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El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria Political use of archaeological remains: the Cantabrian giant steles Jesús García Sánchez 1 SALDVIE n.º 9 2009 pp. 249-263 Resumen El uso político de la arqueología es un hecho indiscutible, muchos estados han utilizado su pasado más remoto para justificar su existencia actual y para crear un sentimiento colectivo de unidad o de origen común. En este tra- bajo se ejemplifica esta situación con las “estelas gigantes de Cantabria” y su utilización como símbolo oficial de la Comunidad Autónoma de Cantabria, debido a su originalidad y a su identificación con los pueblos cántabros en la Segunda Edad de Hierro. A lo largo del artículo se hace referencia tanto a trabajos académicos como a artícu- los periodísticos locales para ejemplificar la disputa dialéctica entre el ámbito académico, el político y el academi- cismo local, mientras que al mismo tiempo se produce una apropiación popular del elemento arqueológico como demarcador territorial en diversos tipos de manifestaciones. Palabras clave: Política, objetos arqueológicos, estelas, Cantabria. Abstract Political uses of archaeology are a real fact. Some states had used their remote past to justify their existence nowa- days in order to generate a feeling of unity and shared origins. In this paper I will try to exemplify this fact in the case of the “giant steles from Cantabria” and their use as an official symbol of the Autonomic Region of Cantabria, due to their uniqueness and its particular link with the Cantabrian peoples in the Second Iron Age. Academic works and local newspapers were examined in order to underly how both, the academic and the politics spheres are cur- rently involved in a dialectic discussion about the ethnic roots of the Autonomic Region. At the same time we can find a popular use of this archaeological object as a territorial marker in a wide frame o events. Keywords: Policy, archeological objects, steles, Cantabria. 1 Investigador contratado del Programa de Personal Investigador en Formación Predoctoral de la Universidad de Cantabria. Adscrito al “Grupo Historia y Arqueología del mundo antiguo y medieval”. [email protected]

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas ... · Matthew Johnson Teoría arqueológica, una intro-ducción. Introducción Para todos es conocido el origen de la arqueología

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El uso político de objetos arqueológicos:las estelas gigantes de CantabriaPolitical use of archaeological remains:the Cantabrian giant steles

Jesús García Sánchez1

SALDVIE n.º 9 2009pp. 249-263

ResumenEl uso político de la arqueología es un hecho indiscutible, muchos estados han utilizado su pasado más remotopara justificar su existencia actual y para crear un sentimiento colectivo de unidad o de origen común. En este tra-bajo se ejemplifica esta situación con las “estelas gigantes de Cantabria” y su utilización como símbolo oficial dela Comunidad Autónoma de Cantabria, debido a su originalidad y a su identificación con los pueblos cántabros enla Segunda Edad de Hierro. A lo largo del artículo se hace referencia tanto a trabajos académicos como a artícu-los periodísticos locales para ejemplificar la disputa dialéctica entre el ámbito académico, el político y el academi-cismo local, mientras que al mismo tiempo se produce una apropiación popular del elemento arqueológico comodemarcador territorial en diversos tipos de manifestaciones.

Palabras clave: Política, objetos arqueológicos, estelas, Cantabria.

AbstractPolitical uses of archaeology are a real fact. Some states had used their remote past to justify their existence nowa-days in order to generate a feeling of unity and shared origins. In this paper I will try to exemplify this fact in thecase of the “giant steles from Cantabria” and their use as an official symbol of the Autonomic Region of Cantabria,due to their uniqueness and its particular link with the Cantabrian peoples in the Second Iron Age. Academic worksand local newspapers were examined in order to underly how both, the academic and the politics spheres are cur-rently involved in a dialectic discussion about the ethnic roots of the Autonomic Region. At the same time we canfind a popular use of this archaeological object as a territorial marker in a wide frame o events.

Keywords: Policy, archeological objects, steles, Cantabria.

1 Investigador contratado del Programa de Personal Investigador en Formación Predoctoral de la Universidad de Cantabria.Adscrito al “Grupo Historia y Arqueología del mundo antiguo y medieval”. [email protected]

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ250

“El pasado ha muerto, ya no existe, pero es algomuy poderoso. Es tan poderoso que una nación ente-ra (Zimbabwe) puede tomar el nombre de un yacimien-to arqueológico”

Matthew Johnson Teoría arqueológica, una intro-ducción.

IntroducciónPara todos es conocido el origen de la arqueología

como disciplina practicada por eruditos y coleccionis-tas y sustentada por estados-nación que perseguían lajustificación de su esencia natural en un pasado cuan-to más remoto posible mejor2. La literatura historiográ-

fica es amplia en casos de este tipo, especialmente enel estudio de las tradiciones arqueológicas del sigloXIX, donde el desarrollo de las disciplinas históricascentradas en la antigüedad y en la prehistoria cristali-za en la creación de las historias nacionales3. Comocasos relevantes podemos citar el estudio sobreGeorge Petrie y el revival céltico irlandés4, la historiadruidófila británica5 o el curioso caso del vínculo entrefenicios y britanos6. Incluso para el marco geográfico ypolítico que nos preocupa se han producido interesan-tes trabajos que ilustran la repercusión de la arqueolo-gía en la construcción de identidades relacionados conel pasado celta7. Durante el siglo XX se ha continuado

2 (SMITH 2001).3 (DÍAZ-ANDREU 1995: 39).4 (HUTCHINSON 2001).

5 (FOWLER 1987: 234-237).6 (CHAMPION 2001).7 (RUIZ ZAPATERO 2006: 206-209).

Figura 1. Estelas a las que se alude en el texto: 1. Escudo oficial de Cantabria según la Ley 8/1984; 2: Estela de Barros; 3: Estelade radios curvos de Lombera; 4. Fragmento de la estela de San Vicente de Toranzo; 5. Estela de Zurita (Aja et alii: 1984).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 251

utilizando el conocimiento arqueológico en la construc-ción de “estados-nación”, quizás el caso más “extrava-gante” sea el uso de las comunidades culturales deKossina en el entramado ideológico del régimen nazi.En nuestro ámbito más cercano, encontramos que enla España franquista se practicó un uso reiterado desímbolos y yacimientos emblemáticos utilizados para“reforzar el sentido de unidad nacional”8.

La pretensión de este artículo es poner de mani-fiesto que determinados elementos arqueológicos,aparte de constituir “elementos de prestigio”9 en unasociedad mediatizada, forman parte de discursos polí-ticos poco reflexivos que cualquier opción ideológicapuede hacer propios. En frecuentes ocasiones estosdiscursos muestran matices incoherentes formandouna espiral de sin-sentidos entorno a algún objetoarqueológico como metáfora del origen étnico de lassociedades presentes. El marco autonómico ha contri-

buido a la resurrección de estas tergiversaciones histó-ricas10, cuyas raíces las encontramos en los proyectosrománticos y nacionalistas del siglo XIX.

Más allá de la inclusión de la arqueología en losdiscursos políticos y en la construcción ideológica delas nuevas comunidades (Cantabria) haremos referen-cia a cómo las estelas se han convertido en un símbo-lo oficial entre los cántabros que funciona ocasional-mente para representar la categoría regional de lacomunidad, ya sea en logotipos de federacionesdeportivas, médicas, etc. (Figura 1)

Arqueología y política. UsosEl sugerente artículo de Ortega11 propone una inte-

resante crítica al papel de la producción científica enHistoria y en Arqueología. Más allá de la fosilización enla historiografía, muchos de estos discursos trascien-den a un nuevo rol social, donde fácilmente corren el

Tabla 1

Referencias de artículos periodísticos mencionados en relación a CantabriaMedio

de Fecha Titular Referencia on-linepublicaciónEl Diario 26/07/2007 “Expertos defienden http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20070725/cantabria/expertos-Montañés la legitimidad histórica defienden-legitimidad-historica_20070725.html

de la banderacántabra”

El País 10/08/2008 “El español nació en http://www.elpais.com/articulo/Revista/Verano/espanol/nacio/Cantabria/Cantabria” elpepirdv/20080830elprdv_12/Tes

El Diario 21/08/2008 Revilla: “Yo me http://www.eldiariomontanes.es/20080821/local/sur-liebana/revilla-apunMontañés apunto a la tesis de to- tesis-kaplan-200808211448.html

Kaplan, ya saldránotros a replicarle”

El Diario 10/03/2009 “Cantabria, 2200 http://www.eldiariomontanes.es/v/20100310/opinion/articulos/cantabria-Montañés años de historia nos anos- historia-contemplan-20100310.html

contemplan”El Diario 20/05/2009 ADIC presenta en el http://www.eldiariomontanes.es/20090520/local/cantabria-general/adic-Montañés parlamento una presenta-parlamento-propuesta-200905201341.html

propuesta paraoficializar el lábaro

El Diario 21/05/2009 “ADIC destaca que el http://www.eldiariomontanes.es/20090521/cantabria/adic-destaca-labaro-Montañés lábaro es ya un fenomeno-20090521.html

«fenómeno socioló-gico»

El Diario 29/06/2009 “El lábaro http://www.eldiariomontanes.es/20090629/cantabria/labaro-desmontado-Montañés desmontado” 20090629.htmlEl Diario 30/06/2009 ADIC dice ahora que http://www.eldiariomontanes.es/20090630/cantabria/adic-dice-ahora-Montañés el lábaro es una labaro-20090630.html

“interpretaciónparticular”

8 (FERNÁNDEZ MARTÍNEZ 2006: 201).9 (RUIZ ZAPATERO 2002).

10 (GONZALEZ MORALES 1992, 1994).11 (ORTEGA ORTEGA 1999-2000).

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ252

riesgo de ser manipulados intencionalmente. Laarqueología y la historia han estado imbricadas en lasideologías nacionalistas desde finales del siglo XVIII.Así es como se ha construido la historia nacional demuchos estados europeos y americanos12. Sin embar-go, podemos percibir un nuevo proceso en el cual es lapolítica la que se embebe de elementos y argumentoshistórico-arqueológicos en origen no condicionados almundo político, construyendo nuevas identidades ojustificando otras no tan nuevas. Estos elementosarqueológicos, o el pasado remoto en sí mismo, pasana convertirse de este modo en “referentes de prestigio”que fomentan la autoidentificación con entidades polí-ticas de nueva creación13.

Para ejemplificar la instrumentalización política dela ciencia podemos remitirnos al marco de Cantabria,en una entrevista al periódico El Diario Montañes(21/08/2008), el presidente de la comunidad autónomaalude constantemente a las tesis de Gregory Kaplan,filólogo de la Universidad de Tennessee para justificarun proyecto del Partido Regionalista de Cantabria(PRC) sobre el origen del castellano (ver Tabla 1). Enotra entrevista aparecida en el diario El País(10/08/2008) bajo el título “El español nació enCantabria”, se vuelve a aludir a las tesis de este inves-tigador (además americano) que da cierto valor cientí-fico al proyecto. Se produce, textualmente, de unamanera tan expresa como la que sigue: ¡Viva Kaplan!y ¡Qué se busquen otro Kaplan! Parece que la contro-versia con La Rioja para convertirse en cuna del idio-ma castellano pasa por la batalla de la cientificidad.

No sólo la lengua es un elemento recurrente a lahora de la legitimación de la existencia de una comuni-dad diferenciada, la historia es una herramienta políti-ca no sometida a crítica, enfocada a la justificación delmomento presente. Encontramos que esta situación escomún en aquellas regiones donde los departamentosy áreas especializadas en prehistoria y arqueologíahan tenido una implantación tardía dentro de las uni-versidades. Y por tanto investigadores locales y orga-nizaciones regionales han tenido una presencia desta-cada en la creación de las historias y prehistoriascomunitarias14, lo cual ha repercutido en la trascenden-cia política y social de la investigación.

Cultura material como símbolo políticoMonumentos, símbolos, reliquias y artefactos cons-

tituyen el grupo que puede definirse como “objetos del

pasado”, que a grandes rasgos forman la base de lamayor parte de las investigaciones arqueológicas15.Algunos de estos elementos han cobrado gran interésen el presente, hasta el punto de convertirse en arma-zones culturales de grandes comunidades, desderegiones hasta Estados. Sin embargo este proceso noes novedoso, la arqueología como ciencia al serviciode los “intereses de estado” ha surtido a las nacionesde “artefactos antiguos” poseedores de un alto gradode originalidad que responden a la necesidad de enrai-zamiento y dignificación para ciertas demandas deidentificación colectiva16. El amplio apoyo a estas for-mulaciones ha llegado a convertir a ciertos objetos delpasado en un “valor cultural irremplazable” como apun-taba Max Weber, llegando a ser una verdadera raisond’être17. Para Hassan18 el uso de objetos del pasado enla actualidad, no solo en el uso simbólico político, es“una rica fuente de iconografía para la cultura NewAge”. Un curioso ejemplo de este uso es el cáliz deArdagh19, una copa de plata que representa el artecelta irlandés del siglo VIII, reinterpretada como trofeoen una competición de fútbol irlandesa, la SamMaguire Cup, o ciertas representaciones de las estelasgigantes de Cantabria, de las que hablaremos poste-riormente, tan bizarras como la presentación de unasjornadas gastronómicas (Figura 2).

Un ejemplo paradigmático del uso político de losobjetos del pasado es el llamado “síndrome deVergina”20. Años después de la creación de la comuni-dad autónoma de Cantabria, la ARYM (AntiguaRepublica Yugoslava de Macedonia) proclamaba suindependencia de la Republica Federal Socialista deYugoslavia. El nuevo estado mantenía el nombre deMacedonia, que Grecia siempre había discutido desdela creación en 1944 de la FYR de Macedonia. EnAgosto de 1992, el parlamento aprobó una bandera enla que figuraba la representación de la estrella argéa-da o “sol de Vergina” (ver Figura 3.3). Una estrella de16 puntas que según el arqueólogo ManolisAndronicos consistía en el emblema de la casa real dela antigua Macedonia helenística21. Dicha representa-ción procede de la excavación de tumbas reales enVergina (actual Egas, Grecia) en 1978.

El uso de este símbolo, junto a partes de la nuevaconstitución, fue interpretado por Grecia como unadoble amenaza: a su integridad territorial y a su identi-dad nacional junto a su herencia cultural “mediante lamanipulación de símbolos macedónicos históricos”.

12 (DÍAZ-ANDREU 1995).13 (RUIZ ZAPATERO 2002).14 (GONZÁLEZ MORALES 1992).15 (HASSAN 2007: 218).16 (SMITH 2001).

17 (Citado en SMITH 2001: 447).18 (HASSAN 2007: 223-224).19 (SMITH 2001: 447).20 (KOTSAKIS 1998: 53).21 (BROWN 1994: 785).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 253

Grecia decretó un embargo económico condenado porla Corte Europea de Justicia22. De este modo, un ele-mento arqueológico se convirtió de repente tanto en elsímbolo político del nuevo estado ARYM, como en lanémesis de la integridad territorial griega. De hecho,debido al conflicto diplomático greco-macedónicoEstados Unidos solo entabló relaciones con la ARYMdespués del acuerdo firmado por los ministros deExteriores de Grecia y Macedonia, Carolos Papulias yStevo Crevenkovski (El País 14/09/1995). (Figura 3).

El escudo de la bandera de Cantabria, afortunada-mente, no ha sido el origen de un conflicto de la mag-nitud griega, pero si puede considerarse que el espíri-tu de la utilización de una iconografía mítica es similar.Julian Thomas23 describe este interés como “la bús-

queda en el pasado para identificar el origen de lanación y su relación primigenia con la tierra que la vionacer”. No pretendemos que esta tesitura sea exclusi-va de Cantabria dentro del territorio peninsular, otrosejemplos podrían ser la Gran Cataluña justificadaarqueológicamente en La Nacionalitat Catalana dePrat de la Riba24, la Asturias celta25, el vascocantabris-mo o el nacionalismo español del que hablaremos másadelante. Sin embargo, nos centraremos en el peculiarhecho de la patente identificación de los cántabros dehoy con un elemento arqueológico.

¿Qué es una estela gigante?Con esta denominación hablamos de ciertos monu-

mentos pétreos de gran tamaño definidos por su este-reometría discoidea y el “carácter peculiar y monótonode su ornamentación geométrica”26 (ver Figura 1). Laprimera estela conocida fue la de Barros, publicada porel abate Breuil27 y por Frankowski28 a principios del sigloXX. En cuanto a su técnica decorativa se caracterizanpor la práctica del “fondo realzado”, que consiste en elrebaje del motivo decorativo, por lo que el campo cir-cundante queda realzado. El elemento geométrico fun-damental, que ha servido de base para posterioresesquematizaciones y usos, es el motivo central.Algunos autores denominan a los motivos como “cre-cientes lunares”, sobre todo desde la perspectiva indi-genista que interpreta los símbolos de las estelascomo cultuales a la vez que funerarios29. También pue-den considerarse como “tornapuntas”30 o simplementese los puede definir como “cuatro cuartos”. La disposi-ción de estos elementos decorativos frecuentementese representa en forma de aspa31, haciendo especialhincapié en ello para establecer similitudes con otrossímbolos “celtas” o romanos y del mismo modo dife-renciar el motivo de otros de tipo cruciforme. La reali-dad es que muchas de las estelas, con el motivo cen-tral descrito, no disponen de un pie que facilite la orien-tación del motivo, por ejemplo la estela de Barros sídispone de un motivo central en forma de aspa, perono sucede lo mismo con la estela de Zurita, que porotra parte es una de las más representativas. Otro deestos motivos centrales es la esvástica de cinco pun-tas que aparece en la estela de Lombera, y que, aligual que los demás motivos, se emplea en sentidopolítico soberanista. (Figura 4).

Este motivo iconográfico tiene siempre una posi-ción central, rodeado por sogueados o por cenefas de

Figura 2. Portada del folleto informativo de las 7as Jornadasdel Pincho con una estela compuesta por pan, anchoas yaceituna.

22 (HIGHET et al. 1995).23 (THOMAS 2001: 170).24 (RUÍZ RODRÍGUEZ et al. 2006: 43).25 (MARÍN SUÁREZ 2005).26 (PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN y NUÑO 1995: 273).27 (BREUIL 1915).

28 (FRANKOWSKI 1920 (reed. 1989)).29 (PERALTA 2000; 2004).30 (PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN y NUÑO 1995: 273;VEGA DE LA TORRE y CEREZO SÁNCHEZ 2004: 363).31 (MONTES DE NEIRA 2004).

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ254

triángulos o cenefas dentadas de triángulos32, tambiénconsiderados “dientes de lobo”33 u orla dentada34. Lafuncionalidad de estos elementos varía según la inter-pretación, para los defensores de la datación cántabro-romana ésta sería funeraria por los elementos quecontiene, motivos astrales relacionados con el cultosolar y la otra vida, símbolos de heroización ecuestre35.Por otra parte, los defensores de la cronología medie-val se basan en la comparación estilística o en la vin-culación de los hallazgos con ermitas36. La estela deZurita se convierte en el campo de batalla de la inter-pretación. Los medievalistas aseguran que se corres-ponde a una leyenda heráldica de la casa Ceballos37,mientras que los primeros mencionados, aseguran quela indumentaria de los dos guerreros consiste en capasde piel de lobo, lo que nos llevaría a un expresión delculto celta. Mención aparte merecerían otras atribucio-nes cronológicas, como la mozárabe, sin embargo lahipótesis medieval y la cántabro-romana son las máspujantes en esta controversia. Finalmente debemos

apuntar que el debate en torno a la cronología de lasestelas gigantes no tiene fácil solución, fundamental-mente debido a la ausencia de “elementos internos”que permitan una datación absoluta fiable38. Por estematiz, los debates continuarán centrándose en la pre-sentación de paralelos materiales, cercanos o lejanos,de la plástica de las estelas. Si bien sería aceptableconsiderar los elementos plásticos como manifestacio-nes del substrato indígena reelaborados desde épocaaltoimperial hasta momentos mucho más tardíos, atenor de los múltiples paralelismos estilísticos quepodemos encontrar.

Las estelas gigantes de CantabriaLa Ley 8/1984 aprobó el actual escudo oficial de la

comunidad autónoma de Cantabria. En la exposiciónde los motivos de la misma ley se alude a la justifica-ción de la incorporación de una de las llamadas este-las gigantes en el segundo cuartel (espacio del escudosegún la definición heráldica) (ver Figura 1.1).

Figura 3. Propaganda griega: 1. un brazo (búlgaro) amenazante trata de estampar un sello en la parte norte de Grecia con laimagen de Alejandro Magno y la leyenda pseudos-cirílica de Macedonia (Danforth 1993: 7); 2. Propaganda ultranacionalistamacedónica (Danforth 1993: 7); 3. Sol de Vergina original (Brown 1994); 4. Propaganda regionalista basada en la estela de SanVicente de Toranzo (Cantabria) (Imagen extraída de: http://www.adic-cantabria.org/).

32 (PERALTA 2004: 279).33 (PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN y NUÑO 1995: 273).34 (VEGA DE LA TORRE 1995: 283).35 (PERALTA 1996: 332- 334).

36 (PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN y NUÑO 1995: 276-277).37 (VEGA DE LA TORRE 1995).38 (ABÁSOLO y MARCO 1995: 329).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 255

Parafraseando el texto, el parlamento de Cantabriadecide “adoptar la figura de los monumentos másimportantes que ha dejado el primer pueblo definidorde los perfiles del territorio de esta región y de su per-sonalidad histórica”. Aquí es donde encontramos unode los primeros hechos de la instrumentalización de laantigüedad en el ámbito institucional desde la creaciónde la autonomía en 1981. Desde una perspectiva his-tórica podemos aducir que las premisas institucionalesson (si se refieren al “pueblo cántabro” prerromano) fal-sas, aparte de incongruentes, por establecer una líneade continuidad en la personalidad de un pueblo duran-te dos milenios, a los cuales se sumarían otros tantospertenecientes a periodos de etnogenia desde elBronce Final39. En este punto cabe preguntarse el por-qué de la inclusión de la estela de Barros dentro delescudo oficial. El origen procede del ámbito intelectualprotagonizado en la época de la Transición a la demo-cracia por dos grupos destacados, el primero de ellosse enmarca en el Centro de Estudios Montañeses(representado por J. González Echegaray y CasadoSoto) partidarios de la autonomía de Cantabria y queposteriormente se encargarían de la creación heráldi-ca, la postura de este grupo defendía “la entidad étni-ca y geográfica de Cantabria definida durante más demil años”40, del mismo modo defendía el mantenimien-to de esa entidad “hasta nuestros días”, en lo quepodríamos calificar de esencialismo maximalista.Frente a éstos, encontramos otra serie de intelectualesintegrados en ACECA (Asociación Cantabria enCastilla) sustentados a través de llamamientos a la uni-dad de Castilla realizados por Claudio SánchezAlbornoz41, defensores de las ventajas de conformaruna gran comunidad, pero subrayando el origen deCantabria en su época prerromana; podríamos calificar

esta postura como de esencialismo o diferencialismopragmático. Contrariamente a lo que puede parecer,éste no es el primer trabajo que hace alusión al uso delas estelas como “símbolos de la cantabricidad regio-nalista”42, el uso político es una cuestión explícita enmuchos trabajos sobre este objeto arqueológico.

Dejando aparte una larga discusión sobre la crono-logía y funcionalidad de las estelas cántabras43, creoque es necesario recordar que este trabajo, lejos deser una investigación sobre la plástica del arte proto-histórico, pretende establecer una reflexión sobre lautilización política de la arqueología, y la política den-tro del discurso arqueológico. Ambos son temas degran relevancia desde que la arqueología deja de plan-tearse como un asunto meramente académico y seconvierte en un “problema” sociológico, entendiendoproblema más como una cuestión de ámbito público,que como contrariedad u obstáculo.

Los símbolos hoyEl polémico escudo de la ARYM duró solo 3 años,

del 92 al 95. La estela cántabra se ha convertido en unsímbolo comunitario más allá de su propia significaciónhistórica, que aún hoy sigue alimentando discusionesde carácter no solo científico sino también político.

El debate sobre las estelas trasciende el propioobjeto arqueológico. Los motivos decorativos de variasde las estelas, el conocido como lábaro cántabro, hansurgido como elemento de debate en el seno de laCantabria actual, sobre todo en el marco de nuevasreivindicaciones regionalistas cuyo objetivo es profun-dizar en la creación de símbolos propios que subrayenel vínculo anteriormente descrito de la Cantabria actualcon el antiguo pueblo de los cántabros. Sin esta moti-vación sería difícil de entender la reivindicación del

Figura 4. Combinación de la esvástica de radios curvos de Lombera con la estrella roja y el puño, paradigmas icónicos de la sim-bología socialista (Imagen extraída de http://www.labarored.org/reguelta/).

39 (PERALTA 2000: 45).40 (CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES 1978: 39).41 (“Cantabria, Castilla, España”, citado en: MADARIAGA DELA CAMPA 1989: 185-187).

42 (PERALTA 2004: 280).43 (VEGA DE LA TORRE y CEREZO SÁNCHEZ 2004;PERALTA 2004).

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ256

lábaro, compuesto por la esquematización de los cre-cientes enfrentados, como bandera co-oficial (“ADICpresenta en el parlamento una propuesta para oficiali-zar el lábaro” en El Diario Montañes 20/05/2009), entreotros motivos debido a su arraigo sociológico.Curiosamente, esta propuesta ha desatado una mareade reacciones y contrarreacciones a través de las pági-nas de los periodos de Cantabria. El arco de reflexio-nes pasa desde el fervor popular por el lábaro a la des-calificación de los que se oponen a tal propuesta. Sinembargo, los movimientos más interesantes se produ-cen en el ámbito de los protagonistas, sin incluir, porahora, al Gobierno de Cantabria. Me referiré a los artí-fices de la propuesta, el grupo ADIC; y por otro lado losinvestigadores que intervinieron en la creación de lossímbolos de la actual Comunidad Autónoma y a losque me he referido anteriormente.

Vemos como el debate da lugar a una sucesión detitulares que ilustran el desarrollo y la enraizada dispu-ta dialéctica en torno a la aceptación de la estela comosímbolo oficial y primera bandera de los cántabros his-tóricos. Puede observarse el cambio de posicionesincluso en los planteamientos anteriormente conside-rados inamovibles, hasta que finalmente lo histórico serevela como un elemento o un referente que se des-echa del discurso popular cuando encuentra un contra-discurso científico que lo refuta (ver tabla 1) A las publi-caciones periodísticas, habría que añadir, la publica-ción académica de J. González Echegaray (2008) y lade Montes44, cada uno de ellos en una de las orillas dela dialéctica generada en torno a la historia deCantabria.

Esta sucesión de artículos periodísticos, columnasde opinión y publicaciones en los medios de comunica-ción es la expresión diáfana de un conflicto ideológicoentorno a un objeto arqueológico, y la asiduidad con laque este problema se refleja en los periódicos puededarnos una idea de la importancia intrínseca de lossímbolos populares en la mentalidad colectiva.

El primer paso que ha llevado a esta situación fuela elaboración de la ley 8/1984 que comentábamos alprincipio del apartado, otro de los episodios másrecientes podría ser la exposición sobre el Lábaro cán-tabro (“El Labaru cantabro: un ejemplo de simbologíapara Cantabria”) coorganizada por ADIC (Asociaciónpara la Defensa de los Intereses de Cantabria) y laConsejería de Cultura de Cantabria. Como es habitualesta actividad ha sido contestada por buena parte deinvestigadores y políticos desmarcándose de la reivin-dicación del lábaro como símbolo oficial, aunque sin

evitar negar el uso popular (“Expertos defienden lalegitimidad histórica de la bandera cántabra”, DiarioMontañes 25/07/2007), llamando la atención sobrealgo que aquí también pretendemos reflejar, la impre-sión de que en arqueología o historia todo es opi-nable45. En el mencionado artículo de prensa se dice:“A Casado Soto [director del Museo Marítimo delCantábrico] le causa «sorpresa» que la Consejería deCultura a la hora de asesorarse sobre el origen de lossímbolos no recurra a los profesionales de la historia,si no a asociaciones que no tienen autoridad comoentidades productoras de historia”. Mucho más recien-te, y encuadrado en esta serie de reivindicaciones delos símbolos y la historia de los antiguos cántabros,está la columna de opinión del Consejero de Cultura deCantabria, en la que se justifica la publicación de unpóster diseñado con motivo del 2200 aniversario de lamención del país de los cántabros en la obra“Orígenes” de Catón (VII, I). La celebración se hacenecesaria porque “homenajear la primera cita deCantabria, la referencia a aquellos cántabros es, encierto modo, honrarnos a nosotros mismos, a los cán-tabros del siglo XXI” (Diario Montañes 10/03/2009) alestilo del decimonónico “Nos ancêtres, les Galoises”reflejado en artículo de Dietler46 y en la misma reflexiónpara el caso gallego de Díaz Santana47. Ver Figura 3.4para un ejemplo de la mitificación del origen deCantabria.

Existe un I.E.S Estelas de Cantabria en losCorrales de Buelna, la población de donde procedenalgunas de estas estelas gigantes; una antigua equipa-ción oficial del club de fútbol Racing de Santanderincluyó esta misma representación arqueológica, algu-nos organismos del gobierno autonómico utilizan delmismo modo una estela esquematizada como emble-ma (por ejemplo la Consejería de Medio Ambiente),muchas asociaciones de familiares de enfermos ofederaciones deportivas utilizan representaciones oesquematizaciones de estelas como indicadores terri-toriales. El uso sistemático de la estela como elemen-to reverencial del pasado celta ha sido ya comentadopor Gonzalo Ruiz Zapatero48 en relación con la utiliza-ción popular de elementos considerados celtas.

Otros objetos arqueológicosEl uso de los petroglifos gallegos puede ser similar

en muchos aspectos49 y también el asturiano con el usode torques de Tineo o de la diadema de Mones50. Juntoa estos artefactos y en el mismo ámbito territorial delnorte peninsular abunda otro motivo decorativo deriva-

44 (MONTES DE NEIRA 2004).45 (GONZÁLEZ MORALES 1994: 9.)46 (DIETLER 1994).47 (DÍAZ SANTANA 2001).

48 (RUIZ ZAPATERO 2006).49 (GUITIÁN y DE LA PEÑA 2008).50 (MARÍN SUÁREZ 2005).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 257

do de algunas estelas, la rosácea hexapétala, asocia-da comúnmente al territorio histórico astur pese a suamplia difusión por el tercio norte de la PenínsulaIbérica. El motivo plástico representado adquiere denuevo un carácter político similar al aceptado para lasestelas cántabras, un elemento definitorio de la perso-nalidad del sustrato indígena en una época anterior ala conquista romana, por lo tanto asociada a una ideo-logía anticentralista, destinada a potenciar los símbo-los y la historia regional.

El sentido del uso de la rosácea hexapétala en lasimbología política ha sido su interpretación como ele-mento astral vinculado a la muerte, debido a la fre-cuente aparición en estelas funerarias romanas, perocon numerosas representaciones prerromanas. Portanto aparecerían revestidas en la imaginería actualcon un marcado componente simbólico indígena. Elejército romano actuaría asumiendo los modelos ypopularizándolos, debido a que también lo reconocerí-an como elemento propio51. Para M. Beltrán y PazPeralta52, la rosácea hexapétala sería en origen unsímbolo militar de cronología muy antigua y extendidapor el Mediterráneo. Llegaría a la península de manosde las legiones, pues aparece en contextos similaresdel limes renano-danubiano. Su uso no se daría exclu-sivamente en lápidas, la representación en otro tipo desoportes influiría en el uso de la simbología funeraria.(Figura 5).

La estela desde la izquierdaSin negar su interpretación tradicional como símbo-

lo astral, puede empezar a percibirse la contradicciónen el uso político como símbolo soberanista. La identi-ficación “pueblo prerromano-regionalismo” frente albinomio “Roma-centralismo” se vería subvertido debi-do a la utilización de elementos propios del binomio“aculturador imperialista” por el binomio de los “subyu-gados”.

La identificación de la estela cántabra con “la per-sonalidad histórica” de los cántabros y el discursogenerado sobre las Guerras Cántabras, han dado piea un ideario político peculiar que recuerda a los cómicsde Astérix y Obélix. En ese imaginario político, lacomunidad actual de Cantabria deriva directamentedel pueblo cántabro “conquistado pero no dominado”por Roma.

El imperio romano dejó de existir, pero su espíritude dominador y explotador de Cantabria se traspone alestado Español. En una visión más propia de gruposnacionalistas y/o regionalistas de izquierdas, el ImperioRomano ha quedado reencarnado en España y/oCastilla, a quien perteneció Cantabria, bajo diferentesdenominaciones, antes del estatuto de autonomía de1981. Y los conquistadores romanos se han personifi-cado en la derecha centralista española. (Figura 6).

Un ejemplo muy claro de esta percepción de lo cas-tellano y lo romano se encuentra en una columna apa-

Figura 5. Rosácea hexapétala como símbolo soberanista leones, astur y cántabro más una “versión original” romana (SalasMartín y Esteban Ortega 1996-2003).

51 (ABÁSOLO y MARCO 1995: 337). 52 (BELTRÁN y PAZ 2004: 102-117).

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ258

recida en el suplemento para Cantabria del DiarioDiagonal (nº 75.3, 16/4/2008) titulado “El centuriónmediático. ¡Ave Agripa Losantorum!”, aludiendo aFederico Jiménez Losantos, antiguo locutor ultracon-servador de la cadena radiofónica de la ConferenciaEpiscopal. Aparte del texto, de nuevo sobre la posturade Miguel Ángel Revilla y sus cuitas filológicas, encon-tramos una ilustración y por aquello de que una imagenvale más que cien palabras la incluimos a continua-ción. El casco es un referente visual directo que nosemplaza a pensar en un legionario romano, en la fren-te encontramos el anagrama de la cadena radiofónicay a un lado del casco, un castillo, referente a Castilla,pese a que en el texto sólo se ha mencionado el cas-tellano en una ocasión y como idioma. (Figura 7). Seríamuy interesantes pensar aquí como el idioma comoreivindicación particular refleja una oposición globalcontra Ellos (castellano-mundo romano-derecha) a tra-vés de una condensación metafórica reflejada en laimagen, al estilo de lo planteado por S. Zizek paraalgunas protestas populares53.

Como en el caso asturiano54, en Cantabria muchosgrupos de izquierda se han aglutinado en torno a la rei-

vindicación lingüística del cántabro como elemento cul-tural de origen indoeuropeo, finalmente la identifica-ción del idioma cántabro con una época de autonomíay soberanía pre-romana ha creado un efecto de bipo-laridad lingüística. De aquí la comparación entre cánta-bro y explotado frente a castellano y explotador.

Esta transposición política del debate llega a susextremos en casos en los que en obras de divulgacióncientífica se acusa de “anticantabrismo castellanista”55

a quienes discuten la hipótesis de una cronología cán-tabro-romana para las estelas gigantes56. Por lo tantola imagen que transmite el mundo científico continúaavalando las reinterpretaciones políticas del pasado.

La estela desde la derechaFrente a esta concepción de lo cántabro opuesto a

lo castellano/ español, que parte de la identificación delestereotipo impuesto del carácter castellano en laconstrucción del nacionalismo español57, se reconoceuna postura que en cierta manera entronca con el pen-samiento político-filológico del presidente autonómico,aunque esta nueva postura rebasa al susodicho por laextrema-derecha (Figura 8).

Figura 6. La Cantabria de Astérix y Obélix. (Imagen extraída de http://www.labarored.org/reguelta/).

53 (ZIZEK 2007).54 (MARÍN SUÁREZ 2005: 154).55 (PERALTA 2004: 276).

56 (PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN y NUÑO 1995).57 (TAIBO 2007: 23-24).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 259

La estela sigue siendo el principal referente icónico,sin embargo las raíces de los cántabros serán mástarde la del resto de los españoles entroncando con laconstrucción tradicional del origen de la Españamoderna a partir de la reconquista. De ahí que Asturiascon Don Pelayo y Cantabria con su carácter indómitoserían (dentro del corpus ideológico de estos gruposde extrema derecha) el origen de la España contempo-ránea. Esta concepción de la Historia de España deri-va de la formulación de las teorías vascocantabristasen el siglo XVI, para cuyos autores los cántabros eranlos antepasados de los vascos, que habían resistido laromanización y por tanto mantenían la esencia de la“raza española”, pese a que ya en el siglo XVIII E.Flórez desmontó esta teoría58, aún se emplean éstosargumentos anacrónicos con fines etnicistas.

No extraña la vinculación de los sectores conserva-dores o más reaccionarios con la arqueología. Yadesde el siglo XVIII esta disciplina otorgaba una pro-tección a la monarquía, que a su vez fomentó estudios

de carácter artístico o anticuarista ligados al pasadogreco-romano59. En el siglo XIX se operó la definitivatransformación de la historia y la arqueología comoherramientas necesarias en la construcción de identi-dades nacionales arraigadas60. En España, fue la crisisfinisecular la que catalizó la formación de institucionesde desarrollo del conocimiento histórico y arqueológicoque apoyaron un sentimiento de nación (por ejemplo laJunta de Ampliación de Estudios creada en 1907 o elCentro de Estudios Históricos en 1910)61. Es precisa-mente en la segunda institución donde desarrolló sulabor Manuel Gómez-Moreno de la corriente naciona-lista española. En sus trabajos situaba la primerapoblación española en el Neolítico, y en afinidad conlas teorías vascoiberistas defendió que el “núcleo origi-nal de identidad española (…) quedaba situado desdeel área vasca hasta Valencia”62. Posteriormente, el ori-gen de los españoles se identificó durante el franquis-mo con las invasiones celtas63, y posteriormente lo cel-tibérico se considerará sucedáneo de lo español, y su

Figura 7. El “centurión mediático” como condensación metafórica de la oposición global a Castilla/España/ derecha. (DiagonalCantabria 16/04/2008).

58 (CISNEROS 2006).59 (DÍAZ-ANDREU y MORA 1995: 26).60 (DÍAZ-ANDREU 1995: 39; RUIZ ZAPATERO 1996).

61 (DÍAZ-ANDREU y MORA 1995; RUÍZ RODRÍGUEZ et al.2006: 36).62 (RUÍZ RODRÍGUEZ et al. 2006: 46).63 (RUIZ ZAPATERO 1996).

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ260

identificación con el centro peninsular sería parte delorigen del “mito castellanista”, realmente una “cobertu-ra ideológica del centralismo político que pretendía (…)contrarrestar los nacionalismos periféricos”64. El traba-jo de Ortega nos ofrece una imagen similar a la de lafigura 7, una construcción ideológica de extrema dere-cha apoyada en construcciones arqueológicas malin-terpretadas.

La Cantabria como cuna de España la vemos apa-recer reflejada en obras de espíritu tradicionalista, yadesde el siglo XIX. Ángel de los Ríos defiende unaCantabria de “indomables y temibles ante sus confi-nantes”, pero también “creadores de la Vieja Castilla” ydeseosos de ser “honrados como parte de la grannación española”65 citado en la obra de Suárez66 for-mando parte de una amplia, y obviamente polémica,reflexión sobre la “tradición inventada” en la actualCantabria.

Conclusiones1. La descripción de los motivos decorativos no

responde a ninguna convención ni a ningún estándar

descriptivo, sino que se realiza a través de apriorismospara justificar posteriores interpretaciones. Es decir, ladescripción formal depende de la tendencia interpreta-tiva y la fórmula elegida para la descripción de los moti-vos está en relación con el contexto ideológico delautor.

2. Tratando con el tema del origen del simbolismoda la impresión de que se incumple sistemáticamenteun elemento fundamental del ethos científico67, el uni-versalismo. Puesto que se defiende la existencia de unsustrato céltico indígena68 esencial antes que las con-sideraciones empíricas del objeto de estudio; lo cual noquiere decir que los investigadores dedicados al estu-dio de las estelas renieguen de la existencia de pue-blos celtas.

3. Lo que se discute en el presente artículo no es lautilización de las estelas como “referente de prestigio”por grupos de ideología fascista o regionalista; es laasimilación de un símbolo (cuyo conocimiento científi-co aún es incompleto) a muchos aspectos de la socie-dad, algunos asociados claramente a la política einfluenciado tanto por los ámbitos ideológicos regiona-

Figura 8. Izquierda: simbología neonazi de la cruz nimbada y una estela cántabra. Derecha: saludo y estética skinhead más laleyenda latina “Cantabria raíz de España” Abajo: pintada con la leyenda apócope de Celtíberos S[e]g[ovianos] imitando la gra-fía de las SS hitlerianas (Ortega Ortega 1999-2000: 109).

64 (ORTEGA ORTEGA 1999-2000: 114).65 (RÍOS 1892).66 (SUÁREZ 1994: 5-6).

67 (FERNÁNDEZ MARTÍNEZ 2006: 28).68 (PERALTA 2004).

El uso político de objetos arqueológicos: las estelas gigantes de Cantabria 261

les más cercanos como por la corriente de la descolo-nización que bebe de la autodeterminación de los paí-ses del tercer mundo y los Balcanes. Las estelas comomonumentos arqueológicos se han convertido en ele-mentos de recuerdo colectivo de una sociedad ausen-te, cuyo carácter ha surgido de hipotéticas reconstruc-ciones de la psicología de los pueblos cántabros pre-rromanos (por ejemplo opiniones en periódicos como“La verdad sobre el valor y la belicosidad de los cánta-bros” en Diario Montañés 2/XII/2008).

4. Según la interpretación del capitalismo tardíoelaborada por Zizek69, la postura cántabra y la macedó-nica deberían pertenecer a un reverso inherente delprimer mundo capitalista. Por un lado están las “sobrei-dentificaciones” anticoloniales, como es el caso de loscántabros y por otro, en el caso macedónico, la nece-sidad de crear un pasado mítico para justificar su inclu-sión dentro del “grupo de los nuestros”, del mundocapitalista (en igualdad de condiciones al mundo occi-dental “greco-romano”), opuesto al de los otros querepresentaría el tercer mundo infra-desarrollado(mundo soviético).

5. Los motivos iconográficos que constituyen lasestelas gigantes se reproducen en la actualidad ensus formas geométricas más esquemáticas, perdien-do su funcionalidad original. Si el primer significadofue funerario, ritual o cultual en la actualidad puededecirse que nos encontramos ante un símbolo emi-

néntemente de diferenciación territorial. Tanto en losmás diversos ámbitos políticos como en los usossociales mencionados.

6. Finalmente, hemos de asumir que los trabajoshistoriográficos sobre la construcción del conocimientohistórico en Cantabria desde el análisis del vascoibe-rismo, del vascocantabrismo hasta el celtismo, realiza-dos desde el ámbito académico universitario no se hantrasmitido conveniente al público general, y sobre elloes necesario reflexionar. Este publico ha asumido undiscurso (manifestado en forma de estelas, el amor porpersonajes “míticos” como Laro y Corocota o conside-rar la Cantabria actual como un producto de la Edaddel Bronce) de raíces más políticas que arqueológicaselaborado en un contexto de investigación local fomen-tado por las instituciones surgidas del Estatuto deAutonomía. La tabla 2 presenta algunos ejemplossobre las reacciones (y sus réplicas) a la desmitifica-ción de los personajes históricos cántabros en unapublicación científica de la Universidad de Cantabria70.

AgradecimientosQuiero agradecer sinceramente los comentarios,

correcciones y relecturas de los profesores MiguelCisneros Cunchillos y de Manuel Ramón GonzálezMorales de la Universidad de Cantabria, que acogieronde buen grado un trabajo de este tipo.

69 (ZIZEK 1999). 70 (AJA, CISNEROS Y RAMÍREZ 2008).

Tabla 2

Referencia de artículos periodísticos sobre Laro y CorocotaMedio de

Publicación Fecha Titular Referencia online

El Diario 09/07/07 Los cántabros si que sobrevivieron http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20070709/opi-Montañés a Roma nion/cantabros-sobrevivieron-roma_20070709.htmlEl Diario 11/11/2008 Laro y Corocota, valerosos guerreros http://www.eldiariomontanes.es/20081111/opinion/Montañés cántabros articulos/laro-corocota-valerosos-guerreros-

20081111.html?email=El Diario 16/11/2008 Laro y Corocota: del mito a la http://www.eldiariomontanes.es/20081116/opinion/Montañés historia articulos/laro-corocota-mito-historia-20081116.htmlEl Diario 02/12/2008 La verdad sobre el valor y http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20081202/Montañés belicosidad de los cántabros opinion/articulos/verdad-sobre-valor-belicosidad-

20081202.html

JESÚS GARCÍA SÁNCHEZ262

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