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2011 PRIMAVERA / SPRING, VOL 30 No.1 Belkis Ayón Homenaje

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2011PRIMAVERA / SPRING,VOL 30 No.1

Belkis AyónHomenaje

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Founded in March 1982 byHeberto Padilla & Belkis Cuza Malé

Publisher and Editor: Belkis Cuza MaléAssistant Editor: René Dayre AbellaWebmaster: Carmen Karin Aldrey

Copyright © 2011

LINDEN LANE MAGAZINE

Prohibida la reproducción total o parcial.

Cada colaboración representa la opinión del autor,y la revista no es responsable de los criteriosemitidos en éstas. Se aceptan manuscritos, perose ruega -de ser posible- se envíen a través denuestro correo electrónico. No se devuelvenmateriales, salvo los que vengan acompañadosde sobre y sellos con la dirección del autor.El precio de una suscripción anual aLINDEN LANE MAGAZINEen los Estados Unidos es $50.00 para individuos,y $60.00 para instituciones. Una suscripciónpara Latinoamérica o Europa cuesta $90.00

ISSN 0736 - 1084

It is a publication byLinden Lane Magazine / Press

LindenLaneMag@Aol.comwww.lacasaazul.orgwww.lacasaazulcubana.blogspot.com

P.O. BOX 101582FORT WORTH, TEXAS

76185-1582

Belkis Ayón

Este es un número muy especialdonde rendimos homenaje a variasdestacadas figuras de la literatura y elarte cubanos. Comenzamos con laextraordinaria e inolvidable artista BelkisAyón, desaparecida en 1999, trassuicidarse. Aún se desconocen las causasreales que la llevaron a tomar esadecisión, en una etapa de su vida en quese le abrían todas las puertas a laexcelencia de su arte. Al momento de sumuerte, Belkis Ayón era vicepresidenta dela Sección de Artes Plásticas de la Uniónde Escritores y Artistas de Cuba.

En el texto que aquí publicamosde Isbel Alba, especialista en arte y en laobra de Belkis Ayón, podrán leerámpliamente sobre esta artista, de segurono muy conocida por los cubanos queviven fuera de la Isla.

Ilustra nuestra portada Dando ydando, colografía de gran formato,realizada por Belkis Ayón en 1997, enconjunto con Angel Ramírez (LaHabana,1954), y que fue expuesta en lagalería Gan, de Tokio, en una exposiciónde ambos.

Recordamos a la vez a dos maes-tros: el escultor Roberto Estopiñán en susrecién cumplidos 90 años; y a nuestroquerido e inolvidable José Lezama Lima,en su centenario.

Nos acompaña también en estenúmero el espíritu del poeta cubano JoséMario, fundador y director de lasEdiciones El Puente, y entrevistamos aJesús J. Barquet, autor de un libro muyespecial: un volumen con las obraspublicadas hace cincuenta años por ElPuente.

Gracias, una vez más, por apoyarla obra de Linden Lane Magazine yayudar a promover la de los escritores yartistas del exilio cubano.

Muchas bendiciones,Belkis Cuza Malé,Directora

Dirección en Miami: 17712 NW 59 Ave. #104 / Miami, Fl 33015

Queridos amigos:

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trajo su flauta (NancyMorejón), La piedrafina y elpavorreal (Miguel Barnet), tusmagníficas Cartas a AnaFrank, apuntaban a autores quehabían participado en aquelloque algunos amigos después,tales como Gerardo FulledaLeón y Reinaldo Gar-cía Ramos, me ayudaron aconocer un poco mejor. Inclusollegué a leer entonces lahermosa traducción de Howl(Aullido), de Allen Ginsberg,que El Puente había preparadopara su proyectada revista.También Fulleda alguna vez me

Jesús J. Barquet y lapoesía de El Puente

Belkis Cuza MaléJesús Barquet, poeta, ensayista y profesor, acaba de publicar un libro excepcional: la compilación enun sólo tomo de toda la obra de las Ediciones El PUENTE. Un trabajo que le ha llevado más de diezaños y que ahora culmina con la presentación del mismo en Miami para celebrar también loscincuenta años de una editorial que ha pasado a la historia de la literatura cubana por muchasrazones. La más importante sin duda es haber dado a conocer a la generación más joven de poetas yescritores surgidos en los años sesenta en Cuba, en pleno apogeo de una revolución que en un cortoplazo terminaría por devorar a muchos de ellos, empezando por el propio director, el poeta JoséMario, fallecido hace unos años en el exilio madrileño. La historia de las Ediciones El Puente estambién la historia de la tragedia de la cultura cubana dentro de la Revolución y por eso este libro deJesús Barquet tiene entre otros méritos el de proporcionarnos textos inaccesibles, no ya en Miami,sino en la propia Cuba, que nos permitirán conocer de primera mano a esos autores y el contexto realen que se formaron. Por azares del destino, y sin formar parte entonces del grupo, mi libro Tiemposde sol (1963) fue publicado por El Puente, y mis poemas aparecieron en la antología Novísimapoesía cubana.

Déjemos que sea Barquet quien nos hable de su libro Ediciones El Puente en La Habana de losaños 60: Lecturas críticas y libros de poesía.

¿Por qué escogiste lasEdiciones El Puente? ¿Tienesalguna especial afinidad conesta generación?

Tu pregunta me hace recordarque en realidad, cuando erajoven, a fines de los 60, sí mesenti atraído por varias cosas queme remitían de alguna forma aEdiciones El Puente, no obstantehaber comenzado ya entonces suborradura o condena oficialdentro de la Isla. Poemarios talescomo La marcha de los hurones(Isel Rivero), Casa que noexistía (Lina de Feria), Richard

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Jesús Barquet

leyó sus poemas inéditos y me parecieron una voznecesaria. O sea, hasta proscrito o inédito, elproyecto de El Puente llegó hasta mí en La Habana.

En 1980, ya en los Estados Unidos, no tardoen conectarme con José Mario y familiarizarme consus proyectos madrileños. Ahí pude corroborar susaludable y desinteresada curiosidad por todo lonuevo: fue José Mario quien publicó mi primerpoema fuera de Cuba. En algún viaje a Madrid loconocí: fue muy afable y quizás hastahablamos de la necesidad de rescatartoda esa producción editada por él enLa Habana de los años 60 queresultaba tan inaccesible hasta ahora.Me dio cierta bibliografía y porcorreos siguió siempre enviándomesus artículos y poemarios. Vinculadosa El Puente estuvieron dos poetas delexilio que me interesaron desde quelos leí por primera vez: Lilliam Moroy Pío Serrano. Pío, además, fue eleditor de mi primer poemario Sindecir el mar (1981). En los EE.UU.Reinaldo y yo continuamos laamistad pero ahora con mayores conexionesliterarias: si en Cuba él había sido puentero, ahoraformaba conmigo parte del grupo del Mariel. Heseguido su obra poética con interés personal yacadémico. Y en innúmeras conver-saciones con éleste proyecto acabó siendo también suyo. Creo queél lo siente así y por eso me ayudó tan amplia ygenerosamente en el mismo. ¿Llegaste a estrevistar a José Mario? ¿Conocisteen persona a Ana María Simo? Entrevista formal a José Mario nunca le hice, perocreo haber leído todas las que le hicieron, así comotambién toda su obra escrita. A Ana María Simo nola conozco personalmente, pero he mantenidocorrespondencia con ella cuando ha hecho falta porcosas puntuales.

Este es un trabajo muy especial, porque que yorecuerde nunca se ha publicado una cosa así, todala obra de una editorial, y no ya cubana, sino enel mundo, en un solo libro. ¿Cuánto tiempo tellevó todo esto?

Pues no había pensado en eso. En realidad, mi interésera rescatar esa producción pues percibí que tantoen Cuba como fuera de Cuba resultaba sumamentedifícil, cuando no imposible, encontrar esospoemarios. A veces ni los autores tenían copia o laque tenían estaba en muy mal estado. La necesidadde ese rescate también tiene la intención deredocumentar la existencia de una poesía cubanaverdaderamente joven que estaba expresando el

impacto del momento histórico desde1960 y no a partir de 1965, como sehizo creer por algún tiempo dentro deCuba. Esta compilación crítica metomó unos diez años y solo fue posibleterminarla gracias a la ayuda denumerosos colegas, amigos yfamiliares. Me alegra haberlaterminado a tiempo para celebrar el 50aniversario de la fundación deEdiciones El Puente de la mejor maneraposible que es recuperando su obra parael siglo XXI. ¿Qué opinión te merece en general

la labor de El Puente? ¿Cómo la sitúas en elcontexto de la literatura cubana post triunfo dela Revolución?

La labor de El Puente fue altamente encomiable. Aúnresulta admirable la gran cantidad de poemarios,obras de teatro y libros de cuentos que publicaron deforma independiente entre 1961 y 1965,especialmente si recordamos que aquellos jóvenespuenteros en los años 60 no se dedicaban a la editorialde forma exclusiva sino que su tiempo lo dividíanentre el trabajo, la escuela, la vida personal y esesinnúmero de actividades políticas y hasta militaresen que seguramente se hallaban inmersos productodel momento político y la ciudad en que vivían. Lasegunda parte de esta pregunta creo que mi libro laresponde con creces en su primera parte, la referidaa lecturas críticas. Allí cualquier afirmación literariao de historiografía literaria cuenta con las referenciasdocumentales necesarias para su validación. Teadelanto que esa sección crítica inicial no sólo es demi autoría, sino que también hay colaboraciones delas investigadoras Sílvia Cezar Miskulin y María

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Isabel Alfonso, quienes escribieron sus tesisdoctorales sobre El Puente. Y claro, tanto ellas comoyo tratamos de dialogar no sólo entre nosotros sinocon toda la bibliografía activa y pasiva sobre el temaque existía dentro y fuera de Cuba. Incluso Miskuliny Alfonso hicieron sus respectivos rescates dehistorias orales de los integrantesde El Puente. Algunos de esos escritores ypoetas viven hoy en el exilio,desde hace décadas, otros hansido tentados por el podercastrista: Miguel Barnet, NancyMorejón, entre otros, ¿les haspedido su consentimiento parapublicar sus obras junto a losanti castristas?

Me ha alegrado ver que, con unasola excepción, todos los autoresvinculados de forma significativaa El Puente aceptaron generosa-mente su inclusión. De no habersido así, no sólo habría quedadoincompleto este proyecto, sino también el rescatede la poesía cubana de esos años. Creoque José Mario estaría contento de vertoda su labor editorial reunida en unvolumen, sin cortapisas de ningún tipo.Mi gran conflicto ahora es cómohacérselo llegar a su estafeta en elCielo. Quizás me dé por llevárselo yomismo un día de estos, pero no sé sidespués me den el permiso de salidapara regresar.. ¿Te resultó fácil conseguir apoyofinanciero para esta tareagigantesca? ¿Alguna fundacióncubana o institución universitaria teayudó? ¿Por qué escogiste Méxicopara imprimir el libro?

Sólo consegui un par de apoyos a la investigación,un minigrant de mi universidad (New Mexico StateUniversity) y el Cuban Artists Fund Award de NuevaYork. A ambos menciono en mis agradecimientos.

Quería que el libro apareciera en lo que los cubanosllamamos “un tercer país”: finalmente opté porMéxico, las Ediciones del Azar, de Chihuahua,dirigidas por el poeta Rubén Mejía, con quien ya hetrabajado en varios libros. También necesitaba tenerel libro para este mes y él supo cumplirme

profesionalmente, tolerándomeincluso las más sutiles correc-ciones de última hora. ¿Incluyes en este tomo elsegundo volumen antológico dela joven poesía cubana?

Sí, ésa es la gran primiciaeditorial de mi libro, pues dichaantología, la Segunda novísimade poesía cubana, aunqueterminada por José Mario en1964, quedó inédita hasta ahora.Ahí verán los lectores que JoséMario no vio a El Puente comoun grupo cerrado sobre sí mismo,sino como un espacio de paso opuente que debía llevar siempre

nuevas voces hacia el otro lado. Los que saben depoesía cubana de los 60 sesorprenderán de ver allí algunosnombres que después fuerontenidos como anti puenteros. Demás está decirte que dichosautores aceptaron tambiénaparecer en mi compilación. Asípuede restituirse la historia en loque más verdaderamente parecehaber sido. ¿Fue El Puente fue una ge-neración pérdida? ¿La ahogóla censura o qué? El Puente como generación opromoción o grupo es otro de lostemas ampliamente debatidos en

mi libro. Sin dudas, dentro de la Isla significó pordécadas un tabú haber pertenecido a El Puente. Enlos 70 varios de ellos fueron víctimas del proceso deparametrización que afectó a otros sectores y

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Clara Morera: mujer Orisha

Testimonio sobre

José MarioAdrian MeshadYo lo conocí en la Escuela de Letras de laUniversidad de La Habana y estuve con él ycon Manolito Ballagas cuando llegó AllenGinsberg a La Habana. Lo veía luegoocasionalmente en la Biblioteca Nacional o enplena calle, siempre lo recuerdo remesando sunegra caballera y con salidas cáusticas cuandohablaba de la gran resaca represiva en contrade la Generación de El Puente, yespecialmente contra su figura. Andando eltiempo, coincidimos en el mismo campo deconcentración de la UMAP, la misma Unidad,kilómetro once de Tres Golfos, al sur de Ciegode Avila. No es cierto que salió de allí porgestión de Nicolás Guillén, sino por mediaciónde Alicia Alonso y Alfredo Guevara, queintegraban el efímero comité sobre la UMAP.Poco tiempo después que yo escapé de esecentro y a través de un ex oficial, AgustínCartaya, autor del himno del ‘‘26 de julio’’,fui presentado al comandante Juan AlmeidaBosque en su despacho del Minfar y le hice unpormenorizado reporte de todo lo que pasabaallí, en una entrevista que duró más de cinco

que me llevó a la cárcel bajo la acusación de robarlibros. El abogado que medefendió en esa ocasión fueWalterio Carbonell, trotkistarecalcitrante, quien le dijo aljuez, sin el menor titubeo, quedebía ponerme en libertadporque yo había escrito librosde mucho valor, como, porejemplo, Cien años de soledad

(sic). El juez llamó a Nicolás Guillén, que ya habíapuesto mi fianza para sacarme del Morro, y lerefirió lo que le dijo Carbonell, entonces Nicolás ledijo con sorna que mi mejor libro era La vorágine yle colgó el teléfono. El pobre juez, que tenía bufeteen L y 23, me llamaba a casa a cada rato para quele regalara mis libros, debidamente autografiados.Después de haber escapado de la UMAP, Almeidame envió a la cárcel del Morro, con condicionesespeciales de trato y de allí obtuve la libertad,pudiendo escapar de Cuba poco tiempo después.

Belkis Cuza Malé, poeta, periodista y pintoracubana, es la directora de LLM. Recién públicó Lospoemas de la mujer de Lot. Reside ahora en Miami.

Este breve texto de un email recibido en el 2003 sobre JoséMario, poeta y fundador de las Ediciones El Puente, aparecióhace unos días en los archivos de LLM, y viene a ampliar conimportantes detalles, la imagen de José Mario en la convulsaHabana de los 60 .La foto collage de José Mario fue tomadadel blog Los Archivos de Connie,

BCM.

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José

horas y que le hizo reconocer que todo aquello era un gigantesco error. Ya Nicolás Guillén me habíasacado a mí de la cárcel del Príncipe, cuando mehicieron una encerrona en una librería del Vedado,

promociones de la cultura cubana. Pero, por fortuna,ya eso no es allá más un “crimen”, sino un enigmao motivo de curiosidad que espero ayude a satisfacereste libro cuando llegue allá. Por su parte, losautores como individualidades creadoras no seperdieron, siguieron escribiendo y publicandodentro o fuera de Cuba, contra mayores o menoresobstáculos.

Háblame un poco de tu vida literaria y tu trabajoen New Mexico... ¿Escribes poesía, ensayos...algo nuevo?

Llevo ya veinte años de profesor universitario deletras hispánicas y por suerte he podido crear contotal libertad los cursos tanto de pregrado como deposgrado que me interesan o creo relevantes para

ciertos períodos literarios o países. Por suerte, micreación personal no está reñida con la Academia, sinolo contrario. Por ejemplo, tener que desentrañar paraotros durante semanas varios poemas de Trilce, de CésarVallejo, o de Prosas profanas, de Rubén Darío (ojo:dije “desentrañar”, no repetir vacíos lugares comuneso generalidades ad usum) no sólo es útil a misestudiantes sino a mí mismo como poeta. También demis clases extraigo los autores y obras sobre los cualesescribo, o viceversa. ¿Lo nuevo? Una compilaciónbastante extensa de toda mi poesía en libros, tituladaCuerpos del delirio. Esta y la compilación de El Puenteson mis aportes para el año 2011.

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José MarioCUIDÉMONOSDELMIEDO(fragmento)I

Cuidémonos del miedo,de la lentitudde la noche,de llegar en la prisa;y no reconocernos,de cuando se vuelvael tiempo un hiloy haya mariposasque teman a las flores.Cuidémonos entonces.Cuidémonos ahora.De cuando se vuelvafija la semilla,hoja que se seca,y haya ramasque tengan inmóvilestemores de crecer.Cuidémonos ahora.Cuidémonos entonces.

He de preguntar: ¿Quién habla? ¿Quién nos tomará de lamano o a quién tomaremos nosotros? Porque si emprendesun solo camino estarás perdido. No podrás cantar laincertidumbre y encontrarás tu corazón muerto al final deun reloj sin cuerda.

Te han dicho: el mar es azul. Y si lo crees no comprenderásel motivo de su azul. Tal vez tú lo has visto y sus tonos tehan llenado de dudas, y has susurrado: mentira… mentira.

Belkis Ayón, La sentencia, 1993

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Y sin embargo, otros, los más lejanos, los queno han podido verle, repetirán: El mar esazul. Por eso la solución es ir al mar ymirarlo durante largo tiempo. Arrancarle elcolor al mar.

IV

Vente al que llora,al que ha dejadoel llanto y la sed,al que pone la palidezde su mano mojadaen la eternidadpara cobijar un retoño.Aun frente a ti.Ve; recupera el porqué.Frente a los que no mientena la suavidad del rocío, alos que dejandolas mejillas desgastadas alempuje de una roca,ante el que muereaplastado por la roca.Ve; recupera el porqué.

Lo he entendido, no nos pertenecela pregunta; ni la respuesta.El límite es más terrible que lolimitado, porque si no admitimostrazo de nuestras razoneshabremos terminado…Digo: no reconozcasla pregunta ni la respuesta.

José Mario (Cuba, 1940) fundó y dirigió las Ediciones El Puente y luego, enEspaña, La Gota de Agua. Este fragmento es de su libro A través [1962], tomado deEdiciones El Puente en La Habana de los años 60: lecturas críticas y libros depoesía, editor Jesús J. Barquet, Chihuahua: Azar, 2011, pp. 259-261.

Belkis Ayón, Sikán, colografía

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Sin ti cae ya la luz disminuida

en crepú sculo azul que apenas ardeen llama de una hoguera substraidaa recuerdos que invaden ya la tardesin ti se van los hombros contraidoshacia el centro de noche estacionadaen rutas de recuerdos inhibidosen la intangible luz de tu Miradasin ti se va la luz arrebatadapor el intento de abarcarte, llamaluciernaga feliz memoria aladarespiro de cachorro al que se amacon la dulzura apenas calculadade la quijada que su miedo clama.

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Soy a traves de ti en como sucedes

me invierto en tu ser, en tu tamañoen la delicia del muslo con que cedeslo dulce de tu ser al mes o al añoSoy a traves de ti ya sea en la tardeo en la eléctrica dulzura de tus brazosy en la luz del neón que por ti ardey me captura en sus ardientes lazos.Soy a traves de ti y no me cansode especular sobre lo que no eresme hundo, echo a correr pero no alcanzoa ser en mi ser lo que tu quieresy en mi mente a decir que soy, que avanzoy que paro en el instante que prefieres.

Héctor Carrillo1

Héctor Carrillo

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Hundido en los colores del instante

Navego sin premura hacia la tardesobre la duda de lo que es constantesobre la duda del otoño que ardeInútilmente junto a ideas tiernascomo el tiempo que magnífico devuelvelos bienes que sostienes en tus piernasy aquello que en tu rostro se resuelveen esas dudas que serán mañanaflotando levemente entre las cosasen todo hoy que no será semana.En duda que no es amor pero es hermosapor la dulzura que tu rostro emanaY por tu sonrisa en que el dolor se goza.

Héctor Carrillo ha sido desde hace años una figura imprescindible en el ámbito cultural hispano dela ciudad de Fort Worth. Poeta y pintor autodidacta, animador de la cultura desde su rincón-estudio de

la calle Silvania, Carrillo ha publicadosus poemas y pinturas en Linden LaneMagazine, así como en periódicoslocales.

Su obra es un monumento al“existencialismo” más desgarrado, unaprueba de lo que para él significa vivirenraizado en el no-ser de esta nada sinfronteras. No sólo es el título que haescogido para ésta, su primeraexposición, sino la fuerza de laesperanza que observamos en supintura, lo que lo convierte en unartista lúcido, fotalecido por el dolor.Pues del dolor —de la pérdida de unhijo—, han nacido estas obras, comoseres de la nada existencial, queintentasen llenar el espacio del ausente.

Fuerza y coraje, y signos vitales, ymarcas como gritos apoderándose de todos los que contemplamos la obra enorme, con humanidadpropia, de este pintor, de este artista que inserto en la vida de Fort Worth representa su otra cara, lahispana. Pero la obra de Héctor es universal, en la medida en que el ser y la nada lo son también.

Belkis Cuza MaléPalabras de presentación de la exposición El ser y la nada, en la galería La Casa Azul, Fort Worth, Tx, 2003.

Héctor Carrillo

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Delfín Prats

ABRIRSE LAS CONSTELACIONES

No los reduzcas al espaciodemasiado estrecho de tu verso(tu árbol es un árbolalzado en mitad de la sabanacontra la que se ciernela apretada soledad de la noche)

No los encierres en tu casa(tu casa es un refugioy sólidopero en su hondurapersistentes resuenanecos de pasos y voces ancestrales)

No los reduzcas tampoco a la ciudad(el verso la casa la ciudad son límitesmuros que será preciso violentarpara escapar al aire más vasto de la Isla)

La Isla es el compendio en finde tu verso tu casa y tu ciudadpero no los restrinjas a la Islaellos se asomaron mucho más alláellos vieron del otro lado del horizonteabrirse las constelaciones

HUMANIDAD

Hay un lugar llamado humanidadun bosque húmedo después de la tormentadonde abandona el sol los ruidosos coloresdel combateuna fuente un arroyo una mañana abiertadesde el puebloque va al campo montada en borrico hay unamor distinto un rostro que nos mira de cercapregunta por la época nueva de la siembrae inventa una estación distinta para el cantouna necesidad de hacer todas las cosasnuevamentehasta las más sencillaslavarse en las mañanas mecer al niño cuando llorao clavetear la caja del abuelosonreír cuando alguien nos preguntael porqué de la pobreza del verano y sin

hablarmarchar al bosque por leña para avivar el

fuegohay un lugar sereno un recobrado y dulcelugar llamado humanidad

Belkis Ayón, Mokongo, colografía

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TODA LA LUZ DE ABRIL ENTRETUS OJOS

Edifiqué sobre tu cuerpotorres levanté desde allí bajo la luz de abrilfue nuestro mes: el más alto premio para míque había extraviado los senderos de la dichay la encontraba ahoraentre la gente tu cabeza era más bellaque mi más bello sueñote había buscado a través del asedio de los otrosy te encontré contra mi cuerpomi piel se sobrecogió junto a la tuyapero los espléndidos días se han apagadoentre nosotros la plenitud de un momentoestá llena de dolorosa sombrano hablaré ahora de esa plenitudnunca existieron los lechos los cuerpos

desnudosel vino la música desesperada

Amigo mío qué difícil olvidar ese gozoy dejar que se extingatoda la luz de abril entre tus ojos

Padilla Cigars http://padillacigar.com/blog/

Belkis Ayón

Delfín Prats (Cuba), poeta nacido en Holguín, comosu amigo Reinaldo Arenas, es el autor de Lenguaje demudos, Premio David de la UNEAC, del que fueronjurados Angel Augier, Miguel Barnet y Belkis CuzaMalé. El libro fue luego censurado por el gobierno. Hapublicado otros y sigue viviendo en Holguín. Enseptiembre viajó a Monterrey, México, donde participóen el XV Encuentro Internacional de Escritores.

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El SecoEra un tipo de gaznate seco, por eso bebía aguardiente,para mojárselo; tan áspero además, que apenas podíasostener la rabia en el estribo cuando el aguardiente, quele mojaba el gaznate seco, le cocinaba las entrañas, y elestómago y el hígado reverberaban en ese cocido deripios, nudo insalvable para llegar al corazón. Y su alma,que era como un alma seca o como una sequedad sinalma, ahora se le podría de rabia. Ella, de llameanteestampado con un tajo en el escote que le desangró laspupilas y le secó aún más el gaznate que se comprimiócomo el de un ahorcado al verla, estaba más linda quenunca. Y él, más seco y más áspero que nunca; con unaaspereza salvaje, o con un salvajismo áspero que crecíay crecía mientras ella paseaba el estampado pegado alcuerpo como hiedra que se la tragaba con fruición,deleitándose con cada una de las ondulaciones de sucuerpo; entonces ella no era ella sino una colosalexuberancia sin nombre de cuerpo estampado, o unaestampa de profusiones corpóreas pavoneándose ante él,que la contemplaba como a una visión capaz de lubricarde una buena vez su plétora de sequedades, posado enel taburete con los puños crispados, como si en vez demanos, sus brazos terminasen en un par de nudos.

Quiso esbozar una sonrisa, una extraña sonrisa, con la boca cosida a la barba como si ésta le hubiese borradolos labios y sólo fuera una barba sonriente o una sonrisa barbuda que se hunde hasta el reverberar de las entrañas queya salían en forma de humo por su boca y por sus ojos: alumbre sobre el rostro borroso por la maldición de aquelbochorno eterno con que el Gran Hacedor había castigado a su isla. Sintió el nudo del hígado reventársele dentro, yaquellas ganas terribles, hasta de matar, para calmar la rabia. Y ella, que nuca supo de su rabia, seguía paseando aquelestampado de hiedra frente a la navaja afilada de sus ojos secos.

Se puso de pie, eructó el pantano de aguardiente que le amordazaba el pecho, abalanzó el alumbre del rostroborroso sobre el tajo de aquel escote, y empuñando la navaja afilada de los ojos, extendió los nudos que rematabansus brazos como garras y lanzó el rugido de su mundo tambaleante en pos de la colosal exuberancia de cuerpoestampado, o de la estampa corpórea pavoneándose ante él, que, de súbito, no era ya una estampa sino una estampidallameante y seca que corría, corría como una exhalación hasta perderse.

Cruzar la callePuede que lo sobrecogedor e inesperado de aquel suceso sea la causa que me impidió calcular su duración,

pero el hecho de haberlo experimentado y también de que su propósito fue de alguna manera consumado, a partirde aquel instante, tanto ella como yo hemos vivido bajo el influjo del insólito acontecimiento.

María EugeniaCaseiro: dos cuentos

Belkis Ayón, colografía, 1993

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María Eugenia Caseiro (La Habana, Cuba). Narradoray poeta, tiene un libro de cuentos publicado, y ha sidodistinguida con varios premios. Es Miembro Colaboradorde la Academia Norteamericana de la Lengua Española(ANLE) y Presidenta del Círculo de Amigos de la Academiade la Historia de Cuba en USA.Miembro de la AsociaciónCaribeña de de Estudios del Caribe, de la Unión de Escritoresy Artistas del Caribe y de la Unión Hispanoamericana deEscritores. Reside en Miami.

Belkis Ayón, colografía sin título

Acostumbrábamos pasar largas horas juntas,especialmente los fines de semana en las noches sumidasen diálogos interesantes que casi siempre iban a parar auno de sus temas preferidos, el ámbito paranormal. Cuando

salí al portal a despedirla eran casi las dos de la madrugadade aquella primavera hace más de veinte años, y en el barrioel sueño de los vecinos no parecía turbarse ni con la cantaletade los grillos y las cigarras en el placer contiguo al pasajeque ella pretendía franquear para regresar a casa.

La cuadra estaba desierta, aquella nocheaparentemente la guardia del Comité; la de las mujeres,establecida en el período de once de la noche a dos de lamadrugada, se había retirado antes de hora y el relevomasculino, que debía cubrir el lapso entre dos y cinco de lamañana, brillaba por su ausencia. El panorama erainquietante. No sé por qué razón al separarnos, cuando ellase dispuso a cruzar la calle, sentí la sierpe de un escalofríorecorriéndome el cuerpo. Un sudor helado bañó mi frentecuando vi cómo luego de haber alcanzado la acera deenfrente con la intención de penetrar en aquella suerte decalleja interior que la llevaría hasta la casa en que vivía connuestra Abuela, ella quedaba paralizada en el gesto de asirla aldaba del portón de madera bajo el cono de luz irradiadopor una figura plana y ovalada que se deslizó en la oscuridadacercándose a una velocidad que se hacía indeterminada,producto de un comportamiento inusual que no era posiblecomparar al desplazamiento de un avión u otro artefactovolador conocido.

Para intentar definir la dinámica de aquelmovimiento de traslación como un mecanismo deacercamiento en superposiciones progresivas, podríadescribir cómo el artefacto espacial pasaba de un plano deaproximación a otro sin tocar el espacio trazado entre los

puntos en que daba la impresión de cumplir infinitesimalesdescansos, como si al dejar de estar en la focalizaciónanterior, apareciera en la siguiente saltándose las leyes dela física o simplemente probando que la óptica podía tenersus propios códigos. Fue así que aquel objeto volante deforma ovoide tan cerca de poder ser definido como un OVNI,alcanzó su objetivo que supuse fuera ella, se emplazó en unpunto determinado de la escena y abrió el deslumbrante conode luz verde claro que bañó su rostro en el que pudedistinguir con cierta nitidez a pesar de la distancia, unaterrible mueca de pavor. Su torso era un escorzo inmóvil decabeza torcida mirando hacia el lugar donde yo meencontraba de igual forma paralizada. En ese momento mepareció que su único contacto directo con lo que pudierallamarse el plano real, era el picaporte del portón de maderaal que su mano yacía aferrada sin que hubiese podidoavanzar en el propósito de tirar de él para abrir la puerta yescabullirse por aquella garganta oscura que la empujaríaal ahora tan añorado lugar seguro, la casa.

Repentinamente aquel ingenio que antes habíasorprendido al escuálido reducto de paisaje sin vigilancia,levantó el ancla de luz y, de la misma extraña forma en quehabía aparecido, se retiró, ahora con una maniobra de reversadiferente a la que utilizó al acercarse, para esconderse denuevo en la negrura del espacio habanero.

Ella, como si regresara de súbito, médula ainstalarse en su antigua corteza identitaria, recobró elmovimiento perdido, u olvidando quizás --no se lo pre-gunté-, su intención de cruzar el pasaje. Como el OVNI,ella también volvió sobre sus pasos luego de que el sortilegiode aquel instante lograse en nosotras el tremendo efecto deaquella mezcla de miedo y asombro ante lo desconocido.

En vísperas de atravesar una franja que parecíahaberse confabulado territorio fronterizo entre circunstanciasreales e inverosímiles, ella, mi hermana, pulsótangencialmente sin proponérselo, esa molécula de otredadque se origina en la confluencia de ciertas zonascompletamente indefinibles. Por fortuna, alguna causadesconocida había interceptado el muón preciso sin el quequedaría cojo el artificio de aquel encuentro al cruzar lacalle; y, átomo devuelto a nuestro espacio y a su tiempo,ella parecía convencida de que una noche como aquéllainducía a la consumación de un delito, tal vez de un crimen…

Una infusión de hojas de anís de España y caña-santa sirvió de acompañante a las tostadas con canela ymiel en espera de que el hueco del alba se tragara la nochecon sus caprichosas invenciones.

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Isbel AlbaA finales del siglo XX, en el período que siguió a la caída delcampo socialista en la Europa del Este, hecho que marcó elfin de las utopías en el arte cubano de la etapa revolucionaria,se pueden identificar diferentes tendencias que perfilan labúsqueda de una nueva identidad. A esta fenomenología se leha dado en llamar “las poéticas de la diferencia y laintrospección religiosa” (Matamoros, 2008). Sin duda, unade las artistas más singulares de este período que acusó esatendencia fue la grabadora Belkis Ayón Manso.

Mi interés por conocer más sobre la vida y la obra deesta creadora me ha llevado a indagar sobre su huella en elpanorama del arte cubano desde diferentes perspectivas. Eneste artículo intentaré exponer las principales contribucioneshechas por Belkis Ayón al mundo del arte cubano,fundamentalmente en lo relacionado con la valorización de lacultura abakuá a través de su discurso de artista, su incursiónen los nuevos modelos de gestión y promoción del arte, asícomo su papel en el rescate y promoción del grabado comodisciplina artística tradicional cubana.

La cultura abakuá y su interpretación postmoderna

El carácter sectario de Abakuá (1830) estáfundamentado por el origen mismo del mito de la princesaSikán quien descubriera al pez Tanzé -encarnación de Abasí,dios supremo de los Efik y Efor, tribus del antiguo Calabar,Nigeria, donde transcurren los hechos que dan origen a estaleyenda (Ortíz, Cabrera, Sosa). La princesa Sikán narra losucedido a su padre, Iyamba, el rey de la tribu Efor, quien leexige silencio y utiliza el hallazgo de su hija como arma paraganar la supremacía sobre la etnia vecina que le era superiortecnológica y económicamente. Según una de las versionesdel mito, Sikán se casa con Mokongo, el hijo del rey de latribu vecina (Efik) y en el lecho matrimonial le cuenta laverdad. Luego, el pez sagrado se debilita y muere, sellandoasí su desgracia. En su aldea tratan de recobrar la voz temible,el bramido de Abasí que dejaba escuchar el pez Tanzé,cubriendo un tambor con su piel, pero todo esfuerzo resultavano. Los hombres que rodean al padre de la princesa exigenentonces el sacrificio de ésta para purgar el pecado y recuperar

la voz y el favor de su dios. Y Sikán es sacrificada, con laanuencia de su marido y su padre, por el bien y la uniónalcanzada entre las tribus. No obstante, el sonido de Abasísólo se vuelve a escuchar cuando cubren el tambor sagradocon la piel de un chivo. Sikán pasa a ser considerada como lamadre de todos los espíritus, de los iniciados.

La exclusión de la mujer en Abakuá responde alpecado original de Sikán. Con el sacrificio de su sangre, Sikánsacralizó el nuevo culto a favor de los hombres. Eso explicael profundo carácter sectario de la religión que sólo aceptamiembros masculinos en sus filas y en la que “el secreto”sólo se obtiene al estar en presencia de los tambores sagradosy escuchar su sonido, privilegio reservado sólo a los iniciadosen esa hermandad.

El mito de Sikán no sólo seduce por ser milenario,sino también por el aura de misterio que lo envuelve. La obragráfica de Belkis, impregnada de un profundo conocimientode Abakuá debido al conocimiento de la obra de historiadoresy etnógrafos no podía resultar diferente. Su éxito se debe auna combinación de elementos: haberse dejado seducir porsemejante temática –inexplorada por los artistas gráficos hastaaquel entonces- (Ayón, K. 2009) y haber logrado recrear, através de su obra, todo ese mundo y sus personajes enimágenes.

Hay que aclarar que por su carácter secreto, Abakuáno es una religión iconográfica. Y éste es el primero de losincuestionables logros de Ayón, el de ilustrarnos los diferentespasajes del mito como si hubiese logrado descifrar cada unode las firmas que cuidadosamente son dibujados sobre loscuerpos y todo lo que interviene en la liturgia iniciática y

Belkis Ayón:su huella múltiple

Belkis Ayón, con La cena, 1988

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que, como se sabe, luego -en un afán porconservar el secreto-, son borradosmeticulosamente al final de cadainiciación. Sin embargo, en un acto detransgresión sacrílega, Belkis torna cadaescena imperecedera a través de su obra.Pero, ¿cómo lo logra?

La clave para entender todo elproceso creativo nos la entrega la propiaBelkis en un texto de su autoría:“Confesiones” (1991). En él, la autoraexplica lo que puede adivinar un ojoexperto: la apropiación del mito a travésde un proceso de acercamiento intelectualque ahonda en la tradición antropológicay que, por momentos, parece influenciadopor el trabajo de terreno de un arqueólogo.Por otro lado, la profusión de notasmanuscritas que dejó, las acotacioneshechas o los extractos de esas obrasmayores, van punteando su discurso.Luego, la artista hace una detalladadescripción de su técnica.

En lo que respecta al referente,evidentemente la autora en medio de tantaintrospección, prefirió la autorreferencia.Numerosos críticos e historiadorescoinciden en señalar que los ojosalmendrados de la artista sirvieron demodelo para dar forma a los mudos ojosde Sikán. Lo demás lo hicieron sus manos,tallando preciosamente el delicado encajesobre la piedra que, por gracia de la accióncombinada de la tinta y el agua bajopresión, dejarían su traza sobre el papel.Quizá esto explique la magia que operansus monumentales colografías que nosfascinan o perturban al introducirnos enun mundo cargado de secretos y silencios.

Todo este proceso, descrito en“Confesiones”, es digno de ser estudiadoen detalle y merece más de una tesis degrado. Belkis nos legó las claves paradescifrar su propio lenguaje, desde la concepción de sus signos,pasando por el proceso de estampa de los significantes, hastasu explicación semántica. Su obra, hoy presente en más decatorce instituciones culturales y varias colecciones privadasinternacionales, nos introduce al conocimiento de Abakuá, unatradición milenaria que gracias al enfoque postmoderno nospermite abordar cuestiones ontológicas del ser humano. Así,Belkis Ayón trasciende el papel dejándonos marcados por elhechizo de esos seres legendarios y los mundos del Africaancestral.

La explotación de los nuevos modelos de gestión ypromoción del arte cubano

Como señalé al comienzo de este artículo, la obra de BelkisAyón alcanzó su apogeo en una época de crisis, en lo que en

Cuba se conoce como el Período especial. Debido a la caídadel campo socialista, la figura del Estado Providencia setambalea dejando a las instituciones culturales en una situaciónde desamparo sin precedentes. Así, los artistas cubanos,prácticamente desprovistos de conocimientos para enfrentar unaeconomía de mercado, tuvieron que abrirse camino en uncontexto de aislamiento sociopolítico y desesperanza que –afuerza de pragmatismo- comenzó a ceder lugar al mercado delarte, a la gestión privada y la autogestión. La década de los 90representa así el fin de las utopías para los artistas cubanoseducados en las escuelas de arte (Tonel, 2008).

Sin embargo, para Belkis Ayón no fue difícil adaptarsea las nuevas exigencias. Como ejercía como profesora en elInstituto Superior de Arte (ISA) y a su vez era vicepresidentade la Sección de Artes Plásticas de la UNEAC, tenía una vida

Belkis Ayón

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SantiagoMartín

profesional bastante agitada. Gracias a su talento y posicióntuvo la suerte de evolucionar junto a un grupo de jóvenesartistas que pudieron proyectarse y hacer carrera a nivelinternacional siendo aún muy jóvenes. Entre los colegas deBelkis que siguieron esa tendencia se encuentran Sandra

Ramos, Abel Barroso, Ibrahim Miranda, Alexandre Arrechea,Octavio Cuéllar, Carlos Garraicoa y Tania Brugueras, entreotros.

En realidad, este grupo no hizo más que seguir lapauta marcada por los artistas de Volumen I, la míticageneración de la nueva vanguardia del arte cubano de los 80que los había precedido en la Academia San Alejandro o en elISA. Volumen I estaba conformado por José Bedia, Juan

Francisco Elso Padilla (1956-1988), José Manuel Fors, FlavioGarciandía, Israel León, Rogelio López Marín (Gory), GustavoPérez Monzón, Ricardo Rodríguez Brey, Tomás Sánchez,Leandro Soto y Rubén Torres Llorca, artistas que influenciaronprofundamente la obra de estos jóvenes.

De este modo, a través del intercambio con artistas einstituciones culturales de ultramar, estos nuevos talentosadquirieron conocimientos teóricos y prácticos y encontraronla forma de crecer profesionalmente viviendo de su arte. Todosellos asumieron conscientemente prácticas postmodernascomo la elaboración de un discurso de artista, la curaduría, ladocumentación minuciosa de su paso por galerías y museos,la autopromoción, el autofinanciamiento y la comercializaciónde su obra.

La obra de Belkis Ayón se vio brutalmenteinterrumpida en 1999 debido a la muerte de la artista. Graciasal rigor profesional con que llevó su carrera fue posible edificarlo que hoy constituye el Estate Belkis Ayón, una verdaderarareza en el mundo del arte cubano. Sin duda, hoy en día lamejor forma de conocerla es asomándose a su obra,magistralmente conservada por su Estate, institución sin finesde lucro que dirige la hermana de la artista.

El trabajo desarrollado por la Dra. Katia Ayón a lolargo de más de una década nos permite constatar la magnituddel legado de su hermana. Una muestra de la seriedad y elcompromiso del Estate Belkis Ayón es la reciente publicaciónde Nkame (Ed. Turner, 2010), el catálogo razonado de la artista,publicado bajo la dirección de Katia Ayón, con la asistenciade la curadora Cristina Vives, entre otros.

Belkis Ayón

Belkis Ayón

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18 ISBN 978-0-9845435-6-4

Tentativas de rescate de un arte olvidado

Belkis Ayón no sólo era pródiga en compartir susconocimientos. A la manera de los elegidos, también sabíamultiplicar la riqueza. A diferencia de otrosartistas, nunca trabajó sólo para sí misma, sino que supo poner a disposición de sus alumnosy amigos todos sus conocimientos y contactosprofesionales para llevar a cabo uno de sussueños: rescatar el grabado cubano del olvido.

En 1996, junto a los artistas SandraRamos y Abel Barroso logró poner en marchaLa Huella Múltiple proyecto que cambiaríapara siempre la apreciación del grabadocubano, una disciplina artística que tras conocer su esplendoren el siglo XIX -gracias al auge del comercio del azúcar y eltabaco-, había caído prácticamente en el olvido en el panoramadel arte cubano después de la eclosión del modernismo en Cuba(Alba D., 2009).

La Huella Múltiple es un evento visual,exclusivamente organizado y curado por artistas que se realizaen Cuba desde el año 1996. Como su nombre lo sugiere, elevento intenta abarcar la obra gráfica de artistas consagradosy noveles producida a través de diferentes técnicas dereproducción (incluido el performance). Hasta el momento sehan realizado tres ediciones en La Habana, (1996-1999-2002)y una en Austin (Flatbed - Galería 106), EUA en el año 2001.

En sus cuatro ediciones han participado más de 60artistas cubanos de varias generaciones y manifestacionesplásticas. Sus curadores han sido los artistas: Belkis Ayón ( IY II edición), Abel Barroso (I,II,III,IV,V edición), SandraRamos (I,II,III,IV,V edición) e Ibrahim Miranda (III,IV,V

edición). Concebida bajo la fórmula del autofinanciamiento,cuenta con el patrocinio de diversas instituciones cubanas yextranjeras entre ellas la Fundación Ludwig de Cuba, laUNEAC, CNAP, CCE y MDEID.Org. Alrededor de La Huella

Múltiple se organizan además programas detalleres y conferencias al que son invitadosprestigiosos críticos y artistas.

Desgraciadamente, desde hace algunos añosno se realiza una nueva edición de este evento decarácter trienal. Sin embargo, el Estate BelkisAyón no se cruza de brazos. En un intento recientepor volver a difundir este tipo de trabajosdesplegó un intenso programa cultural alrededorde Nkame (2009), primera exposición antológica

de la artista. Concebida para subrayar el X aniversario de sumuerte, la muestra quedó inaugurada oficialmente el 11 deseptiembre 2009 en el Convento de San Francisco de Asís, enel Centro histórico, de La Habana Vieja. Allí, en muestrasalternativas, se presentaron proyectos de seis jóvenesgrabadores -algunos de ellos antiguos alumnos de la artista- yse impartieron ciclos de conferencias.

Por eso hoy, cuando pensamos en Belkis Ayón, muya pesar de la certeza de saberla ausente físicamenente,compensa saber que su huella en el mundo del arte cubano esmúltiple e indeleble.

Belkis Ayón, colografía

Isbel Alba Duarte, cubana residente en Canadá, eshistoriadora del arte, museóloga y blogger. Ha realizadoestudios multidisciplinarios en Cuba, Francia y Canadá. Susartículos han sido publicados en diferentes revistasacadémicas. Actualmente prepara una tesis doctoral sobre laconstrucción de la identidad en la blogósfera cubana.

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VIVIR EN LA CASA

DE LEZAMA LIMAAlberto Lauro

Tener una casa es tener un estilo para combatirel tiempo. J.L.L.

En dos ocasiones fui huésped en la casa de Lezama Lima.Su viuda, María Luisa Bautista Treviño conocía a mi familiapaterna. Lo descubrimos cuando elPadre Gaztelu nos presentó. En LaHabana se llamaba María LuisaBautista, para las familiasholguineras era simplemente“Cachita”. Su madre, MaríaTreviño, fue una misioneracuáquera mexicana que llegó aCuba con diecinueve años por elpuerto de Gibara, el 14 denoviembre de 1900. Allí fundó elColegio “Los Amigos”. Cuando en1902 Estrada Palma arriba a la Isladesde su destierro, ya investidocomo Presidente de la nacienteRepública de Cuba, desembarcapor la bahía de Gibara –por esemismo lugar había salido al exilio-, y la joven maestra religiosa, juntoa la población de la localidad, con su coro de niños, lo recibe.Un año después fundaría el mismo colegio en Banes, secasaría con don Elpidio Bautista y tendrían a Joaquín, Andreay Cachita. Al cabo de los años la hija de la misionera,profesora de literatura y amiga de Eloísa Lezama Lima,terminará casándose con Lezama (el 5 de diciembre en1964), a quien admira y cuya obra conoce bien, peticiónque le hizo doña Rosa Lima en su lecho de muerte. Paradoña Rosa, María Luisa era como una hija y no quería queLezama quedara desamparado. Las hijas verdaderas, Eloísay Rosita, ya se habían marchado al exilio.A Trocadero 162 se mudaron los Lezama Lima en 1929,cuando el escritor tenía diecinueve años. Antes habían vividomuy cerca de allí, en una inmensa casona en el Paseo delPrado No. 9, que Lezama recrea en las primeras páginas deParadiso. Diez años antes, en 1909, había muerto el CoronelLezama, en Fort Barranca, Pensacola, y la viuda y sushuérfanos se trasladan con sus muebles a otra casa másmodesta.

En 1977 me fui de Holguín a estudiar a La Habana.

Vivía en una enorme mansión en el exclusivo barrio de ElLaguito, en el Country Club. Apenas conocía a nadie en lacapital salvo a un compañero de estudios y al Padre Gaztelu.Él fue quien me presentó a Cachita y como yo asistía a lamisa dominical del mediodía de la parroquia del EspírituSanto, conocí allí a sus allegados. En dos ocasiones, porfalta de monaguillo, me tocó ayudarle en los oficiosdedicados a Lezama cuando se cumplían aniversarios de sumuerte. Fue así como de pronto formé parte del círculoíntimo de amigos del autor de Muerte de Narciso.

Pero en una ocasión, habiendo regresado ya aHolguín y de visita en La Habana, el Padre Gaztelu me invitóa alojarme en su iglesia cuando el techo de la parte destinadaa vivienda se derrumbó, a consecuencia de un fuerteaguacero. Fue entonces cuando pidió a María Luisa, a quientodo el mundo llamaba por su nombre y yo en público, queme hospedara. Y ella accedió con gusto. Ya sabía que era

nieto de su amigo deadolescencia, Aurelio Pino, juezde Holguín y Cañadón, unpoblado del término de Banes, enla carretera hacia la playa deGuardalavaca.La casa de Lezama permanecíacomo él la había vivido. En laprimera ocasión me alojé allícinco días y apenas dormí,poseído como estaba por elhechizo del lugar, consciente delprivilegio que representaba paracualquier aspirante a escritor estaren el “templo de la imagen”. Todoestaba imantado por la energía deaquel alquimista de palabras quela habitara. Allí, más queimaginarlo, lo veía como si

estuviera vivo, oficiando sus vigilias, fabulando, hechizadocomo un gurú en su cripta. Demiurgo en su pequeño cuarto,al que llamaban sus familiares la “Gruta de Delfos”. Siempreescribiendo a mano con una caligrafía muy peculiar.Yo nohabía cumplido veinte años y ya me fascinaba su mundo,aunque apenas lo entendiera. Sin embargo, leía embrujadopor la música de sus palabras y me dejaba llevar por lo queGaztelu había definido como “una rauda cetrería demetáforas”.

Pintada la fachada con un gris ensombrecido por elhollín, cubierta de polvo, se accede a la casa por una entradacustodiada por dos columnas semisalomónicas. Los enormesmuebles apenas dejaban espacio en una sala que reducíanaún más, presidida por el enorme retrato del Coronel Lezamaen traje de gala y empuñando un sable. Además, enmarcadosse veían los retratos de Góngora, Mallarmé y Martí. Lasparedes despintadas estaban cubiertas de cuadros, algunosadquiridos por Lezama y otros rescatados de la colecciónde su hermana Eloísa y su cuñado Orlando. Entre los lienzos,recuerdo a Los novios de Arístides Fernández; Retrato deEloísa, pintado por Mario Carreño, otro de Lezama realizado

Lezama Lima frente a su casa

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por Arche; unos gallos de Mariano; un dibujo de Lozanorepresentando a un hombre desnudo y algunas esculturassuyas de pequeño formato como un pez y un San Francisco;El Coche Musical, de Cleva Solís; un óleo inconcluso deuna mujer vestida de rojo, de Víctor Manuel; un galleguitoque había cortejado a una pariente de Lezama, pintado porCundo Bermúdez y, entre los más jóvenes, sin espacio dondecolgarlos, varios grabados de Antonio Saura, Umberto Peñay unas piezas de Martínez Pedro, Clara Morera y SandúDarié.

Todas las habitaciones estaban llenas de estanteríascon filas dobles de libros, algunos muy valiosos, como elfirmado por Martí. Otros exhibían la firma de autorescontemporáneos: Octavio Paz, Wallace Stevens, VargasLlosa, Juan Goytisolo... En total más de diez mil volúmenesy casi ninguno de obras teatrales.

Había mesas repletas de pirámides de papeles endonde se mezclaban cajas que contenían tabacos, llaves,lápices, plumas, aerosoles contra el asma, botones, abridoresde cartas, estilográficas, bolígrafos con la tinta seca,carreteles de hilos, agujas, tarjetas de visitas y cientos decartas sin clasificar, escritas por Juan Ramón Jiménez, MaríaZambrano, Adolfo Salazar, Julián Orbón, Cernuda, ZenobiaCamprubí, Carlos Fuentes, Vicente Aleixandre, Octavio Paz,Valente, Cortázar, y muchos autores cubanos. Por supuesto,también de los poetas de Orígenes, Loló de la Torriente,Eugenio Florit, Lydia Cabrera y una lista interminable. Los

resquicios que quedaban libres lo ocupaban estatuillas,ceniceros, pequeñas tallas, miniaturas, piezas en jade deBuda y de Lao Tsé, un dragón de marfil tallado que teníauna bola en la boca y era como un sonajero, piezas dedecoración, chinas, indias, tibetanas, caracoles, monedas...Todo ello, en un abigarramiento al que se sumaba lahumedad de las paredes y un olor a gas de la calle que hacíala atmósfera irrespirable. Me preguntaba cómo había podidoLezama vivir allí tantos años con su obesidad, el asma, ladisnea y la depresión en la que se sumió desde la separaciónde sus hermanas y, luego, el juicio contra Heberto Padilla.

Lezama escribía en una pequeña habitación quedaba a un cuartito de desahogo. Contigua quedaba la cocinadonde atesoraba cientos de cuadernos de recetas, muchasapuntadas a manos, aunque no supiera ni hacerse un café.En el pequeño cuarto del final, con su cama de adolescente,era donde yo dormía. En éste y en la habitación principalhabía unos mastodónticos armarios repletos de ropa delescritor y la de doña Rosa. Cuando la casa fuedefinitivamente intervenida por el Estado no se sabe a dóndetodo esto fue a parar.

No tenían televisión. Sólo una vieja radio por dondeescuchaban a veces música clásica en CMBF y emisorasinternacionales, entre ellas Radio Nacional de España, RadioFrancia Internacional y muy bajo, para que los vecinos -que de día les hacían la vida imposible con ruidos y la basuraque arrojaban al patio central- no los oyeran, La Voz de los

Alejandro Anreus: Retrato de José Lezama Lima, 1982

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ArmandoAlvarezBravo

EDICIONES UNIVERSAL / MIAMI

[email protected]

“La poesía es esencialmente unm i l a g r o . . . ” , Armando Alvarez Bravo.

Estados Unidos de América y su programa “Cita con Cuba”.A Cachita le pedí que me dejara ayudarle a

organizar un poco durante los días que me iba a quedar allí.Y accedió. Lo primero que hice fue, en el primer patiointerior, donde no había ni una sola planta, montar numerosastendederas con cordeles y colgar de ellos, como si fueraropa lavada, los cuadernos manuscritos de Paradiso,totalmente humedecidos y algunos enmohecidos. Ella nisiquiera se imaginaba en el estado en que estaban. El primercapítulo lo mecanografió Antonia Soler, los otros Cachita yla vecina de enfrente, la simpática Emilia. De noche, meponía a revisar, a hurgar, a leer. No dormía. Salvo “secar” lanovela, casi nada se podía hacer. Cuando el padre Gazteluvino a recogerme para ir atomar el té con lashermanas de la pintoraAmelia Peláez y lerespondí que preferíaquedarme haciendo lo quehabía comenzado, le oídecir algo que repetíahasta el cansancio: “Eneste país tenemos que serémulos de Job”.En otro de mis viajes a LaHabana, Cachita me regalóel primer libro de ensayosde Lezama, Analectas delreloj, dedicado de su puñoy letra por el autor a sumadre. Me lo ofreció conla foto del día en que secasó, en que aparecenCintio Vitier y Fina y BellaGarcía Marrúz, EliseoDiego, Octavio Smith quefue el notario de la boda,los esposos Fernández deCastro, Alejo Carpentier ysu esposa Lilia Esteban,Agustín Pí y las hermanasPeláez, entre otros. También me regaló unas plumas, uncenicero que es un cisne con un baño de plata, variosabrecartas y algunas corbatas de Lezama que quedaban, puescasi todas se las había regalado a Umberto Peña, que lasutilizó en sus Trapices. Me dio también una foto de Lezamaen todo ese ambiente, reinando como un monarca en unocéano de papeles, realizada por Chinolope. Cosas que aúnconservo. Cuando le conté a Cintio y a Fina lo generosaque era conmigo Cachita, se quedaron demudados. Ellosquerían tener un recuerdo de Lezama. Fue entonces que lesregalé el marcador que usó mientras estuvo en el hospital yleía El arpa y la sombra, de Alejo Carpentier y un libro depoemas de Cristina Peri Rossi, que le envió Julio Cortázar.Yo me negaba a aceptar aquellos objetos pero Cachita meobligaba diciéndome que ella estaba enferma del corazón,que moriría en cualquier momento y que no estaba segurade que alguien quisiera conservarlos luego. No los considero

como propiedad sino como un simple depositarioA Cachita le ayudó en la clasificación del legado

otro joven que admiraba a Lezama, Roberto Pérez León. Elempeño quedó a medias porque Roberto apenas tenía tiempolibre debido a sus estudios y poco después ella falleció, nosin antes haberle prometido el entonces Ministro de Cultura,Armando Hart, conservar tal cual la vivienda y hacer unaCasa-Museo. Estuvo cerrada durante años, hasta que despuésde litigios, gestiones desagradables e incomprensibles, lallave le fue entregada, con el aval de los Vitier, a Emilio deArmas, quien junto a su esposa de entonces, LourdesMarrero, se mudaron allí con la tarea de hacer un inventarioexhaustivo y habitarla. Como yo había sido padrino de la

boda de ambos y conocía perfectamenteel lugar, vine con ellos a pasar unassemanas en la casa y, por puro azar, mevi durmiendo, de nuevo, en la cama delLezama adolescente. Lourdes hizo sutarea en folios con el membrete delMuseo de la Ciudad, que yo archivécuando organicé los fondosdocumentales del Archivo de la Oficinadel Historiador de la Ciudad, con unalista completa de objetos, libros ycuadros que encontró. Ya para esa fechafaltaban muchas piezas y libros.Con nuestros poemas, una noche Emilioy yo le hicimos un homenaje a Lezamadelante de la mascarilla de su rostro ysus manos, pintados con un barnizverdoso muy desagradable pues parecíaputrefacto. Al principio me daba pavorpasar de madrugada, a oscuras, cerca deella. Después la compasión me hizovencer el miedo. Como había muchoincienso de rosas –Cachita era cuáquera,rosacruz, ocultista y bautista, leía lomismo La Biblia que a MadameBlavatski o Krhisnamurti-, loencendimos junto a unos cirios. CuandoLourdes limpió la casa tuvo que echar

montones de basura y hasta en las gavetas de los mueblesde la sala encontraba objetos inútiles mezclados con cenizasde tabaco.

A finales de 1970, Lezama se había encerradoprácticamente en la casa. Allí se protegía del acoso de lasautoridades y de los que le enviaban anónimos y le llamabanpor teléfono a altas horas de la noche para amenazarle,insultarle y darle noticias de falsas muertes de personasqueridas por él. Hasta de día tenía que tener las lucesencendidas porque en su casa nunca daba el sol. Endiciembre era una nevera y en agosto un infierno. No teníaventiladores. El suelo de la sala poco a poco se hundía y eldel baño también. De día los gritos de los vecinos eraninsoportables y de noche los pleitos impedían dormir.

Durante la limpieza de Lourdes recuerdo que rompíunas planillas de la Embajada de los Estados Unidos a mediollenar. Aunque Leza-ma no se fue de Cuba, creo que en sus

Interior de la casa de Lezama Lima

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horas de desolaciónestuvo tentado ahacerlo. El pasaportelo destrui-mos Emi-lio y yo. Antes deirme de Cuba, cuan-do aún vivía Nélida,la criada quesustituyó a Baldu-vina y que heredó lapropiedad de laparcela en el Cemen-terio de Colón, y consu aprobación, repa-ré y pinté con unosalbañiles amigos quepagué en dólares –estaban prohibidosen esa fecha-, elpanteón de la familia Lezama Lima: estaba rajado y elagua de la lluvia se le colaba dentro.

Ahora recuerdo cuando Cachita me decía que siquería que la policía se enterara de algo, bastaba conllamarla y decírselo por teléfono. Una vez hicimos laprueba. Ella me llamaría a Holguín y me diría que haríauna reunión muy importante donde habría extranjeros, ala que yo no debía asistir. Tenía que contestarle que le

traería carne de resde contrabando, y ledebía precisar el díay la hora en quellegaría a su casa.Pusimos el plan enmarcha y cuandovenía doblando porPrado para cogerTrocadero, dos po-licías se bajaron deun coche de patru-lla, me detuvieron yregistraron todo loquellevaba. Busca-ban la prueba deldelito. Lo queencontraron fue unacaja llena de guaná-

banas y anones de los árboles del patio de mi abuela. Cuandose lo conté, Cachita con una infinita tristeza en sus ojosdesgastados, me dijo: “Te lo advertí. ¿Tenía razón o no?”

Alberto Lauro, poeta y novelista cubano (En brazos deCaín), residente en Madrid, publicó este texto en Aldabonazoen Trocadero 162, antología sobre Lezama Lima, editadapor William Navarrete ( Aduana Vieja, 2008).

Sala de la casa de Lezama Lima

EL MhANOOrlando Rodríguez-Muro

El autor quiere trasmitir al lector todassus experiencias mística, El Mhano esun libro interesante que nos enseña apensar sobre el propósito del hombre enla Tierra. La ficción pudo ser unaexperiencia real, en otro tiempo.

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Una novela mística

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Estríctamente

personalAugusto LemusLos ángeles tocan el arpa ylos demonios el bongó, peroel piano lo toca ZenaidaManfugás. Esta verdad dePerogrullo puede dar unaidea de la grandeza artísticade esa mujer menuda, quecon una presencia escénicagigantesca, ha conquistadoa los más exigentes críticosy públicos del mundo. Lossecretos del pentagrama sehan revelado mansos a laspequeñas y prodigiosasmanos —contra todopronóstico— de la con-certista cubana, que porigual ejecuta lo clásico, lopopular, lo romántico y “lasabrosura de los ritmoscubanos”. El virtuosismocon que interpreta aMendelsohn ó Beethoven,no nos prepara para latransfiguración de Grana-dos ó Lecuona. Cadacompositor, cada época,cada escuela tienen en laManfugás una conocedoraprofunda, fiel al espíritu delautor, y libre como el genioque inspiró cada pieza. Lasorpresa, lo multifacético,lo inabarcable, son algunosde los rasgos que marcan laobra y la vida de Zenaida.Cada 29 de diciembre conidéntica alegría recibo lasllamadas de los amigos querecuerdan el aniversario demis eternos veintiséis, unaen particular me conmueve.

Una voz grave y pausada, del otro lado del auricular, medice “espérate, no te vayas”, como si tal cosa fuera posible,y las notas del Feliz Cumpleaños inician un arcoíris deinterpretaciones que cada vez es diferente e igual,fragmentos de Franz Liszt, Ludwig Van Beethoven,Schumann o el Cadete Constitucional, se pueden maridarpara mostrarme, en un prodigio de interpretaciones, laversatilidad de la artista. El hecho es sabido, los másautorizados críticos de Europa y Los Estados Unidos lo hanconstatado, la bibliografía existente lo registraexhaustivamente, pero la comprobación personal e íntimadel hecho, lejos de la prensa especializada, de las luces ylas posiciones esnobistas de los neófitos, es una Fiesta

Zenaida Manfugás, retrato dedicado a Augtusto Lemus

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Augusto Lemus, poeta, ensayista e investigadorliterario, nació en Guantánamo, Cuba, y tiene un libro depoemas publicado, así como varios listos para su edición.Su especialidad: la literatura y el arte guantanameros.

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Lezamiana. Con Zenaida hablo casi todos los días, meexamina, me interroga, escudriña mis conocimientos eincansablemente comprueba mi ignorancia. No se fatiga,no pierde el temple, no ceja en el intento de instruir, decompartir, de dar generosamente sus conocimientos yexperiencias de vida. Después de más de tres horas de charlasme dice: “¡Qué Cotorra! ¡Pero qué cotorra te he dado!, teremojé, te lavé, te tendí y te planché, ¡Pero qué cotorra!”, ypuedo adivinar una maliciosa sonrisa en sus ojos, los únicosque pueden igualar la elocuencia de sus manos. Es que laManfugás es una enciclopedia de vida; con ella, de la manode su ciclópea memoria, he recorrido Rusia ó la China, hedesandado Paris y Ma-drid, he degustado losolores, el sabor y lastexturas de Viet Nam odel Caribe. Con frecuen-cia me pregunta: “¿tú norecuerdas en La Ha-bana…?” y haciendomohines me veo obliga-do a responder: “Zenaidacuando yo nací ya eso noexistía, o esa persona yano estaba en Cuba”. Lasinstituciones, las perso-nalidades políticas,sociales o artísticas des-filan por su conversaciónsin aspavientos, no haypretensión alguna deepatar con la cons-telación de celebridadescon que ha compartido.Su sencillez y gracejohacen del más escabrosotema histórico, de sen-sibilidad racial, o pelia-gudo tópico político, undialogo fluido y sinestridencias. Una tarde lecomente: “mi amiga laColumbié me ha invitado a presentar mi libro Cartas deodio, amor y otras nimiedades en un evento paralelo a laFeria del Libro en Miami. Su respuesta no se hizo esperar:“yo compro un pasaje y voy, yo estoy contigo”. No mesorprendió su esplendidez solidaria, pero al colgar el teléfonome cayó el veinte, como decimos en cubano. Eso eraridículamente absurdo, ¿cómo podría yo estar leyendo mismalos versos, en un podio, y en el público estaraplaudiéndome una gloria real del arte?, no tenía sentido.El resto es historia, una frenética carrera contra reloj paracancelar compromisos, ajustar una presentación pactada enel encuentro de Intelectuales Guantanameros del Exilio, conla complicidad del Reverendo Miguel Ángel Tudela, acudira esa otra mujer excepcional y pródiga que es Belkis CuzaMalé, para apresuradamente improvisar un Homenaje a

Zenaida en Miami, fue todo uno. El concurso y recurso delas voluntades fue fácil, Belkis habló con Baltasar SantiagoMartín para que nos cediera un espacio en su tertulia Intimityforever, y él lo dio todo. Nuestra Rebeca Ulloa hizo llamadastelefónicas, y le arrebató a Arístide una de sus magnificasobras para que se le entregara; Luis de la Paz probó una vezmás, como si no bastaran las incontables veces anteriores,su magnificencia, profesionalidad y amor por lo cubano yel arte. Olga Connor nos dio cobertura; Delio, imagen; laColumbié fue chofer y fotógrafa; Omar Rodriguez Capó,hombro y alma. Todos los convocados respondieron a lapremura y circunstancias. No fue lo que debió ser, tan sólo

lo que pudo ser, peropara Zenaida Manfugásfue suficiente en lagrandeza de su hu-mildad. Un día previoal Homenaje, en elestudio del MaestroJesús G. Ruspoli, porcasi dos horas, Zenaidame brindó una clasemagistral sobre lastécnicas de interpre-tación y las diferentesescuelas pianísticas.Entre variantes, modosy medios de interpretarel pentagrama, medeveló los misteriospedagógicos de sumadre, Andrea Man-fugás, su mentora einspiración. A SarahParuas debo mis exi-guos conocimientos delpiano, a Tusy Cabal losde vocalización, aArgelier León los demetodología de lainvestigación, a ZoilaLapique Becali el amora la ópera, en cambio al

Dr. Luis Morlote y a Rafael Inciarte, el gusto por loautóctono; pero a Zenaida Manfugas debo más, debo unavisión humana del arte, una interiorización personalísimade lo universal, la certeza de que el genio transita nuestrascalles y puede sorprendernos en cualquier esquina. Si leencuentran, no permitan la fuga de ese instante eterno,tómenle las manos en un gesto estríctamente personal yúnico, no lo pierdan.

Héctor Carrillo

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lLalalalalaL

RobertoEstopiñán: Papel,Madera y BronceAlejandro Anreus

Este añoRobertoEstopiñáncumplenoventaaños. Esjunto conRafaelSoriano (enMiami),JorgeCamacho (enParís) yAntonioVidal (en LaHabana) unode los cuatrosobrevivientesde sugeneración.Nacido en LaHabana yeducado enla academia San Alejandro, su maestro ymentor fue el gran escultor cubano JuanJosé Sicre. Esto es muy significativo,pues Sicre fue discípulo de AntoineBourdelle en Paris, el cual había sidodiscípulo de “esa montaña del artemoderno” que fue Auguste Rodin. Este

es el árbol genealógico de más peso dentrode la escultura moderna y el habaneroEstopiñán es parte integral de él.Como artista, Estopiñán pertenece a lageneración de escultores cubanos quedespuntaron en la década del 50: NúñezBooth, Eugenio Rodríguez, RolandoGutiérrez, López Dirube, Rodulfo Tardo,Agustín Cárdenas y Tomás Oliva. Creo quela historia del arte probará que Estopiñán es,

junto con Oliva yLópez Dirube, entrelos pocos que handejado una obracargada de rigorformal y contenidoprofundo. Cárdenas,que tanto prometió aprincipio de los 60,terminó produciendouna esculturadecorativa yamanerada.

En 1953 Estopiñánenvió su maqueta del“Preso PolíticoDesconocido” alconcurso internacionalde la galería Tate enLondres; fue el únicofinalista de AméricaLatina. Durante esadécada fue unmiembro activo del

Directorio Estudiantil y participó en la luchacontra Batista. En el exilio a partir de 1961,volvió a esta temática afectado por loshorrores del presidio castrista; la obra sevolvió virulentamente expresionista. En1999 regresó a este tema de nuevo, esta vezsu visión agónica se presenta en formas

Robertro Estopiñán: Monumento del preso político desconocido

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depuradas y minimalistas. Menciono este recurrente tema ensu producción artística como ejemplo de su obsesión con elhombre y la libertad, como eje de su arte.

Más allá de su producción escultórica,Estopiñán lleva siete décadas ejecutando una obra en papel(lo mismo en dibujo que en grabado) de una riquezaextraordinaria. Durante los tres últimos años ha creado una

serie de más de 50 obras de gran formato enpapel, donde por primera vez utiliza el collage.Este no es un collage cubista ni dadaísta. Esmás bien un collage que sintetiza el clasicismode sus torsos femeninos (su obra de los 1980s)con un minimalismo donde hojas de madera ybronce se abrazan sobre la superficie del papel.Lo decorativo es transformado en algo hermoso;los diferentes materiales se tornan formasresplandecientes. Las figuras escapan loteatrico, al contrario son lo misterioso. Y esemisterio evoca la presencia del espíritu.

Recordemos que la materia sin espíritu es sólo eso, materia.Estopiñán sopla el espíritu en estos torsos de papel, madera ybronce, y la materia vive.

En sus ochenta y tantos años, Matisse creó una obrapoderosa, llena de luz y alegría. Picasso a la misma edaddejó una obra oscura y angustiada, repleta de rabia.Estopiñán a sus casi 90 años sigue creando dibujos que nosdicen:

“En medio de la dicha de mi vida, me detengo para decir que el mundo es bello

por la bendita sangre de su herida.”Carlos Pellicer

Frente a estas obras sólo es permitido el silencio y lacontemplación.

Alejandro Anreus es profesor de historia de arte enWilliam Paterson University en New Jersey. Autor de varioslibros sobre arte latinoamerican. En la actualidad escribeuna monografía sobre el pintor Luis Cruz Azaceta.

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y la segunda por capricho de mi madre, cuando se le metió enla cabeza que estaba a punto de morirse y quería, por últimavez, ver el pueblo en donde había crecido. Increíblementefalleció una semana después. Ahora cuando lo pienso, nuestrapequeña familia siempre estuvo rodeada de presagios ysupersticiones, como si sus miembros tuvieran poderessobrenaturales para predecir, incluso, si el año venidero seríade sequía o de abundante lluvia. No sé si porque crecí en lacapital, o porque fui el único de nuestra casta que estudió en launiversidad, pero carecía de aquellos poderes. Nunca vi alespíritu del abuelo meciéndose en el sillón del portal, comosolía hacerlo cuando nos visitaba y que mi madre siempre veía,ni tampoco escuché la voz del tío Rogelio en su velorioindicándole a su esposa que le abrigara el cadáver, pues teníafrío. Para mí todas las cosas de la vida tenían un fundamentocientífico: peso, altura, ancho, espacio ocupacional, causa yefecto; por supuesto, todo esto cambió desde el mismomomento en que decidí visitar a mi tía Josefina.

El tren salía de la terminal a las tres y media de latarde, y según la pizarra de itinerario arribaría a San Pedro,otro pueblo que quedaba a unos 160 kilómetros después de

Caracusei, a las doce y media de lanoche; sin embargo, no decía nadadel dichoso pueblo. Le preguntéconfundido al señor que vendía losboletos detrás de la ventanilla y medijo que no me preocupara, que eltren pasaría por Caracusei y haríauna parada fugaz, pero que como esepueblo era tan chico y aún no estabaincluido en los mapas, no loanunciaban para no confundir a lospasajeros.

Tocó la coincidencia deque el número de mi vagón fuera el32, como mi edad. Cuando lo

abordé, a primera vista parecía estar completamentedeshabitado, pero después que avancé unos pasos en su interior,descubrí que en el fondo había alguien. Parecía ser una jovenque dormía con la cabeza apoyada sobre el espaldar del asientoque tenía al frente. Me senté en uno de los del medio, y alinstante el tren soltó un pitazo largo y triste y empezó a avanzarbandeándose de un lado a otro como si estuviera a punto dedescarrilarse. Apenas abandonamos la ciudad, un sentimientode tranquilidad se apoderó de mí. Pensaba que si mi madre meviera viajando rumbo a Caracusei se sentiría orgullosa. Y noera para menos, siempre a finales de año me caía encima paraque la acompañara a visitar a la tía Josefina: “Navidad es unaépoca para pasarla en familia, y ella está allá, tan lejos…soliiiiiiita”; esta última palabra la pronunciaba alargándola paradarle un toque más conmovedor a su propuesta, pero yo siemprela evadía inventándole alguna excusa con respecto a launiversidad. Ella nunca dudó de mi palabra: “No hijo, tuporvenir está primero que todo”, me decía con rostro deresignación. En aquel tiempo me sentía aliviado de poderconvencerla, pero después de su muerte aquel recuerdocomenzó a martirizarme profundamente y terminéarrepintiéndome de no haberla complacido en lo único que

EL MUGIDO DELEL MUGIDO DELEL MUGIDO DELEL MUGIDO DELEL MUGIDO DELBUEYBUEYBUEYBUEYBUEYAriel González CalzadaSi alguien me dijera que vio paseándose por Wall Street a unjinete sin cabeza, o a un fantasma afligido en pleno carnavalde Río de Janeiro, simplemente le diría que es un mentiroso.Ahora, si la misma persona me contara que vio a Frankensteinsentado en la única taberna de Caracusei, bebiendo ron paraolvidar desamores, le creería sin reserva alguna; y es que lascosas que suceden en ese pueblo le ponen los pelos de puntaal más comunista de los hombres.

Por supuesto que Caracusei se encuentra en mediodel campo, pues estos pueblos mientras más pequeños ydesolados, más grande tienen el infierno. A veces intentoencontrar alguna explicación lógica a lo que me sucedióaquella noche en casa de mi tía, pero la única palabra queviene a mi mente es “coinci-dencia”. Sin embargo, cuandorecuerdo “el mugido del buey”se me pone la piel de gallina ytermino creyendo que aquelanimal verdaderamente pre-sentía la muerte. Leer las cartasde mi tía Josefina era unmartirio, no solamente por susextensiones, pues al parecerescribía un poco todos los díascomo un diario y al final de cadames me mandaba la novelaza,sino también porque hablabasiempre de lo mismo. Y no laculpaba, con sus ochenta y tantos años de edad y viviendosola en Caracusei no era para menos. Pero no siempre fue así.Sus cartas comenzaron a llegar a mi nombre después de lamuerute de mi madre, y es que yo era el único familiar que lequedaba. Al principio, como una vía de escape al dolor de mipérdida, comencé a leerlas mes por mes, buscaba la presenciade mi madre en las letras de su hermana; pero doce añosdespués, con mi vieja bien enterrada y el sentimiento a cuestade que mi vida ahora dependía únicamente de mí, comencé adejarlas en un rincón, sin siquiera tomarme el trabajo deabrirlas. Pero aquella tarde, cuando me llegó su última carta yleí en el sobre: “URGENTE”, me invadió el presagio de unamala noticia, por lo que decidí abrirla. En ésta me explicabaque un legendario buey había mugido dos noches seguidas alfrente de su casa anunciándole su muerte, y antes de que fueratarde, quería que la visitara para poner su casa a mi nombre.

Debo aclarar que cuando ella se refiere a “casa”, estáhablando de un bohío de madera con techo de guano, piso decemento pulido y ventanas de yagua, como todas las demásde aquel pueblo remoto, o al menos era como yo la recordaba.Sólo la había visitado un par de veces cuando era niño: laprimera vez para el entierro del tío Rogelino, que era su esposo,

Belkis Ayón

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pedía.La noche me sorprendió vagando en los recuerdos. Cerré laventanilla para evitar que los insectos entraran y amortiguar elruido de la locomotora, entonces sentí que alguien silbaba a miespalda. Me volteé y descubrí que se trataba del otro ocupante,al cual había olvidado completamente. Desde la penumbra, yaque el vagón tenía las luces apagadas, vi que me hacía señascon su mano blanca para que me acercara. Debo aceptar que alprincipio titubeé, pues la escena más dudosa no podía ser, peroal recordar que se trataba de una joven que viajajaba sola, decidíaproximarme; quizás necesitaba ayuda.Al llegar se pegó a la ventanilla dejando parte de su asientolibre y con la misma mano dio tres golpecitos sobre ésteconvidándome a sentar. Seguía sin verle el rostro, pues manteníala cabeza gacha; además, el rincón al cual se había desplazadoquedaba completamente fuera de la poca iluminación que existía.“¿Se siente bien?”, le pregunté sin moverme, pero su respuestafue dar tres golpes más sobre el asiento. “Está bien, pero leadvierto que no tengo drogas ni alcohol”, dije mientras mesentaba. “¿Y qué va a hacer usted en Caracusei?”, me preguntómanteniendo la postura. Quedé sorprendido. ¿Cómo aquelladesconocida sabía mi destino, cuando aquel tren en su largorecorrido paraba en más de veinte pueblos? “No te asustes, queno soy adivina ni nada por el estilo, lo que sucede es que en estevagón sólo viajan los que van hacia Caracusei”, dijo alguiendesde la penumbra de su rincón. “Voy a visitar a mi tía”, le dijea secas.¿Por lo del mugido del buey?”, me preguntóincorporándose y entonces fue cuando vi su rostro por primeravez y quedé sorprendido, pues me había equivocado en mis

conclusiones: se trataba de una anciana; sin embargo, algo noencajaba en su rostro, su piel era arrugada en todos lados menosen la frente, sus cabellos negros tenían la vida de unaquinceañera y su voz era tan clara que no parecía pertenecerle.“No creerá en esa historia”, le dije tratando de disimular miimpresión, pero ella sonrió con suspicacia y prosiguió: “Porsupuesto que sí, ‘el mugido del buey’ nunca se ha equivocado”y me explicó que todo había comenzado hacia siglos atrás,con la primera familia que se mudó a aquella zona. Los reciénllegados habían pedido un préstamo a unos acreedores dereputación dudosa para comprar las tierras, pues pensaban quecon el fruto de la cosecha podrían pagar la deuda con rapidez;pero la tierra no era tan fértil como creían y por más queintentaban sembrar, al día siguiente encontraban todo seco.Pronto los acreedores, al no ver ni un centavo de su préstamo,comenzaron a hostigar a la familia, al punto de que mandaronasesinos a sueldo para que les quitaran los pocos animales quetenían. Sucedió entonces que una noche el hombre tuvo unsueño en el que su buey, que había estado con él toda su vida,le decía que la única manera de hacer producir aquellas tierrasera degollándolo y esparciendo su sangre por los alrededores.El hombre estaba tan desesperado por encontrar una solución,que al día siguiente fue hasta el establo y degolló al buey,recogió su sangre en cubetas y la regó por todos lados. Al otrodía fue a revisar sus cultivos y se encontró con que todas lasplantas habían prendido firmemente en el suelo y yacomenzaban a empinarse, y una semana después tuvo unapróspera cosecha. Sin embargo, una noche mientras dormía,escuchó un mugido fuera de lo normal y al abrir la puerta

Un libro que cuenta la historia del Cayocomo usted nunca la ha oído, sencillo y ameno.La cubanía del Cayo Hueso de ayer

Cuba y el CayoHueso de Ayer

Alejandro F.Pascual

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encontró a su buey, que tenía un pelambre fosforescente y lomiraba fijo a los ojos. Espantado se trancó en la casa y nodurmió en toda la noche. A la mañana siguiente, los hombresmandados por los acreedores regresaron y lo ahorcaron de unaviga de su propio portal. Desde ese día todos los que nacen enel pueblo, cuando tienen la muerte cerca, el buey les avisamugiendo frente a su casa.

“Interesante leyenda”, le dije a la mujer mientras meincorporaba. “¿Cómo es que se llama su tía, joven?”.“Josefina”, le contesté alejándome. “Entonces su madre eraDoña Leonor. Sí, la conocí”, me dijo con un gesto, como siestuviera haciendo un gran esfuerzo para recordar.“¡Qué mundo más chico!”, le contesté sin voltearme.

Al llegar a mi asiento miré el reloj, aún mefaltaban dos horas de viaje, por lo que decidírecostarme y tratar de dormir; aunque no recuerdo silo logré, pues cuando el pito del tren anunció el arribo,tenía los ojos abiertos, sin embargo no pensaba ennada. Miré hacia atrás y no vi a la anciana, eso mehe iyesorprendió pues no recordaba que el tren hubiera hechoalguna parada intermedia. Fui el único pasajero que se bajó. Yahora estaba ahí, de noche y prácticamente en medio del monte,sin tener la menor idea de dónde vivía mi tía. Para mitranquilidad descubrí que aquella terminal, aunque pequeña,tenía un puesto de administración. En su interior encontré aun individuo larguirucho de cejas muy espesas y juntas, quese alumbraba con una lámpara de aceite, pues por las nochesapagaban el único generador de electricidad que tenía el pueblo. “¡Asíque usted es el sobrino de Doña Josefina!”, exclamó cuando mepresenté, “¡qué bueno que ha venido para que la acompañe en susúltimos momentos, pues el buey ya ha mugido dos veces frente a sucasa”. Evitando entablar una conversación con aquel individuo sobreel afamado buey, le expliqué que la última vez que había venido avisitarla era muy chico y que no recordaba el camino hasta su casa.“No tiene pérdida”, me dijo el hombre señalando a mis espaldas.“Tome ese trillo hasta que se encuentre con un cañaveral, luego doblea la derecha y siga hasta el final, ahí encontrará la casa”. Le di lasgracias con rapidez y emprendí el camino. Antes de entrar en la malezame volteé y descubrí que había apagado la lámpara de la caseta.

Caminé lo más lento que pude, pues más que un caminoaquello parecía la boca del lobo por la oscuridad. No veía dóndepisaba y el suelo no era uniforme, incluso podía sentir los surcosproducidos por los neumáticos de las carretas y tractores al rompersus bordes bajo mis pies. Después de unos diez minutos vi a lo lejosuna iluminación, como si fuera la salida de un túnel y yo estuvieracaminando dentro de él, entonces reparé en que la noche no estabatan oscura, lo que sucedía era que los árboles que se levantaban a milado se juntaban en lo alto creando un sombreadillo compacto. Alsalir me encontré con un fantástico cañaveral bañado por la luz de laluna, sus hojas ondeaban por la brisa que le hacia desprender unamúsica suave. Esto me consoló, pues era signo de que no habríacalor ni mosquitos, algo que me mortificaba profundamente, puesnunca llegué a adaptarme al mosquitero; era como estar durmiendodentro de una telaraña enorme. Tomé hacia la derecha como me habíaindicado el individuo, y después de caminar por otros diez minutosreconocí en uno de los costados la vieja choza de la tía, unailuminación moribunda escapaba por las grietas de las paredes demadera.

Llegué hasta el umbral con algo de melancolía, pues meinvadió el recuerdo de mi madre llevándome de la mano años atrás.Podía ver hasta la imagen de los dos acabados de llegar y golpeando

la puerta de la tía. Entonces me pareció sentir su presencia, como sisu espíritu, alegre de verme, volara alrededor de la casa y de mí.Alcé el puño para golpear la puerta, pero esta se abrió y mi tía apareciósosteniendo una lámpara de aceite. Lucía más vieja de lo quehumanamente una persona podría envejecer. “Sabía que no medejarías sola en mis últimos momentos”, dijo después de besarme.“Vamos tía, no creerás toda esa historia del buey guadaña”. “Perohijo, si lo vi con mis propios ojos”, insistió ella. “Entonces sóloespero que no te mueras mientras yo esté aquí, hazlo despuésde que me vaya”, le dije tratando de hacer un chiste, pero almomento comprendí que había soltado uno de mis disparates;pero ella, con ese temperamento afable que caracteriza a todos

por mi línea materna, me dijo: “No has cambiado ennada, sigues siendo el mismo niño travieso que corríatras las gallinas cuando venían a visitarme”. Despuésde apretarme uno de los cachetes con sus dedosescamosos, agregó: “Ya tienes la cama lista, acuéstatea dormir, que mañana iremos a resolver lo de la casa”;luego desapareció detrás de la bambalina de su cuar-

to. Con la duda de haberla ofendido con mi chiste de mal gusto,fui hasta el otro cuarto que tenía la casa, el mismo que mimadre y yo usábamos cuando íbamos a visitarla. Comoesperaba, un resplandeciente mosquitero blanco cubría lacama, lo zafé de las orillas del colchón y subí sus lados, luegofui hasta la ventana y la abrí para que la brisa entrara. Alprincipio la dureza del colchón y la almohada no me permitíanacomodarme, adondequiera que me volteaba había una bolade guata enterrándoseme en las costillas o en la cadera. Una vez,cuando yo me estaba quejando del problema a mi madre, el tíoRogelio me dijo que no había mejor comida que cuando se tienehambre, ni mejor cama que cuando se tiene sueño; yo nunca habíaestado de acuerdo con él y aquella noche estuve más en desacuerdoque nunca, pero al final me quedé dormido, como siempre.

Hasta que desperté en medio de la noche con la lejanasensación de haber escuchado un grito de mujer. Miré el reloj ymarcaba la 1:24 A.M. Convencido de que había sido mi imaginación,traté de retomar el sueño una vez más, pero de pronto un mugidolargo y de garganta ancha hizo que me despertara por completo; lohabía sentido justo del otro lado de mi ventana. Me incorporé de unsalto y fui hasta ésta para cerrarla, por si se trataba de un perro jíbaro.Entonces fue cuando lo vi: su pelambre brillaba como si estuvierahecha de filamentos lunáticos, de su cuello chorreaba eternamenteuna sangre espesa y elástica, y sus ojos eran rojo fosforescente, comosi se tratase de dos brazas al rojo vivo. El buey fijó su miradainquisidora en mí y volvió a mugir sin siquiera abrir la boca. A lamente me vino mi tía y corrí hacia su cuarto para socorrerla, pero alllegar no la encontré, su cama estaba vacía. El buey mugiónuevamente provocando que el estómago se me revolviera. Regresélentamente a mi cuarto con la intención de cerrar la ventana, yentonces encontré a Josefina. Estaba inclinada sobre mi cama, y haciamovimientos bruscos, como si estuviera forcejando. Me acerqué porsu espalda y descubrí que se trataba de mi cuerpo, al parecer en midesespero me había levantado sin él y ahora ella trataba de reanimarlo.

Pero no me importó, ya nada importaba. Una sensación dedespreocupación se apoderó de mí, y sólo tenía deseos de salirvolando sobre las cañas frescas y bañadas por la luz de la luna enbusca de mi madre.

Belkis Ayón

Ariel González Calzada, cuentista y novelista cubano, haobtenido varios premios y publicado en diversas revistas. Trabajacomo entrenador de delfines en la Florida.

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Cuba y el Cayo Hueso de ayer: unlibro encantadorAlejandro F. Pascual, Cuba y el Cayo Hueso de ayer. Miami: EdicionesUniversal, 2011.

Los libros son como la gente. no hay quien aguante a los aburridos.Peroen el caso de los libros no basta con que nos diviertan, ni que cumplan su misiónde informar (sin ser especialmente didácticos, salvo en casos específicos), necesitanun poco de gracia y hasta de sazón, como en la cocina. Por eso disfruté enormementeCuba y el Cayo Hueso de ayer, de Alejandro F. Pascual, porque realmente nosreconstruye el Cayo desde sus incios, con los corsarios y los esclavos, los primerosdueños de ese pedazo de tierra, sus avatares, y los personajes que le dieron nombrea calles y callejuelas, aquéllos que levantaron una ciudad de entre los pedruscos. Ylos capítulos se suceden los unos a los otros sin que lo advirtamos, llevados de laprosa sencilla y elocuente del autor. Alejandro F. Pascual es él mismo un cubanoraro, podríamos decir, un hombre que ha explorado carreteras y caminos desdeNew Jersey a la Patagonia en una casa rodante, que ha sido funcionario estatal,estudiado los mapas y la historia, se ha documentado, ha vivido intensamente, y hasido director comercial de la revista Newsweek internacional. ¿Ha oido usted hablarde Alejandro F. Pascual? Yo tampoco, hasta que me cayó en las manos su fascinante libro, Cuba y el Cuba y el CayoHueso de ayer, publicado por Ediciones Universal, de Miami.

Siempre me he preguntado por qué los cubanos no decidieron recuperar Cayo Hueso en esta segundo exilio quelos trajo a estas tierras. La cercanía a Cuba y su aislamiento del resto de este país lo hubieran convertido en una especiede tierra de promisión, que de seguro se hubiera afianzado con prontitud, creando prácticamente un nuevo país, un paísde exiliados cubanos, presidido y sustentado en los antecedentes históricos que lo conforman.

Pero dado que no fue así, nada más conveniente que este libro donde se conjugan el pasado lleno de recuerdosy datos históricos y las vivencias fantasmales de esta especie de islote, en medio del corazón del cubano de todas lasépocas. No hay que olvidar lo que representó y representa para los cubanos este pedazo de tierra. De ahí que uno de losméritos de este libro sea precisamente el haber explorado una ciudad con fama e historia, pero prácticamente ignorada ensu íntima esencia, pues ¿quién conoce los datos relevantes de esta tierra y sus fundadores?. La presencia de los cubanosy sus luchas por la independencia apenas si van quedando en la mente de las nuevas generaciones como ecos de unpasado histórico asociado a Cuba, pero nada más. Sin embargo, leyendo Cuba y el Cayo Hueso de ayer uno va descubriendola naturaleza especial de los que hicieron posible no sólo la indepedencia, sino el desarrollo y progreso del Cayo,especialmente el sector de los tabaqueros.

BELKIS CUZA MALÉ

A R S M A G A Z I N E

Número homenajeal escultor Roberto Estopiñán

en sus 90 años

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Zoé Valdés / Gustavo Valdés

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Cuban Ballet, de Octavio Roca: un libro necesarioOctavio Roca: Cuban Ballet. Utah: Gibbs Smith, 2010

El libro Cuban Ballet, escrito y compilado por el crítico de danza cubanoamericano Octavio Roca, es un documentoparadigmático de gran relevancia. El libro per se es una joya decolección, exquisitamente ilustrado con fotos de archivo de losprincipales protagonistas del ballet cubano, donde Roca hacribado minuciosamente las arenas del tiempo para obtener eloro de la esencia, sin privar a su criatura del placer deanécdotas de primera mano, fotos de documentos originales, yuna “novelización” de la biografía de la inconmensurableAlicia Alonso, Alma Mater del Ballet Cubano, con todas susluces –hay detalles inéditos sobre su estrecha relación con suhermana Cuca, y de su gestión para sacar de la oprobiosaUMAP a varios de sus bailarines–, sin escamotearnos susaspectos controversiales, sobre todo políticos.

Pero a pesar del innegable “peso específico” de ladiva assoluta cubana, Roca no dedica la portada a Alicia, sinoa las hermanas Feijóo --Lorna y Lorena--, que como “nuevasrusas blancas” del ballet bailan hoy en ciudadesnorteamericanas –la primera en Boston y la otra, en SanFrancisco– en lugar de en La Habana, al igual que José ManuelCarreño y Carlos Acosta –que reinan en Nueva York y enLondres respectivamente como primeros bailarines–, por loque también pudieran haber estado en la discutible portada dellibro, que para mi gusto debió ser un montaje de Aliciabailando con Carlos Acosta, como un símbolo de la resonanciamundial del ballet cubano.

Mas como lo perfecto es enemigo de lo posible,dejando a un lado las reservas que pudieran existir sobre el libro a cada lado del Estrecho de la Florida, lo cierto es queRoca ha logrado con su obra documentar la historia de ese “acento cubano” en el ballet que hoy conquista losprincipales escenarios del mundo, sin omitir sombras ni aspectos escabrosos como en toda buena novela.

BALTASAR SANTIAGO MARTIN

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Banes: La pielde la memoriaLindenLanePressP.O. Box 101582Fort Worth, TX 76185-1582

RenéDayreAbella

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Esas divinas cosasJuan Cueto-Roig: Esas divinas cosas. Tribulaciones y alegríasde un traductor . Miami: Editorial Silueta, 2011

Juan Cueto-Roig narra en Esas divinas cosas. Tribulaciones yalegrías de un traductor sus experiencias como traductor de poesía, susretos y también sus placeres.

Aunque con seguridad será leído con más propiedad por lostraductores oficiales, tiene para el lector el valor de hacerlo partícipe delproceso misterioso y tenaz en aras de hallar la equivalencia de unapalabra en otra lengua. Cueto-Roig es poeta,tal vez una condición paratraducir poesía. Aquí en veintinueve nítidas páginas sintetiza qué es latraducción para Cueto-Roig. Nada más gráfico que su relato de los“retos” que enfrentó al traducir a E.E. Cummings y su afanosa búsqueda,a ratos obsesiva, no de la palabra exacta sino de la que correspondiesecon la experiencia subjetiva del poema. Al comparar las traducciones deHeberto Padilla y José María Valverde de unos versos John Keats, estajante: la última perjudica el texto literario. De la misma manera que enel 2008 celebré la originalidad de sus vericuetos, donde también serefería a la traducción, ahora reviso, con sumo deleite, un libro que nosólo argumenta sobre el proceso de una traducción literaria, sino queselecciona un cuerpo excelente de sus traducciones favoritas. Desde lapoesía latina, indoamericana, inglesa e irlandesa a la de los Estados Unidos. También una afirmación rotunda. “StrangeFruit”, de Abel Meeropol, es la mejor canción del siglo XX. Y en el camino una hermosa selección de Shakespeare aShelley, Blake, Dickinson, Frost, Plath, que gracias a este bello libro, se hallan dispersas por doquier en la Internet.Exaltación de la palabra, escribe Abreu Felippe en la nota de contra-portada. Y estoy de acuerdo.

ROSA ILEANA BOUDET

Al ejandro DumasAl ejandro DumasAl ejandro DumasAl ejandro DumasAl ejandro DumasVida y obraVida y obraVida y obraVida y obraVida y obraMercedes Mercedes Mercedes Mercedes Mercedes BaldaBaldaBaldaBaldaBalda y y y y y

Manuel Manuel Manuel Manuel Manuel GalgueraGalgueraGalgueraGalgueraGalgueraPrimera revisión bibliográfica en español sobre

la vida y las obras publicadas por Alejandro Dumas.

Editorial Balam, Méxicohttp://servicioseditoriales.net/

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Mabel Cuesta y el espinoso sometimiento a la plumaMabel Cuesta: Inscrita bajo sospecha. Madrid: Editorial Betania, 2010.

Me he leído de un tirón el libro Inscrita bajo sospecha de Mabel Cuesta. Libro quese inscribe sin sospecha alguna, dentro de lo mejor de la nueva narrativa jovenhispanoamericana. Seguramente en algún momento a Mabel la invadió el impulsohumano de contar sus recuerdos; porque ése es un deseo febril de toda persona y porsupuesto de los escritores, impulso desatado por el pánico a olvidar, y a que los otrosno conozcan la verdadera historia. Lo que nunca imaginó ella, son los derroteros quecon plena justicia han tomado esas narraciones; tan conquistadoras que ya ocupan unlugar preferencial dentro del mundillo literario.

Hay escritores controladores, aquellos que doblegan a sus personajes,permitiéndoles hacer únicamente lo que ellos les tienen predestinado; pero hay otrosque no pueden llevar las riendas de esos protagonistas, son demasiado escurridizos,y se escapan haciendo cuantas trastadas se les antojan, cruzando en zigzag de laficción a los caminos de la realidad y viceversa. Esos últimos son los héroes deMabel, los incontrolables, o mejor dicho las incontrolables porque todas son mujeres¿o es sólo una? Personajes que nos enfrentan a situaciones complicadas de zozobra yangustia, provocando ––esencia obligada y olvidada–– que se acelere rápidamentenuestro pulso.

Una de las grandes virtudes del libro es la manipulación de la escritora conlos hilos conductores que hacen posible lograr un buen engranaje. Con la precisiónde un huso, ella va torciendo cada hebra ––la elegante sencillez del estilo, con lacoherencia de los sentimientos, con la visión introspectiva del protagónico–– y devanando lo hilado, como si nos llevarade la mano a la salida de un túnel donde nos espera la luz, como si una voz apacible nos murmurara las historias al oído,voz exorcizada que revela ya sin angustia cada camino de dolor, porque dejémonos de nombres ligeros, Inscrita bajosospecha es un libro del dolor y sobre el dolor, donde el dolor se regodea y duele.

Para analizar estas historias las estructuré en tres partes: una primera con los cuatro cuentos iniciales ¨La TíaSara¨, ̈ Inscrita bajo sospecha ̈ , ̈ Vírgenes de Regla¨ y ̈ Árbol de Navidad¨. Esas son historias de desarraigo y desconcierto;ante la tierra, la familia, la niñez, la religión; también de desconocimiento y sospecha. Son cuentos de pesadumbre ydesasosiego. La protagonista siente que no hay mucho más allá de lo que ya conoce. Envuelta en un existencialismosartreano, percibe que ha sido lanzada al mundo siendo nada y que les serán difíciles las conquistas, que no hay rumbocierto en su vida y que cualquier lugar del universo, incluso dentro de su propio país, le es ajeno. La ciudad de Camagüeyy su eterno laberinto meresultan desconocidos; ymientras la incertidumbre yla sensación de desamparo larodean ––y no sólo a ella,sino también al lector–– elsilencio y la soledad comoleit motiv persistente, se lesacercan y son sus lacerantesaliados; que quién soy conmi biberón y mi silencio.Ella es una y muchas, a vecescapitalina, otras vecesprovinciana, todas temero-sas y solas, caladas desilencios y sombras.

Escrituras y Borra-dura marcan el clímax ylugar intermedio del libro,que aunque no lo es mate-máticamente, sí en lo que asituaciones y temas se

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refiere. Ellos son el limbo donde se detiene el tiempo, ytambién el punto que marca la diferencia; el lugar exactopara la estadía antes del salto dialéctico y lógico, donde laprotagonista se desgaja de sus miedos, de sus amarres, desus sombras y silencios, y se convierte en Diana la cazadora.Entonces va a la conquista de la Luz; porque sabe que enella está su salvación: ¨He salido en busca de la naturalezaindefinida, de la mudez, enigmática en ti…¨. Ha encontradoun alma gemela en la que puede contemplar su propio mundoa través de otros ojos. Y luego la catarsis, la etapa deldesgarre, deshaciendo todas las huellas del dolor y losobstáculos contra su libertad. ¨Y borré una a una lasfronteras. Borré el mar y los túneles que atraviesan losestrechos. Borré nombre de países. No más distancia, nomás agua sino el agua que sale de los cuerpos (…)¨. Losmapas quedaron en perfecto estado de armonía. Y cuandono le fue posible borrar alguna huella, borró las causas queprovocaron esa huella, para lograr dar el primer paso haciasu casa.

Después de la purga de todo lo irascible en su vida,cambios geográficos y hormonales estimulan a laprotagonista a comenzar a transitar otros sentimientos, yaunque ella está marcada por una madurez existencial ad-quirida en la infancia a golpes de situaciones duras ( ̈ Tengocuatro años; pero sé de muchas palabras extrañas a los otrosde mi edad¨), encuentra nuevas emociones que le permitenpor fin abrirse al conocimiento de sí misma. Y se abretambién a la reflexión coherente y a la iluminación que lalleva a ver con claridad el horizonte; iluminación comoobjeto en sí, personificada como Luz, co-protagónico quese roba la jugada en el libro. Es Luz quien la guía a lareflexión y al conocimiento verdadero de todos los porqué:

Luz me ha mostrado el camino a la unidad… Es Luz quienle ayuda a conocer cada uno de sus propios laberintos, a irabriendo las puertas comunicantes. Luz irrumpe en ella, ensus recuerdos borrando las sombras, y le enseña que paracada dolor hay una cicatriz esperando, una marca de guerraque el tiempo habrá de enjabonar con indiferencia: ̈ En tierraextraña encontré a Luz y permití que acariciara cada vórticede sombra¨.

Con la iluminación como aliada ya nada es igual,el personaje emprende un proceso reflexivo que determinarásu futuro. No sé si ha sido sin proponérselo o fríamentecalculado, pero Mabel se las arregla para sumirnos en unasmarañas filosóficas existenciales difíciles de resolver, y conlas que me imagino se ha divertido sabiendo que jugaría asu capricho con nuestra psiquis.

Resueltos los principales problemas de sombra,silencio y soledad, vienen los otros cuentos ––más bienviñetas–– con otras situaciones desprendidas de lasanteriores, más filosóficas tal vez, y que giran generalmentealrededor de Luz como iluminación y hogar. Cuando terminael último cuento ¨De la ciudad¨, cae la estocada final comoun augurio, obligándonos a preguntarnos ¿qué viene ahora?¿Cómo se las arregló esta mujer para arrojarnos también ala luz?

El tiempo por fin es de ella, para ella y para Luz.Ella y Luz como prendedor y blusa, oreja y jazmín, cruz ypecho.Luz en sí misma como mano acariciadora,conocimiento y Libertad. Siempre la libertad como ventaja,privilegio, autonomía, y sobre todo como consuelo a lavalentía de enfrentar con decoro el espinoso sometimientoa la pluma.

ENA COLUMBIÉ

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