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06 Do the right thing EE.BB. 1989 120 min Zuzendaria: Spike Lee Gidoia: Spike Lee Antzezleak: Danny Aiello, John Turturro, Ossie Davis, Spike Lee, Ruby Dee, Rosie Perez... Spike Lee Estamos en el distrito de Brooklyn, vamos para el centro, al deprimido y problemático barrio de Bedford-Stuyvesant, es el verano caluroso de 1989. Terminan los 80 agónicos del vaquero Reagan y Bush padre llega a la Casa blanca. Aún faltan dos años para que detengan y apaleen a un ciudadano negro llamado Rodney King, y tres años para que estalle la rabia en Los Ángeles. Pero la semilla de todo esto ya flota en el ambiente. Los conflictos raciales, las fricciones motivadas por los perjuicios, el absurdo del racismo, la incomunicación... El sofocante verano new yorkino ahoga a toda una galería de personajes y roles multiétnicos en sus propias miserias y resentimientos. Aislados, luchando eternamente entre ellos/as, ya nadie se da cuenta del mensaje estridente que escupe el magnetofón gigante de “Radio Raheem”. La miseria de la frustración les ha hecho olvidar los porqués, la solidaridad y la condición de clase que les une. Lentamente, y aparentemente sin que pase nada, mientras la cámara nos muestra poco a poco, la vida de estos personajes, en el día más caluroso del año la olla va a estallar… tic, tac, tic, tac... En ese 1989 pocos/as habían pensado que el joven Spike Lee pudiera actuar, escribir y dirigir una de las películas más controvertidas e impactantes del cine contemporáneo de EE.UU. La que muchos consideran su obra mejor acabada. La polémica hizo correr rios de tinta pero Lee también recibió por esta, la tercera película de su filmografía, formidables criticas y numerosos premios. Entre ellos varios de la Ángeles Film Critics Association, el de Mejor Director y Mejor Película en aquel año. También fue nominada a mejor película en Cannes y al mejor guion original en los Oscars. Algunos premios también fue- ron para el reparto, uno de los valores indiscutibles de esta película, Como curiosidad también, en 1999, la película fue incluida entre los films que se preservan en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa». El Black Power llegó al cine. Polemikoa baino pole- mikoa da Spike Lee zi- negilea. Aktore, gidoilari, ekoizle eta zuzendaria, obra irregular baten egilea, baina maisulanez jantzita ere. Haien artean, kronika soziologiko txundigarri ba- tzuk daude eta garrantzi handikoak ere. Leek afroamerikarren his- toria garaikidea irudikatze- ko egile nagusietariko bat da: Do the right thing (1989) filmean ikusmenezko hi- zkera bereziaren bitar- tez gizarte erradiografien serie bat hasi zuen; Mo’ Better Blues (1990), Jun- gle fever (1991); Malcolm X (1992), iraultzaile beltzaren erretratua; Clockers (1995) edota Get on the bus (1996) ditugu adibide. Gero objektiboa beste isto- rio batzuk islatzeko biratu zuen, beti errealitaterekiko konpromezua mantenduz. Bere abilezia ukaezina- ren frogak hauexek dira: 25th hour (2005), Inside man (2006) ete bere jendea utzi barik, When the levee breaks (2005) dokumenta- la.

06// Potemkin Zinema - "Do the right thing"

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Spike Lee. 1989

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Page 1: 06// Potemkin Zinema - "Do the right thing"

06 Do the right thing

EE.BB. 1989 120 min Zuzendaria: Spike Lee Gidoia: Spike LeeAntzezleak: Danny Aiello, John Turturro, Ossie Davis, Spike Lee, Ruby Dee, Rosie Perez...

Spike Lee

Estamos en el distrito de Brooklyn, vamos para el centro, al deprimido y problemático barrio de Bedford-Stuyvesant, es el verano caluroso de 1989. Terminan los 80 agónicos del vaquero Reagan y Bush padre llega a la Casa blanca. Aún faltan dos años para que detengan y apaleen a un ciudadano negro llamado Rodney King, y tres años para que estalle la rabia en Los Ángeles. Pero la semilla de todo esto ya flota en el ambiente.

Los conflictos raciales, las fricciones motivadas por los perjuicios, el absurdo del racismo, la incomunicación... El sofocante verano new yorkino ahoga a toda una galería de personajes y roles multiétnicos en sus propias miserias y resentimientos. Aislados, luchando eternamente entre ellos/as, ya nadie se da cuenta del mensaje estridente que escupe el magnetofón gigante de “Radio Raheem”. La miseria de la frustración les ha hecho olvidar los porqués, la solidaridad y la condición de clase que les une. Lentamente, y aparentemente sin que pase nada, mientras la cámara nos muestra poco a poco, la vida de estos personajes, en el día más caluroso del año la olla va a estallar… tic, tac, tic, tac...

En ese 1989 pocos/as habían pensado que el joven Spike Lee pudiera actuar, escribir y dirigir una de las películas más controvertidas e impactantes del cine contemporáneo de EE.UU. La que muchos consideran su obra mejor acabada.

La polémica hizo correr rios de tinta pero Lee también recibió por esta, la tercera película de su filmografía, formidables criticas y numerosos premios. Entre ellos varios de la Ángeles Film Critics Association, el de Mejor Director y Mejor Película en aquel año. También fue nominada a mejor película en Cannes y al mejor guion original en los Oscars. Algunos premios también fue-ron para el reparto, uno de los valores indiscutibles de esta película, Como curiosidad también, en 1999, la película fue incluida entre los films que se preservan en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa».

El Black Power llegó al cine.

Polemikoa baino pole-mikoa da Spike Lee zi-negilea. Aktore, gidoilari, ekoizle eta zuzendaria, obra irregular baten egilea, baina maisulanez jantzita ere. Haien artean, kronika soziologiko txundigarri ba-tzuk daude eta garrantzi handikoak ere.

Leek afroamerikarren his-toria garaikidea irudikatze-ko egile nagusietariko bat da: Do the right thing (1989) filmean ikusmenezko hi-zkera bereziaren bitar-tez gizarte erradiografien serie bat hasi zuen; Mo’ Better Blues (1990), Jun-gle fever (1991); Malcolm X (1992), iraultzaile beltzaren erretratua; Clockers (1995) edota Get on the bus (1996) ditugu adibide.

Gero objektiboa beste isto-rio batzuk islatzeko biratu zuen, beti errealitaterekiko konpromezua mantenduz. Bere abilezia ukaezina-ren frogak hauexek dira: 25th hour (2005), Inside man (2006) ete bere jendea utzi barik, When the levee breaks (2005) dokumenta-la.

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Prueben a leer con detenimiento cualquie-ra de los diarios de mayor tirada que se pu-blican en el Estado español, algunos incluso con insuflas de ser progresistas. Examinen cualquiera de las noticias que tengan que ver con la migración en este país, o cualquiera de las noticias de sucesos de su localidad. Verán como a menudo se nos presenta la realidad de la inmigración como algo negativo. Desta-cando siempre los sucesos más escabrosos o negativos de esta realidad que tenemos actualmente en nuestra sociedad. O bien son protagonistas de crímenes, o bien son la cara más dura del paro y la marginalidad.

Casi nunca se nos ofrece una visión de las per-sonas inmigrantes en el Estado español como algo positivo, o simplemente como una parte más de la realidad actual.

Siempre se trata a esta parte de la sociedad, no como eso, sino como un elemento externo, ajeno a nosotros, como si fuera un miembro que fácilmente se puede separar, quirurgi-camente del resto de la sociedad (véanse los controles policiales y las deportaciones que a diario se llevan a cabo, o la reciente expulsión de una adolescente del instituto donde estu-diaba).

Se trata a la población inmigrante, no como si fuera el 12% de la población actual (datos de 2009), sino como si fuera un problema más del 88% restante, y se equipara, en las encuestas, al paro o al acceso a la vivienda.

Es por esto por lo que se hace necesario abrir un debate sobre la cultura en nuestra socie-dad y el racismo que vivimos a diario en ella.

¿Cultura nacional o cultura de clase?Partimos de la premisa de que a menudo se nos presenta nuestra cultura como algo uni-forme con una serie de características a las que todas las personas criadas en el Estado español comparten, como los valores sociales o la forma de vivir. Sin embargo, esta supuesta realidad no se manifiesta ni siquiera en la len-gua que en principio deberíamos compartir, principal vehículo de transmisión de la cultu-ra, ya que millones de personas en el Estado piensan y conviven en otro idioma distinto al castellano.

Presentar a la sociedad como un comparti-mento donde algunos caben y otros no es un error, ya que este análisis que nos venden no tiene en cuenta varios aspectos.

Para empezar el que ya comentábamos, y es que la sociedad en el estado español no es, ni mucho menos, tan uniforme como se preten-de, sino que se divide en estratos bien distin-tos entre sí. Así por ejemplo no tienen nada que ver la realidad y la cultura que vive un empleado de Air Comet, con la que disfruta Díaz Ferrán. Plantearlo de otra manera es una manipulación de los verdaderos problemas que acontecen a la sociedad en esta época de crisis, los cuales hacen que probablemente compartan muchas más cosas los empleados de Viajes Marsans con cualquier persona in-

Hay, entonces, un interés por parte de la clase dominante en representar la inmigración como un problema o un peligro . En los medios siem-pre se presentan las noticias sin ofrecer una lectura de contexto, por un lado se introduce el “problema de la inmigración”, con un 12% de paro, y por otro, de vez en cuando se habla de la alta tasa de paro juvenil, con un 23%. Sin re-lacionar estas noticias, (¿es que no hay jóvenes entre los inmigrantes?), fácilmente se pude dar una imagen de los inmigrantes como su-puestos “culpables”, ya que se les trata como una masa de población que sobra, como una cantidad de personas que la economía no pue-de absorber. Ésa es la justificación de la mayo-ría de leyes y cupos racistas. Para poder jus-tificar esta manera de actuar se los presenta como ajenos a la sociedad, sin tener en cuenta que contribuyen como cualquiera a ella.

No suele relacionarse en los periódicos, ni in-dicarse en casi ningún medio público, que el paro, los recortes sociales o la precariedad es precisamente una problemática compartida y no causada por unos y sufrida por otros.

¿Integración o mestizaje?Se culpa a menudo a la población inmigrante de no querer integrarse y de querer mantener sus propias costumbres; se les exige que sean iguales a nosotros, en lugar de equivalentes; se pretende que pasen un examen de “españo-lidad”, que conozcan nuestras costumbres y se adapten a ellas. Exigir esto es un absurdo, es como pretender forzar a un bebé a hablar a los seis meses. La integración y la adaptación vie-nen de forma natural, con la convivencia en los mismos barrios, o en las mismas escuelas, con un acceso igualitario a la riqueza social, pero esto no dará como resultado una suerte de in-dividuos calcados a nosotros mismos, ya que ni nosotros mismos cumplimos los requisitos de lo que pretendemos ser.

Polarizar la atención sobre estas diferencias permite poner un velo sobre los verdaderos problemas que tenemos. Se obvia que noso-tros mismos somos el resultado de una masa de migraciones que ha poblado la península, nuestro lenguaje y nuestras costumbres son la suma de diversas migraciones de personas que han pasado por la península, reflejo también de las relaciones de poder que han acontecido en el pasado. Así, el castellano toma muchas palabras del árabe, y otros muchos prestamos del francés o del inglés.

Es por estos motivos por los que la sociedad actual necesita una reflexión profunda sobre su cultura y lo que se pretende con ella. La cul-tura ha de ser, y de hecho suele ser, un reflejo de las distintas partes que la integran, de sus luchas y sus necesidades, y sus expresiones. La aprendemos, sí, pero también la transfor-mamos, no se trata de un sistema estàtico, y en ella deberían reconocerse todos los grupos que participan de ella.

Por mucho que nos esforcemos en deportar a los extranjeros que vienen, sus costumbres, las palabras que nos han donado, han llegado aquí para quedarse.

Inmigración, cultura y racismoVicky Castillo

migrante de la calle que con los directivos de su compañía, con los cuales tienen en común mera-mente una nacionalidad o un pasaporte.

Por otro lado, no se tiene en cuenta que la cultura es una parte de un sistema integrado mucho más amplio, y que cambia cuando cambia una parte del sistema. Es decir, que la cultura se adapta a la realidad de la que forma parte, no se trata de algo monolítico y homogéneo al cual los distintos individuos han de adaptarse, sino que ésta es más flexible, permeable y diversa de lo que creemos. En realidad, la cultura, como el lenguaje, o como cualquier medio que utilicen los humanos para relacionarse, es algo vivo y cambiante, con la ne-cesidad de modificarse según las necesidades y realidades que viven los individuos o los grupos sociales. ¿Cómo podemos pretender que la cultura actual en el Estado español no tenga nada que ver con las experiencias y necesidades que trae cual-quier población que viva en ella, por más foráneos que sean sus orígenes?

Por poner un ejemplo de lo absurdo que es com-partimentar la sociedad en estas categorías, en Francia la población musulmana es de entre tres y cuatro millones de personas, de las cuales, bue-na parte de ellos son descendientes de las migra-ciones de población procedente de África llegadas en los años 70. Para los franceses “de pro”, estos jóvenes siguen siendo categorizados como inmi-grantes, pese a que muchos de ellos tienen como país natal Francia.

El racismo subyacenteEl distinguir entre “nuestra” cultura y la de “los otros”no es más que una visión racista que divide a las personas y las aleja de la defensa de sus verda-deros intereses. Ignora el hecho de que las cultu-ras son el resultado del mestizaje que van dejando las distintas herencias de las poblaciones que al-guna vez han formado parte de ellas. Deberíamos preguntarnos cuál es el motivo por el cual se hace tanto énfasis en dividirnos en realidades cultura-les, en lugar de nuestras necesidades e intereses más objetivos.

El sistema capitalista se sustenta en unos pilares de injusticia social, y el racismo es la consecuencia directa de esta situación ya que justifica el desigual acceso al bienestar y a los derechos de una parte de las personas, y forma parte de los mecanismos que permiten a algunos apropiarse de los bene-ficios del trabajo ajeno. Tomando las palabras de Tomás Pedro Gomariz, el racismo “es uno de los instrumentos de dominación que poseen los inte-reses rectores del mundo en que vivimos”. Permi-te mantener a buena parte de la población en una situación aún mucho más precaria y de indefen-sión, accesible para cualquier tipo de explotación que se requiera en el momento. Dividiéndolos del resto de la sociedad, se hace más difícil la lucha por los intereses que comparten con el resto de la clase trabajadora.

Cuando Marx estudió los antagonismos que se da-ban dentro de la clase obrera entre trabajadores ingleses protestantes e inmigrantes irlandeses ca-tólicos, llegó a la conclusión de que éste era uno de los secretos por los que la clase capitalista man-tiene su poder. Es la aplicación del viejo dicho de divide y vencerás.