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(1992) La Sombra de La Guillotina I-II - Hilary Mantel

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LA SOMBRA DE LA GUILLOTINA(A Place of greater Safety, 1992)Hilary MantelNDICETOC \O "1-3" \H \Z \N "1-1" HYPERLINK \l "_Toc308695724" Nota de la autora PAGEREF _Toc308695724 \h 5 HYPERLINK \l "_Toc308695725" Relacin de personajes PAGEREF _Toc308695725 \h 6

HYPERLINK \L "_TOC308695726" Primera parteHYPERLINK \l "_Toc308695727" I. La vida como campo de batalla PAGEREF _Toc308695727 \h 13 HYPERLINK \l "_Toc308695728" II. La vela de un funeral PAGEREF _Toc308695728 \h 27 HYPERLINK \l "_Toc308695729" III. En el despacho de matre Vinot PAGEREF _Toc308695729 \h 38

HYPERLINK \L "_TOC308695730" Segunda parteHYPERLINK \l "_Toc308695731" I. Teora de la ambicin PAGEREF _Toc308695731 \h 43 HYPERLINK \l "_Toc308695732" II. Rue Cond: jueves por la tarde PAGEREF _Toc308695732 \h 52 HYPERLINK \l "_Toc308695733" III. Maximilien: vida y obra PAGEREF _Toc308695733 \h 62 HYPERLINK \l "_Toc308695734" IV. Una boda, una revuelta, un prncipe de la sangre

PAGEREF _Toc308695734 \h 69 HYPERLINK \l "_Toc308695735" V. Una nueva profesin PAGEREF _Toc308695735 \h 78 HYPERLINK \l "_Toc308695736" VI. Los ltimos das de Titonville PAGEREF _Toc308695736 \h 94 HYPERLINK \l "_Toc308695737" VII. La hora de matar PAGEREF _Toc308695737 \h 121

HYPERLINK \L "_TOC308695738" Tercera parteHYPERLINK \l "_Toc308695739" I. Vrgenes PAGEREF _Toc308695739 \h 135 HYPERLINK \l "_Toc308695740" II. Libertad, alegra, democracia real PAGEREF _Toc308695740 \h 158 HYPERLINK \l "_Toc308695741" III. El placer de las damas PAGEREF _Toc308695741 \h 175 HYPERLINK \l "_Toc308695742" IV. Ms hechos de los apstoles PAGEREF _Toc308695742 \h 191

HYPERLINK \L "_TOC308695743" Cuarta parteHYPERLINK \l "_Toc308695744" I. Una persona de suerte PAGEREF _Toc308695744 \h 209 HYPERLINK \l "_Toc308695745" II. El retrato de Danton PAGEREF _Toc308695745 \h 217 HYPERLINK \l "_Toc308695746" III. Tres cuchillas, dos de reserva PAGEREF _Toc308695746 \h 226 HYPERLINK \l "_Toc308695747" IV. Las tcticas de un toro PAGEREF _Toc308695747 \h 237 HYPERLINK \l "_Toc308695748" V. Quemar los cadveres PAGEREF _Toc308695748 \h 255

HYPERLINK \L "_TOC308695749" Quinta parte

HYPERLINK \l "_Toc308695750" I. Conspiradores PAGEREF _Toc308695750 \h 274 HYPERLINK \l "_Toc308695751" II. Robespierricidio PAGEREF _Toc308695751 \h 297 HYPERLINK \l "_Toc308695752" III. El ejercicio visible del poder PAGEREF _Toc308695752 \h 315 HYPERLINK \l "_Toc308695753" IV. Chantaje PAGEREF _Toc308695753 \h 326 HYPERLINK \l "_Toc308695754" V. Un mrtir, un rey, un nio PAGEREF _Toc308695754 \h 334 HYPERLINK \l "_Toc308695755" VI. Una historia secreta PAGEREF _Toc308695755 \h 340 HYPERLINK \l "_Toc308695756" VII. Carnvoros PAGEREF _Toc308695756 \h 355 HYPERLINK \l "_Toc308695757" VIII. Acto de contricin imperfecta PAGEREF _Toc308695757 \h 366 HYPERLINK \l "_Toc308695758" IX. Indios orientales PAGEREF _Toc308695758 \h 378 HYPERLINK \l "_Toc308695759" X. La visita del marqus PAGEREF _Toc308695759 \h 399 HYPERLINK \l "_Toc308695760" XI. Los viejos cordeliers PAGEREF _Toc308695760 \h 423 HYPERLINK \l "_Toc308695761" XII. Ambivalencia PAGEREF _Toc308695761 \h 442 HYPERLINK \l "_Toc308695762" XIII. Absolucin condicional PAGEREF _Toc308695762 \h 457 HYPERLINK \l "_Toc308695763" Nota PAGEREF _Toc308695763 \h 487

A Clare Boylan

NOTA DE LA AUTORAEsta novela versa sobre la Revolucin Francesa. Casi todos sus personajes fueron personas estrechamente ligadas a hechos histricos, al menos en tanto en cuanto estos hechos han sido aceptados como tales. No se trata, sin embargo, de una crnica sobre la Revolucin. La historia se centra en Pars, y lo que sucede en provincias as como numerosos hechos militares queda fuera de su alcance. Mis personajes principales no fueron famosos hasta que estall la Revolucin, por lo que apenas sabemos nada sobre su vida anterior. Me he servido de datos conocidos, el resto lo he inventado basndome en dichos datos. Pero tampoco se trata de un relato imparcial porque he intentado ver el mundo tal como lo vean mis personajes, los cuales, como es lgico, tienen sus prejuicios y sus puntos de vista. He empleado, en la medida de lo posible, sus propias palabras sacadas de discursos y otros documentos y las he interpolado en mis dilogos. Estoy convencida de que todo aquello que se declara oficialmente con anterioridad ya ha sido comentado en privado. Quiz choque al lector el papel un tanto curioso y tangencial que desempea uno de los personajes del libro. Todos sabemos que Jean-Paul Marat fue asesinado en el bao por una atractiva joven. Conocemos su muerte, pero su vida constituye un enigma que se presta a diversas interpretaciones. El doctor Marat tena veinte aos ms que los personajes principales, y una larga e interesante carrera prerrevolucionaria. Pero como este hecho desequilibrara en cierto modo la historia, he decidido convertirlo en una estrella invitada con apariciones fugaces pero decisivas. Confo escribir en el futuro una novela sobre el doctor Marat, que sin duda alterar la visin de la historia que ofrezco aqu. Mientras escriba el presente libro, he sostenido numerosas discusiones conmigo misma sobre lo que realmente representa la historia. Pero, en todo caso, para poder refutar una tesis antes hay que establecerla. Los acontecimientos que se narran aqu son complicados, por lo que la necesidad de dramatizarlos se contrapone a la de explicarlos. Quienquiera que escriba una novela de este tipo se expone a ser criticado por los pedantes. Sirva un breve ejemplo para demostrar mi deseo de facilitar las cosas al lector sin falsear los hechos. Cuando describo el Pars prerrevolucionario, me refiero a la polica. Existen varios cuerpos encargados de imponer la ley, pero sera tedioso suspender la narracin cada vez que estalla una revuelta para explicar al lector cul de ellos aparece en escena. En general, los personajes de este libro son unos empedernidos noctmbulos. Cuando hacen algo a las tres, se entiende que son las tres de la maana. Soy consciente de que una novela constituye un esfuerzo plural, una empresa entre autor y lector. Yo expongo mi versin de los hechos, pero stos cambian segn el punto de vista del lector. Mis personajes, lgicamente, no pueden volver la vista atrs para juzgar el pasado, ms bien se limitan a vivir siempre su presente. No pretendo persuadir al lector de que juzgue los hechos de una determinada forma, ni de que saque unas conclusiones preconcebidas. He intentado escribir una novela que ofrezca al lector la posibilidad de

cambiar de opinin, de simpatas, de meterse en la narracin y reflexionar sobre ella. Quiz se pregunte cmo es posible diferenciar la realidad de la ficcin. Pues bien, todo lo que parezca inverosmil probablemente sea cierto.

RELACIN DE PERSONAJESPRIMERA PARTE En Guise: Jean-Nicolas Desmoulins, un abogado Madeleine, su esposa Camille, su hijo mayor (nacido en 1760) Elisabeth, su hija Henriette, su hija (fallecida a los nueve aos) Armand, su hijo Anne-Clothilde, su hija Clment, su hijo menor sus altivos parientes: Adrien de Viefville Jean-Louis de Viefville el prncipe de Cond, el noble ms importante del distrito y cliente de Jean-Nicolas Desmoulins En Arcis-sur-Aube: Marie-Madeleine Danton, una viuda, la cual contrae matrimonio con Jean Recordain, un inventor Georges-Jacques, su hijo (nacido en 1759) Anne-Madeleine, su hija Pierrette, su hija Marie-Ccile, su hija, que se hace monja En Arras: Franois de Robespierre, un abogado Maximilien, su hijo (nacido en 1758) Charlotte, su hija Henriette, su hija (fallecida a los diecinueve aos) Augustin, su hijo menor Jacqueline, su esposa, apellidada Carraut, la cual muere tras dar a luz a su quinto hijo el abuelo Carraut, un cervecero hermanas de Franois de Robespierre: la ta Eulalie la ta Henriette En Pars, en el colegio de Louis-le-Grand:

el padre Poignard, el rector, un hombre de talante liberal el padre Proyart, el vicerrector, un hombre nada liberal el padre Herivaux, un profesor de lenguas clsicas Louis Suleau, un estudiante Stanislas Frron, un estudiante bien relacionado, apodado Conejo En Troyes: Fabre dglantine, un genio sin trabajo SEGUNDA PARTE En Pars: el seor Vinot, un abogado en cuyo bufete trabaja Georges-Jacques Danton el seor Perrin, un abogado en cuyo bufete trabaja Camille Desmoulins Jean-Marie Hrault de Schelles, un joven aristcrata y dignatario legal Franois-Jrme Charpentier, propietario de un caf e inspector de Hacienda Anglique (Angelica) su esposa italiana Gabrielle, su hija Franoise-Julie Duhauttoir, la amante de Georges-Jacques Danton En la rue Cond: Claude Duplessis, un anciano funcionario Annette, su esposa sus hijas: Adle Lucile el abate Laudrville, confesor de Annette, un intermediario En Guise: Rose-Fleur Godard, la novia de Camille Desmoulins En Arras: Joseph Fouch, un profesor, admirador de Charlotte Robespierre Lazare Carnot, un ingeniero militar, amigo de Maximilien de Robespierre Anas Deshorties, una muchacha bonita cuya familia desea que se case con Maximilien de Robespierre Louise de Kralio, una novelista que se instala en Pars, contrae matrimonio con Franois Robert y funda un peridico Hermann, un abogado, amigo de Maximilien de Robespierre

Los orleanistas: Philippe, duque de Orlans, primo del rey Luis XVI Flicit de Genlis, escritora, su antigua amante y actual institutriz de sus hijos Charles-Alexis Brulard de Sillery, conde de Genlis, marido de Flicit, antiguo oficial de la Marina y jugador Pierre Choderlos de Laclos, un novelista, secretario del duque Agns de Buffon, amante del duque Grace Elliot, antigua amante del duque, la cual hace de espa para el Foreign Office Axel von Fersen, amante de la Reina En el despacho de Danton: Jules Par, su secretario Franois Deforgues, su secretario Billaud-Varennes, su secretario y hombre de carcter hosco En la Cour du Commerce: Madame Gly, la vecina del piso superior de Georges-Jacques y Gabrielle Danton Antoine, su marido Louise, su hija las sirvientas de los Danton: Catherine Marie Legendre, un maestro carnicero, vecino de los Danton Franois Robert, catedrtico de Derecho. Contrae matrimonio con Louise de Kralio, abre un delicatessen y se convierte en un periodista de ideas radicales Ren Hbert, taquillero de un teatro Anne Throigne, una cantante En la Asamblea Nacional: Antoine Barnave, diputado. Un radical que se convierte en monrquico Jrme Ption, un diputado radical, posteriormente denominado brissotino Dr. Guillotin, un experto en salud pblica Jean-Sylvain Bailly, un astrnomo, que posteriormente fue alcalde de Pars Honor-Gabriel Riquetti, conde de Mirabeau, aristcrata renegado y representante del estado llano, o tercer estado Teutch, mayordomo de Mirabeau sus esclavos, unos polticos ginebrinos en el exilio: Clavire Dumont Duroveray

Jacques-Pierre Brissot, un periodista Momoro, un tipgrafo Rveillon, propietario de una fbrica de papel pintado Hanriot, propietario de una salitrera De Launay, gobernador de la Bastilla TERCERA PARTE M. Souls, gobernador provisional de la Bastilla el marqus de Lafayette, comandante de la Guardia Nacional Jean-Paul Marat, un periodista, editor del Amigo del Pueblo Arthur Dillon, gobernador de Tobago y general del Ejrcito francs; amigo de Camille Desmoulins Louis-Sbastien Mercier, un conocido autor Collot dHerbois, un dramaturgo el padre Pancemont, un truculento sacerdote el padre Brardier, un sacerdote excesivamente crdulo Caroline Rmy, una actriz el seor Duchesne, un fabricante de hornos. Alter ego de Ren Hbert, el taquillero convertido en periodista Antoine Saint-Just, un poeta desleal, amigo o pariente de Camille Desmoulins Jean-Marie Roland, un viejo ex funcionario Manon Roland, su joven esposa, una escritora Franois-Lonard Buzot, un diputado, miembro del Club Jacobino y amigo de los Roland Jean-Baptiste Louvet, un novelista, jacobino y amigo de los Roland CUARTA PARTE

En la rue Saint Honor: Maurice Duplay, un maestro carpintero Franoise Duplay, su esposa Elonore, su hija mayor, estudiante de bellas artes Victoire, su hija Elisabeth (Babette), su hija menor Charles Dumouriez, un general y ministro de Asuntos Exteriores Antoine Fouquier-Tinville, un abogado; primo de Camille Desmoulins Jeanette, criada de los Desmoulins QUINTA PARTE Polticos calificados como brissotinos o girondinos: Jacques-Pierre Brissot, un periodista Jean-Marie y Manon Roland Pierre Vergniaud, miembro de la Convencin Nacional y clebre orador Jrme Ption Franois-Lonard Buzot Jean-Baptiste Louvet Charles Barbaroux, un abogado de Marsella, y muchos otros Albertine Marat, hermana de Marat Simone Evrard, concubina de Marat Defermon, diputado y presidente temporal de la Convencin Nacional Jean-Franois Lacroix, un diputado de tendencias moderadas. En 1792 y 1793 viaja con Danton a Blgica en una misin David, un pintor Charlotte Corday, una asesina Claude Dupin, un joven funcionario que propone matrimonio a Louise Gly, la vecina de Danton Souberbielle, el mdico de Robespierre Renaudine, fabricante de violines y hombre de temperamento violento

el padre Kravenen, un sacerdote perseguido Chauveau-Lagarde, abogado defensor de Mara Antonieta Philippe Lebas, diputado de izquierdas y posteriormente miembro del comit de la Seguridad General, o comit de Polica; contrae matrimonio con Babette Duplay Vadier, conocido como el Inquisidor, un miembro del comit de Polica Implicados en el fraude de la Compaa de las Indias Orientales: Chabot, diputado y ex sacerdote capuchino Julien, diputado y antiguo pastor protestante Proli, secretario de Hrault de Schelles y presunto espa austriaco Emmanuel Dobruska y Siegmund Gotleb, conocidos como Emmanuel y Junius Frei, unos especuladores Guzmn, un poltico de poca monta, de origen espaol Diedrichsen, un hombre de negocios dans el abate dEspanac, proveedor del Ejrcito y estafador diputados: Basire Delaunay ciudadano De Sade, un escritor y antiguo marqus Pierre Philippeaux, un diputado, el cual redacta un panfleto contra el Gobierno durante el Terror Algunos miembros del comit de Seguridad Pblica: Saint Andr Barre Couthon, un parapljico, amigo de Robespierre Robert Lindet, un abogado de Normanda, amigo de Danton tienne Panis, un diputado de izquierdas, amigo de Danton En el juicio de los dantonistas: Hermann (antiguamente de Arras), presidente del Tribunal Revolucionario Dumas, su ayudante Fouquier-Tinville, actualmente fiscal abogados acusadores: Fleuriot Liendon Fabricius Pris, secretario del Tribunal Laflotte, un preso e informador

Henri Sanson, fiscal

P RIMERA PARTE Luis XV es apodado el Bien Amado. Transcurren diez aos. Las mismas gentes que le pusieron tan afectuoso calificativo estn convencidas de que el Bien Amado se baa en sangre humana... Huye de Pars y se encierra en Versalles, pero le parece tambin all que hay demasiada gente y demasiada luz. Anhela refugiarse en un lugar apartado... En un ao de escasez (tan frecuentes en aquella poca) segua yendo de caza, como de costumbre, a los bosques de Snart. Un da se encontr a un campesino que transportaba un atad y le pregunt: Adnde llevas ese atad? El campesino respondi: A tal lugar. Es para un hombre o para una mujer? Para un hombre. De qu ha muerto? De hambre.JULES MICHELET INCLUDEPICTURE "Ilustraciones\\SombraGuillotinaOrla.png" \* MERGEFORMAT

I. L A VIDA COMO CAMPO DE BATALLA(1763-1774) Ahora que ya ha pasado un cierto tiempo, podemos contemplar lo sucedido con perspectiva. Ahora que han colocado la ltima teja roja en el tejado de la Nueva Casa, ahora que hace cuatro aos que firmaron el contrato matrimonial. La ciudad huele a verano, que no es un olor muy agradable, pero es el mismo del ao pasado, el mismo de todos los aos. La Nueva Casa huele a resina y a cera; emana un penetrante olor a disputas familiares. El estudio de matre Desmoulins est al otro lado del patio, en la Vieja Casa cuya fachada da a la calle. Desde la Place des Armes, si nos situamos frente a la estrecha y blanca fachada, podemos verlo detrs de las persianas del primer piso. Parece que observa la calle, pero en realidad se encuentra a muchos kilmetros de distancia. Mentalmente est en Pars. En estos momentos se dispone a subir la escalera. Le sigue su hijo de tres aos. Como el seor Desmoulins sabe que no podr quitrselo de encima hasta dentro de veinte aos, comprende que es intil quejarse. El calor del medioda invade las calles. Las nias, Henriette y Elisabeth, duermen en sus cunas. Madeleine est insultando a la lavandera con una fluidez y una agresividad impropias de su estado de buena esperanza y su buena educacin. Desmoulins cierra la puerta para no orlas. Tan pronto como se sienta ante su mesa de despacho, un pensamiento sobre Pars empieza a darle vueltas en la cabeza. Es algo que le sucede a menudo. Se ve a s mismo en las escaleras del tribunal del Chtelet, tras haber conseguido una absolucin, rodeado de un grupo de colegas que le felicitan calurosamente. Desmoulins mira a su alrededor. Dnde est Perrin esta tarde? Y Vinot? Ahora va dos veces al ao, y Vinot que sola comentar con l su plan de vida cuando eran estudiantes haba pasado junto a l, en la Place Dauphine, sin reconocerlo. Eso sucedi el ao pasado. Ahora estamos en 1763. Nos encontramos en Guise, Picarda; Desmoulins tiene treinta y tres aos, est casado y es padre, abogado, concejal, miembro del alguacilazgo y tiene que pagar la factura del nuevo tejado. Saca sus libros de cuentas. Hace slo dos meses que la familia de Madeleine le entreg el ltimo plazo de su dote. Fingieron sabiendo que l no poda insultarlos que haba sido un descuido, que a un hombre de su posicin, con un trabajo bien remunerado, no le hara falta ese dinero. Era un truco tpico de los Viefville, y Desmoulins no poda hacer nada para remediarlo. Lo haban clavado al mstil familiar mientras l, temblando de vergenza, les entregaba los clavos. Haba regresado de Pars, a peticin de ellos, por Madeleine. No saba que sta cumplira treinta aos antes de que su familia considerara que l haba alcanzado una situacin medianamente satisfactoria. Los Viefville dirigen y controlan pequeas poblaciones y grandes bufetes de abogados. Tienen primos repartidos por toda la comarca de Laon, por toda Picarda. Son una familia de estafadores, fros y arrogantes. Un De Viefville es el alcalde de Guise, otro es miembro del Parlamento de Pars, ese augusto organismo judicial. Los De Viefville suelen casarse con miembros de la familia Godard; Madeleine es una Godard, por parte de padre. El

apellido de los Godard carece de la ansiada partcula de nobleza, pero los Godard saben desenvolverse en la vida. Cuando uno asiste, en Guise o en los alrededores, a una velada musical, a un funeral o a una cena de abogados, siempre hay un Godard presente ante el que doblar la rodilla. Las damas de la familia creen en la produccin anual, y aunque Madeleine ha empezado tarde se toma muy en serio su obligacin. De ah la Nueva Casa. El hijo que segua a Desmoulins era su primognito, que ahora cruza la habitacin y se encarama en el asiento de la ventana. Su primera reaccin, cuando se lo ensearon a los pocos minutos de nacer, fue afirmar que no era suyo. Durante el bautizo, los complacidos tos y tas del nio no cesaban de repetir: Es igualito a los Godard! Tres deseos, pens Jean-Nicolas amargamente: convertirte en concejal, casarte con tu prima y nadar en la abundancia. Al nio le impusieron muchos nombres, porque los padrinos no conseguan ponerse de acuerdo. Jean-Nicolas expuso sus preferencias, ante lo cual la familia cerr filas: puedes llamarlo Lucien o como quieras, pero nosotros lo llamaremos Camille. El nacimiento de su primognito fue un acontecimiento muy serio en la vida de JeanNicolas. Tena la sensacin de hundirse en un pantano, sin esperanzas de salvacin. No es que no estuviera dispuesto a asumir sus responsabilidades, sino que se senta abrumado por las paradojas de la vida y aterrado ante la certeza de que no haba nada constructivo que l pudiera hacer. El nio constitua un problema irresoluble. Pareca inaccesible al proceso de razonamiento legal. Jean-Nicolas le sonrea, y el nio le devolva la sonrisa, pero no la simptica sonrisa desdentada que esbozan la mayora de los bebs, sino una sonrisa decididamente irnica. Por otra parte, Jean-Nicolas siempre haba credo que los bebs no vean con claridad, pero ste sin duda se trataba de su imaginacin pareca observarlo con cierta frialdad, lo cual le incomodaba. En el fondo tema que el da menos pensado el beb se incorporara, le mirara fijamente y exclamara: Capullo! Asomado a la ventana, su hijo observa la plaza y comenta todo lo que ve: Ah va el cura, ah est el seor Saulce. Mira, un ratn. Ahora aparece el perro del seor Saulce. Pobre ratn! Bjate de ah, Camille dice Jean-Nicolas. Si te caes a la calle y te haces dao en la cabeza, nunca llegars a ser un concejal. O puede que s. Quin lo iba a notar? Mientras su padre suma las facturas de los proveedores, Camille sigue asomado a la ventana, buscando ms carnaza. El cura atraviesa la plaza, el perro se tiende al sol. Un nio aparece con un collar y una cadena, se los coloca al perro y se lo lleva a casa. Al cabo de un rato, Jean-Nicolas levanta la vista y dice: Cuando haya terminado de pagar el tejado, estar arruinado. Me escuchas? Mientras tus tos sigan impidiendo que me ocupe de casos de mayor envergadura, no podremos llegar a fin de mes sin echar mano de la dote de tu madre, la cual se reservaba para tus estudios. Las nias no me preocupan, pueden aprender a bordar, o puede que alguien se case con ellas por sus encantos personales. Pero t tendrs que espabilarte. El perro ha vuelto dice su hijo. Bjate inmediatamente de ah. Y no te portes como un nio mimado. Por qu? pregunta Camille. Es que no soy un nio?

Su padre cruza la habitacin y le obliga a bajarse del asiento de la ventana. El nio lo mira asombrado. Todo le sorprende: las diatribas de su padre, las motas en la cscara de los huevos, los sombreros de las mujeres y los patos del estanque. Jean-Nicolas lo sienta ante su mesa. Cuando tengas treinta aos, piensa, te sentars en esta mesa, dejars a un lado los libros de cuentas para ocuparte de asuntos insignificantes, redactars, quiz por dcima vez en tu carrera, una hipoteca sobre la mansin de Wige. Cuando cumplas cuarenta y te empiecen a salir canas y ests preocupado por tu hijo mayor, yo tendr setenta aos. Me sentar al sol a contemplar el paisaje, y cuando pasen el seor Saulce y el cura me saludarn educadamente. Qu piensan ustedes sobre los padres? Son importantes, o no? He aqu lo que opina Rousseau al respecto: La familia es la ms antigua de las sociedades, y la nica natural. Sin embargo, los hijos permanecen por naturaleza sujetos a su padre slo en tanto en cuanto lo necesitan para sobrevivir... La familia constituye el primer modelo de sociedad poltica. El jefe de Estado evoca la imagen de un padre; el pueblo, la de sus hijos. He aqu otras ancdotas familiares. El seor Danton tena cuatro hijas, y un hijo menor que sus hermanas. El seor Danton no senta nada especial hacia su hijo, salvo quiz un cierto alivio de que fuera varn. A los cuarenta aos, el seor Danton falleci. Su viuda estaba embarazada, pero sufri un aborto. Posteriormente, el nio, Georges-Jacques, crea recordar a su padre. En su familia se hablaba mucho de los muertos. l procuraba empaparse de esas conversaciones y las transmutaba hacindolas pasar por memoria. Los muertos no regresan para quejarse ni para regaarte. El seor Danton haba sido secretario de uno de los tribunales de la localidad. Dej algo de dinero, unas casas y unas tierras. La seora Danton iba tirando sin grandes problemas. Era una mujer de carcter dominante que no tema enfrentarse a la vida. Los maridos de sus hermanas iban a visitarlos los domingos, para aconsejarla. Los nios eran incorregibles. Destrozaban las verjas de los vecinos, perseguan a las ovejas y cometan otras tropelas rurales. Cuando su madre o uno de sus tos les increpaban, contestaban con malos modos. En otras ocasiones se divertan arrojando a otros nios al ro. Es increble que unas nias se comporten de ese modo! observ el seor Camus, hermano de la seora Danton. No son las nias replic ella. Es Georges-Jacques. Pero qu quieres, tienen que sobrevivir. Pero esto no es la selva objet el seor Camus. Esto no es la Patagonia. Es Arcissur-Aube. Arcis es verde; el terreno que lo rodea es llano y amarillo. La vida prosigue a un ritmo pausado. El seor Camus observa al nio, que est asomado a la ventana, tirando piedras al granero.

Ese nio es un salvaje y est enorme dice. Por qu lleva una venda en la cabeza? Para qu quieres saberlo? Para meterte con l? Hace dos das, una de las nias lo haba trado a casa al anochecer. Estuvieron jugando a moros y cristianos en un campo donde haba un toro. Ese fue el piadoso comentario que hizo Anne Madeleine. Naturalmente, era muy posible que no todos los mrtires de la Iglesia dejaran que un toro los atacara, y que algunos, como Georges-Jacques, se pasearan armados con palos. Tena la mitad del rostro destrozado por el cuerno del animal. Desesperada, su madre le aplic una venda bien apretada, confiando en que la carne se juntara, y otra alrededor de la cabeza para cubrir los chichones y los cortes que tena en la frente. Durante dos das, Georges-Jacques permaneci encerrado en casa, exhibiendo un aire agresivo y quejndose de que le dola la cabeza. Eso fue el tercer da. Veinticuatro horas despus de que el seor Camus se hubiera marchado, la seora Danton se acerc a la ventana y vio como en trance, como si se tratara de una horrible pesadilla a un labrador que atravesaba los campos transportando el cuerpo inerte de su hijo. Dos perros corran tras l con el rabo entre las patas, seguidos de Anne Madeleine, la cual gritaba de rabia y desesperacin. La seora Danton corri a su encuentro y vio que el labrador tena los ojos llenos de lgrimas. Hay que sacrificar a ese toro dijo. Luego entraron en la cocina. Todo estaba manchado de sangre, la camisa del labrador, los perros, el delantal de Madeleine e incluso su cabello. En el suelo haba tambin un reguero de sangre. La seora Danton busc algo una manta, un mantel sobre la que extender el cadver de su nico hijo. El labrador, agotado por el esfuerzo, se apoy en la pared, dejando en ella una larga mancha rojiza. Colquelo en el suelo dijo la seora Danton. Cuando su mejilla roz las fras losas del suelo, el nio gimi suavemente y la seora Danton comprendi que no estaba muerto. Entretanto, Anne Madeleine repeta con voz montona el De profundis: Desde la vigilia matutina hasta el anochecer, Israel confa en el Seor. Su madre le propin un bofetn para que se callara. En aquel momento entr un pollo volando y se pos en el pie de la seora Danton. No pegue a la nia dijo el labrador. Ella lo rescat de debajo de las patas del toro. Georges-Jacques abri los ojos y vomit. Su madre le palp los brazos y las piernas para comprobar si se haba roto algo. Slo se haba partido la nariz. Al respirar, soltaba unas burbujas de sangre. No te suenes le dijo el hombre, que se te saldrn los sesos por la nariz. No te muevas, Georges-Jacques dijo Anne Madeleine. Le has dado un buen susto a ese toro. La prxima vez que te vea, saldr corriendo. Ojal tuviera un marido se lament su madre. Nadie le haba examinado detenidamente la nariz antes del accidente, por lo que nadie poda asegurar que no la tuviera torcida antes de que se produjera el percance. Aparte de eso, el cuerno del toro le haba dejado una cicatriz que le atravesaba la mejilla y que formaba

una hendidura violcea en su labio superior. Al ao siguiente contrajo la viruela, lo mismo que sus hermanas, aunque afortunadamente todos se salvaron. Su madre no crea que las marcas de viruela influyeran en su aspecto. Georges era tan feo que la gente se volva para mirarlo. Cuando Georges-Jacques cumpli diez aos, su madre contrajo nuevas nupcias con Jean Recordain, un comerciante de la localidad. Era viudo, con un hijo (de carcter sosegado) al que debera criar. Aunque era un tanto excntrico, la madre de Georges estaba segura de que sera muy feliz con l. Georges empez a asistir a la escuela local. No tard en descubrir que era capaz de aprenderlo todo con poco esfuerzo, lo cual le permita disponer del suficiente tiempo libre para seguir cultivando sus aficiones. Un da le pas por encima toda una piara de cerdos, ocasionndole varias contusiones y heridas, adems de dejarle un par de cicatrices que quedaron ocultas bajo su espesa pelambrera. Es la ltima vez que permito que un animal me pisotee dijo. Tanto si tiene dos patas como cuatro. Roguemos a Dios para que as sea respondi piadosamente su padrastro. Pas un ao. Un da, Georges cay enfermo. Tena mucha fiebre y no cesaba de tiritar. Cuando tosa arrojaba unos esputos sanguinolentos, y en su pecho sonaba un ruido bronco y spero. Es posible que tenga los pulmones daados dijo el mdico. Son ya muchas las veces que se ha roto las costillas. Lo siento. Les recomiendo que avisen al sacerdote. El sacerdote acudi para administrarle la extremauncin. Pero Georges no muri aquella noche. Tres das ms tarde segua en estado de coma. Su hermana Marie-Ccile organiz unos turnos de oraciones, reservndose el ms pesado: desde las dos de la maana hasta el amanecer. El saln se llen de parientes que intentaban consolar a su madre. De vez en cuando se produca un silencio, roto por el vocero de todos los presentes tratando de hablar al mismo tiempo. Las noticias sobre el estado de Georges iban de una habitacin a otra. Al cuarto da, Georges se incorpor y reconoci a su familia. Al quinto, empez a bromear y tena tanta hambre que pidi abundantes raciones de comida. El mdico afirm que ya estaba fuera de peligro. Su madre haba decidido abrir la tumba familiar y enterrarlo junto a su padre. El atad, que haban colocado en un cobertizo, fue devuelto. Por fortuna, slo haban pagado un depsito por l. Mientras Georges-Jacques permaneca convaleciente, su padrastro viaj a Troyes. A su regreso anunci que haba decidido enviar al muchacho a un seminario. Mentecato! dijo su mujer. Lo que pretendes es quitrtelo de encima, confisalo. No tengo tiempo para ocuparme de mis inventos protest Recordain. Vivo en un campo de batalla. Cuando no le pisotean unos cerdos, pilla una pulmona. A quin se le ocurre baarse en el ro en noviembre? Los ciudadanos de Arcis no tienen por qu saber nadar. Es un chico muy difcil. Tienes razn, quiz podra ser sacerdote dijo su mujer en tono conciliador. Ya lo imagino rodeado de sus feligreses terci el to Camus. Quiz lo enven a una cruzada.

No s de quin habr heredado su inteligencia dijo su mujer. En mi familia no hay nadie inteligente. Gracias protest su hermano. Claro que el hecho de ingresar en un seminario no presupone que tenga que hacerse sacerdote. Tambin podra ser abogado. Hay varios abogados en la familia. Y si no est de acuerdo con el veredicto? No quiero ni pensarlo. De todos modos dijo la mujer, prefiero que se quede en casa uno o dos aos ms. Me gusta tenerlo junto a m. Como quieras respondi su marido. Jean Recordain era un hombre bonachn que satisfaca a su mujer obedecindola en todo. Buena parte del tiempo lo pasaba encerrado en un cobertizo, inventando una mquina para tejer algodn. Deca que aquella mquina cambiara el mundo. Su hijastro tena catorce aos cuando se trasladaron a Troyes, vieja ciudad catedralicia de gente pacfica. All los animales no pisoteaban a la gente, ni los sacerdotes permitan a los chicos baarse en el ro. Todo pareca indicar, por tanto, que Georges-Jacques lograra sobrevivir. Ms tarde, cuando recordaba su adolescencia, siempre deca que haba sido muy feliz. En estos momentos, bajo una luz ms dbil, ms gris, ms del norte, se celebran unos esponsales. Es el 2 de enero, y los escasos asistentes se felicitan el ao nuevo. La historia de amor de Jacqueline Carraut ocup la primavera y el verano de 1757, y el da de san Miguel, el 29 de septiembre, se enter de que estaba embarazada. Jacqueline jams cometa un error. O, por lo menos, slo cometa errores graves. En vista de que su novio se mostraba ms fro hacia ella, y dado que su padre era un hombre colrico, Jacqueline decidi ensanchar los corpios de sus vestidos y no decir palabra. Cuando se sentaba a la mesa, jugueteaba un rato con la comida y luego se la daba al terrier que estaba sentado junto a sus faldas. Lleg adviento. Si me lo hubieras dicho antes dijo su novio, mi familia slo habra protestado de que un Robespierre se casara con la hija de un cervecero. Ahora, con esta barriga, encima se armar un escndalo. Es el fruto de nuestro amor dijo Jacqueline. No era una joven romntica, pero se senta obligada a mantener el tipo. As pues, una vez ante el altar, sostuvo la cabeza bien alta y mir a todos de frente. Es decir, a su familia, porque los Robespierre se quedaron en casa. Franois tena veintisis aos y un brillante porvenir como abogado; era uno de los mejores partidos de la localidad. Los Robespierre llevaban en la comarca de Arras desde haca trescientos aos. No tenan dinero, pero eran muy orgullosos. Jacqueline estaba impresionada por cmo vivan sus suegros. En casa de su padre, el cervecero, quien no dejaba de quejarse en todo el da ni de regaar a sus empleados, coman unos buenos bistecs. Los Robespierre, en cambio, se comportaban con exquisita educacin y coman sopa. Puesto que la consideraban una muchacha fuerte y robusta, como todas las de su procedencia social, le servan unos gigantescos platos de sopa. Incluso le ofrecan cerveza de la que fabricaba su padre. Pero Jacqueline no era ni fuerte ni robusta, sino frgil y

delicada. Ha tenido suerte de casarse con un Robespierre, deca la gente con envidia. As no tendr que trabajar. Pareca una figurita de porcelana, un tanto deforme debido a su estado. Franois haba cumplido con su deber y se haba casado con ella; pero cuando abraz su cuerpo entre las sbanas, volvi a experimentar la misma pasin visceral que antes. Se senta atrado por el nuevo corazn que lata en su pecho, por la primitiva curva de sus costillas. Le fascinaba su piel suave y difana. Le encandilaban sus grandes y miopes ojos verdes, cuya mirada ella saba suavizar o endurecer, como un gato. Cuando hablaba, sus palabras eran como unas pequeas garras que se le clavaban en la carne. Por sus venas slo corre sopa dijo Jacqueline. Si les hicieras un corte, sangraran buenos modales. Gracias a Dios que maana nos instalamos en nuestra propia casa. Fue un invierno crudo y tenso. Las dos hermanas de Franois iban a visitarlos a menudo, pero se sentan violentas. El hijo de Jacqueline naci el 6 de mayo, a las dos de la maana. Ms tarde, la familia se reuni alrededor de la pila bautismal. El padre de Franois fue el padrino e impusieron al nio su nombre, Maximilien. Era un nombre tradicional en la familia, segn inform a la madre de Jacqueline, una familia slida a la que ahora perteneca su hija. A lo largo de los cinco aos siguientes nacieron otros tres nios de ese matrimonio. Jacqueline estaba siempre indispuesta y asustada. Tena la impresin de hallarse continuamente en estado. Aquel da la ta Eulalie les ley un cuento. Se llamaba La zorra y el gato. Lea precipitadamente, pasndose algunas hojas. Maximilien pens que si eso lo hubiera hecho un nio, habra recibido un bofetn. Para colmo, era su libro favorito. La ta Eulalie se pareca a la zorra del cuento, cuando alzaba la cabeza para escuchar atentamente, con aire preocupado. Aburrido, Maximilien se sent en el suelo y se puso a jugar con el puo de encaje de su ta. Su madre saba hacer labores de encaje. Le extra que su ta Eulalie no le regaara por sentarse en el suelo, y lo interpret como un signo de mal presagio. De pronto su ta se detuvo bruscamente. Arriba, Jacqueline se estaba muriendo. Sus hijos todava no lo saban. Haban despedido a la comadrona, pues era una intil. En estos momentos se encontraba en la cocina, comiendo queso y atemorizando a la sirvienta con sus macabras historias. Haban avisado al mdico, con el que Franois sostena una acalorada disputa. La ta Eulalie se levant de un salto y cerr la puerta, pero aun as se oan sus voces. Luego sigui leyendo con voz entrecortada, mientras con su blanca y delicada mano meca la cuna del pequeo Augustin. No veo cmo sacar a la criatura si no es rajando a la madre dijo el mdico. No le gustaba emplear esa palabra, pero no haba ms remedio. Quiz pueda salvar al nio. Quiero que la salve a ella dijo Franois. Si no hago nada morirn los dos. No me importa que muera la criatura, pero salve a la madre. Eulalie empez a mecer la cuna apresuradamente, y Augustin rompi a llorar. Afortunadamente para l, ya haba nacido.

Los dos hombres seguan pelendose. Para eso poda haber avisado al carnicero! grit Franois. La ta Eulalie se levant de su asiento, y el libro se desliz de sus manos y cay al suelo. Por Dios! grit mientras corra escaleras arriba. Bajad la voz. Los nios estn oyndolo todo. Maximilien cogi el libro y alis las pginas que haba doblado su ta mientras contemplaba las ilustraciones de la zorra y el gato, la tortuga y la liebre, el astuto cuervo y el oso. Luego coloc la rechoncha mano de su hermana sobre la cuna y dijo: Anda, mcelo un rato. Su hermana le mir fijamente y pregunt: Por qu? La ta Eulalie pas junto a Maximilien sin reparar en l, con la frente perlada de sudor. El nio subi la escalera y vio a su padre sentado en un silln, llorando, con la cara oculta entre las manos. El mdico abri su maletn y dijo: Dnde habr puesto los frceps... Al menos lo intentar. A veces sale bien. Maximilien abri la puerta del dormitorio y entr. Las ventanas estaban cerradas, como para impedir que penetrara la brisa estival y la fragancia de los jardines y los campos. En la chimenea arda un fuego, y junto a ella haba una cesta con varios troncos. El calor era inmediato y visible. El cuerpo de su madre yaca envuelto en una sbana blanca, con la cabeza apoyada en unas almohadas y el cabello recogido con una cinta. Su madre le mir sin volver la cabeza, sonriendo dbilmente. La piel alrededor de su boca tena un tono grisceo. Sus ojos parecan advertirle que dentro de poco se separara de l. Maximilien se encamin hacia la puerta. Antes de salir se gir y alz la mano en un gesto de solidaridad. En el pasillo se top con el mdico, que se haba quitado la chaqueta y la llevaba colgando del brazo, como si esperara que alguien se la cogiera y la colgara en algn sitio. Si me hubieran avisado hace unas horas... dijo el mdico. Franois haba desaparecido. En aquel momento lleg el sacerdote. Si el nio asoma la cabeza dijo, lo bautizar. Si el nio asomara la cabeza, no tendramos ningn problema replic el mdico. O un brazo o una pierna. La Iglesia lo permite. Eulalie entr de nuevo en la habitacin. Aqu hace un calor sofocante dijo. No creo que le convenga a la parturienta. Tampoco le conviene pillar un resfriado contest el mdico. Aunque de todos modos... En tal caso le administrar la extremauncin dijo el sacerdote. Traigan una mesa. Abri su maletn y sac un pao blanco y unas velas. La gracia de Dios en versin porttil. Saquen de aqu a ese nio dijo el mdico, indicando a Maximilien. Eulalie lo cogi en brazos. Mientras bajaban la escalera, Maximilien sinti el spero roce del vestido contra su mejilla. Eulalie los condujo hacia la puerta principal.

Poneos los guantes dijo. Y los sombreros. Hace calor protest Maximilien. No queremos los guantes. Haced lo que os digo insisti Eulalie. Salieron seguidos de la nodriza, que llevaba al pequeo Augustin en brazos como si fuera un saco de patatas. Cinco nios en seis aos dijo sta a Eulalie. No me extraa que se est muriendo. Se dirigieron a casa del abuelo Carraut. Ms tarde, la ta Eulalie les dijo que deban rezar por su hermanito. La abuela pregunt muy bajo, sin apenas mover los labios, si el beb haba sido bautizado. La ta Eulalie sacudi la cabeza y contest en el mismo tono: Ha nacido muerto. Maximilien se estremeci, y la ta Eulalie se inclin para darle un beso. Cundo puedo volver a casa? pregunt el nio. Pasars unos das con tu abuela, hasta que tu madre se haya restablecido. Pero Maximilien recordaba la piel griscea en torno a su boca y comprenda lo que su madre haba tratado de decirle: pronto me metern en un atad y me enterrarn. Por qu se empeaban en mentirle? Maximilien empez a contar los das. Las tas Eulalie y Henriette iban y venan constantemente. Les extraaba que el nio no preguntara por su madre. Maximilien no pregunta por su madre dijo Henriette a la abuela Carraut. Es un nio muy fro respondi su abuela. Pero l sigui contando los das hasta que decidieron decirle la verdad. Al noveno da, mientras los nios desayunaban, entr su abuela y dijo: Debis ser muy valientes. Vuestra madre se ha ido a vivir con Jess. Con el Nio Jess, pens Maximilien. Ya lo s dijo. En aquella poca tena seis aos. El viento agitaba las cortinas blancas del balcn, y un gorrin se pos en la barandilla. Dios, rodeado de vaporosas nubes, les observaba desde un cuadro colgado en la pared. Dos das ms tarde, su hermana Charlotte se detuvo ante el atad, sealndolo con el dedo, mientras su hermana pequea, Henriette, permaneca sentada en un rincn, malhumorada porque nadie le haca caso. Si quieres te leer un cuento dijo Maximilien a Charlotte. Pero no ese libro de animales. Es demasiado infantil. Ms tarde, su ta Henriette lo alz para que pudiera contemplar el cuerpo de su madre antes de que cerraran el atad. Yo no quera que la viera dijo su ta, girando la cabeza. Pero la abuela Carraut insisti. Maximilien saba perfectamente que aquel cadver con la nariz aguilea y las manos blancas como la cera era su madre. De pronto, la ta Eulalie sali corriendo de la casa y exclam: Franois, te lo ruego! Maximilien corri tras ella y vio a su padre alejarse sin volver la cabeza ni siquiera una

vez. La ta Eulalie cogi al nio de la mano y lo llev hacia la casa. Tiene que firmar el certificado de defuncin dijo. Pero se niega en redondo. Qu vamos a hacer? Al da siguiente regres Franois. Apestaba a coac, y el abuelo Carraut dijo que era evidente que haba estado con una mujer. Durante los meses siguientes, Franois se dio a la bebida. No atenda a sus clientes, y stos se buscaron otro abogado. Un da hizo la maleta y dijo que se marchaba para siempre. El abuelo y la abuela Carraut confesaron que nunca les haba cado bien. Dijeron que no tenan nada contra los Robespierre pues eran gente decente, pero que Franois era un canalla. Al principio hicieron ver que estaba ocupado con un complicado caso en otra ciudad. De vez en cuando regresaba, generalmente para pedir dinero. Los abuelos Robespierre a nuestros aos no se sentan capaces de ofrecer a sus nietos un hogar. El abuelo Carraut se hizo cargo de los dos chicos, Maximilien y Augustin, y las tas Eulalie y Henriette, que estaban solteras, de las nias. Cierto da, Maximilien descubri, o le dijeron, que haba sido concebido antes del matrimonio. A partir de entonces es posible que achacara las desgracias de su familia a esa circunstancia, pero lo cierto es que durante el resto de su vida no volvi a mencionar a sus padres. En 1768 Franois de Robespierre regres a Arras tras una ausencia de dos aos. Dijo que haba estado en el extranjero pero no especific en qu lugar, ni cmo se haba ganado la vida. Fue a casa del abuelo Carraut para ver a su hijo. Maximilien les oy discutir a travs de la puerta. Dices que nunca has conseguido superarlo dijo el abuelo Carraut. Te has parado a pensar en si tu pobre hijo lo ha superado? Es su viva imagen. No es un nio fuerte, como tampoco lo era su madre. T lo sabas cuando le obligaste a tener un hijo tras otro. Yo me ocupo de alimentar a tus hijos, de vestirlos y de educarlos como buenos cristianos. Su padre lo encontr muy delgado para su edad. Convers con l durante unos minutos, pero era evidente que se senta tenso e incmodo. Al despedirse, le dio un beso en la frente. Su aliento apestaba a alcohol. El nio se apart bruscamente. Franois pareca decepcionado. Quiz esperaba que se arrojara en sus brazos. Ms tarde, el nio, que haba aprendido a dosificar sus emociones, sinti ciertos remordimientos. Ha venido pap a verme? le pregunt a su abuelo. No seas ingenuo contest el anciano. Ha venido a pedir dinero. Maximilien no causaba ningn problema a sus abuelos. Era un chico dcil y obediente. Senta aficin por la lectura y tena unas palomas en el jardn. Sus hermanas iban a verlo los domingos, y l dejaba que acariciaran suavemente, con un dedo a las palomas. Las nias le suplicaron que les regalara una paloma. Ya os conozco, dijo Maximilien, os cansaris de ella a los dos das. No es una mueca, tenis que darle de comer y limpiar la jaula. Pero sus hermanas insistieron e insistieron, hasta que al fin cedi. La ta Eulalie compr una bonita jaula dorada. Al cabo de unas semanas, la paloma muri. Se dejaron la jaula en el jardn, y se

desencaden una tormenta. Maximilien imaginaba al pobre pjaro arrojndose contra los barrotes, con las alas rotas. Charlotte le dio la noticia sollozando amargamente, pero Maximilien saba que a los cinco minutos ya no se acordara de la paloma. Dejamos la jaula fuera para que se sintiera libre dijo gimoteando. Pero no era libre. Tenais que cuidarla. Ya os lo advert. Pero ello no le sirvi de consuelo, sino que le dej un sabor amargo en la boca. Su abuelo le dijo que cuando fuera mayor se ocupara del negocio. Sola llevar al chico a la fbrica, para que fuera conociendo las diversas operaciones que requera la elaboracin de la cerveza y para que charlara con los operarios. Pero al chico no le interesaba el negocio de la cerveza. Su abuelo dijo que, dado que era ms intelectual que prctico, podra hacerse sacerdote. Augustin se encargar del negocio dijo. O puede que lo venda. Yo no soy un sentimental. Existen otras profesiones aparte de la de cervecero. Cuando Maximilien cumpli diez aos, sus abuelos pidieron al abate de Saint-Waast que hablara con l y le orientara respecto a su futuro. Al abate no le cay simptico Maximilien. Pese a sus excelentes modales, no pareca tener en cuenta sus opiniones, como si estuviera distrado pensando en otras cosas. Sin embargo, pareca un chico muy inteligente. El abate pens que no era culpable de sus desgracias y decidi ayudarle. Haba asistido tres aos a la escuela de Arras, y sus maestros aseguraban que era muy aplicado y estudioso. El abate logr que le concedieran una beca nada menos que en el Louis-le-Grand, el mejor colegio del pas, donde estudiaban los hijos de la aristocracia y en el que un chico sin fortuna poda llegar a ser alguien. El abate le recomend que estudiara con ahnco, que obedeciera a sus superiores y que se mostrara agradecido. Espero que me escribas con frecuencia dijo Maximilien a su ta Henriette. Por supuesto. Y mis hermanas tambin. Desde luego. En Pars tendr muchos amigos. Eso espero. Y cuando sea mayor, me har cargo de mis hermanas y de mi hermano. No tendrn que depender de nadie ms. Has olvidado a tus viejas tas? Tambin me ocupar de vosotras. Viviremos en una gran casa, y no nos pelearemos nunca. Henriette no estaba convencida de que el chico debiera ir a Pars. Aunque haba cumplido doce aos, era un nio un tanto enclenque y tmido; tema que cuando abandonara la casa de su abuelo, nadie le hiciera caso. Pero no, por supuesto que deba ir. No poda desaprovechar una oportunidad como sa ni permanecer toda la vida pegado a las faldas de sus tas. Le recordaba a la pobre Jacqueline; tena los mismos ojos que su madre, de un color verde mar, que parecan atrapar la luz. Nunca me cay mal, pens Henriette. Tuvo la desgracia de estar delicada del corazn. Durante el verano de 1769, Maximilien se esforz en perfeccionar el latn y el griego.

Pidi a la hija de una vecina, una nia mayor que l, que cuidara de sus palomas durante su ausencia. En octubre, parti hacia Pars. En Guise, bajo la atenta mirada de Viefville, la carrera de matre Desmoulins avanzaba a buen ritmo. Le haban ascendido a magistrado. Por las noches, despus de cenar, l y Madeleine conversaban un rato, mirndose tiernamente a los ojos. El dinero escaseaba. En 1767, cuando Armand empezaba a dar sus primeros pasos y Anne Clothilde era todava un beb, Jean-Nicolas dijo a su esposa: Creo que debemos enviar a Camille a la escuela. Camille haba cumplido los siete aos y segua a su padre por toda la casa, parloteando sin cesar, como todos los Viefville. Debera ir a Cateau-Cambrsis dijo Jean-Nicolas, con sus primos. Al fin y al cabo no est lejos de aqu. Madeleine andaba siempre muy atareada. Su hija mayor estaba continuamente enferma, las criadas se aprovechaban y el exiguo presupuesto familiar requera grandes economas. Aparte de sus ocupaciones como ama de casa, Jean-Nicolas le exiga que tuviera en cuenta sus sentimientos. No es un poco joven para esforzarse en conseguir las ambiciones que t nunca conseguiste alcanzar? pregunt a su marido. Lo cierto es que Jean-Nicolas era un hombre amargado. Haba renunciado a sus sueos. Dentro de unos aos, otros jvenes abogados le preguntaran por qu se haba conformado con permanecer en Guise pudiendo aprovechar su talento para abrirse camino en otro lugar. Y l respondera secamente que su provincia le bastaba y sobraba, y que no se metieran en sus asuntos. En octubre enviaron a Camille a Cateau-Cambrsis. Poco antes de Navidad, recibieron una efusiva carta del rector relatndoles los asombrosos progresos de Camille. Jean-Nicolas la agit ante las narices de su mujer y exclam: No te lo dije? Yo estaba en lo cierto. Pero a Madeleine le preocupaba el tono de la carta. Es como si te dijeran que tu hijo es muy atractivo e inteligente aunque slo tenga una pierna dijo. Jean-Nicolas lo interpret como una broma de su mujer. Haca pocos das, sta le haba acusado de no tener imaginacin ni sentido del humor. Al cabo de unas semanas Camille regres a casa. Sus padres se quedaron estupefactos al comprobar que tartamudeaba. Madeleine se encerr en su habitacin y pidi que le sirvieran las comidas all. Camille dijo que los reverendos haban sido muy amables con l y afirm que l tena la culpa de su defecto. Su padre, para animarlo, dijo que no era un defecto sino ms bien un inconveniente. Camille insisti en que era el nico culpable y pregunt framente cundo poda regresar a la escuela, ya que all nadie reparaba en su defecto ni le criticaban. Jean-Nicolas se puso en contacto con Cateau-Cambrsis y exigi al rector que le explicara por qu su hijo tartamudeaba ahora. El sacerdote contest que cuando lleg a la escuela ya presentaba ese defecto, pero Jean-Nicolas le asegur que cuando se march de

casa no lo haca. Al fin, ambos llegaron a la conclusin de que Camille debi perder su fluidez de palabra en el viaje, como si se tratara de una maleta o de unos guantes. Nadie tena la culpa; son cosas que pasan. En 1770, cuando Camille cumpli diez aos, los sacerdotes aconsejaron a su padre que lo sacara de la escuela porque no podan prestarle la atencin que su progreso mereca. Quiz deberamos ponerle un tutor. Un hombre culto y educado dijo Madeleine. Ests loca? le espet su marido. Acaso me has tomado por un duque? Por un magnate del algodn ingls? Crees que poseo una mina de carbn? Que estoy rodeado de siervos? No contest su esposa. S perfectamente quin eres. No me hago ilusiones. Fue un De Viefville quien les brind la solucin. Sera una lstima dejar que vuestro hijo desperdiciara su inteligencia por falta de dinero. Al fin y al cabo dijo groseramente, t, Jean-Nicolas, nunca llegars a nada, pero el nio es encantador y espero que cuando sea mayor deje de tartamudear. Debemos pensar en una beca. Si pudiramos enviarlo al Louis-le-Grand, no nos costara mucho dinero. Crees que lo admitiran? Segn me han dicho, es un chico extraordinariamente inteligente. Cuando sea abogado, ser el orgullo de la familia. La prxima vez que mi hermano vaya a Pars, le pedir que os haga ese favor. Qu ms puedo decir? La esperanza de vida en Francia ha aumentado hasta casi los veintinueve aos. El colegio Louis-le-Grand era una institucin muy antigua. Haba sido dirigido por jesuitas, pero cuando fueron expulsados de Francia los sustituyeron los oratorianos, una orden ms ilustrada. Entre sus alumnos se contaban varios personajes clebres como Voltaire, que por entonces estaba exiliado, y el marqus de Sade, que permaneca encerrado en uno de sus castillos mientras su esposa trataba de conseguir que le conmutaran la sentencia por envenenamiento y sodoma. El colegio estaba ubicado en la rue Saint-Jacques, separado de la ciudad por unos slidos muros y una enorme verja de hierro. En el edificio reinaba un fro polar pues slo encendan las chimeneas cuando se formaba una capa de hielo sobre el agua bendita de la capilla. En invierno los alumnos salan temprano, cogan unos tmpanos de hielo y los metan en las pilas del agua bendita, confiando en que el rector se diera por enterado. Por las habitaciones corra un aire glido, junto con algunas rfagas de frases pronunciadas en lenguas muertas. Maximilien de Robespierre llevaba un ao en el colegio. Al llegar, le recomendaron que estudiara con ahnco para agradecerle as al abate el gran favor que le haba hecho. Le dijeron que no se preocupara si los primeros das aoraba a su familia, pues le pasara pronto. En cuanto lleg, Maximilien se apresur a anotar todo lo que haba visto durante el viaje, para no olvidarlo. Los verbos se conjugaban en Pars del mismo modo que en Artois. Si uno prestaba atencin a los verbos, todo iba bien. Era un estudiante aplicado y sus profesores estaban muy satisfechos de l. Pero no tena amigos. Un da se le acerc un alumno mayor que l, llevando de la mano a un nio de corta

edad. Oye, t dijo el chico mayor (sus compaeros solan fingir que no recordaban su nombre). Es a m? pregunt Maximilien, sin girarse, en un tono entre amable y ofensivo que dominaba a la perfeccin. Quiero que te ocupes de este nio que nos han mandado. Creo que es de tu pueblo, de Guise. Esos ignorantes parisienses no saben distinguir un lugar de otro, pens Maximilien. Guise est en Picarda respondi. Yo soy de Arras. Arras est en Artois. Y qu ms da? Aunque s que ests muy ocupado con tus estudios superiores, espero que tengas tiempo de ensearle la escuela. De acuerdo contest Maximilien, girndose para contemplar al nio. Era muy guapo y tena el cabello muy oscuro. Adnde te apetece ir? le pregunt. En aquel momento apareci el padre Herivaux, tiritando de fro. Al verlos, se detuvo y dijo: Me alegro de verlo, Camille Desmoulins. El padre Herivaux era un eminente clasicista, y procuraba estar al tanto de todo. Una beca no impeda que penetrara el fro viento otoal; y las cosas seguramente empeoraran. Tengo entendido que tiene diez aos dijo el reverendo. El nio asinti. Y que es muy espabilado para su edad. S respondi el nio. El padre Herivaux se mordi el labio y se alej apresuradamente. Maximilien se quit las gafas y se frot los ojos. Procura decir s, padre dijo. Es lo habitual. No contestes con la cabeza, no les gusta. Y cuando te pregunten si eres inteligente, convendra que fueras un poco ms modesto. Debes responder hago lo que puedo, padre, o algo por el estilo. O sea que hay que lamerles las botas dijo el nio. Slo pretenda aconsejarte, basndome en mi experiencia contest Maximilien. Se puso de nuevo las gafas y observ al nio fijamente. De pronto se acord de la paloma, atrapada en la jaula. Le pareca tocar sus plumas, suaves y muertas, y los huesecillos de su cuerpo. Sinti un estremecimiento y se limpi la mano en la chaqueta. El nio tartamudeaba, lo cual le haca sentirse incmodo. Aquella situacin le enojaba profundamente. Tema que las cosas se complicasen y que pudiera perder el modus vivendi que haba logrado. Cuando regres a Arras para pasar las vacaciones de verano, Charlotte observ: Apenas has crecido. Todos los aos haca el mismo comentario. Sus profesores lo tenan en gran estima. Es tosco y carece de estilo, decan, pero siempre dice la verdad. Maximilien no saba qu opinaban sus compaeros de l. Si le hubieran preguntado qu

tipo de persona crea ser, hubiera contestado que era un chico inteligente, sensible, paciente y desprovisto de encanto. Pero, lgicamente, ignoraba si los dems opinaban lo mismo. No reciba muchas cartas de casa. Charlotte le escriba con frecuencia, contndole pequeas aventuras y ancdotas. Maximilien guardaba sus cartas un par de das, y luego las tiraba a la basura. Camille Desmoulins reciba carta de su familia dos veces a la semana. Eran unas cartas largusimas, que sola leer en voz alta para entretenimiento de sus compaeros. Les explic que puesto que le haban enviado a la escuela cuando tena siete aos, saba ms cosas sobre su familia por las cartas que le escriban que por haber convivido con ellos. Los episodios eran como los captulos de una novela, y a medida que los lea, sus amigos empezaron a creer que sus parientes eran como unos personajes de fbula. En ocasiones, sus amigos se echaban a rer como locos cuando les lea frases parecidas a Tu padre confa en que te hayas confesado, que no cesaban de repetir durante varios das. Camille les explic que su padre estaba escribiendo una Enciclopedia de Derecho, probablemente para no tener que conversar con su madre por las noches. Quiz su padre se encerraba en su cuarto con la Enciclopedia, y se pona a leer lo que el padre Proyart denominaba libros peligrosos. Camille contestaba puntualmente a las cartas, llenando numerosos folios con su curiosa caligrafa. Guardaba todas las cartas para publicarlas ms adelante. Tenga presente, Maximilien le dijo un da el padre Herivaux, que la gente le tomar por lo que aparente. Por tanto, procure dar la impresin de ser un hombre de vala. Eso nunca haba supuesto un problema para Camille. Tena la habilidad de trabar amistad con alumnos mayores que l y muy bien relacionados. Uno de ellos se llamaba Stanislas Frron, un chico que tena cinco aos ms que l y al que haban puesto el nombre de su padrino, el rey de Polonia. Los Frron eran muy ricos y cultos, y un to suyo era un conocido enemigo de Voltaire. A los seis aos le haban llevado a Versalles, donde recit una poesa para las seoras Adelaide, Sophie y Victoire, hijas del anciano rey, que jugaron con l y le dieron unos caramelos. Cuando seas mayor dijo Frron a Camille, te presentar a mis amigos y te ayudar a hacer carrera. Se senta agradecido Camille con Frron? En absoluto. Por el contrario, lo despreciaba y lo llamaba Conejo. En Frron empez a desarrollarse una desmedida sensibilidad. Se pona ante el espejo, y examinaba su rostro con detenimiento para comprobar si, efectivamente, tena dientes de conejo o aspecto tmido. Otro de sus amigos era Louis Suleau, un chico un tanto irnico, que sonrea cuando los jvenes aristcratas criticaban a la nobleza. Es increble, deca Suleau, ver cmo algunas personas se dedican a socavar la tierra que pisan. No tardar en estallar una guerra dijo a Camille, y t y yo nos encontraremos en bandos distintos. As que ms vale que ahora procuremos llevarnos bien. No quiero volver a confesarme anunci un da Camille al padre Herivaux. Si me obliga a ello, fingir que soy otra persona y me inventar los pecados. Sea razonable respondi el padre Herivaux. Cuando cumpla diecisis aos, podr renegar de su fe. Es la edad en que se suele hacer. Cuando cumpli diecisis, aos Camille ya tena nuevas aficiones e intereses.

Maximilien de Robespierre le pregunt un da: Cmo consigues salir de aqu? No es la Bastilla. A veces salgo tranquilamente por la puerta; otras trepo por el muro. Quieres que te ensee cmo lo hago, o prefieres no saberlo? Dentro de los muros hay una nutrida comunidad intelectual. Fuera, las bestias se pasean frente a la verja de hierro. Parece como si unos seres humanos hubieran sido enjaulados, mientras que afuera los animales salvajes campan a sus anchas y realizan actividades humanas. La ciudad apesta a riqueza y corrupcin; los mendigos piden limosna en la calle, el verdugo tortura a los reos en pblico, se cometen robos y asesinatos a plena luz del da. Lo que Camille halla fuera de los muros le excita y escandaliza al mismo tiempo. Es una ciudad maldita, dice, dejada de la mano de Dios; un lugar de insidiosa depravacin espiritual al que aguarda un futuro apocalptico. La sociedad en la que Frron se propone introducirlo es como un gigantesco y venenoso organismo a punto de sucumbir; las personas como t, dice a Maximilien, sois las nicas capaces de gobernar el pas. Ya vers lo que es bueno cuando el padre Proyart sea nombrado rector coment Camille, excitado ante semejante perspectiva. Acabar con nosotros. Curiosamente, pens Maximilien, Camille crea que cuanto peor se pusieran las cosas, mejor para todos. Pero el padre Proyart no fue nombrado rector, sino el padre Poignard dEnthienloye, un hombre de temperamento sosegado, liberal e inteligente. Le alarmaba el espritu de rebelda que se haba apoderado de los alumnos. El padre Proyart dice que forma usted parte de una pandilla dijo a Maximilien. Que son unos anarquistas y unos puritanos. El padre Proyart me tiene mana contest Maximilien. Creo que le da excesiva importancia al asunto. El asunto la tiene. Pero no nos andemos con rodeos. Debo leer mi discurso de aceptacin del cargo dentro de media hora. Dice que somos puritanos? Pues debera alegrarse. Si hablaran ustedes todo el tiempo sobre mujeres lo comprendera, pero dice que slo hablan de poltica. Es cierto respondi Maximilien. Estaba dispuesto a tener en cuenta los problemas de sus superiores. Teme que estos altos muros no puedan impedir que se filtren las ideas de los norteamericanos. Y tiene razn. Cada generacin tiene sus pasiones. Es natural. A veces creo que nuestro sistema educativo es errneo. Les arrebatamos su niez, forzamos sus ideas en este ambiente de invernadero y les instruimos en un clima de despotismo. Dicho esto, el sacerdote suspir; las metforas le depriman. Maximilien consider unos instantes la posibilidad de encargarse de la fbrica de cerveza; al menos no necesitara estudios clsicos. Cree usted que es preferible no dar esperanzas a la gente? pregunt al nuevo rector. Creo que es una lstima azuzar su inteligencia y luego advertirles de que no pueden pasar de aqu contest el sacerdote, alzando una mano. No podemos ofrecer a un joven

como usted los privilegios de que gozan los que nacen ricos y nobles. Ya lo s contest Maximilien sonriendo. El rector no alcanzaba a comprender por qu el padre Proyart la tena tomada con este chico. No era agresivo ni descarado. Qu piensa hacer, Maximilien? A qu quiere dedicarse? El rector saba que de acuerdo con las condiciones de la beca, el muchacho deba licenciarse en medicina, teologa o jurisprudencia. Tengo entendido que desea ser sacerdote. Eso es lo que quiere mi familia respondi Maximilien. El chico es respetuoso, pens el rector, y tiene en cuenta las opiniones de los dems, aunque al fin har lo que a l le d la gana. Mi padre era abogado, quiz siga sus pasos prosigui Maximilien. Tengo que regresar a casa. Soy el mayor de los hermanos, comprende? El rector saba que la familia de Maximilien haba desembolsado una pequea cantidad para cubrir los gastos que no alcanzara su beca de estudios, y era lgico que el chico se sintiera acomplejado por su situacin social. El ao pasado, el tesorero le haba entregado el dinero para que se comprara un sobretodo nuevo. Se conformara con ejercer su carrera en su provincia? pregunt el rector. A fin de cuentas, me mover en mi ambiente contest Maximilien no sin cierta irona. Pero deca usted que le preocupaba el tono moral del colegio. Creo que debera hablarlo con Camille. Est ms enterado del asunto que yo. Detesto esa costumbre de utilizar el nombre de pila dijo el sacerdote. Como si fuera un personaje clebre. Acaso no tiene apellido? Francamente, no tengo una buena opinin de su amigo. Y no me diga que no es amigo suyo. Lo reconozco respondi Maximilien. Pero no creo que tenga usted una mala opinin de l. El sacerdote se ech a rer. El padre Proyart dice que no slo son ustedes unos puritanos y unos anarquistas, sino unos engredos, incluyendo a ese tal Suleau. Pero veo que usted no es as. Cree que debera mostrarme tal como soy? Sin duda. Confieso que me resulta difcil. Ms tarde, mientras guardaba su breviario, el sacerdote medit sobre la entrevista que haba mantenido con Maximilien. Ese chico ser un desgraciado, pens. Regresar a su provincia y no har nada de provecho. Corre el ao 1774. Ha llegado el momento de que los estudiantes se hagan adultos, de que irrumpan en el mundo, en los actos pblicos. A partir de ahora todo suceder a la luz de la historia, la cual no ilumina el intelecto como el astro solar, sino ms bien como la vela de un funeral. Como mucho, es un resplandor lunar de segunda mano, dbil y miope, que induce al error. Camille Desmoulins, 1793: Creen que alcanzar la libertad es como hacerse adulto, que tienes que sufrir. Maximilien Robespierre, 1793:

La historia es pura ficcin.

II. LA VELA DE UN FUNERAL(1774-1780) Poco despus de Pascua, el rey Luis XV contrajo la viruela. Desde que naci, su vida haba estado dominada por los cortesanos; el mero hecho de levantarse por la maana constitua una ceremonia sujeta a una complicada y rgida etiqueta, y cuando coma lo haca en pblico, mientras centenares de personas desfilaban ante l observando cada cucharada que se llevaba a la boca. Todos sus actos cada vez que iba al bao, cada vez que haca el amor, incluso cada vez que respiraba eran comentados pblicamente. De pronto, le sobrevino la muerte. Un da tuvo que suspender la cacera y fue trasladado a palacio, postrado y con una fiebre muy alta. Tena sesenta y cuatro aos, y todos sospecharon lo peor. Cuando aparecieron en su cuerpo unas manchas rojas, el propio Rey temi que morira e ira al infierno. El delfn y su esposa permanecieron en sus habitaciones, por temor a contagiarse. Cuando las ampollas empezaron a supurar, abrieron todas las puertas y ventanas, pero aun as el hedor era insoportable. En sus ltimas horas, el Rey estuvo atendido nicamente por mdicos y sacerdotes. El carruaje de la condesa du Barry, su ltima amante, parti para siempre de Versalles. Una vez que sta se hubo marchado y el Rey se qued solo, los sacerdotes accedieron a administrarle la absolucin. Cuando el Rey envi a por la Du Barry y le dijeron que se haba marchado, respondi: Tan pronto? La corte estaba reunida en la gigantesca antesala conocida como ojo de buey, para aguardar la muerte del Rey. El 10 de mayo, a las tres y cuarto de la tarde, apagaron una vela que estaba encendida junto a la ventana. De pronto son un ruido parecido al estallido de un trueno y todos los cortesanos salieron del ojo de buey, atravesaron la gran galera y se dirigieron a las habitaciones del nuevo Rey. El nuevo Rey tiene diecinueve aos; y su consorte, la princesa austriaca Mara Antonieta, un ao menos que l. El Rey es un muchacho corpulento, piadoso, meticuloso y flemtico, amante de la caza y de los placeres de la mesa; se dice que, debido a un defecto del prepucio, es incapaz de gozar de los placeres de la carne. La Reina, egosta, testaruda, caprichosa y maleducada, es rubia, de tez plida y bonita como casi todas las jvenes de dieciocho aos; pero su arrogancia, tpica de los Habsburgo, empieza a plantear un serio problema. El pueblo tiene depositadas todas sus esperanzas en el nuevo reinado. En la estatua del gran Enrique IV, una mano annima ha escrito: Resurrexit. Cuando el teniente de la polica acude a su despacho hoy, el ao pasado, todos los aos, lo primero que hace es preguntar el precio de una hogaza de pan en las panaderas de Pars. Si la harina abunda en Les Halles, los panaderos de la ciudad y de los alrededores podrn satisfacer a sus clientes, y los mil panaderos llevarn su pan a los mercados de Marais, Saint-Paul, el Palais-Royal y Les Halles.

En las pocas de abundancia, una hogaza de pan cuesta ocho o nueve sous. El sueldo diario de un trabajador puede llegar a veinte sous; un albail puede ganar unos cuarenta sous; un cerrajero, cincuenta. El presupuesto domstico comprende el alquiler, las velas, el tocino, las verduras y el vino. La carne se reserva para ocasiones especiales. Lo que ms preocupa a la gente es el pan. Los sistemas de distribucin son precisos y estn muy controlados. El pan que les sobra a los panaderos al final del da tienen que venderlo ms barato; los pobres no comen hasta que anochece en los mercados. Todo va bien, pero cuando la cosecha se pierde como en 1770, en 1772 o en 1774, los precios se disparan inexorablemente; en el otoo de 1774, una barra de pan de cuatro libras cuesta en Pars once sous, y en la primavera siguiente catorce. Los sueldos, sin embargo, no aumentan. Los obreros de la construccin se amotinan, al igual que los tejedores, los encuadernadores y los sombrereros, pero no para obligar al Gobierno a aumentar los sueldos sino para impedir que los reduzca. Los motines populares debido a la caresta de alimentos constituyen el recurso habitual del asalariado urbano, por lo que el clima y las lluvias que caen sobre los campos de trigo repercuten directamente en las jaquecas del teniente de polica. Cuando el trigo escasea, la gente exclama: Un pacto de hambre! Culpan a los especuladores y a los que se dedican a hacer acaparamiento de existencias. Los molineros, dicen, forman parte del complot para matar de hambre a los cerrajeros, a los sombrereros, a los encuadernadores y a sus hijos. Ahora, en la dcada de los setenta, los que propugnaban una reforma econmica introducirn el libre comercio en el grano, obligando a las regiones ms pobres del pas a competir en el mercado libre. Pero basta con un par de revueltas para que se establezcan de nuevo unos controles. En 1770, el abate Terray, ministro de Finanzas, intervino rpidamente para controlar de nuevo los precios, las tasas y las restricciones sobre el comercio del trigo. No consult su decisin con nadie sino que actu por real decreto. Despotismo!, exclamaron los que haban comido aquel da. El pan es lo principal: un producto sujeto a la especulacin y que alimenta todas las teoras sobre lo que suceder en el futuro. Dentro de quince aos, el da en que caiga la Bastilla, el precio del pan en Pars habr alcanzado sus ms elevadas cotas en sesenta aos. Dentro de veinte aos (cuando todo haya terminado), una mujer de la capital dir: Bajo Robespierre corra la sangre, pero la gente coma pan. Quiz sea necesario que corra un poco de sangre para que la gente coma. El Rey convoc en el ministerio a un hombre llamado Turgot, para nombrarlo ministro de Finanzas. Turgot tena cuarenta y ocho aos y era un racionalista, un discpulo del laissez-faire. Era un hombre vital, enrgico, lleno de ideas sobre las reformas que deban imponerse para salvar al pas. El Rey opinaba que era el hombre del momento. Lo primero que hizo fue exigir que se redujeran los gastos en Versalles. La corte se escandaliz. Malesherbes, miembro de la casa del rey, aconsej al ministro que se andara con cuidado, pues se estaba creando muchos enemigos. Las necesidades del pueblo son enormes replic Turgot secamente, y en mi familia fallecemos a los cincuenta aos.

En la primavera de 1775 estallaron violentas revueltas en varios centros comarcales, especialmente en Picarda. En Versalles, ocho mil personas se congregaron frente al palacio, confiando en que la intervencin personal del Rey resolviera todos sus problemas. El gobernador de Versalles prometi que bajara el precio del trigo en Pars. El nuevo Rey sali al balcn para dirigirse a la multitud, la cual, tras escuchar sus palabras, se dispers pacficamente. En Pars, la muchedumbre saquea las panaderas de la orilla izquierda del Sena. La polica detiene a unas cuantas personas, aunque procura no exacerbar los nimos de la gente para evitar enfrentamientos. Ciento sesenta y dos personas son procesadas. Dos de los saqueadores, uno de ellos un muchacho de diecisis aos, son colgados en la Place de Grve el 11 de mayo, a las 3 de la tarde, a modo de ejemplo. En julio de 1775, el joven Rey y su hermosa Reina visitaron el colegio Louis-le-Grand. Era una visita tradicional despus de la coronacin; pero no se detuvieron mucho tiempo pues tenan otras cosas ms interesantes que hacer. Estaba previsto que los Soberanos, junto con su squito, fueran recibidos a la puerta del colegio, y que cuando descendieran del carruaje el alumno ms aventajado leyera el discurso de bienvenida. El da de la visita real, amaneci nublado. Una hora y media antes de que llegaran los ilustres invitados, alumnos y profesores se reunieron frente a la puerta de la rue Saint-Jacques. De pronto apareci un grupo de oficiales montados a caballo, y con brusquedad les obligaron a retroceder. Estaba chispeando, pero pronto las escasas gotas de lluvia se convirtieron en una pertinaz llovizna. Al cabo de unos momentos aparecieron los ayudantes, la guardia personal y el squito. Cuando hubieron ocupado sus posiciones, todo el mundo estaba calado hasta los huesos. Como nadie recordaba la ltima coronacin, no saban que la visita real estuviera rodeada de tanto aparato. Los estudiantes temblaban de fro. Si uno de ellos avanzaba un paso, los oficiales se le echaban encima y le obligaban a retroceder. Al fin apareci el carruaje real. Los alumnos se pusieron de puntillas para ver a los Soberanos, y los ms jvenes se quejaron de que despus de haber aguardado tanto rato bajo la lluvia no vean nada. El padre Poignard, el rector, se acerc a los Reyes y los salud con una profunda reverencia. El distinguido alumno que deba pronunciar las palabras de bienvenida tena la garganta seca y le temblaban las manos. Pero como el discurso era en latn, nadie notara su acento provinciano. La Reina asom su hermosa cabeza por la ventanilla del carruaje y volvi a meterla apresuradamente. El Rey agit la mano y murmur unas palabras a un ayudante vestido de librea, el cual transmiti las palabras del Monarca a los oficiales montados a caballo, quienes a su vez las transmitieron al resto de los asistentes. El padre Poignard estaba consternado. Hubiera debido ordenar que colocaran unas alfombras y un pabelln decorado con unas hojas, al estilo rstico, y el escudo real, o los monogramas de los Soberanos, realizados con flores. Su expresin denotaba nerviosismo, turbacin. Por fortuna, el padre Herivaux hizo una seal al distinguido alumno para que iniciara su discurso.

Tras las primeras frases, un tanto vacilantes, el chico consigui dominar sus nervios. El padre Herivaux sonri satisfecho; l mismo haba escrito el discurso y le haba enseado a pronunciarlo. Sbitamente, la Reina se estremeci de fro. La Reina se ha estremecido!, exclamaron los presentes. Al cabo de unos segundos, la Reina bostez. El Rey se gir hacia ella, preocupado. De pronto el cochero azuz a los caballos y la comitiva real parti precipitadamente, sin dar tiempo al distinguido alumno a concluir su discurso de bienvenida. Pero ste, plido y serio, sigui como si nada hubiera sucedido. Los profesores y alumnos se sentan decepcionados. Haban organizado la visita real minuciosamente, hasta el ltimo detalle. La lluvia empez a arreciar. Les pareca un tanto grosero romper filas y echar a correr, pero ms groseros haban sido los Reyes, que se haban largado dejando a Maximilien con la palabra en la boca... No es por nada personal dijo el padre Poignard. No es porque hayamos cometido una torpeza. Su Majestad estaba fatigada... Hubiera dado lo mismo que pronunciara el discurso en japons observ un alumno. Por una vez, Camille, coincido contigo respondi el padre Poignard. Maximilien termin su discurso. Sin una sonrisa se despidi afectuosamente de los Reyes, cuyo carruaje ya haba doblado un recodo del camino, reiterndoles su lealtad y expresando su deseo de que en el futuro visitaran de nuevo la escuela... El padre Poignard apoy una mano en su hombro y dijo: No se preocupe, Robespierre, podra haberle sucedido a cualquiera. Al escuchar esas tranquilizadoras palabras, el distinguido alumno sonri. Esto suceda en Pars, en julio de 1775. En Troyes, Georges-Jacques Danton haba cubierto ya la primera parte de su vida. Su familia lo ignoraba, por supuesto. Era un buen estudiante, aunque todava no haba decidido qu deseaba hacer. Su futuro era tema de debate familiar. Un da, en Troyes, junto a la catedral, haba un hombre que intentaba dibujar a la gente que pasaba, mientras miraba de vez en cuando el cielo y tarareaba una cancin popular. Pero los viandantes no queran que les hiciera un retrato y pasaban de largo. El pintor, sin embargo, no pareca disgustado sino que se contentaba con gozar de la soleada tarde. Era un extranjero, con aire de dandi parisin. Georges-Jacques Danton se detuvo para mirar sus obras y conversar con l. Danton hablaba con todo el mundo, sobre todo con extraos. Le gustaba que la gente le contara su vida. Quiere que le haga un retrato? le pregunt el pintor sin levantar la vista, colocando una nueva hoja de papel en el caballete. El muchacho vacil. Ya lo s, es usted estudiante y no tiene dinero prosigui el pintor. Pero tiene un rostro muy interesante. Jams haba visto tantas cicatrices. Le har un par de bocetos al carbn y le regalar uno. Georges-Jacques Danton permaneci inmvil, observando al extrao de reojo.

No hable ni se mueva le advirti el pintor. Limtese a arrugar el ceo, as, y yo le hablar mientras dibujo. Me llamo Fabre, Fabre dglantine. Le choca mi nombre? Que de dnde procede el apellido Dglantine? En el concurso literario de 1771, la Academia de Toulouse me obsequi con una guirnalda de rosas silvestres. Un gran honor, no le parece? Por supuesto, yo habra preferido un pequeo lingote de oro, pero qu le vamos a hacer. Para conmemorar tan importante evento, mis amigos aadieron el sufijo Dglantine a mi vulgar apellido. Gire un poco la cabeza. No, hacia el otro lado. Quiz se pregunte qu hace un tipo como yo, que ha sido galardonado por su obra literaria, retratando a la gente que pasa por la calle... Imagino que ser un artista muy verstil respondi Georges-Jacques. Algunos de los dignatarios locales me invitaron a que les leyera mi obra dijo Fabre. Pero no dio resultado. Al final, me pele con mis mecenas. Georges-Jacques le observ sin volver la cabeza. Fabre era un hombre de unos veintitantos aos, no muy alto, con el pelo negro y corto. Llevaba una casaca limpia, con los puos rados, y una camisa vieja. Todo cuanto deca era al mismo tiempo serio y no serio. En su rostro se dibujaban diversas expresiones experimentales. Vulvase un poco hacia la izquierda dijo Fabre, cogiendo otro lpiz. Es cierto, soy un artista muy verstil. Soy al mismo tiempo dramaturgo, director de orquesta, retratista y paisajista; compositor, msico, poeta y coregrafo. Escribo ensayos sobre todo tipo de temas de inters pblico, y hablo varios idiomas. Tambin me gustara dedicarme a disear jardines, pero nadie me contrata. El mundo no est preparado para un hombre de mi talento. Hasta la semana pasada era un actor itinerante, pero he perdido a la compaa con la que viajaba. Cuando termin, dej el carboncillo y examin detenidamente los bocetos. Tenga dijo, entregando uno a Danton. Sin duda ste es el mejor. Danton mir asombrado el dibujo. Era exacto a l, la misma cicatriz que le surcaba la mejilla, la nariz aplastada, el pelo fuerte y encrespado... Cuando sea usted famoso dijo, esto valdr una fortuna. Qu fue de los otros actores? Acaso iban a representar una obra? Le habra gustado asistir al teatro; la vida era muy tranquila y aburrida. Inopinadamente, Fabre se levant y, girndose hacia Bar-sur-Seine, le dedic un gesto obsceno. Dos de nuestros actores ms aclamados se pudren en una crcel de pueblo por haberse emborrachado y haber organizado un escndalo. Nuestra primera actriz qued preada hace unos meses por un campesino, y en la actualidad se dispone a representar el ms vulgar de los papeles cmicos. La compaa se ha deshecho. Temporalmente, claro. Fabre mir a Danton con curiosidad y aadi: Le gustara huir de casa para convertirse en actor? Creo que no. Mi familia quiere que sea sacerdote. Ni se le ocurra dijo Fabre. Sabe cmo eligen a los obispos? Por su pedigr. Tiene usted pedigr? No, por supuesto que no. Es usted un campesino. De qu sirve dedicarse a una profesin si no se puede alcanzar la cima? Alcanzara la cima si trabajara como actor? pregunt Danton cortsmente, como si estuviera dispuesto a considerar dicha posibilidad.

Fabre solt una carcajada. Sera un excelente villano contest. Causara sensacin. Tiene una buena voz, pero debe aprender a respirar dijo Fabre, golpendose en el pecho justo debajo del diafragma. Piense que su respiracin es un ro, y deje que fluya. El truco consiste en respirar correctamente. Reljese, est demasiado tenso. Respire profundamente y podr seguir declamando durante horas. No veo por qu debera hacerlo contest Danton. Usted cree que los actores somos una mierda, no es cierto? Unos gusanos. Como los protestantes. Como los judos. Y qu le hace creer que es diferente? Todos somos unos gusanos. No comprende que basta con que el Rey firme un papel que ni siquiera ha ledo para que le encierren maana en la crcel para el resto de su vida? No veo por qu el Rey hara semejante cosa. No he hecho nada para que me encierren en la crcel. No soy ms que un estudiante. Exactamente contest Fabre. Le aconsejo que trate de vivir los prximos cuarenta aos sin llamar la atencin. No es necesario que el Rey lo conozca a usted personalmente. Pero qu le han enseado en la escuela? Cualquiera que sea alguien y quiera quitrselo de en medio puede acudir al Rey y pedirle que firme un documento para que lo encierren en la Bastilla, a quince metros por debajo de la rue Saint-Antoine, junto a un montn de huesos. No, no estar solo en una celda, porque ni siquiera se molestan en retirar a los viejos esqueletos. Supongo que sabr que existe una raza especial de ratas que devoran vivos a los presos... En serio? Y tan en serio contest Fabre. Primero se comen el pulgar, luego el dedo pequeo del pie, etctera. Al ver la cara de asombro de Danton, Fabre se ech a rer. Es intil tratar de instruir a los provincianos. No s por qu pierdo el tiempo aqu en lugar de ir a Pars y hacerme rico. Yo tambin deseo ir a Pars dijo Georges-Jacques impulsivamente. Quiz volvamos a encontrarnos un da. Tngalo por seguro. No olvidar su rostro contest Fabre, sealando el otro dibujo que le haba hecho. Le buscar. El muchacho extendi su enorme manaza y dijo: Me llamo Georges-Jacques Danton. Fabre se qued mirndolo y contest: Adis. Estudie leyes, Georges-Jacques. La ley es un arma contundente. Durante toda la semana, Georges-Jacques no hizo ms que pensar en Pars. Quiz fuera un gusano, pero al menos habra ido a la capital. Respira profundamente, se repeta. Fabre tena razn. Cuando respiraba correctamente, tena la sensacin de poder seguir hablando durante das. Cuando el seor De Viefville des Essarts viajaba a Pars, sola ir al colegio Louis-leGrand para visitar a su sobrino, aunque lo cierto es que tena serias reservas sobre el futuro

del muchacho. Su tartamudeo no haba mejorado, sino ms bien al contrario. Cuando hablaba con el chico, sonrea nerviosamente. Cuando el muchacho se quedaba atascado en medio de una frase, el seor De Viefville se senta turbado, desolado. Era intil tratar de ayudarlo porque Camille era imprevisible. Empezaba una frase con normalidad y de pronto se sala por la tangente. El muchacho no estaba capacitado para afrontar la vida que haban planeado para l. Era tan nervioso que casi se podan or los latidos de su corazn. Era menudo, con la tez plida y dotado de una abundante cabellera negra. Miraba a su to tmidamente y no cesaba de moverse, como si deseara escapar de la habitacin. En aquellos momentos, su to se compadeca de l. Pero en cuanto sala a la calle, su compasin se evaporaba. Se senta como si le hubieran ofendido de palabra. Resultaba absurdo. Era como si un cojo le hubiera hecho tropezar. Senta deseos de protestar ante tamaa injusticia, pero dadas las circunstancias, no poda hacerlo. El seor De Viefville viajaba a la capital para asistir al Parlamento de Pars. Los parlamentos del reino no eran unos organismos elegidos por votacin popular. El seor De Viefville haba comprado su ttulo de parlamentario, ttulo que pasara a sus herederos. A Camille, quiz, si se portaba mejor. En los parlamentos se celebraban juicios, se sancionaban los edictos del Rey. En una palabra, demostraban que eran la ley. De vez en cuando, los parlamentos se volvan incmodos. Protestaban sobre el estado de la nacin, sobre todo para defender sus intereses o cuando teman verlos amenazados. El seor De Viefville perteneca a una clase media que no deseaba aniquilar a la nobleza sino mezclarse con ella. Los cargos, los destinos, los monopolios, tenan un precio, y muchos de ellos conllevaban un ttulo. Los parlamentarios se inquietaron cuando la Corona empez a afirmar su poder, emitiendo unos decretos que jams haba dictado y sugiriendo la forma en que el pas debera ser gobernado. De vez en cuando, el Monarca se enojaba con ellos; y dado que resistirse a la autoridad era una novedad peligrosa, los parlamentarios consiguieron la difcil proeza de defender una postura archiconservadora y convertirse al mismo tiempo en hroes populares. En enero de 1776, el ministro Turgot propuso la abolicin de un derecho feudal denominado corve, una labor comunal obligatoria para la construccin de carreteras y puentes. Sostena que las carreteras seran ms seguras si las construan unas entidades privadas en lugar de ignorantes campesinos. Pero eso sera muy costoso, por lo que se impondra un impuesto sobre la propiedad, que pagaran todos, no slo los plebeyos sino tambin los nobles. El Parlamento rechaz la propuesta. Tras otro violento altercado, el Rey oblig a los parlamentarios a abolir el llamado corve. Turgot tena innumerables enemigos. La Reina y su crculo intensificaron su campaa contra l. Al Rey le disgustaba imponer su voluntad, y era vulnerable a las presiones del momento. En mayo destituy a Turgot, y el trabajo forzado fue impuesto de nuevo. Al menos ahora tendremos dinero dijo el conde dArtois a espaldas del vilipendiado economista.

Cuando el Rey no iba de caza, se encerraba en su taller para reparar cerraduras y otros objetos de metal. Confiaba en que si no tomaba decisiones, no cometera errores; estaba convencido de que, si no intervena, las cosas seguiran con la normalidad de costumbre. Tras la destitucin de Turgot, Malesherbes present su dimisin al Rey. Tienes suerte dijo Luis con tristeza. Ojal yo tambin pudiera dimitir. 1776: DECLARACIN DEL PARLAMENTO DE PARS El primer imperativo de la justicia es defender lo que pertenece a cada individuo. Se trata de una norma fundamental de las leyes naturales, de los derechos humanos y del gobierno civil; una norma que consiste no slo en defender los derechos de la propiedad, sino los derechos connaturales en cada individuo y los que derivan de las prerrogativas de nacimiento y posicin social. Cuando el seor De Viefville regresaba de Pars, se diriga a regaadientes, a travs de la maraa de estrechas callejuelas, a casa de Jean-Nicolas, un edificio alto y blanco repleto de libros, situado en la Place des Armes. Matre Desmoulins tena una obsesin, y De Viefville tema enfrentarse a su mirada y verse obligado a responder a una pregunta a la que nadie poda contestar: qu haba sido del bondadoso muchacho que enviara a CateauCambrsis nueve aos atrs? El da del decimosexto cumpleaos de Camille, su padre dijo: A veces creo que mi hijo es un pequeo monstruo sin un pice de cordura ni de sentimientos. Haba escrito a los sacerdotes en Pars para preguntarles qu era lo que enseaban a su hijo; para preguntarles por qu era tan desordenado y por qu, durante su ltima visita a casa, haba seducido a la hija de un concejal, un hombre con el que me tropiezo cada da. En realidad, Jean-Nicolas no esperaba que los sacerdotes respondieran a sus preguntas. Lo que ms le irritaba de su hijo eran otras cosas. Le hubiera gustado preguntarles por qu era tan emocional. De dnde sacaba la habilidad de contagiar a los otros sus emociones, haciendo que se sintieran incmodos y violentos? En la conversacin ms natural, Camille sola salirse por la tangente, o bien haca que degenerara en una enconada disputa. Hasta los gestos ms inocentes cobraban un aire peligroso. No se le puede dejar a solas con nadie, pens Desmoulins. Nadie deca ya que su hijo era un Godard de pies a cabeza. Tampoco los De Viefville se apresuraban a declararlo. Sus hermanos y hermanas eran cada da ms guapos e inteligentes, pero cuando Camille entraba en la Vieja Casa pareca portador de un recado de la inclusa. Todo pareca indicar que de mayor se convertira en uno de esos jvenes a quienes sus padres pagan para mantenerlos alejados de casa. En Francia, algunos nobles han descubierto que sus mejores amigos son abogados. Ahora, mientras las rentas de las tierras disminuyen constantemente y los precios suben, los pobres son ms pobres y los ricos son tambin ms pobres. Fue preciso reivindicar ciertos

privilegios que se haban ido perdiendo a lo largo de los aos. Era frecuente que el pago de las rentas se retrasara hasta en una generacin; este Gobierno dbil y caritativo debe cesar. Nuestros antepasados han permitido que una parte de sus propiedades se convierta en tierra comunal, expresin para la que no existe una base legal. sa era la poca dorada de Jean-Nicolas; si tena problemas personales, profesionalmente, al menos, estaba prosperando. Matre Desmoulins no era de los que se agachan ante nadie; tena un profundo sentido de la dignidad y era un hombre de ideas liberales, partidario de la reforma, prcticamente en todos los mbitos de la vida nacional. Lea a Diderot despus de cenar y estaba suscrito a una reimpresin, hecha en Ginebra, de la Enciclopedia, que reciba en fascculos. No obstante, se hallaba muy atareado con registros de derechos y comprobando la genealoga de ilustres aristcratas. Un da le enviaron dos cajas fuertes a su despacho. Al abrirlas, sali de ellas un penetrante olor a rancio. As es como huele la tirana observ Camille. Su padre dej lo que tena entre manos y se puso a hurgar en las cajas. Sac con cuidado unos viejos y amarillentos pergaminos y los examin detenidamente. Clment, su hijo menor, pens que estaba buscando un tesoro esco