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William Wyler Temporada de Cine Arte del Sodre 2016 Lunes de julio a setiembre, Auditorio Nelly Goitiño, 18 de julio 930

William Wyler - sodre.gub.uysodre.gub.uy/sites/default/files/programa_wyler_13.pdf · Dalton Trumbo por el guion y Edith Head por ... Era la biografía musi-cal de Fanny Brice, una

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William WylerTemporada deCine Arte del Sodre 2016Lunes de julio a setiembre,Auditorio Nelly Goitiño,18 de julio 930

Presidencia de la RepúblicaDr. Tabaré VázquezPresidente

Ministerio de Educación y CulturaDra. María Julia MuñozMinistra

Mtra. Edith MoraesSubsecretaria

SodreDr. Jorge OrricoPresidente

Sr. Doreen Javier IbarraVicepresidente

Lic. Hortensia CampanellaConsejera

Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra del SodreJuan José MugniDirectorAuditorio Nelly Goitiño Director: Fernando Couto | Asistente de Dirección: Ingrid Rodríguez | Director de Escena: Jorge Medero | Jefe de Escenario: Pedro López | Jefe de Maquinaria: Máximo Silva | Jefe de Luminotecnia: Batlle da Cunha | Jefe de Sonido: Alejandro Fuksbrauner | Jefe de Sastrería: Teresita Rodríguez | Jefe de Zapatería: Fermín Castillo | Jefe de Utilería Teatral: Rogelio Pérez | Jefe de Utilería Musical: Julio Zerboni | Coordinadora Técnica: Gabriela ArriagaRelaciones Públicas y Comunicación Institucional del Sodre:Director: Marcelo Ceriani | Diseño Gráfico: Elena Maldonado, Jorge SayaguésAuditorio Nelly Goitiño | Comentarios y sugerencias: [email protected] advierte a los espectadores que por disposición de la Intendencia Municipal de Montevideo está prohibido encender fuego, hacer ruido, arrojar desperdicios y cubrirse la cabeza en la sala. En caso de alarma, debe mantenerse la serenidad y salir sin correr por la puerta más próxima.El Auditorio Nelly Goitiño tiene cobertura médica de UCM.

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Wyler, con el nombre de na-cimiento de Wilhelm Weiller, nació en 1902 en una familia judía de Mulhouse, ciudad de la región francesa de Alsacia (que desde la guerra fran-co-prusiana formaba parte del Imperio alemán). Se educó en Lausana (Suiza). Hijo de un ten-dero suizo, y hermano menor del que sería también direc-tor y guionista Richard Wyler, William Wyler estudiaba violín en París cuando conoció a un primo lejano de su madre que resultó ser Carl Laemmle, eje-cutivo de la Universal Pictures. Era el año 1922. Wyler fue in-vitado a viajar a América para trabajar en el departamento de publicidad del estudio. Pasó después a ser ayudante de dirección y montaje, traba-jando en algunas películas de Erich Von Stroheim para, final-mente, debutar en 1925 con un

western titulado Crook Buster. Entre 1926 y 1927 realizó más de veinte títulos adheridos al género, hasta que en 1928 diri-gió A la caza del hombre. El mé-todo de trabajo de la Universal se basaba en planes de pro-ducción rápidos (los títulos no tenían mucho metraje) y Wyler se prometió a sí mismo que, si alguna vez podía hacer títulos de más categoría, se tomaría su tiempo.

Así se convirtió en uno de los directores más lentos y me-ticulosos de Hollywood, pues no le importaba rodar una y otra vez escenas que aparente-mente no tenían importancia. También pasó a ser el director favorito del productor Sam Goldwyn, con el cual formó una fructífera y larga asocia-ción que vió su comienzo en 1936 con la película Infamia (basada en la obra de Lillian

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Hellman The Children’s Hour), cuyo argumento retomaría Wyler en 1961 para dirigir y producir el remake La mentira infame. De 1936 data también el inicio de su colaboración con el fotógrafo Gregg Toland, cuyo gran trabajo se vería en muchas otras películas de Wyler. La “toma de profundi-dad focal”, perfeccionada por Toland, le permitió desarrollar su técnica favorita de rodar to-mas largas en las que los per-sonajes aparecen en el mismo marco durante escenas com-pletas.

Formó otro de sus más im-portantes tándems con la sin-gular Bette Davis, con quien mantuvo un romance inter-mitente. Con Bette Davis rodó Jezabel la tempestuosa (1938), por la que Wyler ganaría el Premio Especial del Festival de Venecia y Davis el Oscar a Mejor Actriz; La carta (1940), que obtuvo siete nomina-ciones al Oscar (Mejor Actriz, Director y Película), y La loba (1941), que obtuvo ocho no-minaciones, una culminación de esta pareja. De esos años es también Cumbres borrascosas (1939), turbulenta historia de amor y odio basada en la nove-la homónima de Emily Brontë que contó con Laurence Olivier y Merle Oberon para los papeles protagónicos. Junto a estos cuatro títulos, Rosa de abolengo (1943), un homenaje a la valentía de Inglaterra bajo las bombas alemanas, com-pleta la selección de sus me-jores películas de ese periodo. De ésta llegó a decir Winston Churchill que había hecho más por la guerra que una flotilla de destructores.

Wyler no se dedicó sola-mente a la ficción. Durante la Segunda Guerra Mundial fue destinado al Ejército del Aire y allí tuvo la oportunidad de rodar dos documentales, Bajo cielos enemigos (The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress) (1943) y Thunderbolt (1944),

ganó una medalla al valor y un ascenso a teniente coronel. Tras la guerra, Wyler colaboró en la fundación del Comité del Primer Mandamiento, forma-do por un grupo de liberales de Hollywood que luchaban contra los excesos de la “caza de brujas” del Comité de Actividades Antiamericanas.

El período de posguerra resultó muy fructífero para Wyler. Dirigió entonces Lo mejor de nuestra vida (1946), filme basado en la novela de MacKinlay Kantor que relata cómo recibe la sociedad esta-dounidense a tres veteranos de la Segunda Guerra Mundial; la película obtuvo siete Oscar de la Academia. Tres años des-pués con La heredera (1949), adaptación de la obra teatral de Augustus y Ruth Goetz basada en la novela de Henry James Washington Square, lo-gró otros cuatro Oscar: mejor actriz –Olivia de Havilland–, mejor dirección artística, me-jor diseño de vestuario y mejor música. Wyler comenzó, poco después, una de sus etapas más brillantes, que se prolon-garía ya hasta su última pelí-cula. Con La princesa que que-ría vivir (1953), Wyler asumió un proyecto de rebote para el que eligió a Gregory Peck y a una aún inexperta Audrey Hepburn. Peck improvisó la es-cena de la mano dentro de “la boca de la verdad”, y la reac-ción de Hepburn fue genuina y espontánea. Peck comentó a los productores que, como es-taba claro que Audrey iba a ga-nar el Oscar, debían poner su nombre por encima del título; le hicieron caso y Hepburn se llevó el Oscar. Dalton Trumbo por el guion y Edith Head por el diseño de vestuario también recogieron sendas estatuillas.

La antesala del infierno (1951) significó otra adaptación de una obra teatral al cine que narra un dramático día en la vida de una comisaria y sus personajes, con destacadas

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actuaciones de Kirk Douglas y Eleonor Parker, aunque Lee Grant como secundaria obtu-vo el Premio a Mejor Actriz del Festival de Cannes.

La novela de Joseph Hayes que el propio autor conver-tiría en obra de teatro sirvió de punto de partida para el siguiente proyecto del direc-tor: Horas desesperadas (1955), filme que contiene el último papel de tipo duro que inter-pretó Humphrey Bogart. El personaje del que finalmente se hizo cargo Fredric March iba a ser para Spencer Tracy.

La gran tentación (1956) fue una curiosa combinación de comedia y drama ambientada en la guerra civil norteamerica-na. Protagonizada por una es-tricta familia cuáquera lidera-da por Gary Cooper y Dorothy McGuirre y un descollante Anthony Perkins como uno de los hijos. Una comedia que se vuelve drama al optar entre una posición pacificista y el apremio de la guerra. Obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes.

La década de los cincuenta se cerró con el título más especta-cular del director, en todos los sentidos: Ben-Hur (1959). La pe-lícula relata la historia de Judah Ben-Hur (Charlton Heston), un rico príncipe judío que vive en Jerusalén a principios del siglo primero y un antiguo amigo Mesala (Stephen Boyd) que lle-ga como gobernador romano y que más tarde se enfrentarán en la secuencia culminante por la cual es recordada esta pelí-cula, la carrera de cuadrigas.

Con un coste aproximado de quince millones de dólares, Ben-Hur fue filmada durante diez meses en los estudios de Cinecittà en Roma, y se cons-truyeron especialmente para ella trescientos monumentales decorados.

Ben-Hur obtuvo un gran éxito de público y de critica, detentó el récord de Oscars –once– (hasta que en 1997 fue

igualada por Titanic de James Cameron), el de Mejor Actor para Charlton Heston y el de Mejor Película y Director para Wyler, y el Oscar a la Mejor Banda Sonora, obra del húngaro Miklós Rózsa.

Tras este enorme esfuerzo de producción, Wyler se de-cantó por historias más inti-mistas, mucho más cercanas al cine de autor que al cine es-pectacular. Repitió historia en La mentira infame (1961), que había dirigido en 1936 como Infamia; adaptó la novela de John Fowles en El coleccionis-ta, por la que fue nominado al Oscar como Mejor Director.

En 1969 dirigió a Barbra Streisand (que ganó un Oscar por su actuación) en Funny Girl, basada en la novela de Isobel Lennart. Era la biografía musi-cal de Fanny Brice, una cómica de vida agridulce, que Wyler convirtió en un homenaje a los escenarios. La película tuvo un gran éxito y la fotografía y la música fueron nominadas a los premios de la Academia.

Su última película fue Fuego negro (1970), basada en la no-vela de Jesse Hill Ford. Esta his-toria en torno al racismo contó con la excelente interpretación de Lola Falana, que fue nomi-nada a los Globos de Oro.

Durante unos años ha sido un director no bien conside-rado. Seguramente el peso de la crítica francesa (Cahiers su Cinéma, Positif), que des-tacaban mucho a John Ford, Howard Hawks, Nicholas Ray o al propio Welles, influyó con su desdén por Wyler en el crítico americano Andrew Harris (pu-blicaba la edición inglesa de Cahiers). Así que The American Cinema (libro de Harris) se sumó a las voces sectarias al respecto de esas por lo demás excelentes revistas.

Ahora bien, en contra de muchos de sus coetáneos, André Bazin (1918-1958) –un crítico tan importante, crea-dor de Cahiers du Cinéma,

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autor de un libro sobre Orson Welles–, señaló, en un gran texto sobre Wyler, cómo no era difícil reconocer su perso-nal firma, al igual que sucedía con las películas de Lang, Ford o Hitchcock. Su ética de la puesta en escena, su personal ascesis, lograda con un trabajo riguroso con los actores (que expresan precisamente la ac-ción), logró un gran “cine-escri-tura”. El cine puro, decía Bazin, existe en muchas combinacio-nes narrativas, no es una ma-teria independiente y aislable: “el cine es más bien un estado estético de la materia”, y nadie ha sabido “contar mejor una historia en cine” que Wyler.

El Festival Internacional de Cine de Berlín le dedicó una retrospectiva en 1996, y poco a poco, pese a la ausencia de bibliografía francesa, se está siguiendo la senda valorativa de Bazin.

En 1965, Wyler obtuvo el Premio en Memoria de Irving Thalberg a los logros de toda su carrera. Once años más tar-de, recibió el Premio a toda su carrera por parte del American Film Institute. Además de los

premios de la Academia que consiguió, diez de sus películas fueron nominadas a la Mejor Película. Recibió doce nomi-naciones como Mejor Director, ganándolo tres veces, mien-tras que tres docenas de sus actores ganaron el premio o fueron nominados a él.

Wyler estuvo casado du-rante un breve período con Margaret Sullavan (25 de no-viembre de 1934 a 13 de mar-zo de 1936); su matrimonio con Margaret Tallichet, desde el 23 de octubre de 1938 hasta su muerte, fue un éxito y tuvie-ron cuatro hijos. El 24 de julio de 1981, Wyler fue entrevista-do junto a su hija, la produc-tora Catherine Wyler, para un documental de PBS sobre su vida y su carrera: “Dirigido por William Wyler”. Tan sólo tres días más tarde, Wyler murió de un ataque al corazón. Las úl-timas palabras de Wyler en la película se referían a una visión de dirigir su próxima película Going Home (Regreso al ho-gar). Wyler está enterrado en el cementerio de Forest Lawn Memorial Park en Glendale, California.

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Lunes 4 de julio a las 18 horasCumbres borrascosas (Wuthering heights) EE.UU., 1939, 103 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Samuel Goldwyn. Guion: Charles MacArthur, Ben Hecht basado en la novela de Emily Brontë. Música: Alfred Newman. Fotografía: Gregg Toland. Montaje: Daniel Mandell.Protagonistas: Laurence Olivier, Merle Oberon, David Niven, Flora Robson, Donald Crisp, Geraldine Fitzgerald.

Perdido en medio de una tormenta de nieve en un ro-coso páramo inglés, un ex-tranjero se topa con Cumbres Borrascosas, la lúgubre man-sión del misterioso Heathcliff, un hombre tan torturado por un amor frustrado que ha per-dido el deseo de vivir. Mientras la tormenta ruge en el exterior, el fatigado caminante escu-cha fascinado la triste histo-ria del desesperado amor de Heathcliff y Cathy.

Cumbres borrascosas, la úni-ca novela de Emily Brontë, escritora inglesa del siglo XIX, se ha convertido en una de las más renombradas obras litera-rias del mundo. Se han realiza-do varias adaptaciones al cine, y ésta de William Wyler, si bien no es la más fiel al libro, posee la belleza de un drama román-tico que plasma una historia de amor imperecedera con sabor a gran clásico de Hollywood.

La historia está ambientada

en los solitarios páramos de Yorkshire, dominados por un clima a menudo violento e in-clemente. La atmósfera de la trama guarda un paralelismo con el clima meteorológico, pues recrea una historia de amor profundo como la roca viva, un amor frustrado que provocará un gran dolor y de-rivará en odio y deseos de ven-ganza.

Catherine Earnshaw (Merle Oberon) es una jovencita que se ha criado en el seno de una solitaria familia de los pára-mos. Sólo tienen como veci-nos lejanos a los Linton, una familia muy acomodada. Los Earnshaw acogen a un niño mendigo de origen descono-cido, al que llaman Heathcliff (Laurence Olivier). Catherine y Heathcliff se convierten en inseparables y, con el tiem-po, Heathcliff desarrolla un reverente y apasionado amor hacia Catherine. Ella posee un espíritu caprichoso e inma-duro y, por razones prácticas y consideraciones de estatus social, rechaza a Heathcliff y acepta al joven Edgar Linton (David Niven), el cual también está enamorado de la chica. Heathcliff, despechado y trai-cionado, se marchará para regresar mucho después, pre-parado para perpetrar su cruel venganza.

Una trama repleta de dua-lidad amor-odio, en la que el desesperado y loco amor de

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Heathcliff choca contra el es-píritu perpetuamente infantil y egocéntrico de Catherine, causando el gran conflicto que conduce a los protagonistas hacia la infelicidad y el dolor.En los premios Oscar de 1939 ob-tuvo 8 nominaciones y un Oscar a Mejor Fotografía de Gregg Toland.

Lunes 4 de julio a las 20 horasInfamia (These three) EE.UU., 1936, 93 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Samuel Goldwyn. Guion: Lillian Hellman basada en su obra teatral The children’s hour. Fotografía: Gregg Toland. Música: Alfred Newman. Montaje: Daniel Mandell.Protagonistas: Miriam Hopkins, Merle Oberon, Joel McCrea, Catherine Doucet, Alma Kruger, Bonita Granville, Rosalie Wells.

Un espléndido drama in-trigante que cuenta con un triángulo muy especial: dos amigas (Miriam Hopkins y Merle Oberon) que acaban de abrir una escuela para niñas, y su amigo doctor (Joel McCrea) enamorado de una de ellas. Las mentiras, los rumores, los tejemanejes y los chismorreos de una niña malcriada y malé-vola (Bonita Granville) destrui-rán la vida de los tres y provo-carán las dudas entre ellos.

Basada libremente en la obra de Lillian Hellman The Children’s Hour, Wyler nos ofrece aquí un melodrama

muy bien contado donde ya se veían sus cualidades y do-minio del lenguaje cinemato-gráfico, con escenas de gran e impactante fuerza dramática que en ocasiones dejan paso a la tragicomedia. Magníficas in-terpretaciones, todos cumplen su papel perfectamente en la trama, el casting es perfecto en cada uno de sus personajes, en particular la niña rica, malvada y odiosa del que realiza una portentosa recreación la actriz Bonita Granville. Su papel es escalofriante y logra apoderar-se de todas las escenas en las que aparece y representar de manera verosímil la perversi-dad infantil.

Wyler rodó una nueva ver-sión en 1961 con el título La mentira infame en la que pre-tendió atrapar todos los ma-tices que en su momento no pudo reflejar por problemas de censura. En esta nueva ver-sión las maestras son Audrey Hepburn y Shirley McLaine. Otro trabajo excelente de Wyler como director y una de las primeras películas de Hollywood donde se trataba el tema del lesbianismo que estaba en la obra original.

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Lunes 11 de julio a las 18 horasJezabel la tempestuosa (Jezebel) 1938, 103 minutos.Dirección y Producción: William Wyler. Guion: Clements Ripley, Abem Finkel, John Huston, Robert Buckner sobre novela de Owen Davis. Música: Max Steiner. Fotografía: Ernest Haller. Montaje: Warren Low.Protagonistas: Bette Davis, Henry Fonda, George Brent, Margaret Lindsay, Donald Crisp, Fay Bainter.

La acción tiene lugar a lo largo de 1852/53 en Nueva Orleans y en una plantación próxima. Narra la historia de Julie Marsden (Bette Davis), joven, posesiva, caprichosa, temperamental y dominante, que se enamora de Preston Dillard (Henry Fonda), norteño, banquero de fría personalidad. Las exigencias y los desaires de Julie hacen que Preston mar-che a NY, de donde regresa casado. Julie, airada, urde una venganza que se ve interrum-pida por el azote de la peste amarilla.

La película traza un retrato muy cuidado de la sociedad de Nueva Orleans de media-dos del XIX, caracterizada por la afición al lujo, el apego a las tradiciones, el arraigo de moda-les afrancesados, la enemistad por los norteños, desaliñados e ignorantes. El arco dramático se apoya en las exigencias capri-chosas e inoportunas de Julie a Preston, los desaires que le dedica coqueteando con Buck,

la humillación que le impone asistiendo al baile de gala ves-tida de rojo contra las normas sociales, la ida de Preston y la incertidumbre en la que se ve envuelta. Amor, despecho, or-gullo, pasión, celos y deseos de venganza, son los sentimientos que forman un relato denso, complejo y absorbente. Son escenas destacadas la presen-tación de Amy a Julie, la retira-da de las parejas de baile como manifestación del rechazo a Julie con su vestido rojo y la es-cena final.

La música, de Max Steiner sincroniza ajustadamente con la acción, y le valió el encargo de la banda musical de Lo que el viento se llevó (1939). La fotogra-fía luce planos largos, primeros planos emotivos, barridos des-criptivos con toques expresio-nistas. El guion construye un relato rico en detalles, denso e intenso. La dirección crea una obra de gran dramatismo. La película, fascinante y embriaga-dora, es un melodrama clásico, que consagró a Davis como es-trella de primera magnitud.La película fue ganadora de dos Oscar en 1939: los correspondien-tes a la Mejor Actriz Principal, la avasallante Bette Davis y a la Mejor Actriz Secundaria, Fay Bainter, también fue candidata a otros tres premios Oscar.William Wyler recibió un premio del Festival Internacional de Cine de Venecia por su contribución artística por este filme.

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Lunes 11 de julio a las 20 horasLa carta (The letter) EE.UU., 1940, 95 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Hal B. Wallis. Guion: Howard Koch basado en obra de Somerset Maugham. Música: Max Steiner. Fotografía: Tony Gaudio. Montaje: George Amy.Protagonistas: Bette Davis, Herbert Marshall, James Stephenson, Gale Sondergaard.

La acción tiene lugar en Malasia, en una plantación de caucho, relativamente próxima a Singapur, en 1937/8. Narra la historia de Leslie Crosbie (Bette Davis), que mata a un amigo, Geoffrey Hammond (David Nowell), alegando defensa de su integridad. Explica al mari-do, Robert (Herbert Marshall) y al abogado defensor, Howard Joyce (James Stephenson), los detalles del incidente. No se pre-vén problemas hasta que ines-peradamente Howard recibe la copia de una carta escrita por Leslie dirigida a Hammond, que puede incriminarla. El desarrollo de la obra gira en torno a la pre-gunta sobre las razones por las que Leslie mató a Hammond. Su versión de los hechos no re-sulta creíble ni para el abogado defensor ni para el espectador. Por ello, la película contiene desde el principio un elemen-to capital de incertidumbre y de intriga. Destaca el cariño con el que el director trata a la protagonista, de la que exalta el encanto personal, su belleza

singular y el magnetismo de sus ojos, grandes, penetrantes y ex-presivos. Se incluye una referen-cia al racismo del Jurado, com-puesto sólo por blancos, que no condenará a Leslie, porque el difunto estaba casado con una mujer asiática. El director crea un clima denso, de tensión y dramatismo, que se mantie-ne sin pausa y que confiere a la obra una fuerza inusual.

La fotografía hace una exhibi-ción de maestría con el incom-parable travelling inicial, que avanza de izquierda a derecha, muestra el descanso de los tra-bajadores nativos y se aproxima hasta encuadrar el rostro de la protagonista. La escena de cierre se desarrolla con un tra-velling tan largo como emocio-nante. El guion hace una buena descripción de los personajes, especialmente del de Leslie, mujer astuta, pérfida y de bajos sentimientos. La interpretación de Bette Davis, extraordinaria, es una de las mejores de su ca-rrera. James Stephenson, en el papel de Howard, obtuvo una nominación al Oscar al Mejor Actor Secundario. La dirección aporta una espléndida puesta en escena y muestra, más que en otras obras, su amor por los detalles.

Película de extraordinaria fuerza, que en su momento cosechó un gran éxito de pú-blico. Conserva su vigor inicial y su interés, es un magnífico melodrama clásico.

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Lunes 18 de julio a las 18 y a las 20:15 horasLa loba (The Little foxes) EE.UU., 1941, 116 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Samuel Goldwyn. Guion: Lillian Hellman sobre su obra teatral The little foxes. Música: Meredith Wilson. Fotografía: Gregg Toland. Montaje: Daniel Mandell.Protagonistas: Bette Davis, Herbert Marshall, Teresa Wright, Richard Carlson, Dan Duryea, Patricia Collinge.

Es el tercer encuentro de Wyler con Bette Davis tras Jezabel y La carta. La genialidad de ambos tiene unas alturas prodigiosas que hacen de esta película la más fascinante y se-vera de estas colaboraciones tan fructíferas que tuvieron, y, sin duda, una de las mejores películas de todos los tiempos.

Como hizo con La carta, Wyler volvió a contar con Herbert Marshall y Bette Davis para llevar a la pantalla la obra teatral de la gran Lillian Hellman. La historia gira en torno a la avaricia de un trío de hermanos para lograr em-prender un negocio para el que necesitarán el apoyo eco-nómico del moribundo marido de B. Davis. Sobre esta premisa, Wyler teje uno de sus prodigio-sos melodramas, mostrando una inspiración tan grande que nos deja sobrecogidos ante la voracidad que pasea por sus fotogramas. No hay buenos y malos; hay malos y víctimas.

El gran acierto de esta pelícu-la, no es su historia (en sí no es más que otro de los combates del bien contra el mal, casi una parábola, pues los personajes son tan completos y densos que funcionan ya como arque-tipos), sino por el lujo de las ac-tuaciones que nos ofrecen. Así, la planificación de Wyler no toma como referencia la his-toria, sino la actuación de los personajes (en ocasiones nos hurta los primeros planos para que imaginemos la expresión, la maldad del actor/actriz); y no hay duda que para eso conta-ba con un ramillete de actores excepcionales. En el lado lumi-noso: Herbert Marshall, Teresa Wright, Patricia Collinge. El pri-mero, ya moribundo, quizá en otros tiempos también lobo de esa manada, pero que en este presente intenta morir de un modo en el que el “mundo no vaya a peor”; T. Wright es la inocencia, el calor del amor, la flor que ha nacido en medio de ese estiércol despiadado; por último. P. Collinge es un retrato avanzado en el tiempo de Teresa, una mujer que aho-ga su tiempo en alcohol pues está tan herida que de otro modo le es imposible vivir. En la parte oscura: Dan Dureya, C. Dingle, Carl B. Reid y B. Davis.

Pero La loba es sobre todo Bette Davis. Es la maldad des-piadada. Nunca los ojos de B.D. fueron más mortíferos. Su rostro es una máscara (un ma-

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quillaje maravilloso, que por un lado sirve para enmascarar esa juventud que ya se fue de la protagonista y por otro para caracterizarla), de un hieratismo feroz, sin escrúpulos. Los duelos que mantiene con H. Marshall son sanguinarios. La maravillosa secuencia del ataque al corazón, llega al clímax centrada exclusi-vamente en un primer plano (fa-buloso trabajo el del G. Toland) dándonos escalofríos pues nun-ca la maldad se mostró tan des-nuda y atroz. Los diálogos son de los que hielan la sangre para quedarse grabados en la me-moria (“No te odio; solamente te desprecio”). En una palabra, cada uno de los aspectos que hacen de una película, una gran pelícu-la, están aquí multiplicados por la genialidad de un modo de hacer cine que ya no veremos, pues La loba tiene la altura no de un gran película, que lo es, sino de una obra de arte.1941: 9 nominaciones al Oscar, in-cluyendo Mejor Película, Director y Actriz (Bette Davis).

Lunes 25 de julio a las 18 y a las 20:30 horasRosa de abolengo (Mrs. Minniver) EE.UU., 1942, 133 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Sidney Franklin. Guion: Jan Struther (libro), George Froeschel, James Hilton, Claudine West, Arthur Wimperis. Música: Herbert Stothart. Fotografía: Joseph Ruttenberg. Montaje: Harold F. Kress.

Protagonistas: Greer Garson, Walter Pidgeon, Teresa Wright, Dame May Whitty.

Rosa de abolengo de William Wyler, es un drama basado en una familia inglesa de clase media en la II guerra mundial. Dirigida con un ritmo majes-tuoso, es personal y subjetiva, muy propia de Wyler por su emotividad sincera, realizada de modo excelente y sobrio, con una desenlace admirable y extraordinario.

La fotografía en blanco y ne-gro, es sugerente, bella y cuida-da en detalles, con imágenes confortantes y encantadoras que están estéticamente traba-jadas con armonía, y realizadas con un gran uso de los claros-curos, lo que le valió el Oscar.

Las actuaciones, son natura-les, verosímiles y espontáneas. Con Greer Garson espléndi-da, sincera y encantadora en un oscarizado papel, Walter Pidgeon auténtico y carismá-tico, Teresa Wright sentida y emotiva también ganadora del Oscar por Mejor Actriz de Reparto, y Richard Ney con ca-rácter y personalidad propia. Realizando también oportu-nas interpretaciones de Henry Travers, Dame May Whitty y Henry Wilcoxon por su enor-me y alentador discurso final.

Excelente dirección, guion emotivo, actuaciones natura-les, fotografía cautivadora, be-lla música e impoluta narrativa que la convierten en un clásico

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irrepetible de visión obligada para cualquier cinéfilo clásico, el cual se sentirá conquistado por una gran obra sin igual, conmo-vedora, sincera y emotiva.1942: 6 Oscars: incluyendo Película, Director, Actriz (Greer Garson). 12 nominaciones

Lunes 1 de agosto a las 18 horasLo mejor de nuestra vida (The best years of our life) EE.UU., 1946, 172 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Samuel Goldwyn. Guion: Robert E. Sherwood, basado en la novela Glory for Me, de MacKinlay Kantor. Música: Hugo Friedhofer. Fotografía: Gregg Toland. Montaje: Daniel Mandell.Protagonistas: Fredric March, Myrna Loy, Dana Andrews, Teresa Wright, Virginia Mayo, Cathy O’Donnell, Hoagy Carmichael, Harold Russell.

La acción principal tiene lugar en Boone City, pequeña ciudad del Medio Oeste, a lo largo de unos meses, en 1945/46. Narra la historia de 3 veteranos que regresan a sus hogares tras el final de la II Guerra Mundial. Al Stephenson (Frederich March), sargento de infantería, de me-diana edad, quien trabajaba en un banco. Homer Parrish (Harold Russell), marino, ha per-dido en la guerra los dos brazos. Fred Derry (Dana Andrews), pilo-to de bombarderos de brillante historial, de 25 años, trabajaba como dependiente en el bar de unos almacenes. Los tres tienen

problemas de adaptación fami-liar y laboral. Al en el banco cho-ca con los criterios de la direc-ción. Homer no se atreve a pedir a Wilma (Cathy O’Donnell), su novia y vecina, que se case con él. Fred tiene dificultades en el trabajo y en casa.

La película muestra la alegría, la preocupación y los temores de los tres veteranos en su re-greso tras una prolongada au-sencia. El esfuerzo de guerra no les ayuda a tener una acogida adecuada, les dificulta la rein-serción laboral, les impulsa a buscar falsos refugios y les obli-ga a asumir en solitario la tarea de readaptación, en un ambien-te ambivalente y ambiguo, de homenajes, celebraciones, re-proches, desprecios y angustias.

Son escenas memorables la vista aérea del cementerio de aviones, la demostración des-garradora de Homer a Wilma de sus limitaciones.

La música aporta una gran partitura original en la que el tema central se repite opor-tunamente. La fotografía, de Gregg Toland (El ciudadano, 1941), consigue una aguda profundidad de campo, adop-ta una estética realista, no ol-vida juegos visuales (Al se ve reflejado a la vez en 2 espejos) y apuntes cómicos (ducha en pijama). El guion transmite autenticidad y sinceridad. La interpretación destila naturali-dad y desenvoltura. Emociona el rotundo y desesperado “sé

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aprender”, de Fred. La dirección crea una obra cálida y próxima, que seduce al espectador.

La película trata temas intem-porales, sin sentimentalismos y con magistral sobriedad.Obtuvo varios premios cinema-tográficos estadounidenses y eu-ropeos, entre ellos siete Premios Óscar, incluidos los de Mejor Película, Director, Actor (Fredric March) y Actor Secundario (Harold Russell).En 1989, fue incluida entre las obras cinematográficas que con-serva el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser considera-das “cultural, histórica o estética-mente significativas”.

Lunes 8 de agosto a las 18 horasLa heredera (The heiress) EE.UU., 1949, 115 minutos.Dirección y Producción: William Wyler. Guion: Ruth Goetz y Augustus Goetz basado en Washington Square de Henry James. Música: Aaron Copland. Fotografía: Leo Tover. Montaje: William Hornbeck.Protagonistas: Olivia de Havilland, Montgomery Clift, Ralph Richardson, Miriam Hopkins.

El maestro William Wyler, em-pleando la misma técnica que en La loba consiguió otra exce-lente película, La heredera, una obra de gran éxito teatral basa-da en la novela de Henry James Washington Square con guion de los hermanos Augustus y Ruth Goetz, los cuales también

serían los encargados del guion de la película por expreso deseo de Wyler. El gran acierto del film está basado en dos aspectos fundamentales, el primero en el mencionado guion de los her-manos Goetz, ya que estos dan con el perfil exacto de cada uno de los personajes que intervie-nen en la misma, y el segundo la capacidad de Wyler en saber escoger a los actores.

Magnífico Ralph Richardson, que había realizado el mismo papel en el teatro (un severo y rígido padre, que sin duda debe sentir cariño por su hija aunque realmente le muestra bastan-te desprecio). Excelente Olivia de Havilland, como Catherine Sloper, una mujer soltera, tími-da, poco agraciada físicamente y que adora a su padre, heredera de una gran fortuna y a la cual su padre le dirige la vida. Un acer-tadísimo Monty Clift, el apuesto joven Morris Towsend sin oficio ni fortuna, que aparentemente siente interés por Catherine, y de lo que realmente no llega-mos a estar seguros del todo, es si solamente busca su fortuna. Wyler consiguió que el persona-je de Morris fuera un personaje ambiguo, sin una determina-ción totalmente diáfana, consi-guiendo que fuera más creíble. Miriam Hopkins, en el papel de Celestina atolondrada. Todos ellos conforman una historia de desengaños y falsedades, de renuncias forzadas que des-embocan en un cambio radical

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en el personaje de Catherine, al verse engañada por los dos se-res que más ha llegado a querer, convirtiendo el amor que sentía por ellos en un odio cruel y una total indiferencia. Un último par-lamento de Catherine es con-tundente: “Sí, tiene toda la razón, puedo llegar a ser muy cruel, he tenido muy buenos maestros”.

En el film de William Wyler, no podemos olvidar ese otro gran personaje que es la escalera.Mucho más que un elemento decorativo, es un camino ha-cia la derrota y el abandono, es como si al subir sus peldaños se perdiera un tiempo fugaz de nuestra vida, hasta que la luz de la lámpara se apaga1949: 4 Oscars: Actriz (de Havilland), Dirección Artística, Vestuario y Banda Sonora. 8 nominaciones1949: Globos de Oro: Mejor Actriz (de Havilland). 3 nominaciones, incluyendo Director.1949: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor Actriz (de Havilland)

Lunes 8 de agosto a las 20:15 horasLa antesala del infierno (Detective story) EE.UU., 1951, 103 minutos.Dirección y Producción: William Wyler. Guion: Robert Wyler, Philip Yordan basado en una obra de Sidney Kingsley. Fotografía: Lee Garmes. Montaje: Robert SwinkProtagonistas: Kirk Douglas, Eleanor Parker, William Bendix, Cathy O’Donnell, Gladys George, Lee Grant.

Una obra teatral de gran éxito en Broadway, escrita por Sidney Kingsley, es el punto de partida de este brillante drama que, con soltura y dinamismo, ha llevado al cine ese talento-so director que fuera William Wyler. Humor cáustico, diálo-gos concienzudos y llenos de significado, sentimientos hu-manos que se debaten entre el odio y el amor, la sinceridad y la mentira, el perdón y la conde-na… y unos caracteres que nos recuerdan a seres vivos, angus-tiados y temerosos del castigo que merecerán sus errores.

Los policías son hombres de muy disímiles temperamen-tos, los hay toscos, indiferen-tes, bondadosos… o llenos de odio y ávidos de venganza contra toda la humanidad, como el teniente Jim McLeod (Kirk Douglas), un hombre a quien le pesa el pésimo trato que su padre dio a su madre a quien, un día, llevó al manico-mio donde pasaría lo peor.

Ahora, McLeod no cree en la redención, no ve posible que delincuente alguno se rehabi-lite y piensa que, pudrirse en la cárcel, es el pago justo por el menor delito. Siente un odio visceral por los criminales y ejerce su profesión con el prin-cipio de tolerancia cero y casti-go para todos.

La Comisaría 21 está atibo-rrada, este día, de especiales y particulares seres humanos: la dama angustiada porque teme

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que su familia se entere de que ella robó un bolso (excelente Lee Grant). El chico que hurtó dinero a su noble jefe para dar-le un gusto (ahora un disgusto) a su novia Susan (la siempre adorable Cathy O´Donnell (quien ya estaba casada con el guionista Robert Wyler herma-no del director). Charlie, el his-térico e inextricable ladrón de apartamentos junto a su enga-ñado compinche Louis… pre-sagio aquel de la tragedia que se avendrá dentro de aque-lla convulsa inspección. Karl Schneider, el ginecólogo nazi con varias víctimas en su ate-rrador prontuario y más cerca de la vida de McLeod de lo que éste supone en su instintivo odio y Mary (Eleonor Parker), la esposa enamorada quien, de repente, ve salir a flote un epi-sodio que ya creía cerrado.

Un mosaico humano desga-rrador, sensitivo, bellamente plasmado en sus íntimas razo-nes y con claros matices de su más profunda psique.

William Wyler, consigue que su historia se mantenga incólu-me y llena de solidez narrativa, aunque transcurra, práctica-mente, en el interior de aquel particular recinto. Perfectos movimientos de cámara van de unos personajes a otros y la historia se enlaza con una pre-cisa continuidad narrativa.Obtuvo cuatro nominaciones a los Óscar de 1952: Mejor Director, Mejor Actriz Principal (Eleanor

Parker), Mejor Actriz Secundaria (Lee Grant) y Mejor Guion Adaptado. Lee Grant obtuvo el Premio Mejor Actriz del Festival de Cannes 1952.

Lunes 15 de agosto a las 18 y a las 20:15 horasLa princesa que quería vivir (Roman holiday) EE.UU., 1953, 118 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Robert Wyler, William Wyler. Guion: Dalton Trumbo (bajo el seudónimo de Ian McLellan Hunter), John Dighton. Música: Georges Auric. Fotografía: Henri Alekan, Franz Planer. Montaje: Robert Swink . Vestuario: Edith Head.Protagonistas: Gregory Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power

La acción principal tiene lugar en Roma a lo largo de unas 24 horas. Ann (Hepburn) es una joven princesa de un país europeo en viaje oficial de buena voluntad por varias capitales europeas. Cansada del protocolo y con deseos de visitar la ciudad a su anto-jo, abandona sigilosamente la Embajada de su país. Por las calles de Roma conoce a un joven periodista americano, Joe Bradley (Peck), que se hace pasar por comerciante de abo-nos. Ann es ingenua e inocen-te. Joe es oportunista e intere-sado hasta donde puede.

El film suma los géneros de drama, romance y comedia.

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Audrey Hepburn, tras 6 in-tervenciones en cintas euro-peas y después de trabajar en Broadway como actriz en la adaptación teatral de Gigi, in-terpreta su primer papel pro-tagonista para la gran pantalla. El papel parece hecho a su me-dida. A las órdenes de un rea-lizador experto en la dirección de actrices (La loba, Rosa de abolengo, La heredera...), entre-ga una interpretación natural, creíble y simpática.

El argumento, de Dalton Trumbo, perseguido en la “caza de brujas”, se atribuye en los créditos de 1953 a su compañe-ro y amigo Ian M. Hunter. Años más tarde la Academia recono-ce la autoría de Trumbo y “post mortem” registra a su nombre el Oscar que le correspondía y restituye su nombre en los cré-ditos. La huella de Trumbo se advierte, entre otras cosas, en la crítica a la aristocracia, a los trajes de gala, al exhibicionis-mo de joyas, a los bailes proto-colarios, al servicio doméstico a cargo de condesas, etc.

La definición de caracteres es buena, la evolución de los mismos resulta convincente, los diálogos son brillantes y ocurrentes. Wyler deja cons-tancia de su poderoso vigor narrativo. Crea una atmósfera de elegancia, encanto y sim-patía, que cautiva la atención del espectador y seduce su complicidad. Añade trazos de humor ligero, blanco y festivo, que resuelve sumando pala-bra e imagen. Algunos planos han pasado a formar parte de la memoria del cine (paseo en la moto Vespa que se hizo fa-mosa, visita a la escalinata de Piazza di Spagna, la auténti-ca sorpresa de la Hepburn en la Bocca della Verità, etc.). Es memorable el largo plano de la salida de Joe del salón de audiencias, rodado en “trave-lling” inverso. La película rin-de homenaje de admiración a Roma, sus monumentos, calles y gentes.

Es de destacar la labor de William Wyler a la hora de dirigir a sus intérpretes y sobre todo a la hora de recrear Roma como si de un personaje más se tratara, pero lo que hace inolvidable esta maravillosa cinta es la vuel-ta de tuerca que se hace a los cuentos de hadas regalándonos uno de los finales más emotivos (y prácticamente sin diálogo) y románticos que se recuerden.1953: 3 Oscars: Mejor actriz (Hepburn), Argumento Original y Vestuario. 10 nominaciones1953: Globos de Oro: Mejor actriz Drama (Audrey Hepburn)1953: Premios BAFTA: Mejor Actriz Británica (Hepburn). 4 nominaciones1953: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor Actriz (Hepburn)1953: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor Director1953: National Board of Review: Top 10 mejores películas

Lunes 22 de agosto a las 18 horasLa gran tentación (Friendly per-suasion) EE.UU., 1956, 136 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Robert Wyler, William Wyler. Guion: Jessamyn West, Michael Wilson. Música: Dimitri Tiomkin. Fotografía: Ellsworth Fredericks. Montaje: Robert Belcher, Edward A. Biery, Robert Swink.Protagonistas: Gary Cooper, Dorothy McGuire, Anthony Perkins.

Estamos en Indiana del Sur, año 1862, en plena gue-rra civil norteamericana. Jess (Gary Cooper) y Eliza Birdwell (Dorothy McGuire) son una pa-reja de cuáqueros que tienen tres hijos y viven en una co-munidad que aún no ha sido alcanzada por el conflicto que busca la abolición de la escla-vitud. Ellos mismos tienen un esclavo, Enoch, a quien tratan con la mayor dignidad y respe-to. Su vida parece muy armó-nica y espiritual, dedicado Jess al trabajo de la tierra, mientras Eliza es ministra de la iglesia cuáquera.

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Sus hijos son muy especia-les: Jess Jr, el pequeño, vive en conflicto con la gansa Samantha pues, cada vez que lo tiene a tiro, se le aferra de los pantalones. Joshua (Anthony Perkins) es un joven tranquilo que no niega sus dudas so-bre la verdadera religiosidad. Y Mattie vive enamorada de un soldado de la Unión, Gard Jordan, el hijo de Sam, el risue-ño y malicioso amigo de su pa-dre con quien compite en cada salida hacia la iglesia.

Todo parece estar en armo-nía y en una cercana comuni-cación con Dios… pero, no tar-daremos en darnos cuenta de que ellos no logran seguir los dictados de sus entrañas. La iglesia les ha quitado la alegría, la música, el baile, el vino… y hasta su lenguaje resulta dis-tinto al del resto de la comuni-dad, y se ha vuelto solemne y rimbombante.

Y pronto llegará la más gran-de prueba. ¿Puede el hombre prescindir de todo acto de vio-lencia a riesgo de los suyos y de su propia vida? ¿Tiene el ser hu-mano derecho a defenderse, y a matar si es necesario, para defender su libertad y arrasar con la barbarie? ¿Se puede ata-car la infamia y maltratar al que maltrata sin que signifique pe-cado?... Estas y otras preguntas, surgirán en los corazones y en la mente de la familia Birdwell, y de muchos otros de la comu-nidad cuáquera.

William Wyler consigue un filme de fuertes y poderosas reflexiones que nos aguzan la conciencia y nos ponen sobre aviso acerca de muchas cosas que pueden suceder. La pre-gunta es el camino expedito para encontrar las respuestas y esta historia nos induce, de manera irremediable, a que nos hagamos unas cuantas.

Un pícaro y socarrón Gary Cooper, una serena y encanta-dora Dorothy McGuire, un di-vertidísimo Robert Middleton, y un destacado Anthony Perkins en su primer rol de im-portancia, encabezan un bri-llante reparto que nos ofrece un cuadro familiar y comuni-tario de inolvidables matices y encantadoras anécdotas.1956: 6 nominaciones al Oscar, in-cluyendo Mejor Película, Director y Actor Secundario (Perkins)1956: Globos de Oro: 3 nomina-ciones, incluyendo Mejor Actor, Drama (Cooper)1956: National Board of Review: Top 10 mejores películas y actriz (McGuire)1957: Festival de Cannes: Palma de Oro al mejor filme.

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Lunes 22 de agosto a las 20:30 horasHoras desesperadas (Desperate hours) EE.UU., 1955, 112 minutos.Dirección y Producción: William Wyler. Guion: Joseph Hayes. Música: Gail Kubik. Fotografía y montaje: Lee Garmes.Protagonistas: Humphrey Bogart, Fredric March, Arthur Kennedy, Martha Scott, Dewey Martin, Gig Young.

Horas desesperadas de William Wyler es un thriller dramático de cine negro sobre unos presos fugados que se re-fugian con una familia a la que secuestran en su casa. Dirigida con un ritmo vigoroso y con un estilo perfecto en suspen-so e inquietud que mantiene al público en tensión durante todo el film, es una obra estu-penda que llega al espectador irremediablemente y lo incita con una trama de esas que cautivan a todos los cinéfilos amantes del género de forma admirable.

Humphrey Bogart como protagonista trabaja con au-tenticidad en un enorme pa-pel y son notables los acompa-ñamientos de Fredric March, Arthur Kennedy, Martha Scott, Dewey Martin, Gig Young y Mary Murphy entre otros.

El guion, escrito por Joseph Hayes y basado en su propia obra de teatro es absorbente para el público, ya que su his-toria penetra sin remisión en

él al estar repleta de los com-ponentes habituales del mejor cine negro, dejándole pegado al asiento y absorto a la espera de cómo acabará todo en una historia difícil de olvidar.

Horas desesperadas, es un film apasionante y arrebatador que cautivará a todo amante del buen cine negro clásico en general.

Basada en una obra de éxi-to de Broadway (en los esce-narios la interpretaba Paul Newman). En 1990 el director Michael Cimino hizo una re-make con Anthony Hopkins y Mickey Rourke.

Lunes 29 de agosto a las 18 horasHorizontes de grandeza (The Big Country) EE.UU., 1958, 163 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Gregory Peck, Robert Wyler, William Wyler. Guion: James R. Webb, Sy Bartlett, Robert Wilder. Música: Jerome Moross. Fotografía: Franz Planer.Protagonistas: Gregory Peck, Jean Simmons, Charlton Heston, Carroll Baker, Burl Ives, Chuck Connors.

Texas, 1886. El capitán de barco Jim McKay (Peck), reti-rado de la vida activa, llega a tierras de Texas con el pro-pósito de casarse con su pro-metida, Pat (Baker), hija del mayor Henry Terril (Bickford), que mantiene un enfrenta-miento inmemorial con Rufus Hannessey (Ives), propietario de un rancho vecino. La me-

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jor amiga de Pat es la maes-tra del lugar, Julie Maragon (Simmons), propietaria de un rancho rico en agua potable. Jim es culto, refinado, honesto, valiente, educado y bonda-doso. Steeve Leech (Heston), capataz del rancho de Terril, es rudo y bravucón. El mayor es de carácter fuerte, altivo, dominante y patriarcal. Rufus es primario, autoritario y basto. Pat vive dominada por su pa-dre y Julie es independiente, sincera y encantadora.

El film suma drama, roman-ce, y aventuras. Ultimo y es-pectacular western de Wyler, dispone de un gran elenco de protagonistas, numerosos ex-tras, un sistema avanzado de imagen (technirama, variante del scope), una banda sonora espectacular, paisajes inmen-sos, etc. Forma parte de las obras concebidas a finales de los 50 y principios de los 60 para atraer a la pantalla grande al público familiar aficionado a la TV.

Odio, afán de poder, amor verdadero, despecho, vengan-zas personales, celos y rivalida-des se sitúan en el centro de la acción como factores de mo-vilización y dinamización. El relato analiza la confrontación de mundos antagónicos e in-compatibles: el del campo y la ciudad, el del Este y el Oeste, el de la civilización y la barbarie, el del pasado y el del futuro, el inmovilista y el proyectado ha-

cia la modernización y el cam-bio, el violento y el que siente aversión por la violencia, el de los mayores y el de los jóvenes.

La cinta incorpora elemen-tos propios del western, como las luchas entre granjeros, las guerras del agua, el tema de la venganza, etc. Ofrece escenas memorables como el duelo a pistola, la pelea a puñetazos al amanecer, la doma del caballo salvaje, el abrazo de Julie a Jim antes del duelo, la secuencia del desfiladero, etc. La música, de Jerome Moross, se ha con-vertido con el tiempo en una pieza emblemática del géne-ro. El tema principal evoca la inmensidad física de las llanu-ras de Texas. La fotografía, de Franz Planer levanta un mag-nífico espectáculo visual. Son notables las interpretaciones de Peck, del equipo protago-nista y del cuadro de secunda-rios (Ives, Bickford, Connors...).1958: Oscar: Mejor Actor Secundario (Burl Ives). 2 nomina-ciones1958: Globos de Oro: Mejor Actor Secundario (Burl Ives)1958: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor Director1959: Premios BAFTA: Nominada a Mejor Película

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Lunes 5 de setiembre a las 18 horasBen-Hur, EE.UU., 1959, 212 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Sam Zimbalist. Guion: Karl Tunberg, Gore Vidal, Christopher Fry, Maxwell Anderson, S. N. Behrman, basado en Ben-Hur, de Lewis Wallace. Música: Miklós Rózsa. Fotografía: Robert Surtees. Montaje: John D. Dunning, Ralph E. WintersProtagonistas: Charlton Heston, Stephen Boyd, Jack Hawkins, Haya Harareet, Martha Scott, Hugh Griffith, Finlay Currie, Cathy O’Donnell.

La acción principal tiene lu-gar en Jerusalén y Roma, entre los años 1 y 33. Narra la historia de Judah Ben-Hur (Charlton Heston), noble judío, amigo de infancia del tribuno Messala (Stephen Boyd). Injustamente acusado por éste de atentar contra el gobernador romano de Palestina, es enviado a gale-ras, mientras su madre Miriam (Martha Scott) y su hermana Tirzah (Cathy O’Donnell) son recluidas en prisión. La pelí-cula explica la historia de un personaje poseído por la sed de venganza, que lucha por su redención y ascenso social, sin renunciar a sus orígenes. No se toma la justicia por la mano, sino que espera la ocasión para vencer noblemente a su ene-migo. Su fortaleza física y su habilidad como conductor de cuádrigas, le permiten afron-tar su propósito sin prisas. Le interesan, además, otros obje-

tivos, como la recuperación de la familia y la liberación de su pueblo de la tiranía romana. La obra enlaza la historia de Judah con la de Jesús de Nazaret, de quien recibe ayuda en un mo-mento de extrema necesidad y con quien comparte edad. El narrador inicial del film, Baltasar de Alejandría (Finlay Currie), uno de los tres magos, recuerda la situación del pue-blo judío en torno al año 1, el edicto de empadronamiento de Augusto y el nacimiento en Belén. Esther, hija del hombre de confianza de los Ben-Hur, enamorada de Judah, asiste al sermón de la Montaña y Judah, con la madre y la hermana, al via crucis y a la crucifixión. La película exalta las propuestas de amor universal y de perdón de los enemigos, que contra-pone a los afanes de venganza que han inspirado la vida de Ben-Hur. Son escenas desta-cadas la batalla naval, la recep-ción multitudinaria de Quinto Arrio en Roma y la carrera de cuádrigas, la más emblemática.

La música, de Miklos Rozsa, magnífica y vibrante, contiene temas tan sugestivos para cada uno de los protagonistas. La fotografía hace uso de planos breves y muy breves, picados y contrapicados y de perspec-tivas amplias, en las que reúne hasta 50.000 extras. La ober-tura se superpone a la imagen de la creación del hombre, de Miguel Ángel (Capilla Sixtina).

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El guion centra la atención en los aspectos humanos del rela-to. La interpretación de Heston es brillante y la de Boyd, me-ritoria. Destacan las de Hugh Griffith y Finlay Currie. La direc-ción aporta a la obra fuerza y fluidez narrativa.

Película mítica y espectacu-lar, que salvó a la MGM de la ruina e hizo de Heston el ídolo popular del cine épico.La cinta obtuvo la cifra récord de once premios Óscar, entre ellos Mejor Película, Mejor Director (Wyler), Mejor Actor (Heston), Mejor Actor de Reparto (Griffith) y Mejor Fotografía (Surtees), un logro inigualado hasta el estreno de Titanic en 1997 y de El Señor de los Anillos: el retorno del Rey en 2003. Ben-Hur también recibió tres premios Globo de Oro —a la mejor película dramática, al mejor director y al mejor actor de reparto (Boyd)—. En la actua-lidad, Ben-Hur está conside-rada como una de las mejores películas de la historia del cine, por lo que en el año 2004 la National Film Preservation Board la seleccionó para ser conservada en su National Film Registry por ser un filme “cultural, histórica o estéticamente significativo”.

Habrá un intermedio de 10 minutos.

Lunes 12 de setiembre a las 18 y a las 20 horasLa mentira infame (The children’s hour) EE.UU., 1961, 107 minutos.

Dirección y Producción: William Wyler. Guion: John Michael Hayes, basado en la obra de teatro de Lillian Hellman. Música: Alex North. Fotografía: Franz Planer. Montaje: Robert Swink.Protagonistas: Audrey Hepburn, Shirley MacLaine, James Garner, Miriam Hopkins, Fay Bainter, Karen Balkin, Veronica Cartwright.

La obra de Lilian Hellman (escritora de notable presencia en películas como La Loba o Julia, entre otras), ha sido lleva-da al cine por segunda vez por el calificado director William Wyler, quien readapta una his-toria que, el oprobioso código Hays, había transformado en otra cosa cuando la hizo en 1936 con el título de Infamia.

La historia nos habla de dos emprendedoras y agradables mujeres: Karen Wright (Audrey Hepburn) y Martha Dobie (Shirley MacLaine), quienes han fundado una exitosa escuela para niñas. Se graduaron jun-tas y ahora sostienen una gran amistad que les permite traba-jar con armonía entre ellas, y sobrellevar las incomodidades que alguna empleada siem-pre causa. Karen es la novia del médico Joe Cardin (James Garner), y están próximos a casarse, cuando una de sus alumnas, Mary Tilford (Karen Balkin), queriendo escapar de la escuela donde se han descu-bierto sus continuas mentiras, y para quedar bien con su rígi-da abuela (Fay Bainter), decide

contar con morbosos añadi-dos, algunas cosas que escu-chó y que, sabe, comprometen la dignidad de las dos damas que dirigen el colegio.

Lo que Wyler recrea, es el efecto que la intolerancia ge-nera cuando se obstaculiza el libre desarrollo de la persona-lidad y cuando una sociedad hipócrita se ensaña con aque-llos que se salen del marco de lo convencional.

La mentira infame es una va-liente apología sobre el dere-cho a la libre autodetermina-ción sexual de cada persona, la cual fue mal acogida en su mo-mento por el conservadurismo de la época y ahora resulta felizmente un tanto rezagada por las libertades alcanzadas en nuestra cultura. Es una pe-lícula que reflexiona principal-mente sobre la mentira, sobre el daño que ésta puede hacer, sobre hasta qué extremos pue-de llegar. Y también se reflexio-na sobre el lado amargo y trá-gico de la homosexualidad, en este caso femenina. Esta idea queda muy bien reflejada en algunas escenas llenas de un dramatismo sobrecogedor.

Un brillante reparto que incluye a Audrey Hepburn, Shirley MacLaine, Fay Bainter y Miriam Hopkins, recrea un drama que impacta y que sa-cude con fuerza nuestros más anticuados prejuicios frente a los sentimientos y derechos de los demás.

Lunes 19 de setiembre a las 18 y a las 20:15 horasEl coleccionista (The collector) Reino Unido/EE.UU., 1965, 119 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Jud Kinberg, John Kohn. Guion: Stanley Mann, John Kohn sobre libro de John Fowles. Música: Maurice Jarre. Fotografía: Robert Krasker, Robert Surtees.Protagonistas: Terence Stamp, Samantha Eggar, Kenneth More, Mona Washbourne.

Freddy Clegg (Terence Stamp) es un joven introvertido, em-pleado de banca y afortunado jugador de quinielas que colec-ciona algo más que mariposas. Un día secuestra a Miranda (Samantha Eggar), la mujer de la que siempre ha estado ena-morado en secreto con nobles intenciones: haciéndola caer en sus redes, sólo tiene el ingenuo propósito de que se enamore de él, pues su mente enferma concibe el rapto como decla-ración de amor. Es su sueño, largamente esperado: guardar a su bella presa como a una mariposa en una vitrina. Ser co-rrespondido por una mariposa.

Una película sorprenden-te y arriesgada, que padeció numerosas imitaciones con el tiempo, antecedente claro en cuanto al planteamiento para Átame, de Pedro Almodóvar, que ya no será lo mismo.

Dos excelentes actores (Terence Stamp y Samantha Eggar) que no llegarán a ser

grandes estrellas, dan aliento a este interesantísimo filme, excelente retrato psicológico de la soledad y la necesidad de cariño. La trama, de marcado ambiente teatral, mantiene el suspenso en todo momento, a partir de la entretenida no-vela de John Fowles, sobre un amor enfermo e imposible.

Lo verdaderamente sorpren-dente de la película es la dua-lidad a la que Wyler somete al espectador, despertando al enfermizo coleccionista que todos llevamos dentro. No nos es fácil aceptar nuestra creciente simpatía por un per-sonaje que nadie consideraría normal, al tiempo que crece nuestra antipatía por un perso-naje arquetípico –la víctima de un rapto– que suele despertar compasión en el espectador.

Con El coleccionista, Wyler consigue ampliamente lo que pretendía, incomodar al pú-blico, hacerle pensar. No se trata únicamente de un thriller psicológico, también consi-gue fundir con una maestría fuera de lo común sentimien-tos totalmente opuestos. Una película que causa repulsa y atracción, de manera natural. Y es que prevalece la elegancia narrativa de William Wyler que no se encontraba fácilmente en el cine, ya en el ocaso de su carrera.

La tensión se palpa y crece hasta que llega el clímax final, entre previsible e impactan-

te. Pero las últimas imágenes provocan un brusco cambio que derriba la atmósfera de romanticismo desbocado en el que hasta entonces había-mos estado hipnóticamente inmersos.1965: 3 nominaciones al Oscar: Mejor Director, Actriz (Samantha Eggar ), Guión1965: Globos de Oro: Mejor Actriz - Drama (Eggar). 4 nominaciones1965: Festival de Cannes: Mejor Actor (Terence Stamp) y Mejor Actriz (Samantha Eggar)

Lunes 26 de setiembre a las 18 horasFunny Girl, EE.UU., 1968, 151 minutos.Dirección: William Wyler. Producción: Ray Stark. Guion: Isobel Lennart. Música: Jule Styne, Bob Merrill. Fotografía: Harry Stradling. Montaje: William Sands. Vestuario: Irene Sharaff. Secuencias musicales dirigidas por Herbert Ross.Protagonistas: Barbra Streisand, Omar Sharif, Walter Pidgeon, Kay Medford, Anne Francis.

En su penúltima película y casi a los setenta años de edad, William Wyler estaba a punto de cerrar una grandiosa carrera por todo lo alto: con un homenaje espectacular a los musicales del viejo Hollywood, cuando la nueva generación –Spielberg, Coppola, Scorsese– lo iba a cambiar para siempre; y con la presentación en el cine de una figura clave del mundo del espectáculo futuro: Barbra Streisand.

Funny Girl es todo lo que una superproducción del cine clásico quería ser: no sólo se apreciaba su grandeza por el tamaño y el lujo de sus deco-rados, o sus espectaculares movimientos de cámara, o su exquisita fotografía; en estas cintas hay además un aprecio por la inteligencia del guion que eleva a la película a la ca-tegoría de clásico. En el caso de Funny Girl incluso aprovecha el talento cómico de su protago-nista para reírse cariñosamen-te del género; y está tan bien construido, define tan bien a todos los personajes y sus re-laciones, su clase social, su am-bición, los prejuicios de géne-ros..., que es casi imposible no reír o llorar con la extraordina-ria historia real de Fanny Brice, una humilde joven judía que quería ser cantante y actriz, y lo consiguió con muchísimo éxito, pero nunca pudo olvidar que –por desgracia– la vida no es un cuento de hadas.

Barbra Streisand tomó el papel diecisiete años después de la muerte de la auténtica Fanny Brice, y cuatro años des-pués de haberle dado vida en Broadway. Y en la cinta posee tal cantidad de energía, de pa-sión y de emotividad, que no es extraño que con esta su prime-

ra película ganara el Oscar y se convirtiera en una gran estrella de cine en este caso. Su talento para la comedia (en la prime-ra parte del metraje) y para el drama (en la segunda), es inne-gable, pues toma el personaje de Fanny a través de todos sus matices, desde los físicos hasta los emocionales, para culminar con una insuperable actuación (My Man), que le abrió las puer-tas del estrellato.

Por supuesto, quien no gus-te de Streisand, no sabrá apre-ciar Funny Girl, pero se perderá uno de los últimos testamen-tos del musical clásico, un re-parto perfecto (no hay un ac-tor más adecuado que Omar Sharif para su papel como ma-rido de Fanny), un repertorio musical memorable, y una ex-periencia cinematográfica de elevada emoción. En suma, un verdadero placer y un festival Streisand.1968: Oscar: Mejor Actriz (ex-aequo: Streisand). 8 nominacio-nes, incluyendo Mejor Película1968: Globos de Oro: Mejor Actriz Musical/Comedia (Streisand). 4 nominaciones1968: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor Director1968: Premios David di Donatello: Mejor Actriz Extranjera (Barbra Streisand).

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n 4 de Julio, 18:00 horasCumbres borrascosascon Laurence Olivier,Merle Oberon

n 4 de Julio, 20:00 horasInfamiacon Merle Oberon,Miriam Hopkins

n 11 de Julio, 18:00 horasJezabel, la tempestuosacon Bette Davis, Henry Fonda

n 11 de Julio, 20:00 horasLa cartacon Bette Davis,Herbert Marshall

n 18 de Julio, 18:00 y 20:15 horasLa lobacon Bette Davis,Herbert Marshall

n 25 de Julio, 18:00 y 20:30 horasRosa de abolengocon Greer Garson,Walter Pidgeon

n 1º de Agosto, 18:00 horasLo mejor de nuestra vidacon Fredric March, Myrna Loy

n 8 de Agosto, 18:00 horasLa herederacon Olivia de Havilland, Montgomery Clift

n 8 de Agosto, 20:15 horasLa antesala del infiernocon Kirk Douglas yEleanor Parker

n 15 de Agosto, 18:00 y 20:15 hsLa princesa que quería vivircon Audrey Hepburn,Gregory Peck

n 22 de Agosto, 18:00 horasLa gran tentacióncon Gary Cooper yAnthony Perkins

n 22 de Agosto, 20:30 horasHoras desesperadascon Humphrey Bogart yFredric March

n 29 de Agosto, 18:00 horasHorizontes de grandezacon Gregory Peck,Charlton Heston

n 5 de Setiembre, 18:00 horasBen-Hurcon Charlton Heston,Stephen Boyd

n 12 de Setiembre, 18:00 y 20:00 hsLa mentira infamecon Audrey Hepburn,Shirley MacLaine

n 19 de Setiembre, 18:00 y 20:15 hsEl coleccionistacon Terence Stamp,Samantha Eggar

n 26 de Setiembre, 18:00 horasFunny girlcon Barbra Streisand,Omar Sharif

Temporada de Cine Arte del Sodre 2016

William WylerLunes de julio a setiembre,

Auditorio Nelly Goitiño, 18 de julio 930