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Guatemala, 31 de julio de 2014, Suplemento Especial de Diario La Hora COMBATE A LA CORRUPCIÓN

Suplemento Universitario Julio 2014

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Suplemento Universitario Julio 2014

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Page 1: Suplemento Universitario Julio 2014

Guatemala, 31 de julio de 2014, Suplemento Especial de Diario La Hora

COMBATE A LA C O R R U P C I Ó N

Page 2: Suplemento Universitario Julio 2014

JOSÉ RODRIGO JUÁREZ BRENNER Estudiante de Ingeniería Industrial y ComercialUniversidad del Istmo –UNIS–[email protected]

NADIA NINOSHKA SOLANO BARRIOSEstudiante de Mercadotecnia Universidad [email protected]

AStRID YOHANNA DEL ÁGUILA DE LEóNEstudiante de Relaciones InternacionalesUniversidad de San Carlos –USAC–[email protected]

MARÍA JOSÉ MEJÍA HERNÁNDEZEstudiante de Administración de EmpresasUniversidad Rafael Landívar –URL–[email protected]

NERY CHUCUY Estudiante de Maestría en Ciencias SocialesUniversidad Francisco Marroquín –UFM–[email protected]

IVONNE MARÍA HERNÁNDEZ VELÁSQUEZEstudiante de Ingeniería Industrial Universidad del Istmo –UNIS–[email protected]

OSCAR GIOVANNI GRACIAS RAMOSEstudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad Mariano Gálvez –UMG–[email protected]

KEVIN PAUL VILLAtORO ARDóNEstudiante de Ingeniería Industrial Universidad Rafael Landívar –URL–[email protected]

ANA LUCÍA ZELADA GUEVARAEstudiante de Psicopedagogía Universidad del Istmo –UNIS–[email protected]

Durante años hemos sido enfáticos en La Hora al denunciar que el sistema de corrupción en el que se mueve la mayoría de los ac-tos de nuestra sociedad, es el peor de los males que tenemos en Guatemala porque con tal de proteger a los beneficiados de esa ilegítima y despreciable forma de amasar fortuna, es que todos los otros males se desarrollan.

Guatemala es impune porque a los políticos y dirigentes de tur-no no les interesa un fortalecido sistema de justicia que les pueda alcanzar por sus malos manejos en los fondos públicos. Recorde-mos que los políticos han demostrado, uno tras otro, que su dife-rencia en la forma del ejercicio del poder está en la distribución de los beneficios del Estado dentro del grupo que ellos representan y se miden en cuanto a su capacidad de hacer más dinero que sus antecesores. Fortalecer el sistema de Justicia sería colgarle una piedra en el pescuezo a los corruptos y, por ello, seguimos sin casti-gar muertes, atentados, intimidaciones, extorsiones, etc., simple-mente porque amenazaría los beneficios que la práctica corrupta del poder genera.

Pero también es el peor de los males porque ha hecho que la so-ciedad juegue, casi en su totalidad, dos roles. El primero, el de ser socio y cómplice de los políticos que hacen mal uso de los recursos por medio de la malversación, la asignación de contratos viciados, compras sobrevaloradas, etc., o la misma práctica de la evasión fis-cal; el segundo grupo, el que quiere ser como el sinvergüenza y en-vidia su “habilidad” para generar fortuna por los medios corruptos.

En general, hemos terminado por corromper los principios de nuestra sociedad y es por ello que se “tolera” la violencia mientras siga siendo al vecino, podemos vivir entendiendo que el “exitoso” amigo hizo sus millones porque siendo “pilas” aprovechó un con-tacto, no se denuncia al hijo que extorsiona o al banquero que está ordeñando las cuentas de sus clientes.

Y el sistema político ha sido capaz de “empeñar” la corrupción porque desde las campañas presidenciales empiezan a hacer sus tratos con la mayoría de los financistas con la garantía de que serán parte del pastel en el momento en que se ejerza el poder. Esta es la forma en que los gobiernos deciden venderle el alma al diablo con tal de acceder al cheque en blanco que la sociedad cómplice en que vivimos les otorga cada cuatro años.

Si queremos cambiar como país y queremos demostrar que so-mos distintos como personas, tenemos que empezar a ser intole-rantes con la corrupción y sentenciar tanto judicial como social-mente a todos los ladrones que se pintan como exitosos mientras mantienen en la pobreza a nuestro país.

El peor de nuestros males

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 31 de julio de 2014

Editorial

COLUMNIStAS PARtICIPANtES DEL 10º SUPLEMENtO UNIVERSItARIO

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La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 31 de julio de 2014 Página 3

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Qué se puede decir de un proyecto de ley que permaneció por más de 10 años en el Organismo Legislativo y que lleva aprobado más de un año sin que podamos ver el resultado del mismo.

El hecho de venir a recitarles lo que es la corrupción, es más una pérdida de tiempo que algo que pueda sumarnos en la erradicación de la misma.

Tal cual he escrito en otras colum-nas, considero que la familia es la base de cualquier sociedad, el problema es que los integrantes de cada familia es-tán enfermos, son inconscientes de su responsabilidad para con la sociedad, pero sobre todo para con ellos mismos. Es necesario que cada padre y madre de familia entreguen lo mejor de sí siempre a sus hijos para que eso sea lo que proyecten afuera del hogar y no sólo lo proyecten sino que también lo transmitan.

Para combatir la corrupción es nece-sario combatir la falta de valores. Tarea difícil, ya que los valores se inculcan de niños, de allí lo que se hace con los adultos es crear aparatos de control para verificar que el individuo se con-duzca de la manera más correcta para

el entorno. Y exactamente eso es lo que está

pasando con este esfuerzo de combate a la corrupción, por parte de los dife-rentes organismos del Estado, todo son controles, no es un esfuerzo que nazca de cada una de las instituciones, sino están siendo obligados a comportarse de una manera antinatural para ellos.

Se hace necesario entonces que se reestructuren los organismos, que se nutran con nueva sangre, ya los inte-grantes de los mismos llevan una línea en su “carrera política” y no es precisa-mente recta y de los que son rectos, su-cede que en algún punto se verán bajo el maestro titiritero de algún poder oculto que desee seguir abusando del poder que le han dado.

Así como, que las entidades se ma-nejen con transparencia. Recordar que no están allí porqué trabajen para el gobierno en turno, o para el Estado, sino para el ciudadano común y es el ciudadano quien puede pedirles cuen-tas y no ser asustado o amendrentado por querer saber el manejo de las insti-tuciones diferentes. Se hace importan-te el manejo de la libertad de expresión

para la re-t ro a l i m e n -tación de la ejecución de cada institu-ción y por su-puesto una libertad de expresión responsable, poder decir yo dije esto, con estos y estos funda-mentos y exijo como ciudadano respe-tuoso de la ley la ejecución correcta y el manejo del poder que doy para tener un país que me permita desarrollarme y crecer y no sólo ver como los diferen-tes políticos en turno se hacen de pro-piedades, bienes y todas esas cosas que desearon en algún momento.

Estas letras van para ustedes polí-ticos, tengan claro el compromiso que tienen para el país, ustedes manejan el futuro de más de 15 millones de gua-temaltecos, no solo de su familia. Su desempeño se ve reflejado no sólo en cuanto han engordado o ganado, sino en cómo se percibe a Guatemala en el exterior, es momento de concientizar-se y dejar a las personas que quieren trabajar honestamente por el país el camino libre para una evolución social.

La corrupción es un mal que nos afecta a todos los guatemaltecos y que está profundamente arraigada en nuestra sociedad. Al indagar sobre las causas que nos han sumido en el subdesarrollo y no nos permite progresar, se descubren muchos factores (la inseguridad y la violencia, la distribución desigual de la riqueza, la falta de certeza jurídica, entre otros) que tienen como común denominador la corrupción.

Cuando se habla de corrupción, es normal relacionarla como un problema del Estado, pero es un hecho que afecta a todas las estructuras de la sociedad, tanto civiles como gubernamen-tales. Es igual de corrupto el diputado o el alcalde que gestiona los fon-dos públicos para favorecer sus intereses personales como el ciudadano que evade el pago de sus impuestos, el consumidor que compra pro-ductos de contrabando, el trabajador que se aprovecha de la confianza de su jefe y el estudiante que copia o saca “chivo” en sus exámenes. Esto crea dificultades al momento de frenar su avance porque la falta de aplicación de la ley ha causado que este mal se haya arraigado fuer-temente en todos los estratos sociales hasta el punto de convertirse en una situación común.

A nivel gubernamental, se han tomado diversas medidas para com-batir este flagelo y fomentar la transparencia, las cuales han tenido muy pocos e incluso nulos resultados positivos debido principalmente a que las estructuras de corrupción están fuertemente enraizadas en todos los organismos estatales y éstas se han infiltrado en las mismas entidades fiscalizadoras. Esta situación genera las condiciones nece-sarias para que estas estructuras pasen por encima de la ley y logren su objetivo, perjudicando a la toda la población e incrementando los problemas que impiden el desarrollo del país.

Para poder combatir eficazmente la corrupción, es necesario ata-car el problema desde su raíz; por ello, las autoridades deben realizar acciones tanto correctivas como preventivas que tengan por objetivo erradicar la cultura de corrupción en todos los niveles de la socie-dad y no sólo en los organismos públicos. Esto se puede alcanzar por medio del fortalecimiento integral del sistema de justicia con el fin de garantizar el cumplimiento de la ley en todas las circunstancias. Sin embargo, la principal medida que debe llevarse a cabo para erradicar de forma efectiva la corrupción es la implementación de un programa educativo que busque cultivar las virtudes personales y colectivas, desde una perspectiva ética y de valores, que sea visto en todos los niveles educativos, iniciando en la educación primaria y completándose con los estudios superiores. Esto debe complemen-tarse con un programa de concientización que refuerce la importan-cia de la transparencia y de la honestidad en las asociaciones civiles y que promueva la participación de los miembros de las comunidades en dichas organizaciones y así tomen parte en las decisiones mu-nicipales y comunitarias, facilitando el buen uso de la autoridad e impidiendo los abusos de poder.

Finalmente, es importante que las instituciones públicas encar-gadas de la fiscalización de los organismos estatales cuenten con la representación y el apoyo de las organizaciones civiles, como las uni-versidades, iglesias, gremiales y otras colectividades, para evitar que las estructuras corruptas se infiltren en las instituciones y asegurar que realmente se cumpla el propósito para el cual fueron creadas.

El combate contra la corrupción es tarea de todos los guatemaltecos y depende de cada uno de nosotros contribuir con esta lucha siendo correctos en nuestras acciones e involucrándonos en la vida pública de nuestro país.

Guatemala es un país bello por su geografía y su riqueza cultural. Lamen-tablemente tanto el Sistema Estatal como parte de su población civil forman parte de la corrupción cotidiana por la que se señala y critica a nivel nacional e internacional. Se cuenta con funcio-narios públicos sin especialización, sin capacitación para su gestión y, falta de credibilidad a los puestos de elección popular e incluso a los puestos de con-fianza.

No solo existe transfuguismo po-lítico, sino que también malversación de fondos a granel, todo ello con fines político-económicos individualistas y, ¿Dónde queda la sociedad civil? “Existen leyes que la protegen, instituciones que buscan regir su orden social y funciona-rios que la representan.”

De los 177 países que conforman el informe de la organización Alemana de Transparencia Internacional publicado en diciembre de 2013, Guatemala ocupa el puesto 123. La necesidad del sistema ha creado la existencia de leyes tales como “Ley Contra la Corrupción”, “Ley de Probidad y Responsabilidades de Fun-cionarios y Empleados Públicos”, “Ley de Contrataciones del Estado”. Estas

dejan en claro la posición de un funcio-nario y la labor de su gestión, así como, las normas que rigen parte del orden público. Pero, en la práctica la voluntad política es muy diferente a la teoría.

El sistema no concuerda con el ideal de Estado, los representantes y el desa-rrollo social. Las instituciones no operan de manera eficaz y el personal no es eficiente con su labor; no poseen las herramientas, la capacitación, ni la es-pecialización que sus cargos ameritan; los puestos a elección popular están comprados en su mayoría, y los que no, ya fueron otorgados por “cuello”.

Y no todo es cuestión de políticos y gobernantes. Las personas son el nú-cleo. La sociedad civil no queda ajena al tema, en la ética y la moral de las personas se encuentra el respeto a los principios fundamentales de la creación de un Estado. Si las personas analizaran detenidamente sus acciones y tomaran conciencia de sus decisiones, se darían cuanta que la corrupción en su entorno inmediato disminuiría si cada uno pone de su parte, desde el respeto a las leyes, hasta corregir y educar con valores y principios dentro del hogar.

Como primer punto, se debe dejar

en claro que la co-r r u p c i ó n se genera a través de las personas, y muchos de los servidores públicos del país no poseen una visión y capacitación para servir al pueblo, como debería de ser su fun-ción primordial; como segundo punto, el sistema de administración pública es arcaico, no existe la tecnificación, se ignora el avance en digitalización de información en las diferentes ins-tituciones, la sociedad civil no posee información verídica de la gestión gu-bernamental. En otras palabras el E-Gobernment no se ha implementado como herramienta para el desarrollo y control de prevención de corrupción en el sistema estatal. Y por último, la socie-dad civil únicamente critica el sistema, pero llegan a ignorar que parte de ese sistema son ellos mismos y en algunos casos realizan pequeñas acciones que forman parte de la corrupción que nos marca como sociedad.

La erradicación de la corrupción es cuestión de voluntad social.

Universidad del Istmo

JoSé RodRiGo JUáRez BRenneR

nAdiA ninoSHKA SoLAno BARRioS

Universidad Panamericana

¿Cómo combatir eficazmentela corrupción?

Combate de la corrupción

Sistema arcaico sin voluntad social

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 31 de julio de 2014

AStRid YoHAnnA deL áGUiLA de León

Universidad de San Carlos de Guatemala

Page 5: Suplemento Universitario Julio 2014

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 31 de julio de 2014, Página 5

Page 6: Suplemento Universitario Julio 2014

Todos alguna vez nos hemos quejado de los problemas que agobian a nuestro país, como la pobreza, la inseguridad, y entre otros, la co-rrupción que vivimos día tras día. Es frecuente leer noticias de cómo muchos funcionarios públicos sacan provecho de la posición que mantienen para ganar unos cuantos quetzales más, y otros guatemaltecos desean llegar a estas posiciones por los beneficios económicos. Pero, ¿esto es lo correcto? ¿Querer ser presidente, ministro, o diputado, para hacer dinero fácil? O, ¿debemos luchar por una Guatemala mejor? Una donde todos encontremos las mismas oportunidades y los fon-dos de nuestros impuestos sean utilizados para aspectos realmente importantes, como la educación, o la seguridad que todos deseamos.

Corrupción es aquella actuación de organizaciones –generalmen-te públicas– que consiste en la utilización de las funciones y medios (de la institución) en provecho económico o de otra índole de sus gestores. La definición de la Real Academia Española describe el fe-nómeno que ocurre en Guatemala; un país en que el poder político se ejerce para beneficio de quien lo ostenta, en vez de estar al servicio del bien común. La corrupción se manifiesta en varios aspectos y re-presenta altos costos económicos; el pago de “un favor”, o el soborno para que el asunto “se resuelva rapidito”. Asimismo, para quien reali-za estas acciones, implica la incertidumbre de no saber cuánto durará “el mafioso” en su puesto para continuar haciéndole “favorcitos”. Pero, ¿qué pasa, Guatemala? ¿Por qué nos dejamos manipular y gobernar por personas egoístas que no buscan lo mejor para la población?

Según la Constitución Política de la República de Guatemala, en su artículo 140 y 141, nuestro país funciona bajo un sistema de Gobierno republicano, democrático y representativo, además que la soberanía radica en el pueblo que la delega para su ejercicio a los tres poderes del Estado. En otras palabras, el pueblo elige a sus gobernan-tes, quienes serán los encargados de velar y administrar los recursos del Estado. Según como lo veo, los chapines somos los últimos en exigir lo que nos corresponde, pero ¿por qué? En mi opinión, esto se debe a que no estamos conscientes de nuestros derechos y obliga-ciones como ciudadanos, por lo que permitimos que los que llegan a gobernarnos tomen decisiones que no representan los intereses y necesidades de quienes los elegimos.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo combatimos la corrupción de raíz? Primero, invertir en educación. Creo firmemente que al impartir una educación integral se logran grandes cambios. Esta educación debe ir enfocada a las futuras generaciones. Se debe hacer énfasis en los valores y principios éticos que se deben practicar, ya que el cambio inicia en cada uno. Debemos mantener presente que la honestidad, sinceridad, responsabilidad, libertad, justicia y equidad son valores que debemos adoptar individualmente para que Guatemala cambie.

Segundo, animar a los jóvenes para que a través de ellos se haga la diferencia. Es muy sencillo quedarse con los brazos cruzados, pero por eso se debe hacer un esfuerzo para cambiar el rumbo. Debemos salir a la calle a realizar el cambio que tanto queremos. Y no quiero decir “hagamos huelga, pintemos la ciudad y destruyamos nuestro patrimonio”, sino me refiero a las pequeñas situaciones diarias con las que podemos cambiar el curso que ha tomado nuestro país. Los jóve-nes tenemos el poder de dar un giro de 180 grados para Guatemala. El futuro está en nuestras manos, y no podemos dejar que se nos vaya como agua entre los dedos.

La corrupción es uno de los ingre-dientes más comunes en la dieta diaria de todos los guatemaltecos. Desde la infancia ingerimos los amargos sabo-res que la corrupción, tal como veneno, produce en nuestro paladar social.

Nuestra constitución (con c mi-núscula) continúa deteriorándose por las constantes ocasiones en las que alguna persona o institución abusa de su condición de poder para obtener beneficios privados, cuando lo que se esperaría de ellos, por su condición, son beneficios públicos. Parece que nada hubiese cambiado desde aquellos días en que aun cuando se decía: “Al rey la hacienda y la vida se ha de dar”, la corrupción era ya una pesadilla para el imperio Español, que a su vez trataba de minimizar dicho mal a través de los Consejos de Indias, los cuales, debido a su naturaleza burocrática, se conver-tían en propiciadores del mismo mal que querían evitar.

Con una herencia como la nuestra, resulta fácil (o a veces hasta atractivo) el señalar al Gobierno y sus figuras pú-blicas como los únicos culpables de la corrupción que se vive en la Guatemala de hoy, olvidando muchas veces que

la corrupción puede darse (y se da) en todos los ámbitos de nuestra sociedad, desde la iniciativa privada hasta nues-tra persona individual, haciendo que la corrupción fluya entre nosotros como si fuera agua en el ciclo natural hidráuli-co, es decir, moviéndose causalmente por todas partes. En otras palabras, debemos mantener presente que como ciudadanos, jugamos un papel impor-tante en la realidad de nuestro país y por lo tanto tenemos también no solo el derecho de exigir transparencia a los demás sino también la obligación de actuar transparentemente, aun cuan-do no desempeñemos ningún cargo público.

Pensando en lo que dijo Heródoto a través de Darío que “La corrupción no genera enemistades sino sólidas amistades entre los malvados”, consi-dero que para disminuir la corrupción en nuestro país, es fundamental que cada guatemalteco tome responsabi-lidad de ello y no solo denuncie los actos corruptos de los demás sino que también actúe de manera transpa-rente en su vida personal para reducir más y más esos sólidos bloques co-rruptos. ¿Quién va a resolver nuestros

problemas? ¿Será acaso que esta-mos esperando a un mesías político que nos libere y lleve a Guatemala a la prosperidad? ¿Es eso siquiera posible sin nuestra participa-ción? En las condiciones actuales, ni el Ejecutivo, ni el Legislativo ni tampoco el Judicial van a resolver nuestros pro-blemas. Es hora que como guatemal-tecos nos hagamos responsables de nuestro país y lo saquemos adelante, no desde afuera hacia adentro, sino desde adentro hacia afuera, haciendo, más que hablando. Tal vez así logre-mos que, en el largo plazo, el Gobier-no cumpla con lo que debe cumplir y tengamos una Guatemala cercana a lo que anhelamos. Y por cierto, ¿te-nemos claro qué es lo que realmente anhelamos?

…Ojalá que con el tiempo, tal como el hombre desarrolló el rechazo por lo amargo para evitar envenena-mientos, así nosotros desarrollemos un verdadero rechazo –de acción y no solo mención– por la corrupción.

Todos anhelamos un país libre de corrupción, un gobierno transparente que combata la injusticia, una ley que nos asegure que los corruptos y des-honestos serán castigados y alguien que asegure el cumplimiento de la misma.

El 30 de octubre del año 2012, luego de 10 años de espera, el Con-greso de la República aprobó la “Ley contra el enriquecimiento ilícito” o “Ley contra la corrupción”. Esta era una propuesta interesante, la cual modificaba y recalcaba algunos artí-culos del Código Penal para sancionar a aquellos funcionarios del estado que hicieren mal uso de los fondos públicos. Así mismo en diciembre de ese mismo año, se creó la COPRET “Co-misión Presidencial de Transparencia” cuya función era fomentar dentro del gobierno la lucha contra la corrup-ción.

Me topé con que muy pocas per-sonas conocen acerca de esta Ley y no saben de la existencia de la COPRET. Me dediqué un par de días a realizar una investigación intensiva de di-chas propuestas para después poder

dar un criterio válido acerca de las mismas. Es interesante ver como un papel puede tener tan poco poder si no se le da vida; si no hay nadie que se dedique a ponerlo en acción. Sinceramente, de qué sirve que nos digan que hay una ley que penaliza a los mandatarios que abusan de su poder cuando vemos a los mismos funcionarios públicos que aprobaron la ley gozando de los beneficios de un puesto y aprovechándose de los im-puestos del pueblo. Sino pregúntenle a un par de estos que se encuentran de shopping en Miami o de regreso del Mundial en Brasil. Claro que con esta aprobación se pusieron la pistola en la cabeza, “Primero Dios al pueblo se le olvida” dijeron.

Cómo pensamos salir de esta cri-sis si no hay nadie que haga cumplir estas leyes y se ponga los pantalones para jugar el papel que le correspon-de; talvez nos corresponde a nosotros. Las palabras tienen poder, pero no en las bocas equivocadas. El problema que sufrimos actualmente se debe a que no tenemos a las personas ido-neas en los puestos adecuados. La

c o r r u p c i ó n es como una maraña de lana, al-guien me dijo, todo un enredo de corruptos que mientras más se hala más se enreda. Necesitamos de alguien que corte los nudos y tome las riendas. Pero esto no va a pasar hasta que nosotros, los universitarios, los estudiados, los preparados, los que tuvimos la oportunidad que la mayoría no tiene y otros no aprovecha, los que quere-mos ver el cambio, nos quitemos las máscaras de personajes pasivos y to-memos acción.

Ya suficiente ver noticias de muer-tos en los periódicos, de ver como se roban nuestros impuestos y cómo se ríen de nosotros los políticos con sus promesas falsas. Hagamos algo ya, pongámonos las pilas y levantemos lo que ahora está en nuestras manos. Es nuestra obligación como univer-sitarios proponer el cambio y ser el cambio. De lo contrario no tenemos derecho a criticar.

iVonne MARÍA HeRnández VeLáSQUez

Universidad del Istmo

Cambias tú Cambia Guatemala

La amarga corrupción

¿Ahora qué nos toca?

neRY CHUCUY

Universidad Francisco MarroquínMARÍA JoSé MeJÍA HeRnández

Universidad Rafael Landívar

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 31 de julio de 2014

Page 7: Suplemento Universitario Julio 2014

oSCAR GioVAnni GRACiAS RAMoS

Universidad Mariano Gálvez

KeVin PAUL ViLLAtoRo ARdón

Universidad Rafael Landívar

Al hablar de corrupción, me gusta recor-dar una historia que escuché alguna vez acerca de Park Chung-hee, quien fue un dictador surcoreano que, pese a las fuer-tes oposiciones que tenía, su gobierno contribuyó enormemente a la mejora económica y a la eliminación de la corrup-ción. Según se dice, Park fue capaz de encar-celar a sus propios ministros y a sus familias al enterarse que habían hecho gastos superiores a los salarios que recibían. Con la eliminación de la corrupción, la promoción de empleos en todo el país, reformas educativas y el desarrollo de programas culturales y de desarrollo tecnológico, Park logró sa-car adelante a una Corea del Sur que había sido completamente arrasada y devastada por la guerra, para volverla en la potencia mundial que se conoce hoy en día. Esto sólo tomó unas cuantas décadas.

Cierto o no lo que se dice en esta anécdota, podemos llegar a concluir que a veces se necesitan medidas radicales para acabar con ciertos problemas. En el caso de Guatemala, sería necesario considerar esto como una de las soluciones más poderosas que podríamos llegar a soñar. En general, podemos hablar de me-jorar la educación y la calidad de vida, “humanizar” más a las personas o cambiar las mentalidades, entre otros; pero al final volvemos a caer en un círculo vicioso de corrupción, pues quie-nes se benefician del caos que hay en el país, buscarán someter a aquellos que quieran quitarles su imperio, manipularán la in-formación, convencerán a todos que ellos son la solución y poco a poco volverán a hundir al país en la miseria.

Tristemente, esta es la realidad a la que nos enfrentamos cada día. Podemos buscar en nuestra historia o, incluso, basta con ver a nuestro alrededor para darnos cuenta de que Guate-mala tiene un gran potencial para ser un país próspero, e incluso una potencia mundial, pero que no lo ha logrado porque quienes han estado en el gobierno durante tantos siglos han preferido beneficiar a ciertos sectores o eliminar la equidad de oportuni-dades en todo el país con tal de mantener oprimido al pueblo. Si buscamos bien, nos encontramos con que hubo quienes ven-dieron el desarrollo del país por perseguir ideales fantasiosos e imposibles de conseguir, y con ello quedó truncado el futuro del país.

Al darnos cuenta de la forma en la que han jugado con no-sotros y nuestro país, lo único que nos queda es llenarnos de ira, sentirnos hartos de esta injusticia, volvernos escépticos ante todas las promesas políticas, exigir con enfado lo que nos merecemos…; porque hemos llegado a una época en la que no debería producirnos alegría cuando se cumplen las leyes, no debería producirnos alegría que hagan algo bueno para mejorar la situación del país y no debería producirnos alegría cuando se aprueban leyes para mejorar la justicia, porque todas esas co-sas las merecemos desde hace tiempo y nos fueron arrebatadas por intereses personales. En vez de alegrarnos, no deberíamos siquiera notarlo, porque es algo que debería cumplirse cada día de forma natural. No se necesitan más leyes, se necesita que se cumplan las que ya están. El pueblo no debe servir al gobierno, es el gobierno que debe servir al pueblo.

La mejor forma de combatir la corrupción es por medio de líderes que estén hartos de todo lo que “está mal” y que exijan que se cumpla lo que ya está escrito, necesitamos romper el cír-culo que nos ata y acabar con los problemas desde su raíz; pero también, necesitamos estar conscientes de la realidad, y poder encaminar nuestras acciones a velar por una Guatemala digna.

Todos los pueblos del mundo tienen aspiraciones democráticas, traducidas en el más profundo respeto al ser hu-mano como persona y el pleno cumpli-miento de los deberes sociales y políti-cos. El sistema democrático como forma de gobierno es el que más se asemeja a estas aspiraciones de los pueblos; sin embargo, este sistema se ha convertido en una verdadera pesadilla para los go-bernados.

Para nadie es un secreto que la co-rrupción se ha incrustado en el Estado desde hace varios años, lo que ha lleva-do no solo a tener un Estado totalmente raquítico en el cumplimiento de los de-beres para los cuales se organiza, sino que ha permitido que la calamidad sea el pan diario del guatemalteco de a pie.

Cuando observamos hospitales de-sabastecidos, seguridad en la calle del llanto, educación por el camino al calva-rio etc. nos damos cuenta que algo anda mal. Digo que algo anda mal, porque Guatemala es un país con una riqueza impresionante. Los guatemaltecos so-mos gente luchadora, trabajadora, sin embargo cada día somos más pobres.

Si hablamos de recursos naturales, somos dueños de petróleo, de oro, ní-quel plata, hierro etc. y si somos más observadores todavía, estos recursos están siendo explotados por diversas

empresas transnacionales y seguimos siendo pobres.

Cada año el Presupuesto Nacional de Ingresos y Egresos de la Nación, se incrementa aduciendo que faltan re-cursos para salud, educación, seguri-dad, etc. y nada cambia. Cada día las instituciones se deterioran más, basta darse una vueltecita por los dos hospi-tales de la ciudad guatemalteca para corroborar fehacientemente lo que digo. Algo anda mal.

Lo que anda mal es la manera de administrar los recursos del Estado. hoy más del 40 por ciento del Presupuesto Nacional de Ingresos y Egresos de la Na-ción se va en corrupción. Hoy se quiere llegar al gobierno no por servir al pue-blo, sino para robar y enriquecerse y así cada cuatro años tenemos nuevos ricos, que con el dinero del pueblo han logra-do adquirir el estatus de nuevos ricos.

A partir de estas reflexiones, la po-lítica se ha vuelto en la nueva forma de adquirir riqueza a toda costa. Pero en este contexto, la culpa no es de los gobernantes, sino de los gobernados. Todos sabemos que los gobiernos de turno, ministros, directores, empleados públicos roban y nada decimos.

Es impresionante que se pierden 83 millones de quetzales del Congreso y nadie dice nada, nadie se manifies-

ta por eso. P r o g r a m a s de gobierno que han sido fuente de co-rrupción y nadie se manifiesta al res-pecto.

El Ministerio de Eco-nomía ha afirmado que este año subirá el pago de la deuda pública en un 16.4 por ciento. Teniendo estas cifras alar-mantes, se sigue endeudando al país y no para bien del pueblo de Guatemala sino para tener de donde poder robar a manos llenas.

Se proponen Leyes de Transparencia, para poder mermar este cáncer social y los frutos de ella son casi nulos, puesto que hecha la ley hecha la trampa y las leyes en Guatemala no han servido para transparentar, sino para esconder y pro-teger a los ladrones de cuello blanco.

Es urgente volver a los valores éti-cos y morales. Es tiempo de cambiar y la sociedad cambia si el pueblo se instruye, recordemos que en un robo individual el ladrón nos elige, pero los ladrones que nos gobiernan nosotros los elegimos. Piensa en tu país antes de votar, recuerda que la corrupción depende de lo que estemos dispuestos a exigir como país.

El país que queremos debemos lograr-lo, cueste lo que cueste y le pese a quien le pese, por el bien de todos. Desde hace muchos años Guatemala afronta serios problemas para su desarrollo económico y social. Una de las crisis humanitarias más recientes se observa en la frontera sur de los Estados Unidos, la constituye los miles de niños procedentes del Triángulo Norte centroamericano, que arriesgando todo buscan mejorar sus condiciones de vida y realizan el viaje al país del norte, ante el hambre y la violencia generalizadas en Guatemala, Honduras y El Salvador. ¿Por qué sucede esta crisis?. Explicaciones hay muchas. Sin embargo, me atrevo a afirmar que una de las raíces más fuertes la en-contramos en la corrupción. Por ejemplo en América Latina, se pierde un 10 % del PIB en corrupción, que en Guatemala re-presenta fácilmente seis millardos anua-les. Dinero que muy bien podría invertirse en mejorar las escuelas, los procesos de enseñanza aprendizaje de la niñez y una mejor nutrición.

Todos los guatemaltecos podemos ha-cer mucho por la transparencia. Debemos recordar a las autoridades que se encuen-tran laborando como servidores públicos y

que todos los guatemaltecos pagamos sus sueldos con nuestros impuestos. Es nece-sario presionar a las autoridades para que su desempeño sea transparente. No debe haber margen para la opacidad. La rendi-ción de cuentas debe ser el denominador común en la administración pública. Es todo un reto propiciar las condiciones necesarias para que en la administración pública trabajen funcionarios probos. Es indispensable evitar que quienes les reco-miendan o nombran sean políticos marru-lleros que su único afán es enriquecerse, y tener a su servicio a dicho funcionario.

El futuro del país lo veo desastroso si continuamos aceptando la corrupción como forma de vida. Son necesarias san-ciones fuertes para políticos, gobernantes, diputados y funcionarios. Es indispensa-ble promover cambios fuertes en la edu-cación de nuestros hijos y en la formación ciudadana. Es momento de fortalecer el estudio de la ética en todos los niveles de educación mediante casos prácticos, no sólo teoría o memorización. Es crucial ci-mentar la moral en todos los rincones del país. Debemos modificar muchos aspec-tos de la vida diaria. Cuidar nuestra salud es todo un reto, pero la calidad de vida se

verá muy mejo-rada si consumi-mos alimentos realmente nutri-tivos. Por algo po-demos comenzar para romper el paradigma de no h a c e r nada por mejorar. De aguantar con todo.

Necesitamos que Guatemala mejore, pero necesitamos poner nuestro grano de arena, debemos de participar en for-ma activa, estar informados del aconte-cer diario, los problemas afrontarlos por medio del diálogo y aportar soluciones. Es increíble la sabiduría de la gente para encontrar fórmulas que corrijan entuer-tos. Debemos acostumbrarnos a hacer las cosas bien hechas, siempre correctas. Es fundamental. Un lineamiento muy valioso puede ser el pensar en solucio-nes centradas en el bien común. Porque lamentablemente la gran mayoría de los problemas de Guatemala se derivan como consecuencia de que los gobernantes y funcionarios piensan solamente en su in-terés personal. La Constitución Política de la República nos insta a pensar en el bien común. Medítelo. Vamos para adelante. Ánimo.

Métodos poco ortodoxos

Corrupción, el cáncer en la sociedad actual

La sociedad guatemalteca puede combatir la corrupción

Diario La Hora/Guatemala, 31 de julio de 2014/Página 7

AnA LUCÍA zeLAdA GUeVARA

Universidad del Istmo

Page 8: Suplemento Universitario Julio 2014

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 31 de julio de 2014