Fred Block - La Clase Dominante No Domina - Notas Sobre La Teoría Marxista Del Estado

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    LA CLASE DOMINANTE NO DOMINA: NOTAS SOBRE LA TEORÍA MARXISTADEL ESTADO

    Fred Block (1977)

    A pesar del reciente resurgimiento del interés en ella, la teoría marxista del Estado siguesiendo un lío. [1] Se ha hecho un avance importante al criticarse las formulacionesmarxistas ortodoxas que reducen el Estado a un mero reflejo de intereses económicos. Sinembargo, los lineamientos de una teoría marxista alternativa no están claros. En los círculosmarxistas esto se expresa de modo notorio en la sostenida popularidad que tienenexplicaciones de políticas estatales, o de conflictos al interior del Estado, que son patentemente similares a las formulaciones ortodoxas: tienden a ver el Estado como unreflejo de los intereses de ciertas fracciones de la clase capitalista. Muchos marxistas, porejemplo, adhirieron a interpretaciones de Watergate como un conflicto entre dos alasdistintas de la clase capitalista. [2] Esta brecha entre la teoría y la explicación de eventoshistóricos demuestra que la crítica a las formulaciones marxistas ortodoxas no ha sido

     profundizada lo suficiente. Las viejas formulaciones  – incluso cuando ya han sidocuidadosamente criticadas y desechadas- vuelven furtivamente en muchos análisis de hoy, pues siguen incrustadas en los mismos conceptos básicos del análisis marxista.

    Este ensayo propone dos elementos para una teoría marxista alternativa del Estado. El primer elemento es una manera diferente de comprender a la clase dominante y su relacióncon el Estado. Esta re-conceptualización posibilita el segundo elemento: la elaboración deun marco estructural que especifica los mecanismos concretos que hacen del Estado unEstado capitalista, a diferencia de otras teorías estructurales que han tendido a analizar lasestructuras de una manera abstracta y mistificadora. [3]

    Aunque estos dos elementos no ofrecen una teoría completa marxista sobre el Estado, sícontribuyen a una nueva manera de pensar las raíces de la racionalidad en el capitalismo.Marxistas contemporáneos se han visto forzados a reconocer que, pese a su irracionalidadfundamental, el capitalismo en el mundo desarrollado ha mostrado una capacidad notable para racionalizarse en respuesta a los peligros gemelos de la crisis económica y losmovimientos obreros radicales. Puesto que el actual periodo histórico presenta a laizquierda la amenaza de una exitosa racionalización capitalista, comprender las raíces de lacapacidad de auto-reforma del capitalismo cobra una importancia política fundamental. Laexplicación marxista tradicional sobre la racionalidad capitalista ha consistido en ligarla ala consciencia de algún sector de la clase dominante. Bajo este enfoque, la reformacapitalista reflejaría la voluntad consciente y el entendimiento de algún sector de la clasecapitalista que ha comprendido la magnitud del problema y se propone diversas soluciones.

    El marco alternativo que proponemos aquí sugiere que la capacidad del capitalismo pararacionalizarse es el resultado de un conflicto entre tres grupos de agentes  – la clasecapitalista, los administradores del aparato estatal y la clase obrera. (a) La racionalizaciónocurre “a espaldas” de cada uno de los actores, de modo que la racionalidad no puede ser

    vista como una función de la consciencia de un grupo en particular.

    Este argumento y sus implicaciones serán elaborados paso a paso. Primero, pretendodemostrar que las críticas a la teoría marxista ortodoxa del Estado se equivocan al aceptar

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    la idea de una clase dominante con consciencia de clase. Segundo, planteo que hay una base en el trabajo de Marx para rechazar la idea de una clase dominante con consciencia declase. Tercero, desarrollo un argumento estructural que sostiene que incluso prescindiendode una clase dominante con consciencia de clase, los administradores estatales tienenfuertes incentivos para no seguir políticas anti-capitalistas. Cuarto, vuelvo al problema de la

    racionalidad capitalista entre capitalistas, proletarios y administradores estatales.Finalmente, analizo brevemente las implicaciones de este planteamiento respecto a lasdificultades actuales del capitalismo en Estados Unidos.

    LA CRÍTICA DEL INSTRUMENTALISMO

    En los últimos años, el mayor desarrollo en la teoría marxista del Estado ha sido laformulación de una crítica al instrumentalismo. Diversos autores han caracterizado como“instrumentalista” la visión ortodoxa del marxismo sobre el Estado, porque comprende elEstado como una simple herramienta o instrumento de los propósitos de la clase dominante.Primero, ignora el rol ideológico del Estado. El Estado juega un rol fundamental enmantener la legitimidad del orden social, y esto requiere que el Estado parezca ser neutral

    en la lucha de clases. En pocas palabras, incluso si el Estado es un instrumento de los propósitos de la clase dominante, el hecho de que deba disimularlo plantea la necesidad deun marco más complejo para analizar las políticas estatales. Segundo, el instrumentalismoes incapaz de reconocer que para actuar a favor del interés general del capital, el Estadodebe tomar acciones contra los intereses particulares de los capitalistas. Medidas como elcontrol de precios o restricciones sobre las exportaciones de capital, por ejemplo, puedenservir al interés general del capital en un periodo en particular, incluso si reducentemporalmente las ganancias de la mayoría de los capitalistas. Para llevar a cabo tales políticas, el Estado debe tener una autonomía mayor respecto al control directo de loscapitalistas de lo permitido por concepción instrumentalista

    Las críticas al instrumentalismo proponen la idea de la autonomía relativa del Estado comoun marco alternativo. Para servir los intereses generales del capital, el Estado debe tenercierta autonomía del control directo de la clase dominante. Dado que el concepto deautonomía absoluta del Estado sería no-marxista y falsa, la autonomía es claramenterelativa. Sin embargo, la dificultad está en especificar la naturaleza, los límites y lasdeterminaciones de esa autonomía relativa. Algunos autores han intentado argumentar queel grado de autonomía varía históricamente y que el “capitalismo tardío” se caracteriza porla “autonomización del aparato estatal”. Pero estos argumentos tienen un carácter adhoc, ycomparten un problema analítico derivado de la idea de “autonomía relativa del control dela clase dominante”. 

    El problema básico en las formulaciones de “autonomía relativa” está en la manera de

    comprender a la clase dominante. Las teorías de autonomía relativa asumen que la clasedominante responderá efectivamente al abuso estatal de esa autonomía. Pero para que laclase dominante sea capaz de tomar tales acciones correctivas, debe tener cierto nivel decohesión política, entendimiento de sus intereses generales y un alto grado de sofisticación política. En suma, la teoría requiere que la clase dominante, o una parte de ella, seaconsciente como clase, es decir, esté consciente de lo que es necesario para reproducir lasrelaciones sociales capitalistas en circunstancias históricas cambiantes. Pero si la clasedominante, o una fracción de ella, tuviera consciencia de clase, entonces claramente el

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    grado de autonomía del Estado sería bastante limitado. En este punto la teoría de laautonomía relativa se desmorona sólo para volver a una versión más sofisticada delinstrumentalismo. Las políticas estatales se siguen viendo como un reflejo de los “inputs”de una clase dominante con consciencia de clase.

    Para superar este nudo teórico y formular una crítica del instrumentalismo que no colapse,

    se debe rechazar la idea de una clase dominante con consciencia de clase. En lugar delmarco de la “autonomía relativa”, la idea clave pasa a ser la división del trabajo entrequienes acumulan capital y quienes administran el aparato estatal. Quienes acumulancapital son conscientes de sus intereses como capitalistas, pero, en general, no sonconscientes de lo que es necesario para reproducir el orden social en circunstanciascambiantes. Sin embargo, quienes administran el aparato estatal están forzados, en unmayor grado, a preocuparse por la reproducción del orden social, pues su poder se sostieneen el cuidado del orden político y económico. En este marco, la tarea teórica centralconsiste en explicar cómo es que, pese a esta división del trabajo, el Estado tiende a servirlos intereses de la clase capitalista. Es a esta tarea  – a la elaboración de una teoría estructuraldel Estado- que me abocaré luego de una discusión breve sobre la división del trabajo entre

    capitalistas y administradores estatales.

    DIVISIÓN DEL TRABAJO

    La idea de una división del trabajo entre capitalistas sin consciencia clase y quienesadministran el aparato estatal puede hallarse en los escritos de Marx. [4] Dos factores, sinembargo, oscurecen este aspecto de su pensamiento. Primero, Marx no planteó lanaturaleza del marco estructural en que la división del trabajo operaba, aunque sugirió laexistencia de tal marco. Segundo, la discusión de Marx sobre estos problemas estáempañada por su afán polémico de atribuir la responsabilidad de todos los aspectos de lasociedad burguesa en la clase dominante. Incluso cuando Marx reconoce que la clase

    dominante carece de consciencia de clase, aun así formula su argumento de modo tal queimplica que la clase dominante, como un todo, controla conscientemente la situación. Marxapela a la idea de una clase dominante consciente, conductora, a modo de atajo polémico,sustituyendo la elaboración de los mecanismos estructurales mediante los cuales el controlsobre los medios de producción lleva al control sobre otros aspectos de la sociedad.

    Esta tensión en las formulaciones de Marx es más clara en el Dieciocho Brumario, cuandoexplica por qué la burguesía apoyó el golpe de Estado de Luis Napoleón contra sus propiosrepresentantes parlamentarios. Escribe:

     La masa extraparlamentaria de la burguesía, con su servilismo hacia el presidente,con sus insultos contra el parlamento, con el trato brutal a su propia prensa,

    empujaba a Bonaparte a oprimir, a destruir a sus oradores y sus escritores, sus políticos y sus literatos, su tribuna y su prensa, para poder así entregarseconfiadamente a sus negocios privados bajo la protección de un gobierno fuerte yabsoluto. Declaraba inequívocamente que ardía en deseos de deshacerse de su propia dominación política, para deshacerse de las penas y los peligros de esadominación. [5]

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    Este pasaje sugiere una división del trabajo y una división de intereses entre la masaextraparlamentaria de la burguesía, fundamentalmente interesada en acumular ganancias, ylos representantes parlamentarios y literarios de esa clase, cuyos problemas centrales sonotros. Marx apela a la idea de “representación” como sustituto para especificar la relaciónestructural que sostiene esa división del trabajo.

    En un pasaje previo, al discutir sobre la pequeña burguesía, Marx plantea lo que encierra laidea de “representación”: 

    Tampoco debe creerse que los representantes democráticos son todos  shopkeepers[tenderos] o gentes que se entusiasman con ellos. Pueden estar a un mundo dedistancia de ellos, por su cultura y su situación individual. Lo que los hacerepresentantes de la pequeña burguesía es que no van más allá, en cuanto amentalidad, del modo de vida de los pequeños burgueses; que, por tanto, se venteóricamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a lasque se ven ellos por el interés material y la situación social. Tal es, en general, larelación que existe entre los representantes políticos y literarios de una clase y la

    clase por ellos representada. [6]Aquí Marx rechaza el reduccionismo simple tan común entre sus seguidores. Para Marx, larepresentación era una relación objetiva  – uno no necesita ser de una clase para ser surepresentante. Y, de hecho, representantes y sus clases no siempre se vieron cara a cara, puesto que sus posiciones distintas podían llevar a diferentes perspectivas. En suma, losrepresentantes no son miembros típicos de sus clases, y es un error atribuirle a la clasecomo un todo la consciencia que muestran sus representantes parlamentarios ointelectuales.

    La idea de representación de Marx sugiere los lazos estructurales generales entrecapitalistas y quienes administran el aparato estatal. Marx reconocía que quienesadministran el aparato estatal tienden a tener una visión más amplia de la sociedad que loscapitalistas, aunque su visión aún se queda corta respecto a una comprensión general de loque es necesario para reproducir el orden social. Después de todo, la preocupación de losadministradores estatales en la lucha por el poder político distorsiona su comprensión. Estaes la fuente del “cretinismo parlamentario” que hizo de Luis Napoleón un mejor defensorde los intereses de la burguesía que sus propios representantes de clase. Pero si ni la clasedominante ni sus representantes saben lo que es necesario para preservar y reproducir lasrelaciones sociales capitalistas ¿por qué entonces el Estado tiende a hacer justamente eso?La respuesta es que las políticas emergen de las relaciones estructurales entreadministradores estatales, capitalistas y proletarios.

    MECANISMOS ESTRUCTURALES SUBSIDIARIOS

    Cuando marxistas plantean una crítica radical de las concepciones instrumentalistas delEstado, en general lo hacen para justificar políticas reformistas. Cuando uno plantea que laclase dominante es difusa, carece de consciencia de clase y de sofisticación política, parecedesprenderse que si los socialistas se hicieran del control de las palancas del Estadoexistente, entonces podrían usar el Estado para realizar una transición al socialismo. Lalógica es impecable  – si el Estado no es inherentemente una herramienta de la clase

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    dominante, entonces puede convertirse en una herramienta de la clase obrera. Estaconcepción reformista comparte con el instrumentalismo un reduccionismo personalista  –  ola clase dominante controla el Estado personal y directamente o no lo controla en absoluto,en cuyo caso el Estado puede ser usado para otros propósitos. Ninguna de estasconcepciones reconoce los mecanismos estructurales que hacen que el Estado sirva fines

    capitalistas, sin importar si los capitalistas intervienen directa y conscientemente. Sinembargo, una vez que estos mecanismos son comprendidos, es posible desarrollar unacrítica del socialismo reformista mucho más poderosa que las críticas que se derivan de latradición instrumentalista.

    Antes de considerar los mecanismos estructurales fundamentales, es necesario consideraruna serie de mecanismos subsidiarios. El primero de estos incluye todas las técnicasmediante las cuales miembros de la clase dominante pueden influenciar directamente elaparato estatal. Incluso si los miembros de la clase dominante carecen de consciencia declase, sí están perfectamente conscientes de sus intereses inmediatos como capitalistas y delimpacto del Estado en sus intereses. Los capitalistas, individualmente y en grupos, presionan el Estado para lograr distintos tipos de contratos lucrativos, gasto estatal en

    ciertas áreas, acción legislativa a su favor, reducción impositiva, acción más efectiva paracontrolar la fuerza laboral, etc. Está demás decir que la búsqueda de estos distintos interesesno implica necesariamente políticas a favor de los intereses generales del capital. Incluso enlo relacionado al control de la fuerza laboral, donde el interés común de los capitalistas esmás fuerte, las políticas que los capitalistas exigen pueden no estar acordes a sus propiosintereses a largo plazo. Sin embargo, los capitalistas intentan asegurar receptividad por parte del Estado mediante distintos mecanismos, incluyendo contribuciones para campañas,actividades de lobby, así como con favores a políticos y funcionarios. Aunque estastécnicas son usadas primordialmente para aumentar la receptividad estatal a los interesesespeciales de capitalistas particulares o de grupos de capitalistas, el efecto general de esta proliferación de canales de influencia consiste en hacer más probable que los

    administradores estatales rechacen modos de pensamiento y de conducta que entran enconflicto con la lógica del capitalismo.

    Incluido en esta categoría de canales de influencia, está el reclutamiento de miembros de laclase dominante al servicio público-gubernamental y, en los últimos años, el hacerlos partícipes de distintos grupos privados de elaboración de políticas públicas, las cualestienen un gran impacto en la formulación de políticas de gobierno. Los instrumentalistastienden a ver a estos individuos como miembros típicos de su clase, y su impacto sobre elEstado se concibe como el meollo del dominio de la clase capitalista. De partida, miembrosde la clase dominante que dedican buena parte de su energía a la elaboración de políticas públicas se convierten en miembros atípicos de su clase, puesto que están forzados a ver el

    mundo desde la perspectiva de un administrador estatal. Es muy probable que diverjanideológicamente de la opinión de la clase dominante no comprometida políticamente. Másimportante aún, incluso si no hubiera miembros políticamente activos de la clasedominante, aun así hay razones de sobra para creer que el Estado, y los grupos que elaboran políticas, promoverían políticas a favor de los intereses de la clase dominante. Laformulación de Marx citada anteriormente deja en claro que uno no necesita ser de la clasedominante para “representarla” políticamente; cuando no hay individuos de la clase

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    dominante, los individuos de otras clases sociales ansiosamente cumplirán su rol de“representantes”. 

    Todas las técnicas de influencia de la clase dominante, incluyendo la participación directa,constituyen mecanismos estructurales de importancia subsidiaria. Los canales de influenciahacen menos probable que los administradores estatales formulen políticas que entren en

    conflicto directo con los intereses de los capitalistas. Pero son un mecanismo subsidiario porque incluso en ausencia de ellos, otros mecanismos estructurales hacen extremadamentedifícil para los administradores estatales llevar adelante políticas anti-capitalistas. Mientrasque los instrumentalistas plantean que la influencia es el eje del control de la clasedominante sobre el Estado, en realidad no es más que la guinda de la torta de ladominación de clase.

     No puede decirse lo mismo sobre un segundo mecanismo subsidiario  –   la hegemoníacultural burguesa. El aspecto relevante de la hegemonía cultural es la aceptacióngeneralizada de ciertas reglas implícitas sobre lo que constituye una actividad estatallegítima. Aunque estas reglas cambian con el tiempo, un gobierno que viole las reglas

    implícitas de un periodo particular podría perder buena parte de su apoyo popular. Estoactúa como una poderosa limitación, desalentando ciertos tipos de acción estatal que pueden entrar en conflicto con los intereses del capital. Sin embargo, invocar simplementela existencia de la hegemonía cultural burguesa, plantea el problema de explicar cómo esque esa hegemonía se genera. Aquí, también, debe haber mecanismos estructuralesespecíficos que operan para hacer que las “ideas dominantes” sean consistentes con eldominio de clase. Sin embargo, la tarea de explicar estos mecanismos estructurales superalos límites de este ensayo.

    MECANISMOS ESTRUCTURALES FUNDAMENTALES

    Una teoría estructural viable del Estado debe hacer dos cosas distintas. Debe elaborar laslimitaciones estructurales que operan para reducir la probabilidad de que administradoresestatales actúen contra los intereses generales de los capitalistas. Comprender estaslimitaciones es particularmente importante para analizar los obstáculos ante estrategiassocialistas de corte reformista. Pero una teoría estructural también debe explicar latendencia de los administradores estatales a implementar políticas que van a favor de losintereses generales del capital. No es suficiente explicar por qué el Estado evita políticasanti-capitalistas: es necesario explicar por qué el Estado ha servido para racionalizar elcapitalismo. Una vez que uno rechaza la idea de la consciencia de clase por parte de la clasedominante, se necesita ofrecer una explicación alternativa para los intentos deracionalización.

    Ambas tendencias pueden derivarse del hecho de que quienes administran el aparato estatal – sin importar su propia ideología política- dependen del mantenimiento de cierto nivelrazonable de actividad económica. Esto es cierto por dos razones. Primero, la capacidad delEstado para financiarse mediante impuestos o créditos depende de la situación económica.Si la actividad económica está en caída, el Estado tendrá dificultades para mantener susingresos en un nivel adecuado. Segundo, el apoyo púbico a un régimen decaerá agudamentesi el régimen preside una caída seria en el nivel de actividad económica, con un aumento paralelo del desempleo y la escasez de bienes claves. Tal caída en el apoyo aumenta la

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     probabilidad de que los administradores estatales sean removidos del poder de una manerau otra. E incluso si la caída no es tan marcada, aumentará los desafíos al régimen ydisminuirá su capacidad política para tomar acciones efectivas.

    En la economía capitalista el nivel de actividad económica está fundamentalmentedeterminado por las decisiones de inversión privada de los capitalistas. Esto significa que

    los capitalistas, en su rol colectivo como inversores, tienen un poder de veto sobre las políticas estatales en la medida que su negativa a invertir en niveles adecuados puede creargrandes problemas políticos para los administradores estatales. Esto aleja a losadministradores estatales de tomar acciones que puedan disminuir seriamente los niveles deinversión. También significa que los administradores estatales tienen un interés directo enusar su poder para facilitar la inversión, puesto que su propio poder descansa sobre unaeconomía saludable. Habrá una tendencia de las agencias estatales a orientar sus distintos programas hacia la meta de facilitar y promover la inversión privada. Al hacerlo, losadministradores estatales enfrentan el problema de la inversión desde una perspectiva másamplia que la de los capitalistas individuales. Esto aumenta la probabilidad de que tales políticas vayan de acuerdo al interés general del capital.

    LIMITACIONES SOBRE LAS POLÍTICAS ESTATALES

    Esto, por supuesto, es demasiado simple. Ambos lados de la moneda  – limitaciones yracionalización- deben ser desarrollados en mayor detalle para que este enfoque seaconvincente. Un problema se hace particularmente evidente: si los capitalistas tienen poderde veto sobre las políticas estatales ¿acaso no es esta simplemente otra versión del enfoqueinstrumentalista? La respuesta a esta pregunta está en un análisis más cuidadoso de lasdeterminaciones de las decisiones de inversión. El concepto más útil es la idea de“confianza empresarial”. Capitalistas individuales deciden su nivel de inversión en un país particular sobre la base de distintas variables específicas tales como el precio de la fuerza

    de trabajo y el tamaño del mercado para un producto específico. Pero también hay unavariable intangible: la evaluación capitalista del clima político/económico general. ¿Esestable la sociedad? ¿Se tiene bajo control a la clase obrera? ¿Es probable que aumenten losimpuestos? ¿Interfieren las agencias gubernamentales en la libertad para hacer negocios?¿Crecerá la economía? Este tipo de consideraciones son críticas para las decisiones deinversión de cada empresa. La suma de todas estas evaluaciones sobre una economíanacional puede definirse como el nivel de “confianza empresarial”. A medida que el nivelde confianza empresarial cae, así también lo hará la tasa de inversión. La confianzaempresarial también tiene una dimensión internacional cuando las naciones están integradasen una economía capitalista mundial. Empresas multinacionales, banqueros internacionalesy especuladores, también hacen juicios sobre el clima político/económico particular de un país, lo que determina su voluntad para invertir. Esto, a su vez, afectará el nivel interno deconfianza empresarial y el nivel de inversión productiva.

    La confianza empresarial, sin embargo, es muy distinta a la “consciencia de la clasedominante”. La confianza empresarial está basada en una evaluación del mercado queconsidera los eventos políticos sólo en la medida que repercuten en el mercado. Estosignifica que está basada en el interés propio y estrecho del capitalista individual preocupado por la ganancia. La confianza empresarial, especialmente por su componenteinternacional, no hace evaluaciones sutiles respecto a si el régimen sirve o no los intereses

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    de largo plazo del capital. Cuando hay agitación política y movilización popular, laconfianza empresarial decae, resurgiendo cuando hay una restauración del orden, sinimportar cuán brutal.

    Fue la confianza empresarial la que respondió tan favorablemente al golpe de Estado deLuis Napoleón, porque prometía restaurar las condiciones para el “business as usual”, pesea las implicaciones negativas para los derechos políticos de la burguesía. La crudeza de laconfianza empresarial hace del capitalismo un sistema particularmente vulnerable a losregímenes autoritarios que son capaces de actuar contra los intereses generales del capital.(b)

    La dinámica de la confianza empresarial es una limitación sobre los administradores delaparato estatal. Esto puede ejemplificarse al bosquejar el escenario de lo que sucede cuandogobiernos izquierdistas llegan al poder mediante medios parlamentarios e intentan realizarreformas importantes. El escenario condensa distintas experiencias del siglo XX,incluyendo la de Chile bajo Allende. Desde el momento en que la izquierda gana laelección, la confianza empresarial decae. La expresión más importante de esta caída es un

    aumento de la especulación contra la moneda del país. Los gobiernos reformistas siempreestán bajo sospecha de pretender implementar políticas inflacionarias; una mayor inflaciónsignifica que el valor internacional de la moneda decaerá. Tan pronto les sea posible, antela esperada inflación, los especuladores empiezan a deshacerse de la moneda.

    Esta asociación entre gobiernos reformistas e inflación no es arbitraria. Políticas reformistas – altos niveles de empleo, redistribución del ingreso hacia los pobres, mejora de serviciossociales- llevan directa o indirectamente a una transferencia del ingreso desde las gananciashacia la clase obrera. Las empresas intentan resistirla aumentando los precios de modo quelos niveles de ganancia no se reduzcan. En suma, la inflación de precios en este contexto esuna respuesta de mercado a políticas que tienden a beneficiar a la clase obrera. El gobierno

    reformista, enfrentado al inicial asalto especulativo contra su moneda, tiene dos opciones.Puede tranquilizar a la comunidad empresarial internacional y doméstica, dejando en claroque su intención es implementar políticas económicas ortodoxas. O puede seguir adelantecon su programa de reformas. Si sigue este último camino, es probable un aumento de lainflación y una eventual crisis monetaria internacional.

    La crisis internacional se genera por la combinación de una sostenida presión especulativacontra la moneda y distintos factores nuevos. La inflación doméstica probablementeafectará adversamente la balanza de comercio del país, llevando a un deterioro de la balanza de pagos. Además, la inflación y la pérdida de confianza en la moneda llevan a lafuga de capital extranjero y local, así como a una mayor reticencia extranjera a prestarledinero al país. La presión especulativa inicial contra la moneda podía ser tolerada, pero el

    estallido de una aguda crisis monetaria internacional requiere una respuesta significativa. Elgobierno puede renunciar a su reformismo o ceder el poder a una administración más“responsable”.

    Pero si el gobierno está comprometido con la defensa de su programa, tendrá que aislar sueconomía de las presiones del mercado internacional, imponiendo alguna combinación decontrol de precios, de importaciones e intercambio.

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    La escalada en los intentos del gobierno por controlar el mercado gatilla una nueva cadenade eventos. Estos nuevos controles involucran amenazas a capitalistas individuales. Elcontrol de precios significa que las empresas pierden la habilidad de manipular uno de losmayores factores del nivel de ganancias. El control de importaciones significa que laempresa ya no puede importar bienes críticos para su negocio. El control de intercambio

    significa que la empresa y los individuos ya no pueden mover sus activos libremente paraasegurar refugios internacionales. El hecho de que los activos estén atrapados en unamoneda de rápida inflación, plantea la posibilidad de que sus grandes fortunas se pierdan.

    Estos son los ingredientes para una aguda caída de la confianza empresarial local ¿por quélos dueños de empresas seguirían invirtiendo si deben operar en un ambiente en que elgobierno viola las reglas fundamentales de una economía de mercado?

    Una caída aguda en la confianza empresarial lleva paralelamente a una caída económica.Altos niveles de cesantía coexisten con una escasez de mercancías fundamentales. La popularidad del régimen cae estrepitosamente. La única alternativa a la capitulación  – eliminar controles y reformas iniciales- es un movimiento brusco hacia adelante para

    socializar la economía. El gobierno podría poner a la gente de vuelta a trabajar y aliviar laescasez tomando en sus manos las empresas privadas. Sin embargo, la base política paraeste tipo de acción no existe, incluso cuando los líderes del gobierno están comprometidosretóricamente con el objetivo socialista. En general, el gobierno reformista no ha preparadoa su base de apoyo electoral para una acción extrema: todo su programa se ha basado en la premisa de una transición gradual. Es más, los mismos líderes gubernamentales se hacen parte de la cultura política del aparato estatal, militando en contra de un quiebre radical conel statu quo.

    El resultado de este impasse es trágicamente familiar. El gobierno cae por la vía parlamentaria –  perdida de una elección, renuncia de parte de su apoyo parlamentario- o es

    removido militarmente. Las acciones militares que violan la constitucionalidad encuentrangrandes obstáculos en países capitalistas liberales, pero cuando el caos económicodesploma la legitimidad de un régimen, las probabilidades de un golpe militar aumentan.Cuando los militares intervienen no lo hacen como herramienta de la clase dominante.Actúan de acuerdo a sus propias ideas sobre la necesidad de restaurar orden político yvelando por sus propios intereses. Naturalmente, la remoción del gobierno reformista llevaa un rápido resurgimiento de la confianza empresarial, simplemente porque el orden se hareestablecido. Sin embargo, debe enfatizarse que este resurgimiento de la confianzaempresarial puede no sostenerse, puesto que puede haber importantes conflictos entre losintereses de los militares y de los capitalistas.

    El punto fundamental en este escenario es que la cadena de eventos puede desplegarse sin

    que ningún miembro de la clase dominante decida de modo consciente actuar“ políticamente” contra el régimen en el  poder. Por supuesto, en general, un escenario asíestá lleno de editoriales contra el régimen en la prensa burguesa, mucha queja entre lasclases superiores, e incluso cierta actividad conspirativa. Pero el punto es que lasconspiraciones para desestabilizar el régimen son básicamente superfluas, puesto que lasdecisiones tomadas por capitalistas individuales de acuerdo a su propia y estrecharacionalidad económica son suficientes para paralizar el régimen, creando una situacióndonde su caída es la única posibilidad.

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    RACIONALIZACIÓN

    La dinámica de la confianza empresarial ayuda a explicar por qué los gobiernos estánimpedidos de implementar políticas anti-capitalistas. Pero queda explicar por qué losgobiernos tienden a actuar a favor de los intereses generales del capital. Parte de larespuesta ya ha sido sugerida. Dado que los administradores estatales son tan dependientes

    del proceso de acumulación de inversiones, es natural que quieran echar mano a cualquierrecurso disponible para contribuir a ese proceso. Al administrar un programa de bienestar, por ejemplo, lo organizarán para ayudar al proceso de acumulación, quizá al garantizar aciertas industrias un suministro barato de fuerza de trabajo. A diferencia del capitalistaindividual, los administradores estatales no tienen que operar sobre la base estrecha de laracionalidad de maximización de ganancias. Son capaces de intervenir la economía sobre la base de una racionalidad más general. En suma, su posición estructural les da tanto elinterés como la capacidad de ayudar al proceso de acumulación de inversiones.

    Hay un gran problema con esta formulación: explicar la dinámica mediante la cual seimplementan reformas que aumentan la racionalidad del capitalismo. Casi todas estas

    reformas implican una ampliación del rol del Estado en la economía y sociedad, sea en sucapacidad regulatoria, sea en la provisión de servicios. La dificultad está en que laconfianza empresarial ha sido retratada como algo tan cortoplacista que es probable quedisminuya ante la mayoría de los esfuerzos de extender domésticamente el rol del Estado - puesto que tales esfuerzos amenazan con restringir la libertad de los capitalistasindividuales y/o de aumentar los impuestos sobre los capitalistas. Si el Estado no estádispuesto a arriesgar una caída en la confianza empresarial ¿Cómo es que entonces el roldel Estado se ha expandido inexorablemente a lo largo del siglo veinte?

    La mayoría de los teóricos escapan de este problema rechazando la idea de que loscapitalistas sean tan cortoplacistas como sugiere la idea de la confianza empresarial.

    Incluso si muchos miembros de la clase comparten las nociones retrógradas implícitas en laidea de confianza empresarial, habría supuestamente una fracción importante de la claseque mira con buenos ojos y reconoce el valor de extender el poder estatal. Los teóricos delliberalismo empresarial han intentado relacionar muchas de las ampliaciones másimportantes del poder estatal del siglo XX en Estados Unidos con la influencia defracciones “previsoras” de la clase dominante. Sin embargo, finalmente, la posición deestos teóricos requiere atribuirle un alto nivel de consciencia y entendimiento a la clasedominante, o a una fracción de ella, asumiendo una visión instrumental del Estado, endonde las políticas estatales pueden reducirse al “input” de ciertas f racciones de la clasedominante. [7]

    Sin embargo, hay un planteamiento alternativo, coherente con la idea de clase dominante y

    del Estado que se ha planteado hasta ahora en este ensayo. Depende de la existencia de otromecanismo estructural  – la lucha de clases. Cualquiera sea el rol de la lucha de clases encontribuir al desarrollo de la consciencia revolucionaria, la lucha de clases entre el proletariado y la clase dominante tiene otra función importante en la visión de Marx.Acicatea el desarrollo del capitalismo  – acelerando el proceso mediante el cual elcapitalismo desarrolla las fuerzas productivas. Esto es conservador en el corto plazo, pero progresivo en el largo plazo; acerca el momento en que el capitalismo agotará su capacidadde desarrollar las fuerzas productivas y estará maduro para su derrocamiento. La lucha de

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    clases produce este resultado más claramente en el conflicto salarial. Cuando los proletarios logran ganar aumentos salariales, aumentan sobre los capitalistas la presión porencontrar sustitutos de máquina para el hombre. Como describe Marx este ciclo, losaumentos salariales son seguidos por un periodo intenso de mecanización a medida que losempleadores intentan aumentar la tasa de explotación. La consecuencia es un aumento del

    tamaño del ejército de reserva industrial, a medida que las maquinas reemplazan a los proletarios. Esto, a su vez, disminuye la capacidad de los proletarios para ganar aumentossalariales, hasta que el auge económico nuevamente crea escasez de mano de obra. Aunqueesta descripción aplica particularmente al capitalismo competitivo, el punto es que lasluchas proletarias en la teoría de Marx juegan un rol importante al acelerar el ritmo de lasinnovaciones tecnológicas.  La lucha de clases es responsable por buena parte deldinamismo económico del capitalismo. 

    Este patrón va más allá de la lucha por salarios. Desde los inicios del capitalismo, los proletarios han luchado por mejorar sus condiciones de vida, lo que también significamejorar su potencial como fuerza de trabajo. Por ejemplo, el capitalismo temprano ydesembozado, mediante el trabajo infantil y jornadas laborales horrorosamente extensas,

    amenazaba con destruir la capacidad de la clase obrera para reproducirse a sí misma  – unresultado en contra de los intereses a largo plazo de los capitalistas. Es por esto que lasluchas de la clase obrera contra el trabajo infantil, contra estándares increíblemente bajos desalud pública y de vivienda, y por una jornada laboral más corta, hicieron posible para laclase obrera reproducirse a sí misma, ofreciendo al capitalismo una nueva generación deobreros. En cada periodo histórico, la clase obrera lucha por reproducirse a un nivel mayorde existencia. Los proletarios han jugado un rol importante, por ejemplo, exigiendo mayoreducación pública. La educación pública, a su vez, contribuyó a crear la fuerza de trabajoeducada que el capitalismo en desarrollo requería. Obviamente no toda demanda obreracontribuye al avance del capitalismo, pero sería estúpido ignorar esta dimensión de la luchade clases.

    En sus luchas por protegerse de los estragos de una economía de mercado, la clase obreraha jugado un rol fundamental en la sostenida expansión del rol del Estado en las sociedadescapitalistas. Presiones de la clase obrera han contribuido a la ampliación del rol estatal en laregulación de la economía y en la provisión de servicios. La clase obrera no ha sido la únicafuerza detrás de la expansión del rol del Estado en estas áreas. Puede citarse ejemplos decapitalistas que han apoyado una expansión del rol estatal en cierta área, sea por estrechointerés propio  – acceso a contratos gubernamentales o porque la regulación estatal se la pone difícil a su competencia- o por un reconocimiento estratégico de la necesidad decooptar a la clase obrera. Sin embargo, el mayor ímpetu por la extensión del rol estatal havenido de la clase obrera y de los administradores del aparato estatal, cuyos propios

     poderes se expanden con un Estado en crecimiento.Una vez que las presiones de la clase obrera logran ampliar el rol estatal, otra dinámicaempieza a desenvolverse. Quienes administran el aparato estatal tienen interés en usar losrecursos estatales para facilitar un flujo fluido de inversiones. Habrá una tendencia aemplear el rol extendido del Estado para los mismos propósitos. La capacidad del Estado para imponer una mayor racionalidad en el capitalismo se amplía a nuevas áreas comoresultado de presiones de la clase obrera. Las presiones, por ejemplo, pueden llevar a una

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    expansión de los recursos educativos disponibles para la clase obrera, aunque hay una alta probabilidad de que el contenido de la educación esté orientado a las necesidades deacumulación  – la producción de una fuerza de trabajo dócil con un nivel apropiado decapacidades. O, del mismo modo, las presiones de la clase obrera pueden forzar al gobiernoa intervenir en el libre mercado para producir mayores niveles de empleo, pero el gobierno

    usará sus poderes ampliados de intervención para contribuir más generalmente al procesode acumulación.

    Este patrón no es un proceso funcional que funcione fluidamente produciendo siempre elmismo resultado. En primer lugar, los movimientos obreros a menudo han estadoconscientes del peligro de hacer demandas que, en última instancia, fortalezcan un Estado percibido como hostil. Por esta misma razón, los movimientos socialistas han tendido ademandar que los servicios sociales ampliados estén bajo control obrero. Sin embargo, lasdemandas obreras rara vez son concedidas en su forma original. A menudo, los elementosmás radicales del movimiento son reprimidos, al mismo tiempo que se hacen concesiones.En segundo lugar, puede haber un importante rezago entre las concesiones a la clase obreray el descubrimiento de maneras en que la extensión del poder estatal puede ser usado para

    ayudar al proceso de acumulación. Puede haber, de hecho, continuas tensiones en un programa gubernamental, entre su intento integrador/cooptador y su rol en el proceso deacumulación. Finalmente, algunas concesiones hechas ante la presión de la clase obrera pueden no ofrecer beneficios potenciales para la acumulación, sino simplemente tensionarla economía privada. Si estas tensiones son inmediatas, uno puede esperar esfuerzosimportantes por revocarlos o por neutralizar las reformas. Si las tensiones suceden a largo plazo, entonces el capitalismo enfrentará serios problemas, porque se hará cada vez másdifícil acabar con concesiones que se han mantenido durante cierto tiempo. (c)

    Estos puntos sugieren que la tendencia de la lucha de clases a racionalizar el capitalismoocurre con bastantes fricciones y con la continua posibilidad de que ocurran otros

    resultados. Sin embargo, la tendencia existe por los intereses particulares de losadministradores estatales. Allí donde hay gran presión popular a favor de una expansión delos servicios sociales, o por una mayor regulación de los mercados, los administradoresestatales consideran tres factores. Primero, no quieren dañar la confianza empresarial, laque generalmente responde de modo desfavorable a una expansión del rol gubernamentalen la provisión de servicios sociales o en la regulación del mercado. Segundo no quierenque los antagonismos de clase escalen a un nivel que ponga en peligro su propio dominio.Tercero, reconocen que su propio poder y recursos crecerán si el rol del Estado se expande.Si los administradores estatales deciden responder ante la presión con concesiones,tenderán a elaborar sus concesiones de modo que ofendan lo menos posible la confianzaempresarial y de modo que más expanda su propio poder. (d) Estas dos restricciones

    aumentarán la probabilidad de que las concesiones finalmente sirvan para racionalizar elcapitalismo.

    GRANDES REFORMAS

    Este enfoque sugiere que aunque se puedan hacer algunas concesiones a la clase obrera, el peligro de una caída en la confianza empresarial bloqueará esfuerzos de mayor envergadura por racionalizar el capitalismo. Puesto que la confianza empresarial es cortoplacista, seopondrá incluso a programas de reformas pro-capitalistas si tales programas prometen un

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    mayor aumento de impuestos o un mayor aumento de la capacidad gubernamental pararegular los mercados. Esto nos presenta el problema de explicar los aumentos dramáticosdel rol del Estado que han ocurrido en todos los países capitalistas desarrollados durante elcurso de este siglo. La explicación es que hay ciertos periodos -durante tiempos de guerra,grandes depresiones y periodos de reconstrucción de posguerra- en que la caída de la

    confianza empresarial no funciona como veto sobre las políticas gubernamentales. Estosson periodos en que han ocurrido ampliaciones importantes en el rol del Estado.

    En guerras que requieren grandes movilizaciones, la confianza empresarial pierde su filo por distintas razones. En primer lugar, la confianza empresarial internacional se tornamenos importante, puesto que los flujos internacionales de capital tienden a ponerse bajocontrol gubernamental. En segundo lugar, en cuanto a la mantención de altos niveles deactividad económica, la inversión privada pasa a un segundo lugar en relación a la producción militar. En tercer lugar, en el clima patriótico general, sería peligroso para lacomunidad empresarial obstaculizar la economía mediante acciones negativas. El resultadoes que los administradores estatales tienen la oportunidad de expandir su propio poder conla justificación irrefutable de que tales acciones son necesarias para el esfuerzo de guerra.

    Algunas de estas medidas en tiempos de guerra serán revertidas una vez que la paz regrese, pero otras se harán parte del paisaje.

    Durante depresiones severas y periodos de reconstrucción de posguerra, las dinámicas sonalgo diferentes. Bajos niveles de actividad económica significan que pierde su poder laamenaza de una caída en la confianza empresarial, al mismo tiempo que las demandas populares por un resurgimiento económico son fuertes. En periodos así, los administradoresestatales pueden prestar menos atención a la opinión empresarial y concentrarse enresponder a la presión popular, a la vez que expanden su propio poder. Sin embargo, aunasí hay restricciones sobre los administradores estatales. Su dominio sostenido depende desu capacidad de reavivar la economía. A medida que las acciones gubernamentales prueban

    ser efectivas en la reducción del desempleo, la redistribución del ingreso o la expansión dela producción, la balanza política se desplaza. La presión desde abajo probablementedisminuirá; la confianza empresarial reemerge como fuerza una vez que comienza larecuperación económica. En suma, las reformas exitosas desplazarán la balanza de poder devuelta a un punto en donde los capitalistas vuelven a tener veto sobre las ampliaciones del poder estatal.

    La capacidad ampliada de los administradores estatales para intervenir en la economíadurante estos periodos no racionaliza automáticamente el capitalismo. Los administradoresestatales pueden cometer todo tipo de errores, incluyendo concesiones excesivas a la claseobrera. Los administradores estatales no tienen un conocimiento privilegiado sobre lo quees necesario para que el capitalismo sea más racional; ellos ensayan acciones lo mejor que pueden dentro de ciertas restricciones políticas y con las teorías económicas disponibles. El punto, simplemente, es que la racionalización puede emerger como un subproducto delinterés dual de los administradores estatales por ampliar su propio poder y asegurar un nivelrazonable de actividad económica. Mientras más poder posea el Estado para intervenir enla economía capitalista, mayor es la probabilidad de que puedan tomarse acciones efectivas para facilitar la inversión.

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     No toda extensión del poder estatal sobrevivirá más allá de aquellos periodos en que losadministradores estatales tienen oportunidades especiales para ampliar el rol estatal. Luegode una guerra, depresión o periodo de reconstrucción, la comunidad empresarial probablemente hará campaña por restaurar el statu quo ante. Los administradores estatalesen estos nuevos periodos estarán forzados a hacer algunas concesiones a la comunidad

    empresarial para así evitar la caída de su confianza. Sin embargo, los administradoresestatales también quieren evitar la eliminación de ciertas reformas importantes para laestabilización de la economía y la integración de la clase obrera. El interés propio tambiénlos lleva a resistir la completa eliminación de los poderes ampliados del Estado. Laconsecuencia de esto es una un proceso de selección mediante el cual los administradoresestatales abandonan ciertas reformas para mantener otras. En este proceso, las reformas queson más beneficiosas para el capitalismo serán mantenidas, mientras que aquellas cuyosefectos son más cuestionables serán eliminadas. Nuevamente, la consecuencia final estádeterminada por una intensa lucha política.

    CONCLUSIÓN

    El propósito de este ensayo ha sido plantear que una teoría marxista viable sobre el Estadodepende de rechazar la idea de una clase dominante consciente, políticamente conductora.Al regresar a las sugerencias de Marx de que el proceso histórico se desenvuelve “aespaldas” de los actores mismos (incluyendo los actores de la clase dominante), es posiblehallar los mecanismos estructurales que moldean el funcionamiento del Estado capitalista.Estos mecanismos operan independientemente de toda consciencia política por parte de laclase dominante. En lugar de ello, la racionalidad capitalista emerge como una relacióntrilateral entre capitalistas, proletarios y administradores estatales. La posición estructuralde los administradores estatales los fuerza a tener alguna consciencia de lo que es necesario para mantener la viabilidad del orden social. Es esta consciencia la que explica tanto lareticencia de los administradores estatales a ofender la confianza empresarial, como su

    capacidad para racionalizar la sociedad capitalista. Sin embargo, esta consciencia noimplica tener control sobre el proceso histórico. Los administradores estatales son capacesde actuar sólo en el terreno delimitado por la intersección de dos factores – la intensidad dela lucha de clases y el nivel de actividad económica.

    Este marco tiene implicaciones para una amplia gama de problemas teóricos y políticos.Uno de los problemas más críticos es la capacidad del capitalismo para superar sus actualesdificultades económicas. Analistas de izquierda han predicho que la fracción “con altura demiras” de la clase dominante estadounidense favorecerá una mayor ampliación del rol delEstado para regular la economía, como un medio de resolver los problemas de estanflación.[8] Esta perspectiva exagera la capacidad del capitalismo para reformarse a sí mismo en periodos “normales”; y no puede de dar cuenta, por ejemplo, de la incapacidad delcapitalismo británico para racionalizarse durante el largo periodo de declive a partir de loscincuentas. El marco desarrollado acá predice que aunque la clase obrera y losadministradores estatales mismos pueden favorecer la expansión de la intervención estatal,la confianza empresarial vetará efectivamente tales cambios. Por lo tanto es bastante posible que la economía estadounidense se mantenga en su actual estado de crisis pormuchos años.

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    REFERENCIAS

    (a) Cada una de estas categorías requiere cierta definición: “clase capitalista” o “clasedominante” se emplea para referir a los individuos y familias que  poseen o controlan ciertacantidad de capital. El punto de delimitación podría variar por país o periodo, y seríanecesariamente algo arbitrario, pero el punto está en distinguir entre pequeños negocios ygrandes empresas capitalistas. Los “administradores  del aparato estatal” incluyen a lasfiguras dirigentes tanto de la rama legislativa como ejecutiva. Esto incluye a los altosfuncionarios públicos, así como a los políticos electos y asignados. “Clase obrera” seemplea en un sentido amplio. Incluye a la mayoría que vende su fuerza de trabajo por unsalario, a obreros sin salario y a los desempleados.

    (b) Va más allá de los límites de este ensayo explorar las dinámicas del dominio autoritarioen sociedades capitalistas. Sin embargo, es importante darle cierto contenido a la conocidatesis marxista de que el dominio autoritario es sólo una solución secundaria para elcapitalismo, en comparación al parlamentarismo, y sólo se recurre a él cuando hay unaamenaza revolucionaria más o menos seria. Parte de la respuesta está en que los regímenes

    autoritarios son menos confiables en su promoción de los intereses generales del capital, puesto que los mecanismos estructurales descritos acá no operan de la misma manera enausencia del parlamentarismo.

    (c) Un ejemplo obvio es el compromiso de mantener “pleno empleo”. Esta fue unaconcesión hecha a la clase obrera luego de la Gran Depresión, pero probó ser cada vez máscostosa para los países capitalistas desarrollados.

    (d) También tienen la opción de responder a las presiones con fuerte represión. Losadministradores estatales optan entre concesiones y represión en base a su percepción delambiente general y sus orientaciones políticas.

    1. Para dos estudios sobre trabajos marxistas recientes respecto al Estado  – uno polémico yotro desapasionado- ver Alan Wolfe, “New directions in the Marxist Theory of Politics,” Politics and Society, vol.4, num. 2 (1974), y David Gold, Clarence V.H. Lo. Y Erik OlinWright, “Recent Developments in Marxist Theories of the Capitalist State,”  parte 1 y 2, Monthly Review, octubre y noviembre de 1975.

    2. Para críticas de estas intepretaciones de Watergate, ver Steve Weissman, “Cowboys andCrooks”,” en Steve Weissman, ed.,  Big Brother and the Holding Company: The World

    behind Watergate  (Palo Alto, Calif., Ramparts Press, 1974), pp. 297-310; y StephenJohnson, “How the West Was Won: Last Shootout for the Yankee-Cowboy Theory,” Insurgent Sociologist , invierno de 1975, pp.61-93.

    3. Mi análisis ha sido influenciado por los planteamientos de Nicos Poulantzas, particularmente en “Problemas del Estado Capitalista,”  New Left Review  58 (noviembre-diciembre 1969). Sin embargo, mi análisis difiere del de Poulantzas en dos puntosimportantes. Él tiende a atribuirle consciencia a fracciones particulares de la clase

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    dominante y es incapaz de explicar adecuadamente los mecanismos mediante los cuales elEstado es estructuralmente un Estado capitalista. Al respecto, mi posición es más cercana adistintos artículos de Claus Offe, incluyendo “Structural Problems of the Capitalist State,”en Klaus von Beyme, ed., German Political Studies  (Beverly Hills, Calif.: SagePublications, 1976); y Claus Offe y Volker Ronge, “Theses on the Theory of the State,”

     New German Critique 6 (otoño de 1975).4. En  La  Ideología Alemana, Marx y Engels hablan sobre la división del trabajo y deintereses entre capitalistas y los productores de ideología burguesa: “De tal modo que una parte de esta clase se revela como la que da sus pensadores (los ideólogos conceptivosactivos de dicha clase, que hacen del crear la ilusión de esta clase acerca de sí mismo surama de alimentación fundamental), mientras que los demás adoptan ante estas ideas eilusiones una actitud más bien pasiva y receptiva, ya que son en realidad los miembrosactivos de esta clase y disponen de poco tiempo para formarse ilusiones e ideas acerca de símismos.” En Robert C. Tucker, ed., The Marx-Engels Reader   (New York; Norton 1971), pp. 136-137. Esto sugiere una análoga división del trabajo entre capitalistas yadministradores estatales. Sin embargo, en ambos casos tratar a los ideólogos o

    administradores estatales como parte de la clase dominante viola la idea de que la clase estádeterminada por la relación de uno con los medios de producción. Marx y Engels en este pasaje están apelando a la noción de clase dominante en un sentido polémico.

    5. “El dieciocho Brumario,” en ibid., p.502. 

    6. Ibid., p.502.

    7. Para una crítica de la teoría empresarial liberal, ver Fred Blok, “Beyond Corporate

    Liberalism,” Social Problems, próxima publicación.

    8. Ver, por ejemplo, Stanley Aronowitz, “Modernizando el Capitalismo,” Social Policy,

    mayo- junio 1975; y James Crotty y Radford Boddy, “Who will Plan the PlannedEconomy?” The Progressive, febrero de 1975. Estos análisis tienden a asumir que lascontradicciones del capitalismo avanzado pueden resolverse o aliviarse efectivamentemediante la acción estatal. La posibilidad existe, pero este no es el caso. Aunque esvirtualmente imposible llegar a una conclusión sobre ese problema, uno puede debatir sobresi acaso tal intervención estatal ampliada será siquiera intentada.