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158 Revista Casa de las Américas No. 283 abril-junio/2016 pp. 158-171 AL PIE DE LA LETRA Actos de barbarie De El Nuevo Día tomamos el texto de Eduardo Lalo publicado el 16 de marzo, sobre el VII Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en San Juan, Puerto Rico. S oy uno de los invitados al VII Congreso Internacional de la Len- gua Española, cuya «solemne sesión inaugural» se celebró en San Juan en la mañana de ayer con la asistencia de diversas autoridades, entre las que destacaban los reyes de España y el gobernador de Puerto Rico. // El pri- mero de una larga serie de discursos estuvo a cargo de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervan- tes, quien hizo un épico, minucioso y autocomplaciente listado de los pasados congresos. Cuando se ocupó del que ayer fue inaugurado, el direc- tor del Instituto Cervantes recalcó el hecho de que era la primera vez que no se celebraba en Hispanoamérica y destacó que fuera en un territorio que se ha empeñado en preservar el legado histórico que incluye, según él, la lengua española y los lazos de sangre. // Debo confesar que quedé sobrecogido por su imprudente bar- barie. Un funcionario que ejerce un cargo importante y oficial, que ha tenido tres años para comprender la situación puertorriqueña, nos saca sin más, en un par de frases, de nuestro ámbito natural y cultural. // Poco después, en el discurso del rey Felipe VI, se nos anuncia que está contento de visitar junto a la reina, los Estados Unidos, y de descubrir un lugar donde el español «mestizo» alterna con el inglés. Luego añadiría que este «no es el lugar para tratar la historia de Puerto Rico». Pues sí, majestad y señor de la Concha, este congreso es el lugar y la ocasión perfectos para tratar esa historia. ¿Dónde sería más pertinente y apropiado? // Puerto Rico no es parte de los Estados Unidos, sino un territorio invadido por esa nación en la Guerra Hispanoamericana de 1898. Entonces España cedió esta tierra en el Tratado de París como botín de guerra, sin defender ni considerar en lo más mínimo la suerte de sus habitantes. // Si Puerto Rico, luego de casi ciento dieciocho años de agresiones y presio- nes estadunidenses, ha preservado la lengua española y su cultura caribeña y latinoamericana, y las ha desarrolla- do tanto o más que otros países de la América, ha sido por la voluntad, la resistencia y la energía creativa que poseemos. Ignorar olímpicamente el grave problema político de Puerto Rico, del que son responsables tanto España como los Estados Unidos, es cuanto menos un acto de inconciencia o ignorancia y, además, una violencia dirigida a nosotros que somos sus anfitriones. A un país y a un pueblo no se les invisibiliza ni se les saca de la familia de pueblos americanos, para echar hacia adelante una estra- tegia errada, condenada al fracaso, dedicada a respaldar el español en los verdaderos Estados Unidos. // Una vez más comprobamos la mojigatería de España y de otros pueblos americanos, que ante la tragedia colonial de Puerto Rico, actúan como si esta no existiera y nada tuviera que ver con ellos. // No vale el protocolo, el autobombo, la celebración miope e inconsecuente. Esperábamos más lucidez, solidaridad y responsabilidad de los que han opta- do por proferir hoy ante sus anfitriones tantas palabras vacías y bárbaras. // Ni la cultura ni la lengua son adornos para nosotros. Constituyen lo que nos ata a la vida y nos permite día a día luchar encarnizadamente contra las condiciones históricas que hemos padecido y aún padecemos. Proponer que «que este no es el lugar para tratar la historia» de nuestro país equivale a no respetarlo. // Creo que no exagero

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Actos de barbarie

De El Nuevo Día tomamos el texto de Eduardo Lalo publicado el 16 de marzo, sobre el VII Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en San Juan, Puerto Rico.

Soy uno de los invitados al VII Congreso Internacional de la Len-

gua Española, cuya «solemne sesión inaugural» se celebró en San Juan en la mañana de ayer con la asistencia de diversas autoridades, entre las que destacaban los reyes de España y el gobernador de Puerto Rico. // El pri-mero de una larga serie de discursos estuvo a cargo de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervan-tes, quien hizo un épico, minucioso y autocomplaciente listado de los pasados congresos. Cuando se ocupó del que ayer fue inaugurado, el direc-tor del Instituto Cervantes recalcó el hecho de que era la primera vez que no se celebraba en Hispanoamérica y destacó que fuera en un territorio que se ha empeñado en preservar el legado histórico que incluye, según él, la lengua española y los lazos de sangre. // Debo confesar que quedé sobrecogido por su imprudente bar-barie. Un funcionario que ejerce un

cargo importante y oficial, que ha tenido tres años para comprender la situación puertorriqueña, nos saca sin más, en un par de frases, de nuestro ámbito natural y cultural. // Poco después, en el discurso del rey Felipe VI, se nos anuncia que está contento de visitar junto a la reina, los Estados Unidos, y de descubrir un lugar donde el español «mestizo» alterna con el inglés. Luego añadiría que este «no es el lugar para tratar la historia de Puerto Rico». Pues sí, majestad y señor de la Concha, este congreso es el lugar y la ocasión perfectos para tratar esa historia. ¿Dónde sería más pertinente y apropiado? // Puerto Rico no es parte de los Estados Unidos, sino un territorio invadido por esa nación en la Guerra Hispanoamericana de 1898. Entonces España cedió esta tierra en el Tratado de París como botín de guerra, sin defender ni considerar en lo más mínimo la suerte de sus habitantes. // Si Puerto Rico, luego de casi ciento dieciocho años de agresiones y presio-nes estadunidenses, ha preservado la lengua española y su cultura caribeña y latinoamericana, y las ha desarrolla-do tanto o más que otros países de la América, ha sido por la voluntad, la resistencia y la energía creativa que poseemos. Ignorar olímpicamente el

grave problema político de Puerto Rico, del que son responsables tanto España como los Estados Unidos, es cuanto menos un acto de inconciencia o ignorancia y, además, una violencia dirigida a nosotros que somos sus anfitriones. A un país y a un pueblo no se les invisibiliza ni se les saca de la familia de pueblos americanos, para echar hacia adelante una estra-tegia errada, condenada al fracaso, dedicada a respaldar el español en los verdaderos Estados Unidos. // Una vez más comprobamos la mojigatería de España y de otros pueblos americanos, que ante la tragedia colonial de Puerto Rico, actúan como si esta no existiera y nada tuviera que ver con ellos. // No vale el protocolo, el autobombo, la celebración miope e inconsecuente. Esperábamos más lucidez, solidaridad y responsabilidad de los que han opta-do por proferir hoy ante sus anfitriones tantas palabras vacías y bárbaras. // Ni la cultura ni la lengua son adornos para nosotros. Constituyen lo que nos ata a la vida y nos permite día a día luchar encarnizadamente contra las condiciones históricas que hemos padecido y aún padecemos. Proponer que «que este no es el lugar para tratar la historia» de nuestro país equivale a no respetarlo. // Creo que no exagero

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cuando afirmo que no hay un país más hispanohablante que el nuestro, porque ninguno de nuestros hermanos ha sufrido las constantes agresiones culturales a las que nosotros hemos sabido sobrevivir. Si el señor de la Concha y el rey Felipe pretenden tener alguna pertinencia y credibili-dad como líderes de una comunidad lingüística, tendrán que enfrentarse a las vicisitudes de la historia de Amé-rica. Y a esa historia pertenece, con derechos plenos, como un igual entre iguales, Puerto Rico. Ese enfrenta-miento con la barbarie de la historia es lo que nosotros, los puertorriqueños, hemos hecho sin respiro por demasia-do tiempo, solos, sufriendo también la incomprensión y la ignorancia de miembros de nuestra familia.

Nación, cultura nacional y ciudadaníaCon este título leímos en La Jiribilla del 22 de marzo el artículo de Am-brosio Fornet que a continuación ofrecemos a nuestros lectores.

Hoy en día es difícil que un debate que tenga como centro la idea de

Nación pueda ocupar espacios recu-rrentes en las redes, porque las redes mismas aspiran a ser consideradas paradigmas de una cultura transnacio-nal y la idea de Nación ha pasado a formar parte de los arcaísmos en el vocabulario de la ideología posmoder-na. Para suscitar algún interés, el tema tendría que enmascararse con un títu-lo como «nación, tradición y nuevas tecnologías», por ejemplo, y ser enfo-

cado como un conflicto de lenguajes en el que lo tradicional mostrara siempre su carácter inmovilista. Pero la realidad ha demostrado que en países como los nuestros, donde la Nación es o tiende a verse con fre-cuencia como un proyecto inconcluso, esa categoría se mantendrá vigente y seguirá siendo tercamente asediada por los estudiosos de la historia y la cultura. // Lo que se ha hecho insoste-nible es la cómoda idea de la Nación como un proceso concluido y no como un proyecto inconcluso. Y aquí em-piezan los problemas semánticos, porque si la Nación no es un hecho sino un proyecto, una tarea colectiva en la que se supone que participan personas con intereses, experiencias y aspiraciones comunes, uno no tiene más remedio que preguntarse qué es lo que pueden tener en común, además de un territorio geográfico de por sí muy diverso, personas tan diferentes como las que forman los ciudadanos de un país. Me sitúo en los años cin-cuenta. Yo, un joven blanco de clase media, oriental, bayamés por más señas, recién graduado de bachiller, ¿concibo mi cubanía –y por tanto mi proyecto de nación– en los mismos términos que el joven negro, hijo de obreros, nacido y criado en Regla, a dos pasos de La Habana, que no llegó a terminar la primaria? ¿Qué es lo que realmente tenemos, o mejor dicho, podemos tener en común ese cubano y yo, además del certificado de naci-miento? Yo diría que aparte del idioma y fragmentos de la memoria colectiva hay cosas, como el sentido de la jus-ticia, por ejemplo, que es igual para todos, aunque la justicia misma se aplique a unos y otros de manera tan

desigual. Yo diría que hay una serie de principios y valores –baste pensar en la tríada libertad, igualdad y frater-nidad, por ejemplo– que siguen siendo aspiraciones irrenunciables de las sociedades modernas. Diría lo mismo de la sinceridad y la honradez, por ejemplo, en lo que atañe a las virtudes personales. Si dos cubanos tan dife-rentes como los mencionados llegan a compartir esos principios y valores es porque tienen una cultura cívica común que aprendieron de la familia, de la escuela, de los viejos y hasta de los libros. Pero además, sépanlo o no, ambos son dueños de lo que Bourdieu llamaría un capital simbólico, repre-sentado en este caso por esa tradición cultural y ese gigantesco esfuerzo colectivo que acabó dándole forma y dimensión de realidad a la nación cubana. Por el solo hecho de nacer aquí, ambos recibieron el legado de una memoria histórica que les permi-tía proclamar y a veces hasta jactarse de ser quienes eran, como si el térmi-no «cubano» no fuera un simple gentilicio sino un título nobiliario. // Fue la lucha anticolonial, la lucha por la independencia, la que contribuyó a forjar en Cuba un concepto de nación que pudiéramos llamar martiano, un concepto que aún no existía, me pare-ce, en ningún otro lugar de América, una nación donde tanto ricos como pobres, tanto blancos como negros, tenían los mismos derechos porque se habían ganado juntos la ciudadanía en los campos de batalla o contribuyen-do, fuera de ellos, al triunfo de las armas y las ideas insurrectas. // Estoy generalizando –piénsese en los nume-rosos cubanos, primero reformistas, después autonomistas que de buena

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Nación que solemos definir como martiano y socialista– dicho peligro está dentro, no fuera, y pudiera repre-sentarse de nuevo como una entidad bicéfala. A esta renovada entidad ca-bría darle un doble apelativo, el de plat[t]ismo, es decir, plattismo con doble te –y con la acepción que todos conocemos– y platismo con una sola te, un neologismo con el que aludiría-mos a la moneda, la plata, el afán o la necesidad de conseguirla. Esto último puede darse con intensidad variable en todos los niveles de la escala social, desde el alto funcionario de un minis-terio que espera beneficiarse en secre-to con una jugosa comisión, hasta el solícito camarero que espera recibir una buena propina. Las dos variantes tienen en nuestra situación actual una connotación política que valdría la pena estudiar con calma, porque el peso específico de cada una de ellas no es igual. En una sociedad como la nuestra, donde tantas cosas esenciales están resueltas pero donde el salario de la mayoría de los trabajadores no alcanza para llegar a fin de mes, al-guien puede confundirse y tachar de simple platismo lo que el cubanito diligente y avispado llama resolver, es decir, la capacidad de ingeniárselas para enfrentar la crisis, en este caso aprovechando el contacto con visitan-tes, con turistas o con los afortunados compatriotas que pueden disponer de moneda dura. // Si hay en la cultura estadunidense algún virus, sépase que estamos inoculados contra él, porque ya hace rato que su efecto corrosivo está diluido y asimilado en nuestra propia sangre. // En cuanto al restable-cimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, no me parece

justo –ni conveniente– atribuirle a Obama propósitos ocultos orientados a dañar nuestros intereses. Al decidir-se a restablecer relaciones con la Cuba socialista, Obama no pudo ser más claro: tratarían de lograr por las bue-nas lo que no habían podido lograr por las malas. ¿Acaso no fue eso lo que dijo, con otras palabras? Si lo fue, hay que preguntarse qué significa eso y por dónde viene la cosa... Puesto que estamos hablando de cultura, todo hace pensar que algunas de las cosas buenas que piensan utilizar contra nosotros operan en el marco de la lu-cha ideológica, son imágenes e ideas, signos y mensajes potenciados por las nuevas tecnologías de la comunica-ción, que tendrían efectos corrosivos o disolventes sobre nuestras posicio-nes políticas. En tal caso, que nadie se asuste. Este país siempre ha tenido vínculos con los Estados Unidos –re-laciones de amor-odio, como sabe-mos, y que vienen de muy atrás, creo que desde los tiempos de las Trece Colonias, cuando los ingleses decidie-ron cambiar La Habana por la Florida– y siempre se las arregló para seguir siendo este país. Con periódicas crisis de identidad, es cierto, pero elaboran-do siempre su propio ajiaco y anclado siempre en sus raíces. La cultura es-tadunidense –sobre todo en sus expre-siones populares– forma parte de la nuestra desde que se cantó aquí el primer strike en un partido de pelota y desde que se vio en pantalla el pri-mer western hasta que alguien oyó sonar por primera vez, en una victrola, un conjunto de jazz. Remito al lector a Ser cubano, el clásico en la materia de Louis A. Pérez, Jr. Si hay en la cultura estadunidense algún virus,

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sépase que estamos inoculados contra él, porque ya hace rato que su efecto corrosivo está diluido y asimilado en nuestra propia sangre. De manera que el peligro –y nadie niega que exista un peligro– no está donde se cree, sino en otra parte, una parte relacionada con lo que ahora llamamos la ideolo-gía del consumo, el predominio –y con esto volvemos al platismo– de los valores del mercado. Es un asunto que atañe a la familia, la escuela, los me-dios de difusión..., sin olvidar la in-fluencia que sobre ellos debieran ejercer los intelectuales y artistas, porque esos valores tienden a divul-garse e imponerse como modas y solo hay dos maneras de desactivar el efecto de una moda: apelando al sen-tido común o la inteligencia del públi-co, es decir, sometiendo las modas a un análisis capaz de revelar sus aspec-tos frívolos y miméticos, o bien –y ya esto es un poco más difícil– entrando en el juego con una propuesta concre-ta, tal vez asociada a nuestra propia tradición cultural, una propuesta que por su belleza u originalidad pudiera llegar a convertirse a su vez en moda y competir como tal con las demás. // En cualquier caso, lo que ya no es posible es hacerse el distraído y man-tenerse fuera del juego. Nos hallamos ante un nuevo desafío –que nosotros mismos, muy sensatamente, contribui-mos a lanzar– y ahora no podemos negarnos a enfrentarlo. ¿Estamos en condiciones de hacerlo con éxito? ¿Seremos capaces de afirmar nuestra identidad cultural con la misma firme-za con que afirmamos nuestra sobera-nía durante todos estos años? Si se abren las apuestas, habrá quien diga que sí y habrá quien diga que no. Yo

apuesto por el sí. Pero lo hago con-fiando en que los demás factores en juego no vayan a fallarnos y que por tanto todos contribuyan a desarrollar nuestra autoestima, nuestra convic-ción de que vale la pena seguir siendo quienes somos. ¿Que nuestra precaria economía se va a ver alterada por fuertes dosis de capitalismo, las que aporten los inversionistas privados, tanto extranjeros como nacionales? ¿Que cada vez se harán más visibles las diferencias sociales entre los que tienen más y los que tienen menos? ¿Que todo eso agudizará la discrimi-nación y los prejuicios? ¿Que en consecuencia el nivel de cohesión social de la mayoría, alcanzado hasta aquí, entrará en crisis? // Espero que nuestros dirigentes asuman con hon-radez e integridad el desafío que im-plican estas preguntas, pero yo no soy dirigente y las preguntas que me hago son más sencillas: en nuestro país, ¿la enseñanza seguirá siendo gratuita, desde la primaria hasta la universi-dad?; ¿la asistencia sanitaria lo segui-rá siendo también para todo el mundo, desde los niños hasta los ancianos? ¿El Estado seguirá apoyando el desa-rrollo y la difusión de la cultura? Si la respuesta en los tres casos es positiva, yo haría una pausa y dejaría algunas otras preguntas para una segunda ronda, que no tendría tanto que ver con la inversión social de nuestros recursos materiales y humanos como con problemas de organización y convivencia ciudadanas. // ¿Hemos creado el clima cultural e ideológico necesario para desarrollar el debate y la crítica en todos los niveles de la sociedad? Alguna vez, a raíz de la Revolución del 30, nuestros pedago-

gos se preguntaron qué valores debían enfatizar los maestros en la escuela: ¿los del patriotismo o los del civismo? A estas alturas de nuestro propio pro-ceso revolucionario parece estar claro que ambas virtudes deben estimularse, pero también que el culto a los héroes y los mártires de nuestra historia ad-quirió tal protagonismo en los últimos tiempos, tanto en la docencia como en los medios de difusión, que hizo desa-parecer o pasar a un segundo plano la preocupación por el civismo. El tér-mino mismo parece haber desapareci-do del vocabulario moderno, pero si-gue designando un cierto tipo de responsabilidad colectiva, el respeto del ciudadano hacia aquellos valores y normas de conducta que hacen po-sible la convivencia social, un asunto que solía estudiarse en las escuelas bajo el rótulo de «moral y cívica». Moral y cívica...: ¿eso se enseña o se aprende por ósmosis? No hay un solo acto de la vida familiar o social que no haya sido aprendido o respirado en la atmósfera; la urbanidad y el civismo no son más que nuestra capacidad para imitar ciertos modelos y para conver-tir lo asimilado en hábitos y normas de conducta. Así que la segunda ronda de inquietudes tendría que ver con el comportamiento ciudadano y con nuestra capacidad para pasar de las palabras a los actos, de las intenciones a la acción social. // Pensemos en una plaga ideológica como el racismo, por ejemplo. Sabemos que cualquier acto de discriminación racial, además de ser vergonzoso, introduce una grieta en el cuerpo de la Nación y por tanto nos hace más vulnerables. Además de lo dicho y lo hecho, ¿qué tiene que decir y qué se propone hacer nuestra

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71sociedad ante el fenómeno, si lo ana-liza desde la doble perspectiva del patriotismo y el civismo? Pregunté-monos si el socialismo «eficiente y sostenible» al que aspiramos no debe ser también cada vez más democrático y participativo... Una vez desapareci-da la dirigencia histórica del país, ¿tendrán los nuevos gobernantes la autoridad moral necesaria para susci-tar de antemano el consenso de la mayoría, como ha ocurrido hasta ahora? Y una última pregunta, que engloba a las demás: ¿hemos creado el clima cultural e ideológico necesa-rio para desarrollar el debate y la crí-tica en todos los niveles de la socie-dad? Si la respuesta es negativa, sería bueno empezar ya, porque ellos y sus numerosos aliados criollos no van a esperar por nosotros con los brazos cruzados.

El crimen político en HondurasIgnacio Ramonet nos deja el texto que reproducimos parcialmente a conti-nuación, aparecido en Cubadebate con motivo del asesinato de Berta Cáceres, incansable luchadora por los derechos del pueblo hondureño y centroamericano.

Se llamaba Berta. Berta Cáceres. El 4 de marzo pasado iba a cumplir

cuarenta y tres años. La víspera, la mataron. En Honduras. Por ambien-talista. Por insumisa. Por defender la naturaleza. Por oponerse a las multi-nacionales extractivistas. Por reclamar los derechos ancestrales de los lencas,

su pueblo indígena. // A la edad de veinte años, siendo estudiante univer-sitaria, Berta había fundado el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) que hoy reúne a unas doscientas comuni-dades nativas y se ha convertido en el movimiento ecologista más ofensivo. // El régimen hondureño, nacido de un golpe de Estado, ha cedido el 30 % del territorio nacional a transnacionales mineras e hidroeléctricas. Hay dece-nas de megapresas en construcción y más de trescientas empresas extrac-tivistas que saquean el territorio me-diante la corrupción gubernamental. Pero el Copinh ha conseguido detener la construcción de embalses, paralizar proyectos de deforestación, congelar explotaciones mineras, evitar la des-trucción de lugares sagrados y obtener la restitución de tierras expoliadas a las comunidades indígenas. // Por eso, en la madrugada del pasado 3 de marzo, mientras dormía, dos sicarios de unos escuadrones de la muerte se introdujeron en su vivienda de la ciu-dad La Esperanza y asesinaron a Berta Cáceres. // Se trata de un crimen polí-tico. Desde que, en junio de 2009, el presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado –contra el que Berta protestó con inaudito coraje, encabe-zando las manifestaciones contra los golpistas–, este país se ha convertido en uno de los más violentos del planeta y en un paraíso para las grandes trans-nacionales depredadoras y para las organizaciones criminales. // En ese contexto, el régimen de Juan Orlando Hernández y la oligarquía hondureña siguen asesinando impunemente a quienes se oponen a sus atropellos.

En estos últimos siete años, decenas de dirigentes campesinos, líderes sindicales, militantes de movimientos sociales, defensores de los derechos humanos, periodistas rebeldes, educa-dores y ambientalistas han sido exter-minados. Con total impunidad. Nada se investiga, nada se aclara. Nadie es sancionado. Y los medios dominantes internacionales (tan dispuestos a poner el grito en el cielo al menor desliz que pudiera cometerse en Venezuela) apenas mencionan ese horror y esa barbarie. // El mismo día en que ma-taron a Berta Cáceres, la Ong Global Witness, de Londres, denunció que Honduras es «el país más peligroso del mundo para los activistas del medio ambiente». De los ciento dieciséis asesinatos de ecologistas que hubo en el planeta en 2015, casi las tres cuartas partes se produjeron en Latinoamérica y la mayoría de ellos en Honduras, uno de los países más empobrecidos del continente. // En 2015, Berta Cáceres recibió el más prestigioso galardón internacional ecologista, el Premio Goldman, el «Nobel verde», por su resistencia contra la construcción de un megaembalse hidroeléctrico que amenaza con expulsar de sus tierras a miles de indígenas [...]. // La presa de Agua Zarca se sigue construyendo. Y los que se oponen a ello siguen siendo asesinados sin miramientos como lo acaba también de ser –diez días después del asesinato de Berta– el líder ambientalista hondureño Nelson García. // Los mismos que mataron a Gandhi, a Martin Luther King, a monseñor Romero y a Chico Mendes le cortaron la vida a Berta, maravillosa flor de los campos de Honduras. Pero no silenciarán su lucha. Como dice

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Pablo Neruda: «Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera».

Macri y ObamaCon el título «Ecos del viaje de Obama: Argentina vuelve a hablar de TLC con los Estados Unidos», Juan Manuel Karg publicó en RT en español, el 27 marzo, el artículo que reproducimos:

El título más importante de la re-ciente visita de Barack Obama se

resume en pocas palabras: los Estados Unidos buscan un nuevo Tratado de Libre Comercio con Argentina. Ape-nas una década después del traspié de George W. Bush en Mar del Plata, a manos del tridente Kirchner-Chávez-Lula, la política exterior norteame-ricana apunta a que la Argentina de Macri sea el ariete para modificar la correlación de fuerzas en el Merco-sur. // Ocurre que el bloque nacido en 1991 en pleno auge neoliberal y con presidentes de esa orientación es, paradójicamente, la traba más im-portante para que Buenos Aires firme un Tlc con Wáshington. Ningún país puede firmar un acuerdo de ese tipo en soledad: debe tener el visto bueno del conjunto de los miembros. El retrasado acuerdo Mercosur-EE.UU. cuyas negociaciones se iniciaron en 1999, demuestra esas complejidades de forma explícita. Por ello la canci-ller Malcorra habla de «flexibilizar» el Mercosur, o para decirlo con más claridad, que el bloque deje de ser lo que actualmente es, abriéndose paso

tanto a los Estados Unidos como a la Alianza del Pacífico (y por ende al Tpp, donde participan ambos). // Tiene sintonía con lo planteado por Macri en la conferencia de prensa junto a Obama, cuando habló de una «apertura de agendas» respecto a un acuerdo bilateral, tras lo cual destacó que se «deberá fortalecer el Mercosur y después pensar en un acuerdo más amplio». Pero Obama fue más allá, afirmando que los Estados Unidos y Argentina «van a identificar todas las áreas donde hay barreras que han impedido el progreso de nuestra rela-ción comercial», para luego apuntar que el objetivo de fondo era «elaborar un acuerdo de libre comercio». // Los Estados Unidos parecen confiados en que un hipotético cambio de go-bierno «constitucional» en Brasil y Venezuela permita que la correlación de fuerzas al interior del Mercosur termine siendo favorable a sus inte-reses librecambistas. Si ese plan no funciona, buscará que al menos el bloque modifique la necesidad de un acuerdo de todos los miembros para vincularse comercialmente con otros países o bloques. Hay una normativa que le dificultará la tarea: la resolución del Grupo Mercado Común No. 35/92, donde se reafirma «el compromiso de los Estados partes del Mercosur de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extra zona en los cuales se otorguen prefe-rencias arancelarias». En ese sentido, la incorporación de Bolivia como miembro pleno del Mercosur podría complicar aún más los intereses de los aperturistas que, igualmente, no darán el brazo a torcer a mediano plazo. //

En definitiva, mientras buena parte de los medios argentinos concentrados quedaba cautivada por el baile de tango de Obama, o anunciaba con notas de color lo que el presidente norteamericano comería en el país, en la Casa Rosada avanzaba un plan para que el país intente firmar –ya sea con el Mercosur o alejándose de este si las presiones así lo ameritan– un nuevo Tlc con la aún primera poten-cia mundial. Como se ve, un cambio rotundo a la política exterior que enterró el Alca en noviembre de 2005 en la ciudad de Mar del Plata. // Para finalizar hay que destacar un elemen-to adicional: la motivación de fondo de los Estados Unidos en el actual contexto internacional es avanzar en la firma de tres tratados comerciales globales (Tpp con la América Latina y Asia Pacífico; Ttip con Europa; y Tisa, un megacuerdo de servicios). Además de las «ventajas comparativas» de la economía norteamericana con las economías periféricas, el trasfondo de los tres tratados es inequívoco: no dejar que China, segunda economía mundial y locomotora del Brics junto con Rusia y la India, dictamine las reglas del comercio global. En ese sentido, de la mano de los Estados Unidos, Argentina estaría ingresando en una silenciosa disputa con el blo-que de países emergentes, aliado del país hasta fines de 2015. // Lo verti-ginoso del cambio llama la atención: en apenas meses Buenos Aires pasó de pedir el ingreso al bloque Brics a intentar avanzar en un nuevo Tlc con los Estados Unidos que permita, asimismo, que el país avance hacia el eje Alianza del Pacífico/Tpp. Como se ve, un cambio rotundo en el plano

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71de las relaciones exteriores. ¿Hasta dónde llegará? El tiempo y también la correlación de fuerzas a nivel regional lo dirán.

Derrotas y victoriasAsí titula el reconocido pensador y vicepresidente de Bolivia, Álvaro Gar-cía Linera este artículo que tomamos de Rebelión, el 9 de marzo de 2016, y reproducimos parcialmente para nuestros lectores.

Cuando uno arroja una piedra a un vaso de cristal y este se quiebra, a

veces surge la pregunta ¿por qué se rompe el vaso? ¿Es por culpa de la piedra que lo impactó? ¿O porque el vaso es rompible y luego entonces la piedra lo fragmenta? Es una pregunta que solía plantearla el sociólogo Pierre Bourdieu para explicar que solo la segunda posibilidad era la correcta, porque te permitía ver, en la configu-ración interna del objeto, las condicio-nes de su devenir. // En el caso del referéndum del 21 de febrero, no cabe duda que hubo una campaña política orquestada por asesores extranjeros. Las visitas clandestinas de la ONG NDI, dependiente del Departamento de Estado, sus cursos de preparación de activistas cibernéticos, los conti-nuos viajes de los jefes de oposición a Nueva York –no precisamente a disfrutar del invierno–, hablan de una planificación externa que tuvo su in-fluencia. Pero así como la piedra arrojada hacia el vaso, esta acción externa solo pudo tener efecto debido a las condiciones internas del proceso

político boliviano, que es preciso analizar. // Clases 1. La nueva estruc-tura de las clases sociales // Que en diez años el 20 % de la población boliviana haya pasado de la extrema pobreza a la clase media es un hecho de justicia y un récord de ascenso social, pero también de desclasamien-to y renclasamiento social, que modi-fica toda la arquitectura de las clases sociales en Bolivia. Si a ello sumamos que en la misma década de oro la di-ferencia entre los más ricos y los más pobres se redujo de ciento veintiocho a treinta y nueve veces; que la «blan-quitud» social ha dejado de ser un «plus», un capital de ascenso social y que hoy más bien la «indianitud» se está consagrando como el nuevo ca-pital étnico que habilita el acceso a la administración pública y al reconoci-miento, nos referimos a que la com-posición boliviana de clases sociales se ha reconfigurado y, con ello, las sensibilidades colectivas, o lo que Antonio Gramsci llama el sentido común, el modo de organizar y recep-cionar el mundo, es distinto al que prevalecía a inicios del siglo xxi. // Las clases sociales populares de hoy no son las mismas que aquellas que lle-varon adelante la insurrección de 2003 […]. // En conjunto, la estructura de las clases sociales se ha modificado. La democratización en el acceso al capital económico, clave del modelo de desarrollo boliviano, ha permitido un rápido ascenso social de sectores pobres y una reducción de las distan-cias económicas con los sectores más ricos de la sociedad; la acelerada de-valuación de la «blanquitud» como capital étnico de consagración social, sumada a la conversión de la filiación

sindical en un tipo de capital social y capital político revalorizado por el Estado para acceder a derechos, pues-tos y reconocimientos públicos, han modificado la composición material de cada clase social y la relación entre las clases sociales [...]. // Liderazgo 2. Hegemonía no es lo mismo que con-tinuidad de liderazgo // La fortaleza de un proceso revolucionario radica en instaurar una matriz explicativa del mundo en medio de la cual las perso-nas, las clases dominantes y las clases dominadas, organizan su vida cotidia-na y su futuro [...]. // El proceso de cambio creó una matriz explicativa y organizadora del mundo: Estado plu-rinacional, igualdad de naciones y pueblos indígenas, economía plural con liderazgo estatal, autonomías. Hoy, izquierdas y derechas se mueven en torno a esos parámetros interpreta-tivos que regulan el campo de lo po-sible y lo deseado socialmente acep-tado. Hoy, la gente de a pie construye sus proyectos personales y expectati-vas en torno a estos componentes potenciados hacia el futuro a través de la Agenda Patriótica 2025, y no tiene al frente ningún otro proyecto de Es-tado y de economía que le haga som-bra. En ese sentido, hablamos de un campo político unipolar. El que el presidente Evo tenga una popularidad y apoyo a la gestión de gobierno que bordea el 80 %, según las encuestas hechas en plena campaña por el refe-réndum, constata este hecho hegemó-nico. // Sin embargo, cuando a los entrevistados se les consulta si están de acuerdo con una nueva postulación, solo la mitad de los que apoyan la gestión responde positivamente. El apego al proyecto de Estado, econo-

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mía y sociedad no es similar al apoyo a la repostulación o, si se quiere, he-gemonía no es directamente sinónimo de continuidad de liderazgo. // Es posible que haya pesado la descon-fianza normal hacia una gestión muy larga; también es posible que algunas personas pensaran que en el referén-dum volvían a reelegir a Evo, creyén-dolo innecesario después de ya haber-lo elegido en 2014. En todo caso, sobre ese espacio de votantes que daban su apoyo a la gestión de Evo, pero no a su repostulación, se centró toda la artillería de la campaña, tanto de la oposición como del partido go-bernante [...]. // Redes 3. Las redes: nuevos escenarios de lucha // Recien-temente estuve en San Pedro de Cu-rahuara, un municipio alejado, cerca-no a la frontera con Chile. Los mallkus y mama t´allas nos recibieron con cariño y bien organizados; habían decidido en su asamblea los temas a tratar y los oradores. Pero también vinieron a recibirme los jóvenes del colegio. Todos los estudiantes de la promoción tenían un smartphone si-milar al mío, y si bien no habían par-ticipado de la asamblea comunal, se habían enterado por teléfono o Whats-App que estábamos llegando al muni-cipio. Aquello que vi en Curahuara se repite en toda Bolivia. El internet y las redes han abierto un nuevo soporte material de comunicación, tan impor-tante como lo fueron otros soportes materiales de comunicación en el pasado: la imprenta en el siglo xviii, la radio a principios del xx, la televi-sión a mediados del xx. Se trata de medios de comunicación cada vez más universales, que han llegado para quedarse y que no solo modifican la

construcción cultural y educativa de las sociedades, sino la forma de hacer política y de luchar por el sentido común. // La masificación y novedad de este nuevo soporte material de comunicación ha generado una so-brexcitación comunicacional que ha sido bien aprovechada por las fuerzas políticas de derecha, que dispusieron recursos y especialistas cibernéticos al servicio de una guerra sucia como nunca antes había sucedido en nuestra democracia y que ha vertido toda la lacra social en el espacio de la opinión pública […]. // A futuro, está claro que los movimientos sociales y el partido de gobierno deben incorporar en sus repertorios de movilización a las redes sociales como un escenario privilegia-do de la disputa por la conducción del sentido común. Hay que democratizar más aún el acceso popular a este so-porte material de comunicación, lo que permitirá quitar el monopolio actual de la conducción del debate de las redes a la clase media tradicional que, a lo largo de esta década revolu-cionaria, siempre ha tenido una actitud conservadora y, ahora, aparece como la constructora de la opinión pública en las redes sociales. // Oposición 4. Oposición unida. A lo largo de los últimos quince años, las batallas elec-torales han contado con un bloque conservador de derecha fragmentado. Desde las elecciones de 2002 hasta las de 2014, la derecha política ha presen-tado varias candidaturas que han dis-persado el voto de esas derechas. En oposición a ello, la izquierda política ha contado con una única candidatura y, encima, respaldada por un único bloque de izquierda social (sindicatos, comunidades, juntas de vecinos). // En

2016 este panorama se ha modificado. Aun con sus divergencias, toda la derecha pudo articularse en torno a una sola posición, la del No; e incluso tuvo la capacidad de arrastrar a los fragmentos del «izquierdismo deslac-tosado», que antes había acompañado a Gonzalo Sánchez de Lozada en su gestión de gobierno [...]. // Al final, la derrota del Sí ha removido la estruc-tura general de las organizaciones sociales indígenas, campesinas, veci-nales, juveniles, obreras y populares que sostienen el proceso de cambio. Y lo ha hecho para bien y en un mo-mento oportuno. Momento oportuno porque quedan cuatro años por delan-te para corregir errores, ya que es una derrota táctica en medio de una ofen-siva y victoria estratégica del proceso de cambio. Y, para bien, porque las repetidas victorias de los últimos diez años han generado una peligrosa con-fianza y pesadez para un escenario de lucha de clases siempre cambiante, que requiere lo máximo de las fuerzas, lo máximo de la inteligencia y lo máximo de la audacia del movimien-to popular. Y es que las revoluciones avanzan porque aprenden de sus de-rrotas o, en palabras de Carlos Marx, las revoluciones sociales «se critican constantemente a sí mismas, se inte-rrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado para comenzar de nuevo desde el principio, se burlan concien-zuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que solo derriban a su adversario para que este saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constante-

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71mente aterradas ante la vaga enormi-dad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡Aquí está Rodas, salta aquí!».

El golpe en BrasilEl 12 de mayo, cuando nos hallába-mos cerrando el número, se consumó el golpe de Estado parlamentario a la presidenta Dilma Rousseff en Brasil, cuando el Senado aprobó con cin-cuenta y cinco votos el impeachment que le impuso arbitrariamente el 15 de abril la Cámara de Diputados. El diario cubano Granma publicó al día siguiente la versión que sigue de las declaraciones de la presidenta:

Dilma Rousseff, apartada tempo-ralmente del cargo de presidenta

por ciento ochenta días luego de que el Senado aprobara con cincuenta y cinco votos el impeachment en su contra, denunció este jueves que fue víctima de un golpe de Estado y llamó al pueblo a mantenerse movilizado, unido y en paz para batallar por la democracia. // «Ya viví muchas de-rrotas y grandes victorias, pero nunca imaginé que sería necesario luchar de nuevo en mi país contra un golpe», expresó la mandataria en una decla-ración hecha poco antes de abandonar el Palacio de Planalto. // Rousseff advirtió que la lucha por la democracia es permanente, no tiene fecha de ter-minación, y dijo que salir victoriosos de la misma «dependerá de nosotros». // Refiriéndose al proceso de juicio

político admitido ayer en el Senado Federal, reiteró que era fraudulento y un verdadero golpe. // «No cometí crimen de responsabilidad alguno, solo hice lo que la ley me autorizaba a hacer; fueron actos legales, correctos, necesarios», manifestó Rousseff antes de desmontar, una vez más, la false-dad de las acusaciones que le fueron imputadas. // Reiteró asimismo que fue un proceso completamente injusto y, por consiguiente, doloroso. «No hay injusticia más devastadora que condenar a un inocente; eso ocasiona un daño irreparable», acotó. // «Es un gobierno nacido de un golpe, de una especie de elección indirecta y sin la legitimidad requerida para imple-mentar las soluciones que requieren los enormes desafíos que tiene por delante Brasil», señaló. // «El destino» –dijo– «me reservó muchos y grandes desafíos y conseguí vencerlos, pero hoy sufro una vez más el dolor de la injusticia, al ser víctima de una farsa jurídica y política». // Después de concluir la declaración, y acompañada del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, la jefa de Estado se dirigió a las afueras del Palacio de Planalto, donde miles de personas la aclamaron y lanzaron pétalos de flores a su paso. // En un improvisado discurso allí, reconoció que este era un día muy triste para ella, pero a seguidas afirmó que todo el cariño y apoyo que estaba recibiendo hacían disminuir su tristeza para transformarla en un momento de alegría. // «Puedo haber cometido errores, pero no delitos», aseguró. // El acto en la rampa del Palacio de Planal-to terminó casi al mismo tiempo que el presidente interino, Michel Temer, anunció los nombres de sus veintidós

ministros. No hay ninguna mujer en la primera línea de su gobierno. // Según la Constitución brasileña, el juicio po-lítico se inicia en esta fase luego de su discusión en ambas Cámaras del Con-greso. Ahora, la Comisión Especial del Senado escuchará a la acusación, a la defensa y recogerá pruebas, sin un plazo definido para concluir. Luego, se realizará un nuevo juicio de denuncia. El parecer es votado por la Comisión y después precisa de aprobación de la mayoría simple del plenario del Senado. // La sesión final del juicio a Rousseff tendrá lugar en el Senado bajo la dirección del presidente de la Corte Suprema. Dos tercios de los votos del Senado (cincuenta y cua-tro) son necesarios para destituir a la mandataria, sin importar el número de presentes. // Si no se alcanzan, la jefa de Estado volvería inmediatamente a sus funciones. De prosperar el juicio, Rousseff sería remplazada hasta el fin de 2018 por Temer, contra quien la Corte Suprema también pidió un proceso de impeachment. // En caso de condena, la Presidenta perdería su mandato sin la posibilidad de elegirse por ocho años, precisa el diario Folha de São Paulo.

Premios

El 12 de abril el filósofo boliviano Juan José Bautista Segales recibió

el premio Libertador al Pensamiento Crítico correspondiente al año 2016, por su ensayo ¿Qué significa pensar desde América Latina? Por PL co-nocimos que durante un encuentro con la prensa el escritor venezolano

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Rubén Wisotzky, miembro del jura-do, leyó el veredicto, en el cual se reconoce la obra de Bautista (La Paz, 1958) como «un aporte a las visiones del mundo desde nuestro continente. Un punto de vista indispensable para pensar al otro y pensarnos a nosotros mismos». Es un libro que contribuye a reafirmar el vigor del pensamiento crítico y latinoamericano, y su con-tenido cumple con las exigencias de un proceso histórico, que requiere la movilización y las mejores capacida-des intelectuales, morales y políticas, para superar los obstáculos que se nos presentan, agregó el miembro del jurado. // Transformar nuestra actual forma de vida en otra distinta en la que sea posible la vida de toda la humanidad y la supervivencia de la naturaleza, requiere la elaboración de otro tipo de conocimiento, racionali-dad y sabiduría, explica la sinopsis del libro, elegido entre cincuenta y cinco obras de dieciséis países. El acto de premiación tuvo lugar en el teatro Teresa Carreño de Caracas, con la pre-sencia del vicepresidente Aristóbulo Istúriz y el ministro de cultura, Freddy Ñáñez, y asistieron personalidades de las ciencias sociales, la literatura y las artes que participan en el XII Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales «En Defensa de la Humanidad». Bautista estudió sociología en la Universidad Mayor de San Andrés, de Bolivia, y cursó postgrados en El Colegio de México. Obtuvo su doctorado en filo-sofía en la Unam, bajo la tutela de En-rique Dussel y Franz Hinkelammert. Entre sus últimos libros se destacan Hacia una crítica ética de la racio-nalidad moderna (2013), Hacia la

descolonización de la Ciencia Social Latinoamericana (2012), Hacia una dialéctica del desarrollo de la vida (2012) y Crítica de la razón boliviana (tercera edición, 2010).

El narrador mexicano Fernando del Paso recibió en Alcalá de Henares, el 25 de abril, de manos del rey de España, el Premio Cervantes, para los españoles el más importante galardón literario de nuestra lengua. En su presentación del escritor, el ministro español de Cultura en funciones, Íñigo Méndez Vigo, dijo que para Del Paso la memoria y la literatura son «instru-mentos esenciales para testimoniar las luchas humanas». Minutos después, el galardonado demostraba que la frase ministerial no era pura retórica. Sentado en la silla de ruedas en la que se mueve desde que salió de la isquemia, el nuevo Cervantes recordó los comentarios que levantaron sus palabras al recibir otro premio: «En marzo del año pasado, cuando tuve el honor de recibir en la ciudad mexica-na de Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, hice un discurso que causó cierto re-vuelo. Sé muy bien que esas palabras despertaron una gran expectativa en lo que se refiere a las palabras que hoy pronuncio en España. Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, lo abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi país en un país extran-jero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a

los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, una ley opresora que habilita a la policía a apresar e in-cluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas. Subrayo: es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüen-za». Resumida someramente su vida desde que nació en la colonia Roma de la Ciudad de México, el autor de Amo y señor de mis palabras repasó sus obras completas, que incluyen –afir-mó– menos libros que enfermedades. Recordó las circunstancias en que, con una cadencia de diez años, escribió novelas como José Trigo (1966), Pa-linuro de México (1977) o Noticias del Imperio (1987), «en la que me propuse darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles. Desde muy peque el melo-drama de estos dos personajes, el saber que habíamos tenido en México un emperador austriaco de largas barbas rubias al que fusilamos en la ciudad de Querétaro y una emperatriz belga que vivió, loca, hasta 1927, cuando Lindbergh cruzó el Atlántico en avión, me había fascinado. Por supuesto, en cuanto ganó Aquiles la novela quedó terminada. He escrito también libros de poesía, libros para niños y dos obras de teatro. Una de ellas que he soñado que algún día se represente o se lleve a escena en este país: La

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71muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca». Enumeró los males que le llevaron al quirófano quince veces (dos de ellas a corazón abierto). Así, a sus versos y narraciones sumó una apendicitis, dos hernias, dos tumores «benignos», un «desgarre» de corazón, dos stents arteriales y dos oclusiones intestina-les. «Tal mal he estado en los últimos tiempos», confesó, «que cuando al-guien me vio me dijo: ‘Pero hombre, ¿así va usted a ir a España?’. Y yo le contesté: ‘Yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas’».

Adioses

El martes 8 de marzo falleció en Buenos Aires el economista y

exministro de economía Aldo Ferrer, a la edad de ochenta y ocho años. Se le considera un referente entre los modelos alternativos a las políticas neoliberales, promotor de un Estado nacional democrático, con soberanía nacional y proyecciones sociales. Fe-rrer padecía desde hacía varios años una dolencia cardíaca que se había agravado en las últimas dos semanas, y estaba internado en un sanatorio de la ciudad de Buenos Aires. Bajo la gestión de Fernando de la Rúa, presidió la Comisión Nacional de Energía Atómica (1999-2001), y en el gobierno de Néstor Kirchner fue designado director de la empresa es-tatal Enarsa, y posteriormente, ya con la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, representante del Estado en la siderúrgica Siderar, y finalmente

Embajador en Francia, su último cargo público, al que renunció por proble-mas de salud y deseoso de volver con su familia y amigos. Se recibió de doctor en ciencias económicas en la Universidad de Buenos Aires en 1953 con su tesis El Estado y el desarrollo económico, publicada en 1956, y fue el coordinador de la conformación y primer secretario ejecutivo del Con-sejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Varios de sus libros fueron traducidos por prestigiosas uni-versidades estadunidenses, y escribió extensamente sobre la globalización y sus efectos en los países en vías de de-sarrollo, obras entre las que se destacó Vivir con lo nuestro, en la que llamaba a alternativas para no depender de las inversiones extranjeras. Otros textos suyos fueron El estado y el desarrollo económico, ¿Puede Argentina pagar su deuda externa? y El devenir de una ilusión: la industria argentina hasta nuestros días.

Por la Fundación Mario Benedetti nos llegó la noticia del fallecimiento, el lu-nes 21 de marzo, del escritor uruguayo Thomas de Mattos en la localidad de Tacuarembó (Uruguay), a los sesenta y ocho años, a causa de un infarto. De Mattos ganó en 1989 el premio Bartolomé Hidalgo en la categoría de novela, por su obra ¡Bernabé, Ber-nabé! En esta novela, considerada la más importante de su carrera, aborda acontecimientos históricos de su país vinculados a la muerte del militar Ber-nabé Rivera tras la «matanza de Salsi-puedes», perpetrada el 11 de abril de 1831 contra indígenas charrúas. «Fue su obra más emblemática, por lo que supuso en el momento en el que salió,

vinculado a ciertas figuras históricas de nuestro país», aseguró a Efe Juan Ubiria, editor de De Mattos durante gran parte de su carrera. Otras obras destacadas de su bibliografía son La puerta de la misericordia –en la que recorre la vida de Jesús como hombre y ser divino– y la biografía novelada de José Pedro Varela, impulsor de la reforma educativa uruguaya del últi-mo cuarto del siglo xix. Colaboró en nuestra revista y fue jurado del Premio Literario Casa de las Américas en el año 2000.

El cineasta Julio García Espinosa, uno de los fundadores del Instituto Cubano del Arte e In dustria Cinematográficos (Icaic), organismo que dirigió en la década de los ochenta, falleció en La Habana el 12 de abril a los ochenta y nueve años de edad. El Mégano, documental dirigido por él en 1955, es considerado el principal antecedente del nue vo cine cubano. Realizaría con posterioridad importantes tí tulos de la filmografía nacional como Cuba baila (1959), Aventuras de Juan Quinquín (1961), Tercer mundo, tercer guerra mundial (1970), La inútil muerte de mi socio Manolo (1989) y Rei na y Rey (1994), como director; además de su labor como guionista para Lucía (1968), La primera carga al machete (1969) y Los días del agua (1971), entre otras cintas. Fue miembro de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, en la que presidió su sección de cine; también se desempeñó como director del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Miembro fundador del Comité de Cineastas de América Latina y de la Academia de Cine de España, fue director de la

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Escuela Internacional de Cine y Tele-visión de San Antonio de los Baños. Su obra ensayística es de obligada consulta para quienes se forman en el séptimo arte. Los cuatro medios de comunicación son tres: cine y TV, ¿Cine nacional: decadencia o muer-te?, El cine cubano o los caminos de la modernidad, Lo nuevo en el Nuevo cine latinoamericano, El destino del cine y Por un cine imperfecto, son algunos de los títulos que publicó. Fue galardonado con la Distinción por la Cultura Nacional en 1981, la Orden Félix Varela en 1984, el doctorado Honoris causa de la Universidad de las Artes (ISA) en 1989, y el Premio Nacional de Cine, en 2004. La cultura y el cine cubanos han perdido a una de sus figuras más importantes.

En la mañana del 1 de mayo falle-ció en La Habana, a los sesenta y ocho años de edad, de un accidente cerebrovascular, el compositor e intérprete guitarrista cubano Sergio Vitier García-Marruz. «Fue uno de los músicos más completos, autén-ticos y raigales de la cultura cubana en el último medio siglo», ha dicho de Sergio, con justicia, Pedro de la Hoz en su nota del diario Granma, el 2 de mayo. Miembro de una familia que tiene una presencia indeleble en la creación intelectual cubana desde mediados del pasado siglo a nuestros días, estudió la guitarra con Elías Barreiro e Isaac Nicola, y completó su formación junto a Leo Brouwer y otros notables del instrumento y la composición musical. Supo integrar en su obra el legado musical africano de la cultura cubana, a lo cual con-tribuyó su colaboración en el grupo

Oru, dirigido por el folclorista Ro-gelio Martínez Furé. También formó parte, del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, y tuvo una presencia frecuente en nuestra Casa de las Amé-ricas, que lo consideró siempre parte suya. Realizó las partituras de filmes como La tierra y el cielo (Manuel Octavio Gómez), De cierta manera (Sara Gómez), Capablanca (Manuel Herrera), El brigadista (Octavio Cor-tázar), Caravana (Rogelio París), Che (Miguel Torres), Quiéreme y verás (Daniel Díaz Torres) y Roble de olor (Rigoberto López), por algunas de las cuales fue galardonado. Comparte con su hermano José María Vitier la autoría musical de la serie televisiva, legendaria ya, En silencio ha tenido que ser. Su discografía registra álbu-mes que alcanzaron reconocimientos significativos. La pérdida de Sergio Vitier, deja un vacío en la creación musical cuando todavía tenía mucho que dar.

A ciento diez años del nacimiento de Raúl RoaCon el título de «Raúl Roa y el “so-cialismo de la esclavitud”» apareció en dos entregas en El Telégrafo de Ecuador, los días 8 y 9 de abril, el artículo de Julio César Guanche de-dicado al aniversario de este notable revolucionario e intelectual cubano, del cual reproducimos fragmentos:

La montaña de anécdotas que cubre la memoria de Roa oculta otra con-

dición de su personalidad: la de ser uno de los pensadores cubanos más

lúcidos del siglo xx. Roa fue ministro de Relaciones Exteriores de la Cuba revolucionaria después de 1959, y es conocido por justas razones como «Canciller de la Dignidad», pero su pensamiento previo a esa fecha es bastante ignorado hoy por varias generaciones de cubanos y de latinoa-mericanos. // Roa publicó la mayoría de sus obras de reflexión entre 1935 y 1959. Sus discursos como ministro de Relaciones Exteriores, y los textos que escribió hasta su muerte en 1982, son imprescindibles para conocer el carácter de la ideología revolucionaria cubana y las conflictividades por las que atravesó en las décadas del se-senta y setenta del siglo pasado, pero sigue siendo necesario reconstruir su discurso como una de las corrientes socialistas que llevó a la Revolución de 1959 [...]. // La vocación socialista de Roa no cabía en el molde eslavo. Los trabajos reunidos en su primer libro, Bufa subversiva, reseñan con admiración la lucha de los comunistas contra Machado, y apenas hacen visi-bles diferencias ideológicas entre él y sus compañeros fraternos de lucha, cualquiera fuese su filiación, pero Roa no ingresó al partido de los comunistas del patio, y el tono y la profundidad de sus críticas fueron en aumento constante tras las políticas seguidas por este partido con posterioridad a 1938. // [...] Para Roa, Marx había sido «expurgado, corregido, mono-polizado, rusificado y contradicho por el propio Stalin a fin de justificar la política imperialista del zarismo y la invasión soviética de Polonia conjun-tamente con las huestes de Hitler». // Roa no se contaría entre aquellos que pusieron los ojos en blanco cuando

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71Jrushov dio a conocer los crímenes de Stalin en 1956: «José Stalin fue en vida un nuevo zar para los imperios rivales y el fementido abanderado de un hermoso ideal para millones de proletarios y para los que aún alientan la esperanza de un socialismo fundado en la libertad», escribió en 1953 a la muerte del «padrecito».// [...] Así, su crítica al totalitarismo soviético no hizo el juego a los contendientes del «Mundo libre» vs. los del «Mundo comunista», allí donde los primeros lograron cubrir con el concepto de an-ticomunismo lo que muchas veces era antiestalinismo, mientras los segundos monopolizaron para sí el uso y disfrute de un socialismo normado en singular: el existente en la URSS. [...] El discurso de Roa era frontal sobre el carácter del régimen soviético y su radical dife-rencia con el proyecto del socialismo. Para el autor de En pie, Stalin había instaurado un régimen totalitario en la URSS a la muerte de Lenin. Sin embargo, su impugnación no partía de los presupuestos del trotskismo, ni del marxismo revolucionario en la línea de Rosa Luxemburgo o Antonio Gramsci. // Su crítica parte de un proyecto defi-nible como «socialismo democrático», estructurado a partir de «los valores que le infunden objeto y sentido a la vida humana: soberanía del espíritu, Estado de derecho, gobierno representativo, justicia social y conciencia», valores contrarios para Roa a los que emergen de «la antinomia amigo-enemigo como esencia del poder». // [...] El saber de Roa provenía de una lectura abierta de la historia de las doctrinas sociales. La regimentación de las fuentes del marxismo soviético –que calificaba a todo lo que estuviese fuera de sus már-

genes como «filosofías burguesas»– es contraria al tipo de erudición y, sobre todo, de enfoque ante la cultura que re-presenta Roa. // [...] En Roa aparece la complejidad de la formación histórica de una sociedad colonial. En defensa del principio de la autodeterminación nacional, asocia la nacionalización del Canal de Suez, realizada por Gamal Abdel Nasser, con las nacionalizacio-nes del gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas. // El principio de la auto-determinación resulta así la «garantía misma de la integridad y desarrollo de los pueblos débiles». // Roa denunciaba las posiciones tanto de las potencias oc-cidentales como de la Unión Soviética en torno a la causa egipcia. // Con todo, está lejos de considerar a la «estructura económica» como la fuente de todos los problemas y de todas las soluciones.

Paso de revistas

Lleguen al poeta Carlos Enrique Ruiz y al equipo de Aleph, en Manizales,

Colombia, nuestros mejores deseos para que esta publicación nacida en 1966, y que con el número 136 arribó a sus cuarenta años, siga adelante y mantenga su presencia en el ámbito literario de su país y en la región.

Se agradece a Cuadernos Americanos la sección que sobre literatura dedica a Virgilio Piñera (1912-1979) en el número 153, de julio-septiembre de 2015. Cuatro textos abordan facetas de su obra: «El disentir piñeriano», «Del destino aciago al eros de la creación: apuntes sobre la cuentística de Vir-gilio Piñera», «Una nación burlona:

Virgilio Piñera y el “choteo” cubano», «Qué tal? ¿Virgilio?: apuntes sobre la relación intelectual entre Virgilio Piñera y Witold Gombrowicz». Com-pletan las páginas de esta edición dos textos dedicados al bicentenario de la Carta de Jamaica; en tanto la sección «Desde el mirador de Cuadernos Americanos» muestra tres ensayos más breves, uno de ellos titulado «El conflicto Cuba-Estados Unidos y la di-námica hemisférica: más allá de la co-yuntura». Cierra el número la habitual «Reseñas», con dos comentarios de libros publicados en fechas recientes. Cuadernos Americanos nació en enero de 1942 con el propósito de ser un órgano político-cultural de reflexión, gracias a la iniciativa de un grupo de intelectuales encabezados por Alfonso Reyes, a quien debe el nombre, y a Jesús Silva Herzog, quien la dirigió hasta su deceso en 1985. Leopoldo Zea asume la dirección de la publica-ción en una Nueva época, desde 1987 hasta 2004. Los objetivos editoriales continúan vigentes desde su primer número, si bien hay algunos cambios en las secciones, y además, la revista es parte del fideicomiso de la Unam y de su Centro de Investigaciones sobre la América Latina y el Caribe (Cialc). A partir de 2008 asume la conducción de Cuadernos Americanos el doctor en Estudios Latinoamericanos e investi-gador del Cialc, Adalberto Santana. Contactos: <[email protected]>.

Con mucho placer saludamos la llega-da a nuestra redacción de Review. Li-terature and Arts of the Americas No. 88, de mayo de 2014, que el Programa de Literatura de la Sociedad de las Amé-ricas publica desde 1968 en Nueva York

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con frecuencia semestral, como principal foro en idioma inglés para la literatura de la América Latina, el Caribe y Canadá. Este programa ha promovido a escritores latinoamericanos y sus obras, y apoyó, entre otras, la primera traducción a ese idioma de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Bajo el tema «Más allá de la violencia. Hacia la justi-cia a través de la escritura y las artes en la América Latina», voces de reconocidos escritores como Luisa Valenzuela, Juan Gelman, Elena Poniatowska, entre otros, se unen a otras emergentes en diferentes géneros literarios. Sus páginas también dan cabida a un homenaje a Álvaro Mutis (1923-2013), y breves reseñas a libros de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo (Los que aman, odian), Opera-ción Masacre, de Rodolfo Walsh, entre otros, completan este número que tuvo como editores invitados a Marguerite Feitlowitz, del Bennington College, y a Ksenija Bilbija, de la Universidad de Wisconsin. Informes en <www.americas-society.org>.

Hemos recibido Cuadernos Hispa-noamericanos No. 787, de enero de 2016, revista mensual de literatura y pensamiento publicada por la Agencia Española de Cooperación Internacio-nal para el Desarrollo (Aecid). Este primer número comienza con un dosier dedicado al escritor, crítico lite-rario, periodista y diplomático chileno Jorge Edwards, quien cumple ochenta y cinco años. Una conversación con Edwards de la mano del director de Cuadernos..., Juan Malpartida, da entrada a cinco ensayos más sobre el autor. Las secciones que siguen redondean esta publicación que cir-cula desde 1948: «Mesa revuelta»,

que entre sus tres textos incluye uno dedicado a una exposición de Miró, «Entrevista» al escritor gallego José María Pérez Álvarez, y las reseñas de libros que aparecen en «Bibliote-ca». La revista se puede consultar en <www.cervantesvirtual.com>.

Ha sido este un Paso de Cuadernos, y con otro, que cumple quince años en 2016, concluimos por el momen-to. Cuadernos del Caribe es una publicación del Instituto de Estudios Caribeños de la Sede Caribe, de la Universidad Nacional de Colombia. Fundada en 2001 y con frecuencia semestral, entre sus propósitos figura ser un medio de publicación, difu-sión y promoción de la producción

de conocimiento realizada desde y para el Caribe por el instituto. Para el número 19, de junio de 2015, su directora Yusmidia Solano y su equipo han seleccionado, entre otros, textos sobre la música urbana en San Andrés isla; sobre la importancia de que los críticos literarios del país y de la costa Caribe se adentren en los estudios li-terarios que del Caribe colombiano ha hecho el sociólogo e investigador de ese país Orlando Fals-Borda (1925); lecturas de Franz Fanon en el largo-metraje de ficción De cierta manera, de la cineasta cubana Sara Gómez, prematuramente desaparecida, y so-bre Marcus Garbey, la diáspora y el nacionalismo negro. Más detalles en <[email protected]>.

Fonso Khouri (República Dominicana, 1955): Revólver, 2001. Impresión digital, 101 x 66 cm