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Luis Guillermo Coronado LOS ORIGENES DE LA CIENCIA MODERNA Y LA REVO LUCION ASTRONOMICA Surnmary: The main topic of this paper is the problem regarding to the origin of modem science, andthe context of discussion that of the astrono- miealrevolution during the XVI y XVII centuries. Threeparameters are proposed as the conceptual framework for the discussion: heliocentric astro- nomy, emphasis on facts, and arquimedean mathe- maties.Next, Copernicus; Brahes, Keplers, and Ga- lileosachievements in astronomy are discussed in arder to establish their adecuation to the three parameters. As a result of this analysis, Kepler y Calileoare regarded as those astronomers whose work represents in better form the new science. However, it is also shown that Kepler and Galileo a/sobelong to the intelectual pasto Resumen: El tema de este trabajo es la cuestión de los orígenes de la ciencia moderna y su princi- palcontexto, aquel de la revolución astronómica de lossiglos XVI y XVII. Se propone tres parámetros básicospara la discusión, a saber, el heliocentris- mo,nuevo énfasis en los hechos, y lasmatemáticas arquimedeanas. A continuación se discute los apor- tesde Copémico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo, conlafinalidad de mostrar si se adaptan a los para- metros establecidos. Como resultado del análisis, sedesprende que Kepler y Galileo son los autores quemejor encajan en la triada propuesta. Sin em- bargo,resulta que también ellos fallan en ser los proponentes paradigmáticos de la solución a la cuestiónde los orígenes. Este artículo trata el tema de los orígenes de la cienciamoderna. y como el tema es muy amplio y extremadamente complejo, sería muy útil poder decir que en tres eventos acaecidos hacia la mitad del siglo XVI, están las fuentes básicas que posibili- tan lo que entendemos por ciencia moderna. Estos tres eventos son la aparición de: a)De Revolutionibus Orbium Coelestium, de Ni- colás Copérnico (1473-1543). b) De Humani Corpore Fabrica, de Andreas Ve- salius (1514-1564). c) La edición de algunos Tratados de Arquíme- des por Niccoló Tartaglia (c. 1500-1557) (1). En efecto, si asumimos 1) que gracias a la obra de Copérnico se tiene la hipótesis heliocéntrica y la consecuente movilidad de la tierra, 2) que el tra- tado anatómico de Vesalius representa el nuevo sentido de la observación, de la vuelta a los hechos, y si finalmente, 3) Tartaglia representa el renacer del metodo físico-matemático del gran alejandrino que intentaba dominar la naturaleza y no simple- mente contemplarla platónicamente, podríamos resumir toda esta cuestión de los orígenes de la ciencia moderna y expresar que surge del nuevo esquema heliocéntrico, del nuevo énfasis en los he- chos, y del nuevo enfoque matemático. Y lo que es más interesante, todos estos eventos ocurrieron en el mismo año, el crucial1543. Las tres obras fueron publicadas por el astróno- mo polaco educado en el ambiente cultural italia- no, el gran médico nacido en Bruselas pero que brilló en la escuela de medicina de Padua, y por el ingeniero autodidacta que posteriormente buscó las fuentes teóricas del procedimiento práctico de su quehacer. Copérnico ofrece el esquema helio- céntrico; uno de los rasgos fundamentales de la nueva concepción del universo que conformarán Kepler, Galileo, Descartes y Newton. Vesalius no Rev, Fil. Univ. Costa Rica, XXV (62), 189-194, 1987

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Luis Guillermo Coronado

LOS ORIGENES DE LA CIENCIA MODERNA Y LAREVO LUCION ASTRONOMICA

Surnmary: The main topic of this paper is theproblem regarding to the origin of modem science,andthe context of discussion that of the astrono-miealrevolution during the XVI y XVII centuries.Threeparameters are proposed as the conceptualframework for the discussion: heliocentric astro-nomy, emphasis on facts, and arquimedean mathe-maties.Next, Copernicus; Brahes, Keplers, and Ga-lileos achievements in astronomy are discussed inarder to establish their adecuation to the threeparameters. As a result of this analysis, Kepler yCalileo are regarded as those astronomers whosework represents in better form the new science.However, it is also shown that Kepler and Galileoa/sobelong to the intelectual pasto

Resumen: El tema de este trabajo es la cuestiónde los orígenes de la ciencia moderna y su princi-palcontexto, aquel de la revolución astronómica delossiglos XVI y XVII. Se propone tres parámetrosbásicospara la discusión, a saber, el heliocentris-mo, nuevo énfasis en los hechos, y las matemáticasarquimedeanas. A continuación se discute los apor-tes de Copémico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo,con lafinalidad de mostrar si se adaptan a los para-metros establecidos. Como resultado del análisis,sedesprende que Kepler y Galileo son los autoresquemejor encajan en la triada propuesta. Sin em-bargo, resulta que también ellos fallan en ser losproponentes paradigmáticos de la solución a lacuestión de los orígenes.

Este artículo trata el tema de los orígenes de lacienciamoderna. y como el tema es muy amplio yextremadamente complejo, sería muy útil poder

decir que en tres eventos acaecidos hacia la mitaddel siglo XVI, están las fuentes básicas que posibili-tan lo que entendemos por ciencia moderna. Estostres eventos son la aparición de:

a)De Revolutionibus Orbium Coelestium, de Ni-colás Copérnico (1473-1543).

b) De Humani Corpore Fabrica, de Andreas Ve-salius (1514-1564).

c) La edición de algunos Tratados de Arquíme-des por Niccoló Tartaglia (c. 1500-1557) (1).

En efecto, si asumimos 1) que gracias a la obrade Copérnico se tiene la hipótesis heliocéntrica y laconsecuente movilidad de la tierra, 2) que el tra-tado anatómico de Vesalius representa el nuevosentido de la observación, de la vuelta a los hechos,y si finalmente, 3) Tartaglia representa el renacerdel metodo físico-matemático del gran alejandrinoque intentaba dominar la naturaleza y no simple-mente contemplarla platónicamente, podríamosresumir toda esta cuestión de los orígenes de laciencia moderna y expresar que surge del nuevoesquema heliocéntrico, del nuevo énfasis en los he-chos, y del nuevo enfoque matemático. Y lo que esmás interesante, todos estos eventos ocurrieron enel mismo año, el crucial1543.

Las tres obras fueron publicadas por el astróno-mo polaco educado en el ambiente cultural italia-no, el gran médico nacido en Bruselas pero quebrilló en la escuela de medicina de Padua, y por elingeniero autodidacta que posteriormente buscólas fuentes teóricas del procedimiento práctico desu quehacer. Copérnico ofrece el esquema helio-céntrico; uno de los rasgos fundamentales de lanueva concepción del universo que conformaránKepler, Galileo, Descartes y Newton. Vesalius no

Rev, Fil. Univ. Costa Rica, XXV (62), 189-194, 1987

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sólo abandona el estéril comentario del texto clá-sico, por ejemplo, el de Galeno, sino que propugnaque el médico mismo realice la disección en lugarde que ella sea la labor del barbero-artesano queno podía entrar en comunicación con maestro yestudiantes, como era común en la tradición me-dieval. Tartaglia encabeza la serie de nuevos cientí-ficos que combinan lo teórico con lo práctico, yque en el caso de Galileo culmina en su elogio alarsenal de Ve necia como fuente de inspiración pa-ra los científicos.

Ahora bien, si la cuestión de los orígenes de laciencia moderna se redujese a los tres fundamentosanteriores entonces podríamos fácilmente enten-der y justificar el por qué Kepler, a pesar de susreconocidos logros en matemática, astronomía yfísica sea, sin embargo, en su forma de pensar yexpresarse, totalmente extraño y ajeno a la menta-lidad moderna. y esto es así, puesto que sus mode-los de inspiración matemático-astronómico son lospoliedros regulares platónicos, y su vocación, la deun apriorista que demuestra matemáticamente loque el mismo Dios se vio obligado a crear dada sunaturaleza de creador geómetra. En consecuencia,esta misma dificultad en comprender la mentalidadKepleriana, reflejaría la adecuación de la interpre-tación propuesta y sustentada en la triada Copér-nico- Vesalius-Tartaglia.

Lamentablemente, la situación no es tan fácil yla triada propuesta no es unívocamente esclarece-dora de la cuestión que nos ocupa. Y no lo es,puesto que en realidad, Copérnico no buscaba sim-plemente cortar el nexo con la astronomía geocén-trica de los griegos y medievales para establecer elcarácter revolucionario del heliocentrismo, sino,que por el contrario quería volver a los más funda-mentales principios teóricos de tal astronomía tra-dicional, esto es, a la postulación del carácter pri-mario de la circularidad y la uniformidad en laexplicación del movimiento planetario. Pero unatal vuelta a lo más auténticamente clásico requeríaun alto precio para evitar las dificultades concep-tuales que llevaron a Ptolomeo a separar las expli-caciones de la circularidad y de la uniformidad enlas construcciones matemáticas que servían parasalvar las apariencias. Y dicho precio fue la elimi-nación de la posición central de la Tierra en elcosmos, y también la negación de su inmovilidad.En resumen, para Copérnico el heliocentrismo esmás una consecuencia de su proyecto de vuelta alo clásico que una tesis primaria y primera; y sola-mente resulta de su conservadurismo intelectual yla consecuente defensa de la circularidad y unifor-

midad como los principios fundamentales de la as-tronomía (2). Y la triada explicativa no es todo 10firme que se quisiera, puesto que en el caso deVesalius, al distinguir entre el maravilloso y fe-cundo uso de la lámina científica, por una parte, yla interpretación de los hechos registrados por es-tas, por la otra, se descubre que el gran médicopaduano no es tan apegado a los hechos registradoscomo él mismo declara programáticamente (3). Fi-nalmente, aunque Tartaglia sí representa el nuevométodo matemático que busca afianzarse y dar ra-zón de los hechos, resulta que será el "sonámbulo"Kepler, el pitagórico de los a prioris, quien ennombre de las nuevas observaciones realizadas aca-ba y abandona el presupuesto por excelencia de laastronomía clásica, el principio de la circularidad yla uniformidad en la explicación y realidad del mo-vimiento planetario. Es decir, que un astrónomode las matemáticas platonizantes es el científicomás fiel a los hechos.

Para profundizar un poco más esta difícil situa-ción de la triada: heliocentrismo, hechos y nuevasmatemáticas, considérese con mayor detenimientola revolución astronómica de los siglos XVI yXVII.

Su primer estadio está en la obra de Copé mico,en el heliocentrismo como se ha apuntado antes,pero no con el carácter revolucionario que normal-mente se le' otorga, sino con aquel de vuelta a losorígenes, de reorganización de los cielos, de elimi-nación del ecuante empleado por los astrónomosde la escuela de Ptolomeo (4). Copérnico es suma-mente claro en su breve bosquejo astronómico quese conoce con el título de Commentariolus, cuan-do presenta la lista de axiomas o supuestos funda-mentales necesarios para que la astronomía sea fielal principio de la circularidad y uniformidad. Aho-ra bien, un lector actual, 10 que espera encontraren el primero de estos axiomas es la afirmacióntajante del heliocentrismo; esto es, la posición cen-tral del Sol en el universo. No obstante, ese primeraxioma simplemente establece que no hay centroúnico de todos los círculos o esferas celestes, conla intención de rechazar los programas astronómi-cos del tipo eudoxiano y, por lo tanto, permitir lapluralidad de centros que requieren de la ulteriorreorganización de los cielos. Pero al lector moder-no le queda aún la esperanza de que el segundoaxioma sí proporcione ese dato fundamental delheliocentrismo. Sin embargo, el segundo axiomaestablece el rechazo del geocentrismo, en su conte-nido negativo, y la afirmación de que la tierra es,no obstante, centro de la esfera de la luna y de la

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gravitas. No es sino en el tercero de los supuestos,en que finalmente Copérnico establece el heliocen-trismo, como la tesis de la posición central del Solrespecto de la esfera límite del universo, aunquesolamente punto medio de los círculos o esferas. Siel lector asume un cierto orden en la importanciade los axiomas enumerados por Copérnico, es real-mente sorprendente la posición del axioma relativoal heliocentrismo en dicha lista de supuestos, y enconsecuencia, un cierto carácter secundario. Portanto, la importancia del heliocentrismo en Copér-nico para la solución de nuestra cuestión, los orí-genes de la ciencia moderna, queda un poco difusa(5).

Igualmente, es interesante el insistir en que Co-pérnico tampoco tiene como motivación para for-mular el heliocentrismo un claro énfasis en las ob-servaciones; por el contrario, él reconoce que laastronomía ptolemaica concuerda con los hechos,esto es, no sólo con las observaciones sino tam-bién, se puede agregar, sirve para navegar y para laspredicciones de efemérides. y Copérnico tampocorealiza gran número de observaciones. En resumen,la motivación intelectual de Copérnico no es real-mente representativa de dos de los vértices de latriada que se ha venido discutiendo.

El factor de la observación exacta, el vértice deloshechos, realmente se encuentra en Tycho Brahe(1546-1601), el gran astrónomo danés. Fue el re-copilador del catálogo de estrellas más exacto yriguroso de la astronomía pretelescópica, Práctica-mente su trabajo alcanzó el límite de la capacidadsensorial natural, gracias a mejores instrumentos,nuevos métodos y constancia diaria. Este catálogofue realizado en el Uraniburgo o Castillo de losCielos, el primer observatorio astronómico que aúnarquitectónicamente estaba diseñado para obtenertan alto grado de exactitud observacional; grado deexactitud que convirtió en totalmente inaceptablelos márgenes de error en la relación entre predic-ción y observación utilizados en la astronomía tan-to en Ptolomeo y Copérnico, que son los mismos,puesto que ambos son deudores de los mapas delos cielos de Hiparco de Nicea (II AC) (6).

Tycho Brahe, que gracias a su dedicación a laobservación de los cielos, también establece comohechos más allá de toda duda razonable, el carácterceleste de la nueva estrella del año de 1572 y delcometa de 1577. Hechos que cuestionan la concep-ción cosmológica de Aristóteles, fundamento físi-co-filosófico de la astronomía geocéntrica de losgriegos y medievales. Tycho, que también conclu-ye que no puede suponerse la existencia física de

las esferas celestes, como en la concepción artisto-télico-escolástica; esfera que arrastraban a los pla-netas en su movimiento en torno a la tierra. Yaque una tal existencia física es incompatible con elcarácter celeste de los cometas, los que las quebra-rían al moverse a través de las regiones celestes. Noexistencia que se desprende del hecho observa-cional de que la trayectoria de Marte y el Sol seentrecruzan (7). De todo lo cual, Tycho Braheinaugura un problema totalmente moderno y fecun-do, esto es, el de la razón de la constancia de latrayectoria u órbita de un planeta. Problema final-mente resuelto por Newton en su mecánica de loscielos.

y sin embargo, Tycho Brahe mantiene un geo-centrismo cosmológico, y también un heliocen-trismo planetario. Una serie de razones de tipo físi-co, astronómico, metodológico y también religio-so, lo inclinaron a rechazar el heliocentrismo coper-nicano en sentido estricto. Pero su consagración ala determinación de observaciones exactas es muymoderna. Ciertamente, Tycho se equivocó en susinferencias y la tierra realmente se mueve alrede-dor del Sol. Pero también lo es, que algunas de laspropuestas de Copérnico para defender el heliocen-trismo, en especial el axioma cuarto, el de la incon-mensurabilidad entre el diámetro de la órbita te-rrestre y el radio del cosmos, no solamente erafalso sino también arbitrario.

Galileo Galilei (1564-1642) mediante el empleodel telescopio (1609) introduce en el proceso detransformación de la astronomía no sólo una nue-va base empírica, esto es, una serie de nuevos he-chos, sino también una nueva dimensión epistemo-lógica. No sólo nuevos hechos sino también unanueva manera de conocer. Entre los nuevos hechosdestacan la irregularidad de la superficie lunar, lasestrellas causantes de la luminosidad de la Vía Lác-tea, las fases de la luna. las manchas solares, ylos cuatro satélites de Júpiter para citar sólo losmás significativos. En la nueva dimensión episte-mológica, Galileo asume que el sujeto cognos-cente tiene la posibilidad y el derecho de potencia-lizar, mediante instrumentos, los sentidos que lefueron dados por la naturaleza o el creador. Aunmás, el conocimiento adquirido por estos sentidosasí potencializados por los artefactos construidospor el hombre, por ejemplo, telescopio o microsco-pio, no sólo es verdadero sino que más verdaderoque el obtenido por los sentidos naturales. Porello, las estrellas no vistas por nadie an tes, existen yson realmente la causa de la luminosidad de la VíaLáctea. En consecuencia, este nuevo giro emp íri-

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co-episternológico haría de Galileo el punto dearranque y verdadero disparador de la ciencia mo-derna.y si a la potencialización de los sentidos se une

la cuantificación de las observaciones o datos me-diante una matemática, no del tipo platónico espe-culativa, sino del tipo arquimedeano, Galileo apa-recería igualmente paradigmático en relación conla cuestión de los orígenes de la ciencia moderna.Se puede recordar en este contexto, que Galileofue discípulo de uno de los seguidores de Tartaglia,y que, por ejemplo, ya en sus primeras investiga-ciones, en tomo a la balanza hidrostática y al cen-tro de gravedad, la presencia de la influencia deArquímedes es incuestionable. Todo lo cual con-verge cuando ve las montañas de la luna pero tam-bién las mide. Y como todas estas observacionestelescópicas las emplea en la defensa y exposicióndel sistema heliocéntrico copernicano a partir de lapublicación de su Mensajero de los astros, (1610),sepuede señalar que en el período entre 1610 y 1613-publicacíón de sus Cartas sobre las manchas sola-res, está ese momento crucial de la amalgama de latriada de factores generadores de la ciencia moder-na.

A p«;sar de todo lo anterior, Galileo tambiénfalla en encarnar plenamente este sentido de totalaceptación y uso de la triada moderna cuando, porejemplo, no acepta ni emplea las importantes leyesdel movimiento planetario formuladas por Kepler.Leyes que resultaban de un gran respeto por loshechos astronómicos. Por el contrario, Galileo pre-fiere mantenerse en la tradición del apriorismo dela circularidad y la uniformidad como principio dela astronomía. O bien, cuando, a pesar de que losmismos hechos obtenidos mediante la observacióntelescópica, la existencia de estrellas más lejanasque las visibles, le podían inducir a establecer laapertura del cosmos, negando su finitud esférica,mantiene a toda costa el tradicional cosmos esféri-co y finito; pero cerrado por una esfera con "pro-fundidad".

Johannes Kepler (1571-1630), como se apuntóal inicio, se presenta, prima facie, como muy ajenoal sentido de la ciencia moderna, en tanto expo-nente máximo del apriorismo matemático-cosmo-lógico, apriorismo que en 1596, en su Misterio delcosmos, le permite establecer que el número de losplanetas es y debe ser seis. Ello es y debe ser así,pues la actividad creadora del Dios-geómetra, ten-diente a producir el mejor de los mundos, implicael uso de lo curvo y de lo rectilíneo en sus formasmás perfectas, a saber, la esfera y los poliedros

regulares. La primera forma perfecta, la esfera de-be y es la forma total del cosmos, manifestación desu forma física y del simbolismo teológico-físicode la Trinidad. Y las segundas, los poliedros regula-res, en la articulación del intervalo entre el límite operiferia y el centro, esto es, la región de los plane-tas. En efecto, dada la propiedad de los poliedrosde inscribir y de ser inscritos en esferas, la estruc-tura matemática del cosmos implica la única posi-bilidad de seis espacios o intervalos a ser ocupadospor las esferas de los planetas. Cinco poliedros en-cajados en la esfera cósmica, que llenan el espacioentre el centro y la periferia, definen, a partir de lasituación de la esfera de la tierra, seis y solamenteesferas; y este rasgo matemático conlleva la posibi-lidad de únicamente seis espacios o trayectorias aser ocupados por seis planetas (8).

En consecuencia, el sistema copernicano y sureducción del número de los planetas, de los sietetradicionales a sólo seis primarios, que provocabagrandes recelos en aquel tiempo, no tiene que to-marse como un obstáculo para su aceptación, sinoque más bien, como un resultado de su misma es-tructura matemática. Así, para aquellos que obje-taban como defecto del heliocentrismo la afirma-ción que la luna era un planeta secundario que semovía alrededor de la tierra, y no directamentealrededor del centro del universo, Kepler contrapo-nía no una simple postulación (Copérnico y su se-gundo axioma), sino el carácter apriorfstico del nú-mero seis como máximo número de los planetasprimarios. Y este apriorismo se fundamentaba enla creación misma de Dios. Kepler probaba mate-máticamente lo que Copérnico descubrió a poste-riori. Y como tal, en terminología de Kuhn, Keplersimplemente resuelve un problema dentro del nue-vo paradigma heliocéntrico. Además, histórica-mente, esto puede ser así, dado que Kepler notuvo que sufrir los grandes efectos intelectuales dela conversión al copernicanismo, que sí sufrieronTycho y Galileo, ya que su maestro Maestlin loinició en la nueva astronomía desde sus tiempos deestudiante.

En síntesis, para Kepler, en el Misterio del cos-mos, Dios, como geómetra, crea un mundo mate-máticamente bello, esférico, y con seis planetas,que se mueven en forma circular y uniforme gr~-cias a la perfección y primacía de la esfera y loscinco poliedros regulares; es decir, las formas mate-máticas curva y rectilíneas por excelencia. Pitágo-ras, Platón y cristianismo: todos ellos íntimamenteunidos.

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El anterior es el Kepler completamente ajeno alas corrientes predominantes en la ciencia moder-na. Empero, ese mismo Kepler, que nunca abando-nará la inspiración heurística de los poliedros regu-lares, a partir de 1596 comienza a dudar de laadecuación a los hechos de sus construcciones teó-ricas.Cada vez le parece más interesante el conocerel "tesoro de observaciones" de Tycho (9). Ycuando a partir de 1600 trabaja con él en el pro-blema de la órbita de Marte, y a partir de 1601 lesustituye como matemático imperial en la corte deRodolfo Il de Bohemia, termina destruyendo elcarácter primario de la circularidad y uniformidad,no sólo como instrumentos conceptuales de la as-tronomía, sino también como rasgos de la realidadmisma del movimiento planetario. y lo hace, luegode un arduo trabajo de interpretación matemáticade los datos de Tycho, en nombre de un error deocho minutos que le resulta, como heredero de lastablas tychonicas, completamente inaceptable. Porun margen de error totalmente normal en la astro-nomía clásica, e incluso 'para Copérnico. No obs-tante, Kepler abandona el a priori de la circulari-dad y la uniformidad: la más grande condición ma-temática que el creador había empleado en la con-formación del mundo. Los hechos y su imperio seimponen al presupuesto teórico por excelencia dela astronomía. Claro está, Kepler no abandona suvocación por las formas matemáticas, pero es ca-paz de contentarse con elipses y áreas iguales entiempos iguales. Justifica estas nuevas armonías enel universo, no sólo por las ecuaciones matemáticasal estilo moderno de su tiempo, sino porque seadecúan perfectamente a los datos, a los hechosacumulados por Tycho. En fin, que es Kepler, elapriorista, quien en el mejor espíritu de respeto alos hechos formula las leyes del movimiento plane-tario que dan la clave de la estructura y funcio-namiento del sistema planetario. Abre de esa for-ma los senderos por los que transitarán los sistema-tizadores de la ciencia moderna.

Ahora bien, es ese mismo Kepler que con sustres leyes revoluciona verdaderamente la astrono-mía, quien también propone una hipótesis magné-tico-mecánica para comprender la constancia de lastrayectorias u órbitas planetarias: el Sol es unenorme imán que rotando sobre sí mismo, con sufuerza, mantiene a los planetas en movimiento a sualrededor. Hipótesis que intenta resolver el proble-ma inagurado por Tycho, que muestra la influenciade Gilbert y sus investigaciones sobre los imanes,que denota la presencia de un enfoque mecanicistade la naturaleza. Hipótesis que resulta falsa, sí, pe-

ro que en conjunción con la constante derivada dela tercera ley del movimiento planetario, permitiráa Newton ir más allá y llegar al principio de laGravitación Universal, como la fuerza que mantie-ne integrado el sistema planetario.

Así mismo, es Kepler, quien en su AstronomíaNova de 1609 comunica las dos leyes del planetaMarte, y es el que presenta también un programade astronomía como una Física celeste. Esta decla-ración programática va totalmente en contra de ladistinción entre lo celeste-planetario y lo físico-te-rrestre propia de la tradición aristotélica de la hete-rogeneidad del cosmos, y del mismo Copérnicoque también la presuponía en su cosmología.

Este Kepler, el defensor de la importancia ypapel decisorio de los hechos, el destructor de lacircularidad y la uniformidad, el formulador de lasverdaderas leyes del movimiento planetario, el for-mulador de la hipótesis magnético-mecánica delmovimiento planetario, el proponente de una físi-ca de los cielos, podría ser considerado como elfundamento u origen de la ciencia moderna. y elloes plausible en tanto que encarna dos de los vérti-ces de nuestra triada (10).

En resumen, si asumimos los tres vértices de latriada para comprender los orígenes de la cienciamoderna, desde la perspectiva de la astronomía, seve claramente cómo están presentes los factoresdel heliocentrismo, la observación estricta y lasnuevas matemáticas, pero en ningún caso, de for-ma simple y articulada. Por el contrario, estos fac-tores se entremezclan de manera realmente alambi-cada. Ningún actor principal del proceso de trans-formación astronómica cumple a cabalidad y cons-tantemente con todos y cada uno de ellos. O bien,como dijo el matemático griego, "no hay senderosreales en la formación de la ciencia moderna".

Habría sido realmente fácil y cómodo poder re-currir solamente a los tres eventos de 1543 enume-rados al inicio de la discusión. Pero se ha mostradoque no es posible; que no se puede reducir el ori-gen de la ciencia moderna a la simple suma deestos eventos y sus implicaciones doctrinales. Sipor otra parte, se estudia el desarrollo de sólo laastronomía, como principalmente se ha hecho enesta ocasión, parece mas bien que los inicios debenhallarse en Galileo y Kepler. Lamentablemente,tanto el uno como el otro, se presentan como mo-dernos y también, como profundamente enraiza-dos en el pasado. De nuevo la complejidad históri-ca se vuelve en contra de la solución simple de lacuestión de los orígenes.

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y no obstante, en el heliocentrismo, en la ob-servación exacta de la realidad, y en la nueva mate-mática arquimedeana están los gérmenes de la nue-va ciencia. La triada es válida, temáticamente claroestá, aunque no con respecto a autores particula-res. Mostrarlo requiere que indaguemos en otrasmanifestaciones de la ciencia en los siglos XVI yXVII, pero ello será tarea del futuro.

NOTAS

( 1) Opera Archimedis syracusani philosophi et m athe-matici ingeniosissime per nic. Tartaleam Brixiamun, Ve-necia. Texto latino tomado de varios traductores, entreellos Guillermo de Moerbecke, para el tratado sobre loscuerpos flotantes. La edición no es muy crítica y a menu-do se reproducen evidentes errores de los textos latinosempleados.Posteriormente, Tartaglia traducirá al italianoel libro 1 de los cuerpos flotantes (1551) y posteriormen-te, el segundo libro (1554).

La edición príncipe, de Venaturus, fue del año si-guiente, 1544, en Basilea.

( 2) Para una argumentación de esta interpretación delpensamiento de Copémico, véase Butterfield, Los Oríge-nes de la ciencia moderna, Y Coronado, En tomo a la re-volución astronómica: un comentario al Commentariolus(1), por aparecer.

( 3) Véase Singer, Ch., A Short History of Anatomy &Physiology from the Greeks to Harvey, Dover, 1957,.pp.122-135. O bien, como se expresa en The Illustrationsfrom the Works of Andreas Vesalius of Brussels. Dover.1950, pp 9-10, "At this juncture the reader should per-haps be wamed of the danger of judging Vesalius Know-ledge or lack of knowledge by the illustrations alone. Thishas been responsible for innumerable erroneos conclu-ssions in the Vesalian literature. While the drawings werebeing prepared, Vesalius himself was undergoing a rapidevolution and making new discoveries from day to daywhich required him to correct in the text earlier buterroneous opinions portrayed in the illustrations".

( 4) Nuevamente, véase Coronado, En torno a la Re-volución Astronómica.

( 5) Idem( 6) Coronado, G. Tycho Brahe: Observador de Los

Cielos. Revista Comunicación. V. 2 No. 3 Año 6 Diciem-bre 1986. pp 9.

( 7) Idem, pp 13( 8) Kepler, Misterio del Cosmos, Esbozo de mi de-

mostración capital. Capítulo II.

( 9) Resulta muy significativa, en este contexto, la pri-mera carta que Kepler le dirige a Galileo, en octubre de1597. En ella no sólo intenta continuar la relación episto-lar con Galileo, sino que le solicita realizar por él algunasobservaciones que considera relevantes, dado que ... "Co-mo no poseo ningún instrumento, me veo obligado a diri-girme a otros. ¿Tiene Ud. un cuadrante que señale los mi-nutos y los cuartos de minuto? ".

(10) Kepler, al igual que Galileo, también quedó atra-pado por concepciones tradicionales. Un ejemplo de estadependencia está en su rechazo de la infinitud del cosmos.Vease, Koyre, From the Closed World to the Infinite Unjoverse, HarperTorchbooks, N.Y.1958, ch. 11I

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Luis Guillermo CoronadoEscuela de Filosofía

Universidad de Costa RicaSan Pedro de Montes de Oca

Costa Rica