Uranga, Joaquín Sánchez McGregor, entre otros. Grupo el cual tenía el objetivo de hacer investigaciones ontológi-cas propias de la realidad mexicana, es decir, filosofía mexicana para y desde México. Le sobrevino a ello un periodo de fenomenología y Husserl, donde aparecen en ese entonces textos con críticas y estudios del pensamiento husserliano y descartesiano, donde la filosofía analítica es la forma del

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discurso. En su libro sobre la filosofía de Descartes (Villoro, 1965), por ejemplo «-logra un estudio que combina la interpretación histórica, con el análisis acucioso para mostrar cómo las doctrinas cartesianas intentan responder a problemas todavía actuales —y cómo desde sus inicios in-troducen confusiones que serán decisivas en el desarrollo posterior del idealismo-» Mientras que a Husserl le cuestiona que exista la posibilidad de hacer de la filosofía una ciencia y que esta no deje de ser filosofía. Es por ese mismo periodo que junto con Alejandro Rossi y Fernando Salmerón, fundan la revista de filosofía «-Crítica-». Ya para el año de 1983 publica Creer, saber, conocer donde expone una teoría epistemológica y hace frente, de forma estricta, a uno de los problemas más viejos de la filosofía: contestar la respuesta sobre qué es el conocimiento, pregunta que podríamos rastrear desde el Teeteto de Platón o antes. En dicha obra cuestiona las teorías del conocimiento y cómo se estructuran, ya que estas llegan a imposibilitar que distintos tipos de pensamiento puedan ser considerados como conocimiento. Ya para entonces, entrar a los ensayos donde Villoro plasma su pensamiento era y será una provocación al pensar y una invitación a la reflexión; son una propuesta para salir de la caverna y ver el mundo con los ojos abiertos ya que Villoro nos seduce con preguntas simples como ¿qué es una creencia? ¿qué es creer? ¿Qué es una revolución? Cuestiona-rá la forma de proceder de Descartes, todo lo anterior para invitarnos a que salgamos de la zona de confort y comencemos a preguntarnos por nuestro entorno, por nuestras acciones del día a día, por nuestras ideas y por esa imagen del mundo en el que nos desenvolvemos. Y es que la reflexión de Villoro parte desde situaciones en las que todos alguna vez hemos estado involucrados, por ejemplo: alguna vez hemos dicho cosas como «-Yo creo en los reyes magos-», «-yo creo en la ciencia-», «-yo creo que la persona que viste de rojo frente a la banca del parque es tu prima Alejandra-», «-yo creo que todo lo que haces es juz-gado por dios», «yo creo que el número de lotería ganador es el 34546», «creo que voy a pasar el examen-», pero alguna vez nos hemos puesto a pensar ¿qué es creer? Y ¿qué es una creencia? Nos diría Villoro que, si vimos las oraciones anteriores, todas hablan de creencias, pero si las revisamos todas tienen un sentido diferente, la pregunta entonces sería, ¿Puede sacarse una definición correcta de lo que es una creencia a partir de los ejemplos anteriores? La respuesta es

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no y no puede sacarse una respuesta porque todas tienen un significado diferente, por ejemplo: «-yo creo en dios-» refiere más a un acto de fe, en cambio «-creo que voy a pasar el examen-» refiere más a la esperanza o seguridad que una persona puede tener respecto aprobar su examen. Entonces volveremos a donde iniciamos ¿Qué es una creencia? ¿Qué es creer? Es justo en este momento donde hemos sucumbido ante la invitación de nuestro filósofo, estamos ya haciendo una reflexión sobre nuestras creencias y de ahí podemos partir a querer saber qué son o en qué son diferentes a una idea o a un pensamiento cualquiera. Podemos darnos cuenta de no tener a la mano una definición con-creta y cabal de lo que pueda ser una creencia, quizá tenemos teorías o ciertas ideas de lo que puede ser «-creer-» en algo, pero no podemos, hasta ahora, decir qué es una creencia y qué no lo es. Pero ¿por qué sería tan importante saber o definir que es una creen-cia? O ¿Por qué habríamos caído en esta provocación de Villoro? Si no-sotros no tuviéramos creencias, simplemente, no podríamos desenvol-vernos como a diario lo hacemos, porque diariamente tendríamos que descubrir el mundo en el que nos encontramos y a diario partiríamos de cero; en cambio las creencias nos permiten saber que hay situaciones que sucederán, lugares que existen y cosas u objetos que puedo encon-trar a mi camino. Por ejemplo: al yo tener creencias, me levanto de mi cama y abro la puerta a mano izquierda y me dirijo al baño a lavarme los dientes; si yo no tuviera la creencia de que detrás de la puerta que está a mano izquierda, dentro de mi cuarto, se encuentra el baño, quizá habría ido a otro baño o no habría abierto la puerta por temor de encontrarme algo terrorífico. Ahora bien, el problema de preguntarnos por las creencias nos ge-nera otro inconveniente, porque ¿es diferente tener una creencia de algo a conocer algo? Porque parecería, a primera vista que no es lo mismo conocer algo y tener una creencia de algo, yo puedo creer que mi papá es marino, pero resulta que no, que siempre fue militar, pero no marino ¿entonces puedo decir que lo conocía? Para saber si conocemos algo debemos resolver primero qué es conocimiento y en qué es distinto de creer algo. Para lograr lo anterior debemos plantearnos diversas preguntas como: ¿qué es conocimiento? ¿cómo se da? ¿de dónde proviene? ¿cómo saber qué es conocimiento? ¿cómo se puede reproducir? Para ese momento, la filosofía de Villoro

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ya nos tiene completamente atrapados, porque ahora no solo tenemos el conflicto con nuestra definición de creencias, también lo tenemos con la de conocimiento.

Villoro nos dice que una de las formas que ha encontrado el hombre para dar respuesta a la pregunta sobre ¿qué es el conocimiento? ha sido a partir del desarrollo de teorías deductivas o inductivas que pueden jus-tificar y/o exponer la formación y proceso del conocer; dichas teorías justifican los procesos de elaboración del conocimiento para después estudiarlos y dar respuestas a todos aquellos que dudan de la existencia del propio conocimiento en general, o de solo ciertos tipos. A todas es-tas teorías que se dedican a la investigación de lo que es el conocimiento y cómo se forma o desarrolla (si es que así sucede) se las conoce como «teorías epistemológicas» o «-teorías del conocimiento-». Entonces, la función de las teorías del conocimiento ha sido resol-ver preguntas tales como: ¿qué es conocer? ¿qué es conocimiento? ¿qué diferencia existe entre saber, creer o conocer? Hasta: ¿existen ciertas condiciones para poder llamar a algo conocimiento o es que cualquier cosa puede considerarse conocimiento? Porque no puede ser suficiente con que una persona diga que conoce o que tiene conocimiento de algo para que esto sea verdad y qué diferencia hay entre decir que únicamente tiene una creencia al respecto. Todas estas preguntas son con las que se inicia la investigación sobre el conocimiento; todas son base para poder formar una teoría del conocimiento o epistemología, lo que va a definir Dancy (1993) como «-el estudio del conocimiento y de la justificación de la creencia-». Entonces nos diría Villoro, si queremos estudiar el conocimiento, qué y cómo es que este se da, debemos hacer un recorrido por aquello que lo conforma, en este caso, las creencias, porque son las creencias –según parece─ la base del conocimiento, es a partir de ellas que se forman pensamientos, ideas, saberes. Porque no es lo mismo ideas y creencias, eso Ortega y Gasset lo deja claro. Según Villoro, para Ortega las ideas son opiniones individuales de las que somos conscientes y que consideramos verdaderas o probables. Las ideas son aquello que tratamos de justificar en razones; pero cuando estas dejan de convencernos, las modificamos u optamos por otras ideas diferentes. Pero todas las ideas tienen un supuesto y ese supuesto son las

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«-creencias-» que suelen permanecer «-inconscientes-» en el silencio, las creencias suelen ser nuestras convicciones más profundas y persistentes, sin embargo, de ellas no damos razones explícitas, no las discutimos ni las propagamos, ni siquiera solemos expresarlas. Al acoger o abandonar cualquier idea, contamos con ese fondo permanente de creencias ya adoptadas, nos recuerda Villoro (1983) que decía Ortega: «-mientras te-nemos ideas, estamos en las creencias, con las creencias propiamente no hacemos nada, sino que estamos en ellas-». Es por lo anterior que Luis Villoro nos dice que es relevante hacer una reflexión detenida sobre lo que son las creencias, no solo porque siste-máticamente se encuentran al inicio como base fundamental y necesaria para que se dé el conocimiento o las ideas, sino que se debe destacar su importancia y relevancia sociológica y epistemológica. Considera –Vi-lloro─ que su importancia es sociológica porque señala un fundamento colectivo históricamente condicionado y epistemológico porque pone las bases de proceso de justificación del conocimiento. Pero, piensa Villoro, que la tradición epistemológica no ha dado la importancia suficiente al tema, ya que al ser revisada detenidamente la definición de conocimiento se encuentra con que puede llegar a ser con-fusa o inaplicable y por ello hay que hacer una reestructura desde la base de la misma, es decir, desde la definición de creencia y proponer una nueva definición de lo que es el conocimiento. Pero ¿qué tan acertada puede ser la crítica que hace Villoro a la defi-nición tradicional y qué consecuencias puede traer una nueva definición de conocimiento? Y sobre todo ¿Qué papel juegan las creencias en esta nueva definición? y por qué es importante tener una definición clara y distinta de lo que son las creencias. Veamos, la definición proposicional o clásica de conocimiento se ex-presa con la fórmula:

S sabe que p si y solo si:

1. p, (es verdadera)2. S cree que p, (un Sujeto cree que [la preposición] p[es verdadera])3. la creencia de S de que p está justificada.

La definición tradicional de conocimiento ─que es una definición

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proposicional de conocimiento─ no se queda como un simple desarro-llo de lo que significa conocimiento: pretende prescribir qué es conoci-miento. Lo anterior conlleva un problema, y es que conocimiento solo sería aquello que la propia definición valga; en términos generales esta definición pretende decir (que sería mejor decir, prescribir) si en algún caso se habla o no de conocimiento, proporciona un criterio que da la pauta para decir si un sujeto sabe o conoce algo o si está equivocado. Dicha definición ofrece pautas de obligación, esto es que todo lo que se encuentre fuera de la definición será considerado como no conoci-miento. Ahora, tiene como requisito un criterio de verdad, y el problema con ello es que no hay criterio de verdad que no sea ambiguo; esto nos genera otro problema, la propia definición alude a un criterio de verdad, pero no lo ofrece y como no lo ofrece hay que presuponer alguno, lo que la vuelve algo todavía más confuso. Para Villoro, el conocimiento no puede ser prescriptivo, no puede existir alguien que te diga qué sí y qué no es conocimiento. Por el con-trario, el conocimiento es una relación intersubjetiva, por eso es que nuestro autor propone una definición que no busca una forma particu-lar de conocimiento (como sí lo hace la forma tradicional), busca una definición de conocimiento más general y que acepte otras formas de conocimiento; de eso nos damos cuenta porque para él son importantes los intereses y actos que median el acto del conocer y no tanto una pres-cripción de lo que es y no es conocimiento; la fórmula de la definición que propone Villoro es la siguiente:

S sabe que p si y solo si:1. S cree que p, (un Sujeto cree que [la preposición] p[es verdadera])2. S tiene razones objetivamente suficientes para creen que p.

En la definición de Villoro se deja la pertinencia de que algo pueda ser considerado conocimiento o no en manos de un grupo epistémico y ya no en la propia definición, ya que si cualquier integrante del grupo puede ver de forma clara como conocimiento p, entonces puede denominarse conocimiento. Ahora la creencia tiene una relación con la verdad, pero no pone la verdad como una condición (como en la proposición anterior), y no puede ponerla, ya que no hay criterio de verdad que sea general y fun-

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cional para todos los casos. Más que un criterio de verdad, Villoro ve a la verdad como una forma de correspondencia que existe entre el enun-ciado y la realidad, porque hay que hacer mención que, dentro de la obra de Villoro, figuras del mundo puede haber bastantes, pero mundo como tal solo hay uno ¿Pero es suficiente esta definición propuesta para romper el problema del conocimiento? Si es así ¿puede decirse que Villoro ha encontrado la forma de diferenciar lo que es conocimiento de lo que no es? Y sobre todo ¿es la creencia una condición necesaria y suficiente para lograr diferenciar entre lo que es conocimiento y lo que no lo sea? Eso es una discusión que nace a partir de la reflexión directa de Luis Villoro, algo que nos dará como posibilidad la apertura de nuevos horizontes de la epistemología. Villoro dice «-la teoría del conocimiento no se puede entender sin sus implicaciones prácticas en la vida del hombre en sociedad-», porque hemos visto a través de este trabajo cómo la epistemología va relacionada con el día a día de cualquier sujeto; nos acompaña desde que nos levantamos, pasando por nuestras actividades diarias como ir a la escuela o leer el periódico hasta el momento en que tenemos que dirigirnos a la cama. Por lo anterior nos menciona que las creencias son condiciones bási-cas para cualquier pensamiento o idea, que son condiciones de la imagen del mundo, porque son las creencias quienes constituyen la configura-ción de la imagen del mundo, con ella viene la representación de una cultura, de una época, de la cual se derivarán más creencias. Las creencias, nos dice Villoro (1985), se encuentran ligadas a una cla-se social, o a un grupo dentro de la sociedad, cabe destacar que no son, necesariamente, comunes a todos los integrantes del grupo epistémico, el hombre busca generar creencias que le puedan otorgar tranquilidad frente a sus dudas, porque pretende aferrarse a algo en una realidad contingente. Es decir, el individuo quiere tener creencias firmes para lograr cono-cer y con ello poder explicar el acontecer de su alrededor y se agarrará de esas creencias mientras no le suponga duda o cualquier tipo de in-consistencia con su red de creencias, podría incluso verse cierto doble-gamiento de la voluntad frente a esas creencias que nos proporcionan «-seguridad-» o conocimiento, certeza o convicción.

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Una creencia puede durar en un individuo durante toda su vida, pero cuando él muere, la creencia se va con él, desaparece. En cambio, una creencia compartida tiene más posibilidades de permanecer en una red de creencias, por lo que es más fácil que las creencias compartidas tras-ciendan y puedan llegar incluso a imponerse a través del tiempo y de grupos epistémicos. Lo que se pretende con las creencias es que se vuelvan, de cierta ma-nera, «-estables-» para no tener la preocupación de estar reformulando cada corto periodo de tiempo todos los sistemas de creencias y con ello generar una figura del mundo que perdure a través del tiempo, todo con la finalidad que el día que se tenga que cambiar una creencia sea porque esta ha dejado de ser confiable o existe una nueva creencia que puede permitir una mejor adaptación al mundo de ese momento. Será la misma creencia impulsada por un grupo social o institución perteneciente a la sociedad la que haga que las creencias que se tienen de manera personal, se vuelvan frágiles y vulnerables; una comparación con estas creencias personales y las creencias compartidas sería como una tienda de abarrotes perteneciente a una familia popular, compitiendo contra una cadena de tiendas de abarrotes de una cadena de supermer-cados. Esto es, así como la tienda familiar es más susceptible a un cierre por malas ventas durante un periodo que una tienda soportada por una cadena de tiendas, las creencias no compartidas son más débiles frente a las creencias comunes. Cuando se enseñan las creencias «-objetivas-» que los científicos han encontrado, la creencia se vuelve descriptiva y prescriptiva; es prescriptiva porque al mostrarnos cómo es que son las cosas, nos está invitando a reorganizar nuestra red de creencias a partir de lo que se nos ha enseñado, entonces, en el momento en que un sujeto adopta una creencia, esta deja de ser objetiva y se vuelve subjetiva. Villoro, nos dice que las personas después de adoptar una creencia actuarán conforme a ella, por ende su actuar será dirigido más por la relación que tenga su creencia con la comunidad que por el placer que le contenga el actuar conforme a la misma creencia; claro que el individuo puede ser irracional para poder escapar a la normatividad epistémica: ser irracional con sus creencias y acciones quiere decir, tener una creen-cia de x y actuar de forma contraria, voluntariamente. Supongamos que existe un individuo que sabe que tiene la creencia que dañar propiedad

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ajena es incorrecto, pero un día con un ladrillo destroza la ventana de un auto en la calle, quizá lo hizo con la intención de llamar la atención de la gente para salvarse de algo que lo venía persiguiendo; el punto es que el individuo tiene la creencia que dañar la propiedad ajena no es un acto correcto, pero al final actuó en contra de su creencia para obtener el resultado que él necesitaba. Ahora, respecto a la definición proposicional o clásica de conocimien-to ─con la que Villoro no está de acuerdo─ veamos que la definición proposicional deja de lado cualquier forma de conocimiento que no se adapte a lo prescrito en ella, lo que hace que dicha definición se vuelva más una orden, exigencia o imposición que un método para saber si es conocimiento. Imaginemos un grupo indígena de usos y costumbres diferentes a los de occidente: si ese grupo tiene formas de enseñar y aprender distintas a las que occidente maneja, es decir, que su conoci-miento se transmita por formas que no cubran los requerimientos de dicha fórmula, este «-conocimiento-» no podría ser reconocido como conocimiento. La definición proposicional nos dice que sería conocimiento ─si es que en algún caso se habla o no de conocimiento─ en términos gene-rales, solamente si nos proporciona un criterio que da la pauta de decir si un sujeto sabe o conoce algo o si está equivocado, pero a la vez eso limita al sujeto cognoscente; una prescripción lejos de ser una indicación es más una limitación de lo que es o no es. Villoro (1997) nos invita a observar que existen tipos de creencias que pueden ser utilizadas para atar a los sujetos de cierto grupo social; esta-mos hablando ya de las ideologías. Las ideologías consisten en un enga-ño: presentar creencias que responden a motivos interesados como si se fundaran en razones válidas para todos no se trata de un engaño cons-ciente; quien se encuentra bajo la sombra de una ideología cree sincera-mente que sus creencias están justificadas en razones suficientes; no se percata de que no son sus propios motivos lo que lo llevan a aceptarlas. Entonces podemos entender por ideología ese conjunto de creencias verdaderas no justificadas que se encuentran condicionadas socialmente por las relaciones de producción. Por lo que Villoro (1997) dice que «-las ideologías expresan una manera de ver el mundo y las relaciones socia-les propias de cada clase-», porque están condicionadas. Las ideologías son motivadas por el afán de poder solo cuando nos esforzamos, en

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una forma más o menos consciente, por descubrir el origen de su falta de veracidad en un factor social, y cuando percibimos en su total comportamiento una ausencia de fundamento que consideramos como función de la situación social en que se halla. Para evitar caer en un pensamiento ideológico debemos preguntarnos constantemente cómo determinado tipo de situación social produce de-terminado tipo de interpretación. Así, pues, el elemento ideológico del pensamiento humano, considerado desde este ángulo, se halla siempre vinculado con la situación vital del pensador. El pensamiento humano surge y actúa no en vacío social sino en un ambiente social definitivo. Así como el individuo que participa en un complejo de relaciones sociales vitales con otros hombres goza de este modo de una oportunidad de adquirir una visión más clara y precisa de sus compañeros, de igual manera determinado punto de vista y determi-nado haz de conceptos, por el solo hecho de estar vinculados en cierta realidad social que los produce, nos ofrecen, mediante un contacto ínti-mo de realidad, una probabilidad mayor de revelarnos un sentido. Lo que se necesita es estar continuamente preparados para reconocer que cualquier punto de vista es propio de una situación definida y para descubrir por medio del análisis en qué consiste exactamente su par-ticularidad. No hay creencias falsas, las creencias son, pueden proferir verdad o falsedad, pero como tal la creencia no puede ser falsa. Villoro (1983) hace referencia a creencias falsas en El poder y el valor, pero durante Creer, saber, conocer, deja en claro que las creencias se refieren a proposi-ciones que pueden ser falsas o verdaderas, pero que la creencia en sí no es ni falsa ni verdadera. Por otro lado, sobre la ideología, aunque también conformada por creencias, es para Villoro, esa forma de «-conocimiento-» que ha dejado de ser ─o nunca fue─ adecuada para comprender al mundo real, y nos dice (1983) al respecto: «-la creencia siempre es distinta del conocimien-to, la distinción entre conocimiento y creencia falsa-** es obvia, la distin-ción entre conocimiento y creencia verdadera es algunas veces negada o cuestionada, la creencia tiene presente una proposición, asiente y adopta una proposición». En alguna ocasión Villoro escribió sobre el concepto de creencia en Ortega, y expuso que las creencias –de acuerdo con Ortega─ forman parte de nuestra herencia social, son convicciones colectivas que com-

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partimos sin darnos cuenta; están fuera de nuestro querer individual. Las creencias forman parte de esa vida en la que tenemos ocurrencias, las creencias –nos diría Ortega─ son condiciones básicas para cualquier pensar sobre el mundo, son condiciones de una imagen del mundo; hay creencias que no cambian con el tiempo y creencias que pertenecen al momento y al espacio. De Villoro se puede decir que creaba avenidas por las cuales orientar la reflexión tal y formulaba programas enteros de pensamiento, grandes hipótesis generales, mostraba nuevas vías de transito del pensamiento y es lo que hay que agradecer y enaltecerle como filósofo. Es por lo ante-rior que, dentro de la filosofía hecha en español, sobre todo en México y Latinoamérica, se destaca el estudio que hace sobre conocimiento y creencias. Aunque, como lo explica el mismo Villoro, el estudio del conocimien-to y creencias realizado en Creer, saber, conocer fue únicamente el preludio a un trabajo más amplio, logró ser pie para diversas interpretaciones y discusiones de la filosofía actual, que mostrará y desarrollará en las obras posteriores como El poder y el valor, El pensamiento moderno, El concepto de ideología, entre otras. Pareciera que las palabras de Fernando Salmerón sobre Creer, saber, conocer se volverían la descripción idónea a la obra de Luis Villoro: «-se trata del estudio del conocimiento o, más exactamente, de la validez del conocimiento… es ya un clásico de nuestra literatura filosófica… un texto que en poco tiempo pasó a ser obra de consulta obligada para los cursos universitarios de teoría del conocimiento, prácticamente en todos los países latinoamericanos en que tales enseñanzas han ganado cierto nivel-». A partir de dicha obra, y teniendo como base una teoría del cono-cimiento, Luis Villoro comienza un trabajo más dedicado a mostrarnos que la filosofía siempre ha tenido una relación ambivalente con el poder social y político, porque la filosofía se volvió aquello que fue la religión, es decir la justificadora teórica de la dominación, ello porque en palabras del mismo Luis Villoro (1978) «-Todo poder constituido ha tratado de legitimarse, primero en una creencia religiosa, después en una doctrina filosófica-». Se debe exaltar que el maestro Luis Villoro dedicó su vida a la Libertad de la razón y que nos lleva por la vía de los filósofos de la conciencia y la

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interioridad, desde Descartes, Husserl y más allá, pasando después por la filosofía analítica, para aterrizar en una filosofía política que propone la conformación de un estado plural, que respondiera a las necesidades de un país multicultural; en esta etapa destacan textos como son : «-Es-tado plural, pluralidad de culturas-», México de 1998; «-De la libertad a la comunidad-» de 2001, y «-Los retos de la sociedad por venir-», México de 2007. La obra de Luis Villoro tocó varios horizontes filosóficos, como fueron el idealismo, la historia, la metafísica, fenomenología, política, la historia; incluso nos llevó a hacer recorridos por la religión y el mis-ticismo, por mencionar algunos, pero siempre desde una filosofía de la conciencia, de la reflexión, atendiendo a la voz de la propia razón, como lo menciona san Agustín. Sin embargo, Villoro no solo dejó en su obra escrita y académica su legado: fue un filósofo de acción y muchas veces mostro su interés, apo-yo y admiración a movimientos sociales que buscaban ofrecer respuestas distintas a las problemáticas que sucedían en México; por ejemplo, se convirtió en vocero del EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacio-nal) el cual se levantó en armas en 1994 en México, mostrándose como una resistencia al sistema capitalista. De esa forma Villoro se enfrentaba a una realidad que él mismo mencionó parece estar desencantada, que se encuentra inmersa en un sistema que, si bien no ha dejado de preponderar la libertad del indivi-duo ante todo, sí ha transformado el significado de lo que era la libertad. Esta realidad, en palabras del mismo Villoro, se ha olvidado de cualquier aspiración utópica y disruptiva. De dicha relación se pueden rescatar al-gunos intercambios epistolares que mantuvo con la figura más mediática del movimiento, el subcomandante Marcos.

Daniel Luna

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Referencias bibliografícas

Villoro L. (1982) Creer, Saber, Conocer, México: Fondo de Cultura Económica.

Villoro L., (1978) «Filosofía y dominación» en Nexos, 1 de Diciembre.

Villoro, L., (1983) «La noción de creencia en Ortega» Diálogos, Vol. 19, No. 6 (114) NOVIEMBRE-DICIEMBRE, pp. 4-13.Villoro, Luis (1985) El concepto de ideología, México: Fondo de Cultura Económica.

Villoro, L. (1997) El poder y el valor, México: Fondo de Cultura Econó-mica.

Villoro, L. (1998) De la libertad a la comunidad, México: Fondo de Cultura Económica.

Recibido: Julio 2020Aceptado: Octubre 2020

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