iQuiin es Q u i h en las tetras Chilenas?

Fernando Gonzalez - Urizar

AGRUPACION AMIGOS DEL LIBRO

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AgrupacMn Amigos del Libro Inscripcih N? 46.869

C,OMITE DE EDICIONES

Roque Esteban Scarpa Carlos L6pez Labaste

Carlos George-Nascimento Oreste Plath Pepita Turina

Alfonso Calderh Claudio Orrego Vicuiia Arturo ValclBs Phillips

Tiraje: 1.CDU qc?wpplares. Tmprem en 10s Talleres Grdficas 3l;)oracibn Li- rna'Brdp, A QvalE 748. Santiago de Chile, 1977.

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IJritar. Y nadie m8s. jdbuelos, tios, sobrinos, parien. tes? Todos en Espaiia. Desconocjdos entonces, ahara y, quizQ, para siempre jamds.

“Hulnes, alld en el sur, palas, tizones, agrias naranjas. zagtiiin m i l y polvareda. . .”

‘1-uve una in failcia sola. pero n o triste. Hurafio desde pequeiiol vagaha por calles. acequias, rios 1‘ pas- tos. Tierra y ;lire me descubrian su hondor. Amaha sobre todo w r oscurecer, advertir sensiblemente el decrecimiento de la lm y la presencia cada vez inis cierta de 1:1 oscuridad. Hastii que aparecian las estrc- llas y retornaha a casa mordiendo u n a hierb:i, golpean- d o la noche cot1 una fin:t varilla hainedecida.

Bajo, de nohle porte, mi padre tenia un c‘aricter recio. Tempestuoso en s u s iras, &as se ciesvanecian ante la soiirisa tierna de i i i i niadre. El n o intervenia casi en el coinercio que tenianios. Giistaba si1 tiempo en la filatelia, en la numismBtica, en la lectura de tes- tos griegos y Iatinos. en charlar con el alcalde, el curs p6rroc-o p otrns personajes dei pueblo. Dicen que flie

u n conversador admirable. Mi inadre era la hella “madama” de 10s liumildes.

Administraha la tienda y riegocio de casi u n a manzana de estensibn, y reinaha en aquella casa de tres. patios habitada por la Familia y las amas y criadas numerosas, merced a 10s dones de un temperamento duke, genero- so y fuerte. Existi6 entramhos gran diferencia de edad, pero se ainaron entraiiabletnente.

Cuando cunipli cinco aiios. murici mi padre. L a caw se Ilen6 de Iuto y congoja. El rostro s u p se me fue desvaneciendo en el t i e n i p , coino una lejana sefial de humo. Regresaria muchos aiios despui.s, en cste poema que figura en el lihro “Los Signos del Cielo”:

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siienii estra5amente. Oipo el jadear de ambos, Iiasta que u n o de ellos cae, diciendo: “Me mataste. carnjo”, Y el ni l io que sop, que huye a perderse. El segundo: (,o;iteniplo la ristosa patent? de un pesadn, inmenso ;iutoin6vil. De improviso retrocede p me derriha; p i s:indome una de sus ruedas p o r la cabeza. Pierdo el conocimiento. hoto muchisima sangre por boc;i y n c ~ ’ rices. Ya en mi lecho, entre suefios, distingo a1 cu r l pirroco que me da la estremaunci6n. Per0 no n i ~ . 1 ~ r o : Desde entonces, mi inadre repctirB que vivo por mi- iericordia del Altisiino.

‘Mi infancia es una Iluvia que aGn estila de 13s te : jiis de Bulnes. Lluvia, castafias, piiiones. Narmjas qi!c

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D e aquella lejania, la primera visi6n del mar, en Constituci6n, y mi illalterable amor por esa apasio- nada plenitud que lame 1:i vieja piedra agraria de las constelaciones.

Cuando mi familia se viene a Santiago, en 1933, para que 10s hermanos mayores puedan seguir carre- ras universitarias. ingreso como interno a1 Colegio Hispano American0 que dirigen 10s Padres Escola- pios. Alli curso 4:' y 6" Preparatoria y l:is Humani- dades hasta el 40 aiio inclusive.

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T'iempo de b6squed;is. de formaci6n a tientas. Siempre solo, errabundo, insatisfecho. Siempre escri- hiendo en secreto. tallando. haciendo mGsica. pintan-

mdo, releyendo. iAh. ccimo leia entonces! LOS os de salida eran esto p;ira mi: un plato de as, que comia a dentelladas, p libros, libros, en ni concierto. de la niaiian:i a1 atardecer. Y el cansancio me enrojecia 10s ojos, resoluci6n

blemas de ilgebrn y geometria. Me gustaban emiticas. Ni entonces ni hoy veo oposici6n al- ntre ellas y la poesia. .Las estudiaba, por el o, como a ciencias ocultas, maravillosas. s y litxos!

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La lut de 10s Salgari, Rocal A&s rumas : Victor Hugo, Gogol y Val1 Un plato de C a m n i n a r l a c n

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La Quinta Normal y el Parque Cousifio son testi. gos habituales d? mis vagabundajes. Y en el verano, Llo-Lleo, la invicta pulsaci6n del mar, su fuego verde, la caracola azul del dia. Y en las dunas, trece uvaS herinosisimas, entre siestas de dukes eucaliptos. EI coraz6n como un fruto pensativo, a1 que mecen los sueiios relampagueantes.

En enero y marzo de 1939 rindo mis bachillera. tos en las menciones de Matem6ticas y Biologia, y co- miento mi carrera de Arquitectura en la Universidad Catcilica de Santiago. Me invade de pronto un senti- miento sombrio: 10s dias que me restan son breves.

“Por las calles dormidas del crep6sculo una paloma sola va conmigo. Vuela sobre el otofio su flor aka: madrkpora del dia va conmigo. Alhaja sideral, didiva lenta, la muerte suspendida va conmigo. Rosa de nieve llicida su boca desde la infancia va conmigo. A1 ocas0 su mano perdida it6 cayendo: sobre mis sienes se har6 tritas.”

No obstante ello, participo en las actividades del Coro Universitario que dirige Juan Orrego Salas, y frecuento a1 mlisico Donato Romin Heitmann, con el que compongo algunas canciones.

DespuCs de dos aiios en Arquitectura, abandon0 la carrera debido a mis intensos dolores a la vista que me impiden realizar las interminables Iiminas de di- bujo lineal, Y heme aqui, a la deriva, solicitado por m6ltiples intereses: ,poesia, mhsica, pintura, novela, cuento, tallado. Mi familia no estimula ’mis aficiones, m6s bien desconfia de ellas, no las encuentra “serias”. Estoy un aiio completo sin hacer aparentemente nada. iNada sin0 estudiar ocho horas diarias en la Biblio-

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teca National ! Las materias mis variadas: filosofia, literatL1ras extranjcras, poeda chilena, dibujo, grafolo- gia, matemkticas, idiomas, etc. iY escribir !, quiz6 co- mo nunca volverP a hacerlo: ocho, diez, doce poemas diaries. A todas horas, en cualquier sitio. Ademis, to- co piano, compongo mGsica, pinto como un poseido.

~1 sentimiento premonitorio se ha acentuado, M e vuelvo profundamente religioso. “Como una espiga humilde TG me haces cantar, como una espiga a la que el viento mece.. .”, escribo. “Soy el cuerpo que hieride turbulent0 la clara superficie de tu limpaca. si tuviera la fuerza, ciego y fatal te romperia junto a mi coraz6n; si me hubieras dado el viento, te me- ceria como a un cafiaveral. Tengo s610 un grito largo. jDios, TG me abates!”

El afio de libertad expira cuando la familia me emplaza: “0 estudias o trabajas”. Rindo pruebas pa- ra ingresar a un banco, las apruebo inmejorablemen- te, per0 no voy a trabajar. Gritos, amenazas. Me nie- go. “Estudiar6 Leyes”, digo para postergar la decisi6n c;ue debo tomar sobre mi vida. En realidad no s6 quC hacer. Me han declarado remiso en el cumplimiento de mis deberes niilitares, me aguardan dos afios de Ser- vicio, estamos ya en abril de 1942, iniciadas las cla- ses, cerradas las matriculas universitarias y no tengo Bachillerato en Letras. No obstante, supero todas las dificultades, y a fines de abril ingreso como alumno de Leyes a la Universidad Cat6lica; estoy alli quince &as y me cambio a la Facultad de Detecho de la [Jni- versidad de Chile.

No es que tenga realmente gusto por las leyes. que la Carrera me concede cinco afios mis para de-

cidir sobre mi destino. En la elecci6n ha sido decisi- va la lectura de “El Mundo de Ayer”, de Stefan Zweig, en donde se describe a la Facultad de Derecho de la Universidad de Paris como un centro de intensa, bu-

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-nezuela, por la “Revista Lirica Hispana” que dirigen ;nnie Lobell y Jean Aristeguieta. Prologa la obra ,blo Nrruda, quien dice, en parte del mismo: “Po-

veces he conocido tan ceiiido amante de la poesia mo este Fernando Gonzjlez-Urizar, de tan antigua palpitante rosa. Y en su honor y esplendor ha des- anado estos collares, taciturnas, desgarradoras guir- [idas, ha versado y tergiversado ratones y encanta- ientos, ha dispuesto de extremas unciones y de atar- &ceres ensimismados para cantar, cantar como el olnbre manda”.

Agotada esta primera edici6n de “La Nubes y 10s OS", don Carlos George Nascimento publica en su itorial la segunda edicidn de la misma. A1 pr6logo Pablo Neruda se ha agregado ahora un “Elogio Fi-

ll” del gran poeta Angel Cruchaga Santa Maria. El )ro ohtiene a1 aiio siguiente, el Premio Municipal de ,esia “Pedro de Oh”, otorgado por la Municipali- Id de Ruiioa.

Invitados por la Armada Nacional, viajamos a Is- de Pascua; en el transporte Pinto, Juvencio Valle

yo ambos de la Asociacidn Chilena de Escritores (SI- E) , institucibn que en 1961 me elige como su pre- jente. En octubre de dicho aiio, “como un copudo ble que a golpes de hacha se viene guardabajo”, fa- :ce el mayor de mis hermanos: Faustino de 10s Re- 9s Gonzhlez-Urizar.

Hermano, duerme, duerme ! i lut sella tus pirpados, s manos tafio laboriosas, ora inm6viles mo cargas de amianto sobre el pecho. 1 gran fuego central irdeciendo a1 navio eticallado en plena sombra”.

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ies, ca:3fornia, durante el mes de encro d e 1967. DI- ri:o para el Departamento de Historia unos Coloquios

Cu1:ura y Civiliznci6n en America Hispana, e ,,3~e;3r~ilgo en un ciclo de recitales de poesia latino- ,tperlcana. Una experiencia, en snma, viva, enriquece- dora de ese ambiente universitario tan pr6digo en es- t;inr;~os y facilidades para la crexicin e investigacih ! 1 t e r d r 1 as.

>41e parece haber abusado de la atenci6n de uste dES Sere esquemhico, p e s , en lo que se refiere a mi

En 1970 aparece “i Israel, Israel!”, publicado por 1 ~ 5 ed:ciones de la “Revista Babel”. Este libro es el fru- to de mi permanencia en Tierra Santa, su testimonio lirico. Condenso alli suefios y experiencids de esa pa- tria milenaria; manifiesto mi asombro y admiracicin apasionados por el esfuerzo creador d e SLI heroic0 pueblo.

En 1971, en el Certanien Internacional d e P o e s i ~ “Leopoldo Panero”, un jurado que preside el eminen- te Dimaso A!onso otorga el Premio Unico a mi li- bro de poemas “Los Signos del Cielo”. El galardhn, consistente en cien mil pesetas (unos mil d6lares nor- teamerianos de entonces), la hermosisima edici6n de 12 obra premidda en cinco mil ejemplares y, de ellos, c i m lihres de costo para su autor, lo otorga el Jnsti- tuto de Cultura Hispinica de Madrid. “Los Signos dell Gdo” cosecha una nbundante, evcelente critica na- cional e internacional.

En 1975, editado por “Pineda Libros”, se publica “N:& Ciego”. ~ i i r s ta obra canta inm6vil el antiguo Pais, el instante justo en que todo esplendor vuelve ~1 silentio, el dulce relimpago del tiempo. Y se des- P k a al!i un libro de estampas de amor, con su tris- t ~ z n de durar y pasar y olvidar. Alli viven l a desnfida dvc purisima del cielo que el vasto niediodia sostiene lubilos0, las estaciones, 10s nieses del exilio, las foga.

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