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THE WORLD’S CHILDREN’S PRIZE MAGAZINE #54/55 2012 PREMIO DE LOS NIÑOS DEL MUNDO POR LOS DERECHOS DEL NIÑO PRÊMIO DAS CRIANÇAS DO MUNDO PELOS DIREITOS DA CRIANÇA PRIX DES ENFANTS DU MONDE POUR LES DROITS DE L’ENFANT WORLD’S CHILDREN’S PRIZE FOR THE RIGHTS OF THE CHILD VOTE! RÖSTA! ¡ VOTA! Globen Le Globe El Globo O Globo

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World's Children's Prize promotes a more humane world. The program is open for all schools and 57,450 schools with 26.8 million pupils in 102 countries supports it. Every year millions of children learn about the rights of the child, democracy and global friendship through the program. They gain faith in the future and a chance to demand respect for their rights. In the Global Vote, the children decide who receives their prestigious award for their work for the rights of the child. The candidates for the Prize are chosen by a child jury who are experts in the rights of the child through their own experiences. The Prize Laureates become role models for millions of children. The prize money is used to help some of the world's most vulnerable children to a better life. The patrons of the World's Children's Prize include Nelson Mandela, Queen Silvia of Sweden, Aung San Suu Kyi and Graça Machel.

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PREMIO DE LOS NIÑOS DEL MUNDO POR LOS DERECHOS DEL NIÑO

PRÊMIO DAS CRIANÇAS DO MUNDO PELOS DIREITOS DA CRIANÇA

PRIX DES ENFANTS DU MONDE POUR LES DROITS DE L’ENFANT

WORLD’S CHILDREN’S PRIZE FOR THE RIGHTS OF THE CHILD

VOTE! RÖSTA! ¡VOTA!

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WORLD’S CHILDREN’S PRIZE

Thanks! Tack! Merci ! ¡Gracias! Obrigado!

Socios principales de los Derechos del NiñoLotería del Código Postal sueca

Save the Children Sweden (intermediario del aporte de Sida)

Su Majestad la Reina Silvia

Socios de los Derechos del NiñoHugo Stenbecks Stiftelse, Survé Family Foundation, Sparbanksstiftelsen Rekarne, Kronprinsessan Margaretas

Minnesfond, eWork, Altor y Grupo Positivo

Padrinos de los Derechos del NiñoPunaMusta, ECPAT Sweden, Ironroad-VMS, Helge Ax:son Johnsons Stiftelse, Dahlströmska Stiftelsen, Walkie-Talkie, Goodmotion, Avisera, ForeSight

Group, Cordial, , Centas, Mässrestauranger, Twitch Health Capital, SamSari, Boob, Floristen i Mariefred, Gripsholms Värdshus, Gripsholms Slottsförvaltning, Gripsholmsviken, ICA Torghallen Mariefred, Företagare iMariefred.nu, Eric Ericsonhallen, Carpe Vitam, Open Mind – Peder Wallenberg, Lilla Akademien y todos los padrinos individuales

Las personas de este Globo viven en estos países

CANADÁ GRAN BRETAÑA

SUECIAMARIEFRED

ISRAELPALESTINA

TANZANIA

KENYA

CAMERÚN

R.D. CONGO

ZIMBABWEMOZAMBIQUE

SUDÁFRICA

EE. UU.

MÉXICO

PERÚBRASIL

NIGERIA

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WORLD’S CHILDREN’S PRIZEÍNDICE¿Qué es el Premio de los Niños del Mundo? ..........................4Protectores ...............................................4

¿Qué hace el jurado infantil?............5Corto retrato del jurado .........................5Poonam, de Nepal ..................................8David, de Gran Bretaña .......................10Ndale, de R. D. de Congo ..................12

¿Qué son los derechos del niño?Celebra los derechos del niño ...........14¿Cómo están los niños del mundo? .............................................16

¿Qué es la Votación Mundial? ........18En Zimbabwe .........................................19En Mozambique .................................... 34En Suecia, India y Brasil ..................... 45En Pakistán .............................................46En Nigeria .............................................. 48

¿Cuáles son los candidatos? .........49Anna Mollel, Tanzania ...................50–69Sakena Yacoobi, Afganistán .......70–89Ann Skelton, Sudáfrica ..............90–109

¿Qué es la Conferencia de Prensa de los Niños del Mundo? .........................................110Conferencia de prensa en México ..............................................111

Nueva Amiga Adulta Honoraria Aung San Suu Kyi, Birmania .............112

Ceremonia de entrega de premios ..........................................113

También agradecemos a:El Jurado Infantil, todos los alum-nos y maestros de las escuelas Amigas Mundiales, todos los Amigos Adultos Honorarios y protectores, los Amigos Adultos, los centros de atención y socios colaboradores (ver páginas 114–115), el consejo y la junta consultiva de World’s Children’s Prize Foundation, así como los consejos de Barnens Värld y World’s Children’s Prize USA

World’s Children’s Prize FoundationBox 150, 647 24 Mariefred, Suecia Tel. 0159-12900 Fax 0159-10860prize@worldschildrensprize.orgwww.worldschildrensprize.org

facebook.com/ worldschildrens prizefoundation

El Globo es financiado parcialmente por Sida, que no necesariamente comparte las opiniones aquí impresas. La responsabilidad es sólo de los autores.

Redactor en jefe y editor responsable: Magnus Bergmar Colaboradores en los n° 54–55: Andreas Lönn, Tora Mårtens, Johan Bjerke, Jesper Huor, Makan E-Rahmati, Marlene Winberg, Satsiri Winberg, Martin Schibbye, Jonas Gratzer, Britt-Marie Klang, Gunilla Hamne, Sofia Marcetic, Kim Naylor, Jan-Åke Winqvist Traducción: Semantix (inglés, español), Cinzia Gueniat (francés), Glenda Kölbrant (portugués), Preeti Shankar (hindi) Diseño Gráfico: Fidelity Foto de tapa: Johan Bjerke, Kim Naylor Impresión: PunaMusta Oy

ISSN 1102-8343

SUECIAMARIEFRED

FILIPINAS

PAKISTÁN

AFGANISTÁN

NEPALBANGLADESH

ISRAEL

TANZANIA

KENYA

INDIA BIRMANIA

PREMIO DE LOS NIÑOS DEL MUNDOPOR LOS DERECHOS DEL NIÑO

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La meta del programa del Premio de los Niños del Mundo es que tengamos un mundo más humanitario, en el que los derechos del niño sean respetados por todos. Los alumnos de todas las escuelas registradas como Amigas Mundiales son bienvenidos a participar. Ahora existen 57.530 escuelas Amigas Mundiales con 27 millones de alumnos en 102 países.

Cada año, el programa termina cuando los niños deciden en una votación mundial, Global Vote, quién recibirá el “Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño” y quiénes serán los galardonados con el premio honorífico. La mayor cantidad de niños que ha votado fue de 7,1 millones. Antes de que se entregue el premio, varios millones de niños han aprendido sobre los derechos del niño y la democracia en los siguientes pasos:

1. Apertura del Premio de los Niños del Mundo 2012(página 110)El inicio del Premio de los Niños del Mundo es cuando los niños presentan a los tres candidatos al premio elegidos por el jurado infantil. Los niños también hablan de cómo se respetan los derechos del niño en el lugar donde viven y en su país. Se organiza una Conferencia de Prensa de los Niños del Mundo el 25 de ene­ro y se invita a los medios loca­les, o se realiza una ceremonia de apertura en la escuela en un día a elección sólo para los alumnos, o también se invita a padres, políticos locales y otros a la ceremonia. Por supuesto, son los niños quie­nes dirigen la conferencia de prensa o la ceremonia y los adultos sólo son oyentes.

2. Los derechos del niño en tu vida(páginas 14–15)Lee también la hoja de datos sobre la situación de los dere­chos del niño en tu país (dispo­nible en la web). ¿Cómo se res­petan los derechos del niño en tu vida y en la de tus amigos? ¿En casa? ¿En la escuela? ¿En el lugar donde vives? ¿En tu país? Discutan cómo debería ser y prepárense a presentar cómo quieren que sea a padres, maestros, políticos, demás adultos y a los medios.

3. Los derechos del niño en el mundo (páginas 5–13, 16–17, 49–109)Lee sobre los niños del jurado, cómo están los niños del mun­do y sobre los candidatos al

premio y los niños por quienes luchan.

4. Preparen la Votación Mundial (páginas 18–48) Lee sobre niños que votan en todo el mundo en la Votación Mundial , decidan la fecha de su propio día de la Votación Mundial y preparen todo lo relativo a una elección demo­crática. Inviten a los medios, padres y políticos a vivenciar este día con ustedes.

5. Día de la Votación MundialFestejen con una fiesta y actuaciones. Informen el resul­tado de la votación por los tres candidatos a más tardar el 15 de mayo de 2012 en la urna de la página web o al coordinador de su país, en caso de tenerlo.

6. ¡La gran revelación!El mismo día en todo el mundo es hora de revelar quién fue votado para recibir el Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño. Inviten a todos los medios de su región a una Conferencia de Prensa de los Niños del Mundo ese día. Aprovechen para presen­tar qué mejoras quieren ver con respecto a los derechos del niño. Si no pueden realizar una conferencia de prensa, pueden hacer una ceremonia para toda la escuela y revelar el resultado.

7. Entrega de premios y fin del programa(páginas 113–115)El programa del Premio de los Niños del Mundo cierra con la

ceremonia de entrega de pre­mios en el palacio de Gripsholm, Mariefred. Los tres candidatos reciben dinero para su trabajo por los niños. En 2012 el total es de 100.000 dólares. Los niños del jurado conducen la ceremonia y la Reina Silvia los ayuda a entre­gar los premios.Cada escuela participante en el Premio de los Niños del Mundo puede organizar su propia ceremonia de cierre y quizá pasar el video de la cere­monia de entrega de premios, que puede encargarse.

Reina Silvia de Suecia.

¿QUÉ ES WORLD’S CHILDREN’S PRIZE?

El Premio de los Niños del Mundo es para niños desde los 10 hasta los 18 años. La edad límite superior se debe a que la Convención de los Niños de la ONU dice que se es niño hasta cumplir los 18 años de edad. La edad límite inferior tiene varios motivos.

Demasiado terriblePara poder votar en la Votación Mundial, primero hay que leer mucho sobre los tres candidatos y los niños por quienes luchan. A veces, los relatos de las vivencias de los niños son

terribles y pueden asustar a niños más pequeños. Lamentablemente, aún no tenemos la posibilidad de hacer material para los menores de diez.

Habla con un adultoLos candidatos al premio trabajan por niños que fue­ron expuestos a muy duras violaciones de sus dere­chos. Incluso niños mayores de diez años pueden sentir que es duro leer sobre ellas. Por eso es bueno tener un adulto con quien hablar des­pués de leer los relatos.

La Reina Silvia y Mandela, protectoresTres leyendas mundiales son Amigos Adultos Honorarios y protectores del Premio de los Niños del Mundo: Nelson Mandela, la defensora de la democracia Aung San Suu Kyi, Birmania, y el antes defensor de la libertad y ahora primer ministro Xanana Gusmão, Timor Oriental. Otros protectores son la Reina Silvia de Suecia y la líder mundial Graça Machel (theelders.org). Conoce a más benefactores en worlds­childrensprize.org.

Edad de alcance de World’s Children’s Prize

Nelson Mandela y Graça Machel.

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Los miembros del Jurado Infantil del Premio de los Niños del Mundo son por su propias viven-cias expertos en los derechos del niño. Pueden integrar el jurado hasta los 18 años. Cada niño del jurado representa en primer lugar a todos los niños del mundo que tienen experiencias similares a las de él o ella. Pero también repre-senta a los niños de su país y de su continente. Cuando es posible, se incluyen en el jurado niños de cada región del mundo y de todas las grandes religiones.

• Losniñosdeljuradocom­parten sus vivencias y cuentan sobre los dere­chos del niño que fueron violados en su caso o por los que luchan. Así enseñan a millones de niños de toda la tierra sobre los derechos del niño.

• ElJuradoInfantileligecadaaño a los tres finalistas del Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño entre todos los nominados de ese año.

• ElJuradoInfantildirigeelcierre anual del programa del Premio de los Niños del Mundo, la gran ceremonia de entrega de premios.

• Losniñosdeljuradosonembajadores del Premio de los Niños del Mundo en su país y en el mundo.

• Enlasemanadelacere­monia, los niños del jura­do visitan escuelas en Suecia y cuentan sobre su vida y sobre los dere­chos del niño.

Aquí conocerás a los miembros del jurado.

Gabatshwane Gumede, 17, SUDÁFRICALos padres de Gabatshwane murieron de sida cuando era pequeña. A pesar de que Gaba no tenía vih ni sida, muchos temían que ella los contagiara. No tenía amigos y se burlaban de ella. La mayoría es desempleada donde vive Gaba. Muchos están infecta­dos de vih y muchos niños son huérfanos. Las violaciones de los derechos del niño son comunes. Pero hoy ya nadie se burla de Gaba. Ella es cantan­te y defensora de los derechos del niño, y muchos niños la admiran. Cuando puede, Gaba compra alimentos para los pobres y les da paquetes de comida a los compañeros de escuela huérfanos.

– Exijo que los políticos tra­bajen por los derechos del niño. He discutido el tema con el ministro de educación y con muchos otros políticos.Gabatshwane representa a los niños huérfanos a causa del sida y a los niños que luchan por los derechos de los niños en riesgo.

Hannah Taylor, 16, CANADÁCuando Hannah tenía cinco años vio a un hombre sin techo comer de un cesto de basura. Desde entonces ha hablado con estudiantes, políticos, directores y con el primer minis­tro de Canadá para que nadie tenga que estar sin techo. Creó una fundación que ha reunido más de un millón de dólares para proyectos por los sin techo y creó un programa para las escuelas.

– Queremos mostrar que todos pueden involucrarse y cambiar las cosas para los sin techo y los derechos del niño. Todos necesitamos compartir lo que tenemos y preocuparnos por los demás. Cuando estuve en un hogar para adolescentes sin techo abracé a todos los chicos. Uno de ellos había esta­do callado y dijo: ‘Hasta hoy creía que no le agradaba a nadie, pero ahora sé que a ti te agrado’.Hannah representa a los niños que luchan por los derechos del niño, especialmente por los derechos de los niños sin techo.

¿QUÉ HACE EL JURADO INFANTIL?

Miembros del Jurado Infantil 2011 y Jurado Infantil 2012.

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María Elena Morales Achahui, 16, PERÚMaría Elena se fue de su casa en las montañas cuando tenía doce años, sin decirle nada a sus padres. Tiene siete herma­nos y sabía que a su familia le resultaba difícil mantenerlos. Además, pensaba que la escuela del pueblo era mala En la ciudad de Cusco se transformó en criada en casa de su tía. No tenía sueldo, sólo recibía algunas propinas, y debía trabajar tanto que no podía ir a la escuela. Cuando se quejó, la tía amenazó con golpearla. María Elena extra­ñaba mucho a su familia y finalmente fue a visitarla al pueblo. Cuando regresó con su tía, esta la echó de la casa. Ahora María Elena vive con la organización Caith, va a la escuela y participa en un gru­po que trabaja por los dere­chos de las criadas.María Elena representa a las niñas que trabajan como cria-das, a menudo bajo condicio-nes cercanas a la esclavitud, y a las que luchan por sus dere-chos.

Hamoodi Mohamad Elsalameen, 14, PALESTINAHamoodi vive en un pueblo pobre al sur de Hebrón, en Cisjordania, una zona ocupa­da por Israel.

– Una noche vinieron los soldados israelíes en tanques a nuestro pueblo. Dieron órdenes con altavoces de que todos debían encender las lámparas y luego dispararon en todas direcciones. Tres fueron asesinados, dice Hamoodi.

Cuando tenía cinco años y oyó que habían asesinado a un pequeño niño, Hamoodi dijo: “¡Quiero tener un fusil!”. Pero ahora participa en el diálogo por la paz. Tiene amigos judíos y juega al fútbol con ellos varias veces al mes en Israel.

– Me gusta jugar al fútbol, pero en el pueblo no tenemos ningún lugar donde jugar. Solemos jugar en un campo muy lejos, pero cuando los soldados israelíes vienen para atrapar a alguno nos sacan de allí. Eso le quita la diversión, dice Hamoodi.Hamoodi representa a los niños de zonas en conflicto y a los niños que viven en regio-nes bajo ocupación.

Lisa Bonongwe, 16, ZIMBABWECuando Lisa tenía cuatro años, su papá bebía y golpea­ba a su mamá casi todas las noches, a veces hasta dejarla inconsciente en el suelo. Cuando Lisa lloraba y le grita­ba al papá que se detuviera, él la arrastraba a ella y a su her­mano mayor fuera de la casa.

– Hasta en medio del invier­no tuvimos que dormir en el porche, hacía tanto frío, dice Lisa.

Cuando tenía siete años, la mamá obligó al papá a mudar­se y Lisa se unió al club de chi­cas de la organización Girl Child Network en la escuela. Allí brindan a las niñas infor­mación sobre sus derechos.

– En el club de chicas hablamos de cosas importan­tes para nosotras. Las chicas no están seguras en Zimbabwe. Nos maltratan, vio­lan y debemos hacer todo el trabajo en casa. Si falta dine­ro, siempre son los varones los que van a la escuela. Participo organizando reuniones y mani­festaciones por los derechos de las niñas.Lisa representa a los niños que luchan por los derechos de las niñas.

Brianna Audinett, 15, EE. UU.Cuando Brianna tenía once años, su mamá abandonó a su violento padre. Brianna y sus tres hermanos se quedaron sin techo en Los Ángeles. Se mudan a menudo y a veces vi ven en moteles, pese a que no está permitido que cinco personas compartan un cuarto. Finalmente la mamá encuentra un albergue donde viven muchos meses junto a otros sin techo en un dormitorio con

camas literas. Siempre deben guardar silencio y apenas pueden jugar. Pero frente al albergue está School on Wheels. Allí Brianna y a sus hermanos tienen un lugar para jugar, material y ayuda escolar.

– Cuando sea grande voy a ser médica y voy a trabajar con los sin techo. No tienen dinero, pero aun así los voy a ayudar, dice Brianna, que finalmente al fin tiene una vivienda propia junto a su familia.Brianna representa a los niños sin techo.

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Los niños del jurado dirigen la ceremonia

de entrega de premios. La Reina Silvia

los ayuda a entregar los premios.

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Mae Segovia, 13, FILIPINASCuando Mae tenía nueve años, tuvo que dejar la escuela y empezar a trabajar para ayu­dar a mantener a su familia. Tuvo que bailar y desvestirse frente a una cámara en un cibercafé. Las imágenes se enviaban a todo el mundo por Internet. Pasaron dos años hasta que la policía apresó al dueño que abusó de Mae. Ahora él y muchos de los que miraban las imágenes están en prisión. Pero Mae no pudo quedarse a vivir con su familia. Había riesgos de que acabara mal otra vez debido a la pobre­za. Hoy vive en la casa segura para niñas en riesgo de la organización Visayan Forum. Va a la escuela y lucha por otras niñas que sufren abusos.

– Extraño a mi familia, pero me encanta la escuela y estoy mejor aquí, dice Mae.Mae representa a las niñas víctimas del comercio sexual y a las que luchan por los derechos del niño.

Nuzhat Tabassum Promi,14, BANGLADESH– Si el mar sube un metro, la parte sur de Bangladesh, don­de yo vivo, quedará sumergida bajo el agua. A menudo pienso en ello. El calentamiento glo­bal, debido al cual se derriten los hielos polares y las nieves del Himalaya, hace que sea­mos más duramente afecta­dos por los ciclones y las inun­daciones. Cuando fui a la escuela el día siguiente al megaciclón, había muertos y heridos por todas partes, dice Nuzhat.

Ella vive en la pequeña ciu­dad de Barrizal, en el sur de Bangladesh. Cada mañana se pone el uniforme escolar,

Mofat Maninga, 15, KENYA– Quiero hablar con el presi­dente de Kenya y contarle que los niños tienen dificultades. Que sus policías golpean a los niños que viven en la calle y los ponen en prisión. ¡En prisión! ¿Cómo se puede encerrar a un niño sólo porque se ve obli­gado a vivir en la calle? ¿Cómo se puede robar la li bertad de un niño? Le diría al presidente que en su lugar debe cuidar a los niños. Darles un lugar donde vivir, algo de comer y la oportunidad de ir a la escuela.

Cuando Mofat tenía ocho años, su mamá murió de sida.

– La abuela la había cuidado y no me había contado lo enferma que estaba mamá. Fue una conmoción. Me sentí tan solo.

Un par de años después, Mofat también se enfermó. Su abuela lo cuidó, pero cuando ella murió, los demás miem­bros de la familia echaron a Mofat de la casa. Mofat tenía

detiene un bicitaxi y pide que la lleve a la escuela.

– Los ciclones, tormentas muy potentes, afectan a Bangladesh todos los años. Pero el país está preparado y tiene un buen sistema de alar­ma anticiclones. Lo peor que me ocurrió en la vida fue cuan­do creí que la escuela había sido arrasada por el megaci­clón.Nuzhat representa a los niños cuyos derechos son violados como consecuencia de catástrofes naturales y del deterioro ambiental y a los que exigen respeto por los dere-chos de las niñas.

Liv Kjellberg, 13, SUECIA– Todo empieza con que se burlan de uno por algo, como por tener ropa inadecuada, por ser tímido o por no tener el mismo aspecto que los demás. Y luego continúa con empujones y esas cosas, y cada vez empeora más, dice Liv.

Ya el primer año en la escue­la terminó fuera del grupo de chicas. Tenía que sentarse sola en el comedor de la escuela y era agredida con empujones e insultos.

– Los maestros no se fijan en todo lo que ocurre entre los alumnos y cuando uno es agredido, quizá no dice nada. Uno piensa que mañana será mejor y que podrá estar con los demás.

Liv se hizo cargo del asunto y reunió dinero para que la organización Friends, que tra­baja contra el mobing, pudiera visitar su escuela.

– Ahora la clase es genial y nadie agrede. Y tengo siete buenos amigos en la escuela, dice Liv.Liv representa a los niños víctimas del mobing y a los que luchan contra el mobing.

Poonam Thapa, 16, NEPALrepresenta y lucha por las chicas expuestas a la trata de personas que son vendidas como esclavas a burdeles y a las niñas expuestas a abusos. Páginas 8–9

David Pullin, 15, GRAN BRETAÑArepresenta a los niños que fueron separados de sus padres y a cargo del gobierno, y a los niños que luchan por los derechos del niño. Páginas 10–11

Ndale Nyengela, 14, R.D. CONGOrepresenta a los niños soldados y a los niños en zonas de conflic-tos armados. Páginas 12–13

Emelda Zamambo, 12, MOZAMBIQUErepresenta a los niños huérfanos que luchan por los derechos del niño. Páginas 34–39

Representante de los niños

esclavos y trabajadores,

PAKISTÁN

Representante de los niños en

zonas en conflicto y que quie­

ren el diálogo por la paz,

ISRAEL

Representante de los niños

con discapacidad

trece años y tuvo que vivir en la calle. Pero hoy Mofat vive en un hogar para chicos de la calle y va a la escuela nueva­mente.Mofat Maninga representa a los niños portadores de sida y a los chicos de la calle.

Más niños del jurado

Niños que serán nombrados

para el jurado:

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Poonamtratante de personas

pilló al

Cuando Poonam Thapa, de Nepal, conoció a un mucha-cho más grande, él la engañó y la vendió a un burdel de India. Hoy Poonam es libre y participa en el jurado infantil del Premio de los Niños del Mundo. Recientemente, pudo pillar al chico que la había vendido y él fue detenido por la policía.

para buscar a su esposa des-aparecida. No se atrevió a decir nada hasta que él se había ido. Pero cuando Poonam contó que era el muchacho que la había vendi-do, lo engañaron para que regresara.

– Nunca he visto a esta chi-ca y nunca he estado en la India, dice el chico. No tiene tiempo de agregar nada más antes de que Poonam explote.

– Me engañaste para que huyera y prometiste que nos casaríamos, le grita Poonam al muchacho más grande que se apretuja en un banco de la organización Maiti Nepal, en la capital Katmandú.

Poonam reconoció al hom-bre cuando él visitó el centro de Maiti hace una semana

– Sé cómo se llama tu padre, sé que es ciego de un ojo, ¡así que no me mientas!

Anuradha Koirala, la fun-dadora de Maiti Nepal, llama a la policía y le pide a Poonam, que ahora tiene 16 años, que relate todo desde el principio.

Poonam creció en el pueblo de Ichtko, en uno de los países más pobres del mundo, Nepal. Los jóvenes del pueblo

soñaban con tener otra vida. A menudo visitaban el pueblo tratantes de personas que intentaban engañar a las jovencitas con falsas promesas de trabajo. Los padres no siempre entendían el peligro, sino que consideraban que la oferta era una oportunidad fantástica. Una boca menos que alimentar, y además un ingreso.

Como Poonam no tenía padres, viajó siendo muy joven a la ciudad india de Shimla para recoger manza-nas y hongos y servirlos en un restaurante. Fue allí donde conoció al muchacho algunos años mayor.

Engañada y vendidaCuando Poonam tenía 14 años y había regresado a su pueblo natal en Nepal, su gran amor propuso que huye-ran a la gran ciudad de Bombai, India, para casarse y vivir juntos.

– Pero debes huir un día después que yo para que nadie sospeche que nos fuimos jun-tos. Luego nos veremos en India, le dijo el chico a Poonam.

Tras varios días de viajar en distintos autos y autobuses, Poonam llegó a una casa en un oscuro callejón de un suburbio de la ciudad india de Bombai, de catorce millones de habitantes. Pero había algo que no cuadraba. El cuarto estaba lleno de chicas. Varias eran más jóvenes que ella. No veía al muchacho que iba a encontrarse con ella.

Una de las mujeres de la casa le dijo a Poonam que

El hombre que vendió a Poonam es trasladado. Nepal tiene una nueva ley contra la trata de personas y puede ser condenado a 20 años de pri­sión y a pagar cinco años de sueldo a Poonam.

– Me engañaste, le grita Poonam indignada al muchacho que la vendió a un burdel.

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Hoy, más esclavos200.000 chicas y mujeres de Nepal son esclavas en burde­les de India. Cada año llegan allí 12.000 nuevas chicas, muchas de ellas menores de 16 años. Se cree que hay 1,2

millones de esclavas sexuales en el mundo. Las ganan­cias del comercio sexual se estiman en por lo

menos 9,5 mil millones y hasta 32 mil millones de dólares estadounidenses. Hoy hay al menos 12,3 millones de esclavos en el mun­do, más o menos la misma cantidad que la del total de esclavos enviados a Europa y a América entre los siglos XV y XIX. Otros creen que actualmente hay 27 millones de

esclavos.

tomara un baño y se pusiera una falda corta. Luego la maquillaron. Los hombres que fueron allí la obligaron a beber alcohol y oyó que todos hablaban de los “clientes”.

– ¿Qué es un cliente?, le preguntó a Mala, una de las chicas más grandes.

– Te han vendido, esto es un burdel, contestó Mala.

En el infiernoPor la noche fueron muchos hombres al burdel. Poonam se negó a permitir que la toca-ran. Lloró, gritó, pataleó y mordió. La sujetaron, la azo-taron con cables y la quema-ron con cigarrillos hasta que se rindió. Cada día, abusaron de Poonam de diez a quince hombres. Cuando intentó huir, la atraparon.

Luego de diez meses, la policía india irrumpió en el lugar. Les habían informado que había niñas en el burdel y se llevaron consigo a Poonam.

Poonam llegó a la organiza-ción Maiti Nepal, que recibió el Premio de los Niños del Mundo 2002 por su trabajo

Act” (Ley sobre la Trata de Personas), el hombre puede ser condenado a 20 años de prisión y a pagar como multa cinco años de sueldo a Poonam.

– Mientras haya personas dispuestas a vender a otras personas, a nosotros en la policía nos resulta difícil intervenir a tiempo, dice el policía. Él opina que Poonam es muy valiente.

– Si ella duda en lo más mínimo, resulta difícil lograr una sentencia, dice llevando al tratante de personas hacia el transporte para prisioneros.

En la sala queda Poonam totalmente extenuada. A

por las chicas que fueron víc-timas de la trata de personas y sufrieron abusos.

Llega la policíaEl comunicador portátil del comisario crepita mientras entra dando grandes pasos en la sala de Maiti Nepal, donde esperan Poonam y el mucha-cho que la vendió.

– Sí, sí, vendí a Poonam por 40.000 rupias indias (1.000 US dólares), ¡pero fue la pri-mera y única vez que vendí a una chica!, reconoce el hom-bre que Poonam señaló.

La sala queda en un silencio total. Según la nueva ley de Nepal, “Human Trafficking

pesar de todo, el futuro es luminoso para ella. En Maiti Nepal, las demás sobrevivien-tes y ella reciben ayuda y for-mación en un oficio.

En el jurado del Premio de los Niños del Mundo, Poonam representa y lucha por las niñas que fueron víctimas de la trata de personas y fueron vendidas como esclavas a burdeles, así como a todas las niñas que sufrie-ron abusos.

Poonam le da flores a la Reina Silvia de Suecia durante la entrega de premios del Premio de los Niños del Mundo en el castillo de Gripsholm, en Mariefred, Suecia.

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David lucha por los niños a cargo del estado

“Cuando era pequeño, vivía con mi mamá y con mi papá. Ellos eran alcohólicos y a menudo me dejaban solo en el apartamento cuando salían a beber alcohol. A veces estaba solo por días enteros. Como echaban el cerrojo, yo no podía salir de ahí. Nunca había suficiente comida, sólo cosas como papas fritas, galle-tas y quizá algo de pan. No tenía amigos y a menudo iba a acostarme solo. Era difícil, pues le tenía miedo a la oscu-ridad.

Cuando empecé el preesco-lar, las maestras descubrieron que algo andaba mal. Estaba

desnutrido y siempre llevaba ropa sucia que me quedaba chica. Y como no estaba acos-tumbrado a estar con otros, solía sentarme solo en un rin-cón. A menudo mamá olía a alcohol cuando me llevaba e iba a recogerme. Papá termi-nó en prisión y mis maestras se pusieron en contacto con el servicio social para contar que yo no lo pasaba bien en casa.

Cuando tenía siete años, decidieron que me mudara con una familia adoptiva. Aunque todo esté mal en casa, uno quiere de algún modo aún así estar con su mamá y

su papá, así que me preocupé mucho. ¿La nueva familia sería buena conmigo y yo les agradaría?

La voz de los niñosPero ni bien llegué allí me sentí seguro. Me abrazaron y me dieron la bienvenida. Muy pronto sentí que era mi pro-pia familia. Y en la escuela tuve amigos. Pero pese a eso me sentía un poco solo, pues no compartían mis experien-cias. Entonces mi trabajadora social me contó sobre La Voz de los Niños, donde los niños de los que se ocupa el estado pueden reunirse y contar lo que les ha ocurrido y brindar-se apoyo mutuamente. Ya hace tres años que participo en La Voz de los Niños. Al principio tenía mucho que ver con que yo mismo necesitaba

apoyo, ahora apoyo más a otros que necesitan mi ayuda. Porque aunque lo pasé difícil cuando era más pequeño, aun así tuve mucha suerte. Tengo una nueva familia fantástica y me va bien. Pero sé que no todos los niños cuidados por la sociedad tienen la misma suerte y quiero luchar por sus derechos.

Participé en la elaboración de un paquete de información especial para niños que reci-ben todos los niños de los que se ocupa la sociedad. Allí hay información sobre los dere-chos del niño, el acoso moral y números de teléfono impor-tantes de hospitales, servicio

La mamá y el papá de David eran alcohólicos y cuando era pequeño lo dejaban solo por días enteros. Ahora vive con una familia adoptiva y lucha por los niños con un pasado similar. David Pullin, de 15 años, de Gran Bretaña, es un nuevo jurado del Premio de los Niños del Mundo, donde representa a los niños que fueron separados de sus padres y de los que se ocupa el estado.

– Mi sueño es que todos losniños cuidados por elestado tengan una buena vida y que tengan los mis­mos derechos que los demás niños.

– Todos los miembros del consejo de Stafford­shire firmaron uncompromiso, The Pledge,del consejo infantil, dondeprometen cumplir con nuestros derechos, dice David.

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lucha por los niños a cargo del estadocha La Voz de los Niños y el consejo infantil, que nos dan la posibilidad de influir en asuntos importantes que nos incumben. Recientemente, todos los miembros del conse-jo del condado firmaron un compromiso - The Pledge – del consejo infantil donde prometen cumplir con nues-tros derechos. Entre otras cosas, que tenemos derecho a tener trabajadores sociales con buena preparación a quie-nes les importemos. Eso me alegra mucho, pues es justo

social y responsables de los derechos del niño en el gobierno. Es importante que todos los niños que reciben asistencia conozcan sus derechos y sepan adónde diri-girse para exigir que estos se respeten.

Consejo de niñosEn Staffordshire, donde vivo, hay un consejo de niños en el que los doce miembros son niños de los que se ocupó la sociedad. Los demás niños del proyecto La Voz de los Niños quisieron que yo fuera parte del consejo de niños, así que ahora lo soy desde hace dos años. Entre otras cosas, allí participé y me ocupé de que a los niños que recibieron ayuda social se les diera más dinero para gastos persona-les. Junto a los miembros del consejo de adultos del conda-do, visito orfanatos para con-trolar que los niños que reci-ben ayuda y fueron a dar allí estén bien. Si las puertas y los muebles están rotos o las ven-

tanas están sucias y hay un desorden general, lo informo al consejo del condado y luego se arregla. Un niño de uno de los hogares recibía la mitad del dinero para gastos al que tenía derecho. Fui a ver al director y al consejo del con-dado para quejarme, ¡y el día siguiente se solucionó!

Otra tarea muy importante que tengo en el consejo infan-til es participar en las entre-vistas a adultos que quieren empezar a trabajar en el con-dado con niños de los que se ocupa el estado. Busco adul-tos que siempre pongan pri-mero el bienestar de los niños, ¡y que sean comprensi-vos y divertidos! Hasta ahora, ¡los adultos han contratado a quienes recomendamos!

Los adultos escuchanAnte todo, siento que las autoridades de Staffordshire escuchan a los niños que son cuidados por la sociedad. En realidad, fueron las autorida-des quienes pusieron en mar-

por lo que lucho. Para que nos respeten y para tener una voz. Mi sueño es que todos los niños de los que se ocupa el estado tengan una buena vida y que se cumplan sus derechos al igual que los de los demás niños.

Ahora mi mamá está sobria y nos reunimos con regulari-dad, pero decidimos que yo me quedaría con mi nueva familia hasta que sea adulto.” David representa a los niños separados de sus padres y que están a cargo del estado.

¡Bicis para todos!– Los niños de los que se ocupa el estado a menudo no tienen bicicleta y eso me parece mal, pues queremos divertirnos como todos los demás. Hablé con las autori­dades sobre esto y les dije que pensaba que todos los niños que no tenían dinero, o cuya familia adoptiva no tenía dinero, debían recibir una bicicleta gratis del con­dado. ¡Estuvieron de acuerdo! Pero nos dijeron que el consejo infantil pusiera en marcha el proyecto. ¡Ahora hay doce niños que andan en las bicicletas que nosotros les dimos!

– Ya hace tres años que participo en La Voz de los Niños. Al principio tenía mucho que ver con que yo mismo necesitaba apoyo, ahora apoyo más a otros que necesitan mi ayuda, dice David.

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Ndaledebió cambiar la lapicera por el fusil

– Ahora esta es tu lapicera, dijo el soldado extendiéndole un fusil a Ndale Nyengela, que mientras iba camino a la escuela a los 11 años de edad, fue raptado por un grupo armado en R. D. Congo.

Hoy Ndale tiene 14 años, es libre y es un nuevo miembro del jurado del Pre-mio de los Niños del Mundo.“Era un día común. Me des-perté a la salida del sol, me lavé y me puse el uniforme escolar. Tomé mi bolso con la lapicera, el anotador y la regla y fui a encontrarme con mis

compañeros de clase. Éramos seis y fuimos corriendo por-que era un poco tarde.

Tomamos un atajo por un sendero que cruzaba el bos-que. De repente vimos a dos soldados armados entre los árboles. Nos llamaron y era demasiado tarde para regre-sar corriendo.

– ¿Adónde van, chicos?, preguntó uno de los soldados.

Tomó nuestras mochilas y vació todo el contenido en el suelo. También encontraron

el dinero que yo llevaba para pagar la cuota escolar y com-prar frijoles. Ese día abría el mercado y mi mamá me había pedido que comprara dos kilos de frijoles rojos.

– Chicos, entenderán que en este país no hay suficientes soldados, así que ahora es tiempo de que nos ayuden, dijo el otro soldado.

– Tenemos que ir a la escue-la, dije.

– ¡Escúchame! Si piensas oponerte, nos da lo mismo matarte aquí mismo. ¿Entendido!!?, dijo golpeándo-nos en la cabeza con un palo.

Tuve mucho miedo y creí que Dios debía haberme olvidado.

De otro modo, ¿por qué me habría pasado eso? Pensé en mamá, papá y mis hermanos.

La pesadilla era realCaminamos durante tres días sin comer ni dormir. No podíamos hablar entre noso-tros. Cuando caminábamos muy lento, nos pateaban y nos gritaban muchas cosas. Estaba muy cansado. Una noche quemaron nuestros uniformes escolares. Todo era como una pesadilla. Pero era la realidad.

Después de tres días llega-mos a su campamento. Cuando vi a todos los solda-dos y lo mal que vivían en casas hechas de ramas y plás-ticos, pensé:

– Esto es el fin de mi vida. Soy un estudiante, ¿qué voy a hacer entre las armas?

Uno de los soldados nos dio

uniformes y armas.– Ahora esta es tu lapicera,

dijo al extenderme el fusil.El uniforme era demasiado

grande para mí, pero una mujer le acortó las mangas y las perneras.

Había otros niños soldados en el campamento. Nos pre-guntaron si teníamos dinero. Pero no teníamos. El día siguiente empezamos a entre-nar con el fusil. Todo el tiem-po pensaba:

– No quiero aprender a dis-parar, soy un estudiante.

Cuando supimos manejar el arma, dijeron que íbamos a aprender a matar personas.

– Ese árbol es una persona. ¡Asegúrate de darle justo en el corazón!

En la guerraLuego de dos meses en el campamento, una mañana se

Ndale iba camino a la escuela cuando fue raptado y obligado a ser soldado. Luego de tres años pudo huir.

– Ahora mi vida volvió a empezar, dice.

“Sí a la escuela, nunca másal campamento militar”, diceun cartel. En la organizaciónBVES, Ndale y otros niñosliberados reciben ayuda paraprocesar su terrible experien­cia y volver a la escuela. Peroprimero se quitan el uniforme.

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oyeron voces agitadas:– ¡El enemigo viene para

vengarse! ¡Prepárense todos para la lucha!

Algunos días antes, los sol-dados de nuestro campamen-to habían atacado otro ejército y robado una vaca y mucho más. Ahora ese ejército venía a recuperar lo robado.

Los niños debíamos ir pri-mero. Siempre era así. Nos escondimos en el bosque cerca de un camino. Alguien empe-zó a disparar. No puedo des-cribir lo asustado que estaba. Era mi primera lucha y estaba casi oscuro. No podía enten-der lo que ocurría. Las perso-nas que caían muertas junto a mí. Las personas que grita-ban. Todos esos disparos. Me sentí totalmente inundado de sentimientos de miedo. Cuando intenté retirarme, los demás soldados me empuja-ron hacia delante y dijeron:

– Si tu amigo muere, que no te importe, ¡camina sobre él! Es tu deber.

Dos de mis amigos de la escuela fueron asesinados ya el primer día. Las luchas con-tinuaron durante doce días. Todo eso por una vaca.

Cuando regresé al campa-mento, no había dormido ni comido en varios días. Pero cuando tuve permiso para dormir, no pude hacerlo por todos los pensamientos y pesadillas sobre lo que había vivido.

La huidaEstuve tres años en ese ejérci-to. Un día se me acercó uno de mis amigos, un soldado adulto, y me dijo:

– ¡Huye de aquí conmigo! Oí por la radio que están aquí las tropas de la ONU y unos llamados BVES y quieren ayudar a liberar a los niños soldados.

Su plan era conseguir ropa de civil a través de uno de los vendedores ambulantes que venían al campamento. Nos pondríamos la ropa bajo el uniforme y nos marcharía-mos por la noche.

Nos escabullimos en la noche. Tras adentrarnos un poco en el bosque, arrojamos las armas y nos quitamos el uniforme. Dormimos en el bosque y luego pudimos ir con nuestra ropa de civil al lugar adonde habíamos oído que estaban los liberadores de niños soldados. Nos apresu-ramos a hacerlo.

– Hemos huido de un ejérci-to y como ven, él es un niño. ¿Van a ocuparse de él?, le dijo mi amigo a un hombre de BVES que estaba parado jun-to a un gran vehículo blanco de la ONU.

– No tengas miedo, nos ocuparemos de ti, me dijo el hombre.

Me sentí muy feliz y mi vida volvió a empezar. Aquí en BVES estoy tranquilo. Aquí puedo ir a la escuela. Lo que más me gusta es música, inglés, geografía e historia.

Cuando termine mis estu-dios quiero hacer música que trate de cómo se vive en el ejército y sobre los derechos del niño, para que todos entiendan a qué tienen dere-cho los niños. Quiero ocupar-me de que a los niños no se los vuelva soldados. Todos los

adultos deben recordar que fueron niños. Muchos adultos lo olvidan. Pero también quiero poder ocuparme de mis padres.”

Ndale representa a los niños soldados y a los niños en zonas de conflictos armados.

“Sí al uniforme escolar”y “Nunca más uniformesmilitares” dicen dos carteles.Ahora los niños soldadosse han quitado los uniformespara quemarlos.

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los Derech os del NiñoLa Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño (La Convención de los Niños) consta de 54 artículos. Aquí presentamos una versión abreviada. Encontrarás el texto íntegro de la Convención en www.childrensworld.orgPrincipios de la Convención:•Todoslosniñostienenlosmismosderechosyelmismovalor.•Todoslosniñostienenderechoaversusnecesidades básicas cubiertas.•Todoslosniñostienenderechoaserprotegidoscontra maltratosyabusos.•Todoslosniñostienenderechoaexpresarsuopinión yaserrespetados.

Artículo 1Los niños de todo el mundo menores de 18 años tienen estos derechos.

Artículo 2Todos los niños tienen el mismo valor.

Todos los niños tienen los mismos derechos. Ninguno debe ser discriminado.

Debes recibir el mismo trato sin importar tu apariencia, tu color, tu sexo, tu idioma, tu religión o tus opiniones.

Artículo 3Los que toman decisiones en asuntos que conciernen a los niños deben considerar en primer lugar qué es lo mejor para el niño.

Artículo 6 Tienes derecho a vivir y a desarrollarte.

Artículo 7 Tienes derecho a un nombre y a una nacionalidad.

Artículo 9Tienes derecho a vivir con tus padres, si es que ello no te perjudica.

Tienes derecho a crecer en casa junto a tus padres, si esposible.

Artículos 12–15 Todos los niños tienen dere-cho a expresar su opinión. Los niños deben ser consultados. Tus opiniones deben ser respe-tadas en todas las decisiones que te atañen, en casa, en la escuela, con las autoridades y en los tribunales.

Artículo 18Tu padre y tu madre tienen la responsabilidad común de tu educación y desarrollo. Siempre deben pensar primero en lo que es mejor para ti.

Artículo 19 Tienes derecho a ser protegido contra todo tipo de violencia, contra el descuido, los malos tratos y el abuso. No deberán aprovecharse de ti ni tus padres ni otros responsables (ni ningún otro responsable) de tu tutela.

Artículos 20–21 Tú que has sido privado de tu familia, tienes derecho a recibir cuidado.

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Para los niños del mundo, el 20 de noviembre es un día de celebración. Ese día en 1989 la ONU sancionó la CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO. Rige paratiytodoslosniñosmenoresde18añosysellama la CONVENCIÓN DE LOS NIÑOS.Todoslospaí-sesdelmundo,exceptoEstadosUnidosySomalia, han ratificado (prometido cumplir) esta Convención. Siempre deben pensar primero en lo que es mejor paralosniñosyescucharloqueellostienenparadecir.

¡Exijo respeto por los derechos

del niño!

Artículo 22 Si has tenido que huir de tu país tienes los mismos derechos que los otros niños en el nuevo país. Si has huido solo/a tienes dere-cho a recibir apoyo y ayuda especial. Si es posible te reuni-rás con tu familia.

Artículo 23 Todos los niños tienen derecho a vivir bien. Si tienes alguna discapacidad, tienes derecho a recibir apoyo y ayuda adicio-nales.

Artículo 24 Si te enfermas tienes derecho a recibir toda la ayuda y asistencia médica que necesites.

Artículos 28–29 Tienes derecho a ir a la escuela y aprender lo que es importante saber, como el respeto a los derechos humanos y a otras culturas.

Artículo 30 Todas las ideas y creencias de los niños deben ser respetadas. Si perteneces a una minoría tienes derecho a tu propio idioma, a tu propia cultura y a tus creencias.

Artículo 31 Tienes derecho a jugar, descan-sar y a tener tiempo libre y a

vivir en un ambiente sano.Artículo 32No puedes ser obligado a hacer trabajos perjudiciales que dañen tu salud o que te impidan ir a la escuela.

Artículo 34 No deberás ser víctima de abusos ni ser obligado a prosti-tuirte. Si te tratan mal tienes derecho a recibir ayuda y protección.

Artículo 35 Nadie tiene derecho a raptarte o venderte.

Artículo 37 No debes ser castigado de forma cruel o perjudicial.

Artículo 38 No debes ser reclutado como soldado ni participar en conflictos armados.

Artículo 42Todos los niños y los adultos deben conocer la Convención de los Niños. Tienes derecho a recibir información y conoci-miento para aprender sobre tus derechos.

TRIBUNADELOS NIÑOS

POR LOS DERECHOS DEL NIÑO

los Derech os del NiñoCelebra

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Hay2.200 millones de niños menores de 18 años en el mundo82 millones de niños viven en Somalia y EE. UU., los únicos dos paí-ses que no ratificaron los derechos del niño. Todos los demás pro-metieron cumplir con los derechos del niño, pero las violaciones son comunes en todos los estados.

Salud y atención médicaTienes derecho a tener comida, agua pura y atención médica. Cada día mueren 21.000 niños menores de cinco años (7,6 millones al año) debido a enfer-medades causadas por la falta de alimento, agua limpia, higie-ne y servicios de sanidad. La vacunación contra las enferme-dades infantiles más comunes salva 2,5 millones de vidas cada año. Uno de cada cinco niños nunca es vacunado. Al año mueren 2 millones de niños a causa de enfermeda-des contra las que existen vacunas. En los países más pobres, 4 de cada 10 niños no tienen acceso al agua potable. Cada año muere un millón de personas, la mayoría niños, de malaria.Sólo 2 de cada 10 niños enfermos reciben tratamiento contra la malaria y sólo 2 de cada 10 niños de los países más pobres con malaria duer-men bajo una tela mosquitera.

Nombre y nacionalidadCuando naces tienes derecho a recibir un nombre y a adquirir la ciudadanía de tu lugar de nacimiento. Cada año nacen 137 millones de niños en el mundo. De ellos, 51 millones nunca son registrados. ¡No hay ningún certificado que diga que existen!

Sobrevivir y desarrollarseTienes derecho a sobrevivir. Cada país que ha firmado la Convención debe hacer todo lo posible para que los niños sobrevivan y se desarrollen. Uno de cada 17 niños (1 de cada 8 en los países más pobres) muere antes de llegar a los cinco años, la mayoría por causas que podrían evitarse.

Hogar, ropa y seguridadTienes derecho a tener un hogar, comida, ropa, educación, servicios de sanidad y seguridad. Más de la mitad de todos los niños del mundo vive en la pobreza. Alrededor de 700 millones de niños tienen menos de 1,25 dólares al día para vivir. Otros 500 millones de niños tienen menos de 2 dólares al día.

Niños discapacitadosTú que tienes una discapacidad tienes los mismos derechos que todos los demás. Tienes derecho a recibir ayuda para una participación activa en la sociedad. Los niños con discapacidades figuran entre los más desprotegidos. En muchos países no pueden ir a la escuela. Muchos son tratados como si fueran inferiores y son ocultados. En el mundo hay 150 millones de niños con discapacidad.

¿Cómo están los niños del mundo?

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Trabajo perjudicial Tienes derecho a ser protegi-do de la explotación económi-ca y de trabajos perjudiciales para tu salud o que te impidan ir a la escuela. Los menores de 12 años no deben trabajar. Alrededor de 306 millones de niños trabajan, y para la mayoría de ellos el trabajo es directamente perjudicial para su seguridad, salud, moral y educación. Unos 10 millones de niños son obligados a las peores formas de trabajo infantil, como a ser esclavos por deuda, niños soldados o prostitutas. Por lo menos 1,2 millones de niños son expuestos al “tráfico”, que es la forma actual de la escla-vitud.

Protección en la guerra y a refugiadosTienes derecho a la protec-ción y a la atención en caso de guerra o si estás huyendo. Los niños que viven en la zonas en guerra o los refugia-dos tienen los mismos dere-chos que los demás niños. En los últimos 10 años, al menos dos millones de niños murieron en la guerra. Seis millones recibieron heri-das físicas graves. Diez millo-nes de niños recibieron heri-das sicológicas graves. Un millón perdió a sus padres o fue separado de ellos. Decenas de miles son utiliza-dos como soldados, mozos o trabajadores en minas (cada año, más de 1.000 niños mueren o reciben heridas en minas). Hay 18 millones de niños refugiados.

Niños de minoríasLos niños pertenecientes a grupos minoritarios o indí-genas tienen derecho a su idioma, cultura y religión. Los pueblos indígenas son, por ejemplo, los indios de Estados Unidos, los aborí-genes de Australia y los sami del norte de Europa. Los niños indígenas y de minorías sufren a menudo la violación de sus derechos. No se respeta su idioma, son acosados o discrimina-dos. Muchos niños no tienen acceso a atención médica.

Niños de la calle Tienes derecho a vivir en un ambiente seguro. Todos los niños tienen derecho a la educación, atención médica y a un nivel de vida aceptable. Para 60 millones de niños la calle es su único hogar. Otros 90 millones de niños trabajan y pasan el día en la calle, pero tienen familia a la cual regresar por la noche.

Delitos y castigoLos niños sólo pueden ser encarcelados como último recurso y por el tiempo más corto posible. Ningún niño debe ser sometido a tortura u otros tratos crueles. Los niños que cometan delitos deben recibir asistencia y ayuda. No pueden ser castigados con pena de muerte o cadena perpetua. Al menos un millón de niños está en prisión. Los niños en prisión a menudo son maltratados.

Escuela y educaciónTienes derecho a ir a la escuela. La escuela primaria debe ser gratuita para todos. Más de 8 de cada 10 niños van a la escuela, pero aún hay 93 millones de niños que no reciben educación. De ellos, 6 de cada 10 son niñas.

Protección contra la violenciaTienes derecho a ser protegido contra toda forma de violencia, descuido, maltrato y abusos.

Cada año, 40 millones de niños son tan gravemente maltratados que requieren atención médica. 30 países han prohibido toda forma de castigo físico a los niños y sólo 4 de cada 100 niños del mundo están totalmente protegidos contra la violencia por la ley. Muchos países permiten el castigo corporal en las escuelas.

¿Cómo están los niños del mundo?

Tienes derecho a dar tu opinión en todos los temas que te conciernen. Los adultos deben escuchar las opiniones de los niños antes de tomar una decisión, que siempre debe apuntar al interés del niño.

¿Es así en tu país y en el mundo de hoy? ¡Tú y los demás niños son quienes mejor lo saben!

¡TU VOZ DEBE SER OÍDA!

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Todos los alumnos de las escuelas Amigas Mundiales tienen derecho de voto en la Votación Mundial hasta cumplir 18 años. En la Votación Mundial deciden quién recibirá el Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño 2011. En la páginas 22 a 66 pueden ver el día de la Votación Mundial en diversos países.

Luego de discutir si se cumplen los derechos del niño en el lugar donde viven y leer sobre

los niños del jurado, los participantes de la Votación Mundial, los candidatos y los niños por quienes luchan, es hora de empezar a preparar su propio Día de la Votación Mundial.

Inviten a los mediosApenas decidan qué día harán la Votación Mundial, inviten a todos los medios locales a ella. Aquí hay recortes de periódico de la Votación Mundial en Suecia e India.

Elecciones con voto secretoHay mucho que es necesario preparar para que la Votación Mundial sea una elección democrática, en la que se garantice el voto secreto. Si tú mismo no lo dices, ningún otro sabrá a quién votas. Necesitan preparar:

• Lista de votantes: Todos los que tienen derecho de voto deben figurar en las listas y se tilda su nombre cuando reciben su pape-leta electoral o cuando votan. • Papeleta electoral: Utilicen las que reciben de World’s Children’s Prize o háganlas uste-des.• Gabinete electoral: Pueden pedir prestado un gabinete de las elecciones de adultos o fabricar uno propio. Deben entrar de a uno por vez en el gabinete para que nadie vea a quién votan. • Urna electoral: En El Globo puedes ver urnas de distinta clase. Pueden fabricarse, por ejemplo, de cartón, con un gran tarro u hojas de palma trenzadas.• Color contra el fraude: Marcar con color el pulgar, pintar una uña, una raya en la mano o en el rostro; hay muchos modos de mostrar que ya has votado.• Designar ejecutores, inspectores y escruta-dores de la votación: Los ejecutores de la votación tildan la lista de votantes y reparten las papeletas. Los inspectores supervisan que la elección, las marcas de color y el con-teo de votos vayan bien. Los escrutadores cuentan los votos y envían el resultado de la votación.

NiñosdeKenyapreparanurnaselectoralesyafiches.

Ejecutores de la votaciónen Ogbomosho Schoolof Science, Nigeria.

Una urna de calabazapor los derechos del niño en Nigeria.

¡Vamos a festejar!Cuando termina la votación, muchos festejanlosderechosdelniñoysuDíade la Votación Mundial con represen-taciones,galletitas,téymasasotorta,o de algún otro modo. Algunos organi-zan una manifestación por los dere-chos del niño.

Ver vídeo votación mundial en www.worldschildrensprize.org

¿QUÉESLAVOTACIÓNMUNDIAL?Vo

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Conteo de votosen el pueblo infan-til SOS, Camerún.

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Lección de democracia en la escuela Mbizi de Zimbabwe

La presidenta de Global Voteinaugura el local de votación

Hay un ambiente tranquilo y ceremonioso cuando los niños ponen sus papeletas electorales en las vasijas de barro que son las urnas de la escuela Mbizi. La escuela queda en la capital de Zimbabwe, Harare.

– Esto es muy importante para nosotros. El Premio de los Niños del Mundo es una lección de democracia, dice Vernon Muzorori, 12 años.

¡Visita las distintas estaciones de Global Vote con elec-ciones libres y democráticas!

mos aprendido, tanto sobre los derechos del niño como sobre los candidatos. Y nos identificamos con muchos de los relatos. Muchos niños de Zimbabwe también son obligados a trabajar, por ejemplo. ¡El Globo es muy bueno! ¡Me encanta la revis-ta!, dice Tinotenda.

– Son las dos y dieciocho minutos, ¡y declaro inaugura-do el local de votación! Empezaremos sellando nuestras urnas, dice con una voz fuerte Tinotenda Tongogara, de 11 años, y coloca tapas en las vasijas para que nadie pueda quitar o agregar papeletas electo-rales sin que se note. Luego se permite entrar a los prime-ros alumnos en el local y empieza la votación.

– Hoy soy la presidenta de la Votación Mundial y mi res-ponsabilidad es asegurarme que todo funcione aquí en el local electoral. ¡Y hasta aho-ra va bien! Todos parecen preparados. Antes de la elección, leímos cuidadosa-mente la revista El Globo. En las clases de la escuela, pero también en el club de chicas de Girl Child Network, don-de participo. Luego habla-mos mucho de lo que había-

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Policía de orden público

Ejecutor 1 – lista electoral

– Bien, ahora pueden entrar en el local electoral, dice Panashe Makamba, de 12 años, y deja pasar al alumno que espera en la larga, larga fila de compa-ñeros que van a votar. Panashe es uno de los tres policías de orden público hoy y se ocupa del ingreso.

– Controlamos las filas para que no haya peleas ni desorden. Es importante que haya orden, pues de otro modo se puede arruinar todo y entonces no ten-dremos el resultado de la votación. Cuando los adultos votan en sus elec-ciones, a menudo hay peleas y desor-den. Entonces es muy difícil que haya un resultado justo y auténtico. ¡Pero no en nuestras elecciones!, dice Panashe.

– Ayudo a los que lo necesitan con el compartimiento y las urnas. Y me ocupo de que todos sepan adónde deben ir, dice Munyaradzi Mazhangara, de 13 años.

– Yo muestro la salida del local elec-toral y controlo que todos los que vota-ron tengan tinta en el dedo, dice Tanaka Murungweni, de 12 años.

– Les preguntamos a todos los que van a votar cómo se llaman y luego tacha-mos el nombre en la lista electoral. Si el nombre no figura en la lista, la persona no puede votar. También preguntamos los nombres para asegurarnos que nadie vote más de una vez. Es impor-tante para que haya un resultado justo y auténtico, dice Everjoy Dumbu, de 11 años.

Panashe Makamba, 12 años, Munyaradzi Mazhangara, 13 años, y Tanaka Murungweni, 12 años, son policías de orden público en la Votación Mundial.

El policía hace pasara al locala un votante por vez.

Pamela Madhibha, 10 años, Belinda Makawa, 12 años, y Everjoy Dumbu, 11 años, son escrutadoras.

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Respon - sable del escáner

Ejecutor 2 – marcas de tinta

Ejecutor 3 – papeletas

– Les pido a todos los que van a votar que pongan ambas manos en el escá-ner. En el escáner se puede ver si hay tinta en los dedos y si es así la persona no puede votar, ya que significa que él o ella ya ha votado. Este escáner lo hice yo misma. Primero corté la parte supe-rior y un lateral de un cartón de leche. Luego cubrí el agujero del costado con papel celofán. ¡Listo!, dice riendo Monica Masvavike, de 11 años.

– Elige al candidato y pon la cruz en el lugar correcto. ¡Si haces más de una cruz no se contará tu papeleta electo-ral!, dice Paidamoyo Mukwinya, de 11 años, y le extiende la papeleta a uno de los compañeros de la fila.

– La mayoría está al tanto de todo y viene bien preparada. Y es importante estar preparado, saber a quién uno vota y por qué. ¡Se trata de nosotros y de nuestros derechos!, dice Chantel Mhembere, de 11 años.

Monica Masvavike, 11 años, hizo su escáner para des-cubrir el fraude electoral.

Rumbidzai Gondora, 11 años, Chantel Mhembere, 11 años, y Paidamoyo Mukwinya, 11 años, explican cómo marcar el candidato que uno vota.

Tsitsidzashe Chikanga, 11 años, se ocupa de que todos los que votaron mojen el dedo en tinta.

– Me ocupo de que todos los que votan mojen el dedo en la tinta, para que nadie pueda votar más de una vez. Ahora que todos aprendimos estos pasos en la Votación Mundial, sabre-mos cómo se hacen las elecciones libres y democráticas cuando seamos adultos, dice Tsitsidzashe Chikanga, de 11 años.

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Inspectoras electorales

Representantes de los candidatos

Detrás de los escrutadores hay dos chicas que siguen atentamente todo el procedimiento.

– Llevamos anotaciones precisas de todo lo que ocurre dentro del local elec-toral. Luego las anotaciones son docu-mentos de lo que en realidad ocurrió aquí hoy. Es importante que alguien supervise las elecciones democráticas, pues de otro modo es fácil que ocurran fraudes y entonces la elección no es justa y el resultado está mal, dice Nyaradzo Muduve, de 12 años.

A una mesa en el local electoral están sentados los representantes de los tres candidatos 2011 de la votación y pue-den dar información a los electores que están inseguros hasta el final.

– ¡Creo que Monira es fantástica! Piensa en cuántos chicos dañados en ataques con ácido en Bangladesh ha ayudado. ¡Es mi heroína!, dice Drusilla Tapah, de 11 años.

– ¡Cecilia también es fantástica! Lucha por los chicos que sufren la trata de personas y el trabajo infantil. Pienso ser como ella cuando sea grande. ¡Yo también quiero darles a los niños en riesgo la posibilidad de ir a la escuela, seguridad y amor!, explica Rutendo James Chakala, de 11 años.

– Murhabazi es un hombre que ayuda y protege a los niños obligados a ser soldados y esclavos. Es un hombre muy especial y diferente. Todos los adultos deberían ser como él. Quiero ser así cuando sea adulto, dice Ashton Masona, de 11 años.

Drusilla, “la candidata opositora”, se ve satisfecha al oír eso:

– ¡Bien! Pues también aquí en Zimbabwe muchos hombres usan a los chicos. Los niños son expuestos a violaciones y a la trata de personas. ¡En verdad se necesitan hombres como Murhabazi también aquí!, dice Drusilla.

Las inspectoras Kimberly Nhika, 13 años y Nyaradzo Muduve, 12 años.

Rutendo James Chakala, 11 años, Drusilla Tapah, 11 años, y Ashton Masona, 11 años, representan a los candidatos en la votación.

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Votantes

¡Fraude imposible!

– Hoy participé en la Votación Mundial y fue fantástico votar a personas que luchan por nosotros. Por los chicos en riesgo de todo el mundo. A través del voto, apoyamos a los candidatos y a su trabajo, y de ese modo se siente como si ayudáramos. ¡Y opino que está muy bien que nosotros los chicos podamos participar y ayudar cuando se trata de cosas realmente importantes! También es muy importante participar en la Votación Mundial por otro motivo. Ahora los chicos sabemos cómo debe reali-zarse una elección democrática y lo vamos a recordar incluso cuando seamos adultos. ¡El Premio de los Niños del Mundo es una única gran lección de demo- cracia!, dice Vernon Muzorori, de 12 años.

A la salida del local electoral, se debe enseñar el dedo con la marca de tinta a la policía electoral de la puerta para poder salir. Nadie con la mar-ca de tinta puede regresar y votar otra vez.

¡Fiesta de cierre!Cuando el día de la Votación Mundial de la escuela Mbizi empieza a acercarse a su fin, todos se reúnen en el patio de la escuela para festejar los derechos del niño y que el día de elecciones salió tan bien. Algunos alumnos se pusieron trajes de baile y actúan para los demás.

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Tanaka

– Tuve una sensación especial, casi como un sue-ño, cuando voté hoy en Global Vote. Vi ante mí cómo un día seré una candidata a la que puedan votar porque lucha por los niños en riesgo. En verdad pienso hacer realidad ese sueño, dice Tanaka, 15 años, de Zimbabwe. Es huérfana y también ella fue expuesta a abusos cuando era pequeña.

Tanaka creció junto a su mamá y su abuela, pues su padre ya había muer-

to antes de que ella naciera. La mamá y la abuela trabaja-ban en una finca tabacalera y era allí donde vivían las tres. Mientras los adultos trabaja-ban en el campo, Tanaka iba al preescolar junto a los otros niños. Con el tiempo empezó la escuela y siempre tenían comida en la mesa.

– Fue una época muy bue-na. Una época normal. Mamá y la abuela me amaban y me cuidaban, dice Tanaka.

Pero cuando cumplió siete años, su mamá enfermó gra-vemente y todo cambió.

Mamá murió– Intenté ayudar a mamá todo lo posible. Iba a recoger

agua y le preparaba la comi-da, pero nada ayudaba. Sólo podía estar acostada. Me preocupaba tanto que ni siquiera podía dormir.

A Tanaka le resultaba difí-cil concentrarse en la escuela. Como la mamá no tenía fuer-zas para trabajar, Tanaka tuvo que dejar la escuela. No tenían los medios para que ella pudiera continuar. Luego de estar enferma varios meses, la mamá de Tanaka murió mientras dormía.

– Me puse triste y sólo gri-taba y lloraba. Extrañaba mucho a mamá. Como la abuela empezaba a envejecer y a estar muy cansada para trabajar, entendí que nada iba a ser como antes.

Empeoró aún másLuego del funeral, la abuela logró comunicarse con el tío paterno de Tanaka, que pro-metió ocuparse de ella.

– Me sorprendí y me preocupé, pues mi tío había echado a mamá de nuestra casa cuando papá murió. ¿Por qué ahora quería ocuparse de mí? Lo que más quería era quedarme con mi abuela, pero no era posible.

Al comienzo, la vida en casa del tío de Tanaka fue mejor de lo que ella había

candidata al premiosueña ser

Tanaka deposita su voto en la Votación Mundial. Quiere ayudar a otros niños cuyos derechos fueron violados y sueña con ser candidata al Premio de los Niños del Mundo algún día.

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Así se violan los derechos de las niñas en Zimbabwe

La lista de Tanaka sobre cómo se violan los derechos de las niñas en Zimbabwe:

No recibe educaciónSi una niña pierde a sus padres, a menudo se ve obligada a dejar la escuela, pues casi nunca hay alguien que quiera pagar su educación.

Sufre abusosLas niñas huérfanas a menudo acaban en la calle, donde se ven obligadas a vender su cuerpo para sobrevivir.

Trata de personasLas chicas pobres son lle-vadas con engaños de los pueblos a la ciudad, cre-yendo que van a tener una buena vida, pero en cambio son obligadas a trabajar duramente en el campo o en la prostitución. A menu-do las chicas son llevadas a los países vecinos de Botswana y Sudáfrica.

Matrimonio infantilLas familias pobres pueden ganar dinero con una niña pequeña vendiéndola como novia a un hombre adulto. A veces sólo por dos sacos de maíz.

Las amigas del pueblo seguro son como una familia. Aquí desayunan juntas.

Limpieza de fin de semana– Los fines de semana siempre limpiamos las casas y barremos el patio. También lavamos la ropa. ¡Pero ante todo tenemos tiempo para jugar y divertirnos!

creído. Tuvo comida, ropa y pudo ir a la escuela. Pero eso no duró mucho.

– Un día me acusaron de decir mentiras sobre la fami-lia. Mi tío dijo que yo le había contado a otros que su familia era mala y que no me trataba bien. A pesar de que nada de eso era verdad, de repente él cambió totalmente conmigo. Dijo que a su familia nunca le había agradado mi mamá y que sentía el mismo desagra-

do hacia mí. Me dieron menos comida y se negaron a pagar mis cuotas escolares, así que tuve que dejar la escuela otra vez. Los hijos de mi tío comían bien y podían ir a la escuela. Yo pensaba que la vida no podía ser peor ni más injusta que eso. Pero me equivocaba.

– Mi hermanastro, que tenía 26 años, había bebido cerveza en un bar toda la noche y estaba ebrio cuando

regresó a casa. Me desperté porque estaba en el cuarto donde yo dormía y me retó porque la comida no estaba en la mesa. Me ató un jirón de tela en la boca y me arrancó la ropa. Yo sólo tenía nueve años y no entendía nada. Luego me dijo que me mata-ría si le contaba a alguien lo que había ocurrido.

Girl Child NetworkÉl se marchó temprano la

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Tanaka, 15

Adora bailar– ¡Me encanta bailar! Me puse muy feliz cuando festejamos la Votación Mundial con canciones y baile, ¡pues nuestras canciones tratan de que las chicas también tenemos derechos!, dice Tanaka.

AMA: Jugar, jugar al voleibol, bailar y cantar.ODIA: Que abusen de las chicas.LO MEJOR QUE LE OCURRIÓ: Cuando GCN me rescató y pude vivir en el pueblo seguro para chicas.LO PEOR QUE LE OCURRIÓ: Haber sufri-do abusos.QUIERE SER: Médica, rescatar chi-cas y luchar por sus derechos.SUEÑO: Que todas las chicas pue-dan estar bien y tengan la oportu-nidad de hacer cosas importan-tes en la vida, como ser médicas.

mañana siguiente y Tanaka quedó sola en casa por varios días. Estaba asustadísima, esperaba y rogaba que no vol-viera a ocurrir. Pero no ayudó en nada. Un tiempo después, su hermanastro volvió a abu-sar de ella.

Al principio, Tanaka no se atrevía a contarle a nadie, pues temía ser asesinada. Pero un día se encontró con una compañera de la escuela que estaba en el club de chicas Girl Child Network, GCN. Sin saber lo que le había pasa-do a Tanaka, le contó sobre otra chica de la escuela que había sufrido abusos y sobre cómo la habían ayudado en GCN.

– Entonces no pude conte-nerme y conté todo. También yo quería recibir ayuda. Como no me atrevía a con-társelo a mi tío, lo hizo mi compañera.

Primero el tío se puso furioso porque Tanaka le había contado lo ocurrido a una compañera. Pero cuando empezó a correr el rumor sobre lo que había pasado entre los vecinos, el tío se dejó convencer de llevar a Tanaka a Girl Child Network, donde podría estar a salvo. GCN se ocupó de Tanaka. Primero la llevaron a un hospital para recibir asistencia y luego se mudó a un pueblo seguro para chicas en riesgo. Su her-manastro fue arrestado y aca-bó en prisión.

– Se sentía hermoso estar en el pueblo seguro. Como si hubiera llegado a casa. Al fin había gente a mi alrededor que se preocupaba por mí. Las demás chicas del pueblo habían pasado cosas pareci-das y me entendían muy bien. Se transformaron en mis her-manas y las mamás del pue-blo fueron mis nuevas mamás. Me sentí amada.

Le gusta El GloboLuego de un tiempo, Tanaka pudo volver a la escuela y se unió al club de chicas Girl

Child Network, que se reúne todos los miércoles luego del almuerzo a charlar sobre los derechos de las niñas.

– A menudo leemos la revista El Globo en el club de chicas y allí aprendí que lo

“Las demás chicas del pueblo seguro pasaron cosas parecidas a mí y me entienden totalmente. Son como mis hermanas y me siento amada.”

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En 2007, Betty Makoni recibió el Premio de los Niños del Mundo por su larga lucha para proteger de los abusos a las niñas de Zimbabwe y para que se les brinden las mismas posibilidades en la vida que a los varones. A través de la organización Girl Child Network (GCN), Betty ha levantado tres pueblos seguros para niñas especialmente en riesgo, y fundado 500 clubes de chicas con 30.000 miembros, principalmente en poblados rurales y barriadas pobres. Betty rescata a las niñas del trabajo infantil, matrimonio forzado, mal-trato, trata de personas y abusos. Les brinda a las niñas alimento, ropa, asistencia médica, un hogar, la posibilidad de ir a la escuela y seguridad. Ante todo les da valor para que exijan sus derechos. Decenas de miles de chicas han tenido una vida mejor gracias al trabajo de Betty.

Lee más en www.worldschildrensprize.org

Girl Child Network

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Los fines de semana, las chicas del pueblo seguro se divierten mucho juntas. Pero cada tarde juegan un poco y practican voleibol.

que me ocurrió cuando abu-saron de mí les ocurre a niños de todo el mundo. Es muy triste. A la vez, no me siento tan sola al saberlo. Las chicas que vivimos en el pueblo nos apoyamos mutuamente y también siento exactamente lo mismo por todos los chicos en riesgo de El Globo. Pienso que El Globo es muy impor-tante, pues es una revista en la que los niños tienen la oportunidad de contar su his-toria y aconsejar a otros niños sobre cosas difíciles e impor-tantes. Siento que los que lee-mos nos hacemos amigos de los que cuentan y que de algún modo, realmente le hacemos más fácil la vida a los demás. Y leer sobre los candidatos me da fuerzas e inspiración para poder traba-jar duro en la escuela, para

luego ser yo también una per-sona que dedica su vida a luchar por los niños expues-tos. ¡Ese es mi sueño!

Votación MundialA Tanaka no sólo la inspiran y le dan fuerzas los relatos de El Globo, sino también parti-cipar en la Votación Mundial.

– Cuando voté hoy, sentí como si pudiera decir libre-mente lo que opinaba. Pude expresar mi opinión total-mente. ¡Y mi opinión es que se deben respetar los derechos del niño en todos los lugares de la Tierra entera! Además fue maravilloso que un día tan importante para los niños como el de la Votación Mundial, pasara justo aquí en mi pueblo, junto a mi casa. ¡Es casi demasiado bueno para ser real!

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Tanaka y su día en el pueblo seguro

06.15 Prepara gachas de maíz– Cada mañana voy a la cocina y preparo el desayu-no para todas. Lo más común es hacer gachas de maíz. Como soy la más gran-de, soy la hermana mayor y me ocupo de las demás chi-cas. Cuando terminamos de comer, cada una lava su pla-to. La única que se salva es la más pequeña, que sólo tiene seis años. Ella nunca tiene que lavar los platos ni cocinar, las demás la ayuda-mos con eso.

06.00 Empieza un nuevo día– Casi siempre nos desper-tamos solas, pero la mamá del pueblo también se fija que todas nos hayamos levantado, tal como haría una mamá normal. Luego hace-mos la cama y vamos a lavar-nos y cepillarnos los dientes.

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Tanaka y su día en el pueblo seguro

06.45 la escuela cantando– Luego de ponernos el uniforme escolar, vamos juntas a la escuela. Lleva alrededor de 45 minutos. ¡A menudo charlamos y cantamos todo el camino para que no se sienta tan largo!

07.30 – 16.00 Clases– Girl Child Network paga las cuotas escolares, uni-formes, libros, ¡todo! De otro modo, yo no habría podido ir a la escuela. El pri-mer recreo es a las diez y entonces comemos el almuerzo que nos preparó la mamá del pueblo la noche anterior. Si hay tiempo antes de que empiecen de nuevo las clases, aunque sean sólo dos minutos, ¡aprovecho a jugar al voleibol con mis compa-ñeras de clase! No sólo con las que viven en el pueblo seguro, sino con todas. Me tratan igual que a todas las demás y se siente muy hermo-so. Creo que tiene que ver con que todas las chicas están en el club de chicas Girl Child Network de la escuela. Nos reunimos todos los miércoles a charlar sobre los derechos de las niñas y lo que le puede ocurrir a las chicas. Todas entienden lo que nos ocurrió a mí y a las demás chicas del pueblo seguro.

17.00 Cena– Cuando volvemos al pueblo nos cambiamos de ropa y vamos a la cocina, donde la mamá del pueblo nos espera con la cena. Toda la comida es sabrosa aquí, pero mi favorita es las gachas de maíz sadza con verduras. Alguna de las dos mamás está aquí todo el día. Son exactamente como mamás normales que nos preguntan cómo fue el día en la escuela, cómo nos senti-mos y esas cosas. Las chicas que viven aquí son mis hermanas y nos cuidamos unas a otras. Somos una familia. Por eso aunque mi herma-nastro haya salido de prisión, me siento segura aquí, dice Tanaka.

Hoy la mamá del pueblo Tagoma preparó sadza con carne, verduras y arroz.

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18.00 Tareas cotidianas y juego– Las chicas que están de “servicio”, lavan los platos después de comer y a las que les toca preparar la comida, hacen el sadza que comemos en la cena más tarde en la noche. Cuando terminamos, si es necesario lavamos el uniforme escolar y las medias para el día siguiente. Los días de semana no solemos tener mucho tiempo para jugar, pero siempre intentamos jugar un poco al voleibol todos los días. Los fines de semana juga-mos, cantamos y bailamos mucho, ¡y me encanta!

Tanaka cuelga con cuidado las medias recién lavadas. El alambre de púas sirve para tender la ropa, pero debe colgar las medias entre las púas.

19.00 Tarea– Vamos a la casa que llamamos biblioteca y hacemos la tarea. Vamos a distintas clases y años, así que tenemos tareas diferentes, pero siempre nos ayudamos.

21.00 Hora de acostarse–Todas vivimos en la misma casa, menos la niña más pequeña, que duerme con la mamá del pueblo. A menudo hablamos mucho antes de dormirnos. Nos contamos secretos y esas cosas. Confiamos totalmente en las demás. Las chicas son mis hermanas, mi familia. ¡Las amo!

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Global Vote en el pueblo seguro de las chicas

La fila es larga hacia los dos compartimientos electo-

rales bajo el árbol mupangara en el pueblo seguro de las chi-cas de Chihota, Zimbabwe. Dos días atrás, Forward y sus amigos salieron a cortar dos grandes gomeros y juntaron pasto para construir los com-partimientos. Al llegar al pueblo seguro de las chicas cavaron hoyos profundos en el suelo, donde hundieron los postes que habían hecho de gomero. Luego cubrieron los postes con pasto ayudándose con tiras de corteza del árbol

musasa. Al final, los compar-timientos quedaron bastante bonitos, pero Forward no está satisfecho…

– Estuvo bastante bien, pero esperaba que los com-partimientos quedaran mucho más hermosos. Para mí es importante que todo sea lo más hermoso posible cuando se trata de la Votación Mundial, ya que es un día muy significativo para noso-tros los niños. ¡Todo debe ser perfecto!, dice Forward Takawira, de 16 años.

¡Hicimos el compartimiento electoral!De izquierda a derecha: Misheck Mureverwi, 15 años, Trymore Munemo, 15 años, Faith Mudyiwa, 15 años, Godknows Chinyangu, 16 años, Forward Tahawira, 16 años.

Compartimiento de gomero

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Los varones votan en el pueblo de las chicas

¡El club de chicas y Global Vote dan valor!

“Hoy voté aquí, en el pueblo seguro para chicas en

riesgo de Girl Child Network. Pienso que el pueblo es un excelente lugar donde hacer la Votación Mundial. ¿Puede haber algo mejor que votar por nuestros derechos en un lugar que protege los dere-chos del niño? ¡La Votación Mundial y los pueblos para chicas de GCN son como la misma cosa! GCN lucha por los derechos de las niñas y verdaderamente apoyo esa lucha. Es importante que niñas y niños tengan los mismos derechos. Antes no era así para nada. Entonces la mayoría de las chicas no iba a la escuela, por ejemplo. Antes los varones también pensábamos que éramos mejores, más fuertes y más inteligentes que las chicas.

Es increíblemente ridículo, ¡pues no es verdad en abso-luto! Todos valemos lo mismo, sin importar si somos varones o chicas. Eso pen-samos todos mis amigos y yo. Sin embargo, es gracias a la lucha de GCN que las chicas están mucho mejor en Zimbabwe.

Después de la votación, cantamos, bailamos y feste-jamos nuestra Votación Mundial. Se debe festejar un día así, pues es un día impor-tante. Hemos podido mostrar nuestro apoyo a los que luchan por nuestros derechos y nuestros dere-chos son lo más importante que hay. Somos los líderes adultos del futuro y si nos tratan mal y sin respeto, se corre un gran riesgo de que también seamos malos líde-res que maltratan a los niños y a otras personas. Entonces no habrá un buen futuro.”Anesu Tomondo, 15 años, escuela Manyaira

oportunidad de hacer oír nuestra voz y hablar de cosas que nos parecen importan-tes. Algo que puede ser difí-cil en el aula común. Pues aquí en Zimbabwe los varo-nes y las chicas no somos iguales. Para los varones es mucho más fácil hacer oír su voz. La gente los escucha. A nosotras casi nadie nos escucha. Eso no está nada bien, pues todos tenemos el

“Participo en el club de chicas de la escuela. Fue allí

que leí El Globo y me prepa-ré para la Votación Mundial. El club de chicas es un lugar donde las niñas tenemos la

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Se maltrata a las niñas en todo el mundo El pueblo

de todas las chicas

¡El club de chicas y Global Vote dan valor!

chicas somos muy vulnera-bles, lo difícil que les pasó a las chicas del pueblo seguro también podría ocurrirme a mí.

Cuando leo El Globo, entiendo que no es sólo aquí en Zimbabwe que se trata mal a las niñas. Pasa en todo el mundo. Muchas sufren abusos, no pueden ir a la escuela, son obligadas a

“No vivo en el pueblo

seguro, pero este es un lugar muy importante. Aquí viven chicas que han sido expues-tas a lo peor que puedas imaginarte. Ellas son como mis hermanas. Estamos jun-tas y debemos cuidarnos unas a otras. Como aquí las

casarse a pesar de que son sólo niñas y muchas cosas más. ¡Eso me enoja mucho! Pero también me alegro al leer El Globo, pues veo que hay quienes luchan para que las chicas estén bien. Y creo que un día realmente va a ser así. ¡Los relatos de El Globo me dan esperanzas! ¡Cuando sea adulta, quiero ser líder de Girl Child Network e ir al frente en la lucha por los derechos de las niñas aquí en Zimbabwe!”Tnokozile Mapfumo, 14 años, escuela Manyaira

Cada sábado se reúne el club de chicas en el pueblo seguro y van alrededor de 100 chicas de la escuela y los pueblos vecinos. Juntas aprenden sobre sus dere-chos, actúan, escriben poemas que luego leen en voz alta, juegan al voleibol, cantan y bailan.

– Naturalmente, este pueblo les pertenece a las chicas que viven aquí. Pero no sólo a ellas. Es de todas las chicas, pues este es un pueblo que las hace más fuertes. Este es nuestro lugar, dice Faith Mudyiwa, de 15 años, responsable de la Votación Mundial de hoy y presidenta del club de chi-cas de la escuela Manyaira.

mismo valor y deberían tra-tarnos del mismo modo. Pero aquí no tenemos los mismos derechos y es por eso que los clubes de chicas son tan importantes. Los clubes nos dan conocimiento y fuerza

para que nos atrevamos a alzar nuestra voz. ¡Es exacta-mente lo mismo con la revis-ta El Globo y la Votación Mundial, que dan a los niños de todo el mundo conoci-miento, fuerza y valor para exigir que se respeten los derechos del niño!

Me alegré mucho cuando

leí en El Globo sobre perso-nas que habían sido vulnera-bles de niñas, pero que han podido seguir adelante y que ahora de adultas ayudan a los niños que pasan dificul-tades. ¡También quiero ser así cuando sea grande!”Heather Samuriwo, 14 años, escuela Manyaira

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Emelda

BorradorLo compré ahorrando el dinero del almuerzo, en vez de comprar comida en la escuela.

¡es maestra y presidenta de Global Vote!– Cuando sea adulta, quiero ser una persona que se atreva a exponerse al peligro en la lu-cha por los niños que pasan dificultades. Igual que los candidatos del Premio de los Niños del Mundo, dice la huérfana Emelda Zamam-bo, de 12 años, de Maputo, Mozambique.

Pero Emelda no se conforma con esperar a ser adulta para luchar por los derechos del niño. Temprano cada mañana, arma su propia escuela en su casa, para niños que de otro modo no tendrían la oportunidad de ir a la es-cuela. Les enseña a leer, escribir y contar.

¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10!!! Los chicos cuentan juntos

en voz alta cuando Emelda señala las distintas cifras en la pizarra negra.

– ¡Bien! ¡Una vez más!, dice mientras vuelve a empezar.

Son las ocho y media de la mañana y, al igual que todos los demás días de semana, hay unos diez niños sentados en el suelo afuera de la casa de Emelda. Miran atentamente a su joven maestra mientras escribe nuevos números en la sencilla plancha de aglomera-do que es la pizarra de la

escuela. Emelda creó su escuela matutina hace casi un año y la mayoría de los niños asiste desde entonces.

– Siempre había ayudado a mis hermanas menores con la tarea. Solíamos sentarnos a hacerla frente a la casa. Por lo visto, corrió el rumor de que nos sentábamos allí por las mañanas, pues de repente empezaron a aparecer otros niños que querían ayuda. Al principio eran sólo un par, pero ahora les enseño a doce niños cada día. ¡Gratis, por supuesto!, dice Emelda riendo.

Ciertos alumnos de Emelda son niños vecinos que necesi-tan ayuda extra para no atra-sarse en la escuela común.

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PunteroMe lo dio mi tío, que es carpintero.

TizasLa abuela me las compró como regalo porque le pare-cía muy bien que ayudara a otros chicos.

Una vieja plancha de aglome-rado que encontré en la zona.

¡es maestra y presidenta de Global Vote!El Globo en la escuela matutina– Ir a la escuela es una de las cosas más importantes que hay. Así uno tiene más chances de conseguir tra-bajo más adelante en la vida y puede ocuparse mejor de su familia. Si uno no recibe educación, hay un gran riesgo de ser siempre pobre y tener una vida muy difí-cil. Y una de las cosas más importantes que se puede aprender en la escuela es sobre los derechos del niño. Así podemos aprender a protegernos y a no ser usa-dos tan fácilmente. Por eso utilizo El Globo en mi escuela matutina, dice Emelda.

Otros son tan pobres que no tienen medios para ir a la escuela.

Le dispararon al papá– En verdad odio ver niños pobres que no pueden ir a la escuela y que nunca tendrán una oportunidad en la vida. A menudo han perdido a sus padres y acaban en la calle porque no hay nadie que se ocupe de ellos. Allí los niños se ven obligados a buscar comida en la basura y beber agua sucia para sobrevivir. Muchos tienen que trabajar. ¡Es tan cruelmente injusto!, dice Emelda.

Las injusticias la hacen enojar mucho, y ella sabe muy

bien que podría haber sido uno de esos niños excluidos. Cuando Emelda tenía seis años, unos ladrones mataron a su papá de un disparo, y apenas meses después murió su mamá de malaria.

– Se arruinó todo. Creí que nada volvería a estar bien. Estaba aterrada de quedar

sola y acabar en la calle. Pero a pesar de todo lo terrible que ocurrió, tuve una suerte increíble.

La abuela y la familia del tío materno de Emelda la recibie-ron con los brazos abiertos. Le dieron un lugar donde vivir, comida, ropa y la posi-bilidad de ir a la escuela.

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– Ante todo, tuve una fami-lia que me ama. Me abraza-ron y me dijeron que pertene-cía a su familia. Que ellos iban a cuidarme y que todo se iba a solucionar. Y así fue en verdad. Ahora soy la hija de mi tía y de mi tío, y mis pri-mos son mis hermanos y her-manas. Tengo la oportunidad de llevar una buena vida, y de algún modo quiero compar-tirla con otros que lo necesi-ten. Es por eso que tengo mi escuela, dice Emelda.

El Globo en la escuelaA las once, Emelda despide a sus alumnos y dice que los verá la mañana siguiente.

Entra en la casa a ponerse su uniforme escolar. Después del almuerzo, Emelda ya no es más maestra, sino alumna. Le encanta ir a la escuela y en los últimos tiempos es aún más divertido que de costumbre. Se han preparado para la Votación Mundial leyendo mucho la revista El Globo.

- ¡En seguida sentí que los relatos de El Globo en reali-dad se tratan de nosotros, los de Mozambique! Los relatos sobre niños pobres que pasan hambre, sufren abusos, pier-den a sus padres a causa del sida y por eso terminan en la calle y tienen que trabajar, perfectamente podrían ser de

El castigo físico, prohibido en 30 países

¡El castigo físico, prohibido en la escuela de Emelda!

– ¡Uno puede aprender mucho de las páginas de El Globo que descri-ben todos los derechos que tiene un niño! Por ejemplo, antes no sabía que según la Convención de los Derechos del Niño de la ONU, los niños que viven en la calle en reali-dad tienen derecho a tener un hogar, a ir a la escuela y a vivir una buena vida, dice Emelda.

Según el artículo 19 de la convención sobre los dere-chos del niño de la ONU, tienes derecho a ser prote-gido de toda forma de vio-lencia, descuido, maltrato y abuso. Por eso puede decirse que el castigo físi-co es una violación de los derechos del niño. Pese a esto, cada año 40 millones de niños sufren maltratos tan crueles que necesitan atención médica. Sólo en 30 países del mundo se han prohibido todas las for-mas de castigo físico a los niños, y por lo tanto sólo 4 de cada 100 niños del mundo están totalmente protegidos por ley de la vio-lencia. El último país en

prohibir el castigo físico fue el país más nuevo del mun-do, Sudán del Sur. Muchos países permiten el castigo físico en la escuela. En Mozambique se permite golpear a los niños tanto en el contexto familiar como en la escuela. ¿Cómo es en la escuela en tu país? ¿Te atreves a indi-car a tus maestros, padres, políticos y otros adultos que el castigo físico es una violación de los derechos del niño? Cuéntanos lo que les puede ocurrir a ti y a tus compañeros de la escuela. Comparte tus experiencias y opiniones sobre el casti-go físico a través de www.worldschildrensprize.org.

– Uso el puntero sólo para enseñar cosas, ¡nunca para gol-pear con él! En casi todas las demás escuelas de Mozambique es común que los maestros golpeen a los alumnos con el puntero en la palma de la mano o en la espalda. ¡Me parece increíblemente mal! En lugar de eso, los maestros deberían explicar y mostrar bien si hay algo que no entendemos o si no nos comportamos como debe-ríamos. Creo que a los chicos nos resulta más fácil apren-

der cosas si no nos golpean, si no tenemos miedo. Uno aprende mal cuando está asustado. Después de leer El globo, ¡además sé que va en contra de nuestros derechos golpear a los niños!

Convención de los Niños en El Globo

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Emelda Zamambo, 12

aquí. Antes sentía en mi inte-rior que todo eso era injusto y malo. Ahora que leí El Globo, sé que además viola nuestros derechos.

Emelda fue uno de los alumnos que más se involucró con El Globo y los preparati-vos de la Votación Mundial en la escuela.

– Me pasaron muchas cosas adentro al trabajar con esto. Tenía tantos pensamientos y sentimientos que hasta me costaba dormirme.

Presidenta de Global VoteUn par de noches antes de la Votación Mundial, Emelda estaba acostada leyendo en El Globo sobre los derechos de los chicos de la calle. Sintió

La directora tomó en serio lo que decía Emelda y escuchó sus ideas. No podía prometer nada en seguida en lo relativo a los chicos de la calle, pero aún así quiso asignarle a Emelda una importante misión.

– La directora dijo que veía que me apasionaban los dere-chos del niño y que eso la ale-graba mucho. Por eso se pre-guntaba si a mí me parecía bien ser la presidenta de la Votación Mundial y ser res-ponsable de toda la votación de nuestra escuela. Primero me puse muy nerviosa, pero luego me alegré mucho. Como opino que los relatos de El Globo son tan impor-tantes, ¡hasta tuve el valor de

que la escuela en verdad debía hacer algo por todos los niños que no tenían la oportunidad de recibir educación. La mañana siguiente se apresuró a ir a la escuela más temprano para hablar con la directora sobre sus ideas.

– Le expliqué que había leí-do en El Globo que todos los niños, incluso los chicos de la calle, tienen derecho a ir a la escuela. Le propuse que los que estábamos un poco mejor quizá podríamos aportar algo de dinero para que los chicos que viven en la calle pudieran comprar el uniforme escolar y almorzar aquí. Para que pudieran estar satisfechos y poder aprender cosas tran-quilos.

dar un pequeño discurso de bienvenida, a pesar de que éramos más de 300 alumnos reunidos en la escuela ese solemne día!

Los candidatos inspiranY los que han inspirado a Emelda a ser valiente cuando se trata de los derechos del niño son los candidatos al Premio de los Niños del Mundo.

– Quiero ser médica, y al igual que los candidatos quie-ro ser una persona que se atreva a exponerse al peligro en la lucha por los niños que pasan dificultades.

Pero aún falta un tiempo para que Emelda pueda empezar a estudiar medicina y hay al menos doce personas que se alegran por ello. Sus alumnos. Mañana temprano, a las ocho y media, van a esperar que la escuela matuti-na de Emelda se ponga en marcha. Como siempre.

Emelda como… alumna… maestra… …¡y con su ropa favorita!

– Cuando papá y mamá murieron, mi abuelay mi tío maternos me dieron una familiaque me ama, dice Emelda. Emelda ayuda a la abuela a lavar los platos.

AMA: Estar junto a otros y ayudar a los demás.ODIA: Las peleas, la violencia y ver a niños pobres viviendo en la calle.LO MEJOR QUE LE OCURRIÓ: Tener una familia que me ama.LO PEOR QUE LE OCURRIÓ: Cuando perdí a mi mamá y a mi papá.QUIERE SER: Médica y ayudar a otros.SUEÑO: Que todos los niños sean felices.

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Dar de sí– Tengo varios compañeros que son huérfanos y tienen dificultades para arreglárselas. Que son pobres y pasan hambre. Es injusto, me enoja y me entristece. A veces tomo el dinero de mi almuerzo y compro un refresco, jugo, papas fritas o pan a alguien que lo necesita más que yo. Yo tuve la oportu-nidad de tener una buena vida y quisiera ser la voz de aquellos que no tienen esa oportunidad y que no tienen fuerzas para exigir por sí mismos sus derechos. Si hubiera sido al revés, ¡habría deseado que alguien luchara por mí!, dice Emelda.

Buen desarrollo de la Votación Mundial– Es aquí donde todos harán fila cuando vayan a depositar su papeleta electoral en la urna de más adelante. Y nuestra tarea es explicar y ayu-dar a todos para que todo salga bien, dice Emelda al enseñar a los demás funcionarios electorales la zona dedicada a la Votación Mundial de la escuela Unidade 19, de Maputo.

CompartimientoLos niños dan la última mano a la sillaconvertida en compartimiento electoral.

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¡Quiere ser como los nominados!“Me parece muy importante que los de Mozambique participemos y trabaje-mos con el Premio de los Niños del Mundo. Así tenemos la oportunidad de aprender sobre nuestros derechos y sobre cómo deberían tratarnos en reali-dad. Cuando lo sabemos, resulta más fácil protegerse de las injusticias y es algo que en verdad necesitamos saber. Aquí hay muchos niños tan pobres que deben trabajar en vez de ir a la escuela. Muchos de los niños están solos por-que sus padres murieron de sida o por la pobreza. Yo también perdí tanto a mamá como a papá por el sida cuando tenía cinco años. Pero a pesar de eso tuve suerte. Vivo con padres adoptivos

que me aman y me tratan igual que a sus otros hijos. Puedo ir a la escue-

la, tengo qué comer y soy amada. Muchos niños no tienen la misma suerte que yo. Terminan en la calle, donde no le importan a nadie. Me duele cuando veo eso. Pienso que el gobierno y todos los demás adultos tienen la responsabi-lidad de cuidar a esos niños. De ocu-parse de que reciban una educación, ropa, un hogar, asistencia médica y amor. ¡Es el derecho de todos los niños! Cuando leo en El Globo sobre los nominados que luchan para que todos los niños estén bien, me alegro muchí-simo. Siento que también yo quiero ser así. Cuando sea adulta, pienso luchar por los niños que pasan dificultades.”Crescência Eulalia Macave, 15 años, escuela Unidade 19, Maputo

Tintero de coco contra el fraude– Hoy mi tarea fue ocuparme de que nadie votara más de una vez. Todos los que votaban venían después hacia mí y mojaban un dedo en tinta. Nadie con tinta en el dedo puede votar una vez más. ¡Es importante que no haya fraude cuando se trata de algo tan importante como los derechos del niño!, dice Crescência. El tintero está hecho con dos mitades de coco y una vara.

Último vistazoEs difícil elegir, pero ya es hora de decidir a que candidato se va a votar.

Urna electoralEmelda controla que la urna esté en condiciones antes de llevarlaa su lugar.

Global Vote en Maputo

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Yúminaembelleció la Votación Mundial“Para la Votación Mundial, mis amigos y yo hicimos una alfombra que repre-senta la bandera de Mozambique. Fabricamos la bandera atando tiras de tela de un modo especial. Aprendemos cómo hacerlo en manua-lidades. Utilizamos ropa y telas viejas y gastadas y hacemos bonitas cosas nuevas. Hicimos la bandera para que la Votación Mundial fuera hermosa y solemne. Amo a Mozambique y pienso que nuestra bandera es muy hermosa. Hermosos colores y hermoso dibujo. También nuestro país es hermoso, pero lamentablemente los niños tienen muchos problemas aquí. Hay muchos niños abandonados que tienen que vivir en la calle, por ejemplo. No tienen padres ni hogar. A los chicos de la calle les falta todo. Al leer El Globo y participar en la Votación Mundial, aprendemos que también los chicos de la calle tienen derecho a tener una buena vida. También aprendemos a ayudar a otros, a cuidarnos mutuamen-te. Pienso que todo el que puede, debe ayudar al que lo necesita.Yúmina Rui Balate, 12 años, escuela Unidade 19, Maputo

Todos esperan su turno en la fila.

Los árboles amigos de Náid en Global Vote Una vez por semana, todos los chi-

cos plantan un pequeño árbol aquí en la escuela. Entonces a menudo trai-go de casa distintas clases de semillas para plantar. Y cada recreo suelo regar las plantas aquí en el patio de la escue-la. Es una vez a la mañana, una vez en el almuerzo y una vez a la tarde antes de ir a casa. Me encanta trabajar con las plantas y probablemente yo sea el que más está en el jardín de la escuela. Veo a los árboles y a las plantas como nues-tros amigos, pues verdaderamente nos dan oxígeno. ¡Casi me parece igual de divertido estar con mis amigos árboles que con mis demás amigos y jugar al fútbol y esas cosas!

Hoy que es la Votación Mundial, decoramos el camino hacia las urnas con pequeñas hojas del limonero del jardín de la escuela. Como es una fiesta por los derechos del niño, ¡tiene que estar hermoso! Pero también es bueno tener muchos árboles alrededor cuan-do uno va a votar, ¡para tener mucho oxígeno y poder tomar la decisión correcta al llegar a la urna!

Cuando sea grande, quiero ser diplo-mático y vivir en París, la capital de Francia. La diplomacia es una profesión importante, pues uno trabaja por la paz.”Náid Fi-Yen Bangal Nequice, 11 años, escuela Unidade 19, Maputo

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Un niño – ¡Un árbol!Desde 2006, todas las escuelas estatales de Mozambique participan en el proyecto “Un niño – Un árbol”, para acabar con la tala, la erosión y la desertización en el país. Pero también para que la población tenga para comer alimentos nutritivos y para embellecer a Mozambique. En el jardín de la escuela de Náid hacen crecer naranjos, limoneros, papayas, aguacates y mangos, además de caña de azúcar. Generalmente se venden las plantas y el dinero se utiliza en la actividad escolar.

Emelda, a la izquierda, y sus amigos, cuidan las urnaselectorales.

Pusieron limoneros junto a los postes que marcanel camino de la fila para votar.

Los árboles amigos de Náid en Global Vote

Votan las mejores amigas huérfanas

Voté para que los niños estén bien. Las personas

que votamos luchan por los niños de distintas formas y me sentí muy bien al poder ayudar. También aquí en Mozambique hay muchos niños que pasan dificultades y necesitan ayuda. Muchos son huérfanos como yo. Mi mamá murió cuando yo ape-nas tenía dos años y papá murió el año pasado. Ahora vivo con mi abuela. La amo, pero nos resulta difícil salir adelante. A menudo no hay dinero para el uniforme esco-lar y no tenemos suficiente comida. Extraño a mamá y a papá todo el tiempo. Es muy difícil, cuenta Alice.

A menudo se siente triste y diferente. Pero por suerte tie-ne a Celina.

– Si estamos tristes, nos consolamos la una a la otra. ¡Y también nos reímos jun-tas!, dice Alice.

Celina Langa, de 11 años,

está sentada a su lado y está de acuerdo.

– Confío totalmente en Alice y puedo contarle todo. Perdí tanto a mi mamá como a mi papá cuando tenía un año. Ahora vivo con mi abue-la y pasamos dificultades por-que ella es anciana y pobre. A menudo me siento triste y preocupada cuando estoy en la escuela, pero hoy fue un poco diferente. Ayudé a hacer nuestras hermosas urnas antes de la Votación Mundial. Me sentí como todos los demás, como si mi vida fuera normal y buena. En el futuro espero que la vida en verdad sea así. ¡Entonces sería maes-tra!, dice Celina.

- Mi sueño es trabajar en el aeropuerto de Maputo. También sueño con poder ver otros países y conocer perso-nas nuevas. ¡Imagina poder ir a Brasil! Pienso que es un lugar muy bonito, dice Alice mientras abraza a Celina.

– Celina es mi mejor amiga y la amo. Ella tam-bién perdió a sus padres, así que nos entende-mos totalmente, dice Alice Zacarias, de 13 años.

Hoy tanto Alice como Celina votaron por los derechos del niño en la Votación Mundial de la escuela Unidade 19, de Maputo.

Alice Zacarias y Celina Langa hicieron las urnas de Global Vote.

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Se violan los derechos del niño

– Antes de leer El Globo, no sabía que es una vio-lación a los derechos del niño no ser registrado al nacer. Ocurre todo el tiempo. Y es algo serio, pues si no estás registrado ni tienes un nombre, es difícil

poder ir a la escuela y recibir atención médica. Sé que Mozambique firmó la Convención de los Niños, así que ahora debe solucionar esto, ¡pues

viola los derechos del niño!, dice Cecilia.

Defendemos los derechos del niño¡Todos los chicos deberían participar!Es un día soleado y el mar resplandece cuando los chicos de la escuela Catembe, de Mozambique, realizan su Votación Mundial en la playa. Los que ya votaron juegan a la pillada o a la pelota, o se bañan en el Océano Índico. Hoy es el día de los niños y Cecilia Carlos Magaia, de 13 años, está feliz:

Hacia laVotación Mundial.

Es larga fila para votaren el compartimiento de sillas.

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Global Vote en la playa de Ladislau

Defendemos los derechos del niño¡Todos los chicos deberían participar!

Tengo que pescar para poder ir a la escuela. No

tengo padres, sino que vivo con mi abuelo paterno. De otro modo, nunca podríamos pagar la escuela, dice Ladislau.

Los padres de Ladislau vivieron en Sudáfrica mien-tras lo esperaban, pues su

mamá era de allí. Cuando Ladislau nació se pusieron muy contentos, pero no llega-ron a vivir juntos como una familia, pues el papá de Ladislau murió en un acci-dente de tránsito camino a la maternidad.

– Mamá era muy pobre y entendió que no iba a poder

ocuparse de mí totalmente sola, por lo que quiso dejarme en un orfanato. Pero mi abue-lo no lo aceptó, así que fue a buscarme y me trajo a Mozambique.

Esto ocurrió hace tiempo, pero Ladislau aún se deprime cuando piensa en ello.

– Extraño a mis padres, a la vez que estoy muy agradecido con mi abuelo. Ahora quiero ayudarlo, pues él me ayudó en ese momento y aún se ocupa de mí. Es por eso que pesco.

Primero, la escuelaLadislau se despierta a las cin-co cada mañana para ir a la escuela. Se lava, pero a menu-do no desayuna, porque no hay nada para comer. Luego va a la escuela hasta las doce.

que, sino en todo el mundo!Antes de votar leímos aten-

tamente la revista El Globo tanto en la escuela como en casa. El Globo habla de nues-tros derechos y de los proble-mas que tienen los niños en el mundo. Antes de leer la revis-ta, creía que sólo los niños de África pasaban dificultades. Ahora sé que es así en todas partes y eso me entristece mucho. Siento que quiero hacer algo por esto. Mi sueño es construir una gran casa donde poder darle a los chicos que perdieron a sus padres un nuevo hogar lleno de amor,

“¡Qué día maravilloso! En Mozambique no siempre ocurre que los adultos escu-chen a los chicos. Pero hoy es diferente. A través del voto participamos e influimos en cosas muy importantes. ¡Y a través del voto también prote-gemos los derechos del niño! ¡Por eso deben votar todos los niños, no sólo en Mozam b i-

comida, ropa y la oportuni-dad de ir a la escuela. Fue al leer sobre los candidatos en El Globo cuando sentí que tam-bién yo quería hacer algo bue-no por los demás. Los candi-datos luchan por el derecho de todos los niños a ser ama-

dos y atendidos, ¡y es el traba-jo más importante de toda la Tierra! Pues si uno no cuida a los niños, ¿quién cuidará el mundo en el futuro?

Antes de leer El Globo, mi ídolo era Nicki Minaj, la estrella de R&B de EE. UU. Su música es genial y todavía me encanta escucharla. Pero ahora, mis ídolos más grandes son sin duda los candidatos al Premio de los Niños del Mundo. ¡Son mis héroes!”Cecilia Carlos Magaia, 13 años, escuela Catembe

Ladislau, de 15 años, está en la playa de Catembe mirando hacia el mar. Ayer votó en la Votación Mundial y festejó los derechos del niño junto a sus compañeros aquí en la playa. Pero hoy es un día común. Así que la playa y el mar son su lugar de trabajo. Ladislau Militon Nhca es pescador.

Hora de votar en el Global Vote de la escuela Catembeen la playa.

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– Cuando llego a casa, bebo una taza de té y como un tro-zo de pan antes de bajar a la playa. A menudo juego al fút-bol con mis amigos allí antes de que los pescadores regre-sen con la pesca del día. Mi papá era un jugador de fútbol muy bueno y a mí también me encanta jugar al fútbol. Cuando juego me siento totalmente libre. En realidad, juego en tres equipos diferen-tes, participé y traje a casa premios y trofeos para todos mis equipos. La última vez hice cuatro goles, lo que hizo que ganáramos.

Pero cuando llegan a la pla-ya los barcos de pescadores, ya no hay tiempo para el fút-bol y los juegos. Entonces sólo hay trabajo duro.

Trabajo duro– Ayudo a los pescadores a limpiar las redes y a cargar el pescado a la playa. Los fines de semana y los feriados pesco todo el día en el bote de mi abuelo. Salimos al mar ya a las cuatro de la mañana y regresamos a la playa a las doce, justo al mediodía. Pero yo nunca recibo una paga. La recibe el abuelo. El dinero es para mis cuotas escolares, pero aun así no nos alcanza para pagar los libros ni una calculadora. Tengo que pedir-le prestado a mis amigos en la escuela y odio hacerlo. Es

embarazoso. Nadie se burla de mí, pero incluso así es duro no arreglárselas solo.

En el futuro, lo que más querría Ladislau es ser juga-dor de fútbol profesional y tener una vida buena y más fácil. Así que entre la escuela y el trabajo seguirá jugando al fútbol en la playa con sus ami-gos para alcanzar su objetivo. Ladislau adora estar en la pla-ya. Aunque sea el lugar donde también debe trabajar muy duro. Y ayer la playa fue algo

más que de costumbre.– Ayer hicimos la Votación

Mundial en la playa. Yo que-ría mucho votar. Sentí que era importante participar y votar a las personas que ayudan a los niños, pues sentí como si también yo participara y ayu-dara un poco. Como si apoya-ra a otros niños del mundo que pasan dificultades.

Es común el trabajo infantil Al menos 2 de cada 10 niños de Mozambique deben trabajar, igual que Ladislau.

Valiosa pescaEl pescado tiene gran impor-tancia en Mozambique y los camarones son uno de los productos de exportación más importantes del país.

Paga las cuotas escolaresNo podría ir a la escuela si no trabajara en la pesca. Nunca habríamos tenido dinero, dice Ladislau.

Adora el fútbolLadislau adora el fútbol y su ídolo se llama Elias “Dominguez” Pelembe. “Dominguez” es una de las estrellas del fútbol más grandes de Mozambique. Juega en el equipo nacional de Mozambique, “Mambas”, y en el gran club sudafricano Mamelodi Sundowns.

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Deberpara todos los adultos

Vota la escuela más grande del mundo en India

VOTACIÓN MUNDIAL EN BRASIL

Mostramos que los valoramos

El comienzo de un país mejor

“Los derechos del niño son lo más importante que hay para todos los niños del mundo, pero también son un deber para todos los adultos del mundo. Ningún derecho funciona del todo si los adul-tos no asumen su parte de la responsabilidad. También es nuestro propio deber recor-dar nuestros derechos y defendernos a nosotros mis-mos y a los demás.

Opino que todos pertene-cemos al mismo pueblo. Si uno lo piensa, sólo nos diferencia en qué lugar de la Tierra uno nació o quiénes fueron sus padres. Y estoy decidida a defenderlo a cual-quier precio.

Para mí, el Premio de los Niños del Mundo es un sím-bolo de todas las personas valientes que luchan por los derechos del niño cada día y nunca se rinden. WCP ayuda a prestar atención a nuestros derechos. En los niños que antes no conocían sus dere-chos, WCP hace que pue-dan negarse si son maltrata-dos por un adulto. También tienen la posibilidad de parti-cipar y luchar ellos mismos por sus derechos y los de otros niños. Aquí en Suecia, El Globo y WCP hacen que uno se sienta más motivado a participar y cambiar algo.” María Einarsdóttir, 11, escuela Vänge, Uppsala, Suecia

“Es muy importante participar en la Votación Mundial, para poder mostrar que valoramos a aquellos que hacen el bien a las generaciones venideras del mundo. Aunque muchos creen que el futuro del mundo ya va camino a perderse, debemos mantener las esperanzas. Sólo así podre-mos lograr salvar el planeta. Si haces lo que puedes, serás recompensado.”Pedro Henrique Gibim Fracaro, Colegio Notre Dame de Campinas, Brasil

“Es un proyecto muy importante. Es el comienzo de un país mejor. Todos los gobiernos deberían unirse al Premio de los Niños del Mundo y ayudar a los niños. Sólo entonces tendremos un mundo decente donde haya amor y respeto por los demás.” Nikolas Gules Batista, Colegio Positivo Ângelo Sampaio, Curitiba, Brasil

Asisten más de 30.000 alumnos a la escuela más grande del mundo, City Montessori School, en Lucknow, India. Los alumnos mayores de 10 años participan cada año en el Premio de los Niños del Mundo. Aquí algunos de ellos votan en la Votación Mundial.

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Global Vote en la escuela del desierto desaparecidaCorre fines de marzo de 2011. Durante semanas, los alumnos de la escuela Ragho Mengwar, del desierto de Thar, Pakistán, han esperado la llegada de su Día de la Votación Mundial. Celebran el día con una fiesta donde se convi-da a todos con arroz y luego empiezan el baile y los juegos. Antes de ir a casa, todos los niños reciben té y galletas.

En septiembre, llueve a cántaros en el desierto. Muchos niños se quedan sin hogar cuando las casas de barro de las familias se desmoronan. La lluvia continúa y el desierto se inunda. Cuando la escuela se desploma, los niños se lamentan. Ahora las familias deben pedir dinero prestado para arreglárselas y los niños corren el riesgo de convertirse en esclavos por deudas.

Shankolla es ejecutora de la votación, pero por supuesto también puede votar.

Hay expectativa en el ambiente. Algunas chicas dan con un pin-

cel los últimos trazos a la urna, hecha con un tarro vacío. Los alumnos hojean la revista El Globo y discuten en pequeños grupos. Todos están recién peinados y llevan ropa bonita. Algunos alumnos que dejaron la escuela vienen a saludar. Han seguido la infor-mación y las charlas de las últimas dos semanas y saben que pueden participar y votar si conocen a los candidatos.

Al iniciar la reunión, los alumnos cuentan juntos acer-ca de los candidatos del año y

bras. Está mal.– El Globo es muy intere-

sante. Nos enseña sobre niños con grandes problemas, pero también que hay muchos que luchan por los derechos del niño. Aprendemos mucho de El Globo. Ahora sabemos cómo enfrentan los proble-mas en Bangladesh. Oímos que existen los mismos pro-blemas en Pakistán y si ocu-rren aquí, también vamos a luchar. Podemos votar según nuestras propias ideas, es nuestro derecho, dice Anita, de séptimo grado.

– Hay un cierto día en el que podemos votar. Aprendemos sobre héroes que trabajan por otros. Nosotros también lo haremos. Me gus-ta todo de El Globo. Sueño con conseguir electricidad

por qué fueron elegidos. Los candidatos al premio son héroes y los niños han discu-tido sus aportes las últimas semanas.

Quiere ser héroe– También sueño con ser un héroe, dice Anil. Quiero luchar para que todos en nuestra región puedan ir a la escuela. Si sus padres no lo permiten, al menos debemos intentar enseñarles a leer, escribir y calcular. Me entris-tezco mucho cuando pienso en los niños que no van a la escuela. En nuestro pueblo y en el pueblo vecino hay niños que trabajan haciendo alfom-Fila para votar.

Anita

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Global Vote en la escuela del desierto desaparecida

Los alumnos delante de la escue-la Ragho Mengwar, del desierto de Thar, que desapareció.

Últimos preparati-vos antes de la Votación Mundial. Urmula y Anil leen El Globo.

para nuestro pueblo, para poder leer de noche. Nuestro maestro, Hernath, es un héroe en nuestro pueblo. Nos enseña muy bien y nos ayuda cuando tenemos problemas. Todos pueden venir a la escuela, cuenta Kevil de séptimo grado.

Podrían ser esclavosLas grandes inundaciones de Sindh, donde queda el desier-to de Thar, obligaron a cinco millones de personas a dejar sus hogares. Casi un millón de casas quedaron dañadas o

ron bajo el agua. Los sembra-díos y los caminos se arruina-ron y murieron las cabras, vacas y camellos de muchas familias.

Los niños de la escuela Ragho Mengwar vienen de familias pobres. Cuando no llueve, las familias a menudo deben tomar trabajos en el campo o en la fabricación de tejas. Muchos piden présta-mos a los dueños o tienen deudas con el comerciante del pueblo y todos en la familia se vuelven esclavos por deudas. Los niños de la escuela y de

destruidas, hubo 17.000 pue-blos afectados y dos millones de hectáreas de tierra queda-

los pueblos vecinos también trabajan anudando alfom-bras. Ahora que la inundación arruinó todo, muchas fami-lias deben pedir nuevos prés-tamos y más niños corren el riesgo de ser obligados a tra-bajar como esclavos por deudas.

Todos festejan comiendo arroz.

Alima saliendo del compartimiento electoral.Festejan la Votación Mundial con galletas y bailes…

…y terminan con té y galletas.

Anita

Kevil

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PREMIO DE LOS

NIÑOS DEL MUNDO

EN NIGERIA

“Al graduarme de la Escuela Secundaria Magongo, lloré por estar dejando atrás el club del Premio de los Niños del Mundo. Es un club que valoré y amé mucho, como mis padres, y es el club que crece más rápidamente entre los que han existido por décadas en la escuela. El fundador, Nasiru Suleiman, ahora es presidente del Congreso Infantil del Estado de Kogi. Ganó la elección en la plataforma del club del Premio de los Niños del Mundo. Hoy, al decir que eres miembro del club WCP, se ve que es un club que es valorado como el agua. Una de las cosas buenas que El Globo creó en nuestra socie-dad es la cultura de leer entre los estudiantes; una vez que empiezan a leer, no

“Necesitamos que el progra-ma del Premio de los Niños del Mundo también se ense-ñe en las iglesias nigerianas, a los niños de las escuelas dominicales, pues se trata de los derechos y de la justicia. La revista trata de los servi-cios a la humanidad. Predica el amor hacia tus hermanos y hermanas. También toca la vida del individuo en forma positiva. Mi iglesia participa activamente en el programa del Premio de los Niños del Mundo desde 2007.”Joy Akapta, 14, presidente del Club WCP, Community Comprehensive High School, Ogori, Nigeria

“Me encanta leer la revista El Globo. Al ser la presidenta del club del Premio de los Niños del Mundo en mi escuela, trabajo con alumnos y maestros de la escuela para promover los derechos del niño, con la revista El Globo como herramienta. Nuestro director apoya tan en serio el programa que en la reunión diaria de cada mañana, un alumno debe contarle a los demás lo que ha leído en El Globo. Tanto a mi papá como a mi mamá les encanta El Globo. Lo estu-diamos juntos en casa cada noche antes de ir a dormir. Mi mamá me dijo que quien quiera pedir prestada la revista, puede venir a leerla a casa. Porque también es tan educativa y conmovedora que uno no puede perderla sin que le importe.

Si llego a ser presidenta de Nigeria, respetaré los dere-chos de todos los niños. Quitaré las cuotas escolares para que los niños pobres puedan ir a la escuela. También les diré a todos los hospitales que den trata-miento gratuito a los niños.”Adeola Deborah Nathaniel, 13, Universal Basic Education-JSS RCM Compound, Magongo, Nigeria

“En casa, mis padres me lla-man Miss Premio de los Niños del Mundo. En la escuela, mis compañeros me llaman Miss El Globo, por-que siempre hablo de la revista El Globo adonde quiera que vaya, en lugares como la escuela, la casa de amigos, el mercado con mi mamá y mi hermana, incluso en los parques, peluquerías y restaurantes. Excepto al ir a la iglesia, siempre llevo con-migo una copia de la revista. Creamos un club del Premio de los Niños del Mundo en nuestra escuela hace tres años.” Ruth Sanni, 10, escuela GRAMP, Nigeria

les gusta dejarla hasta que han leído todo el contenido.”Deborah Oluwabusola Taiwo, 17, Magongo, Nigeria

“Fui presidente del club del Premio de los Niños del Mundo en la escuela. No nací sordo, pero tuve fiebre cuando tenía 10 años y mis tímpanos quedaron dañados. Desde entonces, no puedo oír. Tuve que dejar la escuela, porque no tienen maestros para niños sordos. Aconsejaron a mis padres que dejaran de enviarme a la

escuela. Grité que eso aca-baría con mi sueño de con-vertirme en doctor. La revista El Globo es mi consuelo y mi mejor amigo por ahora. Todos mis amigos se aleja-ron de mí, porque cuando hablan no oigo, y también mi actitud los hizo apartarse. Me enojé con ellos. El Globo me da coraje y esperanza al leer las historias de otros niños

con problemas más grandes que los míos.

Si llego a ser presidente de Nigeria a los 12 años, daré a todos los niños asistencia médica gratuita. Haré una política contra la discrimina-ción de los discapacitados, les brindaré cuidados espe-ciales y serán felices al per-tenecer ellos también a la sociedad.”

John Oboromeni Olayere, 12, Guardería y Escuela Primaria Akpafa, Ogori, Nigeria.

Lloré al dejar el club del Premio de los Niños del Mundo

Trata sobre el servicio a la humanidad

Mamá y papáadoran El Globo

La llaman Miss Premiode los Niños del Mundo

Mi amigo El Globo me consuela

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ANNA MOLLEL

SAKEENA YACOOBI

ANN SKELTON

¿CUÁLES SON LOS CANDIDATOS?

El Jurado Infantil del Premio de los Niños del Mundo elige cada año entre los nominados a los tres candidatos fina-listas para recibir el Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño. Para poder efectuar una elección justa en la Votación Mundial es importante que sepas mucho sobre los tres candidatos y eso lo lograrás leyendo acerca de ellos en las páginas siguientes. Los dos candidatos que no reciban el premio de los niños votantes, recibirán el Premio Honorífico de los Niños del Mundo. Los tres candidatos recibirán como premio un monto para utilizar en su actividad a favor de los niños.

Tanzania

Sudáfrica

Afganistán

Candidato 1

Tanzania

Páginas 50–69

Candidato 2

Afganistán

Páginas 70–89

Candidato 3

Sudáfrica

Páginas 90–109

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Anna Mollel

Cuando tenía seis años, Anna Mollel vivenció por primera vez la difícil situación de los niños discapacitados en los pueblos masái del norte de Tanzania. La peor experiencia ocurrió muchos años después, cuando ya hacía tiempo había iniciado su lucha por los dere-chos de los niños discapacitados. Anna llegó a lo que creyó que era un pueblo totalmente vacío. Pero en el suelo de una casa encontró a una niña de ocho años sola y abandonada, que no podía moverse y que habría muerto si Anna no hubiera ido allí. En la página 55 puedes leer cómo le fue a esa niña, Naimyakwa.

A grupo étnico de los masái, tenía seis años

y había regresado a casa de la escuela. Ayudó a su mamá a acarrear leña y agua y luego corrió a la casa de sus amigos en el pueblo vecino. Jugaban en el jardín cuando Anna oyó un ruido que venía de una de las casas.

– Cuando le pregunté a mi amiga qué era, miró hacia el suelo antes de contestar que era su hermana.

La amiga de Anna le contó que su hermana no podía salir, porque la mamá no quería mostrar que tenía una hija que no era “como tendría que ser”.

– Entré en la casa a mirar.

Y en verdad había una pequeña niña allí dentro. Estaba acostada en el suelo totalmente sola y sonrió al verme, recuerda Anna.

Anna conoce a NauriAnna ayudó a la niña a sen-tarse y empezaron a jugar. La niña, que se llamaba Nauri, tenía la misma edad que Anna. Estaba feliz de tener compañía al fin. El día siguiente, Anna regresó cuando la mamá de Nauri fue a acarrear agua, para que no notara nada.

– Pero nos divertimos tan-to que olvidamos totalmente la hora. De repente, la mamá de Nauri entró precipitada-mente y me golpeó fuerte con un bastón. Gritó que yo nunca más podría poner un pie en su casa.

Anna tuvo que huir, pero estaba firmemente decidida a regresar el día siguiente.

NOMINADA • Páginas 50–69

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¿POR QUÉ SE NOMINA A ANNA?Anna Mollel es nominada al Premio de los Niños del Mundo 2012 por su larga lucha de más de 20 años por los niños discapacitados de los poblados pobres del nordeste de Tanzania.

Gracias a Anna y a su organización Huduma ya Walemavu, miles de niños discapacitados tienen la oportunidad de llevar una vida digna. Reciben atención médica, opera-ciones, fisioterapia, terapia, sillas de ruedas y otros medios auxiliares, la posibilidad de ir a la escuela, seguridad y amor. Anna es continuamente la portavoz de los niños discapacitados y le habla de sus derechos a los políticos y a las organiza-ciones, pero ante todo a las personas de los pueblos rurales alejados. Desde 1990, unos 12.500 niños, principalmente masái, tuvieron una vida mejor gracias a Anna y a Huduma ya Walemavu. Niños que habrían sido desatendidos, abandona-dos y quizá habrían muerto si no fuera por la lucha de Anna por sus derechos.

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- Los demás niños se asus-taron. Tanto de recibir una paliza como de jugar con Nauri, a la que consideraban extraña. Pero yo dije que todos necesitaban amigos. Y como Nauri era una de noso-tros, me parecía lógico que fuéramos allí para también estar con ella.

Anna logró convencer a los demás. Se turnaron para montar guardia mientras los demás jugaban, y cuando el guardia exclamaba que la mamá venía en camino, todos corrían de allí lo más rápido posible. Después de un par de días, Anna ayudó a Nauri a pararse y a practicar cómo caminar. Con el tiempo, Nauri pudo salir al jardín a jugar.

InjustoLuego de un par de semanas, la mamá de Nauri fue a la casa de Anna.

– Pensé que iba a retarme, pero en cambio dijo que sabía

lo que yo estaba haciendo, ¡y que quería que continuara con ello! Dijo que Nauri nun-ca se había sentido tan bien y que era un milagro que pudie-ra tanto caminar como correr.

Como la mamá de Nauri estaba tan alegre, Anna apro-vechó para preguntarle si Nauri no podía empezar a ir a la escuela, pero eso no lo aceptó.

– Entonces fui a la casa de Nauri todos los días después de la escuela a enseñarle lo que había aprendido durante el día. Pese a que era pequeña, me convertí en su maestra, la única maestra que tuvo. Siempre tenía presente esa injusticia. Yo podía ir a la escuela, pero ella no, sólo por-que era discapacitada. Ella tenía el mismo derecho que yo, pero no podía ayudarla más de lo que lo hacía. Siempre cargaba con la sensación de que debía haber hecho más.

Masáis vulnerables

Masái orgullosa– Soy masái y estoy orgullosa de ello. Quiero que mi pueblo tenga una buena vida. Es por eso que lucho por los dere-chos de nuestros niños disca-pacitados, dice Anna.

El pueblo masái es criador de ganado. Hay alrededor de un millón de masáis, la mitad en Tanzania y la otra mitad en Kenya. Desde comienzos del siglo XX, las tierras que los masái utilizan como lugar de pastoreo para su ganado se han reducido. Las autoridades cedieron grandes partes de la tierra de los masái a personas y empresas para culti-var, usar como tierras privadas de caza o parques nacio-nales donde los turistas puedan ver animales salvajes. Los masái fueron empujados a las zonas menos fértiles. En 2009, la policía antidisturbios armada incendió ocho pueblos masái del norte de Tanzania porque la tierra iba a ser utilizada por una empresa de caza privada. Los turistas iban a pagar para ir de caza allí. Las personas fueron golpeadas y expulsadas de sus hogares. Más de 3.000 hombres, mujeres y niños quedaron sin hogar. Los masái que siguieron haciendo pastar a su ganado en la tierra fértil fueron enviados a prisión.

– Los masái son los más pobres. Si el ganado no tiene pasturas para comer, se muere. Y los más duramente afectados siempre son los niños, dice Anna.

Se convirtió en enfermeraAnna estudió enfermería y empezó a trabajar. Un día fue al hospital una mujer alemana de la iglesia católica de Arusha. Se llamaba Elifrieda y quería hablar con Anna.

– Ella sabía que yo era masái y quería que le contara la situación de los niños dis-capacitados en nuestros pue-blos. Le expliqué que tiempo atrás era común matar al niño o abandonarlo inmediata-mente después del nacimien-to. Se creía que los niños dis-capacitados eran un castigo de Dios por algo que había hecho el hombre. Pero le conté que el mayor motivo era que los masái somos criadores de ganado, que para sobrevi-vir caminan largos trechos a pie por la sabana en busca de

pasturas frescas para los ani-males. Un niño discapacitado que no podía trasladarse era visto como un gran obstáculo para todo el grupo.

– Le expliqué que aún seguían violándose los dere-chos de los niños discapacita-dos. Que eran escondidos, no recibían la atención médica que necesitaban y no les per-mitían ir a la escuela ni jugar.

Huduma ya WalemavuElifrieda le preguntó a Anna si quería participar en la crea-ción de un proyecto para niños discapacitados de los pueblos masái, que se llamaba Huduma ya Walemavu (Atención al discapacitado).

– Acepté de inmediato. ¡Era justo eso lo que había estado esperando! Ahora esperaba

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poder hacer por los niños dis-capacitados más de lo que había podido hacer por Nauri cuando era pequeña.

En 1990, Anna empezó a visitar los pueblos y a contar sobre los derechos de los niños discapacitados. Al mis-mo tiempo, buscaba niños que necesitaran ayuda. Uno de los primeros niños que encontró fue la huérfana Paulina, de 15 años, que había sido afectada por la polio y no podía caminar. Tenía que arrastrarse por el suelo para poder trasladarse. Anna creyó que sería fácil convencer a los jefes del pueblo de que

Paulina podría tener una bue-na vida si tan sólo recibiera la operación justa. Que les pare-cería bien. Pero Anna se equi-vocó.

No se rindió– No sabían que los niños dis-capacitados podían ser opera-dos y mejorar, y no me creye-ron. Como vivían lejos de los hospitales, no sabían leer ni tenían dinero para comprar una radio, nunca lo habían oído. Y en caso que fuera cier-to, les parecía desperdiciar el dinero. Aun así, esos niños nunca iban a poder ayudar con el ganado ni ir a la escue-la. Pero el problema más grande era que yo era mujer. En nuestra sociedad, las muje-res simplemente no tienen voz, así que no me tomaron en serio.

Anna no se rindió. Tal como había desafiado a la mamá de Nauri, ahora desafió a los jefes del pueblo para ayu-dar a Paulina. El viaje hasta el pueblo tomaba cuatro horas, pero en dos semanas, ¡Anna viajó hasta allí cinco veces! En cada encuentro, explicaba los derechos del niño y que habían logrado coordinar una operación gratuita para Paulina. Y al final logró con-vencer a los hombres.

– ¡Me alegré tanto! Pero el

problema no había termina-do. Había reservado una habi-tación para Paulina en un sen-cillo hotel de la ciudad, donde ella podría vivir antes y des-pués de la operación. Pero cuando entré cargando a Paulina en la recepción, el personal me miró como si ella fuera un animal. Y se negaron a recibirla.

La casa de AnnaAnna era una mamá separada con seis hijos y vivía en una

De regreso al pueblo– Nuestra meta siempre es que los niños regresen a su pueblo y lleven la misma vida que el resto de la familia. Que los niños puedan ir a la escue-la con los demás y sean parte de la sociedad, dice Anna, que aquí visita el pueblo de Lomniaki.

¡Bienvenido!

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casa pequeña. Pero de todos modos llevó a Paulina a casa consigo. No había otra solu-ción.

– Mis hijos tuvieron que compartir las camas para que Paulina pudiera tener una propia. Los chicos estuvieron un poco disconformes al principio, pero lo entendieron luego de que se los expliqué. Bañé a Paulina y le di ropa nueva y limpia. Como ella no podía sentarse a comer a la mesa, todos nos sentamos y

cenamos en el piso, para que Paulina no se sintiera sola.

Cuando terminó la opera-ción, Paulina regresó a la casa de Anna. Lentamente empe-zó a aprender a sentarse y

¡Juego importante!– Cuando era pequeña, siempre recibí el amor de mis padres y podía jugar mucho con mis amigos. Para un niño, eso es increíblemente impor-tante. Estar solo y apartado es lo peor que un niño pueda vivir. Por eso el juego y la cercanía son tan importantes para nosotros en el centro, dice Anna.

150 millones de niños discapacitadosSegún la Convención de los Derechos del Niño de la ONU, los niños discapacitados tienen los mis-mos derechos que los demás niños. Tienen derecho a recibir más apoyo y ayuda para tener una buena vida. Pese a esto, los niños dis-capacitados están entre los más excluidos, no sólo entre los masái de Tanzania, sino en todo el mundo. Hay 150 millones de niños discapacitados en el mundo, se cree que 2 millones de ellos viven en Tanzania.

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pararse. Luego de algunas semanas empezó el entrena-miento para caminar con las muletas que le compró Anna.

– Ella estaba más que feliz, ¡y yo también! Cuando Paulina viajó a su casa tres meses más tarde y pudo entrar caminando en el pue-blo, ¡la gente empezó a llorar de alegría!

Aunque Anna estaba alegre de que Paulina pudiera cami-nar, sabía que tenía que reci-bir educación para poder arreglárselas sola en el futuro.

– Paulina quería ser costure-ra, así que la ayudé a anotarse en un curso. ¡Era muy capaz!

Centro en MonduliEl rumor sobre Paulina corrió entre los pueblos. La gente empezó a atreverse a contar sobre sus hijos discapacitados y quería recibir ayuda. Anna viajaba largos días para llegar

a ver a los niños de los pueblos alejados que necesitaban su ayuda. En cada viaje recibía más y más niños.

– Pero los hoteles seguían negándose a recibir a los niños, así que tenían que vivir en mi casa. Aunque teníamos colchones en el piso y varios niños dormían en la misma cama, al final se volvió insos-tenible. Escribimos a amigos y organizaciones de Tanzania y de Alemania diciendo que necesitábamos dinero para levantar una casa propia don-de poder ocuparnos de los niños.

Primero recibieron dinero que posibilitó alquilar un par de habitaciones con lugar para doce niños. También alcanzó para contratar una enfermera más y por primera vez, Anna recibió un pequeño sueldo. Antes, ella y su familia vivían de su pequeño huerto.

– Todo el tiempo llegaban más niños y pedimos más dinero. La organización Caritas de Alemania nos ayu-dó y en 1998 estuvo listo nuestro propio centro en Monduli.

Contrataron fisioterapeutas y enfermeras. Pero también maestros, pues Anna sabía que los niños a los que ayuda-ban casi nunca iban a la escue-la. Había lugar para 30 niños,

pero a veces vivían allí 200 niños a la vez.

– Aunque no tuviéramos lugar, recibíamos a todos los niños. Las familias eran tan pobres que no podían pagar para que los niños se queda-

Anna juega con los niños en su propia escuela en su pueblo.

No sólo los masái– Al principio trabajábamos sólo con niños masái, pero ya no. Nos ocupamos de todos los niños que necesitan nues-tra ayuda, sin importar a qué etnia o religión pertenezcan. Aquí hay tanto musulmanes como cristianos, también niños que huyeron de las guerras en nuestros países vecinos. ¡La lucha por los derechos del niño no tiene fronteras!, dice Anna.

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Naimyakwa ran con nosotros, pero nunca rechazamos a ninguno.

Han pasado 20 años desde que Anna ayudó a Paulina, y desde entonces 12.500 niños discapacitados han logrado tener una vida mejor gracias a Huduma ya Walemavu. Actualmente trabajan 30 per-sonas en la organización.

La nueva escuela– Quería asegurarme de que el trabajo por los niños iba a continuar después de mí. Por eso le entregué la responsabi-lidad a una mujer fantástica que se llama Kapilima y me jubilé en 2007, cuenta Anna.

Cuando Anna se jubiló, siguió luchando por los niños excluidos. Ha levantado una escuela en su pueblo natal para niños que de otro modo nunca podrían ir a la escuela. Puedes visitar la escuela de Anna en la página 68.

Anna rescató a

Viajamos con nuestra clínica móvil a una zona donde vivía una

pequeña niña huérfana con parálisis cerebral. Muchos niños discapacitados vinie-ron a vernos durante el día, pero Naimyakwa no llegó junto a sus hermanos mayo-res con sus familias como acostumbraba. Cuando pre-gunté si alguien sabía dónde

estaba, una mujer dijo que la familia se había marchado con el ganado para intentar encontrar pasturas frescas, ya que había sequía.

Tuve una sensación de inquietud en el estómago. Sabía lo difícil que le resul-taba moverse a Naimyakwa, así que me pregunté cómo habían hecho para llevarla con ellos. Sentí que debía ir

a su pueblo a echar un vista-zo. Sólo para estar segura.

Estacionamos el jeep bajo un árbol y caminamos el último trecho hacia el pue-blo. Había un silencio total. No vimos ni una sola perso-

– Nunca voy a olvidar cuando encontré a la pequeña Naimyakwa sola en el pueblo aban-donado. Tenía ocho años y yacía en el piso de una de las casas. Apenas respiraba. Había un fuerte olor a orina, pues debido a su incapaci-dad, no podía ir a ninguna parte. No creí que fuera a sobrevivir, dice Anna, a quien aún se le llenan los ojos de lágrimas al pensar en lo que ocurrió siete años atrás.

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na. El pueblo estaba total-mente abandonado. Me sentí más tranquila y pensé que la familia había llevado consigo a Naimyakwa de algún modo.

Habíamos empezado a caminar hacia el vehículo otra vez cuando oí un extra-ño quejido.

¿Un león?Primero creí que era un león. Junto a dos compañeros, nos armamos de coraje y entra-mos de nuevo en el pueblo. Cuando pasamos por una de las casas volvimos a oír el extraño ruido. Tenía miedo, pero con cuidado asomé la

cabeza y pregunté si había alguien ahí. Recibí un peque-ño quejido como respuesta.

Primero no vi nada. Pero luego mis ojos se acostum-braron a la oscuridad y nunca voy a olvidar lo que vi. En el piso de tierra yacía Naimyakwa totalmente quie-ta y apenas respirando. Olía a excremento, pues debido a su discapacidad ella estaba totalmente desvalida. Junto a ella había una calabaza que había contenido leche. Estaba vacía, pero pude sentir el olor de la leche vieja. Y había una calabaza donde quedaba poca, poca agua.

El guardarropas de Naimyakwa

Parálisis por daño cerebral

– ¡Me encanta la ropa! Cuando sea grande quiero ser costurera y coser mis propios vestidos. Guardo mi ropa en mi armario, aquí en el dormitorio.

La parálisis cerebral ocurre durante el embarazo, en el momento del parto o antes de que el niño cumpla los dos años de edad. Las causas más comunes son la falta de oxígeno y las hemorragias cerebrales. Algunos niños sólo tienen una discapacidad leve, mientras que otros sufren parálisis. Además de la dis-capacidad motora, muchos que tienen parálisis cere-

bral padecen otro tipo de discapacidad como la epi-lepsia, dificultades en el habla y daño de la visión. No se puede curar a alguien que tiene parálisis cerebral, pero con la ayuda de la fisioterapia, la terapia ocu-pacional y el entrenamiento se puede mejorar la vida del afectado todo lo posible.

– La parálisis cerebral es muy común aquí, pues los daños a menudo aparecen

cuando hay problemas en el parto. Muchos viven tan lejos de los hospitales y los centros de salud que no llegan a tiempo o bien no tienen dinero para viajar hacia allí al momento de dar a luz, dice Anna Mollel.

Si un niño nace con pará-lisis cerebral, los padres, los vecinos y los dirigentes del pueblo pueden asistir a un curso de dos semanas en el centro Huduma ya

Walemavu y aprender cómo ocuparse del niño de la mejor forma. Se enseñan ejercicios sencillos y fisio-terapia que es buena para el desarrollo del niño. En Huduma ya Walemavu ofrecen estos cursos por-que quieren que todo el pueblo tenga mayor cono-cimiento y así facilitar que sientan una responsabilidad común por el niño.

– Esta es mi hermosa falda. Me la regaló el pastor.

–Una chica de Canadá que nos visitó me dio este hermoso vestido…

…¡y estos hermosos zapa-tos plateados! ¡En verdad es mi amiga!

…y el pantalón de gimnasia me los dieron Anna y Huduma ya Walemavu.

– El suéter polar…

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Naimyakwa estaba muy débil y apenas notó que está-bamos allí. Nadie podía decir cuánto tiempo había yacido allí, pero supusimos que al menos una semana, pues ya estaba muy deshidratada y delgada. ¿En verdad la fami-lia la había dejado allí? Estaba acostumbrada a que las familias dejaran a sus hijos discapacitados en el centro y a que luego no volviéramos a ver a los padres. ¿Pero dejar a un niño así? Era lo que pasa-ba hace mucho tiempo.

Naimyakwa rescatadaMe senté de rodillas junto a Naimyakwa, me incliné hacia su oído y le pregunté si estaba sola. Asintió con la cabeza. Luego le pregunté si quería que la llevara al centro para que pudiéramos ocuparnos de ella. Volvió a asentir. Sí que-ría. Lloré. Todos mis compa-ñeros de Huduma ya Walemavu lloraron. Mientras sostenía en mis brazos a Naimyakwa, pensé que aun-

que otros no le habían dado el amor que necesitaba, yo iba a hacerlo. Iba a amar a esa niña.

Más tarde nos dimos cuenta de que Naimyakwa nunca había entendido que la familia había partido en un largo viaje. Estaba acostada esperando que regresaran como de costumbre. Día tras día. Noche tras noche. Pero ellos nunca fueron. No regre-saron sino hasta dos meses después, cuando empezaron las lluvias. Si no hubiéramos ido al pueblo, Naimyakwa habría muerto de hambre y deshidratación.

El instante en el que halla-mos a Naimyakwa es uno de los peores que he vivido. Al mismo tiempo, sentí que me daba una fuerza enorme para soportar seguir luchando por el derecho de ella y de los demás niños expuestos a tener una buena vida. Allí y en ese momento decidí seguir luchando por sus derechos hasta la muerte.”

Anna no defrauda a nadie

El día de Naimyakwa en el centro de Anna

En el centro viven unos 30 niños. Algunos esperan una operación, otros fueron operados y reciben rehabilitación (fisioterapia y entrenamiento). Algunos niños tienen vacaciones de su escuela internado y pasan algunos días en el centro. Y hay niños como Naimyakwa, para los que el centro es su hogar.

– Naimyakwa vino hace siete años y aún sigue aquí. Nunca enviamos de vuelta a un niño si no estamos totalmente segu-ros de que será bien cuidado. De otro modo, intentamos encontrar una nueva familia para el niño. Pero muchos son pobres y es difícil ocuparse de un niño con una discapacidad tan seria. Sólo desplazarse en la arena con la silla de ruedas de Naimyakwa en su pueblo es casi imposible. Seguir los traslados de la familia con el ganado es aun más difícil, dice Anna.

06.00 ¡Buenos días!Las mamás de la casa, que duermen en los dormitorios de los niños, despiertan a Naimyakwa y a sus amigos. Cuando Naimyakwa llegó aquí, apenas podía usar los brazos y las manos. Le resultaba imposible cepillarse los dientes, vestir-se y comer sola. Luego de mucho entrenamiento, ahora su vida es totalmente diferente. Aquí se cepilla los dientes jun-to a sus amigas, Modesta, de 13 años, y Mdasat, de 11 años.

07.00 DesayunoEn el desayuno sirven gachas de maíz Uji.

08.00 Reunión matutinaCada mañana, todos se reúnen en la sala de reuniones a rezar y hacer gimnasia.

08.30 Ronda matutinaEl personal habla con cada niño y decide si necesita ir con el fisioterapeuta o la enfermera, o si puede ir directamente a la escuela del centro. Naimyakwa muestra que puede ponerse sola su camiseta. Cuando lo hace, pueden ver qué ejercicios de fisioterapia necesita para estar aún mejor.

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09.00 1: EscuelaNaimyakwa es ayudada por la maestra Flora Moses Kiwelu. Cuando los niños terminan el tratamiento, reci-ben ayuda para empezar a ir a la escuela común de su pueblo o a una escuela especial, como las escuelas internado para niños con discapacidad visual o mental.

3: Centro de saludLoserian Simanga, de 11 años, con la enfermera Veronica Kirway, que lava y venda las heridas de su operación.

4: OrtopedistaLa ortopedista Mireille Eusebius Kapilima le prueba nuevas tablillas para las piernas a Modesta Cryspin, de 13 años. En el centro se fabrican tanto las tablillas como las prótesis.

5: Tareas domésticasNeema Mevukori, de 11 años, y algunos de sus amigos, cortan la verdura sukumawiki en la cocina. Hoy es su turno ayudar a preparar la comida.

– Me parece divertido aprender a cocinar. Así puedo ayudar mejor a mi familia cuando voy a casa

6: Taller de recursosEn el taller de recursos, Kadogo Songura reci-be la ayuda de Loshilari para ajustarse las muletas.

– Tuve una enferme-dad infecciosa en una pierna cuando era pequeño. Al llegar aquí, la pierna estaba tan dañada que hubo que amputarla. Luego me pusieron una próte-sis y empecé el entre-namiento para cami-nar. Ha sido muy difícil, pero ahora empieza a salir bien de verdad, cuenta Kadogo.

2: FisioterapiaNaimyakwa recibe media hora de fisioterapia todos los días para poder arreglárselas mejor sola en el futuro. Es ayudada por las fisioterapeutas del centro, Eva Paul Mush y Anna Njuu (de trenzas).

10.00 ¡Recreo y juego!Los recreos y el juego son impor-tantes. Los niños se divierten y su cuerpo se ejercita al hacer distintos movimientos. Naimyakwa intenta atajar y arrojar la pelota.

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12.30 Almuerzo– Mi plato favorito es frijoles con arroz. Lo comemos dos veces por semana, dice Naimyakwa.

16.00 Tiempo libre y lavadoLa mayoría juega al fútbol, se hamaca, sube al carrusel o sólo charla. Los que lo necesitan, lavan la ropa. El lavado tam-bién es parte del tratamiento en el centro. Los niños practi-can movimientos del cuerpo útiles a la vez que aprenden algo que es importante saber.

18.30 Cena

13.30 Escuela y lavado de platosTodos los días, algunos chicos ayudan a lavar los platos antes de regresar al aula. Hoy es el turno de Tuplwa Longorini, de 12 años, Rebeca Peter, de 16 años, y Kadogo Sungura, de 19 años.

20.00 NoticiasTodas las noches los chicos miran las noticias. Anna y los demás de Huduma ya Walemavu opinan que es importante que los chicos sepan lo que ocurre en Tanzania y en el mundo. Pero por supuesto también pueden ver películas y programas divertidos.

21.00 ¡Buenas noches!– Que duermas bien, dice la mamá de la casa Halima Mkopi acariciando a Naimyakwa en la mejilla. Halima duerme junto a los niños para poder oír si alguien necesita ayuda o consuelo durante la noche. Hay tres dormitorios y duerme una mamá de la casa en cada uno.

¡Esfuércense, papás!– No me gustan los papás que no se hacen responsa-bles cuando tienen un hijo discapacitado. Lamentablemente, aquí es muy común que los papás abandonen a sus hijos cuando esto ocurre. Tanto la mamá como el papá deben ocuparse juntos de estos niños, que son más vulnerables, dice la mamá de la casa y cocinera Martha Lota.

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Endeshi

Clínica sobre cuatro ruedas llega a 51 pueblos

no sabe ningún idioma

Huduma ya Walemavu trabaja en una zona grande y poco poblada del nordeste de Tanzania, que se compone de sabanas, estepas y monta-ñas. La mayoría de los habitantes vive en peque-ños pueblos a los que a menudo no llega ningún camino.

– Como las familias suelen ser muy pobres y no tienen dinero para venir a vernos, en su lugar nosotros visitamos a los niños discapacitados en los pueblos, dice Anna.

El trabajo de Huduma ya Walemavu alcanza 51 pueblos. Tienen una “clínica móvil” en la que las enfermeras y los fisioterapeutas viajan por el lugar con un jeep de tracción total, para llegar a todos los niños que de otro modo nunca recibi-rían ayuda. Se necesitan más de dos días para llegar al pueblo más lejano. Cada pueblo es visitado una vez cada tres meses.

Bajo un árbol en un pequeño pueblo, los niños discapacita-dos y sus padres hablan con el personal de Huduma ya Walemavu. Allí está una pequeña niña sorda de 8 años llamada Endeshi. No sabe ningún idioma, pero su mamá, Nailolie Lebahati, cuenta:

– Esther y Loito, los dos her-manos mayores de Endeshi, también son sordos y siem-pre recibimos la ayuda de Huduma ya Walemavu para que pudieran ir a una escue-la para chicos sordos. Sé que ir a la escuela es el dere-cho de todos los niños, pero no tengo dinero para pagarla yo misma, ¡así que estoy increíblemente agradecida!

– Ahora quiero que tam-bién Endeshi pueda ir a la escuela y aprender un idio-ma. Tiene derecho a hablar con los demás y explicar lo que piensa y opina. A no estar aislada como ahora. Vine aquí para preguntar si Huduma ya Walemavu tam-bién puede ayudar a Endeshi. ¡Y sí pueden! ¡Estoy muy feliz!

Sueños para el futuroLa hermana mayor de Endeshi, Esther, de 18 años, y su hermano Loito, de 15 años, saben el lenguaje de señas y cuentan sus sueños para el futuro:

– Quiero ser enfermera, dice con señas Esther.

– Yo aún no me decidí, dice con señas Loito.

Mamá Nailolie se entriste-ce un poco al ver a sus hijos hablar sobre el futuro.

– Pensar que no tenemos idea de lo que sueña Endeshi. Ojalá que pueda contarlo después de haber ido a la escuela por un tiem-po. ¡Quiero saber lo que sueñas!, dice Nailolie mien-tras abraza a Endeshi.

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LoekuClínica sobre cuatro ruedas llega a 51 pueblos

quiere ser presidente

Anna apoya los sueñosLos hermanos menores, Tetee y Phillipo, de 16 y 15 años, sueñan con ser maestros cuando sean adultos.

– Sin Anna, un sueño así nunca podría hacerse realidad. Pero como Huduma ya Walemavu me ayuda, creo que es totalmente posible, dice Tetee.

Habrían tenido que mendigar– Si Anna no nos hubiera ayu-dado, nuestra vida habría sido terrible. Habríamos tenido que mendigar en las calles para tener algo que comer, dice Loeku.

La clínica móvil se detiene en el pueblo donde viven los tres hermanos ciegos Loeku, Tetee y Phillipo. Son huérfanos y reciben la ayuda de Huduma ya Walemavu para ir a una escuela internado. Por lo común, los hermanos viven en la escuela, pero ahora son vacaciones y Anna quiere ver que estén bien en casa de su abuela y su abuelo. Loeku, el her-mano mayor, cuenta:

“Nunca podríamos haber ido a la escuela si no hubiera sido por Anna. Tanto porque somos discapacitados como por ser de una familia pobre. Si una familia pobre tiene dos hijos, uno de ellos es discapacitado y sólo tienen dinero para enviar a un hijo a la escuela, siempre es el hijo ‘sano’ el que puede empezar.

La mayoría piensa que no tiene sentido enviar a la

escuela al hijo discapacita-do, pues no creen que pueda lograr nada. Muchos creen que si un chico no puede ver o tiene alguna otra discapa-cidad, entonces su cabeza también está mal. Y enton-ces piensan que el niño nun-ca va a poder trabajar, ganar dinero y ayudar a su familia. Por eso opinan que enviar a la escuela a un chico así es desperdiciar el dinero. Con nosotros fue exactamente igual. Enviaban a la escuela a los demás niños del pueblo, pero no a nosotros.

Anna le dio la oportunidadLuego vino Anna y nos dio la oportunidad de tener una buena vida. Recibimos bue-na atención médica y la posi-bilidad de ir a una escuela para niños ciegos. Huduma ya Walemavu ya nos ha ayu-dado económicamente por siete años. La abuela y el abuelo nunca podrían haber-lo hecho.

En el centro de Anna aprendimos que lo que tuvi-mos que pasar, no poder ir a la escuela, es discriminación

y una violación de nuestros derechos. Todos los niños tienen derecho a ir a la escuela. ¡Todos los niños tienen el mismo valor! Ahora les digo esto a todos los que conozco. Espero que esto pueda hacer que de a poco la vida sea mejor para los discapacitados. Que sea-mos tratados con respeto y se respeten nuestros dere-chos, como los de los demás. ¡En el futuro quiero ser presidente y luchar por los derechos de todos los niños de Tanzania!”

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Lomniaki estaba escondido

Lomniaki nació con las piernas dobladas en la dirección incorrecta. Le resultaba difícil sen-tarse y no pudo aprender a caminar. Su papá no quería que los demás del pueblo lo vieran, así que encerraba a Lomniaki en la casa. No podía jugar con otros niños ni ir a la escuela.

– No me tenían en cuenta. Era como si no fuera una verdadera persona. Pero luego vino Anna Mollel y me rescató. Me dio una nueva vida y la amo por eso, dice Lomniaki Olmodooni Mdorosi, de 15 años.

Lomniaki como alumno del internado de la ciudad…

Cuando Lomniaki era pequeño, se quedaba todo el día solo acosta-

do en la casa oscura. Oía cómo los demás niños del pueblo reían y jugaban afue-ra. No había nada que deseara más que poder estar con ellos. A veces cerraba los ojos y casi creía que en verdad lo estaba. Se ponía igual de triste cada vez que entendía que seguía sin poder usar las piernas, sino que estaba acostado y una pared de barro lo separa-ba de los otros niños.

– En realidad no sé por qué

papá no quería que los demás me vieran, pero creo que se avergonzaba de que hubiera un niño discapacitado en la familia. Por eso me prohibió salir. Mamá no pensaba así para nada, pero era papá quien decidía. Mamá no podía decir nada al respecto. Pero a veces, cuando papá salía con el ganado, ella me cargaba a escondidas y me dejaba un rato bajo un árbol en el pueblo. Allí veía cómo los demás niños jugaban jun-tos. Pero no había ninguno que jugara ni hablara conmi-go, cuenta Lomniaki.

Odió al papáCuando todos los chicos del pueblo empezaron la escuela, Lomniaki no pudo a causa de su papá.

– Dijo que yo era deforme. Y que no entendía qué sentido tenía que yo fuera a la escuela, ya que nunca iba a poder cui-dar el ganado, conseguir un empleo ni ganar dinero para ayudar a la familia cuando él

fuera anciano. Además dijo que se vería obligado a car-garme a la escuela porque yo no podía caminar. Entonces

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Los derechos de las chicas– ¡Pensar que no tenía importancia que mamá opinara que yo debía jugar con los demás y poder ir a la escuela! Era papá quien decidía. Punto final. Los puntos de vista de mamá no eran importantes. Anna Mollel me enseñó que eso está muy mal. Los varones y las chicas tienen el mismo valor y por lo tanto deben tener el mismo derecho a expresar su opinión y ser escucha-dos. Tenemos los mismos derechos. Como abogado, los derechos de las niñas son algo por lo que en verdad lucharé en el futuro.

…y como pastor masái en la sabana.

odié a papá. Lo odié porque me arruinó la vida.

Al final, su mamá Paulina no lo toleró más. Se sentía tan

demás. Daba lo mismo que estuviera muerto.

Anna Mollel– Mi nombre Lomniaki sig-nifica “bendición”, pero yo

mal por el modo en que Lomniaki era tratado que se decidió a dejar a su esposo. Un día cargó a Lomniaki a sus espaldas y dejaron el pue-blo para siempre. Paulina caminó por la sabana hacia el pueblo de sus padres y allí los recibieron cálidamente el abuelo de Lomniaki y los tíos maternos con su familia.

Podía estar muertoAl principio, Lomniaki opi-naba que todo era mucho mejor. No estaba encerrado en la casa y conoció a otras personas que eran buenas con él y que le hablaban. Su mamá o sus tíos lo llevaban afuera por la mañana y lo acostaban en un cuero de vaca bajo la gran acacia, para que no se sintiera solo. Pero aunque lo pasaba bastante bien, poco a poco empezó a sentirse justa-mente solo bajo el árbol. Y diferente.

– Como no podía partici-par, correr y jugar, los demás niños muy pronto se aburrían

de estar conmigo. Se iban corriendo. Y cuando iban a la escuela, yo quedaba allí bajo el árbol. Para mí era imposi-ble ir a la escuela, pues queda-ba muy lejos. Los adultos tampoco tenían mucho tiem-po para mí. Los hombres salían con el ganado y en el pueblo, las mujeres trabaja-ban duro en la casa.

Además, Lomniaki necesi-taba ayuda con todo. Para vestirse, comer, moverse e ir al baño.

– Era embarazoso no poder arreglármelas solo y me sen-tía cada vez más deprimido. A menudo pensaba en por qué mi papá se avergonzaba de mí y por qué justo yo había naci-do así. Lentamente entendí cómo iba a ser mi vida. Nunca iba a poder jugar y estar con los demás del pueblo de ver-dad. Y nunca iba a poder ir a la escuela. Nunca tendría un empleo ni podría ocuparme del ganado de la familia. Me parecía injusto y sentía que yo no valía lo mismo que los

El árbol de la vidaAnna Mollel va de visita a la casa de Lomniaki. Se sientan bajo la gran acacia y hablan. Anna quiere saber cómo está y si hay algo que necesite.

– Al principio, este era el árbol de la decepción. Era aquí donde quedaba acostado solo mientras los otros juga-ban o iban a la escuela. ¡Pero ahora lo veo como un buen lugar, donde Anna me rescató y empezó mi nueva y verdade-ra vida!, dice Lomniaki.

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Protección contra anima-les salvajesCuando Lomniaki sale con el ganado, lleva consigo su cayado, su cuchillo y a veces un mazo, por si debe pro-teger al ganado de los animales salvajes.

Leones y hienas– Los elefantes y las jirafas a menudo pasan por afuera, y las hienas vienen por aquí todas las noches. Adoro a los animales salvajes que hay aquí, pero para que los animales carnívoros ham-brientos no puedan acercarse al ganado, hicimos una barrera de fuertes arbustos espinosos alre-dedor de todo el pueblo. Más lejos, hacia las montañas y la selva hay leones, guepardos y leo-pardos. Cuando salía con el ganado y veía un león, ¡me asustaba mucho y corría! Cuando sea mayor, me darán una lanza como a todos los demás guerreros masái. Entonces quizá sea más valiente, dice Lomniaki riendo. Aquí, su tío Simon entrena con la lanza.

Juntos– Cuando regreso a casa en las vacacio-nes, ahora puedo cuidar el ganado de mi familia, igual que los demás chicos de mi edad del pueblo. A menudo lo hacemos juntos. El ganado es una de las cosas más importantes para los masái y poder trabajar con los animales significa mucho para mí, dice Lomniaki. Lleva a pastar las cabras junto a sus amigos Juma (de rojo) y Musa, ambos de 16 años.

pensaba que había un error en alguna parte. El nombre había sido pensado para otro chico. Yo no era una bendi-ción. Era una maldición.

Pero había alguien que había oído hablar de Lomniaki, que consideraba que tenía el mismo valor que todos los demás y que no pen-saba rendirse hasta que Lomniaki tuviera una buena vida. Se trataba de Anna Mollel.

– Nunca olvido la tarde en la que Anna vino al pueblo por primera vez. Yo tenía casi diez años y estaba solo dur-miendo bajo el árbol, pero me desperté sobresaltado al oír el ruido de un jeep. Como nun-ca había visto un auto, me aterroricé al verlo acercarse a mí. Grité y lloré. Bajó una mujer, se acercó a mí y se sen-tó. Sonrió, me acarició con cuidado la cabeza e intentó consolarme. Dijo que no tenía que tener miedo y que había venido a ayudarme. Era Anna.

Anna le contó a Paulina, la mamá, que Lomniaki podía someterse a una operación que haría posible que camina-

ra totalmente solo. También le contó que era muy posible que Lomniaki empezara la escuela como todos los demás chicos.

– Mamá se puso muy feliz y quería que Anna me llevara de inmediato. Pero como mis tíos no estaban en casa, no pudo ser. Mamá debía tener el permiso de sus hermanos y Anna tuvo que irse sin mí.

La tercera es la vencidaAnna sabía que cuanto más creciera Lomniaki, más difí-cil sería corregir sus piernas. Si no lo operaban pronto, el daño iba a ser peor y nunca iba a aprender a caminar. Había prisa. Así que en lugar de esperar tres meses, cuando en realidad sería el momento en que la clínica móvil visita-ría nuevamente el pueblo, ella regresó sólo una semana más tarde para hablar con los tíos. Se sentaron bajo la acacia y Anna les explicó acerca de la operación y del futuro de Lomniaki a los tíos y al abue-lo. Lomniaki nunca había vis-to algo así.

– Nunca antes había visto a una mujer que se animara a

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Lomniaki Olmodooni Mdorosi, 15

hablarle de ese modo a los hombres. Tampoco había vis-to nunca a los hombres escu-char a una mujer como lo hicieron mis tíos bajo el árbol. Anna en verdad era diferente.

La familia de Lomniaki aportaría algo de dinero para cubrir una parte de los costos de su alimentación en el cen-tro. Como no tenían dinero en ese momento, decidieron que Anna regresara luego de tres semanas a recoger a Lomniaki.

Mientras esperaba el regre-so de Anna, Lomniaki empe-zó a atreverse a tener esperan-zas de que en verdad su vida cambiaría. Pero la esperanza de una vida mejor llegó a morir antes de que se cum-plieran las tres semanas. Cuando Anna regresó por tercera vez, la mamá Paulina le contó desesperada que la familia no había logrado reu-nir el dinero que se necesita-ba. No podían pagar.

- Recuerdo que entonces Anna me miró y dijo: “Tranquilo, Lomniaki. Está bien. Por supuesto que te ayu-daré de todos modos. ¡Lo solucionaremos de algún

modo!” Primero creí que bro-meaba, pero no lo hacía.

Esa misma tarde, Anna subió a Lomniaki al jeep. El viaje hacia su nueva vida había comenzado.

Uno de la pandillaEn seguida, Lomniaki se sin-tió muy a gusto en el centro de Anna. Además de que Anna y las mamás de la casa hacían todo lo posible para que lo pasara bien, finalmente pudo empezar la escuela y aprender a leer y escribir. Allí también aprendió sobre los derechos del niño. Y por pri-mera vez en su vida, conoció a otros niños con discapacida-des.

– Me sentí muy bien al conocer a todos. En casa siempre había sido el único niño con discapacidad. Siempre había estado solo y me sentía afuera. En el centro hice pronto muchísimos bue-nos amigos nuevos. Podíamos hablar de todo porque nos entendíamos muy bien unos a otros. Y no me quedaba acos-tado solo como en casa, sino que siempre había alguno de mis nuevos amigos que me

llevaba en una silla de ruedas para que pudiera participar. Por primera vez en la vida no me sentí diferente, sino uno de la pandilla. ¡Fue una sensa-ción fantástica!

Luego de dos semanas, Lomniaki fue sometido a la operación en el hospital de la ciudad. Cuando regresó al centro empezó a hacer fisiote-rapia y entrenamiento para caminar.

– La primera semana me dolían las piernas y me caía todo el tiempo. Pero mejoré cada vez más y pronto pude caminar con muletas. Luego de entrenar un año, me ani-mé a dejar las muletas en fisioterapia y al fin pude caminar totalmente solo. ¡Fue el día más feliz de mi vida!

Quiere ser abogadoLuego de un año más, las piernas de Lomniaki estaban tan bien que pudo dejar el centro. Entonces Anna lo ayudó para que empezara a ir a la escuela. Primero pensa-ron en la escuela de su pueblo, pero entendieron que él tend-ría que caminar demasiado.

AMA: Estudiar y aprender sobre el mundo. Geografía e historia.ODIA: No poder participar. Estar solo no es vida.LO MEJOR: Cuando Anna me dio la posibilidad de operarme e ir a la escuela. Poder ser una persona común, una persona de verdad.LO PEOR: Que se violaran mis derechos cuando era pequeño. Me escondían y no me dejaban ir a la escuela.ADMIRA A: ¡Anna Mollel, por supuesto! Me salvó la vida.QUIERE SER: Abogado y luchar por todos los niños que me necesiten.SUEÑO: Que todos los niños discapacitados de todo el mundo puedan tener una buena vida y ser felices.

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– Mis piernas no eran lo suficientemente fuertes para que yo soportara caminar hasta la escuela por la estepa, además de que no habría teni-do oportunidad de escapar si venían animales salvajes. Así que en su lugar, Anna me ayu-dó a empezar en un internado de la ciudad. Ahora voy a pri-mer año del secundario y Huduma ya Walemavu sigue pagándome todo. El unifor-me, los libros, ¡todo! Y estoy muy agradecido por eso. Si no

lo hubieran hecho, nunca habría tenido la oportunidad de ir a la escuela.

Lomniaki adora ir a su casa en el pueblo en las vacaciones, y ahora puede ayudar con el ganado sin problemas junto a sus amigos de la misma edad. Pero aun así sueña con el tiempo seguir estudiando para ser abogado.

– Quiero ser como Anna y dedicar toda mi vida a luchar por los derechos de los niños excluidos, tal como ella luchó

por mí. Imagínate que ella hizo el largo y duro viaje a través de la sabana hasta mi pueblo tres veces para resca-tarme. En verdad le importa-ba. Nunca lo olvidaré. Si Anna se hubiera dado por vencida y no hubiera regresa-do, yo aún estaría solo dentro de la casa o bajo el árbol sin poder moverme. En cambio, ella me dio una vida que vale la pena vivir.

Historias junto al fuegoLomniaki se sienta con su tío mayor, Karaine (a la izquierda) y otros hombres junto al fuego. Están asando una cabra.

– Por la noche, todas las familias se sientan en su casa en torno al fuego, preparan la comida y hablan. A menudo conta-mos historias sobre el ganado y los animales salvajes que vimos en la sabana. Me encanta, dice Lomniaki.

Técnica informáticaLa hermana menor de Lomniaki, Naraka, de 12 años, recoge agua,

ordeña y ayuda a preparar la comida todos los días.

Pero también va a la escuela.

- Ahora voy a empe-zar séptimo y en el

futuro quiero traba-jar con computa-doras, dice Naraka.

Nació con fluorosis esqueléticaLa enfermedad de los huesos con la que nació Lomniaki se llama fluorosis esquelética y es causada por la ingestión de demasiado flúor en el agua. El flúor se almacena en el esque-leto y puede causar rigidez, dolor, miembros torcidos y paráli-sis. Afecta a millones de personas en el mundo. A menudo se encuentra un contenido de flúor naturalmente alto en el agua potable al pie de altas montañas volcánicas, como en el Valle del Rift, de África Oriental, donde vive Lomniaki. Muchas de las regiones con contenido de flúor peligrosamente alto son secas, así que la gente que vive allí se ve obligada a beber el agua de todos modos. En Tanzania, más del 30 % del agua potable del país tiene un contenido de flúor demasiado alto.

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– Tras la operación, puedo bai-lar con los demás en el pueblo. Las danzas son importantes para nosotros los masái, así que eso me alegra mucho. Nunca había creído que alguna vez en la vida iba a poder parti-cipar y bailar. ¡Nunca! Pero Anna lo hizo posible.

Aquí Lomniaki baila el Longwesi, que significa Día de Semana. En la danza, los varo-nes se desafían mutuamente con altos saltos. El más alto gana. Aquí Lomniaki compite con su amigo Babu.

¡Anna le dio los saltos!

Hermosas calabazasAl regresar a casa con el ganado, Lomniaki se sienta fuera de la casa y bebe leche junto a su mamá Paulina y su pequeña hermana Nashipai, de 6 años. Beben en calabazas que Paulina decoró con hermosas perlas.

– Amo a mamá porque se atrevió a dejar a papá. Eso muestra que en verdad me ama y le importo. No he vuelto a ver a papá desde entonces.

¡Jacob quiere correr!En una cama del hospital Arusha Lutheran Medical Centre, está acostado Jacob Loishooki Lazer con ambas piernas enyesadas. Acaba de pasar por una operación igual a la de Lomniaki y está feliz.

“Al principio me dolía, pero mejoró cada vez más. Estoy muy alegre porque pronto voy a poder caminar y así podré ayudar a mi familia de verdad. Antes de venir aquí, intentaba ayudar a pastar a nuestras vacas y cabras, pero era una lucha para mí porque sentía un dolor terrible en las rodillas. Ahora, de a poco podré incluso caminar lar-gas distancias con los animales durante las sequías, cuando nece-sitan pasturas frescas. Y voy a poder jugar con mis amigos. ¡Lo que más quisiera es quitarme el yeso y correr ahora mismo con mis pier-nas sanas!”

No está soloJacob ha estado cuatro días en el hospital y todo el tiempo, las 24 horas, la mamá de la casa Neema, del centro de Anna, ha estado con él.

– Es muy importante que los niños no se sien-tan solos. Le cuento historias, leo libros y lo con-suelo cuando lo necesita, dice Neema Eliphas Mollel.

– Cuando te vayas de aquí, debes cuidarte las piernas. Es importante que te mantengas limpio para que las heridas no se infecten, ¿de acuerdo? Dentro de seis semanas, vendrás aquí. Si todo está bien, quitaremos el yeso y entonces podrás empezar con la gimnasia de rehabilitación y el entrenamiento para caminar en el centro, dice la enfermera Lilian Michael.

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Anna y su escuela para todos En una pequeña colina de Moivo, el

pueblo natal de Anna Mollel, está la pequeña escuela que ella creó en 2009, cuando se jubiló de Huduma ya Walemavu y volvió a mudarse a su pueblo. En maa la escuela se llama Engilanget, la escuela de la luz. Los 25 alumnos vienen de familias muy pobres. Muchos son huérfanos, algu-nos son discapacitados, otros tienen vih. Para Anna todos los niños son bienvenidos. En especial, los niños de los que nadie más quiere ocuparse.

– Sabía que muchos niños discapa-citados no tenían la oportunidad de ir a la escuela a la que iban la mayoría de los niños. Quedaba demasiado lejos y era muy costosa. Es muy injus-to, y decidí crear una escuela adonde los niños discapacitados asistieran junto a niños sin discapacidad. Una escuela donde los niños aprendieran a entender que todos valemos lo mis-mo, tenemos los mismos derechos y la misma necesidad de ser amados, dice Anna.

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“¡Prohibido gol-pear a mis niños!”– Está prohibido golpear a los niños en mi escuela. Nunca se debe gol-pear a los niños. Nunca se debe asustar a los niños. Sólo explicar y amar. Un niño que es golpeado va a golpear a otros. El castigo físico es común en las escuelas de Tanzania, pero si un maestro golpeara a alguno de mis niños, ¡él o ella sería despedi-do de inmediato!, dice Anna.

Clase sobre derechos del niñoEs lunes por la mañana y como de costumbre, Anna se encuentra con los chicos en la pequeña escuela:

– Buenos días a todos, ¿cómo están?, pregunta Anna.

– ¡Buenos días, abuela! ¡Estamos bien!, contesta la clase entusiasmada.

– ¡Bien! ¿Se divierten en la escuela?

– ¡Sí, abuela!– ¡Bien! ¿Se cuidan unos a otros?– ¡Sí!– Bien, es muy importante.

¿Alguno puede contarme cuáles son los derechos que tienen los niños?, pregunta Anna.

Inmediatamente, los niños empie-zan a agitar la mano. Hay muchos que quieren responder.

– Poder ir a la escuela, dice Theresia, de 12 años.

– Poder ir al hospital si uno lo necesita, dice Baraka, de 9 años.

– Poder jugar y participar, contesta Violet, de 7 años.

– Exacto, esos son algunos de sus derechos. ¿Y cómo es para los niños discapacitados?

– Es lo mismo, abuela, contesta Violet.

– Exacto. Los niños discapacitados tienen exactamente los mismos dere-chos que los demás. Poder ir a la escuela, recibir atención médica, jugar y ser amados. Todos fuimos creados por Dios y debemos ser tra-tados con respeto. ¡No lo olviden!, dice Anna mientras sonríe con todo el cuerpo al mirar a “sus” niños.

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¡Anna ama a todos los niños! El costurero

de Anna ayuda a los niños

Invento ingenioso

Theresia en el huerto de Anna

Rascacielos– Construimos un rascacielos, dice Fanuel.

– Sí, y cuando seamos grandes vamos a construir casas así de verdad. En la realidad nunca vimos un rascacielos, sólo en los diarios y en la TV, dice su amigo Baraka, de 9 años.

Le encanta el fútbol– En mi escuela todos pueden participar y jugar. Los demás nos agradan, dice Fanuel, que adora jugar al fútbol en los recreos.

“Soy feliz cuando voy a la escuela. Aquí todos los compañeros están con todos. Siento como si fuéramos her-manos y nos cuidamos unos a otros. Soy huérfana y vivo con mi abuela. Nunca habíamos tenido dinero para ir a otra escuela. Anna me gusta mucho porque puedo venir aquí. Tiene un gran corazón y siempre nos cuida, más que otros adultos.”Theresia Edward, 12 años

– Muchos niños de mi escuela vienen de familias tan pobres que no pueden pagar ni uniformes escolares, ni libros, ni la muy baja cuota que cubre el suel-do de mis dos maestros. Tengo un pequeño costurero donde fabrico telas que se llaman koikoi, que luego vendo. Con el dinero compro unifor-mes, zapatos, libros, lapiceras y todo lo demás con lo que necesitan ayuda los niños más pobres de la clase, dice Anna.

– Esta rueca se llama chaka. La hicimos mi hijo y yo con una vieja rueda de bicicleta. No se necesita tener mucho dinero o máquinas caras para ayudar a otros. ¡Pero se necesita fantasía y ser ingenioso! Si nos sentáramos a esperar que alguien nos diera mucho dinero antes de empezar, tendríamos que esperar mucho, mucho tiempo. Hay tantos niños que necesitan nuestra ayuda. Por eso lo solucionamos así, a nuestro modo, dice Anna riendo.

– Cultivo frijoles y otras verduras que los niños comen en el almuerzo. Sé que incluso los alumnos más pobres al menos reci-ben una comida alimenti-cia al día, dice Anna.

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Sakena Yacoobi

Cuando Sakena Yacoobi es pequeña, es la única niña en la clase. Piensa: “¿Por qué las niñas no pueden ir a la escuela?”.

Al empezar la guerra en Afganistán, Sakena está estudiando en EE. UU. Quiere regresar a casa y ayudar a los más afectados por la guerra, los niños y las mujeres. Cuando pro-híben que las niñas asistan a la escuela, abre escuelas secretas.

Casi 20 años más tarde, continúa luchando por los niños de Afganistán y más de 700.000 niños han recibido la ayuda de Sakena y de su organización AIL para ir a la escuela y recibir atención médica.

L atrás, en Herat, que es

una bella y antigua ciudad. El papá de Sakena compra y vende casas, refrigeradores y

aparatos de radio del exte­rior. Su mamá es ama de casa.

Sakena es la primera hija y por mucho tiempo, la única. Por eso el papá quiere que

sea tanto una hija como un hijo para él. Cuando sólo tie­ne cuatro años, la anota en una escuela religiosa, donde es maestro un mulá o sacer­dote musulmán.

– Era la única niña en una clase de 15 alumnos. No era tímida, pero los varones podían fastidiarme. ¿Por qué una niña va a la escuela?, me preguntaban. Yo pensa­ba: ¿por qué no va a estudiar una niña? A veces los chicos me golpeaban. Cuando me quejaba ante el mulá, no les decía nada a ellos. En cam­bio, ¡se enojaba conmigo! Pero me resultaba fácil aprender. A los 6 años sabía tanto como el mulá, cuenta Sakena.

Vestida de varónDe pequeña, Sakena lleva un

NOMINADA • Páginas 70–89

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¿POR QUÉ SE NOMINA A SAKENA?Sakena Yacoobi es nominada al Premio de los Niños del Mundo 2012 por su larga y peligrosa lucha para dar a los niños y mujeres afganos el derecho a la educación, la atención médica y el conocimien-to de sus derechos.

Sakena creó su organiza-ción Afghan Institute of Learning (AIL) en 1995, bajo opresiones y en plena guerra. El régimen de los talibanes había prohibido a las niñas ir a la escuela. Pero Sakena abrió 80 escuelas secretas, formó maestros y creó bibliote-cas escolares móviles y secretas. Actualmente, Sakena y AIL dirigen cientos de escuelas, clínicas de salud y hospita-les en Afganistán y Pakistán, y han capacitado a 19.000 maestros. Cada año brindan educación y atención médica a 125.000 niños. Los maestros aprenden nuevas metodologías y han ayudado a 4,6 millones de niños a aprender habilida-des de pensamiento crítico. Mediante el trabajo de Sakena, más de 5,5 millones de niños afganos ganaron fe en el futuro y nuevas posibilidades, pese a la pobreza y a los 30 años de guerra en Afganistán.

– Un aula, una pizarra negra, algunas tizas y maestros capacitados. Es todo lo que se necesita para cambiar la vida de todos los niños de un pueblo, dice Sakena Yacoobi. Su maestra les enseña a las chicas en la sala de computación.

a historia de Sakena empieza muchos años

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pequeño chal sobre la cabeza, como deben llevar las niñas según la tradición afgana. Pero a veces el papá de Sakena la viste de varón.

– Escondía mi pelo largo bajo un gorro. Y me ponía una camisa y pantalones. ¡Zas!, me había convertido en un varón. ¡Era divertido! Entonces podía participar en los juegos salvajes de los niños. Jugábamos pulseadas, luchábamos y nos golpeába­mos. Yo era grande y fuerte para mi edad y a menudo ganaba.

El papá lleva a Sakena a todas partes, en viajes de negocios, cenas y fiestas don­de sólo hay hombres. Quiere tener un hijo más, preferible­mente un varón, pero no llega.

– Mamá siempre estaba embarazada, pero los niños no sobrevivían. Una vez tuvo una hemorragia durante el parto. Los bebés nacían

muertos. O tan débiles que sólo sobrevivían un par de semanas. Era terrible ver lo triste que se ponía mamá cuando perdía un niño que había llevado durante nueve meses. Lo mismo le ocurría a otras mujeres del barrio. Así que pensé: ¿Por qué deben terminar mal tantas mujeres y niños? ¡Entonces me decidí a cambiarlo!

El secreto de papáEl papá de Sakena es severo. Después de la escuela hay que hacer la tarea, no jugar. Todas las noches, ella le enseña el cuaderno donde hizo la tarea. Él mira, frunce el ceño y dice: “¡Puedes hacerlo mejor! ¡Hazlo otra vez, hazlo bien!” Entonces tiene que hacer todo desde el principio.

Un día, cuando Sakena tie­ne 10 años, le enseña la tarea como de costumbre y recibe la respuesta habitual: “¡No está bien! ¡Hazlo otra vez!” Pero como Sakena sabe que no hay ningún error, cobra coraje y responde: “¡Lee y señala exactamente lo que está mal!” Y le devuelve el cuaderno al papá. Él sólo la mira y dice en voz baja: “No sé leer”.

– Luego miró hacia otra parte. Pude oír que lloraba.

Fue una sorpresa. Creía que papá lo sabía todo, pero era analfabeto. Durante todos esos años sólo había fingido controlar mi tarea. Y yo me había dejado engañar. Después de ese día, nunca más volvió a preguntarme por la tarea. Nunca le conté a nadie lo que había ocurrido. Se transformó en nuestro secreto. Papá no quería que la gente supiera que no sabía leer ni escribir.

Pretendientes rechazadosSakena oye a menudo a la abuela, a las tías y a otros parientes quejarse porque su mamá no da a luz varones. Dicen que la mamá de Sakena no vale nada, que su papá debería conseguir una nueva

esposa más joven. Es horrible oír eso, opina Sakena. Pero el papá no quiere tomar una nueva esposa joven, está satis­fecho con la que tiene.

Al final, cuando Sakena tie­ne 14 años, nace su hermano menor. Ella ahora va a octavo grado y se ocupa de todo el papeleo en el negocio del papá. Es como su secretaria. En la escuela, las chicas van dejando una tras otra. Se casan y se vuelven amas de casa, a pesar de que son sólo niñas. El matrimonio infantil es común en Afganistán. También Sakena tiene preten­dientes.

– Era obesa y no muy her­mosa, pero aun así muchos querían casarse conmigo, porque tenía buena reputa­

Alá es Dios

El país más peligrosopara las mujeres

En los textos sobre Sakena y su trabajo por los niños de Afganistán a veces dice Alá y a veces Dios. Pero es lo mismo. Alá significa Dios.

Afganistán es el país más peligroso para las mujeres. La violencia, la falta de asistencia médica y la gran pobreza hacen que las mujeres afganas sean las más expuestas. Una de cada once mujeres muere al dar a luz a su hijo. Cuatro de cada cinco chicas es entre-gada en un matrimonio forzoso o arre-glado. Sólo una de cada diez mujeres sabe leer y escribir.

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ción. Pero papá siempre me preguntaba: “Sakena, ¿quie­res casarte con este hombre?” Y yo siempre respondía: “No, papá, ¡quiero ir a la escuela!” Y papá lo respetaba. Era un buen hombre.

A casa con los niñosSakena es la primera de la familia que termina la escuela primaria. Después del secun­dario, quiere seguir estudian­do, pero para entonces hay sólo una universidad en todo el país. Queda en otra ciudad, lejos de casa. El problema se soluciona cuando Sakena se

hace amiga de una familia estadounidense que visitaba Afganistán. Dicen que pueden llevarla con ellos a EE. UU. para que estudie allí. Sakena quiere hacerlo. El papá cavila largo tiempo. Permitir a su hija estudiar cerca de casa es una cosa, dejarla marchar sola al otro lado del planeta es otra. Pero finalmente dice que sí. Sakena se alegra mucho.

Al mismo tiempo que Sakena Yacoobi se muda a EE. UU. empieza la guerra en Afganistán. Las ciudades y los pueblos son bombardeados, se libran luchas en los callejo­

nes y en las montañas. Muchos son asesinados o deben huir. Tras muchas peri­pecias, la mamá, el papá y el hermano de Sakena logran llegar a EE. UU. La familia vuelve a reunirse. El relato podría haber terminado aquí, pero Sakena no puede olvidar su patria. No está satisfecha viviendo con libertad y segu­

ridad mientras su pueblo sufre. Necesitan escuelas y hospitales.

– Mi corazón ardía por mi pueblo. Quería ayudar a todos los afectados por la gue­rra, en especial a las mujeres y a los niños. Mis padres no estuvieron felices con mi decisión. Mamá dijo: “No puedes dejarnos otra vez.

AfganistánEn Afganistán viven 28 millones de personas. Allí hay altas montañas que están cubiertas de nieve todo el año, profundos valles, bosques y grandes desiertos. Los veranos son calurosos, más de 40 gra-dos. En invierno puede

hacer –20 grados, con tormentas de nieve y hielo. Se cultiva arroz, papa, gra-nada, mango y sandía. Hay muchos animales salvajes y exóticos, como osos, águi-las, gacelas y leopardos de las nieves. La gente tiene corderos y vacas como

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Debemos estar todos juntos.” Pero mi papá estuvo de acuer­do conmigo. “Si es lo que quieres, también es la volun­tad de Dios”, dijo.

Sakena viaja a los campos de refugiados afganos, donde consigue un empleo como directora de un programa para maestros. Pronto abre una escuela para chicas. Y

otra más. Y otra. Un año des­pués, asisten 3.000 chicas a las escuelas de Sakena. El año siguiente ya son 27.000. Sakena crea también hospita­les e imparte formación docente. Cuando los taliba­nes, que en ese tiempo gobier­nan Afganistán, prohíben a las niñas ir a la escuela, Sakena no se rinde. En cam­

La meta de Sakena Yacoobi es que no haya ni una sola niña en Afganistán que no pueda ir a la escuela a apren-der a leer.

Los niños y sus mamás esperan en uno de los hospitalesque Sakena Yacoobi y AIL dirigen en Afganistán.

ganado, y caballos, asnos y camellos como animales de carga o para cabalgar.

GuerrasHa habido guerras en Afganistán por más de trein-ta años, sólo los ancianos recuerdan un tiempo en que reinó la paz. A veces, ejérci-tos extranjeros ocuparon el país; otras veces, diversos grupos afganos lucharon

entre sí. Muchas personas inocentes fueron afectadas por las guerras. Todos los afganos tienen parientes que fueron asesinados o heridos, y muchas familias se vieron obligadas a huir de su hogar. Actualmente el gobierno lucha con la ayuda de solda-dos de EE. UU. y varios paí-ses más, contra los talibanes y otros grupos rebeldes. No parece que vaya a “ganar”

ningún grupo, la guerra sim-plemente continúa.

Los talibanesEl mayor grupo rebelde se hace llamar talibán. Antes gobernó el país, y entonces prohibió a las mujeres traba-jar y a las niñas ir a la escue-la. También prohibió por ejemplo el baile, la música, las cometas y la TV. Los que se negaban a obedecer eran

asesinados o azotados. Los talibanes pertenecen a un movimiento islámico fanático. Hoy luchan para recuperar el poder. Hacen estallar bom-bas, tienden emboscadas y asesinan a muchas perso-nas. Pero también los solda-dos del gobierno, de EE. UU. y de otros países a veces asesinan a personas comu-nes.

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Aprende dari y pashto En Afganistán se hablan más de treinta idiomas distintos, pero el dari y el pashto son los idiomas oficiales. dari pashtoUno yak yauDos du duaTres se dreiCuatro chahar tsalareCinco panj penzaSí/ No Bala/Na Hoo/Na¡Buen día! Salam aleikum Salam aleikumAdiós Khod hafez De kuday pe aman¿Cómo te llamas? Nametan Staa num chist? tse day?¡Me llamo Namam Zama numMuhammed! Muhammed Muhammed deh! hast!

bio, abre escuelas secretas para niñas. Llega a haber 80 escuelas secretas. El tiempo pasa y Sakena trabaja el día entero.

– No tuve hijos propios, pero me siento orgullosa y alegre cuando pienso en todos los niños que ayudé. Miles y miles de niñas afganas. También muchos varones. Los amo como si fueran mis hijos. Son los niños los que son el futuro de Afganistán.

Amenazas de muerte y guardaespaldasA veces Sakena recibe amena­zas de muerte de hombres que opinan que las niñas no deben ir a la escuela. Así que la protegen guardaespaldas. Otras veces, pandillas arma­das cierran sus escuelas y hos­pitales. Entonces vuelve a abrirlas en secreto. Sakena Yacoobi nunca se rinde. Su meta es que no haya ni una

sola niña que no pueda ir a la escuela a aprender a leer.

– Todos tienen derecho a ir a la escuela. Es tan importante como comer o respirar. En EE. UU. y Europa los niños tienen computadoras, videojuegos y teléfonos móvi­les. ¿Por qué los niños afganos ni siquiera van a poder ir a la escuela? No se necesita mucho. Un aula, una pizarra negra, algunas tizas y un maestro capacitado. Es todo lo que se necesita para cambiar la vida de todos los niños de un pueblo entero. En lo per­sonal, no habría llegado tan lejos si mi papá no me hubiera permitido estudiar.

Cuando Sakena Yacoobi erapequeña y la única niña de laclase, pensaba: “¿Por qué las niñas no pueden ir a la escuela?”. Ha dedicado su vida a dar a las niñas y niños de Afganistán esa posibilidad.

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Nouria

Nouria, 14

fue a la escuela secreta

A Nouria la llevana la escuela. Ya nonecesita ir a unaescuela secreta.

La tormenta tronaba y la lluvia azotaba las casas de barro del pueblo Ghani Khel la noche en que ella nació hace catorce años. El papá de la niña, Khan Wali, la levantó a la luz de una lámpara de gas y prometió:

– Tendrás las mismas oportunidades que un varón, podrás ir a la escuela y aprender una profesión.

El nombre de la niña fue Nouria. En árabe, significa luz. “Será un ejemplo para otras chicas”, escribió el papá en la contratapa del Corán, el libro sagrado del Islam, la noche en que ella nació.

L empezó a estudiar en

una escuela levantada por la organización de Sakena Yacoobi, AIL. Nouria era buena para leer y escribir, pero le resultaba más difícil la matemática. Adoraba la escuela, donde varones y

niñas iban al mismo curso. Pero un día, cuando Nouria llegó a la escuela, había una nota clavada con un cuchillo en la puerta. “La escuela está cerrada. Le cortaremos el cuello a quien envíe aquí a sus hijos”, decía.

Nouria, que ya tenía 11 años, entendió lo que impli­

caba. ¡Los talibanes habían cerrado la escuela! Corrió a casa y se lo contó a su papá. El mismo día, los soldados tali­banes se presentaron en el pueblo. Fueron de casa en casa diciendo que habían tomado el pueblo. Nadie debía desafiar sus órdenes.

– Tenían barba larga y tur­bante negro. Y muchas armas... pistolas, fusiles y ametralladoras. Me sentí tris­te y asustada por lo que podía ocurrir, cuenta Nouria.

Tomaron la comidaLos talibanes empezaron a exigir cosas a la gente del pueblo. Venían tarde en la noche y golpeaban la puerta. “Danos comida”, decían, “o

PLATO FAVORITO: Las golosinas.MEJOR AMIGA: Mi prima Fatima.QUIERE SER: Maestra.LE GUSTA: La escuela, la poesía, los cuentos, los dulces.DETESTA: La guerra.ANIMAL FAVORITO: El tigre y el águila.

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os años pasaron. Nouria cumplió siete años y

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los mataremos a golpes”. Como eran muchos y estaban armados, la gente no se ani­maba a desobedecer. El papá de Nouria le pidió a la mamá, Amina, que les ofreciera todo lo que tenían. Arroz, chuletas de cordero, pasas, nueces y verduras. Nouria se mantuvo escondida, pero espió a través de la abertura de una cortina. Allí estaban los soldados devorándose la comida de la familia. Luego desaparecie­ron en la noche. Una vez tras otra ocurrió lo mismo. A la familia le faltaba la comida y a menudo Nouria se dormía con hambre.

Escuela secretaLa escuela permaneció cerra­da. Hasta que al papá de Nouria y a los maestros de la escuela de Sakena Yacoobi se les ocurrió un plan para dictar clases en secreto.

– Se reunía un grupo de alumnos con un maestro en la cocina o la sala de la casa de alguien. Para ir allí sin ser descubiertos, fingíamos hacer mandados. Escondíamos los libros escolares bajo los burkas. Luego regresábamos a casa, uno por uno, no en grupo. Era horrible, pero también un poco emocionan­te. No confiábamos en todos los del pueblo, algunos veci­nos se pusieron de parte de los

talibanes y pensaban que las chicas no debían ir a la escue­la, recuerda Nouria.

Por más de un año, los tali­banes manejaron el pueblo y Nouria asistió a la escuela secreta. Hasta que un día hubo una noticia en la radio. El líder talibán de los hom­bres que aterrorizaban a los pobladores rurales había muerto en una lucha. Ahora Nouria y los demás chicos respiraron aliviados. La escuela podía abrir otra vez en su edificio de costumbre, con salones de clase, bancos y pizarras negras. Los poblado­res que habían apoyado a los talibanes huyeron.

Sueños para el futuroPasaron dos años y Nouria tiene 14 años. Hace poco se mudó con su abuelo a la gran ciudad de Herat para asistir a una nueva escuela. En el pueblo sólo se puede estudiar hasta sexto grado. Nouria sueña con ser maestra y enseñarle a las chicas sobre sus derechos:

– Lamentablemente, las chicas no tienen las mismas posibilidades que los varones en Afganistán. Pero no ten­dría que haber diferencia. Somos iguales. Lo aprendí en la escuela de Sakena Yacoobi. Sin ella, ni siquiera sabría escribir mi propio nombre.

– Mi hija será un ejemplo,una luz para los demásniños. Lo prometí cuandonació, dice el papáde Nouria.

Los padres de Nouria la extrañan, pues vive muy lejos de su casa, pero su papá dice que vale la pena.

– Mi hija será un ejemplo, una luz para otros niños. Lo prometí cuando nació. Así que tiene que ir a una buena escuela, aunque signifique no poder vernos todos los días. Es como dice el poeta: “Una hermosa flor a menudo tiene un tallo espinoso”.

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Papá fumaba opio

Papá siempre nos golpe­aba. Nos golpeaba a mamá, a mi hermano

menor y a mí con las manos, con piedras, palos y fustas. Fumaba opio y dependía de las drogas. Cuando papá no tenía dinero para

el opio, se volvía totalmente loco. Una vez que yo estaba regando las verduras, me sujetó y me gritó:

“¿Qué haces aquí? ¡Debes estar aden­

tro!” Me apuntó a la cabeza con su pistola y dijo que iba a disparar­me si no me compor­taba. Temblé del te rror, cuenta Fatima.

Papá vendió todoLa familia de Fatima vivía en un pueblo lejos en el campo, en una sencilla casa de barro con altas pare­des. Fatima se sentía constantemente asus­tada y triste. No se animaba a contarle a nadie lo que ocurría en su casa. El papá había

dicho que si lo hacía, iba a matarla a golpes.

En la escuela, Fatima estaba callada todo el tiempo y no tenía amigas en la clase. Los demás alumnos pensaban que

era rara. Por las noches,

Fatima tenía pesadillas. Antes de dormirse, se acosta­ba y fantaseaba con escapar de su hogar. Deseaba haber tenido otro padre, un papá grande, fuerte y bueno.

– A papá sólo le importaba conseguir dinero para el opio. Lo despidieron del trabajo. Entonces, vendió todos nues­tros utensilios, ollas, vasos y cuchillos. Mi tío materno nos daba algo de comida, de otro modo habríamos muerto de hambre. Pero a veces papá vendía hasta la comida. Me dolía la cabeza del hambre y me resultaba difícil concen­trarme en la escuela.

Una nueva vidaUna vez, el papá de Fatima intentó dejar de fumar opio. Al principio le fue bien. Logró conseguir un empleo y empezó a ganar algo de dine­ro. Pero pronto volvieron a despedirlo. Había empezado a fumar.

– Fue una desilusión. Pero lo peor fue cuando vi a mi hermano menor, que sólo tenía 5 años, imitar a papá. Mi hermanito encendió un tallo de caña y fingió fumar, como si fuera un cigarrillo de opio. Entonces me desesperé. ¿También él iba a ser como papá? ¿Nunca se terminaría

Cuando el papá de Fatima irrumpió en la casa del tío Khan Walis y robó dinero y un teléfono móvil, fue lo últi­mo que hizo en el pueblo. El tío le dio al papá una verdade­

ra paliza. Luego se llevó a Fatima, a su mamá y a su her­mano menor consigo. Echaron al papá del pueblo y para Fatima empezó una vida totalmente nueva.

– Fue como despertar de una pesadilla. Nadie nos gol­peaba y podíamos comer bien todos los días. Yo tenía mucho que recuperar en la escuela y empecé a estudiar en el centro de enseñanza de AIL por las tardes. Allí apren­dí a leer, escribir y superar mi timidez. Mamá también empezó a estudiar allí. Ella, que siempre había estado tan triste, se puso muy alegre. Ahora trabaja informando a las mujeres del pueblo sobre cómo cuidar su salud.

Fatima, la prima de Nouria, creció constantemente aterrada de su papá. Él la golpeaba y vendía todo lo que tenía la familia para comprar opio, una droga peligrosa. Hoy Fatima tiene una buena vida, desde que recibió la ayuda de su tío materno.

INTERESES: La escuela, TV, música.MEJOR AMIGA: Mi prima Nouria.FRUTA FAVORITA: Mango y melón.QUIERE SER: Abogada.ODIA: Las drogas y la guerra.OBJETO FAVORITO: Mi nueva mochila escolar.ÍDOLO: Mi tío Khan Wali, que opina que las chicas deben estudiar.

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OpioEl opio es una droga peli-grosa. Se obtiene de la amapola, una bella flor roja que se cultiva en grandes campos de Afganistán. El opio se puede fumar. Con él también se puede hacer heroína, que se inyecta con una aguja. El que utili-za la droga se vuelve dependiente y sólo piensa en cómo conseguir más, no en cómo conseguirá comida su familia. Principalmente son los hombres los que abusan de ella. Los campesinos afganos cultivan opio porque son pobres y la paga es buena, no porque les gusten las drogas.

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Aishay su día en el orfanato

Cuando Aisha queda huérfana siendo muy pequeña, está muy triste y se niega a ha-blar. Pero la señora buena del orfanato y los maestros del programa educativo de Sakena Yacoobi, con el tiempo le dan esperanzas para el futuro. Tras una operación, ahora Aisha tiene un “marcapasos” y sueña con ser maestra y ayudar a otros niños que pasan dificultades.

Aisha no recuerda mucho de su papá. Pero recuer­da que tenía un rostro

amistoso y seguro con una hermosa barba negra. Y cuan­do se enteró de que lo habían asesinado.

Aisha estaba comiendo con la mamá y la hermana menor, cuando un pariente vino y contó la terrible noticia. Unos bandidos le habían disparado al papá, Said Ahmed, cuando iba camino a Irán para buscar trabajo. Makol, la mamá, se puso triste, pero abrazó a los tres hijos y dijo:

– ¡No se preocupen! Me ocuparé de que estemos bien. Seré como una mamá y un papá para ustedes. Es la voluntad de Dios, Dios da y quita la vida y las personas debemos aceptar nuestro destino.

Mamá se enfermaSin un papá que pudiera man­tener a la familia, la vida se puso difícil. Mamá Makol limpiaba en el hospital y en casa de personas ricas, pero aún así no le alcanzaba para el alquiler. La familia tuvo que mudarse de su casa a una sen­cilla habitación con piso de tierra, y sólo tenía dinero para comer pan y beber té. Pronto mamá Makol se enfermó.

– Mamá sufría del corazón. No podía trabajar, sino que se quedaba en casa acostada en la cama. Una organización de ayuda y los vecinos nos daban un poco de arroz, pero nues­tros parientes no ayudaban en nada. A menudo no teníamos nada que comer, cuenta Aisha.

La mamá se puso cada vez

más débil. Una mañana no despertó. Había muerto durante la noche. Un vecino encontró a las hermanas, que estaban sentadas llorando junto a su mamá.

Al orfanatoAsí Aisha fue a dar a un orfa­nato. Una casa de hormigón en medio de la ciudad, con un gran patio interno. Allí había muchos niños en la misma situación. Ellos intentaron consolar a Aisha.

– No llores, me decían. Sabemos qué se siente. No

tenemos mamá ni papá, sólo los unos a los otros.

Y era verdad. Algunos niños no sabían dónde esta­ban sus padres, otros tenían padres que habían sido asesi­nados, estaban en prisión o eran tan pobres que no podían ocuparse de sus hijos.

– Vamos a ser como tus her­manas, dijeron las chicas del orfanato, y me dieron muñe­cas de trapo, cuenta Aisha. Pero ella era inconsolable.–Extrañaba a mamá y todas las noches lloraba hasta que­

06.00– Me levanto, tiendo la cama y rezo las oraciones matutinas. ¡Le pido a Dios no enfermar de nuevo! Luego es el desayuno, con huevos, pan y té.

08.00Los maestros de AIL vienen al orfanato.

– Aprendemos inglés, computación y costura. Mi maestra favorita es Seddique, tenemos inglés y computación y aprendemos mucho. Ella empieza cada lección hablando sobre la vida y la sociedad, y de los derechos que también tene-mos las niñas.

11.00Aisha va a la escuela de niños, que queda muy cerca.

– Allí van tanto niños del orfanato como otros que viven con sus padres. Los niños del orfanato nos que-damos juntos, así nos senti-mos seguros, en especial cuando los demás nos fasti-dian. La escuela es divertida, pero las lecciones son un poco desordenadas. Hay demasiados niños por cada maestro.

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y su día en el orfanatodarme dormida. Sólo tenía seis años y no entendía bien qué significaba que mamá hubiera muerto. Por mucho tiempo creí que iba a venir a recogerme al orfanato.

– Los primeros tiempos estaba tan triste que dejé de hablar. No participaba en las clases, sino que corría y me escondía.

Una señora buenaEn el orfanato había una señora buena, Bibi Gul. Ella vio lo triste que estaba Aisha y por las noches se acercaba a

contarle cuentos y abrazarla. Al final, Aisha empezó a hablar otra vez.

– ¿Puedes ser mi mamá?, preguntó Aisha.

– Puedes sentirte segura conmigo, contestó Bibi Gul.

Así Aisha empezó a ir con Bibi Gul cada noche para acostarse a su lado y dormir. Bibi Gul nunca la rechazaba, pese a que estaba cansada tras un largo día de trabajo. Esperaba a que Aisha se hubiera dormido y luego la cargaba hacia la cama cucheta.

Poco a poco, Aisha se sintió

un poco más segura y alegre. Empezó a ir a la escuela. Y también empezó a ir a las lec­ciones que daban los maestros de AIL. Iban a enseñarles a las chicas a coser, hablar en inglés y usar la computadora. Un nuevo mundo se abrió ante Aisha.

– Antes de venir aquí no sabía nada. No sabía que “inglés” era un idioma. Nunca había visto una com­putadora. ¡Y ni siquiera sabía escribir mi propio nombre! Ahora sé mucho y aprendo más todo el tiempo, cuenta

Aisha, que le tiene mucho cariño a su maestro Seddique, de AIL.

Tiene marcapasosPasaron los años y Aisha tenía once años cuando una maña­na se despertó por un dolor en el pecho.

– Sentía que tenía un cuchi­llo en el corazón. Un cuchillo que giraba lentamente, vuelta tras vuelta, dice Aisha.

Igual que su mamá, tenía una falla en el corazón. Era débil y no soportaba bombear toda la sangre en su cuerpo.

AMA: A mi hermana Fariba.ODIA: Las enfermedades y la guerra.EXTRAÑA: A mi mamá fallecida.ADMIRA A: Mi maestra Seddique.DESEA: ¡Sanar del corazón!LE GUSTA: El inglés, las computa-doras.

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Aisha debía ser operada o de otro modo podía morir, expli­có un doctor que la examinó.

Pero en Afganistán no se podían hacer operaciones del corazón. Así que el personal del orfanato organizó un con­cierto, con cantantes y músi­cos que actuaron gratis. El dinero de las entradas era para enviar a Aisha a Irán, a un moderno hospital de niños.

– Yo era la única que no tenía a sus papás consigo. Pero los otros chicos y sus mamás y papás fueron bue­nos. Me dieron un libro don­

de escribieron saludos o hicie­ron dibujos, y le pedían a Dios que todo saliera bien para mí, cuenta Aisha.

Durante la intervención, ella fue sedada.

– Cuando abrí los ojos des­pués de la operación, estaba totalmente sola acostada en un cuarto blanco. Primero pensé que estaba muerta,

pero en seguida vino un doc­tor. Me dijo que me habían puesto un marcapasos, una pequeña máquina que ayuda­ba a latir a mi corazón. Tengo una cicatriz de la interven­ción, dice Aisha.

Quiere ayudar a otrosDe vuelta en el orfanato, Aisha se sintió mejor. Pero

Voces sobre

Aisha

Siempre quiere dibujar“Cuando Aisha era más pequeña, adoraba a sus muñecas, nunca se cansaba de jugar con ellas. Pero hoy no son tan importantes para ella. Ahora su ocupación favorita es dibujar. Cada momento libre corre a tomar lápices y papel y empieza a dibujar. Solemos dibujar juntas. Princesas, caballos y hermosos castillos. Y familias con mamás, papás y niños.”Su amiga Foziya, 12 años

Solas en año nuevo“Aisha es mi hermana. Nos mantenemos juntas pase lo que pase, pues no tenemos a nadie más en todo el mundo. Déjame contarte sobre Nowrooz, el año nuevo afgano. Entonces, los parientes de todos los demás niños del hogar vinieron a recogerlos, iban a ir con ellos a la fiesta de año nuevo, pero nadie vino por nosotras. Creímos que nuestro tío iba a venir, así que esperamos todo el día, pero no vino. Fue una desilusión. El orfanato estaba totalmente vacío, pues el personal tenía franco. Sólo quedábamos Aisha, Bibi Gul y yo. A pesar de todo, tuvimos un año nuevo bastante bueno. Bibi Gul nos contó cuentos hasta que nos quedamos dormidas.” Su hermana Fariba, 10 años

13.00– Casi todos los días almor-zamos arroz y porotos en el orfanato. A veces hay sólo arroz. Pero una vez cada tan-to hay espagueti y salsa con carne picada, mi plato favori-to. Estoy bastante cansada del arroz.

Aisha dejó de hablar cuando murieron su papá y su mamá.Recibió la ayuda de los maestros de AIL y ahora también ellaquiere ser maestra para ayudar a los niños en dificultades.

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aún suele tener una sensación cortante en el pecho.

– A veces me despierto por la noche porque siento un pinchazo en el corazón. Me duele mucho. Entonces me quedo despierta y pienso en la muerte, en que no quiero morir. Pues hay muchas cosas que quiero hacer, cuenta Aisha.

Pese a su nuevo marcapa­sos, Aisha no puede correr tan rápido como los otros niños. Fácilmente queda cansada y sin aliento si se esfuerza.

– Sucede que me pregunto por qué Dios hizo tan débil mi corazón. Y ruego sanar totalmente. Sólo quiero ser como los demás niños, dice Aisha.

Pero en la escuela es buena.– Me gustan mucho las cla­

ses de AIL. Son mucho mejo­res que la escuela común. Mi maestra Seddique me ha cam­biado la vida. Ahora sé lo que quiero, tengo una idea acerca del futuro. Un día quiero hablar inglés tan bien como mi maestra. ¡Y saber tanto como ella sobre el mundo! Además también quiero ser maestra, para ayudar a niños que pasan dificultades. Es mi sueño, dice Aisha.

Es muy aplicada“Aisha es una de mis alumnas favoritas, es muy alegre, muy aplicada y muy buena. ¡Y aprende rápido! Pero me preocupa un poco su futuro. Cuando las chicas llegan a los dieciocho años son adultas y no pueden seguir quedándose en el orfa-nato. Algunas consiguen trabajo, otras son casadas con parientes lejanos. Pero algunas sólo se marchan, ¡no sabe-mos qué pasa con ellas!”Seddique, 25 años, maestra

Se ríe con todo el cuerpo“No puedo ser la mamá de Aisha, tengo tantos niños que cui-dar, ¡pero lo intento! Necesita amor y su vida no ha sido fácil. Pero es muy dulce y cuando se ríe, se sacude todo su cuer-po. Me alegra tanto verla reír.”

Bibi Gul, 64 años, que cuida a los niños del orfanato.

En el orfanato de la ciudad de Herat hay cientos de chicas, con edades desde los tres a los dieciocho años. También hay unos 25 varones, pero se mudan a otro orfanato al alcanzar los diez u once años.

Los niños del orfanato duermen en camas cuchetas y comen en una gran sala. Unas diez mujeres se ocupan de ellos. En el patio hay un sector de juegos con columpios y toboganes, en el interior hay TV y un salón de clases.

Es el gobierno de Afganistán el que dirige el orfanato, pero seis días a la semana van maestros del Instituto de Enseñanza Afgano Sakena Yacoobi (AIL) para enseñarle a los niños.

La mayoría de los niños, aunque no todos, también asisten a una escuela cercana.

La maestra de Sakena enseña en el orfanato

15.00– Regreso al orfanato y descanso un poco, juego y hago la tarea. Cuando ya no soporto seguir estudian-do, dibujo. Quizá busco a Bibi Gul y hablo un poco con ella. Luego miramos progra-mas de canciones y música en la TV.

18.30– En la cena comemos los restos del almuerzo. Luego hacemos lo que queremos. Yo estudio un poco, rezo, voy a mi cuarto para charlar con mi hermana Fariba y dibujo.

22.00Hora de acostarse.

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¿Qué tienes puesto?¿Burka, velo o chal?

– No me gusta el burka, sino que pienso que es suficiente con un chal. El burka se ve un poco sombrío. Tengo velos de distintos colores, hoy llevo uno rojo. Es un color alegre, dice Zarafshan, de 16 años, estudiante y maestra de AIL.

– Uso chador, pues según nuestra tradición y religión no es apropiado que una mujer enseñe su cabello o su rostro a los extraños. En casa sólo llevo un chal, explica Makhfi, de 14 años, que aprende sastrería en AIL.

– Mamá me regaló mi her-moso velo. Pero sólo puedo llevarlo aquí en el centro. Afuera de casa visto un cha-dor. Pues es peligroso llamar la atención, una puede ser raptada, dice Fatima, de 15 años, que aprende inglés en AIL.

– Tengo un velo blanco que me regalaron en el orfanato donde vivo. Es bonito, opina Malalai, 7 años, que aprende con una maestra de AIL.

– He llevado burka desde los 14 años. Todas las mujeres de mi pueblo lo tienen. Es nuestra cultura y tradición, y estamos orgullosas de nuestros burkas. Con el burka me siento segura, cuenta Freista, de 20 años, mamá de tres niños que acuden al centro médico de AIL.

Según el Islam, las mujeres deben cubrirse el cabello, pero nada en la reli-gión dice que tengan que cubrirse todo el rostro o los ojos. No obstante, es tra-dicional que la mayoría de las mujeres de Afganistán lleven burka, un vestido que cubre todo, al salir de su casa. Otras llevan chador, una gran pieza de tela, y unas pocas, apenas un pequeño chal.

ChalEl chal en la cabeza no es más incómo-do que ponerse un sombrero o una

gorra. Lo llevan chicas y muje-res de familias educadas y modernas de las ciudades.

ChadorUna tela que cubre todo el cuerpo, pero deja a la vista los ojos y el

rostro. Quien lo lleva, lo sujeta por delante. El color más común es el negro.

BurkaCubre todo el cuerpo y la cabeza. Una redecilla permite a la mujer ver a su alre-dedor. El burka es a menudo celeste como el cielo, pero puede ser blanco, marrón o verde. Es difícil moverse con el burka y en el verano se siente calor bajo la tela.

¿Cuándo empiezan las chicas a llevar velo?Las bebitas no llevan ningún velo. Hasta los seis o siete años, las niñas llevan fal-das de vivos colores, blusas y a veces, un pequeño velo en tonos pastel. Desde los 7 hasta aproximadamente los 12 años, la mayoría de las chicas lleva un velo blanco o negro. Entre los 13 y15 años, cuando las chicas empiezan a ganar forma de mujer, suele ser el momento de llevar burka. Las mujeres de más de 60 años, a veces no se preocupan por llevar burka.

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Farid adora el fútbol y inglés

El burka protegey oprimeMuchas chicas y mujeres de Afganistán están oprimidas. Los hombres deciden y el burka es un modo de limitar la libertad de mujeres y niñas. Según la tradición afgana, las mujeres deben estar en su casa y no ser vistas afuera, mientras que los hombres actúan en la sociedad.

Pero no todas las mujeres con burka son débiles. Pueden tener mucho que decir en el hogar, en lo

que respecta a la economía doméstica, el matrimonio y la

crianza. También pueden llevar el burka camino al trabajo,

pero quitárselo mientras trabajan. El burka funcio-

na como una protec-ción.

Farid vive con su mamá, su papá y sus ocho hermanos en una pequeña casa de tres ambientes.

– Papá es maestro. Tiene un trabajo extra arreglando bicicletas, pero aún así es difícil mantener a la familia. A veces los parientes nos dan un poco de dinero, entonces papá compra comida y ropa, cuenta Farid.

Aunque a la familia de Farid le falta el dinero, todos los hijos, incluso las niñas, van a la escuela. El papá sabe lo importante que es la educación. Pero también es severo y tiene mal humor. A veces golpea a Farid.

Por la mañana, Farid asiste a una escuela común; por la tarde, aprende inglés en el centro de enseñanza de Sakena Yacoobi y AIL. Es eso lo que más le gusta. Aparte del fútbol.

– Mi sueño es aprender inglés fluida-mente, luego quiero seguir estudiando para ser ingeniero. Quisiera construir edificios gigantescos y modernos, para que la gente tenga un lugar donde vivir. Cada departamento tendría muchos cuartos, para que no tengan que vivir apretados. Pero es difícil lle-gar a ser ingeniero. Quizá en su lugar sea maestro.

Farid nunca se pierde un partido de fút-bol con los chicos vecinos ni las clases de inglés del centro de enseñanza de AIL.

Ropa escolar– Cuando uno va a la escuela, debe llevar ropa buena, limpia y entera, pero no tan buena que no se pue-da ensuciar. Para lle-gar a la escuela, cami-no una hora por cami-nos polvorientos y por estrechos callejones. Si está soleado y calu-roso, el polvo se arre-molina; si llueve, está lleno de barro y gran-des charcos de agua.

Ropa bonita– Es importante estar elegante en las bodas. Esta ropa me la compra-ron cuando mi primo se iba a casar. Hubo una gran fiesta en el pueblo, la comida fue muy buena y hubo quizá mil invitados. Los hombres festeja-ron por su lado y las mujeres por el suyo, así es nuestra tradición.

Ropa deportiva– ¡Me encanta el fútbol! Apenas tengo tiempo, juego en un patio interior. Con los chicos vecinos tenemos un equipo de fútbol y por supuesto hay que tener ropa de fútbol. Lamento no tener zapatillas, pero papá prometió que me las com-prará ni bien tenga dinero. ¡Es mi deseo más grande!

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Niño panadero escapó y fue casi el mejor de la claseMuhammed, de siete años, trabaja desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde junto al horno caliente de la panadería. A veces se quema y lo golpean. Cuando se le que-ma toda una plancha de pan, escapa y nunca más regresa...

El sueño de ir a la escuela se hace realidad y pronto Muhammed, con la ayuda de los maestros del centro de enseñanza Sakena Yacoobi, está a la par de los demás y es casi el mejor de la clase.

Cuando Muhammed tiene siete años, vende goma de mascar y tar­

jetas telefónicas en el merca­do. Pero no gana casi nada de dinero.

Un día, su papá regresa a casa con un hombre extraño.

– Es el panadero Hamid. Serás su ayudante. Es un buen empleo, dice el papá de Muhammed.

El panadero mira amistosa­mente a Muhammed y dice:

– Hay muchos niños que quieren trabajar conmigo, así que debes estar contento de tener la oportunidad de aprender un oficio. Empiezas mañana a las cuatro de la madrugada.

Caliente y peligrosoEsa noche, a Muhammed le resulta difícil dormirse. Está alegre de haber conseguido un empleo, pero también ner­vioso. No sabe nada sobre el pan y los hornos. La panade­ría queda bastante lejos de la casa de Muhammed, así que debe levantarse a las tres para llegar allí a tiempo. Está totalmente oscuro cuando camina hacia su nuevo trabajo.

No resulta como Muham­med había imaginado. Su tarea es cargar y retirar el pan de un gran horno de piedra. Es caliente y peligroso. Ya el primer día se quema y empie­za a llorar.

– Deja de berrear, sé un poco agradecido, o te echaré

de aquí, dice el panadero levantando su gran mano derecha. De repente golpea fuerte a Muhammed con la mano abierta, justo en la cara.

Muhammed ahoga el llan­to. “Quizá resulte mejor si trabajo más duro”, piensa. Después de seis horas de tra­bajo, hay una pausa para rezar y almorzar pan y agua. Luego Muhammed continúa traba­jando hasta las seis de la tarde.

Al regresar a casa, Muham­med está tan cansado que casi se desmaya. Lleva consigo su sueldo en una bolsa plástica, un par de panes secos. Pero no se queja ante su papá y su mamá.

Escapa hacia casaAsí siguen los días, las sema­nas y los meses. Con trabajo duro, maltrato y tareas peli­grosas en torno a hornos calientes. En la pausa del almuerzo, Muhammed se va de la panadería, se sienta solo bajo un árbol y mordisquea su pan.

Muy cerca hay una escuela y Muhammed mira con envi­dia a los niños que regresan a su casa tras las lecciones matutinas. Se ríen y agitan su mochila escolar. “También yo quiero ir a la escuela”, piensa Muhammed.

Luego de siete meses, Muhammed ya tuvo suficien­te. Una mañana se le quema toda una placa de pan y se asusta tanto del castigo del

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05.00Suena el reloj y Muhammed despierta. Se queda remoloneando unos minutos antes de despertar a sus hermanos Arif y Amin. El hermano menor Yahya y la mamá ya están levantados.

05.15El llamado a orar suena desde la mezquita. Muhammed cae de rodillas en dirección hacia la ciudad sagrada de los musulmanes, La Meca, y reza el Fajr, la plegaria matutina.

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Niño panadero escapó y fue casi el mejor de la clase

panadero que escapa hacia su casa. Por la noche le cuenta a su papá Atiq las condiciones miserables de la panadería, cómo lo golpean y lo fácil que es quemarse. Llora y le dice que quiere ir a la escuela, aprender a leer y escribir, no trabajar todo el día. Primero el papá se enfurece, pero des­

pués de un rato se tranquiliza.– Eres desobediente. Pero

también valiente. Irás a la escuela con una condición, que nunca te pierdas ni una clase, dice el papá Atiq.

– Gracias, papá. Que Alá esté contigo, dice Muhammed.

El estricto programa de papáPara este tiempo, el papá de Muhammed ha conseguido empleo con un sueldo, como soldado para el gobierno. Así que ahora la familia tiene medios para que Muhammed y sus dos hermanos mayores estudien. Pero papá es severo. Escribe un programa en un papel que clava en la sala de la pequeña casa de barro.

– Hay que aprovechar cada hora del día. No se debe des­perdiciar ni un minuto, dice el papá.

En el programa dice lo que Muhammed y sus hermanos deben hacer, hora tras hora. Por las mañanas, Muhammed va a la escuela y luego del almuerzo sigue sus estudios en el centro de ense­ñanza de Sakena Yacoobi. El duro programa da resultado. Ahora Muhammed va a quin­to grado y es el segundo mejor de la clase.

– Cuando empecé la escuela

ÍDOLO: El cantante Zahir Shah, papá Atiq.INTERESES: Taekwondo, fútbol, TV.QUIERE SER: Soldado o campeón de deportes de lucha.PLATO FAVORITO: Espagueti.DETESTA: El trabajo esclavo.

06.00Para el desayuno hay té y pan.

06.45Muhammed corre a la escuela, ¡no quiere llegar tarde!

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estaba más atrasado que los demás. Sin los cursos del cen­tro Sakena Yacoobi nunca habría podido alcanzarlos. La enseñanza en el centro es en verdad mejor que en la escue­la. Los maestros son más bue­nos, saben más y ante todo, se preocupan más por nosotros

med ahora tiene empleo, la familia no es rica. Para ganar un poco de dinero extra, los hijos se turnan para anudar alfombras en casa, delicadas alfombras con dibujos que luego venden. Lleva tres

meses hacer una sola alfom­bra y se debe hacer nudos varias horas todos los días.

Pero no todo es trabajo y estudio. Cinco días a la sema­na, Muhammed y sus herma­nos mayores entrenan el deporte de lucha taekwondo en un club. Les regalaron indumentaria de entrena­miento y participaron en competencias. Una vez Muhammed ganó una meda­lla de bronce.

los alumnos. En la escuela común hay mucho desorden. Y allí me fastidian un poco porque soy capaz.

Preocupado por papáAunque el papá de Muham­

11.15Muhammed estudia inglés en el centro de enseñanza de Sakena Yacoobi. La maestra Zahra Alipour, que tiene 18 años, lo ayuda.

– Muhammed es bueno en la escuela, pero su fami-lia no tiene parientes aquí, así que no hay nadie que pueda ayudarlos. Les falta dinero y Muhammed lleva los mismos zapatos en verano que en invierno, por ejemplo. Obviamente hace frío cuando nieva. Pero creo que le va a ir bien, tie-ne muchos amigos y es lis-to, dice Zahra.

13.30Muhammed y sus hermanos se turnan ante el telar de la familia.

– Estoy tan acostumbrado a tejer alfombras que suelo poner un libro sobre el telar y estudiar las lecciones a la vez que tejo, cuenta Muhammed.

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Hoy Muhammed está satis­fecho con su vida. Sólo hay una cosa que lo preocupa. La guerra.

– Papá es soldado. Combate contra los talibanes. La mayoría de los días trabaja en la ciudad, vigilando edificios públicos y puestos de control, pero a veces va a las provin­cias con su unidad. Puede estar lejos durante semanas. Entonces rezo varias veces al día para que no lo asesinen, dice Muhammed.

Cuando el papá regresa a casa de la guerra, no cuenta nada sobre lo que hizo, ni a su esposa ni a sus hijos. Sólo se sienta en silencio y bebe té. Y reza mucho tiempo. A veces

Muhammed habla con él sobre lo que va a ser cuando sea grande.

– También yo quiero ser soldado, pero papá no quiere. Dice que es un oficio en el que uno nunca aprende más que a obedecer órdenes y asesinar. Pero a mí me parece intere­sante. Y el sueldo es bueno. Papá quiere que yo sea maes­tro o comerciante. Vamos a ver, dice Muhammed.

El programa de MuhammedHora5–7 Despertar, rezos matutinos y desayuno7–10 Clases en la escuela10–11 Hacer la tarea11–12 Clases en el centro de enseñanza

AIL12–13 Almuerzo y rezos13–16 Tejido de alfombras16–19 Entrenamiento de taekwondo19–20 Cena y rezos20–22 Tarea22 ¡Hora de acostarse!

¡El que hace trampa con el programa repite la tarea 6 veces!

16.30Hoy no hay entrenamiento de taekwondo, porque el entrenador está de viaje. Muhammed y sus hermanos practican las patadas altas en el jardín. Hacen flexiones de brazos, estiramiento y hacen de adversarios.

20.00Muhammed estudia hasta que le arden los ojos. El papá controla que no haga trampa.

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Zarafshan bloguea sobre Afganistán

Relato del blog de ZarafshanHace algunas semanas, Ismet, de 19 años, y Hajatullah, de 20 años, no tenían idea de lo que era Internet. Pero una joven se los ense-ñó y ahora navegan sin problemas en pági-nas de noticias sobre deportes y política.

Una joven de velo rojo, Zarafshan, de 16 años,

es profesora de computación en el centro de enseñanza de Sakena Yacoobi en Herat. Nunca viajó al exterior, pero aun así tiene amigos en todo el mundo. El caso es que Zarafshan es bloguera. En el diario de su blog cuenta en inglés sobre la vida en Afganistán.

– Escribo sobre historias reales y dolorosas, sobre el matrimonio infantil, la gue­rra y el maltrato. Sobre lo que oigo en casa, en el mer­cado o en la radio. Es impor­tante contar la verdad sobre nuestro país. Es el primer paso para cambiar y mejorar las condiciones para las mujeres y los niños, dice.

Internet es gratuito en el centro de enseñanza tanto para maestros como para

alumnos, a diferencia de los cibercafés. Allí cuesta dine­ro, que la mayoría no tiene en el pobre suburbio. Gracias a la conexión a Internet, el centro se ha transformado en un atalaya hacia el entorno.

– A través del blog, tengo muchos conocidos extranje­ros. Nos enviamos e­mails y nos contamos sobre nuestra vida. Aprendí muchas cosas nuevas, cuenta Zarafshan.

Pero ahora ya no tiene tiempo de hablar. Ismet y Hajatullah necesitan ayuda. Acaban de crear su propia dirección de correo electró­nico, pero no tienen a nadie a quien escribirle. Con algunas instrucciones de la profesora, Ismet envía su primer e­mail. A su primo Hajatullah, sentado en la silla contigua.

¿Dónde están mis hijos?“Me casaron cuando tenía 14 años, con un hombre mayor. Un año después de la boda empezó la guerra y mi esposo quedó sin trabajo. La vida era dura. Tuvimos tres hijos, dos niñas y un varón. Un día envié a mi hijo al mercado a vender cigarri-llos, pero nunca regresó. Estaba acostada rezándole a Alá, el Todopoderoso, cuando un amigo de mi hijo llegó a nuestra casa. Me contó que mi hijo murió al explotar una bomba. Él se quedó inmóvil, pero yo fui hacia el lugar. La explosión había sido tan potente que no podía hallar el cuerpo de mi hijo. Fue el peor día de mi vida. Un año después, mi esposo enfermó y murió. Yo estaba embarazada y tuve mellizos. No podía man-tenerlos, así que se los di a una mujer que no podía tener hijos propios. A menudo pienso en lo que habrá sido de ellos. ¿Dónde estarán hoy? ¿Dónde están mis hijos?”

Zarafshan acaba de enseñarles a los primos Ismety Hajatullah cómo enviar un e-mail.

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Ahmed

Ahmed Muktar, 12

Relato del blog de Zarafshan

Ahmed Muktar es casi famoso en el oeste de Afganistán. A menudo está en la TV, la radio y en los diarios y cuen-ta sobre el libro que escribió. Un libro para y sobre niños.

– Los maestros no deben golpear a los niños, deben escu-charlos, dice Ahmed.

Cuando tenía ocho años, mi papá me anotó en una

escuela religiosa. Los maes­tros eran muy severos y todo el tiempo golpeaban a los alumnos, cuenta Ahmed.

Ahmed recibía palizas a menudo. Le resultaba difícil concentrarse y recordar las lecciones. Incluso si había hecho la tarea, tenía tanto miedo de contestar mal que

sólo se quedaba callado. Entonces el maestro lo golpea­ba en la espalda con una fusta.

– Una vez, el maestro me ató los pies con una cuerda. Me quitó los zapatos y luego me golpeó en las plantas de los pies. Me dolió mucho, cuenta Ahmed.

A la escuela de SakenaPor cierto, las clases eran silenciosas, pero el maestro de Ahmed era ignorante. Había demasiados alumnos en la clase y el que no podía seguir las lecciones no recibía ayuda. Al final, Ahmed tenía tanto miedo de ir a la escuela que se negaba a ir, sin importar con qué amenazas o promesas lo intentaran los padres. Entonces su papá entendió que la escuela no era buena. En su lugar, anotó al hijo en una de las escuelas de Sakena Yacoobi que tenían buena reputación. Fue totalmente diferente.

Un día todos los alumnos tuvieron de tarea escribir una historia inventada. A Ahmed le pareció tan divertido que siguió escribiendo. Se trans­formó en un libro que el papá de Ahmed ayudó a publicar.

– Quiero ser un ejemplo para otros niños. Y mostrar que hay niños afganos que hacen buenas cosas y pueden escribir libros, dice Ahmed.

El libro se trata de cómo es ser un niño en Afganistán y de la diferencia entre buenos y malos maestros. Así Ahmed se convirtió en el escritor más joven de Afganistán. Lo invi­taron a la TV, a la radio y a los diarios para hablar de su libro.

– Es importante hacer la tarea y ser estudioso. Pero es igualmente importante que los maestros no sean demasia­do severos. No deben golpear a los niños. Deben escuchar a los niños, dice Ahmed.

– Los maestros eran bue­nos, atentos e instruidos. Y estaba prohibido golpear a los alumnos. Empecé a querer ir a la escuela, había tanto por aprender, cuenta Ahmed.

No deben golpear a los niñosEn la nueva escuela, Ahmed tuvo mejores calificaciones y más confianza en sí mismo.

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fue gol-peado, escribió un libro

ÍDOLOS: Papá y el abuelo.QUIERE SER: Jefe de la organización de ayuda o escritor famoso.AMA: Leer libros e inventar historias.ODIA: A los adultos que golpean a los niños.SUEÑO: Paz en Afganistán.PLATO FAVORITO: Carne a la cacerola.

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Ann Skelton

Ann creció bajo el violento régimen del apartheid en Sudáfrica. Cuando tenía 15 años, los chicos negros de su misma edad que protestaban eran baleados y encarcelados. Siendo una joven fiscal, vio niños que habían sido golpeados por la policía y mordidos por los perros policía que eran condenados a recibir azotes. Se transformó en una abogada que lucha por los derechos del niño y redactó leyes para protegerlos. Lleva los casos de los niños a la corte y cuando gana esos casos, muchos niños en situaciones similares a las de sus clientes son ayudados.

Para Ann es importante que los adultos escuchen a los niños.“Los niños son personas. Necesitan la oportunidad de participar en

las decisiones que afectan su vida.”

En la adolescencia, Ann odiaba todas las reglas de la escuela.

“Cuando empecé el secun­dario, mis compañeros y yo teníamos que llevar un cartel con nuestro nombre en torno al cuello. Me parecía degra­dante y me negué a usarlo.”

Pero esa fue sólo la prime­ra de una serie de humilla­ciones para Ann en el nuevo secundario.

“Los chicos más grandes nos maltrataban, nos envia­ban a comprarles cosas y nos trataban como esclavos sólo porque éramos menores. Me rebelé contra todo ese acoso y por supuesto, me metí en problemas y acabé en la sala de castigo de la escuela. Siempre me sentí afuera de ese siste­ma en el que podías ser casti­gado por tener tus propias ideas y una opinión diferente.”

NOMINADA • Páginas 90–109¿POR QUÉ SE NOMINA A ANN?Ann Skelton ha sido nominada al Premio de los Niños del Mundo 2012 por su exitosa lucha de más de 20 años por los derechos de los niños afectados por el sistema jurídico.

Ann ha realizado una labor pionera por los niños de Sudáfrica, tanto en las cortes como al cambiar las leyes que afectan a la niñez. Cuando Nelson Mandela se convirtió en presidente, se le pidió a Ann que presidiera la comisión de redacción de la nueva ley que protegía a los niños con problemas legales. Por ejemplo, al ayudar a un niño en un caso de divorcio, a un niño maltratado en su casa, a un niño refugiado solo, a niños maltratados en prisión o a niños de escuelas de barro en malas condiciones, y alcanzar una decisión de la corte a favor de los niños, Ann ha ayudado y protegi­do a todos los niños de Sudáfrica en situaciones similares. Ann es la directora del Centro de Derecho Infantil de la Universidad de Pretoria y recibe la ayuda de dos jóvenes abogadas.

Ann con estudiantes de los secundarios Pretoria Boys High School y Girls High School interesados en fomentar los derechos del niño. FOTO: MASI LOSI

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Reglas del apartheidAnn asistió a una escuela ‘sólo para blancos’ de Pietermaritzburg – en esa época, los niños blancos y negros estaban separados entre sí en todas las condicio­nes sociales. Literalmente, era un delito que un niño negro visitara a uno blanco en un vecindario para blancos sin un permiso que se llama­ba ‘pase’.

Ann recuerda el día en el que los chicos negros salieron a las calles a protestar contra el apartheid.

“Cuando tenía 15 años y vi en televisión cómo los chicos negros de Sudáfrica se rebela­ban contra las reglas del apar­theid, entendí los motivos de su queja en forma diferente a la mayoría en mi escuela y mi barrio sólo para blancos. Fue en 1976, cuando los chicos negros protestaron contra el gobierno del apartheid, que los obligaba a vivir en la pobreza y a aprender en afrikáans, el idioma de los blancos. Pero muchos chicos

que protestaron en las calles el 16 de junio de 1976 fueron encarcelados o asesinados a balazos por la policía, sólo por tener su propia opinión y por negarse a ser tratados como esclavos. Recuerdo que escribí un poema sobre mis sentimientos y los niños que tuvieron que pagar la libertad con su vida.”

La familia de Ann“Mi padre, que era hijo de un trabajador en una mina de

carbón en Inglaterra antes de que viniéramos a Sudáfrica cuando yo era pequeña, entendía lo que era ser pobre. Un día, cuando pasamos caminando por un lugar don­de muchas personas negras hacían fila fuera de una fábri­ca para intentar conseguir trabajo, mi padre dijo: “Pobre gente, recuerdo cómo era estar en una fila como esa”. En ese momento supe que mi familia no era diferente de las familias negras y que todos

éramos iguales, dignos de respeto.”

“En mi último año del secundario, di un discurso sobre la desigualdad. Eso no me hizo popular, pues toda­vía era la época del apartheid, pero fue importante para mí porque aprendí a poner mis sentimientos y pensamientos de rebeldía en palabras. Entonces no sabía que iba a convertirme en una abogada que hablaría en nombre de los niños y lucharía por sus derechos. Pero eso fue lo que ocurrió.”

Niños en prisión “Años más tarde fui a estu­diar abogacía y en 1986 con­seguí mi primer empleo como fiscal en la corte. En ese tra­bajo, vi a muchos niños pre­sentarse en la corte, arresta­dos y golpeados por la policía,

La Ley de Justicia Infantil fue desarrollada por un comité diri-gido por Ann. La ley enfatiza la necesidad de cuidado y rehabi-litación de los delincuentes juveniles más que su castigo. La mayoría de los niños que tienen problemas con la ley en Sudáfrica ahora regresa con sus padres, o si son detenidos, la mayoría va a centros de aten-ción para niños, no a prisión.

Cuando Ann tenía 15 años, vio a los niños negros protestar contra el apartheid. Hector Pieterson, que tenía la misma edad que Ann, murió al ser baleado por la policía. Hector recibió póstumamente el Premio Honorífico de los Niños del Mundo en el año 2000.

Sólo las personas blancas podían nadar en esta playa.

El apartheid era el racismo legalEl racismo comenzó hace mucho tiempo en Sudáfrica, pero en 1948 fue legalizado y llamado apartheid, lo que significa ‘separación’. En esos tiempos, las personas blan­cas y negras se mantenían separadas y los negros se enfrentaban a la discriminación y a la persecución. Sudáfrica fue dividida en zonas para blancos y para negros. Millones de niños negros y sus familias tuvieron que irse a vivir a las zonas de ̀ negros .́ Los padres dejaban a sus hijos mientras iban lejos a buscar trabajo en los hogares, granjas y fábricas de los blancos. Muchos niños sólo veían a sus padres en navidad. Las personas negras eran arrestadas si entraban en una zona para blancos sin una autorización. No tenían permiso para usar los mismos autobuses, parques, baños públicos, restaurantes e incontables servicios reservados sólo para los blancos. Cuando los niños protestaron contra estas desigualdades y exigieron la libertad, la policía y los soldados usaron la violencia para acallarlos.

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Al ayudar en casos legales a Shaafi, de Somalia, y a otros niños refugiados solos, Ann protegió los derechos de todos los niños en esa situa-ción en Sudáfrica.

“Vi a muchos niños arrestados, golpeados por la policía y mor-didos por los perros policía.”

mordidos por los perros poli­cía y con las heridas aún abiertas. Algunos tenían frío, sin ropa que los abrigara. A menudo eran muy jóvenes y eran encerrados en celdas por mucho tiempo. Si eran halla­dos culpables de violar una ley, podían recibir la senten­cia de ser azotados con una vara.”

“Comprendí que el sistema era muy malo para los niños que tenían problemas con la ley y que necesitábamos cam­biarlo. Dejé la corte, fui a tra­bajar con Lawyers for Human Rights (Abogados por los Derechos Humanos) y armé un proyecto orientado a ayu­dar a los niños en prisión. Mis colegas abogados y yo podía­mos ir a la corte durante el día

y ver por nosotros mismos qué niños eran arrestados durante la noche.”

“A veces teníamos que sen­tarnos a esperar durante horas en duros bancos de las estaciones de policía, pues los oficiales hacían lo posible para que nos fuéramos. Pero esperábamos sentados hasta que nos mostraban a los niños. Hacíamos lo posible por contactar a las familias para decirles que sus hijos habían sido arrestados, para ayudarlos a ir a la corte de modo que pudieran llevar a sus hijos a casa. Deben recor­dar que en esa época no había teléfonos celulares. Incluso era difícil encontrar a un miembro de la familia que tuviera teléfono, pero cuando lo lográbamos, en verdad podíamos ayudar al niño y podía ser liberado.”

Asesinado a golpes“Un día en 1992, un chico de 13 años, Neville Snyman, y sus amigos entraron en una tienda, robaron dulces, papas fritas y bebidas frescas y cuando la policía los encon­tró, fueron arrestados y

enviados a prisión. Allí, Neville fue violado y asesina­do a golpes. Los periódicos de todo el país relataron la espantosa historia y mucha gente comprendió por prime­ra vez lo mala que era la situa­ción de los niños en las prisio­nes.”

Para Ann, fue la gota que rebalsó el vaso. Ya no podía tolerarlo.

“Entendí que hasta ese momento, sólo había ayudado a unos pocos niños de una ciudad y que necesitábamos ayudar inmediatamente a todos los niños presos en todo el país. Así que lanzamos una campaña llamada ‘Libera a un niño para navidad’. Llamé a cientos de personas y cada abogado de derechos huma­

nos de Sudáfrica llamó a otro abogado, que llamó a otro más… y así hicimos una cadena de adultos que traba­jaron juntos para asegurarse de enviar a casa para navidad a tantos niños como fuera posible. Fui a hablar con el gobierno y con las autorida­des de las cárceles y logré hacer que cooperaran conmi­go. ¡Ese año liberamos de pri­sión a 260 niños!”

Amenazada con la detenciónUn día, la policía de seguri­dad del apartheid allanó las oficinas donde trabajaban Ann y los demás abogados de derechos humanos. Tomaron expedientes y muchos docu­mentos donde Ann guardaba

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Cuando Nelson Mandela se convirtió en presidente en 1994, dijo: “¡Debemos vaciar las cárceles de niños!” Ann recibió la tarea de dirigir el comité que iba a escribir la nueva ley para niños.

Ann se convirtió en una abogada que habla en nombre de los niños y lucha por sus derechos.

información sobre los niños que estaba ayudando. Ann comprendió de inmediato que era posible que también la detuvieran a ella, pues la poli­cía de seguridad estaba arres­tando a sus colegas negros y a miles de otras personas de todo el país que en esa época luchaban contra las leyes del apartheid. Ann fue en segui­da a su casa y llamó a su mari­do. Le dijo que tenía que aprender a darle el biberón a su pequeño bebé ese mismo día, por si ella era la próxima en acabar en prisión. El espo­so se horrorizó, pero hizo lo que le pedía porque sabía que Ann no abandonaría su tra­bajo por los niños, ni siquiera si era detenida.

Corría el año 1992 y las cosas cambiaban rápidamen­te. El apartheid estaba llegan­do a su fin y era un momento apasionante en Sudáfrica. Al final, tras muchos años de lucha contra el sistema del apartheid, Nelson Mandela y otros luchadores por la liber­tad fueron liberados de pri­sión. Era tiempo de soñar cómo un buen país trataría a sus niños.

Nelson Mandela se convir­tió en presidente en 1994 y en su primer discurso al Parlamento dijo, “¡Debemos vaciar las cárceles de niños!” Y lo decía en serio. Le pidie­ron a Ann que presidiera un comité especial, que iba a redactar una nueva ley para niños que tenían problemas con la ley.

Le preguntó a los niñosMientras escribían la nueva ley, Ann y sus colegas decidie­ron preguntarles a los niños qué pensaban. Después de todo, ¡la nueva ley iba a afec­tarlos a ellos! Estos fueron algunos de los comentarios de los niños:

“Los niños menores de 10 años son demasiado pequeños para planear un acto delictivo a menos que haya una perso­na mayor que los esté alentan­

do a hacerlo.”“El policía me habló ama­

blemente la vez que fue a arrestarme. Pero en la esta­ción de policía las cosas cam­biaron. Me torturaron y hasta dije cosas que no había hecho porque él dijo que las había hecho. Es mejor que esté con­tigo alguien como un padre o un trabajador social cuando cuentas lo que ocurrió, para que no estés tan asustado.”

“La policía sólo me llevó y me encerró. No me dijeron que era mi derecho hacer un llamado telefónico. Incluso si te arrestan, tienen que decirte tus derechos.”

“En las celdas de la cárcel no hay camas. No puedes comprar comida. No hay nadie que te ayude cuando estás enfermo. Duermes con personas mucho más grandes que abusan de ti. Las celdas llevan a tener pensamientos suicidas cuando estás depri­mido.”

“Las cortes deben ser más para niños, con afiches de colores, pinturas, muebles y dulces. Los adultos no deben vestir largas chaquetas negras porque dan miedo.”

Los niños son personasAnn explica que los puntos

de vista de los niños sobre la prisión y la corte relataban historias de ira y desespera­ción. Expresaban el terror y la soledad que sentían los niños al entrar en conflicto con la ley.

“También nos decían cómo los adultos les fallaban a los niños cuando se metían en problemas. Pero también nos dicen que si consultamos sin­ceramente sus opiniones y tratamos sus pensamientos con dignidad y respeto, pue­den expresarse en forma lógi­ca y sensata, lo que a su vez nos ayuda a ayudarlos.”

Ann llama a los niños que ayuda sus “clientes niños”.

“Los niños son personas,” dice. “Necesitan la oportuni­dad de participar en las deci­siones que afectan su vida. Una de las cosas que más feli­

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cidad me da es ayudar a un niño a transformar su ira o rebeldía en una acción cons­tructiva, ¡para que el niño pueda hallar modos de ayudar a cambiar su propia situación!”

El delito hiereAnn sonríe mientras dice:

“Hoy tenemos la nueva ley que redactamos. Se llama Ley de Justicia Infantil. Entiende que los niños cometen errores y que los adolescentes tienden a quebrar las reglas. Si los tra­tamos como delincuentes, existe el peligro de que entren en contacto con verdaderos delincuentes, se endurezcan y al crecer cometan delitos gra­ves de verdad. Si entendemos que hicieron algo malo, pero les damos una segunda opor­

tunidad de enderezar las cosas sin llevarlos a las cortes y a prisión, entonces es proba­ble que aprendan de sus erro­res y al crecer sean ciudada­nos que acatan las leyes y res­petan los derechos de otras personas.”

“No se los debe hacer car­gar con las consecuencias de sus errores por el resto de su vida y tratarlos como delin­cuentes. La ley permite que se los derive a programas en los que puedan aprender lo que está bien y lo que está mal, cómo comportarse con las demás personas y por qué el delito hiere a los demás. Pueden crecer y convertirse en miembros de la sociedad que acatan las leyes.”

“No obstante, si continúan cometiendo delitos o su delito es tan grave como el asesina­to, el robo a mano armada o la violación, la nueva ley esta­blece que deben ser sometidos a juicio y si son hallados cul­pables, pueden ser enviados a un centro seguro de atención o a prisión. Si van a prisión, debe ser por el menor tiempo posible y deben estar separa­

dos de los adultos. Todos los niños tienen derecho a tener un abogado y si no pueden pagarlo, la Ayuda Legal de Sudáfrica (que recibe dinero del gobierno) les ofrecerá un abogado sin cargo.”

Un caso ayuda a muchos “Hoy mi trabajo no es sólo ayudar a los chicos que están en prisión. Llevo casos a la corte sobre muchos temas que afectan a los niños. Aunque ahora tenemos mejores leyes

en Sudáfrica, esas leyes no siempre se cumplen y los niños sufren. A veces lleva­mos un caso en nombre de muchos niños a la vez, para que se cumplan sus derechos. Otras veces llevamos un caso por un solo niño, y si gana­mos podemos ayudar a todos los niños en la misma situa­ción – el caso de Shaafi es así, el caso era sobre Shaafi, pero ayudó a todos los niños que solicitan ser refugiados en Sudáfrica, como Shaafi.”

En un caso que en un principio abarcaba a siete escuelas de barro de Sudáfrica, Ann señaló que ella y el Centro de Derecho Infantil representaban a los niños de toda Sudáfrica en la misma situación a la de las siete escuelas. El resultado del caso fue que el gobierno de Sudáfrica prometió invertir un total de 8.200 millones de rand (USD 1.200 millones) para reemplazar todas las escuelas de barro.

Ann cree que a menudo el sistema defrauda a los niños y que los adultos necesitan aprender a escuchar a los niños.

“Hoy, al llevar casos a la corte, ya no es para ayudar a niños que ya están en prisión, como durante el apartheid. Ahora aprendimos que lo que ocurre en la corte puede afectar a miles de niños.”

Antes, estos dos chicos que leen El Globo en un centro de atención infantil habrían estado en prisión. Pero la nueva ley para niños en la que Ann participó, enfatiza la necesidad de cuidado y rehabilitación de los delincuentes juveniles más que su castigo.

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Shaafi fue bombardeado, asaltado, ilegal y ahora legalCuando fue bombardeada la casa de Shaafi, en Somalia, él huyó y viajó a través de cuatro países antes de llegar a Sudáfrica. Allí se transformó en “ilegal” y fue arrestado. Pero cuando conoció a Ann Skelton, ella sabía que era “legal” y llevó su caso y el de otros niños refugiados a la Corte Suprema. Ann lo sabía porque había escrito las leyes para proteger a los niños…

O¡Abre la puerta!” El hombre da la orden

en voz baja, mientras los ojos de Shaafi se dirigen rápida­mente hacia el revólver que el hombre tiene en la mano sobre el mostrador de la tien­da que los separa. Corre a qui­tar el cerrojo de la puerta. Los dos hombres entran y golpean a Shaafi. Él cae al suelo.

“¿Dónde está el dinero?”, exigen los ladrones.

Shaafi señala las monedas y los billetes en dos cajas de car­tón junto al mostrador de la tienda.

“Si gritas pidiendo ayuda, te mataremos”, advierte uno de los hombres, apuntando a Shaafi con su revólver. El otro hombre vacía las cajas con monedas y billetes

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der. Ya les han robado antes y Shaafi está decidido a no defraudar a su empleador. Necesita el empleo.

Ora cinco vecesUnos minutos más tarde, una mujer viene a comprar pan. En su inglés chapurreado, Shaafi le dice que hoy no tienen cambio.

en una bolsa y toma algunas latas de pescado de atrás del mostrador.

Shaafi se levanta y echa el cerrojo luego de que salen. Las manos le tiemblan, pero se mantiene sereno y erguido. Hoy el dueño somalí de la tienda lo dejó a cargo del negocio porque tenía un asunto importante que aten­

“¿Cuántos huevos puedo llevar por el cambio del pan?”, pregunta.

Shaafi hace un rápido cál­culo mentalmente. “Tres,” contesta y envuelve con cui­dado los huevos en un viejo papel de diario.

Shaafi duerme bajo el pequeño mostrador de la tienda, donde guarda su col­chón y sus mantas durante el

día. Al atardecer, echa el cerrojo a la puerta detrás de él y al amanecer, lo quita. Durante ese tiempo, Shaafi está demasiado asustado para ir al baño, que tiene permiso para usar en el patio del vecino.

Junto a su cama, en un estante con la comida enlata­da, está su única posesión, su maleta. Dentro guarda su poca ropa, prolijamente

Niños no acompañadosLos niños que como Shaafi cruzan la frontera solos se llaman “niños o menores no acompañados”. Algunos de ellos lo hacen porque están huyendo de algo malo que ocurre en su propio país, como la guerra o la hambruna. Otros se van porque viven en un país donde la mayoría de las personas son pobres y esperan encontrar en otro país mejores oportunidades– tales como educa­ción o, si tienen más de 15 años, empleo. Otros pueden estar buscando a miembros de la familia de los que fue­ron separados. Puede ser peligroso que los niños via­jen solos, porque los extraños pueden intentar abusar de ellos. Una vez que llegan al nuevo país, les puede resultar difícil hallar un lugar donde vivir o una escuela adonde asistir, pues no tienen documentos para demostrar que tienen permiso para estar en ese país. Los abogados pueden ayudarlos a conseguir docu­mentos y evitar que sean ‘deportados’, que significa ser enviados de regreso a su propio país. Si un niño nunca puede regresar al país de donde vino porque allí la situación continúa siendo peligrosa, puede convertirse en ‘refugiado’ en el nuevo país y con el tiempo, obtener permiso para quedarse en forma permanente. En Sudáfrica hay muchos niños no acompañados de otros países africanos tales como Zimbabwe, Mozambique, R.D. del Congo y Somalia.

Shaafi duermebajo el mostradorde la tienda.

Shaafi guarda sus únicas posesiones en una pequeña maleta. La abre cinco veces al día para tomar su Corán y orarle a Alá. Sus plegarias son para su familia y por su propio futuro.

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Shaafi Daahir Abdulahi ,17

frontera entre Sudáfrica y Zimbabwe. Allí declararon a los oficiales de frontera que estaban buscando asilo y pidieron un permiso para solicitar asilo político. Les dieron un permiso de tránsito que les concedía 14 días para llegar a la oficina de refugia­dos más cercana.

Preocupado y arrestado“Los adultos de mi grupo me pagaron el transporte a Johannesburgo y a cambio, cargué su equipaje,” dice

Shaafi. “Pero cuando llega­mos y fuimos a la oficina de refugiados para solicitar el permiso de asilo, las personas de allí me rechazaron porque dijeron que era un niño. Me dijeron que fuera al Ministerio de Gobierno de Desarrollo Social de Sudáfrica. Yo no sabía qué era eso ni dónde encontrarlo. Para entonces, empezaba a preocuparme porque mi per­miso de 14 días estaba por caducar. Tenía que encontrar un lugar donde vivir y traba­jar para comprar comida.”

“Fue cuando empecé a tra­bajar para el tendero somalí. Empecé a aprender inglés de los clientes. Busqué una escuela y me ofrecieron una vacante en una escuela musulmana, pero no pude anotarme porque no tenía documentos para probar

quién soy, ni pagar las cuotas escolares.”

“La policía allanó la tienda en diciembre de 2010 y pidió ver mi permiso. Como yo no sabía hablar inglés, el dueño de la tienda explicó que no había podido obtener un per­miso porque era un niño. El policía me arrestó y dijo que yo era ilegal, y que si en ver­dad era un niño, no debía estar trabajando. El dueño de la tienda le dio 30 rand y entonces me dejó ir.”

“Las leyes de Ann” protegen“Unas semanas más tarde, un policía allanó la tienda nueva­mente, pero por suerte no me llevó a prisión. Pero mi suerte se acabó cuando un policía exigió ver mi permiso mien­tras iba caminando por la cal­le. Me arrestaron y hostiga­

doblada, junto a su Corán, que usa cinco veces al día cuando le reza a Alá. Sus ple­garias son por su familia en Somalia, su seguridad, su propio futuro en Sudáfrica y muy especialmente, para ir a la escuela.

Hogar bombardeado¿Cómo terminó Shaafi traba­jando y viviendo en un nego­cio de una esquina en el peligroso suburbio Mamelodi de la ciudad de Tshwane en Sudáfrica?

En septiembre de 2010, el hogar de Shaafi en Mogadishu, la capital de Somalia, fue bombardeado. Su padre murió y su madre y sus hermanos huyeron en diferentes direcciones en los momentos de pánico que siguieron. Ese día, muchas casas fueron bombardeadas y los soldados del ejército mili­tar le dispararon a muchas personas. Shaafi se unió a un grupo de sobrevivientes que huyó para salvar la vida. Dejó su ciudad natal sólo con la ropa puesta, sin saber si su madre estaba viva o muerta.

Durante semanas, Shaafi y las familias refugiadas viaja­ron a pie y en auto camino a Sudáfrica, esperando poder vivir en ese país. Viajaron a través de Kenya, Tanzania, Zambia y finalmente Zimbabwe. Fue un viaje peli­groso. Les robaron el dinero en Zambia y tuvieron que pasar varias noches en la selva antes de al fin alcanzar la

AMA: Leer el Corán y orarpor la paz en la vida.ODIA: La guerra.LO PEOR: Cuando bombardearonmi casa, murió mi papáy mi mamá desapareció.LO MEJOR: Cuando Ann Skeltonme ayudó a ser legal enSudáfrica para que no mearrestaran más.ADMIRA A: Alá.QUIERE SER: Exitoso en la vida.Tener una familia propiay poder cuidarla.SUEÑO: Encontrar a mi mamá.

Entre el atardecer y el amanecer, Shaafi está demasiado asustadopara dejar la tienda e ir al baño, que puede usar en el patio de un vecino.

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ron en la furgoneta policial alrededor de una hora. Me liberaron cuando un amigo acudió a la estación de policía y pagó 50 rand por mí. Vivía con miedo y no tenía forma de poner mi vida en orden o siquiera pensar en la escuela.”

“Entonces otros somalíes me aconsejaron ir a Lawyers for Human Rights (Abogados por los derechos humanos) a pedir ayuda para conseguir el permiso. El abogado fue ama­ble y me explicó que el gobier­no sudafricano tenía una ley que protegía a niños refugia­dos como yo. Luego me lleva­ron a ese Ministerio de Desarrollo Social. Los adul­

tos de ese lugar se negaron a ayudarme y dijeron que no había ninguna ley que los obligara a ayudar a niños refugiados extranjeros.”

El Ministerio de Desarrollo Social no conocía las leyes de su propio país. Sudáfrica fir­mó la Convención de los Derechos del Niño, que pro­tege el derecho de los niños refugiados a buscar asilo. Ann Skelton decidió defender a Shaafi. Ella sabía que Sudáfrica tenía nuevas leyes que protegían a los niños, porque ella había estado a la cabeza al redactar esas leyes. Sabía que Shaafi tenía dere­cho a ir a la escuela, recibir tratamiento en un hospital cuando lo necesitara y ser protegido del acoso de la poli­cía y de otros adultos.

En la Corte SupremaJuntos, Shaafi y Ann fueron a la Corte Suprema. El juez

ordenó que el Ministerio de Desarrollo Social acudiera a la corte, ahora las personas que se habían negado a ayudarlo, tendrían que escu­char la historia de Shaafi. Esto es lo que Ann y Shaafi le pidieron a la Corte Suprema:•Darinmediatamentea

Shaafi su permiso para soli­citar asilo, que diga quién es

y le permita gozar de sus derechos legales.•Declararquesedebedarel

mismo permiso a todos los niños refugiados sin padres.•OrdenaralMinisteriode

Desarrollo Social confec­cionar una lista de todos los niños refugiados sin padres y redactar un plan para exi­gir sus derechos.

Shaafi es “legal”Ahora Shaafi es una persona “legal” con derecho, pero el permiso no puede protegerlo de la xenofobia de las perso­nas a las que no les agrada simplemente porque es de otro país y de otra religión. Pero el permiso permite a Ann ayudarlo a planear su futuro.

Shaafi tiene ahora permiso para solicitar asilo. Pero eso

Esta es la vista de Shaafi desde la pequeña tienda donde pasacasi las 24 horas del día.

Cuando no hay clientesShaafi juega con algunos jóvenes afuera de la tienda.

“Tenía 8 años de edad cuan­do los soldados de la comu­nidad Mai Mai me llevaron de la escuela. Antes de eso vivía con mi madre en Bukavu, que queda en la parte este de la República Democrática del Congo. Había muchos otros chicos que se llevaron al mis­mo tiempo que a mí a otro lugar y les enseñaron cómo

usar armas. Después de un tiempo logré escapar junto a cuatro de mis amigos. Viajamos por diferentes paí­ses y nos quedamos en varios lugares. ¡Conozco bien el mapa de África! Finalmente terminé en Sudáfrica. Me han brindado ayuda, tengo un lugar donde vivir y me pagan las cuotas

escolares y el transporte hacia la escuela. A algunos sudafricanos no les agradan los extranjeros y a veces los atacan debido a la xenofobia. En momentos así, me dio miedo salir y llegado un pun­to no asistí a la escuela por todo un mes porque tenía miedo de tomar el tren. No obstante, compartí mi histo­

ria con los chicos de mi escuela porque quiero que otros chicos entiendan que puede ser difícil para los niños separados de su familia y lejos de casa. Después de este año, me queda uno más en la escuela. Cuando la complete, espero estudiar política internacional.”Joshua Masudi, 17

Difícil vivir lejos de casa

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Badly treated99

RacismXenopho

bi

nos. Ahora tiene una nueva misión. Está pensando cómo crear un hogar de niños especial para refugiados, donde los niños como Shaafi se sientan libres de recordar la cultura de su familia sin ser discriminados ni sentir miedo.

no es suficiente. Una fría tar­de de invierno, Ann Skelton conduce hasta el suburbio de Mamelodi donde trabaja Shaafi. Se arriesga a que la asalten o incluso a perder la vida al sentarse con él junto a la tienda de la esquina para averiguar lo que Shaafi quiere para su futuro. Quiere ayu­darlo a reconstruir su vida y realizar sus sueños.

“Hay algo que quiero con­tarte,” dice él, “Hace poco conocí a otro chico que huyó de mi ciudad natal en Somalia, donde la guerra aún continúa. Me contó que mi hermano menor estaba con vida. Los soldados se lo lleva­ron para hacerlo soldado igual que ellos en la guerra. Dijo que nadie había visto ni oído nada de mi madre.”

Respeten mi religión“Shaafi, ahora que tus

derechos fueron reconocidos en Sudáfrica, ¿quieres que encuentre para ti un hogar de niños seguro y una escuela adonde ir?”, pregunta Ann.

Shaafi no tiene que pensar la respuesta. “Quiero ir a la escuela, pero no a un hogar de niños.”

“¿Por qué no quieres ir a un hogar seguro?”, quiere saber Ann.

“No me dejarían orar cinco veces al día ni respetarían mi religión. Mi cultura es dife­rente y los demás niños me acosarían o se burlarían de mí, como hacen aquí.”

Ann asiente, ella entiende. Muchos adultos le habrían dicho que es desagradecido y que debería ir adonde le orde­nan que vaya. Pero Ann lo escucha. Sabe que la libertad de religión sin ser acosado es un derecho humano básico y que los niños son seres huma­

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Ann Skelton le preguntaa Shaafi qué quiere hacerahora que sus derechosen Sudáfrica han sidoreconocidos.

“No quiero ir a un hogar de niños porque no respetarían mi religión y los demás niños se burlarían de mí”, dice Shaafi.

Cuéntanos tu opinión sobre la xenofobia y el racismo¿Has experimentado la xenofobia o el racismo? Cuenta al Premio de los Niños del Mundo tu histo­ria y tus pensamientos acerca de tratar mal a “otras” personas.

‘Xeno’ significa extraño y ‘fobia’ significa miedo, así que la palabra xenofobia lite­ralmente significa ‘miedo a los extranjeros’. ¿Por qué la gente tendría miedo de los extranjeros, que son seres humanos como nosotros? En algunos países, en especial donde mucha gente es pobre, tienen miedo de que

los extranjeros que llegan a vivir en el país consigan tra­bajo y otras oportunidades, tales como educación, en vez de ellos. A veces las per­sonas que le temen a los extranjeros usan formas vio­lentas de intentar obligarlos a irse – los amenazan, los lastiman o dañan su propie­dad, y en algunos casos

incluso los matan. Esto asus­ta mucho a los extranjeros, incluyendo a los niños extranjeros. A menudo no pueden regresar a su propio país debido a las guerras o a otras cosas que ponen en peligro la vida allí. La xenofo­bia también puede convertir­se en racismo.

La xenofobia y el racismo hacenque se maltrate a otros seres humanos

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Niños encerradosEl caso de Ann cambió la ley para todos los niños de Sudáfrica

Quiero ir a casa todos los días

Michael

El Tribunal Constitucio­nal de Sudáfrica es una

corte muy importante, por­que puede decidir si una ley respeta los derechos garan­tizados en la Constitución de Sudáfrica. La Constitución es la ley más importante del país y ni las demás leyes ni el accionar de las personas pueden ir en su contra. Cualquiera que vea afecta­dos sus derechos puede lle­var un caso a la Corte, inclu­so los niños, siempre que alguien los asista.

Uno de los casos que Ann llevó al Tribunal Constitucio­nal en nombre de todos los niños de Sudáfrica fue sobre una ley que permitía enviar a prisión a los niños por largo tiempo, e incluso la cadena perpetua. La Constitución dice que detener a los niños en prisión debe ser una medida tomada como último recurso, la corte siempre debe intentar hallar otro tipo de sentencia, y por el menor período de tiempo posible.

El Tribunal Constitucional halló que la ley que permitía largas penas y cadena per­petua para los niños era con­traria a los derechos del niño en la Constitución y ordenó que fuera quitada de los tratados de derecho. Los niños ya no pueden ser sen­tenciados a cadena perpe­tua. Este importante caso cambió la ley para todos los niños de Sudáfrica, porque todos los jueces de todas las cortes del país deben seguir lo que dice el Tribunal Constitucional.

Cuando Nelson Mandela llegó a ser presidente en 1994, había mu­

chos niños en prisión en Sudáfrica. El gobierno de Mandela le pidió a

Ann Skelton que desarrollara un nue­vo sistema de justicia para los niños. En 2010 se aprobó una nueve Ley de Derecho Infantil, desarrollada por un comité dirigido por Ann. La ley enfatiza la necesidad de cuidado y rehabilitación de los menores que delinquen antes que el castigo. La mayoría de los niños que tienen problemas con la ley en Sudáfrica, ahora regresan con sus padres. Si son detenidos, la mayoría va a centros de atención infantil donde reciben un tratamiento especial y donde hay aulas para aprender artes, carpintería, soldadura, plomería, talleres de tapicería y deportes.

Cuatro chicos del centro Horizon BOSASA, de Ciudad del Cabo, cuentan cómo se metieron en problemas y cuáles son sus sueños para el futuro.

“Tuve una buena niñez con la mejor madre que un chico pueda tener. Cuando tenía dos meses de edad, mi madre se divorció de mi padre porque él consumía drogas. No vi a mi padre hasta que tuve 5 años de edad. Tuve una buena vida hasta los 15, cuando un amigo me introdujo en las drogas. Pronto me volví adicto y empecé a robar. Mi madre vio que estaban faltan­do cosas, que yo adelgazaba y que no comía mucho. Así que una noche me preguntó, “Dominique, ¿estás consu­miendo drogas?” Le dije, “¿Estás loca?” Con el tiempo, mamá me puso en un hogar para chicos adictos a las drogas. Me quedé allí alrededor de una semana. Entonces robé una laptop y terminé detenido. Es por eso que estoy en BOSASA. Sigo un programa que me ayuda con mi adicción. Aquí los adultos son amables con nosotros, pero quiero ir a casa, todos los días.

Quiero dejar de ser drogadicto y lle­gar a ser conservacionista ambiental algún día. Así es como podré pedirle perdón a mi madre por lastimarla.”Dominique

La cara feliz es el saludode Dominique para su mamá.

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Niños encerrados

Tomé decisiones equivocadas Lo siento, mamá

Mi familia es todo el mundo

Los chicos escriben la historia de su vida.

Brandon

“Cuando tenía 3 años, mi madre y mi padre empezaron a beber y a golpear­me. Una trabajadora social me llevó a un hogar para niños. Cuando tenía 7 años, me enviaron con padres de acogida a los que no conocía. Me quedé por un año y luego me escapé porque se bur­laban de mí. A los 9 años de edad, me llevaron a otro hogar de acogida. Peleaba mucho porque cuando me pre­guntaban si tenía verdaderos padres, se reían. Fue por eso que me enojé mucho y empecé a pelear.

Cuando tenía 12 años, empecé a pre­guntar dónde estaban mis verdaderos padres. Me puse muy agresivo. Fue por eso que me enviaron a otro lugar lejano. Un día les pedí un poco de dinero a mis padres de acogida y me maldijeron. Escapé y empecé a entrar en las casas y robar las cosas de la gente. Me atra­paron y me condenaron a seis meses de prisión. Luego de eso volví a robar y en 2010, me condenaron a 2 años de prisión. No estoy orgulloso de lo que estoy haciendo. Tomé decisiones equi­vocadas en la vida. Por eso quiero que alguien me ayude a dejar de robar en las casas.”Michael

“Mi mamá y mi papá se divorciaron hace mucho tiempo. Papá volvió a casarse y tiene cinco hijos con su esposa. Yo no le importo y mi mamá trabaja sola por mi hermana y por mí. Fui a la escuela hasta noveno grado, pero entonces empecé a consumir drogas con mis amigos. Eso arruinó toda mi vida. Empezamos a robar para pagar las drogas. Me arres­taron por invasión de domicilio y robo. En la corte, me enviaron a la prisión Pollsmoor por cuatro semanas, pero cuando volví a aparecer en la corte, me enviaron a BOSASA. Espero que la próxima vez que vaya a la corte me envíen a casa. Si me dan una pena, me enviarán nuevamente a la prisión Pollsmoor porque tendré más de 18 años de edad y ya no seré un niño.

Quiero decirle que lo siento a mi madre, que trabajó tan duro para pagar mis cuotas escolares. Si tengo la sufi­ciente suerte como para no ser senten­ciado, quiero terminar la escuela y tra­bajar para convertirme en ingeniero automotriz.”Kevin

“Mi padre murió cuando yo tenía 7 años en un accidente con la motocicleta. Mi madre también iba en la motocicleta y a causa del accidente, no puede trabajar. Así que en casa luchábamos por nues­tras necesidades. Mi familia es todo el mundo para mí.

Anduve con malos amigos y terminé en las calles buscando dinero para mi problema con las drogas. Dejé de ir a la escuela. Me arrestaron porque estaba enojado con mi mamá y arruiné todo debido a las drogas. Le pegué en la espalda y se lastimó. Me denunció en la estación de policía porque dijo que yo debía aprender que eso estaba muy mal. Mi mamá dijo que levantaría el caso si yo cooperaba. La corte me envió a BOSASA, donde ahora sigo un progra­ma de manejo de la ira que me ayuda con mis ansias por las drogas. Mi sueño es terminar la escuela, ser soldador en una plataforma petrolera algún día y tener una bonita casa y un auto.”Brandon

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No hay escuela para si llueve

El caso de Ann ganó millones para las escuelas de barro

El caso ‘escuelas de barro’ comenzó con siete escuelas primarias de la Provincia Oriental del

Cabo, Sudáfrica, que carecen de las necesidades más básicas de una escuela. Los edificios están hechos de barro, no hay agua corriente y los niños no tienen sufi­cientes pupitres ni sillas.

La escuela de Zinathi, Tembeni Junior Primary, es una de esas escuelas. Tiene 220 alumnos que comparten 53 pupitres y en algunas clases no hay ni una sola silla. En otra escuela, Nomandla Senior Primary, los alumnos se ven obligados a usar la espalda de algún compañero de clases como superficie para escribir, pues no hay pupitres. Los padres y los niños de estas escuelas deci­dieron ir a la corte (ayudados por sus abogados del Centro de Recursos Legales) para exigir que reparen las escuelas, tener agua corriente y que haya suficien­tes pupitres y sillas.

Ann redactó un acta notarial (una promesa de estar diciendo la verdad) para la corte. En ella, dijo que su organización, el Centro de Derecho Infantil, apoyaba lo que los padres y los niños de las siete escuelas querían, pero también que este problema era mucho mayor. Señaló que había muchas escuelas en toda Sudáfrica que también estaban hechas de barro y no tenían sufi­cientes pupitres ni sillas. La importancia de que el Centro de Derecho Infantil se uniera al caso es que representó a niños de toda Sudáfrica en la misma situa­ción de los que iban a las siete escuelas. Esto significó que el Gobierno no podía sólo solucionar los problemas de las siete escuelas.

El resultado del caso fue que el Gobierno de Sudáfrica prometió por escrito que en los próximos tres años repararía todas las escuelas de barro del país y se aseguraría que todas tuvieran agua corriente y suficien­tes pupitres y sillas. Prometieron gastar 84 millones de rand (USD 11,5 millones) en las siete escuelas y un total de 8.200 millones de rand (USD 1.200 millones) para reemplazar todas las escuelas de barro de Sudáfrica.

7 am Zinathi se levanta de su esterilla de juncos y se lava con un cuenco de agua.

Zinathi es una alumna de Tembeni Junior Primary, una de las muchas escuelas de barro de Sud áfrica. Si ha estado lloviendo, Zinathi y sus compañeros no pueden entrar en el aula sin usar para ello planchas a modo de pequeños puentes.

“Como mi sueño de cambiar nuestra vida depende de ir a la escuela, me disgusta no poder hacerlo”, dice Zinathi. Espera que ahora mejore, ya que su escuela es una de las escuelas de barro que el Gobierno de Sudáfrica prometió reemplazar.

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ZinathiNo hay escuela para si llueve

El Apartheid destrozó los bosquesL

Zinathi están en peligro. Esta área era una así llamada patria que llevó el nombre de Transkei hasta que se abolió el apartheid en 1994. Miles de personas vivían apiñadas en una pequeña extensión de tierra y por lo tanto esta se usó en forma excesiva para el ganado y la labranza. Las personas son muy pobres aquí y dependen de los escasos y pequeños bosques que quedan para obtener leña, agua y pasturas para sus ani­males. Pero en otras partes de la Provincia Oriental del Cabo, el Gobierno ha establecido programas de protección del medio ambiente y reservas naturales para proteger los recursos naturales.7.30 am

Zinathi camina hacia la escuela con su amiga, Amanda Puzi. Es una larga caminata de cuatro kilómetros hasta allí. “¡Nos mantiene en forma!”, dice Zinathi.

8 am Zinathi y Amanda forman fila con los demás chicos de la escuela y marchan hacia el aula de barro, donde aprenden hasta las 2 pm.

Z inathi está sentada junto al fuego que da calor a la

tradicional casa de su familia en un pequeño pueblo de Ngqeleni. Ella mira las chis­pas desprenderse de las llamas y confundirse con el humo que se eleva hacia el pequeño orificio para el humo en el techo de pasto de su casa.

Afuera llueve a cántaros. Hoy Zinathi y sus amigos no pueden ir a la escuela porque

el camino está lleno de barro y además deben caminar cua­tro kilómetros hasta la escue­la. Todos estarían empapados al llegar allí.

Sacan el agua“Cuando llegamos a la escue­la luego de una lluvia como esta, tenemos que sacar el agua del aula antes de poder aprender. Tomamos las planchas que usamos de

os bosques que rodean el pueblo donde vive

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Zinathi Ngxokagi, 12AMA: Tener suficiente comida con carne para mi familia y para mí.ODIA: El delito.LO PEOR: Cuando mi amiga sufrió abusos en nuestro vecindario, pues ahora ya nadie está a salvo.LO MEJOR: Cuando tengamos una nueva aula con ventanas, un techo y muchas sillas.ADMIRA A: Nelson Mandela.Quiere ser: Una mujer policía, para poder detener a los crimi­nales.SUEÑO: Estar a salvo en mi vecin­dario. Tener un nuevo vestido verde.

pupitres para hacer un pequeño puente desde la entrada al aula. Nuestra es cuela está hecha de barro y no tiene ventanas ni puertas y la lluvia gotea sobre los libros. Es difícil aprender en nuestra aula, incluso cuando no llueve.”

Zinathi se siente frustrada por no poder ir a la escuela, pero tiene que ponerse al día con mucho trabajo de la casa. Su tarea es ayudar a mantener la provisión de harina de maíz de la familia, una labor que lleva tiempo hacer.

Quiere un cambioLa lluvia ha amainado lo sufi­ciente como para que Zinathi encienda afuera una fogata para cocinar. Cuando hierve el agua de la vasija negra, agrega algunas tazas de hari­na de maíz recién molida al agua caliente, revuelve y lo

deja cocinar alrededor de una hora. Hoy una amiga le dio a su madre un poco de azúcar. Agregando un poco de jugo de limón, hoy las gachas ten­drán un buen sabor agridulce.

Mientras espera, Zinathi trabaja tejiendo la esterilla que ha estado haciendo de juncos que recoge del río. Duerme sobre una esterilla de juncos en el piso de tierra del dormitorio de la familia.

Pero Zinathi está cansada de comer harina de maíz todos los días y dormir sobre una esterilla de juncos en el suelo. Quiere aliviar la pobre­za de la familia.

“Quiero ir a la escuela, para poder tener buenos resulta­dos y ser mujer policía. Sé que ir a la escuela, un día me ayu­dará a acabar con la clase de vida que llevamos. No quiero comer harina de maíz cada noche. Además quiero dormir en una cama con una almoha­da mullida, como vi que hacen otros niños del pueblo.”

“Con mi primer salario como mujer policía, voy a comprar un refrigerador, como tiene mi vecino, y pon­dría carne y verduras en él.”

Robo y abusoAbastecer a su familia no es la única razón por la que Zinathi quiere ser mujer policía cuando termine la escuela algún día.

“Hay muchas personas en este pueblo que no trabajan y

le roban a otros,” dice.“Quiero cambiar eso. Mi

sueño es convertirme en mujer policía cuando crezca, para poder cuidar a mi fami­lia y a mi vecindario.”

Hace muy poco, la amiga de Zinathi fue atacada por un hombre en el bosque que está junto a su casa. Desde enton­3 pm

Zinathi llega a casa y come un poco de gachas de la vasija sobre el fuego. Hoy tiene azúcar y limón para agregarle – ¡un gusto!

4 pmZinathi va a buscar agua y leña al bosque. Cuando llega al arroyo, lava su ropa en un cuenco.

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ces, las chicas tienen miedo de alejarse de sus casas. No obstante, tienen que armar pequeños grupos e ir al bos­que casi a diario porque dependen de los árboles para recoger leña y del arroyo para tener agua para beber y lavar. En el pueblo de Zinathi no hay tiendas y la gente tiene que arreglárselas con los recursos de la naturaleza para poder vivir.

“Por eso me disgusto cuan­do no podemos aprender en la escuela. Mi sueño de cam­biar nuestra vida depende de ir a la escuela. Sólo puedo ir a la Academia de Policía si ter­mino la escuela con buenas notas.”

5 pmEs hora de hacer más tareas domésticas. Zinathi muele maíz para hacer harina para las gachas. Toma varios puñados de semillas de maíz secas y las pone en la vieja piedra para moler de su abuela.

9 pmZinathi duerme en el suelo, sobre la esterilla de juncos.

Zinathi está tejiendo su nueva esterilla para dormir y un cesto. Conoce tan bien el diseño del tejido que puede hacerlo con los ojos cerrados. Es un arte tradicio-nal que aprendió cuando era pequeña.

¡La nueva escuela!Pronto estará lista la mudanza a la nueva escuela. Zinathi barre el exterior.

Uniforme escolar limpioSi ha llovido, el uniforme escolar se ensucia rápido en la larga caminata hacia la escuela. Zinathi lo lavó para que esté bonito.

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Los amigos de Zinathi

“Me gusta mirar TV. Me desa­gradan la pobreza y el delito en mi vecindario. Quiero estudiar y llegar a ser enfermera algún día.”Amanda Puzi, 12

“Me gusta jugar al fútbol. No me gustan los bravucones en la escuela. Un día quiero ser rico para poder comprar buena comida para mi familia, una casa y un auto.” Magwenqana Masithebe, 12

“Me divierto jugando. No me gusta el delito, porque hiere a la gente. Quiero ser una estrella de TV.” Emihle Sawulisi, 12

“Me gusta jugar al fútbol. No me gusta la escuela. Quiero vivir en una casa hecha de ladrillos con ventanas y conducir un auto.”John Asiphe, 13

“Me gusta conducir un auto. Odio la violencia que hay en mi pueblo y quiero ser maestra algún día para poder ayudar a las personas a llegar a algo en la vida.” Nelisa Sonyaka, 11

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Un Rap para el Ángel de Wonder

A los 10 años, Wonder Machethe empezó a huir de su casa. A los 12,

lo encerraron en un hogar de niños donde los chicos deberían haber

recibido amor, una buena vida y edu­cación. En cambio, Wonder vivía asustado

y cuando llovía, se mojaba su cama.Cuando Ann Skelton apareció en la vida

de Wonder, hizo lo que ha venido haciendo durante años, ayudar a muchos niños llevan­do su caso a la corte. Llevó a juicio hasta la Corte Suprema al hogar de niños y ganó. El juez dijo: “Traicionamos a estos niños”, y ordenó que el hogar de niños cambiara y fuera un buen lugar para ellos. Desde enton­ces, esa decisión debe ser cumplida por los hogares de niños de todo el país.

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L era demasiado dolorosa para mí. Compartíamos

una casa con varias familias, muchas de las cuales eran muy pobres, como nosotros. Siempre había alguien que estaba gritando, ebrio o dro­gado, peleando con su esposa, su vecino o su hijo. A menudo tenía miedo y un día, simple­mente abrí la puerta y corrí. No sabía adónde ir, pero ter­miné haciendo dedo fuera de la ciudad. Sabía que mi tío vivía en un pequeño pueblo en la provincia de Limpopo y decidí tratar de encontrar su casa. Me llevó días, pero finalmente lo logré. Cuando llegué a su casa, fue amable, pero me dijo que debía regre­sar a la casa de mis padres. Me subió a un autobús.”

“De regreso en Johannesburgo, primero me quedé, pero otra vez me cansé tanto del maltrato en la escuela y de la violencia en casa, que volví a escapar. Estuve deambulando mucho y una noche terminé dur­miendo en los baños de la estación de trenes de Johannesburgo. Temprano la mañana siguiente, un guardia me encontró. Me entregó a la policía porque dijo que no tenía permiso para dormir allí.”

Se sintió amenazadoLa vida como fugitivo de Wonder había terminado. Tenía 12 años cuando lo ence­rraron en un hogar de niños

llamado Luckhoff School.“Era un lugar terrible. La

lluvia se filtraba sobre nues­tras camas y siempre me sen­tía amenazado por el profesor encargado y su esposa. No les importaban los niños y nos castigaban duramente. Cuando un niño le clavó un cuchillo a otro, lo pusieron en una celda por tres semanas, pero salió peor que antes.”

“Era un lugar donde la poli­cía y el Estado ponían a los niños cuyos padres no podían cuidar de ellos. Lo llamaban escuela de oficios, pues se suponía que aprendíamos algún oficio, como soldadura, carpintería o mecánica de motores de auto. Pero no aprendíamos nada de eso.”

“Yo era bueno en la escuela y en verdad disfrutaba el deporte. Jugaba fútbol y entré en el equipo. Eso aumentó mi

confianza y me sentí muy bien cuando el profesor de deportes me invitó a su casa un sábado por la tarde. Vino a recogerme. Le dije cómo me sentía y que en verdad quería una oportunidad en la vida para trabajar duro y jugar deportes. Le dije que me sen­tía en peligro de probar las drogas que los chicos llevaban y sacaban a escondidas del lugar. Él me escuchó y me hizo sentir que un adulto me entendía por primera vez en mi vida.”

Ann toma acciónAnn Skelton encontró a Wonder en ese lugar cuando él tenía 12 años. Él dice que Ann es un ángel. Ann recuer­da bien el día en que conoció a Wonder. Fue cinco años atrás, cuando visitó la escuela de oficios Luckhoff para inspec­cionar el lugar, luego de reci­bir un llamado telefónico anónimo de una persona que le contó la difícil situación de los chicos en la escuela. Ann y Wonder piensan que fue el profesor de deportes de Wonder el que la llamó, poco después de que Wonder con­fiara en él.

“Fui a hacer una inspección

en la escuela y la hallé en terribles condiciones. Las camas de los niños eran malas, el techo goteaba y cuando llovía, se mojaban. Los colchones eran delgados y estaban gastados. Las ven­tanas estaban rotas y no había seguridad en torno al edificio.”

Ann no perdió el tiempo y llevó a la escuela Luckhoff a la Corte Suprema. Los adultos de esta escuela estatal inten­taron defenderse en la Corte diciendo que no tenían dine­ro para comprar colchones. ¡Pero tuvieron dinero para pagar el juicio!

“Los traicionamos”El juez declaró que la escuela Luckhoff violaba los derechos del niño y las leyes del país. Les ordenó entregar inmedia­tamente a cada niño una bol­sa de dormir y construir un cerco de seguridad en torno a la escuela. También les dijo que redactaran un plan para que cada niño recibiera bue­nos cuidados de adultos capa­citados y que regresaran a darle un informe tras unas semanas para ver los progre­sos. Dijo:

“¿Qué mensaje les damos a los niños al decirles que los

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Wonder con sus dos hermanas, Ashley, 12, y Robin, 10. Ashley dice:“Admiro a mi hermano porque me cuida, habla conmigo. Asistió a una

buena escuela, así que me ayuda con la tarea y me dice que estudiar en la escuela es algo bueno que puedo hacer por mi vida.”

a violencia en mi hogar

Ann Skelton encontróa Wonder en el orfanato cuando él tenía doce años de edad.

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alejamos de sus padres porque merecen mejores cuidados y luego fallar por completo en brindarles esos cuidados? Los traicionamos y les enseñamos que no pueden confiar en la ley ni en las instituciones estatales para que los prote­jan.”

Ann dice que no es suficien­te con redactar buenas leyes que protejan a los niños.

“También debemos ense­ñarles esas leyes a los adultos, como hicimos en la escuela Luckhoff. Muchos adultos no saben cómo proteger y apoyar a los niños. Deben aprender un nuevo modo de tratar a los niños amablemente. Este caso marcó la diferencia no sólo para los niños de la escuela Luckhoff, sino para todas las escuelas como esa del país.”

“Mi vida cambió”Ann entendió que la capaci­dad de Wonder de trabajar duro en la escuela y su talento para jugar al fútbol debían ser alimentados. Invitó a un benefactor a subvencionar los estudios de Wonder en una escuela secundaria privada de Johannesburgo por cinco años.

“Eso cambió mi vida,” dice Wonder. “Por primera vez, la gente me trataba con respeto y aprendí a confiar en un gru­po de hermanos. Vivía en el albergue de la escuela y allí los niños no eran alecciona­dos con violencia, sino con palabras y orientación. Llegué a ser excelente en el fútbol y estuve en el mejor equipo de la escuela. ¡Terminé los estudios el año pasado y aprobé los exámenes!”

“Mi madre ahora se mudó a un lugar mejor y vivo en casa, donde comparto un cuarto con ella y mis hermanas. Mi experiencia también ayudó a mis hermanas menores, Ashley y Robin, porque pue­do ayudarlas con su tarea. Hablo con ellas para que puedan trabajar duro para tener una vida mejor en el futuro.”

Un rap para AnnCuando Wonder supo que Ann había sido nomina­da al Premio de los Niños del Mundo, le escribió un rap. Dice que el rap es como poesía con ritmo, tiene un mensaje y puede expresar tu pasión y tu dolor.

“Cuando tenía 12 años, me llevaron del infierno al paraíso.

Crecí marginado, pero ahora mi vida pasó de ser mala a ser buena.

Seis años después, te nominan al Premio de los Niños del Mundo.

Lo que hiciste por mí es difícil de describir, ¡me diste amor desde un ángulo diferente!

Juro que cuando te vi por primera vez, parecías un ángel.

Me levantaste cuando había caído, supongo que es mi turno de cambiar las cosas,

porque me encontraste siendo un pecador – pase lo que pase ese día, ¡para mí siempre serás la ganadora!”

Cuando Ann llevó a la Corte Suprema al hogar de niños donde vivía Wonder, lo hizo para ayu-dar a Wonder y a los demás niños de allí, pero también para ayudar a todos los niños de todos los hogares de Sudáfrica. Aquí, Wonder le escribe un rap a Ann, a quien llama ángel.

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A abogada de Sarisa, le dijo al juez que cuan­

do los padres se divorcian, se debe consultar a los niños sobre decisiones que afectan su vida, tales como cuánto tiempo deberían pasar con uno de los padres.

Esto marcó la diferencia para Sarisa, porque el juez la escuchó y debido a eso, los adultos también lo hicieron. Pero también marcó la dife­

rencia para muchos otros niños, porque comenzó un proceso de oír la voz de los niños en los casos de divorcio de sus padres. El caso de Sarisa fue el primero en Sudáfrica en el que un niño en una batalla por su custodia tuvo su propio abogado para ayudarlo. El caso de Sarisa sentó precedente para otros casos. Ahora ya no es inusual que los niños tengan repre­sentación legal en la Corte.

“Los niños opinan en batallas por su custodia”, afirma el perió-dico Pretoria News luego de que el juez accediera a escuchar a Sarisa van Niekerk cuando tenía 12 años de edad (ahora tiene 19). Sus padres no se ponían de acuerdo en cómo compartir su custodia. Ann Skelton fue la abogada de Sarisa y fue la primera vez que un niño de Sudáfrica tuvo su propio abogado para ayudarlo en una batalla por su custodia.

Mi voz debe ser oídaCuando Sarisa tenía doce años de edad, se encontraba en medio de un caso judicial entre sus padres divorciados. No estaban de acuerdo en cómo compartir la custodia de ella y su hermana. Sarisa estaba triste porque sus opiniones no eran oídas y le escribió una carta al juez.

Tengo 12 años de edad y estoy involuc

rada en un

caso judicial en la Corte de Apelaciones relacion

ado

con mis derechos humanos como persona y como niña.

La primera vez que oí sobre los derechos del n

iño fue

en la escuela, cuando tenía 10 años d

e edad.

Aprendí que los derechos del niño eran p

arte de la

constitución llamada Declaración de Derechos, pero

no siempre se considera a los niños incluidos

entre los

que tienen derechos.

Todos los niños tienen derecho a recibir

la ayuda de

un abogado. Un abogado es una perso

na entrenada

para entender la ley y ayudarte. A veces un caso

judicial podría resultar injusto para u

n niño si un

abogado no lo ayudara.

Todos los niños tienen derecho a ser pr

otegidos de ser

tratados de un modo que los haga sentir mal acerca

de sí mismos y también de ser heridos por otros.

El Centro de Derecho Infantil me ayudó a conseguir

una orden de la Corte para que se de

signara para mí

un abogado de mi propia elección, quien ahora me

representa en la Corte para que mis derechos como

niña también sean protegidos y para que también mi

voz sea oída en asuntos que afectan m

i vida.

Sarisa

nn Skelton, que fue la

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Dos veces al año, puedes organizar con tus compañeros una Conferencia de Prensa de los Niños del Mun-do. Cuando se presen-ta a los nominados y cuando se revela el resultado de la Vota-ción Mundial. ¡Sólo los niños pueden expre-sarse! Ningún mayor de 18 años puede estar presente. Háganlo así:

Yolanda Torres Faús, Carlos Alberto Sánchez Tovar, María Diez de Sollano González Cosío, Helena Tatei González Villa, Andrés de la Peña Subacius, Romina Lazo Beltrán, Kevin Alan Martínez Virgen y Bruno Araujo Garnica dirigieron la Conferencia de Prensa de los Niños en Jalisco, México.

¿QUÉ ES LA CONFERENCIA DE PRENSA DE WORLD’S CHILDREN?

• Denlaconferenciadeprensaenlaescuela,opreferiblemente,eneledi-ficiomásimportantedelaciudad,paramostrarloimportantesquesonlosniñosysuspuntosdevista.

• Invitenalosmedioscontiempo.Envíeninvitacio-nes,perotambiénvisitenollamenalaredacción.¡Háganlerecordaralaredaccióneldíaanterioralaconferenciadeprensa!

• Comiencenyterminenlaconferenciaconmúsica,cancionesybailes.

• Comiencencontandoalosperiodistasdatosdelos

derechosdelniñoensupaísyquémejorasquierenverconrespectoalosderechosdelniño.Tambiénpuedenhacerpreguntassobrelosderechosdelniñoalospolíticosypre-sentarelresultadoenlaconferenciadeprensa.

• Enseñenelvideoquepue-denencargar.

• Revelenquiénesresultaronlostrescandidatosfinalis-tasoelresultadodelaVotaciónMundial.

• FinalicenentregandoelcomunicadodeprensadeesedíadelPremiodelosNiñosdelMundo.

Entreguentambiénalosperiodistaslahojadedatossobrelosderechosdelniñodesupaís.

• EnvíenrecortesdediariosylistasdelasestacionesderadioyTVquehicieronnotasdelPremiodelosNiñosdelMundoenSuecia.TantoenSueciacomoenIndia,cadaañoserealizanConferenciasdelosNiñosdelMundoenunas50ciudades,loqueenSueciallevóaqueenunsolodíahubiera270notasendiarios,radios,TVynoticiasenlaweb.

En www.worldschildren-prize.org hay:Propuestasdeinvitacionesypreguntasalospolíticos,hojasdedatosdelosdere-chosdelniño,consejosparaguionesylaposibili-daddeencargarelvideo.Enlapáginawebtambiénhayfotosquelosperiodis-taspuedendescargar.SivariasescuelasAmigasMundialesdelPremiodelosNiñosdelMundosedirigenalosmismosmedios,debenhacerjun-taslaconferenciadepren-sa.Puedeestarpresenteunrepresentantedecadaescuela.

Niños refugiados de Birmania, Mae Sot, Tailandia.

Bukavu, R.D. de Congo.

Cuzco, Perú.

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Conferencia y ceremonia en México

¿QUÉ ES LA CONFERENCIA DE PRENSA DE WORLD’S CHILDREN?

– Los derechos del niño son muy importantes. Deben ser respetados y tomados con gran seriedad. No es como si fueran un juego y no importaran, dice una de las niñas que dirigieron la Conferencia de Prensa de los Niños en Jalisco, México, María de Sollano Gonzalez Cosio, de 12 años.

Los niños al frente de la Conferencia de Prensa también dirigieron la ceremonia de finalización del programa del Premio de los Niños del Mundo en Jalisco. Hablaron de los derechos del niño, repartieron estatuillas de Murhabazi y se pintaron la cara con la bandera de distintos países.

LosniñosquedirigieronlaConferenciadePrensaenJaliscoasistíanadiferentesescuelasyfueronelegidosporsuscompañeros.Aprendieroncómoesserperiodista,escribieronsuguiónparalaconferenciaypracticaronantesufamilia.Estabannerviososdedirigirlaconferenciadeprensa,perotodossesientenorgullososdehaberlohecho.AndrésdelaPeñaSubacius,de12años,cuentaqueunhombrecues-tionólosderechosdelniñodurantelaconferencia.

–Unodenosotrosrespon-dió:“Sinimportarlasitua-ción,losniñostienendere-chos.Nohayqueganárse-los,siempreestánallí,¡des-deelmomentoenquenaces!”Elhombreparecíasordoyentoncestodoslosdirectoresdenuestrasescuelassepusierondepieparademostrarsuapoyohacianosotros.

Derechos del niño en México–Aquílasviolacionescomu-nesdelosderechosdelniño

sonquelosniñosnovayanalaescuela,norecibanaten-ciónmédica,noseanregis-tradosalnacerysufranlaviolencia.Haymillonesdemexicanosadultosquenoconocenlosderechosdelniñonilosrespetan.Entreellos,haymuchosquetomandecisiones,diceRominaBeltránLazo,de12años.–Conocerlosderechos

delniñoeselprimerpasoparahacerqueserespeten.Ennuestraescuelaserespe-tanlosderechosdelniño.Nuestrosmaestrosnostra-tancomocriaturasinteligen-tes.Cuandohacemosalgomal,nostratancondignidad.Nosenseñancuálessonnuestrosderechosynosinvi-tanafomentarlos.Siemprepodemosdecirloqueopina-mosydiscutirnuestrospun-tosdevista.Debemosllegaraserunasociedadquepien-seenlosdemás,queenseñe

alosniñossobresusdere-chosyqueredacteleyesqueasegurensucumplimiento,continúaRomina.

Experiencia maravillosa–Amistías,quevivenenlaciudaddeMéxicoyenOaxaca,enverdadlesgustólaVotaciónMundialyvoyaintentardifundirelPremiodelosNiñosdelMundoallí.Esunprogramafantásticoquemediounaexperienciamara-villosa,diceMaría.

GraciasconlaestatuadeMurhabaziUn artesano realizó estatuillas de Murhabazi Namegabe, el galardonado en 2011 con el premio de los niños, en base a la pintura de Murhabazi hecha por niños de Jalisco. En la ceremonia de cie-rre, los niños repartieron las estatuillas entre los que hicie-ron posible el programa del Premio de los Niños del Mundo y la Votación Mundial en Jalisco.

Baile con banderas en la cara.

Pintura mural de la Votación Mundial.

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En la ceremonia de entrega de premios, la legendaria defensora de la democra-cia galardonada con el Pre-mio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, de Birmania, fue nombrada Amiga Adul-ta Honoraria y protectora del Premio de los Niños del Mundo. Ha estado bajo arresto domiciliario duran-te 15 de los últimos 21 años y su último arresto terminó en noviembre de 2010.

A pesar de que terminó su arresto domicilia-rio, Aung San Suu Kyi

aún no puede salir de su país. Por eso la Reina Silvia entre-gó su globo de cristal simbóli-camente a un niño birmano, como señal de que ella había sido nombrada Amiga Adulta Honoraria del Premio de los Niños del Mundo. Aung San Suu Kyi estuvo presente en la ceremonia a través de una gran fotografía y de un saludo grabado en video.

Muchos niños pobresHubo una época en la que Birmania fue el país más rico del sudeste asiático, con gran-des recursos naturales. Pero mientras los generales que gobiernan Birmania desde que tomaron el poder en un golpe militar se han enrique-cido, gran parte de la pobla-ción de Birmania vive hoy en la pobreza. A lo largo de los años, muchos birmanos que protestaron contra la opre-

sión fueron asesinados o encarcelados.

– No sabía cómo saludarlos en nombre de los niños como Amiga Adulta Honoraria, así que les pregunté a ellos. Muchos niños de Birmania son tan pobres que su derecho más importante es el derecho a la vida, dijo Aung San Suu Kyi en su video de saludo para la ceremonia de entrega de premios.

Con el Premio de los Niños del MundoDesde hace varios años, varios miles de alumnos de Birmania participan en el programa del Premio de los Niños del Mundo y realizan su Votación Mundial demo-crática. El Globo se introduce en secreto en el país en inglés junto a traducciones al karen y al birmano, y los niños lo usan para aprender sobre los derechos del niño y sobre los aportes de los candidatos por los niños.

De la carta al Premio de los Niños del Mundo, de Aung San Suu Kyi:

“Por supuesto que me siento muy honrada y feliz de ser Amiga Adulta Honoraria del Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño. Díganme si hay algo que pueda hacer para apo-yar el valioso trabajo que realizan por los niños de todo el mundo.Ahora que ya no estoy bajo arresto domiciliario, espero poder par-ticipar de sus actividades. Como ustedes bien saben, los niños de Birmania sufren por la falta de atención médica y las escasas posibilidades de educación. Todo lo que se pueda hacer para mejorar su situación y para alimentar su capacidad y su voluntad de hacer frente a los desafíos del futuro sería un inmenso regalo para mi país.

Espero tener una cercana y exitosa cooperación con su fundación.Saludos cordiales,

Los miembros del jurado Brianna Audinett, Mofat Maninga, Hamoodi Mohamad y Gabatshwane Gumede escuchan el saludo para la ceremonia de entrega de premios de Aung San Suu Kyi.

Niños de Birmania que participan en el Premio de los Niños del Mundo.

La defensora de la democracia Aung San Suu Kyi, nueva protectora

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Murhabazi Namegabe

– Bienvenidos al palacio de Gripsholm en Mariefred, Suecia, y a la cere-monia de entrega de premios del Premio de los Niños del Mundo, dice la integrante del jurado Lisa Bonongwe, de Zimbabwe. Detrás de ella está el resto de los miembros del jurado.

Todas las escuelas que participaron en el programa del Premio de los Niños del Mundo pueden hacer su propia ceremonia de cierre por los de-rechos del niño con actuaciones e invitar a padres, políticos y otros adul-tos. Más adelante en el año habrá un video de la ceremonia de entrega de premios en el palacio de Gripsholm, que puede ser adquirido y mostrado durante una ceremonia en la escuela.

Las integrantes del jurado Nuzhat Tabassum Promi, Bangladesh, María Elena Achahui, Perú, y Poonam Thapa, Nepal, ayudaron a la Reina Silvia a entregar los ramos de flores y globos de cristal en la ceremonia.

Children’s Jazz Band, del suburbio Delft, de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde muchos niños tienen una infancia difícil, tuvo una aplaudida actuación en la ceremonia.

Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño

FINALIZACIÓN CON LA CEREMONIA

F

OTO

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R

Lisa Bonongwe

La Reina Silvia de Suecia aplaude a Murhabazi Namegabe, de R. D. de Congo, a quien los niños que participaron en la votación mundial Global Vote eligieron como galardonado para el Premio de los Niños del Mundo por los Derechos del Niño 2011. Murhabazi, que es honrado por su peligrosa lucha para liberar a los niños obligados a transformarse en solda-dos y esclavos sexuales, es constantemente amenazado de muerte por su trabajo. Faida Kasilembo es una de las niñas liberadas por Murhabazi.

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Thanks! Tack! Merci ! ¡Gracias! Obrigado!

Monira Rahman

Celine Antonels toca el saxofón en Children’s Jazz Band.

Cuarteto de Cuerdas de Lilla Akademien.

Una banda de Bagunçaco, una organización cultural para niños expuestos de Salvador, Brasil, actuó en la ceremonia.

Sweety Nusrat Jahan, a la izquierda, que fue atacada con gasolina, y Bably Mehia Akter, atacada con áci-do corrosivo, fueron honradas junto a Monira Rahman, de Bangladesh, que recibió el Premio Honorífico de los Niños del Mundo de manos de la Reina Silvia. Monira fue homenajea-da por su valiente lucha, principal-mente por las chicas que fueron ata-cadas con ácido corrosivo o gasolina y cuyo aspecto físico se vio afectado.

EN BANGLADESH: ASF-Acid Survivors Foundation, SASUS, Redwan-E-Jannat BENÍN: Juriste Echos Consult – Jeacques Bonou BRASIL: Grupo Positivo (Portal Positivo, Portal Educacional y Portal Aprende Brasil), SEMED-Santarém (PA), 5a Unidade Regional de Educação/SEDUC-PA, SME-Juruti (PA), Projeto Rádio pela Educação/Rádio Rural de Santarém, SME-São José dos

Campos (SP), SME-Araraquara, ONG Circo de Todo Mundo, Samuel Lago, Christiane Sampaio BURKINA FASO: Art Consult et Developpment, Malachie Dakuyo BIRMANIA: BMWEC, Community Schools Program, Eh Thwa Bor BURUNDI: Maison Shalom, Maggy Barankitze, SME-Araraquara CAMERÚN: SOS Villages d'Enfants Cameroun, Caroll Mikoly GAMBIA: Child

Protection Alliance (CPA), Bakary Badjie GHANA: Ministry of Education, ATWWAR, Ekua Ansah Eshon, Ghana NGO Coalition on the Rights of the Child, Unicef, VRA Schools GUINEA CONAKRY: Ministère de l’Education, CAMUE Guinée, Oumar Kourouma, Unicef, Parlement des Enfants de Guinée GUINEA BISSAU: Ministério da Educação, AMIC, Laudolino

Medina, Fernando Cá FILIPINAS: Visayan Forum, Lowel Bisenio INDIA: City Montessori School Lucknow, Shishir Srivastava, Times of India’s Newspaper in Education, Barefoot College, Tibetan Children’s Villages, CREATE KENYA: Ministry of Education, Provincial Director of Education for both Western and Nyanza Provinces, CSO Network for

Premio Honorífico de los Niños del Mundo

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Cecilia Flores-Oebanda

Cantó la inte-grante del jurado Gabatshwane Gumede, de Sudáfrica.

El coro Spektrum Teens, los niños del jurado y todos los niños que actuaron, cantaron juntos la canción de cierre, “Un mundo de amigos”.

Cecilia Flores-Oebanda, de Filipinas, fue acompañada al escenario por Samraida Esmail, una de las chicas a quienes rescató, a recibir el Premio Honorífico de los Niños del Mundo de manos de la Reina Silvia. Cecilia, que de niña fue trabajadora, fue honrada por luchar incansablemente bajo cons-tantes amenazas de muerte contra el trabajo infantil y la trata de personas, así como por su ayuda a las chicas que fueron esclavas sexuales.

Western and Nyanza Province, Betty Okero CONGO BRAZZAVILLE: ASUDH/Gothia Cup CONGO KINSHASA: FORDESK, Tuzza Alonda, APEC, Damien Kwabene, APROJEDE, Amisi Musebengi MAURITANIA: Association des Enfants et Jeunes Travailleurs de la Mauritanie, Amadou Diallo MÉXICO: Secretaría de Desarollo Humano Gobierno de Jalisco, Gloria Lazcano MOZAMBIQUE: Ministério da Educação e Cultura,

SANTAC (Southern African Network Against Trafficking and Abuse of Children), Margarida Guitunga, Malica de Melo, FDC (Fundação para o Desenvolvimento da Comunidade), Graça Machel NEPAL: Maiti Nepal, Janeit Gurung NIGERIA: Federal Ministry of Education, The Ministries of Education in Kogi State, Lagos State, Ogun State, and Oyo State, Unicef, Royaltimi Talents Network, Rotimi Samuel Aladetu, CHRINET, Children’s

Rights Network, Moses Adedeji PAKISTÁN: BLLFS, Mir Sarfraz, BRIC, PCDP PERÚ: Centro Yanapakasun RUANDA: AOCM SENEGAL: Ministère de l’Education, Ministère de la Femme, de la Famille et du Développement Social, EDEN, Save the Children GRAN BRETAÑA: The Children’s Rights Director for England, Roger Morgan SUDÁFRICA: Ministry of Education, National Department of Education, Eastern, North

West Department of Education and Department of Social Development, Bojanala Platinum District Municipality and Department of Education, Marlene Winberg, Nadia Kamies, Vusi Setuke, Maki Boshomane REPÚBLICA CHECA: Vzajemne Souziti UGANDA: Uganda Local Governments Association, Gertrude Rose Gamwera, Wakiso District, BODCO, Nason Ndaireho, GUSCO ZIMBABWE: Girl Child Network

Premio Honorífico de los Niños del Mundo