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P A T R O C I N A Q O P O R E L C E N T R O D E F . P . A . L A M E L A S
I N D I C E
1. PREAMBULO
Geográfico
J t
2. ANALISIS 8
Administrativo 10
Dialectal 31_
Eclesiástico 36
Folklórico 38
Gastronómico 40
Etnico 43^
Político 45
Económico 46
3. CONCLUSION ~5?
4 - . U ^ S ^ 3 o
© F R A N C I S C O G O N Z A L E Z G O N Z A L E Z Edita: Centro de Formación Profesional
y Administrativa Lámelas I.S.B.N.: 84-398-0597-7 Depósito Legal: Z-1668-83 Imprime: Cometa, S. A. — Zaragoza
L A M A Q U E T A , F O T O G R A F I A S , D I B U J O S E I N I C I A L E S SON D E L A U T O R
A P R O P O S I T O D E L A S A U T O N O M I A S
EL BIERZO EN LA E N C R U C I J A D A
E V O L U C I O N H I S T O R I C A
F R A N C I S C O G O N Z A L E Z G O N Z A L E Z
A este Bierzo único, a este Bierzo mío, ahora y siempre.
i P R E A M B U L O
RETEN DE este trabajo de urgencia esbozar la génesis his
tórica del Bierzo y perfilar su idiosincrasia. Quizás llegue algo tarde. Las autonomías se han consumado. España está aparcelada en comunidades y llena de parlamentos. Lo que siempre ha sido el gran anhelo de España, la simple descentralización del poder nacional hacia las provincias y la de éstas hacia las comarcas, ha cristalizado en un cuasi sistema
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federativo. Esta regresión hacia las tarifas medievales no parece ser el mejor camino. Satisface un deseo de emancipación regional —¿sólo regional?—, pero acaso no resiste un análisis favorable de profunda razón crítica. Claro que esto es sólo una opinión mía. Otros —parece que los más— dijeron lo contrario. Y por eso se hizo. Mas, como la ciencia no se monopoliza —ya Roger Bacon escribió en el X I I I : «Aristóteles no lo sabía todo»—, únicamente el tiempo dirá quién estaba en lo cierto.
Cuando en esta confusa y reciente situación reivindicativa todas las regiones argumentaban y exigían derechos históricos, el Bierzo no se hizo oír. O, por lo menos, no se hizo oír como debiera. Acaso fuese por el particular fenómeno que siempre afectó a las minorías extrapoladas geográficamente: que no suelen tener antesala de audiencia. A lo sumo se les oye, pero no se les atiende. Carecen de fuerza electoral eficaz. Amén de esto, en el caso berciano, para agravar más la situación, la capacidad de grito de nuestros pulmones, sin garra suficiente, no salva con éxito los cien kilómetros que nos separan de León. Y menos, los cuatrocientos de Madrid. Y, ahora, los doscientos muy largos de Valladolid. Y esto es ya culpa nuestra. Lo dije alguna vez: el Bierzo es tierra de individualidades. Carece de aglutinación. Somos pocos y, a veces, mal avenidos. O, en el mejor de los casos, francotiradores pertinaces que hacemos la guerra a nuestro aire. Hay un constante, espontáneo y pernicioso afloramiento de abulia colectiva. Y es malo perder el espíritu de lucha y la esperanza. De esa espe-
ranza que se toma quimera cuando no estimulamos el empeño de alcanzarla.
Muchas veces me preguntan: ¿Villa-blino. Páramo, Pombriego..., son Bierzo? Ayer no, pero hoy sí. Hay un Bierzo histórico y un Bierzo actual. Las entidades administrativas de Laciana, Ribasdesil y Cabrera, otrora definidas y actuantes, han visto borradas sus fronteras seculares por la realidad socio-económica presente, siendo incorporadas, aun sin perder la esencia de su peculiar personalidad tradicional, al tráfago de la vida moderna. De la misma manera que algún día, dentro de cincuenta, cien o más años, una Ponferrada con 100.000 ó 200.000 habitantes vendrá a polarizar la atención de zonas más lejanas, como Babia o Valdeorras, incorporándolas definitivamente a su vida diaria. Dos elementos insoslayables actuarán fundamentalmente en este proceso: el auge espectacular del comercio y la industria bercianos y la mejora de las vías de comunicación. La Historia no tiene prisa. Y la realidad se impone siempre, pese a la negativa querencial de los hombres.
Se desprende de todo lo expuesto, que para poder decir qué queremos y adónde vamos, hace falta saber antes quiénes somos y de dónde venimos. El berciano suele ignorar el origen de su carta de ciudadanía. De ahí el intento explicativo de este pequeño trabajo: dar pautas para conocer raíces. Difícil tarea la de enjuiciar una patria chica y compleja como la nuestra. Enclave geográfico entre León,
P O N F E R R A D A E N 1 8 8 5
Carretera de A M u r í a s . Colee. Vda. Romero
1
Carretera de La Puebla.
6
Colee. Vda, Romero
P O N F E R R A D A E N 1 9 5 9
Calle del General Gómez Núñez.
l idie. A r r i b a s Avenida de Calvo Sotelo.
Asturias y Galicia, participa de las tres y de las tres se diferencia. Sin contar la Zamora meridional, con quien los montes nos ponen coto. Equivale esto a decir que, siendo un poco de todos —algo así como el melting pot en que se fundió y generó la unidad de los Estados Unidos—, la identidad terciana se hace indiscutible. Veámosla.
2 A N A L I S I S
i V
N lo GEOGRAFICO, la fosa tectónica en que el Bierzo se
asienta, festoneada de montañas, da a éste unos límites propios y definidos. La cuenca del Sil, ampliada lateralmente por sus tributarios Boeza, Valcarce-Burbia, Cúa-Ancaresy Cabrera, con la red enmarañada de sus pequeños afluentes de cabecera trepando a las cimas, dibujan en sus nacimientos un contorno inconfundible de demarcación territorial. Catoute, Bóveda,
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E l Bierzo, desde un satélite. En el centro derecha, el pantano de Barcena.
San Antón, Teso Mular, Miravalles y Cinsa al norte; Mostellar, Penar rubia, Faro, Peña do Mar, Montouto, Piornal y Tara al oeste; Peña Trevinca, Picón, Faeda y el Peñón al sur; y la Escrita, Be-cerril, Cerezales, Navariega y el Suspirón al oeste, serían los hitos destacados de su jalonamiento. No hay duda: el Bierzo está ahí contenido, inconfundible, preciso, deslindado. Cuatro provincias lo cercan, y cinco con la propia: Asturias, Lugo, Orense, Zamora y León; y cuatro la in-
•
I .ii,, ^ I., N \ S \
fluyen, olvidando la de Zamora que, frenada en el bastión orográfico de la Cabrera, no mantuvo simbiosis con el Bier-zo. Es, pues, una unidad geográfica, una región natural hasta con clima propio, sin motivaciones para el entredicho.
En lo ADMINISTRATIVO, la cosa no es tan fácil de explicar. Ribasdesil, Fornela, Aneares, Somoza, Balboa, Val-caree, A guiar, Cornatel, Ribera, Cabrera, el Bierzo, Boeza y otras zonas de menor entidad dentro de éstas o marginales formaban todavía en el siglo X V I I I un complejo entramado de merindades, cotos, concejos y jurisdicciones, esto es, unos territorios de exacta localización y clara independencia administrativa. Incluso el rey había renunciado en ocasiones a enviar merino a algunas de ellas para entender en cuestiones de justicia. Unas eran de señorío laical, otras de abadengo, otras de realengo, otras de sillas diocesanas. Un estudio del mapa n.0 1, relativo a la división territorial de Floridablanca, nos dará una visión gráfica muy clara e inmediata de la situación político-administrativa del Bierzo en 1789. Complementémosla con un breve repaso de su historia.
El Bierzo fue una tierra apetecida y muy cuajada de señoríos. Aparte de los tres núcleos monacales de mayor importancia que echan raíces y extienden ramas en los tempranos días del siglo X —Montes, Carracedo y Espinareda—, siembran el Bierzo numerosos señoríos
10 1 División territorial de 1789.
P A R T I D O D E P O N f R f W D A y concejos de RIBASDESIL, LACEAD V BABIA D E A R R I B A
D / V I S t O N T E R R I T O R I A L D E ^ O R I D A B L A N C ^ DE 1 7 8 9
(Según P M A D 0 2 , D ' c c S e o 9 r " "iE0N'' ^ 1 3 5 )
ESCALA
2 0 Km P R O
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S I G N O S C O N V E N C I O N A L E S
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e L o s a d a . *
T r u c h ¿ a y o ¿ a S a r t a
^ » . - + LIMITE ACTDAL DE PSOWWCIAS + + LIMITE ACTLML DÍL BIETRZO
10. DfL P A R T I D O DE P O H F Í R Q A D A £"W
a b . a b a d í a c o n c . c o n c e j o c o t c o t o ex. e x e n t a . gob. g o b e r n a c i ó n j a r jurisdicción mer m e n n d a d p r e s t p r é s t a m o q u í n t q u í n f e r / A Q » ?. v r í l a y * 1
Z A M O R A
laicos. Muchas casas de la alta nobleza irrumpen aquí tempranamente: la rama troncal de los futuros condes de Medina-celi, representada en la poderosa y real familia de los de la Cerda, aparece en Bembibre a comienzos del siglo X I V y en Villafranca en su primera mitad; en Ponferrada se asienta el condado de Trastamara a finales del mismo siglo.
a) Señoríos Laicos
Con anterioridad al siglo X V eran las posesiones bercianas muy cambiantes y caprichosas. Estaban a merced de un plumazo del rey, quien lo entregaba al señor tras una eficaz ayuda de éste a su persona o a su reino. Así con la Cabrera, con Aguiar, con Valcarce... Una simple mirada a los señoríos de Ponferrada y Villa-franca que recogí en el mapa n.0 2 nos dará luz más que suficiente para probar lo dicho. Si en el siglo X V no fue tanto la razón de guerras la que estableció estas continuas transmisiones de territorios, fueron, sin embargo, los pleitos casi permanentes por cuestión de vínculos y de mayorazgos los que establecieron esta movilidad de propiedades. Las casas de Arjona, de Previno y de temos son sólo una muestra en Ponferrada.
Vemos, pues, cómo las noblezas alta y baja se muestran activas y expectantes. Siempre están al quite de una presa territorial. Observan sin descanso. El fértil
12 2 Señoríos
SEÑORIOS BERCIANOS. A L T A A I O B L E " Z A / P E Q U E A / O S 5 E / ¡ O R | O S
Y 6 R A / V D F S A B A D E J O S
A B R E V I A T U R A S a b a d , a b a d í a a r e . o r c e d t a n a t o a r z . a r z o b i s p o c o n c . c o n c e j o c o n d . c o n d e d u q d u q u e i ' g l . i g l e s i a , m a r q . m a r q u e s m o n . m o n a s t e r i o
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H R í u e r . d t l / a l c a r c e . 1 2 9 7 * -# * ^ cond LCAIOS COiorfo) XI/ V
n w q VILLAFRAMCA (A(V Totedo)».»'*'
Toral i-í d e l o s V a d
P n a r a n z a . A. A.
S . M i q u e í
O n a m i o
STA.CFJZ d e M o n t e s
' T V T i r
^ n ? ü l P o n f
d L E M O S v * >• • ' ^ V i l l a n u e v a , ^ t * ^ ÍCJ* ilro 0«or(o)XV . A r ,
I conc. de Fbnferrada, XV > . manj. VILLiFBAWCA. t4«9
>• V ^ conc. Ponferrada., i 4 » 5
M o t í n a s e c a
-« V / . O S B a r r i o s \ R i e g o d e A m b r ó s
Cond. Bí/JAVC/MTE
A P í t l - I P O AA/O
17
d . A R J O N A
duque BCAIAV/TAITE
duq. F U l A e
c o n d e L E A I O S
vice. QUIMTAWILLA Oí F L O R E Z cond ToRewo
TRASTAMARA C.TREVWO
m a r q u e s VILLAFRANCA
Vll.l.ArHAWCA
m a r q u e s VILLAMUEVA p f VALDUEZA
E n n q u c z
E n n q u e z
E n r i ' q u e z
C a s t r o -- O s o r i o
Ouelpa Llano
18711,01/
B e m b i b r e
Ftonferr. , V í l l a f r .
P o n f e r r a d a V i l l a f r a n c a L a c e a n a
B e m b i b r e
B a l b o a , V a l c a r c e , V i K a f r . C o r u U o ' n , Ftenfcrr-, C o r n a t e l A r a a n z a . , C u e f o , C a b a n a s A g u i a r , L u s i o , C a b r e r a y R i b y a .
Babia, Lac., Ritxudef.
Toreno ij su j u r r s d
caet. V i l l a f r a n c a
l€57-boy i Toreno g j u r t s d .
1394 1429 Ponferr, Vil lafranca 1435-1515 d e r e c h o » » FVinferr
Ponferrada (f¿lo IVH) 1486-1491 V í i l a f r a n c a ,
B a l b o a i¿ « u coto, - t ierra de Aqui 'ar , Onamio , etc.
i B s s
h.l622-hd¡J
i senorto Preroa , Conqoftto, & J u a n de l a M a t a l/t(lanueva d e Mi ld .
^ STA L u c i a
a b a d í a , d e M O N T E S ( 8 9 2 - 1 8 3 4 )
M . \ ^ M o n t e s , ^ ' S a l a s d e l a R i b e r a
Cruz cjf hhrro t P F Q U E ' A I O S S ^ A f O R I O S
L U G A R S E W O R V A Ñ O
Cbmpludo
N o t a N o s e m^ncio-nan l o s l a g a r e s d e L a I g l e s i a , d e A s f o r g a y de l a c o r o n a ^ q u e f u e r o n m u c h a s .
A r g a n z a
C a b a n a s
C a c a b e L o S C o m p í u d o C u b i l í i n o s C u b i l l o s
L a n g r e
L o s a d a .
M o l i n a s e c a
P r i a r a n z c t
Riego de Ambr. S a l a s R i b e r a
S. A n d r é s MonT
S a n M i q u e t d e A r g a n z a
S . Miguel Oue
S a n P e d r o C a s t a ñ e r o
T b r a l V a d o s
T o m b r i o A r r .
V i l l a b u e n a Villauiarlirr St l V e b r a
conde Lemoe , m s a - K e J 11,9', marq . v i l l a f r a n c a , I'i86/ hered Ruy S á n c h e z
c o n d e U r n o s , XV; «efl . L o s a d a . XI//-XI/III «efl . í g l . S a n t i a g o , x u - X V I m a r q . V i l l a f r a n c a . , f XV s e n . de los L o s a d o , x v r - x v n l s en . de Los L o s a d a , X V I - x i / m sen R o d r í g u e z d e V a l c a r c e , 1654-sew C a r v a l l o , 1671-1701 sen, de los F l ó r e i - O s o r i o , XVI - X V I I I
s e ñ I n é s P i m e n t e l , 1569 i q l . d e A s t o r q a u a b a d e s a de C a r r i z o , X N Iql Ast . * abad C a r n ^ o ^ mon. Carracedo^xw i g l . A s t e r 9 a , x l s , ,s ,doro ^ ^ . ^ ^
sen , de tos L o s a d a . , X V I - X V I I I
s e ñ . M a í d o n a d o - Mexidana. , 2»m.XVI - X I X s e ñ _ S d n c h e i de V e b n a , x v n - - H m x v m s a ñ . L a c i a n a - M a í d o n a d o y a s o r i o - M e n -d a ñ a . , IS58-hoi t . s e ñ . 19l .de A s t o r q a , X I I « n . S á n c h e z de itebra, XVII - 1 ' m . x v i l i
s en del i 6«0 de r san del on.de e s p i n a r e d a defcde I566
. de S a n Miguel de ¿as D u e ñ a s ^ ¡ CTA rniT Mnr& s**• f«dro R a d r í a u e z h a s t a I459
J«fi. igL J e A s t a d o H.<^. IÍSO sefi de V e b r a X V - X V l l l son . mon. de E s p i n a r e d a h a s t a X V I I
S e n igl .Astorga,9ZO sei í . A I b a d e L i < t e , M 2 9 ; t e ñ M e n d a ñ a Safl M o l d o n a d O - M e n d a ñ C L , X V I I - X I X sen. G c i a . R q u c z . de V a l c a r c e hasta i seft. mon. Ci irracado desde m. X I V señ . Lorenzana- Oíon oJMO-JS; ceA.lOiada.xviil
sen. i j l d » S a n t i a g o desde X U
R o z a » S . / w A s e ñ B u e l t g - L o r e n z o n a , X V I - I 9 S 6 s e ñ P t d r o de P a z , I63I S e ñ i n f a n t a d o ñ a S a n c h a , ni. XII s e ñ . de l o s L o s a d a , X v i - x v m Sen de d o ñ a A l d o n z a V e b r a , I498
ajedrez de la huerta terciana y su estratégica situación en el paso a Galicia son doble motivo y gran tentación para arriesgar partidas. Unas alcanzarán triunfos duraderos (casas de Luna, hemos, Toreno, Villafranea...), otras victorias efímeras (casas de Arjona, Treviño, Benavente...). Muy lejos y olvidados quedan los Ansúrez, los Velloso, los Ponce en la agreste Cabrera; Gatón y Sarracino y otros muchos en el Bierzo.
En pleno siglo XV, los grandes nobles advenedizos apuntan hacia metas berdañas una auténtica diáspora de apetencias. Es un sarampión. El acoso circundante de la nobleza agota los cuatro puntos cardinales: los condes de Lemos, primero en el XIV, con los Castro, y más tarde en el XV, ya hereditario, con los Osorio, llegan por el oeste, desde Galicia, hasta el Bierzo Bajo y la Cabrera; los condes de Toreno, apenas estrenado su insignificante y caduco vizcondado de Matarrosa, cambiando título, nos llegan por el norte, desde su Asturias natal, para buscar asiento en la jurisdicción que les dio nombre en el XVI I ; por el noreste, enseñoreados los Quiñones de Babia y Laciana en el XIV, asumen título de condes de Luna en el XV, descendiendo con sus fronteras hasta incluir Villamartín del Sil en sus feudos. Desde el este hay múltiple afluencia: los de la Cerda, primero infantes y luego con su esplendoroso condado de Medinaceli, se conforman con un modesto señorío en Bembibre a lo largo del XIV; los Enrí-quez extienden las alas de su condado de Alba de Liste, desde sus tierras zamora-nas, trocando intereses con los de Medinaceli, también en el XV, para continuar
14
la posesión de éstos junto al Boeza; recogerán por fin la herencia de Bembibre los Velasco, duques de Frías, ya en el XVII I ,
prolongándola, simbólicamente, hasta hoy; el condado de Treviño, acreditado en tres generaciones de los Manrique, pretende y pleitea con insistencia contra el de Lemos la posesión legal de Ponferrada en el siglo XV, que nunca verá cumplida; el poderoso duque de Arjona inicia su triste andadura con r / mismo siglo por tierras ponferradinas, hasta conocer en Velalma-zán la condena por el monarca y en Pe-ñafiel su encierro y tráfico fin; los Pimen-tel, condes de Benavente, batallando sin tregua por posesiones bercianas en Salas de los Barrios contra el obispo de As torga y en Onamio contra el concejo de Ponferrada, ambas pronto perdidas, sólo verán colmadas sus aspiraciones de permanencia con la ayuda desmedida y nepotista de los Reyes Católicos, en pago de la que el cuarto conde les había prestado contra el de Lemos, consiguiendo el marquesado de Villafranca para su hijo Luis en la penúltima década del siglo XV. Estas apetencias territoriales las sugiere muy bien el interrogatorio de un pleito que en 1494 mantuvieron la villa de Ponferrada y el marqués de Villafranca por el lugar de Onamio, donde se dice que algunos lugares de abadengos venían a velar o a guardar la fortaleza desta dicha villa... quando venía un conde de Venavente o un marqués de Astorga a fazer dapno en la tierra de Ponferrada.
Ya en el XVII , culminaría la nobleza berciana el logro de títulos con el nacimiento de un marquesado en Villanueva de Valdueza, que perpetuarán los Alvarez
15
de Toledo, uniéndolo al de Villafranea. Los Flórez-Osorio, vizcondes de Quinta-nilla de Flórez, disfrutarán de unas salpicaduras territoriales en Cobrana, Fonto-ria, Fresnedo, Losada y Sésamo. Como curioso y anecdótico queda el desconocido caso del vizcondado de Villa/ranea del Bierzo, creado y cancelado simultáneamente en 1835 a favor de Gabriel de Mendizábal, para que, cumpliendo la disposición de Felipe IV, precediera con un obligado título de vizconde al flamante de conde del Cuadro de Alba de Formes, E l castillo de Villa/ranea, casa
solar de los Alvarez de Toledo, marqueses de la villa.
i i
16
que el mismo monarca y en la misma fecha le concedía.
La pequeña nobleza de los hidalgos más pudientes, jugando también a engrandecerse, van dibujando con los lugares de nuestra geografía su damero de minúsculos señoríos: los Sánchez y los Ulloa están en Arganza; los Losada en Cabañas, Cubillos y Finolledo; los Fló-rez-Osorio en Fresnedo, Losada, Cobrana...; los Sánchez de Yebra en Pradilla; los Lorenzana en Tombrio de Arriba y Pardamaza; los Mendaña de Yebra en Molinaseca y Posada; los Maldonado, entroncados con los Laciana, Osorio y Mendaña, en Priaranza; los Rodríguez de Valcarce y los Carvallo en Langre; los Pimentel en Magaz de Arriba; los Yebra en Santa Lucía; los Vuelta en Toreno y en las Rozas de San Mamés; los de Paz en Valdelaloba; y un largo etcétera, imposible de desmenuzar.
Dejo en simple mención las posesiones de reinas, infantes e infantas que tuvieron pueblos bercianos y fundaron y dotaron de monasterios sus tierras. Y a los propios reyes y reinas, con numerosas jurisdicciones de realengo.
b) Segregaciones y ventas
Un papel preponderante en el trasiego y enajenación de pueblos corresponde a
17
Felipe I I , quien, apoyado en bulas papales que le permiten separar lugares con me-nos de 40.000 ducados de renta de los patrimonios eclesiásticos, desmembra, compra y vende pueblos a placér. Así, en 1555 segrega San Miguel de Arganza del monasterio de San Andrés de Espinareda para incorporarlo a la corona y cederlo después; en 1579 lo hace con San Juan de la Mata, compensando al mismo monasterio con un juro perpetuo de heredad de 1,222 maravedíes, situados en las alcabalas del vino de Ponferrada; en 1582, desde Lisboa, lo hace con Toreno, San Pedro de Mallo, Matarrosa, Librán y Santa Leocadia, que toma al arcediano de Ribas del Sil, vendiéndoselos el mismo año a Antonio Vázquez Buelta, vecino de Madrid y tesorero de la corte, en 3.720.393 maravedíes; en 1583 y también desde Lisboa, ordena quitar Tombrio de Abajo al citado monasterio, pagándole con un juro perpetuo de 4.258 maravedíes anuales en las alcabalas de Destriana.
Tienen Toreno y su jurisdicción una casi legendaria historia de propietarios. Muerto y endeudado Buelta —típico apellido de esta villa, donde parece que nace para emigrar a las Rozas lacianiegas—, lo compra en 16.000 ducados, hacia 1613, a sus hijos y herederos, el capitán Sancho de Merás, asturiano afincado en la parroquia de la Magdalena de Sevilla, aventurero de Indias y hombre de dudosa conducta, a quien se le confiscan sus bienes —Toreno entre ellos— por haber robado 36 cajas de plata valoradas en 2.018 marcos, las cuales, procedentes del Perú, aparecieron sin quintar. De este Merás nunca más se supo.
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Torre de Toreno, con el escudo de los Queipo de Llano, condes del mismo titulo.
Después de largas vicisitudes que no pormenorizo, entra en lides en 1631 un misterioso barón de Colobrat —personaje que aún no he logrado identificar plenamente—, condestable de Bohemia, quien, apoyado en el favor que le presta Felipe I V para premiar supuestas ayudas hechas a la corona por él y por su padre, también condestable de Bohemia y camarero mayor del emperador Rodulfo, pretende del rey la gracia de la villa de Toreno y sus lugares jurisdiccionales, con 200 vecinos y 12.000 ducados de valor, que no estima en más porque los vecinos tienen los pastos comunes con el señor y ansí es muy tenua la rrenta que le queda. ¡Mucha miel debía manar esta tierra nuestra para atraer tantas moscas, incluso extranjeras!
T O R R E S R A S T I L L O S
c) Torres y castillos
El interés y defensa de estos territorios quedan gráficamente comprobados en el mapa n.0 3, que plasma la disposición estratégica de las numerosas torres y castillos que sembraban —y aún siembran, en parte, con funciones perdidas pero con igual romántica estampa— los más apartados rincones del Bierzo. Las entradas a nuestro territorio estaban bien guardadas y protegidas. Cada cuenca fluvial tenía su castillo. También los puertos. El resto de las fronteras se defendía por sí mismo con la inaccesible barrera de montañas. Este modo de proteger parcelas propios con armas y fuertes contribuía a mantener
20 3 Torres y
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coherente y a salvo la unidad terciana. Veamos sus múltiples enclaves.
El arriesgado intruso de Somiedo encontraría el Sil cerrado con la torre de piedraflta de Babia. El que trasmontase los puertos de Leitariegos y Cerredo se estrellaría en la de Villablino. Los tres, descendiendo el Sil, chocarían con el control de Toreno, lugar en que el valle encuentra camino y escapada hacia la derecha, que tuvo vigía en la Alta Edad Media en el castillo de San Esteban, dominado en ¡071 y 1086 por Monio Moñiz y en 1117 por García Fernández y, más tarde, en la torre-palacio que ocuparon y probablemente ampliaron los condes de la villa. Quien pretendiera entrada por los del Trayecto y Cienfuegos, toparía con el castillo de Fresnedelo.
Castillo de Sarracín, guardia del alto Valcarce.
—
22
. 4
Castillo de Cania tel. vigilante del acceso del Sil.
Si esto ocurría con Asturias, no le iba en zaga la custodia de los pasos del Pórtelo y el Cetrero, guardados en su vertiente lucense por los castillos de Boiras y Dóneos y en la terciana por los de Baltoa y Sarracín. Unidas las dos rutas en Amtasmestas, seguirían vigiladas en la cuenca del Val-caree por el castillo de Autares y esperadas en su salida por las fortalezas de Comilón y Villafranca.
Los orensanos que intentaran vía por la sierra escatrosa de A guiar hallarían freno en Pórtela y en Lusío, fortaleza esta última cuyo emplazamiento aún no he podido descutrir, a pesar de mis repetidas visitas a la zona, si tien está documentada su existencia en los años 1485, 1488, 1490, 1500 y aún más. La entrada principalísima desde Valdeorras, Sil arriba, tenía un tuen vigilante en el atrupto Cornatel, por donde accedía la vereda orensana.
La parte meridional de Zamora, de poco tránsito, pero circunstancialmente cruzada (tropas hambrientas y desnudas del marqués de la Romana pasaron desde
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Sambria al Bierzo, en marzo de 1809, estas sierras que, al decir del conde de To-reno (—Historia del Levantamiento, etc., t. 2, págs. 178-9—, «más se escalan que se suben»), ofrecía una única protección en el castillo roquero de Cabrera.
Los accesos castellano-leoneses de Manzanal y Foncebadón tenían sus respectivos baluartes en Bembibre y Molina-seca.
A ¡menas y matacanes de la fortaleza de Pon/errada, del siglo X V
1
24
Y todos ellos, por su estratégica disposición en cruce de rutas, chocaban con el mayor escollo a salvar en el castillo templario de Ponferrada, del siglo XI I , notablemente agrandado y fortalecido en el XV por las casas de Arjona y de temos.
d) Abadengos y enclaves eclesiásticos
Dejaré en mera cita el extenso patrimonio de los señoríos de abadengo. Reducidos los más de sesenta monasterios, al-berguerías, hospitales y eremitorios que poblaban nuestra antigua Tebaida a media docena de ellos importantes, perduraron hasta la Desamortización decimonónica: el monasterio de San Pedro de Montes, enseñoreando el Valdueza; el de Santa María de Carracedo, que se extendía alrededor de su casa y a otros lugares desperdigados, incluso fuera del Bierzo; el de San Andrés de Espinareda, que polarizaba su entorno y ascendía hasta Fornela y Aneares; y los de San Juan de Cerezal, San Miguel de las Dueñas, Nuestra Señora de la Peña de Congosto, con una lista abundante de pequeñas posesiones. Y hasta la abadesa de Carrizo había compartido mucho tiempo atrás Molinaseca y el abad de San Isidoro de León la pródiga villa de Noceda.
Para mayor complejidad administrativa, a la ya inmensurable red de jurisdicciones religiosas regulares autónomas, que llenas de privilegios de exenciones y libertades venían acotando parcelas pro-
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pias en el solar del Bierzo, se une la antigua intromisión del clero secular de la Galicia extrema. Efectivamente, Traba-delo había sido donado, acaso parcialmente, por el rey asturiano Alfonso I I I a la iglesia de Compostela el 25 de noviembre del 895, junto a los lugares de Parada y Lindoso, todos en el Valcarce, recibiendo confirmación de propiedad por parte de su hijo, el monarca leonés Ordoño I I , el 6 de diciembre del 914. El 10 de febrero de 1103 será el rey castellano-leonés Alfonso VI quien entregue al obispo com-postelano Gelmírez la mitad de uno burgo pernominato Tabuladielo, quod est in Valcarcer. El 14 de abril de 1164 Fernando I I confirmará a la iglesia de León posesiones en el citado valle berciano; y el 20 de marzo de 1178 el papa Alejandro I I I ratificará a Compostela la posesión del hospital de los Ingleses, entre las Herrerías y la Faba, con las villas de Tabla-dello et de Parata.
Cacabelos, por su parte, también estaba unido a la silla compostelana bajo el mismo prelado Gelmírez, quien lo había reconstruido, confirmándole su posesión Alfonso VII, cuando aquél era ya arzobispo, el 22 de febrero de 1130: Ego Al -fonsus Hispanie imperator..., vobis Dida-co, Compostellane sedis archiepiscopo..., fació chartam contractacionis de villa vestra vocata Cacabellos. Las donaciones reales a Galicia por el oeste del Cúa siguen: el 30 de octubre de 1176, desde Salamanca, Fernando I I concede al arzobispo don Pedro y a su iglesia villam Sancti Martini (Villamartín), que adiacet con termina ville vestre de Cacavelos, ex ea-dem parte fluminis, versus Carrazedo. Y
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. . . . . ^ . M i i ' W ^ f c . '
otras más. En la primera mitad del siglo XIV Alfonso X I prohibe a los diezmeros de Alcántara cobrar diezmos en Cacabe-los y Trabadelo, por pertenecer a la silla compostelana: Non demandetis nec colli-gatis decimarios in populis de Cacavelos et de Trabadello, qui sunt camere electi Compostellane. Menudean en la Edad Media otros documentos similares.
Cácatelos, villa del arzobispado de Santiago en la Edad Media.
Ya en 1513, el cabildo de Santiago demanda a Pedro de Toledo, marqués de Villa/ranea, pretendiendo le restituisse la villa de Cacavellos, pues, de poco tiempo a aquella parte se havía entrometido en su possesión. Y, al fin, el 20 de octubre de 1544, el arzobispo Dávalos, cansado de pleitear con el marqués de Villafranea
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por sus derechos siempre pisoteados, hace dejazión de la villa de Cacavellos, su señorío, juridizión y demás cosas a ella pertenezientes a favor de dicho marqués y sus sucesores, a cambio de un juro perpetuo de 300.000 maravedíes anuales, que sancionará Carlos V, y luego el papa Pablo I I I con su bula de 4 de enero de 1545. Rompe entonces Cacabelos su cerrada ligazón con Galicia, si bien, como señalan Miñano y Madoz en sus respectivos diccionarios geográfico-históricos de 1826 y 1843, todavía en estos años, al igual que Trabadelo, tenía cierta dependencia de Santiago, como también Santa Cruz de Sil —muy extrañamente, por cierto— la tenía de Oviedo.
Aparte de las posesiones que la iglesia de Astorga y sus canónigos tuvieron en esta tierra, numerosas y diseminadas —Riego de Am-brós, Santa Cruz de Montes, San Pedro de Castañero, Santa
WM
Molinaseca, enclave del abadengo de Carrizo en el Bierzo. A la derecha, casa fuerte con saetera-cañonera, en la llamada «Casa de doña Urraca».
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Leocadia del Sil, etc., etc.—, habría que citar también los enclaves que en Noceda del Bierzo y Molinaseca disfrutaron, respectivamente, los monasterios de San Isidoro de León y de Carrizo, lo que no deja de ser una muestra significativa más en este mosaico de implicaciones foráneas que venimos configurando.
De menos envergadura, pero también posible y digna de consideración, puede entenderse la influencia francesa de los asentamientos monacales cluniacenses y cistercienses en Villafranca y Carracedo y la inglesa del Hospital de los Ingleses en el Valcarce, junto a Herrerías. Los peregrinos del Camino de Santiago dejarían, en fin, una siembra de costumbres extrañas, secular y nada desdeñable, por alberguerías y hospitales.
Queda así descrita la enredada administración de esta comarca sin par, con intrusiones gallegas hasta su médula, ramificaciones asturianas substanciales, establecimientos castellano-leoneses casi permanentes y salpicada aquí y allí de pequeños propietarios de las más diversas procedencias, quienes, casi independientes de la autoridad real —a la cual ocasionalmente se enfrentaron—, gobernaban a su antojo y desde fuera, donde habitual-mente vivían, sus encontrados intereses berdanos, poniéndolos en manos de te-nentes y administradores que impondrían por la fuerza o decantarían inconscientemente sus costumbres propias de origen. Era, pues, un Bierzo que se configuraba y
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desfiguraba. Una propiedad de todos y de nadie. Una parcela igual y diferente.
En lo DIALECTAL, la integración paulatina de los ingredientes fonéticos de las hablas periféricas es indudable en la elaboración de este hablar berciano heterogéneo. Desde la línea Candín-Espinare-da-Cacabelos-Cornatel (la divisoria del Cúa, más o menos, que dice Pidal) hacia poniente, se patentiza un galleguismo coloquial pluralizado en lo sintáctico, morfológico, terminológico y de entonación, que aún perdura hoy. Su entronque histórico se evidencia en la predominante toponimia gallega de lugares que inundan el área. Así hallamos: a poniente, diminutivos despectivos en -elo, -ela (Sotelo, Pe-noselo, Trabadelo, Arnadelo, Fresnedelo, Cacabelos, Paradela, Vilela, Cancela, Quíntela, Pórtela, Bargelas...), o en -iño, -msi (Villariño, Valiña, Paradina..,), frente a los castellano-leoneses de naciente en -illo, -illa (Espanillo, t i l lo , Castrillo, Fe-rradillo, Rodanillo, Lombillo, Cubillos, Torenillo, Pradilla, Losadilla...}, o frente a los septentrionales asturianos en -ino, -ina (Anllarinos, Villariño, Cubillinos, Posadina...); oes tónicas no diptongadas (Horta...), frente a las formas castellanas en ue (Ozuela, Paluezas, Valdueza...}; presencia de f no evolucionada (la Faba, Fontoria...); diptongación de e tónica en -eiro, -eirá (Mosteiro, Argenteiro, Tejei-ra, Sorbeira, Castañeira, Cantajeira...) y de o en -oiro (Landoiro...); y la presencia de otros topónimos de variopinta clasificación: Ruy de ferros, Lamagrande (fren-
Si
te a Llama), Balboa (frente a Arborbuena y Villabuena, ambas en la misma línea divisoria dialectal), Chan de Villar (frente a Chana), Balouta, etc., etc. Si descendiéramos a topónimos de rango menor, la lista de parajes se haría interminable. Estas consideraciones y este muestrario de voces, que en parte he tocado ya en mi libro El habla de Toreno, los sugiero para una exhaustiva tesis doctoral.
El deje y la musicalidad del gallego se abrían resquicios hasta la misma Ponfe-rrada, matizando graciosamente la jerga de las pimenteros de la Calle Real, que, como y con los pimientos sabrosos de su Huerta del Sacramento, ha pasado a mejor vida. Aún puede ser que para un magnetófono oportuno, rápido e inquisitivo, quede algún valioso ejemplo de excepción entre los ancianos, que convenga recoger.
Batido así entre fuegos dialectales de vanguardias próximas, fue el Bierzo parapeto contra ellos y contra sus preponderancias, las cuales, estrelladas en él primeramente y fundidas después, cuajarían con los años en un nuevo producto hablado, el berciano, que nunca fue uniforme, sino zonal. Consideremos, además, cómo voluntario anfitrión de buenos vecinos y obligada senda de transhumancia de arrieros, peregrinos y caminantes, fue nuestra tierra receptora natural de su palabra. No es extraño, pues, que paulatina e inesperadamente fueran estrenando dialecto plural nuestros paisanos. Las razones socio-económicas que daremos al escribir más adelante sobre la etnia nos
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ZONAS DE AFLUENCIA Y VIAS DE f N E T R A C I O N D E CULTUfiS CÍRCUNVENAS
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5 Zonas de influencia
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explicarán cómo se fue absorbiendo poco a poco esta población autóctona berciano-parlante por la masa recién llegada, diluyendo primero y casi borrando más tarde su típico bercianismo coloquial, ese mestizo hablar que anticipaba Galicia a los castellanos y Castilla a los gallegos, heraldo para el forastero del acertado refrán «Galicia es la huerta y el Bierzo la puerta». (Algo de esto había entrevisto ya, gráfica y jocosamente, Alonso Castillo Solórzano, en el siglo XVII , en su Niña de los embustes, al llamar al Bierzo «bizco», porque con un ojo miraba a Castilla y con otro a Galicia.)
Típica Calle Real, núcleo donde perduró el habla ponferradina hasta bien entrado el siglo XX. Al fondo, la desaparecida iglesia de San Pedro.
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Sí alguien se viera atraído hacia ese necesario estudio, todavía esperando pluma, de las zonas dialectales tercianas, puede consultar la siguiente bibliografía de dialectos propios y colindantes: para el berciano: V. García Rey (Vocabulario del Bierzo, Madrid, 1934), A. Fernández Morales fEnsayos poéticos bercianos, Toledo, 1876), y Luis Fastrana y David G. López (Dialecto berciano, «Aquiana», núms. 175-226, Fonferrada, julio 1975-julio 1976); para el anearés: Dámaso Alonso y V. García Yebra (E\ gallego-leonés de Aneares, Cuad. Est. GalL, Santiago, 1961) y José Ramón Fdez. González (El habla de Aneares, Oviedo, 1972, y Etnografía del valle de Aneares, Vigo, 1978); para el lacianiego: Guzmán Alva-rez (El habla de Babia y Laciana, Madrid, 1949) y Melchor Rguez. Cosmén (El Patchuezu, habla medieval del occidente astur-leonés, León, 1982); para el toreniense: Francisco González González (El habla de Toreno, Zaragoza, 1983); para el cabreirés: María M . Casado Lobato (El habla de la Cabrera Alta, Madrid, 1948) y J. Aragón (Entre brumas: vocabulario de la Cabrera Baja, Astorga, 1921); para el maragato: S. Alonso Garrote (El dialecto... de Maragatería y tierra de Astorga, Astorga, 1909 y Madrid, 1947); para el bable: R. Menéndez Fidal (El habla de Lena, 1897), E. Fdez. Loch (Diccionario castellano-bable, Oviedo, 1975), B. Acevedo y M . Fernández (Vocabulario del bable occidental, Madrid, 1932) y Josefina Martínez Alva-rez (Bable y castellano; vocabulario, Oviedo, 1967); para el leonés: R. Menéndez Fidal (El dialecto leonés, Oviedo, 1962), C. A, Bardón (Cuentos en dialecto leonés, Oviedo, 1920 y Astorga, 1955) y
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M . Fernández Núñez f Folklore leonés: canciones y romances..., Madrid, 1931); y, por fin, para el castellano: J. Cejador (^Vocabulario medieval castellano, Nueva York, 1968), por citar sólo un importante ejemplo.
En lo ECLESIASTICO, también el Bierzo es conflictivo: hay presencia de diócesis foráneas en Valcarce y Balboa, enclavadas en el arcedianato de Triacas-tela, que luchan por su posesión desde el siglo X I hasta casi nuestros días: se trata de las de Lugo y León, que contienden jurídicamente, con intervención de papas, obispos y reyes. Trabadelo y Cacabelos, como hemos visto, son enclaves bercianos de la silla compostelana. Por el norte, la diócesis de Oviedo mantiene jurisdicción en Laciana y desciende hasta Palacios del Sil e, incluso, circunstancialmente, más abajo, hasta Santa Cruz. Y, generalizándose sobre el resto, la diócesis de As-torga.
Como se ve, las fronteras administrativas civil y religiosa se solapan no pocas veces, confundiendo el perfil definidor de sus límites y dando lugar a frecuentes pleitos. Y, naturalmente, mixtificando también sus influencias y generando una compleja amalgama cívico-pastoral, no siempre paralela y frecuentemente disputada. Será bueno recordar los señoríos eclesiásticos que atrás dejamos, que en cierto modo podrían haberse estudiado aquí.
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DIVISION ECLESIASTICA DEL BIERZO EN 1799 ^C/pPESTAZGOS DE LA DIOCESIS DE ASTORGA
M A R C E L O M A G I A S © n "€¿ oUsfiacto ate. jLite»igcL a.
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División eclesiástica de 1799
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ID. A R O P R E S T A Z S O , 1799
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ab. abadía an. anexo arz. arzobispado conv,convento cur- curato írion. monasterio ob. obispado
monasterio P e r t e n e c i e n t e a. o t r a .
En lo FOLKLORICO y COSTUMBRISTA, la proliferación de elementos fronterizos se hace también notar: leyendas de la Santa Compaña, cuentos de brujas, fantasmas y aparecidos, historias de lobos, filandones invernales al amor de la lumbre y a la luz de los gabuzos, tradiciones crípticas y espeluznantes, romances de pálidas damas, aventuras de feria y navaja, consejas y ensalmos para el amor y el hechizo, una confusa mezcla, en fin, de melancolía, esoterismo y religión, fluc-tuante entre lo mítico y lo verdadero, clavan sus raíces en la más gemina inspiración galaica.
Con aires del norte, nos quedan vestigios de canciones asturianas, leonesas y hasta montañesas. Y si la gaita gallega hizo antaño cotidiana presencia remontando el Sil hasta las fiestas pueblerinas bercianas, el ancestral e inseparable dúo de la flauta y el tamboril irrumpió desde la Meseta. Dulzainas y jotas, rondas y alboradas, bienparaos y pasodobles, de desigual procedencia y ritmo, concurrieron y se tificaron en nuestras romerías lugareñas.
Sin etiqueta de origen, pero sin duda plural y heterogénea, prendió sobre el Camino de Santiago una sementera de costumbres peregrinas. Y en lo arquitectónico, el hórreo asturiano penetra tímidamente en Fornela y Aneares, y hasta en Palacios del Sil, donde el 8 de febrero de 1503 tienen que intervenir los Reyes Católicos llamando a su corte a varios vecinos del lugar, quienes, por fuerga e armados de diversas armas, habían robado al
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DIVISION ÍLESÍASTICA DEL BfECZO EN 1960 A R C l ^ ^ A Z S O S DE L A D I O C E S I S D F A S T O R S A
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7 División eclesiástica de 1960
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monasterio de Espinareda el pan que le pertenecía por los diezmos de la iglesia de Santa Leocadia, depositado en ciertos horros (sic) e paneras en el dicho lugar.
También lo GASTRONOMICO se enriquece con la importación tripartita vecina de que venimos hablando. Las puertas del Cebrero y del Sil se abren a los cachelos, al caldo, al lacón y al pulpo; Leitariegos y Somiedo nos dejan descender la cecina —que no suele pasar mucho más abajo de Laciana—, la morcilla y, sin gran afincamiento pero con esporádica aparición, la fabada flatulenta y apetitosa; el oriente castellano-leonés, por Foncebadón y Manzanal, nos da vía libre.
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como en regalo de Reyes, a las sopas, al cocido, a los callos, a las legumbres, a la tortilla...
No digamos de todas esas suculencias y viandas, variadas hasta la saciedad, algunas de procedencia enigmática que se pierde en los tiempos: rubicundas sopas de ajo semisecas, con unto y putaparió, en panzuda cazuela por recipiente; truchas y anguilas de piel escurridiza y carnes finas y rosadas; pimiento goloso y de buen paladar, simbólicamente berciano, omnipresente y a veces diabólico en la sosa cáus-
Cociendo pulpo en la feria de Cácatelos.
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tica de sus venas; la empanada sin par, preñada de cerdo o pollo, de conejo o pescado, de acelgas y patatas, pitanza conocida ya en tiempos visigóticos, provocadora de deleites y suspiros olorosos, dispuesta siempre al parto prematuro en la cesárea sin dolor del bisturí del diente; y, por fin, la sublime tetralogía de los embutidos de cerdo, canonizada por la mesa campesina en fiestas y banquetes, no apta para estómagos pusilánimes, amiga del erupto y el bicarbonato: chorizo, morcilla, androlla y botillo, con golosa fonética palatal, pues que en el paladar se articula y se saborea.
Y como cierre, postres deleitosos: roscón orondo, fisuelos rugientes, arroz con leche acanelado... Y frutos sin igual de sazonados huertos y pomares: manzana repinalda, ciruela claudia, pero caruja, guinda garrafal, cereza roedora... Todas con adjetivo. Cuando no, por el invierno largo, un magosto de castañas en el ambiente ancestral de la vieja cocinona de morillo y pregancias, pretexto más que justificado para otros manjares y para la bota. Porque todo, todo —salvo los postres— ha de ir ahogado, que no salpicado, ¡y bien hasta el pinganillo!, en un mar de vinos transparentes y rubios de Argan-za, de los Barrios, de Villafranca, de Cacabelos... Seguramente el juglar pro-venzal Savarcó de Mauleón llevaría de ellos en el siglo X I I I el mismo grato recuerdo que llevó del «yantar de predicadores» saboreado en el monasterio de Carracedo, a base de sopa de perdices y guisos, cuyo aroma reconfortante, al decir de él, tentaba a vivos y resucitaba a muertos.
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De más difícil estudio es la ETNIA terciana, si es que propiamente la hay. Damos por cierto que los cuatro largos siglos de permanencia romana, sin duda densa en el Bierzo por las necesidades mineras de explotación, vigilancia y administración en las Médulas y Bergidum, dejarían su buena semilla mediterránea. Más tarde elementos suevos, aproximando el Bierzo a Galicia y distanciándolo de León, fueron la aportación subsiguiente hasta el siglo V. (Recuerdo haber leído
Castro céltico-romano de Bergidum, génesis del Bierzo.
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hace tiempo, en el artículo de un científico ruso, la particular apreciación de rasgos y medidas antropométricas germánicas en la gente de Aneares, aunque esto pudiera tener su raíz en la prolongada permanencia de los pueblos celtas durante los seis primeros siglos anteriores a Cristo. Otro denominador, éste del celtismo, que nos integra racialmente en Galicia y nos aleja de la meseta leonesa.)
Los mozárabes, luego, con su carga meridional de tipos y caracteres, trajeron hasta el Bierzo occidental sus fronteras —separación de Galicia y aproximación a León—, depositando su semilla racial en asentamientos propios (Almagarinos, Almázcara, Benuza), al tiempo que lo hacían con el arte en Peñalba y Santo Tomás de las Ollas. Vemos, pues, hasta aquí una continua pendulación este-oeste que implica nuestro territorio en las influencias raciales que también recibían Galicia y León.
Y, últimamente —y esto cuenta más de lo que parece—, desde el comienzo de la minería del carbón en la década de 1910, hay una constante afluencia de gentes forasteras de la más diversa índole —asturianos, gallegos, andaluces, portugueses...— que se afincan en las cuencas mineras de Villaseca, Caboalles, Tore-no, Matarrosa, Fabero y Torre. Otros —aparte la inmigración de los propios bercianos campesinos— lo hacen hacia Ponferrada, atraídos por su floreciente industria, eléctrica sobre todo, haciendo de esta ciudad una de las de más alto índice de crecimiento en España, al saltar
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de los 12.000 habitantes de 1940 a los 55.000 de hoy. Como en el caso del habla, también aquí, aunque mucho más lentamente, la fisonomía del hombre ber-ciano nato se va difuminando y haciendo menos representativa, para matizar un tipo nuevo y cosmopolita.
El Bierzo dependió en lo POLITICO de los reyes de Asturias desde el siglo VIII, de los de León desde el X, de los de Castilla desde el X I I I , hasta integrarse definitivamente en la España centralista del XV. Pero, sin embargo y curiosamente, siempre estuvo vinculado al reino —que así se llamaba—, sin rey, de Galicia, y fueron los adelantados mayores de Galicia y no los de León quienes primeramente lo administraron.
Nuestra tierra, que había tenido condes propios y tenentes después por delegación real o señorial, asume protagonismo propio categorizándose y definiéndose como un ente administrativo de mayor jerarquía, cuasi independiente y emancipado, bajo los Reyes Católicos, denominándose generalmente «provincia del Bierzo» en la abundante correspondencia real de la época, de la que conozco, al menos, dieciocho documentos, sólo entre los años 1486 y 1499.
Siguen las menciones de este acuñado término de provincia en siglos sucesivos, hasta que en el XIX recibe el efímero refrendo oficial que conocemos, cuando por
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decreto de 27 de enero de 1822 se crea la «provincia de Villa/ranea», que constituyó su Diputación Provincial el 14 de junio de mismo año. Fue muy fugaz esta representación provincial terciana, pues desaparecía al año siguiente de 1823. Ante tal fracaso —parece que por discrepancias de capitalidad entre Ponferrada y Villafranca—, cuatro años más tarde duda Miñano, al hablar del Bierzo en su diccionario, entre llamarle «provincia pequeña o más bien partido de. España».
Junto a esta denominación de «provincia del Bierzo» se simultanearon las de «tierra del Bierzo» (documentos de 1485, 1490, 1496, etc.), «valle del Bierzo» (1503) y «provincia de Ponferrada» (1493).
Como curiosa anécdota histórica de inclinaciones galleguistas, apuntaré que en 1513 los vecinos de Ponferrada pidieron a la reina doña Juana desvincularse del rito de bodas castellanas y que les permitiera hacer las bodas syn rogas, conforme a una provisión que se dyo para el reyno de Galizia.
En lo ECONOMICO, por fin, no podemos hablar de una diferenciación berciana histórica, aunque sí actual, con respecto a otras regiones próximas. La base agrícolo-ganadera en que se apoyaban las economías medievales fue una más en nuestro entorno. Habría que llegar al filo de la Primera Guerra Mundial
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AGS : RGS, 1486-XI1. fol. 39 Cana de ¡os Reyes Católicos, dada en Salamanca el 2-12-1486, donde escriben sobre ¡a yglesia de Santo Tomás de las Ollas, ques en el obyspado de Astorga, en la provincia de! Bierso.,.
para conocer el despegue de nuestra minería del carbón con la Minero Siderúrgica de Ponferrada y otras empresas y, más tarde, a la década de los años cuarenta para impulsar la gran industria hidro y termoeléctrica, y a la de los cincuenta para disfrutar del efímero auge de la minería del hierro en los cotos Wagner y Vivaldi, nombres geniales que sonaron en la explotación menos que en su música.
Cuando hacia 1961 visitaba el Bierzo el suizo Stauffenberg, uno de los secretarios del magnate alemán del acero Thys-sen, con el fin de estudiar la rentabilidad de una instalación siderúrgica en el Bierzo, tuve el gusto de acompañarle como intérprete y de oír de sus labios una desmedida alabanza sobre las posibilidades industriales de nuestra región, al encontrar en ella —decía— la única parte de Europa que en el reducido círculo de 40 kilómetros de diámetro contenía todas las materias primas y recursos necesarios para impulsar una pujante industria moderna: hierro, carbón, caliza, arcilla, agua y electricidad. Las circunstancias político-económicas de aquel momento dieron al traste con el acariciado proyecto.
El potencial económico berciano de cara a la industria es sin duda importante y prometedor. Bien está por ello que se haga balance:
Recursos energéticos de carbón de hulla y antracita (la producción de ésta rebasó en 1964 el 60% de la nacional)
Murías de Paredes
Pu«pto del Cabrero
48 8 Provincia de Villafronca, 1822
Puerto-. . • V5 „ , . c- de Cerredo -W- \
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Ponfeprdd oencia M o l í n a s Poíbueno
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P u e n t e '•. Ciqarrosa S i g ü e u a
C o r p o r a l e s
\ ' V í í l a r i n o & t a . E u l a . l i ¿ SIGWS CONVENCIONALES :
+ LIMITÉ- ACTUAL DE PROVIH/CÍAS + - - * — + LIMITE ACTUAL DEL BÍFRZO
UMÍTE- D£ Í.A PROI/IWOA D£ VILLAFRANCA ^¿2
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f **, L*.QO de la. B s ñ a <*• Cabrera
1 ^ o ^ 4 ^ - ^ 1 -
PROVIHGA DE VILLAFRANCA DEL BIERZO
DIVISION TERRITOPIAL DE 1.322 (Según P MADOZ, Dicc.Geogr., "LEOH'', pág.136 y "VIFRZO"]
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en Laciana, Tormaleo, Fabero, Toreno y Torre; yacimientos de hierro en los cotos Wagner y Vivaldi, de San Miguel de las Dueñas; ricos filones de un complejo de blenda y galena en las estribaciones del Cebrero, reaflorados en las laderas del Sil, sobre Requejo y aledaños; caliza en Villavieja y otros muchos lugares; pizarra en San Pedro de Trones, Oencia, San Pedro de Olleros y otros puntos, de una calidad tal que conoce la exportación; granito en Ponferrada.
Salida de la primera locomotora de Minero Siderúrgica de Ponferrada, en 1919.
En lo que respecta al agua, inmargi-nable tanto en la industria como en la agricultura, hay abundantes reservas en los embalses del Sil, con posibilidad de extenderlas a otros afluentes. Para colmo de bienes, su capacidad acumulada directamente o en trasvase, de unos 458 millones de metros cúbicos, totaliza en las centrales hidroeléctricas de pie de presa o en desvío una potencia instalada de 350.000 KW. La distribución de embalses (con sus respectivas capacidades en millones de metros cúbicos entre paréntesis) y de centrales se distribuye así:
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EMBALSES CENTRALES KWh Las Rozas (28) + Matalavilla (57) Desvío Sil + captación Valdepmdo Desvío Sil en Peñadrada Barcena (341,5) Monte A renas (1,7) + Azufre (4) + Campañana (13,8) Peñarrubia (12,5)
Ondinas 80.800
Peñadrada . . . Santa Marina Barcena
Cornatel Quereño
37.600 19.200 57.600
121.600 34.000
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En lo que a producción termoeléctrica se refiere, hay que mencionar la colosal central de Endesa en Cubillos, con 962 M W instalados (4 grupos de 141, 141, 330 y 350 MW, respectivamente), la cual, tras la inauguración de un quinto grupo de 350 M W en el próximo año, se convertirá, con sus 1.312 MW, en la segunda de España. En 1982 la producción fue de 6.757 GWh, con un consumo de 3.147.000 toneladas de carbón, unos ingresos de 37.294.000.000 de pesetas y una plantilla de 1.277 empleados. Por su parte, las centrales hidroeléctricas antes mencionadas, también de Endesa, generaron en el mismo año 773 GWh. Queda por mencionar en este capítulo la bien nutrida red de líneas eléctricas de alta tensión confluyentes en el parque del Monte Arenas, enlazada con la Mudar ra.
Estos elementos básicos estructurales para una gran industria no se han visto todavía aprovechados de una manera importante. Fracasaron varios intentos de siderurgia y peletización. Pero constituyen una energía real para una industria en potencia, que algún día llegará. Por el momento, sólo una fábrica de acero inoxidable en Ponferrada, otra de cemento en Toral de los Vados, cerámicas ladrilleras en Cubillos, Ponferrada y Bembibre y algunos talleres metalúrgicos diseminados se están sirviendo de ellos. Sin embargo, quiérase o no, la materia prima está aquí, y tarde o temprano conocerá su desarrollo.
Queda la mención de un suelo rico para una agricultura compensadora, con
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dos canales capaces de regar 16.000 Hectáreas y de convertir en un vergel único este Bierzo un poco irredento, que ya conoce la elaboración de productos hortícolas en Carracedelo y frutícolas en Vi-llafranca. Porque el fruto, justo es decirlo, si no abundante para una comercialización extensiva, es de primera calidad e incluso se exporta. Vayan, por vía de ejemplo —amén de la uva, industrializada ya en varias cooperativas vinícolas—, la castaña, la nuez, la manzana, la pera y la cereza. Hasta el tabaco hizo una oportuna y reciente aparición en las llanuras bercianas con sumo éxito. También la repoblación forestal, simple promesa hoy pero indudable riqueza futura, cubrió de pinos Silvestre, Laricio y Pinaster casi 17.000 Hectáreas entre 1944 y 1969.
Y, por fin, la ganadería nos da cifras redondas de esta índole en la estadística de 1968: 22.000 vacas, 51.000 ovejas, 15.000 cabras (que descendieron desde las 34.000 de 1950, debido a la forestación}, 23.000 cerdos (materia prima para algunas florecientes industrias chacineras) y 63.000 gallinas (en 1950). Amén, todo, de una apicultura que contabilizaba entonces casi 2.000 colmenas, entre fijistas v movilistas.
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Ponferrada crece. La última encina. 1954.
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3 CONCLUSION
m r ^ J E venido hablando del Bierzo M J como de una gestación, lenta pero constante, de tres culturas vecinas. Una vez, intentando la estrofa, le canté así:
Posada de puerta abierta y hogar de perennes fuegos, tiendes tres manos amigas a la rosa de los vientos.
Tres venas para un latido —corazón de piedra y viento— milagro de los milagros, pasas y te quedas dentro.
Sentir de tres añoranzas, entre la meiga y el rezo, hablas por tres lenguas vírgenes bable, leonés y gallego.
Por tres regueros calientes entra la sangre en el Bierzo.
Y mantengo el canto. Por todo lo cual, esta breve pero compleja y acaso exhaustiva revisión analítica, nos aboca sin remedio a un Bierzo único y diferente. Diferente de su entorno, aunque consecuente de él y con él. Plurales influencias concomitantes han elaborado a través de centurias un hombre y una tierra con peculiares configuración y representativi-dad, no siempre reconocidas. El Bierzo, así, ya no es Galicia, ni León, ni Asturias. Y menos, por supuesto, Castilla. Es, sen-
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cillamente, el Bierzo. Sólo identificado consigo mismo. Asilo hemos visto crecer, elaborado por todos.
Por eso, a la hora de reivindicaciones históricas como aval para una emancipación administrativa, el problema berciano es de difícil solución lógica. Toda anexión falla por incompleta. La única coherente con su intrínseca forma de ser y de hacer, con su esencia de origen, sería su propia autonomía e independencia. Que esto sea posible y hasta conveniente, es ya harina de otro costal.
Los ríos, y más aún en zonas montañosas como la nuestra, son siempre vías de acceso y comunicación. Y cauces de intercambio. Y eslabón de abrazo. Lacia-
Núcleo fundacional de Ponferrada, a finales del siglo XI.
v
na, el Bierzo y Valdeorras —con los respectivos asentimientos previos de sus gentes, por supuesto— podrían fundirse en una sola provincia del Sil —¡nunca mejor nombre que el de este auténtico cordón umbilical que atraviesa y nutre las tres tierras!—, con capitalidad indiscutible, por jerarquía y situación geográfica, en Ponferrada.
Porque, de no ser esto, en el plano de las legítimas soluciones lógicas, ¿qué otra alternativa se nos ofrece, cuando vemos que ni con Galicia, ni con León, ni con Asturias, y menos con la distante Castilla, se identifica plenamente? El problema es sin duda difícil.
Está claro, por otra parte, que en un mundo como el actual, de inclinación universalista —Naciones Unidas, Mercado Común, Consejo de Europa, etc.—, todo empeño de disgregación resulta nefasto y extemporáneo. Las capillitas dividen y las catedrales aman, que decía un sacerdote, amigo mío. Me duele, como le dolía a Carnicer en un artículo de «Aquiana», que la España que tanto ha costado soldar empiece a fragmentarse. Y más aún que, ya irremediablemente fragmentada, se vayan jerarquizando sus territorios. Este como triste desguace de una nación configurada hace siglos es una involución sin precedente en la Historia y una peligrosa brecha hacia movimientos de radi-calización regionalista y nacionalista que puede costar muy caro a España. ¡Amén del excesivo peso económico que tendrá que soportar sobre sus hombros y sus hombres! Aquí queda dicho y escrito, y el
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tiempo lo sancionará. Pero éste es ya un asunto más hondo y espinoso que no entra en mis propósitos abordar, pues corresponde a los políticos y economistas.
Volviendo al Bierzo, que es lo nuestro, a este Bierzo cuya personalidad venimos documentando, no se me escapa que el intentar convertirlo en una provincia más, en esa teórica provincia del Sil atrás anticipada, levantaría tremendas olas en un mar de opositores: en León, porque vería privadas sus arcas de un substancioso contribuyente y porque rompería una larga tradición de dependencia; en Madrid, por su postura de principio de erradicar mutilaciones territoriales. Y así en otros. Y, aún en ese supuesto improbabilísimo de independencia bercianista conseguida, ¿no se acarrearían más inconvenientes que ventajas?: más funcionarios, más impuestos... Es discutible su rentabilidad. Si algo ganara el Bierzo, lo perdería España. Y no hablo ya, naturalmente, de una comunidad minoritaria autónoma, como Cantabria o Rioja, con parlamentos propios y soberanos en sus competencias, porque eso está muy lejos de entrar en mis argumentos y pretensiones, aunque pudiera ser legítimo, por haber bases históricas para pretenderla.
No es hora, por tanto, de evocaciones nostálgicas ni de regionalismos exultantes. Estimo que satisfarían únicamente una mera razón de orgullo. Aunque el corazón diga sí, hay que consultar la cabeza. Y no volverla atrás. La historia nos dice que sólo los pueblos grandes y unidos triunfan: Basta mirar alrededor. Paradó-
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jicamente, suelen ser los pueblos pequeños quienes más estimulan y buscan los protagonismos y las independencias, para empequeñecerse aún más. Condenan así la unión y el común vivir en aras de un propio impulso satisfecho. Parece ilógico ganar alas para perder vida. Otra cosa muy distinta sería el respeto y la defensa de la tradición, santo derecho que nunca debe ser conculcado. Pero para mantener las costumbres y la vigencia y revitaliza-ción de lo autóctono existen ya Institutos de Estudios regionales y Casas Culturales que velan por tal acervo.
Lo que sí es evidente es que León —y ahora también Valladolid— deben dar subdelegaciones de gestión amplia al Bier-zo y una redistribución más generosa y equitativa de sus aportaciones fiscales, además de una mayor independencia político-administrativa, sin injerencias ni cortapisas, que le permita ser más dueño de lo suyo, para que no se repita lo que el Consejo Real, en nombre de la reina doña Juana, tuvo que ordenar desde Segovia al alcalde mayor de León el 18 de junio de 1505: De oy adelante, entretanto que en la villa de Ponferrada oviere corregidor, non vos entremetays a conoscer... de ningunas cabsas cebiles ni criminales tocantes a qualesquier concejos e personas de su jurisdición, e le dexeys libremente conoscer dellas... O lo que el 13 de marzo de 1641 hubo de dictar desde Benavente el conde-duque de dicha villa, don Juan Alfonso Pimentel, para frenar el alistamiento de gente y la recaudación de arbitrios que para la guerra de Portugal hacía en el Bierzo Gabriel Flórez de Quiñones, regidor de León: Hordeno y mando a la
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justicia y regimiento de la villa de Ponfe-rrada y a las demás de la provincia del Biergo no consientan que se saque de-11a... soldado ninguno ni contribuya con maravedís ningunos. Advertencias que volvieron a dictarse en el siglo X V I I al corregidor leonés por el monarca, obligándole a subdelegar despachos a esta villa ponferradina y a detallar en ella misma los repartimientos y contribuciones, y a dejarla libre en los asuntos de soldados del partido, etc.
Como se ve, el espinoso asunto de la interdependencia León-Ponferrada viene de muy lejos. Sobre todo, en lo económico. Un abultado expediente nos habla de ello. Y es justo, en evangélica frase, dar al césar lo que es del césar. ¡Sólo haría falta que esta ansiada, hipotética y amplia subdelegación de poderes contara a priori con la aquiescencia leonesa plena y con una ejecución de facto de las capitulaciones suscritas! ¡Que así sea!
Aunque se está apuntando todo esto cuando se han sentenciado y legalizado ya Ponferrada, capital del Bierzo.
Barrio viejo de San Andrés.
las comunidades autónomas, debemos pensar que en la tierra nada es perdurable ni definitivo. Se equivoca quien crea lo contrario. Sólo el terco admite que la evolución se forma mirando exclusivamente al futuro, rechazando la historia. Y es porque quien siempre cree tener razón jamás accede a admitir que no la tiene. Pero la historia gira, y es sabia, y vuelve y sugiere revisiones. Un día puede llegar la nuestra. ¿Y, entonces, qué? ¿Bierzo sólo, con Galicia, con León, con Asturias? He aquí el dilema de nuestro ser o no ser.
Por si llegara el momento de tener que elegir, aquí dejo para los políticos de entonces, bien pensadas y creídas, las premisas de este trabajo que considero con valor de tesis: el Bierzo es uno y diferente por su situación trifronteriza y por su historia y carece de una plena identidad circunvecina. Es sólo él, casi equidistante de todos, con marcada inclinación galaica en su mitad occidental y una indefinida vinculación pendular asturleonesa en el resto, según las zonas y las circunstancias. El estudio de nuestra realidad histórica lo prueba y en él debemos buscar las pautas de nuestra posible gestión futura. Pero recordemos de nuevo: la cabeza en su sitio y el corazón aparte. Yo, romántico por vocación y pragmático por razonamiento, lo he aprendido hace muchos años.
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