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SOLEE LA VACUNA, - Digital Collections · la ley que regia á la viruela en sus ... entero. En el diase nos enseña en las escuelas, enlos colegiosy en todosloscírculos sociales

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DISERTACION

SOLEE LA VACUNA,EN SUS RELACIONES

CON LA VIRUELASOSTENIDA

EN LA UNIVERSIDAD DE LIMA

POR

ENRIQUE ELMORE.f */

FACULTAD DE MEDICINA.

LIMA-1873.

GUZMAN Y Ca., IMPRESORES,CALLE DE JUNXN (ANTES S. JOSÉ.) N. 66.

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AL DOCTOR

ii íl OM ASB© lf2ii A5 >

SU DISCIPULO Y AMIGO

EEEIQUE ELMOEE,

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RECTOR DE LA UNIVERSIDAD

Dr. Juan Antonio Ribeyro.

DECANO DE LA FACULTAD DE MEDICINA.

Dr. Miguel de los Ríos.

PRESIDENTE DE LA TESIS

Dr. Celso Bambaren.

SECRETARIO DE LA UNIVERSIDAD

Dr. Luis F. Villaran.

SECRETARIO DE LA FACULTAD DE MEDICINA

Dr. José Casimiro Ulloa,

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Jtoto:“ Vincit omnia Venias.”

La Humanidad debe á Eduardo Jenner, de Berkeley,el conocimiento de un hecho grandioso por los ilimitadosbeneficios que ha producido y que está llamado á dar.Nunca, jamas, se honrará suficientemente la memoria deun hombre que ha salvado tantos millones de vidas,gracias á sus esfuerzos incesantes para llegar á descubrirla ley que regia á la viruela en sus relaciones con lavacuna.

Son héroes, y seguirán siéndolo, los Alejandros, losAugustos, los Nerones, los Calígulas y los Napoleones,solo por que causaron la muerte á millares de hombres, ynada más, que por haber sido los asesinos mas encarniza-dos del género humano, para saciar su frenética ambición,para adquirir un poder tiránico, absoluto é innaturalsobre el universo entero. En el dia se nos enseña en lasescuelas, en los colegios y en todos los círculos sociales áadmirar y á imitar á esos hombres, quienes, mas que este,merecen el nombre de bestias feroces; y se olvida el delos verdaderos bienhechores del mundo, de esos que hanconsumido su existencia en la observación y en el estudiollevados hasta el sacrificio. Nada se dice en la instruc-ción que se nos dá de los redentores de la humanidad;no se menciona una sola palabra sobre los génios que han

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libertado el pensamiento, la razón y la conciencia; ni unrecuerdo se consagra á los fundadores é impulsadores dela Ciencia; no se habla ni parece recordarse á Sydenham,á Laennec, á Stcvcnson, á Morse, á Faltón, á Watt, áFranklin; nada sobre Holbach, Yoltaire y Rousseau

Frió y débil seria calificar de ingrato á tan absurdosistema que ensalza las pasiones mas desordenadas y losmas horrendos crímenes, citándolos como rasgos de he-roísmo y de abnegación, al mismo tiempo que abate,olvida y menosprecia lo que únicamente es por sí bello ysublime :la Caridad. Y nadie negará que hay caridad—

y mucha—en la consagración de toda la vida de unhombre á procurar el bien de los demas—ya en el ordenfísico, estudiando el modo de evitar y de aliviar ó decurar las dolencias humanas; —ya en el orden moral, dis-cutiendo y proclamando las leyes que genuinamente debenregir á las sociedades y á sus individuos, y combatiendo lasfalsas, absurdas y crueles que se les ha impuesto ó queri-do imponer;—ya en el orden intelectual, predicando consin igual tesón la emancipación de las conciencias, la in-dependencia del pensamiento y la libertad absoluta de laenseñanza. Son hechos estos que significan no solo el sa-crificio que un hombre espontáneamente hace de su perso-nalidad por el bienestar de sus semejantes, sino que, enatención á la época en que muchos de esos héroes vivieron,la exposición y sostenimiento de sus doctrinas significabauna lucha permanente y peligrosísima con el poder que entodo tiempo ha sido, para vergüenza de la humanidad, elenemigo inflexible y sistemático de la ilustración y del pro-greso.—Nadie de vosotros ignora, Señor, entre otros mu-chos, los horrores de la Santísima Inquisición

Perdonándoseme esta ligera digresión, digo que sedebería tener mas en cuenta, y recordar por lo ménos,los nombres de nuestros benefactores. Hoy que la vir-uela amenaza la tranquilidad de nuestro hogar, la saludde nuestras familias y la vida de nuestros hijos;—hoy que

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todos nos encontramos igualmente interesados en com-batir con energía una epidemia que puede tomar propor-ciones colosales, hoy, repito, es cuando mas recordamos ycuando mas saliente se hace la idea del remedio, del únicoremedio eñcaz, la Vacuna, (1) nombre que es y debe sersinónimo de Jennersu descubridor, y de la cual voy áocuparme, Señor, en esta disertación que paso á leeros.

I.

HISTORIA, ORIGEN Y NATURALEZA DE LA VACUNA.

El año 1798 apareció en Londres un libro, con el nom-bre de “An inquiry into the causes and effectsoftñeVariloce Vaccince. ”—Su autor, cuando joven todavía,residía en el condado de Gloucestershire (Inglaterra), enmedio de las haciendas mas productoras de ganado va-cuno ; y íúé allí donde observó, en conformidad con latradición del lugar, que las lecheras no contraían la vir-

il) No puedo dejar de trascribir aquí un trozo de la Oda que, con motivode la espedicion organizada en España para propagar la vacuna en América,dedicó á don Francisco Balmis, (jefe de esa expedición), el célebre literatoManuel JosefQuintana—Después de pintar con vivísimos colores los estra-gos de la viruela y el terror y las lamentaciones por ella causados, continúadiciendo:

“Con tales quejas el Olimpo hería,Cuando en los campos de Albion, Natura,De la viruela hidrópica al estrago,El venturoso antídoto oponía.Jenneb lo revelaba á los mortales:Las madres, desde entonces.Sus hijos á su senoSin susto de perderlos estrecharon;Y, desde entonces, la doncella hermosaNo tembló que estragase este venenoSu tez de nieve y su colorde rosa.—A tan inmenso don agradecidaLa Europa toda en ecos de alabanzaCon el nombre de Jenner se recrea,Y ya, en su exaltación, eleva altares,Donde, á par de sus génios tutelaresSiglos y siglos adorar le vea.

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uela, aun en época de epidemia, cuando ordeñaban lasvacas enfermas de una erupción especial, reinante enton-ces entre el ganado. Esta enfermedad, conocida con elnombre de cow-pox (viruela de vaca) aparece en los pe-zones del animal bajo la forma de pústulas irregulares.En su primer período ofrecen un color azul pálido, ó masbien lívido, y están rodeadas de una aureola inflamada;después degeneran las pústulas en úlceras fagedénicas;—el ganado dá muestras de estar sériamente indispuesto, yla secreción de la leche disminuye, llegando á veces á sus-penderse por completo. La infección era natural que pa-sara de la vaca á las manos de los lecheros, y así lo obser-vó Jenner. En efecto, el cow-pox, que no es sino la en-fermedad de viruelas en la vaca, es capaz de pasar porcontagio á la especie humana, desarrollándose en estauna viruela modificada, benigna, llamada vacuna. Así,pues, en los ordeñadores que han absorvido el cow-pox,se nota al principio en el nivel de las articulaciones y en laextremidad de los dedos, manchitas, que muy pronto seconvierten en vesículas circulares de relieve, con centrosdeprimidos ó hundidos y de un color que se esfuerza poracercarse al azul. Comunmente llegan estas vesículas áulcerarse por la fricción é irritación á que están expues-tas, no produciendo accidentes generales sino cuandocoexisten muchas en el mismo individuo : en tal caso, esteexperimenta escalofríos, fiebre, cefalalgia y otros desórde-nes, con tumefacción dolorosa de los gánglios axilarescorrespondientes.

Raciocinando Jenner sobre estos hechos, repetidas ve-ces observados por él en individuos varios, y comparándo-los con la opinión general del pais, llegó á establecer laconclusión de que “las personas que habían padecido deinfección del cow-pox por contagio directo de la vaca, nopodían contraer la viruela.” Vínole entonces la idea deintentar la trasmisión artificial de la enfermedad de lavaca de un individuo á otro, con el objeto de protejer al

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inoculado contra la viruela; y el 14 de Mayo de 1196, des-pués de doce años de penosas investigaciones, hizo su pri-mer ensayo de inoculación sobre un muchacho llamado.lames Phipps, tomando la vacuna de una u pústula” quela lechera Sarah Nelmes tenia en la mano, quien casual-mente habia contraido la infección del cow-pox en las la-bores de su profesión.

Pero el ensayo debia comprobarse para ver si producíaónó la deseada inmunidad así fue que el 1" de Julio seinoculó al mismo Phipps con el pus de una pústula de vi-ruela grave, inoculación que volvió á repetir pocos mesesmas tarde, sin haberse notado en ninguno do los dos casosefecto alguno sensible. Experimentos semejantes prac-ticó también Jenner sobre otros sujetos, obteniendo siem-pre resultados idénticos, hasta que, en Junio de 1198, pu-blicó su primera obra sobre la úiateria, que es la que hécitado.

En aquella época creia él, y mantuvo siempre la creen-cia de que el cow-pox y la viruela eran modificaciones deuna misma enfermedad, y que el origen do ambas era unaafección pustulosa inflamatoria, peculiar al caballo (eaux-auxrjambes);—y aunque esta puede trasmitirse directa-mente al hombre, y producir en él una enfermedad seme-jante al cow-pox inoculado, con todo, no preserva de laviruela si ántes no ha sido modificada por el organismo dela vaca. Así pensaba Jenner desde entonces, y pensababien, porque experimentos posteriores han comprobadola verdad de su raciocinio. El Dr. Gardner llegó a tras-mitir á la vaca, por inoculación directa, la enfermedaddel caballo, dando por resultado el verdadero cow-pox.Del mismo modo, Loyd y Sacco de Milán, practicaronigual inoculación sobre el hombre (2.)

El Dr. Bennett, de Edimburgo, se separa de la opiniónuniversal con respecto al verdadero punto de partida delcow-pox y de la viruela, y crée que la vaca ha contraído

(2.) Life of Jenner, by Dr. Barón.O

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el cow-pox del hombre, y nó el hombre de la vaca.—Con-cuerda este modo de pensar con el de Mr. Ceeley deAylesbury (3). —Las experiencias de este, parecen con-firmatorias, pues ha producido el cow-pox en la vaca porla inoculación directa de la viruela humana en el animal.Opiniones muy respetables (Tardieu, entre otros) afirman,sin embargo, que en el dia es incuestionable que la virue-la do la vaca, ó cow-pox, se deriva de la enfermedad pús-tulo-grasosa de los pies del caballo.

El mismo Tardieu (Decano que fue de la Facultad deMedicina de Paris) pone en duda la identidad de la vi-ruela y del cow-pox;—pero me parece que la perfectaidentidad de ambas afecciones queda bien demostrada:

1° Por la existencia simultánea del cow-pox en la vacay de la viruela en el hombre.

2° Por la trasmisión por contagio de la viruela, á lavaca.

3° Por el desarrollo del cow-pox, como consecuencia ne-cesaria del contagio de la viruela á la vaca.

4 o Por el desarrollo del cow-pox en la vaca después dela inoculación de la viruela humana practicada en el ani-mal.

5- Por la trasmisión por inoculación del cow-pox alhombre, y la consiguiente formación en éste, de vesículasidénticas á las de la vaca.

6- Por el desarrollo, en el hombre, de vesículas seme-jantes, si nó idénticas, á las de la viruela, por la inocula-ción del cow-pox al hombre (4).

La afección originaria del caballo es esencialmente ve-sicular, y no pustulosa como se le califica por Jenner ydemas escritores. Aunque parezca fuera de lugar, con-viene, al hacer un estudio comparativo de erupciones queson semejantes y que presentan mas de un carácter común,

(3.) Transactions of the Provincial Medical and Surgical Society.—London,Vols. mi and ix.

(4.) Puede leerse con fruto la obra magistral de Bennett “Practlce ofMedi-cine.'’ I —Fifth American from the fourth London edition, 1867.

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distinguir exactamente una y otra forma.—Según Willan,vesícula es: toda elevación del epidermis que contiene lin-fa incolora, opaca, blanquizca ó nacarada; —y llama pía-tula á toda elevación del epidermis con base inflamada,que contenga pus.

Idéntica distinción ha de tenerse en cuenta tratándosedel cow-pox yde la vacuna, que son sus derivados; el errorse esplica fácilmente, observando que por su posición enlas tetas de la vaca y por la fricción áspera y frecuenteque las vesículas sufren al extraer la leche, se aumentaconsiderablemente la inflamación y se declara la supura-ción.

Los desórdenesfuncionales y todo el aparato febril atri-buidos como efecto de la inoculación del cow-pox en elhombre, no son, en general, ciertos, sino en el caso de ladegeneración de las vesículas en úlceras corrosivas; —demodo que esos síntomas no lian de atribuirse á la “acciónprimaria del virus,” como erróneamente se ha dicho.

El supuesto origen pustuloso que á la enfermedad origi-naria se había atribuido, dió también lugar á otro error,que consistía en el empleo del líquido icoroso ó purulentode la úlcera para verificar la inoculación; de tal modo, quese exitaba artificialmente la supuración de la vesícula,creyendo que su linfa natural era inadecuada para la tras-misión de la enfermedad. Estos equívocos, graves, peronaturales en un tiempo en que apenas comenzaba á tener-se ideas sobre la materia, no se escaparon á la sagacidadde Jenner, apesar de que siempre siguió llamando “ pus-tulosa” ála erupción del cow-pox. (Maunsell).

Se disputa al médico inglés la prioridad del descubri-miento de la inoculación vaccínica, y se afirma que losPersas no solo conocían la inoculación de la viruela comomedio profiláctico, sino que la misma vacunación era un

procedimiento muy usado entre ellos. El Dr. Michea pu-blicó un artículo en “ ¡j Union Medícale v (11 de Setiem-bre de 1841 ) tratando de manifestar que los médicos In-

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dios vacunaban; y al efecto hace un resumen del SateyaGrantham, libro sagrado atribuido á Dhanwanthario.(frisolle cree que la aserción de Michea queda así probada“sin ningún género de duda.” Con todo, aun cu la hipó-tesis de haber los orientales empleado la vacuna, no hadenegarse que Jenner la descubrió, y la estudió, y la estendióen el mundo cuando no era conocida en él; caso de habersido un conocimiento anterior á su época, era ya perdidopara el hombre, como multitud de otros que los siglos hanapagado, después de haber sido familiares á nuestros an-tecesores. Qué inmensidad de ciencia yde conocimiento

./práctico no hemos perdido en el incendio de Alejandría!

11.

INOCULACION DEL VIRUS.

Para explicarme mejor, tomaré desde su oríjen la cues-tión do la inoculación, aun a riesgo de extender esta me-moria mas allá de los límites que le habla trazado.

Inoculación , en su sentido mas general, es la operaciónpor la que se introduce artificialmente en la economía elprincipio material de las enfermedades contagiosas. Lasenfermedades contagiosas, especialmente las eruptivas,producen en el cuerpo un líquido anormal albuminoso (vi-rus) que tiene la propiedad, cuando es inoculado en otroorganismo sano, de regenerar la enfermedad que le dióorigen y de reproducir el mismo virus en cantidades mu-cho mayores que la inoculada. El virus de la vacuna, dela viruela, de la rabia, de la sífilis, del muermo, etc., vie-nen, según esto, á estar constituidos materialmente, pol-la baba, el pus, el moco, la linfa, que se producen en losanimales que están atacados de tales enfermedades.

Pero ha de entenderse que el principio contagioso no osninguno de esos líquidos, que solo sirven para contener,

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para disolver y trasmitir el verdadero virus, el verdaderogérmen de la enfermedad, del cual son simples vehículos,así como la atmósfera es solo el vehículo de los principiosmiasmáticos y palúdicos. La naturaleza del elemento vi-rulento no puede atribuirse á parásitos animales ni vege-tales : los resultados de las investigaciones microscópicasy químicas, siendo hasta ahora negativos, es fuerza expli-carla por una generación eselusivamente patológica sinproducto material positivo ; cabalmente por esta circuns-tancia, el virus carbonoso constituye una especie entera-mente particular, caracterizada por la presencia y la re-producción de Bacteridios.

Es posible que el virus, en contacto con la economíasana, produzca una acción análoga á la de los fermentos ;

y de allí al nombre de Zymóticas (fermento, en griego)dado á las enfermedades virulentas.

Las enfermedades zymóticas ó virulentas se trasmitenpor la inoculación del virus que producen. La inoculaciónpone al virus en circunstancias tales, que lo hace absorvery penetrar en la sangre. Una vez en la sangre, funcionacomo fermento dentro de ella ; se reproduce, se generalizay satura la economía, que queda toda ella virulenta, des-pués de haber eliminado en forma de vesículas, de pústu-las ó de granos, el exceso de virus engendrado en su inte-rior. Quiere decir : todo virus inoculado, produce unaenfermedad virulenta que le os necesariamente correlati-va: así como toda enfermedad virulenta genera cantida-des notables del virus que la originó.

Ahora, es de notarse que la economía animal, cuandoestá actualmente bajo la influencia de un virus, no puedecontraer la enfermedad virulenta correspondiente á esevirus ; es decir, adquiero el organismo una especie de in-munidad que lo hace incapaz de desarrollar la enfermedad,por el simple hecho de estar ya empapado, saturado delprincipio activo, ó virus, de esa misma enfermedad.

Por consiguiente , siendo la vacuna (esto es, la

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enfermedad que resulta en el hombre por la inocula-ción del cow-pox) idéntica ála viruela , nadie podrá con-traer la viruela, mientras esté bajo la influencia, de lavacuna.

De igual modo, el que haya tenido viruela, no volveráá tenerla por estar ya su sistema impregnado del virusvarioloso.

Así mismo, el sifilizado está libre de contraer la sífilis,por cuanto su organismo se encuentra saturado del virussifilítico.

Son hechos estos, que una esperimentacion tan inteli-gente como sostenida viene probando desde siglos afras,sin dejar el mas leve asomo de duda ; de tal modo que lainmunidad que produce un virus cualquiera—sea vaccíni-co, varioloso, sifilítico, rábico, 6 de otra naturaleza—-con-tra la afección correlativa,-—puede considerarse como unaxioma médico.

Hay, á pesar de esto, hechos que parecen separarse deesta ley; de tal suerte que se vé á un vacunado morir deviruela, ó atacado de esta afección á uno que la tuvo an-tes. Pero tales casos, tan lejos de hablar en contra de lateoría de la inmunidad, la confirman y ratifican cada vezmas. Efectivamente, todo en el mundo tiene su duración,su período fijo, su término fatal. La acción preservadorade los virus, ha de acabar también: la inmunidad que im-primen, ha de tener su fin. Y así se vé, con respecto álavacuna, que no preserva de un níodo absoluto é ilimitadoni de la vacuna misma, ni de la viruela. En Francia haobtenido Mr. Bousquet buen éxito en la revacunación, enuna proporción de 25 por 100 (5) ; en Yersallesseha conse-guido un 16 por 100; y, en general, la revacunación ofre-ce tanta mayor probabilidad de buen éxito, ó de prender ,

como dicen, cuanto mas nos alejamos de la época de la pri-mera vacunación. Así, Baudeloque ha revacunado 41 ni-ños en el Hopital des Enfants sin lograr un solo caso.

(5.) Bousquet—Nouvean traité de la Vaccine et les éruptions varioleuses.

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Maille afirma que en la epidemia de Provence no consiguiódesarrollar la revacunación en ninguno de ios que se ha-bían vacunado durante los 10 últimos años; y que, al con-trario, la produjo constantemente en los que hacia mas de15 años que so habían vacunado.

Lo mismo sucede con la vacuna primitiva, i. e., con lainoculada directamente do la vaca al hombre. Estlin, ensu Memoria sobre el cow-pox natural, habla de varios le-cheros que, habiendo sitio vacunados desde el tiempo deJenner—uno de ellos por el mismo Jenner—llegaron á serinfectados de nuevo por las vacas (6).

Quede, pues, desde ahora establecido: que la vacunapreserva seguramente de la viruela;—que el período de in-munidad de la primera contra la segunda tiene un limite;■—que no puede fijarse este límite, porqué depende de lascondiciones individuales del sujeto, tic la concentracióndel virus inoculado, de su calidad, etc., pero cuyo míni-mum puede admitirse ser de 7 á 10 años:—que para man-tener esa inmunidad de por vida, será necesario revacu-narse cada sietenio;—y que si en la revacunación no brotael grano, es que no se necesita la revacunación, ni es po-sible practicarla, por haber todavía virus en la economía:debiendo, en tal caso, inocularse cada año, hasta que lle-gue á prender.

Hay personas que, recientemente inoculadas con elvirus vacuno, son aptas para volverlo á ser, y con buensuceso en ambas ocasiones. Se dirá por esto que el virusvacuno no preserva de la vacuna ?—No seriaadmisible larespuesta afirmativa. Creo que en semejantes casos, lavacuna inicial ha sido incompleta, estaba en defecto, y nolia saturado totalmente el organismo del individuo; queda-lia campo para una segunda introducción del virus; habíalugar para añadir otra dosis de cow-pox. Es por eso queprendió la segunda vacunación.

Lo mismo diré de aquellos, aunque muy raros, que, ha-(6.) Véase la Higiéne genérale, de Motard.

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bien»lo sufrido de viruelas, recidivan: ó se extinguió elvirus varioloso inicial á la época de la recidiva; óno estu-vo en la cantidad, ó en la energía, necesaria para saturaral individuo.

Otra razón hay, y muy poderosa, para que el virus va-cuno no sea absoluto en su acción preservadora, y es, ladegeneración que ha sufrido desde la época de Jenner: laexperiencia ha demostrado que la vacuna hominal, por su

reproducción y trasmisión sucesiva de hombre á hombre,ha perdido (y perderá cada dia) en su energía profilácti-ca; de donde ha nacido la idea tan recomendada por da-mos, por Xegri y por Lanoix, de hacer inoculaciones solocon la vacuna animal, la que, ademas, no ofrece' el inmi-nente peligro de trasmitir la sífilis.

El procedimiento general de inoculación con el objetode evitar la infección variolosa, ha sido practicado des-de muy atrás; pero no se inoculaba el cow-pox, sino lamisma viruela , por cuyo medio se conseguía enfermar alindividuo momentáneamente de una viruela discreta mo-dificada, que lo resguardaba de la confluente grave. Estapráctica parece haber nacido en Asia ó en Africa, de don-de pasó á Constantinopla en 1673: de allí fue importada áInglaterra por Lady Montague, extendiéndose en seguidapor toda Europa. Su introducción en Francia se debió álos esfuerzos de los filósofos del feiglo XVIII, especialmen-te á sus dos caudillos Yoltaire y Rousseau, ayudados porAntonio Petit y por Borden, de la Facultad de París, ysolo desde entonces se autorizó el uso de semejante siste-ma;—y aunque oírecia la ventaja inmensa de hacer muybenigna la viruela así comunicada, ha tenido que caer endesuso delante del inmortal descubrimiento del médicobritánico (7).

Veamos ahora como se debe proceder á la inoculación.La mejor época para vacunar a un sujeto es de 1 á 3

meses de edad, porque durante ella, ni está demasiado de-(7.) Littré et Robín—Dictionnaire de Médecine.

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licado, ni, como dice Marshall (8) ofrece todavía la irrita-ción inherente ála dentición. Pero si hubiera urgencia,como en el caso de epidemia reinante, ó de que la madretuviese actualmente la viruela, ó el mismo niño, no hayinconveniente en inocular inmediatamente después de sunacimiento.

Es siempre mejor que al tiempo de la vacunación nohaya fiebre, ni erupción cutánea ninguna, porque en talescircunstancias puede ser imperfecto el brote, ó bien, llegará detenerse y aun á impedirse del todo la infección vaccí-nica. Pero conviene recordar que Jenner y Bryce han vis-to curarse varias erupciones cutáneas crónicas por el he-cho de la inoculación.

Es do gran importancia emplear un virus activo, quepuede tomarse de la teta misma de la vaca, ó de un granobien desarrollado en el hombre. Las costras que se des-prenden de los granos socos, diluidas en 1 ó 2 gotas deagua, sirven tan bien como la linfa líquida.

Al principio reinó mucha confusión y no dejó de hacer-se algunos males á causa de la ignorancia de los diversosperíodos de la erupción, hasta que Jenner descubrió queera preciso emplear el virus en su período de limpidez ytransparencia. Ulteriores observaciones han venido á en-señar que el fluido debe tomarse no solo cuando se pre-senta límpido, sino también ántes de que la aureola co-mience á formarse. Consiguientemente, es de prácticauniversal hoy dia, sacar la linfa de las vesículas del 5° al6o dia de la inoculación, que es cuando ofrece los caracte-res dichos. Un ilustre poeta francés, Casimir Delavigne,ha formulado este precepto en su poema sobre la vacuna:

Puisez le germe heureux (lana aa fraicheur premiere,Quancl le Soleil clnqfolH a fourni sa carñere.”

En los casos, no infrecuentes, en que el desarrollo vesicular sea lento, pero regular, se puede retardar la estraccion 1, 2 ó 3 dias.

(8.) Popular Summary of Vaccination.3

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Siendo bueno el grano de donde se va á estraer el flui-do, se requiere otra condiciónpara que este sea admisible,á saber, que el individuo sea de buena salud y que no re-vele diátesis ninguna; pues, si proviene de sujetos sifilíti-cos, el virus comunicará la sífilis al mismo tiempo que lavacuna. Para evitar un mal virus, sobre todo el sifilítico,no debe vacunarse sino de niños de mas de 3 meses de edad,pues entonces, ha pasado la época normal de la manifes-tación sintomática de la sífilis hereditaria, y podrá sabersesi el muchacho ha venido, ó nó, al mundo con tan cruel azo-te. Puede asegurarse que no existiría la sífilis vaccínicasi no se vacunara sino de niños de mas de 3 meses (9).

Decidido el tiempo, y teniendo un virus escogido, semoja cii este la punta de una lanceta, y distendiendo lapiel con la mano izquierda, se la introduce muy oblicua-mente dos ó tres líneas entre el epidermis y el dermis,retirando entonces el instrumento de tal modo, que alsalir, sea comprimida su punta entre los dos labios de laherida, por medio de una lijera presión ejercida simul-táneamente sobre la piel y sobre la hoja de la lanceta conel índice izquierdo.

En lugar do lanceta, puede hacerse uso do una agujaque se maneja del mismo modo. Los vacunadores in-gleses no punzan ni con la una ni con la otra, y se limitaná rasgar el epidermis crncialmente, frotando sobre lasrasgaduras una gota de virus.

Otro buen modo de trasmitir el virus consiste en sumer-jir la punta del instrumento en una vesícula de vacuna,dejar secar la linfa, yen este estado servirse de ella. Lahumedad de los tegidos disuelve fácilmente el fluido dese-cado. Este procedimiento es bueno cuando se trata doemplear el virus el mismo dia ó al siguiente, por que sucontacto mas prolongado con el acero, lo oxidaría.

De una ú otra manera, debe hacerse dos ó tres pun-ciones en cada brazo, por que debe ser cierto que

(9.) Bouchut et Despretz—Uictionnaire <le Thérapeutlque.

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muchos granos preservan mejor (pie uno solo, en elsentido de la mayor probabilidad de buen éxito. Igualconsecuencia parece también resultar de las investiga-ciones de Eichhorn, —lo que, por otra parte, está en con-lormidad con la teoría de la saturación. La distanciaentre las punciones debe ser de centímetro, mas6 menos, comenzando al nivel de la inserción del deltoidesy bajando en seguida. Siempre se elijirá la caraexterna y posterior del brazo, por temor de herir lasvenas superficiales de otras regiones. Esto no quieredecir que solo en el brazo so ha de practicar la inocula-ción; cualquiera parte de la superficie cutánea es apropó-sito; pero se elije la del brazo por el poco roce de esaparte con los vestidos, y, particularmente en las niñas,por estar casi siempre cubierta y no dejar ver lascicatrices cuando están ya grande-citas.

Sería imprudente hacer muchas punciones en un mismomiembro, en especial tratándose de niños muy tiernos,por que al tiempo de la erupción prodría sobrevenir unainflamación demasiado viva con tumefacción de los gán-glios axilares, erisipelas ambulantes graves, y aun deter-minarse una reabsorción purulenta.

Cree Eichhorn que es indispensable provocar un estadofebril notable por medio de 16 ó ‘2O picaduras. La ex-periencia diaria nos enseña que la virtud preservadora dela vacuna no está en relación de la intensidad de susefectos generales ni locales.

111.

SÍNTOMAS, EFECTOS Y TRATAMIENTO DE LA VACUNA.

La absorción del cow-pox se verifica con rapidez in-creíble : todos los esfuerzos de Itard no pudieron preve-nirla, apesar de haber lavado inmediatamente las picadu-ras y de haber puesto ventosas sobre ellas.

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Por principio general, es preciso para que se realice laabsorción, que el virus se ponga artificialmente en contac-to con los absorventes del cuerpo mucoso de Malpighi;pero, en ocasiones, puede verificarse por endósmosis altravez del epidermis ó de las mucosas.

De todos modos, cuando el virus vacuno ó cow-pox haentrado en la circulación de la sangre, desarrolla en laeconomía humana fenómenos locales y generales, (pie cons-tituyen la vacuna.

Del 3° al 4o dia después de la inoculación, se forma enel sitio de la operación un pequeñísimo tumor rosado yduro, el que, visto con un lente, aparece rodeado de unaeflorescencia, y presenta en su centro una vesiculilla casitransparente. El tumor aumenta gradualmente en osten-sión y en color, y al 5° ó 6- dia, la vesícula central se hacevisibleal ojo desnudo : es de forma circular y umbilicada,

esto os, su centro está deprimido y elevados sus bordes.Cuando llega a tomar un desarrollo muy considerable,presenta en su periferia uno ó dos surcos hundidos, ase-mejándose, como dice Bryce, al aspecto que tendría “ungusano enroscado debajo del epidermis,” pero conservandosiempre la depresión de su parte media. Sigue creciendola vesícula, y al 10° ó Ib’ dia, tiene lo menos, 4 líneas dediámetro. Como es fácil concebirlo, su tamaño varía conel procedimiento empleado para la inoculación : si se hahecho por punción, es naturalmente pequeña ; ysi pordesgarradura epidérmica, siempre es considerable, po-diendo á veces formarse 3 ó 4 vesículas juntas que se uneny se hacen confluentes.

El color do la vesícula, al principio, es de un rosado li-geramente azulejo que, á poco, afecta un tinte nacarado.El centro es mas oscuro que la circunferencia, la cual sepresenta turgente, endurecida y brillante.

Anatómicamente, la vesícula de la vacuna está formadade multitud de células llenas de una finía transparente quetambién se llama vacuna. Dichas células, según Willan,

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comunican entre sí: pero si tal comunicación existe, debeser muy pequeña, á juzgar por la dificultad y la lentitudcon que se evacúa el virus una vez abierta la vesícula.

La cantidad de finido es muy variable, siendo en oca-siones casi nula, y en otras, relativamente muy considera-ble. Me parece que esta diferencia depende de laformación de serosidad neutra (y no del aumentointrínseco del principio virulento) á consecuencia de lairritación .mecánica de la parte, que, como se sabe, puedeser mayor ó menor según las condiciones de cada caso.

Del 8" al 9 ’ día aparece al rededor de la vesícula unanillo ó aureola inflamatoria, que rápidamente crece, yllega á tener, al 10p, un diámetro de á 2 pulgadas. Es-ta aureola es roja y va acompañada de cierto grado dedureza y de tumefacción; pero su color va desapareciendopoco á poco del centro á la circunferencia, ofreciendo cn-tónces anillos concéntricos diversamente coloreados.

Después del dia 10°, la vesícula comienza á disminuir.El centro se oscurece y la totalidad se va convirtiendo enuna costra dura, lisa, color de caoba, de superficie cón-cava.

Hácia el 20" dia, la costra se desprende y cae dejandouna cicatriz circular levemente hundida, en la que se notadepresiones tijeras, probablemente en número igual al delas células de que se componía la vesícula.

Tal es el curso regular de la evolución de la vacuna;pero en ocasiones, su período normal suele adelantarse óatrazarse. En los niños muy tiernos, por ejemplo, se ade-lanta. Veces hay en que permanece hasta el 12" dia sindar muestras de infección; miéntras que en otros, tomalos caractéres de un flegmon con todas sus consecuencias.Cítase casos en que el progreso de la vacuna se ha sus-pendido por la intercurrencia de otra enfermedad, conti-nuando su curso después de haber cesado aquella. Jennerhabla de dos en los que la aureola no llegó á formarsehasta la cesación de una escarlatina y de un sarampión.

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Guando la erupción ha seguido regularmente todos susperíodos hasta la formación de la costra, puede encon-trarse un poco de pus debajo de ésta, sin que tal circuns-tancia pueda mirarse como un proceso natural de la en-fermedad, y sí solo como la consecuencia de una irritaciónmecánica y local excsiva.

Puede, según esto, dividirse la marcha de la vacuna endos períodos: el de erupción yel de maduración. En elperíodo eruptivo no se observa mas síntomas que los loca-les ya descritos; pero en el de maduración (que comienzaá partir de la formación de la aureola y del opacamientode la linfa), la inflamación ocasiona una tensión inflama-toria y dolorosa que impide el libre mivimiento del brazoy tumefacta los ganglios, apareciendo en determinadoscasos una erupción liquenóide ó eczematosa. Si casi nun-ca va acompañada la vacuna de fenómenos prodrómicosni de fiebre de invasión, no sucede lo mismo con la fiebresecundaria que es el satélite obligado del 2o período, esdecir, al 6o óal 8(> dia. La intensidad de esta fiebre espor domas variable, podiendo ser—excepcionalmente—-delirante, comatosa ó convulsiva, si se trata de niños muydébiles; ó bien, simplemente inflamatoria acompañada doagitación, escalofríos, cefalalgia, náusea, etc.,—ó bien,pasar desapercibida, que es lo mas frecuente. Rarísimaes la ocurrencia de inflamaciones erisipelatosas, que llega-rían á hacerse graves si se extendieran á las meninges.

La vacuna no es, pues, una enfermedad puramente lo-cal : la inmunidad que imprime, y la formación de losgranos supernumerarios, lo prueba así de un modo pe-rentorio.

Es regular que todas las vesículas comienzcn y termi-nen su evolución al mismo tiempo; pero no es infrecuenteque el paralelismo de su marcha se destruya, principiandounas á formarse cuando otras han terminado ya su car-rera.

En la inmensa mayoría de casos, se manifiestan las ve-

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sículas solamente en los puntos en que se verificó la ino-

culación; mas se ha observado su aparición en puntos masó menos lejanos, sin que pueda explicarse el hecho poruna vacunación secundaria. Tales granos han recibidoel nombre de supernumerarios , y aunque algunos, comoWoodville, ios atribuyen á viruelas benignas modificadaspor la vacuna, es de creerse que sean debidos á una espe-cie de metástasis del virus.

A mas de la erupción que acabo de pintar, puede lainoculación promover otra, diferente de aquella por suduración, por su marcha y por su forma, llamada falsavacuna. Se manifiesta el mismo dia óal siguiente de lainoculación, sin depresión central, ni rodete periférico, nibrillantez argentina: el grano es puntiagudo y no umbili-cado, y al abrírsele, se vacía el tumor con rapidez, lo queprueba (pie no es tabicado y que, ai contrario del granoverdadero, se forma de una sola cavidad. La erupciónde la vacuna falsa recorre todos sus períodos en í ú 8 dias;de modo que muere cuando la otra se halla en todo suvigor.

La vacuna falsa no preserva de la viruela. Se desarro-lla por la inoculación de un virus añejo ó alterado, ó porser practicada en individuos ya vacunados, ó que han pa-decido de viruela.

Hay personas cuyas idiosincrasias las hacen refractariastemporal ó permanentemente á la vacuna, ó que no desa-rrollan el virus con la facilidad de otras. Aconsejan los au-tores que se les vacune con frecuencia, de un modo ilimi-tado. Pero permítaseme creer que si no pueden desarro-llar la vacuna, tampoco pueden desarrollar la viruela, porlo que anteriormente hé establecido; antes bien, es una se-guridad manifiesta de su inmunidad, aun en tiempo de epi-demia.

Siendo el objeto de la inoculación vaccínica el desarrollode una afección constitucional, es de consecuencia el cono-cimiento de si ésta ha tenido óno lugar. Desde luego, un

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dato seguro, y que solo anómalamente podrá íalsear, es laevoluciónregular de la vesícula característica;—pero comoes posible la infección sin la erupción, acostumbrábase án-tes, por vía de verificación, inocular el pus de la viruela.Ciertamente es admirable como se lia podido admitir y sos-tener tan audaz error! —Mas fácil hubiera sido practicarla revacunación si algún asomo de duda surgia, sin expo-nerse á trasmitir el contagio varioloso.

Debemos á Bryce un procedimiento ingenioso para lle-gar á cerciorarnos de la eficácia de la vacuna; consiste envolver á vacunar al mismo individuo del quinto al sexto diade la primera vacunación, ó lo que es igual, 36 ó 48 horasantes de la aparición de la aureola. Si la primera inocu-lación no ha producido su efecto, la segunda recorrerá á to-dos sus períodos con tal celeridad que los habrá terminadoal mismo tiempo que la primera. El método mas cómodode practicar un ensayo es inocular al quinto dia el brazoque se habrá dejado sano, con el virus del enfermo: al déci-mo dia, la segunda vesícula será la miniatura do la prime-ra en dimensión y en trabajo patológico.

Pero desde cuando comienza la acción preservadora dela vacuna?

Es racional suponer que asegura la inmunidad desdetpie el virus, animado por la acción fisiológico-patológicadel organismo, haya infectado la economía.

Y cómo conoceremos que la economía se encuentra to-talmente saturada?—Esta cuestión es grave y sujeta á con-troversias. Algunos creen que el fluido vacuno, deposita-do en un punto del organismo, no produce al principio sinoefectos locales, dando por resultado la formación de la ve-sícula; y que solo entonces el virus generado dentro de ellaes absorvido. En otros términos, opinan que el virus nopreserva sino al octavo ó noveno dia de inoculado. Otros,y entre ellos figura Bousquet, pretenden que la absorciónse verifica durante el período anterior al de maduración, yconsideran la erupción del granocomo efecto de la infección.

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Como cada uno tiene el derecho de formarse una opi-nión, y de expresarla, diré que yo creo que la infeccióncomienza desde el instante mismo en que se inocula el vi-rus, y que es ya completa cuando brota el grano, esto es,al tercer, día. Fundo esta idea no solo en la identidad dela vacuna y la viruela, cuya última enfermedad es incuba-da tres dias, sin que nadie pueda decir que no hay infec-ción, y completa, al tiempo de la erupción; sino tambiénen los hechos de inmunidad desde el tercer dia, y aun an-tes, citados por los autores.

La vacuna no solamente preserva de la viruela que ame-nace en época posterior á la absorción de aquella, sinoque, inoculada después del contagio de la última, modificaprofundamente su carácter, haciéndola abortar, ó, cuandoménos, impidiendo que afecte un carácter de peligrosagravedad. De aquí ha nacido la práctica de Eichhorn,tan oportunamente recomendada por el inteligente y la-borioso Dr. Daniel Nuñcz del Prado (10), de inocular pro-tusamente de vacuna á los atacados de viruela.

Es, pues, un hecho teórico cierto, nacido de otro hechopráctico evidente, que la vacuna presta servicios incalcu-lables al hombre. Escritores hay (pie, en su entusiasmo,le dan un valor mayor del que en justicia le corresponde,y la miran como un preservativo de todas las enfermeda-des de la financia.—En cambio, otros la proscriben, y leachacan la producción de la raquitis, de la escrófula y dela tisis, y creen que la mortalidad de los niños ha aumen-tado desde su descubrimiento.

Y qué diremos (11) de la singularísima doctrina inven-tada por un matemático, según la cual, la vacuna habríatransformado las viruelas en fiebre tifoidea, y haciendodesaparecer, ó poco ménos, la afección variólica, habríadado origen á otra tan peligrosa como ella; resultando deaquí que la antigua mortandad de los niños se observa hoy

(10.) “El Xacional,” n(im. 2,l73—Lima, Diciembre 13 de 1872.(11.) Palabras de Grisolle.

4

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en los adultos; do suerte que el género humano ha perdidomas bien que ganado con la vacunación!! —Tanto el sanojuicio como la ciencia protestan contra tamaña herejía.

El tratamiento de la vacuna nada ofrece de especial, niexijo preparación alguna preliminar á la operación.—Engeneral,, el sujeto no debe cambiar en nada sus costum-bres. Los accidentes atávicos podran combatirse con losmedicamentos del caso;—durante la reacción febril, con-viene la dieta, el reposo, los laxantes suaves, las bebidasdiluentes; .y en determinadas ocasiones, cuando la fiebresea intensa, os bueno punzar los granos para evacuar lalinfa, porque un exeso de esta, sostiene la energía deaquella. Debe evitarse la fricción ó cualquier compresiónó choque sobre las vesículas, por temor de provocar una

exaj erada inflamación. Si esta fuera mui viva y dolorosa,las cataplasmas emolientes repetidas prestarán su ayudaeficaz. Los niños durante los seis primeros dias puedencontinuar sus hábitos, y salir; pero desde la aparición dela aureola deben ser retenidos en el cuarto.

En los casos de infartos ganglionares, de erupciones ex-antemáticas, de flegmones, etc., se seguirá la medicaciónque corresponde sin tener para nada en cuenta la co-exis-tcncia de la vacuna, que, en tales condiciones, viene áhacer un papel enteramente secundario. En todo caso, esprudente evitar la acción del agua, de la humedad y delfrió.

IV.

YIEUELA Y VACUNA.

En el mes de Setiembre del 12, y en sus primeros dias,la población y las autoridades del vecino puerto comen-zaban á alarmarse de la notable frecuencia de los casos deviruela, que, al parecer, tomaba un carácter epidémico

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notable. La circunstancia <le haber prevalecido por esosmeses la epidemia en Chile, hacia mas temible su arraigoen el Callao ysu traslación á esta capital. Yeíase efecti-vamente los lazaretos casi enteramente ocupados por losvirulentos, sin perjuicio de los atacados cu casas particu-lares, cuyo número ha sido probablemente superior al delos primeros.

Era mi intención consignar en este escrito la parte es-tadística de la epidemia actual, moribundaya, como igual-mente presentar el cuadro do las numerosísimas vacuna-ciones mandadas practicar por el laudable celo de nuestraMunicipalidad, para tratar de deducir alguna consecuen-cia práctica de ese estudio comparativo. Pero, mascon pena que con vergüenza, debo decir que todos misesfuerzos en ese sentido han sido perfectamente infructuo-sos. M la Municipalidad, ni el Decano de la Facultad deMedicina, ni la Junta de Vacunación creada por la pri-mera, ni médico alguno, ha podido darme un solo dato áese respecto. Pero he de añadir que tal resultado es en-teramente natural, é independiente de la voluntad de esasautoridades .y de nuestros médicos. Yla razón es senci-llísima : nuestro pueblo, por ignorancia, ó por malicia, ópor negligencia, no procede con la circunspección que de-biera en asuntos de medicina, de tal modo que se vé todoslos dias que estando un enfermo asistido por un médico,no lo está sino en apariencia, porque la familia, bajo cuer-da, hace uso de los consejos y medicinas, é) no-medicinas,de alguna vieja, ó de otro médico, 6 de cualquiera, ha-ciendo así representar un papel ridículo, una especie deentremés, al que con buena fé y con la mas decidida vo-luntad dedica su tiempo, sus conocimientos y su inteligen-cia al alivio del que sufre. Estas prácticas, que tienenlugar en todas las esferas sociales y con todos los médicossin excepción, y que no son sino la consecuencia de la he-rencia española, ponen al médico en la imposibilidad ma-terial de estudiar la acción de las medicinas y del régimen

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que ordena, como que no sabe si sus prescripciones hansido obedecidas, ó, mas bien, sabe que probablemente nolo fueron. Rodeado el hombre de la ciencia de semejantedesmoralización, podrá tener el entusiasmo, la íe y la pa-ciencia do dedicarse á hacer estudios clínicos y tomar notadiaria de sus prolijas observaciones, sabiendo de antemanoque las tres cuartas partes de sus estudios y trabajos sonmentirosos y falsos?

—Ya se vé que no.Pues bien, á esc insuperable inconveniente se añade

otro no menos grave y mas punible; quiero hablar de laindiferencia de nuestros gobiernos para luchar contra esoshábitos arraigados, y de la carencia entre nosotras de unaoficina de Estadística bien organizada que debió habersemontado desde años atrás. A vosotros, miembros y re-presentantes de la Universidad de Lima, de donde debenpartir todas las ideas de progreso científico y de ade-lantamiento práctico, os propongo yo que propongáis algobierno la creación do una Oficina Central de Estadísti-ca, con ramificaciones en todos los departamentos y pro-vincias de la República.

Existe en nuestra sociedad una preocupación curiosísi-ma contra la vacunación. Creóse generalmente que enépoca de epidemia, la inoculación vaccínica, por la revo-lución que causa en la economía, predispone al contajiovirulento. También por este lamentable error la Juntade vacuna nombrada por la Municipalidad no lia podidocumplir su comisión como se esperaba en su principio.Las familias, notablemente las de clase pobre, han hechooposición tenaz para ofrecer el brazo do sus hijos álabienhechora inoculación. Muchas negaban tenerlos, otraslos ocultaban, pretextando (pie no estaban en casa, y va-rias afirmaban que ya hablan sido vacunados. Tan pre-finida era esta vulgar creencia que, apesar de todos losesfuerzos de los vacunadores municipales y de otros filan-trópicos y dignos médicos, la vacunación en Lima puedo

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calcularse haber sido practicada en mucho menos de lamitad do sus habitantes (12.)—Vista la decidida oposi-ción 3' la grita levantada contra la vacuna, (que llegóhasta el estremo de haber causado un conflicto con unode los vacunadores, el Dr. José María Quiroga, en el cualla Prefectura y el Ministerio hubieron de intervenir), re-solvió la Municipalidad exhortar al pueblo en el sentidoque se proponía, comisionando á uno de sus miembros, alrespetable Dr. Mariano Arosemena Quezada, con ese ob-jeto. El medio produjo su efecto, 3- gracias á él se vióaumentar sensiblemente el número de los que espontánea-mente vendan á ser inoculados.

Ocupándome en esta Memoria de la vacuna como medioprofiláctico específico de la viruela, quiero reunir algunasobservaciones relativas á este sujeto, para demostrar asímatemáticamente la virtud eficazmente preservadora dela primera.

Antes del descubrimiento de la vacuna, la mortandadocasionada por la viruela era verdaderamente horrorosa,y en épocas posteriores á él, su disminución aparece tantomas notable cuanto mas se propagó aquella. A falta deotros, (aunque ellos bastan) presentaré aquí los cuadros si-guientes :

(12.) Lima debe una palabra de profundísima gratitud á los que, con ardo-roso entusiasmo, y á veces con abnegación, sé dedicaron á propagar la va-cuna combatiendo así la terrible epidemia que hoy recientemente, saciadasin duda con el sinnúmero de víctimas que ha hecho, comienza á retirarse.Creo deber mencionar particularmente á los Doctores Salazar, Alvarado,Puente (Alejandro J.) De Vine, Concha, Boloña, Espinal; á los miembros de laJunta Suprema de Sanidad, presidida por nuestro Prefecto el Col. Juan Basoy Basombrio; á la Municipalidad, á cuya cabeza se halla el Sr. Federico Ma-rriott; á los miembros de la Junta de Vacuna, compuesta de los doctores donFrancisco Alvarado (presidente), José B. Concha (vice-presidénte), RicardoEspinal, Tomas Salazar, Carlos De Vine, Félix Caldo, Ezequiel Miranda. Ale-jandro J. Puente, Manuel Palma, I. M. Cebrian, Felipe Rotalde, HérmójenesMaürtua, Julio Gomez-Sanchez, Miguel Rodamonte, José Domingo Vera, Ni-canor García, Elias Neyra, Pedro Valero, Juan 1). Castro y Ricardo Desmai-son (secretario);—á los cuales ayudaban eficaz y activamente los estudiantesde Medicina que siguen: Néstor Corpancho, Ricardo Moluche, José Olano,JacintoPitar, Pedro J. Boloña, José L. Velez, Manuel Arróspide, Ismael S.Velez, Tomas Cáceres, José Por turas, Pablo E. Caballero. Manuel Eduardo,Nicanor Pancorbo, Pedro J. Britos, Guillermo Huapalla, Arístides V. de Ve-lazco, Antonio C. Perez Roca, Manuel V. Contreras, V. Barrera y Busto,—yLuciano Bedoya.

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ANTES DE LA VACUNA.

Nótese pues la enorme diferencia en la cifra de la mor-tandad: hasta el año 1778, la furiosa viruela mataba 1 hom-bre por cada 14 habitantes, y desde 1812, solo destruye lavida de 1 sobre 2378.

Consultando la Medical Statistics de Bisset Hawkins,encontramos que los estragos de la viruela en la capitalinglesa están representados antes de la vacuna por 9.811muertos en 50 años, es decir 196.25 por año; y después

LUGARES

EPIDEMIADOS.

FECHA

DE LA EPIDEMIA.

NUMERO

DE MUERTES.

Londres de 1T50 á 1800 1 por 10 habitantesBerlín en 1782 1 por 10 ,,

Berlín en 1786 1 por 6 ,,

1 por 12 ,,Yiena en 1784Yiena en 1787 1 por 55 ' „

Copenhague.. . en 1785 1 por 8 „

Islandia en 1707 1 por 3Suecia de 1773 á 1778 1 por 6 ,,

Término medio. .

1 por 14habitantes

DESPUES DE LA VACUNA..

Berlín de 1812 á 1822 1 por 116 Iiabits.S. Petersburgo en 1821 1 por 24Yicna en 1829 .... 1 por 40 ,,

1 por 262 ,,

1 por 9250 „

PragaLombardia.. . .

en 1820en 182*7

AustriaSuecia

en 1828en 1813

1 por 5440,,

1 por 1515 „

Término medio. . 1 por 23*78 habits.

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«le ella por 1916 muertos en 20 años, ó lo que es igual,95.25 por año.

Hé aquí las estadísticas anuales:

Así mismo, las crónicas de Suecia arrojan datos preciosos á este respecto, de que conviene ocuparnos (13);

(13.) Véase la memoria delConsejo deSanidad deEstocolmo, sobre laviruela

NUMERO

DE MUERTES ANUALES.

De 1720 á 1730 2257De 1730 á 1740 1978De 1740 á 1750 2002De 1750 á 1760 1957En 1790

|

1617

DESPUES DE LA VACUNA.

En 1810 1198De 1820 á 1830 715

NUMERO

DE MUERTES ANUALES.

De 1ÍÍ8 á 1183 26358De 1783 á 1788 25434De 1788 á 1793 19800De 1793 á 1798 18297De 1798 á 1803 24482

DESPUES DE LA VACUNA.

De 1803 á 1808 7975De 1808 á 1813 4877De 1813 á 1818 2017De 1818 á 1823 365En 1824 (epidemia) 560

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Es decir, en época anterior á la vacuna, murieron 11,6841en 25 años, ó lo que es igual, como 4,653 anualmente; ydespués de ella solo hubo 15,789 muertes en 21 años, estoes, 751 cada doce meses.

Aunque limitados á determinados lugares, estos cálcu-los oficiales dejan ver (pie algo de semejante debe pasaren los demas del mundo; de manera que es preciso admi-tir del modo mas perentorio la antipatía entre ambos vi-rus, y necesariamente, la inmunidad que imprime el unocontra el otro, así como la de uno de ellos contra sí mismo,quedando así confirmada experimentalmente la idea quedejo expuesta ántes.

Como ya dije, la acción de la vacuna vá hasta modifi-car la viruela incubada, produciendo en su marcha, ensus síntomas y terminación cambios tan esenciales, quesignifican nada menos que la vida o la muerte del enfer-mo. Y á este respecto, he de reclamar la prioridad dola inoculación vaccínica en los virulentos, en favor delDr. Nuñez del Prado. Este caballero introdujo tal prác-tica en la epidemia de Huamachuco, (Perú, 1866) en laque prestó incalculables servicios como comisionado delgobierno; y aun cuando Eichhorn hubiese recomendadoel procedimiento, existe la coincidencia de que en losEstados Unidos se tomó acaloradamente como un descu-brimiento nuevo por el año de 1870, inventándose alefecto pequeños instrumentos de caucho en forma de ge-ringa de compresión para inocular á los epidemiados. Si,pues, en la América del Norte era desconocido el sistemade Eichhorn, puede presumirse haberlo sido mas en elPerú,

“Por desgracia (dice el Dr. Nuñez del Prado) el año66 se desarrolló en Huamachuco una epidemia formida-ble de viruelas y de tifus, para la que solicité prestar misservicios. La viruela era confluente, ofreciendo en sumarcha y síntomas un conjunto de fenómenos atávicos yadinámicos que la hadan terminar fatalmente. Según se

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me informó por las autoridades y por personas caracteri-zadas, habia de 15 á2O defunciones diarias. ¿Qué enfer-medadreinaba epidémicamente?... Ambas se encontrabanalternativamente, pero no podría resolver si la viruelarevestía el aspecto tifoideo por la constitución médicareinante, ó si ámbas eran independientes, ó la viruelaanterior. Do uno ú otro modo, asistí á 294 enfermos dediversas edades y sexos, cuyas observaciones tengo reuni-dasen estos cuadros:

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34

HOMBRES. EDADES.

DE6

MESESÁ5AÑOS.

DE5Á15

AÑOS,

DE15Á

40AÑOS.

DE40AÑOSÁLA

MUERTEOBSERVACIONES.

De6

meses,8niños

salvados.

40enfermos,delos

quemurieron2.

•50

enfermosy

murie-

ron3deellos.

4

enfermosde50

años.

Lasinoculacionesse

practi-

caronenlosdos

primerosdias.

—Cuandose

iniciabala

erup-

ción,se

aplicabaunafrotación

general,conlafórmulasi-

guiente:

Alcoholalcanforado.

12onzas.

De9

meses,2niños

salvados.

Formasconfluentes

graves.

Formastifoideasca-

sitodos.

16enfermosde40á

50años.

De1

año,8

niñossal-

vados.

Aceitecrotonl

Esenciaelementa...1

m.s.a.

De1ñ5

años,18ni-

ñossalvados.

Estasfriccionesfavorecíanla

erupciónvariólica

considera-blemente.

Formasgráves.— Inoculaciones

nuilti-

plesdevacunañutes

dela

erupción.

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MUJERES. EDADES.

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AÑOS.

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DE15Á40

AÑOS.

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MUERTE.OBSERVACIONES.

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Recorriendo los cuadros de Huamachuco, se nota quede 294 enfermos salvaron 271, (141 hombres y 130 muje-res), lo que arroja una mortandad total de 28; ó bien 7por 100. La cifra de los muertos es mínima, sobre todo,atendiendo á que se habla de los que perecieron en todala epidemia, y á la forma tifoidea que afectaba la do-lencia.

Reclamo de vosotros una atención preferente sobre es-tos hechos, para que en su oportunidad puedan ser apli-cados con la debida extensión.

Convencidos como estamos de la eficacia del virus va-cuno, procuremos evitar caer en los extremos pasionis-tas que han arrastrado á muchos hombres intelijentes, yque los han hecho partidarios exagerados, ó enemigosirreconciliables de la, vacuna. Pongámonos en el justomedio, y reconozcamos que no es infalible, y que en unnúmero de casos bien marcados y bien comprobados noha tenido éxito, sea relativamente á la profilaxis de la vi-ruela ó á la de la misma vacuna: ya he hecho referenciaá la degeneración del virus por su trasmisión de brazo ábrazo.

No queda en el dia otro medio que la procreación delcow-pox en el mismo animal, inoculando al hombre solocon el fluido tomado do la vaca, y proscribiendo la vacu-na hominal. Esto es, juzgo necesaria la creación do un Ins-tituto Nacional de Yacunacion, bajo la dirección de la Fa-cultad de Medicina. —En un instituto de esta naturaleza segeneraría por el cultivo la cantidad necesaria de fluido parasatisfacer todas las exijencias posibles en el país; se inocula-ría un fluido de energía en mucho superior al virus hominal,y por lo tanto, de acción mas duradera, y ménos susceptiblede fallar; se evitaría la trasmisión de la sífilis y de la lepra;y no nos encontraríamos jamas en los duros conflictos porlos que pasamos hace pocos meses, cuando no había fluidoen Lima, que es el mayor de los desconsuelos que puedeacontecer en una población epidemiada. Pero eso sí, ja-

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mas llegaremos á obtener todo el fruto que está llamado ádar un establecimiento de esc género, si no se obliga poruna ley del Estado á vacunar á todo recien nacido, delmismo modo que se les hace bautizar por la iglesia, y delmismo modo que se les deberla hacer inscribir en los re-gistros municipales.

La necesidad de cultivar el verdadero cow-pox es tantomas urgente, cuanto que, á su degeneración, se agregala dificultad de conservarlo por su rápida descomposiciónen los climas tropicales ó cálidos, y su consiguiente y na-tural carestía (14), lo que hace que la gente pobre, jus-tamente la mas propensa á contraer yá sostener la epide-mia por sus hábitos de desaseo, por su vida abusiva y porsu deficiente alimentación y recargo de trabajo, no puedavacunar á sus hijos.—Añádese á esto la extremada rarezade la aparición espontánea del cow-pox: Desde Jennerhasta nuestros di as no se ha encontrado vacas enfermassino en Milán en 1802 por Sacco; en Passy en 1836 porBousquet (15); en Ñápeles por el Dr. Palasciano;en Beaugency, por el Dr. Bréchemier, en marzo de 1866;y en Epinay-sous-Sénart, en noviembre del mismo año.—Todos estos gravísimos inconvenientes se evitarían enel Instituto de Vacunación que propongo, en el que la con-tribución, por cabeza, no debería cxeder de 5 centavos,para hacer accesible su bienhechora influencia, á todas lasescalas de nuestra sociedad. Otras naciones, menos ricasque la nuestra, poseen ya establecimientos como el queindico, y hasta cierto punto es desdoroso que en el famosoy opulento Perú se gaste 40 millones en un año solo enferrocarriles, y 6 ó mas en soldados, y que no dedique ni4,000, que bastarían, al objeto expresado.

Por otra parte, muy fácil y por demas sencillo seria or-ganizar el Instituto. Así se deduce de la memoria que

(l-t.) He comprado repetidas veces tubitos capilares que á lo mas conten-drían 1ó 2 gotas de fluido, al precio de 4 soles cada uno. Ese precio es bár-baro.

(15.) Bousquet, Notlce sur le cow-pox ou pettíe vérole des vaciles, áiícouvertá Passy en 1836—París, 1839.

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presentó la comisión de la Academia do Medicina de Pa-rís.

Esta sábiacomisión, compuesta dolos Doctores Depanl,Simonnet, Raynal, Lanoix, Ricord y Jacqnemier 16)nombrados por la Academia de Medicina para estudiarel modo de practicar la vacunación animal, instituyeronuna serie de experimentos propagando el cow-pox de ter-nera á ternera con el fluido napolitano dado á Lanoix porel Dr. Negri. Los resultados de sus observaciones sonéstos:

1° La trasmisión del cow-pox de ternera á ternera, seobtiene sin dificultad ninguna por inoculación directa.

2(- El método por incisión, primeramente empleado, noofrece ventaja alguna sobre el método de punción por lan-ceta ó por aguja.

8 o No consta que el virus degenere por su trasplanta-ción sucesiva é indefinida de animal á animal.

4° La sífilis no es inoculable álos individuos de la espe-cie bovina.

5o El volumen de las pústulas producidas por el cow-poxes mayor que el de la vacuna.

6° El número de pústulas que se logran es idéntico conuno ú otro fluido.

7" El cow-pox da granos supernumerarios al rededorde la pústula principal, mas frecuentemente quela vacuna.

8° El cow-pox se deteriora mas rápidamente que la va-cuna por su conservación en placas ó en tubos.

9° Es posible sostener el servicio de vacunación animalcon gastos muy moderados (16).

Según los recientes descubrimientos del Dr. Chauveau,se puede producir en la vaca una erupción generalizada,y no limitada á las tetas, inyectando el virus en el sistemacirculatorio, sea por los vasos sanguíneos ó por los linfá-ticos. Las pústulas aparecen en todo el cuerpo, pero pre-

ñe) La comisión disponía de 6,000 francos para verificar sus investigacio-nes, y con solo ellos montd un establecimiento y lo sostuvo por 10 meses,vacunando activamente, y enviando á los departamentos miles de tubitos.

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ferentemente en el hocico y en los órganos genitales ex-ternos (17).

Tenemosen el país todas las condiciones para plantificarel Instituto. Nada falta, áno ser un tubo de cow-pox yun poquito de dinero, el omnipotente por excelencia.

Resulta de todo lo dicho:Que ninguna consideración, ni argumento, ni hecho al-

fiuno puede destruir, ni siquiera debilitar la justa confianzaque se debe tener en la vacuna humana como profilácticade la viruela.

Que la revacunación, practicada oportunamente, ase-gura al descubrimiento de Jennerel privilejio de imprimiruna completa inmunidad contra la viruela, salvo los casosmuy raros de una erupción bastarda, en general muy be-nigna.

Que, alterándose con singular rapidez la vacuna conser-vada, es indispensable practicar las vacunaciones y reva-cunaciones con un finido nuevo.

Que el cow-pox permite practicar estas dos operacionescon fluido no solo nuevo, sino palpitante aun.

Que la vacuna hominal puede comunicar la sífilis, lalepra y otros contagios, á quienes se debe un buen terciode las dolencias humanas,

Que el empleo del cow-pox previene invariablemente lapropagación de tales y tan frecuentes afecciones.

Que, gracias á los progresos increíbles de la medicina,la 'posibilidad de salvar á una población entera del conta-gio varioloso, es una verdad evidente. La liberalidad delas vacunaciones públicas forzosas y el celo de los médicoscaminadores, aseguran los medios de llegar a este resul-tado, y, por consiguiente, de salvarnos de la mortandadproducida por la viruela.

Pero lo sensible, lo que debe condenarse sin piedad y sinatenuación es la incuria de las poblaciones actuales paraasegurar á las futuras generaciones este beneficio inmenso.

(17.) Comptesrendas de VAcadémie des Sciences, t. LXVI, pág. 949.

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Y no se diga que es impracticable la vacunación ue iodoslos nacidos por imposibilidad material ó por miseria, por-que, el precio es mínimo, y la operación tan rápida y tansencilla que siempre hay tiempo para verificarla. La ne-gligencia en el cumplimiento de este deber, sostiene lasepidemias, las propaga y las extiende, y hace víctimas deuna cruel enfermedad á los antiguos vacunados, quienes,á no haber individuos sin vacunar, que son los conservado-res de la epidemia, no habrían contraido el gérmen de laenfermedad. El celo de la administración yde los médi-cos siempre se estrellará contra el indiferentismo de unospocos,—indiferentismo que la ley no considera como delito,

pero que debería ser calificado como tal.

Enrique Elmore.

Lima, Mayo 18 de 1873.

yo —Celso Bambaren.