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    La colonialidad del saber

    TITULOS DE LA SECRETARIA EJECUTIVA

    La colonialidad del saber:eurocentrismo y ciencias sociales Perspectivas latinoamericanas

    CompiladorEdgardo Lander

    Textos completos

    La colonialidad del saber:

    eurocentrismo y ciencias sociales.

    Perspectivas latinoamericanas

    Edgardo Lander (comp.)

    Santiago Castro-Gmez, Fernando Coronil,

    Enrique Dussel, Arturo Escobar, Edgardo

    Lander, Francisco Lpez Segrera, Walter D.Mignolo, Alejandro Moreno, Anbal Quijano.

    ISBN 950-9231-51-7

    Buenos Aires: CLACSO, febrero de 1993

    (15,5 x 22,2 cm) 248 pginas

    En los debates polticos y en diversos camposde las ciencias sociales, han sido notorias las

    dificultades para formular alternativas tericas

    y polticas a la primaca total del mercado, cuya

    defensa ms coherente ha sido formulada por el

    neoliberalismo. Estas dificultades se deben, en

    una importante medida, al hecho de que el

    neoliberalismo es debatido y confrontado como

    una teora econmica, cuando en realidad debe

    ser comprendido como el discurso hegemnico

    de un modelo civilizatorio, esto es, como una

    extraordinaria sntesis de los supuestos y

    valores bsicos de la sociedad liberal moderna

    en torno al ser humano, la riqueza, la

    naturaleza, la historia, el progreso, el

    conocimiento y la buena vida Las alternativas

    Indice

    Prefacio

    Presentacin

    Edgardo Lander

    Ciencias sociales:saberes coloniales y eurocntricos

    Enrique Dussel

    Europa, modernidad y eurocentrismo

    Walter D. Mignolo

    La colonialidad a lo largo y a lo ancho:el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad

    Fernando Coronil

    Naturaleza del poscolonialismo:del eurocentrismo al globocentrismo

    Arturo Escobar

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar:globalizacin o postdesarrollo?

    Santiago Castro-Gmez

    Ciencias sociales, violencia epistmica y elproblema de la "invencin del otro"

    Alejandro Moreno

    Superar la exclusin, conquistar la equidad:

    reformas, polticas y capacidades en el mbito social

    Francisco Lpez Segrera

    Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales enAmrica Latina y el Caribe.Es posible una ciencia social no eurocntrica en nuestra regin

    Anbal Quijano

    Colonialidad del poder, eurocentrismo y Amrica Latina

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    La colonialidad del saber

    naturales del desarrollo histrico de la sociedad.

    La sociedad liberal industrial se constituye

    desde esta perspectiva no slo en el orden

    social deseable, sino en el nico posible. Esta

    es la concepcin segn la cual nos encontramos

    hoy en un punto de llegada, sociedad sin

    ideologas, modelo civilizatorio nico,

    globalizado, universal, que hace innecesaria la

    poltica, en la medida en que ya no hay

    alternativas posibles a ese modo de vida.

    Copyright 1996/2002- Este es un servicio proporcionado por CLACSO,Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

    Cualquier duda o sugerencia enviarla a: Jorge Fraga, [email protected]

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    La colonialidad del saber:eurocentrismo y ciencias sociales

    Perspectivas latinoamericanas

    Edgardo Lander

    (Compilador)

    Santiago Castro-Gmez

    Fernando Coronil

    Enrique Dussel

    Arturo Escobar

    Edgardo Lander

    Francisco Lpez Segrera

    Walter D. Mignolo

    Alejandro Moreno

    Anbal Quijano

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    Consejo Latinoamericano

    de Ciencias SocialesUnidad Regional de Ciencias Sociales y

    Humanas para Amrica Latina y el Caribe

    Secretario Ejecutivo:

    Dr. Atilio A. BoronDiseo y composicin electrnica:

    Jorge A. FragaCoordinador Area de Difusin CLACSOCorreccin:

    Florencia EnghelImpresin:

    Grficas y ServiciosPrimera edicin:

    La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.Perspectivas latinoamericanas

    (Buenos Aires: CLACSO, julio de 2000)Arte de tapa e interior:

    Sur. 501 aos cabeza abajo. Realizado por Proyecto Sur,Repblica Dominicana, febrero, 1993.

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    Contenido

    Prefacio 7

    Presentacin 9

    Edgardo Lander

    Ciencias sociales:saberes coloniales y eurocntricos 11

    Enrique DusselEuropa, modernidad y eurocentrismo 41

    Walter D. MignoloLa colonialidad a lo largo y a lo ancho:el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad 55

    Fernando CoronilNaturaleza del poscolonialismo:del eurocentrismo al globocentrismo 87

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    Arturo EscobarEl lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar:globalizacin o postdesarrollo? 113

    Santiago Castro-GmezCiencias sociales, violencia epistmica y elproblema de la invencin del otro 145

    Alejandro MorenoSuperar la exclusin, conquistar la equidad:

    reformas, polticas y capacidades en el mbito social 163

    Francisco Lpez SegreraAbrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales enAmrica Latina y el Caribe.Es posible una ciencia social no eurocntrica en nuestra regin? 177

    Anbal QuijanoColonialidad del poder, eurocentrismo y Amrica Latina 201

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    Prefacio

    La Unidad Regional de Ciencias Sociales y Humanas para Amrica Latina y

    el Caribe con sede en la oficina de UNESCO en Caracas, a partir de conver-saciones nuestras durante 1997 con Immanuel Wallerstein - en ese momento Pre-sidente de la Asociacin Mundial de Sociologa- y Edgardo Lander, tom la de-cisin de participar en el Congreso Mundial de Sociologa (Montreal 24 de julioal 2 de agosto de 1998) en el simposioAlternativas al eurocentrismo y colonia -lismo en el pensamiento social latinoamericano contemporneo.

    La perspectiva latinoamericana acerca de temas claves como la colonialidaddel saber y el impacto del eurocentrismo en las ciencias sociales de la regin, diolugar a un fructfero debate que comenz en el propio simposio y que continuluego durante ao y medio de manera virtual coordinado por Edgardo Lander.

    Los Trabajos que inicialmente se presentaron se enriquecieron al reescribirse,y se decidi solicitar contribuciones a otros autores especialistas en el tema.

    Sin la tenacidad y talento de Edgardo Lander, hacindonos sugerencias rele-vantes a todos los autores e insistiendo en el cumplimiento del cronograma, estelibro -La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivaslatinoamericanas- no hubiera tenido feliz culminacin. A l en primer lugar co-mo director del proyecto y editor de la obra, e igualmente a todos los autores quecontribuyeron a este libro, queremos agradecer un esfuerzo que redimensiona lapresencia de UNESCO en un tema clave, ya abordado desde otros ngulos en va-liosas historias de Amrica Latina y Africa de la Organizacin, entre otros textosy programas que hacen nfasis en este polmico asunto, igualmente tratado en losInformes Mundiales de UNESCO sobre Cultura y Ciencias Sociales.

    Francisco Lpez SegreraDirector UNESCO-Caracas/IESALC

    Caracas 2 de febrero del 2000

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    Presentacin

    E ste libro tiene su origen en el simposio Alternativas al eurocentrismo y co -lonialismo en el pensamiento social latinoamericano contemporneo , orga-nizado en el contexto del Congreso Mundial de Sociologa realizado en Montreal,entre julio y agosto de 1998, con el patrocinio de la Unidad Regional de CienciasSociales y Humanas para Amrica Latina y el Caribe de la UNESCO. El encuen-tro fue convocado a partir del siguiente texto:

    El eurocentrismo y el colonialismo son como cebollas de mltiples capas. Endiferentes momentos histricos del pensamiento social crtico latinoamerica-no se han develado algunas de estas capas. Posteriormente siempre ha sidoposible reconocer aspectos y dimensiones (nuevas capas de ocultamiento)que no haban sido identificadas por las crticas anteriores.

    Hoy nos encontramos ante replanteos globales y fundamentales de los sabe-res y disciplinas sociales en todo el mundo. El Informe Gulbenkian, coordi-nado por Immanuel Wallerstein es una significativa expresin de estas refle-xiones, como lo son la crtica al Orientalismo, los estudios postcoloniales, lacrtica al discurso colonial, los estudios subalternos, el afrocentrismo y elpost-occidentalismo.

    El propsito de este simposio es recoger, incorporando para ello una perspec-tiva histrica, los debates latinoamericanos actuales a propsito de estos asuntos.En un mundo en el cual parecen imponerse, por un lado el pensamiento nico delneoliberalismo, y por el otro el descentramiento y escepticismo de la postmoder-

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    Presentacin

    nidad, cules son las potencialidades que se estn abriendo en el continente enel conocimiento, la poltica y en la cultura a partir del replanteo de estas cuestio-nes? Cul es la relacin de estas perspectivas tericas con el resurgir de las lu-chas de los pueblos histricamente excluidos como las poblaciones negras e in-dgenas en Amrica Latina? Cmo se plantean a partir de estos asuntos los (vie-jos) debates sobre la identidad, y en torno a la hibridez, la transculturacin y a laespecificidad de la experiencia histrico-cultural del continente? Cules son hoylas posibilidades (y realidad) de un dilogo desde las regiones excluidas subordi-nadas por unos saberes coloniales y eurocntricos (Asia, Africa, Amrica Latina)?

    En el ao y medio posteriores a la realizacin de dicho simposio, y a partirde la continuidad de los intercambios y debates entre sus participantes se han pro-ducido tanto modificaciones importantes en la mayor parte de los textos origina-les, como la incorporacin de textos de otros autores que han realizado aportes

    significativos a los temas debatidos en el simposio. De esta manera, este libro le-jos de reflejar la publicacin tarda de las presentaciones realizadas en un simpo-sio, recoge dos aos de trabajo colectivo que han sido extremadamente estimu-lantes, con seguridad para todos, pero muy especialmente para el editor. Quieroaprovechar nuevamente la oportunidad para agradecer a todos los autores -parti-cipantes o no en el simposio- por la riqueza del debate que hoy ponemos en ma-nos de los lectores.

    Quiero reconocer igualmente el apoyo con el que cont este proyecto desdeque fue inicialmente pensado hace tres aos por parte de Francisco Lpez Segre-ra en su doble carcter de patrocinador (Consejero Regional de Ciencias Socialesde UNESCO para Amrica Latina y el Caribe) y como participante acadmico.

    Por ltimo, last but not least, quiero agradecer la calidad del paciente e inva-lorable trabajo editorial realizado por Julieta Mirabal para la publicacin de estelibro.

    Edgardo Lander

    Caracas, enero 2000

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    Ciencias sociales:

    saberes coloniales y eurocntricos1

    Edgardo Lander2

    E n los debates polticos y en diversos campos de las ciencias sociales, han si-do notorias las dificultades para formular alternativas tericas y polticas ala primaca total del mercado, cuya defensa ms coherente ha sido formulada porel neoliberalismo. Estas dificultades se deben, en una importante medida, al he-cho de que el neoliberalismo es debatido y confrontado como una teora econ-mica, cuando en realidad debe ser comprendido como el discurso hegemnico deun modelo civilizatorio, esto es, como una extraordinaria sntesis de los supues-tos y valores bsicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la ri-queza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y labuena vida. Lasalternativas a las propuestas neoliberales y al modelo de vida que representan, nopueden buscarse en otros modelos o teoras en el campo de la economa ya quela economa misma como disciplina cientfica asume, en lo fundamental, la cos-movisin liberal.

    La expresin ms potente de la eficacia del pensamiento cientfico moderno-especialmente en sus expresiones tecnocrticas y neoliberales hoy hegemnicas-es lo que puede ser descrito literalmente como lanaturalizacin de las relacionessociales, la nocin de acuerdo a la cual las caractersticas de la sociedad llamadamoderna son la expresin de las tendencias espontneas, naturales del desarrollohistrico de la sociedad. La sociedad liberal industrial se constituye -desde estaperspectiva- no slo en el orden social deseable, sino en el nico posible. Esta es

    11

    1. Quiero comenzar por agradecer a mis estudiantes en el Doctorado de Ciencias Sociales de la Facultad de Cien-cias Econmicas y Sociales por las fructferas discusiones que hemos sostenido en torno a estos asuntos en los lti-mos dos aos.

    2. Universidad Central de Venezuela, Caracas.

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    Edgardo Lander

    la concepcin segn la cual nos encontramos hoy en un punto de llegada, socie-dad sin ideologas, modelo civilizatorio nico, globalizado, universal, que haceinnecesaria la poltica, en la medida en que ya no hay alternativas posibles a esemodo de vida.

    Esta fuerza hegemnica del pensamiento neoliberal, su capacidad de presen-tar su propia narrativa histrica como el conocimiento objetivo, cientfico y uni-versal y a su visin de la sociedad moderna como la forma ms avanzada -peroigualmente normal- de la experiencia humana, est sustentada en condicioneshistrico culturales especficas. El neoliberalismo es un excepcional extracto, pu-rificado y por ello despojado de tensiones y contradicciones, de tendencias y op-ciones civilizatorias que tienen una larga historia en la sociedad occidental. Estole da la capacidad de constituirse en el sentido comn de la sociedad moderna. Laeficacia hegemnica actual de esta sntesis se sustenta en las tectnicas transfor-maciones en las relaciones de poder que se han producido en el mundo en las l-timas dcadas. La desaparicin o derrota de las principales oposiciones polticasque ha enfrentado histricamente la sociedad liberal (el socialismo real, y las or-ganizaciones y luchas populares anti-capitalistas en todas partes del mundo), ascomo la riqueza y el podero militar sin rival de las sociedades industriales delNorte, contribuyen a la imagen de la sociedad liberal de mercado como la nicaopcin posible, como elfin de la Historia. Sin embargo, la naturalizacin de lasociedad liberal como la forma ms avanzada y normal de existencia humana noes una construccin reciente que pueda atribuirse al pensamiento neoliberal, ni ala actual coyuntura geopoltica, sino que por el contrario tiene una larga historiaen el pensamiento social occidental de los ltimos siglos.

    La bsqueda de alternativas a la conformacin profundamente excluyente ydesigual del mundo moderno exige un esfuerzo de deconstruccin del carcteruniversal y natural de la sociedad capitalista-liberal. Esto requiere el cuestiona-miento de las pretensiones de objetividad y neutralidad de los principales instru-mentos de naturalizacin y legitimacin de este orden social: el conjunto de sa-beres que conocemos globalmente como ciencias sociales. Este trabajo de de-construccin es un esfuerzo extraordinariamente vigoroso y multifactico que seha venido produciendo en los ltimos aos en todas partes del mundo. Entre suscontribuciones fundamentales se destacan: las mltiples vertientes de la crtica fe-minista3, el cuestionamiento de la historia europea como Historia Universal4, el

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    3. Ver, por ejemplo, los ensayos incluidos en: Linda Christiansen-Ruffman (editora): Feminist Perspectives, Inter-national Sociological Association, Pre-Congress Volumes, Social Knowledge: Heritage, Challenges, Perspectives,Mara-Luz Morn (editora general), Montreal, 1998.

    4. Martin Bernal, Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilization, Martin Bernal. Vol. I. The Fabrica-tion of Ancient Greece 1785-1985, Rutgers University Press, New Brunswick, 1987; J. M. Blaut, The Colonizers

    Model of the World. Geographical Diffusionism and Eurocentric History, The Guilford Press, Nueva York, 1993; y1492. The Debate on Colonialism, Eurocentrism and History , Africa World Press, Trenton, 1992.

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    Edgardo Lander

    separaciones oparticiones del mundo de lo real que se dan histricamente en lasociedad occidental y las formas como se va construyendo el conocimiento sobrelas bases de este proceso de sucesivas separaciones. La segunda dimensin es laforma como se articulan los saberes modernos con la organizacin del poder, espe-cialmente las relaciones coloniales/imperiales de poder constitutivas del mundomoderno. Estas dos dimensiones sirven de sustento slido a una construccin dis-cursiva naturalizadora de las ciencias sociales o saberes sociales modernos.

    I. Las mltiples separaciones de Occidente

    Una primera separacin de la tradicin occidental es de origen religioso. Unsustrato fundamental de las formas particulares del conocer y del hacer tecnol-

    gico de la sociedad occidental la asocia Jan Berting a la separacin judeo-cristia-na entre Dios (lo sagrado), el hombre (lo humano) y la naturaleza. De acuerdo aBerting, en esta tradicin:

    ... Dios cre al mundo, de manera que el mundo mismono es Dios, yno se con-sidera sagrado. Esto est asociado a la idea de que Dios cre al hombre en supropia imagen y lo elev sobre todas las otras criaturas en la tierra, dndole elderecho... a intervenir en el curso de los acontecimientos en la tierra. Adiferen-cia de la mayor parte de los otros sistemas religiosos, las creencias judeo-cris-tianas no contienen inhibiciones al control de la naturaleza por el hombre16.

    Es sin embargo a partir de la Ilustracin y con el desarrollo posterior de lasciencias modernas cuando se sistematizan y se multiplican estas separaciones17.Un hito histrico significativo en estos sucesivos procesos de separacin lo cons-

    tituye la ruptura ontolgica entre cuerpo y mente, entre la razn y el mundo, talcomo sta es formulada en la obra de Descartes18.

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    16. Technological Impacts on Human Rights: Models of Development, Science and Technology and HumanRights, en C.G. Weeramantry (editor), The Impact of Technology on Human Rights. Global Case Studies , UnitedNations University Press, Tokyo, 1993, p. 18. De acuerdo a Max Weber, el cristianismo hered del judasmo suhostilidad al pensamiento mgico. Esto abri el camino para importantes logros econmicos ya que las ideas mgi-cas imponen severas limitaciones a la racionalizacin de la vida econmica. Con la llegada del ascetismo protestan-te esta desmitificacin del mundo se complet. (idem).

    17. Dada la naturalizacin tanto de las relaciones sociales como de los acotamientos de los saberes modernos, inclui-da la fundante separacin sujeto/objeto, resulta difcil la compresin del carcter histrico cultural especfico de es-tas formas del saber sin acudir a otras perspectivas culturales que nos permiten des-familiarizarnos y por lo tanto des-naturalizar la objetividad universal de estas formas de concebir la realidad. Un texto que resulta particularmente ilu-minador en este sentido es el de Carlos Lenkersdorf, ya citado. Lenkersdorf estudia la cosmovisin de los tojolabalesa travs de su lengua. Caracteriza lo que llama una lengua intersubjetiva en la cual no hay separacin entre objeto ysujeto, como expresin de una forma de compresin del mundo que carece de las mltiple escisiones que han sido na-turalizadas por la cultura occidental.

    18. Frdrique Apffel-Marglin, Introduction: Rationality and the World, en Frdrique Apffel-Marglin y StephenA. Marglin,Decolonizing Knowledge. From Development to Dialogue , Clarendon Press, Oxford, 1996, p. 3.

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    La ruptura ontolgica entre la razn y el mundo quiere decir que el mundo yano es un orden significativo, est expresamente muerto. La comprensin delmundo ya no es un asunto de estar en sintona con el cosmos, como lo era pa-ra los pensadores griegos clsicos. ... El mundo se convirti en lo que es paralos ciudadanos el mundo moderno, un mecanismo desespiritualizado que pue-de ser captado por los conceptos y representaciones construidos por la razn19.

    Esta total separacin entre mente y cuerpo dej al mundo y al cuerpo vacode significado y subjetiviz radicalmente a la mente. Esta subjetivacin de lamente, esta radical separacin entre mente y mundo, coloc a los seres hu-manos en una posicin externa al cuerpo y al mundo, con una postura instru-mental hacia ellos20.

    Se crea de esta manera, como seala Charles Taylor, unafisura ontolgica,

    entre la razn y el mundo21, separacin que no est presente en otras culturas22.Slo sobre la base de estas separaciones -base de un conocimiento descorporei -zado y descontextualizado- es concebible ese tipo muy particular de conocimien-to que pretende ser des-subjetivado (esto es, objetivo) y universal.

    Estas tendencias se radicalizan con las separaciones que Weber conceptuali-z como constitutivas de la modernidad cultural, y una creciente escisin que seda en la sociedad moderna entre la poblacin en general y el mundo de los espe-cialistas y los expertos. Como seala Habermas:

    [Weber] caracteriz la modernidad cultural como la separacin de la razn sustanti-va expresada en la religin y la metafsica en tres esferas autnomas: ciencia, mora-lidad y arte, que se diferenciaron porque las visiones del mundo unificadas de la reli-gin y la metafsica se escindieron. Desde el siglo XVIII, los problemas heredados deestas viejas visiones del mundo pudieron organizarse segn aspectos especficos devalidez: verdad, derecho normativo, autenticidad y belleza que pudieron entonces sertratados como problemas de conocimiento, de justicia y moral o de gusto. Asu vezpudieron institucionalizarse el discurso cientfico, las teoras morales, la jurispruden-cia y la produccin y crtica de arte. Cada dominio de la cultura corresponda a pro-fesiones culturales, que enfocaban los problemas con perspectiva de especialistas. Es-te tratamiento profesional de la tradicin cultural trae a primer plano las estructurasintrnsecas de cada una de las tres dimensiones de la cultura. Aparecen las estructurasde la racionalidad cognitivo-instrumental, de la moral-prctica y de la esttico-expre-siva, cada una de ellas sometida al control de especialistas, que parecen ser ms pro-clives a estas lgicas particulares que el resto de los hombres. Como resultado, crecela distancia entre la cultura de los expertos y la de un pblico ms amplio.

    15

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    19. Idem.

    20. Op. cit. p. 4.

    21. Op. cit. p. 6.

    22. Op. cit. p. 7.

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    Edgardo Lander

    El proyecto de modernidad formulado por los filsofos del iluminismo en elsiglo XVIII se basaba en el desarrollo de una ciencia objetiva, una moral uni-versal, y una ley y un arte autnomos y regulados por lgicas propias23.

    En la autoconciencia europea de la modernidad, estas sucesivas separacionesse articulan con aqullas que sirven de fundamento al contraste esencial que seestablece a partir de la conformacin colonial del mundo entre occidental o euro-peo (concebido como lo moderno, lo avanzado) y los Otros, el resto de los pue-blos y culturas del planeta.

    La conquista ibrica del continente americano es el momento fundante de losdos procesos que articuladamente conforman la historia posterior: lamodernidady la organizacin colonial del mundo24. Con el inicio del colonialismo en Amri-ca comienza no slo la organizacin colonial del mundo sino -simultneamente-

    la constitucin colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria25

    y delimaginario26. Se da inicio al largo proceso que culminar en los siglos XVIII yXIX en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del espacio y del tiem-po -todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados- enuna gran narrativa universal. En esta narrativa, Europa es -o ha sido siempre- si-multneamente el centro geogrfico y la culminacin del movimiento temporal.En este perodo moderno temprano/colonial, se dan los primeros pasos en la ar-ticulacin de las diferencias culturales en jerarquas cronolgicas27 y de lo queJohannes Fabian llama la negacin de la simultaneidad (negation of coeval -ness)28. Con los cronistas espaoles se da inicio a la masiva formacin discursi-va de construccin de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio, desdela posicin privilegiada del lugar de enunciacin asociado al poder imperial29.

    Esta construccin tiene como supuesto bsico el carcter universal de la ex-periencia europea. Las obras de Locke y de Hegel -adems de extraordinariamen-te influyentes- son en este sentido paradigmticas. Al construirse la nocin de launiversalidad a partir de la experiencia particular (oparroquial) de la historia eu-

    16

    23. Jurgn Habermas, Modernidad, un proyecto incompleto, en Nicols Casullo (compilador), El debate moder -nidad posmodernidad, Puntosur Editores, Buenos Aires, 1989, pp. 137-138.

    24. En palabras de Tzvetan Todorov: ...el descubrimiento de Amrica es lo que anuncia y funda nuestra identidadpresente; an si toda fecha que permite separar dos pocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga ms para mar-car el nacimiento de la era moderna que el ao 1492, en que Coln atraviesa el ocano Atlntico. Todos somos des-cendientes de Coln, con l comienza nuestra genealoga -en la medida en que la palabra comienzotiene sentido.La conquista de Amrica. El problema del otro, Siglo XXI Editores, Mxico, 1995 (1982), p. 15.

    25. Walter Mignolo, The Darker Side of the Renaissance..., op. cit.

    26. Ver: Anbal Quijano, Raza, etniay nacinen Maritegui: cuestiones abiertas, op. cit.

    27. Walter Mignolo, op. cit., p. xi.

    28. Por esto quiero decir una tendencia persistente y sistemtica de ubicar los referentes de la antropologa en untiempo diferente al presente del productor del discurso antropolgico. Time and the Other. How Anthropology Ma-kes its Object, Columbia University Press, Nueva York, 1983, p.31.

    29. Walter Mignolo, op. cit., 328.

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    ropea y realizar la lectura de la totalidad del tiempo y del espacio de la experien-cia humana a partir de esa particularidad, se erige una universalidad radicalmen-te excluyente.

    Bartolom Clavero realiza un significativo aporte a esta discusin en su an-lisis de las concepciones del universalismo, y del individuo y sus derechos, en elliberalismo clsico y en el pensamiento constitucional. Es ste un universalismono-universal en la medida en que niega todo derecho diferente al liberal, que es-t sustentado en la propiedad privada individual30.

    La negacin del derecho del colonizado comienza por la afirmacin del de-recho del colonizador; lo es de un derecho colectivo por un derecho indivi-dual. Locke en el segundo Treatise of Government, concibe ms concreta-mente ese derecho como derecho de propiedad, como propiedad privada, por

    una razn muy precisa. La propiedad para l es derecho ante todo del indivi-duo sobre s mismo. Es un principio de disposicin personal, de esta libertadradical. Y el derecho de propiedad tambin puede serlo sobre las cosas encuanto que resulte del ejercicio de la propia disposicin del individuo no s-lo sobre s mismo, sino sobre la naturaleza, ocupndola y trabajndola. Es elderecho subjetivo, individual, que constituye, que debe as prestar constitu-cin, al derecho objetivo, social. El orden de la sociedad habr de respondera la facultad del individuo. No hay derecho legtimo fuera de esta composi-cin31.

    Let him [the Man] plant in some in-land, vacant places of America, que elhombre as colonice las tierras vacantes de Amrica, un territorio que puedeconsiderarse jurdicamente vaco porque no est poblado de individuos que

    respondan a los requerimientos de la propia concepcin, a una forma de ocu-pacin y explotacin de la tierra que produzca ante todo derechos, y derechosantes que nada individuales32.

    ...si no hay cultivo y cosecha, ni la ocupacin efectiva sirve para generar de-recho; otros usos no valen, esa parte de la tierra, este continente de Amrica,aunque est poblado, puede todava considerarse vacante, a disposicin delprimer colono que llegue y se establezca. El aborigen que no se atenga a esosconceptos, a tal cultura, no tiene ningn derecho33.

    He aqu el punto de llegada del discurso propietario, punto de partida de laconcepcin constitucional. Y no es desde luego una mera ocurrencia de un

    17

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    30. Ver:Derecho indgena y cultura constitucional en Amrica, Siglo XXI, Mxico, 1994; yHappy Constitution.Cultura y Lengua Constitucionales , Editorial Trota, S.A, Madrid, 1997.

    31. Bartolom Clavero, Derecho indgena y cultura constitucional en Amrica , op. cit., pp. 21-22.

    32. Op. cit., p. 22.

    33. Idem.

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    pensador aislado. Estamos ante una manifestacin realmente paradigmticade toda una cultura, quizs todava la nuestra34.

    Para la perspectiva constitucional, para esta nueva mentalidad, los indgenasno renen las condiciones para tener derecho alguno, ni privado ni pblico.The Wealth of Nations de Adam Smith, su riqueza de las naciones no menosparadigmtica, contiene y difunde la conclusin: The native tribes of NorthAmerica no tienen por su particular state of society, por un estado que sejuzga primitivo, neither sovereign nor commonwealth, ni soberano ni rep-blica, derecho poltico alguno tampoco.

    Con este alcance de privacin jurdica de la poblacin indgena, podr seralegado por tierras americanas incluso a efectos judiciales no slo John Loc-ke, sino tambin Adam Smith, su Wealth of Nations. Valen ms como dere-

    cho para privar de derecho, que el propio ordenamiento particular35

    .Fue as necesario establecer un orden de derechos universales de todos los se-

    res humanos, como paso precisamente para negar el derecho a la mayora deellos.

    El efecto es, no la universalizacin del derecho, sino la entronizacin del pro-pio universo jurdico, con expulsin radical de cualquier otro. Ya no es sloque el indgena se encuentre en una posicin subordinada. Ahora resulta queno tiene sitio ninguno si no se muestra dispuesto a abandonar completamen-te sus costumbres y deshacer enteramente sus comunidades para conseguirintegrarse al nico mundo constitucionalmente concebible del derecho36.

    ...no se concibe solamente un derecho individual, este derecho privado. De-recho, tambin se admite colectivo, de una colectividad, pero slo aqul o so-lamente de aqulla que se corresponda y sirva al primero, al derecho de au-tonoma personal y propiedad privada, a esta libertad civil fundamental queentonces as se conceba. Dicho de otro modo, slo cabe como pblico el de-recho no de cualquier comunidad, sino solamente de la institucin polticaconstituida conforme a dicho fundamento, con vistas a su existencia y asegu-ramiento.

    Tanto las comunidades tradicionales propias como todas las extraas, cualesaquellas indgenas sin soberano ni constitucin, quedan excluidas de un ni-vel paritario del ordenamiento jurdico o incluso del campo del derecho sinms, lo uno respecto a las propias y lo otro, lo ms excluyente, respecto a lasajenas que as no respondan a la forma estatal37.

    18

    34. Op. cit., pp. 22-23.

    35. Op. cit., p. 23.

    36. Op. cit., pp. 25-26.

    37. Op. cit., p. 27.

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    El universalismo de la filosofa de la historia de Hegel reproduce este mismoproceso sistemtico de exclusiones. La historia es universal en cuantorealizacindel espritu universal38. Pero de este espritu universal no participan igualmentetodos los pueblos.

    Ya que la historia es la figura del espritu en forma de acontecer, de la reali-dad natural inmediata, entonces los momentos del desarrollo son existentescomoprincipios naturales inmediatos, y stos, porque son naturales, son co-mo una pluralidad la una fuera de la otra, y adems del modo tal que a un pue -blo corresponde uno de ellos; es su existencia geogrfica y antropolgica39.

    Al pueblo al que corresponde tal momento como principio natural, le es en-comendado la ejecucin del mismo en el progreso de la autoconciencia del es-pritu del mundo que se despliega. Este pueblo, en la historia universal, y pa-

    ra esa poca, es el dominante y en ella slo puede hacer poca una vez. Con-tra ste su absoluto derecho a ser portador del actual grado de desarrollo delespritu del mundo, los espritus de los otros pueblos estn sin derecho, y ellos,como aqullos cuya poca ha pasado, no cuentan en la historia universal40.

    De este universalismo eurocntrico excluyente, se derivan las mismas con-clusiones que en Locke respecto a los derechos de los pueblos. Adiferencia de lospueblos que son portadores histricos de la razn universal, las naciones brba-ras (y sus pueblos) carecen de soberana y de autonoma.

    Un pueblo no es an un Estado, y el trnsito de una familia, de una horda, deun clan, de una multitud, etc., a la situacin de Estado constituye la realiza-cinformal de la idea en general en ese pueblo. Sin esa forma carece, comosubstancia tica que es en s(an sich), de la objetividad de tener en las leyes,

    en cuanto determinaciones pensadas, una existencia emprica para s y paralos otros universal y omnivlida y, por tanto, no es reconocido: su autonomaen cuanto carece de legalidad objetiva y de racionalidad firme para s es s-lo formal y no es soberana41.

    ...ocurre que las naciones civilizadas consideren a otras que se les han quedadoatrs en los movimientos substanciales del Estado (los pueblos pastores frente alos cazadores, los agrcolas frente a ambos, etc.), como brbaras, con la cons-ciencia de un derecho desigual, y traten su autonoma como algo formal42.

    19

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    38. ...la historia universal no es el mero tribunal de su fuerza, es decir, necesidad abstracta e irracional de un des-tino ciego, sino que, ella es razn en s (an sich) y para s y su ser para-s en el espritu es saber, en ella es el desa-rrollo necesario, nicamente desde el concepto de su libertad, de los momentos de la razn y as de su autoconcien-cia y de su libertad, la explicitacin yrealizacin del espritu universal. G.W.F. Hegel, Filosofa del Derecho (Ras-gos fundamentales de la filosofa del derecho o Compendio de derecho natural y ciencia del Estado), Ediciones de

    la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1976, p.333.39. Op. cit., p. 334.

    40. Op. cit., pp. 334-335.

    41. Op. cit., pp. 335-335.

    42. Op. cit., p. 336.

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    La narrativa de Hegel est construida sobre una trada de continentes, (Asia,Africa, Europa). Estas ... partes del mundo no estn... divididas por casualidad opor razones de comodidad, sino que se trata de diferencias esenciales43. La His-toria se mueve de Oriente a Occidente, siendo Europa el Occidente absoluto, lu-gar en el cual el espritu alcanza su mxima expresin al unirse consigo mismo44.Dentro de esta metanarrativa histrica, Amrica ocupa un papel ambiguo. Por unalado es el continente joven, con la implicacin potencial que esta caracterizacinpuede tener como portador de futuro, pero su juventud se manifiesta fundamen-talmente en ser dbil e inmaduro45. Mientras su vegetacin es monstruosa, su fau-na es endeble46, e incluso el canto de sus pjaros es desagradable47. Los aborge-nes americanos son una raza dbil en proceso de desaparicin48. Sus civilizacio-nes carecan de los dos grandes instrumentos del progreso, el hierro y el caba-llo49.

    Amrica siempre se ha mostrado y sigue mostrndose fsica y espiritualmen-te impotente50.

    Incluso las civilizaciones de Mxico y del Per eranmeramente naturales: alacercarse el espritu, la llegada de la incomparable civilizacin europea, no po-dan menos que desaparecer51.

    II. La naturalizacin de la sociedad liberal y el origen histrico

    de las ciencias sociales

    El proceso que culmin con la consolidacin de las relaciones de produccincapitalistas y modo de vida liberal, hasta que stas adquirieron el carcter de las

    formas naturales de la vida social, tuvo simultneamente una dimensin colonia-l/imperial de conquista y/o sometimiento de otro continentes y territorios por par-te de las potencias europeas, y una encarnizada lucha civilizatoria interna al terri-torio europeo en la cual finalmente termin por imponerse la hegemona del pro-yecto liberal. Para las generaciones de campesinos y trabajadores que durante los

    20

    43. G.W.F. Hegel, Enzyklopdie der philosophischen Wissenschaften, Werke, vol. VI, p.442. Citado por AntonelloGerbi,La disputa del nuevo mundo. Historia de una polmica , Fondo de Cultura Econmica, Mxico 1993 (1955),p. 535.

    44. G.W.F. Hegel,Lectures on the Philosophy of History, Cambridge University Press, Cambridge, 1975, p. 172 y190-191. Citado por Fernando Coronil, Beyond Occidentalism... op. cit., p. 58.

    45. Antonello Gerbi, op. cit., pp. 527 y 537.

    46. Op. cit., p. 537.

    47. Op. cit., p. 542.

    48. Op. cit., p. 545.49. Op. cit., p. 537.

    50. G.W.F. Hegel, Phiosophie der Geschite, ed. Lasson, vol I, pp. 189-191. Citado por Antonello Gerbi, op. cit., p.538.

    51. Antonello Gerbi, op. cit., pp. 545 y 548.

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    siglos XVIII y XIX vivieron en carne propia las extraordinarias y traumticastransformaciones: expulsin de la tierra y del acceso a los recursos naturales; laruptura con las formas anteriores de vida y de sustento -condicin necesaria parala creacin de la fuerza de trabajo libre-, y la imposicin de la disciplina del tra-bajo fabril, este proceso fue todo menos natural.

    La gente no entr a la fbrica alegremente y por su propia voluntad. Un rgi-men de disciplina y de normatizacin cabal fue necesario. Adems de la expul-sin de los campesinos y los siervos de la tierra y la creacin de la clase proleta-ria, la economa moderna requera una profunda transformacin de los cuerpos,los individuos y de las formas sociales. Como producto de este rgimen de nor-malizacin se cre el hombre econmico52.

    En diversas partes de Europa, y con particular intensidad en el Reino Uni-

    do, el avance de este modelo de organizacin no slo del trabajo y del accesoa los recursos, sino del conjunto de la vida, fue ampliamente resistido tanto enlas ciudades como en el campo. Detengmosnos en la caracterizacin de esaresistencia, de este conflicto cultural o civilizatorio, que formula el historiadoringls E.P. Thompson, lcido estudioso de la sensibilidad popular de ese pe-rodo:

    Mi tesis es que la conciencia de la costumbre y los usos de la costumbre, eranespecialmente robustos en el siglo dieciocho: de hecho algunas de las cos-tumbres eran de invencin reciente y eran en realidad reclamos de nuevosderechos. ... la presin para reformar fue resistida obstinadamente y en elsiglo dieciocho se abri una distancia profunda, una alienacin profunda en-tre la cultura de patricios y plebeyos53.

    Esta es entonces una cultura conservadora en sus formas que apela a, y buscareforzar los usos tradicionales. Son formas no-racionales; no apelan a ningu-na razna travs del folleto, sermn o plataforma; imponen las sanciones delridculo, la vergenza y las intimidaciones. Pero el contenido y sentido de es-ta cultura no pueden describirse tan fcilmente como conservadores. En la rea-lidad social el trabajo est volvindose, dcada tras dcada, ms librede lostradicionales controles seoriales, parroquiales, corporativos y paternales, yms distanciado de la dependencia clientelar directa del seoro54.

    De ah una paradoja caracterstica del siglo: encontramos una cultura tradicio-nal rebelde. La cultura conservadora de los plebeyos, tan a menudo como no,resiste, en el nombre de la costumbre, esas racionalizaciones econmicas e in-novaciones (como el cerramiento de las tierras comunes, la disciplina laboral,

    y los mercados libresno regulados de granos) que gobernantes, comercian-

    21

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    52. Arturo Escobar, op. cit., p.60.

    53. Customs in Common (Studies in Traditional Popular Culture), The New Press, Nueva York, 1993, p. 1.

    54. Op. cit. p. 9.

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    tes, o patronos buscan imponer. La innovacin es ms evidente en la cima dela sociedad que debajo, pero como esta innovacin no es un proceso tecnol-gico/sociolgico neutral y sin normas (modernizacin, racionalizacin) si-no la innovacin del proceso capitalista, es a menudo experimentado por losplebeyos en la forma de explotacin, o la apropiacin de sus derechos de usotradicionales, o la ruptura violenta de modelos valorados de trabajo y ocio...Por lo tanto, la cultura plebeya es rebelde, pero rebelde en la defensa de lascostumbres. Las costumbres defendidas son las de la propia gente, y algunasde ellas estn, de hecho, basadas en recientes aserciones en la prctica55.

    Las ciencias sociales tienen como piso la derrota de esa resistencia, tienen co-mo sustrato las nuevas condiciones que se crean cuando el modelo liberal de or-ganizacin de la propiedad, del trabajo y del tiempo dejan de aparecer como una

    modalidad civilizatoria en pugna con otra(s) que conservan su vigor, y adquierehegemona como la nica forma de vida posible56. A partir de este momento, lasluchas sociales ya no tienen como eje al modelo civilizatorio liberal y la resisten-cia a su imposicin, sino que pasan a definirse al interior de la sociedad liberal57.Estas son las condiciones histricas de la naturalizacin de la sociedad liberal demercado. La superioridad evidente de ese modelo de organizacin social -y desus pases, cultura, historia, y raza- queda demostrada tanto por la conquista y so-metimiento de los dems pueblos del mundo, como por la superacin histricade las formas anteriores de organizacin social, una vez que se ha logrado impo-ner en Europa la plena hegemona de la organizacin liberal de la vida sobre lasmltiples formas de resistencia con las cuales se enfrent.

    Es ste el contexto histrico-cultural del imaginario que impregna el ambien-

    te intelectual en el cual se da la constitucin de las disciplinas de las ciencias so-ciales. Esta es lacosmovisin que aporta los presupuestos fundantes a todo el edi-ficio de los saberes sociales modernos. Esta cosmovisin tiene como eje articula-dor central la idea de modernidad, nocin que captura complejamente cuatro di-mensiones bsicas: 1) la visin universal de la historia asociada a la idea del pro-greso (a partir de la cual se construye la clasificacin y jerarquizacin de todoslos pueblos y continentes, y experiencias histricas); 2) la naturalizacin tantode las relaciones sociales como de la naturaleza humana de la sociedad liberal-capitalista; 3) la naturalizacin u ontologizacin de las mltiples separacionespropias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produ-ce esa sociedad (ciencia) sobre todo otro saber.

    22

    55. Op. cit., pp. 9-10.

    56. Para un anlisis extraordinariamente rico de este proceso, ver el texto de E. P. Thompson, ya citado.57. Es el paso, por ejemplo, de la resistencia al maquinismo y a la disciplina laboral, a la lucha por el derecho a lasindicalizacin y por la limitacin de la jornada de trabajo. Mientras el capitalismo (o el mercado) rehicieron lanaturaleza humana y la necesidad humana, la economa poltica y su antagonista revolucionario asumieron que es-te hombre econmico era para siempre. E. P. Thompson, op. cit., p. 15.

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    Tal como lo caracterizan Immanuel Wallerstein y el equipo que trabaj con len el Informe Gulbenkian58, las ciencias sociales se constituyen como tales en uncontexto espacial y temporal especfico: en cinco pases liberales industriales (In-glaterra, Francia, Alemania, las Italias y los Estados Unidos) en la segunda mitaddel siglo pasado. En el cuerpo disciplinario bsico de las ciencias sociales -al inte-rior de las cuales continuamos hoy habitando- se establece en primer lugar, una se-paracin entre pasado y presente: la disciplina historia estudia el pasado, mientrasse definen otras especialidades que corresponden al estudio del presente. Para el es-tudio de ste se acotan, se delimitan, mbitos diferenciados correspondientes a losocial, lopoltico y lo econmico, concebidos propiamente como regiones ontol -gicas de la realidad histrico-social. Acada uno de estos mbitos separados de larealidad histrico-social corresponde una disciplina de las ciencias sociales, con suobjeto de estudios, sus mtodos, sus tradiciones intelectuales, sus departamentos

    universitarios: la sociologa, la ciencia poltica y la economa. La antropologa y losestudios clsicos se definen como los campos para el estudio de los otros.

    De la constitucin histrica de las disciplinas cientficas que se produce en laacademia occidental, interesa destacar dos asuntos que resultan fundantes y esen-ciales. En primer lugar, est el supuesto de la existencia de un metarrelato univer-sal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo, lo tradicio-nal, a lo moderno. La sociedad industrial liberal es la expresin ms avanzada deese proceso histrico, es por ello el modelo que define a lasociedad moderna. Lasociedad liberal, como norma universal, seala el nico futuro posible de todaslas otras culturas o pueblos. Aqullos que no logren incorporarse a esa marchainexorable de la historia, estn destinados a desaparecer. En segundo lugar, y pre-cisamente por el carcter universal de la experiencia histrica europea, las formas

    del conocimiento desarrolladas para la comprensin de esa sociedad se convier-ten en las nicas formas vlidas, objetivas, universales del conocimiento. Las ca-tegoras, conceptos y perspectivas (economa, Estado, sociedad civil, mercado,clases, etc.) se convierten as no slo en categoras universales para el anlisis decualquier realidad, sino igualmente en proposiciones normativas que definen eldeber ser para todos los pueblos del planeta. Estos saberes se convierten as enlos patrones a partir de los cuales se pueden analizar y detectar las carencias, losatrasos, los frenos e impactos perversos que se dan como producto de lo primiti-vo o lo tradicional en todas las otras sociedades.

    Esta es una construccin eurocntrica, que piensa y organiza a la totalidaddel tiempo y del espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia,colocando su especificidad histrico-cultural como patrn de referencia superior

    y universal. Pero es ms que eso. Este metarrelato de la modernidad es un dispo-sitivo de conocimiento colonial e imperial en que se articula esa totalidad de pue-blos, tiempo y espacio como parte de la organizacin colonial/imperial del mun-

    23

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    58. Immanuel Wallerstein, op. cit.

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    do. Una forma de organizacin y de ser de la sociedad, se transforma medianteeste dispositivo colonizador del saber en la forma normal del ser humano y dela sociedad. Las otras formas de ser, las otras formas de organizacin de la socie-dad, las otras formas del saber, son trasformadas no slo en diferentes, sino en ca-rentes, en arcaicas, primitivas, tradicionales, premodernas. Son ubicadas en unmomento anteriordel desarrollo histrico de la humanidad59, lo cual dentro delimaginario del progreso enfatiza su inferioridad. Existiendo una forma naturaldel ser de la sociedad y del ser humano, las otras expresiones culturales diferen-tes son vistas como esencial u ontolgicamente inferiores e imposibilitadas porello de llegar a superarse y llegar a ser modernas (debido principalmente a lainferioridad racial). Los ms optimistas las ven como requiriendo la accin civi-lizadora o modernizadora por parte de quienes son portadores de una cultura su-perior para salir de su primitivismo o atraso.Aniquilacin o civilizacin impues -

    ta definen as los nicos destinos posibles para los otros60

    .El conjunto de separaciones sobre el cual est sustentada la nocin del carc-

    ter objetivo y universal del conocimiento cientfico, est articulado a las separacio-nes que establecen los saberes sociales entre la sociedad moderna y el resto de lasculturas. Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifizacin de la sociedadliberal, su objetivacin y universalizacin, y por lo tanto, su naturalizacin. El ac-ceso a la ciencia, y la relacin entre ciencia y verdad en todas las disciplinas, esta-blece una diferencia radical entre las sociedades modernas occidentales y el restodel mundo. Se da, como seala Bruno Latour, una diferenciacin bsica entre unasociedad que posee la verdad -el control de la naturaleza- y otras que no lo tienen.

    En los ojos de los occidentales, el Occidente, y slo el Occidente no es unacultura, no es slo una cultura.

    Por qu se ve el Occidente a s mismo de esta manera? Por qu debera serOccidente y slo Occidente no una cultura? Para comprender la Gran Divi-sin entre nosotros y ellos, debemos regresar a la otra Gran Divisin, aqu-lla que se da entre humanos y no-humanos... En efecto, la primera es la ex-portacin de la segunda. Nosotros los occidentales no podemos ser una cul-tura ms entre otras, ya que nosotros tambin movilizamos a la Naturaleza.Nosotros no movilizamos una imagen, o una representacin simblica de lanaturaleza como lo hacen otras sociedades, sino a la Naturaleza, tal como s-ta es, o por lo menos tal como sta es conocida por las ciencias -que perma-necen en el fondo, no estudiadas, no estudiables, milagrosamente identifica-das con la Naturaleza misma61.

    24

    59. Ver: Johannes Fabin, op. cit.

    60. Los problemas del eurocentrismo no residen slo en las distorsiones en la comprensin de los otros. Est sim-tricamente implicada igualmente la distorsin en la autocomprensin europea, al concebirse como centro, como su-jeto nico de la historia de la modernidad. Ver ms abajo la discusin de Fernando Coronil sobre este crucial asun-to.

    61. Bruno Latour, We Have Never Been Modern , Harvard University Press, Cambridge, 1993, p.97.

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    As, la Gran Divisin Interna da cuenta de la Gran Divisin Externa: noso-tros somos los nicos que diferenciamos absolutamente entre Naturaleza yCultura, entre Ciencia y Sociedad, mientras que a nuestros ojos todos los de-ms, sean chinos, amerindios, azande o barouya, no pueden realmente sepa-rar lo que es conocimiento de lo que es sociedad, lo que es signo de lo que escosa, lo que viene de la Naturaleza, de lo que su cultura requiere. Hagan loque hagan, no importa si es adaptado, regulado o funcional, ellos siemprepermanecen ciegos al interior de esta confusin. Ellos son prisioneros tantode lo social como del lenguaje. Nosotros, hagamos lo que hagamos, no im-porta cuan criminal o imperialista podamos ser, escapamos a la prisin de losocial y del lenguaje para lograr acceso a las cosas mismas a travs de un por-tn de salida providencial, el del conocimiento cientfico. La particin inter-na entre humanos y no humanos define una segunda particin -una externa

    esta vez- a travs de la cual los modernos se han puesto a s mismos en unplano diferente de los premodernos62.

    Este cuerpo o conjunto de polaridades entre la sociedad moderna occidental ylas otras culturas, pueblos y sociedades, polaridades, jerarquizaciones y exclusio-nes establece supuestos y miradas especficas en el conocimiento de los otros. Eneste sentido es posible afirmar que, en todo el mundo ex-colonial, las ciencias so-ciales han servido ms para el establecimiento de contrastes con la experiencia his-trico cultural universal (normal) de la experiencia europea, (herramientas en es-te sentido de identificacin de carencias y deficiencias que tienen que ser supera-das), que para el conocimiento de esas sociedades a partir de sus especificidadeshistrico culturales. Existe una extraordinaria continuidad entre las diferentes for-mas en las cuales los saberes eurocntricos han legitimado la misin civilizadora-

    /normalizadora a partir de las deficiencias -desviaciones respecto al patrn normalde lo civilizado- de otras sociedades. Los diferentes discursos histricos (evange-lizacin, civilizacin, la carga del hombre blanco, modernizacin, desarrollo, glo-balizacin) tienen todos como sustento la concepcin de que hay un patrn civili-zatorio que es simultneamente superiory normal. Afirmando el carcter univer-sal de los saberes cientficos eurocntricos se ha abordado el estudio de todas lasdems culturas y pueblos a partir de la experiencia moderna occidental, contribu-yendo de esta manera a ocultar, negar, subordinar o extirpar toda experiencia o ex-presin cultural que no ha correspondido con este deber serque fundamenta a lasciencias sociales. Las sociedades occidentales modernas constituyen la imagen defuturo para el resto del mundo, el modo de vida al cual ste llegara naturalmentesi no fuese por los obstculos representados por su composicin racial inadecua-da, su cultura arcaica o tradicional, sus prejuicios mgico religiosos63, o ms re-

    25

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    62. Op. cit., pp. 99-100.

    63. El estudio de estos obstculos culturales, sociales e institucionales a la modernizacin constituy el eje que orien-t la amplsima produccin de la sociologa y la antropologa de la modernizacin en las dcadas de los 50 y los 60.

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    cientemente, por el populismo y unos Estados excesivamente intervencionistas,que no respetan la libertad espontnea del mercado.

    En Amrica Latina, las ciencias sociales, en la medida en que han apelado aesta objetividad universal, han contribuido a la bsqueda, asumida por las liteslatinoamericanas a lo largo de toda la historia de este continente, de la supera-cin de los rasgos tradicionales y premodernos que han obstaculizado el progre-so, y la transformacin de estas sociedades a imagen y semejanza de las socieda-des liberales-industriales64. Al naturalizar y universalizar las regiones ontolgicasde la cosmovisin liberal que sirven de piso a sus acotamientos disciplinarios, lasciencias sociales han estado imposibilitadas de abordar procesos histrico-cultu-rales diferentes a los postulados por dicha cosmovisin. A partir de caracterizarlas expresiones culturales tradicionales o no-modernas, como en proceso detransicin hacia la modernidad, se les niega toda la posibilidad de lgicas cultu-rales o cosmovisiones propias. Al colocarlas como expresin del pasado se niegala posibilidad de su contemporaneidad.

    Est tan profundamente arraigada esta nocin de lo moderno, el patrn cul-tural occidental y su secuencia histrica como lo normal o universal, que esteimaginario ha logrado acotar una alta proporcin de las luchas sociales y de losdebates poltico-intelectuales del continente.

    Estas nociones de la experiencia occidental como lo moderno en un sentidouniversal, y de la secuencia histrica europea como el patrn normal con el cuales necesario comparar otras experiencias, permanecen como presupuestos impl-citos, aun en autores que expresamente se proponen la comprensin de la especi-ficidad histrico-cultural de este continente. Podemos ver, por ejemplo, la forma

    como Garca Canclini aborda la caracterizacin de las culturas latinoamericanascomo culturas hbridas65. A pesar de rechazar expresamente la lectura de la expe-riencia latinoamericana de la modernidad como eco diferido y deficiente de lospases centrales66 caracteriza al modernismo en los siguientes trminos:

    Si el modernismo no es la expresin de la modernizacin socioeconmica, si-no el modo en que las lites se hacen cargo de la interseccin de diferentestemporalidades histricas y tratan de elaborar con ellas un proyecto global,cules son las temporalidades en Amrica Latina y qu contradicciones ge-nera su cruce?

    26

    64. El ambivalente discurso latinoamericano, en su rechazo a la dominacin europea, pero en su internalizacin desu misin civilizadora, ha asumido la forma de un proceso de auto-colonizacin, que asume distintas formas en di-

    ferentes contextos y perodos histricos. Fernando Coronil, The Magical State... op. cit., p. 73.65. Nstor Garca Canclini, Culturas hbridas, Editorial Grijalbo y Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, M-xico, 1989.

    66. Perry Anderson, Modernity and Revolution,New Left Review, nmero 144, marzo-abril 1984, citado por Ns-tor Garca Canclini, op. cit., p. 69.

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    La perspectiva Pluralista, que acepta la fragmentacin y las combinacionesmltiples entre tradicin, modernidad y posmodernidad, es indispensable pa-ra considerar la coyuntura latinoamericana de fin de siglo. As se comprue-ba... cmo se desenvolvieron en nuestro continente los cuatro rasgos o movi-mientos definitorios de la modernidad: emancipacin, expansin, renovaciny democratizacin. Todos se han manifestado en Amrica Latina. El proble-ma no reside en que no nos hayamos modernizado, sino en la forma contra-dictoria y desigual en que estos componentes se han venido articulando67.

    Parece aqu asumirse que hay un tiempo histrico normal y universal quees el europeo. La modernidad entendida como universal tiene como modelo pu-ro a la experiencia europea. En contraste con este modelo o estndar de compa-racin, los procesos de la modernidad en Amrica Latina se dan en forma con-tradictoria y desigual, como interseccin de diferentes temporalidades histri-cas (temporalidades europeas?).

    III. Alternativas al pensamiento eurocntrico-colonial

    en Amrica Latina hoy

    En el pensamiento social latinoamericano, desde el continente y desde afue-ra de ste -y sin llegar a constituirse en un cuerpo coherente- se ha producido unaamplia gama de bsquedas de formas alternativas del conocer, cuestionndose elcarcter colonial/eurocntrico de los saberes sociales sobre el continente, el rgi-men de separaciones que les sirven de fundamento, y la idea misma de la moder-nidad como modelo civilizatorio universal.

    De acuerdo a Maritza Montero, a partir de las muchas voces en busca de for-mas alternativas de conocer que se han venido dando en Amrica Latina en las l-timas dcadas, es posible hablar de la existencia de un modo de ver el mundo,de interpretarlo y de actuar sobre l que constituye propiamente unepisteme conel cual Amrica Latina est ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde unaperspectiva Otra, colocada al fin en el lugar de Nosotros68. Las ideas centralesarticuladoras de este paradigma son, para Montero, las siguientes:

    Una concepcin de comunidad y de participacin as como del saber popu-lar, como formas de constitucin y a la vez como producto de unepisteme derelacin.

    27

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    67. Nstor Garca Canclini, op. cit., p. 330.

    68. Paradigmas, conceptos y relaciones para una nueva era. Cmo pensar las Ciencias Sociales desde Amrica La-tina, SeminarioLas ciencias econmicas y sociales: reflexiones de fin de siglo, Direccin de Estudios de Postgra -do, Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 20 de junio de 1998(mimeo).

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    La idea de liberacin a travs de la praxis, que supone la movilizacin dela conciencia, y un sentido crtico que lleva a la desnaturalizacin de las for-mas cannicas de aprehender-construir-ser en el mundo.

    La redefinicin del rol de investigador social, el reconocimiento del Otrocomo S Mismo y por lo tanto la del sujeto-objeto de la investigacin comoactor social y constructor de conocimiento.

    El carcter histrico, indeterminado, indefinido, no acabado y relativo delconocimiento. La multiplicidad de voces, de mundos de vida, lapluralidadepistmica.

    La perspectiva de la dependencia y luego, la de la resistencia. La tensinente minoras y mayoras y los modos alternativos de hacer-conocer.

    La revisin de mtodos, los aportes y las transformaciones provocados porellos69.

    Las contribuciones principales a este episteme latinoamericano las ubicaMontero en la teologa de la liberacin y la filosofa de la liberacin70, as comoen la obra de Paulo Freire, Orlando Fals Borda71 y Alejandro Moreno72.

    IV. Tres aportes recientes: Trouillot, Escobar y Coronil

    Tres libros recientes nos ilustran el vigor de una produccin terica cuya ri-queza reside tanto en su perspectiva crtica del eurocentrismo colonial de los sa-beres sociales modernos, como en las reinterpretaciones de la realidad latinoame-

    ricana que ofrecen, a partir de otros supuestos73

    .

    Michel-Rolph Trouillot

    Las implicaciones de la narrativa histrica universal que tiene a Europa co-mo nico sujeto significativo, son abordadas por Michel-Rolph Trouillot. En Si -lencing the Past. Power and the Production of History, analiza el carcter colo-nial de la historiografa occidental mediante el estudio de las formas como ha si-

    28

    69. Maritza Montero, op. cit.

    70. Enrique Dussel,Introduccin a la filosofa de la liberacin, Nueva Amrica, Bogot, 1988; y J.C. Scannone,Nuevo punto de partida de la filosofa latinoamericana , Guadalupe, Buenos Aires, 1990.

    71.Accin comunal. Una vereda colombiana , Universidad Nacional, Bogot, 1959; y Por la praxis. El problemade como investigar la realidad para transformarla, En Crtica y poltica en ciencias sociales. El debate Teora y

    Prctica, Simposio Mundial en Cartagena, Punta de Lanza, Bogot, 1978.72. El aro y la trama , Centro de Investigaciones Populares, Caracas, 1995.

    73. Estos tres textos, que han s ido publicados en ingls en los Estados Unidos, son: Michel-Rolph Trouillot, Silen -cing the Past... op. cit.; Arturo Escobar, Encountering Development... op. cit. y Fernando Coronil, The Magical Sta -te...op. cit.

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    Lo impensable es aquello que no puede ser concebido dentro del rango de al-ternativas posibles, aquello que pervierte todas las respuestas porque desafalos trminos a partir de los cuales se formulan las preguntas. En este sentido,la Revolucin Haitiana fue impensable en su tiempo: ret el propio marco dereferencia a partir del cual sus proponentes y opositores examinaban la raza,el colonialismo y la esclavitud80.

    La visin del mundo gana sobre los hechos: la hegemona blanca es natural,tomada como dada; cualquier alternativa todava est en el dominio de lo im-pensable81.

    De acuerdo a Trouillot, el silenciamiento de la Revolucin Haitiana es sloun captulo dentro de la narrativa de la dominacin global sobre los pueblos noeuropeos82.

    Arturo Escobar

    En Encountering Development. The Making and Unmaking of the ThirdWorld, Arturo Escobar se propone contribuir a la construccin de un marco de re-ferencia para la crtica cultural de la economa como una estructura fundacionalde la modernidad. Para ello analiza el discurso -y las institucionalidades naciona-les e internacionales- del desarrollo en la post-guerra. Este discurso, producidobajo condiciones de desigualdad de poder, construye al Tercer Mundo como for-ma de ejercer control sobre l83. De acuerdo a Escobar, desde estas desigualdadesde poder, y a partir de las categoras del pensamiento social europeo, opera la co-lonizacin de la realidad por el discurso del desarrollo84.

    A partir del establecimiento del patrn de desarrollo occidental como la nor-ma, al final de la segunda guerra mundial, se da la invencin del desarrollo,producindose substanciales cambios en la forma como se conciben las relacio-nes entre los pases ricos y los pobres. Toda la vida, cultural, poltica, agrcola,comercial de estas sociedades pasa a estar subordinada a una nueva estrategia85.

    30

    80. Op. cit., pp. 82-83.

    81. Op. cit., p. 93.

    82. Op. cit., p. 107.

    83. ...si muchos aspectos del colonialismo han sido superados, las representaciones del Tercer Mundo a travs deldesarrollo no son menos abarcantes y eficaces que sus contrapartes coloniales. Op. cit., p. 15.

    84. Op. cit., p. 5. En sntesis, me propongo hablar del desarrollo como una experiencia histrica singular, la crea-cin de un dominio de pensamiento y accin por la va del anlisis de las caractersticas e interrelaciones de los tresejes que lo definen: las formas del conocimiento que se refieren a ste y a travs de las cuales ste se constituye co-mo tal y es elaborado en la forma de objetos, conceptos, teoras y similares; el sistema de poder que regula su prc-tica; y las formas de subjetividad gestadas por este discurso, aqullas a travs de las cuales la gente llega a recono-cerse a s misma como desarrollada o subdesarrollada. Op. cit., p. 10.

    85. Op. cit., p. 30.

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    Fue promovido un tipo de desarrollo que se corresponda con las ideas y ex-pectativas del Occidente prspero, lo que los pases occidentales considera-ban que era el curso normal de la evolucin y el progreso. ...al conceptuali-zar el progreso en esos trminos, la estrategia del desarrollo se convirti enun poderoso instrumento para la normalizacin del mundo86.

    La ciencia y la tecnologa son concebidas no slo como base del progreso mate-rial, sino como la fuente de direccin y de sentido del desarrollo87. En las ciencias so-ciales del momento predomina una gran confianza en la posibilidad de un conoci-miento cierto, objetivo, con base emprica, sin contaminacin por el prejuicio o elerror88. Por ello, slo determinadas formas de conocimiento fueron consideradas co-mo apropiadas para los programas del desarrollo: el conocimiento de los expertos en-trenados en la tradicin occidental89. El conocimiento de los otros, el conocimientotradicional de los pobres, de los campesinos, no slo era considerado no pertinen-

    te, sino incluso como uno de los obstculos a la tarea transformadora del desarrollo.

    En el perodo de la post-guerra, se dio el descubrimiento de la pobreza ma-siva existente en Asia, Africa y Amrica Latina90. A partir de una definicin es-trictamente econmica y cuantitativa, dos terceras partes de la humanidad fuerontransformadas en pobres - y por lo tanto en seres carentes y necesitados de inter-vencin- cuando en 1948 el Banco Mundial defini como pobres a aquellos pa-ses cuyo ingreso anual per cpita era menor a US$100 al ao: ... si el problemaera de insuficiente ingreso, la solucin era claramente el desarrollo econmico.91

    De esta forma:

    El desarrollo obr creando anormalidades (los pobres, los desnutridos, losanalfabetos, las mujeres embarazadas, los sin tierra), anormalidades queentonces proceda a tratar de reformar. Buscando eliminar todos los problemasde la faz de la tierra, del Tercer Mundo, lo que realmente logr fue multiplicar-los hasta el infinito. Materializndose en un conjunto de prcticas, institucio-nes y estructuras, ha tenido un profundo impacto sobre el Tercer Mundo: las re-laciones sociales, las formas de pensar, las visiones de futuro quedaron marca-das indeleblemente por este ubicuo operador. El Tercer Mundo ha llegado a serlo que es, en gran medida, por el desarrollo. Este proceso de llegar a ser impli-c seleccionar entre opciones crticas y altos costos, y los pueblos del TercerMundo apenas comienzan ahora a comprender cabalmente su naturaleza92.

    31

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    86. Op. cit., p. 26.

    87. Op. cit., p. 36.

    88. Op. cit., p. 37.

    89. Op. cit., p. 111.

    90. Op. cit., p. 21.91. Op. cit., p. 24.

    92. Arturo Escobar, Imaginando el futuro: pensamiento crtico, desarrollo y movimientos sociales, en MargaritaLpez Maya (editora), Desarrollo y democracia, UNESCO, Rectorado de la Universidad Central de Venezuela yEditorial Nueva Sociedad, Caracas, 1991, p. 142.

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    Detrs de la preocupacin humanitaria y la perspectiva positiva de la nuevaestrategia, nuevas formas de poder y control, ms sutiles y refinadas, fueronpuestas en operacin. La habilidad de los pobres para definir y hacerse cargode sus propias vidas fue erosionada en una forma ms profunda que quizsnunca antes. Los pobres se convirtieron en el blanco de prcticas ms sofis-ticadas, de una variedad de programas que parecan ineludibles. Desde lasnuevas instituciones del poder en los Estados Unidos y Europa; desde las ofi-cinas del Banco Internacional para la Reconstruccin y el Desarrollo y lasNaciones Unidas; desde las universidades, institutos de investigaciones e ins-tituciones de los Estados Unidos y Europa; y desde las nuevas oficinas deplanificacin de las grandes capitales del mundo subdesarrollado, este era eltipo de desarrollo que era activamente promovido, y que en unos pocos aosextendi su alcance a todos los aspectos de la sociedad93.

    La premisa organizadora era la creencia en el papel de la modernizacin co-mo la nica fuerza capaz de destruir las supersticiones y relaciones arcaicas,a cualquier costo social, cultural o poltico. La industrializacin y la urbani-zacin eran vistas como inevitables y necesariamente progresivas rutas a lamodernizacin94.

    Estos procesos, de acuerdo a Escobar, deben ser entendidos en el marco glo-bal de la progresiva expansin de estas formas modernas no slo a todos los m-bitos geogrficos del planeta, sino igualmente al corazn mismo de la naturalezay la vida.

    Si con la modernidad podemos hablar de la progresiva conquista semiticade la vida social y cultural, hoy esta conquista se ha extendido al corazn

    mismo de la naturaleza y la vida. Una vez que la modernidad se ha consoli-dado y la economa se convierte en una realidad aparentemente ineluctable -para la mayora un verdadero descriptor de la realidad- el capital debe abor-dar la cuestin de la domesticacin de todas las relaciones sociales y simb-licas restantes en trminos del cdigo de la produccin. Ya no son solamen-te el capital y el trabajoper se los que estn en juego, sino la reproduccindel cdigo. La realidad social se convierte, para tomar prestada la expresinde Baudrillard, en el espejo de la produccin95.

    En la bsqueda de alternativas a estas formas universalistas de sometimientoy control de todas las dimensiones de la cultura y la vida, Escobar apunta en dosdirecciones complementarias: la resistencia local de grupos de base a las formasdominantes de intervencin, y la deconstruccin del desarrollo96, tarea que impli-

    32

    93. Arturo Escobar, Encountering Development... op. cit., p. 39.

    94. Idem.

    95. Op. cit., p. 203.

    96. Op. cit., pp. 222-223.

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    ca el esfuerzo de la desnaturalizacin y desuniversalizacin de la modernidad.Para esto ltimo hace falta una antropologa de la modernidad, conducente a lacomprensin de la modernidad occidental como un fenmeno cultural e histricoespecfico97. Esto pasa necesariamente por la desuniversalizacin de los mbitosen los cuales se ha separado la sociedad moderna.

    Cul es el cdigo cultural que ha sido inscrito en la estructura de la econo-ma? Qu vasto desarrollo civilizatorio result en la actual concepcin yprctica de la economa? (...). Una antropologa de la modernidad centradaen la economa nos lleva a narraciones del mercado, produccin y el trabajo,que estn en las races de lo que podra llamarse la economa occidental. Es-tas narrativas son raramente cuestionadas, son tomadas como las formas nor-males y naturales de ver la vida. Sin embargo, las nociones de mercado, eco-

    noma y produccin son contingencias histricas. Sus historias pueden serdescritas, sus genealogas marcadas, sus mecanismos de poder y verdad re-velados. Esto es, la economa occidental puede ser antropologizada, para de-mostrar cmo est compuesta por un conjunto de discursos y prcticas muypeculiares en la historia de las culturas.

    La economa occidental es generalmente pensada como un sistema de pro-duccin. Desde la perspectiva de la antropologa de la modernidad, sin em-bargo, la economa occidental debe ser vista como una institucin compues-ta por sistemas de produccin, poder y significacin. Los tres sistemas seunieron al final del siglo dieciocho y estn inseparablemente ligados al desa-rrollo del capitalismo y la modernidad. Deben ser vistos como formas cultu-rales a travs de las cuales los seres humanos son transformados en sujetos

    productivos. La economa no es slo, ni siquiera principalmente, una entidadmaterial. Es ante todo, una produccin cultural, una forma de producir suje-tos humanos y rdenes sociales de un determinado tipo98.

    Los antroplogos han sido cmplice de la racionalizacin de la economamoderna al contribuir a la naturalizacin de los constructos de la economa,la poltica, la religin, el parentesco y similares, como los bloques primariosen la construccin de toda sociedad. La existencia de estos dominios comopre-sociales y universales debe ser rechazada. Por el contrario, debemos in-terrogarnos sobre los procesos simblicos y sociales que hacen que estos do-minios aparezcan como auto-evidentes y naturales99.

    33

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    97. Op. cit., p. 11.

    98. Op. cit., p. 59.

    99. Op. cit., p. 61.

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    Edgardo Lander

    Fernando Coronil

    Del libro de Fernando Coronil The Magical State, interesa destacar su anli-sis de algunas de las separaciones fundantes de los saberes sociales modernos quefueron caracterizadas en la primera parte de este texto, asunto abordado a partirde la exploracin de las implicaciones de la exclusin del espacio y de la natura-leza que se ha dado histricamente en la caracterizacin de la sociedad moderna.De acuerdo a Coronil ninguna generalizacin puede hacer justicia a la diversidady complejidad del tratamiento de la naturaleza en la teora social occidental. Sinembargo, considera que:

    ...los paradigmas dominantes tienden a reproducir los supuestos que atraviesana la cultura moderna en los cuales la naturaleza es un supuesto ms. Las visio-nes del progreso histrico posteriores a la Ilustracin afirman la primaca del

    tiempo sobre el espacio y de la cultura sobre la naturaleza. En trminos de estaspolaridades, la naturaleza est tan profundamente asociada con espacio y geo-grafa que estas categoras con frecuencia se presentan como metforas una deotra. Al diferenciarlas, los historiadores y los cientficos sociales usualmentepresentan al espacio o a la geografa como un escenario inerte en el cual tienenlugar los eventos histricos, y a la naturaleza como el material pasivo con el cuallos humanos hacen su mundo. La separacin de la historia de la geografa y eldominio del tiempo sobre el espacio tiene el efecto de producir imgenes de so-ciedades cortadas de su ambiente material, como si surgieran de la nada100.

    Ni en las concepciones de la economa neoclsica, ni en las marxistas, la na-turaleza es incorporada centralmente como parte del proceso de creacin de ri-queza, hecho que tiene vastas consecuencias. En la teora neoclsica, la separa-

    cin de la naturaleza del proceso de creacin de riqueza se expresa en la concep-cin subjetiva del valor, centrada en el mercado. Desde esta perspectiva, el valorde cualquier recurso natural se determina de la misma manera que toda otra mer-canca, esto es por su utilidad para los consumidores tal como sta es medida enel mercado101. Desde un punto de vista macroeconmico, la remuneracin de losdueos de la tierra y de los recursos naturales es concebida como una transferen-cia de ingreso, no como un pago por un capital natural. Es sta la concepcin quesirve de sustento al sistema de cuentas nacionales utilizado en todo el mundo102.

    Marx, a pesar de afirmar que la trinidad (trabajo/capital/tierra) contiene en smisma todos los misterios del proceso social de produccin103, termina por forma-

    34

    100. Op. cit., p. 23.

    101. Op. cit., p. 42.

    102. Al dejar a la naturaleza fuera del clculo econmico de la produccin de riqueza en las cuentas nacionales, elproceso de creacin-destruccin que siempre est implicado en la transformacin productiva de la naturaleza quedareducido a una de sus dimensiones. Su lado oscuro, la destruccin/consumo/agotamiento de recursos, se hacecompletamente invisible.

    103. Citado por Fernando Coronil, op. cit., p. 57.

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    lizar una concepcin de la creacin de riqueza que ocurre al interior de la sociedad,como una relacin capital/trabajo, dejando fuera a la naturaleza. Como la naturale-za no crea valor, la renta se refiere a la distribucin, no a la creacin de plusvala104.

    Para Coronil es fundamental el aporte de Henry Lefebvre105 en torno a laconstruccin social del espacio como base para pensar el espacio en trminosque integren su significado socialmente construido con sus propiedades formalesy materiales106. Interesan aqu dos aspectos del pensamiento de Lefebvre sobreel espacio. El primero se refiere a la concepcin del espacio como producto de lasrelaciones sociales y de la naturaleza (estos constituyen su materia prima)107.

    [El espacio] es tanto el producto de, como la condicin de posibilidad de las re-laciones sociales. Como una relacin social, el espacio es tambin una relacinnatural, una relacin entre sociedad y naturaleza a travs de la cual la sociedad

    mientras se produce a s misma transforma y se apropia de la naturaleza108

    .En segundo lugar, para Lefebvre, la tierra incluye los terratenientes, la aris-

    tocracia del campo, el Estado-nacin confinado dentro de un territorio espec-fico y en el sentido ms absoluto, la poltica y la estrategia poltica109. Tene-mos as identificadas las dos exclusiones esenciales implicadas por la ausenciadel espacio: la naturaleza, y la territorialidadcomo mbito de lo poltico110.

    Coronil afirma que en la medida en que se deja afuera a la naturaleza en la ca-racterizacin terica de la produccin y del desarrollo del capitalismo y la sociedadmoderna, se est igualmente dejando al espacio fuera de la mirada de la teora. Alhacer abstraccin de la naturaleza, de los recursos, del espacio, y de los territorios,el desarrollo histrico de la sociedad moderna y del capitalismo aparece como unproceso interno, autogenerado, de la sociedad europea, que posteriormente se ex-

    pande hacia regiones atrasadas. En esta construccin eurocntrica, desaparece delcampo de visin el colonialismo como dimensin constitutiva de estas experienciashistricas. Estn ausentes las relaciones de subordinacin de territorios, recursos ypoblaciones del espacio no europeo. Desaparece as del campo de visibilidad la pre-sencia del mundo perifrico y sus recursos en la constitucin del capitalismo, conlo cual se reafirma la idea de Europa como nico sujeto histrico.

    35

    Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocntricos

    104. Op. cit., p. 47. La concepcin estrictamente social de la creacin de la explotacin en Marx busca evitar la fe-tichizacin del capital, el dinero y la tierra como fuentes de valor. Pero termina por excluir la explotacin de la na-turaleza del anlisis de la produccin capitalista, y borra su papel en la formacin de la riqueza. Op. cit., p. 59.

    105. The Production of Space, Blackwell, Oxford, 1991.

    106. Fernando Coronil, op. cit., p. 28.

    107. Op. cit., p. 28.

    108. Op. cit., p. 28. De acuerdo con Lefebvre, el modelo dual simplificado (capital/trabajo) no es capaz de dar cuen-

    ta de la creciente importancia de la naturaleza para la produccin capitalista.109. Henry Lefebvre, op. cit., p. 325. Citado por Fernando Coronil, op. cit., p. 57.

    110. Slo a partir de estas exclusiones es posible la concepcin de lo econmico como una regin ontolgica se-parada tanto de la naturaleza como de la poltica, tal como se apunt en la parte II de este captulo.

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    La reintroduccin del espacio -y por esa va la dialctica de los tres elemen-tos de la trinidad de Marx (trabajo, capital y tierra)- permite ver al capitalismo co-mo proceso global, ms que como unproceso auto-generado en Europa, y per-mite incorporar al campo de visin a las modernidades subalternas111.

    El recordar la naturaleza -reconociendo tericamente su significado histri-co- nos permite reformular las historias dominantes del desarrollo histricooccidental, y cuestionar la nocin de acuerdo a la cual la modernidad es lacreacin de un Occidente auto-propulsado112.

    El proyecto de la parroquializacin de la modernidad occidental (...) implicatambin el reconocimiento de la periferia como el sitio de la modernidad su-balterna. El propsito no es ni homogeneizar, ni catalogar las mltiples for-mas de la modernidad, menos an elevar a la periferia mediante un mandato

    semntico, sino el deshacer las taxonomas imperiales que fetichizan a Euro-pa como el portador exclusivo de la modernidad y borra la constitucin trans-cultural de los centros imperiales y las periferias colonizadas. La crtica dellocus de la modernidad desde sus mrgenes, crea las condiciones para unacrtica inherentemente desestabilizadora de la modernidad misma. Al des-montarse la representacin de la periferia como la encarnacin del atraso br-baro, a su vez se desmitifica la auto-representacin europea como la portado-ra universal de la razn y el progreso histrico113.

    Una vez que se incorpora la naturaleza al anlisis social, la organizacin deltrabajo no puede ser abstrada de sus bases materiales114. En consecuencia, la di-visin internacional del trabajo tiene que ser entendida no slo como una divisinsocial del trabajo, sino igualmente una divisin global de la naturaleza115.

    Lo que podra llamarse la divisin internacional de la naturaleza suministrala base material para la divisin internacional del trabajo: constituyen dos di-mensiones de un proceso unitario. El foco exclusivo en el trabajo oscurece ala visin el hecho ineludible de que el trabajo siempre est localizado en elespacio, que ste transforma a la naturaleza en localizaciones especficas, yque por lo tanto su estructura global implica tambin una divisin global dela naturaleza116.

    Como la produccin de materias primas en la periferia est generalmente or-ganizada en torno a la explotacin no slo del trabajo sino de los recursos na-turales, yo creo que el estudio del neocolonialismo requiere un desplazamien-

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    111. Op. cit., p. 8.

    112. Op. cit., p. 7.

    113. Op. cit., p. 74.

    114. Op. cit., pp. 29-30.

    115. Op. cit., p. 29.

    116. Op. cit., p. 29.

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    to de foco del desigual flujo del valor, a la estructura desigual de la produc-cin internacional. Esta perspectiva coloca en el centro del anlisis las rela-ciones entre la produccin de valor social y la riqueza natural117.

    Para romper con este conjunto de escisiones, en particular las que se hanconstruido entre losfactores materiales y factores culturales118, Coronil proponeuna perspectiva holstica de la produccin que incluya dichos rdenes en un mis-mo campo analtico. Al igual que Arturo Escobar, concibe el proceso productivosimultneamente como de creacin de sujetos y de mercancas.

    Una perspectiva holstica en torno a la produccin abarca tanto la produccinde mercancas, como la formacin de los agentes sociales implicados en es-te proceso, y por lo tanto, unifica dentro de un mismo campo analtico los r-denes materiales y culturales dentro del cual los seres humanos se forman a

    s mismos mientras hacen su mundo. (...) Esta visin unificadora busca com-prender la constitucin histrica de los sujetos en un mundo de relaciones so-ciales y significaciones hechas por humanos. Como estos sujetos estn cons-tituidos histricamente, a la vez que son protagonistas de la historia, estaperspectiva ve la actividad que hace a la historia como parte de la historia quelos forma e informa su actividad119.

    Una apreciacin del papel de la naturaleza en la creacin de riqueza ofreceuna visin diferente del capitalismo. La inclusin de la naturaleza (y de losagentes asociados con sta) debera reemplazar a la relacin capital/trabajode la centralidad osificada que ha ocupado en la teora marxista. Junto con latierra, la relacin capital/trabajo puede ser vista dentro de un proceso msamplio de mercantilizacin, cuyas formas especficas y efectos deben ser de-

    mostrados concretamente en cada instancia. A la luz de esta visin ms com-prensiva del capitalismo, sera difcil reducir su desarrollo a una dialcticacapital/trabajo