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Complejidad en educación ambiental Introducción urante las últi mas tres décadas del si glo XX el concepto de educa ción am  bie ntal ( EA) ha teni- do di fe rentes signi fi ca dos; sin em  bar go, más allá de que ha cam  bia do, lo que se entiende  por EA pue den distinguirse dos grandes posturas. Por un la do, aquella que la consi de ra como un ob  je ti vo en sí mis ma y has ta con un conte ni do pro  pio   la ecolo gía   , ca  paz de tra ns formar las condi ciones mate riales hacia un am  bien te menos conta mi na do y de  predado. Esta postura equi  pa ra EA con ense ñanza de la ecolo gía, y asume los  pro  ble mas am  bien ta les como esencialmente técni cos. El desconocimiento de los flu  jos de ener gía y mate riales entre la sociedad huma na y el resto del mundo fí si- co-mate rial y los otros seres vi vos es causante de la crisis am  bie ntal. De allí que la EA se asuma como el instrumento para su solución. Hay, por otro la do, la concepción de que los pro  ble mas am  bie nta les son deri va dos de una estruc tu ra ecomi- co-social deter mi na da, y que la EA, para tener sen-  ti do, de  be com  ple mentar los cam  bio s es tructu ra les en la sociedad. Esta postu ra identi fi ca la EA con educa ción so  bre có mo la sociedad humana se relaciona entre sí  —re laciones ecomi cas, sociales y polí ti cas— para dis  po ner del mundo físico mate rial y los otros se res vi vos. En esta concepción, los pro  blemas am  bienta les no son princi  pal mente técni cos, sino sociales. En este arculo argumentamos que estas dos gran- des posiciones condensan diferentes concepciones ideológicas so  bre la re la ción entre la sociedad huma na y la natu ra le za externa, que crista lizan a su vez en un abani co de lo que pode mos llamar el pensamien- to am  bie ntalista. En apoyo a estas ideas, hemos ela  bo- ra do una ti  po lo gía para anali zar las princi  pa les posi- ciones, reconociendo que toda ti  po lo gía es un modelo. Es una mane ra de forzar o encua drar posiciones di fe rentes. Su uti li dad radi ca, como otras formas anaticas, en  pre sentar de forma sim  ple lo q ue es co m  ple  jo. En el caso que nos ocu  pa, la ideología am  bie nta lista contem  po nea tiene los más varia dos tintes. El resul ta do del aná li sis puede va riar se gún los cri te rios que se adopten. 1  21 Tópicos en Educación Ambiental 2 (5), 21-38 (2000) E L  PENS AMI ENTO AMB IENTALIS TA * Guillermo Foladori es profesor visitante en el Programa de Doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Federal de Paraná, Brasil. Correo electrónico: <[email protected]>. 1  Existen muchas otras clasificaciones. Los ‘verdes’, por ejemplo, se autodistinguen tanto de los que aquí llamamos tecnocentristas, como de los marxistas. Ellos argumentan que ambos se identifican por su defensa del industrialismo, mientras ellos mismos (verdes) reivindican, por el contrario, limitar el desarrollo de las fuerzas productivas (Dobson, 1992). Para elaborar esta tipología revisé las de los siguientes autores: O‘Riordan (1976), Cotgrove (1982), Pepper (1986), Grundmann (1991), McGowen (1994) y, Egri & Pinfield (1999). G UILLERMO  F OLADORI * D It is argued in this paper that two general stances towards environmental education ( EE) can be identified in the avai- lable literature. On the one hand, EE is conceived as an end in itself, and as an endeavour that has a wealth of content of its own —the ecology— that is able to transform unsatisfactory material conditions into less polluted and depleted environments. This stance equates EE with ecology learning and assumes the environmental problematic is a techni- cal one. On the other hand, EE can be grounded in the idea that environmental problems rise from socio-economic  structures rather than from technical issues; and that EE, in order to make sense, has to complement structural changes taking place within a society. This second stance identifies EE with education on how human society’s relationship with itself —economic, social, and political— determines its relationship with and appropriation of the material world and other living organisms. Thus, from this perspective —and as we argue in this paper— environmental problems are not technical but societal and, as we discuss, this has significant implications for educa- tion.

Ecocentrismo Foladori

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Complejidad en educación ambiental

Introducción

urante las últimas tres décadas del siglo XX elconcepto de educación am biental (EA) ha teni-do diferentes significados; sin em bar go, másallá de que ha cam biado, lo que se entiende

 por EA pueden distinguir se dos grandes posturas. Por unlado, aquella que la considera como un ob jetivo en símisma y hasta con un contenido pro pio  — la ecología — ,

ca paz de transfor mar las condiciones materiales hacia unam biente menos contaminado y de predado. Esta posturaequi para EA con enseñanza de la ecología, y asume los

 pro blemas am bientales como esencialmente técnicos. Eldesconocimiento de los flu  jos de ener gía y materialesentre la sociedad humana y el resto del mundo físi-co-material y los otros seres vivos es causante de lacrisis am biental. De allí que la EA se asuma como elinstrumento para su solución.

Hay, por otro lado, la concepción de que los pro blemasam bientales son derivados de una estructura económi-co-social deter minada, y que la EA, para tener sen-

 tido, de  be com plementar los cam  bios estructurales enla sociedad. Esta postura identifica la EA con educaciónso  bre cómo la sociedad humana se relaciona entre sí

 —relaciones económicas, sociales y políticas— paradis poner del mundo físico material y los otros seresvivos. En esta concepción, los pro blemas am bientalesno son princi palmente técnicos, sino sociales.

En este ar tículo ar gumentamos que estas dos gran-des posiciones condensan diferentes concepciones

ideológicas so bre la relación entre la sociedad humanay la naturaleza exter na, que cristalizan a su vezen un abanico de lo que podemos llamar el pensamien-to am bientalista. En apoyo a estas ideas, hemos ela bo-rado una ti pología para analizar las princi pales posi-ciones, reconociendo que toda ti pología es un modelo. Esuna manera de for zar o encuadrar posiciones diferentes.Su utilidad radica, como otras for mas analíticas, en

 presentar de for ma sim ple lo que es com ple jo.En el caso que nos ocu  pa, la ideología am bientalista

contem poránea tiene los más variados tintes. El resultadodel análisis puede variar según los criterios que se adopten.1 

21

 

Tópicos en Educación Ambiental 2 (5), 21-38 (2000)

EL PENSAMIENTO AMBIENTALISTA

* Guillermo Foladori es profesor visitante en el Programa de Doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Federal de Paraná, Brasil. Correo electrónico:

<[email protected]>.

1 Existen muchas otras clasificaciones. Los ‘verdes’, por ejemplo, se autodistinguen tanto de los que aquí llamamos tecnocentristas, como de los marxistas. Ellos

argumentan que ambos se identifican por su defensa del industrialismo, mientras ellos mismos (verdes) reivindican, por el contrario, limitar el desarrollo de las

fuerzas productivas (Dobson, 1992). Para elaborar esta tipología revisé las de los siguientes autores: O‘Riordan (1976), Cotgrove (1982), Pepper (1986), Grundmann

(1991), McGowen (1994) y, Egri & Pinfield (1999).

G U I L L E R M O F O L A D O R I *

D

It is argued in this paper that two general stances towards environmental education (EE) can be identified in the avai-lable literature. On the one hand, EE is conceived as an end in itself, and as an endeavour that has a wealth of contentof its own —the ecology— that is able to transform unsatisfactory material conditions into less polluted and depletedenvironments. This stance equates EE with ecology learning and assumes the environmental problematic is a techni-cal one. On the other hand, EE can be grounded in the idea that environmental problems rise from socio-economicstructures rather than from technical issues; and that EE, in order to make sense, has to complement structural

changes taking place within a society. This second stance identifies EE with education on how human society’srelationship with itself —economic, social, and political— determines its relationship with and appropriation of the material world and other living organisms. Thus, from this perspective —and as we argue in this paper— 

environmental problems are not technical but societal and, as we discuss, this has significant implications for educa-tion.

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Guillermo Foladori

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Aquí hemos par tido de dos criterios o entradas simultá-neas: el punto de par tida ético, que distingue a ecocen-

tristas de antro pocentristas; y considerar a la sociedadhumana como un bloque enfrentado a la naturaleza,o dividida en clases, que distingue a ecocentristas ytecnocentristas de mar xistas.

El punto de par tida filosófico:natural ver sus ar tificial

Existen diferentes concepciones so bre lo que es natura-leza. De acuer do con Savater (1996) pueden distinguir-se tres grandes líneas:

a) Naturaleza como con junto de todas las cosas exis-

tentes, sometidas a las regularidades que estudian lasciencias ‘de la naturaleza’. Desde esta pers pectiva, todoes naturaleza, tanto la naturaleza vir gen como los pro-ductos más ‘sos pechosos’ de la actividad humana. El

 plástico es igual de natural que la miel. El ser humanono puede ha cer nada cuyo producto o resultado nosea, asimismo, natural, ya que él es, en sí, naturaleza.La distinción natural/ar tificial no ser viría de criterio

 para deter minar qué elementos son per  judiciales parael medio am biente y cuáles no: "... si hay razones paraconsiderar rechaza  bles cier tos logros humanos, nadatendrán que ver desde luego con su mayor o menor 

‘naturalidad’, por que ir contra la naturaleza es cosa quenadie sa be hacer... al menos en este mundo” (Savater,1996: 244). La distinción entre elementos per  judicialesy benéficos sería resultado de la sub jetividad humana y,

 por lo tanto, relativa tanto en tér minos históricos comoculturales y políticos.

 b) Naturaleza como con junto de las cosas que existensin inter vención humana, con es pontaneidad no deli-

 berada. Esta concepción distingue lo natural comoaquello que existe fuera de la inter vención humana,de lo ar tificial producto de la acción humana. Es laconcepción más utilizada y ex presa el sentido comúnde los tér minos natural y ar tificial. Al igual que la

 primera concepción, hace referencia a una for malidaddescriptiva. Claro está que la concepción de naturalezacomo todo lo exter no al ser humano es la manifesta-ción ideológica y generalmente no ex plícita ni cons-

ciente de la mayoría de las posturas so bre la relaciónsociedad/naturaleza. Al nivel consciente y científico,

es evidente para todos que la naturaleza incluye al ser humano y sus productos.

c) Naturaleza como origen y causa de todo lo exis-tente, como ex plicación última y razón de ser. Estaconcepción es una derivación ética posi ble, aunque nonecesaria, de la segunda concepción. De la distinciónentre naturaleza y sociedad como dos opuestos sederiva una valoración ética: lo bueno sería lo natural ylo malo lo ar tificial.

Es evidente que esta concepción no puede derivar sedel primer entendimiento de naturaleza que presenta-

mos, toda vez que si el ser humano es par te de lanaturaleza, éste no puede com por tar se de for ma eco-lógicamente incorrecta. Sí se deriva, en cam  bio, dela segunda concepción, donde la naturaleza excluyea la sociedad y actividad hu mana. La naturaleza esconsiderada aquí la razón de ser del Univer so. La basede todos los fundamentalismos reside en esta for made entender la naturaleza, que la convier te, al decir de Savater (1996: 261) "... en una prolongación de ladivinidad". Una concepción que rechaza

"... el presente humano (cualquier presente, pues todos son

sin duda insuficientes y decepcionantes como suele ocurrir lea la realidad) en nom bre de la ar monía prehumana originaria

y natural, lo mismo que las religiones re pudian los fastos y

car nales afanes de este mundo en nom bre de la per fección

invulnera ble del más allá" (Savater, 1966: 265).

Con diferentes grados de radicalismo, esta concep-ción está presente en muchos de los movimientos y

 posiciones so bre la pro blemática am biental contem- poránea. Está presente princi palmente en las llamadascorrientes ‘ecologistas’, que ar gumentan la necesidadde que el com por tamiento humano se guíe por las‘leyes de la ecología’.

Aunque la distinción entre productos de la actividadhumana y naturaleza vir gen puede parecer útil, su apli-cación a la pro blemática am biental contiene dos ti posde pro blemas. Uno, de carácter práctico, ya que si el ser humano tiene la ca pacidad de afectar la atmósfera de la

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El pensamiento ambientalista

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Tierra, esto afecta el clima y, con ello, podría decir seque toda la Tierra es ar tificial. Otro, de carácter teórico,

ya que distinguir entre natural y ar tificial no se justifica por qué lo natural de bería ser lo bueno y lo ar tificial lomalo. Esta conclusión se introduce ‘de contra bando’ enesta concepción de la naturaleza y es lo que conduce auna posición fundamentalista.

Pero, el fundamentalismo naturalista no ter mina enla reivindicación de la naturaleza buena. El fundamen-talismo naturalista tiene tres fases claramente distin-gui bles: a) comienza se parando a la sociedad humanade la naturaleza; b) luego ad judica valores benéficosa la naturaleza y per  judiciales a la creación humana,y por último c) convier te a cier tos com por tamientos

humanos en resultados naturales, y a otros en resulta-dos sociales. Con ello subdivide la actividad humanaque comenzó siendo toda mala y enfrentada a la natu-raleza, en buena y mala según los intereses de susvoceros. Estas tres eta pas del pensamiento fundamen-talista están presentes desde la filosofía griega. Por ejem  plo, Aristóteles entiende la esclavitud como unresultado natural y, por lo tanto, justo.

...la naturaleza no hace nada sin una finalidad, un pro-

 pósito, ella de  be ha  ber hecho todas las cosas es pecífi-

camente para el beneficio del hom bre. Eso significa que es

 par te del plan de la naturaleza el hecho de que el ar te de laguerra, de la cual la caza es par te, sea un modo de adquirir 

 pro piedad, y ese modo de  be ser usado contra las bestias

salva  jes y contra los hom  bres que, por naturaleza, de ben

ser go ber nados pero se recusan a eso, por que ese es el ti po

de guerra que es justo por naturaleza (Aristóteles, 1999:

156. Traducción li bre).

Véase cómo, desde el comienzo la naturaleza es sa bia(fase a). Luego resulta que los hom bres pueden trans-gredir la naturaleza, recusándose, por ejem  plo, a ser 

esclavizados —aquí el carácter maléfico de lo social oar tificial— (fase b); por último, cier tos com por tamien-

tos, en este caso la guerra, la pro piedad privada, o laesclavitud de ben ser considerados naturales, y de allí justos y buenos (fase c).

Desde esta pers pectiva, la naturaleza se su per  ponea la sociedad; y ésta de  be su bor dinar su actuacióna las leyes de la naturaleza. En el pensamiento con-tem poráneo, su bor dinar la actuación a las leyes de lanaturaleza significa que la acción humana de  be ser ecológicamente correcta. Las leyes de la ecología sonlas que de  ben guiar la for ma de or ganización de lasociedad y sus criterios éticos.2

Una ti pologíaLa naturaleza, como esfera se parada, o yuxta puestaa la sociedad humana, donde la par te natural de beim poner un criterio de com por tamiento a la par tesocial, conduce a lo que denominaremos posicionesecocentristas.3 Para éstas, existe un criterio ético fuerade la sociedad humana que de be deter minar la pro piaor ganización humana. El criterio ético dimana de lanaturaleza y sus leyes.4 Ello no significa que loscriterios éticos no sean construidos por el ser humano,sino que son construidos a par tir de valores naturalesintrínsecos, y exter nos a la sociedad humana. McGo-

wen distingue antro pocéntrico de antro pogénico, alu-diendo con este último tér mino a que todas lasconstrucciones son humanas. De ahí que el ecocen-trismo (o biocentrismo) siendo construido por el ser humano, par te de valores exter nos.

Esto confunde ‘antro pocentrico’ con ‘anthro pogénico’.

El biocentrismo es cier tamente un sistema de valores

antropogénico (hecho por humanos), pero tam  bién es,

cier tamente, no antro pocéntrico. He notado que esta

confusión es casi univer sal entre los investigadores antro-

2 Según Grundmann, este fundamentalismo naturalista está presente en las más variadas posiciones políticas ambientalistas. En Gruhl, un conservador; en Harich, un

comunista stalinista; en Bookchin, un anarquista; en Lalonde, un eco-socialista (Grundmann, 1991: 17).

3 Una línea de pensamiento puede ser identificada como ecocéntrica, descrita por McConnell (1965) como "descansando en el supuesto de un orden natural en el

cual todas las cosas se mueven según leyes naturales, en la cual el más delicado y perfecto equilibrio se mantuvo hasta el momento en que el hombre entra con

toda su ignorancia y presunción" (O’Riordan, 1976: 1).

4 También se habla de biocentrismo, en lugar de ecocentrismo.

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Guillermo Foladori

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 pocentristas. [...] el biocentrismo no significa ‘nunca

referir se a intereses humanos’. Significa que los intereses

humanos no definen todo el horizonte de valores —hayvalores naturales, o ‘valores intrínsecos’ sur gidos de la evo-

lución, que los humanos de ben res petar (McGowen, 1999.

Traducción li bre).

La naturaleza, como esfera se parada de la sociedadhumana o yuxta puesta, donde el ser humano im ponesu dominio, confiando para ello en el desarrollo tecno-lógico, conduce a lo que denominaremos posicionestecnocentristas.5 Esta corriente de pensamiento es tam-

 bién antro pocentrista, en la medida en que el com por-tamiento con el medio está deter minado por las pro pias

necesidades e intereses humanos.Por último, la naturaleza identificada con todo lo

real, donde se incluye tanto la actividad humanacomo el resto de los elementos naturales, conducea posiciones mar xistas. Los mar xistas tam  bién sonantro pocentristas, al considerar el interés humanola guía de su relación con el medio am biente. Ladiferencia entre tecnocentristas y mar xistas es que,mientras en los primeros la naturaleza es exter naa la sociedad humana, y ésta se le enfrenta como

 bloque; en los mar xistas la actividad humana es par tede la naturaleza, lo cual im plica niveles de relación

diferencial por sectores, clases, naciones etc., conres ponsa bilidades e intereses, a veces, contra puestos,y con una deter minación histórica.

Pep per (1986) investiga las raíces del am bientalismomoder no. Señala que en el pensamiento griego

 pueden identificar se posiciones ecocentristas y antro- pocentristas, muchas veces confundidas en losmismos autores. So  bre la cosmología cristiana haydiferentes opiniones, desde aquellos que consideranque el ‘Génesis’ de la Bi  blia muestra claramente lasu bor dinación de toda la naturaleza al ser humano,hasta quienes inter  pretan que la Bi blia coloca al ser humano como sir viente de Dios, que de be velar por el cuidado de la Tierra y demás creaciones divinas.Tam  bién la cosmología medieval es contradictoria,al reivindicar la naturaleza al ser vicio del ser humano(antro pocentrismo), así como la inter de pendencia or ga-

nicista (la cadena de la vida) de todos los elementos dela naturaleza (ecocentrismo).

Las raíces filosóficas del ecocentrismo moder noestán en el pensamiento romántico de los siglos XVII y XVIII, que se presenta como crítica al nacienteca pitalismo y una reivindicación de la naturalezasalva  je. Hay un trasfondo religioso, una creencia enla igualdad entre las criaturas de Dios. De allí queel ser humano, como lo plantea Pep  per (1986: 28.Traducción li bre):

... tiene una obligación moral hacia la naturaleza no sim-

 plemente por el placer del hom bre, sino como un derecho biótico (bioético). Este ar gumento, desde una pers pectiva

esencialmente científica ecosistémica, coloca al hom bre al

5 "El otro punto de vista es el tecnocentrista, caracterizado por Hays (1959) como la aplicación de la razón científica y ‘sin valores’ y las técnicas gerenciales

  por una elite profesional que ve el medio ambiente natural como una ‘cosa neutral’ de la cual el hombre puede moldear su destino con beneficio" (O’Riordan,

TI  PO  LO  GÍA DE PO  SI CIO NES  AM BIEN TA LIS TAS  SE GÚN  PUN TO  DE  PAR  TI DA  ÉTI CO  Y CA RÁC TER  HIS TÓ RI CO

Punto de

 par tida ético

 Naturaleza

Sociedad humana

Ecocentristas

Antro pocentristas

Tecnocentristas

Mar xistas

Sociedad como bloque frente a

la naturaleza. Concepción ahis-

tórica

Sociedad dividida en clasesfrente a la naturaleza. Concep-

ción histórica

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El pensamiento ambientalista

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interior de la naturaleza, como par te del ecosistema natu-

ral. Consecuentemente, cualquier cosa que el hom bre haga

afecta el resto del sistema glo bal y re per cute a través deél —eventualmente vuelve so bre él. Así que, por su pro-

 pio interés, no de be saquear, ex plotar o destruir los ecosis-

temas naturales— por que al hacer lo está destruyendo los

fundamentos biológicos de su pro  pia vida. El hom bre es

visto como su jeto a leyes biológicas tal como el resto de

la naturaleza, de allí que de be contri buir a la esta bilidad y

mutua ar monía de los ecosistemas de los cuales for ma par-

te.

Este origen romántico del ecocentrismo va a ser refor-zado a princi pios del siglo XIX con la tesis malthusiana

so bre la po blación. Para Malthus, los im pulsos sexua-les naturales de las clases po bres conducían al creci-miento de la po blación, más allá de las posi bilidadesmateriales de su manutención.

Las raíces filosóficas del tecnocentrismo están enla revolución científico-técnica del siglo XVII, y laconfianza en la ciencia y tecnología para su perar los

 pro blemas.

... la creencia en la ha bilidad y eficiencia del gerenciamiento

en solucionar pro blemas mediante el uso de ‘análisis ob jeti-

vos’ y el apoyo en las leyes de la física... este gerencia-

miento incluye el medio am biente (Pep  per, 1986: 29. Tra-

ducción li bre).

La ideología tecnocrática, escri  be O‘Rior dan, "es casi arro-

gante en su su puesto de que el hom bre es totalmente ca paz decom prender y controlar eventos que cum plan sus pro pósitos"

(citado por Dobson, 1992: 85. Traducción li bre).

Am  bas corrientes de pensamiento, la ecocentrista yla tecnocentrista, utilizan am pliamente, hoy en día,los resultados de la ciencia para fundamentar sus

 posiciones. Sólo que, cada uno según su pro pia ópti-ca llega a resultados diferentes. Mientras los tecno-centristas reivindican las posi bilidades humanas dedominar y administrar la naturaleza, par tiendo dela ciencia analítica convencional, los ecocentristas

reivindican las relaciones de ar monía con la natura-leza, apoyándose en la ecología y las leyes de later modinámica (Pep per, 1986: 116).

En cuanto al mar xismo, Marx dio al concepto denaturaleza un sentido totalmente diferente, al conside-rar la como una totalidad que incluye a la sociedadhumana en su historicidad. De esta for ma, no son ni lasleyes biológicas o físicas como en el ecocentrismo, nila tecnología como en el tecnocentrismo, las que guíanel com por tamiento humano con su am biente, sino lafor ma de producción concreta de cada fase histórica,con las contradicciones de clase e intereses asociados

y contra puestos.

TI POLOGÍA DEL PENSAMIENTO AMBIENTALISTA

Punto de

 par tida Ético

Ti po Autores Causas de la crisisam biental

Alternativa para la

“sustentabilidad”

 Naess, N. (1973) "The shallow and thedeep, long-range ecology movement.A summary", en Inquiry. Vol. 16.

Ética antro pocéntrica ydesarrollo industrial.

Igualitarismo biosférico.Frenar el crecimiento material y po blacional.Tecnologías de pequeña escala.

Ecología profunda

Ecocentristas

1. ‘Neomalthusianos’. Ehr lich, P. & J.Holdren (1971) "Im pact of po pulationgrowth", en Science, Vol. 171.2. ‘Mainstream’. Commoner, Barry(1972) The Closing Cir cle. New York,Knapf.Porrit, J. (1986) Seeing Green. Oxford,Black well.

Crecimiento po blacionaly producción ilimitaday orientada a bienessu pér fluos.Uso de recur sos norenova bles.

Frenar el crecimiento po blacional.Contra ar tículos suntuarios.Tecnologías lim pias.Control estatal.Orientación ener gética haciarecur sos renova bles.

Ver des

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Tecno- centristas

   A  n   t  r  o  p  o  c  e  n   t  r   i  s   t  a  s

Guillermo Foladori

26

Nota: El cuadro recupera sólo los principales elementos en cada celda. Varias corrientes comparten esas características.

Dada la gran cantidad de bibliografía para cada celda, se optó por incluir la más antigua con destaque, excepto en la del

ambientalismo moderado que preferimos un manual conocido.

TI POLOGÍA DEL PENSAMIENTO AMBIENTALISTA (CONTINUACIÓN)

Punto de

 par tida Ético

Ti poAutores Causas de la crisisam biental

Alternativa para la

“sustentabilidad”

Enzens ber ger, Hans M. (1979) "Crí-tica de la ecología política".Rose, H. & S. Rose Economía polí-

tica de la ciencia. México, NuevaImagen.

De la crisis contem po-ránea: relaciones socialesca pitalistas (existen causas

genéricas a la sociedadhumana).

Cam bio de las relaciones ca pitalis-tas de producción.Medios de producción controlados

 por los tra ba jadores.

Mar xistas

Para adelantar una visión de con junto de las dife-rentes posiciones se presenta el siguiente cuadro:

EcocentristasLas posiciones ecocentristas son muy variadas.6 Aquí

hemos optado por referir nos a las posiciones más pola-res. Por un lado, hemos colocado a lo que se conocecomo ecología profunda (Deep Ecology), así como alos preser vacionistas de la naturaleza.7 Por otro, los‘ver des’ en sentido am plio, incluyendo al subgru po delos neomalthusianos.

a) Deep ecology y preser vacionistas (ecocentristas).La ecología profunda es una eco-filosofía que atri buyevalores intrínsecos a la naturaleza. Si bien se consolidadurante la década de los setenta, pueden encontrar seantecedentes en el pensamiento, por ejem plo, de Aldo

Leo pold. En 1949 escri be:

Toda ética desarrollada hasta ahora descansa en una sola

 premisa: que el individuo es miem bro de una comunidad

de par tes inter de pendientes. Sus instintos le im pulsan acom petir por su lugar en esa comunidad, pero su ética le

im pulsa tam bién a coo perar (quizás en or den a que haya un

lugar por el que com petir).

La ética de la tierra sim plemente am  plía los límitesde la comunidad para incluir suelos, aguas, plantas yanimales, o colectivamente: la tierra (Leo pold, 1949,citado por Dobson, 1997: 75-76).

Según esta concepción, el cuidado de la naturalezano de be derivar se de los intereses humanos. La cues-tión no está, por ejem plo, en si la biodiver sidad im plica

Am bien-talismo

moderado

Pear ce, D. y R. Tur ner (1995) Eco-nomía de los recur sos naturalesy del medio am biente. Madrid,

Políticas erradas, des-conocimiento, falta de par tici pación estatal.

Políticas económicas e instrumentos para corregir el mer cado. Tecnologíaslim pias o ver des.

Cor nu-co pianos

Simon, J. & H. Kahn (Ed.) (1984)The Resour ceful Earth. A Res- ponse to Glo bal 2000. New York,Basil Black well.

 No hay crisisam biental.

Li bre mer cado sin par tici pación estatal. No hay restricciones a la tecnología,"el mer cado se encar ga".

6 Por ejemplo, los ‘eco-comunalistas’ que defienden la necesidad de volver a comunidades autosuficientes o de self-reliance (auto-defensa frente a cambios externos);

los eco-feministas, que argumentan que la dominación de la naturaleza y de la mujer es un sólo proceso; la corriente principal de los verdes que combinan su crítica al

industrialismo con la limitación del crecimiento poblacional, y otras (O’Riordan, 1976; Dobson, 1992; Pepper, 1993).

7 En este artículo distinguimos a los ‘preservacionistas’ como aquellos que defienden la opción de no desarrollar, de los ‘conservacionistas’ que plantean desarrollar 

manteniendo las características esenciales del hábitat natural" (Pearce y Turner, 1995).

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El pensamiento ambientalista

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venta jas económicas, biológicas o estéticas para el ser humano, está en el hecho de ser par te de la biosfera

y por ello de be tener valor intrínseco. Las pro puestasmás radicales de la ecología profunda promueven una‘vuelta al pasado’ hacia comunidades autosuficientes ycon una relación más estrecha con la naturaleza.

En la defensa de la naturaleza ‘vir gen’ coincide la eco-logía profunda con las posiciones preser vacionistas. Uncer tero resumen de los planteamientos preser vacionistas,

 basados en una su puesta biología conser vacionista, fue presentado por Primack (1993) y nos ser virá de guíaex plicativa. Según Primack (1993: 19-20):

La biología conser vacionista descansa en cier tos su pues-

tos im plícitos que son de común acuer do en los miem brosde la disci plina. Estos enunciados no pueden ser pro bados

o rechazados, y aceptar todos ellos no es requisito para

los biólogos conser vacionistas.

1. La diver sidad de los or ganismos es buena ....

2. La reciente extinción de po blaciones y es pecies es mala.

La extinción de las es pecies y po blaciones como resultado

de procesos naturales constituye un evento neutral... Sin

em bar go, como resultado de las actividades humanas la

tasa de extinción se ha multi plicado por mil. Prácticamente

todos los cientos de es pecies de ver te brados extintas, y la

 presumi ble extinción de miles de es pecies de inver te brados

en el último siglo han tenido causa humana.3. La com ple jidad ecológica es buena.

4. La evolución es buena

5. La evolución biológica tiene valores intrínsecos. Las

es pecies tienen valor por sí mismas, inde pendientemen-

te del valor material para la sociedad humana (Traduc-

ción li bre).

Como asienta Primack, se trata de postulados que no pueden pro bar se, son ‘princi pios fundamentales’ del pre-ser vacionismo que no están en discusión. El fundamen-talismo naturalista im plícito, tanto en la ecología pro-funda, como en las posiciones preser vacionistas, radica

en atri  buir a leyes naturales el carácter de buenas ome jores que las actividades humanas. La biodiver sidad

es buena. Las extinciones que acontecieron ‘natural-mente’ son buenas, mientras que las producidas por elser humano no lo son. La com ple jidad ecológica es

 buena. La evolución es buena. La biodiver sidad tienevalores intrínsecos positivos. En su fundamentalismonaturalista la ecología profunda y el preser vacionismo

 par ten del su puesto de que las leyes de la naturalezaconducen "naturalmente" —valga la redundancia— aresultados óptimos. No queda claro por qué estas leyesde bieran de ser ‘me jores’ que su contra par te social con-tem poránea: limitación de la biodiver sidad, extincionesde es pecies sin interés económico, reducción de la com-

 ple jidad ecológica, conducción de la evolución, etc. Elfundamentalismo naturalista es una extensión, al cam pode la naturaleza, de las creencias divinas.

 b) ‘Ver des’ y neomalthusianos (ecocentristas).El tér mino ‘ver de’ no significa que sus autores seannecesariamente militantes políticos, es sólo un criteriode identificación. Este gru  po puede subdividir se envarios. Para no recar gar el texto, sólo incluiremosdos: los ‘ver des’ y los neomaltusianos.8 Por ‘ver des’consideramos a la corriente princi  pal (mainstream),re presentada por los par tidos ver des de, por ejem plo,

Gran Bretaña y Alemania, o por la revista The Ecolo-gist, así como por los movimientos ecologistas Green-

 peace, o Friends of the Earth. La influencia de escritoresy activistas contem poráneos como Schumacher (1973),Porrit (1986), Commoner (1972), Ca  pra (1985) yGoldsmith (1972) es decisiva en la for mación teóricade esta corriente. Entre todos estos podemos distinguir 

 bases comunes, a pesar de sus diferencias.Para los líderes o intelectuales del pensamiento eco-

logista ver de no hay duda de que su pro puesta im plicauna alter nativa radical a la actual sociedad ca pitalista.Por ejem plo, Porrit y Winner escri ben:9

el [ob jetivo ver de] más radical pretende nada menos que una

8 Estas y otras corrientes están fuertemente influídas por el pensamiento anarquista de Kropotkin. Los anarquistas consideran que la principal causa de la crisis ambiental

está en las relaciones jerárquicas y de dominación. Al decir de Pepper, "...todos ven que la dominación y explotación de la naturaleza por el hombre no es sino una

extensión de la dominación del hombre por el hombre" (Pepper, 1986: 192. Traducción libre).

9 Porrit es activista de Friends of the Earth y fue líder del partido verde británico.

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revolución no violenta que derrum be la totalidad de nuestra

sociedad industrial contaminante, saqueadora y materialista

y, en su lugar, cree un nuevo or den económico y socialque per mita a los seres humanos vivir en ar monía con el

 planeta. Según esto, el movimiento ver de pretende ser la

fuer za cultural y política más radical e im por tante desde el

nacimiento del socialismo (citado por Dobson, 1997: 30).

O, Ca pra y Spretk nak:

‘La política Ver de’ re presenta ‘la manifestación política

del cam  bio cultural’ hacia un nuevo ‘paradigma’; ellos

concluyen que ‘Lo que necesitamos es una nueva dimen-

sión glo  bal de la política. La política ver de ofrece dicha

dimensión, una política que no es ni de izquier da ni dederecha, sino que está al frente’ (citados por Wall, 1994: 1.

El su brayado es mío. Traducción li bre).

Am bos equi paran al ca pitalismo y al comunismo comofor mas ‘industrialistas’ y sostienen que su alter nativaver de las su pera.

El nom bre dado por lo general a esta for ma de vida es

‘industrialismo’, al cual Porrit llega a denominar ‘su per-

ideología’, dentro de la cual se inscri ben comunismo y ca pi-

talismo, y que en otro lugar descri be como ‘adhesión a la

creencia de que las necesidades humanas sólo se puedensatisfacer mediante la per manente ex pansión del proceso de

 producción y consumo’ (en Goldsmith y Hildyard, 1986).

Esta obser vación es básica para la ideología ver de, ya que

 pone de relieve, tanto el núcleo del ataque contra la socie-

dad y la política contem poráneas —industrialismo—, como

la afir mación de que el ecologismo pone en tela de juicio

su puestos con los cuales hemos vivido al menos durante dos

siglos (Dobson, 1997: 52).

¿Cuáles son, entonces, las princi pales bases y postu-lados de esta corriente que se proclama al frente de latradicional pugna ca pitalismo/socialismo?

Las princi pales características pueden reducir se acuatro: a) el punto de par tida ético, que otor ga valor 

intrínseco a la naturaleza; b) la utilización de la eco-logía como ciencia que ex plica las relaciones entre

la sociedad y la naturaleza; c) la concepción de queexisten límites físicos al desarrollo humano, y d) laconfianza en el individualismo li beral como instru-mento para transfor mar la sociedad. Las cuatro carac-terísticas están interrelacionadas, como veremos acontinuación.10

a) El punto de par tida ético.El pensamiento ver de es ecocentrista. Esto significaotor gar a la naturaleza valores intrínsecos, exter nos alser humano. Esta ética eco, o bio-centrista, de bieraguiar el com por tamiento humano. Bunyard y Mor-

gan-Greenville lo ar gumentan así: "Lo que se echa demenos es alguna per cepción de una visión más im par-cial, biocéntrica —o centrada en la biósfera— en lacual se considere que el mundo no humano tiene unvalor intrínseco" (citados por Dobson, 1997: 42). Esta

 búsqueda de códigos éticos en la naturaleza exter na alser humano proviene de una visión de la naturaleza y lasociedad humana como esferas se paradas. La naturale-za es contem plada como aquello que existe sin la inter-vención humana. Esta concepción distingue lo naturalde lo ar tificial como dos opuestos. La acción y los pro-ductos de la sociedad humana son ar tificiales, opuestos

a la naturaleza. Esto per mite un criterio de valoraciónfrente a la pro blemática am biental. Lo bueno, sería lonatural, lo malo, lo ar tificial. El relacionamiento entreel mundo natural y el humano estaría dado por las leyesde la ecología.

  b) La ecología como ciencia rectora de la ‘nuevasociedad’.Las bases científicas de la pro puesta ver de están en laecología. Como escri be Dobson:

... esta visión —no de be sor  prender— es una visión ecoló-

gica ‘los ecólogos profesionales’, escri be Jonathon Porritt,

‘estudian los sistemas vegetales y animales en relación al

medio am biente, con par ticular énfasis en las interrelacio-

Guillermo Foladori

28

10 Para muchos debería incluirse ‘descentralización’, ‘justicia social’ y ‘no violencia’. Pero, las últimas dos prácticamente todos los partidos las defienden, y

la primera tiene interpretaciones muy diferentes.

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El pensamiento ambientalista

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nes e inter de pendencia entre diferentes for mas de vida’

(Porrit, citado por Dobson, 1992: 3. Traducción li bre).

Tam bién Wall, "El ‘paquete ver de’, como ya notamos, es prácticamente im pensa ble sin las contri buciones de la eco-

logía científica. Los ecologistas advir tiendo de la catástrofe

am biental ayudo a levantar los tem pranos par tidos y movi-

mientos ver des contem poráneos" (Wall, 1994: 1. Traduc-

ción li bre).

 No es casual, por lo tanto, que im por tantes figuras dela biología sean activistas o defiendan posiciones ver-des. Inclusive, dos candidatos a la presidencia lo fue-ron, "el biólogo, con base en Boston, profesor BarryCommoner fue candidato presidencial de un programa

radical ver de durante los ochenta, como tam  bién lofue Dumont, en la elección francesa de 1974. Ecólogoscientíficos tam bién apoyaron el par tido ecologista britá-nico en los setentas" (Wall, 1994: 5. Traducción li bre).

Los escritos de Barry Commoner re presentan una buena ex presión de las princi pales posiciones delmovimiento ver de. Activista contra las ar mas atómicasy ecologista, llama la atención so bre los riesgos deri-vados de la tecnología moder na. Sus cuatro ‘leyes dela ecología’ de  ben de ser vir de guía para la acciónhumana. Estas son (Commoner, 1972): 1) Cualquier cosa está conectada con el resto de las cosas. 2) Toda

cosa de  be ir a alguna par te. 3) La naturaleza es mássa bia. 4) No existe almuer zo gratis.

La mayoría del pensamiento ecocentrista recogeestas ‘reglas’. El fundamentalismo ecocentrista esex plícito en la ter cera ley de la ecología. Passmore(1974) critica este fundamentalismo de la siguientefor ma:

Es ver dad... que toda inter vención humana en un ecosiste-

ma es pro ba  ble que distor sione el funcionamiento de tal

sistema de for ma que sea per  judicial para cier to número de

funciones. Al igual es ver dad de cada cam  bio inducido

  por el hom  bre o por la naturaleza. Pero, de aquí no se

sigue, como sus ‘leyes’ parecen sugerir, que cualquiera de

dichos cam bios, o aún la mayoría de dichos cam bios, serán

 per  judiciales para los seres humanos (Passmore, 1974: 185.

Citado en Grundmann. Traducción li bre).

En defensa de Commoner, ca  be mencionar que las‘leyes de la ecología’ no son más que una guía para los

ecocentristas, pero nunca una regla a ser llevada a susúltimas consecuencias, como sugiere Passmore. Claroestá que la cuestión de hasta dónde es guía y hastadónde regla queda sin res puesta.

La ecología estudia los flu jos de ener gía y materialesentre lo abiótico y lo biótico. La introducción del ser humano en esta metodología im plica conce bir lo comouna unidad (una es pecie) que inter cam  bia materialesy ener gía con su entor no. Esto nos lleva a la ter ceracaracterística.

c) Los límites físicos exter nos al desarrollo humano.

Según la conocida metáfora de la ‘nave es pacial Tierra’(Boulding, 1989), la es pecie humana se encuentra enun mundo material finito. Por lo tanto, ni el creci-miento económico, ni la re producción de la po blación

 pueden crecer ilimitadamente. La ‘ca pacidad de car ga’del Planeta, otro concepto tomado directamente dela ecología, estaría limitado tanto por los recur sosnaturales necesarios para la producción, como por laca pacidad de asimilación natural de los residuos de laactividad humana.

El ecologismo convier te la Tierra como ob jeto físico en la

 piedra angular de su edificio intelectual, sosteniendo quesu finitud es la razón básica por la que son im posi bles el

infinito crecimiento económico y demográfico por la cual,

consiguientemente, es preciso que tengan lugar cam bios

 profundos en nuestra conducta social y política (Dobson,

1997: 38).

Un tema controver tido en política ver de, asociado con la

cuestión de reducir el consumo, es el de la necesidad de

re ba jar los niveles de po blación (Dobson, 1997: 40-41).

Desde el punto de vista económico, el pensamientoecologista ha im pulsado una corriente de pensamientoconocida como economía ecológica. La economía eco-lógica construyó su mar co conceptual incor  porando ala tradición económica neoclásica dos referencias teó-ricas: la ecología y la segunda ley de la ter modinámica.La base ecológica sugirió un enfoque holista del proce-so económico como par te del proceso natural de flu jos

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de ener gía y materiales. En lugar de considerar el pro-ceso económico como cerrado en sí mismo, tal como

lo entiende la economía neoclásica, la economía ecoló-gica se preocu pa por las interrelaciones entre la natura-leza (en sus com ponentes biótico y abiótico) y el proce-so económico. Así, puede detectar procesos que desdeun punto de vista monetario sean reditua  bles parala sociedad, pero que simultáneamente estén creandodesequili brios en el ecosistema que pongan en riesgo lasustenta bilidad en el lar go plazo. Por su par te, la incor-  poración de la base física (ley de la entro pía) ha per mi-tido a la economía ecológica considerar el proceso eco-nómico como un proceso entró pico (Geor gescu Roe-gen, 1971). La economía ecológica sostiene que el

ecosistema Tierra es abier to en ener gía solar, perocerrado en materiales. La economía ca pitalista se mue-ve con ritmos basados exclusivamente en la dinámicade los precios, los cuales se contra ponen con los ritmosnaturales. Es necesario que la actividad económica con-sidere la distinción entre recur sos naturales renova blesy no renova bles, así como la velocidad y posi bilidad dereciclar los desechos. Como cada modalidad ener géti-ca puede ser distinguida según su calidad, esto es, laca pacidad de producir tra ba jo útil, el análisis ener gé-tico podrá ser vir de guía para la utilización de mate-riales ener géticamente más eficientes y, por lo tanto,

más sustenta bles.11 De allí que la economía ecológicaconsidere y mida el origen de la ener gía utilizada (recur-sos renova bles o no renova bles), así como el grado deeficiencia ter modinámica que cada proceso económi-co im plica. Por ello, los límites físicos exter nos cons- tituyen un elemento central de esta concepción.Relacionado con este concepto de límites físicos exter-nos está la desconfianza en la ciencia y tecnología‘moder na’ para solucionar los pro blemas am bien-tales. De esta for ma, Pep  per (1993) considera quela pro puesta ecologista im plica un deter minismoam biental.d) La creencia en el individualismo li beral

 para cam biar la sociedad.La pro puesta ver de de posita la confianza del cam bio en

la elección individual. El primer paso para transfor mar la realidad es un acto de consciencia, una nueva éticay, consecuentemente, un patrón de vida y consumodiferentes. La desconfianza en los par tidos políticos,en el estado como orientador de la economía y enlas for mas jerár quicas y de poder tienen como efectouna pro puesta individualista de acción. Dobson (1992),en su análisis del movimiento ver de, lo plantea cru-damente:

La segunda y quizás más seria consecuencia de la

de pendencia del movimiento res pecto a pronósticos nada

halagüeños es que sus ideólogos parecen ha ber se sentidoli berados de la necesidad de pensar seriamente so  bre la

realización del cam bio que preconizan. Ésta, desde luego,

es otra característica de la ideología que se de  be señalar:

la tensión entre la naturaleza radical del cam  bio social

y político que pretende y la confianza en los medios

tradicionales democrático-li berales para llevar la a ca bo. Es

como si los defensores del movimiento hu bieran creído que

el mensa  je resulta  ba tan obvio que basta  ba comunicar lo

 para conseguir que se actuara de acuer do con él. Los obs-

táculos para el cam bio ver de radical no se han deter minado

adecuadamente, y el resultado es una ideología carente de

un programa adecuado de transfor mación política y social(Dobson, 1997: 44).

La misma crítica en Pep per (1993):

... falta de fe en la política par tidaria, ar gumentar que la

 búsqueda del poder político inevita blemente corrom  pe a

los políticos, y que los par tidos políticos siem  pre tienen

que com prometer sus ideales. El individualismo coloca a

la fe, en su lugar, en un proceso individual continuo de

cam bio de valores y estilos de vida, que luego provocarán

al agregar se, una nueva sociedad. Este concepto descansa

en una visión esencialmente li beral de la sociedad (Pep per,

Guillermo Foladori

30

11 Existen algunos ecomarxistas que pueden ser ubicados dentro de los ‘verdes’. Benton (1992), por ejemplo, justifica la necesidad de considerar las leyes físicas

como límite natural al crecimiento económico. "Nuestro ‘sistema de soporte de vida’ planetario es, sin embargo, limitado en su poder adaptativo. Estos límites

colocan barreras al horizonte de la actividad humana en su relación con la naturaleza. Las leyes de la termodinámica, por ejemplo, a menudo figuran en tales

argumentos" (Benton, 1992: 58. Traducción libre).

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El pensamiento ambientalista

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1993: 15. Traducción li bre).

Una ver tiente par ticular del pensamiento ecocentristaes el neomalthusiano. La princi  pal causa de la crisisam biental estaría en el aumento incontrolado de la

 po blación mundial. Esta línea de pensamiento, cuyos princi pales ex ponentes son Ehr lich (1971) y Har din(1968), reivindica la ‘ley de Malthus’, aunque le da ungiro contem poráneo. El pro blema del incremento po bla-cional no se reduce a tener un ritmo ex ponencial de cre-cimiento mientras el de los alimentos es aritmético, tam-

 bién a que este incremento po blacional presiona parauna actividad económica creciente que provoca esca-sez de recur sos naturales y desechos con el consecuente

deterioro am biental. En un mundo finito en materiales,la po blación de be esta bilizar se.12 Políticamente, se tra-ta de una posición claramente conser vadora dirigida alcontrol de la natalidad y la ex pansión de la pro piedad

 privada.

Tecnocentristas (antro pocentristas)Los tecnocentristas abar can dos grandes gru  pos cla-ramente diferenciados. Por un lado, los que aquíllamamos Cor nuco pianos; por otro, ‘el am bientalismomoderado’.

a) Cor nuco pianos (tecnocentristas).13

Llamamos cor nuco pianos a los am bientalistas queconsideran que es posi  ble su perar los pro blemasam bientales con soluciones técnicas.14 Se trata de

 posiciones antro pocentristas, ya que es el interés

humano lo que guía el criterio valorativo de la rela-ción entre la sociedad humana y su am biente. Hoy en

día, los tec nocentristas están estrechamente ligadosa la defensa de la economía de li bre mer cado. Estaidentidad, entre confianza en el desarrollo tecnológicoy confianza en el mer cado, está presente en los dos

 princi pales postulados de la teoría económica neoclá-sica, la cual es el fundamento del li  bre mer cado.Siguiendo a Víctor (1989), el primer princi pio de estateoría dice que la economía es el uso de recur soslimitados para satisfacer necesidades ilimitadas. Enla pro  pia definición de economía se está planteandouna contradicción entre la sociedad humana y suam biente. Se par te de su puestos no demostra bles.

Es un princi  pio fundamental no discuti  ble que lasnecesidades humanas son ilimitadas. Digamos queuna cuestión de ‘sentido común’.15 Tam  bién es un

 princi pio fundamental no discuti ble que los recur sosson limitados.16 Según la teoría económica neoclási-ca, el ser humano arranca enfrentándose a la naturale-za. El segundo princi pio dice que lo que es me jor parauno es me  jor para todos. Con este segundo princi piofundamental no demostra  ble se pretende garantizar que la preferencia de cada consumidor en el mer cadolleva al equili  brio de la sociedad en su con junto.El cor nuco pianismo considera a la naturaleza como

distante, se parada del ser humano. Tiene una visiónunilateral del dominio del ser humano so bre su entor-no y una posición política claramente conser vadoradel sistema ca pitalista.

La posición cor nuco piana considera que el li bre

12 Ubicar las posiciones de Commoner y de Ehrlich dentro de los ‘verdes’ puede no resultar del todo justo para todos los afiliados a las propuestas de dichos

autores, ya que se autoreconocen en abierta oposición. Pero, pese a que cada uno argumenta causas distintas para la crisis ambiental, —Commoner el moderno uso

de la tecnología, y Ehrlich el crecimiento poblacional—, tienen en común el suponer que leyes naturales, —Commoner las ‘leyes de la ecología’, Ehrlich la ‘ley’ de

crecimiento exponencial-biológica de la población, deben constituírse en el criterio ético de la práctica política—.

13 Los ‘cornucopianos’ remiten a la figura mitológica del ‘cuerno de la abundancia’ (O’Riordan, 1981).

14Cotgrove (1982) incluye dentro de este grupo tanto a los ‘gerentes empresariales’, como a los marxistas, por su común defensa del industrialismo. O’Riordan (1976),

 por su parte, entiende que los marxistas están más cerca de los ecocentristas, ya que al igual que éstos, proclaman un cambio radical en las relaciones capitalistas, mientras

que los tecnocentristas son ‘acomodacionistas’. Como puede verse, la ubicación de los marxistas es uno de los aspectos de mayor controversia.

15 Durante la década de los sesenta, investigaciones antropológicas mostraron diversas sociedades donde no existían ‘necesidades ilimitadas’ y los recursos eran

‘excedentarios’ (Sahlins, 1977). A partir de allí, la economía neoclásica, que tenía ambos supuestos como intrínsecos a la naturaleza humana (principios fundamentales),

comenzó a afirmar que esos principios eran aplicables sólo al capitalismo. Con ello, ambos principios pasaban a ser aún más una cuestión de fe.

16 Aunque a primera vista podría parecer de sentido común que los recursos son limitados, esto es discutible en términos económicos.

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mer cado logra solucionar los pro blemas am bientales, bien restringiendo el consumo de recur sos no renova-

  bles o en extinción por el aumento de los precios amedida que las existencias disminuyen, bien sustitu-yendo materias primas y fuentes enér géticas, o me jo-rando la tecnología para un uso más eficiente de losmismos recur sos. Esta posición está res palda teórica-mente por el llamado ‘enfoque de los derechos de pro-

 piedad’ que par te del teorema de Coase (Pear ce, D. yR. Tur ner, 1995). Según Coase, la solución a los pro-

 blemas de contaminación está en la negociación direc-ta entre res ponsa bles y per  judicados. Quien tuviera losderechos de pro piedad podría exigir una com pensa-ción por el daño. Esta pro puesta su pone que la causa

de muchos de los pro blemas am bientales radica en ladistor sión que ejer ce el estado so  bre el mer cado al

 poseer bienes pú blicos.El resultado de las transacciones en el mer cado

re presentaría, al igual que la selección natural en laevolución, el camino hacia el óptimo, en este caso unóptimo social. Pear ce y Tur ner lo plantean así:

... puede ar gumentar se que los humanos dominados por 

genes egoístas (per sona económica) y su or ganización

social (el mer cado) son consecuencia de la selección natu-

ral que maximiza la ca pacidad de procrear. Por tanto, para

algunos, el proceso de mer cado com petitivo re presenta un proceso dar winiano de su per vivencia.

... Parecería que el mer cado com petitivo genéticamente

deter minado es un producto de la selección natural y, por 

tanto, de  be ser de algún modo óptimo (Pear ce; Tur ner,

1995: 45-46).

El texto más elocuente de esta posición cor nuco piana loconstituye la com pilación rea lizada por Simon & Kahn(1984). Se trata, como dice su subtítulo, de una res puesta(A Res ponse to Glo bal 2000) al infor me realizado para la

 presidencia de Estados Unidos de Nor teamérica en 1980(Glo bal 2000 Re port to the President). La com pilaciónde Simon & Kahn reúne varios ar tículos de diver soscientíficos que buscan demostrar, en sus res pectivoscam pos, un futuro alentador en cuanto a recur sos natu-rales y calidad de vida futura. En todos los casos, elacento está puesto en las posi bilidades de la tecnología

 para descu  brir nuevos recur sos, o hacer rendir más losexistentes. Y, tam bién, en el li bre mer cado que, con las

fluctuaciones de sus precios, constituiría el instrumentomás seguro del equili brio medioam biental.Las conclusiones a que llega A Resour ceful Earth

son optimistas. Según sus autores:

Estamos convencidos que la naturaleza del mundo físico

 per mite la continua me joría de la economía de la es pecie

humana en el lar go plazo, indefinidamente ... la naturaleza

de las condiciones del mundo físico y la ca pacidad de

adaptación de una economía y sistema social que funcione

 bien nos per mitirán su perar los pro blemas, y las soluciones

comúnmente nos conducen a situaciones me jores que antes

que sur giese el pro blema. Esta es la gran lección que de beser aprendida de la historia de la humanidad. Somos menos

optimistas, sin em bar go, de las restricciones corrientemente

im puestas so bre los procesos materiales por las fuer zas polí-

ticas e institucionales, en con junción con la creencia po pular 

y actitudes so bre los recur sos naturales y el medio am biente

(Simon & Kahn, 1984: 3. Traducción li bre).

 Nótese el optimismo en la abundancia futura de recur-sos, postura totalmente opuesta a la de todo el pen-samiento ecocentrista, el cual se basa, precisamente,en los límites físicos exter nos con que la sociedad

humana se enfrenta. Tam  bién es de destacar la faltade confianza en las políticas estatales e institucionales,así como en las creencias po pulares. La solución alos pro blemas, para los cor nuco pianos, está en el li bremer cado y la ‘ex per tocracia’, para utilizar un tér minoacuñado por Gorz que se refiere a quienes confíanen que cuadros técnico-científicos de ben comandar las

 políticas am bientales (Gorz, 1993).

 b) Am bientalismo moderado (tecnocentristas).La política am bientalista llevada a ca bo por la mayo-ría de los go bier nos se inscri  be en esta corriente. Adiferencia de los cor nuco pianos, éstos reconocen queexisten pro blemas entre el desarrollo ca pitalista y elmedio am biente, pero posi  bles de ser me jorados con

 políticas es pecíficas.La gran mayoría son tecnocentristas. No discuten,

 por ejem plo, el crecimiento ilimitado de la producción,

Guillermo Foladori

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tam poco el ti po de producción suntuaria o su per flua.Por el contrario, consideran que la producción humana

es necesariamente contaminante y la producción ca pi-talista es la única posi ble. Lo que se trata es de alcanzar niveles razona bles u óptimos de contaminación. Esto selogra a través de correcciones técnicas en el proceso

 productivo. No se discute, por lo tanto, el carácter de la producción ca pitalista, sino sólo su nivel decontaminación y de predación.

La base científica es la teoría económica neoclásicay los postulados keynesianos de par tici pación estatalen la economía. El concepto de exter nalidad, derivadode los planteamientos de Pigou efectuados en losaños veinte, constituye uno de los instrumentos teó-

ricos esenciales. Las exter nalidades son resultadosinvoluntarios de las actividades económicas so bre bie- nes comunes que son afectados negativamente (o

 positivamente). Pigou sostuvo que era necesario queestas ‘exter nalidades’ negativas sean consideradas por el Estado, im poniendo a sus res ponsa  bles una tasa.Esta tasa de biera ser la diferencia entre el costo socialy el costo privado. Esta diferencia (costo exter no)corres ponde a los costos de los mecanismos necesarios

 para, por ejem plo, purificar el aire al nivel anterior a sucontaminación, o indemnizar a los afectados.17

Las políticas am bientales son de dos ti  pos. Unas,

llamadas de comando y control, que regulan la utiliza-ción de recur sos o el desecho de residuos a par tir denor mas. Aquí se encuentran: a) los límites máximosde contaminación, b) los controles en el equi pamiento(filtros etc.), c) el control so  bre los procesos paraim pedir o sustituir insumos, d) el control so  bre los

 productos, prohi biendo algunos o esta bleciendo límitesde productos contaminantes en otros, e) prohi bición deactividades en deter minadas zonas, y f) control de uso(cuotas) de recur sos naturales.

Otras, de instrumentos de mer cado, para incor  porar al mer cado elementos sin precio de la naturaleza, o bienincidir so bre sus precios, a modo de ‘interiorizar’ lasexter nalidades. Estos procedimientos su ponen la nece-

sidad de valorar monetariamente bienes de la naturalezasin precio. La dificultad de este procedimiento ha lleva-

do a reconocer el grado de incer tidum bre, así como elcarácter no rever si  ble de cier tos procesos naturales.Los princi pales instrumentos de mer cado son: a) tasas,

  b) subsídios, c) sistemas de devolución de de pósitos,d) creación de mer cados ar tificiales para cuotas decontaminación, materiales secundarios, etcétera.

En la práctica, se utilizan tanto unas como otras, aun-que en los países de la OCDE la mayoría de las políticaseconómicas han sido de comando y control.

Una variante más ‘dura’ de esta corriente se basa enel llamado ‘teorema de Coase’. Según Coase (1961),las exter nalidades sur gen por que los derechos de pro-

 piedad no alcanzan todos los recur sos y/o es pacios. Siel río contaminado fuese pro piedad privada, su pro pie-tario podría exigir, a quien contamina, una indemniza-ción. Extender los derechos de pro piedad privada seríael mecanismo más sim ple para solucionar los pro ble-mas sur gidos de las exter nalidades. Por otra par te, parala sociedad en su con junto, resulta indiferente que elque paga sea quien contamine, o el afectado sea quien‘so bor ne’ al contaminador para que no lo haga. La reso-lución de los conflictos estaría en manos de los pro piosinteresados, quienes se guiarán por los derechos de

 pro piedad. Si el contaminador tiene la pro piedad, el

 per  judicado lo ‘com pensaría’ por no contaminar. Siel contaminado posee el derecho de pro piedad, elcontaminador le com pensaría por so por tar el daño.Esta pro puesta se contra pone con el princi pio de quiencontamina paga, que es la nor ma de las políticasam bientales de la OCDE, ya que puede dar se el caso quelos afectados ter minen pagando.

Políticamente, las posiciones que aquí englo bamos ba  jo el tér mino de ‘am bientalismo moderado’ sonrefor mistas. Confían en la adaptación de las institucio-nes a los retos am bientales, así como a las solucionestécnico-legales. Algunos re presentantes de esta posi-ción tienen visiones más am  plias, distanciándose eltecnocentrismo, al hacer hinca  pié en la necesidad de

17 Las ‘tasas pigounianas’; como se les llamó, nunca han sido aplicadas, ya que es prácticamente imposible medir las externalidades. El resultado ha sido la aplicación

de tasas que tienden a mejorar el estado del medio ambiente, obligando al contaminador a corregir su producción, pero nunca se puede llegar a la tasa ‘óptima’ que

implicaría compensar monetariamente de manera exacta el daño ocasionado.

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com binar las medidas legales y económicas con unaam plia política infor mativa y de educación am biental.

Ecocentristas y tecnocentristasen su relación

Ecocentristas y tecnocentristas tienen una característicaen común: consideran a la naturaleza como exter naa la sociedad humana y a ésta como una unidadrelacionándose en bloque con el medio.

Para el ecocentrismo la naturaleza tiene un funciona-miento que conduce al equili brio, la ar monía o la evolu-ción sustenta ble. Por el contrario, la sociedad humana,y par ticular mente la industrial con su crecimiento ilimi-tado y su base en las fuentes ener géticas no renova bles

lleva a una situación insustenta  ble de contradicciónentre los intereses económicos de cor to plazo y elecosistema glo  bal en el cual se inser ta. De allí que laalter nativa sea aprender de la naturaleza para actuar según sus dictámenes. La distancia entre la sociedad yla naturaleza es ex plícita.

Para el tecnocentrismo la naturaleza tam  bién esajena y exter na a la sociedad humana, sólo que eneste caso no se trata de someter se a sus leyes sinode modificar la en función de los intereses humanos.Allí donde no es posi ble, o sur gen contradicciones, lasociedad de be reconocer los límites físicos exter nos,

como ocurre con el am bientalismo moderado.Ecocentristas y tecnocentristas entienden que la

sociedad humana es un bloque que se relaciona con elmedio am biente. La causa de los pro blemas am bien-tales es una ideología o una técnica, pero siem prede la sociedad como un todo frente al entor no. Lascontradicciones o diferencias al interior de la sociedadhumana no tienen mayor im por tancia para analizar elcom por ta miento con el medio am biente. El pro blemaes técnico, y no social. Y, cuando es un pro blemaideológico, como para las corrientes de la ecología

 profunda, éste afecta glo balmente a la sociedad indus-trial.

Esta identidad entre ecocentristas y tecnocentristasno de be ser menos preciada. La prue ba más evidente lo

constituye la práctica de políticas am bientales simila-res desarrolladas por unos y otros. Las pro puestas con-

cretas del ecocentrismo tienden a identificar se con lasdel ‘am bientalismo moderado’. De allí que una de las preocu paciones del movimiento ‘ver de’ sea el de per-der su identidad en las alianzas con los ecologistassocialdemócratas; como dice Petra Kelly, "Si los ver desaca ban convir tiéndose en meros socialdemócratas eco-lógicos, entonces el ex perimento ha concluido" (Dob-son, 1997: 161). En el cam po de la economía sucedeotro tanto. Si bien en el plano teórico pueden distin-guir se ‘economistas ecológicos’ (ecocentristas) de eco-nomistas am bientales (am bientalistas moderados) almomento de construir instrumentos técnicos de evalua-

ción las distancias se acor tan. Aunque los ecocentris-tas más radicales no com par ten la medición de la natu-raleza en tér minos monetarios, la mayoría ya ha bla deun ‘ca pital natural’ que, por su puesto, de be ser valora-do monetariamente para poder ser incor  porado al Pro-ducto Nacional Bruto para una Conta bilidad Ver de.18

Mar xistas (antro pocentristas)El mar xismo es antro pocentrista. Si merece un apar-tado es pecial es por su gran distancia con todas las

 posiciones ecocentristas, así como con el tecnocentris-mo. La diferencia radica, primero, en que la naturale-

za incluye a la sociedad humana, no es algo exter nocomo en las concepciones ecocentristas y tecnocen-tristas. En este sentido, la distinción entre ‘natural’ y‘creado’, que es la base de las posiciones ecocentris-tas y antro pocentristas, resulta de interés secundario.En segundo lugar, la relación entre la sociedad huma-na y su entor no es dialéctica e histórica; en la medidaen que la sociedad transfor ma la naturaleza se trans-for ma a sí misma, y las posi bilidades de transfor mar la naturaleza están dadas por el nivel al cual llegaronlas generaciones pasadas.

Schmidt (1977) en su li  bro El concepto de naturaleza

en Marx comienza señalando la im por tante diferencia y

novedad que existe en el concepto de naturaleza en Marx

res pecto de otras filosofías, "lo que diferencia el concepto

Guillermo Foladori

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18 Toda la posición ‘oficial’ de la Sociedad Internacional para una Economía Ecológica ( ISEE) se inscribe en la línea de la Contabilidad Verde. A este respecto basta

con seguir la revista oficial de dicha sociedad: Ecological Economics.

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mar xista de naturaleza en su dis posición res pecto de otras

concepciones, es su carácter socio-histórico. Marx par te de

la naturaleza como ‘la primera fuente de todos los mediosy ob jetos del tra ba jo’, es decir, la ve de entrada en relación

con la actividad humana (Schmidt, 1977: 11).

  No existe, para Marx, la naturaleza por un lado y lasociedad por otro. La naturaleza es la totalidad de loexistente y, al mismo tiem po, un momento de la praxishumana (Schmidt, 1977: 23). Esto significa que lanaturaleza tiene sentido para el ser humano en cuantoesfera de su actividad. Fuera del interés humano, lanaturaleza no tiene sentido alguno. De allí el antro po-centrismo. Pero, esta relación del ser humano con su

entor no se da, en primera instancia, a través de la pro-ducción de su vida, lo que hace que, al tiem po que elser humano transfor ma la naturaleza exter na, se trans-for ma a sí mismo.

Al operar por medio de ese movimiento [el tra ba jo] so bre la

naturaleza exterior a él y transfor mar la, transfor ma a la vez

su pro pia naturaleza (Marx, 1975: 215-216).

La pro piedad del hom bre so bre la naturaleza tiene siem pre

como inter mediario su existencia como miem  bro de una

comunidad, familia, tri bu, etc., una relación con los demás

hom  bres que condiciona su relación con la naturaleza

(Marx, apud Dussel, 1988: 309).

El ser humano esta blece una relación histórica conla naturaleza, por que en cada fase de su desarrollosocioeconómico sur gen relaciones sociales de produc-ción nuevas, que crean regularidades que guían elcom por tamiento con el medio am biente. En la sociedadca pitalista, por ejem  plo, la clase ca pitalista es dueñade las condiciones de producción. Ella reúne, ba  jo suadministración, tanto la fuer za de tra ba jo como la tierray los medios de producción. La decisión de qué,cuánto y cómo producir recae exclusivamente en estaclase social. En lo que res pecta a la clase que vivedel tra ba jo asalariado, no tiene res ponsa bilidad algunacomo par tici pante en el proceso de producción. Claroestá que la po blación es res ponsa ble de su am biente,

no sólo como productora, sino tam  bién como consu-midora; pero, sólo puede consumir se aquello que fue

 previamente producido.Esta for ma de encarar la relación de la sociedadcon la naturaleza hace que el planteo mar xista no seasólo antro pocéntrico, sino prioritariamente clasista. Setrata de otra diferencia radical del planteo mar xista conres pecto al resto de las posiciones am bientalistas. Por-que, si una característica aglutina a todos los coloresdel ecocentrismo junto al tecnocentrismo, es el hechode considerar a la sociedad humana como un bloquecon iguales res ponsa bilidades frente a la naturaleza.El mar xismo considera a la sociedad diferenciada enclases.

La sociedad ca pitalista desarrolla una serie de ten-dencias en su com por tamiento con la naturaleza.19 En

 primer lugar, la tendencia a la producción materialilimitada, como resultado de una producción realizadacon el pro pósito de obtener una ganancia. Tam biénMarx ex plica en El ca pital las tendencias del ca pital

 por abaratar la par te constante y aumentar la rotación,como for mas de incrementar la tasa de ganancia.Am  bas for mas conducen a un mismo resultado, eldeterioro y contaminación de la naturaleza. Esto estam  bién intrínseco a la pro  pia lógica ca pitalista. Se

 podrá restringir, mediante políticas de comando y

control, o de instrumentos de mer cado, ‘defender lanaturaleza’, pero no podrá im pedir se que la pro pialógica presione so bre ella. Tam poco la tecnología, quemuchos am bientalistas de hoy en día tienen de chivoex piatorio de la crisis am biental, es un resultado neutro,sino que su ritmo y modalidad, así como las fuentesener géticas que utiliza, son un resultado de la pro piadinámica ca pitalista.

La teoría de la renta ca pitalista del suelo está dedica-da a ex plicar los efectos de las inver siones de ca pitalen un medio natural, heterogéneo y mono poliza ble,como es el suelo en su sentido más am  plio. En estateoría, Marx ex plica, entre otras cosas, la tendenciadel ca pital a la colonización de nuevas fronteras (rentadiferencial I), con los consecuentes efectos so  bre eldeterioro de la naturaleza. Y, tam  bién, la tendencia

19 Un análisis más detallado de estas tendencias puede consultarse en Foladori (1999).

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del ca pital a so breex plotar el mismo suelo aun ba jorendimientos decrecientes relativos (renta diferencial

II), con los efectos de agotamiento de la fer tilidadde los suelos.20

En la teoría de la acumulación de ca pital Marxex plica cómo las leyes de po blación están su bor dinadasa la for ma histórica de la sociedad. Cómo el ca pitalismotiene leyes es pecíficas de po blación —contrario a las

 posiciones maltusianas y neomaltusianas que su ponenleyes de po blación constantes—, mostrando la necesariatendencia al des po blamiento absoluto del cam  po conla mecanización ca pitalista de la agricultura y, agregaría-mos, la consecuente creación de los pro blemas am bien-tales ur  banos resultado de las mega-ciudades. Ex plica

tam bién cómo el desem pleo y la po breza son intrínse-cos a la acumulación de ca pital; dos elementos queson hoy en día considerados causas de los pro blemasam bientales, los cuales resultan, dentro del análisismar xista, subsumidos al funcionamiento de la pro piasociedad ca pitalista. Y, lo mismo sucede con las migra-ciones, la pér dida de la diver sidad cultural y muchosotros efectos del ca pitalismo so  bre la po blación que,hoy en día, aparecen como elementos novedosos de unacrisis am biental desligada de las relaciones económicasde la sociedad ca pitalista.

El análisis de Marx no se restringe a las tendencias

 princi pales de desarrollo del ca pitalismo de las cuales pueden derivar se com por tamientos es pecíficos so breel am biente, tam  bién esta blece las contratendenciasde dichas leyes. Así, por ejem  plo, la tendencia a lautilización más eficiente de los insumos y al recicla jede los desechos es una contratendencia al saqueo deri-vado del ritmo de rotación y el abaratamiento delca pital constante. Aún más adecuado a la pro blemáticaam biental actual es el carácter socio-histórico del valor.Tan pronto las demandas sociales por productos ‘lim-

 pios’ o ‘ver des’ toman estado pú blico, aparecen mer-cancías ela boradas con ese princi pio que tienen un valor diferente a sus símiles ‘no lim pias’. Esto per mite quelo que los em presarios consideran hoy en día comola princi  pal tra  ba para la reestructuración industrialhacia una economía ‘ver de’, esto es, el mayor costo

de producción, desa parezca una vez que la sociedad loconvalide (Sandler, 1996).

El análisis mar xista de la pro blemática am bientalnunca se desliga de las pro  pias contradicciones eco-nómicas del ca pitalismo. Por ello, para el mar xismono pueden ha  ber límites físicos que se enfrenten aldesarrollo social. Antes de presentar se cualquier límitefísico aparece una contradicción social que lo su pera.Desde esta pers pectiva, tam poco tiene validez ningunaética derivada de leyes ‘exter nas’ (biológicas o físicas)a la sociedad humana.

Las críticas del mar xismo al ecocentrismo o al tec-nocentrismo pueden ser resumidas en los siguientes

 puntos:

1. No es posi ble com prender los pro blemas am bientales si

no se analiza, al mismo tiem po, las relaciones económicas

de la sociedad ca pitalista.

2. La lucha por un am biente me jor no puede ser se parada

de la lucha por una sociedad me  jor, que su pere al ca pi-

talismo.

3. Los pro blemas am bientales no son contradicciones

exter nas a la sociedad humana, sino que inter nas, que se

manifiestan en su exterior.

4. La búsqueda de una relación más ar mónica con la natu-

raleza y entre congéneres no puede derivar de un análisis

científico (ecológico o físico-ener gético), ya que esto lle-varía a decisiones tecnocráticas (Bucher, 1996).

5. Todas las posicio nes so bre el medio am biente son, aunque

no se lo reconozca, resultado de intereses humanos, ya que

res ponden a concepciones de la naturaleza e intereses so bre

ella socialmente creados (Grundmann, 1991).

ConclusionesHemos visto que existe un am plio abanico de concep-ciones so bre la relación sociedad/naturaleza y, conse-cuentemente, so  bre la crisis am biental. Par tiendo deun punto de vista ético, podemos distinguir entre posi-ciones ecocentristas —que sostienen la necesidad deguiar se por una ética natural exter na a la naturalezahumana—; de posiciones antro pocentristas —basadasen el relacionamiento con la naturaleza par tiendo de

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20 Un análsis más delallado de la relación entre renta del suelo y depredación puede encontrarse en Foladori & Tommasino (1999).

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intereses humanos—. Luego cruzamos este criterio conla for ma como se considera la sociedad si en bloque

enfrentada a la naturaleza (posiciones ecocentristas ytecnocentristas) o dividida enclases (mar xismo).

Este abanico re presenta un pro blema y una interro-gante para la educación am biental: ¿existe un comúndenominador en cuanto a contenidos para la educaciónam biental que per mita tra ba  jar de manera con junta a

 par tidarios de posiciones tan diver sas? La res puestaexcede los límites de este ar tículo, no obstante quisié-ramos ter minar con algunas reflexiones en este sentido,derivadas de la ti pología anterior. Avanzaremos por aproximaciones sucesivas.

En primer lugar, el reconocimiento de la necesidadde una actitud ‘diferente’ res pecto de los congéneres ydel entor no es común a todos los gru pos de la ti pologíaexcepto los tecnócratas cor nuco pianos, para quienes lasituación am biental es cada vez me jor y la técnica y elmer cado se encar gan, en todo caso, de solucionar posi-

 bles dificultades. Esto significa la necesidad de una éti-ca diferente, que no derive de las relaciones de mer cadocomo la predominante. Con ello reconocemos que unsector, dentro de esta ti pología, ‘queda excluido’.

En segundo lugar, tam  bién es común a todos losgru pos restantes el reconocimiento en las limitaciones

del conocimiento humano, y en la necesidad de reivin-dicar el princi  pio de precaución y, aunque sea comoresultado de éste, el de defensa de la variación y ladiver sidad.

En ter cer lugar, y relacionado con el punto anterior,está el reconocimiento de la interrelación de todoslos fenómenos de la naturaleza, lo cual requiere unencare académico diferente al conocimiento par celadoy reduccionista tradicional.

En cuar to lugar, lo que tam  bién es común a losgru  pos restantes, la coincidencia en que el sistemaca pitalista no soluciona automáticamente por la víadel mer cado todos los pro blemas. De aquí se coligaque existen criterios políticos y científicos que de ben,en cier tos casos al menos, ante poner se a la lógica delsistema en que vivimos. Claro está que las diferenciasso bre ‘cuáles son esos casos’ mar ca abismos entre las

 posiciones.

En quinto lugar, al mar gen de algunos par tidarios deuna ecología profunda radical que reivindican ‘volver 

al pasado’, para todos los otros gru pos, no hay for ma deenfrentar se a la pro blemática am biental si no es a travésde la ‘administración’ que el ser humano realice de símismo y de su entor no. Esto obliga a una discusión

 política so bre qué modalidad de ‘administración’ de lanaturaleza queremos, si bien en esta discusión sur giránlas diferencias entre aquellos que reivindican solucionestécnicas, científicas o políticas.

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