Wood, Ellen Meiksins - Trabajo, Clase y Estado en El Capitalismo Global [1999]

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    T RABAJO , CLASE Y ESTAD OEN EL CAPITALISMO GLOBAL*

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    * Tomado de Ri sing from th e A shes: Lab or i n th e A ge of G loba l C api tal ism .Editado p or Ellen Meiksins Wood, P eter Meikins, y Michael Yates, Mont hly Review Press, N ew York.Traduccin de Florencia En ghel.Revisin Tcnica de Atilio A. Boron.** Filsofa Poltica norteamericana, ex profesora de la U niversidad de York, C anad y au tora d e D emo-cracy Against Capitalism (1995) y Rising from the Ashes (1999), entre otros.

    El movimiento obrero estadounidense nunca ha tenido realmente su propia

    organizacin poltica, ya fuera un partido socialista fuerte, socialdemcrata,o al estilo del laborismo Britnico. El partido demcrata tiene en la actuali-dad m enos aun que ofrecer al movimiento o brero qu e en el pasado. Pero h oy el ca-so norteamericano parece menos excepcional de lo que pareci alguna vez, en la me-dida en qu e los partidos de la clase trabajadora mejor establecidos -comu nista, socia-lista, socialdem crata y ob rero- se han separado efectivamen te de sus races de clase,especialmente en Europa.

    Los partidos comunistas y socialistas europeos, por ejemplo, abandonaron la po-ltica y el lenguaje de la lucha de clases, mientras que la eleccin del New Labor enGran Bretaa llev al poder a un liderazgo basado en cortar los lazos histricos delpartido con el movimiento sindical, dejando a Gran Bretaa, al menos por el mo-ment o, en u na situacin similar a la del mod elo n orteamericano: un estado d e par-

    tido n ico, o como lo enu nciara G ore Vidal, un p artido con dos alas derechas.

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    Es posible que incluso esta ambigua victoria para la izquierda, o la subsiguienteeleccin de gobiernos socialdemcratas en Francia y Aleman ia, abran n uevas perspec-tivas polticas. Pero p or el mo ment o, m uchas personas parecen dar po r h echo que ladesaparicin d e la poltica de la clase trabajadora es algo natu ral, y que el terreno po-ltico sobre el cual los partidos revolucionarios y electorales de la clase trabajadoraoperaban, sencillamente ya no existe. Ese terreno ha sido ms o menos obliterado, engran medida por la globalizacin. O al menos eso es lo que se nos dice.

    Necesitamos detenernos ms de cerca sobre tal presuncin. Debemos explorar deman era m s crtica las consecuencias polticas de la globalizacin, y lo q ue stas sig-nifican para el movimiento obrero y la lucha de clases.

    Q U ES LA GLOBALIZACIN ?

    La actual crisis global ha empa ado la entera idea de globalizacin hasta un pu n-to tal que quienes solan ser sus ms entusiastas defensores estn ahora cuestionandosus principios ms bsicos. Los hechiceros finan cieros neoliberales no slo estn con -templando medidas como el control del capital, que apenas ayer les habran pareci-do horribles violaciones a la ley natural, sino que incluso estn planteando nerviosa-mente ciertas preguntas acerca del capitalismo de libre mercado en general. Mien-tras que una significativa revisin terica es previsible como consecuencia de la cri-sis, la idea de globalizacin, sin em bargo, n o est mu erta, y represent a un a seria preo-cupacin para los mo vimiento s obreros en tod as partes.

    Qu significa entonces la globalizacin? Los rasgos bsicos de la concepcinconvencional, o lo que algunos han dado en llamar la tesis de la globalizacin, sonlo suficientemente conocidos: a principios de los 70 el mundo entr en una nuevapoca de globalizacin, marcada por una creciente internacionalizacin del capital-no slo un mercado global sino una produccin internacionalizada, e incluso unaclase capitalista in ternacionalizada; el crecient e pod er de las agencias int ernacion alesdel capital como el FMI, Banco Mundial, y la World Trade Organization; rpidosmovimientos del capital financiero acelerados por las nuevas tecnologas de la infor-macin; la transferencia de capitales desde economas con altos costos de mano deobra a economas de bajos salarios que sirve como justificacin para la disminucinde salarios y los ataques a los beneficios sociales en pases capitalistas avanzados; y undesplazamiento de la soberana hacia afuera de los lmites del estado-nacin 1.

    La concepcin general de globalizacin no es, por supuesto, universalmenteaceptada2. N adie duda que el capitalismo se ha vuelto u n sistema m s universal qu enu nca, y tampo co que estamo s viviendo en un a econom a global con m ercados ca-da vez ms internacionales y transacciones econmicas de todo tipo que abarcan alplaneta entero. Pero algunos escritores de izquierda han expresado dudas acerca decunta produccin se ha internacionalizado en realidad, acerca de cun mvil es ver-daderamente el capital industrial, y acerca de la existencia misma de corporaciones

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    multin acionales. Tales crticas han sealado qu e la vasta m ayora de la produ ccinan sucede en compa as de base nacional, en locaciones nicas. H an argum entadotambin que no existe lo que se ha dado en llamar corporaciones multinacionales,y que slo hay corporaciones de base nacional con alcance transnacional.

    Los crticos de las ideas convencion ales sobre la globalizacin t amb in h an sea-lado que mientras que las fugas del capital hacia las economas de bajos salarios po-dran constituir un serio problema, la inversin extranjera directa se ha concentradode manera abrumadora en pases capitalistas avanzados, con el capital movindoseentre stos. Existen diferencias entre las grandes economas capitalistas, con algunasms expuestas que otras a las presiones competitivas internacionales. Los Estados

    U nidos, por ejemplo, estn p rotegidos de algun as formas de competencia porque un aprop orcin relativament e pequea d e su economa esta dedicada a la m anufactura, yla fraccin de la fuerza laboral norteamericana empleada en la manufactura es anmeno r. M s del 70 % del empleo total en los Estados U nidos se encuent ra en el sec-tor d e servicios, la mayora en indu strias que simplemen te no pu eden relocalizarse enotras economas con fuerzas laborales baratas y desorganizadas.

    Pero cualquiera sea la proporcin de la indu stria m anufacturera en la econom anorteamericana (o en otros pases capitalistas avanzados), sta constituye todava -yprobablemente lo siga haciend o- un a cant idad desproporcionadamen te grande de laprod uccin m un dial total. En este sector la comp etencia ciertament e se ha intensifi-cado, generalment e al interior de los pases capitalistas avanzados ent re s. Los Esta-dos Un idos, en p articular, han sido profun damen te afectados por la competencia de

    Japn y Alemania. Al mismo tiempo, la solucin preferida no ha consistido simple-mente en exportar industrias a los pases del Tercer Mundo. Las industrias manufac-tureras son mucho menos mviles de lo que el saber convencional acerca de la glo-balizacin sugiere -no en escasa medida debido a que las inversiones de capital degran escala y a largo plazo son difciles de abandonar. En esta situacin, las estrate-gias competitivas no tienen muchas posibilidades de basarse en el traslado del capi-tal a otros lugares, por lo que la opcin ms corriente es la de tratar de reducir loscostos laborales en las propias economas avanzadas. De hecho, una de las ms nota-bles caractersticas de la actual economa global no es la industrializacin y enrique-cimiento de los pases ms pobres del Tercer Mu nd o, sino p or el contrario, un cre-ciente emp obrecimiento de las econo mas dejadas en los mrgenes de la globalizaciny una creciente polarizacin entre ricos y pobres.

    Resulta entonces difcil formular cualquier proposicin simple acerca de la com-petencia entre economas de bajos salarios y de altos salarios, o de los peligros de lasfugas de capital en respuesta a la organizacin y lucha de la clase trabajadora. En tr-minos ms generales, no existe una correlacin simple entre las polticas o la ideolo-ga de la globalizacin y la actual exposicin de las economas capitalistas avanza-das a la competencia internacional, al menos a la competencia por parte de las eco-nomas de bajos salarios. La globalizacin es ciertamente una amenaza efectiva, y

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    por ende u na estrategiapol ti ca pod erosa. Pero n o d ebemos equiparar acrticamen teamenaza con realidad.

    Ms all de estos desafos empricos a la nocin convencional de globalizacin,existen pregun tas ms amplias, dos de las cuales debem os esbozar aqu . En p rimer lu-gar, debiramos pregun tarnos cun nu evo es este fenmen o. D e acuerdo con la tesisde la globalizacin, hemos estado viviendo en una nueva poca desde inicios de los70. Sin embargo, nada m s obvio qu e la imp robable semejanza entre el mun do bur-gus tan vvidamen te retratado por elM an if iesto C om unista en 1848 y la poca dela globalizacin en la que estamos viviendo hoy:

    Mediante la explotacin d el mercado mu nd ial, la burgu esa dio un carctercosmopolita a la produccin y al consumo de todos los pases. ... Las antiguasindu strias nacionales han sido d estruidas y estn destruynd ose continuam en-te. Son suplantadas ... por industrias que ya no emplean materias primas in-dgenas, sino materias primas venidas de las ms lejanas regiones del mundo ycuyos productos n o slo se consumen en el propio p as sino en tod as las par-tes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productosnacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfaccin pro-ductos de los pases ms apartados. ... En lugar del antiguo aislamiento de lasregiones y naciones que se bastaban a s mismas, se establece un intercambiouniversal, una interdependencia universal de las naciones.

    Y todas las crisis del siglo veinte, hasta la reciente en Asia inclusive, se anticipan

    aqu:(T)od a esta sociedad bu rguesa, que ha hecho surgir tan p otentes medios deproduccin y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominarlas potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros. ... Basta men-cionar las crisis comerciales que, con su retorno peridico, plantean, en formacada vez ms amenazante, la cuestin de la existencia de toda la sociedad bur-guesa. ... Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier poca ante-rior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de lasuperproduccin.

    En vista del anlisis de Marx, cmo podemos sostener la nocin de que la glo-balizacin marca una nueva poca que comenz a principios de los 70? Una expli-cacin m ucho ms plausible para la conexin entre el mu nd o de M arx y el nu estro

    es que la globalizacin no es una nueva poca, sino un proceso de largo plazo; no setrata de un nuevo tipo de capitalismo, sino de la lgica del capitalismo tal como s-te ha sido desde el principio.

    Este punt o de vista, por sup uesto, no ignora los camb ios masivos que h an acon-tecido en el siglo y medio p asado. P or el cont rario, las leyes de movimiento capita-listas -como M arx saba mejor qu e nadie- son p recisamen te leyes del cambio constan -te. Pero cmo interpretemos dichos camb ios depende en gran p arte de las coordena-

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    das desde las cuales los observamos. Por ejemplo, vista como una poca, desde laperspectiva de las teoras convencionales de la globalizacin, sta tiende a percibirsecomo una era totalmente nueva, en la cual el triunfo final del capitalismo ha clausu-rado todas las alternativas. Vista desde la perspectiva de Marx, como un proceso delargo plazo, la globalizacin aparece como algo profundamente contradictorio, en elcual cada avance en la expansin del capitalismo ha trado consigo desde el principionuevas inestabilidades y nuevas posibilidades de lucha.

    Esto n os lleva a la segunda gran p regun ta acerca de la globalizacin, qu e concier-ne al papel de la competencia en la tesis de la globalizacin. Bajo su luz, la compe-tencia parece estar en el corazn mismo de la tesis: para la derecha, porque cada es-

    fuerzo del capital destinado a empeorar las condiciones de los trabajadores, cada ata-que al estado benefactor se justifica en nombre de la competitividad y los riguro-sos nuevos requerimientos de la competencia en una economa globalizada; para laizquierda, porque muchas de las mismas presunciones han llevado al derrotismo y laconviccin de que lo nico que podemos hacer es desarrollar nuestras propias estra-tegias, m s hum anas, d e comp etitividad.

    An as, existe una curiosa contradiccin en la tesis de la globalizacin, y aun-que parezca extrao, dicha contradiccin es ms visible en algunas variantes de iz-quierda. La tesis est basada en la premisa -y sta es la razn por la cual tiene impli-canciaspol ti cas de tan amplio alcance- de que el efecto de la globalizacin es la for-macin de un capital internacional cada vez ms unido y todopoderoso, contra elcual las fuerzas anticapitalistas seran poco menos que impotentes. Pero al examinar

    dicha presuncin encontramos algunas inconsistencias. Pareciera como que en la te-sis de la globalizacin la t ransnacionalizacin del capital n o significara la intensifica -cin de la competencia sino, por el contrario, su declinacin entre las mayores po-tencias capitalistas. En suma: esto significara la interpenetracin de capit ales naciona-les, y su creciente colaboracin, aparentemente en lugar de la comp etencia3.

    Ahora bien, an el terico ms extremo de la globalizacin jams dira que laglobalizacin est creando un solo capital internacional unificado. Obviamente, laglobalizacin todava tiene u n largo camino por recorrer, y en el futuro , hasta don deresulta predecible, todos los que participan en el mercado tendrn que pelear parapermanecer en la cima. Pero la implicancia ms fuerte de la tesis de la globalizacines que existe una relacin inversa ent re globalizacin y comp etencia: cuanto ms glo-balmen te in tegrado se vuelve el capitalismo, m s un ificada estar la clase capitalista.

    Esto pareciera implicar que la globalizacin no es el crecimiento de la competencia,sino su supresin.

    D e acuerdo con d ichos argum entos, es verdad q ue un capital altamente m vil semueve libremente a travs de las fronteras nacionales en busca de mano de obra ba-rata, y al mismo tiempo hace descender los salarios en su pas de origen. Pero estoaparentemente n o sucede debido a los antiguos imp erativos de competencia entre ca-pitalistas, qu e siempre los han llevado a aumentar la rentabilidad y la participacin en

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    el mercado por medio de la baja de los costos laborales. Sucede simplemente porqueel capital es ahora libre de hacer sent ir su gravitacin p or d oqu ier, ejerciend o sin cor-tapisas su poder. La tesis de la globalizacin, ent on ces, qu e constan temente invoca lanecesidad d e competencia, tambin remite a un a internacionalizacin del capital queexpulsa la competencia, une al capital formando una nica clase internacional, y de-sarticula toda oposicin.

    Pero vista desde un enfoque diferente la globalizacin significa exactamente locontrario. En primer lugar, no debemos olvidar que el capitalismo siempre e indefec-tiblemente comporta competencia. La competencia est en el corazn mismo del sis-tema. Esto obviamente no significa que el capital no har lo posible para evadir la

    competencia. Por el contrario, es una ley de la competencia que el capital procurarevadirla. La competencia capitalista significa tratar siempre de mantener e incremen-tar la part icipacin en el mercado, y una m anera clsica de hacerlo es coop erar secre-tamente con los competidores, crear monopolios -como bien lo saba ya AdamSmith- o dejar fuera a los rivales por la pura fuerza del tam ao y las econo mas de es-cala. Y, por supuesto, una de las consecuencias de la competencia es que los perde-dores sern tragados por los ganadores an cuan do los ganadores de hoy p odran serlos perdedores de m aana. Por consiguiente, el aum ento en la concentracin y cen-tralizacin d el capital n o es la anttesis de la comp etencia sino u na de sus expresion es.Los competidores pueden haberse amp liado: no slo enorm es comp aas domsticassino firmas transnacionales (y esto, nuevamente, no suele significar empresas n o-n a -cionales, sino com paas nacionales con alcance transnacional). Pero todo esto cierta-

    men te no ha disminu ido la competencia. Por el cont rario, la competencia entre eco-no mas capitalistas avanzadas se ha inten sificado a m edida que n uevos y agresivos ju-gadores han ingresado al juego.

    Tomemos por ejemplo el caso clsico de un capitalismo hegemnico y monop-lico -los Estados Unidos en los inicios del perodo de posguerra. La economa deEE.UU . era temporalment e hegemn ica y prcticamente n o enfrentaba desafos, engran medida debido a la guerra. Pero la recuperacin de las potencias vencidas pron-to incorpor nuevos y ms dinmicos competidores al juego (y aqu, el perodo dehegemona de los EE.UU . podra incluso haberse torn ado un hand icap com petitivo).El resultado fue sin duda ms monopolios capitalistas -no slo norteamericanos, si-no tamb in japon eses y alemanes- que de nin guna m anera significaron meno s com-petencia. Por el cont rario, unidades m ayores han h echo a la competencia ms feroz

    y destructiva. Por un lado este tipo de competencia significa el colapso de las com-paas pequeas; y por el otro vemos ahora nuevas formas de macro-competencia,por llamarla de alguna manera, con economas nacionales enteras envueltas en im-placables rivalidades y nuevas formas d e int ervencin estatal para asistirlas.

    Por lo tant o, la colaboracin capitalista nun ca ha sido incomp atible con la com-petencia. De hecho, la interaccin entre ambas es otra de esas contradicciones carac-tersticas del capitalismo. An la ms avanzada colaboracin transnacional convive

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    man o a m ano con la com petencia ms feroz. Basta con echar un a mirada a la Un inEuropea en la actualidad. La Unin tiene como objetivo precisamente fortalecer a lasecono mas europ eas en su comp etencia con los EE.UU . y Japn. Pero es tamb in elterreno de la com petenciaentre estados europeos. De hecho, uno de los resultados es-perados, incluso deseados, de la Unin Monetaria Europea y la moneda comn, esla intensificacin de la competencia al interior de las economas europeas e inclusoentre s, en la medida que las diversas economas nacionales son despojadas de susprotecciones nacionales (por ejemplo, poltica monetaria y manipulacin de las tasasde cambio) contra la fuerza arrolladora del mercado competitivo.

    Q u conclusiones debiram os sacar ent onces de esta com peten cia inten sificada

    ent re los pases capitalistas avanzados? U na conclusin obvia es qu e la globalizacinpodra significar menos y no ms unidad capitalista. De manera tal que por lo me-nos la parte de la tesis de la globalizacin que postula la existencia de un capital in-ternacional cada vez ms unificado se ve desmentida por la competencia capitalista.

    Pero esta int ensificacin de la com petencia: significa que los tericos de la glo-balizacin estn en lo correcto al invocar los requerimientos de la competitividad?Ms de un texto en este volumen expondr los defectos de las estrategias competiti-vas de izquierda y explicar por qu son malas para los trabajadores. Por eso limit a-r mis argum entos a un nico pun to, a saber: la principal conclusin que el movi-miento obrero y la izquierda debieran extraer de la globalizacin, o la universaliza-cin del capitalismo , es que el capitalismo se encuentra h oy m s que nu nca abrum a-do por sus contradicciones internas, y que sta es una razn para intensificar, noabandonar, las luchas anticapitalistas.

    La universalizacin del capitalismo significa que ms economas capitalistas es-tn in gresand o a la com petencia global; que las mayores econom as capitalistas es-tn depen diend o d e las exportacion es hasta grados casi suicidas; y que las crisis de so-breproduccin son cada vez ms severas. Al mismo tiempo, para hacerse competiti-vas, dichas economas capitalistas restringen la capacidad de compra de los propiosconsumido res que estn compitiendo para alcanzar. La mxima rentabilidad para elcapital hoy depende cada vez menos del crecimiento absoluto o de la expansin ha-cia afuera, y ms de la redistribucin y de una brecha cada vez ms extensa entre ri-cos y pobres, tanto al interior de las naciones-estado como entre ellas.

    La situacin difcilmente podra ser ms contradictoria de lo que ya es. El pun-

    to, entonces, es que las fortalezas del capitalismo son tambin sus debilidades, y quela globalizacin podra estar ampliando, y no restringiendo, el espacio para las pol-ticas de oposicin.

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    EL ESTADO Y LA LUCHA DE CLASE

    Esta argumentacin acerca de las nuevas posibilidades polticas sera hueca si latesis de la globalizacin estuviera en lo cierto en lo tocan te a sus supu estos bsicos so-bre el estado y la tran sferencia de soberana de ste al capital global. R epetidas vecesse nos dice que la globalizacin ha tornado irrelevantes a los estados nacionales. Pa-ra algunos, esto significa que nada queda por hacer, que no existe un espacio real pa-ra las polticas socialistas, porque su blanco tradicional, el estado-nacin, se ha des-vanecido. Para otr os, significa que la lucha debe trasladarse de inm ediato al plano in -ternacional. En ambos casos, una poltica reconocible como propia de la clase traba-

    jadora p arecer a est ar fuera de toda p osib ilidad.

    Esta es, entonces, la presuncin que quiero desafiar ahora. Pretendo argumentarque la globalizacin ha h echo a la poltica de la clase trabajadora -una p oltica dirigi-da al estado y al poder de clase concentrado en el estado- ms, y no menos, posiblee importante.

    Los marxistas solan enfatizar las maneras en que el crecimiento del capitalismoalient a el desarrollo de la con ciencia y la organizacin de clase. La socializacin de laproduccin y la homogeneizacin del trabajo, y la interdependencia nacional, supra-nacion al e incluso global de sus part es constitu yentes, se sup on a que creaban las con-diciones para la emergencia de la con ciencia de clase y la organizacin en escala ma-siva, e incluso para la solidaridad internacional. Pero los desarrollos a lo largo del si-glo XX han socavado dicha conviccin de manera creciente y, algunos diran, de mo-

    do irreparable.La incapacidad de la clase trabajadora para satisfacer las expectativas del marxis-

    mo tradicional es tpicamente citada por intelectuales izquierdistas como la raznprincipal para abandonar el socialismo, o por lo menos para buscar actores alternati-vos. En dcadas recientes, el marxismo occidental, luego el post-marxismo y el post-mo dernismo h an, un o tras otro, asignado esta respon sabilidad histrica (si es que to-dava creen, siquiera mnimamente, en la historia o en sus agentes) a los intelectua-les, a los estudiantes, a los nuevos movimientos sociales a cualquiera excepto a laclase trabajadora. Hoy, el movimiento obrero casi ha desaparecido de las variantesms de moda entre los tericos y polticos izquierdistas. Y la globalizacin parecierahaber dado el ltimo golpe.

    La mayora de los que hablan acerca de la globalizacin, por ejemplo, probable-

    mente digan que en la era del capitalismo global la clase trabajadora, si es que anexiste, est ms fragmentada que nunca. Y si estn en la izquierda, es probable quedigan que n o h ay alternativa, que lo mejor que p odemo s hacer es liberar un p oco msde espacio en los intersticios del capitalismo por medio de muchas luchas particula-res y separadas el tipo de luch as que a veces se denomina po lticas de la iden tidad.

    Ahora bien, existen muchas razones para esta tendencia a repudiar la poltica declases en favor de la fragmentacin poltica y las polticas de la identidad. Pero sin

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    duda una razn de peso es el supuesto de que, cuanto ms global se torna el capita-lismo, ms global deber ser la lucha contra l. D espus de tod o, r eza el argumen to,acaso no es cierto que la globalizacin ha transferido el poder desde los estados na-cionales a las instituciones y fuerzas transnacionales? Y no es obvio que ello signifi-ca que cualquier lucha en contra del capitalismo deber operar en ese nivel transna-cional?

    Entonces, dado que la mayora de las personas tienen dificultades razonables pa-ra creer en tal grado de internacionalizacin y en la posibilidad misma de organizar-se a ese nivel, naturalmente llegan a la conclusin de que en realidad el juego se haterminado. Concluyen que el capitalismo lleg para quedarse, que ya no tiene nin-

    gn sentid o tratar de construir u n m ovimiento poltico masivo, o un a fuerza polti-ca inclusiva y de amplio alcance como las que los antiguos partidos de la clase traba-

    jadora asp irab an a ser. En ot ras p alabras: la clase como fuerza p olt ica h a d esapareci-do, y junto a ella el socialismo como un objetivo poltico. Si no podemos organizar-nos a escala global, lo nico qu e nos qu eda es ir al otro extremo. Todo lo que pod e-mos h acer, aparentemente, es volvernos h acia adentro, concentrndo nos en nu estraspropias opr esiones locales y part iculares.

    En el otro extremo se encuentra u n tipo d e internacionalismo abstracto carentede bases materiales. Una cosa es reconocer la importancia de la solidaridad interna-cional y la cooperacin entre movimientos obreros nacionales. Ese tipo de interna-cionalismo no slo es esencial para los valores socialistas sino tambin estratgica-men te ind ispensable para el xito d e mu chas luchas de clase a nivel nacional. Pero al-

    gunos en la izquierda invocan una sociedad civil internacional como la nueva are-na de lucha, o la ciudadana global como la base para una nueva solidaridad y esosuena menos como una estrategia anti-capitalista que como un silbido en la oscuri-dad. Cuando dicen que la arena internacional es la nica para los socialistas, que elcapital global slo puede enfrentarse con un a respuesta autn ticament e global, p are-ceran estar diciendo con no menos certeza que los abogados de la poltica fragmen-tada que la lucha contra el capitalismo efectivamente se ha terminado.

    M i prop ia conclusin es diferente, porq ue p arto de p remisas diferentes. Perm-taseme decir en primer lugar que siempre he tenido reservas respecto de la relacindirecta entre el crecimiento del capitalismo y la unidad de la clase trabajadora. Unosdiecisiete aos atrs, en un artculo titu lado La separacin de lo econm ico y lo po-

    ltico en el capitalismo, me refer a la fuerza centrfuga del capitalismo, a las mane-ras en que, contrariamente al saber convencional del marxismo, la misma estructurade pro duccin y explotacin en u n capitalismo com pletamente desarrollado tiende a

    fragm enta rla lucha de clase y a domesticarla, a volcarla hacia adentro , a hacerla sum a-mente local y particularista4. El capitalismo ciertam ente tiene efectos homogeneizan-tes, y la integracin de la econ om a capitalista p rovee las bases materiales para la so-lidaridad de la clase trabajadora ms all de los muros de la empresa individual e in-cluso de las fron teras nacionales. Pero el efecto ms inm ediato del capitalismo es li-

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    mitar el conflicto de clase a las unidades individuales de produccin, descentralizan-do y localizando la lucha de clase.

    Debemos enfatizar que este desenlace no es producto de una falla en la concien-cia de clase de los trabajadores. Es una respuesta a una realidad material, a la formaen qu e el mun do social es realmen te organizado por el capitalismo. Vale agregar aqu que pese a qu e los conflictos de clase son localizados de esta manera, la clase trabaja-dora es, paradjicamente, dividida an ms por la competencia entre las empresas,en la cual los trabajadores son llevados a verse como aliados de sus explotadores encontra de sus competidores, tanto capitalistas como trabajadores. Esta es una tenden-cia que la ideologa de la globalizacin est tratando de promocionar por todos los

    medios.El repliegue hacia adentro de la lucha de clases tambin significa, como suger,

    que en el capitalismo los asuntos polticos son en cierta forma privatizados. Los con-flictos sobre la autoridad y la dominacin, que en las sociedades pre-capitalistas es-tn directamente dirigidos a los poderes jurisdiccionales o polticos de seores y es-tados, en el capitalismo se han desplazado hacia la empresa capitalista individual. Sibien el capital contin a depend iend o d el poder d el estado para sustentar el sistemade propiedad y mantener el orden social, no es en el estado sino en el proceso de pro-duccin, y en la organizacin jerrquica de ste, que el capital ejerce su poder sobrelos trabajadores ms directamente.

    Pens tambin que esto tena algo que ver con el hecho de que las revolucionesmo dernas han ten dido a ocur rir don de el capitalismo estaba menos, y no ms, desa-rrollado. D ond e el estado mismo es el explotador d e primer ord en -po r ejemp lo, ex-plotando a los campesinos por medio de los impuestos- las luchas econmicas y po-lticas son difciles de separar, y en casos as, el estado puede fcilmente volverse el fo-co de luchas masivas. Es, despus de todo, un enemigo de clase mucho ms visible ycentralizado de lo que el capital en s mismo podra nunca llegar a ser. Cuando encambio la gente confronta directamente con el capital, generalmente lo hace sloopo nindose a capitales ind ividuales y separados, o a emp leadores concreto s. Es porello que incluso las revoluciones proletarias han tendido a ocurrir all donde los con-flictos de la clase trabajadora con el capital se fusionaron con otras luchas pre-capi-talistas, principalment e la de los camp esinos con tra los terraten ientes y los estados ex-plotadores.

    Pero mientras planteaba que el capitalismo tiene una tendencia a fragmentar yprivatizar las luchas, tambin me pareca que se presentaban algunas nuevas tenden-cias compensatorias: la creciente in tegracin in ternacional del mercado capitalista es-taba desplazando los problemas de la acumulacin de la empresa individual a la es-fera macroecon mica, y el capital estaba siend o forzado a con fiar ms y ms en el es-tado para crear las cond iciones adecuadas para la acum ulacin. D e mod o qu e sugerque la crecient e comp licidad d el estado en los propsitos antisociales del capital pue-de eventualmente significar que el estado se tornara cada vez ms en un blanco pri-

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    mario de la resistencia en los pases capitalistas avanzados, y podra empezar a con-trarrestar algunos de los efectos centrfugos del capitalismo, tales como su tendenciaa fragmentar y domesticar a la lucha de clases.

    Ahora bien, por ese entonces yo nunca haba odo hablar de la globalizacin, yno saba que bien p ront o la gente estara dand o po r hecho q ue la integracin inter-nacional del mercado capitalista debilitara a los estados-nacin, desplazando el focodel poder capitalista fuera del estado. En los ltimos tiempos, cuando la globaliza-cin est en bo ca de todos, me h e descubierto argument ando en cont ra del sup ues-to am pliamente difund ido d e que la globalizacin est torn ando al estado-n acin ca-da vez ms irrelevante. H e estado argum entan do q ue, cualesqu iera fueran las fun cio-

    nes que el estado p odra estar perdiendo, est ganando otras nuevas como condu ctoprincipal entre el capital y el mercado global. Ahora quiero sugerir que este desarro-llo podra estar comenzando a generar las consecuencias para la lucha de clase que,all por 1 981, vislum braba como un a perspectiva para el futuro.

    Podemos debatir cunta globalizacin ha tenido lugar efectivamente; o qu se hainternacionalizado verdaderamente o no. Pero una cosa est clara: en el mercado glo-bal, el capital necesita al estado. Lo necesita para mantener las condiciones de acumu-lacin y competitividad en varias formas, incluyendo subsidios directos y operacio-nes de rescate finan ciadas por los cont ribuyentes (M xico, los Tigres Asiticos). N e-cesita al estado p ara preservar la disciplina laboral y el orden social frente a la auste-ridad y la flexibilidad, y para acrecentar la movilidad de capital al tiempo que blo-quea la movilidad de los trabajadores.

    D etrs de cada corporacin transnacional hay un a base nacional que depend e desu estado local para sustentar su viabilidad, y de otros estados para darle acceso aotros mercados y otras fuerzas de trabajo. Los ejecutivos, escribe el periodista delNew York Tim es T hom as L. Friedman, dicen cosas como No somos una comp aaamericana. Somos IBM USA, IBM Canad, IBM Australia, IBM China. Ah, s?Bueno, entonces la prxima vez que se meta en problemas en China, llame a Li Pengpara que lo ayude. Y la prxima vez que el Congreso cierre otra base militar en Asia llame a la marin a de M icrosoft para que le asegure las rut as mart imas de Asia5.

    En cierta forma, el punto central de la globalizacin consiste en que la compe-tencia no es tan slo ni siquiera mayormente- entre firmas individuales, sino entreeconomas nacionales. Y en consecuencia, el estado-nacin ha adquirido nuevas fun-

    ciones como u n instrum ento d e la comp etencia. En t odo caso, el estado-nacin es elagente principal de la globalizacin. El capital estadounidense, en su cruzada por lacompetitividad, requiere un estado que mantenga los costos sociales en su mnimaexpresin a la vez que mantiene en caja el conflicto social y el desorden generadospor la ausencia de prestaciones sociales. En la Unin Europea, que se supone es elmodelo de organizacin transnacional, cada estado europeo es el agente principal enla imposicin a sus ciudadanos de las austeridades y padecimientos necesarios paracumplir con los severos requerimientos planteados por la unin monetaria, y cada es-

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    tado es el principal instrum ento de cont encin de los conflictos engendrados por es-tas polticas el principal agente para mantener el orden y la disciplina laboral. Ansi los imp ulsos fuertem ente nacionalistas de los estados europeos perm iten qu e la in-tegracin contine, una vez que estos estados ceden sus instrumentos tradicionalespara absorber los shocks econmicos, tales como el dficit pblico y las devaluacio-nes de moneda, el estado ser an ms necesario para mitigar el malestar social (o,como muchos crticos esperan, los estados individuales simplemente violarn las re-glas de la Unin). La unin monetaria podra entonces hacerse aicos contra las ro-cas de la convu lsin social. Si sobreviviera a estas acechanzas es ms que probable queen el futuro estos estados-nacin continen jugando un rol central en el manteni-

    miento del entorn o adecuado p ara la acumu lacin de capital y la comp etitividad.En varios pases el estado juega tambin otros roles. En particular, nuevamente,

    mantiene a la mano de obra inmovilizada mientras que el capital se mueve a travsde las fron teras nacionales, o en los capitalismos men os desarrollados acta com o un acorrea de transmisin para otros estados capitalistas ms poderosos. Por supuesto, esposible que el estado cambie su forma, y que el tradicional estado-nacin d lugar,por un lado, a estados ms estrechamente locales y, por otro, a autoridades polticasregionales ms amplias. Pero sea cual sea su forma, el estado continuar siendo cru-cial, y es probable que por un largo tiempo an el viejo estado-nacin siga jugandosu rol dominante.

    C ul ha sido en ton ces el efecto de las nuevas fun ciones del estado? C ules hansido las consecuencias para la lucha de clases? Es cierto que, tal como lo suger an-

    teriormente, las nuevas funciones del estado en un capitalismo globalizado, flexi-ble, estn haciendo de l el blanco de la lucha de clase y el nuevo foco de la unidadde la clase trabajadora? Es muy pro nto an para juzgar, pero p ara empezar p odemo stomar nota de la creciente cantidad de protestas masivas y demostraciones callejerasen Francia, Alemania, Can ad, Corea del Sur, Po lonia, Argent ina, Mxico, y en al-gunos otros lugares. Sin avanzar sobre ellas o sus posibles efectos, es vlido de todosmodos considerar su denominador comn.

    Sin duda la mayora de las personas aceptaran que tienen algo que ver con laglobalizacin. An si tenemos nuestras dudas acerca de ciertos aspectos de la globa-lizacin, consideremos apenas aquellos sobre los cuales estamos de acuerdo: se tratade una reestructuracin que est teniendo lugar en cada pas capitalista avanzado, y

    como un a parte imp ortante d e dicha reestructu racin se cuentan los esfuerzos paraeliminar varios tipos de prestaciones sociales en aras de la competitividad. Este esexactamente el tipo de complicidad entre estado y capital al que me estaba refirien-do: no slo la retirada del estado de sus funciones paliativas sino su cada vez ms ac-tivo papel en la reestructuracin de la economa en pos de los intereses del capital yen d etrimento de tod os los dems. Las acciones del estado han empu jado a la gentea las calles para oponerse a las po lticas del estado en p ases tan d iversos como C ana -d y C orea del Sur.

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    En este volumen, Sam Gindin sugiere que de hecho la globalizacin ha creadonu evas oportun idades para la lucha. C on la reestructuracin econmica nacional einternacional viene un grado ms alto de integracin de componentes y servicios, es-pecializacin e inventarios muy ajustados, escribe, y esto hace a las corporacionesms vulnerables a ciertos tipos de luchas locales, regionales y nacionales. Lo que es-toy diciendo es que precisamente este tipo de integracin ha vuelto al estado, en mu-chos sentidos, ms importante que nunca antes para el capital. De esta y otras for-mas, la simbiosis entre capital y estado es m s estrecha que nunca, y eso convierte acada estado en un foco potencial de conflicto y lucha de clases en un grado ms altoque nunca antes en las economas capitalistas avanzadas.

    Por lo tanto difcilment e sea ahora el mo ment o p ara que la izquierda abando neeste terreno poltico en favor de polticas fragmentadas o un internacionalismo com-pletamen te abstracto. Si el estado es el principal agent e de la globalizacin, d e la mis-ma man era y mu y en especial en los pases capitalistas avanzados, aqu l an p osee lasarmas ms poderosas para bloquearla globalizacin. Si el estado es el canal a travsdel cual el capital se mueve en la economa globalizada, entonces es igualmente elmedio por el cual una fuerza anticapitalista podra cortar de raz esa lnea de vida ca-pitalista. Viejas formas keynesianas de intervencin podran ser an menos efectivashoy de lo que fueron an tes. Pero lo que esto significa es que la accin p oltica ya nopuede sencillamen te tom ar la forma de interveniren la economa capitalista. Ahorase trata ms bien de separarla vida material de la lgica del capitalismo.

    En el corto plazo, esto significa que la accin poltica no puede dirigirse tan s-lo a ofrecer incentivos de capital para hacer cosas socialmente productivas, o a com-pen sar los estragos del capital por m edio d e redes de seguridad. La poltica debe d i-rigirse cada vez ms a ut ilizar el pod er del estado p ara controlar los movimientos delcapital y para colocar su asignacin y la disposicin del sup ervit econ mico cada vezms bajo el alcance de una accountability democrtica y en concord ancia con unalgica social diferente de la lgica de la competencia y la rentabilidad capitalista6.

    C ON C L U S I N

    Uno de los principales problemas que dificultan la organizacin de las luchas an-ticapitalistas siempre ha sido que el capital no presenta un blanco nico y visible. Y

    la separacin formal entre las esferas econm ica y poltica qu e es caracterstica del ca-pitalismo en la cual la explotacin tiene lugar mediante u n intercamb io aparente-men te libre entre iguales jurdicos, en un contrato entre capital y man o de ob ra, yla relacin entre ellos es mediada por un mercado impersonal- ha creado lo que su-perficialmente se percibe como un estado neutral que no interviene de manera vi-sible en los enfrentam iento s cotidianos entre capital y man o de ob ra. Pero dado queel capital depende del estado para abrirse camino a travs de la economa global, yasea por medio de polticas neoliberales o apelando a otros recursos, el poder del ca-

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    pital se vuelve ms concentrado en el estado, y la connivencia de ste con el capitalse torna cada vez ms transparente.

    Esta es una importante razn por la cual necesitamos ser cuidadosos acerca decmo usamos el trmino globalizacin. Debemos evitar tratar a las tendencias quese asocian a dicho trmino como si fueran procesos naturales inevitables, en vez deprocesos capitalistas histricamen te especficos: la explotacin capitalista d e seres hu-manos y recursos naturales, ayudados e instigados por una colaboracin directa en-tre estado y capital. De hecho, el concepto de globalizacin juega hoy un rol tan pro-minente en la ideologa capitalista precisamente porque ahora se necesitan poderosasarmas ideolgicas para enm ascarar y m istificar esta cada vez ms directa y obvia con-

    nivencia.Si el estado puede hoy ms que nunca servir como blanco de la lucha anticapi-

    talista, puede tambin, en tanto foco de las luchas de clase locales y nacionales, seruna fuerza unificadora al interior de la clase trabajadora en contra de su fragmenta-cin interna, y tambin entre el movimiento obrero y sus aliados en la comunidad.Al mismo tiem po , mien tras la lgica destructiva del capitalismo se torn a cada vez msuniversal, las luchas nacionales contra aqulla pueden constituirse en la renovada yfortalecida base de un nu evo in ternacionalismo . ste no reposara sobre u na n ocinabstracta y poco realista de una sociedad civil internacional o ciudadana global, nien la ilusin de que podemos mejorar las cosas incrementando la representatividadde la izquierda en organizaciones transnacionales como el FMI, sino en el apoyo mu-tuo ent re varios mo vimient os locales y nacionales en sus luchas cont ra sus prop ios ca-pitalismos y estados n acionales.

    Esto no significa que no haya lugar para esfuerzos comunes a nivel transnacio-nal, o que el movimiento obrero deba descuidar las organizaciones transnacionalescomo la Un in Eu ropea, en las que pod ra marcar una diferencia. Pero los esfuerzoscolaborativos de este tipo en ltima instancia dependen de un movimiento obreronacional fuerte y bien organizado. D e haber un lema p ara resumir este tipo d e inter-nacionalismo el mismo bien podra ser Trabajadores de todos los pases, unos pe-ro la unin empieza por casa.

    An cuando, como ahora parece posible, la actual crisis global ponga un freno ala globalizacin neoliberal, la misma no terminar con la universalizacin del capita-lismo y las crecient es contradicciones que resultan de ella, y el capital seguir n ecesi-

    tando la ayuda del estado para navegar las turbulentas aguas de la economa global.La organizacin poltica de la clase trabajadora es ahora ms importante y potencial-ment e efectiva que n un ca.

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    N OTAS

    1. Los lectores estarn sin duda familiarizados con las versiones convencionalesde la tesis de la globalizacin, p or el m ero h echo d e leer los diarios. Existen tam-bin varias versiones de izquierda de dicha tesis. Para una expresin moderada yrelativamente juiciosa, vase Richard B. DuBoff y Edward S. Herman, A Criti-que of Tabb on Globalization, M onth ly Revi ew 49 (N ovember 1997): 27-35.Una versin algo ms exagerada puede encontrarse en A. Sivanandan, Capita-lism, Globalization and Epochal Shifts: An Exchange, M onth ly Rev iew 48 (Fe-bruary 19 97): 19 -21. Para un a versin particularment e extrema, ver Roger Bur-bach, Th e Epoch of G lobalization, U RPE N ewsletter29 (Fall 199 7): 3-5.

    2. Ver, p or ejemplo, Greg Albo, Th e World Econom y, Market Im peratives, andAlternatives, M onth ly Rev iew 48 (December 1996): 6-22; Doug Henwood,Post What? M onth ly Rev iew 48 (September 1996): 1-11; Harry Magdoff,Globalization: To W hat En d? (New York: Mon thly Review Press, 1992 ); L.Panitch, Globalisation and the State, in R. M iliband an d L. Panitch, eds., So -cialist Register 199 4: Betw een G lobalism and N ationalism (London: Merlin,1994 ), 60 -93; W illiam K. Tabb, G lobalism Is an Issue, T he Power of C apital Isthe Issue, M onth ly Revi ew 49 ( June 1997 ): 20-30.

    3. Para el alegato ms explcito y extrem o sobre esta posicin, ver Burb ach, TheEpoch of G lobalization.

    4. Ese artculo, publicado en 198 1 en laN ew Left Revi ew , ha aparecido ms re-

    cientem ente en m i libro D em ocracy Again st C apit ali sm: Renew in g H istorical M a -terialism (Cam bridge: Cambridge U niversity Press, 1995), 19 -48.

    5. N ew York Times, 10 de abril de 1998.

    6. Sobre estos temas ver Albo, Th e World Econo my.

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