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DIRECCION S.E. MONS.JAVIER LOZANO BARRAGÁN, Director S.E.MONS.JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor Jefe P. FELICE RUFFINI, M.I., Secretario COMITE DE REDACCION BENEDETTINI P. CIRO BOLIS DRA. LILIANA CUADRON SOR AURELIA D’ERCOLE P. GIOVANNI EL-HACHEM DRA. MAYA GRIECO P. GIANFRANCO HONINGS P. BONIFACIO IRIGOYEN MONS.JESÚS JOBLIN P. JOSEPH MAGNO P. VITO NEROZZI-FRAJESE DRA. DINA PLACIDI ING.FRANCO SANDRIN P. LUCIANO T ADDEI MONS.ITALO CORRESPONSALES BAUTISTA P. MATEO, Argentina CASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A. DELGADO P. RUDE, España FERRERO P. RAMON, Mozambique GOUDOTE P. BENOIT , Costa de Marfil LEONE PROF . SALVINO, Italia P ALENCIA P. JORGE, México PEREIRA P. GEORGE, India VERLINDE SRA. AN, Bélgica WALLEY PROF .ROBERT , Canadá TRADUCTORES CHALON DRA. COLETTE F ARINA SRA. ANTONELLA FFORDE PROF .MATTHEW GRASSER P. BERNARD, M.I. QWISTGAARD SR.GUILLERMO DOLENTIUM HOMINUM N. 51 – año XVII – N. 3, 2002 REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA P ASTORAL DE LA SALUD CIUDAD DEL V ATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139 www.healthpastoral.org E-MAIL: [email protected] Publicación cuatrimestral. Suscripción: 32 para Europa, 30 $ fuera de Europa, comprendidos los gastos de envío Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG) En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri Spedizione in abbonamento postale - art. 2, comma 20/c, legge 662/96 - Roma

DH n.51 spa 1-64sanitarioscristianos.com/doc_plano/biblioteca/Dolentium Hominum... · Jornada Mundial del Enfermo os ofrece una ocasión propicia que os mueva cada vez más a ser

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DIRECCION

S.E. MONS. JAVIER LOZANO BARRAGÁN, DirectorS.E.MONS. JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor JefeP. FELICE RUFFINI, M.I., Secretario

COMITE DE REDACCION

BENEDETTINI P. CIRO

BOLIS DRA. LILIANA

CUADRON SOR AURELIA

D’ERCOLE P. GIOVANNI

EL-HACHEM DRA. MAYA

GRIECO P. GIANFRANCO

HONINGS P. BONIFACIO

IRIGOYEN MONS. JESÚS

JOBLIN P. JOSEPH

MAGNO P. VITO

NEROZZI-FRAJESE DRA. DINA

PLACIDI ING. FRANCO

SANDRIN P. LUCIANO

TADDEI MONS. ITALO

CORRESPONSALES

BAUTISTA P. MATEO, ArgentinaCASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A.

DELGADO P. RUDE, EspañaFERRERO P. RAMON, Mozambique

GOUDOTE P. BENOIT, Costa de Marfil LEONE PROF. SALVINO, ItaliaPALENCIA P. JORGE, México

PEREIRA P. GEORGE, IndiaVERLINDE SRA. AN, Bélgica

WALLEY PROF. ROBERT, Canadá

TRADUCTORES

CHALON DRA. COLETTE

FARINA SRA. ANTONELLA

FFORDE PROF. MATTHEW

GRASSER P. BERNARD, M.I.QWISTGAARD SR. GUILLERMO

DOLENTIUM HOMINUMN. 51 – año XVII – N. 3, 2002

REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD

Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUDCIUDAD DEL VATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139

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Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG)

En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri

Spedizione in abbonamento postale - art. 2, comma 20/c, legge 662/96 - Roma

DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

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Sumario4 Mensaje de Su Santidad Juan Pablo II

para la XI Jornada Mundialdel Enfermo, 11 de febrero de 2003

V ASAMBLEA DEL PONTIFICIO CONSEJOPARA LA PASTORAL DE LA SALUD2 - 4 MAYO 2002

8 Palabras de homenaje al Santo PadreS.E. Mons. Javier Lozano Barragán

9 Las nuevas fronteras abiertas por el progreso deben centrarse en la cultura de la vidaJuan Pablo II

11 CrónicaS.E. Mons. José L. Redrado, OH

12 Homilía en la Misa de aperturaS.E. Mons. Javier Lozano Barragán

13 Segundo día: Homilía S.E.R. Card. Nasrallah Pierre Sfeir

15 Tercer día: HomilíaS.E.R. Card. Jaime Ortega y Alamino

ARGUMENTOS

18 La humanización de la muerteProf. Salvino Leone

26 El seguimento pastoralde los moribundosP. Arnaldo Pangrazzi

29 El consentimiento informado: entre ética y derechoProf. Franco PilottoProf. Pierluigi Badon

35 Duc in altum! Los médicos y la nueva evangelizaciónProf. Gian Luigi Gigli

44 San Josemaría Escrivá: el valor de la oracióny del sufrimiento de los enfermosP. Miguel Angel Monge

TESTIMONIOS

48 La vida y la obra del Padre Pierluigi MarchesiS.E. Mons. José L. Redrado, OH

53 Maratona contra el S.I.D.A.Hno. Ramon Ferreró, OH

55 Departamento Episcopal de Pastoral de Salud Conferencia Episcopal Peruana

XXI CONGRESO MUNDIALDE MÉDICOS CATÓLICOS EN SEÚL

60 Carta del Card. Sodano a Mons. Javier Lozano Barragán

61 CrónicaProf. Gian Luigi Gigli

64 XXI Congreso Mundial de la FIAMCMoción Final

Las ilustraciones de este número proceden del volumen:“Tommaso Gismondi, un viaggio attraverso l’arte

e la fede di un insigne scultore italiano”Realizado por los Caballeros de Colombo

New Haven, Connecticut

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DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

Mensaje de Su Santidad Juan Pablo II para la XI Jornada Mundial del Enfermo

WASHINGTON D.C., U.S.A., 11 DE FEBRERO 2003

1. “Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, co-mo Salvador del mundo... Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, yhemos creído en él” (1 Jn 4,14.16).

Estas palabras del apóstol Juan sintetizan muy bien las finalidades de la Pastoral dela Salud, por medio de la cual la Iglesia, reconociendo la presencia del Señor en loshermanos aquejados por el dolor, se esfuerza en llevarles el gozoso anuncio delEvangelio y ofrecerles signos creíbles de amor.

En este contexto se enmarca la XI Jornada Mundial del Enfermo, que tendrá lugarel 11 de febrero de 2003 en Washington D.C., Estados Unidos, en la basílica dedica-da a la Inmaculada Concepción, santuario nacional. El lugar y el día escogidos invi-tan a los creyentes a dirigir la mirada hacia la Madre de Dios. Encomendándose aella, la Iglesia se siente impulsada hacia un renovado testimonio de caridad, para ha-cerse icono viviente de Cristo, Buen Samaritano, en tantas situaciones de sufrimientofísico y moral del mundo de hoy.

Hay preguntas urgentes sobre el dolor y la muerte que, sentidas dramáticamente enel corazón de todo hombre, no obstante los continuos intentos por eludirlas o ignorar-las por parte de una mentalidad secularizada, esperan respuestas válidas. Espe-cialmente ante trágicas experiencias humanas, el cristiano está llamado a testimoniarla consoladora verdad de Cristo resucitado, que asume las heridas y los males de lahumanidad, incluida la muerte, y los convierte en momentos de gracia y de vida. Es-te anuncio y este testimonio deben ser comunicados a todos, en cualquier lugar delmundo.

2. Es de desear que el Evangelio de la vida y del amor, gracias a la celebración dela próxima Jornada Mundial del Enfermo, resuene con vigor, especialmente en Amé-rica, donde viven más de la mitad de los católicos. En el Continente americano, co-mo en otras partes del mundo, “parece perfirlarse un modelo de sociedad en la quedominan los poderosos, marginando e incluso eliminando a los débiles. Pienso ahoraen los niños no nacidos, víctimas indefensas del aborto; en los ancianos y los enfer-mos incurables, objeto a veces de la eutanasia; y en tantos otros seres humanos mar-ginados por el consumismo y el materialismo. No puedo ignorar el recurso no nece-sario a la pena de muerte... Semejante modelo de sociedad se caracteriza por la cultu-ra de la muerte y, por tanto, está en contraste con el mensaje evangélico” (Exhort. ap.postsinodal Ecclesia in America, 63). Frente a esta preocupante realidad, ¿cómo noponer entre las prioridades pastorales la defensa de la cultura de la vida? Para los ca-tólicos que trabajan en el campo médico-sanitario, es una tarea urgente hacer todo loposible por defender la vida, principalmente cuando está en peligro, actuando recta-mente con una conciencia formada según la doctrina de la Iglesia.

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DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

A este noble fin colaboran ya de manera alentadora los numerosos Centros de Sa-lud, por medio de los cuales la Iglesia católica ofrece un auténtico testimonio de fe,de caridad y de esperanza. Éstos han podido contar hasta ahora con la colaboraciónde un número significativo de religiosos y religiosas como garantía de un servicioprofesional y pastoral cualificado. Es de desear que surjan nuevas vocaciones, quepermitan a los Institutos religiosos continuar en esta benemérita actividad e inclusoacrecentarla con la aportación de tantos voluntarios laicos, por el bien de la humani-dad doliente en el Continente americano.

3. Este campo privilegiado de apostolado concierne a todas las Iglesias particula-res. Es necesario, pues, que cada Conferencia Episcopal, por medio de organismosapropiados, se esfuerce en promover, orientar y coordinar la Pastoral de la Salud, pa-ra fomentar en todo el Pueblo de Dios la atención y disponibilidad respecto al com-plejo mundo del dolor.

Para que este testimonio de amor sea cada vez más creíble, los agentes de la Pasto-ral de la Salud deben actuar en plena comunión entre sí y con sus Pastores. Esto esparticularmente urgente en los hospitales católicos, llamados a reflejar cada vez me-jor en su organización, que ha de responder a las necesidades modernas, los valoresevangélicos, como recuerdan insistentemente las directrices sociales y morales delMagisterio. Eso exige un movimiento unitario entre los hospitales católicos, queabarque todos los sectores, incluido el económico-organizativo.

Los hospitales católicos deben ser centros de vida y de esperanza, donde se pro-muevan, junto con el servicio de los capellanes, los comités éticos, la formación delpersonal sanitario laico, la humanización de los cuidados a los enfermos, la atencióna sus familias y una particular sensibilidad hacia los pobres y los marginados. El tra-bajo profesional ha de concretizarse en un auténtico testimonio de caridad, teniendopresente que la vida es un don de Dios, del cual el hombre es solamente administra-dor y garante.

4. Esta verdad debe ser defendida constantemente ante el progreso de las ciencias yde las técnicas médicas, que buscan la curación y una mejor calidad de vida para laexistencia humana. En efecto, es un principio fundamental que la vida debe ser pro-tegida y defendida desde su concepción hasta su ocaso natural.

Como he recordado en la Carta apostólica Novo millennio ineunte: “El servicio alhombre nos obliga a proclamar, oportuna e importunamente, que cuantos se valen delas nuevas potencialidades de la ciencia, especialmente en el terreno de las biotecno-logías, nunca han de ignorar las exigencias fundamentales de la ética, apelando talvez a una discutible solidaridad que acaba por discriminar entre vida y vida, con eldesprecio de la dignidad propia de cada ser humano” (n. 51).

La Iglesia, abierta al auténtico progreso científico y tecnológico, aprecia el esfuer-zo y el sacrificio de quien, con entrega y profesionalidad, contribuye a elevar la cali-dad del servicio ofrecido a los enfermos, respetando su dignidad inviolable. Cada in-tervención terapéutica, cada experimentación, cada trasplante, debe tener en cuentaesta verdad fundamental. Por tanto, nunca es lícito matar un ser humano para curar aotro. Y si en la etapa final de la vida son aconsejables tratamientos paliativos, evitan-do el ensañamiento terapéutico, nunca será lícita acción alguna u omisión que, por su

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DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

naturaleza y en las intenciones del personal sanitario, vaya dirigida a procurar lamuerte.

5. Es mi mayor deseo que la XI Jornada Mundial del Enfermo suscite en las Dió-cesis y en las comunidades parroquiales una renovada dedicación a la Pastoral de laSalud. Debe prestarse una adecuada atención a los enfermos que están en su propiacasa, ya que la hospitalización se va reduciendo cada vez más y a menudo los enfer-mos se encuentran en manos de sus familiares. En los países donde faltan centrosadecuados de atención, incluso los enfermos terminales son dejados en sus vivien-das. Los párrocos y todos los agentes pastorales han de procurar que nunca les faltela consoladora presencia del Señor a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos.

La Pastoral de la Salud debe reflejarse de manera adecuada en el programa de for-mación de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas, porque en la atención a losenfermos, más que en otras cosas, se hace creíble el amor y se ofrece un testimoniode esperanza en la resurrección.

6. Queridos capellanes, religiosos y religiosas, médicos, enfermeros y enfermeras,farmacéuticos, personal técnico y administrativo, asistentes sociales y voluntarios, laJornada Mundial del Enfermo os ofrece una ocasión propicia que os mueva cada vezmás a ser generosos discípulos de Cristo, Buen Samaritano. Conscientes de vuestraidentidad, descubrid en los enfermos el Rostro del Señor doliente y glorioso. Mostra-os disponibles a darles asistencia y esperanza, sobre todo a las personas afectadas pornuevas enfermedades, como el SIDA, o las todavía presentes como la tuberculosis, lamalaria y la lepra.

A vosotros, queridos hermanos y hermanas que sufrís en el cuerpo o en el espíritu,os deseo de corazón que sepáis reconocer y acoger al Señor que os llama a ser testi-gos del Evangelio del sufrimiento, contemplando con confianza y amor el Rostro deCristo crucificado (cf. Novo millennio ineunte, 16), y uniendo vuestros sufrimientosa los suyos.

Os encomiendo a todos a la Virgen Inmaculada, Nuestra Señora de Guadalupe, Pa-trona de América y Salud de los Enfermos. Que ella escuche la invocación que pro-viene del mundo del sufrimiento y enjugue las lágrimas de quien se encuentra en eldolor; que esté al lado de cuantos viven en soledad su enfermedad y, con su interce-sión materna, ayude a los creyentes que trabajan en el campo de la salud a ser testi-gos creíbles del amor de Cristo.

¡A todos os doy con afecto mi Bendición!

Vaticano, 2 de febrero de 2003

V Asamblea del Pontificio Consejopara la Pastoral

de la Salud

2 - 4 Mayo 2002Domus Sanctae Marthae

Ciudad del Vaticano

DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

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minum, con el que VuestraSantidad instituyó el Dicaste-rio, y de la Constitución Apos-tólica Novo Millennio Ineunte,sin dejar de lado la rica doctri-na expuesta por Vuestra Santi-dad en la Encíclica SalvificiDoloris. Deseamos someternuestro proyecto a vuestraeventual aprobación para queconstituya el plan de trabajodel Pontificio Consejo para laPastoral de la Salud durantelos próximos cinco años.

El punto de partida, el obje-tivo general de nuestro plan detrabajo es: mostrar el Rostrode Cristo, doliente y glorioso,en el misterio de su muerte yde su resurrección, para reali-zar la nueva Evangelizaciónen el mundo del sufrimiento yde la salud. En este rostro con-templamos el sentido más pro-fundo de la intuición queVuestra Santidad tuvo al insti-tuir nuestro Dicasterio, quemanifiesta la solicitud de laIglesia en favor de los enfer-mos y de los que sufren, ayu-

Beatísimo Padre:

Me alegra presentar a Vues-tra Santidad los Miembros yalgunos de los Consultores,que recientemente ha nom-brado o confirmado en elPontificio Consejo para laPastoral de la Salud. Asimis-mo, están presentes aquí losEminentísimos Señores Car-denales, los ExcelentísimosSeñores Arzobispos, Obispos,Presbíteros, Religiosas y Lai-cos. Deseo presentarle tam-bién al Secretario, S.E.R.Mons. José Luis Redrado,OH, al Vice-Secretario, Rev-do. P. Felice Ruffini, M.I. y alos Oficiales y Componentesdel Pontificio Consejo.

Durante estos tres días nosreuniremos en la Vª AsambleaPlenaria, para elaborar un pro-yecto de planificación denuestro Dicasterio segúnVuestras directrices para laPastoral de la Salud. Estas di-rectrices las hemos tomado delMotu Proprio Dolentium Ho-

dando espiritualmente a losAgentes de la Salud. La mis-ma estructura del triple minis-terio de la Iglesia nos ha per-mitido ordenar el trabajo denuestro Dicasterio en torno atres objetivos específicos: Pa-labra de Dios, Santificación yComunión eclesial. Nos he-mos interrogado acerca delmodo de ser más eficaces paraayudar a Vuestra Santidad enel trabajo primacial de la Pas-toral de la Salud, y nuestroproyecto de planificación es larespuesta que debemos trazar,perfeccionando los 51 progra-mas del Dicasterio que hastahoy hemos realizado.

Quiera Vuestra Santidadbendecir nuestra humilde coo-peración, indicarnos su volun-tad e iluminarnos con su auto-rizada palabra.

S.E. Mons. JAVIER LOZANOBARRAGAN

Presidente del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud

Santa Sede

Palabras de homenaje al Santo Padre

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Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra particularmente nuestro en-cuentro, con ocasión de la asamblea plenariadel Consejo pontificio para la pastoral de lasalud, durante la cual os proponéis estudiar ytrazar un nuevo plan de trabajo para los próxi-mos cinco años.

Saludo al presidente del dicasterio, el arzo-bispo monseñor Javier Lozano Barragán, y leagradezco las cordiales palabras que me ha di-rigido para interpretar los sentimientos comu-nes de los presentes. Mi saludo se extiende alos señores cardenales y a los venerados her-manos en el episcopado, miembros del Conse-jo pontificio, a los consultores y expertos, alsecretario y al subsecretario, así como a losoficiales sacerdotes, religiosos y laicos. Que-ridos hermanos, os agradezco a todos la valio-sa ayuda que me dais en un ámbito tan cualifi-cado del testimonio evangélico.

2. El ingente trabajo realizado por vuestrodicasterio durante estos diecisiete años desdesu institución confirma la necesidad de que,entre los organismos de la Santa Sede, hayauno encargado específicamente de manifestar“la solicitud de la Iglesia por los enfermos,ayudando a quienes realizan un servicio paracon los que están enfermos y los que sufren,con el fin de que el apostolado de la miseri-cordia, al que se dedican, responda cada vezmejor a las nuevas exigencias” (Pastor bonus,art. 152).

Demos gracias al Señor por la amplia y arti-culada actividad pastoral que se realiza a esca-la mundial en el campo de la sanidad con elestímulo y el apoyo de vuestro dicasterio. Osanimo a todos a proseguir con ardor y con-fianza en este camino, dispuestos a ofrecer alos hombres de nuestro tiempo el evangelio dela misericordia y de la esperanza.

3. Inspirándose en la carta apostólica Novomillennio ineunte, vuestra asamblea se propo-ne como objetivo reflexionar sobre cómo mos-trar mejor el rostro de Cristo doliente y glorio-so, iluminando con el Evangelio el mundo de

la salud, del sufrimiento y de la enfermedad,santificando al enfermo y a los profesionalesde la salud, y promoviendo la coordinación dela pastoral de la salud en la Iglesia.

En este tiempo pascual contemplamos elrostro glorioso de Jesús, después de habermeditado, especialmente durante la SemanaSanta, en su rostro doliente. En estas dos di-mensiones se encuentra la esencia del Evan-gelio y del ministerio de la Iglesia.

En la carta apostólica Novo millennioineunte escribí que Jesús, “mientras se identi-fica con nuestro pecado, “abandonado” por elPadre, él se “abandona” en las manos del Pa-dre”; de este modo vive “a la vez la unión pro-funda con el Padre, de por sí fuente de alegríay felicidad, y la agonía hasta el grito de aban-dono” (n. 26).

En el rostro doliente del Viernes santo seoculta la vida de Dios entregada por la salva-ción del mundo. Mediante el Crucificado,nuestra contemplación debe abrirse al Resuci-tado. La Iglesia, confortada por esta experien-cia, está siempre dispuesta a reanudar su ca-mino para anunciar a Cristo al mundo.

4. Vuestra actual asamblea plenaria centrasu atención en programas orientados a ilumi-

DOLENTIUM HOMINUM N. 48-2001

Las nuevas fronteras abiertas por el progresodeben centrarse en la cultura de la vidaDISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A LOS PARTICIPANTES EN LA V ASAMBLEA PLENARIA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD, JUEVES 2 DE MAYO DE 2002

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nar con la luz del rostro doliente y glorioso deCristo todo el universo de la sanidad. Es deci-sivo profundizar desde esta perspectiva la re-flexión sobre las temáticas concernientes a lasalud, a la enfermedad y al sufrimiento, deján-dose guiar por una concepción de la personahumana y de su destino fiel al plan salvíficode Dios.

Las nuevas fronteras abiertas por el progre-so de las ciencias de la vida, y las aplicacionesque derivan de ellas, han puesto en las manosdel hombre un poder y una responsabilidadenormes. Si prevalece la cultura de la muerte,si en el campo de la medicina y de la investi-gación biomédica los hombres se dejan condi-cionar por opciones egoístas o por ambicionesprometeicas, será inevitable que la dignidadhumana y la vida misma se vean amenazadaspeligrosamente. Si, por el contrario, el trabajoen este importante sector de la salud se centraen la cultura de la vida, bajo la guía de la rec-ta conciencia, el hombre encontrará respues-tas válidas a sus expectativas más profundas.

Vuestro Consejo pontificio debe dar su con-tribución a una nueva evangelización del do-lor, que Cristo asume y transfigura en el triun-fo de la Resurrección. A este respecto, esesencial la vida de oración y el recurso a lossacramentos, sin los cuales resulta difícil elcamino espiritual, no sólo de los enfermos, si-no también de quienes los asisten.

5. El ámbito de la salud y del sufrimientoafronta hoy nuevos y complejos problemas,que requieren un compromiso por parte detodos. La disminución del número de religio-sas comprometidas en este ámbito, el difícilministerio de los capellanes de hospitales, lasdificultades para organizar en las Iglesias lo-cales una pastoral de la salud adecuada e in-cisiva, y la relación con el personal sanitario,que no siempre está en sintonía con las orien-taciones cristianas, constituyen un conjuntode temas, con aspectos problemáticos, queseguramente son objeto de vuestra atenta re-flexión.

Vuestro dicasterio, fiel a su misión, debeseguir manifestando la solicitud pastoral dela Iglesia por los enfermos; debe ayudar a losque cuidan de quienes sufren, de modo parti-cular a los que trabajan en los hospitales, atener siempre una actitud de respeto por la vi-da y la dignidad del ser humano. Para conse-guir estos objetivos, resulta útil la colabora-ción generosa con las organizaciones interna-cionales de la salud.

El Señor, buen samaritano de la humani-dad sufriente, os asista siempre. La Virgensantísima, Salud de los enfermos, os sostengaen vuestro servicio y sea vuestro modelo enla acogida y en el amor.

Asegurándoos mi oración, os imparto decorazón la bendición apostólica.

DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

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El Pontificio Consejo para laPastoral de la Salud ha realiza-do su Vª Asamblea Plenaria del2 al 4 de mayo, en la que hantomado parte todos sus Miem-bros y algunos Consultores.

La tarea de los participantesera:

1) Evaluar la realización denuestros programas, de confor-midad con los objetivos que ha-bíamos fijado en los cinco añosprecedentes;

2) aportar sugerencias paradiseñar la finalidad concreta delDicasterio al comienzo del ter-cer milenio, según la Constitu-ción Apostólica Pastor Bonus,el Motu Proprio Dolentium Ho-minum, documento que institu-yó el Dicasterio, y la Exhorta-ción Apostólica Novo MillennioIneunte;

3) a la luz de lo anterior, indi-car sugerencias para mejorarlos programas existentes, reno-varlos o añadir otros.

Luego de un saludo dirigidoa todos los participantes, el Pre-sidente del Dicasterio S.E.Mons. Javier Lozano Barragánintrodujo los trabajos presen-tando los temas a tratarse y lametodología por seguir. El ob-jetivo de la Asamblea era tratarde que, al comienzo del tercermilenio, el Pontificio Consejose convierta cada vez más enun instrumento adecuado parael Santo Padre en la nuevaEvangelización en el ámbito dela Pastoral de la Salud. En efec-to, según el n. 152 de la Consti-tución Apostólica Pastor Bo-nus: “El Consejo manifiesta lasolicitud de la Iglesia por losenfermos, ayudando a quienesrealizan un servicio para conlos que están enfermos y losque sufren, con el fin de que elapostolado de la misericordia,al que se dedican, responda ca-da vez mejor a las nuevas exi-gencias”.

Esta tarea se ha desarrolladoen las siguientes líneas, indica-das también por la mismaConstitución en el número 153,es decir: “1. Compete al Conse-jo difundir la doctrina de laIglesia sobre los aspectos espi-

rituales y morales de la enfer-medad y el significado del do-lor humano. 2. Ofrece su cola-boración a las Iglesias particu-lares, para que se ayude a losagentes de la salud con la aten-ción espiritual en el desarrollode su actividad según la doctri-na cristiana, y además para queno falten las ayudas adecuadasa los que se dedican a la acciónpastoral en este sector en ordena cumplir su labor. 3. Favoreceel estudio y la acción que, eneste campo, se desarrollan devarios modos (tanto las organi-zaciones católicas internaciona-les, como otras Instituciones).4. Sigue atentamente, en elcampo legislativo y científico,las novedades referentes a la sa-lud, con el fin de que se tenganen cuenta oportunamente en lalabor pastoral de la Iglesia”.

Como Pontificio Consejo he-mos tratado de realizar el man-dato del Santo Padre realizandouna planificación del trabajocomo Dicasterio que se vuelveconcreto en más de cincuentaprogramas, ordenados según eltriple munere clásico de la Igle-sia, es decir, enseñar, santificary realizar la comunión.

Durante la audiencia en laSala Clementina, concedida pa-ra la Asamblea Plenaria, el pri-mer día, jueves 2 de mayo, elSanto Padre, luego de compla-cerse por la actividad desarro-llada por el Dicasterio, ha su-brayado: “Vuestra Asambleatiene como objetivo reflexionar

en torno al mejor modo paramostrar el Rostro de Cristo su-friente y glorioso, iluminandocon el Evangelio el mundo de lasalud, del sufrimiento y de laenfermedad, santificando al en-fermo y a los agentes de la sa-lud, y promoviendo la coordi-nación de la pastoral de la saluden la Iglesia”. Y ha añadido:“Las nuevas fronteras abiertaspor el progreso de las cienciasde la vida... han puesto en lasmanos del hombre un poder yuna responsabilidad enormes.Si prevalecerá la cultura de lamuerte, ...será inevitable que ladignidad humana y la mismavida sean amenazadas peligro-samente. Por el contrario, si eltrabajo en este importante sec-tor de la salud estará marcadopor la cultura de la vida, bajo laguía de la recta conciencia, elhombre encontrará respuestasválidas a sus expectativas másprofundas”.

El fruto de la Vª AsambleaPlenaria es el plan de trabajodel Pontificio Consejo para laPastoral de la Salud; se trata deun apropiado instrumento parael trabajo cotidiano del Dicas-terio. Dicho plan de trabajo,aprobado por el Santo Padre,comprende 53 programas, or-ganizados en torno a los Mi-nisterios de la Palabra, de laSantificación y de la Comu-nión, y están confiados a losmiembros del Dicasterio: su-periores, oficiales y colabora-dores voluntarios.

Se ha enviado una copia del“Plan de trabajo 2002-2007 delPontificio Consejo para la Pas-toral de la Salud” a los Jefes deDicasterio de la Curia Romana,a los representantes Pontificios,a los Presidentes de las Confe-rencias Episcopales, a los Obis-pos encargados de la Pastoralde la salud, así como a losMiembros y Consultores delDicasterio.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO,O.H.

Obispo Titular de OfenaSecretario del Pontificio Consejo

para la Pastoral de la SaludSanta Sede

DOLENTIUM HOMINUM N. 51-2002

Crónica

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Eminencias, Excelencias,queridos Miembros, Consulto-res, Oficiales y demás compo-nentes de nuestro Dicasterio:

Os doy la bienvenida anuestra Vª Asamblea Plenariadel Pontificio Consejo para laPastoral de la Salud. Me con-gratulo con vosotros porque esun gran privilegio ayudar alSanto Padre en el desempeñode su misión de primacía en laPastoral de la Salud. Este es elobjetivo de nuestra Vª Asam-blea Plenaria.

Iniciemos invocando al Es-píritu Santo para que nos guiey nos ilumine en la actualiza-ción de nuestra misión en estecampo tan difícil y al mismotiempo tan importante, pues lanueva Evangelización alcanzasu punto crítico precisamentecuando logra proporcionar oencuentra una respuesta ade-cuada a los problemas que no-sotros tratamos en torno al do-lor, al sufrimiento y, sobre to-do, a la muerte. Nuestra res-puesta a la salud y a la vida,precisamente como podemosresponder en estos días dePascua con el misterio que esla llave principal de lectura dela Historia, es la muerte y laresurrección de Cristo. Implo-remos al Espíritu Santo a finde que abra ante nosotros nue-vos horizontes, para que evan-gelicemos este mundo secula-rizado que tiene tanto temorde la muerte y hace todo lo po-sible para esconderla.

En esta Eucaristía pidamosal Espíritu Santo la ayuda ne-cesaria para comprender las lí-neas evangélicas fundamenta-les de la Pastoral de la Salud,mientras contemplamos al Se-ñor Jesús que cura a los enfer-mos y devuelve la vida a losmuertos. El texto evangélicoque hemos escuchado nos ha-bla de todos los milagros de lasalud en su conjunto, peropienso que sería útil hacer unabreve mención de cada uno delos Evangelios para encontrar

los elementos comunes y laspautas que el Buen Pastorquiere mostrarnos para reali-zar esta acción pastoral espe-cífica.

San Mateo nos habla de cua-tro curaciones: la del siervo delcenturión, la de los dos ciegos,la curación del ciego y del mu-do, y la curación de los ciegosde Jericó (Mt 8, 5-13; 9, 27-31;12, 22-23; 20, 29-34).

San Marcos nos habla deocho milagros: la curación dela suegra de Pedro, la curacióndel leproso, la del paralíticoque lo hicieron bajar del techoen la casa donde Jesús estabaenseñando, la curación delhombre con la mano paraliza-da que estaba en la sinagoga,la resurrección de la hija deJairo, la curación de la hemo-rroísa, la curación de un sor-domudo, y la curación del cie-go de Betsaida (Mc 1, 29-32;40-45; 2, 1-12; 3, 1-6; 5, 21-43; 7, 31-37; 8, 22-26).

San Lucas nos ofrece cincoejemplos: la resurrección delhijo de la viuda de Naím, lacuración de la mujer encorva-da en la sinagoga el día de sá-bado, la curación del hidrópi-co, la de los diez leprosos y, enfin, la curación de la oreja deMalco en el huerto de Getse-maní (Lc 7, 11-17; 13, 10-13;14, 1-6; 17, 11-19; 22, 50-51).

San Juan nos habla de cua-tro milagros: la curación delhijo de un funcionario real, ladel paralítico en la piscina deBezatá, la curación del ciegode nacimiento y la resurrec-ción de Lázaro (Jn 4, 46-54; 5,1-9; 9, 1-7; 11, 38-44).

Prácticamente los evange-listas nos narran 21 curacio-nes. Algunas las encontramosen los tres sinópticos, mientrasotras sólo en el evangelistaJuan. Se trata de varias formasde enfermos: ciegos, mudos,sordos, cojos, paralíticos, etc.,así como de personas muertas.Algunos milagros no se repi-ten, otros sí. La fiebre es cura-

da dos veces, a un enfermoterminal se le restituye la sa-lud, se cura a un hidrópico, securan a tres paralíticos, seisciegos pueden ver, un ciego ymudo ve y habla, un sordomu-do escucha y habla, se restitu-ye una oreja, once leprososson sanados y tres muertos re-sucitan.

En estos milagros se subra-yan los siguientes elementos:los milagros son el signo deque el Reino de Dios está pre-sente; la liberación del pecadoy de la enfermedad al parecerconvergen en el gran milagrode la resurrección de Cristo.El contacto físico de Cristocon el enfermo es muy impor-tante, aparece como un con-tacto con Dios, como un re-greso a la armonía original,como el tiempo de espera dela fiesta continua del cielo, co-mo la presencia salvífica hoydel Señor, como confianza ab-soluta. Recuperar la vista apa-rece como símbolo de la luz

que es Cristo que ilumina elmundo; las etapas que apare-cen en un caso para devolverla vista, indican el camino pe-noso y lento del crecimientode la fe. También aparece laimportancia de la gratitud delos que han sido curados, y de

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Homilía en la Misa de apertura de la Vª Asamblea Plenaria del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud2 MAYO 2002

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la nueva inserción de la comu-nidad de aquellos que habíansido excluidos. Los que hansido objeto del milagro difun-den la fama del Señor, lo quehoy podríamos denominar larecta opinión pública. Tam-bién se insiste mucho en laoración, en la alabanza a Dios,en la acción de gracias, en lafe, la compasión efectiva, eldominio sobre la vida.

Según esta lección del divi-no Maestro y Médico, pareceque nuestra Pastoral de la Sa-lud debe poner de relieve lossiguientes puntos:

– Presentar la Pastoral de laSalud como signo de que elReino de Dios está presente,como retorno a la armonía ori-ginal, como tiempo de la es-pera de la fiesta continua delcielo.

– Fundar la Pastoral de laSalud en la oración de petición,de alabanza y de adoración aDios Padre Omnipotente.

– Crear el contacto vital en-tre Cristo y el mundo de la sa-lud.

– Sentir y hacer ver a Diosen la Pastoral de la salud, esi-mismándonos en el enfermo,incorporándonos en la Pasión,Muerte y Resurrección deCristo.

– Obrar de manera que to-das nuestras acciones tiendana la Resurrección de Cristo y ala nuestra.

– Mostrar a Cristo como elSeñor de la vida, como fuenteplena de amor, como presen-cia salvífica.

– Reavivar las virtudes teo-logales, la Fe, la Esperanza yla Caridad; quizás poniendohoy el acento en la Esperanzaen el mundo secularizado.

– Desarollar una Pastoralllena de amistad y delicadeza,asimilándonos a cada personaenferma, teniendo una verda-dera compasión.

– Perdonar, eliminar todos

los procedimientos que pue-dan alienar a la persona.

– Favorecer un ambiente deconfianza, gratuidad y gratituden la Pastoral de la Salud.

– Adecuarse al ritmo de la fey de la enfermedad en cadapaciente y en el que sufre.

– Unir los que sufren y losenfermos con sus familias ycon la comunidad.

– Difundir una cultura cris-tiana en torno a la salud.

Quiera el Espíritu Santoayudarnos en esta Vª Asam-blea Plenaria para comprendery experimentar íntimamente elRostro doliente de Cristo co-mo salud, vida y resurrección,tal como lo celebramos en estaEucaristía.

S.E. Mons. JAVIER LOZANOBARRAGAN

Presidente del Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud

Santa Sede

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Segundo día: Homilía pronunciada por el Card. SFEIR3 MAYO 2002

Alabado sea Jesucristo.“Y todo lo que pidáis en mi

nombre, yo lo haré” (Jn 14,13).

Eminencias, Excelencias,queridos hermanos y herma-nas:

Este versículo del Evange-lio de San Juan, que he elegi-do como argumento paranuestra meditación de hoy, meparece que es rico de sentidoteológico. Nos abre horizontesimpensables. El Señor nos in-vita implícitamente a orar a suPadre que está en los cielos.Nos asegura que nuestra ora-ción ciertamente será escu-chada. Pero nos impone unacondición, esto es, que la ora-

ción debe ser dirigida al Padrea través de El que es su HijoUnico.

1. Es jueves santo, Jesús lavalos pies a sus discípulos, dejade lado a Judas el traidor, y lesda un nuevo mandamiento: elamor que deben tener unos conotros. Luego se va y Pedro nopuede seguirlo; en efecto,“¿Por qué no puedo seguirteahora? Yo daré mi vida por tí.Le responde Jesús: ¿Que darástu vida por mí? Yo te aseguro:no cantará el gallo antes que túme hayas negado tres veces”(Jn 13, 37-38). Es una lecciónsevera dirigida a Pedro. Nuncadebemos contar en nuestrasfuerzas, sino sólo en las queprovienen de arriba. Se trata

del primer discurso que Jesúsdirige a sus discípulos cuandoestaba por regresar al Padre.Seguirá otro discurso que serádel adiós. Es precisamente eneste contexto que El invita alos discípulos a orar, diciéndo-les: “Y todo lo que pidáis en minombre, yo lo haré”.

En lo que concierne la ora-ción, el Catecismo de la Igle-sia Católica enseña: “CuandoJesús confía abiertamente asus discípulos el misterio de laoración al Padre, les desvela loque deberá ser su oración, y lanuestra, cuando haya vuelto,con su humanidad glorificada,al lado del Padre. Lo que esnuevo ahora es pedir en sunombre. La fe en El introduce

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a los discípulos en el conoci-miento del Padre porque Jesúses “el Camino, la Verdad y laVida (Jn 14, 6)”.

2. Ciertamente, no es la pri-mera vez que el Señor nos in-vita a orar. El nos ha enseñadoa orar con su ejemplo y sobretodo para que sigamos suejemplo y su asiduidad en laoración. Es El que nos ha di-cho: “Y al orar, no charléismucho, como los gentiles, quese figuran que por su palabre-ría van a ser escuchados. Noseáis, pues, como ellos... Vo-sotros, pues, orad así: Padrenuestro que estás en los cie-los...” (Mt 6, 7-9). Además, elque tiene fe, fortificado por es-ta oración dirigida al Padre enel nombre del Hijo, realizarálas mismas obras que Jesús eincluso mucho más. ¿Cuántanecesidad tenemos de compe-netrarnos en las palabras salví-ficas de Jesús? Después de to-do, no hay sino la fe en Diosque pueda hacer reinar la pazen un alma colma de dolor yde temor. Es verdad que,mientras estamos aquí en estatierra, nos encontramos enca-minados en la obscuridad de lafe, porque la visión perfectaestá reservada para la eterni-dad. Y es esta fe que nos con-duce hacia la eternidad beatasi creemos en la unidad exis-tente entre el Hijo y el Padre, ysi hacemos nuestras peticionesal Padre en nombre del Hijo.El Padre escucha la oración deJesús, tal como Jesús escuchóla oración de muchos enfer-

mos que vinieron a pedirle quelos sanara. San Agustín resu-me de manera admirable lastres dimensiones de la ora-ción: “El ora por nosotros co-mo Sacerdote nuestro, ora ennosotros como cabeza nuestra;a El se dirige nuestra oracióncomo a Dios nuestro. Reco-nozcamos, por tanto, en Elnuestras voces; y la voz de Elen nosotros”.

3. La Carta Apostólica “Mo-tu Proprio”, con la que el San-to Padre instituyó la PontificiaComisión para la Pastoral delos Agentes Sanitarios, dice:“La Iglesia, al acercare a loshombres que sufren y al miste-rio del dolor, se guía por unaprecisa concepción de la per-sona humana y de su destinosegún los designios de Dios.Considera la medicina y loscuidados terapéuticos no sólocomo algo que se refiere úni-camente al bien y a la saluddel cuerpo, sino que afecta a lapersona como tal, a la que elmal ataca en el cuerpo. Efecti-vamente, la enfermedad y eldolor no son experiencias queafectan exclusivamente a lacondición corporal del hom-bre, sino a todo el hombre ensu integridad y unidad decuerpo y alma. Por lo demás,es evidente que a veces la en-fermedad, que se manifiestaen el cuerpo, tiene su origen yverdadera causa en lo más ín-timo del alma humana (n. 2)”.Ahora bien, el espíritu huma-no no encuentra alivio sino enaquella paz que sólo Cristo sa-

be donar. No ha dicho quizá:“Os dejo la paz, os doy mipaz, no os la doy como la da elmundo” (Jn 14, 27).

En su discurso a los partici-pantes en la última Asambleaplenaria del Pontificio Conse-jo, el Santo Padre indicó algu-nos obstáculos que fundamen-tan la mentalidad y el compor-tamiento de los hombres con-tra la defensa de la salud: “Laviolencia, la droga, los secues-tros de persona, la margina-ción de los inmigrados, elaborto, la eutanasia, son aten-tados contra la vida que depen-den de la iniciativa humana”(n. 3). ¿No es quizá esto quepredomina en la vida de mu-cha gente de nuestros días?¿Podríamos dejar de pensar enlo que ha ocurrido el once desetiembre en Estados Unidosde América y lo que ocurre en-tre palestinos e israelitas en laTierra Santa donde Cristo na-ció, vivió y murió en la cruz yresucitó? O quizá, ¿esta tierracorre el riesgo de permanecerjunto con toda la región sintestimonio cristiano?

Pidamos al Señor de la viday de la muerte que nos conce-da un corazón de carne que se-pa socorrer y orar. Tengamosconfianza en lo que nos ha di-cho: “Y todo lo que pidáis enmi nombre, yo lo haré”.

S.E.R. Card. NASRALLAH PIERRE SFEIR

Patriarca de Antioquía de los Maronitas

Líbano

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Queridos hermanos y her-manas:

El texto de Isaías sobre unajoven que daría a luz un hijopuede ser leído en una pers-pectiva histórica inmediata yentonces el profeta se estaríarefiriendo al hijo del rey Acaz,o sea, Ezequías, que habría denacer como una señal de Diospara indicar la perdurabilidadde la dinastía. Pero la grande-za y solemnidad del diálogode Dios con el Rey, el nombrealtamente simbólico del niño,que se llamará Dios-con-no-sotros, y la lectura mesiánicaque hace del texto el pueblojudío, lo sitúan en una pers-pectiva profética privilegiada.La versión griega de los Se-tenta tradujo siempre el térmi-no muchacha o doncella porvirgen y así lo recibieron loscristianos. El evangelista SanMateo no vacila en conside-rarlo anuncio del nacimientovirginal de Jesús, a quien, porotra parte, cuadra perfecta-mente el nombre de Dios-con-nosotros (Mt 1, 23).

Con esa doble carga proféti-ca Isaías nos presenta un diá-logo de Dios con el Rey, don-de el Señor muestra su genero-

sidad y Acaz su mezquindad.Dios le propone al Rey que pi-da una señal del cielo. Es unapropuesta divina, Dios no esun tentador que pretenda en-gañarlo y le deja, además, enla libertad de elegir qué tipo deseñal desea, en lo alto del cieloo en el abismo.

Pero Acaz parece descono-cer la inmensidad de Dios y subondad, es como si dudara delas intenciones de Dios, quesiempre van en el sentido de lamisericordia y del amor. En elfondo Acaz teme al compro-miso que trae consigo toda se-ñal del cielo. La zarza ardien-do fue la señal que Dios dio aMoisés y esto lo llevó a unamisión que le exigiría el sacri-ficio de su vida a favor de supueblo. ¿Qué podría pedirleentonces Dios al Rey Acaz?Esa sospecha lo inquietaba ytuvo miedo a lo que el Señorpodría exigir de él, quizás unamisión difícil y llena de sacri-ficios como guía del pueblo, yse cubrió Acaz de falsa humil-dad y de fingida reverencia ydijo que no.

Esta conocida profecía delEnmanuel despierta en noso-tros el asombro cada vez que

la cotejamos con el anunciodel Angel a María, que da unsí sin equívocos a Dios y así,por medio de ella, el Dios-con-nosotros, que era sóloanuncio se hace carne y habitarealmente entre nosotros.

María es la muchacha des-posada con José, pero que noha tenido aún relación con él:“No conozco varón”. Ella esla Virgen puesta de pronto an-te la señal que Dios le da: unángel que la saluda llamándola“llena de gracia”. Se sorpren-dió María de aquel saludo ysintió temor.

Pero el temor de María noera como el de Acaz, era el te-mor reverencial de no sabercomo agradar a Dios que la vi-sitaba con tanta delicadeza,era como el estremecimientode la flor ante el rocío que laembellece aún más, era el vér-tigo que producía en ella elmisterio que la envolvía; era eltemor del humilde ante lo in-menso, pensando que la reali-dad maravillosa que la circun-daba podía sobrepasar su pe-queñez. Daría a luz un Hijo...sería Hijo del Altísimo, pero,¿qué hacer? ¿cómo será estoposible? No temas, María el

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Tercer día: Homilía pronunciada por el Cardenal Ortega y Alamino4 MAYO 2002

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Espíritu Santo te cubrirá consu sombra. Y María dijo: Sí,aquí está la esclava del Señor.

Y la palabra se hizo carne yhabitó entre nosotros.

En María todo es acogida ala gracia y entrega de sí mismaal designio insondable deDios.

María sabía en quien se fia-ba, María desconocía en susdetalles sublimes el plan deDios, pero sabía en Quien ha-bía puesto su confianza. Poreso la Madre del Salvador esmodelo de creyente.

El rey Acaz desconfió de loque Dios quería de él y vaciló,no por debilidad, sino por cál-culo. En su razonamiento hayuna torcida concepción deDios, a quien no descubre entoda su grandeza y bondad,por eso intenta escabullirse.Hay blasfemia en su actua-ción. Ese es su gran pecado.

En María la confianza enDios inunda de serenidad ypaz la escena de la Anuncia-ción. Aquel que le envía el An-gel la ama. La saluda con pala-bras hermosas, la envuelvecon su sombra para protegerla

y hacer su seno fecundo y ellaes toda confianza y disponibi-lidad.

Cuando se cree así no hayvacilaciones, ni penas que nosquebranten para siempre, niangustia insuperable, ni depre-sión ante la adversidad, por-que “para Dios nada hay im-posible”.

“Dichosa tú que has creí-do”, le dice a María su primaIsabel al recibirla en su casa.

“Me llamarán dichosa to-das las generaciones”, res-ponde emocionada María aIsabel en su cántico de alaban-za. Nosotros, salvados por elfruto del vientre de la VirgenMadre, suplicamos a Maríaque nos libre de la tristeza deno creer, o de creer torcida-mente, con desconfianza, co-mo el Rey Acaz. Pedimos a laMadre del Señor que nos ayu-de a descubrir en el rostro desu Hijo al verdadero y únicoDios, que es amor, cuya mise-ricordia llega a sus fieles degeneración en generación,también a nuestro tiempo, apa-rentemente frío y descreído.

Los hombres y mujeres de

hoy quieren ver a Jesús. Ellosesperan de nosotros una res-puesta comprometida connuestra fe que propicie su en-cuentro con Jesús; lejos de no-sotros la evasión calculada deAcaz, que se abra nuestro co-razón a una fe confiada y ca-paz de aceptar riesgos, comola de María.

El secularismo actual, la ti-bieza para evangelizar, lasconsideraciones sociológicaspesimistas y paralizantes conrespecto a la fe religiosa, ladureza e indiferencia de lospueblos cristianos ante la mul-titud depauperada, enferma yhambienta; todas estas mise-rias del espíritu que parecenpermear al cristiano de hoyprovienen de la falta de fe delos discípulos de Jesús. Connuestra mirada puesta en Ma-ría, modelo de creyente, repi-tamos en esta Eucaristía a Je-sús la súplica del padre delepiléptico: “Creo, Señor, peroaumenta mi fe”.

S.E.R. CardenalJAIME ORTEGA Y ALAMINO,

Arzobispo de La Habana, Cuba

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Argumentos

La humanización de la muerte

El seguimiento pastoralde los moribundos

El consentimiento informado:

entre ética y derecho

Duc in altum! Los médicosy la nueva evangelización

San Josemaría Escrivá

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1. El hombre frente al morir

Las problemáticas referen-tes a la cultura de la muertehan contribuido a delinear a lolargo de los siglos una cierta“idea” o, mejor aún, un dife-rente modo de “vivirla” conrespecto a la diferente sensibi-lidad cultural de los varios pe-ríodos históricos.

Ha sido el histórico PhilipeAriès el que más ha estudiadoel problema y su pensamientose ha convertido en un puntode referencia obligatorio1 paratodos. En su investigación elautor indica cuatro grandesperíodos:

a) El primero es aquel de lamuerte adomesticada. Prácti-camente tiene la duración demilenios y se extiende hasta elMedievo. El hombre sabe quedebe morir y espera este acon-tecimiento con cierta tranqui-lidad, a menudo sabe que lequeda poco tiempo por vivirpero no se angustia por ello. Aveces, hasta se prepara paraesperar la muerte con gestosrituales (cruza los brazos so-bre el pecho, coloca su cuerpocon dirección a Jerusalén,etc.). El hecho no es vivido enuna oscura soledad, antesbien, es casi una ceremoniapública, organizada.

“La habitación del moribun-do se transformaba, pues, enlugar público. Se entraba li-bremente. Los médicos de fi-nes del siglo XVIII que descu-brían las primeras reglas de hi-giene, se lamentaban de la nu-merosa presencia de gente enlas habitaciones de los agoni-zantes. También al inicio delsiglo XIX los pasantes que secruzaban por la calle con elpequeño cortejo del sacerdoteque llevaba el viático lo acom-pañaban y entraban detrás deél en la habitación del enfer-mo. Era necesario que los pa-rientes, los amigos y los veci-nos estuvieran presentes. Se

llamaba a los niños: hasta elsiglo XVIII no existe una ima-gen de una habitación de ago-nizante sin la presencia de al-gún niño. ¡Cómo se piensa enlas precauciones a tomarsehoy para alejar a los niños delos asuntos de la muerte! Enfin, la última conclusión, lamás importante: la sencillezcon la que los ritos mortuarioseran aceptados y realizados,de manera ceremoniosa, porcierto, pero sin un carácter dedramaticidad, sin una excesivaemoción”2.

b. Del siglo XII al XVIII ladimensión casí “socializada”de la muerte comienza a res-tringirse implicando de mane-ra cada vez más exclusiva alindividuo como tal: es la queAriès llama la muerte de símismo.

“Las representaciones tum-bales del pasado por lo generalapocalípticas, son sustituidaspor elementos ‘personaliza-dos’ como el juicio sobre laspropias acciones, Cristo juez,la Virgen y los Santos que in-terceden a sus pies, el ‘libro’de las obras colgado del cue-llo, etc. En la inconografía, lashabitaciones de los moribun-dos se llenan de nuevos perso-najes: potencias angélicas einfernales que se contiendensu alma. Incluso por el influjode las órdenes mendicantes,alcanza cada vez más impor-tancia la valoración de lasobras realizadas durante la vi-da. En fin, aparecen los ‘temasmacabros’: calaveras, huesos,cadáveres, imágenes lúgubresy tenebrosas. Es el signo de un‘horror’ que comienza a apare-cer y que subraya el elementodel ‘desapego’ de los bienesgozados durante la vida. Prác-ticamente, ‘se ha realizado unacercamiento entre las tres ca-tegorías de representacionesmentales: las de la muerte, delconocimiento de parte de cadauno de su propia biografía, del

amor apasionado por las cosasy los seres poseídos durante lavida. La muerte se ha conver-tido en el lugar en el que elhombre ha encontrado mayorconciencia de sí mismo”3.

c. A partir del siglo XVIII lamuerte sufre un nuevo procesode socialización que no recu-pera la descontada acepticidadde la “muerte adomesticada”sino desarrolla, integra y pro-yecta la vivencia de la “muertede sí mismo”: es la muerte delotro.

“La muerte en la propia ca-ma, como tenía lugar antes, te-nía la solemnidad, pero tam-bién la banalidad de las cere-monias estacionales.Todos laesperaban como tal y se prepa-raban a los ritos previstos porla costumbre. En el siglo XIX,en cambio, una nueva pasiónse apropia de los concurrentes.La emoción los agita, lloran,oran, gesticulan. No rechazanlos gestos impuestos por lacostumbre y, al contrario, loscumplen privándolos de su ca-rácter banal y acostumbrado.Estos gestos se describen comosi fueran inventados por prime-ra vez, espontáneos, se inspiranen un apasionado dolor, únicoen su género. Ciertamente laexpresión del dolor de los su-pervivientes se debe a una into-lerancia nueva ante la separa-ción. Pero la turbación no tienelugar sólo en la cabecera de losagonizantes o en el recuerdo delos desaparecidos. La idea dela muerte conmueve”4.

d. El último período, quecomprende del siglo XIX hastahoy, es el de la muerte prohibi-da, fruto de un amplio movi-miento cultural que probable-mente se ha originado en Amé-rica y se ha extendido sobre to-do a los países del mundo occi-dental5. Nace de un profundocambio de sensibilidad, de ac-titudes y de comportamientosfrente a la muerte que, ante las

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La humanización de la muerte

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repercusiones en torno a losproblemas éticos que estamosafrontando en este capítulo,merece un análisis más profun-dizado.

2. La “muerte prohibida” en la sociedad occidental contemporánea

Al tratar de profundizar lascaracterísticas de la “muerteprohibida”, como la defineAriès, las podemos resumir enalgunos conceptos-clave de ca-rácter antropológico-culturallimitados voluntariamente a lasociedad occidental ya que suvivencia en las culturas orien-tales o en las culturas tribualesse propone de manera total-mente diferente.

a) Negación

Ante todo, se manifiesta envarios tipos de “censuras” a losque ha sido sometida la muertepor la cultura actual. En primerlugar censuras sociales por lasque, como afirma una expre-sión muy eficaz de un estudio-so, se ha instaurado hoy unaverdadera “pornografía” de lamuerte6. Lo que un tiempo erael tabú del sexo ahora es el ta-bú de la muerte: lo que ha cam-biado es simplemente el objetotabuizado.

De aquí provienen variascensuras verbales: ya no sonlos niños que nacen bajo los re-pollos sino los abuelos que par-ten para un largo viaje o parapasear en un inmenso jardín7.Ya no se habla de la muerte, nose trata, no se discute; su mis-mo nombre es eufemística-mente enmascarado y evitado;“ya no está más” la personaquerida, “se ha ido”, la hemos“perdido”.

El enmascaramiento de lamuerte se vuelve más evidenteen las censuras visivas que dehecho tienen lugar en la praxiscomún americana del maqui-llage de los cadáveres por loque el muerto no debe aparecertal sino casi un viviente queduerme.

Bajo esta luz se podrían in-terpretar también las censurasfísicas que se vuelven concre-tas en la creciente preferenciapor la cremación en lugar de laacostumbrada inhumación, co-

mo si se quisiera atestiguar elrechazo de una corporeidaddestinada a la descomposición.

Pero la tabuización alcanzaciertamente su punta máximaen las censuras cognoscitivas,en las que se esconde la muerteal mismo moribundo. En efec-to, de un justo criterio de “pro-porcionalidad psicológica, deadecuación a las capacidadesreceptivas del sujeto, hemospasado a la arbitraria y casiuniversal costumbre de escon-der la gravedad de un estadopatológico o de la inminenteposibilidad de deceso al mismointeresado. El temor de hacerledaño provoca, pues, una cierta“expropiación” del hecho quele pertenece y que tiene el de-recho de vivir en plena con-

ciencia. Esta laudable pero su-perficial delicadeza para con elmoribundo mueve incluso a losfamiliares de una persona enestado comatoso de “no hablarporque puede escuchar” o a laconstrucción de complicadísi-mas intrigas de mentiras queinvolucran también al médico,a quien los familiares rueganpara que “se preste al juego”.

b) Privatización

La muerte de un tiempo erauna muerte extremadamenteparticipativa. La vecindad ma-nifestaba sensiblemente su so-lidaridad proveyendo por va-rios días al alimento u ocupán-dose de los asuntos domésti-cos. Cercanos en los aconteci-mientos de gozo (matrimonios,nacimientos, bautismo) los de-más se volvían tales tambiénen el momento del dolor.

Todo esto está desaparecien-do de manera progresiva. Eldolor, pero también la muertecomo hecho “social”, se estávolviendo tan íntimo hasta elpunto que el “otro” al quetiempo atrás se le buscaba por

su consuelo y ayuda, ahora dis-turba: “se le dispensa de las vi-sitas”. El hombre del siglo XXquiere ser dejado solo con sudolor pero sobre todo solo consu muerte.

Esta privatización, además,no comprende únicamente laesfera individual sino tambiénaquella social. Si por un ladouno quiere ser dejado solo consu propio dolor, por el otro, nose siente la necesidad de indi-carlo a la colectividad: desapa-rece y, antes bien, da fastidio laexterioridad del luto, ya no haynecrologios murales, a menudoni siquiera se comunica lamuerte de un pariente. La cere-monia fúnebre actual, y no sóloaquella extrictamente religiosa,es simplificada cada vez más:

se quiere un ataud simple, elsepelio simple, la tumba sim-ple, la ceremonia simple. Desa-parecen los baldaquines delan-te de las iglesias, los ocho díasde luto, los largos “acompaña-mientos”. Por otro lado, las“honras” fúnebres se transfor-man incluso lingüísticamenteen “empresas fúnebres”.

c) Soledad

Desde otra vertiente, sin em-bargo, dicha privatización radi-cal es también expresión de lasoledad que rodea al moribun-do. De él huyen todos. En pri-mer lugar los familiares, ya seaporque también ellos estánagotados de asistir impotentesa un largo sufrimiento o porquedesde el punto de vista emoti-vo son incapaces de transmitira la persona querida la ineluc-tabilidad del hecho.

En segundo lugar, los sanita-rios. Bajo este aspecto debería-mos voltear de manera radicalel acostumbrado problema entorno al decir o no decir al en-fermo su situación real. Enefecto, muy a menudo se trata

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de un problema falso que enverdad esconde la dificultad, elembarazo o una real y verdade-ra incapacidad de parte del mé-dico, de comunicar un pronós-tico infausto o de estar prepara-do a responder a los muchospor qué que planteará el enfer-mo ante dicho comunicado.

En fin, toda la comunidad,no sólo civil sino también ecle-sial. Decíamos arriba del fasti-dio que provoca hoy una visitade pésame o de algún modo es-tar junto a quien está de luto.Esta dificultad aumenta inclu-so después, en las fases sucesi-vas, en que la comunidad debe-ría ser determinante para favo-recer la elaboración del mismoluto que, en cambio, general-mente es abandonado a sus rit-mos propios independiente-mente de cualquier ayuda posi-tiva de parte de los demás. Hayque admitir que también laIglesia no se queda atrás. Hacefalta una orgánica y rica pasto-ral de los difuntos. En las co-munidades parroquiales los di-ferentes grupos presentes seocupan de muchas actividades,todas laudables se sobrentien-de, pero que encuentran muypoco espacio para acompañaren el traspase a los enfermos dela parroquia.

d) Secularización

Después de haber habladode las responsabilidades ecle-siales, no podemos dejar de po-ner en evidencia otra carencia,bajo ciertos aspectos más gra-ve. Se trata del proceso de se-cularización que ha invadidonuestra sociedad y ha tenidoindudables repercusiones en laconcepción de la vida, de lamuerte y del más allá.

No podemos analizar en estasede eventuales responsabili-dades eclesiales en dicho pro-ceso. Lo que ciertamente debe-mos poner en claro es cómo detodo esto se ha derivado, inclu-so en ámbito teológico-pasto-ral, una disminución de la ten-sión escatológica original delmensaje cristiano. Obviamen-te, de ningún modo esto quieredecir que debemos extrañar oreproponer los “ejercicios de labuena muerte”, las fuertes pré-dicas sobre el fuego del infier-no, el obscurecimiento del go-zo cristiano, etc. Sino que se

deben encontrar nuevos cami-nos, con una sabia creatividadpastoral, para dar empuje a unaescatología adecuada al tercermilenio; fundada en la resu-rrección más que en el castigoeterno, pero que compenetretodo el camino existencial delhombre.

Quizá a este vacío catequéti-co debemos atribuir tambiénun indudable empobrecimientodel culto de los difuntos sobretodo a nivel de cementerio, quea veces se reduce a un simpleculto de los cadáveres. No seexcluye que algunas perpleji-dades suscitadas por la dona-ción de órganos se encuentrenprecisamente en este ámbitocultural.

e) Medicalización

Es uno de los aspectos mástristes y “deshumanos” de lamuerte contemporánea. Laprolongación del promedio dela vida, las conquistas de lamedicina, el aumento del bie-nestar individual y social, com-portan el hecho que cada vez

más raramente se muere en ca-sa y con mayor frecuencia enel hospital, ya que la muerte noes vista como hecho final deuna larga vida, sino como elhecho terminal de la enferme-dad8. La validez general de estaafirmación se vuelve muchomás actual si se aplica a lamuerte de gente joven o, decualquier manera, por debajode la llamada “tercera edad”,por lo que cada cuidado médi-co, incluso el más extremo, esbuscado, solicitado y pretendi-do a todo costo.

Al contrario, la “muerte encasa” es reservada a los enfer-mos terminales para los cualesse presume que ya no hay nadaque hacer o para los ancianosque son rechazados por loshospitales o abandonados a símismos por la indolencia delos parientes. En todo caso sevuelve un hecho casi anómalo.Podemos decir que casi noexiste más una muerte “natu-ral”.

La deshumanización “médi-ca” de la muerte no es sólo detipo ambiental sino también re-lacional. Quiero decir que nosólo es en cierto sentido “inna-tural” medicalizar hasta talpunto la muerte sino inclusoadministrarla de manera deshu-mana. Aquí entra en juego lahumanitas del médico y su ca-pacidad de empatizar con el en-fermo (en este caso con el mo-ribundo) y con sus familiaressin alejarlos entre sí. Se trata,por tanto, de un fenómeno muycomplejo pero es de gran im-portancia que el absoluto yefectivo equilibrio del médico-técnico (que de ningún modo

puede y debe ser afectado porhechos emotivos) se conjuguecon la abrigada relacionalidaddel médico-hombre implicadode modo pleno y calificante porel acontecimiento que asiste.

f) Objetivación

Si en el pasado la muerte eraun acontecimiento que involu-craba profundamente la subje-tividad del individuo y no ibamás allá de ese límite, hoy sepresenta en su dimensión “ob-jetiva” y es posible vivirla co-

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mo tal. El primer cambio de ti-món fue dado en el siglo pasa-do por los progresos de la ana-tomía patológica. Ya no seacepta simplemente la muerte,es investigada, analizada, defi-nida. Se buscan las causas quela han determinado, es estudia-da en la mesa anatómica, setransforma la viva existenciali-dad de un individuo en la fríaobjetualidad de un cadáver. Sinquerer demonizar el beneficio-so hecho de dichas conquistases indudale que ellas incidenen aquella palpable sacralidaddel difunto mucho más de loque ya hubiesen hecho los sim-ples estudios anatómicos. Enefecto, aquellos se limitaban adescribir una corporeidad queya no era vital, estos buscandentro de dicha corporeidad eldescubrimiento de las causasde la muerte.

El segundo elemento de ob-jetivación proviene de la fic-ción representativa. Desdetiempos inmemorables, el tea-tro ha representado a la muertepero sólo con la llegada del ci-ne y de la televisión la ficciónha alcanzado un nivel de eleva-da y refinada semejanza. Estotiene como resultado el acos-tumbrarnos a la, aunque seafingida, muerte del otro senta-dos tranquilamente en un sofá.De aquí a asistir a una verdade-ra “muerte en vivo” el paso esbreve y con ocasión de algunascalamidades naturales esto hasido realizado con gran exce-cración exterior, pero con laabsoluta indiferencia del es-pectador.

Una vez más, la última con-tribución a dicho progreso deobjetivación proviene de laciencia y, en particular, de lamedicina de los trasplantes. Lamás elemental de las reflexio-nes éticas (que, por otro lado,se sobrepone al sentido comúnmás elemental) considera comoelemento indispensable paraproceder a la extracción de ór-ganos únicos y vitales como elcorazón, el hígado, el páncreas,que el individuo esté “muerto”.Sin embargo, si por un lado lamuerte debe estar acertada, porel otro, no puede ser demasiadoadelantada que ya no permita elempleo del órgano. De aquí laexigencia de definir con abso-luta certeza el estado de muer-te: por un lado sin incurrir en

trágicos errores de muertes sóloclínicas pero no cerebrales (di-vulgadas propagandísticamentecomo “muertes aparentes”, porel otro sin superar el límitetemporal de la indisponibilidadbiológica del órgano. Por otrolado, con los modernos progre-sos de la reanimación ya no sepuede sostener la ecuación: “norespira más = ha muerto”, porlo que una vez más es necesario“anatomizar la muerte” defi-niendo los elementos caracte-rísticos por debajo de los cualesestá la vida y, por encima, suirreversible pérdida.

g) Paradojas

Junto a todos los comporta-mientos analizados antes y quetienden a censurar, a alejar, anegar y a ocultar la realidad dela muerte, encontramos otrosen los que ésta se vuelve prota-gonista y finalidad específicadel actuar humano. En primerlugar en el deseo de infligirla.No hablo ante todo del crimi-nal homicida o del asesino psi-copático sino del gran númerode personas absolutamente fa-vorables a la pena de muerte.Por tanto, esta no es vista comodolorosa pero inevitable nece-sidad sino más bien como unjusto castigo delegando al Es-tado la venganza personal y laimposibilidad de hacerse justi-cia capital por cuenta propia.

En cambio, el suicidio puedeser una paradójica negación dela muerte en el que la peticiónde muerte a veces es sólo peti-ción de sentido y, por tanto dedeseo de vida, de una vida be-lla, plena, gozosa, que no se lo-gra obtener: no es la vida quees negada sino, en cierto senti-do, la parte de muerte que ellacomporta.

De este modo constituye unaespecie de confrontación conla muerte, casi como quererladesafiar en una competición, lade algunos conscientes com-portamientos de riesgo comolos “juegos de la muerte” (laroulette rusa, el extenderse enlas pistas, el desafiarse a correren moto con los faros apaga-dos, etc.) o los más inofensi-vos, pero simbólicamente sindiferencia, “deportes extre-mos”. En cierto sentido, aun-que de manera sólo implícita,un componente de este tipo lo

encontramos también en ladrogadicción.

En fin, en el contexto globalde rechazo de la muerte peroincluso – como decíamos an-tes – de la ausencia de una es-catología fuerte, no debe esca-par el prepotente resurgimientode nuevos animismos ya no ba-jo la forma de espiritismo deun tiempo o de exoterismoocultista sino más bien en elcomponente animista de la pa-rapsicología o de tantas filoso-fías de tipo oriental. Sea sufi-ciente ver cuanta popularidadsuscitan en la televisión perso-najes que enseñan a “comuni-car con el más allá” o “testimo-nios” de vida ultraterrena quebajo diferentes formas estánpresentes en los medios de co-municación.

3. Humanizar la cultura de la muerte

De lo dicho anteriormentederiva que la primera tarea enel ámbito de la humanizaciónde la muerte es la de humani-zar la cultura de la muerte. Enefecto, precisamente ésta cons-tituye aquel humus en el quegerminan las actuales actitudesde “incomprensión” frente a lamuerte de la cual derivan com-portamientos de desvalor (antetodo la eutanasia y el ensaña-miento terapéutico, etc.).

a) Superar los tabúes

La primera tarea en estesentido debería ser la de sudestabuización. No es una em-presa imposible; este cambioradical se ha logrado con la se-xualidad, incluso hasta llegaral exceso opuesto. Destabuizarla muerte significa entonces sercapaces de hablar de ella, depronunciar su nombre y decualquier otra realidad queconduce a ella. Si hoy divulga-mos la educación sexual, comoes justo hacerlo, ha venido qui-zás el tiempo de pensar tam-bién en una “educación tanato-lógica”. Por cierto existe uno yotro modo de hablar de lamuerte. No esconder la reali-dad no significa echarla en caracon dura violencia. Pero, almismo tiempo, significa “lo-grar” hablar de ella, no ocultar-la y en primer lugar a nosotros

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mismos. Es incluso muy evi-dente que las dificultades dehablar acerca de la muerte, engeneral o con el moribundo,proyectan la dificultad paraconfrontarse con la propiamuerte. Por tanto el primerproceso de “destabuización”debe dirigirse ante todo a noso-tros mismos. El verdadero ale-jamiento de la lúgubre presen-cia de la muerte ya no se reali-za más o menos con elegantesexorcismos sino superando lasbarreras de la “incomunicabili-dad” que nos separan de ella.

b. Dar sentido al acontecimiento

Como es obvio, no se podrácumplir dicho proceso si no loenmarcamos en el sentido últi-mo que asume la vida. El ver-dadero sentido de la muerte,en efecto, es el sentido de lavida. Una muerte desconoci-da, que pone fin a una vida va-cía e insulsa (que no significapor cierto llena de “éxito” o ri-ca de cosas “importantes”) esuna muerte que atemoriza ycomo tal no se puede ni pro-nunciar. Pero una muerte quees el epílogo de una vida au-téntica y plenamente humana,gastada en lo mejor de las pro-pias capacidades, se vuelveuna muerte “decible” aunquecargada de misterio y, en el ca-so de la muerte del otro, inclu-so cargada de dolor. Es nece-sario, entonces, que logremosinstaurar una especie de diálo-go con la propia muerte, quedescubramos su rostro. El es-tote parati al que nos exhortael Evangelio (Mt 24, 44) tieneun significado que trasciendela lógica puramente religiosaalcanzando una dimensión ab-solutamente universal que ca-da hombre debería hacerlapropia.

c) Renovar la escatología

La tenebrosa superacentua-ción de los siglos pasados pre-cisamente en contraste con unadimensión horizontal del cris-tianismo que ha permanecidodemasiado en la sombra, correel riesgo a su vez de eclipsarseo de volverse a presentar contintes que el hombre contem-poráneo ya no logra compren-der y aceptar. El Concilio Vati-

cano II ha renovado profunda-mente la eclesiología, la litur-gia, el ecumenismo, ha puestolos fundamentos para la reno-vación de la moral, pero creoque aún tiene delante de sí laardua tarea de una profunda re-visión de la escatología. Noquiere decir que esto no se ha-ya hecho en el plano teológicosino que todavía sigue siendototalmente carente en aquel ca-tequético y homilético. Las di-ficultades que hoy se encuen-tran para aceptar la idea mismade un “infierno” (palabra quede suyo suscita un profundofastidio), la no fácil concilia-ción entre dimensión terrena ycumplimiento del Reino, elsentido brumoso atribuido a laresurrección de Cristo (en ge-neral percibida como la prodi-giosa autoreanimación de uncadáver) son elementos quedeberían estimularnos a unamediación pastoral más atentaa la sensibilidad del hombrecontemporáneo. Además, eldeseo y la “fascinación” delmás allá es ciertamente vivo: lodemuestran el multiplicarse delrecurrir a lo oculto para “co-municar” con los propios di-funtos o el interés suscitadopor las llamadas experienciasde “pre-muerte”. Una vez más,lo dicho no tiene valor sólo enel ámbito de la fe cristiana sinoque, a través de ésta, asumeuna inevitable y más amplia re-caída de orden cultural.

d)Repensar el culto a los difuntos

Prácticamente, el culto a losdifuntos todavía coincide conel “culto a los cadáveres”. Conexcepción de algún momentolitúrgico en la inmediata apro-ximación de la muerte o en lacelebración de sus primerosaniversarios, nuestro culto alos difuntos es un culto preva-lencientemente de cementerio.Indudablemente, reunirse entorno a la tumba puede tenerun fuerte llamado simbólicoasí como el orar bajo la imagende un santo o ir a un santuariofamoso. Pero esto no debe lle-varnos a una indebida sacrali-zación de la corporeidad cada-vérica que corre el riesgo de te-ner peligrosas implicancias,por ejemplo, en las dificultadespara la donación de órganos

que reconocen en dicha actituduno de los obstáculos a unapraxis más generosa.

e) Dar un domicilio a la muerte

Aunque el hospital constitu-ye una etapa casi obligada opor lo menos intermedia, es ne-cesario llegar a crear actitudesque de manera serena, sin te-mer comportamientos velada-mente eutanásicos o sensacio-nes de no haber hecho todo loposible, lleven al enfermo,cuando es posible, a morir ensu propia casa, circundado delos suyos (¡siempre que estosno escapen!) de sus cosas, desus recuerdos, de sus vivenciasafectivas y emotivas. Es posi-ble que todo esto abrevie de al-gunos días la existencia pero laenriquece de un sentido de pro-funda humanidad. Hoy se ha-bla mucho de la calidad de lavida; pues bien, existe tambiénuna calidad de la muerte y siconsideramos un deber huma-no y cristiano no oponernos ala vida, debemos tener la capa-cidad de percibir la obligaciónde no oponernos a cualquiercosto a una muerte de suyo in-minente sino, quizás, a hacer loposible para que su aproximar-se sea menos traumático.

4. Humanizar la relación con la muerte

Los compromisos éticos ge-néricos arriba analizados conrespecto a la humanizacióncultural de una colectividadanónima, asumen un rostro yuna especificidad que obliga aun acercamiento más directo yprofundizado con el problemageneral, cuando lo relaciona-mos con el hombre.

a)Las consolaciones ‘doloristas’

Aunque ha sido superado enel plano de la reflexión filosófi-ca y, para la Iglesia católica in-cluso en el ámbito doctrinal,permanecen en el acercamientoal moribundo amplias distor-siones ‘doloristas’. No es estala sede indicada para profundi-zar este problema que tiene orí-genes remotos y articulacionescomplejas. En pocas líneas po-

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demos decir que el dolorismoconstituye la interpretación deldel dolor como elemento de va-lor, su exaltación y, en algúncaso, incluso la búsqueda deli-berada del mismo. Es ya muyevidente que en la visión cris-tiana el dolor nunca es un bienen sí mismo pero se puedetransformar y puede ser vividocomo ocasión de bien. La sínte-sis emblemática que hace JuanPablo II en la Salvifici dolorises que con su sufrimiento“Cristo ha enseñado a hacerbien con el sufrimiento y a ha-cer bien a quien sufre” (n. 30).Precisamente en dicha perspec-tiva el bien por hacer al otroconsiste tanto en conducirlo ala superación objetiva de su su-frimiento, como a la soporta-ción activa, mas no a la resig-nación pasiva. El dolorismo delque hablamos se expresa a tra-

vés de continuas actitudespseudocristianas o pseudo-con-soladoras con la invitación, porejemplo, de “resignarse a la vo-luntad de Dios”. Se ha insistidotanto en esta perspectiva que seha hecho coincidir el llamado ala voluntad de Dios con elacontecer de un hecho desagra-dable. A menudo dicho doloris-mo ha llegado a invitar a sentir-se “enfermos en cuanto predi-lectos por Dios” y no, como escorrecto, “predilectos en cuan-to enfermos”.

b) La actitud de escucha

Lamentablemente, vivimosen una época que ha eliminado

totalmente la capacidad de“escuchar” sustituyéndola conla capacidad de “ver”. Las cul-turas antiguas, que tenían tam-bién formas de expresión visi-va no indiferentes - baste pen-sar en la pintura y en la escul-tura ciertamente mucho másimportantes de cuanto no losean hoy - habían puesto enprimer lugar la dimensión dela escucha, por ejemplo, la ac-titud del maestro que habla aldiscípulo, la transmisión oralde las memorias literarias ohistóricas, y la misma dimen-sión religiosa de la existencia.En lo que respecta al acerca-miento al moribundo, dichaactitud de escucha debe com-portar la renuncia activa a laomnipotencia que a menudoatribuimos a nuestras palabras.En muchos encuentros congrupos de voluntariado o agen-

tes de pastoral sanitaria, a me-nudo nos interrogamos en tor-no al “qué decir” al enfermo oa quien está cercano a la muer-te. Este es el índice de una pre-ocupación verbal que sobrepa-sa aquella que debería ser“¿cómo debo escuchar?”. Noexisten recetas, ni hay que caeren el exceso opuesto de unaescucha “muda” que no sabeintervenir en el momento ade-cuado, con inteligencia y dis-creción. Actitud de escuchasignifica actitud a dejarse lle-nar de lo que la persona queestá delante de nosotros quierecomunicarnos, incluso de ma-nera no verbal, con un gesto,una mueca, una reticencia.

Significa saber captar “lo queno dice”, más que lo que dice,testimoniar con la propia pre-sencia, que hay alguien a quieninteresa su acontecimiento, es-pecialmente cuando este es elúltimo de los acontecimientossignificativos que él podrá vi-vir.

c) La valoración del pasado como herencia para el futuro

Existe una actitud casi cons-tante en la elaboración del lutoque consiste en la “positiviza-ción” de la figura del difuntode quien se recuerdan y seexaltan los aspectos positivosminimizando o negando aque-llos negativos. Dicho procesode positivización que en estecaso surge espontáneo, deberíaser promovido también frente ala persona que está por morir.Una de las más recientes cau-sas de tristeza, en efecto, con-siste en la desvalorización delpropio pasado que aparece va-cío, inconcluyente, desperdi-ciado, ocasión perdida para re-alizar todas las capacidadesque se sienten como propias.La “buena muerte” que todosquisiéramos tener y, por tanto,a la cual todos debemos prepa-rar a los demás comporta in-cluso el morir en paz consigomismos. Esto no hay que decir-lo sólo en términos religiosos,sino incluso plenamente huma-nos. Ningún pasado es real-mente “vacío”. Detrás de la vi-da más “inútil” existe un baga-ge por lo menos de sufrimien-tos y de elecciones equivoca-das que pueden ser releidas a laluz de la situación presente.

d)La función mediadora en las reacciones del enfermo

Humanizar la muerte signifi-ca no tanto abolir las reactivi-dades humanas ante el aproxi-marse de la muerte que, encierto sentido, son “normales ypertenecen al proceso de ade-cuación a su realidad, sino en-canalarlas, orientarlas y trans-formarlas en recursos activoscon los que los pacientes pue-den afrontar con ánimo su si-tuación. Esto significa ante to-do tomar en seria considera-ción el objeto mismo de su re-actividad que no es una visión

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distorsionada de las cosas ouna actitud victimista sino unaefectiva tensión interior que la-cera el equilibrio que el hom-bre mantenía con realidadeshasta ayer consideradas noproblemáticas. Una vez más,en esta obra de mediación hayque conceder gran espacio a laescucha porque es también através del progresivo procesode verbalización del pacienteque se realiza aquel caminoque de la negación inicial lopuede llevar a la aceptación fi-nal de su condición.

e) Com-prender el universo cultural del paciente

Esto no se refiere únicamen-te a las elecciones de valor delas que se ha hablado sino demanera más amplia a todo elhorizonte de sentido que el mo-ribundo atribuye a su existen-cia. Obviamente la coparticipa-ción es un proceso equidistantetanto de la asimilación como dela separación. Comprender sig-nifica en cierto sentido ver elmundo con los ojos de la perso-na que tenemos delante, sin quenecesariamente se comparta suvisión. Es un poco un filtro porasumir para entender las per-cepciones y provocaciones querecibe el moribundo, así comoson descifradas de sus códigosculturales personales. Es claroque esta tarea será mucho másfácil cuanto más sabremos co-nocer dichos códigos. Precisa-mente por esto creo que es par-ticularmente importante unadecuado conocimiento de losbackground culturales que conmayor frecuencia se podrán en-contrar en un área geográficaque cuente con la considerablepresencia de una comunidadhebrea o musulmana. O bien uncontexto en el que se haya rea-lizado un fuerte flujo migrato-rio. Cada cultura y cada reli-gión (además que cada indivi-duo) tienen un sentir específicocon respecto a la muerte y setrata de un sentir que debe serrespetado, porque forma partede la estructura íntima de laexistencia del sujeto.

f) Propuesta prudencial del horizonte cristiano

Lo que se ha dicho con res-pecto al universo religioso-cul-

tural del sujeto no significa queno debemos ofrecer al mori-bundo el recurso de la esperan-za cristiana. En efecto, mante-ner una actitud sensible a losvalores del moribundo y el re-chazo del “ensañamiento con-versionista” no deben ocultarel deber de la evangelizaciónque incluso y precisamente enel punto de la muerte puedemanifestarse más fuerte. Cier-tamente es necesario saber dis-cernir las varias situaciones, te-ner la capacidad de hacer todoesto sin la idea obsesiva de verjunto a sí sólo “almas por sal-var”, comprender que inclusoen el momento de la muerte laadministración de los sacra-mentos no es el único caminosalvífico del cual se sirve Dios.

Como se acostumbra decir hoy,se debe tener presente inclusoen dicha circunstancia el pri-mado de la evangelización.Dios deja libre al hombre y usadelicadeza y respeto hacia él.El hombre que se dirige al mo-ribundo no puede dejar de ha-cer lo mismo, aunque tiene eldeber de ofrecer con tacto ysensibilidad humana el hori-zonte de la escatología cristia-na en los modos y formas másadecuados a la sensibilidad delhombre contemporáneo.

g)La aceptación de las derrotas

En fin, creo que cualquieraque se acerque al moribundo,así como a toda otra persona en

una situación de necesidad, de-be tener siempre presente elsentido del límite ligado a suacción. Existe siempre el ries-go, en efecto, de una sutil ten-tación mesiánica. No es rarover a personas animadas porlas mejores intenciones (sobretodo en los grupos de volunta-riado) preparadas para acercar-se al enfermo con la firme con-vicción de “convertirlo” o porlo menos de hacerle aceptar demanera serena la muerte o, quesé yo, de hacerlo reconciliarcon la mujer o con los hijos. Enrealidad es necesario estar pre-parados para aceptar inclusolas derrotas que en éste comoen otros campos a menudo sonmás frecuentes y dolorosos.Sobre todo ante la ausencia de

un horizonte de fe que abra laspuertas a la esperanza, perma-nece la amargura de un “éxito”que no se ha logrado conquis-tar. El sentido de la “gratuidad”presente en el acercamiento almoribundo deberá, pues, cons-tituir una especie de valor-guíamediante el cual orientar lapropia acción.

6. Dos metáforas para concluir

Como es obvio, nunca se po-drá decir que se ha llegado alfinal del discurso que hemosapenas delineado. Pero tenien-do que encontrar por lo menosuna fórmula para concluir, qui-siera hacerlo con dos metáfo-

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ras. La primera es la que el re-gista Ingmar Bergman repre-senta de manera admirable enel Séptimo sello, la segundanos viene del antiguo perosiempre actual ejercicio ascéti-co-devocional de la Via Crucis.

a) El séptimo sello

Como sabemos, el título delfilm proviene de la descripciónque encontramos en el Apoca-lipsis con respeto a la aperturadel último sello con el que estácerrado el rollo que abre elCordero. El texto dice: “Cuan-do el Cordero abrió el séptimosello, se hizo silencio en el cie-lo, como una media hora...”(Ap 8, 1). El film de Bergmanse juega precisamente en estaextraña “espera” manifestadapor la media hora de silencio.La acción es ambientada en elMedievo y un caballero en-cuentra la muerte lista para to-mar su vida pero éste la desa-fía a jugar ajedrez pidiéndoleque lo mantenga en vida mien-tras dura el juego. Si él vence-rá lo dejará libre, si venceráella se rendirá a su destino. Lamuerte acepta el pacto. El ju-gador aprovecha de este inter-valo de tiempo para arreglarvarias situaciones de su exis-tencia dándole, al mismo tiem-po, lo que antes no había sabi-do o querido dar. En uno de losepisodios descritos se confie-sa, pero en verdad el confesores la muerte disfrazada de frai-le que le pregunta cómo harápara vencer la jugada. El juga-dor le revela que tiene un mo-vimiento secreto. En este mo-mento la muerte se revela y alconocer el secreto del caballe-ro tomará su vida. En este al-ternarse de temor de un acon-tecimiento ineluctable pero almismo tiempo de un extrañopacto que se instaura con él meparece entrever todos los tabú-es y las contradicciones de losque hemos hablado. La últimaes precisamente la que nospropone el film de Bergman,releeido positivamente: la vic-toria sobre la muerte no con-siste en vencerla materialmen-te, porque en esto el partido se-rá siempre perdedor, sino envencerla existencialmente dan-do sentido a aquella vida de laque puede obtener toda su po-sitividad.

b) La Via Crucis

Una lectura metafórica de lanarración evangélica y de sureproposición devocional, enefecto, aparece a nosotros co-mo un trágico ejemplo deacompañamiento a la muertecon todo el variado universoemocional que acompaña di-cho proceso: de la huida de laspersonas queridas (leemos enel abandono de los apóstolesaquel abandono actual de fami-liares y amigos) a la no sospe-chada presencia de personasconsideradas no fuertes (comolas mujeres, según la cultura deese tiempo).

Por otro lado, a los pies de lacruz, cuando todos huyen per-manece un pequeño grupito depersonas. Son precisamenteellas las que ayudan al mori-bundo a no quedarse “solo” amirar en los ojos un rostro ami-go que le ofrece una mirada deafecto como último recuerdode la vida que le está dejando.

El hecho muerte a menudo“obliga” a ayudar al moribun-do, al meno porque está dentrodel núcleo familiar al que unopertenece. Como aquel Simónde Cirene que regresa de loscampos y es obligado a llevaruna cruz que no es suya, unacruz y una ayuda que irrumpenen la cotidianidad de su jorna-da.

Si por un lado alguien esobligado, por el otro, volunta-riamente alguien se ofrece deenjugar las lágrimas y comoaquella mujer a quien un apó-crifo ha dado el nombre de Ve-rónica (en realidad “verdaderaimagen” = verdadero icono)regresa a su casa llevando fija-do en sí algo de la persona aquien quería consolar.

Y la atención de quien mue-re para con quien permanece estestimoniada por aquella entre-ga de María a Juan y viceversa,no sólo invitación a ocuparsede una madre que permanecesola sino invitación a la “reci-procidad” a hacerse don uno alotro de la acogida.

Incluso detrás de la reparti-ción de los vestidos de parte delos soldados podemos leer nosólo o no tanto las tristes y to-davía presentes peleas por lasdivisiones de la herencia sinoel recoger en el sentido máselevado y más noble la heren-

cia de quien muere. Lo quepermanece es de quien perma-nece. No sólo una túnica o unvestido sino también y sobretodo una memoria, aquellamisma que los evangelistas noshan entregado con la narraciónde la cruz.

En fin, cuando todo pareceterminado surge la valentía dequien, como José de Arimatea,tiene el valor de bajar a Jesúsde la cruz. En él debería reco-nocerse a toda persona que sepropone (más allá de todo“exito” efectivo) quitar de lacruz a su semejante. Esto nosiempre se podrá actuar en elplano material (aunque se de-berá hacer todo esfuerzo paratratar de actuarlo) sino que de-berá ser siempre posible en elámbito psicológico y humano.De la cruz se quita eliminándo-la de hecho o ayudando a dar-les un sentido, a saber mirar“más allá”: la ética de la huma-nización de la muerte se puedeencerrar en este compromiso.

Prof. SALVINO LEONEProfesor de Teología moral

en la Facultad Teológica de SiciliaConsultor del Pontificio Consejo

para la Pastoral de la Salud

Notas1 PH. ARIÈS, Storia della morte in occi-

dente, Milán 1980.2 Ibidem, 24-25.3 Ibidem, 24-25.4 Ibidem, 53.5 Ibidem, 68.6 Se trata de la tesis expuesta por G.

GÖRER en su The pornography of death(“Enconter”, octubre 1955) en la queprácticamente afirma que hoy “la muerteocupa el puesto del sexo en el área de loindecible”.

7 PH. ARIÈS, o.c., 73 (en la que hacepresente el pensamiento de Görer).

8 Ch. A. MALLIANI, La morte impro-duttiva en AA.VV.: “La morte oggi”, Mi-lán 1985, 102-106; cf también I. ILLICH:Nemesi medica, Mondadori, Milán 1977,214-233, que habla incluso de un “temorde la muerte inmediata”.

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Uno de los ámbitos privile-giados de la acción pastoral serefiere al seguimiento de losmoribundos.

La pastoral de los moribun-dos está muy condicionadapor el clima cultural que atra-vieza la sociedad actual, lleva-da a exorcizar la muerte.

Entre los aspectos cultura-les que contribuyen a compli-car el encuentro con la muertetenemos:

– el clima de hedonismo ymaterialismo existente;

– la negación de la muerte,considerada un tabú;

– la medicalización y el tec-nicismo que deshumanizan elmorir;

– la institucionalización,que confina el morir a los cen-tros sanitarios;

– la remoción de la muertede la vida cotidiana;

– el lenguaje lleno de eufe-mismos que enmascara la rea-lidad por lo que el cáncer seconvierte en “aquel feo mal” ouna “neoplasia”; la muerte esanunciada con: “se ha ido”,“nos ha dejado”, “ha desapare-cido”, porque decir “ha muer-to” parece deshumano;

– el paternalismo, que semanifiesta en actitudes protec-tivas;

– el énfasis biológico quereduce el morir al proceso físi-co sin tener en cuenta el serglobal de la persona.

Humanizar el morir

La muerte es para todos laúnica certeza en la vida. Sinembargo, el riesgo es que eltemor tome la delantera morti-ficando la libertad y paralizan-do la creatividad humana.

El desafío consiste en actuardentro de la cultura para redi-mensionar gradualmente lasactitudes y los condiciona-mientos arriba mencionados,que impiden elecciones másmaduras frente al aconteci-

miento que acomuna a todoslos seres humanos.

Las etapas para humanizarel morir, comprenden el:

– tomar conciencia que lavida está llena de muerte y quela muerte es fecunda de vida;

– afrontar la muerte en pri-mera persona captando y norechazando aquellas ocasionesque se presentan, para mirarlaen la cara y reflexionar sobresu significado;

– aprender a dar un nombrea los propios temores y ansie-dades, ante la eventualidad dela propia muerte o la de los de-más;

– participar en momentosformativos sobre el tema paraatenuar el peso de los meca-nismos de defensa y ampliar elhorizonte de la libertad inte-rior;

– valorar la oportunidad decomunicar con quien está dis-puesto a hablar de su morir,para no confiar los propiossentimientos y pensamientosal silencio.

El proceso del morir: actitudes, sentimientos y recursos

El aproximarse de la muerteproduce en quien la vive el pé-same anticipatorio, que se ma-nifiesta en un abanico de acti-tudes y estados de ánimo.

Las actitudes reciben la in-fluencia de varios factores co-mo: el propio carácter, los pa-peles interpretados, la presen-cia o no de una fe, el modocon el que se mira el propiopasado o a los proyectos futu-ros, la reconociliación o nocon la propia fragilidad y pro-visoriedad, etc.

Actitudes recurrentes frentea la muerte, son:

– la confusión y el descon-cierto

– la resignación– la rebelión o la protesta– el cierre

– la desesperación y/o ladesconsolación

– la huída y/o el evitarLas actitudes están acompa-

ñadas por una variedad de es-tados de ánimo y sentimientos,entre los cuales: el shock, laansiedad, la angustia, el temor,la tristeza, la soledad, la depre-sión, el resentimiento, la cóle-ra, el sentido de culpa, la envi-dia, la vergüenza.

El que está por morir puedeacudir a un moasico de recur-sos, internos y externos, parahacer frente al eventual desa-pego de los bienes y de laspersonas amadas.

La cantidad y la calidad delos recursos incide directa-mente en el modo de vivir elproceso del morir.

Entre los recursos externosse pueden indicar:

– la disponibilidad, en lascercanías, de adecuados cen-tros sanitarios, de personal sa-nitario y de fármacos;

– el apoyo de la propia fa-milia, de los propios seresqueridos y de los amigos;

– la pertenencia a una co-munidad o a una fe religiosa;

– la cercanía de personassensibles, como el sacerdote,los voluntarios;

– los recursos económicos.Entre los recursos internos,

que al final son los más deter-minantes, tenemos:

– la propia filosofía de vida;– los dones o las cualidades

que posee el individuo (p.e.paciencia, valentía, tenacia...);

– la capacidad de abrirse, decomunicar y de interactuarcon los demás;

– la satisfacción en torno alpropio pasado;

– la confianza hacia el futu-ro;

– la calidad de la propia fe yespiritualidad;

– el saber hacer fecundo eldolor;

– la paz y/o la serenidad in-terior;

– la oración...

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El seguimiento pastoral de los moribundos

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El siguiente coloquio poneen luz reacciones y actitudesde un moribundo y el estilo re-lacional de un agente de pasto-ral que lo visita.

Esta enfermedad está destruyendo lo que más amo en el mundo

Informaciones:Laura se encuentra interna-

da en la sección de oncología.Tiene cerca de 55 años, estácasada y tiene tres hijas.

El diagnóstico de la hospita-lización es un tumor en el hí-gado. La paciente se encuentraen el hospital desde hace 10días para efectuar un ciclo dequimioterapia y ya ha efectua-do otros. Es la primera vez quetengo un diálogo con ella.

Coloquio: L.=Laura D.=David

(Después de haber termina-do el coloquio con la pacientede la cama de al lado me acer-co a la cama de la Sra. Laura,pero me doy cuenta que duer-me y estoy por irme cuando laSra. Laura me detiene).

L1. No estoy durmiendo, heescuchado lo que decía a la se-ñora (con un tono de voz nosevero pero desconsolado).

D1. Me parecía que dor-mía...

L2. No, sólo tengo pocasganas de ver a personas, estelugar me deprime mucho...

D2. Si gusta, puedo mar-charme... (respondo con ciertoembarazo).

L3. No, permanezca, no sepreocupe (el tono de su voz esmás acogedor).

D3. Me llamo David y cola-boro con los capellanes... (meinterrumpe bruscamente).

L4. Sí, le he visto la semanapasada, había pasado por aquí,pero yo me hacía la dormida.

D4. (Permanezco algo per-plejo acerca de lo que puedodecir) Imagino que esté su-friendo mucho, por esto noquiere ver a nadie...

L5. Sí, estoy sufriendo mu-cho por mi enfermedad y no leencuentro ninguna salida (suapertura me sorprende y almismo tiempo me pone en difi-cultad; mantengo el silenciopor algunos momentos sin sa-ber qué decir. Luego, prosi-

gue). Yo he pedido al Señorque me cure, en cambio El nome escucha (llora, le alcanzoun pañuelo). Pero ¿qué vida esésta? Desde hace siete añosesta enfermedad me destru-ye... había partido del seno...no obstante la operación, el tu-mor se ha difundido.

D5. Siento que tiene un do-lor muy grande dentro de símisma...

L6. Así es, pero la cosa queme hace sufrir más no es tantoel mal que llevo dentro, sino elhecho que soy la causa de su-

frimientos para mis hijos y miesposo. Yo veo que cuando es-tán aquí sufren más que yo.

D6. Está muy preocupadapor ellos...

L7. Sí, estamos en silen-cio... yo sufro y también ellos,no logramos hablar. Yo noquiero... (rompe a llorar).

D7. (También yo permanez-co en silencio, me da muchacompasión, estoy indeciso so-bre qué decir, luego tomo va-lor para hablar de la muerte).¿Tiene dificultad de hablarcon sus hijos y con su esposopor lo que le puede suceder austed por el tumor que tiene?

L8. Sí, es precisamente estolo que me angustia. ¿Cómopuedo decirles que estoy mu-

riendo? Ellos ya están tan ape-nados por mí...

D8. ¿No cree que sea mejorhablar con ellos que usted losestá dejando y afrontar juntoseste tema de la muerte, estaexperiencia de separación?

L9. Yo no puedo hacerlo, lesharía sufrir aún más.

D9. Usted quiere mucho asus hijos, ¿verdad?

L10. Son lo más importanteque tengo, pero ahora esta en-fermedad está destruyendo loque más amo: mi familia. Pero¿por qué este sufrimiento?¿para qué vivir aquí como unperro?

D10. (Permanezco en silen-cio sin saber qué responder...luego tomo las manos de la pa-ciente que llora). ¿Le está en-señando algo su sufrimiento?

L11. Me ha hecho entenderque mi esposo y mis hijos sonlas personas a quienes quierorealmente mucho... (me sonríellorando).

D11. Lo que dice es muybello (permanezco nuevamen-te en silencio y comienzo des-pués de un poco). ¿Quiere ha-cer una oración y pedir ayudaal Señor en este momento difí-cil?

L12. No tengo ganas deorar, no lo tome a mal.

D12. Absolutamente no, sigusta puedo orar por usted.

L13. Sí, lo haga; gracias. Yome siento lejos de Dios.

D13. Yo creo que el Señorestá cerca de usted (Sonriendoy recibiendo una respuesta noverbal de acogida a las pala-bras que he dicho). Hastapronto, señora. (Le apreto ca-lurosamente la mano).

L14. Hasta pronto y gracias.

Valoración del encuentro

Laura transmite claramentesu lucha interior: el resenti-miento que advierte haciaDios por no haberla curado, elsentido de inutilidad del dolor(L5 “¿qué es esta vida?”; “¿aqué sirve estar aquí para vivircomo un perro?” (L10), el sen-timiento de culpa por causarsufrimiento a los familiares(L6, L7, L8,L9,L10).

El agente de pastoral de-muestra globalmente un buenacercamiento: es delicado yrespetuoso cuando interviene,

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admistra bien el silencio, escapaz de empatía, sabe comu-nicar con su gestualidad, eshonesto e introspectivo al con-fiar sus embarazos.

Entra incluso en el tema de-licado de la muerte (D7), perorespetando los límites trazadospor Laura.

Alguna de sus intervencio-nes (p.e. D2, D8, D10) podríaser más centrada; además laoración al final parecía opor-tuna para recoger el dolor, lossentimientos y las necesidadesde Laura.

En general, su intervenciónresulta benéfica: por un mo-mento Laura abandona el refu-gio de la soledad para confiara alguien sus penas y sus heri-das.

El coloquio ofrece el puntode partida para sugerir las si-guientes orientaciones a quienacompaña a los moribundos.

Actitudes que es preciso evitar o cultivar

En términos esenciales, seproyecta un decálogo de lasactitudes por evitar ante losmoribundos:

– asumir rostros tristes;– transmitir piedad en vez

de respeto;– tratarlos como enfermos

(p.e. de cáncer, de SIDA...) yno como personas

– permanecer limitados enel horizonte físico sin ampliaren otras dimensiones de lapersona;

– emplear frases hechas,que fastidian en vez de conso-lar;

– imponer los propios valo-res o esquemas de referencia;

– esperar cambios dramáti-cos, ahora que están por morir;

– minimizar o banalizar suspérdidas, con el fin de levan-tarles la moral;

– juzgar sus sentimientos(p.e. “no diga así”, “no sesienta así”, etc.);

– dar falsas esperanzas.

Por otro lado, se proponeotro decálogo de actitudes porcultivar para ser mejores“compañeros de viaje” dequien muere:

– valorizar el don de la pro-pia presencia;

– dar mayor cabida a la co-municación no-verbal y alcontacto;

– escuchar y vivir bien conel silencio;

– respetar las diferenteselecciones y creencias;

– revivir el pasado y captarlos recuerdos;

– afirmar las vivencias y lasrealizaciones de quien muere;

– aceptar las confesiones,los remordimientos y la penapor la derrota o las cosas norealizadas;

– conservar las pequeñascosas o los pequeños gestos;

– sacar a la luz los recursoshumanos y espirituales de losinterlocutores;

– mantener las visitas bre-ves y orar, cuando las circuns-tancias lo sugieran.

Una presencia sensible pue-de ayudar al moribundo a es-perar realísticamente, a recor-dar con gratitud y a vivir posi-tivamente el misterio de la vi-da y de la muerte.

P. ARNALDO PANGRAZZIProfesor de Pastoral

en el “Camillianum”,Instituto Internacional de

Teología Pastoral Sanitaria ySupervisor del Clinical Pastoral

Education, Roma

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1. El consentimiento informado: entre ética y derecho

La práctica médica no puedeprescindir del consentimiento,al menos implícito, de parte dela persona que debe curar: unaintervención quirúrgica o unaterapia médica que se realicencontra la voluntad del paciente,o incluso sin su conformidad,constituirían la violación de sudignidad como persona; de estemodo, el enfermo sería tratadocomo objeto de la ciencia mé-dica y no como sujeto al quecompete una libre autodetermi-nación.

El deber de solicitar y el de-recho de dar el consentimiento,después de haberse proporcio-nado la información pertinenteacerca de la finalidad y de lanaturaleza de la intervención,de las consecuencias y los posi-bles riesgos, sigue siendo unaauténtica exigencia ética ade-más que deontológica.

Esta mayor atención derivasobre todo de una evolución dela medicina (cada vez máscompleta desde el punto de vis-ta técnico) y de la relaciónagente sanitario-paciente; esteúltimo es cada vez más cons-ciente y partícipe de las elec-ciones relacionadas con su sa-lud.

Si en la medicina tradicionalel médico actuaba “para” y “envez” del paciente (medicina hi-pocrática-paternalista) y deci-día según lo que considerabaútil para el enfermo, en la épo-ca moderna el paciente colabo-ra con el médico y participa enprimera persona (medicinacontractualista). En el contextoactual, el consentimiento se haconvertido en el medio parapromover y asegurar la autono-mía del paciente. De simple ac-to médico que era, el consenti-miento se ha convertido en si-nónimo de intercambiabilidady de colaboración entre agentesanitario - usuario.

1.1 Origen y difusión del consentimiento informado

Debido a empujes culturales,a pronunciamientos legislativosy de jurisprudencia ingleses yamericanos, en los que se esta-blece el derecho del paciente auna información completa, enlos últimos años ha sido acogi-da también en Italia la exigen-cia ética y jurídica del consenti-miento informado.

En nuestro país, esta parti-cular fórmula ético-jurídicacomenzó a poner sus cimien-tos sólo a inicios de los años90, mientras que en los Esta-dos Unidos de América, consi-derado como lugar de origendel consentimiento informado,y en muchos países más, se ha-bía difundido desde el siglopasado1.

Las razones de esta difusión2

en los últimos años podemosencontrarlas en:

– Una nueva actitud de lapersona frente a su propia sa-lud, fruto de un rápido cambioen la sensibilidad social en tor-no a este tema;

– Un aumento del númerode intervenciones quirúrgicascomplejas que a menudo com-portan un elevado riesgo parael paciente;

– Numerosos “trial clínicos”y experimentaciones, para losque se prevé la firma de unafórmula de conformidad;

– El aumento de los procedi-mientos judiciales emprendi-dos por el enfermo contra lossanitarios;

– La progresiva consolida-ción en la cultura jurídica delreconocimiento del principiode autonomía del paciente y desu capacidad de autodetermi-narse;

– Un cambio en la relaciónagente sanitario-asistido.

Hoy, el paciente ya no seconfía ciegamente en el médi-co; en efecto, conociendo suspropios derechos, desea enten-der y participar de modo activo

en la elección terapéutica. He-mos pasado, pues, de una me-dicina paternalista a una medi-cina contractualista, respetuosade los valores personales delindividuo3. El consentimento seconvierte así en un contrato en-tre agente sanitario y paciente,y este último ya no ofrece unasimple adhesión pasiva ante ladecisión del médico, sino la ex-presión de su plena voluntad,que se vuelve posible gracias auna adecuada información.

1.2 Principios jurídicos

El consentimento informadodel paciente es una condiciónesencial para comenzar y luegodesarrollar el servicio sanitario.Se basa en fundamentos jurídi-cos que por un lado protegen laactividad médica y, por el otro,tutelan los derechos del enfer-mo.

A nivel internacional, el Có-digo de Norimberga de 1947,como consecuencia de experi-mentos de los médicos nazi du-rante la Segunda Guerra Mun-dial, confirma que la personatiene el derecho de entender lainvestigación médica, de deci-dir libremente si participar enella y ratifica el deber del médi-co de explicar claramente al en-fermo su situación clínica, lasposibilidades terapéuticas, larelación riesgos-beneficios ylas posibles complicaciones.

Posteriormente, la Declara-ción de Helsinki de 1964, ela-borada por la Asociación mun-dial de la medicina y las suce-sivas reelaboraciones, formularecomendaciones-guía para losmédicos en la investigaciónbiomédica que involucra a se-res humanos, para salvaguardarsu incolumidad. En particular,afirma el respeto de la integri-dad personal y el bienestar delos individuos, que son los ver-daderos responsables de sí mis-mos.

Esta declaración constituyeel fundamento de las reglas del

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El consentimiento informado: entre ética y derecho

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“Good Clinical Practice”, esdecir las “reglas de la buenaconducta clínica”, en las que sedefinen los derechos-deberesdel médico y del paciente, paraasegurar una mayor protecciónde los sujetos sometidos a ex-perimentación4.

Los Principios de Etica Mé-dica Europea de 1987 afirmanque “salvo el caso de urgencia,el médico ilustrará al enfermolos efectos y las consecuenciasprevisibles de la terapia. Ob-tendrá el consentimiento delpaciente sobre todo cuando lasacciones propuestas comportenun serio riesgo. El médico nopuede sustituir su propia con-cepción acerca de la calidad dela vida a aquella de su pacien-te” (en efecto, no se puede de-cir que el bien para el médicocoincida siempre con el bienpara el paciente).

En junio de 1992, el ComitéNacional para Bioética publicael documento “Información yConsentimiento a la acción mé-dica” en el que se especificanlas características que vuelvenválido el consentimiento: la ca-lidad de la información, sucomprensión, la libertad deci-sional del paciente y su capaci-dad de decidir.

Recientemente, la Conven-ción europea sobre los dere-chos del hombre y la biomedi-cina (1996) en su artículo 5afirma que “una intervenciónen el campo de la salud no pue-de efectuarse sino después deque la persona interesada hayaotorgado su consentimiento li-bre e informado”.

Por otro lado, también ennuestra Constitución encontra-mos referencias explicativas dela importancia del consenti-miento en el acto médico. Elart. 13 afirma: “La libertad per-sonal es inviolable. No se admi-te ninguna forma de detención,de inspección o de registro per-sonal, ni cualquier otra restric-ción de la libertad personal, si-no por un acto motivado por laAutoridad judicial y sólo en loscasos y modos previstos por laley”. Se trata de un artículomuy genérico pero útil en la re-flexión en torno a las libertadesdel individuo (principio de au-todeterminación). El art. 32, encambio, corrobora la tutela dela salud como bien-derechofundamental e inalienabile de la

persona, excluyendo toda for-ma de obligación a los cuida-dos, según el principio de auto-nomía de cada individuo, salvoaquellos cuidados dispuestospor la ley: “Ninguno puede es-tar obligado a un determinadotratamiento sanitario sino pordisposición de la ley, en ningúncaso la ley puede violar los lí-mites que impone el respeto dela persona humana”5.

Más aún, el art. 33 de la leyque instituyó el Servicio Sani-tario Nacional (L. 833 - 1978)establece que incluso los análi-sis-tratamientos sanitarios obli-gatorios deben estar acompaña-dos por iniciativas cuyo objeti-vo sea asegurar el consenti-miento de parte de quien estáobligado.6

Como importantes referen-cias jurídicas al consentimentoinformado tenemos algunos ar-tículos del Código Penal. El art.50 afirma: “No es puniblequien menoscaba o pone en pe-ligro un derecho, con el con-sentimiento de la persona quepuede disponer válidamente”.Con esta declaración se justifi-ca el acto sanitario, incluso enel caso de que pudiera propor-cionar daño a la persona, siem-pre que haya el “consentimien-to de parte de quien tiene dere-cho” y, por tanto, se respete lalibertad personal; todo estodentro de los límites que impo-ne el art. 5 del Código Civilque prohibe “los actos de dis-poner del propio cuerpo cuan-do ocasionen una disminuciónpermanente de la integridad fí-sica, o cuando de cualquier mo-do sean contrarios a la ley, alorden público y a la buena cos-tumbre”. En el caso de que nosea posible que el médico ob-tenga la conformidad debido alas graves condiciones del pa-ciente, el art. 54 del Código Pe-nal declara: “No es punible elque ha cometido el hecho si haestado obligado por la necesi-dad de salvar a sí mismo y a losdemás del peligro actual”. Portanto, subraya que el peligro nodebe ser potencial sino actual,grave e inminente, se debe es-tar presente a “un daño grave ala persona, peligro causado in-voluntariamente por ella, queno se podía evitar, siempre queel hecho sea proporcional al pe-ligro”. Se trata del “Estado denecesidad”: el sanitario efectúa

una intervención porque tienela obligación de salvar la vidade la persona ya que la grave-dad de la situación no le permi-te abstenerse.

Asimismo, el artículo 728del Código Penal habla de cas-tigo de la práctica de cualquiertratamiento que conduzca a lapérdida de conciencia de partedel sujeto sin su voluntad, sinsu consentimiento; el art. 610habla de delito privado, cuandoalguien obliga a otros a hacer,tolerar u omitir algo7.

En una reciente decisión dela Corte Penal de Florencia(Cass. Pen. N. 5639/1992, so-bre el caso Massimo), los jue-ces han confirmado el derechodel paciente a no someterse atratamientos sanitarios obliga-torios, fuera de los casos pre-vistos específicamente por laley y por tanto que: “El médicono puede hacer nada sin el con-sentimiento del paciente o in-cluso contra su voluntad”.

Esto demuestra que el princi-pio de la autodeterminación departe del enfermo ha asumidotambién en Italia las connota-ciones ya compartidas a nivelinternacional y que los juristashabían reconocido desde hacíatiempo.

1.3 Principios éticos

Ante todo, el consentimientono tiene un valor jurídico (me-dicina de defensa) sino ético;por consiguiente, no hay que li-mitarse a considerar el consen-timiento como una forma deprotección jurídica, sino comoun instrumento válido para tu-telar la autonomía decisional yla libertad del enfermo.

En los primeros años sesen-ta, en la sociedad estadouni-dense se comenzó a percibiruna creciente reivindicación delos valores personales de liber-tad y autonomía y, frente al po-der decisional del Estado, losciudadanos reivindicaban el es-pacio que les corresponde.

El principialismo norteame-ricano ha tenido la ventaja debuscar un entendimiento entrelas diferentes corrientes éticas:en América del Norte de losaños ochenta, el filósofo Be-auchamp y el deontólogoChildress8 identificaron losprincipios-guía frente a unproblema sanitario de tipo téc-

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nico-operativo, decisional, dealcance ético:

– principio de beneficiali-dad: es el fundamento de la re-lación entre agente sanitario yenfermo, implica hacer el biena las personas necesitadas o porlo menos para la mayoría deellas (tendencia al utilitarismo);

– principio de no mal-efi-ciencia: expresa la necesidadde promover el bien y evitar elmal de toda persona;

– principio de autonomía:afirma el respeto de la autode-terminación que se articula conla autenticidad (coherencia de

las acciones del enfermo consus actitudes, sus valores) ycon la independencia de laselecciones (el sujeto tiene co-nocimiento del problema y escapaz de razonar y de obrar);

– principio de justicia: su-braya que todas las personaspertenecen a la comunidad yposeen igual acceso a las es-tructuras; por lo que es necesa-rio tratar a las personas porigual y ofrecerles a cada una loque le es debido.

Se trata de principios primafacie: todos poseen la mismafuerza ético-decisional pero,según las condiciones que sepresenten, uno de estos puedesobresalir y dominar a todos losdemás; por tanto son variables,y se pueden aplicar de acuerdocon la situación concreta que se

presenta entre agente sanitarioy problema clínico-decisional.

Estos principios son critica-dos por el personalismo por lafluctuación que conllevan y lafalta de un fundamento antro-pológico. Los principios del ac-tuar ético-personalista9, encambio, afirman el:

– principio de la sacralidadde la vida y de su indisponibi-lidad: el derecho a la vida esnatural e inviolable. La vida fí-sica es un bien primario aunqueno supremo y es indisponible;

– principio de totalidad oterapéutico: la persona debeser considerada en su globali-dad, en sus partes físicas, psí-quicas y relacionales; existeuna relación entre “parte” y“todo”, la parte está subordina-da al todo;

– principio del doble efecto:según este principio, una ac-ción puede tener un efecto po-sitivo y uno negativo; el efectopositivo no puede estar subor-dinado a aquel negativo;

– principio de la solidari-dad: el hombre es un ser socialy el bien del individuo está enrelación con aquel de la colecti-vidad;

– principio de la subsidiari-dad: se debe permitir que todosparticipen activamente en eldesarrollo individual y colecti-vo;

– principio de la excepción:interviene cuando existe unconflicto de valores y prevé laimposibilidad de respetar lanorma (objeción de conciencia,el principio del mal menor y lacooperación en el mal).

Bajo el perfil ético, el temadel consentimiento se colocaentre el principio de la libertad-responsabilidad, de la autono-mía y de la beneficialidad. Elagente sanitario debe tener con-ciencia de esto precisamentepara no actuar de manera ética-mente ilícita.

Por tanto, se puede afirmarque tanto el aspecto ético comoaquel jurídico del consenti-miento informado tienen elmismo objetivo: tutelar a lapersona humana junto con susderechos y sus valores.

1.4 Características y formas de consentimiento

Como ya hemos visto, elconsentimiento representa un

derecho-deber de connotacio-nes éticas y jurídicas frente acualquier acto sanitario.

Según el documento del Co-mité Nacional para la Bioética,referente a “Información yConsentimiento al acto médi-co” de 1992, los presupuestospara la validez del consenti-miento son:

– la calidad de la informa-ción: la información debe serclara, veraz, esencial y exhaus-tiva; debe proporcionarse en unambiente tranquilo, que garan-tice la privacy y requiere tiem-po para permitir que el enfermoentienda y también capacidadde escucha;

– la comprensión de la in-formación: la información de-be adaptarse al grado de culturadel paciente, el lenguaje debeser sencillo, comprensible, notécnico; la comprensión deldestinatario debe ser evaluada através de la verificación;

– la libertad decisional delpaciente: el paciente no debeestar condicionado por perso-nas o situaciones (ni siquierapor la información que le ofre-ce el médico debe ser conside-rada como directiva), el con-sentimiento debe derivar deuna reflexión autónoma y cons-ciente del paciente;

– la capacidad decisionaldel paciente: el paciente debeser mayor de edad y en el plenouso de sus facultades mentales,debe ser autónomo y conscien-te para poder comprender elprocedimiento diagnóstico-te-rapéutico, valorar los riesgos ydecidir su curación.

Por tanto, para responder asu valencia ética, el consenti-miento debe ser:

– informado: la informa-ción, que permite a la personaser consciente y activa, debeproporcionar al paciente los co-nocimientos referentes a su si-tuación clínica y a las posibili-dades terapéuticas, suficientesy necesarias para modificar au-tónomamente su propio com-portamiento;

– explícito: real, específico ydocumentado, expresamenteproporcionado por el enfermo,especialmente en lo que con-cierne los servicios que puedencomportar graves riesgos parala persona;

– libre: non estar condicio-nado desde afuera (personas o

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situaciones), sino debe derivarde una reflexión interior autó-noma y consciente;

– auténtico: debe provenirde parte de quien es titular delderecho, es una elección perso-nal en nombre del principio dela autodeterminación;

– inmune de vicios: la per-sona debe ser capaz de enten-der y de querer, para compren-der el procedimiento diagnósti-co-terapéutico, para poder va-lorar los riesgos-beneficios ydecidir de acuerdo con estas ca-pacidades.

Además de estar en el plenogoce de sus facultades menta-les, el sujeto debe ser mayor deedad: al menor no se le conside-ra capaz de acciones responsa-bles y, según el art. 2 del Códi-go Civil, sólo “con la mayoríade edad se logra la capacidad derealizar todos los actos para loscuales no se haya establecidouna edad diferente”; pero el pa-recer de un menor es tomado enconsideración como factor cadavez más determinante en fun-ción de su edad y del grado demadurez: se da por descontadoampliamente que entre los 14 ylos 18 años, el menor debe par-ticipar en las decisiones médi-cas relacionadas con él10.

Si el paciente se encuentra encondiciones de incapacidadmomentánea (p.e. no conscien-te por anestesia) y no existe unacondición de urgencia, “el res-peto del principio del consenti-miento explícito comporta lanecesidad de esperar que el in-teresado esté nuevamente encondiciones de expresar su vo-luntad”.11 En lo que se refiere ala forma del consentimiento12,no existe ninguna obligaciónjurídica bajo forma escrita, sal-vo excepción para el donador-receptor de sangre, la experi-mentación no terapéutica y eltest para el VIH (Decreto 15enero 1991).

El consentimiento en formaescrita, obligatorio sólo en loscasos arriba indicados, en lasintervenciones de mayor im-portancia y peligrosidad, res-ponde a una legítima cautela departe del médico para predispo-ner una documentación quepueda facilitar su obra en el ca-so de eventuales contestacionesjudiciales.

Lo dicho valdría también pa-ra la información proporciona-

da por el médico: la documen-tación escrita únicamente delconsentimiento, y no de la in-formación efectivamente pro-porcionada, puede hacer supo-ner legítimamente que el con-sentimiento haya sido obtenidosin las debidas explicaciones.Por tanto, incluso ante la faltade una obligación legal expre-sa, es correcto entregar un for-mulario, con las informacionesproporcionadas por el médicoal paciente y firmadas por am-bos, y anexarlo a la cartilla clí-nica del paciente13.

Bajo cualquier forma, ya seaescrita u oral, de todos modosel consentimiento debe ser ex-plícito e informado: después dehaber aclarado las propias du-das, el enfermo debe expresarclaramente su voluntad.

1.5 Información necesaria para obtener el consentimiento informado

El consentimiento es siempreconsecuente con la informa-ción: la falta o la defectuosa in-formación, en efecto, comportala nulidad, la invalidez del con-sentimiento, con todas las con-secuencias de carácter penal acargo del sanitario.

Una información adecuadapermite orientar la autodeter-minación del enfermo e impli-carlo plenamente, reforzando laalianza terapéutica médico-pa-ciente.

La obligación de informar14

está a cargo del médico curanteque formula la propuesta tera-péutica y que se ocupa de laejecución de la misma. En es-tructuras complejas, si el sujetoestá hospitalizado, la obliga-ción está a cargo de quien diri-ge la división, de acuerdo conla jerarquía delineada por la leyhospitalaria nº 128 de 1969. Detodos modos, el médico que di-rige la división del hospitalpuede delegar dicha tarea almédico ayudante o a un asis-tente.

Aunque la información es unacto médico por excelencia, envista de la tutela de los dere-chos del enfermo (en este caso,derecho a la conciencia infor-mada), también para el enfer-mero existe la obligación de in-formar. En el código deontoló-gico del enfermero, en el art.4.2 se afirma: “El enfermero

escucha, informa, implica a lapersona… con el fin de hacerexplícito el nivel de asistenciagarantizado y permitir al asisti-do que exprese sus propiaselecciones” y en el art. 4.5: “Alayudar y sostener a la personaen las elecciones terapéuticas,el enfermo garantiza las infor-maciones referentes al plan deasistencia... Hace lo posible pa-ra que la persona disponga deinformaciones globales y nosólo clínicas y reconoce el de-recho a la elección de no ser in-formado”15.

La información debe serefectiva, esencial, exhaustiva16

y en el caso de una intervenciónquirúrgica se debe referir a:

– el diagnóstico– la prognosis– las formas de operación– las formas de la anestesia– las posibles complicacio-

nes– el proceso post-operatorio– las alternativas de cura-

ción.Se deberá proporcionar cual-

quier otra información que losolicite el paciente.

La información no siemprees suficiente: de suyo en lapráctica clínica no permite queel médico instaure una relaciónhumana y de confianza con elenfermo. Es la comunicación,literalmente “estar en contactocon”, que involucra a los suje-tos de la relación, en sus actitu-des incluso no conscientes, yque permite una apertura psico-lógica del paciente, facilitandoque se instaure una relación op-timal, caracterizada por latransparencia, por el respeto yla confianza recíproca17. Portanto, la relación debe ser siem-pre personalizada y se debe ba-sar en criterios de humanidad.

La información debe ser ve-raz y proporcionada a la capa-cidad de comprensión, determi-nada por la cultura y por la con-dición psicológica del paciente;el lenguaje empleado debe sersencillo, comprensible, no téc-nico y adecuado al destinatario.

Es fundamental considerar lacondición emotiva del enfer-mo: a menudo es frágil, turba-do por el diagnóstico, por te-mor o por falta de conocimien-to y, por lo tanto, menos predis-puesto a la comprensión. Hayque valuar atentamente la edaddel paciente: es diferente el

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acercamiento relacional segúnse trate de un anciano, de unamujer o de un adolescente.

Con excepción de los casosde urgencia, la información de-be proporcionarse, especial-mente antes de una interven-ción quirúrgica, desde el mo-mento que se considera a la parde una lesión personal (Carne-lutti 1938)18.

Para concluir, el respeto delprincipio de veracidad es lacondición esencial para crearuna relación de confianza conla persona, “no decir la verdadsignifica no reconocer al pa-ciente su capacidad de autode-terminación, impedirle decidir,en mencoscabo de la misma re-lación con el agente sanitarioque debería inspirarse en laconfianza y en el respeto de lavoluntad personal”19.

2. Consentimiento informadoen las dinámicas relacionales médico-enfermero

2.1 Evolución de la relación agente sanitario-paciente

Hasta hace algún decenio,ante el prevalecer del paterna-lismo benévolo del médico, sedaba por descontado el consen-timiento informado.

En efecto, desde la edad hi-pocrática prevalecía el modelode la ética médica: el médico seproponía realizar el bien del pa-ciente (bien identificado en laresolución de la enfermedad) yera el principal artífice, aquelque decidía en lugar del enfer-mo; éste permanecía como“objeto de sanación”, un sim-ple observador, que obedecíavisto que por su condición noestaba en condiciones de auto-determinarse20.

En ese período todos los de-más agentes, incluidos los en-fermeros, eran simples ejecuto-res de las decisiones de los mé-dicos.

Pero el paternalismo benévo-lo entra en crisis cerca de vein-te años atrás, cuando se co-mienza a plantear el interrogan-te si el verdadero fin de la me-dicina fuese procurar el biendel paciente o también el respe-to de la persona, en sus eleccio-nes y en sus valores. Con estacrisis se declama la fin de la de-

sigualdad en la relación médi-co-paciente: la autoridad delsanitario es compartida ahorademocráticamente con el enfer-mo, que ya no permanece acontemplar, sino que participaactivamente en la decisión desu propio cuidado.

La intervención sanitaria sedecide así a través de un proce-so de contratación en el que elconsentimiento se coloca comoperno de todo esto.

El enfermero mantiene ahorael papel de coadjutor del médi-co, pero logra una mayor im-portancia en la “medicina deldiálogo”, porque facilita la co-municación, en beneficio de unpaciente más autónomo e infor-mado.

Tanto el médico como el en-fermero deben contribuir en loque atañe a la independenciadel enfermo, proporcionándolelos conocimientos necesarios a

fin de que sus elecciones co-rrespondan a sus intereses rea-les, pero al mismo tiempo nopueden ser ejecutores pasivosde su voluntad.21

La autonomía del paciente,en efecto, no es absoluta y nodisminuye la responsabilidadde los sanitarios del proceso desanación: el enfermo tiene eldeber de no adelantar preten-siones impropias, en lo que serefiere a las convicciones delmédico y sobre su derecho a lalibertad y responsabilidad. Lossanitarios, además de tratar la

enfermedad (to cure), debenasegurar las actividades diariasque mantienen en vida al pa-ciente y que contribuyen parafavorecer su participación en elproceso asistencial (to care) –Collière 1992.22

2.2 Integración médico-enfermería

El médico y el enfermeroson dos profesionales de la re-lación23 e informar al enfermoes un acto no sólo humano yético sino altamente profesio-nal.

Estas dos figuras deberíantrabajar juntas, unir sus capaci-dades para ofrecer una mejorinformación y asistencia; peroen la realidad clínica cotidianaaún es muy escasa dicha cola-boración.

La dificultad puede derivarde la autoridad del médico (en-tendida como un poder legiti-mado por la ley o por la moral,que implica el derecho de pro-porcionar directivas, de acon-sejar y exigir respeto) y por elexcesivo tecnicismo en los ser-vicios, debido en parte a la faltade tiempo.

El enfermero, aunque cola-bora con el médico, deberíaconservar su autonomía perso-nal y profesional, que le permi-ta entender lo que es más justoy opportuno para el paciente,confrontandose con las opinio-nes de sus colegas, sin limitar-se, por tanto, a la aceptaciónpasiva o la simple ejecución deservicios.

En lo que se refiere al con-sentimiento, el enfermero nodebería limitarse (como ocurrecon frecuencia) a ser responsa-ble de la entrega y retiro delformulario: es un mediador, de-bería estimular por un lado alpaciente, recordándole porejemplo que si tiene dudas es elmomento adecuado para expo-nerlas y, por otro, al médicoplanteando eventualmente al-gunas preguntas referentes a laintervención, para alcanzar asíuna información clara y explí-cita. Para llegar a esto deberíahaber, tanto de parte del médi-co como de parte del enferme-ro, la voluntad de colaborar, laaceptación de los papeles, elrespeto recíproco, un buen diá-logo y una atención a los valo-res de la persona.

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Conclusión

En los últimos años, de sim-ple destinatario de eleccionesactuadas por otras personas, elenfermo se ha convertido enprotagonista del proceso deci-sional referente a su salud. Su-perada la época del paternalis-mo benévolo del médico, queera el artífice principal de la si-tuación, el agente sanitario hainstaurado una nueva relacióncon el usuario que se basa en elcompartir y ahora éste tiene laposibilidad de elegir, de con-sentir o rechazar un tratamien-to. Por tanto, es mayor la nece-sidad del paciente de ser infor-mado.

En los sectores de hospitali-zación a menudo encontramosdificultades de comunicaciónentre el mismo personal y lospacientes y la presencia de unconflicto de intereses que, porun lado ve el respeto por la au-tonomía y la libertad del enfer-mo y, por el otro, el deber delos agentes sanitarios de asegu-rar su bienestar.

En un contexto como este, elconsentimiento informado seencuentra en el centro de im-portantes discusiones dadoque, al necesitar de una contra-tación entre agente sanitario ypaciente, se ha convertido enuna prueba del sodalicio que seha afirmado entre estas dos fi-guras.

Sin una adecuada informa-ción, clara, exhaustiva y para-metrada con el grado de culturadel sujeto, no se puede lograrválidamente el consentimiento.Por esta razón médicos y enfer-meros deben ofrecer todas lasinformaciones necesarias paraque el paciente sea conscientey, por tanto, autónomo.

Una mejor comunicación en-tre los mismos agentes sanita-rios haría más eficaz el necesa-rio intercambio de informacio-

nes para asistir al enfermo; lasreuniones a nivel de división,un diálogo más abierto y since-ro, el reconocimiento de los ro-les y el respeto recíproco entremédicos y enfermeros, favore-cerán una alianza entre estasdos figuras, que tiene como ob-jetivo asegurar el bienestar delpaciente.

Además, los agentes sanita-rios deberían poseer una forma-ción continua, una constanteactualización y deberían apren-der a realizar la investigación:la experiencia cotidiana, lastentativas y los errores hechos,permiten entender lo que no vabien y efectuar eventuales mo-dificaciones en la práctica asis-tencial.

Una mayor información, unaestrecha colaboración entre elpersonal de la división del hos-pital y una actitud más críticacon respecto a la propia activi-dad, son elementos esencialespara mejorar no sólo la prácticadel consentimiento informado,sino todos los servicios asisten-ciales.

Es importante ponerse endiscusión, porque sólo así esposible aceptar el cambio; mo-dificar las actividades asisten-ciales puede provocar dificul-tad dentro de un equipo, espe-cialmente si se trata de activi-dades que se han logrado y sehan reforzado en el transcursodel tiempo, pero la voluntad demejorar debe superar esta difi-cultad, recordando que el pri-mer objetivo de la asistencia esel bienestar del paciente.

Prof. FRANCO PILOTTOProfesor de Bioética

en la Facultad de Bioética Universidad Regina Apostolorum

Roma

Prof. PIERLUIGI BADONProfesor de Enfermería Clínica

en el área Materno-InfantilFacultad de Medicina y Cirugía,

Universidad de Padua y Udine

Notas1 SGRECCIA E., SPAGNOLO A., DI PIE-

TRO M.L., “Bioetica, Manuale per i diplo-mi universitari della Sanità”, Vita e Pen-siero, Milán 1999.

2 SPINSANTI S., “Bioetica in Sanità” LaNuova Italia Scientifica, 1993.

3 SPINSANTI S., “Dall’educazione sani-taria al consenso informato”, Mediamix1995.

4 SGRECCIA E., SPAGNOLO A., DI PIE-TRO M.L., “Bioetica, Manuale per i diplo-mi universitari della Sanità”, Vita e Pen-siero, Milán 1999; Nursing Oggi, nr.1,2000. “El consentimiento informado enlos tratamientos experimentales; papel delenfermero”.

5 SGRECCIA E., SPAGNOLO A., DI PIE-TRO “Bioetica, Manuale per i diplomi uni-versitari della Sanità”, Vita e Pensiero,Milán 1999.

6 BENCI L., “Manuale giuridico profes-sionale per l’esercizio del nursing”, Mc-Graw-Hill, Milán 1996.

7 Ver nota 5.8 TOM L. BEAUCHAMP, JAMES F. CHIL-

DRESS, “Principi di etica biomedica”, Ca-sa Editrice Le Lettere, Florencia 1999.

9 SGRECCIA E., “Manuale di Bioetica.II Aspetti medico-sociali”. Vita e Pensie-ro, Milán 1996.

10 “Recenti sviluppi in materia di bioe-tica, in margine al progetto di Convenzio-ne sulla bioetica del Consiglio d’Europa”,Giappichelli Editore, Turín.

11 Comité Nacional para la Bioética,Informazione e Consenso all’atto medico,20 junio 1992.

12 FUCCI S., ”Informazione e consensonel rapporto medico-paziente”, Masson,Milán, 1996.

13 Ver nota 12.14 JANDOLO C., “L’etica al letto del ma-

lato”, Armando Editore, Roma 1990.15 CALAMANDREI C., D’ADDIO L.,

“Commentario al nuovo Codice Deonto-logico dell’infermiere”, McGraw-Hill,1999.

16 SPINSANTI S., “Bioetica in Sanità” LaNuova Italia Scientifica 1993.

17 SANTOSUOSSO A., “Il Consenso In-formato”, Raffaello Cortina Editore,1997.

18 CARNELUTTI F., “Obblighi, poteri ediritti del malato e del chirurgo” 1938, dela revista Alfonso Marra. El Consenti-miento Informado.

19 SGRECCIA E., SPAGNOLO A., DI PIE-TRO M.L., “Bioetica, Manuale per i diplo-mi universitari della Sanità”, Vita e Pen-siero, Milán 1999.

20 SPINSANTI S., “Bioetica nella profes-sione infermieristica”, edizione EdiSES,Nápoles 1995.

21 JANDOLO C., “L’etica al letto del ma-lato”, Armando Editore, Roma 1990.

22 COLLIÈRE M.F., “Aiutare a vivere,dal sapere delle donne all’assistenza in-fermieristica” ed. Sorbona 1992.

23 NOVARINI A., “Comunicare con ilmalato: una componente essenziale del‘saper essere’ nella formazione del medi-co”. La Formazione del Medico, 1996,volumen 10, n.2.

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1. Responsabilidad de la nueva evangelización

Como todos sabemos, en elaño 2000 se ha celebrado elGran Jubileo. La Iglesia ha re-cordado dos mil años de la En-carnación de Cristo, el granacontecimiento que ha divididola historia y que la Iglesia sigueactualizándolo en el tiempo. ElJubileo ha sido una ocasión deagradecimiento, de alabanza yde conversión. Durante el Jubi-leo hemos experimentado lamisericordia de Dios.

También nosotros, médicoscatólicos, hemos experimenta-do la gracia del Jubileo, tanto anivel individual como en el se-creto de nuestro corazón, ya seaa nivel diocesano como nacio-nal según los momentos pro-puestos por nuestras asociacio-nes. La hemos experimentadocomo un don incluso muchomás grande en la catolicidad dela Iglesia, el 11 de febrero 2000,cuando hemos participado enRoma al Jubileo de los Enfer-mos y de los Agentes Sanitariosy cuando, con ocasión de nues-tro XXº Congreso Mundial quese realizara en Roma del 3 al 7de julio, hemos vivido con elPapa el Jubileo de los Médicos.

Ahora que el Jubileo ha ter-minado y hemos regresado anuestra vida profesional coti-diana y a nuestro compromisopastoral, podemos preguntar-nos: ¿Qué ha quedado del GranJubileo? ¿Ha sido sólo un actode celebración? O ¿es que lagracia y la misericordia derra-mada sobre nosotros abundan-temente ha dado una nuevafuerza y un nuevo impulso anuestra vida como cristianos?

Nuestros mismos interrogan-tes han sido motivo de profun-das reflexiones de parte delSanto Padre Juan Pablo II que,al concluirse el Grande Jubileo,consideró oportuno proponer-las a toda la cristiandad en laCarta apostólica Novo millen-nio ineunte (NMI) publicada el6 de enero del 20011.

En dicha carta, el Papa nosinvita a seguir adelante, a mirarel tercer milenio de la Iglesia, aremar mar adentro con la barcade Pedro para llevar a todos loshombres el anuncio de la graciay del gozo cristianos. Duc inaltum! Es la exhortación con laque el Papa, al mismo tiempoque nos recuerda las palabrasdel Señor Jesús, nos invita allevar la buena nueva del Evan-gelio a todos los hombres: elnuevo milenio, como fruto delGran Jubileo, debe ser el mile-nio de la nueva evangelización.

En el presente artículo qui-siera releer la Carta ApostólicaNMI con referencia a nuestravida profesional y a la vida denuestras asociaciones de médi-cos católicos, pues estoy con-vencido que siguiendo el cami-no que nos ha indicado el Papapodremos ser un factor decambio en los individuos, en lacultura médica y en toda la so-ciedad.

La exhortación a la evangeli-zación, en efecto, la encontra-mos en toda la NMI, desde suincipit cuando el Papa escribe:“Al comienzo del nuevo mile-nio, mientras se cierra el GranJubileo en el que hemos cele-brado los dos mil años del naci-miento de Jesús y se abre parala Iglesia una nueva etapa desu camino, resuenan en nuestrocorazón las palabras con lasque un día Jesús, después dehaber hablado a la muchedum-bre desde la barca de Simón,invitó al Apóstol a ‘remar maradentro’ para pescar: ‘Duc inaltum’ (Lc 5, 4). Pedro y loscompañeros confiaron en la pa-labra de Cristo y echaron lasredes: ‘Y habiéndolo hecho, re-cogieron una cantidad enormede peces’ (Lc 5, 6)” (NMI, 1).

Más adelante, el Papa afirmaque “el compromiso de la evan-gelización, es indudablementeuna prioridad para la Iglesia alcomienzo del nuevo milenio.Ha pasado ya, incluso en lospaíses de la antigua evangeli-zación, la situación de una ‘so-

ciedad cristiana’, la cual, aúncon las múltiples debilidadeshumanas, se basaba explícita-mente en los valores evangéli-cos. Hoy se ha de afrontar convalentía una situación que cadavez es más variada y compro-metida, en el contexto de la glo-balización y de la nueva y cam-biante situación de pueblos yculturas que la caracteriza. Herepetido muchas veces en estosaños la ‘llamada’ a la nuevaevangelización. La reitero aho-ra, sobre todo para indicar quehace falta reavivar en nosotrosel impulso de los orígenes, de-jándonos impregnar por el ar-dor de la predicación apostóli-ca después de Pentecostés. He-mos de revivir en nosotros elsentimiento apremiante de Pa-blo, que exclamaba: ‘Ay de mísi no predicara el Evangelio!(1Co 9, 16)” (NMI, 40).

“Esta pasión suscitará en laIglesia una nueva acción mi-sionera, que no podrá ser dele-gada a una porción de ‘espe-cialistas’, sino que acabarápor implicar la responsabili-dad de todos los miembros delPueblo de Dios. Quien ha en-contrado verdaderamente aCristo no puede tenerlo sólopara sí, debe anunciarlo. Esnecesario un nuevo impulsoapostólico que sea vivido comocompromiso cotidiano de lascomunidades y de los gruposcristianos” (NMI, 40).

Evangelizar significa difun-dir la luz de Cristo a los que nola conocen o no la ven. Afirmael Papa: “Nosotros tenemos elmaravilloso y exigente cometi-do de ser su ‘reflejo’. Es elmysterium lunae tan queridopor la contemplación de losPadres, los cuales indicaroncon esta imagen que la Iglesiadependía de Cristo, Sol delcual ella refleja la luz. Era unmodo de expresar lo que Cristomismo dice, al presentarse co-mo ‘luz del mundo’ (Jn 8, 12) yal pedir a la vez a sus discípu-los que fueran ‘la luz del mun-do’ (Mt 5, 14)” (NMI, 54).

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Duc in altum! Los médicos y la nueva evangelización

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Sin embargo, la evangeliza-ción sigue siendo consideradahoy con sospecha por las socie-dades modernas y fuera de mo-da dentro de la misma Iglesia.En nombre del diálogo interre-ligioso y por respeto a los gér-menes de verdad presentes enlas demás religiones, muchosrenuncian a proponer a Cristocomo luz del mundo, llegandoal final a una forma de indife-rentismo religioso. El axiomafundamental de esta actitud esque no debemos imponer nadaa nadie. Sin embargo, este tipode acercamiento es despistador.No debemos imponer, sino quetenemos la misión de presentarnuestra fe. Sorprende, porejemplo, que en las sociedadeseuropeas, donde el Islam es lasegunda confesión, y a veces laprimera en términos de prácti-ca, no se realice ningún esfuer-zo para presentar la BuenaNueva cristiana. Al parecer so-mos indiferentes ante la fe denuestros hermanos. Una vezmás, no es un problema de im-posición, sino más bien de estarconvencidos de la belleza de lavida cristiana que se propone,por parte nuestra en el campomédico, a favor de otros enotras realidades temporales2.

Este es también el pensa-miento del Papa que nos invitaa los cristianos a promover eldiálogo sin renunciar a ofrecerun testimonio pleno de la espe-ranza presente en nosotros: “Eldiálogo no puede basarse en laindiferencia religiosa, y noso-tros como cristianos tenemos eldeber de desarrollarlo ofre-ciendo el pleno testimonio de laesperanza que está en nosotros(cf 1P 3, 15). No debemos te-mer que pueda constituir unaofensa a la identidad del otrolo que, en cambio, es anunciogozoso de un don para todos, yque se propone a todos con elmayor respeto a la libertad decada uno: el don de la revela-ción del Dios-Amor, que ‘tantoamó al mundo que le dio su Hi-jo unigénito’ (Jn 3, 16). Todoesto, como también ha sido su-brayado recientemente por laDeclaración Dominus Jesus,no puede ser objeto de una es-pecie de negociación dialogís-tica, como si para nosotros fue-se una simple opinión. Al con-trario, para nosotros es unagracia que nos llena de ale-gría, una noticia que debemosanunciar” (NMI 56).

Si a los cristianos se les pidedialogar dispuestos íntimamen-te a la escucha, sin embargo elPapa afirma que la Iglesia “nopuede sustraerse a la actividadmisionera hacia los pueblos, yuna tarea prioritaria de la mis-sio ad gentes sigue siendoanunciar a Cristo, ‘Camino,Verdad y Vida’ (Jn 14, 6), en elcual los hombres encuentran lasalvación. El diálogo interreli-gioso ‘tampoco puede sustituiral anuncio, de todos modos,aquél sigue orientándose haciael anuncio’” (NMI 56).

2. Contenido del anuncio cristiano

Hasta este momento hemosvisto la urgencia de la evangeli-zación, de la responsabilidad ydel compromiso de las comuni-dades y de los grupos cristia-nos. Podemos interrogarnosahora en qué consiste la BuenaNueva por anunciar o, en otraspalabras, cuál es el contenidodel anuncio cristiano.

Lo que nosotros anunciamosciertamente no es una cosa, noes un programa, no es una filo-sofía o una visión ética por másnoble que fuera. Tampoco setrata de una ideología o de unpoder, aunque fuese de la Igle-sia. Al evangelizar el mundo,nosotros anunciamos una per-sona, Jesucristo. Anunciamosla novedad absoluta de Diosque se ha hecho hombre, queha tomado la carne humana y,por el hombre ha padecido, hamuerto y ha resucitado. Este esel acontecimiento que ha cam-biado a la historia y que infla-ma nuestro corazón y da senti-do a nuestro obrar. Asimismo,este es lo que el mundo espera.Más que escuchar hablar deCristo el mundo espera que no-sotros le mostremos a Cristo;que al mirarnos pueda contem-plar a Jesús.

“’Queremos ver a Jesús’ (Jn12, 21). Esta petición, hecha alapóstol Felipe por algunosgriegos que habían acudido aJerusalén para la peregrina-ción pascual, ha resonado tam-bién espiritualmente en nues-tros oídos en este Año jubilar.Como aquellos peregrinos dehace dos mil años, los hombresde nuestro tiempo, quizás nosiempre conscientemente, pi-den a los creyentes de hoy nosólo ‘hablar’ de Cristo, sino en

cierto modo hacérselo ‘ver’.¿Y no es quizá cometido de laIglesia reflejar la luz de Cristoen cada época de la historia yhacer resplandecer también surostro ante las generacionesdel nuevo milenio?

Nuestro testimonio sería,además, enormemente defi-ciente si nosotros no fuésemoslos primeros contempladoresde su rostro” (NMI 16).

El Papa propone la contem-plación del rostro de Cristo a ladevoción de todos los cristia-nos como fundamento de lanueva evangelización. Se trata,es obvio, de contemplar el ros-tro de Cristo para poder reflejarla luz. Pero existe un rostro deCristo que nos interpela parti-cularmente a nosotros los mé-dicos. Acostumbrados en nues-tra profesión a estar cerca delhombre que sufre, sentimos lafascinación particular del sufri-miento de Dios hecho Hombre,del rostro sufriente del Hombredel Getsemaní y de la Via Cru-cis, del rostro cubierto de gol-pes, de heridas y de sangre du-rante la pasión, como nos haentregado el lino del Sacro Su-dario.

Al contemplar como médi-cos este rostro que sufre, en-contramos la fuerza y la inspi-ración para contemplar el ros-tro de cada hombre que sufre,para mirarlo con ojos nuevos,como rostro salvado por el ros-tro ensangrentado de Cristo,como rostro precioso, porqueha sido rescatado a caro precio,como rostro dotado de digni-dad divina incluso cuando estádesfigurado o casi irreconoci-ble, porque es un rostro asumi-do por Dios que se ha hechohombre.

Al contemplar al Cristo de lapasión, ejerceremos nuestraprofesión con corazón nuevo yojos nuevos y haremos ver elmundo de Cristo, su radical no-vedad.

Estos conceptos, aparente-mente antiguos, en efecto sonradicalmente nuevos para lamedicina actual. La medicinatiene dificultad hoy de recono-cer a cada ser humano su digni-dad e incluso puede estar dis-puesta a manipular al ser hu-mano en su estadio de embrión;puede participar en la supresiónde seres humanos en el estadiofetal por medio del aborto; conla eutanasia, puede tomar parteen la eliminación de seres hu-

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manos a los que no se les reco-noce una suficiente calidad dela vida porque se trata de enfer-mos terminales, o porque enellos la luz de la mente humanase ha apagado en una condiciónde estado vegetativo persistenteo porque están gravemente re-tardados o afectos de demen-cia.

Además, cuando perdemosde vista el concepto que todoslos hombres, en todas las fasesde su vida, poseen la mismadignidad como personas, la me-dicina puede estar tentada de di-rigirse selectivamente a los quetienen los medios para ser cura-dos, o puede contribuir a dirigirlas financiaciones públicas ha-cia los problemas que concier-nen las élites, olvidándose delos problemas referentes a lasrealidades sociales más amplias,aunque de menor interés desdeel punto de vista científico-tec-nológico. También puede apro-bar una distribución de los re-cursos a escala planetaria queparece aceptar pasivamente queexisten grupos de personas con-denadas a la desnutrición, a lasepidemias, a la mortalidad in-fantil. Para esta medicina, elanuncio cristiano, el cristianis-mo, son conceptos de una nove-dad absoluta, el fundamento deuna práctica de la medicina to-talmente diferente con respectoa aquella dominante.

3. Condiciones para anunciarla buena nueva

El Rostro de Cristo es, pues,el contenido de nuestra evange-lización, pero preguntémonos¿en qué modo debemos anun-ciarlo? ¿qué debemos hacer pa-ra llevar a todos la Buena Nue-va? El Papa nos invita ante to-do a no caer en un equívoco.

“No, no será una fórmula loque nos salve, pero sí una Per-sona y la certeza que ella nosinfunde: ‘¡Yo estoy con voso-tros!’.

No se trata, pues, de inventarun nuevo programa. El progra-ma ya existe. Es el de siempre,recogido por el Evangelio y laTradición viva. Se centra, endefinitiva, en Cristo mismo, alque hay que conocer, amar eimitar, para vivir en El la vidatrinitaria y transformar con Ella historia hasta su perfeccio-namiento en la Jerusalén celes-

te. Es un programa que nocambia al variar los tiempos ylas culturas, aunque tienecuenta del tiempo y de la cultu-ra para un verdadero diálogo yuna comunicación eficaz”(NMI 29).

Este programa de siempre esnuestro programa también parael tercer milenio. Es por estoque el Papa se limita a indicar-nos los requisitos, las condicio-nes para un trabajo pastoral efi-caz, que sea capaz de anunciarla buena nueva.

Por cierto no es esta la sedepara examinar detalladamentelas condiciones que nos propo-ne el Papa. Pero considero quepor lo menos debemos mencio-narlas.

“En primer lugar – escribe elPapa – no dudo en decir que laperspectiva en la que debe si-tuarse el camino pastoral es elde la santidad...” (NMI 30).

“En realidad, poner la pro-gramación pastoral bajo el sig-no de la santidad es una opciónllena de consecuencias...”(NMI 31).

“...Sería un contrasentidocontentarse con una vida me-diocre, vivida según una éticaminimalista y una religiosidadsuperficial” (NMI 31).

“La vida entera de la comu-nidad eclesial y de las familiascristianas debe ir en esta direc-ción. Pero también es evidenteque los caminos de la santidadson personales y exigen unapedagogía de la santidad ver-

dadera y propia, que sea capazde adaptarse a los ritmos decada persona. Esta pedagogíadebe enriquecer la propuestadirigida a todos con las formastradicionales de ayuda perso-nal y de grupo, y con las for-mas más recientes ofrecidas enlas asociaciones y en los movi-mientos reconocidos por laIglesia” (NMI 31).

Me pregunto si, en el ámbitode nuestras Asociaciones de losMédicos Católicos, dicha peda-gogía de la salud, precisamentepor las exigencias específicasde los médicos, no debería qui-zás estar más atenta para pro-poner modelos de hombres yde mujeres que han santificadosu vida ejerciendo la profesiónmédica.

El almanaque contiene figu-ras de médicos santos. Creoque nuestra profesión sea lamás representada entre las hile-ras de los santos, después delos obispos, sacerdotes y reli-giosas. Antes bien, pienso quela nuestra podría ser la catego-ría más numerosa si, hablandodesde el punto de vista epide-miológico, no hubiese al inicioun pasaje de selección: todo elproceso de selección, en efecto,está en manos del clero y noso-tros estamos llamados única-mente para valorar la atendibi-lidad de los milagros.

En una reciente colección, elDr. Richard Watson del NewJersey nos propone al menostreintitres médicos santos y de-clara que está convencido deque la lista no está completa.Algunos de ellos son conocidospor todos, como nuestro santopatrón, el evangelista Lucas ocomo los santos hermanos Cos-me y Damián, llamados anar-giros porque no se hacían pagarpor sus servicios (¿es quizá poresto que para nosotros se havuelto más difícil volvernossantos?).

Hay también santos médicosdesconocidos para la mayoríacomo san Pantaleón, san Dió-medes, San Emiliano, o santosmuy famosos en medicina co-mo Nicolás Stenone o AntonioMaría Zaccaria.

Además, hay santos muymodernos como el Prof. Giu-seppe Moscati y la Dra. GiannaBeretta Molla. Ambos laicos, elprimero santificado casi poraclamación del pueblo, enseñóy ejerció su profesión en Nápo-les, mientras la segunda, pedia-

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tra en Milán y miembro de laAsociación local de MédicosCatólicos, después de un fecun-do testimonio en la profesión yen la familia, sacrificó su vidapor amor a la vida, renunciandoa curarse para poder dar a la luza su última hija.

Otros médicos aún no han si-do beatificados, pero sería casiun deber moral de nuestras aso-ciaciones proponer la causa desu beatificación. Pienso porejemplo en el Prof. Nagai, unconvertido japonés que enseñóen la Universidad de Nagasaki,que murió después de haber re-alizado su obra de evangeliza-ción durante largos años de su-frimiento, como consecuenciade la bomba atómica que habíacaido en el corazón del barriohabitado por la floreciente co-munidad católica de Nagasaki,destruyéndolo completamente.También la mujer de Nagai,que lo había convertido al Cris-tianismo, murió en la explosión(ya en ese entonces los ameri-canos hablaban de “¡bombasinteligentes!”).

Pienso en Jerôme Lejeune,que hizo de su vida, de su in-vestigación científica un testi-monio apasionado, coherente einteligente de la belleza y de lahumanidad del Magisterio de laIglesia y que con fe y esperanzaofreció el sufrimiento queacompañó las fases de su vidacomo sacrificio a Dios para ob-tener de El la protección de lavida humana en el momento enque ella era agredida, en todo elmundo, por los mismos médi-cos. Agradezco al Señor porhaber tenido el privilegio deencontrarlo varias veces y ha-ber discutido con él acerca dela posibilidad de una investiga-ción científica en favor delhombre, sobre todo en lo queconcierne a los niños con disca-pacidad mental.

En fin, otros santos en esperade reconocimiento, aún sin sermédicos, merecerían el docto-rado honoris causa en medici-na, como el Dr. Marcelo Can-dia, un emprendedor que, comonuevo San Francisco, se despo-jó de todas sus riquezas paraconstruir centros de asistenciaen favor de los leprosos y paravivir en medio de ellos en Bra-sil. Un día tuve la suerte de co-mer con él en su ciudad de Mi-lán, donde periódicamente re-gresaba para extender la mano,él que había sido rico, pedía la

limosna para sus leprosos bra-sileños.

Por suerte, podemos simple-mente escoger, proponiendo anuestros médicos como mode-los por seguir, tanto históricoscomo actuales. Pero, para podereducarnos y educar a la santi-dad, escribe también el Papa,hay necesidad de un cristianis-mo que se distinga ante todo enel arte de la oración (NMI 32).

Es un dato real que en elmundo actual, no obstante elproceso de secularización, estápresente una difundida exigen-cia de espiritualidad. Se mani-fiesta precisamente en una re-novada necesidad de oración(NMI 33).

¿No es quizá nuestra respon-sabilidad, como individuos ocomo asociaciones, si a menu-do esta necesidad se siente no

apagada en la Iglesia y buscasatisfacción huyendo haciaotras religiones o hacia las sec-tas? ¿No es quizá responsabili-dad también nuestra, médicoscatólicos, si el hombre actualbusca en estas sectas, en estasnuevas y a veces antiguas for-mas de espiritualidad, una res-puesta incluso a su necesidadde curación física y espiritual?

De aquí la invitación del Pa-pa que precisamente nos invitaa reapropiarnos de la grandetradición mística de la Iglesia,tanto de Oriente como de Occi-dente. Invita para que las co-munidades cristianas se vuel-van “auténticas ‘escuelas deoración’, donde el encuentro

con Cristo no se exprese sola-mente en petición de ayuda, si-no también en acción de gra-cias, alabanza, adoración, con-templación, escucha y vivezade afecto hasta el ‘arrebato’del corazón. Una oración in-tensa, pues, que sin embargono aparta del compromiso enla historia: abriendo el cora-zón al amor de Dios, lo abretambién al amor de los herma-nos, y nos hace capaces deconstruir la historia según eldesignio de Dios” (NMI 33).

Se trata de un pedido y de unproyecto que vale también paranuestras Asociaciones de Mé-dicos Católicos: ser auténticasescuelas de oración.

El Papa nos invita tambiénpara que pongamos el máximoempeño en la liturgia eucarísti-ca dominical; que redescubra-mos el sacramento de la recon-ciliación, para saborear la mi-sericordia de Dios y enfrentarla crisis del sentido del pecadoque aflige a la sociedad con-temporánea; a una renovada es-cucha de la Palabra de Dios, yde este modo revitalicemos laobra de la evangelización.

Santidad, oración, escuchade la Palabra, liturgia eucarísti-ca dominical, sacramento de lareconciliación: este es el itine-rario que el Papa nos indica pa-ternalmente en nuestro trabajode evangelización. Siguiendoeste itinerario, la obra de laevangelización quizá no seráfácil, pero ciertamente podre-mos afrontarla sin ninguna an-siedad, y sobre todo libres delansia de hacer y de programar.

“Hay una tentación que insi-dia siempre todo camino espiri-tual y la acción pastoral mis-ma: pensar que los resultadosdependen de nuestra capacidadde hacer y programar. Cierta-mente, Dios nos pide una cola-boración real a su gracia y, portanto, nos invita a utilizar todoslos recursos de nuestra inteli-gencia y capacidad operativaen nuestro servicio a la causadel Reino. Pero no se ha de ol-vidar que, sin Cristo, ‘no pode-mos hacer nada’ (cf Jn 15, 5).

La oración nos hace vivirprecisamente en esta verdad.Nos recuerda constantementela primacía de Cristo y, en re-lación con El, la primacía de lavida interior y de la santidad.Cuando no se respeta este prin-cipio, ¿ha de sorprender quelos proyectos pastorales lleven

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al fracaso y dejen en el alma unhumillante sentimiento de frus-tración? Hagamos, pues, la ex-periencia de los discípulos enel episodio evangélico de lapesca milagrosa: ‘Maestro, he-mos estado bregando toda lanoche y no hemos pescado na-da (Lc 5, 5)” (MNI 38).

4. Características que hacen creíble la obra de la evangelización

Hemos recorrido junto con elPapa las condiciones para pro-poner a los demás el encuentrocon Cristo. El Santo Padre nosindica también las característi-cas que hacen creíble la obra deevangelización. Se pueden re-sumir en una característica úni-ca fundamental, la del Amor.

“‘En esto conocerán todosque sois discípulos míos, si osteneis amor los unos a losotros’ (Jn 13, 35). Si verdade-ramente hemos contemplado elrostro de Cristo, queridos her-manos y hermanas, nuestraprogramación pastoral se ins-pirará en el ‘mandamientonuevo’que El nos dio: ‘Que co-mo yo os he amado, así osaméis también vosotros losunos a los otros’ (Jn 13, 34)”(MNI 42).

La característica fundamen-tal del Amor, se manifiesta a suvez, en tres signos de la credi-bilidad del anuncio: la comu-nión eclesial, la corresponsabi-lidad eclesial, la caridad.

5. Comunión

La comunión, en primer lu-gar. El Papa nos invita a: “Ha-cer de la Iglesia la casa y la es-cuela de la comunión: éste es elgran desafío que tenemos antenosotros en el milenio que co-mienza, si queremos ser fielesal designio de Dios y respondertambién a las profundas espe-ranzas del mundo” (NMI 43).

Esto vale ante todo paranuestras Asociaciones, de lasque ninguno se debe sentir ex-cluido, casas de comunión y es-cuelas de santidad en las que lasantidad se propone como uncamino y no es requerida comouna pretensión, para las que larelación con las demás asocia-ciones y movimientos eclesia-les no es de competencia sinode colaboración, para las cuales

mucho antes que deber la co-munión con el Obispo y con laSanta Sede es una necesidaddel espíritu.

6. Corresponsabilidad eclesial

“Es necesario, por tanto, quela Iglesia del tercer milenio im-pulse a todos los bautizados yconfirmados a tomar concien-cia de la propia y activa res-ponsabilidad en la vida ecle-sial” (NMI 46).

Reflexionar en torno a nues-tra responsabilidad pastoral nosignifica obviamente pensar enprimer lugar en nuestra partici-pación en los consejos pastora-les de los hospitales o en lascomisiones de pastoral sanita-ria de las diócesis. Quiere decirante todo que dentro de los hos-pitales, el médico católico pue-de contribuir de manera consi-derable en la pastoral de laIglesia, en las situaciones enque hombres y mujeres se en-cuentran para confrontarse conlos interrogantes más dramáti-cos de su vida, que son el fun-damento de la vida religiosa:¿Quién soy? ¿Por qué nace-mos? ¿Qué significado tiene elsufrimiento? ¿Por qué debomorir y qué hay después de lamuerte? En algunas circunstan-cias, puede ser incluso más im-portante que el sacerdote, porlo menos cuando el sacerdoteno está disponible o no es acep-tado.

Aún más, también en las pa-rroquias y en las escuelas elMédico Católico puede desa-rrollar un papel importante enlos cursos de preparación almatrimonio o en la educaciónsexual para los jóvenes. El mé-dico católico es un actor de laPastoral de la Iglesia, comparteel ministerio católico. Cristo haenviado a los Apóstoles a pro-clamar el Reino de Dios y a cu-rar (Lc 9, 2).

Pero el Papa añade: “En par-ticular, es necesario descubrircada vez mejor la vocaciónpropia de los laicos, llamadoscomo tales a ‘buscar el Reinode Dios ocupándose de las rea-lidades temporales y ordenán-dolas según Dios’ y a llevar acabo ‘en la Iglesia y en el mun-do la parte que les corresponde[...] con su empeño por evan-gelizar y santificar a los hom-bres.

En esta misma línea, tienegran importancia para la co-munión el deber de promoverlas diversas realidades de aso-ciación, que tanto en sus moda-lidades más tradicionales co-mo en las más nuevas de losmovimientos eclesiales, siguendando a la Iglesia una vivezaque es don de Dios constitu-yendo una auténtica primaveradel Espíritu. Conviene cierta-mente que, asociaciones y mo-vimientos actúen en plena sin-tonía eclesial y en obediencia alas directrices de los Pastores.Pero es también exigente y pe-rentoria para todos la exhorta-ción del Apóstol: ‘No extingáisel espíritu, no despreciéis lasprofecías, examinando todo yquedaos con lo bueno’ (1TS 5,19-21)” (NMI 46).

¿Cómo no ver en este llama-miento del Papa una invitaciónapremiante a desarrollar o capa-citar el trabajo de nuestras Aso-ciaciones de Médicos Católicos,a fin de que más allá del testi-monio personal, se vuelva in-mediatamente visible en nuestroactuar, el rostro de la Iglesia, esdecir, el rostro mismo de Cristoen nuestro tiempo?

7. Caridad

“A partir de la comunión in-tra-eclesial, la caridad se abrepor su naturaleza al serviciouniversal, proyectándonos ha-cia la práctica de un amor acti-vo y concreto con cada ser hu-mano. Este es un ámbito quecaracteriza de manera decisivala vida cristiana, el estilo ecle-sial y la programación pasto-ral. El siglo y el milenio quecomienzan tendrán que ver to-davía, y es de desear que lo ve-an de modo palpable, a quégrado de entrega puede llegarla caridad hacia los pobres. Siverdaderamente hemos partidode la contemplación de Cristo,tenemos que saberlo descubrirsobre todo en el rostro de aque-llos con los que el mismo haquerido identificarse: ‘He teni-do hambre y me habéis dado decomer, he tenido sed y me ha-béis dado que beber, fui foras-tero y me habéis hospedado;desnudo y me habéis vestido,enfermo y me habéis visitado,encarcelado y habéis venido averme (Mt 25, 35-36). Esta pá-gina no es una simple invita-ción a la caridad: es una pági-

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na de cristología, que iluminael misterio de Cristo. Sobre es-ta página, la Iglesia comprue-ba su fidelidad como Esposa deCristo” (NMI 49).

8. El estilo del Buen Samaritano

Nuestro trabajo, bien realiza-do, hecho reconociendo en elrostro del paciente el rostro su-friente de Cristo y su dignidad,es en sí mismo una obra de ca-ridad, es participación originaly muy especial en el ministeriode la salvación. Como afirma elPapa “...se testimonia el estilodel amor de Dios, su providen-cia, su misericordia y, de algu-na manera, se siembran toda-vía en la historia aquellas se-millas del Reino de Dios queJesús mismo dejó en su vida te-rrena atendiendo a cuantos re-currían a El para toda clase denecesidades espirituales y ma-teriales” (NMI 49).

En efecto, ¿qué es el Evan-gelio sino el anuncio de salva-ción, un anuncio de salud y decuración? Jesús pasó anuncian-do el Reino de Dios y sanandoa los enfermos. La salvaciónhace posible también la saludfísica (vete, tu fe te ha salvado,dice Cristo al ciego). Las cura-ciones, al contrario, son el pri-mer testimonio de la fuerza delSalvador, hacen creíble su pre-dicación. La obra de la caridad,y mucho más nuestra obra co-mo médicos, si es hecha reco-nociendo el rostro de Cristo enlos pacientes y con el estilo delBuen Samaritano, pueda ofre-cer una credibilidad particularal anuncio del Evangelio.

La Pastoral de la Iglesia en elmundo de la salud necesita lai-cos para realizar el mandato deCristo: anunciar el Evangelio ysanar a los enfermos. Sanar alos enfermos no es secundario,es casi una parte integrante dela evangelización, y esto la ha-ce creíble. Jesús mismo definiósu anuncio como “sanar a losenfermos”.

El amor misericordioso ytaumatúrgico de Cristo se ma-nifiesta especialmente cuandoaceptamos ofrecer nuestras ha-bilidades a los que no puedendarnos nada en cambio. Tene-mos la responsabilidad de mos-trar el rostro de Cristo a los po-bres o a los que no tienen acce-so a los niveles standard de ca-

lidad en la medicina por razo-nes de su estado económico ode sus condiciones sociales ypsicológicas.

9. Fantasía de la caridad: nuevas obras para nuevas necesidades

Pero no es suficiente nuestroser, como individuos, buenossamaritanos. El Papa nos pro-pone un horizonte mucho másamplio, dentro del cual existegran espacio para formas aso-ciadas de testimonio, como sono pueden ser nuestras Asocia-ciones de Médicos Católicos.

“En efecto, son muchas ennuestro tiempo las necesidadesque interpelan la sensibilidadcristiana. Nuestro mundo em-pieza el nuevo milenio cargadode las contradicciones de uncrecimiento económico, cultu-ral, tecnológico, que ofrece apocos afortunados grandes po-sibilidades, dejando no sólo amillones y millones de perso-nas al margen del progreso, si-no a vivir en condiciones de vi-da muy por debajo del mínimorequerido por la dignidad hu-mana. ¿Cómo es posible que,en nuestro tiempo, haya toda-vía quien se muere de hambre,quién está condenado al anal-fabetismo, quién carece de laasistencia médica más elemen-tal; quién no tiene techo dondecobijarse?

El panorama de la pobrezapuede extenderse indefinida-mente, si a las antiguas añadi-mos las nuevas pobrezas, queafectan a menudo a ambientesy grupos no carentes de recur-sos económicos, pero expuestosa la desesperación del sin sen-tido, a la insidia de la droga, alabandono en la edad avanzadao en la enfermedad, a la margi-nación o a la discriminaciónsocial...

... Se trata de continuar unatradición de caridad que ya hatenido muchísimas manifesta-ciones en los dos milenios pa-sados, pero que hoy quizá re-quiere mayor creatividad”(NMI 50).

A lo largo de los siglos laIglesia ha desarrollado diaco-nados, albergues para los pere-grinos, enfermerías monásticas,órdenes religiosas dedicadas ala asistencia de los enfermos.Es por esta razón que la Iglesiaha inventado el concepto de

hospital y ha contribuido demanera determinante a desarro-llar aquellas características quehoy conocemos. Incluso cuan-do los estados modernos, des-pués de la revolución Francesa,han comenzado a interesarse dela salud, con el fin de mantenerelevado el ideal de asistenciasanitaria, la Iglesia ha favoreci-do la fundación de institucionessanitarias católicas en todo elmundo. De los grandes y pres-tigiosos hospitales y facultadesde medicina de las Universida-des católicas a los dispensariosen los países de misión. Hastaahora, la Iglesia es el principalabastecedor no gubernamentalde servicios sanitarios en elmundo.

Este enorme esfuerzo no estádirigido sólo a remediar cuandolos gobiernos no demuestranningún interés hacia ciertas for-mas de pobreza y marginación;el esfuerzo era y es testigo deque la atención dirigida a lapersona humana no es verdade-ra salvo que implique a todo elhombre, incluso si es frágil, dé-bil, salvo que involucre a todoslos hombres incluso cuandoson abandonados y su peso so-cial y su importancia en la so-ciedad de la productividad y delos bienes ya no son muy signi-ficativos.

Es por esta razón que pode-mos afirmar con orgullo que elesfuerzo de la Iglesia en elmundo de la salud ha contribui-do considerablemente al desa-rrollo de la civilización huma-na, favoreciendo en todo elmundo el crecimiento de unacultura de la misericordia y dela compasión, de los derechos ydel respeto del hombre en todaslas situaciones de la vida y entodas las fases de la existencia3.

De todos modos, “es la horade una nueva ‘imaginación dela caridad’, que promueva notanto y no sólo la eficacia delas ayudas prestadas, sino lacapacidad de hacerse cercanosy solidarios con quien sufre,para que el gesto de ayuda seasentido no como limosna humi-llante, sino como un compartirfraterno.

Por eso tenemos que actuarde tal manera que los pobres,en cada comunidad cristiana,se sientan como ‘en su casa’.¿No sería este estilo la másgrande y eficaz presentación dela buena nueva del Reino?

Sin esta forma de evangeli-

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zación, llevada a cabo median-te la caridad y el testimonio dela pobreza cristiana, el anunciodel Evangelio, aún siendo laprimera caridad, corre el ries-go de ser incomprendido o deahogarse en el mar de pala-bras al que la actual sociedadde la comunicación nos sometecada día. La caridad de lasobras corrobora la caridad delas palabras” (NMI 50).

La presencia de la Iglesia enel mundo sanitario ha sido y esimpuesta por la conciencia deque es precisamente cuando elhombre expresa la necesidadde ser sano que es llevado aplantearse los principales inte-rrogantes de la vida, el signifi-cado del nacer, del sufrir, delmorir. La Iglesia es consciente

de que una respuesta correcta aestas preguntas puede inclusocondicionar la respuesta a otrosinterrogantes en los que se fun-da la conciencia religiosa delhombre. ¿Quién soy? ¿Adóndevoy? ¿Qué significado tiene mivida? La necesidad de recupe-rar la salud puede llevar a pedirla salvación (salus).

Es por estas razones que, in-cluso en los hospitales no cató-licos, la Iglesia favorece siem-pre la presencia de capellanes,de religiosas de las órdenes deenfermería, de médicos y deenfermeras con una formacióny una fe católicas, de volunta-rios que se inspiran en el mode-lo del Buen Samaritano.

Si estas son las razones deuna presencia, ¿cómo no vamosa escuchar cuando el Papa noshabla de la desnutrición, de lafalta de cuidados médicos bási-cos, de la desesperación, de ladroga, del abandono de los an-cianos y de los enfermos, de lamarginación social, un llama-miento a nosotros médicos, la

repropuesta de la espiritualidaddel Buen Samaritano, la invita-ción personal a los médicos y,más aún, a nuestras Asociacio-nes de Médicos Católicos, paraque se inventen nuevas formasde servicio a los pobres, paradescubrir nuevas formas deasistencia sanitaria para afron-tar las nuevas pobrezas presen-tes incluso en las ciudades ri-cas, para estar presentes en elescenario de la cooperación sa-nitaria internacional con los pa-íses en vías de desarrollo?

“Muchas son las urgenciasante las cuales el espíritu cris-tiano no puede permanecer in-sensible ” (NMI 51).

Y cita el desequilibrio ecoló-gico, los problemas de la paz,el vilipendio de los derechoshumanos fundamentales, espe-cialmente de los niños.

10. La ciencia biomédica

Un ámbito importante de lacaridad es el de la ciencia bio-médica. Se trata de la caridadmás importante, la caridad inte-lectual, para que la ciencia mé-dica no pierda sus finalidadespara ayudar al hombre y no sevuelva, en cambio, un instru-mento de destrucción y de se-lección de la vida humana.

Luego añade que “se debeprestar especial atención a al-gunos aspectos de la radicali-dad evangélica que a menudoson menos comprendidos, has-ta el punto de hacer impopularla intervención de la Iglesia,pero que no pueden por ellodesaparecer de la agenda ecle-sial de la caridad. Me refiero aldeber de comprometerse en ladefensa del respeto a la vida decada ser humano desde la con-cepción hasta su ocaso natural.Del mismo modo, el servicio alhombre nos obliga a procla-mar, oportuna e importuna-mente, que cuantos se valen delas nuevas potencialidades dela ciencia, especialmente en elterreno de las biotecnologías,nunca han de ignorar las exi-gencias fundamentales de laética, apelando tal vez a unadiscutible solidaridad que aca-ba por discriminar entre vida yvida, con el desprecio de ladignidad propia de cada serhumano.

Para la eficacia del testimo-nio cristiano, especialmente enestos campos delicados y con-

trovertidos, es importante ha-cer un gran esfuerzo para ex-plicar adecuadamente los mo-tivos de las posiciones de laIglesia, subrayando sobre todoque no se trata de imponer alos no creyentes una perspecti-va de fe, sino de interpretar ydefender los valores radicadosen la naturaleza misma del serhumano” (NMI 51).

“Obviamente, todo esto tieneque realizarse con un estilo es-pecíficamente cristiano; debenser sobre todo los laicos, envirtud de su propia vocación,quienes se hagan presentes enestas tareas, sin ceder nunca ala tentación de reducir las co-munidades cristianas a agen-cias sociales” (NMI 52).

11. Inculturación del anuncio cristiano

El Santo Padre nos invita pa-ra que en la obra de evangeliza-ción tengamos en cuenta las di-ferentes culturas en las que de-be penetrar el mensaje cristia-no, a fin de que los valores es-pecíficos que las animan no se-an renegados sino purificados yconducidos a su plenitud. Estovale de manera especial para lacultura médica que desde largotiempo es aliada de la Iglesia enla defensa de la dignidad delhombre.

“El cristianismo del tercermilenio debe responder cadavez mejor a esta exigencia deinculturación. Permaneciendoplenamente uno mismo, en to-tal fidelidad al anuncio evan-gélico y a la tradición eclesial,llevará consigo también el ros-tro de tantas culturas y de tan-tos pueblos en que ha sido aco-gido y arraigado” (NMI 40).

“La caridad se convertirá en-tonces necesariamente en servi-cio a la cultura...” (NMI, 51).

En efecto, hasta hace algu-nos decenios la moral de losmédicos y la moral católica ra-ramente estaban en contraste yel médico católico no tenía difi-cultad para brindar a sus pa-cientes todas las facilidades enlo que la ciencia médica podíaofrecer, sin que por esto sufrie-se conflictos de conciencia. Esverdad que siempre han habidomédicos y comadronas quepracticaban abortos, pero lo ha-cían fuera de la moral comúnreconocida por la profesión y aescondidas porque habrían sido

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reprobabos. Cuando yo estu-diaba medicina, el texto de me-dicina distinguía únicamentecuatro tipos de aborto: espontá-neo, terapéutico (sólo para sal-var la vida de la madre), euge-nético y criminal. Para los últi-mos dos tipos de aborto la re-probación profesional era neta-mente evidente.

La situación ha cambiadoprofundamente en los últimosdecenios. La disponibilidad demétodos contraceptivos farma-cológicos, el movimiento femi-nista, la introducción del abortoen un elevado número de legis-laciones, las crecientes posibili-dades que ofrece la genéticapara descubrir las enfermeda-des antes del nacimiento, el de-sarrollo de técnicas de fertiliza-ción in vitro, la consiguienteproducción de embriones conel fin de curar la esterilidad, ladisponibilidad para la investi-gación científica, el descubri-miento de las capacidades delas células embrionales paradesarrollar tejidos útiles paralos trasplantes en el tratamientode enfermedades degenerati-vas, la hipótesis de la clonacióntotal o parcial que ya es practi-cada en el reino animal, todoesto ha cambiado radicalmenteel escenario.

El embarazo y el parto ya noson considerados como actosque en la mayoría de las vecesson fisiológicos, sino más bienson vividos como una desgra-cia y una enfermedad que elmédico tiene que curar. Un hijoya no es visto como un don, si-no como un objeto del deseo,que es traido al mundo sólo sise quiere, cuando se quiere, yque es aceptado sólo si el dones bien confeccionado y no de-teriorado.

La medicina ya no tiene co-mo su finalidad específica ladefensa de la vida, sino que es-tá más preocupada por la cali-dad de la vida.

Las organizaciones interna-cionales han renunciado a la lu-cha para que se aseguren losderechos fundamentales a la sa-lud a todas las poblaciones yestratos sociales; se preocupansolamente de reducir la solici-tud de tales derechos, favore-ciendo una disminución de lanatalidad en todo el mundo.

Se ha creado el término am-biguo de “salud reproductiva”,detrás del cual, junto con laprevención y el control de las

enfermedades ginecológicas,están la contracepción, el abor-to, la esterilización, la disminu-ción de la natalidad, que sonpropagandadas, ofrecidas e im-puestas a los gobiernos y a losagentes sanitarios. Al contrario,nosotros nos preocupamos aúndemasiado poco de la mortali-dad materna, muy elevada enalgunos países del mundo y, enalgunos estratos sociales, inclu-so en los países desarrollados.

Obviamente, el médico cató-lico, y en particular el ostetraginecólogo católico, se encuen-tra en medio de estas tensionesy de estos cambios4.

Debemos manifestar el valorde plantearnos una vez más losinterrogantes fundamentalesacerca de la vida, del sufrimien-to y de la muerte. La visión pa-gana detrás del culto de la saludteme el sufrimiento, la vejez, lamuerte e incluso el nacimiento.Frente a esta visión debemosdar testimonio de la perspectivacristiana, considerando el naci-miento, la enfermedad, el dolor,la atención, la sanación y lamuerte como oportunidades decrecimiento. La experiencia denuestros límites nos ayuda adescubrir el infinito y nuestrapropia realidad, rompiendo elsueño de omnipotencia y de novulnerabilidad.

Es necesario que cada médi-co se sienta personalmentecomprometido para limitar lamedicina de los deseos, paracontrastar la invasión tecnoló-gica de la medicina, para limi-tar la invasión social de la me-dicina. En cambio, debemosesforzarnos por desarrollar unaidea de la medicina que esté ba-sada en la prevención, en laeducación a la salud, en la co-rrección de los estilos de vidainadecuados; en otras palabras,una concepción de la medicinafundada en la responsabilidadde la persona.

En un tiempo de recursos li-mitados debemos ahorrar pre-cisamente tales recursos gra-cias a una cultura de la respon-sabilidad en la medicina y usar-los para crear sistemas sanita-rios válidos en los países en ví-as de desarrollo.

Esta responsabilidad deberíaser muy viva en particular enlos que cubren papeles de ense-ñanza y tienen una gran respon-sabilidad en la educación de lasnuevas generaciones de médi-cos2.

12. Responsabilidad socio-política

“La caridad se convertiráentonces necesariamente enservicio... a la política, a laeconomía, a la familia, paraque en todas partes se respetenlos principios fundamentales,de los que depende el destinodel ser humano y el futuro de lacivilización” (NMI 51).

“Esta vertiente ético-social sepropone como una dimensiónimprescindible del testimoniocristiano. Se debe rechazar latentación de una espiritualidadoculta e individualista, que po-co tiene que ver con las exigen-cias de la caridad, ni con la ló-gica de la Encarnación y, en de-finitiva, con la misma tensiónescatológica del cristianismo.Si esta última nos hace cons-cientes del carácter relativo dela historia, no nos exime en nin-gún modo del deber de cons-truirla. Es muy actual a esterespecto la enseñanza del Con-cilio Vaticano II: ‘El mensajecristiano, no aparta los hom-bres de la tarea de la construc-ción del mundo, ni les impulsa adespreocuparse del bien de sussemejantes, sino que les obligamás a llevar a cabo esto comoun deber” (NMI 52).

Estamos llamados a humani-zar la medicina y los lugares enlos que la practicamos, y a ase-gurar que el progreso tecnoló-gico no sea empleado contralos derechos humanos. Esta-mos llamados a ponernos alservicio de la salud pública,promoviendo políticas sanita-rias que respeten la vida, la dig-nidad y la naturaleza de la per-sona humana.

12.1 Ordenes profesionalesLa profesión médica se eleva

por encima de la ley y vive enla dimensión de la ética, aun-que no puede alejarse de la de-ontología y de las leyes que serefieren a la práctica médica.Las leyes médicas sin una éticaadecuada serían simple arbitra-riedad, quizás basada en intere-ses que no se pueden mencio-nar. Por el contrario, si la éticano fuese traducida en deontolo-gía y leyes, sería confinada aprincipios generales, sin ningu-na aplicación directa.

Las reglas y los reglamentosde la ley médica deberían ser losuficientemente claros y brevesde manera que faciliten la ac-

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ción del médico. El principioguía es siempre el mismo: elmédico está llamado a ayudar ya curar, nunca a causar daño ynunca a matar.

Es por estas razones que elmédico deberá cooperar con laaplicación de las leyes justas,con excepción del deber de laobjeción de conciencia cuandola ley civil no respeta los dere-chos humanos, especialmenteel derecho a la vida. Por lasmismas razones, el médico querespeta la dignidad de su profe-sión rechazará convertirse enun instrumento de aplicacionesviolentas y opresivas de la me-dicina.

12.2 Comités éticosEl médico debería ser com-

petente en el campo ético, in-cluso sin ser un especialista.Por la misma razón, es necesa-ria la presencia de comités éti-cos en todo centro sanitario y laética debería enseñarse a los es-tudiantes de medicina, en undiálogo abierto con especialis-tas pertenencientes a las dife-rentes disciplinas pertinentes.

12.3 Políticas sanitariasPegados a una idea utilitaris-

ta de la salud, que reconoceúnicamente algunos derechosconsiderados socialmente úti-les, y las ideologías de la saludque proponen las prácticas dela salud como una forma deculto como si se tratase de unaespecie de nueva religión por laque la muerte parece casi evita-ble y la salud y la forma físicaconstituyen modernas divinida-des, no podemos retirarnossimplemente siguiendo una lí-nea ideal mercantil de la medi-cina, donde el provecho (perso-nal e institucional) es la medidade lo que es justo.

Una vez más debemos ponerel sujeto en el centro de nuestraatención y promover una red derelaciones humanas que se ba-sen en la solidaridad.

En fin, estamos frente a unaenorme tarea socio-política alpromover la legislación en fa-vor de la vida, y los derechoshumanos.

No se trata únicamente de re-sistir a las tentaciones del abor-to, del desperdicio de embrionesy de la eutanasia. Debemos sen-tirnos contra aquellas situacio-nes en las que la dignidad de lavida es humillada. En efecto, elrespeto y la promoción de la vi-

da y de otros derechos humanoses la base de cada agregaciónsocial digna de ser consideradahumana. Probablemente, traba-jar a favor de la vida y de losderechos del hombre es el apor-te más importante al desarrollode la civilización humana.

Hemos elegido ser médicospara curar, para aliviar el dolor,para tener compasión, para con-solar, para acompañar. No pode-mos ser testigos pasivos de unalenta y aparentemente inevita-ble transformación de la medi-cina en una profesión al serviciode tendencias culturales actua-les o a los compromisos de lapolítica. Antes bien, debemostener la valentía de oponernosfirmemente a todo esto, pues es-tamos convencidos de que ni losGobiernos, ni los Parlamentostienen el derecho de promulgarleyes que van contra los dere-chos humanos fundamentales ycontra los códigos deontológi-cos de los médicos.

Los derechos humanos sebasan en la raíz única de la dig-nidad de la persona y en ella sefunda la legitimidad de los Es-tados y de los Gobiernos. Estotiene valor sobre todo para elderecho a la vida.

Este derecho fundamentalestá garantizado por el debermoral; es su respeto que da sen-tido y legitimidad a la coexis-tencia humana, a las leyes y alas instituciones civiles.

La protección de derecho decada individuo de la especiehumana, en particular si es dé-bil e impotente, es lo que marcala diferencia entre el Estado ycualquier lobby, corporación oasociación criminal4.

DUC IN ALTUM! ¡Eche-mos nuevamente las redes!

“El Cristo contemplado yamado ahora nos invita una vez

más a ponernos en camino: ‘Idpues y haced discípulos a todaslas gentes, bautizándolas en elnombre del Padre y del Hijo ydel Espíritu Santo’ (Mt 28, 19).El mandato misionero nos in-troduce en el tercer milenio in-vitándonos a tener el mismo en-tusiasmo de los cristianos de losprimeros tiempos” (NMI 58).

“Después del entusiasmo ju-bilar ya no volvemos a un ano-dino día a día...

Que Jesús resucitado, el cualnos acompaña en nuestro ca-mino, dejándose reconocer co-mo a los discípulos de Emaús‘al partir el pan’ (Lc 24, 30),nos encuentre vigilantes y pre-parados para reconocer su ros-tro y correr hacia nuestros her-manos, para llevarles el grananuncio: ‘¡Hemos visto al Se-ñor!’ (Jn 20, 25)” (NMI 59).

Prof. GIAN LUIGI GIGLIPresidente de FIAMC

Notas1 Novo millennio ineunte, Carta apos-

tólica del Santo Padre Juan Pablo II alconcluirse el Jubileo del 2000, texto dis-ponible en www.vatican.va

2 GIGLI G.L., Sustaining CatholicIdentity: The Catholic Doctor, interven-ción pronunciada con ocasión de la IXJornada Mundial del Enfermo, Sydney10.02.2001, texto disponible en el sitiowww.cha.org.au

3 GIGLI G.L., The Catholic Doctors’Challenges for the New Millenium, inter-vención presentada con ocasión del Jubi-leo de los Enfermos, Roma 9 febrero2000, texto disponible en el sitiowww.fiamc.org

4 GIGLI G.L., The Importance of thePractice of Obstetrics and Gynaecologyto the Health Ministry of the CatholicChurch, intervención tenida con ocasióndel Encuentro Internacional de ObstretrasGinecólogos Católicos, Roma 18 junio2001, texto disponible en el sitiowww.fiamc.org

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En Madrid, en la Catedralde la Almudena, hay diversascapillas laterales dedicadas asantos o beatos nacidos en esaciudad, o que en ella desarro-llaron su labor apostólica.Aunque san Josemaría Escriváhabía nacido en Barbastro(Huesca) en 1902, fue en Ma-drid donde el Señor le hizo verel Opus Dei, un camino desantificación y apostolado enmedio del mundo y del trabajoprofesional, y en esa ciudadejerció durante muchos añossu tarea sacerdotal. Tiene, porello, una capilla presidida poruna bella imagen suya. Sendosrelieves recuerdan la vincula-ción de San Josemaría con lacapital de España; en el de laizquierda, se le ve rezando enla Cuesta de la Vega, ante unaimagen de la Virgen de la Al-mudena y en el otro aparececonsolando a un enfermo. Ca-da relieve tiene su lápida ex-plicativa. En la primera se lee:“En muchas ocasiones, el Be-ato Josemaría acudió a rezar,de rodillas en la acera, ante laimagen de nuestra señora de laAlmudena situada en el muroque rodea esta catedral. Coninquebrantable fe y piedad fi-lial, se dirigía a la Madre deDios y Madre nuestra implo-rando su protección para loshabitantes de esta ciudad y delmundo entero”.

La segunda – la que aquínos interesa más – afirma:“Para cumplir la misión queDios le había confiado, buscótambién la ayuda del dolor,trabajando heroicamente, du-rante muchos años, en los hos-pitales y en los barrios extre-mos, hasta el punto de poderafirmar que el Opus Dei habíanacido entre los pobres y losenfermos de Madrid...”.

Efectivamente, San Josema-ría repitió muchas veces que elOpus Dei había nacido entrelos pobres y los enfermosabandonados de los hospitalesmadrileños y que, gracias a la

oración y al sufrimiento deesas personas ofrecidos aDios, él pudo seguir adelanteen la tarea que Dios le habíaencomendado. Primero, traba-jó como capellán del Patrona-to de Enfermos de las DamasApostólicas del Sagrado Cora-zón1, hasta noviembre de19312. Luego comenzó a cola-borar con la Congregación deS. Felipe Neri (conocidos co-mo los “Filipenses”) visitandoa los enfermos del HospitalGeneral3, y en el verano de1932 comienza su trabajo decapellán en el Hospital delRey4.

Sor Engracia Echevarría,entonces Superiora de las Hi-jas de la Caridad que trabaja-ban en este hospital, ha testi-moniado: “Por esa época nosquedamos sin capellán y enesas circunstancias se presentóante mí D. Josemaría Escriváde Balaguer, por entonces eraun joven sacerdote que apenascontaría con treinta años deedad, y me dijo que no meapurase por no tener ya Cape-llán oficial. Que de noche y dedía, y a cualquier hora quefuese, y bajo mi responsabili-dad, debía llamarle según fue-ra la gravedad del enfermoque pedía los Santos Sacra-mentos”5.

Este trabajo en los hospita-les madrileños supuso el con-tacto más directo con el sufri-miento físico; y el ofrecimien-to de los dolores y la oraciónde los enfermos fueron las raí-ces de las que el joven Jose-maría sacó vitalidad sobrena-tural para llevar adelante su ta-rea fundacional. (No tratamosaquí del sufrimiento moral,que Josemaría conoció desdemuy niño y le acompañó du-rante toda su vida; y sólo men-cionamos el contacto que tuvocon la enfermedad de otraspersonas, dejando tambiénfuera de nuestro estudio el pa-pel del dolor y la enfermedaden su propia vida)6.

En 1974, respondiendo auna pregunta, en una tertuliaen Santiago de Chile, decía:”Y ese sacerdote, con 26 años,la gracia de Dios y buen hu-mor, y nada más tenía que ha-cer el Opus Dei... Y ¿sabes co-mo pudo? Por los Hospitales.Aquel Hospital General deMadrid cargado de enfermos,paupérrimos, tumbados por lacrugía, porque no había ca-mas; aquel hospital, del Rey sellamaba, donde no había másque tuberculosos pasados yentonces la tuberculosis no securaba... ¡Esas fueron las ar-mas para vencer! ¡Ese fue eltesoro para pagar! ¡Esa fue lafuerza para ir adelante!...7.

Frecuentemente comentóque los enfermos eran el teso-ro del Opus Dei. El 19 de mar-zo de 1975, en Roma, narrabaa un grupo de personas de laObra: “Fui a buscar fortalezaen los barrios más pobres deMadrid... En los hospitales, yen las casas donde había en-fermos, si se pueden llamarcasas a aquellos tugurios...Eran gente desamparada y en-ferma... De modo que fui abuscar los medios para hacerla Obra de Dios en todos esossitios. Fueron unos años inten-sos, en los que el Opus Deicrecía para adentro sin darnoscuenta. Pero he querido deci-ros que la fortaleza humana dela Obra han sido los enfermosde los hospitales de Madrid:los más miserables, los que vi-vían en sus casas, perdida has-ta la última esperanza huma-na; los más ignorantes deaquellas barriadas extremas...enfermos incurables, pobresabandonados, niños sin fami-lia y sin cultura, hogares sinfuego y sin calor y sin amor”8.

S. Josemaría consideraba laenfermedad como un manan-tial de virtudes, como algoque, aunque ocasiona frecuen-temente mucho sufrimiento,no sólo es valioso sino que in-cluso puede convertirse en

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San Josemaría Escrivá: el valor de la oración y del sufrimiento de los enfermos

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motivo de alegría. En la enfer-medad, enseña el Catecismode la Iglesia Católica, el hom-bre experimenta su impoten-cia, sus límites y su finitud;pero puede también hacer a lapersona más madura, ayudarlaa discernir en su vida lo que esesencial de lo que no lo es, ycon mucha frecuencia empu-jarla a una búsqueda de Dios oa un retorno a Él9. De todo es-to tuvo experiencia san Jose-maría. En las horas pasadascada día a la cabecera de losenfermos, hermanado con susdolores, testigo de sus mise-rias, consolando con su pre-sencia y borrando las miseriasdel alma con el sacramento dela Penitencia, había acabadopor ver la figura amable y su-friente de Cristo, cargado conel peso y la fealdad del peca-do, Cristo conllevando nues-tros dolores y padecimientos.Y el sacerdote, otro Cristo, seidentificaba con los enfermosen el dolor y en la misericor-dia. Sentía ansia de ver y ali-viar a Cristo en los enfermos10.

En Camino, su obra más co-nocida, dejó escrito:

“– Niño. – Enfermo. – Alescribir estas palabras, ¿nosentís la tentación de ponerlascon mayúsculas?

Es que para un alma enamo-rada, los niños y los enfermosson Él”11.

Otras palabras suyas, aun-que suenan duras – pero queconectan con toda la tradicióncristiana sobre el tema – com-pletan, a mi parecer, lo que ve-nimos diciendo. Se trata deaquellas que aparecen tambiénen Camino: “Bendito sea eldolor. – Amado sea el dolor. –Santificado sea el dolor. –¡Glorificado sea el dolor!”12.

Uno de sus biógrafos ha co-mentado: “No sé de ningunafrase que contradiga tanto alespíritu de nuestro siglo XX, ysobre todo de los últimos tresdecenios, como esta ‘biena-venturanza del dolor’. Es fácildenunciarla como ‘masoquis-ta’, como escandalosa o senci-llamente ‘anormal’; lo que po-dríamos llamar ‘una naturale-za sana’ siempre ha estadoaliada con el rechazo y el des-precio de la Cruz, que – comoescribía San Pablo – era (y si-gue siendo) ‘escándalo paralos judíos, locura para los gen-

tiles’ (1 Co 1, 23)”13. Pero,continúa afirmando este autor,“el único planteamiento posi-ble, aunque resulte incom-prensible, es que la Cruz es elcamino del Amor de Dios, elcamino de la felicidad de loshombres libres; sólo esteAmor puede integrar y superarla Cruz”14.

En alguna ocasión, palabrascomo éstas han sido acusadasde “dolorismo” (como si pre-tendieran la simple exaltacióno glorificación del dolor), qui-zá fruto de un planteamientoformulado desde posicionesun tanto teóricas. Convienepor eso recordar también otraspalabras del nuevo santo enlas que alienta a combatir eldolor y a no conformarse consu mera aceptación: “El dolorfísico, cuando se puede quitar,se quita. ¡Bastantes sufrimien-tos hay en la vida! Y cuandono se puede quitar, se ofre-ce”15. No estamos, pues, anteuna simplona aceptación delos dolores de la vida, doloresque se deben procurar elimi-nar, sino que se trata de, cuan-do aparecen, encontrarles su

pleno sentido en el plan de laRedención.

En todo caso, nos enfrenta-mos ante un profundo miste-rio: el dolor, siendo malo en símismo, puede convertirsetambién en señal de amor deDios y, por consiguiente, enfuente de alegría. Como el do-lor forma parte de la existen-cia humana, debe tener algúnsentido en los planes divinos.Juan Pablo II advierte que eldolor en sí mismo es absurdo,y que sólo cuando es aceptadoy ofrecido a Jesucristo, enunión con sus propios padeci-

mientos, se hace vida y resu-rrección: “En el Cuerpo deCristo, que crece incesante-mente desde la Cruz del Re-dentor, precisamente el sufri-miento, penetrado por el espí-ritu del Sacrificio de Cristo, esel mediador insustituible y au-tor de los bienes indispensa-bles para la salvación delmundo. El sufrimiento, másque cualquier otra cosa, es elque abre el camino a la graciaque trasforma las almas. El su-frimiento, más que todo lo de-más, presente en la historia dela humanidad, es la fuerza dela Redención”16.

Al comentar este texto, elcardenal Ratzinger afirmabaque “el dolor aceptado y so-portado en comunión conCristo, crucificado y resucita-do, encuentra un sentido pro-fundo para la persona y paralos demás; es más, puede con-vertirse en fuerza de cura-ción”17.

Han pasado 70 años deaquellas primeras experienciasdel nuevo santo con los enfer-mos de los hospitales madrile-ños. Desde entonces, muchoha progresado la Medicina yno es fácil – al menos en lospaíses desarrollados – encon-trarse con situaciones comolas que él vivió. Pero tambiénla Medicina actual está necesi-tada de ese plus de humanidadque encontramos en las ense-ñanzas de Jesús de Nazarethque, “siendo de condición di-vina (...), se humilló a sí mis-mo haciéndose obediente has-ta la muerte, y muerte de cruz”(Flp 2, 6.8). En esa línea, sonmuchas las instituciones cató-licas dedicadas a labores asis-tenciales en todo el mundoque se esfuerzan en conseguiresa deseada humanización dela salud siguiendo las ense-ñanzas (caridad, espíritu deservicio, etc.) de Jesucristo18.

Pues bien, la dedicación desan Josemaría a los enfermosse continúa, como una heren-cia, en diversos centros sanita-rios fruto del ejercicio profe-sional de muchas personas queparticipan de los medios deformación cristiana que impar-te el Opus Dei y que procuranvivir su espíritu, o en centrossanitarios promovidos por fie-les y cooperadores de la Prela-tura en muchos países del

mundo: la Clínica Universita-ria de Navarra, que fue una ini-ciativa directamente promovi-da por él19; el Campus Biomé-dico de Roma; el HospitalMonkole de Kinshasa (Repú-blica Democrática del Congo);el Niger Foundation Hospitaland Diagnostic Centre, deEnugo (Nigeria); el HospitalUniversitario Austral de Bue-nos Aires (Argentina), etc.

En todos ellos aparece laconcepción de san Josemaríasobre el dolor y la enferme-dad: una mirada que trascien-de el mero plano físico y sefunde con el más puro amor aCristo, porque en todo enfer-mo está Él. Por eso, estar en-fermo significa ser un preferi-do de Cristo, y, por tanto, si lafuerza y la gracia se obtienende Cristo, no hay – después delos sacramentos – mejor cami-no para conseguir la santifica-ción (la plena unión con Cris-to) que el del sufrimiento y elde acercarse al enfermo quesufre, consolándole y ayudán-dole en sus necesidades20.

El actual Prelado del OpusDei recuerda unas palabrasque escuchó directamente delabios de san Josemaría, queviene a sintetizar, a mi juicio,lo que hemos querido recordaren este artículo: “Sufrir, en elOpus Dei, si vivimos el espíri-tu que el Señor ha querido pa-ra nosotros, se convierte enamor, y en amor con alegría.No lo olvides, pasará el tiem-po, yo me habré ido a rendircuentas a Dios, y podrás repe-tir a tus hermanos que me oís-

te decir que el sufrimiento,cuando viene, nosotros loamamos, lo bendecimos y loconvertimos en medio paradar gloria a Dios, siempre conalegría, que no quiere decirque no cueste” (...) La enfer-medad, cuando viene, hay queamarla, y nosotros hemos desaber santificarla porque es ‘eltrabajo profesional’ que el Se-ñor pone en esos momentos ennuestras manos”21.

P. MIGUEL ANGEL MONGECapellán de la Clínica

Universitaria de NavarraPamplona, España

Notas 1 Se trata de una fundación de Doña

Luz Rodríguez-Casanova: Cfr. VÁZQUEZDE PRADA, A.. El Fundador del OpusDei, vol. I, Rialp, 5ª ed., Madrid 2001,pp. 274 ss.

2 En sus Apuntes íntimos dejó escrito:“Otro favor del Señor: ayer hube de de-jar definitivamente el Patronato, de en-fermos por tanto: pero mi Jesús no quie-re que le deje y me recordó que Él estáclavado en una cama del hospital”: VÁZ-QUEZ DE PRADA, o.c., p. 425.

3 Cfr. VÁZQUEZ DE PRADA, o.c., p.425.

4 Cfr. VÁZQUEZ DE PRADA, o.c., p.432-444. Una enferma de ese hospitalfue una de las primeras mujeres que seincorporaron al Opus Dei, María IgnaciaGarcía Escobar. Cfr. J.M. CEJAS, La pazy la alegría, Rialp, Madrid 2001.

5 VÁZQUEZ DE PRADA, o.c., p. 436-37.En esta obra se narra cómo las circuns-tancias políticas de aquel momento eranadversas a la presencia de la Iglesia en lavida pública.

6 Sobre estos aspectos remitimos al

reciente trabajo de los doctores D. MAR-TÍNEZ CARO y A. CANTERO FARIÑA,“¡Santificado sea el dolor! Aspectos mé-dicos de la biografía del Beato Josema-ría Escrivá de Balaguer”, en “ScriptaTheologica”, vol. XXXIV, fasc. 2, ma-yo-agosto 2002; el estudio está tomadode las notas y borradores del informemédico realizado para incluir en el pro-ceso de beatificación de Josemaría Es-crivá, donde se detallan el conjunto deprocesos patológicos que podrían consi-derarse sus “enfermedades” a lo largo desu vida, con especial incidencia en losaños 1966-1975. Cfr. también, ECHEVA-RRÍA, J., Memoria del Beato Josemaría,Rialp, Madrid 2000, pp.27-43.

7 HERRANZ, G., Sin miedo a la vida ysin miedo a la muerte. En memoria deMons. Josemaría Escrivá de Balaguer,Eunsa, 3ª ed., Pamplona 1977, p. 139-40.

8 HERRANZ, G, o.c., p. 141.9 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católi-

ca, n. 1500-01. Sobre este tema, puedeverse: MONGE, M.A. y LEÓN, J.L., Elsentido del sufrimiento, Ed. Palabra, 3ªed., Madrid 2002.

10 Cfr. VÁZQUEZ DE PRADA, o.c., p.426-27.

11 Cfr. nª 419.12 Cfr. nº 208.13 BERGLAR, P., Opus Dei, Vida y

obra del Fundador Josemaría Escriváde Balaguer, Rialp, 3ª ed., Madrid 1988,p. 66.

14 ib.15 HERRANZ, G., o.c., p. 153.16 Cfr. LOZANO BARRAGÁN, J., Teolo-

gía y Medicina, Instituto Mexicano deDoctrina Social Cristiana, México 2000,p. 58.

17 Exh. Ap. Salvifici doloris, n. 27.18 Cfr. Pontificio Consejo para la Pas-

toral de la Salud, Index 1994, donde serecogen 21.757 instituciones sanitariascatólicas.

19 De todos es conocido que cuandoJosemaría Escrivá viajaba a Pamplona,bien como Gran Canciller de la Univer-sidad de Navarra o por cualquier otromotivo, nunca faltaron sus visitas -lle-nas de consuelo- a los enfermos de laPrelatura que estaban ingresados en laClínica Universitaria.

20 Cfr. J. HONORATO, La enfermedad yla vida en el pensamiento de JosemaríaEscrivá de Balaguer, en Día a Día en laClínica Universitaria, nº 44, febrero-marzo 2002, p. 4.

21 EHEVARRÍA, J., Memoria del BeatoJosemaría, o.c., p. 39.

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Testimonios

La vida y la obra del Padre Pierluigi Marchesi

Maratona contra el SIDA

Perú: Departamento Episcopal de la Salud

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Introducción

No es fácil hablar de hom-bres y religiosos como el P.Marchesi, volcán apasionadodel hombre enfermo a quienamó y defendió intensamente,con inteligencia y elevado sen-tido de responsabilidad.

No es fácil hablar del P.Marchesi, religioso con una vi-sión anticipadora de los proble-mas sociales y eclesiales. Noes fácil hablar cuando el “per-sonaje” tuvo el carisma de lahospitalidad viva y por tantocreador, inventor; cuando el“personaje” fue profeta en lahospitalidad, aunque esto fuerareconocido sólo después de sumuerte; como sabemos, mien-tras vive el profeta es incómo-do, es acogido solamente fueray no “en su patria”. El profetadebe morir para ser reconoci-do; esto ha sucedido con el P.Marchesi. Así sucedió con losprofetas del Antiguo Testamen-to; lo mismo sucedió en elNuevo Testamento con la figu-ra de Jesús de Nazaret; así su-cede con toda la historia de laIglesia, en el presente y tam-bién lo será en el futuro.

Esta jornada me llena de ale-gría, precisamente por el re-cuerdo del P. Marchesi. Hepreparado mi intervención conmucho afecto, con muchoamor; con el mismo afecto yadmiración que tuve hacia élcuando estaba vivo.

He dividido este aporte entres partes: una breve menciónbiográfica, los hechos princi-pales de su generalato y, final-mente, los valores, su dimen-sión humana y religiosa.

1. Notas biográficas del Hno. Pierluigi Marchesi

El Hno. Pierluigi Marchesinace en Cardano al Campo(VA) el 22 de marzo de 1929.Aún joven, en 1940 entra en elAspirantado de la Orden de losHermanos de San Juan de Diosen la ciudad de Brescia.

En 1946, profesa los votossimples de castidad, obedien-cia y hospitalidad y los VotosSolemnes el 30 de marzo de1953. Desempeña el cargo deSecretario Provincial, de Supe-rior, de Consejero Provincial yde Provincial de la ProvinciaLombardo-Veneta, servicioque presta de 1968 a 1976. ElCapítulo General de 1976 loelige Superior General y per-manecerá como guía de la Or-den durante dos sexenios, hasta1988.

En el momento de su muertees Consejero Provincial y Res-ponsable del Centro de Estu-dios y Formación de su Provin-cia Religiosa. También a niveleclesial el P. Pierluigi propor-ciona su sabio aporte: desde1986 es Miembro del Pontifi-cio Consejo para la Pastoral delos Agentes Sanitarios; asimis-mo, tiene el cargo de Presiden-te de la Asociación de Hospita-les Católicos y, en el desempe-ño de esta función, es delegadode la Santa Sede en calidad desu representante ante impor-tantes congresos y encuentrosinternacionales.

Durante su servicio comoGeneral, da un considerableimpulso a la renovación post-conciliar mediante importantesdocumentos e incisivos discur-sos que marcan profundamentela vida de la Orden y del mun-do de la salud.

2. Hechos salientes de su generalato (1976 – 1988)

De las notas biográficas senota la cantidad de cargos queel P. Marchesi ha desempeñadoen la Orden. En términos hu-manos podemos decir que lle-ga a un alto, rápido y prestigio-so nivel, aunque en la vida reli-giosa la medida del “lugar detrabajo” no se basa en cálculoshumanos y sociales, sino encálculos de fe; por tanto, el queestá “más arriba”, debe ser másservidor, tal como enseña Jesús

en el Evangelio, y El mismo lohizo para darnos un ejemplo deservicio.

Si es verdad que el árbol sereconoce por sus frutos, cierta-mente podemos decir que en eldesarrollo de sus funciones elP. Marchesi manifiesta que laobediencia le ha confiado unservicio apasionado en favordel hombre, del hombre enfer-mo; a él le dedica tiempo, inte-ligencia, palabras y acciones.

Y precisamente, cuando haejercido el máximo cargo en laOrden – doce años como Supe-rior General – ha puesto todassus energías al servicio del ca-risma y la misión en la hospita-lidad, dirigidas sobre todo a larenovación de la Orden, a laPastoral, a la Formación, a laHumanización, a la Alianzacon los laicos, a la mirada ha-cia el 2000 e incluso una fuertetoma de conciencia y aperturaa la Iglesia universal como sepuede notar de manera particu-lar cuando el Santo Padre lonombra auditor del Sínodo de-dicado a la reconciliación, año1983, y por el protagonismoque asume cuando se instituyeel Pontificio Consejo para laPastoral de la Salud.

Quisiera detenerme breve-mente en estos hechos centra-les de su generalato, que cons-tituyen una parte importante dela vida y la obra del P. Marche-si, para subrayar los puntos sa-lientes, convencido por ciertode que cada uno de ellos ten-dría necesidad de mayor pro-fundización.

Estos son los momentosprincipales de impulso duranteel generalato del P. Marchesique supo servirse de la fuerzade slogan como:

– Renovarse para humani-zar;

– Humanizarse para humani-zar;

– El enfermo es nuestro pa-trón, nuestra escuela, nuestrauniversidad.

Comienza su camino duro,lento, difícil, “impopular”, nosiempre bien acogido; lo sabía

La vida y la obra del Padre Pierluigi MarchesiJORNADA CONMEMORATIVA, MILÁN, 26 DE OCTUBRE DE 2002

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él mismo, no lo escondía y lomanifiesta así: “Ser SuperiorGeneral de una Orden religio-sa significa tener el deber de laprofecía, a costo de ser impo-pulares y tener enemigos” (cfr.Per un ospedale più umano.Ed. Paoline. “Premisa”).

Pero veamos los momentosprincipales:

1. Reunión internacional pa-ra la “renovación en la hospi-talidad” (Roma, 26 octubre – 2noviembre 1977): se nombrandos comisiones de estudio, laComisión H, referente a la hos-pitalidad, y la Comisión R paraorganizar los cursos de renova-ción.

2. Encuentro del DefinitorioGeneral, Provincial y Presi-dentes de las dos comisiones(Granada, 7-15 marzo 1978),en el que se aprueba el procesoa seguirse para la renovación.

3. Curso de renovación: laOrden vive intensamente unperíodo de renovación que, enlo que se refiere a los “cursos”,se realiza a partir de noviembrede 1978, mes en que se celebrael Encuentro Internacional pa-ra “Animadores” de los Cur-sos, hasta noviembre de 1979,mes en que se inicia el Capítu-lo Extraordinario. Fue un mo-mento entusiasmante que, porcierto, dio buenos resultados.Todos esperaban este momentotan importante para toda la Or-den. Yo mismo lo experimentéhaciendo el curso y luego im-partiéndolo en las provinciasespañolas, italianas y portu-guesa. Una experiencia inolvi-dable. Se trató de un momento

del Espíritu que invadía en to-da la Orden.

4. Encuentro de los Forma-dores (Roma, 9-20 abril 1979):los responsables de la forma-ción elaboran un Plan de For-mación para la Orden que seráaprobado por el Capítulo gene-ral. Es el punto de partida parael Secretariado General de For-mación que, desde ese momen-to realiza un largo camino, aveces lento y fatigoso, peroque está dando considerablesfrutos. La publicación del li-bro: “La formazione del Fate-benefratello” (La formacióndel Hermano de San Juan deDios) es el punto de arranque yde referencia para aplicar los“principios, objetivos y crite-rios” que cada Provincia o Vi-ceprovincia adapta a su reali-dad concreta. La formación denuestra Orden está garantizadahoy por la comunión en la uni-dad y en el respeto de las pecu-liaridades locales.

5. Comisión Internacionalde Pastoral Sanitaria

Su institución fue casi unmandato del Capítulo Generalde 1976, con la finalidad de ha-cer una reflexión profundizadaen torno a la Pastoral en toda laOrden. Se trata de un instru-mento más que la Curia Gene-ral tiene a su disposición parael Servicio de la Renovación. Ynos pusimos a trabajar, lo digocon orgullo sano. El motor fueel P. Marchesi, y yo, en calidadde Presidente de la Comisiónjunto con los primeros miem-bros de ella comenzamos res-ponsablemente nuestro deber.El primer encuentro es presidi-do por el P. Marchesi en Roma;aquí se organiza la Comisión yel trabajo a desarrollar: objeti-vos, estructura, metodología.La reflexión y la animaciónconstituyen los puntos salien-tes, las tareas de la Comisión.

He aquí algunas fechas y lu-gares de encuentro:

Primera etapa de la Comi-sión (1978 – 1983):

– Barcelona: (28 abril – 2mayo 1979): una fecha históri-ca; se abren nuevos caminospara la Pastoral sanitaria, laPastoral sanitaria un tema parala historia. Es el primer en-cuentro internacional con lapresencia del P. General (cfr.

Documentación en la Revista:“Información y Noticias” n.62/1979).

– Luego, la Comisión co-mienza a viajar por todas par-tes:

- Dublín, 27-29 agosto 1979,para los agentes de lengua in-glesa

- Salisburgo (Austria), 18-19 octubre 1979

- París, marzo 1981- Los Molinos (Madrid) 5-9

abril 1981- Monguzzo (Milán) 21-26

marzo 1981- Latinoamérica (México,

Ecuador, Colombia, Perú) 26julio – 6 setiembre 1981.

Este recorrido fuerte, intensoen la primera parte de vida dela Comisión, fue un momentode conocimiento de la realidady de gran impulso para las pro-vincias.

Segunda etapa de la Comi-sión o Secretariado Internacio-nal (1984-1988)

En el acta de la primera reu-nión se recogen estas expresio-nes:

– Esta fase es una fase de es-tímulo, porque el secretariadoestá convencido de su papelcomo “agente de cambio”. Eltrabajo de base que se ha reali-zado, junto con el alcance quetienen los esfuerzos y objetivoslogrados, las nuevas Constitu-ciones como síntesis doctrinal,el nuevo equipo y el recientecurso de noviembre para losCoordinadores de las Provin-cias, son la expresión de unnuevo impulso.

– A fin de que se pueda pro-gresar de forma real y práctica,nuestra intención es trabajarsegún una línea que nos permi-ta conseguir lo que deseamos.El trabajo por objetivos quenos proponemos, define antetodo los campos importantesde nuestro trabajo, realidadescomo la sensibilización y laformación de los agentes, la in-tegración y la práctica pastoral.

Entre otros, los frutos de estecompromiso son:

– el primer encuentro, Ro-ma, abril de 1984;

– el nombramiento en cadaprovincia de un hermano parala animación pastoral;

– el curso de pastoral en Ro-ma para los coordinadores pro-vinciales, noviembre de 1984:

– sigue la animación ilus-

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trándola con programas, esque-mas, encuentros linguísticos:

- Frankfurt, 30 mayo – 1ºjunio 1985

- Los Molinos (Madrid),enero 1986

- Inglaterra, marzo 1987En el Capítulo general de

1988, se presenta un informeacerca de esta segunda etapade actividad. Al poner en la ba-lanza todo lo positivo y lo ne-gativo, nos damos cuenta queel resultado es decididamentepositivo; se trata de un paso degigante que se realiza en lapastoral sanitaria en toda la Or-den con un fuerte influjo inclu-so en las Iglesias locales.

También las conclusiones ylas prioridades apuntan enton-ces a estas ideas:

– reforzar la coordinación– hacer un estilo propio de la

Orden en la pastoral– preparar Agentes– integrar y estimular a los

laicos– animar la Pastoral Sanita-

ria en las Iglesias localesComo ven, se trata de un

verdadero reto. Se llega a unameta muy positiva, pero quedaaún mucho por hacer; es elaporte, la semilla que la pasto-ral ha puesto a disposición dela renovación.

Y como fruto de este trabajopastoral se hacen también lassiguientes publicaciones departe de la Comisión:

– ¿Qué es la pastoral sanita-ria?

– Pastoral de los enfermosen el hospital y en la parroquia

– Dimensión apostólica de laOrden Hospitalaria de SanJuan de Dios

6. La humanización (1981)El tema de la Humanización

fue una pasión para el P. Mar-chesi; se orienta en primer lu-gar a sus religiosos y luego setransforma en un gran mensajepara los que trabajan en las es-tructuras sanitarias.

“Humanizarse para humani-zar: la verdadera humanizaciónpresupone una alianza de amorcon el hombre que sufre, un rolde servicio que se refuerza re-descubriendo en lo cotidianonuestro ser cristianos a tiempocompleto”

Estos son también sus pen-samientos:

– “... Un hospital humaniza-do debe estar abierto de par en

par, transparente; debe creer enel trabajo de grupo, debe actuarla formación permanente, debeser una casa familiar...”

– “Para el enfermo, el hospi-tal no es el bar, el cine o el es-tadio; es el lugar en el que qui-zás no sea curado bien, sea de-jado de lado, donde se puedemorir...”.

¡Con cuanta vibración, pa-sión y valor decía estas cosas!¡Cómo animaba a la reflexióny a la alianza!

7. La Alianza con los laicosOtro tema que lo apasiona-

ba, pero que parecía tabú, so-bre todo cuando de las palabrasera necesario pasar a los he-chos, por ejemplo para asignarcargos de mayor responsabili-dad – de dirección, adminis-tración... – a los laicos, el P.Marchesi fue un anticipador.

Encuentros, congresos, fue-ron el gimnasio para comenzara hacer poco a poco la Alianza.

Quisiera subrayar algunospensamientos tomados de suinforme presentado en el Con-greso Internacional de colabo-radores laicos, celebrado enRoma del 17 al 19 de mayo de1988.

– “...Deberíamos hacer quenuestros cuarentamil colabora-dores participen en un grado deresponsabilidad mucho másprofundo que el de la divisiónde cargos y de tareas. Los co-rresponsables deben ser reco-nocidos por su capacidad autó-noma de participar en un pro-yecto y no sólo de cumplir bajonuestras dependencias aquellasórdenes que consideramos ab-solutamente válidas y que sedeben actuar”.

– “También nosotros, Ordende Hermanos de San Juan deDios, debemos reconocer queestamos atrasados al igual queciertos sectores de la Jerarquíacatólica, insensibles a las soli-citudes que surgen del mundode los laicos para una más pro-funda co-participación de lamisión apostólica. A menudosomos presuntuosos, cerrados,como el médico que cree quees él el que cura, olvidándoseque su tarea es la de ocuparsede un paciente, de poner enmarcha el ‘médico interno’presente en cada ser humano.Somos presuntuosos cuandocreemos que somos los mejo-res, los más orientados a la

hospitalidad, olvidándonos quetodos podemos/debemos serhospitalarios. Y esto se vuelvemucho más posible cuanto másadmitimos nuestra herida,nuestro límite, nuestra sombra.Compartir es posible sólo des-pués de haber admitido ser par-cialmente poderosos, ser cura-dores ‘heridos’, incompletos,siguiendo el modelo inalcanza-ble de Aquel, Jesús, que curóno sólo la enfermedad física si-no también aquella existen-cial”.

Acerca de esta Alianza conlos colaboradores – en una mi-

sión compartida – encontramosnumerosas referencias en su li-bro “Ospitalità dei Fatebene-fratelli verso il 2000”, en parti-cular los números que van del66 al 72, donde se proponenestas tres ideas fundamentales:

– integrar y crear un laicadocon la mente y el corazón ca-paz de asegurar el espíritu ennuestros centros;

– vivir la Iglesia con la plu-ralidad de los dones;

– apertura al diálogo con loslaicos.

Se trata de un tema que el P.Marchesi retomará luego en unbreve opúsculo “Umanizzazio-ne, animazione, formazione”.Me parece que ha sido su últi-ma intervención tres meses an-tes de su muerte; se encontrabaen Genzano en el mes de no-viembre del 2001. Decía congran fuerza: “La Alianza debefundarse en una real participa-ción y debe cumplirse con res-ponsabilidad y no simplementecon tímidos y temorosos man-datos de servicios y funcio-nes”. “El futuro de los Herma-nos de San Juan de Dios (Or-den y Obras), decía, será posi-

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ble con la integración de loscolaboradores o ya no será tal”.

8. Hospitalidad de los Her-manos de San Juan hacia el2000

Aquí el P. Marchesi aparecerealmente como un profeta queve más allá, que lee la historia,los nuevos y complejos proble-mas y trata de enviar un men-saje centrado en el papel y enel carisma de la Orden, de laHospitalidad para el Dosmil.Por tanto la pregunta de fondoplanteada a los religiosos de laOrden es “¿cómo estamos pro-yectando nuestro futuro?”.

Este documento – junto con“Las bases de la renovación” y“La humanización” – forma latrilogía de gran valor y de pro-fecía. Son las tres armas, me-diaciones del Espíritu que quie-re cambiar nuestros corazones,nuestras actitudes para que es-tén más preparadas y adecuadasal servicio de la Hospitalidad,de la nueva Hospitalidad. Cier-tamente, el P. Marchesi puso laidea demasiado arriba, exigen-te, sobre todo para sus coher-manos. Hospitalidad 2000 es unlibro de profecía, de valentía,dirigido especialmente al cora-zón de la Orden, en el que acla-ra el papel, la misión del her-mano de San Juan de Dios; notemer y tener valor:

– valor de ser testigo– valor de ser guía moral– valor de ser conciencia crí-

tica– valor de ser anticipador– valor de ser buscador.Es el estilo de la nueva pre-

sencia en la nueva hospitali-dad.

La lectura de este documen-to propone una gran frescurade espíritu y llena el alma deesperanza.

9. Auditor en el Sínodo dedi-cado a la “Reconciliación”(año 1983)

Habiendo sido nombradoauditor por el Papa, el P. Mar-chesi se pone en movimientopara dar un aporte a favor delos enfermos.

Aún estoy oyendo su vozpor teléfono en Barcelona; erade noche y pedía ayuda, antesbien, quería compartir, hacercoral su intervención entre losHermanos de San Juan deDios. Y pronto vino a mi mentequé cosa hacer: un documento

breve, real, incisivo, en torno ala “reconciliación en el mundode la sanidad”. Sentí el honorde ser protagonista del docu-mento que el P. Marchesi en-tregó a cada Padre Sinodal im-preso en la Curia General (Do-cumento n. 4).

Y luego tuvo lugar su inter-vención. ¿Os imagináis al P.Marchesi delante del Papa, delos Cardenales, de los Obis-pos...?

Hizo un breve discurso, peroincisivo, dirigido al enfermo, ala enfermedad; que la pastoralsea organizada – decía – pro-gramada, viva.

Y dijo a los Padres Sinoda-les: “Es siempre edificante lle-var a los enfermos a los San-tuarios, al menos a aquellosque pueden hacerlo, aunque nosiempre son los que tienen ma-yor necesidad: hoy es necesa-rio sobre todo que la Iglesiaemprenda una peregrinación alhospital, donde, en muchos pa-íses, van más personas que ennuestras parroquias y donde esviva la presencia de Cristo quequiere la reconciliación”.

Y concluía su intervención:“...No olvidemos que un día to-dos perteneceremos al pueblode los enfermos y de los mori-bundos, incluidos nosotros: se-rá un modo inevitable de en-contrar a Cristo que nos recon-cilia y nos invita a su Pascua”.

Siento todavía el aplauso enel Aula Sinodal y también lasfelicitaciones en los pasillos.

10. Institución del PontificioConsejo para la Pastoral de laSalud

Toda esta fuerza ideológicay animadora preparó el clima,el ambiente, para que se hicie-se realidad la auspiciable Insti-tución para una mejor coordi-nación de los organismos sani-tarios a nivel mundial, y paraestimular, promover y difundirlas enseñanzas de la Iglesia enmateria de sanidad, como afir-ma el Papa en el Motu proprioDolentium Hominum.

Para encaminar esta institu-ción, el Santo Padre da disposi-ciones para constituirla y es“apoyado por el parecer de ex-pertos, sacerdotes, religiosos ylaicos”. Aquí encontramos enprimera línea al Cardenal An-gelini y al P. Marchesi; grandesdefensores y animadores de es-te Pontificio Consejo.

3. Padre Marchesi: valores del hombre y del religioso. Un binomio inseparable

En el capítulo anterior ya he-mos indicado muchos valoresde los que aparecen en su vida,en su servicio como General detoda la Orden; se trata de algoque se evidencia leyendo susescritos. Pero deseando teneruna mayor confirmación de es-tos valores, he realizado unabreve encuesta entre las perso-nas que lo han conocido decerca; de un total de 19 perso-nas interpeladas, he recibido14 respuestas y las sintetizo acontinuación.

En esta elaboración sintéticadebo agradecer el aporte parti-cular de la Dra. Fiorenza DeriuBagnato, Consultor del Pontifi-cio Consejo para la Pastoral dela Salud y colaboradora en ca-lidad de investigadora social enalgunos programas del Dicas-terio.

He aquí en síntesis lo quehemos recogido. Es difícil ha-blar del P. Marchesi aislando ladimensión humana de aquellareligiosa: en él coexistían enuna armonía totalmente parti-cular. No es posible compren-der su vida y su pensamientode hombre sin considerar almismo tiempo aquellas del re-ligioso y viceversa.

1. Su carismaEl P. Marchesi tenía un sen-

tido innato de la historia y devisión profética; compromiso ypasión; valentía en las ideas yesperanza en el futuro; con-fianza en el prójimo y solicituda favor de la persona; espírituconcreto y profundo sentidoreligioso; carisma y comunica-ción; “hombre de frontera” yno de “trinchera”; despegadodel poder; generoso y partici-pativo; son aspectos que en élse juntaban proporcionando asu familia religiosa, la OrdenHospitalaria de San Juan deDios, una guía iluminada, sa-bia e innovadora.

2. Visión amplia y sentido de la historiaLa amplia visión del Padre P.

Marchesi constituyó su puntode fuerza, pero también el ini-cio de un camino lleno de obs-táculos y dificultades; su fir-meza y convicción, acompaña-das por una profunda humil-

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dad, le permitieron perseveraren la búsqueda de la especifici-dad católica en ámbito sanita-rio, fundada en la nueva alian-za entre laicos y religiosos. Loque siempre le ha movido amirar más allá de un horizonterestringido, era el deseo de en-tender la historia e interpretarlos signos de los tiempos parainnovar la presencia religiosaen el ámbito de la salud, con elauspicio de que esto pudieseservir para mejorar la calidadde la asistencia. Un religiosoque “reconocía” la esencia delser Iglesia en la sanidad no só-lo en la posesión de hospitalespor administrar, sino sobre to-do en asumir concretamente laministerialidad constitutiva delcuidado material y espiritual delos enfermos.

3. Profeta de la humanización de la sanidadSu sensibilidad le permitió

anticipar los tiempos introdu-ciendo el concepto de humani-zación del mundo sanitario yde la asistencia, para una plenacoparticipación y realizacióndel carisma de la hospitalidad.Han dejado huella sus expre-siones como “el enfermo es elcentro de nuestra vida... esnuestra universidad... debemoshumanizarnos para humani-zar...”. En la Orden ha sido unvaliente promotor de la alianzacon los colaboradores laicos,con quienes compartía los valo-res del carisma de la Orden. Hadesafiado con vehemencia alaicos y religiosos con las pala-

bras “...si no tenemos el valorde medirnos con los hombres,como hombres, no podemoshablar de humanización, sinode racionalización de los servi-cios...”, con la confianza de es-tar junto a Dios.

Con el pasar del tiempo, susintuiciones en torno al futurodesarrollo del mundo sanitariose han hecho concretas en larealidad de los acontecimien-tos: la historia le ha dado ra-zón.

4. La pasión por San Juan de DiosNo nos queda sino interro-

garnos si se ha hecho lo sufi-ciente para realizar su “utopía”:conducir la Orden, renovada ensu modo de estar en la historia,siguiendo las huellas de SanJuan de Dios. El Padre Marche-si era un “enamorado” de SanJuan de Dios; era un hombrecapaz de escuchar; paciente;comprensivo y abierto al diálo-go y a la confrontación; dotadode una curiosidad natural por“el otro”. Amoroso hacia losenfermos y los que sufren,atento y respetuoso del próji-mo, con la valiente intenciónde acercarse cada vez más alejemplo de su Santo Fundador.

5. El proyecto de hospitalidadAnimaba a los laicos y a los

religiosos para poner en acto elimperativo según el cual esbueno “acoger la necesidadhumana de cuidado y de com-prensión”. Y añadía, anticipan-do una vez más los tiempos,

que “la sociedad en la que vivi-mos se considera cada vez máscomo una sociedad de necesi-dades, como una red de ofertay demanda, un sistema de con-sumo. Pero allí donde los inte-reses sanitarios y sociales secaracterizan de manera exclu-siva por esta estructura de ne-cesidades, nuestro carisma tie-ne un significado más trascen-dente, porque en la hospitali-dad se plasma un anhelo quesupera todas las necesidades”.

Cuando la enfermedad seasoma a la vida del Padre P.Marchesi, él afronta esta expe-riencia, que muchas veces ha-bía vivido junto a los pacientesacogidos por la Orden, de ma-nera activa, aunque con el con-vencimiento de que estaba lla-mado a una lucha impar. Sinembargo, con grande valentía ysentido de responsabilidad, haseguido ocupándose de losmúltiples compromisos a losque la Orden lo llamaba, sinecharse hacia atrás: cuando seha apagado, su agenda aún es-taba llena de compromisos.

Recordar al Padre P. Mar-chesi, significa reconocer sudimensión profética y la gran-deza y nobleza de su ideal porla Orden: el valor y la fuerza delas ideas, el valor y la fuerza dela fe.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO,O.H.

Obispo Titular de OfenaSecretario del Pontificio Consejo

para la Pastoral de la SaludSanta Sede

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Los obispos de las cuatrodiócesis del Norte de Mozam-bique, decidieron meses atrás,y en vista del éxito alcanzadopor la Maratona contra la leprahace dos años, realizar otraMaratona contra el S.I.D.A.,ya que en Mozambique se hapublicado un Plan Estratégicoa nivel nacional para lucharcontra este flagelo de la Hu-manidad, y la Iglesia Católicadesea colaborar desde su ángu-lo y punto de vista.

El deseo de nuestros Obis-pos es el de sensibilizar a lascomunidades cristianas y engeneral a toda la población dela existencia real de esta enfer-medad, ya que hay quienes nocreen en su existencia, y de di-fundir sus formas de trasmi-sión y de prevención.

Dada la forma excesivamen-te simple de querer resolver elproblema, con el uso de pre-servativos, la Iglesia Católicaha pensado que es más útil serrealista e ir al fondo del pro-blema, proponiendo a la juven-tud y a toda la gente, la necesi-dad de mudar de comporta-miento en la conducta sexual,no considerándo el sexo comouna diversión, sino dándole la

importancia que la facultad se-xual y genital tiene y adaptan-do la conducta a tal realidad.Incluso las autoridades civiles,se han dado cuenta de la inefi-cacia de proponer solamente eluso de preservativos, ya queello, en numerosos casos llevaa un uso indiscriminado y fre-cuente de las relaciones sexua-les, y han comenzado a insistiren la necesidad de un controlsensato de dicha función y esnormal escuchar en sus mani-festaciones, la conveniencia detener un solo partner sexual yde la fidelidad al mismo.

Admiten que es bueno el usode preservativos, más no solocomo único método, sino paralos casos en que no es posiblela fidelidad o uno de los part-ner está infectado. Ya es algoese cambio de actitud que, hasido seguramente promovidopor la angustia que se vive enlos países africanos, sobre todoen el Africa Austral en los cua-les la incidencia de seropositi-vidades en H.I.V. alcanza nive-les entre el 20 y 30% de la po-blación. Concretamente enMozambique se estima que talincidencia es de un 17%, yexisten estadísticas en la cuales

se ha tenido que corregir los ín-dices de crecimiento vegetati-vo de la población que ya esta-ban elaborados hasta el año2010, llegando en algunas zo-nas a índices negativos, en losque dicho crecimiento no com-pensa el número de muertes, lamayor parte de las cuales porcausa del HIV.

Para hacer realidad esta co-laboración en la Campaña seha puesto en marcha esta ini-ciativa de la Maratona, queconsiste en ir pasando la “Lla-ma o Antorcha” de parroquiaen parroquia y realizando du-rante los días que permanece lamisma en la parroquia una se-rie de actos orientados a infor-mar a jóvenes y adultos, hom-bres y mujeres, de la realidaddel SIDA y de la forma mejorde protegerse del mismo. Estosactos están compuestos porcharlas, teatros, difusión decanciones alusivas, etc.

Precisamente el domingo 25de noviembre se falló el Con-curso de Canciones sobre lalucha contra el SIDA, realiza-do entre las diversas parro-quias de la ciudad de Nampu-la, patrocinado por la Comi-sión diocesana de Pastoral de

Maratona contra el S.I.D.A.

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la Salud de la que formo partejunto con otras personas reli-giosas y laicos. Los premiosfueron: 1˚ Un piano electróni-co, 2˚ un equipo de futbolcompleto para 15 jugadoresmás el portero, y un balón re-glamentario. El 3˚ fue un equi-po de baloncesto completo pa-ra 10 personas. Un total de10.000.000 de Meticais finan-ciados por nuestra Comisión.

Ahora se pretende que dichascanciones, en especial las pre-miadas se difundan por la Emi-sora Católica: “Radio Encuen-tro” para que la gente las vayaaprendiendo y difundiendo.

Hay que valerse de todosmedios para advertir la impor-tancia de dicha enfermedad, yuno de ellos es llenar la cabezade frases alusivas y de la im-portancia de la prevención yaque cura no existe.

El día 1 de diciembre, DíaMundial de lucha contra el SIDA, se realizaron en todo elpaís actos solemnes, con laparticipación de la autoridadesciviles y sanitarias. En la Pro-vincia de Nampula también serealizaron y nosotros concreta-mente participamos de formamuy activa. Los representantesciviles y sanitarios realizaronel acto oficial, con la asistencia

del Gobernador de la Provin-cia en la ciudad marítima deNacala. Allí se lanzó el mensa-je de advertencia sobre los pe-ligros de este flagelo. Nosotrosen la ciudad de Nampula, rea-lizamos a partir de las 7 de lamañana, una marcha de jóve-nes, con pancartas y cancionesalusivas, por las principalescalles de la ciudad. Después, alllegar a un parque, comenza-ron los actos culturales y ac-tuaciones de artistas con diver-sos mensajes de lucha contrael SIDA. El Arzobispo deNampula, dirigió la palabra atodos los presentes y a conti-nuación encendió la Antochade la Maratona, que inició surecorrido dirigiéndose a la Pa-rroquia de S. José en dondepermanecerá una semana, pa-sando cada semana por una delas 50 parroquias que tiene ladiócesis. También dirigió lapalabra a los presentes el Al-calde (Presidente del ConsejoMunicipal) de la ciudad queestuvo presente en el acto du-rante toda la mañana.

Al acto asistieron numerosasAsociaciones dedicadas a lalucha contra el SIDA o a acti-vidades afines de apoyo a lajuventud o a la población engeneral. Entre ellas nuestra

Comisión Diocesana de Pasto-ral de la Salud e Higiene, queeste año dedicará el Día delEnfermo también a este pro-blema. Nuestro slogan es: Es-colha a vida, evite o sida.

El día 26 de noviembre secelebró también un acto reli-gioso ecuménico, en el Pabe-llón de los deportes de Nam-pula. A él asistieron variasiglesias reformadas, además dela católica, la anglicana y pro-metió su asistencia el represen-tante de la comunidad islámi-ca, que al final no llegó.

En dicho acto se anuncióotra celebración ecuménicapara el proprio Día Mundial delucha contra el SIDA, en unade las iglesias reformadas de laciudad, que tuvo efecto simul-taneamente con los actos civi-les a que hemos hecho men-ción.

Desde nuestro observatorioque es la Comisión de Pastoralde la Salud, iremos siguiendoy apoyando a las parroquiasque mantengan la Antorcha dela Maratona, para que llegue atodos el mensaje de preven-ción de la enfermedad y deapoyo a los enfermos ya decla-rados.

Hno. RAMON FERRERÓ O.H.

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“¿No saben ustedes que sonTemplo de Dios, y que el Espí-ritu de Dios habita en ustedes?

Al que destruya el Templo deDios, Dios le destruirá. El tem-plo de Dios es santo, y eseTemplo son ustedes”. (1 Co 3.16-17).

1. Organización

Departamento Episcopal dePastoral de Salud: Presidencia,Vicepresidencia, Agentes Co-munitarios de Salud, Asesores,Delegados Diocesanos, Resp.de 7 Reg. Salud DEPAS, Me-sas de Trabajo, Equipo DE-PAS, Sec. Ejecutiva.

2. Finalidad

Como toda organización te-nemos una finalidad: Cuidar,defender, promover una nuevacultura y educación de la salud;conservar la vida y la salud in-tegral de todas las personas yde la comunidad; animar laprevención de la enfermedad yprocurar la atención primordiala los pobres y excluidos desdelas políticas públicas en Salud.

3. Dimensiones de la Pastoral de Salud

– Dimensión Solidaria prio-rizando la atención al enfermoy su familia y la organizaciónde quienes sufren la enferme-dad pues los reconocemos co-mo elementos fundamentalespara afrontar su realidad y ha-llar soluciones.

– Dimensión Comunitaria:por una educación y nueva cul-tura en salud integral que llevaa la Comunidad a reconocer losproblemas sociales y a involu-crarse en su solución.

– Pastoral Político-institu-cional: recordando al Estadosu deber ético y político de ga-rantizar la salud de la pobla-ción e incentivando la necesa-

ria y urgente complementarie-dad desde la sociedad civil parael logro de una salud integralen justicia y equidad para to-dos.

4. Líneas de acción

– Coordinación y anima-ción: para tener un mayor con-tacto y comunicación entre di-versas experiencias de losAgentes Comunitarios de Sa-lud y agentes Pastorales.

– Reflexión, ética, teológicay pastoral permanente: paraalimentar nuestra fe y animarnuestro compromiso con la vi-da, especialmente de los másdébiles y excluidos.

– Formación y educaciónen Salud Integral: que abar-que aspectos técnicos, profe-sionales, éticos, pastorales,económicos, socio-políticoshacia una cultura de Pastoral deSalud Integral y de la participa-ción social.

– Difusión y comunicación:para ser altavoz de experien-cias en salud integral, realiza-das en todos los lugares, espe-cialmente los más alejados delpaís.

– Promoción de presenciasorgánicas desde la sociedadcivil que aporten en diálogo yconcertación, al diseño de polí-ticas públicas en salud, comorespuesta a las verdaderas ne-cesidades de la población pe-ruana. (Un ejemplo, la actualMesa de Trabajo por la SaludIntegral que nace de la expe-riencia y la integración de tresMesas de trabajo de la Pastoralde Salud: La Mesa de Derechoa la Salud, la de Agentes Co-munitarios de Salud y la deBioética).

5. Plan nacional de Pastoral de la Salud

Prioridades 2002

a) Animación, formación y

acompañamiento de los Agen-tes Pastorales.

b) Impulso de acciones inte-grales, solidarias y de pastoralde conjunto frente a realidadessociales:

1. Enfermos de Tuberculosisy TBC Resistente

2. Personas que viven con elVIH/SIDA – 2002

3. Drogodependencia: recu-peración a través del Trabajo

4. Gericultores: capacitacióna la familia y la comunidad pa-ra la atención a la tercera edaddepositaria de la tradición y lasculturas diversas del país.

5. Promoción de servicios desalud para pobres y en extremapobreza.

c) Promoción de la consoli-dación de la Mesa de Trabajopor la Salud Integral,

1. Como ejecutora de accio-nes de pastoral político-institu-cional con una presencia activapara el diálogo indispensableentre el Estado y la sociedad ci-vil.

2. Como colectivo y voz dela sociedad civil con una claraopción de trabajo a favor de losexcluidos en salud integral.

d) Formación Integral de losAgentes de Pastoral de Salud

Formar y acompañar alAgente de Pastoral de Salud:Para que sean efectivos en sumisión de evangelización y so-cio-cultural en su propia locali-dad, se intentará lograr un cris-tiano comprometido, un agentepastoral eficiente y un auténti-co promotor socio cultural queimpulse el desarrollo pleno dela persona desde el compromi-so de la Fe.

Esta formación debe ser inte-gral y abarca por lo menos tresaspectos: formación teológica,formación humana, formaciónacadémica.

La formación teológica en-seña que la Teología de la saludes teología de la Vida, incluyepero no se agota en una teolo-gía de la Enfermedad. La enfer-medad es una dimensión de lavida que nos fuerza a una hu-

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mildad dependiente que es lahumanidad del niño que esperaa la madre, que es la del siervosediento que necesita la fuentedel agua de la vida. “Dios,fuente de agua viva” (S 36,10).La Teología de la salud tienecomo referente tanto las expe-riencias de ser sanado, de sersalvado por el Señor de la vida,como la contemplación perple-ja y amorosa de su sufrimiento.La Teología de la salud recono-ce el cuerpo sano y viviente co-mo Miravilia Dei, como mani-festación del Dios esplendente,y la experiencia del dolor comomuestra de la vulnerabilidaddel hombre y de su necesidadde Dios.

Un elemento teológico muyimportante ante el misterio deldolor y ante el misterio de lamuerte lo aporta el libro de Job.Suyo es el desasimiento total,que reconoce que Dios da,Dios quita y lo alaba por eso.Experiencia de fidelidad deDios y gratuidad de su amor, apesar del sufrimiento más pro-fundo. Oración de quien se sa-be amigo de Dios.

Esta dimensión es esencialpara la Pastoral de Salud, elanonadamiento y la disponibili-dad frente a Dios que puede sa-nar y puede también enseñar através de la enfermedad. La en-trega total a la voluntad del Se-ñor. En este contexto teológico,el agente pastoral de salud sabeaceptar que el dolor y la muertecomo pasión y como duelo esdifícil, y que la aceptación no essólo una operación intelectual.

La formación humana ayu-da a aplicar lo mejor de cadauno a favor de los demás y re-cordar nuevamente que “elamor es sufrido, es benigno, notiene envidia, no es jactancio-so, no se envanece; no hace na-da indebido, no busca lo suyo,no se irrita, no guarda rencor;no se goza con la injusticia,mas se goza con la verdad.“Todo lo sufre, todo lo cree, to-do lo espera, todo lo soporta”(1 Co 13, 4).

El agente de pastoral de sa-lud sabe que él no viene nuncaa sanar sino a acompañar y apromover a cada persona comosujeto de su proprio proceso desalud integral.

Se aprende a orientar una au-téntica participación social ciu-dadana.

La formación académicaayudará a no dañar al enfermoy a la vez a brindar a todos, in-formación para que ejerzan suderecho a beneficiarse con losconocimientos básicos de sa-lud. En esta línea se da impor-tancia capital a la populariza-ción de las técnicas preventivasy de mejoramiento de la salud,la detección básica de casossusceptibles de acarrear epide-mias y la democratización detecnologías apropiadas para laconservación de un ambientesaludable, la supervivencia in-fantil, el mejoramiento de lacalidad de vida.

a) Formación continua conapoyo interdisciplinar de profe-sionales especialistas, a servi-dores de salud y responsables yequipos de pastoral de salud;promotoras/res y parteras tradi-cionales: encuentros, jornadas,cursos, talleres, material educa-tivo.

b) Seguimiento a través deEncuentros regionales – zona-les

c) Encuentro Nacional deresponsables diocesanos

d) Capacitación sanitaria endiversos niveles

e) Pertenencia a la Mesa deTrabajo por la Salud Integral(Reflexión – acción).

Con frecuencia los Asesoresrealizan cursos locales de ac-tualización a los promotores desalud muchos de ellos en diálo-go y coordinación con el Mi-nisterio de Salud y otras institu-ciones.

Evangelización y Liturgia:Están integrados en los cursosde formación.

6. Hacia un plan estratégico

Un plan estratégico será uninstrumento de orientación yanimación de la red de Pastoralde Salud a nivel nacional, porello estamos iniciando su ela-boración.

Aquí recogemos los prime-ros apuntes.

6.1 Misión y Visión de la Pastoral de Salud

1. A la luz de las orientacio-nes de “La Iglesia en AméricaLatina”, el magisterio social yde las actuales Líneas Pastora-les de la Iglesia en el Perú, bus-

camos recoger y brindar ele-mentos que permitan evangeli-zar humanizando el mundo dela salud desde una perspectivade Salud Integral, anunciandola Buena Nueva a través de laspráctica de la promesa de Jesús“He venido para que tengan vi-da y vida en abundancia” (Jn10, 10) en beneficio de todos,principalmente de los pobres.

2. El Departamento Episco-pal de Pastoral de Salud aportapermanentemente desde el im-pulso de la Fe y a partir de lasexperiencias de los agentes co-munitarios de salud del país,elementos valiosos que ilumi-nen el diseño de políticas públi-cas en Salud desde el Estado.Políticas que pongan a la perso-na humana en el centro, respe-tando su dignidad, su capacidadde aporte creativo y su derechode participación en la promo-ción del desarrollo integral dela persona y la comunidad.

3. La Pastoral de Salud or-ganizada en Siete Regiones desalud a lo largo del país tieneun accionar descentralizado ydemocrático recogiendo la ex-periencia, el sentir, las necesi-dades de cada diócesis y fo-mentando una acción de diálo-go, concertación e invitación atodos los sectores de la socie-dad para la búsqueda de salidasa la problemática de la saludintegral de todos partiendo dela formación y educación ensalud integral: que abarque as-pectos pastorales, técnicos,profesionales, éticos, económi-cos, socio-políticos hacia unacultura de Pastoral de Salud In-tegral.

4. La Pastoral de Salud sir-ve al cumplimiento de lasorientaciones de la Iglesia, re-lacionadas con la atención delEnfermo, el compromiso Co-munitario con la salud integraly la Pastoral Político-Institu-cional promoviendo liderazgosde participación ciudadana porla salud. Está abierto a toda co-laboración civil y económica.

5. La Pastoral de Salud es elanimador y el provocador deque cada realidad de salud lo-cal, exprese su propia voz yaporte soluciones. En cada ju-risdicción eclesial cuenta conun delegado diocesano nom-brado por su respectivo Obispolocal. Los delegados diocesa-nos reúnen a un equipo de

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agentes pastorales de salud desu diócesis con los cuales cui-dan, defienden, conservan lavida y la salud parroquial, dio-cesana y para ello se relacionancon la sociedad en su conjunto.

6. Hacemos incidencia enlas esferas de decisión políticay económica a nivel nacional einternacional con planteamien-tos para erradicar sostenible-mente las condiciones de po-breza y exclusión social queafectan a millones de peruanos.

7. La formulación de nues-tra Misión en síntesis es:

El Departamento de Pastoralde Salud desde una perspectivade Salud Integral al impulsodel Espíritu, recoge y anima eldesarrollo de una Pastoral de laSalud a través de su amplia rednacional con 46 Diócesis queconstituyen siete Regiones dePastoral de Salud en el país.Promueve la evangelizaciónhumanizando esta realidad, re-cogiendo experiencias y poten-ciando tareas eclesiales y de lasociedad en su conjunto a favorde la salud y el desarrollo hu-mano pleno de toda la pobla-ción de nuestro país. A partirdel rescate y valoración de ladignidad de la persona intentapromover el desarrollo humanointegral de todos y de modo es-pecial de los pobres.

8. En concordancia connuestra Misión nuestra Visióncompartida de futuro es:

El Departamento de Pastoralde Salud nacional conjunta-mente con su red de Pastoralesdiocesanas en el año 2010 con-tinuaremos:

– Recogiendo de la experien-cia positiva y negativa de losagentes comunitarios de saludelementos orientadores de laspolíticas públicas.

– Promoviendo desde los po-bres y excluidos, la búsquedaorganizada de soluciones en ca-da realidad local en diálogo yconcertación entre autoridades,la sociedad civil y en su con-junto.

– Brindando y promoviendoformación humano-cristianadesde la perspectiva de saludintegral, a los agentes pastora-les, agentes comunitarios engeneral, a servidores y profe-sionales de salud animándolosal protagonismo de su propriodesarrollo.

– Promoviendo una pastoralde conjunto y formas diversasde un interactuar multidiscipli-nario, intersectorial, interconfe-sional a favor del derecho a lasalud integral de los pobres.

6.2 Metas

a) Animar y acompañar eltrabajo de pastoral de salud enel mundo eclesial, promovien-do la formación específica ypermanente de los agentes pas-torales, para profundizar elcompromiso, la mística y espi-ritualidad de la Pastoral de Sa-lud.

b) Humanizar el mundo de lasalud revalorizándolo, comoespacio evangelizador y lugarde encuentro con Dios, en loshermanos.

c) Contribuir a la reflexiónteológico-pastoral sobre temasque atañen al Ministerio de laVida: los desafíos tecnológicosy sus implicaciones éticas, lalegislación sanitaria, otros.

d) Promover presencias or-gánicas de la sociedad civil pa-ra aportar al diseño de políticaspúblicas de salud que respon-dan a las verdaderas necesida-des del pueblo peruano.

e) Promover la participaciónsocial de los Agentes Comuni-tarios (no sólo los pastorales) yde los demás servidores sanita-rios principalmente en la tomade decisiones políticas sobresalud. En clima de diálogo yconcertación.

f) Acompañar, fortalecer, in-centivar experiencias de vigi-lancia ciudadana del derecho ala salud.

6.3 Objetivos estratégicos y objetivos específicos

1. Fortalecer nuestra identi-

dad como Pastoral de Saluddentro del área social de laIglesia, abierta al trabajo con-junto con otras iglesias, la so-ciedad civil, la sociedad en suconjunto por la salud integralcomo elemento indispensabledel desarrollo humano plenode nuestra población.

1.1 Las diócesis y los agen-tes pastorales de salud tomanconciencia de la importanciade fortalecer las Pastorales deSalud locales.

1.2 Los valores, principiostransversales en el plan estra-tégico de la Pastoral de Saludfruto de un proceso de forma-ción y compromiso de treceaños previos, son asumidosplenamente.

1.3 Las acciones de la Pas-toral de Salud a nivel nacionaly local buscan complementary potenciar las acciones deotras comisiones episcopalesen coherencia con el Plan Pas-toral de la Conferencia Epis-copal Peruana.

1.4 El Estado y la Sociedaden su conjunto reconocen laPastoral de Salud como unapresencia evangelizadora yeficaz en la humanización delmundo de la Salud.

1.5 La Pastoral de Saludapoya y concerta con cuantosluchen contra la pobreza en elpaís y fuera de él, pone rostrohumano a la pobreza y recono-ce al pobre como sujeto de suproprio proceso de desarrollopleno.

2. Participar en la promo-ción de una auténtica culturade la salud integral que tras-cienda los limítes geográficosdel Perú.

2.1 Sociedad civil percibe lasalud como derecho ciudada-no, como un asunto social ypúblico y como responsabili-dad ética y política del Estado.

2.2 El concepto de salud in-tegral es un adquirido generalpor la población.

2.3 Producción permanentede materiales populares de di-fusión.

2.4 Constitución de diversasinstancias de diálogo y refle-xión sobre Salud integral susalcances, retos y búsquedaconjunta de salidas.

2.5 Generar una cultura dela prevención y la promociónde la salud integral incluyendo

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los elementos de un adecuadomanejo de los recursos natura-les y la protección del medioambiente.

2.6 El diálogo y el trabajoconjunto por la salud integraltiene ámbito internacional ypriorizar los canales que per-miten la expresión directa delos pobres y excluidos.

2.7 La sociedad peruana sesensibiliza con la importanciade la salud integral y se com-promete en acciones concretascon los más pobres y exclui-dos a nivel local y nacional.

2.8 Las experiencias y forta-lezas de la Pastoral de Saludson compartidas y replicadasen el conjunto de la red dePastoral de Salud nacional.

3. La Pastoral de la Salud eslugar de encuentro, análisis,denuncia y propuesta de losprincipales problemas socialesen nuestro país en búsquedade un país saludable.

3.1 Instancias de vigilanciaciudadana en salud fortaleci-das y articuladas.

3.2 Sociedad civil incide enla formulación de políticas desalud integral que respondan alas necesidades de la pobla-ción.

3.3 Sociedad civil vigila elcumplimiento de las políticasde salud integral.

3.4 La sociedad civil perci-be la salud como un derecho yestá motivada para asumir surol como actor político inci-diendo en el debate y gestio-nando propuestas viables depolíticas de salud vigilante desu cumplimiento.

3.5 La Pastoral de Saludcontinúa abriendo y fortale-ciendo espacios de vigilanciaciudadana, diálogo y concerta-ción sobre los problemas queenfrentan los pobres y exclui-dos del país, principalmentelos de salud.

3.6 Sociedad civil elaborapropuestas sobre prioridadesde atención de la salud e in-versión en salud derivando re-cursos del pago de la deudaexterna.

4. Formentar procesos deformación integral y nuevosliderazgos que recuperen elvalor de la persona humana yse orienten hacia una partici-pación social ciudadana real

que viabilice condiciones devida digna con equidad paratodos.

4.1 Las personas y comuni-dades destinatarias de los pro-gramas de Pastoral de Saludlogran el crecimiento de su au-toconcepto, su autoestima yasumen protagonismo en la to-ma de decisiones políticas so-bre salud.

4.2 Los agentes pastoralesde la red de Pastoral de Saluden la mayoría de los sectorespobres y excluidos asumen suliderazgo como evangelizado-res y agentes socio-culturalesal servicio del desarrollo hu-mano pleno de todos.

5. Contribuir a mejorar lascondiciones de los serviciosde salud de los más pobres ar-ticulando nuestra misión y es-tructuras eclesiales con las ins-tancias del Estado y la socie-dad civil a través de planesconjuntos de desarrollo y delucha contra la pobreza.

5.1 Fomentar el reconoci-miento de la persona humanacomo sujeto de los procesosen programas de salud desdela Iglesia respetuosos de sudignidad como hijos e hijas deDios.

5.2 Apoyar la consolidaciónde acciones generadoras deempleo digno en especial paralos pobres como un primer pa-so hacia el logro y conserva-ción de la salud.

5.3 Promover la defensa dela vida y el medio ambiente ydenunciar cuanto lo afecte.

5.4 Establecer alianzas es-tratégicas, acuerdos de coope-ración mutua y conveniosmarco o que articulen las di-versas iniciativas de atenciónal enfermo, acción comunita-ria y compromiso institucionala favor de la salud integral coninstituciones públicas y priva-das, nacionales y extranjeras.

5.5 La Pastoral de Salud co-mo promotora y miembro dela Mesa de salud integral par-ticipa y anima la incorpora-ción activa de sus agentes co-munitarios y las organizacio-nes sociales de base en todoproceso dirigido al logro deldesarrollo social y la luchacontra la pobreza.

6. Poner en prática la pro-mesa de Jesús “He venido pa-

ra que tengan vida y vida enabundancia” (Jn 10, 10).

6.1 El Departamento dePastoral de Salud desarrollauna estructura organizacionaldemocrática, participativa,exigente y de calidad que lepermite cumplir con la visióny misión institucional y apor-tar a las políticas públicas ensalud al impulso de la Fe y elcompromiso social.

6.2 El Departamento dePastoral de Salud impulsa eimplementa en su Red una ac-titud de amor-solidario quecontribuye desde hace treceaños a su sostenibilidad y per-manencia, superando limita-ciones económicas, para elservicio de todos especialmen-te de los excluidos.

6.3 Incentivación del com-promiso del pago de la DeudaSocial en Salud por todos através del trabajo de las mesasintersectoriales y multidisci-plinares; también, de la pro-moción de la conversión delpago de la deuda externa eninversión social.

7. Metas alcanzadas

1. Hacia una pastoral deconjunto efectiva, hemos lo-grado articular más estrecha-mente nuestras acciones a lasde:

a) La Campaña de Solidari-dad Compartir 2001 (todo elpaís)

b) CEAS: Talleres en conti-nuidad de la VI Semana Socialdel Perú (Huancayo y Puno)

c) Apoyos diversos a lasotras Comisiones atendiendosus solicitudes

d) Trabajo conjunto con lascomisiones de Educación yJuventud de la ConferenciaEpiscopal Peruana

– Diseñando objetivos co-munes, reduciendo costos ysirviendo a los más pobres concalidad y profesionalismo apartir de un trabajo en equipoimpulsado por la Fe.

– Incentivando a nuestrosagentes pastorales a un trabajomancomunado que promuevala concertación y la unión defuerzas potenciando así la pre-sencia de la Iglesia en el cora-zón de la sociedad.

– Recogiendo los aportes dela experiencia de la sociedad

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civil en bien de la salud y po-tenciando esos aportes

– Compartiendo permanen-temente equipos de oficina yespacios con Catequesis, Li-turgia, Juventud, Infancia.

2. Impulso de la formacióntanto de los agentes pastoralescomo de servidores de salud,especialmente enfermeras, téc-nicos de enfermería, jóvenes ycomunidad en general a travésde la organización y/o partici-pación en Cursos de Pastoral,Educación en valores, Capaci-taciones específicas (Biosalud– Soporte Cardiaco – Medici-na Tradicional) además de un

aporte permanente colaboran-do al diseño y elaboración decontenidos de los materialeseducativos de Pastoral de Sa-lud y de la Mesa de Salud inte-gral así como la CampañaCompartir y con artículos enrevistas, diarios, trípticos di-versos; entrevistas radiales yde TV (Comisión de la Juven-tud y Radio y TV María,otros).

3. Fortalecimiento de la Re-gión de Pastoral de Salud: Li-ma-Callao a través del acom-pañamiento y la acogida per-manente desde la Pastoral deSalud y el apoyo incondicio-nal de Mons. Miguel Irizar.

4. Crecimiento de la apertu-ra de los agentes pastorales altrabajo en equipo con otros ac-tores sociales en clima de con-certación y colaboración mu-tua para el logro de objetivoscomunes.

5. Constatación de que laPastoral de la Salud en las dió-cesis, camina hacia una plani-ficación más acorde con la re-

alidad de cada zona, que enmuchas es reconocida comoun área de pastoral social ycuenta con el apoyo decididoen crecimiento de sus Pasto-res.

6. Robustecimiento de laidentidad del Agente Comuni-tario de Salud desde nuestraperspectiva holística cuyo fines la persona humana y su ejepropulsor la Encarnación:

– Evangelizador-Humaniza-dor del Mundo de la Salud

– Constructor de un efectivoamor-solidario en la Comuni-dad

– Agente socio-cultural:educador para la participaciónsocial

7. Mantener en la Agendapública el tema de salud inte-gral al participar en platafor-mas Nacionales de la sociedadcivil como la VI ConferenciaNacional de Desarrollo Socialy contar con la posibilidad deun diálogo directo con el Mi-nisterio de Salud y otras ins-tancias del Estado como:

– Oficina de Financiamien-to, Inversiones y de Coopera-ción Externa – Ministerio desalud

– Comisión de Alto Nivelpara la Organización del Siste-ma Nacional de Salud – Mi-nisterio de Salud

– I Conferencia Nacional deEducación de Jóvenes y Adul-tos del Ministerio de Educa-ción

– Instituto Nacional de De-sarrollo de Recursos Humanos– Ministerio de Salud (aseso-ría y Convenio de Formación– Capacitación de AgentesComunitarios de Salud)

8. Elaboración y difusiónnacional de la Carta Pastoralsobre las Personas que vivencon el VIH/SIDA

Desafíos

1. Consolidar la Identidadde los Agentes de Pastoral deSalud de la Iglesia – AgentesComunitarios de Salud y lo-grar que su reconocimientopor el Estado y la Sociedadtenga expresiones concretasacordes con su dignidad depersonas humanas y de servi-dores comprometidos con lavida en la comunidad. Reco-nocimiento que alcance a to-

dos los agentes comunitariosdel país no sólo a los de lasIglesias.

2. Fortalecer nuestras accio-nes desde un espíritu de pasto-ral de Conjunto que partasiempre de las necesidades re-ales y la experiencia de lagente y logre salidas desdeuna dinámica dialógica inter-confesional, interdisciplinar,multisectorial con un clima detolerancia y concertación su-brayando lo que nos une e in-centivando la complementa-riedad.

3. Sostener el impulso depolíticas eclesiales para la Sa-lud integral de todos y conti-nuar brindando elementos pa-ra políticas públicas de salud.

4. Fomento de instancias detrabajo mancomunado y du-rante el 2002 consolidación yentrega a la sociedad civil dela Mesa de Trabajo por la Sa-lud integral que trabaje seria ytenazmente por el logro de po-líticas públicas de Estado ca-pitalizando experiencias con-cretas de la comunidad espe-cialmente de los pobres(Agentes pastorales, Asocia-ciones de Enfermos, otros), afavor de la salud integral detodos. Actualmente la Mesa harecibido el reconocimiento co-mo el único grupo que estudiasistemáticamente el tema de lasalud desde la perspectiva deSalud integral.

5. Superar la falta de recur-sos materiales que impidennuestras acciones concretas através de una invitación dirigi-da a nuestros amigos y colabo-radores para hacer crecer laactual y real comunión de bie-nes con la Pastoral de Saludasí como impulsar el diseño yrealización de proyectos con-juntos con las diversas Comi-siones y Departamentos de laCEP y con otros, para aportara la Salud integral de todosusando creativa y austeramen-te los recursos.

Conferencia Episcopal PeruanaDepartamento Episcopal

de Pastoral de Salud

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Su Excelencia ReverendísimaMons. JAVIER LOZANO BARRAGÁNPresidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios(para la Pastoral de la Salud)

Excelencia Reverendísima:

El Santo Padre ha acogidocon vivo placer que la Federa-ción Internacional Asociacio-nes Médicos Católicos celebra-rá su XXIº Congreso Mundialen Seúl, Corea del Sur, del 1º al4 de setiembre del 2002. Estaimportante cita, que este añoreunirá a representantes de las54 Asociaciones Nacionales deMédicos Católicos adherentesa la FIAMC, ofrecerá a los mé-dicos la ocasión propicia paraestudiar e intercambiar pensa-mientos y experiencias en tor-no a diferentes temáticas queinterpelan su reflexión en elcampo de la ética médica y dela pastoral de la salud.

El tema elegido, merece to-do aprecio por su actualidad.En efecto, con la llegada de lamedicina experimental, laidentidad individual del agen-te sanitario a menudo es rele-gada a la esfera individual yprivada. De aquí la necesidady la urgencia para el médicoen general, y el médico católi-co en particular, de que recu-pere plenamente su identidadpersonal al servicio de la vidaque debe ser amada y defendi-da siempre y a todo costo.

Al respecto, refiriéndose ala específica identidad y res-ponsabilidad de los agentes

sanitarios, el Santo Padre es-cribe: “En el contexto culturaly social actual, en que la cien-cia y la medicina corren elriesgo de perder su dimensiónética original, ellos pueden es-tar a veces fuertemente tenta-dos de convertirse en manipu-ladores de la vida o incluso enagentes de muerte. Ante estatentación, su responsabilidad

ha crecido hoy enormemente yencuentra su inspiración másprofunda y su apoyo más fuer-te precisamente en la intrínse-ca e imprescindible dimensiónética de la profesión sanitaria,como ya reconocía el antiguoy siempre actual Juramento deHipócrates, según el cual seexige a cada médico el com-promiso de respetar absoluta-mente la vida humana y su ca-rácter sagrado” (Evangeliumvitae, 89).

Además de ocuparse decuestiones que tienen una evi-dente importancia bioética ypastoral que nos hacen ver el

valor de la vida – las terapiascon células estaminales, loscuidados paliativos, el SIDA,las demencias, la formaciónética de los futuros médicos,los métodos naturales –, elCongreso de Seúl conferirá,como título de reconocimientoy estima hacia los cónyugesBillings, el premio FIAMCpara el 2002, para subrayar deeste modo el importante apor-te que ellos han ofrecido a loscentros para aplicar los méto-dos naturales de regulación dela fertilidad, centros que tam-bién hoy son una “valiosaayuda para la paternidad ymaternidad responsables, enla que cada persona, comen-zando por el hijo, es reconoci-da y respetada por sí misma, ycada decisión es animada yguiada por el criterio de la en-trega sincera de sí” (ibid., 88).

Ha llegado el momento enque los médicos católicos es-tán llamados a un particulartestimonio evangélico en elmundo del sufrimiento y de lasalud. A los buenos propósitosy a las sabias reflexiones delCongreso deben seguir gestosconcretos de caridad y de soli-daridad siguiendo el ejemplode Jesús, Buen Samaritano,que en su vida terrena se dedi-có a sanar a los hombres y alas mujeres en el cuerpo y enel espíritu.

El Santo Padre invita a to-dos los congresistas a retornara sus respectivos países aúnmás convencidos de su altamisión al servicio de la salud yde la vida del hombre desde suinicio hasta su término natural.

XXI Congreso Mundialde Médicos Católicos en Seúl

Carta del Card. Sodano a Mons. Javier Lozano Barragán5 AGOSTO 2002

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Su tarea es hacer todo que estáa su alcance para promover lacultura de la vida, realizandouna presencia incisiva en losdebates que atraviesan la pro-fesión médica, en fiel adhe-sión al magisterio de la Igle-sia. De este modo el Congresode Seúl pasará a la historia nocomo uno de los numerososencuentros de estudio, sino co-mo un Congreso en el que hamadurado un compromisooperativo de testimonio evan-gélico coherente con el servi-cio a favor del que sufre.

Frente a un mundo seculari-zado, que con el pretexto de la‘comprensión’ y de la ‘compa-sión’ hacia el hombre tiende aesconder o debilitar la verdadmoral, el Santo Padre invita alos médicos católicos paraproponerla “con su profundosignificado de irradiación dela Sabiduría eterna de Dios,recibida por medio de Cristo,y de servicio al hombre, alcrecimiento de su libertad y ala búsqueda de su felicidad”(Veritatis splendor, 95).

El ambiente hospitalario, enque el médico católico ejercesu profesión-misión, tiene ne-cesidad de renovarse a la luzdel Evangelio del sufrimientoy de la vida, para que a travésde los gestos y la actividad co-tidiana del médico permanez-can siempre vivas y activas la

compasión y la misericordia deCristo. Al respecto, Juan PabloII escribe: “Su verdadera iden-tidad [de las instituciones] noes sólo la de las esctructurasen las que se atiende a los en-fermos y moribundos, sino antetodo la de ambientes en los queel sufrimiento, el dolor y lamuerte son considerados e in-terpretados en su significadohumano y específicamentecristiano. De modo especialesta identidad debe ser clara yeficaz en los institutos regidospor religiosos o relacionadosde alguna manera con la Igle-sia” (Evangelium vitae, 88).

El Santo Padre anima a losmédicos católicos para quepersigan con un nuevo impul-so su compromiso de solidari-dad, inspirándose en la sabiadoctrina social de la Iglesia.Que no se cansen de compartirla ciencia y la cultura médicacon las Iglesias particularesque se encuentran en situaciónde necesidad, sino que tratende promover siempre en laFIAMC la difusión universaldel bien ‘salud’. De este mo-do, los médicos católicos pro-porcionarán un considerableaporte al pertinente y actualdebate en torno a los valores,en el que debe inspirarse el fe-nómeno de la mundialización,si no quiere perder su fin quees el hombre.

El Sumo Pontífice exhorta alos médicos católicos paraque, siguiendo el ejemplo delos mártires fundadores de laIglesia coreana, sean valientesy creíbles testigos de Cristomédico del cuerpo y del alma,reconociendo en los enfermossu rostro sufriente. El puedeiluminar y transfigurar su mi-rada y su profesión, revelandosu rostro de luz y de gloria,prenda de esperanza para losque creen en El.

Al desear a los participantesen el XXIº Congreso FIAMCun fructuoso trabajo, el SantoPadre desea manifestar a us-ted, Excelencia Reverendísi-ma, y a los demás dirigentesde FIAMC su vivo y gratoaprecio por el compromiso de-mostrado en esta forma deapostolado. Con estos senti-mientos envía a usted y a suscolaboradores, lo mismo que atodos los congresistas, una es-pecial Bendición Apostólica,prenda de abundantes efusio-nes de favores celestiales.

Aprovecho de la circunstan-cia para confirmarle los senti-mientos de mi distinguidaconsideración

Devotísimo en el Señor,

S.E. Card. ANGELO SODANOSecretario de Estado

Santa Sede

Crónica

La Federación Internacionalde Asociaciones de MédicosCatólicos (FIAMC) ha cele-brado su XXIº Congreso Mun-dial en Seúl, Corea, del 1º al 4de setiembre del 2002.

Más de 300 médicos, prove-nientes de 27 países, han parti-cipado en los intensos trabajosdel Congreso.

La ceremonia de inaugura-ción comenzó con la solemnecelebración eucarística, presi-dida por el Arzobispo de Seúl,S.E. Mons. Nicholas CheongJinsuk. Al concluirse el rito re-

ligioso, que estuvo acompaña-do por músicas muy sugesti-vas, el Congreso fue inaugura-do por el Presidente de laFIAMC, Gian Luigi Gigli. Se-guidamente se alternaron en elpodio numerosas autoridadesentre las cuales el Ministro deSalud de Corea, Sung Ho Kim.

S.E. Mons. Javier Lozano,Presidente del Pontificio Con-sejo para la Pastoral de la Sa-lud, leyó el mensaje enviadopor el Santo Padre por inter-medio de su Secretario de Es-tado (ver texto por separado).

También ha sido muy signifi-cativo el mensaje que enviarael Presidente de la Repúblicade Corea. Al final de la cere-monia, se ha otorgado al Dr.Salvino Leone el Premio deDeontología Médica dedicadoa Juan XXI, el único médicoque haya sido elegido Papa enel curso de la historia.

La ceremonia inaugural seconcluyó con una recepción debienvenida ofrecida por loshuéspedes coreanos a todos lospaíses participantes, cuyas de-legaciones entraron a la sala

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acompañadas por sus banderasnacionales.

Para todos los Médicos Ca-tólicos adherentes a laFIAMC, las jornadas del Con-greso han sido una importanteocasión para discutir en tornoa los temas que interpelan a lareflexión de la Iglesia en elcampo de la ética médica y dela pastoral sanitaria.

Los trabajos científicos se

han abierto con una conferen-cia a cargo de S.E. Mons. Lo-zano, quien ha propuesto pro-fundas y autorizadas reflexio-nes acerca de la identidad delmédico católico (ver texto porseparado). Seguidamente,otras intervenciones han exa-minado los condicionamientosa los que se expone la identi-dad del médico católico en lassociedades pluralistas, la nece-sidad y los límites de un diálo-go con la ética secularizada,los retos éticos planteados porla injusta distribución de losrecursos, la inspiración y laética de la presencia de los mé-dicos católicos en las institu-ciones sanitarias.

Después de haber reflexio-nado acerca de la identidad delmédico católico, los congresis-tas han escuchado report muyinteresantes acerca de las con-diciones, extremadamente di-ferentes, en las que los médi-cos católicos deben vivir sumisión y ofrecer su testimonio.Es así que ha sido posible es-cuchar la voz de quien debecombatir los procesos de secu-larización anti católica presen-tes dentro de los países de anti-gua tradición cristiana, la mi-

sión de quien trabaja en los pa-íses en vías de desarrollo demayoría cristiana, los proble-mas del anuncio cristiano enAfrica, la situación de quienesviven en países donde los cris-tianos son una mayoría respe-tada, las dificultades de losmédicos católicos en los paísesde mayoría islámica, el testi-monio de quienes, como enVietnam, han pagado con lapersecución su fidelidad alEvangelio y a la Iglesia.

Se ha dedicado toda una se-sión a los retos que planteanlas nuevas circunstancias a lasinstituciones sanitarias católi-cas y, más en general, a la pas-toral sanitaria de la Iglesia.

Al respecto, se ha puesto derelieve la urgencia de entablarrelaciones más puntuales conlos obispos locales y los hospi-tales católicos que, en algunospaíses, corren el riesgo de per-der su propia identidad, por ra-zones de la disminución de lasvocaciones religiosas y de losprocesos de fusión con partnerde diferente extracción cultu-ral. Expuestos a las presionesdisgregadoras de un secularis-mo que penetra incluso en losconsejos de administración yen los consultores en bioética,los hospitales católicos correnel riesgo de encontrarse en si-tuaciones de mucha ambigüe-dad, con una grave desorienta-ción de las comunidades ecle-siales. Al contrario, haciendover la experiencia de la Iglesiade Taiwán, ha subrayado el pa-pel social que puede asumir laevangelización a través delcuidado de los enfermos.

También ha suscitado graninterés la sesión referente a lacooperación sanitaria con lospaíses en vías de desarrollo,durante la cual se ha puesto enconocimiento de los congresis-tas siete proyectos de coopera-ción sanitaria realizados en va-rios países, de Myanmar aMongolia, de Timor Oriental aMozambique. En dichos re-port las Asociaciones Nacio-nales han encontrado estímulopara nuevas y más incisivasexperiencias de cooperaciónsanitaria, en espíritu de solida-ridad y de testimonio evangéli-co.

La sesión dedicada a las cé-lulas estaminales, que se ha re-alizado como recuerdo del

Profesor Lejeune, ha sido elpunto de más alto valor cientí-fico del Congreso, gracias so-bre todo al aporte del ProfesorAngelo Vescovi, uno de losmás importantes investigado-res en el mundo en dicho ám-bito investigativo. El estudio-so del Instituto San Rafael deMilán ha mostrado las capaci-dades clínicas de los estudiosen torno a las células estami-nales adultas, demostrando sufactibilidad y conveniencia,además de valorizar los aspec-tos positivos de naturaleza éti-ca con respecto a los riesgosque presentan las investigacio-nes que tratan de encontrarmétodos de curación con lascélulas estaminales embriona-les. El aporte científico de lasesión ha sido retomado en lamoción final del Congreso,con una fuerte invitación a lasUniversidades y a los Hospita-les católicos para que inviertanfondos en la investigacióncientífica sobre las células es-taminales adultas, y de estemodo evitar el riesgo de serarrollados por la presión cien-tífica e industrial en favor delempleo de células estaminalesembrionales.

Además de los informespreparados, durante el congre-so ha habido espacio para mu-chas comunciaciones libres ypara algunos workshops, du-rante los cuales los congresis-tas han tenido la oportunidadde discutir acerca de algunasde las instancias bioéticas másactuales y significativas, comolos cuidados paliativos, el SI-DA, las demencias, la forma-ción ética de los futuros médi-cos, los métodos naturales decontrol de nacimientos.

La Santa Misa ha sido cadadía el culmen espiritual de lajornada. En las celebracionesse ha puesto mucho cuidadodesde el punto de vista litúrgi-co, gracias también al aportede coros locales que han alter-nado bellísimas composicio-nes sagradas de su país a lasmúsicas de la tradición univer-sal de la Iglesia.

Ha sido particularmenteconmovedora e impresionantela S. Misa celebrada en el San-tuario de los Mártires Corea-nos de Jeoldusan, en las puer-tas de Seúl, uno de los muchoslugares donde a lo largo de 120

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años, hasta fines del ochocien-tos, los católicos coreanos pa-garon con su sangre su fideli-dad a Cristo. Sólo en Jeoldu-san fueron torturados y perse-guidos 10,000 fieles, cuyo sa-crificio es recordado en el Mu-seo situado junto al santuario.Durante la Misa, celebrada porel Obispo auxiliar de KualaLumpur (Malasia), se ha reza-do también, siguiendo el ejem-plo de los mártires fundadoresde la Iglesia coreana, de cuyotestimonio ha nacido una vivay fecunda presencia de la Igle-sia en Asia, los Médicos católi-cos se conviertan, en su ámbi-to, en testigos creíbles de Cris-to Médico, capaces de ver surostro sufriente y glorioso en elrostro de cada ser humano, so-bre todo de aquellos cuya dig-nidad no es reconocida, comolos niños aún no nacidos, losancianos afligidos por deterio-ro mental, los enfermos termi-nales.

Como es tradición, duranteel Congreso la FIAMC ha rea-lizado su Asamblea General ylas elecciones para renovar loscargos sociales.

Entre las decisiones más im-portantes, se ha aprobado unarevisión de la composición delComité Ejecutivo, ampliándo-lo a los portavoces de tres nue-vos comités, como signo de laatención de la FIAMC haciaalgunos temas emergentes:Cooperación Sanitaria Interna-cional, Bioética, Informacióny Formación por vía informáti-ca. Además, se han discutidootros problemas de carácter or-ganizativo y de programación.La Asamblea General ha com-pletado un largo camino de re-flexión, comenzado en 1994,en torno a la inspiración y a losobjetivos del Asociacionismode Médicos Católicos. Con es-ta finalidad, se ha incorporadoen el Estatuto la Promesa delMédico Católico, que fueraaprobada en 1997 por el Ponti-ficio Consejo para la Pastoralde la Salud y la Oración delMédico, compuesta por el Pa-pa Juan Pablo II y donada a laFIAMC durante el XX Con-greso Mundial que se realizaraen Roma con ocasión del granJubileo del 2000.

Como resultado de las elec-ciones, han sido reconfirmadosGian Luigi Gigli (Italia) y

François Blin (Francia) en ca-lidad de Presidente y Secreta-rio General de la FIAMC,mientras Joon Ki Kang (Co-rea) y George Isajiw han sidoelegidos Vice Presidente y Te-sorero, respectivamente.

En fin, la Asamblea Generalha aprobado la Candidatura deBarcelona como sede para elXXII Congreso MundialFIAMC del 2006 y ha aproba-do unánimamente la mociónfinal del Congreso (ver textopor separado).

Preparado meticulosamenteen todos los detalles por laAsociación Coreana, el Con-greso se ha caracterizado tam-bién por la exquisita hospitali-dad y por el clima de amistad yde fraternidad. Los momentosconviviales y los espectáculosde animación y folklóricos hanpermitido apreciar algunos as-pectos de la cultura coreana.Ha sido particularmente impli-cadora la cena de despedidadurante la cual, además de lapresentación de los nuevoselegidos, por su largo servicioa la Profesión Médica y a laIglesia de su país, han sidopremiados el Prof. AgostinoMaltarello (Italia), el Prof. Jo-sé María Massons Esplugues(Cataluña) y el Prof. FranciscoKyu-Sang Cho (Corea). Du-rante la misma cena de adiós,la tercera edición de la presti-giosa FIAMC Award of Ho-nour for Science and Faith hasido asignada a los cónyugesBillings, por sus estudios acer-ca de la regulación de la fertili-dad y por su obra en favor dela difusión de métodos natura-les para el control de los naci-mientos, respetando la ense-ñanza de la Iglesia.

Merece mencionar el anun-cio de parte de la Asociaciónde Médicos Católicos de Ja-pón, que desean proponer alArzobispo de Nagasaki laapertura de la causa de beatifi-cación del Prof. Paolo Nagai,un convertido japonés, profe-sor en la Universidad de Naga-saki, que murió como conse-cuencia del fall out de las ra-diaciones provocadas por labomba atómica lanzada por losEE.UU. en el barrio católicode la ciudad japonesa. El Prof.Nagai murió después de añosde sufrimiento, dando un testi-monio heroico de caridad queconmovió al Papa Pío XII y alEmperador del Japón, lo mis-mo que a muchísimos fieles entodo el mundo. Su figura inspi-ró también una célebre pelícu-la (“Las campanas de Nagasa-ki”) y algunos libros. FIAMCespera que este ilustre colegasea propuesto por la Iglesia co-mo modelo para los médicosde todo el mundo.

El XXIº Congreso Mundialha sido para la FIAMC y paralas Asociaciones federadas enella un importante estímulopara una presencia renovada ymás incisiva en los debatesculturales que atraviesan laprofesión médica, en la fiel ycordial adhesión al Magisteriode la Iglesia, con particular re-ferencia a la promoción y a ladefensa de la vida, según lasindicaciones proporcionadaspor la Evangelium vitae. En elpróximo cuatrienio, en esperade volverse a encontrar enBarcelona en el 2006, laFIAMC desea continuar aacrecentar su colaboración conlos dicasterios de la Santa Se-de y en particular con el Ponti-ficio Consejo para la Salud,presente en Seúl con su Presi-dente S.E.R. Mons. Javier Lo-zano. Una colaboración análo-ga se asegura a las respectivasConferencias Episcopales departe de cada una de las Aso-ciaciones Nacionales.

Se puede visitar el progra-ma del congreso y gran partede los textos de las ponenciasen el sitio web de FIAMC:www.fiamc.org.

Prof. GIAN LUIGI GIGLIPresidente de la FIAMC

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1. La vocación del MédicoCatólico es igual en todo elmundo y dura toda la vida. Sufundamento es el amor hacia elpaciente, compartido con Dios,y el respeto por la vida huma-na, desde su concepción hastala muerte. Los pacientes soncuidados con espíritu de fe y deesperanza en la resurrección,en vista de una curación físicay espiritual.

2. En la era de la medicinaexperimental y de las tecnolo-gías adelantadas, la identidaddel médico no debe limitarse auna esfera individual y privada.En particular, se debe recuperarel significado de ser MédicosCatólicos, de manera que el pa-ciente sea tratado con el amor yel pleno conocimiento de suscondiciones clínicas, sociales yespirituales, y protegido decualquier posiblidad de daño.

3. Los Médicos Católicos re-afirman con fuerza su plena fi-delidad al Magisterio de laIglesia y su colaboración con elPontificio Consejo para la Pas-toral de la Salud. Promueven ladefensa de las posiciones de laIglesia cada vez que son objetode ataques.

4. El sufrimiento, el dolor yla muerte son experiencias devida que no deberíamos recha-zarlas, antes bien, debemosverlas a la luz del “Evangeliode la Vida”, considerándolasunidas a la Muerte y Resurrec-ción de Cristo. La compasión yel alivio del sufrimiento, hastallegar al momento de la muertenatural, deben presentarse co-mo la connotación de una asis-tencia sanitaria auténticamentecatólica.

5. En nuestro mundo plura-lista, los Médicos Católicosadaptarán la gestión de la en-fermedad en armonía con lacultura y el credo religioso delpaciente, respetando su propiaidentidad.

6. El derecho de cada pa-ciente a la asistencia sanitariabásica está por encima de cual-quier barrera de cultura religio-sa y, cuando sea posible, debe

ser asistido a través del diálogoy de la colaboración con lasculturas no cristianas.

7. Los Médicos Católicos es-tán a favor de una investiga-ción científica más activa entorno a los posibles beneficiosde todos los tipos de terapiacon las células estaminales,con excepción de las célulasestaminales del embrión huma-no. Los médicos y la opiniónpública junto con los legislado-res tienen derecho a informa-ciones ciertas acerca de los be-neficios y de los efectos colate-rales negativos de las terapiascon células estaminales. LosMédicos católicos se oponen alas ténicas de congelación delembrión humano, que debe sertratado con el mismo respeto ycon los mismos derechos que

valen para todo ser humano.Las Universidades católicas ylos Hospitales católicos deberí-an invertir fondos para sostenerlas investigaciones acerca delas células estaminales, que noempleen las células estamina-les embrionales.

8. Il Médico Católico tienenecesidad de encontrar formasy medios para que a través deorganizaziones no guberna-mentales y la intervención in-dividual, se proporcionen loscuidados médicos básicos a to-dos los que no tienen acceso alos servicios médicos, y enparticular en el campo de la tu-tela de la maternidad. Es nece-sario recordar que mil millo-

nes de personas en el mundono disponen de agua corrientey viven con menos de un dólaral día.

9. Los Médicos Católicos sepreocupan por las condicionesde los Hospitales católicos yquieren que se preserve laidentidad y el carisma de lasInstituciones sanitarias católi-cas. Los Médicos Católicos es-tán comprometidos para dar di-cha asistencia directa, partici-pando en los Comités consulti-vos y en los de Bioética. Por suparte, los Médicos Católicosaniman a las Instituciones sani-tarias católicas para que acep-ten el apoyo de los profesiona-les católicos comprometidos ycompartan su misión.

10. Los Médicos Católicosrecomiendan que, como Obis-pos tienen, la responsabilidadde la identidad de las institu-ciones sanitarias católicas, demanera que deben ser repre-sentados adecuadamente den-tro de los Comités Eticos delos Hospitales católicos y de-ben recibir continuas informa-ciones acerca de los problemasconcernientes las dificultadeséticas o que interesan la identi-dad católica del hospital. LosObispos deben ofrecer unaadecuada leadership a las Insti-tuciones sanitarias católicas ca-da vez que estas lo necesiten.

11. La elaboración de unabioética católica básica y la re-flexión en torno a los proble-mas bioéticos emergentes si-guen siendo de interés funda-mental para los Médicos Cató-licos. En la era de una sobrea-dundancia informativa, el Co-mité Executivo de la FIAMCse siente comprometido pararecopilar, seleccionar y hacercircular informaciones prove-nientes de los Centros de Bioé-tica auténticamente católicos.Las intervenciones legislativaspropuestas en materia de bioé-tica (p.e. las leyes sobre la eu-tanasia, etc.) serán recogidastambién y distribuidas para in-tervenciones de lobbying y pa-ra acciones políticas.

XXI Congreso Mundial de la FIAMCMoción final