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pedro-campi-perez
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2010 with funding fromUniversity of Toronto
http://www.archive.org/details/lacasadelatroyaeOOpr
OBRAS DE ALE-JANDRO PREZ LUGN
El Torer Artista.
(El libro de Gallito.)
De TiTTA Rufo a(2.* edicin.)
la Fons pasando por AUchaquito.
Agotada.(Los Gallos, sus rivales y su Prensa.)
Ki-Ki-Rl-Kl!!!
Agotada.
La Casa de la Troya. Novela
(30.* edicin).
La amiga del rey. Las tiples. Rom anones. La(Notas de un reprter). Agotada.
Vicar!;*.
CuRRiTO de la Cr^ z. Novela
^7."
edicin,
dos tomos).
La corredoira y la ra.
EN PREPARACINArminda Moscos:j.(Novela.)
El Esiorbo.
(Novela.)
La Med;a Naranja.C'JRiiLiTA. (Novela.)
(Novela.)
LA CASA DE LA
TROYA
ALEJANDRO PREZ LUGN
LA CASA DE LA TROYAESTUDIANTINAOBRA PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA ESPAOLA
30.*
EDICIN
0(;oy.
J
MADRIDSUCESORES DE HERNANDOCalle del Arenal, 11
1922
ES PROPIEDAD
Queda hechola ley.
el
depsito que marca
Copyright by Alejandregn, 1922.
Prez
Lu-
Impreata de Juan Pusyo. Luna, 29. Madrid.
A MIA NAl
i
,T'y-^"1
'
'"
D
mayeral,
tta
kambre pequeo y obes^ de
profu-
sas y multicolores patelas, sa de la Admiaistracin de
diligencias con aaa. gran cartera
torno delentrela
de via^e, qat colg del enorme cochern, y luego volviend a cruzar gente que rodeaba a !a Carrana^ (K6 el sacra, al breve saludo del acongojado estudiante. Gerardo se alegr de este silenciosa compaa que le libraba del enojo de la conversacin darantc el viaje. Desde que parti de Madrid, la antevspera, no haban salido de sus labios ms palabras q lasabsolutamente precisas. Hallbase posedo su espritu
por
la ira,
y rehua todo trato con la gente,el
que
te
era
odiosa, aun despus que
sedante de
las
horas, esas
magas benficas, fu convirtiendo poco en una grande y resignada tristeza.Al dar las docegencias, trepalel reloj
a
poco su furordili-
de
la
Administracin deel
elevado pescante
mayoral, a tiempo
que d postilln, un descarado rulote, cabalgaba airoso de un salto sobre uno de los caballos delanteros, y la Carrlana arranc violentamente con f itrpito de herrajes viejos,
cabelera.
A Gerardo
rotundidez de tacos y sonora y alegre casle pareci que se le escapaba algo
de su ser para quedarse en aquel pueblo desconocido, lAqitellos rieles del ferrocarril, que desde el alto de Monelos se vean, terminaban en La Bombilla!...
La soleadaBurgo;dela
calle
de San Andrs;de
la
baha, amplia y
azul; las leiras feraces
Hnda ra del imponente majestad del Ocano; las galerasla otra orilla; la
te Marina refolgiendo a! scJ; la torre de Hrcules, que ser alza casi en el mar como una esperanza o un
w% d aslit)
>lftario en la ra... todas
es^ cosas be-
%JL
ASA DB
IiA
TROTA
GHas,
C
qae cruzaron en rpida visin ante la ventanHIa de la berlina, fueron despedidas por Gerardo con un sentido suspiro, que no fu dueo de reprinir e hizo a las monjitas levantar la vista de los libros de oraciones queiban leyendo.
Va usted enfermo? Gerardo agradeci su
le
pregunt
inters
la de ms edad. con un cumptdo cual-
quiera y se dej caer desesperado contra el respaldo de! asiento, viendo desarrollarse el divino paisaje con ojoshoscos, que no tuvieron siquiera una mirada de gratitudparael
regalo del valle de Barcia,la carretera
dominado en toda suarrila
hermosura poraquel encanto.
que se devana montaa
ba en caprichosos zig zags retardando
separacin dedel coche parael tiro
En
el
Mesn
del Viento baj
Gerardo
desentumecerdiligencia.
las
piernas mientras
mudaban
a la
Los alegres viajeros del cinterior descendieron tambin y con mucha bulla se metieron en una taberna, toda mugre y moscas, que ofreca al apetito de
los viandantes salchichn antediluviano,
mohosas
latas
de sardinas, pan que fu blanco aos atrs, y un delicioso vinillo del Rivero, cuyo aroma, sabor y frescura disimulabaservido.la
roa secular de los vasos y tazas en que era
Gerardo no entr. Estuvo paseando por la carretera. Le inspiraban invencible repugnancia las casucas negras de la aldea y la gente suci y triste, segn l, que en ellasentraba ysalfa.
y ladrillos, sogas y yeso con^ que levantar gentiles edificio^ Pensando en
dras habiendo en
Cmo era posible l mundo adobes
vivir tras esas pie-
Herodes, miraba con odio a los chiquillos que pululaban
por
la carretera descalzos,
despeinados y pucrcosi, como
4
^no hubiese
A..
PftRSZ lAJQta
visto el mismo descuido y sticiedad ea de los barrios bajos madreftos, en la d los medios y h :;3ta en la de los otros ms elevados. Entretanto, los estudiantes pedan cosas en la taberS
la chiquillera
na con mucha seriedad y gran algazara, en unas Icngtasininteligibles.
Espiniquilinguilis, madara? Alterum nom Icedere salchichonorum? On trompiliman de consecans madapoln?la
Son
ingleses,
mia na? Abre oas
(1)
preguntLlama
a
la taber-
nera una rapaza de doce aos.
Soncheesta es
pillos.
olio.
a tu pare,
que
mala gente,es.
Dios
me
salve.
Es, seora,te,
Tenga cuenta con ellos asinti usla
joven seminarista, tambin viajero, que, bondadosameaprestse a servir de intrprete aitre
vendedora y
los
compradores.el
Cuando
mayoral grit de nuevo ^Al coch! abanla
donaron todosla
taberna precipita-damente, con una al-
garaba de doscientos mil demonios, y 9 metieren endiligencia con gran prisa.
No
haban concluido de acomodarse en sus asientosla
cuando
tarbernera sali a
la
puerta dando voces.
Mi
pan!...
Mis chourisos!... Ladrones!
^oubron-
me o pan
e os chourisos!^. Ay Manoel!... Manr)cl!.
Ay ManoeH... Corre, que nos roubaron os chotirisoslw.lAaaay Manoel!.^|Ay Manle! lAy Manle 1..,
pusironse a cantar los de
la
Carrilum.
^
Mi madre
La mujer Ueg faosa, imponente, hasta la portezuela pugn por abrir. Tenga cuenta no se haga mal, que va a arrancar d coche le advirti cariosa y suavemente el setmnaristadel interior que, en vano,
intrprete,
que sentbase juntola
a la ventanilla.
Pillos!
Ladrones! Y usted estabernera.
dlo
peor de todos!
Ri-
Uote!
le
escupi
Quin, yo?
Ay, seora;
mire
que habla!
Rulote! Rillotd
ta?
Pero y luego? No Yo la avis.
le dije a
usted que tuviese cuen-
Ay Manoell clam la mujer a un hombre gordo que, en^mangas de camisa, apareci por la carretera co-
cona Anda ligero, que roubronnos o pan e os chourisos! Manuel entrse en la taberna y volvi a salir en seguida empuando un pavoroso fungueiro. Intil el heroico esfuerzo. En aquel mismo punto arranc la Carri* lana, y aunque Manuel y su cnyuge intentaron seguirla, no les fu posible y tuvieron que conformarse con insultar a los del coche, acompaados del coro general de vecinos que haban acudido a la algazara. Estudiantes da famelrriendo.^o figurndose que.
estos pillos
Rulotes! Estudiantes del hambrdyo!...
Famentos! ruga Manuel agitandoos dara
la
estaca. lYa
jQue lie derl iQue lie denvertrellalv>
alejronle cantando los diablos de la Carrana,
-^ v? chifl la tabernera alcotttra l
marido, volviendo
toda su
wa
.
Si estuviesesel tute
en casa como esJess,
tu obligacin... Maldito sea
y quien lo trujo, c o
deato dos
estuciiaiites fametitos,
amn
Dios rae
perdone!
Calla, mujer. Qu te llevaron? Levronme dos molletes grandes,
as
se afoguen
con
etes,
y nas catorce chourisos que tena aqu col-
gados.
Oe
los
buenos?
poner ah los buenos? Moa, home, non. Fueron de los arresidos, los del puerco que iBuri. As reviciiteo ellos! Ay, eso, bienl Y qu te pagaron? Dironme cuarenta y siete reales de doce chiquitas dd Rivero, tres jaseoss, dos cervezas, nueve perros gordos de salchichn y una peseta, un real y tres cadelas de pan. Boh! Pues sntonces djalos ir, que inda ganamos
jAy hom! y luego iba yo a
nueve
reales.
pero si t no estuvieras jugando al maldito tute en vez de atender a tus obligaciones, no se Uevaban los chourisos y el pan, y ganbattttt
Y ms, tambiu once;Nwis.al
Entretanto, ajena
conflicto matrimonial
que dejabasucios,
en
b
taberna,
k
Carniana
corra carretera adelante, se-
guida de una x\ii^ e chiquillos harapientos y que trotaban is a una persona de respetabilidad para que los
1^ pobres.Por mi carcter-.
y esa
peilofia respetable eres tal
Puedo stflo.
\^CAB99
%'-'4^4ttpuios^.cftfdta- te vas a
qufinie abutido,
quedar Sia ^ittt stetiporque como tienes (itos escr'
Atto ah! que yo Facssalva.
me
puse a salvo advirtiendo a
la
tabernera que tuviese cuenta con vosotros. a tu advertencia nos
acogemos y
ella
nos
Sobr-e que nos puedes absolver de aatemano.
-Yo?
O ne hay chorizo.^Entonces... (cantando).
Pues perdonado desde luego, queda usted*
Con general. iGr&cias,
seorl
-Pues a comerl
Demontre, qu brutos somosl Por vidaalt
de...!
aqu uno.
-Qu pasa?~preguntaron todos. Que nos hemos olvidado del vino.-
ues es verdad.Maldita sea!labio.
Sela d
Nada de
maldiciones.
No
os apuris
por taa poca cosa, que aqu estoy yo, y conmigo estas ti^s seoritas dijo el seminarista sacando de debajo delasiento tres botetias
de tostado del Rivero.
-Viva!
iBravfilVivadeaii'
el crcguo!...
mano alarmada
hacia las
bateHas
Pero a9e...--ejdenditticl na Estas, ^mi taobiu.
LA OSA DB
X.A
TROTAEs olf etso
Entonces no puedes beber. Traede conciencia.
ac.
que no? Yo adveit a la tabernera que tuno me saca ningn Padre de la Iglesia. Debi de tenerla; la tuvo... Ergo, como si me las hubiera regalado, que yo no me escond para cogerlas. Al llegar a Ordenes, el cielo, encapotado desde pocoviera cuenta, y de ahantes,pio,
Cmo
comenz
a soltar agua; unas leves gotasel
al
princi-
que fueron luego, en
resto del camino, fuertes
chaparrones a ratos, y pausada llovizna, agia de calabobos, otras veces.
Ya sedela
conoce que nos aproximamos
a Santiagoel
de
Compostela murmur Gerardo levantandoventanilla para sustraerse a aquel horror.la lluvia sin
cristal
Esto deSantiago,'
tregua cayendo implacable sobre
quela
miento ypostela,
haba dicho un amigo, y lo de! aburritristeza, monarcas indestronables de Corale
le haban contado en La Corua, eran todas que Gerardo tena de la ciudad, donde, por imperativo e inexorable mandato paterno, rba a permanecer recluido ocho eternos meses peleando con una
que
las noticias
porcin de antipticos derechos>, que a
l
tenanle
completamente sin cuidado. Por qu el empeo de su padre en que concluyese la carrera? Para qti la queral?
No
era rico? Pues entonces?
Los
ricos,el
como
deca
muchas veces
el
sentencioso
Gitano que, aunque tocaor de guitarra, era un hombre profundo, no deben tener ms ocupacinAritoillo
que
la
de gastar para que los pobres vivan.
La' caria se jase
gastar
k
de muchas maneras y una es la de parneses que Dios ha jecho reondos pa que
corran mucho.
Como
sj
los persiguieran los seviles,
Er
10
A.
PREZ LUQNmalaje
un duro y se lo guarda es un ladrn y un poda ser tachado de tal nuestro amigo. No que dos aos antes, al marchar su padre a Pars do por sus negocios de ingeniera, Gerardo se queti
Desdellama-
queddele-
solo en Madrid para seguir estudiando yes, bajo la descuidada vigilancia de un
la carrerato suyo,
ms que
gastar y divertirse.
no hizo Sin ser precisamente un vidiverta,
cioso, era un seorito
que se
como llaman
a
estos tales los profesionales de la juerga que deviven.
ellos
Solo, libre, joven y con dinero,alas y vol.
Gerardo tendi
las
Desde
la
partida de su padre lo iiizo todoes
menosbael
estudiar.
La verdad
que entretanto,
baile, jira,
quedatiempo necesario para rumplir sus deberes de contertulio de las penas taurinas del Suizo y de las alegresencerronas, tientas, tientos, etcetc.,si le
apenas
de Fornos, y para hacer por las noches sus visitas a tiples y coristas de la Zarzuela, Eslava y Apolo. Y como, aun siendo esplndida, la pensin que su padrele
pasaba no era suficiente para sostener
tal
vida de
constante juerga, cay nuestro amigo en las redes de
unos bondadosos seores que le facilitaban cantidades con su exorbitante por qu a cuenta de la pinge herencia materna, de que haba de entrar en posesin ariosiguiente, al llegar a la
mayor edad.la
ltimamente, Gerardo se haba dejado cazar porManilas, una segundatiple del teatro
de Apolo, que
acababa de plantarse de un salto entre las estrellas lricocoreogrficas de primera magnitud, haciendo con picante
desenvoltura
nacionales>,xito
el papel de Mostaza en cUltratnarinos^ uno de esos engendros en que zurcen uo^ loco cinco o seis decoracin, dos toneladas de
II
bombillas elctricas, diez kitmctros de percalina y
mu-
cha pieriiografiaFeUena de algodn.El
muchacho
se
lamor de
la
Maitas como anel
loco o
como
un tonto. Estaba colato, colato, segnla
dictamen de
Cmo
se
no s cuntas de la derecha. ponen los hombres pa perderse.seoritala
O
pa> casarsele argy
seorita tantas de
la
izquierda.
una maana se presenta en Madrid, sin anunciarse, el padre de Gerardo y le avisa, de modo que no admite rplica, que ha resuelto que en la tarde de este mismo da, 29 de Septiembre, salga para Santiago de Compostela a concluir su carrera en aquella Universidad, elegida al efecto por ser la ms apartada de la corte y porque la quietud y la paz de la ciudad de piedraaseguraba don Juan, entre severo y carioso, sera la mejor medicina para curar a su hijo de todos sus males y convertirle en hombre de bien. Con tus calaveradas agreg has puesto en peligro la fortuna que te dej tu madre, que Dios haya, o por lo menos una buena parte de ella. Yo acabo de remediar este dao con mis medios, porque deseo entregrtela ntegra el da de tu mayor edad; pero quiero tambin que, cuando la recibas, seas un hombre formal y no la dilapides neciamente con toreros, mujerzuelas yperdidos.
Es lo mismo Y he aqu que
-contest
la otra.
Ante las palabras de su padre, baj Gerardo la cabepero wrometindose regresar a Madrid en seguida. Don Joan, faoibre ejecutivo, prepar incontiieiti elra,
Mviaje y
A. VtaUBS
LVOtM
apenas
si
permiti a su hijo despedirseal
d^in
par
de amigos que toparcael
le
uno de stos' encarg atribulado joven que avisara a la Maitas de lo que ocurra y la rogase que bajara a la estacin para depaso.
A
cirle adis.
Poco antes de partir el correo de Galicia presentse amigo recadero en el andn con la noticia de que la Maitas se excusaba de acudir, pretextando que tenael
ensayo.
Pero eso es verdad? Mira, chico, para qu andar con pamplinas? Yo nos si tiene ensayo o no; pero acabo de ver en la Cuesta de San Vicente a esa gach en un milord, camino de la Bombi, muy acaramelada con el Marqus de los Morrones, el tendero ese tan ricolos
Gazapos, como
la
llaman
que es socio de la platea de las coristas. Mira que estluego, conla
bien puesto, verdad?
La infame! rugi Gerardo. Ytivo:
expe-
riencia de sus veinte aos, agreg, convencido y despec-
mismo! no quedara as. No poda quedar. El tena su plan. Su padre le acompaaba hasta Venta de Baos, en donde tomara el expreso para tornar a sus trabajos de Pars. El quedarase en Palencia, y en el primer tren que por all pasase regresara a Madrid para tomar fiera venganza de aquella mala hembra.lo
Todas son
Ah Pero aquello
Don
que, apenas se instalaron ensolos, ataj. los
Juan debi de adivinarle sus imaginaciones porel departamento donde iban
malos pensamientos del muchacho adprecauciones que haba tomado para que,le
virndle
las
en cuanto regresara a Madrid sin su peruiso,
detu-
kicu
y condujerau a Santa Rita, el terrible correccional
.
1
LA CASA DM LA TROTA
1^
d jvwies incorregibles. Despus, cambiando de tono, sustituye la severidad pm ei cario, y habl al mucha-
cho dulcemente, como a nio enferiHO unas veces, y como a hombre serio de cuya hombra de bien se espera ms que de todas las amenazas y conminaciones. Gerardo se dej vencer, y cuando su padre le pidi, emocionado, palabra de honor de que le obedecera, laotras
otorg sincero.
Don
Juan
le
estrech
la
mano.basta,
Bien,
hijo mo, esosi
me
porque eres un hom-
bre digno, que
has pecado no ha sido por maldad.
Ahoratarte.
te
confieso que no hay Polica avisada ni correc-
cional de Santa Rita, ni nada de cuanto te dije para asusestos medios denigrantes he querido porque tena la certeza de que habas de obedecerme por buen hijo antes que por otra cosa y darme esa palabra, que estimo yo por todas las escrituras con que los hombres aseguran sus iiegocios. Tu honor me garantiza el cumplimiento de mis deseos, que son tu bien... Y ms que nada me lo afirma tu corazn bueno y leal, que no es culpable... El culpable soy yo, que te dej
A ninguno de
apelar,
s(^, rfyandonado a la inexperiencia y fogosidad de tus pocos aos. Me perdonas, hijo mo?
Cmo
desobedecer?
diligencia, camino de una ciudad que, aun antes de conocerla, odiaba profundamente. Ahogbase. Pidi permiso a las silenciosas monjitas
Y aH estaba, en aquella
para abrirto calor...
la ventanilla
que antes cerrara. Haca
all
tan-
Haqtiel
paisafe se le mostr ek
na tristeza infinita en anochecer lluviosa Los campos verdes, de un
ciMaAB
lolarios. Las casas del cunino,
14
. Tti9MZ Vjta
cerradas, hermticas.pas
La carretera, desierta. Pareda un abandonado. La niebla iba envolvindolo todo,las casas, tragndoselas.
borrando los contornos de
De
tarde en t^rde cruzbase la diligencia con algn cpaisa-
no que, mbutido en su carrik de paja y cubrindose con un enorme paraguas rojo, cabalgaba en uno de esos pequeos y fuertes caballejos del pas que andan en unda todas las leguas del
mundo.
Cerr la noche y desapareci todo. Slo qued el sarcasmo de los cascabeles y el rechinar de las ruedas y los ejes de la diligencia. Uno de estos carros chillones del pas pas envuelto en la obscuridad, llenando el aire con su chirriar agudo y desagradable. Era como un gemido desesperado que saliese de las entraas de la tierra.
De
pronto pasaron ante
la ventanilla delcalle,
carruaje los
faroles
encendidos de una
luego una ermita, en se-
guida dos conventos de monjas, uno enfrente de otro, y pocos pasos ms all una pequea iglesia. Torci la Carrilana en una virada rpida y baj por una calle encuesta, a cuya conclusin irguise, cerrando otra rael histrico convento de Santo Domingo; poco despus cruz ante el de la Enseanza; ante el de las Madres Mercedarias en seguida, y un minuto ms tarde
breve,
se detuvo.
Un tropel de gentes con paraguas o embutidas en impermeables se acerc a las portezuelas de la diligencia. Gritaban unos un nombre llamando a los viajeros, invisibles en la obscuridad del carruaje, y voceaban otros ofreciendo a los cuerpos traqueteados el problemtico descanso de unos hoteles primitivot.
fonda
Suizal
LA OASA ]>
IJk
TKOTA
-^Cafrilana!I
fLaUaahi
Estrella!
porcin de mujeres, descalzas de pie y pierns falda recogida hasta media pantorrilla, agitando fu-
riosas en las
manos
el
molido > que haban de colocarseles
en
la
cabeza para que no
lastimasen los bultos que
condujeran, abalanzse a los viajeros chillando
como
desesperadas, ofrecindoles sus servicios faquinescos y pugnando por arrancarles el equipaje que llevaban ala
mano, sin que pudiera impedir el algarer!? acoso un municipal viejo, que bregaba rud^'i^^ttffnentepor reducirlasal
orden, cuidando de
qS
fo
h
estro-
peasen
el
paraguas que llevaba abierto.lio
jSeorito! Quere que
levePinterrogaban a los
viajeros, insistentes y pegajosas
como moscas.
Gerardo dejse conducir por un mozo a la fonda que le haban recomendado como la mejor, bajo una lluvia menuda y persistente, sumindose en unos soportales obscuros y cruzando unas calles angostas que slo alumbraban las dbiles luces de los escasos comercios que en ellas haba. Cmo no encienden los faroles del alumbrado? pregunt a su acompaante. Es que le hay luna. Nuestro malhumorado amigo estuvo a punto de estallar creyendo que se burlaban de l; pero el otfo se apresur a explicarle que, segn el contrato previsor celebrado con el Ayuntamiento, la Compaa del gas estaba exenta de la obligacin de encender los arotes las noches que marcaba luna el candelario. Aunque llueva como ahora?
Esto no
le
es nada. As caigan chuzos.
ID
A. PdaUUS ItVSBt
Valiente poblacho!
Y
all
hablan ido a poner
la
uni-
versidad? Era una desconsideraGn, una mala sangre,
segn
el
vocabulario florido de
h
Mnitas. Quin era
capaz de estudiar en aquella cueva?... Y habra que verlos habitantes!
En
la
fonda, un casern de huspedes con pretensio-
nes de gran hotel, ana criada, descalza, -resuelta y picada de viruelas, le gui hasta un cuarto srdido.
Quiero
otro
mejor dijo
el
estudiante salindose
irritado a! pasillo -. El
mejor que haya.la
|Ay,Y
seor! contest toda admiradale
fmula.le di-
luego, ste qu tiene? Pueslas
advierto que aqu le
paran viajantes de
mejores Casas y nunca nadano?...
jeron de los cuartos.
Peroro,
lo
hay mejor o
Pues
si
lo
hay
lo quie-
Haylo,nole
y
si no...
seor, haylo. Jess,
no se pongala
es
muerte de hombre! replic
moza.
Y
as, que mirndo:
con
cierta desconfianza aadi, previsora
Pero
le
cuesta...
Norardo.
he preguntado
el
precio cort secamente Ge-
salita con alcoba, con pretensiones, a la moda de cincuenta amueblada aos atrs, sin gusto ni comodidad. Sin embargo, se la
Llevronle a otra habitacin, una
ponderaron mucho. El la acept con aquella resignacin con que, desde que se despidi de su padre, acababapor someterse a todo, y se dej caer en el sof, que gimi al recibir el liviano peso del desesperada.estudiante.
Luegc.^uandole
se fueron
la
doncella y los
mozos que
llevaron
el
equipaje, cerr la puerta y, al sentir esa
cU>lorosa impresin
de soledad, abandono y aislamiento
LA CASA DB LA TROTA
11
que producenfueseal
los cuartos fros y hostiles
de
las fondas,
balcn, lo abri y asomse.a
DabaEn
una
calle estrecha
y corta.
Pareca que lael
casa de enfrente poda tocarse con slo alargar
brazo.
realidad no le faltaba mucho. Segua lloviendo. Una'la calle
grgola vomitaba violentamente sobre
un enor-
me
chorro de agua, que bata con fuerza en las losas, produciendo un ruido montono y triste. El reloj de lacercana catedral dej caer lentas, sonoras y graves ocho campanadas sobre el tedio de la ciudad. Son cerca unacampanilla, tintineando lgubremente, y parse en \d esquina un hombretn envuelto en una amplia ho-
palanda.
un Padrenuestro porca,
Hermanos! grit con pavoroso acento Recen el alma de Don Alonso de Fonse.
bienhechor de
la
ciudad!
''^^^
una dolorida voz femenina que lanzaba, con unas cadencias largas y tristes, un pregnlejos lleg
Y
de ms
que ms pareca quejido angustioso:
Qu-eeen queeere ooostraaaaas?...Gerardo cerr de golpe ces en Id cama y rompi ala vidriera,
se arroj de bruchiquillo.
llorar
como un
de
Despus de cenar ligeramente y solo en un extremo la larga mesa redonda>, para evitar la vecindad de unos viajantes que alborotaban en el otro, nuestro muel
el horror de la soledad y la inaccin, pimpermeable y sali a dar una vufUa^A los pocos pasos encontr una calle con soportales y metise bajo ellos. Por all alborotaban algunos estudiantes y pasea-
chachcV'sinti
sose
18
A.
pBwi
KB! gritaron en el segundo piso los huspedes de doa Ge-
Yo me marchodijo
nerosa.
dida
Demonio! exclam Rafael, apresurando despe Andan a vueltas con Samceiro. Esto est peorla.
de
lo
Y
el
que yo pensaba. Adis, seores, adis! discreto mozo marchse ligero calle adelante,la
pegadito a
pared para disimularse.acudi solcita a recibir a los recin
Dona Generosallegados.
Aqu^M^s
siempre
para explicarle la bulla.Maral
Y
h^ buen humor dijo a Gerardo Pero todos son buenos chicos, cuando hay un enfermo en casa, quele
LA CASA DB LA TROTA
nunca le hay, gracias a Dios, no se les oye ni respirar. Siempre le estn de broma. Al pobre don Jess Samoeile traen frito; pero l es de muy buena pasta y no se incomoda. Pues y cuando la tomaron con el seor de ah enfrente, que es algo raro, porque fu a quejarse de que alborotaban al jefe de los municipales? Lleg a tomarles miedo, y ellos, los muy bromistas, le reglamen-
ro
le
taron las horas de salir
al
balcn, y
le
estaban siempre:
Don Egidio, que se ha retrasado usted dos minutos en asomarse!>; o la la calle
separse de sus amigos para entrar resueltamente
una
di'lcera
que estaba
al
comienzo de
de
Algalia de arriba y que, de padres a hijos, gozaba universal fama por lo sabroso de sus caas de hojaldre y loe xquisito de sus cajas de jalea
que daban quince y raya
LA OASA DH LA TROTAa los riqusimos dulces confeccionados
125
por
las
manoscasi
primorosas de
las raonjitas
de Belvs y San Payo.
Era un establecimiento srdido, instalado,todos los comercios santiagueses, endividido porcalle a lael lael
como
portal de la casala
mostrador que iba desdeescalera.
puerta de
la
deillo
Una
anaquelera pintada de
blanco in
tempore y ahora profusamente moteadaall
de puntitos negros que cien generaciones de moscashaban ido depositandoble
para recuerdo de su agradacierta
paso por
la
dulcera;
una mujer de
edad y cara
un sujeto rechonchete, que cubra su cabeza con un rechamante gorro de terciopelo rojo bordado en sedas de rabiosos colores, y una lmpara de petrleo, pendiente del techo, envuelta en una gasa roja que tamizaba la luz, un poco escasa.'teniendo aquello en una discreta semiobscuridad, constituan, amn de un par de sillas el menaje interior del local. Fuera, y como adorno accesorio, un hombre joven, sucio y roto, cado ms bien que echado sobre el tablero, beba a pequeos sorbos una copa de caa, la terceadusta;ra o cuarta de la serie, y
monologaba plcidamente,
sin
que nadie
le hiciera caso.
Al dueo de esta dulcera llambanle de moteHilarin, inrase por qu motivos, y a su mujerla
DonLeo-
na, a causa de su mal carcter.
A ambos
molestbalessaliri-
grandemente orse tbmar
asi,
y ms de una vez
wenta dequsimales centra
to tienda
a
la calle
una pesa o una caja de
jatea,
lanzatk por
hi
indignacin de los dlce-
a^^ descarado ritite que se atrevi a vocearla
MS apodn en4I
puerta
dd
establecimiento.
decio qpe tiM caiisana esta pregunta.
126
. PfbKBZ LUOHel aire
becba, con
ms
inocente, por Barcala, despus
de dar de
las
MeDon
buenas noches con la mayor finura: hacen el favor de decirme si es esta la dulcetae
Hilarin?
Qun
o porco qu' o pergunta? interrog conLeona.la
retintn, rabiosa, la
he ofendiReprtese usted, que yo no dulcera de Don Hilarin. do preguntando Pues yo digo que aqu no contestamos aSeora...!si
es esta la
le
Ids
ri-
llotes
sinvergenzas. Largo de ah! langrn! larpeira!
o
le tiro
una pesa a
la
cabeza!
jAy, seoral contest Casimiro fingiendo susto.Puestiene usted
buen modo de
tratar a lossi
parroquia-
no es molestia, quisiera saber en q' he faltado a nadie. Yo vengo ahora de Padrn, all me ha encargado mi mujer, para un antojo, sabe?, que le lleve un par de cajas de jalea de casa de Don Hilarin, que dicen que son las mejores. No se enfade usted, seora, y djeme concluir. Pregunto por la famosa dulcera, me dan las sea? de sta, y, apenasnos. Vyme, voy me. Pero antes,
abro
la
boca,
me
contesta usted, insultndome.es
una burla. el borracho, el seor no lo ha dicho por le faltar a nadie. Y, adems, ya sabe vostede que todo el mundo chmalle as a don Jos;
Es
que eso de Don Hilarin
Pero bueno tercia
conciliador
le es por nada malo. Tamn a min me dicen Nachio da Parra, porque tengo la nariz as, un poco... apretndose el apndice nasal con un dedazo suve? doy ms no me le incomodo. Y si me convidan a una copa de caa, la tomo rayo! Y dos tambin; o ms si se tercia... Digo bien ou non...? Digo bien, elaro. Iteteme a|^ovdbc des gustan? ofreciendo U toptL
pero no
Qk
EiA
OASA D9 LA IVOT
127
Muchas gracias. Bebe, da un golpe consobreel
la
copa vaca
mostrador y se limpia los labios con el dorso de la mano. Outra copa, don Jos. Ve? yo no le Hamo aquello. Deama ben colmada, santio.
Esrracho.
que yola
cre
que ustedal
se burlaba de
mi mari-
dodijo
Leona
estudiante, sin hacer caso del bo-
Diosburlar?
todo
el
me libre, seora. Y por qu me le haba de Yo le soy tambin comerciante y me gusta que mundo me respete. Pero, caramba!, me lleg usnaleona.s
ted a asustar. Talmente pareca
Esolos!
que no
lo
tolero!
Dalle c'unha pesa,
Caramba, seora! Usted tiene ua genio extremadamente irascible! En qu le he fakado ahora?
Tamen ten razn agora o seor volvi a terciar Nachio. Eso de leona tampoco le es cosa mala. Chmanlleasle
pores.
el
genio pronto, pero sin malicia. Otra
cosa no
Palabra.
Vostedes gustan?
Dame otra copa, don Jos.... Que me aproveche. Isa vela, rapas!la
bebiendo de un trago
nueva racin de dinamita.
Vaya, seora disculpse Barcala mansamente, pues yo tampoco saba... Ay!, por eso bien dice el refrn: No hables nunca sin saber con quin. > Buenas noches. Ustedes perdonen, que no fu mi nimo de le faltar a nadie haciendo un movimiento como para marcharse.
Perodulcero.
y luego usted
qu quera? habl por
fin
el
Yala
se lo dije antes: pero
como
simt>re
^e
haWo^li':i
equivoco...
Fale
sin miedo,
seor aconsejle,
protector,
r28
Ac
FBRBz Lnamde buen aque4. Usted comlo
Chino, que don Jospra yl
le es
vende.caja de jalea, de un antojo de mi seora. Ya usted ms yo tambin. Tiene agora unJe,
Pues, luego, dme unaes para
mejor, queentiende.
me
Y
antojo, pero
antes le tuvo oro. Isa \S^, rapas!
je!
Deame
outra
copa, don Jos...El dulcero
Unemael
ben.
puso sobre
dulce pedido por
la mesa tres o cuatro cajas del comerciante de Padrn, que ste re-
chaz unamente.haya.
tras otra,
despus de olisquearlas detenida-
No me gustan. Las quiero mejores. Aunque me cueste ms caro. Mire que son buenas.le
Lo mejor que
Sern; pero
las
quiero mejores.
Don
Hilari que no cesaban de disparar los del gallinero y las tremendas ganas de rir que daba cada uno a tas muchachas y a
Gerardo.Valio, un tanto descompuesto, interpelte al
estudian-
queriendo ser irnico:
Sus amigos t usted tienen muy buen humor estaposible.
No
se lo he preguntado,
pieocuparse ms de Maragota, a quien cogicuenta don Ventura, Gerardo psose a charlar
con Carmen y Monchia.
Cuando
la
campana
del escenarioel
un
trozo deel
rafl
pendiente de una maroma,
cual golpeaba
traspunte
a
con un martillo dio el tercer toque avisando que iba comenzar el acto, despidironse de don Ventura y kis muchachas los dos rivales, y salieron juntos del palco. Qu tena usted que decirme? pregunt Gerardo
a Valio con tono impertinente
cuando estuvieron en
el
paJllo.
-Pues tengo que decirle que los dicharachos de ms amigos son propios de gente ineducada y soez. Y yo le contesto que eso debe decrselo a ello, y nado que, si poi ser yu amigo de esos seores se dir^
LA OASA DB LA TBOTA
HB
usted a m, estoy a su disposicin para lo que guste, en donde quiera, cuando quiera y como quiera; ahora mismo, luego, maana... Ta, ta, tal No es el mo ese camino de escndalo a que usted quiere llevarme. Y ahora igame: Cuando dos hombres se encuentran en nuestro caso y uno de ellos olvida, como usted ha hecho esta noche, aquella
correccin encadas,el
el
proceder, propia de personas bien edu-
queda autorizado para seguir el camino... El camino que va usted a seguir es el de no presentarse ms delante de esa seorita, abstenindose de molestarla con su ridicula persecucin. Como usted no es el padre, ni el hermano, ni siquiera el prometido de esa seorita, yo no le reconozco autoridad ni derecho para hablarme de este modo. Tengo la autoridad de mis puos! replic Gerardo alzando Violento la mano, que el otro le sujet fuertemente antes de que pudiese agredirle.otro
Creo lecin a esa
dijo
rme
y sereno
MaragotaquQ debe
usted reportarse y evitar un escndalo por considera-
Por lo dems, temo a usted; pero esta no es una de aquellas cuestiones que se arreglan a puetazos o a eslocadas. Yo nunca le hubiese abandonado el campo, pero adems le digo que ha hecho usted muy mal en irritarme y que no he de olvidar su intento de ponerme.
misma persona soltndolele
seor mo, no
en ridculo.
Conde usted.
su permiso y sinreir el
l
me
ro
de sus amenazas y
Bien. Mejor
que
ra el ltimo.
Y
grave y digno se
fu.
Gerardo qued mordisqueando, nervioso y rabiosiUc
134
A.
PUBZ
LfllN
un cigarro, pero en seguida se repuso, encogise de hombros y, despreocupado y altivo, entr taconeando}porel
pasillo de butacas, sin hacer casole
de los siseosasiento,
con que
mandabanel
silencio,
acomodse en su
volvise hacia
palco de Lozano, requiri los gemelos
y los clav en Carmina.
camino encong los ojos Maragoa fijos en rada con una mueca despectiva.el
En
brillantes, acerados,l
desafiadores de
y contest a
la
mi-
Entoncesel
el
lyjo de la legoeira volvise tambin hacia
y fij una intensa mirada en la bella muchacha, que segua curiosa e interesada el curso de
palco de
Carmen
la el
comedia, con toda su atencin infantilmente puesta enescenario.
i
vnDespus de escribir no s cuntos borradores y de romper infinidad de pliegos de papel, hilvan Gerardo aquella misma noche una sobria y sentida declaracin a la seorita de Castro Retn. A la otra maana se la entreg, en compaa de un reluciente duro, para que la hiciese llegar pronta y discretamente a su destino, a una de las criadas de Carmen y, poco antes del anochecer hora en que la domstica acostumbraba a ir a la fuentedel Toral, ya estaba nuestro
hombre esperando en la esquina del callejn del Peso la respuesta, si ya la haba, o las noticias que la moza le diese sobre la acogida queobtuvierala carta.el seor Roquer y Paz estaba seguro del favorable resultado de su misiva cmo dudarlo? no
Aunque
poda reprimir su impaciencia mientras aguardaba,fu posible
ni le
dominar cierta emocin al acercrsele con la sella del agua en la cabeza, misteriosa y seria, la criada de Castro y recibir de sus manos un pliego que sacdel seno.
Calclese
el
efecto
que
al
madrileola
le
producira en-
contrarse con que aquella carta era
suya, la
mismala
que tantos sudores le costara, ana tan esperanzado.
la
que entreg por
ma-
Nonse
a quixo recibir. Miala
Nai d'o Carme, comaala
puxo! dijo
fmula en voz queda, llevndose ponasustadas
derativamente
las
manos
sella.
Y
dijome
36
A.
PREZ LuatM
que
si
tomaba otro papel de ustede me despedira deel
la
casa...
Y ms mandme que le devolviera lo que me dio;aquel del disgusto, olvidsemeel
pero con
peso.
Arrnegote demo!te
Maana
se lo traeri,
Pero no dijo nada ms? Non me dijo ms palabra.Se incomod mucho? Psose muy seria cuando le quise dar no me dijo ms nada que lo que le cuento.el
papel y
Tcallar?
le advertiste
que era maadvert.
la carta?
Advert, seor,
Y
luego, lo haba de
Qu desencanto! El amor propio de nuestro presumido amigo sufri un terrible golpe. Entonces todaaquella amabilidad, aquellas sonrisas, las palabras aquellas
que
le dijo
otras veces y debajo
en casa de don Ventura y las que le oy de cuya insignificancia l crey adi-
vinar expresiones conforme a sus deseos, qu querandecir?
Masle
lo peor, lo
ms doloroso,
era
el
desdn con quetu-
trataba.el
Que fuese una mujer
de tan mal gusto que
de darle calabazas, pase. Pero de aquel modo tan poco delicado, tan grosero, para llamar a las cosas por su verdadero nombre?... Rechazar una carta suya sin leerlaL. \\^ muy coqueta! Y decan que era tanvieseseria, tan
digna, tan bien educada, la discrecin en perl!...
sona!... Bien se haba divertido con
Ah!,
pero se
vengara.Se vengara!
quien fuese, quemticas. Ojo
La pena del Taitn, de CaHopc o de l no estaba muy fuerte en estas mateojo..., etc., etc.!
por
^boreandoiba de antemano
el
divino placer, cnao-
XjA
nASA 0 LA TROTA
fST
do surgi en su pensamiento una duda que ofreca a su amor propio ofendido una salida decorosa. No ser preguntse que yo he estado incorrecto al
porlas
la criada, y Carmen se ha disgustado Quizs he infringido, sin saberlo, alguna de reglas fijadas para el caso por la costumbre, ley que
valerme de
ello?
con tanta escrupulosidad se observa en este pueblo rutinario y etiquetero. He debido de consultar con alguienantes de darel
paso.
Y, cada vez
ms
aferrado a su dea, se ech en busca
le sacase de dudas. Encontr en el casino a Augusto y, con mil circunloquios para que no descubriese lo que le ocurra, trat de averiguar lo que le interesaba.
de alguno de sus amigos, para que
A buena parte iba!
T
le
has escrito ael
carta djolele escribas, ni
la de Castro y te ha devuelto la avisado rapaz sin dejarle concluir No
.
lo niegues. Si
no que
tieneella
nada de particular! Ni que t te haya devuelto la epstola. T
te dijese que s en seguida? Eso no hay en Santiago ninguna muchacha que lo haga. Son cosas de la costumbre... y de la coquetera. La primera carta se devuelve sin abrir... aunque te hay muchas que las abren al vaho del puchero y luego las vuelven a ce-
queras que
Carmen
rrar.
A ver
la tuya? Est intacta.
Carmina
es
chacha formal. T debes escribirle otra
carta.
una muLa segun-
da misiva de un enamorado se abre... y se contesta con unas calabacitas no muy rotundas para dar ocasin anuevalar
insistencia.
Entonces se entabla un
tiroteo, episto-
con aquello de Soy muy joven>, No quiero novio, Prubeme usted su amor, etctera, etctera y al fin se otorga el dulce s. Otra cosa sera una grave infrac-
I; otras arrjase sobre
y adoptan, desde antes de que las nubes se abran, im color negruzco, que es la seal infalible que anuncia
mojados santiagueses la llegada del enemigo. ambiente de mortal tristeza invade la ciudad. Todos los ruidos de alegra cesan y slo se oye, montoa los
Un
no, tedioso, tozudo, acabador,
el
estruendo
vel
agua
140
A.
rERKz M-ata
qtie arrojan a torrentes
por sus aucfias bocastal,
las
enorsalta
mes
grgolas, con tanta furia, con odio
quesi
violenta al tocar las piedras del suelo,
como
quisiera
subir otra vez a las nubes para dejarse caer de nuevo
sobre
la
maltratada Compostela.
El trnsito callejero, sobre todo en los primeros das
pluviosos, queda estrictamente reducido a los estudiantes,
que corren,
la
mayora
sin paraguas,
embozados en
las
capas y muy pegados a las paredes, camino de la Universidad, de la posada o del caf; a la escasa j^entetiene negocios a
que ir, y a los aldeanos, que, guaenormes paraguas rojos y enfundados en sus capas de junco, hacen el do con el choclearquerecidos bajo los
de sus pesados zuecos acanalones.
la
desesperante cancin de los
prima noche, algunos valientes y los vecinos de Ra suelen pasear bajo los soportales. Es un paseo triste, de hombres solos, sobre un suelo hmedo y resbaladizo. Los paseantes, como los pasajeros de un barco en una travesa larga, se miran con ojos hostiles. En los pisos de muchas casas se abren unas pequeas trampas qtic sirven de observatorio a los vecinos. Desdela
A
abajo se adivina a
la familia,
sentada en corro alrededor
de
la
aiila,
sealndose a los transentes para caerel
sobre ellos con
hacha de
las lenguas.el
Para Gerardo no poda llegartunamente. Desahuciado porcido porel la
mal tiempo ms opor-
seorita de Castro, venlas
tedio
que manaba de
nubes con
la lluvia,la
encerrado en su cuarto, sin otra distraccin queresbalar por los vidrios la cortina de agHa
de ver
que incesantemente los cubra, teniendo que encender a las tres de la tarde el qulnq.u que apagara a las doce de la maa*
liA
ASA DH
liA
TBOTAliuJuJ y pasabalas
141
na, volvi a hacrsele odioSa
U
e-
ras
maldiciendo de todo.
De todo, pero ms que de nada y casi nicamente de Carmina, Quitmosle el casi, porque las dems maldiciones que el estudiante lanzaba ya sobre unos, ya sobre otros objetos, reconocan una
misma causa
y obe-
decian a un
mismo
sentimiento:
men. La herida abierta en el en so vanidad de buen 'mozo, sangrante estala, y el malaventurado no haca ms que imaginar sobre ello yblasfemar de ella. Era para execrarla, para maldecirla;
Carmen, Carmen y Caramor propio de Gerardo,
perocan,
al
odiosa y
cabo no tena otro pensamiento, y la figura el nombre aborrecible de la infame) permanedespierto, en su mente.
dormido o
|La grandsima coqueta!
Cmo
se le burlara!
Cmo haba jugado con l! Porque slo siendo ciego no hu-
biese visto cunto haba de alentador en las miradas, enlas sonrisas y
enel
las
palabras de Carmina. Oh, las pa-
labras! Aquella suavidad, la
melosidad aquella,
la
dulzu-
ra del acento,
canto
al
hablar, cunto engao, cunta
maldad encubran! jSi por algo abominaba l de las gapor algo le fu antiptica la primera vez que la vil Fu una corazonada, y sus corazonadas nunca engaaron al vehemente e impresionable joven. Antiptillegas, yca,s!
Antiptica y cursi!!
Acaba
veces, algotal
ms sereno, preguntbase qude que sloleel
signifi-
pensar constante en Carmina; pero se tranqui-
lizaba ofrecindose la certeza
odio y
ei
deseo de devolver
la
humillacin que
infligiera la
mantenan en su pensamiento.
Por de pronta, quien pagaba tdas h que al mlsere en la ciudad, aquel poblachn triste, sooitniio.
14
.
. PRBIK LOttodas'partes:las personas...
hmedo, manando agua y aburrimiento dedelas
nubes, de los edificios, de
Su padrehubiese
no saba como era aquello; de otro modo noclusin sin objeto en la ciudad lbrega,
le
encerrado en tan espantoso calabozo. Y, harto de su re-
anonadado dela
ver resbalar por los cristales la cortina permanente de
agua, llenos los ojos del color negro de los sillares de
casa frontera, cogi
una vehemente carta a donjun, suplicndole que le arrancase de aU, Sali en cuanto la hubo concluido, para ir en persona a echarla al correo, como si con esta diligencia ayudara ai xito de su solicitud; mas al llegar al portal, un violentsimo chaparrn cay sobre Santiago, cual si nuncala
pluma y
escribi
all
bubiese llovido, y oblig
al
estudiante a buscar
el re-
fugio de su cuarto, en donde,
como en
otra ocasin
mela
morable, arrojse en la cama, desalentado, vencido... Qu es eso? preguntle B rcala, entrando en
habitacin,
poco despus, y plantndose delante del triste. Morria tenemos? Mala enfermedad, seor Roquer, y si es, como me huele (y por algo me ha dado Dios esta amplitud de narices), mal de amores, peor. No debes amilanarte de ese modo. Ya sabes aquello del ma) tiempo y la buena cara. Ya se la he puesto Acabo de escribir a mi padre una carta apremiante, pidindole que me saque de aqu..
Hombre,
bien!
Muy
bien,
muy
bien. Si pudiese
servir esa carta para el mo, pedatela prestada.
Ylas
yo
te la
dara de
muy buenaque
gana, porque, por
penas mas, juzgo
las
sufriris los
dems,
reclui-
dos en este poblacho abominable. S que es aburrido y tristn; pero,
la
verdad, desde
IMt
tuviste la suerte
de ingresar en
la
cofrada de aia.
LA CASA DE LA TEOTA
14S
reantes de
la
posada de doa Generosa Carollo, noo,
te
habas vuelto a acordar de ello,tiste el
por
lo
menos, no senqtie te
aburrimiento y
la tristeza
con tanta fuerza
impulsasen desesperadamente a huir.
La lluvia.
Boh! E maisfio.
as calabazas;
hablemos
claro, santi-
Por qu has de negar lo que est a la vista?... Quieres dejarme que meta baza en este juego? Pues te dir que no hay motivo para ponerte as. No me mires con esos ojos asustados. La rapaza lo vale, y es capaz,santo, cuanto
por bonita, por sim ticay por buena, desenamorar a un ms a un madrileo nocente e inflamablesu seora; pero, caramba!, aun no hiendo t cospaja, ni parecindoselo a ella,
comotal
de
segn yo creo, eme
don Servando, que estas no son batallas para ganadas en una hora,.. Y luego, qu quera^? Llegar de Madrid con tus corbatas, tus americanas,'tus bastones y tus gabanes de ltima, que son lase figura a m,
como
dice
desesperacin de Samoeiro, e ainda mais con eses catropelios xugando a brisca que tienes eny llevarte lael
labio superior,
mejor rapaza de Santiago, y si me apuras mucho, y aunque no me apures, carafio!, de las cuatro provincias?... Estte por ah, que xa te chamarei. El que algo quiere algo le cuesta, rapaz. Constancia, seor Roquer, constancia, yla victoria
ser suya,
como
dice Ra-
miro en clase un da s y otro tambin. Si yo no estoy enamorado! Ah, no? Bueno, lo dices t, y yo lo creo. No s si te ocurrir a ti lo mismo. Mientras te convences, para distraer un poco esas murrias y, porque aunque eres rico a nadie le amarga enriquecerse ms, te invito, en mi nombre y en el de nuestros seores compaeros, a
144
A. rJREZ
LDGK
que subas a probar fortuna en la timbirimba que hemos armado arriba y a que desbanques a ese brbaro de Samoeiro, que nos est dejando por puertas aunque no sabe tener la baraja en la mano. T calcula: psose a tallar con dos pesos y tiene ms de veinte... De paso, si no te molesta, hasme de prestar cuarenta miserables reales de velln, que necesito para recuperar lo que he perdido, y que, con los ocho pesos que te debo y que no s cundo te pagar, h?cen [cincuenta pesetas. Ya comprenders que con este tiempo no es cosa de salir enbusca de ese problemtico Rafaelio,darleel
el
del Siglo, para
sablazo.
Dio Gerardo, de buen grado, los dos duros a Casimiy, un poco despejadas, sin saber por qu, sus nieblas, dejse arrastrar a la habitacin de Samoeiro en el lti mo piso,' donde estaba instalada la timba. Era un gran cuarto que casi coga toda la casa, y en el cual, despus de colocadas cuatro camas con sus correspondientes mesillas de noche y dos aguamanileslujo de tocadores y lavabos no haba para qu pedirlo todava quedaba all, ni nadie lo echaba de menosro
,
espacio para los bales de los habitantes deseis sillas
la
cmara,
de Vitoria y una mesa de pintado pino, colocada en el centro de la habitacin, para que estudiasen los huspedes de la sala cuando lo tuvieran a bien, que lo tenan muy pocas veces, y que en esta ocasin, librela
de
carga ordinaria de cartapacios, peines, libros, tin-
teros y cepillos
desempeaba
el alto
papel de mesa de
juego.
Barcala explic brevemente a Gerardo, que no haba
subido nunca a estas,1^
alturas, la distribucin del cuarto.
Esto son
las alcobas; aqullo los
guardarropas; eso-
Ok CASA DB LA TROTA
145
el fumoir y saln de recreos... huspedes de doa Generosa, apelotonados alrededor de la mesa, donde con mano torpe y suerte lista tallaba Samoeiro, enterse de la entrada de
tro
el
cuarto de bao; stelos
Ninguno de
como estaban en saber si llegara primero una sota o un as, que, sobre aquella, hallbanse frente a frente rodeados de monedas de calderilla, enGerardo, intrigadostre las
que blanqueaba
tal
cual peseteja
de algn punto
fuerte.
Juego! exclam'con voz tonante Casimiro Dos seora sota. Yo soy un hombre galante y no puedo dejar de rendir a tan esclarecida dama el homenaje de mi simpata. No admito boquillas, ya lo sabes contest Sa.
realitos a la
moeiro.quilla?
Y quin repliclos
le
ha dicho
al
banquero que juego de bo-
Barcala, arrojando conla
ademn
altivo
uno de
dos duros sobre
mesa.
Te cambiar para evitar los luego dijo Samoeiro posando las cartas. Y apoderndose del duro y metiendo las manazas sucias en el montn de calderilla y plata que tena delante, extrajo unas monedas, hizo la postura que el otro deseaba y le entreg la vuelta. Dos reales a la sota, y cuatro ms dos perros gordos que me debas, hacen una noventa...Setenta, Samoeirio.
Qu ms
da?ti
Ay, peroDetodos
modos
quedaste con dos perros de ms! los has de perder...! Toma entre-
gndole un' puado de calderilla. En paz. En paz; pero yo no te he dicho que te cobrases, y d hacto sin mi permiso es un abuso de confianza.
146
A.
PRBZ LOM
Es
qu
te
somos
mortales, Casimiro. Juego?
Ufljugar?
momentolo
interrumpi
Gerardo. Puedo
S, hombre,
Entonces, puesto quemedeeste billetitosalto.
que usted quiera. hay banca bastante, pngade veinticinco pesetas al as, y este durotembl todoel
A
Samoeiro
le
cuerpo.
Va entero billete? pregunt trmulo. Enterito. Pero va usted a jugar tanto dinero de una vez?el
volvitada.
a
preguntar
al
madrileo,
con voz entrecor-
Ya ve usted. Es que aqu jugamos Lo mismo que yo. Pero es que melolesi
para entretenernos, sabe?
acierta usted
dos cartas
as,
me
desbanca.
Naturalmente.
Ay, y luego t qu queras, parvulio, ganar y no chamarei. perder? Estte por que xa pesos y Ostrogodo. Apunta dejo banca ahora Os advierto que me mismo. hom! T aguantas mecha ah hasta Qu vasah,te
los seis
calla,
si
insultis
la
dejar,
qe des
las tres
de Y.
ahora
me
de ltimas dijo Marcelino Baamonpasas aquellos tres perros gordos de
la
sota
al
as y les aades este otro.
Y ms
estos dos,
que
son
los ltimosde...
de as y
que A qude
me
quedan, los pones de primeras
carta vas jugar abajo,salto.
Roquer?pero
A ninguna. Ponlos de^ues vansalto.
Son mis ltimos
capitales,
LA CASA DB LA TROTAganar porqae voy con Roquer. Punto desegHfO.
4I
la calle,
punto
Y msmoeiro.
es verdad!
Psame mi postura
al
as, Sa
Y la ma.Lo mismotambinciente
digo.servidor,.
Y la postura de un
que noponessalto.
lo es
orden
Barcala
Yde
este
de usted, duro relu-
encima ytriste sota
esta pesetia
Lafieles
qued desamparada, sin ms amigos que un perro gordo de Casas y un real de Pi-
touto.
la
hizo su solemne aparicin el as, y en una tempestad de aplausos y vtores, mientras Samoeiro, lvido, iba pagando posturas conlas tres cartas
A
sala
estall
manos temblorosas.
Dos
reales deca cogiendo un montn de mone-
das de cobre.
Cuenta bien.El banquero extenda las monedas y encontraba escondida entre perro y perro una brillante peseta. Ya os he dicho exclamaba rabioso que no admi-
to
embuchados.
Pero es que aqum
Paga y
calla.
no se va a poder dormir? bralas
PiiOio echndose en su cama.estudiar;
Ni
y
maana traemosel
eximentes
contestle Casas sentado en
lecho inmediato; pero.
yo har de
modo
de no oros
Y
psose a estudiar en
voz alta: Artculo octavo.eaBcntos
No delinquen, y por consiguiente de responsabilidad criminal... No detin-
148
A. PfiRBZ
LOtM
quen, y por consiguiente estn exentos de responsabilidad criminal: Primero, el imbcil o el loco...>
Samoeiro volvi azose
tirar
el
silencio, slo
nuevas cartas, y en la sala hinterrumpido por la montonadelinquen, y por consiguien-
cancin del estudioso Casas.
Artculo octavo.Qucartas
No
te...
han
salido,
Samoeiro?
Un sieteBueno.Primero...el
y un cinco.este perro
... El
siete!
centella!...
Ya
podais iros a jugar a otro lado...
Cuando
el imbcil o el loco hubieran cometido un delito de los que la ley.,. La buena suerte de Samoeiro, eclipsada brevemente, volvi a brillar en todo su esplendor. Nadie acertaba una carta; todos perdan. nicamente Madeira, ms avisado que los otros, jugaba pequeas cantidades a la
oreja y se defenda tan ricamente. Bien pronto empeza-
ron
las
quiebras y
las
posturas de boquilla, que Samoei-
ro negse, inflexible, a admitir.
Pues
prstame una peseta le pidi Boullosa.t, Barcala.
Para que juegues contra m?Djamela
El
ltimo perro lo tengo custodiando a ese rey.t,
Y
Casas?
Yo?... Dcima. El que obra impulsado por miedo insuperable... Pero ahora que recuerdo, Saraoeirio,vendte aquella corbata que te gusta tanta Cunto quieres por elt*
S banda de msica del Hospicio,iQue siempre ejecutaba el
mismo
escogido^programa,.siiiel
d^ar deifil.
inscribir
en
l
una soh tarde
pasodoble Maajcto
iioh y el cPrekidio
y escena del 4ercer
de Loken-
Y
haba ^ue creer Que efectivamente era aauetto
A.
wmam
tjamtm
lo que tocaban^ bajo la fe del confeccionador deActida
la lista.
con sus inseparables Augusto, Madeira y Barcala; daban un par de vueltas por el saln central, todava desierto; chicoleaban un poco a las costureirias del andn de la izquierda, y, al comenzar el paseo, tomaban posiciones en las sillas del Hospicio para ver cmodamente girar la noria, que se iba apretando; apretando, conforme la tarde transcurra, hasta ocupar al final menos de un tercio del saln hacia la entrada del mismo. Los paseantes ms madrugadores eran las modistillas y dems gente artesana distinguida, a quienes la costumbre confinaba en el andn de ia izquierda. El central oa la Aapieda
Gerardo temprano
saln estaba reservadoPpor iguales razones consuetu-
ningn artesano hubirase atrevido a pasear por l, de igual modo que tampoco los artesanos del andn de la derecha, criadas, horneros, zadinarias, al seoro, y
pateros, etc., se hubiesen permitido profanar
con su
planta plebeya el de la izquierda, reservado a la aristocracia de ia clase popular, y teme usted estacia
democra-
por
el
rabo.
En cambio
disfrutaban el placer de pa-
que te bailars, sudando a chorros y levantando con sus pies descalzos espesas nubes de polsarse la tarde baila
vo desde que
la
banda rompa con
el
Manle, sinin-
perdonar tocata, Preludio y escena de Lohengrinclusive.
Las costureirias
dd andn
de
la
izquierda protestaclases,
ban COH rabia contra esta separacin deles
permita lucir su garbo junto a las seorita'? quela
que no mo-
nopotizabafl
atencin y las personas de los estuiafl-
tes {ntureros,
como
si
eHas no tuviesen tanto aqaei
eotno
ia itts
pintada de las ptuadas del sala.
LA OAIA DE
I4A
TROTA
IM
Y, prive Dios!, que era irritante esta injusticia, porque,
por
las
caras bonitas, los ojos parloteros, las bocas piy,
carescasTvis
sobre todo, por
la
gracia nica de las artesa-
santiaguesas para llevar garbosamente las largas y if osa" fiantillas de terciopelo, sujetas por el centro al
moo
y cruzadas por delante del cuerpo zaragatero haslos pies los flecos
ta casi tocarles
que
las
rematan,
las
rapazas de
la
izquierda
salve, costureiria, ilusin y
alegra juvenil!
eran dignas delas
sima reina de
la
alternar con la mismhermosura sentada en su trono.
Endelel
el
saln,
mamas
posesionbanse, apenas
llegaban, de los bancos de piedra, o de las sillas de enea
Hospicio a dos cuartos
la pieza,
segn
la
categora,
bolsillo y el
las nias,
credo econmico de cada cual, mientras reunidas en grupos, flanqueados luego por
unos estudiantes, daban.'^incansables, vueltas y msvueltas a la noria, parlanchnas y coqueluelas, bajo lavigilantenitoras,
mirada de sus respetables y respetadas progedeca nuestro elocuente, respetable y casi
como
don Ventura Lozano y Portilla, ex juez de rdenes y a las de usted, que tambin voltejeaba por all lentamente en compaa de otros graves y enchisterespetado amigo
rados seores.llegaba la de Castro con sus ainide Lozano. Roquer y Casimiro las saludaban ceremoniosamente, levantbanse luego y paseainedia tardeguitas, las nias
A
ban en sentido contrario hasta encontrarlas e incorporarseal
grupo.el
Mil veces intent
madrileo entablar conversacin
mas la galleguita, burlando con femenil habilidad, y coquetera las maniobras del )oven, quedbase siempre en medio de sus araigaS; aparte'^con la de Castro;
100
A.
FMBg LTWta
cuando caa al lado de Gerardo, daba la cstia}i^ui de que iba muy metida en conversacin con el poloopuesto.
Por muchoto el
estudiante
que usted haga decale entonces yo he de poder con usted. Y otras
b^
veces,vale,ta
jactancioso:
Disimule,
disimule
porque yo s queeste
est usted
pero no le ,
medio saber, el buscar recomendaciopor todas partes para mitigar el rigor deencontrar en todaslas iglesias
los profesores, y el
de
la
ciudad,
procurando, confusos,
recatarse,
estudiantes
arrodiJ.lados, que, perdida la fe en s propios,
demanda-
ban con apremio un milagro de todaEllas tambin,las
la
corte celestial.
novias de los cuitados, rezaban
aquellos das sin descanso. Las benditas bocas, tres veces benditas
por
bellas,
por puras y por buenas, cmole
animaban
a los decados!
No
pases miedo, vidia; ya tete
hice una novena
saque con bien de las manos R de ese Milhomes tan malo, y he empezado otra a San Antonio para que te apruebe Troncoso. Y ms le he pe^
Santa Rita para que
tA OASA Vm tA TROTA(fido a mi to, que sabes que es tan bueno, que frabit por ti a esa fiera de don Adolfo. Le he dicho que eres primo de una amiga ma y se ha redo mucho. Adems, he ofrecido eA Apstol, que si sales bien, he de ayunar tres das al traspaso.
Tres das a pan y agua...! jParala
qat luego, cuando acabessatiaguesia...!
carrera^ te olvides
de
ttt
Nunca
se haba visto tan serios a aquellos rapaces
que paseaban inquietos y temerosos por los claustros de la Universidad espiando a que sonase su hora. Por acuerdo tcito, establecido desde algunos aos antes, nadie entraba a jjreserctar los exmenes. All cada cual y sus cuentas con los profesores. Cuando sala un estudiante de examinarse, todava sofocado, pero sonriente
y satisfecho, como quien acaba de salvar cercbanle los dems, afanosos.
un mal paso^
Qu te ha tocado? Preguntan mucho?
Aprietan?Te handejado decir todaslas lecciones?
Qu
te dijeron?
T qu has dicho?Despus, mientrasel
Tribunal deliberabs,al
la
inquie-
tud y nerviosidad de aquella gente llegaban
mximum.
Cunto tardan
I
Me
huele mal.
A
escabeche.no. Estarn
No, homlae,gaeros
murmurando de
los
com-
O contandoEsoes,
cuentos verdes.
y a nosotros que nos parta un rayo.
Can sA
t que no haya escabechina...
192
A.
PBBZ
hVQttI
La
habr. Ese Milhomes lo que tiene de pequeo lo
tiene de malo.
Al n, sonaba all dentro una campanilla. Ribedel,
"s, el
ms penetrado que nunca de la importancia de su
misin, entraba sin apresuramiento en d aula, despus de dejar en uno de los salientes de la puerta la colilla, su eterna colilla, que estaba fumando. Aglomerbanse antela ctedra, bulliciosos
e impacientes, los escolares.
De
pronto callaban y abran paso respetuosos. Sala grave,enigmtico,cio.el
Tribunal.
Luego era an mayor
el silenla
Apareca Rivas con un fajo de papeletas enla colilla,
mano;
requera
dbale un par de chupadas, cerraba
la puerta. iJess,
qu hombre ms calmoso!de Tal?
Al cabo,
comenzaba
a entregar las notas dobladas.
Don Fulano Vengaldo de dos osuerte de aqul la
El estudiante separbase presuroso del grupo, seguitres rapaces
que queran deducir por
la
que
les estaba reservada.
lA ver, a veri Dejadme! decaemodnEnla papeleta,
el
otro
.
Desdoblaba con
cierta
y
al
ver la nota daba una cabriola.
Sobresaliente! Viva Milhomes!general, todos
quedaban
satisfechos del reparto.
Los suspensos eran fruta muy escasa en aquel huerto. k) sumo dos, tres, por grupo. Nada.
A
Aquel ao correspondi uno a la casa de la Troya. Tocle esta china a Pitouto. Una indignidad, una injusticia. Y para eso habase pasado estudiando la asignatura dos das antes y parte de sus noches! tu viste qu injusticia, Casimiro? El to ese,
que
la
ha tomado coamigo!
Fraile
exclaustrado haba
'
LA
UAtlA
DB LA TROfA
193
se me puso a hacer preguntas de otra con mala intencin? Me quiso cazar hablndome de las Novelas de un tal Justiniano!... Y t, qu le dijiste? Yo le dije, para que viese que a m no me la daba,
de
ser!...
Y no
asignatura,
que eso de las novelas es cosa de literatura. S que liiciste un gran examen. Y no contestaste ms? Contestar... contest poco; pero y eso qu? Ahtienes ael libro
Manolo Casas, que
ni tan siquiera
ha comprado
de texto y ha llevado notable. Ay, pero Casas te ha sido ms listo que t, y le ha estado diciendo al Padre Osebe pestes de Salmern lo
menos una semana. Pues, de aqulla, bien pudisteis avisar y le hubiera yo dicho un mes de herejas de Montero Ros. Todos nuestros amigos fueron doblando con buenafortuna sus cabos de las Tormentas. Barcala haba obtenido dos sobresalientes y
un
notable;el
Augusto Ar'
mero, viceversa; Madeira consiguilente
primer sobresa-
de su vida y estaba loco.
No
tena otra conversa-
examen y exhibra la nota a todo el que quera verla. Y al que no quera, tambin. Al seor Roquer y Paz, don Gerardo, le vena estrecho elcin.
Le colocaba
el
pellejo para su gozo.
un aprobado. Quiroga, Boullosa,vo ysin costas.
Tena en su haber dos notables y Nietio, Samoeiro,sal-
Flama, todos los troyanos, en n, hallbanse casi a
Pero, a la hora de la tarde de este jueves en que los encontramos en la Universidad, estaban pasando urf*'*^ rato amargusimo, cruel. Examinbansf; de Mercantil, \iasignatura de
don Servando. Don Servando
era
un
bue-'^*^
u
194
A.
PBBBZ
hVtSilM
nazo que nunca suspenda... pero cuando se
le
suble-
vaba
la
sangre, proclamaba la ley marcial y haca cada
escabechina que dejaba sin folgos a sus infelices
alumnos. En su larga vida universitaria haba ocurridotan slo
dos o
tres veces;
pero esto no era empeciente,los aos llegaranal terrible trance.
que
dira
don Ventura, para que todos
sus discpulos temblando
En
esta ocasin el cariz del
tiempo era horroroso. El
pintoresco profesor, que nunca prestaba mayor atencin a lo que decan los examinandos, complacindose
en ponerlos en apuro con preguntas chuscas, que antes daban nimos que los quitaban, permaneca ahora mudo como una estatua. Y no era lo peor que callase, sino que le daba por atender y escribir segn iban hablandolos estudiantes.
Qu
crees t que escribir?
Nada bueno. Figrate!El caso era
don Servandolante.
que a cada rapaz que entraba en el aula, escriba algo en un papel que tena deal
Hable usted ordenabaojillos burlones.
alumno, fijando en
l
sus
Comenzaba
el
otro a recitar sus bolas entre sudo-
res y angustias bajo el peso
de aquella mirada azorante.el
De repente, don Servando {Una taita! Dios mo!ble haciendo
trazaba una raya en
papel,
y luego continuaba impasiel
marchar
la
pluma conforme
msero
alumno iba hablando.
|Otraplacable.
falta!
Y otra! Y otral Qu hombre! Es im-
Y la lengua pegbase al paladar, y las palabras salan confusas, desordenadas, incoherentes.
LA 0ASA OB LA TSOTA
No
tiene usted
ms que decirP^-preguntabaqueel
el ca-
tedrtico despus de dejar
callado un ratito. (Veinteretirarse.
examinando estuviese aos y un da!) Puede usteddel infeliz viendo a la
Que entre otro. Y aumentaba el terror
mano
asesina de
don Servando hacer de una vez
otro trazo
enrgico y muy largo. jMuerto soyl
Pero qu rayos escribir? Mala centella me coma si node muerte!
es nuestra sentencia
Se examinexaminadores.
el
ltimo estudiante de
aquella largalos
tanda. Cerrse la puerta del aula y
quedaron solos
Quel
notas ponemos,
don Servando? interroga
secretario del tribunal, disponindoselas
estampar
segn costumbre,dela
calificaciones
que
el
catedrtico
asignatura dictase.el
Las que ustedes quieran respondi Hombre, no; las que usted diga.
humorista.
Pues todosO todos
sobresaliente. Servando!...
Je, jel
Caramba, don
llor al despedirse de su dama, y quitndose el imperdible que llevaba puesto, se lo coloc ella misma asu amiga. Despus, ni un solo ao les haba faltado carta
de los Reyes por Pascuas y
los das
de San
Ramn
UL GASA DB LA TBOASan Laureano. Siempre traan de postdata unas lneaslas
y
cariosas del nvenerla a usted. Conce
2B8
A.
vmtam Lueln
u usted algo a
la
buena
fe,
a
la
hombra dele
bien...
Noo
perdamos
el
tiempo, Carmina.
Yo
suplico una confeliz
testacin categrica.
Quiero separarme de aqu
desgraciado. S o no? Contsteme usted, por Dios! "" Cuando usted vuelva.
Qu
quiere usted decir con eso?espero.
Quecreer.
Que
espera usted?... Luego yo puedo creer, debo
Usted debe consultar con su corazn... Ay, Carmina! Nos estamos perdiendo en unas metafsicas!...,
como
dira Madeira... Abajo la metafsica!...
Dgame
usted ms.
Qu mslencio.
quiere usted?... Espero.elsi-
Callaron los dos, emocionados. Ella rompi
Vayasemento
usted, Gerardo.
Pap volver de un mo-
a otro del Casino. Vayase.
As? Sin otra palabra de despedida?Gerardo!,.. No me pida usted ms! Qu le he de decir? con trmolos en la voz. Que le deseo a usted
muchas felicidades.Feliz!
Ya
sabe usted
cmo puedo
serlo, y, puesto
que en su mano
lo tiene, si es sincero su deseo, conc-
dame la felicidadl Vuelva usted, Gerardo.
Usledmanda?...
lo desea?
Usted lo quiere? Usted
me
lo
Adis,
Vuelva usted. Volverl Volver! Volver!adis, Gerardo! Vayase; va a llegar pap.ia vuelta!
lAdi^.. Hasta
liA
0A8A DB LA TROTA
S;
hasta la vuelta.el
Mi corazn aqusuyo. Adis!all
se queda.
Ven-
dr a pedirle a usteddespacio, conla
Trabajosamente separse deneci un
y ech andar
muy
cara vuelta haciael
momento en
Carmina permabalcn jugueteando con unaella.al
rosa que se quit del pecho; salud con ellate; la
estudian-
oli, la bes?; la dej caer,
y cerr lentamente los
cristales y
luego
las
maderas,
as
que vio cmo' Gerardo
volva rpido sobre sus pasoSi coga la rosa y la besaba
apasionadamente.
XLo creeris? Sali de Santiago con pena.haba visto nostlgico tantas veces arrancar a!at.\,
que
Carrila-
m,
senta cierta tristeza al partir en la
enorme
diligencia
lamino de su Madrid. Despidise emocionado de aquellos buenos amigos, fce los leales camaradas que le haban hecho conocer la/erdadera amistad,
n sin que
el
la que nace de los impulsos del coraegosmo mezcle en ello sus miserias, y se
irometi guardrsela siempre firme y acendrada. Antes de subir al coche, pas por ltima vez porlalle
lael
de
la
Senra, a pretext de comprar cigarrillos en
istanco de doa Socorrito para l y Madeira que iba a lersu compaero de viaje hasta La Corua. Todo estaba cerrado en casa de don Laureano. Gerardo hubiese querido que una mano blanca saliera porentre las blancas cortinas y le despidiese flameando un pauelo, naturalmente blanco tambin; pero no ocurri as.
Cuando
lleg el
momento deCasimiro!
partir,
Gerardo y Barfuerte.
cala juntaron los pechos en
un abrazo
Siempre amigos,Y
Siempre, rapaz! Cobreie ley y vete ir con pena. Que escribas. Hasta Octubre eh? si puedo, antes. Augustio, adis! aqu otroabrazo apretado.
Ya
sabes...al
-iS! Descuida; te tendr
tanto de todo lo
que
--..-
LA CASA DI LA TROTA
IW
ocurra contest el servicial rapaz guiando expresivamente un ojo. S; no dejes de contrmelo todo. Marcelino, gran Marcelino, adis! Quiroguia, non te digo nada! Manolito, Casas, Bouilosa!... Que me escrib'is! Recuerdos a la Cibeles! Echa un baile por m en la Bombillal
Adis, Madeira! BuenTodala
viaje!
Adis, canalla! rugi Madeira alegremente, aso mando la cabeza por la ventanilla.tropale grit
a coro:el
Madeiria!, cundo subes enYle
globo?
cantaron aquello de:
Ay,Non
Pepino, adisl
|Ay, Pepino, adis!lAy, Pepifo, por Dioste vayas!...
Que meQudos enle
cuentes cosas deal
Madrid! encarg Au-
gusto a Gerardola Corte,
arrancar
el
coche.
iba a contar?
A
los
dos das de estancia en
tuvo que confesar que los meses transcurri-
la lbrega ciudad de piedra haban modificado grandemente sus ideas y sentimientos y servdole para contrastar el valor de personas y cosas a quienes antes se lo conceda muy subido. Apenas le dej libre su padre, corri a saludar a sus antiguos amigos, que le brindaron el primer desengao recibindole sin los extremos de alegra que l esperaba. Gerardo los descubri entonces
fros, insustanciales
en tauromaquia, muy
y sin fondo. Gente mu^ entendida al tanto de todos los enredos co-
miqueriJes y de otras clases, pero estancados ah, sin ia-
Jt2
A. P1RB7 I.UQlN
teres
porel
lo
que no fueralas ilusiones y
eso,
como
si
no estuviesen
en
la
edad de
de los grandes proyectos
para
porvenir.
Muy
chistosos,
muy
divertidos para
una juerga o para muchas juergas, pero incapaces de sentir la amistad, de dar el corazn y de sacrificarse por un amigo como aquellos rapaces de Santiago. Si hastase burlaronner!
de las notas que tanto trabajo le cost obteHubiramos visto las que ellos obtenan en sudelas actrices,
caso!Visit los cuartos
sus amigas, donde
tambin esperaba ser recibido con alegra, y slo encontr indiferencia. Unas le haban olvidado; otras no recor-
daban su nombre;ausencia, y las
las
ms
ni se
dieron cuenta de sulo
menos
frgiles
de memoria se permitieron
burlarse de
l,
de Galicia y
esto fu
que ms
le
mo-
lestde
las gallegas.
Y eran
stas las gentes
por quienes haba suspirado
tantos desesperados das en Santiago?
Ello no obstante, procur divertirse cuanto pudo, aprovechando la suelta que le dio su padre. Vocifer en los toros; en un estreno desgraciado en el Prncipe Alfonso dijo en voz alta dos o tres chistes, que tuvieron ms xito que la zarzuelita que se iba al foso; cen con amigos y amigas en la Bombilla y hasta tuvo una aventura de cinco o seis das con la Diguez, del teatro de Apolo, una muequita que, bajo unas embusteras apariencias de delicadeza y fragilidad, ocultaba una mujer grosera, mal hablada, mal pensada, y peor sentida, lo que no le impeda, o acaso lo que le haca ser una de las cmicas ms deseadas de Madrid... V, a pesar de todo, nuestro amigo se dijo ms de una vez que se diverta ahora menos que en Santiago cuando sala por las no-
L.
oAn& OB
1UA.
nnrrA
213
ches a correr la tuna con los troyanos, para acabar huyendo desaforados delante de los vUlciis. Acaso, con aquel su natural vehemente, propenso siempre a colocarse en los extremos, Augusto exa^^e-
raba un poco y an varios pocos, por aquella lgica inclinacin de los enamorados ausentes a embellecer eiel el
recuerdo
el
fondo y
las figuras del
cuadro en que vivees el
ser querido. El lugar
donde mora
ms
bello de
y de los astros habitados; el cielo que lo cubre ha sido construido de encargo con las eslrellitas ms linla tierra
das y los azules ms bonitos; los habitantes de este alczar de delicias son encantadores, cordiales yfieos y justos
ms
ben-"
que
si
los
hubiesen construido a su deseo
los constitucionales del doce; los comestibles, los
ms
delicados y exquisitos de toda Espaa, parecer muy lgico en quien se alimenta de miradas dulces y suspiritostiernos, y hasta esos potros
designan fantsticamente con
que en fondas y posadas se el nombre de camas, unos
prodigios de comodidad y limpieza.
traerse
Podan los veintitrs anos de nuestro Gerardo susdecorosamente a esta ley general que rige la me-
cnica de los corazones enamorados?
De vez en cuando, reciba carta de sus amigos y con ms frecuencia de Augusto. Unas epstolas ingenuas eincoherentes, por aquella picara volubilidad del ardilles-
co muchacho, llenas de naderas que Roquerpre con grandsimo inters, empezando por
leael
siem-
prrafo
aquel. Las personas de nuestra predileccin continanel Faramello sin novedad en su importante salud. En el baile del Apstol, muy animado por citj to, jo hubo nadie que te intt'resase. Ya ves que te guardan la
en
Hienda.
214
. pBBz LuaMda, al sentarse a
Un
hijo que, solucionados los asuntos
comer, notific don Juan a sa que en Madrid le re-
tenan, necesitaba volver a Pars aquella
misma semana.inquieto,al
Qumuchacho.ta
piensas t
hacer?
pregunt,las
Precisamente
el
rapaz recibiera esta
maana una
car-
de Augusto, que fu para
encendidas ansias de
Gerardo como si a un hambriento le obsequiasen con un aperitivo. Ah era nada! Augusto escribale desde La Corua, adonde acababa de llegar, dispuesto a pasarse todo el mes de Agosto en la ciudad sonrisa, el pueblo ms bello del mundo... despus de Madrid, naturalmente. Con quin dirs que he hecho el viaje? Envidame, desdichado! Nada menos que con mi lustre convecino y respetable amigo don Laureano de Castro y subellsima, gentilsima y archirresim patiqusima hija. Es-
taba de pistn, chico. Pich canela!,diablillos
como
dicen estos
de modistillas coruesas.
otra vez,
encima demar.
lo
lamos
la
Nole
te
enamoras Durante el viaje charnombrbamos porque estaba en laSi la ves te
que
ests.
berlina
don Laureano, peroocurrial
te
andbamos alrededor.
A1 cabo secer por ael
seor de Castro dejarse ven-
Carmen queesta
sueo y pudimos hablar libremente. Le cont t te aburres en Madrid y Carmina se riel
aparentando incredulidad, pero, en
fondo, complacida.
mala costumbre que tengo de ir con la cartera y los bolsillos Henos de papeles, yo llevaba encima tus dos ltimas cartas. No sabes el buen servicio que te hicieron: Primero le ense aquello de que ests,desasosegado y triste, como si te faltase algo; despus le mostr el comienzo de aquel prrafo tan potico en que hablas dePorda con tantofuc^go.
Se hizo
la
desentendida... pero ac-
LA CASA DB LA TKOTA
3t5
b por alargar le ofreca o noepstola.
la
mano, cuandoy,
yo,
bromeando, hicese apoder de
si
le ofreca la carta,
ella,la
ley ese prrafo
luego,
muy
curiosa y atenta, todala
Yla
lo
mismo
hizo con
otra,
que cogi enla ofreciese.
cuanto se
ense, sin esperar a que se
Y
torn a leerlas.
T
vers.
Cuando concluyLuego menable, dijo
porgos.
lo
la lectura se qued pensativa. que t eres un hombre muy impresiomuy vehemente y exagerado en tus cosas, y que, mismOj se te han de apagar muy pronto los fue-
Yoel
bien
le
entend que con ello
me
preguntaba
si
efectivamente eres o no de ese
dondo
aserto.
Entonces se
modo, y negu en repuso seria y, hacindose la
indiferente a ratos, y a ratos sin ocultar su inters,
melas
pidi noticias y noticias de tu persona.
No
se
cansaba
de preguntar, unas veces por este sistema gallego deafirmaciones y otras haciendo francamentecin.la
interroga-
Excuso decirte cules fueron mis informes, haTe pondr minuta de mis honorarios de abogado. >Una de las cosas que ms le interesaron fu saber si la aventura amorosa que determin tu destierro a Santiago haba concluido, No habr vuelto a reanudarse ahora? me pregunt inquieta. Yo la tranquilic. Por la noche nos encontramos en el Relleno, que estaba despampanante de mujero. Qu coruesas, Gerardino...! La acompa un rato. Iba con unas amigas. Al despedirnos le dije que te iba a escribir. No le cuen*r nada de lo que hemos hablado, me encarg con mucha incindote completa justicia.sistencia.
Yo
se lo ofrec.
Ya
ves qu bien lo cumplo,
Hoy
se fueron a su Pazo, en las Marinas, a tres o
cuatro horas de aau.,.>
2S6
A.
vtxBz hvatamaba!; he aqu
iBta se interesaba porie sus labios gros dela
l;
ella le
la
prueba. Sinti viva, imperiosa, irresistible ansia de oir
anhelada confesin.
Y
por eso, cuandol
don Juan, con grandes deseos dela corte, le
sustraerle a los peli-
pregunt por sus planes,
respon-
di prestamente:
-Yo,mites,
si
t
no
tienes otro pensamiento, y
me
lo per-
me
vuelvo a Galicia.la detallada y vida y hechos de su seor hijo en
He
aqu por qu despus de haber puesto a su padre
en autos de lo que ya tena noticia porpuntual relacin dee'ita
la
noble y hosjjitalaria ciudad de Santiago, que oportunamente le remiti su leal amigo y rendido servidor
don Ventura Lozano y Portilla, ex juez de rdenes, el seor Roquer y Paz, don Gerardo, se encontraba a aquella hora matutina de un esplndido da de los primeros de Agosto, caballero en una vigorosa jaca de la tierra, que adquiri de un chaln corus, extraviado en unadelas fantsticas
corredoiras marianas en
demanda
del
Pazo de
cuyo nombre y situacin exacta ignoraba, aunque tenia la seguridad de encontrarlo pronla felicidad,
tamente.l
En buscarlo
as,
a la ventura, hallaba el madri-
o una picante y grata sensacin, y, aun teniendo tantos deseos de dar vista a sus muros^ caminaba en cuito modo sin prisa, como un exquisito que retarda el momento supremo del placer que tiene seguro. Sin otras noticias de la situacin del Pazo que las vagas que Augusto le diera de hallarse en las inmediaciones de la deliciosa ra de Sada, y las contradictorias que reciba de los paisanos de quienes tomaba lenguas, haca Ovrardo contento y asombrado su peregrinacia, coBc.
caballejo para llegar
Y como en
Galicia se est en seguida en alguna parte,
no tard nuestro rapaz en hallarse en una carretera y en topari 'a los pocos pasos, una casa con el simblico ramo de laurel colgado a la puerta, en desmontar all, atar el caballo a una de las argtllas de hierro, que paratal
servicio haba en la fachada, y entrarse en la taberna
preguntando;
Xkiec
alfJi.'
qw: dar de comer
a
un tiambrieuto?
LA CASA DH LA TROYA
219
Habr,quesali
seor.
de una habitacin interiorsi
hay; pero
Y luego? contest una mujerona Cosas finas no le quiere queso fresco, que hoy mismamente
.
trujronme de Betanzos, chourizos, sardinas fresquifiasde Sada y ms jamn, hayle de todo esto. Ni en casa de Lhardy! Vaya por el jamn,cado,el
el
pes-
queso y una
tortilla
de chorizos que
me
va usel
ed a servir en seguidita, en seguidita. Pero que poraire.
De
aquella, seica trae
mucha hambre?y
Una barbaridad. O dos barbaridades. Madrugaramucho, y despus andara mucho,loclaro...
Mire, maestra: pory
que
sea,
no
me
pregunte ms
arrgleme eso volando.
gre.
Voy,"*^ seor. Ya se ve que es joven. Frvelle a san Cunto jamn le pongo? Mujer, lo que sea.
Ay, yo perjntolle porque poda querer msda
y po-
querer menos. ms. Nole
Ms,
digo que traigo
mucha hambre?irresistiblemente
Luegoque llevaba
mucho anduvoel
insisti
curiosa la tabernera.
Andaragordo dediante aca
caballo,
mujer rectific una comadre,comprando un canel
all
su buena media hora
aceite.le
Mientrasla
servan
el
almuerzo, interrog
estu-
tabernera sobre lo que le interesaba. Cono-
por aquellos contornos a un seor de Santisjo queall
se
llamaba don Laureano Castro, y tena por pa/?
un
O
-Coaozc:), seor, conozco; y luego, no
le
he de co-
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A.
ptasB vxns
noca? A don Laureano y ms a la seorita Carmen. Unos seores, non despreciando a nadia, como no lehay oros. Ellaelta,
le es
los pobr(;s... ;Ay, aqu
guapa de veras y tan amable con puede preguntar por ellos a todoquieren bien. Viven ah cerquiel
mundo, que todosenel
los
Ouleiro;
la
casa dcenleel
Pazo de Castro.la
Caysele a Gerardo
tenedor que iba camino de
boca con una apetitosa tajada de faneca, y perdi de repente el apetito con que comenz a despachar el almuerzo.
De modo que est cercaS, seor;
el
Pazo de Castro?
muy
cerca.
Una
carrciria de
un can.
No
hace
falta decirlo,
verdad? Gerardo se levantseor? Tanta hambre
sbito y se dispuso a
salir.
Pero no concluye de comer, como l traa!
Ya
he comido bastante.ocurrisele quelala
Mas entoncescomiendo enel
hora poda ser
in-
oportuna. Su reloj marcaba
una y media,
listaran
Pazo. Por fuerza deba esperar hasta
ms
tarde; las cinco yla
media o
las seis,
que era
la
hora
dispuesta por
etiqueta para hacer la visita que desea-
y, convencido pens en acomodarse. Dgame pregunt a la tabernera \ny por aqu cerca alguna casa decente y limpia donde pueda hospr
ba. Resolvi, p