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Domingo – 19 semana TO – 2018 Juana Francisca de Chantal, fundadora (1641) 1 Reyes 19, 4-8 / Salmo 33 / Efesios 4, 30 – 5, 2 / Juan 6, 41-51 Oración inicial Dios, Padre de vida, tu Hijo Jesús es nuestro pan vivo bajado de los cielos, que, procediendo de Ti, ha venido a nosotros y al mundo para darnos vida. Qué Él restaure nuestra fuerza y valor mientras caminamos con Él a través de la vida y danos voluntad y amor para compartir nuestro pan con los que lo necesitan, porque es Cristo quien, en ellos, nos grita su hambre. Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor. Amén. † Lectura del santo Evangelio según san Juan (6,41-51) Jesús, pan de vida 41 Los judíos murmuraban porque había dicho que era el pan bajado del cielo; 42 y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que ha bajado del cielo?” 43 Jesús les dijo: “No murmuren entre ustedes. 44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día. 45 Los profetas han escrito que todos serán discípulos de Dios. Quien escucha al Padre y aprende vendrá a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino el que está junto al Padre; ése ha visto al Padre. 47 Les aseguro que quien cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Éste es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne”. CLAVES para la LECTURA - Las anteriores revelaciones de Jesús sobre su origen divino -“Yo soy el pan de vida” (v.35) y “Yo he bajado del cielo” (v.38)- habían provocado el disentimiento y la protesta entre la muchedumbre, que murmura y se vuelve hostil. Resulta demasiado duro superar el obstáculo del origen humano en Cristo y reconocerlo como Dios (v.42). Jesús evita entonces una inútil discusión con los judíos y les ayuda a reflexionar sobre la dureza de su corazón, enunciando las condiciones necesarias para creer en él. - La primera es ser atraídos por el Padre (v.44), don y manifestación del amor de Dios por la humanidad. Nadie puede ir a Jesús si no es atraído por el Padre. La segunda condición es la docilidad a Dios (v.45a); los hombres deben darse cuenta de la acción salvífica de Dios respecto al mundo. La tercera condición es escuchar al Padre (v.45b); de la enseñanza interior del Padre y de la vida de Jesús es de donde brota la fe obediente del creyente en la Palabra del Padre y del Hijo. - Escuchar a Jesús significa ser enseñados por el Padre mismo. Con la venida de Jesús queda abierta la salvación a todo el mundo; ahora bien, la condición esencial que se requiere es dejarse atraer por él, escuchando con docilidad la Palabra de vida. Aquí es donde el evangelista precisa la relación entre la fe y la vida eterna, principio que resume toda regla para acceder a Jesús. Sólo el hombre que vive en comunión con Jesús se realiza y se abre a una vida duradera y feliz. Sólo “quien come” de Jesús-pan no muere. Jesús, pan de vida, dará la inmortalidad a quien se alimenta de él, a quien, en la fe, interioriza su Palabra y asimila su vida. CLAVES para la VIDA - Continúa este discurso en la sinagoga de Cafarnaún, progresando hacia su plenitud: la fe en Jesús es como condición para la vida: “Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna” (v.47). Pero hoy se le añade un nuevo elemento que tiene una importancia singular: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no le atrae” (v.44). Por lo tanto, el amor de Dios como don en favor de la humanidad está presente: una vez más se pone de manifiesto cuál es el proyecto de Dios; no entenderlo, es no aceptar la “clave de entrada” al misterio de la salvación. - La respuesta, por parte del hombre, a ese don de Dios es la docilidad, desde la decisión personal y desde la libertad. De aquí nace el deseo de “escuchar” al Padre como la forma de modelar la propia vida a sus planes y proyectos, que siempre son de vida y, además, en plenitud. Todo esto se nos da en Jesús. - De nuevo, el desear ser atraídos por él y escuchar con docilidad su palabra, es el camino para alcanzar la comunión plena con Jesús y, con ello, la felicidad duradera. El que se alimenta de Jesús-pan, tiene vida y la

Domingo – 19 semana TO – 2018...Domingo – 19 semana TO – 2018 Juana Francisca de Chantal, fundadora (1641) 1 Reyes 19, 4-8 / Salmo 33 / Efesios 4, 30 – 5, 2 / Juan 6, 41-51

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Page 1: Domingo – 19 semana TO – 2018...Domingo – 19 semana TO – 2018 Juana Francisca de Chantal, fundadora (1641) 1 Reyes 19, 4-8 / Salmo 33 / Efesios 4, 30 – 5, 2 / Juan 6, 41-51

Domingo – 19 semana TO – 2018 Juana Francisca de Chantal, fundadora (1641)

1 Reyes 19, 4-8 / Salmo 33 / Efesios 4, 30 – 5, 2 / Juan 6, 41-51

Oración inicial Dios, Padre de vida, tu Hijo Jesús es nuestro pan vivo bajado de los cielos, que, procediendo de Ti, ha venido a nosotros y al mundo para darnos vida. Qué Él restaure nuestra fuerza y valor mientras caminamos con Él a través de la vida y danos voluntad y amor para compartir nuestro pan con los que lo necesitan, porque es Cristo quien, en ellos, nos grita su hambre. Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor. Amén.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6,41-51)

Jesús, pan de vida 41 Los judíos murmuraban porque había dicho que era el pan bajado del cielo; 42 y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que ha bajado del cielo?” 43 Jesús les dijo: “No murmuren entre ustedes. 44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré el último día. 45 Los profetas han escrito que todos serán discípulos de Dios. Quien escucha al Padre y aprende vendrá a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino el que está junto al Padre; ése ha visto al Padre. 47 Les aseguro que quien cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Éste es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne”.

CLAVES para la LECTURA - Las anteriores revelaciones de Jesús sobre su origen divino -“Yo soy el pan de vida” (v.35) y “Yo he bajado del cielo” (v.38)- habían provocado el disentimiento y la protesta entre la muchedumbre, que murmura y se vuelve hostil. Resulta demasiado duro superar el obstáculo del origen humano en Cristo y reconocerlo como Dios (v.42). Jesús evita entonces una inútil discusión con los judíos y les ayuda a reflexionar sobre la dureza de su corazón, enunciando las condiciones necesarias para creer en él. - La primera es ser atraídos por el Padre (v.44), don y manifestación del amor de Dios por la humanidad. Nadie puede ir a Jesús si no es atraído por el Padre. La segunda condición es la docilidad a Dios (v.45a); los hombres deben darse cuenta de la acción salvífica de Dios respecto al mundo. La tercera condición es escuchar al Padre (v.45b); de la enseñanza interior del Padre y de la vida de Jesús es de donde brota la fe obediente del creyente en la Palabra del Padre y del Hijo. - Escuchar a Jesús significa ser enseñados por el Padre mismo. Con la venida de Jesús queda abierta la salvación a todo el mundo; ahora bien, la condición esencial que se requiere es dejarse atraer por él, escuchando con docilidad la Palabra de vida. Aquí es donde el evangelista precisa la relación entre la fe y la vida eterna, principio que resume toda regla para acceder a Jesús. Sólo el hombre que vive en comunión con Jesús se realiza y se abre a una vida duradera y feliz. Sólo “quien come” de Jesús-pan no muere. Jesús, pan de vida, dará la inmortalidad a quien se alimenta de él, a quien, en la fe, interioriza su Palabra y asimila su vida.

CLAVES para la VIDA - Continúa este discurso en la sinagoga de Cafarnaún, progresando hacia su plenitud: la fe en Jesús es como condición para la vida: “Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna” (v.47). Pero hoy se le añade un nuevo elemento que tiene una importancia singular: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no le atrae” (v.44). Por lo tanto, el amor de Dios como don en favor de la humanidad está presente: una vez más se pone de manifiesto cuál es el proyecto de Dios; no entenderlo, es no aceptar la “clave de entrada” al misterio de la salvación. - La respuesta, por parte del hombre, a ese don de Dios es la docilidad, desde la decisión personal y desde la libertad. De aquí nace el deseo de “escuchar” al Padre como la forma de modelar la propia vida a sus planes y proyectos, que siempre son de vida y, además, en plenitud. Todo esto se nos da en Jesús. - De nuevo, el desear ser atraídos por él y escuchar con docilidad su palabra, es el camino para alcanzar la comunión plena con Jesús y, con ello, la felicidad duradera. El que se alimenta de Jesús-pan, tiene vida y la

Page 2: Domingo – 19 semana TO – 2018...Domingo – 19 semana TO – 2018 Juana Francisca de Chantal, fundadora (1641) 1 Reyes 19, 4-8 / Salmo 33 / Efesios 4, 30 – 5, 2 / Juan 6, 41-51

tiene en abundancia. Es la gran propuesta que sigo (seguimos) recibiendo. Desear, escuchar, y así entrar en comunión. ¡No lo olvidemos, por favor!

ORACIÓN para ESTE DÍA “Señor Jesús, deseo y quiero ser atraído/a por el Padre para descubrir en Ti toda la novedad, toda la plenitud. Realiza en mí tu plan de salvación y de vida”.

1. Lo primero que el evangelio de Juan deja claro aquí es que Jesús era un ser humano. La gente lo veía y lo sabía: tenía su padre y su madre, como todos los humanos. Este es uno de los grandes temas del IV Evangelio: dejar firmemente asentada la humanidad de Jesús. Porque cuando se escribió este evangelio, ya tenían fuerza algunos de los movimientos gnósticos a los que este evangelio se propone combatir. El peligro de los gnósticos no estaba en que negaran la divinidad. Todo lo contrario: lo que no admitían era la humanidad de Jesús.

2. El IV Evangelio habla de Jesús y de Dios utilizando el lenguaje de los sentidos: "ver", "oír", "comer"... Dios era tan trascendente para los gnósticos que era incompatible con la materia, con lo carnal, con lo que se puede percibir por los sentidos. El Evangelio ve en esto un peligro fuerte para la fe. Es el peligro de que la divinidad oculte a la humanidad de manera que deformamos a Jesús. Es ese Jesús tan sobrenatural y celeste, que eso no es un ser humano. Ahora bien, lo que entonces ocurre es que, no sólo deformamos a Jesús, sino que además e inevitablemente deformamos a Dios.

3. Todo el que piensa que para acercarse a Dios tiene que alejarse de lo humano, ha deformado a Dios y a Jesús hasta tal extremo, que ya le es imposible creer y relacionarse con el Padre del que nos habla Jesús. El camino para acercarse a Dios es el camino que Dios hizo para acercarse al hombre: humanizarse. No hay otro camino. Ese camino nos da miedo. Porque nuestros instintos de "endiosamiento" son más fuertes que la sencillez propia de lo humano.

José María Castillo - La religión de Jesús Ciclo B – Comentario al Evangelio diario – 2017-2018

La sorpresa de Dios Jesús no sólo ofrece a los judíos el pan para alimentarse físicamente. Les habla del pan que da la

verdadera vida. Jesús les está ofreciendo la resurrección. Les dice que el antiguo anhelo de toda persona de vivir y vivir para siempre y en plenitud no es sólo un sueño. Es una promesa real para los que creen en Él y le aceptan como enviado de Dios.

Pero Jesús se tropieza con un muro difícil de franquear: la incredulidad de los judíos. Ellos ya le conocen. Saben perfectamente que es el hijo de José, el carpintero. Conocen su pueblo y su familia. No hay nada que hacer. Ellos ya saben cómo va a ser el Mesías que Dios envíe. Sus largos ratos de estudio sobre las Escrituras Santas han dado su fruto. No hay sorpresas posibles. Dios tiene sus caminos marcados y ellos ya los conocen. Por eso son incapaces de aceptar la novedad que está presente en Jesús. Jesús no se adapta al modelo que ellos conocen. Jesús no cumple todos los requisitos necesarios para ser el Mesías.

En el fondo, los judíos a los que Jesús se dirige en este Evangelio no dejan resquicio para la suprema libertad de Dios. Las Escrituras no eran para ellos un camino que les abriese a la inmensidad del misterio sino un manual que Dios mismo se veía obligado a obedecer.

Pero resulta que Dios es inmensamente libre. Y su voluntad de salvar a los hombres se manifiesta de muchos modos y maneras. Casi siempre de modos diferentes a los que nosotros esperamos o deseamos. Pero en todo caso testimoniando su amor infinito por cada uno de nosotros.

La fe la podríamos imaginar como un rostro con los ojos abiertos y llenos de sorpresa. Con la mirada lanzada hacia el horizonte, más allá de lo que es visible físicamente. La persona que vive en la fe se parece al vigía que otea continuamente el horizonte en la espera de la novedad que viene. A nuestro Dios no lo encontramos en el pasado, sino que se acerca a nosotros en el futuro, en nuestro futuro. Ahí se nos hace el encontradizo. Pero hay que estar con los ojos bien abiertos porque quizá no le reconozcamos a la primera. Y existe el peligro de que su presencia nos pase desapercibida. La vida que nos ofrece Jesús está más allá de nuestras posibilidades. Como los judíos, podríamos rechazarla por imposible pero, para el que, desde la fe, vive en la esperanza, la salvación de Dios se hace experiencia diaria y cotidiana. Para la reflexión

¿Dónde tenemos puesta la mirada? ¿Nos quedamos en la pequeñez de nuestros problemas y de nuestra vida ordinaria? ¿O somos capaces de abrir los ojos y dejarnos sorprender por la presencia salvadora de Dios en tantos momentos y en tantas personas con que nos encontramos?

Fernando Torres cmf

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Si creemos en Jesús, tenemos ya la vida eterna. No después de la muerte, sino hoy mismo. Ciertamente moriremos. Pero será sólo un paso hacia la vida. Porque tenemos ya la misma vida de Jesús para siempre. Es mucho más que el maná de los judíos, que no garantizaba la vida; mucho más que todo el Antiguo Testamento. No nos quedemos en lo antiguo. Necesitamos leer la Palabra viva del evangelio y comer el pan del Señor, que es Él mismo resucitado. El uso de la palabra carne puede causar escándalo. Era una forma de subrayar la humanidad de Jesús. No comemos carne humana. En el pan consagrado comemos espiritualmente al Señor Resucitado y nos fundimos con Él. Es un momento profundo, divino y humano. Vayamos a la mesa del Señor. ¿Cómo es posible que dejemos la eucaristía un solo domingo sin causa muy grave? Ven, Señor. Voy, Señor.

Tengo hambre de tu pan, Señor,

de tu pan y tu vino. Invítame al banquete de tu amor.

Mi corazón lo está gritando a mis oídos: “Necesitas los besos del Resucitado. Vete al convite de su amor divino. Escucha su Palabra penetrante.

Enciende tus sentidos. Pulsa el interruptor.

No te quedes dormido”.

¡Cuántas veces, Señor, me vence la rutina! Y me quedo pasivo,

apagadas las luces de mi corazón. Sumérgeme en tu fuego vivo

con todas mis bombillas encendidas, mi corazón en vilo,

por no perder ni una palabra, ni siquiera un latido…

“Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros.

Esta es mi sangre que palpita como un cirio”, me dicen, y yo estoy ansioso de comerte, de beberte,

mientras Tú me rodeas con tu amor infinito.

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Patxi Loidi

Ofertorio

Toma, Señor, este pan. Trigo sembrado, pan amasado con el sudor de la frente. Sea trigo transparente de tu cuerpo en el altar. Toma, Señor, este pan.

Toma, Señor, esta copa. Vino de gozo, don generoso de nuestro campo soleado. Sea signo consagrado de tu sangre redentora. Toma, Señor, esta copa.

Toma, Señor, lo que tengo. Hoy me lo das, hoy te lo entrego. Y recibe la canción de profunda adoración, homenaje de tu pueblo. Toma, Señor, lo que tengo

CVX Joven Santiago de Chile

Pan para saciar el hambre de todos.

Amasado despacio, cocido en el horno

de la verdad hiriente, del amor auténtico, del gesto delicado.

Pan partido,

multiplicado al romperse, llegando a más manos,

a más bocas, a más pueblos, a más historias.

Pan bueno,

vida para quien yace

en las cunetas, y para quien dormita

ahíto de otros manjares, si acaso tu aroma

despierta en él la nostalgia de lo cierto.

Pan cercano,

en la casa que acoge a quien quiera compartir

un relato, un proyecto, una promesa.

Pan vivo,

cuerpo de Dios, alianza inmortal,

que no falte en todas las mesas

José María R. Olaizola, sj

PANPAN

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