19020415_LA REVISTA BLANCA

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  • 7/26/2019 19020415_LA REVISTA BLANCA

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    L A R E V I S T A B L A N C A

    SOCI OLOG A, , OI E OI A Y ARTE

    Ao V M m 9 2 x AdminisltaciD: Cristb al Bordu 1 Madrid -r 15 de Ab ril de 1902

    _

    S T J M I A R I O ^.

    **(4*io oj'Kn.

    Sa cuestin seda en el Jiteqco de J/arid.-Can jpos, fbricas y talleres,

    por P . Kropotkine .

    ) ' i' ,' 3se3a y I r l e

    Xn gerenciapsicolgica morbosa,

    p o r C h .

    R\ot.~Crnicas de arte y de sociologa,

    por J . l 'rez

    Jorb.\.Gu es el arfe?, por Len Tol s to i . -Xa Xaz (drama) , por Maur jce Donnay y Lt io ien Descaves .

    ^ ' c e l n ; ; o n e r a l . Jriserias /junjrjas, po r D onato Li iben . Xr urbanizacin de los pueblos est en razn directa

    co i su civilizacin, pov Vicente Diiz--r]fre Jaras y brezos,

    por Aure l io Muiz .

    Xa ejecucin, po" iiain

    Coiominas .

    SOCIOLOG

    La cucsHn social en el JWznzo de Madrid

    S E O R K S

    A ' l 'KNESTAS: ( l )

    Si pes ar de la insignificacia de mi per son alid ad rogu al seo r pre sid en te m e con

    ced iera el uso de la pa lab ra, fu deb ido ciue en toda s las sesion es en que se ha discu

    t ido el proVjleina obrero planteado por la Memoria del Sr. Zancada, muchos de los seo

    res diser tantes ha i i tenido bien e l hacer cargos serer s im os los anarq uistas , com o si

    e l los tu\ ie r an a culpa de l desq uic iam iento que impera en la sociedad, y com o si deb ido

    a e l los tamb in, no pudiera conver t i rse este mun do en e l mejor de los m un dos posibles .

    Aunque estoy convencida de que es nula la inf luencia que mis pa labras puedan tener

    en la resolucin del l lamado problem a obre ro, vengo dem ost rar que slo en nuest ras

    ideas pue de ca lmarse e l malestar socia l que aqul ha plantead o, y recoger a lgunas d e

    las a lusiones que se nos han hecho con mot ivo de esta discusin.

    Par ece m ana inn ata en todo s creer que e l idea l prop io es el l lama do resolver cual -

    ([uier problema que se presente, y hasta hay quien cree hacer labor fructfera en este sen

    t ido,

    m alp ara nd o ide ;des a jenos, pre sen tan do los ana rquis tas a l i lust rado pb l ico que

    asis te estas sesiones como un espanta jo tenebroso y macabro, y hacindonos responsa

    bles de cuanto sucede de anormal en los mundos del pensamiento y de la mater ia .

    De a lgunos seores hemos merecido e l ca l i f ica t ivo de desequi l ibrados, de ot ros e l de

    cr iminales responsables , y hasta ha habido quien nos ha manifestado una s impl t ica com

    pasin. Pero en me dio de estas diversas aprec iac ione s que hemo.5 m erecido de tantas

    prec lara s inte l igencias manifestadas aqu con la carac ter s t ica impe tuosa de nuest ra raza

    meridion al , hem os podido notar que los deseq ui l ibrado s no ramos nosot ros, qu e da cr i

    minales no ofrec amos rasgos, y que la s imp t ica com pasi n no ram os quien ms la

    neces i t bamos .

    E n su afn de busc ar cargos con t ra noso t ros, ha hab ido seores qu e , p asa nd o un

    (') Disciirio pronun m jo por nuestia coinp.iera Sole.lad Gustavo en la conLrovii-ii entj tbU J en el Atei o 50jre la

    liistoria del problema ob-cro y su estado actual.

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    6 T O

    1-A KEVIST A BLANCA

    bo rrn sob re los regicidio s verificados por mo njes, po r patr iotas , po r realistas, po r re

    pub l icanos ; arr an can do las hojas de la his tor ia qu e t ra tan de los sangrien tos mo t ines y

    de las revo lucion es pol t icas, slo ha n qu erid o ver el rev lver de A ngioli l lo, la bo m ba de

    Pallas, las del Liceo, los sucesos de Jerez, etc. , etc. , para decirnos: Ah tenis vuestra his

    toria, as es vuestra con cien cia. Ah seo res, de sde Jud ith qu e elimin al gen era l Holo -

    fernes pa ra l ibertar al pu eblo de Israel de un t irano, hasta Gzo lgozs qu e m at al presi

    den te Mac-Kinley; desde Esp arta co q ue sublev las legiones de esclavos has ta la huel

    ga general de Barcelon a, se han sucedid o en la his tor ia de la hu m an idad innum erables

    heca tom bes , s in que ningn part id o pued a t irar ot ro la pr im era piedr a por estr l ibre

    de pecado .

    Co nsidera r , pue s , com o caracter s t ica de la acrac ia e l l lam ado cr ime n pol t ico 6 las

    rebeld as d e los que sufren, es pec ar por ignora ncia po r mala fe, es pre tend er desvir tuar

    la majes tad de la jus t ic ia y aho gar sof s t icamente la protes ta que nosotros hac em os del

    mo do de ser de las socied ade s que nos han pre ced ido y que des grac iada me nte aun

    subsis ten, las cuales , am pa rn do se en una re l igin tod o a mo r, ha n des per tado los ms

    gran des odios ; pro pag and o la igualdad socia l, doc tr ina de Cristo, han es tablecido com o

    ley la esclavi tud y la servidu mb re; l lam nd ose todo s hi jos de un pa dre c om n, han pro

    vo cad o gue rras f ra tr ic idas ex term innd ose unos ot ros .

    No sotros no quere m os, no, com o hay quien cree aqu , h acer po bres los r icos ; nos

    otros deseam os que los po bre s tam bin sean r icos , po rqu e no es jus to que a l venir a l

    m un do un ser fecun dad o por la naturaleza que ,es arm nica en tod as sus leyes, lo en

    cuen tre de los dem s , sin que tenga lo preciso para v ivi r; nosotro s pre tend em os qu e no

    haya lgrimas que enjugar , ni desesperos que calmar por culpa de la iniquidad socia l .

    Ha bla r on a lgunos de l revoluc ionar i smo que informa e l fondo de nues t ra prop agan da .

    Revolucin Acaso e l slo hec ho d e pode r l ibremen te discut i r aqu es te problem a no se

    deb e la revolucin per m ane nte q ue s igue a la evolucin? Y quin no ha de revolucio

    nar se ante las prof und as d esig uald ade s que inform an la civil izacin actual? Pa ra ver im

    pas ible cuanto sucede ser a preciso tener e l corazn empedernido.

    Cuntas veces hemo s le do que e l t rigo se ha averiad o en pod er de los acap arado res ,

    a l mismo t iemp o que los pob res de a lguna regin se han sublev ado por fal ta de pan i

    cun tas ot ras debajo de los balco nes de un po tenta do que con las sobras de su mesa

    ma nt iene var ios dogos , ha mu erto de ha m br e a lgn infel iz se ha suic idad o por n o te

    ner que com er Ba s tan es tos vulgares deta l les par a con \ 'encerse de q ue e l m un do fun

    ciona p s im am ente . Y el hec ho de que es tos m ismos males se d esarrol lan en todos los s is

    tem as pol t icos actu alm ente en funciones , de be conv ence rnos tam bin de (jue no han de

    curarse con los remedios pr ivat ivos dentro de la sociedad actual .

    Y lo que pasa con el pan , pasa con la ropa y con el ca lzad o. Mil lones de cr ia turas

    carece n de ves t idos y de zapato s , hab ien do no solame nte mu chos a lmac enes l lenos de

    aquel la me rcadera , s ino ca recien do de t rabajo miles de te jedores y miles de zapateros po r

    fa l ta de consumo.

    Co ntra es tos argu m ento s tan c laros y preciso s , todo s los sofismas se es t re llan. Un a

    sociedad que esto permite, no t iene defensa. La escasez, s i no fuera justa, lo menos se

    explica ra, s i prov iniese de la falta de art culos, si los ho m bre s, con su ac tivid ad, no pu

    d ie ran cor responder a l consum o; pe ro desde el mo me nto que proviene de l a a s tuc ia de

    los especu ladores , des de e l m om ento que es un recurso pa ra mu l t ipl icar e l capi ta l en

    poco t iempo, ha de merecer las censuras de los que, apoyados en e l pr incipio de la dig

    nid ad del ho m br e y de la inviolabi l idad de la auto nom a hu m ana , defendem os es ta dig-

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    LA RIVJSTA l i l.ANCA 6 l l

    nidad y es ta autonoma. Basta demostrar , pues , que la sociedad actual es fa ta lmente des

    as t rosa y que sus cdig os y leyes pa ra nad a buen o s i rven, para qu eda r hech a la defensa

    de una sociedad l iber tar ia .

    Y que nin g n efecto real t ienen pa ra deten er el m al las l imitac iones escritas ni las

    repres iones efect ivas , prubanlo abundantemente que con tanto cdigo, tantas leyes , tan

    to decr eto, con tan crueles cas t igos , pres idios y dem s me dios de repres in, e l mal exis

    te desd e principio de los s iglos y va a l im entan do en pro po rcin qu e aum enta la ma na

    de legis lar. Po r es to noso tros af i rmamos que lo que imp orta pa ra a ta jar e l males tar , no

    es legislar sobre hec ho s ya real izados , s ino arr an car de cuajo las causas , para que los

    efectos no se produzcan.

    * *

    ha sociologa, que no es otra cosa que la evolucin de la economa polt ica, por auan-

    to nac i al iniciarse la de cad en cia de sta, pr ep ar a con sus teora s, as la m uer te de la

    actual sociedad como la vida de la futura .

    La anar((ua, lt ima con cep ci n de la sociologa, es la frmula d e un rgim en de l i

    bertad en que cada uno se gobierna s propio; corresponde lo que los ingleses des ig

    nan con la e.-cpresin self government Su objeto, desenvolvimiento de la iniciativa indivi

    dual ; su medio, la ms amplia descentral izacin adminis t ra t iva y federacin de todas las

    fuerzas sociales; su fin, el bienestar humano.

    En el la , las funciones del Es tad o sern sus t i tuidas , po r la s imple act ivida d de cad a

    u n o , por la de asociaciones l ibremente inte l igenciadas .

    Las numerosas Compaas de l neas frreas re lacionadas entre s mediante correspon

    dencia , deleg ado s y cong resos , hab iend o l legado efectuar el t ran spo rte com bina do de

    me rcad eras y pasajeros en sus diversas lneas , con una arm on a has ta c ier to pu nto ad

    mirable , pues to ([ue un viajero en t ren expreso puede at ravesar cas i toda Europa s in mu

    dar de carruaje, y un fardo puede ser rcrnit ido millares de kilmetros sin

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    6 l 2 I,A RKVIBTA BLANCA

    qu? Po rque la gen eral id ad de los ma tr imo nios no t ienen por base el am or de los con

    trayentes .

    En la socied ad que nosotros con ceb imo s, el egosmo unas veces pate rno, o tras veces

    de propio individual ismo d e unir b iene s , reun iend o colosales for tunas , balu ar te del pr i

    vi legio para imponerse los dems, no exis t i rn, y , por lo tanto , tampoco exis t i rn proba

    bilid ade s de que los seres se jun ten , se coliguen po r otro inte rs que po r el de una atrac

    cin mutua por un sent imiento s impt ico: relacin espontnea que pr ivar esa combi

    naci n de uniones l ci tas i l ci tas que acostu mb ran ser ley en la socied ad actual y que

    las ms de las veces son imposiciones des-sgiadables la misma naturaleza.

    Si el corazn humano ve cumplidas y Si:ti ; , echas todas sus necesidades, no es imjier-

    fecto , y ya no pue den e sperarse abe rracio nes de la naturalez a, pro duc to de una organi

    zacin mater ial corrom pida , para asustarse ante el dom inio que pued en tener as pasio

    nes en los sent im ientos del indi iduo. Sat isfaciendo las aspiraciones del corazn huma

    no , se lograr una tal arm nica unin d e relaciones entre los que ma rcha n con dos for

    mas ,

    pero con una sola y m utu a aspira cin la concjuista del prog reso , que nos afirma

    mos una vez ms en la creencia en que es tamos, de que bajo un rgimen verdaderamen

    te l ibre, bajo el em por io de una sociedad igual i tar ia y sol idar ia , las cad ena s, ios nudos

    no sern necesar ios , pues que bastar la mutua formalidad de los pactos .

    Por o tra par te , as com o no p ued e a pa ga rse cu an do se enc iend e la chispa del ra) 0 en

    la en tra a cal iente d e la nube , tam po co pue de cohibirse el amo r , porciue es algo que bro

    ta esp ont neo , libre, en los seres hum ano s, .]ue no adm ite caden as que lo esclavicen ni

    lazos qu e lo suby ugue n, pue s si no pu ed e dem ostr arse la luz del sol, lo har valindo se

    de la obscur idad de la noche y atrepel lar por todo hasta sat isfacerse. Adems, para qu

    los lazos de la ley si existieran los del am or , y para qu lazos cu an do el am or no exister

    Si el ser es l ibre, am a quien le pa rec e di gn o de su estim aci n quien mejor le cua

    dr e ; s i no lo es , sobrev endr n forzosam ente dram as co mo el

    J\udo Gordiano

    que conclu

    yen con un pistoletazo.

    Y aho ra pregu nto yo: tenemos acaso el dere cho de con sidera r nue stro actual conc epto

    de la famil ia como el concepto or iginal y leg t imo

    dpriori

    por ser el nico natural? Quin,

    en vis ta de los muchs imo s sal tos de la fantasa hum ana , se a tr e v e decidir qu es lo na

    tural en el hombre:

    Co mo se deb ate mu cho entre los pe ns ad ore s , cul es el or igen de la familia , cules

    las mejores condiciones para la procreacin, cmo t iende real izarse s ta , etc . , e tc . , des

    pus de un concienzudo estudio podemos sealar la nuevos derroteros que vienen decir :

    L a crea cin de la pro pie da d va seguid a siem pre de la con stituci n de la familia, y sta

    transform ndo se por doq uier para lelam ente con las t ransforma ciones que sufre la prO

    pie da d; luego la familia no es una en tod as par tes, ni es estab le, ni es eter na, y con el

    cam bio de la sociedad sufri r una nue va t ransformac in. A bo na n ad em s la no es tabi li

    da d de ella la vari abil idad d e forma s en que ha existido y existe a n hoy; la ley de p n-

    mo genitura, que no es universal ; la familia m atr iar cal ; la organiz acin d e tr ibus exis ten

    tes hoy en da do nd e reina el com unism o ms absoluto de mujeres en algunas regiones

    de Nueva Zela nda, d e la Am rica del Sur , y entre los An da m an es, los Nico bares , va nas

    hordas de indios del Nuevo Mjico y del Ro Columbia. En la Polinesia la familia existe

    de nom bre, no cre ndo se ningn lazo durab le entre p ad res h i jos . Exis ten innum erables

    pueb los que viven en la pol igam ia, es decir , ma tr imo nio de un ho m bre con m ucha s mu

    jeres ;

    hay otros en la pol iandr ia , es to es , matr imonio de una mujer con muchos hombres ,

    ah tenemo s los Nairs del Ma labar , los Kassia s del Assam, los To da s de Nilgherr ies , y

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    L A R E VIS T A B L ANC A 6 1 3

    aun en cier tas comarcas inmediatas las regiones polares que viven en un grado bastan

    te adelantado de cul tura.

    To das esas com binaciones se p rac t ican ms menos vedad am ente en la soc iedad c i

    vi l izada, con la agra van te de que s ta se presen ta con un barniz hipcr i ta , escandal i

    zndose en pbl ico de lo que pract ica en pr ivado.

    De man era que , por una p reocu pacin ms meno s fundada , no debem os parape

    tarnos t ras la honr i l la de tener resuel to ya lo mejor de es te problem a, po rque en una so

    cieda d bien organiz ada, es de tod o pu nto impo sible que los infantes adq uieran el des

    ar rol lo f s ico, in telectual y m oral en el hog ar dom st ico; y preco nzase aun por individuos

    tan poco sospechosos de anarqu ism o como Re nn , que la soc ieda d debe encargar se de

    su ma nute nci n, ins truccin y edu caci n por m edio de gran des escuelas in tegrales , de

    las cuales salga el individuo hec ho ya un prod ucto r ; resu l tan do as , no slo la t ransfor

    m ac in de la familia tal com o est hoy, sino la diso luci n de sta y la con stituc in de la

    familia universal.

    Como ven ustedes, no se trata en este problema de una nueva escuela f iloslica, sino

    cientf ica, basada en la f isiologa y la antropologa.

    Ot ro de los pu nto s esenciale s cjue se ha n toc ad o aqu es el de la delincu enc ia: m uc ho

    puede hablarse respecto de el la , tanto ms cuanto ( uc nosotros la creemos hi ja del modo

    de ser de la sociedad, y que con la transformacin de ella quedara resuelto el problema.

    Si hoy se ma ta, cu an do no po r acci den te, r if a , quiebra , d isgusto , resul tad o todo de es ta

    lucha co nstan te (|ue el hom bre sost iene contra el ho m bre , por deg ene raci n, por exigen

    cia orgnica, consecu encia del agota mie nto f s ico in telectual de nuestro cue rpo, pro

    ducto de la explotacin que el hombre ejecuta en la persona de sus semejantes , causas y

    efectos ([uc desa parec ern con la socie dad, tam poc o se roba r por motivos que no sean

    iguales los que arm an el b razo del l la m ado cr im ina por acc idente cr iminal nato .

    Por(]ue, quin serla tonto hasta el pu nto de ro ba r sin faltarle nada? :Y quin rob ara por

    exigen cia orgnica, si la causa que prod uce el ladrn , s in neces idades , habr a desapa re

    cido? M s an: qu da o c ausar a la socied ad un ladr n que roba ra lo que bue nam en

    te se le ofreciera? Si un har to no rob a pan, un o que tuviera tod as las nec esid ade s satisfe

    chas ,

    tam poc o robar a para sat isfacer las .

    A prop si to de es to , Spen cer , el gran f ilsofo ingls que tan br i l la ntem ente se desta

    ca en la ciencia contempornea, d ice en uno de sus l ibros; As como hoy ya no es pre

    ciso prohibir la antropofagia ni el fet ichismo, tampoco un da se sent i r la necesidad de

    proh ibir el hom icidio , el rob o y los delitos m.enos gra ves que nu estro C dig o pena l con

    den a. Cu and o la naturalez a hum ana , por su desarrol lo , l legue es tar en arm ona con la

    ley mo ral , los jueces y los cdigos no sern precisos; cu and o el respe to al tod o com o al

    a lgo sea un hecho , en t r an do la soc iedad en su verdad ero cam ino , t am poc o neces i ta rn

    los homb res que se les pon gan enfrente la reco mp ens a las pen as de a vida futura.

    As , pues , nues tras af i rmaciones se ven apo yad as por hom bre s que son reco noc idos

    como eminencias aun entre las clases burguesas .

    El o tro da el Sr . An dra de l lam los anarq uis tas del Atene o ana rquis tas de spo r t ,

    y es s in du da porqu e dicho seor cree ([ue los anarq uis tas son una espec ie de b an did o

    calabrs unos antropfagos que se desayunan con sangre humana, y al ver que acju se

    poda es tar t ranquilo y hasta sentarse su lado, los tom por falsos anarquis tas . A pr inci

    pios del siglo pasado Riego subi al patbulo por sus ideas liberales, sin embargo, el teni-

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    lil- I.A RKV l:iTA rjLANCA

    do aqu por ms conservador es ms liberal ([ue Rie. o. As suceder con nosotros al f in. i l

    de este siglo.

    *

    Los gritos de desesperacin que han atravesado los siglos dando idea de lo que es el

    dol or universal ha n ido siem pre acom pa a do s de la fe y de la confianza en un ideal de

    redencin ms menos le jano, ms menos soador , ms menos utpico.

    Nosot ros tambin creemos, tambin tenemos conf ianza en que as como ent re e l pu-

    t r lago rom ano nut r i e l nac ien te cr is t ianismo sus en tonc es a l tas vir tudes, de ent re las

    ruinas de esta soc iedad, lev antarse majestuosa , subl ime, la idea l ib er tadora que a l recono

    cer qu los derech os y los de beres son pat r im onio de todos , a l no querer que en e l

    mundo haya direc tores ni d ir ig idos, explotadores ni explotados, s ino seres humanos uni

    dos por los lazos de la sol idar idad y de l amor, habr logrado que sea un hecho la eman.

    c ipac in de la humanidad, s iendo la nica que resolver e l problema obrero, porque ser

    la nica que har desaparecer las causas productoras de l malestar soc ia l . Entonces, de ja

    remos de oir para s iempre e l canto amargo de l

    sic vos non vobis

    de Virgilio, que en todas

    par tes entona e l prole tar iado universa l , porque entonces nicamente ser l legada la hora

    de su redencin.

    H E D I C H O .

    C a m p o s , b p i c a s y t a l e p e s

    L O S R E C U R S O S D E L A A G R I C U L T U R A

    Extensin de la horticultura y cultivo de frutales: en Francia en los Estados Unidos. Cul-

    tivo bajo cristales. Huertos bajo cristales. Cultivo en invernaderos caldeados: en

    Guernsey en Blgica. Conclusin.

    U no de los rasgos ms interesantes d e la pre sente evolucin d e la agr icul tura , es la-

    extensin que ha adq uir ido l t imam ente la hor t icu l tura intensiva , de la m isma ndole

    que la descr i ta en e l cap tulo te rcero: lo que antes estaba reducido a lgunos centenares

    de huer tos, se va ahora extendiendo con sorprendente rapidez , habindose dupl icado con

    exceso en los lt imos diez y seis aos el rea dedicada la hort icultura en este pas, H'

    gan do 88.210 acres en 1894, cont ra 40.582 en 1879. Pero ha s ido especia lme nte en

    Fran cia , Blgica y Am rica , do nd e esta ram a de cul t ivo ha tom ado rec ien teme nte un

    gran desarrol lo .

    En la ac tua l idad no bajan de

    1.075.000

    acres los dest in ados en Fra nci a la hor t i

    cultura y cult ivo intensivo de frutales, y hace pocos aos se calcul que el trmino medio

    del rendimiento de cada acre dedicado ta l cul t ivo, l legaba 837,50 f rancos.

    Su carc ter , as com o la cant id ad de dest reza y t rabajo em plea dos en este cul t ivo,

    aparecern ms c laros una vez i lust rados con los e jemplos s iguientes .

    En las inmediac iones de

    Roscoff

    que es un gra n cen t ro d e Bre ta a para la exporta

    cin Inglaterra de la clase de patatas que mejor se sost iene hasta bien entrado el vera

    no , y de tod a c lase de hor ta l izas y verdu ras, un te rr i tor io de ve int is is millas de di m e

    tro se halla po r com ple to de di ca do este lt imo , y la ren ta l lega y aun pas a de 125

    francos po r acre . Cerc a de 300 vapo res tocan en Roscoff para cargar pa ta tas , cebol las y

    ot ras hor ta l izas par a Lo ndr es y ot ros puer tos ingleses, tan a l No rte com o New ca

    stle;

    adem s, sobre unas 4 .000 tonelad as de hor ta l izas y verdu ras, se m an da n anua lm ente

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    7/32

    LA REVISTA BLANC\ 615

    Par s , y au nq ue la penn sula de Roscoff goza de un c l ima especia lme nte tem pla do, hay

    tapias de pied ra levan tada s en todo s lados, en cuya pa r te super ior se cr an junco s, pa ra

    dar as i m s prote ccin y a br igo las plan tas , me jorn dos e e l c l ima lo mism o que e l

    suelo.

    E n los alred edor es de Cher burg o, en ter reno s conq uis tad os al m ar , es do nd e se cose

    chan las mejores verduras: ms de 800 acres de esos ter renos es tn dedicados patatas

    qu e se exp ort an L on dr es ; otros 500 acr es coliflores; 125 br col es de Brus elas, y as

    suces ivamente . Las pa ta tas c r iadas ba jo v idr io , se mandan tambin a l mercado de Lon

    dres desde me diad os de Abr i l , y la expo r tac in de hor tal izas y verd uras de Che rbu rgo

    Inglater ra, alcanza 300.000 q. m. , mientras que del pequeo puer to de Barf leur se man

    da n otro s 100.000 qui ntale s m trico s este pas y 60.000 Pa rs. Y h ast a en el pu e-

    bleci to de Sur tainvil le , cerca de Ch erbu rgo, se saca n 70.000 f rancos de 180 acres de

    huer tas , cogindo se t r es cosechas anuales ; co les en Febre ro , pa ta tas tem pra nas despus ,

    y otras var ias cosechas en e l otoo, no haciendo mencin de Jas dems.

    En Ploustagel , apen as se cree uno estar en B reta a: desde hace m uch o t iemp o se

    cr an alh m elones al aire libre , con bast id ores d e vidr io que los pro te jan con tra la s hela

    das de pr im ave ra, cul t ivndo se tam bin guisan tes defendido s por hi leras de tajos , que

    los pon an al abr igo de los vientos del No r te . Ah ora hay camp os entero s cubier fos de

    fresas , rosas , viole tas , guin das y c iruelas , que l legan hasta la misma p laya: hoy se rec la

    man has ta las mismas

    landas

    para dedicar las cul t ivo, y se nos dice que de aqu c inco

    aos no habr ms landas en ese dis tr i to (p. 265) . H as ta las ma r ism as del Dol, la H o

    landa de Bretaa, protegidas del mar por un muro (5.050 acres) , han s ido conver t idas en

    hu erta s, en las que florecen las coliflores, ceb olla s, rb an os , jud as y otra s ho rtali zas y

    ve rduras ; a r r endndose e sos te r r enos , desde 62 ,50 has ta 100 f r ancos a l ac re .

    En las inmediaciones de Par s no bajan de 50.000 acres los dedicados al cul t ivo co

    r r iente de hor tal izas , legumbres y verduras , y de 25.000 los dest inados al cul t ivo forzado

    de las mismas ; ya hace c incuenta aos , la r en ta anual pagada por los hor te lanos l legaba

    has ta 460 y 600 f r ancos por ac re , y desde en tonces ha venido aum enta ndo , as com o e l

    ingreso bru to evalu ado por Cour to is Ge rar d en 6.000 f rancos por acre , en las hue r tas

    gra nd es , y e l dob le en las peq ue as , en las qu e se cr an verd uras tem pra nas bajo vidr io .

    El cul t ivo de f ruta en los alre ded ore s de Par s es igualm ente maravil loso: e n Mon-

    t r eu i l , por e jemplo , 750 ac res pe r tenec ien tes 400 hor te lanos , e s tn com ple tam ente cu

    bier tos de tapias de piedra , leva ntad as expr esam ente pa ra el cul t ivo de la f ruta, y cuya

    agregada extensin es de 400 mil las . Sobre esos muros, los melocotoneros , perales y ce

    pas ,

    ext ienden sus b razos, y todos los ao s se r ecog en apr ox im ada m ente 12.000.000

    de m eloco tone s y un a gran can tida d de las mejores peras y uvas; e l acre , en tales

    condic iones , produce 1.400 f rancos. As es como se ha hecho un cl ima ms templado,

    en una po ca en que e i inv ern ade ro era to dav a un costoso ar t culo de lujo. T om an do

    todo esto en consideracin, resul ta que 1.250 acres se dest inan melocotones (25.000.000

    todo s los aos) , las pu er ta s m isma s de Pa r s . Ac res y m s acres , se hal lan ta m bin cu

    bier tos de perales , que dan do tres c inco toneladas cada uno, cuyas cosechas se venden

    des de 1.250 1.500 franc os. Y aun en An ger s, orillas del Lo ire, don de las pe ra s ade

    lantan en ocho das as de las inmediaciones de Par s , conoce Balte t un huer to de c in

    co acres , cubier to de perales (rboles bajos), que pro du ce 10.000 f rancos al a o; y la

    d is tanc ia de 2, h miHas de Par s , un huer to de perales da 600 f rancos por acre , deducidos

    los gasto s de enva se , t ran spo r te y ven ta. D el mism o m od o, los plan t os de c iruelas , de

    las que 80.000 quintales mtr icos se con sum en todo s los aos slo en Par s , dan una

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    6] 6 t,A RKVISTA BLANCA

    re m a anual en efectivo, desd e 72c; 1.200 francos po r acr e; y, sin em ba rgo , las per as,

    las ciruelas y las gu ind as, se ven den en P ars, frescas y jugo sas , tales precio s, que hast: '-

    los pobres pueden tambin par t ic ipar de e l las .

    En la provin cia de Anjou, se pu ede ver de ([u m aner a un bar ro duro, me jorado con

    aren as sacad as del Loire y con abon os, se ha co nve rt ido en las inm ediacion es de A ngers,

    y especia lmente en San Lad, en un terreno que se arr ienda desde 62-50 hasta 125 fran

    cos e l acre , y en e l cual se coge n frutas , qu e ha ce a lgun os aos se exp ortab an A m rica .

    En Bennecourt , un puebleci to de 850 habi tantes, cerca de Par s , se ve lo que e l hombre

    pue de obtener del suelo m s imp rodu ct ivo: hasta hace poco , las escab rosas pen dien tes

    de sus cerros slo eran mcrgcrs de los ((ue se extraa piedra para el pavimento de Pars,

    y ahora , esas laderas, estn cubier tas por com pleto de a lbar ic oqu eros, guin dos y ot ros

    rbo les fruta les , y sem brad as de esp rrag os, guisantes y ot ras horta l izas y legum bres. En

    1881, slo de este pueb lo se vend ieron a lbar icoqu es por valor de 140.000 francos, y ha

    de tenerse presente que la competencia es tan viva en los alrededores de Pars, ( . [ue una

    dem ora de veint icua t ro hora s en rem esar la f ruta al me rcad o, repre sen ta con frecuencia

    un a p rd id a de 10 francos, sea la sp tim a pa rte del prec io de ven ta de cad a ( |uintal

    mtr ico ( i ) .

    Era Pe rpi gn an , las alcach ofas verd es, (jue son mu y apr eci ad as eft Fran cia , se da n des

    de Oc tubre hasta Jun io en un rea de 2.500 acres, y e l pro du cto neto es est ima do en

    800 francos por cad a uno . En e l cen t ro de dicho pas , esta hor ta l iza se cul tiva en cam po

    abierto, ) ' , sin embargo, las cosechas son evaluadas (por Ijal tet) en un. i cantidad que fluc

    ta entre 1.200 y 2.500 francos por acre. En el Loiret , 1.500 hortelanos, quienes algunas

    veces emplean

    5 000

    t raba jadore s, obt ienen por valor de 10.000.000 12.000.000 de

    francos de f rutas , hor ta l izas y verdu ras, gas tand o a nu alm en t i en abo no s

    1 500 000

    fran

    cos:

    estas cifras son po r s solas la mejor res pu esta q ue pue de d arse aqu ellos laficiona-

    do s ha bla r de la ex trao rdin aria fert i l idad del suelo, cad a vez que se les l lam a la aten

    c in sobre e l xi to a lcanzado en agr icul tura .

    En Lyon, los horte 'anos de la local idad sur ten de horta l izas y \ c r d u r a s una pobla

    cin de 430.00 0 hab itan tes, y otro tanto suce de en Am iens,

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    LA REVISTA BLANCA 6 7

    mino se ven por to das partes los plantos de albaricoqueros y guindos mientras que entre

    las hileras de rboles c recen legum bres y hortalizas tem pran as fresas y verdu ras de tod as

    clases. En la primavera el delicado perfume de los albaricoqueros florecidos emba lsam a

    todo el valle. Las fresas guindas albaricoques melocotones y uvas se suceden unas

    otras rpidam ente y al mismo tiempo carros cargados de judas ensaladas coles pata

    tas y otras verduras se envan las ciudades industriales de la regin: baste decir que un

    pueblo tan reducido como Desirat export duiant e el tiempo que dur la visita de Ar-

    douin Dum azet sobre 2.000 quintales mtricos de guindas todos los das.

    Deb o remitir al lector la obra de Charles Baltet si desea conocer ms profunda

    me nte la extensin alcanzada por la horticultura en diferentes pases limitndom e por

    mi parte lo que Blgica y Amrica se refiere.

    Las exportaciones de legumbres hortalizas y verduras de Blgica se han dup licad o

    en los ltimos veinte aos y regiones enteras como Flande s pretenden ser ah ora la

    hue rta de Ingla terra distribuyndo se hasta semillas de las clases preferidas en este pas

    por una sociedad de horticultura fin de aumen tar la exportacin. Y no slo las mejores

    tierras estn destinad as este objeto sino que hasta los desiertos arena les de los Arden-

    nes y otros terrenos antes improductivos se han convertido en ricas huertas en tanto qu e

    grandes llanuras como en H aeren se han hecho de regado con el mismo fin.

    Infinidad d e escuelas de granjas mod elos labora torios mu nicipales y conferencias n oc

    turnas se abren todo s los das por cuenta de los municipios de las sociedades particula

    res y del Estad o con objeto de promover la horticultura habiendo centenares de acres

    de tierra cubiertos de miles de invernade ros. Aqu vemos un pueblecito que exporta

    5 5 toneladas de patatas y por valor de 100.000 francos de peras Straford y Esco

    cia teniendo para ello su lnea especial de vapores; all otro surte al Norte de F ran cia

    y las provincias rhenan as d e fresas y algunas veces hasta remite tambin alguna canti -

    dad Londres; en otras partes las zanahorias temprana s que crecen entre el lino la ce

    bada y otras plantas dan un aumento de importancia los ingresos del agricultor. Y sa

    bemos de otros lugares dond e el precio del arrendam ientos se eleva 600 y 675 francos

    el acre no para destinarlo al cultivo de la vid el meln sino al ms modesto de la

    cebolla bien nos informamos de que los hortelanos desechan do el suelo natura l ha n

    preferido hacerse su marga compuesta de serrn residuos de las teneras y polvo de c

    am o animalizada con varios compuestos. En fin. Blgica que es uno de los principa

    les pases manufactureros d e Europ a se est ahora haciendo u no de los primeros centr os

    de horticultura.

    PEDRO KROPOTKIN

    Traduccin de Salvochea).

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    6 l S L A R K V IS T A B L A N C A

    C I E N C I A Y A E T F

    a erenoia psicolgica morSosa

    I

    Al comienzo de este trabajo en la introdu ccin con sagrad a la herenc ia psicolgica

    hemos mostrado rpidam ente que las enfermedades son transmisibles como todos los

    carac teres de estructura externa interna como todos los varios mo dos de la organiza-

    cin en el estado normal. Ahora se pone la misma cuestin en el orden psicolgico. Son

    transmisibles los mod os de la vida mental en la forma mo rbosa como lo son en la forma

    normal? Aporta el estudio de las enfermedades del espritu su contingente de hechos en

    favor de la herencia?

    La afirmacin no es dudosa. La transmisin de las anomalas psicolgicas de todas

    clases sea de las pasiones y de los crmenes de que ya hemos hablad o sea de la locura

    de la cual vamos hablar es tan frecuente que ha choc ado hasta los espritus men os

    observadores y que la herencia psicolgica morbosa es adm itida hasta por aquellos que

    no sospechan que no es ms que un aspecto de una ley mucho ms general.

    Se ha discutido m ucho acerca de si todas las enfermedades mentales reconocen una

    causa orgnica afirmndolo unos y negndolo otros.

    Cuand o se tienen en cuenta los hechos palpables visibles notados y aceptados por

    todos se encu entran dos clases de casos; aquellos en que los desrdenes del espritu

    correspo nden alteraciones evidentes del tejido de los centros nerviosos y aquellos en

    que el encfalo no presenta por el contrario ninguna alteracin apreciable.

    Fun dn dos e en los hecho s de la segunda catego ra algunos alienistas Leuret el ms

    clebre entre ellos han sostenido que la locura pued e tener causas puram ente psicolgi-

    cas.

    Fisiologa patologa ciencia de los hechos y de las leyes del pensam iento de la

    pasin observaciones clnicas y microscpicas experimentacin teraputica todo concu-

    rre

    dice derriba r esta tesis absoluta: que la locura tiene siempre y necesariam ente su

    foco en una alteracin de los rganos: todo concurre dar los caracteres de la evidencia

    esta definicin de la locura: La locura consiste en la aberracin del entendimiento... y

    las causas q ue la producen obedecen en la may ora de los casos un orden d e fenme-

    nos com pletam ente extraos las leyes de la materia. A pesar de estas afirmaciones

    categricas la tesis de Leuret ha encon trado d e da en da menos adeptos aun entre los

    filsofos. Es porque en el fondo no descansa ms que sobre nuestra ignorancia y sobre

    nuestra impotencia; se reduce decir que en muchos casos no hay causa fsica porque

    no la vemos. Pero ms all de los lmites que la potencia del microscopio no p uede pa-

    sar se produce n fenmenos que no porqu e no sean apreciables nuestros sentidos son

    menos materiales. Por otra parte la idea de una enfermedad del espritu indepe ndiente

    de toda causa orgnica es tan ininteligible que los mismos espiritualistas la han rech a-

    zado

    y que todo el mun do est de acuerdo en reconocer que la causa de la locura es

    siempre un estado m orboso de algunos rganos; que la enajenacin m ental es como las

    dems una enfermedad fsica en su causa aunque sea men tal en la mayora de sus

    efectos.

    Puesto que la locura tiene por causa inm ediata alguna afeccin m orbosa del sistema

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    L A R E V I S T A B L A N C A 6 1 9

    nervioso, y que toda parte del organismo es transmisible, claro es, que la herencia de lis

    facultades m entales est dentro de la regla. Poco importa aq u que se considere al pen

    samiento como una simple funcin del sistema nervioso, por el contra rio, ste como

    una mera condicin d e aqul. Nuestra psicologa experimental, confinada en los hechos,

    remite la metafsica toda investigacin de las causas primeras.

    Lo ms embarazoso son las metamorfosis de la herencia. Con frecuencia las neuropa

    tas no se transmiten, sino transformndose. Las convulsiones de los ascendientes pueden

    convertirse en histerismo en epilepsia, en los descendientes. Se cita un caso en que la

    hiperestesia del padre ha irradiado en los hijos y ha producido la monomana, la mana,

    la hipocondra, el histerismo, la epilepsia, las convulsiones, el espasmo... Los hechos de

    ste gnero abun dan. Para referimos las metamorfosis d e orden psicolgico, nada ms

    frecuente que ver la locura conver tida en suicidio, ste en locura, alcoholismo hipo

    cond ra. Un platero, curado del primer acceso de enajenacin men tal, causada por la

    revolucin de 1879, se envenena; ms tarde, su hija mayor es presa de un ataque de ma

    na, que se convierte en demencia. U no de sus herm anos se da una cuch illada en el es

    tmago. Otro se entrega la embriaguez, y acaba por morir en la calle; un tercero rehu

    sa toda comida, consecuencia de disgustos domsticos, y muere de anemia. Otra her

    mana, llena de estrava ganc ias, se cas, y tuvo un hijo y una hija; el primero muri de

    m ente y epilptico; la segunda pierde la raz n, de un parto, se hace hipoco ndriaca y

    quiere dejarse morir de ham bre. Dos hijos de esta misma seora mueren de una fiebre

    cereb ral; un tercero muere sin haber querido coger el pecho. Este caso es uno de los

    ms instructivos: otros ms oscuros nos dejan en trever relaciones curiosas entre el talen

    to y la locura. Mucho antes de la famosa proposicin d e Moreau de Tours) sobre el ge

    nio, Gintrac haba notado el hecho siguiente: Un padre atacado de locura tiene hijos de

    talento, que desempean con distincin empleos pblicos. Los hijos parecen al principio

    sensatos; pero los veinte anos se vuelven locos.

    Reservamos para ms tarde la difcil cuestin de las metamorfosis de la herencia. Sin

    emb argo, no podemos eludir la necesidad d e dar aqu algunos ejemplos de ellas, porque

    hay un grupo de neurosis, en las cuales la transmisin no es con frecuencia ms que una

    transformacin.

    Las enfermedades nerviosas han sido tan bien estudiados en lo que se refiere la he

    ren cia, que sta en ninguna parte se m anifiesta mejor. Muchas no entran en nuestro

    asunto. Las neurosis de la respiracin, de la circulacin, de la digestin, de la motilidad,

    no dem uestran, en general, ms que la herencia fisiolgica. Las hay , sin emb argo, que

    interesan la psicologa, porque sin formar p arte del grupo de las enfermedades menta

    les,

    confinan con ellas, y ellas conducen: tales son la epepsia, el histerismo y la hipo

    condra.

    La herenc ia de la epilepsia, adm itida por autores antiguos Boerhaave, Hoffmann),

    negad a en seguida, es cada vez ms generalm ente adm itida, sobre todo desde que se ha

    com pren dido que los desrden es nerviosos que se traducen en esta enfermedad pueden

    hace rlo en fenmenos de otro orden completame nte distinto en los ascendientes y des

    cend ientes convulsiones, histerismo, irritabilidad excesiva). Po r otra parte, los experi

    mentos de Brown-Squard han mostrado que la epilepsia producida artificialmente en los

    animales pued e transmitirse sus hijos; lo cual demu estra esa herencia en forma directa

    y sin metamorfosis.

    Lo mismo ocurre con el histerismo. Cuando no es un legado directo de los mismos pa

    dres histricos, proviene de ascendientes hipocon driacos, epilpticos, dementes; en una

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    6 2 LA REVISTA BLANCA

    pala bra, atacado s de enferme dad nerviosa [de afeccin del encfalo. La s estadsticas

    suministradas por muchos autores arrojan par a la herencia una propo rcin de 25 a 28

    por 100 Landouzy Briquet).

    La hipocondra en su forma simple, es decir, no complicada con enajenacin mental

    lipemana), se transmite de igual m an era . La herencia de similitud es ba stan te rara tres

    veces por cad a 81 casos, segn Mich a). L a herencia con metamorfosis es frecuente: lo

    que se ha dicho ms arriba podra repetirse aqu. Notemos, por otra parte, que se consi

    dera la hipo condra como repres entan te en los hom bres de lo que en las mujeres es ef

    histerismo.

    II

    En tre las afecciones morbosas q ue nos interesan directamente, no hay ningun a en qu e

    la herencia se indique m ejor que en el suicidio. Voltaire ha sido uno de los que prim ero

    han llamado la atencin de los fsicos sobre este puntee.

    He visto casi con mis prop ios ojos, dice, un suicidio que merece la atencin d e los

    fsicos. Un hombre de una profesin seria, de edad madura, de conducta regular,

    que no tena pasiones, que estaba muy lejos de la indigencia, se ha m atado el da 17 d e

    Octubre de 1769, y ha dejado al Concejo d e la ciudad en que haba nacid o la apologa

    escrita de su muerte voluntaria, apologa qu e no se ha credo prude nte publicar, por te

    mor de estimular con ella los hombres dejar una vida de la cual tanto malo se ha di

    cho.

    Hasta aqu nada hay de extraordinario. Ejemplos como ste se ven en todas partes.

    He aqu lo sorprendente: Su hermano y su padre se haban matado la misma edad que

    l.Qu disposicin secreta del espritu, qu simpata, qu concu rso de leyes fsicas

    hace perecer al padre y los dos hijos po r su prop ia mano y con el mismo gnero de

    muerte, precisamente cuando han llegado la misma edad?

    Desde Voltaire, la historia de las enfermedades mentales ha registrado gran nmero

    de hechos semejantes. Abundan en Gall, Esquirol, Moreau de Tours y en todos los alie

    nistas. Esquirol ha conocido una familia en la cual se han suicidado la abuela, la madre,

    la hija y el nieto.

    El mismo autor ha conocido un negociante, padre de seis hijos, cinco varones y

    una hembra: de los primeros, cuatro se suicidaron, el quinto se volvi loco y cur. L a

    hija tuvo un acceso de mana, durante el cual intent varijis veces el suicidio. Puedo,

    aade Baillarger, completar la observacin de Esquirol: uno de los nietos de aquel nego

    ciante, confiado mis cuidados, ha intentado suicidarse dndose dos cuchilladas en el

    trayecto de las cartidas.

    Un padre de humor taciturno, dice Falret, tiene cinco hijos: el mayor, los cuaren

    ta aos, se arroja sin motivo desde un tercer piso; el segundo se estrangu la los trein ta

    y cinco aos; el tercero se tira por una ventana; el cuarto se mata de un tiro; un primo

    se ha arrojado al ro par un motivo ftil.En la familia Oroten, la ms antigua de Tene

    rife,

    dos hermanas son atacadas de mana suicida; su hermano , su abuelo y dos tos se

    han matado.

    Se podran multiplicar los ejemplos voluntad, porque, segn la observacin de Mo-

    rel,

    el nmero de los hechos del mismo gnero es prodigioso.

    Aquella circunstancia que admiraba Voltairela herencia del suicidio una edad

    determinadaha sido notada muchas veces.

    Un monomaniacodice Moreau de Toursse da muerte los treinta aos; apenas

    llega esta edad, su hijo es atacado de monomana y verifica dos tentativas de suicidio.

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    LA REVISTA BLANCA 0 2 1

    Otro,

    en la flor de la edad , es presa de m elancola y se ahoga voluntariam ente; su hijo,

    -de buen a salud, rico, pad re de dos hijos bien conformado s, hace lo mismo la misma

    dad. Un catado r que se ha equivocado acerca de la calidad de un vino, se arroja al

    agua, desesperado. Se le salva; pero ms tarde, ejecuta su resolucin. El mdico que ha

    ba cuidado este nuevo Vatel, supo que su padre y uno de sus hermanos se haban sui

    cidado la misma edad y de igual manera.

    Este es, en efecto, otro pun to que merece sealarse, porqu e sirve pa ra demostrar el

    carcter automtico de la herencia: la

    identid d del gnero

    de suicidio. Acabamos de sea

    lar varios casos; y resulta de comprobaciones hechas con este objeto, que con frecuencia

    el mismo gnero de muerte es tradicional en una familia; unos se ahogan, otros se ahor

    can, o tros se estrangulan, otros se arrojan por las ventanas.

    En ninguna parte la herencia morbosa se presen ta con tan variable uniformidad,

    puesto que el sucidio de los ascendientes se repite en los descendientes, la misma edad

    y con el mismo procedimiento; esto es, la fidelidad perfecta en la repeticin (i).

    CH. RIBOT

    Traduccin de Ricardo Rubio.)

    (irnicas e ^rf / o Soeiooga

    La ltimaproduccin escnic de Mirbeau. Apropsito deSolness, el Constru ctor.El

    crticoJorge Brandes en Pars. Contribucin una h istoria de la pedagoga social.

    La Asuncin de Hannele Mattern, de Hauptmann, en el Teatro Antoine.

    En la Renaissance se ha estrenado ltimamente Le portefeuille,de Octavio Mirbeau.

    Esta obra, que contiene un solo acto, constituye una especie de agua fuerte de la vida de

    Ta ris. Su irona es de una mord acida d san grienta, y, con ella, el autor lanza latigazos

    los sostenes de la sociedad y las leyes contradictorias que aplica.

    Un comisario de polica, hombre casado, hace que dos de sus agentes des

    mceurs

    (de

    Tiigiene) pren dan en el bulevar su querida, i>ara que sta com parezca ante l y le haga

    p asar un rato de olvido oficinesco.

    Mientras est con ella vuelven los ser^ots,acomp aados de un viejo haraposo, Jean

    Guenille (Juan Andrajo), que es pobre de solemnidad. Este trae al comisario una cartera

    llena de billetes de banco, que ha encontrado en el bulevar.

    El comisario, al cerciorarse de ello, cree ver visiones, y pondera aquella honradez in

    co m par abl e, estimndola como una accin heroica. Agrega que el acto es digno de la

    mas alta recompensa.

    Al preguntarle por su nombre, situacin y domicilio, Juan Andrajo dice que no tiene

    un cntimo, por lo cual se ve obligado vivir de la men dicidad. A ade que el da de

    autos es muy aciago para l: un caballero, que llevaba abrigo con sendas pieles, botas

    de charol, som brero de copa y bastn co n pfio de o ro, le dio por limosna diez cntimos

    extranjeros. Por domicilio, Juan Andrajo tiene un banc o d e piedra, en una plaza del

    barrio de Clichy.

    i) No e s preciso deducir de esto que la tend encia al suicidi>j no sufra nunca metamorfosis; le sucede m enos que nin

    guna otra, se transforma nota blem ente en tende ncia hom icida. Esta transformacin se nota con frecuencia en el mismo in -

    .dividu o, el cual siente un irresist ible deseo de m atar i alguien, l mismo, lo s dems.

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    . 6 2 2 L A R E VI ST A B LA NC A

    Al oirle el comisario se indigna y le increp a por su vagan cia

    El pordiosero responde que le es imposible trabajar habida cuenta de su edad y d e

    una hernia que se le ha produ cido . Si fuara joven dice que podra cuan do menos seguir

    el oficio de

    souteneur.

    Pero el comisario se desentiende de estas declaraciones y le manda

    la prevencin por delito de vagancia y falta de domicilio.

    Su am ante que est presente se subleva ante esa orden y le escupe en el rostro todos

    los dicterios despectivos que le inspira su conducta infame.

    El comisario al sentirse escanda lizado de aquel modo la enva tambin pasa r la

    noche en elDpo por ejercer de o otte ilegalizada segn el.

    Hue lgan los com entarios pues el argum ento es de por s harto explcito.

    La obra tiene mucha fuerza teatral.

    Gmier represen t con much o arte el papel del viejo fcuya ingenuidad mostr lo

    vivo

    caracterizndolo con una exactitud impropia de un actor tan joven como l que

    sobresale en los personajes de espritu complicado y de conciencia atribulada. Gmier es

    quiz el mejor actor de Pars. En su natu ral representaci n sabe infundir u n hlito tr

    gico.

    Su actuacin es vibrante. Las facciones de su rostro se mueven con facilidad prodi

    giosa y con refinamiento. Deja transp aren tar intensam ente la situacin ideal soad ora

    aflictiva de un personaje. Parece qu e el drama de id ea s contu rba su mente vindose en

    tonces cmo se oscurece se ilumina su semblante. No pued e decirse sin em bargo que-

    la emocin se produzca en l con espo ntaneidad; antes bien es obra de estudio.

    Desde que comenzaron difundirse las obras de Ibsen he odo muchas veces qu e

    no eran representables. Han hecho esta afirmacin la mayor parte de los crticos autori-

    zados bien que hayan ob tenido la autorizacin de formular ese juicio en el respeto del

    tradicional prejuicio. No puede ser buen crtico el que se atasca en una idea con den and o

    todo lo que la contradiga. N o pasa e ntonces de constituir un cerebro estacionario. El cr

    tico debe estar abierto todo para comprenderlo y explicarlo todo por ms contradic

    ciones que en ello advierta mientras stas partan de la vida misma: ha de conservar un

    espritu susceptible de variacin y de progreso. Mucha gracia me hacen los que conde

    nan un genio nuevo en nom bre de un genio viejo una cultura rec iente en nom bre d e

    otra antigua: Menndez Pelayo etc. etc. Tales crticos que pueden muy bien encasillar

    se

    po r su amor de las categoras asumen aires de infabilidad y esto ms que su cien

    cia impresiona al vulgo intelectual: que es el objeto pe rseguid o.

    Era muy joven y me hallaba saturado de dramaturgia efectista cuando vi en la esce

    na la primera obra para m de Ibsen . Se represent sta en Barcelona por algunos aficio

    nados que la sentan y la comprendan. Me reero los Espectros. No dir que la ejecu

    cin fuera perfecta pero s que el dram a me produjo una de las ms altas impresiones

    de mi vida. El simbolismo de la obra se hacia an ms trgico por el carcter demoledor

    de la misma. Mi espritu estaba subyugado y no perdi un instante la atencin. Luego he

    visto en la escena Nora hedda Gabler y Peer Gynt obras artsticas intelectualmente

    apasionadoras que mantienen el nimo en constante inters en especial las dos prime

    ras. Un crtico infalible dir que mi gusto es depra vado por ms que le respon da por

    ejemplo que yo me arrebat por laAntgona de Sfocles la Ifigenia de Goethe.

    Solness el

    Constructor

    dram a cuya intensidad de vida llega hasta la locura es per

    fectamente teatral conforme se ha visto en la ltima representacin del Tea tro Nu evo

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    LA REVISTA BLANCA 6 2 3

    en la cual tom parte, encarg ndose de Hilde W angel, la gran actriz francesa

    uz

    anne

    Desprs.

    Esta obra simboliza, en primer trm ino, el fracaso de la inaugu racin, en carn ada en

    Hilde , por estar aqulla en pugna con la realidad de la vida corriente. Sin emb argo, el

    drama Solness el

    onstructor

    envuelve m ucha s otras ideas, que-va despertando cada situa

    cin de la obra.

    El mayor mrito de Ibsen est en la fuerza con que su simbolismo profundo p rende en

    la accin d e la vida hum ana. Puede negarse la verda d viviente del instante en q ue el es

    pritu de

    Solness

    se espanta de los jvenes osados que le disputan el privilegio del arte ,

    creand o otro ms nuevo? No es real el movim iento de repulsin, en su anhelo de pro

    greso, que siente por el Pasado intil que vive con puerilidad en su esposa?

    La existencia del hombre se ilumina, en esta obra, con la luz de su pensamiento. Las

    iglesias construidas por Solness representan las obras morales de Ibsen; las casas envuel

    ven las tendencias hum anitarias de ste. Y los castillos enc antado s, descansando en fun

    damentos slidos, :no indican la evolucin del espritu de la poca reciente, que gustaba

    del sueo y del m isterio, sin menosprec iar el positivismo y el realismo? El ho mbre no

    puede llegar la cumbre de su deseo, pues siente, si ste no le causa antes decepcin, el

    vrtigo de las alturas y cae al principio de la nada.

    Los peridicos se han o cupad o poco de esta represe ntac in, quiz por habrsele da

    do un carcter esotrico por inquinia contra Lugn Poe.

    Se halla actualmen te en Pars el crtico dinam arqus Jorge Brande s, el cual no es

    muy conocido en Espa a, como tampo co se le ha ledo mucho aqu.

    Su men talidad, por lo visto, no obra fuertemente sobre su vida personal, to da vez

    que sta ha deseado recibir, para sus obras, la sancin suprema de la ciudad de la luz.

    Cul es el escritor que, en su fuero intern o, desp recia sin ceram ente el xito que ofrece

    el pblico?

    Jorge Brandes ha dado en la Escuela rusa de altos estudios de Pars, una confe

    rencia sobre el sobado tema del hombre superior, como resultado de la cultura presente,

    si bien aqul no acaba nunca de aparecer, pesar de tantos formulismos filosficos. Ha

    bland o con franqueza. B randes no em iti ninguna idea nueva ni propia, y su conferen

    cia slo se caracteriz p or su irona disolvente, que fu muy del agra do d e la gente de

    aqu, proc lam and o la vez la afinidad que existe entre el espritu del crtico dina mar

    qus y el de los franceses.

    Ap rovech ando la ocasin de su viaje sta, acaba de traducrsele al francs La es-

    cuela romntica en Francia tercera parte de su obra Die Hauptstrmungen der litteratur

    des neunzehnten jahrhunderts Las corrien tes principa les de la literatura del siglo XIX),

    parte de cuyo ttulo verdadero es

    Diereaktionin frankreich

    La reaccin en Francia).

    En el primer captulo de las corrientes principales se ocupa de los emigrantes en li

    teratura, de Rousseau por su Nueva Elrisa y de Goethe por su Werther, obras precurso

    ras del romanticismo, su juicio; en el segundo, bajo el ttulo de la

    Escuelaromntica en

    Alemania trata del Subjetivismo y su realid ad, de No vales y del ingls Shelley y del

    Sehnsucht

    vago anhelo) entre los rom nticos. En el cuarto captulo, ocup ndose d el Na

    turalismo en Inglaterra, afirma qu e ste naci en la vida del espritu con W ordsw orth,

    manifestndose en forma d e amor terreno por la Naturaleza ya exterior.

    Brandes public luego su obra ModerneGeister Literarische Bildnisse. Espritus mo-

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    6 4 LA REVISTA BLANCA

    demos;) retratos literarios, haciendo en ella la semblanza crtica de Heyse, Max Klinger,

    Renn, Flaubert, Goncourt, Turgueniev, Stuart Mili, Andersen, Tegner, Bjorson Ibsen.

    ltimamente dio al pblico una obra en que estudia Shakespeare.

    Brandes observa con amplia visin, ms que con comprensin, los caracteres genera

    les de una tenden cia literaria, fijndose ms en su sustanc ia que en su ropaje. Quiz es

    dem asiado amigo de las clasificaciones, y esto lo someta todo . No obstante, analiza

    con criterio avanzado casi anrquico, las ideas y los sentimientos.

    Tiene buenas cualidades de psiclogo y se hace cargo perfecto de la vida interna del

    hm bre. Sin embargo , como su inteligencia es feudataria de la filosofa de Re nn , no

    tiene originalidad intensa, y no puede, por ello, dirigir los que no piensan par cuenta

    propia.

    Dcese que Brandes influy mucho en Ibsen, lo que no se colige de la evolucin de

    su crtica, con la que mostr, en sus albores, la mente de un progresista de antiguo rgi

    men, que tuvo que realizar un gran esfuerzo l cual es de todos modos loable, pues

    Brandes se ha salido con la suya) para comprender el alma contempornea.

    El Dr. John Edelheim ha publicad o una obra titulada Beitrage zur Geschichte de r

    Sozialpdagogik Contribucin la historia de la pedagoga social), cuyo mrito princi

    pal reside en la exposicin de la pedagoga social de Francia, antes y durante la revolu

    cin de 1789. H a bebido, sobre ello, en las mismas fuentes o riginales, y el auto r ofrece

    algunas ideas nuevas. Sin emb argo, no es muy acertada la interpretacin que da la de

    Platn, ci-eyendo que ste se preocup mucho de la influencia educadora de la cuarta

    clase,der

    Vicien

    de la multitud. No puede admitirse, en sentido moral, la afirmacin

    de que Platn quisiera formar, slo con el pueblo, el estado ideal de la Re pb lica. Pla

    tn crea en la excelencia del alto tipo director, que poda resumirse en el filsofo. La

    obra de Edelheim puede , sin embargo, estimarse como un ensayo de tica social, de la

    que es una parte la pedagoga.

    Me parece que Hauptmann debi escribir Die Weber Los tejedores), para recordar

    que los obreros tienen tanto derecho la vida como los que los explotan. La idea le fu

    sugerida por el espectculo de la miseria, y su obra la traduce en una artstica protesta

    revolucionaria.

    Esa manera de ver se transforma de modo radical en La

    suncin de

    Hannele Mattern-

    En este drama, que artsticamente tiende represen tar la accin del ensueo en la vida

    humana, domina aquel sentimiento del cristianismo, segn el cual, la miseria y los dolo

    res de esta vida tienen su compensacin en la beatitud de otra imaginaria. Se me dir

    que Hauptmann trata en esta obra con preferencia de la miseria moral, mientras que en

    Die Weber se ocupa slo de las cuestiones de derecho material. Mas, cmo insina para

    stas la necesidad de una solucin afirmativa, esto es, que se efecte en la prop ia vida,

    al paso que para las otras tiende proclamar la excelencia del amor por la muerte, en la

    esperanza, que no es ms que una esperanza, de un ms all?

    No soy de los espritus que exigen de los autores dramticos una consecuen cia abso

    luta. La vida se encarg a muchas veces, con su accin brutal, de contrad ecir nuestros

    pensamientos ms lgicos. Y el arte verdadero slo debe edificar en la existencia hum a

    na, coronndola, lo ms, y haciendo siempre sentir entusiasmo por ella.

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    LA REVISTA BLANCA 6 2 5

    Pero Hauptmann, en su obra, ha dado muestras de un espritu excesivamente repre-

    sivo,

    por aprovecharse de ideales que han caducado ya y son inservibles.

    Un a educacin avanzada, qu e envuelva las ideas ms consistentes en cuanto liber-

    tad y humanidad, creo yo que puede contribuir mucho la transformacin y purificacin

    del espritu de los hombres, empezando desde la niez.

    Tn gase en cuenta que, aun en las naciones ms libres, se inculcan los nios pre-

    ocupaciones supersticiosas con los libros de enseanza primaria. Tal es la brbara nocin

    del patriotismo y el respeto al gobierno, lo que se une, despus, una concepcin con-

    vencional del deber, q ue est ab iertamente en pugna con la justicia verda dera. To do ello,

    comenzando en idea, se convierte en sentimiento en el alma del nio, pues las impresio-

    nes de los primeros aos son indestructibles y forman su carcter, lo que no puede luego

    transformar el raciocinio, salvo en algunos espritus dados naturalmen te la emancipa-

    cin.

    Ha nnele Mattern es una nia que, en fuerza de sentirse m altrata da por su padre y

    padecer las privaciones de una angustiosa miseria, se refugia casi instintivamente en la

    esperanza de la vida celestial, hasta el momento d creer sentirse llamada por la voz del

    Seor, el cual la dice que morir y que, por recompensa de sus penas, ir reunirse con

    los ngeles en el cielo.

    Sale entonces la nia de su casa, en medio de la tempestad. Cae pronto desvanecida

    en un charco de hielo, y de all la sacan por la noche unos pobres vecinos, llevndosela

    su casa para repone rla del fro. Y, en aquel interior miserable, que Antoine present

    magistralmente, asistimos las fases del anglico desvaro mstico de H an ne le M att em ,

    hasta que muere sta.

    En el primer acto, y la obra tiene slo dos, H auptm ann legitima ciertos elemen tos

    que se aplicaron anteriormen te al acto de mod o muy infantil. Exterioriza plsticam ente

    lo que de ilgico y sobrenatural concibe una imaginacin en delirio, por resultado del

    aguzam iento psicolgico que en ella han produ cido la miseria y el dolor. Lo s griegos y

    Shakespeare haban presentado ya en la escena lo divino y lo extraordinario, pero lo rea-

    lizaban en situaciones arbitrarias y desprovistas de verdad.

    No obstante, si en el primer acto de Hannele po dem os admitir que aparezcan los

    ngeles y la virgen al com ps de clicas melodas (pues ello exterioriza el delirio ideal

    de la imaginacin de la nia), hemos de repro bar que H aup tma nn nos lleve en el se-

    gundo, y de modo arbitrario, la otra vida, porque ello destruye el conjunto y la verdad

    de su obra.

    Mada me Sverine, antes de la representacin, habl de ella con mu cho arte y voz

    agradabilsima. Hubirase tom ado la simptica escritora por una verda dera actriz. Po-

    cas ideas nuevas haba, sin emba rgo, en su piadosa perorac in, en la que dio enten-

    der que los dioses no mueren, sino que se transforman, con lo que comb ati indirecta-

    me nte aquello de la irreligin del porvenir, de Guyau.

    J.PREZ JORB

    Pars,

    6 Abril 1902.

    M ll I

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    6 2 6 L A R E V I S T A B L A N C A

    Q U E S E L A R T E

    E L A R T E P R O F E S I O N A L , L A C R I T I C A , L A E N S E A N Z A A R T S T I C A : S U I N F L U E N C I A E N L A F A L S I

    F I C A C I N D E L A R T E

    El profesionalismo es la causa primera de la difusin entre nosotros de las falsifica

    ciones del arte.

    La segunda causa es el nacimiento, aun muy reciente, y el desenvolvimiento de la

    crtica, es decir, de la valuacin del arte, no para todo el mundo, no en modo alguno

    par a los hom bres sencillos y sinceros, sino par a los eruditos, seres de inteligencia per

    vertida, y repletos al mismo tiempo de confianza en s mismos.

    Ha bland o de la relacin entre crticos y artistas, uno de mis amigos deca, medio en

    broma: Crticos son los tontos que discuten los sabios. Es esta una definicin inexac

    ta^ injusta y de una dureza excesiva; pero no deja de contener una parte de verdad; y, en

    todo caso, es incom parablem ente ms justa que la que considera los crticos en pose

    sin de derechos y de medios para explicar las obras de arte.

    Explicar Qu es lo que ellos explican? El artista, si lo es verdade ro, ha transm itido,

    por medio de su obra, los dems hombres los sentimientos que experimentaba. Y en

    estas condiciones, qu queda por explicar?

    Si una obra de arte es buena, el sentimiento, moral inmoral, expresado por el artis

    ta, se transmite de l los dems hombres. Si se transmite ellos y ellos la sienten, todas

    las explicaciones son superfluas. Si no se transmite, ninguna explicacin ser basta nte

    reme diarlo. La obra del artista no pued e ser explicada. Si el artista hubiera pod ido ex

    plicar con palabras lo que desea transmitirnos, con palabras habrase expresado. Si se

    vali del conducto del arte para expresarse, es, sin dud a, porq ue las emociones no po

    dan sernos transmitidas por m edio de otro condu cto. Qu puede decirse de la risa de

    las lgrimas que nos ayuden, si es posible, emocionamos? Cuando un hombre intenta

    interpretar con palabras las obras de arte, prueba su incapacidad para sentir la ernocin

    artstica. Y, efectivamente, as sucede. Por extrao que ello pueda parec er, los crticos

    han sido siempre hombres menos accesibles que los dems al contagio del arte. Son, por

    lo comn, hbiles escritores, instruidos inteligentes, pero cuya capacidad para ser emo

    cinanos por el arte est por completo pervertid a a trofiada. Y de esto viene que sus

    escritos han contribuido siem pre y contribuyen poderosa men te pervertir el gusto del

    pblico que los lee y que se fa de ellos.

    La crtica no exista, no poda existir en sociedades en las que el arte se diriga to

    dos,

    y don de, por consiguiente, expresaba una conc epcin religiosa de la vida, comn

    un pueblo entero. No se produjo, no poda ser producida ms que sobre el arte de las

    clases superiores, que no tena por base la conciencia religiosa de su tiempo.

    El arte universal tiene un criterio interno definido indudable: la conciencia religio

    sa. El arte de las clases superiores carec e de este criterio, y esto sucede porq ue los que

    quieren apreciar este arte, se ven obligados valerse de un criterio externo. Y este crite-

    lo encuentra en los juicios deFlite es decir, que en la autoridad de hombres considera

    dos como superiores los otros, y no solamente en su auioridad, sino en la tradicin for

    mada por un conjunto de autoridades de igual jaez. P ero esta tradiciones extremada

    mente falsa, tanto porque ilit se engaa con demasiada frecuencia, como porque los

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    LA REVISTA BLANCA 6 2 7

    juicios q ue han tenido valor en su tiemp o, dejan de tenerlo cuand o ste ha pasa do-

    Por esto los crticos, faltos de base slida para sus juicios, se aferran obstinadamente

    sus tradiciones. Las tragedias clsicas han sido en otro tiempo consideradas como bue

    nas;la crtica contina considerndolas como tales. Da nte ha sido tenido por un gran

    poeta, Rafael por un gran pintor, Bach por un gran msico, y nuestros crticos, faltos de

    medios para distinguir el buen arte del arte malo, continan , no solamen te tenien do

    aquellos artistas por grandes, sino que tienen todas sus obras por admirables y dignas de

    ser imitadas. Nada ha contribuido ni contribuye la perversin del pblico en tal grado,

    como las autoridades que la crtica pone por delante. Un hombre produce una obra de

    arte en la que expresa su ma nera un sentimiento que l mismo ha experim entado . Su

    sentimiento se transmite los dems hom bres, y su obra atrae la atencin. Pero entonc es

    la crtica, defendindose, declara que, sin ser mala, no es sin embargo la obra de un Dan

    te ,

    ni de un Shakespeare, ni de un Gcetthe, ni de un Rafael, ni deun Beethoven. Y el joven

    artista vuelve al trabajo para copiar los maestros que le aconsejan que imite, y produce

    obras, no slo raquticas, sino falsas, falsificaciones del arte.

    As, por ejemplo, nuestro Puchkine escribe poemitas, su Oneguina su Tsigane obras

    de un valor muy desigual, pero que son todas, no obstante, obras de un arte verdadero.

    Pero he aqu que bajo la influencia de la crtica mentirosa que exalta Shakespeare, el

    mismo Puchkine escribe su

    Boris

    Godunof una obra amanerada y fra; y he aqu que los

    crticos exaltan esta obra y la proponen como m odelo, y he a iu que, en efecto, todo el

    mu ndo a imita, Ostrowsky en suMinine Alejo Tolstoi en su Czar Boris etc.

    Estas imitaciones de imitaciones han atestado todo las literaturas de obras mediocres

    y absolutamente intiles. Y aqu est el peor mal que causan los crticos: careciendo de

    la facultad de ser emocionados por el arte (y les falta forzosamente, pues sin ello no ten

    taran lo imposible pretendiendo interpretar las obras de arte), ni saben conceder impor

    tancia, ni tributar elogios ms que las obras am anera das y produ cidas sangre fra.

    Por esto es por lo que ensalzan con tanta seguridad en literatura, los trgicos griegos,

    Dan te, Ta sso, Milton, Goethe, y entre los autores ms recientes, Zola Ibse n; en

    msica, Beethoven en su ltima manera y Wagner. Para justificar el elogio entusis

    tico que hacen de estos grand es hom bres, construyen infatigablemente vastas teoras; y

    vemos hombres de talento ocuparse en comp oner obras en conformidad con aquellas

    teoras, y frecuentemente, hasta artistas verdaderos hacen violencia su gnero y se so

    meten ellas.

    Toda obra de falso arte ensalzada por los crticos, constituye como una puerta, tra

    vs de la cual se cuelan las medianas.

    Si los Ibsen, los Maeterlinck, los Verlaine, los Mallarm, los Puvis de Chavannes, los

    Klnger, los Boecklin, los Stuck, los Liszt, los Berlioz, los Wagner, los Brahms, los Ricar

    do Strauss, etc., son posibles en nuestro tiempo, as como la masa inmensa de mediocres

    imitadores de estos imitadores, se lo debemos los crticos, que continan, aun hoy, elo

    giando ciegamente las obras rudimentarias y frecuentemente hueras de sentido de los anti

    guos griegos, Sfocles, Eurpides y Aristfanes, as como tambin la obra de D an te, d e

    Tasso, de Milton, de Shakespeare, la obra entera de Miguel ngel, comprendiendo en

    ella su absurdo Juicio Final toda la obra de Bach, toda la obra de Beethoven, sin excep-

    cuar su ltimo periodo.

    Nada m s tpico, desde este pun to de vista, que el caso de Beethov en. En tre sus nu

    merosas producciones se encuentran, despecho de una forma siempre artificiosa, obras

    de arte verd adero. P ero se vuelve sordo, no puede oir nada, y comienza escribir obra s

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    6 2 8 L A R E VIS T A B L ANC A

    extraas , enfermizas, cuya significacin perm anece con frecuencia obsc ura. S que los

    msicos pueden imaginar los sonidos, y que les es casi posible oir lo que leen en el pen-

    tagrama; pero sus sonidos im aginarios jam s podrn reemplazar los sonidos reales, y un

    msico debe oir materialmente sus obras para po der darles una forma perfecta. Puesto

    que Beethoven nad a poda oir, esta condicin le imposibilitaba para perfeccionar sus

    obras. Pero la crtica, habiendo reconocido en l un gran compositor, ha echado mano

    precisamente de sus obras perfectas, y veces anorm ales, para rebuscar en ellas toda

    costa bellezas extraordinarias. Y para justificar estos elogios, pervirtiendo el sentido mis-

    mo del arte musical, ha atribuido la m sica la propiedad d e pintar precisamente lo que

    no puede pintar. Y bien pronto aparecieron los imitadores, u na mu chedum bre innume-

    rable de im itadores, que se entregaron la tarea de copiar esas obras enfermizas incom-

    pletas, esas obras que Beethov en no puede perfeccionar suficientemente par a darles un

    pleno valor artstico.

    Y apareci entre ellos W agner. Com enz por amalgam ar, en sus artculos de cr tica ,

    las ltimas obras de Beethoven con la teora mstica de Schopenh uer, que haca de la

    msica la expresin de la esencia misma de la Volu ntad . Despus de lo cual, se puso

    com poner una m sica ms extraa an, fundndose en aquella teora y en su sistema de

    unin de todas las artes. Y de Wagner sali una nueva multitud de imitadores, separn-

    dose cada vez ms del arte verdadero.

    Tale s son los resultados de la crtica, Y no menos desastrosa es la verdadera causa

    qu e atribuye la perversin del arte de nuestro tiempo : me refiero la e nsean za ar-

    tstica.

    Desd e el da en que el arte, dejando de dirigirse un pueblo entero, no se dirigi

    m s que un a clase de ricos, convirtise en profesin: desd e el da en que se convirti

    en profesin, fueron inventados mtodos para su enseanza: las personas que escogieron

    tal profesin, se pusieron estudiar aquellos m todos; y as se form aron las escuelas

    profesionales, clases de retrica de literatura en las escuelas pblicas, acade m ias de

    pintu ra, conservatorios de msica y de arte dram tico . Semejantes escuelas tienen por

    objeto la enseanza del arte. Pero el arte es la transmisin otros homb res de un senti-

    miento experimentado ppr el artista. Cmo, pues, puede ser ensea do esto en las es-

    cuelas?

    No hay escuela alguna que pueda excitar en un hom bre el sentimiento, y menos an

    que pueda ensearle cmo podr expresar ese sentimiento de la manera especial que le

    es peculiar. Y, sin embargo, es en ambas cosas donde reside la esencia del arte

    To do lo que en las escuelas puede n ensear, es el m edio de expresar los sentimientos

    experimentados por otros artistas, de la m anera que esos otros artistas los han expresado.

    Y esto es precisamente lo que ensean las escuelas profesionales; y sus enseanzas, lejos

    de contribuir extender el arte ver dad ero , contribuyen extend er las falsificaciones del

    arte,

    haciendo as ms que los otros factores por destru ir en los hom bres la com prensin

    artstica.

    En literatura, aprenden los jvenes cm o, sin decir nada , se puede escribir una com-

    posicin de ms menos pginas sobre un motivo cualquiera, y escribirla de tal manera,

    que se parezca los escritos de autores de celebridad reconocida.

    En pintura, aprenden dibujar y pintar cop iando del modelo, dibujar y pintar

    como h an pintad o y dibujado los maestros anteriores, y representar el desnud o, es de-

    cir, lo que menos se ve en la realidad, y lo que el hom bre ocupado en la realidad tiene

    menos ocasiones de pintar.

  • 7/26/2019 19020415_LA REVISTA BLANCA

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    LA REVISTA BLANCA 6 9

    En composicin, se ensea los jvenes, presentnd oles m otivos parecidos los que

    han sido tratados ya por los grandes maestros.

    De la misma manera, en las esencias de arte dramtico los alumnos aprenden reci

    tar monlogos, exactamente lo mismo que los recitan los actores clebres.

    Y lo mismo en msica. Toda la teora de la msica es una repeticin de los mtodos

    de que se han servido los msicos clebres. En cuanto la ejecucin musical, se convier.

    te cada vez ms en mecnica y semejante la de un autmata.

    Corrigiendo un da un estudio de uno de sus discpulos, el pintor ruso Brulof hizo en

    l uno dos retoques, y bien pronto el mediocre estudio adquiri vitalidad.Oh, ape

    nas ha dado usted una pincelada, todo est cambiado dijo el discpulo.Eso es que el

    arte comienza donde comienza esa pincelada respondi Brulof

    Ningn arte como el de la ejecuci n musical para poner de relieve la justicia de este

    pensamiento. Para que esta ejecucin sea artstica, es decir, que nos transmita la emocin

    del autor, son precisas tres condiciones prineipales, para no decir nada de otras. La eje*

    cucin musical slo es artstica cuan do la no ta es justa, cuan do dura exactam ente el

    tiempo debido, y cuando es emitida con la misma intensidad de sonido que se ha queri

    do.La ms pequ ea alteracin de la nota, el ms p eque o cam bio de ritmo, el ms pe

    queo esfuerzo debilidad del sonido, des truye n la perfeccin de la obra, y, por consi

    guiente, su capa cidad d e emo cionarnos. La transmisin de la emocin musical, que pa .

    rece cosa tan sencilla y tan fcil de obtener, es en realidad una cosa que sloi se obtiene

    cuando el .ejecutante enc uen tra el matiz infinitamente peque o, necesario la perfeccin.

    Es lo mismo en to das las artes. Y un hom bre no puede descubrir esos matices sino cuan-

    ,do siente la obra, cuando se deleita directamente en contacto con ella. Ninguna mquina

    sabra hacer lo que hace un buen b ailarn, que acom oda sus movimientos al ritmo d e la

    msica, ningn rgan o de vap or pod ra hac er lo que hace un pastor qu e canta bien, nin

    gn fotgrafo lo que hace un pintor; ningn retrico encontrar la palabra el encade

    namiento de palabras que encuentra sin esfuerzo el hombre que expresa lo que siente.

    Por eso las escuelas podrn ensear cuanto sea necesario para producir algo anlogo al

    arte,

    pero jams lo que se necesit a pa ra producir el arte mismo. La ensea nza d e las es"

    cuelas termina donde comienza la pincelada es decir, donde comienza el arte.

    Y acostumb rar los hom bres un algo anlogo al arte, equivale quitarles la cos

    tumbre d e la comprensin del arte verd ade ro. As se explica que no haya peores artistas

    que los que han pasad o po r las escuelas y han tenid o xito en ellas. Las escuelas profe

    sionales produce n un a hipocresa del arte, exactam ente del mismo gnero que la hipo

    cresa de la religin que produ cen los seminarios, escuelas de teologa, etc. Y por lo mis

    mo que es imposible en una escuela hacer de un hom bre un educad or religioso, as tam

    bin es imposible ensearle convertirse en artista.

    Las escuelas de arte tienen una inluencia dobleme nte funesta. Destruyen, desde lue

    go , la capac idad pa ra produc ir el arte verda dero en todos aquellos que ha n tenido la

    desdicha de en trar en ellas y de perde r all siete, ocho diez aos de su vida. Y, en se

    gundo lugar, producen enormes cantidades de esos falsificadores del arte, que pervierten

    el gusto de las masas y que estn en cam ino de invadir el mund o.

    No pretendo que los jvenes dotados de talento no deban conocer los mtodos de las

    diferentes artes, tal como, antes que ellos, los han elabo rado los grandes artistas. Pero

    bastaba , para enserselos, que se crease en todas las escuelas elementales clases de di

    bujo y de msiea, al salir de las cuales los jven es bien dotados pod ran perfecciona rse

    con toda independencia en la prctica da su arte.

  • 7/26/2019 19020415_LA REVISTA BLANCA

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    C,-,0

    LA

    R F A ' iS T A B L A N C A

    Queda pues demostrado que estas tres cosas; la profesionalizacin de los artistas y

    ta enseanza de as artes han dado por resul tado el convert ir la mayora de los hom-

    bres en seres incapaces de comprender lo que es el arte preparndoles as para aceptar

    como arte las ms groseras falsificaciones.

    L E N T O L S T O I

    ^JS lu.TJ Z

    2 rama

    en cinco actos, por }flaurice ] onqaif y Suden

    2 escaves

    CONTINUACIN DEL ACTO CUARTO)

    M A G D A L E N A . Caramba usted no me ha hecho nada y he dicho esto... como poda

    haber dicho otra cosa.

    J U A N A . N o ,

    no. Usted he dicho esto por emulacin para encarecer insinuaciones

    que quieren ser ofensivas y que tanto m como la seorita Elena nos causan profun-

    do disgusto.

    A D E L A

    d media voz).:Y son dignas de lstima?

    J U A N A . E s c u c h e n ustedes. Yo quisiera mejor tener una explicacin inmediatamente

    por si con ella puede ponerse trmino una situacin que muy pronto se har insopor-

    table. Qu es lo que ustedes pueden reprocharme? Es que no he venido sinceramente

    vosotras sin inters ni segundas intenciones de ninguna clase? Habis visto en mi acti-

    tud la menor provocacin? No estamos Elena y yo consagradas vuestros hijos como

    si fueran nuestros? No nos presentamos aqu como bienhechoras sino como compaeras

    y vuestra mala voluntad nos aflige menos que vuestra injusticia...

    R O S A L A . N o es que seamos injustas es que vemos claro he ah todo.

    J U A N A . A h

    Y qu es lo que ven ustedes?... Hab lad precisad vuestros agravios. Es

    necesario conocer los defectos para poder corregirlos.

    R O S A L A . N o somos nosotras quien tiene que explicarlos.

    J U A N A . S , s mejor yo los dir y vosotras me diris si me olvido alguno. Hemos

    sorprendido vuestra confianza al venir aqu? No ignoraban que yo no estaba casada y

    que la seorita haba sido abandonada por el padre de su hijo. Es esto lo que nos hace

    indignas de vuestra simpata de vuestra estimacin? Hab len ustedes francamente. Si

    alguna cosa nos sorprende de todo esto es al ver que las descripci ones que nos hicieron

    antes de venir aqu de la tierra prometida no fueron las de un purgatorio como ahora

    viene casi representar.

    M A G D A L E N A . - D i g a

    usted que no resulta armnica la cosa y bastar.

    J U A N A . E s t i m o mejor esto. Entonces reconoce usted que el ejemplo de las concesio-

    nes proviene de nosotras.

    R O S A L A . N a d i e ha dicho lo contrario. Vuestra superioridad salta la vista.

    J U A N A . V e a m o s , pues. Comprende usted Elena?

    E L E N A . S ,

    comprendo.

    J U A N A . P a r a qu borrar la desigualdad de condiciones si aquellos en provecho de

    los cuales se suprimen se aplican en mantenerlas? Han de saber que soy del pueblo como

    ustedes mismas y que lo amo porque de l sal y l vuelvo. Yo he sido obrera yo he

    ganado penosamente la vida; he conocido el aislamiento las privaciones la miseria y

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    L A

    REVISTA BL.-VNCA 6 3 1

    sacada del infor tunio, todo mi amor y piedad es por aquel los que he dejado. Compren

    den ustedes la fuerza y la sol idez de los lazos qu e nos une n Ju an y m, lazos los

    cuales no fal ta o tra sancin que la moral , puesto que es el la la que repercute en ustedes?

    M A G D A L E N A . E s t a noche los hombr es o lv idan la hor a .

    R O S A L A . E s

    que qu izs nos aguar dan par a ven i r .

    A D E L A . V a m o s

    ver lo .

    [Salen las tres, Adela entonando la cancin que aquel mucha cho cantaba en el ctotercero

    frente los balcones del doctor Figuerola. )

    E S C E N A I I I

    E L E N A

    Y

    J U A N A

    E L E N A . M u c h o me temo que no las r educi r emos .

    J U A N A . S , ya ver emo s . ;H a o do us ted? . . . A dela s lo ca n ta la canc in aquel la ; m e

    ha ce g r a c ia de su pa lab r a . Q uin sabe? M e ha n escu chad o , y s in duda r ef lex ionarn .

    E L E N A . L a s

    p obr es mujer es beb an las pa labr as de us ted , s ; per o com o la a r en a beb e

    u n c h a p a r r n .

    J U A N A . D e

    todas man er as , no he per d ido e l t i emp o . A dem s , aun cuan do es t de

    mos t r ada nues t r a impotencia par a conver t i r l as , no hemos de desmayar .

    E L E N A . E s

    ver dad . Per donmos las , que no saben lo que se d icen .

    E S C E N A I V

    J U A N A , E L E N A , C A L A M A R T E

    C A L A M A R T E . D i s p e n s e n

    us tedes que hay a en t r ado es to r bar la s ; ven a por e l con

    sejo de famil ia qu e vamo s celebrar ; pe ro veo que soy el p r im ero , voy fuera aguar

    dar los .

    E L E N A . N o

    mar che us ted , Calamar te , t engo de hab lar le .

    J U A N A . L e s

    dejo , voy recibir Juan. CSale haciendo con la cabeza un signo afectuoso.)

    E S C E N A V

    E L E N A , C A L A M A R T E

    C A L A M A R T E . S o y acaso yo quien hace sal i r la seora Figuerola?

    E L E N A . N o . . .

    va de ver d ad buscar su amigo . . . Pobr e mujer T ien e neces idad de

    que se la confor te .

    C A L A M A R T E . D e

    que se la conforte? Cmo es esto?

    E L E N A . S ,

    h a h a b i d o h a c e p o c o u n a e s c e n a p e n o s a , A d e l a , R o s a l a y M a g d a l e n a

    staban aqu cuando nosotras entramos, y no s qu objeto , se pusieron decirnos co

    sas injustas y ofensivas.

    C A L A M A R T E . A

    usted tambin?

    E L E N A . S , per o yo no hago caso ; es toy acos tumbr ada , y s i no , lo menos , p r epar a

    da para el lo ; pero para la seora Figuerola es la pr imera vez, y se comprende, la ha t ras

    t o r n a d o .

    C A L A M A R T E . D e

    maner a q ue la seor a F iguer o la , que esper aba enco n t r ar en la co

    lon ia buenas vo lun tades y cor azones gener osos . . . encuen t r a l a maled icencia , l a ca lumnia ,

    y todas las pequeneces de l comadr eo . . . Segur amente , que par a es te v ia je no se neces i tan

    alfor jas . Hay que despreciar esas habladur as .

    E tEN A . Sin dud a que han de despr ec iar le . . . per o hay o t r a cosa ms g r ave , que es

    preciso le conf e usted .

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    6 3 L REVISTA BLANCA

    CALAM ARTE . Ag u a rd e usted, va l puerta que da al campo, la abre, mira algunos

    instantes

    afuera, la

    cierra,

    y vuelve al lado de Elena).Vemos precisados tomar estas

    precauciones Son siempre las mismas mujeres que dan vueltas alrededor de nuestras

    conversaciones. Los instantes que pasamos juntos, son contados; se nos observa, se nos

    espa, y nuestra intimidad es objeto de comentarios interminables. Pero, qu es esa cosa

    grave que me tiene que confiar?

    E L E N A . T o m e usted, lea esto... lea usted. Z entrega un papel

    que

    ha sacado de su

    corpino. Calamarte le e mejor descifra en alta voz.)

    CALAMARTE.Seor Vernet, tengo el honor de informar usted, que en La Luz

    hay un desertor que se esconde. Bsquele y lo encontrar fcilmente.

    E L E N A . Ybien; qu piensa usted de esto?

    C A L A M A R T E . L oque debe pensarse de una denuncia.

    E L E N A . Q u

    infamial

    CALAM ARTE . An t e todo qu tristeza Pero cmo este papel ha venido manos de

    usted?

    E L E N A . P o r una casualidad. Un poco antes de comer hago la lectura los nios, y

    como siempre, despus de la lectura, ellos me presentan infinidad de cuestiones. De mo-

    mento, Luis, el pequeo de Rosala me pregunta: Seorita,