Kropotkin La Comuna de Paris (es)

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  • 8/9/2019 Kropotkin La Comuna de Paris (es)

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    PPiioottrrKKrrooppoottkkiinn

    LLaa CCoommuunnaaddee PPaarrss

    Sociedad CulturalApoyo Mutuo

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    SuplementoSuplementoa

    KROPOTKIN, Piotr: La Commune de Paris,Le Rvolt (1880).Traducido por Jordi Alcsser a partir deLa Brochure Mensuelle 180(1937)14-32.

    2010

    Sociedad Cultural Apoyo MutuoCarretera d'Esplugues, 4608940 Cornell de Llobregat

    Desde unaDesde una

    perspectivaperspectiva

    libertarialibertaria

    1Julio 2010

    Peridico de frecuencia imprevisibleEdita: Sociedad CulturalApoyo MutuoCorreo: [email protected] Legal: B-32993-2010

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    La Comuna de ParsLa Comuna de ParsPiotr KropotkinPiotr Kropotkin

    I

    El 18 de marzo de 1871, el pueblo de

    Pars se sublev contra un poder detes-tado y despreciado por todos y declar laciudad de Pars independiente, libre,duea de s misma.

    Este derribo del poder central se hizoincluso sin la puesta en escena ordinariade una revolucin: ese da no hubo dis-paros de fusil, ni charcos de sangre verti-da tras la barricadas. Los gobernantes seeclipsaron ante el pueblo armado, que se

    ech a la calle: la tropa evacu la ciudad,

    los funcionarios se apresuraron a huirhacia Versalles llevndose todo lo quepudieron llevarse. El gobierno se evapo-r, como una charca de agua ptrida conel soplo de un viento de primavera, y el19, Pars, sin haber vertido apenas unagota de la sangre de sus hijos, se encon-tr libre de la contaminacin que apesta-

    ba la gran ciudad.

    Y, sin embargo, la revolucin que aca- baba de realizarse de este modo abrauna nueva era en la serie de revolucio-nes, por las que los pueblos marchan de

    la esclavitud a la libertad. Bajo el nom-bre de Comuna de Pars, naci una ideanueva, llamada a convertirse en el puntode partida de las revoluciones futuras.

    Como ocurre siempre con la grandesideas, no fue el producto de la concep-cin de un filsofo, de un individuo: na-ci en el espritu colectivo, sali del cora-zn de un pueblo entero; pero al princi-pio fue vaga y muchos, entre los mismos

    que la realizaron y que dieron la vida porella, no la imaginaron entonces tal comola concebimos hoy en da; no se dieroncuenta de la revolucin que inaugura-

    ban, de la fecundidad del nuevo princi-pio que intentaban poner en prctica.Fue slo en su aplicacin prctica, cuan-do se empez a entrever su importanciafutura; fue slo en el trabajo del pensa-miento que ocurri ms tarde, cuando

    este nuevo principio se precis ms y

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 1

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    ms, se determin y apareci con toda sulucidez, toda su belleza, su justicia y laimportancia de sus resultados.

    Desde que el socialismo tom nuevoimpulso en los cinco o seis aos que pre-

    cedieron a la Comuna, una cuestin so-bre todo preocupaba a los tericos de laprxima revolucin social. Era la cues-tin de saber cul sera el modo de agru-pacin poltica de las sociedades ms fa-

    vorable a esta gran revolucin econmi-ca que el desarrollo actual de la industraimpone a nuestra generacin y que debeser la abolicin de la propiedad indivi-dual y la puesta en comn de todo el ca-

    pital acumulado por las generacionesprecedentes.

    La Asociacin Internacional de Traba- jadores di esta respuesta. La agrupa-cin, dijo, no debe limitarse a una solanacin: debe extenderse por encima delas fronteras artificiales. Inmediatamen-te esta gran idea penetr el corazn delos pueblos, se apoder de los espritus.Perseguida despus por la liga de todas

    las reacciones, ha sobrevivido sin embar-go y, cuando los obstculos puestos a sudesarrollo sean destruidos a la voz de lospueblos insurgentes, renacer ms fuer-te que nunca.

    Pero quedaba por saber cules iban aser las partes integrantes de esta vasta

    Asociacin.

    Entonces dos grandes corrientes de

    ideas se enfrentaron para responder estapregunta: el estado popular, de una par-te, de la otra, la anarqua.

    Segn los socialistas alemanes, el esta-do debera tomar posesin de todas lasriquezas acumuladas y darlas a las aso-ciaciones obreras, organizar la produc-cin y el intercambio, velar por la vida yel funcionamiento de la sociedad.

    A esto, la mayor parte de los socialis-

    tas de raza latina, a partir de su expe-riencia, respondan que semejante esta-do, an admitiendo que pudiera existir,sera la peor de las tiranas y oponan aeste ideal, tomado del pasado, un nuevoideal, la anarqua, es decir, la completaabolicin de los estados y la organizacinde lo simple a lo compuesto por la librefederacin de las fuerzas populares, delos productores y los consumidores.

    Pronto se admiti, incluso por algunosestatalistas, los menos imbuidos deprejuicios gubernamentalistas, que cier-tamente la anarqua representa una or-ganizacin con mucho superior a la

    apuntada por el estado popular, pero, di-cen, el ideal anarquista est tan lejos denosotros que no hace falta preocuparnos

    por l de momento. Por otra parte, faltaa la anarqua una frmula concreta ysimple a la vez para precisar su punto departida, para dar cuerpo a sus ideas,

    2 KROPOTKIN: La Comuna de ParsKROPOTKIN: La Comuna de Pars

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    para demostrar que stas se apoyan enuna tendencia con existencia real en elpueblo. La federacin de las corporacio-nes de oficio y de grupos de consumido-res por encima de la fronteras y al mar-gen de los estados actuales parece toda-

    va muy vago y es fcil ver al mismotiempo que no puede comprender todala diversidad de las manifestaciones hu-manas. Haca falta encontrar una formu-la ms neta, ms aprehensible, con suselementos primarios en la realidad de lascosas.

    Si se hubiera tratado simplemente deelaborar una teora, habramos dicho:

    Qu importan las teoras! Pero, en tantoque un idea nueva no encuentra suenunciado neto, preciso y derivado delas cosas existentes, no se apodera de losespritus, no los inspira hasta el punto delanzarlos en una lucha decisiva. El pue-

    blo no se lanza a lo desconocido sin apo-yarse en una idea cierta y netamente for-mulada que le sirva, por as decirlo, detrampoln en su punto de partida.

    Fue la vida misma quien se encarg demostrar este punto de partida.

    Durante cinco meses, Pars, aisladopor el sitio, haba vivido su propia vida yhaba aprendido a conocer los inmensosrecursos econmicos, intelectuales y mo-rales de que dispona; haba entrevisto ycomprendido su fuerza de iniciativa. Almismo tiempo, haba visto que la bandade bribones que se haba hecho con elpoder no saban organizar nada, ni la de-fensa de Francia ni el desarrollo del inte-rior. Haba visto a este gobierno contralponerse en contra de todo aquello que lainteligencia de una gran ciudad podadar a luz. Haba comprendido ms queeso: la impotencia de un gobierno, sea elque sea, para detener los grandes desas-tres, para facilitar la evolucin a puntode ocurrir. Sufri durante un sitio unamiseria horrorosa, la miseria de los tra-

    bajadores y de los defensores de la ciu-dad, al lado el lujo insolente de los zn-ganos y haba visto fracasar, gracias alpoder central, todas sus tentativas porponer fin a este rgimen escandaloso.Cada vez que el pueblo quera tomar unimpulso libre, el gobierno acuda a en-grosar las cadenas, a fijar su bola, y laidea naci con toda naturalidad: Parsdeba constituirse en comuna indepen-diente, pudiendo realizar entre sus mu-ros lo que le dictara el pensamiento delpueblo!

    Este palabra: LA COMUNA, se escapentonces de todas las gargantas.

    La Comuna de 1871 no poda ser msque un primer esbozo. Nacida al final deuna guerra, rodeada por dos ejrcitosdispuestos a darse la mano para aplastaral pueblo, no os lanzarse completamen-te a la va de la revolucin econmica, nose declar francamente socialista, noprocedi ni a la expropiacin de los capi-tales ni a la organizacin del trabajo, nisiquiera al censo general de todos los re-

    cursos de la ciudad. Tampoco rompicon la tradicin del estado, del gobiernorepresentativo, y no intent realizar enla Comuna esa organizacin de lo simplea lo complejo que inaugur proclamandola independencia y la libre federacin delas Comunas. Pero es seguro que, si laComuna de Pars hubiese vivido algunos

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 3

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    meses ms, habra sido empujada inevi-tablemente, por la fuerza de las cosas,hacia estas dos revoluciones. No olvide-mos que la burguesa ha precisado decuatro aos de perodo revolucionariopara llegar de la monarqua moderada ala repblica burguesa y no nos asombra-remos de ver que el pueblo de Pars nohaya franqueado de un solo salto el espa-cio que separa la comuna anarquista delgobierno de los granujas. Y sabremostambin que la prxima revolucin, enFrancia y ciertamente tambin en Espa-a, ser comunalista, retomar la obrade la Comuna de Pars all donde la handetenido los asesinatos de los versalle-ses.

    La Comuna sucumbi y la burguesase veng sabemos como del miedoque el pueblo le hizo sentir al sacudir el

    yugo de sus gobernantes. Demostr querealmente hay dos clases en la sociedadmoderna: de una parte, el hombre quetrabaja, que da al burgus ms de la mi-tad de lo que produce y que, sin embar-

    go, consiente con excesiva facilidad loscrmenes de sus amos; por otra parte, elocioso, el glotn, animado con los instin-tos de la bestia salvaje, odiando a su es-clavo, dispuesto a descuartizarlo comouna pieza de caza.

    Despus de encerrar al pueblo de Parsy de taponar todas las salidas, lanzaron alos soldados, embrutecidos por el cuartel

    y el vino, dicindoles en plena Asamblea:

    Matad a esos lobos, a esas lobas y aesos lobeznos! Y al pueblo le dijeroni:

    Hagas lo que hagas, perecers. Si te co-gemos con las armas en la mano, lamuerte; si depones las armas, la muerte;si golpeas, la muerte.Si suplicas, la muer-te! Hacia donde gires los ojos: a la dere-cha, a la izquierda, hacia adelante, haciaatrs, hacia arriba, hacia abajo, la muer-te! T no slo ests fuera de la ley, sinofuera de la humanidad. Ni la edad, ni el

    sexo te salvarn, ni a t ni a los tuyos. Vas

    a morir, pero antes conocers la agonade tu mujer, de tu hermana, de tu madre,de tus hijas, de tus hijos, incluso en lacuna! Se ir, bajo tu mirada, a tomar alherido de la ambulancia para despeda-zarlo a golpe de bayoneta, para aplastar-lo a golpe de culata. Se lo tomar, vivo

    an, por su pierna rota o por su brazoensangrentado y se lo arrojar al rocomo a un paquete de basura que grita ysufre.

    La muerte! La muerte! La muerte!

    Y luego, tras la orga desenfrenada so-bre los montones de cadveres, tras elexterminio masivo, la venganza mezqui-na y, sin embargo atroz, que todava per-dura: el gato de siete colas, los grilletes,los raspadores, los latigazos y la porra delos funcionarios de prisiones, los insul-

    tos, el hambre, todos los refinamientosde la crueldad.

    Olvidar el pueblo estas elevadasobras?

    Derribada, mas no vencida, la Co-muna renace hoy. No se trata slo de unsueo de vencidos que acarician en suimaginacin un bello espejismo de espe-ranza; no! la Comuna se convierte hoy

    en el objetivo preciso y visible de la revo-lucin que crece ya junto a nosotros. Laidea penetra las masas, les da una ban-dera y contamos firmemente con la pre-sente generacin para realizar la revolu-cin social en la Comuna, para poner fina la innoble explotacin burguesa, libe-rar a los pueblos de la tutela del estado,inaugurar en la evolucin de la especiehumana una nueva era de libertad, de

    igualdad, de solidaridad.

    4 KROPOTKIN: La Comuna de ParsKROPOTKIN: La Comuna de Pars

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    II

    Diez aos nos separan ya del da, enque el pueblo de Pars, derrocando el go-

    bierno de los traidores que se hicieroncon el poder a la cada del Imperio, seconstituy en Comuna y proclam su in-dependencia absolutaii. Y, sin embargo,es todava hacia esa fecha del 18 de mar-zo de 1871, hacia donde se dirigen nues-tras miradas, es a ella, donde estn liga-dos nuestros mejores recuerdos; es elaniversario de esa jornada memorable loque el proletariado de dos mundos sepropone festejar solemnemente, y, ma-ana por la tarde, centenares de miles decorazones obreros latirn al unsono,hermanndose a travs de fronteras yocanos, en Europa, en los Estados Uni-dos, en Amrica del Sur, al recuerdo dela revuelta del proletariado parisino.

    Porque la idea, por la que el proleta-riado francs verti su sangre en Pars y

    por la que ha sufrido las plagas de NuevaCaledonia, es una de esas ideas que, pors mismas, contienen toda una revolu-cin, una idea amplia que puede acoger

    bajo los pliegues de su bandera todas lastendencias revolucionarias de los pue-

    blos que marchan hacia su liberacin.

    Ciertamente, si nos limitamos a obser-var slo los logros reales y tangibles al-canzados por la Comuna de Pars, debe-

    remos decir que esta idea no fue sufi-

    cientemente amplia, que slo abarc unaparte mnima del programa revoluciona-rio. Pero, si observamos, por el contra-

    rio, el espritu que inspir a las masasdel pueblo, en el movimiento del 18 demarzo, las tendencias que intentaron sa-lir a la luz y que no tuvieron tiempo parapasar al campo de la realidad, porque,antes de florecer, fueron asfixiadas bajomontones de cadveres, entonces com-prederemos toda la importancia del mo-

    vimiento y las simpatas que inspira enel seno de las clases obreras de los dosmundos. La Comuna entusiasma los co-razones, no por lo que hizo, sino por loque promete hacer un da.

    De donde viene esa fuerza irresistibleque atrae hacia el movimiento de 1871las simpatas de todas las masas oprimi-das? Qu idea representa la Comuna dePars? Y por qu esa idea es tan atracti-

    va para los proletarios de todos los pa-ses, de toda nacionalidad?

    La respuesta es fcil. La revolucin de1871 fue un movimiento eminentementepopular. Hecho por el pueblo mismo,nacido espontneamente en el seno delas masas, es en la gran masa popular,donde encontr sus defensores, sus h-roes, sus mrtires y sobre todo ese carc-ter canalla que la burguesa no le per-donar jams. Y, al mismo tiempo, laidea generatriz de esa revolucin, vaga,

    es verdad; inconsciente, quiz, pero, noobstante, bien enunciada a travs de to-dos sus actos, es la idea de la revolucinsocial que intenta establecer al fin, des-pus de tantos siglos de lucha, la verda-dera libertad y la verdadera igualdadpara todos.

    Fue la revolucin de la canalla yendoa la conquista de sus derechos.

    Se ha intentado, es cierto, se intenta

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 5

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    an, desnaturalizar el verdadero sentidode esta revolucin y presentarla comouna simple tentativa de reconquistar laindependencia de Pars y de constituirun pequeo estado dentro de Francia.Pero nada de esto es cierto. Pars no bus-caba aislarse de Francia, como no busca-

    ba conquistarla por las armas; no pre-tenda encerrarse entre sus muros, comoun benedictino en su claustro; no se ins-pir en un espritu estrecho de sacrista.Si reclam su independencia, si quisoimpedir la intrusin en sus asuntos detodo poder central, fue porque vea enesa independencia una medio para ela-

    borar tranquilamente las bases de la or-ganizacin futura y de realizar en suseno la revolucin social, una revolucinque habra transformado completamenteel rgimen de produccin y de intercam-

    bio, basndolo en la justicia, que habramodificado completamente las relacio-nes humanas, basndolas en la igualdad,

    y que habra rehecho la moral de nuestrasociedad, basndola en los principios dela equidad y de la solidaridad.

    La independencia comunal no era,pues, para el pueblo de Pars ms quemedio y la revolucin social era el fin.

    Este fin se habra alcanzado, cierta-mente, si la revolucin del 18 de marzohubiese podido seguir su curso libre-mente, si el pueblo de Pars no hubiese

    sido despedazado, sableado, ametralla-

    do, destripado por los asesinos de Versa-lles. Encontrar una idea neta, precisa,comprensible para todo el mundo y queresumiera en pocas palabras lo que ha-

    ba que hacer para realizar la revolucin,sa fue, en efecto, la preocupacin delpueblo de Pars desde los primeros dasde su independencia. Pero una gran ideano germina en un da, por muy rpidaque sea la elaboracin y la propagacinde las ideas en los perodos revoluciona-rios. Necesita siempre un cierto tiempopara desarrollarse, para penetrar en lasmasas y para traducirse en actos, y estetiempo le falt a la Comuna de Pars.

    Tanto ms le falt, cuanto que, hacediez aos, las ideas mismas del socialis-mo moderno pasaban por un perodotransitorio. La Comuna naci, por decir-lo as, entre dos etapas de desarrollo delsocialismo moderno. En 1871, el comu-nismo autoritario, gubernamental y mso menos religioso de 1848 ya no tenagancho para los espritus prcticos y li-

    bertarios de nuestra poca. Donde en-

    contrar hoy un parisino que consienta enencerrarse en un falansterio? Por otraparte, el colectivismo, que quiere atar almismo carro el trabajo asalariado y lapropiedad colectiva, era incomprensible,poco atractivo, erizado de dificultades ensu aplicacin prctica. Y el comunismolibre, el comunismo anarquista, apenasnaca, apenas osaba afrontar los ataques

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    de los adoradores del gubernamentalis-mo.

    La indecisin reinaba en los espritusy los mismos socialistas no se sentan ca-paces de lanzarse a la demolicin de la

    propiedad privada al no tener ante ellosun objetivo bien determinado. Entoncesuno se dejaba engaar por este razona-miento que los embaucadores repitendesde hace siglos: Asegurmonos pri-mero la victoria, despus ya se ver loque puede hacerse.

    Asegurarse primero la victoria!Como si hubiese manera de constituirseen comuna libre sin tocar la propiedad!

    Como si hubiese manera de vencer a losenemigos, sin que la gran masa del pue- blo est interesada directamente en eltriunfo de la revolucin, viendo llegar el

    bienestar material, intelectual y moralpara todos! Se buscaba consolidar pri-mero la Comuna dejando para ms tardela revolucin social, mientras que la ni-ca manera de proceder era consolidar laComuna por medio de la revolucin so-

    cial!Ocurri lo mismo con el principio gu-

    bernamental. Proclamando la Comunalibre, el pueblo de Pars proclam unprincipio esencialmente anarquista;pero, como en esa poca la idea anar-quista haba penetrado poco en los esp-ritus, se detuvo a medio camino y, en elseno de la Comuna, todava se pronuncipor el viejo principio autoritario dndose

    un Consejo de la Comuna copiado de los

    consejos municipales.

    Si, efectivamente, admitimos que ungobierno central es absolutamente intilpara regir las relaciones de las comunasentre ellas, por qu deberamos admitir

    su necesidad para regir las relacionesmutuas de los grupos que constituyen laComuna? Y, si confiamos a la libre ini-ciativa de las comunas la tarea de enten-derse entre ellas para las empresas queconciernen a varias ciudades al mismotiempo, por qu refusar esta misma ini-ciativa a los grupos de que se componeuna comuna? Un gobierno en la Comunano tiene ms razn de ser que un gobier-

    no por encima de la Comuna.Pero, en 1871, el pueblo de Pars, que

    ha derribado tantos gobiernos, slo esta-ba en su primer ensayo de rebelin con-tra el sistema gubernamental en s mis-mo: se dej llevar, pues, por el fetichis-mo gubernamentalista y se dot de ungobierno. Se conocen las consecuencias.Envi a sus ms abnegados hijos al H-

    tel-de-Ville. All, inmovilizados en mediodel papeleo, forzados a gobernar cuandosus instintos les mandaban estar y mar-char con el pueblo; forzados a discutir,cuando se precisaba actuar, y perdiendola inspiracin que procede del contactocontinuo con las masas, se vieron reduci-dos a la impotencia. Paralizados por su

    alejamiento del foco de las revoluciones,

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 7

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    el pueblo, paralizaron a su vez la iniciati-va popular.

    Nacida durante un perodo de transi-cin, en que las ideas de socialismo y deautoridad sufran una profunda modifi-

    cacin; nacida al final de una guerra, enun foco aislado, bajo los caones de losprusianos, la Comuna de Pars deba su-cumbir.

    Pero, por su carcter eminentementepopular, comenz una era nueva en laserie de las revoluciones y, por sus ideas,fue la precursora de la gran revolucinsocial. Las masacres inauditas, cobardes

    y feroces con las que la burguesa celebrsu cada, la venganza innoble que los

    verdugos han ejercido durante nueveaos en sus prisioneros, estas orgas decanbales han abierto un abismo entre la

    burguesa y el proletariado que jamsser rellenado. En la prxima revolu-cin, el pueblo sabr qu debe hacer; sa-

    br lo que le espera si no logra una victo-ria decisiva y actuar en consecuencia.

    En efecto, ahora sabemos que el da enque Francia se llenar de comunas in-surgentes, el pueblo no deber volver adarse un gobierno y esperar de ese go-

    bierno la iniciativa de medidas revolu-cionarias. Despus de haber barrido losparsitos que lo roen, se apoderar detoda la riqueza social para ponerla en co-mn, segn los principios del comunis-mo anarquista. Y, cuando habr abolido

    completamente la propiedad, el gobiernoy el estado, se constituir libremente se-gn las necesidades que le sern dicta-das por la vida misma. Rompiendo suscadenas y derribando sus dolos, la hu-manidad avanzar entonces hacia un fu-turo mejor, sin conocer ya ni amos ni es-clavos, no guardando veneracin msque por los nobles mrtires que han pa-gado con su sangre y sus sufrimientos

    estos primeros intentos de emancipacinque nos han iluminado en nuestra mar-cha hacia la conquista de la libertad.

    III

    Las celebraciones y reuniones pblicasorganizadas el 18 de marzo en todas lasciudades donde hay grupos socialistasconstituidos merecen toda nuestra aten-

    cin, no slo como una manifestacindel ejrcito de los proletarios, sino msan como expresin de los sentimientosque animan a los socialistas de los dosmundos. Uno se cuenta as mejor quepor todos los boletines imaginables yuno formula sus aspiraciones en total li-

    bertad, sin dejarse influenciar por consi-deraciones de tctica electoral.

    En efecto, los proletarios reunidos ese

    da en los mtines ya no se limitan a elo-

    giar el herosmo del proletariado pari-

    8 KROPOTKIN: La Comuna de ParsKROPOTKIN: La Comuna de Pars

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    siense, ni a clamar venganza contra lasmasacres de mayo. Reafirmndose en elrecuerdo de la lucha heroica de Pars,

    van ms lejos. Discuten las enseanzasque hay que extraer de la Comuna de1871 para la prxima revolucin; se pre-guntan cules fueron los errores de laComuna y ello no por criticar a los hom-

    bres, sino para hacer resaltar como losprejuicios sobre la propiedad y la autori-dad que reinaban en ese momento impi-dieron a la idea revolucionaria florecer,desarrollarse e iluminar el mundo enterocon sus luces vivificadoras.

    La enseanza de 1871 ha aprovechadoal proletariado del mundo entero y, rom-piendo con los viejos prejuicios, los pro-letarios han dicho clara y simplementecomo entienden su revolucin.

    A partir de ahora es seguro que la pr-xima sublevacin de las comunas ya noser simplemente un movimiento comu-nalista. Los que an piensan que hayque establecer la comuna independiente

    y despus, en esa comuna, ensayar refor-mas econmicas, han sido sobrepasadospor el desarrollo del espritu popular. Espor actos revolucionarios socialistas,aboliendo la propiedad individual, comolas comunas de la prxima revolucinafirmarn y constituirn su independen-cia.

    El da en que, como consecuencia del

    desarrollo de la situacin revolucionaria,los gobiernos sean barridos por el pueblo

    y la desorganizacin arrojada a los cam-pos de la burguesa, que no se mantie-nen ms que por la proteccin del esta-do, ese da y no est lejos el pueblo in-surgente no esperar a que un gobiernocualquiera decrete en su sabidura inau-dita unas reformas econmicas. l mis-mo abolir la propiedad individual pormedio de la expropiacin violenta, to-mando posesin, en nombre del puebloentero, de toda la riqueza social acumu-lada por el trabajo de las generacionesprecedentes. No se limitar a expropiar alos detentadores del capital social por undecreto que sera letra muerta: tomarposesin de l sobre la marcha y estable-cer sus derechos utilizndolo sin demo-ra. Se organizar l mismo en el tallerpara hacerlo funcionar; cambiar su cu-chitril por un alojamiento saludable enla casa de un burgus; se organizar parautilizar inmediatamente toda la riquezaacumuladada en las ciudades; tomarposesin de la misma como si esta rique-

    za nunca le hubiese sido robada por laburguesa. Una vez desposedo el barnindustrial que extrae su botn del obrero,la produccin continuar, desembara-zndose de las trabas que la dificultan,aboliendo las especulaciones que la ma-tan y los enredos que la desorganizan y,tranformndose conforme a las necesi-dades del momento bajo el impulso quele proporcionar el trabajo libre. Jams

    volver a cultivarse en Francia como en1783, despus de que la tierra fuese arre-

    batada de manos de los seores, escri- bi Michelet. Jams se ha trabajadocomo se trabajar el da en que el trabajosea libre, en que cada progreso del traba-

    jador sea una fuente de bienestar paratoda la Comuna.

    Respecto a la riqueza social, se ha in-

    tentado establecer una distincin y se ha

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 9

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    llegado incluso a dividir al partido socia-lista a propsito de esta distincin. Laescuela que hoy en da se llama colecti-vista, substituyendo el colectivismo de laantigua Internacional (que no era sino elcomunismo antiautoritario) por una es-pecie de colectivismo doctrinario, ha in-tentado distinguir entre el capital quesirve a la produccin y la riqueza que sir-

    ve a las necesidades de la vida. La m-quina, la fbrica, la materia prima, las

    vas de comunicacin y el suelo de unaparte, las viviendas, los productos manu-facturados, los vestidos, los artculos, deotra. Los unos se convierten en propie-dad colectiva, los otros estn destinados,segn los doctos representantes de estaescuela, a permanecer propiedad indivi-dual.

    Se ha intentado establecer esta distin-cin. Pero el buen sentido popular hadado cuenta de ella rpidamente. Err-nea en teora, ha sucumbido ante laprctica de la vida. Los trabajadores hancomprendido que la casa que nos refu-

    gia, el carbn y el gas que quemamos, losalimentos que quema la mquina huma-na para mantener la vida, los vestidoscon que el hombre se cubre para preser-

    var su existencia, el libro que lee parainstruirse, incluso el adorno que se pro-cura son partes integrantes de su exis-tencia, tan necesarias para el xito de la

    produccin y para el desarrollo progresi-vo de la humanidad como las mquinas,las manufacturas, las materias primas ylos otros agentes de la produccin. Hancomprendido que mantener la propiedadindividual para estas riquezas sera man-tener la desigualdad, la opresin, la ex-plotacin, paralizar por adelantado losresultados de la expropiacin parcial.Pasando sobre las alambradas puestasen su camino por el colectivismo de lostericos, marchan directamente a la for-ma ms simple y ms prctica del comu-nismo antiautoritario.

    En efecto, en sus reuniones los prole-tarios revolucionarios afirman claramen-te su derecho a toda la riqueza social y lanecesidad de abolir la propiedad indivi-dual tanto sobre los medios de consumocomo sobre los de produccin. El da dela revolucin, nos apoderaremos de todala riqueza, de todos los valores acumula-dos en las ciudades y los pondremos en

    comn dicen los portavoces de la masaobrera y los oyentes lo confirman asin-tiendo unnimemente.

    Que cada cual coja del montn lo quenecesite y estemos seguros de que en losgraneros de nuestras ciudades habr ali-mentos suficientes para alimentar a todoel mundo hasta el da en que la produc-cin libre emprender su nueva marcha.En los almacenes de nuestras ciudades,

    hay suficientes vestidos para vestir a

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    todo el mundo, acumulados all, sin en-contrar salida, al lado de la miseria gene-ral. Hay incluso suficientes objetos delujo para que todo el mundo elija a sugusto.

    He aqu como, a juzgar por lo que dice

    en las reuniones, la masa proletariaafronta la revolucin: introduccin in-mediata del comunismo anarquista y li-

    bre organizacin de la produccin. Sondos puntos fijados y, a este respecto, lascomunas de la revolucin que ruge anuestras puertas no repetirn los erroresde sus predecesoras que, vertiendo gene-rosamente su sangre, han despejado elcamino para el futuro.

    Un tal acuerdo no se ha establecido to-dava, sin estar no obstante lejos de esta-

    blecerse, sobre otro punto, no menos im-portante: sobre la cuestin del gobierno.

    Es sabido que, respecto a esta cues-tin, se enfrentan dos escuelas. Es ne-cesario dicen los unos constituir elmismo da de la revolucin un gobiernoque se apodere del poder. Este gobierno,

    fuerte, poderoso y resuelto, har la revo-

    lucin decretando aqu y all y obligandoa obedecer sus decretos.

    Triste ilusin!, dicen los otros.Todo gobierno central, encargndosede gobernar una nacin, estando forma-

    do necesariamente por elementos dispa-res y siendo conservador, por su esenciagubernamental, no ser ms que un obs-tculo para la revolucin. No har msque frenar la revolucin en las comunasdispuestas a avanzar, sin ser capaz deaportar aliento revolucionario a las co-munas atrasadas. Igualmente en el senode una comuna insurgente. O bien el go-

    bierno comunal no har ms que sancio-

    nar los hechos consumados, y entoncesser un elemento intil y peligroso, obien querr ponerse a su cabeza: regla-mentar lo que debe ser elaborado libre-mente por el pueblo mismo para que re-sulte viable, aplicar teoras donde espreciso que toda la sociedad elaborenuevas formas de vida comunitaria, conesa fuerza creativa que surge en el orga-nismo social cuando rompe las cadenas y

    ve abrirse ante s nuevos y amplios hori-zontes. Los hombres en el poder genera-rn este impulso, sin producir nada ellosmismos, si permanecen en el seno delpueblo para elaborar con l la nueva or-ganizacin, en lugar de encerrarse en las

    cancilleras y agotarse en debates ocio-sos. Ser un estorbo y un peligro, impo-tente para el bien, formidable para el

    mal, as, pues, no tiene razn de ser.

    Desde una perspectiva libertaria / SuplementoDesde una perspectiva libertaria / Suplemento 11

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    Por muy natural y justo que sea esterazonamiento, se enfrenta an, no obs-tante, a los prejuicios seculares acumula-dos, acreditados por aquellos que tieneninters en mantener la religin del go-

    bierno junto a la religin de la propiedady la religin divina.

    Este prejuicio, el ltimo de la serie:Dios, Propiedad, Gobierno, existe an yes un peligro para la prxima revolucin.Pero puede constatarse que ya se est so-cavando. Haremos nosotros mismosnuestros asuntos, sin esperar las rdenesde ningn gobierno y pasaremos por en-cima de aquellos que vengan a imponr-senos sea bajo la forma de sacerdote, depropietario o de gobernante, dicen yalos proletarios. Hay que esperar, pues,que, si el partido anarquista sigue com-

    batiendo vigorosamente la religin delgubernamentalismo y si no se desva lmismo de su camino dejndose enredaren las luchas por el poder, hay que espe-

    rar, decimos, que, en los aos que nosquedan an hasta la revolucin, el pre-

    juicio gubernamental ser suficiente-mente socavado como para ya no sea ca-paz de llevar a las masas proletarias porun camino falso.

    Hay, sin embargo, una laguna lamen-table en las reuniones populares que de-

    bemos sealar. sta es que nada, o casinada, se ha hecho por el campo. Todogira en torno a las ciudades. El campoparece no existir para los trabajadoresde la ciudad. Incluso los oradores quehablan del carcter de la prxima revolu-cin evitan mencionar el campo y el sue-

    lo. No conocen al campesino ni sus dese-os y no se atreven a hablar en su nom-bre. Es preciso insististir mucho en elpeligro que resulta de esto? La emanci-pacin del proletariado no ser posiblemientras el movimiento revolucionariono abarque las aldeas. Las comunas in-surgentes no lograrn mantenerse si-quiera un ao, si la insurreccin no sepropaga al mismo tiempo por la campi-

    a. Cuando los impuestos, la hipoteca, larenta sern abolidos, cuando las institu-ciones que los recaudan sern disueltas,es seguro que el campo comprender las

    ventajas de esta revolucin. Pero, encualquier caso, sera imprudente contarcon la difusin de las ideas revoluciona-rias en el campo sin preparar previa-

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    mente las ideas. Es preciso saber desdeahora ya que es lo que quiere el campesi-no, como se entiende la revolucin en lasaldeas, como se piensa resolver la cues-tin tan espinosa de la propiedad agra-ria. Es preciso decirle al campesino ques lo que se propone hacer el proletariodel campo y de su aliado, que no debe te-mer de aqul medidas perjudiciales parael agricultor. Es preciso que, por su par-te, el obrero de las ciudades se acostum-

    bre a respetar al campesino y a marcharde comn acuerdo con l.

    Pero, para esto, los trabajadores debenimponerse el deber de extender la pro-

    paganda en las aldeas. Es importante

    que en cada ciudad haya una pequeaorganizacin especial, una rama de laLiga Agraria, para la propaganda entrelos campesinos. Es preciso que este tipode propaganda sea considerado como undeber, con el mismo rango que la propa-ganda en los centros industriales.

    Los inicios sern difciles, pero recor-demos que de ello depende el xito de larevolucin. sta no ser victoriosa hastael da en que el trabajador de las fbricas

    y el cultivador de los campos marchenjuntos a la conquista de la igualdad paratodos, llevando la felicidad tanto a la ca-

    baa como a los edificios de las grandes

    aglomeraciones industriales.

    i Tomamos estas lneas de la Historia popular y parlamentaria de la Comuna de Pars de ARTHURARNAULD, obra sobre la que tenemos la satisfaccin de llamar la atencin de los lectores.

    ii Escrito en marzo de 1881

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