88
ESTUDIOS 1 CIVILIZACIONES ANTIGUAS ()EL VIEdO UNDO Y DE Symposium sobre las civilizaciones de regadío Julian H. Steward, Robert M. Adams, Donald Collier, Angel Palerm, Karl A. Wittfogel, Ralph L. Ileals U NI ON PANAMERICANA Secretarta General, Organizaci6n de los Estados Americanos WASHINGTON. D.C .• 1960

Steward, Julian H. et al. (1960 [1955]) Las civilizaciones antiguas del Viejo Mundo y de América

  • Upload
    ekchuem

  • View
    198

  • Download
    18

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Steward, Julian H. et al. (1960 [1955]) Las civilizaciones antiguas del Viejo Mundo y de América. Washington: Unión Panamericana.

Citation preview

ESTUDIOS ~IONOGRAFICOS

1

~AS CIVILIZACIONES ANTIGUAS

()EL VIEdO ~1 UNDO Y DE A~IERICA

Symposium sobre las civilizaciones de regadío

Julian H. Steward, Robert M. Adams, Donald Collier, Angel Palerm, Karl A. Wittfogel, Ralph L. Ileals

U NI ON PANAMERICANA Secretarta General, Organizaci6n de los Estados Americanos

WASHINGTON. D.C .• 1960

Reimpreso de la edición de 1955

Sección de Ciencias Sociales

Departamento de Asuntos Culturales

UNION PANAMERICANA

PREFACIO

La publicación de una monografía o de cualquier otro material de naturaleza científica, implica cierta responsabilidad en relación a los conceptos e información que se ofrecen, o cuando menos algún interés hacia ellos.

Una responsabilidad de este tipo ~s la que ahora corresponde a la Oficina de Ciencias Sociales de la Unión Panamericana -como parte de la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos-, al editar las versiones inglesa y española del presente estudio, que encara el problema de las antiguas civilizacio­nes de regadío en cuatro diferentes áreas del mundo. Es con gran satisfacción que hemos aceptado esta tarea; mas el mérito, como la responsabilidad científica e in­telectual, es de los autores y, en particular, del editor principal JulianH. Steward.

La misión más importante de nuestra Oficina es el incremento y df'sarrollo de las ciencias sociales en el Continente. Para cumplirla lleva a cabo un variado plan de informacióu, publicaciones y consultas, cuya aspiración es la de servir, en su máxima pos1bilidad, de ayuda a los estudiosos de las ciencias sociales e insti­tuciones con las que ellos están en relación: profesores, estudiantes, investigado­res, funcionarios del gobierno, etc. En 1953, se solicitó a Angel Palerm, técnico de nuestra Oficina de Ciencias Sociales, un trabajo sobré e~ desarrollo de la civi­lización de regadío en Mesoamérica, como parte del material básico para la discu­sión del desenvolvimiento de las culturas antiguas, que tendría lugar en la reunión anual de la American Anthropological Association, en Tucson, Arizona. Parte del proceso general de nuestras relaciones dentro del 'amplio campo de la ciencia, de las nuevas ideas y con investigadores de ;Jrestigio, la representa la colaboración que prestamos en los congresos de organizaciones profesionales, bien de orden in­teramericano, bien nacional.

Al finalizar el diálogo de Tucson, quienes tomaron parte en la discusión gene­ral, pensaron en la conveniencia de publicar los conceptos allí ventilados, especial­mente si los participantes podían revisar sus trabajos, no sólo a la luz de las pro­pias deliberaciones, sino también aprovechando las nuevas investigaciones en desa­rrollo. De igual modo, se convino en que el Director del Symposium, Dr.Steward, debía preparar las conclusiones generales que dieran perspectiva a las aportacio­nes individuales, haciendo, además, un análisis co:rp.parativo. Esta revisión pano­rámica requirió gran parte de 1954. Cada uno de los autores participantes -Ro­bert Adams, Donald Collier, Karl A. Wittfogel, Angel PalermyJulianH.Steward - colaboró activamente en un intercambio de opiniones, reuniéndose· varias veces y leyendo con ánimo crítico los originales. Infortunadamente dejó de contarse con la- aportación de Pedro Armillas quien, debido a múltiples tareas, no pudo dar fo:r­ma escrita a su estudio.

En nuestra opinión, la importancia del Symposium debe verse en el hecho de que a varios estudiosos les ha sido posible aclarar y, en más de un caso, modifi­car básicamente, algunos conceptos e hipótesis. 'Más aún: el fruto más precioso quizá se encuentre en el examen comparativo de un fenómeno tan intrincado como el de la civilización basada en el riego o 1~ evolución de las sociedades hidráulicas, fenómeno ocurrido en cuatro áreas del mundo, tan separadas entre sí y cuyo estu­dio se presenta ahora. Respetable cantidad del trabajo de etnología, arqueología y antropología no ha pasado, hasta ahora, mucho más allá de las exposiciones des­criptivas o de análisis de fenómenos en cada una de estas áreas, consideradas co­mo Únidades en sí mismas. Hoy, en cambio, el coordinado esfuerzo desplegado por especialistas en zonas tan diversas como China, Mesopotamia, Perú y Mesoa­mérica para examinar el desarrollo del riego y su influencia en la sociedad, puede conducirnos, a la larga, hacia nuevos modos de enmarcar el estudio de lacultura

iii

y hacia nuevas conclusiones/• Y es aquí donde el Symposium puede resultar de un mayor interés en comparación con los trabajos localistas. Se nos ocurre pensar, pues, que un campo insospechado, en cuanto a la meta y a las necesidades de in­vestigación que sugiere la lectura de esta monografía, puede surgir ante los estu­diosos de Latinoamérica, especialmente aquellos interesados en la evolución de las sociedades precolombinas.

·Todos los trabajos fueron originalmente escritos en inglés, menos el de Me­soamérica. En la traducción de éste hemos contado con la asistencia de John Murra y Ralph E. Dimmtck. La versión española del Symposium se debe, en su totalidad, a Angel Palerm, excepto el original sobre China que lo tradujo Carmen Viqueira, y la traducción de este prefacio realizada por Lauro J. Zavala. Por lo que se refiere a las matrices para las copias en offset, incluyendo muchos cambios de Último mo­mento, correcciones y adiciones, hemos tenido la colaboración de Mercedes de la Lastra y Aída M. Schimmel.

Dejamos aquí constancia de nuestro agradecimiento a cada uno de los autores, a Ralph L. Beals, quien participó en las discusiones, y a Julian H. Steward, el edi­tor principal, por la paciencia y amabilidad puestas de manifiesto. en cada fase de la preparación del SymposiuiD: y, especialmente, en la lectura y comentarios de las traducciones al español. Igualmente quedamos muy reconocidos con Sol Tax, edi­tor de American Anthropologist, por el permiso para publicar el material.

Desde este momento, el Symposium queda abierto al examen crítico, no sólo de los especialistas de la América Latina, sino de los científicos que tienen algún interés en el estudio comparativo de las civilizaciones. Y estamos seguros que esto no es sino el principio de un camino promisorio que solamente las investiga­ciones detalladas del futuro podrán medir en su justo valor.

Washington, D. C. Marzo, 1955.

Theo R. C revenna Jefe de la Oficina de Ciencias Sociales

iv

TABLA DE MATERIAS

P RE FA C 1 O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . iii

Introducción: El Symposium sobre las civilizaciones de regadío, por Julian H. S TEW ARD . . . • . . .

Etapas de desarrollo en la antigua Mesopotamia, por Robert M. ADAMS

El desarrollo de la civilización en la costa del Perú, por Donald COLLIER

La base agrícola de la civilización urbana en Mesoamérica, por Angel PALERM . . . . . . • . .

Aspectos del desarrollo de las sociedades hidráulicas, por Karl A. WITTFOGEL

Discusión: El Symposium sobrE." las civilizaciones de regadío, por Ralph L. BEALS . . • . .

Algunas implicaciones del Symposium, por Julian H. STEWARD .•.•••..

1

6

20

29

45

55

60

INTRODUCCION:

EL SY,MPOSIUM SOBRE LAS CIVILIZACIONES DE REGADIO

por Julia H. STEWARD•

El ev' lucionismo, una de las principales corrientes de la antropología, siezn­pre ha atraído considerable y, a veces, fundamental interés. La metodología de los evolucionistas del siglo XIX (ahora generalmente denominada "evolucionismo unili­neal"), fué ignorada, si no abiertamente rechazada, durante las décadas dominadas por los puntos de vista boasianos, relativistas o histórico-particularistas. A pesar de esto, los objetivos esenciales de los estudios evolucionistas nunca perdieron por completo su atractivo. Estos objetivos adquirieron renovado interés hace unos vein­ticinco at'Ios, gracias, en parte, a las teorías neo-evolucionistas de Leslie White, y a los esfuerzos de V. Gordon Childe para interpretar la arqueología del Viejo Mun­do con un enfoque general evolucionista.

En 1953 se propuso la celebración de un Symposium sobre la evolución cultu­ral, que se efectuó durante la reuniÓn anual de la American Anthropological Asso­ciation, en Tucson, Arizona. Como director del symposium propuse que, en vez de solicitar estudios de carácter puramente teórico, se pidieran exposiciones de ca­sos particulares que sirvieran para someter a prueba algunos procedimientos meto­dolÓgicos. Se eligió, entonces, como tema de discusión, las· semejanzas aparentes del desarrollo de las primeras civilizaciones de regadío en Mesoamérica, Perú, China y el Cercano Oriente. l Se propuso como hipótesis la idea de que estas civili-: zaciones se habían desarrollado a lo largo de perÍodos semejantes en razón de cau­sas fundamentalmente iguales. Esta hipótesis es evolucionista, pero surge de una concepción especial del desarrollo cultural llamada "evolucionismo multilineal".:;t

Los propósitos del evolucionismo multilineal, así como los del evolucionismo unilineal, difieren profundamente de los de otras concepciones más estrictamente históricas. En tanto que estas Últimas se preocupan principalmente de trazar la historia, o la presencia espacio-temporal, de diferentes rasgos culturales, el evo­lucionismo aspira, además, a determinar las causas de los fenómenos culturales, y a generalizarlas formulándolas como leyes científicas. Esta distinción entre evo­lución e historia está hecha con completa conciencia de la necesidad de los datos histórico-culturales para efectuar formulaciones científicas, y pleno reconocimien­to del hecho de que muchos, si no la mayoría, de los historiadores culturales sos­tienen que las explicaciones científicas constituyen su objetivo Último.

El evolucionismo unilineal y el multilineal tienen, entonces1 un propósito co­mún que difiere del de la historia, Sin embargo, el evolucionismo multilineal se in­teresa en las relaciones de causa-efecto que se presentan en un número dado de cul­turas concretas, más bien que en los procesos comunes de todo desarrollo cultural Además, concibe a la cultura como las formas concretas de conducta que caracteri­zan a las sociedades de diferentes épocas y lugares. Finalmente, quiere explicar porqué determinadas culturas se desarrollan, y no porqué en general la cultura cambia.

El concepto de la evolución multilin,eal fué formulado provisionalmente en "Culture and Process", un trabajo preparado para el Symposium Internacional de

*El doctor Steward, actualmente en la Universidad de Illinoia, fu.!! el inspirador y el principal organizador del aympoaium sobre las civilizaciones de regadio. Sus importantes trabajos, como autor e investigador, como antiguo director y fundador del lnatitute of Social Antbropology de la Smitbaonian Inatitution, como editor del HanJbook of Soutla Americanlntlians, etc., le han colocado en una de las posiciones dirigentes de la antropología americana.

Nota del editor. Las referencias bibliográficas de loa trabajos citados por J, Steward en esta •Introducción• se encuentran al final de •Algunas implicaciones del aympoaium• del mismo autor.

Antropologí'a de la Wenner-Gren Foundaüon (Steward, 1953). Sin embargo, el gér­men de este concepto estaba ya en "The Social and Economic Basis of Primitive Banda" (Steward, 1936), publicado casi veinte atlos antes. La elaboración de esta concepción recibió un enorme impulso cuando Karl Wittfogel formuló las caracte­rÍsticas de la presencia en diversas culturas del üpo que John Stuart Mill habí'a ll .. maQ.o "Estado Oriental". Después de dedicar muchos atlos al análisis detallado de la historia cultural de China, y de estudiar la importancia del control del agua en varias áreas claves del mundo, Wifftogel (1938) describió este üpo de estado como un Estado Hidráulico o Sociedad Hidráulica.

En 1949 me propuse extender la formulación de Wittfogel, mediante la investi­gación de la posibilidad de que las sociedades de regadí'o (o hidráulicas) iniciaran su evolución paralela con el uso de las plantas domesticadas, y que el desarrollo de las comunidades locales y de la tecnologí'a, e incluso de los aspectos intelectua­les, estéticos y religiosos, así como de los patrones económicos y polÍticos, corría por cursos semejantes. Aunque yo no estaba familiarizado por experiencia directa de campo con los centros de civilización del Viejo Mundo y tuve que usar fuentes s&­cundarias, llegué a la idea de que las semejanzas del desarrollo-cultural de las áreas de regadí'o del Viejo y del Nuevo Mundo eran tan grandes que se justificaba el tratar de formular provisional~nte una explicación causal de la sucesión de los t;¡..

pos culturales en cada área. Esta formulación apareciÓ, junto con una exposición general de la metodologí'a, en 1949, en American Anthropologist, bajo el título de "Culture Causality: A Trial Formulation of Early Civilizations".

Este artículo fué propuesto al Symposium de Tucson como un caso para ser sometido a prueba. Se pidiÓ a los participantes que lo revisaran, rechazaran o m~ dificaran, de acuerdo con su experiencia y conocimiento de áreas determinadas; que indicaran las deficiencias observadas en la teorí'a y en los conceptos, y que sugiri• ran formas mejores para enfocar y analizar los problemas básicos.

La tesis general de mi artículo era la siguiente. Dado que los centros de las civilizaciones antiguas en el Cercano Oriente, China, Mesoamérica y los Andes cen­trales son extremadamente áridos, tanto la agricultura en gran escala como las p~ blaciones densas fueron posibles solamente si se practicaba la agricultura de riega. La Era de la Agricultura Incipiente fué una época de aldeas campesinas independien­tes. Más tarde, cuando varios poblados cooperaron en la construcción de canales de riego, fueron necesarias ciertas formas de autoridad que incluían a varias al­deas. Se postulaba que esta autoridad fué asumida al principio por el sacerdocio, puesto que no se encontraban evidencias suficientes de militarismo en ninguna de las áreas, y los pequeflos estados teocráticos empezaron a aparecer durante la Era Formativa. A medida que se extendiÓ el regadí'o y la población aumentó, los esta­dos entraron en una Era Floreciente, durante la cual artesanos especializados ~di­caron todo su tiempo a la producción de artículos de gran calidad estéüca (metales, cerámica, textiles y otros), que fueron utilizados principalmente por la clase sacer­dotal para ejercer sus funciones ceremoniales. Al mismo tiempo, se edificaron los centros religiosos más grandes y mejor construídos, y se desarrollaron los c .. lendarios, la escritura, las matemáticas y otras conquistas intelectuales. Nuevos aumentos de población, que quizá no fueron acompaflados de aumentos comparables de la producción, condujeron al militarismo, a las conquistas para adquirir tributos y, eventualmente, a la conversión de algunos estados en imperios. Esta era ha si­do denominada de diversas maneras: Militarista, de Conquistas, Imperio, Conquis,.. tas Cí'clicas, Fusión.

Explicada tan brevemente, faltan a esta tesis muchos requisitos y aclaracio­nes indispensables. Se observará, sin embargo, que los trabajos que se publican a continuación requieren que se hagan bastantes modificaciones a mi formulación ' inicial. En estos trabajos, cada especialista enfocó el tema común desde el punto de vista de su área de especialización. Robert Adama trata del Cercano Oriente, y

z

Donald Collier de los Andes centrales. Pedro Armillas presentó una exposición sobre Mesoamérica, que desgraciadamente no estuvo disponible para publicarse en este volumen. En cambio, tuvimos la suerte de contar con un trabajo realmen­te fundamental sobre el regadío en Mesoamérica, de Angel Palerm. Se decidiÓ que Karl Wittfogel, que ha dedicado varios aflos a los problemas metodolÓgicos, toma­ría. China como un punto de partida, y desarrollaría conceptos generales para es­tablecer comparaciones entre las sociedades hidráulicas.

La teoría y el método del enfoque nos plantearon un buen número de proble­mas alrededor de conceptos y procedimientos poco explorados. Las consideracio­nes más importantes fueron las siguientes. En primer lugar, asegurar que los cua­tro centros pertenecían realmente al mismo tipo evolucionario multilineal; en se­gundo lugar, llegar a un acuerdo sobre el criterio para dividir la secuencia del de­sarrollo de cada centro en eras cultural y homotaxialmente semejantes; finalmen­te, establecer las causas de esta clase de desarrollo.

Mesoamérica presentó inmediatamente ciertas dificultades, debido a que re­cientes investigaciones han proyectado dudas sobre si su desarrollo cultural (aun­que semejante en muchos aspectos al de los otros centros) pertenece a las mismas series evolucionarías. No se sabe, todavía, si el regadÍo fué utilizado en escala importante antes de la Era Militarista en Mesoamérica. Si el riego no existió du­rante las Eras Formativa y Floreciente, hay que buscar alguna otra explicación del desarrollo de los estados teocráticos.

En todos los casos, la determinación del carácter y duraciÓn de las eras prin­cipales de desarrollo planteó problemas de hechos, de causalidad y de terminolo­gía. Generalmente, la arqueología ha dividido las secuencias en grandes perÍodos basados en tipos especiales de construcciones, montículos, fortificaciones, artícu­los producidos y en otras clases de restos materiales. Los períodos han sido, a su vez, subdivididos en base a cambios estilÍsticos, especialmente con referencia a la cerámica. .

Las interrelaciones funcionales de estos rasgos con los sistemas sociocultu­rales implican, sin embargo, problemas de tipología y problemas sobre las princi­pales determinantes de los tipos. Resulta muy difÍcil trazar las lÍneas divisorias entre las eras principales, en gran parte como resultado de la tradicional amplitud de significaciones atribuÍdas a los términos utilizados para designar los fenómenos diagnósticos. Puede decidirse, por ejemplo, que la Era FloreCiente se caracteri­za por regadío, ciudades, estados, y otras rasgos; pero estos términos carecen virtualmente de significado si no se hacen especificaciones cuidadosas.

Semejantes dificultades son menos apremiantes en los enfoques relativistas, porque al asumirse que cada área cultural es fundamentalmente distinta de las de­más, se asume, también, que los términos tienen un significado peculiar para ca­da área.\ Sin embargo, en un enfoque evolucionista multilineal, cada término debe ser definido con referencia a aquellos caracteres que aparecen en contextos dados de diversas c:ulturas. "RegadÍo", "urbano", "estado", y otros términos, tendrÍan varios significados, cada uno de ellos apropiado al tipo cultural en cuestión, pero no exclusivo para cada área.

La taxonomía de los conceptos y de los términos culturales no es un proble­ma de semántica que pueda ser resuelto estableciendo acuerdos arbitrarios, o pro­poniendo categorías básicas de la cultura con presunta validez universal. Dado que los rasgos esenciales de cada tipo de cultura tienen caracteres distintivos, el sig­nificado atribUÍdo a cada término debe surgir de la investigación empÍrica.

Aunque quiero volver a tratar la cuestión de la terminolog!a en el trabajo de­dicado a algunas implicacion.es del symposium, puedo ahora tratar de ilustrar las dificultades refiriéndome a un término tan frecuentemente Pmpleado como "urbano". Por supuesto, es posible dar a "urbano11 una definición. cuantitativa arbitraria. Puede resolverse, por ejemplo, que significa un poblado o una concentraciÓn de

3

población de no menos de 3, 000 personas, o de 10, 000, o de cualquier otra cifra. El tamaflo, sin embargo, no nos da la clave de la función. Existen muchos tipos de ciudades, pero el término "urbano" resulta completamente general; no es sufi­cientemente especí'fico.

' El desarrollo de grandes agregados de población, la especialización interna, los.centros ceremoniales y los controles sociales y económicos intercomunitarios en los centros de regadí'o, han sido llamados "revolución urbana".• El crecimiento durante los dos Últimos siglos de la producción en masa, de las normas monetarias para los valores, de la libre empresa económica, de la democracia polí'tica, y de otros aspectos relacionados con la industrialización, han sido descritos también como procesos de "urbanizaciÓn". Además, puesto que estos rasgos afectan tanto a la población rural como a la de las ciudades, se dice, también, que el sector ru­ral está siendo "urbanizado". Redfield y Singer (1954) han indicado recientemente la necesidad de distinguir los diferentes fenómenos incluí'dos bajo el nombre de "ciudad". En el mundo contemporáneo, algunas ciudades son centros gubernamen­tales, como Albany en Nueva York, o Washington, D. C.; otras son centros manu­factureros, como Detroit, y otras son principalmente centros comerciales e inte­lectuales, como la ciudad de Nueva York. La cantidad de tipos de ciudades existen­tes en la antiguedad y en la actualidad es todaví'a desconocida.

' Las diferenciaciones entre las ciudades de los centros de regadí'o deben fun­darse en las funciones. Durante el Clásico o Floreciente mesoamericano existió una numerosa poblaciÓn dispersa alrededor de los centros ceremoniales. En los Andes centrales, en cambio, la población empezó a concentrarse, con frecuencia en áreas amuralladas. La explicación de estas diferencias debe encontrarse, en parte, en las funciones., En otro lugar sugerimos que la "ciudad" mesoamericana pudo haberse desarrollado como un centro de producción especializada y de comer­cio, y, en ausencia del militarismo, desarrollar controles teocráticos y gran ritua­lismo. • La "ciudad" andina, en cambio, reflejÓ la importancia mucho más grande del regadí'o y del militarismo.,

Puesto que el carácter real de estos diversos tipos de ciudad no ha sido satis­factoriamente determinado, existen pocas oportunidades, por el momento, parade­signar tipos con terminologí'a establecida. Casi con toda seguridad, la taxonomí'a adecuada de los tipos urbanos requerirá el uso de adjetivos para cualificarlos. Pa­ra el Floreciente mesoamericano se ha utilizado mucho el término "centro ceremo­nial", que es probablemente más descriptivo que el de "urbano". Si los análisis subsiguientes indicaran la necesidad, quizá un término todaví'a más adecuado serí'a el de "centro-ceremonial-comercial".· En otras áreas podrí'an emplearse términos tales como "ciudad ceremonial de regadí'o" o "ciudad militarista administrativa".

Todos estos términos están, naturalmente, muy poco elaborados todaví'a, y deben prepararse otros mejores. La elaboración de nuevos términos debe hacerse, además, con referencia a la cultura total. Esta necesidad se hizo evidente durante un symposium sobre los tipos de poblami"ento estudiados arqueolÓgicamente, que tuvo lugar en la reunión anual de 1954 de la American Anthropological Association. Muchos tipos de poblamiento, incluso aquellos denominados como ciudades, se es­tablecen por la clase y distribución territorial de las habitaciones, de las construc­ciones religiosas, de las fortificaciones y de otras obras. Al clasificar los pobla­mientos como un aspecto aislado de la cultura y sólo en términos de un criterio de­limitado, se corre el riesgo de perder de vista la importancia crucial de los pobla­dos. Los poblamientos adquieren pleno significado solamente cuando se les relacio­~a con los m~todos de producciÓn, con la demografí'a, con la especialización de la producción, con el comercio, con los controles religiosos y militares, y con la es­tructura social que refleja todas estas funciones. De la misma manera, los centros urbanos tienen significado sólo cuando sus funciones se definen en términos del sis­tema sociocultural total. Así'. por ejemplo, términos como "centro administrativo"

4

o "ciudad gubernamental" necesita mayor definiciÓn, puesto que estas mismas fun­ciones son comunes a sociedades de muy diferentes tipos. Estas consideraciones taxonómicas se refieren sÓlo a algunos de los problemas planteadoS' en los siguien­tes trabajos, especialmente en el de Wittfogel. La preocupación general es la de encontrar medios para establecer regularidades en la aparentemente ilimitada va­riedad de la historia humana. No importa si al someter a prueba una hipÓtesis de­terminada sobre ciertas regularidades culturales (tal como ocurriÓ en mi artículo "Cultural Causality ... "), el esfuerzo termina en profundas modificaciones de las ideas iniciales. En el estado actual de las ciencias sociales resulta mucho más im­portante el que los investigadores lleguen a ciertos entendimientos sobre la posibi­lidad de formular los datos de la historia y de la prehistoria, a fin de dar la signi­ficación más amplia posible a los resultados obtenidos en las diversas investigacio­nes. Con este objetivo en mente, el presente symposium, aunque se refiera a vie­jas civilizaciones ya desaparecidas, contribuirá a la elaboraciÓn de una metodolo­gía que arroje más luz sobre los acontecimientos presentes y futuros.

Dado que muchos lectores pueden albergar dudas sobre/la utilidad de los da­tos arqueolÓgicos para obtener inferencias como las que se hacen en los trabajos que siguen, quisiera decir algurias palabras sobre esta cuestión .. Nuestras hipótesis sobre los rasgos sociolÓgicos son, naturalmente, provisionales .1 La evidencia mate­rial de los restos prehistóricos tiene sus limitaciones, y creo que estas limitacio­nes aparecen claramente en el symposium. Estas limitaci.ones, sin embargo, son

lmenores de lo que creen generalmente los que no han tratado de extraer significado sociológico a los materiales arqueológicos, 1 En el caso de la cerámica, por ejem-plo, aunque la atención se dirija exclusivamente hacia los tipos morfológicos y es­tilísticos y a su distribución temporal y espacial, la pr'!sencia de cerámica corrien­te y utilitaria en habitaciones y tumbas ordinarias, y la presencia de cerámica de lu­jo en tumbas especiales y en construcciones religiosas, sugiere diferenciaciones so­ciales. Si algunos de los entierros tienen también objetos de metal, piedras precio­sas labradas, tejidos finos y otros productos especiales, y si estos artículos se en­cuentran en los templos perono en las casas, es legítimo inferir que existióunacla­se de personas con estatus superior, que esta clase estuvo constituídaprobablemen­te por sacerdotes, y que las técnicas de subsistencia habían avanzado lo suficiente para liberar un grupo de gente de las tareas de producciÓn directa de alimentos y dedicarlo a otras clases de trabajo.

1 Las evidencias del carácter teocrático de la sociedad pueden hallarse, tam­bién, en las construcciones religiosas, en el simbolismo y, en algunos casos, enlas representaciones pictográficas. El carácter militarista de una sociedad puede pro­barse satisfactoriamente por medio de las fortificaciones, las ciudades amuralladas y· otros medios de defensa, y pÓr la presencia de armas, armaduras y artículos se­mejantes. Las evidencias referentes a las bases econÓmicas consisten de especí­menes botánicos, de representaciones de plantas y animales domesticados, de anti­guos canales y acequias, y de tierras cultivadas. Los dos Últimos ejemplos presen­tan problemas especiales, pero no insuperables, para ser fechados. Conclusiones algo más aventuradas, pero no menos prometedoras, sobre la ocupación y uso del suelo, pueden desprenderse del carácter y distribución de las casas en relación a los campos cultivables i' al tipo general de poblamiento.,

Las implicaciones sociolÓgicas de los rasgos arqueolÓgicos más salientes (en­tierros según e status, montículos con templos, fortificaciones y otros) hace mucho que han sido reconocidas. Pero otros aspectos de la cultura no pueden ser deducidos de los vestigios materiales. Parece cierto, sin embargo, que el planteamiento de nuevos problemas contribuirá a dar mayor significaciÓn a cierta clase de datos que habÍan sido subestimados o ignorados anteriormente. La manera más eficaz de estimular las investigaciones a lo largo de esta lÍnea,iconsiste en formular hipÓtesis y empren­der el tipo de investigación especÍfica necesaria para probar o modificar las hipótesis.'

5

ETAPAS DE DESARROLLO EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA

por Robert M. ADAMS*

Los procesos complejos de desarrollo sólo pueden dividirse en eras o en eta­pas corriendo el riesgo de desfigurar los patrones de las secuencias de aconteci­mientos que los componen. Asimismo, debe admitirse desde un principio que los cambios institucionales y tecnológicos escuetos (a los que nos constriñe el carác­ter de los datos arqueológicos), están en relación con sus contextos culturales por medio de un continuum de causas y efectos. Sin embargo, cuando nos proponemos comprender el desarrollo histórico, solamente podemos operar si seleccionamos aquellos patrones que creemos son básicos de la organización política y socioeco­nómica, y los abstraemos en cierto grado de su concreta ubicación cultural e histó­rica.

La seguridad de tal método descansa claramente sobre el supuesto de que es­tos patrones básicos se suceden unos a otros relativamente de la misma manera, y que son independientes, en muchos aspectos significativos, de las diferentes matri­ces culturales a que pertenecen. Si se necesita alguna justificación de este supues­to, parece que es posible encontrarla en las notables semejanzas generales del de­sarrollo de diferentes civilizaciones, semejanzas que han constituído un tema de estudio y discusión antropológica desde los tiempos de L. H. Morgan.

Mesopotamia nos ofrece el conjunto de datos más antiguos y completos exis­tentes hasta ahora para el estudio de los procesos históricos generales a través de los cuales apareció la civilización. En los Últimos años esta cuestión ha sido pues­ta en primer plano como un resultado combinado del mayor -conocimiento de otras áreas y de un renovado interés teórico. De una manera especial, J. H. Steward (1949) ha presentado hace poco una tipología de las etapas de desarrollo basada principalmente en los estudios en el Nuevo Mundo.

Steward insiste correctamente en que •no son de interés las críticas a este trabajo que se refieran sólo a los hechos, y no traten de ofrecer formulaciones me­jores0(1949, p. 25). No es nuestro propósito en este momento, pues, discutir la aplicabilidad de su ambiciosa síntesis a una secuencia particular (cf. Braidwood and Braidwood, 1949). Sin embargo,es claro que las diferencias que hacen los es­pecialistas en el enfoque de sus diferentes áreas reduce grandemente la posibili­dad de comparación de los datos, en particular cuando éstos se obtienen de fuentes secundarias.

Resulta, así, qu~ carecemos todavía de una base realmente adecuada para documentar interculturalmente las regularidades de desarrollo. Como un paso pro­visional parece conveniente, sin embargo. reexaminar los datos de Mesopotamia desde un punto de vista que esperamos sea más intelegible al historiador cultural interesado en las generalizaciones.1

• El doctor Adama se ha destacado por sus estudios de las civilizaciones antiguas en Mesopotamia. Actual-mente se encuentra en el Museo de Historia Natural de Chicago y es profesor de la Universidad de la misma ciudad.

1AI tratar de usar en este trabajo algunos materiales escritos, el autor (falto de la competencia necesaria pa· ra descifrarlos) h .. descansado libre y quizá ecl~cticamente en el consejo de varios asiriólogos. En particular, ea diversos aspectos y por largo tiempo, be tenido la ayuda de Thorkild Jacobsen, A. Leo Oppenbeim y Hans Guter­bock, a quienes estoy profundamente agradecido; sus interpretaciones, naturalmente, pueden diferir de las que ex­pongo aquí. Debo agradecer a Pinhas Delougas el haberme facilitado varios manuscritos y planos de la región Diyala, Y a Robert 11. Dyson, Jr., una lectura crítica del primer borrador del presente estudio. Finalmente, el enfo­que del problema que se hace aquí debe mucho al consejo y al interés de Robert J. y Linda Braidwood.

6

Antes de Cristo

2,000

3,000

4,000

5,000

6,000

7,000

FIG. l. - CRONOLOGIA APROXIMADA DE MESOPOTAMIA

(Las fechas del C -14 están entre paréntesis)

Era

Conquistas cÍclicas

Dinástica

Floreciente

'"-------

Formativa

Agricultura incipiente

Final de la recolecciÓn

Sur (tierras aluviales)

j Protoliterario a j Warka

Ubaid desarrollado _(E2_r~~ V_!I~ V_!) __ _

Ubaid temprano

Eridu

7

Norte (tierras altas)

NÍnive ?

Gawra

Ubaid desarrollado

~T~p~ ~a~r,! !II.!..X]IQ

U ba1d temprano (3447:!:325)

Halaf

Samarra (cerámica pintada, estilo)

Hassuna ?

_ _:!a_:~o l4?._5D_±~2~)- _

?

Karim Shahir

?

?

Pale Gawra ?

Zarzi

A lo largo del prolongado período de desarrollo en las cuencas del Tigris y del Eufrates, se pueden distinguir dos eras durante las cuales los rasgos conside­rados como diagnósticos en este trabajo sufrieron transformaciones cualitativas: la era de la • Agricultura incipiente •, con un patrón simple de subsistencia a base de agricultura de secano, y la era "Floreciente", durante la cual apareció una socie­dad urbana estratificada, con una gran cantidad de técnicas especializadas; una so­ciedad basada en la agricultura intensiva de regadío, bajo un control centralizado de carácter teocrático. Siguiendo a Gordon Childe (1942, pp. 23 ff.) resulta Útil con­siderar estos tiempos como de cambios revolucionarios, aunque incluso en áreas reducidas y relativamente homogéneas las transformaciones en proceso no pueden ser fácilmente delimitadas con precisión cronológica.

Intercalada entre las dos eras anteriores encontramos una era "Formativa", durante la cual las comunidades sencillas aldeanas se multiplicaron y extendieron. Sobre la base de la escasa información disponible, puede decirse que la rapidez del cambio cultural fué mucho menor en este tiempo, y que los patrones instituciona­les básicos permanecieron en la misma relación entre sí. En otras palabras, las características que definen la era "Formativa" en su conjunto, son aplicables a ca­da uno de sus períodos componentes.

Finalmente, la era "Floreciente" fué seguida por la aparición de las Dinas­tías, con creciente importancia del militarismo y de una organización política de ciudades-estados que cayó bajo el control centralizado de las fuerzas seculares. La figura !muestra esquemáticamente el cuadro cronológico de los períodos en que se dividen las eras mencionadas.

La terminología que empleamos está más o menos de acuerdo con la que está en uso corriente entre los americanista&. Pero se observará que el contenido subs­tancial de varias de las denominaciones es algo diferente. ~n especial, el término "Formativo" ha sido restringido a aquellos complejos que aparentemente no impli­can una especialización artesanal completa (tal como se reflejaría en el equipo técnico especializado y en los conocimientos tecnológicos expresados en los productos ma­nufacturados), ni tampoco concentraciones importantes de riqueza bajo auspicios seculares o religiosos (tal como se reflejaría, principalmente, en las tumbas y en la 11monumentalidad11 de la arquitectura).

Este empleo que hacemos del término "Formativo" carece de la ventaja de coincidir con tJ:~ansiciones cerámicas fáciles de observar. Pero, en cambio, posi­bilita el subrayar algunas de las tendencias principales del desarrollo de la civili­zación,aislándolas bajo la rúbrica de la era siguiente o ''Floreciente~ La caracterización de la era no se fundamenta entonces tantoen la intensidad o florecimiento cultural total (lo que parece ser la tendencia cuando se usa este término en el Nuevo Mundq, como en la evi­dente coherencia de varios períodos de crecimiento durante los cuales un patrón de vida

distintivo (civilizado) emergió desde un sustrato folk-aldeano. Pienso que es posi­ble mostrar que esta modificación de conceptos resulta Útil al ordenar los datos de Mesopotamia. Pero es claro que la posibilidad de una aplicación más general debe­ría ser comprobada.

Agricultura No parece ya sostenible la vieja creencia de incipiente. que la obligada asociación de hombres, ani-males y plantas en las reducidas márgenes de los oasis y de las cuencas aluviales durante un período de desecación condujo directamente al desarrollo de la agricul­tura de regadío. Los estudios del carbón, de los moluscos y de la fauna de Jarmo y Karim Sháhir, en el norte de lraq, sugieren que durante el tiempo de esta transi­ción la precipitación pluvial y en mayor grado la cubierta vegetal fueron al menos tan grandes como ahora. Por otra parte, la fauna Natufia de Palestina, que una vez se pensó que reflejaba condiciones completamente áridas (Garrod and Bate,

8

1937, p.l54), ha sido interpretada en sentido contrario a raíz de los recientes tra­bajos en Abu Usba (Stekelis and Haas, 1952). Además, Braidwood ha mostrado que los r&stos conocidos de las primeras aldeas están en tierras altas con lluvias sufi­cientes para asegurar las cosechas, y no en los terrenos aluviales (1952, fig. 4).

Aunque la revolución "neolítica" ya no puede ser considerada como una espe­cie de accidente histórico resultante de la presencia fortuita del hombre en un am­biente" determinado, los antecedentes de la revolución todavía se nos escapan. El complejo de Karim Shahir y su aproximadamente homotaxial Natufio, se caracteri­zan por un número y variedad de objetos no utilitarios de barro, hueso y piedra ma­yor que los encontrados con anterioridad. Esto sugiere que los apremios para la obtención de comida habían disminuído en términos generales.

Ex1sten, sin embargo, algunas diferencias regionales en los patrones de sub­sistencia. Karim Sha.bir parece haber sido el campamento de una población mucho mayor de la que vivía anteriormente en las cuevas. Pero la pequetl.a proporción de la industria lítica que podría ser clasificada como hojas de hoces muodstra que en esta fase la agricultura incipiente de cereales jugaba un papel menor. La secuen­cia en Belt Cave, a la orilla del Caspio, se ha afirmado que demuestra que la do­mesticación de ovejas y cabras· empezó antes del cultivo de cereales (Coon, 1951, p. 50). Esto está de acuerdo con la posición dominante de la oveja y la cabra entre los restos animales de Karim Shahir. Por otra parte, los huesos de animales en­contrados entre los restos Natufios indican una fauna silvestre predominante, mien­tras que el gran número de hoces puede indicar una mayor dependencia en el culti­vo de cereales.

Formativo. La etapa final de la transición hacia la pro­ducción de alimentos es tan oscura como la

inicial. A los escasos lugares con agricultura incipiente siguen poblados sedenta­rios completamente formados. Sólo en Jericó, en la moderna Transjoraania, tene­mos una sucesión estratigráfica que aparentemente va desde la agricultura incipien­te a los verdaderos agricultores-{Kenyon, 1952, p.ll7). Hay algunos indicios de que estos Últimos ocuparon Jericó un poco después que sus equivalentes de Mesopota­mia.

Si exceptuamos la cerámica, el equipo técnico de estos primeros aldeanos no fué mejorado en forma importante sino hasta la siguiente era. Además, sus traba­jos parecen haber perdido incluso calidad estética. Los morteros, los molinos y las hachas de mano, y las vasijas, reflejan que el trabajo puliendo la piedra fué muy competente desde sus mismos comienzos. El surtido de utensilios de piedra no incluye tipos que no fueran conocidos desde antes, y numerosos torteros de rue­ca indican que el hilado o tejido estaba bien establecido por el tiempo de Jarmo.

Las casas (de paredes embarradas, con dos o más cuartos rectangulares, a menudo con hornos y pozos de almacenaje, y a veces dispuestas alrededor de pa­tios) estaban dispersas al azar sobre lL."l superficie de uno a seis acres. Hacia el final de la era se usaban ladrillos de barro para estas construcci.ones. Aparecie­ron también pequeños templos, de tipos muy diversos, con "diosas-madre" como en otras religiones de los primeros cultivadores.

Los entierros son muy sencillos y reflejan un mínimo de diferenciación cla­sista. Pero la introducción de sellos para estampar, en el período Halaf, puede ser resultado parcial del desarrollo del concepto de la propiedad privada.

La subsistencia se basó en el cultivo de trigo y cebada, y en los rebatl.os de ovejas y cabras domesticadas. La importancia del motivo ;'bukranium" en la cerá­mica Halaf, no mucho después del comienzo de la era Floreciente, puede indicar que la vaca fué domesticada en este tiempo.

Algunos lugares tardíos de la época están fuera de la zona donde hoy es posi­ble el cultivo sin irrigación. Los lugares que se encuentran en el norte están cerca

9

de las corrientes fiuviales, y pueden representar una infiltración desde el sur de cultivadores que habían desarrollado ya técnicas rudimentarias de regadío. Los 1~ gares que están en el extremo sur, como Eridu, difícilmente podían haber sido ocu­pados sin un conocimiento del regadÍo mucho más avanzado.

Las fases de la vida de los primeros poblados han sido establecidas1 casi ex­clusiv.amente, a base de la cerámica. No es posible determinar todavía el grado en que se superponen en el tiempo las diversas formas cerámicas que tienen dife­rente distribución geográfica. La existencia simultánea, en los comienzos de la era, de tradiciones completamente independientes en Sirio-Cilicia y en Iraq, sugi~ re, cuando menos, una rápida extensión de las técnicas de alfarería sin que los es­tilos se extendieran al mismo tiempo, y presumiblemente tampoco las poblaciones. El hecho de que la cerámica del tipo Ubaid fué introducida en Sirio-Cilicia en una época tardÍa y sin perturbar la tradición preexistente del trabajo en piedra, sugie­re, asimismo, que tanto el papel de las emigraciones en la extensión de la cerámi­ca como el carácter distintivo de las cerámicas individuales, pueden haber sido muy exagerados. Se ha dicho, incluso, que el estilo tan característico de la cerá­mica pintada SanÍarra, que es muy dUÍcil de situar cronológicamente, no es el pro­ducto de una "cultura" sino de grupos de·artesanos ambulantes (Braidwood et al., 1944). Sin embargo, no es fácil conciliar un tal grado de especialización con la sim­ple economía de subsistencia de aquel tiempo.

En cierto sentido, resulta sorprendente encontrar en una época tan temprana estas grandes áreas ocupadas por tradiciones cerámicas homogéneas, puesto que los poblados eran unidades relativamente autosuficientes y, con seguridad, polÍtica­mente autónomas.

Quizá esta situación deba explicarse como resultado de un contacto prolonga­do y pacífico, aunque débil. Por ejemplo, hubo comercio de obsidiana con la re­gión de L. Van, en la Anatolia oriental, pero no hay rastros de fortificaciones de­fensivas.

Floreciente. El régimen fluvial del Tigris y del Eufrates puso formidables obstáculoS" a los primeros

agricultores de riego. Para evitar el calor agostante del verano mesopotamio, las siembras se hacen en setiembre u octubre, pero la crecida del deshielo no llega a los lla­nos aluviales antes de abril o mayo. Dado que los instrumentos para elevar el agua aparentemente eran desconocidos antes de la época asiria, los canales tenían que ser muy profundos, a fin de extraer el agua desde sus niveles más bajos y, desde luego, las excavaciones cubrían grandes distancias antes de llegar al lugar del riego.

De esto puede deducirse que, aún sin presión demográfica, los estímulos pa­rala agricultura intensiva y la ocupación permanente del suelo eran muy fuertes. Recientemente se ha demostrado que el Golfo Pérsico es un complejo tectónico e~ yo perfil no ha sido modificado en forma importante por el incremento de los sedi­mentos que recibe anualmente (Lees and Falcon, 1952). Pero los sedimentos depo­sitados en los canales de riego no tuvieron una solución tan fácil. Sin la atención constante de los agricultores, los canales se llenarían tan rápidamente de tierra que pronto sólo podrían utilizarse durant~ las crecidas de los ríos, cuyo acarreo de sedimentos, por otra parte, es todavía mayor. El descuido de los canales, aun­que sea por un corto período, conduce a graves situaciones que sólo pueden ser co­rregidas con una gran cantidad de trabajo realizado bajo una fuerte autoridad cen­tralizada. Esta secuencia de acontecimientos parece haber ocurrido repetidamente a lo largo de la historia antigua del área. Además, los niveles altos y bajos de los ríos cambian constantemente, y con frecuencia se producían inundaciones, ham­bres y cambios destructores de los canales.

10

A medida que los agricultores del período Ubaid se movieron hacia los lla­nos, cayeron sobre ellos nuevas tareas para hacer las tierras cultivables y para regarlas. A la vez, fué apareciendo un nuevo patrón de subsistencia. La dependen­cia principal sobre los cereales y los rebafios era suficiente en las laderas de los montes Zagros y en Asiria, pero el regadÍo hizo posible complementar estos pro­ductos con la horticultura de legumbres.

La pesca en los ríos y canales afiadió algo muy importante a la dieta, y quizá contribuyó también al desarrollo de los botes de vela que aparecieron antes del fin del período Ubaid (Lloyd and Safar, 1948, p.UB, pl. V).

Al sur de S amarra la palma datilera proveyó un fruto abundante y fácil de con­servar. Los esponsales anuales de Dumuzi e lnana (simbolizando el renovamiento de la naturaleza con la primavera) concedieron el lugar principal a la cosecha de dátiles. Esto puede interpretarse como un signo de la importancia del dátil en la alimentación.

A diferencia de las ovejas y de las cabras (que podían alimentarse durante los meses secos del verano con rastrojos o en yer'bazales pantanosos cerca de los poblados) el ganado vacuno requiere una cantidad mucho mayar de pastos. Es posible que la propiedad de e·ste ganado se centralh:ara muy pronto. Hacia fines del Floreciente aparecen en los sellos cilÍndricos rebafios pertenecientes a los tem­plos (Frankfort, 1939, p. 20). Textos posteriores muestran claramente que los re­bafios grandes eran propiedad exclusiva del palacio o del templo.

El labrado de los campos con arados era también una operación centralizada, como puede verse en los textos Shuruppak de los tiempos de las Primeras Dinas­tías. Las escrituras pictográficas más antiguas muestran arados (Falkenstein,l936: Zeichenliste no. 214), y su introducción debe haber seguido muy de cerca al desarr~ llo de los sistemas de regadío.

El avance tecnológico en la era Floreciente parece haber sido más rápido cuando el desarrollo de la estratificación social (marchando al ritmo de la revolu­ción "urbana") hizo posibles nuevas demandas de productos y permitió la existencia de un crecido número de especialistas dedicados a satisfacerlas.

El cobre nativo se había trabajado desde la era precedente en pequefta escala, sobre todo para hacer alfileres y punzones, en Mersin (Cilicia) y en Sialk (en la me­seta irania). Existen evidencias de que también fué fundido en el nivel Ubaid tem­prano de Tepe Gawra. Pero el cobre no aparece en los lugares contemporáneos del sur, que presumiblemente estaban más lejos de los yacimientos. De hecho, en todo el período Ubaid meridional las hoces y las hachas con mango se hicieron de arcilla cocida, porque tampoco se encuentra piedra en los suelos aluviales.

La fundición no fué posible en esta región sino hasta el advenimiento del hor­no reductor para la cerámica. Hay pocas razones que sugieran una bifurcación de las artesanías alfareras y metalúrgicas, pero con la introducción del fundido y del vaciado en moldes, durante el período Protoliterario (e incluso durante el período Warka), el metalúrgico puede haber surgido como un especialista independiente. A partir de ahí, las armas y ornamentos de cobre aparecen en número creciente, a la vez que empiezan a usarse los metales preciosos, y el vaciado se desarrolla rá­pidamente hasta alcanzar un alto nivel técnico. La rueda de alfarero y el horno re­ductor se introdujeron a comienzos del período Warka, y su presencia confirma pr~ bablemente la ex!stencia en este tiempo de alfareros especializados.

Los carros aparecen en las primeras pictografías (Falkenstein,l936: Zeichen­liste 743, 744), y deben haber sido aproximadamente ~ontemporáneos. Las carre.;. tas de ruedas, y especialmente el carruaje bien construído que aparece en un sello cilíndrico fragmentario del Protoliterario b (Frankfort,l939, p. 22), de.ben haber requerido los servicios de carpinteros especializados. La artesanía de glifos debe haber estado también muy especializada. Su producción alcanza una perfección técnica y artística culminante en la primera mitad del período Protoliterario.

11

A medida que los templos aumentaron de tamatlo y de complejidad, las eúgen­cias de maestros albaftiles y de trabajadores de mosaicos deben haber crecido con­siderablemente. Vasijas de piedra como el gran vaso de alabastro de Warka (Hein­rich, 1936, Taf. 3), suponen seguramente hábiles trabajadores especializados.

La lista de especialistas sería indudablemente mayor si los objetos hechos con materiales perecederos fueran mejor conocidos~ Claro está que no tenemos evidencias directas de que estas funciones fueran realizadas por artesanos libera­dos del ciclo normal de las actividades agrícolas. Sin embargo, la rapidez de los progresos técnicos, las exigencias de tiempo para la producción de los objetos,el nivel artístico uniformemente alto,y el carácter crecientemente·complejo;exigente y capitali­zado de las operaciones;arguyen en favor de la idea de su especialización completa.

La población creció abundantemente, sin duda, durante la era Floreciente. Pero con los datos existentes hasta ahora sólo pueden indicarse algunos rasgos ge­nerales. En el norte, las nuevas técnicas no cambiaron materialmente el modo de subsistencia prevaleciente. La tendencia hacia la multiplicación de aldeas (que Childe, 1942, p. 66, ha dicho que es característico de una economía esencialmente neolítica), debe haberse prolongado durante la mayor parte del período Ubaid. Mi impresión (basada en un reconocimiento limitado y en colecciones de superficie) es que el número de poblados en el altiplano llegó al máximo en este tiempo. Incluso los más remotos valles de las montatlas Kurdish están repletos de tels Ubaid.

Sin embargo, como en el sur la urbanización prosiguió-bajo eT"estímulo del regadío, el aumento de densidad de población tuvo un ritmo superior al del norte. Cuando la mayor parte de la tierra cultivable fué ocupada, la competencia pudo con­ducir a la amalgamación de aldeas vecinas en pueblos fortüicados con murallas y casafuertes. Tal ocurrió en los niveles Ubaid de Mersin y en los tiempos post­Ubaid de Tepe Gawra. Varios sitios contemporáneos más a:l sur parecen haber si­do considerablemente mayores, y ciertamente pudieron dedicar un surplus más ¡rande a la construcción de templos.

La mayor potencialidad en tierras irrigables parece haber postergado el de­sarrollo del militarismo en los suelos aluviales. Algunos mitos antiguos describen incursiones bélicas esporádicas, pero las evidencias arqueológicas de guerra apa­recen sólo a partir del período Protoliterario b (cf. el sello de Warka, mostrando prisioneros capturados y el "rey del campo de batalla"; Frankfort, 1939, p. 23). El vallado de poblados aparece en el sur antes de Jemdet Nasr, a finales de la era.

La disparidad de la densidad de población entre el norte y el sur se agudizó después del fin del período Ubaid. Muchos de los centros del Protoliterario en la región aluvial se establecieron en suelo virgen, y las repetidas ampliaciones de los recintos de los templos, observadas en Khafajah, Warka, Ugair y Eridu, deben elf­presar algo más que el perfeccionamiento de las técnicas agrícolas o de los medios coactivos.

Las deducciones demográficas a base de cambios arquitectónicos son siempre peligrosas. Sin embargo. la magnitud de los esfuerzos representados ,por algunos edificios es impresionante. Falkenstein estima que el ziggurat A de Warka nece­sitó 1, 500 hombres trabajando constantemente durante cinco atlos (1939, 24, nota 2~

Jemdet Nasr es, hasta ahora, el único centro del Protoliterario tardío de cu­yo tamatlo se puede hacer un cálculo aproximado. Probablemente este lugar es de tamatlo mucho menor que el normal. Usando la cifra razonable propuesta por Frank­fort (1948, p. 396, nota 23) de 160 personas por acre, Jemdet Nasr fué ocnpado por 2, 800 personas.

2I..ndaberser (1944) ha presentado un cuadro corroborativo de laa arteaaníaa durante el miamo periodo, baaa­do en la preaencia de un auatrato arcaico en la nomenclatura arteaanal aumeria poaterior.

lZ

Excepción hecha de Brak (que muestra semejanzas suficientes con el sur pa­ra hacer pensar en una colonización) ningÚn lugar del norte durante el período Gawra es comparable a Jemdet Nasr. A pesar de esto. las tumbas contemporá­neas del norte son tan ricas como las del sur. Es razonable suponer. entonces. que la urbanización en el norte (desde el punto de vista de la estratificación social y de la especialización artesanal. pero no tanto desde el punto de vista demográfico) fué en gran parte producto de la exportación de las regiones aluviales.

La importancia central de los templos en la vida socioeconómica de las comu­nidades de las tierras bajas. hacia el fin de la era Floreciente. está bien expresa­da en su posición dominante y en su riqueza. Sin embargo. son todavía dudosas las formas de funcionamiento de los templos en su papel económico. Los funcionarios de los templos se representan frecuentemente ejerciendo las actividades del culto, pero no sabemos en qué medida la administración de los bienes de los dioses esta­ba en manos de un cuerpo de funcionarios especializados.

Comenzando en los fundamentos de Eridu. con los sencillos y pequeños tem­plos, y siguiendo los períodos Ubaid. Warka y Protoliterario hasta los tiempos hi&­tóricos. nunca hallamos evidencias de ruptura en los lugares en que existe suficiente ma­terial. Al contrario. encontramos un aumento constante del tamafio y de la compl~ jidad de los templos, combinado con una notable continuidad del plan de las obras y del ritual.

La aparición de la escritura durante el comienzo del período Protoliterario. (primero en forma de tabletas con cuentas y poco después con listas de dioses; Falkenstein. 1936) puede servir para llenar el vacío a que aludimos. La escritura debe haber sido un resultado rle las oportunidades concedidas al individuo para re­flexionar,cuando fué separado de la vida agrícola normal y se le encargó la admi­nistración de los recursos de la comunidad y de los dioses.

La reducción de la atención arqueológica. enfocada en el pasado casi exclusi­vamente hacia los edificios monumentales. ha hecho muy difÍcil determinar en qué medida el templo dominaba la vida económica diaria de los feligreses. La creen­cia de Speiser (1942, p. 58) de que un sentido bien desarrollado de la propiedad pri­vada está ya patente en el uso de los sellos cilíndricos, implica que una gran parte del comercio y de otras actividades se orientaba a la acumulación de capitales pri­vados. Esto ocurriría en los comienzos del período Protoliterario.

Ahora bien. Puesto que la mayoría de los sellos se encuentran en los tem­plos y muy pocos se hallan en las tumbas (durante el mismo período), parece dudo­so pensar que su función estuvo limitada a documentar la propiedad en las transac­ciones comerciales. Los sellos, al compartir mágicamente la personalidad de sus propietarios, podían haber servido también como representantes permanentes de las personas en la casa de los dioses.3 La evidencia de un importante "sector pri­vado" en la economía resulta, entonces, dudosa, aunque tuvieran lugar ciertas ac­tividades económicas particulares, como el intercambio en especie, por ejemplo.

De cualquier manera, los recintos de los templos sirvieron como depósito de los excedentes de la comunidad. Además, el término que se aplicó más tarde al director de las actividades económicas realizadas con los bienes de los dioses, se encuentra ya en los textos del Protoliterario tardío.

Jacobsen (1943, p.l67) sugiere que los mitos tardíos conservan una visión del orden social que refleja la situación durante el período Protoliterario. Si se acep­ta esta sugerencia, la dirección activa de los grandes proyectos de regadío cayó ba­jo el control de los templos por ausencia de otras fuentes de autoridad que no fue­ran la:s inmanejables asambleas y los jefes guerreros con breves plazos en el poder.

3Debe esta sugerencia al profesor Delougas.

13

Nosotros vacilamos en adjudicar a un período dado todos los elementos pre­sentes en los mitos tardíos, y pensamos que deben ser más bien el producto de un largo desarrollo. Pero hay que confesar que los restos arqueológicos apoyan sor­prendentemente bien la hipótesis de Jacobsen. Excepción hecha de los restos frag­mentarios de edificios públicos en Uqair, Uruk y Jemdet Nasr, que difieren de la arqui.,tectura religiosa contemporánea y que posiblemente sirvieron como "palacios". todas las estructuras monumentales de las tierras aluviales antes de la era Dinás· tica pueden clasificarse como templos.

De esta suerte, es posible determinár la existencia de una etapa durante la cua:l el control económico de una sociedad muy desarrollada (si no ya completamen­te urbanizada) fué más importante y estuvo más formalizado que el control polÍtica. Este control económico fué principalmente de carácter teocrático.

Dinástico. Los progresos técnicos importantes y los cambios en las formas de subsistencia no es­

tuvieron tan íntimamente ligados a los comienzos de la era Dinástica como lo estu­vieron a los comienzos de las eras anteriores. De hecho, no existen evidencias de cambios en los patrones básicos de subsistencia. Lo más característico en las ar­tesanías es la implementación de las técnicas ya existentes con el fin de satisfacer demandas mayores, pero no el uso de nuevos materiales ni la adquisición de nue­vos procesos.

La introducción de la metalurgia del bronce, en tiempos del Dinástico tempra­no II, constituye una importante excepción. Pero debe observarse que la posición dominante de la industria del metal en el sur de Mesopotamia, durante esta época, no fué resultado de su prioridad en el descubrimiento. El bronce parece haber sido usado en el norte de Siria antes que en Sumeria o en Akadia. La superioridad de Mesopotamia quizá puede ser explicada por la mayor cantidad de metal en uso.

La abundancia de utensilios, armas, ornamentos y vasijas en las "Tumbas reales" de Ur; la exportación de utensilios y de armas (según se desprende de los estudios tipológicos), y el uso del metal como base para el intercambio comercial (tal como se advierte en los textos del palacio del viejo Shuruppak; Deimel, 1924; Jestin, 1937), indican claramente la racionalización de los métodos de produc­ción y de abastecimiento bajo la égida del palacio o del templo.

El mismo tipo de desarrollo se advierte en la organización en gremios de los artesanos de Shuruppak. Cerca de 200 esclavas jóvenes trabajaban en operaciones diferenciadas de la producción textil en un solo templo de Lagash, durante el perí~ do Protoimperial (Deimel, 1931, p. 97). Por otra parte, no todas las artesanías si­guieron el mismo ritmo. A medida que se emplearon más vasijas de metal y de piedra en el servicio de los reyes y de los dioses, la alfarería se fué ri"Atrin.ziendo a las casas pobres y su calidad fué en descenso.

Son característicos de la arqueología del Dinástico te~prano una serie de ra&­gos que refiejan la importancia creciente de la autoridad real y de las tendencias bélicas. Además de los entierros ordinarios, en Susa, Kish y Ur se encuentran al­gunas tumbas abovedadas y otras con arco verdadero, construídas a partir del Di­nástico temprano l. Estas tumbas contienen objetos domésticos muy elaborados y costosos, restos de vehículos (probablemente carrozas), y mÚltiples entierros~ Todo esto se interpreta generalmente como evidencia de una monarquía institucio­nalizada.

Como dice Childe (1952, p.l51): "Incluso los toscos carros de guerra sume­ríos deben haber sido extremadamente costosos, y los 'asnos de guerra' que tira­ban de ellos debieron ser especialmente entrenados. En relación a los escasos re­cursos de las sociedades del Dinástico temprano, estos carros son comparables al tanque de hoy día. Es decir era un arma que sólo los estados civilizados podÍan p~ seer. Contra ellos no podían competir ni las tribus bárbaras, ni los campesinos

14

rebeldes. El entierro de tal,artefacto en una tumba simbolizarÍa la encarnación en una dinastía de la fuerza coercitiva del estado, lo que justifica la aplicación del tér­mino 'reales' a tales tumbas".

Poco después aparecen palacios en Kish y Eridu, que rivalizan con los tem­plos contemporáneos y aún los exceden en tamafio. El palacio de Kish estaba prote­gido por una gruesa muralla, y complicados pasadizos protegían el acceso a las cá­maras centrales. Incluso los templos fueron provistos a veces con murallas defen­sivas, como han mostrado las exploraciones de Delongas en Khafajah y en Al 1Ubaid Algunos grupos de casas privadas en Khafajah fueron protegidos también de la mis­ma manera. El grueso anillo de murallas alrededor de muchas de las ciudades constituye, de todas maneras, el rasgo arquitectónico dominante de la época.

Childe (1952, p.l56) piensa que la población creció rápidamente en este perío­do, y que un cierto número de centros urbanos aumentaron considerablemente de tamafio. Los restos de Kish del Dinástico temprano cubren un área de unos 700 acres; Khafajah ocupaba 100 acres, Adab quizá 50, Shuruppak 300 y Uruk 1100. Es posible que no todos los restos correspondan a un momento dado, pero cuando me­nos Kish y Uruk tuvieron entre 20 y 30 mil habitantes.

Por otra parte, el abandono de algunos centros y la fortificación de la mayo­ría de las ciudades en los comienzos del período, sugiere que las concentraciones f11eron producidas por el deseo de buscar protección más que por el incremento ge­neral de población. Esta tendencia a la concentración puede estar reflejada, asi­mismo, en los sistemas de regadío, de los cuales dependía en Última instancia el aumento de la población. La ampliación de los canales está descrita en las prime­ras inscripciones reales, así como la importancia de los canales como vías de co­municación para concentrar rápida y fácilmente las cosechas en depósitos centrales.

Dado que virtualmente toda la era está sefialada con evidencias de guerras, podía pensarse que la población había crecido durante la era anterior hasta el lÍmi­te permitido por la utilización del suelo, y que la siguiente era fué de un equilibrio crónicamente precario entre la población y los recursos alimenticios. Bajo seme­jantes condiciones la aparición de la monarquía pudo ser un proceso autogenerati­vo. En un relato muy conocido, Entemena describe incidentes que constituyen el pasado más reciente de una larga historia de rivalidades entre Lagash y Umma por algunos territorios fronterizos (Barton, 1929, pp. 57 ff.; cf. Poebel, 1926).

En una situación permanente de conflicto es fácil que los jefes guerreros no abandonaran sus poderes antes temporales. Además, la realización de las enor­mes obras defensivas no podía dejarse sujeta a las deliberaciones de las inesta­bles asambleas. Por el contrario, exigió un creciente control autocrático y per­sonal. Los ciudadanos de Uruk, según se ha interpretado, tuvieron que llevar an­te· los dioses sus protestas contra el trabajo exigido para construir las murallas alrededor de la ciudad. Las leyendas deGilgamesh nos cuentan que la fuente de la autoridad de los reyes ya no estaba en las decisiones de la asamblea (Pritchard, 1950, p. 50).

Al mismo tiempo Lreció la compleja estructura de clases y artesanías erigi­da a la sombra de los palacios y los templos y se intensificaron las demandas de trabajo obligatorio, de materias primas y_de alimentos. A veces estas demandas sólo pudieron ser satisfechas mediante incursiones contra las ciudades vecinas. Hacia el fin del Dinástico temprano 111 los documentos de Shuruppak hablan de un ejército dirigido por funcionarios del palacio y formado principalmente por gre­mios artesanos que peleaban en unidades mandadas por sus capataces.

Durante la mayor parte o todo el período Dinástico temprano, las incursio­nes y campañas no se orientaron todavía a incorporar grandes zonas bajo la hege­monía de una ciudad-estado, aunque hay indicaciones de que alguna dinastía ejerció cierta forma de soberanía sobre la mayor parte de Sumeria (Gordon, 1953, p. 28) .. El establecimiento por S argón de un imperio "desde el mar de arriba al mar de abajo"

15

marca el comienzo de una serie de conquistas cíclicas; con esta etapa se cierra en esta ocasión nuestro trabajo. Varias conquistas de corta duración hechas por los sumerios durante el período Protoimperial, quizá prepararon el camino. Sin embargo, la súbita ascención de la dinastía akadia es un acontecimiento que no ha sido todavía claramente explicado.

Durante muchos aftos se interpretó la unificación de Sumeria y Akadia como el resultado de una lucha entre los sumerios y las tribus semíticas victoriosas que, procedentes del desierto, conquistaron las tierras aluviales. Pero Jacobsen(l939) ha demostrado en forma convincente que ambos grupos convivieron pacíficamente. Sin embargo, es posible que una dinastía semítica triunfara donde otras habían fracasa­do, gracias quizá a que sus extensas relaciones de parentesco y su lealtad tribal no estaban todavía tan profundamente enterradas por su pasado civilizado. Como Frankfort (1951, p. 74) ha observado, Sargón había "distribuído parte de las tierras de los templos entre sus seguidores, sobreimponiéndose así a las normas locales tradicionales del derecho a la tierra. Ningún conquistador podía confiar en la leal­tad de las ciudades derrotadas, y parece como si Sargón hubiera creado un partido personal explotando, quizá, los lazos de parentesco en su sentido amplio de lealtad tribal". En Última instancia, el éxito de Sargon pudo deberse a que creó un nuevo grupo de partidarios establecidos con tierras en el centro mismo de la oposición potencial.

Sin embargo, el crecimiento de la centralización durante el desarrollo aka­dio no puede ser tan fácilmente explicado. En parte puede haber sido resultado de un traslado a la administt-ación política secular de las técnicas burocráticas desa­rrolladas en los templos. Quizá puede ser trazada, en parte también, al nuevo in­terés en tomar prisioneros durante las guerras. Los reyes anteriores sólo rara­mente mencionaban cautivos, pero a partir de la dinastía de Akadia se registran prisioneros en gran número en campañas cada vez más frecuentes y extensas. Las cifras son exageradas, pero aún así sugieren algo nuevo. El incremento de los cautivos utilizables para las obras públicas y las manufacturas, ayuda a entender la importancia creciente del palacio. Siegel (1945, p. 390, nota 67), refiriéndose al período Ur Ill sobre el cual existe mejor información, observa que los esclavos "permitieron extender y consolidar la hegemonía política del palacio al poder de­dicar los trabajadores del campo al servicio militar. Los esclavos sirvieron así al doble propósito de explotar las enormes posesiones de los dominios reales y de mantener una considerable distancia entre las relaciones impersonales de la vida del pueblo, por un lado, y las actividades del templo-palacio por el otro". Debe recordarse, sin embargo, que los esclavos por deudas que estaban en manos parti­culares eran considerablemente más numerosos que los cautivos controlados por el estado o cedidos por el rey a los templos de la ciudad. Por otra parte, aún reu­nidas todas las clases de esclavos, su número no era comparable al de los ciudada­nos libres.

Otro elemento en el desarrollo del poder de las dinastías, que tampoco ha si­do bien entendido, es .la relación cambiante entre el palacio y el templo. Se dice que los archivos del templo de la esposa del dios de la ciudad de Lagash muestran un cuadro casi indiferenciado de la "economía del templo". Esto es muy difícil de conciliar con los acontecimientos del período Protoimperial (Deimei, 1931, pp. 71 ss.}. Aunque esta importante colección de materiales necesita estudiarse de nuevo desde el punto de vista filológico e interpretativo, parece indiscutible que una parte considerable de la tierra alrededor de la ciudad (aunque de ninguna manera toda) per.tenecía a los templos, y que estos eran unidades económicas relativamente autó­nomas. Parte de las tierras del templo fueron cultivadas directamente para su uso. El resto fué poseído en feudo por el personal del templo o cedido en aparce­ría a miembros de la comunidad. Además, el templo sirvió de fuente de crédito para los particulares, y ala vez emprendió laproducciónengranescaladetextiles,

16

que probablemente los comerciantes particulares llevaron a otras áreas para inter­cambiar por cobre y otras materias primas.

El director de todas estas actividades fué, sin duda, una figura poderosa den­tro de la comunidad. Durante el período Dinástico temprano tomó gradualmente las funciones de un rey en un cierto número de ciudades. Sin embargo, la crecien­te importancia y frecuencia de las crisis militares parece haber favorecido, más bien, la conversión del jefe guerrero en rey. Bajo estas Últimas circunstancias el director de las actividades económicas no llegó a ser más que un funcionario del palacio.

La evidencia del papel dominante de los templos en la economía, hacia el fin de la era, es bastante concluyente. Sin embargo, podemos señalar también una expansión de las actividades económicas pa:::-ticulares. De los documentos de ven­tas se desprende que los solares, los esclavos y a veces los campos, eran de pro­piedad privada, aunque los títulos de posesión de la tierra no eran muy claros y existía UP.a relación de responsabilidad recíproca con una autoridad más alta. Frankfort (1951, p. 63) observa que muchos individuos conocidos como asalariados aparecen también como poseedores de lotes de tierra, y concluye que "cada ciuda­dano, fuera sacerdote, comerciante o artesano, era un agricultor que cultivaba su parcela para sostenerse y sostener a sus dependientes". Puesto que no existe una relación visible entre el tamaño de la parcela y la ocupación del poseedor, po­dría pensarse que este hecho disminuye la proporción de la estratificación social y del comercio particular. Sin embargo, parece más razonable suponer que las parcelas de los funcionarios y artesanos eran trabajadas por campesinos de los te­rrenos vecinos, quizá sobre la base de la partición de las cosechas.

Los efectos de la creciente estratificación (de aquella que no estaba directa­mente conectada con las instituciones centrales de la sociedad) pueden verse más claramente en las casas particulares del período Dinástico temprano en Eshunna. Las casas grandes, de unos 200m2 de superficie, flanqueaban las calles principa­les que persisten en diversos niveles de ocup;;Lción. Otras residencias menores (de unos 50 m 2 y aún menos; cubrían los intersticios entre las casas grandes, y te­nían por acceso callejones estrechos. Este Último tipo de casa menor debe haber albergado a las familias de agricultores pobres o de trabajadores artesanos no ca­lificados. Significativamente, una de las casas más grandes era la de un comer­ciante, con un cuarto de exhibición para sus productos dispuesto a lo largo de la calle principal '.1 en el frente de la vivienda.

La tendencia hacia la acumulación de riqueza privada continuó durante el se­gundo milenio, quizá compitiendo ya con el dominio económico de los templos. Las transacciones de tierras y de esclavos, muy raras en los períodos anteriores, fue­ron extraordinariamente numerosas en tiempos de Isin-Larsa y de la Primera Di­nastía de Babilonia. La propiedad privada de grandes posesiones está bien docu­mentada (v.g., Leemans, 1950, p.ll3).

Bajo los sucesores de Hammurabi los capitalistas privados fueron capaces de asegurar al estado contra las pérdidas de ingresos producidas por las fluctua­ciones de las cosechas. Fué sin duda un"negocio muy lucrativo, pero para el cual se necesitaban grandes reservas de capital independiente de las variaciones de las cosechas (Koschaker, 1942, pp.l64-165). Como en el caso de los Sargónidas, un estudio completo de estos desarrollos nos llevaría muy lejos de nuestro tema ori­ginal, o sea, del juego de fuerzas que produjeron el desarrollo de la civilización urbana en Mesopotamia. Por eso mismo, queda fuera del marco del presente tr~ bajo.

Finalmente volvamos al norte, en donde esta larga secuencia de desarrollo había tenido su origen. Más allá de la cerámica resulta difícil definir su desarro­llo en comparación con la era Dinástica de los terrenos aluviales del sur. Resul­tan identificables las actividades de los metalúrgicos residentes, y algunas tumbas

17

que antedatan ligeramente el encumbramiento de Sargón en Akadia pudieron alber­gar los restos de señores locales. Sin embargo, la impresión dominante es que encontramos tan sólo pueblos provinciales, con importaciones ocasionales de las ciudades de las tierras bajas, Significativamente, todavía imitaban los estilos glíp­ticos que habían dejado de usarse en el sur varios cientos de años antes. La situa;­ción está ejemplificada en Brak, donde a los escasos restos del período Nínive se sobrepone el gran palacio de Naram Sin de Akadia. Tardíamente y a la fuerza el altiplano fué por fin llevado a una vida a cuyos primeros estados de desarrollo había sido el principal contribuidor.

Los aspectos más generales del análisis anterior pueden verse resumidos en la figura 2.

FIG. 2.- ERAS DE DESARROLLO EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA

FINAL DE LA RECOLECCION Una adaptación de la caza-recolección, basada en pequeños grupos no se­

dentarios. Se la encuentra principalmente encuevas en las laderas de los ce­rros, pero pudo haber ocupado también lugares abiertos.

AGRICULTURA INCIPIENTE Pequeñas comunidades semisedentarias en las tierras altas montañosas,

desarrollando técnicas agrícolas básicas para la vida sedentaria.

FORMATIVA Adopción y extensión del patrón de subsistencia de las aldeas de las tie­

rras altas, y quizá también de las formas correspondientes de organización social. Agricultura sedentaria de trigo y cebada, con bastón plantador y aza­da. Domesticación de ovejas, cabras y probablemente vacas. Cerámica. Las comunidades siguen siendo de pequeño tam.año y relativamente uniformes en tamaño y composición, pero su número aumenta y se extienden por las tie -rras aluviales con la introducción de las técnicas de regadío. "Culto de fer­tilidad" y templos pequeños.

FLORECIENTE El desenvolvimiento más importante tiene lugar ahora en las tierras ba -

jas, con el desarrollo de la agricultura de regadío y de arado. Se expande la tecnología y aparece la especialización artesanal completa; introducción de la rueda de alfarero, del carro y de la carroza, de la vela y de la meta­lurgia del cobre. Primeras fases del desarrollo de la escritura. Rápido crecimiento de la concentración de excedentes, principalmente en las manos de las jerarquías sacerdotales, con la consiguiente construcción de estruc­turas religiosas monumentales en los centros poblados urbani:¡:ados. Comien­zo de las guerras.

DINASTICA Separación e institucionalización· de los controles político-seculares y de

los económico-religiosos en los verdaderos centros urbanos---aparición de la monarquía y de la ciudad-estado. Creciente importancia de las fortificacio­nes y de la guerra, culminando con las conquistas sargónidas. Lento crecí -miento del capital privado en el comercio y en las manufacturas, pero proba­blemente los templos dominan todavía la vida económica. Racionalización y extensión de la producción artesanal. Metalurgia del br~nce. Refina -miento de la escritura cuneiforme.

18

Obras citadas:

Se incluyen sólo las obras que se han citado con referencia a puntos de vista específicos y a objetos deter­minados, así como algunas conlribuciones que vienen de fuera del campo de estudio inmediato. La bibliografía existente ea demasiado voluminoaa para ser citada aquí; sin embargo, obras como las de Perkins (1949), Eliot (1950), "Childe (1952) y Braidwood and Braidwood (1953), facilitAn un excelente punto de partida para estudios más profudos.

BARTON, G. A., 1929. Royal inscriptions o{ Sumer Clllll Aklcad. New Haven.

BRAIDWOOD, R. J., 1952. The Near East and the {oundations for civüization. The Condon Lec­tures, Eugene.

BRAIDWOOD, R. j. and BRAIDWOOD, L. S., 1949. On the treatment of prehistoric Near Eastern materiales in Steward's "Cultural causality and law. • American Anthropologist, 51: 665-669.

-----• 1953. The earliest village communi­ties of Southwestern Asia. 1 ournal of lf orld H is tory, 1 :278-31 O.

BRAIDWOOD, R. J., el al., 1944. New chalcolithic material of Samarran type aild its implications. 1 ournal of Near East Studies, 3: 47-72.

CHll..DE, V. G., 1942. What happened in history. London.

---• 1952. New light on the most Ancient East. London.

COON, C. S., 1951. Cave e%plorations in lran 1949. Museum Monographs, Philadelphia.

DEIMEL, A., 1924. Wirtschaftstexte aus Fara. Wissenschaftliche Veroffentlichung der Deut­schen Orient-Gesellschaft, 45. Leipzig.

---• 1931. Sumerische Tempelwirlschaft zur Zeit Urukaginas und seine1 Vorgiinger. Analecta Orientalia, 2, Rome.

ELIOT, H. W ., 1950. E"cavations in Mesopotamia and 1f estern /ran. Peabo<;y Museum Special Pub­lication, Cambridge.

FALKENSTI:IN, A., 1936. Archaische Texle aus Uruk. A usgrabangen der Deutschen F orschungs­gemeinschaft in Uruk-lf'arka, 2, Berlin.

1939. Zehnter Vorliiufiger Bericht über die von der Notgemeinschaft der fJeutschen lf'issenschaft in Uruk-Warka unternommen Aus­grabungen. Berlin.

FRAl'iKFOHT, ll., 1939. Cylinder Seals. London. -----• 1948. Kingship and the Gods. Chi-

cago. ------• 1951. The birth of civilization in the

Near East. London. GAHROD, D. A. E. and BATE, A. M. A., 1937. The

Stone Age of Mount Carmel, l. Oxford. GOHDON, E. 1., 1953. Mesilim and Mesannepada--­

Are they idenlical? Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 132: 27-30.

llEINHlCH, E., 1936. Kleinfunde au.< den Archais­chen Tempelschichten in l!ruk. Berlin.

19

JACOBSEN, T., 1939. The assumed conflict between Sumerians and Semites in Early Mesopotamian History. /ournal of the American Oriental So­ciety, 59: 485-495.

-~--• 1943. Primitive Democracy in Ancient Mesopotamia. /ournal of Near East Studies, 2: 159-172.

JESTIN, R., 1937. Tabletees sumeriennes de Su­ruppak conservées au Musée de Stamboul. Memoirs de l'Institut Fran~ais d' Archeologie de Stamboul, 3. Paria.

KENYON, K. M., 1952. Early Jericho. Antiquity, 103: 116-122.

KOSCHAKER, P., 1942. Zur Staatlicheo Wirts-chaftsverwaltung in Altbabylonischer Zeit, ins­besondere nach Urkunden aus Larsa. Zeits­chrift {ar Assyrologie, 47: 135-180.

LANDSBERGER, B., 1944. Die Anfiinge der Zivi­lisation in Mesopotamien. Turk Tarih Kurumu Basimevi, 2, 3.

LEEMANS, W., 1950. The old Babylonian merchant. Leiden.

U:ES, G. M. and FALCON, N. L., 1952. The geo­graphical history of the Mesopotamian plains. Geographical /ournal, 118: 2~39.

LLOYD, S. and SAGAR, F., 1948. Eridu. Sumer, 4: 115-127.

P~:RKINS, A. L., 1949. The comparative archeology of Early \1esopotamia. Studies in Ancient Orien­tal Civilization, 25, Chicago.

POF:rlEL, A., 1926. Der Konflikt zwischen Lagas und Umma sur Zeil Eannatums 1 und Entemenas. Paul Huapt Anniversary Volume, pp. 226-267. Baltimore.

PHITCIIARD, J. ll., 1950. ,f ncient Near Eastern texts relating lo the O Id Tes tament. l'rincelon.

SIEGEL, B. J., 1945. Sorne methodological consi­derations for a comparative study of slavery. American Ant!.ropologist, 47: 357-392.

SPEJSDI, L A., 1942. Sorne sources of intellec­tual and social progress in the ancient Near E:ast. Stadies in the 1/istory of Culture, pp. 51-62. Menasha.

SH~KELIS, ~1. and IIAAS, G., 1952. The Abu Usba cave (Mount Carmel). Israel f:xploration /ournal, 2: 15-47.

STEWAHD, J. 11., 11).~9. Cultural causality and law: A tria! formulation of tbe development of early civilizations. American Anthropologist, 51:1-27.

EL DESARROLLO DE EN LA COSTA

LA CIVILIZACION DEL PER U

por Doaald COLLIER*

Las diferentes regiones de los Andes Centrales tienen su historia cultural tan interrelacionada, que el proceso del desarrollo cultural en una región debe ser vis­to a la luz de lo que ocurría en las demás (Bennett, 1948). Sin embargo, para los efectos de esta exposición, consideraré principalmente la región costera y de una manera especial la costa septentrional. Debe ser así, porque muchos de los facto­res de que vamos a tratar son desconocidos o muy poco conocidos en la Sierra. Además, carecemos en la Sierra de una secuencia continua desde los comienzos de la agricultura hasta la llegada de los espatioles. En la Costa, sin embargo, nues­tro conocimiento de la secuencia es completo en la sección septentrional, aunque incompleto en la sección meridional. La Costa sur difiere también de la central y septentrional en el desarrollo de la organización política y de la arquitectura reli­giosa monumental. Willey (1950, p. 238) ha sugerido que esta diferencia proviene del hecho de que los valles meridionales, más pobres y secos, limitaron el tama­ño de las comunidades y la población total. Por lo tanto, mis formulaciones en este trabajo se basan principalmente en los datos de la Costa septentrional; queda por ver si estas generalizaciones pueden aplicarse a la Costa meridional.

Se han propuesto varias clasificaciones del desarrollo funcional de las culturas peruanas (Larco Hoyle, 1948; Strong, 1948; Bennett y Bird, 1949; Steward, 1948, 1949; Willey, 1950, 1951). Las etapas o épocas de desarrollo utilizadas aquí, y a las que denomino Agrícola incipiente, Formativo, Floreciente regional y Expansivo militarista (fig.l ), están conceptualmente más próximas a las de Steward y Willey.

He resumido en la figura 2 las que me parecen ser las características más impor­tantes de cada época y subépoca (principales f?entes: Bennett, 1946; BennettyBird, 1949; Bird, 1948; Kroeber, 1944; Lothrop, 1951; Rowe, 1948; Schaedel, 1951; Willey, 1951, 1953). Las etapas se describen a continuación de una forma menos atomiza­da que en los cuadros de la figura 2.

Agrtcola incipiente. El tipo de poblamiento era de aldeas con ca-sas semisubterráneas, cerca de la costa. Se

practicó la horticultura en las áreas húmedas de la boca de los valles, pero la pes­ca y la recolección fueron de principal importancia. Las artesanías eran rudimen­tarias y la alfarería está ausente.

Formativo temprano. Aparece la alfarería, y después se introduce el maíz, la yuca y otras plantas alimenticias,

junto con cerámica más elaborada, el culto religioso y el estilo artístico de Cha­vín. No hay evidencia de regadío por medio de acequias, pero la expansión de los poblados desde la boca de los valles indica alguna forma de riego, quizá por medio de inundación. Se construyeron estructuras de carácter religioso, que sirvieron de núcleo para varios pueblos. La intepsidad del culto Chavín y el esfuerzo reque­rido para construir y mantener los templos indica alguna forma de dirección sacer­dotal. Las primeras pirámides se construyeron •en esta etapa. La especialización de oficios produjo excelentes trabajos en piedra, hueso, oro y cerámica, pero pro­bablemente hubo poca o ninguna estratificación de clases.

*El doctor Collier, actualmente profesor en la Universidad de Cbicago y miembro del Museo de Historia Na­tural de la misma ciudad, ha trabajado extensamente en la ar<¡Ueologla y en la historia cultural del área andina.

zo

FIG.l. - EPOCAS CULTURALES Y PERIODOS ARQUEOLOGICOS DE LA COSTA PERUANA

1532 IMPERIO Período Inca o< e: E-<

~~ REINOS Chimú,Chancay tardío,Ica,Chincha

~5 LOCALES

rz:~:¡ PRIMERA GRAN

CONQUISTA Período Tiahuanaco lOO O

rz:l E-<~ Z--c Mochica, Maranga, Nazca e!z Gallinazo medio y tardío, u o rz:~- Necrópolis de Paracas ll::c:,:, or.::~ ~ll::

' rz.

200

Después de Cristo TARDIO Gallinazo temprano, Paracas Antes de Cristo

Cavernas .-

o Salinar, Blanco sobre rojo e E-< < ;:¡;J gj rz. TEMPRANO Cupisnique ,Guañape ,N epefta,C asma

Ancón-Supe temprano

1200

<rz:l ~E-< oz u el

Huaca Prieta, Cerro Prieto -~ ll::-e:,:, u <Z -

-

Zl

Formativo tardío. En esta etapa se alcanzó una econoJIÚa co~ pletamente agrícola, basada en regadío por

medio de canales. que condujo a un marcado aumento de población. Los poblados, algunos de ellos mayores y más compactos que los del Formativo temprano, se ex­tendieron tierra adentro por todas partes de los valles. Se construyeron montículos piramidales como basamento de los templos y reductos fortificados en las cumbres de los cerros. Esto Último constituye la primera evidencia de guerras, que proba­blemente tomaron la forma de incursiones de un valle contra otro. La expansión de los sistemas de regadío, la construcción de numerosos edüicios religiosos· y la amenaza de incursiones bélicas, crearon la necesidad de un control más centrali­zado, el cual se alcanzó evidentemente bajo la dirección de los sacerdotes, aunque es dudoso si la unidad política abarcó todo un valle. Faltan evidencias de estratüi­cación de clases. Las artesanías sufren un decline estético con la desaparición del estilo Chavín, pero la época fué de experimentación y progreso técnico.

Floreciente regional. Durante esta etapa hubo un uso completo de la tecnología desarrollada en el Formativo.

La agricultura intensiva, basada en complicados sistemas de irrigación a lo largo de los valles, y el uso de fertilizantes, permitieron un máximum de población, el empleo de la energía humana en la construcción de enormes edificios (templos-pi­rámides), y la cuantiosa producción de objetos de lujo para usos rituales y para la clase alta. La pesca era todavía económicamente importante, pero la caza se ha­bía convertido en un deporte de la clase alta. Hubo una gran especialización de los oficios, y los estilos artísticos de carácter muy regional (expresados en cerámica, escultura, metalurgia y tejido) alcanzaron un climax estético. La estratificación de clases fué muy marcada; estados que abarcaban todo un valle fueron gobernados por reyes-sacerdotes, y pueblos grandes se aglutinaron alrededor de los enormes templos-pirámides. Hacia el fin de la etapa en la Costa septentrional, la guerra se hizo más importante, se construyeron grandes fortificaciones, y el reino Machi­ca se expandió (probablemente por conquista militar) para convertirse en un esta­do que abarcaba varios valles. Estos desarrollos parecen haber coincidido en el tiempo y pueden haber tenido relación con la construcción de sistemas de regadío que comprendían varios valles. Durante este período (a juzgar por la evidencia de las artes y de los entierros) la clase guerrera creció en importancia, y proba­blemente la antigua autoridad religiosa estaba siendo quebrantada por el poder se­cular y militar.

Primera gran conquista. Esta etapa se caracteriza pOr la amplia difusión del estilo artístico Tiahuanaco,

que, cuando menos en el caso de la Costa norte, se extendió por fuerza militar organizada. La naturaleza política de la expansión Tiahuanacoide _no es clara, pero modificó o destruyó las culturas regionales costeras y produJo un descen­so estético y la uniformización, mezcla y difusión de las viejas ideas sociales, religiosas y artísticas. Todo esto, j_unto con las _?uevas ideas ! normas,. condu­jo a la aparición de un tipo nuevo de sociedad, mas grande, mas secular1zada, más industrial, más urbana y más estrechamente organizada que las viejas so­ciedades florecientes a las que reemplazó. Estos nuevos rasgos se evidencian en el uso de moldes para la producción en gran escala de vasijas domésticas; en la decadencia de los templos-pirámides como centros religiosos y núcleos comunales, y en la aparición de tipos urbanos de poblamiento planeado. A pe­sar de estas fermentaciones y cambios, la densidad de población parece haber­se mantenido sin grandes modificaciones.

zz

Reinos locales. Con la disminución de la influencia de Tiahua-naco aparece una decadencia artística muy

marcada, y probablemente también la ruptura de la gran integración política alcan­zada durante la expansión Tiahuanacoide. Saliendo de este debilitamiento se desa­rrollaron una serie de estilos artísticos locales en reinos locales despóticos gobex­nados por una nobleza hereditaria. El más poderoso de estos reinos fué el Chimú, en el norte. Durante la expansión del reino Chimú (desde sus comienzos en el va­lle de Moche hasta tener el control de la costa desde Tumbez a Lima) se intensifi­có el mrbanismo aparecido en los tiempos de Tiahuanaco. La creciente especiali­zación y diferenciación clasista de la sociedad Chimú condujo al desarrollo de dos tipos de centro urbano planificado: el que servía de asiento a la administración y de residencia de la nobleza y sus allegados, arquitectónicamente muy elaborado; y los poblamientos simples, pero planeados y compactos, del pueblo común. El comercio fué muy extendido, con co.ntactos marítimos cuando menos con la costa de Ecuador. Las realizaciones artísticas no fueron muy notables, pero los artícu­los fueron producidos en masa. Existen algunas evidencias de disminución de la población, al menos en el valle de Virú, pero la tendencia general no es clara; tam­poco lo son las posibles causas del decline, puesto que no se encuentra ruptura del control ni de la planificación social. Willey (1953, p. 421) sugiere que el decline en Virú pudo resultar de un traslado de población impuesto por el estado Chimú, una práctica usada después en gran escala por los Incas.

Imperio. La conquista Inca de la Costa parece haber tenido poco efecto sobre la economía, el ar­

t.e y la estructura social. Los Incas gobernaron por medio de la nobleza heredita­ria local, dejando intacta la mayor parte de los sistemas administrativos en el pla­no local. Se desconoce la proporción de las actividades Incas de repoblamiento en la Costa, de manera que ei efecto uniformizador de este procedimiento Inca nos es desconocido. De nuevo se hallan algunas evidencias de disminución de la pobla­cwn, cuyas causas son oscuras. La organización sociopolítica del imperio Inca, del cual la Costa formaba parte, es bien conocida y requiere sólo una breve mencwn. Los rasgos siguiente·s son de particular interés para este caso. La tie­rra fué controlada por el estado, y los impuestos se establecían en forma de traba­jo en las tierras del estado y en las obras pÚblicas, y en forma de servicios perso­nales al emperador y a la nobleza. Los excedentes acumulados por el estado se usaron para sostener la religión del estado, la jerarquía gubernamental, el ejérci­to y la nobleza, y para hacer redistribuciones entre el pueblo común. Los especia­listas más capacitados, tales como contables (guardadores de quipus), metalúrgi­cos, tejedores y trabajadores en pluma, eran empleados gubernamentales. El co­mercio, más allá del plano local, fué monopolio del ~obierno. Los eficaces siste­m'ls de comunicación (que incluían servicio de correos en redes de caminos) ser­vían sólo propósitos estatales. La orj!anización gubernamental estaba compuesta por una jerarquía de funcionarios en camino de convertirse en burocracia hereditaria. No había escritura, pero el quipu cumplía la misma función que la escritura en la contabilidad de los templos de Mesopotamia.

Sumario. Es verdad que el maíz, la yuca y otras impox-tantes plantas alimenticias, no fueron domes­

ticadas en la Costa peruana y que muy probablemente durante el final de la época Agrícola incipiente en la Costa una agricultura más avanzada florecía ya en la Sie­rra. No he tomado en cuenta este y otros problemas de los orígenes tecnológi­cos, porque •mi propósito es el de establecer la relación entre el progreso tecnoló­gico y el desarrollo de la organización económica, social y política en la Costa.

23

Durante la relativamente larga época de la Agricultura incipiente, la producción rudimentaria de comida era incapaz de mantener algo más que una población disemi­nada o pequeftas aldeas en lugares de pesca abundante. Las artesanías eran muy simples y sin especializar. y la organización se basó probablemente sólo sobre el parentesco. Durante la época Formativa la adopción de la agricultura intensiva ba­sada en el regadío produjo un gran incremento de población, acompaiiado del desa­rrollo de nuevas tecnologías. arte especializado y construcciones religiosas. El esfuerzo comunal fué dirigido por jefes-sacerdotes. Hacia el fin de la época se construyeron fortificaciones sencillas para defenderse de incursiones. Las causas de estas primeras guerras son desconocidas.

Durante la época Floreciente regional las potencialidades de la tecnología For­mativa se explotaron por completo. y la población llegó al máximo. La alta produc­tividad agrícola permitió una intensa especialización de oficios, grandes realizacio­nes artísticas y la ·construcción de arquitectura religiosa monumental. La sociedad estuvo fuertemente estratificada y organizada en estados teocráticos. Hacia el fin de la época la guerra se usó en la Costa norte como un instrumento para la expan­sión del estado.

No hubo progreso tecnológico fundamental durante la época de la Expansión mi­litarista, aunque la organización de los oficios para la producción en masa y el de­sarrollo de instrumentos de bronce tuvieron considerables consecuencias. Las nue­vas formas sociales, desarrolladas en parte como respuesta al militarismo cre­ciente, se alcanzaron sin incrementar la producción de comida. El urbanismo re­sultó de la creciente especialización social y económica. Hay evidencia de que de­clinó la población de la Costa durante la parte final de esta época.

Hay razones para pensar que al tiempo de la conquista Inca de la Costa, la Cos­ta estaba tecnológica y polÍticamente más avanzada que la. Sierra, y que los In­cas tomaron mucho de la civilización costera (Rowe, 1948). Es posible que lapo­blación de la Sierra no alcanzara su máximo sino hasta la expansión Inca, 400 aftos después del clÍmax demográfico en la Costa. Ciertamente. los sistemas de terrazas regadas construídos por los Incas en la Sierra pudieron producir el in­cremento de población, mientras que los sistemas de regadío en la Costa ya no po­dían ser extendidos. La hipótesis de que la conquista Inca se produjo en un perío­do de crecimiento demográfico y económico de la Sierra, explicaría la fuerza vi­tal de la expansión Inca pero no su Ímpetu inicial.

Obras citadas:

BENNETT, Weadell, 1946. The uchaeology of the Ceatnl Aadea. Htlllllboolc of Soall& AmericCIIJ lrtllialu, vol. 2, Bareaa of Americaa Etbaology, • 143, Waahiagtoa, D.C.

-------, 1918. Tbe Peraviu co-vadi­tioa. A ~~~ericCIIJ ..tllliquity, 13, ao. 4, pan 2.

BENNETT, Weadell, ud Jmiu BIRD, 1949. A,.. íle1111 culture Ai&tory. Americu Maeam of Natural Hiatory, 15, New York.

BDlD, Jmiaa, 1918. Precenunic caltarea of Chica­me ud Viní. AmericCIIJ Allliquity, 13, ao. 4, pul 2.

Z4

KROEBER, Alfred, 19-&4. Pe,..viCIIJ ,.cl&oeolon ¡,. 1942. Vikiag Fmd Pablicatiou ia Aatbropolo­gy, 4, New York.

LOTHROP, Samael, 1951. Peraviu -tallargy. The Civilizalioru of AIICierat A~~~erica, Uaivel'­aity of Chicago Presa, Chicago.

LARCO HOYLE, Rafael, 1918. Cro110logia an¡uco­lópca tlcl 110rte tlel Pcri. Baeaoa Airea.

ROWE, Joha, 1918. The kiadgom of Chimor. Acta A.meric<UJG, 6.

SCHAEDEL, Richard, 1951. Major ceremonial aad populatioa ceatera ia aortbena Perá. TAe C ivili-

:raeions of A11cient America, UDivel'llity of Cbi­cago Preaa, Cbicago.

STEWARD, Juliu, 1948. A fuDctiooal-developmeDtal claaaificatioD of Americu bigb cultures. Ame­rican A111iquiey, 13, DO. 4, part 2.

------• 1949. Cultural cauaality aud law: A trial formulatioD of developmeDt of early civilizatiooa. American Antlaropologise, 51, Do. l.

STRONG, W. Duocu, 1948. Cultural epocbs aDd refuae stl'lltigrapby iu PeruviaD arcbaeology. American Antiquiey, 13, DO. 4, part 2.

WD..LEY, GonloD, 1950. Growtb treDda iD New World cultures. Euays in Antlaropology in Honor of Byron Curnrni11gs, Suta Fe, New Mexico.

------, 1951. PeruviaD aetdemeDt aod aocio-ecooomic patterua. Tlae CivilizadoiiS o( Ancielll Arnerica, UDivel'llity of Cbicago Presa, Cbicago.

------• 1953. Prelaistoric settlement pattems in tlae Virú vtúley, Peru. Bureau of Americu EtbDology, 155, WaabiDgtoD, D.C.

FIG. 2. - SINOPSIS POR EPOCAS DEL DESARROLLO CULTURAL

EN LA COSTA PERUANA

PLANTAS ANIMALES EPOCA CULTIVADAS DOMESTICOS REGADIO

1 ~ J \ 1

EXPANSIVO MILITARISTA

Tardío: sistemas abarcan---- do varios valles.

Total de plan-FLORECIENTE tas cultivadas (Fertilizantes de guano).

REGIONAL (ca. de 50).

Temprano: sistemas abar-cando un valle.

Frijol, Llama. alpaca, Expansión del regadío por conejillo de In- canales, pero sin abarcar pepino. di as. todo un valle.

FORMATIVO

Maíz. yuca. Posiblemente Probable? cacahuete. ca- llama. (por inundación?). labaza.

Algodón. cala-AGRICOLA hacino. chile, Ninguno. Ninguno.

INCIPIENTE canavalia.

zs

FIGURA 2. (Si~e)

TIPOS DE ORGANIZACION EPOCA POBLACION POBLAMIENTO SOCIOPOLITICA

Descenso? l Semejante,con la jerar-quía Inca sobrepuesta.

Descenso? Centros urbanos de Fuerte sistema de e la-

EXPANSIVO élite y gente común. ses; nobleza heredita-

MILITARISTA ria; reinos despóticos.

Sociedad más estre-

Poblados planeados, chamente organizada

cercados, rectan- en poblados planifica-Poco cambio. gulares. dos; posiblemente im-

perio abarcando la Costa.

Estados abarcando un Pueblos de tamai\o valle y después varios medio; pueblos valles; control teocrá-grandes por aglome- tic o con e reciente im-

FLORECIENTE Maximum ración,confrecuen- portancia de los jefes REGIONAL de población. cia alrededor de los guerreros; fuerte es-

templos -pirámides. tratificación de clases; mucha especialización de oficios.

Comunidades nuclea-Pueblos mayores en res más grandes; al-

Notable incremento. todas partes de los gún control centraliza-' valles. do bajo sanción reli-

giosa.

FORMATIVO

Comunidad nuclear, sostén de un templo;

Pequeños poblados sacerdotes; especiali-Incremento. (al nivel del suelo) zación de oficios para

objetos rituales.

AGRICOLA Aldeas de casas Aldeas autónomas, sin

INCIPIENTE semi-subterráneas especialistas ni clases

Diseminada. al borde del mar. sociales.

Z6

FIGURA 2. Sigue TECNICAS

EPOCA GUERRA ECONOMIA ARTESANAS

Ejércitos permanen-Almacenaje ytrans-

l ferencia de exceden-tes; estrategia, tác-

tes; comercio, exceP' tica y logística. to el local, monopoli-

zado por el imperio. ,,

Producción en masa EXPANSIVO Ejércitos organi- de objetos; comer- Producción en ma-

MILITARISTA zados; guerras de cio extenso; balsas sa de objetos. conquista. intercosteras.

Fuerza militar muy organizada en toda Moldes para la alfa-laCosta; centrali- Comercio extenso. rería doméstica. zación política no muy clara.

-Tardío: guerras de Comercio entre los Adobes de molde conquista; toma de valles y costero. para los edificios; prisioneros; equi- Mercados? muchas técnicas po militar especia- Producción intensi- textiles especiali-lizado. va de objetos de lujo zadas; f!l'ndido de

FLORECIENTE ("factorías texti- metal. REGIONAL les").

Temprano: incur-

l siones entre los va-lles; cabezas como trofeo.

Primeras fortifica- Agricultura comple- Cerámica pintada; ciones; incursiones ta; comercio con el tejidos de lana. a los valles próxi- Altiplano. mos.

FORMATIVO

Agricultura, pero Telar; cerámica Sin evidencias de con pesca todavía incisa; moldes pa-guerra. importante. ra la cerámica ri-

tu al.

Tejidos a mano; AGRICOLA Probable mente Pesca, recolección, esteras, cestos.

INCIPIENTE ausente. horticultura. Sin alfarería.

27

EPOCA

EXPANSIVO MILITARISTA

FLORECIENTE REGIONAL

FORMATIVO

AGRICOLA INCIPIENTE

FIGURA 2. (Sigue)

METALURGIA

Instrumentos y ar­mas de bronce.

Bronce, plomo; bronce vaciado.

Aleación de cobre­arsénico; bronce?

Costanorte: oro, cobre, plata y sus aleaciones; fundido, dorado, plateado; instrumentos y ar­mas de cobre.

Costa sur: sólo ----oro.

Cobre? Oro-cobre? (Metales raramen-

te).

Oro batido, realza­do, templado, sol­dado.

Inexistente.

ARTE

Ligera influencia

Inca. 1t Costa norte: mode­lado y ;eiTeve de va­sijas reproducido con moldes; relie­ves geométricos en las paredes. Costa sur: geomé-tricO.--

Interpretación polí­croma de los moti­vos de Tiahuanaco, con mezclas estilíe­ticas.

~estético.

Costa norte: pin­tura y iiWde'iado rea­listas; tendencia del simbolismo ritual al realismo secular.

~~:formas vivientes y demo­nios estilizados.

Experimentación pintando y modelan­do vasijas; poco contenido simbóli­co.

Arte estilizado, simbólico, domi­nado por el motivo del felino de Cha­vín.

Sin desarrollar.

Z8

ARQUITECTURA PUBLICA

\

Grandes complejos amurallados de pa­lacios y patios, con pequeñas pirámides; fortalezas grandes.

Grandes cercados rectangulares (para defensayadminis­tración?). Pocas, si algunas, pirámi­des.

Castillos fortifica­dos; enormes tem­plos -pirámides.

(Estructuras de te­rrazas menos im­portantes en la Cos­ta meridional).

Montículos pirami­dales; reductos en los cerros.

Plataformas para templos; primeras pirámi­des?

Ninguna.

LA BASE AGRICOLA DE LA CIVILIZACION URBANA EN MESOAMERICA

por Aogel PALERM*

Se ha afirmado, en algunas ocasiones, la existenc~a de relaciones entre los sis­temas agrícolas de regadío y el desarrollo de la civilización urbana en la Mesoamé­rica prehispánica (cf. Armillas, 1951; Palerm, 1952). En el presente trabajo voy a tratar de clasificar los sistemas agrícolas mesoamericanos y relacionarlos con la densidad de población y con los tipos de poblamiento. Al mismo tiempo, intenta­ré mostrar las características y la importancia del regadío en Mesoamérica, y ex­poner algunas de ias circunstancias que hicieron del vaue de México el núcleo del área central.

l. Sistemas agrícolas y tipos de poblamiento en Mesoamérica.

La tipología que proponemos establece tres sistemas agrícolas fundamentales: roza, barbecho y regadío (considerando las chinampas como una forma especializa­da de riego). Nuestra descripción se basa en las fuentes históricas y en l<ls técni­cas usadas modernamente por algunos grupos indígenas.

Los datos sobre la productividad y las concomitantes demográficas y de po­blamiento, descansan principalmente en investigaciones actuales de campo, pe­ro pueden s er comprobadas con información obtenida de los documentos histó­ricos.

El sistema de roza.

Consiste en talar una sección del bosque, en una época propicia para que la vegeta-· ción cortada seque, afinde quemarla. Des­

pués de la quema se siembra por medio de espeque (palo o bastón plantador),y se efectúan escardas periódicas. Tras de un período variable, pero general­mente breve, el suelo se agota y el rendimiento disminuye. Entonces se aban­dona el terreno, para permitir la regeneración del suelo y del bosque. Unanue­va sección del bosque es talada, a fin de continuar el ciclo agrícola. Tal es, en líneas muy generales, el sistema de roza típico de los bosques tropicales de Mesoamérica.

Tajín, una congregación totonaca de Veracruz, México, nos ofreció laopor­tunidad· "iie estudiar los efectos de semejante sistema, a pesar de las modifi­caciones introducidas a partir de la Conquista. Los mencionaremos muy bre­vemente. (Para descripciones detalladas, véase Kelly y Palerm, 1952, y Pa­lerm, 1952).

Cada familia de Tajín cultiva, por término medio, una milpa de una hectá­rea y media de extensión, que rinde dos cosechas anuales de maíz. Durante los doa o tres primeros aflos los rendimientos son buenos. Luego, con fre­cuencia, la milpa se sustituye por una pl'antación de vainilla, para lo cual se permite un crecimiento parcial de árboles seleccionados. Diez o doce aflos después se abandona el terreno, para darle un descanso completo de otros diez o doce años. Tenemos, en consecuencia, un ciclo milpa-vainillar (con bosque parcial) -descanso completo. Su duración es de veinticuatro aflos •

• ActualJI"I·.~. "" la Oficios de Cieociaa Sociales de la Uoióo Paoamericaoa, Waabiogtoo, D.C. Ha trabajado exteosameote eo etoografía e historia prebiapúica de Mesoamérica.

29

La existencia de este ciclo implica que se requieren doce hectáreas de te­rreno aprovechable por cada hectárea y media dedicada al cultivo. Los requi­sitos serían menores de no existir la rotación milpa-vainillar. Pero la con­trapartida es que el período de vainillar es, también, de regeneración del sue­lo y del bosque, y que la explotación de la vainilla, al mejorar la condición económica de los agricultores, disminuye la superficie de cultivo de milpa ne­cesaria por familia.

El patrón agrícola funciona con éxito en tanto que se respeta el ciclo y hay su­ficiente tierra. Si el ciclo se fuerza, la regeneración del suelo no tiene lugar con la eficacia suficiente. El aumento de población resulta, así, tolerable hasta un cierto límite, pasado el cual se presenta el problema de la falta de tierra. O bien, si se acorta el ciclo, se presenta un descenso general de productividad. La Única solución consiste en la migración de grupos familiares, que marchan en busca de tierras nuevas.

Existe, por supuesto, una relación directa entre la densidad demográfica y el sis­tema agrícola, pero también con el tipo de poblamiento. La gente puede elegir entre dos posibilidades: población dispersa o concentrada. Si se adopta la concentrada, la comunidad tiende a cultivar primero las tierras más cercanas. Poco a poco el radio de cultivo aumenta, y las distancias ala milpa son mayores y más incómodas. Fi­nalmente, sobreviene un proceso de desintegración por pequeflas migraciones, y qui­zá de reintegraciones sucesivas, o bien un traslado en masa. Es claro que un siste­ma así sólo es posible en comunidades de pequeflo tamaflo. Parece que esta es la si­tuación que encontramos todavía al poniente de Tajín, en las estribaciones de la Sie­rra Madre Oriental.

Si se adopta la dispersión, la "migrac1ón" periódica de las milpas se hace alrededor de la casa, como ocurre en Tajín. La existencia de un pe­queño núcleo residencial, que funciona, a veces, corr.o centro político, comercial, y ceremonial, no altera el patrón de dispersión. Ciento sesenta y siete fami­lias viven en Tajín fuera del núcleo residencial, y sólo treinta y cinco en él.

El sistema de barbecho.

Este sistema de cultivo se inicia, asimis­mo, con la tala y quema de la vegetación existente. La milpa establecida sobre es­

te terreno posee una duración sensiblemente igual (superior en algunos casos) a la milpa de roza. El hecho importante es que los períodos de descanso son incompa­rablemente más cortos. Basta, con frecuencia, un número de aflos igual al que es­tuvo en cultivo. La causa de esta disparidad parece, sobre todo, ambiental. En­contramos el sistema de barbecho como típico de las tierras templadas y frías de México.

Eloxochitlán, un pueblo totonaco de la sierra de Puebla, México, nos dió la oportunidad de comparar este sistema con el de Tajín. Los datos permanecen sin publicar. Algunos de los que se refieren a la agricultura y a ciertos aspectos so­cioeconómicos pueden encontrarse en Palerm (1952), y un resumen general de la cultura en Kelly (1951).

Encontramos dos clases de milpa en Eloxochitlán: la llamada "huerta" o calmil (la milpa de la casa) y la milpa propiamente dicha. Tanto una como otra dan una sola cosecha al afio. El rendimiento por cosecha de la milpa de barbecho es sensi­blemente igual al de la milpa de roza. Se mantiene en cultivo, como promedio, unos dos o tres años, y se deja descansar otros tantos. El calmil es de cultivo perma­nente. Se abona con los desperdicios de la casa, con basura de animales domésti­cos y con hojas y ramas secas. El rendimiento por cosecha del calmil es doble del que se consigue con la milpa de roza o de barbecho.

De acuerdo con nuestros cálculos (que toman en cuenta, naturalmente, los rendi­mientos ;>or cosecha y anuales), una familia de Eloxochitlán necesita dos hectáreas

30

de milpa y media hectárea de calmil para conseguir el mismo rendimiento anual de maíz que en Tajín se consigue con una hectárea y media. Sin embargo, mientras en Tajín el ciclo de cultivo impone el requisito de doce hectáreas de tierra cultiva­ble por familia, en Eloxochitlán exige sólo seis hectáreas y media.

Por supuesto, el sistema de agricultura de Eloxochitlán permite una mayor den­sidad de población (casi el doble) que en Tajín. Además, el carácter permamente del calmil (que vive en simbiosis con la casa y actúa como su desp~nsa) y el casi permanente de la milpa de barbecho, favorece, si no impone, la estabilidad de re­sidencia. La casi totalidad de la población de Eloxochitlán vive relativamente bien agrupada, próxima o formando parte de un núcleo político y ceremonial que cuenta con construcciones importantes y antiguas.

El sistema Tecomatepec, un pueblo mexicano del sur del de regadío. estado de México, nos facilitó el tercer ejem-

plo comparativo (Palerm, 1952). Encontra­mos en este lugar, junto al sistema de barbecho típico de las tierras templadas y frías, un sistema de regadío reciente. Sin embargo, Tecomatepec está en una importante zo­na de riegos prehispánicos, mantenidoshastalafechaen algunos pueblos. No halla­mos diferencias apreciables entre sus técnicas de irrigación y las de Tecomatepec.

La toma de agua se hizo en el río Calderón (uno de los formados en el Nevado de Toluca), a treinta y seis kilómetros de distancia. Se excavó un canal (apantle) de unos cuarenta centímetros de ancho y treinta de profundi­dad. En este trabajo se emplearon once años. En seguida se construyó una pequeña presa para atajar el río y desviar parte del agua.

El trabajo de mantenimiento del sistema es constante. Cada temporada de lluvias azolva o destruye parte de la acequia. Además, deben abrirse y cerrarse periódicamente aberturas transversales en el canal, para la cir­culación del sistema natural de drenaje.

No todos los vecinos de Tecomatepec se benefician de la irrigación; só­lo aquellos que participaron en el trabajo. Otro grupo de agricultores de Yerbas Buenas cooperó con el de Tecomatepec, es solidario del manteni­miento del apantle y aprovecha parte del agua. Además de esta coopera­ción entre dos poblados, hubo que hacer arreglos especiales con los pueblos cuyos terrenos atraviesa el canal, y con otros que aprovechaban también el agua del río Calderón.

La necesidad de una dirección firme y con autoridad de los agriculto­res de riego de Tecomatepec, es evidente. Además de los largos trabajos de construcción, de la labor constante de mantenimiento, de la necesidad de arreglos formales con otros pueblos, hay que asegurar la distribución equitativa del agua entre los vecinos, por medio de turnos y de horas. Existe un sistema de sanciones por indisciplina y abusos, que puede llegar desde la privación de agua por cierto tiempo hasta la prohibición definiti­va de usarla.

La productividad de la agricultura de regadío (combinada en Tecomate­pec con el empleo más sistemático de. abonos) justifica los esfuerzos. El rendimiento por cosecha es de dos y medio en relación a uno con cultivo de barbecho. Además, en un mismo terreno se levantan dos cosechas: una de riego y otra de temporal. El cultivo es constante. No hay necesidad de dejar descansar el suelo.

De acuerdo con nuestros cálculos la hectárea y media cultivada requerida en Tajín, y las dos hectáreas y media exigidas en Eloxochitlán, pueden reducirse en Tecomatepec a O. 86 hectáreas. La reducción es aún más impresionante en la su­perficie cultivable necesaria por familia: doce hectáreas en sistema de roza; seis hectáreas y media en sistema de barbecho con calmil; O. 86 hectáreas en

31

sistema mixto de riego y temporal. De acuerdo con una comunicación de W. Sanders,t:n un sistema exclusivo de riego, como las chinampas, el requisito sería tan sólo de 0.37 hectá­reas con cultivo comercial, y entre 0.6-0. 7 con cultivo mixto de subsistencia y comercial

La posibilidad de densidad de población se incrementa extraordinariamente con la irrigación. Pero, además, el sistema de cultivo impone la permanencia de la habitación y la concentración de los pobladores sobre las áreas irrigadas. Te­comatepec, como los demás pueblos con riego de la zona, está "urbanizado" y tiene construcciones permanentes bien planeadas.

Comparación final y conclusión.

Hemos encontrado una relación entre los tres sistemas de cultivo, la densidad de­mográfica y los tipos de poblamiento. Una

comunidad de cien familias necesita 1,200 hectáreas cultivables en sistema de ro­za; 650 hectáreas, en sistema de barbecho con calmil; 86 hectáreas, en sistema mixto de riego y barbecho; entre 37 y 70 hectáreas, en un sistema completo de rega­dío (chinampas). Los tipos correspondientes de poblamiento son: 1) poblamiento disperso o pequeñas aldeas trashumantes, con milpas migratorias

en los dos casos; 2) poblamiento permanente, a veces disperso y otras formando aldeas; milpas

prácticamente permanentes; 3) y 4) comunidades concentradas y muy estables; milpas permanentes.

2. El regadío y las áreas naturales en Mesoamérica.

La importancia del regadío en Mesoamérica, como un fundamento de la civili­zación urbana, puede ser puesta aún más de relieve. Las primeras culturas ur­banas del Viejo Mundo podían seguir (cuando menos teóricamente) dos líneas agrí­colas de desarrollo: cultivo extensivo de secano, o cultivo intensivo de regadío. Pero la agricultura extensiva requiere tres elementos básicos desconocidos en Me­soamérica: arado, animales de tiro y buenos medios de transporte. Quizá pudié­ramos añadir la posesión de una metalurgia más avanzada de la que tenía México. Sólo una favorable combinación de estos elementos permite limpiar y cultivar gran­des extensiones con relativamente pocos brazos, y transportar, con la rapidez ne­cesaria, la cantidad suficiente de productos para abastecer a un centro urbano.

Parece bastante claro que una agricultura de secano, que no era extensiva en Mesoamérica, no podía reunir el excedente de producción suficiente y constante para mantener centros urbanos. También parece incapaz de crear el estímulo necesario para su desarrollo. Ambas posibilidades (capacidad productiva y estí­mulo) aparecen con la agricultura de riego, cuyo desarrollo es compatible con me­talurgia e instrumental relativamente primitivos, con ausencia de arado, de rueda y de animales de carga. A cambio de esto, se requiere mucha cooperación de tra­bajo y cierta centralización política.

Las condiciones climáticas.

Nuestro escepticismo respecto a las rela­ciones del cultivo de secano con el notable desarrollo urbano mesoamericano, aumen­

ta al considerar las condiciones climáticas (cf. Vivó y Gómez, 1946). Whetten (1950, pp. 13-15) ha resumido así las dificultades principales: 1) dos tercios de la superficie total de México son zonas montañosas; sólo un tercio puede ser con­siderado más o menos llano; pero de esta fracción la mayor parte es demasiado seca para el cultivo; 2) el régimen de lluvias es inadecuado para una agricultura floreciente sin riego; 52.1% del área del país no se puede cultivar .sin irrigación;

32

30.6% tiene cosechas inseguras la mayor parte de los ai\os; 10.5% tiene un perío­do de sequía cada cuatro o cinco ai\os; sólo en el 6.8% las lluvias son suficientes. Pero gran parte de esta zona (ai\adimos nosotros) corresponde a la región de bos­ques tropicales (con sistema de cultivo de roza).

Las condiciones orográficas e hidrográficas.

El área central de Mesoamérica tiene, es­quemáticamente, la forma de un triángulo. Su vértice noroccidental está en la desem­

bocadura del río de Santiago; el nororiental, en la desembocadura del Pánuco, y el meridional en la región ístmica de Chiapas. La mayor parte de este territorio (cf. Vivó, 1948; Vivó y Gómez, 1946; Tamayo, 1946) está constituída por mesetas arrugadas, en las que se originan los grandes sistemas hidrográficos. Los bordes oriental y occidental están determinados por los sistemas orográficos que descien­den hacia el Pacífico y el Golfo de México. En tanto que el litoral del Golfo forma llanuras costeras, de poca inclinación, la costa del Pacífico está cerca de las mo~ tañas y tiene pendientes bruscas. Esta formación peculiar agrava el carácter to­rrencial de las corrientes de agua. Sin embargo, mientras los ríos del Golfo se vuelven relativamente tranquilos en la llanura costera (con inundaciones catastró­ficas ocasionales), los del Pacífico, en general sin oportunidad de cursos bajos, producen inundaciones periódicas y pasan violentamente al mar.

La conclusión es obvia cuando relacionamos esta situación con las condiciones climáticas. Los cursos de agua que mejor podrían utilizarse para el regadío (los de la costa del Golfo), corren por zonas, en su mayoría, de bosque tropical lluvio­so. Los ríos del Pacífico, donde el riego resulta con mucha frecuencia indispen­sable, son de casi imposible control, en términos de la tecnología prehispánica. Sin embargo, sus crecidas inundan periódicamente las orillas y favorecen una agri­cultura de humedad.

La situación de las mesetas es más propicia. La orografía, aunque accidenta­da, ofrece superficies llanas. Los ríos, a pesar de su carácter predominantemen­te torrencial, tienen posibilidad de ser controlados. aun en la época prehispánica. Las condiciones climáticas hacen el riego impr~scindible en algunos lugares y su­mamente útil en otros. Existen otras razones para considerar las mesetas como el área más favorable para el desarrollo de la civilización: 1) la existencia de corrien­tes de agua permanentes, procedentes del deshielo de las sierras y de las filtraciones acumuladas en el subsuelo; 2) la existencia de lagos, q:1e ejercen el triple papel de vías de comunicación, de fuentes de alimentos y de medio pat .; el cultivo de chinampas.

No pretendemos, con esta exposición, más que trazar un cuadro muy general, d!'!ntro del cual podrían orientarse algunas investigaciones y comparaciones. Se po­dría decir que las culturas de las costas de México han desempeñado un papel me­nor, especialmente en el período urbano. El área clave económica, polÍtica y mi­litar, estuvo en las mesetas.

Las zonas naturales del Totonacapan.

Quisiéramos ai\adir algo más concreto a esta discusión, recurriendo a una región bien conocida por nosotros. El Totonaca­

pan ocupa una amplia zona del centro de Veracruz, del norte de Puebla y del orien­te de Hidalgo, cuyos lÍmites linguísticos fueron ya definidos (Kelly y Palerm, 1952, mapa 1). Podemos distinguir varias áreas naturales: 1) una zona costera cálida, seca,. llana, con sabanas, que forma una cuña árida incrustada en los bosques tro­picales lluviosos de Veracruz; 2) una faja templada, lluviosa, intermedia entre la costa y la Sierra, montuosa, de regular altura; 3) una zona cálida, húmeda, de bosque tropical lluvioso, principalmente montuosa; 4) una faja fría, lluviosa, en las alturas de la Sierra; 5) una faja fría, árida y semiárida, a veces desértica, al­ta, a la sombra pluvial. de la Sierra. Los lugares característicos de cada zona

33

podrían ser: 1) cálido-seca: Cempoala; 2) templado-lluviosa: Jalapa; 3) cálido­

húmeda: Papantla; 4) frío-lluviosa: Zacatlán; 5) frío-árida: Tulancingo y Pero­te, este Último como variedad desértica.

La situación demográfica y urbana del Totonacapan.

Nuestro estudiO de la situación demográfi­ca en el Totonacapan hacia 1519 (Kelly y Palerm, 1952, p. 11, tabla 1), indica que

la mayor densidad de población estaba en el área cálido-seca. Nuestro cálculo pa­

ra las regiones combinadas de Cempoala y de Jalapa (cálido-seca y templada) es

de 63-53 habitantes por kilómetro cuadrado. Sanders (1951), trabajando indepen­

dientemente, llegó a 75 habitantes por kilómetro cuadrado en la región de Cempoa­

la, y a 50 en la de Jalapa. En la región septentrional del Totonacapan, (excepción

hecha de Papantla), principalmente caliente y lluviosa, nuestro cálculo fué de 56-

52 habitantes por kilómetro cuadrado. El de Sanders (1951), que incluía Papantla, es de 30 habitantes.

La distribución de las concentraciones de población es, incluso, más significa­

tivo. Las fuentes atribuyen a Cempoala 80-120, 000 habitantes; 24, 000 a Colipa;

60, 000 a Papantla; 120, 000 a Jalapa, y cifras más modestas, entre 4 y 8, 000 a

Almolonga, Chapultepec, Chila, Jilotepec, Matlatlán, Miahuatlán, Naolinco, Te­

petlán y Tlacolulan (Kelly y Palerm, 1952, pp. 8 y 9; cf. también la tabla 14 del Apéndice A).

¿Hasta qué punto podemos considerar a los cuatro lugares mayores como ver­

daderos centros urbanos? Puede creerse que no toda la población era por entero

urbana, y que en las cifras totales entren arrabales o rancherías no bien in­

tegradas al centro. Pero es claro que los 80-120,000 habitantes de Cem­

poala se atribuyen a la ciudad y no a: la provincia, para la cual tenemos otras

cifras (250, 000 habitantes; Kelly y Palerm, 1952, p. 8). Por otra parte, las

descripciones originales de Cemooala nos dan un patrón enteramente urbano:

casas, palacios, templos, calles, plazas, distribución de agua corriente a las

viviendas y a las huertas privadas, etc. (Kelly y Palerm, 1952, pp. 8, 62, 176).

Para Colipa las evidencias son menos fuertes. De hecho, se reducen a la po­

blación del lugar (24, 000 habitantes). Un reconocimiento arqueológico podría co­

rroborar el dato. El caso de Papantla es distinto. Aunque la cifra dada por la fuente (cf. Kelly

y Palerm, 1952, p. 9; tabla 14, Apéndice A) podría, por su ambiguedad, atribuír­

se a un solo lugar o a una provincia, parece muy dudoso que una ciudad de tal ta­

maño ( 60, 000 habitantes) hubiera pasado sin mayores comentarios de los cronis­

tas. La evidencia arqueológica es contraria. Los rasgos culturales prehispáni­

cos de Papantla no corresponden a los de una sociedad urbana. La Relación ~­

gráfica de Papantla (Carrión) nos presenta a sus habitantes viviendo dispersos.

Es casi seguro que lo que existió en Papantla fué el centro ceremonial y político

de una población dispersa. Torquemada (1:248-249) nos dejó una buena descrip­

ción de esta situación. Asienta, primero, que no todos los antiguos pobladores de

la Nueva España vivían en ciudades, sino que muchos estaban esparcidos y derra­

mados, como ocurría en las provincias totonacas ... "Pero háse de advertir que en

algunas de estas dichas provincias, usaron, que los pueblos que hacían cabeza, y

metrópolis de la nación, o provincia, tenían algún más concierto, que las otras po­

blaciones, o congregaciones sujetas ... En esta principal congregación, y cabeza,

acostumbraban tener sus templos, y culto ... Aquí asistía el señor, y rey, y te­

nían sus casas muy suntuosamente labradas: acompañábanlas las otras casas de

gente principal, y noble; y aunque no en calles formadas, al menos con orden con­

certado ... Y esta congregación, (en alguna manera confusa, y derramada) era en

número de ciento y doscientas casas, y en partes más, y en partes menos: el otro

34

pueblo (digo los demás de esta nación, o seftoría) que era como miembro de esta cabeza, estaba derramado, por los cerros, y serranías, por valles y quebradas .•. ".

El caso de Jalapa no presenta mayores dificultades. La población (120, OOOha­bitantes) debe ser atribuída conjuntamente a un centro de regular tamafto (quizáco­mo máximo un décimo del total) y a una serie de barrios y rancherías dependien­tes. También para Jalapa encontramos una descripción que parece ajustarse mu­cho a la realidad. Es de Hernán Cortés (p. 57), y se refiere a Jico, un pueblo no muy distante de Jalapa. "TTna villa muy fuerte y puesta en recio lugar, porque es­tá en una ladera de una sierra muy agra ... y en lo llano hay muchas aldeas y al­querías de á quinientos y á trescientos y á doscientos vecinos labradores, que se­rán por todo hasta cinco ó seis mil hombres de guerra ... "

El resto de los lugares citados más arriba entra más bien en la categoría de villas, que en el de posibles verdaderas ciudades. Como Armillas (1951, p. 22), consideramos a la villa como una forma intermedia entre la aldea y la ciudad, co­mo un tipo transicional entre la vida rural y la vida urbana.

En resumen, podemos decir: 1) Que verdaderas ciudades en el Totonacapan pareceñ ericoritarse sólo en la zpna cálido-seca; acompaftando a este desarrollo urbano hallamos una considerable concentración de villas y la mayor densidad de población; 2) No encontramos evidencia de centros urbanos en la zona cálido-hú­meda; la densidad de población fué baja, y el tipo de poblamiento disperso, con algunos centros ceremoniales y políticos; 3) Tampoco halla:mos evidencia de cen­tros urbanos en la zona templado-lluviosa, pero sí de villas y de centros ceremo­niales y políticos bien planeados, establecidos con frecuencia como fortalezas; 4) En la zona frío-lluviosa parece encontrarse una situación parecida a la de.la zona templado-lluviosa; 5) En la zona frío-árida el patrón de población parece aseme­jarse al de la zona cálido-seca.

, En conclusión, la mayor densidad de población y el único verdadero desarrollo 1 urbano deiTotonacapan (con su gran variedad de zonas naturales), lo encontramos ·en una zona cálido-seca, en la cual se presentan, también, los únicos sistemas de cultivo de regadío conocidos en la región totonaca. Debe aftadirse que el riego en esta zona contó con varios elementos favorables: 1) terrenos llanos; 2) ríos pe­queftos, excepcionales en la costa del Golfo; 3) corrientes de agua regulares, pro­cedentes en parte del deshielo, mlly poco frecuentes en la costa (cf. Tamayo, 1946, pp. 164-166). El desarrollo urbano pudo ser facilitado, asimismo, por el estímu­lo del comercio con zonas naturales cercanas profundamente distintas, por la proxi­midad del mar y por ciertas facilidades de transporte por agua. Probablemente, otro clímax de urbanismo existió en la zona frío-árida.y semiárida (véase por ~jemplo Cortés, p. 59), en el que parecen haber tenido poca o ninguna participa­ción los totonacos.

¿Hasta qué punto pueden extenderse las conclusiones del Totonacapan al resto de Mesoamérica? Nuestra impresión es que es posible cierto grado de generali­zación cuidadosa. Necesitamos un cuadro de Mesoamérica, en el que se combinen las áreas naturales con las culturales, y se establezca una relación sistemática entre los sistemas de cultivo, la demografía y el urbanismo, utilizando datos et­nográficos, históricos y arqueológicos.

3. ~1 regadío en el área central de Mesoamérica.

Parece evidente que la agricultura de regadíofacilitó condiciones Óptimas para el desarrollo urbano en Mesoamérica. Decidimos, entonces, investigar las fuen­tes antiguas para determinar la distribución de los riegos. Utilizamos las siguientes

35

fuentes: 1) Anales de Cuauhtitlán; 2) Relación del origen de ~ ~· •. ; 3) Ixtlilxochitl; 4) Tezozomoc; 5) Cortés; 6) Sahaguñ;" 7) Epistolario'!!~ Espail.a; ~) Gómara; 9) ~de visitas; 10) Lebrón de Quiftones; 11) Relacio­~ geograficas, y 12) Ponce.

Resulta imposible mencionar aquí todos los pueblos con regadío que hemos identüicado. Lo hemos hecho en otro lugar (1954). Aquí presentaremos sólo los resultados globales, agrupando los pueblos según los estados actuales de la Repú­blica mexicana. Colima: 10; Distrito Federal: 8; Guanajuato: 1; Guerrero: 34; Hidalgo: 19; Jalisco: 50; México: 34; Michoacán: 24; Morelos: 5; Nayarit: 18; Oaxaca: 54; Puebla: 29; Querétaro: 1; Veracruz: 5; Zacatecas: 2. Total: 294.

A esta lista deben agregarse los pueblos de los que se dice que tenían "huertas". Para nosotros, huerta implica alguna clase de riego. Armillas (1949) ha sosteni­do el mismo criterio. La evidencia está apoyada, asimismo,en que la mayoría de las huertas mencionadas eran de cacao, en regiones donde este cultivo necesita irrigación (véase más adelante). Colima: 14; Distrito Federal: 3; Guerrero: 8; Jalisco: 9; Michoacán: 1; Morelos: 1; Nayarit: 1; Oaxaca: 2; Veracruzl l. To­tal: 40.

La distribución del cultivo del cacao en Mesoamérica debe ayudarnos a com­pletar el cuadro. ¿Hasta qué punto este cultivo indica con seguridad, cuando la fuente no añade "huerta", la presencia de riego? Armillas ( 1949, p. 88) escribe: "por 1o menos en todo el occidente de Mesoamérica cuando las fuentes históricas se refieren a cacao cultivado por los naturales mencionan explícitamente riego o lo hacen implícitamente diciendo "huertas de cacao"; cuando se encuentre una re­ferencia a cacao en esa región sin especificar sistema de cultivo puede asegurar­se que es regadío".

Hay que ser cautos, entonces, y no usar las referencias a cacao cultivado fue­ra de las zonas climáticas que hacían el regadío ind~spensable para esta planta. El

'-P~~!:~J~g_g..s¡~ (1:295) subraya que "los indios f tienen ] sus cacauatales donde hay agua con que regarlos", pero menciona la provincia de Yucatán como un lugar don­de el cacao se daba sin riego, "en hoyas y lugares húmedos y umbríos, pero esto ies poco y de poco fruto". Podríamos ai!.adir a Yucatán prácticamente toda la cos­Ita del Golfo de México, aunque el cultivo de cacao con importancia comercial pa-rece tener el río Papaloapan como límite norte. Sabemos, por ejemplo, que en Usila y Chinantla se daba cacao en gran cantidad aprovechando la humedad de las riberas de los ríos (Esquive!, pp. 60, 64-67; Quijada, pp. 46, 50). Pueblos que cultivaban cacao, seguramente de riego: Chiapas: 4; Colima: 7; Guerrero: 11; Jalisco: 9; Michoacán: 1; Nayarit: 7; Oaxaca: i.- Total: 42.

Una cuarta lista posible incluiría los pueblos de los que se mencionan acequias, sin especificar si se usaban para regar. Realmente, las acequias tenían diversos usos en Mesoamérica (comunicación, defensa, drenaje, riego). Sin embargo, en los casos que hemos seleccionado la evidencia es fuerte, porque coinciden con lu­gares de chinampas modernas (probablemente también prehispánicas), o con otras pruebas indirectas de riego. Distrito Federal: 4; México: 2. Total: 6.

El total general es de 382 pueblos diferentes (se han eliminado las duplicacio­nes), conjunto impresionante si tomamos en cuenta el número de fuentes usadas. Con la excepción de algunos de la Última lista (acequias), el resto no parece de­jar lugar a dudas en cuanto a la seguridad del regadío.

4. La antiguedad y la importancia del regadío en Mesoamérica.

Dos preguntas importantes, cuando menos, deben ser contestadas, antes de rela­cionar definitivamente el regadío con el desarrollo de la civilización en Mesoamérica.

36

¿Cuál es la antiguedad del riego? ¿Cuál fué el nivel de organización y la impor­tancia de las obras realizadas? Queremos presentar algunos elementos de consi­deración.

El problema de la antiguedad.

Armillas (1951, p. 24) ha expresado su idea de que la aparición de los centros ur­banos del horizonte clásico mesoamerica-

no está vinculada con la transformaeión de la agricultura. Es decir, con el re­gadío. Dos tipos principales de evidencia parecen sostener su hipótesis (apar­te de las razones que hemos expuesto más arriba): 1) la distribución geográfica de los riegos; 2) ciertos datos arqueológiccs.

La amplia distribución geográfica de los regadíos indica una considerable antiguedad. Los pueblos con riego aparecen diseminados sobre toda el área central de Mesoamérica, con la esperada excepción de las regiones de bosque

1 tropical y de lluvias abundantes. Fuera del área central, encontramos tam-

1 bién riego en los Altos de Guatemala y en la costa del Pacífico al sur del .Istmo.

La irrigación aparece más concentrada, sin embargo, en el Valle de Méxi­co y en las cabeceras de los ríos Tula, Lerma y Atlixco, y en algunas regio­nes del occidente de México. Estos agrupamientos, y la débil repartición de los regadíos en el estado de Michoacán y en el occidente de Guerrero, podrían sugerir la posibilidad de dos centros de difusión: uno en el occidente de Méxi­co y otro en la meseta central. Es posible también, simplemente, que carez­camos de buenos datos sobre Michoacán y el oeste de Guerrero. Otro centro de difusión (según comunicación personal de Sanders) pudo estar en los Altos de Guatemala.

Algunos otros datos parecen confirmar la sugerencia de la relativa antigue­dad de los regadíos. Sears (1951, p. 57), basándose en estudios de polen, in­dica la existencia de ciertas fluctuaciones de clima en el Valle de México. A principios del Arcaico (o Formativo) el clima era húmedo, para convertirse en seco a fines del mismo período. Quizá este cambio, al repercutir sobre la agricultura, proporcionó el estímulo para la aparición o la extensión del rega­dío, sobre el que se basó el desarrollo posterior de los centros poblados.

Otra circunstancia parece sostener esta posibilidad. West y Armillas (1951, pp. 169 -170) escriben que si los tlateles de Chalco y Xochimilco son chinampas "fósiles", como se ha supuesto, la antiguedad de esta técnica debe remontarse al Ticomán tardío - Teotihuacán l. O sea, dentro del período de sequedad anunciado por Sears. Infortunadamente, no se ha efectuado ninguna éxploración arqueológica para determinar el verdadero carácter de los tlate­les.

El problema de la antiguedad del riego en Mesoamérica no podrá ser resuelto más que por medios arqueológicos. Las fuentes históricas no llevan el riego más lejos de la época tolteca.

La importancia del regadío.

Las fuentes escritas nos ayudan un poco más a apreciar la importancia del regadío, no sólo en relación con su amplia distribu­

ción geográfica, sino también con ciertas localidades. Refiriéndose a la región de Ta.cubaya y Coyoacán, en el Valle de México, escribe López (p. 187) "que los na­turales han recibido grandes agravios ansí en haber sido robados e quitados sus haciendas, tierras e aguas con que se sustentaban •.. especialmente que los veci­nos de Tacubaya y otomíes fasta Cuyoacan .•. tenían sacada antiguamente una agua que llevaban por la falda de la sierra. . . con la cual regaban sus panes en tierras estériles e con ella hacían muchas granjerías de huertas e legumbres con que se

37

sostenían, ~n ~~~agua l!_e :;ostenían más de~ mil vasallol!l de vues­tra majestad, la cual dicha agua el presidente les quito e quebró la cañería, dere­cha a un herido donde fizo tres molinos con seis ruedas muy poderosas en los edi­ficios ... " De Cholula dice Cortés (pp. 74-75): "Esta ciudad ... está asentada en un plano, y tiene hasta veinte mil casas dentro del r.uerpo de la ciudad, é tiene de arrabales otras tantas... Esta ciudad es muy fértil de labranzas, porque tiene ~ tierra z l!_e riega ~ más parte della ... ". Del valle de Izúcar diceCor­tes (p. 152) que ~ riega todo, con muy buenas acequias que tienen muy bien sa­cadas y concertadas. (Todos los subrayados son nuestros). No pretendemos que en todas partes la irrigación fué igualmente importante. Probablemente el tipo más frecuente sería el descrito por Mota y Escobar (1940, pp. 35-36), cuando di­ce que "sacan acequias y cañuelas de agua en algunos pueblos, de los arroyos ... ".

Pero la arqueología, otra vez, nos ayuda poco a decidir estos problemas. ¿Qué sabemos del sistema de regadío de Cempoala (Gómara, 1:102-103), que García­Payón parece haber identificado actualmente (Kelly y Palerm, 1952, p. 99)? ¿y qué de los del sur del estado de Hidalgo, que mantuvieron a centros florecientes y nutrida población, en contraste con la pobreza actual? Sauer (1948, pp. 60-61) ha mostrado la importancia del regadío en el valle de Alima, pero ningún arqueó­logo ha seguido sus pasos. Las grandes obras hidráulicas (canales, acueductos, terrazas) de la región de Tetzcutzingo, cerca de Texcoco, México, todavía son consideradas por muchos como destinadas a crear un lugar de esparcimiento para el rey N etzahualcoyotl. Cuando C ook ( 1949) estudia la historia demográfica de la Teotlalpan, curiosamente no se detiene a analizar el papel del regadío y de su abandono.

La situación en el Valle de México.

Seguramente el Valle de México es el lu­gar, por ahora, donde es posible estudiar las técnicas de irrigación en acción, con

la ayuda de fuentes históricas. El Valle, a pesar de sus suelos de aluvión, no es enteramente favorable para la agricultura. Su clima ha sido calificado de semide­sértico, con una humedad relativa semejante a la de Pachuca, Hidalgo, y con fre­cuentes heladas que acentúan las dificultades (Gama, 1920, p. 31). El floreci­miento de la civilización en este Valle semidesértico, parcialmente cubierto por lagos y ciénegas, fué un producto genuino del esfuerzo humano, comparable al de otras civilizaciones antiguas.

El Valle era una cuenca cerrada, en cuyo fondo se formó un sistema lacustre. De él dice Cortés (pp. 102-103): "en el ... llano hay dos lagunas ... e la una ... es de agua dulce, y la otra ... es de agua sala,da. Divídelas por una parte una cuadri­llera pequeña de cerros muy altos que están en medio desta llanura, y al cabo se van a juntar las dichas lagunas en un estrecho de llano que entre estos cerros y las sierras altas se hace .•. E porque esta laguna salada ... crece y mengua ... todas las crecientes corre el agua della á la otra dulce, tan recio como si fuese caudalo­so río, y por consiguiente á las menguantes va la dulce a la salada". Gómara (1: 247-248) añade que "la una es de agua salitral, amarga, pestífera, y la otra de agua dulce y buena, y que cría peces .. La salada crece y mengua ... La dulce está más alta; y así cae la agua buena en la mala ... ".

Esto quiere decir que, cuando el sistema lacustre constituía una unidad, las aguas tendían a correr hacia Texcoco, el punto más bajo, hasta llenar el vaso, y entonces refluían sobre el resto de la cuenca, produciendo inundaciones (Gama, 1920, p. 21). Pero lo que dió al sistema lacustre un carácter muy peculiar fué que unas aguas eran dulces y salitrosas, a causa de la "tierra salitral" (Gómara 1:247-248), a la "descomposición lenta de los feldespatos sódicos y potásicos que abundan en las rocas de las montañas que rodean el Valle" (Gama, 1920, p. 25). Si

38

esta característica hubiera sido la de los lagos de Chalco y Xochimilco, de Zum­pango y Jaltocan, el resultado hubiera sido la inutilización de casi todo el sistema lacustre para la agricultura, en especial para las chinampas. Pero quedando la alta salinidad reducida a la zona más baja del sistema, la parte inutilizada quedó limitada a la sección oriental del lago de Texcoco y a aquellas partes que alcanza­ba eñ sus crecidas, o sea, al occidente de Tenochtitlan, principalmente.

El régimen hidrográfico, además de la topografía, decidió cuáles serían las zonas más castigadas y amenazadas por la invasión de agua salitral. Mientras Chalco recibÍa ríos de tamaño regular y corriente bastante constante, y Xochi­milco se alimentaba principalmente de manantiales, Texcoco recibía numerosas y fuertes corrientes de carácter torrencial (Gama, 1920, pp. 25-26). Esto quiere de­cir que en tiempo de sequía el agua dulce (por su nivel más alto y la constancia de abastecimiento) corría hacia la salitral. Pero en tiempo de lluvias (por el carác­ter torrencial y las crecidas de los ríos del lago de Texcoco) el agua salitral en­traba violentamente en la zona dulce, amenazando incluso las regiones chinampe­ras de Xochimilco.

La técnica para la conquista del lago.

La conclusión parece obvia. El cultivo de chinampas en la sección dulce del lago de Texcoco, y aun el regadío en las zonas ba­

jas, fué imposible mientras no se ideó y construyó un sistema para contener las invasiones de agua salitral. Pero el problema era más complicado. Se trataba, asimismo, de mantener las aguas dulces a un nivel más o menos constante, tanto para evitar que las chinampas quedaran en seco (como al fin ocurrió después de la Conquista), como para impedir que se inundaran (peligro bien patente en todas las épocas). Esto regía no sólo para la sección dulce del lago central, sino también para Chalco y Xochimilco, y probablemente para Zumpango y Jaltocan. Cuando las invasiones de agua salitral pudieron ser contenidas en ciertos límites, empe­zó la conquista gradual de la sección oriental del lago, mediante desecación, lava­dos del suelo salitroso y riego con agua dulce -traída frecuentemente por acueduc­tos- y construcción de chinampas. Las chinampas servían de solares, de sostén de los acueductos y de terreno de cultivo.

Un cuadro general de las técnicas empleadas puede soer trazado con la ayuda de las fuentes. Los ejecutores de esta notable obra fueron los tenochcas, pero hay pocas dudas que los fundamentos habían sido ya establecidos por los pueblos chi­namperos de Chalco y Xochimilco y por los texcocanos. Se trata de una técnica cuyas raíces deben estar en los orígenes de la civilización en el Valle. No nos ocuparemos de la construcción de chinampas, cuya descripción se ha llevado ya a cabo (West y Armillas, 1950), sino del proceso de conquista del lago por los te­nochcas.

La conquista del lago por los tenochcas.

Encontramos primero a los tenochcas es­tablecidos en su isla, .utilizando técni<..as de chinampa para aumentar el suelo dis­

ponible (Torquemada 1:290; Tezozomoc, p. 16), al igual que los tlatelolcas (Ter­quemada 1:291). Es dudoso que estas "chinampas" al principio fueran utilizadas, además de solares, como terreno de cultivo. Tenochtitlan, como toda la sección occidental del lago, estaba sometida a las inundaciones de agua salada. La vida económica de los tenochcas bajo sus primeros reyes (Acamapichtli, Huitzilihuitl y Chimalpopoca) no sugiere cultivo agrícola (aunque lo habían practicado antes, fuera del lago). Torquemada (1:92-93; 29C) dice que vivían pobre y miserablemerr­te, comiendo "mariscos" y raíces. Puede haber en ello algo de exageración. Sus ocupaciones principales eran la pesca, la caza, la fabricación de canoas y la gue­rra (Torquemada 1:106). Los tributos a Azcapotzalco consistían "de aquellas

39

cosas que se crían en esta laguna" (Torquemadd. ! :122). Tezozomoc (pp. 24, 62) nos presenta un cuadro semejante. Cuando tuvieron un conflicto con Azcapotzalco, los señores tepanecas remarcaban: "veamos de adónde les vendrá la lefia que allá que­man y legumbres que van de nuestra tierra para México Tenuchtitlan con que se sustentad' (Tezozomoc, p. 24).

aajo el reinado de Itzcoatlla situación empieza a cambiar. Torquemada (1: 136) menciona "sementeras" como parte del tributo de Tenochtitlan a los tepane­cas. La aparición de chinampas cultivadas parece estar relacionada con la cons­trucción de un caño para traer agua de los manantiales de Chapultepec (Relación del origen ... , pp. 51-52). Pero el cam~io decisivo se produce después de la de­rrota de los tepanecas, cuando Itzcoatl 'hizo llamar a los tepanecas de Atzcapot­zalco, a los de Cuyuacan, y juntamente a los xochimilcas y les dijo: luego habéis de poner entre todos vosotros una calzada y camino, todo de piedra pesada, de quince brazas de ancho y dos estados de alto. Visto el mandato se hizo luego, que es este de ahora de la entrada de México Xololco" (Tezozomoc, p. 68). Parece que estamos ante la primera obra de grandes proporciones de los tenochcas, pla­neada no sólo como un medio de comunicación, sino como dique para detener las invasiones de agua.

Las medidas de Itzcoatl fueron insuficientes. A los nueve años del reinado de Moctezuma el Viejo se inundó la ciudad. Los tenochcas recurrieron a los conoci­miP.ntos hidráulicos superiores de los texcocanos, y bajo la dirección de Netza­hualcoyotl se construyó un nuevo dique de madera y piedra. El muro tenía más de cuatro brazas de ancho y más de tres leguas de largo; las piedras tuvieron que ser traídas de tres y cuatro leguas de distancia. Moctezuma tuvo que hacer traba­jar a la gente de Tenochtitlan, Texcoco, Tacuba, Culhuacán, Ixtapalapa y Tenayu­ca. La nueva obra "estorvó que el golpe de las aguas salobres [se mezclara] con esotras dulces" (Torquemada 1:157-158). Otra vez, como en el reinado de Itzcoatl, la construcción de un dique-calzada fué acompañadapor la de un acueducto paralle­var agua dulce a Tenochtitlan (Anales de Cuautitlán, pp. 53-54).

La cantidad de agua traída resulto pronto insuficiente, y bajo un nuevo rey, Ahuizotl, se decidió hacer otro acueducto desde Coyoacán. Se ha dicho, frecuen­temente, que se empleaba el agua de los acueductos sólo para usos domésticos. Es increíble la sed de los tenochcas. Los Anales de Cuauhtitlán (p. 58) nos dicen que cuando el acueducto de Ahuizotl se estanco, hubo en Tenochtitlan una inundación que alcanzó a Mixquic, Tlahuac y Xochimilco, y llegó hasta cerca de Texcoco.Otra fuente (Relación del origen ... , pp. 91-93) establece claramente que el acueducto fué construÍdc:. 11para aumentar el agua de la laguna" (o sea para mantener un ni­vel adecuado). Tezozomoc (pp. 379-388) nos dice que en este período ya existían chinampas dentro de la ciudad de Tenochtitlan (véase también Torquemada 1:291). y que Ahuizotl ordenó a los chinamperos que sembrasen en "camellones" maíz, fri­jol, calabaza, flores, chile, tomate y árboles, para que México "floreciese", yque la ciudad "no parecía ... ciudad ... sino un laberinto, huerto florido". Para la construcción de este último acueducto (hecho de cal y piedra) trabajaron los natu­rales de Texcoco, Azcapotzalco, Tacuba, Coyoacán, Xochimilco y "los otros cua­tro pueblos chinampanecas". Tal era la muchedumbre trabajando "que parecían hormigas los indios". Cuando el agua llegó a Tenochtitlan y Tlatelolco, Ahuizotl la recibió con estos saludos: "de vos se han de favorecer para su sustento huma­no, y de los frutos que de vos y por vos producirán muchos géneros de bastimen­tas y volantes aves".

Pensamos que hay poco lugar a dudas. La zona de cultivo se extendía median­te diques-calzadas que contenían las inundaciones y creaban compartimentos; con acueductos se traía agua dulce para lavar el suelo salitroso, regar y mantener el nivel del lago, además de usos domésticos.

40

Cuando llegaron los espai'loles, encontraron este sistema funcionando. Gómara ( 1:24 7- 248). por ejemplo, dice que la calzada que atajaba el agua dulce de la salit~al tenía "seis o siete ojos bien grandes", y que por esos ojos corría el agua dulce a la salitral. No menciona, sin embargo, ningún sistema para cerrar los ojos de la calzada. Pero forzosamente debió existir para usarlo durante las crecidas del agua-salitral. La confirma Cortés (pp. 174-175) cuando, relatando una batalla, ex­plica que los indios abrieron la "calzada o dique" de Ixtapalapa a Tenochtitlan, y que entonces "comenzó con mucho Ímpetu a salir agua de la laguna salada y correr hacia la dulce" (cf., también, Ixtlilxochitl 1:344). Es claro que los habitantes del Valle (véase también Gómara 2:9, 20, para Xochimilco y Jaltocan) poseían un sis­tema para controlar el paso del agua en los dos sentidos a través de los ojos de los diques-calzadas, y que se servían de él. Probablemente, los tenochcas no hicie­ron más que extender un sistema practicado desde mucho antes en Jaltocan y Zum­pango, y en Chalco y Xochimilco.

En definitiva, el desarrollo del regadío en el Valle de México, lejos de ser el producto de la iniciativa de múltiples pequetios grupos realizando obras de pocaim­portancia, se nos aparece como el resultado de grandes empresas bien planeadas, en las que intervenía enorme cantidad de gente procedente de diversos pueblos, eje­cutando trabajos muy importantes y prolongados bajo una dirección centralizada y con autoridad. Hasta qué punto esta fué la norma general en Mesoamérica, es asunto muy dudoso. Nos inclinamos a pensar que las obras de regadío fueron, en general, de importancia local. Pero que en ciertas regiones se realizaron obras parecidas (aunque con otras técnicas) a las del Valle de México. Entre estas zo­nas se cuentan, quizá, las de Cholula y el valle de Atlixco. No puede descartarse, de todas maneras, que regadíos locales, pero dependientes de un mismo sistema hidrográfico, crearan las mismas necesidades de cooperación, coordinación, pla­neamiento y autoridad. Tal sería, quizá, la situación en algunas zonas de Colima, de Oaxaca, de Guerrero, etc.

5. Algunas características de la historia y del regadío en el Valle de México.

El caso de los tenochcas en el Valle de México se ha presentado sólo como un ejemplo accesible, que quizá puede ser también el culminante, del carácter e im­portancia de las obras conectadas con la agricultura de riego en Mesoamérica. Es claro, sin embargo, que estaban utilizando técnicas generalizadas y bien antiguas en el Valle de México. También es evidente que otros poderes políticos, como Texcoco, Cholula, el imperio tepaneca, los toltecas y seguramente Teotihuacán, estuvieron en condiciones de reunir y manejar fuerzas de trabajo tan considera­bles como las que requirieron las empresas tenochcas. El volumen de trabajo hu­mano y la habilidad técnica que representan las pirámides de Teotihuacán y de Che­lula, son, sin duda, mayores que los necesarios para construir el albarradón de Netzahualcoyotl (véase Armillas, 1951). Por otra parte, en la misma época que ltzcoatl comenzaba la calzada México-Xololco, sus vecinos de Cuautitlán construían una presa para estancar un río y excavaban un nuevo cauce para él (Anales de Cuauhtitlán, pp. 49-50). Del mismo período son las obras monumentales de TeiZ­cutzingo, a cargo de los texcocanos.

Otra característica, sobre la cual ha llamado la atención Armilla& (1951, pp. 21-22), es el "contraste entre ( la ] tecnología relativamente baja y [ la ] es­tructura socio-política y ( la] cultura intelectual muy desarrolladas". El con­traste existe, pero no hay contradicción. En realidad, una fuerte organización so­ciopolítica parece ser el único recurso de un pueblo, con tecnología poco desarro­llada, para realizar obras importantes. El trabajo humano es el Única sucedáneo

41

de la técnica. A menos tecnología más requisitos de trabajo humano. Es decir, mayor organización compulsoria. La única imagen posible de la realización de las grandes obras prehispánicas (sean diques-calzadas, acueductos, acequias o pirá­mides monumentales) ejecutadas en poco tiempo, nos ofrece el espectáculo de enormes masas de hombres trabajando constantemente "como hormigas" (Tezozo­moc; pp. 379-388).

Tenemos algunas referencias más concretas. Para detener el río en Cuauti­tlán y lanzarlo por un nuevo cauce, los señores impusieron la tarea a los vecinos de Tultitlán. La presa se hizo de vigas enhiestas y juntas; su construcción duró dos años. La limpieza de una vieja acequia y la restauración del cauce duraron siete años (cf. Anales de Cuauhtitlán, pp. 49-50). Cuando Cortés recabó el auxi­lio de Texcoco para ensañ'char una acequia (a fin de botar los bergantines usados en el sitio de Tenochtitlan), ocho mil hombres del reino de Texcoco trabajaron dia­riamente durante cincuenta días. El canal terminado tenía media legua de largo, dos estados de ancho (unos doce pies) y otros tantos de hondo; estaba totalmente estacado. Para ello se requirieron 400,000 jornadas-hombre (cf. Cortés, pp.205-206; Gómara 2:26). Ya vimos antes el número de pueblos que los reyes tenochca pusieron en acción para sus trabajos.

¿Céimo movilizar estas masas de gente, hacerlas trabajar organizadamen­te y mantenerlas, sin una poderosa y eficaz estructura? La organización sociopolítica en Mesoamérica en parte fué resultado o exigencia de la baja ¡ecnología, y quizá el escaso desarrollo técnico no dejó de ser influído, a su vez, por una organización que permitía usar fácilmente tales sumas de trabajo humano. En la base de esta compleja relación estaba, sin embar­go, la agricultura de regadío, la Única capaz de producir en Mesoaméricalos suficientes excedentes de producción para alimentar a miles de hombres que no trabajaban, siquiera temporalmente, en producir su propia subsistench. Los excedentes, además, debían alcanzar para sostener a las clases superio­res y a la población urbana especializada, y para utilizar en el comercio. Las obras para extender los cultivos de riego aumentaban la capacidad de producir mayores excedentes, que a su turno permitirían dedicar aun más grandes cantidades de trabajo humano para nuevas obras, para más población urbana, para la creciente organización sociopolítica. Pero toda esta estructu­ra política y la capacidad económica no se usaron sólo para desarrollar el regadío. Eran perfectamente adecuadas para la guerra, para someter a los vecinos y para edificar los imperios históricamente conocidos.

En aquellas zonas donde el regadío no alcanzó la importancia del Valle de Méxi­co, encontramos una situación sociopolítica enteramente distinta. En lugar de las grandes concentraciones de poder y de la formación de imperios, hallamos "ciu­dades-estados" que difícilmente extendieron su dominio fuera del ámbito de una pequeña constelación de sujetos. Formaron coaliciones entre sí, pero con mayor frecuencia se mantenían en estado de guerra.

A título de ilustración véase lo que pasaba en Yecapichtla. Este pueblo, con sus nueve sujetos, tenía alrededor de 20-25, 000 habitantes, de los cuales aproxi­madamente el diez por ciento eran mayeques y el uno por ciento señores. Poseían "muchas e buenas tierras de regadío y en mucha cantidad". Las disputas con sus vecinos por cuestiones de agua eran frecuentes. En la época inicial de la Colonia se quejan de que si "riegan lo hacen con harto trabajo por venir como viene el agua de Cuavecavazco ... y muchas veces la quitan y cierran y no dejan llegar". En otro lugar: "y dado casi que se riega con una poca de agua que pasa e viene por el pue­blo de Jantetelco, no es del dicho pueblo ni nace en él sino en Tetela •.. y muchas veces se la defienden los naturales de dichos pueblo¡¡;, de cuya causa padecen gran necesidad, y por falta de la dicha agua ha perdido y pierde muchas veces ... algún algodón y frutillas que siembran" (~ documentos ... , pp. 179, 182, 184, 207).

42

Estas circunstancias, que se encuentran repetidas probablement~ en otros mu­chos lugares de Mesoamérica, pudieron empujar a las "ciudades-estados" a un desarrollo de carácter militarista, atenuado sólo por la imposición de un ,;impe­rio" o por la formación de coaliciones temporales.

La explicación de cómo el Valle de México pudo superar esta situación política reside, posiblemente,. no sólo en el carácter espectacular de las obr.as que era necesario realizar para el regadío, sino en la facilidad de transporte por agua. El sistema lacustre permitió al Valle constituirse en una unidad económica antes de serlo política, y agregarle, además, parte del valle de Morelos (Armillas,1951, p. 21). Las referencias de las fuentes a este papel especial de los lagos y al uso y cantidad de canoas son innumerables. Gómara (1: 248) piensa que existían 200, 000 barquillas (y aún más, porque sólo en México tenían 50, 000, agrega), transportando gente y bastimentes. Cuando los texcocanos evacuaron su ciudad, ante la presencia de los españoles, se contaron más de 20,000 canoas (Gómara 1: 385). Cortés (p. 102) asegura que todo el comercio principal se hacía en embar­caciones. Torquemada (1:292) escribe que no había vecino en toda la laguna que no tuviera su canoa.

Mucho más tarde, a principios del siglo XVIII, los lagos seguían desempef!.an­do un papel de primera clase, a pesar del incremento de las comunicaciones por tierra y de la existencia de carros, caballerías y arrieros. Véase lo que dice un documento de Chalco, fechado en 1806: "Con mucho dolor he visto hoy en esta provincia y su pueblo de Chalco por ser día de tianguis las mayores lástimas, ca­reciéndose en todas partes de arbitrios para poder existir esta próxima semana; los labradores sin poder vender sus granos y demás semillas: los frutos y todos los demás efectos preciosos que produce tierra caliente sin poder remitirles a esa capital. . . Las verduras ydemas efectos de que carecemos y con que otros pueblos viven se están pudriendo junto a Tlahuac: las maderas de la Real Fábrica en el agua sin pode; pasar, todo~· .. consist~ ~~hace ~o días está ~ acequia real sin transito por haberse unido sus cespedes .. '":":'"'(Subrayados nuestros). Con referencia a Xochimilco se escrJbe: "Que hallándonos como nos hallamos en J.a Última miseria padeciendo continuamente no sólo entre nosotros sino aun en nues­tras desdichadas familias por acontecer habérsenos cerrado el camino real, por dende tenemos el tránsito a esa Capital, y por donde se nos comunica el sustento diario ... ". A continuación se pide que se abra un nuevo acalote o camino de agua, porque el viejo se cerró con un temblor (cf. Archivo general de J.a nación). Cortés (p. 198) ya había notado la existencia de estos caminos de aguao canales para el tráfico en Xochimilco.

l Fué la extraordinaria coincidencia -de tan diversas circunstancias de ambiente . natural y de ecología humana, de factores geográficos, agrícolas, tecnológicos, / políticos e históricos, lo que permitió al Valle de México constituirse en el área

clave de la Mesoamérica prehispánica.

Obras citadas:

Anales d;, Caauhtitlán, 1954. CótÜce Claimalpopoco. lmpre.nta Universitaria, México, D.F.

Archivo General de la Nación, 1806. Ramo de Ríos y Acequias, 3. México, D.F. Ms.

ARMH..LAS, Pedro, 1949. Notas sobre loa sistemas de cultivo en Meaoamérica. A110les del /nsli· euto NociontJl de Antropología e Hiseor.a, 3. México, D.F.

43

----• 1951. Tecnologla, formaciones socio­económicas y religión en MeaOillllérica. Tlae Civili:rotions of Anciene Americo. XXIXth ln­ternational Congreaa of Americaniata. The Univeraity of Chicago Preaa, Chicago.

CARRION, Jnan de, 1581. Deacripción del pneblo y cabecera de Papantla, de la jnriadicción de Huetylalpa. Muaeo Nacioaal de Antropologla, México, D.F. Ms.

COOK, S. F., 1~9. Tlae Historical Demograplay arad Ecology of tlae TeotlalpiJII. Ibero-Americana, 33. University of California Preaa, Berkeley.

CORTES, Hernán, 1866. Cartas y relaciones de Hemím Cortés al e"'l'eratlor Cfll'los V. Colesi· daa "e il111111'Bdaa por Pascual de Gayugoa. A Chaix y Ca., Paria.

Epistolario de Nueoo España, 1939-1~2. Antigua · Lihreria Robredo, ~xico, D.F. 16 vola.

ESQUIVEL, Diego de, 1905. Relación de Cbinutla. Papeles de Nueoo EspoliA, 4. Recopilados· por F. del Paso y Troncoao. Rivadeneyra, Madrid.

GAMA, Valentía, 1920. Memoria para la carta del Valle de Mé"ico. Poder Ejecutivo Federal, Dirección de Talleres Gráficos, México, D.F.

GOMARA, Francisco López de, 1870. Conquista de Mé"ico. Imprenta de l. Escalante y Ca., M~xi­co, D.F. 2 vola.

IXTLILXOCHITL, Fernando de Alva, 1891. Obras históricas. Oficina tip. de la Secretaría de Fo­mento, México, D.F. 2 vola.

KELL Y, Isabel, 1951. Etnografía moderna totonaca. V Mesa Redonda de Antropología de México. Ms.

---• y PALERM, Angel, 1952. Tlae Tajín To-tonac. lnstitute of Social Antbropology, 13. Smithsonian lnstitution, Washington, D.C.

LEBRON de Qailíonea, Lorenzo, 1945. Memoria de los pueblos en la provincia de Colima. Memoria de las huertas de cacao que hay en la provincia de Colima. Papeles de Nueoo EspoliA. F. del Paso y Troncoao, compilador; editados por Vargas Rea. Biblioteca de Aportación hist~ rica, México, D.F.

LOPEZ, Jerónimo, 1940. Memorial que dió por ex· tenso... Epistolario de Nueoo Esp<Jila, 15. Antigua Librería Robredo, México, D.F.

MOTA Y ESCOBAR, Alonso de la, 1~0. Desocrip· c ión geográfica de los reinos de N ueoo Galic ia, Nueva Vizcaya y Nueuo León. Editorial Pedro Robredlo, México, D. F.

NuetJOs documentos relatiuos a los bienes de Hemím Cortls, 1 ~. Imprenta Universitaria, Mt!xico,

- PALERM, Angel, 1952. La civilización ID'bana. Historia Me"icana, 2. Mt!xico, D.F.

----• 1954. La distribución del regadio en el área cenii'Bl de Meaoamérica. Ciencias Socia­les, 5. Washington, D.C.

PONCE, Alonso, 1872. Relación breue y uerrl.lera. •• Imprenta de la Viada de Calero, Madrid. 2 vola.

QUIJADA, Demudo, 1905. Relación de Ucila. P• peles de NueVtJ Espalla, 4. Recopilado& por F. del Paso y Troncoao. Rivadeneyrs, Madrid.

Relación del origen de loa indioa ••• , 1~. Códice Ramírez. Editorial Leyenda, México, D.F.

Relaciones geográficas, 1905. Papeles de Nuew Espolia, 4-7. RecopiladO& por F. del Paso y Troncoao. Rivadeneyrs, Madrid.

SAHAGUN, Bemardino de, 1~. Historia general de las cosas de Nuew Espolia. Editorial Nueva España, Ml!xico, D. F. 3 vola.

SANDERS, W., 1951. Tbe Antbropogeogaphy of Cenii'Bl Veracruz. V Mesa Redonda de Anlro­pología de México. Ms.

SAUD\, Carl, 1948. Colima of New Spoin in tlae Si"teentla Centwy. Ibero-Americana, 29. Uni· veraity of California Presa, Berkeley.

SEARS, Paul, 1951. Polleo Profila and CultiD'e Horizons in tbe Baain of Mexico. Tlae Ciuili· zations of A.ncient A.merica. XXIX.tb lntema­tional Congreaa of Americanista. The Univer­aity of Chicago Presa, Cbicago.

Suma de visitas, 1905. Papeles de Nueoo Espalla, l. Recopilados por F. del Paso y Troncoao. Rivadeneyrs, Madrid.

- TAMAYO, Jorge L., 1~. Datos para la laidrologia de la República mesicana. lnatituto Puameri­cano de Geografía e Historia, 84. México, D.F.

TEZOZOMOC, u.· Alvarado, 1~. Crónica Muí­cana. Editorial Leyenda, México, D. F.

TORQUEMADA, Juan de, 1943. Monarquía indiana. Editorial Salvador Cbávez Hayboe, México, D.F. 3 vola.

-VIVO, Jorge, y GOMEZ, José C., 1~. Climatolo­gía de Mé"ico. Instituto Panamericano de Geo­grafía e Historia, 19. México, D. F.

VIVO, Jorge, 1948. Geografía de Mé"ico. Fondo de Cultura Económica, México, D. F.

- WEST, Robert, y ARMILLAS, Pedro, 1950. Las cbi­nampaa de México. Cuadernos A.111eric1111os, 50. México, D. F.

44

WHET'IEN, Nathu L., 1950. Tbe Riae of a Middle Clase in México.. Materiales para el estudio de la clase media en la América Latina, 2. Unión Panamericana, Washington, D.C.

ASPECTOS DEL DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES HIDRAULICAS

por Karl A. WITTFOGEL*

l. La gran objeción al concepto unilineal de desarrollo: la sociedad hidráulica (Oriental)l.

El reconocimiento de ciertas peculiaridades del desarrollo de las sociedades "Orientales" basadas en la irrigaciÓn, impidiÓ a los economistas clásicos el propo­ner esquemas simples de evolución unilineal como los que estuvieron de moda du­rante y después de la Revolución industrial. 1-Í.os esfuerzos actuales de los ·antro­pÓlogos para establecer patrones multilineales de desarrollo son más refinados des­de el punto de vista metodológico, y sus raíces son muy complejas. No es por ca­sualidad, sin embargo, que estos nuevos esfuerzos estén r¡:lacionados Íntimamente con el estudio del desarrollo histórico de la "civilizaciÓn de regadÍo" en el Nuevo y en el Viejo Mundo.,

En el transcurso de mis investigaciones sobre la historia de China me llamaron poderosamente la atenciÓn las lecciones que para la comprensión del desarrollopue­den desprenderse del estudio de las sociedades agrarias basadas en obras hidráuli­cas en gran escala controladas por el gobierno. Estas sociedádes cubrieron mayor superficie y tuvieron mayor duración, a la vez que comprendieron más vidas huma­nas, que cualquier otra sociedad agraria estratificada. En contraste con las socie­dades agrari.as estratificadas de la Europa medieval fracasaron, a causa de sus pro­pias fuerzas internas, en evolucionar más allá de su patrón general. Tanto su sig­nificaciÓn histórica como sus peculiaridades institucionales hacen de ellas un punto de partida muy prometedor para abordar el estudio de la naturaleza del desarrollo societario.

2. Dos premisas básicas y algunas observaciones taxonómicas.

Un estudio de esta naturaleza requiere, en primer lugar, la formulaciÓn de pa­trones identificables de la estructura societaria {"tipos de cultura"). En segundo lugar, requiere la formulacion de patrones identificables de cambio societario ("de­sarrollo"). Ambas premisas han sido establecidas con éxito por Julian Steward (Steward, 1949, pp. Zss; 1953, pp. 318 ss. y 321). Partiendo de lo esencial de sus de~iniciones, voy a comentar brevemente la morfología y la taxonomía de los tipos y de los cambios societarios desde el punto de vista de la historia institucional.

a. Los tipos societarios (culturales).

Los tipos societarios son unidades operaciona­les cuyos elementos esenciales, intelectuales, técnicos organiza ti vos y sociales, no son necesa­

riamente especí'ficos por sÍ mismos, sino por sus dimensiones y por la posiciÓn insti­tucional en que funcionan. Un enfoque esencialmente tecnológico, como el propues­to por Leslie White (White, 1949, pp. 365, 375ss., 377, 390), puede resultar muy

*El doctor Wittfogel, ampliamente conocido por sus estudios sobre la sociedad y la historia oriental, es ac­tualmente director del· programa de historia china patrocinado por la Universidad de Washington y la Universidad de Columbia.

1 Una exposición más completa de los datos y de los conceptos discutidos en el presente trabajo se encuen­tra en mi libro Orier&tal Society antl Orier&tal Despotism, próximo a publicarse.

45

fecundo en un estudio de la revolución industrial. Sin embargo, falla en cuanto se intenta aplicarlo a la explicación de los comienzos del capitalismo industrial, el cual, en un principio, reorganizÓ más bien que reequipÓ la producción industrial.

En lo que se refiere al plano de la vida preindustrial, este enfoque dificulta la comprensiÓn de los procesos institucionales que separaron, no de una manera tem­poral o accidental sino estructural y permanente, las partes hidráulicas de las no hidráulicas del mundo agrario.

En un trabajo recientemente publicado, Gordon Childe afirma que su definiciÓn del "estadio" neolÍtico se basa en un criterio económico y no geo-lógico o tecnolÓgi­co (Childe, 1953, p. 193). Sin embargo, aún más que en el pasado, su exposiciÓn de las semejanzas materiales y tecnolÓgicas oscurece las diferencias sociopolÍticas cruciales. En forma análoga, su uso de los términos "revolución neolÍtica"y "revo­lución urbana" obscurece, también más que en el pasado, las peculiaridades decisi­vas del desarrollo de la revolución hidráulica. z

Los hombres que llevaron a cabo la revolución hidráulica empleaban con frecuen­cia los mismos implementos de trabajó (pala, azada, ces-to) y los mismos materia­les (tierra, piedra, madera} que los agricultores de secano. Sin embargo, a través de medios especÍficos de organización (cooperaciÓn en gran escala, subordinación rÍgida y autoridad centralizada) establecieron sociedades que difieren estructural­mente de las sociedades basadas en la agricultura de secano ..

El uso generalizado de los metales contribuyó a un mayox: crecimiento de las so­ciedades agrarias hidráulicas y no hidráulicas, pero no fué lo que las produjo. La revoluciÓn urbana que siguió a la revolución hidráulica fué radicalmente distinta en su contenido sociopolÍtico de la revolución urbana que tuvo lugar en el mundo agra­rio no hidráulico.

Es indudable que han existido altas civilizaciones preindustriales por encima del nivel de la simple vida tribal y en muchos casos surgiendo directamente de ella. Pero su diversificaciÓn puede atribUÍrse sólo en parte a factores tecnolÓgicos. AsÍ encontramos a las sociedades estratificadas de pastores; a las sociedades hidráuli­cas; a las sociedades agrarias no hidráulicas y no feudales de la antigua Grecia(con metecos y campesinos libres como agricultores) y de la Roma republicana (con em­pleo creciente de esclavos en la agricultura); a las sociedades feudales de Europa (basadas en la agricult•ua de secano) y del Japón (basadas en regadÍo en pequeña escala), y quizás a otras de características tipolÓgicas menos distintivas e histÓri­camente menos importantes.

b. Patrones de desarrollo.

Al referirnos a los orígenes mÚltiples de las altas sociedades agrarias, queremos indicar que el desarrollo societario, así como el ti­

po societario, puede mostrar diferencias sustanciales y definibles. Un estudio com­parativo del desarrollo tiene qué tomar en cuenta la posibilidad de orígenes Únicos y de orígenes mÚltiples, así como la posibilidad de formas múltiples de desarrollo a partir de los respectivos tipos de origen. Tiene que reconocer, asimismc;~, el estancamiento y el cambio societario, el cambio circular (cuya resultante es la res­tauración) y el cambio permanente (desarrollo propiamente dicho). Es menester reconocer que en términos de valores el desarrollo puede ser progresivo, retrógra-

2Ea sus primeros trabajos Cbilde subrayó las peculiaridades ecológicas y orgaaizativas de las sociedades Orieatales basadas ea el regadío. Notó, tambiéa, la posicióa pioaera de estas sociedades ea la •segunda• revo­luc.i6a aeolltica, y distiaguió la Edad del Broace Orieatal de la Edad del Broace ea la Europa templada (véase Cb1lde, 1948, pp. 105, 109, 128 ff., 140 ff.; 1946, pp. 62 ff., 76, 161, 189, 198, 272). Ea sus trabajos mú reciea­tes estas distiacioaes se bicieroa meaos siguificativaa (véase Cbilde, 1951, pa&.ti,..), y ea su última publicacióa ea Arat/aropology Toáoy (véase Cbilde, 1953, p. 208) bu de118parecido por completo.

46

Jesús
Subrayado
Jesús
Resaltado

do o ambivalente. Los valores positivos y negativos pueden determinarse (aunque no tan fácilmente como p.::nsaban los evolucionistas del siglo XIX) mediante una apr~ ciaciÓn juiciosa de los factores técnicos, de organización y sociales, y de conquis­tas básicas humanas tales como la libertad de opiniÓn y la oportunidad de expresar actividades creadoras.

Tenemos todavía otro tipo de cambio: la transformaciÓn societaria que tiene lu­gar no por desarrollo, es decir, no de manera "espontánea" y "desde dentro" (cf. Kroeber, 1948, p. 241), sino por fuerzas externas que impelen a la sociedad amo­verse en dirección distinta a la que habrÍa seguido de no ser por interferencia ex­traña sea en el mornento del cambio o en un futuro previsible.

Estos patrones de desarrollo pueden presentarse en muy diversas combinacio­nes. Todas ellas son pertinentes y algunas cruciales para explicar la posiciÓn tipo­lÓgica y de desarrollo de la sociedad hidráulica.

3. Sociedad hidráulica: conformación general y algunos de los principales subtipos.

a. Sociedad hidráulica (Oriental) y "despotismo Oriental".

Propongo que el término "agricultura hidráu­lica" se aplique al sistema de cultivo que d~ pende del control del agua en gran escala di­

rigido por el gobierno. Propongo, asimismo, que el término "sociedad hidráulica" se aplique a las sociedades agrarias en las cuales las obras agro-hidráulicas así como otras construcciones hidráulicas y no hidráulicas que tienden a desarrollarse en este tipo de sociedades, son dirigidas y controladas por un gobierno excepcional­mente poderoso. Propongo que el término "estado" se aplique ·a un gobierno que, sobre la ba.;e de un excedente de producciÓn suficiente, es desempeñado por un nú­mero considerable de especialistas dedicados exclusivamente a esta actividad: funcionarios civiles y militares. Propongo, asimismo, que el término "sociedad hidráulica" se use como sinÓnimo de "sociedad Oriental", reconociendo así el he­cho geohistórico de que este orden societario que estamos discutiendo apareció en su forma más significativa y duradera al este de los países europeos en los cuales los cientÍficos sociales intentaron definir por primera vez este fenómeno. Hasta donde alcanza mi conocimiento fué ·John Stuart Mill el primero que usó la expresión "Sociedad Oriental" (Mill, 1909, p. 20).

El término "despotismo Oriental" ha sido ampliamente aceptado, a pesar de los escasos esfuerzos que se han hecho para descubrir los hechos sustanciales de ca­rácter institucional que existen tras de él. Siguiendo a Milukow aplicaremos el tér­mino "despotismo Oriental" a aquel estado que es más fuerte que todas las demás fuerzas existentes en una sociedad dada (Milukow, 1898, p. 111).

b. Aspectos institucionales básicos de la sociedad hidráulica.

El extraordinario poder del estado hidráulico es el resultado de una serie de rasgos insti­tucionales que se entrelazan y sostienen mu­

tuamente. De entre ellos considero de principal importancia: las realizaciones del estado en construcciones, en organizaciÓn y· en sistemas de apropiaciÓn; su éxito en mantener débil al sistema de propiedad privada y en ligar a sí mismo la religión dominan­te; y también el tipo especÍfico de la clase dominante: una burocracia monopolista.

Las construcciones en el despotismo Oriental incluyen la creación y el manteni­miento. de grandes obras hidráulicas con fines de producción o de defensa (regadÍo y control de las inundaciones), y en ciertas ocasiones la creaciÓn de canales de na­ve6ación y de grandes acueductos de agua potable. Entre las construcciones no hi­draulicas que tienden a desarrollarse paralelamente, encontramos trabajos defensi­vos monumentales {grandes murallas y fortalezas); redes de caminos; grandes edi­ficios (palacios, templos) y tumbas colosales (pirámides, etc.).

47

Jesús
Resaltado

Entre las realizaciones del despotismo Oriental de carácter organizativo, encorr tramos ciertas operaciones inherentes a las construcciones planeadas y en gran es­cala {contabilidad, registros, manejo de enorme número de fuerza de trabajo obli­gado); procedimientos de uso de lo ya construÍdo (manejo de las instalaciones hi­dráulicas y no hidráulicas), así como la aplicación de las técnicas de organización así 8;dquiridas a otras actividades: trasmisión rápida de noticias y de Órdenes {co­rreo del estado}; mantenimiento de ejércitos coordinados y dotados de dirección centralizada. Las comunidades tribales hidráulicas son superiores, en lo que a producciÓn de alimentos se refiere, a la mayoría de sus vecinos no agrícolas; pero están en desventaja militar debido a su residencia fija y por lo general de pequeño tamaño. Debido a eso mismo, sobresalen en las artes defensivas de la guerra3. Solamente las sociedades hidráulicas mayores y con centralización estatal, que in­tegran ejércitos relativamente numeL"osos, poseen los medios para guerras agresivas y tienen posibilidades de expansiÓn regional y en ocasiones extra­regional.

Las realizaciones de carácter adquisitivo del estado hidráulico incluyen una serie de medidas destinadas a controlar el trabajo de la población y también los frutos del trabajo. En las condiciones más simples prevalece el trabajo agrícola forzoso en "campos ·públicos" así como la distribuciÓn gubernamental de la tierra. En condiciones más complejas el gobierno des~ansa, en par­te o esencialmente, en la recolección de impuestos en especie o en dinero. Las reclamaciones de carácter adquisitivo tienden a afectar la totalidad de la poblaciÓn, y por ser exigidas desde arriba tienden también a ser pesa­das.

El poder del régimen hidráulico sobre el sistema de propiedad se manifiesta no sólo en su fuerza fiscal sino· también en actos arbitrarios de confiscaciÓn, y en le­yes de herencia tendientes a obligar a una distribución más ci menos equitativa de la propiedad del difunto entre sus herederos {generalmente sus hijos, pero en oca­siones también sus hijas y otros parientes}.

De mayores consecuencias, todavía, es el hecho de que la concentración unilate­ral de la dirección societaria en el gobierno, impide a los poseedores de propiedad privada, mueble, semoviente o inmueble, el organizarse independientemente y de una forma polÍticamente efectiva en "corporaciones" o "estados". Este era, inclu­so, el caso de los miembros de la clase dominante que no desempeñaban empleos oficiales: la aristocracia burocrática. SÓlo los activistas ejecutivos estaban orga­nizados políticamente por medio de centros operativos permanentes (oficinas, bu­rós), que constituían el nÚcleo administrativo {"aparato") del estado despÓtico. De­fendiendo celosamente su monopolio de la organización polÍtica, en ocasiones inclu­so en detrimento de sus intereses de propietarios, estos miembros del aparato cons­tituyeron una burocracia monopolista. Y, en contraste con el llamado "capitalismo monopolista", mantuvieron con éxito un monopolio completo de la jefatura social (Wittfogel, 1953a, p. 97, nota 3).

Los funcionarios profesionales de la religión dominante, especialmente en las condiciones más simples, actuaron también como empleados del gobierno. Pero nunca establecieron iglesias independientes que contrapesaran el poder del estado, como hizo la ecclesia militans de la Edad Media europea. En todo el mundo Orien­tal, y bajo una gran diversidad de formas, la religión dominante permaneció ligada al gobierno absolutista, que a menudo designaba a los sacerdotes y administraba sus propiedades.

3sobre las medidas defeuaivaa tomadas por loa iudioa Pueblo y loa Chagga, Vl!ase Wittfogel, OrieraiDI. Society anJ Orier&l4l Deapolism, capitulo H.

48

e. Principales subtipos de la sociedad hidráulica.

Estos son algunos aspectos importantes del tipo de cultura de la sociedad hidráulica. Sus implicaciones para la macromorfología

del desarrollo son claras. Lo resultarán más todavía cuando hayamos examinado los principales subtipos de la configuraciÓn total.

El tejido institucional de las sociedades hidráulicas difiere estructural y clara­mente en relación a la "densidad" hidráulica y administrativa. Difiere, también, en relación a la complejidad del sistema de propiedad y al carácter y a las dimen­siones de la propiedad privada productiva y de las empresas basadas en la propie­dad privada.

En la sociedad Inca, en el Egipto antiguo y en Mesopotamia, la mayor parte de todas las tierras cultivables parecen haber dependido del regadÍo facilitado por las instalaciones controladas por el gobierno. La agricultura hidráulica predominÓ a~ solutamente, y la densidad del aparato burocrático-administrativo fué extrema. Ba­jo semejantes condiciones encontramos una sociedad hidráulica "compacta".

Donde los centros hidráulicos se extendieron sobre grandes áreas con riego en pequeña escala, combinada a veces con agricultura de secano, encontramos una sociedad hidráulica menos compacta, de tejido "suelto". Algunos estados territo­riales del altiplano mexicano y de los comienzos de China e India caen en esta cate­goría.

Las sociedades hidráulicas de tejido "suelto" incluyen regiones donde no existen trabajos agro-hidráulicos, pero que están sujetas a los mismos controles organiza­tivos y adquisitivos que él estado despÓtico emplea en su área nuclear hidráulica. Donde estas regiones, después de recobrar su independencia, conservan los méto­dos despÓti"cos Orientales en el estado, o donde bajo la influencia de las sociedades hidráulicas aparecen tales métodos (sin o con muy poca agricul.tura hidráulica) en­contramos una sociedad hidráulica (Oriental) "marginal".

En algunos casos, el gobierno de una sociedad hidráulica marginal emprende grandes obras no hidráulicas (Bizancio Medio, Maya de las tierras bajas, Imperio Liao). En otros casos tales obras están ausentes (Rusia· moscovita). Esta diver­gencia plantea importantes problemas de origen y de estructura. Pero es impera­tivo advertir que, en términos de relaciones políticas, sociales y económicas, to­das estas civilizaciones pertenecen definidamente al mundo hidráulico, mientras que otras sociedades que conservan algunos elementos de despotismo Oriental, pe­ro representan diferentes patrones socioculturales, pertenecen a la parte "sub-mar­ginal" del mundo hidráulico.

Uno de los ejerr.plos más notables de civilizaciÓn hidráulica sub-marginal es el Japón, que, sobre la base de regadÍo en pequefia escala, desarrolló un aistema de ma.ndo y dependencia social tan similar al de la Europa feudal como distinto de la gran sociedad hidráulica de su vecina China.

Las variaciones de la densidad en las esferas hidráulicas y de control se corres­ponden con variaciones de la densidad administrativa (burocrática) del grupo gobe:z-. nante. Las variaciones de complejidad en la esfera de la propiedad se correspon­den con variaciones de la diferenciaciÓn social del grupo gobernado. En las socie­dades hidráulicas primitivas (tribales) un g-rado mayor de densidad hidráulica, com­binado o no con aumento de población, parece producir un control gubernamental más fuerte sobre la tierra y el agua. En los estados hidrá•1licos la mayor parte de la tierra cultivable no es d~ propiedad privada, sino que está regulada en el nivel local por funcionarios o semifuncionarios.

Como una regla gt!:neral, las diferencias sociales ·importantes basadas en la pro­piedad privada parecen haber surgido de las diferencias en la propiedad mueble ac­tiva (el material básico del artesanado y del comercio). Las sociedades hidráulicas simples tienen pocos comerciantes y artesanos independientes. El Egipto faraóni­co, hasta el Imperio Nuevo, y la sociedad Inca son ejemplos de este caso.

49

Las sociedades hidráulicas semi-complejas tienen grupos importantes de artesa­nos y mercaderes profesionales independientes. La sociedad Maya y Azteca, y por supuesto la India tradicional basta la llegada de los ingleses, son ejemplos de este patrón semi-complejo.

Parece cierto que algunos elementos de propiedad privada de la tierra aparecie­ron en muchas sociedades hidráulicas simples y semi-complejas.

P~ro, antes del reciente proceso de desintegraciÓn, esta forma de propiedad bajo el despotismo Oriental prevaleciq en relativamente pocas civilizaciones (pree­minente entre ellas fué la China imperial). Los acontecimientos de los siglos XIX y XX, que en muchas partes del mundo Oriental (India y el Próximo Oriente) debili­taron el estado despÓtico tradicionalmente fuerte y favorecieron el crecimiento del absentismo terrateniente, no deben ocultar el hecho de que, en la larga historia de las sociedades hidráulicas, las condiciones complejas de propiedad (esto es, la pre­valencia de propiedad privada mueble, semoviente e inmueble) era más la excep­ción que la regla.

4. Aspectos de desarrollo de la sociedad hidráulica.

El desarrollo de la sociedad hidráulica ha sido analizado recientemente, de ma­nera especial, en relación a los orÍgenes locales, maduración regional y expansión "imperial". Los términos "Formativo","Floreciente" ("Clásico") e "Imperio" (o "FusiÓn") han sido. propuestos para designar estas fases. Formación, crecimiento y dimensión son, indudablemente, fenómenos vitales. Su significado institucional resultará más claro si se examinan a la luz del criterio qU:e acabamos de expresar: densidad del control y complejidad de la propiedad.

a. Orígenes (Formativo 1 y D).

Las sociedades de regadÍo en forma de comu­nidades independientes existieron durante va­rios siglos en el área Pueblo de Norteaméri­

ca. Sin embargo, los investigadores de la fase Formativa no los han tomado en cuenta, dedicando su atención al estudio de las cult.uras Cbavín-Cupisnique, Salinar y otras que se supone tuvieron una clase dominante y un estado incipiente. Al abor­dar el problema de esta manera, se desdefiaron valiosas informaciones socio-tipo­lÓgicas que implican el hecho de que, en las áreas mayores de desarrollo bidráuli.­co, las comunidades hidráulicas primitivas se extendieron rápidamente más allá del patrón de pueblo aislado que los indios Pueblos ejemplifican tan claramente (cf. Wittfogel y Goldfrank, 1943).

Las fechas del carbón radioac-tivo para el antiguo Próximo Oriente parecen indi­car que "cuando apareciÓ la producción de alimentos, el promedio de aceleración tecnolÓgica (y cultural) fué mucho más rápido de lo que se habÍa pensado" (Radio­carbon dating, p. 53). Es obvio que esta tesis no es válida en las regiones en las cuales las limitaciones de agua y de suelo produjeron la perpetuación de la comuni­dad reducida a un solo pueblo. Sin embargo, esto puede explicar muy bien por qué en la zona Andina, en Egipto y en Mesopotamia, el establecimiento de la sociedad hidráulica tuvo lugar, aparentemente, en dos fases (Formativo 1 y Formativo 11, po­demos d•cir). La segunda fase siguiÓ rápidamente a la primera, o es casi imposi­ble separarlas, y grupos mayores que la unidad local se combinaron mediante los prhneros esfuerzos hidráulicos realizados por varias comunidades. De esta mane­ra, el criterio de dimensión nos permite distinguir, en el perÍodo Formativo de las sociedades hidráulicas, un tipo de poblamiento Único (Local 1) y un tipo de poblamie~ to mÚltiple y de ciudad-estado incipiente (Local 11).

50

En lugares semiáridos, tales como el norte de China, los agricultores de seca­no primitivos probablemente practicaron primero la agricultura de regadÍo a lo lar­go de pequeñas corrientes de agua y después en los grandes ríos y deltas, a la vez que continuaban cultivando, y en ocasiones aumentando, la extensión de sus tierras no hidráulicas. Semejante desarrollo traería consigo la formación de sociedades hidráulicas de tejido "suelto", no compactas. La conquista agro-hidráulica de las re~iQnes áridas, que con frecuencia condujo al establecimiento de formaciones hi­draulicas compactas, puede haber sido realizada por representantes de sociedades hidráulicas de tejido "suelto" que habí.an recibido su experiencia hidráulica inicial en lugares semiáridos, o puede haber sido llevado a cabo por agricultores de seca­no. Esta Última forma de transición puede haber tenido lugar, principalmente, en áreas en las cuales la agricultura de inundación era posible. Pero, cuando las cir­cunstancias lo permitieron, parece razonable asumir que existió interacción entre las primeras sociedades hidráulicas compactas y no compactas.

En términos de densidad hidráulica, la formaciÓn de las sociedades hidráulicas probablemente ocurriÓ en formas diversas. Seguramente una variedad de jefes {gue­rreros, civiles, religiosos) encabezaron y se beneficiaron de la revolución hidráulica.

En vísperas de esta revolución pueden haber existido formas diversas de propie­dad {ciánica, privada y comunal). Pero el nuevo desarrollo favoreciÓ el control del gobierno sobre los artesanos especializados y sobre el intercambio, junto con el control gubernamental sobre la mayor parte de la tierra cultivable.

b. Desarrollo regional e interregional ("Imperio").

Al considerar la "regiÓn" hidráulica como yuxtapuesta a la comunidad "local" y como una unidad ecolÓgica mayor, que se abastece

del agua de un sistema fluvial o de una parte completa de él, encontramos el tipo regional del desarrollo hidráulico en correlación con el crecimiento máximo de las sociedades hidráulicas compactas. Lo atestiguan así las ciudades estados o estados territoriales de la costa del Perú, de la antigua Mesopotamia y del Egipto pre-tinita y dinástico, Los estados territoriales del perÍodo Chou de China rara vez sobrepasa­ron sus orígenes hidráulicos "sueltos "4; pero a menudo aumentaron su densidad hi­dráulica. El estado Ch'in del noroeste, que en ZZl a. de C. unificÓ "tc.·do bajo el cielo", comprendía dos áreas hidráulicas muy compactas y productivas: la cuenca RoJa de Szechuan y el Shensi central con el fabuloso sistema de regadÍo de Cheng-Kuo.

La fusión de varias regiones hidráulicas en conformaciones "imperiales" estimu­lÓ a veces la creación de canales de navegación plLra su intercomunicación, como el Gran Canal Chino. Pero en la esfera de la agricultura hidráulica la tendencia d~ minante fué otra. Dado que las viejas áreas ::"laves generalmente alcanzaron el pun­to de saturación de su crecimiento hidráulico en el perÍodo de desarrollo regional, el estado despÓtico, aunque afanoso por desarrollar empresas hidráulicas en nuevas áreas {donde tales empresas eran posil;lles y productivas), afirmaba su poder impe­ria~ adquiriendo, siempre que se presentara como ventajoso, el máximo de territ~ rio con bajo potencial hidráulico, regadÍo en pequeña escala y cultivo de secano pu­ro y simple. En consecuencia, los grandes imperios de regadÍo eran, por lo gene­ral, sociedades hidráulicas "sueltas", no compactas. Comparadas con las condi­ciones del desarrollo hidráulico regional, el período de fusión interregional @'ene­ralmente representaba un coeficiente más bajo de densidad hidráulica.

"un nuevo namen de este problema me ha convencido de que la China de loa comienzos históricos (pre-Chon y Chou) no era una sociedad feudal con rasgos hidránlicua, sino UIUl sociedad hidráulica propiamente dicha. Las condiciones del clima y del terreno hicieron de las empresas hidráulicas un requisito básico plll'll el poblamiento permanen~ y la prosperidad agrícola en la cuna de la civilización china (las cuencas fluviales y loa llanos del norte de China). Ea muy significativo que dwanle el periodo Chou las donaciones de tierra no se hicieron a loa vasallos que rendían servicios limitados y condicionales, sino a loa funcionarios de quienes ae esperaban servi­cios ilimitados y sin condiciones. De esta manera, estas tierras no constituyeron feudos sino •tierras de emplea­dos•, una forma de posesión que no ea rara bajo el despotismo Oriental.

51

La complejidad del sistema de propiedad cambiÓ de manera distinta. Con lacre­ciente extensión y con las comunicaciones interregionales, las condiciones simples de propiedad tendieron a ser semi-complejas, y en ocasiones, aunque raras veces, tendieron a ser complejas. Por razones obvias, las regiones con administración compacta, que disponían de una burocracia numerosa, se mostraban más resisten­tes a. permitir que el artesanado profesional y el intercambio cayeran en manos de la iniciativa privada. En la sociedad Inca la succión hidráulica fué tan efectiva que, incluso bajo las condiciones del imperio, el artesanado y en espec;ial el comercio basados en la propiedad privada fueron insignificantes.

Sin embargo, el caso Inca parece ser más bien la excepciÓn que la regla. En estados territoriales interrelacionados más pacíficamente (por ejemplo, la India budista y el período Chou tardÍo de China) y en la mayoría de los imperios hidráuli­cos, se abrieron nuevas e importantes posibilidades industriales y comerciales. Lo que podría llamarse la "ley de los beneficios administrativos decrecientes" in­dujo a las autoridades a permitir un aumento sustancial de los artesanos y merca­deres privados. De esta manera, durante el perÍodo de fusión, las sociedades hi­draulicas semi-complejas reemplazaron en muchas partes del mundo a las socieda­des hidráulicas simples del perÍodo de desarrollo regional.

Sociedades semi-complejas, pero no complejas. Los imperios y quasi-imperios del altiplano mexicano, del Cercano Oriente y de la India, así como el mundo hi­dráulico marginal de los Mayas de Yucatán, favorecieron el artesanado y el comer-­cio no-gubernamental; pero no convirtieron en privado el sistema de propiedad de la mayor parte de la tierra. El establecimiento de terratenientes privados en Chi­na (que estimuló grandemente la intensificación de la agricultura) siguió siendo, has­ta los afios recientes de la transición, un caso excepcional de desarrollo complejo de la propiedad, mientras que en el otro extremo de la escala institucional la socie­dad Inca siguió siendo un caso excepcional de desarrollo simple de la propiedad.

c. Crecimiento, estancamiento, epigonismo y retroceso institucional.

De esta manera, el progreso de las condicio­nes regionales a las interregionales y a las quasi-imperiales, aumentó la libertad del

hombre del control gubernamental (algunos eruditos dirÍan, exagerando, de la "es­clavitud estatal"). Pero este desarrollo raras veces liberó a los pueblos de los la­zos de las reglamentaciones oficiales y semi-oficiales; no fué acompafiado, tampo­co, por una expansión de la agricultura hidráulica.

Resultó peor, todavía. ApareciÓ una tendencia al estancamiento hidráulico que llevaba a la regresiÓn. El coeficiente del manejo agrícola disminuyó relativamente cuando el despotismo Oriental extendiÓ su territorio no-hidráulico y su territorio cultivado con métodos hidráulicos permaneciÓ igual. El coeficiente disminuyó absolutamente cuando disminuyó la cantidad de tierra cultivada con métodos hidráu­licos. A veces esto sucediÓ por razones internas, cuando los gobernantes concedie­ron menos importancia a mantener los estandards del manejo de la tierra que a re­forzar los métodos de explotación fiscal. A veces sucediÓ por razones externas, cuando grupos "bárbaros", extrafios al sistema hidráulico, se situaron como con­quistadores de una sociedad hidráulica.

En el primer caso la regresión pudo ser combatida en ciertos intervalos. En el segundo caso la regresión pudo disminuir la eficiencia de los sistemas hidráulicos durante largos períodos. Esto Último ocurrió en escala gigantesca en el Viejo Mun­do cuando, a mediados del primer milenio después de Cristo y como consecuencia de una gran revolución en la guerra por medio de la caballería (Wittfogel y Feng, 1949, pp. SOS ff.), una red de sociedades Orientales despÓticas se extendiÓ sobre el

Cercano Oriente, la India y China. Las relaciones entre madurez, estancamiento y retroceso no son fácilmente de­

finibles, pero pueden sugerirse algunos rasgos importantes (véase Wittfogel, OS,

sz

capítulo X, D 1, a y b). El crecimiento en magnitud de una unidad sociocultural no implica necesariamente un crecimiento institucional y cultural paralelo. La inter-­acción laxa entre numerosas unidades independientes es más estimulante que el ais­lamiento y que la fusión imperial que tiende a conceder toda la iniciativa de experi­mento y cambio a un solo centro. Esto explica, probablemente, el hecho de que los mejores representativos de la civilización Oriental alcanzan la cúspide de su crea­CiÓn cuando forman parte de un conjunto de estados territoriales con relaciones laxas.

Prácticamente todas las grandes ideas chinas sobre el tao, la sociedad, el gobier­no, las relaciones humanas, la guerra y la historiografía,cristalizaron durante el perí'odo clásico de los estados territoriales y en los comienzos del perí'odo impe­rial. El establecimiento del sistema de exámenes y la reformulación con tenden­cias psicolÓgicas del Confucianismo, siguieron a la reunificación del Imperio, al cambio del centro económico de gravedad al Valle del Yangtsé y a la construcción de un Nilo artificial, el Gran Canal. Otros cambios significativos ocurrieron du­rante los Últimos perí'odos de la China imperial en el teatro y en la novela popular; pero fueron debidos en gran parte a una nueva influencia: la completa subyugación de China por dos dinastías conquistadoras "bárbaras". Y ninguno de ellos afectó los fundamentos Confucionistas del pensamiento chino.

El climax de la expresión creadora en la India está situado en la misma forma. La religión hindú, el estado, las leyes y los patrones de la familia, se originaron y alcanzaron su madurez "clásica" cuando la India era un tejido de estados indepen­dientes, o bien durante la primera fase de la unificación imperial.

Las sociedades de conquista dominadas por los árabes en el Cercano Oriente em­pezaron en un nivel "imperial". Pero, nuevamente en este caso, las grandes ideas sobre la ley~ el estado y el destino del hombre, fueron formuladas no al fin sino al principio y en el perí'odo medio de la sociedad islámica.

Sin embargo, supuesto un marco dado, los cambios creadores no pueden produ­cirse indefinidamente. Cuando las posibilidades de desarrollo y diferenciación han sido reali11adas en su mayor parte, el proceso de creación tiende a debilitarse. La madurez se convierte en estancamiento. Con el tiempo, el estancamiento se con­vierte en repetición estereotipada (epigonismo) o en retroceso. 'Las conquistas y la expansión territorial favorecen la transculturación. Pero los cambios subsi­guientes no alteran seriamente los _patrones existentes de la sociedad y de la cultu­ra; sus consecuencias son pequeftas. Y, eventualmente, también producen estancs­miento, epigonismo y retroceso.

La tendencia hacia el epigonismo y el retroceso puede combinarse con una ten­dencia hacia la reducción de la intensidad hidráulica f'el aumento de las restriccio­nes personales. Tal fué lo que ocurriÓ en las sociedades Orientales de conquista en ~1 Viejo Mundo. En términos de dirección, de libertad personal y de creación cultu:ral, la mayor parte de las sociedades hidráulicas del perí'odo "tardÍo" del Im­perio se movieron probablemente en un plano inferior al alcanzado en los dÍas del florecimiento regional y de los comienz:os del Imperio.

5. Las sociedades hidráulicas que pierden su identidad inatitucional.

A la sombra del estado hidráulico no crecieron fuerzas independientes suficiente· mente fuertes para transformar el orden agrario en una sociedad industrial. Algunas sociedades hidráulicas se transformaron en sociedades agrarias no hidráulicas; pero, por lo general, en estos casos la transformación tuvo lugar como resultado de agresión externa y de conquista. Estas sociedades experimentaron cambios de diversificación más que cambios de desarrollo. Recientemente, muchas sociedades hidráulicas han comenzado a perder su equilibrio institucional debido a que fueron conmovidas funds­mentalmente por el impacto imperialista y no imperialista de la sociedad industrial moderna. En un sentido especí'fico, son sociedades hidráulicas en transiciÓn.

53

a. Cambios de diversificación.

En el área mediterránea se produjeron diver­sos cambios de diversificaciÓn, que expan­dieron y contrajeron el mundo hidráulico des­

de los tiempos de Creta y Micenas. Este proceso estaba en marcha cuando la in­fluencia griega en el oeste de Asia floreció y sucumbiÓ; cuando el estado despÓtico helenístico de la Roma occidental se desplomó bajo los ataques de los bárbaros no orientales; cuando los reyes feudales de Castilla y de Aragón destruyeron el despo­tismo Oriental de la España musulmana, y cuando los cruzados representativos de la Europa feudal paralizaron a Bizancio.

b. La sociedad hidráulica en transición. ·

Un estudio comparativo del desarrollo en el mundo hidráulico no puede soslayar los he­chos y las pautas de estos cambios de diver­

sificaciÓn (y de aquellos otros estructurados de manera semejante). Tampoco pue­de subestimar los procesos de desarrollo que recientemente han colocado a la tota­lidad de la sociedad hidráulica en estado de transición. Marx, quien con significati­va inconsecuencia (Wittfogel, 19S3, p. 351 ss.) mantuvo el concepto asiático de los economistas clásicos, se interesó por el efecto de la dominación británica sobre la "sociedad asiática". No tuvo ninguna simpatía por el imperialismo británico, cuya conducta en la India calificó de "puerca". Pero encontró que, al establecer en la India los fundamentos de una sociedad moderna basada en la propiedad privada, los ingleses llevaban a cabo "la Única revoluciÓn social ocurrida en Asia" (Marx, 1853).

Los estudiosos de las peculiaridades del desarrollo de la sociedad hidráulica es­tán en una posiciÓn Única para explicar por qué el Japón, que nunca fué hidráulico, se transformó con relativa facilidad en una sociedad industrial moderna. Están, también, en una situaciÓn Única para estudiar los cambios que, bajo la influencia directa o indirecta del Occidente, tuvieron lugar durante el siglo XIX y principios del XX en la India, en Turquía y en Rusia. Están en excelentes condiciones, asi­mismo, para contestar a la pregunta planteada en 1906, en una discusión cargada de destino entre los Jefes marxistas rusos Plekhanov y Lenin, sobre si la Revolu­ciÓn rusa, dirigida irresponsablemente, podría conducir a una "restauraciÓn asiáti­ca". Es decir, a la restauración del despotismo Oriental. La importancia de esta pregunta para la valoraciÓn de la Rusia y la China contemporáneas, es evidente.

Estudiando consciente y objetivamente la estructura y el desarrollo de la socie­dad Oriental, podemos probar de nuevo, con nuevas respuestas y nuevos problemas, el valor cientÍfico (y humano) de las ciencias sociales a cuyo servicio estamos.

Obras citadas:

CHILDE, Gordon, 1946. t'hat happened in history. Penguin Books. lnc •• New York.

------• 1948. .Van malees himself. Watts & Co., London.

------• 1951. Social evolution. Watts & Co., London.

------• 1953. Old World prehiatory: Neo­lithic. Anthropolosr today, Univeraity of Chica­go Presa, Chicago.

KROEBER, Alfred, 1948. Anthropolosr. Harcourt, Brace & Co., New York.

MARX, Karl, 1853. The Britiah rule in India. New York Daily Tribune, 25 de junio.

MILJ., John Stuart, 1909. Principles o( political economy. Loogmaoa, Greeo and Co., London.

MILUKOW, Paul, 1898. Skizzen Russischer Kultur­geschichte. Vol. 1, Leipzig.

Radiocarbon dating, 1951. (Aaaembled by Frederick Johoaoo]. Memoira of Society for American Archaeology, 8, Supplement to American An­tiquity, 17, no. 1, part 2.

STEWARD, Julian, 1949. Cultural cauaality aod law: A tria! formulatioo of developmeot of early civilizatiooa. American Anthropologist, 51, no. l.

-------• 1953. Evolution aod procesa. Anthropolosr today, Uoiveraity of Chicago Presa, Chicago.

WHITE, Lealie, 1949. The science o( culture. Farrar, Strausa and Co., New York.

WITTFOGEL, Karl, 1953. The ruling bureaucracy of Oriental deapotism: A pbenomenon that para­lyzed Marx. Review o( Politics, 15, no. 3.

1953a. Oriental despotism. Sociologus, 3, no. 2.

-------• Ma. OrienUJl society and Orien­tal despotism.

DISCUSION:

EL SYMPOSIUM SOBRE LAS CIVILIZACIONES DE REGADIO

por Ralpb L. BEAI.S*

Mi cometido consistía originalmente en discutir los trabajos presentados a este symposium desde el punto de vista·de la identificaciÓn de posibles regularida­des culturales relacionadas con el desarrollo de civilizaciones complejas basadas en el regadÍo en gran escala. Esta tarea presenta algunas dificultades, porque los trabajos presentados no pueden ser comparados en muchos aspectos. El estudio de Wittfogel es de un carácter enteramente distinto al de los otros tres. Los artículos sobre Perú y Mesopotamia consisten esencialmente de listas de fenómenos cultura­les significativos que parecen estar asociados con un conjunto de perÍodos clasifica­torios, e intentan aplicar el mismo marco general a las dos culturas. El trabajo de Palerm, por otra parte, es principalmente una hábil presentación de datos para establecer la importancia hasta ahora dudosa del regadÍo en el área mexicana.

Palerm establece claramente la importancia del riego en algunas partes de Mesoamérica, pero no está claro si existieron medidas de control hidráulico com­parables a las de otras áreas, excepto quizá en un perÍodo muy tardÍo. Cualquier análisis definitivo requiere evidencias de que México puede ser correctamente in­cluÍdo en una comparaciÓn de las civilizaciones de regadÍo.

El trabaJo de Wittfogel, por otra parte, carece de semejante contenido concre­to, y es una tentativa para formular tipologías y principios generales; probablemen­te es un resumen de las conclusiones de su libro todavía no publicado. Sin el con­trol de la evidencia primaria sería presuntuoso criticar extensamente sus puntos de vista. El artículo de Wittfogel da la impresión de que nuestra informaciÓn detalla­da sobre China es realmente mucho menor de la que tenemos sobre Mesopotamia y Perú. Esta conclusión, posiblemente incorrecta, surge del hecho de que Wittfogel tiende a formular sus expresiones en términos de lo que posiblemente pudo haber ocurrido o de lo que probablemente ocurriÓ. Estas formulaciones pueden reflejar, simplemente, una mayor precaucion por parte de Wittfogel, o un.mayor sentido de realidad sobre la justeza de las deducciones sobre la estructura social basadas en evidencias arqueológicas Sea como sea, la cuestión no es excesivamente im­portante para mi discusión, porque no se ofrecen materiales comparativo;. sea en términos de hechos o de probabilidades.

Otra dificultad para llegar a estas generalizaciones provisionales reside en la necesidad de contar con materiales sobre la India, Egipto y posiblemente otras áreas. Además, en el caso de que esta información estuviera disponible y pudieran

encontrarse asociaciones en todos los casos conocidos, surgirÍa la cuestión de exa­minar si el número de casos es suficiente para extraer conclusiones válidas.

Me propongo, en primer lugar, comentar brevemente el trabajo de Wittfogel. Como ya he indicado antes, sin un conocimiento mucho mayor de las evidencias la crí'tica de su tipología y de sus procesos principales resultaría gratuita. Wittfogel sugiere que existen varias maneras diferentes de abordar el análisis de las civili­zaciones de regadío, y que algunas de ellas.pueden conectarse con diferentes disci­plinas de las ciencias sociales. ~Yo estoy particularmente intrigado por su análisis en términos de la burocracia. El desarrollo de la burocracia aparece regularmen­te asociado con planos identificables de complejidad cultural. Sin embargo, existen patrot;tes alternativos de desarrollo burocrático. Un e~tremo es la burocracia

• El doctor Beals, profesor de antropología en la Universidad de California en Los Angeles, bien conocido por sus importantes trabajos especialmente en relación a América Latina, preparó estos comentarios a los materia· les presentados al symposium.

55

monolítica, que cubre la mayor parte de una cultura sin mecanismos inhibitorios o sin competencia de otras burocracias internas. Una tal burocracia tiende hacia el despotismo según Wittfogel,aunque el llamar "oriental" a este tipo de despotismo parece implicar un estereotipo discutible o un juicio de valor agregado. En el otro extremo, numerosas burocracias compitiendo entre sí pueden desarrollarse en di­versas instituciones complejas, o bien puede ejercerse control sobre la burocracia por medios políticos.

La burocracia es un fenómeno aparentemente tan viejo como las civilizaciones complejas; algunos procesos significativament.e semejantes y un cierto grado de re­peticiÓn en los ciclos del desarrollo burocrático parecen discernibles. Las buro­cracias tienden a fortalecerse a sí mismas y a ser cada vez más complicadas, a la vez que tratan de dominar o de eliminar a las otras burocracias en competencia; es posible que la historia de las burocracias en una época cultural dada pueda ser es­trechamente relacionada con el apogeo y la decadencia de varios perÍodos. Los •~ ciólogos han empezado recientemente a conceder alguna atenciÓn al proceso buro­crático, y la revolución de los "directivosi• (managerial revolution) ha sido objeto de este tipo de análisis. Si las teorías propuestas sobre las "historias de la vida" de las burocracias tienen carácter universal, la penetración de la· burocracia políti­ca por la·burocracia de los negocios, en algunos países modernos, adquiere un nue­vo significado.

Adama se refiere también al problema de la burocracia cuando seftala la tran&­ferencia de las técnicas burocráticas desarrolladas en la institución del templo en Mesopotamia a l'as actividades seculares y polÍticas, y relaciona esta transferencia con un cambio significativo en la estructura del poder de la ciudad-estado. 1 Perú parece ofrecer un ejemplo, cuando menos en el tiempo inca, de una burocracia m~ nolÍtica,. pero parece que en México la burocracia estaba .o bien en una fase de com­petencia o bien sujeta en cierta medida a un control cuasi-democrático.

En términos del análisis de la burocracia, la facilidad con que los cuatro au­tores'Íconsideran que alguna medida de control autocrático está asociado con el de­sarrollo de los sistemas de regadto puede representar un juicio "cultural" signifi­cativamente penetrante. Es verdad que cierto ejercicio de funciones directivas pa­rece necesario, y que éste puede desarrollar concentraciones de poder que ofrecen oportunidades para apoderarse del 1:ontrol. Por otra parte, las posibilidades de que estas funciones directivas se realicen por medio de patrones de cooperación co­munal parecen haber sido poco exploradas:,¡ La exposiciÓn de Palerm es a veces sugerente, especialmente cuando la comparamos con otros datos de Mesoamérica que indican un alto grado de empresas comunales cooperativas y la existencia de diversas asociaciones voluntarias para propósitos especiales. Puede ser que nues­tro pensamiento sea más autocrático de lo que creemos y que éste matice algunos de nuestros supuestos analíticos básicos.

Esta discusión algo tangencial del problema de la burocracia pretende, prin­cipalmente, sugerir que el análisis de los trabajos presentados al symposium reve­la otros problemas qu-e tienen universalidad, o parcial universalidad, más allá de la cuestión de las civilizaciones basadas en el regadto. De aquí que, aunque resul­te imposible resolver los problemas planteados inicialmente con respecto a las cul­turas basadas en el riego, los resultados secundarios dei symposium lo justifican ampliamente.

Volviendo ahora al problema principal de la identificación de posibles regula­ridades en las civilizaciones antiguas de regadío, parece completamente claro que para llegar a resultados definitivos es necesario un trabajo más intenso de muchos más especialistas. Ya he planteado la cuestión de si tenemos o no suficientes datos básicos sobre algunas de las antiguas civilizaciones de regadÍo. Pero incluso te­niendo los datos adecuados un symposium de esta clase serviría más para plantear los problemas que para darles respuesta.

56

Entre los problemas sugeridos por los artículos están los de definición tanto de términos como de instituciones, y los de perí'odos. Tomando esta Última cues­tión en primer lugar, ¿en qué medida algunos de los elementos aparentemente co­munes en los diferentes perí'odos de cada cultura están artificialmente agrupados por medio del conjunto particular de clasificaciones propuestas? Para decirlo de otra tnanera,las clasificaciones principales de México y Perú (Formativo, Flore­ciente o Clásico y Militarista) ¿surgen tealmente de los datos de Mesopotamia? ¿Es la imposiciÓn de este marco de referencia completamente ar-tificial?~ Cierta­mente, parece que no existe un completo acuerdo en cuanto al criterio sobre los pe­rí'odos que usan los diferentes autores. Collier, por ejemplo, clasifica el perí'odo Inca de Perú como Militarista III, el cual podrí'a ser llamado también ImperiaH Si entiendo bien, Adams considera el perí'odo Imperial de Mesopotamia como inmedia­tamente posterior al Militarista. La cronologí'a mexicana contiene también un pe­rí'odo Imperial que podri'a ser clasificado como Militarista III. Un perí'odo de unifor-­midad cultural, con evidencias inseguras de control militar o polí'tico sobre una zo­na extensa, está asociado en México con el Floreciente, en Perú con el Militarista I o Tiahuanaco, y parece ausente en la cronologí'a de Adama. En China, aparente­mente,Wittfogel colocari'a el primer tipo de unificaciÓn imperialista en el perí'odo Ch'in, al cual parece situar en un perí'odo Floreciente. Estas cuestiones sugieren que la clasificación en perí'odos debe mantenerse en estado fluí'do hasta que tenga­mos más análisis del contenido institucional y cultural de las diferentes civilizacio­nes.

Una terminologí'a más precisa parece también esencial para el desarrollo de un análisis común. No está claro, por ejemplo, si los términos usados para los ti­pos de poblamiento tienen el mismo significado en cada artículo. ¿Cuándo una al­dea se transforma en villa, una villa en pueblo, y cuándo aparece el poblado urba­no? ¿Se utiliza un criterio simple, como el de tamafio, o una combinación de tama­fio y densidad, o bien otros criterios? En otras palabras, ¿podrí'a un poblado gran­de y denso, con caracterí'sticas indiferenciadas, ser simplemente un pueblo grande, mientras que un poblado más pequefio, con funciones grandemente diferenciadas, po­drí'a ser un lugar de tipo urbano?; Mientras no nos pongamos de acuerdo sobre es­tos puntos resulta difí'cil hablar sobre el urbanismo en términos comparativos. ¿En qué momento empieza el "cultivo intensivo"? ¿Qué constituye "templos grandes" o "grandes fortificaciones"? Cuál es el criterio para asumir la apariciÓn de espe­cialistas de tiempo completo? ¿Qué estratificaciÓn marcada de clases existí'a? . ¿Cuál es la evidencia de las guerra.s organizadas y de las conquistas militares ?}Es­to es sólo una selecciÓn de algunos de los muchos puntos importantes sobre los que hay que llegar a un acuerdo en cuestión de definiciones y criterios de identificación, si queremos avanzar en la consecución de los objetivos del symposium.

Quiero hablar ahora de un grupo distinto de problemas. En la organización del symposium está implí'cita la idea de que el regadí'o en gran escala debe ser con­siderado como una variable independiente desde su aparición, y que podemos anali­zar sus variables asociadas o dependientes. No estamos, en este momento, princi­palmente interesados en los nexos causales de la irrigación. El regadí'o en gran es­cala está asociado con poblaciones densas,· por ejemplo, pero cuál sea la variable antecedente o la consecuente es algo que probablemente no podemos contestar por ahora. Se asume también que el regadí'o y las poblaciones densas tienden a reque­rir una mayor elaboraciÓn de la organizaciÓn social. Finalmente, en la organiza­ciÓn del. symposium está implí'ci ta la idea de que ciertas configuraciones comunes pueden surgir a partir de semejantes condiciones iniciales ..

En relaciÓn con estos objetivos el estudio de Wittfogel es de poca ayuda. El carácter de inventario de los otros tres arti'culos tampoco ayuda mucho a la identi­ficaciÓn de las configuraciones. Las listas son además, desiguales, y no es claro si las diferencias proceden de falta de datos, del criterio de selecciÓn o de la

57

carencia verdadera de ciertos rasgos en alguna de las áreas. Sin embargo, puede despejarse un poco el campo si descartamos algunas variables que o bien están au­sentes en una cultura o bien aparecen en momentos distintos de las secuencias de desarrollo y, en consecuencia, puede pensarse que pertenecen a otra configuraciÓn. Esto puede parecer un enfoque negativo, pero tiene la virtud de eliminar cosas que "lO son relevantes.

Me movió a hacer esta sugerencia la tentativa practicada de preparar una ta­bla comparativa basada en los artí'culos del symposium. Independientemente de aquellos casos en que no pod{a estar seguro de que los autores quer{an decir la mis­ma cosa al emplear palabras iguales o parecidas, una buena proporciÓn de los ras­gos presentados en los inventarios aparecen en diferentes per{odos en las cuatro culturas. Un ejemplo concreto de una variable que no parece ser relevante puede servir para ilustrar mi observación.

En varias de las exposiciones se subraya el grado de concentraciÓn del con­trol de la propiedad o de la plusval{a en manos de una autoridad centralizada, sea ésta de ·carácter pol{tico o religioso·. Aunque nuestras evidencias no son completas sobre los primeros per{odos de México y Perú, parece que el mayor grado de con­centración se presentó en China durante el segundo per{odo del Formativo, en Me­sopotamia durante el per{odo Floreciente, len Perú durante el per{odo Militarista, III o Imperial, y en México no se presentó o estuvo muy poco desarrollado. Esta es una conclusiÓn herética desde el punto de vista de varios dogmas, pero la eviden­cia parece clara. t En consecuencia, esta variable puede que no esté directamente relacionada con las civilizaciones de riego intensivo. Si podemos ponernos de acuer­do sobre esto, un área importante habrá sido aclarada y separada para ser exami­nada en otro contexto, pero no en términos de su significaciÓn en relación al rega­dt'o.~

Otro punto que merece examen cr{tico es el del dominio de tales culturas por un poder teocrático en contraste con un poder pol{tico. La combinaciÓn rey-sacer­dote puede deCirse que existe en las cuatro regiones consideradas, pero yo entien­do que algunos casos representa el dominio del poder religioso y en otros el domi­nio del poder religioso por el poder pol{tico. Si esta interpretación es correcta, entonces otras variables distintas de la irrigación pueden ser operativas/

Otro enfoque orientado hacia la eliminaciÓn de materiales irrelevantes para el problema,¡ consiste en descartar aquellos elementos de distribución amplia que no puedan ser adscritos a las civilizaciones de regad{o.'l La cerámica y los tejidos, por ejemplo, son probablemente anteriores a las culturas de riego. 1Lo que es im­portante sobre estos dos elementos, entonces, no es su presencia sino la existen­cia de técnicas especializadas, o bien la primera apariciÓn de la racionalización de la producciÓn y el uso de ''factor{as" para la producc.ión en masa. En el caso de los textiles esto ocurre en Perú y en Mesopotamia a:pa~'entem-ente desde los comien­zos del pe~:{odo Militarista,, en tanto que ciertos objetos cerámicos fueron produci­dos comercialmente en México. Un análisis más cuidadoso de este problema pare­ce deseable.

;. La metalurgia es otro caso ilustrativo. La metalurgia aparentemente no sur­giÓ en los centros de regad{o,t y en México no fué conocida sino hasta un momento tardt'o de la secuencia de des~rrollo. jOe mayor significación es, quizá, el papel de la civilización de regadt'o como est{mulo para la producciÓn metalúrgica por me­dio del desarrollo del comercio.f

Los ejemplos que he citado apuntan también la necesidad de un plano común de abstracción. Los inventarios de los artt'culos tratan principalmente de rasgos muy espec{ficos. Si yo entiendo bien el enfoque -evolucionista multilineal' impl{cito en la organización del symposium, ilas comparaciones no deben basarse en el con­tenido espec{fico sino en diferencias cualitativas, abstractas, entre los diferentes niveles de organización e integraciÓn, y quizá también en procesos de secuencias./

58

Es mucho más d.if{cil desarrollar abstracciones válidas que preparar listas inven­tarios, pero yo creo que el symposium sefiala claramente la necesidad de mucha mayor abstracciÓn y desarrollo teÓrico en la bÚsqueda de regularidades culturales.

Otro problema que necesita clarifü·arse es el de la relación del urbanismo con las civilizaciones de regad{o y las configuraciones subsiguientes del desarrollo cultural. Cierta asociación entre los comienzos del urbanismo y las civilizaciones de regad{o parece muy probable, como también la extensiÓn posterior del urbanis­mo fuera de las áreas de la civilización de r.iego. Ciertos tipos de desarrollo buro­crático, por ejemplo, han sido provisionalmente adscritos a las civilizaciones de regad{o, con la implicación de que algunos requisitos organizativos eran necesarios para el éxito de la irrigaciÓn en gran escala. Sin embargo, debemos cuando menos considerar la alternativa, o sea, que una vez que el urbanismo aparece éste mismo impone imperativos de organizaciÓn; en consecuencia, en un momento dado del de­sarrollo de las civilizaciones de riego la irrigación en sÍ puede dejar de ser una variable significativa del desarrollo cultural. Esto no disminuye de ninguna mane­ra la importancia de la tentativa de describir cuáles asociaciones y cuáles varia­bles dependientes pueden encontrarse abordando los problemas desde el punto de vista del regadÍo, pero nos advierte que las nuevas formas sociales y culturales pueden por sí mismas convertirse en variables independientes.¡

En conclusión, el enfoque ejemplificado por este symposium es uno de los que merecen ser proseguidos. Los antropÓlogos hemos insistido tanto sobre el carác­ter integrado de la cultura y de las culturas que nos hemos envuelto en una red fa­bricada por nosotros mismos, y tendemos a considerar cada relaciÓn como igual a las demás. 1 En el presente symposium se ha hecho un esfuerzo para aislar una posible variable significativa y para descubrir regularidades asociadas con ella. En mis comentarios he tratado de sugerir procedimientos para eliminar variable, irrelevantes.l Es posible que los contextos o las variables de cada situación sean tan numerosos que en Última instancia el enfoque resulte impracticable. Por otra parte, quizá estamos llegando al grado suficiente de sutileza como para poder con­siderar el contexto y la situación comu variables participantes y llegar así a algu­nas conclusiones válidas. 1 Si esto es factible considerando al regadÍo como una prin­cipal variable independiente, entonces podemos identificar provechosamente a otras variables significativas como puntos de partida y alcanzar un desarrollo teórico global./

59

Consideraciones generales.

ALGUNAS IMPLICACIONES DEL

SYMPOSIUM par Jaliaa H. STEWARD

Después de la presentación de los traba­jos del symposium durante la reunión anual de 1953 de la American Anthropo­

logical Association en Tucson, algunas investigaciones relacionadas con las cuatro áreas estudiadas aportaron nuevas evidencias. La continuación de las discusiones entre los participantes del symposium permitió apreciar estas evidencias, abordar en términos generales los problemas metodológicos, y sugerir nuevos enfoques y puntos de vista. Resulta imposible exponer aquí extensamente los asuntos discuti­dos; sin embargo, trataré de mostrar algunas de las implicaciones más importan­tes para la teoría y la investigación. La significación de estas implicaciones apa­recerá más claramente, quizá, si las relaciono con las modificaciones a mi hipÓte­sis general sobre las civilizaciones de regadío, expuesta en 1949. En el camino de revisar esta hipótesis, parece que yo estoy dispuesto a ir un poco más lejos que mis colaboradores, porque considero que los nuevos conceptos heurísticos y las nuevas evidencias abren las puertas a varias importantes posibilidades. No se tr~ ta, sin embargo, de que la hipÓtesis original fuera falsa en sus bases !actuales o en el carácter de su formulaciÓn, Por el contrario, sufriÓ principalmente por un mar­co de referencia demasiado restringido.

De una manera especial, la reconsideración de Mesoamérica sugiere que cier­tos procesos de desarrollo y algunos factores causales a los que previamente se diÓ poca atención, pueden haber operado en las cuatro áreas. Aunque la cuestión del regadío durante el Clásico mesoamericano es ahora un problema abierto, la posibi­lidad de que no se practicara el riego plantea la necesidad de explicar el desarrollo de la sociedad teocrática Floreciente. Esta sociedad es comparable a las del norte del Perú, China y sur de Mesopotamia en el sentido de que todas tuvieron conglome­rados de población relativamente grandes alrededor de centros ceremoniales impor­tantes; en que poseyeron producción especializada de artículos de lujo principalme~ te de carácter ritual, y en que existió diferenciación de clases sociales. Si no hu­bo regadío, el desarrollo de tales sociedades pudo ser causado por el control cen­tralizado y el monopolio de la producción artesanal, del comercio y de las construc­ciones pÚblicas; por el desarrollo interno del ceremonialismo y la necesidad de re­glamentar los derechos al cultivo de la tierra, y quizá también por la guerra. Los trabajos de regadío en Perú, China y Mesopotamia, que incorporaban a varias co­munidades y estaban en expansión, quizá no hubieran sido posibles sin la existencia de una autoridad dirigente, y probablemente los factores que se pueden identificar en Mesoamérica operarcm también en los otros centros. La consideración de estos factores plantea problemas referentes a la posibilidad de comparar las eras princi­pales de los diferentes centros, y problemas referentes a la adecuación de concep­tos tales como ceremonialismo, sacerdocio, control político, urbanismo, surplus y muchos otros. La reconsideración.de la posición taxonómica de Mesoamérica exige la reevaluación de los fundamentos mismos de la taxonomía.

También resulta evidente ahora, que mi hipÓtesis original encontró dificulta­des innecesarias porque no concedí atención suficiente a varias importantes difere~ cias tipolÓgicas y de desarrollo entre las regiones clave o nucleares y las zonas marginales de cada una de las cuatro áreas estudiadas. En Mesopotamia, como Adams muestra, la región aluvial del sur y las tierras altas del norte se desarro­llaron en forma muy distinta. Collier considera que la formulación del Perú se

60

aplica a la costa norte, pero no al altiplano y a la costa sur. El altiplano, la costa y Yucatán, en Mesoamérica, son diferentes entre sí. El norte y el sur de China di­fieren también en ciertos aspectos. Los desarrollos "tÍpicos" formulados en mi hi­póte.sis inicial se limitan realmente a las zonas claves de las áreas correspondien­tes a la costa de Perú, al sur de Mesopotamia y al valle del Yang-tsé en China. Las demás partes de estas áreas, aunque. relacionadas por el comercio con las zonas claves y finalmente incorporadas a los estados en expansión o imperios, tuvieron adaptaciones culturales ecolÓgicas y sucesión de tipos culturales peculiares a sus posiciones marginales.

Modificaciones de la hipótesis.

En esta sección quiero discutir algunas de las principales modificaciones a mi hipÓ­tesis inicial, considerando por su orden

cada una de las eras de desarrollo, y haciendo referencia especialmente a los datos y-comentarios de Collier, Adams y Palerm. En otra sección examinaré algunas de las implicaciones metodolÓgicas, y haré particular referencia a los análisis de Wittfogel y a los comentarios de Beals.

El cuadro número 1 que aparece a continuación, preparado por Collier, mues­tra la secuencia de la aparición de algunos rasgos diagnósticos en cada uno de los cuatro centros. Los participantes del symposium están esencialmente de acuerdo en ello. Las diferencias en la interpretación se refieren a la importancia funcional de estos rasgos como factores de la integración sociocultural y del cambio. De es­ta manera, el máximo alcanzado en el regadÍo puede ser juzgado mediante un crite­rio objetivo uniforme; sin embargo, el papel del riego, junto con el de otros facto­res, en el proceso de unir a la población de diversas comunidades en sistemas so­cioculturales mayores, puede ser interpretado de diferentes maneras.

Agricultura incipiente. El concepto de la Agricultura incipiente necesita ser revisado en varios aspectos. Mi formulación inicial asumía incorrectamente que el regadío diÓ a las primeras comunidades agrícolas un carácter distintivo. Pare­ce ahora que los primeros cultivadores en el Cercano Oriente, Mesoamérica y el Norte de China, vivieron en lo que Braidwood ha llamado las "laderas montat'Iosas" de las cuencas fluvialt:,., donde las lluvias son suficientes para la agricultura. En los altos de Perú la precipitación fué también adecuada, probablemente, pero los primeros grupos agrícolas de esta región son muy poco conocidos. En los lugares donde las aldeas de los agricultores incipientes estuvieron localizadas en las lla­nuras riberet'Ias inundadas, como en Egipto y en la costa de Perú, y probablemente también en el norte de China, la humedad del suelo compensó las deficiencias de la precipitaciÓn y no se registra regadío. • Estos datos muestran que las primeras al­deas no sólo no usaron aparentemente del riego, sino que en muchas áreas estuvie­ron localizadas fuera de las zonas clave.1

Esta situación es previsible si mantenemos en mente las diferencias entre las zonas clave y las marginales. Las~iones clave, en donde se construyeron los grandes sistemas de regadío, estuvieron generalmente en valles bajos con tan esca­sa precipitación que el cultivo en los suelos secos hubiera sido imposible sin riego. Sin embargo, gracias a la presencia de tierras aluviales, a la gran fertilidad del suelo y a los grandes ríos, la gran productividad de la agricultura de regadío facili­tó una base para la civilización que no se encontraba en las tierras marginales, don­de el carácter montat'Ioso y lluvioso y la ausencia de ríos, no condujo a la construc­ción de grandes obras hidráulicas.

Estos hechos, me parece, justifican la exclusión de la Agricultura incipiente de la hipÓtesis particular explicativa del desarrollo de las civilizaciones de rega­dÍo. El tipo de cultura de la Agricultura incipiente estuvo muy extendido y careció de especialización. Contenía la posibilidad potencial de muchas lÍneas diferentes de desarrollo, y carecía de la dirección específica determinada por el regadío. Se caracteriza por su dependencia primaria en el cultivo de temporal, por habitación

61

C> "'

Reg

adío

po

r can

ale

s

Máx

ima

irri

gació

n

Máx

ima p

ob

laci

ón

Urb

an

izació

n

Fo

rtif

icacio

nes

Incu

rsio

nes

Gu

err

as

de

co

nq

uis

ta

Em

pre

sas

part

ícu

la-

res

(tier~a,

pro

du

c-

ció

n,

com

"!rc

io)

Herr

am

ien

tas

de

bro

nce

ES

TA

DIO

S D

E L

A P

RIM

ER

A A

PA

RIC

ION

D

E A

LG

UN

OS

AS

PE

CT

OS

DE

LA

CIV

ILIZ

AC

ION

Co

sta d

el

Perú

M

eso

am

éri

ca

Meso

po

tam

ia

Fo

rmati

vo

tard

ío

Mil

itari

sta;

po

sib

le-

Fo

rmati

vo

m

ente

Flo

recie

nte

Flo

recie

nte

(M

ili-

Mil

itari

sta t

ard

ío

Mil

itari

sta

tari

sta e

n e

l A

l-ti

pla

no

)

Flo

recie

nte

(M

ili-

tari

sta e

n e

l A

l-M

ilit

ari

sta t

ard

ío

Mil

itari

sta

ti p

lan

o)

Mil

itari

sta

Mil

itari

sta;

com

en-

Mil

itari

sta

zó e

n e

l F

lore

cie

nte

?

Fo

rmati

vo

tard

ío

Fin

es

del

Flo

recie

n-

Fo

rmati

vo

tard

ío o

te

M

ilit

ari

sta t

em

pra

no

Fo

rmati

vo

tard

ío

Flo

recie

nte

F

lore

cie

nte

Fin

es

del

Flo

re-

Mil

itari

sta

Mil

itari

sta

cie

nte

Mil

itari

sta;

merc

a-

Sin

im

po

rtan

cia

d

ere

s d

ura

nte

el

Mil

itari

sta

Flo

recie

nte

?

Mil

itari

sta

Mil

itari

sta

Mil

itari

sta

Ch

ina

Fo

rmati

vo

Flo

recie

nte

tard

ío a

M

ilit

ari

sta t

em

pra

no

Mil

itari

sta?

Flo

recie

nte

Flo

recie

nte

Flo

recie

nte

Fin

del

Flo

recie

nte

Flo

recie

nte

tard

ío o

M

ilit

ari

sta t

em

pra

no

Flo

recie

nte

permanente y por pequetlas comunidades con escasa especialización interna y pocos, si algunos, lazos intercomunales económicos, sociales o religiosos. Representa un tipo de integración sociocultural que se presentó en muchos lugares. Es, sustan­cialmente, el tipo encontrado entre los Basket Makers y Pueblo temprano en el Sur­oeste de F>•tados Unidos, y probable,mente entre las primeras comunidades agríco­las de los Bosques Orientales de Estados Unidos. Un estudio comparativo mostra­ría, sin duda, que el tipo general fué.extraordinariamente común en todo el mundo. Hasta qué punto este tipo se desarrolló en áreas marginales de diferentes tipos y no en zonas clave, es algo que sólo puede ser determinado por exploraciones arqueo­lÓgicas.

Wittfogel, aunque no estaba principalmente interesado en los comienzos sen­cillos de la agricultura, tenía esto presente cuando dice que un estudio comparativo del desarrollo tiene que tener presente la posibilidad de orígenes Únicos o mÚltiples, y la posibilidad de formas mÚltiples de desarrollo a partir de los diversos tipos ori­ginales.

Las eras Formativa y Floreciente. Es preferible considerar juntamente es­tos dos perÍodos, porque nos interesamos en cómo se desarrollaron los estados hi­dráulicos más que en trazar líneas arbitrarias para fijar el ·momento en que los principales rasgos habían tomado forma sin llegar todavía a su pleno florecimiento. Además, Adams ha especificado que en el Cercano Oriente el "Floreciente" no po­see necesariamente el atributo de "intensidad" que le han dado los americanista&. Dado que en América la "intensidad" se refiere realmente al grado de desarrollo estético y de habilidad artesanal y al tamatlo y elaboración de las construcciones, parece preferible no oscurecer las cuestiones fundamentales haciendo distinciones basadas en rasgos secundarios.

Debe recordarse que los términos "Formativo" }' "Floreciente" o "Cl.isico" se han usado con dos sentidos muy diferentes. En primer lugar, desde el punto de vista del relativismo cultural, se han empleado para designar aquellos períodos du­rante los cuales la cultura distintiva de un área cualquiera tomó forma y floreció. Daifuku (19SZ) aplica estos términos en este sentido a la cultura Anasazi del Suroes­te de Estados Unidos, aunque esta cultura fué tipolÓgicamente distinta de las de los centros de regadÍo, excepto en el caso de la Agricultura incipiente. En segundo lu­gar, los términos mencionados se han utilizado con el propÓsito de formular regu­laridades que comprenden a varias culturas, siguiendo un concepto evolucionista multilineal, y sirven para designar secuencias culturales que poseen ciertos rasgos diagnósticos. En los centros de regadío, los términos empleados se refieren a la formación de sistemas socioculturales, que se integran por medio de la cooperación en las obras de regadío efectuadas bajo el control de una clase teocrática. Otros rasgos de las dos eras se refieren al desarrollo de la metalurgia, tejidos, cerámi-'· ca, especializaciÓn artesanal, arquitectura, escritura, matemáticas y aspectos es-· téticos.

Para ciertos propósitos, sin embargo, la distinciÓn entre las eras Formativa y Floreciente resulta Útil. Por ejemplo, parece que mientras los estilos del For­mativo fueron simples, no especializados y muy extendidos (sugiriendo una pobla­ciÓn pacífica, en expansión y quizá migrante), los estilos del Floreciente son distin­tivos localmente; a la vez, se construÍan' grandes centros ceremoniales, indican­do así que los sistemas socioculturales estaban más fuertemente integrados y más aislados desde el punto de vista territorial. La era Floreciente representa un cli­max, una culminación del Estado Teocrático de RegadÍo motivada por factores que fueron ganando intensidad y fuerza desde los comienzos de la era Formativa: incre­mento de la producción y de los excedentes; obras mayores de regadío; aumento de población; creciente especialización; mayor poder del sacerdocio y extensión de los controles territoriales. Desde un punto de vista cualitativo, la era Militarista di­fiere más de la Floreciente que ésta de la Formativa.

63

Los procesos de desarrollo y la clasificación cultural de estas eras, tal co­mo fueron postulados antes, deben ser modificados, sin embargo, en ciertos aspec­tos. En primer lugar, es discutible (aunque no se haya probado tampoco lo contra­rio) que el regadí'o fuera un factor integrante, o incluso que el riego fuera conocido, antets de la era Militarista en Mesoamérica. Palerm dice: "La existencia del rega­dÍo en el Horizonte Arcaico (etapa Formativa} de Mesoamérica es sólo una hipóte­sis, como he indicado en mi ·artículo. De hecho, no tenemos ninguna prueba defi­nitiva de riego ni siquiera en los horizontes llamados Formativo· y Clásico por Caso (correspondientes aproximadamente a la etapa Clásica o Floreciente de Armillas}. Nuestras evidencias de irrigación corresponden a los horizontes llamados Tolteca e Histórico por Caso (correspondientes aproximadamente a la etapa Hist&rica o Mi­litarista de Armillas}. Debo afladir que los resultados de mi Último trabajo en Méxi­co con Eric Wolf {verano 1954), no confirman la hipótesis de la existencia de rega­dÍos importantes antes de la etapa Histórica o Militarista".

Los participantes en el symposium no han llegado a un acuerdo completo so­bre cómo explicar y clasificar las culturas Formativa y Floreciente o Clásica de Mesoamérica. Por mi parte, pongo muy seriamente en duda que estas culturas deban ser incluÍdas en el mismo tipo evolucionario encontrado en los centros de re­gadÍo. La cuestión fundamental es si las "ciudades" y "estados" mesoamericanos eran iguales a los de los demás centros, y si es posible explicar su desarrollo de la misma manera.

Palerm escribe: "La agricultura sin riego de Mesoamérica, en mi opinión, no podía mantener verdaderos centros urbanos de importancia, especialmente, con la tecnolog(a prehispanica de transportes. Un caso especial pudo ser el de las zo­nas alrededor de los lagos, que podían usar transporte por agua ... Naturalmente, debemos mantener en mente que, de la misma manera que el problema de la anti­guedad del regadío no está todavía satisfactoriamente resuelto, el problema del ca­rácter de los 'centros ceremoniales' preclásicos y clásicos no está tampoco resuel­to. Es obvio, sin embargo, que el Teotihuacán clásico presenta ya algunos carac­teres 'urbanos' (tales como planificación de construcciones ceremoniales y de vi­viendas, poblaciÓn permanente no agrícola, estratificación social y especialización de actividades) y también algunos caracteres de integración polÍtica multilocal". Y Collier agrega: "Hasta que tengamos nuevas evidencias sobre el regadÍo temprano en Mesoamérica, el desarrollo de la civilización en este centro tendría que ser tra­tado como un caso especial de las civilizaciones de riego, en el cual factores distin­t~s de la irrigación hicieron posible elementos de la cultura Clásica tales como la especialización artesanal y el empleo del trabajo humano en la construcción de obras arquitectÓnicas monumentales".

Los principales hechos de la era Floreciente (Clásica) de Mesoamérica pare­cen ser los siguientes: la producción de alimentos aumentó, aparentemente sin utili­zar el riego; se formaron grandes conglomerados de población alrededor de centros ceremoniales tales como Teotihuacán, Monte Albán, Cholula y Kaminaljuyú; existió una producción artesanal especializada a cargo de una población no agrÍcola; existió un sacerdocio dominante,cuyo e status superior está sugerido no sÓlo por la magnitud de los montículos y de los templos, sin'? también por los entierros especiales de indi­viduos con abundantes artículos de lujo. Estos rasgos representan la culminación de un proceso continuo que comenzó en la era Formativa.

Palerm sugiere que la agricultura de temporal pudo ser más y más productiva a medida que aumentó el número de plantas cultivadas y que las variedades se adap­taron mejor a las condiciones locales. Ciertas técnicas que no implican necesaria­mente regadÍo, pudieron, también, aumentar considerablemente la producth :.dad. Entre ellos Palerm menciona las terrazas y bancales, y el uso de abonos. Las me­joras en la producción de alimentos hicieron posib!e el crecimiento de la población. Con respecto a la población, Adams sugiere que "la extremada dispersión de las

64

áreas favorables para el desarrollo de la civilizaci6n en Mesoamérica y en Perú, puede haber conducido a una rápida cristalizaci6n de cuasi-estados semi-aislados, mientras que en la Mesopotamia meridional estos agregados mayores fueron s6lo posibles por medio de la subyugaci6n violenta de regiones mucho mayores".

A pe .. ar de todo, quedamos todavía frente al problema de la determinación del carácter de la integraei6n evidente de los centros mesoamericanos. El cere­monialismo fué una de las funciones principales de los centros clásicos, y tainbién fué, indudablemente, un factor integrativo. Pero el origen del ceremonialismo exi­ge una explicaci6n. Decir que los. centros crecieron a causa de que el ritual adqui­ri6 mayor importancia, es un razonamiento circular que no explica nada. Ni siquio­ra la funci6n ritual de producir lluvias {que seguramente existió), explica por qué eran necesarias semejantes concentraciones de poblaci6n y de construcciones. El ceremonialismo ritual para la producciÓn de lluvias está presente en el Suroeste, por ejemplo, pero se realiza en escala pequefla, en las aldeas.

Palerm y Eric Wolf han indicado las lí'neas a lo largo de las cuales puede bus­carse una explicación. Ellos subrayan el hecho de que puesto que los centros meso­arr.ericanos poseí'an especializaci6n artesanal y servían probablemente como cen­tros comerciales, cierta autoridad coordinadora pudo resultar necesaria. En ause~ cia de autoridades polí'ticas militares o estrictamente seculares, los dirigentes re­ligiosos pudieron asumir poderes sobre la distribuci6n de los bienes. Wolf (1951) ha mostrado que en La Meca se desarrollaron relaciones de carácter muy semeja~ te entre el comercio y la religi6n.

Esta explicaciÓn es, por supuesto, muy general y completamente provisional, pero tiene el valor de mostrar una posible funci6n del ceremonialismo que, en au­sencia del regadí'o, originarí'a a la vez que el desarrollo de los centros su mayor cohesión. Con la atenci6n enfocada hacia una hip6tesis de esta clase, hay pocas du­das de que podrí'an encontrarse datos arqueol6gicos para comprobarla o desecharla. Por ejemplo, un estudio detallado del tipo de poblamiento de un lugar como Teoti­huacán deberí'a conceder especial atenci6n a las diferencias entre los sectores reli­giosos y seculares, a las evidencias de sitios destinados a manufacturas u otros ti­pos de especializaci6n, al uso interno de los productos del artesanado (tal y como este uso se expresa, por ejemplo, en la concentración de artí'culos de lujo en los edificios religiosos y en los entierros), y a la distribuci6n externa de los productos (tal y como ·se revela por la presencia de artí'culos en las áreas vecinas).

Existen, sin embargo, otras posibles explicaciones del estado Clásico meso­americano. Además del comercio externo, ciertas tendencias internas pueden ha­ber conducido al monopolio sacerdotal. Las evidencias parecen indicar claramente que los artí'culos de lujo estaban destinados principalmente a prop6sitos ceremonia­les: Si es así', el sacerdocio evidentemente monopolizaba su producci6n y controla­ba a los especialistas artesanos que los fabricaban. Otro aspecto de la cultura que requirió una fuerte centralización de autoridad, pudo ser el de los derechos a la tierra cultivable en un área densamente poblada. Cuando el valor de la tierra de­pende del agua, el control del regadí'o determina efectivamente los derechos al uso de la tierra. En el caso de la agricultura de temporal, una sociedad puede enfre~ tar la misma necesidad de arbitrar las dispptas que surgen de la competici6n por tierras.

Con respecto al problema de si la Mesoamérica pre-Militarista pertenece o no al tipo de Estado Teocrático de Regadí'o, algunos miembros del symposium,apu~ tando qqe Mesoamérica corresponde en todo a dicho tipo excepto en el regadí'o, du­dan de la necesidad de colocar a Mesoamérica en una categorí'a especial. Yo creo, sin embargo, que el incluir a Mesoamérica en el grupo de civilizaciones de riego, dada la información disponible por ahora, oscurecerí'a las causas fundamentales del desarrollo del estado. El regadí'o y el comercio ceremonial son factores causales diferentes, a pesar de la semejanza de sus efectos. Yo sugiero, en consecuencia,

65

que dejemos abierta por el momento la cuestión de la clasificación del Formativo y del Florec1ente mesoamericanos, y que llamemos provisionalmente a este estado un Estado Ceremonial Comercial o un Estado Ceremonial Monopolista. Este tipo de estado se convirtió en un Estado Militarista de Regad{o cuando se presentó un nuevo conjunto de factores de desarrollo.

Hago esta sugerencia completamente consciente de la enérgica advertencia de Palerm de que de ninguna manera estamos seguros de que el regad{o no fuera usado durante las eras Formativa y Floreciente de 1\(esoamérica.

Tengo presente, asimismo, las observaciones de Armillas, Adams y Collier, sobre la existencia de regadí'os en el Suroeste de Estados Unidos, probablemente desde los atios 500-700 después de Cristo. Mantengo también en mente la sugeren­cia de Wittfogel de que donde los centros hidráulicos se extendieron por extensas :lreas de regadí'o en pequetia escala y de agricultura de temporal, como en el Altipla­no de México y en partes de China e India, la categorí'a tipológica adecuada puede ser sociedad hidráulica de tejido "suelto". El concepto de Estado Ceremonial Co­mercial es tan provisional que puede ser fácilmente descartado si lo invalidan las investigaciones futuras. El concepto se sugiere para estimular las investigaciones en una área muy vasta y muy variada climatolÓgica y topográficamente, pero que lla 15ido muy olvidada desde el punto de vista del regadí'o y de los tipos de poblamiento.

Una segunda revisión de mi hipÓtesis se refiere a las eras Formativa y Flore­ciente de Mesopotamia,y probablemente de otros lugares. El análisis que hace Adams de Mesopotamia apunta la necesidad de basar las hipÓtesis en distinciones territoriales mucho más finas, las cuales, en este caso concreto, implican diferen­cias entre el área clave y las áreas marginales. Mi formulación inicial, que incluí'a los perí'odos desde la Agricultura incipiente hasta la era Militarista, utilizaba datos de toda Mesopotamia. El desarrollo tí'pico del Estado de Regadí'o, sin embargo, ,¡e presentó sólo en el área aluvial del sur, que no se pobló sino hasta el fin de la era Formativa. Como dice Adams, "este hecho se debe simplemente a que la práctica de la agricultura debe haber dependido desde un principio del control de rí'os mucho más importantes que las corrientes de Mesoamérica o Perú, en donde los trabajos regadí'o pudieron realizarse en cualquier perí'odo". El sur de Mesopotamia entró a la secuencia evolucionaría sin desarrollo local previo, y sus pobladores trajeron plan­tas cultivadas y técnicas agrí'colas de otras partes. El hecho de que solamente el sur de Mesopotamia desarrollÓ los patrones del Estado de Regad{o y el que éstos apa­recieron tan rápidamente, sugiere la fuerza de los factores causales. Esta sÚbita emergencia del Estado Teocrático de Regadí'o casi sin antecedentes Formativos evi­dencia, asimismo, la irrelevancia de la Agricultura incipiente para este tipo de evo­lución. Tanto la cultura de las tierras aluviales del sur como la de las tierras altas del norte derivaban de la Agricultura incipiente; esta situación puede explicarse, pro­bablemente, mediante una hipótesis especial que incluya la posición marginal del norte.

Finalmente, los datos de Mesopotamia sugieren que se ha concedido excesiva atenciÓn al criterio para separar la era Floreciente de la Formativa. En mi ar­tí'culo original de 1949, yo definí'a la era Formativa como el tiempo durante el cual tomaron forma los sistemas socioculturales multicomunitarios a los cuales llamé "estados". Adams niega la existencia de estados en Mesopotamia durante la era Formativa. Dado que los primeros poblamientos conocidos en el área clave de las tierras aluviales del sur eran comunidades independientes del perí'odo Ubaid tempra­no, Adams tiene razón, supuesto que el Ubaid temprano se coloque en la era Forma­tiva. Las comunidades comenzaron a amalgamarse en estados de regadí'o durante el Ubaid desarrollado de la era Floreciente. Por supuesto, podrí'a arguí'rse que es­te desacuerdo puede ser resuelto ya sea eliminando el concepto de formación del es­tado en la definición del Formativo, o bien trasladando el Ubaid desarrollado del Floreciente al Formativo. Yo pienso, sin embargo, que es mucho más importante

66

establecer los procesos de desarrollo del Estado de Regad{o que trazar líneas divi­sorias, a menos que éstas sirvan para separar eras cualitativamente distintas. Por razones que se explican detalladamente más adelante, me parece mejor considerar el Formativo como un tiempo durante el cual las causas del Estado de Regad{o em­pezaron a sentirse, y clasificar este período como un estadio mal definido de cam­bio que culminó en los Estados Teocráticos de Regad{o.

La era del Militarismo, FusiÓ'{l o Conquista y de Imperios Cíclicos. La inter­pretac"Ibn en elsymposium de esta era-ha encontradorelativamente pocas dificulta­des !actuales o conceptuales. Existen, sin embargo, algunos importantes proble­mas generales que se discuten más adelante. 1Todos los participantes estuvieronde acuerdo en que esta era se caracteriza por un máximo de regad{os y de población en cada centro, por la existencia de ciudades, por los estados militaristas y por guerras de conquista. La sincronización de estos rasgos no es perfecta, sin embar­go; algunos de ellos aparecieron en unos centros más pronto que en otros~,

Sumario. El cuadro nÚinero Z, que aparece a continuación, representa mi propia idea de cómo debe ser revisada la hipÓtesis original desde el punto de vista tipolÓgico y de desarrollo. Están representados tres y posiblemente cuatro tit»os culturales cualitativamente distintos de las áreas estudiadas. El estadio inicial de la agricultura (AgricultUra incipiente) estuvo presente no sólo en las áreas discuti­das en el symposium, especialmente en las marginales, sino también en otros mu­chos lugare·s del mundo. La Agricultura incipiente incluyó probablemente muchos subtipos, pero para nuestra discusión sobre las sociedades de regad{o este tipo es demasiado general para poder ser considerado como un precursor especffico de los tipos subsiguientes en las áreas de regad{o. En el sur de Mesopotamia, en la cos­ta de Perú y en el norte de China, el regad{o fué la causa principal de las socieda­des multicomunitarias, en expansión territorial, controladas por la teocracia. En Mesoamérica, la producción especializada y el comercio pueden haber sido la cau­sa de la aparición de un estado bajo control teocrático, una tendencia evolucionista que difiere de la de los estados de regad{o. Finalmente, sin embargo, la presión de la población y la lucha por el control de los recursos, condujeron a los estados al militarismo y a las conquistas. Esto pudo haber comenzado con incursiones gue­rreras, convertidas más tarde en operaciones militares en gran escala. La autori­dad estatal militarista .fué capaz de concentrar a la población en grandes conglome­rados, que a veces consistían de centros planificados, y de aumentar considerable­mente las obras de regad{o siempre que resultó posible. Debido al cambio en el carácter de la guerra (de la defensa y las incursiones a las conquistas imperiales) y en la estructura del poder (de la teocracia a la autoridad secular militar), el Es­tado Militarista quizá debe ser considerado como un tipo diferente del Estado Teo­crático de lUego o de Comercio. De cualquier manera, en este estadio de desarro­llo, Mesoamérica convirgió en el mismo tipo de Estado Militarista de Regad{o que aparece en los demás centros.

Algunos tipos de desarrollo cultural

Mesoamérica Costa Andina 1 Mesopotamia 1 China

~ Estado Militarista d: Regadío·

Estado / Est~do Teocrático de Regadío Teocrático " Comercial"- -~'Estadio Formativo

............. A gr iente"" icultura inci p

67

Algunos problemas generales metodológicos.

Un problema fundamental en estos estu­dios es el de establecer tipos distintivos, puntos nodales o fases revolucionarias de

las largas secuencias de desarrollo continuo, así como el de identificar los proce­so!t especÍficos que producen los tipos y determinar cuando estos procesos se con­vierten en causas efectivas.

Para que un tipo tenga significaciÓn multicultural tiene que satisfacer dos re­quisitos. En primer lugar, debe presentarse en cada caso dentro de un continuo de desarrollo caracterizado por procesos o factores causales semejantes. En segundo lugar, debe ocupar una posiciÓn semejante en cada continuo; esto es, debe represen­tar el mismo nivel de integración sociocultural. fEn el caso de las sociedades de re­gadÍo, nuestras investigaciones giran alrededor de lo que hemos llamado Estado de RegadÍo o Hidráulico. Es necesario, sin embargo, esclarecer qué es lo que signi­fica en este contexto particular el término "estado" y el fenómeno, estrechamente asociado con él, llamado "urbanizaciÓn"./ Es obvio que el "estado" no p\lede ser definido mediante características particulares que presentan universalmente, por­que entonces resultaría imposible distinguir los diferentes tipos de estado sobre la base de características igua:Imente particulares. ~Desde el punto de vista de una de­finición universal, un "estado" representa un nivel supracomunitario de integración sociocultural, pero no representa un tipo.~ En el plano tipolÓgico los estados se dis­tinguen por sus caracterÍsticas diagnósticas v por sus determinantes.

El fenómen·o que puede ser denominado como nivel estatal de integraciÓn se encuentra prácticamente en todo el mundo, e incluye innumerables tipos de estado. Wittfogel incluye entre ellos a las altas civilizaciones preindustriales {sociedades estratificadas de pastores; sociedades hidráulicas; sociedades agrarias no hidráuli­cas y no feudales de la Grecia antigua--con metecos y campesinos libres como cul­tivadores--y de la Roma republicana--con creciente empleo de esclavos en la agri­cultura--; sociedades feudales de Europa--basadas en agricultura de temporal-- y del Japón--basadas en regadío en pequei'ia escala--, y quizá también otras menos distintivas tipolÓgicamente y menos importantes históricamente).

tEn el presente análisis nosotros intentamos detP.rminar en líneas generales los factores integrativos específicos, los factores de la formación del estado que distinguen la sociedad hidráulica o de regadío de los demás tipos¡ Creo, en efecto, que nos hemos ocupado principalmente del Estado Absolutista Oriental o del Estado Militarista de Regadío, más bien que de sus precursores, y que hemos examinado los procesos de desarrollo con referencia a la culminaciÓn final del tipo indicado. Sugiero que esto ha sido así en parte porque este tipo de sociedad se conforma más claramente a la concepción general del estado como una autoridad central fuerte, secular y polÍtica, y en parte también porque el Estado Militarista es más reciente y mejor conocido que sus precursores.· Esto es particularmente cierto en China, donde el Estado Absolutista duró mucho más que en otras partes y cuyo desarrollo, gracias a la historia escrita, está mucho mejor documentado.

Wittfogel caracteriza el Estado Oriental o Hidráulico como un gobierno con un poder extrao¡·dinariamente fuerte, que surge de su control en gran escala del agua, y que, sobre la base de excedentes suficientes, está manejado por un número consi­derable de especialistas de "tiempo completo", funcionarios civiles y militares. La autoridad del estado se originó con el control hidráulico y se extendiÓ a la construc­ciÓn de edificios militares y religiosos, de comunicaciones, a la reglamentaciÓn de la sociedad, al control de la propiedad y de las empresas privadas, y a la anula­ción de la religiÓn como un centro independiente de poder. Con respecto al control de la propiedad y de la empresa privada, Adams sugiere: "Puede ser Útil distinguir· dos clases de propiedad privada: posesión en pequeña escala de solares· y de cam­pos que proveen poco más que la subsistencia de las familias que los cultivan, y con­centración de muchas fuentes de riqueza productiva, tales como campos, manufacturas,

68

siervos y esclavos trabajadores, en manos de un número relativamente pequeflo de individuos particulares. En tanto que resulta posible que ambas clases de propie­dad coexistieran durante largos períodos, existe considerable evidencia de que en Mesopotamia había una tendencia general de la primera a la segunda, probablemente a partir del perÍodo Dinástico temprano. Kirchhoff ha indicado recientemente la exis­tencia de una tendencia similar en Mesoamérica (VI Mesa Redonda de Antropología de México, 1954). Es posible, entonces, que el desarrollo de la autoridad estatal estimuló el crecimiento de la segunda clase de propiedad en detrimento de la prime­ra". La autoridad estatal, en su forma completa, no sólo reforzó su estructura in­terna, sino que absorbió e incorporó a los estados vecinos.

Como culminación de una clase especial de evolución, el estado típico Milita­rista o Imperial representa el resultado final de procesos que comenzaron muy pron­to. Con respecto al Florecien!e de Mesopotamia, Adams dice: "En esta época la guerra pudo haber comenzado a exigir los servicios de especialistas, cuyas activi­dades contribuyeron con el tiempo a dar una nueva dimensión a la dirección política; no escasean las evidencias arqueolÓgicas y documentales de que las luchas empeza­ron a dejar huella sobre la socieda!l. Pero por varios cientos de aflos, cuando me­nos, del perÍodo Dinástico temprano, no encontramos conquistas en el sentido de autoridad política centralizada y de comunidades mantenidas en sumisión permanen­te, y tampoco en el sentido de luchas por la hegemonía entre grandes coaliciones; encontramos, más bien, peleas persister..tes y en pequefla escala entre ciudades-es­tados vecinos, disputando tierras, botín y fuentes de trabajo forzoso". Por esta ra­zón, Adams en su cuadro de desarrollo coloca a la era Dinástica entre la era Flore­ciente y la de Conquistas CÍclicas.

Si el punto de referencia e-s el Estado de RegadÍo o Hidráulico ya completamen­te desarrollado (territorialmente consolidado y controlado por sacerdotes-guerre­ros o por una autoridad más secularizada)¡ la Mesopotamia Dinástica puede ser con­siderada como la manifestación local temprana del proceso de desarrollo que iniciÓ­un nuevo tipo cultural en todas las sociedades de regadío. , La transiciÓn de un Es­tado Teocrático de RegadÍo, relativamente pacífico y localizado, a un Estado Mili­tarista y expansionista, debe haber comenzado cuando las disputas entre las ciuda­des-estados vecinos por tierras, boún y trabajo for:r;oso, empezaron a sustituir a las simples incursiones de pillaje. Quizá esie proceso tuvo lugar a través de una fase en la que se exigie:.·on tributos de los estados subordinados o más débiles y que culminÓ con la incorporación política y la amalgamaciÓn territorial de las poblacio­nes conquistadas.

El symposium parece estar de acuerdo en que la urbanización fué esencial­mente un aspecto del Estado Militarista, y que aparece sÓlo muy dudosamente o en proporciÓn limitada en períodos anteriores. Collier ha resumido el consenso gene­ral de la siguiente manera: "La urbanización no se presentó sino hasta el perÍodo de expansión militar y política en Mesopotamia y en Perú, pero apareció ya en el estadio Floreciente en China, de acuerdo con Wittfogel. La urbanización está cla­ramente asociada con la expansión política durante el estadio Militarista en Meso­américa, pero pudo haber comenzado en el Floreciente (la respuesta a este proble­ma descansa, en parte, en si Teotihuacán fué un centro urbano a la vez que uncen­tro ceremonial). En la actualidad, no es claro cuáles factores econÓmicos y socia­les (por ejemplo, aumento de la producción de alimentos, especialización económi­ca, incremento del comercio, expansión polÍtica) estuvieron invariablemente asocia­dos con la urbanización. Sin duda, un examen de los tipos e intensidad de la urbani­zación en las cuatro áreas aclararía el problema".

Varios problemas referentes al desarrollo del Úpico Estado Militarista de Re­gadÍo implican factores especiales que serán considerados más adelante: regadío, militarismo. comercio, especialización, propiedad y urbanización. Otros proble­mas, discutidos por Wittfogel, implican subtipos de estados de regadío con especial

69

referencia a la "densidad" hidráulica y administrativa y a la "c;.omplejidad" de la propiedad, dado que estos rasgos varían desde las áreas claves a las zonas margi­nales. Implican, también, problemas sobre cómo el estado imperialista fué afecta.. do cuando la expansiÓn polÍtica, económica e hidráulica incorporó territorios que Wittfogel designa de bajo potencial hidráulico, de regadÍo en pequetla escala y de agricultura de temporal pura y simple. Estos problemas son excesivamente com­plejos para ser discutidos aquí. PU'ede sugerirse, siu embargo, que la: organiza­ciÓn imperial de un territorio que se extendÍa mucho más allá del área clave dotada de gran "densidad hidráulica". ciertamente r.reó funciones estatales que no se en­cuentran en los estados reducido& inicialmente al área clave.

rsi el militarismo, la expansión territorial, la urbanizarción (definida como el crecimiento de centros seculares, administrativos) y una autoridad central política fuerte, así como el regadÍo, constituyen un conjunto de rasgos interrelacionados que caracterizan a la era Militarista, se desprende quizá que el Estado Teocrático de RegadÍo carente de todos estos rasgos excepto del regadÍo, representa un tipo com­pletamente distinto. Desde este punto de vista, el crecimiento cultural en las áreas de regadÍo culminó en dos ti,pos sucesivos: el Estado Floreciente o Teocrático y el Estado Militarista. El hecho de que exista continuidad entre los Estados Teocráti­cos y Militaristas de RegadÍo (surgiendo este Último del primero) no implica que to­dos los factores que produjeron el Último estaban potencialmente contenidos en el primero. Esto es especialmente cierto en cuanto al militarismo, que jugó un papel fundamenta_!;,

Aunque el término "revoluciÓn" ha sido usado a veces para indicar un cambio cultural fundamental, es importante distinguir entre revolución y evolución. Cuan­do uno o más factores causales {tales como regadÍo, comercio y producción espe­cializada) iniciaron una tendencia de desarrollo que culminÓ en un tipo particular de cultura (tal como el Estado Teocrático), el proceso puede ser descrito como evolu­cionario. En algunos casos, sin embargo, nuevos factores pueden haber originado pérdida de equilibrio interno y conflictos que condujeron a la destrucciÓn o a la su­bordinación de las instituciones viejas por otras nuevas. Este proceso es revolu­cionario. El que la apariciÓn del Estado Militarista fuera producida por evolución o revolución no está claro. Si las presiones internas dieron a la clase sacerdotal un carácter crecientemente militar, entonces el proceso podría ser considerado evolucionario. Sin embargo, si apareció una clase especial de guerreros {como s&o ría el caso cuando las conquistas partieron de pueblos semicivilizados fuera de las fronteras de los Estados Teocráticos), tendrÍamos una lucha genuina por el poder entre las clases guerreras y sacerdotales, que asumiría un carácter más revolu­cionari~.)

El problema de los factores especiales.

El análisis de los tipos de sociedad discu­tidos aquí, y de hecho el de cualquier tipo de sociedad, se dirige hacia el problema

de las principales determinantes de cada clase especial de evolución. Las líneas e tipos diferentes de evolución se clasifican de acuerdo a uno o más rasgos predomi­nantes, tales como una clase partic'Ql.ar de regadÍo, patrones económicos, militaris­mo y otros, en diversas combinaciones. Es posible, sin embargo, que la preocu­pación por los rasgos que se adscriben en sus significados usuales y no se cualifi­can de una manera muy precisa, pueda oscurecer la importancia de otros rasgos; ·es posible, también, que el uso poco cauto de la metodología del evolucionismo uni­lineal pueda viciar el enfoque global que es una de las grandes ventajas de la antro­pología.

El análisis de los factores causales del cambio cultural no es tampoco, sin embargo, un problema de analizar cada uno de los factores concebibles. Es mucho más importante¡ reconocer que cada factor tiene innumerables potencialidades

70

funcionales, de acuerdo a sus caracterÍsticas específicas y al contexto cultural to­tal.) En las siguientes páginas trato de indicar algunas de las maneras mediante las cuales las categorías culturales convencionales pueden ser reformuladas con refe­rencia a problemas especÍficos.

Militarismo. Como ha indicado Wittfogel, no hemos sido capaces de distin­guir adecuadamente los tipos de guerra y su importancia funcional en el desarrollo de las sociedades de regadío. Las discusiones posteriores al _symposium sug.ieren la necesidad de establecer el carácter de la guerra en los diferentes perÍodos. Uti­lizada como una categoría universai de la cultura, la "guerra" parece connotar al­guna suerte de actividad de grupo, aunque existen muchas evidencias de que socie­dades de "nivel tribal" practican sólo incursiones de partidas individuales y carecen enteramente d~ propÓsito y de coordinación de grupo. Es principalmente en los pe­rÍodos preliterarios tardÍos y en los históricos cuando aparece claramente que la conquista, el tributo, los esclavos, el imperio y la defensa contra la conquista, eran los propÓsitos del militarismo. Las evidencias de luchas en perÍodos más tempra­nos es mucho más difÍcil de interpretar. En Perú, a juzgar por las fortificaciones, los dibujos en la cerámica y otros datos, las hostilidades mayores entre grupos pa- • recen haber sido muy pronunciadas durante la era Floreciente y quizá antes, y po­dría pensarse que el militarismo fué un factor del desarrollo del estado antes de que los factores del Estado Teocrático de Regadío hubieran empezado a operar_.J En Mesoamérica, en donde se presumía que el perÍodo Clásico habÍa sido pacífico, Ro­bert Rands (1952) ha dado evidencias indiscutibles de hostilidades y de captura de prisioneros, todo lo cual debe haber tenido, sin embargo, una significación funcio­nal diferente de la que tuvo en los Andes. Quizá fueron acciones defensivas contra pueblos montat'Ieses. Las conquistas no aparecen en Yucatán sino hasta la invasión tolteca de Chichen Itzá.

Hay necesidad de distinguir, también, la naturaleza local de la guerra en ca­da área. Como Adams muestra, Mesopotamia no puede ser tratada como un conjun­to. Mientras en las tierras altas del norte la población estaba alcanzando su maxi­mum y las fortificaciones eran numerosas a pesar de que los estados sólo dudosa­mente existían, en las tierras aluviales del sur los trabajos de regadÍo estaban en expansión, los esfuerzos constructivos se dedicaba'!l casi enteramente a edificios re­ligiosos y los estados teocráticos estaban desarrollándose.

(Una explicación Última del desarrollo del Estado Militarista dependerá de si la guerra surgió por factores internos o externos. Una causa interna es la presión demográfica producida por la escasez de recursos (probablemente-limitaciones de agua relacionadas con las técnicas de irrigación), que condujo a la disputa por las tierras fronterizas. La expansión condujo finalmente a la subyugación de los esta­dos vecinos, y en muchos casos a la inclusión de áreas marginales remotas. Exis­ten, s.in embargo, varios tipos posibles de expansión. Por ejemplo, el Imperio In­ca difirió de los estados del Circuncaribe en que el primero desarrollÓ un sistema rígido de castas, un extremado control autoritario y una conducta de incorporación polÍtica y económica de los pueblos conquistados, más bien que de captura de prisio­neros, debido a que el país estaba ya densamente poblado y no podía sostener más gente./ Los estados del Circuncaribe tenían ¡1n sistema social basado en la adquisi­ción de estatua por medio de éxitos militares y de captura de prisioneros, debido a que los "esclavos" constituían riqueza económica y evidencia de estatua "(Steward, 1949 a). Menciono esto para mostrar que la estructura social interna, el carácter especial de la esclavitud, e incluso la propiedad, son rasgos relacionados con la naturaleza de la guerra ..

'Existe, también, considerable evidencia de que en muchos casos las dinastías se originaron (y quizá en algunos casos la guerra fué introducida) por pueblos fron­terizos semicivilizados que hacían incursiones por botín y conquistaron finalmente a los estados de regadÍo/ Esto está ilustrado por el caso de las dinastías mongÓlicas

71

en China, por las dinastías hiksas en Egipto, por los chichimecas en el Valle de México, y posiblemente por las dinastías semíticas en Mesopotamia. Jlncluso los Incas del Altiplano peruano fueron originalmente marginales de la costa norte.!

Producción y Comercio. En la evolución social más allá del nivel de las ban­das simples e independientes y de las aldeas, existe un punto en el cual la produc­ción agrícola permite liberar una cierta cantidad de energía humana para aplicarla a diversas artesanías, construcciones y otras actividades. Los productos se inter­cambian entre los grupos locales y entre grupos especiales de cada comunidad. En ciertas líneas de desarrollo este comercio conduce a sistemas socioculturales domi­nados por empresas económicas, como en el sistema m~rcantilista. rEn el caso de las sociedades teocráticas y militaristas de regadÍo, el supuesto de que la produc­ción artesanal estuvo controlada, sino poseída, por la autoridad estatal, parece re­solver algunos problemas que surgen de los excedentes y de la especialización. La investigaciÓn arqueológica, sin embargo, ha estado más preocupada estableciendo horizontes de tiempo y secuencias de desarrollo con fundamento en los productos ar­tesanales, que en establecer las implicaciones que estos productos tienen para los patrones de comercio':/ .

Existe considerable evidencia de que la producción y el comercio pueden haber sido factores importantes en la integración estatal, aunque su significación funcio­nal difiere. según los distintos estadios de desarrollo. ":""A juzgar por sociedades sen­cillas contemporáneas, la libertad econÓmica individual prevaleció probablemente durante los primeros. períodos de los centros de regadÍo. , El volumen del comercio fué pequeflo, los artículos eran producidos sin necesidad de especialización, y su valor intrínseco fué pequeflo; no hubo necesidad o motivo para el control de grupoJ-

Bajo el Estado Teocrático de Regadío, la producción estuvo controlada en gran parte por la clase sacerdotal, aunque algunas empresas particulares pueden haber sobrevivido en algunas áreas .J Para explicar este patrón es necesario reconocer que !durante la era Floreciente se habÍa liberado suficiente fuerza de trabajo para producir artículos de lujo que no se habían fabricado previamente¡ Es muy posible que el intercambio local de artículos domésticos y de objetos de poco valor quedó ti> davía principalmente en manos de la iniciativa privada, como antes. Los artículos de oro y de otros metales preciosos, los tejidos finos, las tallas en piedras valio­sas y objetos semejantes que requieren dÍas y a veces meses para fabricarlos, im­plican claramente que los artesanos dedicaban todo su tiempo a este trabajo. A juz­gar por el predominio de formas y sÍmbolos religiosos, el propósito de estos artí­culos fué principalmente ceremonial y su destino eran los templos, esto es, se hi­cieron parte del ritual y propiedad o monopolio efectivo del sacerdocio que era sine> nimo del "estado".

/La apariciÓn de una clase de sacerdotes fué gradual. En las áreas de regadí"o no es difÍcil ver cómo esta clase se desarrollÓ junto con la autoridad administrativa dedicada a controlar los trabajos de regadÍo en expansión. 1 Desde el control del abas­tecimiento de agua, de las tierras regadas y del trabajo obligatorio, no es muy difÍ­cil pasar a controlar los productos artesanales, porque ningún otro grupo estaba en situaciÓn de controlar los excedentes de alimentos y de otros bienes necesarios para sostener a los especialistas .J ~n ausencia de un sistema de grandes propiedades privadas agrí"colas, el agricultor ordinario no podí"a facilitar estos bienes. Es más difí"cil entender como la producción de artículos de lujo condujo al desarrollo de una clase sacerdotal en Mesoamérica si no hubo regadÍo. Parece justificable asumir, sin embargo, que también en Mesoamérica los grupos de artesanos produjeron obje­tos valiosos que estaban más allá del alcance de la clase campesina. Estos bienes irían presumiblemente a una autoridad religiosa (enraizada originariamente en el shamanismo local y en los sacerdotes de las aldeas) aumentando así" su autoridad y proveyéndola con el principal factor social integrador. DifÍcilmente se concibe en es­tas sociedades tempranas, precientí"ficas y de orientación religiosa,que la producción

72

y el comercio puramente privados pudieran haberse convertido en monopolios secu­lares. Una concomitante de un desarrollo de tal clase tendrÍa que haber sido nece­sariamente 'la apariciÓn de grandes propiedades agrícolas. Pero ambos desarrollos se presentaron mucho más tarde, en diferentes partes del mundo y bajo otras cir­cuñs tancias.

Es perfectamente posible que una cierta proporción de comercio privado acorn­pafiara al control teocrático de la producción artesanal. Palerm menciona a 'tos pochteca o comerciantes y a la propiedad privada de la tierra en Méxi=o en el tiem­po de la conquista espaiiola. Estos grupos de mercaderes junto con los grupos de guerreros, con propiedades independientes, contribuyeron según piensa Palerm a atenuar el carácter "oriental" del estado mesoamericano determinado por la inten· sificación de las obras hidráulicas gubernamentales. No se sabe si esta situación existía también antes de la era Militarista. Palerm cree, sin embargo, que el co­ll).ercio y los comerciantes pueden haber tenido una relación importante y directa con los grandes centros ceremoniales durante la era Fioreciente.

Aunque cualquier interpretación del papel de la producción y del comercio en la integración sociocultural durante las eras Formativa y Floreciente sería muy es-. peculativa, algunas hipótesis pueden ser sometidas a prueba arqueolÓgica. Proba­blemente ,hablar del "comercio" en general resulta demasiado incluyente, porque es muy posible que el control teocrático se extendiÓ principalmente, y quizá solamente, a la manufactura de objetos costosos en términos de horas de trabajo y de habilidad artesana, y a la importaciÓn de artículos, tales como sal, cacao y otros, que no se producían localmente.:~ El análisis de la distribución material de los objetos arqueo­lÓgicos arrojaría mucha luz sobre estas cuestiones. Posiblemente los artículos de lujo tenderían a concentrarse en los centros ceremoniales, y los productos de con­sumo corriente distribuÍdos por los mercaderes libres se encontrarían en las casas y entre los desperdicios de los pequefios poblados campesinos. Aunque una tal dis­tribución no probaría definitivamente que los objetos corrientes no estaban controla­dos por el estado, mostraría, sin embargo, la existencia de patrones distintos de intercambio,

/ourañte la era Militarista, la reglamentación estatal de prácticamente todos los artículos importantes de comercio y de la propiedad fué muy grande. Podría su­ponerse que, aunque todo el comercio hubiera estad·o en manos particulares en esta época, el absolutismo polÍtico acabó llevándolo a la esfera de la autoridad central. Por otra parte, como Adams sugiere, un gobierno absoluto puede conceder monopo­lios a particulares o a grupos burocráticos. En la sociedad Inca el estado controla­ba todos los excedentes de producciÓn intercambiables y los artículos artesanales, permitiendo a los individuos intercambiar en escala local solamente objetos de uso doméstico. Wittfogel nota que mientras la sociedad Inca representa un caso extre­mo de ljlropiedad gubernamental de los artículos comerciales y de la propiedad terri­torial1Jel Altiplano mexicano, el Cercano Oriente, la India y Yucatán, permitieron la manufactura y el comercio no gubernamental, pero retuvieron el control sobre la mayor parte de la tierra.

Aunque el comercio controlado por el estado puede ser una consecuencia se­cundaria del absolutismo, yo sugiero que lo .contrario parece adaptarse mejor a los hechos. El militarismo no se desarrollÓ por sí mismo, y la autoridad polÍtica es una abstracción sin significado si no se hacr, referencia a las actividades particula·.:. res que cayeron bajo el control del estado. 'Todas las inferencias sobre la era Mili­tarista sugieren que las conquistas y la reglamentaciÓn y coordinación de la socie­dad por 'una autoridad central surgieron de motivaciones adquisitivas que condujeron a las guerras predatorias y de conquista y crearon la necesidad de una burocracia para organizar y controlar a la población, para extraer tributos, impuestos, artícu­los y trabajo en diferentes formas.)En el Imperio Inca esto fué llevado a cabo evi­dentemente hasta el punto de la regb.mentación gubernamental, de la estandardización

73

y de la producción en masa de muchos objetos esenciales de uso doméstico.· RegadÍo. Está claramente irnpli"cito en nuestro enfoque, aunque no lo hallarnos

hecho exphcito, que estarnos investigando causas. El regadÍo no solamente es la principal variable independiente desde el punto de vista de las correlaciones, sino que también es, en términos de las hipótesis funcionales, una explicación de las re­laciones necesarias y recurrentes entre el regadi'o y varias variables dependientes; de hecho, es una especificación de ca\lsalidades. Semejante especificación debe mostrar cómo el uso del regadÍo trae consigo un aumento de la densidad de la pobla­ciÓn, así' corno la organización de la población en ciertas formas particulares.

Beals comenta que el regad(o en gran escala está asociado -con poblaciones densas, pero que no puede contestarse a la pregunta de cuál es el antecedente y cuál el consecuente. Por lo que respecta a las cifras de población (pero no a los patro­nes sociales) creo que su pregunta puede contestarse si se plantea de otra manera. Existe obviamente una relación entre la producción de alimentos y la población, aun­que esta relación no sea simplemente maltusiana. Un aumento de la cantidad de ali­mentos permite un crecimiento de la población, el cual a su vez facilita la expan­sión de la producciÓn de alimentos mediante el empleo de más trabajadores y el uso de métodos más eficientes. 'Los primeros estadios del regadÍo fueron necesaria­mente en pequefia escala, y produjeron menos alimentos por unidad humana de tra­bajo que los sistemas posteriores en escala mucho más grande. A través de un pro­ceso gradual y continuo cada mejora en la agricultura permitiÓ una nueva expansión de la población, que condujo a su vez a nuevas mejoras. Los li'mites de tal creci­miento fueron establecidos, aparentemente, por las posibilidades de abastecimiento de agua de una sociedad equipada con técnicas preindustriales. Cuando se alcanza­ron los li'rnites de abastecimiento de agua, probablemente la población siguió cre­ciendo hasta llegar a superar el abastecimiento de alimentos, creando así' desequili­brios y presiones sociales. Al mismo tiempo, una parte considerable de los esfuer­zos productivos habi'an sido trasladados desde la agricultura a otras actividades. Estos esfuerzos no podÍan ser reintegrados a la producción de alimentos, sin embar­go, porque el agua más que el potencial de trabajo irnponi'a sus li'rnites a la produc­ciÓn.,

Hemos asumido que la construcción de diques, canales y acequias en los sis­temas intercornunales de regadÍo implica un tipo y una cantidad de trabajo humano que requiere una autoridad central. Beals plantea la cuestión de si las funciones administrativas del regadi'o no podi'an ser realizadas por medio de patrones de co­operación comunal más que de autoridad central, y observa justamente que esta cuestión ha sido poco explorada. Aunque es cierto que necesitarnos más investiga­ciones, pienso que esa dificultad surge de la incapacidad de distinl(uir los diferen­tes tipos y estadios de las eociedades de regadÍo, y de la tendencia a pensar en tél'­rninos del máximo desarrollo del regadÍo durante los fines de la era Floreciente y durante la era Militarista. Sugiero corno una hipótesis muy general y provisional que la cooperación intercornunal informal es factible en sistemas que tienen sólo diques pequefios y unas pocas millas de canales; pero que la expansión de estos sis­temas aumenta tanto la necesidad de la fuerza de trabajo corno la "densidad" admi­nistrativa hasta llegar el momento en que el trabajo forzoso sustituye al voluntario ~na burocracia permanente nombrada por el estado se superpone a los superviso­. res temporales. El que esta jerarqwa administrativa descanse sobre una autoridad religiosa, secular, militar o poli'tica, o en diversas combinaciones de éstas, depen­de del estadio y del tipo de desarrollo ..

Los Payutes septentrionales de la parte oriental de California tuvieron riego; pero su sistema consistió en desviar pequefios arroyos mediante acequias de dos o treis millas ñe longitud, que regaban solamente semillas silvestres. Algunos de los Pueblo prehistóricos de Utah aparentemente regaban de la misma manera plantas cultivadas. Pueblo más recientes almacenaban agua de lluvia en estanques muy

74

parecidos a los tanques modernos usados para abrevar el. ganado. Las necesidades de cooperaci6n intercomunal para el regadí"o entre los Payute o los Pueblo podÍan ser resueltas sobre bases informales. Sin embargo, los sistemas más complicados requerirÍan una autoridad superior para planear los canales, conseguir la fuerza de traba)o necesaria y reglamentar la distribuci6n del agua. Entre los Hohokam del sur de Arizona, algunos sistemas de regadío llegaron a abarcar varios cientos de millas de canales y unir comunidades muy distantes. No conocemos la naturaleza precisa de la sociedad Hohokam, puesto que la cultura alcanz6 su clímax en tiempos prehist6ricos, y aparentemente n<> se perpetu6 en ninguna sociedad indígena postco­lombina; pero el regadío requiri6 seguramente una autoridad administrativa mucho más fuerte que la de los payute o los Pueblo. Este aspecto de la cultura Hohokam merece estudios más profundos de los que ha recibido hasta ahora.

En las áreas estudiadas en este symposium podría postularse que/desde el punto de vista de los controles administrativos, la agricultura se desarroll6 a tra­vés de los siguientes estadios. Primero: la Agricultura incipiente se basaba en cul­tivos de temporal, y cada comunidad o pequef'io poblado local era independiente. Es concebible que una autoridad supracomunal podía haber aparecido cuando la densidad de poblaci6n fué suficientemente grande como para dar origen a disputas por tierras, y dar lugar a compromisos con respecto a los derechos de cultivo y herencia, cos­tumbres formalizadas luego y convertidas en obligatorias por leyes estatales. El control de la tierra cultivable fué, posiblemente, un factor en el desarrollo meso­americano.

Segundo: el regadío comenz6 con pequef'ios canales y acequias (destinados a complementar las lluvias), probablemente en los tributarios de los grandes ríos, porque las poblaciones pequefias difÍcilmente podÍan controlar las corrientes princi­pales. Durante este estadio inicial la cooperaci6n informal entre aldeas vecinas probablemente satisfizo las necesidades administrativas.

Tercero: las áreas áridas más bajas cerca de las corrientes principales final­mente se convirtieron en las zonas clave de regadío, pero no podÍan ser utilizadas intensamente mientras no fué posible construir grandes diques y canales y emplear las tierras pantanosas. El crecimiento de la poblaci6n fué probablemente rápido de­bido al incremento natural y a la incorporaci6n de poblaci6n atraída por la mayor productividad. Cuando la extensi6n de los sistemas de regadío requiri6 trabajo for­zoso y una clase de supervisores de tiempo completo, la autoridad centralizada emer­gi6 con todo ello; en ausencia de otras formas de autoridad, ésta fué sancionada por la religi6n y condujo al desarrollo del sacerdocio. Sugiero que la sociedad teocráti­ca se desarroll6 a causa de que los chamanes habían reunido un gran poder sobre los asuntos prácticos de las primeras sociedades carentes de sacerdocio, en raz6n de que las lluvias y los cambios estacionales (temperatura, precipitaci6n y otros) fueron interpretados como fen6menos sobrenaturales. El ceremonialismo agrícola se encuentra aún entre los cultivadores más primitivos.

Cuarto: cuando se alcanzaron los lÍmites productivos del regadío, las bases del poder se transladaron desde el sacerdocio a una burocracia más secular, políti­ca y militarista. Aunque el estado podí"a haber obtenido una producci6n ligeramente mayor de la tierra explotando el regadío al máximo, el estado empez6 a interesarse en los canales también como medios de comu~icaci6n y de transporte de artículos y con prop6sitos administrativos. Estas funciones estuvieron muy desarrolladas en Mesopotamia y China. En los Andes centrales, donde la quebrada topografía impi­di6 que estas funciones cobraran importancia, parece que los canales se cc.nstruye­ron, sin embargo, con el prop6sito administrativo de redistribuir a las poblaciones más que con el de aumentar la producci6n. De esta manera, la amalgamaci6n par­cial de los sistemas de regadí"o de los valles de Chic .. ma y Moche y la conversi6n de Chanchan en una ciudad grande y bien planeada, quizá se hicieron principalmente pa­ra redistribuir y concentrar a la poblaci6n por razones estatales. No hay evidencias

75

de que una mayor productividad o un aumento general de población siguieran a estola cambios. En China y en el Próximo Oriente la transformación de los poblados gran­des de centros religiosos en centros más seculares, polí'ticos, administrativos y militares, fué indudablemente facilitada por los nuevos usos de los canales.

Estas sugerencias, sin embargo, son generales y provisionales. El sympo• sium ha planteado claramente la necesidad de análisis mucho más detallados,. Las diferencias en los medios ambientales. locales, por ejemplo, plantean pToblemas distintos al regadí'o, y las soluciones pudieron muy bien influir sbbre la constitución de las sociedades.~ En los Andes centrales, las necesidades principales fueron las de canalizar las corrientes originadas en las altas montat'Ias y utilizar la gravedad para llevar el agua a la mayor cantidad de tierra de los valles y de las laderas ate­rrazadas de los cerros, Dado que cada rí'o corre una distancia relativamente corta desde el altiplano hasta el mar, cada sistema de regadío, y probablemente cada es­tado que lo controlaba, abarcó un solo valle.• El problema fué muy diferente en el caso de ríos del Viejo Mundo tales como el Hoangho, el Yangtsé, el Tigris y Eufra­tes, el Indo y el Nilo. Aunque estos ríos no pueden ser reunidos en una sola cate­goría, todos tienen en común la necesidad de ser canalizados mucho más arriba de las tierras regadas, una exi~encia que puede haber afectado el tamat'Io sino el carác­ter de los estados. Además, existieron muchos problemas particulares en las dife­rentes áreas. En Mesopotamia, como Adams subraya, exis.tía la dificultad de que la crecida después del deshielo en las montat'Ias alcanzaba las tierras bajas duran­te una temporada .desfavorable para el crecimiento de las cosechas. Esta dificultad pudo ser remediada almacenando agua, pero es dudoso que la tecnología temprana pudo almacenar agua en gran escala, Otra dificultad de este sistema de canales es que muchos de ellos corren distancias considerables con muy pequet'Ios desniveles y estuvieron muy sujetos a sedimentación.

; Entre los muchos problemas técnicos planteados por el regadío (y de gran im­portancia todaví'a hoy en conexión con los esfuerzos para la conservación de los re­cursos naturales) están los de alcalinización y empobrecimiento del suelo, la forma­ciÓn de depósitos impermeables como el caliche, 1!! erosión y otros cambios topo­gráficos, los cambios en el nivel de las aguas, y posiblemente cambios en el régi­men pluvial y en el clima, todos ellos producidos en parte por la actividad humana. Parece innecesario at'Iadir que la arqueología, la histaria, la hidrografía, la agro­nomía, la geografía y otras disciplinas, tienen aquí' un campo común.

Finalmente, es importante considerar si las plantas cultivadas en las áreas de regadí'o tuvieron alguna importancia tanto en la conformaciÓn del cultivo como en los métodos de cultivo. En muchas áreas una o más plantas bien adaptadas cons­tituyeron la fuente principal de subsistencia (patata en los climas frí'os de Chile y del Altiplano andino; yuca en los bosques tropicales; yams en Ocearua). En las áreas de regadío las cosechas principales fueron de cereales (trigo, mijo, arroz, cebada y avena en el Viejo Mundo; maí'z en el Nuevo Mundo). Hasta cierto punto, el método de cultivo {siembra de semillas, propagación por esquejes, transplante y otros) es­tá dictado por la naturaleza de la planta. Hay varias razones para creer, sin em­bargo, que en el caso de las áreas de regadí'o el uso de la irrigación fué mucho más importante que la naturaleza de las especies cultivadas.

En primer lugar, una población densa es una precondición pero no una causa del desarrollo de la civilización. El valle central de Chile tuvo una agricultura muy productiva y se comp¡¡.rÓ favorablemente desde el punto de vista demográfico con los Andes Centrales; sin embargo, sus sociedades consistieron solamente de pequet'Ios li'najes localizados. Faltó la irrigación o bien otros factores integradores. En se­gundo lugar, prácticamente todas las cosechas de cereales de las áreas de regadí'o fueron utilizadas también en una gran variedad de zonas de agricultura de temporal En tercer lugar, aunque es posible que variedades especiales de plantas se adapta­ran a las condiciones del regadío, la adaptabilidad biológica y ecolÓgica de las plantas

76

es tan grande como para ser muy engaftadora. La Dra. ·Inés Adlliils, en una tesis en la Universidad de Columbia, mostró que dos tipos de arroz considerados durante muchos aftos como genéticamente distintos (el "arroz seco" que crece sin regad!o en zonas áridas, y el "arroz húmedo" que se riega siempre) eran en realidad una misma planta que crecía en condiciones distintas.

"Aunque la proporción en que las técnicas de cultivo están determinadas .por la planta misma es un problema empÍrico en cada caso, existen pocas dudas de que la tecnología en las áreas principales J.e regad!o fué el determinante distintivo del au­mento de la productividad, del crecimiento de la población y también, de acuerdo con las diferentes clases de regad!o, determinó los tipos de coordinac1Ón social y de autoridad administrativa.~

Tipos de comunidad y de urbanización. Existe una gran necesidad de disponer de medios adecuados para caracterizar y distinguir los poblados de diferentes tam~ ftos y clases, particularmente porque nuestra terminología es tan pobre que el tér­mino "urbano" se usa para designar a la mayoría de los poblados importantes en to­do el mundo. Agregados de población tan distintos como los de la Europa feudal y los del Africa Occidental son llamados indistintamente "ciudades". El término "ur­banizaciÓn" se ·ha utilizado tanto como sinÓnimo del tipo básico de cambio que pro­dujo el Estado de RegadÍo, como para caracterizar uno de los aspectos principales de la industrialización que afecta tanto a las poblaciones campesinas como ciudad~ nas. Es difÍcil comentar directamente el empleo de estos términos durante nuestro symposium, porque no liemos tenido la oportunidad de realizar un examen crÍtico de sus bases conceptuales.

Beals apunta una parte de las dificultades cuando pregunta si un poblado gran­de y denso, pero con características indifer~nciadas, podría ser. simplemente un pueblo grande, mientras que un poblado menor, con funciones muy diferenciadas, podrÍa ser un centro urbano. Dado que un enfoque cuantitativo parece ser una parte básica de la ciencia social contemporánea, se puede fácilmente minimizar la impor­tancia de la metodología cualitativa fundamental de la antropología. Para que los análisis de las relaciones funcionales y de las caueas del cambio cultural sean real­mente Útiles, la taxonomía debe preguntarse "qué clase" y no simplemente "cuánto". Las poblaciones comparativamente densas de California y del Valle Central de Chi­le pod!an haber sostenido sistemas socioculturales organizados en un nivel más alto que el tribal de pequeftas aldeas, linajes y otros grupos encontrados en estas áreas. La naturaleza cualitativa de tales grupos, sin embargo, podría haber sido el resul­tado de tipos particulares de procesos de cambio. Aunque los poblados grandes co­múnmente encontrados en sociedades con un nivel supracomunal de integración pue­den ser medidos en términos del número de habitantes y de los grupos de especiali• tas, de las unidades familiares, de la burocracia, de la organización religiosa y de otros componentes, la identificación cualitativa y la caracterización de tales compo­nentes obviamente debe preceder a la cuantificación. De la misma manera, en so­ciedades con clases la naturaleza de cada clase y las relaciones entre las clases es un problema cualitativo que debe ser resuelto en términos específicos en el caso de cada sociedad. Las indicaciones puramente numéricas (por ejemplo, si los miem­bros de la clase alta están en relación de uno o diez a mil con respecto a los miem­bros de la clase baja) son menos reveladoras de la fortaleza de la estructura de clase que el análisis funcional del tipo de autoridad que mantiene al grupo subordinado ba­jo la dependencia del grupo superior.

Con la idea puesta en estos análisis cualitativos, sugiero que la taxonomía de los tipos de poblamiento debe tomar en cuenta las características particulares del tipo general cultural y evolucionario del cual forman parte. Hay necesidad, asimi• mo, de distinguir entre los rasgos que funcionan solamente en un nivel local y aque­llos otros que derivan de la integración del poblado en un sistema sociocultural más grande o supracomunal. Aunque las inferencias sobre las comunidades prehistóricas

77

obviamente mantendrán un carácter algo especulativo, la arqueología se ha resisti­do a ofrecer interpretaciones de los tipos de poblamiento aún en los casos en que es­tas interpretaciones podrÍan ser bastante razonables. Creo que esto es así no tan­to a c;au::;a de la falta de audacia de los arqueólogos, sino en razón del hecho de que sus intereses se orientan hacia otras direcciones. l Voy a tratar de formular algu­nos comentarios interpretativos sobre la sucesión de los tipos de poblamiento en las áreas de regadÍo, con la esperanza de estimular algunas investigaciones muy nece­sarias en este aspecto.

Los poblamientos del tipo de Agricultura incipiente pueden caracterizarse con bastante seguridad. El que algunas de estas características sean negativas no las hace menos importante para el estudio de los procesos culturales. La ausencia en estos poblados de cualquier evidencia de cooperación económica intercomunal puede ser tomada como una prueba razonable de independencia. La dispersión· de un pe­quet'io número de viviendas alrededor de una estructura religiosa, en muchas de las primeras comunidades agrícolas,• indica integraciÓn comunal de carácter ceremo­ni • .l. El número y la agrupación de viviendas es, por analogía con sociedades histÓ­ricas, sugerente de una COIJ?.posiciÓn de carácter familiar de la sociedad {véase, por ejemplo, mi estudio sobre el tipo de poblamiento de los Pueblo prehistóricos en re­lación con el parentesco; Steward, 1937). La presencia exclusiva de artículos pro­ducidos domésticament~ es buena prueba de que las sociedades no estaban interna­mente divididas en grupos de especialistas según sus ocupaciones,

Durante la era Formativa-Floreciente se desarrollaron las instituciones su­pracomunitarias, y la autoridad superior sobre asuntos de carácter no puramente local estuvo, evidentemente, en manos de una clase alta de sacerdotes. El regadÍo fué llevado a cabo mediante alguna forma de trabajo obligatorio; los artículos valio­sos fueron producidos por artesanos especializados; se edificaron montículos, tem­plos y otras construcciones pÚblicas, y el ceremonialismo fué ejecutado bajo el con­trol de esta clase superior. Resulta imposible decir si los grandes poblados en los cuales estos centros estuvieron localizados deben ser clasificados como "urbanos", ya que carecemos de una conceptualización adecuada del fenómeno del urbanismo. Llamarlos "centros ceremoniales de regadÍo", para distinguirlos de otros tipos de centros ceremoniales (por ejemplo, los centros ceremoniales comerciales) es quizá impreciso, pero mucho mejor que usar el término de "ciudad".

Las aldeas o comunidades agrícolas siguieron existiendo después de que los centros ceremoniales de regadÍo o de comercio se habían desarrollado. Sin embar­go, difieren de las primeras comunidades agrícolas incipientes en la medida en que estuvieron relacionadas por medio del regadÍo, de la producciÓn y de la religión a las instituciones de la nueva sociedad ceremonial de regadÍo y a los funcionarios, artesanos, templos y sacerdotes. A pesar de la probable conservación de elemen­tos culturales de la Agricultura incipiente (tales corno relaciones ciánicas, artesa­nía doméstica, temploslocales y otros), estas comunidades no pueden ser clasifica­das corno comunidades agrícolas incipientes.

Durante la era Militarista aparecieron pueblos grandes, complejos, compactos y con frecuencia planificados, como un resultado de los fuertes controles centraliza­dos sobre una párte considerable de las relaciones interpersonales. A estos cen­tros se les designa generalmente como "ciudades", y el cambio cultural durante es­ta era se describe generalmente bajo el nombre de "revolución urbana". El uso apropiado de estos términos, sin embargo, depende de diversas consideraciones eomplementarias. El término "ciudad" no puede ser igualmente aplicable a los po­blados de la era Militarista y a los cen,tros modernos de población, excepto quizá en·el sentido de tratarse de "pueblos importantes". Tengo la impresión, sin embar­go, de que muchos autores tienen en mente rasgos como la aparición de una autori­dad estatal estrictamente secular y un tipo de estructura de poder {que contrasta con el de la sociedad teocrática anterior) ubicada en la ciudad. Este concepto parece

78

estar relacionado con el de ciudad-estado, cuando menos en su estadio inicial, poli­que "ciudad" y "estado" parecen inextricablemente ligados. otro atributo de la "ci~ dad" y del "estado" es un sistema de normas, que finalmente se codifica, para con­trola:r la conducta econÓIIlica, lllilitar, religiosa y social. La autoridad poseída por este tipo de estado se describe como "política" por oposición a teocrática. Un poblado grande y compacto se llama "c;iudad" cuando es un centro adlllinistrativo de un estado que tiene autoridad política.

Me parece que estos razonalllientos violentan varios conceptos, y que pueden desembocar en la clasificación de los centros de población de la era Militarista en un nicho taxonómico equivocado. En su lilllitada esfera, la autoridad de la sociedad teocrática de regadÍo fué tan grande como la de la sociedad lllilitarista. Difirió so­lamente en que su esfera fué más lilllitada y en que estuvo sancionada por la religión más que por el poder armado. Pienso que sería incorrecto considerar a la sociedad militarista como fundamentalmente diferente por tener una autoridad puramente se­cular que adlllinistraba un cuerpo de leyes civiles. El estado lllilitarista continuó controlando el regadÍo, el trabajo forzoso, la construcción de obras monUDlentales y de edificios, y la producción de objetos valiosos. Debido a las motivaciones ad­quisitivas de la sociedad y a las liniitaciones de la producción interna, los controles se extendieron territorialmente, regimentaron más comple~ente a la población y, en general, se robustecieron. Debido a los factores que originaron ellllilitarismo (competición por recursos y bienes), las sanciones religiosas fueron suplementadas y relegadas, pero no completamente reemplazadas, por la fuerza armada.

Puesto que ninguno de estos fenómenos corresponde realmente a aquellos de­signados como "ciudad", "estado" y "polÍtico" en las culturas modernas, parece que carecemos de térlllinos adecuados para expresar los hechos específicos de las civi­J,izaciones de regadÍo. Con toda seguridad en el futuro se desarrollará una terllli­noloiÍa adecuada, en la medida en que nuevos conceptos sean propuestos y revisa­dos después de nuevas investi1aciones. Por el momento, yo sugiero que el dilema puede ser resuelto usando estos térlllinos en un sentido laxo para designar niveles de integración más que características particulares de los sistemas sociocultura­les. Por ejemplo, si .,estado" significa un sistema multicomunitario, la cuestión parcialmente semántica de si las sociedades ceremoniales de regadÍo de la era Flo­reciente eran o no estados, queda resuelto: eran estados en térlllinos del nivel de organización. Sus características dia1n6sticas pueden facilitar los adjetivos sufi­cientes para designarlos como tipos distintivos de estados; por ejemplo, "ceremo­nial de regadÍo", "ceremonial comercial", "militarista de regadÍo", etc.

De la lllisma manera, una "ciudad" puede ser considerada como un nivel de organización comunal en el que, puesto que contiene diversos grupos de especiali• tas, aparece la necesidad de desarrollar instituciones coordinadoras en un nivel s~ perior al de los grupos. En gran parte estas instituciones pueden ser idénticas a las del estado. La naturaleza particular de los grupos en la ciudad y de las instit. ciones coordinadoras les da distinci6n tipolÓgica. El concepto ''político" puede tam­bién relacionarse con los niveles. Aunque la mayor parte de las monografi"as sobre los pueblos primitivos tratan de su organización polÍtica, y aunque existen varios libros sobre derecho prilllitivo, me parece ~e pueden hacerse distinciones Úti~.es de acuerdo con los niveles. Los controles, sancionados informalmente, de las co• tumbres habituales de los miembros de la lllisma aldea o grupo, pertenecen a un Ol'­

den diferente al de lu reglas o códigos, sancionados religiosa o militarmente, e im­puestos por el estado sobre ciertas áreas de la conducta individual. Cuando un ca­zador priÍnitivo reparte su alimento con otros, está siguiendo una regla de costum­bre que no ha sido impuesta por una autoridad más alta. Cuando un agricultor de un Estado Militarista de RegadÍo entrega una parte de su producción al estado, está obedeciendo una ley obligatoria. Podría ser muy Útil concebir a los controles y a las leyes políticas como aspectos de la sociedad en un nivel estatal. El concepto de

79

la autoridad política y del derecho sería aplicable, entonces, a los Estados Teocrá-­ticos tempranos. Estos Estados Teocráticos diferirían de los Militaristas en las esferas y clase de autoridad.

Tecnología. Los efectos sociológicos del conocimiento tecnolÓgico en las civi­lizaciones de regadÍo, fueron mucho más simples que 'en la sociedad moderna. Nues­tra tecnología actual es tal, que muchos objetos de consumo son el producto de lar­gas series de etapas de manufactura que empiezan con la extracción de .las mate­rias primas en todas partes del mundo. No hay más que pensar, por ejemplo, en las diversas clases especializadas de producción y en las fuentes de materias nece­sarias para fabricar un automóvil. La producciÓn en las sociedades de riego requie­re relativamente pocas etapas e incluso pocas clases de especialistas. ~En lugar de un sistema complicado de interdependencias tecnolÓgicas, los principales requisi­tos sociológicos de los productos de la era Floreciente fueron el trabajo en masa y una jerarquía de supervisores. Esto está más relacionado con el cambio de la or­ganización que con los cambios tecnológicos.,

, La construcciÓn de grandes sistemas de regadÍo, aunque implica cierto cono­cimiento de ingeniería, fué posible principalmente porque se pod(a disponer de una gran cantidad de fuerza de trabajo controlada. t El desarrollo de una sociedad de re­gadÍo, desde las aldeas agrícolas incipientes, estuvo más relacionado con la simple extensión de los trabajos hidráulicos que con invenciones importantes o innovacio­nes tecnolÓgicas. :>e la misma manera, los montículos, templos, palacios y otras estructuras de increíble tamafio, fueron construÍdos cuando pudo moviliza;rse a un número suficiente de trabajadores. Los principios técnicos de la construcción avan­zaron muy poco desde los comienzos de la evolución.

Con la excepciÓn de la metalurgia, los procesos empleados en la manufactura de los artículos domésticos y de lujo experimentaron pocas modificaciones importan­tes. La cerámica, que siguió facilitando los principales receptáculos, fué mejorada sólo en las formas de manipular la arcilla y en el conocimiento del temple, de las pinturas, la cocción y de otros aspectos. Los progresos en el tejido consistieron en poco más que en un incremento del número de fibras y de tintes, y en la mayor elaboración del tejido básico obtenido por medio del telar de mano. La manufactura en piedra, hueso, concha, madera y otros materiales, permaneció en ~,¿n nivel pri­mitivo. Toda la producción artesanal y la arquitectura, sin embargo, florecieron en términos de refinamiento estético y de habilidad en el empleo de tecnologías fun­damentalmente simples. Este florecimiento fué el resultado de dedicar al trabajo a los especialistas de "tiempo completo", lo cual a su vez fué posible cuando el rega­dÍo o posiblemente, en el caso de Mesoamérica, ciertas técnicas de agricultura de temporal, alcanzaron su máximo desarrollo.

Las civilizaciones de regadío florecieron sin cambios fundamentales en la tec­nología que poseían desde el comienzo de la era Formativa-Floreciente; no consi­guieron aplicar varios principios básicos intelectuales y científicos. En ciertas áreas se descubriÓ la rueda y el arco arquitectónico verdadero; pero ambos descu­brimientos tuvieron poca importancia práctica. Las matemáticas se emplearon más en mantener registros en los templos que en mejorar las técnicas de produc­ción. El calendario, que probablemente surgió de la necesidad agrícola de regis­trar el paso de las estaciones, contribuyó muy poco a los métodos de cultivo; sus refinamientos formaron parte de un conocimiento esotérico que tuvo muy poco que ver con las necesidades prácticas.

La aplicación de los conocimientos teóricos adquiridos no se hizo en escala importante sino hasta la siguiente "Edad del Hierro", cuando las limitaciones inhe­rentes al desar¡-ollo de la civilización en las áreas de regadÍo fueron salvadas, y un nuevo tipo de cultura comenzó a desarrollarse en las zonas lluviosas del norte del Mediterráneo. Aunque el término "Edad del Hierro" es tan impreciso como los de "Edad Neolítica", "Edad del Bronce" y otros (tomados simplemente de la tecnología),

80

el primero tiene cierto carácter apropiado porque el descubrimiento de la fundición del hierro fué uno de los factores clave en el comienzo de una nueva lt'nea de evolu­ción cultural. En las civilizaciones de regadt'o el conocimiento de las aleaciones, de la fundición y de los moldes, condujo finalmente a la obtención del bronce, una aleación mucho más dura que cualquiera de los metales entonces conocidos. El bronce fué fundido durante la era Militarista en todas partes excepto en China, don­de habt'a aparecido en la era Floreciente. Como Collier indica, sin embargo,. el bronce no tiene ninguna relación con el florecimiento de las culturas de regadt'o. Fué usado como ornamento y para fabricar receptáculos, y no para herramientas, por­que a pesar de su dureza era demasiado escaso para ser empleado abundantemente en las manufacturas. Su principal función utilitaria durante la era Militarista fué la fabricación de armas.

El descubrimiento del hierro facilitÓ un metal duro y barato para fines utilita­rios. Aunque el hierro no podt'a aumentar los recursos de agua, salvando as( la li­mitación de las civilizaciones de regadt'o, facilitó un medio para talar los bosques de las áreas lluviosas, permitiendo el desarrollo de culturas nuevas. En las eras siguientes, los cambios principales en las áreas de regadt'o fueron resultado de su incorporación en sistemas socioculf;urales mucho más grandes, que giraban alrede­dor de las áreas claves.

Sumario. He tratado en estas páginas, en primer lu-gar, de examinar la metodologt'a básica

del enfoque evolucionista multilinear, y de sugerir algunos refinamientos de los con­ceptos heurt'sticos. En segundo lugar, he revisado las hipÓtesis explicativas del desarrollo de las civilizaciones de regadt'o. En tercer lugar, he indicado algunos de los campos en que la investigaciÓn, y especialmente la investigación arqueológi­ca, sert'a extraordinariamente fructt'fera.

Los refinamientos y las modificaciones más importantes de los instrumentos conceptuales se refieren a lo siguiente: terminologt'a más adecuada, especialmente para designar los tipos de poblamientos grandes llamados "urbanos", y para desig­nar los sistemas socioculturales supracomunitarios llamados "estados"; clasifica­ción más cuidadosa de los tipos de poblamiento y de los sistemas socioculturales, con referencia a los niveles de integración y a los fenomenos espect'ficos de las di­ferentes áreas; mayor atenciÓn a los conceptos de área clave y marginal y a las va­riaciones locales ambientales y culturales dentro de las principales áreas; reconsi­deración de factores simples y múltiples como base para la comprensión del cam­bio y para el establecimiento de una taxonomt'a.

Las revisi9nes provisionales de la hipÓtesis original referente al desarrollo de estas civilizaciones son principalmente las siguientes: clasificación de la Agri­cultura incipiente como un tipo de amplt'sima distribución, que no es espect'fico de la civilizaciones de regadt'o; clasificación de Mesoamérica como un Estado Ceremo­nial Comercial o un. Estado Ceremonial Monopolista, en contraste con los Estados Ceremoniales de Regad(o de Mesopotamia, China y los Andes Centrales; reconoci­miento de que la era de Fusíón, Guerra o Conquistas Ct'clicas, se desarrollÓ por factores no relacionados directamente con el,regadt'o {guerra estimulada por motiva­ciones predatorias o adquisitivas), y reconocimiento de que estos factores se con­virtieron en causas básicas de cambio y produjeron una sociedad muy diferente de la del Estado de Regadt'o; limitación de la hipÓtesis a las regiones clave de cada área; explicación provisional de cómo el comercio y el control de la fuerza de tra­bajo no a'grt'cola pudo haber sido un factor principal de. cambio.

Las necesidades más evidentes de investigación de carácter comparativo y en el campo parecen las siguientes: estudios arqueológicos concentrados en áreas deli­mitadas, para mostrar las implicaciones sociológicas de los tipos de poblamiento, el carácter dei comercio y el desarrollo del regadt'o en relación con el medio local,

81

por un lado, y por otro en relación con el tipo de poblamiento y la autoridad adm nistrativa; estudios comparativos de materiales históricos y arqueológicos para aclarar problemas relacionados con la guerra, la propiedad, la esclavitud, y otr formulación de hipótesis referentes al desarrollo de uno o más tipos en las área1 marginales.

Obras citadas:

DAJFUKU, H., 1952. A new conceptual acheme for prehiatoric cnltnrea in the Soadaweatem United Statea. .4.-rican A.rallarOpolo&isl 54:191-200.

RANDS, Rohert L., 1952. Some evillerace of IIHII'FII in Classic Maya an (Diaaertation auhmitted in partial fuUillment of the require-ata for the PhD, Colamhia Univeraity). Uniwmily of Michi­pn, Microfilm Pahlication no. 4233.

REDFIELD, Rohert, and Milton SINGER, 1954. The cakuntl role of citiea. E CDIIDmic Devek,pmelll aNl Cubural C'-a&fl 3:53-73.

STEWARD, Jalian H., 1936. The ecoaomic and aocial baMa of primitive handa. Eaaaya in loJIGI" of A.lfred L. KToeber. Uniwraily of Califomia Preea.

-------• 1!187. EcolQ8ical aapecta of Soathweetem aociety. A.IIIAmpoa 32:87-101.

-------· 1969. Caltam cauaality u law: A trial formalation of the development • early civilizationa. A.mericara A.radaropologi.! 51:1-27.

• --------• 1949 a. Soath A-ncan ca

tarea: An interpretatiw aammary. Handboolr e Souüa A.mericara lntlitms 5:699-772. o-n o American Ethnology Ball. 143.

--------• 1953. Evolatioa and procea• A.IIIAmpolog Today. The Univemity of ChicBf! Preaa.

WD'1FOGEL, Karl A.,•1938. Die TUorie der Orie• taliachen Geaellachaft. Zeilac6ri(& fw Sozitlj forac"-1 7.

WOLF, Eric· R., 1gs}. The aocial orpniatioa e Mecca and the oripa of la~. Soallt-aw loamal o( A.IIIAmpolog 7:329-356.

82