Tocqueville_El antiguo régimen y la revolución

7/30/2019 Tocqueville_El antiguo régimen y la revolución

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Secci6n: Humanidades

LIL

1 Alexis1

Antiguo Regimen y

EI Libro de Bolsillo

Alianza Editorial

Madrid

e Tocqueville:

revoluci6n,

®



PROLOGO

Este libro noes una historia de la Revoluci6n, historia escrita ya

con tanta brillantez como para que yo piense en rehacerla, sino tan

s6lo un estudio sobre esta Revoluci6n.

Los franceses hicieron en 1789 el mayor esfuerzo realizado

jamas por pueblo alguno para cortar, por as! decirlo, su destino en

dos partes y separar por un abismo lo qu e hasta entonces habfan sido

de lo que quer!an se r en adelante. Con este objeto, tomaron toda

clase de precauciones para no arrastrar nada de lo pasado a su nueva

condici6n; se impusieron toda clase de sacrificios para revestirse de

una forma distinta ala de sus antepasados; y no olvidaron nada parahacerse irreconocibles. ·

Siempre habia pensado yo qu e en ta n singular empresa no se

habia logrado el exito que se crey6 en el extranjero y que, en un

principio, creyeron ellos mismos. Estaba convencido de que, sin

darse cuenta de ello, habian conservado del antiguo regimen la

mayoria de los sentimientos, de los hai:?itos, e incluso de las ideas con

cuya ayuda habfan realizado la Revoluci6n que lo destruy6. Y, sin

proponerselo, habfan utilizado sus ruinas para construir el edificio

la nueva sociedad. De ta l modo que, para cbmprender bien laRevoluci6n y su obra, erapreciso olvidar por un momento la Francia

de nuestros d.fas e ir a interrogar en su tumba a la Francia que ya no





52Alexis de Tocqueville

As f pues, no es en la opinion que debe tenerse de la libertad en lo

que se difiere, sino en la mayor o menor estimacion en que se tengaa

los hombres; por lo que puede decirse de manera rigurosa que el

gusto que se muestra por el gobierno absoluto esta en relacion

directa con el desprecio que se siente por la patria. Pi do que se me

permita esperar un poco antes de convertirme a ese sentimiento.

Creo que puedo decir, sin jactancia por mi parte, que el presente

libro es producto <]e una intensa labor. Cierto capitulo, muy corto,

me ha costado mas de un afio de investigaciones. Podria haber

recargado de notas el pie de mis paginas; pero he preferido insertar-

la s al final del volumen y reducirlas a un pequefio nfunero, indicando

las paginas del texto a que hacen referencia. En elias se hallaran

ejemplos y pruebas. Podria ofrecer muchos mas, si alguien creyera

despues de leer este libro que valia la pena reclamarlas.

LIBRO PRIMERO

CAPITULO I. JUICIOS CONTRADICTORIOS FORMULADOS SOBRE LA

REVOLUCION EN SUS COMIENZOS

Nada mas a proposito que la historia de nuestra Revolucion para

invitar a los filosofos y a los hombres de Estado ala modestia; pues

jamas bubo acontecimiento mas grande, de antecedentes ta n remo-

tos, mejor preparado y menos previsto.

Ni siquiera el gran Federico, a pesar de su genio, la presiente. La

toea sin verla. Es mas, actua acomodandose anticipadamente a su

espfritu. Es un precursor, y por asi decirlo, su agente; sin embargo,

nola reconoce cuando se aproxima, y cuando por ultimo aparece, lo s

rasgos nuevos y extraordinarios que han de caracterizar su fisiono-

mia entre la innumerable serie de revoluciones escapan desde el

principio a todas las miradas.

En el extranjero es objeto de la curiosidad universal; por todas

partes provoca en el espiritu de los pueblos una especie de confusa no-

cion de que se avecinan nuevos tiempos, de vagas esperanzas de cam-

bios y de reformas, pero nadie sospecha a in lo que hade ser. Los prin-

cipes y sus ministros ni siquiera tienen ese presentimiento indefinido

que conmueve al pueblo al intuirla. En un principio solo la considera-

ron como una de esas enfermedades periodicas a las que esta sujeta la















I68 Alexis de Tocquevillel

f

vuestros padres, (por que no dirigisteis la mirada hacia nosotros!l

Aqui hubierais encontrado la antigua ley comun de Europa». Burke[

nose da cuenta de que lo que t iene ante sus ojos es la revolucion que Iprecisamente debe abolir esa antigua le y comun de Europa; not

discierne que de lo que se trata es justamente de eso, y no de otra!- cosa. !

Pero (por que estallo en Francia y no en otro lugar esta revolu-!

cion, por todas partes preparada, por todas partes amenazadora)f

~ P o r que ha tenido en nuestra nacion ciertos caracteres que no sel

encuentran en ningun otro sitio, o solo a medias? Ciertamente, esral

segunda cuestion merece se r analizada. A tal objeto senin dedicadost

lo s libros siguientes. f

I

LIBRO II

CAPITULO I. POR QU E LOS DERECHOS FEUDALES SE HABIAN HECHO

MAS OD I OSOS AL PUEBLO EN FRAN CIA QUE EN LAS DEMAS N ACI ONES

Una cosa sorprende a prim era vista: la Revoluci6n, cuyo objeto

propio consistia, como hemos visto, en abolir por todas partes el

resto de las instiruciones medievales, no estall6 en los paises en que

estas instiruciones, mejor conservadas, hadan sentir al pueblo co n

mas fuerza su rigor, sino por el contrario, en a q ~ e l l o s en que este se

percibia menos; de suerte que su yugo pareci6 mas insoportable

donde en realidad era menos pesado.

En casi ningun lugar de Alemania estaba completamente abolida

la servidumbre a fines del siglo dieciocho, y en la mayor parte de ellos

el pueblo permaneda positivamente adscrito a lagleba, igual que en

Ia Edad Media. Casi todos lo s soldados que compon1an lo s ejercitos

de Federico II y de Maria Teresa eran verdaderos siervos.

En 17 78 , en la mayoda de lo s Estados de Alemania, el campesino

no puede abandonar el senorfo, y si lo hace puede perseguirsele

donde quiera que se encuentre y reintegrarle a el por la fuerza. En elsenorio est:i sometido a la justicia senorial, que vig.ila su vida

privada y castiga su intemperancia y su pereza. N o puede elevar de

posicion ni cambiar de profesi6n, ni casarse sin el consentimiento





















































































154Alexis de

Iibertad, niostrandose tan incapaz de gobernarse a si mismoduro con sus preceptores.

LIBRO II I



APITULO I . - -COMO LOS HOMBRES DE LETRAS SE CONVIRTIERON

~ L O S PRINCIPALES POLiTICOS DEL PAlS A MEDIADOS DEL SIGLO DIE

lOCHO, Y DE LOS EFECTOS QUE DE TAL HECHO SE DERIV ARON

Prescindo ahora de lo s hechos antiguos y generales que prepa

iton lagran Revoluci6n que intemo describir, para ocuparme de lo s

echos particulares y ma s recientes que determinaron su lugar, su

acimiento y su caracter.

Hada tiempo que Francia era, de todas las naciones de Europa, la

:1as literaria; no obstante, los hombres de letras no habian mostrado

mnca las tendencias que revelaron mediado el siglo dieciocho, ni

lCupado ellugar que entonces alcanzaron. Semejante hecho jamas

.e habia visto entre nosotros, ni creo que en parte alguna.No intervenian diariamente en los asuntos publicos, como ocu

:rfa en Inglaterra; por el contrario, nunca hab1an vivido tan apartados

.:l.e ellos. No estaban revestidos de oinguna clase de autoridad, ni

desempefiaban funci6n p{rblica alguna en aquella sociedad ya tan

repleta de funcionarios.

Pero tampoco permanedan, como la mayor parte de sus colegas

de Alemania, enteramente ajenos ala polltica y retirados al terreno

de la filosofi:a pura y de las lctras. Continuamente se ocupaban de

materias relacionadas con el gobierno, siendo esta realmente suverdadera ocupaci6n. A diario se le s ofa discurrir acerca del origen

de las sociedades y de sus formas primitivas, de los derechos pri-





















































20 8 Alexis de Tocqueville

quedando a menudo tan sorprendido de sus propios actos como los

mismos extranjeros? El mas casero y rutinario de todos cuando se le

abandona a si mismo, y dispuesto a llegar al fin de l mundo y a realizar

las mayores audacias cuando, a su pesar, se le hace abandonar su

hogar y sus costumbres; ind6cil por temperamento, se acomoda

mejor, sin embargo, a admitir el imperio arbitrario e incluso violento



principe libre

ciudadanos; hoy enemigo declarado de toda obediencia, y manana

sometido a la servidumbre con una especie de pasi6ri inalcanzada

aun por aquellas naciones ma s predispuestas a ella; dejandose con-

ducir con un hilo mientras nadie resiste, se hace ingobernable tan

pronto como surge un ejemplo de resistencia; siempre un enigma

para sus amos, que le temen demasiado o no le temen lo bastante;

nunca tan libre como para perder la esperanza de sometede, ni tan

sumiso que no pueda sacudir el yugo; apto para todo, pero sobresa-

liente unicamente en la guerra; adorador de su ventura, de la fuerza,

del exito, de l brillo y de l ruido, mas que de la verdaderagloria; mas

capaz de heroismo que de virtudes, de ingenio que de buen sentido,

y mas propenso a acariciar inmensos designios que a rematar grandes

empresas; lamas brillante y peligrosa de las naciones de Europa, y la

mejor constituida para se r sucesivamente objeto de admiraci6n, de

odio, de piedad y de terror, ma s nunca de indiferencia.

Solo ella podia alumbrat una revoluci6n tan subita, tan radical,de curso tan impetuoso y, sin embargo, tan pr6diga en mudanzas, en

hechos contradictorios y en ejemplos opuestos. Sin las razones

expuestas, jamas la habrian llevado a cabo los franceses; pero hay

que reconocer que todas esas razones no habrian bastado para

explicar una revoluci6n semejante a no ser en Francia

.Heme llegado ya a los umbrales de esta memorable revolud6n;

de momento no pasare adelante: pero quiza pueda hacerlo antes de

que pase mucho tiempo. Entonces, ya no parare mientes en sus

causas, la examinare en si misma, y finalmente intentare juzgar la

sociedad de ella surgida. ·

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