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Juan José Martínez - Mauricio Runno Independiente Rivadavia

Un siglo azul

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La historia de Independiente Rivadavia. El libro que Daniel Vila nunca quiso que se publicara. Los orígenes del club, los dirigentes históricos y las campañas del equipo desde la fundación del club. Fotografías y testimonios jamás recogidos.

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Juan José Martínez - Mauricio Runno

I n d e p e n d i e n t e R i v a d a v i a

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Capítulo I

Subtítulo Volestis num adionse nisisci ex elis etuVer susto odit autpatie feum quamcoreEquat. Duissequatio eraessi tio commolor sum adipissis nostrud dolorem zzrit aliquat. La facin venibh essecte dignit ipit wis dolent wismod tatumsandio euis alisl init utatie verit autpat venim dolore mod tisi.

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1867Casi todos coinciden: el 22 de

junio, en una cancha de Palermo, potrero próximo al actual edifi cio del Planetario de Buenos Aires, se disputó el primer partido de fút-bol en el país. La organización y la cancha pertenecían al Buenos Aires Cricket Club, una asociación formada por británicos con resi-dencia en Argentina. Justamente el encuentro deportivo enfrentó a equipos integrados por ingleses y argentinos. Con la puesta en marcha del ferrocarril como sos-tén de la obra pública, el deporte fue impuesto y estimulado por los directivos ingleses que llegaban aquí para dirigir el trazado por todo el país.

Una de las consecuencias de este formidable fenómeno migratorio fue el nacimiento de los primeros clubes de fútbol en Argentina: Lomas Athletic Club,

Buenos Aires-Rosario Railway, Quilmes Athletic Club, Flores Athletic Club, Belgrano Athletic y Alumni, que antes había sido el English High School. “Simultá-neamente el juego se practicaba en las calles y en los patios de los conventillos con un invento crio-llo: la pelota de trapo”1.

No hay dudas que nuestro país adoptó al deporte como propio. Y aquella expansión fue profunda; también en el plano internacional. De hecho, el nues-tro fue pionero en la organiza-ción del fútbol a través de asocia-ciones y federaciones, un tejido que desembocó en convertirse en la primera institución de América en afi liarse a la FIFA, en 1912. Hasta entonces sólo ocho países conformaban la célebre organiza-ción internacional. “Primero, des-de los colegios, y luego de todos los rincones del país comenzaron a surgir jóvenes que tenían una rara comunión con la pelota. Fue así como empezaron a aparecer jugadores, a fundarse clubes y a sumarse los títulos”2.

1891El primer campeonato de fút-

bol que se disputó en territorio nacional fue organizado por la Argentine Association Football League. El presidente era inglés, mister Wooley. La competencia tuvo como ganador al equipo del Saint Andrew’s School. En el torneo participaron los si-guientes equipos: Buenos Aires Football Club, Buenos Aires al Rosario Railway, Old Caledo-nians, Belgrano Football Club

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y Hurlingham Football Club. El éxito, sin embargo, fue esquivo, ya que no sólo se había ignorado el poderío del Quilmes Rowers, sino que también se había dado la espalda a quien es considera-do el padre del fútbol argentino, mister Alejandro Watson Hutton. De cualquier modo y a pesar de las omisiones, se lo califica como el primer torneo en la historia del deporte argentino.

Para entender la importancia de Watson Hutton baste decir que a él se deben los primeros balones rodando en los fields, así como la aparición de los primeros inflado-res, lo que parece una obviedad en estos tiempos, pero que, en su hora, significó el acceso a una práctica, que, en palabras de los jugadores ingleses que organiza-ron aquel partido, en 1867, “es el mejor pasatiempo, el más fácil y el más barato para la juventud de la clase media y para el pueblo”3.

1902Bien puede referirse que a

partir de esta época, principios del siglo XX, es que el fútbol co-mienza a ser practicado en Men-doza por la decidida influencia de los ingenieros y técnicos ingleses, llegados al oeste del país a causa de las obras de infraestructu-ra ferroviaria. El juego era, por entonces, un entretenimiento que se reducía a prácticas y partidos amistosos.

Las crónicas y relatos coinci-den que un potrero perteneciente al Colegio Nacional, en la calle Godoy Cruz, era el escenario del

más que curioso entretenimiento de algunos pocos jóvenes men-docinos. La mayoría de aquellos habitantes, en cambio, preferían las carreras de caballos, ya que el turf era un deporte de profunda raigambre en aquella.

Las nuevas prácticas futbolís-ticas se mantenían apenas entre los empleados de Ferrocarril Gran Oeste Argentino 4 (luego Ferro-carril San Martín) y otros aficio-nados, mayoría de ingleses, que incluso habían traído los balones con los cuales se desarrollaba el juego en Gran Bretaña. De este modo es que varios apellidos, con este origen, podrán leerse a la hora de repasar las formaciones de los primeros equipos locales.

Sin embargo, los obreros, de origen italiano, que también arri-baban a Mendoza en flujos inusi-tados, jugaban a escondidas, va-liéndose de pelotas más rústicas, como las hechas con trapos. Para entender aquella mezcla de razas y hábitos quizás convenga repa-sar un comentario con matices de época, que, como éste, aparecían con frecuencia en la prensa:

“Actualmente se repite el mismo hecho, de cuya grave-

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dad y trascendencia parece que no se dan cuenta en las esferas gubernamentales. Y sin embar-go, el caso, siempre repetido, es de importancia y debería ser tenido muy en cuenta, pues no es prudencial ni lógico siquie-ra que haya un gran número de nativos que al incorporarse al ejército desconozcan el idioma del país, la historia patria y hasta se consideren extranjeros (…) La escuela es la única capaz de hacer que desaparezcan las colonias de argentinos extranjerizados…”5. Es una visión de principios del siglo XX por lo menos curiosa.

Así nace entonces el Club At-lético Belgrano, que sería uno de los primeros clubes en la región, que “se formó para jugar al muy inglés deporte del Foot Ball”6. En verdad esta aparición, la del Club Belgrano, fue la denominación que se utilizó para nombrar las instalaciones de aquel potrero dependiente del Colegio Nacio-nal. “Entre nosotros se inició la práctica de este deporte en el año 1902, la que se hacía con rela-tivo entusiasmo entre un grupo de ingleses empleados del Banco de Londres y del Ferrocarril Gran

Oeste Argentino: Héctor Mackern, Tomás Shill, S. Paul, A. Ash, G. Moore, R. Barrer, C. Band y Car-los Enet. No tardaron los alumnos del Colegio Nacional en practi-carlo a principios de 1904, bajo la dirección del profesor de ejerci-cios físicos, don Sebastián Sam-per” 7, explica Máximo Sartori, en su trabajo inédito “La historia del fútbol en Cuyo”, que sólo conoció la publicación de algunos de sus capítulos por medio de entregas publicadas en la década del 40, a través del diario “La Libertad”.

Es el mismo Máximo Sar-tori quien vuelve a trazar una semblanza cabal de aquellos días, elocuente, nostálgica y, a la sazón, el único registro confiable

de toda una épica alrededor del deporte:

“Nuestro fútbol nació en la calle. Cada cuadra fue una can-cha. Cada calle constituyó un club. El fútbol se acunó con los vaivenes de la pelota de trapo, creció entre las gambetas de la pelota de goma y adquirió mayo-ría de edad entre la pelota forrada de cuero. El fútbol nuestro tiene netos orígenes callejeros, en el impulso inicial de los mucha-chos, ariscos sudorosos y desas-trados, que pateaban la pelota en las calles menos concurridas, en los rincones de las plazas des-cuidadas, en los amplios terre-nos baldíos. Cuando ingleses y estudiantes dieron formalidad al fútbol serio llegó el avance hasta predios extensos y emergió sola-mente el arco sin red.

Los estudiantes del bachillera-to lograron la primera conquista con su campo de deportes en la calle Godoy Cruz, hoy atravesado por flamantes calles transver-sales, como la 25 de Mayo. Un piso duro con dos arcos en sus extremos sur y norte, una pared lindera por el costado Este, la

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cual solía servir de baranda para el rebote de la pelota y un cerco de madera en su costado Oeste-Sur, compuesto por una viga sostenida por periódicos soportes. Y nada más: ni tribunas ni redes ni césped, ni mayores servicios higiénicos. Allí midieron sus en-tusiasmos instintivos los primeros equipos, ante públicos reducidos, que se apiñaban junto al somero cerco de palo, por el lado de la sombra.

Y siempre, los muchachos del barrio, de condición humilde, de músculos alertas y de intuición futbolística antes y después del partido “serio”, los muchachos pateaban en la cancha, se acer-caban a la suspirada pelota de cuero y tomaban contacto con los componentes de los equipos, para ir así formando los plante-

les de selección para la segunda, la tercera, y la cuarta, que serían los escalones reglamentarios en el fervoroso ascenso dentro de la ca-rrera futbolística. Mañana y tarde, mientras lo permitía la claridad del día, rodaba la pelota por el campo de la calle Godoy Cruz. No había intereses materiales que aci-catearan al deportista ni taquillas rendidoras que atender, ni profe-sionalismo rentado en que soñar.

Era la simple espontaneidad de la mocedad entusiasta, de los mozalbetes del barrio y de los muchachos ya crecidos, que improvisaban los partidos, con público o sin público, siempre con fervor y sin cansancio. Y así nació el democrático Indepen-diente en las reuniones de la calle Perú, y así se animaba el boliche de Andía, y así llegó Oliva a los cuadros ya fogueado. Cancha del Barrio Observatorio y cancha de la calle Godoy Cruz, en que la muchachada que hoy peina canas practicó apasionadamente el fút-bol, con pelota de trapo, de goma o de cuero, hasta que el apogeo del gran juego británico culminó con los grandes estadios del Par-que, los fuertes equipos profesio-nales y la enorme hinchada que se asa al sol los domingos de los grandes partidos8”.

1903La esgrima era un deporte que

se practicaba con toda norma-lidad en las ciudades más im-portantes del país. En Mendoza, el Club Gimnasia y Esgrima ha sido uno de los puntales de la

actividad en Argentina. Por eso no asombra que en marzo, un grupo de jóvenes hayan resuelto organizar otro nuevo club para desarrollarla. Bajo las órdenes del maestro Edmundo Laciar comen-zaron a reunirse alrededor del Club Atlético Belgrano, “tendien-tes a la definitiva organización de un centro tan necesario a la juventud”9. Belgrano es el antece-sor inmediato del actual Indepen-diente Rivadavia.

Dos años más tarde se reorga-nizaría este club, aunque bajo las directivas del alférez Alejandro Bettinotti. El Club Atlético Bel-grano tenía su centro en la actual avenida Godoy Cruz, próximo a calle 25 de Mayo. El campo de deportes era frecuentemente utilizado para otras activida-des, distintas al fútbol, como el ascenso de globos aerostáticos y números circenses o pruebas espectaculares, como la actuación de hombres forzudos que podían soportar el paso de un coche por encima del cuerpo.

El primer equipo de fútbol que visitó Mendoza fue Club Arena-les, de la Liga Independiente de Buenos Aires. Aquí mantuvo una serie de encuentros contra Bel-grano. Lamentablemente no exis-ten registros en la prensa sobre las incidencias del juego.

En la misma época, los in-gleses destinados a la construc-ción del Ferrocarril Trasandino completaron el trazado del tren hasta Las Cuevas. “La ejecución del proyecto, su administración y explotación comercial fue otor-gada a una firma inglesa, enca-bezada por los célebres hermanos Clark10”, chilenos que descendían de ingleses. Desde Valparaíso estudiaron la concreción de una apertura comercial, atravesando el corazón de la cordillera de Los Andes. Por entonces se utilizaba una expresión que, aunque no popular, era representativa de la situación deportiva y social:

“Son siempre respetados, como si se tratara de ingleses en-señando fútbol11”.

1904El rector del Colegio Nacional

era Julio Leónidas Aguirre, desde 1896, al jubilarse su antecesor, Abel Biritos. Con la dirección de Aguirre el deporte se desa-rrolló como nunca antes, ya que favoreció las actividades físicas en complemento del aprendizaje intelectual. La labor de Biritos al frente del Nacional no ha dudado en calificarse como unas de las más importantes a lo largo de su historia, “la más brillante y fruc-tífera12”.

El fútbol había tenido una figura estelar en los colegios de Argentina, de quien ya se ha dicho fue el mentor del deporte: Alejandro Watson Hutton. Desde los patios del English School de Buenos Aires Hutton despertó la curiosidad por un deporte caba-lleresco. En Mendoza, además del Nacional, otro establecimiento educativo fue impulsor y también pionero de la actividad: Colegio Don Bosco. Allí también juga-ron los primeros cracks locales:

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Andrés Andía, Vicente Gonzá-lez o Luis “Trucha” Asenjo, que descollarían en Independiente Ri-vadavia. Ellos practicaban en “un patio de ladrillo rojo que tenía un pimiento en su centro13”.

Muchos de los registros en la prensa acerca de partidos, ju-gadores y resultados se deben a la pluma de Manuel Irrisarri (h), uno de “los primeros cronistas de fútbol (…) que hacían cróni-cas cuando no había palco de periodistas ni magazines depor-tivos14”. Versiones señalan que de la producción de Irrisarri salieron las primeras críticas futboleras, junto con las escritas por Manuel Romá, “un malogrado dirigente y súper hincha de Independiente15”, dueño de fama singular entre los primeros clubes, dirigentes y ju-gadores mendocinos.

Pero el periodismo local, por entonces, apenas si reflejaba el fútbol porteño. Por lo tanto es

una rareza encontrar mención o referencia al deporte en Mendoza, aunque, claro, las reproducciones de fotografías y noticias de Bue-nos Aires tenían sus lectores. Para hablar de partidos, la prensa se refería a “concursos de foot ball”, e incluso se reproducían imáge-nes, tal como se distingue en “Los Andes”, a fines de julio, en oca-sión de la visita de los ingleses del Southampton Football Club:

“Jugó días pasados en la Capital su segundo partido, en el hermoso field de la Sociedad Hípica, y obtuvo sobre el team de Británicos un completo y brillan-te triunfo, ¡de diez goals contra cero! La fiesta resultó como las anteriores todo un éxito, así del punto de vista social como de-portivo. Ocho mil espectadores rodeaban el espacio terreno. Las tribunas populares presentaban aspecto importante. Las reserva-das estaban cuajadas de lindas niñas que, con sus gritos y aplau-

sos, comunicaban sus entusias-mos, aún a los más indiferentes y convertían aquella plaza de jue-gos en un jardín de alegrías16”.

El cronista se explaya aden-trándose en otros terrenos: “De veras que entusiasma presenciar un partido de este viril juego, y es así como se explica que las niñas inglesas prefieren reunirse en un field de football a pasearse en sus coches entre dos filas de especta-dores y adoradores17”.

1905Nuevamente cobra dimensión

la figura de Máximo Sartori, ínte-gro en sus capacidades, que, ade-más de las deportivas, desarrolló habilidades intelectuales para registrar los orígenes del deporte en Mendoza.

“Cuando se hace referencia al fútbol lugareño de la primera época surgen los nombres de los “precursores”, que allá por 1905 practicaron por vez primera el hoy tan difundido juego inglés. Y entre ellos, con relieves propios, aparece la figura de Máximo Sar-tori agrandada en la distancia y en el recuerdo por su inestimable contribución; porque Sartori, ade-más de sus extraordinarias apti-tudes para la práctica del fútbol, puso en evidencia con el correr de los años las múltiples facetas de su vigorosa personalidad. La mayoría de los deportes que se practicaban en nuestro medio en los albores del siglo lo contaron entre sus triunfadores. Y en el ejercicio de la función rectora en círculos aficionados al deporte, su

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nombre significó una expresión elevada de corrección18”.

De sus crónicas y recuerdos se desprende que, además del Nacional, otros establecimien-tos proponían la actividad como recreación, incluso en sus planes de estudio: “Rápidamente se fue difundiendo en las escuelas; así fue que en la Arístides Villanue-va, a la que asistía, lo empecé a practicar. Nuestros primeros en-

cuentros fueron contra la Escuela Sarmiento19”.

A fines de julio, en el Club Atlético Belgrano, se disputa-ba el anunciado match entre los equipos (llamados por el vocablo “team”) Los Andes y Unión. Ante numerosa concurrencia empezó la partida, luchándose por ambos bandos con inusitado entusias-mo. El testimonio aparecido en el diario “El Comercio” es más que jugoso. Se transcribe:

“Después de un momento de expectativa en que la lucha no permitía hacer pronósticos acerca de la victoria, el team Los Andes consiguió obtener un goal, gra-cias a un espléndido foot. Pocos momentos después el team Unión obtuvo también un goal que fue saludado por nutridos aplausos. Al finalizarse la partida, el juez señor Pagola había contado dos goals para el team Los Andes y

uno para el team Unión. Dejando de lado las conocidas reflexiones que como ventajas físicas repor-ta esta clase de sport nosotros aplaudimos en esos ejercicios no sólo esas ventajas, sino muy es-pecialmente el vínculo que se for-ma entre el colegio y la sociedad, vínculo que necesariamente debe insistir para que el aula no tenga la apariencia de sombrío claustro, cuyos muros más que atracción, temor inspiran. Ese es el noble propósito de su rector el que por medio de conferencias, sesiones de lectura y mil medios más trata de atraer al pueblo todo a ese es-tablecimiento, uno de los mejores conceptuados en la República. Nuestro aplauso pues a los dos teams y al Colegio Nacional que hoy realiza su verdadero rol20”.

Un mes más tarde, el campo de juego de la calle Godoy Cruz fue protagonista de una nueva velada deportiva, esta vez entre

Club Atlético Belgrano y Unión. “Ante una selecta y numerosa concurrencia empezó el intere-sante partido, a la hora anun-ciada, dos y media de la tarde21”. El primer tiempo terminó con el triunfo de los “colorados”, el que “fue festejado con una estruendo-sa salva de aplausos” por la con-currencia, que “seguía anhelosa las peripecias del partido22”.

En el segundo tiempo los de Belgrano marcaron un gol, igualando el marcador. La cami-seta colorada pertenecía al club Unión. Y, por una casualidad, la azul le correspondía a Belgrano. Con el paso de los años el color sería distintivo y hasta referen-cial: el azul, un verdadero cielo para miles y miles de apasionados en todas las épocas.

Concluye el registro: “An-tes de terminar queremos hacer constar el desagradable efecto que produjeron en la concurren-cia las continuas discusiones que se originaban entre los jugadores, las que eran debidas según varios de los presentes a la marcada parcialidad del juez hacia uno de los bandos. Por nuestra parte censuramos estos altercados, que dejan muy mal parada la serie-dad que debiera siempre presidir todos los actos de esta naturaleza, en que se debe siempre desplegar toda la hidalguía que fuera posi-ble para evitar incidentes de por sí enojosos23”.

En octubre programan un nuevo juego entre Unión y Gu-

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tenberg, que “dado el atractivo que proporcionará este noble sport a nuestra sociedad, es de esperar que concurrirá a pre-senciar el match cuanto de más distinguido cuenta la ciudad de Mendoza24”. Las formaciones de ambos equipos registran a los primeros jugadores del deporte documentados en la prensa local. Allí el valor de ellos. Varios de ellos volverán a repetirse en futu-ras temporadas, mientras el fútbol evoluciona y se organiza.

Unión formó con Arturo Fre-grea, José Fornés, Manuel Rufe-ner, Antonio Pintos, Juan Howalt,

Facundo Gomensoro, Ignacio Mo-rales, Facundo Civit, José Yanzón, Cristian García y José M. Gomen-soro. Facundo Gomensoro sería, tres décadas más tarde, Superin-tendente General de Irrigación.

Por su parte, Gutenberg alistó los siguientes “players”, según la denominación habitual para los futbolistas: Alvaro Valenzuela, José Da`Para, Ignacio Massoia, Ernesto Camusi, Justino Morales, Humberto Popolin, José Pruneda, Manuel Rojas, Cornelio Luchten-berg, Germán Giles y Angel T. Rojas.

1906En septiembre se organizó un

amistoso entre los estudiantes del Colegio Nacional de Mendo-za y San Luis. De acuerdo a los archivos el equipo mendocino que viajó hasta la capital vecina se compuso con los siguientes jugadores: Luis Layera (arquero), Ricardo Jung y el Dr. Riquelmes (pareja de backs centrales), Ale-jandro Bhavanes, Dionisio Miraco y Alejandro Bustos (half backs),

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Juan A. Moyano, Emilio L. Rosas (capitán), Ricardo Levalle, Pedro Funes y Facundo Civit (torwarns). Y en calidad de suplentes via-jaron Félix E. Velasco y David Ortiz.

1907A mediados de año se con-

forma un nuevo club de fútbol, Sud América, nacimiento muy celebrado aunque luego se haya diluido, y que se inscribía en la historia en gran forma, pues “no deja de interesarnos el entusias-mo con que entre nosotros se ha adaptado al juego, pues no

sólo contribuye a facilitarnos un momento de diversión (los que aquí son muy escasos), sino que desarrolla la fuerza física de los que se dedican a esta clase de deporte25”.

Sud América tenía como pre-sidente a Franklin Ferreyra, mien-tras que el secretario tesorero era Silvio Scafati y el capitán del equipo Luis Goyera. Entre las pri-meras medidas del flamante club se encomendó, a una comisión integrada por Felipe Calle, Maria-no López y Abelardo Tabanera, la búsqueda de rivales, para “hacer-les saber que existe otro campeón que se disputará entre ellos la victoria26”. Calle fue tío de Elvira Calle de Antequeda mientras que Tabanera resultó ser uno de los ingenieros que colonizó el distrito Las Paredes en San Rafael, ac-tuando además en la mensura or-denada por Rufino Ortega en los alrededores del actual Malargue.

Otra vez es Máximo Sarto-ri, que en sus múltiples facetas

también fue Maestro de Scouts, el que aporta mayores detalles: “En los últimos días del mes de septiembre de 1907 integré el team de Los Andes y sostuvimos un encuentro con el equipo del Ferrocarril Gran Oeste Argentino, constituido en su totalidad por ingleses, obteniendo el triunfo por un tanto a cero y adjudicán-donos la copa Antonio Villalon-ga27”. Además de destacarse Le-valle, como se verá más adelante, jugaron otros, como Tesaire, que terminaría siendo Contra-almi-rante y ministro de Marina de la Nación.

Lo cierto es que la tarde del 29 de septiembre se jugó el partido mencionado por Sartori, “ante una numerosísima concu-rrencia28”. Con este encuentro los equipos ponían fin a la tempora-da, disputando la Copa de Honor, donada por Antonio Villalonga. “Antes a la hora fijada para dar principio al partido un numero-so público rodeaba el field, que presentaba un hermoso cuadro,

haciendo contraste la verde al-fombra de césped de la cancha29”. Los equipos estaban integrados “por jóvenes jugadores y el her-moso conjunto formado en gran parte por distinguidos mocitos de nuestra sociedad30”.

El partido comenzó a las tres y media y al inicio Gran Oeste demostró superioridad, haciendo protagonista a la defensa de Los Andes. Pese al empate al término de la primera etapa, los simpa-tizantes de Los Andes aprove-charon los minutos de descanso, ya que “los concurrentes todos querían felicitar a los jóvenes campeones, que iban demostran-do un arrojo y valentía en su defensa, que con justísimo razón eran acreedores31”. El juego se reanudó una hora y diez minutos después, luego del clásico cambio en el sentido de ataque y defensa. Gran Oeste continuaba marcan-do el rumbo del partido. Hasta que después de “tanta lucha, los forwards de Los Andes, ayudados por los fullbacks, comenzaron a

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poner en peligro al gol enemigo, defendiéndolo hábilmente. La lucha cada vez tomaba más cuer-po, había más energías, en una palabra32”.

Sin embargo el marcador nun-ca se abrió. Así llegó el fin del partido, a las 17:10. No quedaría allí: Gran Oeste propuso prolon-gar el juego, quince minutos, lo que fue “gustosamente acepta-do por Los Andes33”. No decae la tensión dramática: “Y así fue. Casi imposible sería describir el momento éste. Sólo podremos de-cir que el público a cada minuto brindaba nutridos aplausos espe-cialmente al joven Roberto Leva-lle (goleador)34”. Cuando faltaban cinco minutos para terminar con la prórroga, “los fordward de Los Andes llevaron recios ataques, y gracias a las hábiles combinacio-nes que hicieron pudieron marcar un gol35”.

El partido de fin de temporada fue “sin duda alguna, el más inte-resante que se haya jugado aquí, habiéndose los jugadores de am-bos teams portado correctamente, siendo el héroe de la jornada el goleador de Los Andes, el joven Roberto Levalle36”, el mismo que jugaba para el equipo estudiantil del Colegio Nacional.

La duración de los partidos, se deduce, consistía en dos tiempos de media hora cada uno. Los des-cansos, en cambio, se estiraban

casi tanto como el período de los juegos, y se acordaba más bien de palabra entre los capitanes de los equipos.

Y para mayor idea de cómo sucedían las cosas:

“Después del partido jugado en el año 1907 entre los equi-pos de Los Andes y Gran Oeste Argentina, éste último constituido en su totalidad por ingleses, ven-cidos y vencedores nos reunimos en la confitería El Sportsman, situada donde hoy está el cine Avenida y tomamos champagne en la Copa que habíamos dis-putado. Aprovechando que un cliente había dejado olvidada la galera en la casa de negocios de

mi padre, me la puse para concu-rrir, dado que la mayoría de los ingleses la usaban, pero imagíne-se cuánta sería mi preocupación para que los “muchachos” no me la abollaran…37”.

Al mismo tiempo, en Asturias (España), nacía Ernesto “Pasteli-to” Vázquez, un jugador que des-collaría en Independiente Riva-davia en la década del 30. “Vivir en la Argentina y no jugar fútbol siendo jovencito es algo que no se concibe. El llamado del potrero era más fuerte que cualquier re-primenda paterna38”. Sus inicios fueron en el Sportivo Barracas de Buenos Aires, donde jugó al lado de glorias del fútbol argentino, como Mario Fortunato, Rober-

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to Cherro, Capuano y Ginebra. En 1928 llegó a Mendoza por un traslado laboral, como empleado de Obras Sanitarias.

“Estaba convencido que en Mendoza sería, apenas llegara, primerísima figura, ya que acá no había nada, futbolísticamente hablando. La sorpresa fue ma-yúscula. Y sino ahí van algunos nombres con los que integré la línea de ataque del Independiente campeón 1929: Carlos González, Julio González, Vicente González y Conill39”, describe Vázquez. Esa temporada “Pastelito” fue go-leador, con dieciséis tantos, den-tro un torneo que tenía a nueve

equipos en competencia. Jugó en Independiente hasta 1937.

Club Atlético Belgrano

El origen del club Indepen-diente es el del Club Atlético Bel-grano, donde jugaban nombres como los de Francisco Romairo-ne, Anderson, Humberto Burotto y Zenón, que luego darían emo-ciones y prestancia a los primeros entusiastas futboleros de Men-doza. Aquella formación surgió una noche en la que un reducido grupo de hinchas decidió hacer un nuevo club, “un equipo que pudiera paladear las satisfaccio-nes de los campeones”. Así fue

que, en la panadería del “Viejo” Burotto, se echaron las bases del Independiente Rivadavia que hoy todo el país futbolero conoce.

No es arriesgado afirmar que su historia traza, prácticamente, una paralela con la historia del deporte en la región. Belgrano siempre tuvo problemas con el resto de los equipos y las distin-tas federaciones y asociaciones. De allí que desearan “paladear las satisfacciones de los campeones”: era un equipo medianamente imbatible y de raigambre popular, discordando con aquel fútbol de ingleses. Varios de los apellidos

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de Belgrano remiten más a Italia que a Inglaterra.

Luis Burotto fue uno de los pioneros, en tanto que de sus aportes y decisiones en el Bel-grano resultó la consolidación de una parcialidad y también de una organización social y deporti-va, ajena al resto de los clubes. Burotto hizo las veces de pione-ro, y junto con él, también sus hijos: Italo, Santiago, Arístides y Humberto, que se incorporó como jugador de varias alinea-ciones, incluso ya bajo el nombre de Club Atlético Independiente. Su padre, al que todos llamaban Don Burotto, aportó dinero y su célebre panadería, que además de ser punto de encuentro de los simpatizantes, hizo las veces de pensión para los primeros futbo-listas venidos desde Buenos Aires, como Luciani, Barreto y Espinosa.

El equipo oficial del Club Atlético Belgrano presentó la si-guiente formación:

Fornetti, Zenón, Barreto, Pear-son, Mastrantonio, Burotto, Lu-ciani, Espinosa, Romairone, Ward y Camusi.

Don Luis Burotto fue un “ita-liano navegante y aventurero40”, que llegó a Mendoza luego de un periplo que comenzó en “Mon-tevideo, de allí a Chile, y desde Chile a Mendoza, con sus 10 hi-jos, debido a que tuvo que esca-par por su posición en la guerra peruano-chilena41”. El hijo núme-ro once, el último, fue “el único nacido en Mendoza, y de joven fue a vivir a Buenos Aires42”. Humberto, que de él se trata, al trasladarse a Buenos Aires con el

resto de su familia, jugó algunos partidos para Ferrocarril Oeste.

Otra fuente que confirma que Belgrano mutó en Independiente Rivadavia se lee en “Los Andes”:

“Entre aquellos clubes, pio-neros del fútbol en la provincia, los que tienen mayor continuidad son La Peña, Atlético Belgra-no, San Martín Fútbol Club, Los Andes Fútbol Club, Club Mendo-za, Club Unión, Colegio Nacio-nal, Gutenberg, Pacífico, Vélez Sársfield, Correos y Telégrafos, Racing Club, Sud América, So-corros Mutuos, Club Español, La Vanguardia y Wanderers. Todos desaparecidos, con la excepción de Belgrano, que se convirtió en 1911 en Independiente Rivada-via43”.

1908Club Atlético Belgrano toma

veloz impulso y así es que parti-cipa por primera vez de un torneo organizado por la Liga Mendoci-na. La suerte del equipo fue in-cierta y la escasa reglamentación impidió la concreción de encuen-tros oficiales. Similar situación aconteció con Club Mendoza. Se trataban de partidos amistosos o torneos reducidos, debido a la mínima cuota de clubes asocia-dos al fútbol, que, por otra parte, no encontraba dirigencia que lo encolumnara.

“Después de varias tentativas para formar una entidad directriz, allá por 1908 se constituyó la primera Federación para disputar un campeonato en el que toma-ron parte La Peña, Los Andes y Sociedad de Socorros Mutuos. Yo formé parte del equipo de La Peña y nos clasificamos gana-dores adjudicándonos las meda-llas instituidas. Además ese año ganamos todos los encuentros

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amistosos disputados. Entre mis compañeros de team recuerdo a los hermanos Elorza, Young y Kean44”, narra Sartori.

Otro dato interesante es el que arroja el diario “La Epoca”, que en septiembre publica un suelto con el título “Club de Gimnasia. Algo lamentable45”. La nota refe-rida dice: “Sabemos que circulan listas de invitación especial a fin de confeccionar la nómina de candidatos que serán votados en la próxima asamblea para cons-tituir la mesa directiva del Club de Gimnasia y Esgrima. Y se nos asegura que todo ese movimiento responde a los deseos de hacer política, cosa que no encuadra dentro de un centro social46”.

La Sociedad “La Peña”, a be-neficio del Asilo de Huérfanos y de la caja “El pan de los niños”, organizó, dentro de un festival artístico, la final del campeo-nato de la Liga Mendocina, que disputarían Los Andes y La Peña. “Se jugó un interesante partido (…) en donde los adversarios se mostraron a la altura de los pro-fesionales sajones47”. A pesar del anuncio el partido finalmente fue disputado por Club Atlético de la Juventud, de San Juan, en re-emplazo de “Los Andes”. Terminó empatado, pero los locales ofre-cieron a sus adversarios el bronce que el Poder Ejecutivo local había instituido como premio para el vencedor.

En octubre llegarían las ins-tancias decisivas del campeonato de la Liga y el escenario de una de las semifinales se produciría en el campo de Pacífico, en calle Perú. Esta vez “La Peña” y el equipo de la sociedad de “So-

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corros Mutuos”, integrado por empleados del ferrocarril. Con este juego se clausuró la tempo-rada de la Liga, que “ha sabido dar un interés siempre creciente a esos juegos, que han ofrecido un carácter social por la concu-rrencia de familias que han hecho acto de presencia48”. Lo cierto es que el resultado favoreció a La Peña (en quince minutos hicieron tres goles). El 27 de octubre se realizaría la final, entre el equipo ganador y “Los Andes”, por las medallas de la Liga Mendocina, que no es la actual, pues a poco andar fracasaría en su objetivo.

Al mismo tiempo, y por fuera de la organización, en la cancha del Colegio Nacional, se disputó el encuentro entre Sud Améri-ca y “los elementos que forman parte49” del Club Gimnasia y Esgrima, “organizado últimamen-te50”. El partido tenía significación especial, ya que se trataba del estreno “que harán los elementos del Club de Gimnasia, que según se nos informa han sido selec-cionados en su mayor parte51”. El tanteador de 1 a 0 a favor de Sud América significó, además, un premio extra, ya que ese partido fue el primero que jugó el equipo en toda la temporada.

Se realizó, también ese año, el primer Campeonato Cuyano, con futbolistas de Mendoza, San Juan, San Luis y Caucete. Los colores de la camiseta que usaba el conjunto de la Peña Mendocina eran amarillos y negros. Los que fueron hasta San Juan lo hicie-ron con reservas, con “un chucho bárbaro de que los sanjuaninos nos la hicieran ver cuadrada52”. Pero, después de todo, “el mis-tela riquísimo nos dejó el cuer-po blanco y la cabeza caliente, la suerte quiso que pudiéramos más que ellos, y que regresára-mos a Mendoza con el honor de la victoria53”, según declaró un jugador, devenido comentarista deportivo al radicarse en Buenos Aires: Last Reason.

ban su incorporación dando vuel-ta alrededor de la cancha con un cartel. En 1932 empezó a escribir su sección “Todo a veinte”. Su paso fue breve pero resonante”54.

1909Se forma la Liga Mendoci-

na de Fútbol presidida por Luis Goldsack. Se pretendía regir el destino común de los clubes Gimnasia, Belgrano, Necochea, Gutemberg, Defensores del Sud y Godoy Cruz.

Atlético Belgrano consiguió salvar las viejas rencillas con la Liga, volvió a inscribirse en forma oficial, jugó los parti-dos programados y, en el último encuentro, contra Club Mendo-za, empató sin goles, lo que lo consagró campeón por mayor cantidad de puntos obtenidos. No obstante, en aquel partido se pro-dujeron incidentes con sus sim-patizantes, grescas contra rivales, agresión al árbitro, y nuevamente la Liga decidió la expulsión del

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“El consultorio patológico de Last Reason”, que salía los martes. Escribió también para las revis-tas Leoplán y Caras y Caretas, y para Clarín y Noticias Gráficas. Sin embargo su prestigio se lo otorgó la revista El Gráfico: su ingreso a la publicación deportiva fue “promocionado como el de un futbolista: dos personas anuncia-

¿Quién era Last Reason?

Básicamente una de las grandes plumas del periodismo argentino, aunque supo nacer en Uruguay. Last Reason era el seu-dónimo de Máximo Sáenz . Supo tener dos famosas columnas en el diario Crítica: una sección fija que se publicaba los sábados y

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club, invalidando los resultados deportivos. No era la primera vez que Belgrano era expulsado. Y tampoco sería la última.

En cronología el campeona-to había comenzado en enero, o al menos la “temporada” futbo-lística, con un partido amistoso entre Belgrano y Orfeón Español. El triunfo fue de los primeros, con gol de Sartori (sí, el mismo), eficaz goleador que militaría en Gimnasia y Esgrima, el club de su verdadero amor.

El primer partido oficial de la Liga, Mendoza versus Orfeón Español, se disputó en la cancha del Nacional. “La concurrencia no fue muy numerosa, sumando alrededor de 200 espectadores55”. El árbitro fue el señor Kobring, el encuentro se inició a las 15 y se jugó a principios de julio. A pesar de haber presentado diez jugado-res, Mendoza ganó por 3 a 1. Así formaron:

Mendoza: Bianchi, Orfila, Galeazzi, Aguilar, Moyano, De

Moro, Flores, Blanco, Moretti y González.

Orfeón Español: Scalvini, Miyara, Marzano, Portillo, Maure, Bossay, Castañón, Arturo, Xime-no, Riquelme y Ayarzabal. Más tarde, tanto Marzano como Porti-llo serían emblemas de la primera época de Independiente, desta-cándose el primero además como un dirigente histórico.

El viernes 1 de octubre se disputó la segunda fecha de Liga,

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enfrentándose Belgrano y Gut-emberg. Se desconoce el resulta-do, aunque la victoria fue para Belgrano, según se deduce por su posición en la tabla.

A fines de julio hubo nuevo partido, entre Necochea y Godoy Cruz:

Necochea: Neira, Carrizo, Al-barracín, Longo, Luz, Vélez, Lima, Funes, Sales, Giner y Flores.

Godoy Cruz: Layera, Roman, Cahiza, Garde, Martínez, Salinas, Segura, Bonino, Vallejo, Lapiaggó y Avogadro. Este último también se encontraría entre los primeros

dirigentes y jugadores de Inde-pendiente.

Por su parte, el contexto de-portivo bien se consigue enten-der con el comentario, publicado el 25 de julio de 1909, en “Los Andes”: “Dado el entusiasmo que está despertando entre los aficionados a esta clase de sport no es de dudar que la concurren-cia que asistirá será numerosa56”. Era corolario para presentar el partido entre Gimnasia y Esgrima y Mendoza. “Quizá fue el me-jor de la semana”, arriesgan. “La suerte, y decimos suerte porque ambos adversarios demostraron igual destreza y conocimiento

del hermoso juego, fue favorable a Gimnasia57”. Con gol anotado por Young, “la victoria fue muy aplaudida, pues ambos teams cuentan con iguales simpatías y el público, al ovacionar al vence-dor, supo también apreciar los es-fuerzos del Mendoza, que, si bien infructuosos, fueron dignos de su fama de antiguo campeón58”.

Completada la segunda fecha del torneo el 28 de julio, con dos partidos jugados, eran punteros del certamen Belgrano y Gimna-sia, aunque Belgrano aventaja-ba a su contrincante por mejor diferencia de gol. Mendoza, a su turno, exhibía dos puntos gracias

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a un encuentro ganado, y, sin triunfos ni empates, cerraban la tabla Guttemberg y Orfeón Espa-ñol.

El partido entre Belgrano y Mendoza, según las posiciones, prometía ser más que interesante, pues, “como se sabe, ambos teams están formados por elementos de primera59”.

Belgrano presentaba esta for-mación: Zenón Martínez, A. Po-metti, J. Jalaburri, N. Gamuzzi, J. Garro, P. Mastrantonio, N. Pear-son, G. Woor, E. Luciani, Horacio Burotto y F. Romairone.

El partido terminó con la vic-toria del Mendoza, 3 a 1. “Tuvo, a pesar de la superioridad del Mendoza, alternativas brillantes, especialmente en el segundo half-time, cuando el Belgrano, después de su único gol, marcado por Pearson, adquirió, con la esperan-za de un probable empate, nuevo empuje60”.

Mendoza se midió con Gimna-sia y ganó por el mismo resulta-do. “Con toda probabilidad tendrá que medirse nuevamente con Gimnasia en el partido final61”, se apuntaba, con lógica expectativa.

Así llegó un encuentro deci-sivo, como el protagonizado por Belgrano y Gimnasia, el domin-go 26 de septiembre, toda una referencia para los que buscan antecedentes del clásico mayor del fútbol de Mendoza. El juego, empero, debió suspenderse por causa de la lluvia. Se comple-tó el 3 de octubre: “La partida

estuvo muy interesante, tanto por lo reñido que fue, como por las numerosas alternativas que se sucedieron durante su trans-curso62”. Ganó Belgrano, que, con el triunfo, se preparaba para disputar la revancha con Mendo-za, “que promete ser uno de los más interesantes de las habidos hasta la fecha63”. Era el partido que definiría al campeón. Contra todos los pronósticos, Gimnasia y Esgrima quedó fuera de la lucha por el título.

Aquellos espectadores, por cierto, no salieron defraudados. El partido fue “desde el principio hasta el fin, bien contestado, no

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localizándose nunca la pelota en gol, pues se la veía recorrer la cancha en constante movilidad64”. Resultó empate, opción poco fre-cuente por entonces. “El hecho de no haber podido obtener punto, ninguno de los teams, demues-tra que ambos adversarios son dignos unos del otro y que los dos son merecedores del premio del actual campeonato65”. Fue im-portante la actuación del arquero de Mendoza, Bianchi, pues, si su valla “no cayó fue debido a la enérgica resistencia de los backs, y especiamente a la brillante de-fensa del goal-keeper66”, término con el cual solía definirse a los arqueros. Por último, “los jugado-res se portaron muy correctamen-te, y el referí supo conquistarse el aplauso del público imparcial, por la forma en que desempeñó su delicado cometido67”.

A posterior, Belgrano derrotó a Orfeón Español; éste último ni siquiera presentó sus once juga-dores. Y “como era de presumir, la victoria le correspondió al Belgrano sin mayores dificulta-des68”. En cambio, la fecha contra Gutemberg arrojó un emocionan-te empate en tres tantos, por lo que se programó un desempate. Belgrano había clasificado para el primer puesto, y un nuevo par-tido contra Mendoza, equipo al que no había podido vencer en la temporada, prometía “ser poten-cia y bondad de los elementos que actuarán y cuya supremacía aún no ha podido definirse69”.

Ese partido comenzó a las 17, luego de un acuerdo de los capitanes, para evitar el calor de mediados de diciembre. “Mendoza dominó en forma evidente, y a no ser por un córner mal concedido,

hubieran cambiado las cosas. Con todo, no es la primera vez que vemos a un club fuerte caer ante otro más débil70”. Lo cierto es que hubo un fallo polémico, ya que un delantero del Mendoza remató con gran potencia, enviando la pelota al travesaño, para luego rebotar detrás de la línea de gol. El árbitro hizo continuar el par-tido. Minutos después, “cuando Zeballos devolvía al centro una pelota que aún no había salido, el referí penó a Mendoza con un córner, que fue tirado con mucha certeza71”. De este modo llegó el único gol de la tarde para Belgra-no. Si algo restaba para comple-tar una excelente campaña anual era ganarle a Mendoza. “Lo que no es grato decir es que no hubo incidentes que lamentar. Sólo el público, y nos referimos al públi-co indiscreto, remató el partido con su acostumbrada silbatina, con su imperdonable guarangue-ría72”.

Sin embargo, pese a estar re-suelto el campeón de la Liga, am-bos equipos habían pactado una revancha de la revancha, es decir, un nuevo partido, más allá de los puntos y del campeonato. Incluso se había determinado la fecha, el domingo anterior al día de na-vidad. Días antes de ese partido, desde Belgrano se informó que el club no jugaría: “no acepta, en vista de haber resuelto clausurar

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la temporada, a pesar de haber convenido jugar dicho match73”. Según la prensa, se trataba de la primera ocasión que sucedía algo así, lo que fue interpretado como desaire. Y se descargaron varios dardos: “Bien es verdad que la superioridad evidenciada del Mendoza es todo un peligro para los laureles del Belgrano. En fin, huelgan los comentarios74”, expresó “Los Andes”, en la sec-ción Deportes. El campeón sin corona, Belgrano, contestaba así a los desaires de la Liga: con otro desaire.

A principios de diciembre se enfrentaron los equipos Neco-chea y Mendoza. El partido se disputó a las 9 de la mañana, en cancha de Belgrano. Rescatar de la memoria a estos jugadores es también referirse a los primeros futbolistas que tuvo Mendoza.

Necochea: Neira, Burotto, Luz, Romairone, Vélez, Oro, Pulitti, Sales, Lengo, Gorgaro y Carrizo. (Tanto Burotto como Romairone eran valores de Belgrano).

Mendoza: Teisaire, De Moro, Cahiza, Mazarelo, Marzari, Sán-chez, Bianchi, Reta, Paulantonio, Moretti y Funes.

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1910Al mismo tiempo una nueva

renovación de la Liga Mendocina se abría paso, luego de una elec-ción que garantizaba la represen-tación de la mayoría de los clubes que practicaban el deporte. Entre las decisiones del cuerpo colegia-do se convino que “si los fondos que dispone la Liga exceden la suma de 600 pesos se acuñen 15 medallas de oro y otras tantas de plata para que el club que resulte campeón los distribuya entre sus respectivos jugadores 75”.

La Comisión estaba presidida por Fischetti (Atlético Belgrano), Portillo (Orfeón Español), Delle-donne (Gutenberg, que también era guardavallas del club), Sartori (Gimnasia y Esgrima, goleador del equipo), Aguilar (Mendoza), Moya (Defensores), Vélez (Ne-cochea) y Bonino (Godoy Cruz). Una última resolución fijó la organización de un partido para el 25 de mayo, en ocasión de la celebración del Centenario de la Independencia. Así entonces, el fútbol, que había llegado de los barcos y se expandió con el tren, comenzaba de este modo a ser parte de una identidad nacional. Sería una asociación que se pro-longaría hasta nuestros días.

Para continuar la historia de Independiente Rivadavia hay que destacar que tendría lugar otro acontecimiento, sin duda un hito

en la historia azul: la inaugura-ción del estadio del Club Atlético Belgrano, que significó un gran paso en el desarrollo de la activi-dad. Aquello ocurrió el 9 de julio, a tono con las inauguraciones épicas del Centenario. Apurados por la expulsión sufrida de la institución madre del fútbol, los dirigentes resolvieron contar con cancha propia. Estaba ubicada en la actual calle Coronel Plaza. Y demostraba el avance de la ac-tividad futbolística en Mendoza, a pesar de la deficiente organi-zación, y también el crecimiento de una parcialidad que asomaba desafiante.

Las versiones recogidas co-inciden en que el terreno era alquilado por el panadero Burotto y fueron los mismos jugadores quienes ayudaron en la prepa-ración del terreno de juego, or-ganizándose en grupos de tareas diversas, como la demarcación, la pintura, el alambrado y otros arreglos generales. “La vida de Independiente (o Belgrano hasta ese momento) se desenvolvió en sus comienzos dentro de la mayor humildad, pero siempre contando con una muchachada sumamen-te entusiasta que imprimió a la entidad un giro completamente nuevo en el ambiente, buscando elementos buenos con insisten-cia para reforzar las líneas del elenco76”.

Esta cancha se presentó en sociedad con un encuentro amis-toso entre el local y el equipo sanjuanino San Martín, que con

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el tiempo entraría en la categoría de clásico rival cuyano. No fue auspicioso el tanteador, ya que la visita se llevó el triunfo por la mínima diferencia. De cualquier modo, Atlético Belgrano había conseguido un triunfo fuera de lo deportivo: el control absoluto sobre ese campo de juego, que así se prolongó hasta el advenimien-to del Club Atlético Independien-te. Varios de los espectadores que se llegaron a esa inauguración lo hicieron también por moti-vos extradeportivos, ya que se trataba de una rebelión que había superado las consabidas peleas y conflictos, un signo de la época deportiva.

Próximo a la cancha del Colegio Nacional, en la avenida Godoy Cruz, entre Perú y 25 de Mayo, por años pudo apreciar-se una escultura encargada por la Liga Mendocina, que testi-moniaba allí, en esa esquina, su reconocimiento a los orígenes del deporte. Los primeros testimonios gráficos fueron tomados en ese campo, donde, incluso, también practicaban fútbol las mujeres.

Podemos conocer las aspi-raciones de aquellos pioneros mediante una nueva revelación aparecida en la prensa: “La pro-fesionalización del fútbol, como espectáculo deportivo, comien-za a preocupar a los dirigentes de lo que se llamaba “foot-ball” (…) Hasta el momento no existía un estadio que pudiera albergar la pasión creciente del fenóme-no. Por esa razón la Comisión Directiva del club Gutenberg realiza gestiones ante el gobierno provincial, de forma tal que el Es-tado se involucrara en el estímulo al deporte, a través de una cesión de terrenos en el Parque de Oeste, para levantar allí una cancha. Uno de los potreros más usuales de la época se ubicaba en la calle

Observatorio y Pueyrredón, la que era conocida como cancha Centenario”77.

Extrañamente, uno de los terrenos más aptos para la reali-zación de partidos se encontraba fuera de la ciudad, en Palmira, lo que se explica debido a la in-fluencia de los técnicos del ferro-carril, que habían convertido ese pueblo en un nudo central de la red ferroviaria. En marzo se rea-liza allí un partido amistoso entre Gutenberg y Atlético Belgrano en la cancha de los señores Fuseo y Pouget: “Las personas que de-searan concurrir deben tomar el tren de las 12, o los que salen a las 1.30 o 2.2078”, según advertía

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la prensa a los socios de ambos equipos.

Fuseo y Pouget era, además, una gran fábrica de cemento, que vendía comprimido para veredas, vestíbulos, salas y patios. Ofre-cían por entonces materiales de altísima calidad, que era elabo-rado con Portland y maquina-rias que habían importado desde Alemania.

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La alineación del equipo que llegó hasta Palmira para ofrecer el espectáculo de “foot ball” es la que se detalla:

Club Atlético Belgrano: Zenón Martínez, Jaime Galaburry, P. Yonzon, A. Martínez, E. Camuzzi, S. Garro, Pedro Castro, A. Pear-son, J. Espinoza, Humberto Bu-rotto y Francisco Romairone.

El jugador Pedro Castro sería, tres años más tarde, el primer presidente del Club Atlético Inde-pendiente.

1911Obligados a competir con

equipos no pertenecientes a las instituciones de Mendoza, Atlé-tico Belgrano se encontró en la misión de enfrentarse con otros equipos, lo que también era un claro desafío y una muestra de su poderío: reunía jugadores de fus-te, su capacidad de convocatoria era asombrosa, poseía dirigentes osados con una visión de futuro que aún hoy resulta vanguar-dista. Es en este período, el 28 de mayo, cuando se organizó un partido contra el equipo Arenales, uno de los animadores protagó-nicos del fútbol porteño. Burotto fue el gestor de esta visita, que finalizó con un empate. El tanto de Belgrano lo marcó uno de sus hijos, Humberto, al que llamaban “Petiso”. Las crónicas aseguran que “fue uno de los partidos in-terprovinciales que más emoción deparó a los aficionados79”.

Aprovechando la visita de aquellos futbolistas, también se cumplió con un amistoso frente a una suerte de selección de ju-gadores locales, a la que se llamó Combinado Mendocino. Formó con estos hombres: Jaime, Eche-verría, Moro, Trajea, P. Elorza, Jonhson, Segura, Moretti, V. Elor-za, F. Romairone y Noakes. Como suplentes se alistaban H. Sosa y J. Elizondo. La entrada costó 50 centavos y el 20 % de la recau-dación se destinó a la Biblioteca Sayanca. Romairone pertenecía a Belgrano y su calidad, indiscuti-da, era apreciada por todos, más allá de las peleas y divisiones entre clubes.

Una historia de casualidades es la que describe Sartori, no me-nos significativa para la historia del fútbol mendocino. Sucedió en Buenos Aires, con otro jugador de Belgrano, acaso la reedición de un clásico chico en el pago gran-de. “En 1911 me trasladé a la Ca-pital Federal y actué en la segun-da división del club San Isidro. Recuerdo que en el match que sostuvimos contra Estudiantes me tocó jugar contra otro men-docino, Humberto Burotto, que también se había radicado tem-porariamente en aquella ciudad. A fines de ese mismo año regresé a Mendoza, reintegrándome a Gimnasia y Esgrima, donde actué hasta 1917, en que me retiré de manera definitiva. A fines del año 1913 me tocó ocupar la presiden-cia de la Federación Mendocina de Fútbol. Ese mismo año actué como referí, desempeñándome en tal carácter durante varias tempo-radas y al constituirse la Federa-ción Mendocina de Referís fui el primer presidente ejerciendo ese cargo hasta 192680”.

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24 // Capítulo I

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1912Sin recomponer las relaciones

con el resto del fútbol mendoci-no, el Atlético Belgrano comenzó a sufrir, no sólo la falta de com-petencia deportiva, tanto como el aislamiento. El fútbol era, además de un deporte, un entretenimien-to, y ese espíritu de los jugado-res llevó a que varios de ellos comenzarán a abandonar un club poderoso aunque sin disputas en-tre sus actividades deportivas.

Es que se jugaban desafíos menores y la motivación de los picados en los entrenamientos, más la programación aislada de algún partido, invitó a la deser-ción general. Sin embargo, cuan-do todo parecía desvanecerse, un ignoto grupo de simpatizantes propuso una maniobra que res-tauraba la idea del club de siem-pre. Y para eso comenzó a discu-tirse la fundación de uno nuevo, a partir de Atlético Belgrano, que, en apenas cuatro temporadas oficiales, había revolucionado el fútbol local.

El testimonio de un jugador de esos momentos ayuda a enten-

der aquella transición. Dice Isaac Agüero Ozán, que luego sería jugador y dirigente de Gimna-sia: “Mi actuación en San Juan fue hasta 1912, para trasladarme luego a Mendoza. A mi llegada se encontraba en gestación la fundación del club Independiente, el mismo Independiente Rivada-via de hoy. Francisco Romairone, Humberto Burotto y otros gran-des amigos eran quienes ponían todo el caudal de sus energías a disposición de un ideal, muy no-ble por cierto81”.

También nacía el “Juventud Palmira”, que años más tarde, en 1918, se fusionaría con Tracción

y Talleres, del cual surgiría Pa-cific Atlhetic Club Palmira. Este se federaría a la Unión Mendoci-na con un equipo de 3º división, aunque al año siguiente ya se presentaría en Primera. Su dé-cada de gloria sería del 20 al 30, clasificándose campeón en 1923 del torneo Competencia, derro-tando a los entonces “imbatibles”, Independiente y Gimnasia, que polarizaban la escena futbolística, cediéndose muy de vez en cuando el protagonismo. El primer pre-sidente de Palmira fue Francisco Wynne.

Capítulo I // 25

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1 http://www.argentina.gov.ar/argentina/portal/paginas.dhtml?pagina=1702 http://www.afa.org.ar3 Idem.4 Otelo Frecentese. Apuntes inéditos. “El fútbol en Mendoza”.5 Diario Los Andes. 3 de marzo, 19036 Diario Los Andes. 20 de septiembre, 19657 La Libertad. 2 de noviembre, 1944.8 Idem.9 Diario Los Andes. 21 de marzo, 1093.10 Otelo Frecentese. Apuntes inéditos. “El fútbol en Mendoza”.11 Idem.12 Semblanza histórica del Colegio Nacional de Mendoza. Por Esteban Fontana Ortega. Anuario de Historia del Pensamiento Argentino. Año 1967 – Tomo III.13 La Libertad Deportiva. 21 de abril, 1935.14 Idem.15 Idem.16 Diario Los Andes. 24 de julio, 1905.17 Diario Los Andes. 5 de agosto, 1905.18 La Libertad. 8 de agosto, 1944.19 Idem.20 Diario El Comercio, 25 de julio, 1905.21 Diario El Comercio, 15 de septiembre, 1905. 22 Idem.23 Diario La Reforma, 5 de octubre, 1905.24 Diario La Reforma, 22 de noviembre, 190525 Diario La Reacción. 18 de julio, 1907.26 Idem.27 La Libertad. 8 de agosto, 1944.28 Diario La Reacción. 30 de septiembre, 1907.29 Idem.30 Idem.31 Diario La Reacción. 3 de octubre, 1907.32 Idem.33 Idem.34 Idem.35 Idem.36 Idem.37 La Libertad. 8 de agosto, 1944.38 La Libertad Deportiva. 14 de enero, 1934.39 Idem.40 Testimonios ofrecidos por Horacio y Mario Burotto, bisnieto y sobrino nieto respectivamente.

Notas

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41 Idem.42 Idem.43 Los Andes. 6 de agosto, 200844 La Libertad. 8 de agosto, 1944.45 Diario La Epoca. 16 de septiembre, 1908.46 Idem.47 Diario La Epoca. 22 de septiembre, 1908.48 Diario La Epoca. 19 de diciembre, 1908.49 Idem.50 Idem.51 Idem.52 La Libertad Deportiva. 11 de marzo, 1934. 53 Idem54 http://www.elgrafi co.com.ar/2009/05/30/C-1559-recorrida-por-los-90-anos-de-el-grafi co.php55 Diario Los Andes. 17 de junio, 1909.56 Diario Los Andes. 25 de julio, 1909.57 Idem.58 Idem.59 Diario Los Andes. 27 de julio, 1909.60 Diario Los Andes. 1 de agosto, 1909.61 Diario Los Andes. 4 de agosto, 1909.62 Diario Los Andes, 5 de octubre, 1909.63 Idem.64 Diario Los Andes. 12 de octubre, 1909.65 Idem.66 Idem.67 Idem.68 Diario Los Andes. 26 de octubre, 1909.69 Diario Los Andes. 1 de diciembre, 1909.70 Diario Los Andes. 10 de diciembre, 1909.71 Idem.72 Idem.73 Diario Los Andes. 14 de diciembre, 1909.74 Diario Los Andes. 25 de diciembre, 1909.75 Diario Los Andes. 24 de abril, 1910.76 La Libertad Deportiva77 Diario Los Andes. 11 de julio, 191078 Diario Los Andes. 27 de marzo, 1910.79 Otelo Frecentese. Apuntes inéditos. “El fútbol en Mendoza”.80 La Libertad. 8 de agosto, 1944.81 La Libertad. 4 de agosto, 1944.

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