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UNIVERSIDAD DE ALICANTE FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES GRADO EN SOCIOLOGÍA CURSO ACADÉMICO 2014 - 2015 SOCIEDAD Y TIEMPO Una historia de la Historia PABLO DE GRACIA SORIANO TUTOR: BENJAMÍN OLTRA Y MARTÍN DE LOS SANTOS DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA 1 Alicante, julio de 2015

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UNIVERSIDAD DE ALICANTE

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES

GRADO EN SOCIOLOGÍA CURSO ACADÉMICO 2014 - 2015

SOCIEDAD Y TIEMPO

Una historia de la Historia

PABLO DE GRACIA SORIANO

TUTOR:

BENJAMÍN OLTRA Y MARTÍN DE LOS SANTOS

DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA 1

Alicante, julio de 2015

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RESUMEN

¿Qué es el tiempo? ¿Qué dimensiones puede albergar? ¿Qué se entiende por tiempo so-

cial? ¿Existe relación entre Sociedad y Tiempo? ¿Es el tiempo social un factor determinante

de nuestras vidas cotidianas? ¿Cómo gestionamos nuestro tiempo? Estas, entre otras cues-

tiones, nos llevan a estudiar la relación entre Sociedad y Tiempo, quizá ante la inquietud que

produce la sensación de una sociedad que parece correr hacia su destrucción, o dicho de

otra forma, hacia un volumen de riesgo mayor del que es capaz de asimilar. Si bien la cues-

tión del espacio ha sido trabajada e institucionalizada desde las Ciencias Sociales, no pode-

mos sino echar en falta un espacio institucional activo, valga la redundancia, destinado al es-

tudio filosófico, histórico y científico en torno al tiempo y su dimensión social.

Palabras clave: sociedad, tiempo, Sociología, prisa, ritmo, tiempo social

ABSTRACT What is time? What dimensions are in Time? Is there a relation between Society and

Time? What is social time? Is social time a determining factor in our daily lives? How do we

manage our time? These things, among others, lead us to study the relation between Society

and Time, perhaps due to a concern that produce us the feeling of a society that seems to

run towards their destruction, or at least towards a greater volume risk than is able to assimi-

late. While the issue of space has been worked and institutionalized in the Social Sciences,

we can only miss an institutional space, if you'll forgive the repetition, for the philosophical,

historical and scientific study about the time and its social dimension.

Keywords: society, time, Sociology, hurry, pace, social time

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A mis abuelos, José y Rosa

A Rosa, Fernando y José Daniel

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de mi familia,

amistades, compañeras y compañeros.

Os agradezco vuestra compañía, sugerencias y paciencia.

Mención especial para Benjamín Oltra, tutor de este trabajo, quien ha

servido de guía, asesoramiento y apoyo en mayor grado del que hubiera

sido necesario. Por tu experiencia, comprensión y solidaridad.

A todas las personas que me han acompañado en este proceso: gracias.

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Sociedad y Tiempo: Una historia de la Historia

Pablo de Gracia Soriano Julio de 2015

RESUMEN ......................................................................................................................................... 2

PRESENTACIÓN ................................................................................................................................. 5

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................ 6

FUNDAMENTO DE LA INVESTIGACIÓN .............................................................................................. 7

OBJETIVOS E HIPÓTESIS .................................................................................................................... 8

METODOLOGÍA: ABDUCCIÓN, MÉTODO HISTÓRICO Y ANÁLISIS DE CONTENIDO ................................................ 9

CAPÍTULO I. EL «TIEMPO» EN LA HISTORIA: SIN LIBERTAD ESTRUCTURAL, EL TIEMPO SE DETIENE ............... 13

CAPÍTULO II. LA «HISTORIA» DEL TIEMPO ..................................................................................... 17

I. APROXIMACIÓN DESDE LA FÍSICA .................................................................................................... 18 II. APROXIMACIÓN DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES .................................................................................. 21 III. MAPA CONCEPTUAL DEL TIEMPO .................................................................................................... 28

CAPÍTULO III. DISCUSIÓN ................................................................................................................ 29

I. CONCLUSIONES Y NOTAS METODOLÓGICAS ....................................................................................... 29 II. SOBRE EL TIEMPO Y LA SOCIEDAD .................................................................................................... 30 III. EL PRESENTE: ENTRE LA ACCIÓN Y LA REFLEXIÓN ................................................................................. 31 IV. GENERANDO HIPÓTESIS Y NUEVAS PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN ......................................................... 33

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ....................................................................................................... 34

ANEXO 1. TIEMPO, LA GRAN CUESTIÓN .......................................................................................... 36

ANEXO 2. FICHERO DE DOCUMENTACIÓN ...................................................................................... 43

I. METODOLOGÍA ........................................................................................................................... 43 II. FÍSICA ....................................................................................................................................... 47 III. PENSAMIENTO Y CIENCIA SOCIAL .................................................................................................... 56

ANEXO 3. DEFENSA ESCRITA DEL TRABAJO DE FIN DE GRADO ........................................................ 86

I. PERTINENCIA Y ORIGINALIDAD DEL TRABAJO ...................................................................................... 86 II. PRINCIPALES CONTRIBUCIONES DEL TRABAJO ..................................................................................... 86 III. VALORACIÓN GENERAL DEL TRABAJO, INDICANDO SUS FORTALEZAS Y DEBILIDADES .................................... 87

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PRESENTACIÓN

A medida que uno va siendo raptado de la infancia va dándose cuenta de lo cotidiano del conflicto.

Al principio uno se percata de su círculo más cercano y de lo no perfecto, a pesar de lo esperado, de los mismos. Los grupos de pertenencia como la familia comienzan así a ser juzgados por la infancia y este proceso solo se detiene, quizá, en la madurez.

En este proceso me di cuenta de que había «cosas», fuerzas, factores externos, que pa-recían ser causantes de los males y de las problemáticas de las que me daba cuenta. Si alguna vez oía a alguien discutir, me preguntaba qué solución podía yo ofrecer, inocente de mi ig-norancia. En cualquier caso, en mis pensamientos nacía la duda de por qué tenía aquello que ser así, y si no podía ser de otra forma, qué era aquello que aparecía y nos condenaba al conflicto. El estrés, la prisa, el claxon de los coches, los atascos, la hora, el horario, el reloj… todo ello soy capaz de encontrarlo a diario en mi realidad, en las vidas y los problemas de gente de mi entorno.

El fallecimiento de mi abuelo, José, y mi abuela, Rosa, golpearon mi conciencia con una fuerza que no había sentido antes: ya no están, y cada vez son en menor grado, más difusos. La muerte había aparecido en mi conciencia, a pesar de no ser la primera experiencia con ella.

Años después me he dado cuenta de la enorme variedad causal de mis inquietudes inte-lectuales. Sin embargo, apareció en mi mente un aspecto que a pesar de haber sido tratado y discutido, no he llegado a sentir que se le ofreciera relevancia primordial. Sí, el tiempo… no un tiempo físico o matemático, si no un tiempo de las personas humanas, con sentimien-tos, dotado de valor y significado por las personas de cada época, un tiempo subjetivo que, como dijera Julio Cortázar del reloj regalado, habría de ser entendido como si «te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire», además de concepcio-nes algo menos pesimistas.

¿No será el tiempo uno de los factores clave, básicos, sobre los que actuar para resolver un conflicto? ¿Sería posible solucionar un problema, sin darle el tiempo que éste necesita para ser solucionado, más allá de la prisa de quien pretende solucionarlo? Hablamos de Razón, de emociones, de inteligencia… ¿No se nos habrá olvidado la dimensión temporal que requieren estas cuestiones? ¿No estaremos cegados por una «muerte oculta» y un tiempo demasiado histórico?

Todo esto me lleva a comenzar esta investigación en torno al tiempo, y particularmente a la dimensión social del tiempo, esperando que resulte de ella si no un avance para la Ciencia Social, al menos sí un planteamiento teórico-histórico acerca de esta cuestión y que, perso-nalmente, me ofrezca contenido a la relación entre sociedad y tiempo.

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INTRODUCCIÓN

El planteamiento inicial que me acompaña es el siguiente: cuando el tiempo se reduce al aquí y ahora, el contexto espacial, material y simbólico, influye significativa e incluso determi-nantemente en el momento posterior. Es posible que antes de continuar se necesite aclara a qué nos referimos con el «aquí y ahora». Desde el punto de vista que nos ocupa en este inicio, el aquí y ahora sería un momento de óptima conciencia del pasado a través de la memoria, y del futuro a través de las experiencias que se recogen en nosotros. El aquí y ahora, como un estado de conciencia, podría albergar serenidad, calma, y reflexión en el momento presente, aunque ¿esto es así si no adoptamos una perspectiva no pro-conflictiva? Algunos autores como Norbert Elias (1987) destacan la importancia de la «autocontención» para contribuir al proceso civilizatorio, o podríamos decir de otra forma, la reducción del riesgo de autodestrucción de una civilización. Este es un aspecto del que, al menos, cabría esperar una reflexión profunda. No se ignora la dificultad de dicho ruego, sobre todo en un contexto societal que se puede pensar tan favorecedor a explosiones sociales, bien por el efecto globalización, bien por falta de tolerancia, bien por falta de reflexividad, bien por exce-so de egoísmo, o bien por falta de tiempo, entre otras cuestiones.

Una vez aclarado este concepto, intuimos que en ciertas ocasiones se hace inevitable acudir al aquí y ahora, bien como consecuencia de un proceso de adaptación, como podría ser la reflexión del pasado, bien como consecuencia de la dinámica psicosocial, por ejemplo la exigencia de tomar una decisión. La incapacidad o falta de voluntad de salir de ese tiempo, condicionado, puede producir resultados inesperados, o cuanto menos vinculados más a un estrato límbico o instintivo, que racional. Con esto no quiere decirse que no tuviera cabida un resultado que no fuera racional, sino más bien trata de advertirse de los riesgos del des-enfreno de lo irracional, en forma de alienación y enajenación como consecuencia de un sistema, inevitablemente imperfecto, aunque no por ello no mejorable.

En otras ocasiones acudir a aquí y ahora resulta tarea complicada, e incluso imposible, debido a nuestro condicionamiento social y estructural, así como de nuestras propias cade-nas psicológicas, internas. Es por ello que la gestión del tiempo resulta una cuestión priorita-ria si lo que se pretende es evitar, que no erradicar, el conflicto, social o individual, enmarca-do en la conciencia o en la no conciencia, en la sabiduría o en la ignorancia. Todo ello re-marcando una de las características de esta cuestión, que es la variedad de visiones y mo-mentos individuales y grupales, en torno al tiempo, la conciencia y las capacidades, determi-nadas en parte por las trayectorias vitales de cada individuo.

Así pues, el tiempo como entidad en sí misma, característica de las acciones y necesida-des humanas para su adaptación y aprendizaje social, es por tanto acerca de lo que se trata aquí de investigar. Un tiempo humano, de los individuos, las organizaciones e instituciones, para su interacción en su entorno societal, teniendo en cuenta el poder de estas últimas para alterar esta construcción del tiempo social.

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FUNDAMENTO DE LA INVESTIGACIÓN

Esta investigación surge de la inquietud intelectual de conocer la relación entre sociedad y tiempo. Particularmente entendiéndola desde la gestión y visión del tiempo por parte de las diferentes capas sociales.

Si bien el espacio ha sido uno de los conceptos y variables clave en Sociología, parece que a medida que se redefinen estos, la cuestión del tiempo comienza a pasar a un plano más relevante de la teoría social. Generalmente, se ha señalado la tendencia a la domina-ción, o si se prefiere, al control del espacio por parte de los seres humanos desde el surgi-miento de la agricultura. Nada nos impide pensar que anteriormente no existiera ese deseo o necesidad, salvo por las limitaciones tecnológicas y nuestra forma de organizarnos.

Sin embargo, un aspecto muy señalado en la actualidad es la reducción del tiempo y del espacio como resultado de tecnologías como el transporte y, sobre todo, Internet, puesto que permite que personas en espacios muy lejanos puedan interactuar en un mismo instante y de forma, quizá, más consciente de lo que antes del surgimiento y expansión de Internet y las tecnologías de la información y comunicación lo hicieran. Sin embargo, a partir de lo que puedo y he podido observar durante los últimos años, este hecho hace más visible un cam-bio cualitativo respecto a la conciencia, uso y gestión de nuestro tiempo y de nuestras rela-ciones. Aunque no es, ni mucho menos, una causa fundamental, quizá sí pudiera considerar-se de las más relevantes en el contexto de la globalización, o mundialización si se prefiere. Según estas observaciones y conocimientos adquiridos, también aparecen otras variables y fenómenos, algunos de ellos tan antiguos como la organización humana: el trabajo, el con-sumo, los contratos, el ocio, o la conciencia, su negación, o inexistencia, si es que tal cosa es posible… A priori, se podría decir que juegan un papel esencial en esta transformación de la idea-sentido del tiempo.

Una Sociología del Tiempo se vuelve necesaria puesto que no podemos explicar de for-ma válida cómo son nuestras sociedades y cómo actuamos en sociedad, si se ignora esta cuestión temporal. Es posible, como he oído a algunos compañeros, que quizá haya que retomar la cuestión del espacio para profundizar en el tiempo; sin embargo, quizá sea nece-sario puntualizar que aunque hubiera que retomarla, se hiciera desde una lógica del tiempo más avanzada en datos y en teoría, puesto que en principio, partimos de la premisa de que la cuestión del tiempo cuenta con un peso sensiblemente mayor a la hora de (re)definir nuestros actos, y en consecuencia, el espacio en sí mismo.

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OBJETIVOS E HIPÓTESIS

Las cuestiones planteadas en las páginas anteriores son las que enmarcan el proceso de investigación, y es por ello que a pesar de la complejidad, amplitud y abstracción que recoge el estudio y comprensión de un concepto como el del tiempo, el objetivo principal del pre-sente trabajo, es dar forma a un marco teórico del «tiempo», resumido en un mapa concep-tual formulado desde la Sociología, que aporte contenido y contexto sociológico, desde dife-rentes perspectivas, teniendo en cuenta la diversidad y pluralidad de fuentes de Conocimien-to.

Antes de continuar, es necesario señalar que este trabajo se enmarca en la pretensión de ser una fase inicial de un proyecto de mayor dimensión. Así pues, este trabajo constituye una primera fase, consistente en la elaboración de un marco teórico, además de un ejercicio reflexivo acerca del contenido observado y eventualidades posibles acerca de su contexto. Por tanto, en este proyecto no sólo se mostrará un marco teórico tradicional, en el sentido de lo que es habitual en un trabajo científico sociológico, sino que aparecerán diferentes contextualizaciones que permitan una mayor comprensión.

Así pues, para alcanzar este objetivo principal, atendiendo al prerrequisito contextual al que hemos hecho referencia, se establecen los siguientes específicos:

- Obtener una cronología del uso que se ha hecho del tiempo a partir de los datos del Theory Group del Departamento de Sociología 1 de la Universidad de Alicante.

- Elaboración de un marco teórico apto para la Sociología acerca de la relación entre tiempo y sociedad.

- Explorar diferentes disciplinas y ramas de conocimiento que traten la cuestión del tiempo.

- Obtener una tipología, en forma de mapa conceptual, acerca de las dimensiones y conceptos relacionados con el tiempo.

- Reflexionar acerca de la información obtenida. - Establecer hipótesis para la continuación de este proyecto.

Para unos objetivos como los descritos, y teniendo en cuenta el carácter de la investiga-ción, que detallaremos en el apartado metodológico, no parece necesario el planteamiento de hipótesis, puesto que uno de los objetivos es precisamente llegar a alguna hipótesis. Este hecho enmarca la investigación más próxima a un razonamiento abductivo, que inductivo o hipotético-deductivo. No obstante, y por una cuestión de formalidad científica, podríamos plantear una hipótesis general, que afirma la existencia de argumentos teóricos en torno al tiempo, y otra más específica, que afirma que dichos argumentos se recogen desde concep-ciones diferentes del tiempo.

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METODOLOGÍA: Abducción, método histórico y análisis de contenido

Uno de los problemas técnicos que surgieron en el inicio de la investigación fue precisa-mente el que incumbe a este apartado. La costumbre en la participación en investigaciones donde lo que aquí se pretende –la elaboración de un marco teórico–, se traduce en una fase del proceso de investigación, no deja de representar un reto personal, puesto que de esa estructura tradicional, lícita y lógica, aquí se pretende una investigación completa.

Todo ello es lo que nos ha llevado, y gracias a la atención recibida por compañeras y compañeros presentes en este tiempo inicial, a prestar atención al método de investigación histórica, puesto que se presenta como el más adecuado para un trabajo de estas caracterís-ticas: teórico, bibliográfico, y claro, histórico.

Se trata por tanto de una investigación básica, cuyo fin reside en alimentar al Conocimien-to, a partir de fuentes secundarias, como son los trabajos de una serie de autores, seleccio-nados a través de procedimientos heurísticos, aplicados a las bases de datos a las que la Uni-versidad de Alicante tiene acceso, así como a través del procedimiento conocido como «bo-la de nieve» y la sugerencia dada por expertos en diferentes áreas del Conocimiento, men-ción especial a Benjamín Oltra, quien ha tutorizado este proceso, aportando su experiencia vital. Otro criterio principal para la selección de la obra, que no puede ser ignorado, ha sido mi participación en la reorganización de la Biblioteca del Departamento de Sociología 1 de la Universidad de Alicante. Esta actividad ha supuesto el descubrimiento de muchas de las obras que aquí se recogen. Todo esto nos ha llevado a disponer de un total de 31 docu-mentos, uno de los cuales no está publicado (el listado del Theory Group) y que conforman la muestra con la que se trabaja.

La estrategia que se ha seguido para la selección de los fragmentos ha sido inicialmente a partir de palabras clave, como «tiempo», «espacio-tiempo», «ritmo», «instantáneo», «si-multáneo», «reloj», «horario», «calendario»… A partir de ese momento, otros fragmentos pueden ser seleccionados por contribuir a comprender mejor las cuestiones tratadas, o por ampliar el marco de posibilidades. Por ejemplo, si una idea vemos que se repite en varios textos, y está relacionado con el tiempo o con el tiempo y la sociedad, es susceptible de ser incorporada al Fichero de documentación, en el cual se recogen todos los fragmentos de texto que se convierten en las unidades de análisis, en la materia prima de la investigación.

La naturaleza documental del presente trabajo, teniendo en cuenta las dificultades que nos encontramos de partida al abordar una cuestión como el tiempo, hace que el objetivo metodológico tome carácter exploratorio, descriptivo, y como ya se ha dicho, reflexivo. Ni se trata de un ensayo, ni de una investigación formal sensu stricto. Lo cual representa otro reto, pues la intención es que carezca de los componentes de una investigación formal.

En la definición de los objetivos citamos que la forma de razonamiento que vamos a utili-zar en este trabajo es la abducción. Después de la revisión de literatura acerca de diferentes metodologías, encontramos que la lógica de la investigación utilizada no sigue rigurosamente lo que conocemos por inducción y deducción en la investigación científica:

Y esto tanto porque deducción como inducción se enmaran en un sistema cerrado de conceptos con los que se aborda la realidad. La diferencia clave está entre estos dos pro-cesos y la abducción, termino concebido por el filósofo pragmatista Charles Peirce, que implica un continuo y reiterativo ir de los datos a las ideas, y de las ideas a los datos (ide-as ↔ datos, datos ↔ ideas, ideas ↔ datos,…), en cada paso del proceso mayor con-trastación al tiempo que mayor abstracción y generalidad en los esquemas descubiertos para la comprensión de la realidad observada. […] En suma, abducción como el proceso general de la inteligencia humana que requiere tanto inducción como deducción, un

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rápido movimiento entre imaginación y observación, entre teoría y datos, proceso que está en la base de las capacidades intuitivas del ser humano (Scheff, 1997). Más allá de la cuestión de si es posible observar la realidad sin categorías previas, de si puede existir una mirada verdaderamente ingenua, […] la diferencia metodológica pue-de expresarse como diferencia de grado y fundamentalmente de actitud en flexibilidad, estructuración y apertura con la que nos enfrentamos a los hechos. Incluso los supuestos análisis puramente descriptivos deben ser cuestionados, pues toda descripción implica una consciente o inconsciente conceptualización. (Bericat, 1998, pág. 83)

Sirva de ejemplo el siguiente fragmento de Charles Peirce (1901)1, citado en (Sebeok & Umiker-Sebeok, 1987):

En esta marivallosa mañana de primavera veo a través de la ventana una azalea en plena floración. ¡No, no!, esto no es lo que veo; pero es de la única manera que puedo des-cribir lo que veo. Esto es una proposición, una frase, un hecho. Pero lo que percibo no es una proposición, ni una frase, ni un hecho sino sólo una imagen que hago inteligible, en parte, mediante una declaración sobre el hecho. Esta declaración es abstracta, pero lo que veo es concreto. Hago una abducción siempre que expreso en una frase lo que veo. La verdad es que la fábrica de nuestro conocimiento, en su totalidad, es un espeso filtro de pura hipótesis confirmada y limada por la inducción. El conocimiento no puede dar ni el más pequeño paso adelante con sólo la observación, debe hacer a cada mo-mento abducciones. […Después de este fragmento, los autores añaden…] Peirce dice que «la retroducción aumenta las posibilidades de que exista suficiente afinidad entre la mente del razonador y la naturaleza sobre la que se conjetura de manera no totalmente inútil, considerando que cada conjetura se restringe al compararse con la observación» (Collected Papers 1.121) (pág. 30)

En consonancia con este ejemplo, encontramos el siguiente fragmento de Bauman (2002) que pone en valor el ejercicio comprensivo en las ciencias sociales, a partir de la comprensión:

Los hombres y las mujeres hacen aquello que se proponen. Y los fenómenos sociales, puesto que en última instancia son actos de los hombres y de las mujeres, deben ser comprendidos de manera diferente que a través de su mera explicación. Su compren-sión por lo tanto debe contener un elemento ajeno a la explicación de los fenómenos naturales: el rescate del propósito, de la intención, de la singular configuración de los pensamientos y los sentimientos que preceden al fenómeno social y sólo alcanzan su manifestación, imperfecta e incompleta, en la evidencia de las consecuencias de la acción. Por lo tanto, la comprensión de un acto humano de ser buscada en el sentido que le confería la intención del actor; una tarea, como puede observarse a simple vista, esen-cialmente diferente de la de de las ciencias naturales (pág. 11)

Siguiendo la definición de fenómeno social de Ander-Egg (1997), «acaecimiento o un proceso tal como aparece a algún sujeto humano: en un hecho perceptible, una ocurrencia sensible o una cadena de ellos» (pág. 75), tanto el tiempo como su relación con la sociedad resultan susceptibles de un análisis hermenéutico. Por otro lado, «nos encontramos ante un tema metateórico: hemos de dilucidar si las cosas están ahí, simplemente, y nuestros senti-dos las perciben correctamente (empirismo), o si las cosas que percibimos son producto de nuestras conceptualizaciones (constructivismo)» (Kratochwil, 2013, pág. 94). Ante esta dico-tomía epistemológica, nuestro trabajo se encuentra cabalgando entre ambas posiciones, puesto que si bien contamos con datos empíricos que nos permiten nutrirlo, respecto al contenido no podemos ignorar que el tiempo, y su definición es una construcción humana y social, basada principalmente en el consenso.

1 Este fragmento corresponde al texto El tratamiento apropiado de las hipótesis (Capítulo preliminar para un

examen del argumento de Hume contra los milagros, en su Lógica y en su Historia), traducido por Roberto Narváez (2009). Disponible en: http://www.unav.es/gep/TratamientoApropiadoHipotesis.html

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Es por ello que en nuestro análisis se presentan cuatro pilares básicos, los cuales se consi-deran suficientes para una primera toma de contacto con nuestro objeto de estudio. Estos pilares son: el histórico, el filosófico, el científico y el cultural.

Los enfoques culturales nos permiten ubicar a los individuos en el contexto social en el que forman sus valores, aspiraciones y asociaciones y donde sus opciones adquieren sig-nificado. También nos ayudan a entender formas de actuar emocionales que no son fáci-les de explicar con el calculador lenguaje de la elección racional. (Keating, 2013, pág. 115)

No podemos ignorar el componente cultural en el análisis, puesto que como hemos vis-to, es el que va a contener significados y por tanto va a dar los posibles sentidos del tiempo. Cardoso (1982) nos muestra por otro lado la importancia del componente histórico:

La historia es el estudio de la dinámica de las sociedades humanas en el tiempo: las hipó-tesis deberán reflejar esto, buscando definir los cambios cualitativos y/o cuantitativos constatables en el lapso de tiempo considerado; aunque sin olvidar las persistencias y las resistencias al cambio. (pág. 170)

Cuando se habla seriamente de las «leyes de la historia», esto no podría resultar de la aplicación del método histórico tradicional, con sus operaciones analíticas (crítica externa e interna, establecimiento de los hechos) y sintéticas, sino de la aplicación de los méto-dos de las ciencias nomotéticas: el historiador se hace así economista, sociólogo, demó-grafo, etc. (pág. 98)

Este componente histórico, es por tanto de especial relevancia en esta investigación, cuyo principal objetivo es la elaboración de un marco teórico en torno al tiempo y su relación con la sociedad. Lo aplicamos en el rastreo de documentación, en su ordenación cronológica y en la clasificación de las distintas categorías. En definitiva, el método histórico es el que se nos desvela como el más eficaz y válido puesto que uno de los requisitos que se pretenden es recopilar y compartir fragmentos de los textos originales que apoyen los argumentos analíti-cos que van desarrollándose, y que sirvan de constructores del mapa conceptual que sinteti-ce todo el trabajo: las ideas, reflexiones, teorías y argumentos.

Sin embargo, no es el único método que vamos a utilizar dada la naturaleza de alguno de nuestros objetivos. En concreto, para el primero de los objetivos específicos que hemos señalado, «Obtener una cronología del uso que se ha hecho del tiempo a partir de los datos del Theory Group del Departamento de Sociología 1 de la Universidad de Alicante», hare-mos uso del método cuantitativo, con la técnica de análisis de contenido: a partir del listado que disponemos del Theory Group se procederá a su lectura y clasificación de los conteni-dos, atendiendo a las disciplinas en las que se ha ubicado a los diferentes autores de la lista. Debemos puntualizar que más que un análisis de contenido, que se considera una herra-mienta demasiado potente para lo que en este trabajo se lleva a cabo, podría tratarse de una técnica clasificatoria, aunque mantengamos la etiqueta de esta técnica por ser la que más se ajusta de las técnicas conocidas.

La clasificación es fundamentalmente una tarea de categorización, consistente en agrupar objetos discriminándolos, dentro de un conjunto, en una serie de subconjuntos. Esta dis-criminación se hace de acuerdo a ciertas similitiudes, características, cualidades o propie-dades en común. (Ander-Egg, 1997, pág. 62)

Cabe destacar que este listado está elaborado por sus autores, atendiendo a la cuestión del tiempo. El resultado es un listado selecto de 232 «grandes obras y autores» (véase el

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Anexo Tiempo, la gran cuestión), ordenadas por época y autoría, e incluye un breve resu-men de la vida y obra de cada una2.

De esta primera clasificación obtendremos un listado de disciplinas que recodificaremos en nuevas variables. Una de ellas contendrá las ramas de conocimiento establecidas por el Ministerio de Educación3: Artes y Humanidades, Ciencias, Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales y Jurídicas, Ingeniería y Arquitectura. Ante la duplicidad de algunas disciplinas, se ha optado por el criterio de mantener las disciplinas en Ciencias o en Ciencias Sociales y Jurídi-cas, cuando la duplicidad las incluya, descartándola de la otra rama de conocimiento. El moti-vo de seguir este criterio no es fortuito, sino que se ha establecido teniendo en cuenta lo que estamos estudiando, el tiempo, así como si es considerado ciencia o no, y la fuente del listado. Se favorece al contenido científico en la clasificación, siempre y cuando la disciplina tenga ese carácter. Por otro lado, estamos ante un listado elaborado por sociólogos, por lo que se ha priorizado el grupo «Ciencias Sociales y Jurídicas» cuando hemos encontrado am-bigüedad, puesto que la selección del autor o autora en cuestión, se presupone vinculado a la esta rama. Es evidente que esta clasificación tiene sus limitaciones, y es por ello que hemos tenido que servirnos de algún criterio que reduzca la ambigüedad.

La otra variable que construimos pone el acento no tanto en la rama de conocimiento, sino en su «objeto» de conocimiento. Así pues, distinguimos entre Filosofía, Ciencias Socia-les, Ciencias Naturales, Ingeniería, Ciencias Formales, Arte, Ciencias Jurídicas, y Ciencias de la Salud.

Una vez realizadas las codificaciones oportunas, se plasmarán las variables en un sistema de frecuencias cronológico, a partir del año de nacimiento de cada uno de los autores o autoras. En la representación gráfica se incluirán también las diferentes etapas históricas con-templadas por el Theory Group, y se analizarán los resultados.

2 Para una ampliación del trabajo de Benjamín Oltra a este respecto, puede consultarse el artículo: Oltra y

Martín de los Santos, B. (2014). Sociología y Ciencias Sociales: Paisaje histórico-intelectual con figuras, teorías y hallazgos. Encuentros Multidisciplinares (47). Disponible en: http://www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistan%BA47/benjamin_oltra.pdf

3 Disponible en: http://www.mecd.gob.es/boloniaensecundaria/04-1-ramas.htm

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CAPÍTULO I. El «Tiempo» en la Historia: sin libertad estructural, el tiempo se detiene

De la codificación por disciplinas de los 232 autores y autoras del listado del Theory Group, surgieron 323 menciones que hacían referencia a las siguientes categorías: Antropo-logía, Arqueología, Astronomía, Biología, Botánica, Cibernética, Cosmología, Criptografía, Derecho, Economía, Entomología, Epistemología, Estadística, Filosofía, Física, Geografía, Geología, Historia, Informática, Ingeniería, Lingüística, Literatura, Matemáticas, Medicina, Naturalismo, Paleontología, Pintura, Poesía, Política, Psicología, Química, Semiología, Socio-logía, y Teología.

Todas ellas se agruparon, tal y como se ha explicado en el apartado metodológico, obte-niendo una matriz operativa con la que poder elaborar gráficos que mostrasen la cronología de cada una de las disciplinas en torno a la cuestión del tiempo.

Los datos y gráficos obtenidos a partir de la codificación del listado del Theory Group, nos han permitido extraer algunas conclusiones interesantes, no sin antes reflexionar acerca de la fuente de estos datos, y los posibles riesgos de una generalización a partir de ellos.

El mayor riesgo, como resulta evidente, es partir de una sola fuente y aceptarla como válida. En este caso, como en el conjunto de este trabajo, no se pretende hacer ninguna generalización, si acaso algunas hipótesis, por lo que este problema ya no resulta serlo tanto. La selección de este listado, y de esta fuente, no es tampoco arbitraria, sino que se trata de una fuente que dispone de una estructura de expertos, de diferentes generaciones, y con distintas perspectivas de pensamiento. Todo ello nos hace contemplar la fuente y su produc-ción como apta para esta investigación, sobre todo teniendo en cuenta el carácter explorato-rio de esta fase del proyecto.

No obstante, puesto que se trata de explorar el «Tiempo» en la Historia, por prudencia metodológica no podemos confirmar ni desmentir que lo que aquí vamos a tratar tenga cer-tezas más allá del marco en el que el Theory Group ha recogido en el listado, a su aproxi-mación. Sin embargo, veremos que los resultados obtenidos mantienen cierta lógica históri-ca, que es en la que apoyaremos nuestras proposiciones.

Las épocas a las que se hace referencia pueden encontrarse y profundizarse en otros do-cumentos de los autores, como en Atlas de pensamiento y ciencias sociales en los tiempos modernos (2014), Sociología de la Cultura (2009), y en Cultura y Civilización (2006) (véase Referencias Bibliográficas).

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Los datos que disponemos recogen parte de la producción escrita de los últimos tres mi-lenios aproximadamente, fuertemente vinculadas a Occidente y a la cuenca del Mediterrá-neo, aunque encontramos autores y obras que corresponden a otras regiones, como China (Lao Tsé), o Rusia (Ilya Prigogine, Isaac Asimov, Tólstoi, Nikolái Dmítrievich Kondrátiev, Ge-orges Gurvitch, etc.). Todo ello nos lleva a disponer de una fuente de datos que contempla las plurales posiciones religiosas y culturales del panorama mundial.

Aclarado esto, mencionábamos antes la lógica histórica que encontrábamos en los datos. Esta lógica la encontramos en el vacío que encontramos entre los años 400 y 1200. No

parece casualidad que esta etapa se corresponda con lo que conocemos como Edad Media, una época caracterizada por el feudalismo, lo cual mantenía rígida y estática la estructura social, así como el surgimiento de las religiones como el Cristianismo o el Islam, unido a las Cruzadas y la Yihad, en fin, a las Guerras Santas. Todo ello nos hace intuir que este periodo no aporta significativas novedades a la reflexión sobre el tiempo, primero por la influencia de los Textos Sagrados y sus Iglesias, segundo por la censura sobre todo a partir del surgimiento de la imprenta, con la ocultación o destrucción de manuscritos y obras, o por último, debido a lo que podríamos denominar la ausencia de aristocracia en esta época, la única que hubie-ra podido permitirse dicha reflexión.

Tenemos que acudir a la Antigüedad y al Renacimiento para localizar la cuestión del tiem-po en documentos de texto. En conversaciones con Benjamín Oltra a propósito de este hecho, nos comenta que se debe a «la fragmentación de la sociedad. No es hasta el siglo XI con Carlo Magno y la unificación de Europa que esta situación comienza a cambiar. Tene-mos que esperar hasta Ibn Jaldún, precursor de la Sociología, quien ve las dinámicas de las sociedades: sociedad urbana, sociedad rural».

A partir de esta época, sobre todo después de la Revolución Francesa y la Revolución In-dustrial, la producción de literatura y arte en torno al tiempo aumenta considerablemente, quizá como resultado de la progresiva generalización del bienestar y el desarrollo de las co-municaciones.

A excepción de esos valles a los que hacíamos referencia, los cuales nos permitirían rela-

cionar la libertad estructural, del sistema social, con el tiempo si aceptamos las premisas an-teriores, destacan la abundancia de frecuencias en el periodo de la civilización helénica clási-ca, a partir del Renacimiento, especialmente en la época de «la sociedad burguesa, industrial, urbana». Sin embargo, a partir del siglo XX, las frecuencias bajan. Es necesario recordar que la fecha que está representada en los gráficos corresponde con la del nacimiento de los auto-

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El «tiempo» en la Historia

ARTES Y HUMANIDADES CIENCIAS INGENIERÍA Y ARQUITECTURA CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS CIENCIAS DE LA SALUD

Civilización helénica arcaica

Civilización china antigua

Civilización helénica clásica

Sociedad aristocráticaen la civilización romana

Transición de la sociedad señorialcristiana medieval a la sociedadaristocrática del Renacimiento

Sociedad aristocráticadel Renacimiento y el Barroco

El otoño de la sociedadaristocrática señorial

La sociedad burguesa, industrial, urbana

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res y autoras, por lo que debemos entender que esa disminución se produce en la segunda mitad del siglo XX. Esta disminución puede no ser tal si tenemos en cuenta la cercanía histó-rica de este periodo, y que por tanto habría que esperar difusión, reflexión y crítica para la inclusión de nuevos contenidos. Lo cual lleva tiempo...

Si prestamos atención a las ramas de conocimiento, manteniendo el mismo esquema cronológico, vemos que en la Antigüedad la producción de contenidos acerca del tiempo lo encontramos en «Artes y Humanidades». El peso de la Filosofía como camino de conoci-miento es incuestionable en esta época.

A partir del siglo XVII, vemos que la institucionalización de las Ciencias Sociales y Jurídicas hacen, sobre todo en el siglo XIX, que haya una explosión de autores y trabajos que tratan la cuestión del tiempo. Las Ciencias, destacan también especialmente, aunque no con la misma intensidad. En este sentido hay que señalar la diferencia cuantitativa y cualitativa entre la producción de las Ciencias y las Ciencias Sociales y Jurídicas, puesto que estas últimas, desde la autocrítica, a pesar de mostrar una producción mayor acerca de la cuestión del tiempo, también dispone de mucho contenido reflexivo, ideológico e hipotético, que en ocasiones nubla lo científico.

En conclusión, vemos que la Filosofía se ha interesado por el tiempo, dejando una huella

en la Historia para futuras generaciones, con la excepción de los susodichos valles. Podría decirse que en los últimos años las Ciencias Sociales han aumentado considerablemente su reflexión e investigación en torno a la idea y sentido del tiempo. A excepción de las Ciencias Jurídicas, las Ciencias de la Salud y la Ingeniería, el resto de ramas se han preocupado nota-blemente por la cuestión del tiempo, lo cual no quiere decir que estas ramas estén más cer-ca de la cuestión del tiempo. También hay que destacar, una vez más, la particularidad de esta selección de autores y obras respecto al Theory Group.

Así pues, a la vista de los datos con los que hemos trabajado, podemos establecer a partir de lo que hemos comentado una hipótesis que relaciona el tiempo, con la sociedad, y con una de sus posibles formas de estructurarse, en torno a la idea de la libertad. La hipótesis de que el tiempo se detiene en las épocas donde las estructuras societales se mantienen rígidas tiene una base epistemológica constructivista; es decir, el tiempo al que hacemos referencia, es al tiempo construido por las personas, no al tiempo físico-natural. Sería un error decir que el tiempo no existe de ninguna forma, lo que ocurre más bien es que son épocas dominadas

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El «tiempo» en la Historia

CIENCIAS SOCIALES CIENCIAS NATURALES CIENCIAS FORMALES CIENCIAS JURÍDICAS

FILOSOFÍA INGENIERÍA ARTE CIENCIAS DE LA SALUD

Civilización helénica arcaica

Civilización china antigua

Civilización helénica clásica

Sociedad aristocráticaen la civilización romana

Transición de la sociedad señorialcristiana medieval a la sociedadaristocrática del Renacimiento

Sociedad aristocráticadel Renacimiento y el Barroco

El otoño de la sociedadaristocrática señorial

La sociedad burguesa, industrial, urbana

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precisamente por este tiempo físico-natural. Sociedades cazadoras-recolectoras, nómadas, agrícolas, así como sociedades más organizadas políticamente, pero con estructuras rígidas que impiden la movilidad social, en particular la ascendente, hacen que el tiempo social y cotidiano se mantenga atemporal, en el sentido de cíclico y dirigido, aunque no visible, laten-te y poco o nada perceptible. Si acaso los estratos sociales con más privilegios, y por tanto con mayores libertades de hecho, puedan comenzar a mover las partículas del espacio social creando un tiempo visible, manifiesto y perceptible.

Por último, nos queda señalar la importancia de este apartado para el resto de nuestro trabajo, pues sirve de base para rastrear documentos en torno a la cuestión que nos ocupa.

Por documento entendemos el material informativo sobre un determinado fenómeno social que existe con independencia de la acción del investigador. Por tanto, el documen-to es generado por los individuos o por las instituciones para fines distintos de los de la investigación social: no obstante, ésta puede apropiarse de él para utilizarlo en sus pro-pios fines cognoscitivos. (Corbetta, 2003, pág. 400)

Ezequiel Ander-Egg (1997) pone el acento en la «doble dimensión en que [la] realidad se manifiesta», distinguiendo entre realidad natural y realidad social, entre lo que «se identifica con lo no-hombre (especialmente con la naturaleza) [… y lo que se] identifica con los hom-bres (especialmente con la sociedad» (pág. 19). Todo ello nos lleva a prestar atención a las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales. Como representación de las Ciencias Naturales se elige la Física, por su estudio directo del mundo natural, y como representación de las Cien-cias Sociales se pone mayor énfasis en la Sociología dada su conexión con la sociedad, aun-que no se descartan otras aproximaciones, como puede ser desde la Antropología o la Psi-cología. En rigor, no habría de hacerse discriminación de otras disciplinas. Sin embargo, la dinámica de esta investigación no hace posible abrir más el campo, salvo a modo de men-ción. La música, el arte, la biología, las matemáticas, la filosofía… en todas podremos encon-trar algún significado del tiempo y su relación con su contexto social.

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CAPÍTULO II. LA «HISTORIA» DEL TIEMPO

En este capítulo se pretende realizar una aproximación a la cuestión del tiempo desde di-ferentes disciplinas y corrientes, que nos permitan comprender qué es el tiempo y cómo podría operacionalizarse, al menos, en una primera clasificación de dimensiones y concep-tos. Para ello, se ha procedido a la lectura de diferentes documentos (véanse las Referencias Bibliográficas y el Anexo 2), extrayendo de cada uno de ellos fragmentos que nos permitan acumular argumentos en torno a las concepciones del tiempo, todo ello sin perder de vista el requerimiento de vincularlo a una relación con la sociedad, y por tanto con lo humano.

Como ya se ha comentado anteriormente, la selección de la bibliografía se ha centrado en explorar qué se dice en la Física y qué se dice en las Ciencias Sociales, de forma particular en la Sociología. Todo ello nos permitirá la construcción de un mapa conceptual, en el que se recogerán las diferentes ideas en torno al tiempo. No es objetivo de este trabajo enfren-tar las Ciencias Naturales con las Ciencias Sociales, sino más bien lo contrario; estableciendo un mapa conceptual que recopile los diferentes descubrimientos y argumentos, se espera poder contribuir a la integración del conocimiento de ambas ramas.

Durante los primeros pasos de este trabajo, nos acompañaba la idea de que existe cierta tensión entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales.

La hipótesis más importante de toda la biología, por ejemplo, es que todo lo que hacen los animales, lo hacen los átomos. En otras palabras, no hay nada que hagan los seres vi-vientes que no pueda ser entendido desde el punto de vista de que están hechos de átomos que actúan según las leyes de la física (Feynman, Leighton, & Sands, 1987, pág. 1:13)

Sin embargo, ha sido un descubrimiento ver que las teorías sociales, dejando a un lado el objeto de estudio, no muestran especiales diferencias salvo por cuestiones quizá de carácter autoritario o ideológico. No podemos ignorar la complejidad existente en ambas ramas del Conocimiento, de la misma forma que es preciso tener en cuenta las dificultades añadidas con las que cuentan las Ciencias Sociales. La idiosincrasia de su objeto de estudio, las socie-dades humanas, conlleva una serie de limitaciones metodológicas y éticas que las Ciencias Naturales pueden permitirse discriminar, mientras que las Ciencias Sociales deben detenerse en estas cuestiones. Es probable que esta diferencia marque el ritmo de una y otra rama, permitiendo entonces alcanzar diferentes certezas, o las mismas certezas aunque en mo-mentos distintos. La Filosofía acompaña a todo este proceso, y sin ella, según lo que hemos visto en el capítulo anterior, podríamos decir que perdemos el tiempo.

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El acceso a documentos sobre Física desvela cierto consenso en el hecho de que se pro-dujo un cambio de paradigma respecto a la concepción del tiempo, con la aparición de la Teoría de la Relatividad de Einstein, al menos hasta la llegada de la Teoría Cuántica (véase Anexo 2.II). El primero en experimentar sobre el tiempo fue Galileo, quien se considera uno de los primeros físicos y precursores de la Dinámica, aunque desde la Filosofía se encuentra esta cuestión en Aristóteles:

A muchas personas les gusta colocar el comienzo de la física en el trabajo hecho hace 350 años por Galileo y llamarlo el primer físico. Hasta esa época el estudio del movi-miento había sido filosófico y basado en argumentos que podían idearse con la cabeza. La mayoría de los razonamientos había sido presentada por Aristóteles y otros filósofos griegos y se tomaban como “probados”. Galileo era escéptico, el hizo un experimento sobre el movimiento, que fue esencialmente el siguiente: hizo rodar una bola hacia abajo en un plano inclinado y observó el movimiento. Sin embargo, no solo observó; midió la distancia que recorrió la bola y en cuánto tiempo. (Feynman, Leighton, & Sands, 1987, pág. 5:1)

Por su parte, Newton es considerado el máximo representante sobre la cuestión del tiempo hasta el siglo XX, con una concepción del tiempo como «absoluto»; es decir, el tiempo era algo independiente del espacio, quizá el contenedor del espacio y el movimien-to.

Antes de 1920, nuestra imagen del mundo era algo como esto: el “escenario” en que el universo se desarrolla es el espacio tridimensional llamado tiempo. Los elementos del escenario son partículas, por ejemplo, los átomos que tienen algunas propiedades. Pri-mero la propiedad de la inercia: si una partícula se mueve, sigue moviéndose en la mis-ma dirección, a menos que fuerzas actúen sobre ella. El segundo elemento lo constitu-yen entonces las fuerzas, que entonces se creía eran de dos variedades: primero un tipo enormemente complicado y detallado de fuerza de interacción que mantiene los diver-sos átomos en diferentes combinaciones de una manera complicada, que determinaba si la sal se disolvía más rápidamente o más lentamente cuando aumentamos la temperatu-ra. La otra fuerza que se conocía era la interacción de largo alcance –una atracción suave y tranquila- que variaba inversamente con el cuadrado de la distancia y que se llamó gra-vitación. Esta ley se conocía y era muy simple. Por qué las cosas se mantienen en movi-miento cuando se están moviendo o por qué existe una ley de gravitación, era descono-cido, por supuesto. (Feynman, Leighton, & Sands, 1987, pág. 2:3)

Hasta comienzos del siglo XX, se creía en un tiempo absoluto, es decir, que cada acon-tecimiento podía ser etiquetado de manera univoca con un numero llamado “tiempo” y que todos los buenos relojes indicarían el mismo intervalo temporal entre dos aconteci-mientos dados cualesquiera. Sin embargo, el descubrimiento de que la velocidad de la luz es la misma para todos los observadores, sea cual sea la velocidad de estos, condujo a la teoría de la relatividad, y a abandonar la idea de un tiempo absoluto y único. El tiem-po de los acontecimientos no podría ser etiquetado de manera única, sino que cada ob-servador tendría su propia medida del tiempo, indicado por un reloj que viajaría consigo, y relojes transportados por diferentes observadores no tendrían por qué coincidir. Así, el tiempo deviene de un concepto más personal, relativo al observador que lo mide. Sin embargo, sigue siendo tratado como una línea de ferrocarril recta, en la que se podría ir en una dirección o en la otra. (Hawking & Mlodinow, 2005, pág. 133)

Debemos aceptar que el tiempo no está completamente separado del espacio, ni es in-dependiente de éste, sino que se combina con él para formar una entidad llamada espa-cio-tiempo. Estas ideas no resultan fáciles de asumir, ni tan siquiera por la comunidad de los físicos, por lo que transcurrieron años hasta que la relatividad fue universalmente aceptada. (pág. 45)

Sin embargo, actualmente parece que existe un conflicto difícil de resolver entre la Teoría de la Relatividad y la Teoría Cuántica, ya que si bien la Teoría de la Relatividad se ha probado

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exitosa en diferentes experimentos (Sears, Zemansky, Young, & Freedman, 2005, pág. 1403), la Teoría Cuántica encuentra que, a escala atómica, no se cumple. Hawking & Mlodi-now (2005) lo describen de la siguiente manera:

La teoría cuántica es una teoría muy satisfactoria e importante que constituye la base de casi toda la ciencia y tecnología moderna. Gobierna el comportamiento de los transisto-res y circuitos integrados, que son los componentes esenciales de dispositivos electróni-cos como los de los televisores y ordenadores, y es también la base de la química y la biología moderna. (pág. 126)

Según la teoría cuántica, incluso un solo cuanto de luz perturbará la partícula y modificará su velocidad de forma impredecible. Y cuanto más energético sea el cuanto de luz utili-zado, mayor será la perturbación esperada. (pág. 115)

La teoría general de la relatividad de Einstein no toma en consideración el principio de incertidumbre de la mecánica cuántica como debería hacerlo por coherencia con otras teorías. (pág. 127)

la teoría general de la relatividad describe la fuerza de la gravedad y la estructura a gran escala del universo, es decir, la estructura a escalas comprendidas entre unos pocos kilómetros y unos billones de billones (un uno con veinticuatro ceros detrás) de kilóme-tros, el tamaño del universo observable. En cambio, la mecánica cuántica trata fenóme-nos a escalas extremadamente pequeñas, como una billonésima de milímetro. Desgra-ciadamente, sin embargo, se sabe que estas dos teorías son incoherentes entre sí: ambas no pueden ser correctas a la vez. (pág. 22)

En la teoría cuántica es posible que el espacio tiempo sea finito pero que no tenga singu-laridades que formen una frontera o un borde. El espacio-tiempo seria como la superfi-cie de la tierra, sólo que con dos dimensiones adicionales. Tal como subrayamos antes, si viajamos a la superficie de la tierra siempre en la misma dirección, nunca nos encontra-remos con una barrera insuperable, sino que al final regresamos al punto de partida, sin caer por ningún borde ni toparnos con ninguna singularidad. Por lo tanto, si este resulta-ra ser el caso, la teoría cuántica de la gravedad habría abierto una nueva posibilidad en que no habría singularidades donde las leyes de la naturaleza dejaran de ser validas. Si el espacio-tiempo no tiene fronteras, no es necesario especificar su comportamiento en la frontera, esto es, no hay necesidad de conocer el estado inicial del universo. (págs. 129-130)

Aparentemente lejos de esta visión profunda del tiempo, cercana a la Cosmología, lo que a algunos físicos interesa no es la comprensión del Universo y sus causas-efectos, sino su medición:

Consideramos primero lo que queremos decir por tiempo. ¿Qué es el tiempo? Sería es-tupendo encontrar una buena definición del tiempo. El diccionario Webster define “un tiempo” como “un periodo”, y este ultimo como “un tiempo”, lo que no parece ser muy útil. Quizá deberíamos decir: “tiempo es lo que ocurre, cuando nada más ocurre”. Lo que tampoco nos lleva muy lejos. Puede ser que sea igualmente bueno que enfrentemos el hecho que el tiempo es una de las cosas que probablemente no podemos definir (en el sentido del diccionario), y sólo decir que es lo que ya sabemos que es: ¡es cuanto es-peramos! De todos modos, lo que realmente importa no es definir el tiempo, sino como me-dirlo (Feynman, Leighton, & Sands, 1987, pág. 5:2)

Esto nos lleva al reloj como instrumento de medida, y al problema de la medición:

La medición de tiempos e intervalos de tiempo implica el concepto de simultaneidad. En un marco de referencia dado, un suceso es un acontecimiento con una posición y un tiempo definidos. Cuando decimos que despertamos a las siete de la mañana, queremos decir que dos sucesos (el despertar y que el reloj indicase 7:00) ocurrieron simultánea-mente. El problema fundamental de la medición de intervalos de tiempo es éste: en ge-neral, dos sucesos que son simultáneos en un marco de referencia no lo son en un se-

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gundo marco que se desplaza respeto al primero, aun cuando ambos son marcos iner-ciales. (Sears, Zemansky, Young, & Freedman, 2005, pág. 1407)

Hay un solo marco de referencia en el que un reloj está en reposo, y existe un número infinito de ellos en el que está en movimiento. Por consiguiente, el intervalo de tiempo medido entre dos sucesos (por ejemplo, dos tics del reloj) que ocurren en el mismo punto en un marco determinado es una magnitud más fundamental que el intervalo en-tre sucesos en puntos diferentes. Utilizamos el término tiempo propio para describir el intervalo de tiempo t0 entre dos sucesos que ocurren en el mismo punto. (pág. 1411)

Estos problemas encontrados llevan a lo que se conoce como la paradoja de los gemelos, enmarcada en la Teoría de la Relatividad, la cual establece que

las leyes de la física son las mismas en todos marcos inerciales de referencia; [y que] la rapidez de la luz en un vacio es la misma en todos los marcos inerciales (Sears, Zemansky, Young, & Freedman, 2005, pág. 1403)

y que muestra por tanto que la velocidad de la materia influye en el tiempo.

Considérense dos astronautas gemelas idénticas llamadas Teresa y estrella. Teresa per-manece en la tierra mientras su gemela Estrella emprende un viaje a gran velocidad a través de la galaxia. Debido a la dilatación del tiempo, Teresa observa que el latido car-diaco y todos los demás procesos vitales de Estrella se llevan a cabo con más lentitud que los suyos. Es así que, para Teresa, Estrella envejece más despacio; cuando Estrella regresa a la tierra es más joven (ha envejecido menos) que Teresa. (Sears, Zemansky, Young, & Freedman, 2005, págs. 1413-1414)

Las variaciones de tiempo, al depender de los sistemas de referencia, suponían no sólo un problema de inconsistencia teórica, sino también un problema social, pues ante la de-manda de una sociedad cada vez más compleja y tendente a la organización, no hallar la simultaneidad resultaba un gran riesgo. Además, el sistema se hacía más voluminoso en términos de espacio-tiempo, con los viajes espaciales. Por ello, se han ido consensuado tan-to unidades de medida internacionales como su cálculo, hasta llegar al reloj atómico:

La unidad de tiempo es el segundo (s), se definió originalmente en función de la rotación de la tierra, de modo que correspondía a (1/60)(1/60)(1/24) del día solar medio. Ac-tualmente se define en función de una frecuencia característica asociada con el átomo de cesio. Todos los átomos, después de absorber energía, emiten luz con longitudes de onda y frecuencias características del elemento considerado. Existe una frecuencia y una longitud de onda particulares asociadas a cada transición energética dentro del átomo de un elemento y todas las experiencias manifiestan que estas magnitudes son constantes. El segundo se define de modo que la frecuencia de la luz emitida en una determinada tran-sición del cesio es de 9.192.631.770 ciclos por segundo. Con estas definiciones, las uni-dades fundamentales de longitud y de tiempo son accesibles a cualquier laboratorio del mundo. (Mosca & Tipler, 2003, pág. 6)

Para medir el tiempo, necesitamos que un fenómeno ocurra una y otra vez de modo regular, es decir que sea periódico. El día es el fenómeno natural, periódico, usado des-de muy antiguo para la medida del tiempo, los días son casi del mismo largo en prome-dio, para verificar que esto es verdad tenemos que compararlo con otro fenómeno pe-riódico. La medida del tiempo la basamos en algún fenómeno que se repita periódicamente. Galileo demostró que un péndulo oscila con intervalos de tiempo regulares, utilizan-do un dispositivo mecánico que cuenta estas oscilaciones tendremos el reloj de péndulo. En esencia, este es el método que se emplea para la medida del tiempo, un reloj esta siempre constituido por un OSCILADOR y un CONTADOR. […] el llamado reloj ató-mico, que se basa en el hecho de que con haces de rayos laser se pueden frenar átomos hasta una velocidad correspondiente a una millonésima de grado Kelvin por encima del cero absoluto. Estos átomos fríos constituyen excelentes “péndulos” para los relojes

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atómicos porque a bajas temperaturas se puede medir su frecuencia natural con gran precisión. (Ercilla, García, & Muñoz, 2003, págs. 29-30)

En resumen, desde la Física encontramos dos posiciones respecto al Tiempo: una absolu-ta (I. Newton), y otra relativa (A. Einstein). La primera de ellas, hoy superada por la segunda, consideraba que el tiempo era una entidad independiente del espacio, mientras la segunda afirma lo contrario: el movimiento de la materia en el espacio, da lugar, grosso modo, al tiempo. Espacio y Tiempo forman un sistema cuatri-dimensional en el que se enmarca toda la materia del Universo y sus movimientos, los cuales generan tiempo.

Si trasladamos esta idea al plano societal, y de forma particular a la investigación y estudio sociológicos, vemos que la progresión que ha ido adoptando la teoría sociológica ha seguido un camino bastante semejante: primero la preocupación por el espacio (descripción de es-tructuras positivas) ha sido clave en los inicios de la Sociología. Comte, en Curso de filosofía positiva (1864, tomo IV, pág. 231) reclama que «se distinga radicalmente, en relación con cada aunto político, entre el estudio esencial de las condiciones de existencia de la sociedad y el de las leyes de su continuo movimiento», (citado en (González Seara, 1976, pág. 205)). Podemos encontrar cierto sentido a este hecho, pues el tiempo no es observable en sí mismo, si no es a través de sus manifestaciones, como por ejemplo es el caso del cambio social. Desde la Antropología y la Economía, por ejemplo, parece que se acepta el hecho de que los seres humanos se han ido adaptando a un espacio dado, y tratando de controlarlo, o dominarlo, para su supervivencia, construyendo así su propio espacio y definición (García, 2007, pág. 235). En este sentido, parece lógico que el espacio se convierta en una cuestión primaria en el Conocimiento. El tiempo, sin embargo, requiere de cierta comodidad, si pue-de llamarse así, o desarrollo de los individuos y las colectividades.

Acaso el punto de vista que parece óptimo para clarificar el problema de si el tiempo so-ciocultural es regular o irregular, lineal o cíclico, sea el de una ciencia social pluridiscipli-nar, ecléctica y heurística sobre el majestuoso curso de las civilizaciones. A la luz de las tradiciones filosóficas, científicas y científico-sociales, considero que el problema funda-mental del saber es el tiempo, y, particularmente, el sentido o conciencia de la compleji-dad del tiempo. En el ámbito de las ciencias sociales, casi nadie ha aportado tanta riqueza de pensamiento sobre el tiempo y el proceso de la realidad como la perspectiva e inves-tigación sobre las civilizaciones (Oltra, 2006, pág. 29)

Dicho de otra forma, podría ser necesario un cierto nivel de desarrollo para prestar aten-ción al tiempo. Podríamos trasladar esta metáfora a la Sociología, a su relación con la Histo-ria, la Filosofía, e incluso con las Ciencias Naturales. El origen de la Sociología es de arriba abajo, y desde una visión macro. Sin embargo, la cuestión societal cuenta con más sentidos y niveles, de ahí que con el paso del tiempo, hayan ido surgiendo originales perspectivas. Aun-que encontramos mucho contenido sociológico en torno a las manifestaciones del tiempo, no parece tanta la preocupación del tiempo como reflexión profunda en conexión con la realidad. Parece que el objeto de mayor interés en el campo de la Sociología y de las Cien-cias Sociales es el cambio, y de forma particular el cambio social.

La Sociología es, por tanto, estudio del orden y estudio del cambio, del consenso y del conflicto, pero no de una manera bipolar aislada, sino en un todo integrado (González Seara, 1976, pág. 208)

De ahí la definición dada por Gerth y Mills: “Por cambio social entendemos todo lo que puede ocurrir, en el curso del tiempo, a los roles, a las instituciones o a los órdenes que constituyen una estructura social: su surgimiento, crecimiento y decadencia” (Gerth y

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Mills. Carácter y estructura social, 1963, pág. 367) Citado en (González Seara, 1976, pág. 209)

El movimiento social, no en el sentido de movilización sino más bien en el sentido de agi-tación, abarca desde el interior del individuo, hasta el entorno en el que se mueve y vive, pasando por estilos de vida, grupos, colectivos, estructuras, instituciones, sociedades, cultu-ras, etc., lo cual lleva a la aceptación de la multiplicidad del tiempo (Ramos Torre, 1992, pág. X).

El estado actual de la investigación, por consiguiente, nos lleva a considerar un plantea-miento de causalidad múltiple del cambio, a partir de un entendimiento dialéctico del mismo. Pensar en una ley general del cambio, generada a partir de unos elementos cau-sales constantes y fijos, ya sea la tecnología, o sólo las relaciones de producción, es cerrar el campo de investigación en un tipo de problemas que exige libertad de lindes. (González Seara, 1976, pág. 224)

En este punto, encontramos similitudes con la Física, aunque esta disciplina aporta una importante observación histórica, «es ciertamente la manera con la que hemos progresado en el pasado», lo cual hace que la situación se convierta en paradójica: tendemos a unificar los conocimientos, cuando la época en la que hemos sido capaces de desarrollar más avan-ces ha sido como consecuencia de de dividirlos.

Resulta muy difícil idear una teoría que describa todo el universo en una sola formula-ción. Así pues, desglosamos el problema en partes e inventamos un número de teorías parciales, cada una de las cuales describe y predice una cierta clase limitada de observa-ciones, y omite los efectos de las otras magnitudes, o las representa como un simple conjunto de parámetros numéricos. Podría ser que este enfoque fuera completamente erróneo. Si todas las cosas del universo dependen de todas las demás de una manera fundamental, podría ser imposible aproximarse a una solución completa investigando ais-ladamente las partes del problema. Sin embargo, es ciertamente la manera con la que hemos progresado en el pasado. (Hawking & Mlodinow, 2005, pág. 22)

La aproximación que realizamos a la cuestión del tiempo desde las Ciencias Sociales en este apartado, es principalmente en base al trabajo de tres autores españoles que han estu-diado el concepto del tiempo en Sociología: Mª Ángeles Durán (1986) y Ramón Ramos (1992) nos aportan contenido sociológico de tipo teórico y reflexivo, y Amando de Miguel e Iñaki de Miguel (2014), quienes han realizado un trabajo concreto y empírico acerca de esta cuestión, basándose en la percepción y opinión de los españoles.

Sin embargo, antes de adentrarnos en estas obras, resulta interesante hacer una síntesis de ideas y reflexiones acerca del cambio social, que contribuya a una mejor contextualización de la cuestión del tiempo.

Parece lógico que la Sociología haya prestado más atención al cambio que al tiempo, puesto que el cambio sí es observable y medible. No obstante, el cambio es una de las for-mas que podemos dar al concepto general del tiempo. En concreto, la dimensión social del tiempo es la que hace que hablemos de cambio social y puesto que el tiempo es construido por los seres humanos (Ramos Torre, 1992, pág. IX), todas sus dimensiones «han estado sometidas a los avatares de la sociedad, lo que no ha dejado de ocasionar efectos en el sis-tema político y económico» (Iglesias de Ussel, 2006, pág. 31). Los calendarios y las agendas se construyen así en un intento de organizar a los individuos en sociedad.

La división y clasificación del tiempo en calendarios conduce a la organización de la vida cotidiana y esa sucesión termina por producir identificación entre las personas. Por eso se ha producido con la diversificación social un proceso de multiplicación de los calenda-rios. […] El calendario es, también, la plasmación de la finitud. Ordena el tiempo pero, a la vez, fija sus límites personales y sociales. No los determina, sino que los evidencia, di-funde la conciencia de la existencia de los límites o fronteras ineludibles. De ahí, la cele-

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bración del anual retorno de una efeméride inscrita en el calendario público o privado, con su doble juego de exaltación del pasado y pretendida afirmación del futuro. (Iglesias de Ussel, 2006)

No hay que confundir la agenda con el diario (el dietario para los catalanes). En el diario se anota lo hecho o pensado cada día. En cambio, la agenda sirve para recordar lo que tenemos que hacer en los días próximos. […] El uso de la agenda se ha extendido mu-cho con la generalización del teléfono móvil. No obstante, todavía es un uso que prácti-camente se concentra en la población activa y en los estudiantes universitarios. Sólo se apuntan en la agenda las ocasiones extraordinarias o de especial interés. (de Miguel & de Miguel, 2014, págs. 50-51)

Como vemos, los calendarios y las agendas resultan de utilidad para tener el control, o la ilusión de control de nuestro tiempo, desde la individualidad hasta la forma más extensa de interacción social. Y no sólo resultan útiles para ese el control y organización del tiempo, y del espacio, sino que expresan en sí mismas dos herramientas de medirlo, a través de los días, las horas, las festividades, etc. Aunque podemos entender el paso de un momento a otro como cambio, el cambio social hace referencia a las estructuras. Así, según a qué pers-pectiva observemos, integra o no al continuum entre individuo y sociedad.

El inicio de la Sociología se produjo observando al método de las Ciencias Naturales. La Física y la Biología resultaban ser dos disciplinas de las que la Sociología se nutriría, a veces comparativamente, a veces metafóricamente. Esta proximidad con las Ciencias Naturales produjo una corriente enmarcada en la Teoría de la Evolución de Darwin. El evolucionismo sería adoptado por autores de referencia, como Comte o Durkheim.

El enfoque de Darwin enfatiza la progresión continua de formas de vida sucesivas. […] Los teóricos sociales, al buscar una analogía con su modelo biológico, crearon la teoría de la evolución, en la cual la sociedad se mueve en una dirección definida. (Schaefer, 2012, pág. 501)

En el siglo XX, surgiría la Teoría Funcionalista, preocupada en la definición del sistema so-cial, así como en los elementos que hacen que el sistema perdure.

Parsons (1902-1979), uno de los principales proponentes de la teoría funcionalista, veía a la sociedad como un estado natural de equilibrio. Por “equilibrio”, él daba a entender que la sociedad tiende hacia un estado de estabilidad o balance. […] de acuerdo con su modelo de equilibrio, a medida que se presentan cambios en una parte de la sociedad, deben hacerse ajustes en otras partes. De lo contrario, se verá amenazado el equilibrio de esta y ocurrirán tensiones. […] Aunque el enfoque Parsons incorpora explícitamente la noción evolutiva del progreso continuo, el tema dominante en este modelo es la esta-bilidad. La sociedad puede cambiar, pero permanece estable a través de nuestras formas de integración (Schaefer, 2012, pág. 502)

Otra corriente es la conocida como Teoría del Conflicto, con las obras de Marx y Dah-rendorf:

Los teóricos del conflicto sostienen que las instituciones y prácticas sociales persisten porque grupos poderosos tienen la capacidad de mantener el status quo. El cambio tiene un significado esencial, ya que se requiere para corregir las injusticias y desigualdades so-ciales. […] Karl Marx aceptó el argumento evolutivo de que la sociedad se desarrolla jun-to con una trayectoria particular […] a través de la revolución socialista conducida por el proletariado, la sociedad humana se moverá hacia la etapa final del desarrollo: una socie-dad comunista sin clases. […] Ralf Dahrendorf (1958) [… dice que] las sociedades humanas son estables y duraderas, aunque también experimentan serios conflictos (Schaefer, 2012, pág. 502)

Llegados a este punto, resulta necesario distinguir entre desarrollo y progreso, y cuál es su lugar en relación con el cambio y por tanto, con el tiempo:

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Nótese que hablamos de cambio y no de desarrollo ni de progreso. Éstos son cierta-mente fenómenos existentes, pero son sólo aspectos de otro más general, el cambio so-cial. El primero significa un incremento en la dimensión y en la complejidad; el otro un incremento en la riqueza cualitativa de la vida social, lo cual incluye mejores condiciones debida para todos y avance moral y en términos de sabiduría (Giner, 1996, pág. 239)

Estas teorías ponen por tanto el acento en diferentes cuestiones referidas al cambio: en su origen, en sus consecuencias, en los ritmos, en la amplitud y en los motores que lo pro-ducen. Además, surgen conceptos derivados que contribuyen a la reflexión sobre el mismo.

Anthony Giddens (2010) anota, siguiendo la idea de Heráclito, que el cambio social

es difícil de definir, porque, en cierto sentido, todo está cambiando continuamente. […] Identificar cambios significativos supone poner de manifiesto hasta qué punto se han pro-ducido alteraciones en la estructura subyacente de un objeto o de una situación durante un período de tiempo (Giddens, 2010, pág. 141)

Sin embargo, uno de los factores de cambios que señala Giddens es el referido a la orga-nización política (2010, pág. 143). La manipulación y control ejercidos para provocar cam-bios, produce intereses creados.

El socioeconomista Thorstein Veblen (1857-1929) acuñó la expresión intereses creados para referirse a aquellas personas o grupos que sufrirán en el caso de un cambio social. (Schaefer, 2012, pág. 504)

Con las teorías de la modernización, el centro del análisis consiste en determinar un «an-tes» y un «después» (García García, 2004) a través de atributos dicotómicos que sintetizan tipos distintos de una realidad: rural-urbano; tradicional-moderno, etc.,

Según vemos, en las diferentes teorías que hemos explorado, parece ser generalizada la aceptación de la cronología y de la idea evolutiva, al menos desde perspectivas generales acerca de la cuestión del cambio social y, de alguna manera, el futuro. No obstante, cada una se caracteriza por ver un presente, futuro o pasado diferentes a las otras, lo cual no quiere decir que sean incompatibles con la realidad social.

Después de hacer este recorrido por las teorías del cambio más relevantes, es hora de ver qué se dice en España sobre la cuestión del tiempo-cambio. Retomando a los autores que mencionábamos al inicio de este apartado, Mª Ángeles Durán, trata de la cuestión del tiempo incorporando la perspectiva de género y el concepto de desigualdad, cuestión de primer orden en la sociología contemporánea. En su obra, encontramos reflexiones profun-das del tiempo que al incorporar la perspectiva de género, modifican y amplían el sentido del tiempo. Además, relaciona la cuestión del tiempo con diferentes dimensiones, como la económica (el trabajo, el sistema económico),

La posición que cada uno ocupa en la estructura económica afecta al modo personal de construcción del sentido del tiempo, a su periodificación, ritmo y grado de parcelamien-to. […] Sin embargo, en las sociedades de rentas, los trabajadores individualizan su tiem-po para equilibrarlo, lo parcelan y subdividen, lo reglamenten, lo intercambian, lo eval-úan, lo aseguran y viven permanentemente en torno a la idea del valor de su capi-tal/humano y los riesgos de su acrecentamiento y su desgaste. […] la lógica de la acumulación de beneficios imprime asimismo una aceleración del tiempo de trabajo aplicado a la producción, tanto del tiempo propio entre los asalariados, como del tiempo propio y del ajeno entre los gestores y empresarios. El beneficio se maximiza en la misma medida que el tiempo de trabajo se hace más rápido, más compe-titivo, y empresarios y asalariados se sienten a sí mismos como herramientas productivas, como factores de coste que entran a formar parte de su valor y precio de mercado. (págs. 13-14)

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Una de cada cuatro amas de casa dice que la autonomía es una de las mejores cualidades del trabajo domestico, pero tres de cada cuatro no la citan, ni aún teniendo la opción de citar varias. (pág. 64)

la cultural (la religión),

En la tradición occidental, el cielo y el infierno son la ausencia del tiempo. Frente a los tiempos detenidos e inmóviles, eternos, la vida humana transcurre por un tiempo móvil, variable y acotado que es el tiempo histórico. Por eso la construcción del cielo y del in-fierno no es un asunto religioso –o al menos, no es eso solamente- sino el modo de re-solver un problema de conocimiento que se plantean por igual en los pueblos con muy distintas creencias. (pág. 9)

las interpretaciones del sentido del tiempo no alcanzan a ser en ningún sitio modelos ce-rrados y perfectos asumidos por igual por jóvenes y viejos, por mujeres y hombres, por pobres y ricos. Donde predominan las interpretaciones cíclicas, hay siempre algún ele-mento de contagio o ruptura a través de las ideas de ascensión o progreso. Y en las cul-turas o grupos que con mayor ahinco defienden las interpretaciones lineares o ascensio-nales (hacia la salvación, hacia la modernidad, hacia el éxito), hay siempre una dulcifica-ción de la linearidad a través de las ideas de resurrección o renovación por y para sí mismos o a través de los otros, así como un temor permanente a la quiebra de la linea-ridad, al fracaso y a la perdición. (pág. 10)

Sin embargo, este sentido lineal e individualista del tiempo se integra mal en la experien-cia colectiva de las mujeres, lo que explica en parte su relativa desvalorización en el cris-tianismo. Los ritmos biológicos nos conceden a las mujeres un calendario propio y la pe-riodicidad de las menstruaciones ha servido para construir sistemas universales de medi-da del tiempo. Periodo, regla, mes, son palabras comunes que empalman el sentido cíclico del tiempo con las manifestaciones cotidianas de vida de nuestro propio organis-mo. (pág. 12)

la biológica (ritmos biológicos),

Los ritmos de gestación de los hijos siguen siendo –en este umbral del tercer milenario de nuestra era- una experiencia común repetida y compartida por la mayor parte de las mujeres. El embarazo es un ciclo largo y lento, una pausadísima e imperceptible progre-sión que termina violentamente, en un tiempo enorme e inolvidable intensidad en que se funde el dolor de la expulsión con la alegría del nacimiento: el tiempo largo y ligero de la gestación se corona con el momento explosivo de la renovación. El hijo trae consigo la alteración de los tiempos cotidianos, de los ritmos de alimentación y de sueño, y todavía durante los primeros meses de vida, sigue imponiéndonos una ordenación del espacio y del tiempo que no compartimos plenamente por los varones. No parece posible que una experiencia tan intensa como esta, repetida miles de millo-nes de veces en la historia de la humanidad, haya pasado por la vida de las mujeres y de los hombres sin dejar huellas en su propio modo de entender y ordenar el mundo, y sin que se haya transmitido de múltiples maneras a la cultura colectiva. (pág. 12)

Después de Darwin, el sentido del tiempo ha cambiado en cuanto a la relación indivi-duo/espacio. El tiempo-cero o punto de origen del hombre se disuelve, se deshace. No hay una creación específica sino una emergencia de la continuidad de las especies, de las generaciones. (pág. 16)

y la individual (tiempo de la persona) y social (tiempo colectivo).

La limitación del tiempo humano se contrasta a diario y en derredor, de modo que ape-nas necesita intelectualizaciones, por la coexistencia con otros dos sistemas de tiempo que transcurren a nuestro lado, a ritmo diferente, y ajenos e inmediatos a nosotros: de una parte, el tiempo pétreo, cósmico, aparentemente inerte; de otra, el tiempo orgáni-co, cíclico y agitado. (pág. 9)

El reconocimiento de la individualización de almas prima el valor del tiempo persona –el tiempo concedido para la búsqueda de la salvación o la condena- frente al tiempo colec-

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tivo, tensión que en cierto modo se reequilibra a través de la idea de una iglesia perma-nente en la que el tiempo no sufre discontinuidades. (pág. 11)

Frente a la inmensidad del tiempo posible, el tiempo humano es parcial, acotado, puede valorarse, intercambiarse, anticipares, recordarse, venderse. Por ser tiempo humano es, inevitable, tiempo socialmente construido, y las categorías de ordenación e interpreta-ción arrancar del medio social en el que se formulan para luego extenderse, de modo más o menos compulsivo y con mayor o menor éxito de acogida, a otros grupos socia-les. (pág. 13)

El trabajo de Ramón Ramos, en Tiempo y Sociedad (1992), recoge textos de autores enmarcados en la sociología que estudian la cuestión del tiempo, así como reflexiones pro-pias del autor, que trataremos de sintetizar en este trabajo.

En la Introducción, el autor comenta tres maneras en las que el tiempo social se ha en-tendido:

como matriz, como variante o como cúspide de un tiempo más global y complejo. Con-cibiéndolo como matriz, Durkheim (1968) y su escuela propusieron que era primitivo u originario y que, consecuentemente, se hallaba en los orígenes de la ideación humana del tiempo y de las distintas variantes culturales de vivirlo y pensarlo. Concibiéndolo co-mo variante, Sorokin y Merton (1937) propusieron que era un tipo de tiempo al lado de otros tiempos, reivindicando consecuentemente los títulos especiales de la ciencia social para investigarlo y limitando el alcance y significación generales de los resultados que esta pudiera alcanzar. Por último, concibiéndolo como cúspide de una jerarquía, Fraser (1987, cap.3) lo ha representado como culminación o nivel integrativo más complejo de una temporalidad diferenciada en estratos específicos, que une jerárquicamente los nive-les a-temporales y proto-temporales de la materia con los niveles eo- y bio-temporales, hasta alcanzar en la cúspide los niveles noo- y socio-temporales más complejos (Ramos Torre, 1992, pág. IX)

Ramos entiende que el tiempo cuenta con una dualidad que no puede ignorarse al abor-dar la investigación, puesto que pretender una visión totalizante no hace sino trasladar lo problemático del tiempo al análisis y a la investigación en cuestión (pág. XII). Además, mues-tra cómo podría abordarse esta cuestión:

Una ciencia social interesada en el tiempo ha de ser reflexiva sobre los supuestos de que parte. En concreto, ha de partir de una clarificación del concepto amplio (tiempo) o res-tringido (tiempo social) que utiliza, de forma que pueda justificar plenamente su proyecto de investigación sobre las relaciones entre los múltiples procesos sociales y los múltiples tiempos. Muchas de sus insuficiencias, ingenuidades y carencias resultan justamente de no haber clarificado suficientemente qué tiempo aborda, para decir posteriormente qué sociología se puede construir sobre él (pág. XIV)

La preocupación de este autor pone en alerta a la Sociología y una posible Sociología del Tiempo que, aunque «ha superado la fase primeriza de proyecto atípico y problemático, convirtiéndose en un campo de investigación interesante y extremadamente fructífero» (pág. XXI), considera que

lo que se ha dado en llamar sociología del tiempo desborda sus límites, convirtiéndose en un programa ambicioso de renovación de la ciencia social que explota fructíferamente algo obvio, dado por descontado y, por ello, descuidado analíticamente: la centralidad del tiempo en las distintas manifestaciones de la vida social. Socialización del tiempo y temporalización de lo social son, pues, las dos caras de un mismo programa que enga-ñosamente ha recibido una denominación restrictiva (pág. XV)

Así pues, con la recopilación de textos en su obra, Tiempo y Sociedad, Ramón Ramos trata de hacer posible «una aproximación enriquecedora a proyecto, desarrollo y resultados de una sociología del tiempo» (pág. XXI)

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Amando de Miguel e Iñaki de Miguel, dividen La percepción de los españoles sobre el tiempo (2014) en dos partes. La primera de ellas consiste en una reflexión acerca del tiempo en la sociedad española, mientras la segunda recoge y comenta los resultados de la aplica-ción de una encuesta a 1.205 personas españolas, realizada a finales de 2012.

El objetivo era verificar algunas hipótesis que teníamos sobre la percepción del tiempo y su influencia en la vida cotidiana. Partíamos de la creencia mostrenca de que estamos en la sociedad de la prisa, en la que todo el mundo aparece cada vez más desbordas por múltiples tareas y solicitudes (de Miguel & de Miguel, 2014, pág. 59)

A pesar del detalle de los resultados y las reflexiones, cabe destacar que echamos en falta una ficha técnica más exhaustiva, ya que no disponemos de información acerca del diseño muestral, ni del cuestionario, o una valoración crítica del estudio. Sin esta información, resul-ta complicado contextualizar y evaluar los resultados obtenidos.

Dicho esto, el principal resultado de su estudio es que la edad, los estudios y la posición laboral determinan la pertenencia a alguno de los arquetipos que han construido («sociedad avanzada» y «sociedad desactivada»), mientras que la ideología no es condicionante de per-tenecer a uno u otro grupo.

La «sociedad avanzada» es definida por los autores como aquellas personas que tienen una concepción del tiempo «cambiante y moderna» y además es la consideran deseable. Son personas clasificadas como apresuradas, inquietas, laboriosas, diligentes, puritanas, hi-peractivas, planificadoras, esforzadas y atareadas. Mientras la «sociedad desactivada» se en-tiende como aquellas personas que tienen una concepción del tiempo «estática y tradicio-nal»; es decir, lo contrario: personas sosegadas, calmas, apáticas, indolentes, hedonistas, pasivas, desorganizadas, ociosas, desocupadas.

La conclusión que extraen del estudio es que «no se puede decir que haya una percep-ción unívoca de los españoles sobre el tiempo» (de Miguel & de Miguel, 2014, pág. 145)

Respecto a la cuestión del tiempo, el planteamiento que tienen los autores y las reflexio-nes que los autores realizan contemplan el tiempo cronológico:

El calendario no es solo un elemento unificador de distintos grupos sociales. También puede servir para que tales grupos se sientan diferentes. Basta recordar cómo los mu-sulmanes, judíos o cristianos celebran (pág. 21)

La cronología marca el paso de las generaciones. Convencionalmente la generación es el lapso que va de la edad de los padres a la de los hijos, unos 30 años. (pág. 22)

Y el tiempo en dimensiones sociales e individuales:

El tiempo disponible es escaso para casi todos los españoles, pero más que nada porque se proponen más quehaceres de los que pueden abordar. Esa desmesura es la conse-cuencia del especial dinamismo que ha caracterizado a la sociedad española contem-poránea. Aun así, la cultura dominante hace que los españoles se vean obligados a de-mostrar que el tiempo no es escaso, quizá como una defensa. (pág. 34)

El tiempo social o psicológico (el vivido por las personas), a diferencia del tiempo físico, no es una cantidad fija, lo que permite gestionar su rareza. La prueba es que las personas acomodadas, como queda dicho, pueden «comprar tiempo», por ejemplo, haciendo que otros servidores o subordinados les liberen de ciertas tareas onerosas. (pág. 47)

Además, realizan una comparación entre el tiempo físico y el tiempo social que resulta muy interesante para acabar este apartado:

A diferencia del tiempo físico, el tiempo social camina a saltos. No todas las unidades presentan la misma duración. Los días felices por acontecimientos especiales perduran más en el recuerdo. (pág. 49)

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A medida que se han ido leyendo los documentos que recogemos en este trabajo, se ha ido construyendo un mapa conceptual en torno al tiempo, elemento central de esta investi-gación. Algunos elementos que aparecen en el mapa se han ido comentando en páginas anteriores, y algunos otros no, puesto que la construcción de este hilo conductor no ha da-do pie a ello. En cualquier caso, todos los conceptos están extraídos de los documentos y pueden ser consultados a partir de las Referencias Bibliográficas, así como en el Fichero de documentación de este trabajo (véase Anexo 2). Como se ha dicho, el proceso de elabora-ción del mapa ha sido simultáneo a la lectura de los documentos, y esta tarea ha consistido principalmente en la reagrupación en categorías contenedoras de los conceptos o dimensio-nes que hemos encontrado en la literatura.

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CAPÍTULO III. DISCUSIÓN

El carácter exploratorio de esta investigación produce cierta sensación de incompletitud. Sin embargo, la amplitud y complejidad de nuestro objeto de estudio, justifican también esa sensación.

Nuestro objetivo ha sido conocer qué es el tiempo, y cómo se define su relación con lo social, con la sociedad. En definitiva, qué podemos entender por tiempo social. En este sen-tido, este trabajo ha cumplido con su propósito. Hemos visto que el tiempo:

- Es múltiple: en su definición, en su concepción y en su dimensionamiento - Es dual: hay un tiempo físico-natural y un tiempo humano-social, ambos construi-

dos, aunque uno más objetivo que el otro - Tiene una dimensión social, la cual es estudiada por la Sociología desde su mani-

festación: el cambio social, el cual recoge diferentes ideas y conceptos, como el desarrollo y el progreso

- A pesar de las diferencias concebidas entre sus distintas dimensiones, pueden en-contrar puntos de acuerdo, comunes

Así mismo, hemos visto que el cambio social: - Tiene ritmos: puede ser lento (gradual) o rápido (revolucionario) - Es influido por diferentes factores que modifican su estado - Puede tener su origen dentro o fuera de su contexto, de su sistema de referencia - Es paradójico: puede controlarse a la vez que se hace incontrolable - Puede medirse, y pensarse

No obstante, para alcanzar un mayor rigor científico, se hace necesaria: mayor profundi-zación mayor en cada una de las ideas obtenidas, con el objetivo de alcanzar una mayor comprensión de ellas, a partir del seguimiento de las referencias bibliográficas de cada do-cumento, y ampliando las disciplinas desde las cuales nos aproximamos a la cuestión del tiempo. Por ejemplo, durante el trabajo ha surgido la Biología como una disciplina que pue-de ofrecer contenido y sentido a esta cuestión. Tampoco podemos olvidarnos de otras áre-as en las que el tiempo se ve de forma indirecta: la música, el arte, la literatura… en todas ellas podemos encontrar fuentes valiosas para la investigación.

Con todo, este trabajo puede ser útil como síntesis de las diferentes posiciones que po-demos encontrar respecto a la cuestión del tiempo, al menos en la Física y en la Sociología, la cual permite enmarcar su contenido en futuras investigaciones de tipo metateórico o apli-cadas, con la particularidad de pretender servir en la construcción de una Sociología del Tiempo.

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Como se ha comentada al inicio de esta investigación, desde la Teoría Sociológica parece que el tiempo no es un concepto que se muestre con especial relevancia, al contrario de la reflexión en torno al cambio social. En un nivel de análisis que podríamos denominar macro, o quizá tradicional, a pesar de encontrarnos con diferentes perspectivas (funcionalismo, evo-lucionismo, materialismo histórico…), todas ellas parecen apoyarse en las ideas básicas de estructura y de cambio. Sin embargo, no parece estar tan generalizado el interés por el pro-ceso de generación de la estructura, e incluso la invisibilidad de estructuras, que inevitable-mente nos lleva en el análisis a prestar atención a formas sociales más básicas y de carácter más individual-colectivo, como pueda ser este proceso desde una visión de la vida cotidiana, de una sociedad humana además de estructurada y cambiante. Tenemos que acudir a co-rrientes del tipo fenomenológico para encontrar un espacio que contemple esta perspectiva. Es conocida la frase de Albert Einstein cuando dijo que «hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad». Lejos de comparar en este momento cuestiones físicas con las propiamente humanas, a pesar de que algunas personas dirían que se trata de una misma cosa, lo que aquí se considera de interés reseñar es la idea de la voluntad como fuerza motriz. La voluntad, la creatividad y la empatía también son ele-mentos de la ecuación social, aunque no sepamos o no podamos verlos, observarlos o me-dirlos. Si bien la vida hace de la Física algo básico, de la sociedad humana hace algo cada vez más complejo. Es comprensible pensar la sociedad en forma de estructuras, sobre todo cuando el interés reside en saber en qué mundo vivimos, pero si aceptamos esta premisa de voluntad como fuerza motriz, para comprender el cambio de dichas estructuras no pueden ignorarse dimensiones como la cultural o la individual-colectiva.

Es cierto que poco a poco parece haber cada vez mayor consenso en la teoría sociológi-ca respecto a las dimensiones y motores del cambio social, y entre ellas aparecen las recién citadas, así como las dimensiones política y económica, y se presta especial atención a la tecnología, a Internet de forma particular (Giddens, 2010, págs. 301, 767, 818).

Cuando se habla de globalización o mundialización suele hacerse referencia a la dimen-sión económica por la cual las comunicaciones entre puntos lejanos del globo terráqueo se hacen viables y asumibles en esta dimensión-realidad. No obstante, la dimensión tecnológica también juega un importante papel. Con Internet, el tiempo se comprime hasta la instanta-neidad, de manera tal que de forma prácticamente simultánea, dos personas alejadas espa-cialmente en el planeta pueden comunicarse. En este caso, la tecnología pone en marcha el motor del cambio social: una persona que migra a otro país, o a otra región, o que se va de vacaciones, puede mantener sin demasiados problemas, el contacto con familiares, amista-des o personas conocidas; por tanto, sus relaciones sociales en el lugar de origen; de igual forma, diferentes culturas del mundo pueden conocerse e interactuar, sin moverse de la silla, y de forma más o menos voluntaria. Por supuesto, sea cual sea el caso, se encuentran argumentos en contra de Internet y de las tecnologías, en lo que algunos autores llaman «resistencia al cambio» (Schaefer, 2012, pág. 504).

De forma general, podría decirse que una de las cuestiones que trata la Sociología es las relaciones entre países centrales y periféricos, y que históricamente se ha prestado atención a las regiones colonizadas. Las ideas de desarrollo y subdesarrollo surgen ante la visión cultu-ral exportada a otros países, así como a una visión ciertamente etnocentrista de la mano del proceso de industrialización. Luís González Seara (1976) dice:

Hay múltiples estudios de la presión ejercida sobre los países en vías de desarrollo, o subdesarrollados, por los países de vanguardia. Especialmente la técnica y la ciencia de Occidente han ejercido una influencia decisiva para el cambio, en todo el mundo, de las sociedades tradicionales. Como es de sobra conocido, la aculturación ha sido siempre

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un elemento primordial para el cambio y las transformaciones de las sociedades. Pero, últimamente, la aculturación a partir del mundo occidental se ha hecho planetaria, por-que la cultura de Occidente, al menos en el orden científico y técnico, se ha objetivado de tal modo que puede ser apropiada –y expropiada- por cualquier otra cultura (págs. 238-239).

El mismo autor, a propósito de Díez del Corral (El rapto de Europa), señala que

«La técnica, y la ciencia, en cierto modo han sido los grandes vehículos de expropiación de la cultura occidental, pero esa expropiación ha sido hecha desigualmente, según se trate de unos u otros sectores sociales. Lo cual nos lleva a distinguir otros dos tipos de cambio: el “sincrónico” y el “asincrónico”. Puede ocurrir que algunos cambios se produz-can al mismo tiempo y con el mismo ritmo, sincrónicamente, pero lo normal en el cam-bio es la asincronía» (pág. 240).

Como hemos ido viendo a lo largo de este informe, la acción y la estructura se combi-nan. De igual forma, podemos encontrar diferentes enfoques: desde lo individual hasta lo más general. Como proceso que es, el cambio necesita de movimiento y por tanto, de tiempo. Por supuesto, también de espacio.

Hemos hablado de cambio, e incluso se intuyen ciertos sentidos en torno a alguna idea del progreso. Decíamos al principio que el ser humano se adaptaba al espacio y todo ello lo hacía en una dimensión temporal. Sin embargo, si aceptamos la hipótesis de la modernidad como cambio histórico-social, uno se pregunta si en este contexto el tiempo modifica al espacio. El movimiento en el espacio genera tiempo, pero si aceptamos que las instituciones y estructuras son construidas por el ser humano, y consideramos a alguna generación llega a la fase de interiorización que describieron Berger y Luhman, ¿sería descabellado decir que para estas nuevas generaciones, es el tiempo el que modifica el espacio? La prisa, los ritmos acelerados de los cambios sociales y vitales, individuales y colectivos, las expectativas que una sociedad tiene acerca de «un individuo», la idea del éxito. ¿No podría la conciencia de esta realidad construida, llegada al individuo y vista desde él, ser una de las claves del cambio so-cial, cultural, individual e histórico? ¿Las rutinas de nuestro modelo de sociedad, y su ritmo, no generan impactos en las estructuras, en la cultura, en el individuo, en el entorno…?

Vivimos en una sociedad que entendemos como individualista: cambian las formas y re-des familiares, las formas de consumo, hasta la publicidad y el marketing actúan individuali-zando sus acciones. El individuo, desde estas perspectivas, es cada vez más importante fren-te a los grupos, aunque sería discutible afirmar que lo fuera más que los grupos. Con el indi-vidualismo aparece un miedo cada vez mayor a la soledad, apoyado por una realidad de la cultura occidental: el rechazo, ocultación o higienización mejor dicho, cada vez mayor de la muerte (Elias, 1987, pág. 32).

Nos encontramos habitualmente con teorías, con guías, con objetivos deseables para la sociedad, y sin embargo, en muchas ocasiones debemos señalar con el dedo a diferentes autores porque no dan ninguna pista acerca del camino. Quizá no supieran o no quisieran definir ningún camino para así garantizar la libertad en el método y la estrategia. Sin embargo, alertar de un riesgo, y a la vez alertar del riesgo de prestar demasiada atención al riesgo, podría resultar quizá menos destructivo. Dicho esto, en ocasiones, el «aquí y ahora» al que hacía referencia en la presentación, alcanzar ese estado de óptima conciencia, podría ser suficiente para reducir conflictos, y para ello es necesario situar en la bandeja de «las cosas importantes» el tiempo que las personas necesitan para asimilar y adaptarse a situaciones cada vez más cambiantes y/o más desconocidas. Una gestión del tiempo, una educación del

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tiempo…, que permitan que su dimensión social abogue por la comunicación y la reducción de conflictos.

Cuando uno actúa, difícilmente puede ocuparse en reflexionar. Con algo más de facilidad puede preocuparse. Sin embargo, en niveles agregados, mientras uno actúa, quienes re-flexionan pierden a corto plazo su oportunidad de acción. Desde una visión quizá optimista, quizá realista, los actores fabrican un mundo, mientras los reflexionadores consideran cómo optimizar un mundo, que inevitablemente está siendo cambiando por actores. Si bien este ejemplo es muy reducido, y a pesar de que ambos roles pueden conjugarse, cuando habla-mos de grupos que principal o exclusivamente actúan (porque hayan decidido la meta que esperan, o porque hayan decidido el camino que quieren seguir), el riesgo aumenta y a su vez lo hace la incertidumbre, ante la cual los reflexionadores, también como grupo, se ven obligados a dar sentido y cargar el mundo de explicación, viéndose impedidos de optimizar el mundo en que vivimos debido a la espontaneidad de la acción. Estos grupos terminan viéndose limitados a sólo poder actuar en el instante de las tomas de decisiones, a medio-largo plazo, o abandonando el camino de la reflexión.

En un mundo como el que nos toca observar, parece que se hace cada vez más proba-ble el advenimiento del colapso. La ventaja comparativa entre la acción, instantánea (no por ello no reflexionada), y la reflexión, calmada (no por ello no materializada), se hace evidente cuando uno antepone los deseos individuales (que surgen del id y el ego freudianos) a las inquietudes sociales (que surgen del superego). La acción requiere de una motivación, de un estímulo que se traduzca en ella. Cuando la acción viene dada por lo externo, es poco pro-bable que uno controle o asuma la responsabilidad de la misma, salvo la presencia, durante el proceso de acción o de sus consecuencias, de algún otro superego, con voz clara y conci-sa, a la vez que accesible y empático al caparazón del ego, o de la cultura simpatizante del mismo. Una vez más, la educación se muestra como una herramienta fundamental para advertir de nuestra naturaleza más destructiva. La acción monótona y pasiva, sin embargo, se intuye también como una oportunidad de combinar ambas cuestiones, puesto que el cerebro se libera de dicha acción al actuar a través de esquemas programados, de la misma forma que lo hace una máquina, lo cual permite ocupar ese espacio en reflexionar e incluso modificar la acción de forma estratégica, atendiendo al superego, traducido en este caso como algo parecido al bien común. Todo ello abre también la posibilidad de que dicha estra-tegia se convierta en una acción reforzadora del ego, o destructiva hacia el bien común de forma voluntaria.

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A partir de lo que hemos visto hasta ahora, surge la inquietud de conocer empíricamente la relación entre los ritmos de vida (tiempo) y la percepción de control de la propia vida (so-ciedad). Se consideran las siguientes hipótesis, teniendo en cuenta el papel importante que juega en la actualidad las TICs en la compresión del tiempo.

H1: El volumen de información al que se tiene acceso se relaciona con la per-cepción creciente de control de la propia vida

H2: Ritmos de vida acelerados se relacionan con la percepción de pérdida de control de la propia vida

H3: El uso de tecnologías instantáneas se relaciona con la percepción de control de la vida propia

H4: El uso de tecnologías instantáneas se relaciona con el valor del presente an-tes que el del pasado o del futuro

Además, la desigualdad respecto al tiempo citada por Durán y de Miguel, sugieren la si-guiente hipótesis, también de carácter empírico.

H5: A mayor ritmo de vida societal, se produce un aumento en el ritmo de la movilidad social vertical descendente.

Por último, en un intento de comunión entre los contenidos de la Física y la Sociología, nos hacemos las siguientes preguntas, que podrían derivar en nuevas líneas de investigación.

P1: Si dos cuerpos con masa se atraen. ¿Qué podríamos considerar como masa en So-ciología? ¿La medida de la masa tendría un valor cuantitativo en número de perso-nas, o necesitaría de otros indicadores, como la capacidad de influencia o poder?

P2: Si nos valemos de la ecuación de la teoría de la relatividad, E=mc2, y siguiéramos esta lógica físico-natural, ritmos muy acelerados de vida podrían llevar a la autodestruc-ción. ¿Dónde está entonces el límite? ¿Es posible esta analogía?

Según la teoría de la relatividad, un objeto, de hecho, nunca puede alcanzar la velocidad de la luz, porque su masa sería infinita y, por la equivalencia entre masa y energía, se ne-cesitaría una cantidad infinita de energía para hacerle alcanzar dicha velocidad (Hawking & Mlodinow, 2005, pág. 47)

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