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Editorial Liberación LEON TROTSKI LA “REVOLUCION” PERMANENTEMENTE DERROTADA Cuadernos de “Liberación” No. 6 Trotski, el trotskismo y los trotskistas

La Revolución Permanentemente Derrotada

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La "revolucion" permanentemente derrotada. Trostki, trotskismo y los trorskistasTexto del Partido Comunista de Bolivia Marxista-Leninista-Maoista

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Editorial Liberación

LEON TROTSKILA “REVOLUCION”

PERMANENTEMENTE DERROTADA

Cuadernos de “Liberación” No. 6

Trotski, el trotskismo y los trotskistas

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Cuaderno de Liberación Nº 6

1. INTRODUCCIÓN2. BREVES NOTAS BIOGRÁFICAS3. EL SIONISMO INTERNACIONAL Y TROTSKI4. LA CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DE TROTSKI5. EL ARISTOCRATISMO Y COSMOPOLITISMO DE TROTSKI6. LOS ORÍGENES ANTI-BOLCHEVIQUES DE TROTSKI7. TROTSKI DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE8. LA CONCEPCION INSTRUMENTALISTA DEL ESTADO EN TROTSKI9. EL EURO-CENTRISMO DE TROTSKI10. EL ANTI-CAMPESINISMO DE TROTSKI11. EL ANTI-LENINISMO DE TROTSKI12. SU CONCEPCIÓN MILITARISTA13. LA CUESTIÓN CHINA EN TROTSKI14. LA CUESTIÓN ALEMANA EN TROTSKI15. LA VERBORREA TROTSKISTA16. SU CONFRONTACION CON STALIN17. EL FRACCIONALISMO TROTSKISTA18. EL CARÁCTER DEL TROTSKISMO19. BIBLIOGRAFÍA

INDICE

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1. INTRODUCCION

Los revolucionarios del mundo han desenmascarado casi completamente al revisionismo internacional que, después de su estrepitosa caída, pretende levantar nuevamente la cabeza.

Sin embargo, la corriente trotskista que en el pasado hizo tanto daño a la revolución mundial, más allá de ser actualmente un movimiento completamente marginal e insignificante casi en todo el mundo, pervive larvariamente en algunos países como el nuestro por la presencia de un verdadero dinosaurio de la política, el Sr. Guillermo Lora, dirigente máximo del Partido Obrero Revolucionario (POR).

Pensamos que es necesario, de una vez por todas, mostrar con toda claridad quién fue León Trotski (Lev Davidóvich Bronstein), cuál fue su formación y cuál su desarrollo teórico; cuál el papel real que jugó en la Revolución de Octubre. Conviene aclarar y desmentir, con toda precisión su pretendido «bolchevismo» y su pretendido «leninismo», su inocultable enemistad y desprecio con respecto a los campesinos, su incurable cosmopolitismo, su admiración lacayuna a «Occidente» y sobre todo a Euro-pa, la falacia que supone presentarlo como un “especialista” en temas militares y agrario-campesinos, en fin, todas y cada una de las facetas de Trotski como pensador y como «revolucionario».

Trotski y sobre todo los trotskistas intentan, por todos los medios, presentarnos una línea de pensa-miento y acción revolucionarias que comenzando en Marx, pasa por Lenin y concluye en Trotski y por ello han inventado el mamarracho teórico del «marx-leninismo trotskista».

Naturalmente la relación Marx y Lenin está plenamente probada, tanto por los propios escritos de Le-nin que reconocen explícitamente que Marx fue su maestro y que de lo que se trata es de desarrollar su pensamiento.

En cambio, la relación Lenin-Trotski, no puede ser más conflictiva en todos los terrenos y resulta siendo toda una falacia, una falsificación sin nombre y una verdadera impostura pretender fundar una sucesión teórica Lenin-Trotski. Los propios escritos de Trotski nos lo muestran como un verdadero adversario y rival, bastante enconado y resentido por cierto, que no soporta la grandeza de Lenin y quiere sacarlo de en medio a toda costa. Esta no es pues, ni de lejos, una relación leninista-trotskista.Sin embargo, no se trata de afirmar una u otra cosa. En el texto que sigue probaremos ampliamente este punto de vista: Trotski no fue nunca leninista menos marxista, Trotski fue parvusiano y finalmente siempre trotskista.

2. BREVES NOTAS BIOGRAFICAS

Lev Davidovich Bronstein (Trotski), nació en noviembre de 1879 en la aldea de Ianovka (Ukrania). Su padre era un agricultor, tacaño y emprendedor. Explotaba brutalmente a los obreros agrícolas asala-riados que llegaban al Sur de Rusia en busca de sustento. “La familia Bronstein fue acumulando su capital con el sudor, las lágrimas y la salud de la gente del pueblo”. (1). Los Bronstein conocieron las jornadas que comienzan con el alba y terminan en la noche, y como informa Isaac Deutscher, “ni la pradera soleada de los privilegiados ni el infierno adusto, hecho de hambre, violencia y humillación, que es la infancia para los más”, caracterizó la primera infancia de Lev Davidovich. (2)

Desde su infancia Lev Davidovich reveló su carácter, rebelándose contra las injusticias que abundaban en el pueblo, lo cual lo enfrentaba con su padre. Al cumplir 10 años le enviaron a Odesa para estudiar la secundaria.

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Después, según relata Deutscher, se sintió atraído por la posición populista, en cambio «el marxismo le parecía estrecho y seco como el polvo: un insulto a la dignidad del hombre....(una) doctrina para tenderos y mercachifles». Por ese tiempo provocó a la que sería su primera esposa Sokolovska expre-sando a viva voz, «¡Malditos sean los marxistas y cuantos desean introducir la aridez y la dureza en todas las relaciones de la vida!...»

Deutscher insiste y asevera que Bronstein:

«Escribió un artículo polémico contra el marxismo con la “mar de citas, epigramas y mucho veneno” y en el que “la abundancia de ideas no era muy grande”…» (3). (Negrillas nuestras)

Según V. I. Nevski en su obra citada Troski, decía:

«Me consideraba adversario de Marx, aun cuando no había leído sus libros» (4)

Sería muy bueno recordar estas palabras de Trotski a los trotskistas y admiradores del personaje. A los 19 años, participó en la fundación de la Unión Obrera del sur de Rusia. Trotski pasó una veintena de meses en diversas prisiones debido a sus actividades revolucionarias. Los años de deportación y prisión fueron años dedicados al estudio mediante el cual fue formando su personalidad.

El primer seudónimo que adoptó fue el de “Antíd-Oto”, con el cual firmaba sus artículos para la revista liberal de Irkoutsk: “El Observador de Oriente”. Después adopta el nombre de un carcelero suyo “Trots-ki” que deriva de la palabra Trotz que significa obstinación, resistencia.

En 1902, Trotski, llama a las puertas de Lenin en Londres, quién tras su exilio en Siberia se había ins-talado en la capital inglesa y así comenzaría una relación muy conflictiva desde el inicio que siempre trató de ser ocultada por sus epígonos, pretendiendo una relación solidaria y camaraderil que nunca existió, dada la personalidad autosuficiente, ególatra, altanera y aristocratizante de Trotski.

En 1904, Trotski, desarrolló sus tesis sobre la «Revolución Permanente», que había heredado de Par-vus (Guelfand o Huelfand, Alexandr Lazarevich) a quién había conocido en Munich y que después se constituiría en un mercader de armamentos y renegado del socialismo.

En octubre de 1905, es elegido Trotski presidente del Soviet de San Petersburgo, sustituyendo a Jruistalov-Nostar, el presidente titular. En 1907, cuando era transportado de una prisión a otra huye y se radica en el extranjero.

Los aspectos de su vida política a partir de la Primera Revolución Rusa, serán abordados ya en el curso de la siguiente exposición, de modo que dejamos acá su biografía.

León Trotski murió asesinado en 1940, durante su último exilio en México, a manos de uno de sus discípulos Jacques Mornard (Ramón Mercader, su nombre verdadero) y desde entonces el trotskismo no ha hecho sino acusar a Stalin del asesinato de Trotski. Jamás Mornard admitió haber sido agente de la URSS, de modo que la responsabilidad del asesinato es personal y no puede ser endilgada di-rectamente a Stalin.

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3. EL SIONISMO INTERNACIONAL Y TROTSKI

Abordaremos a continuación un problema rara vez tratado y más bien escondido meticulosamente por los trotskistas de todas las tendencias existentes para ocultar la infame confabulación del sionismo internacional a través de la banca sionista de utilizar a Trotski en un intento de controlar la gran Revolu-ción de Octubre. Se trata pues de las estrechas relaciones políticas y económicas que estableció León Trotski (Lev Bronstein) con los centros mundiales del sionismo antes de su vuelta a Rusia del exilio en Canadá durante el gobierno provisional y transitorio de Kerenski que sustituyó al régimen zarista en febrero de 1917.

El texto de Henry Ford que a continuación comentamos nos suministra los siguientes conceptos que no son, ni mucho menos desdeñables desde el punto de vista político.

«“Idealismo y resentimiento hebreos” no van dirigidos contra el capitalismo, sino que, por el contrario, éste se puso el servicio de aquellos. La única forma de Estado, contra la cual se dirigen, la representa todo orden nacional no-judío, y el único capital atacado es el de los no-judíos……»

Este párrafo que cita Henry Ford es una introducción a la relación que establece de los estrechos nexos políticos y económicos de León Trotski con el sionismo internacional. Transcribimos la siguiente carta:

«Estocolmo, 21 de Septiembre de 1917.Señor Rafael Scholan (o Schaumann)Apreciable camarada: La casa bancaria de M. Warburg, a raíz de un telegrama del presidente del “Sin-dicato Rhenano-westfaliano” abrió cuenta corriente para la empresa del camarada Trotsky. Un letrado, probablemente el señor Kestroff, recibió municiones, cuyo transporte organizó junto con el dinero para el camarada Trotsky, de acuerdo con sus deseos.Saludos fraternales. Furstenber »

Sigue Ford comentando estas relaciones de Trotsky:

«Un funcionario del Estado francés dejó constancia de que un solo banquero hebreo participó con dos millones, Cuando abandonó Trotsky los Estados Unidos para cumplir con el encargo recibido, fue libe-rado de la prisión de Halifax por el gobierno norteamericano, y de sobra sabemos quién representó al gobierno de Estados Unidos durante la guerra….»

Citando a Cohan en abril de 1919, el diario hebreo “El Comunista”, dice:

«Sin exageraciones puede decirse que la gran revolución social rusa fue consumada sólo por manos judías….. Podemos descansar --dicen los judíos--, tranquilos, mientras el alto comando del ejército rojo esté en manos del camarada Trotsky…» (5)

Podemos comentar que, como siempre lo suponíamos, Trotski no fue un verdadero líder bolchevi-que, ni siquiera un nacionalista ruso, pues sus verdaderas intenciones estaban dirigidas a dominar la Revolución de Octubre y ponerla al servicio del sionismo internacional que ya le había suministrado recursos económicos para sus campañas y sus planes no precisamente revolucionarios auténticos, sino profundamente reaccionarios en beneficio del judaísmo internacional. Henry Ford nos cita con-cretamente las sumas de dinero desembolsadas por los sionistas para Trostki desde su vuelta a Rusia desde los Estados Unidos.

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Los vínculos estrechos de Trotski con los centros y la banca sionista, explican la tozudez y el atrinche-ramiento de Trotski para conquistar el liderazgo absoluto de la Revolución Bolchevique, mucho más si muchos de los líderes de entonces (Kamenev, Zinoviev, Bujarin, etc.) eran también judíos y podían fácilmente caer bajo la influencia del líder sionista.

Hasta ahora no se ha investigado en profundidad la penetración del sionismo internacional en el pro-ceso de la Revolución Socialista de Octubre. Una de las explicaciones que podemos intentar es que la condición explotada y oprimida de los judíos en toda la Europa oriental fue confundida con los intereses de la banca y las finanzas internacionales sionistas. Es decir que el judío siempre perseguido fue pues lógicamente defendido por la revolución bolchevique, y se pensó que “todos” los judíos eran oprimidos sin tenerse en cuenta que los potentados sionistas judíos, sobre todo de los Estados Unidos, preten-dían obtener el control total del Estado nuevo como el que se pretendía fundar en Rusia de las manos y la dirección del judío sionista León Trotski.

Debe quedar completamente claro que el vínculo que se ha establecido y que ahora lo denunciamos aunque un poco tarde, procede de una fuente muy autorizada y no es invento alguno de los “estalinis-tas”.

Por otro lado, ahora nos explicamos con toda claridad, el por qué de la conducta política de todas las sectas trotskistas que son abiertamente pro-judías y pro-sionistas, al extremo de silenciar completa-mente, por ejemplo, la cuestión de la liberación e independencia de Palestina para beneficiar el interés político del llamado “Estado de Israel”, los elegidos de Dios y de Trotski.

4. LA CONCEPCION FILOSOFICA DE TROTSKI

4. 1. El Historicismo de Trotski

El Historicismo es una corriente de tipo filosófico que considera a la «Historia» como un verdadero sujeto. La Historia hegeliana, por ejemplo, es básicamente historicista, porque es el despliegue de la Idea Absoluta como el desarrollo del Espíritu Universal. Sabemos que según Hegel, la Idea Absoluta se despliega en la Lógica, la Filosofía de la Naturaleza y la filosofía del Espíritu Universal. El historicismo, pretende encontrar fines preconcebidos en la propia Historia, cuyo contenido y comprensión solamente podrían alcanzar las inteligencias superiores. Es importante diferenciar drásticamente el carácter his-tórico de la doctrina de Marx y el «historicismo» hegeliano.

Para Marx, la Historia es el tiempo, el tiempo es el lugar de la Historia, el decurso, el proceso de to-dos los fenómenos sociales y si bien podemos establecer y encontrar, justamente por el estudio y la observación, determinadas tendencias históricas que muchas veces han recibido el denominativo de «leyes históricas», estamos lejos en la teoría de Marx de considerar a la Historia como un sujeto con determinaciones propias.

El historicismo hegeliano, pretende encontrar una esencia en la Historia misma, un contenido, al mar-gen de los hombres, los grupos sociales o las instituciones. En este sentido podemos decir, con toda claridad que el marxismo es histórico pero no historicista.

En torno a lo que venimos afirmando y sosteniendo, leamos lo que dice Trotski:

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«Las ideas de la Revolución de Octubre no podían ser descubiertas a priori (sic) desde el ángulo es-trecho de Siberia, Moscú o Petrogrado mismo, había que ubicarse en las grandes confluencias de las rutas históricas mundiales. Sólo si se vinculaban los problemas de la revolución burguesa retrasada con las perspectivas del movimiento proletario mundial, era posible formular un programa de dictadura proletaria para Rusia. Se requería un puesto de observación más elevado, un horizonte que no fuese nacional, sino internacional, sin hablar de una formación teórica más seria que la de los denominados “prácticos rusos del Partido”....» (6)

Como se puede apreciar muy claramente, Trotski piensa que la esencia de la historia mundial, cons-tituye una sustancia etérea que vaga solamente en los grandes escenarios mundiales y ante todo en la cabeza de los “grandes pensadores” occidentales y que, buscarla en la perdida Siberia o en las modestas ciudades de Petrogrado o Moscú, resulta siendo una política provinciana.

Las ideas mismas de la Revolución Socialista no son producto --para Trotski-- de las condiciones con-cretas sociales y económicas, también políticas de la Rusia Zarista. Trotski ve a las masas populares rusas con un profundo desprecio, la propia Rusia, la madre Rusia de los narodniki, es para él nada más que un país campesino, atrasado y olvidado de las “grandes confluencias de las rutas históricas mundiales” que pasan pues por Berlín, París, Londres o Nueva York, lo demás son “majaderías” pa-rroquiales.

La concepción historicista de Trotski es muy clara en todos sus escritos, para él, el espíritu de la Historia, (cómo nos recuerdan a Hegel estos pensamientos idealistas e historicistas explicados por Trotski), habrá que encontrarlo en esas grandes confluencias mencionadas y ese espíritu universal, típicamente hegeliano que naturalmente, no se expresa para las almas sencillas, sino, evidentemente, a los grandes pensadores que, como él (Trostki), comprenden estos contenidos, esencias y sustancias de la Historia.

4. 2. La pereza humana como motor de la historia

Por otra parte en el problema propiamente filosófico tenemos sus juicios en torno a la «pereza huma-na». Hemos encontrado en las obras de Trotski, aquí mencionadas, algunas citas que realmente nos han sorprendido mucho y que se refieren al carácter que podría tener el hombre del Comunismo.

Sin embargo, no se trata solamente de una disquisición de carácter futurista, donde caven todas las especulaciones, sino de la consideración de algunas actitudes humanas como progresivas o retarda-tarias. En este sentido tenemos el problema de la pereza humana que contrasta ya con la concepción del hombre “marxiano” de los Manuscritos y mucho más con el hombre histórico del Marx maduro, así como el hombre de los «sábados comunistas» de Lenin, los «hombres de temple especial» de Stalin, los hombres de la revolución cultural china de Mao o finalmente el «hombre nuevo» del Che Guevara. Veamos:

Para el Marx de los «Manuscritos económico-filosóficos de 1844», la esencia humana estaba constituida sobre todo por el carácter libre del trabajo humano. (7).

Trotski, por el contrario, piensa que un fundamento de aquella esencia, es precisamente la “pereza” humana y por ello mismo, dice:

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«Toda la historia de la Humanidad es la historia de la organización y de la educación del hombre para el trabajo, con el fin de obtener una mayor productividad. El hombre como ya me he atrevido a decir, es UN PEREZOSO; es decir, se esfuerza instintivamente por obtener con el mínimo esfuerzo, el mayor número de productos. Sin esa tendencia humana, no habría progreso económico..... Siguiendo la regla general, el hombre procurará librarse. La asiduidad no es una virtud innata en él, se crea por la presión económica y mediante la educación del medio social. Puede afirmarse que el hombre es un animal bastante perezoso. En el fondo, en esta cualidad se ha apoyado principalmente el progreso humano. Si el hombre no hubiese tratado de ahorrar sus fuerzas, si no se hubiese esforzado por conseguir con el mínimo de energía el máximo de productos, no habría habido un desarrollo de la técnica ni de la cultura social. Considerada desde este punto de vista, la pereza del hombre, aparece como una fuerza progresiva. El viejo marxista italiano, Antonio Labriola, ha llegado a imaginar al hombre futuro como un “holgazán genial y feliz”...» (El subrayado es nuestro) (8)

No es que busquemos “con lupa” los grandes errores teóricos de Trotski, es que ellos aparecen a cada paso con una dimensión tan colosal que resulta imposible soslayarlos y dejar de comentarlos como se merecen.

En este caso, no podemos menos que sorprendernos por la coincidencia entre el pensamiento filosó-fico de Trotski y las máximas sociológicas y económicas de un Max Weber, por ejemplo. Cuando el sociólogo alemán nos explicaba que el éxito económico del modo capitalista de producción se debía al “espíritu protestante del capitalismo” y las innatas condiciones del hombre del capitalismo para los negocios, hacía referencia a aquella tesis suprema que se refiere a: “el mayor beneficio con el me-nor esfuerzo”.

Es ésta, precisamente la divisa de los banqueros, de los comerciantes, de los burgueses explotadores, de los especuladores y otras sanguijuelas del capitalismo que, siguiendo las máximas de Jeremías Bentham, logran sus grandes ganancias en base al trabajo ajeno y su control y administración. ¿Aca-so no sabemos que desde Marx, es imposible cualquier incremento de la riqueza sin la intervención del trabajo humano, que es precisamente el trabajo social humano el que permite la acumulación de capital del cual, precisamente, se apodera el burgués?

No, para Trotski, es la “pereza” (de algunos) y el trabajo de otros el que genera la riqueza y “los pro-ductos” y soñando como buen utópico en mundos de “genios holgazanes”, en los que se retrata per-fectamente él mismo, pretende dar vuelta total a la teoría de Marx.

En efecto, en su famoso escrito “Crítica al Programa de Gotha”, Marx escribe:

«En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavi-zadora de los individuos a la división del trabajo y con ella la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital, cuando con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas produc-tivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades!....» (9)

Para Trotski el hombre futuro será un holgazán, para Marx, en cambio, será un trabajador con una con-ciencia tal que el trabajo sea su primera necesidad vital, ejercitándolo, libre, voluntariamente, no para beneficio propio sino para la comunidad, libre de explotadores y explotados, opresores y oprimidos.

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Tenemos, pues, que en este aspecto esencial de la concepción materialista dialéctica de la Historia los conceptos de Marx y Trotski, son no sólo diferentes, sino radicalmente opuestos. Trotski en verdad, tenía muy poco de marxista. Contrastando también radical y completamente con los criterios de Lenin sobre los sábados comunistas, por ejemplo, en los que el líder bolchevique encuentra las raíces de lo que sería la sociedad comunista, en los que Lenin encuentra esa nueva mentalidad solidaria, profun-damente humana de entregar todo su esfuerzo para el bien de la sociedad sin exigir pago alguno, en los que Lenin ve la realización del hombre nuevo bolchevique y socialista; Trotski está pensando en obtener “mayores productos con el menor esfuerzo”.

Trotski va mucho más allá y plantea que la “pereza” es una fuerza progresiva y que ella “explica” el progreso histórico. Ya no son, en realidad nunca lo fueron, para Trotski el desarrollo de la lucha de clases y las fuerzas productivas, así como las relaciones sociales de producción, las causas profundas del desarrollo histórico. Resulta que según el criterio reaccionario y aristocratizante de Trotski, es la pereza y sobre todo “su” pereza la fuerza que determina elñ curso de los acontecimientos históricos. Es realmente increíble encontrar estas aberraciones teóricas en los trabajos intelectuales de Trotski.

5. EL ARISTOCRATISMO Y COSMOPOLITISMO DE TROTSKI

Definimos como cosmopolitismo, la tendencia que negando todo aporte nacional de los pueblos, cree encontrar en los más “adelantados”, algún contenido realmente progresivo, mientras ve muchas veces a su propio pueblo como incapaz y carente de toda iniciativa histórica.

Hemos señalado ya el acendrado aristocratismo que desborda la personalidad y la producción teórica de Trotski y no es que él mismo sea un aristócrata, como vimos en los rasgos biográficos, su familia judía era de clase media bastante humilde. Su aristocratismo deriva de su propia formación cultural. Su inteligencia evidente, sin embargo no es muy grande, porque todo gran hombre ha sido verdadera-mente humilde y Trotski está muy lejos de la humildad. Por el contrario, se muestra arrogante y prepo-tente, precisamente con los más humildes: los campesinos pobres de Rusia, los campesinos de todos los países e inversamente, se porta solícito y no ahorra elogios para Occidente, para los explotadores del mundo.

Trotski quiere “liberar” a la comunidad internacional de las fronteras nacionales cuando ni siquiera al-gunos estados han llegado a la etapa del Estado/Nación. Luego en conclusión, no queda más que un cosmopolitismo acomplejado que se empeña en desmerecer los esfuerzos de los pueblos pequeños en el acontecer internacional. He aquí las palabras de Trotski al respecto:

«La subordinación de las revoluciones nacionales atrasadas a la revolución del proletariado, procede de un determinismo de alcance mundial. Mientras que en el siglo XIX la tarea esencial de las guerras y las revoluciones consistía en proporcionar un mercado nacional a las fuerzas productivas, la tarea de nuestro siglo reside en liberar las fuerzas productivas de las fronteras nacionales, convertidas en obstáculos para su desarrollo. En un amplio sentido histórico, las revoluciones nacionales de Oriente no son sino peldaños de la revolución mundial del proletariado, así como los movimientos nacionales de Rusia fueron peldaños hacia la dictadura soviética....» (10).

El aristocratismo de Trotski, va parejo con su incurable cosmopolitismo; su punto de vista, por ejemplo de liberar de trabas nacionales a las fuerzas productivas mundiales, nos está mostrando hasta qué punto considera el desarrollo económico al margen de los intereses de clase y su pretensión de “borrar fronteras”, no consulta ni siquiera mínimamente el momento histórico concreto, como si la revolución internacional ya hubiera triunfado, único caso estratégicamente lejano que permite pensar en esos términos.

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6. LOS ORIGENES ANTI-BOLCHEVIQUES DE TROTSKI

Pero aunque consideremos los puntos anteriores como secundarios, llegamos a uno de los problemas más importantes y debatidos en la historia de la Revolución Rusa y la participación en ella de Lenin, por una parte y de Trotski, por la otra. Se trata de los inocultables y evidentes orígenes claramente anti-bolcheviques del Sr. Trotski. Veamos lo que dice Lenin al respecto:

«Los viejos participantes del movimiento marxista en Rusia conocen muy bien a Trotski, y a ellos no es necesario hablarles de este personaje. Pero la nueva generación de obreros no lo conoce, y por consiguiente es necesario hablar de él, porque constituye un ejemplo típico de los cinco grupos en el extranjero, que, en realidad, también vacilan entre los liquidadores y el Partido…..

En los tiempos de la vieja “Iskra” (1901-1903) a esos irresolutos que revoloteaban de los “economis-tas” a los “iskristas” y viceversa se les daba el mote de “tránsfugas de Túshino” (nombre que se daba en la época de revueltas en la Rus, a los combatientes que se pasaban de un campo a otro)…..

Cuando hablamos de liquidacionismo nos referimos a una tendencia ideológica definida, que fue to-mando cuerpo a lo largo de muchos años, retoño del “menchevismo” y del “economicismo” en la his-toria de 20 años del marxismo, y que está vinculada a la política liberal…...

La única base que tienen los “tránsfugas de Túshino” para proclamarse por encima de los grupos, es que “toman” sus ideas, un día de un grupo, y al día siguiente de otro. Trotski era un ferviente “iskrista” en 1901-1903, y Riazanov describe su papel en el Congreso de 1903, como “garrote de Lenin”. A fines de 1903, Trotski era un ferviente menchevique, es decir, se pasó de los iskristas a los “economistas”: dijo que “entre la vieja y la nueva Iskra media un abismo”. En 1904-1905 abandonó a los menchevi-ques y ocupó una posición vacilante, ora colaborando con Martínov (el “economista”) ora proclamando su teoría de la “revolución permanente”. En 1906-1907 se acercó a los bolcheviques, y en la primavera de 1907 declaró estar de acuerdo con Rosa Luxemburgo.......

En la época de disgregación, después de largas vacilaciones “no fraccionalistas” se situó de nuevo a la derecha, y en agosto de 1912, formó un bloque con los liquidadores. Ahora ha vuelto a abandonarlos aunque, en esencia, repite sus burdas ideúchas”…...» (11)

Es éste un buen resumen que nos da precisamente Lenin de los transfugios de Trotski, pero es im-portante detenernos sino en todos, por lo menos en los momentos más importantes de su peregrinaje político.

El Segundo Congreso del Partido, realizado en julio de1903, primero en Bruselas y después en Lon-dres, enfrentó dos posiciones en torno al carácter del Partido: la leninista que sostenía la necesidad de un partido pequeño de revolucionarios profesionales organizado y férreamente disciplinado, y la menchevique, propiciada por Martov que prefería un partido blando y laxo. Trotski, de forma inespe-rada, se pronunció en favor de Martov. Fue en estas circunstancias que nacieron las denominaciones de “bolchevique” (mayoría) y “menchevique” (minoría). La mayoría fue alcanzada por los leninistas gracias a muchas defecciones de los diversos grupos oportunistas que se retiraron del Congreso.

A consecuencia de los enfrentamientos posteriores al Congreso, se lanzaron acres críticas contra Le-nin, acusándolo de “dictador”. Martov, Vera Zasúlich, Axelrod y Trotski se manifestaron violentamente contra Lenin.

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Trotski escribió en agosto de 1904, un folleto “Nuestras tareas políticas”, que es calificado por el propio Isaac Deutscher, conocido partidario de Trotski, como: «la acusación más estridente que nin-gún socialista había hecho jamás contra Lenin. Su interés reside también en el modo de pensamiento que inició y en los asombrosos destellos de intuición histórica dispersos en sus cien páginas y pico de vituperación»… (12). El folleto plagado de insultos contra Lenin, como: “repugnante”, “disoluto”, “demagogo”, “abogado chapucero”, “malicioso y moralmente repugnante” (13), tenía una de-dicatoria que decía: “A mi querido maestro Pavl Borisovich Axelrod” y calificaba los métodos de Lenin como “caricatura deslustrada de la trágica intransigencia del jacobinismo”. Las simpatías, y más que eso, de Trotski para con los mencheviques parecen muy claras. También se sumó a los ataques Rosa Luxemburgo que acusaba a Lenin de “ultracentralista”.

No lo decimos nosotros, es precisamente Deutscher quien relata que ese folleto está constituido por destellos asombrosos de “intuición histórica” y de vituperación contra Lenin. De modo que para el trots-kista tan apreciado en Occidente, la intuición histórica de Trotski respecto de Lenin en cuanto era una vituperación, fue asombrosamente exacta.

Trotski, en un documento titulado “Informe de la Delegación Siberiana”, compara maliciosamente a Lenin con Robespierre, pretendiendo echar el “terror” de Maximiliano, revolucionario por otra parte, sobre las espaldas de Lenin. Textualmente el infeliz Trotski, decía burlonamente:

«El jefe bolchevique no era más que una parodia de Robespierre, a quién se parecía como “una farsa vulgar (Lenin) se parece a una tragedia histórica (Robespierre)”...» (14).

Lenin, para Trotski, era una “vulgar farsa” y Robespierre una “tragedia histórica”. En este folleto, según Deutscher, Trotski compara obsesivamente a Robespierre con Lenin y a los bolcheviques con los ja-cobinos. Lenin, por su parte, no se ofende ni mucho menos por la comparación, pero lo importante es la opinión de Trotski en ese su trabajo.

«Robespierre solía decir: “Yo sólo conozco dos partidos: el de los buenos ciudadanos y el de los malos ciudadanos”; y este aforismo está grabado en el corazón de Maximiliano Lenin” cuya “suspicacia maliciosa y moralmente repugnante es una mala caricatura de la trágica intolerancia jacobina...(En este mismo pasaje Trotski describía a Lenin como “un hábil estadístico y un abogado chapuce-ro”) (15). Es importante recordar y reunir, una a una las invectivas de Trotski contra Lenin para probar que no se trataba de agresiones pasajeras, sino de una verdadera política anti-leninista.

En septiembre del mismo año, los mencheviques se reúnen en Ginebra y componen un comité integra-do por Axelrod, Martov, Trotski, Dan y Potrésov, es decir la verdadera plana mayor del menchevismo. Es pues imposible para Trotski afirmar que nunca fue menchevique. Otra cosa es que Plejanov que no podía ni ver a Trotski y que consideraba “moralmente repugnante” ser redactor de un periódico en el que Trotski escribía” (16); se opusiera resueltamente a su ingreso en la redacción de Iskra, razón por la cual Trotski tuvo que alejarse poco a poco de toda la dirección menchevique.

En el invierno de 1905, antes de la 1ª. Revolución Rusa, se celebró el Tercer Congreso en Londres que fue puramente bolchevique, ya que los principales dirigentes del Partido Obrero Social Demócrata Ruso (POSDR), se habían pasado, sin vacilaciones (Axelrod, Martov y Potrésov) o con dudas (Pleja-nov y Trotski), a las filas mencheviques.

El Congreso de la “Unidad” el IV, se realizó en abril de 1906 en Estocolmo. En esta oportunidad, Trotski se declaró “por encima de las fracciones” y Lenin atacó duramente a Dan y otros dirigentes menche-viques de haber entrado en negociaciones con los Kadetes a propósito de las elecciones a la Duma.

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En el III Congreso del Partido SocialDemócrata Ruso (Abril de 1907) que celebra sus reuniones en Inglaterra, Londres, Trotski resta importancia a las divergencias que por entonces oponían a bolche-viques y mencheviques en el Partido. Su concepción es la de situarse por encima de las fracciones y de las riñas entre las fracciones, para adquirir notoriedad y hacer que, como carta de compromiso, su nombre fuera apoyado tanto por bolcheviques, como por mencheviques.

Poco después en 1909, Trotski escribió otro folleto, en el cual decía que:

«Si los mencheviques, partiendo de la abstracción “nuestra revolución es burguesa”, llegan a la idea de adaptar toda táctica del proletariado a la conducta de la burguesía liberal antes de su conquista del poder estatal, los bolcheviques, partiendo de una abstracción igualmente vacía, “una dictadura democrática, no una dictadura socialista”, llegan a la misma idea de una autolimitación democrático-burguesa del proletariado,..... mientras los aspectos antirrevolucionarios del menchevismo han sido ya desplegados plenamente, los rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo sólo representan un enorme peligro en el caso de una victoria revolucionaria» (17) .

Cuando en enero de 1910, se vuelven a reunir bolcheviques y mencheviques en París, se decide ex-cluir a los llamados “Otzovistas” que condenaban toda actividad legal y a los “Liquidadores” o adversa-rios del trabajo clandestino y por otra parte, disolver sus organizaciones y fusionarlas. Sin embargo, los mencheviques violan el acuerdo, se niegan a excluir a los liquidadores y mantienen su organización separada. Lenin y los bolcheviques, respetan el acuerdo. Trotski, muy orondo, se niega a censurar en su “Pravda”, la actitud secesionista de los mencheviques, siempre pensando en su posición de árbitro entre las fracciones.

En 1910 y hacia delante, Trotski se confabuló con los llamados «Golos» y «Vperiod», que realizaban actividades antipartido y antileninismo. Lenin dice al respecto:

«Pero si estas arremetidas de Trotski contra el bloque de los bolcheviques y de los plejanovistas no constituyen nada nuevo, es nueva en cambio la conclusión contenida en su resolución: el club de Vie-na (o sea, Trotski) ha organizado un “fondo general del partido para preparar y convocar la conferencia del POSDR”....»

Y continúa Lenin:

«La triple alianza (Potresov+Trotski+Maximov) contra la doble alianza (bolcheviques+plejanovistas). La ubicación de las fuerzas ya concluyó. Ha comenzado la lucha...

Es una aventura en el aspecto ideológico. Trotski agrupa a todos los enemigos del partido, uniendo a Potrésov y Máximov, que odian al bloque “leninista-plejanovista” (según su acostumbrada expresión). Trotski agrupa a todos los que tienen gusto y cariño a la disgregación ideológica; a todos los que se interesan por la defensa del marxismo; a todos los espíritus mezquinos que no comprenden la razón de la lucha ni quieren aprender, pensar y buscar las raíces ideológicas de las discrepancias. En esos tiempos de dispersión, disgregación y vacilaciones, Trotski puede convertirse muy bien en un héroe fugaz que agrupe en torno suyo a todo cuanto hay de vulgar. Pero cuanto más descarado sea ese intento, más estrepitoso será su fracaso....» (18)

A comienzos de 1911, Lenin sin ambajes, llama a Trotski como un “Judas”:

«En el pleno, el Judas Trotski se deshizo en ataques contra el liquidacionismo y el otzovismo. Juró y perjuró que era defensor del partido. Recibió subsidio.

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Después del Pleno se debilitó el C.C. y se fortalecieron los de “Vperiod” que tienen ahora dinero. Se fortalecieron los liquidadores, que en Nasha Zaria, ante los ojos de Stolipin, escupían a la faz del par-tido ilegal.

El Judas expulsó de Pravda al representante del C.C. y se puso a escribir artículos liquidacionistas en Vorwarts. A despecho de la decisión explícita de la comisión de educación designada por el Pleno, según la cual ningún conferenciante del partido debía ir a la escuela fraccional de los de “Vperiod”, el Judas Trotski fue a ella y discutió con los de “Vperiod” el plan de la conferencia. Este plan ha sido publicado ahora en una hoja por el grupo “Vperiod”.

Y este Judas se golpea el pecho, asegurando que es un defensor del partido y que jamás se ha arras-trado ente los de “Vperiod” y los liquidadores.

Tal es el rubor del Judas Trostki…..» (19)

En la Conferencia de Praga del POSDR, en enero de 1912, los bolcheviques deciden romper definiti-vamente con los mencheviques y es, en realidad el verdadero nacimiento del Partido Bolchevique independiente, separado definitiva y resueltamente del menchevismo y de los otros grupos oportunistas, mientras Trotski sigue hablando de su posición “por encima de las fracciones”, pero para Lenin, ya no hay fracciones, se cansó definitivamente de las maniobras revisionistas y oportu-nistas de los grupos del POSDR. Es en estas circunstancias que Stalin se incorpora a la dirección del Partido bolchevique.

6. 1. El llamado “Bloque de Agosto”

En agosto del mismo año, se reúnen por iniciativa de Trotski, los mencheviques, los liquidadores, los otzovistas, el Bund judío y el grupo de Trotski en una Conferencia en Viena-Austria, formando lo que se denominará “El Bloque de Agosto”. El objetivo de Trotski era echar sobre Lenin la responsabilidad de la escisión.

Transcribimos acá, una parte de la declaración aprobada por el “Bloque de Agosto” contra Lenin y los bolcheviques:

«La reunión declara que esa conferencia (la bolchevique de Praga), es el franco intento de un grupo de personas, que a toda conciencia, han llevado el Partido a la escisión para usurpar la bandera del Partido, y expresa su profundo disgusto por el hecho de que algunas organizaciones del Partido y algunos camaradas hayan sido víctimas de este engaño, con lo que han coadyuvado a la política es-cisionista y usurpadora de la secta de Lenin. La reunión expresa su convencimiento de que todas las organizaciones del Partido en Rusia y el extranjero protestarán contra el golpe de estado consumado, no reconocerán las instancias centrales elegidas en la conferencia y, por todos los medios, contribui-rán a restablecer la unidad del Partido, convocando una verdadera conferencia general del Partido....» (Subrayado y negrillas nuestras) (20).

Como se puede apreciar, Trotski pretende asumir la posición del marxista que defiende la “unidad” frente al “escisionismo” de Lenin, recurriendo incluso al insulto irreverente frente al jefe bolchevique. Frente a la singular reunión de agosto-1912 en Viena, Lenin escribe un largo artículo que debe ser conocido por todos los revolucionarios para convencimiento de todo el Movimiento Comunista Interna-cional. Este artículo tiene el título de: “Acerca de una violación de la unidad que se encubre con gritos de unidad”:

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«Desde 1912, desde hace ya más de dos años, no hay en Rusia fraccionismo entre los marxistas or-ganizados, no hay discusiones sobre táctica en organizaciones unidas, en conferencias y congresos unidos. Hay una ruptura completa entre el Partido y los liquidadores, a los cuales declaró formalmente fuera de su seno en enero de 1912. Trotski suele dar a tal estado de cosas el nombre de “escisión”, nombre del que hablaremos especialmente más abajo. Pero sigue siendo un hecho indiscutible que la palabra “fraccionismo” está en pugna con la verdad…..» (21)

El famoso Bloque de Agosto terminará por disolverse justamente como prueba de la endeblez peque-ño-burguesa de todos los grupos sin solidez ideológica que Trotski quería juntar a toda costa contra Lenin.

«Quiénes nos acusaban de escisionismo, de no querer o no saber convivir con los liquidadores, no han podido hacerlo ellos mismos. El Bloque de Agosto ha resultado ser una ficción y se ha desmoronado. Trotski engaña a sus lectores al ocultarles esta disgregación. La experiencia de nuestros adversarios ha demostrado que tenemos razón, ha demostrado que es imposible trabajar con los liquidadores….» (22)

Es ésta la época en que Lenin y Trotski se lanzan violentos ataques que no es posible detallarlos con puntualidad acá.

6. 2. Sigue Trotski su periplo antileninista

En 1914, Trotski vuelve a la carga con una nueva revista “Borbá”, que publicaría en San Petersburgo entre febrero y julio de 1914. Lenin al respecto dice:

«Trotski llama “no fraccionalista a su nueva revista”. Coloca esta palabra en primer orden en los avi-sos, la subraya en todos los tonos en los artículos de fondo, tanto en la misma “Borbá” como en la liquidacionista Sievernaya Rabóchaya Gazeta, que publicó un artículo de Trotski sobre Borbá antes de aparecer ésta ...» (23)

Fue precisamente en 1912, cuando Lenin decide separarse definitivamente de todos los grupos que con el nombre de socialdemócratas no hacían otra cosa que retrasar y obstaculizar el desarrollo revo-lucionario por sus posiciones francamente reformistas, revisionistas, y liquidadoras, cuando aparece la confrontación mayor con Trotski. El artículo de Lenin: “Acerca de una violación de la unidad”, publicado en mayo de 1914, y que hemos citado anteriormente, se refiere puntualmente a Trotski y sus concepciones:

«Los veteranos del movimiento marxista en Rusia conocen bien la figura de Trotski, y para ellos no vale la pena describirla. Pero la joven generación obrera no la conoce, y es preciso hablar, porque es una figura típica para los cinco grupitos del extranjero que, de hecho, vacilan también entre los liqui-dadores y el partido.

En los tiempos de la vieja ISKRA (1901-1903) había un apodo para esos vacilantes y tránsfugas del bando de los “economistas” al de los “iskristas” y viceversa: los “tránsfugas de Tushino” (nombre que en la época turbulenta de Rusia se aplicaba a los guerreros que se pasaban de un bando a otro).

Cuando hablamos de liquidacionismo dejamos sentada cierta ideología que ha ido creciendo durante años, corriente que ha echado raíces en el “menchevismo” y en el “economicismo” a lo largo de veinte años de historia del marxismo y está ligada a la política y a la ideología de una clase determinada:

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la burguesía liberal.

Los tránsfugas de Tushino se declaran por encima de las fracciones por la única razón de que hoy “toman” las ideas de una fracción y mañana de la otra. Trotski era “iskrista” furioso en 1901-1903, y Riazanov calificó su papel en el Congreso de 1903 de “garrote de Lenin”. A fines de 1903, Trotski era menchevique furioso, es decir, se había pasado de los iskristas a los “economicistas”; proclama que “hay un abismo entre la vieja y la nueva Iskra. En 1904-1905 se aparta de los mencheviques y ocupa una posición vacilante, colaborando unas veces con Martinov (“economicista”) y proclamando otras la “revolución permanente”, de un izquierdismo absurdo. En 1906-1907 se acerca a los bolcheviques, y en la primavera de 1907 se declara solidario de Rosa Luxemburgo.

En la época de la disgregación, después de largas vacilaciones “no fraccionalistas” va nuevamente a la derecha, y en agosto de 19112 forma un bloque con los liquidadores. Ahora vuelve a apartarse de ellos, pero repitiendo, en el fondo, sus mismas ideúchas.

Semejantes tipos son característicos, como detritos de las formaciones históricas de ayer, de tiempos en que el movimiento obrero de masas de Rusia estaba aún aletargado, y cualquier grupito podía presentarse “ a sus anchas” como corriente, grupo o fracción, en pocas palabras, como una “potencia” que habla de unirse con otras.

Es preciso que la joven generación obrera sepa bien con quién trata cuando se presentan con pre-tensiones inconcebibles personas que no quieren tener en cuenta, en absoluto, ni las decisiones del partido, que desde 1908 han definido y fijado la actitud frente al liquidacionismo, ni la experiencia del movimiento obrero contemporáneo en Rusia, que de hecho ha creado la unidad de la mayoría basada en un reconocimiento completo de las decisiones indicadas..» (24)

En realidad en estos párrafos inolvidables está el juicio definitivo de Lenin sobre Trotski. Que después en la época de la revolución de octubre, hubiera tenido que trabajar con Trotski, es otra cosa y tiene mucho que ver con las necesidades tácticas del momento de reunir todas las fuerzas posibles para el derrocamiento del gobierno provisional y la conquista del poder político por los bolcheviques.

6. 3. Posición de Trotski poco antes de la Revolución de Octubre

En 1917, y con motivo de la revolución burguesa de febrero, se abre el único período pre-revoluciona-rio, donde las relaciones harto conflictivas entre Lenin y Trotski, se atenúan, llegándose a una alianza de circunstancias, como veremos a continuación.

Como se sabe, Trotski y su grupo de los mezhrayontsi, querían unirse a los bolcheviques, pero en un plano de igualdad y cambiando el nombre de la nueva unidad, para así soslayar el denominativo “bol-chevique” que había sido siempre rechazado por Trotski. Lenin se opuso terminantemente y exigió a Trotski renunciar a su independencia e integrarse en el bolchevismo y a cambio, incorporar a la direc-ción mezhrayontsi al Comité Central bolchevique.(En nuestro concepto, uno de los pocos errores que podemos señalarle a Lenin.)

Trotski persistió en sus exigencias formales para su incorporación, como anota Carr y llegó a decir que estaba de acuerdo (con la unificación): «en tanto en cuanto el bolchevismo se internacionalice”, añadiendo que: “Los bolcheviques se han desbolchevizado ellos mismos, y yo no puedo llamarme bolchevique. Es imposible exigirnos un reconocimiento de los bolcheviques». (25).

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Otro interesante detalle proporcionado por Deustcher nos indica:

«Cuando por aquellos días alguien le preguntó a Lenin qué era lo que los mantenía a él y a Trotsky separados a pesar de su completo acuerdo, aquel respondió: “Pero, ¿no lo sabe usted? La ambición, la ambición, la ambición”…..» (26)

Se puede apreciar que Lenin desconfiaba profundamente de Trotski, pero lo admitió en el Partido por necesidades tácticas. En cuanto a la incorporación de Trotski a la dirección bolchevique podemos agregar lo siguiente:

«El Congreso es calificado previamente de “Congreso de Unificación” puesto que en él debe con-sagrarse la inclusión en el Partido de algunos grupos revolucionarios autónomos ==ante todo de la organización petrogradesa de los mezhrayontsi, a la cual pertenecen Trotski, Yofe, Uritski, Riazanov, Lunacharski, Pokrovski, Manuilski, Karajan, Yurenev y algunos otros revolucionarios conocidos por su pasado o que pronto habían de adquirir notoriedad....» (27)

«Para acelerar la unificación, que algunos dirigentes de la organización no tenían gran prisa en efec-tuar, Trotski (se refiere a si mismo), publicó en la Pravda, una declaración concebida en estos términos: “A mi ver, no existe, en la actualidad, divergencias ni de principios ni de táctica entre los Mezhrayontsi y la organización bolchevique, no hay por consiguiente, ningún motivo que pueda justificar la existencia separada de dichas organizaciones”….

El 26 de julio (1917), se abrió el Congreso de Unificación que en el fondo no era más que el VI Con-greso del Partido Bolchevique, que transcurrió semilegalmente, refugiándose alternativamente en dos barrios obreros...» (28).

Según la versión de Carr, Trotski realizó todavía algunas maniobras para obtener una incorporación en el Partido bolchevique en mejores condiciones políticas y llegó a condicionar la unificación. Posterior-mente, ya muy cerca de la insurrección, se produjo, como sabemos, la unidad.

«El 10 de mayo de 1917 Lenin acudió en persona a una reunión de los mezhraiontsi, ofreciéndoles un puesto en el Consejo de Redacción de Pravda y en el Comité organizador del próximo Congreso del Partido, y proponiendo también hacer extensiva la oferta al grupo de mencheviques “internacionalis-tas” de Martov. Según las notas tomadas por Lenin, Trotski replicó que estaba de acuerdo “en tanto en cuanto el bolchevismo se internacionalice”¨, añadiendo no obstante orgullosamente: “Los bolche-viques se han desbolcheviquizado ellos mismos, y yo no puedo llamarme bolchevique. Es imposible exigirnos un reconocimiento de los bolcheviques”. La reunión no arrojó ningún resultado. En efecto, Trotski, fiel a su vieja política de reconciliar a las fracciones, quería una amalgama de los grupos en igualdad de condiciones y bajo un nuevo nombre.

Lenin, por su parte, no albergaba el más mínimo propósito de debilitar o diluir el instrumento que había creado: el Partido debería permanecer hegemónico e intacto. Podía permitirse la espera....» (29)

Ya para nadie es un secreto, como lo hemos visto, que León Trotski, desde principios del siglo y mucho antes de la primera revolución rusa, fue un político enfrentado violentamente a Lenin en las luchas que por entonces se libraron entre los diferentes grupos de socialistas y revolucionarios rusos. Según to-das las evidencias, Trotski fue primeramente un “iskrista”, es decir partidario de la vieja Iskra de Lenin, pero rápidamente en 1903, renegó de su posición y se pasó a los mencheviques que sostenían posi-ciones economicistas, fundando la “Nueva Iskra”, de la cual dijo que era tan diferente de la primera que entre ellas mediaba un abismo. Su militancia menchevique duró muy poco, pues en 1904, poco antes

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de la Revolución se acercó a Martinov, otro economicista, mientras propugnaba ya sus tesis sobre la “Revolución Permanente”, pretendiendo organizar una fracción propia, después de apoderarse de las ideas de Alexandr Lazárevich Guelfand (Parvus).

Lenin nos dice, que en 1906-7, Trotski se acercó a los bolcheviques, pero que inmediatamente des-pués se declaró partidario de las ideas de Rosa Luxemburgo.

Todas estas idas y venidas, todos estos transfugios, bien conocidos por todos, pero silenciados por los trotskistas, le valieron la calificación leniniana de “tránsfuga de Tushino”. Queda, pues definitivamente probado que Trotski nunca fue bolchevique y que incluso después de octubre, persistió en sus afanes de convencer a todos que el bolchevismo se había trotskizado.

7. TROTSKI DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

7. 1. El problema de Brest-Litovsk

Como se sabe, después del triunfo de la Revolución, la guerra imperialista de Alemania con la alian-za occidental continuaba y los alemanes pretendían sacar provecho del desastre del ejército zarista. Lenin comprendía el problema y tenía la resolución de acabar cuanto antes con ella, incluso haciendo serias concesiones a los alemanes. Dispuso, después de duras batallas sobre todo contra la opinión de Trotski, que se firmara el armisticio en las condiciones planteadas. Trotski, como siempre, quiso ganar puntos y planteó el absurdo criterio de “ni paz ni guerra”, es decir no combatir, pero tampoco firmar la paz. Lenin había prometido a las masas rusas la paz y tenía la obligación de cumplir; por otra parte, los alemanes aprovechando el absurdo trotskista, simplemente seguían avanzando en territorio ruso, tomando nuevos territorios y exigiendo nuevas y crecidas concesiones. Lenin tuvo que usar toda su influencia y autoridad, apoyado por Stalin, para forzar una resolución del Comité Central. Trotski, obstinadamente persistía en su provocación francamente pro-alemana de “ni paz ni guerra”. Finalmen-te ante la evidencia de que la tontería trotskista ponía en peligro la propia vida de la revolución, se tuvo que aceptar el criterio leninista y se procedió a la inmediata firma del armisticio, en el cual Alemania, como no podía ser de otra manera, exigió mayores concesiones. El problema de Brest-Litovsk nos muestra hasta qué punto podía extenderse la megalomanía trotskista con el fin de ganar puntos aún a costa de la propia Revolución.

El Comité Central Bolchevique discutió ardorosamente el problema espinoso de tener que firmar un acuerdo de paz onerosa con Alemania militarista que exigía concesiones gravosas a la Revolución bolchevique. En estas condiciones difíciles, se produjo la llamada “crisis” de Brest. Leámos las inter-venciones principales tanto de Lenin, cuanto de Trotski:

Lenin: «La prolongación de la guerra responde a los intereses de los imperialismos francés, inglés y norteamericano.... No se puede jugar con la guerra..... Si hay guerra no se debió haber desmovilizado el ejército; ahora los alemanes se apoderarán de todo... Eso no es política.... Las cartas están echa-das; si jugamos con la guerra, entregamos la Revolución a los alemanes... La historia dirá entonces que la Revolución ha sido entregada por ustedes.... TENEMOS QUE PROPONER LA PAZ A LOS ALEMANES….» (30)

Lenin, en una palabra sostiene que, para salvar la Revolución, debe firmarse inmediatamente la paz con Alemania.

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Trotski: «Trotski propone interrumpir la guerra, negarse a firmar la paz y desmovilizar el ejército (lo que es) de hecho una demostración política internacional.... Negándonos a firmar la paz, desmorali-zando el ejército, los obligaremos a descubrirse, puesto que los alemanes atacarán justamente si nos desmovilizamos.... El camarada Stuchka ha sugerido que propongamos un arbitraje a los alemanes, y esta proposición me parece aceptable como un nuevo medio de prolongar las conversaciones. En caso de que se nieguen a aceptar esta proposición, romperemos las conversaciones, PERO DECLA-RAREMOS QUE NO VAMOS A LUCHAR…. El camarada Trotski propone que se someta a votación la fórmula siguiente: ¿hacemos cesar la guerra sin concertar la paz y desmovilizamos el ejército? La pro-posición se somete a votación: 9 a favor y siete en contra: APROBADA. El camarada Trotski (contrario al envío de un telegrama con la proposición de paz),... la firma de la paz en la hora actual no tendrá otro resultado que el de llevar la confusión a nuestras filas; lo mismo se producirá en lo concerniente a los alemanes quienes creen que no hacemos sino esperar el ultimatum. Es posible que ellos cuenten con el efecto sicológico. ES NECESARIO ESPERAR PARA VER QUE IMPRESIÓN PRODUCIRÁ TODO ESTO EN EL PUEBLO ALEMAN….. En conclusión, hace una declaración formal y dimite el cargo de comisario del pueblo de asuntos exteriores…..» (Mayúsculas nuestras) (31)

Hemos copiado textualmente las expresiones de Trotski en el Comité Central, para mostrar gráfica-mente, la provocación trotskista contra Lenin. Después de sostener el absurdo teórico de: “ni paz ni guerra”, Trotski impide con el apoyo de los desorientados, la firma inmediata de la paz que según Lenin y la lógica elemental era la única salida inmediata a la crisis y la derrota de la Revolución. Persistiendo en el absurdo más grande pretende que los alemanes suspendan las operaciones militares, es decir su avance en el territorio soviético, sin firmar la paz y además desmovilizar al ejército y declarar que ¡NO SE VA A LUCHAR! Por si fuera poco, después de dejar la escoba, renuncia a su cargo de Comisario de Asuntos Extranjeros. Finalmente, ante la negativa a la firma de paz, los alemanes continuarían su avance, y el Comité Central, a regañadientes, tuvo que aceptar las tesis de Lenin y firmar una paz más onerosa que todas las proposiciones anteriores. Todo a causa de la “grandeza” estratégica de Trotski. No es pues posible que algún criterio independiente pueda aprobar la conducta dual, vacilante, y so-bre todo pequeño-burguesa de mostrarse como un gran estratega de Trotski en perjuicio directo de la Revolución.

En lo relativo al acuerdo de paz de Brest-Litovsk, la postura de Trotski es ridícula, absurda, insosteni-ble y finalmente altamente traidora pues ponía en peligro la existencia misma de la revolución en aras de una egolatría enfermiza y diletante. El trotskismo mundial no quiere ni siquiera escuchar hablar del problema de la paz con los alemanes porque sabe, precisamente, que la posición de su líder era insostenible hasta para el más obtuso de los observadores.

7. 2. Trotski y la política bolchevique frente a los sindicatos

Lenin y Trotski polemizaron duramente sobre este tema, demostrándose también es este aspecto, cuán alejado y enfrentado estaba Trotski de las posiciones leninistas. La polémica se inicia en la re-unión conjunta de los delegados del PC (b) de Rusia al VIII Congreso de los Soviets y miembros del Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia, realizada el 30 de diciembre de 1920. Lenin comien-za analizando el folleto de Trotski de la siguiente manera:

«El documento principal en que me baso es el folleto del camarada Trotski “El papel y las tareas de los sindicatos”. Al cotejar este folleto con las tesis que presentó en el Comité Central y leerlo con atención, me asombra la cantidad de errores teóricos y de flagrantes inexactitudes que contiene». (32)

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A continuación examina de modo detallado los puntos fundamentales del folleto. El primero se refiere a la concepción acerca de los sindicatos en el período de la dictadura del proletariado. Para Trotski el sindicato es:

«Un aparato técnico-administrativo de dirección de la producción». (33)

Lenin dirá al respecto:

«...Tomad esta discusión como querraís, como surgió en la V Conferencia Sindical de toda Rusia o como la planteó y orientó el propio Trotski en su folleto plataforma el 25 de diciembre, y veréis que todo el enfoque de Trotski y toda su orientación son falsos” (Pág. 368). De todos los lados, los sindicatos son escuela, escuela de unidad, escuela de solidaridad, escuela de defensa de sus intereses, escuela de administración, escuela de gobierno» (Págs. 368-9)

Lenin continúa y dice:

«Los sindicatos no son sólo históricamente necesarios, son también una organización del proletariado industrial históricamente inevitable, que en condición de la dictadura del proletariado, abarca a este casi en su totalidad. Esta es la idea más fundamental, pero el c. Trotski, la olvida a cada paso, no parte de ella, no la valora» (34)

Trotski tenía una concepción burocrática sobre los sindicatos y sobre el propio estado soviético, esto le hará cometer severos errores de principio y de apreciación política. Lenin detectará estos errores con toda precisión:

«Y entretanto incurriendo en esa falta de seriedad, el c. Trotski comete en el acto un error. Resulta según él, que la defensa de los intereses materiales y espirituales de la clase obrera no es misión de los sindicatos en un Estado obrero. Eso es un error. El c. Trotski habla de “Estado obrero”. Permíta-seme decir que esto es una abstracción. Se comprende que en 1917 hablásemos de Estado obrero; pero ahora se comete un error manifiesto cuando se nos dice: “¿Para qué defender, y frente a quién defender a la clase obrera si no hay burguesía y el Estado es obrero? No del todo obrero: ahí está el quid de la cuestión. En esto consiste cabalmente uno de los errores fundamentales del c. Trotski. En nuestro país, el Estado no es, en realidad obrero, sino obrero y campesino. Esto en primer término y de esto dimanan muchas cosas.» (35) (Los subrayados son nuestros)

En efecto, Trotski no tiene en cuenta las condiciones concretas en las cuales se desenvuelve el Es-tado soviético, para él los sindicatos son un aparato inerte que debe funcionar como tal, enteramente subordinado a disposiciones administrativas de burócratas que como él, consideran que ya no hay burguesía y por lo tanto tampoco lucha de clases. En vano Trotski y los trotskistas pretenderán des-pués constituirse en abanderados de la lucha contra la burocracia. Vemos que él fue el burócrata más recalcitrante, en realidad un burócrata doctrinario. ¡Qué lejos está Trotski de comprender la compleja transición del capitalismo al comunismo, el encarnizamiento de la lucha de clases en este período y desde luego ni sospechó que todo el proceso podría convertirse hasta el retorno pleno del capitalismo, como sugirió Lenin y previno magistralmente el presidente Mao!

Para Trotski, como para todo burócrata adocenado, los sindicatos no tenían contra quién luchar, pues no había ya burguesía, ni deformaciones burocráticas al interior del Estado soviético. Para él, el triunfo definitivo había sido alcanzado y los trabajadores, debían dedicarse a tareas de orden técnico- admi-nistrativo.

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Lenin vio el serio peligro que incubaban estas posiciones trotskistas. Por ello se esmeró en combatirlas con los siguientes argumentos:

«Pero hay más. En el programa de nuestro partido, vemos ya que nuestro Estado es obrero con una deformación burocrática. Y hemos tenido que colgarle esta lamentable etiqueta. Ahí tenéis la realidad del período de transición. Pues bien, dado este género de Estado, que ha cristalizado en la práctica, ¿los sindicatos no tienen nada qué defender?, ¿se puede prescindir de ellos para defender los intere-ses materiales y espirituales del proletariado organizado en su totalidad? Esto es falso por completo, desde el punto de vista teórico. Esto nos llevaría al terreno de la abstracción o del ideal que alcanzare-mos dentro de 15 o 20 años, aunque no estoy de seguro de que lo alcancemos precisamente en ese plazo....Nuestro Estado de hoy es tal que el proletariado organizado en su totalidad debe defenderse y nosotros debemos utilizar estas organizaciones obreras para defender a los obreros frente a su Estado y para que los obreros defiendan nuestro Estado. Una y otra defensa se efectúa a través de una com-binación original de nuestras medidas estatales y de nuestro acuerdo del “enlazamiento” con nuestros sindicatos...» (36) (Subrayado nuestro)

Analicemos ahora otro aspecto del folleto de Trotski; se trata del sistema de trabajo de choque y el igualitarismo. Lenin señala:

«Pues bien, si se plantea la cuestión del sistema de trabajo de choque y del igualitarismo, lo primero que debe hacerse es abordarla con reflexión y eso es precisamente lo que no se observa en el trabajo del c. Trotski; cuanto más rehace sus tesis iniciales, tantos más postulados falsos hay en ellas. He aquí lo que leemos en sus últimas tesis:

Lenin cita a Trotski:

«En la esfera del consumo, es decir, de las condiciones de existencia personal de los trabajadores, es preciso aplicar la línea del igualitarismo. En la esfera de la producción, el principio del sistema trabajo de choque seguirá siendo para nosotros, aún durante mucho tiempo, el decisivo….. (Tesis 41 del fo-lleto de Trotski).

Lenin comenta y dice:

«Esto es una completa confusión teórica. Esto es absolutamente erróneo. El sistema de trabajo de choque implica una preferencia, pero la preferencia sin consumo es nada. Si la preferencia que se tiene conmigo consiste en que voy a recibir un octavo de libra de pan, no necesito para nada esa pre-ferencia. La preferencia en el sistema de trabajo de choque, es también preferencia en el consumo. Sin esto, el sistema de trabajo de choque será un sueño, una quimera, pero nosotros, pese a todo somos materialistas. Si se habla del sistema de trabajo de choque hay que dar pan, ropa y carne…... Resulta pues, que la cuestión del igualitarismo y del sistema de trabajo de choque se plantea en las tesis de un modo completamente falso. Además, representa un retroceso con respecto a lo que prácticamente ha sido ya comprobado y logrado. Eso es inadmisible, y siguiendo ese camino no se conseguirá nada bueno...» (Subrayado nuestro) (37)

Como puede apreciarse con claridad, los criterios de Trotski están plenamente enfrentados con los de Lenin, pero además manifiestan un idealismo absurdo combinado con un burocratismo totalmente aje-no a la lucha real que se libra ese momento en la Unión Soviética. Pero eso no es todo, Trotski y sus criterios están también enfrentados a los escritos de Marx en torno a la relación trabajo-remuneración, que en la etapa de transición debe ser; “de cada quién según su trabajo, a cada cual según su capacidad”, el igualitarismo no puede menos que estar ausente de la etapa de transición; pero incluso

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si de igualitarismo se trata, el planteamiento trotskista es totalmente equivocado y falso. En efecto, Trotski concibe el igualitarismo en el consumo personal de los trabajadores, pero como bien dice Marx, esto sería lo más injusto, pues unos tienen más hijos que otros, y por lo tanto necesitan consumir más que otros. Al parecer Trotski desconocía por completo el trabajo de Marx sobre la “Crítica al Progra-ma de Gotha” y sus planteamientos se acercan a los de Ferdinand LaSalle y se alejan por completo de los de Marx.

Tenemos seguidamente la controversia en torno a los dirigentes sindicales. Al respecto Trotski, señala:

«...es necesario proceder ahora mismo a la reorganización de los sindicatos, es decir ante todo, a la selección del personal dirigente precisamente desde este punto de vista....» (38)

Lenin replica:

«!Ahí tenéis el verdadero burocratismo! ! Trotski y Krestinski seleccionarán el personal dirigen-te de los sindicatos!..... Conclusiones: en las tesis de Trotski y Bujarin hay toda una serie de errores teóricos. Una serie de inexactitudes de principio. Políticamente, todo el enfoque de la cuestión equivale a una falta absoluta de tacto. Las “tesis” del c. Trotski son una cosa perjudicial en el sentido político. Su política en suma, es una política de excitación burocrática de los sindicatos. Y estoy seguro de que el Congreso de nuestro Partido condenará y rechazará esta política....» ( Subrayado y negrillas nuestras) (39)

Creemos que huelgan los comentarios. ¡El burócrata Trotski quiere escoger a dedo a los dirigentes sindicales! Pero en nuestro país escuchamos la cantinela trotskista de la burocracia sindical, es pues difícil pensar que los designados a dedo, sean algo mejor que aquellos que se encaraman por sucios acuerdos. Por último tenemos la discusión sobre cómo organizar los sindicatos: Lenin nos dice:

«..durante esta Conferencia, el c. Tomski vino excitadísimo al Buró Político y, con el apoyo pleno del equilibradísimo c. Rudzutak, comenzó a contar que el c. Trotski había hablado en ella de “sacudir” los sindicatos y que él, Tomski había polemizado contra esto; cuando ocurrió eso, decidí para mí, en el acto y de manera definitiva, que la esencia de la discusión estaba cabalmente en la política (es decir de la política del Partido respecto a los sindicatos) y que el c. Trotski con su política de “sacudimien-to”, no llevaba ninguna razón en esta discusión con el c. Tomski. Porque la política de “sacudimiento”, incluso si se justificara en parte con las “nuevas tareas y los nuevos métodos” (tesis 12 de Trotski), es completamente inadmisible en el momento actual y en la situación presente, pues implica peligro de escisión...» (40)

Para confirmar la exposición de Lenin al respecto, Trotski señala:

«Zinoviev -dijo- enfoca de una manera demasiado propagandística toda cuestión práctica y eficiente, olvidándose de que no se trata sólo de material para la agitación, sino de una cuestión que debe ser resuelta por la vía administrativa...» (41) (Subrayado nuestro)

Insistiendo reiteradamente sus opiniones sobre los sindicatos, Trotski no aprende de Lenin y en el No-veno Congreso del Partido, lanza la siguiente consigna provocadora y burocrática.

«Hay que decir a los obreros el lugar que deben ocupar, desplazándolos y dirigiéndolos como si fueran soldados…. La obligación de trabajar alcanza su más alto grado de intensidad durante la transición del capitalismo al socialismo… Los “desertores” del trabajo deberán ser incorporados a batallones discipli-narios, enviados a campos de concentración… La militarización es impensable sin la militarización de

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los sindicatos como tales….» (42)

Esta brutal consigna trotskista fue rechazada completamente por el Noveno Congreso, pero el tozudo Trotski continuó sosteniendo sus estupideces del “socialismo de cuartel” incluso en el Décimo Congre-so, afirmando que el PC:

«Tenía derecho a afirmar su dictadura incluso si esta dictadura está en conflicto temporal con los hu-mores cambiantes de la democracia obrera…» (43)

Estos puntos de vista de Trotski, jamás son expuestos por nuestros trotskistas nativos que tanto pro-claman la democracia obrera frente a un pretendido “burocratismo” estalinista.

¡¡El verdadero burócrata retratado de cuerpo entero!! Los problemas que deben ser resueltos en la más amplia discusión, o como diría el presidente Mao, contradicciones en el seno del pueblo que deben resolverse con métodos diferentes a aquellos que se utiliza para resolver contradicciones antagónicas, las pretende resolver Trotski por la vía administrativa. Trotski quiere sacudir desde arriba a las escue-las del comunismo, a las escuelas de solidaridad y de gobierno, para colocar a dedo a sus adeptos en los puestos dirigentes de los sindicatos. Felizmente Trotski y sus posiciones fueron siempre derrotados primero por Lenin y después por Stalin, ambos secundados por verdaderos bolcheviques.

8. LA CONCEPCION INSTRUMENTALISTA DEL ESTADO EN TROTSKI

El “instrumentalismo del Estado”, es una adulteración empirista del pensamiento de Marx sobre el Es-tado. En una palabra, significa dar vuelta a Hegel el cual suponía el Estado como un sujeto. De modo que el instrumentalismo representa lo contrario, es decir el Estado como un objeto, como una cosa inerte y susceptible de ser tomada, capturada y puesta al servicio precisamente de sus captores.

Trotski es claramente instrumentalista y esa su concepción le lleva a cometer una serie de errores po-líticos imperdonables como es el caso del ejército rojo, como veremos después. Trotski dice:

«La revolución es una pugna abierta entre fuerzas sociales que luchan por el poder. El Estado no es un fin en sí. Es solamente una máquina entre las manos de las fuerzas sociales dominantes. Como toda máquina, tiene sus mecanismos; un mecanismo motor, un mecanismo de transmisión y un mecanismo de ejecución. La fuerza motriz del Estado es el interés de clases; su mecanismo motor, la agitación, la prensa, la propaganda mediante la Iglesia y la enseñanza, los partidos, los mitines en la calle, las peticiones y los motines. Su mecanismo de transmisión, es la organización legislativa de los intereses de casta, dinastía, estamento o clase, que se atribuyen el papel de voluntad de Dios (absolutismo) o voluntad de la nación (parlamentarismo). Por último el mecanismo ejecutivo es la administración con su policía, los tribunales con sus cárceles, y el ejército.

El Estado no es un fin en sí, sino un medio sumamente poderoso para organizar, desorganizar y reor-ganizar las relaciones sociales. Según quiénes le controlen, puede ser una poderosa palanca para la revolución, o una herramienta que se utiliza para organizar el estancamiento....

Todo partido político, digno de tal nombre, lucha para conquistar el poder político y poner de ese modo el Estado al servicio de la clase cuyos intereses expresa...» (44)

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La concepción instrumentalista del Estado, si bien puede aparecer en algunos textos y escritos clá-sicos, fue muy claramente rebasada y superada por Marx en su célebre “18 Brumario de Luís Bo-naparte”, cuando en forma cristalina nos decía que todas las revoluciones se ocuparon de tomar el Estado y ponerlo a su servicio y que precisamente se trataba para la revolución de “destrozar y hacer pedazos la máquina DEL Estado y de ninguna manera solamente ponerla al servicio de la Revo-lución”. Marx percibía claramente que el Estado capitalista, como todo Estado, respondía orgánica-mente a la clase dominante y que cualquier intento de ignorar este carácter podía tener consecuencias lamentables.

El problema teórico del “instrumentalismo del Estado”, ha sido abordado por varios autores y justa-mente se puede decir que solamente una visión mecanicista podría pues concebirlo como una cosa u objeto inerte. Incluso Lenin cuando habla del “Instrumento Estado” lo hace en sentido metafórico, en cambio Trotski, se explaya en explicaciones instrumentalistas tan evidentes que no hacen sino mos-trarnos su inocultable positivismo en todos los terrenos.

9. EL EURO-CENTRISMO DE TROTSKI

El eurocentrismo, como una forma del etnocentrismo, es una concepción politico-sociológica que su-pone a Europa el centro de todo progreso humano en la historia y como tal es una expresión anti-científica en la consideración del desarrollo histórico de las formaciones sociales y su indudable ca-rácter desigual, no obstante que Trotski habla de pasada del desarrollo desigual y combinado en el capitalismo.

Los eurocentristas, como no conocen el desarrollo histórico de otras grandes zonas del mundo, pien-san que toda cultura ha nacido en Europa y que todo desarrollo científico debe, necesariamente, estar unido al aporte europeo. El desprecio eurocéntrico de los países y culturas de Asia, Africa, el Mundo Arabe y América Latina, es insolente y se manifiesta sobre todo y ante todo en los pensadores euro-peos desde los social demócratas, hasta llegar francamente a los representantes más reaccionarios y el fascismo italiano y el nazismo alemán.

Trotski, es profundamente eurocentrista, pues admira sin raciocinio alguno a Europa y cree que quién no ha estado en Europa occidental, como algunos “prácticos” rusos, no conoce la historia universal, ni los grandes movimientos telúricos del espíritu universal hegeliano. (Hegel otro eurocéntrico).

Marx y Engels y en cierto sentido también Lenin, fueron euro-céntricos en sus primeras producciones teóricas y no hace falta remitirnos a las fuentes documentales de ellos mismos para probar esto. Sin embargo, comenzando por Marx, poco a poco y con una profundidad muy grande se va abriendo paso una consideración muy distinta del proceso histórico y revolucionario. Recordemos sus trabajos sobre Irlanda, sobre Polonia, y ante todo sobre la India y China, en los cuales la superación dialéctica del eurocentrismo filosófico y sociológico, se hace evidente.

Lenin, por su lado, a partir de su concepción sobre la “Autodeterminación de las Naciones”, supera con creces aquella limitación de espacio y tiempo que influyó sobre los grandes clásicos.

Trotski, por el contrario, fue siempre un eurocentrista convencido, jamás logró superar esa visión cen-trada exclusivamente en Europa. Leamos este famoso e inconfundible párrafo que retrata ampliamen-te el euro-centrismo de líder opositor:

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«Sin el apoyo estatal directo del proletariado europeo la clase obrera de Rusia no puede conservar el poder, ni convertir su dominio temporario en dictadura socialista duradera... En cambio, no cabe duda de que una revolución socialista en Occidente nos permitiría convertir la supremacía temporaria de la clase obrera directamente en dictadura socialista....» (45)

Este punto de vista de Trotski no variará nunca, no cambiaría jamás, al punto que la propia Dunayevs-kaya, una trotskista muy inteligente y autora de una obra muy buena como la citada, expresa:

«Sea cual fuere el período histórico, sea cual fuere el país o la situación mundial, Trotski mantiene su posición de acuerdo con la cual “por revolucionario que sea el papel del campesinado, de todos modos no puede representar un papel revolucionario, menos aún dirigente”...» (46)

La incoherencia de Trotski no puede ser más evidente. Dice que “por revolucionario que sea el papel del campesinado, no puede representar un papel revolucionario”. ¿En qué quedamos? A mayor abun-damiento, tenemos que cuando Raya analiza los criterios de Trotski sobre China de 1937, expresa:

«Que en estas circunstancias Trotski tratase la situación china como si fuese simplemente una repe-tición del desastre de 1925-27, implica no sólo atribuir omnipotencia a Stalin, sino revelar un enfoque peculiarmente europeo. Y este es el aspecto fundamental de toda la tesis: la concepción de Trotski es-taba excesivamente centrada en Europa.... Por consiguiente, aquí empleamos la expresión “centrado en Europa” como expresión de la incapacidad para aprehender un sujeto nuevo autodesarrollado-- en el caso concreto, las masas chinas y sobre todo el campesinado...» (47) (Subrayado nuestro)

Para Trotski no existe la historia y el cambio de las circunstancias, sus puntos de vista son inamovibles y con ellos aquel de la primacía del proletariado europeo. El eurocentrismo más absoluto se petrifica en Trotski a partir de 1904, hasta el día de su muerte en 1940.

El eurocentrismo que, en la actualidad, es la expresión cultural y política máxima de la opresión de los países dominados por el imperialismo, fue efectivamente una de las características más importantes del pensamiento político de Trotski.

El cosmopolitismo de Trotski, es reconocido incluso por su admirador mayor, Isaac Deutscher que dice:«..En nadie era más natural la europeización que en Trotski. Más que ningún otro emigrado, él era un “europeo”...». (48)

Es cierto que algunas de sus obras, Trotski habla también del “desarrollo desigual y combinado” de las formaciones sociales, sin embargo, fuera de una mención discursiva no existe, en absoluto, ninguna aplicación del principio a las análisis históricos en Trotski y siempre predomina su concepción euro-centrista a ultranza.

10. EL ANTI-CAMPESINISMO DE TROTSKI

10. 1. Las naciones oprimidas

Cuando Lenin discutía el problema de la “Autodeterminación de las naciones” en ocasión del ingreso de marxistas polacos al Partido SocialDemócrata, entre ellos Rosa Luxemburgo, en 1906, sostenía que los polacos en ninguna oportunidad, ni en las conferencias de 1907 ni 1908, presentaron una sola proposición planteando la modificación del programa ruso en su punto (9) que justamente expresa dicho principio de “Autodeterminación de las Naciones”.

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En consecuencia, los puntos de vista de Trotski a este respecto, son falsos. Trotski escribía a nombre de la redacción de Borbá, en marzo de 1914:

«Los marxistas polacos consideran que el “derecho a la autodeterminación nacional” carece en abso-luto de contenido político y debe ser suprimido del programa...» (49)

Lenin por su parte continúa y dice:

«¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! No pudo mostrar ninguna prueba, a no ser “conversaciones particulares” (es decir, sencillamente chismes, de los que siempre vive Trotski), para incluir a los “marxistas polacos” como gente sin honor y sin conciencia, incapaz siquiera de respetar sus convicciones y el programa de su Partido. ¡El servicial Trotski!......

Cuando en 1903 los representantes de los marxistas polacos se retiraron del II Congreso a causa del derecho a la autodeterminación, Trotski pudo decir entonces que consideraba este derecho carente de contenido y que debía ser suprimido del programa....Pero después de esto, los marxistas polacos ingresaron en el Partido que tenía tal programa y ni una sola vez presentaron la proposición de modi-ficarlo....»

Y finaliza este tema Lenin, con la siguiente observación:

«Jamás, ni en un solo problema serio del marxismo, ha sostenido Trotski una opinión firme. Siempre se ingenió para “deslizarse por entre las rendijas” de tales o cuales divergencias, y para pasar de un campo a otro.....» (50)

10. 2. El Mujik ruso (Campesino pobre)

Trotski fue un enemigo jurado y rabioso de los campesinos y sobre todo de los campesinos pobres de Rusia a los cuales llamaba mujiks. Todas las citas propias de Trotski y además las referencias de otros autores sobre las opiniones de Trotski en torno a los campesinos rusos, nos muestran hasta qué punto no comprendía el verdadero carácter del campesinado como fuerza revolucionaria.

Pero no era solamente esto desde un punto de vista político, nosotros encontramos verdaderamente un desprecio aristocrático del campesinado pobre de parte de un intelectual que se sentía muy por encima del pobre “mujik” ruso, incapaz de toda iniciativa, siempre al remolque y arrastrado ya sea por la burguesía, ya sea por el señor feudal y, naturalmente también, eventualmente por el proletariado.

Trotski pensaba en el campesinado, como piensa un verdadero señor feudal, un aristócrata o un noble ruso que lo único que observa es la ignorancia, la pobreza, la miseria, la suciedad, el atraso y otros males sociales que no los remite al sistema de la explotación que sufría el campesinado, lo cual es una formulación marxista, sino, contrariamente, como un buen aristócrata, al carácter intrínsecamente retardatario, a la “naturaleza” miserable del “despreciable” mujik, aplastado por un destino manifiesto evidente aunque inexplicable.

Escuchemos algunas opiniones de Charles Bettelheim, en torno a las consideraciones de Trotski sobre las masas populares y los campesinos:

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«En Trotski esta concepción (se está refiriendo al ejército), se combina con una gran desconfianza hacia las masas populares. Refiriéndose al pasado de éstas, Trotski declara, por ejemplo que no eran “más que una masa compacta que vivía y moría como vive y muere una nube de langostas”. Respecto a su presente, Trotski dice que están imbuidas “de los instintos mas elementales, hasta el punto de que el hombre de la masa...intenta apoderarse de todo lo que puede, no piensa más que en él y sería propicio a olvidar que forma parte de la clase popular”..» (51).

Trotski nos muestra claramente en esta interesantísima nota lo que realmente piensa de los campesi-nos y del pueblo, pero naturalmente estas opiniones saltan por aquí y por allá, porque después en sus opiniones “serias”, parece ser un defensor de los oprimidos:

«En Rusia, la élite dirigente de la clase obrera es demasiado reducida... Representa lo mejor de la clase obrera. Detrás de ella viene la generación más joven, que participa conscientemente en la re-volución desde 1917. Es una parte muy valiosa de la clase obrera.... Las capas más bajas de la clase obrera, de origen campesino, aunque de espíritu revolucionario, son aún muy pobres de iniciativa, ¿qué padece el mujik ruso? Un mal gregario: la ausencia de individualidad, es decir, lo que ha sido cantado por nuestros narodnikis reaccionarios, lo glorificado por Tolstoi en la persona de Platón Kara-taiev: el campesino se disuelve en la comunidad y se somete a la tierra...» (52)

«El 24 de abril (1917), en la reunión del Partido, después de atacar a los “viejos bolcheviques” que le acusaban de no conceder a los campesinos toda la importancia que merecen, dice (Lenin), “El Partido proletario no puede ahora cifrar sus esperanzas en la comunidad de intereses con los campesinos. Luchamos porque los campesinos se pasen a nuestro lado; pero el hecho es que éstos, y hasta cierto punto conscientemente, están al lado de los capitalistas”.

Esto -dicho sea de paso- demuestra cuán lejos estaba Lenin de la teoría que más tarde habrían de atribuirle los epígonos de la eterna armonía entre los intereses del proletariado y los campesinos. Aún admitiendo la posibilidad de que los campesinos “como clase”, pudieran llegar a desempeñar el papel e factor revolucionario, Lenin, en abril, creía necesario estar prevenido para la hipótesis peor, para la perspectivas de un sólido bloque entre los terratenientes, la burguesía y los vastos sectores campesi-nos.....» (53)

Trotski intenta en estos párrafos confundirnos y hacernos pensar que Lenin compartía sus puntos de vista anti-campesinos. El hecho cierto que algunos capas campesinas se pongan a favor de la burgue-sía y la derecha, no justifica, ni mucho menos, la censura cerrada, poniendo a todo el campesinado pobre como “enemigo” de la revolución. ¿Acaso no es un hecho también que muchos obreros y prole-tarios, en algunas ocasiones apoyan también a la burguesía?

A continuación veremos a Trotski otra vez en su papel de gran dictador, arrastrando a los campesinos contra su voluntad y conciencia detrás de los proletarios convertidos ya en poder político. Poco impor-ta, nos dirá Trotski que el campesinado se aliste con voluntad o sin ella. El desprecio de Trotski con los campesinos no puede ser más evidente.

Trotski es tratado acá por Kostas Mavrakis el pensador marxista griego:

“Numerosos sectores de las masas laboriosas, en particular en el campo, serán arrastradas a la revo-lución y se organizarán políticamente solo después de que la vanguardia de la revolución, el proleta-riado urbano, esté al timón de la revolución.....

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“Al campesinado sólo le resta alinearse junto al régimen de la democracia obrera. Poco importará que el campesinado lo haga con un grado de conciencia no más elevado que cuando sostiene el régimen burgués..” (54)

Mavrakis intercala sus opiniones con las de Trotski y nos va aclarando las opiniones de éste en torno a los campesinos.

«Trotski, aludiendo a la política leninista escribía: “Se propone ahora completar esa restricción política por una verdadera garantía anti-socialista, imponiendo al proletariado un colaborador: el mujik”...»(55) (Subrayado nuestro)

Opiniones resumidas de Trotski, antes de 1917, según Mavrakis.

«El campesinado se alía con el proletariado casi con tanto fatalismo e ignorancia de sus propios inte-reses como cuando sostiene un régimen reaccionario…» (56) (S.n.)

«Para Trotski no es cuestión de hacer concesiones al campesinado para que las contradicciones entre él y el proletariado resulten secundarias, ya que de hecho no distingue la etapa democrática y la etapa socialista de la revolución, Más aún, considera que el pasaje a ésta última supone un conflicto entre las dos clases sociales…». (57)

«(1922) Para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria debe, desde su ascenso al poder, enfrentar radicalmente no sólo la propiedad feudal, sino también la propiedad burguesa. De ello resultarán con-flictos no sólo con los agrupamientos de la burguesía, sino también con vastas masas campesinas con ayuda de las cuales el proletariado conquistó el poder...» (58).

En las citas anteriores, Trotski trata de confundirnos atribuyendo a Lenin sus opiniones anti-campe-sinas, pero eso es imposible, pues Lenin, reconociendo el atraso de las masas campesinas rusas en algunos aspectos, no puede caer en el craso error capital de prohibirles iniciativas históricas, pues Le-nin, contaba con ellas como seguros aliados de la clase obrera, de modo que aquel intento de Trotski de “ganarse” a Lenin para sus propósitos anti-campesinos es una impostura, como tantas.

En el Prefacio escrito por Trotski en 1922, para su libro “1905”, dice sobre la “Revolución Permanente” y los campesinos:

«La revolución no podrá resolver sus tareas burguesas más inmediatas sino colocando en el poder al proletariado. Y este último al tomar el poder en sus manos, no podrá por menos de rebasar el marco burgués en la revolución. Al contrario: precisamente para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria tendrá que hacer, desde los primeros pasos de su dominación, las más profundas incursiones, no solo en la propiedad feudal, sino también en la propiedad burguesa. Este modo de proceder le llevará a choques hostiles, no sólo con todos los grupos burgueses que le apoyaron en los primeros momentos de su lucha revolucionaria, sino también con las vastas masas campesinas, con ayuda de las cuales ha llegado al poder. Las contradicciones en la situación del gobierno obrero en un país atrasado, en el que la mayoría aplastante de la población está compuesta de campesinos, podrán ser solucionados sólo en el plano internacional, en la palestra de la revolución mundial del proletariado...» (59). (Subra-yado nuestro.)

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Trotski no puede con su carácter cosmopolita y anti-campesino. Parece que hasta deseara ver chocar “hostilmente” a las vastas masas de campesinos, se entiende pobres que son las más amplias con el proletariado. Mientras Lenin nos habla de la alianza entre el proletariado y las capas trabajadoras del campo, como una sólida base de la dictadura del proletariado, Trotski nos plantea “choques hostiles” con quiénes han ayudado al proletariado a alcanzar el poder. Pensamos que el anti-campesinismo de Trotski es tan flagrante que no hace falta reunir más testimonios. Definitivamente, Trotski piensa en el campesinado, incluido el campesino pobre, como un enemigo potencial de la Revolución. Es ésta una constante de su pensamiento, por tanto el trotskismo internacional y sobre todo el nacional de Lora, pierde el tiempo pretendiendo mostrarnos a “su” trotskismo como una alianza obrero-campesina. ¡¡Nada de eso señores loristas, para ser consecuentes con su líder Trotski, ustedes están obligados a una política anti-campesina, y todos los esfuerzos para disimular esta realidad, deben ser desenmas-carados!!

11. EL ANTI-LENINISMO DE TROTSKI

Trotski escribió una obra sobre Lenin (¿sobre qué no escribió?) y en uno de sus párrafos más salientes y haciendo gala de una ignorancia supina en cuanto a la relación entre teoría y práctica, se da el lujo de comparar a Marx con Lenin, diciendo:

«Marx se muestra en toda su estatura en el “Manifiesto Comunista”, en el prefacio a la “Crítica de la Economía Política”, en “El Capital”. Incluso aunque no hubiera fundado la Primera Internacional, permanecería para todos los tiempos como la figura que hoy conocemos. Por otro lado, Lenin se nos muestra en toda su estatura en la acción revolucionaria. Sus obras científicas son tan solo un prepa-rativo para la acción. Incluso aunque no hubiera publicado un solo libro, la historia le recordaría en la forma en que ha entrado en sus páginas: como dirigente de la Revolución Proletaria, como creador de la Tercera Internacional…». (60).

Realmente Trotski se pasó de la raya en estos sus comentarios, pues por una parte, pretende mos-trarnos a Marx, simplemente como un teórico, señalando algunas de sus obras, restándole toda im-portancia a su actividad revolucionaria en la práctica. Es evidente que Trotski jamás comprendió la profundidad de las “Tesis sobre Feuerbach”.

Pero donde Trotski es realmente infame y sinvergüenza es cuando se refiere a Lenin como un simple práctico, es decir como un hombre de acción que, “aunque no hubiera escrito ni un solo libro”, la histo-ria le reconocería el lugar que le corresponde.

Es una verdadera aberración pues, sostener que el uno (Marx) era solamente un teórico y el otro (Lenin) era solamente un práctico y naturalmente queda claro que él (Trotski) resumió esas dos con-diciones.

El Materialismo Histórico, fundado por Marx y desarrollado por Lenin y Mao, nos enseña que la rela-ción entre teoría y práctica tiene un contenido muy especial. La “teoría” es también una práctica, la llamada “práctica teórica”, la teoría estrechamente ligada a la práctica, constituye su guía y ésta se torna la comprobación de la teoría. Marx y Lenin tenían una visión coincidente, así como Mao de estas cuestiones.

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Pero la cita y la opinión de Trotski son tan elementales que efectivamente, como buen positivista que siempre fue, creía posible separarlas y, para provecho propio, hacer del uno un “teórico” y del otro un “práctico”. Efectivamente más de una vez se refirió despectivamente a los “prácticos rusos”, en refe-rencia a Lenin y en especial a Stalin.

Marx realizó una gigantesca práctica teórica al concebir y escribir “El capital”, su obra fundamental; en ese sentido sostener que Marx fue “solamente” un teórico, es, sencillamente no comprender en absoluto a Marx.

En cuanto a Lenin su obra teórico-práctica fue también colosal. Desarrollando la concepción del Mate-rialismo Histórico, hizo la síntesis teórica de las transformaciones del Modo de Producción Capitalista en su segunda etapa: la del Imperialismo, en su obra: “El Imperialismo, fase superior del Capitalis-mo”, creando justamente su teoría que elevó la de Marx a su segunda etapa: el Leninismo. Además escribió: “El Desarrollo del Capitalismo en Rusia”, única obra de análisis de la formación social rusa y el surgimiento del capitalismo. En el plano filosófico, tenemos “Materialismo y Empiriocriti-cismo”, esa crítica de las concepciones de Bogdanov y Mach saturadas de idealismo y subjetivismo y los “Cuadernos Filosóficos”. Pero,...¿vamos a seguir?, si todos conocemos la enorme obra teórica y teórico-práctica de Lenin.

Pero pasemos a Trotski, finalmente.... ¿qué ha escrito Trotski? En las expresiones de uno de sus admiradores, el trotskista inglés Perry Anderson, tenemos:

«Trotski no había escrito ninguna obra económica de entidad, a diferencia de la mayoría de los teóricos de su generación...» (61).

Pero para dorar la píldora y no dejar a Trotski donde le corresponde: el limbo teórico, Anderson pasa al halago desmedido de su obra de coyuntura política.

Según Anderson, los análisis políticos de Trotski, no fueron superados “ni por Lenin”. Su obra máxima es la “Historia de la Revolución Rusa” (1930) y es como bien lo dice Anderson, una obra de historia concreta. A continuación, en una exaltada y completamente exagerada ponderación, se refiere a sus escritos sobre el fascismo “estudios concretos de coyuntura política que no tienen parangón en los anales del materialismo histórico” (sic)

Bueno, en este campo, nuestro buen Anderson ya recibió lo que merecía en las críticas acertadas de Samir Amin:

«La esterilidad teórica y práctica de la corriente pro-imperialista en el marxismo ha sido reconocida en fecha reciente por una víctima de tal corriente, Perry Anderson. Este autor califica de “marxismo occidental” al conjunto de las corrientes que él mismo reconoce como pesimistas, “hijas de la derrota del movimiento obrero”, “sin ningún efecto sobre la realidad” y “sin práctica revolucionaria”. Pero cu-riosamente se olvida de explicar las razones de la hegemonía socialdemócrata en las clases obreras de los centros avanzados, y no se interesa por el imperialismo. También se ve obligado a basarse en filósofos que vacilamos en considerar tan importantes como la opinión occidental los quiere hacer apa-recer, y en ciertos filósofos que en nuestra opinión apenas deben ser considerados como marxistas. En cambio, cuando el autor señala las corrientes del marxismo “no occidental”, se extiende sobre el trotskismo, pero se olvida por completo de China y el maoísmo. Raras veces se habrán sustituido las realidades objetivas más importantes por las simpatías y antipatías personales» (Subrayado nuestro) (62)

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Pero sigamos con Trotski que no obstante no haber escrito ninguna obra de “entidad”, sigue siendo el genio para Anderson, aunque nosotros sabemos que la comprensión precisamente de la Formación Social, es decir el Materialismo Histórico, debe basarse en el análisis de las relaciones de producción determinadas.

“La Revolución Permanente”, ya lo dijimos, es otra obra de especulación política y además como una copia de las ideas de Parvus. ¿¡¡Qué queda, pues, del Trotski teórico!!?

¡No queda en realidad nada! Trotski únicamente escribió obras de carácter histórico concreto y análisis de coyuntura política, jamás abordó la compresión del Materialismo Histórico propiamente dicho, del cual como sabemos la política es uno de sus niveles superestructurales.

¿Cómo podría considerarse a Trotski como un clásico si, como dicen sus propios admiradores, jamás escribió una obra de “entidad científica” relativa al carácter mismo de las formaciones sociales? Trotski es pues un analista superficial de los procesos históricos y esto no puede, en absoluto ser rebatido por la mitología trotskista. Fuera de todo esto solamente tenemos sus denuestos anti-estalinistas escritos por toneladas en el exilio, bien protegido por el imperialismo que reconocía su ayuda en la lucha contra la Unión Soviética de Stalin en los días tremendos previos a la Segunda Guerra Mundial.

En realidad, a Trotski no le reconocemos ni la una ni la otra, pues su “teoría” era y es una mezcla ecléc-tica de todas las posiciones mencheviques, economicistas y parvusianas y su acción, una hiperactivi-dad de tipo personalista, para destacarse individualmente como ególatra que era y usurpar la dirección de los bolcheviques a quiénes había combatido siempre desacreditándolos hasta meses antes de la revolución de octubre.

11. 1. La carta de Trotski al menchevique Chjeidze (Abril de 1913)

Cuando y donde aparece todo el anti-leninismo visceral del “canalla” Trotski, (Así llamado por Lenin) es en 1913 y ratificado en 1921, cuando en una carta privada que escribe al menchevique georgiano Chjeídze, dice lo siguiente, (en parte, ya que la misma en su integridad solamente ha sido transcrita en la obra de Olminski que no la tenemos):

«El leninismo descansa por completo en estos momentos en la.... mentira y la .....falsificación y lleva en su seno el elemento...... emponzoñado de su propia desintegración........ (Lenin),... ¡Qué disparatada alucinación parecen las detestables intrigas, sistemáticamente urdidas por Lenin, maestro en esos asuntos!… Ese gran pendenciero... ese explotador profesional del atraso del movimiento obrero ruso... repugnante, disoluto, demagogo, abogado chapucero, malicioso y moralmente repugnante.» (63) (Negrillas nuestras)

¡¡He ahí lo que Trotski pensaba realmente de Lenin y el bolchevismo!!

No se puede justificar ni explicar en razón del tiempo y las circunstancias estas apreciaciones tan de-finitivas de Trotski. El trotskismo tiene que vivir con ellas, como una marca indeleble de su infamia. Estos párrafos o mejor parrafadas de Trotski no son nunca citados por toda la gama de admiradores de Trotski que derraman torrentes de elogios a una supuesta “amistad” entre ambos. Esta carta -dice Carr-, interceptada por la censura, fue descubierta en los archivos policiales después de la revolución, y su publicación fue uno de los sensacionalismos de la campaña contra Trotski después de la muerte de Lenin. Ahora sabemos que la famosa carta de Trotski a Chjéidze, un conocido menchevique, que cayó como dice Carr en poder de la censura zarista, fue conocida por el Partido, a través de la comi-

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sión encargada de redactar la historia del Partido (Istpart) y cuando Olminski, presidente de la comi-sión, le escribió a Trotski, no sin cierta ironía, preguntándole si deseaba que se publicara, Trotski, en la cima del poder y muy seguro de si mismo, mostrando una condescendencia rayana en la temeridad contestó que no creía que fuera oportuno publicarla porque:

«El lector de hoy no comprendería las salvedades históricas ……… y se sentiría confundido. Aunque, lo admito francamente, yo no considero que en mis diferencias con los bolcheviques estuviese equivocado del todo, …que la publiquen dentro de diez años, si es que para entonces le puede inte-resar a alguien….» (64) (Subrayados y negrillas nuestros)

Lo que no dice Trotski es que la carta no es fundamentalmente contra los bolcheviques, sino personal-mente contra Lenin. Según Carr, Trotski ni se excusaba ni se mostraba arrepentido de sus expresiones insultantes hacia el líder.

Carr comentando estas diatribas de Trotski contra Lenin y las respuestas de éste, dice:

«Los esfuerzos realizados por Trotski a lo largo del período 1909-1914 para devolver la unidad al par-tido fueron combatidos repetidas veces por Lenin en nombre de la pureza doctrinal y de la eficacia de la organización; y la persistencia de esta disputa produjo como resultado una mutua exacerbación y un rico vocabulario de insultos....» (65).

A continuación analizamos un poco de la obra de A. Sobolev y algunos datos interesantes que aporta sobre el trotskismo:

«En los años difíciles de instauración del Poder soviético (Trotski) enzarzó al Partido en una serie de discusiones muy arduas, intentando imponerle una línea aventurera, “izquierdista”, en los problemas fundamentales de la política interior y exterior. Su lucha contra el leninismo se intensificó sobre todo, durante la enfermedad de Lenin y después de su muerte...

En el curso de los debates, Trotski intentó rebajar a Lenin y presentar como únicas concepciones teó-ricas acertadas las suyas propias. Afirmó que lo característico de Lenin “eran la práctica y la intuición revolucionarias”, negando la contribución personal de Lenin al desarrollo del pensamiento marxista. En su folleto “Un nuevo curso”, Trotski definió el leninismo como un sistema de acción revolucionaria que presupone la intuición revolucionaria, educada con la reflexión y la experiencia, que en el terreno social es equivalente a la sensación muscular del trabajo físico....

Simultáneamente, Trotski comenzó a afirmar que existen dos leninismos: “el viejo”, “inservible”, “de preguerra”, con su idea sobre la necesidad de la etapa democrático-burguesa de la revolución y su transformación en revolución socialista... y el otro, un pretendido leninismo nuevo, de postguerra, for-mado, a su decir, tras la renuncia a las tesis fundamentales del bolchevismo, después de rearmarle ideológicamente a base del trotskismo y, sobre todo, gracias a la aceptación de la teoría de la revolu-ción permanente...» (66) (Subrayado y negrillas nuestros.)

Trotski, ya lo decíamos, no se consideraba, ni de lejos, un discípulo de Lenin, por el contrario, hasta la Revolución de Octubre del 17, intentó, por todos los medios, rebajar a Lenin, para enaltecerse él mismo y presentarse como el verdadero líder de la Revolución bolchevique, no obstante ser, como ya los hemos probado, un anti-bolchevique convicto y confeso.

Podemos seguir reuniendo testimonios de todo tipo para probar cómo atacaba sañudamente a Lenin, llegando al insulto personal.

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Para Trotski Lenin era un “práctico”, con mucha intuición, pero nada más que eso, el “vuelo teórico” estaba reservado para él mismo.

11. 2. Dictadura del proletariado versus dictadura democrática de obreros y campesinos

En su obra cumbre: “La Revolución Permanente” (Editorial Indice Rojo. México, 1961, páginas. 191-196), Trotski enumera los elementos fundamentales de su teoría y precisamente en los puntos segundo, tercero, quinto y séptimo, dice:

«2. Con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular de los coloniales y semi-coloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el Poder como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas.

3. El problema agrario, y con él, el problema nacional, asignan a los campesinos, que constituyen la mayoría aplastante de la población de los países atrasados, un puesto excepcional en la revolución democrática. Sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo, la alian-za de estas dos clases no es factible más que luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal-nacional.

5. Enfocada en su sentido histórico, la consigna bolchevique: “dictadura democrática del proletariado y los campesinos”, no quería expresar otra cosa que las relaciones caracterizadas más arriba, entre el proletariado, los campesinos y la burguesía liberal. Esto ha sido demostrado por la experiencia de octubre. Pero la vieja fórmula de Lenin no resolvía de antemano cuáles eran las relaciones políticas recíprocas del proletariado y de los campesinos en el interior del bloque revolucionario. En otros tér-minos, la fórmula se asignaba conscientemente un cierto carácter algebraico, que debía ceder el sitio a unidades aritméticas más concretas en el proceso de la experiencia histórica. Sin embargo, ésta última ha demostrado, y en condiciones que excluyen toda torcida interpretación, que, por grande que sea el papel revolucionario de los campesinos, no puede ser nunca autónomo ni, con mayor motivo, dirigente. El campesino sigue al obrero o al burgués. Esto significa que la “dictadura democrática del proletariado y los campesinos” solo es concebible como dictadura del proletariado arrastrando tras de sí a las masas campesinas.

7. La Tendencia de la Internacional Comunista a imponer actualmente a los pueblos orientales la con-signa de la “dictadura democrática del proletariado y de los campesinos”, superada definitivamente desde hace tiempo por la historia, no puede tener más que un carácter reaccionario. Por cuanto esta consigna se opone a la dictadura del proletariado, políticamente contribuye a la disolución de este último en las masas pequeño-burguesas y crea de este modo las condiciones más favorables para la hegemonía de la burguesía nacional y, por consiguiente, para el fracaso de la revolución. La incorpo-ración de esta consigna al Programa de la Internacional Comunista representa ya de suyo una traición directa contra el marxismo y las tradiciones bolchevistas de Octubre.....» (67)

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Trotski en el punto segundo muestra cierta “tolerancia” con la “fórmula” leninista de la “dictadura demo-crática de obreros y campesinos”, en la tercera afirma que la revolución democrática es inconcebible sin la alianza obrero-campesina, pero solamente la revolución democrática. En el punto quinto, afirma como todo anti-campesino que éstos sólo pueden ser “arrastrados” a la revolución por los obreros. Imagínese el lector el tipo de “aliados” que se consigue el proletariado que, en lugar de luchar por el triunfo, tendrá que estar arrastrando masas campesinas completamente reacias. La visión de Trotski es realmente singular, no puede sino ver a los campesinos como una masa informe, sin ningún tipo de iniciativa, a remolque obligado del proletariado.

El punto séptimo es, sin embargo, el decisivo. Ahora directamente nos dice que la “fórmula” de Lenin es reaccionaria, que ha sido superada por la historia (?), y que se opone radicalmente a la consigna marxista de la dictadura proletaria y finalmente constituye una traición directa al marxismo y a las “tra-diciones” “bolcheviques” de Octubre.

Antes de hacer un análisis comparativo de las “dos fórmulas”, según Trotski, diremos que, en este punto, podemos encontrar una total, completa y definitiva prueba de que los puntos de vista de Lenin y los de Trotski, en torno a problemas fundamentales, eran diametralmente diferentes y opuestos y que no es posible ni tolerable que se siga hablando de una línea Lenin-Trotski.

En primer término, para Lenin, Stalin, Mao y cualquier otro teórico del marxismo, la dictadura del pro-letariado, no puede tener ni presentar siempre y en todos los casos, las mismas formas. Es natural que el desarrollo desigual de los procesos revolucionarios nos mostrará una gran variedad de tipos y formas que adoptará la dictadura del proletariado, como formación transitoria hacia la sociedad comu-nista.

A fines del siglo XX, cuando la humanidad ha experimentado los cambios drásticos que todos obser-vamos con la derrota y retroceso de grandiosas experiencias de construcción socialista, se hace aún más claro que el proletariado tiene la obligación y el deber de nuclear en torno suyo a la mayor canti-dad de clases, fracciones, sectores y grupos oprimidos o marginados que, en defensa de sus propios intereses y con distintos grados de iniciativa, coadyuven en el proceso revolucionario de nuevo tipo.

Para todos los revolucionarios es claro que el campesinado pobre es el principal aliado del proletariado y que, en determinados casos, como es precisamente el caso de los países oprimidos por el imperia-lismo (el calificativo de atrasados es una reminiscencia del carácter mecánico del análisis histórico de Trotski), el campesinado pobre llega a jugar el importante papel de “fuerza principal” (Mao), del proce-so revolucionario, mientras el proletariado retiene el papel de fuerza dirigente.

El caso chino es tan claro que los trotskistas analfabetos, deberían estudiarlo para no seguir hablando disparates.

Pero tenemos otro punto quizá más importante. Solamente en la mentalidad mecánica, disecada y pro-fundamente influenciada por la teoría política burguesa formalista y funcionalista que sustenta Trotski, la dictadura y la democracia son conceptos antitéticos. Como todo buen sociólogo burgués Trotski dice: o dictadura o democracia.

Marx, ya en el célebre “Manifiesto”, nos decía que:

«El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, LA CON-QUISTA DE LA DEMOCRACIA....» (68) (S.n.)

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Por eso, los marxistas afirmamos con convicción plena que la dictadura proletaria es democrática en el sentido de que es la forma política de un nuevo tipo de Estado que representa los intereses de las más amplias masas populares y esas amplias masas populares son precisamente los proletarios, los campesinos pobres y medios, los pequeño-burgueses y las naciones y nacionalidades oprimidas.

Lenin y Mao nos explican que precisamente en los países oprimidos por el imperialismo es aún más necesaria la férrea alianza de obreros y campesinos, como núcleo del frente revolucionario mucho más amplio. En China Mao, unió a proletarios, campesinos pobres y medios, a pequeño-burgueses y a la burguesía nacional en la primera etapa de la revolución que la llamo de “Nueva Democracia” Trotski, metiéndose por una rendija en los problemas chinos, sin saber siquiera dónde quedaba China, “aconseja” a la Internacional Comunista y al partido chino, una “...dictadura proletaria” y sus epígonos piensan que Trotski descubrió la pólvora en China.

Pero, hay algo más y es aquello del proletariado como caudillo, de la revolución. No pudo Trotski en-contrarse una palabrita más infeliz para “explicarnos” el carácter dirigente del proletariado en la revo-lución. Caudillo significa cacique, amo, señor, caporal, patrono, patriarca, autócrata, arconte, adalid, jeque, dux, cabecilla, paladín, etc., etc. Todas estas acepciones son de carácter medieval y hacen re-ferencia a tipos de dominación tradicional (Weber) que nada tienen que ver con la dirección política del proletariado, pero que tienen la virtud de mostrarnos el carácter arcaico de los conceptos trotskistas, elevados a la categoría de joyas literarias en Lora.

11. 3. Lenin no era un maestro para Trotski, era un rival

Por todo lo que venimos investigando y analizando, llegamos a determinadas conclusiones que nos permiten afirmar que para Trotski, Lenin no era ni mucho menos un maestro, sino por el contrario un verdadero rival que le cerraba las puertas a la consumación de sus más caras aspiraciones persona-les.

La cita que tenemos a continuación trata de mostrarnos a Lenin como un apasionado de la revolución, “pero” como un escritor simple, “prosaico” lo cual significa trivial, tosco, banal, grosero, insulso, pe-destre, vulgar, chabacano, etc. y además anguloso, que proviene de ángulo, es decir la acepción que nosotros interpretamos, inclinado, con recodos, con aristas, con zig zags, con recovecos, etc.

En la segunda cita nos habla de redacción con arquitectura imperfecta. Trotski, no sabe cómo atacar a Lenin y mezcla el halago mezquino y contenido con la crítica oblicua y la mala intención visible.

Trotski se consideraba a sí mismo como un gran escritor y además de “práctico”, consideraba a Lenin casi como un ignorante que escribía apenas, “pero” que tenía un apasionamiento revolucionario muy grande. ¡¡Qué hermosas concesiones las del “canalla” Trotski con respecto al genial Lenin!!

«Lenin convoca a la insurrección. En cada línea simple (sic), prosaica (sic) y a veces angulosa (sic), resuena el apasionamiento más impetuoso ........» (69)

«La resolución redactada con prisas por Lenin, escrita a lápiz sobre una hoja de papel escolar cuadri-culado, era de una arquitectura imperfecta (sic), pero en cambio daba un sólido apoyo a la corriente en favor de la insurrección.... etc....» (70)

El desprecio y la profunda antipatía que sentía Trotski contra Lenin se podía palpar muy fácilmente en las anteriores líneas que, al mismo tiempo, están reflejando un inocultable propósito de rebajar a Lenin y compararse ventajosamente con él tanto como escritor cuanto como revolucionario.

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11. 4. Una carta de Lenin a A. I. F. Armand

Es por otra parte, una carta dirigida a A. Armand, la que nos muestra un Lenin que exprime sus hondos sentimientos despectivos sobre Trotski. Transcribimos simplemente en este sub-capítulo, esa carta escrita por Lenin que tiene varios propósitos, pero que revela un criterio muy claro respecto a Trotski: 19-II-1917 (ojo 1917)

«.....También hay una carta de Kollontai, quién (que esto sea entre nous por el momento), ha regre-sado de Norteamérica a Noruega. N. Iv. y Pavlov (el letón que estaba en Bruselas, Pavel Vasilievich) conquistaron Novi Mir, según dice, pero..... !!!llegó Trotski y este canalla (sic) se entendió en segui-da con el ala derecha de Novi Mir contra los zimmerwaldistas de izquierda!!!. ¡¡¡Así como oye!!!. ¡¡¡Ese es Trotski!!! Siempre fiel a sí mismo, se revuelve, estafa, posa de izquierdista y ayuda a la derecha, mientras puede....» (71). (Subrayado, admiraciones y negrillas nuestros)

Cuando las agresiones a Lenin sean muy subidas de tono, emplearemos pues el calificativo más pre-ciso que tuvo contra Trotski: el canalla.

12. SU CONCEPCION MILITARISTA.

Vamos a desentrañar en este capítulo el mito del Trotski experto en asuntos militares, “clásico” de la estrategia militar revolucionaria y todas estas “lindezas” por el estilo. Probaremos con sus propios es-critos que Trotski estaba muy lejos de poseer esas cualidades y que, en el problema militar, apenas era una mala copia de la doctrina militar clásica, es decir burguesa. Y pasamos sin más preámbulo al tema.

12. 1. El “creador” del Ejército Rojo

El Ejército Rojo fue creado a instancias de Lenin con las unidades soviéticas de obreros y campesinos que eran desmovilizadas del frente de batalla.

El Ejército Rojo no fue una creación de la revolución de octubre y podemos decir que no había en nin-guno de los líderes bolcheviques (quizá con la excepción de los representantes de la Doctrina Militar Unica de Frunce, Gusev, Voroshilov y Budienny), el criterio de una organización militar revoluciona-ria de carácter proletario y campesino que tomara a su cargo las tareas propiamente militares de la Revolución. Todos los intentos fueron hechos casi sobre la marcha en base a los destacamentos de soldados armados para la guerra y su conversión en unidades revolucionarias, por lo tanto bastante aleatorias. Escuchemos qué dice Bettelheim al respecto:

«La Revolución de octubre no ha llevado a la edificación de un ejército de carácter netamente prole-tario, caracterizado por nuevas relaciones ideológicas y políticas y susceptible de ser un instrumento en la lucha por la transformación socialista de las relaciones sociales y contra el ascenso posterior de las fuerzas burguesas.....

El antiguo aparato del Ministerio de la Guerra, transformado en Comisariado del Pueblo para la Guerra y en Ejército Rojo, ha desempeñado un papel considerable en esa edificación. Purgado de sus ele-mentos francamente contrarrevolucionarios y sometido al control del Partido Bolchevique, a este Co-misariado se confía, según la formula de Trotski, la tarea de “englobar y organizar el enorme aparato militar del pasado, desorganizado y descompuesto, pero potente aún por la cantidad de valores que contiene, y de adaptarlo al ejército que queremos ahora”…» (72) (S.n.)

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Prosigue Bettelheim:

«Esta cita de Trotski muestra claramente que el ejército rojo se edifica en gran medida en continuidad con el “aparato militar del pasado”. Los “valores” que el ejército rojo conserva están constituidos, por consiguiente, por una parte de las reglas disciplinarias, de las relaciones jerárquicas, etc., del antiguo ejército zarista.....

El lugar que se hace a los antiguos oficiales, corresponde, hasta cierto punto, a “exigencias técnicas”, y mas aún a la importancia decisiva concedida a las “competencias militares” que se supone concentra-das esencialmente en el antiguo cuerpo de oficiales. Aquí vemos, surtiendo efecto, la idea de la cierta “neutralidad” de la técnica. Trotski la expondrá en diversas ocasiones ...» (73)

Trotski, según Bettelheim, declara:

«Los técnicos, ingenieros, médicos, profesores y ex-oficiales contienen, a la manera de las máquinas inanimadas, el capital nacional que debemos explotar y utilizar si queremos resolver los problemas esenciales que se nos plantean ..» (74)

Y prosigue Bettelheim:

«Esta concepción está ligada a la idea de que no existiría una manera específicamente proletaria de combatir y de hacer la guerra. Para Trotski, la táctica militar no parece estar determinada por la naturaleza de clase del poder que organiza las operaciones militares, sino por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas....Trotski se hace al mismo tiempo una representación mecanicista de las relaciones existentes entre la naturaleza de la clase dirigente y el ejército colocado bajo la dominación de esta clase....» (75)

Y tenemos la cita de Trotski:

«La composición del Ejército y de su cuerpo de mando está determinado por la estructura de la so-ciedad, el aparato administrativo y la intendencia, dependientes de la estructura del Estado, que esta determinada por la naturaleza de la clase dirigente.....» (76)

Y continúa Trotski en la cita de Bettelheim:

«Necesitamos una fuerza armada efectiva, construida sobre la base de la ciencia militar. Por esta razón, la participación activa y sistemática en todo nuestro trabajo de especialistas militares es una necesidad vital. Se debe garantizar a los especialistas militares la posibilidad de unir honestamente sus fuerzas a la obra de creación del ejército......» (77)

Pero hay más de Trotski:

«Para los asuntos militares, operacionales, y más aún para los problemas relacionados con el propio combate, los especialistas militares de todas las administraciones tienen la última palabra....» (78).

En base a todo lo anteriormente anotado, según las precisas y preciosas anotaciones de Charles Bet-telheim, podemos preguntarnos: ¿existe una teoría militar en Trotski?

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12. 2. ¿Existe una teoría militar en Trotski?

«El Ejército burgués es un instrumento de opresión despiadada y de sumisión de los trabajadores, mientras que el ejército socialista es un arma de emancipación y de defensa de éstos. Más la subordi-nación absoluta de una parte a otra es un rasgo común a TODO ejército. Un régimen interno riguroso e indisoluble es la característica de la organización militar. En la guerra, cualquier descuido, cualquier ligereza, hasta una simple inexactitud, pueden ser causas de considerables pérdidas. De ahí la ten-dencia a la organización militar a llevar a su más alto grado la precisión, la exactitud de las relaciones y la responsabilidad. Estas “cualidades” militares son apreciadas en todas partes donde aparecen…» (79) (Negrilla y mayúscula nuestras)

Hay quiénes, haciendo gala de una superficialidad muy grande, un desconocimiento total de la historia y naturalmente una buena dosis de mala fe, pretenden endilgar a Trotski, la “hazaña” de haber creado, fundado y construido el Ejército Rojo para la Revolución de Octubre. Y hay más, existen otros autores que creen haber encontrado en Trotski un clásico de la teoría militar proletaria y la estrategia revolu-cionarias.

¡Nada más falso! Trotski tiene algunos escritos militares y de ellos hemos extractado las variadas citas que aparecen al comienzo de este capitulo que nos muestran (podríamos citar una infinidad en el mismo sentido) que para él, el problema militar es técnico. Es decir que Trotski no encontraba una diferencia fundamental entre la teoría militar revolucionaria y la teoría militar clásica. Pensaba Trotski que los militares eran técnicos, como cualquier otro técnico, que tenía conocimientos específicos de una disciplina o rama de la ciencia y que, por tanto, podían ser utilizados dichos conocimientos ya sea por la reacción en el caso de los ejércitos de los Estados burgueses, o en caso contrario, por la revo-lución socialista.

He aquí las citas que comprueban lo que decimos:

«La guerra no es una ciencia; la guerra es un conocimiento práctico, una habilidad..... La guerra es una “profesión” para quienes aprenden como es debido las cuestiones militares.... ¿Cómo determinar el grado óptimo de la profesión militar con ayuda del método marxista? Sería lo mismo que crear una teoría de la arquitectura o un texto de veterinaria con la ayuda del marxismo.» (80)

Esta teoría deriva, inobjetablemente del carácter instrumentalista que tiene Trotski del Estado. Al igual que el Estado que para él es una máquina inerte que puede servir a los fines de quiénes lo detenten, igualmente el Ejército es un órgano constituido por un agrupamiento de hombres técnicamente capa-citados para hacer la guerra, pero que dicha burocracia militar carece de condicionamientos de clase y por tanto de contenido y que, consecuentemente, pueden hacer la guerra en favor de quiénes los “conquisten”, los “convenzan” o finalmente los ganen para su posiciones.

Esta teoría sui-géneris es profundamente reaccionaria y parte, como decíamos también, de una inco-rrecta apreciación del carácter de la guerra. La guerra para Trotski, es un arte, una técnica, su carácter político ha desaparecido, es por ello que los instrumentos de la guerra, así como la guerra misma, también pueden ser “neutrales” y susceptibles de ser utilizados a capricho de la fuerza social más dinámica.

Trotski efectivamente, observó la situación del ejército ruso en momentos tan especiales como fueron los momentos de la primera guerra mundial y la situación revolucionaria de 1917 y se confundió com-pletamente. Tomó una coyuntura y la absolutizó. ¿Por qué decimos esto?

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El Ejército ruso zarista que era derrotado en todos los frentes de la primera guerra mundial, estaba totalmente desmoralizado y no tenía capacidad de reacción. La situación social y económica de Rusia era desastrosa y el poder zarista se caía en pedazos. Sobre todo los bolcheviques --no consideramos a Trotski un bolchevique--, habían realizado una labor política muy inteligente en el seno de tal ejército compuesto por campesinos, obreros y gentes de clase media baja, obligados por la conscripción, des-esperados por las malas condiciones de vida y de combate, etc., etc.

Fueron, como vemos, una serie de factores los que determinaron un debilitamiento muy grande de las estructuras militares del ejército zarista. Los soviets de campesinos y obreros se extendieron a los soldados. Se trataba entonces de una situación singular y coyunturalmente muy favorable para el paso de contingentes armados del Ejército al campo de la revolución. Y fue eso lo que sucedió, pues los soviets de soldados, al igual que los soviets campesinos y obreros fueron la columna vertebral del futuro ejército rojo.

¿Podemos decir que en los niveles superiores del Ejército zarista ocurría lo mismo? Es cierto que la desmoralización era completa y total, pero el oficial que había jurado lealtad a la corona zarista, difí-cilmente iba a cambiar así por así sus lealtades. Podrían darse casos excepcionales, que sin duda los hubo, pero el grueso de la oficialidad zarista seguiría siendo zarista hasta el fin, así tenemos la enorme cantidad de esos oficiales que lucharon con los ejércitos blancos contra el poder soviético.

Trotski se confundió totalmente y pretendió fundar una “teoría militar” en base a estos supuestos tan deleznables. La “teoría militar trotskista” resultó siendo un remedo de la versión clásica, pero invertida, es decir el mismo ejército pero convertido a la “revolución” por la acción de los deseos y el convenci-miento de Trotski.

Es cierto que muchos militares ex-zaristas se pasaron con armas y bagajes al campo de la revolución, pero es más cierto que en la primera oportunidad que se les presentó, volvieron a sus andadas de enemigos profundos de la Revolución. Se tiene el caso típico del Mariscal Tukachevsky que según to-dos los informes durante la Guerra Mundial se había puesto de acuerdo con los invasores germanos. (81). El caso más claro incluso es el del Mariscal Vlasov que se pasó a los nazis e incluso se puso a combatir del lado de los fascistas con brigadas íntegras de desertores rusos y ucranianos.

No podemos menos que comparar las grandiosas teorías militares del Presidente Mao con los mama-rrachos “militares” de Trotski. Mao Tse-tung, se retiró magníficamente al campo, comenzó a organizar pequeñas unidades rojas campesinas, mediante un prolongado trabajo político-militar reclutó enormes ejércitos de nuevo tipo, bajo un mando político riguroso y finalmente enfrentó y derrotó al viejo ejército nacionalista de Chiang Kai-shek y a la intervención descarada del Imperialismo yanqui, siguiendo el criterio de Marx de “destrozar” el aparato represivo del Estado burgués y construir uno nuevo. (82) (18 Brumario de Luís Bonaparte).

¡No! Trotski no comprendió nunca esta tarea ciclópea y tomó el camino corto de “ganar” militares para la revolución y que luego éstos se den la vuelta en la primera oportunidad. ¡¡Qué cerca de Trotski está el buen don Guillermo con su “vivo rojo” en nuestras latitudes!! Básicamente no existe teoría militar trotskista alguna, únicamente tácticas entristas con los resultados conocidos. Escuchemos finalmente y otra vez a Charles Bettelheim, en torno a estos problemas como un resumen:

«El ejército rojo no es (fue) un instrumento adecuado para el paso a la etapa siguiente de la revolución. No es un ejército proletario, sino un ejército popular subordinado a la dictadura del proletariado...» (Subrayado nuestro) (83)

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13. LA CUESTION CHINA Y TROTSKI

Todos los trotskistas se llenan la boca hablando de la “traición” de la IC y de Stalin a la revolución chi-na de 1925-27. Ahora aclararemos este problema que, efectivamente, no ha sido esclarecido con la debida puntualidad. Los problemas centrales en disputa, son los siguientes: el carácter del Partido, su relación con el Kuomintang, el problema campesino y las relaciones del PCCh con la IC.

Vayamos por partes: Trotski, el sabelotodo, pensaba que podía desde la Unión Soviética o donde él estuviere, dictar clases de revolución a los chinos, a los malayos, a los patagones y a los hotentotes, etc., etc. Sostenía que el Partido debía romper todo vínculo con el Kuomintang, debía desarrollar el tra-bajo político en las grandes ciudades y finalmente separarse totalmente de la IC, controlada por Stalin que, como él pensaba, estaba en contra de la revolución china y a favor del Kuomintang ya controlado por Chang Kai-shek. Un poco esquemáticamente, ésta era la posición de Trotski.

Por su parte la IC., y el camarada Stalin, sostenían la necesidad de seguir trabajando en el Kuomintang y cuando Chang traicionó a todo el pueblo chino y pasó definitivamente a la derecha, había que conti-nuar trabajando con el Kuomintang de Wuhan que mantenía posiciones revolucionarias, para enfrentar la política reaccionaria de Chang.

Sabemos muy bien que durante el liderazgo del Dr. Sun Yat-sen, el padre de la república democrática burguesa china, el Kuomintang fue un leal aliado de la revolución bolchevique, al extremo de ser parte, aunque formal de la III Internacional. A la muerte del patriarca chino, el Kuomintang sufrió una profun-da transformación, su sucesor el General Chang Kai-shek, había estudiado en Moscú y tenía fama, aunque falsa de ser un amigo de la URSS.

Como podemos apreciar los dirigentes de la IC, el camarada Stalin y el señor Trotski, estaban bastante alejados de la realidad china y enviaban sus directivas e instrucciones como si China fuera un país europeo con una gran clase obrera, haciendo, además una abstracción completa del problema cam-pesino. No existen documentos ni de la IC, -menos de Trotski, conocido ya en la URSS como un real adversario, por decir lo menos-, que planteen correctamente el problema de los campesinos a quienes Trotski siempre consideró atrasados y susceptibles de traición al proletariado.

Bien, llegaron los trágicos acontecimientos de 1926 cuando Chiang Kai-shek pasó a la ofensiva y vir-tualmente masacró a los trabajadores y a los dirigentes comunistas en Shanghai, en Cantón y otras grandes ciudades chinas. El Partido virtualmente fue completamente destruido y las masas proletarias completamente debilitadas. La Revolución China, según Trotski había sido “traicionada” por Stalin. La derrota de la “revolución “ china se debía a la política errada y traidora de la IC y sobre todo de Stalin. Es pues ésta la prédica trotskista que quiere ser la versión definitiva e “histórica” de la realidad china. Es ésta la tergiversación más grande que se quiere construir en beneficio de Trotski y en perjuicio de Stalin.

Pero veamos cuál es en realidad la única verdad en cuanto a China. Tanto las IC, cuanto Trotski es-taban totalmente equivocados. Erraban todos los bolcheviques que pretendían dar lecciones a China. Erraban todos los asesores que, por su orden, viajaban a China a proporcionarle asesoramiento po-lítico y militar, erraban los Borodin, los Blyujer, los Joffe, etc. La discusión que pretendían “ganar” los trostkistas era falsa. Debió llegar el Presidente Mao Tse-tung, para poner fin de un solo golpe tanta fatuidad y tanta ignorancia.

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El c. Mao, reconociendo completamente el liderazgo de la Internacional Comunista y del c. Stalin, ja-más puso en duda que la Internacional trabajaba en bien de la revolución mundial. Sobre estas bases, planteaba y exigía, como que lo consiguió, que fueran los chinos los que determinen el curso a seguir. Ese curso era muy claro: lanzarse decididamente a conquistar bases campesinas, ganar a la inmensa mayoría de los campesinos pobres chinos que sumaban cientos de millones y bajo la dirección revolu-cionaria proletaria de la clase obrera, cercar las ciudades y conquistar el poder.

Brevemente, este programa fue puesto en práctica y logró una espectacular victoria que nadie, que no sea trotskista puede negar. Esa discusión está cerrada: en cuanto a China, fue Mao Tse-tung quién tuvo toda la razón.

14. LA CUESTION ALEMANA Y TROTSKI

14. 1. Su concepción del fascismo

Otro de los problemas esgrimidos hasta la saciedad por Trotski y los trotskistas para atacar a Stalin, es la cuestión alemana. Los puntos de vista trotskistas, brevemente expuestos serían los siguientes: como es conocido, Trotski sostuvo siempre la idea que la revolución socialista no podía triunfar jamás si no conseguía avanzar en un país capitalista desarrollado, principalmente Alemania, donde se había desarrollado considerablemente el movimiento comunista.

En los primeros años de la Revolución Bolchevique, todos esperaban que Alemania vendría, con su gobierno socialista, a ayudar a la Rusia soviética en su marcha al socialismo. Sin embargo, en Trotski la idea no era simplemente una posibilidad, sino, efectivamente el único camino de salvación para los bolcheviques. Desde ese punto de vista, actuó, por ejemplo, en la crisis de Brest-Litovsk que ya la co-nocemos. Pero, más allá de los problemas concretos, Trotski alentaba en Alemania una fracción que respondía a sus lineamientos y que se oponía a la IC.

La revolución en Alemania tuvo momentos muy importantes y sus fuerzas crecían alentándose gran-des esperanzas en todos los revolucionarios. Sin embargo, las causas de la derrota deben ser busca-das en una serie de factores que Trotski los reducía uno solo: “La traición de Stalin” y su enemistad con el triunfo de la revolución alemana. Según Trotski, Stalin y la IC, no querían el triunfo de la revolución alemana. Estas conclusiones de Trotski, siendo como eran completamente absurdas, son defendidas hasta el presente por los aduladores anti-stalinistas de Trotski.

Según esos criterios, Stalin se opuso a una alianza de los comunistas alemanes con los socialdemó-cratas, allanando de esta forma el triunfo fascista. Según esas mismas opiniones, Stalin no alentó eficazmente a los comunistas para que tomaran en poder, en una palabra, fue la acción y la inacción de Stalin la que habría determinado la derrota revolucionaria.

No hace falta exponer muy ampliamente la verdad para mostrar y demostrar que las acusaciones trotskistas son simplemente absurdas. Todo el mundo sabe y conoce que fueron los traidores socialde-mócratas de la calaña de los Bauer, Hilferding, los Adler, etc., los que torpedearon la alianza anti-nazi por prejuicios de clase, pues para ellos los comunistas eran enemigos más peligrosos que los mismos nazis. Los propios gobiernos socialdemócratas perseguían, encarcelaban y asesinaban a los comunis-tas como el caso de Rosa Luxemburgo y Guillermo Liebkneckt. En consecuencia, la responsabilidad mayor en la falta de una unidad nacional, social y política contra el fascismo la llevan realmente los socialdemócratas y así lo aseguran todos los autores honestos, neutrales e imparciales.

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En cuanto a que Stalin no apoyó el esfuerzo alemán por el socialismo, es una crasa y torpe acusación. La Internacional Comunista y el c. Stalin hicieron todo lo posible por ayudar con todos sus medios, pero naturalmente no podían HACER LA REVOLUCION POR LOS ALEMANES, como parece querer Trotski y sus afanes de encontrar errores en Stalin. Eso debe quedar completamente claro.

En cuanto a los problemas de principio, se asegura por parte de los aduladores de Trotski, como el caso de Isaac Deutscher, que sería Trotski, por así decirlo el principal teórico sobre la naturaleza del fascismo. Leamos sus opiniones al respecto:

«Como nadie, y mucho antes que nadie, él comprendió el delirio con que el nacional-socialismo ha-bría de estallar sobre el mundo... El meollo de la concepción de Trotski reside en su descripción del nacional-socialismo como “el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria”. Trotski veía al nacional-socialismo como el movimiento y la ideología del wildgewordene kleinburguer, el pequeño burgués enfurecido. Esto lo distinguía de todos los otros partidos reaccionarios y contrarrevoluciona-rios. Las fuerzas de la reacción convencional operaban usualmente desde arriba, desde la cúspide de la pirámide social, para defender la autoridad establecida. El fascismo y el nacional-socialismo eran contrarrevoluciones desde abajo, movimientos plebeyos que se alzaban desde las profundidades de la sociedad. Expresaban el vehemente afán de la baja clase media por imponerse al resto de la sociedad. Habitualmente reprimido, ese afán se vuelve agresivo en una catástrofe nacional a la que no pueden enfrentarse la autoridad establecida y los partidos tradicionales..... Los grandes negocios, las finanzas judías, la democracia parlamentaria, los gobiernos socialdemócratas, el comunismo y el marxismo en general se fundían ante los ojos del kleinburguer en la imagen de un monstruo de muchas cabezas que lo estrangulaba......» (84)

Deutscher cansa con sus halagos inmerecidos con referencia a Trotski. Sus criterios sobre el fascismo muy respetables, son en nuestro criterio, falsos. El fascismo sólo aparentemente es un movimiento pequeño burgués, pues la pequeña burguesía y menos aún la baja pequeña burguesía tiene poder alguno, fuerza ni determinación para producir una hecatombe de las características conocidas. Por el contrario Dimitrov, verdadero teórico marxista sobre el fascismo, nos señala, con toda claridad que el fascismo es una expresión del capital financiero internacional, de los grandes intereses económicos que ven en peligro sus intereses. Dimitrov, nos dirá:

(El fascismo es:) «... la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinis-tas y más imperialistas del capital financiero…..

... el fascismo es la más feroz ofensiva del capital contra las masas trabajadoras; el fascismo es el chovinismo más desenfrenado y la guerra de rapiña; el fascismo es la reacción feroz y la contrarrevo-lución;

El fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de todos los trabajadores.

... El fascismo alemán actúa como destacamento de choque de la contrarrevolución internacional, como incendiario principal de la guerra imperialista..» (85), finaliza diciendo Dimitrov.

Por su parte Reinhard Kuhnl, nos dice que el fascismo es una de las formas de la dominación burguesa. Su obra, precisamente se llama así: “Liberalismo y Fascismo: Dos formas de dominio burgués”.

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«La ideología y la propaganda del fascismo respondían tanto a la mentalidad de sus seguidores como a las necesidades de la clase dominante. La ideología fascista tuvo que dar expresión, de un lado, a la insatisfacción de las masas con las condiciones sociales existentes, pero, de otro, no debía poner en peligro el orden social capitalista. Sólo así era posible recoger el descontento y canalizarlo de forma que, además de no ser nocivo para el sistema constituido, resultara incluso beneficioso para éste. Evi-dentemente, una política así sólo sería posible si las masas estaban ya premodeladas oportunamente a través de la situación social y la tradición política y cultural....

Se pueden distinguir seis motivos fundamentales, cada uno de los cuales cumple una función bien definida, aunque sólo en su acción conjunta confieren originalidad y efectividad a la ideología fascista. La ideología de la comunidad, a la que pertenece también el nacionalismo; la ideología de la autoridad, que desemboca en el principio del caudillo; la ideología de la propiedad, que culmina en un antico-munismo militante; ciertos atisbos anticapitalistas, que apuntan contra el gran capital, pero que son desprovistos de su agresividad política mediante la conjugación con otros elementos, en particular con la ideología de la propiedad; la filosofía de la víctima propiciatoria, que proporciona una explicación válida a todos los males de este mundo y procura al mismo tiempo a las masas los objetos en los que puede descargar impunemente sus impulsos agresivos; y por último, el militarismo que prepara ideo-lógicamente a las masas para la guerra....» (86)

De manera que no podemos, en modo alguno, estar de acuerdo con Deutscher en calificar a Trotski como el “primero”, el “único” y el “mayor” teórico sobre el fascismo; sencillamente Trotski vio, como buen positivista que era, la forma, el fenómeno, la apariencia del nacional-socialismo y no su esencia ni su contenido. Tanto Dimitrov, cuanto Kuhnl, nos enseñan que el fascismo es una fuerza que, me-diante la demagogia, efectivamente, moviliza a las clases medias bajas, pero intrínsecamente, res-ponde a los intereses del capitalismo y del imperialismo. Basta pues comparar los criterios de los dos marxistas con los de Trotski para darnos cuenta del carácter completamente superficial de los análisis de este último sobre el fascismo.

15. LA VERBORREA TROTSKISTA

15. 1. Su actuación en la Revolución de Octubre

Es conocida la actividad de León Trotski durante la Revolución de Octubre. Como miembro del Co-mité Central bolchevique y como Presidente del Soviet de Petrogrado, se ocupó muy seriamente de lanzar arengas incendiarias en calles y plazas enardeciendo el espíritu de los revolucionarios. Como describen sus epígonos, Trotski parecía estar en todas partes, de pronto subido en la plataforma de un camión arengaba a los luchadores para lanzarse al combate, inmediatamente después se encon-traba en otra fábrica en el mismo empeño. Su actividad fue febril y efectivamente todos los obreros lo conocían. Según John Reed, Trotski hablaba 6, 8 o 12 horas diarias durante los días de la revolución.

No se puede negar la gran importancia de los discursos, arengas y proclamas de Trotski en todos los momentos y en todos los lugares de Petrogrado. La prensa internacional que sigue siempre los aspectos formales de los procesos revolucionarios, llegó a pensar en determinados momentos que Trotski era tan importante como Lenin. Empero tal situación no podía ser ni fue la verdadera, Lenin era el líder, el organizador, el teórico y conductor de la Revolución de octubre, Trotski era el divulgador, el expositor, en una palabra el “mete-bulla”, muy conocido por cierto, pero a distancia sideral del genio de Octubre.

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En la “Historia de la Revolución Rusa” Trotski cita al autor Sujanov que precisamente se refiere a la hiperactividad de él mismo en esos días alucinantes. Escuchemos las palabras de Sujanov, un cono-cido menchevique admirador de Trostki:

«Respecto al Presidente del Soviet de Petrogrado, dice Sujanov:“Abandonando la labor que realizaba en el Estado Mayor Revolucionario, volaba de la fábrica de Obu-jov a la de Trubichnaya, de la de Putilov a la del Báltico, del Picadero a los cuarteles y perecía como si hablara simultáneamente en todos los sitios. Cada soldado y cada obrero de Petrogrado le conocía personalmente. Su influencia, tanto entre las masas como en el estado Mayor, era aplastante. En esos días, ERA LA FIGURA CENTRAL Y EL HEROE PRINCIPAL DE ESA NOTABLE PAGINA DE LA HIS-TORIA” (sic)...» (87) (Mayúsculas y subrayados nuestros)

Sin embargo, para ser fieles con la verdad, no podemos menos que reconocer que Trotski jugó un papel muy importante poco antes y durante la Insurrección de Octubre, pero con todo no se puede poner su nombre a la altura del de Lenin, ni mucho menos. Trotski quería ser el “héroe”, el “líder”, el “caudillo”, para enaltecerse él mismo, la revolución misma estaba en un segundo plano, era el colofón, el trasfondo en el cual brillaba la figura del “genio”.

Trotski fue pues muy conocido en Occidente porque las agencias noticiosas sabían de él, lo veían en los lugares más destacados y Trotski posaba gustoso para ellas. Pero todo esto que puede ser muy importante para la comunicación y la información, no tiene nada que ver con la teoría militar del prole-tariado a la cual ni siquiera se asomó el “canalla”. Se sabe que en occidente las obras de Trotski son publicadas a granel porque naturalmente sus ataques a la Rusia Soviética convienen a los círculos reaccionarios.

15. 2. El halago de Trotski, un orador consumado, «más grande que Marx y Lenin» (?????)

Todos los autores están de acuerdo con asignar a Trotski, la condición de un orador consumado. Hitler también fue un orador muy consumado, electrizaba a las masas, las ponía en paroxismo y, con gestos teatrales, les hacia creer cualquier cosa. Nadie duda que una cualidad semejante puede redituar bene-ficios a cualquier causa y en este caso (el de Trotski), efectivamente las redituó en favor de la revolu-ción. Podemos afirmar pues que la principal, sino la única gran contribución trotskista a la Revolución de Octubre fueron sus discursos incendiarios en todas las plazas, en todas las fábricas y en todas las esquinas de Petrogrado en los días de octubre.

Empero donde Trotski y sus admiradores llegan al ridículo es cuando lo comparan e incluso lo ponen por encima de Marx y de Lenin, una verdadera impostura.

«Su obra histórica es dialéctica como NO LO ES TALVEZ NINGUNA OBRA PRODUCIDA POR LA ESCUELA DE PENSAMIENTO MARXISTA DESDE MARX, de quien derivó su método y su estilo. Junto a las obras históricas menores de Marx, “La lucha de clases en Francia”, “El 18 Brumario de Luís Bonaparte” y “La Guerra Civil en Francia”, la “Historia” de Trotsky aparece como LA GRAN PINTURA JUNTO A LA MINIATURA.(sic) Mientras que Marx se alza muy por encima de su discípulo en cuanto al poder de su pensamiento abstracto y su imaginación gótica, el discípulo ES SUPERIOR (sic) COMO ARTISTA EPICO, ESPECIALMENTE COMO MAESTRO DE LA PRESENTACIÓN GRÁFICA DE LAS MASAS Y LOS INDIVIDUOS EN ACCIÓN....» (Las mayúsculas son nuestras) (88)

Deutscher es realmente un trotskista obtuso, pues tiene la poca decencia de calificar de “menores” las

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obras históricas y políticas de Marx e inclusive de «miniaturas» frente a la “gran pintura” de Trotski. ¿Qué podemos refutar a un vulgar fan feminoide de Trotski?

Y otra muestra del halago desmedido:

«La “Historia” es la obra culminante de Trotski, tanto en escala como en fuerza, y por ser la expresión más plena de sus ideas sobre la revolución. Como historia de una revolución, escrita por uno de sus protagonistas, es UNICA EN LA LITERATURA MUNDIAL....» (Las mayúsculas son nuestras) (89)Pero inmediatamente después, el propio Deutscher acepta que: «En Trotski había una indudable veta de egocentrismo..... Se ha dicho que “Mi Vida” pone de manifiesto el egoísmo de Trotsky y su tenden-cia a dramatizar sus propios actos...». (90)

16. SU CONFRONTACION CON STALIN

Trotski, ya lo sabemos, había inaugurado desde mucho antes de 1917, una verdadera campaña para emular con Lenin y quitarle el puesto que éste tenía a la cabeza del movimiento insurreccional ruso contra el zarismo o por lo menos ser el sucesor indiscutido. Toda su actividad, antes que centrarse contra el zarismo, fue atacar, denigrar y tratar de desacreditar a Lenin.

Fracasado en su intento, vio una nueva posibilidad con la muerte prematura del líder bolchevique y pensó que una vez desaparecido Lenin, su tarea de tomar la cabeza de los bolcheviques sería una tarea muy fácil. Se equivocó, de medio a medio, porque ahí estaba Stalin.

Stalin, en principio, no tuvo reparo alguno contra Trotski, antes de las traiciones y encuentros con el propio Lenin. Stalin incluso llegó a ponderar el trabajo de Trotski durante la insurrección de octubre. Posteriormente se volcó contra Trotski cuando comprendió que éste, como buen “entrista”, pretendía usurpar la dirección bolchevique y la propia dirección de la Revolución Rusa y ponerla al servicio del sionismo internacional.

Trotski se sentía muy superior a todos los líderes bolcheviques, incluyendo a Lenin; a la muerte del líder, vio llegada su hora y se lanzó al ataque en su conocida obra “Lecciones de Octubre”, en la cual pretende presentarse como el verdadero líder de la Revolución Bolchevique. Ese artículo le valió la repulsa y oposición de toda la dirección del Partido, incluyendo a Bujarin, Zinoviev y Kamenev y naturalmente también a Stalin.

Su principal ataque lo dirige Trotski contra la dupla Zinoviev-Kamenev, en torno a la traición de éstos a la insurrección cuando en calidad de verdaderos esquiroles, denunciaron el día y hora del llamado al levantamiento armado, oponiéndose a él. En este problema Trotski tenía la razón, pero indudable-mente lo hacía para ir descabezando poco a poco la dirección bolchevique en provecho propio. Por su parte, los atacados respondieron con toda su artillería sacando a la luz todo el pasado anti-bolchevique de Trotski.

Había comenzado la catástrofe para Trotski de la que no pudo reponerse nunca. En realidad, la vieja guardia bolchevique a pesar de estar constituida por más de un oportunista, tenía en común un pasado largo y una lucha conjunta bajo la dirección de Lenin. En ella Trotski era un recién llegado, un verda-dero advenedizo.

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Trotski y el trotskismo han hecho de Stalin el blanco de todos sus ataques y la literatura trotskista anti-stalinista es tan copiosa que precisaríamos muchos volúmenes para referirnos a ella. Lo cierto es que Trotski odió a Stalin porque vio en él, un obstáculo insalvable para sus planes de apoderarse de la dirección del partido Bolchevique y de la Revolución de Octubre.

Trotski veía en Stalin, otro “práctico”, pero el práctico que le impedía llegar a su meta de modo que había que acabar con Stalin. No pudo hacerlo y volcó toda su frustración en los ataques verbales y en un complejo de inferioridad tan grande que terminó en una oposición ciega a la Revolución de Octu-bre, convirtiendo su movimiento, la Cuarta Internacional, en un organismo provocador a nivel mundial durante ya casi un siglo.

Sabemos que a la muerte de Lenin, en realidad unos meses antes, Trotski pretendió acercarse y ganarse la voluntad del líder, cuando éste había censurado a Stalin en asuntos relativos a las nacio-nalidades y se hablaba incluso de un rompimiento con Stalin a propósito de un enfrentamiento con Krupskaya, la esposa de Lenin. Trotski pensó que había llegado su hora. Lenin, por su parte, escribió algunas notas que los trotskistas han llamado abusivamente el “Testamento”, en el cuál expresa su preocupación sobre el futuro de la dirección bolchevique y concretamente señala a Trotski y Stalin, como los más destacados de dicha dirección, aunque indica claramente que le parece que Trotski es el más capaz. Precisa que Stalin es demasiado rudo y grosero y que seria conveniente pensar en su sustitución. Por otra parte también señala, y eso lo ocultan muy bien los trotskistas que éste está de-masiado ensoberbecido y que no se distingue únicamente por dotes relevantes.

Lenin, como lo hemos demostrado muy ampliamente, conocía de sobra a Trotski y jamás hubiera pro-puesto su candidatura al liderato como lo sostienen sus infelices seguidores. Lenin estaba preocupado por el futuro y, por tanto resulta una aventura teórica pensar y sostener que Lenin hubiera preferido esto o lo otro. La Historia no puede cambiar, Stalin derrotó a Trotski e impuso un derrotero que signi-ficó, pese a quien pese, el socialismo en la URSS por el espacio histórico de 30 años. Esa es precisamente la herencia a la que no renunciaremos jamás.

En este punto, tenemos el testimonio del mejor y mayor biógrafo de Lenin, Gerard Walter quien, con pruebas irrefutables nos demuestra que Lenin, si bien tuvo un altercado menor de carácter personal con Stalin por un desacuerdo con Krupskaya, escribió su artículo:

«“Sobre la reorganización de la inspección obrera y campesina”, dictado los días 9, 13, 19, 22 y 23 de enero, en el que preconiza la fusión de la Inspección obrera y campesina con la Comisión de Control del Partido y declara que: “el Comisario del Pueblo (Stalin) para la Inspección puede y debe ser man-tenido en su cargo”, y los elementos de la Comisión de Control le deben acatamiento. «Lo cual, según Walter, quería decir que los poderes de Stalin iban a ser todavía más extensos» (91)

Walter se muestra perplejo ante las afirmaciones de Trotski en el sentido de que en ese mismo tiempo, Lenin le ofrecía formar un “bloque” contra Stalin. Walter dice textualmente:

«Por un lado, nada me autoriza a suponer que Trotski haya inventado completamente la entrevista durante la cual Lenin le hizo esa proposición; por el otro, es absolutamente imposible creer a aquel (Lenin) capaz de tal duplicidad» (92).

Pensamos que todos los esfuerzos del trotskismo de intentar crear una brecha “testamentaria” entre Lenin y Stalin, por una parte, y una “alianza” de último momento entre Lenin y Trotski, son absurdos y completamente inadmisibles para cualquier investigador medianamente informado y forman parte del arsenal que da oxígeno a las posiciones más endebles del trotskismo internacional.

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Por todo lo expresado, está claro que el socialismo soviético fue obra de Stalin y los bolcheviques y cuando los trotskistas nos hablan de traición, simplemente están contradiciéndose flagrantemente, pues: ¿Cuál socialismo traicionó Stalin? ¿Será pues el que construyó él mismo?, porque ya sabemos que antes, durante el “Comunismo de Guerra” y la NEP, no hubo todavía socialismo en la práctica. Los trotskistas nacionales deben poner en orden sus ideas para no seguir sosteniendo disparates.

17. EL FRACCIONALISMO TROTSKISTA.

Sabemos ya que antes de 1917, se autotitulaba el campeón de la unidad de la SocialDemocracia pretendiendo unir a bolcheviques leninistas, con conciliadores, mencheviques, liquidadores, econo-micistas y otros grupos antileninistas, proclamándose el representante de la UNIDAD de todas las fracciones.

Empero un punto muy importante que caracterizó al trotskismo y sobre todo a su Jefe Trotski ya como militante y dirigente del Partido después de 1917, fue, como se sabe, el problema de las fracciones al interior del Partido. Mientras Trotski era un dirigente importante del partido bolchevique en vida de Lenin, se manifestaba como un consecuente defensor de la unidad del Partido y de la necesidad de luchar “en el Partido” incluso si éste estaba equivocado, pues se repetía frecuentemente que era pre-ferible equivocarse con el Partido que acertar fuera de él.

Sin embargo, en realidad, la unidad del Partido no le interesaba en lo más mínimo a Trotski. Su interés principal radicaba en obtener el liderato absoluto del Partido para ponerlo a disposición de su inocul-table egocentrismo. Desaparecido Lenin, apareció el verdadero rostro de Trotski fraccionalista y divi-sionista, como furibundo enemigo del Comité Central, del Secretariado General y del líder, el c. Stalin.

El principal biógrafo de Trotski a quién seguimos frecuentemente en este trabajo, relata pormenoriza-damente las actividades fraccionalistas de Trotski que eran seguidas paciente e indulgentemente por la dirección central del Partido, pero que naturalmente no podían ser permitidas indefinidamente.

«En el verano de 1926 la Oposición Conjunta organizó febrilmente a sus partidarios. Envió emisarios a las filiales del Partido en Moscú y Leningrado para establecer contacto con los miembros cuya actitud crítica frente a la política oficial era conocida, para organizarlos en grupos de oposición e inducirlos a servir de portavoces de la Oposición en sus células. Deseosa de extender la red de sus grupos, la Oposición también envió sus emisarios a muchas ciudades de provincia, proporcionándoles instruccio-nes, papeles y “tesis” relativas a sus actitudes.

Las idas y venidas de los emisarios no tardaron en atraer la atención de la Secretaría General, que se mantenía al tanto de los movimientos de quienes se sospechaba que simpatizaban con la Oposición. Los trotskistas y los zinovievistas fueron llamados a las oficinas del Partido para que explicaran sus actividades……La Oposición se vio así obligada a organizarse más o menos clandestinamente. Sus miembros se reunían subrepticiamente en los hogares de obreros humildes en los caseríos suburba-nos. Cuando las pandillas los seguían hasta allí y los dispersaban, se reunían en pequeños grupos en los cementerios, los bosques de las afueras, etc…. Un día, por ejemplo, los sabuezos del comité de Moscú descubrieron una reunión clandestina en un bosque de las afueras de la ciudad. La reunión la presidía un alto funcionario del Ejecutivo de la KOMINTERN, lugarteniente de Zinoviev, y en ella hacía uso de la palabra nada menos que Lashévich, vice-Comisario de la Defensa. Zinoviev, como Presiden-te de la Internacional Comunista, utilizaba los recursos de su oficina para diseminar la propaganda de la Oposición y para hacer contactos con sus grupos. La sede de la Internacional vino a ser, por decirlo así, la guarida de la Oposición……» (93)

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Sin embargo hay otras pruebas más se puede ofrecer de la febril labor fraccionalista realizada a ojos vista por los trotskistas y zinovievistas en contra del Partido. Deutscher nos ofrece detalles muy sig-nificativos al señalar que toda esa actividad anti-partido era observada y controlada por la Secretaría General del camarada Stalin, como era su obligación, pues según todos los estatutos de un partido revolucionario están absolutamente prohibidas las actividades fraccionales y divisionistas y que las discrepancias deben ser discutidas y solucionadas en el seno mismo del Partido. En este sentido te-nemos el siguiente párrafo de Deutscher:

En los meses finales de 1936 y durante la primera parte de 1937 se preparó un golpe de Estado.

«Todas las versiones no stalinistas concuerdan en lo siguiente: los generales efectivamente planearon un golpe de Estado…. La parte principal del golpe habría de ser una revuelta palaciega en el Kremlin que culminaría con el asesinato de Stalin. También se había preparado una operación militar decisiva fuera del Kremlin: un asalto al cuartel general de la GPU (los grupos de seguridad). Tujachevski era el alma de la conspiración. Hombre de genio militar… estaba rodeado de la gloria de sus victorias en la guerra civil y era el favorito del ejército, e intervienen, afirma Deutscher, el principal comisario político del ejército, los comandantes de Leningrado, del distrito occidental, de la Academia Militar de Moscú, el segundo jefe de la caballería y algunos otros generales….» (94)

Hasta el trotskista más obtuso reconoce que las represiones de Stalin contra los complotadores que planeaban su asesinato, fueron justas en última instancia. Contrariamente a la teoría unitaria organi-zativa del Partido creada por el camarada Lenin, Trotski y Zinoviev organizaban grupos fraccionales, diseminaban tesis contrarias a la línea del Partido y además pretendían una legitimidad y legalidad para sus actividades criminales. ¿Cómo se iba a permitir que las oficinas de la Internacional Comunista se constituyan en “guarida” (textual) de las actividades fraccionalistas contra el primer partido miem-bro de la propia Internacional? ¿Cómo se iba a permitir que el propio Presidente de la Internacional Comunista, Zinoviev utilizara los recursos de su oficina para diseminar la propaganda de la oposición fraccionalista contra el Partido dirigente de Movimiento Comunista Internacional? ¿Cuál debía ser la actitud del camarada Secretario General del Partido frente a estas actividades criminales contra todo el MCI, el Partido bolchevique, y la Revolución Socialista?

Podemos decir que la actitud de Stalin fue incluso contemplativa, se puede decir que la actitud serena, pero vigilante de Stalin se debió a que toda medida adoptada contra el fraccionalismo era “denunciada” como contraria a la “democracia proletaria” por los traidores Trotski y Zinoviev, ahora aliados de conve-niencia, cuando poco antes eran enemigo furiosos que ni siquiera se dirigían la palabra.

La verdadera denuncia de Deustcher contra Zinoviev y Trotski sobre la utilización delictuosa de los recursos de la Internacional Comunista para estimular el fraccionalismo en el Partido Bolchevique es una prueba decisiva y definitiva del carácter del trotskismo que él mismo ingenuamente desenmascara en su texto como una verdadera “virtud” de la “combatividad” de Trotski.

Trotski y el trotskismo son esencialmente fraccionalistas y como jamás podrán dirigir movimientos re-volucionarios en el mundo por que son una expresión “izquierdista” de la derecha, su misión es dividir a las fuerzas revolucionarias para hacer más fácil la victoria reaccionaria en todos los países en los que actúan.

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18. CARACTER DEL TROTSKISMO.

El trotskismo, como lo hemos estado demostrando tiene una serie de características que lo alejan side-ralmente del pensamiento de Marx y Lenin, pero, finalmente, hay un punto en el cual nos detendremos ahora, asignándole carácter fundamental. Se trata del problema del “sujeto histórico revolucionario”.

En la teoría de Marx aparece el “proletario”, el “obrero industrial”, como el sujeto, con la misión histórica de transformar la sociedad. Esta tesis central impregna, efectivamente toda la obra del genial pensa-dor revolucionario.

Pero Lenin y Mao, incorporan otros elementos que emergen de las nuevas circunstancias y del desa-rrollo social e histórico. Para el siglo XX, sus postrimerías y los inicios del XXI, el “sujeto” revoluciona-rio, es: el proletariado, los campesinos pobres y las naciones oprimidas. No se puede parcelar este sujeto histórico, no se puede decir: el proletariado solo (lo que seria obrerismo), tampoco se puede decir: los campesinos, (lo que sería campesinismo), tampoco las naciones oprimidas (lo que sería indigenismo o indianismo). El nuevo sujeto histórico es el “todo” oprimido, es decir el conjunto férreamente unido de los oprimidos por el sistema.

Pero, ¿qué dijo Trotski y ahora qué dice el trotskismo? Inicialmente parecería que el obrerismo es la característica propia del trotskismo, ¡¡craso error!! Trotski no confiaba en el proletariado ruso, pues para él, ese proletariado era impotente sino contaba con el auxilio del proletariado occidental y euro-peo. Pero ni siquiera el proletariado occidental es para Trotski un sujeto revolucionario, si no contaba con una dirección política altamente capacitada. En consecuencia el nervio de la determinación revo-lucionaria no estaba en la clase, sino en la dirección, o sea en el dirigente, finalmente en Trotski.El sujeto revolucionario proletario, para Trotski, era TROTSKI.

Es éste el verdadero carácter del trotskismo.

El trotskismo, a la muerte de Trotski, se convirtió en un movimiento agresivo y marginal, sumamente radicalizado en el aspecto verbal y formal, pero incapaz de realizaciones prácticas de alguna enver-gadura. Bajo la propia dirección de Trotski, ya en el exilio, nació la llamada “Cuarta Internacional” en una Conferencia constitutiva que reunión unos cuantos dirigentes en Paris que inclusive algunos de ellos se opusieron a la fundación del la IV por el pequeño número de adherentes. De todos modos la IV desempeñó tristes papeles sobre todo en los días sombríos de la Segunda Guerra Mundial, pero también en una serie de procesos revolucionarios de todo el mundo.

Todas las revoluciones importantes del siglo XX, comenzando por la de Octubre, la de China, la de Vietnam, la de Cuba, la de Nicaragua, la de España, etc., etc., han tenido que tomar las medidas más drásticas para castigar las provocaciones trotskistas, al extremo de que muchos de los trotskistas aventureros fueron ajusticiados por sus servicios directos a la reacción en cada uno de esos países. Los trotskistas, obsesionados con el “stalinismo” no pudieron, ni pueden salir de su ofuscación y se convierten prácticamente en la mano “izquierda” de la reacción más atrabiliaria en su lucha contra la revolución.

Es pues, una tarea de urgencia desenmascarar a León Trotski, como un “bolchevique” de impostura y un auténtico y verdadero parvusiano y a los trotskistas contemporáneos como los más grandes sabo-teadores de todo movimiento revolucionario verdadero.

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En nuestro país, el trotskismo está representado principalmente por el Partido Obrero Revolucionario (POR) cuyo jefe es Guillermo Lora, independiente de toda internacional trotskista, pero también exis-ten grupos filo-trotskistas dependientes de algunas Cuartas Internacionales, que enervan toda tarea revolucionaria en el país.

El trotskismo, como lo dijera sabiamente el camarada Federico Escóbar Zapata, máximo líder de la clase obrera boliviana, es: “La sarna del movimiento obrero”.

Esta “sarna” debe ser definitivamente extirpada del movimiento revolucionario por los maoístas para desarrollar con un cuerpo sano las enormes tareas de transformación revolucionaria que tienen como misión las clases explotadas y las naciones oprimidas del mundo.

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NOTAS BIBLIOGRAFICAS

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LA “REVOLUCION” PERMANENTEMENTE DERROTADA

33. LENIN. Obras Escogidas. Tomo XI. “Sobre los Sindicatos, el momento actual y los errores del c. Trotski”. Pág 314.34. LENIN. Obras Escogidas. Tomo XI. Pág. 364.35. LENIN. Idem. Págs. 314-315.36. LENIN. Idem. Págs. 319-320.37. LENIN. Idem. Pág. 320.38. LENIN. Idem. Págs. 323-324.39. LENIN. Idem. Pág. 337.40. LENIN. Idem. Págs. Trotski. Sindicatos. 337-338.41. LENIN. Idem. Pág. 345.42. LENIN. Idem. Pág. 369.42. BETELHEIM, Charles. “Lucha de clases en la URSS. Primer tomo. Pág. 353.43. BETELHEIM. Citada. Pág. 355.44. TROTSKI, Leo. Los marxistas y la Política. “La revolución y la toma del poder. 3. Una situación histórica del proletariado”. Pág. 111.45. DUNAIEVSKAYA, RAYA. “Filosofía y revolución”. Editorial Siglo XX. 1977. Pág. 138. Trotski. Nuestra revolución. 1906. En Stalin. “La revolución de octubre y la táctica de los comunistas rusos”. El Gran Debate. Tomo II. Pág. 60.46. Idem. Citada. Pág. 142.47. Idem. Citada. Pág. 155.48. DEUSTCHER. “El profeta armado”. Citada. Pág. 173.49. LENIN. Citada. “Contra el...”. (Lenin cita a Trotski en su periódico Borba de marzo de 1914. Pág. 48.50. LENIN. Idem. Pág. 48 y 49. Trotski servicial.51. BETTELHEIM. Citada. Tomo I. Pág. 252.52. TROTSKI. Obras Escogidas. Tomo II. Págs 201-202.53. TROTSKI. “Historia de la Revolución Rusa”. Tomo II. Ruedo Ibérico. Págs 67-6854. MAVRAKIS, Kostas. “Sobre el trotskismo”. Crítica marxista-leninista. Ediciones de la Flor. Bs. As. 1974. No. 3. Año 2.55. MAVRAKIS. Idem.56. MAVRAKIS. Idem.57. MAVRAKIS. Idem.58. MAVRAKIS. Idem.59. STALIN-ZINOVIEV. “La Revolución de Octubre. El Gran Debate II. “El Socialismo en un solo País”. Cuadernos de P.y P. No. 36. Pág. 57.60. CARR. Citada Tomo I y 1. Pág. 39.61. ANDERSON, Perry. “Consideraciones sobre el marxismo occidental”. Pág. 120.62. AMIN, Samir. “Ley del valor y el Materialismo Histórico”. Pág. 117.63. CARR. Citada. Tomo I. Pág. 79 y Deutscher. El profeta armado. Pág. 219. También en Stalin. Obras completas. Tomo X. Pág. 181.64. CARR. Citada. Olminski. “El Socialismo en un solo país”. 2. Págs. 36 y 3765. CARR. Tomo I. Pág. 79.66. SOVOLEV, A. “El trotskismo, enemigo de la revolución”. Editorial Progreso. Moscú 1974. Pág. 23.67. TROTSKI. “La revolución permanente”. Editorial Indice Rojo. México, 1961, págs. 191-196),68. MARX, Karl. Manifiesto del Partido Comunista.69. TROTSKI. “Historia de la Revolución Rusa. Tomo III. Pág. 224.70. TROTSKI, Leo. Idem. Pág. 238.71. LENIN. “Contra el Trotskismo”, recopilación. Editorial “Anteo” 1973. Pág. 94.72. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Págs. 249-250.73. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Págs. 250.

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Editorial Liberación

74. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Pág. 250-251.75. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Pág. 251.76. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Pág. 251.77. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Pág. 252.78. BETTELHEIM. Tomo I. Citada. Pág. 253.79. TROTSKI. “Obras Escogidas””. Tomo II. Pág 210.80. CARR. Citada. “El Socialismo en un solo país”. 2. Pág. 387.81. COLVIN, IAN. “Canaris, Jefe del servicio Secreto Alemán. Págs. 55, 56 y 57.82. MARX, Karl. 18 Brumario de Luís Bonaparte.83. BETTELHEIM. Citada. Tomo I. Pág. 255.84. DEUTSCHER. “El profeta desterrado”. Págs. 126-127-130-131.85. DIMITROV. George. “Obras Escogidas”. kAal Editor. Madrid, España 1977. Tomo I. Págs. 578-585.86. KUHNL, Reinhard. “Liberalismo y Fascismo: dos formas de dominio burgués”. Editorial Fontane- lla. España. 1982. Pág. 148.87. TROTSKI, Leo. Cita a Sujanov. Historia de la Revolución Rusa. Tomo III. Pág. 176.88. DEUTSCHER. “El profeta desterrado”. Pág. 207.89. Idem. Pág. 216.90. Idem. Pág. 215.91. WALTER, Gerard. “Biografía de Lenin”. Editora Política. La Habana. Cuba. 1964. Pág. 449.92. Idem. Pág. 45093. DEUTSCHER, Isaac. “El profeta desarmado”. Pág. 256.94. DEUTSCHER, Isaac. “Stalin”. Págs. 249-250. Citado por Echagüe, Carlos. “Revolución, restaura ción y crisis en la Unión Soviética. Tomo I. Editorial Agora. Pág. 197.