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EL TIEMPO COMO CATEGORÍA HISTÓRICA: LA PERIODIZACION Y LAS EDADES DE ROMA (*) Time in historical narratives is not a mathematical abstraction, but is shaped by events and distributed into periods. After reviewing traditional strategies of periodization, including cycles, the Hesiodic succession of ages, and the early Roman idea of historical decline, this paper examines how two views of historical time —as alternating between good and bad eras and as a succession of historical stages corresponding in part to the ages of man— were combined in the work of the neglected historian "Vopiscus" (one of the aut- hors of the Historia Augusta) to produce a new conception of historical periodization. Dígase como se diga poética filosófica (2) o científicamente (3) , el tiem- po es una categoría histórica de primera magnitud; la base y la materia de la que parte su relato: sin su fijación inicial y su propia existencia ella misma no existiría —tampoco la geología, las ciencias naturales o la matemática, sin los minerales, las plantas o los n ŭ meros—. Y sin una determinada organización temporal narrativa, sin relato coherente de los hechos, no se puede expresar el resultado de un proceso. No puede existir Historia. Incluso esa simple se- cuencia en que se dispone su selección demuestra las características genera- les de una obra y el designio final de sus autores, al menos en su nivel más inmediato: el Ab urbe condita liviano (4) se ajusta a una venerable tradición, característica de Roma, sin modificación sustancial desde su génesis, con la que se prescinde de otras fórmulas histórico-narrativas más novedosas, de (*) Sólo la amabilidad y paciencia de los organizadores de las últimas Jornadas de Fil. Clásica de Castilla y León (Valladolid, 2000), los Prof. M. Garcia Teijeiro y José I. Blanco, me han induci- do a participar en este volumen. Dada la extensión máxima del texto hemos reducido a referencias puntuales cuestiones que alli desarrollamos, ampliando, en cambio, los datos de la investigación per- sonal que, por su propio carácter, silenciamos entonces. Solicitamos, no obstante, la benevolencia del lector ante un trabajo algo ambivalente, muy reducido por razones editoriales, con varias facetas no abordadas, y abierto aŭn al análisis de otras muchas. ( I) "La historia es una investigación sobre el tiempo" (Juan Manuel Palacio, poeta,1831- 1906). (2) Cf la definición de PLATÓN en el Timeo 37c-d. (3) Cf A. BEINE, "Temps et histoire", Les Études Classiques 46, 1978, 353. También, en ge- neral, la obra de J.T. Sfto-rwELL, Historia de la Historia en el mundo antiguo, trad. esp. de R. Iglesia, Madrid 1982 (reimpr. 1940 = The History of Histo py, N. York, 1939), 30-40 y 77. Debemos mucho a su lectura. (4) El simple Ab excessu Divi Augusti o el inicio de las Historias (1 1), con la relación con Livio en la segunda frase.

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  • EL TIEMPO COMO CATEGORA HISTRICA:LA PERIODIZACION Y LAS EDADES DE ROMA (*)

    Time in historical narratives is not a mathematical abstraction, but is shaped by events anddistributed into periods. After reviewing traditional strategies of periodization, includingcycles, the Hesiodic succession of ages, and the early Roman idea of historical decline,this paper examines how two views of historical time as alternating between good andbad eras and as a succession of historical stages corresponding in part to the ages ofman were combined in the work of the neglected historian "Vopiscus" (one of the aut-hors of the Historia Augusta) to produce a new conception of historical periodization.

    Dgase como se diga potica filosfica (2) o cientficamente (3), el tiem-po es una categora histrica de primera magnitud; la base y la materia de laque parte su relato: sin su fijacin inicial y su propia existencia ella misma noexistira tampoco la geologa, las ciencias naturales o la matemtica, sin losminerales, las plantas o los n meros. Y sin una determinada organizacintemporal narrativa, sin relato coherente de los hechos, no se puede expresarel resultado de un proceso. No puede existir Historia. Incluso esa simple se-cuencia en que se dispone su seleccin demuestra las caractersticas genera-les de una obra y el designio final de sus autores, al menos en su nivel msinmediato: el Ab urbe condita liviano (4) se ajusta a una venerable tradicin,caracterstica de Roma, sin modificacin sustancial desde su gnesis, con laque se prescinde de otras frmulas histrico-narrativas ms novedosas, de

    (*) Slo la amabilidad y paciencia de los organizadores de las ltimas Jornadas de Fil. Clsicade Castilla y Len (Valladolid, 2000), los Prof. M. Garcia Teijeiro y Jos I. Blanco, me han induci-do a participar en este volumen. Dada la extensin mxima del texto hemos reducido a referenciaspuntuales cuestiones que alli desarrollamos, ampliando, en cambio, los datos de la investigacin per-sonal que, por su propio carcter, silenciamos entonces. Solicitamos, no obstante, la benevolenciadel lector ante un trabajo algo ambivalente, muy reducido por razones editoriales, con varias facetasno abordadas, y abierto an al anlisis de otras muchas.

    ( I) "La historia es una investigacin sobre el tiempo" (Juan Manuel Palacio, poeta,1831-1906).

    (2) Cf la definicin de PLATN en el Timeo 37c-d.(3) Cf A. BEINE, "Temps et histoire", Les tudes Classiques 46, 1978, 353. Tambin, en ge-

    neral, la obra de J.T. Sfto-rwELL, Historia de la Historia en el mundo antiguo, trad. esp. de R. Iglesia,Madrid 1982 (reimpr. 1940 = The History of Histo py, N. York, 1939), 30-40 y 77. Debemos muchoa su lectura.

    (4) El simple Ab excessu Divi Augusti o el inicio de las Historias (1 1), con la relacin conLivio en la segunda frase.

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    cualquier deseo de innovacin o ejemplificacin paradigmtica, y de sintesisconceptual de un proceso, advertido como tal. Igual, en cierta forma, que laobra de Tcito. Obviemos su orquestacin literaria su fuerza expresiva, sudramatismo, el sugestivo realismo de sus detalles y la variedad de sus regis-tros expresivos y estilsticos, y su profundidad psicolgica en el retrato depersonas o circunstancias (Hist. I 4-11). Si prescindimos de ello, y del juegode los "rumores", de la pincelada sombra de sus juicios y del impacto de susorquestadas escenas de muerte menos numerosas que literariamente acre-cidas, lo ms perceptible, a primer vista, es la simple secuencia lineal queincorpora su investigacin. El "tiempo" no ha pasado, o ha pasado en balde.Este brillante producto de la clase media provincial, ms preocupado por losindividuos que por los movimientos polticos, no parece haber sabido cmoorganizar su relato de forma distinta a la puramente "anual", ni pasar por en-cima de esa casi mecnica sucesin de detalles e intrigas que dominan su re-lato. Puede concederse que sus circunstancias histrico-personales lo hanabocado a ese escepticismo resabiado, esa melancola intransigente o la am-bigiledad calculada de sus juicios, en lugar de al examen "cientfico" de unproceso tan creativo, con todos sus defectos y limitaciones, como el delImperio Romano. Hay que reconocer, prueba de su inteligencia, que l mis-mo parece advertir la evanescencia de tal organizacin y la falta de peso y en-tidad de sus ingredientes informativos (5) : esa serie de intrigas y atrocidades,"de anlogo desenlace", contra cuya "monotona y fatiga debe luchar" (6) . Peroen su propia disculpa "el obstculo est en su materia" (7), y en la pecu-liar frmula de evitar "el cansancio y aburrimiento" "agrupar los sucesosde dos veranos" (8) se percibe su inadvertencia de la realidad y falta de re-cursos. Ms que en aqulla, el fallo est en su propia incapacidad de trascen-derla, cuando justamente su gran valor radica en tal trascendencia, cuando laIleva a cabo: esa imagen de la tirana corruptora, perfilada con los rasgos con-cretos de la de Tiberio y Nern, es tan eterna como universal. Sera demasia-do decir que Tcito "no vio" su historia como un conjunto de sucesos, latragedia de una libertas arrumbada, que es lo que da unidad a esa multiformeacumulacin de atrocidades y crmenes. Pero s parece que lo que "no vio",en esa anttesis Rep blica/Imperio, fue la conjuncin interna de sus procesos,apuntando el futuro del rgimen, ms all de la accin de sus dspotas prota-gonistas. En su relato hay slo una secuencia cronolgica del acontecer, quese ajusta a una simple caracterizacin "biolgica", en tanto que su "eventua-lidad" Ias "efemrides" referidas, no el "proceso", descansa sobre la ac-cin de unas personas, aunque stas sean el baluarte del poder poltico. Niconcepcin orgnica ni filosfica. Tal vez, sin apenas perspectiva "temporal

    (5) Cf Ann. e infra, n. 7.(6) Cf Ann. 4,33,3; 16,16; y 6,7,5.(7) Cf Ann. 4,32,1-2.(8) Los afos 6-9 d.C. (Ann. 6,38); cf., tambin, Ann. 16,16.

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    e histrica", vio slo lo que poda ver y narr lo que poda narrar, como lopoda narrar en el moralizante (9) esquema liviano--, ajustndose al intersde la sociedad rica y culta ms escuela de escndalo que de historia, a laque iba destinada (10) . Sorprende que sean autores de menor enjundia literariae "histrica" (Floro; Vctor; y la annima Historia Augusta), con sus erroreso limitaciones, dentro de una estructura tradicional y cada uno por razonespropias, quienes perciban la evolucin intema de su pasado, ajustando sushistorias a una secuencia peridica ms o menos determinada o definida; esdecir, arriesgndose a periodizarla.

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    Fue, ya apuntamos, la fijacin del tiempo, tras su precisin matemtica porlos sacerdotes caldeo-babilnicos que permiti marcar el avance, lmite ycaractersticas de ese "cambio" cuya esencia haba aquilatado Herclito y de-finira filosficamente Platn, y la incorporacin del acontecer en una de-terminada disposicin las que iniciaron el relato histrico. Un camino largo,no siempre directo, que conducira desde la simple enumeracin de unas ge-nealogas (las de Hecateo), o sucesos ocurridos a lo largo de varias dinastas (laPiedra de Palermo) (II) de alguna forma, "documentos para el futuro",hasta la dualidad "hechos-resultado" de un pequeo proceso (12) ; o, en un pe-culiar esfuerzo de historia contempornea, al compendio horogrfico (13), CO-mo las Crnicas o Annales Pontificum (14) No ser, en cada caso, todava,Historia; sea porque sta deba ser necesariannente el resultado del anlisis dealgo, no slo ocurrido, sino sucedido con una ocurrencia decisiva, y slo eltranscurso del tiempo, la perspectiva temporal, puede dar validez a tal hecho;sea porque en tan primitivo estadio slo hay mero sumario no sintesis,sin seleccin, ni cohesin argumentativa, ni relacin de causalidad.

    Un paso ms fue su fijacin relativa, con la conexin del acontecer de dospueblos, como ilustra la ancdota de Hecateo, referida por Herdoto (11 143)o la muy semejante de Platn (15): cuando alardeaba aqul, ante los sacerdotes

    (9) Cf., p. ej., Ann. 4,33,2 (hay una cierta irona trgica en esta referencia al valor ejemplarde la Historia en Roma); e Hist. 1 2.

    (10) Evidentemente, hay cierta relacin en deterrninados hechos o aspectos o incidentes (cf.Ann. 2,88).

    (11) Cf. SHOTWELL, op. cit., 93-4, y n. 6.(12) La inscripcin del corredor que rodea el santuario del templo de Amn en Karnak, con

    las diecisiete campaas de Tutmosis 11 (ib. supra, 99).(13) Cf Ch.W. FORNARA, The Nature of Histo,y, Berkeley-Los Angeles-London 1983, 16-28.(14) El trmino es casi equivalente: el paso de un "anal - a una crnica es rpido, fcil y ha-

    bitual: incluso es dificil encontrar uno puro, con slo referencias a su inmediato presente; los deRoma aadan a sus expresiones formulares fragmentos de los anteriores.

    (15) Timeo 22d: Soln, despus de trabar amistad con las gentes de Sais pregunt a sus mssabios sacerdotes por sus tradiciones, utilizando, como medio de captacin, la alabanza de las suyaspropias. "muy antiguas" sus mitos y sus genealogas; uno de ellos, muy viejo le objet: "Soln,vosotros los griegos sois siempre nios; un griego nunca es viejo!"; y, ante su protesta, el anciano

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    de Tebas, de la antigiledad y procedencia de su genealogia (diecisis generacio-nes; el primero, el hroe/dios), stos le replicaron mostrndole las numerosas es-tatuas de sus propios antepasados, cuya secuencia se remontaba mucho ms atrsen el tiempo, y no a un dios/ hroe primigenio. Datos todos, especialmente el l-timo, que establecen la marca de humanidad y racionalidad slo la accin delhombre y su decisin; no el designio divino-- y continuidad requeridas por elhistoriador. De ah, sin duda, su posicin como tal, decantada en su famosa de-claracin programtica inicial (16) . Tal perspectiva "relativa" y "temporal", msque la existencia ontolgica, per se, de un hipottico "hecho histrico", aislado,es la que da la clave de su valor a un suceso. No es, con todo, algo incontestablela contemporaneidad a los hechos, base de su buen entendimiento y explica-cin, ha sido postulado desde Tucdides o Salustio hasta el positivista Leonardvon Ranke (17); pero los matices ayudan a salvar el escollo(18).

    En cualquier caso, s parece evidente que la organizacin del acontecertranscurrido en una determinada, y " nica", agrupacin, esto es, la periodiza-cin, como respuesta a la "comprensin" de todo un proceso, exige tal pers-pectiva temporal. Primero porque la comprensin del pasado requerida parala enumeracin y el encuadre resultante debe ser tan profunda como para per-mitirlo, y parece claro que la inmediatez, con la multiplicidad inherente a lafalta de perspectiva, impide la seleccin adecuada y la integracin en un todoorgnico. Segundo porque la distribucin dada, cualquiera que sea ms sis-tematizada o menos; con o sin metforas de referencia, requiere tal organi-cidad, la comprensin de la "causalidad" interna de ese transcurso temporal,suprimiendo su "casualidad": qu datos, sucesos o circunstancias han sido elautntico motor de tal proceso y qu tipo de relacin, unin y separacin, deunos eventos de otros ha debido producirse para que ese conjunto, y su resu-men, tenga y transmita la ilacin debida. No parece una tarea fcil cuando unasalustiana reflexin del propio Tcito plantea un dilema tal: Sed mihi haec actalia audienti in incerto iudicium est FATone res mortalium et NECESSITATE IM-MUTABILI an FORTE volvantur (Ann. 6,22) (19) . Con tales premisas parece difcilque una comprensin del proceso intemo de su historia, en la propiaAntigliedad Roma, a tenor de estas frases, pueda Ilevarse a cabo.

    No obstante, tal anlisis existe; eso s, siempre con matices, ligando la ideade "historia" a la de "nacin" que se convierte as en la "historia de una na-

    interlocutor aclar: "Sois jvenes porque no guardis en vuestra alma ninguna opinin antigua pro-cedente de una vieja tradicin ni tenis ninguna ciencia encanecida con el tiempo". En Egipto se con-serv en los templos el relato de lo acontecido. Slo lo as recogido mantiene la historia.

    (16) "Hecateo de Mileto habla as: yo escribo lo que creo ser verdad, porque las historias delos griegos son diversas y me parecen ridiculas". Luego Herdoto la adapt en su proemio.

    (17) Cf. L. CANFORA, "ii ciclo storico", Belfagor 26, 1971, 670.(18) Theo C. Parker, al presentar en rueda de prensa la sede de XVIII Congreso, como presi-

    dente del Comit Internacional de Ciencias Histricas, adverta: "El presente no existe; todo es pasadoen el momento en que ocurre" (Evidentemente, "que acaba de ocurrir").

    (19) 0 sta: Quod in pace FORS, seu NATURA, tunc hAT(IM et IRA DEUM vocabatur (Hist. IV 26).

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    cin", que es la propia (2 ), y con una percepcin que suele ejemplificarse atravs de una imagen descendente, ya que, ms que como estudio objetivo,surge como respuesta a las dudas de un presente conflictivo o difcil. Slo laescatologa judeo-cristiana la modificar con un "ascenso" que les abre lanueva y definitiva vida: el Reino de Dios en su primera (judos), o segun-da venida (cristianos), aunque tan esperanzadora perspectiva no impida la"etemidad" de un oscuro presente (21) Pero la teora de los cuatro reinos delLibro de Daniel (22), aunque pueda haber influido en la fijacin del tema de lasedades de Roma (23), no se utiliza como tal como recurso literario ni ideolgi-co. En cambio, el mito de Hesodo (24) , con su amargo pesimismo el conti-nuo declive de las distintas fases, tras cuyo final a los hombres slo lesquedar el sufrimiento etemo, sin remedio posible, o la idea universal de lacada de todas las cosas (25), s tendrn en Roma su reflejo (26) en una u otra re-solucin: una indeterminacin absoluta, con una teora general sin aplicacinprctica, porque sta podra resular incmoda o embarazosa. 0 una secuenciams o menos definida en fases: sea una simple sucesin de ellas, sin denomi-nacin, con la ltima suspendida en un impasse quasi eterno, tras el cual na-die percibe el cambio definitivo el fin del mundo propio; o con unacomparacin orgnica o biolgica muy rastreada desde su primera noticiaen Fabio Pctor (27) hasta su amplio desarrollo en el Epitome floriano, debuena factura retrica pero complicado ajuste histrico, que, precisamentepor eso, a veces, en un quiebro extrao pero "necesario" ideolgicamente,ga su renqueante final a un admirable "renacimiento". De hecho el esfuerzopor evitar ciertas conclusiones Ileva a los diferentes autores a no siempre exi-tosos razonamientos, o silencios parlantes, como se percibe, incluso, en el re-lato del racionalista Polibio. l la ejemplifica perfectamente con la famosaancdota de Escipin Emiliano, llorando a su lado, mientras se destrua

    (20) La de Roma, o la juda: "el otro" slo entra en escena por su relacin con lopropio.

    (21 ) Aunque la vuelta al Paraso supondra, sensu stricto, otra concepcin cclica, tipo estoi-co, la importancia de la espera y del hito final dan a su concepcin su carcter singular.

    (22) Una en el captulo 2, escrita probablemente antes del reinado de Antioco IV Epfanes: lade la estatua; la otra (cap. 7-8), ms compleja, escrita durante su reinado, o poco despus, es la delrey Baltasar, con los cuatro vientos y cuatro bestias (los reinos de la tierra), y el Hijo del Hombre,sobre todos ellos.

    (23) Cf M. ESPADAS BURGOS, La periodizacin de la historiografia romana, Madrid 1961,111-6.

    (24) Los trabajos y los das, vv. 109-201.(25) Cf HDOTO I 5,4 (sobre el ciclo del hombre, cf., adems, 1 207,2, e infra, n. 33).(26) En cambio, M. SORDI ("L'idea de crisi e rinnovamento nella concezione romano-etrusca

    della storia, ANRIV I 2, Berln-N. York, 1972, 781-92), enlazaba su concepcin de la historia --erroro falta y, en consecuencia, desastre; expiacin y redencin, como la judeo-cristiana--, con la men-talidad etrusca, ms que la griega.

    (27) En conexin con el tema de la concordia ordinum y la polmica con la historiografiagriega (cf N. SANTOS YANGUAS, "La concepcin de la historia de Roma como sucesin de edades enlos historiadores latinos", Cuadernos de Filologa Clsica 17, 1981, 175).

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    Cartago (28), como aos atrs lo hiciera Jerjes, junto a su to Artbano, cuan-do observaba en el Helesponto la multitud de barcos prestos a la conquista deGrecia (29) : lamentaba el persa lo breve que iba a ser la vida de sus hombres;el romano, "consciente de la inevitable cada de ciudades, pueblos e imperios,e individuos", repeta los versos homricos: "Da vendr en que perezca lasagrada Ilin, // Pramo, y el pueblo de Pramo, el de la buena lanza de fres-no" (30) Que para Polibio la ineluctabilidad de tal destino es clara lo demues-tra su insistencia en reflejarlo: esta escena ampla la protagonizada porAnbal, otrora vencedor de Cannas, al pedir al Africano I, ante Zama, "que nose ensoberbeciese y reflexionase sobre tal circunstancia" (31) . El tiempo, conla cada poltica y muerte de abuelo y nieto, convertira en realidad histricaesas profticas palabras.

    El problema, evidentemente, es que esa veleidad de la Fortuna tpicopor excelencia suyo, pero en modo alguno exclusivo lo obliga, en el casode Roma, a dejar en la cspide su primera parte, la del ascenso, sin aplicarleel indefectible descenso. Por eso, al compararla con Cartago, se ve obligadoa advertir: "Tanto en un cuerpo como en una constitucin, cuando hay un cre-cimiento natural de las actividades y sigue un perodo de culminacin tras elcual viene una decadencia, lo ms importante de todo es el perodo de culmi-nacin (VI 51,4). De ah que su conclusin tenga que ser que "en este perodolgido es donde ms diferenciaron la constitucin romana y la cartaginesa"(32).Es una cmoda forma, tal vez la nica, de eludir el problema. No parece ha-ber aplicacin a la potencia mediterrnea de la conclusin necesaria de la pr-tasis. Salustio, con la misma idea general ("), ajustar algo ms el proceso enese anlisis del descenso a los Infiernos de una Rep blica "que creci" (34)Por eso Livio, como recurso psicolgico, pero tambin histrico, separa losdos primeros estadios, el nacimiento y auge de Roma (35), de cuya "vida" vaa tratar (36) , y la cada, por su propia grandeza ( 45)). Cuando el plantea-

    (28) Cf. POL. XXXVIII 22 y APIANO, Pnica 132, de donde procede el relato.(29) HDT. Vll 45-6.(30) II. IV 164-5; VI 448-9.(31) Cf Pot... XV 7 (frag.).(32) En Cartago era el pueblo el que decida; en Roma, el Senado...; Roma gan porque las de-

    liberaciones de ste fueron muy atinadas. Es evidente la anttesis democracia / aristocracia oligrquica.(33) Cf el omniaque orta occidunt et aucta senescunt (Yug. 2,3; y cap. 3-4), muy semejante

    a la del PSEUDO SALUSTIO, rep. I 5,2.(34) Conj. 51,40.(35) ...et partum et auctum imperium sit ( 9).(36) Cf L. HAvAs, "La conception organique de l'Histoire sous l'Empire romain et ses origi-

    nes", Acta Classica Univ. Scient. Debrecensis 19, 1983, 104, n. 36. Para el anlisis de este "escapis-mo", cf M. PASCHALIS, Livy Praefatio and Sallust, Ann Arbor, Michigan 1980, 85-91.

    (37) "Cuando la vejez lo arrebata todo, ni siquiera se ofrece a sus dotes materia para expli-carse" (28,53,8). Los senes implican prudencia y moderacin frente a la temeritas, audacia, feroci-tas de los jvenes-malos (Minucio y L. Furio); pero si la decadencia fsica de estos implicaincapacidad para el ejercicio de ciertas actividades y funciones de inters p blico, sobre todo mili-

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    miento que l, como Cicern antes (38), haba evitado Ilevar a conclusin l-gica, se concrete en una imagen biolgica definida la del cuerpo humanocon su nacer, crecer y MORIR la solucin ser difcil.

    De ah que, a veces, aunque se analice y estratifique el declive, se evite lacomparacin explcita. Eso hace Aurelio Vctor, que ajusta su historia imperiala cinco etapas, pero sin una imagen definida que le obligue a un final dado. Laprimera, la dinasta Julio-Claudia, ya la haba marcado Suetonio (39), que dams razones que l, siempre dominado por la brevitas conceptual y expresiva.La segunda, formulada con un evidente tono salustiano (4) y tpicos de claroeco floriano, es la de Domiciano/Nerva: tras los romanos o italianos, los ex-tranjeros; quiz, como en el caso de Prisco (41), mejores (11,12-3). La tercera,Antoninos y Severos, deja el punto de inflexin para la cuarta en la eleccinde Maximino, abrindolo con una esplndida diagnosis de la anarqua: "A par-tir de este momento, los emperadores ms deseosos de conseguir el poder pa-ra s que de someter a los extranjeros, y luchando unos contra otros, arrojaronal precipicio al estado y se vieron elevados al poder buenos y malos, nobles eindignos, e incluso muchos brbaros..." (42) . La quinta, sin embargo, la entro-nizacin de Diocleciano, queda en el aire; como el futuro del Imperio ahora ydespus, al final del relato. Se marca el cambio, pero la reflexin se mantieneen un lmite ambiguo: "los humildes, Ilegados al poder, no tienen medida ensu ejercicio" (43) . Es un apunte excesivamente lineal, por lo caracterizador pese al valor etemo, y, por ende, "histrico" de tal perfil poltico, de lo queiba a suponer el Dominado (44) , o, mejor, la Tetrarqua y su herencia. De hecho,la disposicin no rgidamente biogrfica de la materia en esos ltimos captu-los (39-41) no responde a una planificacin voluntaria sino a la simple cir-cunstancia de la variedad de personajes y lugares de la accin; ni siquiera ellole permite ahondar en una filosofa de la historia que se le escapa. Por eso su

    tares, y eso se aplica al estado, es evidente que tal etapa, por mucha "sabidura" que acumule y trans-mita, es poco deseable. Tiberio puede no ser peor en Capri que antes, pero al ser ms viejo lo acaba sien-do: los vicios se acrecen con la edad (cf P. SOVERINi, "Senectus e res publica: la storiografia romana",Senectus. La vecchiaia nel mondo classico, ed. U. MA-rnou, 11, Roma, Bologna, 1995, 240-285).

    (38) ...si nostram rem publicam vobis ei nascentem et crescentem et adultam et iam firmamatque robustam ostendero...(II 1,3); y Rmulo dej un pueblo adultum iam ei paene puberem (II11,21).

    (39) Galba 1.(40) CI la reflexin (53,2) que cierra el discurso de Catn (cap. 52) en la Conjuracin de

    Catilina.(41) Floro, comoVctor, enfatiza la relacin/anttesis entre los romanos y los extranjeros a

    travs de ste, en quien se uni el ars italica y el ingenium italicum (I I [5], I). Cf infra, n. 42.(42) El eco de Floro sigue claro, sobre todo en la anttesis de la Virtus-Fortuna, que maneja a

    los mortales segn su capricho, y "tras haber sido contenida durante mucho tiempo por la Virtud,acaba entregando el gobiemo a los ms viles por nacimiento y educacin" (24,9-11).

    (43) 39,5-7: Mario y l sobrepasaron los limites: la nobilitas, al menos, tena derecho a so-bresalir por las molestias que la abrumaban.

    (44) El rgimen slo se analiza a partir de su "lujosa indumentaria" (39,2), algo insuficientecomo evaluacin histrica de tan complejo proceso.

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    bosquejo, lim itado a la diferencia de distintos tipos de emperadores la fami-lia del iniciador del rgimen imperial; los de la Urbe e Italia; los extranjeros"buenos"; y los "malos" brbaros; y Diocleciano y su sucesin (45), y tocadapor un inequivoco matiz moralizante, no puede tener un punto final histrico:la anttesis de Constancio II con Juliano al no ser explcita y, sobre todo, alcarecer ste del tono pico y el juego histrico del que Amiano lo dota, inclui-do su desastroso final se diluye en la simple coyuntura y vuelve a ser per-sonal (46) Cierto es que al estilista Vctor no le falta arte ni habilidad retrica:el encomio de la elocuencia del hijo de Constantino al vencer a Vetranin pa-rece ligarse a la de los Julio-Claudios, muy "ilustrados", aun no siendo boni salvo Augusto; pero esa finta, por sutil que la composicin anular sea, esdemasiado dbil como motivo histrico. La periodizacin, brillantementeapuntada por un epitomador al que el tiempo y el carcter sinttico de su rela-to han dado una evidente perspectiva, no ha adquirido perfil definido ni enun-ciacin clara. S es claro que no parece haber nada que pueda detener eldescenso, continuo e imparable, aunque de fin impredecible, de Roma.

    La dificultad, evidentemente, se acrecienta cuando el anlisis se hace msrgido, con un punto de partida y Ilegada definidos. Una cosa es el razona-miento de Lucrecio, apuntando la tristeza del anciano labrador o el plantadorde una via decrpita, que acusan al presente de sus males sin ver que todo "de-genera, agotado por la larga carrera de la vida" (47) , y otra, muy distinta, el de-venir histrico. Y cuando se acude a la metfora del cuerpo humano, encualquiera de sus divisiones (48), parece olvidarse que sus primeras fases sonradiantes, pero, tras la senectus, slo est, como dir Lactancio (49) , la muer-te. De hecho Veleyo, cuando compara la decadencia de la importante gensMetela a la de los pueblos acaba con su desaparicin (II 11,3), sin insinuar la"resurreccin" que captulos antes daba a Capua (I 7,4). Tampoco Floro enuno de los poemas que se le atribuyen (5) : "... El primer da permite ver el bro-

    (45) Cf su anlisis de la Diarqua (40,12-4): la cortesia, erudicin y elegancia son necesarias pa-ra un emperador... Constantino las tuvo y alcanz el cielo; no se advierte su "revolucin" (cf n. 91).

    (46) Como en la de Diocleciano: su comparacin con Mario sera una excelente percepcinde no limitarse al toque moralizante (cf supra, n. 43).

    (47) De rerum natura II 1150 y ss., en especial, 1164-74. Ms genricamente, V 827-36.Tambin la metfora de CICERON (Bruto 16), a propsito de la gnesis de la obra literaria.

    (48) Tres, Empdocles y Aristteles nacimiento, desarrollo y muerte (Retrica 11 1388 b36;y Potica 21); y Sneca el Filsofo, que luego aadir la adulescentia (Epist. 121,15 y 16);Lactancio, en cambio, tendr cinco; "siete", Hipcrates, y la tradicin astrolgica caldea que le diprestigio, con la correspondencia entre ellas y los siete planetas conocidos; y diez, Soln (cf P.ARCHAMBAULT, "The Ages of Man and the Ages of the World. A Study of two Traditions", Rev. destudes Agustiniennes 12, 1966, 194; y M. RUCH, "Le thme de la croissance organique dans lepense historique des Romains, de Caton Florus", ANRW, I 2, Berln-N. Yorlc, 1972, 827-841).

    (49) Div. Inst. VII 15,14-6.(50) La unidad de los distintos "Floro" ha sido muy discutida. Para diferentes perspectivas,

    cf P. JAL, Florus, Oeuvres, Pars, 1967, II, 131-6; B. BALDWIN, "Four Problems with Florus",Latomus 47, 1988, 134-8; L. BESSONE, "Floro: un retore storico e poeta", ANRW II 34,1, Berlin-N.York, 1993, 102-7; y La storia epitomata: introduzione a Floro, Roma, 1996, 123-161.

  • ISABEL MORENO 183

    te de las flores; el segundo, la hinchazn en forma de pirmide de su yemaacrecida; el tercero, los clices ya; la cuarta aurora, agosta el capullo..." (51).Las cuatro fases de la flor son las mismas que las de Roma, seg n el Prlogodel Epitome

    infancia (monarqua), adolescencia (conquista de Italia), po-derosa juventud (imperialismo y secesiones intemas), vejez (no referida).Pero el desarrollo o la aplicacin no. En el rosal saldrn otros capullos: nun-ca ya la misma flor marchitada. En el Epitome, la senectus de Roma parecedetenerse ante el increble "reverdecer" de unos "yertos miembros" (Prl. 8).Es una manipulacin, evidentemente poco brillante, del ciclo estoico que unode los dos Sneca (52) haba mantenido en su adecuado rigor histrico-filos-fico, al convertir en altera infantia un Imperio que devuelve a Roma al podertirnico de la denostada monarqua.

    Ciertamente ese eterno retorno (53) estoico, con la repeticin de cada he-cho, ofreca una perfecta salida al tema de una crisis percibida como tal. La"Historia se repite", y tras un ciclo finiquitado viene el inicio de otro. La so-lucin de Floro, tan peculiar, evidencia, sin embargo, alguna dificultad en suaplicacin. De hecho, el dilema es si tal concepcin era aceptada o aceptablepara un proceso histrico de amplio espectro, o slo en determinadas facetaso aspectos, o es tan slo, o especialmente, un simple recurso literario. Polibioadmite que "la constitucin romana, tras alcanzar la cima, regresar a susprincipios" (VI 9,14) (54) ; pero es dificil que pueda pensar en una "repeticin"lineal del proceso de creacin del imperio mediterrneo de Roma, base de suhistoria universal. Una cosa es aludir a una constitucin y la vuelta de la ma-sa a la ferocidad primitiva, al caer en manos del cabecilla al que su pobrezaexcluye de los honores, es decir al poder tirnico y monrquico (VI 9,9), yotra, creer que ese poder unificador de Roma pueda desaparecer para resurgirde nuevo en un futuro. Los historiadores subrayan la "unicidad" (55) , o, en sudefecto, la importancia extrema, de los eventos (56) que van a referir. Tal vezsea, justamente, el propio tiempo el que ha dado suficiente perspectiva al ig-noto autor de la ltima serie biogrfica latina, que utiliza el tema de las eda-

    (51) Es el X en Minor Latin Poets, J. WIGHT DUFF-A. M. DUFF, eds., London, 1968, 430.(52) La duda sobre si el Rtor o el Filsofo ha generado una amplia bibliografia (cf, p. ej., A.

    GARZETTI, "Floro e l'et adrianea", Athenaeum 42 (1964), 136-56; y C. TIBILITMI, 11 proemio diFloro, Seneca il Retore e Tertulliano, Convivium, n. s. XXVII, 1959, 340; y, como resumen, Cl.FAccim, II Proemio di Floro: la struttura concettuale e formale, Bologna 1990, 34, con bibliografiay discusin en la n. 29); sera importante si aqul hubiera aplicado el tema a su obra histrica es-tructuralmente, no slo como dato filosfico-retrico.

    (53) Cf PLATN, Timeo 22d (como resumen, cf. E. KAHLER, El significado de la Historia,Crculo Univ., Barcelona 1989, 56).

    (54) Para su famosa anaciclosis, cf VI 5,4 y ss.(55) Tucdides escriba "para quien quiera tener una idea clara tanto de los acontecimientos

    que han ocurrido, como de los que, algn da, segn toda probabilidad humana, ocurrirn de mane-ra idntica o similar" (I 22); pero oensaba, realmente, que la Guerra del Peloponeso iba a darse denuevo? Remitimos al excelente anlisis del problema de A. MOMIGLIANO, "El tiempo en la historio-grafa antigua", Ensayos de Historiografia antigua y moderna, Mexico 1993, 162.

    (56) Incluso la Conjuracin salustiana: in primis... sceleris atque periculi NOVITATE (4,4).

  • 184 EL TIEMPO COMO CATEGORA HISTORICA: LA PERIODIZACION...

    des de Sneca-Lactancio y Floro en su ltimo prlogo (Car. 2-3,1), para ajus-tarlo a un peculiar organigrama: la perpetua ley del pndulo, la altemancia eter-na de buenos y malos gobemantes o fases (57) ; ello le permite mantener elpasado y el futuro de Roma en una tensin continua pero, tambin eterna, y, portanto, sin final necesario. Subrayaremos algunas peculiaridades de este pasaje.

    11Floro haba dado el salto de las tres genricas etapas de Cicern, Livio o

    Veleyo, a cuatro abandonando las cinco de Varrn (58), popularizadas porSneca/ Lactancio--, n mero que encajaba con el de Ovidio, que, dentro deuna concepcin neopitagrica y en el mismo tipo de metfora agrcola delpropio Floro, lo haba aproximado al ciclo anual de las estaciones (59)Tambin Amiano, que, en su excursus de los vicios del Senado y el pueblo deRoma (XIV 6,3-6), mantiene el punto de vista del epitomador, incluso en laimagen de la relacin/oposicin Virtus-Fortuna como motor y causa de la glo-ria pasada (60) Lactancio, prescindiendo de las posibilidades que la tradicincristiana le ofreca (61) , se inclinara por las de Sneca; y la HA se ha ligado,habitualmente, a l. La diferencia esencial entre estos cuatro principales tex-tos (62) es que mientras Floro y, en gran medida, la HA utilizan sus esquemaspara incorporar en ellos su materia histrica, los otros, como las referenciasde Srnaco (63) 0 Claudiano (64), recurren a l como elemento retrico, de apo-yo y confirmacin; como simple exemplum.

    Slo recientemente se ha advertido el eje intemo de la obra floriana: den-tro de cada una de las tres edades descritas la materia se ajusta a la peculiarfrmula analstica romana res externae/ internae: ms reducidas stas en lasdos primeras etapas, sobre todo la segunda (I 17[22-261), muy extensas en lajuventud, y viceversa (65) . Quiz algo parecido ocurra con la HA. En este lti-

    (57) Cf infra, n. 73.(58) Cf SERVIO, Coment. a la Eneida V 295; y III 8.(59) Metamorf XV 199-229; tambin HORACIO (Ars Poetica 153-7); cf, adems, RUCH, art.

    cit., 839.(60) As FACCHINI (op. cit., 44; en contra, A. KLOTZ ("Das Geschicheswerk des lteren

    Seneca", Rheinisches Museum 56, 1901, 434); JAL (op. cit., vol. I, p. LXXVII y n. 2), lo rechazaba.(61) "Seis/siete" das en el Gnesis y las bodas de Can; las "tres" jomadas de la aparicin del

    Maestro y los estadios de la revelacin de Dios; o las "cinco" fases de los viadores. En Tertuliano,cuatro: la de la ley de la naturaleza; la mosaica; la de la gracia; y la de la gloria (Virg. VeL I 4,7).

    (62) Para J.M. ALONSO NUEZ (The Ages of Rome, Amsterdam 1982, 27) era el reinicio delciclo en los dos primeros y la consideracin de la Roma eterna en los dos ltimos.

    (63) Cf Discursos 4,6. Sobre ello, cf HAVAS, "La conception organique de l'Histoire...", 101y n. 19.

    (64) Sobre l, cf A. CAMERON, Claudian. Poetry and Propaganda at the Court of Honorius,Oxford 1970, 333-4; y, brevemente, "Claudian and the Ages of Rome", Maia 27, 1975, 47.

    (65) Casi todo el "libro" II son sediciones y guerras civiles; en la adolescencia, un captulo(cf nuestro estudio, "La concepcin dramtica del Epitome de Floro. Su relacin con la monografasalustiana", Kalon Theama. Estudios de Fdologa Clsica, Eds. V. Bcares, P. Fernndez y E.Fernndez. Salamanca, 1999, 309 y ss.

  • ISABEL MORENO 185

    mo prlogo se fija un tpico del que hay eco en las otras biografas, el de losboni/mali imperatores (66) . La cuestin, dificil cuestin, sera determinar si esel tema de este ltimo texto el que incardina las biografas --el autor habravuelto atrs para redondear su redaccin o si, advirtiendo tal leit-motiv,"Vopisco" resume en l, con su peculiar bagaje de retrica e inventiva, lo ad-vertido en ellas. Recogiendo, sin el detalle que sera necesario, la teora ge-neral sobre las muy complejas relaciones de los cuatro textos, se podra decirque: A) el de Sneca (segn Lactancio) era muy distinto al de Floro y que s-te inspir a Amiano. B) Hay un gran paralelismo entre los verbos de Snecay los de "Vopisco": infantia / fundavit; pueritia / viguit; adulescentia / adole-vit iuventus / crevit senectus / consenuit

    altera infantia / reparata si... (67);ste, pues, debi apoyarse en aqul. C) Y tambin en Anniano, porque de suplerumque dissidentes (Virtus-Fort.) debi sacar la idea para su semper ini-mica fortuna iustitiae (Car. 3.6) (68) . A ello, a ttulo siquiera de enunciado, qui-siramos contraponer algunos datos, susceptibles de ampliar, o, al menos,mantener, la discusin sobre el tema:

    1) Pese a las evidentes diferencias de los textos de Sneca/Lactancio yFloro, hay ms de una coincidencia entre sus giros, aunque no pueda decidir-se con claridad si deben adscribirse al autor del tema o al cristiano.Limitndose al Prlogo del Epitome Claudia Facchini apuntaba unas (69) perohay otras varias ("), especialmente en los pasajes programticos, sea al abriro resumir las edades, sea en la transicin de una a otra; y que tales pasajes flo-rianos eran conocidos de la tradicin cristiana, lo demuestra Orosio al quevolveremos despus, en sus propios prefacios (71) . Tal vez Lactancio aadia su fuente original sus recuerdos sobre Floro, o, incluso, sintagmas de su tex-to. De hecho, la dependencia de "Vopisco" del antioquense a travs del giroFortuna INIMJCA IUSTITIAE puede invalidarse al menos cuestionarse, si seobserva que Lactancio caracteriza as, con las mismas palabras y en ese mis-mo prrafo, a la propia Roma: ... quod nomen eius habuerit invisum et INIMI-CA IUSTITIAE alumnum veritatis populum trucidarit. En tal caso la derivacin,o conexin, debera establecerse con el cristiano, con quien, segn W. Hartke,el bigrafo polemizaba (72) ; no con su modelo.

    (66) Cf, para abreviar, los vol menes de la serie HA Colloquium, editados desde 1963 (porA.ALFOLDY-J. STRAUB), en Bonn, hasta el 2000 (G. BONAMENTE, M.MAYER Y F. PASCHOUD), en Bari.

    (67) Floro ignora viguit; y no habla defundare; ni de reparata.(68) Sobre ello, cf D.DEN HENGST, The Prefaces in ihe HA, Amsterdam 1981, 150-3.(69) Op. cit, p. 36.(70) El VIRIBUS SUIS male uteretur, quibus se ipsa C'ONFECIT de las discordias intemas con el eo

    magnitudinis crescere, ut VIRIBUS SUIS CONFICERLTUR (I 47[111 121,6); o el Marianis atque Sullanis, no-vissime Pompei et Caesaris manibus semet ipse LACERAVIT (I 34[111915), resum ido por el cristiano, me-nos interesado en lafelicitas romana, como bellis LACERAM civilibus.

    (71) A partir de l o utilizndolo (cf HAVAS, -Textgeschichte des Florus von der Antike biszur frhen Neuzeit", Athenaeum 80, 1992, 436-7. Tambin, V. ALBA, La concepcin historiogrficade L. Anneo Floro, Madrid 1953, 156; y BESSONE, op. cit., 204-211).

    (72) Romische KinderIcaiser, Berlin 1951, 316.

  • 186 EL TIEMPO COMO CATEGORIA HISTORICA: LA PERIODIZACION...

    2) El esquema de "Vopisco" no encaja exactamente con las "edades" deSneca. Utiliza el arquetipo y parte del lxico, pero con adiciones, precisio-nes y modificaciones que muestran otra posible influencia (2-3,2); y son susrestantes frases (3,2-8) las que reflejan su teora particular: esa ley histricade la obligada "alternancia" debida a la varietas fortunae (3,6-7) que eviden-cia el juego antittico de reyes (Rmulo-Numa // Tarquino), momentos o lap-sos de tiempo, y emperadores (73) "Vop isco" pudo sacar la idea general de unmodelo quiz Amiano, que podra haberle llevado hasta Floro; Lactancio,que lo habra inducido, tal vez por contraste, a lo mismo; quiz Floro mis-mo; pero la ha modificado y, lo que sera ms notable dado el complica-do proceso de composicin de la HA, la ha usado como frmula deorganizacin de su relato. Podra haber sido una de las razones de su reelabo-racin. Curiosamente esa misma alternancia felicidad-desgracia (74) aparece,formulada (75) y aplicada a la historia de Roma, en Orosio (76) . ste, de quienFloro es importante fuente (77) , ha sido en alguna ocasin sugerido como talpara la HA (78) , lo cual evidentemente plantea problemas respecto al momen-to, ms o menos admitido, de su escritura (ca. 395). Pero las peculiaridadesde la gnesis y conclusin de las biografas son tales que quiz no debiera des-cartarse el eco; un detenido anlisis de tal motivo y su perspectiva a lo largode las biografas podra ofrecer ideas nuevas sobre ambos extremos.

    3) A pesar de que "Vopisco" slo coincide con el Epitome en el adolevit (79)y consenuit (8 ), hay otros muchos detalles que parecen indicar que el respon-sable de la HA lo conoca y lo evoca conscientemente; incluso la introduccinrecuerda la del Prlogo floriano: Nam si velimus ab ortu urbis repetere quas

    (73) Como seleccin: viguit usque ad Tarquini Superbi tempora nostra res p., sED.../ adole-vit... SED,..., (2,4); .../ reddidit se in integrum, SED eo usque gravata est Punicis bellis... (2,5-6); Titi

    Domitiani inmanitate... (3,3); Valeriano... Gallienum... (3,5); ...(74) As, 1. HAHN, "Prooemium und Disposition der Epitome des Florus", Eirene 4,1965, 30.(75) lure ab initio hominis per BONA AIALAqUe ADIERNAN1M, exerceri hunc mundum sentit quis-

    quis per se atque in se humanum genus videt (1 1,10); Igitur Romani status agitur semper ALTERNAMUDITIO, et velut forma OCUN1 MAIUS, (VI 14,1).

    (76) No es posible analizar aqu el planteamiento de Orosio su historia es una "realizacindivina"; apuntamos su peculiar secuencia de imperios, tras el que vendr el de Dios, y las coinci-dencias entre el primero (babilnico), y ltimo (Roma; II 2,3-4; y 9; VII 2,3); y la relacin con Floroen terminologa y concepcin (incluso el tpico de la libertas, 3), si bien no en la cronologa.

    (77) Alcanza a la planificacin general (cf V 24,9-21); a pasajes concretos (p. ej., el IV 2);comentarios (V 16,22-23) o giros (intestina clades, ib., 17,1); Roma, animada por sus xitos, olvi-daba los problemas; su vanidad supone la guerra itlica y Sila; y "tras este desastre familiar e inte-rior", los triunfos de Lculo, Pompeyo, y Csar, y el I.R alcanza el confin de las tierras; luego, Carrasy la guerra civil de Pompeyo-Csar; en medio, un incendio que la reduce a ceniza.

    (78) P. ej., para el nombre de Ovinius, VI 19,20-HA, AS 48,1-6 (cf E. BIRLEY, "Some Namesin the HA-, BHAC 1979-81, Bonn 1983, 85). Para J. STRAUB la coleccin era una obra adversus ch-ristianos (cf. Studien zur HA, Bema 1952; y, sobre todo, Heidnische Geschichtsapologetik in dercristlichen Spitantike, Bonn 1963; y sus diversos artculos en la coleccin BHAC 1963-1971).

    (79) Cf Prl. 4; I 18[11 1],1. La HA slo lo utiliza para la respublica aqu (cf. SAL., Conj.51,40). En Lactancio no aparece.

    (80) Prl. 4 y 8. Floro olvida el senescere de la famosa sentencia de Yugurta (2,4), por el com-puesto catilinario (20,10). Pero tambin es utilizado por Lactancio.

  • ISABEL MORENO 187

    varietates sit passa Romana res p., INVENIEMUS... (Car. 2.1) / Si quis ergo P.Romanum quasi unum hominen consideret... INVENIET (Prl. I). Nada obliga-ba al bigrafo a usar la misma subordinada, ni el mismo verbo. Si lo hace, portradicin o por intertextualidad (81) , el eco es consciente. Otro, ste doble,sera la pregunta Quid deinde Numam loquar ...?, semejante a la primera de laserie retrica de la anacepahaleosis floriana de la monarqua (I 2[8]),1) (82),cuya presentacin, "Roma tuvo siete reyes quadam fatorum industria tam VA-RIIS ingenio, ut rei publicae ratio et utilitas postulabat" ( 2), parece materia-lizarse en la vida de Regiliano de "Polin" (83) Otros detalles de las ltimasvidas refuerzan la conexin (84).

    4) La varietas (85) , ligada a Amiano (14,1,1), puede partir, adenns de delpropio variis de Floro, de otros textos, sin duda muy conocidos por el retri-co autor de la HA: de los de Cicern al hablar de la historia: nihil est aptiusad delectationem lectoris quam TEMPORUM VARIETATES FORTUNAEQUE VICISSITU-DINES (Ep. V 12,4); su propia definicin: nonne ipsa varietas, quae est propiafortunae, fortunam esse causam docet? (Div. II 109); o la fllosfica reflexindel De finibus: VARIETATES iniuriasque FORTUNAE facile veterum philosopho-rum praeceptis instituta vita superabat (IV 17) (86) 0 de los de Nepote. Enuno, que recoge el leit-motiv de las vidas la derrota del hroe por la invidiao incomprensin del pueblo--, se advierte que Timteo (t354), que habaacrecentado la gloria de su padre Conn con sus muchas virtudes (87), fue acu-sado de traicin por el pueblo (88) , que apenas repar la injusticia tras su muer-te; el nieto deba rehacer, con gran ignominia, la muralla que su abuelo habaalzado: In quo FORTUNAE VARIETAS est animaduersa (4.1). El otro, ms intere-sante an, incopora este mismo motivo del ascenso-cada de la varietas for-tunae del hombre y la situacin poltica; el giro s bito de la Fortuna (Att.10,1), al regresar Antonio a 1talia, cambi de repente la posicin de tico,amigo de Cicern y Bruto; por tal amistad tuvo que esconderse en casa de P.Volumnio, al que poco antes l haba ayudado: TANTA VARIETAS iis temporibusfuit FORTUNAE, ut modo hi, modo illi in summo essent aut fastigio aut pericu-

    (81) Cf nuestro trabajo, "Intertextualidad y tradicin en la poca imperial: Los prefacios deLivio y Floro", Contemporaneidad de los clsicos:en el umbral del tercer milenio, ed. M.C. LVA-Rez-R.M. IGLESIAS, Murcia, 1999, 613-21.

    (82) El quid Numa religiosius?...lia res poposcit ( 2). Quid ille... Tullus?... Quid aedi-ficator Ancus,...? ( 3-4).

    (83) Valeriano eligi a unos generales dignos de gobemar el Imperio, que se mostraron en ellocual la Romana felicitas, si continuari fataliter potuisset sub bono principe, requirebat. (T 10,15).

    (84) Al tema estamos dedicando un detallado anlisis. Baste ahora explicar el Hispaniensisastutia (Pr. 1,4). Dos de los lideres de la resistencia hispana, Olindico y el Hispaniae Romulus,Viriato, son caracterizados por Floro con esa positiva nota, la astucia

    (85) Variis motibus... felicitate variata (1.2); varietates silpassa R. resp. (2.1); imperii amansvarietaium... eventuum varietate (3,7). La repeticin sintagmtico-temtica sugiere connotacioneseidticas.

    (86) Cabe aadir el maturitates temporum et varietates mutationesque (Nat. II 155).(87) disertus, impiger, laboriosus, rei militaris peritus neque minus civitatis regendae...(88) acer, suspicax ob eamque rem mobilis, adersarius, invidus... La antitesis es clara.

  • 188 EL TIEMPO COMO CATEGORIA HISTORICA: LA PERIODIZACION...

    lo ( 2). El tpico, como tal, y con tal formulacin, es fcil de recordar. Deproceder de ah la idea, la HA se situara, conscientemente, en una lnea de do-ble enlace con el modelo: por una parte, al gnero literario del que ella iba aser la ltima representante; por otra, al tema, cuyo alcance ampla: de una leybiogrfica se pasa a una ley histrica.

    La visin de Sneca y la de Floro respondan a un inters, o necesidad, con-cretos: no por casualidad ste desarroll el tpico de la libertas que aqul habaregistrado, convirtindolo en uno de sus ejes estructurales ms notables (89) . Esevidente tambin que la coincidencia en estos ltimos aos del siglo IV de es-ta refiexin y del tema de las edades se debe a la comprensin de una crisisen la que se est inmerso, o que es inminente. Ms de una vez Roma se habavisto angustiada por esa idea del desastre ("; ahora, sin saberlo, tenan razn.No sabemos si el antioquense fue capaz de ver la segunda gran revolucin deConstantino superior a la de Augusto (9 i que parece haber dejado elImperio ante un nuevo renacimiento, y si, de advertirlo, lo refiri. No parece."Vopisco", sin embargo, en un esfuerzo de interpretacin personal del pasadoreadapta una teora tradicional, rompiendo la secuencia biolgica y ajustando,al menos en parte, su materia a sus conclusiones, y a sus deseos o necesida-des; el problema de la vejez parece ms digerible porque la ley del pndulo laincorpora y modela. Por eso su propio final, un clmax ascendente, aunque co-yuntural, es modlico: Diocleciano y la Tetrarqua resuelven positivamente,una vez ms, esa varietas fortunae; y, lo que es ms notable, la habilidad desu periodizacin muestra cmo una simple obra biogrfica ha logrado tras-cender las exigencias del gnero para sealar, con autntica percepcin hist-rica y hbil resolucin historiogrfica, el resultado del paso del tiempo: unanueva frmula de gobierno da cumplida respuesta a los problemas; y el hitoque su secuenciacin evidencia sigue a n hoy vigente. Las metforas no de-ben servir para las interpretaciones histricas (92) , pero ayudan a entender laHistoria y cmo fue percibida por sus cronistas a lo largo de ella misma.

    Univ. de Salamanca ISABEL MORENO

    (89) Remitimos a nuestro estudio citado en la n. 65.(90) Cf SORDI, op. cit., 781.(91) Porque implicaba, adems de la social y religiosa la transfortnacin en una sociedad

    cristiana, la psicolgica la lengua de la conversin y la ortodoxia ofreci una nueva forma de ex-presin articulando nociones diferentes sobre uno mismo y sobre "el otro"; y la historiogrfica, entanto que la historia eclesistica empez a reemplazar la imperial (cf H.A. DRAKE, Constantine andthe Bishops. The PoIitics of Intolerance, Baltimore 2000).

    (92) La frase es una recreacin intertextual de la de MonuaLIANo (art. cit., 167): "Las met-foras aisladas no hacen interpretaciones histricas".