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1 HOMBRE VS. CADÁVER, UN ENSAYO DE ZADIE SMITH, escrito para The New York Review of Books, y que tradujeron en Los Efectos. 1 . Una noche de septiembre, cuando volvía a casa de una cena, apurada por relevar a la niñera, me quité los zapatos de taco y salté descalza -estaba lloviendo- por Crosby Street y así hasta mi casa. Hepatitis, pensé. He-pa-ti- tis. Llegué a mi edificio deshecha, parecía la muerte. El portero -que había apreciado mi vestido cuando salí- se sonrojó, bajó los ojos y miró a su celular. En el vestíbulo, sobre una mesa ratona, había un libro de tapa dura desamparado. Obras maestras del mundo: Pintura italiana. Publicado en 1939, no llegaba a las treinta páginas, con guardas de papel marmolado barato y una dedicatoria afectuosa en alemán: Meinem lieben Schüler (“A mi preciado alumno”) … Alguien había regalado este libro a alguien más en Monte Carmelo (¿las montañas de Medio Oriente? ¿La escuela en el Bronx?) el 2 de marzo de 1946. La letra sugería vejez. Quien hubiera dedicado ese libro, ya estaba muerto; quien lo recibiera, ya no lo quería. Llevé ese libro desafectado al piso 15, con la esperanza de aprender algo sobre las obras maestras italianas. A decir verdad, me habría gustado mucho más estar con mi iPhone, recorriendo mis e-mails. Eso es lo que había hecho casi todas las noches desde que compré el teléfono, seis meses atrás. Pero ahora estaba este libro, que me apuntaba como una acusación. ¿E -mail u obras maestras italianas? Mientras trataba de enfocar la página del libro a través de la niebla del vodka, una majestuosa sucesión histórica se deslizó delante mío: Cimabue, Giotto, Fra Angelico, Fra Filippo, Rafael, Miguel Ángel. Fechas de nacimiento y muerte, imágenes mal impresas, datos aburridos e irrefutables. (“El siglo XV trajo muchos cambios a Italia, y estos cambios se reflejaron en el trabajo de sus artistas.”) Cada hombre más “preciso” con su pincel que el anterior, más inclinado a dejar entrar la “realidad” (campesinos feos , paisajes simples). Madonnas develaban sus pezones a bebés hambrientos y Venecia era examinada desde todos los ángulos posibles. Jesús besaba a Judas. La primavera era alegorizada. La conclusión: “Se habían dado muchos cambios desde el primitivo Cimabue. El renacimiento había abierto el camino al realismo y, por fin, a la verdad como la encontramos en la naturaleza.” Para cualquier lector de 2013, las obras de 1939 pueden parecer inocentes. Aunque cuán engreídos, cuán “sabios” podemos creernos sin saber nada en absoluto. Ya había recorrido colecciones como esta antes, y todavía no me acerco a recordar quién vino primero, Fra Angelico o Fra Filippo. Mi mente no acepta esas sucesiones majestuosas con facilidad. Pero los amarillos dorados y los azules de cáscara de huevo, los pliegues sedosos de rojo y verde, los campanarios y las hileras de ciprés, los penes y las vaginas de infantes (que, por primera vez en mi relación con las obras maestras

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    HOMBRE VS. CADVER, UN ENSAYO DE ZADIE SMITH, escrito para The New York Review of Books, y que tradujeron en Los Efectos. 1 . Una noche de septiembre, cuando volva a casa de una cena, apurada por relevar a la niera, me quit los zapatos de taco y salt descalza -estaba lloviendo- por Crosby Street y as hasta mi casa. Hepatitis, pens. He-pa-ti-tis. Llegu a mi edificio deshecha, pareca la muerte. El portero -que haba apreciado mi vestido cuando sal- se sonroj, baj los ojos y mir a su celular. En el vestbulo, sobre una mesa ratona, haba un libro de tapa dura desamparado. Obras maestras del mundo: Pintura italiana. Publicado en 1939, no llegaba a las treinta pginas, con guardas de papel marmolado barato y una dedicatoria afectuosa en alemn: Meinem lieben Schler (A mi preciado alumno) Alguien haba regalado este libro a alguien ms en Monte Carmelo (las montaas de Medio Oriente? La escuela en el Bronx?) el 2 de marzo de 1946. La letra sugera vejez. Quien hubiera dedicado ese libro, ya estaba muerto; quien lo recibiera, ya no lo quera. Llev ese libro desafectado al piso 15, con la esperanza de aprender algo sobre las obras maestras italianas. A decir verdad, me habra gustado mucho ms estar con mi iPhone, recorriendo mis e-mails. Eso es lo que haba hecho casi todas las noches desde que compr el telfono, seis meses atrs. Pero ahora estaba este libro, que me apuntaba como una acusacin. E -mail u obras maestras italianas? Mientras trataba de enfocar la pgina del libro a travs de la niebla del vodka, una majestuosa sucesin histrica se desliz delante mo: Cimabue, Giotto, Fra Angelico, Fra Filippo, Rafael, Miguel ngel. Fechas de nacimiento y muerte, imgenes mal impresas, datos aburridos e irrefutables. (El siglo XV trajo muchos cambios a Italia, y estos cambios se reflejaron en el trabajo de sus artistas.) Cada hombre ms preciso con su pincel que el anterior, ms inclinado a dejar entrar la realidad (campesinos feos , paisajes simples). Madonnas develaban sus pezones a bebs hambrientos y Venecia era examinada desde todos los ngulos posibles. Jess besaba a Judas. La primavera era alegorizada. La conclusin: Se haban dado muchos cambios desde el primitivo Cimabue. El renacimiento haba abierto el camino al realismo y, por fin, a la verdad como la encontramos en la naturaleza. Para cualquier lector de 2013, las obras de 1939 pueden parecer inocentes. Aunque cun engredos, cun sabios podemos creernos sin saber nada en absoluto. Ya haba recorrido colecciones como esta antes, y todava no me acerco a recordar quin vino primero, Fra Angelico o Fra Filippo. Mi mente no acepta esas sucesiones majestuosas con facilidad. Pero los amarillos dorados y los azules de cscara de huevo, los pliegues sedosos de rojo y verde, los campanarios y las hileras de ciprs, los penes y las vaginas de infantes (que, por primera vez en mi relacin con las obras maestras

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    italianas, poda juzgar por su veracidad), las miradas entre la Madonna y su hijo ese es el tipo de cosa que mi mente acepta. Y estaba recorriendo estos detalles cuando me detuve -me captur- un dibujo en carbonilla. Toda la majestuosa sucesin histrica se detuvo. Slo exista esto: Hombre cargando cadver sobre sus hombros por Luca Signorelli (circa 1450-1523).

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    El hombre est desnudo, con una mano sobre su cadera izquierda, una espalda ideal con cada msculo delineado. Sus nalgas son vigorosas, monumentales, como las del David de Miguel ngel. (Sin dudas deudo del trabajo de Luca Signorelli.) Camina con esfuerzo, con su pie izquierdo por delante, sobre sus hombros cuelga un cadver hombre o mujer, no podra decirlo. Para asegurarlo, el Hombre enganch uno de sus brazos ondulados a una de las fibrosas piernas del cadver. Lo lleva a algn lado, alejado del espectador; estn casi por salir del cuadro. Mientras contemplaba este dibujo, intent un ejercicio mental y fall. Entonces tom una lapicera y escrib, en los mrgenes de la pgina, casi todo lo que leste hasta ahora. Era un ejercicio simple ms bien un desafo, en realidad. Intent identificarme con el cadver. Imaginate ser un cadver. No la experiencia de ser un cadver est claro que ser un cadver es el fin de toda experiencia. Quiero decir: imaginate que este dibujo representa la certeza absoluta de que vos, especficamente, de que vos algn da vas a ser un cadver. Quizs sea muy fcil. Sos un racionalista brutal y no guards ilusiones sobre la naturaleza de la existencia. Yo, me explic una vez un amigo, soy una humanista sentimental. No solo me atemoriza la idea de imaginarme como cadver, ni siquiera mis ojos pueden fijarse en el cadver por demasiado tiempo, son reclamados en cambio por el vigor monumental. A la espalda y las nalgas, las pantorrillas, los brazos. A travs del abismo del gnero, color, historia y definicin muscular, yo soy el hombre y el hombre es yo. Qu fcil puedo imaginarme cargando un cadver! Me veo llevarlo encorvada, al costado de una autopista o a travs de un baldo, antes de dejarlo caer, sorprendida de su creciente rigidez y cmo se congela como una L, como si se sentara para prestar atencin. Y es un juego de nios imaginarme al hueso de su cuello quebrarse cuando apoyo -apenas con demasiada fuerza- al cadver en el suelo. Imaginareme esa realidad -en donde todos (salvo yo) se convierten en cadveres- no me presenta dificultades. Como la mayora de los neoyorquinos, todos los das espero encontrarme caminando con nada ms que un carro de supermercado cargado de agua embotellada, una linterna y una persona querida a mi espalda, en la bsqueda de un lugar apropiado para enterrarla. El escenario apocalptico -un futuro cuando todos son cadveres (salvo vos)- debe ser, a esta altura, una de las ficciones ms imaginadas de nuestra poca. Los cadveres animados -zombies- nos siguen a todos lados, a travs de las novelas, de la televisin, del cine. En el mundo real, los ciudadanos comunes se convierten en supervivientes, listos para escalar montaas de cadveres si eso los salvara. De cualquier manera, la muerte es lo que le pasa a los dems. Por contraste, el futuro en el cual yo estoy muerta no es un futuro en absoluto. No tiene realidad. Si la tuviera -si yo creyera que ser un cadver no solamente es un futuro posible, sino el nico futuro garantizado- hara las cosas de otra manera. Tirara mi iPhone, para empezar. Llevara otro tipo de vida.

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    Qu es un cadver? Es lo que apilaron por centenas cuando el Rana Plaza de Bangladesh colaps en abril. Es lo que aterriza en el piso cada vez que un ser humano salta del edificio de Foxconn en el complejo manufacturero de iPhones en China. (Veintiuno han muerto desde 2010). Saltan como ramos de flores cada vez que una bomba detona en mercados iranes o afganos. Un cadver es lo que hacen los americanos a veces, enojados y armados, los unos de los otros por razones extraamente decepcionantes: porque fueron despedidos o porque una chica no les devolvi el afecto, o porque nadie los entiende en la escuela. A veces -horribles- es lo que le pasa a uno 2de los nuestros, y generalmente lo hace el cancer, o un auto, y en ese preciso momento nos comprometemos a rechazar el mismo concepto de cadver, y elegimos celebrar e insistir en la realidad de una persona que alguna vez existi que, aunque nos haya abandonado, nunca es reducida a pura materia. Se argumenta que la distancia entre este cuidado local e esa indiferencia distante es un instinto natural. Natural o no, la indiferencia crece, hasta que alcanza el punto en donde la distincin entre el cadver local y el distante es casi tan grande como la que separa a los vivos de los muertos. Criar hijos te alerta de este principio fundamental. Arriba/abajo. Blanco/negro. Rico/pobre. Vivo/muerto. Cuando un nio anglo-americano mira el mundo, ve divisiones extraas. La ms extraa de todas es la distribucin desigual de cadveres. Vivimos de una tierra donde la gente, generalmente, vive. Pero esa otra gente (con frecuencia marrn y pobre) viene de un lugar donde se da la muerte. Qu desgracia nacer en un lugar as! Por qu lo eligieron? No son pensamientos inusuales para un nio. Lo bizarro es cuntos de nosotros albergamos algo similar en nuestra inocencia ms profunda. El problema es ms persistente para los artistas: Cmo puedo insistir sobre la realidad de la muerte de los dems y de la ma? Esto no es un coqueteo existencialista (aunque tambin pueda serlo). Es parte de lo que el arte viene a imaginar para nosotros y con nosotros. (Soy una humanista sentimental: Creo que el arte est para ayudar, aunque la ayuda sea dolorosa especialmente cuando lo es). En otros lugares, la muerte casi no se imagina o se discute siquiera salvo que algn joven de Silicon Valley se proponga erradicarla. Un mundo donde nadie, desde las autoridades hasta los adolescentes, pueda imaginarse como un cadver abyecto un mundo compuesto por hombres robustos, vigorosos que caminan con valenta hacia afuera del cuadro ser un lugar difcil y demencial donde vivir. Un mundo ilusorio. Histricamente, el pasaje de la representacin a la abstraccin en el arte fue explicado por aquellos artistas dispuestos a expresar sus intenciones como un rechazo de la ilusin. Del mini-manifiesto que Mark Rothko mandara a The New York Times en 1943: Sostenemos las formas chatas porque destruyen la ilusin y revelan la verdad. Pero qu es la verdad?

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    No hay tal cosa como un buen cuadro sobre nada. Afirmamos que el tema es crucial y que el tema solo es vlido si es trgico y atemporal. La muerte, para Rothko, era la verdad -la cosa trgica y atemporal- y es difcil no leer su carrera como un camino inexorable a su encuentro. Su Omen del guila de 1942 (inspirado por Oresteia una contemplacin de tres cadveres: el de Agamenn, el de Casandra y el de Clytemnestra) es la pintura que llev al manifiesto, y es claramente transicional, porque todava representa, dentro de los famosos estratos de Rothko, algunas formas reconocibles: mscaras trgicas griegas, cabezas de pjaros, muchos pies surrealistas. Para cuando la Capilla Rothko estuvo terminada (l se haba matado antes de su inauguracin), los estratos se haban vaciado -no solo de formas, sino tambin de color. Con esos rectngulos negro-sobre-negro, mortferos (l deca que producirlos lo atormentaba), Rothko proyectaba explcitamente a algo que no quers ver. Que es un modo de dar cuenta de su poder emocional: como un memento mori, nos guan a un lugar intolerable pero necesario. Rothko quera afectarnos en lo profundo con esa cosa que no queremos mirar. Pero existe otra solucin a nuestro gusto por la ilusin: la falta de afecto. Hacer que el espectador se sienta como un cadver. Porque cuando las imgenes proliferan entre s, como si corrieran sin intervencin humana, el espectador encontrar que le falta un punto de entrada. Los simulacros aparentan funcionar sin nosotros, al igual que el mundo continuar funcionando sin nosotros cuando nos hayamos ido. Mientras tanto, la idea del artista -y del espectador- como objetos humanos, capaces de sentir con profundidad, de sentirnos atormentados, se oscurece.

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    Andy Warhol: White Burning Car III, 1963; silk-screen ink on synthetic polymer paint on linen, 100 x 78.75 inches. El arte que juega con la idea de la reproduccin mecnica el ejemplo obvio es la obra de Andy Warhol nos ensea algo sobre cmo sera ser una cosa, un objeto. Warhol era a la vez, y no es mera coincidencia, un entusiasta del arte cadavrico, su serie Death in America est regada de cuerpos, y ninguno est presentado con el ms mnimo vestigio de piedad -aunque tampoco sean del todo abstracciones fras. En un nivel, el nivel en el cual generalmente son ms celebrados, los cadveres de Warhol no te hacen sentir nada. Y sin embargo, la toma de consciencia de tu propia vacuidad es exactamente lo que nos resulta traumtico en ellos. Cmo puedo mirar esta cosa terrible sin sentir nada? es la sensacin Warholeana quintaesencial y ha tenido una sobrevida muy larga. Incmodamente entumecidos: esa es la falta de emocin a la que tantos artistas jvenes, en todos los gneros, apuntan. Pensando en Warhol y en los cadveres es extrao (para m) haber conocido a Hal Foster, el crtico. Esa misma noche de septiembre, era de una cena en su departamento de donde regresaba. Hace casi veinte aos escribi sobre el efecto de Warhol en El retorno de lo real: La famosa mxima de la persona Warholiana: Quiero ser una mquina. Ese reclamo suele tomarse como confirmacin de la vacuidad del artista y del arte a la vez, pero puede tratarse menos de un sujeto vaco que de uno shockeado, que toma de lo que lo shockea una defensa mimtica en contra de su shock: Yo tambin soy una mquina, tambin hago (o consumo) imgenes en serie, doy lo mismo que recibo Si no puedes en su contra, sugiere Warhol, neteles. Ah, Foster define algo que llama realismo traumtico, apoyado en la definicin lacaniana del trauma como un desencuentro con lo real. Repetimos el trauma mecnicamente para ocultar y controlar la realidad del trauma, pero en hacerlo producimos, de forma oblicua, algn elemento del trauma. Lo real entra de todas formas en un proceso de repeticin. Uno de los ejemplos -White Burning Car III de Warhol- hace eco del dibujo de Signorelli. Aqu hay un cuerpo -expulsado de un auto en llamas y y colgado de un peldao del poste de luz- y aqu hay un hombre vivo, caminando, que sale del cuadro. Es la apropiacin de una imagen periodstica aparecida en Newsweek. Por el otro lado, como en Signorelli, estoy viendo la cosa abyecta e impensable (yo misma como un cadver) y esto, para mi -y para Andy- es una forma de dominar y controlar el trauma (de esa idea). La serigrafa me vela la verdad. Pero no por completo. Una imagen de Warhol, como propone Foster con brillantez, te llega reiteradas veces, en parte esconde a lo real pero en parte lo repite y reproduce hasta lo intolerable. La repeticin de una imagen una torre inestable, tres reproducciones alineadas al lado de otras

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    dos es la clave. En algn punto de la serie, la secuencia empieza a transformarse. Gracias a Dios que no fui yo empieza a transformarse (quizs en ese ltimo espacio vaco) en Oh, Cristo, ser yo*. Esta doble conciencia ansigena no soy yo/ser yo podra ser parte del precio que pagamos por vivir con y rodeados de mquinas. Cuando entramos en un vehculo, por ejemplo, o un avin, no hemos siempre ya chocado y nos hemos convertido en cadveres? An antes de recibir nuestras galletas de cortesa, nos vemos gritar y rezar y caer del cielo, inmolados. Y si estamos en ese momento warholeano, todo el resto es mentira publicitaria. Esa es otra atraccin constante de Warhol: cuando est implcito que viviremos eternamente (casi cualquier publicidad, show televisivo y revista de abordo o de las otras lo hace) podemos pensar en Andy (que us el lenguaje comercial de esos medios) y saber que, en lo ms profundo de nuestra inocencia, eso no es verdad. Mientras tanto, la reproduccin de la naturaleza en su momento ms bello la tcnica adorada de los maestros italianos el arte ms apropiado para el humaismo sentimental, permite al espectador sentir piedad y empata; le permite llorar por toda la hermosa gente que es o ser cadveres (excluyndome). Lo cual es una respuesta que nunca abandonara del todo, ni por media docena de autos blancos en llamas. Mirar la tierna, informe cara del Ranuccio Farnese de Tiziano el vstago de doce aos de un antiguo clan italiano y ver al nio cuyo destino era convertirse en un cadver! Y a pesar del complejo bordado en el doblete rojo, la espada adulta colgada de sus caderas angostas, el peso de su herencia, sugerido por la capa que su padre insisti que usara Todos los signos de una individualidad indeleble estn ah, pero ninguna fue suficiente para frenar lo inevitable. (Ninguna cantidad de selfies lo lograr tampoco.) zadie_3-12051Equivale mi horror por los cadveres al descubrimiento de que estoy atada al tiempo como individuo? Antes ramos meros sobres corpreos que contenan almas por un tiempo, antes de que esas almas se embarcaran en viajes hacia el infinito. En una cultura que cree en la consciencia eterna, los cadveres siguen siendo desagradables pero no son, en s mismos, trgicos. El truco moderno del retrato -la captura de un momento nico en la vida de un individuo (tanto ms punzante aqu, en el borde de la adultez)- puede ser una ilusin esttica, pero por lo menos nos ayuda a recordar que una vida humana es un evento enorme, en cunto se pierde cuando ocurre la cadaverificacin. Podremos ser cadveres por la eternidad pero una vez estuvimos vivos! Fueron los grandes maestros quienes nos ensearon el poder emocional de la representacin del individuo. (Y quinientos aos despus, todava hay un espacio reservado en los diarios para los cadveres recientes -si fueron uno de los nuestros- con historias tan precisas y elaboradas como el bordado en el doblete del Ranuccio.) Por supuesto, tambin aprendimos de ellos nuestras actitudes hacia el sufrimiento humano. Las famosas palabras de Auden se ajustan al auto en

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    llamas de Warhol tan bien como al Paisaje de la cada de caro de Breughel o la Flagelacin de Cristo de Piero: Cun bien entendieron Su posicin humana; cmo tiene lugar Mientras alguien ms come O abre una ventana o solo camina opacado. Pero lo hacen todos los maestros igual de bien? La mera habilidad tcnica, la ilusin perfeccionada, puede bloquear al espectador de la emocin a la que apunta. Hay muchas obras maestras italianas seductoras. Tambin hay momentos cuando uno debe recordarse que una relacin estable entre el sujeto y el objeto de la pintura (que contemplo como si hablara de una verdad que no me incluye) es, en un anlisis final, una bella ilusin. El trabajo de Signorelli, por contraste, te frena. Tiene el don de implicarte. Crea una relacin triangular e inestable entre vos, el cadver y alguien ms. Al mirarlo, no soy una mujer que mira a un hombre cargar un cadver. Soy el cadver. (An cuando entretenga esta idea por solo unos segundos, y prefiera ser ese alguien ms. Y ser ese cadver un tiempo infinitamente ms largo de lo que podra ser una mujer individual, con sentimientos e ideas y brazos y piernas, que de vez en cuando mira cuadros. No soy yo. Pero ser yo. 2. Ms temprano, en lo de Hal Foster, habamos hablado de Karl Ove Knausgaard, el autor noruego de la novela (memoria?) de seis tomos titulada Mi lucha (dos volmenes se han traducidos al espaol hasta ahora). En todos lados donde fui este ltimo ao, la charla entre la gente libresca ha sido sobre este noruego. El primer volmen, La muerte del padre, registra cada minuto de la existencia perfectamente banal de Karl Ove, su infancia intrascendente, sus problemas con las chicas, sus intentos adolescentes de comprar cerveza para una fiesta de ao nuevo (casi cien pginas son dedicadas a ello), y la muerte de su padre. El segundo, Un hombre enamorado, muestra un matrimonio con tanto detalle como una persona puede tolerar: Qu pasaba en su cabeza? Oh, lo saba. Haba estado sola con Vanja durante el da, desde que sal a la oficina hasta que volv, se sinti sola, y haba anticipado tanto estas dos semanas. Alguos das tranquilos rodeada de su familia, eso es lo que haba esperado. Yo, por mi parte, nunca haba esperado ms que el momento cuando la puerta de la oficina se cerrara detrs mo y estuviera solo para poder escribir.

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    Como un todo, estos trabajos no funcionan por sincdoque o metfora, belleza o drama, o siquiera como un relato. Lo notable es la habilidad de Karl Ove, extraa en estos das, de estar plenamente consciente de su propia experiencia. Cada detalle es registrado sin apariencia de vanidad o decoracin, como si la escritura y la vida ocurrieran en simultneo. No debera haber nada notable al respecto, excepto por el hecho de que te sumerge totalmente en la narracin. Vivs su vida junto a l. Cuando charlamos sobre l durante la cena como groupies que discuten su banda favorita descubr que mientras la mayora celebraba el tiempo pasado bajo la piel de Karl Ove tanto como yo, haba un disidente entre nosotros. Una objecin al principio del aburrimiento, que siento que Knausgaard mismo no negara. Como Warhol, no intenta hacer las cosas ms interesantes. Pero no es el mismo tipo de aburrimiento que Warhol celebraba, no es ese tipo de aburrimiento limpio que, como deca Andy, haca que el sentido se fuera, dejndonos tanto mejores y vacos. El aburrimiento de Knausgaard es barroco. Tiene muchas elaboraciones: el aburrimiento en las fiestas de nios, el de comprar cerveza, el de estar casado, el de escribir, el de ser uno mismo, el de lidiar con la propia familia. Es una catedral del aburrimiento. Y cuando entrs, se ve como el aburrimiento en el que vos mismo vivs. (Que resulta especialmente verdico si, como Karlo Ove, sos un escritor casado. Tales personas son susceptibles al carisma particular de Karl Ove.) Es un libro que reconoce la lucha banal de nuestras vidas cotidianas y sin embargo considera nada menos que una tragedia, llenas como estn no solo de aburrimiento sino tambin de fiordos y cigarrillos y trabajos de Durero, que deban terminar todas en la aniquilacin total. Pero no pasa nada! clamaba nuestro disidente. An as, una vida llena de prcticamente nada, si ests presente y toms consciencia de ella, puede ser una lucha hermosa. En los Estados Unidos, quizs estemos ms acostumbrados al arte que representa ese aburrimiento con una guarnicin de ese (a esta altura) archiconocido nihilismo warholiano. Pienso en la narrativa maximalista, similar pero distinta, de Tao Lin, cuya novela ms reciente, Taipei, est dedicada a la recreacin paso a paso de la existencia cotidiana. Ese libro aun cuando su lectura se torna intolerable haba alcanzado, cuando lo termin, un efecto acumulativo similar al de Knausgaard. Ambos documentan una vida con exhaustividad: no te identifics simplemente con el personaje, te converts en l, en el acto. Una claustrofobia narrativa funciona donde no hay distancia entre el lector y el protagonista. Y si vivir con Paul, de Tao Lin, es ms despiadado que vivir con Karl Ove, hay un elemento geogrfico e histrico en juego: despus de todo, Karl Ove tiene la sublimidad de los fiordos para consolarlo, mientras Paul solo tiene el centro de Manhattan (con excursiones a Brooklyn y, brevemente, a Taipei), la internet y un bolso lleno de psicofrmacos.

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    El trabajo de Lin puede confundir, pero no es un poco perverso enojarse con artistas que nos remiten a los detalles ms especficos de nuestra realidad local? Lo intolerable en Taipei no es el fraseo (que es bastante bueno), es la vida que Paul nos hace vivir con l minetras leemos. Tanto Lin como Kausgaard descartan las soluciones del minimalismo y la abstraccin por vas interesantes cuando optan por la inmersin plena. Ven conmigo, parecen decir, entr en esta vida. Si no pods derrotarnos, unite a nosotros, ac, en lo real. Puede no ser bello pero esto es vida. Podra interesarnos ms la cadaverizacin prematura de los dems si furamos conscientes de qu es ser una persona viviente? Esa pregunta es, para el humanista sentimental, el punto donde la esttica y la poltica se encuentran. (Si cres que se encuentran. Mucha gente no lo hace.) La preocupacin por la cadaverizacin prematura de distintos tipos de seres -los pobres, las mujeres, la gente de color, los homosexuales, los animales- aunque est codificado en nuestras normas legales, emerge generalmente en el plano imaginario. Primero tomamos conciencia despus empezamos a interesarnos. De nuestra falta de inters, mientras tanto, no escuchamos mucho estos das; es una acusacin que nos hacemos unos a otros y a nosotros mismos. Se dice que los estadounidenses vemos doce veces ms pginas dedicadas a Miley Cyrus que sobre el ataque de gas en Siria. Yo leo bastante sobre Miley Cyrus, en mi iPhone, a la noche. Y te levants y te odis a vos misma. Mi lucha! El ttulo absurdo y desmesurado de Karl Ove es un mal chiste que sigue retornando mientras trats de construir una vida digna de un adulto. Cmo estar ms presente, ms atento? De nosotros, de los otros? Para los otros? Necesits constuir la habilidad de ser vos mismo sin estar haciendo algo. Eso es lo que nos estn quitando los celulares, la habilidad estar ah nada ms Eso es ser una persona porque abajo de todo lo que hay en tu vida est eso, esa cosa, ese vaco que siempre va a estar vaco. Ese es un fragmento de Louis C.K., y su comedia-devenida-filosofa, que nos recuerda que un da todos seremos cadveres. Su objetivo, en ese nmero, era que nos deshiciramos de nuestros celulares, o que usramos esas malditas cosas un poco menos (Ya nunca nos sentimos completamente tristes o completamente felices, ya solo nos sentimos satisfechos con los productos que compramos y despus nos morimos), que luego se volvi viral y mucha gente lo vio y sonri con tristeza y pens cun acertado era y cmo todo el mundo (salvo ellos) debera quizs apagar sus celulares, y pasar ms tiempo con gente en la vida real porque todo el mundo (salvo ellos) de verdad se iba a morir un da, y estara muerto para siempre, y no debera una persona vivir vivir de verdad, una vida real mientras todava est viva? * En una cripta romana, los huesos de cuatro mil monjes Capuchinos, enterrados entre 1500 y 1870, fueron usados para crear escenas: esqueletos vestidos de pies a cabeza rezan en habitaciones hechas de huesos, con

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    candelabros y sillas de huesos y paredes ornamentales cubiertas de calaveras. En la ltima habitacin, en el piso se lee la inscripcin: Lo que eres, nosotros fuimos; lo que somos, t sers.