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Mío Cid, entre moro y cristiano delfinario DELFÍN RODRÍGUEZ La Peral Maldita Manolo Blahnik Zapatero «No me gustan las pasarelas,las encuentro demodés y repetitivas» Por los alcores de Fuentesecas Rutas a pie por tierras DE ZAMORA Los medievalistas discuten el posible origen árabe del «Cantar» del caballero Mío Cid, entre moro y cristiano Mío Cid, entre moro y cristiano ZAMORA, 19 DE JULIO DE 2009 dominical

DELFÍN RODRÍGUEZ delfinario ZAMORA, 19 DE JULIO DE 2009 ... · dominical ZAMORA, 19 DE JULIO DE 2009 ... parte románica y cristiana de la península». ... mayor parte de los talleres

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Mío Cid,entre moro y

cristiano

delfinarioDELFÍN RODRÍGUEZ

La PeralMaldita

Manolo BlahnikZapatero

«No me gustan las pasarelas, lasencuentro demodés y repetitivas»

Por losalcoresde

Fuentesecas

Rutas a pie por tierrasDE ZAMORA

Los medievalistas discutenel posible origen árabe del

«Cantar» del caballero

Mío Cid,entre moro y

cristiano

Mío Cid,entre moro y

cristiano

ZAMORA, 19 DE JULIO DE 2009

dominical

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✒ Eduardo García

Sobre el «Cantar de Mío Cid» pesan mu-chas incógnitas. Una de las grandes referen-cias de los cantares de gesta en Europa no tie-ne, por ejemplo, autor conocido. Las hipóte-sis son diversas, al calor del paso del tiempoque tiende a borrar pistas y a confundir ca-minos de investigación. La última de esasteorías llega de la mano de la filóloga y ara-bista donostiarra Dolores Oliver, autora de unpolémico libro titulado «El Cantar de MíoCid: génesis y autoría árabe». ¿Es posible queel autor de una obra que ensalza las hazañasdel arquetipo de caballero cristiano fuera pre-cisamente un árabe? La hipótesis ha divididoa los expertos. Los arabistas no la desdeñan,los medievalistas «castellanos» la rechazande plano.

El «Cantar» que nos ha llegado es una co-pia del original. Está escrita por el copista PerAbbat, al que algunos autores (el hispanistaCollin Smith, entre otros) no descartan comoel propio autor de la monumental obra. Esuna hipótesis que se sostiene muy a duras pe-nas. La copia está realizada en 1207, pero eloriginal tiene fecha imprecisa. Quizás entre1195 y 1207.

Dolores Oliver se basa en aspectos sin-gulares de la personalidad de un héroe re-flejado en los más de 3.700 versos del«Cantar». Una personalidad muy mesuraday hasta generosa con el enemigo, alejada delos rigores que componían el perfil históri-co del soldado cristiano. Sus estrategias mi-litares son también muy islámicas, a juiciode los historiadores en la materia. El tonodel «Cantar», además, es siempre respetuo-so con los árabes de la península, en unaépoca de fronteras muy movibles, de inse-guridades y recelos mutuos. En los años deposible redacción del «Cantar de Mío Cid»tiene lugar la cuarta cruzada y la toma deConstantinopla. Unos pocos años más tar-de, en 1212, se produce la decisiva batallade Las Navas de Tolosa.

El catedrático de Literatura Española en laUniversidad de Zaragoza, Alberto Montaner,está considerado una de las principales refe-rencias en el «Cantar». Para él la teoría de laprofesora Oliver «es completamente inviable.No tiene peso ni por razones lingüísticas nipor razones históricas». «El Cantar de MíoCid» guarda —dice— íntima relación con laépica francesa «y es un producto típico de laparte románica y cristiana de la península».Montaner también tiene su teoría, centradaen la figura de un jurista, quizás un abogadoen ejercicio.

Casi todo el mundo asume que el textooriginal del «Cantar» se compone en fechasmuy cercanas a la copia que ha llegado has-ta nosotros, que se guarda en la BibliotecaNacional. Hay que diferenciar al autor delcopista, pero reconociendo que se trata depersonas coetáneas. ¿Se conocieron? Pro-bablemente no.

Alberto Montaner refuta algunos de losargumentos de la «islamización» del autordel «Cantar» relativos al mayor realismo enla literatura árabe que concuerda con las na-da exageradas hazañas del Cid. «Depende dea qué tradición literaria árabe nos refiramos.Hay héroes que con un solo alarido logranderribar del caballo a los enemigos. En la tra-dición musulmana hay de todo», y en cuan-to a los cantares de gesta del otro lado de lafrontera, la cristiana, Montaner acepta que«El Cid es un héroe más mesurado que losdel cantar de gesta francés», pero la gran obramaestra, la «Chanson de Roland», «no es untexto especialmente exagerado. En modo al-guno el “Cantar de Mío Cid” choca tanto con

la tradición francesa». No es extraño que elautor del «Cantar» conociera bien las cos-tumbres islámicas. El poema nace en un con-texto cultural en el que existía un conoci-miento del medio islámico mucho más deprimera mano de lo que podríamos suponer.Hay permeabilidad social. Había ya más decuatro siglos de Reconquista y, por tanto, deconvivencia, aunque fuera convulsa, entrepueblos y religiones. «El “Cantar” —diceMontaner— es el reflejo de una sociedad conintercambios culturales con el mundo árabey deja entrever un espíritu de frontera que esdistinto a un espíritu de cruzada. El moro esel adversario, pero no tanto el enemigo. Noestamos hablando de alguien intrínsecamen-te malo». Convivencia de culturas; por tanto,intercambios. «El largo contacto ha produci-do una comprensión, una tolerancia en el sen-tido clásico del término».

«El autor demuestra conocimientos pro-fundos del derecho castellano, así como dedeterminados procedimientos legales comoel llamado reto entre hidalgos. Lo que hoyentendemos como un duelo es el residuo de

lo que en la Edad Media era un procedi-miento jurídico muy bien regulado. El dere-cho, en aquella época, era de tradición oral,pero no todo el mundo lo conocía. No habla-mos de una competencia pasiva para enten-derlo, sino de una competencia activa para re-dactarlo. La parte final del “Cantar” es elequivalente, unos cuantos siglos antes, a unapelícula sobre abogados y juicios rodada enHollywood».

Un profesional del derecho a finales del si-glo XII. Pudiera ser. O alguien ligado a laCancillería del Rey, que contaba con gabine-tes jurídicos. «En esta materia al autor del“Cantar de Mío Cid” no se le pilla ni en unsolo renuncio. No es, por tanto, alguien quehubiera oído campanas». Por tanto, un juris-ta con vocación literaria.

La autoría monástica es la que tiene menosseguidores, la menos probable. «No hay na-da en el texto del «Cantar» que no pudiera sa-ber cualquier laico bien informado», señalaAlberto Montaner. En los siglos XII y XIII lamayor parte de los talleres de copia funcio-naban en el ámbito de las catedrales y los mo-

❜❜Dolores Oliver se basa enaspectos singulares de lapersonalidad del héroe,en que sus estrategiasmilitares son muy islámicasy el tono del cantarrespetuoso con los árabes

El catedrático AlbertoMontaner refuta la nuevahipótesis: «Escompletamente inviable.No tiene peso desde laperspectiva lingüística nidesde la histórica»

Charlton Heston, protagonista de la película «El Cid»

El Cid, el misterioLos medievalistas, divididos ante la teoría de que el célebre poema de gesta que narra las

II / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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nasterios. Copias que se realizaban, en mu-chas ocasiones, por encargo y previo pago.Pero aquí no hablamos de una copia, sino deun original salido de la mano de un autor quesabe mucho del mundo, mucho más de bata-llas que de santos. Quizás alguien que, si ha-cemos caso a esta teoría del monje, fue gue-rrero antes que fraile.

En el siglo XII algunos de los juglares deaquella época equivaldrían a los cantautoresde la nuestra, pero por lo general los jugla-res eran transmisores de textos, no creado-res. El «Cantar» revela una alta competencialiteraria porque el texto está muy bien com-puesto. ¿Un juglar con conocimientos jurí-dicos? No es descartable, pero no debía deser frecuente.

El «Cantar de Mío Cid» es una obra uni-versal por varias razones. La primera, obvia,porque ha llegado hasta nosotros casi intac-ta, un pequeño milagro literario, a juicio deMontaner. La segunda, por sus innegablescualidades literarias.

Probablemente fue una obra muy popular,porque mucho antes de que existiera Ho-

llywood, el autor del «Cantar» conocía los re-sortes del éxito. El «Cantar» lo tiene todo: unhéroe, acción y suspense, un guerrero frenteal destino, las injusticias del poder, camposde batalla y salones cortesanos...

Rodrigo Díaz, convertido aquí en perso-naje literario, lo fue de carne y hueso, aunquela mitomanía nacional lo haya engrandecidohasta la caricatura. Los escolares de los añoscincuenta y sesenta estudiaron a un héroe queganaba batallas después de muerto. Es unainvención. El Cid muere el 10 de julio de1099, hace ahora 910 años. Le tocó conocera tres reyes. La historia no tiene desperdicio.Fernando I «el Magno», rey de León, tuvo lainfeliz ocurrencia de dividir el reino entre sustres hijos. A Sancho, Castilla, a Alfonso, Le-ón, y a García, Galicia. Los tres hermanos nopararon de guerrear tras la muerte de su pa-dre. Sancho y Alfonso se alían para acabarcon García, y lo consiguen.

A Sancho lo asesinan en Zamora, la ciu-dad en la que regía su hermana Urraca, en1072, y su hermano Alfonso hereda la coro-na tras jurar en la iglesia de Santa Gadea, en

Burgos, que no tuvo arte ni parte en la trai-ción que acabó con la vida de Sancho. A Ro-drigo Díaz le toca tomar ese juramento, y Al-fonso, ya convertido en Alfonso VI, nunca selo perdonó. El Cid vive dos destierros, queaprovecha para tomar distintas plazas en elLevante español. En 1094 toma Valencia, yseis años más tarde fallece, a los 56 años.

Estaba casado con Jimena, hija del condede Oviedo. Alfonso VI morirá quince añosmás tarde y hereda su trono, en medio deenormes dificultades, su hija llamada tambiénUrraca, como la señora zamorana. La penín-sula, desmembrada en mil reinos de taifas,había vivido años atrás hasta cuatro invasio-nes almorávides. En algún momento del si-glo XII alguien compone el «Cantar de MíoCid». La lógica nos haría pensar que hay quecentrarse en la primera mitad de la centuria,cuando la memoria de las gestas de RodrigoDíaz de Vivar estaba aún fresca. Pero nadahay que lo documente. La copia de PerAbbates, como decíamos, de 1207. La penínsulapor entonces estaba llena de ciudadanos queabrazaban la fe musulmana.

❜❜Un jurista con vocaciónliteraria, por la precisiónlegal de su parte final, unmonje o un juglar sonalgunos de los posiblesautores del textoque se barajan

Estatua de El Cid en Burgos

de un cantarhazañas del héroe cristiano, armado caballero en Zamora según la leyenda, tenga autor árabe

La obra fue muy popular,el que la compuso conocíalos resortes del éxito, lotiene todo: un héroe, accióny suspense, un guerrerofrente al destino, lasinjusticias del poder

dominical / IIIDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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No cabe duda que uno de los temas de actua-lidad que más se comenta hoy en día, aparte de lasupercrisis económica, es Bolonia, italiana pro-vincia y ciudad antiquísima cuya universidad sehizo famosa en la Edad Media, en el Renaci-miento fue cuna de una importante escuela depintura, patria de ocho papas y de artistas famo-sos, que hoy ha recobrado protagonismo puestoque en ella se han marcado las directrices de unnuevo cambio en los planes de los estudios uni-versitarios para su implantación en el territorioeuropeo. No es nuestra intención tratar el caso,que se sale del limitado campo de nuestra dedi-cación al pasado histórico más o menos gloriosode Fermoselle, sino el referir la norma o costum-bre que en siglos pasados se empleaba para la for-mación, el aprendizaje o conseguir la titulaciónen un oficio, profesión o carrera.

Comenzamos con la transcripción del primerdocumento:

«Escritura de aprendizaje de herrador y albéi-tar. En la villa de Fermoselle a 27 de noviembrede 1794, ante mí el infrascrito Escribano y testi-gos, parecieron presentes Francisco Regidor Mar-gallo, vecino y Maestro Herrador y Albéitar enesta dicha villa, de una parte, y de otra, ManuelPuente, vecino de ella, y se han convenido y con-certado en esta forma:

Que dicho Manuel Puente pone por aprendiza Bernardo Cebrián Puente, natural de esta villa,huérfano de padre y madre, su nieto, con el dichoMaestro para que por tiempo y espacio de dosaños contados desde el día 2 de este mes y con-cluirá dicho tal día del año que vendrá de 1796,le enseñe el oficio de Herrador y Albéitar, de ma-nera que en dichos dos años quede hábil y sufi-ciente para poderse poner a servir con cuales-quiera Maestro por mancebo, ganando lo queotros que han pasado el aprendizaje, para lo quesi fuese necesario le ha de examinar un Maestrode la Facultad.Y dicho Regidor le ha de tener ensu casa el citado tiempo, dándole de comer y cal-zarle de zapatos, y el dicho aprendiz en el citadotiempo no se ha de ausentar de la casa y serviciode dicho Maestro, y si lo hiciere si es pasado me-dio año contado desde dicho día 2 de este mes sele ha de satisfacer a dicho Maestro 525 reales, ysi un año 1050 reales.

Si dicha ausencia fuese sin causa justa y por eltrabajo de la enseñanza de dicho Bernardo Ce-brián Puente he de satisfacer yo, el dicho ManuelPuente, al nominado Maestro 1.050 reales de ve-llón, juntos y en una sola vez y no en más, para eldía 2 de noviembre de 1796, puesto de mi cuen-ta, costa y riesgo en esta villa, casa y poder del ci-tado Maestro, en buena moneda usual y corrien-te, llanamente y sin pleito alguno bajo de la penade ejecución y costas, para lo que siendo necesa-rio se constituyó porfiador e hizo de causa deuday negocio ajeno, sino propio, con renunciación delas leyes del caso y es condición de este contratoque así como se ha de satisfacer al Maestro la mi-tad de los 1.050 reales, si el aprendiz se marcha-se sin causa, pasado medio o el todo pasado uno,también lo es que si el Maestro le despidiese sinjusto motivo no se le ha de satisfacer cosa algunapor el tiempo que hubiese estado con él.

Todo lo cual ambas partes guardarán y cum-plirán cada una con lo que le toca respectiva-mente según va mandado, pena de pagar las cos-tas y daños que por no cumplirlo se siguieran yrecreasen y para ello se obligaron con sus perso-nas y bienes muebles y raíces presentes y futuros,dieron poder cumplido a las Justicias y Jueces deS. M. competentes para que se lo hagan cumplircomo si fuera por fuerza de sentencia definitivade Juez competente consentida y no apelada y de-clarada por pasada en autoridad de cosa juzgadaen que lo recibieron. Renunciaron todas las leyes,fueros y derechos de su favor con la que prohíbela general en forma y por firme lo otorgaron asíante mí el Escribano y testigos que lo fueron, Ma-nuel Cervino, Santos de Salazar y José Rodrí-guez, vecinos de esta dicha villa, y los otorgantesa quienes yo el Escribano doy fe conozco, lo fir-mó el que sabe y por el que dijo no saber, a suruego, lo hizo uno de dichos testigos, y yo en fede ello. Ante mí: Gregario Texedor». (1)

En el contrato consta que se trata del aprendi-zaje de herrador y albéitar, que a día de hoy sig-nificaría en el primer caso, el que hierra o ponelas herraduras a las caballerías y en segundo, lapersona que se halla legalmente autorizada paraprofesar y ejercer la veterinaria, o lo que es lomismo, la ciencia y arte de precaver y curar lasenfermedades de los animales.

Siempre hubo maestro herrador en Fermose-lle a lo largo de los siglos, pero desde que se in-corporan en el siglo XIX los veterinarios con es-tudios universitarios pasaron a depender de ellos.En este caso podíamos citar que en 1870 figura-ba como veterinario titular Domingo Castro Do-mínguez, en 1884 lo era Manuel Pereira Domín-guez, que habitaba una casa en la calle del Pozode Santa Colomba y en 1896 encontramos a Ni-canor Porrino Rodríguez. En nuestra infancia, allápor los años 50 del pasado siglo XX, el veterina-rio era Don Jerónimo Fernández Lozano, el úni-co jefe local del movimiento que no fue alcaldede Fermoselle, vocal de la comisión pro abaste-cimiento de aguas, presidente de Cruz Roja, pro-pietario de la empresa de autobuses «Oeste Za-morano»... con cuya familia, y muy especial-mente con sus hijos Juli, Puri, Lili y José Alfonsosiempre mantuvimos relaciones de profunda

amistad. En la actualidad no cuenta la villa conpotro o banco de herrar.

Nos llama la atención que la obligación delmaestro era enseñar el oficio para que pudieraservir o trabajar como mancebo o auxiliar prácti-co de cualquier albéitar, con la capacidad de su-perar la prueba exigida por un maestro de la Fa-cultad.

Aportamos ahora un segundo contrato deaprendiz de cubería y carpintería, que se firma unaño antes del comienzo de la Guerra de la Inde-pendencia contra los franceses, que dice así:

«Nosotros, María Teresa de Castro, viuda deFrancisco Serrano, de la una parte, y de la otraBonifacio JoséAndelo, Maestro de cubería y car-pintería, vecinos de esta villa, decimos que yo ladicha María Teresa de Castro tengo a mi hijo Ma-nuel Serrano Castro en mi compañía que se hallabastante adelantado en el oficio de cubería.

Y deseoso de seguir hasta perfeccionarse en ély demás arreo de la carpintería, he tenido a bienel ponerlo en la casa y compañía del enunciadoBonifacio José Andelo por un año, que da princi-pio hoy día de la fecha y finaliza en otro tal díadel año siguiente de 1808, para que acabe de per-feccionarse en dicho oficio, dándosele por dichoBonifacio a mi hijo un real cada día y de comer,y en dicho año un mes de hueco para que haga elcultivo de mis viñas y recogimiento del fruto deellas, repartido así:

Ocho días para recoger el fruto de vendimia,ocho días para que pode las viñas y quince parael tiempo de la cava, en cuyos días nada le ha dedar al citado mi hijo.

Y yo el recordado Bonifacio José Andelo, quepresente estoy al otorgamiento de esta Escrituray aceptándola como la acepto en todo y por todoy las condiciones que por ella se exigen, y bienenterado de que el referido Manuel Serrano Cas-tro está bastante adelantado en el oficio de car-pintería y cubería, prometo cumplirlas en un to-do.Y en su consecuencia me obligo a mantener-lo en mi casa y compañía por un año,enseñándole el repetido oficio cuanto yo alcance,sin omitir diligencia alguna a este efecto, dándo-le en cada un día un real y de comer, y darle un

mes de hueco repartido en los días que arriba seexpresan, y en este tiempo no le tengo de dar decomer, ni satisfacer cosa alguna. Y al cumpli-miento de todo ligamos y obligamos nuestros bie-nes muebles y raíces presentes y futuros y damospoder a las justicias de S. M.; de nuestro fuerocompetentes para que nos lo hagan cumplir co-mo si fuera en fuerza de sentencia definitiva dejuez competente pasada en autoridad de cosa juz-gada. Renunciamos las leyes y derechos de nues-tro favor y la general en forma y por firme así lootorgamos ante el presente Escribano y testigos,que lo fueron Alonso Mateo Sánchez y ManuelSerrano Bartolomé, vecinos de esta villa de Fer-moselle. En ella a 19 de agosto de 1807 y losotorgantes, que yo el Escribano doy fe conozcono lo firmaron porque dijeron no saber. Hízolo asu ruego uno de dichos testigos y yo en fe de ello.Testigo: Alonso Mateo. Ante mí: Manuel Regi-dor». (2)

Del todo lógico resulta que la villa entoncesmás vinatera de la provincia contara entre susprofesionales a maestros cuberos y carpinteros,expertos en madera para hacer cubas de diferen-tes tamaños, tinos, toneles, baños, bocoyes, pi-pas... El maestro cubero del momento era Boni-facio José Andelo, nada sospechoso para dudarque su ascendencia era del reino de Galicia, quese establece y echa raíces en Fermoselle, pues nosconsta saber que en 1809 compra casa en la en-tonces calle de la Subida del Convento, hoy SanJuan, apellido Andelo ya desaparecido en la ac-tualidad al igual que el oficio, aunque en nuestrajuventud todavía conocimos algunos cuberos quetrabajaban la dura madera troceada y arqueada alcalor en piezas numeradas que posteriormentemontaban como un jeroglífico para finalmentecolocarles unos enormes aros de hierros a mane-ra de ceñido cinturón, escena que contemplába-mos emocionados los niños de entonces. Recrearesa visión ya no es posible, como tantas otras co-sas que se perdieron para siempre. Por eso hoyqueremos dedicar un especial recuerdo para to-dos los herradores en sus tres niveles, como man-daban los cánones, de aprendices, oficiales ymaestros, así como para los cuberos (que tuvimoshasta apellido del mismo nombre) que con sumaestría probada llenaron de cubas de roble nues-tras antañonas bodegas en la Portilla, cuesta deSan Juan, Las Fontanicas, El Montón de Tierra,las Tellarinas.

Durante el siglo XX también ejercieron comoalbéitares-veterinarios: Narciso Olivares Mari,Sixto Fernández Muñoz, Balbino López Segura,Ramiro Fernández González, Emilio López Guz-mán, Nicanor Pérez Prieto,Alfonso MartínAlon-so, Nicanor Hernández, Joaquín Ramos Llanos yJulián Martín Martín.

Fuente:(1) A. H. P. Z. Protocolo n.º 8.739. Folio 155.

Año 1794.(2)A. H. P. Z. Protocolo n.º 8.752. Folio 126.

Año 1807.

La enseñanza de losoficios gremiales ensiglos pasados

Fermoselle en la historia

✒ Manuel RiveraLozano

En Fermoselle siemprehubo maestrosherradores y albéitares,así como de cubería ycarpintería quetransmitían sussaberes a losaprendices, a los quedaban de comer ycalzaban de zapatos

Calle de las Fontanicas. Pellejos al aire a la puerta de una botería. Año 1950(●) Foto E. Seco

IV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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✒ José Manuel García Rubio

Los años 50 suponen la incorporación deuna nueva procesión con la creación de unaSección de Damas de la Cofradía del VíaCrucis, que ha logrado ahora independizar-se como hermandad.

Hasta la fundación de la Sección de Da-mas, la imagen de la Virgen se limitó aacompañar al Nazareno de San Frontis en surecorrido del Martes Santo con la Cofradíadel Vía Crucis.

¿Quién al ver la despedida en Cabañalesno derramó una lágrima? / O se le hizo unnudo en la garganta, poseídos por la emociónque, / no por esperada sorprende de nuevo,como el año pasado y el anterior. / ¡Sí ami-go, sí!; estos son momentos que hacen tradi-ción. / Cuando los años pasen, aquel niñoque ya será padre, / allí llevará a sus hijos. /Y nunca se romperá ese círculo del tiempo;/ ese que irremisiblemente nos hace viejos.

Acostumbrados como estábamos a vernuestras enlutadas Vírgenes, la de La Espe-ranza, de Víctor de los Ríos, con ampliomanto de terciopelo verde, parecía anunciarla primavera. Y más, cuando en aquel año1960 procesionó por vez primera en esa lu-minosa mañana de Jueves Santo, resultandoalegremente sorprendente, contrastando conenlutadas damas. Si a todo esto unimos el en-torno del Puente de Piedra, reconoceremosque es otro de los escogidos momentos denuestra Semana Santa.

Rosa solitaria del mayor tormento; así veotu imagen, abrumada y tranquila; desespera-da peregrina llena de sufrimiento.

Rosa solitaria del mayor tormento; quecon pausada y trágica soledad caminas trans-formando en hermosura cristalina el mayorde tus sufrimientos por estas calles de mi tie-rra, con enlutadas zamoranas y sus oracionesderretidas entre sollozos y lágrimas.

En luminosa mañana de Jueves Santo elPuente de Piedra se viste con verdes capas.

Llegamos a la tarde más vieja del año, lade Jueves Santo y su añeja Cofradía de Ve-ra Cruz, la más antigua de la ciudad, quemerece la pena ahondar en su curiosa histo-ria. A ella se unieron en tiempo inmemorialotras dos con el mismo nombre, establecidauna de ellas en el Convento de San Francis-co al otro lado del río junto al puente de pie-dra; y la otra en el Convento de Santo Do-mingo, el cual se alzaba en las llamadashuertas de los Remedios, antes de llegar aValorio y hoy desaparecidas. Esta fue la ra-zón por la que las funciones religiosas y pro-cesión se celebraban los años nones en SanFrancisco y los pares en Santo Domingo. Laprocesión salía de uno de los dos conventos,debiendo finalizar en el otro.

En el año 1707 la Cofradía adquirió la ca-pilla de San Miguel en la iglesia de San Juan,variando totalmente el orden de la procesióny organizándose de la forma siguiente: El es-tandarte de la Cofradía precedido del ma-yordomo del año. Detrás los dos pasos quela componían: La Vera Cruz y Jesús Nazare-

no, ambos llevados en andas. Desde SanJuan se dirigían a uno de los conventos cita-dos, donde se predicaba el sermón del man-dato; posteriormente se organizaba el regre-so con la procesión completa y por el ordensiguiente: Campanillero (Barandales), Ofi-cial Guión, Mayordomo con dos oficiales,Estandarte; cofrades llamados de luz, en dosfilas; entre ellos los pasos llevados en andasy que ya iban aumentando en número: LaOración del Huerto, Pretorio, Santa Cruz y

Jesús Nazareno; cerrando la procesión todoslos religiosos con su Preste cantando el Mi-serere; y la justicia ordinaria con sus minis-tros, es decir autoridades.

Con motivo de la Revolución Francesa de1808, fueron derribados los dos conventosmencionados anteriormente; trasladándoselos primeros a calle las Damas esquina conSan Martín; tenían su capilla en calle Mise-ricordia. Los de Santo Domingo fueron alconvento de la Martas en calle Corral deCampanas; y estas pasaron a Las Marinas,en calle St.ª Clara; siendo a partir de enton-ces cuando la Cofradía de Vera Cruz quedóestablecida definitivamente en la iglesia deSan Juan, en lugar de donde procedía la lla-mada «Ánimas Viejas» que se unió a la titu-lar un siglo antes; año 1707.

Hasta proclamarse las Ordenanzas de1772 había tres clases de cofrades: los lla-mados de luz, donde se elegía el mayordo-mo del año. Los de paso eran veintiséis, ne-cesarios para cargar con los cuatro que ha-bía. Hermanos de disciplina, quienes teníanobligación de ir disciplinándose en la proce-sión; el Obispo los suprimió en el año 1769.Todos tenían los mismos derechos: Asisten-cia a sus entierros y los de sus esposas, asícomo cierto número de misas en sufragio desus almas.

Esta Cofradía fue de las más ricas, pero enel año 1841 al incautarse el Estado de losbienes de todas por la penuria económica enque se encontraba, los convirtió en las lla-

madas «láminas reclamables» el equivalen-te hoy más o menos a pagarés del Estado; pe-ro la dejadez de los administradores de la Ve-ra Cruz, permitió que el plazo de tiempo dereclamación se cumpliese, quedando todossus bienes en favor del Estado.

Llegada la noche de cada Jueves Santo,apenas finalizada la Vera Cruz, tenemos otrode los eslabones de lujo que nuestra SemanaSanta posee: La grandeza delYacente se dis-pone a recorrer nuestras viejas calles:

¡La llaman Santa María, la Nueva! ¡Conlos años que encierra! / Dueña de su espada-ña la cigüeña; ¡y la machacona niebla! / vie-jas plazuelas y vericuetos; tintinear de cam-panillas, / imponente silencio; minutos queparecen horas; triste ambiente de muerto. /Noche que culmina en una semana de inter-minables vivencias; / ironía del destino, paraque viva primero muera y / con su mortuoriorostro complete tanta grandeza. / Noche tanzamorana que contarlo cuesta; la ciudad enla calle, / junto a las murallas o empinadascuestas. / Noche de Jueves, noche de muerte;largos caperuces ¡interminables! acompañanal Yacente. / Viejos cantos rodados; pesadascruces de penitentes; aun pasando muchosaños, para su carga compañero tienen. / Rin-cones entrañables donde el pasado muestrasu arte: Palacio del Cordón, Santa Lucía,Tristeza en los rostros... / y en almohadilla co-rona de espinas... / en el aire se mece el soni-do del viático... / ¡y se escucha el Miserere!,que retumba en San Cipriano. / Piedras quecon tantos siglos logran un año más / formarparte de tan especial entorno donde la voz sehace música, / transmitiendo esa emociónque pone el bello de punta. / Flaquean laspiernas; y hasta el aguerrido Viriato cae de sugrandeza, rodeado de sollozos.../ ¡Impresio-nante Miserere languidece los rostros!

Finalizado elYacente queda el tiempo jus-to para reponer fuerzas a base de churros ychocolate, pues en la cercana Plaza Mayornos espera la gran madrugada.

Aquellas curiosidades del pasado

SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS

CXLII

Lágrimas de despedida enCabañales

Antigua imagen de la Plaza Mayor

Desde el año 1951 hasta 1960, en quefue fundada la entonces Sección deDamas de la Esperanza, la imagen titularse limitó a acompañar al Nazareno deSan Frontis en su recorrido del Martes

(●) Foto L. O. Z.

dominical / VDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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De chavales, claro, todos hemos sidode la piel del diablo. En mi pueblo tam-bién lo éramos. Nuestro deporte favori-to era fastidiar al vecino: robarle un po-llo, las peras, quitarle la olla de la ma-tanza…

Aquel día, el día de san Diógenesconfesor, según rezaba el almanaquecon publicidad de bonito Albo, nos jun-tamos mis primos Eusebio, Donato yyo mismo y decidimos ir a robarle lasperas a don Práxedes, jubilado de laRenfe.

Don Práxedes era un tipo con un malhumor de perros que echaba espumapor los ojos y fuego por la boca cuan-do le robábamos las peras. Tenía la pe-ral frente a su casa y nosotros aprove-chábamos que era impedido para pe-larle el fruto ante sus mismas narices.A Don Práxedes Quintanilla le habíadejado en una silla de ruedas el latiga-zo de una cadena del tren que se soltócuando pretendía enganchar un vagón.Desde entonces, viudo y amargado, vi-vía para vigilar sus peras y maldecir desu suerte.

Como correr no podía, la criada deljubilado hacía acopio de piedras por eldía que él nos lanzaba con una enormepuntería cuando comenzaba a caer lanoche. Casi siempre caía una pieza, co-mo él decía. Vamos, que raro era el díaque un niño no iba con una piteira en lacabeza para casa.

A Francisquito el hijo del cabo Za-bulón le abrió un día una brecha en lacabeza que precisó de once puntos desutura. El cabo Zabulón creyó que DonPráxedes se había excedido en su celoy subió al balcón de su casa, lo agarrópor la pechera y le metió el cañón de suescopeta por la boca.

Dicen que lo hubiera matado si nomedia don Abelardo el sacerdote, quele tapó la cara con el vuelo de la sotanaantes de que pudiera apretar el gatillo.Desde aquel día Don Práxedes se habíamoderado. Nos atosigaba igual, perohabía cambiado el tipo de munición. Laherida que le hizo al hijo del cabo le hi-zo reflexionar: si le da mismo en un ojoo en la sien lo deja en el sitio.

Desde entonces don Práxedes noshacía objeto de sus ataques con cabezasde ajos, cebollas, zanahorias, cosas así

producto de la enorme huerta que teníaa los pies de la peral. El de la Renfe sa-bía que tenía la batalla perdida. Los fru-tos volaban a mucha menos velocidadque las piedras y nosotros las esquivá-bamos haciéndole burla: le sacábamosla lengua y cosas así de críos.

Cuando don Práxedes nos lanzabalas verduras, Saturnino Andiano cogíala rebeca y se la ponía como si fuera elcapote de un torero. Al llegar el fruto ala altura de la rebeca, le pegaba un pa-se y mirando a don Práxedes decía:oooolé.

Don Práxedes estaba muy quemado.Aquello era excesivo. Incluso él, quetenía muy mala uva pero que nunca in-sultaba, acabó por mentar a nuestrasmadres calificándolas de cosas obsce-nas como rameras y cosas así.

El día que mis primos Eusebio, Do-nato y yo fuimos a robarle las peras adon Práxedes, era San Diógenes con-fesor, pero a nosotros nos pilló en pe-cado mortal. Nunca más nos quedaronganas de robar nada. Don Práxedes,aquel día, nos quitó las manías de ir ahacerle burla.

Bueno, nos quitó casi todas las ma-nías porque una tarde volvimos a lacarga. Me subí yo a la peral aquel día ymis primos se quedaron abajo apañan-do las peras. Yo arromaba las cañas yellos metían las peras en el jersey cuyobordillo habían doblado conveniente-mente contra el pecho. De pronto, ¡ayDios mío!, apareció el arma secreta quedon Práxedes se había agenciado con-tra aquellos niños que, la verdad sea di-cha, éramos un poco hijoputas. Estabayo agarrado a una caña apretada de pe-rucos cuando pude escuchar, ¡hala le-ón! Miré hacia abajo y vi un enormeperro, un perro como un lobo de gran-de que salía corriendo detrás de misprimos. Yo me tiré de la peral para se-guir sus pasos, pero no fui tan afortu-nado como ellos. A mí el león me dioalcance.

Traía una boca como un volcán:echaba fuego y la sentí muy calientecuando aquellos enormes colmillos seclavaron en mi culo. Luego pude escu-char como los clavos de las carrancasdel perro me atravesaban las carnesrompiéndome la piel como si fueran

A MI AHIJADA CARMEN, QUE ESTÁ MÁS GUAPA QUE NUNCA

La fraseMás triste que la

muerte es lamanera de

morir

MARCIAL

DELFÍN RODRÍGUEZ

DE PEQUEÑOS NOS GUSTABA HACERTRASTADAS, COMO ROBAR PERAS. PEROUN BUEN HOMBRE NO SE DEJABA SUS-TRAER LOS FRUTOS. MUCHO PEOR PARAÉL. Y PARA NOSOTROS.

A Francisquito elhijo del cabo

Zabulón le abrióun día una brechaen la cabeza queprecisó de oncepuntos de sutura

El dolor debía deser intenso, pero

yo me quedémirándole al

canalillo por elque se adivinaban

dos turgentessenos

La PeralMaldita

delfinario

VI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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agujas de hacer calceta. Grité pi-diendo auxilio y afortunadamentepasaba por allí Abilio con unosgarabatos de tres ganchos. Echó acorrer para librarme de la fiera yle arreó con el mango de la herra-mienta en la cabeza. El perro co-rrió junto a su amo y yo quedétendido allí, desangrándome. Abi-lio al ver la sangre se asustó y co-menzó a gritar. Llegó mi madre yme quitó los pantalones. No pudohacer más. Cayó redonda al suelo.Tan grande y profunda era la heri-da que el perro me había ocasio-nado con sus dientes y las carran-cas.

Me llevaron al hospitalillo dePuebla de Sanabria y una enfer-mera relativamente guapa se pusoa coserme. La verdad es que el do-lor debía de ser muy intenso, peroyo me quedé absorto mirándole alcanalillo por el que se adivinabandos turgentes senos que se bam-boleaban con cada puntada queme plantaba en el culo.

Nada más acabar su operaciónde zurcido mandó que me busca-ran un flotador. Con el culo rotono podía sentarme en ningún sitio.

Y así permanecí veintiún días consus noches. Claro que muchasmás pasó don Práxedes.

Cuando mi padre se enteró de laignominiosa agresión, se dirigió albalcón en el que pasaba sus días eljubilado. Entró y viendo las inten-ciones asesinas que llevababa mipadre, don Práxedes le azuzó alperro. Mi padre medía unos oche-inta y tres de mala uva, le lanzóuna patada al perro que lo hizosaltar por encima de la barandilladel balcón entre lastimeros aulli-dos.

Quedaron solos frente a frente.Mi padre miró al inválido y éstecomenzó a temblar. Sabía que mipadre se gastaba muy malas pul-gas y que aquella tarde iba a serinolvidable para él.

Lo agarró por la pechera y loarrancó de la silla. Lo tumbó enlas tablas del balcón boca abajo yle quitó los pantalones. Le dejó elculo al aire y, ni corto ni perezoso,se abalanzó sobre él y le dio unmordisco que le arrancó una taja-da de no menos de diez centíme-tros:

—El perro tuyo es una mierda

al lado de los dientes míos. Lapróxima vez que le eches el perroa mi hijo te voy a arrancar los ca-taplines de un mordisco, —le dijodejándole tirado en el balcón—.

No se desangró de puro mila-gro. Cuando se recuperó de la he-rida le puso una denuncia a mi pa-dre y la jueza de Puebla hizo unasentencia de lo más justa:

—Diente por diente, —dijo—.Están ustedes empatados a mor-discos así que cada cual pague suscostas y los flotadores de sus cu-los.

Dio un mazazo encima de lamesa con la maza y los heridosabandonamos la sala con una ma-no en el culo y la otra saludando ala afición que, por cierto, iba con-migo. Eso sí, no volvimos a ro-barle las peras porque mi padreme dijo que aquello ya era excesi-vo y que, además aquellas perasde don Práxedes no valían parahacer compota.

Y nos pasamos al vino de lasvinagreras del cura y al cepillo dela iglesia.

[email protected]

El niño rescatado del cuerpo moribundo de sumadre, víctima de la gripe A, muere por la horribleconfusión de una aprendiz. Mi solidaridad para lasvíctimas de los errores que cometen los incompe-tentes.

Querido Niño que estás en los cielos:Recibí la noticia de tu muerte blanca cuando las

motos daban sus últimos suspiros en la Concentra-ción de El Lago de Sanabria. El locutor desgranabaunas palabras asombradas que nadie podía com-prender. Una enfermera, una aprendiz de enferme-ra, acababa de matarte con la aguja de su incompe-tencia. Acababas de nacer y ya estabas muerto. Tumadre había sido elegida por el destino para ser laprimera mujer que caía en España víctima de esa es-túpida gripe que comienza a asustarnos. Tu estabasen su vientre y querías aferrarte a la vida. Te saca-ron por el hueco de la esperanza que abrieron en lascarnes moribundas. Te sacaron para matarte de for-ma cruel e ignominiosa unas horas después. Yo nosé de dónde sacarían a la matarife esa, pero desdeluego aprendió el oficio en la escuela de la inutili-dad. Tenía que meterte una gomita por la nariz y teaplicó la leche materna en vena para provocar uncolapso en tu cuerpo recién nacido. ¡La madre quela parió! En esta rueda de despropósitos, esta mu-chacha o lo que sea supongo que estará con la ca-beza metida dentro de la bañera. Sus jefes deberíande imitarla. A quién se le ocurre dejar a una apren-diz agarrando una aguja con tanta irresponsabilidad.Dicen que su jefa tenía que atender otra urgencia.¿Mayor urgencia que atenderte a ti, el niño nacidode la muerte? A veces uno da en pensar y cree quenada sucede por casualidad. Viendo la foto de tumadre, una jovencita guapa y clara como el cristal,no es extraño que deseara llevarte con ella. Tantotiempo te tuvo en su seno que allá donde esté, conJesucristo o con Alá, te echaría de menos, comoahora te echará tu joven y compungido padre. Aho-ra comienza la rueda de la fortuna. Subastarán tucuerpo y los sanitarios pujarán por pagar a tu padrepor su negligencia lo menos posible. Tu padre, quele sobrará todo faltándole tú, querrá que conviertana tu matadora en carne de reja. No quisiera yo estaren el pellejo de la muchacha que te mató. Lo va apasar mal. Incluso tu muerte habrá truncado su fu-turo. Nadie querrá que trabaje a su lado. La señala-rán con el dedo como apestada. Ese merecido cal-vario no aliviará la pena de los seres que te queríandesde el mismo momento que te posaste en el vien-tre de tu madre. El hombre que sube a la luna y po-ne un artefacto en Marte, no puede evitar que unamala profesional mate a un bebé. No es consueloque estés ya en el cielo de los recién nacidos. Tuquerías vivir. Acompañar a tu padre en este largo ca-mino de espinas. Una incompetente te robó el alien-to. Y nadie pudo devolvértelo. Este verano que co-mienza a caminar con pasos lentos y dudosos va aser muy triste en tu hogar que no llegaste a conocer.Los baños de tus seres queridos serán de lágrimasy sus noches heladas. El frío de la muerte de tu ma-dre y tuya perlarán sus frentes con el sudor que dala impotencia y la pena. Descansa en paz, puestoque en paz no te dejaron vivir ni un segundo de tucorta vida.

Delfín

CARTAS DESDE EL CORAZÓN

Muerte deun Bebé

dominical / VIIDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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Una de las localidades más im-presionantes de la provincia deZamora es ésta de Fuentesecas.No veremos en ella rincones de-leitosos al resguardo de montañasescarpadas, ni praderas fecundaslimitadas por boscosas espesuras.Aquí predomina la austeridad, pe-ro dotada de una grandeza impo-nente, una simpleza total, frente ala cual nuestra realidad humanallega a sentirse ridícula e insigni-ficante.

El pueblo forma parte del Alfozde Toro, de cuya ciudad cabecerale separan unos 14 kilómetros. Asu vez, el recorrido desde Zamora,por la carretera que desde Coresespasa por Villalube y Malva, es de32 kilómetros.

El término local está formadopor cerros redondeados, secciona-dos en parcelas y cultivados en to-da su extensión. Sembraron desdesiempre cereales, con los consi-guientes periodos de barbecho. Sepuede afirmar que no existen losárboles, que fueron desterrados,quedando las tierras absolutamen-te desnudas, sin el menor obstácu-

lo en el

que se paren las miradas. Así layunta y el arado realizaban su tra-bajo sin topar con trabas ni obs-trucciones. Ese destino agrícolageneró en el pasado una conside-rable riqueza, de la cual sólo esca-sas huellas se pueden rastrear hoyen día.

El casco urbano se agazapa enlo alto de un collado, en paraje ex-

puesto a todos los vientos. Al lle-gar abarcamos de golpe un densopuñado de casas de tapial, invisi-bles desde lejos, confundidas conla tierra misma. En un paseo porlas pocas calles locales hallaremosmuchas viviendas abandonadas yuna soledad casi absoluta. Pocasson las modernizaciones y las quehay pasan casi desapercibidas.

Junto a uno de los extremos, en elángulo que forma la carretera conuno de los caminos, se sitúa la er-mita del Santo Cristo. Es un edifi-cio reciente, construido con ladri-llo hace unos veinte años. Sustitu-yó a un vetusto humilladero que,tras llegar decrépito a nuestrostiempos, optaron por derribarlo envez del sacrificio de una costosareparación. Este recinto religiosoes el utilizado comúnmente paralos cultos, dado el apartamiento dela enorme iglesia parroquial y laescasa población residente.

Tras ese recorrido por los dife-rentes rincones públicos acudimospresurosos hasta ese templo ma-yor citado. No tenemos ningunadificultad para localizarlo, puesaunque se ubica aislado de los de-más edificios, su asiento en alto ysu volumen hacen de él un pode-roso reclamo. Y no es que se divi-se sólo desde las cercanías, ya quesu figura es el perenne señuelo dela localidad al hacerse reconocibledesde muy lejanas distancias. Pa-ra acceder hasta su puerta el mejorcamino es esa misma pista quecruza por delante del oratorio yavisitado. Llegaremos hasta susproximidades después de superaruna áspera cuesta. Con ese ascen-so las panorámicas se engrande-cen, abarcándose el pueblo entero,tendido por debajo en su humildeinsignificancia. Entre medio agra-da la cuidada figura de un palomarcuadrado. Como solares para ese

recinto de oración se escogieronlos espacios cumbreros de unamota redondeada. Pero tales su-perficies no eran demasiado hol-gadas, por lo que hubieron deagregar recios muros de conten-ción con los que asegurar los ci-mientos. El edificio religioso semuestra grandioso y recio. Para élse utilizó la piedra, traída de lejos,dada la carencia de canteras en lascercanías. Formóse así un presbi-terio cuadrado, una nave rectan-gular y una fuerte torre sobre elcostado de po-niente. Losvolúme-n e s

Rutas a pie por tierrasDE ZAMORA✒ Javier Sainz

FuentesecasPor los alcores

de

Distancia desde Zamora 32 km Longitud total del trayecto 7 km Tiempo aproximado2 horas Dificultad: Baja, sin som-bras Detalles de interés:Vistas panorámicas, iglesia monumental, palomares.

El recorridoUna de las localidades más impresionantes dela provincia de Zamora es ésta deFuentesecas. No veremos en ella rinconesdeleitosos al resguardo de montañasescarpadas, ni praderas fecundas limitadas porboscosas espesuras. Aquí predomina laausteridad, pero dotada de una grandezaimponente, una simpleza total, frente a la cualnuestra realidad humana llega a sentirseridícula e insignificante.

El Pozo de la Mar

Las llanuras de Fuentesecas envuelven la iglesia

(●) Fotos J. S.

VIII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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menores del pórtico y de la sacris-tía se diluyen en lo demás. Todo essobrio, ya que carece del alivio decualquier intento ornamental. Pe-ro con tan escuetos elementos seconsiguió un monumento impre-sionante, uno de los que más im-pactan entre los muchos de la pro-vincia. Cualquier punto es buenopara contemplarlo, pues desde to-dos los sitios destaca su soledad ysu potencia. Si además tenemos lasuerte de poder admirar su interiorgozaremos con una riqueza des-lumbrante, algo mermada por losdiversos robos que ha sufrido. Po-demos reposar algunos momentosen la solana de su atrio acogedor,y atender a su vez a la inmensidadpaisajística del mediodía. Pero laspanorámicas son aún más gran-diosas hacia el otro lado. Asoma-dos por detrás, las miradas se pier-den hacia lejanías insondables.Allá, en los confines, se divisan lassierras de Sanabria y del Teleno y,si los días son lo suficientementeclaros, las cumbres de la Cordille-ra Cantábrica. En los vastos espa-cios intermedios quedan las cua-drículas incontables de tantas ytantas parcelas con sus tonosocres, verdes o amarillentos.

Al fin, cuando conseguimoscentrar la atención en la relativaproximidad, nos sorprenderá el hu-milde óvalo acuático de la lagunaque existe a los mismos pies de lacuesta. Los orígenes de su actualrealidad nos los explican con unrelato sugerente que ha de estarimpregnado de leyenda. Según yalo anuncia el nombre del pueblo,siempre escaseó el agua en su tér-mino. Los vecinos tenían que acu-dir a lejanos manantiales para po-der abastecerse en los dilatados pe-riodos de sequía. Habitual era quelos cerdos deambularan libres porlas tierras, rebuscando para conse-guir algo que comer. En una oca-sión una gorrina, hozando en eseparaje, donde debía de haber algu-na junquera, originó un hoyo en elque manó agua deimpro-

viso. Las gentes agrandaron elagujero y comprobaron la existen-cia de un venero copioso. Su apro-vechamiento evitaba largas cami-natas, pero como el terreno era depropiedad particular no contabancon libre acceso. Generosamente,su dueño lo donó al concejo, acambio de que rezaran diversos pa-drenuestros por su alma en todaslas misas locales. Tras esa cesiónse excavó un depósito lo suficien-temente capaz, forrándolo con re-cia sillería. Surgió así el famosoPozo de la Marrana. A su lado sevaciaron los espacios de la actuallaguna, en cuyas aguas se refleja lahermosa figura de un inmediatopalomar. La realidad azul de esteespacio acuático contrasta con elcerco verde de espadañas que cre-ce junto a sus bordes y,mucho más, con el ha-bitual dominio ocre detodo el entorno.

Después de la pau-sada observación en laque nos hemos deteni-do, hemos de iniciar laruta que teníamos pro-yectada. El mismo ca-mino por el que llega-mos hasta la iglesia esel que vamos a seguirpara el desplazamiento.Continúa cuesta arribahacia el oeste, para co-ronar el alcor inmedia-to. Tras la cumbre re-dondeada de ese alto-zano el pueblo deja dedivisarse, aunque no laiglesia que asoma de-safiante rompiendo elarco del horizonte. Conese ascenso, aunqueparezca imposible, to-davía es mayor el do-minio paisajístico. Sideslizamos la mirada,intentando localizar lospueblos que se divisan,reconocemos a Malva como el lu-gar más inmediato. Inconfundiblees su ermita de la Virgen del Tovar,subida sobre un cerro.Ya más leja-nos quedan, entre otros, Bustillodel Oro, Belver de los Montes,

Castronuevo, Pobladura deValderaduey y hacia el

otro lado, Abezames.La pista por la

que vamos cami-nando es absoluta-mente recta, eso sí,con sucesivas ondu-laciones al adaptar-se a los desniveles

respectivos. Sentiremos una sole-dad absoluta, un desvalimiento to-tal. El terreno es vasto y libre, só-lo las breves redondeces de las lo-mas sin nada que asome envertical. Tierra y cielo como úni-cas materias y entre ellos nuestramínima realidad. Una tras otra sesuceden las cimas con las consi-guientes vaguadas aledañas. Lle-gamos pronto a una encrucijadade caminos, cinco en total. Porcualquiera de ellos se puede lan-zar la flecha de la mirada hasta di-luirse en el infinito. Allá a lo lejos,hacia el suroeste se reconoce Ma-

tilla la Seca, mi-

metizada con el propio suelo. Detodas esas rutas posibles, segui-mos por la segunda de la derecha,la que se dirige hacia Villalube,cuyo campanario llegaremos a di-visar en la lejanía más adelante.

Ante tanta uniformidad llamarála atención un teso que asoma porel mediodía. Tiene formas cónicasy en su cumbre se reconocen algu-nas matas verdes, pinos aún dimi-nutos, en estoica lucha por crecer.Este altozano, denominado Coro-na, es referencia local como la co-ta orográfica de mayor altitud.Acaso pudo albergar algún pobla-do prehistórico, pues estas tierras

estuvieron bien pobladas desde an-tiguo. Testimonio de ello son losdesolados de Los Villares y deSanta Olaya, a oriente y occidentedel pueblo actual.

Ahora vamos descendiendo pro-gresivamente, con desniveles sua-ves proyectados hacia el norte. Niun árbol a la vista y si las cosechasya se recogieron todo es de un co-lor ocre absoluto. En ese avancehemos de fijarnos en las fincas dela mano derecha. Dentro de una deellas, de improviso, muéstrase unminúsculo cerco verde. Si el terre-no queda en barbecho o de rastro-jo nada impide el que nos aproxi-memos. Hallamos así una pequeñalaguna, con pozo al lado, pobladade carrizos, surgida de un manan-tial que aflora allí mismo. Ese ve-

nero se le conoce comoFuente del Camino Villa-lube. Preséntase comoun minúsculo milagroante la aridez de todo lodemás. Con sus aguasriegan las pocas hortali-zas que allí suelen plan-tar. Enternece tan míni-mo retazo de fertilidad,tan escueto esparcimien-to.

Seguimos caminandoun poco más. Son unostres kilómetros los quenos separan del pueblo.La meta final la ponemosen un nuevo empalme decaminos, cerca de dondeconcluye el término lo-cal. Si queremos alargarel itinerario podemos se-guir hacia la derecha, pa-ra después volver en esamisma dirección en unanueva encrucijada. Porallí o por el itinerario quetrajimos pronto reapare-cerá la iglesia comoimán que atrae y maravi-lla.

De regreso ya en el pueblo, he-mos de recordar que aquí nació, yvivió como pastor, el que fuera fa-moso general Pablo Morillo. Des-tacó por su valentía en la Guerra dela Independencia, donde participóal lado de Castaños en Bailén y alas órdenes de Wellington en LosArapiles. Más tarde se enfrentó alos insurrectos de las coloniasamericanas.

Como puede suponerse, en lo-calidad tan diminuta no existen es-tablecimientos hosteleros. Toroqueda a no excesiva distancia y allípodremos reponer nuestras fuerzassi así lo precisamos.

Rutas a pie por tierrasDE ZAMORA

Imagen de la iglesia de esta localidad

Camino de Villalube

rrana

dominical / IXDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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X / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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dominical / XIDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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✒ Luis M. Alonso

Cuando José Tomás se retiró de los ruedosen 2002 anunció la decisión a su cuadrilla du-rante una cena, pero no lo comunicó oficial-mente hasta días después. Un ligero estreme-cimiento sacude al tomismo desde el enigmá-tico brindis del último toro lidiado por elmatador a los dos picadores y tres banderille-ros que lo acompañan. Tomás los abrazó unoa uno, y, a partir de entonces, la duda de si lesestaba informando de alguna decisión sobresu inminente futuro en las plazas atravesó co-mo una serpentina la Monumental de Barce-lona, el templo sagrado del diestro de Gala-pagar. Para entender la preocupación por lapermanencia en la lidia del hombre que re-gresó a los ruedos en 2007 hay que tener encuenta dos cosas: una, que la forma en que seprodujo el brindis era un tanto rara y, dos, elcarácter singular en el que se ha forjado esamística que hace de José Tomás un torero di-ferente a sus contemporáneos.

La forma tan especial de dirigirse a los su-balternos pudo también haberse debido a có-mo se desarrolló la tarde de pasión universalen que se encerró con los seis toros de Núñezdel Cuvillo, Victoriano del Río y de El Pilar,y en la que triunfó pero no convenció. Entrevolteretas por perderle la cara al toro y se-cuencias de baja intensidad, pese a las cincoorejas, sólo hubo algunos momentos brillan-tes, como se han encargado de acentuar loscronistas.

José Tomás es algo más que un torero parasus seguidores, para los que son aficionados ala tauromaquia y los que perderían de vistalos tendidos en el momento en que se retira-

se. Pero el fenómeno se agiganta aún más enla Monumental de Barcelona, donde ha to-reado dieciocho veces —seguramente paraestablecer un paralelismo con su admiradoManolete—, en la que obtuvo el indulto deltoro «Idílico» y a la que regresó en una tar-de triunfal hace dos años con el fin de de-volver la magia a una ciudad declarada ofi-cialmente antitaurina, no se sabe muy biensi por el ritual sanguinario de la fiesta o por-que se trata de algo español. Toda simbolo-gía o gestualidad cabe en Barcelona, dondeel torero madrileño consigue las mayoresadhesiones de sus entregados seguidoresfrente a quienes le llaman asesino.

Entre tanto, hay aficionados que no leperdonan el tremendismo de «El Cordobés»para atraer a la plaza a un nuevo público en-tusiasta, forofo, poco entendido y, por tanto,sin sentido crítico. Las cinco orejas de la en-cerrona, que se saldó, según los cronistasmás exigentes, con Tomás sin una sola fae-na redonda, ya se han utilizado como prue-ba de esa falta de criterio a la hora de juz-garlo. Sin embargo, no hay que olvidar queel diestro de Galapagar es también el torerode la muleta por delante, como el pecho; lasuerte cargada, el tópico de la «pata p’alan-te» como inapelable realidad de la fiesta.

Pero no es menos cierto que han quedadoatrás las tardes venteñas de las faenas exi-gentes y las puertas abiertas de aquel llama-do trienio cabal del toreo asombroso de fina-les de los noventa, en que Tomás cautivabapor su pureza y profundidad: izquierda de oroy capote de seda. Las tardes en que aplicabael concepto belmontino de convertir la pesa-da e hiriente realidad de una bestia en algo taninconsútil como el velo de una danzarina. Enresumidas cuentas, el gran milagro del toreo.

Como decía el inolvidable Joaquín Vidal,para torear hay que tomarse su tiempo.

José Tomás, en su otra horaLos abrazos a cada unode los subalternos enBarcelona se interpretaroncomo un anuncio sobre sufuturo en los ruedos

A la derecha, el dies-tro de Galapagar, vol-teado en la corrida de

Barcelona

José Tomás, con la muleta, en la encerrona de La Monumental de Barcelona

XII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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En forma

✒ Martín Caicoya

La medicina es hija de su lugar y tiempo.Miramos el mundo a través de anteojos quenos impiden verlo tal cual es, si es que existealgo como eso. Es muy difícil imaginarse có-mo observaban la realidad los habitantes dela cueva de Tito Bustillo, aunque seamos entoda la biología idénticos a ellos. Nuestro ce-rebro se ha ido moldeando en otro medio,creando y reforzando circuitos cerebrales quese encienden ante los estímulos, circuitos quepueden ser muy diferentes a nuestros padresde las cavernas. Dos recién nacidos de estasdos épocas tan distantes en el tiempo no sediferencian en nada. Pero dos adultos quizáno se entendieran, incluso si lograran hablarla misma lengua. La medicina de hoy se lla-ma a sí misma científica, como se empezó allamar en el Siglo de las Luces. Descartesproponía que para entender un sistema habíaque descomponerlo en sus partes para exa-minar cada una de ellas de manera indepen-diente. De ahí nació la pasión por las ne-cropsias, un esfuerzo con el que íbamos a co-sechar muchos éxitos. El ser humano sedividió en partes que llamamos órganos o sis-temas y todavía hoy los médicos lo son deuno de ellos.

Bertalanffy fue un biólogo que tuvo másinfluencia en el pensamiento que reconoci-miento. Se dio cuenta de que el método cien-

tífico de Descartes tenía un error: las par-tes cuando forman parte del todo se com-portan de manera diferente que cuando seexaminan aisladamente. Es el mundo delas interacciones, un cambio en la visión.El médico no puede ignorar que el órganoo sistema al que dedica su atención formaparte de un sistema, sometido a sus reglas,a la vez que él influye sobre el sistema. Nues-tro cerebro, aun cableado para ver el mundocon la perspectiva previa, muchas veces se re-siste a comprender esas interacciones.

Antes que Bertalanffy, los pensadores yase habían dado cuenta de que los seres vivosmantenían una cierta estabilidad frente al me-dio, lo que Claude Bernard llamó homeosta-sis. Cambiar para mantenerse vivo es la pa-rábola de «El Gatopardo». No sé si Lampe-dusa había leído a Bernard, pero es lo que elpríncipe decide hacer en un momento en quela sociedad nueva podía llevarse por delantesus privilegios. Los seres vivos reciben las se-ñales de los cambios que ocurren en el exte-rior, o en alguno de sus componentes, y reac-cionan modificándose, adaptándose. Son lossistemas de retroalimentación que se usan encibernética. Algunos son extraordinariamen-te finos: pequeñas variaciones en el nivel deacidez de la sangre desencadenan toda unacascada de acciones para llevarlo otra vez aljusto nivel en el que las reacciones químicasdel organismo pueden tener lugar correcta-mente. Es como un termostato: si baja la tem-peratura se dispara la caldera, cuando llega ala elegida se para y no se vuelve a encendermientras no baje de ese nivel. Si fuera una

bomba de calor, también se encendería si latemperatura estuviera por encima del nivelelegido, esta vez aportando frío. En nuestroorganismo, la «bomba» se activa tanto si laacidez está por encima como si está por de-bajo de la ideal. Para ello emplea los dos sis-

temas de control que tene-mos: el endocrino y el ner-vioso. Tanto uno como otroactúan sobre los órganos osistemas adecuados para quehagan el trabajo oportuno. Es-tos mismos sistemas son los

encargados de modificarnos in-ternamente para responder a una va-

riedad de estímulos, como puede ser elejercicio.Hacer ejercicio tensa el cuerpo, lo somete

a lo que llamamos estrés. La respuesta inme-diata es amplia y compleja, con una descar-ga simultánea o sucesiva de muchas hormo-nas, entre ellas la del crecimiento.

Como su propio nombre indica, la hormo-na del crecimiento estimula el crecimiento detodos los tejidos del organismo que puedencrecer. Para ello no le queda otro remedio queinducir la síntesis de proteínas, los ladrillosque nos construyen. A la vez moviliza lasgrasas de los depósitos y las ofrece a los mús-culos como carburante, ahorrando o dificul-tando el uso de carbohidratos porque losmúsculos se hacen resistentes a la insulina,una especie de diabetes tipo II pasajera.

Está de moda la hormona del crecimientoentre deportistas, preferentemente los levan-tadores de peso y los culturistas. Se compraen el mercado negro: nadie asegura que lo es,ni la dosis ni que no tiene otras sustancias.Quien la usa corre un alto riesgo. También locorrería si fuera pura y bien dosificada: pro-duce diabetes, deformidades por crecimien-to que comprometen tejidos y estructuras yprobablemente no mejore el rendimiento.

Hormonasy ejercicio

Salud

❜❜El uso de la hormonadel crecimiento por losdeportistas producediabetes, deforma y esmuy probable que nomejore su rendimiento

dominical / XIIIDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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✒ Natalia Vaquero

Charlar con Manolo Blahnik es recibiruna lección magistral de un genio. Duran-te la conversación se refiere con total na-turalidad a algunos de sus célebres amigosya fallecidos, como Jacqueline Kennedy oYves Saint Laurent. Irónico y audaz, en unespañol con un fuerte acento británico, fru-to de su larga residencia en Londres, elcreador de los zapatos más admirados delmundo ha querido comentar su infancia enla isla canaria de La Palma y hablar conpasión de su familia y del extraño mundode la moda que le toca vivir. «Mis padresse dieron cuenta de que yo era un poco ra-ro», explica, «y asumieron que no iba aservir para recoger plátanos», continúa elcreador de los manolos.

–Señor Blahnik, le noto un poco alte-rado.

–¡Qué va! Estoy encantado de habermecogido unos días libres para visitar a unosamigos en el sur de Italia. La verdad es queestoy harto de oír hablar de crisis. Lo quehay que hacer es trabajar y crear empleo,en vez de estar con esta estúpida paranoia.Me siento un poco furioso porque estoyconvencido de que la vida no es sólo dine-ro.

–Eso lo puede decir usted, que es ca-paz de vender un par de zapatos por3.000 euros. Convénzame de que unosstilettos valen ese dinero.

–No podría. Aún no he logrado expli-carme cómo se pueden cotizar tan altounos zapatos. Me lo pregunto cada día.

–¿Quiere decir que sus zapatos no tie-nen nada de particular?

–Cada día trabajo con más fuerza en miscreaciones y cada día soy más autocrítico.La gente no es tonta y cuando ve un par demis zapatos se da cuenta de que están he-chos con amor.

–Será entonces que lo que cotiza tanalto es su amor.

–Yo siempre trato de comunicar respe-to a las personas que compran mis zapatosy cuido hasta el más mínimo detalle. Loschinos hacen cosas simpatiquísimas porun euro, pero yo sigo manteniendo la fá-brica en Milán, donde se mima desde elbordado, hasta las perlas o los materialesque se utilizan. Podría trasladar la fábricaa China y abaratar el producto, pero no lohago.

–¿Le han ofrecido mano de obra másbarata?

–Cientos de veces y desde hace años. Lepuedo asegurar que los zapatos salen a laventa sólo cuando yo doy el visto bueno.Superviso cualquier detalle una y otra vez.

–Con razón le han tachado en múlti-ples ocasiones de obsesivo.

–Obsesivo y neurótico.

–¿Sabía usted que los psiquiatras cre-en que el trastorno neurótico-obsesivotiene su origen en la infancia por unaconfrontación entre el deseo y la defen-sa?

–Podría ser. La verdad es que me im-porta muy poco lo que dicen los psiquia-tras, psicoanalistas o psicólogos. Todasesas sesiones a las que la gente se está en-ganchando me parecen horrendas. Las de-testo. Mi problema debe de estar en mi

ofuscación por encontrar la perfección.–¿No le ha aplacado la edad ese em-

peño por buscar lo perfecto?–Al revés. Lo que me han dado los años

es reconocer que la perfección es imposi-ble. Nunca conseguiré ese deseo y a lo me-jor está ahí mi parte neurótica.

–Pues usted es para muchas personasun dios de la imaginación.

–Me parece muy presuntuoso. No megusta leer lo que la gente dice de mí y odio

a los aduladores. Trabajo porque me en-canta.

–¿Podría alguien hacer una falsifica-ción de sus zapatos?

–Las hacen constantemente. El otro díaestaba en China y tuve la mala suerte dever a una mujer con una falsificación. Hede reconocer que no estaban nada mal co-piados. No me gustó nada y suelo decirsiempre lo que pienso, pero preferí no sermaleducado y me callé. Ya no me importaque me copien.

–¿Sigue pensando que la moda ha lle-gado a la vulgaridad total?

–Al ridículo total. Hoy en día se quierellamar la atención a cualquier precio.

–Pero también ha dicho que lo vulgarpuede tener gracia.

–Sin duda. La vulgaridad es un elemen-to fantástico que debe de existir. El malgusto puede también ser fantástico. Lo ma-lo es el ridículo, la elección de objetos ho-rrendos y su exhibición.

–¿Se puede ser bello a través de la in-teligencia?

–Eso es lo más importante. En Moscútropecé hace poco con uno de los hombresmás elegantes que he visto. Era un monjeortodoxo, un hombre mayor, con unas al-pargatas de caucho y una saya marrón deuna tela tosca. Me encantan los vestidos demonje.

–Podría proponer al monje participaren algún desfile de moda.

–No me gustan las pasarelas, las en-cuentro demodé y repetitivas. Siempre hepreferido enseñar mis colecciones en micasa. Yves Saint Laurent me dijo antes demorir que estaba satisfecho de haberse re-tirado a tiempo porque los desfiles cadavez eran más tediosos. Una pasarela demoda es como una boda, un teatro de rockhorroroso. Ni ves nada, ni te enteras de na-da. No emociona. Es demodé.

–¿Qué es lo último que le ha emocio-nado?

–Ver a Paris Jackson llorar en el funeralde su padre, Michael. Esa niña es el futu-ro. ¡Qué criatura más bonita y elegante! Esel paroxismo del mestizaje.

–¿Sabe que al igual que los «mano-los», en España ha surgido el término«letizios» para referirse a los zapatosque usa la Princesa Letizia?

–No lo sabía. He coincidido con la Prin-cesa Letizia en una ocasión. Me parecióencantadora y natural, pero creo que hacambiado y ha perdido esa espontaneidad.¿Qué tipo de zapatos se pone?

–Muy altos.–¡Qué maravilla! Ella puede subirse a

unos altísimos stilettos aprovechando ade-más la altura de su marido. Lo que no megustan son las plataformas, me parecenuna ordinariez.

EntrevistaManolo BlahnikZapatero

Manolo Blahnik

«No me gustan las pasarelas, lasencuentro demodés y repetitivas»

❜❜La vulgaridad es unelemento fantásticoque debe existir. Elmal gusto puedetambién ser fantástico.Lo malo es el ridículoy su exhibición

Aún no he logradoexplicarme cómopueden cotizarse tanalto mis zapatos. Melo pregunto cada día

«Coincidí con doña Letizia en una ocasión. Me pareció encantadora y natural,pero creo que ha cambiado y ha perdido esa espontaneidad»

Zapatos diseñados por Manolo Blahnik

XIV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009

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–Tampoco le gusta el zapato plano.–En mis colecciones siempre hay bai-

larinas y zapatos planos. Lo que no megustan son las deportivas. Carla Bruni es-tá fantástica con unas bailarinas, pero pa-ra que luzca un zapato sin tacón...

–¿De dónde le viene a usted la maníade hacer zapatos?

–No lo sé. Mi mamá era muy guapa yelegante. En La Palma no había nada quehacer y yo esperaba como agua de mayola llegada de los barcos que llegaban conrevistas de Argentina. Veía el «Vogue» o«Times» y ahí se fraguó mi interés por lamoda y, sobre todo, por los pies. Mirabalas esculturas grecolatinas y les cortabalos pies.

–¡Qué pensarían en una isla como LaPalma y hace más de 60 años!

–No lo sé porque mis padres siempreme apoyaron. Mi papá era checo y siem-pre recibí una educación muy diferente ala del resto de los niños. Yo era el únicoque tenía árbol de Navidad y Belén. Mipapá era un bicho raro porque era el úni-co extranjero de la isla. Era un personajepropio de una novela de Corín Tellado.Yome crié escuchando a las muchachas susconversaciones sobre estas novelas. Mipapá hizo un crucero con su familia en1929 y llegó a La Palma. Vio a mi mamáen la ventana y se enamoró. Ni hablaron,ni se tocaron, ni nada de nada. Al año si-guiente regresó y se conocieron con 18años. Luego se casaron y nacimos mi her-mana y yo.Yo soy el mayor, y ella, Evan-gelina, es la que se ocupa de todo.

–¿Cómo aprendió el oficio?–Nunca lo he aprendido. Mis padres

veían que yo era un niño raro que no ibaa servir para recoger plátanos. Me man-daron a Ginebra con mi tío y pensé enestudiar Derecho Internacional o Litera-tura. Me di cuenta de que no me veía co-mo bibliotecario o profesor y se me ocu-rrió irme a París y después a Londres.Supe que quería transmitir cosas a travésdel trabajo de mis manos y aquí me tie-nes.

–Debe de ser un hombre feliz: hacesiempre lo que quiere.

–El privilegio de mi vida es que hago loque me apetece. Papá me dijo antes demorir que estaba muy orgulloso de míporque había hecho lo que había deseadodesde pequeño.

–¿Y su madre qué le dice?–Mi madre no me lo ha dicho. Vive en

La Palma con tres enfermeras cubanasque se pasan el día cantando. Es muy di-vertido.

–¿Le gustaría pasar más tiempo enLa Palma?

–Por su puesto. Estoy muy orgulloso deser español y cada vez siento más mi ori-gen canario. Antes me gustaba más lo an-glosajón, el Norte, pero cada día tiro máspara el Sur. El Norte ha perdido el exotis-mo que me producía y siento más el Sur.

Manolo Blahnik odia las fotografías en color. «Esque tengo algunas manchas en la cara y no megusta el Photoshop», bromea. / LA PROVINCIA / D. L. P.

❜❜Mis padres siempreme apoyaron. Mi papáera checo y recibí unaeducación diferentede la del resto de losniños; era un personajepropio de una novelade Corín Tellado

dominical / XVDomingo, 19 de julio de 2009 / LA OPINION-EL CORREO

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✒ María José IglesiasLa Princesa Letizia ha hecho

más por la moda española en cin-co años que cientos de desfiles ycampañas de promoción en dosdécadas. Basta que la esposa delheredero se ponga un vestido ounos zapatos para que se convier-tan en superventas.

El aura de la esposa del Prínci-pe Felipe se expande por el mun-do. Hace unos días el digital esta-dounidense «Huffington Post» de-dicaba un macro reportaje adestripar el particular estilo de laheredera consorte. Es la mejorembajadora del «made in Spain».

Letizia resulta muy contempo-ránea. Su origen es plebeyo, perosu esqueleto destila nobleza. Lostobillos finos y las muñecas del-gadas son un claro signo de dis-tinción que no poseen otras mu-jeres de su entorno.

Sin demostrar un aparente ex-cesivo interés por la moda, eli-ge con lupa todo lo que lleva.La consigna es la discreción.Excepto en verano. Es enton-ces cuando la Princesa, igualque sus cuñadas o que su sue-gra, la Reina doña Sofía, sepermite algunas licencias.

Al modo de JacquelineKennedy o Grace Kelly,Letizia de España tambiénha prestado su nombre alcomplemento que la carac-teriza. Son los «Letizios».Aunque algunos se lo tomen arisa las ventas de los zapatos deimposibles plataformas de Ar-mand Basi, Pura López, PacoGil o Sara Navarro se han incre-mentado porque la Princesa loslleva.

Los clásicos «Peep Toe» son elcalzado más utilizado por la anti-gua periodista. Mucho tacón, pla-taforma delantera y un agujeroque permite enseñar los dedos sonel tipo de calzado que define a Le-tizia Ortiz. No le importa repetir.El modelazo estrella son los depiel de pitón plateada que estrenópara la ceremonia de los premios«Príncipe de Asturias» en 2008.Se los pone a menudo.

Felipe Varela, uno de sus mo-distos de cabecera, ya era bastan-te conocido en Madrid antes deque la Princesa apareciese por sutienda-taller de la calle Ortega yGasset. Pero su prestigio actual loha forjado con los sobrios trajesde cóctel que a la esposa de donFelipe le gusta llevar en las recep-ciones.

Cada verano Letizia vuelve a

parecerse más a una española declase alta de vacaciones en la pla-ya. La próxima llegada de los Prín-cipes a Mallorca —que este añoserá más tarde de lo habitual— esesperada con auténtica ansia.

El año pasado la gran sorpre-sa fue el vestido «baby doll»minifaldero y las plataformasde Basi. Dentro de las inno-vaciones que le están permi-tidas a una princesa euro-pea. Adora ponerse polos,bermudas, minivestidos y«flip flops», como cual-quier mujer de su edad.

Los bolsos son otra desus debilidades. Tiene unaamplia colección en la queno faltan varios modelosde Adolfo Domínguez ycómo no, el Amazona deLoewe, que ha contribuidoa revitalizar. En el vestidorprincipesco se guardanclásicos como el 2-55 deChanel. Todas las mujeresde la familia real lo llevanen diferentes versiones. LaInfanta Elena lo luce comonadie. Les acompañan al-gún Gucci y muchosclutch de fiesta con pedre-ría.

La mayoría de los dise-ñadores españoles se mue-ren por vestir a Letizia,aunque algunos no se atre-van a decirlo. Lorenzo Ca-

prile, el rey de los trajes denoche, fue otro de los afortu-nados cuando la Princesaaún no estaba casa. La cu-brió de gloria con el vestidorojo guinda de la boda de lospríncipes de Dinamarca.

Junto a los grandes nombresa Letizia Ortiz Rocasolano le gus-ta patear las calles y comprar enZara, Mango o H&M. No es unesnobismo principesco, es senci-llamente un hábito de su vida an-terior al que considera que no tie-ne por qué renunciar. El negro, to-da la gama de los rosas y violetas,los azules y los verdes son algu-nos de los tonos que componen lapaleta cromática de la única prin-cesa de Europa que, puestos a ele-gir, preferiría un buen libro antesque un vestido.

LOS «LETIZIOS» ARRASAN EN EUROPA. Se han convertido en lugar común para hablar de taconazos y plataformas. En la imagen, modelos que ha lucidola Princesa en los últimos meses. Son de Pura López, Paco Gil, Armand Basi y Sara Navarro. A la derecha, el Amazona de Loewe, con pulseras de pitón.

Los anillos no le llaman dema-siado la atención, las pulseras lavuelven loca. Letizia nunca sale sinellas. Una de sus preferidas es la deoro amarillo con «charms» que lle-va habitualmente. Para las ocasio-nes elige brazaletes de brillantes ypiezas que pertenecen al joyero fa-miliar de los Borbones. La tiara esotro de los complementos a los queha tenido que acostumbrarse. Le

encanta la diadema prusiana, tam-bién conocida como Helénica, unade las más sencillas de la colecciónque custodia doña Sofía. Es la mis-ma que llevó el día de su boda. Fueun regalo del káiser Guillermo a suhija Victoria Luisa, quien la cedióa su hija Federica, madre de doñaSofía, quien la llevó en su boda.Sus columnas recuerdan al Parte-nón.

Pulseras y brazaletes, el complementoque nunca falta en las reales muñecas

A la izquierda, la Princesa con la pulsera en oro amarillo con «charms» quelleva habitualmente. A la derecha, con un brazalete de diamantes

CUESTIÓN DE DETALLE.Letizia Ortiz es mujer de detalles bien medi-dos. Un buen ejemplo es el vestido en blan-co roto o «nude», como se le llama ahora,con el sello de Felipe Varela. El único ador-no es una cadeneta de flores en la cintura.Si en algo están de acuerdo los expertos esen que las condiciones físicas de la Prince-sa le permiten ponerse casi todo

NEGRO Y MINIFALDERO. Letiziaha incorporado la minifalda al ves-tuario real. Algunos la consideran lasucesora de lady Diana, otra «Royal»con piernas interminables. El vestidonegro con pedrería es uno de sus fa-voritos

Letizia exporta moda españolaLa Princesa refresca su indumentaria en veranopero mantiene las etiquetas «made in Spain»

XVI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 19 de julio de 2009