14
Icaria Editorial Apuntes sobre la muerte de Walter Benjamin Author(s): Juan-Ramón Capella Source: Mientras Tanto, No. 43 (Noviembre-Diciembre 1990), pp. 107-119 Published by: Icaria Editorial Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27819867 . Accessed: 27/09/2011 00:07 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Icaria Editorial is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Mientras Tanto. http://www.jstor.org

27819867

Embed Size (px)

Citation preview

  • Icaria Editorial

    Apuntes sobre la muerte de Walter BenjaminAuthor(s): Juan-Ramn CapellaSource: Mientras Tanto, No. 43 (Noviembre-Diciembre 1990), pp. 107-119Published by: Icaria EditorialStable URL: http://www.jstor.org/stable/27819867 .Accessed: 27/09/2011 00:07

    Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

    JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range ofcontent in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new formsof scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

    Icaria Editorial is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Mientras Tanto.

    http://www.jstor.org

  • Apuntes sobre la muerte de Walter Benjamin

    una cartera de piel de las usadas por los hombres de negocios; un reloj usado de caballero; una pipa; seis fotograf?as; una radiograf?a, unos

    lentes; varias cartas; peri?dicos y algunos pocos papeles m?s que se

    ignora su contenido, como tambi?n alguna cantidad en dinero

    Juan-Ram?n Capella

    El hallazgo en los primeros d?as de enero de 1972 de datos materiales rela tivos a la muerte de Walter Benjamin en Port Bou, y de algunos testigos presenciales de ?sta en la vecina poblaci?n de Colera, todos ellos en seria contradicci?n con el supuesto, por m? compartido, de su suicidio, me hi cieron arrojar involuntaria confusi?n sobre el asunto en un trabajo que la revista barcelonesa El Ciervo tuvo la amabilidad de publicar en 1975.1 Hoy los mismos datos y testimonios, unidos a otros que s?lo empezar?an a ha cerse p?blicos ese ?ltimo a?o, permiten eliminar aquella confusi?n y confi gurar una imagen bastante precisa de la tragedia de Port Bou y de las cir cunstancias especialmente ?olorosas del suicidio de Benjamin.2

    Me propongo aportar, coment?ndolas, distintas narraciones de los hechos:

    Est?n, para empezar, las indirectas, mezcla de verdad e invenci?n crecien te, que contribuyeron a deformar los hechos. Friedrich Podkus:

    1. ?Sobre la muerte de Walter Benjamin?, en El Ciervo, 252, enero de 1975. El art?culo ha b?a sido rechazado previamente por la revista Triunfo, espejo del progresismo hisp?nico de aquellos a?os, que hab?a publicado varios trabajos de J. Aguirre sobre Benjamin.

    2. Al publicar los datos disponibles entonces no obr?, seg?n entiendo, a la ligera: previamen te los comuniqu? en forma privada a Gershom Scholem, amigo personal de Benjamin y profe sor de la Universidad de Jerusal?n, sin obtener respuesta. [Hoy tiendo a pensar, dado el vivo inter?s que Scholem mostr? posteriormente por las circunstancias de la muerte de su amigo, que mi carta no alcanz? a su destinatario; nunca me fue devuelta, sin embargo.] Pens? en ha cerlos p?blicos ?tras cavilarlo con amigos de confianza? por la imposibilidad de contrastar los de otro modo; y Jes?s Aguirre, traductor de Benjamin al castellano y una de las escasas personas que se interesaban aqu? por su obra, me proporcion? para ello un est?mulo intelec tual adicional: Aguirre presentaba el suicidio de Benjamin

    ? en su pr?logo a Iluminaciones I (1971) y en posteriores art?culos en la revista Triunfo, hacia 1974? como la realizaci?n de una

    metaf?sica irracionalista de libertad; por ejemplo: ?"S?lo sobre un muerto no tiene potestad nadie". ?l 26 de septiembre de 1940 se quitaba en Port Bou la vida el jud?o alem?n Walter Benjamin. Daba as? cumplimiento capital a su propia frase.?. Aguirre prosegu?a citando en este contexto al propio Benjamin: ?La existencia no debe significar meramente la vida?, etc.: con ello atribu?a entidad de proyecto ?tico a lo que fue una insufrible tragedia personal.

    107

  • Tras el hundimiento de Francia no queda otro paso posible que a tra v?s de Espa?a. Benjamin se une a un grupo de refugiados que trata de cruzar los Pirineos. En la frontera el alcalde hace un intento de

    chantaje a la peque?a tropa de fugitivos. Benjamin se tom? en serio la amenaza de entregarle a la Gestapo. Se envenen? durante la noche del 26 de septiembre. A la ma?ana siguiente viv?a a?n, pero se neg? con la mayor energ?a a que le hicieran un lavado de est?mago. Su muerte tuvo por resultado que se dejara pasar a los fugitivos.

    Las d?mi-v?rit?s: ?el alcalde hace un intento de chantaje a la peque ?a tropa de fugitivos? (no intervino ning?n alcalde); ?amenaza de entre

    garle a la Gestapo? (no hubo tal amenaza; la alternativa era o bien ser

    puesto en la frontera por el mismo camino, o sea, con el riesgo primario de ser detenido por la gendarmer?a francesa y la posibilidad derivada de caer en manos de la Gestapo, o bien un campo de internamiento espa?ol en Fi

    gueras3); ?Se envenen? durante la noche del 26 de septiembre? (pero fue el 25, y esto no es un detalle trivial como se ver?); ?se neg? con la mayor energ?a a que le hicieran un lavado de est?mago? (nadie lo propuso, pura invenci?n).

    El relato de Podkus es retomado por Maurice de Gandillac (?En la fronte ra espa?ola, el alcalde que el 26 de septiembre de 1940 le niega el paso ha cia el asilo al fin garantizado por su amigo Horkheimer no es m?s que uno de esos peque?os funcionarios que no se permiten una noche lo que se

    permitir?n al d?a siguiente? ?mero a?adido de prosa francesa; por otra parte, Benjamin y Horkheimer no eran precisamente amigos) y por Rena to Solmi (?Con un grupo de fugitivos consigue alcanzar la frontera espa?o la, pero el alcalde del pueblo fronterizo les impide entrar y les amenaza con entregarlos a los alemanes. Durante la noche del 26 de septiembre

    Jes?s Aguirre nunca ha sido un buen lector de Benjamin debido a su insistencia en desvincu larle del movimiento emancipatorio (lee a Benjamin como ?bien de cultura?). Por otra parte su inter?s por la concreci?n hist?rica nunca ha sido muy vivo; contest? desabridamente a mi

    publicaci?n en El Ciervo con otra en la misma revista que despreciaba ?el testimonio de un fondista?.

    Postcriptum. ? En el Suplemento dedicado a W. Benjam?n del diario El Pa?s de 20 de sep

    tiembre de 1990 Aguirre no nos libra todav?a de sus afirmaciones de entendido ?

    p.cj., ?[Ben jamin] marxista lo fue ?nicamente por coqueter?a y muy de lado?

    ? ni se siente obligado a ar

    gumentarlas. Por otra parte, reincide obsesivamente ah? en tergiversar mi art?culo de 1975; adem?s de transmutar en afirmaciones algunos de mis interrogantes de entonces y silenciar el n?cleo de esa vieja pol?mica, lo hace con talante y modales que mestizan lo que se dio en lla mar jesuitismo con la peor tradici?n de sus actuales ambientes.

    3. Similar al de Koestler ?vid. infra ? en Portugal, y desde luego m?s seguro que los campos

    de internamiento franceses.

    108

  • Benjamin se mata con un veneno. El grupo de sus compa?eros de fuga ob tendr?a la entrada en Espa?a?).4 Los relatos, adem?s de fabular, dejan en un discreto segundo plano que la Francia de Vichy era la que entregaba efectivamente v?ctimas a la Gestapo y, sobre todo, que negaba el visado de salida a Benjamin. Pero estos relatos parecen satisfactorios; Juan Goytisolo,3 por ejemplo, a?n los daba por buenos en 1985.

    Expongo a continuaci?n los hechos, inicialmente enigm?ticos, con que tro pec? yo mismo:

    Benjamin, escritor ?conocido, pero no famoso?6, aparece inscrito en el Libro Registro de Defunciones de Port Bou, p?gina 25, de 1940, fe chada el-27 de septiembre de 1940, como fallecido el anterior d?a 26 en la ?Fonda Espa?a? de dicha localidad. Como causa de su muerte

    figura en el libro una ?hemorragia cerebral?. Hay una foto carnet de

    Benjamin adherida y tamponada con el sello del juzgado, que no de b?a andar muy seguro de la bondad de la documentaci?n del refugia do y tomaba as? precauciones. No hay indicios de que se practicara in

    dagaci?n m?dico-forense. En el Libro aparecen dos tintas diferentes, como si no se hubiera anotado todos los datos al mismo tiempo. En la indicaci?n de ?estado civil? figura casado con Dora Kellner (de la que se hab?a divorciado a principios de los treinta; quiz? ese divorcio no lleg? a legalizarse). Benjamin fue enterrado en el nicho 563 del cementerio de Port Bou, uno de los de propiedad municipal aunque el cementerio como tal pertenec?a entonces a la Parroquia. Ese nicho est? situado en la parte ?sagrada? del camposanto (vedada a los suici das, cat?licos o o no)7. En Colera, Juan Su?er Planas y Eva Raffegau,

    4. El texto de Gandillac figura en su ?Prefacio? a unas Oeuxres de Benjamin publicado en

    1971 por De Noel, Paris; el de R. Solmi, en la introducci?n al volumen italiano de Benjamin titulado Angelus N?vus (Einaudi, 1962). En cuanto al de Podkus, procede de una ?Nota bio

    gr?fica? de W. Benjamin publicada en una edici?n de los escritos de ?ste por Suhrkamp, am

    pliamente reproducida.

    5. Vid su articulo ?El crimen fue en Port Bou?, primero en El Pa?s y luego en Contracorrien

    tes, Barcelona, Montesinos, 1985, pp. 157 y sigs.

    6. Hannah Arendt, Men in dark times, publicado en castellano por la Ed. Anagrama, de Bar

    celona, en 1971 con el t?tulo W. Benjamin, . Brecht, . Broch, R. Luxemburg.

    7. El nicho 563, agotado el plazo por el que fue alquilado y pasados los que marca la ley, fue vendido a la familia Morell i Guillaume*, la cual pose?a o compr? entonces tambi?n el inme diatamente inferior para componer entre los dos un lugar de enterramiento modesto pero al

    go m?s ?destacado? que un simple nicho. En ?l fue sepultada posteriormente Mar?a Morell

    Capellera. Si se cumplieron las previsiones legales para estos casos, los restos de Benjamin, una vez realizada la operaci?n denominada legalmente ?reducci?n? (convertirlos en polvo en el menor espacio posible), fueron a parar al osario que ha de haber en la parte posterior del nicho. Estos datos, que se ignoran en el art?culo de J. Fern?ndez ?Huellas borradas?, en Qui

    109

  • que regentaban en 1940 la ?Fonda Espa?a?, recuerdan el 5 de enero de 1972 no ya el nombre de W. Benjamin pero s? a un se?or alem?n, jud?o, cuya muerte ?dijeron? nunca olvidar?n por ser la ?nica en to da su vida de hosteleros. Ese se?or ten?a que ir a Nueva York, e iba con una se?ora acompa?ada de un chico de pocos a?os. La polic?a no les dej? seguir viaje. Cuando ese se?or supo que tendr?a que regresar a Francia al d?a siguiente se sinti? muy mal y se meti? en cama. Seg?n cree recordar el se?or Su?er, dos se?oras mayores que hab?an viajado con ?l trataron de regresar inmediatamente a Francia sin esperar m?s, pero desistieron a causa de una fuerte tormenta; eso afect? mucho a su compa?ero.8 Al d?a siguiente estaba muy enfermo, no pod?a respi rar. Fue visitado por un m?dico y su agon?a fue muy larga ?seg?n confirm? una sobrina del se?or Su?er, de poqu?simos a?os en 1940, para la cual aqu?lla fue la primera experiencia de la muerte; esta per sona no hab?a asistido a nuestra conversaci?n inicial?, hasta morir ?por la noche?. De sus efectos personales, entre los que el se?or Su ?er recuerda un reloj de bolsillo con tapa,9 se hizo cargo la se?ora que le acompa?aba.10 El se?or Su?er Planas y Eva Raffegau niegan en?rgicamente que se tratara de un suicidio. Cuando el viajero enfer m? el propio hostelero se encarg? de avisar al m?dico, que le hizo

    mera, n? 41, me fueron comunicados por la persona que en 1972 desempe?aba el cargo de Secretario del Ayuntamiento de Port Bou. El lugar de enterramiento de Benjamin era de pro piedad municipal cuando el cementerio como tal era parroquial, y la penosa operaci?n de re ferencia tuvo lugar, seguramente, tras la municipalizaci?n general de los cementerios. En 1941 Hannah Arendt busc? la tumba de Benjamin en vano (?Imposible encontrarla. Su nom bre no figura en ning?n sitio?, en carta a Scholem); sin duda careci? siempre de l?pida o da tos indicativos, pero Arendt probablemente no supo consultar en el Ayuntamiento o la Parro

    quia el Libro Registro de enterramientos. Es indiscutible que personas que trabajaron en ese cementerio obtuvieron propinas se?alando a visitantes alemanes una falsa tumba de Benjamin (as? lo se?ala Scholem; y yo mismo y mis acompa?antes en 1972, Montsc Broggi y Pere y Joan Comas, tuvimos una rara impresi?n al hablar con el enterrador

    ? el cual, como un personaje de Berlanga, era el yerno del que hab?a efectuado las inhumaciones mencionadas, ya falleci do). Incluso despu?s de que el Ayuntamiento de Port Bou colocara una l?pida conmemorati va del escritor en el muro del cementerio, en 1979 (Pere Comas hizo gestiones para ello en

    1972), he podido ver falsas indicaciones del lugar de enterramiento de W. Benjamin escritas con tiza.

    8. Este episodio, el intento de regreso inmediato y su fracaso por parte de dos de las mujeres, no aparece confirmado por ninguna otra fuente.

    9. Debe tratarse de aqu?l cuya gruesa cadena se ve claramente en la foto de Benjamin toma da en 1938 en Svenborg, ante la casa de Brecht.

    10. Frau Gurland, cuyo testimonio se leer? m?s abajo; los objetos quedaron depositados en el

    Juzgado de Paz de Port Bou, seg?n todas las evidencias y las previsiones legales.

    110

  • ?varias? visitas; y, cuando muri?, acompa?? a las mujeres a la comisa r?a. Seg?n ?l, el comisario de polic?a de la estaci?n, ?que era una bue na persona?, qued? consternado por el relato de la agon?a y la muerte y accedi? al mego de Su?er de estampillar los pasaportes de aquellos desgraciados para que pudieran continuar viaje.11

    El lector convendr? que no se trataba de datos o testimonios desprecia bles. Hoy no resultan ya inveros?miles, sino que encajan como las piezas de un rompecabezas con otros testimonios de precisi?n creciente. Ve?moslos:

    De la Autobiograf?a de A. Koestler (vol. 5, ?La escritura invisible?), trad, cast, de A. L. Bb?o, Madrid, Alianza Ed.,1974 [las notas a pie de p?gina no

    pertenecen al texto] :

    Poco antes de partir12 me encontr? con un viejo amigo, el escritor ale m?n Walter Benjamin. Tambi?n ?l estaba haciendo preparativos para evadirse a Inglaterra,13 por un camino diferente;14 no habiendo logra do obtener un permiso para salir de Francia, intentaba cruzar a pie los Pirineos para llegar a Espa?a, como hab?an hecho centenares de refugiados. Ten?a en su poder treinta tabletas de un compuesto de morfina, que se tragar?a en el caso de que lo prendieran. Me dijo que bastaban para matar a un caballo y me dio la mitad de las tabletas por si yo las necesitaba (p?gs. 178-179).

    Koestler pas? de Marsella a Casablanca y de all? a Lisboa, pero las autori

    11 Vid J. R. Capella, ?Sobre la muerte de W. Benjamin?, en El Ciervo, 252, enero de 1975. Para el relato he tenido a la vista mis notas del 5-1-1972 abreviando la narraci?n aparecida en el art?culo que describe paso a paso esa jornada.

    12. De Marsella, donde Koestler, tambi?n un refugiado con problemas en su documentaci?n que intentaba huir de los nazis, estuvo en agosto de 1940; el encuentro con Benjamin se pro dujo ?poco antes? de la partida de Koestler, en septiembre.

    13. Esto puede ser un error de la memoria de Koestler o no serlo: H. Arendt se?ala que Benjam?n dispon?a un visado para entrar en los Estados Unidos obtenido en Marsella, pero no puede descartarse la posibilidad de que la conversaci?n entre Koestler y Benjam?n en

    Marsella fuera anterior a la obtenci?n del visado; por otra parte Dora Kellner, la ex-mujer de

    Benjam?n con la que ?ste pasaba algunas temporadas, hab?a tratado de convencerle, sin ?xi to, de que se trasladara inmediatamente a Londres

    ? donde viv?an ella y el hijo de ambos, Stephan? durante su ?ltima estancia en Par?s, a finales de 1939 o principios de 1940. En car ta de Benjam?n a Scholem de 11 de enero de 1940 puede leerse lo siguiente: ?En estas cir cunstancias , el breve encuentro que he tenido dos veces con Dora ha sido m?s bien alenta dor.Me caus? una impresi?n tan tranquila y reposada como hac?a mucho tiempo no me la da ba? (Walter Benjamin/Gershom Scholem, Correspondencia, 1933-1940 [1980], trad, cast de R.

    Lupiani, Madrid, Taurus, 1987, p?gs. 289-290).

    14. Koestler lo intenta v?a Casablanca.

    Ill

  • dades brit?nicas no le permit?an la entrada en Inglaterra, de modo que fue internado en un campo de concentraci?n portugu?s; escribe:

    Un d?a despu?s de saber que me negaban el permiso de entrada en

    Inglaterra me enter?15 de que Walter Benjamin, habiendo logrado cruzar los Pirineos, hab?a sido arrestado en Espa?a y amenazado con devolverlo a Francia a la ma?ana siguiente. Al otro d?a, sin embargo, los guardias civiles18 espa?oles cambiaron de decisi?n; pero ya era

    tarde, pues Benjamin se hab?a tragado las pildoras de morfina, y esta ba muerto17. Esto me pareci? un indicio evidente del langage du destin y trat? de seguir el ejemplo de mi amigo. Pero por lo visto Benjamin ten?a un est?mago mejor que el m?o, pues yo no pude dejar de vomi tar las tabletas ingeridas (ibid., pp. 179-180)18.

    Koestler es impreciso, pues su conocimiento es indirecto, pero como se ver? aporta un dato de inter?s para la comprensi?n de lo ocurrido en Port Bou.

    El relato de Hanna Arendt, de 1968, aunque no detallado, es substancial mente correcto pese a contener tambi?n imprecisiones y errores. Se publi c? por vez primera en Tfie New Yorker y fue incluido en su libro Men in dark times, publicado en castellano por la Ed. Anagrama, de Barcelona, en 1971 con el t?tulo W. Benjamin, B. Brecht, H. Broch, R. Luxemburg. La tra ducci?n del ensayo sobre Benjamin es de Luis Izquierdo. Hanna Arendt relata e interpreta la muerte de Benjamin como sigue (pp. 28-30 de la ed. cast, mencionada):

    [...] la ocasi?n inmediata para el suicidio de Benjamin fue un rev?s de fortuna nada com?n. Por los acuerdos del armisticio entre la Francia de Vichy y el Tercer Reich, los refugiados de la Alemama hitleriana ?les refus?s provenant d'Allemagne, como eran designados oficial mente en Francia? corr?an el peligro de ser devueltos a Alemania, sobre todo en el caso de que fueran contrincantes pol?ticos. Para po der salvar a esta categor?a de refugiados

    ? que, vale la pena subrayar

    15. Con toda probabilidad por los compa?eros de Benjamin en los Pirineos, que viajaron co mo Koestler de Marsella a Lisboa ?por un camino diferente?.

    16. No guardias civiles, sino polic?as; puede ser una suposici?n de Koestler o error de su tra ductor. Este error es frecuente en otras narraciones.

    17. Como podr? advertirse por la carta de Frau Gurland, Koestler invierte el orden secuen cial de los a ntecimientos

    18. La reacci?n f?sica de Koestler pudo deberse a ingerir los comprimidos en ayunas.

    112

  • lo, nunca inclu?a la masa apol?tica de jud?os que m?s tarde vendr?an a ser los m?s expuestos al peligro de todos? los EE.UU. hab?an distri buido cierto n?mero de visados de emergencia a trav?s de sus consu lados en la Francia no ocupada. Gracias a los esfuerzos del Instituto de Nueva York, Benjamin fue uno de los primeros en recibir un visa do semejante en Marsella. Obtuvo tambi?n r?pidamente un visado es pa?ol de tr?nsito que le permitir?a alcanzar Lisboa y embarcarse all?. Sin embargo, carec?a de un visado franc?s de salida que a?n se reque r?a por entonces y que el gobierno franc?s, ?vido de complacer a la Gestapo, denegaba invariablemente a los refugiados alemanes. Esto no presentaba mayores dificultades, dado que un camino hasta Port bou a trav?s de las monta?as, corto y en absoluto dif?cil,19 era bien co nocido y no estaba custodiado por la gendarmer?a francesa de la fron tera. Con todo, para Benjamin, que sufr?a manifiestamente de una do lencia card?aca (Cartas, , 841), hasta el m?s corto de los caminos supon?a un gran esfuerzo y hubiera llegado en un estado de agota

    miento alarmante. El reducido grupo de refugiados al que se hab?a unido lleg? a la poblaci?n fronteriza espa?ola, s?lo para enterarse de que Espa?a hab?a cerrado la frontera el mismo d?a20 y de que los fun cionarios de frontera no aceptaban visados expedidos en Marsella. Se daba por supuesto que los refugiados volver?an a Francia por el mis mo camino al d?a siguiente. Benjamin se quit? la vida por la noche y, debido a la impresi?n que este suicidio21 produjo en los funcionarios fronterizos, ?stos permitieron que los compa?eros de Benjamin si guieran hasta Portugal. Pocas semanas m?s tarde se volvi? a levantar el embargo sobre los visados. Un d?a antes Benjamin habr?a pasado la frontera sin ninguna dificultad; un d?a despu?s, y la gente de Marsella habr?a sabido que era imposible por el momento atravesar Espa?a.

    Se ha conocido tard?amente el testimonio de Lisa Fittko, que acompa?? a

    Benjamin y a sus compa?eros en su caminata, aunque sin llegar a Port Bou; la Fittko pas? de esta manera a varias personas en viajes repetidos; gracias a ella se conoce el itinerario seguido para cruzar la frontera.22

    19. El camino a trav?s de los Pirineos ?f?cil? y f?cil de encontrar, pues se acced?a a ?l a tra v?s de un agujero en el muro del cementerio de Colliure, empez? a ser vigilado por la gendar mer?a francesa; de modo que Benjamin y sus acompa?antes hubieron de seguir otro m?s es

    carpado y dif?cil (vid. Lisa Fittko, Mi traves?a de los Pirineos [1985] trad. cast, de A. S?nchez Pascual, Barcelona, Muchnik, 1988).

    20. Parece que el paso por la frontera espa?ola s?lo qued? cerrado a los ap?tridas en tr?nsito.

    21. Que no fue percibido como tal, seg?n todas las evidencias, como se ver?.

    22, Benjam?n llevaba en la traves?a de los Pirineos, como se ver?, ?una cartera de piel de las

    8. 113

  • El testimonio m?s inmediato y dram?tico, y tambi?n decisivo, acerca de la muerte de W. Benjamin (G. Scholem lo califica de ?la ?nica informaci?n aut?ntica de los acontecimientos2^ lo constituye una carta de la se?ora Gurland a Arkadi Gurland,24 miembro del Instituto de Adorno y Horkhei mer en Nueva York, del 11 de octubre de 1940; incluida por Gershom Scholem en 1975 en Walter Benjamin. La historia de una amistad'?* Scho lem publica una copia de esta carta que le fue remitida por Adorno a Jeru sal?n en 1941.

    ...entretanto algo debes haber sabido de nuestra terrible experiencia con Benjamin. ?l, Jos? y yo salimos juntos de Marsella para compar tir el viaje. En M. nos hicimos m?s bien buenos amigos suyos, y me consider? una compa?era de viaje aceptable. En el camino a trav?s de los Pirineos encontramos a Birmann, a su hermana Frau Lipmann y a la se?ora Freund de Das Tagebuch. El camino nos era enteramente desconocido; parte de ?l tuvimos que hacerlo trepando de pies y ma nos. Por la tarde llegamos a Port Bou y fuimos a la comisar?a de poli c?a para pedir nuestros visados de entrada. Durante una hora cuatro

    mujeres y nosotros tres estuvimos ante los funcionarios gritando, su

    plicando y desesperando cuando les mostramos nuestros papeles en teramente en regla. Eramos todos sans nationalit?, y nos dijeron que pocos d?as antes se hab?a dictado una orden que prohib?a viajar por Espa?a a las personas sin nacionalidad. Nos permitieron pasar la no

    usadas por los hombres de negocios? en la que hab?a ?varias cartas, peri?dicos y algunos po cos papeles m?s?; uno de los compa?eros de viaje supervivientes, Jos?, hijo de la sra. G ur

    lanti, de 17 a?os entonces, no recuerda nada referente a manuscritos (Qi?mera, n.? 44, p?g. 22), que sin embargo menciona Lisa Fittko (op. cit). Este ?ltimo testimonio puso en marcha una b?squeda hasta ahora infructuosa del rastro de un manuscrito por parte de Rolf Tiede mann, cuidador de la edici?n alemana de Benjamin, y de redactores de ?uimera.

    23. G. Scholem, W. Benjamin, The Story of a friendship, London, Faber & Faber, 1982, p?g. 224; usa la misma expresi?n en W. Benjamin/G. Scholem, Correspondenci& [1980], trad cast, Madrid, Taurus, 1987, p?g. 295.

    24. La sra. Gur land, quien posteriormente cas? con Erich Fromm, era prima de Ar kadi G ur lano!. Scholem (como muchos a partir de ?l) supuso que se trataba de la esposa de este ?lti

    mo.

    25. Versi?n castellana realizada por JRC a partir del texto de la edici?n inglesa, London, Fa ber & Faber, 1982, pp. 224-226. El original alem?n del libro, que no se ha podido consultar, se

    publico como queda dicho en 1975. Juan Goytisoio (Contmcomentes, cit, p?g. 160) da una versi?n abreviada de un fragmento de esta carta. En el n.* 41 de la revista Quimera ?que anort? un dossier sobre la muerte de W. Benjamin muy valioso e interesante en otros pun tos? aparece una soi disant traducci?n de la misma que omite detalles importantes y a?ade con la mayor frescura otros que no figuran en ella; la revista insert? posteriormente una ad vertencia sobre la deficiencia de la traducci?n en su 44, aunque no se?al? espec?ficamente los errores.

    114

  • che en el hotel, soi-disant bajo custodia, y nos presentaron a los tres

    polic?as que por la ma?ana habr?an de escoltarnos hasta la frontera francesa. Solamente yo ten?a el documento americano; esto significa ba que Jos? y Benjamin ser?an enviados a un campo.26 De modo que todos nos fuimos a nuestras habitaciones completamente desespera dos. A las 7 de la ma?ana la se?ora Lipmann me hizo bajar porque Benjamin hab?a preguntado por m?. Me dijo que hab?a tomado gran des cantidades de morfina a las 10 de la noche anterior y que yo deb?a tratar de presentar la cosa como una enfermedad; me dio una carta

    dirigida a m? y a Adorno TH. W.... [sic]. Luego perdi? la consciencia. Hice llamar a un m?dico, que diagnostic? apoplej?a cerebral; cuando le ped? urgentemente que Benjamin fuera llevado a un hospital, esto es, a Figueras, se neg? a tomar ninguna responsabilidad, puesto que Benjamin estaba ya moribundo. Emple? el d?a con la polic?a, el alcal de y el juez, que examinaron todos los papeles y encontraron una car ta para los dominicos de Espa?a. Hube de enga?ar al cura, y rezamos

    juntos de rodillas durante una hora.27 Tuve un miedo terrible por Jos?

    y por m? misma hasta que se expidi? el certificado de defunci?n a la ma?ana siguiente.

    Como se hab?a acordado anteriormente, los polic?as llamaron a las cuatro mujeres a la ma?ana de la muerte de Benjamin. A Jos? y a m? nos dejaron en el hotel porque hab?amos llegado con Benjamin. De modo que estuve all? sin visa d'entr?e y sin control de aduanas. Esto ?ltimo tuvo lugar m?s tarde en el hotel. Conoces a Birmann y puedes juzgar nuestra situaci?n cuando te diga que cuando ella y las dem?s

    llegaron a la frontera se negaron a seguir adelante y aceptaron ser en viadas al campo de detenci?n en Figueras. Mientras tanto yo hab?a ido a la comisar?a de polic?a con un certificado del m?dico, y el jefe se

    qued? muy impresionado por la enfermedad de Benjamin. De modo

    que las cuatro mujeres obtuvieron sus visados (tambi?n hubo dinero

    por medio, y bastante). Yo obtuve mi visado al d?a siguiente. Tuve que dejar todos mis papeles y el dinero al juez, y le ped? que lo enviara to do al consulado americano en Barcelona, al que Birmann hab?a tele foneado. (La gente de all? se neg? a hacer nada por nosotros, a pesar de un mont?n de explicaciones.) Alquil? una tumba por cinco a?os,

    26. ?Solamente yo ten?a el documento americano; esto significaba que Jos? y Benjamin ser?an enviados a un campo*. Es enteramente seguro que Benjam?n ten?a un visado de entrada en los Estados Unidos expedido en Marsella, un ?documento americano?. Existe la posibilidad de que la se?ora Gurland viajara con pasaporte U.S.A.

    27. ?Hube de enga?ar al cura, y rezamos juntos de rodillas durante una hora* es una elipsis: de hecho la se?ora Gurland permiti? que se administrara a Benjamin la extremaunci?n.

    115

  • etc. En realidad no puedo contarte la situaci?n con m?s exactitud. En todo caso, fue tal que tnve que destruir la carta a Adorno y a m? des

    pu?s de haberla le?do. Conten?a cinco l?neas diciendo que ?l, Benja min, no pod?a seguir, no ve?a ning?n camino de salida, y que ?l [Ador no] deb?a ser informado por m?, al igual que su hijo.

    Varias cuestiones en relaci?n con esta carta:

    Lo evidente y principal: que Benjamin se suicid? ingiriendo morfina, y que la se?ora Gurland trat? de presentar el suicidio como una enfermedad se

    g?n sus deseos. Logr? hacerlo perfectamente: tanto que ning?n espa?ol supo que la muerte hab?a sido en realidad un suicidio; es posible que tam poco las dem?s mujeres del grupo se enteraran de ello mientras permane cieron en Port Bou.

    Ahora bien: nueve horas despu?s de haber ingerido la morfina Benjamin a?n pudo dar verbalmente a la se?ora Gurland las instrucciones que le ha b?a escrito la noche anterior. La se?ora Gurland, bajo una tensi?n insopor table, de un lado solicita el urgente traslado a un hospital al objeto de sal var su vida; de otro, se reserva informaci?n siguiendo la voluntad de Ben

    jamin. El m?dico, obviamente, emite un diagn?stico equivocado. La se?ora Gurland evita dar el m?s penoso de todos los detalles: que la agon?a de

    Benjam?n dur? casi veinticuatro horas.28 Recu?rdese que Benjamin le hab?a

    entregado a Koestler la mitad de sus tabletas de morfina, cuya eficacia, por otra parte, difiri? sin duda de la esperada. La angustia y el temor de la se?ora Gurland fueron tales que destruy? las l?neas escritas por Benja min29 Por ?ltimo, parece obvio que no fue la enfermedad de Benjamin, si no su muerte, lo que movi? a compasi?n al comisario de polic?a de la estaci?n de Port Bou. Los restantes refugiados eran cinco mujeres y un ni?o: pod?a arriesgarse a un estampillado predatado,30 aunque tambi?n es

    28. Seg?n el testimonio del hotelero, su esposa y su sobrina, y la carta de A. Sols a Horkhei mer que se ver? m?s adelante El propio Scholem queda en la duda de si la muerte se produjo ?el 26 ? el 27 de septiembre? (fue el 26).

    29. En Quimera, n.? 44, p. 22, se publica un texto escrito en franc?s por la mano de la se?ora Gurland, encontrado entre los papeles de Adorno, que parece ser la reconstrucci?n de esas l?neas. Dice lo siguiente: ?Port-Bou, 25-9-1940. ?Dans une situation sans issue, j'ai r?'ai d'autre choix que d'en finir. C'est dans un petit village

    dans les Pyr?n?es o? personne ne me conna?t ma vie va s'achever. ?Je vous prie de transmettre mes pens?es ? mon ami Adomo et de lui expliquer la situation o? je

    me suis vu plac?. Il ne me reste pas assez de temps pour ?crire toutes ces lettres que j'eusse vouai ?crire.?

    30. En esta carta hay tambi?n otros puntos sobre los que merece la pena detenerse:

    116

  • posible que consultara lo que hab?a que hacer con sus superiores de Fi gueras.

    La revista Quimera ha sido la primera en publicar en castellano un docu mento adicional de extraordinario inter?s. Fue descubierto en 1980 entre los papeles de Horkheimer, y su texto es el siguiente:

    Direcci?n General de Seguridad Comisar?a de Investigaci?n y Vigilancia de la Frontera Oriental Figueras (Gerona) Espa?a Comisario jefe

    30 de Octubre de 1940

    Sr. Don Max Horkheimer Nueva York Muy Se?or M?o: En contestaci?n a su carta 11 actual referente al Doctor en Filosof?a Don BENJAMIN WALTER, particip?le que es te se?or entr? en Espa?a por Port-Bou, por la monLa?a el 25 septiem bre ?ltimo a las 20 horas con una autorizaci?n de Entrada para los

    [E.U.] expedida por el Consulado Americano en Marsella y visado espa?ol de tr?nsito para Portugal; manifestando dicho se?or que ha b?a salido de Francia clandestinamente por carecer de autorizaci?n y que ven?a andando desde Banyuls (Francia) y que hab?a cogido una insolaci?n y se encontraba bastante enfermo. En vista de ello pas? a

    hospedarse a un Hotel e inmediatamente fue visitado por un M?dico de Port-Bou, cuyo facultativo certific? que dicho Sr. Walter padec?a

    ? ?la se?ora Freund, de Das Tagebuch.?, encontrada ?en el camino?: seg?n Scholem se tra

    taba de Gis?le Freund, una buena amiga de Walter Benjamin; a ella se deben las fotos m?s di

    fundidas de este ?ltimo, realizadas en Par?s en 1937 y 1939. Pero otras fuentes dan Grete

    Freund (?acaso la misma persona?).

    ? ?Tambi?n hubo dinero por medio, y bastante?. Es oscuro si la se?ora Gurland pretende dar a entender que trat? con un funcionario venal. En cualquier caso el lector debe tener

    en CUenta que los visados de entrada en Espa?a eran onerosos; que Benjamin dispusiera de ?l

    (seg?n el relato de su amiga Hanna Arendt) no implica que lo tuvieran las otras personas. ? ?Tuve que dejar todos mis papeles y el dinero al juez, y le ped? que lo enviara todo al con

    sulado americano en Barcelona?. Una frase bastante ambigua: no es probable que el juez de

    paz retuviera el dinero de una extranjera provista finalmente de un visado de tr?nsito en re

    gla; posiblemente se trate del dinero y la documentaci?n de Benjamin.

    31. N.? 44, p?g. 20.

    117

  • una congesti?n cerebral y catarro bronquial que le obligaba a guardar cama. El mismo M?dico anterior, certifica que don Benjam?n Walter ha fallecido a las 22 horas del d?a 26 del mismo mes a consecuencia de una hemorragia cerebral. Dicho se?or no prest? ninguna declaraci?n. Como puede V. ver por lo del certificado m?dico, no se trata de suici dio, sino de muerte natural. En dicha desgracia intervino el Juzgado

    Municipal de Port-Bou, haci?ndose cargo del equipaje del Sr. Walter, consistente en una cartera de piel de las usadas por los hombres de

    negocios; un reloj usado de caballero; una pipa; seis fotograf?as; una

    radiograf?a, unos lentes; varias cartas; peri?dicos y algunos pocos pa peles m?s que se ignora su contenido, como tambi?n alguna cantidad en dinero, de la que deducidos los gastos ocasionados, quedan actual mente 273 pesetas.

    Todo lo anteriormente rese?ado se encuentra en el Juzgado de Ins trucci?n de Figueras, a disposici?n de sus herederos; por lo tanto

    puede V. dirigirse a dicho Juzgado interesando la forma de recuperar dichos objetos y dem?s datos que le interese. Figueras pertenece a es ta provincia y est? pr?xima a Port-Bou.

    Queda de V. affino. S.S. .

    Antonio Sois

    Obviamente, la polic?a omite informar que a Benjamin se le neg? el sellado del visado espa?ol de entrada expedido en Marsella. La carta responde a otra de Horkheimer del 11 de octubre de 1940, la misma fecha en que la sra. Gurland escrib?a a su primo, lo que evidencia que ya antes hab?a co

    municado telegr?fica o telef?nicamente con Nueva York.

    Es duro decirlo: pero la interpretaci?n de esta tragedia como un asesinato franquista por suicidio interpuesto, la interpretaci?n del ?mill?n de muer tos m?s uno?,32 es demasiado tranquilizadora para las consciencias libera les y progresistas. Es un crimen pol?tico, evitable: no una tragedia ?nica y determinada en un macrocosmos tr?gico. Se olvida demasiado a menudo que el nazismo fue el r?gimen pol?tico que el capital alem?n necesit? y que

    32. ?Un mill?n de muertos* es el supuesto n?mero de v?ctimas de la guerra civil espa?ola di fundido por el funcionario del Ministerio de Informaci?n del franquismo R. de la Cierva; Ga briel Jackson (La Rep?blica Espa?ola y la Guerra civil) mostr? en su d?a la inanidad de la ci

    fra, que el t?tulo de una novela af?n a aquel Ministerio populariz?. La tragedia espa?ola alcan z? a un n?mero de personas muy superior, sobre todo si se toma en consideraci?n la mort?fera represi?n de los a?os cuarenta y cincuenta.

    1.18

  • cl pueblo alem?n en su mayor?a apoy? y defendi?. Se olvida demasiado a menudo el entusiasmo b?lico tras las guerras-rel?mpago. Se olvida a P? tain y a su base social, a Chamberlain y el ?apaciguamiento? de Munich, a las pol?ticas de reparto del mundo de hace unos a?os. Como se cierran hoy los ojos ante el macrocosmos tr?gico que queda por debajo de nuestro consumo: a la sangre que la gasolina cuesta, a la miseria que hay bajo cada

    pieza de fruta de importaci?n, a la maquinaria de violencia desplegada pa ra que llegue a Occidente tonelada tras tonelada de materia prima desde

    pa?ses cuya ubicaci?n exacta ignoramos. Por eso conviene ver con preci si?n el microcosmos de Port Bou: ver el cansancio de Benjamin, su cardio

    patia, la ausencia de perspectivas y probablemente la consciencia de que el destino, personificado en los funcionarios espa?oles, se le hab?a vuelto de masiado hostil, como si fuera el microcosmos tr?gico de un africano, de un

    asi?tico, de un latinoamericano. Y ver en la soledad de la se?ora Gurland, en su querer detener la tragedia aunque fuera de un solo semejante y en su

    par?lisis ante el riesgo para su propia existencia, el espejo de nuestra pro pia imagen.

    " ">a, agosto 1990

    119

    Article Contentsp. 107p. 108p. 109p. 110p. 111p. 112p. 113p. 114p. 115p. 116p. 117p. 118p. 119

    Issue Table of ContentsMientras Tanto, No. 43 (Noviembre-Diciembre 1990), pp. 1-154Front MatterNOTAS EDITORIALESPETRODEPENDENCIA Y NUCLEARIZACIN [pp. 3-7]ESPECULACIN EN LA BARCELONA OLMPICA [pp. 8-12]COMO MARINEROS QUE HAN DE REPARAR SU NAVE EN ALTA MAR [pp. 12-17]VERDES ILUSIONES [pp. 18-21]

    Petrleo, salarios y ajuste econmico [pp. 23-26]Sobre la vigencia del pacifismo antimilitarista [pp. 27-42]La poltica de investigacin sobre la droga: el caso americano [pp. 43-49]En este traspis de la historia [pp. 51-62]Les Verts: itinerario a travs del ecologismo francs de las ltimas dos dcadas (II) [pp. 63-105]Apuntes sobre la muerte de Walter Benjamin [pp. 107-119]EL EXTREMISTA DISCRETOHOMENAJES QUE (RE)MATAN [pp. 121-124]

    DOCUMENTOSDIEZ BUENAS RAZONES PARA CERRAR LAS CENTRALES NUCLEARES [pp. 125-146]

    DIRECCIONES A LAS QUE PUEDES ACUDIR PARA COLABORAR CON LA CAMPAA VIVIR SIN NUCLEARES EN LAS DISTINTAS COMUNIDADES AUTONOMAS [pp. 146-148]POESA PRACTICABLE [pp. 149-152]CITA [pp. 153-154]Back Matter