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Una visión del Estado contemporáneo Miguel Ángel Garita Alonso* SUMARIO: Introducción. I. La Historicidad del Estado. II. El Estado como Organización. III. El Estado, condición de la exis- tencia humana. IV. Los Fines del Estado Contemporáneo. V. Principios y líneas estructurales. VI. La importancia del Estado en nuestros días. VII. Presencia del Estado en los diversos ám- bitos. VIII. Sugerencias para el estudio de los fenómenos del Estado. IX. Problemática actual del Estado X. Conclusiones. * Director del Seminario de Teoría del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. 245 INTRODUCCIÓN Q uienes hoy en día objetan la caracterización del Estado como agrupación que persigue como fin el despliegue de las capacidades huma- nas fundamentales y que se ajusta a la justicia y al bien, pasan por alto lo que diferencia al Estado de una agrupación de seres humanos que se organiza a gran escala y se apoya, en último tér- mino, con base en la fuerza para llevar adelante fines distintos a la justicia y el bien, por ejemplo, la mera utilidad del grupo dominante. La posición más realista parece ser la que distingue lo diferente: si una agrupación de seres humanos dotada de fuerza no se ajusta a principios fun- damentales de justicia y libertad, si no se orienta a desplegar las capacidades humanas básicas, sino sólo, por ejem- plo, a realizar el bienestar material del grupo dominante, entonces no habrá propiamente Estado, sino que existirá otro tipo de agrupaciones, las cuales corresponden al género de “agrupa- ciones humanas dotadas de fuerza”. Éstas no son propiamente un Estado, no obstante que puedan, en la prácti- ca, adquirir la apariencia de éste, tan sólo porque se apoyan en la fuerza y están organizadas a gran escala. Sin embargo, que una organización humana dotada de fuerza adquiera la apariencia de Estado, vuelve a forta- lecer, de algún modo, la posición de Weber, de Kelsen y de todos aquéllos

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FINES DEL ESTADO

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  • Una visin del Estado contemporneo

    Miguel ngel Garita Alonso*

    SUMARIO: Introduccin. I. La Historicidad del Estado. II. El Estado como Organizacin. III. El Estado, condicin de la exis-tencia humana. IV. Los Fines del Estado Contemporneo. V. Principios y lneas estructurales. VI. La importancia del Estado en nuestros das. VII. Presencia del Estado en los diversos m-bitos. VIII. Sugerencias para el estudio de los fenmenos del Estado. IX. Problemtica actual del Estado X. Conclusiones.

    * Director del Seminario de Teora del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

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    IntroduccIn

    Quienes hoy en da objetan la caracterizacin del Estado como agrupacin que persigue como fin el despliegue de las capacidades huma-nas fundamentales y que se ajusta a la justicia y al bien, pasan por alto lo que diferencia al Estado de una agrupacin de seres humanos que se organiza a gran escala y se apoya, en ltimo tr-mino, con base en la fuerza para llevar adelante fines distintos a la justicia y el bien, por ejemplo, la mera utilidad del grupo dominante.

    La posicin ms realista parece ser la que distingue lo diferente: si una

    agrupacin de seres humanos dotada de fuerza no se ajusta a principios fun-damentales de justicia y libertad, si no se orienta a desplegar las capacidades humanas bsicas, sino slo, por ejem-plo, a realizar el bienestar material del grupo dominante, entonces no habr propiamente Estado, sino que existir otro tipo de agrupaciones, las cuales corresponden al gnero de agrupa-ciones humanas dotadas de fuerza. stas no son propiamente un Estado, no obstante que puedan, en la prcti-ca, adquirir la apariencia de ste, tan slo porque se apoyan en la fuerza y estn organizadas a gran escala.

    Sin embargo, que una organizacin humana dotada de fuerza adquiera la apariencia de Estado, vuelve a forta-lecer, de algn modo, la posicin de Weber, de Kelsen y de todos aqullos

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    que sostienen que no corresponde a la definicin del Estado un fin determina-do. El Estado se muestra como la ni-ca forma de organizacin de la fuerza capaz de desplegar las capacidades humanas fundamentales, de sobre-ponerse a la agresividad y al egosmo humano y realizar comunitariamente un sentido.

    Una agrupacin de mera utilidad, por ejemplo, aunque emplee la fuer-za, ser antes econmica que poltica; y si bien se la puede llamar Estado, esta designacin es impropia, porque tambin se le podra llamar empresa. Dados los supuestos identificados, lo propio estatal aparece slo cuando se le distingue de lo til o lo placen-tero. Incluso el afn de poder puro no es propiamente estatal, sino que cabe ms bien dentro de lo til o lo placente-ro. Tambin se ha de distinguir lo pol-tico de lo moral. Lo poltico es en cierto sentido moral, y el Estado, en cuanto desplegante y forma de existencia dis-puesta a la defensa armada, es moral. Pero no es puramente moral, sino, por decirlo de algn modo, se trata de una moral encarnada. Por eso se est dispuesto a su defensa y realizacin mediante el uso de la fuerza.

    En esa tesitura el Estado Con-temporneo comporta actualmente numerosos problemas que derivan principalmente de las dificultades de analizar completamente las mltiples relaciones que se han ido restauran-do entre el Estado y el conjunto social para detectar despus los efectos en la racionalidad interna del sistema poltico.

    Una aproximacin que resulta ser especialmente til en la investigacin de las problemticas implcitas en el desarrollo del Estado Contemporneo est constituida por el anlisis de la difcil coexistencia de las formas del Estado de derecho con los contenidos del Estado social.

    Los derechos fundamentales repre-sentan la tutela tradicional de las liber-tades civiles: libertad personal, poltica, econmica, y constituyen una defensa contra la intervencin del Estado. Por el contrario, los derechos sociales representan derechos de participacin en el poder poltico y en la distribucin de la riqueza social producida. As, la forma del Estado oscila entre la liber-tad y participacin.

    El cambio fundamental lo ha repre-sentado, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la gradual integracin del Estado Poltico con la sociedad civil, que ha terminado por alterar la forma jurdica del Estado, los procedi-mientos de legitimacin y la estructu-ra de la administracin. Los cambios acaecidos en la estructura material y social del sistema jurdico ocasionan transformaciones en el nivel formal y poltico.

    El problema social del Estado Con-temporneo, esto es, la cuestin social que irrumpi en la segunda mitad del referido siglo XIX, tom por sor-presa a la burguesa, imponindose como el problema principal que ella deba afrontar y representando hasta el momento el punto clave del Estado Contemporneo que impuso la nece-sidad de una tecnologa social que detectaba las causas de las fractu-

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    ras sociales y buscaba los remedios a travs de intervenciones concretas de reforma social, naciendo el Esta-do intervencionista que comprometa cada vez ms en la financiacin y en la administracin de programas de segu-ridad social. Se hace evidente cmo la poltica econmica del Estado, com-puesta de poltica monetaria, fiscal y social, se subordina progresivamente a la lgica de valoracin de un sector del capital global.

    En otro orden de ideas, el Parla-mento se presenta como carente de toda capacidad de decisin poltica que no sea la mera indicacin de crite-rios muy generales cuya aplicacin se confa a los mltiples sistemas admi-nistrativo industriales.

    Como afirma Luhman, el proceso decisional se ha invertido de arriba hacia abajo, porque faltan en el deba-te parlamentario informacin que per-mitia tomar decisiones. Se consolida as un centro de poder administrativo industrial que vaca de su contenido las formas tradicionales del sistema poltico representativo burgus. El principio de la supremaca del Poder Legislativo se presenta desprovisto de fundamentos, ya que se ha producido un desplazamiento del poder del par-lamento a los aparatos burocrticos y una automatizacin del Ejecutivo.

    La transformacin se explica por la exigencia de realizar estructuras organizativas y formas de intervencin flexibles, que se liberen de las rgidas formas normativas del Estado de Dere-cho, lo cual representa la crisis de la legalidad de la actividad ejecutiva cada vez menos condicionada por la forma

    de la ley cada vez ms perfeccionada a travs de procedimientos informales libres de todo control de legitimidad.

    La intervencin del Estado en la economa no logra expresar ningn principio de autoridad, al contrario, son los diversos capitales los que se apropian del aparato burocrtico Admi-nistrativo y hacen imposible cualquier forma de planificacin poltica. En este nivel se desvirta la autonoma de lo poltico.

    Como rgano de la justicia social, el Estado Contemporneo tendr la misin de reacomodar los principios del Estado de Derecho acentuando la marcha, porque no es posible pensar ya en el Estado inoperante y esttico. Pero tomando en cuenta que la pla-neacin econmica tampoco debe ser funcin monoplica del Estado, ste se encuentra obligado a compartirla con los particulares de acuerdo con el principio de subsidiariedad.

    De ah que el Estado Contempor-neo se presenta ante los ojos del estu-dioso, del investigador, del analista, como una realidad elemental y miste-riosa. Sus manifestaciones de poder son evidentes: la seguridad pblica, el ejrcito, los tribunales, las adua-nas, etc. Tambin lo son sus mltiples actividades de servicio: las carreteras, los puentes, los edificios, las obras pblicas en general, entre otros. Sus polticas pblicas, sus funcionarios, empleados y servidores pueden ser fcilmente reconocidos.

    A lo largo de los siglos, muchos pensadores han tratado de develar ese enigma. Han tratado de indagar de cul es la naturaleza ntima de la

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    comunidad poltica, y sus especula-ciones forman la trama de la Historia de las Ideas Polticas del Estado. Con este propsito se ha realizado este trabajo que se pone a disposicin de los lectores y estudiosos de la Ciencia Poltica y del Estado y en donde se plasman algunas posiciones doctrina-les tpicas con la idea de ubicar una proyeccin del Estado hasta nuestros das, es decir establecer una visin del Estado Contemporneo.

    A continuacin, pasaremos a expli-car algunos aspectos que a nuestra consideracin nos dan una visin del Estado Contemporneo como lo es su historicidad, la condicin de la existen-cia humana, sus fines y sus principios, la importancia del Estado en la actuali-dad, su presencia en diversos mbitos, su problemtica y algunas sugerencias para el anlisis de los fenmenos del Estado.

    I. La hIstorIcIdad deL estado

    Actualmente se considera como generalmente admitido que el Estado es una forma histrica con-creta de la unidad poltica, distinta no slo de otras formas que le han precedido histricamente (polis, civi-tas, imperium mundi, regnum, etc.), sino tambin de las que eventual-mente puedan seguirle, pues todo lo que es histrico tiene lmites tem-porales de existencia. Desde cun-do puede hablarse propiamente de Estado es un problema que vara segn los autores y las perspecti-vas. Los unos se han preocupado

    de buscar el nacimiento, aqu o all, de estructuras polticas en las que, de modo ms o menos patente, se encuentran las notas esenciales del Estado, pudiendo llegar a la conclu-sin de que tal fenmeno tuvo lugar por primera vez en Sicilia y en el siglo XIII, o en las signorie italia-nas en torno al Renacimiento, o en Espaa bajo los Reyes Catlicos, o bajo Felipe II: Und hier, im Escorial, dice Spengler, ist der rnoderne Sta-at geschaffen worden (Y aqu, en el Escorial, fue creado el primer Estado moderno) (Spengler, 1932; 29) 1

    No obstante, otros han considera-do el problema desde una estructura ms global partiendo del supuesto de que el Estado slo puede existir como parte de un sistema (sistema de Estados) o como expresin de una poca (poca de la estatalidad), fenmenos que, segn los autores, acaecen sea en el siglo XVI, sea en el XVII segn que los conexionen con unas u otras coyunturas histri-cas. No podemos entrar aqu en una crtica de estas posiciones que, en todo caso, presuponen un concepto previo de Estado y de las condicio-nes de su existencia.

    Se puede considerar que es un tanto difcil fijar con relativa precisin el momento histrico en que surge el Estado, ya que este ha sido pro-ducto de un lento proceso de actos o de acontecimientos histricos cuya agregacin produce un cambio cualita-

    1 GARCIA, Pelayo Manuel, Diccionario del Sistema Poltico Espaol, el Estado, Edit. Akal editor, Madrid 1984, pg. 241.

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    tivo de la estructura poltica. Dentro de dicho proceso cabe destacar la tenaz pugna de los regna frente a los pode-res universales de la Iglesia y el Impe-rio hasta obtener su propia y originaria legitimidad; la tendencia, dentro de su propio mbito territorial, a la relativiza-cin y, ms tarde, a la ignorancia de poderes polticos paritarios (ante todo, los estamentos) contrarios a la unici-dad del poder de decisin; la poltica lenta pero constante hacia la supre-sin de poderes intermedios y de pri-vilegios posedos a propio ttulo, hasta desembocar en el monopolio legtimo del poder poltico por un slo centro soberano y originario del que derivan jurdicamente toda potestad y todo derecho, y, en fin, la sustitucin, tam-bin lenta pero segura, de una orde-nacin, es decir, de un orden espon-tneo, consuetudinario y tradicional de la existencia poltica por una organiza-cin intensiva de la empresa poltica orientada hacia el futuro, para lo cual ha de movilizar recursos materiales y personales y crear un orden de accin racionalmente estructurado.

    II. eL estado como organIzacIn

    La organizacin poltica o poder pblico institucional es una creacin social que tiene por finalidad la realiza-cin del bien comn, a travs del poder coactivo del estado, que se manifies-ta en el conjunto de las instituciones, poderes, funciones y dems estructu-ras estatales.

    En rigor el orden social comprende todas las relaciones humanas y sus

    creaciones, tales como las estructu-ras, los rganos, sus jerarquas, y la reparticin de los derechos y debe-res, por ello siempre que se asocien unos grupos de hombres con otros, se desarrolla entre ellos una organi-zacin social; pero no toda la colec-tividad cuenta con una organizacin formal. La organizacin necesita del orden jurdico y poltico para integrar-se. 2

    El Estado es una organizacin: como toda organizacin constitu-ye una unidad de decisin y accin cuya funcin es transformar, median-te unos procedimientos racionales, una pluralidad de acciones humanas y de recursos de distinto gnero en unos resultados unitarios. El Estado ha sido, despus de la Iglesia que en buena parte le sirvi originariamente de modelo, la primera gran organiza-cin y durante mucho tiempo la ms importante. Ms tarde, el desarrollo capitalista dio lugar a grandes orga-nizaciones privadas que adquieren algunos rasgos estructurales (como, por ejemplo, la organizacin burocr-tica) que originariamente eran exclu-sivos del Estado, pero que son onto-lgicamente inherentes a toda gran organizacin.

    2 SERRA, Rojas Andrs, Ciencia Polti-ca; La Proyeccin actual de la Teora General del Estado, Edit. Porra, 13 Edicin, Mxico 1995, pg. 541 y 542.

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    III. eL estado: condIcIn de La exIstencIa humana

    El Estado, que originariamente era una forma poltica europea, se ha extendido hoy, con una u otra moda-lidad, a todo el orbe, con lo que pue-de afirmarse que, si a cualquier ser humano le es dado pertenecer o no pertenecer a ciertas organizaciones, a nadie le es dado no estar sometido a un Estado. De igual modo que en la poca feudal se deca ningn hombre sin seor, puede decirse ahora ningn hombre sin Estado, el cual se muestra, as, como una condicin de la existen-cia humana.

    Este hecho, constatable por la experiencia inmediata, se ha expli-cado filosficamente mediante dos perspectivas que, distintas y hasta opuestas, son complementarias:

    La primera, ya formulada en el marco histrico de la polis, se mani-fiesta en el criterio aristotlico mismo que establece que si bien la naturale-za del hombre le hace incapaz para vivir aislado, esa misma naturaleza le ha hecho sociable y dotado de racio-nalidad (en la que se incluye el len-guaje que da la posibilidad de comu-nicarse), de modo que para mantener y reproducir su existencia constituye, a partir de la familia, unos crculos de sociabilidad creciente, cada uno de los cuales satisface cierto mbito de necesidades hasta culminar en la polis como comunidad autrquica o autosuficiente que satisface el conjun-to de necesidades humanas; el hom-bre es, pues, un zoon politikon que en

    la concepcin aristotlica significa, a la vez, un ser social y ser poltico; no difiere substancialmente de la pers-pectiva aristotlica la tesis mantenida en nuestro tiempo de que el sentido y justificacin del Estado slo radican en el cumplimiento de aquellas fun-ciones destinadas a satisfacer nece-sidades humanas que ni el individuo ni sus agrupaciones sociales pueden satisfacer por s mismos.

    La otra perspectiva, ya riguro-samente estatal, est representa-da principalmente por Hobbes: el hombre necesita ciertamente vivir en sociedad, pero no es social, sino tremendamente antisocial; est dota-do de razn, pero tambin dominado por las pasiones que le llevaran a la mutua destruccin y a vivir en cons-tante situacin de inseguridad, lo que slo puede ser neutralizado por la institucin del Estado, es decir, por un poder que pueda utilizar la fortaleza y los medios de todos, como lo juz-gue oportuno para asegurar la paz y la defensa comn; fuera del Estado no hay sociedad civil, sino una inso-ciabilidad que, impidiendo el desa-rrollo de la civilizacin, hace que la vida del hombre sea solitaria, pobre, embrutecida y breve. Haciendo abs-traccin de la coyuntura histrica en la que surge el pensamiento de Hob-bes, as como de su posicin poltica concreta, es cierto que dentro de las ideas del Estado de nuestro tiempo se encuentra su funcin estructura-dora de la sociedad, esto es, la asun-cin de la responsabilidad no slo de la seguridad fsica, sino tambin de la seguridad socioeconmica y la

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    promocin de la participacin de los ciudadanos en los bienes de la civili-zacin y de la cultura.3

    En conclusin, sean cualesquie-ra los mbitos y el carcter ontolgi-co respectivos de la sociedad y del Estado, sea cualquiera el valor que se d a los prototipos de Aristteles y de Hobbes, parece que actualmen-te pertenece a la condicin humana ser parte del Estado y estar someti-da a su poder, ser al menos sbdi-to dependiendo de las estructuras y coyunturas histricas, que sea tam-bin ciudadano.

    IV. Los fInes deL estado

    Los fines a los cuales ha de atender la organizacin estatal varan en funcin de las coyunturas histricas y, dentro de ellas, de las distintas ideas, imgenes o representaciones del Estado y de la diversa estruc-turacin de las fuerzas sociales. Pero, en todo caso, ha de cumplir, al menos, con los siguientes fines: a) asegurar su propia existencia y repro-duccin como organizacin, ya que, como todas las organizaciones, est amenazado de un proceso de entro-pa, es decir, de desorden y degene-racin crecientes si no se desarrolla una energa capaz de neutralizarla; b) garantizar la convivencia pacfica dentro de su territorio, lo que no supo-ne la exclusin de los antagonismos, sino su canalizacin por vas jur-

    3 Ibidem, pag.243.

    dicas; c) asegurar su permanencia como entidad soberana dentro de la comunidad internacional. Estos son los fines permanentes o, por as decirlo, consustanciales con la esen-cia y existencia del Estado, pero a los que cada poca histrica o tendencia poltica aade los suyos propios. As, el Estado Polica (despotismo ilustra-do, absolutismo tardo) se propuso, nada menos, que hacer la felicidad de sus sbditos, desarrollando al efecto una pedante, incmoda y entrome-tida actividad administrativa. Kant, en cambio, sostiene que la felicidad es una cuestin privada distinta para cada hombre e irreductible, por tanto, a leyes y criterios generales y postula como supremo valor la libertad bajo la garanta del Derecho.

    El Estado liberal se plante como sus fines la garanta de las libertades personales, de la propiedad privada y de la igualdad ante la ley, en tanto que condiciones para que los indivi-duos actualizaran sus potencialidades y generaran una floreciente sociedad civil en el campo econmico y cultural. Aunque en sus comienzos y como reaccin ante el Estado Polica tra-taba de limitar hasta el mnimo indis-pensable su accin administrativa, lo cierto es que sta adquiri un amplio desarrollo cualitativo (seleccin racio-nal de objetivos y de mtodos de ges-tin) y cuantitativo, atrayendo a su esfera funciones como la enseanza, la formacin de cuadros tcnicos, la asistencia social, el fomento (hoy lla-mado desarrollo), que antes haban permanecido al margen de la accin del Estado o, por lo menos, del que

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    ste no se haca principal responsa-ble. El Estado ampla cada vez ms su accin administrativa, si bien sta no, podr incidir en los derechos individua-les ms que en virtud de leyes aproba-das por el Parlamento.

    El modelo de Estado occidental de nuestro tiempo (Estado social, Welfa-re State) aade a los fines del Esta-do liberal lo que los alemanes desig-nan como Daseinvorsorge o procura existencial, es decir, el desarrollo de medidas que aseguren al hombre las posibilidades de existencia que, en las complejas condiciones de la sociedad de nuestro tiempo, no puede asegurar por s mismo, ni por la accin espon-tnea de los grupos sociales. Entre tales medidas que pueden ser tanto de proteccin como de promocin vital, pueden mencionarse los servicios de seguridad social, la poltica de pleno empleo, la redistribucin de producto social entre las distintas categoras de la poblacin, el acceso creciente de las menos favorecidas de estas cate-goras a bienes y servicios materiales y culturales, la defensa de la pure-za ambiental, la conservacin de los recursos naturales no renovables, etc. Otro de los fines del Estado de nuestro tiempo es promover las condiciones bsicas para el desarrollo del sistema econmico nacional, proporcionndole apoyos logsticos tales como forma-cin de cuadros, desarrollo de comu-nicaciones y transportes, equipamien-to de zonas de desarrollo industrial, impulso directo o indirecto al desarrollo tecnolgico, etc., y bien entendido que

    algunas de estas medidas han de ser llevadas a cabo exclusivamente por el Estado, mientras que otras pueden ser promotoras o complementarias de las realizadas por los actores econmicos privados.4

    El Estado como toda institucin tiene un telos o finalidad, elemento esencial del mismo, que consiste en la realizacin de los valores individuales y sociales de la persona humana en el bien pblico. El tratadista Jorge Fer-nndez Ruiz, sostiene al respecto que existe un elemento teleolgico en el estado, empero, este elemento invisi-ble e intangible del Estado es determi-nado no por el consenso general de la poblacin, sino por el inters del sector o clase dominante del a poblacin.5 En efecto, el Estado subsiste porque as lo resuelve el sector dominante del mismo, aun cuando no cuenten con la aprobacin de la mayora de la pobla-cin o, incluso, aun cuando a la crea-cin o subsistencia del Estado se opu-siera la mayora de la poblacin.

    En resumen, a los fines consus-tanciales del Estado se aaden otros que constituyen variables dependien-tes de las condiciones objetivas y de las representaciones y culturas polti-cas de cada poca histrica. Dicho en otros trminos, el Estado asume los fines necesarios para la existencia de la sociedad nacional de acuerdo con las condiciones de su desarrollo y que

    4 Ibdem. Pg. 248.5 FERNANDEZ, Ruz Jorge, Derecho

    Administrativo del Distrito Federal, Edit. Po-rra, 1 Edicin, Mxico 2009, pg. 5.

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    sta no pueda satisfacer espontnea-mente por s misma.

    V. PrIncIPIos y Lneas estructuraLes

    1. La organizacin estatal, como cualquier organizacin, slo puede existir a travs de un proceso de divi-sin de tareas o de funciones y de la coordinacin de sus resultados parcia-les hasta conseguir un resultado uni-tario. El cumplimiento de estas tareas o funciones es encomendado a ciertas subunidades organizativas a las que se les asigna un mbito determinado de decisin y/o de accin, y a las que la Teora del Estado ha designado tradi-cionalmente como rganos, aunque no falte quien actualmente cuestione tal concepto. En trminos amplios, un rgano es la integracin de unas per-sonas, de unos recursos materiales y de unas normas jurdicas configuradas en el concepto de competencia. Las decisiones o acciones de las personas que componen el rgano estn someti-das a un proceso de estatizacin y, por tanto, no son imputables a la perso-na qua privatus, sino al rgano, y por mediacin de ste al Estado, ya que el rgano no tiene existencia ni persona-lidad ms que como parte del sistema estatal.

    2. Dentro de las funciones estata-les, cabe distinguir a grandes lneas las siguientes, bien entendido que cada rgano puede cumplir distintas funciones (por ejemplo, el Parlamen-to cumple la funcin legislativa y la

    de control poltico) y que cada funcin pueda ser cumplida por diversos rga-nos o por la cooperacin de distintos rganos (por ejemplo, la funcin legis-lativa es llevada a cabo por las Cma-ras, por el Gobierno, que como es sabido tiene iniciativa legislativa, y por el Jefe del Estado, que sanciona o pro-mulga las leyes). Hecha esta salvedad y sin entrar en niveles detallados de anlisis, puede afirmarse que en cada rgano predomina el ejercicio de una o de unas funciones. Con arreglo a ello podemos distinguir entre:a) Funciones de decisin poltica.

    Entendemos por decisin la elec-cin consciente entre dos o ms alternativas posibles con la inten-cin de alcanzar uno o varios obje-tivos y que conlleva un riesgo o factor de incertidumbre que debe tratarse de reducir al mnimo posi-ble, pero que es inherente a la deci-sin, pues cuando la incertidumbre es plena no ha lugar a optar entre alternativas. Entendemos por deci-siones polticas del Estado aqullas cuyo contenido o bien se impone imperativamente o bien compro-mete a la sociedad nacional, y cuya opcin no tiene otros lmites que los establecidos por la *Constitucin. A esta clase de decisiones pertene-cen fundamentalmente las que se expresan en la actividad legislativa y en la fijacin de las graves lneas de la accin poltica del Estado. Las funciones de decisin polti-ca son llevadas fundamentalmen-te a cabo por el Gobierno y por el Parlamento.

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    b) Funciones de operacionalizacin de las decisiones polticas y de gestin administrativa y judicial del Estado. Estas funciones no excluyen proce-sos de decisin, pero no slo han de moverse dentro de los lmites de la Constitucin, sino tambin de las leyes y eventualmente de los reglamentos.

    c) Funciones de control sobre las deci-siones y acciones de otros rganos, las cuales pueden significar even-tualmente la anulacin de las deci-siones de tales rganos, un cambio de su contenido o una interpreta-cin vinculatoria del mismo.

    3. Desde el punto de vista de su configuracin jurdica, el Estado se organiza como un sistema de compe-tencias a travs del cual se atribuyen a distintos rganos las funciones u objetivos a cumplir, los poderes nece-sarios para ello, las formas a las que debe someterse su actuacin, as como el mbito territorial de su ejer-cicio. La competencia es una nocin elaborada por los juristas, muy espe-cialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pero recogiendo y preci-sando conceptualmente lo que ya era una praxis organizativa del poder del Estado.

    Entre los sentidos posibles del sis-tema de competencias dentro del con-junto de la organizacin estatal caben destacarse los siguientes: de un lado, la disciplina de dicha organizacin por el Derecho, ya que todo poder ejercido por un rgano o componente de rga-no ha de moverse dentro de los lmites y condiciones de la competencia esta-

    blecidos por la normatividad jurdica, y de otro, permite una distribucin de las tareas del Estado entre sus subu-nidades con la seguridad de que no actuarn con el arbitrio o los criterios personales de sus titulares o portado-res, lo que obviamente conducira a un verdadero caos que terminara con la unidad del Estado, sino con arreglo a la ordenacin normativa establecida por el poder del Estado, de modo que la accin subjetiva del titular o porta-dor del rgano no es, as, otra cosa que la actualizacin de la transper-sonalizacin y objetivacin del poder estatal. Bajo estos supuestos puede afirmarse que el Estado de Derecho es necesariamente un Estado organi-zado en competencias, es decir, aqul en el que toda su actividad se lleva a cabo dentro y a travs de crculos y de mtodos configurados por el Derecho.

    En este sentido hay que distinguir, en primer trmino, la competencia fundamental o Grundkompetenz de la totalidad del Estado que delimita el mbito de su accin, funciones y pode-res frente a la autonoma de la socie-dad para generar su propia regulacin y frente a las facultades de los indivi-duos para elaborar y desarrollar libre-mente sus proyectos vitales. El mbito de la competencia fundamental, que es indudablemente una creacin del constitucionalismo liberal, est delimi-tado por la Constitucin y muy espe-cialmente por los derechos fundamen-tales y por las libertades pblicas, as como por las directivas para la accin estatal con referencia a ciertos rga-nos y sectores de su actuacin. Den-tro de la competencia fundamental y

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    como una de sus partes integrantes se encuentra el derecho mayesttico para la creacin de competencias (Koinpe-tenzenhoheio o la competencia de las competencias o Kotizpetenz-Koii-zpetenz (siendo de advertir que esta expresin tambin se emplea a veces como la facultad, generalmente de un tribunal, para decidir sobre un conflic-to de competencias). En resumen, la competencia fundamental incluye un lmite a la actividad estatal, pero den-tro del cual el Estado tiene la facultad para crear las competencias concretas que organizan y disciplinan el ejercicio de su poder.6

    Las competencias y su asignacin a los correspondientes rganos pue-den estar establecidas directamente por la Constitucin (para los rga-nos inmediatos o constitucionales), complementadas o no por una ley, o pueden estar establecidas por ins-trumentos normativos inferiores a la Constitucin. De la naturaleza misma de la competencia se deduce que su ejercicio no es un derecho subjetivo a disposicin de su titular, sino una obligacin de ste frente al Estado, la cual se mueve, no obstante, dentro de lmites discrecionales o interpreta-tivos ms o menos amplios segn la naturaleza del caso y el nivel compe-tencial. No se puede renunciar a una competencia, ya que ello supondra un quebrantamiento de la organizacin estatal y del orden jurdico objetivo en que se sustenta. Por consiguiente, en el ejercicio de una competencia el poder y el deber son trminos correlati-

    6 Ibdem. Pg. 252.

    vos: se otorgan potestades para hacer posible el ejercicio de una funcin y, consecuentemente, una dejacin en el ejercicio de la potestad significara una dejacin en el cumplimiento de la funcin. Y, finalmente, el titular de una competencia no puede transferirla a otro, salvo en los casos, condiciones y lmites establecidos por el ordena-miento jurdico, pues un sistema de competencias no se construye slo en virtud del contenido de stas, sino tambin en funcin del ms adecuado rgano para su ejercicio.

    El conjunto de las competencias del Estado no constituye una suma, sino un sistema interactuante, un sistema de accin, con lo que quiere decirse: a) que el cambio, la supresin, la crea-cin de una competencia e incluso la dejacin prctica de su ejercicio pro-ducen efectos ms o menos impor-tantes sobre las dems competencias y, por consiguiente, sobre el conjunto del sistema; b) que estn unidas entre s, bien sea por relaciones directas o indirectas de coordinacin; c) que la conexin e integracin entre los resul-tados de cada una de ellas produce la unidad de resultados del Estado, es decir, convierte a ste en una unidad de accin y de decisin.

    De lo dicho se desprende que la organizacin del Estado como un sis-tema de competencias no es slo una forma estructural destinada a realizar el principio democrtico del que es expresin el Estado de Derecho (impe-ran normas y no hombres), sino tam-bin y en principio la forma ms

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    Cultura Jurdica

    perfecta de afirmacin del poder esta-tal, ya que ninguna potestad se ejerce con otro ttulo que el del Estado.

    Vi. La importancia del estado en nuestros das

    Pocas realidades tienen una impor-tancia tan grande en el mundo actual como el Estado. Para bien o para mal el Estado representa un papel de primera magnitud en la vida

    del hombre contemporneo, y su pre-sencia se hace sentir decisivamente en la realizacin de su destino.

    Lo mismo en su continente que en otro, en un pas industrial altamente desarrollado que en un pueblo semi-feudal que apenas acaba de salir del colonialismo, la poltica seguida por el Estado en el campo econmico, cultu-ral o moral, puedes abrir al pueblo las puertas del bienestar y la prosperidad o sumirlo en los abismos de la deses-peracin y la ruina. Patentes estn los ejemplos que ofrece la historia poltica del siglo XX.

    Y es que el Estado est vinculado ntimamente con la naturaleza social del hombre. Es una comunidad que por su organizacin y fines ayuda al indi-viduo humano a la plena expansin de su personalidad y crea el ambiente propicio para la cooperacin social en el orden, la paz y la justicia. Es, en ver-dad, una sociedad que por su ampli-tud, la diversidad de sus funciones y la gran variedad de recursos materiales y espirituales con que cuenta, puede considerarse como la nica sociedad

    que cubre integralmente el mbito de los fines existenciales humanos en el plano de lo temporal intramundano.

    Esta caracterstica del Estado haba sido ya considerada por los grandes pensadores polticos desde la antigedad como algo esencial a la comunidad poltica. Por eso la doctrina del Derecho Natural design al Estado con el nombre de sociedad perfecta. Es la sociedad autrquica o autosufi-ciente que contiene en s todo lo nece-sario para promover la vida buena de los hombres, o como ahora se dira, para el bienestar general. No es el sim-ple valerse por s mismo en el campo econmico -que ha djalo ya de ser posible en el complejo mundo de rela-ciones internacionales en que vivimos- sino el estar dotado de una estructura, de una organizacin, de unos fines y de un poder supremo de mando, que le permite al Estado fundar, favore-cer y regular la cooperacin social en todos los campos. Y as poner al servicio de la persona humana todo lo que sta requiere para el cumplimiento cabal de su destino.

    El Estado contemporneo nace y subsiste por una coincidencia de voluntades de la parte de la poblacin poltica y econmicamente mas impor-tante, aun cuando no necesariamente la ms numerosa.7 Es comn que la clase gobernante o clase poltica, con-forme a una pequea pero importante parte poltica de la poblacin del Esta-do; de tal suerte que el estado subsiste con, sin, y en ocasiones, aun contra la

    7 Ibdem. Pg.6.

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    voluntad de la mayora de los miem-bros de su poblacin.

    Los objetivos estatales, salvo el de procurar la supervivencia del propio Estado, son diferentes en los diversos estado, as como entre distintas po-cas del mismo Estado.

    Fiel a su trayectoria histrica y a su naturaleza, el Estado en nuestros das sigue siendo esa estructura suprema de poder que condiciona el bienes-tar de los hombres y de los pueblos. Su presencia se hace notar en todas las regiones de lo social, como agen-te de promocin, o como colaborador de la iniciativa privada, o como garan-ta de la actividad de las comunidades menores.

    VII. PresencIa deL estado en Los dIVersos mbItos

    Un rpido vistazo a la situacin pol-tica mundial nos permite darnos cuenta de cmo el Estado interviene decisivamente en todos los aspectos temporales de la vida humana:

    En el campo social, con su poltica familiar y demogrfica, por medio de la cual trata de desarrollar, conservar y utilizar los recursos humanos y as influir sobre la magnitud y el crecimien-to probables de la poblacin, su distri-bucin por edades, la constitucin y composicin de las familias, la locali-zacin regional o rural urbana de los habitantes, y la incorporacin a la fuer-za de trabajo y a la educacin, con el fin de facilitar los objetivos del crecimiento econmico y posibilitar la participacin de la poblacin en las responsabilida-

    des y beneficios del progreso; con la organizacin cada vez ms completa de los movimientos sindicales; con el desarrollo de los seguros sociales, que han cubierto las necesidades de las clases ms desamparadas, y median-te los cuales algunas naciones eco-nmicamente ms ricas han cubierto todos los riesgos posibles de los ciu-dadanos (Estado de bienestar, en Sue-cia o Dinamarca, por ejemplo); con la progresiva elevacin del nivel de vida de los trabajadores que ha permitido la formacin de una clase media fuerte y activa en casi todos los pases.

    En el campo econmico, con su poltica industrial, financiera y ban-caria, por la cual impulsa las fuerzas econmicas del pas, reconoce y da validez jurdica a sus asociaciones, da leyes y reglamentos, seala los justos lmites de la iniciativa privada y evita, mediante sus sistemas de con-trol y vigilancia, que haya una concu-rrencia desenfrenada y se constituyan monopolios que son negativos para el bienestar general. En esta actividad, la tendencia ms aceptada en el mundo moderno, y la que parece ms justa, es la de que el Estado acte en un plano subsidiario y no que absorba las posibilidades econmicas de las agru-paciones particulares.

    En el campo cultural y educativo, con la extensin cada vez mayor de la instruccin bsica para todos los ciudadanos, con la multiplicacin de universidades e institutos tecnolgicos y de estudios superiores, con la crea-cin de nuevos centros de investiga-cin cientfica, mediante los cuales estimula los talentos naturales de la

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    poblacin y ayuda al hombre de cultu-ra media a conocer mejor los hechos nacionales y mundiales y a actuar efi-cazmente en la transformacin de su ambiente.

    En el campo cientfico y tcnico, con el fomento de los nuevos adelantos en la industria, la agricultura, la minera, las comunicaciones, el comercio, tales como la automatizacin, el empleo pacfico de la energa nuclear, la apli-cacin de computadoras electrnicas en los grandes procesos de produc-cin, el uso de satlites artificiales para facilitar el enlace entre los pueblos.

    En el campo de las relaciones inter-nacionales, con la atencin de los nue-vos fenmenos polticos surgidos con el advenimiento de los pueblos afroa-siticos a la vida independiente, y lo que supone de organizacin constitu-cional y tcnicas administrativas; con el mayor cuidado de la creciente inter-dependencia en mltiples terrenos; con la ampliacin y multiplicacin de organismos internacionales que tratan de resolver los problemas humanos a escala mundial; con el cuidado de fomenta relaciones y evitar conflictos blicos.8

    En suma, no hay campo de la acti-vidad del hombre contemporneo en el que el Estado no tenga una interven-cin importante y a veces decisiva. Y este fenmeno ha llegado a plantear tensiones inquietantes que cada vez se agudizan ms. Porque no cabe duda que el Estado ha adquirido una

    8 GONZALEZ, Uribe Hctor, Teora Po-ltica, Porra, 5 Edicin, Mxico 1984, pg. 233.

    organizacin compleja y un poder for-midable, como en ninguna otra poca de su historia los ha tenido.

    VIII. sugerencIas Para eL estudIo de Los fenmenos deL estado

    Todo esto ofrece mltiples sugeren-cias al estudioso de los fenme-nos polticos, ya sea jurista, socilogo, historiador o filsofo. Y los problemas que van apareciendo en la vida coti-diana del Estado -con motivo de su existencia misma y de sus actividades- piden un tratamiento conjunto para ser resueltos. Cualquier visin unilateral corre el riesgo de mutilar la riqueza y complejidad de la realidad poltica y dar soluciones que ms tarde ten-drn repercusiones funestas aun en la prctica.

    As, hay que estar alerta a las voces que provienen del Estado y entablar el dilogo en el terreno ms adecuado: en el sociolgico, si se trata de los hechos de la convivencia huma-na y de los fenmenos del poder, y de la autoridad que en nuestros das se han complicado enormemente y piden mtodos cientficos rigurosos para ser conocidos y apreciados; en el jurdico, si se trata de las normas que emanan del Estado y que regulan su funciona-miento; en el histrico, si es cuestin de aprovechar las lecciones del pasa-do para orientar el presente poltico y proyectar el porvenir; o en el filosfico, si se quiere indagar la raz ms profun-da del actuar humano -su esencia, su

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    Una visin del Estado contemporneo

    sentido, su finalidad- y someter a cri-terios de valor el quehacer poltico de gobernantes y gobernados.

    En esta labor de conjunto, que va ms all de cualquier positivismo cien-tfico, aparece la figura del Estado en todas sus dimensiones. Y presen-ta toda la gama de dificultades de su compleja y polifactica realidad, que mueve con urgencia al hombre actual a enfrentarse con ellas. sta es su tarea, su riesgo y su responsabilidad.

    iX. Problemtica actual del estado

    Al adentrarse al estudio del Estado, con nimo sincero y leal de cono-cer su realidad objetiva tal cual es, sin deformaciones provenientes del capricho subjetivo o la arbitrariedad, el investigador se encuentra con que hay varios puntos o temas sobresalientes que exigen su atencin y plantean, otros tantos problemas que piden ser resueltos.

    El primero que se presenta es el de la realidad misma del Estado. Una realidad enigmtica, que no se mani-fiesta con franqueza, como la de los seres sensibles sino que exige un tra-bajo de penetracin y comprensin. Se da en el terreno de los hechos y exhibe una amplia gama de fenme-nos que se imponen con evidencia inmediata: relaciones de gobernan-tes y gobernados, procesos poltico-electorales, servicios administrativos, decisiones jurisdiccionales. Pero esos hechos, por ms que se multipliquen, no son todava el Estado. Se requiere

    una labor de sntesis mental para uni-ficarlos y llegar a un concepto o idea del Estado. Habr que indagar, pues, cmo se integran la realidad y la idea del Estado en un todo armnico.

    Este conocimiento que nos ofre-cen los hechos y su unificacin mental nos lleva a averiguar qu es lo que, en ltima instancia, mueve a los hombres a vivir polticamente. sea, a buscar la raz ms honda del acontecer pol-tico, su motivacin primigenia, all en el manantial mismo de donde brota la convivencia entre los hombres. Es una exploracin en bsqueda de la fuente originaria y del significado de lo poltico.

    Una vez develado el enigma del homo politicus, hay que contemplar su obra: el Estado. Cmo lo construye. Cmo va trazando arquitectnicamen-te sus grandes lneas directivas. Cmo va levantando su estructura y configu-rando su esencia. Una esencia llena de vigor y actividad, que prolonga la dinmica interna del impulso humano creador. Hay que ver cul es el papel que desempea el Estado en la comu-nidad social. Cul es la funcin espec-fica de lo poltico entre las dems acti-vidades humanas que se desarrollan en la sociedad. Y cul es su significado peculiar y su legitimidad.

    Se impone despus un examen de la vida del Estado. Su actividad dentro de esas estructuras formales que for-man su esencia. Los elementos que entran en juego para la realizacin de la tarea poltica cotidiana. Cmo se conjugan territorio y poblacin ele-mentos estticos con el dinamismo siempre creciente de la autoridad pbli-

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    Cultura Jurdica

    ca. Y cmo autoridad y pueblo buscan juntos el bien comn. El Estado es tambin pasin: debe sufrir el yugo del Derecho. Hay que analizar, entonces, su personalidad jurdica y las razones y mtodos de su acatamiento al ordena-miento jurdico.

    En el centro mismo de la vida del Estado nos encontramos con el fen-meno sin duda ms importante de la actividad del hombre en la vida social organizada: el del poder poltico. Hay que averiguar en qu consiste ese fen-meno. Buscar su esencia y conexiones con los dems hechos sociales. Cono-cer sus especialsimas caractersti-cas de poder supremo, que goza del monopolio de la coaccin incondicio-nada. Es menester aclarar cmo, en torno de la teora del poder poltico y de su dinmica, se articulan los proble-mas ms importantes del Estado como accin y pasin. Relacionar el poder poltico con el orden y la libertad. Y ver su trascendental papel de servir como centro de unidad de decisin y accin en la realidad poltica.

    Todos estos hechos configuran la realidad fctica del Estado. Una rea-lidad extraordinariamente importante para conocer lo estatal, pero con ella no se agota el conocimiento del Esta-do. Queda toda la gran labor de con-frontacin del ser del Estado con su deber ser. Buscar la dimensin ideal de la comunidad poltica. Su ajuste a las normas ticas y a valores. Hay que hacer una exploracin por el terreno axiolgico para determinar si el Estado no es un simple fenmeno de fuerza, sino una realidad que cumple las exi-gencias valorativas y puede justificar-

    se ante la conciencia moral y jurdica de los hombres.

    Y con ello aparece la cuestin qui-z ms esencial para el conocimien-to y valoracin del Estado: la de sus relaciones con el hombre. El Estado, indudablemente, est compuesto de hombres. No puede existir sin ellos. La poblacin elemento humano es la base sine qua non de la estructura estatal. Pero una vez que el Estado, a lo largo de siglos de evolucin, se ins-titucionaliza y adquiere un formidable aparato de poder rganos y funcio-nes se va perfilando como una enti-dad que domina a los hombres, que llega incluso a pretender absorberlos y aniquilaros. Los hechos de la experien-cia poltica monarquas absolutas de la Edad Moderna, Estados totalitarios de la poca contemporneaas lo atestiguan.

    stos son, pues, los grandes temas que surgen ante la curiosidad intelec-tual del investigador del Estado. Son, claro est, los temas claves, sobresa-lientes, en torno a los cuales se puede ir construyendo una teora estatal. For-ma el ncleo del Estado. Nos dan su nocin o concepto. No constituyen, por s mismos, un tratamiento de todas las cuestiones que supone el desarrollo integral de la vida del Estado. Pero s son el punto de partida necesario para las diversas disciplinas polticas. De este centro vital, como de un campo de despegue, deben levantar el vuelo las exploraciones de la ciencia polti-ca, del derecho poltico, de la sociolo-ga poltica, de la historia poltica, de la economa poltica, y de todas las

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    Una visin del Estado contemporneo

    dems actividades cientficas que se interesan por el Estado.

    x. concLusIones

    A manera de conclusin diremos que la idea de una disciplina que estudie al fenmeno poltico del Esta-do en sus diversos aspectos, es muy antigua. El hombre es un ser social y su vida se desarrolla en una serie de relaciones cada da ms complejas, que caen bajo el campo de las ciencias culturales.

    Como lo hemos mencionado se pueden considerar varias etapas en los cambios sucesivos del Estado y principalmente en la evolucin de los sistemas doctrinales . Cuando nos referimos a los tiempos contempor-neos, no es suficiente referirnos a las influencias de la escuela francesa rea-lista de George Jellinek, a Hermann Heller o a la escuela de Hans Kelsen, de Schmitt hasta las ms recientes doctrinas de Laski, Duverger, Battaglia, Maritain, Dabin, Bordeau y otros como David Easton, Leo Straus que cultivan posiciones originales en el estudio del fenmeno poltico.

    Al inicio de este siglo el mundo cul-tural est completando el reajuste de las instituciones polticas pasadas e intentar la creacin de nuevos siste-mas que, alejados de los dogmatismos o de las ilusorias doctrinas coloquen al hombre en la forma de gobierno que corresponda a las condiciones socia-les del futuro.

    Los investigadores del presente siglo se han propuesto una revisin de las ciencias tradicionales, desde la ter-minologa, el mtodo, la razn poltica, sus principios generales, la realidad de la sociologa poltica, hasta la proyec-cin filosfica de una disciplina.

    El Estado, seguiremos firmemente pensando en esta idea, no desapare-cer de la vida social durante muchos aos. Las generaciones de maana continuarn viviendo en el marco de la organizacin jurdica poltica que es el Estado, creado no para proteger inte-reses particulares, sino para proteger el desarrollo normal y racional de las comunidades humanas.

    Sera injusto negar que bajo la pro-teccin o tolerancia del Estado se ha desarrollado y fortalecido la cultura y las audaces formas de vida de las comunidades y se han creado planes de desenvolvimiento de civilizacio-nes muy desiguales. El Estado, que vive hoy una profunda transformacin muestra una curiosidad muy peligro-sa por las nuevas formas polticas y en ocasiones, se aleja de su propia tradicin democrtica o se refugia en absurdas dictaduras, sin embargo el mundo ha cambiado lo suficiente para desterrar viejas prcticas polticas que, adems de inoperantes, son ofensivas de la dignidad nacional.

    Por lo anterior es necesario la reno-vacin de los supremos valores, as lo exige el mundo social, exige construir el nuevo esquema del Estado Contem-porneo que d respuesta firmemente a las necesidades de la sociedad.

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    Cultura Jurdica

    bIbLIografa.

    FERNANDEZ, Ruiz Jorge, Derecho Administrativo del Distrito Fe-deral, Coleccin Mexicana de Derecho Administrativo, Edito-rial Porra, Mxico, Primera Edi-cin, 2009;

    GARCIA, Pelayo Manuel, Diccionario del Sistema Poltico Espaol, El Estado, Edit. Akal editor, Madrid 1984

    GARITA, Alonso Miguel ngel, Estudio Metodolgico de los Sistemas Polticos Contemporneos, Ta-lleres grficos de la Camara de Diputados del Congreso de la Unin, Mxico, 1996

    GONZALEZ, Uribe Hctor, Teora Pol-tica, Porra, 5 Edicin, Mxico 1984.

    PORRA, Prez Francisco, Teora del Estado, Edit. Porra, 25 Edi-cin, Mxico 1992.

    SERRA, Rojas Andrs, Ciencia Polti-ca; La Proyeccin actual de la Teora General del Estado, Edit. Porra, 13 Edicin, Mxico 1995.

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  • Cultura Jurdica, editada por la Facultad de Derecho, se termin de imprimir el mes de febrero de 2011 en los talleres de creatIVa ImPresores S.A. de C.V. calle 12, nmero 101, local 1, colonia Jos Lpez Portillo, Iztapalapa, 09920, Mxico, D.F. Tel. 5703-2241. En su composicin se utilizaron tipos Arial y Calibri. Tipo de impresin offset, las medidas 17 x 23 cm. Los interiores se imprimieron en papel ahuesado de 75 grs. y los forros en cartulina sulfatada de 14 pts. La edicin estuvo al cuidado del Lic. Alberto J. Montero.

    La edicin consta de 1000 ejemplares.

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