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Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. http://www.jstor.org El estado actual de los estudios literarios en Chile: Acercamiento preliminar Author(s): Juan Armando Epple Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 16, No. 31/32 (1990), pp. 119-137 Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP Stable URL: http://www.jstor.org/stable/4530499 Accessed: 05-06-2015 10:52 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 195.221.71.48 on Fri, 05 Jun 2015 10:52:44 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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    El estado actual de los estudios literarios en Chile: Acercamiento preliminar Author(s): Juan Armando Epple Source: Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Ao 16, No. 31/32 (1990), pp. 119-137Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPStable URL: http://www.jstor.org/stable/4530499Accessed: 05-06-2015 10:52 UTC

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  • REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA ANO XVI, N2 31-32, Lima, 1990; pp. 119-137

    EL ESTADO ACTUAL DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE:

    ACERCAMIENTO PRELIMINARI

    Juan Annando Epple Universidad de Oreg6n.

    1. Areas del discurso critica

    Un examen general de la situaci6n de los estudios y la critica lite- raria en Chile implica reconocer, en primer lugar, los distintos encla- ves en que se ejerce la actividad critica como praxis intelectual, sus pardmetros restrictivos y su objeto de estudio o valoraci6n.

    Entendida en un sentido amplio, la producci6n critica es un espec- tro plural de representaciones abocadas a la comprensi6n y valoraci6n del fen6meno literario, diferenciando sus premisas y radio de ejercicio en terminos de especialidad a partir de los espacios culturales, sea de orden institucional o publico, en que desenvuelve su quehacer. En este sentido, engloba y a la vez distingue la producci6n te6rica que se ejerce en el marco institucional de una universidad, a trav6s de la docencia y la investigaci6n especializada; la actividad crftica propiamente tal, que interviene en el debate cultural de la sociedad examinando, con un grado de rigor sistemdtico pero abierto a la dinamica del presente cul- tural, a las persuaciones ideol6gicas y los cambios de sensibilidad creadora, la producci6n literaria que se desarrolla en el pafs. Y la acti- vidad de comentario, resefia o reportaje literario, la llamada "crftica periodfstica", que busca informar, publicitar o intervenir en las orien- taciones y gustos de moda con premisas de valoraci6n muchas veces inmediatistas, o no fundamentadas explicitamente. Estas Areas de configuraci6n de la producci6n critica, si bien se decantan a partir de las condiciones de trabajo y requerimientos profesionales del critico, propiciando funciones de perimetros mds o menos especializados, no constituyen espacios aut6nomos ni ontol6gicos, no siguen un curso in- dependiente, sino que estan imbricados, con distintos grados de inter- acci6n, en los mecanismos dialogantes de la vida social y cultural de un pals. Esta simbiosis es tanto mas evidente en los pafses latinoame-

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  • 120 JUAN ARMANDO EPPLE ricanos, donde la teoria literaria, asumida como disciplina que indaga en sus propios fundamentos para proponer una hermen6utica de va- lidez autosuficiente, la crntica sistemAtica que somete a analisis las orientaciones historiograficas o los c.Anones institucionalizados, propo- niendo nuevas lecturas, y las expresiones de critica epis6dica que sue- le ejercerse en los medios de publicidad, se insertan en un espacio cul- tural de contextos aleatorios, cuyas requisitorias intelectuales restrin- gen por una parte la voluntad de especializaci6n y promueven por otra una curiosidad comprometida con el desarrollo global de la literatura. Si bien es una praxis intelectual que aspira a decantar su propia espe- cificidad, su orientaci6n no es ajena a los requerimientos del sistema social y cultural y al horizonte de perspectivas que dinamizan una co- lectividad nacional.

    En este informe nos limitaremos a ofrecer un panorama descripti- vo de las lineas de desarrollo que se han dado en la critica literaria chi- lena, en t6rminos de su evoluci6n cronol6gica, pero sin entrar en un anAlisis detallado de esas tendencias.

    2. Periodo de mrxdernizaci6n de las estrategias criti cs6 196073.

    A partir de la d6cada del cuarenta, y coincidiendo con la diversifi- caci6n profesional y el auge de las disciplinas humanistas que acoge el sistema universitario, la critica literaria en Chile comienza a despla- zar su eje autorial desde la 6ptica privada de los criticos que ejercen su labor en peri6dicos, en contacto directo con el espacio pu'blico y los pa- rametros contingentes de la moda y el gusto literario, a las perspecti- vas institucionalizadas que se elaboran desde los centros acad6micosl. La escuela hist6rico-positivista de un Rauil Silva Castro, por ejemplo, o el impresionismo subjetivista de un Alone o un Ricardo Latcham, co- mienzan a ser confrontados por una disposici6n de trabajo que asume el estudio literario como disciplina mas o menos sistematica y orga- nica, con un 6nfasis cada vez mas acentuado en el analisis textual. Lo que se ira produciendo al interior de la universidad, como sin6nimo de modernizaci6n, es un proceso de apropiaci6n de una constelaci6n di- versificada de corrientes crfticas europeas que se insertan en forma si- multanea, desligadas de la organica cronol6gica que las origina en el Viejo Mundo, como opciones hermen6uticas que aportan un funda- mento te6rico y un paradigma (o pretensi6n) de cientificidad a la disci- plina literaria. En un primer momento los criterios de estudio se des- plazan desde los arraigados fundamentos positivistas, de resabios de- cimon6nicos pero que en algunos casos han terminado por amalga- marse con una perspectiva de inspiraci6n marxista (una lectura de- terminista del marxismo) a las precisiones y reducciones metodol6gi- cas de la estilistica. La obra realizada en el Instituto de Filologfa de la Universidad de Buenos Aires, con el estudio y difusi6n sistemAtica de las investigaciones lingisticas de Bally, Ferdinand de Saussure y Karl Buhler, y los fundamentos y analisis estilfsticos de Vossler,

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 121

    Spitzer y Amado Alonso, tiene una recepci6n inmediata y privilegiada en la universidad chilena. Aun estan por dilucidarse las razones de fondo de esta rapida adopci6n de pautas metodol6gicas que restringen la curiosidad intelectual al universo aut6nomo del texto y a las prerro- gativas de la creaci6n individual. Pues si bien la critica evoluciona in- serta en una dindmica cultural especifica, con desplazamientos y re- formulaciones del haz de tradiciones especializadas que acoge, su his- toria particular esta imbricada en los mecanismos sociales e institu- cionales que posibilitan tales lineas de desarrollo. Si bien la estilistica surge con un aura prestigiosa en las universidades sudamericanas en un momento en que la divisi6n del trabajo intelectual, garantizado pro- fesionalmente en el marco universitario, requiere refrendar la espe- cializaci6n con una configuraci6n sist6mica de los objetos de estudios, no es menos cierto que esto ocurre cuando en esos paises la moderni- zaci6n del sistema global de la sociedad genera una reactivaci6n de conflictos sociales, reformulaciones ideol6gicas y una preocupaci6n por redefinir los estatutos de la llamada "identidad nacional". Lo cier- to es que esta des-ideologizaci6n de la practica critica contrasta, por una parte, con los remanentes del positivismo y sobre todo con los fun- damentos taineanos, de acentuada tradici6n en la historiografia y la investigaci6n monografica en Brasil, Peru, Argentina y Chile, cuya concepci6n determinista segui a privilegiando una atenci6n a las coor- denadas naturales, sociales e hist6ricas en que se produce el hecho li- terario; y margina tempranamente otras perspectivas que comenza- ban a desarrollarse desde la d6cada del 20, y que buscaban renovar y reformular el bagaje te6rico-analitico para explicar el fen6meno litera- rio como componente diferenciado de la realidad nacional. Me refiero particularmente a Mariategui, cuyas formulaciones te6ricas quedaron desplazadas del horizonte intelectual latinoamericano para ser recu- peradas s61o en las uiltimas decadas.

    En uin segundo momento, a partir de la d6cada del sesenta, el es- tamento academico de la disciplina se abre a las corrientes de la feno- menologia existencial (Husserl y Heidegger), el formalismo organico de Kayser y Roman Ingarden, el formalismo ruso y el estructuralismo checo, el estructuralismo semi6tico franc6s de Barthes, Greimas y To- dorov, y las formulaciones socio-hist6ricas de Hauser, Goldman, Lu- kacs, etc. Ello configura un estadio de desarrollo de la critica que, asu- miendo los aportes de la linguistica y de las formulaciones inmanen- tistas de la nueva critica europea, privilegia el rango aut6nomo de la cultura y del fen6meno literario, destacando como horizonte profesio- nal del trabajo intelectual la explicaci6n fundamentada de los c6digos del discurso literario y la valoraci6n de la obra como categorna diferen- ciada de los productos culturales: la obra como hecho de lenguaje. La etapa inmanentista de este periodo de apropiaci6n y reciclaje de pers- pectivas y estrategias, como ha destacado Bernardo Subercaseaux2, ex- pande su vigencia desde comienzos del 60 hasta el inicio del proceso de reforma universitaria. Es el perfodo de formaci6n acad6mica de una

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  • 122 JUAN ARMANDO EPPLE s6lida promoci6n de criticos y especialistas, (la mayorfa de los criticos chilenos que se destacan hoy en la profesi6n bebieron de esas aguas, y tuvieron como libros de cabecera el Kayser y el Saussure), si bien un sector importante de esta promoci6n evolucion6 posteriormente hacia perspectivas te6ricas de tipo socio-hist6rico, desde las variantes socio- 16gicas ligadas a la Escuela de Frankfurt hasta el marxismo renovado de Gramsci y Althusser.

    Dos especialistas chilenos alcanzaron pronto un status influyente en la orientaci6n de ]a disciplina acad6mica: en teoria literaria Felix Martlnez Bonati, cuya obra La estructura de la obra literaria (1960) presentaba una hermeneutica que se hacia cargo de las limitaciones de la estilistica (la concepci6n prevaleciente en ese momento en Chile) y ofrecia un marco conceptual de tipo fenomenol6gico para explicar Ia categorfa diferencial del texto literario. Martinez Bonati actualiz6 y fa- miliariz6 a sus estudiantes con las tesis de Konig e Ingarden, conoci- das antes s6lo por referencias. El manuscrito (aun inedito, al parecer), de su traducci6n al espafol de La obra de arte literario, de Ingarden, estaba incorporado en la bibliografia de sus cursos de est6tica literaria en la Universidad Austral de Chile a comienzos del 70.

    En historia literaria, Cedomil Goic, cuya rearticulaci6n, de suyo rigurosa, del metodo generacional aplicado a la historia de la novela chilena e hispanoamericana fue adoptada con explicable entusiasmo, ampliandose a otros g6neros, por crnticos como Pedro Lastra, Jose Pro- mis, Mario Rodriguez y Grinor Rojo3.

    De las perspectivas historiograficas sustentadas en el modelo y el m6todo generacionales, la de Cedomil Goic es sin duda la mas riguro- sa y consecuente, lo que le ha garantizado un sitial y una recepci6n respetable, que sobresale entre las propuestas que han acogido la "teo- ria de las generaciones" como modelo para historiar la literatura his- panoamericana.

    Quizas el legado mAs valioso de esta etapa de desarrollo profesio- nal, en terminos de formaci6n de una sensibilidad critica, puesto que en rigor los supuestos te6ricos que se oficializaban en el ambito acade- mico no crearon escuela, en el sentido de un desarrollo posterior, fue propiciar una base de comprensi6n mas s61ida del texto literario como estructura de significados, acentuar la capacidad para el anAlisis tex- tual, y en cierta medida definir un estilo docente que tiende a acentuar parametros metodol6gicos, a pensar la literatura como sistema, por sobre las seducciones impresionistas de una discusi6n en el aula de clases.

    El proceso de reforma universitaria, que no fue s61o el resultado de una requisitoria de modernizaci6n institutional sino un epifen6meno de las tensiones y conflictos sociales que se dirimfan en la totalidad del sistema nacional, estimul6 un trato mas ecl6ctico con la tradici6n eu- ropea y sobre todo una exploraci6n de otras vertientes te6ricas capaces de contextualizar la comprensi6n de la literatura y entenderla como una producci6n simb6lica de sentidos vinculada a una dinamica his- t6rica especifica. La perspectiva latinoamericanista con que se empie-

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 123

    za a rearticular la comprensi6n de la sociedad y la cultura, la agudi- zaci6n de los debates ideol6gicos, el boom de la narrativa latinoameri- cana, son elementos que se van concertando para centrar las preocu- paciones intelectuales en una indagaci6n por el status distintivo de la literatura del continente, desplazando el interds por la profundizaci6n en los derroteros te6ricos establecidos.

    Se trata de una etapa de apertura a ]a complejidad de las relacio- nes entre literatura y sociedad, vivida en el marco de tensiones y solici- taciones que estimulan una atenci6n preferente a la literatura en una configuraci6n organicamente nacional antes que a las prerrogativas sectoriales de ]a disciplina. En que los programas y direcciones de in- vestigaci6n buscan insertarse en un discurso activo y prospectivo sobre politicas culturales. Durante Ia etapa de la reforma universitaria, si bien no se definen en rigor nuevos modelos te6ricos, el estatuto institu- cionalizado de los estudios literarios se somete a varios grados de cues- tionamiento en terminos de la orientaci6n de los programas acad6mi- cos, de la investigaci6n, del canon institucionalizado, y la vinculaci6n del trabajo acad6mico con las demandas de la comunidad, a trav6s de la funci6n de "extensi6n universitaria". Esta disposici6n sensible hacia una participaci6n mas directa, no mediatizada, en el debate cultural del pais, activada tanto por demandas estudiantiles como por las pre- siones sociales e ideol6gicas de una comunidad nacional en tensi6n de cambio, va a tener una incidencia en las preferencias tematicas y en las 6pticas de analisis, convirtiendo el discurso critico ya sea en un es- pacio catalizador de la reflexi6n sobre la sociedad, ideologizando expli- citamente las perspectivas, o en un espacio de encapsulamiento que permite a algunos acad6micos desentenderse de las solicitaciones de expresi6n de una postura ideol6gica o un compromiso politico. Pero la manutenci6n de esas perspectivas inmanentistas se leian ahora, en un periodo de aguda sensibilizaci6n ideol6gica, como una f6rmula de distanciamiento o rechazo de los requerimientos de cambio. Si bien no existia una correspondencia estricta entre la postura politica del cri- tico y sus estrategias de analisis literario (aun cuando en cada concep- ci6n de la literatura subyace, implicitamente, una visi6n ideol6gica), lo cierto es que cuando la Universidad fue intervenida por los militares y los docentes fueron sometidos a un burdo escrutinio de su producci6n intelectual para justificar la razzia, estas perspectivas avalaron en parte la prescindencia polltica de los autores en sus gestiones por con- servar el puesto.

    Entre 1970 y 1973, durante el periodo de la Unidad Popular, un sec- tor importante de acad6micos y criticos, identificados con las expecta- tivas de cambio, se integraron a diversas instancias de participaci6n en el aparato organico de la cultura, desde los mecanismos institucio- nales de producci6n y circulaci6n literaria (participaci6n en proyectos editoriales y revistas), hasta los medios de comunicaci6n masivos co- mo el periodismo y la telievisi6n.

    Es un perfodo que estimula ]a distensi6n y la confrontaci6n abierta

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  • 124 JUAN ARMANDO EPPLE de la diversidad de perspectivas a mano, pero sin que la ruptura del sistema social tradicional y el cuestionamiento de sus bases institu- cionales encuentre un correlato expresivo ni en la creaci6n ni en la cnitica, en terminos de una praxis verdaderamente nueva. Si por una parte las revistas especializadas acogen, como expresi6n institucional del pluralismo acad6mico, una gama variada de estudios, sin otra res- tricci6n que el rigor analitico, por otra las publicaciones masivas cana- lizan un debate cultural en que se confrontan y valoran las diversas expresiones literarias en circulaci6n, y especialmente las de los auto- res j6venes.

    Un aspecto importante de esta disposici6n dialogante, que alimen- ta la nostalgia y el desencanto de las promociones creadoras posterio- res, es justamente la atenci6n que recibi6 la obra inicial de los escrito- res j6venes, no s6lo a traves del apoyo institucional de la Universidad, sino sobre todo de slls congeneres criticos. Cada nuevo libro de relatos o poemas, por modesta que fueran sus expectativas, concitaba varias resefias en la prensa local y nacional. En el caso especifico de los poe- tas de la promoci6n emergente es facil constatar que cada aventura tuvo su correspondiente recepci6n critica, en una relaci6n dialogante que se originaba en vinculos de tipo social o cultural (la prolongaci6n de la discusi6n academica en el espacio informal del cafe o el bar, los encuentros poeticos, el proyecto de otra revista destinada a perdurar idealmente mas alla del primer numero, etc.) y que luego se refrenda- ba, hermandades de por medio, en alguna secci6n literaria. La critica literaria en su versi6n contingente, periodistica, independientemente de la sagacidad o limitaciones de sus premisas y juicios de valor, al- canz6 un rango estimable como instancia intermediaria de ingreso al circuito de difusi6n editorial. Y es que la cn'tica no solamente busc6 ahora trascender los constrefiidos marcos de la institucionalidad uni- versitaria, ese microcosmos tan proclive a las mediatizaciones autosu- ficientes, sino que comenz6 a reformular sus parametros en funci6n de una 16gica orientadora cuyo eje basico era Ia virtualidad prospectiva y transformadora de la cultura producida en el pais: la literatura y la cultura como un discurso activo que formula e interpreta la direcci6n de la sociedad. Si antes se le condescendi6 un status de discurso de se- gundo grado, ahora se le exigffa responder a los requerimientos tanto de readecuaci6n de los estudios universitarios como a las propuestas sobre polftica cultural; integrarse a una matriz reivindicativa de la cultura chilena y latinoamericana, identificandose con el proceso glo- bal de la sociedad, avanzando o transformandose con ella.

    Las tensiones de este contexto fueron, naturalmente, un caldo de cultivo propicio para el trabajo de maduraci6n y decantamiento de for- mulaciones te6ricas de parametros mas dutctiles o menos reductivistas que empiezan a ensayar algunos criticos de talento. Nelson Osorio, re- ci6n llegado de Praga, dirige la serie Teorfa Literaria de Ediciones Universitarias de Valparafso y Ia revista Problemas de Literatura. AlIl da a conocer una serie de textos vinculados al estructuralismo del cir- culo de Praga, y particularrmiente las formulaciones te6ricas de Mu-

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 125

    ckarovski, cuya concepci6n de la obra como "equilibrio inestable de re- laciones" permitia incorporar al anglisis aspectos del fen6meno lite- rario que no eran considerados en las estrategias inmanentistas en uso, como el vfnculo de la obra con su contexto social. Jaime Concha, que desde la decada del 60 veni a produciendo una valiosa y estimu- lante obra critica en la que se aliaban con soltura creativa 6pticas esti- listicas, psicoanaliticas y de contextualizaci6n socio-cultural, alcanza a publicar su libro Neruda 1904-1936 (1972), que examina la producci6n nerudiana hasta 1936, desde una perspectiva socio-critica que atiende a la especificidad y complejidad de las categornas poRticas del discurso. Grinor Rojo, cuyo libro Origenes del teatro hispanoamericano contem- poraneo (1972), lo situaba como exponente del m6todo hist6rico de las generaciones, en Ia perspectiva difundida por Goic, experimenta un proceso acentuado de reformulaci6n de parAmetros te6ricos en su tra- bajo docente en la Universidad Austral de Chile, y su segunda publi- caci6n sobre el g6nero teatral, Muerte y resurrecci6n del teatro chileno (1985) constituye, tanto por Ia concepci6n te6rica que fundamenta su idea del teatro como por la perspectiva historiografica que define para el fen6meno especifico de la evoluci6n del teatro en Chile, un notable caso de consolidaci6n de un aprendizaje intelectual. La suya es, en verdad, una biograffa intelectual que epitomiza el rango de experien- cias formadoras vividas en ese perfodo4.

    En suma, Ia critica literaria confrontaba, hasta 1973, un horizonte de expectativas y requisitorias intelectuales que reclamaba nuevas perspectivas te6ricas, volcadas tanto a la comprensi6n del pasado cul- tural (lo primero que se hace evidente en ese momento es la insuficien- cia de las historiografias literarias en uso) como a una inserci6n pro- ductiva en el proceso de reformulaci6n de las pautas culturales del presente.

    3. La critica bqjo el regimen militar: repliegue inmanentista y rearti- culaciones alternativas.

    El golpe militar no se propuso utnicamente desarticular por via represiva el sistema democratico bajo cuyos parametros se dirimian las opciones de transformaci6n social del pais y establecer un par6nte- sis "autoritario" que garantizara un retorno al sistema tradicional de franquicias burguesas, sino imponer un modelo destinado a reorgani- zar mesidnicamente el conjunto de la sociedad, desde sus estamentos estructurales hasta sus orientaciones ideol6gicas. La 16gica guerrera que asumi6 la dictadura, destinada a conquistar y controlar todos los estamentos del orden institucional, se expres6 en el plano de la cultura en ]a desarticulaci6n de todos los espacios en que se canalizaba el uni- verso ideol6gico-cultural: cierre del sistema de las Escuelas Normales, intervenci6n de las universidades, con el desmantalamiento o reduc- ci6n de carreras, especialmente de las Areas humanisticas, y la expul-

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  • 126 JUAN ARMANDO EPPLE si6n o exoneraci6n "voluntaria" de aquellos miembros del estamento estudiantil y docente sospechoso de afinidades con el r6gimen anterior, requisici6n, clausura o suspensi6n de peri6dicos, revistas y casas edi- toriales, control de la informaci6n, etc. Las acciones y consecuencias de esta politica represiva han sido suficientemente documentadas, y no hay sector de la sociedad chilena vinculada a la cultura que no tenga su memorial de agravios.

    Se trata inicialmente, por lo menos hasta 1977, en que se publicita el proyecto de una "nueva institucionalidad", de una politica de des- mantelamiento de los soportes institucionales de producci6n de cono- cimientos y bienes culturales, de una 16gica de exclusiones y margina- ci6n por via del castigo, ]a fiscalizaci6n ideol6gica o Ia censura, pero sin que a ese universo vigilado se le superponga un paradigma o un proyecto ideol6gico-cultural homog6neo5.

    iC6mo afect6 esta reacci6n coercitiva, esta l6gica de exclusiones, el estatuto de los estudios literarios despues del golpe? Porque si bien la mayor parte de los intelectuales (acad6micos, crfticos literarios, escri- tores, artistas) debi6 salir al exilio, y no pocos quedaron en el pais tra- tando de sobrevivir con cualquier trabajo ocasional, el llamado "apa- g6n cultural" no significo una cancelaci6n abrupta de las prdcticas in- telectuales.

    De partida, los espacios sociales e institucionales desde los que se ejerce el trabajo intelectual se convierten en espacios "administrados", con la consiguiente neutralizaci6n del pensamiento critico.

    Como seffala Bernardo Subercaseaux, "La prescripci6n de una cultura abierta con el consiguiente confinamiento de vetas alternativas a microcircuitos, va acompafiada por Ia creaci6n de un espacio cultu- ral artificial, o como lo llama Jos6 Joaquin Brunner, un "espacio pii- blico administrado", que se caracteriza porque define "un amplio regi- men de exclusiones", y reduce las "oportunidades de participaci6n" so- lamente a los agentes culturales o comunicativos "validados". Esto sig- nifica que s61o un pequefno grupo puede incursionar en ciertos topicos y que existe un control de los temas con el prop6sito de lograr una in- tegraci6n polftica de la sociedad, un control que busca hacer aparecer como verdades universales lo que no son sino interpretaciones afines al bloque autoritario. Los agentes culturales y comunicadores valida- dos, como administradores de algunos temas que estan clausurados para los demas, cumplen tambi6n la funci6n de hacer visible el con- trol, de patentizarlo como un no-control, y desempeflan desde esta perspectiva un rol funcional a] sistema6.

    En el sistema universitario, adquiere preeminencia por una parte un tipo de estudio valorativo de escaso o nulo valor te6rico y de explica- ciones textuales anacr6nicas, que apela a entelequias ideol6gicas como el "espiritu nacional", o a categorias metafisicas como la "naturaleza humana" o el "alma de la raza". Pero el universo literario nacional se fiscaliza a tal grado que son muy pocos los autores contemporineos que permanecen en los programas de estudio, y no precisamente los mas relevantes. A los escritores no adictos al r6gimen que han perma-

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 127

    necido en el pais se les prohibe incluso el acceso a los recintos univer- sitarios. Esta 6ptica va a privilegiar un rango de preferencias por aquella literatura peninsular, europea o norteamericana menos pro- clive a las comparaciones con la realidad nacional o latinoamericana contemporanea.

    Por otra parte, encontramos una critica que restringe sus parime- tros a la ex6gesis de los elementos internos del texto, convirti6ndolo en un microcosmos desconectado de sus contextos hist6ricos, de su vincu- lo con otros discursos literarios y culturales o con otras categorias de producci6n de sentidos. Se trata de una atomizaci6n del discurso criti- co a partir de un cauto reciclaje de las perspectivas de la critica estruc- turalista. En algunos casos se trata evidentemente de una opci6n que es consecuente con la prictica anterior del exegeta, y que le ha permi- tido desenvolverse en ]a profesi6n sin conflictos institucionales. En otros casos esta opci6n obedece, bajo circunstancias de extrema censu- ra, a razones practicas: asi como bajo la Espafia franquista se desarro- 116 una corriente "posibilista" en el teatro ( ]a que articula, por ejemplo, Buero Vallejo), y Carlos Blanco Aguinaga ha indicado que esas condi- ciones de censura explican en parte el auge de la estihlstica en Espafia, la recurrencia a una critica inmanentista con estos parametros res- trictivos aparece como una estrategia defensiva: una 6ptica "posibilis- ta" que tiene una apariencia t6cnica, adecuada a un concepto universi- tario profesionalizante, y cuyo objeto de estudio aparece como material no contaminado, vaciado de historicidad o de contextualizaciones pro- blemdticas, y que puede explicarse sin grandes riesgos. Con todo, este metodo, ejercitado con inteligencia, permite al alumno apropiarse de herramientas de analisis y buscar esas relaciones que van aparecien- do como sub-entendidos7.

    La retracci6n de los sistemas criticos elaborados al interior de la Universidad, y la renuencia a hacerse cargo de las expresiones creati- vas que van surgiendo, con dificultad, en el horizonte nacional, dan paso a una vertiente periodistica cuyos agentes culturales "validados" imponen, sin contrapeso, sus criterios y sanciones valorativas en los medios de prensa afines al regimen. Se trata de una critica que opera en un espacio cultural descontextualizado, en un vacio hist6rico, y que destaca individualidades legitimadas antes por la 16gica del mercado que por su relaci6n dial6gica ya sea con la tradici6n nacional o con el horizonte de transformaciones que se visualiza fuera de las fronteras nacionales. Una crftica que, por supuesto, ignora a sectores importan- tes de Ia literatura latinoamericana, a los escritores exiliados, y redu- ce la lectura de los que decide comentar a padrones no problematicos (por ejemplo, destacar aquellos aspectos que ligan la obra a motivos universales o esencialistas). En una encuesta sobre el estado de ]a cri- tica que predomina en el espacio de comunicaci6n puiblica en ese mo- mento, Juan Balbontin se refiere a este malabarismo: "Creo que aque- llo que entendemos por "critica actual" se ve desvalorizado por carecer de una situaci6n en que ella se mida a sf misma, es decir, refleje su

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  • 128 JUAN ARMANDO EPPLE propio trasfondo tecnico-ideol6gico evidenciando la temporalidad de su mensaje"8.

    La critica que se produce en el exilio, o por lo menos Ia que difun- den revistas como Araucaria (publicada en Espafia), America Joven (editada en Holanda) o Literatura Chilena en ei exilio (en una segunda etapa se llam6 Literatura chilena, creaci6n y critica), tienden a reafir- mar, por el contrario, el legado de una memoria hist6rica y a valorar, muchas veces a sobrevalorar, aquellas obras centradas en la experien- cia del golpe o que comportan una visi6n critica de la dictadura.

    La restricci6n del debate critico en Chile explica el peso inusitado que comienza a adquirir el sacerdote Jose Miguel Ibanez Langlois (Ig- nacio Valente) como opini6n rectora sobre ]a literatura que circula en el pais. Valente, desde su pagina semanal en el diario El Mercurio, administra los sacramentos oficiales del gusto literario.

    Pero la simbiosis trinitaria de su patr6n mercurial, ese diario que defiende a la vez una tradici6n espiritual "cristiana", un sistema polf- tico dictatorial y una base material de desarrollo sustentada en la eco- nomia libre de mercado, hace que su postura, que se ha moldeado ge- neralmente con perpicaz ductibilidad mercurial, devenga en un para- digma de contradicciones.

    En un articulo periodlstico de 1970 se adscribfa a una "nueva gene- raci6n critica", nombrando como congeneres una lista de autores que, en su totalidad, fueron mas tarde expulsados de ]a Universidad. Los postulados que entonces hacia suyos eran los que comenzaban a de- cantarse en Ia vertiente mds renovadora de la critica: "El desafio que hoy enfrentan consiste en ajustar creadoramente a la situaci6n nacio- nal y latinoamericana ciertas categorias de analisis pensadas a partir de otro contexto social y cultural, muy distinto del nuestro, superando el colonialismo critico que hasta hoy nos llev6 a mirarnos con ojos ex- tranjeros".

    En relaci6n a los nuevos parAmetros de analisis, destaca en esos afnos: "el nuevo anAlisis, generalmente menos comprometido con el establishment y sus necesidades de entretenci6n, se esfuerza por es- clarecer lo subversivo de todo lenguaje innovador, en cuanto modifica la relaci6n entre palabra y cosa, y al hacerlo, radicaliza el propio dina- mismo real".

    En articulos posteriores sobre el tema, cuando ya era una figura "validada" a quien incluso los escritores j6venes que no comulgaban con su visi6n de la literatura le enviaban sus libros, ante la falta de otros canales de recepci6n publicitaria, readecuia sus "fundamentos te6ricos' declarandose aristotelico y tomista en filosoffa, estructura- lista en literatura y defensor del "buen gusto" y la trascendencia "espi- ritual" en la valoraci6n de los textos. En los ultimos aflos, y cuando co- mienza a resquebrajarse el control oficial del espacio piublico y a ganar terreno el pensamiento de oposici6n, lamenta que "el antiguo equilibrio de los espacios criticos se haya alterado en favor de (su) tribuna", otor- gandole el monopolio de la critica literaria ("Toda concentraci6n del poder en una persona es negativa en cualquier actividad humana, y la

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 129

    critica literaria no es una excepci6n", declara) y aboga por el regreso de los academicos y crfticos exiliados para que se reconstituya un espa- cio cultural dialogante y pluralista9.

    Esto ocurre cuando en el mundo social y cultural del pais se co- mienzan a producir signos de apertura, pero una apertura no propi- ciada por el aparato oficial, sino generada a partir de sus contradiccio- nes.

    Efectivamente, a partir de 1977 el regimen dictatorial reformula sus direcciones de poder en torno a un proyecto fundacional, a un nue- vo orden de sociedad, que busca combinar el control politico (regimen "autoritario") a un modelo econ6mico neo-liberal (la llamada "escuela de Chicago"). En el universo ideol6gico-cultural, la contradicci6n entre las pautas de control hegemonico del sistema y la entrega del espacio cultural al dictamen regulador del mercado, donde la educaci6n y los productos culturales se convierten en bienes transables, va a producir desequilibrios que tendrTn una incidencia importante en las alternati- vas de rearticulacion del trabajo creador y critico. Dos paises comien- zan a confrontar sus imagenes en ese "espejo trizado" (la metafora es de J. Joaqufn Brunner) que es Chile: el pais visible, que glorifica el exi- to individual, el dinero y el consumo como ethos de identidad (ese "pais ganador" que pierde el plebiscito de 1988) y el pais invisible, con una memoria hist6rica en interdicci6n y una aspiraci6n a hacer presente y validar los signos reales de la experiencia colectiva, la expresividad marginal, en torno a un ethos de identidad cultural.

    En 1979 se funda Ia Sociedad Chilena de Estudios Literarios (SOCHEL), destinada basicamente a cautelar el status profesional de los academicos y criticos que trabajan en las universidades y a resca- tar la jerarquia institucional de un trabajo sometido a los riesgos de la fiscalizaci6n ideol6gica y la censura. Pero no es esta una instancia de transformaci6n o apertura al debate critico: los trabajos que se presen- tan en los congresos convocados a partir de 1981 o reiteran los funda- mentos inmanentistas en que se ha enclaustrado el profesional, inca- paz de liberarse de esa "fetichizaci6n del texto" en que ha devenido el quehacer critico, o ensayan timidos avances "posibilistas" que no supe- ran un estadio de balkanizaci6n del horizonte de preocupaciones lite- rarias.

    A lo mas, le restituyen su rango intelectual, en lecturas de focali- zaci6n parcial o en proyectos de simple arqueologia cultural, a perfo- dos o autores nacionales que antes resultaba problematico tratar10.

    Las opciones de renovaci6n critica se empiezan a asumir desde la llamada "universidad informal" o "alternativa": centros privados de investigaci6n y desarrollo cultural que, utilizando como estrategia de supervivencia los resquicios legales de un sisterna que legitima for- malmente la fundaci6n de sociedades privadas, acogen el pensamiento disidente de intelectuales impedidos de acceder a la instituci6n univer- sitaria oficial.

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  • 130 JUAN ARMANDO EPPLE Estos centros, especialmente FLACSO y CENECA, orientan ini-

    cialmente sus preocupaciones al diagn6stico y valoraci6n de las distin- tas formas de esa cultura marginada que se ha ido desarrollando en el pais: los grupos que portan una visi6n del mundo y una producci6n de sentidos simb61icos alternativa a la ideolog'a oficial. En cierto sentido recuperan, con mayor energia, esa 6ptica de apertura a la diversidad cultural que se estaba gestando en la d6cada del setenta, pero enten- diendo que esta vez se trata de un fen6meno con distintas requisitorias. En efecto, la canci6n juvenil o poblacional, el teatro en sus distintos circuitos de desarrollo, las acciones de arte vinculadas a la plhstica y la literatura, el testimonio, etc. junto con sub-vertir la imagen homo- geneizadora y conformista que busca imponer el sistema oficial y ha- cer presente una cotidianidad socialmente conflictiva y culturalmente heterog6nea, son modos de reconocer una pluridalidad de identidades aplastadas o postergadas. Pienso que las dificultades actuales para re- pensar globalmente la cultura en Chile, y no digamos para re-articu- lar proyectos culturales comunes, en Ia direcci6n de una cultura "or- gdnica nacional", se debe al fen6meno de auto-reconocimiento de un amplio catastro de grupos o estamentos socio-culturales (grupos estu- diantiles, de pobladores, mujeres, grupos 6tnicos, regiones, etc.) que reaccionan frente al mismo modelo autoritario pero articulando, desde los enclaves atomizados de su horizonte social, problemas y dilemas diferenciales. ,C6mo integrar, entonces, en una comprensi6n globali- zadora y prospectiva, esta nueva acentuaci6n de identidades que se ha ido produciendo en ciertas regiones del pais (como en Chiloe o en Ari- ca, por ejemplo) en grupos indigenas como el mapuche o el pascuense, en el mundo de la poblaci6n, en las mujeres, con el debate feminista sobre derechos sociales y de representaci6n cultural distintivas, en ]a juventud, etc., cada cual diferenciando una voluntad reivindicativa? ,Se entendera esto como un simple epifen6meno de la dictadura, una dispersi6n de expectativas a resolverse arm6nicamente con el adveni- miento de la democracia, o se trata de un fen6meno sociocultural de resonancias mayores, que modificarA cualitativamente la noci6n de identidad y Ia fisonomia real, no la mitologizada, del pais?

    Pero es sin duda un signo auspicioso el que esta situaci6n haya sido reconocida recientemente en la propuesta de una politica cultural formulada en el documento "Bases programaticas de Ia Concertaci6n de Partidos por la Democracia". Alli se seflala:

    "En la sociedad coexisten una pluralidad de subculturas (sociales, regionales, juveniles, 6tnicas, etc.). Solamente en la medida que esa heterogeneidad sea reconocida y se le abran cauces se estarAn sentan- do las bases para que el movimiento creador de cada individuo pueda expresarse plenamente.

    El pluralismo y su consecuencia administrativa, la descentraliza- ci6n, son componentes fundamentales para activar )a participaci6n. No se trata, sin embargo, de un pluralismo y una descentralizaci6n puramente administrativas; se trata sobre todo de que estos componen- tes permitan a las fuerzas vivas del pals expresarse del modo mas Ii-

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 131

    bre y completo posible. El pluralismo indica tambi6n que no cabe plantear un proyecto cul-

    tural desde una sola concepci6n del mundo, puesto que si asli se hi- ciera se estarfan desconociendo las diversas tendencias y sectores que integran el conglomerado cultural nacional, y a las cuales el Estado debiera garantizarles su derecho a existir"11.

    Los cientfficos sociales y soci61ogos que laboran en los centros que hemos mencionado, teniendo en cuenta la complejidad del fen6meno, comenzaron a desplazar su atenci6n desde los aspectos tradicionales de sus disciplinas hacia las representaciones culturales en sentido lato, desde las formas de representaci6n ideol6gica de grupos y clases, los enclaves e interacciones comunicativas (con atenci6n a los distintos sistemas de comunicaci6n social) hasta las formulaciones simb61icas que se dan en Ambitos que van desde los de la vida cotidiana a los del arte profesional.

    Los proyectos emprendidos por CENECA desde su creaci6n en 1979, en que se vincula la investigaci6n al trabajo de acci6n cultural (talleres, monitorias, etc.) son los que proporcionan un registro y anm- lisis interpretativo mas directo de la realidad cultural, pues su foco de atenci6n son las condiciones diferenciales de producci6n artistica en un espacio publico determinado y los agentes que dinamizan ese desa- rrollo alternativo.

    Las investigaciones realizadas en FLACSO, cuando incursionan en el mundo literario para articularlo a c6digos de representaci6n so- cial e ideol6gica, tienden a imponer una lectura contenidista de los tex- tos, o a a entender la cultura, desde esos parametro de analisis sociol6- gico, como un componente indiferenciado de la cultura politica. En to- do caso, estos acercamientos interdisciplinarios estimulados por una necesidad de comprensi6n global de la sociedad, de una sociedad cuyos fundamentos tradicionales han sido profundamente alterados, pueden activar ese debate, que tambi6n fue truncado o puesto en interdicci6n con el golpe, sobre el estatuto te6rico de las interpretaciones del fen6- meno cultural y literario.

    Significativamente, son dos investigadores que trabajan en estos centros, y cuyas areas de especializaci6n son Ia sociologia de la cultura y la historia de las ideas, respectivamente, quienes asumen la tarea de proponer una interpretaci6n global del desarrollo de la cultura en Chile.

    Bernardo Subercaseaux, desde una 6ptica culturalista que combi- na el trazado de ]a historia social y las formalizaciones ideol6gicas y esteticas de los distintos sectores que dinamizan el mundo nacional, uniendo a la vez el trabajo descriptivo y la interpretaci6n sociol6gica, acomete el ambicioso proyecto de decantar las etapas de la evoluci6n socio-cultural de Chile desde la Independencia hasta el penrodo de ar- ticulaci6n del pensamiento social contemporaneo, en la dMcada del 30. El primer tomo de este proyecto, Cultura y sociedad liberal en el siglo

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  • 132 JUAN ARMANDO EPPLE XIX (Lastarria, ideologia y literatura) (1981), se centra en la evoluci6n de la cultura liberal del pais hasta la decada del 80, articulando su in- vestigaci6n en torno a su exponente intelectual mas destacado. El se- gundo tomo, Fin de siglo. La epoca de Balmaceda. Modernizacion y cultura en Chile (1989), estudia el perlodo de recomposici6n y moderni- zaci6n que vive la so(iedad chilena entre 1886 y 1900. La necesidad de precisar en sub-titulos las areas que abarca el estudio es un indice del amplio rango de realidades (historia econ6mico-social, periodizaci6n politica, sensibilidades culturales y practicas artisticas) que se busca integrar comprensivamente. Fin de siglo nos parece, en este sentido, el libro que mejor articula la compleja interacci6n entre las dinamicas socio-politicas y la constelaci6n heterog6nea de practicas artisticas que se dan en un periodo determinado. En este momento el autor trabaja en una tercera etapa del proyecto, centrada en la vida social, politica y cultural de Chile en el periodo que va desde 1900 a 1938, afio de Ia victo- ria del Frente Popular y de la insersi6n protag6nica de los sectores so- ciales hasta entonces subalternos en la vida nacionall2.

    Jose Joaquin Brunner, por otra parte, se propone definir en una serie de ensayos Ia crisis, desplazamientos y rearticulaciones de las configuraciones culturales del pais desde la d6cada del sesenta hasta el periodo dictatorial.

    Los supuestos sociol6gicos con que define el fen6meno cultural, amalgamando, hasta indiferenciarlos, los planos ideol6gicos y artisti- cos, explican ]a tendencia a fijar esquemas demasiado homog6neos de interpretaci6n, sin deslindar suficientemente las dinamicas particula- res que entran en juego. Por otra parte, si bien su concepci6n de la cul- tura como producci6n y formalizaci6n de sentidos se distancia de los determinismos mecanicistas de que abusaron algunos exponentes del marxismo tradicional, reconociendo niveles de desarrollo aut6nomo, la perspectiva globalizadora con que articula esta esfera de suyo hete- rogenea que es la "producci6n de sentidos" lo lleva a sobredimensionar el papel de Ia cultura como conciencia e instancia transformadora de la sociedad: la cultura como espacio de concertador de identidades y de proyectos de cambio:

    Nada estd contenido en la cultura que no estd ya, anticipadamente, como posibilidad en los lenguajes a traves de los cuales una sociedad se comunica y se produce a sf misma. Si esto es asf, entonces podemos decir, inversamente, que todo lo que esta puesto en una cultura, incluso como sueflo y utopfa, ain como irracionalidad y potencial de destrucci6n, estA al alcance de una sociedad(...). En estas condiciones, paradojalmente, la cultura guarda en sus combinaciones de signos las claves de cualquier movimiento hacia el futurol3.

    Para avanzar una opini6n que habra que precisar en un analisis posterior, en las propuestas te6ricas de Brunner, donde se conciertan fundamentalmente lecturas de Althusser, Gramsci y Lacan, gravita el efecto de despolitizaci6n que se ha vivido en Chile durante el regi-

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE

    men militar y la funci6n mediadora que ha asumido la prictica cultu- ral en esta coyuntura, pero sin que ello signifique que est6 alcanzando un rango protag6nico, desplazando las demds formas de represente- ci6n en que se reconoce el grupo social o la colectividad.

    4. Hacia una rearticulaci6n dialogica de lapraxis critica.

    A partir de 1981/82, con el quiebre del modelo econ6mico neo-libe- ral y sus efectos de crisis en el bloque de sustentaci6n del regimen, se aceleran las exigencias y expectativas de cambio democrdtico y los es- fuerzos de movilizacion social. Un epifen6meno de esta temperatura dinamizadora son las grandes protestas nacionales de 1983. Consecuti- vamente, empiezan a gestarse nuevas dindmicas de desarrollo en el campo cultural, vinculadas esta vez a expectativas de redemocratiza- ci6n de los espacios piblicos de expresi6n y al rango potencialmente movilizador de sentidos que pueden adquirir las practicas artisticas.

    En este contexto adquieren relieve, en relaci6n a los proyectos de diagn6stico, investigaci6n y valoraci6n de hechos culturales, tareas co- mo las que emprende por ejemplo CENECA, en colaboraci6n con el In- stitute for the Study of Ideologies and Literature, de la Universidad de Minnesota. Su objeto de andlisis prioritario han sido justamente aque- llas expresiones culturales que han tenido un desarrollo mas dina- mico y con propuestas que se hacen cargo de los dilemas mds profun- dos de la contemporaneidad hist6rica del pais: el teatro, la literatura testimonial y las expresiones de la cultura poblacional.

    Las posibilidades de re-insertar las estrategias investigativas y la critica literaria academica en un horizonte social sometido a tensiones de cambio es el estimulo bMsico de las propuestas que va a desarrollar Hernan Vidal en el disefio de una hermen6utica socio-hist6rica y una historiografia materialista. Un analisis de esta reflexi6n y reformula- ci6n te6rica implicaria hacerse cargo de tres de sus textos: Sentido y prdctica de la critica literaria socio-hist6rica: panfleto para la proposi- ci6n de una arqueologia acotada (984), "Hacia un modelo de la sensibi- lidad social literaturizable bajo el fascismo" (1985) y Poetica de la pobla- ci6n marginal. Fundamentos materialistas para una historiografia estetica (1987).

    En sus planteamientos te6ricos, que privilegian como terreno de experiencias la situaci6n chilena, y que por lo mismo relativizan el al- cance de las categorias que define, convergen basicamente la teorna del reflejo, de Lukdcs, el concepto de hegemonia de Gramsci, las formula- clones sobre cultura nacional de Nils Castro, y la epistemologia politi- ca de Ernesto Laclau.

    En su disefo de una hermen6utica socio-hist6rica para el estudio del fen6meno literario, elaborado en Sentido y prdctica de la critica li-

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  • 134 JUAN ARMANDO EPPLE teraria socio-hist6rica (1984) hay nada menos que una voluntad de re- fundaci6n de la disciplina, donde las estrategias de interpretaci6n y analisis no s6lo den cuenta del horizonte de realidades existentes has- ta el presente, sino que tengan la capacidad de pre-decir el curso futu- ro de los hechos culturales.

    La preocupaci6n por re-evaluar la literatura y otras expresiones artlsticas nacionales en terminos de totalidades sist6micas diferencia- das es evidente en una serie de estudins monograficos dedicados al tea- tro, la poesia, Ia novela, la literatura testimonial, la canci6n popular, e incluso el humor graficol4.

    De especial significaci6n es el desarrollo que ha alcanzado la cri- tica sobre la literatura de la mujer y desde perspectivas feministas. El surgimiento de una promoci6n de escritoras que se hace cargo, con no- table talento creador, de los dilemas sociales y culturales de la mujer, impugnando percepciones tradicionales sobre su rol en la sociedad, ha encontrado un correlato crftico en los acercamientos te6ricos propues- tos por un grupo de especialistas cuyo objetivo primordial es destacar y valorar can6nicamente el discurso femenino. A la obra analitica y te6- rica realizada fuera del pais por autoras como Gabriela Mora, Lucia Guerra-Cunningham, Marjorie Agosin, Eliana Ortega y Gina Cane- pa-Hurtado, se une el trabajo desarrollado en Chile por Diamela Eltit, Raquel Olea, Adriana Valdfs y Nelly Richardsl5.

    En 1987 organizaron en Santiago el Primer Congreso Internacio- nal de Literatura Feminista Latinoamericana, un proyecto que busca- ba propiciar vinculos dialogantes para una labor intelectual marcada todavia por una impronta atomizada y marginal. A ello sigui6 la con- vocatoria, en 1989, de un encuentro dedicado a revalorar criticamente ]a obra de Gabriela Mistral.

    El regreso a Chile de un grupo apreciable de criticos que realiza- ron estudios especializados en universidades extranjeras, cuyo trabajo se orient6 a los requerimientos de comprensi6n global del desarrollo cultural y literario del pais, y las posibilidades que tienen ahora aque- llos que ejercen su labor en otros paises de un contacto directo con ese medio social y de relaci6n dialogante con los congdneres que trabajan en Chile, situian el status de los estudios literarios en un estadio de de- sarrollo potencialmente renovador. Las interrogantes sobre la profun- didad y alcance de estos trabajos, la capacidad para formular un saber distintivo y no una adecuaci6n de parametros analiticos adaptados con mayor o menor habilidad compositiva, no estdn distanciadas de las que surgen en torno al proceso de transito de la dictadura a la demo- cracia. El desarrollo aut6nomo de esta prActica intelectual tiene tam- bi6n sus propios desaffos hist6ricos por delantel6.

    NOTAS

    1. Para un examen panorimico de la crftica literaria hasta comienzos de los se- senta v6ase John Dyson, La evoluci6n de la crttica en Chile (Santiago, 1965).

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 135

    2. En la periodizaci6n nos ceflimos a los ensayos de Bernardo Subercaseaux "Transformaciones de la critica literaria en Chile: 1960-1982". En: Cuadernos Americanos, Vol. CCXLVI, N.1 (1983); pp. 83-105, y "Notas sobre autoritarismo y lectura en Chile", en HernAn Vidal, e.d. Fascismo y experiencia literaria: refle- xiones para una recanonizaci6n (Minnesota: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1985); pp. 385403.

    3. La tesis y el modelo historiogrdfico de Goic se exponen en dos articulos: "La no- vela chilena actual: tendencias y generaciones". En: F6lix Martfnez Bonati et al. Estudio de lengua y literatura como hurnanidades (Santiago de Chile: Semi- nario de Humanidades, 1960); pp. 3745, y "La P6riodisation dans l'histoire de la litt6rature hispanoam6ricaine". En: Etudes Littdraires, 8, 2/3 (1975); pp. 269-284. Su aplicaci6n a la historia de la novela se desarrolla en La novela chilena. Los mitos degradados (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1968) e Historia de la novela hispanoamericana (Valparaiso: Ediciones Universitarias de Val- parafso, 1972). Cedomil Coic est* editando ahora una historia de la literatura hispanoamericana, en tres tomos, bajo el sello de Ediciones Cdtedra.

    4. Cf. Grfnor Rojo, Origenes del teatro hispcnoamericano contempordneo (Valpa- rafso: Ediciones Universitarias de Valparafso, 1972) y Muerte y resurrecci6n del teatro chileno (1973-1983) (Madrid: Ediciones Michay, 1985). Los fundamentos te6ricos y metodol6gicos del primer libro los analiz6 posteriornente el propio au- tor, en una extensa nota autocrftica: "En torno a la llamada generaci6n de dra- maturgos hispanoamericanos de 1927 mAs unas pocas observaciones sobre el tea- tro argentino moderno". En: Revista de Critica Literaria Latinoamericana, VII, 16 (1982), pp. 67-76. En su libro mAs reciente, Crltica del exilio. Ensayos sobre literatura latinoamericana actual (Santiago de Chile: Editorial Pehu6n, 1989), Grinor Rojo desarrolla con convincente rigor categorfas te6ricas que se hacen cargo del problema de la historiograffa literaria en relaci6n a la literatura his- panoamericana, especificamente en t6rminos de una elaboraci6n de proposicio- nes destinadas a una articulaci6n comprensiva del cambio cultural (PrActica de la literatura, historia de la literatura y modernidad literaria en Am6rica Latina"), de los sintomAticos dilemas de la praxis po6tica en Chile en una situa- ci6n transicional ("Veinte afios de poesfa chilena...") y del sentido de la post- modernidad en su versi6n o con-versi6n chilensis (Exilio, modernidad y post- modernidad en tres poetas chilenos").

    5. Para una exposici6n de los paradigmas ideol6gicos que busca imnponer el r6gi- men militar, remito al lector a dos anAlisis que difieren en su concepci6n de la dictadura chilena: Jos6 Joaquin Brunner, La cultura autoritaria en Chile (Santiago de Chile: FLACSO, 1982), y Hernin Vidal, Hacia un modelo general de la sensibilidad social literaturizable bajo el fascismo". En: HemAn Vidal, editor, Fascismo y experiencia literaria: reflexiones para una recanonizaci6n (Minneapolis, MN: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1985); pp. 1-63.

    6. V6ase Bernardo Subercaseaux,"Transformaciones de la crftica literaria en Chi- le: 1960-1982", op. cit. p6g. 97.

    7. Un critico perspicaz y riguroso como Mauricio Ostria, por ejemplo, en su anhli- sis de la novela Cdtedras paralelas (1985), de Andr6s Gallardo, distiende hibil- mente los parAmetros del andlisis textual para dialogar con la obra y con el lec- tor confrontando las relaciones inter-textuales de sentido con aquellos c6digos que estAn sub-entendidos en un texto que metaforiza la situaci6n que debe en- frentar el intelectual y el escritor chileno en un r6gimen de interdicci6n. La ex- presividad contenida, tAcita u oblicua que organiza el discurso ficticio, y su pos-

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  • 136 JUAN ARMANDO EPPLE tulaci6n par6dica do una "cst6tica del silencio", encuentra su correlato c6mplice en una dilucidaci6n crftica que trabaja desde las opciones del discurso analftico que se puede ejercer en la universidad intervenida. V6ase "Citedras paralelas: Neocriollismo, intertextualidad y la despiadada verdad hist6rica". En: Andr6s Gallardo, Cdtedras paralelas (Concepci6n : Ediciones LAR, 1985); pp. 103-20.

    Desde una aproximaci6n linguifstica del discurso, sustentada en el analisis funcional del text.o propuesto por Eugenio Coseriu, Mauricio Ostria propone en sus trabajos una lectura que busca actualizar y relacionar los c6digos del texto buscando como termino dialogante la competencia decodificadora del lector. Ese lector es, basicamente, cl estudiante de literatura (de ahf el andamiaje pedag6- gico y la gradaci6n del acercamiento interpretativo que explora en cada ensayo), pero especfficamcnte cl estudiante chileno, ese compafiero de ruta inserto o cons- treflido en una coyuntura comunicativa real donde el objeto de estudio que com- parten es tambi6n un objeto sitiado cuyas constelaciones significativas (y sobre todo la relaci6n dial6ctica con el entorno hist6rico que le da sentido como saber) pueden irse des-cubriendo en un proceso gradual de liberaci6n. La suya es una prActica intelectual que trabaja inserta en una coyuntura en interdicci6n, que se hace cargo de esas limitaciones, pero que interpela el reduccionismo que se ha ense?ioreado sobre los estudios literarios buscando activar una comprensi6n mas abierta de la practica creadora, en un esfuerzo guiado por una indesmentible convicci6n intelectual y 6tica. Su perspectiva funcionalista -y el t6rmino habrfa que entenderlo aquf en su acepci6n de gesti6n coyuntlural y como posibilidad de re-apertura de vfas interpretativas, en este ultimo sentido propiciando una alian- za entre la metodologfa que pone su acento en Ia configuraci6n linguistica del texto (Coscriu) y la que se abre a los entornos (Mukarovski, Jauss)- esta expuosta en su artfculo "Literatura y estudios litorarios: mas alila de la inmanencia". En: Escritos de varia lecci6n (Conccpci6n: Ediciones Sur, 1988); pp. 43-55.

    8. Juan Balbontfn, "Crftica literaria en Chile", CAL, Santiago do Chile, N.2 (1979), pA g. 6.

    9. Sobre la "evoluci6n" del crftico Ignacio Valente, os interesante confrontar sus cr6nicas en El mercurio "La nueva crftica"(5 de abr'il do 1970), "La vara del crf- tico" (28 de marzo de 1971), "Las sombras del escritor" (8 de mayo de 1977), Crftica literaria: ,Cioncia o sensibilidad?" (1 de julio de 197'9), "Situaci6n de la crftica"; (13 de noviembre de 1983) y "20 afios de crftica" (5 de octubre de 1986). Reciente- mente se ha ocupado de la literatura chilena feminista, o incluso de la literatura publicada por prisioneras polfticas.

    10. Para un examen del rango de aperturas que se posibilitan desde la instituciona- lidad universitaria, serfa itil comparar el derrotero que han tenido revistas es- pecializadas como Atenea (Universidad de Concepci6n), Acta Literaria (Depar- tamento de Espaniol de la Universidad de Concepci6n), Estudios Filol6gicos (Universidad Austral de Chile) y Revista de Literatura Chilena (Universidad de Chile).

    11. V6ase "Por una cultura democrfitica" (Bases ProgramAticas de la Concertaci6n de Partidos por la Democracia), Documento para la discusi6n (Santiago de Chile, agosto de 1989), pag. 7.

    12. V6ase Bernardo Subercaseaux. Cultura y sociedad liberal en el siglo XIX. Lasta- rria, ideologta y literatura (Santiago de Chile: Editorial Aconcagua, 1981), y Fin de siglo. La epoca de Balmaceda. Modernizaci6n y cultura en Chile (Santiago de Chile: Editorial Aconcagua-CENECA, 1988).

    13. V6ase Jos6 Joaqufn Brunner, La cultura autoritaria en Chile (Santiago de Chile: FLACSO, 1982), Cinco estudios sobre cultura y sociedad, en colaboraci6n con G. Cataldn (Santiago de Chile: FLACSO, 1985) y Un espejo trizado. Ensayos sobre cul tura y poltticas culturales (Santiago: FLACSO, 1988).

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  • LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN CHILE 137 14. Cf. Jose Joaqufn Brunner, El espejo trizado, pag. 59. 15. De los trabajos que se abocAn al estudio de g6neros o expresiones culturales dis-

    tintivas destacan: sobre el teatro chileno contempora'neo, el de Grfnor Rojo (cita- do en la nota 4) y el de Maria de la Luz Hurtado, Carlos Ochsenius y Hernan Vi- dal, Teatro chileno de la crisis institucional 1973-1980 (Minneapolis: CENECA- Universidad de Minnesota, 1983); novela: Jos6 Manuel Jofr6, La novela chilena, 1974-1984. (Santiago: CENECA, 1985) y Rend Jara, El reves de la arpillera: perfil literario de Chile (Madrid: Hiperi6n, 1988); poesia: Federico Schopf, De la van- guardia a la antipoesta (Roma: Bulzoni, 1986); testimonio: Jorge Narvaez, 'El testimonio, 1972-1982" (Santiago: CENECA, 1983); canci6n popular: Osvaldo Ro- drfguez-Musso, La nueva canci6n chilena: continuidad y reflejo (La Habana: Premio de Musicologfa, Casa de las Am6ricas, 1986). Jorge Montealegre, por otra parte, prepara un libro sobre la historia del humor grafico en Chile. Para una descripci6n panoramica de la producci6n cultural en Chile durante el perfodo de la dictadura es util consultar el artfculo de Manuel Alcides Jofr6 "Culture, Art, and Literature in Chile: 1973-1985", Latin American Perspectives, Vol.16, N.2 (Spring 1989); pp.70-95. De este emergente corpus crftico, debemos destacar las aproximaciones te6ricas y estrategias de analisis desarrolladas por Lucia Guerra-Cunningam, especial- mente en los siguientes ensayos: "Pasividad, ensoliaci6n y existencia enajena- da: Hacia una caracterizaci6n de la novela femenina chilena', "Feminismo y subversi6n en La brecha de Mercedes Valdivieso". En: Texto e ideologla en la narrativa chiena (Minneapolis, MN: Prisma Institute, 1987); y "La identidad cultural y la problematica del ser en la narrativa femenina latinoamericana', Plural NQ. 205, (M6xico: Octubre de 1988); pp. 12-21.

    16. En 1988 CENECA convoc6 a un grupo de especialistas y crfticos que trabajan en Chile y en el extranjero para invitarlos a disefilar un proyecto colectivo que no se ha intentado antes en el pals, ni cuando la Universidad de Chile contaba con un Instituto Chileno de Literatura: producir una historia de la literatura chilena. Es un proyecto que implica a la vez estudiar y analizar criticamente las formula- ciones te6ricas e historiograficas que orientaron las historias de la literatura chilena que se han escrito antes, convenir una concepci6n de la historia y la cul- tura que se haga cargo de la especificidad de la evoluci6n latinoamericana y na- cional (o regional), definir una periodizaci6n historiogr6fica que se haga cargo de Ia evoluci6n distintiva de esta literatura y analizar las tendencias especificas de cvoluci6n de los distintos gdneros o modalidades de discurso. Se trata, sin duda, de un proyecto mayor que implica no s61o aunar esfuerzos intelectuales y concertar opciones de especializaci6n, sino sobre todo establecer vinculos dialo- gantes de aprendizaje te6rico y critico, propiciando una instancia de discusi6n e investigaci6n cuyo resultado se proyectaria, necesariamente, a largo plazo. El que CENECA se haya visto en la obligaci6n de delimitar las perspectivas de este proyecto a lo que se puede hacer en Chile hoy, con los profesionales que comparten su espacio cotidiano, pone un lfmite realista a los entusiasmos que pone en ten- si6n el transito a la democracia.

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    Article Contentsp. [119]p. 120p. 121p. 122p. 123p. 124p. 125p. 126p. 127p. 128p. 129p. 130p. 131p. 132p. 133p. 134p. 135p. 136p. 137

    Issue Table of ContentsRevista de Critica Literaria Latinoamericana, Vol. 16, No. 31/32 (1990), pp. 1-400Front Matter [pp. 1-5]Presentacion [p. 7]El estado de las cosas: Veinte aos de critica Argentina [pp. 9-37]Tradicion y cambio en la critica literaria boliviana [pp. 39-55]A Crtica Literria no Brasil (ltimos quinze anos) [pp. 57-66]La nacion cimarrona en el imaginario del Caribe no-hispanico [pp. 67-97]Balance agonico de tres lustros de estudios literarios en Colombia [pp. 99-118]El estado actual de los estudios literarios en Chile: Acercamiento preliminar [pp. 119-137]Del Tzantzismo al desencanto: Un recorrido de treinta aos en la critica literaria del Ecuador [pp. 139-152]La critica literaria en Mexico: Ausencias, proyectos y querellas [pp. 153-169]El Peru critico: Utopia y realidad [pp. 171-218]Primeros apuntes para una historia de la critica uruguaya (1968-1988) [pp. 219-235]Venezuela: Critica literaria y cultura del petroleo [pp. 237-254]Formacion del pensamiento critico-literario en Hispanoamrica: Epoca colonial [pp. 255-265]Critica literaria hispanoamericana en Estados Unidos: Visiones desde la periferia [pp. 267-289]El hispanoamericanismo britanico [pp. 291-295]Estudios de literatura latinoamericana en Checoslovaquia [pp. 297-306]Evolucion del latinoamericanismo en Francia [pp. 307-317]El hispanoamericanismo en Hungria [pp. 319-327]Temas y tendencias del hispanoamericanismo italiano [pp. 329-351]La literatura hispanoamericana en la critica literaria de Polonia [pp. 353-356]Los estudios de literatura latinoamericana en la Republica Democratica Alemana [pp. 357-363]Nuevas tendencias en los estudios de cronicas y documentos del periodo colonial latinoamericano [pp. 365-375]El desarrollo de los estudios acerca de las literaturas modernas de America Latina en la Republica Federal de Alemania [pp. 377-386]Suiza frente a la literatura latinoamericana [pp. 387-393]Asociacion para el estudio de las sociedades y literaturas de America Latina (AELSAL) [pp. 395-400]Back Matter