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Documentos Del General Cipriano Castro Vol. 1 (1903)

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Documentos correspondientes al mandato del General Cipriano Castro como Presidente de Venezuela

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  • UNIVERSITY OF NORTH CAROLINA

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    THE LIBRARY OF THEUNIVERSITY OFNORTH CAROLINAAT CHAPEL HILL

    ENDOWED BY THEDIALECTIC AND PHILANTHROPIC

    SOCIETIES

    F2321.C35v. 1

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  • DOCUMENTOS

    DEL

    GENERAL CIPRIANO CASTRO

    CARACASTIP. J. M. HEKEERA IRIGOYEN & Ca.

    I

  • DOCUMENTOS DEL GENERAL CIPRfANO CASTRO

  • cDOCUMENTOS

    DEL

    GENERAL CIPRIANO CASTRO

    CARACASTlP. J. M. HERRERA IRIGOYEN & Ca.

  • Caracas: 5 de Julio de 1903.

    Seor General Cipriano Castro.

    Presente.

    Respetado General.

    Un documento pblico es la responsabilidad del nom-bre que lo suscribe, y un dato para la Historia.

    Usted, conductor de una Causa inmortal, comparece en

    sus proclamas, en su correspondencia y en sus decretos,con la estatura que conviene los caudillos, y las solemni-dades del patriotismo en el honor y de la heroicidad en el

    deber.

    Y como todo lo que acredita su firma, ser discutidopor las opiniones y revisado por la posteridad, yo me acojoal resplandor de sus laureles, para dedicarle en esta fecha,de repercusin histrica, en un folleto, algunos de sus do-cumentos imperecederos.

    Hoy conmemoran los pueblos el nacimiento de unprin-cipio redentor, y el primer captulo en la epopeya de lamagna independencia.

    Y como usted ha secundado las aspiraciones del pue-blo y las virtudes de las doctrinas humanitarias y librri-mas, mi obsequio es un saludo de respeto y un homenaje dejusticia.

    Su affmo. amigo,

    Si, Sello Aiendoza.

  • Carta del General Castro al Presidente de la Repblicasobre la cuestin inglesa en 1895

    Carta abierta para el Ciudadano Presidente de la Repblica y suIlustrado Gabinete.

    Caracas.

    Seor :

    La prensa de Maracaibo de fecha 4 del corriente mes,venida por el ltimo correo, nos trae noticias que juzga alar-mantes, publicadas en El Tiempo de esa capital, sobre Cues-tin Guayana.

    Y aun cuando el Ministro Cbamberlain al hablar de ocu-pacin de nuestro territorio por la fuerza, agrega : si lascircunstancias lo exigen, yo no me explico si es en el caso de queimpasiblemente no se les deje en posesin del territorio usur-pado, en cuyo caso, mi escaso modo de entender, la cues-tin es terminante, y al Gobierno y Pueblo de Venezuelano le queda ms recurso que tomar determinaciones enrgi-cas

    ; esa frase se refiere las circunstancias que median en elasunto y que han de resolverse prximamente.

  • 6

    En este ltimo caso es hoy ese Gobierno quien tocaconocer esas circunstancias minuciosamente con todos sus de-talles, para apreciar si efectivamente el caso es alarmaute

    ;

    pues los particulares lo que podemos decir sabemos en el ne-gociado es : que la usurpacin se viene consumando de aosatrs y que cuando nuestros Gobiernos no han dado el toquede alarma, es porque el asunto ha estado en camino de arre-glo amistoso y conforme las leyes de Derecho Internacio-nal, y que en dichos arreglos ha entrado, por mucho, loque se conoce generalmente con el nombre de Secretos deEstado

    ;porque yo, por lo menos, no me atrevera jams

    irrogar ninguno de nuestros Gobiernos la ofensa de lasuposicin contraria desfavorable en tan trascendental asun-to ; menos que as pudiera aparecer en el trascurso de esteproceso en que cada quien tendr que aceptar sus respon-sabilidades histricas.

    Por consiguiente debo suponer y as lo supongo, que sipor desgracia el ultimtum del Ministro Chamberlaiu y reso-lucin del Gobierno Ingls, es la ocupacin descarada delterritorio venezolano por la fuerza, ese Gobierno habr dedar su Manifiesto explicativo ante el Pas y ante las demsNaciones del Orbe civilizado, para que se palpe la justiciade nuestra causa, estimulando el sentimiento patritico detodos los venezolanos y hacindola simptica ante las Na-ciones que nos observan. Quedando, en fin, colocados anteel Tribunal de la conciencia humana y bajo la proteccin delDios de las Naciones!

    Para este caso concreto es que vengo ante vosotros yante el altar sagrado de la Patria depositar mi humildebolo en la defensa de la Integridad Nacional

    ; y para en-tonces es que quiero que sepis : que mis servicios comosoldado, en el puesto que se me quiera designar, sin re-servas de ningn gnero, estn completamente al servicio dela Patria.

    Ante las responsabilidades histricas y en mi carcterde ciudadano venezolano, aun cuando h ya para cuatro aosque estoy fura de la Patria, quiero que conste solemnemen-te : que estoy dispuesto hasta el sacrificio, si fuere necesario, enresguardo de la honra y de la diguidad Nacional, como dela ma propia, en tan importante asunto. Debiendo tenerseeu cuenta que mis postreros votos, que tambin quiero queconsten : son porque la solucin en tan grave conflicto, que-dando salvo la honra nacional, antes que por las armas,se resuelva conforme al Derecho de Gentes y conforme la

  • 7

    costumbre establecida hasta hoy por todos los pueblos civi-lizados.

    Ms an debo aadir : como ante el horrendo espectcu-lo de nuestra Madre comn abofeteada y desgarradas sus ves-tiduras inicuamente por un gigante insolente y ensoberbecido,es natural que todos sus hijos nos unamos, como un solohombre, para rechazar y combatir tan injustificable agresin,cesa para m desde luego la causa de los partidos para en-seorearse nicamente bajo la Bandera Nacional, la Santa Causade la Confraternidad Venezolana.

    Con toda consideracin me suscribo, vuestro atto. s. s. ycompatriota.

    CI PBIA.NO CASTRO.

    Los Vados : (Colombia) noviembre 17 de 1895.

    Carta al seor Domingo A. Olavarra, de Bella Vista,Repblica de Colombia, el 29 de Marzo de 1897.

    Bellavista (Rosario de Ccuta), 29 de marzo de 1897.

    Seor don Domingo A. Olavarra.

    Valencia.

    Estimado seor y amigo mo :

    Ha venido mis manos el nmero 1179 de El Tiempo,de Caracas, que contiene su artculo Candidaturas, en elcual ha tenido usted bien indicar la ma, como una de lasque su juicio podran ser aceptadas.

    Agradecido con los que de alguna manera me distinguen,no puedo dejar de serlo para con usted, toda vez que apre-cio en cuanto vale el honor que me ha dispensado, ya porla magnitud de l que no me considero acreedor

    ya por-que emana de usted con quien mis relaciones de amistad,

  • 8

    aunque muy gratas siempre, han sido basta hoy muy ligeras,acaso por la distancia que nos hemos encontrado. Por larazn expuesta, por ser de pblica notoriedad la alusin queusted ha hecho de m, por la circunstancia de tratarse deasuntos de vital importancia para el porvenir de la Patria, y,finalmente, por ser el voto de usted de aquellos que no secuentau sino que se pesau, es que vengo corresponderle deuna manera tambin pblica, para que se conozca mi humildemodo de pensar en tan delicada materia.

    Jams haba pasado por mi imaginacin que ni ustedni nadie se le ocurriese que yo pudiera ser un buen can-didato para la Presidencia de la Repblica, porque si he deser franco, cual cumple los hombres honrados, declaro, queestoy convencido en absoluto de mi incompetencia, pudiendodecir como el clebre don Cecilio Acostasi en esto mismono hubiere pretensin que me busco y no me encuentro.Todo hombre, mi amigo Olavarra, debe tener siquiera el dnde comprender para lo que puede servir, y de aqu que ten-ga yo pleno conocimiento de que ni mis aptitudes ni mismerecimientos son para llegar hasta all.

    Mas, prescindiendo de sto, que por lo personal es de unorden enteramente secundario, paso exponer algunos de misjuicios acerca del asunto.

    Las responsabilidades que sobrevendrn los que ensuerte les toque dirigir la cosa pblica en Venezuela, son debastante consideracin, as por los tiempos que corren, comopor la multiplicidad de cuestiones que han de resolverse : senecesita extirpar de raz malas costumbres, y conciliar lavez, tntos intereses encontrados para poder hacer un buenGobierno ! Y por eso al que toque en suerte regir los des-tinos de la Repblica, debe ungrsele con el leo de la vo-luntad popular ; de modo contrario, ni podr satisfacer lasaspiraciones de los pueblos, ni representar en armnico con-junto las opuestas opiniones y tendencias del pas.

    La poca que atravesamos es de verdadera transicin

    :

    luchan en opuestos bandos tradiciones y prestigios que sederrumban, ideales y doctrinas que crecidas al calor delas nuevas ideas

    producto de la cultura del siglopiden

    pusto, y las que, sin duda, habr que drselo, so pena deproducir una catstrofe. Es por ello que creo que el futurogobernante de Venezuela, debe ser antes que todo el manda-tario de un pueblo y no el jefe de un partido, ni el cori-feo de una escuela. Cuando todo ha venido tierra, y aun-que tengamos que confesarlo con dolor, cuando la fe se ha

  • perdido, en los hombres por desleales, y en los principiospor falseados, es ms que difcil la tarea del futuro Presi-dente de Venezuela, pues dados estos antecedentes, el hom-bre que reclama el pas, es aquel que pueda devolver suprestigio la ley, el culto al principio y el respeto al Ma-gistrado, para que no se vea en ellos ni al mercader quetrafica, ni la mentida disposicin que sirva de escabel losmanejos del primero, ni la falsa doctrina con que se ha enga-ado los ilusos.

    Dados estos antecedentes, muy bien podra yo, si se establece un Gobierno cuyo programa satisfaga, ms menos,mis ideales y propsitos, secundarlo en todo. Yo, en obse-quio de la prosperidad y engrandecimiento de mi Patria, yde la reconciliacin de todos los venezolanos de buena vo-luntad, que sin duda son los que constituyen la mayora delPas y el elemento verdaderamente liberal, sacrificara cual-quiera posicin ventaja con que se me pudiera favorecer.

    La mayor parte de los venezolanos estamos animados delas mismas ideas

    ; qu se necesita entonces ? Que conden-sada la opinin del Pas, sin excitaciones, sin el fermentode los odios y siu la farsa de mentidas popularidades, elgeneral Crespo le d pase, ya que en su doble carcter deciudadano y hombre pblico, su patriotismo se lo impone yel deber se lo demanda. El, como primer Magistrado de laNacin, no puede resolver de los destinos de Venezuela sinodeclinando en la Repblica el pesado cargo de que ella sed sus propios gobernantes. Sus graves responsabilidades des-apareceran ante el obsequioso acatamiento de aqulla y deese modo quedaran en perfecto acuerdo los deberes del Ma-gistrado con las imposiciones del derecho ciudadano, reco-giendo as, honra envidiable para su nombre, y dejando es-tablecido el slido fundamento de la Repblica. As es queopino como usted, que del seor General Crespo depende,en gran parte, el que la prxima transicin sea tranquila,y que le suceda un Gobierno que llenando la generalidadde las aspiraciones del Pas, haga la felicidad y el engrande-cimiento de la Nacin.

    Comprender usted por todo lo expuesto, que si no sevislumbrare la posibilidad de que lleguemos estas conclu-siones, continuar en el retraimiento poltico que me he im-puesto, creyendo, como creo, que sirvo mejor entonces en estaforma mi Patria.

    Mas, no siendo el propsito del General Crespo continuarejerciendo el poder, como hay motivos bastante fundados para

  • ib

    asegurarlo, qu cosa ms factible hemos de suponer, sino quel se coloque en el terreno de los bien entendidos interesespatriticos, que son los suyos tambin ? En este caso debeusted suponer, igualmente, que con lo poco que soy y puedo,estar completamente al servicio de la Bepblica, como sol-dado que soy del orden y amante como el que ms de suprosperidad, la sombra de la justicia y del derecho, bajola cual es como la libertad se desenvuelve y crece en los pasesdemocrticos.

    Termino, mas no sin antes ratificarle los ms expresivossentimientos de mi gratitud por el honroso inmerecido con-cepto en que usted me tiene.

    Su atento s. s. amigo y compatriota,

    CIPBIANO CASTBO.

    Carta al seor Doctor R. M. Castillo, de Bellavista,

    Repblica de Colombia, el 15 de Mayo de 1897.

    Bellavista (Eosario de Ocuta), mayo 15 de 1897.

    Seor Doctor E. M. Castillo.

    San Antonio.

    Estimado amigo :

    Eecib su apreciable del 8 de los corrientes, con la co-pia adjunta, y tambin la del seor General Juan BautistaAraujo.

    Franca y decisiva debe ser mi contestacin, como cum-ple hombres de convicciones honradas y que se precian deleales.

    Si el seor general Araujo, los que lo dirigen, cono-cieran suficientemente mi conducta poltica, grabada, ya enhechos, ya en documentos pblicos, jams se habra atrevi-do hacerme las proposiciones que me hace.

  • II

    Yo no he sido, ni soy, ni ser de los que trafican conlos intereses pblicos, para aceptar transacciones indecoro-sas, que redundan en menoscabo de la moral poltica y social.

    Si el seor general Araujo, porque ha logrado enten-derse perfectamente con el seor General Crespo, y porquedesea ser Presidente de Los Andes, ha credo que poda contarcon mi colaboracin, ha sufrido un error.

    Desprndese de la carta de dicho General, que, si nose hubiera entendido Con el general Crespo, no afrontara lalucha electoral ni se atrevera nada, y como tal procederenvuelve la renuncia del derecho y la personera, jams po-dramos acordarnos, pues yo no estoy de ninguna manera con losque renuncian sus derechos.

    Tampoco me imaginaba que los que desean ser Presi-dentes, solicitasen ellos mismos los votos, porque he credoque se rebaja el individuo y se resiente la dignidad perso-nal

    ; y nada bueno es de esperarse cuando la dignidad yentereza no son un antemural contra la corrupcin de lapoca.

    Adems, los que contraen tcitos compromisos persona-les, no podrn hacer un buen Gobierno, incurrirn en incon-secuencias para poderlo hacer.

    Siempre he juzgado que la designacin de un candidatocon honradez poltica, con acatamiento principios y conrespeto las instituciones, ha de efectuarse sin la imposicinde los Poderes pblicos

    ; sin anuencia de los agraciados; en otrostrminos, que debe ser un hecho espontneo de la voluntad popu-lar. Pues de otra manera, la poltica se convertira en negocio,en cuyo caso yo protesto de ella.

    Yo no podra comprometer la voluntad de mis amigos, parasecundar los propsitos del general Araujo, porque esa vo-luntad ha sido, es y ser enteramente espontnea y de ca-rcter siempre independiente : no profeso el incondicionalismopoltico, y con mayor razn, tampoco se lo impongo na-die. Por ser consecuente con este principio, he perdido, en oca-siones, muy buenas amistades.

    Por otra parte, el seor general Araujo habla de hacerfrente al antiguo adversario : por qu no tendra en menteesa consideracin cuando volte sus armas contra sus antiguosamigos? Por qu no se habr acordado de ellos, en todaesta poca en que han estado en la adversidad y en que lse ha conservado en las alturas? Y hoy lo hace con ellaudable, muy laudable fin de crear un Gobierno de orden,de paz y de verdaderas garantas! Y los infantes de

  • 12

    Aragn, qu se hicieron ?

    Con que no cree l que el Go-bierno que ha habido es de garantas, de orden y de regu-laridad administrativa? Pues no opina as el seor generalIgnacio Andrade, quien, en su programa al Gran ConsejoLiberal Eleccionario de Caracas, entre otras cosas, dice: quedisfrutan los ciudadauos de todas sus libertades

    ;que la Cons-

    titucin y las leyes se cumplen fielmente, y en una palabra,que la regularidad prevalece en todos los ramos de la adminis-tracin pblica.

    Pasemos otras consideraciones.La historia del seor general Araujo, como hombr e p-

    blico, nos demuestra que en los veinte y pico de aos, du-rante los cuales ha venido influyendo, de diversos modos, enla administracin de Los Andes, esa paz, ese orden y esas ga-rantas han sido siempre un mito.

    Tampoco ha guardado l fueros la consecuencia pol-tica : cuando se ha encumbrado, los partidos y los partida-rios han quedado rezagados y cedido el pusto las convenien-cias personales.

    Los hombres que como el general Araujo, en su vidapblica, han perdido las ocasiones de implantar los princi-pios democrticos y los nobles ideales de la moderna civili-zacin, por debilidad por cualquiera otra causa; compro-metido su reputacin, su nombre, los caros intereses de laPatria, y abandonando sus amigos, se ha suicidado

    ; y sisurgen como han surgido pesar de sto, otros tantos enVenezuela, es por el estado de degradacin que se ha lle-gado en esta desgraciada tierra, digna de mejor suerte !

    Puede suceder que el seor General con el sistema que haadoptado logre conservarse como hasta ahora en las alturasdel poder

    ;mas, debe tenerse en cuenta que no siempre las

    alturas del poder son las alturas de la gloria, que ha deaspirar todo hombre de propsitos elevados y de nobles sen-timientos, y son esas alturas las que yo aspiro, mi amigo Cas-tillo, cualquiera que sea la situacin en que el destino mecoloque.

    Yo no conozco ni antiguos ni nuevos adversarios : elloshan sido, son y sern siempre los que se aparten de la sen-da del honor y del deber.

    Mi escuela poltica es muy distinta la del seor generalAraujo: quiero resultados satisfactorios por la franqueza, porla sinceridad, por la conviccin, por la verdad; jams porel engao y la traicin, porque por este medio la personalidadse encumbrar ; pero la Patria y los principios sucumben.

  • 13

    Y si de antemano estoy condenado perecer, por estami manera de pensar y obrar, sea en norabuena ; me que-dar rezagado como encarnacin de la eterna protesta contratodo lo malo.

    Yo necesito que el que me llegue estimar, sea por lafe que le merezca mi palabra

    ; y que el mismo seor generalAraujo sepa, que no soy hombre de desahogos y pasiones,sino de verdades y hechos consumados, que hablo claro, muyclaro, porque lo estimo hasta como imposicin patritica.

    Ahora bien, si resuelto como est l afrontar la lucha,llegare triunfar en la lid, y si, tocndole en suerte ocu-par el primer pusto en el Estado, hiciere efectivamente unbuen gobierno, ser el primero en reconocerlo, levantando lamala impresin que tengo.

    Eesumo, pues, diciendo : que con mi espada y con lopoco que soy y puedo, no ha contado ni cuenta sino mi Pa-tria y aquellos de sus hijos que colocados en el terreno dela defensa de los verdaderos y legtimos intereses de ella, es-trechen filas para hacerla prspera y feliz.

    Creo dejar as cumplidos su exigencia y mis deberes y me esgrato suscribirme de usted atentos, s. afectsimo amigo,

    CIPEIANO OASTEO.

    Carta al General Joaqun Crespo, de Bella Vista,el 29 de Junio de 1897

    Bella Vista: (El Eosario de Ccuta) junio 29 de 1897.

    Seor General Joaqun Crespo, etc., etc., etc.

    Caracas.

    Estimado General y amigo:

    Aun cuando despus de su carta de 8 de junio para elDoctor Juan Francisco Castillo, se debe exclamar con el cle-bre romano: Alea jacta est, no puede ni debe faltar un ami-

  • 14

    go y patriota que seale las desastrosas consecuencias deesa declaratoria de Imposicin.

    Esa imposicin est decretada, puede decirse ; ha dadousted su ltima palabra en el actual proceso eleccionario,pero esto no obsta, ni puede impedir que todos cumplamoscon los deberes de partidarismo unos, de patriotismo otros,y de amistad algunos.

    Los momentos son sumamente solemnes, como muy bienlo ba dicho usted, y todos tenemos deberes que llenar, unosms y otros menos ; as como es igualmente cierto que to-dos compartimos responsabilidades sobre el porvenir y lasuerte de la Patria y de los partidos en mayor menorescala.

    Ahora bien : no debe usted olvidar que quien viene hoy manifestarle sus ideas sobre asunto de tan alta trascen-dencia, es quien, habiendo sido firme y cumplido en su pa-labra, ha logrado mellar la insidia intriga palaciegas ; esquien no ha ambicionado puestos pblicos, y quien, porltimo, ha estimado en poco su vida cuando se ha tratadodel engrandecimiento y prosperidad de la Patria.

    Ante las credenciales de sinceridad y honradez de mipalabra, vengo que no se le d al tono culto por digno,de mi presente carta, torcidas inmerecidas interpretaciones.

    No pretendo engaarlo engandome, porque el lengua-je de las ilusiones ya pas para m. No me queda ms queel lenguaje austero y puro, que acaso pueda pecar por rude-za, pero jams por infame.

    Estas mis ideas para otro cualquiera que no sea usted,cuya suerte corre parejas con la de la Patria, podrn ser n bien entendidas, pero mi deber es, por lo menos, salvarel concepto histrico : eso me bastar.

    Usted ve las cosas all, General, en medio de ese her-videro de la poltica, con todos sus detalles, es verdad, perorodeado casi siempre de agentes interesados que trastornantal vez sus sanos propsitos

    ; y yo las veo ac, inmensadistancia, fuera del teatro de los acontecimientos

    ; y las veo,puedo asegurarle, sin pretensiones de ningn gnero y sinpasiones ni odios que jams han cabido en mi pecho.

    Mi grande anhelo, mi objetivo principal ha sido siem-pre y lo es hoy ms que nunca, que evitemos todo tran-ce una nueva guerra para el pas, que lo acabara de agotar

    ;

    y, se comprende desde luego, que quien de tal manera piensa,no puede, u, venir sino con las ms sanas intenciones ; eldoblez no es propio de mi carcter.

  • 15

    He partido siempre del principio de que el bien traepor consecuencia bienes, como el mal trae por consecuenciamales ; as como de que del bien general se desprende elbien particular, mas del particular jams debemos esperarel bien general.

    Una sociedad donde el acomodamiento particular es lanica gua, est irremisiblemente perdida ; sacrificar la con-veniencia particular al reposo y prosperidad pblicos, entien-do yo lo patritico, lo cuerdo y lo plausible. No pretendo,ni quiero, ni aun necesito acomodamientos ni prerrogativaspara m. Quiero aqullos para la Patria ; stas para la CausaLiberal.

    Cuando usted reciba esta carta, supongo qne ya cono-cer mis opiniones consignadas en mi contestacin al seorDoctor Lucio Bald, y las cuales condenso all al tratar pun-tos de poltica de actualidad, sometidos mi consideraciny en relacin con la importante carta que usted dirigi alseor Ignacio Andrade ; mas como con este motivo se han cru-zado posteriormente otras, sobre los mismos particulares, en-tre usted y el Doctor Juan Francisco Castillo, se deduceclaramente que esto es circunstancia poderosa para yo llamarboy su benvola atencin. Al menos como ciudadano de esami Patria, creo me asiste ese derecho.

    Ha de saber usted ante todo, que entre las candidaturasdel General Andrade y la del Doctor Castillo soy entera-mente neutral : con ninguna de las dos llevo correspondenciahasta hoy.

    Mi opinin, entre otras cosas, es que con actos de des-prendimiento y abnegacin, es como se pueden salvar situa-ciones difciles como la actual.

    El seor Doctor Castillo, en vista de la importante car-ta de usted para el seor General Andrade, ha dado esetrascendental paso que le honra y ser timbre el ms pre-ciado de su vida pblica, proponiendo una tercera que con-cile todos los intereses

    ; y ese acto de abnegacin y desprendi-miento no se puede rechazar, no se puede despreciar, sinocomprometiendo la suerte y prosperidad de la Eepblica y delPartido.

    Un Partido cuya existencia depende tan slo de las ap-titudes y merecimientos de un solo hombre, no tiene raznde ser.

    Le faltara usted otro amigo y al Partido otro miem-bro que llenara el vaco satisfaccin de todos"?Por honradel Partido, debemos suponer que no.

  • i6

    Y hemos de suponer, por otra parte, que el seor Ge-neral Andrade tampoco se negar aceptar proposicionestan decorosas. Pues si realmente la mayora est de suparte, quera decir eso que su abnegacin es ms grande, encambio de una reconciliacin necesaria y salvadora.

    Sumarse la minora en la mayora, ha dicho usted; y

    quin declara esa mayora ?Esa declaracin aislada, sin cohesin ni fundamento, se-

    ra la parcialidad manifiesta : la imposicin. Con esta decla-ratoria coloca usted las candidaturas en un crculo vicioso.

    Lo que en mi concepto compromete ms su neutralidad,es precisamente la negativa de usted escqjitar el mediohonroso y ms adecuado para llegar un avenimiento queselle la tranquilidad perdurable del pas.

    El seor Doctor Castillo ha propuesto una tercera, ycundo es que la tercera, el arbitraje, no es un recursohonroso y satisfactorio por imparcial?

    Siempre ha sido, es y ser el medio usual y decoroso,para arreglar las diferencias entre Naciones, entre los Par-tidos y entre los individuos.

    La neutralidad en estos momentos sera la salvacin dela Patria ; comprometer aqulla vendra ser el colmo deldesvaro y la prdida de todo recto y sano criterio.

    Y no puede alegarse aquello de que habra de violen-tarse y hacer evasin la mayora para imponerle la vo-luntad del Jefe simpatas de sectario, desde luego que esun principio aplicable ambas partes : ambas fracciones tie-nen derecho lo mismo y las mismas simpatas. Esa es laimparcialidad, esa la neutralidad.

    Alegar sto para favorecer la mayora, es el error. Esamisma coaccin sera entonces la que se impondra la mi-nora. Pero volvamos otra vez al crculo vicioso, es decir,

    buscar quien constituya represente realmente la mayora.Voy repetir usted, General, lo que en mi carta

    que he hecho referencia, dije ya al seor Doctor Bald: toca una Convencin de Partidos, resolver si definitivamente el can-

    didato debe ser el General Andrade el Doctor Castillo.Resuelto as el punto en una Convencin de Partido,

    entonces s debe someterse y sumarse la minora ; entonces

    s faltara la disciplina quien se rebelara contra esa mayo-

    ra : y entonces s era llegado el caso de apoyar usted con

    su autoridad y sus influencias esta mayora.Proceder en coutrario es la parcialidad, es la imposicin,

    es, cralo, General, la guerra !

  • 17

    Es consumar la divisin del Partido, cuando an no estterminada su reconstitucin !

    Ser continuar en el proceso interminable del personalis-mo y la anarqua que nos devora !

    Dejarn de fusionarse los de la misma secta, nica fu-sin admisible, para fusionarse los Partidos antagnicos

    ;por-

    que ese es el proceso en que venimos, enseado por la ex-periencia y sealado por la historia. Y los venezolanos, General, hacen todo en cambio de no aceptar imposiciones.Es en lo que ha venido mostrando alteza el carcter nacional.

    Que usted condene la frmula de las Convenciones, queen ocasin no lejana usted combatiera saliendo mal librado,no quiere decir que siempre se han de condenar, ni aunconsiderarse inadmisibles. Este es un principio absurdo.

    En buena lgica lo sucedido entonces, viene servirnoshoy de enseanza : si por contrariar el espritu de las Con-venciones sucumbi usted, primero en la lucha cvica, des-pus en la lucha armada, hoy, por desconocer el patriticofin de la Convencin propuesta, podra sucumbir tambin.

    Y no es que yo venga negarle la razn que ustedtuviera entonces para no aceptar la Convencin.

    Es que mi argumentacin, como queda visto, prte deuna lgica enteramente contraria la suya

    ; y deducir delas lecciones de la experiencia, opino yo que debe ustedaceptar la frmula de la Convencin; y debe aceptarla, Ge-neral, si usted quiere dar la paz la Bepblica, dejar suCausa y su Partido asegurados en el porvenir, sus correli-gionarios polticos unidos y compactos y llevar la gloria dehaber definido y fundado de nuevo los Partidos doctrinariosen Venezuela.

    Eeposar usted tranquilo si esto hace, llevando serenasu conciencia

    ;mas si lo contrario, nadie tendr reposo. Con-

    tinuaremos con las malhadadas guerras civiles, sin que nadiepueda medir hoy hasta dnde podemos llegar.

    Pero hay ms todava : la frmula de la Convencin deentonces fue una frmula acomodaticia, en la cual se crearonlos candidatos, sin tener mayores ramificaciones en el pas y,por consiguiente, sin la representacin debida ; usted era lla-mado formarle una mayora ocasional que, en sustancia,

    , era

    lo que usted combata.Fue una trama urdida para hundirlo usted cuando

    an no se pensaba en la organizacin de los Partidos.Hoy, la Convencin no es una frmula acomodaticia que

    se impone las candidatos, n; la piden los mismos candi-

    3

  • i&

    datos y es una frmula de transaccin decorosa entre losmiembros de una misma comunin poltica.

    Y sin entrar, por ltimo, definir el candidato querepresenta la mayora, ninguno de ellos podr tampoco con-siderarse como

  • 19

    tos ideales, hasta rui vida la ofrezco en sacrificio, si fuere ne-cesario.

    Enjugue usted tuta lgrima vertida ; restae usted tn-ta sangre derramada, ya que la ocasin le es an tan propicia.

    Y recoja usted por ltimo, tuta gloria.Quedo, como siempre, su atento S. S. amigo y compa-

    triota.

    CIPEIANO CASTEO.

    Manifiesto del General Cipriano Castro, al emprender

    su campaa, el 24 de Mayo de 1899

    Venezolanos

    !

    La mayora numrica del Congreso Nacional, rompien-do sus credenciales y olvidndose de sus sagrados deberespara con sus comitentes y para con la Patria, ha cometido elgran atentado de romper infringir la actual Constitucin de laEepblica, en su desgraciado Acuerdo sancionado el 22 de abril,sobre cuyas bases reposaba el actual orden de cosas, y del cualdebiera ser su ms celoso y fiel custodio.

    Ha cometido, pues, el delito de prevaricato, previsto ennuestras leyes, y el de lesa patria ; y ha decretado la dic-tadura que ya se vena vislumbrando desde que tuvo la des-gracia de sucumbir el impetuoso general Jos Manuel Her-nndez, vctima de su arrojo.

    Y el ciudadano Presidente de la Eepblica, general Ig-nacio Andrade, al sellar con el sello nacional tan monstruo-so Decreto y autorizarlo con su firma, ha pisoteado tambiula Constitucin que haba jurado sostener, cumplir y hacercumplir, hacindose perjuro y responsable de la dictadura queacepta con todo su cortejo de desgracias

    !

    Porque, en efecto, ante la situacin que se ha creado,en que hay que volcarlo y revolverlo todo qu queda delmecanismo de la Eepblica? qu de su estructura, segn laConstitucin vigente? Nada: el nombre de una Constitucin

  • ms que pas al archivo de nuestra desgraciada historia : unnuevo sonrojo para los venezolanos

    ; y un Dictador ms !Afortunadamente para honra, gloria y prez del pueblo

    venezolano, 25 Representantes que por su valimiento no sloequilibran los traidores sino que los superan, cumplieroncon su deber salvando su voto ; lo que es prueba tangible yalentadora de que en esta como en otras ocasiones de igualnaturaleza, se salvar el Pas.

    Loor, pues, esos campeones de la libertad y del de-

    recho, veteranos del verdadero liberalismo venezolano !No poda ser de otra manera : los verdaderos liberales no

    podan aceptar, para el partido de las grandes ejecutoriasen Venezuela, esa inmensa responsabilidad.

    Y si el general A_ndrade, por circunstancias especiales, pesar de su origen, haba asumido la Direccin de dichopartido, hoy, por este hecho, ha perdido su absoluta confianza.

    Tomar como medio de consumar la dictadura la popularidea de la autonoma de los Estados de la Federacin, esinaudito, es un sarcasmo irritante !

    Porque, est bueno que se consume la autonoma de losantiguos Estados, por ser una necesidad, y porque as lo de-seamos la generalidad de los venezolanos; pero que el procesose llene de una manera legal, sin arrebatos ni intemperancias,

    y sobre todo sin pisotear la Constitucin y las leyes vigentes.Las consecuencias desastrosas de esa dictadura ya se de-

    jan entrever con el proyecto del monopolio de una de nues-tras principales industrias, como es la del tabaco, y por endeel establecimiento del papel moneda.

    Ah ! hemos retrocedido 70 aos !!!

    Venezolanos

    :

    Dado el terrible golpe y consumado el gran crimen, noqueda ms dilema que este : esclavos impasibles, renegandode nuestro glorioso pasado y de nuestros derechos, hom-bres libres y dignos aun cuando para ello sea preciso gran-des sacrificios.

    Por lo que m toca, despus de haber cumplido conel deber de concurrir la capital de la Repblica, al sim-ple llamado del ciudadano Presidente, exponindole con sin-ceridad y con franqueza mis opiniones en el sentido de lasalvacin del Pas, haciendo un buen Gobierno que devolvie-ra la confianza al pueblo, satisfaciendo sus legtimas aspi-raciones, como que lo que principalmente se necesitaba era de

  • buena administracin, y de ofrecerle con la lealtad de un hom-bre honrado mi humilde cooperacin

    ;dados mis anteceden-

    tes, ante el atentado que hoy se consuma, mi camino y miactitud no pueden ser otros que los que el patriotismo, elhonor y el deber me demarcan.

    S, el cumplimiento de mis sagrados deberes, cualesquie-ra que sean las circunstancias!

    En el estado de quebranto en que est el Pas y antelos desastres de una nueva guerra, mi opinin habra sido,como ha venido siendo hasta hoy, de conservar la paz todo trance, partiendo siempre del principio de que es pre-ferible un mal gobierno la mejor de las revoluciones," ytambin con la esperanza de mejorar al verificarse la tran-sicin del perodo

    ;pero cuando con este golpe muere en absolu

    to toda esperanza y no queda siuo ignominia, no slo paralos que explcitamente lo apoyen, sino hasta para los queguarden un silencio culpable, no puede haber vacilacin demi parte : mi pusto est sealado de antemano.

    Compatriotas :

    No ms farsas, no ms tiranas, no ms opresin !Empuad las armas con el nico y exclusivo fin de

    reivindicar vuestros derechos conculcados y de salvar la hon-ra de la Nacin venezolana, que es vuestra propia honra

    ;

    pero juremos ante el sagrado altar de la Patria, la vezque olvidar nuestros justos resentimientos, no deponer las ar-mas hasta no ver coronadas nuestras legtimas aspiraciones.

    As, pues, nuestro nico mvil debe ser: el cumplimien-to del deber

    ;nuestro nico lema : la justicia

    ; y nuestra uicaensea : la libertad.

    Soldados :

    Vosotros me conocis bastante, y sabis que siempre ven-cedor, jams vencido, al cumplimiento de mis sagrados debe-res de patriota y de liberal lo he sacrificado todo : sabisque soy incapaz de una cobarda y de una infamia.

    El rbol de la libertad exige vuestro contingente de sau-gre una vez ms : volad ofrendarlo con ese valor legendarioque os es peculiar.

    Vuestra consigna es : vencer morir.

    Cuartel General, en Independencia, 24 de mayo de 1899.

    CIPBIANO CASTBO.

  • - 22

    Parte dado por el General Oastro el 27 de Mayo de 1899,sobre el combate de Las Pilas

    Estados Unidos de Venezuela.Jefatura de Operaciones delEjrcito Liberal Restaurador.Las Pilas, 27 de mayode 1899.

    El Ejrcito de mi mando que alcanza ya 2. 000 hom-bres reunidos y organizados con rapidez inusitada, ha obtenido hoy el triunfo ms esplndido y, completo que puedeimaginarse, sobre las fuerzas de los Generales Leopoldo Sa-rria y Pedro Cuberos, despus del no menos importante obtenido el 24 en el punto de La Popa sobre el batalln quecomandaban el General Ramn N. Velasco y el Coronel An-tonio Mara Pulgar, los que murieron ambos.

    Acantonado mi Ejrcito en la plaza de Triba desde el26 despus de hacer una recorrida hasta el Distrito Junn continuacin del combate librado en La Popa, con conoci-miento de la aproximacin del enemigo por la va de Mu-chileros donde infructuosamente se hizo desfile rapidsimocon el Ejrcito fin de cortar su marcha hacia San Cris-tbal, y en vista de que ya se le observaba desde aquellasalturas con su precipitada marcha por la va de Palo-gor-do, resolv la contramarcha vertiginosa cayendo nuevamentesobre Triba y por la va del Espinal y La Vichuta ocuparel punto de Las Pilas donde precisamente convergen to-dos los caminos que poda tomar para descender sobre SanCristbal.

    En efecto : sin ocupar debidamente la posicin, el enemi-go tropez con la vanguardia de mi Ejrcito que desfilaba pesar de los fuegos que desde las avanzadas de San Cris-tbal nos hacan, pero sin responder ni mucho menos hacercaso de ellos.

    El fuego fue apenas de una hora, pero vivsimo ; al ca-bo de la cual, con una resistencia digna de mejor causa,se declar en completa derrota, quedando en nuestro poderel General Sarria con todos sus elementos de armas, muni-ciones, bagajes, pabellones, etc., etc.

    Solamente entraron en combate dos batallones de mi Ejr-

  • 2 3

    cito; y la bravura con que se batieron es prenda segura del

    triunfo final de nuestra Santa Causa y del restablecimientode una situacin de orden y regularidad que tanto anhelannuestros desgraciados pueblos.

    Hasta este momento el nmero de muertos y heridosencontrados sobre el campo del combate, de una y otra par-te, es de 80 de los primeros y de 50 de los segundos.

    Entre las prdidas sensibles de nuestra parte se encuen-tran el Comandante Jos Mara Rojo, el Capitn Jess Sotoy el Subteniente Cipriano Snchez ; y en la de los heridosel valentsimo y denodado Coronel Rgulo L. Olivares, quiensobre el campo ha alcanzado sus presillas de General ; losComandantes Ernesto Olivares y Florentino Vargas, leve-mente, Capitn Romn Murillo, Teniente Jess Medina, Sargento Carmelo Bricefo y algunos soldados.

    Se cuenta en las prdidas importantes del enemigo ladel General Pedro Cuberos

    ; y en la de los heridos el Gene-ral Leopoldo Sarria, Jefe que era de la Frontera y de lafuerza destrozada.

    Loor inmortal nuestros heroicos lidiadores que cono-ciendo sus sagrados deberes para con la Patria, no hau es-quivado en derramar gustosos su sangre en defensa de suslegtimos Derechos y Sacras Instituciones.

    CIPRIANO CASTRO.

    Carta del General Castro, los Generales Joaqun Garri-do y Juan Vicente Gmez, con motivo de la Batalla

    del Zumbador, el 11 de Junio de 1899

    El Zumbador : junio 11 de 1899.

    Estimados Generales Garrido y Juan Vicente Gmez.

    Hoy es el da ms memorable para nuestra Santa Cau-sa, hemos obtenido en cuatro horas de combate el triunfoms esplndido que podrn registrar los anales histricos.

  • 24

    El Ejrcito que tengo el honor de comandar, es verdadera-mente irresistible : son todos hroes !

    Por la Orden general tomada al enemigo y que con-tinuacin del parte pueden publicar, vern ustedes que fuebatido todo el Ejrcito del Estado y el Nacional, total : dosmil hombres. Juzguen, pues, qu clase de Ejrcito es el quetengo.

    Del enemigo muchas bajas y de nuestra parte tambin,porque aquel nos tena posiciones ventajosas. De nuestra par-te, hasta este momento, las 10 a. m., tenemos que lamentarla muerte de los heroicos comandantes Efran Velasco y Ra-fael Crdenas ! !

    !

    En resumen : las bajas de una y otra parte no bajande 400 !!!

    Este gran triunfo, en mi concepto es decisivo.Viva la Repblica!!! Viva la Causa dla Justicia!!! Vi-

    va el Partido Liberal!!! Viva mi heroico Ejrcito !!!

    CIPRIANO CASTRO.

    Las 5 p. m.

    Se acaba de recibir lo siguiente :En este momento las 11 a. m. acabo de saber que se

    ha encontrado al General Morales gravemente herido. JusticiaDivina !!!

    Felicitmonos por este triunfo.El General Carlos Sil verio, segundo Jefe del Ejrcito Nacio-

    nal, auxiliar de Morales, General Juan R. Len y General JulioBello que est herido, estn entre nuestros prisioneros, y al-gunos otros de menor significacin.

    El parque cogido al enemigo entre municiones, musers,rmingtongs y cubanos, no baja de cuarenta cargas.

    En resumen : el triunfo es de lo ms esplndido que us-tedes pueden imaginarse.

    Como queda dicho, yo saldr con las fuerzas del Tchirapara esa, y las fuerzas que se haban reconcentrado de laSeccin Mrida han seguido la persecucin del enemigo, te-niendo aviso en este momento de que han ocupado al Cobre,

  • 25 -

    donde se les estn presentando los dispersos del enemigo pormontones con armas y todo.

    Felicitmonos, pues, por tan grandes acontecimientos que

    dan la talla de lo que podremos hacer para la destruccincompleta de los tiranos que afligen nuestra desgraciada

    patria.

    CIPEIA.NO CASTEO.

    Contestacin del General Castro, la carta del Pbro.Doctor J. M. Juregui, en 1899

    Borot, Julio 23 de 1899.

    Seor Pbro. Doctor J. M. Juregui.

    Lobatera.

    Estimado Doctor :

    Acabo de recibir su sorprendente nota, fecha de hoy.Sorprendente digo, porque despus de lo pactado entre

    nosotros, despus de una larga y seria discusin, su deber eratrasmitir al Jefe enemigo fiel y lealruente lo que habamospactado hablado y convenido, aun cuando ello no fuera desu agrado

    ;pues los parlamentarios cerca de las partes con-

    tratantes, son simples rganos de trasmisin. Y ms sorpren-dente an me ha sido la deduccin ilgica y agresiva quecontra m deduce usted, cuando cree que con ello pueda us-ted cometer un acto indecoroso, lo que rigurosamente implicaque yo lo haya inducido excitado cometer una indignidad ; con lo que paladinamente confesara usted que no es-taba la altura de la delicada misin que se le confiara,y que usted acept.

    Permtame decirle, doctor, que al leer su extraa in-slita nota cre, antes de llegar la firma, que era ms biendel Jefe enemigo, toda vez que tal resolucin tan slo co-rresponda l ; de donde se desprende que usted se abro-

    4

  • 26

    g facultades que no le correspondan y se constituy pro-piamente en Jefe de dicho Ejrcito : mejor no la habra pues-to l.

    He querido sentar esto como previo, para significarlepreviamente mi contestacin tambin, que desde este mo-mento sus gestiones sern de ningn valor, y que por con-siguiente la comisin que usted preside no tendr ms acce-so en este campamento.

    En otros trminos : juzgo yo, por lo ocurrido y visto,que esa comisin ms bien hara fracasar la mnima proba-bilidad que habra para llegar por la diplomacia, antes quepor las armas, una solucin satisfactoria.

    Sentado lo cual, paso contestar los trminos de sudesgraciada nota

    ;para ello he de hacer historia sobre lo ocu-

    rrido :Vinieron usted y el Pbro. Zambrano ayer mi campa-

    mento en comisin de paz, partiendo del campamento ene-migo ; fue recibida esa comisin con estrecho abrazo, y niaun tomando las precauciones que permite el derecho de laguerra, como la del vendaje al atravesar el campamento

    :

    primero, porque se tuvo confianza en la honorabilidad de lacomisin

    ; y segundo, porque, dadas las vigorosas y entusias-tas condiciones de mi Ejrcito, no tena por qu rehuir suconocimiento, dotado adems con la clase de armamento co-mo el que tiene etc., etc.; no se excus igualmente que, mien-tras usted trataba conmigo en la sala de la Comandancia,su compaero, el Pbro. Zambrano, contra toda regla y cor-tesa, puesto que era parte integrante de la comisin, usted

    lo despidiera con el propsito de visitar al Pbro. Crdenas

    ( quien ni un ligero saludo hicieron), cuando convenidopor ustedes, sin duda de antemano, era para ponerse en co-municacin con algunos de mis Jefes y Oficiales y trasmi-tirles cuentos como los de Las mil y una noches, cuyasmismas especies la vez, usted trat de hacerme creer m,

    y que todava, con suma candidez, sienta en parte en su

    nota, con los nueve mil hombres de que estamos rodeados,llegndome exagerar el nmero hasta doce mil

    ; y esto,

    seor doctor, cuando el seor General Fernndez, en su co-rrespondencia al General Andrade, le dice que est bien, peroque dadas las fuertes posiciones que tiene el enemigo, se hace ne

    cesario que le enve ms fuerzas. Fuerzas que no vendrn !Pues bien : con procedimientos inusitados y que por

    respeto m mismo me abstengo de calificar con la seve-ridad que merecen, no es como se llenan esas misiones de

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    que usted y el Pbro. Zambrano se han encargado, y obrarcou la suspicacia y parcialidad con que ustedes indefecti-

    blemente obraron, es exponerse obtener resultados contra-producentes, amn del papel ridculo en que incurren. Nues-tros oficiales ese cmulo de falsedades con que los regalel Pbro. Zambrano, en medio de risas y sarcasmos, decanen mi presencia : en la suposicin de que esos numerosos Ejr-citos existieran, esos seores no saben que nosotros uo acos-tumbramos contar el nmero de nuestros enemigos, cuandoel deber y la justicia de la Causa as lo reclaman.

    Sea lo cierto, pues, que concretando la cuestin al pun-to principal, retirado el Pbro. Zambrano y dndome ustedla seguridad de que el General Fernndez estaba autorizadopor el General Andrade para tratar conmigo, despus delarga discusin, usted escribi espontneamente lo que me exi-gi redactara yo, avanzada como era la hora, de uua mane-ra lacnica, para trasmitir al General Fernndez.

    La sntesis de lo escrito y convenido fue, que parallenar mis deberes y salvar mis inmensas responsabilidades,en vista de las seguridades que usted me daba de estar todoel Pas en paz, excepto Tchira y Mrida, convendramos enun armisticio suspensin de hostilidades por tiempo de-terminado, suficiente para ir una Comisin compuesta de us-ted y otro que yo nombrara hasta Caracas, cou los respec-tivos pasaportes y facilidades que el Gobierno dara para surealizacin, efecto de hacer observacin sobre el punto msimportante para m, como era el de no estar realmente al-terado el orden pblico, caso que verdaderamente me autori-zara para entrar eu el tratado propuesto ; no sin antes sos-

    tener yo que juzgaba imposible que aun cuando para finesde junio, cuando sali la expedicin del General Fernndez,no hubiera estallado la revolucin en el ceutro y que tenala seguridad de que ya habra sucedido, conforme los par-tes que reposan en mi poder ; lo cual me obligaba ms obtener tal seguridad, porque de otra manera sera imposible

    y en cuyo caso era por dems que hablramos sobre el par-ticular

    ;siendo entonces que se escribi lo convenido y que

    usted se despidi para ir trasmitir al General Fernndez.Es aqu cuando viene su intempestiva nota desde Lobatera,

    aun sin haber llegado poder del General Fernndez la car-ta expresada, haciendo usted la declaratoria de su fementidamisin, no ya de agente de la paz y apstol del cristianis-mo, sino de abogado del Gobierno y sectario de la causa de latirana de nuestra desgraciada Patria.

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    Seor doctor, cuando se empua la bandera de la legalidad;cuando la Causa que se sostiene y defiende con las armas en lamano es la Causa de la Justicia y de la Libertad de lospueblos, la sangre que se derrama no recae sobre el agredidosino sobre el agresor agresores

    ; y es muy sensible que us-ted, en lugar de sustentar esa Causa santa que es tambinla Causa del Cristianismo, venga anatematizarla. Le con-fieso que me be quedado sorprendido, lo mismo que mis de-ms compaeros aqu reunidos, porque tal era la confianzaque tenamos en su honorabilidad.

    Usted sabe que esto es verdad, porque se lo dice quienhasta ayer, por esa conviccin, trabaj por usted cuando otrosle atacaban. El seor Arzobispo lo sabe, y lo saben muchosotros. Los documentos pruebas estn en su poder.

    Le repito, pues, que cuando se dispone de un Ejrcitocomo el que tengo el honor de comandar, y cuaudo se de-fiende la Causa de la Libertad y la Justicia, en una pala-bra, la Causa de los pueblos, el tremendo deber hay quecumplirlo por doloroso que sea y por grande que parezca elsacrificio.

    As como usted en defensa y al servicio de la religinde que es apstol, est obligado hasta derramar su sangre sies necesario, as mismo este Ejrcito de valientes, este Ejr-cito de hroes, este Ejrcito de verdaderos patriotas, quienme vanaglorio en dirigir, est obligado ir hasta las consecuen-cias finales si fuere necesario, cualesquiera que sea el resultado

    ;

    mas, este resultado, para hoy da de la fecha, no es dudoso : elfallo de la Justicia Divina est pronunciado : visible est su manoen los acontecimientos que se han realizado hasta hoy, de loscuales no se dan cuenta tan slo los abyectos, los misera-bles y los hijos espreos de la Patria : la hora de la JusticiaDivina ha sonado para castigar los traidores, en una pa-labra : los culpables ! ! !

    !

    Y le juro usted, que mientras una gota de sangrecircule por nuestras veuas, seremos la eterna protesta contra

    los tiranos de nuestra querida Patria ; y antes que verla ge-mir bajo el tacn de un nuevo tirano, regaremos con ellalos frtilsimos campos de nuestro queridsimo Tchira ; prefe-riremos verlo sobre ruinas, pero con su dignidad ingnitade la altivez de su raza y de su historia, antes que llenode riquezas pero en maridaje con la corrupcin, la indigni-dad y el servilismo.

    El hombre no tiene derecho existir, cuando la Liber-tad y el Derecho perecen.

  • 2 9

    Por consiguiente, y consecuencial mente con todo lo ex-

    puesto, lo que usted me ha exigido, extralimitando sus fa-cultades de mediador parlamentario, y aun sin expresa autorizacin, es una indignidad y falta de cumplimiento missagrados deberes contrados para con la Patria y para con

    esta sociedad, lo que yo rechazo con toda la energa demi carcter, declinando las responsabilidades mi vez sobrequien haya lugar.

    Pero no he de terminar esta ya larga nota sin comba-tir los dos argumentos mximos sobre que usted funda sudisertacin, rechazando por su cuenta lo que apenas tenausted el encargo de trasmitir.

    En cuanto al primero, no es la primera vez que aqumismo en Venezuela y en todas las dems naciones del orbecivilizado se ajustan previamente armisticios, cuando se tra-ta de salvar asuntos intereses de mayor cuanta, cuandolos beligerantes lo estiman conveniente sus respectivos in-tereses, acostumbrndose ello hasta en los mismos campos debatalla

    ;ya para tratar de la paz, ya para enterrar sus muer-

    tos y recoger sus heridos etc.De modo, pues, que si es verdad que la Repblica est

    en paz, como usted lo afirma, por qu no tomamos medianteun armisticio el tiempo que quizs nos tomaramos para laguerra, cuando el gasto sera el mismo y ahorraramos lossacrificios de lgrimas y sangre, que son los de mayor im-portancia en el presente caso, y n los intereses terrenalespor los cuales, sin duda, se preocupa usted ms cuaudo dice,que sera dispendiossimo para la Nacin, que sostiene de ocho nueve mil hombres en el Tchira, nico argumento que ustedaduce ?

    En cuanto al segundo, juzga usted priori que es imposibleque el Gobierno Nacional pueda facilitar vehculo de trasportepara el lleno de una comisin tan importante, adelantndosehasta suponer, maliciosamente, que la Comisin compuestade usted y el miembro que yo nombrara, podra suponrseledobles fines y qu dobles fines podran ser esos, toda vezque hay seguridad absoluta de que la Repblica est enpaz? amn de que se olvida que usted mismo sera miembrode esa Comisin.

    Y si dada esa paz que se decanta y el fin es tan lau-dable, puesto que seran muchas las vidas que se salvaranpor qu no valdra la pena de que se hicieran algunosgastos pecuniarios y que se facilitara por el Gobierno el tras-porte de la Comisin?

  • 3

    Ya lo he diclio : porque da usted mayor importancia lo terreno que lo moral, apareciendo usted, adems, conuna precipitacin inusitada, impropia de la misin que dicese ha impuesto.

    Por ltimo, siento que el lleno .de mis sagrados debe-res, tenindole que contestar usted, me hayan obligado expresarme en el lenguaje de la verdad, clara y pura comola ense el Redentor ; de la verdad que es la nica luz se-gura que iluminar el oscurantismo y nos salvar del malque nos rodea ; de la verdad que es preciso que brille yapara que ilumine el sendero que habr de conducir nuestracara Patria por el camino de su verdadero engrandecimien-to y prosperidad, cou proscripcin de tnto miserable y tn-to farsante que, decantando Verdad, Justicia y Liberalidad,la empequeecen, corrompen y destruyen.

    De usted atento ss. y amigo,

    CIPRIANO CASTRO.

    Alocucin en Valencia el 25 de Septiembre de 1899

    CIPRIANO CASTRO,

    GENERAL DE LOS EJRCITOS DE VENEZUELA Y JEFESUPREMO DE LA REVOLUCIN LIBERAL RESTAURADORA

    A LOS VENEZOLANOS

    Compatriotas !

    Ya en vsperas de emprender marcha hacia la capitalde la Repblica con el objeto de rendir la ltima gloriosajoruada del patriotismo, os dirijo de nuevo la palabra pararatificaros lo que este gran movimiento popular significa y paradeciros lo que ha hecho y lo que de l puede y debe es-perar la amada Patria.

    Cuando fines de mayo empu las armas la cabeza

  • 3i

    de un puado de andinos, mejor dir : de hroes, obedecal mandato de la conciencia, que me ordenaba acaudillarla ms enrgica protesta armada contra el torrente de arbi-trariedades que haba desarrollado un Gobierno llamado ser estrictamente constitucional. El pas estaba vido de prc-ticas legales y necesitado de una administracin regular,honesta y pura ; pero el general Andrade lejos de atender tan urgente reclamo, diose la ingrata tarea de hacer unapoltica personal, arrebatando algunos Estados sus Magis-trados constitucionales, imponiendo por sobre las leyes sucapricho autoritario y falseando, por ltimo, la base de nuestrosistema, rompiendo la Constitucin para llegar al acuerdomonstruo de 22 de abril, que violentamente cre las veinteautonomas y constituy en Dictador al Presidente de laEepblica.

    En vano fue alertado el general Andrade por algunospatriotas y en vano tambin 25 respetables miembros delCongreso se opusieron la violencia, porque cegado poruna pasin incomprensible lanz al pas al borde de unabismo de males de donde tena que surgir la guerra contoda su cohorte de calamidades.

    Esta gran Revolucin Liberal Restaugadora, que me hatocado en suerte presidir, no es, pues, el resultado de ningunaambicin personal, sino lamentable consecuencia de aquellasarbitrariedades. Impulsado por la justicia, ella ha tenidodesde su nacimiento un xito prodigioso

    ; y por fuerza hede reconocer que ese xito ha tenido por propulsor el he-rosmo del Ejrcito que me honro en mandar y por inspi-racin patritica el sealado favor de la Divina Providencia.

    Esta Revolucin es esencialmente Liberal Restauradora yprecisamente por ser Liberal Restauradora es que se proponerestablecer las Autonomas Seccionales en el seno de la ley,la tolerancia poltica como nico civilizado medio de acti-vidad republicana, la magnanimidad como el mejor trofeo devictoria y el amplio ensanchamiento partidario, fin de quenunca tengan los pueblos que ocurrir al medio ruinoso dela guerra para realizar sus ideales y aspiraciones, dandocabida en la patritica obra del bien comn todas laspersonalidades que as lo deseen y legtimo desarrollo todaslas nobles aspiraciones.

    Desde el heroico Tchira hasta el glorioso Carabobo he-mos encadenado la victoria. Slo nos falta por rendir lafinal jornada ; ella asistiremos con la misma fe que nosha trado hasta aqu.

  • _ 3 2

    Compatriotas

    !

    No lo dudis. Esta Eevolucin Liberal Eestauradora harla felicidad de la Patria, porque est apercibida de sus que-brantos, de sus dolores y de sus necesidades. Vamos res-tablecer el respeto la ley, la veneracin al hogar, el res-peto la propiedad, la prctica de los principios republi-canos, la franqueza poltica, la tolerancia todas las opiniones,la pulcritud fiscal y el progreso en todas sus manifestaciones.Slo de esa manera habremos correspondido la franquezade los pueblos y acabado para siempre cou los poderes ar-bitrarios y con los odios banderizos que hacen la desgraciade la Eepblica y convierten los ciudadanos en bestiasferoces.

    Compatriotas .'

    Ya nos acercamos al Capitolio. Al trepar esa augustaaltura, juremos proceder como hombres patriotas, como hombrescivilizados, como hombres de bien.

    Cuartel General en Valencia 25 de Septiembre de 1899.

    CIPEIANO CASTEO.

    Alocucin al instalar el General Cipriano Castro suGobierno en Caracas, el 24 de Octubre de 1899

    CIPBIANO CASTEO,

    GENERAL EN JEFE DE LOS EJRCITOS DE LA REPUBLICA, JEFESUPREMO DE LA REVOLUCIN LIBERAL RESTAURADORA Y

    EN EJERCICIO DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL

    A los venezolanos

    !

    Hace hoy cinco meses que nuestras armas, victoriosasen La Popa y Tonon, dejaban presentir que el Ejrcito del

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    Tchira marchara de triunfo en triunfo la Capital de laBepblica : hemos vencido, hemos dado amplia reparacin la majestad de las instituciones y la honra nacional, se-llando el proceso harto vergonzoso de nuestras guerras civiles.

    Podemos decir que la campaa armada est terminadaya, pues se ha inaugurado un Gobierno que es el renaci-miento de la Repblica y cayo programa puede sintetizarseas :

    Nuevos hombres.

    Nuevos ideales.

    Nuevos procedimientos.

    Comienza la labor administrativa, quiz ms cruda quela labor guerrera para la cual reclamo el contigente de todoslos hombres de buena voluntad.

    Hacer efectivo y prctico el programa de esta Revolu-cin y demostrar ante propios y extraos que los sacrificiosheroicos consumados hasta hoy no han sido estriles, ser,sin dudas ni vacilaciones, el lema de mi Gobierno. De este ca-mino no podr apartarme nada ni nadie

    ; y si por desgraciapara la Patria quisiera el Destino que, pesar de mi mejordisposicin para hacer la felicidad de todos los venezolanos,injustificadas y nuevas conmociones viniesen entorpecer lamarcha serena de la Administracin, os declaro, con la sin-ceridad que me es ingnita, que sucumbir en la lucha sindesviarme una lnea del camino del honor y del deber.

    Soldados del Ejrcito Liberal Restaurador

    !

    Esta es vuestra obra : debis estar orgullosos de ella yprontos cuidarla para que os hagis dignos del alto re-nombre que habis conquistado en la Historia.

    Caracas : 24 de Octubre de 1899.

    i

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    Alocucin en Caracas el 27 de Octubre de 1899

    GENEEAL CIPEIANO CASTEO,

    JEFE DE LOS EJRCITOS DE LA. REPUBLICA Y JEFEDEL PODER EJECUTIVO NACIONAL

    A los venezolanos :

    Eu la vspera del da del Libertador de nuestra cara Patria,bien quisiera dirigirme vosotros bajo las ms agradablesimpresiones, para anunciar el triunfo de la paz

    ;que el

    momento de las reparaciones haba llegado ya para el su-frido pueblo venezolano

    ;que imperaban las leyes

    ;que vues-

    tros derechos y garantas tenan por fianza mi palabra hon-rada y la actitud serena y generosa del glorioso EjrcitoLiberal Eestaurador

    ; y por ltimo, que haba sonado paraVenezuela la hora de las legtimas restauraciones del dere-cho, de la justicia y del decoro nacional.

    Por desgracia, la ambicin injustificada y criminal deun hombre, no permite aquellas expansiones mi espritude patriota ntegro, sino por el contrario me impone el do-loroso deber de daros la ingrata nueva de que el GeneralJos Manuel Hernndez, prisionero de Andrade, quien leabri las puertas de su calabozo la magnanimidad de la Ee-volucin Liberal Eestauradora y le ofreci un pusto en elGabinete Nacional, acaba de salirse de la capital en actitudsubversiva, llevndose en altas horas de la noche, una delas divisiones que despus de la memorable accin de To-cuyito arm y organiz la Eevolucin Liberal Eestauradora,y puso bajo las rdenes del General Samuel Acosta.

    Cuntos crmenes van envueltos en esta, la ms siniestra

    de las revoluciones, la revolucin de uu ambicioso, quiensus parciales han calificado de patriota y de abnegado !

    Porque gran crimen es el que acaba de consumar elGeneral Hernndez. Despus de derribado el Gobierno deAndrade, y cuando an la nueva situacin que presido yque se acaba de inaugurar bajo los mejores auspicios y con

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    los ms levantados propsitos, se ocupaba de todos los ra-mos de la Administracin pblica, se levanta injustificada ytorpe, no la protesta del derecho vulnerado, sino el grito

    prfido de la ambicin, pretendiendo, insensato, que un pue-blo como el de Venezuela, grande en sus resoluciones yheroico en sus nobles empeos, lo secunde en sus planesde traicin.

    Qu bandera y qu ideal proclama esta nueva revo-lucin ?

    Bajo los auspicios de la traicin, no hay ideales ni bande-ra legtimos !

    Dados los antecedentes del General Hernndez y las ma-nifestaciones que tena hechas al Pas, no era presumibleque fnera lanzarse por el camino que ha tomado. Des-graciadamente para la Repblica y para el buen nombredel Jefe desleal, que hasta ayer era un factor considerableen la vida de la poltica nacional, el crimen de lesa patriaque os denuncio, es un hecho.

    Si al hombre le fuera dado en obsequio de la Patriasacrificar hasta su deber, estad seguros, que antes de en-sangrentar ms el Pas, tendra el valor de la abnegaciums sincera para resignar el poder que ejerzo por voluntaddel pueblo, levantado en armas, para restaurar las institu-ciones patrias. Pero cabe en los altos ideales de la Revo-lucin Liberal que me cupo la honra de presidir, restaurarde todos modos el principio de autoridad, abatido por elespritu de la anarqua y de las ambiciones antipatriticas,y terminar con la mayor energa el funesto expediente delas guerras civiles sin principios que las enaltezcan, sin causasque las justifiquen.

    Y acaso de este modo, el error incomparable del re-volucionario infidente, con un sacrificio ms, sirva paraafianzar definitivamente el reinado fecundo de una paz fuerte,porque yo os aseguro, de una vez, el triunfo rpido, ne-cesario y glorioso de las armas del Gobierno.

    Caracas : 27 de Octubre de 1899.

    CIPRIANO CASTRO.

  • Alocucin en Caracas el 10 de Diciembre de 1899

    Liberales de Venezuela

    !

    Saludo con vosotros, en este da clsico del Partido, lahistoria de nuestras luchas pasadas, aliento para nuestrasluchas presentes

    ; y la gloria de nuestros hombres, ejemploen el camino de nuestros deberes pblicos. Saludo en elrecuerdo de Santa Ins el smbolo de toda nuestra tradi-cin : historia de combate, que naci de un apostolado de agi-tadas y tormentosas controversias, que se arm sobre el asaltode Coro en aquella tierra del herosmo, con el valor y la fe deZamora

    ;que creci hasta inmortalizarse en los campamentos

    ;

    que cre, tras los mayores esfuerzos, la libertad y el pro-greso de la Patria, y que en la rectificacin de nuestros mismosnaturales errores, en defensa de nuestra bandera, y en serviciode la Eepblica nos mantiene an de faccin.

    Los solemnes das de las Causas son la hora de las in-vocaciones generosas y de los pensamientos altos, y en estaefemrides de uuo de nuestros brillantes triunfos, os llamo la compactibilidad ms profunda y sincera, la reconci-liacin ms fraternal : os invito no los honores, que noestn en mis manos, sino en vuestros hechos ; ni las sa-tisfacciones de la prosperidad, porque los momentos son deprivaciones y de sacrificios ; os llamo combatir hoy comoayer por el predominio de los principios que complemen-taron en Venezuela la Independencia con la Federacin, ypor el predominio de los hombres que lucharon y luchanal servicio de esas ideas, os llamo una concordia de Causa ? una batalla de Causa, y si necesario fuere una inmo-lacin de la Causa, pero siempre un esfuerzo glorioso !

    Tras el triunfo de la Revolucin que acaudill, y que escomo el triunfo radical del derecho federativo de los pue-blos, que es la Soberana de los Estados haciendo poder la insurreccin legtima

    ;tras la Revolucin de que fui Jefe,

    y en que debo al Tchira, he de confesarlo, el primer es-fuerzo en el popular sacrificio, sucedi lo que es un hechorepetido eu nuestra existencia nacional : los Partidos con su

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    esencia inmodificable, y las individualidades antagnicas con susideales insurrectos, buscando el nivel de sus aspiraciones,perfilaron perfectamente su fisonoma, delinearon nuevamentela tradicional divisin, revivieron sus pasiones de sectarios,soaron con sus divisas ! De mis mismos cuarteles, armadoscon los fusiles que haba confiado su honor militar, enmedio de la magnnima expansin de la victoria, salieron combatirnos, los que prometan abrazarnos, combatirnosno ya con el rojo pendn de sus furores, sino con el negrode la infidencia. No ha faltado uno solo, esa llamada dela ambicin y de la perfidia.

    No podemos faltar tampoco, nosotros los liberales, eseduelo muerte que se nos reta !

    La vida de mi Gobierno no es sino una incidencia enla vida nacional y mi personalidad no es una pretensinvulgar sino una voluntad al servicio del deber. No os in-vito, pues, defender mi Gobierno ni envanecer unhombre, sino salvar un Partido y con l todo el progresode una Nacin.

    Doloroso es en verdad la prolongacin de esta guerra ar-mada, tan temeraria como funesta, pero hemos de abrigar-la profunda conviccin y la patritica esperanza, de que elPartido Liberal, con su espritu creador y sus energas parael bien, reparar pronto en largos aos de paz, los estragosde las intransigencias adversarias y las tristes calamidadesde la guerra civil.

    Para violentar esa hora de regularidad y de bienestarpblicos, necesito el leal y activo concurso de todos loscompaeros de Causa.

    Que no falte un liberal esa cita del honor !

    Caracas : 10 de Diciembre de 1899.

    CIPRIANO CASTRO.

  • - 3? -

    Carta del General Castro al General Juan Vicente G-mez, Gobernador del Distrito Federal, el 31 de

    diciembre de 1899

    Caracas : diciembre 31 de 1899.

    Seor General Juan Vicente Gmez, Gobernador del DistritoFederal.

    Ciudad.

    Estimado amigo :

    Esta carta para usted, lleva un generoso propsito, y espara m muy satisfactorio, que usted, mi noble amigo en laadversidad y leal compaero en todos mis empeos, sea elrgano de que yo me valga en esta oportunidad para cumplirun acto de magnanimidad republicana.

    El advenimiento del nuevo ao que por instantes espera-mos todos, es motivo de pblico regocijo por ser esta univer-sal consagrada por el espritu civilizador del hombre.

    Dentro de breves instantes asistiremos la despedida delao que se va con sus bagajes repletos de calamidades ylgrimas, y la recepcin del nuevo ao, el ltimo del presen-te siglo, que viene cargado de halagadoras promesas para nues-tra sufrida Patria, y de legtimas y fundadas esperanzas paratodos nuestros compatriotas; fiesta eminentemente social, la cualdebemos contribuir para su mayor esplendor, con un acto demagnanimidad republicana.

    El advenimiento del ao, como fiesta social, es del hogar yyo no quiero que esa cita de los afectos ntimos dada portradicional costumbre para el instante de la transicin delao, falte ninguno de los que detenidos por suprema necesidadde orden pblico puedan volver su libertad, pasaportadospor la magnanimidad del Gobierno.

    Al abrir as, de par en par, las puertas de las prisionesantes de haber desaparecido las causas que las determinaron,quiero demostrar una vez ms, que mi Gobierno no estriba

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    sus energas en la severidad, sino en la honradez de sus pro-cederes.

    Yo lo excito usted, mi buen amigo, devolverle lalibertad, ahora mismo, los detenidos por causas polticas,excepcin hecha de aquellos que por sus antecedentes y com-promisos con los Jefes de la revolucin pueden ser un incon-veniente para el prximo y definitivo restablecimiento del or-den pblico.

    Soy su amigo,

    CIPRIANO CASTRO.

    Palabras del General Castro en la Recepcin Oficialdel 1 de enero de 1900

    Seores !

    Os saludo con efusin patritica y hago votos por la feli-cidad de todos los venezolanos en el nuevo ao que se inaugu-ra bajo las gratas impresiones del prximo advenimiento dela paz.

    Bien comprendo los solemnes compromisos que he contradoal ocupar la primera Magistratura de la Repblica, y comprendotambin las tremendas responsabilidades que he echado sobremis hombros.

    Si en circunstancias propicias por normales, las responsa-bilidades son grandes, como es grande la labor, hoy, en mediode un verdadero naufragio que reclama para la direccin dela nave del Estado, punto de perecer, no ya un experto pi-loto, sino, permitidme decroslo, un salvador, la empresa esabrumadora, hasta para desalentar cualquiera que con pa-triotismo y abnegacin pretenda reparar los quebrantos de laPatria bajo aquella frmula planteada por m, de :

    Nuevos hombres,Nuevos ideales,Nuevos procedimientos,

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    y cuya cabal ejecucin lia venido dificultar, vosotros lo sa-bis, la ambicin ms desatentada y torpe que registra nues-tra historia.

    Si cuando empu la espada en defensa de las institucio-nes, dije, que no me detena contar el nmero de los enemi-gos para destrulos, boy, victorioso mi Gobierno en todaspartes, y ya frente frente dlos grandes problemas que estorbansu accin, puedo decir con la misma arrogancia y con la mismaf, que de igual modo vencer esas dificultades, sin contarlas,y puedo agregar, que aun cuando se me haya obligado ejer-cer la dictadura por mayor tiempo del que las circunstanciasde la primera guerra determinaron, la restauracin de las ideasy de los principios fundamentales que informan nuestro sistemapoltico, ser un hecho.

    As, pues, los ideales que informan mi credo poltico, losideales que proclam la Revolucin ms justa y necesaria denuestras contiendas civiles, digo ms, los ideales que se hanvenido practicando aun en medio de la lucha armada, no po-drn menoscabarse siuo por fuerza de grandes insuperablesacontecimientos, que yo lamentara profundamente, porquetal obligacin implicara la verdad, desconsoladora por cierto,de que nuestro pueblo an no estaba atemperado para el bien,cualquiera que fuera el que euarbolara tal bandera, como basecardinal de su programa y lo practicara hasta por propia sa-tisfaccin.

    Tengo, seores, fundadas esperanzas de que esto no suce-der, contando como he de contar con el concurso leal, franco,desinteresado y sincero de todos los hombres de buenas inspira-ciones, de ideas de republicanismo y de progreso efectivo, cuyo patriotismo apelo en la inauguracin de este nuevo ao,que ha de ser de dicha, paz y ventura para nuestra amadaVenezuela.

    CIPRIANO CASTRO.

  • Decreto de Indulto, expedido por el General Castro,el lo de junio de 1900

    CIPEIANO CASTEO,

    GENERAL EN JEFE DE LOS EJRCITOS DE VENEZUELA YJEFE SUPREMO DE LA REPUBLICA,

    Considerando :

    Que en los procedimientos del Gobierno que presido, hadominado siempre, un alto seuti miento de fraternidad republi-cana, eu los das mismos en que la forma severa de la repre-sin estaba indicada como urgente y suprema necesidad deorden pblico

    ;

    Que vencida como est la revolucin y preso su Caudillo,corresponde los fines de una poltica geuerosa y magnnima,complementar la pacificacin del pas con medidas que acen-ten la confianza y tranquilidad en todos los nimos ;

    Que fuerte y poderoso como est el Gobierno, por la opi-nin que lo apoya, por el prestigio de las victorias alcanzadas

    y por los mltiples elementos y recursos de que dispone, losactos de clemencia que ejerza exaltan y robustecen su autori-dad moral,

    decreta :

    Art. 1? Se concede indulto general todos los individuosque an permanezcan en actitud rebelde contra la paz de laEepblica, siempre que se presenten y acojan la clemenciadel Gobierno, y hagan entrega de las armas y pertrechos quetengan en su poder.

    Art. 2? Los revolucionarios que se encuentren eu el casodel artculo anterior, debern presentarse ante la primera au-toridad civil militar de la respectiva localidad

    ;y el trmino

    para efectuar su presentacin y entrega de las armas y muni-ciones es el de veinte das, contados desde el de la publicacinde este Decreto en cada una de las capitales de los Distritos delos Estados de la Unin.

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    nico.Las autoridades civiles y militares otorgarn todoguero de seguridades y garantas, en sus personas intereses, los individuos que se les presenten acogindose los benefi-cios de este indulto.

    Art. 3? Los que no se presenten y entreguen las armas ymuniciones en el trmino prefijado en el artculo 2?, sern so-metidos los Tribunales de Justicia y juzgados conforme lasprescripciones del Cdigo Penal sobre la materia.

    Art. 4? El Ministro de Eelaciones Interiores queda encar-gado de la ejecucin del presente Decreto.

    Dado, firmado de mi mano, sellado con el Sello del Ejecu-tivo Nacional y refrendado por el Ministro de Eelaciones In-teriores, en el Palacio Federal, en Caracas, 1? de junio de 1900.Ao 89? de la Independencia y 42o de la Federacin.

    CIPEIANO CASTEO.

    Carta del General Castro al Ministro de Fomento,el 2 de mayo 1900

    Caracas : 2 de mayo de 1900.

    Seor Ministro de Fomento.

    Presente.

    Tengo conocimiento de que los colombianos Doctor Eicar-do Becerra y Ernesto Eico, y el seor Chataing Gutirrez, com-patriota nuestro, han abierto campaa artera hiriente, en laprensa, contra mi Gobierno.

    Como esos seores, quienes ni de vista tengo el honorde conocer, estn domiciliados en el extranjero y buscan in-troducir por los principales puertos sus publicaciones incen-

    diarias y procaces, por medios sigilosos, en la creencia de queel Gobierno ha prohibido su circulacin, y como adems haocurrido el caso de habrseme consultado por un Adminis-

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    trador de Correos si permita libre curso cierta prensa deBarranquilla que vena recargada de ofensas contra el Gobier-no de Venezuela y contra m personalmente, consulta que re-solv en caso afirmativo

    ;en vista de las dudas que puede

    haber acerca de la opinin del Gobierno ese respecto, quie-ro que se sepa que las publicaciones de la ndole que merefiero, y especialmente las que salen de las plumas de losseores arriba citados, deben tener franca entrada al pas

    ; yas espero, que usted d sus rdenes los Jefes de Estafetasde la Eepblica para que sean cumplidos los deseos del Go-bierno, que tiene marcado inters en que esas publicacionesde sus gratuitos y apasionados enemigos seau generalmente co-nocidas en toda la Eepblica.

    Mi Gobierno no teme nada ni nadie, porque todossus actos estn inspirados en el ms puro patriotismo, y suconducta poltica est rigurosamente ajustada la equidad, comonorma de justicia, la opinin liberal como consecuencia deCausa y la honradez como lema de prosperidad y de crdito.

    Soy su amigo afectsimo,

    CIPEIANO CASTEO.

    Carta del General Castro varios ciudadanosde Barquisimeto, el 26 de junio de 1900

    Caracas : 26 de junio de 1900.

    Seores Generales Sulpicio Gutirrez, Francisco M. Hurtado, JosAsuaje, Mariano J. Daz, G. Taes, h., Pedro G. Torres,Doctor Julio Irigoyen, etc., etc., etc.

    Barquisimeto.

    Mis estimados amigos

    :

    Con suma satisfaccin he ledo la atenta de ustedes, defecha 19 del presente mes, dirigida con motivo de las rde-

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    nes libradas por el Gobierno de la Repblica respecto laspublicaciones hechas en un peridico religioso de esa capital.

    Agradezco como Jefe del Poder, y estimo como hombrede Causa, la actitud asumida por los buenos ciudadanos y losmiembros del liberalismo, en momentos en que, mientras pon-go los ms sinceros y patriticos esfuerzos por reparar losdolorosos quebrantos de Venezuela, no extinta todava la san-gre hermana derramada, levantan de nuevo sus voces destem-pladas, provocadoras del escndalo, la impaciencia que ofus-ca, el encono que arrebata, el despecho que exacerba.

    El Gobierno, que ha de rendir cuentas en la hora de lasreconstituciones legales, no puede, no debe cruzarse de bra-zos ante tales excesos, en cumplimiento de sus deberes portremendos quesean, porque as lo demandan los fueros de suautoridad, la majestad de la Repblica, y la honra de sunombre.

    Soy de ustedes amigo y compatriota,

    CIPRIANO CASTRO.

    Alocucin del General Castro el 5 de julio de 1900

    CIPRIANO CASTRO,

    GENERAL EN JEFE DE LOS EJRCITOS DE VENEZUELA. Y JEFESUPREMO DE LA REPUBLICA,

    A LOS VENEZOLANOS

    Compatriotas

    :

    Os saludo con patritica efusin en el glorioso aniversa-rio de la declaratoria de Independencia de la Repblica, da

    de justas expansiones, las que han de unirse las de los li-diadores de la Causa Liberal Restauradora, soldados del ho-

    nor, de la lealtad y de las abnegadas inmolaciones, que cons-

  • - 45

    tituidos en defensores del orden y de la paz nacional, hanroto con su indmita bravura la bandera de la infidencia le-vantada en horas de doloroso extravo, como smbolo de exterminio, y han vencido y capturado al Caudillo que la em-pu, sordo todo llamamiento generoso, y que ahora ofreceel triste testimonio de que prouto se abaten y se pierden lasobras que no se fundan por las inspiraciones de la Justicia, dela Moral y de la buena f.

    Siete meses perdidos para las nobles y fecundas conquis-tas de la paz, del trabajo y de la ley ; el retardo en la la-bor poltica y administrativa; el quebranto de la riqueza p-blica y privada; la paralizacin de las industrias, han sidolos nicos y amargos frutos de la injustificable rebelin quese prepar en el sigilo de la noche del 27 de octubre de1899, en momentos en que la Revolucin Restauradora des-agraviaba las instituciones conculcadas y vena colmada depatriticas promesas y de nobilsimos ideales, rectificar erro-res, corregir desconciertos y reintegrar la Repblica ensu prestigio, en su reposo, en su bienestar y en su engrande-cimiento. Los pueblos deben aprovechar la reciente leccinpara condenar la guerra como la ms infausta de las calami-dades pblicas y para convencerse de que no debe encomen-darse las decisiones de la fuerza la solucin de las cuestio-nes internas, sino como suprema y fatal apelacin contra losPoderes prevaricadores infieles los mandatos y las aspira-ciones populares.

    En medio de la rudeza de la contienda y de la pruebahan permanecido intactas las energas de la Causa Liberal Res-tauradora

    ; el Pas ha revelado su buen sentido, haciendo elvaco la insurreccin

    ;el Gobierno ha multiplicado sus ele-

    mentos y recursos, normalizando cuanto ha sido posible lascondiciones fiscales

    ;y sin violar su consigna de magnanimi-

    dad y de clemencia, ha atendido con eficacia las necesida-des y reclamos del orden pblico, de modo que cuando aho-ra se vislumbra el da de la paz con sus radiosas claridades,mis anhelos de ciudadano y de Magistrado se sienten plena-mente satisfechos, al considerar que muy pronto, antes de ter-minar este mes que cuenta entre sus das otra efemrides in-mortal, una vez perfeccionada la victoria, me encontrar encapacidad de anunciaros que comienza laraen que ha de fun-darse una Administracin que no sea el resultado de combi-naciones arbitrarias, ni el reflejo de una individualizacin re-pugnante, ni que derive su nombre de la corruptora magni-ficencia de suntuosas liviandades, sino que se imponga por la

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    circunspeccin de sus proced uaienfcos y por su austeridad enel manejo de los intereses pblicos, que lleve su accin be-nfica, expansiva y honrada, todos los gremios, todos losorganismos sociales y que sea perseverante en procurar lasreparaciones del presente, para salvar el porvenir.

    Conciudadanos :

    Debemos la Patria el resarcimiento de todos los estra-gos, de todos los duelos, de todas las injurias que le han in-ferido nuestras ligerezas y los mpetus pasionales de nuestrasdiferencias y discordias : es tiempo de otorgrselo en la me-dida de todas las responsabilidades que nos afectan, que node otro modo podramos considerarnos ciudadanos capaces deconstituir un pueblo republicano, que responda nuestras ac-tuales necesidades, especialmente aquellas que tienen relacincon nuestro crdito, tan abatido por anteriores errores admi-nistrativos !

    Conciudadanos

    :

    Os invito, una vez ms, deponer rencillas y mezquin-dades, cubriendo con un manto de olvido y de clemencia nues-tros desaciertos pasados y viniendo trabajar con fervor yentusiasmo por la felicidad de esta Patria, creada por el geniodel magno Libertador.

    Caracas : 5 dejulio de 1900.

  • Alocucin el 24 de julio de 1900, declarando laPaz pblica

    CIPBIANO CASTBO,

    GENERAL EN JEFE DE LOS EJERCITOS DE VENEZUELA YJEFE SUPREMO DE LA REPUBLICA

    A LOS VENEZOLANOS

    Compatriotas

    :

    Me felicito con el grande, heroico y sufrido pueblo vene-zolano, en este da memorable de justas y legtimas expansio-nes patriticas, porque ya la paz es un hecho en todo el terri-torio de nuestra querida Patria.

    Esa paz porque anhelaban todos nuestros gremios sociales

    y polticos y que ser de hoy en adelante el pedestal granti-co sobre el que habremos de fundar la verdadera repblica.

    Por mi parte, yo no he tenido otra aspiracin; y sabis

    que me han impedido hasta hoy realizarla, tan slo los incon-venientes de las malas costumbres inveteradas entre nosotros,as como las ambiciones desatentadas.

    Pero, por dicha nuestra, puedo deciros que con la capturadel caudillo faccioso y el saludable efecto del magnnimo De-creto de indulto, la fatdica guerra no solamente termin porahora, sino que qued proscrita del catlogo de nuestras desgra-cias internas, pudiendo dedicarnos con toda confianza las laboresde la paz, por la tranquilidad de a familia y por la venturade la Patria.

    En esa noble, inmensa y saludable labor tenemos cabidatodos los venezolanos, como que la obra es de todos y paratodos | y para ella no se requiere sino buena voluntad y elpropsito inquebrantable de hacer la felicidad comn, sin reti-cencias ni pequeneces.

    Necesitamos que esta paz sea slida, y lo ser ; porque lafundaremos sobre los inconmovibles cimientos de la honradezadministrativa, sobre la base fundamental de la equidad y

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    bajo las inspiraciones de la justicia, que como emanacin di-vina hace de todos los hombres seres superiores, dignos, li-bres independientes !

    De hoy en adelante no ser ya, pues, el Gobierno quienhaga las revoluciones ; menos lo ser ese pueblo sufrido, que noquiere sino la paz para dedicarse tranquilamente sus faenas:ser el triste empeo de los ambiciosos y los impacientes, quebuscan en la revuelta su logro personal. Pero ay ! de ellos,que as como este Gobierno es de perdn y de clemencia

    abriendo sus brazos generosos todos los que espontneamentequieran ser sus colaboradoresser tambin inflexible con losque se interpongan, como reos de lesa patria, en la marchatriunfal de la Repblica en esta nueva ra de Restauracin yde verdad.

    Para realizar esto de una manera efectiva, confo en lamunificencia con que un da plugo lo Alto que se alcanzaseel laudabilsimo fin de poner cese los sufrimientos de la Pa-tria, para hacerla prspera y feliz ; cuento con la decididacooperacin y la pujanza del heroico pueblo venezolano

    ; ycuento, por ltimo, con mi voluntad incontrastable, que al ser-vicio de la Patria jams ha escatimado sacrificios ni reconocidovallas !

    De modo, pues, que concurrir conmigo hoy, bajo estascondiciones, reconstituir la Repblica legada por nuestrosProceres costa de tantos sacrificios, ser, sin duda, el timbrems glorioso cou que los que an se precien de patriotas pue-dan exhibirse ante las futuras generaciones.

    Yo marchar en el camino que por educacin y por convic-ciones me he trazado, y estimar como el mejor amigo de laCausa Liberal Restauradora quien se me identifique en ideas

    y propsitos.En situacin tau difcil como la que me ha tocado, necesito

    quieu ayude allanar obstculos y no presentarlos, para, enla forma ms rpida, levantar el Pas de la inmensa postracinen que para desgracia nuestra lo han dejado Magistrados infie-les y ciudadanos violentos y ofuscados !

    Reclamo y pido, en nombre de la Patria, este concurso leal,franco y desinteresado, fin de crear una situacin que, sinintemperancias, sin arrebatos y sin ofuscaciones, respouda todas las necesidades del presente y todas las contingenciasdel porvenir.

    Se imponen ya los hechos prcticos, cuyo ejemplo debemostomar de los pueblos que us han precedido en esta peregri-nacin. Hacer un Gobierno serio y circunspecto, rodeado de

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    todos los elementos importantes y vitales del Pas, ser la mejorgaranta de progreso, estabilidad y crdito, como corresponde

    los grandes y sublimes ideales de la Causa Liberal Restau-radora.

    Termino repitiendo que lo pido todo por la Patria y parala Patria.

    Conciudadanos !

    En nombre de Dios Todopoderoso, declaro solemnementerestablecida la paz de la Repblica !

    Caracas : 24 de julio de 1900.

    Alocucin el da de Ao Nuevo de 1901, en la entradadel siglo XX

    CIPRIANO CASTRO,

    GENERAL EN JEFE DE LOS EJRCITOS DE VENEZUELA YJEFE SUPREMO DE LA REPUBLICA,

    A LOS VENEZOLANOS.

    Compatriotas !

    Paz os deseo, en el seno de la vida til y honrosa del tra.bajo, en el regazo del hogar cristiano, y en las actividades legtimas y republicanas del civismo !

    Esos son mis primeros votos al saludar oficialmente alnuevo ao y al nuevo siglo, que viene cargado como mensajerode prosperidad con las promesas de das serenos en las inteli-gentes y fecundas agitaciones del espritu civilizador de lapoca.

    Junto con esos votos que salen del fondo de mi alma, con-sagrados por mi anhelo de patriota y por las nobles excelenciasdel liberalismo, que son mis convicciones, vayan tambin en

    7

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    esta solemne oportunidad, todos vosotros, mis felicitacionesmuy sinceras, expresadas en un abrazo de confraternidad repu-blicana !

    S, venezolanos ! que se vayan con el siglo, el odio queesteriliz nuestros mejores esfuerzos, los hbitos de discordiaque han hecho de las clases directoras los ms eficaces agentesde la miseria y de la muerte, y las preocupaciones mezquinasde emulaciones torpes y de ambiciones inmoderadas, que hanahondado tanto en el corazn de las tendencias de nuestra po-ltica, extremo de que lejos de ser provechoso para el Pas elantagonismo de sus dos partidos, que deben buscar en el per-feccionamiento de sus doctrinas la mayor opinin y el respeto sus saludables propagandas, han roto con el sable de todoslos atentados y de todas las injurias el equilibrio de los mssanos propsitos y la armona de las fuerzas que constituyen elprestigio de nuestra joven democracia.

    Despidmonos una vez por todas de esos hbitos que noshan empobrecido, que casi nos hau agotado ! y haciendo pactode conciencia con la Patria y con sus glorias, entremos de lle-no

    yo os invito inaugurar con el siglo la etapa de las leg-timas restauraciones del derecho !

    El contingente que os pido para esa obra de patriotas esbien sencillo : en vuestros pechos est guardado como prenda que no habis dado mayor importancia, sinenibargo de serla clave mgica de nuestras dificultades y calamidades.

    Ese contingeute que os demando, esa prenda que os recla-mo, es : la buena voluntad, la buena fe. Ofrendadla en la ba-lanza de nuestra suerte, que yo me obligo, por mi honor demilitar y por mi palabra de Magistrado, colocar en ese mis-mo platillo, al servicio diligente de vuestra fe, toda mi auto-ridad, con la fuerza de su derecho y el derecho de su fuerza !

    Analizad la labor de mi Administracin en el ao queexpir ayer ; analizadla con nimo desprevenido, descartandomis afanes guerreros de los que no hago cueuta, apesar de queentrabaron poderosamente el vuelo de mis aspiraciones

    ; ycalculad luego las proporciones colosales del empeo restaura-dor, si mi esfuerzo se asocia vuestra voluntad de buenos hijosde la Patria

    !

    Mi ambicin es la gloria de mi humilde nombre, ganadahonradamente en proporcin del bien que le haga Venezuela.

    Esa es mi ms grande ambicin, as como mi ms fiel preo-cupacin es la paz.

    Para ganar aquella gloria no excuso labor, ni pierdo vi-gilias

    ; y para sostener este beneficio de la paz, cuento desde

  • Si -

    luego con tres factores : el celo en la administracin, vuestrabuena voluntad, y un ejrcito uniformemente armado, equipado,

    y rigurosamente disciplinado !La Administracin se desenvuelve con holgura dentro de

    la ritualidad de la legislacin y la pulcritud de mis colabora-dores

    ; y la paz ha venido precisamente acentuarla en estosltimos das el alzamiento de la persona del general CelestinoPeraza y de dos de sus sobrinos, en una parroquia del DistritoInfante. Esa desobediencia de la familia Peraza, el desconoci-mi