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523 Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo LXIX N.º I I.S.S.N.: 0210-2854 Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo LXIX, Número I, pp. 523-548 Apuntes sobre la asistencia médica decimonónica en la provincia de Cáceres LUISA CLEMENTE FUENTES Inspectora de Educación. Delegación de Cáceres [email protected] RESUMEN La Comunicación se centra en el entorno geográfico de la provincia de Cáceres y el marco espacial de la centuria que media entre los finales del setecientos y ochocientos. En ella se exponen una serie de datos referidos a titulaciones médicas, distribución geográfica y salarios de profesionales médi- cos. Las informaciones parecen revelar la falta de uniformidad geográfica en cuanto a la distribución de los galenos así como el predominio de los peor titulados. PALABRAS CLAVE: Sanidad Pública. Historia de la Medicina. Salarios médicos. Provincia de Cáceres. SUMMARY The text focuses on the geographical environment of the province of Caceres and the spatial frame of the century that happens between the ends of seven hundred and eight hundred. In her there are exposed a series of information referred to medical qualifications, geographical distribution and wages of medical professionals. The information seems to reveal the lack of geographical uniformity as for the distribution of the physicians as well as the predominance of worse qualified. KEYWORDS: Public health. History of medicine. Medical wages. Province of Cáceres.

Apuntes sobre la asistencia médica ... - dip-badajoz.es · The text focuses on the geographical environment of the province of ... contratado por el Ayuntamiento. La escasez de población

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    Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo LXIX N.º I I.S.S.N.: 0210-2854

    Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo LXIX, Número I, pp. 523-548

    Apuntes sobre la asistencia médicadecimonónica en la provincia de Cáceres

    LUISA CLEMENTE FUENTES

    Inspectora de Educación. Delegación de Cáceres

    [email protected]

    RESUMEN

    La Comunicación se centra en el entorno geográfico de la provincia deCáceres y el marco espacial de la centuria que media entre los finales delsetecientos y ochocientos. En ella se exponen una serie de datos referidos atitulaciones médicas, distribución geográfica y salarios de profesionales médi-cos. Las informaciones parecen revelar la falta de uniformidad geográfica encuanto a la distribución de los galenos así como el predominio de los peortitulados.

    PALABRAS CLAVE: Sanidad Pública. Historia de la Medicina. Salarios médicos.Provincia de Cáceres.

    SUMMARY

    The text focuses on the geographical environment of the province ofCaceres and the spatial frame of the century that happens between the ends ofseven hundred and eight hundred. In her there are exposed a series of informationreferred to medical qualifications, geographical distribution and wages ofmedical professionals. The information seems to reveal the lack of geographicaluniformity as for the distribution of the physicians as well as the predominanceof worse qualified.

    KEYWORDS: Public health. History of medicine. Medical wages. Province ofCáceres.

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    LUISA CLEMENTE FUENTES

    1. EL MARCO DE LA PRÁCTICA MÉDICA

    Aunque para la época que tratamos de rememorar -siglo XIX- y el espa-cio en el que nos movemos -zona del norte de Extremadura- la asistencia sani-taria abarca varios aspectos, en la práctica el servicio que se prestó estuvoreducido, en su mayor parte, a las prestaciones que, más o menos eficazmente,sirvieron unos profesionales, los médicos acompañados de los cirujanos. Poreso es este personaje, el sanitario, el que va a centrar el presente trabajo deinvestigación. Se trata del profesional que desde siempre ha conducido lasrelaciones entre el hombre y la enfermedad pretendiendo en esa labor, comometa principal, establecer los mecanismos precisos para que en el binomiosalud-enfermedad estuviera presente el desequilibrio a favor del primer ele-mento.

    En el dibujo del marco de la práctica médica decimonónica la primeracuestión a tener en cuenta es el papel que en ella desempeñó la AdministraciónPública. En España, la intervención del Estado en la asistencia sanitariaindividualizada es una conquista tardía. Durante la centuria decimonónica laAdministración Central se limita, prácticamente, a la labor de policía y controlsanitarios. Es decir, a acciones en la línea preventiva que protejan de determina-das enfermedades a la población. Durante todo ese tiempo la atención médicaindividualizada va a estar presidida por el ejercicio libre de la Medicina. O lo quees lo mismo, por la búsqueda particular de cada familia de la prestación de unfacultativo, cuando la enfermedad hacía acto de presencia.

    Este eje rector de la prestación médica decimonónica ha de conjugarsecon el importante papel desempeñado en este ámbito por la institución munici-pal. El nuevo Estado liberal reforzó la función benéfico-sanitaria de los Ayunta-mientos con lo que éstos se vieron abocados a contratar prestación médicapara la población más desfavorecida. Ello supuso que esa parcela de la pobla-ción no tuviera la opción de elegir sanitario al serle impuesto desde la institu-ción municipal y, sobre todo, porque no podía permitirse sufragar la consultade otro. En el medido rural esta limitación se ampliaba a mucha más poblaciónpor cuanto que en muchos casos el único medico existente en la localidad era elcontratado por el Ayuntamiento. La escasez de población con capacidad parasufragar la asistencia médica hacía muy poco factible una práctica liberal de lamisma. El médico se veía avocado al contrato municipal, a firmar un acuerdocon los ediles que le garantizasen, a través del Servicio de Beneficencia, unsueldo mínimo. Éste se completaría con la práctica privada sustentada en elsistema de la iguala que, a su vez, estaba en función del rango económico delpaciente. La venta del servicio en actos puntuales no aseguraba el sustento ya

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    que eran muy pocos los que podían sufragarla. El sistema de “iguala” constitu-yó el ajuste del sanitario a una dura y penosa realidad que hacía inviable elrégimen liberal del que querían hacer gala los galenos de mayor prestigio.

    Esa relación contractual con los Ayuntamientos a la que se vio abocadala clase sanitaria del mundo rural llevó consigo tal sometimiento del médico alos intereses y, en ocasiones, “caprichos” de los representantes municipales1,que en la práctica acabó reduciendo a un simple “espejismo” el carácter liberalde la profesión médica2. La falta de reglamentación adecuada y, sobre todo, elincumplimiento de la misma, incidieron sobre las relaciones contractuales entrela clase médica y los Ayuntamientos jugando casi siempre a favor de estosúltimos.

    Desde el punto de vista de la propia clase médica la prestación propor-cionada por estos profesionales a lo largo del siglo diecinueve va a estar carac-terizada por dos aspectos que determinaron en buena medida la materializaciónde la misma. Una es el tradicional carácter liberal asociado a esta profesión. Laotra es la variedad de rangos académicos y profesionales que, aunque adquiereespecial relevancia en las primeras décadas del siglo, realmente se prolonga a lolargo de la mayor parte de la centuria. La confluencia de ambos aspectos diocomo resultado una práctica médica repleta de situaciones de intrusismo.

    El carácter liberal de la profesión permitía el asentamiento libre de losprofesionales por el territorio nacional. Esa práctica no ponía ninguna traba alestablecimiento en cada localidad de la diversidad de personal sanitario quepor entonces tenía capacidad para obrar en materia de salud. Y es que, en elperíodo contemporáneo, particularmente en el transcurso del siglo diecinueve,la figura del personaje encargado de velar por la salud de las comunidadesaparece inmersa en un entramado profesional que en nada favorecía su forma-ción ni sus prácticas curativas. Los complejos mecanismos de adquisición detitulaciones que existían daban lugar a una variada gama de profesionales condiferentes niveles de formación y, por consiguiente, de capacidad de obrar.Sánchez Granjel refiere la siguiente variedad de profesionales de la Medicina

    1 Cf. ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1969): “La asistencia médica en la España ruraldurante el siglo XIX”, en Asclepio, XXV, pp.35-42.

    2 Cf. VALENZUELA CANDELARIO, J. (1994): “El espejismo del ejercicio libre. Laordenación de la asistencia médica en la España decimonónica”, en Dynamis, Vol. XIV,pp. 269-304.

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    ejerciendo en nuestro país a mediados del siglo que analizamos3: doctores enmedicina y cirugía; doctores en medicina; licenciados en medicina y cirugía;licenciados en medicina o en cirugía; médicos-cirujanos habilitados; facul-tativos de segunda clase; cirujanos de primera y segunda clase; cirujanossangradores y dentistas; y, como auxiliares, los “prácticos en el arte de curar,los ministrantes y las matronas”.

    Esta plétora de titulaciones tenía reservadas, desde el punto de vistajurídico, unas funciones curativas específicas4. Sin embargo, tal y como yahemos referido, en la práctica la separación entre los diferentes certificados detitulación no se respetaba y el intrusismo presidió la mayor parte del quehacerde estos profesionales5. Esta situación se acentuaba de una manera especial enlos medios rurales, espacios donde por entonces habitaba la mayor parte de lapoblación española. Los poderes públicos, aunque intentaban por todos losmedios luchar contra las prácticas intrusistas, paradójicamente, y a la par pro-mulgaban sucesivas disposiciones que en nada favorecían la formación decriterios uniformes en la preparación de los profesionales médicos.

    Detrás de esa variada gama de personal sanitario estaba la formaciónacadémica obtenida por cada uno. En este ámbito, será la normativa ilustrada laque siga vigente durante los primeros pasos de la centuria decimonónica pararegular los planes de estudios tanto de médicos como de cirujanos. Los vaive-nes políticos propios de esta época se tradujeron en constantes supresiones yreposiciones de Planes de Estudio siendo los de 1771, 1804 y 1807 los queprácticamente determinan el plan formativo a seguir. Durante el segundo perío-do de gobierno absolutista de Fernando VII, Calomarde, organizó un conjuntode reformas en la actividad universitaria de la Medicina. Sin embargo, en nadaafectaron al esquema de la enseñanza elaborado en la ciudad de Salamanca aprincipios de siglo, en 1804.

    3 Cf. SÁNCHEZ GRANJEL, L. (1969): Historia de la Medicina española, Barcelona, p. 129.4 Los médicos tenían potestad para curar las enfermedades internas y los Cirujanos las

    externas.5 El intrusismo se traduce en constantes situaciones de tensión y enfrentamiento entre

    médicos y cirujanos. La prensa médica de mediados de siglo recogía muchos testimoniosal respecto: La enemistad…, esa compañera inseparable entre médicos y cirujanos,existe hoy, existió siempre y existirá…. (…). En Siglo Médico, 1856, Vol. III, p. 11.

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    En 1827 la actividad docente destinada a formar a los cirujanos fue objetode profundas reformas promovidas por el Médico de Cámara, Pedro Castelló.Se amplió la formación del cirujano incorporando en sus estudios temas demedicina interna. La finalidad que con ello se perseguía no era sino la formaciónde un profesional sanitario que acumulara conocimientos de Medicina y Ciru-gía. Se llegaba así al Médico-Cirujano, título que podía ser obtenido en losColegios de Cirugía tras cursar siete años de estudio.

    Los programas para la enseñanza de la medicina implantados en la épocafernandina, tanto los de las universidades como los de los Reales Colegios deCirugía, se mantuvieron prácticamente intactos hasta los años cuarenta. En eltranscurso de este decenio surgieron, primero el Decreto de octubre de 1843orientado más que a actualizar la preparación del profesional sanitario a unificarlas titulaciones. Dos años más tarde se elabora el Plan Pidal que, tras las nume-rosas y fuertes críticas recibidas por parte de la propia clase médica, sufrió unaserie de retoques fruto de los cuales fue la firma de uno nuevo, ya en 1849, dela mano de Bravo Murillo. Con la puesta en marcha de este último Plan deEstudios tratará de solucionarse la escasez de profesionales encargados de lasalud, especialmente en los pequeños núcleos de población, que se habíavenido arrastrando en España durante toda la primera mitad del ochocientos.Para ello se establece la existencia de dos tipos de médicos, los de primera y losde segunda clase, distinción determinada únicamente por el por el período queduraban sus carreras, siete y cinco años respectivamente6.

    Pero poco habrá de durar esa diferenciación pues la Ley Moyano de 1857unificaba de nuevo la formación de los titulados médicos. Esa unificación vol-vería a romperse en el decenio siguiente. El nuevo Plan, que se materializa en1863, dio vida otra vez a una clase profesional de rango inferior y cuyo ejercicioestaría limitado al mundo rural.

    Tras la Revolución de 1868, que acaba de consagrar la libertad de ense-ñanza, se produjo una nueva asimilación de las titulaciones y, en el terreno quenos ocupa, una definitiva uniformación de clases sanitarias, con la existen-cia única de médicos autorizados en la práctica quirúrgica y que en su ejer-cicio contaría con el auxilio de practicantes y matronas7.

    6 Al año siguiente, en 1850, los estudios de la clase inferior ven incrementados su duraciónhasta siete años.

    7 Cf. SÁNCHEZ GRANJEL, L. (1986): La medicina española contemporánea. Salamanca,p. 58.

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    Este marco formativo contribuirá a que, a lo largo de todo el siglo dieci-nueve sea una constante la presencia en los pueblos de personal sanitarioescasamente capacitado desde un punto de vista técnico. A través de las pági-nas vamos a comprobar el predominio en el entorno cacereño de personalcacereño de inferior titulación y formación.

    2. NÚMERO Y TIPOLOGÍA DE SANITARIOS EN LOS MUNICIPIOSCACEREÑOS

    Aunque la escasez de profesionales en el ejercicio de la sanidad ha sidoconsiderada una constante en el período histórico que estamos estudiando,resulta absolutamente necesario para una buena reconstrucción de la realidad,aquilatar y precisar ese tipo de afirmaciones. Las grandes diferencias existentesentre los territorios españoles, tanto en el número como en la distribución delpersonal médico, requieren un análisis pormenorizado, al menos por provin-cias, de los datos disponibles.

    Uno de los factores claves que determinaban la elección del asentamien-to del sanitario lo constituía el potencial económico del lugar. Del bienestareconómico que disfrutaban determinados enclaves peninsulares se derivabauna asistencia médica de mayor calidad que la recibida por quienes no habita-ban en ellas. Esto se ha podido comprobar en provincias como Sevilla y Cádiz,centros comerciales muy activos por entonces que podían permitirse el lujo demantener a un importante número de facultativos8. Si la provincia de Sevilla porsi sola pudo disponer durante la segunda mitad del setecientos de unos 56médicos, la región gallega no podía soportar más que a 65 a finales de la mismacenturia9. Esta enorme desproporción resultaba en alguna medida compensadapor la presencia de otros facultativos de inferior rango, los cirujanos ysangradores. Estos últimos sobrepasaban el medio millar en Galicia, frente aunas dos centenas que sumaban los de la provincia de Sevilla10.

    La presencia de centros de enseñanza dedicados a la medicina en deter-minadas ciudades influía también para que los moradores de estas poblaciones

    8 Cf. SÁNCHEZ GRANJEL, L. (1986): La medicina española ...., op. cit., p. 80.9 Ibidem.10 Ibidem.

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    pudieran disponer de un número apropiado de profesionales sanitarios. Es elcaso de Salamanca, sede de un centro de estudios médicos a finales del sigloXVIII, que contaba por esta fecha con 10 médicos y un número aún mayor decirujanos y sangradores11. Por su parte, la ciudad de Cáceres, aunque tenía poresa época aproximadamente la mitad de habitantes que Salamanca, disponíapara su servicio sanitario sólo de tres médicos y seis cirujanos12.

    Era patente, por otro lado, una clara diferencia entre los ámbitos rural yurbano. El segundo había contado desde siempre, y así seguiría después, conuna infraestructura sanitaria bastante mejor que la de los pueblos. Evidenciaeste hecho la existencia de personal facultativo. Según Domínguez Ortiz, a lolargo de todo el setecientos la escasez de profesionales médicos fue muchomenor en las ciudades que en los pueblos13. Dentro de estos últimos habrádiferencias en función del tamaño poblacional y de la disponibilidad de recur-sos económicos.

    Para acercarnos al contexto cacereño en el tránsito de una centuria aotra (del XVII al XIX) nos hemos servido de una fuente documental particular-mente valiosa para el tema que nos ocupa, en especial en datos de índolecuantitativa14. Nos referimos a un documento que se genera con motivo de lacreación de la Real Audiencia de Extremadura: el Interrogatorio de 1791 que,compuesto de 57 preguntas, es ordenado realizar tras la Pragmática de CarlosIV determinando visitas a las poblaciones extremeñas. Los interrogantes reco-gen noticias referentes a la atención sanitaria (pregunta número treinta y tres15).En la revisión que de esta fuente hemos realizado con respecto al entorno

    11 Ibidem.12 Archivo Histórico provincia de Cáceres (A.H.P.C. en adelante): Sección Real Audiencia.

    Interrogatorio para la creación de la Real Audiencia de Extremadura en Cáceres.Cáceres, 1791. Respuesta de Cáceres.

    13 Cf. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. (1973): “Algunos Datos sobre médicos rurales en la Españadel S. XVIII”, en Asclepio, XXV, p. 318. Véase también, GRANJEL, M. (2002): “Médicosy Cirujanos en Extremadura a finales del siglo XVIII”, en Dynamis, Vol. 22, p. 162.

    14 Tan es así que ya ha sido objeto de estudio a este respecto para el conjunto de Extremadurapor parte de ARAGÓN MATEOS, S. (1988): “La asistencia sanitaria en la Extremaduradel siglo XVIII”, en Alcántara. Cáceres, pp. 65-76. y GRANJEL, M. (2002): “Médicosy Cirujanos en ...”, op. cit.

    15 La pregunta es: Si hay Médico, Cirujano, Boticario, u otros sirvientes del Públicoasalariados, qué salario tienen, y de qué fondo se paga, ó si los hay que no esténasalariados.

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    Distribución porcentual de los médicos en función del tamaño de lapoblación (Prov. de Cáceres, finales del siglo XVIII)

    geográfico cacereño se ha obtenido información de cerca del noventa por cien-to de los pueblos que en la actualidad conforman la provincia cacereña.

    El panorama numérico que esa fuente refleja en cuanto a médicos, ciru-janos y sus variantes denota una asistencia médica de carácter marcadamentesecundario: la prestación del facultativo con titulación de médico apenas llega-ba a la cuarta parte de la población16. Por otro lado, estos facultativos se asen-taban en su mayor parte en los núcleos urbanos o semiurbanos con lo cual elentorno rural, el predominante en nuestra provincia, quedaba al margen de estaprestación. El Gráfico número 1 refleja cómo el 60 % de los médicos asentadosen la provincia lo hacían en núcleos mayores de 400 vecinos.

    Gráfico número 1

    Fuente: A. H. P. C. Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura. 1791. Elabora-ción propia.

    16 Aragón Mateos suscribe, para el conjunto de Extremadura, que el 65% de los profesionalessanitarios eran Cirujanos ó Barberos. Cf. ARAGÓN MATEOS, S. (1988): “La asistenciasanitaria....”, op. cit., p. 69. Igual porcentaje refiere GRANJEL, M. (2002): “Médicos yCirujanos en....”, op. cit., p. 166.

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    Por otro lado hay que tener en cuenta que, en la práctica, esa disponibi-lidad no aseguraba la asistencia del galeno a toda la población. Muchas fami-lias no podían sufragar la iguala de este rango facultativo viéndose obligadasa contratar los servicios de titulares de categorías inferiores. De esta forma sedaba el caso de que muchos facultativos médicos estaban dedicados casi enexclusividad a las clases más poderosas. Su ubicación se centraba, por ello, enlas poblaciones donde existía un número suficiente de vecinos acomodadosque pudieran costear a través de las igualas el coste del salario establecidopara esa esfera profesional. La presencia de determinadas instituciones -Cabil-do, Hospitales, etc.- contribuía también a dicho sostenimiento.

    La escasez de titulados médicos se suplía por la de personal sanitario deinferior categoría. Efectivamente, son los simples Cirujanos los que acaparan lamayor parte de la oferta en la provincia. Se daba, además, el caso de que estosfacultativos constituían la única oferta que existía en cerca de las tres cuartaspartes de los municipios cacereños.

    A través de la fuente referida hemos contabilizado 32 localidadescacereñas17 que contaban con una prestación sanitaria bastante completa:Médico, Cirujano y Botica. En esa relación, casi la mitad de ellos tienen 1médico y 1 cirujano. En el resto la situación es de un sólo médico y varioscirujanos a excepción de Alcántara, Coria y Plasencia (2 médicos) y la capital deprovincia (3 médicos). Aquellos municipios de tamaño más semiurbano en lu-gar de disponer de más médicos, lo que hacían era suplir la necesidad sanitariacon varios cirujanos: Torrejoncillo tenía 4, Brozas 5 y Guadalupe 6. En el cóm-puto global de esas poblaciones analizadas el número de cirujanos duplica alde médicos, poniéndose con ello de manifiesto cómo la inmensa mayoría de lapoblación únicamente accedía a los servicios de los profesionales menos cua-lificados.

    Dentro de los Cirujanos, los mejor capacitados, los Latinos, se concen-traban en los núcleos de mayor tamaño. Los Cirujanos Romancistas abunda-ban en las pequeñas poblaciones. En algunas de éstas (Ruanes, Robledillo,Torrecilla de los Ángeles, etc.), incluso, ejercían como cirujanos personas queno lo eran en realidad.

    En los ámbitos esencialmente rurales el ejercicio de la medicina era desem-peñado también por los sangradores y barberos, personal de muy escasa pre-paración técnica y sobre el que muchas veces recaía toda la asistencia sanitaria.Hemos contabilizado diecinueve municipios en los que se daba únicamente lapresencia de estos profesionales: El Bronco (40 vecinos), Caminomorisco

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    (65 vecinos), Carbajo (60 vecinos), Carcaboso (60 vecinos), Cerezo (24 vecinos),Herreruela (130 vecinos), Garguera (40 vecinos), Morcillo (40 vecinos), Navasfrías(90 vecinos), Palomero (60 vecinos), Pedroso (60 vecinos), Pinofranqueado (120vecinos), Robledillo de Trujillo (140 vecinos), Santa Cruz de Paniagua (54 veci-nos), Santiago de Carbajo (33 vecinos), Santibáñez el Alto (79 vecinos),Valdastillas (32 vecinos), Viandar (72 vecinos) y Torrecilla de los Ángeles (58vecinos). Ello tenía una clara repercusión negativa por cuanto que su formaciónúnicamente les facultaba para el ejercicio del afeitado, la práctica de la sangría, lacolocación de ventosas o la de “sacar muelas”. En la práctica no se limitaban aellos, sino que ante la falta del médico lo sustituían por completo.

    Las deficiencias en la asistencia médica se volvían a repetir, en ocasio-nes, en aquéllas poblaciones que, ante la imposibilidad de mantener por sísolas a un facultativo, se veían en la necesidad de tener que contratar losservicios del residente en otro municipio. La no estancia del facultativo en lalocalidad y la débil red de caminos existentes, intransitables durante buenaparte del año, daba lugar a que las visitas de los Cirujanos o Médicos no serealizaran periódicamente. Testimonios como el de Aldehuela de Galisteo sonelocuentes. En este pueblo las visitas del Cirujano de Galisteo se realizabanúnicamente cuando se le llama18. En la misma línea informaba el Ayuntamientode Santa Marta de Magasca cuyos vecinos únicamente cuando caen malossolían recibir la visita del facultativo de la Cumbre o Plasenzuela19. En la mismalínea podemos situar a poblaciones como Asperilla, Badillo, Cabaña, Huélala,Madrigal, Millanes, Torremenga y Corchuelas.

    Hay pueblos que no dan información precisa a ese respecto, tal es el casode Cabrero, Estorninos, Grimaldo, Nuñomoral, Rivera de Oveja, Segura de Toro

    17 Estas localidades son: Acebo, Alcántara, Alcuescar, Arroyo de la Luz, Almoharín, Belbisde Monroy, Brozas, Cáceres, Casatejada, Coria, Garganta la Olla, Garrovillas, Gata,Guadalupe, Hoyos, Jaraíz de la Vera, Logrosán, Losar de la Vera, Malpartida de Cáceres,Miajadas, Montehermoso, Navalmoral de la Mata, Peraleda de la Mata, Plasencia,Serradilla, Valencia de Alcántara, Tornavacas, Torre de D. Miguel, Torrejoncillo, Valverdedel Fresno, Villanueva de la Vera, Zarza la Mayor.

    18 A.H.P.C., Sección Real Audiencia. Interrogatorio para la creación de la…….., op. cit.,Respuesta de Aldehuela de Galisteo.

    19 Ibídem. Respuesta de Santa Marta de Magasca.

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    y Torviscoso. En el caso de poblaciones hurdanas como Nuñomoral, que con-taba por entonces con unos 400 vecinos dispersados por las diferentes alque-rías, y Caminomorisco, la desatención sanitaria es patente. En éste último úni-camente se disponía de uno que ace [sic] la barba20.

    Las respuestas a la información sanitaria se encuentran repletas de ex-presiones que nos dibujan un panorama asistencial en manos de personas muypoco capacitadas para enfrentarse a los problemas de salud que por entoncesarreciaban. Parece cómo si los propios autores de las declaraciones fuesenconscientes de lo mal que andaban tratados en materia sanitaria y quisierandejar constancia de esta apreciación: el anotador de Herreruela se queja de queen ella, en contra de lo que marcan las leyes, hay únicamente un sangradorignorante por lo que éste perjuicio notable necesita de pronto reparo. Otrosachacan a la penuria económica de los vecinos el tener que contentarse con unsangrador que hace de cirujano, al no poderse sustentar éste último por lapobreza de sus vecinos21.

    La atención a los partos estaba en manos de las catalogadas comocomadres ó expertas. En los informes que a este respecto dan algunos Ciruja-nos estos se quejan de las negligencias que había detrás de esas prácticas(“…cuando mucho dolor que por negligencia de las que al principio lasasisten (las citadas antes), se hacen muchas veces los partos trabajosos, y nopocas con detrimento de la vida del feto y no buenos resultados de la madre22.Y, añaden cómo únicamente en los partos difíciles se recurría a ellos:

    “…no hay comadre aprobada -argumentaba el cirujano de Alcuescar-; yen los casos urgentes, asisten en caridad dos o tres mujeres que se hallan enel pueblo, las más prácticas y ejercitadas en las operaciones de los partos”23.

    Las limitaciones de la presente comunicación nos llevan a dar un saltocronológico situándonos en la segunda mitad de la centuria, a fin de contrapo-ner datos y vislumbrar posibles cambios en la estructura de la asistencia médi-

    20 Ibídem. Respuesta de Caminomorisco.21 Ibídem. Respuesta de Valdastillas.22 Ibídem. Respuesta de Arroyomolinos de Montánchez.23 Ibídem. Respuesta de Alcuescar.

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    ca que analizamos. Para esta etapa la disponibilidad de fuentes documentalesse acrecienta y permite enriquecer la obtención de datos. De un lado, contamoscon cifras parcialmente globales sobre el conjunto de la provincia que nosproporcionan para 1852, el Subsidio Industrial y de Comercio24. Y, de otro, condatos de todos sus municipios ya para décadas posteriores provenientes delos recuentos censales que se llevan a cabo.

    La primera de estas fuentes documentales refiere información de la mi-tad de los municipios cacereños. La tabulación realizada de la misma evidenciacon claridad el rotundo predominio de los cirujanos frente a los titulados médi-cos: de los 167 Sanitarios contabilizados, el 68 % pertenecen a los primeros y élresto a los galenos de superior preparación.

    No obstante, hay que señalar que, tomando como referente a la mitad delterritorio provincial y a pesar de la diferencia entre ambos porcentajes, se com-prueba cómo ya algunas de las poblaciones rurales de mediano tamaño hanincrementado la presencia médica en ellas. Cuentan, además de con el Cirujano,con dos médicos, los municipios de Acebo, Alía, Gata, Miajadas, Monteher-moso, Peraleda de la Mata y Zorita.

    La acción comparativa en lo que a las diferentes comarcas de la provin-cia se refiere es posible merced a la información censal. Los censos de 1860 y de1887 nos permiten comprobar cómo evoluciona el cómputo de sanitarios en lasegunda mitad de la centuria y detectar las posibles diferencias zonales.

    24 A.H.P.C. Sección de Hacienda. Subsisdio industrial y de comercio. Registro general decontribuyentes. 1852.

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    Gráfico número 2

    Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Censos de población de 1860 y 1887. Elabo-ración propia.

    Los comportamientos comarcales de la asistencia sanitaria que dibuja elprimer censo reflejan, por lo general, mayor disparidad que los del segundo. Enel primero de ellos (1860) ni siquiera se nota la presencia de la capital en elcómputo global. Es más, las que realmente destacan en ese recuento son laszonas de Plasencia y Navalmoral de la Mata fruto de que contaban con mayornúmero de habitantes. El segundo registro muestra un crecimiento en todas lascomarcas, si bien destaca la fuerte elevación del partido de Cáceres. Parece queaquí ya es evidente el peso de la capital de la provincia. Los partidos que en1860 se encontraban muy bajos (Garrovillas, Montánchez, Valencia de Alcántara)muestran un importante avance en la prestación sanitaria al llegar la penúltimadécada decimonónica. La visión global de este segundo recuento nos muestrauna curva bastante uniforme ya que únicamente se rompe con claridad en lazona cacereña y, en menor medida, en los casos ya elevados anteriormente(Plasencia y Navalmoral) al que se une ahora el Partido de Trujillo.

    Número de Médicos y Cirujanos porPartidos Judiciales (1860 y 1887)

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    La distribución anterior se aprecia mejor si establecemos la relación entreel número de esos profesionales y el tamaño poblacional de las referidas demar-caciones territoriales. El Cuadro número 1 nos da cuenta de ello.

    CUADRO NÚMERO 1

    Densidad de profesionales sanitarios en los diferentesPartidos Judiciales. (1860 y 1887)

    Partido Judicial 1860: Relación: 1887: RelaciónHabitantes/ Habitantes/profesional profesional

    Alcántara 1.102 765

    Cáceres 1.285 646

    Coria 845 654

    Garrovillas 1638 738

    Granadilla 1289 1052

    Hoyos 1.001 946

    Jarandilla 1.239 898

    Logrosán 1.209 980

    Montánchez 1.836 1051

    Navalmoral de la Mata 820 851

    Plasencia 1.057 857

    Trujillo 1.326 1.077

    Valencia de Alcántara 1.487 778

    Fuente: Instituto Nacional de Estadística. Censos de población de 1860 y 1887. Elabo-ración propia.

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    Todos los partidos Judiciales evolucionan favorablemente entre ambasfechas, a excepción del moralo. La mejora en la relación del número de profesio-nales por habitante es un signo que evidencia un cierto progreso en la presta-ción sanitaria. Se trata de un avance similar al que se obtiene en el resto delterritorio nacional. La provincia de Cáceres está ubicada en cuanto a la propor-ción de sanitarios por habitante en la media nacional tanto en el censo de 1860como en el de 1887: 1.134 y 855 habitantes respectivamente, frente a la medianacional de 1.126 y 852 habitantes respectivamente25.

    Como quiera que estos recuentos provinciales no distingue entre Médi-cos y Médicos-Cirujanos y, sobre todo, no recogen las importantes diferenciasque existían dentro del abanico de los Cirujanos, hemos recurrido a una fuenteespecíficamente sanitaria, la proporcionada por los Subdelegados de Sanidad.En nuestro caso concreto hemos indagado en la del correspondiente a la Sub-delegación de Medicina y Cirugía del partido de Navalmoral de la Mata.

    25 Cf. LÓPEZ PIÑERO, J. M., GARCÍA BALLESTER, L. y TERRADA FERRANDIS,M. L. (1969): “El número y la distribución de los médicos en la España del siglo XIX”,en Medicina española. Vol. 62, Valencia, pp. 238-248.

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    Gráfico número 3

    Fuente: A .M. Navalmoral de la Mata. Estado de los profesores de Medicina y Cirugía queaparecen establecidos en los pueblos de este partido en fin de semestre termina-

    do en 30 de junio del presente año de 1856. Elaboración propia.

    A mediados de la centuria decimonónica, de las veinticinco poblacionesque abarcaba citada Subdelegación, únicamente cinco contaban con un Licen-ciado en Medicina: Almaraz, Casatejada, Navalmoral, Serrejón y Peraleda de laMata (tenía 2). La atención de esta comarca estaba en manos de Cirujanos y noprecisamente de los mejor preparados ya que hay un claro predominio de los de3ª clase.

    Como vemos, esta fuente sanitaria nos permite obtener una informacióncualitativa que no aparecía en los censos y, además, con ella se mejoran losdatos cuantitativos. En ella se recogen todos los sanitarios dedicados a curaren referida zona, cuestión que no llegaban a reflejar con exactitud los censos yaque su finalidad administrativa era muy distinta. El ejemplo de la zona moralanos permite comprobar que, por un lado había más sanitarios por habitante que

    Distribución de los profesionales sanitarios en la Subdelegaciónde Medicina y Cirugía de Navalmoral de la Mata. 1856

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    los obtenidos a través de los datos censales y expuestos en el Cuadro núme-ro 126. Y, por otro, que el predominio de los sanitarios se ubicaba claramenteentre el colectivo de Cirujanos y, dentro de ellos, los de menor categoría.

    3. MECANISMOS PARA SUFRAGAR LA ATENCIÓN MÉDICA EN ELEN CLAVE CACEREÑO. LA PENURIA DE LOS SUELDOS DE LOSMÉDICOS

    En estrecha relación con la escasez de la oferta de médicos en el mediorural cacereño se encontraban las contraprestaciones económicas que recibíanpor tales ofertas de trabajo. El profesor Sánchez Granjel refiere cómo en muchasocasiones las condiciones de trabajo del estamento de los médicos durante laépoca decimonónica llegaban a ser incluso dramáticas y vejatoria27. Uno delos factores que contribuía a esa situación era el escaso salario que percibíanunido a su excesiva dependencia de las arbitrariedades del poder municipal.Entre los primeros que investigan para nuestro país aspectos referidos al suel-do de los médicos y cirujanos, refieren para la etapa decimonónica situacionesdeplorables: en medio de una sociedad pobre -señalaban los hermanos PesetReig- el médico, se cree, malvive28. La penuria provenía tanto de la escasez delsalario como de las dificultades que tenía para cobrarlo. En 1819 el famosomédico Mateo Seoane, artífice destacado de la legislación en materia de asis-tencia sanitaria, refería cómo el médico ejercía su profesión dotado de un hono-rario nunca correspondiente a lo ímprobo de sus tareas, y poquísimas vecesbien cobrado, y en fin mendingando siempre como una gracia ese mismosueldo29.

    Con anterioridad a la promulgación de la Ley de Ayuntamientos de 1823el pago de los servicios sanitarios se materializaba a través de las “igualas” osuscripciones de los vecinos con el facultativo. A ello se añadía la aportación

    26 En el Partido de Navalmoral de la Mata, de acuerdo con los datos del Subdelegado deMedicina, habría a mediados del siglo XIX un sanitario para cada 751 personas.

    27 Cf. SÁNCHEZ GRANJEL, L. (1986): La medicina española …… op. cit., p. 60.28 Cf. PESET REIG, J. L. y PESET REIG, M. (1968): “Salarios de médicos, cirujanos y

    médicos-cirujanos rurales en España durante la primera mitad del siglo XIX”, en Asclepio,XX, p. 235.

    29 Cf. SÁNCHEZ GRANJEL, L. (1986): La medicina española …… op. cit.., p. 61.

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    voluntaria de los Ayuntamientos. A partir de esa norma ya se estableció laobligación municipal de disponer de facultativos en los pueblos para la asis-tencia médica de los pobres.

    A pesar de ello, la situación no logró mejoras considerables. Conseguirun acuerdo armonioso entre la imposición de un médico para los menesterososy la libertad del pudiente de contratar al facultativo que más confianza le inspi-rase, constituyó una completa utopía en el medido rural. Con unas aportacio-nes municipales tendentes siempre a la baja, los mejor titulados no acudían alos pueblos ya que en estos no encontrarían el número suficiente de acomoda-dos que completara su sueldo. Y, viceversa, los vecinos pudientes y pobres seveían imposibilitados de sostener por ellos mismos a uno de mayor solvenciaprofesional. La dependencia de la elección municipal marcaba al sanitario y alos moradores de los pueblos que se vieron abocados a disponer únicamentede sanitarios titulados de segunda o tercera categoría.

    Los sueldos de los profesionales de la medicina van a variar considera-blemente de unas regiones a otras e, inclusive, dentro de una misma zona30. Deun lado, la cuantía ofrecida por el Ayuntamiento cambiaba bastante de unapoblación a otra, sin que fuera siempre el factor del tamaño poblacional el quedeterminase las posibles variaciones. Por lo general, la disposición dentro delpatrimonio municipal de Bienes de Propios podía otorgar cierta solvencia alPresupuesto Municipal para esta prestación sin apenas necesitar de la estipu-lación de cargas vecinales. De otro, estaba la circunstancia de la titulación delgaleno. En este sentido se detecta cómo cuando el Ayuntamiento contrata amás de uno -de diferentes rangos- ofrece peor sueldo a cada uno de ellos quecuando se limita a uno de “buena” categoría. La creación de la figura del Médi-co-Cirujano inclinó la balanza hacia éste tipo de profesionales que ofrecían enla misma persona las prestaciones médicas y quirúrgicas. Por ello se les contra-taban con los mejores sueldos.

    Las informaciones que hemos recabado con respecto a la etapa de fina-les del setecientos nos hacen ver que las penurias salariales antes referidaseran una realidad en el contexto que analizamos. En Navaconcejo los tres milreales asignados al Cirujano mediante el reparto vecinal constituían un proble-

    30 Cf. LÓPEZ PIÑERO, J. M., GARCÍA BALLESTER, L. y TERRADA FERRANDIS, M.L. (1969): “El número y la distribución de los médicos ....”, op. cit.

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    ma para su cobro hasta tal punto que resultas de esa mala cobranza, apenashay facultativo que subsista tres años31. En Jaraíz de la Vera el médico se despi-de también como consecuencia de la mala cobranza32. Lo mismo pasa enAlcuescar33. Eran frecuentes las quejas de los facultativos de muchos pueblosextremeños ante el impago de sus salarios, factor que influía, a su vez, en quealgunas de las plazas afectadas se quedaran sin recibir la asistencia sanitaria34.

    El Interrogatorio de 1791 refiere un fuerte predominio del pago del salariosanitario en especies35. Dentro de ésta la forma más utilizada era la cerealísticacon predominio del trigo y, en menor medida, el trigo y el centeno conjuntamen-te. En ocasiones se utilizaban el aceite, el vino o el mosto. En algunas poblacio-nes del partido de Cáceres se recurría, en plan complemento, a algún animal,especialmente el cerdo.

    Los vecinos solían hacer el pago al galeno en torno a la festividad de SanMiguel, coincidiendo con el momento de la recogida de cosechas. Esta forma depago llevaba aparejada fluctuaciones de los precios cerealísticos ocasionados,a su vez, por la fluctuación de las cosechas. El cobro debió resultar difícil en losaños de déficit cosechero en los que el sanitario debía compartir con los vecinoslas penurias económicas incluyendo las propias situaciones de hambre.

    La parte municipal solía ser en metálico acompañada en algunas ocasio-nes del hospedaje para el sanitario.

    En investigaciones sobre este tema previas a ésta, hemos podido averi-guar cómo los sueldos de los sanitarios cacereños de esa época se situaban,por lo general, un poco más bajos que la media nacional36. Con respecto a los

    31 A.H.P.C., Sección Real Audiencia. Interrogatorio para la creación de la…….. Respuestade Navaconcejo.

    32 Ibídem. Respuesta de Jaraíz de la Vera.33 Ibídem. Respuesta de Alcuescar.34 Cf. ARAGÓN MATEOS, S. (1988): “La asistencia sanitaria....”, op. cit., p. 76.35 Del número de 110 poblaciones en las que se especifica de manera clara la forma

    utilizada para el pago del médico, únicamente el cincuenta y cinco por ciento de lasmismas lo hacía utilizando únicamente el sistema monetario. El resto lo hacía por elsistema en especies o mixto. Cf. CLEMENTE FUENTES, L. (1992): Enfermedad ymuerte en la provincia de Cáceres, 1780-1950. Condicionantes higiénicos y sanitarios.Tesis Doctoral. Inédita. Cáceres, p. 932.

    36 Ibídem.

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    médicos, eran muy pocas las poblaciones cacereñas en las que su salario anualsuperaba los 7.000 reales. El predominio en el cómputo nacional se situabaentre seis y ocho mil reales37 mientras que en el contexto cacereño los másabundantes eran los que se ubicaban en el intervalo de 3.000 a 5.000 reales38.

    En el caso de los Cirujanos, éstos salen mejor parados. Ello es debido aque suelen ofrecer prestaciones para las que no estaban facultados. Lo que sepagaba no era tanto la titulación como el servicio que prestaban. No obstante,en la comparativa con los datos nacionales sus salarios también son más bajos,circunstancia que atribuimos al enorme predominio de los de inferior-catego-ría39: la mayor parte de esos sueldos oscilaban entre los 2.000 y 4.000 reales.

    El sistema salarial no ofrece grandes cambios a lo largo de la centuria. Amediados de siglo los Ayuntamientos ya no se quedan al margen de la partici-pación en el sustento salarial del sanitario local. En el Cuadro número 2 pode-mos comprobar cómo las cuantías que aportan ofrecen una enorme diversidadevidenciando cómo la voluntad de los ediles condicionaba de una manera exa-gerada el sueldo de los galenos. No era el número de familias sujetas a laatención de la beneficencia municipal (dependiente del número de habitantes)el que realmente determinaba la inversión municipal en la prestación médica yaque nos encontramos con pueblos de pequeño tamaño que aportan cuantíasmayores que otros de mayor entidad poblacional.

    37 Cf. PESET REIG, J. L. y PESET REIG, M. (1968): “Salarios de médicos, cirujanos….”,op. cit.

    38 Cf. CLEMENTE FUENTES, L. (1992): Enfermedad y muerte en la provincia …….,op. cit., p. 935.

    39 Hemos encontrado algunos sueldos de “Sangrador” -es decir, de un auxiliar- de cuantíassuperiores a las de muchos Cirujanos.

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    CUADRO NÚMERO 2

    Sueldo sufragado por los Ayuntamientos referidos a los facultativos. Mediados del siglo XIX

    Localidad Número de Cuant ía Categoríahabitantes del sueldo profesional

    (reales de vellón)

    Saucedilla 320 1.100 Cirujano

    Cañaveral 1684 1.100 Cirujano

    Madrigalejo 1224 900 Cirujano

    Membrío 2080 550 Cirujano

    Casatejada 1184 4.000 Cirujano6.000 Médico

    Talayuela 216 3.300 Cirujano

    Aldea del Cano 880 500 Cirujano

    Pedroso 512 2.000 Cirujano

    Torreorgaz 728 500 Cirujano

    Baños 1040 2.000 Cirujano

    Galisteo 800 1.100 Cirujano

    Garciaz 520 550 Cirujano

    Brozas 5600 1.300 Médico

    Membrío 2080 1.100 Médico

    Almaraz 436 2.400 Médico-Cirujano

    Arroyomolinos de 2000 1.500 Médico-CirujanoMontánchez

    Pozuelo de Zarzón 1136 2.000 Médico-Cirujano

    Casas de Millán 1360 2.500 Médico-Cirujano

    Fuente: Boletines Oficiales de la Provincia de Cáceres.

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    Con la escasa cuantía a la que, por lo general, ascienden las aportacionesde los Ayuntamientos cacereños, era preciso que las igualas con los vecinosfueran muy altas para así poder equiparar los sueldos de los médicos cacereñoscon los nacionales. Estas cuotas vecinales representaban el complemento albajo sueldo que suponía el aporte municipal. Las igualas no constituían unacuota fija sino que a la variación local se unía el tamaño de la familia y la propiadisposición económica de ésta. No obstante, por la fecha en la que nos move-mos el canon anual para el sufragio de la asistencia facultativa se movía, en losmunicipios cacereños, en torno a los 20 reales/vellón por familia40. Lo cierto esque el pago privado suponía un componente fundamental en el sueldo total delgaleno: en Saucedilla duplicaba a la aportación municipal generando un sueldode 3.700 rs; igual ocurría en Almaraz y en Pozuelo de Zarzón, elevándose enéstos los sueldos a 6.240 rs y 6.000 rs respectivamente. Con ambos aportes lossueldos finales de Cirujanos y Médicos-Cirujanos se muestran no especial-mente alejados de los referentes nacionales: 3.702 reales para los simples Ciru-janos; 6.677 reales para los Médicos y 6.972 para los Médicos-Cirujanos41.

    Conforme avanzamos en la centuria el predominio de los Médicos-Ciruja-no se impone. Un repaso a las ofertas de los Ayuntamientos evidencia cómoéstos tratan de contratar a la figura profesional que asuma las prestacionestanto de la Cirugía como de la Medicina. Esta circunstancia se refleja en laelevación de los salarios. Sin embargo la implicación municipal se mantienetodavía en proporciones muy bajas en muchos de los municipios de la muestraque conforman el Cuadro número 3.

    40 Cf. CLEMENTE FUENTES, L. (1992): Enfermedad y muerte en la provincia …….,op. cit., p. 1049.

    41 Cf. PESET REIG, J. L. y PESET REIG, M. (1968): “Salarios de médicos, cirujanos ….”,op. cit., p. 244.

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    CUADRO NÚMERO 3

    Sueldos (en pesetas) de Médicos-Cirujanos (años 1889-1890)

    Localidad Salario total % que representaanual la aportación municipal

    Talayuela 2.000 48,75

    Tornavacas 2.495 39,88

    Saucedilla 1.749 57,12

    Aldea del obispo 2.120 23,59

    Conquista de la Sierra 2.000 37,5

    Arroyomolinos de la Vera 2.800 10,72

    Granadilla 2.150 58,14

    Escorial 1.399 71,41

    Calaveruela 2.250 11,12

    Granja de Granadilla 1.999 50

    Almaraz 2.725 35,78

    Majadas 2.000 25

    Losar de la Vera 3.495 28,5

    Oliva de Plasencia 2.190 45,21

    Valdehuncar 2.000 20

    Fuente: Boletines Oficiales de la Provincia de Cáceres. Elaboración propia.

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    Son pocos los casos en los que dicha aportación supusiera la mitad delsalario del galeno. Hay que tener presente que esa contribución únicamenteservía para cubrir la asistencia de las familias consideradas pobres que con-formaban las Listas de Beneficencia Municipal. El resto de los vecinos, la in-mensa mayoría, carecían de cualquier tipo de ayuda para hacer frente a lasnecesidades derivadas de la falta de salud.

    Aunque pueda parecer que el cobro por el médico de la parte municipalconstituía la recaudación fácil de su estipendio, las informaciones recogidas enlas fuentes documentales revelan bastantes dificultades. La prensa médicapone de relieve, en más de una ocasión, el calvario que supone el cobro de lacontrata42, sin olvidar el mantenimiento del pago en especies. Todo ello explicaque la reivindicación de un salario digno aportado por los Ayuntamientos ygarantizado por el Estado, se encontrara en la lista de peticiones de los movi-mientos y asociaciones de sanitarios de finales de la centuria. El problemaquedará aún sin resolver durante los primeros decenios del siglo veinte.

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