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Magazine La Vanguardia

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Cuentan que Consolación es el sueño hecho realidad de tres amigos que compartían la ilusión de construir un hotel especial. Ese lugar informal y confortable al que como clientes les gustaría escaparse para desconectar del ritmo frenético de la ciudad. Dedicaron cinco años a pensar cada detalle. El resultado es un lugar único, pegado a una ermita, donde la antigua casa del ermitaño alberga algunos de los servicios y el resto son habitaciones dispuestas en cubos de madera y perfectamente integradas en el paisaje. Los impulsores del proyecto –que no ha dejado de obtener premios desde su apertura, hace tres años– tuvieron claro que parte del atractivo debía centrarse en la gastronomía. “No sabíamos si queríamos un hotel con restaurante o un restaurante con habitaciones”. Siguiendo el consejo de grandes chefs ficharon como asesor gastronómico a Josep Mara Blasi, sabio gastrónomo que se enamoró del lugar el primer día que lo visitó. Fue él quien llevó a ese recóndito paraje del Matarraña al chef argentino Gonzalo Benavides (Ciudad de la Plata, 1976). Los sabores de su infancia, su breve pero intensa experiencia en Mugaritz, la admiración por su compatriota Marco Colagreco, con quien trabajó en Francia, y su propia sensibilidad son el poso con el que este cocinero llegó a Consolación. Poco tiempo después, se incorporó a la cocina Gonzalo Riviere (Barcelona, 1979), alumno de Mey Hofmann que trabajó durante años al lado de Xavier Pellicer. Ambos tocan todas las teclas: desde la compra en los pueblos cercanos a la preparación del pan –no hay que perderse la figasa de manteca que prepara el argentino–. En su cocina prima el producto local, pero confiesan que no tienen reparos en completar la despensa con productos foráneos que les parecen interesantes. Lo hacen con la misma naturalidad con que combinan tradición y modernidad. Sabrosas la crema de patata con tripa de bacalao, las mollejas de cordero en dos texturas y las madejas con ensalada criolla, reflejo de su pasión por las carnes melosas. Radical e interesante el foie con caramelo de mostaza y café, mejorable la pasta rellena de chipirones y en su punto el pichón con frutas. impregnado en vainilla. Atractiva carta de vinos, en la que se apuestan por la proximidad tanto en los vinos como en su explicación.Cordero local- Ensalada criolla, madeja de cordero al horno (el intestino delgado). - Mollejas de cordero en dos texturas con crema de coliflor.

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