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AÑO 1/ NUMERO 3 / MARZO 2011 1

De Bribones y Esmeraldas

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Rufián Revista - Año 1 - Marzo 2011

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Visita, revisa, comenta.www.rufian-revista.blogspot.com

Escríbenos, [email protected]

Dirección General:Nicolás Cadavid

Grupo Editorial:Paula ArrietaCamila BralicCynthia Shuffer

Corrección:Camila Bralic

Portada y gráfica:Cynthia Shuffer

Diseño y diagramación:Chilenitox

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Índice4

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Editorial Colombia para dummies

Yo me llamo Cumbia o the white man´s Cumbia.Alexander Cruz Aponasenko Ilustración: Glenda Torrado Voluntad de voyeur vs. Remake histórico.Tino López Ilustración: Efraín Marino La Cultura del VivoFernando Carreño Ilustración: Javier Mebarak Conversación con el líder del Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia. Formas complejas de asociación.Frey Alejandro Español Rairán Ilustración: Irene Rodríguez

Escribiendo la nación: el hábito pernicioso de no llamar las cosas por su nombre.Oscar Estévez Ilustración: Sebastián Sánchez

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Colombia para dummies

A comienzos del año 2008 llegué a Santiago de Chile con el fin de estudiar, y aunque

allí vivía un buen amigo colombiano, de entrada quise entablar relaciones con

personas locales. Fue así como empecé a salir a cuanta reunión social me invitaran,

quería divertirme, conocer mi nuevo hogar, conversar de manera informal con

cualquiera que me brindara un poco de atención. Por supuesto mi acento llamaba

rápidamente la atención y es así como se construían conversaciones de este tipo:

-¿De dónde erí?

-De Colombia, de Bucaramanga.

-¿Y eso es selva o playa?

-No, ninguna de las dos; es una ciudad de la región andina.

-Que wena, pero sabí algo, a mi me da miedo ir a Colombia, poh weón, con todo este

asunto del narcotráfico y los raptos, me da caleta de miedo que me rapten, ¿cachay?

En un comienzo me parecieron conversaciones sin la mayor trascendencia,

simpáticas si se quiere, pero luego noté que las mismas preguntas, asociaciones

y suposiciones se repetían una y otra vez; parecían algo sintomático. Y no es que

Editorial Rufián

por Nicolás Cadavid

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me molestara que asociaran a mi país con los hechos violentos que lo han hecho

tristemente célebre durante las últimas décadas, yo soy consciente de todos

ellos; lo que me inquietaba de este asunto era pensar que personas de un país

supuestamente cercano al mío tuviesen este imaginario tan parecido al que suele

tener un turista gringo que se imagina protagonizando películas como Romancing

the Stone (Robert Zemeckis, 1984), una comedia romántica de aventuras en la que

una pareja de norteamericanos emprende un viaje por una Colombia, desde luego

muy mexicana (“¡no hay que viajar tan lejos para conocer a estos indios de mierda,

son todos iguales!”), en la que conviven la pobreza, los maleantes, la corrupción y el

analfabetismo, con elementos supersticiosos, fantásticos, y exuberantes. Toda una

postalita diseñada al mejor estilo colonialista tardío.

Aun así, sé muy bien que algunas personas, sobre todo aquellos colombianos

que viven en Miami, asegurarán de forma vehemente, que la anterior descripción

se ajusta a los hechos; que este es un muladar ingobernable que naufraga en un

mar de pobres que huelen mal, que las instituciones políticas colombianas nos

conminaron a desconfiar de nuestras capacidades, y que lo mejor que le podría

pasar a Colombia, después de los 8 años de gloria experimentados durante el

gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, sería una invasión a manos del ejército

norteamericano. ¿Acaso alguien siempre debe salvarnos de nosotros, acaso no

podemos solucionar nuestros problemas entre nosotros mismos?

Esta nueva edición de Rufián, desarrollada en conjunto por un grupo de jóvenes

profesionales colombianos, varios de ellos residentes en el exterior, presenta una

suerte de guía para dummies (en especial chilenos) sobre la Colombia actual. Una

guía que quizás toma como referencia las postales mencionadas anteriormente,

aquellos imaginarios exotistas que se tejen al rededor de ciertos territorios, para

proponer un análisis a una serie de hechos y problemáticas que suelen cruzarse,

de forma casi inconsciente, con rasgos fantásticos; una característica, por demás,

muy propia de los nacidos en esta tierra “macondiana”, quienes parecen valerse de

la alegría del baile, de la recursividad e incluso de la mentira y la ilegalidad, para

sobreponerse y seguir adelante en medio de una de las realidades sociopolíticas

más complejas del mundo contemporáneo.

En definitiva, la Colombia que aquí se presenta resulta mucho más compleja, y por

ende interesante, que aquella que solemos ver a través de un flash informativo

mientras almorzamos de forma apresurada durante un corto break laboral.

Bucaramanga, Colombia. Marzo 15 de 2011.

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Yo me llamo Cumbia o the white man´s Cumbia

* Odessa, 1979. Psicólogo, psicoanalista, miembro del dispositivo Conversación Analítica. Pasante honorario del Centro de Salud Mental N°1 del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, “Dr. Hugo Rosarios”. Encargado de tratamientos de rehabilitación en adicciones en comunidades terapéuticas de la zona norte del Gran Buenos Aires.

Pa, pa, paz pide la gente/

Pa, pa, paz pide la gente

Las escopetas, también dicen.

Verny Varela, Exilio.

Un día llegaron los negros, venían de África

en barcos españoles, y, como dice Joe Arroyo:

“africanos en cadenas besaban mi tierra” cuando

descendían; esa bittersweet tierra Colombiana.

No se sabe si los negros los traían consigo, pero

mi opinión es que se crearon allí, luego de años

de esclavitud y mestizaje; areítos se les llama. En

* Alexander Cruz Aponasenko

La Cumbia dicen que es para los “negros”, los “villeros”. Se escucha en toda América Latina y allí donde se escucha se cree que es originaria. Es invento colombiano, y es justamente su condición de “invento” lo que nos hace leer en ella mucho más de lo que el tambor deja oír.

la lengua antigua quiere decir: bailar cantando.

Quiere decir crear a golpe de cadera. Quiere decir

poner el cuerpo y la voz. Decir con el cuerpo. La

historia era lo que allí se cantaba. Tomaron de los

indígenas el modo de transmisión oral, que es

básicamente transmitir con la voz. Tomaron de los

negros el lenguaje del cuerpo. El hombre blanco

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argumentos. Es más interesante preguntarse,

para ser colombiano, ¿en qué hay que tener fe?

Un chiste light obligaría a responder a la anterior

pregunta con: “en el Divino Niño”. Quizás sí,

pero hay también otras cosas. Preguntémosle al

querido Javier en qué tenía fe.

No debe pasarse por alto que justo en uno de

los escasísimos cuentos románticos de Borges el

protagonista sea colombiano, no es casualidad

que de todas las nacionalidades posibles a las

que podía echar mano el gran maestro eligiera

precisamente a un colombiano. Miren que Borges

era un tipo sumamente cuidadoso con lo que

escribía, como Freud, cada palabra estaba en el

lugar adecuado. Así que Javier también estaba en

el lugar adecuado. Su creencia en la incertidumbre

era su marca, su fe.

Negros, indígenas y blancos se mezclaron en esa

novedad que es la cumbia. La sensualidad del

decir con el cuerpo de los negros, los instrumentos

naturales y exóticos de los indígenas y los cantos

y coplas de los bardos europeos crean algo

que resulta incomprensible para la mayoría de

los habitantes del primer mundo. Una cierta

familiaridad extraña, extranjera recubre la

cumbia. Freud lo llamaba unheimlich, lo ominoso.

El sentimiento de extrañeza allí donde algo

no termina de resultar ajeno. Así se siente la

cumbia. Allí se mezcla lo exótico, lo extraño a los

europeos, aquello que Joseph Conrad retrató tan

prodigiosamente en El corazón de las tinieblas,

pero que al mismo tiempo encierra una parte de

ellos. Esa extrañeza, ese algo fuera de lugar resulta

siniestro en el sentido Freudiano. Así resulta

extraño que en ese país de baile y cadera, de

coreo y areíto haya tanta muerte y pobreza. Pero

esa es justamente la naturaleza de lo siniestro, lo

prefiere escribir. La operación simbólica que se

realizó sobre ese real novedoso y multiforme se

llamó cumbia.

La cumbia era un acto de transmisión que con

el tiempo y el avance del capitalismo derivó en

un puro ritmo comercial y se expandió por toda

América creando versiones de sí misma cada

vez más tristes y empantanadas. Por allá, en las

mismas tierras en las que García Márquez parió

el realismo mágico, los contoneos de caderas

y los coreos configuraban cierta raza difícil de

entender y muy particular: los colombianos.

Borges había hecho decir a uno de sus personajes,

Javier Otálora, (uno de los pocos en haber

protagonizado un cuento romántico y hasta

erótico en toda su obra), que ser Colombiano

era un acto de fe. Sí, pero ser de cualquier

nacionalidad es un acto de fe. Tiren a un

cachorro humano en cualquier pedazo de tierra

delimitada políticamente y díganle que es esto

o aquello. Cuando crezca lo repetirá sin duda,

pero en todo caso, no sabrá por qué lo hace, es

una de las características de la fe, el no necesitar

La cumbia era un acto de transmisión que con el tiempo y el avance del capitalismo derivó

en un puro ritmo comercial y se expandió por toda América

creando versiones de sí misma cada vez más tristes y

empantanadas.

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que abre la puerta a lo mágico. Lo incomprensible

horroriza pero atrae.

Un Psicoanalista medianamente famoso llamado

Jacques Lacan alguna vez habló de algo a lo

que le llamaba saber hacer; era básicamente

lo que alguien, cercano al final de su análisis

lograría hacer, en términos de funcionalidad,

con lo incurable de sus síntomas neuróticos, una

especie de operación provechosa sobre los restos

del análisis, arreglárselas, en pocas palabras, con

lo inevitable. Este concepto sin embargo, saber

hacer, también es un efecto que antes del tiempo

La cumbia introduce en quienes crecen a su amparo una

sustancia que los científicos modernos aún no han podido

sintetizar, la susodicha sustancia se encuentra en las

venas y arterias de la gran mayoría de nativos de las tierras de su influencia. Se

llama sabor y es el resultado de una irrepetible mezcla cultural.

del análisis configura una respuesta, digamos,

salvaje, al encuentro con lo traumático. Así, hay

un saber hacer salvaje previo, que no precisa de

la operación analítica y que es producido ante

cada encuentro con lo traumático. Los efectos de

este saber hacer son comúnmente novedosos y

comprensibles sólo en un tiempo segundo.

Es sólo efecto de la conjunción de aquellas razas,

del tener que compartir aquellos espacios que,

como efecto de novedad y producto de ese saber

hacer, apareciera la cumbia.

La cumbia introduce en quienes crecen a su amparo

una sustancia que los científicos modernos aún

no han podido sintetizar, la susodicha sustancia

se encuentra en las venas y arterias de la gran

mayoría de nativos de las tierras de su influencia.

Se llama sabor y es el resultado de una irrepetible

mezcla cultural.

Esa mezcla, el colombiano, salvajemente ha

sabido hacer con lo que le ha tocado y ha hecho

de la violencia en su historia canto, canción y

baile. Ha hecho frente a lo traumático con lo que

consideramos es la esencia de la cumbia, cantar

la historia, bailarla. De allí nuestro epígrafe.

Cuando la violencia se convierte en canción, en

contoneo de cadera, ya no lastima. Operación que

generalmente queda por fuera de la comprensión

del hombre blanco. No hay cumbia para el

hombre blanco. Ese territorio nunca podrá ser

conquistado.

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Voluntad de voyeur vs.Remake histórico

Existen muchas maneras de pensarnos e identificarnos como sociedades e individuos, cada quien puede elegir el relato que a su juicio es el más coherente para su tiempo.

*Tino López

* Bucaramanga, 1978. Filósofo de la Universidad Industrial de Santander. Actualmente trabaja en la Secretaria del Interior, oficina de paz y derechos humanos de la Gobernación de Santander.

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por fuera del guión. Pero no se confunda, querido

lector, es de reconocer que en muchos casos

estos procesos resultan bastante convincentes y

plausibles.

Sin embargo, maquiavélica o no, la Historia se

ha planteado bajo la bandera de una forma de

pensamiento acerca de nosotros mismos, una suerte

de autoconciencia cuyo ejercicio resulta altamente

loable. Pero, ¿qué sucede cuando quien relata esta

Historia no tiene fines oscuros de dominio, sino

ingenuas intenciones, casi ridículas retrospectivas

forzosas? Hitos traídos de los cabellos que sólo

alimentan un voyerismo sádico sobre la crueldad

“A Remixer´s Manifesto:

1. Culture always builds in the past

2. The past always tries to control the future

3. Our future is becoming less free

4. To build free societies you must limit the control of

the past” 1

Lawrence Lessig 2

Voluntad de Voyeur 3

Estimado lector, ha de tenerse en cuenta que la

Historia es relativa a quien la relata. Esto no quiere

decir otra cosa más, que cuando la confrontamos,

con toda seguridad nos encontraremos ante serios

indicios de ideologías soterradas, formas sutiles

de dominio cultural; en términos nitzscheanos,

cuando confrontamos la Historia damos cuenta de

una manifestación de la Voluntad de Poder 4 . En

este sentido, la Historia nos resulta algo subjetiva,

convencional y adaptable a los juegos de intereses,

una dinámica equivalente a los procesos de

edición audiovisual, donde se filtran, se cortan, y

se seleccionan los hechos para disponerlos en un

discurso rectilíneo, donde se enmudece lo que está

(1) A remixer´s manifesto: 1- La Cultura se construye a partir del pasado, 2- El pasado siempre intenta controlar el futuro, 3- Nuestro futuro esta perdiendo su libertad, 4- Para construir sociedades libres, debemos limitar el control del pasado.(2) “Rip: A remix manifesto” es un documental dirigido y escrito por el canadiense Brett Gaylor, quien durante seis años de trabajo, y en colaboración con cientos de personas, ha desarrollado Opensource Cinema Web, un proyecto que se soporta sobre la apropiación de material intelectual ajeno con el fin de realizar una versión original del mundo actual. Lawrence Lessig, quien redactara el Remixer Manifesto, es autor del libro Cultura libre, donde se defiende un modelo de flexibilización del Copyright como nuevo paradigma para el desarrollo cultural y científico desde Internet, apoyándose en el movimiento del software libre de Richard Stallman.(3) La “Voluntad de Voyeur” es un concepto contrastado con la idea de Voluntad de Poder aplicada a la Historia en Nietzsche; se diferencian en que, en lugar de observar la historia con los filtros de las ideologías, la “Voluntad de Voyeur” es una práctica aledaña al sentido de una distopía -una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. La “Voluntad de Voyeur”, además de ser una versión contraria y aberrada, corresponde a una versión ridícula y carente de sentido de la realidad acontecida.(4) Véase: Nietzsche, Friederich, “La Genealogía de la Moral”, Editorial Alianza, Barcelona, 2004.

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¿De qué nos ha servido este relato, si no es únicamente

para crear una callosidad en el espíritu que nos ha hecho

indiferentes e incólumes frente al dolor y la tragedia?

(5) Fragmento del Himno Nacional de Colombia.(6) El Frente Nacional fue una suerte de alianza política y electoral entre el partido liberal y conservador entre 1958-1974, luego del gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, la cual tenía como precepto compartir el gobierno con el partido contrario con el fin de minimizar el cruento conflicto entre los mismos. Este momento determinó una dinámica en la política nacional hasta nuestros días, en detrimento del principio básico de la democracia: la oposición.(7) La seguridad democrática en Colombia fue la bandera de la política gubernamental del presidente Álvaro Uribe Vélez, la cual proponía un papel más activo de la sociedad en la lucha del Estado y de sus órganos de seguridad frente a los grupos insurgentes e ilegales. La política de “seguridad democrática” argumentaba que existía la necesidad de fortalecer las actividades y presencia de los órganos de seguridad a lo largo del territorio nacional mediante la colaboración activa de la sociedad para obtener un éxito militar satisfactorio. Entre las propuestas se incluyó la creación de redes de cooperantes, el ofrecimiento de recompensas a informantes, la estimulación de las deserciones dentro de los grupos armados ilegales, la creación de unidades de soldados campesinos (el fortalecimiento e impunidad de los grupos paramilitares), y el aumento del presupuesto asignado a la defensa nacional (en detrimento de la inversión en el desarrollo social).

Al parecer, por fortuna, la Historia no posee un horario

triple A, o ¿qué sería de las tiernas mentes de tantos

colombianitos si les contáramos cómo sus ancestros

fueron violados, mutilados y sistemáticamente

eliminados, no sólo física y moralmente, sino

también culturalmente? ¿Sería usted capaz de

mostrarles cómo estacaban sus bocas para no

escuchar sus gritos mientras eran quemados vivos?

¿Tendría usted la “Voluntad de Voyeur”, morboso

y sádico, para exponer los mecanismos de tortura

y las prácticas atroces que, como en la conquista

del territorio americano, en apariencia se revelan

como si fueran el fundamento lógico y consecuente

de los no menos violentos hechos actuales: “¡Oh

gloria inmarcesible, o júbilo inmortal, en surcos de

dolores, el bien germina ya!” 5. Pero no achaquemos

toda la culpa a nuestros honorables cronistas,

acá también existe una gran responsabilidad de

toda la iconografía religiosa que durante siglos

ha bombardeado nuestros imaginarios con tanto

suplicio y “santito” moribundo.

Si bien es cierto, atento lector, que la historia

colombiana (en el desarrollo de la Conquista, la

Colonia, la Independencia, y el proceso posterior

de la República, las luchas bipartidistas, el Frente

Nacional6, hasta el transcurso de los sucesos

políticos que llegan a la supuesta Seguridad

Democrática7) nos ha mostrado a este país como un

soberano mierdero, mi pregunta es: ¿Qué tipo de

autoconciencia o conciencia de nosotros mismos

estamos construyendo? ¿Una cultura de mártires y

sumisos colonos? ¿De qué nos ha servido este relato,

si no es únicamente para crear una callosidad en el

espíritu que nos ha hecho indiferentes e incólumes

frente al dolor y la tragedia?

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empleados por los asesinos de la moto-sierra,

bien sean paramilitares o guerrilleros, quienes

han desplazado forzosamente a más de 4.500.000

niños, mujeres, hombres, ancianos, discapacitados,

y diferentes comunidades étnicas?

Pero no nos preocupemos por nimiedades,

dejémosle el blanqueamiento mental a nuestros

objetivos e imparciales medios de comunicación:

RCN8, ¡gracias por tus anestésicas presentadoras!,

¡gracias al fútbol y a la efímera felicidad del gol!,

¡viva el “Pibe”, viva el “Tino”!, pero sobre todo gracias

al Gol Caracol9 por hacernos creer que esta vez sí

iremos al mundial.

Remake Histórico10

Atravesar la Historia Colombiana, tal cual como ha

sido relatada, exige una suerte de psicoanalista

cultural para tanto malestar, o bien, re-crear

nuestra auto-conciencia, pensarnos de otro

modo11. Existen muchas posibilidades para ello.

Re-crear nuestra historia, creativo lector, hacer un

“Remake Histórico” de nuestros antecedentes, es

otra forma de entendernos a nosotros mismos, es

la respuesta natural y contraria a la “Voluntad de

Voyeur”, pues además de eliminar cualquier vestigio

que se asemeje a la realidad acontecida, lo hace

con la conciencia de negar una representación

Atravesar la Historia Colombiana, tal cual como ha

sido relatada, exige una suerte de psicoanalista cultural para

tanto malestar, o bien, re-crear nuestra auto-conciencia,

pensarnos de otro modo.

(8) Canal de televisión privada colombiano.(9) Franja de otro de los canales privados dedicada al fútbol.(10) Remake Histórico: Variación de la narrativa histórica que tiene como propósito deshacer cualquier vestigio o indicio que se asemeje a la realidad acontecida. El “Remake Histórico” mezcla y distorsiona tiempos, espacios y personajes, con el fin de re-crear la Historia en su acepción ordinaria, por una nueva Historia de carácter estético y poético. El “Remake Histórico” es aplicable en otros órdenes discursivos como la novela, el cuento o la poesía, teniendo cada una de estas versiones prácticas su propia libertad de desarrollo técnico y expresivo. Los antecedentes de esta práctica se fundamentan en la cultura DJ de las remezclas que, posteriormente tendrá repercusiones en los medios audiovisuales y el cine. Véase: Faithfull, Billy, “Darth Vader Feels Blue”, http://www.youtube.com/watch?v=3eZBevXohCI(11) Actualmente en la ciudad de Bogotá, la Biblioteca Luis Ángel Arango ha iniciado un proyecto en el cual se examina la idea de América a partir de una exploración de las imágenes estereotipadas que se han hecho de ella. El examen sobre los archivos existentes es sujeto a una intervención con el fin de replantear, criticar y re-presentar la idea de América según el momento actual. Véase: http://www.banrepcultural.org/museos-y-colecciones(12) Heurística es la capacidad de un sistema para realizar de forma inmediata innovaciones positivas para sus fines. La capacidad heurística es un rasgo característico de los humanos, desde cuyo punto de vista puede describirse como el arte y la ciencia del descubrimiento y de la invención o de resolver problemas mediante la creatividad y el pensamiento lateral o pensamiento divergente.

de sí mismos, en la cual el espíritu es endurecido

ante tanto dolor. Hacer un “Remake Histórico” es un

retorno a la esencia de las mitologías, las fábulas

y los cuentos que alimentan nuestros imaginarios

desde la poética y el arte, nos identifican de otro

modo, nos identifican como seres heurísticos12,

capaces de pensarnos creativamente.

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(13) Fue un concepto introducido por el artista francés Marcel Duchamp para determinar una práctica artística en la cual el artista emplea objetos encontrados o seleccionados sin que se presente una intervención de su manufactura, únicamente un proceso de resignificación de los mismos.

El “Remake Histórico” es una remezcla de los

personajes, tiempos, espacios y hechos acontecidos,

una práctica apropiacionista semejante a la de un

Ready Made13, puesto que de lo que se trata es de dar

un uso y sentido distinto a los hechos encontrados

en la Historia; sin embargo, aunque se presente

una modificación de ellos, éstos no son llevados al

extremo para hacerlos irreconocibles, sino que son

transformados, interpretados o adaptados. Usted

podría tomar a Jesucristo y sentarlo frente al “Che”

Guevara a jugar una partida de ajedrez, mientras

Bob Marley les prepara un cocktail para disfrutar

una plácida tarde en una playa jamaiquina, sin que

ninguno de ellos pierda los rasgos que los hacen

reconocibles en su singularidad. Incluso es posible

que Simón Bolívar pueda volar por los llanos

venezolanos hasta la ciudad de Caracas montado en

un corcel alado y en medio de un concejo comunal

darle una cachetada a Chávez y gritarle: “¡Por qué no

te callas!”

Estimado lector, existen muchas maneras de

pensarnos e identificarnos como sociedades e

individuos, cada quien elije el relato que a su juicio es

más coherente para su tiempo. Usted puede decidir

si continuar inmerso en una “Voluntad de Voyeur”

impuesta, o bien, rehacer creativa y críticamente sus

antecedentes y su memoria, sin olvidar que siempre

sonarán las cacerolas en nuestros hogares cada vez

que sea necesario, pues la Historia siempre se hará

finalmente con hechos.

“Renault no marques las horas… hacer el amor

cónsul…ma… no, no, no!!!”

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La Cultura del VivoLa desigualdad en Colombia es producto de un canibalismo social inculcado desde la niñez. Más que armas, para un cambio en Colombia necesitamos revolucionarnos a nosotros mismos.

*Fernando Carreño

* Bogotá, 1980. Biólogo de la Universidad Industrial de Santander. Posee un Master en Biotecnología (Aliter, Madrid). Estudiante del Master de Neurociencias de la Universidad de Barcelona. Actualmente colabora con la Federación Europea de Biotecnología.

Colombia puede ser vista a través de muchos lentes;

unos la podrían mostrar como un paraíso donde el

sol está en el cielo doce horas al día mezclándose

con una suerte de alegría tropical y haciendo de

la vida nada más que un corto paso hacia el cielo.

Obviamente esta es una mera idealización, Colombia

posee problemas profundos y complejos que

obstaculizan la posibilidad de alcanzar semejantes

estados idílicos. Cualquiera podría empezar a

señalar estos problemas de manera frívola diciendo

que dicho paraíso en la tierra es imposible de

alcanzar debido a la guerrilla, una banda de

vándalos comunistas que secuestran, extorsionan y

cometen actos atroces porque odian la democracia,

la libertad y la felicidad de sus congéneres.

Otros, un poco más acuciosos, dirán que el problema

de Colombia es en realidad la droga, producto muy

bien pago por los Estados Unidos de América, quien

a su vez distribuye los insumos para fabricar la

droga, los insumos para erradicarla, las armas para

defender los laboratorios y los cultivos de la droga,

y, desde luego, las armas para destruirlos. La droga

viene a corromper cada uno de los estamentos de la

sociedad colombiana; y mientras en Norteamérica

se sumergen en nuestra coca tal y como lo harían

al interior de una nevada en Aspen, Colorado,

nosotros nos bañamos en nuestra propia sangre,

pandemonio financiado por el Sistema de Reserva

Federal de los Estados Unidos.

Personalmente me siento muy atraído por este

último argumento, sin embargo considero que

externaliza al extremo la crisis que vive la sociedad

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colombiana, y no deja de sonar como una excusa

elaborada para eximirnos de la responsabilidad

de nuestro propio destino, un soliloquio que nos

victimiza evadiendo así nuestra carencia de ética.

Si yo tuviera que señalar el principal problema

de Colombia lo diría en pocas palabras; para mí

el principal problema colombiano es la llamada

“cultura del vivo”. Pero ¿qué es ser vivo en Colombia?

Cuando se es niño en Colombia y se está siendo

educado, ser vivo es algo que se repite una y otra

vez: “sea vivo mijo, avíspese”, dice el padre al hijo

muchas veces acompañándolo de un golpe en

la espalda para refirmar la enseñanza. Ser vivo,

palabras más palabras menos, no es otra cosa

que ser una persona ventajosa, es decir, aplicar

una astucia sin escrúpulos; ser el ejemplo vivo de

aquel principio maquiavélico de “el fin justifica

los medios”, así se trate de la situación más nimia,

como sacar ventaja del cambio en el almacén de

la esquina; sacar ventaja del novio que cuenta con

vehículo, casa, y un salario estable; o sacar ventaja

del pedazo de carne de la olla en la reunión familiar.

Esta manera de pensar, por increíble que parezca, ha

sido adulada cientos de veces por los colombianos,

como si fuese un “don” que supuestamente nos

debería hacer sentir orgullosos.

Los españoles que colonizaron América Latina

cometieron uno de los mayores genocidios

conocidos en la historia de la humanidad, y “la

malicia indígena”, otra forma en la que nos referimos

a la astucia sin escrúpulos, sólo sirvió para que unos

cuantos cobardes salvaran su pellejo a expensas

de los valientes que se jugaron su vida en pro de

la libertad. Estos arrodillados se reprodujeron y su

progenie somos nosotros, quienes aún seguimos

siendo esclavos pero ahora del sistema monetario

capitalista; extranjeros en su propio país que se

conforman con ver cómo las multinacionales roban

y destruyen todos nuestros recursos. He ahí la mayor

gloria del “ser vivo”: vivir entre la mierda.

Otro de los efectos de este “don” heredado de

nuestros ancestros más execrables, pareciera ser

La droga viene a corromper cada uno de los estamentos de la sociedad colombiana; y mientras en Norteamérica se

sumergen en nuestra coca tal y como lo harían al interior de una nevada en Aspen, Colorado, nosotros nos bañamos en

nuestra propia sangre, pandemonio financiado por el Sistema de Reserva Federal de los Estados Unidos.

una gran desconfianza entre los miembros de la

sociedad, ya que a la vez que todos están dispuestos

a sacar beneficio de la más pequeña situación, todos

a su vez se niegan a dar la más mínima oportunidad

de que les tomen ventaja. Es como si muchos de los

colombianos tuviéramos una mentalidad de ladrón

que refleja las intenciones de todo aquel que nos

rodea. Esto, si tenemos en cuenta que hay culturas

que basan sus relaciones en principios como la

amistad, la reciprocidad y la hospitalidad, nos afecta

de manera crítica ya que en Colombia gracias a la

cultura del “vivo” no se pueden ejecutar principios o

valores que generen una red social, pues se vive en

un estado de paranoia que sepulta todo intento de

crear confianza entre unos y otros. ¿Sin confianza,

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cómo se construye una sociedad? Por otro lado, esta

cultura invita a que nuestros gobernantes, que son

unos “vivos” llenos de “malicia indígena”, se olviden

de sus deberes con la república y a cambio decidan

comprar sendas mansiones en Miami. Y que a su vez

los electores voten una y otra vez por estos señores,

ya que por lo general el corrupto les procura un

sancocho (sopa típica colombiana caracterizada

por su alto contenido cárnico), mientras que el

ciudadano honesto que desea por convicción

alcanzar una posición política para dirigir a su

país hacia el progreso, naufraga en su intensión

al negarse a aplicar, por principio, estas prácticas

clientelistas y corruptas.

Colombia, en su exuberancia, es un lugar en crisis,

lo cual me lleva a la siguiente analogía: Según Lynn

Margulis, hace unos 3.500 millones de años en el

Eón Arcaico, las condiciones de la tierra difícilmente

hubieran permitido pensar que la vida llegara

a la diversidad y riqueza que hoy se observa. Sin

embargo, en aquel entonces las formas conocidas

como procariotas iniciaron un proceso llamado

endosimbiosis, el cual permitió que los organismos

originaran comunidades de entidades en

interacción; éstas, 3.500 millones de años después,

evolucionaron en los organismos de los cuales

somos ejemplo: organismos con órganos, tejidos,

células, mitocondrias, cloroplastos; pequeños seres

que se organizan sin jerarquía alguna para formar

estructuras más complejas, y que partiendo de

algo tan simple como la simbiosis, llegan a generar

fenómenos como la conciencia. Esto es algo que el

darwinismo social nunca tuvo en cuenta.

Esta analogía la hago para indicar, primero, cómo

la transformación de unos pocos individuos puede

llegar a cambiar un escenario entero; y segundo,

cómo los momentos de crisis son aquellos que

permiten estos cambios o revoluciones. Pero

no una revolución tal como la busca la guerrilla

comunista colombiana que lleva casi cincuenta

años escondida dentro de la manigua luchando

por la “libertad” e “igualdad” a través de bicicletas-

bomba, burros-bomba, perros-bomba, y en

resumen, tratando de plantar cara al totalitarismo y

la barbarie a través de totalitarismo y barbarie. No

me refiero a eso. Cuando me refiero a revolución

lo hago en el sentido dado por Jiddu Krishnamurti

en su libro “La Revolución Fundamental”, en el cual

se nos recuerda que el mundo es eso que nosotros

mismos proyectamos, aquello que creamos, así que

si podemos ser codiciosos, violentos y embusteros,

convirtiendo al mundo en eso precisamente,

Es como si muchos de los colombianos tuviéramos una

mentalidad de ladrón que refleja las intenciones de

todo aquel que nos rodea.

también tenemos la posibilidad de transformarlo

en base al conocimiento que tengamos de nosotros

mismos.

Es necesario que en Colombia cada uno como

individuo sea capaz de conocerse y así erradicar

ese deseo voraz de ser depredador, de ser un “vivo”

frente al otro, logrando, de paso, dejar de ser presa;

si somos capaces de producir esta transformación

en nuestra relación con los demás, haremos algo

importante, como dar fin al dolor que nos agobia

desde hace ya varias décadas. La terminación de

este dolor es el comienzo de la revolución, una

revolución que zanjará todos los problemas y nos

llevará a aquel lugar idílico que señalaba en un

principio.

Y esto, finalmente, es algo que se puede decir de

Colombia, que es un sitio en revolución.

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Conversación con el líder del Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia1

Formas complejas de asociaciónUna corta conversación con un líder sindical deja ver cómo más de la mitad de los ciudadanos colombianos en capacidad de trabajar, aprovechan el pequeño espacio vacío que dejan las normativas jurídicas para sobrevivir de manera informal.

Las políticas culturales en Colombia están

cambiando, tomando nuevos rumbos que tratan

de responder a dinámicas sociales, políticas, y

económicas del día a día. En el campo del arte

específicamente, desde hace algunos años se habla

de “prácticas artísticas” cuyo principal componente

son las prácticas asociativas; un ejemplo de esto son

las artes que se han denominado “artes relacionales”,

las cuales han derivado en políticas públicas para

incentivar el surgimiento de Pequeñas Industrias

Culturales a nivel nacional.

En mi caso (artista colombiano) no tengo un contrato

laboral estable, por tanto no tengo seguridad social,

no pago una pensión y mis vínculos con el sector

productivo de la sociedad son mínimos. Trabajo

* Frey Alejandro Español Rairán

* Bogotá, 1984. Maestro en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Distrital, Facultad de Artes ASAB (2007). Especialista en Historia y Teoría del Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad de los Andes (2009). Integrante del colectivo AutoArt. Vive y trabaja en Bogotá, Colombia.(1) La entrevista podrá ser escuchada en línea próximamente a través de un link. También se creará un link para descargar los estatutos del sindicato si se considera relevante.

de la mano de amigos, expongo y gestiono en el

ámbito de lo “alternativo”, y mi principal fuente de

ingresos es bajo una forma “independiente” a través

de contratos esporádicos de prestación de servicios

a diferentes instituciones del sector público y

privado.

Como un gran número de personas suelo

preguntarme acerca de mi inserción en esta economía

de mercado; entre las posibilidades que tengo está

la formalización de mis iniciativas, ajustándome a la

idea de consolidar una Pequeña Industria Cultural.

Mientras tanto, la incertidumbre promedio me llevó

a descubrir otra iniciativa “alternativa”, una forma de

asociación que casi parece absurda: un sindicato

de trabajadores conformado por desempleados, el

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Sindicato de Trabajadores Informales de Colombia.

Establecí contacto con el líder de éste, Pedro Luis

Ramírez Barbosa, quien frente a mi interés, en una

entrevista en una tienda de un sector popular de

Bogotá comentó:

Pedro Ramírez (P): “(…) A través de la actividad

organizativa del sector informal y en particular con

los vendedores ambulantes, aunque no solamente

con ellos, nosotros hemos querido plantearle a las

teorías políticas, al sindicalismo, a la opinión pública,

un aspecto que es muy importante respecto a lo que

organizativo alrededor de la crítica a la política de

recuperación del espacio público y su uso, para que

no fuese sólo para movilidad o contemplación, (…)

se planteó un -uso democrático- del espacio público

para incorporar el derecho al trabajo.

La Corte Constitucional nos dio la razón en el

año 99 y lo volvió a hacer en el año 2003, pero la

Corte Constitucional se ha pronunciado alrededor

de cuarenta, cuarenta y cinco veces sobre el

tema diciendo lo mismo, que a los vendedores

ambulantes se les tiene que dar una alternativa. Los

programas que se inventan desde el gobierno sin

consultar esas condiciones, pretenden, con recetas

de funcionarios públicos con algún conocimiento

en economía, darles a individuos que ellos

llaman unidades productivas, cierto apoyo que

generalmente cae en un vacío. Aquí tenemos una

discusión, pero en general lo que se está tratando

de hacer es mejorar las condiciones de apoyo

del Estado hacia esta población; el hecho es que

los vendedores ambulantes, el moto-taxismo, el

bici-taxismo, toda una serie de alternativas de la

gente para buscar recursos, lo que está haciendo

es mostrar una situación de falta de generación de

empleo, de desplazamiento a causa de la violencia

en los campos, de rezago productivo, etc. Pero esta

gente al juntarse, está generándole, en conjunto, un

problema social explosivo a la sociedad colombiana.

Eso es lo que nosotros planteamos, el por qué de

la informalidad en el marco del sindicalismo, que

es organizativamente lo más desarrollado de los

trabajadores, lo más maduro, lo que tiene más

experiencia.”

Frey Español (F): ¿Cuándo surgió el Sindicato de

Trabajadores Informales?

P: “El sindicato surgió hace dos años mediante un

Logramos introducir en la política pública el concepto del

uso democrático del espacio público. Alrededor de ese

concepto planteamos una serie de alternativas de solución, de las

cuales algunas se aplican como queremos y otras no.

ha venido modificándose en el mundo del trabajo

(…) Se cree que lo que está pasando, el crecimiento

desmesurado de la informalidad y el desempleo,

obedece a una crisis transitoria y que entonces lo

que hay que hacer es volver a meter en los cánones

de la formalidad ya conocida, a una amplia cantidad

de población.

Entonces hay un grave y complejo problema social

en el que el tema de la informalidad es el aspecto

que más se muestra en esta situación. Decirle al país

y a las políticas públicas que tienen que pensar de

manera distinta un problema que tiene una serie

de componentes nuevos, que son de largo plazo,

y no un problema coyuntural, es algo complicado.

Eso es lo que hemos tratado de hacer. Con el caso

de los vendedores ambulantes se hizo un proceso

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proceso de unidad en las organizaciones. Porque es

que los Colombianos tenemos un gran problema,

somos un territorio social muy fragmentado,

es decir, todos tenemos una idea de cuál va ser

nuestro programa de gobierno para ser presidente

de la República, todos queremos una organización

aparte, todos queremos ser presidentes. Entonces en

el sector informal, en el de las ventas no más, hacia

el año 99 habían más de trescientas organizaciones;

en lo que era antiguamente el sector de San

Victorino (Bogotá) habían organizaciones que

tenían un nombre y que estaban registradas, pero

a entidades públicas así no represente nada. Tú

tienes, desde el punto de vista formal, gente que

incluso cuenta con Personería Jurídica, que hacen

cosas ante las autoridades, pero que se convierten

es en un problema a la hora de negociar cualquier

cosa con esas mismas autoridades porque terminan

siendo representantes de una persona, no de un

colectivo, y no están sometidos al procedimiento

interno de discutir las cosas, sino que ellos van

haciendo lo que a bien tienen, sin responderle a

nadie. Eso sucede sólo aquí en Colombia. En Estados

Unidos para que usted pueda formar un sindicato

Dicen que tenemos que convivir con niveles altos de desempleo, con tazas de homicidio que no se salgan de tal rango, como que está bien

que sean diez mil muertos pero no diez mil quinientos.

éstas eran un grupo familiar o eran una cuadra de

vecinos. Esa fragmentación, desde el punto de vista

de la inversión pública y desde el punto de vista de

la capacidad de hacer y tener fuerza para mostrarle

a la sociedad, es ridículo.

Hicimos el ejercicio en Bogotá, apoyados por la

administración de Luis Eduardo Garzón, de construir

unos comités de vendedores en las 19 localidades

de la ciudad y después, vía elección popular y

acompañados por los organismos de personería,

conformamos una organización a nivel Distrital

con una participación la primera vez de diez mil

personas, después de veinticinco mil, y así ha venido

creciendo. Después encontramos un ejercicio similar

en Medellín, un proceso real donde la gente está

participando, así como procesos con moto-taxistas

en la costa, así que buscamos unirlos. Porque otro

problema que tenemos es que desde el punto

de vista de la ley, cualquier grupo de 25 personas

puede formar un sindicato y empezar a tener un

estatus legal que le permite hacer diligencias frente

tiene que demostrar que tiene el apoyo de más del

50 por ciento de un gremio. Aquí es una recocha, un

chiste.

F: ¿Cuántos asociados tiene el Sindicato?

P: “En este momento, contando “a vuelo de pájaro”

ya que acaba de ingresar un número de 7000 moto-

taxistas, estamos hablando de cerca de 25.000

compañeros. Eso tiene asustada a la Central (Central

Unitaria de Trabajadores, CUT), pero bueno…”

F: ¿Asustada la Central?

P: “Sí, porque en Colombia el sindicalismo es muy

pequeño, sólo el 4% de los trabajadores está

agremiado. De la población de doce millones de

trabajadores en Colombia, de los cuatro millones que

son trabajadores formales, el total de trabajadores

afiliados que tiene la Central son alrededor de

quinientos mil, eso es poco. De los Sindicatos que

configuran la Central el más grande es FECODE que

tiene doscientos mil profesores agremiados.

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Ese proceso de sacar de nómina y sólo hacer

contratos individuales está acabando con el

sindicalismo. El sindicalismo formal está montado

sobre el contrato a término indefinido y el contrato

a término indefinido va perdiendo terreno,

entonces, cuando digo que están asustados lo digo

porque son informales y tienen una complejidad

muy grande como por ejemplo la recaudación de

las afiliaciones. El último congreso de La Central

tuvo que determinar una especie de circunscripción

especial porque nuestra manera de conseguir los

recursos no es la misma. Hoy está un vendedor

aquí y de pronto mañana se va para Pereira; son

poblaciones flotantes, fluctuantes. Por otro lado

su manera de reaccionar no es la misma, es decir,

tú tienes un sindicato formal entonces hay un

procedimiento de negociación a lo largo del año,

aquí no; por ejemplo los vendedores reaccionan

cuando vienen los operativos policiales, entonces

se reúne una gran cantidad de ellos y cuando deja

de molestar la policía no se vuelve a reunir.

F: ¿El principal objetivo que se planteó el sindicato

fue la democratización del espacio público?

P: Logramos introducir en la política pública el

concepto del uso democrático del espacio público.

Alrededor de ese concepto planteamos una serie

de alternativas de solución, de las cuales algunas se

aplican como queremos y otras no. Son problemas

de negociación.

Ahora el desafío no es sólo buscar ese tipo de cosas,

sino mirar el tema en conjunto de lo que es el trabajo

informal en el marco de lo que he hablado, que es

una realidad creciente, que no va ser coyuntural,

que es un problema de largo plazo y complejo.

Descifrar ese camino de organización para que se

puedan encontrar caminos de inclusión económica

es una labor que necesita de un equipo, un equipo

de gente que piense y se ponga al servicio de una

causa que obviamente no es fácil.

Antier leí un titular en el periódico Portafolio, un

artículo de una asesora del Banco Mundial que se

titula algo así como La informalidad, el principal

problema de América Latina2. Ni siquiera dice que

es el desempleo, porque ya el desempleo no tiene

solución, vamos a tener desempleados siempre,

pero dice que miremos la informalidad, que la

miremos y tratemos de meterla de alguna forma

en los cánones formales a ver si no nos causa el

grave problema que nos causa. Aquí la sociedad se

está volviendo una sociedad bipolar, unos son de

los que viven en la ciudad, en barrios protegidos,

asegurados, y otros los de los barrios pobres. Lo

mismo es el mundo laboral, el mundo de la gente que

tiene cómo insertarse y otros los que no, que cada

vez son más, que tienden a ser observados como

siempre hemos sido observados los pobres, como

un problema que está asociado a la delincuencia, a

las enfermedades, a todos los problemas de salud

pública y de seguridad.

Desde este punto de vista hay que montar políticas

para que no se salga de control esto y que así no se

vuelva una amenaza, pero el gobierno nacional no

está pensando realmente en darle una solución. Ellos

están manejando cifras que les permitan vivir en

paz, es decir que están aceptando cosas horrorosas.

Dicen que tenemos que convivir con niveles altos de

desempleo, con tazas de homicidio que no se salgan

de tal rango, como que está bien que sean diez mil

muertos pero no diez mil quinientos. Y así, mientras

(2)Artículo en línea http://www.portafolio.com.co/noticias/coyuntura/informalidad-el-mayor-problema-laboral.

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van tratando de hacer justificable lo injustificable,

la gente va adquiriendo una conciencia de que el

ser humano es absolutamente desechable; que

si no quieres ser desechable tienes que romperte

para ser competitivo, productivo, etcétera. No hay

oportunidades para la inmensa mayoría y estoy

seguro que esto se va convertir en un infierno como

muestran las películas futuristas tipo Mad Max:

un escenario de tribus urbanas armadas hasta los

dientes disputándose el territorio, algo muy similar

a lo que está sucediendo en Medellín. ¿Y de qué se

nutren estas tribus? De muchachos y muchachas

que están dispuestos a vivir, como dicen ellos

mismos, “ocho días como un rey y no cincuenta

como una monja”.

F: ¿Qué dijeron los comerciantes formales frente a

la política de Democratización del Espacio Público?

P: “La Cámara de Comercio y los comerciantes

formales, dijeron ah sí, ¡listo!, entonces dénoslo

a nosotros que nosotros sí sabemos sacar

beneficio económico del espacio público; la

Corte Constitucional lo que está diciendo es

que el Estado está obligado a hacer acciones

afirmativas en poblaciones vulnerables, que en

este caso están en el espacio público por falta de

oportunidades. Las políticas van orientadas es a

eso. Lo otro que se ganó fue algo de respeto, pues

los abusos eran tenaces, de frente, decomisando y

maltratando. La Corte se pronunció también frente

a eso pues a la gente no la pueden maltratar ni le

pueden decomisar su mercancía por el hecho de

ser vendedores ambulantes. A usted le pueden

decomisar cosas que sean ilegales, como armas,

drogas o algo así, pero no su material de trabajo

como se hizo costumbre en el periodo de los

alcaldes Enrique Peñalosa y Antanas Mockus.”

F: ¿En la actualidad esas prácticas de decomiso no

se siguen dando?

P: “No tan seguido, eso se ha logrado controlar.

Hay una serie de problemas con la herencia que

nos dejaron en este tema esos alcaldes; ellos

dejaron una cosa que se llama Zonas Recuperadas,

espacios donde habían casetas y kioscos que fueron

quitados.”

F: Por ejemplo, La plaza de San Victorino…

P: “Sí, en la Plaza de San Victorino en teoría no

deben haber vendedores ambulantes, los policías

están autorizados a sacarlos. Ese tema lo hemos

tratado de manejar proponiendo un uso regulado

del espacio. Que sean zonas recuperadas pero no

zonas vedadas. Sin embargo los sectores que odian

a los trabajadores informales, así como muchos

ciudadanos que viven en medio del miedo por todo

lo que pasa en este país, buscan “chivos expiatorios”

en nuestra tragedia. Entonces normalmente la

opinión sobre este tema es: “no, es que hay mucho

desorden” entonces para que haya algo de orden

“al menos que saquen a esos vendedores”, o “no,

es que hay mucho vago”, la gente piensa que la

gente no trabaja porque es vaga. Todo ese tipo de

situaciones generadas por la psicología colectiva,

por la psicología social, son manipuladas muy

bien por medios de comunicación que en ciertas

circunstancias crean un enemigo en quién focalizar

toda la angustia de la gente por la situación de

incertidumbre en la que todos vivimos.”

F: ¿Esos “usos regulados” cómo operan? Yo estuve

en diciembre caminando en San Victorino por una

de estas “zonas recuperadas” y me sorprendió que

ni siquiera se pudiera caminar.

P: “Sí, así es, la realidad pesa más que cualquier cosa.”

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Escribiendo la nación:el hábito pernicioso de no llamar las cosas por su nombreEn el “régimen de la verdad” del Estado colombiano, la realidad oficial se esfuerza por centrar el debate en el nombre de las cosas y no en las cosas, negando obstinadamente su responsabilidad en el origen social del conflicto.

“Acuérdate siempre de que eran más de tres mil y

que los echaron al mar.”1

Yoshiko Nozaki en “War Memory, Nationalism

and Education in Postwar Japan, 1945-2007”2 ,

recuerda cómo, durante las primeras dos décadas

de la postguerra, el Estado Nipón ocultó de manera

deliberada a las nuevas generaciones la realidad

sobre algunos hechos vergonzosos de la guerra.

Especialmente los relacionados con las atrocidades

cometidas por el Ejército Imperial, como la masacre

de Nanjing. Así, los textos escolares de Historia

fueron manipulados, ya fuera suprimiendo los

hechos expresamente o, en el caso en que se hiciera

alguna mención a ellos, minimizando su verdadera

*Oscar Estévez

* Bucaramanga, 1978. Autor de los libros de poesía El sopor de las hojas que tiemblan, Sic Editorial, 2002 y Ojo vacío, Ediciones Universidad Industrial de Santander, 2010. Miembro del Taller de Literatura Umpalá. Ganador del Concurso Nacional de Poesía Si los leones pudieran hablar, Casa de Poesía Silva, 2008. Concluyó estudios de Ingeniería Electrónica en la Universidad Industrial de Santander. Actualmente estudia Licenciatura en Estudios del Asia del Este e Historia en la Universidad de Montreal, Canadá.(1) García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Edición Comemorativa Real Academia Española (Santa Fe de Bogotá D.C.: Alfaguara, 2007).(2) Nozaki, Yoshiko. War Memory, Nationalism and Education in Postwar Japan, 1945–2007, Routledge Contemporary Japan Series (London, 2008).

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dimensión. Tomando de nuevo el ejemplo citado,

“la masacre de Nanjing” fue referida en los textos

como “el incidente de Nanjing”. Más allá del simple

cambio de nombre, toda manipulación conceptual

por parte de los Estados indica siempre un interés

por edulcorar la realidad.

Este caso es sólo un ejemplo del postulado según

el cual la información, y finalmente la educación,

es poder. La relación entre el ciudadano y el Estado

es central en la lucha por la construcción de la

naturaleza de cualquier nación. Esto es cierto en

En la verdad oficial la representación del enemigo,

las responsabilidades y orígenes de los hechos

ligados al conflicto se narran con la intención de

que la reacción de la ciudadanía no escape del

control del Estado y le permita a éste seguir siendo

políticamente funcional.

Lo importante para un Estado en su discurso no es

que éste se adhiera a la realidad, sino que tenga el

efecto de minimizar el debate y la confrontación

social, a la vez que maximice su propio poder y

capacidad de acción.

(3) Trejos Rosero, Luis Fernando. “Negación del conflicto armado interno, como eje del discurso constructivista del Estado colombiano en la construcción de la identidad nacional contemporánea (1964-2004)”, Revista Encrucijada Americana 1, no. 2 (2008).

Los Estados son particularmente cuidadosos en seguir de cerca e influenciar, tanto como les sea posible, las representaciones de la

guerra.

todas partes y, efectivamente, el Estado japonés

no ha sido el único ni el primero en recurrir a la

manipulación de la realidad.

La guerra es en muchos casos un tópico esencial

en la construcción de la naturaleza de las naciones.

Construcción que se da a partir de los diferentes

discursos que componen las sociedades y cuya

forma textual podría referirse como la “escritura de

la nación”.

Los Estados son particularmente cuidadosos en

seguir de cerca e influenciar, tanto como les sea

posible, las representaciones de la guerra. En el

continuo y múltiple ejercicio de escribir la nación,

el grueso de páginas cuya autoría proviene del

Estado es lo que se conoce como “la realidad o

verdad oficial”.

Según el concepto de “juegos de la verdad” de

Michel Foucault, cada sociedad crea su “régimen

de la verdad” de acuerdo a sus creencias, valores y

costumbres. En los Estados con conflicto internos,

el “régimen de la verdad” busca preservar los

intereses de las clases económicas y políticas

dominantes, negando o desdibujando los orígenes

sociales del conflicto.

Éste ha sido también el caso del Estado

colombiano. En efecto, Luis Fernando Trejos

afirma que: “la lógica del Estado colombiano en

la construcción de la identidad nacional ha sido

desde una perspectiva constructivista, es decir,

ha dado mayor importancia a su discurso que a la

realidad”3.

Pocos gobiernos fueron tan exitosos en la

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imposición de su discurso sobre la realidad, como

el de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), el cual hizo

de la negación del conflicto armado una de sus

premisas centrales.

Así, en palabras del ex-Alto Comisionado para

la Paz de la administración Uribe, Luis Carlos

Restrepo, “en Colombia no existe un conflicto

armado interno sino una amenaza terrorista. No

se trata de un cambio caprichoso de los términos.

Es un asunto conceptual de vital importancia

para el destino de la nación”. Más adelante el ex-

Comisionado explica: “Colombia gana en claridad

llamando las cosas por su nombre” 4.

Y pocos gobiernos hicieron tanto por enriquecer

la semántica de nuestra realidad como el de Uribe

Vélez. Así, en aras de “la claridad”, los colombianos

aprendimos que en el país no había un conflicto

social armado sino una amenaza terrorista, que

no teníamos defensores de los derechos humanos

sino “farsantes de los derechos humanos”5

, que no había oposición y contradictores

políticos sino guerrilleros vestidos de civil, que

no existía el desplazamiento forzado sino las

migraciones internas, que en lugar de ejecuciones

extrajudiciales y homicidio de civiles por parte de

miembros de las Fuerzas Armadas debía hablarse

de falsos positivos y que ya no había paramilitares

sino bandas criminales emergentes (BACRIM). Sólo

por mencionar algunos casos de los decididos

esfuerzos gubernamentales por erradicar nuestra

arraigada costumbre de no llamar a “las cosas por

su nombre”.

Hay que reconocer que la inteligencia del “régimen

de la verdad” del gobierno de Uribe Vélez fue

especialmente eficaz en centrar el debate en el

nombre de las cosas y no en las cosas; en situar

la discusión en la superficie y no en los orígenes

del problema, en mutar a su conveniencia los

conceptos que describen el conflicto, afín de forzar

lecturas de la realidad que favorecieran su tesis de

una solución militar a los problemas del país.

A partir de la negación del conflicto, cualquier

negociación se revelaba innecesaria y las

consecuencias del conflicto, la profunda crisis

humanitaria que aqueja a cientos de miles de

víctimas, se tornaron invisibles.

Ese no querer ver e impedir que los ciudadanos

vean, esa ceguera que el Estado colombiano ha

pretendido propagar en nuestra percepción de

Así, en palabras del ex-Alto Comisionado para la Paz de la administración

Uribe, Luis Carlos Restrepo, “en Colombia no existe un conflicto armado interno

sino una amenaza terrorista. No se trata de un cambio

caprichoso de los términos. Es un asunto conceptual de vital

importancia para el destino de la nación”.

(4) Restrepo, Luis Carlos. “¿Conflicto armado o amenaza terrorista?”, Revista Semana 1179 (2005). (5) “Colombia. ¡Déjennos en paz! La población civil, víctima del conflicto armado interno de Colombia,” (Amnistia Internacional, 2008).

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la realidad, se sustenta en el hipócrita pudor de

una clase dirigente obstinada en no reconocer

las vergüenzas de su egoísmo, la profunda

desigualdad que signa la paradoja de nuestra

riqueza y de nuestra miseria.

Como los médicos invisibles de Cien años de

soledad, que nunca pudieron dictaminar y tratar

la enfermedad de Fernanda del Carpio -pues

su vergüenza la llevaba a hacer descripciones

difusas de sus síntomas- nuestra sociedad nunca

podrá delimitar y hallar una solución al problema

del conflicto, mientras el Estado insista en no

reconocerse incapaz e inoperante, mientras aún

insistamos en el “hábito pernicioso de no llamar las

cosas por su nombre”6 .

(6) Márquez, Gabriel García. Cien años de soledad, Edición Comemorativa Real Academia Española. Santa Fe de Bogotá D.C.: Alfaguara, 2007.

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