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  • 8/20/2019 ded of

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    Lo que no quiere decir que esa persona haya existido. Pero alguien -en especial, una persona-tenía que inventarlo. Norman Kingsley es el personaje principal de una película llamada‘aidstone!, y el alter ego, avatar y tocayo del director de la película, Norman ailer "cuyo segundonom#re, dicho sea de paso, es Kingsley$. ‘aidstone!, rodada en los %ampstons en el verano de&'() y estrenada en &'*&, es el tercero de los cuatro largometrajes que ha dirigido ailer, despu+sde ‘alvaje '! /ild '0 "&'(*$ y ‘1s all1 de la ley! 2eyond the La30 "&'()$. 4l cuarto, unaadaptaci5n de su novela de &')6, ‘Los hom#res duros no #ailan! 7ough 8uys 9on!t 9ance0, es el:nico en el que no aparece ailer y el :nico del que se puede decir que se adapta#a a lasconvenciones del gui5n de cine comercial. ;on clado en una serie de asesinatos en Provinceto3n, assachusets.Las cuatro películas ?ueron proyectadas como parte de ‘7he istress and the use@ 7he Ailms o?Norman ailer! La amante y la musa@ Las películas de Norman ailer!0 es una ?ascinante y ampliaretrospectiva que se reali>5 durante las :ltimas semanas de julio en tres instituciones culturales deanhattan@ la ociedad ;inematogr1?ica del Lincoln ;enter, el Paley ;enter ?or edia y los

     Brchivos del ;ine Bnthology Ailm Brchives0.La o#ra cinematogr1?ica de ailer, ahora de )6 aCos, no se sostiene por sí solaD las películas quedirigi5 recorren toda la gama que hay entre la curiosidad y la cat1stro?e. Aeli>mente, estaretrospectiva incluye un mont5n m1s@ adaptaciones de sus li#ros "nota#lemente la excelente mini-serie hecha con ‘La canci5n del verdugo! 7he 4xecutioner!s ong, su o#ra maestra documental0Dpelículas sugeridas por su vida y personalidad "como ‘4l jugador! 8am#ler0, de Karel ,

    escritas por el discípulo de ailer, Eames 7o#acF, y con Eames ;aan en el papel protag5nico comoun pro?esor de literatura singularmente severo$D y un generoso potpurrí de documentales yprogramas de televisi5n "desde ‘4n la línea de ?uego! Airing Line0 hasta ‘Las chicas 8ilmore!8ilmore 8irls0$ en los que aparece.e puede o#jetar que todos estos materiales son triviales y secundarios, una amena distracci5n delcontrovertido y su#stancial edi?icio del verdadero tra#ajo de ailer, que son sus novelas. uchosde ellas, me parece, se leen poco ?recuentemente y las verdades m1s espinosas son eclipsadaspor la reputaci5n de su autor por el exceso dentro y ?uera de las p1ginas.Gerlo como era en sus varias encarnaciones no literarias -como cineasta y an?itri5n de programasde conversaci5n, como político y como polemista- es entender algo de lo que pretendía en li#roscomo ‘Bdvertisements ?or ysel?! "&'H'$. ‘Los ej+rcitos de la noche! Brmies o? the Night0 "&'()$,‘In ?uego en la luna! =? a Aire on the oon0 "&'*$ y ‘4l prisionero del sexo! 7he Prisoner o? ex0"&'*&$. J las tres primeras películas de ailer -‘aidstone!, en particular, son valiosas de ver por el

    conocimiento que proporcionan so#re las ideas y am#iciones que nutrieron la escritura de ailer enlos aCos sesenta y setenta, el período m1s salvaje, m1s productivo y m1s contencioso de unacarrera que no ha sido especialmente calma ni ?1cil de comprender.4n esos aCos, los logros extra-curriculares de ailer, incluyendo las incursiones en el cine,llama#an a veces m1s atenci5n que su prosa. Parecía perversamente empecinado en transmutarsu temprana ?ama, adquirida con el +xito comercial de su primera novela, ‘Los desnudos y losmuertos! 7he NaFed and the 9ead0 "&'6)$, por la #arata cele#ridad de los medios o incluso lanotoriedad de ta#loide. u ego parecía no tener límites, su apetito por ser el centro de la atenci5nera tan ?ero> que se podía interpretar como ansiedad por el ridículo p:#lico. 4n &'(* deleit5 a losmani?estantes contra la guerra en /ashington con un retrato de un Lyndon 2. Eohnson #orracho,incoherente y escatol5gicoD dos aCos m1s tarde emprendi5 una quijotesca candidatura a la alcaldíade Nueva JorF so#re una plata?orma de secesiones municipalesD escupi5 o#scenidades contra8ermaine 8reer en el escenario del Byuntamiento en anhattan en &'*&. 4se mismo aCo,

    intercam#i5 insultos con 8ore Gidal en un episodio especialmente memora#le de ‘7he 9icF ;avettho3!.7odos estos eventos y muchos m1s pudieron ser nuevamente apreciados en ‘La amante y lamusa!. u valor como entretenci5n -ved a ailer el candidato dando la manos a diestra y siniestraen las calles de %arlem y ueens. irad c5mo ailer, el cerdo chauvinista, se pelea con lasama>onas convocadas del movimiento de li#eraci5n ?emenina. 7em#lad ante ailer el p:gil literarioque acusa a Gidal de poluci5n intelectual- es innega#le. J tam#i+n el carisma de ailer, suextraordinaria capacidad de me>clar los roles de cru>ado y clo3n, pro?eta y loco, ra#í y actor.Parte de su magnetismo se deriva de su mera presencia ?ísica@ las orejas de jarra, los penetrantesojos a>ules de#ajo de un mech5n de pelos canosos y lanudos, los rasgos rechonchos capaces de

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    sorprendentes giros de rapide> y encanto. J luego, ahí est1 la vo>, la potente y r1pida corriente depanaceas y #rillantes intuiciones expresadas con un acento inimita#le, un palimpsesto audi#le del2rooFlyn de la in?ancia de ailer, su educaci5n en una universidad de elite y su período de serviciode com#ate en la egunda 8uerra undial en una unidad del ej+rcito compuesta principalmentepor tejanos y sureCos. 9o#la el la#io superior como un #oxeador revisando su #oquilla, y susimpresionantes cejas que #rincan repentinamente cuando alegres, o se a#aten amena>antes.4n #reve, ailer no es, se podría decir, un artista cualquiera. %a aparecido en un puCado depelículas de otros directores, incluyendo ‘ esininteligi#le de#ido a la po#re calidad del sonido, y las in?lexiones irlandesas, italianas y a?ro-americanas cuando no est1 a cuatro patas ladr1ndole a la cara a un perplejo pastor alem1n. 4n‘1s all1 de la ley!, es un detective con el alma de un poeta, cuya com#inaci5n de sensi#ilidad ypro?ano machismo parece ser tanto una parodia de la imagen de sí mismo de ailer como susincera apoteosis.4n la pantalla, sea que haga de Norman ailer o de Norman Kingsley "o, mucho m1s tarde, el ar esta curiosa condici5n existencial como la #ase de su tra#ajo.ientras que sus películas, con sus largas y desiguales escenas de di1logo improvisado, muestranuna a?inidad super?icial con las de Bndy /arhol, /arhol y ailer son, en el contexto de nuestra+poca, ?iguras antit+ticas. /arhol esta#a ?undamentalmente interesado en los e?ectosdistanciadores y despersonali>antes de la cele#ridad, en el sentido de que los medios podíanconvertir a la gente en ceros a la i>quierda, vaci1ndoles de a?ecto e individualidad. Para ailer,a?ecto e individualidad eran todo, y su proyecto era conce#ir una personalidad su?icientementegrande para resistir a las ?uer>as reductoras, homogeni>adoras y castrantes de la vidacontempor1nea.4ra un proyecto ?undamentalmente rom1ntico, y lo convierte en una ?igura +pica, y curiosamentevulnera#le. Bl introducirlo en ‘4n la línea de ?uego! en &'(), /illiam A. 2ucFey Er. o#serv5 que la

    t+cnica de ailer es de un narcisismo puro y mitigado por el reconocimiento -no diría devoci5n- desus de?ectos. Bunque este resumen es algo descort+s, no es impreciso, y ayuda a comprender alpersonaje exasperante y ?ascinante en que se ha#ía convertido ailer.Iso la pala#ra personaje deli#eradamente. %acia ?ines de los sesenta su principal estrategia, yaevidente en ‘Bdvertisements!, sería precisamente derri#ar las ?ronteras entre autor y personaje,convertirse en el protagonista explícito de su escritura. 4l resultado ?ue una serie de nota#leshí#ridos literarios que de?inieron la horma de lo que m1s tarde sería conocido como nuevoperiodismo. ‘4j+rcitos de la noche!, en la que la tercera persona ‘Norman ailer! participa en lamarcha contra la guerra de Gietnam en octu#re de &'(*, es qui>1s el acto m1s sostenido y exitosoen esta vena. J aunque su reportaje ha sido justamente elogiado -no existe una instant1nea mejorde la inteligencia en guerra en esa +poca-, el ?ormal radicalismo de ese li#ro ha sido su#estimadode muchos modos.9e#ido a que el am#iente de ailer eran los medios populares antes que la academia, y de#ido a

    que ?ue, desde el principio, un novelista de gran +xito antes que un protegido de la crítica,generalmente no se lo asocia con los novelistas experimentales del periodo. Pero incluso aunquese hu#iera educado en el realismo de 7heodore 9reiser y Eames 7. Aarrell, y aunque la deidadliteraria de su juventud ?ue 4rnest %eming3ay, emprendi5 sin em#argo una meticulosa y auda>reinvenci5n de los par1metros est+ticos de la novela, como hicieron 7homas Pynchon, Eohn 2arthy /illiam . 2urroughs.4se mismo impulso experimental -tantear las ?ronteras de la convenci5n, arremeter contra lospatrones de expresi5n esta#lecidos con la onda expansiva de su personalidad- empuja sus otrasactividades, desde el cine hasta la política. 4l conocimiento de ailer del teatro de vanguardia y delcine experimental que ?lorecieron en Nueva JorF en los aCos cincuenta y sesenta es evidente en

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    sus películas, que est1n siempre menos preocupadas con el re?inamiento y la coherencia que consondear los misterios y halla>gos ?ortuitos del proceso. No quiere representar una experiencia, sinom1s #ien inducir una para precipitar el caos con la esperan>a de vislum#rar un asomo de orden.4ntre sus camar5gra?os esta#an 9.B. Penne#aFer y a con las ?eministas en elayuntamiento y convertirlo en el ‘ayuntamiento sangriento!, y tam#i+n ?ilm5 una in?ame escena al?inal de ‘aidstone!. 4n esa película, ailer descri#e lo que est1 haciendo -no queda claro siha#lando como +l mismo o como Kingsley- cuando emprende un ataque contra la naturale>a de larealidad, un lema que se adapta #ien al arte de la +poca.9e cualquier modo, la realidad se veng5, o llam5 #lu? a ailer, en la persona de aCos he sido candidato apresidente en la intimidad de mi mente. ;asi al ?inal de ‘aidstone! o#serva que en realidad,alguien como Kingsley no podría nunca ser candidato a presidente. 5lo podía serlo en la

    imaginaci5n.Gerdad. J aunque alguna gente parece ?antasear que el actual alcalde de Nueva JorF, en virtud desu sagacidad y competencia como gerente, podría ser un #uen candidato, mi propia imaginaci5n seinclina por el hom#re que lleg5 cuarto entre cinco dem5cratas en las primarias de &'('. J siNorman ailer no se presenta, qui>1s lo haga Norman Kingsley.