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ii gerreb Organo de Nuestra Venerable Orden Tercera de Ferrol Dirección y Administración: Colegio de PP. MERCEDARIOS II II II A N O IV I1AY0 1921 NUM. 34 L SANTÍSIMO CRISTO DE LIMPIAS cuyo famoso santuario acaba de ser visitado por más de seiscientos Peregrinos gallegos ION

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ii gerrebOrgano de Nuestra Venerable Orden Tercera de Ferrol

Dirección y Administración: Colegio de PP. MERCEDARIOS

II

II

II

A N O IV I1AY0 1921

NUM. 34

LSANTÍSIMO CRISTO DE LIMPIAS

cuyo famoso santuario acaba de ser visitado por más de seiscientosPeregrinos gallegos

ION

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9 _„„„c) e-2/) 1113 IMPRESION

S T_T 1VI PZ, I 0

Es preciso hablar de Limpias, por M.. Basilisa.—A Santa Maria deCervellón.—Movimiento religioso, por Fr. Martín Ortúzar.—Aspiraciónvalencianista satisfecha, por Mateo -12omancero Mercedario, por Ma-tilde Montero Dopico, Terciaria de la Merced.—Páginas Mercedarias,por Julia García Herreros, Terciaria de la Merced.—La Devoción aSan Jos6.-1Faltan Madres!, por P. Joaquín Valencia. —Donativos parala nueva Custodia.--Noticias.

imeeffieeimeedimene/Affinvmeffieffieeeeimovivivhffideimvmeffiedivß

Es inciso habIar LIMPIAS

uü haré, Dios mío? Por una parte el deseo de com-placer ' a mi amiga y, por otra, la imposibilidaden que me veo, de hilvanar unas líneas que digan

(Son sus palabras) de la última peregrinaciónLb- e gallega a Limpias.

Llevo cerca de una hora con estas cuatros lí-neas escritas y... no salen más.

En mi mente bullen . solo ideas obscuras, ypor mucho que me impulse el deseo, no consigo'traer a ella, un rayo de luz que, dejándome ver

claro, me permita exponer luego, con claridad también, las im-presiones recibidas durante mi v.iaje; y, en este conflicto, ¿quédiré yo?

— « Hace más el que quiere que el que puede!»—¿Sí? Pues... allá voy, ya que el deseo no me falta y, haré

algo (todavía no sé que nombre podrá, llevar ésto): una cosa queserá leída, o irá en peregrinación al mullido cesto de los papeles.De cualquier modo, yo habré cumplido así.

Realidad,—Grandes y múltiples deseos me impulsabanhacia el atrayente pueblo de Limpias y, sin embargo ¡cuántas alternativas sufrió mi decisión de figurar corno peregrina en la

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entusiasta agrupación que, fervorosa, fué a postrarse ante la pro-digiosa imägen del Santo Cristo de la Agonía, venerada en unrinconcito de Santander!

Por fin, venció el deseo, anulando todas las dificultades quese levantaban gigantescas ante la idea de mi excursión. Sí, escierto el adagio que me hizo recordar mi amiga: «hace más elque quiere, que el guíe puede».

Antes de partir.—Fué preciso dar cima a sinnú-mero de trabajos preparatorios: despedidas, aceptación de encar-gos—reducidos todos a oraciones y súplicas que presentar al san-to Cristo, compra de objetos, bendición y aproximación de losmismos hasta tocar la santa imägen—equipaje, merienda y arre-glo de los asuntos que debían solucionarse en mi ausencia.

¿Porqué exponer todo ésto? Para explicar el natural Cansanciocon que me senté en el tren, el día 6; cansancio que me acom-pañó hasta hoy, pues regresó y continúa conmigo.

Estado de" ánimo.—E 1 que modelé yo misma, 'aldespedirme del sagrado Corazón y de la Virgen Santísima de laMerced, a quienes t)edí su divina protección durante el viaje, ysu bendición santísima. Con ella confortada, partí animosa, do-minando la satisfacción (aún no .digo entusiasmo ¡,eh?) al cansan-cio nombrado anteriormente.

En archa.—En movimiento ya, nos dimos cuentade los pocos indivídubs que formábamos la peregrinación ferrola-na ¡nueve!: agrupación minúscula que ansiaba robustecerse conel conjunto de los demás peregrinos, para • concederse alguna im-

portancia. En Betanzos, nos hemos puesto en intimidad con losgrupos, pequeños igualmente, de Cedeira y Ortigueira.

En Monforte, por fin, ya, nos hemos visto entidad importante,

constituyendo núcleo de la peregrinació n gallega. Es que no po-demos sustraernos a la tendencia de dar valor a la cantidad sinatender a la calidad de cuanto apreciamos. Y esto no quiere decirque fuese inferior la de ninguno de los dignos viajeros que en-grosaron nuestro grupo.

En el tren especial que nos condujo a la Tierra de Promisión,iba un mundo pequeño (más de seiscientas personas) y, por con-siguiente, no podíamos confraternizar (yo había creído que seríaasí) cómo una sola. familia, de la misma manera que ésta, sola,no forma un inundo; pero... reunidos siempre, formando del va-gón un hogar, y del número reducido de personas que lo ocupa-bau una amante familia, hemos viajado media docena de,vecinosde El Ferrol: Doña E. Caruncho, Sres. de Pedreira. con su augelical hijita. D. E. Usero.., y esta unidad.

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La unión, el afecto, las delicadas atenciones; el sacrificio mú-tilo de todos, han conseguido que las interminables horas se des-lizasen agradables y menos largas. Más cortas, si cabe, para mí,porqué, con la tranquilidad que me proporcionaba tan grata com-pañía, pretendí recobrar perdidas fuerzas en brazos • de Morfe,o.Quería, además, soñar pronto con el Santo Cristo, imán que mellevaba a Limpias; verlo, antes de llegar al Santuario de su pre-dilección (esto no lo sabían mis compañeros de viaje y se reíande tanto sueño) y sentir ya, el fervor de peregrina; pero... ¡ohdébil naturaleza humana! tan solo conseguía dormir profunda-mente, lo que, dicho sea de paso, me hizo mucho bien.

No sé que hora sería de la noche, cuando desperté a la voz de:« ¡Todos abajo! »

—¿Qué sucede ¡Dios mío'? exclamé.Era que habíamos parado dentro de un túnel.Una señora, lloraba, suplicando bajásemos todos, y, como na-

die secundaba sus deseos, pretendió bajar ella con su hijita decinco años; lo hubiera conseguido, a no impedírselo la familiaferrolana. Fué preciso que el Sr. Usero, (D. Evarísto, como siem-pre y a cada momento le llamábamos) se mostrase incomodado,¡él, todo delicadeza y atención, mostrándose hosco y fiero...!

¿Qué pretendería hacer la buena señora (muy simpática al fin),por el túnel adelante, con su minúscu!a compañía?

¿Causas del terror?¿Que la máquina quería beber: menos quizás—según se ase-

guraba—de lo que lo había hecho quien sembró el espanto enalgunos excursionistas.

Se impuso el buen sentido y... no pasó nada.Creo que fué en la estación de Lugo; cuando, al esperar la

salida de un tren; he visto, en una de sus ventanillas, al bonda-doso Fr. José María, de la residencia de esta ciudad (Ferrol) Lla-mé a mis convecinos y ¡qué agradable sorpresa hemos experimen-tado todos! Si después de muchos arios, nos hubiéramos hallado,por casualidad, todos en tierras lejanas, no nos hubiéramos sor-prendido más agradablemente. Le llamábamos a gritos: ¡Fr. José!¡Fr. • José! y él, sonreía bondadoso, saludándonos también.

En la estación de Monforte, nos dejó Clarita Usero. No la ha-bía mencionado antes ¿verdad? Es que no me resultaba bien des-hacer la media docena que formé con los peregrinos de nuestrovagón, y, como ella, además, no nos acompañaba en calidad detal y le agrada que no la vean.., no quise exponerla a las miradasdel público (léase lectores de LA MERCED) por no arrostrar suenojo.

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La dejaré, pues, tras de la cortina y espero que nadie le con-tará que la he mencionado. Pero... pero, por muy importanteque para mí sea este acontecimiento, acaecido en la estación men-cionada, otro tuvo lugar, más notable, de verdadera satisfacción,que elevó a las regiones de la esperanza nuestras almas, alejandode todo espíritu, hasta la menor sombra de intranquilidad, detemor; que puso como el sello divino al monumento de nuestraperegrinación, e hizo chispear ya, el fuego del entusiasmo reli-gioso algo amortiguado, hasta entonces, por las irías cenizas quesobre él, había acumulado el miedo a lo desconocido.

—¿Terminaré de mencionar el acontecimiento consolador?—Ahora mismo.La bendición de Dios, nos llegó allí; lugar en donde se formó

el núcleo de la peregrinación ¿no he dicho ya, que, hasta enton-ces, no habíamos sido entidad importante?

¡Y fué portador (le ella, el Padre Plácido!¡Dios mío, que he dicho! ¿El Padre Plácido? Sí, asi fué.Pues... no señor, no debí haber dicho así, porque Dios, aten-

diendo a sus reconocidas virtudes y profunda ciencia, se ha dig-nado colocarle, como antorcha luminosa, para servir de faro yguía, en una diócesis que, cual la de Lugo, puede hacer ostenta-ción de contar con el amor predilecto del Altísimo.

La costumbre, me hizo olvidar del Excmo. y Rvdmo. Sr. Obis-po de Lugo y fué así porqué, además encuentro más afectuoso,más elevado aún, más ilustre, más... de mi gusto, el otro nom-bre. Perdóneme el Rdmo. Sr. Obispo; pero yo he visto que nosbendijo Dios Nuestro Señor, por mediación del virtuosísimo ysabio P. Plácido.

—¿Porqué, ansiando hacerlo, no he dado al aire un estruen-doso ¡viva! en Monforte?

— ¡Esperaba que lo hicieran personas más autorizadas... y¡había allí tanta gente...! Pero... ahora que no nie .vé nadie yque me oye sólo Dios, mi voz llegará a Lugo ¿cómo no, si llegaráhasta el cielo, porque la mueve espíritu de oración?

¡Viva el ilustre, humilde y virtuoso P. Plácido, gloria de laOrden franciscana...!

Así, cumplido este deber, quedo satisfecha. ¡Qué satisfacciónnos regala el deber cumplido ¿verdad?

En varias estaciones nos saludaron con entusiasmo; en algu-na hemos oído la música hechicera de nuestros aires regionales;y, al correr el tren, hemos admirado paisajes magníficos que,cual en cinta cinematográfica, pasaban ante nuestra vista: todossorprendentes, todos hermosos, porque, si unos lo eran por su

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semejanza con nuestras deliciosas campiñas, resultábannos así losdemás, por el encantador contraste,, por la novedad, o porque,dentro de nosotros, llevábamos gran cantidad de júbilo: suficien-te para hermosear cuanto encontrábamos a nuestro paso.

Nombres de estaciones, de pueblos... ¿para qué'? ¡No pretendoescribir tina leción geográfica! Además, tengo ya prisa por llegara Santander y... ahí está el P. Manterola, avisando que nos reu-namos para ir todos procesionalmente a la iglesia de San . Francis-co. Esto qniere decir que se vé cumplido mi deseo: ¡he llegadoa Santander!

Nunca se satisface nuestra ambición y ahora me apura el en-trar en Limpias!

Por eso no inc detendré mucho, en la descripción de la en-cantadora tierra, nombrada, con tanta propiedad, «La Montaña».

¡Y... no haber visto, hasta este momento, la .prestigiosa figu-ra del virtuoso franciscano!

Dice nuestro adorable 'Salvador: «En el reino de mi Padre, losúltimos, son los primeros» y así es, amiga mía (nadie se diócuenta aún que escribo) para una amiga) el Padre Manterola,—así sin adjetivos•—fué el primero en actividad, en entusiasmos,en fervor; fué el primero, cómo organizador de grandiosas pere-grinaciones gallegas; como entusiasta hijo del Serafín de Asís:como digno apóstol del Crucificado, fué... quien es siempre, y noprecisa otro elogio: el P. Manterola.

Recibimiento.—Con demostraciones de afecto, músicay vítores, nos han recibido los hijos de la ciudad santanderina, lacolonia gallega, autoridades, y escogido público, acompañándonoshasta dejarnos en la espaciosa iglesia de San Francisco.

El digno párroco Sr. Aguirre, ha: saludado, .con galanas fra-ses, a los peregrinos, extendiéndose en elogios a Galicia y, sobretodo. a la ínclita ciudad del Apóstol, cuna del saber y de la vir-tud. Agradeció su sentido discurso el P. Manterola con palabrasportadoras de nuestro reconocimiento; nos designaron fondas yhoteles.y... a extender el .vuelo en. espera del ansiado día 8.

Un detalle curioso... o extraordinario.—¡El A. B. C! ¡Número extraordinario, dedicado .a la peregrinacióngallega! ¡El A. B. C. con la imagen del Sto. Cristo de Limpias!gritaban, a nuestro alrededor, hasta ensordecernos y... ¿cómo nocomprarlo? Yo, deseosa de saborear, cuanto antes, los encantosde la imagen querida y... ¿porque no decirlo? para gustar las fi-nezas extraordinarias de un número a nosotros dedicado.., apron-té los veinte céntimos (también en el precio era extraordinario) y

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reservé el periódico para leerlo solita, en mi habitación, eri cal-ma, con fruición, con tranquilidad.

¡Ya llegó el momento! Ya libre estoy de distracciones. ¿Quédirán estas páginas? Miremos. Pero... ¿comienzan aquí ya, :losacontecimientos extraordinarios? ¡Si ya he leído esto en . El Ferrol!¿Empezaré a guillarme? No puede ser; veamos la fecha: II24 deMarzo de 192111

Ha sido la primera primada de las cosechadas por tierras. cas-tellanas, y que no mencionaré porque... no es mi propósito 'cen-surar. Por algo habrá dicho un virtuoso canónigo, al dignísimopárroco de San Francisco: « Vendrán más peregrinaciones galle-gas; pero no harán centro en Santander».

No saldré de la patria de Velarde, Pereda, Madra,zo y Menén-dez Pelayo; sin presentar nuestra gratitud • al culto y caballerosoD. A. Aguirre. El nos hizo ser agradables, gran parte de las ho-ras transcurridas en la «Perla Montañesa», acompañándonos avisitar el «acuario», los principales edificios de la bella capital, ybuscando, en la estación ya,—cuando el regreso—al grupito fe-rrolano, para despedirle con su acostumbrada amabilidad.

Algo 'midiera decir de la hermosísima playa del Sardinerocuyos encantos naturales transportaron mi imaginación a la nues-tra de Cobas, vistiéndola con los sorprendentes productos • de laindustria y del arte humanos, para poder, sin Menoscabar su va-lor, colocar, esta soberbia playa de El Ferrol al nivel de la esmal-tada por el Palacio Real de la Magdalena; pudiera presentar losencantos del Paseo de Menéndez Pelayo; de la Catedral antigua,con su espaciosa cripta; más... ¡si estoy anhelante por llegar aLimpias...!

La consecución de mis a nhelos.—En lim-pias ya ¿adónde ¡Dios mío! dirigir mis pasos, mis pensamientos,mis afectos, mi amor? A Tí ¡Dulce Jesús! a Tí. A buscarte vuela,pues, mi alma para llegar (antes que ningún otro corazón, de losque buscándote vienen, antes que este cuerpo perezoso llegue altemplo) al Centro de tus amores; a tu divino Sagrario. Ahí en-contraré el poder que repercutir puede, si place a tu voluntad san-tísima, en la prodigiosa imagen que venero por eso, por ser tuimagen.

Prodigiosa he dicho... luego ¿confieso los prodigios que elpoder religioso le atribuye?

¡Pobre de mí! ¿Podría intentar yo, insecto m icroscópico, es-cudriñar los altos designios de un Dios inmenso? Si a su divinaVoluntad place ¿qué duda cabe de que obrará El, en esa, y encualquier otra efigie, los milagros más sorprendentes? ¿Porqué,

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además, he de dudar de quienes aseguran que han sido objeto desus favores por medio de aquél bellísimo Cristo que nos hace sen-tir el instante más solemne de su pasión santísima?

Lleguemos al templo.—En procesión y . domina-dos por fervor grande, hemos llegado al soñado templo. No sé queemociones habrán allí, experimentado los demás peregrinos. Yosentí la atracción que emanaba del Sagrario y, tras su Imán, mefui. ¿Será, penable temeridad, amiguita mía, exponer alguna delas ideas que pugnan por salir al paso de las mil preguntas quetambién asaltan, en momentos tales, l a . imaginación de los ex-cursionistas y, por consiguiente, la mía, siempre en movimiento?

Aduéfiatelas tú sola, y no expongas al público tan atrevidaempresa, pues, solo así, encontrará disculpa mi atrevimiento.

Yo entiendo, que la hermosísima imägen, por su poder, nohace milagros; no creo, corno una señorita, en la estación de Be-tanzos afirmaba, que «allí está, Jesucristo en carne mortal; nocree que responda con prodigios a la curiosidad de quienes sindevoción religiosa, con gemelos, cambios de lugar, combinaciónde posturas diversas y espíritu analítico, pásanse el tiempo 'olvi-dando que no precisan llegar hasta el cansancio y enervamientode sus energías, para ver que, delante de sí; tienen al Hombre-Dios, al Poderoso.

Dios-Hombre; pero... más bajito; menos expuesto a imperti-nentes atisbos; con menos luz„ porque ni aún cuenta con nuestradébil fe, que en aquel templo Santo, a veces, se anula, por empe-ñarse en ascender... en confundirse con la luz potente de la elec-tricidad: fuerza verdaderamente maravillosa, pero... terrena, alfin; no creo que la imägen tan adorada—y con unción veneradapor mí—recoja los afectos que le dirigen quienes allí no ven másobjeto de sus cariños que la venerada efigie; olvidándose de quien,desde el sagrario,—lugar de sus amores—vé la irreverencia demuchos; siente la tibieza de algunos; lamenta el espíritu de cu-riosidad de no pocos visitadores de Limpias y llora, sobre todo,la indiferencia (llamémosle así) de hijos suyos que, rodeándoletodo el año—por tener la dicha de morar en el encantador pue-blecito—muéstranse solo ávidos de... de albergar peregrinos.

Más.., continuemos la marcha. En la espaciosa iglesia ya,hemos tenido la ventura incomprensible de recibir el Pan de losángeles que confortó nuestras almas; enardeció los espíritus, ynos hizo gustar las dulzuras del sacrificio, cuando busca, comofin único a Dios.

Predicando el primer día, al celebrarse la misa solemne, un

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dignísimo ministro del Señor, se verificó un acontecimiento quediö margen a lamentables errores.

Exponlanos Con elocuencia y fervor santos, la dolorosa Pasióndel Salvador. Pendientes de sus labios y pendientes del divinoCrucificado, estaban los espíritus todos, esperando, anhelantes, larealización de algún milagro. Dominado el orador, por el emocio-nante asunto que, con tanto acierto había elegido, fuéle precisosuspender por unos momentos su oración, ahogada por los cla-mores del público.

¿Causas? La más natural. Presentóse el Cristo santo y el altar,en obscuridad profunda, a la cual pasó rápidamente, desde inten-sa claridad: de la fábrica—como todos los días—habían cortadoJa luz.

d,Prodigics entonces? ¿Cómo he de negarlo yo, silo afirman así? ¿Tengo, acaso, el derecho de creer que falte nadiea la verdad, en cuestiones tan sublimes? Entonces, más tarde, yen los siguientes días de nuestra estancia allí, dicen se han ma-nifestado varios prodigios: así lo he oído y así lo creo, por haber-lo testimoniado personas de reconocido prestigio y porque no de-bo dudar de la veracidad de nadie.

Un sacerdote, joven, que llegó con las manos afectadas deparálisis y que curó antes de salir de la iglesia; una madre quellevó a su hijito para presentar al Señor en agradecimiento quela embargaba por la curación milagrosa de él, verificada al con-tacto de una estampa; la emoción y manifestaciones de un súbdito inglés, que aseguraban era objeto de los favores del Señor;la religiosidad con que, un obrero indiferente hasta entonces,buscó confesor, lavó su alma y caldeó su espíritu, movido porextraordinarias visiones que percibió a poco de entrar en el tem-plo: visiones que coincidían con lo observado, al mismo tiempo,por la inocente niña Elisita Pedreira, mi pequeña compañerita deperegrinación, •Ya, al fijar los ojos, por primera vez, en la encan-tadora escultura, prorrumpió en exclamaciones: «¡Mamaíta, queme mira! ¡Ahora mira para todos! ¡Corno le brillan los ojos! yotras amilogas. Mäs tarde, fue cuando sus afirmaciones estabanen armonía con lo visto por el obrero mencionado; los testimo-nios del Sr. Fernández Lapique, Sra. de Arana y Srtas. María Pe-reira y Victoria Aneiros, peregrinos de la Coruña, muy favoreci-dos; los de los Sres. Usero y Pedreira del Ferrol, con otros mu-chos, que han visto el movimiento de los ojos; y la sensación quese experimenta en aquél templo, de bienestar, de prodigiosaatracción, de anhelante deseo de volver, de ansiedad de acompa-ñar siempre al Cristo de los favores, hermoso, sobre toda ponde-

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ración, inducen a creer que algo sobrenatural flota en aquel am-biente y que, cuando menos, algún poder incomprensible, ejerce,sobre'mu.chas almas, la presencia de la maravillosa efigie.

Yo.... ¿qué habré visto? Nada a que se pueda dar crédito. No-debo dudar de los demás, y de la veracidad de nadie, dudo; demi vista, es otra -cosa, porque, querida amiga mía, veo también—algunas veces que pretendo.ex.tasiarme en la contemplación dela naturaleza—en las nubes; ángeles, leones, rosas; arabescos --ycaprichosas figuras; veo, formadas por las partes salientes, com-binadas con las hendeduras y prOftindidades de lejanas rocas,ejércitos, rebaños, procesiones y cuadros lo más fantásticos.•

¿Cómo así, voy a creer 'en la realidad de lo que he visto através de luz intensa, mirando con la insistencia y el deseo con.que miran la mayor parte de los videntes, un - Cristo hermoso,elevado, iluminado por potente luz, de soberbios (por la hermo-sura que encierran) ojos de cristal; que se introduce en los másprofundos repliegues de nuestro sentimiento, y hace vibrar lasfibras més delicadas del corazón, por su actitud de indefinible an-gustia, de humillación y de pena?

Y... ¿cómo es posible que, convencida de la realidad de pro-digiosas y divinas miradas, de opresiones y :contracciones doloro-sas, nie encontrase hoy en El Ferrol? ¿Habría igualado a :la seño-rita que, después de asegurar había sido objeto de los favores dequien -ella creía Dios, marchó -a Santander sin volver a la iglesiaporque no Se le indigestase la comida?

No, yo me hubiera quedado a sus piés ofreciéndole mis- lá-grimas. mi corazón y mi -vida; porque, si :me hablaba allí, allídebia'oirle, responderle allí y.. allí' morar, diciéndole antes:«¡Señor, quedémonos aquí!»

Nuestro buen Jesús, ha querido volviese al Ferrol; en estaciudad también, como antes de ir a Limpias, le adoro; y, desdeella, envío pensamientos fervorosos Y suspiros de amcir, a la pro-digiosa imägen del Stmo. Cristo de. la Agonía- venerada en aquélreflejo de nuestras campiñas, porque ella me recuerda, de mane-ra . acabada, los sufrimientos y angustias de mi Dios.

En' resumen: tengo fe- (no- evidencia) en los prodigios experi-mentados y vistos por los' demás, pues no se me oculta que elpoder del Omnipotente que habita encerrado bajo las plantas delSto. Cristo de Limpias, puede repercutir elevándose hasta El, larealización de esos milagros, pórque agrade así a la Voluntad di-vina para premiar la' inocencia, la penitencia o la virtud; creo quepuede, igualmente,- manifestarse así al poder del Altísimo paratransformar corazones alejados de él; pero no tengo evidencia ni

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u.

'fé, en lo 'observado por mí; inclinándome a creer que, aquellasvisiones, hayan sido efectos de luz ., .fenómenos ópticos o ilusiones de- mi ardiente imaginación.

No por eso estoy arrepentida' de Mi agradable viaje, que repe-tiré a la primera ocasión y no por eso he sufrido decepción algu-na en ir a prestar mi homenaje de veneración al Cristo santo;porque he visto en él, a mi buen .Dios, a mi Jesús bendito, recor-dandome que había muerto por mí, como así me lo dice en todaslas' imágenes suyas. Así veo, ahora, en todos los Crucifijos, al.Prodigioso Cristo de Limpias.

Meditarldo.—¿Porqué en mi conciencia se levantan laindecisión, la duda de poder afirmar, el miedo de exagerar y el--temor a mentir? ¿Porqué no puedo decir si he visto o DO he visto,-si fué ficción o realidad -la visión inía porque estoy rodeadatan solo de nebulosidades a través de las cuales vislumbra mialma un rayito de luz, algunas veces, eclipsándose inmediata-mente después? •

Tal es el deseo que me anima, de creer, que envidia me cau-san dos clases de personas: las que, e n. posesión del tesoro de lavirtud, son ignorantes, con relación a todo conocimiento cientí-fico; y las poseedoras de la verdadera sabiduría: de la Ciencia-

verdad.Colocadas las primeras, en su plano, son humildes y: «a los

humildes llega el Solor» -en justa compensación de sus •escasas lu-ces intelectuales, pareciendo decirles: «La Ciencia, soy Yo.»«Quién a mí tiene, nada le falta.»

Así, la humildad, es creyente.A las personas que atesoran la verdadera ciencia, envidio (sin

pesar de su encumbramiento) porque la ciencia 'verdad, Conducea Dios, Verdad Suma y Ciencia increada. Con tal tesoro se librande todo error; consiguen ver con claridad meridiana las cosas ensu exacta med'da, en sus reales aspectos: reconocen la pequeñez

-propia:, sa humillan y.... en la Verdad creen.Ya está, pues, explicado, porqué no creo yo, en lo que he vis-

to,' en mucho de lo' que yo he oído, y en bastante de cuanto leoen múltiples artículos que escriben los panegiristas de Limpias y

sus contornos.Mi ciencia... es tan deficiente, que tan solo aire resulta,- que

hincha, barniz que encubre faltas de difícil reparación: humo quese desvanece; hojarasca que lleva el viento; castillo construidosobre arena, que a tierra vendrá al menor impulso y... siendoasí ¿cómo penetrar fácilmente en el templo del Saber, elevarmehasta tocar la Verdad sublime, ni ahondar humilde hasta conocer

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CORONACIÓN DE SAN JOSÉ DE LA MONTAÑA

EL OBISPO DE BARCELONA CON LOS CONDES DE GÜELDESPUÉS DE LA CORONACIÓ N DE LA MIL A GROSA IMAGEN

los principios que, sabiamente combinados, levantan el admirablemonumento científico que tan pocas inteligencias llegan a escalar?. Verdad es ¡Dios soberano! Verdad es, que veo lo ínfimo y fal-

so de mis conocimientos; pero no puedo dejar de sentir la in-mensidad de mi amor hacia Tí, no en tanto grado como Tú me-reces: inmenso, atendiendo a mi pequeñez.

No quiero decir más de Limpias: he dicho lo que en mí con-ctencia está, sin torcer ni falsear, conscientemente, nada, en lomás mínimo; pero... ya sé que no complazco así, y no deseo mo-lestar a quienes ni ven los milagros del Soberano Cristo, ni los mi-lagros que hacen comerciantes y fondistas.

Dejemos a un lado pequeñeces, miserias y egoismos humanos,que también se han mezclado entre los milagros del Salvador,cuando para salvarnos vino al mundo; y elevémonos hasta El,siempre Grande; siempre Sublime; siempre Soberano... siempreDios.

¡Quién supiera cantar bien, su belleza!¡Quién ponderar su amor!Yo no puedo, Jesús: ved mi vileza,¡Perdonadme Señor...!Más_ antes de partir, Jesús queridoEl alma ansia aproximarse a TI;Tu imagen veneranda, va conmigo,Mi corazón, de santo amor herido,Desde el Ferrol, vendrá, anhelante, aquí.

A Bilbao- y a- Bérriz,-Aliä he ido, en viaje re-lámpago.

Partí de Limpias, a las 9 horas y 55 minutos; llegué a Bilbao,a las 12 y 30.

Salida de Bilbao, a las 17 horas y 55 minutos; llegué a Ola-cuela, a las . 18 y 20.

Entrada en Bérriz a las 18 horas y 40 minutos, salí del en-cantador paraje, a las 8 y 30, del' siguiente día.

¡,Qué habré visto allí?Preguntaban a un señor, después de su peregrinación a Ro-

ma, que había encontrado notable en su excursión y, perezoso en»discurrir y recordar, respondía frecuentemente.

—«Saliendo de España ¡qué satisfacción viajar en tren! ¡Cómocorren, parece que vuelan, los trenes! ¡En aquellos trenes pare-ce ir uno, en viaje aéreo! ¡Qué material hermoso, que higiene,que comodidad en esos trenes...! ¡Si en esos trenes, parecíamecaminar por el país de los ensueños...!))

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Tanto le habían entusiasmado, que solo sabía hablar de lostrenes.

En términos parecidos, podría expresarme yo, parodiando albuen señor.

--Saliendo de Galicia ¡qué satisfacción el caminar por Bérriz,encontrando, a cada paso, pedacitos semejantes a la tierra denuestros amores! ¡Cómo corren, parece que vuelan, las horas enBérriz, viéndose objeto de las finas atenciones de aquellas religio-sas mercedarias! ¡Conque velocidad se pasa de una a otra hora,pareciéndonos minutos las transcurridas en Bérriz! ¡Qué hermo-sos edificios los destinados al Convento-Colegio de BérriZ! ¡Quécomodidad, más aún ¡qué unción y fervor religiosos rodean nues-tro espíritu al penetrar en la iglesia del Convento Mercedario deBérriz!

Tanto me entusiasmó Bérriz y el grupito encantador de edifi-cios que admiré, formando mansión señorial en medio de hermo-so paisaje, para albergar sesenta mongitas de blanco hábito... ydoscientas alumnas internas; con admirables y diversos salonespara música, labores, enseñanza literaria; dibujo y modelado, conteatro, jardines, patios de recreo; dormitorios magníficos; come-dores amplios; capaces y cómodas dependencias de aseo, coniglesia capaz, hermosa, y vestida con todo el lujo y arte que re-quieren la majestad de un Dios inmenso.., que no advertí, estasriéndote desde que principié a describirte este Centro de culturay de religión.

También—amiga mía—los que se ríen, se equivocan.Yo deseaba conocer aquella institución como colegio, que en

diferentes ocasiones, he oído elogiar; alguien me autorizó paravisitar en su nombre a tan dignas religiosas y excelentes profe-soras; me ha recibido la bondadósa, y M. Rda, Comendadora,M. Nieves de Urizar, primero, y las demás religiosas después,dejando en mi ánimo la dulce sensación de gratitud a que obliganla bondad e ilustración que son características de aquellas hijasde «La Merced».., y ahí está todo, sin ocultaciones ni nebulosi-dades. .

Claro está que, las muchas atenciones que me han prodigado,no se deben a mi personilla, sinó a quien yo, con mi visita, re-presentaba; pero... hijita, yo recibí el beneficio y debo agradecer-lo corno lo hago ya; aunque cuando solo pueda patentizar miagradecimiento enviándoles, desde aquí, un afectuoso saludo.

He tenido la dicha de oir, estando en conversación con laRda. M. Comendadora, allá.., a lo lejos... como percibidos enreparador sueño.., los dulces arpegios de una música semi-celeste,

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1:

que cesó más pronto de lo que yo deseaba, porque los ángeles,que sin duda pulsaban las encantadas cuerdas, habrán huido, .aldarse cuenta de mi presencia allí; he conocido a dos dignísimossacerdotes, de afable trato, y agradable conversación: el capellánde las monjas, D. Juan Pedro Bildósola y el del Colegio, D. Pa-blo Solazabal; y heme regocijado al ver como llegaban fervorosasy . humildes, a la iglesia, las alumnas de aquél colegio modelo,cual golondrinas que, en bandadas, iban a buscar el calor g lasregiones de su amado; he.... pero... ¿a qué seguir? he dejado aBérriz, con la pena que me produjo el permanecer tan poco tiem-po en aquel hospitalario pueblecito. Desde aquí, Bérriz ¡yo tesaludo.

De regreso en Bilbao, a las 9,20, ) ,7ie esperaba en' la estación,mi buena amiguita Concepción San Pedro', que tan agradable hi-zo mi estancia allí. De la invicta, muy noble y muy leal villa deBilbao, he salido a las 16,50, del mismo día eiv que he llegado(once horas entre los días 9 y 10) para reunirme con mis berma--nos peregrinos.

¿Qué he 'visto en la hermosa capital de Vizcaya.?Mejor diría lo que,- deseando ver, no he visto y ¿qué podría

hacer en tan poco tiempo? Podría, c6n el libro 'delante, hacegala de erudicción describiéndote -el palacio de la Diputación;' lös'Altos Hornos, el paseó del Campo de Volantín, la ría, el notable-Puente de Vizcaya, y diversOS monumentos dignos de >admiración',pero::. después de haber dich6, con toda sinceridad; el tiempo deque pude disponer... resultaría absurdo tal... trabajito. En otraocasión, no seré tan sincera ¡Cuánto pude lucirme hoy...!

¿Habré, entonces, perdido el tiempo en la patria de Trueba yde Arana?

¡Perdido el tiempo, cuando pocas veces lo pude emplearmejor...?

He tenido la dicha de saludar a un santo y a un aspiran te quelo será muy pronto porque a él llegan lös efluvios de la santidadque acompaña siempre ¿cómo substraerse a tan eficaz acción?

No diré quien es, porque temo su enojo que, en realidad, notendría razón de ser, y encontraría solo motivo en su excesivahumildad. Esta, sus múltiples y acendradas virtudeS, su ciencia,y, por ende; la voluntad del Altísimo, hanle elevadd a lugarpreeMinente, a superior jerarquía, desde la cual brilla, cómo as-tro dé primera magnitud, a pesar de sus voluntarias ocultaCiOnes.

Hallábame tan ínfima, tan achicada en. su presencia, que.... deseando aturdirme, no encontré otro remedio que charlar, y

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vil! ¡Es el último viaje, que hará a la estación...! Mi Amado,dejórne al fin; recibió los obsequios que, hasta su trono, ascen-dían desde el fondo de mi alma; inundó de gozo celestial mi co-razón; recogió el afecto que le he suplicado presentase a mi Ma-dre Santísima; prometióme atender, Misericordioso y Magnánimo,las súplicas que en todas mis visitas, le había presentado rogando'por los míos... por mis amigos... por mi... y... me arrancó deaquella mansión santa, la ineludible necesidad de partir.

En Santander ya, es preciso pensar en los preparativos paraemprender la marcha: madrugar, recibir al Señor, arreglar cuen-tas en la fonda, llegar a tiempo a la estación, para encontrar unvagón en el que nos podamos alojar la media docena consabida, yyo... pueda dormir, para, soñando, no sentir el hastío ¡Dios mío!¡Tantas horas de encierro, sin poder experimentar las satisfaccio-nes que sentía aquél entusiasta señor al viajar por países extran-jeros!

FSeñores peregrinos.., al tren...!Sorprendente despedida; vivas a Galicia, a la peregrinación, a

Santander, al Stmo. Cristo, a España católica.., lanzados vigoro-samente, al aire, por la Colonia Gallega de Santander, autorida-des, cumplidas corporaciones, y público que se llegó a la estaciónpara decirnos adiós.. Los peregrinos, reconocidos y... ansiandoponernos en movimiento, contestábamos también. Ahora, tranqui-la ya, en calma y descansada, tengo más fuerzas y podré gritar:

¡Viva el Soberano Cristo de Limpias, imágen de mi Excelsoy Amante Salvador... ¡Viva Jesús, adorado en todo el Universo..!

Camino de Galicia .—A las 9 y minutos, hemosdejado la moderna ciudad, en un tren... a lo peregrino; no en tanbuenas condiciones como los que nos ponen -al salir de Espa7ia;pero... ¿no realizamos un 'viaje de mortificación y procurándonoseconórnla? ¡Oh! amable empresa ferroviaria, como velas por nues-tra santiticación y por nuestro capital.

Me doy cuenta, ahora, de la extensión de esta carta y , precisoterminar; pero... no puedo parar así...• en seco.

En un vuelo, me pongo en Palencia y visito la Catedral de:estilo gótico-renacimiento, con bellos altares platerescos, y ábsidemonumental;. en otro, en Monforte, dejando .a D. Evaristo y-.• agran parte de los peregrinos; volando, llego a Curtis para despe-dir al P. Manterola con un ¡viva! que no oyó porque . nuestro va-..gón.era el último, (siempre formábamos la cola, el grupito ferro-lano); Betanzos—des4sperante descanso—y... en otro impulso, alFerrol, a donde hemos llegado maltrechos y cariacontecidos

Decía—dándose importancia, un sastre de nuestras aldeas,..

SI

t:

charlar... igualándome a un parlanchín. ¡Pobre de mí! ¡Y quéremedios tan eficaces encuentra mi inconsciencia!

Bien; quiero terminar mi estancia en Bilbao, enviando el másrespetuoso saludo, acompañado del mayor reconocimiento, alRdmo. P. Maestro General de la Orden . Marcedaria Fr. InocencioLópez Santa María; sin olvidar al R. P. Secretario de su Reve-rendísima, para quienes deseo toda suerte de gracias del Señor.

¡Ah! y ¿podré salir de la ciudad industrial por excelencia, sindirigir un recuerdo cariñoso a las amabilísimas y observantesReligiosas Mercedarias, de esta gran ciudad: tan buenas y tanagradables, probándome así, que la virtud es hermana de la afa-bilidad y condescendencia? No, por cierto.

Con hermoso y capaz edificio; amplia y severa iglesia; congran reserva de santa alegría y un tesoro de edificantes virtudes,ven, aquellas ilustres hijas de Ntra. Stma. Madre de la Merced,transcurrir sus días en dulce y envidiable paz, tan ambicionada .como poco poseída , por gran parte de los poderosos de la tierra.

¡Te extraña mi visita a dos conventos...! Hija ¿,es qué, en díasde peregrinación encuentras mas lógico visitar teatros? Para estasbuenas mongitas, como para las de.Bérriz, he traído encargos delFerrol y no encuentro que, el cumplimentarlos, pueda dar moti-vo a la aparición de esa, sonrisa enigmática, que me regalas.

Reciba la Muy R. M. Comendadadora y Comunidad merceda-ria, de Bilbao, la expresión del reconocimiento que, al despedir-se, les envía esta humilde peregrina que las recordará constante-mente.

¡Adiós Vizcaya! salgo para Limpias en donde me esperan niscompañeros.

¿He dicho que hemos sido portadores de uni valioso cáliz,regalo de la primera peregrinación gallega a la iglesia del prodi-gioso Cristo?

¿No? Pues ya está dicho.Combinados en él los valores artístico y material; ostenta los

escudos de las cuatro provincias gallegas y es digno presente delreligioso fervor inspirado por esta soberana imágen.

A Santander.—Reunidos los peregrinos que, comofinal acto de -sus anhelos, han vuelto a Limpias para dedicar elúltimo homenaje de su adoración al Dios de los creyentes, parti-mos en dirección a Santander, a las 17 horas y 30 minutos.

No pude salir de aquel lugar de sorprendentes emociones, sindespedirme otra vez de mi Jesús querido, permaneciendo en elpopular santuario todo el tiempo que me fué posible estar; sinimpacientarme por las repetidas advertencias: ¡marcha el automó-

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impuesto en el sistema métrico decimal, que él, era superior asus colegas, porque tornaba medidas y cortaba, por kilómetros;yo... ¿pretenderé la superioridad sobre los míos, por escribir car-tas kilomericas?

Si no precisare disculparme, no agregaria a lo escrito un milí-metro más.

Perdóneme, así, mi tan querida amiga (nadie se ha dadocuenta que mi amiga es... 14, MERCED?) por ésta, y... otras mu-chas faltas que, en tan mal pergefiado escrito, encontrará:útiles, sin embargo, como útiles son, en mi hermoso paisaje, lassombras que más hacen resaltar las brillanteces de los bellostintes.

Por eso, en el cuadro que podré formar con los distinguidoscolaboradores que frecuentemente te obsequian, MERCED querida,seré la sombra; pero no dudo me será por tí, reconocida la con-dición de utilidad pues por mí, sobresaldrán, las valiosas dotesde los demás: así como las sombras, hábilmente distribuidas, des-empeñan en el cuadro del artista, un papel, no menos importan-te, que la perfección lineal de la perspectiva, y como las pausasy discretas disonancias de una hermosa pieza, nos hacen gustar,con más placer, la dulzura del canto y la suavidad del acorde.

Tal es la ley de los contrastes que debes tener presente antesde juzgar una imperfecta labor, sin que yo pueda herirme por lainferioridad en_ que me coloques, porque sé que lo más, no esinjuria hecha a lo menos, sinó una condición del orden, tan ne-cesario en todas las obras de la humanidad.

M . a BASILISÁ.

00®fi Santa Maria de Cervellón

Las olas son montañas y el cielo noche oscuraque tan solo ilumina el rayo destructor,y el huracán horrible a flagelar, empieza,con látigo inclemente cuanto halla en derredor.

Una galera afronta la tempestad furiosa;el viento que es adverso la vela hizo rasgar,los remos estan rotos, y ya él timón no gira....¡A merced de las olas se tienen que entregar!

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Ni puerto, ni horizonte, ni otra nave se advierte,que entre las negras sombras haga brillar su luz,no queda otra esperanza que entregarse confiadoen los brazos abiertos del que se abre en la cruz.

Conduce la galera cautivos redimidospor hijos predilectos de la Madre de amor:dos héroes mercedarios que, a tierras africanas,fueron llevando alivio del cautivo al dolor.

Quizá otras naves surcan la mar embraveciday olvidan que Dios puede, con su mano, ceñirel freno de esas aguas a quienes puso un díaleyes que nadie pudo ni podrá corregir.-

Pero en esta galera que conduce cautivosse pone la esperanza de Dios en el poder,y pasan los instantes de angustia y amargura,Y paz encuentra el alma, y cesa el padecer.

Y se rasgan los cielos, y clara luz de aurorarompe la obscura sombra, y entre luces se Vé

que una blanca figura desciende de los cielosY las olas gigantes viene a hollar con su pié.

Ya no hay rayo horroroso que en la obscuridad brille,ni del trueno espantoso se escucha ya el fragor,ni se elevan las olas, hi el viento les azota,ni queda rastro alguno de tan largo temor.

¡Maria Cervellón!! gritan a una voz todos,postrado de rodillas ante la celestialvirgen barcelonesa que baja de la alturacon el manto tendido a remediar su mal.

Y atónitos, sumisos, en tanto desaparecela santa mensajera del que se alza en la Cruzsu voz al cielo elevan y dan gracias rendidoslleno de paz el pecho y los ojos de luz.

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glos, es la unidad del cero, siempre igual a si mismo en su per-pana nulidad, semejante a la rigidez de un • sepulcro. En cambiola unidad del Catolicismo es una unidad siempre viva, la unidaddel grano de mostaza que crece y crece hasta hacer sombra entodo el mundo.

En segundo lugar, me permito la inmodestia de un francooptimismo, porque es cada día más fuerte esa unidad católica ydespierta cada vez mas interés, más exámen sincero acerca de laverdad religiosa y va ganando el terreno que pierden otros credosque se llamaron cristianos, sin serlo.

La actual crisis del Protestantismo es la más seria de cuantasha conocido en su historia de nunca interrumpidas crisis. Denunca interrumpidas crisis, que ya Bossuet podía escribir en sutiempo la célebre Historia de las variaciones.

Corno sistema de las más opuestas influencias doctrinales,(cristianismo y naturalismo renacentista); naturalmente a cadauno de esos dos elementos tenía que reducirse por la fuerza mis-ma de los sucesos que llevan cierto carácter dialéctico del espírituhumano que los produce. Cuanta verdad sea esto, se ve con soloeste hecho curioso: Después de los episcopales, que hacían suyoslos 42 artículos de Crammer, (donde a vueltas de doctrinas lute

ranas, zwinglianas y calvinistas, aparecían bastantes ideas cató-licas), se presentan los presbiterianos (todos los cristianos sacer-dotes sin ninguna imposición de manos) que atenúan . .las remi-niscencias católicas en lo relativo a liturgia y jerarquía; la únicajerarquía que admitían era la de la Divina Palabra, que solo po-

dian decir algunos privilegiados del cielo. Después, los indepen-dientes de Cromwell que hacían función universal la predicacióndel evangelio; y al fin los leveller o niveladores que sientan porvez primera el principio de la absolula libertad en materias reli-giosas. El espíritu humano, lógico aun en el error, anduvo estecamino en un espacio de 50 años. Así que siempre ha habido enel seno del protestantismo un constante desplazamiento hacia losdos opuestos polos: el escepticismo y el catolicismo.

Pero la actual crisis es inmensamente de más monta. La gue-rra ha planteado una serie encadenada de problemas, que, por sugigantesca grandeza, hacen ver lo pequeño y artificioso de insti-tuciones religiosas y políticas, incapaces de resolverlos. Es ciertoque aún algunos nombres suenan, pero siempre fué así, que losnombres duran más que las cosas representadas por ellos. Los su-

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II

Movimiento religiosoIEMPRE hay males sobrados en el inundo que maso menos justifican esas sublimes síntesis que em-pezando por Francia e Italia y continuando por

Austria, Rusia y Alemania terminan en la Gran Bretañay España, haciéndonos ver el mundo de la civilización através de un resplandor siniestro como el del sol del Apo-calypsis. Pero apenas entra el análisis se observa, que el cua-dro no es tan obscuro y parecen contornos de sugestiva grandeza;que en esos cuadros tan movidos y tétricos no se tiene en cuentalas reservas que, procedan de donde procedan, obran calladamen-te en toda sociedad, ora impidiendo la catástrofe, ora modificán-dola hasta hacer llevadera la común existencia. .

Por mi parte me permito la inmodestia de declararme opti-mista en cuanto a la marcha de la verdad se refiere.

En primer lugar porque en este galope infernal de las cosas,cuando todo se modifica, pulveriza y reduce a primitivo atonis-mo, veo una institución robustísima, riquísima en principios desoberana eficiencia, que lleva veinte siglos de una existenciasiempre discutida por el pensamiento humano y siempre creídapor ese mismo pensamiento en sus más altas categorías; la únicainstitución que ha podido resistir la crítica demoledora (de super-cherías) de unas generaciones las más cultas, las máslas más adelantadas en todo conocimiento, sin perder ni una desus afirmaciones, sinó al contrario reforzándolas con otras nuevasque esa misma discusión constante ha descubierto en . aquéllas.Ciego sera quien no vea que este hecho es único en la historia delas religiones. Las otras religiones que han promovido la discu-sión, merced a esa discusión se han disuelto.. Ejemplo: las sec-tas protestantes. Solo al Catolicismo ha robustecido lo que aotros credos ha destruido. Ya se sabe que el Corán, por ejemplo,se ha conservado a través de los siglos. Pero si se' examina unpoco, se verá que es este un hecho inevitable y natural. Y es porque el Corán no admite discusión; o se lo admite o se-lo rechaza.Y así el Corán (dígase lo. mismo de otros códigos del gentilismo)que solo ha fabricado bárbaros, solo ha podido florecer entre bár-baros y salvajes. La unidad del Corán, pues ', a través de los si-

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cesos han sorprendido al protestantismo sin preparación, sinorientación, sin esa especialización que la complejidad de los pro-blemas requiere. En primer lugar porque nunca fué militante,siempre vivió a la sombra , del favor, y donde le faltó éste o noexistió o desapareció.

En segundo lugar, por su carácter doblemente negativo; ne-gativo, .en cuanto derrochó sus mejores energías en cohonestar suexistencia frente a la Iglesia Romana, como si jamás le hubieraabandonado el remordimiento del primer pecado de su separación;negativo, en cuanto a sus diferencias intestinas tan largas y fe-cundas en historia literaria ¡Cuando lo que hace falta son solu-ciones pcsitivas y determinadas!

¿Quién es capaz de conocer una doctrina meramente protes-tante acerca del trabajo, la propiedad, la producción, la circula-ción, etc? Todo anda revuelto por esos libros y todo se puede sacarde ellos menos un sistema, un cuerpo homogéneo de doctri-na social y política.

-Esta indefinición, esta incertidumbre cree el Dr. Waterman,ilustre clergyman protestante de New-York, que ha de ser laMuerte del protestantismo. «Yo bien sé, dice el mismo doctor,que hay teólogos protestantes, especialmente en Escocia e Ingla-terra, pero estos teólogos pertenecen al pasado del protestantis-mo.» (U. The Catholic Times, 16 de Abril de 1921, Londres.)

Claro está que el Evangelio encierra en germen solucionespara todas las situaciones posibles; pero el Evangelio en manosdel protestantismo se convierte en letra estéril y muerta, como laLey • en manos de los rabinos.

Y es que l'alta el espíritu que vivifica, que plasma en opulen-tas realidades las ideas que - contiene el Libro Santo. Sinó ¿dóndeha podidoinspirar el protestantismo esos grandes núcleos de re-sistencia y reconstrucción social, como vemos que la Iglesia Ca-tólica ha formado en Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Espaiiay , está en vísperas de hacerlo en gran escala en Estados Unidos eInglaterra? Este descuido de los más hondos problemas de la hu-manidad por el protestantismo, lo pudieron palpar hasta los cie-gos durante la guerra al contraste de la heróica generosidad delas instituciones católicas (sacerdotes, religiosas) en socorrer a losnecesitados. Todos pudieron observar que el dolor en la tierrano tiene más que una madre para curarlo: la Iglesia Católica.Aquí descansa precisamente una de las más fuertes razones queabonan la inmortalidad de la Iglesia Católica. La actualidad pe-renne del dolor pone de manifiesto la actualidad perenne de laúnica Iglesia capaz de remediarlo.

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Por el dolor se reconoce la maternidad y por ese criterio fue-ron legiones los que se convencieron de la verdad del Catolicis-mo. Así que esa ola de sinceridad religiosa, que suele ser unode los más evidentes efectos del espíritu en vista de la tragedia noha podido ser más perjudicial al protestantismo, ni más favorableal Catolicismo.

FR. MARTÍN ORTÜZA.R.

(Continuard)oCle

DEL DIARIO LAS PROVINCIAS

Nspìracìön 110101ICINSIO satisfecha

Próximamente la Orden Mercedaria se instalará

en el Monasterio de nuestra Sedera del Puig.

Una noticia muy satisfactoria podemos comunicar häy alos buenos valencianos, a aquellos que se interesan por laconservación de los monumentos que enaltecen nuestra his-toria regional. Es dicha noticia la próxima instalación deuna Comunidad de la Orden Mercedaria en el antiguo Mo-.nasterio del Puig.

Nuestros lectores recordarán que desde estas mismascolumnas, y en distintas ocasiones, pretendimos remover losentusiasmos patrióticos, con objeto de impedir que el men-cionado Monasterio fuese víctima de los efectos destructoresde los hombres y del tiempo, y por fortuna aquella iniciati-va fué cariñosamente acogida por el Centro de Cultura Va-lenciana, que desde hace algunos arios venía trabajando cer-ca de los prelados de nuestra diócesis a fin de que se reinte-grara a la Orden de la Merced el vasto edificio fundado porpreclaros hijos de dicha Orden, cuya instalación en el Puigse remonta al período de la reconquista de Valencia por elRey D. Jaime, y al hallazgo de la veneranda imagen, a laque se da culto en la iglesia del Monasterio, y que durantevarios siglos fué Patrona del reino valenciano.

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Lo hemos dicho en otras ocasiones, y no titubeamos enrepetirlo hoy: encierra el suntuoso edificio y especialmentela iglesia del mismo, recuerdos tan gloriosos para el reinovalenciano, que bien pudiera afirmarse que la cuna de nues-tra personalidad regional nació en el Puig. Desde allí pusocerco el Rey D. Jaime a la ciudad, y desde dicho punto, des-pués de la rendición se dirigieron los ejércitos cristianos atomar posesión de ella, y fué tan brillante esta página histó-rica, y le dió tal relieve al hallazgo de la imagen de unaVirgen, que el Puig fué durante algunos siglos punto deobligada peregrinación para muchos hijos de esta tierra yalbergue de Monarcas, que fueron a rendirse a los piés de lamilagrosa imagen, a la que se le atribuyó una decisiva in-tervención en los planes guerreros del Monarca aragonéssobre la reconquista de Valencia.

Hasta la exclattstración de las Ordenes religiosas estuvoel Monasterio del Puig ocupado por frailes Mercedarios, con-tribuyendo al esplendor religioso de nuestro culto y coope-rando a la labor intelectual de las demás Ordenes religiosasen días de gran prosperidad para Valencia. Pero al dictarsela disposición en virtud de la cual habían de ser desalojadostodos los conventos de España, por supresión de las Ordenesreligiosas, los mercedarios del Puig tuvieron que abandonarsu casa y a partir de aquella fecha comenzó a experimentarel amplísimo edificio religioso los efectos del abandono.

Concedida su propiedad al Ayuntomiento de dicho pue-blo años más tarde, instaló en algunas de sus salas variasdependencias, como las Casas Consistoriales, el puesto de laguardia civil, las escuelas públicas y el juzgado municipal,todo ello a costa de mcailaciones en el antiguo edificio y deobras nuevas hechas rápidamente. La iglesia del Convento,convertida en parroquial, quedó a cargo de un cura para elservicio del pueblo.

Así se hallaban las cosas cuando surgió la iniciativa desustraer el Monasterio a los efectos destructores que rápida-mente amenazaban con su desaparición. Nuestros lectoresrecordarán todavía la brillantísima sesión que celebró elCentro de Cultura Valenciana en el Paraninfo de la Univer-sidad, y en la que se acordó pedir a los Poderes públicosredimir aquella joya histórica de las glorias valencianas, deuna próxima e inevitable ruina. Como siempre, el gobiernotuvo c frecimientos halagadores pero nada se hizo. La inicia-tiva, sin embargo, había caído excelentemente en la opinión

pública, y ya no se dejó de trabajar ni un instante cerca denuestro prelado, para conseguir que la Orden Mercedariavolviese a instalarse en su antigua casa, y para que el Ayun-tamiento del Puig diera toda clase de facilidades, ya que esel propietario del edificio.

Y efectivamente, todo ha quedado resuelto satisfactoria-mente. El pueblo del Puig continuará teniendo como iglesiaparroquial el templo del Monasterio, y al frente de él a sudigno cura párroco, D. Salvador Mestre, a quien tanto debenlos entusiastas de nuestra historia por el interés con que haconservado los tesoros que se guardan en la hermosísimaIglesia citada, prestando los demás servicios correspondien-tes al coadjutor, los frailes mercedarios. Esto por lo que co-rresponde a lo que pudiéramas llamar fuero eclesiástico.

En cuanto al fuero civil, la Orden Mercedaria ha estipu-lado un contrato con el Ayuntamiento, en virtud del cual,este le entrega la parte del edificio hoy vacía y le entregarála restante en cuanto dicha Orden le proporcione un localadecuado para las dependencias instaladas actualmente enél. En pago de esta entrega, la Orden de la Merced se com-promete a dar enseñanza en el Colegio que proyecta fundara veinte alumnos de easerianza primaria, y a diez de segun-da, propuestos por el mencionado Ayuntamiento.

Estas son las lineas generales del arreglo pactado. LaOrden Mercedaria proyecta abrir en dicho Monasterio unpensionado de primera y segunda enseñanza, con arreglo alos más completos adelantos modernos, y para este efecto,llegarán dos o tres Padres mercedarios, con varios Herma-nos, a fin de tomar posesión del edificio y preparar la solem-ne instalación en el mismo, la cual se celebrará en el mes deJunio.

Tiene muchos planes la Comunidad del Monasterio delPuig, pues parece que se trata de instalar en él un Colegiointernacional y realizar otras empresas, todas ellas impor-tantísimas, que han de redundar en beneficio de Valencia.

Esta es, a grandes rasgos, la noticia satisfactoria de quehablábamos al principio de esta información. Valencia podráconservar su hermoso Monasterio y contar con un nuevoestablecimiento de enseñanza.

- MATEO.

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4dafinunounNHORRRRRRunimunfluHRRUHROHHIRRIRRURNOHNHHHROHHRUMIHOHRURHURRHHIRRIHMINHOHRIIHRRROMIHRORHRiik

5„o. N

5N

Comal° [le los PP. Merceatios [le Poyo (Poilievedra)

CLI, USTRO

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RO ANGEXO MERGEDATMikki HAN Zutana DE MONIDOVI

Era llegado el venturoso día,el dichoso momento señalado,para que el caballero se abrazasecon la Cruz de Jesús, abandonandosus galas, sus honores, su familiay de su patria, el suelo idolatrado;que de Dios el designio es infalibley, por el dedo augusto señalado,entre los nombres de sus elegidosestaba el del ilustre italiano.

Su vida deslizábase dichosaen festines, salones y teatrosde los que se ausentaba solamentecuando alguna amenaza al honor patrioreclamaba, que de armas revestido,a luchar fuese con valiente ánimoy, a costa de verter sangre enemiga,para su patria conquistase lauros.

Más un día, de dichas inefables,vió Carmelo en París un mereedarioy el candor y pureza de Maríaen su blanco vestido retratados,hicieron que brotasen en su pechollamaradas de un fuego tan sagradoque, sintiendo enojosas sus hazañasy efímeros del mundo los halagos,abandonando armas y festejos,la verdadera paz buscó en el claustrodeseando trocar en cruz su espaday en templos sus salones y teatrosy en blanco sayal sus armadurasy humillar su soberbia doblegandosumiso la cabeza ante la imägende la reina que lleva el manto blanco.

Fué a Burdeos y durmió sobrela espaday su apacible Sueño fué inquietadopor una tierna voz que le decía:«Escucha, hijo, que te estoy llamando

e--

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para que el esplendor de tu uniformecambies por la pobreza de este hábito;abandona esa senda florecidaque tan fácil encuentras a tu pasoy; aunque dejar tus armas te entristezca,de la Orden que fundé hazte soldado».

No pudo resistir al llamamientoque con acento cariñoso y blandohaciale la Reina de Mercedesy, atendiendo sumiso su mandato,al apuntar el día decididofué a cumplir de la Virgen el encargodiciendo a un religioso:— Padrela Virgen Vuestra Madre me ha invitadoa que deje mis armas y - mis galasy vista las que visten sus soldados.Os ruego me atendáis sin excusas,la Virgen a sus Mas me ha llamadoy al hablarme declame «Hijo mío»Ella misma me 1, izo vuestro hermano.—Pues que deciros, hijo, lo que ordenala Señora tenemos que acatarlo,entrad en esta Orden de Obedienciay honrad en ella a quien os ha llamado.

Era jöven aún y quiso fueranDios y Ciencia sus únicos halagosy, como al mismo trono de la Cienciahubiese ya sus días consagrado,Oyendo de María las lecciones;logró aprender la ciencia de los santos.

MATILDE MONTERO DOPICO.

Terciaria de la Merced.

Páginas MercedariasRA la noche del Viernes Santo del año de gracia de

1218; un profundo silencio envolvía la tierra, sinque, como si. el cielo se cubriera del luto propio del

día tristísimo que la Iglesia conmemoraba, brillara ni una estrellaen el firmamento. En apartada estancia, un hombre joven, deaspecto noble y llevando impreso en su rostro ese sello especial,esa paz profunda, esa dulzura sobrehumana de los que despren-diendo su espíritu de los deseos terrenales, despliegan sus alas en

,

ceo

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demanda de más elevados espacios que recorrer, buscando la luz,la verdad, el amor, que solo se encuentran tras el espinoso valla-do del sacrificio; permanecía ante un gran libro abierto, cuyaspáginas no volvía; era indudable que un ensueño o meditaciónprofunda embargaba las potencias de aquel hombre, pues susmiradas vagas, aunque inundadas de un resplandor celestial se

,elevaban; como si buscaran algo mas allá de las limitadas paredesde su estancia, algo que, sin duda vela y hacía palpitar en su.pecho ese amor infinito, que es una chispa desprendida del focode caridad que irradia el Corazón divino del Redentor.

Ensueño o arrobamiento, pronto el espíritu de nuestro joventraspasó aquellas paredes que aprisionaban su cuerpo; y ante élse extendió un ancho paisaje plantado de hermosos olivos, entrelos que descollaba uno por su corpulencia y frondoso follaje y,cosa extraña, se vió a sí mismo descansando al pié de aquel mag-nífico árbol cuya sombra le bailaba de un bienestar delicioso, deuna paz inefable.

Pero pronto aquella dulce quietud fué turbada por la apariciónde una multitud de hombres armados de hachas, picos y toda.clase de instrumentos demoledores; aquél ejército se precipitócon furia destructora sobre el magnífico olivo que cobijaba anuestro héroe, descargando redoblados golpes contra su tronco yramas, esforzándose en derribarle.

Indignado, dominado de profundo dolor, el joven se puso enpié, dispóniéndose a defender con todas sus fuerzas el árbol pro-tector; las fuerzas eran desiguales, uno contra ciento cuandoaparecieron algunos caballeros de noble y hermoso continente,que se colocaron a su lado en defensa del amenazado olivo, ma-nifestando ser enviados de un gran Rey para protejer aquel her-moso árbol objeto de su predilección.

La tropa devastadora redoblaba sus golpes contra el robustotronco, siendo grandes las fatigas de sus defensores pero acada golpe que arrancaba un pedazo de su corteza, nuevas y pro-fundas raíces, más y más frondosas ramas le nacían, brotando deellas nuevos y pujantes retoños llenos de vida y lozanía.

Muchos años después, en la noche del 24 de Diciembre de1256, en una humilde celda del convento de la Merced de Barce-lona, un anciano religioso, cubierto de blancas vestiduras, recli-nado en una pobre tarima, estrechaba contra su pecho una imägen del Redentor crucificado, mientras dirigía miradas llenas depaternal amor a una multitud de religiosos que, como él, estabancubiertos de bAbitos del color de la nieve, y prosternados en torno

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suyo contenían a duras penas el profundo dolor que embargabasus corazones.

Era precisamente la hora en que la Iglesia conmemora elnacimiento del Divino Redentor. Un silencio religioso y solemnereinaba en la humilde estancia; de pronto la voz débil del agoni-zante resonó, haciendo estremecer los corazones de sus hijos:—Conlitebor tibi domine in toto corde meo—pronunció con acentode profundísima emoción, mientras todas las cabezas se inclina-ban impulsadas por un sentimiento de amorosa veneración; yuna múltiple oración salió de aquellos läbios subiendo hasta eltrono de María, oración de unos hijos a su Madre amantísimaimplorando por la salud del Padre venerado; que vejan próximoa abandonarlos.

—Redemptionem misit dominus popal° suo—pronunció o másbien susurró con voz que no era de este mundo el paciente y suslabios marchitos se posaron sobre la sagrada irmigen con profun-dísima unción, sus miradas, ya sin luz, describieron un semi-círculo, corno si quisiera abrazarlos a todos con ella, y elevándolaal cielo quedó fija en él, sus manos se desplomaron sin soltar elcrucifijo y un resplandor suavísimo bañó aquél rostro venerableque se revistió de una belleza nueva, sobrehumana.

Aquel anciano que tan suavemente traspasaba la puerta de laeternidad, esa puerta cuyo pensamiento hace temblar los espíritusmás fuertes, era el mismo que hemos visto treinta y un añosantes lleno de juventud y fortaleza arrobado en profético y sim-bólico ensueño, en que Dios le preseniaba una imägen de la granObra a que le destinaba, era el fundador de aquél árbol pujante yfrondoso; cuya sombra protectora debía extenderse en el campode la Iglesia, regado con la sangre numerosa de innumerablesmártires, dando hermosos frutos de caridad heróica, era en fin.

. Pedro Nolasco, el que, por sí solo, redimiera ochocientos cautivos,convirtiendo a la fé de Cristo millares de almas.

Cuando la campana del convento de la Merced. con fúnebre ylastimero tañido anunció a los barceloneses que el padre de losca .tivos había dejado el destierro por la pátria, estos acudieronen masa a venerar el santo cuerpo; imposible describir las mani-festaciones de duelo a que se entregó la población, permanecien-do tres días .sin dar sepultura al cadáver para satisfacer la piedadpopular que atraía a las puertas de la religiosa mansión a los des-olados barceloneses, muchos de los cuales debían al héroe de lacaridad la vida o libertad de los suyos o su propia libertad y vida.

JULIA G. HERREROS

Terciaria de la Merced.

LT\ DE9OCIÓN ñ 5/el JOSE

AS almas piadosas, invocan a San José para conservarhasta el fin, en medio de los peligros del mundo, suvirginidad, que es el honor de su vida, pero que llevan

dentro de un vaso frágil. Están felizmente inspiradas, pues SanJosé fué el primero en dar ejemplo de una virtud hasta entoncesdesconocida; San Juan le siguió. ¿Podía ser de otra manera, si sehabía desposado con una Virgen, y había guiado los primerospasos del Niño Dios? Su manto exhalaba perfumes de su san-tidad.

Las almas interiores se dirijen a Sah José para obtener elespíritu de oración, el cual es un don magnífico y el sólo estáreservado a un pequeño número, porque las almas que lo mere-cen son muy raras. Son aquellas almas humildes y silenciosas,en las cuales Dios habita, conmoviéndolas dulcemente. Las arran-ca a las delicias del mundo y llegan a enfermar del amor a causade la herida divina, acabando por respirar solo del lado del cielo,hasta que se las lleva para sumergirlas en los eternales. éxitos.

Las madres acostumbran a consagrar a sus hijitos a San José,quedando tranquilas cuando los han puesto bajo su sombra pro-tectora; esperan que crecerán para Dios y para la sociedad; quese acordarán de sus consejos y ejemplos y que llegarán a escaparde las seducciones y errores del siglo; que respetarán su autoridady serán del consuelo y sostén de su ancianidad; las madres, tienenrazón. Puesto que San José llevó en sus brazos «el más hermosode los hijos de los hombres» ama también mucho a los peque-ñuelos, que le recuerdan la gracia y la inocencia del Niño Jesús;por lo tanto los atrae para acariciarlos y bendecirlos.

Los pobres no olvidan a San José. Los siglos cristianos le hancreado una reputación de beneficencia fundada sobre hechos au-ténticos; Santa Teresa contribuyó mucho a recomendarlo comobienhechor. Los pobres atraviesan perpetuamente los siete añosestériles que afligieron al Egipto culpable; pero saben encontrarel camino que conduce a los graneros de la abundancia, dondeSan José tiene sus reservas para dar pan a los que tienenhambre.

Y ahora, fijémonos en los moribundos. Se vuelven hacia SanJosé y del fondo de su angustiado corazón, invocan a aquel aquien tanto amaron durante su vida. La hora es solemne; el

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tiempo huye como un ligero vapor llevado por el viento, las ilu-siones desaparecen, se rompen los más dulces lazos; sin embargo,los horizontes de la eternidad reflejan ante sus miradas, inspirán-doles a la vez, temor y confianza. Pero, San José no les abando-na durante el . combate. El es el ángel de los moribundos, y jamásllamaron en vano a la puerta de su corazón.

Podernos ahora apreciar la devoción a San José; es la más, hermosa después de la de Jesús y María.

en.o

!FALTAN MADRES!

clA sociedad está enferma y sus males y sus dolen-cias afligen, amargan, destrozan el corazón. Cris-tianos y jacobinos, moralistas y filósofos, galenos

DWda d3W2,5*, y periodistas, reconocen la anemia moral de laépoca, la palpan, son testigos de sus .avancesalarmantes, de sus desequilibrios, de sus desma-yos, de sus agonías. Todos predican y alardean,discuten y recetan, escudriñan y publican, peroel paciente sigue y sigue agravándose, siempreempeorando, porque todos con sus consejos ypalabrerías, con sus drogas y proyectos, con sus

estudios y majaderías aumentan el mal en vez de combatirlo: tancierto es que las doctrinas .y palabras sin el ejemplo 'lo instruyenni mejoran.

Fuera del Catolicismo, que es luz penetrante y avasalladora,porque lleva la verdad en su seno, y desde la eternidad tiene re-sueltos todos los problemas morales y sociales, sólo hay unremedio para atacar la enfermedad que se ha apoderado de lahumanidad.

El gran Bonaparte, rodeado un día de todo lo principal de sucorle, decía a la señora Campán:

—Los sistemas antiguos de educación nada valen; ¿qué lesfalta a los jóvenes para ser bien educados?

—Madres, contestó ella, Humillándose su semblente con laidea que brillaba en sus ojos.

u.

La respuesta fue una revelación para el general que, con laclaridad de toda su inteligencia, midió todo su alcance,' y dijo:

—Este sí, que fuera un sistema completo de educación; dedi-cados, señora, a formar madres que sepan educar a sus hijos.

Respuesta llena de verdad y de sabiduría. «Madres», faltan ypor esto la humanidad está enferma, extenuada, anémica. Poco,muy poco se puede esperar de la generación actual y de las edu-caciones públicas mal dirigidas. «Madres» faltan en la Sociedad,en la familia; ellas deben ser la vida del alma, el único porvenirdel linaje humano; lo que ellas no hagan en el corazón de sushijos no lo esperen de nadie y se engañan miserablemente si con-fían en manos extrañas el tesoro de su corazón. Los filósofos y losmoralistas, esosJeremías de todos los tiempos, en vez de aturdir-nos con sus eternas quejumbres, debieran consagrarse a formarmadres que sepan educar a sus hijos y no acostumbrarse consimples paliativos que sólo agravan el mai.

«Un joven sigue su primera senda, sin que la deje ni aún enla vejez», dice en los Proverbios el libro por excelencia, que debeser la norma y la inspiración de toda mujer favorecida con la ma-ternidad. Sus sentencias, siempre antiguas y siempre nuevas,reviven y se hacen necesarias precisamente cuándo arrecian losvendavales y la pobre humanidad siente los escalofríos de lamuerte. «Siempre he creído que si se reformase la educación dela juventud, se conseguirá reformar el linaje humano», escribíaen una de sus cartas el profundo pensador Leibnitz. *«Educandocon cuidado nuestros hijos, haremos mucho para nuestra propiafelicidad», leemos en otro autor en sus Ensayos sobre el arte deser feliz. Y cuanto escritor sensato se lea, y cuanta obra que tra-te la educación reconoce el gran papel, irreemplazable, que des-empeña la madre en la obra colosal que debe realizar en la carnede su carne, en la sangre de su sangre, pobres criaturas que vie-nen al mundo con las pasiones y vicios, el amor y el odio, eldolor y la muerte.

Malhadadas madres serían si no les diesen también la vida delalma, es deeir, armas para combatir y una luz que les dirija enel quebrado sendero de la vida.

La sociedad, la familia, el porvenir no se contentan con quesean madres según la naturaleza material, con todo el amor deuna avecilla que vela sobre sus polluelos y cubre con sus alas,quieren y piden que sean madres según las •leyes de la naturalezadivina, es decir, con todo el interés y con todo el amor de unalma inmortal destinada a preparar almas inmortales.

Por consiguiente, a más de la instrucción de la inteligencia

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rey de Francia, de Bernardo, y tantos otros genios del Cristianis-mo que han tenido una buena y santa madre, y a ella, sólo a ellahan debido su grandeza, su heroismo, sus prodigiosas virtudes.

Con profunda verdad el conde De Maistre estampaba esta her-mosa frase: «Nada hay que pueda reemplazar la educación de unabuena madre; cuando la madre se impone el deber de imprimirel sello de la virtud sobre la frente de su hijo, es casi seguro quela mano del vicio no lo borra jamás».

Y en efecto, la influencia materna es tan intensa, tan notablee importante que podría reformar el mundo si tuviera la concien-cia de su sacerdocio, de su misión sublime; si comprendiera quepara cosechar sabrosos frutos no basta amar a su hijo, sino quees preciso educarle y salvarle de los peligros que le rodean; y,principalmente, si fuera grande no solo para amar, sino másgrande para sufrir, y siempre paciente y resignada para enseñar.Mucho se ha discutido y mucho se ha hablado sobre la decaden-cia y la ruina de la familia sin decidir cosa alguna para reconsti-tuirla.

Mientras no se invoque el poder sublime y cariñoso de la ma-dre, todo será declamación y palabrería, porque sólo ellas puedenhacer y saben hacer hombres serios, sobrios y virtuosos. Sólo laconstancia y la tenacidad materna pueden alzar y dominar el em-bravecido oleaje de los vicios y pasiones que degradan la familiay la envilecen, que diezman y aniquilan las razas.

Los que lamentan el hundimiento de principios, conviccionosy caractéres; los que son deparados por ansias de bienestar, repo-so y felicidad para su patria y los suyos; los que acarician idealesnobles y elevados y se ahogan en la pequeñez reinante, cifren susesperanzas en la madre de familia.

Mientras falten madres verdaderas y posesionadas de su mi-sión, la sociedad y la familia no tendrá más perspectiva que unavida lánguida y miserable.

Dedicaos a formar madres como aconsejaba Napoleón, y elmundo se reformará y brillará la moralidad y llegará el reinadode la virtud.• Dejad que el mundo y sus hombres digan lo que quieran y

vosotros haced lo que creais mejor, y sólo así contribuiréis almejoramiento de la sociedad, sólo así podréis salvar almas. Y lasmadres de familia dejen a otros la pretensión de conquistar elmundo y de segar laureles en el campo de la política y del perio-dismo, ellas miren más alto, formen corazones, agotando toda ladiplomacia de la ternura, de manera que al final de su carrerapuedan decir con la madre de Lamartine cuando perdió a su hija

deben a Sus hijos alguna cosa más, algo superior, sintetizado enla enérgica frase del Evangelio: El hombre no vive de sólo pan.Su parte noble, que no perece en la huesa, destinada a sobrevi-virle, espera la inspiración de la madre, es un vacío que ella debellenar si quiere que sean felices. Esta sagrada misión, ¿será, unacarga pesada o un dulce deber? La madre desciende a los másminuciosos pormenores para atender a la manutención de su hijo,y para conservarle la salud corporal soportaría las más cruelesfatigas que no soportaría el hombre más robusto. .Y cuando setrata de la vida moral, de su alma; cuando se trata • de salvarlospor su medio, y ellas mismas por medio de ellos, entonces ¿titu-bearían y declinarían su responsabilidad? No, no es posible seme-jante timidez o cobardía. Sería violar las leyes de su corazón,mirar impasible la suerte eterna de su eterno amor. Una madredebe esforzarse hasta colocar a sus hijos a su lado, cerca de Dios.Así debiera ser, desgraciadamente no lo es, y por esto decía laseñora Campán: Faltan madres.

SI, faltan madres, que den su sangre a quién dieron la vida,pero no sangre enardecida con los delirios del baile o los vaporesdel festín, sino purificada por la virtud y vigorizada por el traba-jo. Faltan madres que instruyan, que inspiren, que su ejemplosea una lección viva, para que se imprima más en el alma que enla cabeza. Faltan madres de corazón, penetradas en sus deberes;esposas de abnegación, de sacrificios, de constancia, que, comolos rayos del sol y las brisas del cielo, fecunden la tierra virgen,el tierno corazoncito que Dios mismo puso en sus manos. En fin,faltan madres que se inmolen por sus hijos para apartarles de lospeligros de la, seduccIón, que, como la de Agustín, corra en posde su hijo y que su hijo sea su única preocupación.

La historia de San Agustín, de ese hijo de tantas lágrimas, esel ejemplo que deben tener a la vista todas las madres, porque esel triunfo del amor maternal y de la confianza en Dios. SantaMónica lloró 20 años, ofreciéndose en holocausto por los excesosy errores de su hijo. El mismo lo confiesa en estas palabras ad-mirables, dignas de su colosal talento: «Mi madre ha sufrido mu-cho más, para engendrarme a la verdad y a la virtud que paradarme al mundo.» ¡Oh, madres de familias! ¡podríais vosotrasesperar algo parecido de vuestros hijos? • ¿Sois dignas del sagradonombre que lleváis, o solamente os habéis contentado con vuestramaternidad material, olvidandoos por completo de vuestra mater-nidad moral?

Muchas madres apenas conocerán el nombre de Agustín, deJuan Crisóstomo, de Basilio, de Gregorio Nacianceno, de Luís

nn•

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SECCIÓN DE NOTICI15

DF FERROL

NUESTRO AMADÍSIDO PRELADO dando una vezmás muestras del gran cariño con que distingue a esta ciu-dad, ha pasado entre nosotros 28 días. Con este motivo acu-dieron a nuestra residencia, donde se hospedó el celoso ysabio Prelado, todas las autoridades y numerosas comisionesde las distintas entidades de esta ciudad.

A NUESTRA SANTISIMA MADRE.—Con selectaconcurrencia y santo recogimiento se hizo en nuestra igle-sia el ejercicio del mes de las flores, concluyendo con unaNovena solemne a Ntra. Sra. del Sagrado Corazón. Todas lastardes predicaron los RR. PP. Gaite y Ameno. La partemusical estuvo a cargo de un afinado coro de niñas.

EN JUBIA.—Espléndidos resultaron los cultos que losSres. de Barcón dedicaron a Santa Rita, en la hermosísimaiglesia que levant(3 la piedad de su difunto padre.

Predicó el R. P. Gaite, rector de este Colegio.

EN EL HOSPITAL DE CARIDAD.—Con la asisten-cia del Excmo. Sr. Obispo de la diócesis y gran concurso defieles que por completo llenaban aquel amplio templo, es-pléndidamente adornado por las Religiosas Siervas de Jesús,se celebró la fiesta del Espíritu Santo en la que predicó elR. P. Rector de este Colegio.

EN PUENTEDEUME.—Predicó en la fiesta de los De-samparados el R. P. Ameno de esta residencia.

SANTA MARIA DE CERVELLÓN.—Este Coro deTerciarias que con tanto celo preside la Srta. Angela VeigaPatifío celebró una misa muy solemne de comunión el día21. La iglesia espléndidamente iluminada lucía sus mejoresgalas.

EN EL SEIJO.—Resultarou muy solemnes las tradi-cionales fiestas a la Virgen de Lodairo, predicó el R. P. Luís,de esta residencia.

SAGRADA COMUNIÓN.—La recibieron de manos de

Susana y se consolaba diciendo: «ya no necesita de mis consuelos,está en la mansión de los justos». Y mirando al cielo agregaba:¡Dios mío! llevadme también a vuestro seno, ya no quiero vivirsino para este cielo que yo enseñé a mis hijos desde el cual meestán llamando y en el cual me introducirán cuando llegue mihora!

• ¡Ay! las familias acá, en el suelo se forman y deshacen; perose reunen después para siempre en el centro • común donde moraDios!

¡Ojalá cada una de las madres de familia pudiesen repetir contoda verdad estas hermosas palabras por cada uno de sus hijos!Así, y sólo así no volvería a nuestra mente la triste y amargafrase: Faltan madres.

P. JOAQUÍN VALENCIA.

ofjo

Donativos para la nueva Custodia

D. Arsenio Díaz y señora.—Un reloj de oro y brillantes yvarios objetos de plata.

Una devota.—Unos pendientes con esmeraldas, variosobjetos de plata y cinco pesetas.

Un caballero.—Veinticinco pesetas.Excma. Sra. D. a Amalia de la Rocha de González Vial.—

alfiler de oro y brillantes y varios objetos de oro y plata.La niña Pilar de la Rocha.—Unos pendientes de oro y

perlas.Una Señora.--Treinta pesetas.Una Señora.—Una onza de oro de Carlos III.Una persona devota. --Cien pesetas.Una Señora en memoria de su difunta hija.—Un alfiler

de oro, plata y brillantes.Unas devotas de la Virgen.—Una sortija de oro y dia-

mante rosa y varios objetos de oro y plata.Un caballero.—Una cadena de oro.D.a María Aznar de Belando.—Una sortija de oro y tur-

quesas.Una devota--Unos cubiertos de plata.

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u.

nuestro amadísimo Prelado Diocesano los niños de este Co-legio, el día de la Ascensión del Señor.

DE ESPAÑA

EL REVERENDÍSIMO P. GENERAL.—Después desu salida de Ferrol, donde tanto le agasajaron y donde tanhondas simpatías dejó, se dirigió a Bilbao con objeto de pre-sidir el Capítulo de las MM. Mercedarias de aquella pobla-ción y proceder a la elección de cargos, desde allí y a ins-tancia de las Religiosas de Bérriz pasó a visitarlas, obse-quiándole, entre otros festejos, con una velada literaria enla que se puso en escena Crisstianos a los leones, drama deuna emoción intensísima y en el que las alumnas de aquelacreditadísimo Colegio rayaron a gran altura, demostrandouna vez más la esmeradísitna cultura que en aquél centrornercedario reciben.

Desde Bérriz y acompañado de su secretario el P. JuanJosé Labra se trasladó a nuestro convento de Sárria paradar el hábito a la distinguida Srta. Consuelo Saco, hermanadel R. P. Enrique tan popular en Ferrol. No reseñamos aquíesta ceremonia por hacerlo en otra parte.

El P. Rdmo. salió el día 30 a Madrid donde ha de presi-dir el Santo Capítulo Provincial de Castilla, convocado parael día 18 del próxime mes de Junio.

Le deseamos el éxito más feliz en sus trabajos y pedimosa Dios que conserve su preciosa vida para gloria de nuestraquerida Orden que con tanto acierto rige y para el bien delos que muy de veras lo amamos.

SANTA MISIÓN.—La predicarán en San Vicente de laUlloa los RR. PP. Martín López y Ameno de nuestros con-ventos de Poyo y Ferrol respectivamente.

DE SARRIA.—Nuestro activo corresponsal nos envíala siguiente crónica:

«Tengo la satisfacción de comunicarles que en el Con-vento-Colegio de las MM. Mercedarias de esta villa tuvolugar la toma de hábito de la distinguida Srta. María de laConsolación Saco Pradeda el día 15 de Mayo a las diez 37media de la mañana. La nueva novicia recibió el santo há-bito de manos del Rdmo. P. Maestro General de la Merced,Fr. Inocencio López, el cual en insinuante plática hizo re-saltar la grandeza sobrehumana del acto.

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A tan sublime ceremonia precedió la Misa solemnecantada por S. P. Rdma., asistido por el M. R. P. Juan JoséLabra-, Asistente General y el R. P. Severino Vega, Comen-dador de esta Casa.

Hizo de Diácono; D. Román López, Cura Párroco deSanto Cristo de Goyán y Subdiácono el R. P. Mariano Fe-rrer, Mercedario.

Madrina de la nueva religiosa lo fué su hermana políticaD.a María Purificación de Saco, Rivera. Asistencia nu-merosísima. Toda la clerecia de los contornos, al frente dela cual figuraba el venerable párroco de Sta. Marina D. An-gel Sampedro. Y por evitar omisiones odiosas, cuanto ine-vitables .en estos casos, diré solamente que asistió lo másgranado y escogido de esta villa. Séame permitido dirigirtanto a la nueva religiosa como a sus distinguidos herma-nos D. Manolo, vicepresidente de la Diputación Provincialde Lugo, D. Pedro, médico forense de esta localidad, doñaLeonor y el R. P. Enrique, Comendador de Poyo, mi mássincera felicitación.

PROFESIONES Y TOMAS DE HÁBITO.—En la'Casa-Noviciado de los PP. Mercedarios de Sarria, el 8 deFebrero del corriente hicieron su primera religiosa profesiónen manos del R. P. Comendador, Fr. Severino Vega losjóvenes estudiantes Fr rsinc10 r y Fr. AgapitoFernández.

El día 2 de Mayo y en manos del Rdmo. P. Maestro Ge-neral Fr. Inocencio López, emitió votos solemnes el Her-mano de Obediencia Fr. José Manuel Prieto.

El mismo día recibieron el santo hábito del mismo PadreRdmo., Fr. Fermin Alvaro, estudiante y Fr. José Trabazo,converso.

DE BILBAO. —Bajo la presidencia de Nuestro Reve-rendísimo P. Maestro General, se celebraron las eleccio-nes de cargos en el Convento de San José, resultando ele-gidas:

Comendadora, la R. M. Sor Natividad de María Olivares;Consultoras, las RR. MM. Sor Teresa de Jesús Mendia, SorMercedes Olasegoya y Sor Presentación Vicinay; Secretaria,Sor Anunciación Arriaga; Maestra de Novicias, Sor Merce-des Olasegoya.

A todas nuestra más cordial enhorabuena.

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DE CORCUBIÓN.—Quedó constituida la Comisión defiestas en honor de las Mercedes, que han de celebrarse losdías 23, 24 y 25 de Septiembre, en la siguiente forma: presi-dente honorario, don Laureano Bermúdez y don Julio Ubeda;presidente, D. José Cabrinety; vice, D. Joaquín Seoane;secretario depositario, don Nilo Tella; vocales, D. Angel Ca-rreira y D. Arturo R.arnori.

Se proyecta un gran programa, tanto religioso comoprofano.

6IMP. Y EST. DE EL CORREO GALLEGO. FERROL

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