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RESEÑA: ENANOS Y ELFOS EN LA EDAD MEDIA

Alicia Aurora Báez Rodríguez Universidad Nacional Autónoma de México

Claude Lecouteux, Enanos y elfos en la Edad Media, trad. de Francesc Gutiérrez, Barcelona: José J. de Olañeta, 2002, 215 pp. (Medievalia, 3).

Esta obra lleva como título original Les nains et les elfes au moyen age. Su autor, Claude Lecouteux, es medievalista, doctor en estudios germá-nicos, doctor en letras. Profesor de lengua, literatura y civilizaciones germánicas en la Universidad de Caen de 1981 a 1992. Profesor de literatura y civilizaciones alemanas en la Edad Media de 1992-2007 en la Universidad de la Sorbona. Director de la revista La grande Oreille hasta el 2011. Ha publicado varios estudios acerca de diversas figuras y aspectos

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del imaginario medieval. Algunas de sus obras han sido traducidas al castellano y publicadas por la editorial José J. de Olañeta, tales como: Hadas, brujas y hombres lobo en la Edad Media. Historia del Doble, Fantasmas y aparecidos en la Edad Media, Demonios y genios comarcales en la Edad Media y Pequeño diccionario de mitología germánica.

En Enanos y elfos en la Edad Media, Claude Lecouteux se cuestiona acerca de cómo eran antaño estas criaturas antes de convertirse en pequeños personajes de cuentos maravillosos y leyendas y explica que, anteriormente, cada criatura ejercía una actividad reflejada en su nombre y gozaba de existencia propia; sin embargo, con el paso del tiempo, los enanos se han convertido en seres misteriosos. Agredidos por la evolución histórica y, sobre todo, por la cristianización, los enanos fueron objeto de anatema y los clérigos asimilaron bajo el término “enano” a seres de diferentes razas y los confundieron con íncubos y demonios. Lecouteux siente curiosidad por descubrir la verdadera naturaleza de los enanos, por ello sigue el camino del mito para entrever una cultura no cristiana cuyas huellas han resistido el paso del tiempo. El autor tiene como finalidad responder en su ensayo las siguientes cuestiones: ¿Qué es un enano? ¿De dónde viene? ¿Qué encarna? Es pertinente señalar que la figura de Oberón es el eje del estudio de Lecouteux. Oberón es el enano más célebre de la Edad Media y resulta enigmático pues, en palabras del autor, es uno de los raros individuos maravillosos que permite tender un puente entre las diferentes literaturas y creencias de antaño.

En este punto, cabe preguntarse: ¿Cómo tiende puentes Claude Lecouteux? El especialista reúne un extenso dossier relacionado con el mito y las creencias de tiempos pasados así como cualquier otro docu-mento y/o elemento relacionado con las realidades de esa época que se hayan fundido en el crisol literario. De esta forma, abarca un horizonte lo más amplio posible para poder comparar diversas civilizaciones del Occidente europeo e intentar disipar el misterio en torno a los enanos y descubrir su naturaleza, sus poderes, sus atributos y su función.

El método de trabajo del autor consiste en presentarnos, antes que nada, las fuentes literarias. En esta aproximación conocemos algunos rasgos de los enanos; no obstante, los elementos son muy difusos, por ello, la incursión en la mitología y creencias se vuelve imprescindible. Lecouteux trata a los enanos y a los elfos de manera similar, es decir, primero define el campo semántico de los vocablos ‘enano’ y ‘elfo’. Después, reúne el mayor corpus posible en las lenguas y civilizaciones que el autor conoce correspondientes al Occidente medieval. En este ensayo notamos que confronta culturas como la germánica continental, la céltica, la latina medieval, la escandinava antigua, etc. Utiliza textos que aluden al mito, a

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lo literario y al folclore. Posteriormente, el especialista, clasifica los textos y los confronta, de esta manera encuentra puntos en común y divergencias; establece criterios de pertenencia, es decir, separa el fondo pagano de su envoltura clerical. También sale de la Edad Media para apreciar lo que ha sobrevivido en las tradiciones post-medievales. Después de estudiar a los enanos y a los elfos y contrastarlos, el autor constata que hay corres-pondencias sorprendentes entre distintos países de Europa y que hay creencias que se mantienen, es decir supervivencias. Esto es espe-cialmente, notable en regiones apartadas.

En pocas palabras el autor utiliza el método comparativo y se apoya en todas las herramientas que proporciona la filología, además de recurrir a otras áreas del conocimiento tales como la antropología, la historia, la etnología, etc., para hacer un análisis multidisciplinar aplicado a diversas culturas del Occidente medieval.

La organización de la obra de Lecouteux es la siguiente: Contenido: Prefacio. Introducción. Primera parte LAS TRADICIONES

LITERARIAS. Capítulo I: LOS PIGMEOS Y EL ENANISMO. Capítulo II: EL ENANO EN

LAS LITERATURAS OCCIDENTALES. 1. El enano en la literatura románica; 2. LAS

LITERATURAS CÉLTICAS; 3. La literatura alemana de la Edad Media. Capítulo III: LA LEYENDA DE OBERÓN. 1. Oberón y Huon; 2. Los objetos mágicos. Capítulo IV: LAS LEYENDAS DE ALBERÎCH. 1. Alberîch y Sigfrido; 2. Alberîch y Ortnit; 3. Álfrikr; 4. Alberico. Capítulo V: LOS PARIENTES DE OBERÓN. 1. Picolet, Gringalet y Malabrón; 2. El Malabrón del romance de Gaufrey; 3. Céfiro. Para concluir provisionalmente… Segunda parte MITOLOGÍA Y

CREENCIAS. Capítulo I: LOS ENANOS. 1. ¿Qué es un enano?; 2. El tamaño de los enanos; 3. El nacimiento de los enanos; 4. Los nombres de los enanos; 5. Los enanos, las piedras y la muerte; 6. Los enanos y la artesanía; 7. Los enanos y los dioses. Capítulo II: LOS ELFOS. 1. Un poco de Filología; 2. Los elfos de luz; 3. Perspectiva cultual; 4. Los elfos y los muertos; 5. Los elfos negros y los elfos oscuros; 6. Wieland, príncipe de los elfos; 7. Thor y los elfos; 8. Las mujeres cisne y los elfos; 9. En el país de los elfos; 10. Oberón / Alberîch. Tercera parte EVOLUCIÓN DE LAS CREENCIAS Y SUPERVIVENCIAS. Capítulo I: DECADENCIA Y SUSTITUCIONES. 1. Las lecciones del léxico; 2. Los elfos, los enanos y las enfermedades; 3. Los enanos y los hilos; 4. Los elfos engañadores y dañinos; 5. El elfo y la pesadilla. Capítulo II: SUPERVI-VENCIAS. 1. El dusio; 2. El lutin; 3. El kobold; 4. El genius catabuli; 5. El gritador (Schrat); 6. Elfland. Érase una vez. Elementos de bibliografía. Léxico. Índice de autores y obras.

Régis Boyer, especialista en civilizaciones de la Europa del Norte, escribe el prefacio de este ensayo y destaca, sobre todo, la habilidad de

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Lecouteux para confrontar culturas, reflexionar y, de esta manera, abrir nuevas perspectivas.

En la introducción, el autor expone, los objetivos de su estudio, el principal, como ya se señaló anteriormente, es descubrir la verdadera naturaleza de estos seres antes de ser incluidos en las literaturas occidentales y de ser deformados por la historia y la cristianización.

El escrito se divide en tres grandes partes: La primera está dedicada a la revisión de las tradiciones literarias

y consta de cinco capítulos y una conclusión provisional. El objetivo de esta sección apunta a formarnos una idea precisa de estos pequeños perso-najes con base en el conocimiento de su carácter y sus características más notables. Por eso, en este recorrido el autor estudia a los pigmeos y el enanismo. En esta revisión se destaca lo siguiente: La fábula de los pigmeos fijó la estatura de los enanos y acreditó la existencia de animales enanos que les sirven de montura. Posteriormente, Lecouteux estudia la figura del enano en las literaturas occidentales, es decir, en las literaturas románica, céltica y alemana. Luego, revisa la leyenda de Oberón. En este punto, el especialista se encuentra con amalgamas de motivos, esto entorpece el camino para descubrir la naturaleza de este personaje. Después, se concentra en las leyendas de Alberîch pues suele asociarse a esta figura con la de Oberón y de paso, Lecouteux también estudia a los parientes de Oberón para identificar rasgos comunes. En su conclusión provisional destaca lo siguiente: Oberón y Alberîch van contracorriente de las tendencias literarias de la época y el hecho de que presenten huellas de contaminación remite a tradiciones folclóricas antiguas. También descubre que los lutins influyen en el carácter de los enanos y que algunos personajes estudiados se conducen como genios tutelares. En suma, se tienen elementos muy difusos, que sugieren repetidamente, que, de una u otra forma, los “enanos” mantienen una relación con la muerte y el otro mundo.

A través de la comparación de esas tres grandes literaturas medievales, el autor se percata de que hay enanos cuya existencia es anterior al escrito, sin embargo, al pasar a la literatura sufren una profunda metamorfosis y apenas conservan algunos rasgos míticos por lo que destaca la importancia de que para conocer su verdadero significado es necesario descubrir su naturaleza debajo de su representación literaria. Por tal motivo, la segunda sección es de suma importancia.

La segunda parte se concentra en el estudio de la mitología y las creencias. Se compone de dos capítulos: el primero está dedicado a los enanos y el segundo a los elfos. Debido a que el origen de los enanos es oscuro y las literaturas occidentales no señalan su procedencia, el autor

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incursiona en la lengua y los textos mitológicos para descubrir el origen de estos seres. Lecouteux revisa el campo semántico en torno al término “enano”; luego, examina el tamaño de los enanos y descubre que los vocablos “enano” y “gigante” designan familias, razas de seres que coha-bitan en el seno de una misma mitología y que incluso tienen relaciones entre sí. Es decir, que en un principio el tamaño no determinaba a un enano. Después, el especialista rastrea el nacimiento de los enanos, en otras palabras, su origen, basándose en textos mitológicos normánicos, a saber: Edda poética y Edda en prosa de Snorri Sturluson; sin embargo, el autor advierte que hay datos enredados o contradictorios, fruto de la reordenación de datos preexistentes y pertenecientes a diversas esferas como religión, superstición y civilización. Posteriormente, Lecouteux se enfoca en los nombres de los enanos y nota que en el universo germánico los nombres son muy expresivos pues reflejan la actividad, la morfología, el carácter, etc. de quienes lo llevan y esto facilita el acercarse a la naturaleza profunda de estas criaturas. Luego, se concentra en la relación entre enano, piedras y muerte y esto sirve para mostrar que los enanos, son seres ctónicos. A los enanos se les consideraba difuntos y guardianes de tesoros ocultos. Después revisa la relación entre los enanos y la artesanía pues estas criaturas destacan como hábiles artesanos y herreros y permite relacionar a los enanos con la magia. Lecouteux destaca que el tema de las armas maravillosas forjadas por enanos se encuentra en todas las literaturas de la Edad Media, sin embargo, en el mundo germánico se encuentran con mayor frecuencia. Por último, revisa la relación entre enanos y dioses y señala que aunque los enanos ocupan un lugar importante en la mitología, no están ligados a ninguna divinidad.

En el segundo capítulo, dedicado a los elfos, el autor comenta que estas criaturas son más enigmáticas y misteriosas que los enanos y a menudo, el término “elfo” se emplea como sinónimo de enano. Basándose en el sentido de alb- “blanco” y en los antiguos antropónimos, Lecouteux afirma que los elfos eran al principio genios bellos y buenos, en oposición a los enanos. Luego, observa a los elfos de luz y los relaciona con la deidad de Freyr, éste último ligado a la fertilidad y la fecundidad. Apoyándose en la perspectiva cultual, el especialista destaca que existe un culto alrededor de los elfos y su relación con Freyr y los difuntos. Después, descubre que los buenos muertos pueden ser elevados a la categoría de elfos. Luego, revisa lo concerniente a los elfos negros y los elfos oscuros e indica que esta confusión la originó Snorri Sturluson, al distinguir dos grupos de elfos. El especialista también estudia a Wieland, príncipe de los elfos y la relación con el elemento acuático. Posteriormente, analiza la relación de los elfos con Thor, la tercera función y los muertos así como la relación de los elfos

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con las mujeres cisnes, el agua, la muerte, la vida y la tercera función. Después, se concentra en el país de los elfos e identifica una característica muy antigua de los elfos: el color amarillo. A lo largo de este capítulo, se saca a colación, frecuentemente, a Oberón pero es en el décimo y último apartado donde Lecouteux considera que, con base en el dossier presentado, ya se puede responder la pregunta acerca de la verdadera naturaleza de Oberón y determinar si es un enano o un elfo y enuncia que también se comporta como un genio tutelar. En cuanto a Alberîch, comenta que está menos caracterizado y es un personaje ya contaminado por las creencias corrientes acerca de los enanos; no obstante, existe una relación entre Oberón, Alberîch, elfos y lutins con el elemento acuático. Al final de este capítulo, el medievalista apunta lo siguiente: El enano es “retorcido” malintencionado; el elfo/lutin es benéfico y hermoso.

La tercera parte se enfoca en la evolución de las creencias y supervivencias. Consta de dos capítulos. El primero dedicado a la decadencia y las sustituciones; el segundo, a las supervivencias. En esta última sección, el objetivo es conocer la evolución de las creencias y supervivencias, para así percatarnos de las distorsiones, amalgamas y corrimientos de sentido en torno a las figuras del enano, del elfo y de otras criaturas de la mitología menor.

En el primer capítulo destaca que los elfos gozan de un culto, a diferencia de los enanos, por eso los clérigos combatieron a los elfos y los degradaron, convirtiéndolos en criaturas nocivas y perniciosas, confun-diéndolos con enanos y demonios. Mediante la revisión del léxico en diversos textos se aprecia cómo los elfos fueron diabolizados en la estela de la cristianización. Tanto los enanos como los elfos, entre otras criaturas pertenecientes a la mitología menor, fueron considerados malignos y, por ende, responsables de diversas enfermedades. Esta amalgama es difícil de desenredar y dificulta la diferenciación de las características pertene-cientes a los elfos y a los enanos. Luego, el autor estudia la asociación de los enanos con las arañas. Posteriormente, enfatiza que desde la segunda mitad del siglo XII, el elfo aparece con un aspecto muy distinto de lo que significa su nombre pues hay una inversión de la situación por influencia de la Iglesia, es decir, los enanos se convirtieron en buena gente y los elfos, en criaturas peligrosas. En este capítulo se observa la supuesta relación entre los elfos y las pesadillas y cómo causan daño a los humanos; esto marca la decadencia de los elfos pues son confundidos con los enanos y otras criaturas. Incluso su morfología se modificó con el transcurrir del tiempo.

En el segundo capítulo dedicado a las supervivencias, Lecouteux ilustra, como él mismo refiere, la extraordinaria complejidad del mundo de

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las creencias populares. En este capítulo se aprecia la evolución histórica de algunas de estas criaturas y cómo han sobrevivido. Entre estas criaturas se encuentran el dusio, el lutin, el kobold, el genius catabuli, el schrat. Todos ellos confundidos y/o asimilados como enanos. Incluso Elfland, también conocida como el Túmulo de los Elfos, es habitada, indistin-tamente, tanto por enanos como por elfos.

En la conclusión de su ensayo Lecouteux presenta los parentescos de las criaturas estudiadas: Enanos y elfos son vestigios del paganismo, pertenecen a la realidad de las creencias. Aparecen íntimamente ligadas a la tercera función, a las nociones de fertilidad y de fecundidad y con los muertos. También comenta las distinciones, por ejemplo, en la mitología los elfos sí se relacionan con los dioses, en cambio, los enanos no. También apunta que las tradiciones populares fueron adaptadas a los relatos y se fundieron. Con todo, sus características intrínsecas sobrevivieron. Finalmente, subraya que estas criaturas son víctimas del progreso técnico y del desplazamiento de su hábitat.

Acerca de la valoración de la obra, podemos manifestar lo siguiente:

A pesar de que en su introducción Claude Lecouteux advierta “Quien intenté saber qué son los enanos se quedará con las ganas” y, por consiguiente, nos quedemos con la falsa idea de qué entonces no obtendremos mucho al leer su ensayo; la realidad es muy distinta: Su estudio nos muestra aspectos de estas criaturas que nos eran completamente desconocidos y al terminar la lectura del texto, aparecerán iluminadas bajo una nueva luz. Sus análisis y reflexiones permiten revalorar las creencias populares y antiguas desde otras perspectivas y tomarlas muy en serio pues no se trata solamente de exponer simple y llanamente lo que la gente cree sino de examinar con cuidado fuentes diversas de diferentes culturas. El método crítico utilizado por el autor proporciona una rigurosidad científica, necesaria para apreciar este escrito como un documento valioso, pertinente para utilizarlo como fuente académica y, al mismo tiempo, recomendable para un público amplio que pretenda acercarse a este texto por simple curiosidad.

Esta obra nos deja ver que no conocemos lo qué son realmente los enanos y los elfos aunque así lo creamos. En realidad, son seres desconocidos y misteriosos que se nos escapan entre los dedos. Sin embargo, no nos quedamos con las manos vacías pues ahora sabemos que el tamaño no define a los enanos y que éstos no son necesariamente pequeños ni tan buenos, al menos, en el origen. Además, Lecouteux plantea una cuestión muy interesante en la cual considera que los poetas pudieron tomar temas o incluir individuos porque veían el partido que

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podían obtener de ellos y se pregunta si ponerlos a estos seres en escena en aventuras fabulosas no era un medio de sacar las creencias, sugiriendo a la gente que no eran más que invenciones.

Al revisar el índice de la obra y la introducción nos percatamos de que el estudio se inclina más hacia el lado de los enanos y cabría preguntarse entonces ¿por qué la obra se titula enanos y elfos en la Edad Media? La respuesta es la siguiente: como se señaló en las páginas iniciales de esta reseña el eje del ensayo de Lecouteux es la figura de Oberón, la cual se localiza en fuentes literarias. Precisamente, esta figura permite observar lo complejo que resulta hacer una clasificación pues las características se confunden y los elfos y otras criaturas de la mitología menor también demuestran este hecho pues fueron asimiladas y confundidas con demonios u otros seres nocivos y clasificadas bajo el término “enano” por lo que hay que tener en mente que este vocablo es utilizado por los escritores y los clérigos como un vocablo genérico. Con todo, Lecouteux refiere que algunas criaturas de la mitología menor han sobrevivido pese a los ataques del cristianismo y de los racionalistas del siglo de la Ilustración y, aunque cambiaron, lo hicieron más de forma que de fondo.

Sin duda, el texto de Lecouteux sorprende. Pese a todo, el método que utiliza, tiene sus limitaciones como él mismo señala pues durante todo el trayecto hay obstáculos que afrontar y llega un punto en que el camino se vuelve escabroso e impenetrable. Esto se debe a la oscuridad e inaccesibilidad de las fuentes y no a una deficiencia del autor como investigador pero revisemos su método para conocer sus alcances y sus limitaciones: Mediante el método comparativo y utilizando las herramientas de la filología, el autor logró delimitar complejos de representaciones, encontró parentescos, descubrió algunos aspectos de la mentalidad de los hombres de épocas pasadas y pudo explicar corrimientos y sustituciones. Sin embargo, este fue el límite pues el mundo de los enanos se distingue por su imprecisión y su carácter proteiforme, es decir, que el mismo papel puede desempeñarlo un lutin o un caballo, por ejemplo. La tercera función está llena de criaturas; no obstante, hacen falta más testimonios que ayuden a descifrar sus secretos pues las formas con las que se tiene contacto ya están contaminadas.

Este escrito es un verdadero tesoro; sin embargo, hay un punto por mejorar con relación a los enanos reales: Lecouteux comenta hacia el final de su primer capítulo que los escritores y poetas se inspiran en la realidad cuando ponen en escena a enanos feos y contrahechos y refiere que hay dos clases de enanismo. En la primera se encuentran individuos normales y hermosos, inteligentes que pueden procrear y vivir largo tiempo. En la

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segunda, se encuentran los enanos cuyos miembros están despro-porcionados y el autor menciona que son aquejados de decadencia orgánica, son de cortos alcances, irascibles, estériles y mueren jóvenes. Queda claro que la finalidad del ensayo es abordar a estas criaturas principalmente desde el mito y las creencias de antaño pero hace falta precisión en estos datos y habría que revisar las características corres-pondientes a los tipos de enanismo primordial y los del enanismo cuyo problema se relaciona con la hormona de crecimiento.

Para finalizar esta reseña, sólo resta declarar que este no es un texto más que habla sobre enanos y elfos; este es el texto que trata sobre enanos y debe ser de consulta obligada para aquellos que pretendan conocer a profundidad estos seres pues no cae en los lugares comunes. Lecouteux no logra definir de una vez por todas qué es un enano ni exponer punto por punto las características de estos seres. ¿Deficiencia del autor? Definitivamente no. Lecouteux nos llevó hasta donde las fuentes lo permitieron pues él retrocedió en el tiempo para buscar los orígenes y excavó y excavó en las fuentes. Esto lo convierte en un arqueólogo de lo imaginario. Un arqueólogo con ética: No pone las pistas donde las necesita sino que es un investigador que reúne fuentes, hace caso omiso de ideas preconcebidas, observa, contrasta, ordena, clasifica e interpreta, ofre-ciendo unos resultados asombrosos que nos dejan con ganas de saber más acerca de estas criaturas. Afortunadamente, este erudito es prolijo en escritos y nos podemos seguir deleitando con sus obras.