Garcia Canclini n 1995 Consumidores y Ciudadanos

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    LA PRESENCIA INDGENA EN EL ENCLAVE SALITRERO DE TARAPAC: UNA REFLEXIN EN TORNO A LA FIESTA DE LA TIRANA / THE INDIGENOUS PRESENCE IN THE NITRATE ENCLAVE OF TARAPAC: A REFLECTION ON THE RELIGIOUS CELEBRATION OF LA TIRANA Author(s): Sergio Gonzlez Miranda Source: Chungara: Revista de Antropologa Chilena, Vol. 38, No. 1 (Enero - Junio 2006), pp. 35-49

    Published by: Universidad de TarapacaStable URL: http://www.jstor.org/stable/27802438Accessed: 21-07-2015 23:16 UTC

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  • Volumen 38, N? 1, 2006. P?ginas 35-49

    Chungara, Revista de Antropolog?a Chilena

    LA PRESENCIA IND?GENA EN EL ENCLAVE SALITRERO DE TARAPACA: UNA REFLEXI?N EN TORNO

    A LA FIESTA DE LA TIRANA

    THE INDIGENOUS PRESENCE IN THE NITRATE ENCLAVE OF TARAPACA: A REFLECTION ON THE RELIGIOUS CELEBRATION OF LA TIRANA

    Sergio Gonz?lez Miranda1

    Este es un trabajo que analiza la presencia ind?gena en las salitreras de Tarapac? y conjetura que la fiesta de La Tirana fue re

    fundada durante el per?odo del salitre. Escasos son los estudios sobre la relaci?n entre el mundo andino y el mundo del salitre, cuya mutua influencia ha quedado oculta detr?s de la sombra de la organizaci?n y movimiento obrero, por un lado, y de la comunidad

    aymara, por otro. Sin embargo, festividades populares y rituales como La Tirana ponen de manifiesto la influencia ind?gena en el

    enclave salitrero y, a su vez, el impacto de ?ste en la cultura andina.

    Palabras claves: salitre, cosmovisi?n andina, ritual, movimiento obrero, comunidad ind?gena.

    This work analyzes the indigenous presence in the nitrate places of Tarapac? and suggests that the religious feast of"La Tirana was

    re-founded during the period of the nitrate. There are scarce studies about the relation between the Andean world and the nitrate

    world, whose mutual influence has been hidden in the shadow of the labor movement and organization, on one side, and the

    Aymara community, on the other. Nevertheless, popular rituals and festivities, such as La Tirana, evince the indigenous influence in the nitrate enclave and, also the impact of this in the Andean culture.

    Key words: Nitrate, Andean cosmovision, ritual, labor movement, indigenous or native community.

    La expresi?n de fe que todos los a?os se vive en pleno Desierto del Tamarugal, en el pueblo de La Tirana, cuando se le rinde culto a la Virgen del

    Carmen, siempre llama la atenci?n a nivel del pa?s, tanto por la gran cantidad de fieles y visitantes que llegan a ese poblado a mediados de julio, como

    por el contrapunto que esa fiesta representa res

    pecto de la vida urbana y moderna que supuesta mente caracteriza a Chile.

    Importantes trabajos han intentado explicar el

    origen y desarrollo de esta fiesta religiosa (van Kessel 1987; N??ez 1988); todos han abordado dis tintos ?ngulos del fen?meno, con hip?tesis plausi bles e interesantes trabajos de investigaci?n. Sin

    embargo, consideramos que todav?a es posible darle una vuelta m?s a la reflexi?n sobre algunos aspec tos particularmente relevantes: uno de ellos es el desierto y otro es la industria del nitrato.

    Conjeturamos, por una parte, que el desierto no es meramente el contexto donde se manifiesta

    esta fiesta religiosa, sino que tiene una influencia clave en su expresi?n y, por otra, que "La Tirana"

    es un fen?meno sociocultural salitrero, al menos

    hasta 1950. Sin desconocer que esta festividad pudo tener su origen en el ciclo de la plata, como lo se ?ala N??ez (1988), planteamos que fue simb?lica mente re-fundada en el siglo diecinueve durante el ciclo del salitre.

    Los desiertos siempre han sido vinculados al

    surgimiento de la religi?n. M?s all? de la experien cia m?stica que pueda generar un ambiente como ese y sin caer en un determinismo geogr?fico, pa reciera que, como lo se?ala Le Goff, desempe?? "un papel importante en las grandes religiones euroasi?ticas: el judaismo, el islamismo, el cristia nismo" (2002:25).

    El Desierto de Atacama es uno de los m?s se cos del planeta y, por lo mismo, podr?a considerar se que es un ambiente propicio para la conducta

    m?stica. Sin embargo, ese aspecto ha quedado, al

    Instituto de Estudios Internacionales, Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. [email protected]

    Recibido: marzo 2004. Aceptado: marzo 2006.

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  • 36 Sergio Gonz?lez Miranda

    menos en el per?odo del ciclo del salitre, oculto

    para la historiograf?a especializada. La elecci?n del Desierto de Atacama con pro

    p?sito de habitarlo no est? relacionada con el ais lamiento m?stico. El habitante del desierto en el ciclo del salitre, conocido como "pampino", lleg? a esos parajes producto de un gran fen?meno eco n?mico de explotaci?n de la naturaleza. Hombres

    y mujeres llegaban en busca de trabajo a un desier to en cierto modo "institucional"; el enganchado no pretend?a "alejarse de la civilizaci?n", sino, al

    contrario, la buscaba y la encontraba en los cam

    pamentos salitreros, los que fueron notoriamente urbanos. La pampa salitrera era la modernidad si se le compara con las zonas rurales, como las chi

    lenas, bolivianas o peruanas. Hab?a en los campa mentos escuelas, bibliotecas, filarm?nicas, teatros,

    retretas, etc.; en los pueblos se encontraban casi

    todos los servicios p?blicos, incluyendo a la poli c?a y la iglesia, adem?s de las casas de juego y el comercio. Tambi?n estaban, como la m?xima ex

    presi?n de la modernidad de esa ?poca, la tecnolo

    g?a, la planta de lixiviaci?n del nitrato, la industria salitrera que era el motor de la econom?a nacional.

    Incluso, respecto de la tecnolog?a como de la cul tura, a veces llegaban directamente desde Europa sin pasar por las grandes ciudades como Santiago o Valpara?so, pues los barcos tra?an el cabotaje di rectamente a los puertos salitreros.

    Quiz?s esta sea la raz?n que explique la mira da historiogr?fica que rescata a un movimiento social salitrero moderno, incluso ilustrado, por so

    bre un movimiento social salitrero vinculado a ex

    presiones m?sticas y religiosas. El obrero ha esta do siempre como protagonista, junto con los

    grandes empresarios y administradores, de la his toria del salitre.

    Si bien la elecci?n del desierto no fue m?stica, las caracter?sticas propias de este tipo de naturale za, que estremeci? a los sujetos de un modo com

    parable s?lo con un gran oc?ano, no pod?a sino te ner un impacto tanto en la mentalidad como en las formas de vida en los campamentos salitreros. Tam

    bi?n por la presencia de poblaci?n de origen cam

    pesino e ind?gena, el componente m?stico lleg? a las salitreras junto con pr?cticas culturales propias, como fueron los casos de las poblaciones de habla

    aymara o quechua (Gonz?lez 1996). No nos hab?amos preguntado si el Desierto de

    Atacama en general y el del Tamarugal, en parti cular, generaron o no una ideolog?a, una religi?n,

    un ethos, una identidad o un misticismo. No duda mos en reconocer que hubo una ideolog?a obrera

    que surgi? desde el norte salitrero (Reyes Navarro

    1973; Fern?ndez Canque 1988; Pinto Vallejos 1995) e influy? no solamente en el resto del terri torio nacional, sino tambi?n en pa?ses fronterizos como Bolivia (Rodr?guez Ostria 1991) y Per? (Pe reda 1982), pero vemos su germen en el pensamien to ilustrado europeo, sea este socialista, anarquis

    ta, positivista, mutualista, etc., nunca relacionado

    con el desierto mismo. Incluso la propia fiesta de La Tirana no es consistente con esta ideolog?a obre ra ilustrada y, por lo mismo, se omite su importan cia en el movimiento social salitrero (Figura 1).

    No es posible desconocer la presencia ind?

    gena en el ciclo del salitre, tanto en Antofagasta como en Tarapac?, incluso una leyenda les rela

    ciona con el origen del salitre. Seg?n una leyen da, dos ind?genas descubrieron casualmente el caliche producto del asombro de ver c?mo la tie rra comenzaba a arder debido a una fogata que hab?an encendido. Roberto Hern?ndez nos cuen

    ta que corrieron despavoridos a contarle al cura de Cami?a lo sucedido:

    El cura volvi? con los ind?genas, llevando una provisi?n de agua bendita; y despu?s de recorrer el lugar, hizo en el curato al

    gunos an?lisis de las tierras que hab?an

    recogido y encontr? que las muestras te n?an Nitrato de Potasio, que se empleaba para la fabricaci?n de la p?lvora. El resto de las muestras fue depositado en el patio de la casa del curato; y ?cu?l no ser?a la

    sorpresa del Cura de Cami?a, cuando not?, m?s tarde, que las plantas all? existentes comenzaban a desarrollarse de un modo

    extraordinario! (Hern?ndez 1930:4).

    El desierto, durante el ciclo del salitre, fue ha bitado, nombrado y simbolizado en base a una nue va hip?stasis de la realidad. El fen?meno del nitra to inaugura no s?lo una nueva sociedad en el

    desierto, distinta al ciclo de la plata, sino un nuevo desierto y, por a?adidura, una nueva Virgen y nue vas cofrad?as. Lautaro N??ez, en su notable libro sobre La Tirana, nos narra el desarrollo del mito y sus acontecimientos m?s importantes, como la lle

    gada en el per?odo del salitre de una nueva Virgen (la de piedra) y de nuevos bailes religiosos (N??ez 1988:45).

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: 37

    Figura 1. Ruinas del pueblo de Zapiga, interior de Pisagua. Ruins of the nitrate Zapiga village, Pisagua hinterland.

    El desierto salitrero fue un lugar de desarrai go, porque la sociedad que all? surgi? fue com

    puesta en gran parte por enganchados o aventure ros. La profundidad del linaje de las familias del desierto salitrero era breve, no se alejaba m?s all? de 1810, cuando se experimentaron las primeras "ollas del indio" que lixiviaron r?sticamente el caliche. La importancia de la madre acogedora para el desarraigado siempre fue importante. La

    organizaci?n mutualista le ofreci? al obrero un

    espacio de protecci?n, solidaridad y sociabili dad, despu?s vendr?a la mancomunal, la filarm? nica, el partido pol?tico, el teatro, el sindicato; tambi?n el campamento fue un microcosmos donde se tejieron las redes sociales que permi tieron darle seguridad al pampino. Empero, fue insuficiente, la cofrad?a tuvo un papel fundamen tal en esa b?squeda de refugio, protecci?n y sa lud para el esp?ritu.

    En el desierto salitrero "la palabra" recorri? los campamentos con el prop?sito de educar o re dimir "al pueblo", ya sea en los peri?dicos obreros o en el discurso de los dirigentes. Tampoco fue suficiente, el trabajador de la pampa salitrera ne

    cesit? tambi?n del canto y del baile religiosos para redimirse. No hab?a contradicci?n, en el mundo

    personal del pampino, entre estos distintos aspec tos de su vida: el alma se educaba en el teatro y en la filarm?nica, la conciencia en el partido pol?tico, el cuerpo en La Tirana1.

    Es dif?cil imaginar a un desierto que no ejer za cierta fuerza m?stica en hombres y mujeres. De igual modo, siempre ha sido entendido como un lugar de pruebas, donde el "empampado" es la

    imagen del perdedor, aquel que fue devorado por las fuerzas de la naturaleza, al no saber descifrar las claves del desierto. Por el contrario, quien co noce esas claves ve en el desierto un refugio, como los peregrinos que lo cruzaban para ir a adorar a la Virgen del Carmen. Ella ha sido una deidad to

    talizadora, su espacio fue todo el desierto salitre ro, porque era reconocida en todo el territorio

    comprendido entre Pisagua y Taltal; en cambio, otros santos tuvieron influencia en alg?n espacio m?s local, como el caso de San Lorenzo de Tara

    pac?, m?s vinculado a los cantones del sector norte de la provincia, incluyendo los puertos de Pisa gua e Iquique (Figuras 2 y 3).

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  • 38 Sergio Gonz?lez Miranda

    Figura 2. Familia andina en oficina salitrera del cant?n Huara, Tarapac?. Andean family in the nitrate office of the Huara canton, Tarapac?.

    Por heredad del ciclo de la plata en el bosque de tamarugos aleda?o al pueblo de La Tirana los

    pampinos encontraban all? su refugio y devoci?n. La Tirana, como pueblo y como bosque, expres? el encuentro con lo humano, pero en su manifesta

    ci?n m?stica y no secular. Cuando los pampinos demandaban al Estado caminaban hacia el "puerto grande" (Iquique); pero cuando demandaban a la

    Virgen, caminaban al bosque de La Tirana. Las

    peticiones colectivas fueron generadas y movili zadas a trav?s de la mutual o el partido obrero, las

    peticiones personales ("mandas") fueron por me dio de las cofrad?as religiosas o individualmente.

    La ruta a La Tirana era una gu?a hacia la tierra

    (pachamama). Caminarla era una forma de tributo a la Virgen, un sacrificio de redenci?n. La ruta al

    puerto grande (Iquique) era una caminata a la mo dernidad2 y hacer a pie ese largo camino era un acto de desaf?o, un sacrificio pero de rebeld?a.

    Figura 3. Puerto de Pisagua. Pisagua port.

    El Salitre

    Seg?n el censo de 1878, que marca el inicio de la expansi?n del ciclo del salitre, hab?a (se em

    plean categor?as censales de la ?poca) en Tarapac? 16.686 indios de un total de 38.225 personas, es decir, un 43,7%. Se consideraban blancos 13.418, un 35,1%. Posteriormente los censos chilenos no considerar?n la variable ?tnica, sino solamente las

    categor?as por nacionalidades. Siendo las princi pales la chilena, peruana y boliviana. Seg?n Gun dermann (1998:176):

    las d?cadas siguientes a la guerra precipi tan ciertas modificaciones en el sistema de identidades colectivas (...) Ello se ex

    plica en parte por la acci?n del Estado chi leno y en parte por la plena formaci?n de una econom?a de enclave con la capaci dad de articular a trav?s del mercado am

    plias regiones adyacentes.

    De lo que no puede haber dudas, es que el mundo del salitre fue esencialmente mestizo, pero esa mixtura pocas veces ha emergido en toda su

    expresi?n, debido a la influencia de la moderni dad que arribaba a las playas del espacio salitrero con el cabotaje, junto a hombres y mujeres veni dos desde los m?s variados puntos del planeta. Por su lado, el pensamiento campesino llegaba con el arrieraje, desde los m?s variados puntos del territorio andino. La yuxtaposici?n de estos dos tipos de conocimientos termin? con el pensa miento obrero ilustrado dominante en lo p?blico, mientras el pensamiento campesino permaneci? en lo privado, en los campamentos y en las faenas

    mineras. Empero, hubo momentos de expresi?n

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 39

    p?blica del pensamiento campesino e ind?gena, lle nos de colorido y simbolog?as, fueron los casos de festividades como en el carnaval, la cruz de mayo y La Tirana.

    Veamos un contrapunto entre el pensamiento "moderno" de un "obrero ilustrado" que emplea a la Virgen Mar?a para criticar ir?nicamente a candi datos al gobierno, respecto del pensamiento de una cofrad?a religiosa:

    EL PUEBLO, mayo 26, 1906.

    VIRGEN MAR?A (Letrillas c?micas)

    ?Cu?ntas infamias en un solo d?a, miramos lelos Virgen Mar?a! Al acercarse las elecciones

    estamos como laucha o ratones,

    sufriendo latas y sensaciones,

    pues nos persiguen gatos bribones; para llevarnos a la elecci?n,

    los radicales por Pedro Montt; y los de la Iglesia, rosario en mano, por el que suelen llamar Lazcano.

    Y recompensas mil nos prometen,

    pero cuando ellos luego completen todas sus tramas, sus elecciones

    sueltan al punto contribuciones,

    ruines gabelas, ruines impuestos,

    que son tan ruines como son ?stos.

    Y cual dijo cierto tunante: "eso es jeringa sobre el purgante ".

    O como ha dicho cierto tronado: "tras de los cuernos ser apaleado

    "

    ?As? la vida se ir? pasando, pillos y lesos, siempre mirando! (...) ?Cu?ntas infamias en un solo d?a,

    miramos lelos Virgen Mar?a!

    El Microbio.

    Esta mirada pol?tica de la Virgen tiene escasa relaci?n con la de los promeseros a la Virgen de La Tirana. Veamos un fragmento de la "Primera en

    trada" del Baile Osada del Salitre, de la oficina salitrera Pedro de Valdivia, de fecha desconocida (van Kessel s/a Tomo 11:215):

    Que se abran las calles del pueblo de La Tirana que ya vamos llegando al templo consagrado.

    La osada s?lo sabe

    cumplir con sus promesas bailar con devoci?n

    y cantar con mucho amor.

    La osada del Salitre te viene a saludar

    en tu d?a, madre santa,

    y te viene a cantar.

    El Ind?gena y el Enclave Salitrero

    Durante todo el ciclo del salitre, los distintos

    grupos que llegaron a la pampa debieron identifi carse como proletarios o capitalistas, obreros o

    patrones. El discurso de la ?poca es claro a este

    respecto, incluso para adquirir la membres?a en las

    principales organizaciones obreras de la ?poca pa saba por pertenecer a la clase proletaria (v. gr.

    Mancom?nales). Sin estar expl?cito en los estatu

    tos, en las asociaciones de salitreros se daba la con

    traparte respectiva. Esta diferenciaci?n de clase tuvo incluso una expresi?n espacial al interior de los propios campamentos salitreros. De tal modo, el campesino de habla ind?gena, fuera de la propia regi?n o llegado de otras aleda?as de pa?ses veci

    nos, debi? introducirse a esa nueva nomenclatura

    de identidad social: ser proletarios u obreros. No

    pocos ya ten?an alguna socializaci?n en las minas

    bolivianas, pero muchos llegaron directamente des de sus comunidades campesinas.

    Este paradigma, centrado en la clase social y sustentada en la divisi?n del trabajo, propio de un enclave industrial, estableci? l?mites estrictos res

    pecto al protagonismo en la construcci?n de la so ciedad pampina y, en especial, con relaci?n a la

    organizaci?n y a los movimientos sociales. Dichos l?mites ocultaron a ciertos grupos participantes del

    proceso social de las salitreras, como fue el caso de la poblaci?n ind?gena. Esta, no siendo peque?a cuantitativa ni cualitativamente, se asimil? al pa radigma dominante. Incluso, en aquellas oportuni dades, cuando la categor?a ?tnica entr? en contra

    dicci?n con la obrera fue duramente reprimida: como la cr?tica obrera a los ind?genas rompe-huel gas o "crumiros", que en algunos casos llev? a ac

    tos violentos como ponerle polleras por la fuerza, con el prop?sito de humillarlos para que "tomaran conciencia". Otro ejemplo fue la oposici?n obrera a los enganches bolivianos3. De hecho, en los cam

    pamentos salitreros, dentro de la poblaci?n obrera,

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  • 40 Sergio Gonz?lez Miranda

    tambi?n hubo una diferenciaci?n social y f?sica por procedencia ?tnica o nacionalidad de los sujetos.

    La Comisi?n parlamentaria que visit? la zona salitrera en 1913 pudo identificar al ind?gena boli viano al interior de los campamentos salitreros, con el prejuicio de rigor, en las salitreras de los cantones norte de Tarapac?, se?alando lo siguiente:

    La zona norte de Tarapac? est? poblada por trabajadores bolivianos, que forman la mayor?a del elemento obrero en esa re

    gi?n, y tiene tambi?n los peores campa mentos, los m?s viejos, estrechos y des aseados. Se ve en ellos que las basuras y los desperdicios se recogen de tarde en tarde y s?lo para amontonarse a corta dis

    tancia de las habitaciones. Los chiqueros y porquerizas est?n en com?n con ?stas y el mal olor es casi siempre insoportable para quienes no sean sus habituales po bladores.

    La Comisi?n fue informada, y puede de cir que comprob? esta informaci?n, de que es casi imposible obtener una mejora en el aseo de esos campamentos. El trabaja dor boliviano es casi siempre un ind?gena en estado de semi-barbarie: vive en com?n con los animales, duerme con ellos, y cuando en algunas oficinas se ha hecho

    porquerizas y corrales especiales, algo dis tantes de los campamentos, para evitar el

    desaseo, ese trabajador burla la vigilancia de los guardianes nocturnos del campa mento y va al corral y substrae sus cabros

    y cerdos para hacerlos dormir en su pro

    pia habitaci?n. ?Obedece esto s?lo al de seo de evitar los robos? (Comisi?n Parla

    mentaria 1913:225).

    El punto de vista del Estado boliviano de esta situaci?n es completamente diferente, veamos un editorial de El Diario de Oruro de 1919:

    12 de febrero, s/p, Notas Editoriales. Na cionalizaci?n del trabajo La repatriaci?n de los obreros bolivianos

    que regresaron al hogar abandonado desde hace muchos a?os; despu?s de haber emi

    grado a playas extranjeras en pos de traba

    jo para procurarse una m?sera existencia, a

    fuerza de ruda labor material, da margen

    para pensar en el mejoramiento de sus con

    diciones dentro de la patria, a fin de rete nerle como elemento de progreso, cuyos servicios ser?an utilizados en las industrias

    mineras, fabriles o agropecuarias. La falta de una legislaci?n completa acer ca de la nacionalizaci?n del trabajo, moti va que hombres j?venes y vigorosos aban donen el terru?o para ir en busca de mejor existencia a otras regiones extra?as para el obrero, en las que tiene que luchar du rante muchos a?os, a fin de avenirse a un medio ambiente en que no ha vivido. Lue

    go forma hogar y si se acuerda de la pa tria, es s?lo para hacer reminiscencia de

    tiempos felices de la infancia. Las empresas mineras gerentadas por ex

    tranjeros o nacionales, deber?an ser obliga das a admitir en sus labores a obreros boli vianos. Los trabajos de agricultura y de cuanta industria existiera en el pa?s debe r?an tener la misma obligaci?n, a fin de evi tar la emigraci?n de miles de individuos que se ven precisados de dejar el pa?s y la fami lia, en pos de mejor suerte para exponerse a los azares y a las vicisitudes de la vida y en el momento menos pensado ser expul sados de grado o por fuerza, seg?n el esta do de las relaciones de amistad en que se encuentren naciones vecinas, como viene

    ocurriendo ahora mismo con los obreros

    peruanos y a?n con los bolivianos, que por causa de la paralizaci?n de trabajos en las salitreras de Antofagasta y Tarapac? se ven

    obligados a regresar al pa?s donde para empezar tienen que encontrar trabajo y don de los salarios seguramente han de ser re

    ducidos; y, con el pensamiento fijo de re tornar a las playas marinas, en cuanto los

    escollos hayan sido quitados del camino por la acci?n diplom?tica. Si el obrero nacional estuviera garantizado dentro de su mismo pa?s, indudablemente

    que preferir?a no moverse de ?l, trabajando con ventaja para su situaci?n econ?mica y para el progreso material de la naci?n. En cambio sabemos que las empresas mi neras m?s poderosas de Bolivia, dan acce

    so a trabajadores extra?os, ya sea por com

    pa?erismo o por sentimiento de paisanaje, que dejar?an de subsistir si se dictara un ley sobre el problema que nos ocupa hoy.

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 41

    Si bien en las salitreras los ind?genas fueron

    generalmente obreros, no por ello los oficios que desempe?aron fueron irrelevantes, por ejemplo, los mejores cateadores de caliche, arrieros, corta

    dores de yodo, propios y particulares fueron ind?

    genas; de hecho, ?stos eran muy requeridos por los administradores. Su inestabilidad laboral fue

    m?s bien producto de migraciones estacionales

    (agr?colas) a sus comunidades. El conocimiento minero que ten?an algunos

    ind?genas locales ven?a de la explotaci?n de la

    plata y cobre en minas como Huantajaya, Santa Rosa y Collahuasi, los que ven?an de Bolivia, tra?an conocimientos de las minas de Potos? y Oruro. Debido al sistema de extracci?n a rajo abierto, llamado calicheras, esos conocimientos

    les fueron m?s ?tiles en los lugares donde se ex

    trajo el caliche a trav?s de cuevas (v. gr. Santa Rosa de Huara).

    Los ind?genas no solamente se incorporaron a las salitreras en tanto trabajadores, sino adem?s establecieron relaciones de intercambio comercial entre ?stas y sus pueblos o comunidades de ori

    gen; fue el caso de ind?genas de los valles y alti

    plano chilenos (aymar?s) como ind?genas de los valles y altiplano boliviano (quechuas y aymar?s), generando ello un complejo proceso econ?mico de mutua dependencia e influencia, en el cual se intercambiaban b?sicamente productos agrope cuarios (v. gr. alfalfa, vinos, chicha, frutas, car

    nes, charqui, lana, tejidos, harinas, etc.) por pro ductos elaborados (calaminas o zinc, planchas y cocinas de fierro, alimentos envasados, etc.).

    Por ?ltimo, a pesar de la aparente instrumen

    talizaci?n de los ind?genas del enclave salitrero, ?ste salariz? y proletariz? a esa mano de obra. La

    incorpor? laboralmente a un tipo de explotaci?n industrial que para la ?poca fue moderna. La so cializ? en un tipo de organizaci?n obrera inter nacionalista. Comparti? una sociabilidad en los

    campamentos salitreros basada en un tipo de co

    munidad urbana esencialmente solidaria y con

    tradictoria, que transform? al ind?gena en ciuda dano. Debido al obligado retorno a sus lugares de

    origen despu?s de la gran crisis de los a?os trein

    ta, todo ello debi? tener un impacto cultural en las comunidades campesinas de valles (chilenos y bolivianos) y altoandinas (chilenas y bolivia

    nas) que no ha sido estudiado a?n.

    La Tirana, Festividad Salitrera

    En la fiesta de La Tirana (16 de julio), incluso en su version urbana en Iquique (28 de julio), La Tirana grande y La Tirana chica, respectivamente, es notoria la presencia ind?gena en las cofrad?as y en las bandas de m?sicos. Sin embargo, no es una identidad que se exprese en el escenario de la fes tividad como tal, sino que se entremezcla con el car?cter mestizo del fen?meno, porque la fiesta de La Tirana es una festividad mestiza, como lo fue la sociedad del nitrato.

    En 1987 entrevistamos a la directiva de la So ciedad Internacional de Artesanos de Iquique. Ha b?a cinco personajes vestidos de rigurosos temos oscuros, formales, amables, rodeados de s?mbolos

    mutualistas, adem?s de ocupar una sala del her

    moso edificio de la Sociedad ubicado en la esqui na de Zegers con Barros Arana, frente a la escuela Santa Mar?a. A comienzos de siglo XX la Socie dad Internacional de Artesanos ten?a tambi?n en su segundo piso una escuela para obreros y obre ras, bajo la inspiraci?n de Ferm?n Vivaceta. Entre esos solemnes caballeros hab?a uno que nos era

    especialmente familiar, mientras avanzaba la en

    trevista reconocimos en ese rostro al "brujo" de

    los pieles rojas del barrio El Morro, una cofrad?a de La Tirana de origen salitrero. No fue tarea f?cil reconocerlo, pues el "brujo" usaba un gorro de piel con cachos parecidos a los de un bisonte, con una

    piel a modo de capa, un peque?o tambor de cuero en su mano izquierda que golpeaba mientras salta ba entremedio de los bailarines, muy diferente al formal personaje de terno gris de la directiva de la Sociedad Mutualista4.

    Por cierto, tiempo despu?s lo entrevistamos en su casa para que nos explicara esa dualidad tan

    -aparentemente- contradictoria. Como casi todas

    las cofrad?as antiguas de La Tirana, la de "los pie les rojas" de Dami?n Mercado hab?a llegado de la

    pampa salitrera despu?s de la gran crisis de los a?os treinta. Los "pieles rojas" como otras cofrad?as fueron inspirados de los bi?grafos que se constru

    yeron en los campamentos salitreros.

    Ese mismo a?o entrevistamos a la se?ora Cris tina Guzm?n, boliviana de Oruro, ella lleg? con sus padres al cant?n de Negreiros, que se caracte

    riz? por recibir a los enganches venidos de Boli via. Ella vivi? en la gran salitrera Agua Santa y en Tres Mar?as. Tuvo la amabilidad de obsequiarnos una fotograf?a de comienzos de siglo donde est?

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  • 42 Sergio Gonz?lez Miranda

    ella vestida de angelito, con unos once a?os de edad, en medio de una cofrad?a de bolivianos, donde ha b?a reyes magos, diablos, sueltos, hadas, etc. (Fi gura 4). Esta cofrad?a, como otras, fueron organi zadas en las salitreras mucho antes que el baile

    chino, fundado en 1905, que hoy tiene el derecho de sacar a la Virgen en La Tirana por ser "el m?s

    antiguo". En realidad el baile chino es el m?s anti

    guo de los bailes chilenos de La Tirana; en cierta

    forma, las cofrad?as antiguas de origen peruano o

    boliviano, como todas las instituciones tarapaque ?as, sufrieron el compulsivo proceso de chileniza ci?n a partir de 1911 (Gonz?lez et al. 1994).

    Proponemos las siguientes conjeturas respec to de La Tirana:

    (1) Que es una festividad andina. Asociada a la

    tierra, a la fertilidad, a la salud, a la pachama ma (van Kessel 1989), al ciclo agr?cola, vin culada a la virgen de Copacabana. Esta carac ter?stica apela a la dimensi?n campesina oculta del obrero salitrero.

    (2) Que es una festividad salitrera. Si bien sus

    or?genes mineros que hunden ra?ces en Huan

    tajaya han sido comprobados (N??ez 1988),

    pero el hecho mismo que la memoria no los recuerde con claridad indica un quiebre his t?rico en esta fiesta de gran importancia so cial y cultural. En el siglo diecinueve esta fies ta fue re-fundada y vivi? una expansi?n junto al desarrollo del ciclo del salitre. Ning?n bai le guarda alg?n vestigio o signo del pasado argent?fero.

    (3) Fue una festividad aut?noma y popular. Hasta 1917 estuvo divorciada de la autoridad ecle si?stica. De su anticlericalismo, a?n quedan re sabios hasta nuestros d?as. La labor impositi va de Monse?or Jos? Mar?a Caro primero, y la labor integradora de los curas oblatos y dioce sanos, despu?s, algunos de los cuales se hicie ron promeseros, ha permitido el acercamiento de los bailes al rito cat?lico formal y a la auto ridad eclesi?stica.

    (4) Esta fiesta sufri? el impacto de la chileniza ci?n en Tarapac?. Siendo el primer indicador la fecha de la celebraci?n (eliminaci?n del 6 de agosto, para dejar exclusivamente el 16 de

    julio) y el simbolismo nacionalista que comen z? a recibir la "chinita", transformada en Pa trona de la Patria y del Ej?rcito de Chile.

    Figura 4. Cofrad?a boliviana en salitrera del canton norte de Tarapac?, a?o aproximado 1905. Bolivian religious parade party in the nitrate mine o Tarapaca's north canton, approximately 1905.

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 43

    El primer punto no ser? tratado aqu? porque los trabajos de JJ. van Kessel y L. N??ez lo dejan

    meridianamente comprobado en sus interesantes

    investigaciones. En segundo t?rmino, durante el ciclo del sali

    tre el ind?gena-obrero se sumergi? en medio de una sociedad intercultural, el censo peruano de 1878

    registra treinta y seis nacionalidades distintas en la

    provincia y el de 1907 treinta y tres. Tarapac? era

    plurinacional y pluri?tnica. Los ind?genas estaban menos en los clubes sociales, filarm?nicas y en las sociedades mutualistas, pero m?s en las cofrad?as

    y estudiantinas. Pod?an estar en los sindicatos pero escasamente en los partidos pol?ticos. Su huella es dif?cil de rastrear en los peri?dicos y archivos, pero est? en la memoria colectiva del tarapaque?o. Se invisibilizaba en la huelga, pero emerg?a en la fes tividad. Y en La Tirana surg?a con todo su colorido

    y simbolismo. Simbolismo que la autoridad ecle si?stica y los grupos ilustrados nunca entendieron durante el ciclo de expansi?n del salitre, como pue de observarse por las notas de prensa.

    La iglesia de La Tirana es salitrera en su cons

    trucci?n, de calamina y pino oreg?n. Dos hechos no deseados colaboraron para que se levantara un

    nuevo templo en La Tirana: si el terremoto de 1868 no la destruy? completamente, el de 1877 debi? concluir la faena. La actual es de 1886, es decir, en

    pleno repunte salitrero, hab?a entonces dinero para invertir en un templo, que se construy? por eroga ciones de los fieles. Seg?n Silva Lezaeta:

    El edificio es muy nuevo, el material fino en el interior y de fierro galvanizado en el exterior aunque el constructor carec?a de

    conocimiento de arquitectura pues domi na en el templo el mal gusto de las cons trucciones espa?olas del tiempo de la de cadencia del arte en la Madre Patria, el

    conjunto del edificio produce agradable efecto por estar perfectamente terminado

    y pintado (citado en: N??ez 1988:43).

    Decir que la fiesta de La Tirana es salitrera no

    significa negar lo andino, lo ind?gena, lo campesi no, a pesar de ser la sociedad del salitre plenamen te minera y moderna. La dualidad del "caporal" que era mutualista fue un rasgo de esta sociedad

    compleja. El pampino pose?a r?os subterr?neos de

    identidad, los promeseros, romeros, bailarines, fi

    gurines, caporales, etc., eran mayoritariamente

    obreros pampinos. Quiz?s lo m?s directamente andino fueron (y siguen siendo) los integrantes de las bandas que acompa?aban a las cofrad?as. As? como en nuestros d?as los bailes ensayan todo el a?o en la ciudad (sea Iquique, Tocopilla, Arica o

    Calama), en esa ?poca lo hac?an en los campamen tos salitreros. Es decir, formaban parte de la coti dianidad de la salitrera. El sonido de las bandas era tan com?n como el silbido del viento. A conti nuaci?n una inserci?n en semanario cat?lico La Luz, donde se confirma lo anterior:

    La Fiesta del Carmen en Negreiros Grandiosas han sido las demostraciones de intensa devoci?n a la excelsa Patrona de las Armas Chilenas celebradas en Ne

    greiros el domingo pasado. No obstante de estar paralizados los tra

    bajos en la mayor?a de las oficinas salitre ras, acudi? un gent?o inmenso.

    El acto principal fue la procesi?n que se efectu? en la tarde. La imagen de la Vir

    gen del Carmen primorosamente arregla da en un cami?n facilitado por D. Tom?s

    O'Conner, administrador de la oficina "Aurora", fue llevada en triunfos por las calles de la poblaci?n cuyos edificios es taban engalanados con banderas naciona

    les. El veh?culo convertido en anda y tro no de la Virgen Carmelitana, ostentaba trofeos b?licos, banderas tricolores y her

    mosas flores que hac?an un conjunto im

    ponente y hermoso (...) La Luz N? 673

    Iquique, 12 de julio de 1925.

    La fiesta de La Tirana era en los campamentos salitreros una actividad de meses, que implicaba organizaci?n y relaciones complejas al interior de los campamentos. Y si consideramos que la Igle sia participaba s?lo marginalmente en esa ?poca, toda la responsabilidad era de los caporales que en cierta forma fueron tan relevantes para la sociedad salitrera como lo fueron los presidentes del sindi cato o de la filarm?nica.

    Acorde a lo propuesto en el tercer punto, esta ?ltima afirmaci?n relativa a una autonom?a de los bailes de promeseros de la autoridad eclesi?stica, que sostenemos es coherente con la influencia an

    ticlerical salitrera, puede comprobarse con las pro pias palabras del m?s importante Vicario y Obispo de Tarapac?, Monse?or Jos? Mar?a Caro (1969:66):

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  • 44 Sergio Gonz?lez Miranda

    En la parte de la pampa llamada la Tirana, no lejos de Pozo Almonte, hay un templo grandecito, en honor a nuestra se?ora del

    Carmen, en el cual se venera una imagen. Se celebra su fiesta. Con grandes concur sos de gente, que acude de todas partes, con mucha m?sica, tamboreos y explosio nes de "camaretas".

    Aqu? aprovecho esta ocasi?n, para mani festar la observaci?n que hice, durante mi

    permanencia en Iquique, acerca de la de voci?n a Nuestra Se?ora del Carmen. Se mantiene sola, sin que tenga promotores de esa devoci?n, como suced?a con otros t?tulos y devociones, para honrar a nues

    tra se?ora: los Franciscanos promov?an la

    devoci?n a la Pur?sima, los Salesianos a la Mar?a Auxiliadora, los Mercedarios a

    Nuestra Se?ora de la Merced, los Reden toristas a Nuestra Se?ora del Perpetuo So corro. Nuestra Se?ora del Carmen, como

    he dicho, era honrada espont?neamente por el pueblo, que a pesar de su propia irre

    ligiosidad, cuando se trataba de una pro cesi?n a la Virgen del Carmen, como lo vi tambi?n en otra parte, y lo mismo en La

    Tirana, tomaba parte en la procesi?n con todo entusiasmo. No dejaba de llamar la

    atenci?n, el homenaje que, sobre todo, las

    mujeres de la provincia, sol?an ofrecerle a la Sant?sima Virgen, llevando velas que en cend?an ante su imagen, y se sentaban en

    el pavimento, a observar la vela hasta que se consum?a, renov?ndola a veces, seg?n la manda.

    Efectivamente, hemos podido descubrir que en la fiesta de 1917 monse?or Caro orden? la forma de ocupar el templo, pero adem?s los rotul? bajo el ritual cat?lico formal, basado en santos patro nos y no por lugares de origen (oficinas salitreras). Creemos que fue el primer paso de cooptar a las cofrad?as por parte de la Iglesia. Monse?or Caro5

    viaj? desde Iquique al Alto San Antonio, primero, para despu?s ir a La Tirana por un par de d?as a dar la comuni?n a los promeseros o romeros. Seg?n un art?culo publicado en La Luz N? 247, del 22 de

    julio de 1917, titulado: Los Bailes de la Tirana, se se?ala lo siguiente:

    Los caporales de los bailes se reunieron delante del Sr. Obispo y tomaron los si

    guientes acuerdos:

    10 Guardar entre s? este orden y los nom bres que se indican en lugar de los anti

    guos, que van entreparentesis: N? 1 Chinos y Danzantes (Cala Cala) del Carmen.

    N? 2 Chunchos de (Cala Cala) San Ge rardo.

    N? 3 Morenos (de Negreiros) del Ro sario.

    N? 4 Morenos de (Cala Cala) San Juan. N? 5 Cullaves (de la Aguada) del se?or de Sipiza. N? 6 Cullaves de (B. Retiro) San Isidro. N? 7 Lacas de (Negreiros) San Gui llermo.

    N? 8 Callahuayes de (Pan de Az?car) San Antonio.

    N? 9 Chunchos de (Cala Cala) San Jos?. N? 10 Cullaves de (Galicia) la Cande laria.

    Los bailes nuevos seguir?n su enume

    raci?n.

    2o Nadie debe entrar a la Iglesia con care

    tas, m?scaras, figurines, etc.

    3 o Cuando est? cantando un baile en la

    Iglesia, el que va entrando no debe inte

    rrumpirlo. 4o El caporal de cada baile debe llevar vi sible su n?mero. 5 o El caporal del n?mero 1 hace de Di rector general, para el caso que fuera ne

    cesario.

    En esta reuni?n se hizo un recuerdo cari ?oso del caporal M.A. Moreira.

    P.S. Se hizo el cambio de nombres, tanto

    para dar un patrono a cada baile, como

    para distinguir m?s f?cilmente los que antes ten?an el nombre de una misma Oficina y para evitar que se llamara con un nombre que no correspondiera ni al

    caporal que lo organiza ni a los miem bros que lo componen.

    El conflicto entre los caporales, autoridad de las cofrad?as, y los curas urbanos y obispos, la au toridad eclesi?stica, expresa un campo de fuerza, donde el poder institucional estaba con los segun dos; muy fuerte en la costa urbana pero que en la

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 45

    pampa salitrera se dilu?a. La evangelizaci?n en las salitreras recay? en las manos de los franciscanos

    y de algunos curas diocesanos que ejerc?an su la bor en pueblos de los valles interiores6. Los due ?os de salitreras no construyeron parroquias en los

    campamentos7. Hasta 1910 muchos de esos curas

    eran extranjeros, incluso de nacionalidad perua na. La chilenizaci?n le permiti? a la Iglesia re

    emplazarlos por capellanes y aumentar lentamente su influencia en los pueblos de valles primero y del desierto despu?s, donde La Tirana no estuvo

    ajena.

    Respecto del cuarto punto, el proceso de chi lenizaci?n iniciado en Tarapac? en forma com

    pulsiva despu?s del centenario de la Rep?blica, penetr? a todo el tejido social, incluyendo a una festividad aparentemente ajena como La Tirana. Antes de este proceso, en Tarapac?, se sabe que La Tirana era una festividad que se celebraba en fe chas diversas, a saber: el 6 de agosto (fiesta de los

    bolivianos) y el 16 de julio (fiesta de los chilenos). Sabemos que el 28 de julio (fiesta de los peruanos) fue una fecha escogida en algunos a?os.

    Por ejemplo, el diario El Tarapac? del domin

    go 4 de agosto de 1895, bajo el t?tulo de La Tirana, se?ala:

    Hoy tiene lugar en el pueblecito de ese

    nombre, situado, como se sabe, a corta

    distancia de Pozo Almonte, la grande y proverbial fiesta anual que se celebra aquel devoto vecindario en honor a la Reina de los cielos.

    Acuden a ella en colosal y alegre romer?a, gente de todos los puntos de la provincia, como sucede en Coquimbo cuando se ce

    lebra la legendaria fiesta de la virgen de Andacollo.

    Con motivo de esta festividad La Tirana se anima y se regocija como cualquier pro fano en el d?a de su boda, entreg?ndose con frenes? entre lo divino y lo humano a los placeres que dan la buena m?sica, los bailes y los buenos tragos sobre todo. En cuanto a los resultados de la devota

    pr?ctica, son verdaderamente milagrosos

    y se obtienen infaliblemente a los nueve meses...

    Nos parece necesario unir este p?rrafo a otro escrito ocho a?os despu?s por el corresponsal en

    la pampa del diario El Nacional, cuyo seud?nimo era Pepe Hillo:

    Viernes 24 de julio de 1903 Las diversas cuadrillas de danzantes que se

    dirigieron a solemnizar las fiestas del Car men de La Tirana, regresaron anteayer de Pozo Almonte, en un convoy de 19 carros.

    Los reci?n llegados dicen que la concu rrencia que asisti? a la fiesta lo pas? agra dablemente, pues, aparte de las ceremo

    nias religiosas que ofici? el ilustr?simo se?or Obispo, los devotos y los profanos han pasado verdaderos d?as de campo go zando a sus anchas.

    Verdad que la afluencia de gente no fue como en a?os anteriores, debido quiz? a la situaci?n porque atraviesa la provincia, con la epidemia encima (bub?nica) y otras

    calamidades; pero la fe de los creyentes no ha disminuido y la alcanc?a de la vir

    gen, patrona de La Tirana, no ha quedado muy vac?a esta vez.

    Los preparativos para las pr?ximas festi vidades del 28 de julio, siguen la pampa en su punto. En la oficina Rosario de Huara se prepara un gran baile para el que ya se han repartido m?s de 100 invitaciones.

    Iguales manifestaciones se preparan tam

    bi?n en otras oficinas de los alrededores de Huara. Parece, pues, que el pr?ximo 28 de julio ser? celebrado ruidosamente por peruanos y chilenos, en amable consorcio,

    que indudablemente contribuir? a borrar las asperezas del pasado, honrando esta fecha com?n a todo Latinoam?rica...

    Estos p?rrafos entregan cuatro claves impor tantes: (1) confirman las celebraciones en julio agosto, asociadas a las fiestas patrias de Per? y Bolivia y a la Virgen de Copacabana, (2) ya se pue de observar que la convocatoria de La Tirana es

    amplia a nivel provincial y con la presencia del

    Obispo, indicando que su importancia ya era sig nificativa para la autoridad eclesi?stica8, (3) el uso de la m?sica y los bailes, como su caracter?stica, demostrando que fueron siempre el principal ras

    go de la fiesta. Los bailes a los que se hace men ci?n son todos m?s "antiguos" que el "primer" baile de La Tirana: el Chino, (4) la referencia a los em barazos de las mujeres que, supuestamente, se en

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  • 46 Sergio Gonz?lez Miranda

    fregar?an a los placeres "humanos" durante la festi vidad. Esto ?ltimo ha sido recurrente en peri?dicos de ?pocas posteriores, se?alando algunos incluso que esos embarazos no son criticados, aunque las muje res sean solteras o casadas. Cabr?a hacer un an?lisis

    respecto de la fertilidad de la pachamama y esos embarazos.

    El proceso de chilenizaci?n de la fiesta lleg? esencialmente a trav?s de la propia Iglesia, que acentu? el car?cter patri?tico de la virgen, sus or?

    genes militares al comienzo de la Rep?blica y su car?cter de "patrona del ej?rcito". De hecho, la autoridad eclesi?stica iquique?a siempre intent? darle m?s importancia a las festividades de la no vena del mes de septiembre, llam?ndola "la fiesta

    grande" y celebr?ndola en la Iglesia Vicarial, posi blemente como una forma de disminuir la impor tancia del pueblo de La Tirana, por su supuesto paganismo. Por ejemplo, La Luz

    - N? 37 del 13 de

    julio de 1913 se?ala lo siguiente:

    La Tirana

    Llega la fiesta de la Tirana y con ella el tumulto de devotos, el incesante ruido de tambores e instrumentos m?sicos y la ale

    gre animaci?n de los romeros. Es un par?ntesis en la triste y mon?tona vida de la Pampa; es una tradici?n, ya for mada, de muchos fieles y de muchas fa milias, dif?cil, por no decir imposible, de

    suprimir; es un desahogo que el coraz?n naturalmente cristiano y amante de la Vir

    gen Madre de Dios busca su fe, oprimida por la indiferencia o por el respeto huma no, en el teatro ordinario de la vida. Esas manifestaciones de fe y de amor cada cual las practica con la buena intenci?n y del mejor modo que se le ocurre; el canto, la m?sica, las flores, las velas, los cohetes o voladores, las ofrendas de trajes, las mandas de misas, son la expresi?n m?s elocuente de sus sentimientos de piedad hacia la Virgen. Para otros la mejor ofren da consiste en purificar su alma del peca do, en arreglar su matrimonio, si est?n vi viendo mal, y ofrecer en honor a la Sma.

    Virgen una fervorosa comuni?n.

    Estos ?ltimos obsequios son sin duda los m?s agradables a la Sma. Virgen...

    Y La Luz, N? 673 Iquique, 12 de julio de 1925.

    La Fiesta de La Virgen del Carmen Se celebrar? el jueves, d?a 16 de este mes es una festividad que no puede ser indife rente a ning?n chileno que conozca la His toria nacional.

    Son muchas las vinculaciones que existen entre la Virgen del Carmen y la Rep?blica de Chile. Los h?roes de la independencia recono cieron la protecci?n especial que les dis

    pens? la Virgen Carmelitana, a la cual acu dieron en los momentos trascendentales de la vida de la Patria. La reconocieron como Generala del Ej?rcito y le juraron fidelidad: en testimonio de ello San Mar t?n le entreg? el bast?n de mando. Todos ellos se gloriaban de vestir el Esca

    pulario del Carmen, como escudo protec tor de combates.

    En la guerra del Pac?fico todos los solda dos, desde el General al corneta, todos los marinos desde el Almirante hasta el ?lti mo grumete, llevaban la sagrada insignia. Las madres al entregar a sus hijos a la suer te de la guerra, los armaban con el Esca

    pulario de la Virgen del Carmen. Entre los restos del insigne Prat, se en contr? el Escapulario de la Virgen del Carmen...

    Sabemos que la chilenizaci?n fue particular mente severa y xenofoba con la poblaci?n tarapa que?a de origen peruano o peruana residente9. Mu

    chos debieron partir bajo la ignominia al Per? como

    refugiados, perdiendo sus bienes y separ?ndose de su familia y amigos. El grueso de los refugiados tarapaque?os que llegaron al Callao-Per? fueron instalados en terrenos de un ex fundo llamado La Chalaca. All? les entregaron sitios bajo el gobierno de Augusto B. Legu?a, para que construyeran sus casas. Por el tama?o de esta poblaci?n se transfor

    m? pronto en una urbanizaci?n denominada con acierto: Tarapac?.

    Lo aparentemente ir?nico es que esta Virgen del Carmen, Patrona del Ej?rcito de Chile, es pre cisamente la patrona de estos tarapaque?os, la que se ha transformado con el tiempo en una imagen de gran importancia en todo el Callao. Ellos tienen su propia leyenda y su propio templo, pero la Vir

    gen del Carmen del Callao es una r?plica exacta de la "chinita del Tamarugal". Los tarapaque?os re

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 47

    cogieron de la Virgen del Carmen precisamente su car?cter de "chinita", de pachamama y de la ima

    gen sagrada de los "irreligiosos" y anticlericales

    pampinos.

    Seg?n el ex bailar?n, antrop?logo y sacerdote Pablo Garc?a V?squez (comunicaci?n personal), m?s all? de un cierto anticlericalismo, las cofra d?as de baile pueden ser consideradas como expe riencias tempranas de asociatividad. La iglesia ta

    rapaque?a descubre este tipo de organizaciones y se las apropia, asimil?ndolas (haci?ndolas recono cibles nominalmente) pero no las institucionaliza, porque no sabe c?mo hacerlo. El primer intento

    institucionalizador, se?ala Garc?a, vendr? en 1933, pero fue ?sta una experiencia fallida y reci?n, en la d?cada de los a?os sesenta, con el nacimiento de la Federaci?n de Bailes de La Tirana, la instituciona lizaci?n ser? completa. Donde se sustenta lo si

    guiente: (1) Toda organizaci?n eclesi?stica contem

    pla la presidencia honoraria del obispo o un cl?rigo. Antes de la Federaci?n mencionada no exist?a tal

    presidencia. (2) Toda organizaci?n eclesi?stica

    pose?a un orden estatutario emanado y refrendado

    por la autoridad eclesi?stica, cuesti?n que tampo co fue as? antes de la Federaci?n. Una de las tareas de Monse?or Caro fue la de pasar del esquema de la limosna, seg?n el esquema del cooperativismo propuesto por Le?n XIII en Rerum Novarum de 1891. De ah? la importancia del cura Vives y su

    presencia en Iquique y el caporal Moreira, a quien se le hace un homenaje en 1917, particip? de la Semana Social del a?o anterior y fue uno de los oradores que cerraron dicha jornada.

    Palabras Finales

    Este art?culo no ha tenido otra pretensi?n que demostrar tres aspectos de la fiesta de La Tira na, a saber:

    (1) Su car?cter salitrero, lo que tendr?a dos aspec tos: uno, el minero, que le dio la identidad a las cofrad?as, y dos, el desierto, que le dio el

    misticismo.

    (2) El origen espont?neo de este fen?meno cultu ral, es decir, independiente de instituciones ecle si?sticas, que explica ese sincretismo entre la

    religiosidad popular y el anticlericalismo, tan

    propio de la expresi?n popular de la fiesta.

    (3) El impacto del proceso de chilenizaci?n en esta

    festividad, que oblig? al ocultamiento de sim

    bolog?as compartidas por las tres nacionalida des del pueblo (chilena, peruana y boliviana) y con ellas la ind?gena. Adem?s de la emergencia de la simbologia militar y patri?tica asociada a la Virgen del Carmen, Patrona del Ej?rcito.

    Si bien el inicio del ciclo de expansi?n del sa litre pudo haber marcado definitivamente la ruptu ra con el origen argent?fero de La Tirana, siendo la construcci?n del nuevo templo (1886) el s?mbolo de ese quiebre, es posible que el t?rmino del ciclo de expansi?n del salitre haya significado otra in

    flexi?n, donde en eje sociocultural de La Tirana se traslada del desierto a la costa. Y el s?mbolo de esa

    ruptura sea la creaci?n del templo de la Plaza Ari ca para la Virgen del Carmen en Iquique, en 1933. Transform?ndose en la "Tirana Chica"10. Veamos

    el programa de ese a?o, cuando el obispo era mon se?or Carlos Labb?, publicado en El Tarapac?,

    martes 10 de octubre 1933.

    En la Nueva Capilla de Nuestra Se?ora del Carmen

    Desde el domingo 8 se ha empezado una santa misi?n, a cargo del obispo, Monse

    ?or Carlos Labb? M. en la nueva Capilla, dedicada a la Virgen del Carmen, habili tada en la calle San Mart?n esquina Plaza

    Arica.

    Durante estos d?as habr? misa a las 8 a.m. con pl?tica; en la tarde a las 4:30 catecis mo para los ni?os del barrio. Se atender?n tambi?n gratuitamente, bautizos, matrimo

    nios, etc.; en la noche a las 8:30 se efec tuar? la distribuci?n principal de la misi?n, con pl?tica y serm?n. Todos estos oficios a cargo del Iltmo. se?or Obispo. En esta ocasi?n, en que entusiastas se?o

    ritas que componen la Asociaci?n de la Juventud Cat?lica Femenina, tiene un an

    cho campo en que desarrollar sus piado sas labores, trabajando tesoneramente para el mayor bien de estas misiones, secun

    dando completamente al se?or obispo, consiguiendo la mayor cantidad posible de bautismos, matrimonios y en la prepara ci?n de los ni?os para su primera comu ni?n. De esta manera, el d?a 12, que es el d?a de la bendici?n oficial de la nueva

    Capilla, ser?n muchas las comuniones y dem?s servicios religiosos.

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  • 48 Sergio Gonz?lez Miranda

    Los bailes de "chunchos" organizados de la Capilla, han confeccionado un progra

    ma de fiestas m?s o menos igual, a los que se acostumbran desarrollar en la Tirana, en el d?a de Nuestra Se?ora del Carmen. El programa es el siguiente: El d?a 12: A las 8:30 bendici?n de la Ca

    pilla de la Virgen del Carmen, misa y co muni?n general. A las 3:30 p.m. Solemne procesi?n con las andas de la Virgen y de Andacollo, ?ngel de Chile y San Antonio, que se veneran en la nueva Capilla; asistir?n los chunchos con sus trajes caracter?sticos; Al regresar a la

    Capilla el se?or Obispo dar? la bendici?n

    papal se bendecir?n los objetos religiosos, como se acostumbran en las misiones.

    Parte Social: D?a 11 : A las 4 p.m. Presentaci?n de los Bailes ante la nueva Capilla. D?a 12: A las 4 a.m. Alba cantada por las diversas comparsas de bailes tradicionales. A las 6 a.m. Diana por la banda m?sicos.

    Seg?n la antropologa Hanneke Slootweg, las cofrad?as religiosas son todav?a un fen?meno

    obrero, tal y como surge en las salitreras de Tara

    pac?11. Esta fiesta re?ne hoy a no menos de cien mil personas todos los a?os, m?s que toda la po blaci?n ind?gena de la regi?n, en un gran ritual

    intercultural, que no solamente sobrevive sino crece con los a?os, est? presente y, como siem

    pre, es un fen?meno que est? m?s all? de la Igle sia oficial. La Federaci?n de bailes religiosos cuenta con m?s de cuatro mil socios activos, m?s

    que cualquier federaci?n obrera o patronal: la cofrad?a tuvo al cabo mejor salud que el sindica to. El gran ritual intercultural de La Tirana es to dav?a una expresi?n de identidad regional. Esta

    festividad, organizada por los "de abajo", cons truida por los "ocultos", se impuso en el largo plazo e hizo visibles sus "r?os subterr?neos" en toda la regi?n y m?s all? de sus fronteras.

    Agradecimientos: FONDECYT 1020719 y a los revisores an?nimos de Chungara.

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  • La presencia ind?gena en el enclave salitrero de Tarapac?: ... 49

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    Notas

    1 El cuerpo es relevante en La Tirana porque en ?l se expresa el sacrificio que se ofrece a la virgen, sea a trav?s del baile o de las mandas, entre otras manifestaciones; tomando en

    consideraci?n, adem?s, que este espacio es un dispensato rio de salud, donde el cuerpo se sacrifica para redimir o sanar el alma. Desde un punto de vista te?rico, considero

    que el aporte de Michel Foucault sobre el disciplinamiento del cuerpo es interesante de aplicar a un fen?meno religio so como La Tirana (Foucault 1994; Goodson 1994).

    2 Posiblemente la canci?n "Vamos mujer" dentro de la "Can tata Santa Mar?a" de Luis Advis V. exprese con m?s clari dad esta distinci?n.

    3 En los Memoriales Obreros de 1904 se?ala en una de sus

    partes: "...?ltimamente, estando a?n repleta de brazos la

    provincia, internaron al pa?s miles de hombres tra?dos de la serran?a de Bolivia y el Per?, porque la gente de pueblo no ha podido ser enga?ada. Esto se hizo con el fin expreso de irritar al obrero chileno de las provincias del Norte, a

    quien necesariamente deb?a afectar y herir, produci?ndose as? la anarqu?a y el choque consiguiente entre chilenos,

    peruanos y bolivianos, llev?ndonos a una segunda confla

    graci?n pol?tica de la cual sacar?a el industrial provecho sos resultados (...)". Manifiesto de los gremios obreros de la provincia de Tarapac? al Supremo Gobierno.

    4 Lo pudimos divisar en La Tirana del 2001 ya no como bru

    jo sino como cacique de otro baile Piel Roja, debido a su

    avanzada edad no dirig?a, solamente su presencia era lo

    importante para el baile. 5 Posiblemente sea preciso se?alar que Monse?or Caro lle

    v? una activa disputa filosofico-politica en Iquique con la

    masoner?a, por un lado, y con el comunismo por otro. Un famoso litigio en contra del peri?dico El Bonete dirigido por Elias Lafertte concluy? con ?ste y Luis E. Recabarren

    (director de El Despertar de los Trabajadores) en la c?rcel. No es de extra?ar entonces su preocupaci?n por limitar a

    las cofrad?as salitreras. 6 La Luz N? 717,11 de julio de 1926. Fiesta de La Tirana. El

    pr?ximo viernes 16 se celebrar? la fiesta de La Tirana, como

    en a?os anteriores. Los peregrinos ser?n atendidos por el se?or cura de Pica y por dos RRPP Franciscanos (el cura de Pica era el "tata" Friedrich, sacerdote alem?n muy que rido en la zona).

    7 Despu?s de la crisis de los a?os treinta, con la Cosach y

    bajo el apoyo econ?mico de D. Osvaldo de Castro, se cons

    truyeron iglesias en importantes salitreras como Humbers tone y Victoria. Adem?s se trajeron curas oblatos y se di fundi? la Acci?n Cat?lica organizada por el padre Hurtado, todo con el prop?sito de contrarrestar al comunismo.

    8 Aunque ?sta tratara de darle m?s importancia a otras festi vidades: en julio a la fiesta de San Pedro y San Pablo, y en

    septiembre a la novena por la virgen del Carmen, Patrona del Ej?rcito.

    9 Los trabajadores bolivianos no quedaron exentos de este

    problema, pues debieron sus brazos reemplazar a los de los trabajadores peruanos expulsados punitivamente por las autoridades o grupos organizados chilenos. V. gr. El Diario - Oruro, 1920. 24 de marzo, Notas de Uyuni. Enganches

    de trabajadores bolivianos para las salitreras. Es objeto de contradictorios comentarios la actitud de las autoridades de Uyuni, que han dado toda clase de facilidades a la co

    misi?n de reenganche de trabajadores que ha venido de

    Antofagasta. El s?bado 13, se han embarcado en la esta ci?n de Uyuni, y con destino a la oficina salitrera "La

    Uni?n", 150 hombres de nacionalidad boliviana. Se ase

    gura con muchos visos de verdad, que vienen en camino otras comisiones de reenganches, y que el prop?sito firme de los due?os, es reemplazar a todos los peruanos que per manezcan a?n en ella, con elementos bolivianos.

    10 El concepto de "Tirana chica" se refiere a la fiesta de la

    plaza Arica que es una r?plica en menor escala de la reali zada en el pueblo de La Tirana.

    11 Posiblemente el cambio social y cultural mayor bajo esta nueva etapa de la fiesta de La Tirana, es que ya no es la

    expresi?n oculta de una cultura obrera emancipatoria, sino de otra cultura obrera: marcada por el consumo y el mo dernismo.

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    Article Contentsp. [35]p. 36p. 37p. 38p. 39p. 40p. 41p. 42p. 43p. 44p. 45p. 46p. 47p. 48p. 49

    Issue Table of ContentsChungara, Vol. 38, No. 1 (Enero - Junio 2006) pp. 1-161Front MatterEDITORIAL [pp. 3-4]OBITUARIO OLAFF OLMOS FIGUEROA (1951-2005)Un camino de consecuencia: Olaff Olmos Figueroa, arquelogo tarapaqueo (1951-2005) [pp. 5-8]In memoriam Olaff Olmos Figueroa [pp. 9-12]

    DEFORMACIN INTENCIONAL DEL CRNEO EN POBLACIONES ARQUEOLGICAS DE ARICA, CHILE: ANLISIS PRELIMINAR DE MORFOMETRA GEOMTRICA CON USO DE RADIOGRAFAS CRANEOFACIALES:INTENTIONAL CRANIAL DEFORMATION IN ARCHAEOLOGICAL POPULATIONS OF ARICA (CHILE): PRELIMINARY GEOMETRIC MORPHOMETRICS ANALYSIS USING CRANIOFACIAL [pp. 13-34]LA PRESENCIA INDGENA EN EL ENCLAVE SALITRERO DE TARAPAC: UNA REFLEXIN EN TORNO A LA FIESTA DE LA TIRANA / THE INDIGENOUS PRESENCE IN THE NITRATE ENCLAVE OF TARAPAC: A REFLECTION ON THE RELIGIOUS CELEBRATION OF LA TIRANA [pp. 35-49]KHARISIRIS DE AGOSTO EN EL ALTIPLANO AYMARA DE BOLIVIA / KHARISIRIS OF AUGUST ON THE AYMARA ALTIPLANO OF BOLIVIA [pp. 51-62]THE TEST OF COMPETING MODELS FOR THE PREHISTORIC PEOPLING OF THE AZAPA VALLEY, NORTHERN CHILE, USING MATRIX CORRELATIONS / MODELOS ALTERNATIVOS PARA EXPLICAR EL POBLAMIENTO PREHISTRICO DEL VALLE DE AZAPA, NORTE DE CHILE, MEDIANTE ANLISIS DE CORRELACIN DE MATRICES [pp. 63-82]Reportes MonogrficosCONTEXTUALIZACIN E ICONOGRAFA DE LAS TABLETAS PSICOTRPICAS TIWANAKU DE SAN PEDRO DE ATACAMA / CONTEXTUALIZATION AND ICONOGRAPHY OF TIWANAKU PSYCOTROPIC TABLETS FROM SAN PEDRO DE ATACAMA [pp. 83-111]PRTICAS MORTUORIAS WARI EN MARAYNIYOQ, VALLE DE AYACUCHO, PER / WARI MORTUARY PRACTICES AT MARAYNIYOQ, AYACUCHO VALLEY, PERU [pp. 113-127]REGRESAR PARA CONSTRUIR: PRCTICAS FUNERARIAS E IDEOLOGA(S) DURANTE LA OCUPACIN INKA EN CUTIMBO, PUNO-PER / RETURNING TO BUILD: FUNERARY PRACTICES AND IDEOLOGY (IES) DURING THE INKA OCCUPATION OF CUTIMBO, PUNO-PERU [pp. 129-143]

    RESEAS Y COMENTARIOS BIBLIOGRFICOSReview: untitled [pp. 145-149]Review: untitled [pp. 150-151]Review: untitled [pp. 152-155]Review: untitled [pp. 155-157]Review: untitled [pp. 158-161]

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