Cinco Minutos con la

PalabraCuaresma 2015

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Cinco Minutos con la Palabra

Presidente: Jeff SmithDirector: Joseph Difato, Ph.D.Director Editorial: Luis E. QuezadaEquipo de redacción: Ann Bottenhorn, Jill Boughton, Teresa Ejinaka, David Fitzsimmons, Bob French, Theresa Keller, Jeanne Kun, Fr. Joseph A. Mindling, O.F.M. Cap., Emily Nelson, Hallie Riedel, Lisa Sharafinski, Elizabeth Spohn, Fr. Joseph F. Wim-mer, O.S.A., Katie ZanchettinDirector de Promoción: Flor Alba SotoDirector de Circulación: José Antonio SotoDirección de Arte: David Crosson, Andrea AlvarezDirector de Operaciones: Jack DifatoGerente General: John RoederGerente de Producción: Nancy Clemens

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Copyright ©2014 The Word Among Us.

Todos los derechos reservados. Las meditaciones de este folleto pueden ser reproducidas previa aprobación del director, para usar-las en estudios bíblicos, grupos de discusión, clases de religión, etc.

Las citas de la Sagrada Escritura están tomadas del Leccionario Mexicano, copyright @ 2011, Conferencia Episcopal Mexicana, publicado por Obra Nacional de la Buena Prensa, México, D.F. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.

Cuaresma: Vida NuevaQueridos hermanos en Cristo:

Aunque aún sentimos los rigores del invierno, sabemos que en pocas semanas la naturaleza comenzará a despertar de su

largo sueño invernal, volverá la alegría de la pri-mavera y los jardines se llenarán de flores. ¡La

vida vuelve a renacer!Este ciclo normal de la naturaleza también se repite en la vida

espiritual que Dios dispuso para todos los que profesamos la fe en Cristo Jesús, su Hijo unigénito. En la Cuaresma iniciamos una vez más la travesía para salir del “invierno” de la vida de pecado e iniciamos la peregrinación hacia la luz de la salvación.

Pero esta travesía no tiene por qué ser algo deprimente ni pesaroso; la fe nos lleva a elevar la vista hacia el horizonte lumi-noso de la Pascua de Resurrección, a la que llegaremos al cabo de estos 40 días de reflexión personal, aquella época bendita de renacimiento espiritual, donde el alma rebrota con la alegría de la salvación y el espíritu florece con la abundancia de dones y frutos del Espíritu Santo.

Por todo esto, ¡ánimo! hermanos. Alabemos a nuestro Dios por la vida nueva que nos ofrece constantemente y dejemos que el corazón se nos llene de la luz de Cristo y de la belleza de su amor a todos sus fieles.

Una muy bendecida y fructífera Cuaresma para todos ustedes.

Luis E. QuezadaDirector Editorialeditor@la-palabra.com

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18de febrero, miércoles

MIÉRCOLES DE CENIZA

Meditación basada en Joel 2, 12-18

Conviértanse a mí de todo corazón. (Joel 2, 12)

¡Bienvenidos a la Cuaresma! Durante los próximos 40 días estaremos en el “desierto” haciendo ayuno de lo que

más nos gusta, orando con más entusiasmo y dando limosna de acuerdo a nuestros medios, mientras peregrinamos hacia la celebración de la Pascua de Resurrección del Señor.

Todos sabemos que un desierto es un lugar inhóspito, donde hay peligros y faltan los elementos esenciales para la vida, como la comida y el agua. ¿Quién iba a querer pasar un tiempo allí? Pero lo haremos por obediencia a Dios. El Evangelio de San Marcos nos dice que fue el Espíritu Santo el que “llevó” a Jesús al desierto (Marcos 1, 12) y quien le impulsó a retirarse a ese lugar para someterse a la prueba y la tentación.

¿De dónde sacó fuerzas el Señor para soportar las duras condiciones del desierto y resistir la tentación? De la Palabra de Dios, y pudo sobrevivir porque confió en su Padre y en todo lo que Dios le había prometido.

Y tal como le sucedió a Cristo, así también nos sucede a nosotros. A partir de hoy, el Espíritu Santo quiere llevarnos a un desierto imaginario, es decir, a privarnos de las comodidades del

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Oración. . . “Señor, abre mis ojos para verte aquí en el desierto. Ayúdame a vencer el pecado que me separa de ti para que yo me alegre contigo en la Pascua de Resurrección.”

hogar para que nos concentremos en un objetivo claro: doblegar el pecado y las faltas de moral que nos separan de Dios. Pero no vamos solos: El Espíritu Santo nos ayuda también en nuestra debilidad, nos guiará y nos animará cuando seamos tentados.

Por supuesto, a todos nos corresponde hacer algo, vale decir, estar dispuestos a dar “el noble combate de la fe” (1 Timoteo 6, 12). Por eso, hágase un plan de ayuno para esta Cuaresma, dedique tiempo a la oración sincera cada día y estudie y medite en la Palabra de Dios; sea generoso con los necesitados y acérquese más al Señor mediante estas prácticas y el Señor lo bendecirá.

Haga que esta Cuaresma sea un período de apertura para recibir el favor de Dios y pídale al Señor que le llene de su gracia, su amor, su sabiduría y su fortaleza, para que salga airoso de cada prueba que deba pasar. ¡Si estamos bien dispuestos, no seremos decepcionados!

OTRAS LECTURAS DE HOY:

Salmo 50, 3-6. 12-14. 17

2 Corintios 5, 20–6, 2

Mateo 6, 1-6. 16-18

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19de febrero, jueves

Meditación basada en Lucas 9, 22-25

Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.

(Lucas 9, 23)

Estas palabras tan conocidas de Jesús nos hacen pensar que el sufrimiento es una parte necesaria de la vida cristiana.

En efecto, todos soportamos distintos grados de padecimien-tos y dificultades. Pero la “muerte a sí mismo” que Jesús nos propone en este pasaje se refiere más a aceptar las adversidades que conlleva el hacer la voluntad de nuestro Padre celestial, no las dificultades causadas por nuestras propias faltas o malos hábitos.

Jesús reitera esta llamada varias veces en los evangelios y compara la vida cristiana con el grano de trigo que debe morir para renacer y dar fruto. Incluso nos promete que, gracias a su muerte, podemos unirnos a él y que el Padre celestial nos acepta y nos cuida. Pero no hay que esperar decisiones u oportunidades realmente extraordinarias para poner en prác-tica esta forma de “morir”. Cada vez que tomamos pequeñas decisiones para hacer la voluntad de Dios antes que la nuestra, morimos a nosotros mismos. Las cosas que podemos hacer para parecernos más a Cristo son orar con fidelidad, leer las Escrituras y vivir de acuerdo con el Evangelio, aun cuando los

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familiares, amigos y compañeros de trabajo nos critiquen o ridiculicen. Cuando actuamos de esta forma, empezamos a morir a nosotros mismos y recibimos la ayuda bondadosa que nuestro Padre celestial nos concede gozosamente.

Cada día tenemos que optar por la vida o la muerte, por respetar los caminos de Dios o dejarnos llevar por la corriente del mundo (v. Deuteronomio 30, 15-17). Cada día, si tenemos una buena disposición para recibir las gracias que Dios quiere concedernos, el Espíritu Santo estará con nosotros para forta-lecernos y consolarnos.

Aceptemos, pues, esta llamada de Dios y la libertad que ella trae consigo. Si día tras día decidimos ser fieles a Cristo en cada situación y morir a nuestro egoísmo y arrogancia, empe-zaremos a profundizar en la unión con Jesús. Además, nuestro Padre celestial nos fortalecerá y alentará. Aceptemos, pues, su voluntad y su protección imitando a Jesús y viviendo de un modo digno de su Reino.

OTRAS LECTURAS DE HOY:

Deuteronomio 30, 15-20

Salmo 1, 1-4. 6

Oración. . . “Padre mío, ¡te amo porque me has salvado y me das la fortaleza de tu Espíritu Santo! Ahora, reconfortado con tu amor, quiero amarte más y aceptar de corazón tu voluntad para mi vida.”

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20de febrero, viernes

Meditación basada en Mateo 9, 14-15

Vendrán días en que les quitarán al esposo. (Mateo 9, 15)

Las prácticas de penitencia y ayuno eran muy importantes para los discípulos de San Juan Bautista. Sorprendidos

éstos porque los seguidores de Jesús no ayunaban, le pre-guntaron a qué se debía. Jesús respondió que no convenía que sus discípulos ayunaran mientras él, el Novio, estuviera con ellos; pero que cuando se hubiera ido, habría tiempo de sobra para ayunar. En particular, las palabras “vendrán días” (Mateo 9, 15) denotaban que habría tribulaciones entre el tiempo de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús y el tiempo en que él volvería en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos. Durante estas tribulaciones, ciertamente convendría ayunar.

En la Didajé —un documento cristiano muy antiguo— se decía que los judíos ayunaban en privado los días lunes y jueves, mientras que los cristianos del siglo II ayunaban los miércoles y viernes, en recuerdo de la pasión de Cristo. Los cristianos primitivos entendieron que el ayuno era una manera de humillarse ante Dios y que esta práctica los fortalecía en la oración. La literatura rabínica también asocia el ayuno con la limosna: “El mérito de un ayuno es proporcional a la caridad demostrada” (b. Ber 6b).

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Pero ¿por qué hay que ayunar en el siglo XXI? Cuando Jesús nos llama a la conversión y al arrepentimiento, lo que busca esencialmente es ver no sólo una acción exterior, sino una con-versión interior del corazón. El Catecismo de la Iglesia Católica contiene ciertas observaciones útiles acerca de la manera en que el arrepentimiento y la conversión pueden manifestarse:

“La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres de la Iglesia insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración y la limosna, que expresan la conversión de uno en relación a sí mismo, a Dios y a los demás. Junto a la purificación radical que opera el bautismo o el martirio, citan, como medio para obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos que uno realiza para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos, y la práctica de la caridad “que cubre multitud de pecados” (CIC 1434).

OTRAS LECTURAS DE HOY:

Isaías 58, 1-9

Salmo 50, 3-6. 18-19

Oración. . . “Dios todopoderoso y eterno, en-séñame a ayunar y hacer penitencia, para que mi ora-ción y mi alabanza lleguen a ti sin ningún obstáculo.”