Documentos Novohispanos

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  • 8/19/2019 Documentos Novohispanos

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    Documentos de la Sociedad Novohispana del siglo XVII

    Se puede hablar del surgimiento de la cultura mexicana. La vida social novohispana tiene que reajustarse en el XVII y

    alcanzar niveles de autosuficiencia. Las castas crecieron y la explotación generó motines. Trascender ≠ acumular.

    Juana de Asvaje y Ramírez de Santillana (1648-1695). Se crió con su abuelo, asiste a la escuela dese los 3 años. En 1665 es

    dama de la virreina pero deja la corte para irse al Convento de San José, muy severos. Se va al de San Jerónimo, en el que

    profesa. Tuvo una de las bibliotecas particulares más ricas. En 1690 escribe una crítica al sermón de Antonio Vieyra que

    publica el Obispo de Puebla como Carta Atenagórica agregándole una carta a nombre de sor Filotea que aquí responde.

    Respuesta de la poetisa a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz (1° de marzo de 1691). Se había tardado en responderle por

    no saber nada digno de ella ni agradecerle el favor ¿a qué lo debe? Serán más admiraciones que gracias pues no es capaz

    de agradecer la mínima parte de lo que le debe. No es modestia, sino ingenua verdad; Dios la quiere reducir a fuerza de

    beneficios para que ella misma se sentencie. Casi lo deja todo en silencio pues explica mucho con el énfasis en no

    explicar, pero es necesario un rótulo para que se entienda lo que se pretende que el silencio diga. No es no haber que

    decir sino no caber en las voces lo que hay que decir. Ya como Moisés favorecido por Dios se atreve a pedirle imposibles,

    ella, suponiendo que habla con el salvoconducto de los favores de sor filotea dice recibir en su alma la amonestación de

    aplicarse al estudio a Libros Sagrados. Será su precepto y si no lo ha hecho es por temor y reverencia; ya decía san

    Jerónimo que lo último que se debe enseñar es el Cantar de los Cantares, y Séneca que no es clara la fe en los tiernos. En

    la herejía contra el arte no castiga el Santo Oficio sino la risa y censura. Sor Juana solo ha escrito forzada por el gusto de

    otros, no estudia para escribir sino para ver si ignora menos. Dios le puso el natural impulso de inclinarse a las letras, no lo

    pidió; ha intentado sepultar con su nombre su entendimiento y sacrificárselo solo a quien se lo dio.

    A los tres años sigue a su hermana a una lección de lectura y le dieron ganas de leer, le pidió a la maestra y

    aprendió rápidamente. Podía más el deseo de saber que el de comer. A los seis o siete ya sabía leer y escribir y al oír de la

    Universidad le dieron ganas de ir. Como no la dejan se pone a leer los libros de su abuelo y cuando llego a México la

    admiraban por su memoria a su corta edad. Pero su pelo crecía más rápido que su aprendizaje. Se hace religiosa aunque

    había cosas repugnantes a su genio: la negación del matrimonio le pareció lo más decente para su salvación; su genio

    quería vivir sola y no tener ocupación obligatoria que interrumpiera sus estudios, ni el rumor de la comunidad. Vaciló un

    poco pero se dio cuenta que era tentación y la venció pero  privatio est causa appetitus.  Prosiguió leyendo, es duro

    estudiar sin maestro pero sufría por a mor a las letras ¡si hubiera sido a Dios! Aspiraba a estudiar teología. Así, se

    proponía ella misma lisonjear su propia inclinación, proponiéndoles como obligatorio su propio gusto. Para llegar a la

    cumbre (Sagrada Teología) hay que subir por los escalones de las ciencias y artes humanas. El Libro que comprende todos

    los libros y la Ciencia que comprende todas las ciencias pide saberlas todas (imposible), continua oración y pureza de vida.

    Tan distante de la virtud y las letras estudiaba todas en general; observaba orden, unas para estudio y otras para

    diversión: estudió muchas cosas y nada supo. En la práctica, et sic de cæteris, no se puede repartir en varios ejercicios;

    pero en lo formal y especulativo se ayudan dando luz. Lo que no entiende en un autor lo entiende en otro muy distante y

    se abren camino las metáforas. El no haber aprovechado más es culpa de su entendimiento, no de la variedad. Con el

    libro por maestro mudo, el tintero de condiscípulo se sumaban muchos estorbos, cosas accesorias de la vida en

    comunidad. Su trabajo ha sido inexplicable, el desear saber le ha costado. Dios le dio, entre otros beneficios, un natural

    blando y afable por lo que las religiosas gustaban de su compañía y ella de la de ellas. Como le quitaban tiempo de

    estudio hacía voto de no entrar si no tenía obligación de obediencia o caridad, daba treguas de uno o dos días para que

    no la tuviesen por áspera. Las peores dificultades fueron las persecuciones, y más nocivas las de los que amándola le

    mortificaban con “No conviene a la santa ignorancia este estudio”. Y por la habilidad de hacer versos; al que Dios señala

    se vuelve enemigo común, usurpa aplausos y por eso lo persiguen. Parece máxima de Maquiavelo, se hizo contra Cristo.

    Cuando se apasionan los doctos prorrumpen en inconsecuencias. No puede estar sin púas quien está en lo alto. Le sucede

    a cualquier eminencia pero peor al entendimiento por ser el más indefenso. Las ventajas del entendimiento lo son del ser:

    Raro es quien quiera ceder en ingenio, la sabiduría debe esperar una corona de espinas, la de Cristo fue obsidional pues

    levantó el cerco de las tinieblas, el triunfo del sabio se obtiene con dolor. Menos intolerable es para la soberbia oír las

    reprensiones que para la envidia ver milagros. A sor Juana no la han perseguido por saber sino por amor a la sabiduría y

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    las letras, como a Pedro. Una vez una prelada le prohibió estudiar y no abrió libro por tres meses pero estudiaba en todas

    las cosas. Para las cogitaciones no necesita libros, incluso en el sueño estaba su imaginativa con más claridad.

    Si son méritos o culpa no los considera de ella pues obra necesariamente. Vive desconfiada de sí y remite el juicio

    al soberano talento. Los ejemplares no la dejaron de ayudar: Débora, reina de Saba, Abigail, Ester, Rahab, Ana; entre los

    gentiles están las Sibilas, Minerva, Cenobia, Aspasia Milesia. La santísima Paula, la reina doña Isabel (Alfonso X). El doctor

    Arce se pregunta si a las mujeres les es lícito el estudio de los Libros Sagrados e interpretarlos . Resuelve que leer

    públicamente en las cátedras o púlpitos no es lícito; pero estudiar, escribir y enseñar privadamente es provechoso. No a

    todas, solo a las que dotó Dios de virtud y prudencia, pero esto también aplica para los hombres (que con serlo creen que

    son sabios), a los arrogantes, inquietos, amigos de la novedad en la Ley, que “perfeccionan” su necedad. No hay que

    saber más de lo que conviene a cada uno. Ella solo actuará por obedecer a sor Filotea y el justo la corregirá con

    misericordia y la reprenderá. Si las ancianas fueran doctas y supieran enseñar se evitarían muchos males en la educación

    de mujeres pues se tiene que elegir entre dejarlas incultas o exponerlas a maestros hombres. Esto deben considerar los

    que blasfeman que las mujeres sepan y enseñen. Para la inteligencia de muchos lugares es necesaria historia, costumbres,

    ceremonias, proverbios y formas de hablar; algunos quieren interpretar las escrituras y se aferran al Callen las mujeres en

    las iglesias sin saber cómo se ha de entender. La proposición de San Pablo es absoluta e incluye a todas las mujeres, la

    iglesia permite escribir a santas y no santas. Luego la prohibición solo miraba a los púlpitos. La Iglesia no le prohíbe

    escribir la Carta ¿Cómo es un crimen? Fue un atrevimiento contrariar a Vieyra pero él le llevo la contraria a los SantosPadres de la Iglesia. Así como ella fue libre para disentir de Vieyra, lo es cualquiera para disentir de ella.

    Ella siempre ha buscado que daño puede tener el hacer versos, y no lo ha encontrado. Los más de los Libros

    Sagrados están en metro; como la elegancia hebrea no se pudo estrecha con la mensura del latín, el traductor, más

    atento al sentido, omitió el verso. Confiesa su vileza pero nunca ha escrito una copla indecente. Nada ha escrito por gusto

    más que El Sueño. La carta la escribió con repugnancia y temor. Si no fuera por los preceptos de sor Filotea no tomaría

    pluma. La buena palabra no busca secretos, la paciencia vence tolerando y triunfa sufriendo. Los romanos gritaban los

    defectos de sus capitanes mientras estos entraban gloriosos para que no peligrase su juicio. Los católicos con el precepto

    de amar a l enemigo ¿Qué no han de tolerar? Las calumnias la mortificaron pero nunca hicieron daño. ¿Qué tienes que no

    hayas recibido? ¿Por qué te enorgulleces? En mi reconozco que es un favor de Dios conocerlo. Si escribe algo más irá en

    busca de la corrección de sor Filotea.

    Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700).  Poeta, matemático e historiador mexicano. Salvó los documentos del

    ayuntamiento en el motín de 1692.

    Alboroto y Motín de México del 8 de junio de 1692. El virrey se levantó sin probar bocado, fue a mis en Santo Domingo

    donde se murmuraba abiertamente que su mal gobierno era responsable de la falta de pan y maíz. A las 4 se fue a San

    Agustín y de ahí a San Francisco donde subió al Convento a platicar. La virreina salió a visitar la imagen de Nuestra Señora

    de los Remedios y de ahí a las huertas de San Cosme. El señor Fiscal, Escalante, estaba en la alhóndiga, se acabó el maíz y

    se fue a casa. Se armó un alboroto, un indio se echó a una india en hombros y todos salieron hasta el Baratillo, donde se

    venden trastes viejos y está lleno de zaramullos que irritados se fueron todos a las Casas Arzobispales. Dos estudiantes se

    acercaron y vieron que la india no estaba muerta, casi los linchan pero se escabullen. No dejan pasar a los indios, que se

    van al Palacio Real; eran cerca de 40 y se esperan un buen rato mientras se va agregando gente. Comenzó uno a gritarcontra el virrey y lanzó una piedra a su balcón. Era la señal que esperaban, atacaron el palacio. El mayordomo dio alarma

    pero había pocos guardias (10/12) y casi ningún arma; salieron con chuzos a rechazar 200 indios. Los indios destrozaban

    los puestos de la plaza y vieron que solo les estaban disparando con pólvora así que siguieron con las piedras y los

    guardias se encerraron en el palacio. Cerraron las puertas para ver si se iban los indios pero lo hicieron tan rápido que 2 o

    3 guardias se quedaron afuera y fueron golpeados. El criado de Sigüenza la avisa del tumulto y ve por la ventana miles de

    personas de toda casta camino a la plaza, gritando ¡muera el Virrey! Los españoles llegaron con sus espadas pero al ver lo

    que pasaba se quedaban parados. Se va al Palacio Arzobispal donde reconoció gente eclesiástica, el Arzobispo decide ir la

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    plaza para sosegar a la plebe. Sin respeto por la Cruz les aventaron piedras, empezó la noche. En el Palacio todo era

    confusión pues no estaba el virrey sino dueñas y criados, se encerraron y la multitud, sin oposición, levantó un alarido. La

    plaza se arrendaba para puestos y parecía una aldea. Determinaron prenderle fuego al palacio así que tomaron los

    petates, jacales y carrizos de los puestos y los pegaron al edificio. Con la misma pica del capitán incendió un indo el balcón

    de la virreina. No hubo puerta ni ventana que no tuviera fuego. Al grito de Muerte al Corregidor, pasaron a las Casas del

    Ayuntamiento, no estaba en casa. Prendieron también los Oficios de los Escribanos, el Cabildo, la Alhóndiga, la

    Contaduría, la Cárcel Pública. Gritaban ¡viva el santísimo sacramento!¡viva el pulque!¡Muera el mal gobierno! Los

    zaramullos empezaron a cargar las mercaderías y reales de los puestos, los indios hicieron lo propio en el despojo y ya no

    se acordaron de atizar el fuego o pedir maíz. Los dueños de los cajones no sabían qué hacer, algunos se robaron a sí

    mismos para llevarse lo valioso. Viendo que los indios habían cargado mucho algunos robaron hierros para atravesarlos y

    quitarles lo bueno. Los tumultuantes se burlaban de los españoles quienes como ya no había pedradas se defendieron

    con carabinas y espadas . El Conde de Santiago entró con hombres honrados y por otro lado Antonio Dezas Ulloa y José de

    Urrutia cargaron a los ladrones con carabinazos, pero no hallando resistencia y oponiéndoseles los padres de la Compañía

    se fueron a ayudar al Palacio. Se pudo haber hecho un castigo ejemplar, pero solo se hizo con indios y borrachos. Con el

    robo de la plaza se olvidaron del Palacio y la gente se pudo acercar a apagar el fuego. De la oficina del virrey no se perdió

    ningún papel; las duelas y damas fueron conducidas al palacio del Señor Arzobispo. La Cárcel de Corte era un horno lleno

    de humo, los prisioneros ayudaron al alcaide a abrir y se les ofreció considerarles como mérito para compurgar sus delitossi ayudaban en el Palacio. La noticia llegó al virrey en el Convento de San Francisco, quiso salir a la calle pero lo

    detuvieron. Llegó su esposa a refugiarse con el.