132
0¡3rt/VS¡ttOttAl'IVA

Santa Teresita de Lisieux - Obras Recreativas

Embed Size (px)

Citation preview

0¡3rt/VS¡ttOttAl'IVA

TERESA DE LISIEUX -TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ-

OBRAS COMPLETAS EN CINCO TOMOS

Historia de un alma

Epistolario

Poesías

Obras recreativas

Ultimas conversaciones

PUBLICACIONES DEL CENTRO DE ESPIRITUALIDAD "SAN IUAN DE LA CRUZ".

PP. CARMELITAS DESCALZOS. SAN JOSÉ. COSTA RICA, 1996

TERESA DE LISIEUX -TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ-

OBRAS RECREATIVAS CUARTO TOMO

Prólogo, traducción y notas VICENTE MARTINEZ-BLAT

PUBLICACIONES DEL CENTRO DE ESPIRITUALIDAD "SAN JUAN DE LA CRUZ".

PP. CARMELITAS DESCALZOS. SANJOSE. COSTA RICA.1996.

92 0-13-o Obras completas / prólogo, traducción y notas de

Vicente Martínez-Blat. - San José : Litografía e Imprenta LIL, 1996. 5 tomos ; 20.5 cm.

Contenido: V. 1. Historia de un alma ~ V. 2. Epis­tolario - V. 3. Poesías - V. 4. Obras recreativas -V. 5. Ultimas conversaciones.

ISBN 9977-47-214-9 Obra completa ISBN 9977-47-215-7 Volumen 1 ISBN 9977-47-216-5 Volumen 2 ISBN 9977-47-217-3 Volumen 3 ISBN 9977-47-218-1 Volumen 4 ISBN 9977-47-219-X Volumen 5

1. Teresita del Niño Jesús, 1873-1897. I. Mar­tínez-Blat, Vicente, pról. y tr. II. Título.

© CENTRO DE ESPIRITUALIDAD "SAN JUAN DE LA CRUZ" PP. CARMELITAS DESCALZOS, COSTA RICA

Primera edición, 1996 Hecho el depósito de Ley

Impreso por: Litografía e Imprenta LIL, S.A. Apartado 75-1100 Tibás, Costa Rica

PROLOGO GENERAL

Los escritos de Santa Teresita constan de varios

géneros literarios: autobiografía, epistolario, poesías,

diario («Ultimas Conversaciones»), obras dramáticas.

De toda su producción, este último género es la parte

menos conocida. Tanto que, hasta hace muy poco,

aparecía siempre en pequeños fragmentos, y confundida

con la sección poética. Hoy se publica en edición íntegra

por vez primera en español.

Teresa, autora.

Las piezas que forman el «corpus» dramático

teresiano fueron escritas por ella entre 1894 y 1897. Pero

¿cómo se le ocurrió enfrascarse en semejante empresa?

En el Carmelo de Lisieux se celebraban diversas fiestas

5

comunitarias a lo largo del año. La más importante era

la de la Priora, que duraba dos días. La fiesta de las

«hermanas conversas» se celebraba cada 29 de julio, el

día de Santa Marta. En tal fecha se honraba a las

religiosas que aseguraban habitualmente los grandes

trabajos de la comunidad (cocina, jardín, confección de

alpargatas, etc.). La fiesta de los Inocentes caía siempre

tres días después de la Navidad. Por último, estaba la

fiesta de las bodas de oro de la profesión, que era algo

raro. Para celebrar estas fiestas se solía representar

alguna obra de teatro compuesta por las mismas

religiosas del convento. Tal labor correspondía

normalmente a la Supriora, supuesto que tuviese

cualidades para ello. Si no, se pasaba el encargo a otra

religiosa. Esto le aconteció a sor Inés, a quien la supriora,

María de los Angeles, le delegó su función. La ejerció

durante 11 años, de 1882 a 1893. Al ser elegida Priora el

20 de febrero de 1893 ya no pudo seguir con esta tarea.

Al no sentirse la Supriora capaz para el relevo, se pensó

en Teresa en quien se apreciaba cierta vocación por las

letras. Teresa aceptó encantada. No por nada escribirá

en su autobiografía dirigiéndose precisamente a su

hermana Inés: «Viéndola hacer bonitos cuadros y

encantadoras poesías, me decía: «¡Ah, qué feliz sería si

pudiese pintar y supiera expresar mis pensamientos en

verso para hacer así el bien a las almas!...» (MA 81, r°).

Teresa se estrena como dramaturga el 21 de enero de

1894, en la fiesta de la Priora. Compone para esa ocasión

la obra «La misión de Juana de Arco». A ésta seguirán

siete piezas más. La última titulada «San Estanislao

Kostka» la terminará siete meses antes de su muerte.

6

¿Fue Teresa una buena dramaturga? Ella misma teje su propio elogio de una manera sutil: «Quiso Dios que yo pudiera hacer poesías y componer algunas piezas que parecieron bonitas». (Ibid.).

Contenido

No se vaya a pensar que en esas composiciones Teresa

se limitaba a decir cuatro gracias para hacer pasar un

rato entretenido a las religiosas. Sabía manejar

admirablemente el dicho de los antiguos: docere ridendo.

Y así encontramos en estos escritos una quintaesencia de

su espiritualidad. He aquí una lista incompleta de los

temas sobresalientes: los misterios de la Trinidad y de la

Encarnación, la Virgen María, el mundo angélico, la

Iglesia, los santos, el pecado, el arrepentimiento, la

misericordia divina, las virtudes, los novísimos, el

sufrimiento, la oración, el Caminito de la infancia

espiritual... Y todo esto sin olvidar, por supuesto, el papel

central de la Sagrada Escritura en la vida del cristiano.

Baste este dato: las ocho recreaciones están salpicadas

por nada menos que 270 citas bíblicas. Si se tiene en

cuenta que el total de éstas es de unas mil en toda la obra

teresiana, el constatar que aquí tenemos casi una cuarta

parte nos puede dar una idea de la riqueza de estos

escritos.

Teresa, actriz

Además de conocer bien el arte de escribir para el

teatro, Teresa sabía desenvolverse con garbo sobre el

escenario. A las diez semanas de su entrada en el convento

7

se le encarga el papel principal en la representación de

«Santa Inés» compuesta precisamente por su hermana

Inés. Esto tendrá lugar el 21 de junio de 1888, en la fiesta

de la Priora María de Gonzaga.

Al año siguiente, Inés compone otra pieza: «El primer

sueño del Niño Jesús». Se representa el 25 de diciembre

de 1889. A Teresa, novicia, se le confía una vez más el rol

principal: el de la Virgen María. Y lo va a desempeñar

tan bien que «la comunidad quedó profundamente

encantada». Las monjas comentaron luego: «¿Podía

haber sido la Virgen María más bella y celestial?».

Después de la muerte de Teresa las religiosas no quisieron

que esta pieza se siguiera representando: prefirieron

quedar toda su vida bajo el encanto de la primera fiesta

«en la que habían creído ver a la Santísima Virgen bajo

los rasgos de Teresa». Así lo escribe la propia Inés de

Jesús.

Pero, aparte hacer de protagonista en obras teatrales

ajenas, lo hizo también en cinco de las escritas por su

pluma. Y, según una tradición, habría tenido el papel de

San Francisco en la obra: «Tres breves escenas de la

vida de San Francisco de Asís y de fray Junípero». Esta

obra, escrita por una religiosa de la Visitación, pudo

haberse representado en el Carmelo de Lisieux el 28 de

diciembre de 1895, fiesta de los Santos Inocentes. Se

conserva un autógrafo de Teresa en el que copia sólo el

papel del Santo, lo cual parece indicar que es el que se le

habría asignado.

8

Publicación

Ya se ha dicho que durante mucho tiempo los lectores

de Santa Teresita desconocieron estos textos. Sólo

algunos fragmentos aparecían mezclados con las Poesías.

Y esto desde 1898 -primera publicación de sus escritos-

hasta 1985 en que se publica la edición crítica e íntegra.

La publicación aparece en París hecha por las ediciones

du Cerfy Desclée de Brouwer. Ese texto sirve de base

para la presente edición española.

Digamos para terminar que estos escritos se

conocieron y publicaron -ya desde los fragmentos de

1898- con el nombre de «Recreaciones piadosas». Pero,

como advierte Guy Gaucher en la introducción general

a la publicación francesa, «no es seguro que a sor Teresa

le hubiera gustado este apelativo de «recreación piadosa».

Sor María de la Trinidad, en 1911, en el Proceso

Ordinario, habla de «Obras Recreativas». Es el nombre

que se ha escogido para la edición española.

Advertencias

1. Cada obra irá precedida por una escueta introducción,

que aporte unos datos elementales para la mejor

comprensión de su contenido.

2. Con objeto de facilitar la lectura de estos escritos, no

los presentamos en un orden cronológico. Sin embargo,

la fecha de composición de cada uno de ellos se señala

oportunamente, y corresponde al día en que se estrenó

en el convento.

9

3. Normalmente Teresa no divide estas páginas en escenas

y actos. Las divisiones introducidas en la presente edición

han sido hechas por la edición crítica francesa.

4. En cuanto ha sido posible, se ha procurado salvar tanto

la rima como el ritmo de los pasajes compuestos en forma

poética; pero no nos ha temblado la mano a la hora de

sacrificarlos en aras de la traducción fiel e íntegra del

texto.

5. Al igual que ocurre con la edición crítica, respetamos las peculiaridades de la redacción teresiana. Y así, todos los versos de las poesías comienzan con letra mayúscula, se emplea el pronombre «vos» cuando lo hace la autora (aunque la traducción española versificada hubiera ganado con el «tú»), no se corrige la puntuación en los casos en que nuestra escritora lo hace de un modo incorrecto, etc.. Todo ello forma parte del estilo teresiano -y de su «encanto»- y no se ve por qué tendríamos que eliminarlo en honor de un innecesario purismo.

6. Las citas de otros escritos teresianos que aparecen en

la presente obra están hechas según la edición crítica

del Centenario.

10

EPITOME BIOGRÁFICO

1873 2 de enero: nace Teresa en Alengon (noroeste de Francia); y es bautizada a los dos días en la iglesia de Notre-Dame. Le han precedido ocho hermanitos. Cuatro de ellos han muerto prematuramente: dos varones y dos hembras. Comparten con Teresita la vida del hogar cuatro hermanas: María, Paulina, Leonia, Celina.

1877 4 de abril: escribe su primera carta teniendo cuatro años de edad. El 28 de este mes muere su madre, Zelia Guérin. El viudo, Luis Martin, y las cinco hijas se trasladan a Lisieux, el 16 de noviembre.

1880 5 de junio: a sus siete años y medio, para ejercitarse en el estilo, redacta una página literaria de carácter autobiográfico: preámbulo de los futuros saínetes (conocidos con el nombre de "Recreaciones piadosas") que compondrá en el convento unos tres lustros más tarde.

1881 3 de octubre: al cumplir 8 años, entra como mediopensionista en la abadía benedictina de Lisieux, llamada Notre-Dame-du-Pré.

1883 25 de marzo: comienzo de la grave y extraña enfermedad mientras reside temporalmente en casa de sus tíos, los Guérin; su padre está ausente de Lisieux. El 13 de mayo -domingo de Pentecostés- es curada súbitamente por la sonrisa de la Virgen.

l l

1884 8 de mayo: hace su primera comunión en la abadía. Al mes siguiente, el día 14, recibe el sacramento de la confirmación, también en la abadía, de manos de Monseñor Hugonin, obispo de Bayeux.

1885 15 de mayo: comienza el retiro preparatorio para la renovación de la Comunión. Las instrucciones las da el abate Domin. Tal vez la predicación del abate le causa la crisis de escrúpulos, que le durará hasta el otoño de 1886.

1886 25 de diciembre: gracia de la "conversión", en su casa de los Buissonnets, de vuelta de la misa de medianoche, que ha oído en la catedral de San Pedro.

1887 29 de mayo: domingo de Pentecostés. Teresa recibe de su padre el permiso de entrar en el Carmelo a los 15 años. En el mes de julio, se despierta su vocación misionera delante de una estampa de Jesús crucificado. El 1 de septiembre lee en el periódico "La Croix" la ejecución del asesino Pranzini, que se convierte a última hora. Teresa, que ha orado y se ha sacrificado por su conversión, lo considera como su "primerhijo espiritual". Durante el mes de noviembre viaja por Italia con motivo de una peregrinación a Roma, y habla con el Papa León XIII el 20 del mismo mes.

1888 9 de abril: enla fiesta de la Anunciación, entra Teresa en el Carmelo, cuyos comienzos suponen para ella un camino "más de espinas que de rosas". El 28 de mayo hace confesión general con el P Pichón, y lo toma como director espiritual. Se siente entonces liberada de otra crisis de escrúpulos, ala que llama "pena de alma".

12

1889 10 de enero: viste el hábito carmelitano en presencia de su padre. Ese día añade "de la Santa Faz" a su nombre. En el mes de julio, recibe una gracia mañana en la ermita de Santa María-Magdalena, a la que le sigue, como fruto, una "semana de quietud ".

1890 8 de septiembre: profesión de Teresa, "inundada por un río de paz". El 24 del mismo mes se celebra el importante acto de la toma de velo negro, ceremonia externa que completaba el rito de la Profesión.

1891 7 de octubre: retiro predicado por el P. Alexis Prou, franciscano: la profesa de un año, que recorre con ciertos titubeos la senda de la vida espiritual, se siente lanzada "sobre las olas de la confianza y del amor".

1893 2 de febrero: compone sus primeros versos a petición de la Hermana Teresa de San Agustín. Los titula: "El rocío divino". Discretos inicios de su futura dedicación a la poesía.

1894 29 de julio: muerte de su padre, el Sr. Luis Martin. En el mes de diciembre la Madre Inés manda a Teresa que escriba sus recuerdos de infancia, que darán origen a la "Historia de un alma."

1895 9 de junio: se ofrece como víctima al Amor

misericordioso, durante la misa, en la fiesta de la

Trinidad. El 17 de octubre la M. Inés le confía su primer

hermano espiritual, el seminarista Mauricio Belliére.

1896 20 de enero: entrega el Manuscrito A a la Madre

Inés. El 5 de abril entra en "las más espesas tinieblas",

13

la prueba de la fe, que le durará hasta la muerte. El 30 de mayo la Madre María de Gonzaga le confía un segundo hermano espiritual, el P. Roulland. Hacia la mitad de septiembre redacta para su hermana María el Manuscrito B. Lo redacta a petición de la destinataria.

1897 11 de julio: acaba la redacción del Manuscrito C, que, a petición de la M. Gonzaga, ha comenzado a pergeñar el 3 de junio. Escribe su último autógrafo sobre la Santísima Virgen el 8 de septiembre. El 29 entra en agonía y se confiesa con el abate Faucon. Y el 30, delante de la comunidad reunida, expira hacia las siete y media de la noche.

14

1

JESÚS EN BETANIA

Introducción

Fecha: 29 de julio de 1895.

Ocasión: fiesta de las hermanas conversas ( Santa Marta ) .

Composición: versificada totalmente: 41 estrofas; 204 versos.

Argumento: se basa en el evangelio de la fiesta del día (Le 10, 38-42 ) . Jesús está en Betania, en casa de Marta y María, y dialoga sucesivamente con las dos hermanas. Marta aparece moviéndose en la escena mientras María permanece todo el tiempo sentada a los pies de Jesús.

Doctrina: el perdón divino regenera a las personas que han tenido una vida pecadora; el trabajo y la oración son igualmente agradables a Dios, pero hay que esforzarse por vivir en «puro amor»; el Señor ama al corazón que se ha mantenido siempre puro, lo mismo que al que se ha arrepentido; la humildad es la virtud que debe campear en toda relación con Dios.

Anecdotario.

1. Teresa interpreta en esta obra a Jesús. Las otras dos actrices son las novicias: Celina { Genoveva ) , que hace el papel de Marta; y María de la Trinidad, el de Magdalena.

2. Teresa confunde aquí a las Marías de los evangelios, siguiendo una exégesis antigua.

3. Desde 1891 y hasta la enfermería, Teresa vuelve con frecuencia en sus escritos sobre el personaje de la Magdalena. Al final de su autobiografía escribe una bellísima página que constituye una acabada síntesis de esta pieza teatral. Dice así: "Un alma abrasada de amor no puede permanecer inactiva. Ciertamente, como santa Magdalena, permanece a los pies de Jesús escuchando su dulce e inflamada palabra. Pero pareciendo no dar nada, da mucho más que Marta, que se ocupa de muchas cosas y querría que su hermana la imitase. No son los trabajos de Marta lo que Jesús reprueba: solo quiere corregir la inquietud de su ardiente huéspeda» (MC 36 v").

16

O anta Magdalena está sentada a los pies de Nuestro Señor, y le mira con amor. Al fondo de la sala, se ve a Santa Marta ocupada en preparar la mesa para la comida del Divino Maestro. Nuestro Señor y Santa Magdalena cantan con la melodía de la canción "TAnge et l'aveugle".

M A G D A L E N A

Dios mío, mi Maestro divino Jesús, mi único amor A vuestros pies estar quiero Aquí fijo mi mansión. Busqué la felicidad Vanamente en esta tierra Y mi corazón ha henchido Solo una amarga tristeza.

JESÚS

A mis plantas, Magdalena Para aliviar tu aflicción Tú siempre vas a encontrar Un dulce mirar de amor. En adelante, oh María Quieres vivir para mí Y durante toda mi vida Yo voy a sufrir por ti.

MAGDALENA

Basta ya, mi buen Maestro, Me siento desfallecer. ¡Que en este día no pueda Yo morir o renacer! ...

17

Comprended bien mis alarmas Jesús.... ¡Oh mi Salvador!... Hice correr vuestras lágrimas ¡Qué inmenso dolor!

JESÚS

Es verdad, sobre tu alma He derramado yo lágrimas Mas los corazones mudo Con solo una llamarada. Tu alma rejuvenecida Por mi mirada divina Me bendecirá sin fin En la sempiterna vida.

MAGDALENA

Vuestro mismo amor, Jesús Saltar hace al corazón Y vuestra bondad suprema Acrecienta mi dolor. Yo desprecié vuestras gracias Y en mi acto de contrición Solo dispongo de lágrimas Para ofreceros, Señor.

JESÚS

Esas lágrimas preciosas Relucen más a mis ojos Que las vías luminosas Que surcan en los espacios.

Yo prefiero al que me ama Con corazón vuelto puro Más que a la estrella luciente Que brilla arriba en lo oscuro.

MAGDALENA

Qué extraordinario misterio, ¡Oh mi Salvador divino! ¿No habrá aquí nada que haga A ese corazón cautivo? Las alejadas montañas El blanco y dulce cordero Las flores de nuestros campos ¿Puede darse algo más bello?

JESÚS

Tú, al soplar la primavera, Ves que está abierta la flor. Lo que yo veo es la rosa De tu apasionado amor. Esta rosa empurpurada Cautiva a mi corazón Ella es amada por mí Más que cualquier otra flor.

MAGDALENA

El pájaro con voz pura Pregona vuestro esplendor Y el arroyo murmurante Os regala su frescor.

18 19

También el lirio del valle Con alegría os ofrece Su balsámica corola, Su blancura, su perfume.

JESÚS

Ni Salomón en su gloria Estaba tan ataviado En su trono de marfil Como el lirio perfumado. Sobrepujan al gran rey Las sencillas margaritas Y solo brillan por ti Todas estas floréenlas.

MAGDALENA

El blanco manto de nieve Del cortejo virginal Al ofreceros su amor Por siempre refulgirá. Y yo, de una triste vida Os ofrezco su final Aunque ¡ay! la marchité ¡En su mismo comenzar!...

JESÚS

Si de la aurora yo amo El fulgor puro y brillante Amo también, ¡oh María! Un bello ocaso radiante.

Mi inigualable bondad Quisiera que el pecador Junto al alma virginal Holgara en mi corazón.

MAGDALENA

¿No tenéis a vuestros ángeles Sublimes en sus ardores ?.... Sobre sus blancas falanges Derramad vuestros favores.... Yo, una pobre pecadora, No he merecido alcanzar La incomparable ternura Que da vuestra intimidad.

JESÚS

Más arriba que los ángeles Tú subirás algún día. Y ellos dirán tus loores De tu amor teniendo envidia.... Mas hace falta en la tierra Para atraerme corazones Que, viviendo en soledad, ¡Ores por los pecadores!...

MAGDALENA

De un amor superlativo ¡Siento arder mi corazón!... Y esa vuestra voz amable Me multiplica el ardor.

20 21

Mas para ser un apóstol Muy flojo es mi corazón El vuestro dadme prestado Jesús, ¡dulce Salvador!...

Entonces Santa Marta se adelanta algo apresurada. Mira a su hermana con sorpresa y canta lo que sigue con la melodía de la canción: "Moine et Bandit".

MARTA

Fijaos en mi hermana, buen Maestro No le inquieta mi trabajo, pues se olvida, Suplicóos, Señor, le digáis Que me ayude a serviros la comida.

JESÚS

Marta, mi huéspeda amable Vos parecéis olvidar Que es normal que vuestra hermana Hacia Aquel se incline siempre Que la sabe cautivar.

MARTA

Sí, mi Dios, mas me pregunto: ¿ No debería un instante Quitar su vista de Aquel Que le da, y pensar también Cómo darle algún presente?

22

JESÚS

En confianza lo digo: Si tu amor es generoso Confieso que el de María Me es igualmente precioso.

MARTA

Son para mí cual misterios Vuestras palabras, Señor, Y pues siento que mi amor Quiere darse sin descanso Yo veo que más que a orar Hay que entregarse al trabajo.

JESÚS

El trabajo es necesario Y a santificarlo vengo Mas la ferviente oración Debe siempre acompañarlo.

MARTA

Sé, Señor, que estando ociosa, No soy grata a vuestros ojos Por eso en servir me agito Por daros platos sabrosos.

JESÚS, mirando a Santa Marta con ternura.

Muy pura es tu alma, ¡oh Marta! Y te gusta mucho dar.

23

Pero, ¿sabes la comida Que yo quisiera encontrar?....

SANTA MARTA, arrodillándose

Al fin lo comprendo, Jesús, belleza suprema Vuestra mirada penetró en mi corazón Es mi propia alma y no mis pobres dones Lo que debo ofreceros, ¡ oh mi Salvador!...

JESÚS

Tú corazón, sí, deseo Y hasta él voy a bajar Los Cielos y hasta su gloria Por ti he querido dejar.

SANTA MARTA, mirando a Magdalena

¿Por qué, Salvador divino, hicisteis de María Un elogio tan grande ante Simón el leproso? Me parece, Dios mío, que en su -vida entera Habrá habido más de un día borrascoso.

JESÚS

Yo sé entender el lenguaje De un corazón quebrantado. Aquel ama mucho más ¡A quien más se le ha perdonado!....

24

MARTA

¡Pues eso precisamente Es lo que yo no comprendo Si impedísteis mi caída Y me cuidastes, Señor, Por semejantes mercedes, ¿Acaso no os debo amor?

JESÚS

Es verdad que un alma pura De mi amor la obra maestra Siempre amarme y bendecirme Debería sin medida.

MARTA

Sabéis que yo desde niña La virginidad he amado, Cual un precioso tesoro. Este recuerdo, Señor Es un disfrute que hace Que exulte mi corazón

JESÚS

Desde niña me ganaste Por tu mucha castidad, Mas si tuya es la inocencia ¡De tu hermana es la humildad!...

MARTA

Veo la verdad, Maestro amable Con dulzura me habéis sabido enseñar

25

No quiero tener más estima de mí misma La humildad os gusta, y la quiero practicar.

JESÚS

Comprendes el gran misterio Que me trajo a estos lugares. Prefiero la vida oculta A las glorias Celestiales.

MARTA

Jesús, por complaceros, desde hoy deseo Despreciar los honores y la gloria humana Trabajando por vos imitaré a María Sin pretender otra cosa que vuestra mirada.

JESÚS

Hacia mí así atraerás Las almas para salvarlas Con la antorcha de tu fe Muy lejos irán mis llamas.

MARTA

Vuestra voz, Jesús, es una melodía Que nos enamora inflamando el corazón. Quedaos, pues, con nosotras os suplico Quedaos aquí siempre, mi amable Salvador.

26

JESÚS

Yo soy feliz en Betania. Descansaré aquí a menudo Y vuestro Dios en la Patria Se mostrará agradecido.

MARTA

¿Cuál es, pues, mi Dios, la recompensa Que puedo esperar por mis desvelos? No merezco nada; sin embargo, pienso Que me colmaréis de beneficios nuevos.

JESÚS

En el cielo mi gloria será vuestra Y vuestros mis caudales todos. Honor a ningún otro comparable: ¡Me llamaréis vuestro esposo!....

MARTA

Ya que en el Cielo vais a ser mi herencia La honrosa corona de mi virginidad ¡ Ah! quisiera volar a la Celestial ribera Para contemplaros ya en la majestad.

JESÚS

Muy pronto en la eterna orilla Cantando el cántico nuevo Veréis mi gloria inmortal ¡Doquier siguiendo al Cordero!....

FIN

27

2

EL TRIUNFO DE LA HUMILDAD

Introducción

Fecha: 21 de junio de 1896.

Ocasión: fiesta de la Priora, Madre María de Gonzaga.

Argumento: tres novicias están conversando animadamente en un día de asueto. Hablan sobre las apariciones de seres espirituales. Se les aparece San Miguel que les «entreabre las puertas del infierno». Se ve a varios demonios enzarzados en agrias disputas. Se presenta de nuevo San Miguel que los pone en fuga. Las novicias, asustadas, deciden ir a referir esta visión a la Madre Priora.

Doctrina: belleza de la vida comunitaria en el Carmelo. No es bueno desear visiones o revelaciones. Los conventos -particularmente los de la Orden del Carmen- son fuertes valladares que se oponen a las pretensiones destructoras del demonio. Los tres votos -obediencia, castidad y pobreza- constituyen otras tantas armas poderosísimas para luchar contra él. Pero el arma verdaderamente irresistible es la virtud de la humildad, como se desprende del ejemplo de la Virgen María.

Anecdotario.

1. Una tal Diana Vaughan es quien le ha iado a Teresa la idea para esta obra recreativa. Ha sabido de su existencia gracias a los informes que su tío Guérin suministra al Camelo. ¿ Quién es Diana Vaughan? Iniciada a los veinte años en el ialadismo -espiritismo luciferino masónico- se convierte y deja la ¡ecta el 13 de junio de 1895. Esta conversión y el subsiguiente fervor católico de la neoconversa se airean ampliamente por todcFrancia a través de la prensa. A sugerencia de sor Inés, Teresa envía a Diana su propia fotografía representando a Juana de Arco a el calabozo... Pero a los pocos días, "la señorita Vaughan" anuncia una importante conferencia de prensa. Es el 19 de abril de 1197. (Teresa ha escrito la obra, en la que alude a Diana, un año artes ). Pero en lugar de Diana se presenta un conocido escritor, leo Taxil. Y revela al estupefacto auditorio que la tal Diana no haexistido más que en su

30

imaginación. Todo ha sido un engendro de Taxil para reírse de los católicos. (En la sala abarrotada de público preside la reunión la foto que Teresa le enviara ingenuamente el pasado verano). Los presentes, y toda Francia, se indignan ante tamaña mixtificación. Teresa no es la menos afectada.

2. En los meses de mayo y junio, Teresa suprimirá de esta pieza los pasajes que evocan la aventura de la falsa Diana Vaughan. Por eso no han podido reconstruirse en la publicación de este escrito. Esto se nota especialmente la segunda vez que aparece en escena sor María-Magdalena y en el diálogo que sostienen Asmodeo y Baal-Zéboub al comienzo de su presentación.

3. Teresa emplea nombres raros para designar a algunos personajes: Adondi (Dios) Lilith (Virgen María), Maléahks (los ángeles)... Son nombres empleados por Diana Vaughan (es decir, por Leo Taxil) en sus «Memorias», que Teresa ha leído.

Escena 1

JL/a escena se desarrolla en la sala de la recreación donde tres novicias están reunidas en un día de asueto. - Sor Teresa del Niño Jesús, decana del noviciado - Sor María Magdalena, profesa de velo blanco - Sor María del Espíritu Santo, postulante corista.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

¡Qué dicha encontramos juntas! ¡Vamos a tener una recreación muy buena!... Veamos, mi hermana María del Espíritu Santo, decidme, ¿qué pensáis de la fiesta de Nuestra Madre ¿Habéis visto alguna vez en el mundo algo tan encantador como esta unión de corazones, esta dulce alegría?

31

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

No, nunca había visto nada tan agradable.... Las fiestas del Carmelo tienen un encanto especial; el espíritu de familia, sobre todo, es el que les da ese toque tan singular, y eso es lo que me fascina.... ¡Oh! qué feliz me encuentro aquí, me siento cerquita del Cielo y no tengo más que un deseo, el de unirme íntimamente a Jesús convirtiéndome en su prometida.

SOR MARÍA MAGDALENA

¡Oh! qué dicha tenemos de haber sido escogidas por el Buen Dios...Tratándose de vosotras, hermanas mías, yo lo comprendo, ¡sois tan buenas!... Pero, en mi caso, pobre pastorcita, ¿cómo ha podido rebajarse hasta tomarme por su esposa? Y eso que El sabía bien que yo no tenía ni ciencia, ni virtud.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Nuestro Señor no se ha rebajado más viniendo a vos que viniendo a nosotras; al contrario, a sus ojos la más humilde condición es la más grande; pero, como vos, también yo estoy emocionada contemplando su amor. Me gusta meditar estas palabras que nuestra santa madre Genoveva oyó durante uno de sus éxtasis: «Ser la esposa de un Dios... ¡Qué título!... ¡Qué privilegio!...» En efecto, es Jesús mismo quien llega a ser el esposo de nuestra alma y no un arcángel, ni un glorioso príncipe de su corte. Muy lejos de actuar como El, Satán (elprivado de amor,

32

como lo llamaba nuestra madre Santa Teresa), se contenta con desposar a las almas que le pertenecen con algunos de sus demonios. Este pensamiento me ha impresionado vivamente cuando he leído el relato de la extraordinaria conversión de Diana Vaughan. Se ha convertido en una nueva Juana de Arco... Mi mayor deseo sería verla unirse a Jesús en nuestro pequeño Carmelo, cuando haya terminado su misión.

SOR MARÍA MAGDALENA

Esa sí que habrá tenido cantidad de éxtasis y revelaciones... ¡Desde luego, las hay con suerte!

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS, sonriendo.

Mi hermana María Magdalena, ¿ahora resulta que envidiáis los consuelos y las gracias extraordinarias?... Yo os creía más perfecta que todo eso...

SOR MARÍA MAGDALENA

Estoy pasando en mis oraciones por un período de aridez peor que la del jardín cuando no cae en él ni una gota de agua y ¡vaya! no me disgustaría ver un poco lo que ocurre en el otro mundo.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

¿No sabéis que Nuestro Padre San Juan de la Cruz ha dicho que es una falta venial pedir éxtasis y revelaciones?

33

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO, asombrada.

Es una falta... No tenía ni idea... ¡Pues bien! Aun así, lo deseo... ¿Qué otra cosa puedo hacer?

SOR MARÍA MAGDALENA

¿Que qué hacer, hermana mía? ¡Muy sencillo! Hacer como yo: saber pasar sin ellos cuando no se tienen.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Todavía haríais mejor, me parece, si os acordarais de las palabras de Nuestro Señor: «Bienaventurados los que no han visto y han creído»; eso os haría mucho bien.

SOR MARÍA MAGDALENA

Escuchad, me estáis dando luces... Dios ha dicho: «Bienaventurados los que no han visto y han creído», pero no ha dicho: «Bienaventurados los que no han oído». Yo me contentaría con oir sin ver, ¿y vos, mi hermana María del Espíritu Santo?

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Yo pienso como vos, pero no me atrevo a esperar oir los ecos del cielo.

SOR MARÍA MAGDALENA

Se podrían oir igual que los del infierno; estos últimos serían menos agradables, pero mejor sería eso que nada, y me gustaría escuchar lo que se dice allá adentro; creo que, al menos yo, sería mejor si supiera lo que el diablo piensa de nosotras.

34

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Yo lo sé bien: él piensa que nosotras somos sus más mortales enemigas, sobre todo cuando amamos mucho a Jesús. Así que no vale la pena que el feo demonio nos haga oir su espantosa voz.

SOR MARÍA MAGDALENA

No puedo contradeciros, mi hermana Teresa del Niño Jesús; pero me gustaría pegar la oreja a la puerta del infierno, sobre todo, si fuéramos muchas; ¿ y a vos, mi hermana María del Espíritu Santo?

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

A mí también... pero creo que tendría miedo.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Pues no habría motivo para tenerlo; Nuestra Santa Madre nos asegura que los demonios son menos temibles que las moscas.

SOR MARÍA MAGDALENA, aplaudiendo.

¡Qué dicha! Estoy viendo que ya comenzáis a pensar como yo.

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Aunque pensara como vos, eso no nos haría oir la conversación del diablo... (Riendo.) ¡ Ah, qué recreación tan rara estamos teniendo!... Menos mal que nadie nos oye.

35

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Me parece que estáis tomando la cosa en broma; sin embargo, si nuestro sueño llegara a hacerse realidad, ¿qué diríais?

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Diría que Dios se complace en escuchar los deseos de las almas sencillas e inocentes, y aprovecharía la ocasión para fortalecer mi fe. Siento que no tengo el valor de hacer como San Luis, que no quiso ir a ver a Nuestro Señor que se mostraba en la Hostia, pero tampoco quisiera hacer una petición que me parece indiscreta.

SOR MARÍA MAGDALENA

Dios es más condescendiente que vos, quizá le diga a San Miguel que entreabra un poco la puerta del infierno, y aún vamos a poder oir algo.

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Escuchad...oigo cantar...¡Nuestros deseos han sido atendidos!

Escena 2

Se oye a SAN MIGUEL que canta con la melodía de «Menaces maternelles»

Se alza el velo de la fe Y en nombre de vuestro Amado Vengo a realizar el sueño Que os habéis, hijas, formado.

36

Por vosotras entreabriré la puerta Del lugar de eternos dolores. De Lucifer y su escolta Escuchad los sombríos clamores

Yo soy Miguel Y vengo del Cielo, (bis)

Reíos del furioso infierno, Hermanas mías queridas (bis) Jesús pelea por vosotras No temáis más a sus iras.

Escena 3

Detrás del biombo se disparan unos petardos, se arrastran pesadas cadenas, los demonios gritan y muestran sus horcas, pero las novicias no ven nada, ya que están sentadas con la espalda apoyada en el biombo.

LUCIFER, con voz tonante.

Vamos, callad, que no os he reunido por el gusto de oir vuestros lamentos y el ruido de vuestras cadenas; tengo cosas muy serias que comunicaros.

BAAL-ZEBOUB

Habla, Lucifer, pero date prisa; yo me aburro aquí; prefiero sufrir mi infierno en la tierra; al menos puedo satisfacer mi rabia haciendo que se pierdan las almas rescatadas por Adona'í.

37

LUCIFER

Baal-Zeboub, estoy irritado contra ti, tú cumples mal con tu oficio. ¿Por qué has dejado que Mikael nos arrebatara a varios de nuestros más fieles adeptos? ¿Por qué te ocupas solo de vengar tus intereses personales en vez de dedicarte a establecer mi reino en todos los extremos de la tierra ?

BAAL-ZEBOUB, con ironía.

Non serviam!... ¿ Eres tú el que me ha dado esta consigna y crees que voy a obedecerte después de haber rechazado humillarme ante Dios?... ¡No, nunca, nunca!... aquí mandamos todos; por eso la unión es tan grande y nuestras legiones están tan admirablemente civilizadas, y nuestros adoradores no cesan de pelearse en torno a los puntos de nuestros ritos sagrados... Tú lo sabes mejor que nadie, astuta serpiente antigua, la discordia es el distintivo de tu realeza... Nuestro único lazo de unión es el odio implacable que hemos jurado a los mortales. Bien es verdad que esto no nos impide llamarles nuestros más queridos amigos mientras los odiamos a muerte. {Ríe burlonamente) ¿Acaso es mía la culpa si algunos, más finos que otros, se escapan de nuestras redes?... Después de todo no nos va tan mal... Muy pocos gustan de las máximas de Cristo, sobre todo cuando él dice a sus discípulos: «Si queréis seguirme, renunciad a vosotros mismos y tomad vuestra cruz». ¡ Ay!... cuánto me repugna pronunciar esta palabra...

Pero mira, Lucifer, si quieres desahogarte de la rabia que te devora por culpa de los amigos que se nos escapan, métete con Asmodeo; es él quien de una manera lamentable para nuestra causa acaba de perder: a su prometida Diana Vaughan.

38

ASMODEO

Ah, Baal-Zeboub, ¡cuánto me haces sufrir pronunciando este nombre!... ¿Será posible que se me haya escapado?

BAAL-ZEBOUB

Ya sospechaba yo que eso acabaría mal...

LUCIFER, encolerizado.

Tú me injurias burlándote de Asmodeo; ¿ignoras acaso que, durante mucho tiempo, su prometida fue mi hija querida? No todas las vírgenes son nuestras enemigas; hay muchas que me sirven sin saberlo; por eso os recomiendo invadir las comunidades; a ese blanco debéis dirigir especialmente vuestras baterías de guerra.

No desconozco el daño que me causa una perfecta Adonaíta, que arrastra en pos de ella a un gran número de almas que serían de las nuestras. Haced, pues, todo lo posible por distraerlas con el ruido del mundo; sugeridles, sobre todo, ocuparse de sí mismas: el amor propio es la debilidad de todos los humanos, sin excluir las comunidades monásticas, y yo os lo confío, amigos míos, es mi arma más segura para lograr que decrezca el amor de Adonai en los corazones de todas sus monjas... ¡Ah!... ¡¡¡Cuánto me hacen sufrir amando a su Dios!!!... Para impedir uno solo de sus actos de amor, de buena gana envío mis legiones más poderosas, pues si no consigo la condenación de las almas poseídas por Adonai', al menos me siento orgulloso de hacerles perder el más pequeño grado de gloria. {Con desesperación) ¡Ah! ¡¡Para mí no hay amor, ni trono, ni gloria!! ¡ ¡ ¡ Jamás!!! ¡ Jamás!

39

ASMODEO

Si tú quieres que tomemos por asalto los conventos, te aconsejo organizar legiones especiales con los más aguerridos de entre nosotros. Tú, Lucifer, irás a la cabeza; seguirán luego: Yo, Moloch, Astaroth, Hermes, Ariel, Astarte, Baal-Zeboub, etc. etc.

BAAL-ZEBOUB

No, yo no iré; me has nombrado el último, y eso me ofende; además, ya te lo he dicho, detesto la compañía de las vírgenes... No es que les tenga miedo una a una, pero, unidas a su Dios, son tan terribles como El, aparte de que tienen unas armas que me hacen sufrir: lo quieras o no, no tienes más remedio que retirarte vencido por una mujer que tiene en la punta del dedo unas pocas gotas de agua bendita ( ¡ay! cómo quema esta agua...) o bien presentándote su cruz ( este instrumento cuyo nombre me cuesta tanto pronunciar y que penetra como una lanza de fuego...) ¡Qué vergüenza para nosotros, ángeles de luz, cuya ciencia sobrepuja infinitamente a todos los conocimientos que los hombres han adquirido desde la creación del mundo!... Marchad, pues, en expedición contra las vírgenes, pero os anticipo que seréis vencidos... En vez de abolir el reino de Adonai, lo acrecentareis haciendo mártires que nuestros enemigos colocarán

triunfalmente en sus altares Marchad, marchad, yo no quiero experimentar la vergüenza de una derrota, me quedo con mis buenos amigos, los francmasones.

40

LUCIFER

Si tú no tomas parte en nuestra gloriosa empresa, no participarás de nuestra victoria... Te recuerdo que soy el príncipe de este mundo, y es preciso que reine en todas partes. Cristo ha declarado que las puertas del infierno no prevalecerían jamás contra su Iglesia, pero mi poder ya retiene prisionero al sucesor de Pedro; sin embargo, no es suficiente, necesito un triunfo completo; y este triunfo no lo obtendré más que destruyendo los conventos...¡Adelante¡...Animo, amigos... ¡¡¡Alalucha... A la lucha!!!...

ASMODEO

¿Por cuáles hemos de comenzar nuestra expedición?

LUCIFER

Lilith, la madre de Adonai, es mi más mortal enemiga; venguémonos de ella atacando a su orden preferida, la del Carmelo, que los maléahks llaman la más perfecta de la Iglesia.

TODOS LOS DEMONIOS, con gritos y risitas burlonas.

Bravo... Bravo... adelante, adelante, destruyamos la Iglesia de Adonai.

LAS NOVICIAS, aterrorizadas, se ponen de rodillas.

¡Oh San Miguel! San Miguel, defendednos, encadenad a los demonios que quieren destruir a la Iglesia y arrojarnos del Carmelo...

41

Escena 4

San Miguel aparece por los aires en medio de una nube; al verlo, los demonios lanzan gritos de rabia y de desesperación.

LUCIFER

¡Ay! ¡Desgraciados, desgraciados de nosotros!... ¿ Qué vienes a hacer tú aquí, Mikael? Quédate con tus maléahks, el infierno no es tu reino, es el mío; yo soy su príncipe, así como también del mundo sobre el cual tú no tienes ningún derecho.

San Miguel hunde su lanza en el abismo, Lucifer redobla sus gritos, entonces el ARCÁNGEL canta lo que sigue con la melodía del cántico al Sagrado Corazón «Quand l'étranger», etc.

Tú que te dices el príncipe del mundo, Y has querido ser como Dios mismo Te quedarás en la profunda noche Te quedarás en el ardiente abismo. Y no creas, en tu cruel locura Que ante ti los Santos van a echarse atrás... Serpiente maldita, verás triunfar a la Iglesia ¡Pues la Iglesia es inmortal!... {bis)

LUCIFER

No, la Iglesia no triunfará... ¿Cómo podría resistir a mi poder?... Sé que Adonai es más fuerte que yo, lo cual

42

me produce una rabia incesante, pero mira cuan poco se preocupa de su gloria, y cómo deja a sus amigos en la humillación y en el dolor... Y, si no, cuenta el número de sus adeptos y verás lo pequeño que es... Por eso, voy a atacar con mis poderosas legiones a este puñado despreciable. Pronto voy a salirme con la mía; entonces el crimen, que mis fieles servidores adoran ya en todos los puntos del globo, sera la única ley del universo.

Entonces yo resultaré vencedor y tú, con tus maléahks, huirás vergonzosamente.

SAN MIGUEL

Si los malos han entronizado el crimen Queda aún más de un alma virginal Para consolar a la Víctima Adorable Y formar su séquito real. Rebosa de una noble valentía El selecto ejército que rodea al Señor Tiembla, Satán, y reconoce tu impotencia Atrás... (bis) ¡Siempre es Cristo el vencedor (bis)

LUCIFER

A gusto me río de tu ejército virginal... ¿No sabes que también tengo derechos sobre él ?... Yo soy el príncipe del orgullo; y si las vírgenes son castas y pobres, ¿qué tienen más que yo? También yo soy virgen y, aunque prodigue las riquezas a los hombres, personalmente las desprecio como si fueran humo... Tal vez me repliques: y la obediencia, ¿la practicas acaso?... Ah, Mikael, que soy

43

tan astuto como tú... No, no obedezco de buen grado, pero me someto a las órdenes de Dios contra mi voluntad; también las vírgenes pueden obedecer al tiempo que guardan su propia voluntad en el fondo del corazón y, asimismo, pueden obedecer mientras desean mandar; entonces, ¿qué hacen ellas más que yo?... Yo sé cómo hacer para que el orgullo se cuele por todas partes y, si no quieres creerme, mira cómo pesa más que las virtudes de tus vírgenes...(Con acento triunfal.) ¡ü Mira...Mira !!!...

En la punta de su horca Lucifer presenta unas balanzas; en uno de los platillos están colocados tres rollitos blancos sobre los cuales está escrito: «Pobreza, Castidad, Obediencia»; en el otro, que pesa más que el primero, se ven tres grandes rollos negros sobre los cuales está escrito con letras de fuego: «Orgullo, Independencia, Voluntad propia».

SAN MIGUEL, tomando la balanza.

Quiero una vez más demostrarte tu locura ¿Olvidas acaso, serpiente, monstruo infernal, La humildad de la Virgen María, Que te aplastó con su pie virginal?

Esta virtud resplandece aún en la tierra Su humilde brillo destruye tu poder real Monstruo orgulloso, arrástrate por tierra, ¡Retrocede (bis) vencido por la Humildad (bis)\....

Diciendo esto, San Miguel coloca en el platillo de los votos un rollito sobre el que está escrito: «Humildad»; y enseguida el otro platillo se eleva.

44

EL DEMONIO, grita con desesperación.

Me doy por vencido... ¡Me doy por vencido!... Basta, basta, Mikael, ¡no me atormentes más! ¡Me doy por vencido!...

LOS OTROS DEMONIOS, gritan también :

¡Nos damos por vencidos!...

Se oyen fragores de trueno. San Miguel desaparece y todo se hunde en el silencio.

Escena 5

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

¡ Oh, hermanas mías! ¡ Qué gracia acaba de concedernos Dios! Corramos pronto a contarle a Nuestra Madre lo que hemos oído; es preciso decirle que nosotras sabemos ahora cómo vencer al demonio, y que desde hoy no tenemos más que un deseo: practicar la humildad... Estas son nuestras armas, éste nuestro escudo; con esta omnipotente fuerza, podremos, nuevas Juanas de Arco, expulsar al extranjero del reino, es decir, impedir al orgulloso Satán entrar en nuestros monasterios.

SOR MARÍA MADALEÑA

Sí, vayamos aprisa a ver a nuestra Madre, pero hablareis vos, mi hermana Teresa del Niño Jesús, porque

45

yo aún soy un puro temblor y, además, temo que no nos va a creer y va a decir que hemos estado soñando...

SOR MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Es verdad. Después de todo, ¡qué vergüenza pasaríamos si nuestra madre se burlase de nosotras!...

SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS

Al contrario, entonces deberíamos alegrarnos, porque así podríamos practicar la humildad... pero ella nos va a creer.

Después de haber recibido un favor tan señalado, me siento impulsada a pedir a los Santos Angeles que vengan con nosotras y que le canten a nuestra Madre querida una de sus melodías celestiales.

Hermanitas mías, vosotras acabáis de ser escuchadas, ahora me toca a mí serlo también....

Oh, Angeles Santos, os lo suplico, no me defraudéis, hacednos oir vuestra voz, pero no os dejéis ver a fin de dejarnos el mérito de la fe.

Las novicias se levantan y se dirigen hacia nuestra Madre.

Escena 6

LOS ANGELES cantan con la melodía de «La Patrie des hirondelles. Hirondelles légéres», etc..

46

Estribillo

Sois hermanas de los ángeles (bis) ¡Oh vírgenes del Carmelo! Y cantamos vuestro elogio Con nuestras liras del Cielo.

Vosotras podéis ¡qué gloria! (bis ) Por medio de la Humildad Hacer vuestra la victoria ¡Por toda una eternidad!

Estrofa

Vosotras deseáis, fervientes carmelitas Ganar corazones para vuestro Esposo ¡Quedaos para El siempre pequeñas! ¡La Humildad pone al infierno furioso!

Se repite el estribillo.

FIN

47

3

LA HUIDA A EGIPTO

Introducción

Fecha: 21 de enero de 1896.

Ocasión: fiesta de la priora, Madre Inés de Jesús.

Composición: diálogos en prosa y verso (133).

Argumento: La casita de Nazaret. Un ángel se aparece a José y le intima huir a Egipto. En pleno desierto, una cueva de ladrones. A ella acude la Sagrada Familia para pasar la noche. El hijo del capitán de la banda está leproso. La madre le presta a la Virgen María una jofaina para lavar al Niño Jesús; luego lava a su hijo con la misma agua, y desaparece la lepra...

Doctrina: José y María en Nazaret, ejemplo para todas las familias; aceptación gustosa de la voluntad de Dios; vida de fe; el dinero no hace la felicidad; la masacre de los niños inocentes y el misterio del sufrimiento humano; divinidad y omnipotencia de Jesús; fugacidad de todo lo creado; Dios premiador de buenos y castigador de malos y realce de la misericordia divina resplandeciente en toda circunstancia.

Anecdotario.

1. Es la segunda pieza más larga de todo el repertorio.

2. Contra su tesis (que suele mantener a rajatabla) de no salirse de los evangelios a la hora de hablar de María, Teresa se inspira aquí directamente en un episodio de los evangelios apócrifos que trae el P. Faber en su libro «Elpie de la cruz o los dolores de María». Se trata de la curación de un niño leproso que, según la leyenda, llegará a ser un día Dimas, el buen ladrón.

3. Después de las dos piezas sobre Juana de Arco, la presente resultó un fracaso. La Madre Inés, en cuyo honor se hacía la representación, mandó interrumpirla. Le disgustaron sobre todo la pelea de los ladrones a botellazos, algunas de sus expresiones y la melodía moderna («La Estudiantina») que se empleó en el canto de

50

algunos pasajes. La razón que se adujo fue, sin embargo, otra: que la composición resultaba larga y empezaba a cansara la comunidad. A Teresa le afectó sobremanera la actitud de sor Inés y se le escapó alguna furtiva lágrima, pero pronto se repuso...

4. Dos notas simpáticas, una bíblica, otra mariana. Primera: esta pieza ( a pesar del argumento que no parece prestarse a ello ) es muy rica en citas bíblicas: cerca de unas 70. Y segunda: en la obra la Virgen María es representada por la propia Teresa.

A C T O I

Escena 1

L^d a escena representa la casita de Nazaret. María está sola en el taller de San José; tiene al Niño Jesús en su regazo. Cerca de ella, se ve una canasta llena de ropa, su rueca y su huso.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Divino Niño! ¡qué dulce me es mecerte en esta querida casita de Nazaret!... Aquí, como en Belén, la pobreza es muy grande; sin embargo, este asilo es menos indigno de ti que el establo abandonado. ( La Santísima Virgen mira a su alrededor con aire enternecido.) ¡Oh, benditos lugares! ¡ Qué inefables recuerdos me traéis! Aquí el ángel del Señor visitó a la más pequeña, a la última de todas las criaturas, a aquella que, como único favor, pedía poder servir a la dichosa Madre de Dios. Aquí el Verbo Divino, la segunda persona de la Adorable Trinidad, se ha encarnado por obra del Espíritu Santo y durante nueve meses ha permanecido oculto a los ojos de los mortales.

51

(Mirando al Niño Jesús.) Entonces el mundo ignoraba tu presencia, ¡oh Divino Salvador! Ahora te llevo yo en mis brazos como un ligero peso y tus criaturas no te reconocen todavía... Desde que los pastores y los magos se han alejado, nadie piensa en venir a adorarte. Pronto la primavera va a esmaltarse de mil flores, pero ninguna de ellas igualará la belleza de la Flor que se abre en Nazaret lejos de las miradas humanas. ¡Oh Flor divinamente perfumada! ¿Cómo tu dulce perfume no revela tu presencia?

Escena 2

San José entra cargado con aperos. LA SANTÍSIMA VIRGEN, en tono de dulce reproche.

José, habéis tardado mucho en venir, ¿por qué prolongáis tanto vuestras jornadas de trabajo?

SAN JOSÉ

¡Oh María! dejadme gastar mis fuerzas al servicio de Jesús. Yo trabajo por El y por vos; este pensamiento me llena de ánimo y me ayuda a soportar la fatiga; y después, por la tarde, a mi regreso, una caricia de Jesús, una sola de vuestras miradas me hacen olvidar los trabajos de la jornada.

Pasa la mano por su frente para secarse el sudor, después sentándose junto a María, mira al Niño Jesús. La Virgen lo coloca en las rodillas de San José ¡entonces

52

su rostro cobra una expresión de alegría Celestial, aprieta al Divino Niño contra su corazón, lo besa con amor y le dice:

¡Oh Pequeño Niño! ¡qué dulce es tu sonrisa!... ¿Será posible que yo, el pobre carpintero José, tenga la dicha de llevar en mis brazos al Rey del Cielo, al Salvador de los hombres?... ¿Será posible que yo haya recibido la sublime misión de ser el padre nutricio de Aquel que sacia con su presencia a los ardientes serafines y que da el alimento a toda creatura? ¿Será posible que yo sea el esposo de la Madre de Dios, el guardián de su virginidad?...

¡Oh María! decidme, ¿qué clase de misterio tan profundo es éste?... El Deseado de los collados eternos, el Emmanuel, objeto de los suspiros de todos los patriarcas, está en mis rodillas y me mira, a mí, su pobre e indigno servidor.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Como vos, José, yo me maravillo de poder estrechar contra mi corazón al Niño Divino cuya madre soy, y me asombro de que un poco de leche sea necesaria para la existencia de Aquel que da la vida al mundo. (Después de un silencio bastante largo pasado en contemplación, María continúa:) Pronto Jesús crecerá, y vos deberéis enseñarle al Creador del universo la manera de trabajar.... Con vos ganará su pan con el sudor de su adorable rostro.

SAN JOSÉ

¿Qué decís, María? ¿Será necesario que Jesús llegue a ser un pobre artesano como yo? ¡Ah! ¡Nunca tendré el valor de verle soportar los reproches que yo recibo!...

53

Precisamente hoy, el rico señor para quien trabajaba, no ha estado satisfecho con mi trabajo, y me ha despedido, diciéndome que fuera a probar suerte a otra parte. Después de muchas búsquedas y desaires, he logrado encontrar bastante trabajo para todo un mes; podré hacerlo aquí, es una dicha que no me atrevía a esperar. No alejarme ni de Jesús ni de vos, ¡qué... consuelo! {Dándose cuenta de que el Niño Jesús dormita, dice bajando la voz:) El Divino Niño se ha dormido, tomad vuestro Tesoro, ha llegado la hora del descanso. {Deposita un beso en la frente de Jesús, luego lo presenta a María que lo toma con respeto).

LA SANTÍSIMA VIRGEN, a media voz.

José, que Dios bendiga vuestro sueño, descansad en paz bajo la mirada de Aquel cuyo corazón siempre vela.

Escena 3

Apenas se ha alejado María, José se duerme; tras unos instantes de silencio, el ángel del Señor se le aparece en sueños; canta con la melodía de la canción « La folie de la plage.-Flots bleus, vagues plaintives», etc.

EL ÁNGEL

Hacia la tierra de Egipto Partir aprisa es preciso Apenas venga la noche Vete, José, con sigilo.

54

Herodes en su furor Raptar tu tesoro quiere Quiere quitarle la vida Al Vencedor de la muerte.

Toma a la Madre y al Niño Y huye lejos del tirano.(bis)

Escena 4

San José se levanta al punto y toca suavemente a la puerta del cuartito donde reposa la Santísima Virgen.

María, despertaos, que la vida de Jesús está en peligro.

LA SANTÍSIMA VIRGEN, viniendo con el niño Jesús.

José, dormid en paz; ningún peligro amenaza al Divino Niño. Mirad cómo descansa apaciblemente en mis brazos.

SAN JOSÉ

Sí, en su dulce sueño, el Rey de los Cielos parece ignorar el mensaje de uno de sus ángeles.... Sin embargo, El lo sabe todo... ¡Oh María! ¿Por qué Jesús no os lo dice personalmente? ¿Por qué debo ser yo el encargado de transmitir las órdenes del Cielo a la Madre de mi Dios?...

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Hablad, no temáis, vos sois el representante de Dios, el cabeza de familia. Decidme lo que el ángel nos ordena de parte del Señor; estoy dispuesta a obedecerle sin reservas.

55

SAN JOSÉ

Nos manda huir a Egipto, porque Herodes ha decidido matar al Niño. Debemos partir ahora mismo; mañana, podría ser demasiado tarde... (Mira a María con una expresión de tristeza.)

LA SANTÍSIMA VIRGEN

No os aflijáis, José. Desde el día de la presentación de Jesús en el templo, estoy continuamente preparada para la prueba, pues las palabras del Santo anciano Simeón atraviesan mi alma con una espada de dolor. Su profecía comienza a cumplirse ya; Jesús sufre persecución aún antes de estar en edad de defenderse. Yo sé que una sola de sus palabras infantiles bastaría, si El lo quisiera, para exterminar a todos sus enemigos; sin embargo, prefiere huir delante de un débil mortal, porque El es el Príncipe de la paz... El Verbo hecho niño no quebrará la caña cascada, no apagará el pabilo vacilante. Si es rechazado por los suyos en su propia heredad, eso no le impedirá dar su vida por los pobres pecadores que desconocen el tiempo de su visita... Partamos sin temor, vayamos a santificar una ribera infiel con la presencia del Salvador.

SAN JOSÉ

¡Ay! Cuánto me cuesta exponeros a las fatigas y peligros de un viaje tan largo y penoso. Qué feliz sería si se me permitiese tomar todas las penalidades para mí... pero es preciso que me resigne a ver que muy pronto os va a faltar de todo. Aquí teníamos lo necesario; en Egipto nos veremos reducidos a la más extrema pobreza.

56

LA SANTÍSIMA VIRGEN

La pobreza que encontraremos en el destierro no me asusta, porque poseeremos siempre el Tesoro que hace la riqueza del Cielo. Su Divina Providencia que alimenta los pajaritos, sin olvidar uno solo, nos dará el pan de cada día.

Escena 5

Después de haber cogido sus aperos, San José se aleja con Jesús y María; entonces los ángeles cantan lo que sigue con la melodía de la canción «Gondoliéres vénitiennes».

Inexplicable misterio Jesús, el Rey celestial Exiliado en esta tierra ¡Debe huir ante un mortal!

Brindemos nuestro amor todo A este Dios en los pañales Y que compongan su corte Nuestras niveas falanges.

Cubrámosle con las alas Y con las más bellas flores. Mezamos al Rey del Cielo Con nuestras ledas canciones.

Cantaremos con misterio Por consolar a su Madre Las gracias del Salvador Su dulzura y su donaire.

57

¡ Ah! Fuguémonos esta noche Dejemos este lugar Lejos de todo ruido Y de cualquier tempestad.

Es el Infante Jesús Nuestro brillante Lucero El gozo de los electos Escondido bajo un velo.

El Rey del Cielo ¡Debe huir ante un mortal!... (bis)

ACTO II

La Cueva de los Ladrones

Escena 1

Colgando de las paredes de la cueva, se ven armas, pieles de animales salvajes. Por el suelo se despliega una extraña variedad de joyas, ricos candelabros que están mezclados con otros objetos sin valor. Una mujer joven SUSANNA mece a su hijo Dimas cantando con la melodía de la canción del «Trouvére».

Más contenta que una reina Antaño estaba sin pena Mi vida era muy alegre Por mi hijo feliz era.

58

Mi hijo vino a la vida Como una rosa que se abre Pero ¡ay! está marchita Y esta mi flor ¡ya fenece!...

¡ Ah! en esta tierra jamás Dolor de ninguna madre Fue a mi dolor semejante.

Escena 2

Un silbido advierte a Susanna que la banda de salteadores se acerca. Entonces con precaución coloca en una cunita a su hijo dormido, después abre la puerta. ABRAMIN, el jefe, entra el primero; le siguen sus compañeros, el viejo TORCOLy el joven IZARN. Los tres cantan con la melodía de la canción: «Estudiantina».

¡De esta cueva somos cacos Tan ricos como famosos! Terror de los nobles hombres Que heredaron los tesoros.

Con gran valor y destreza Blandir la espada, la lanza Sabemos sin gran ruido Cuando la noche ya avanza.

( Se repite:) De esta cueva, etc.

(Al final de la estrofa, se añade: ) ¡Ah! ¡Henos aquí!

59

Luchemos, bravos amigos, Durante la noche sombría Mañana estando a la sombra Dormiremos todo el día.

Ahora que somos aun jóvenes Hagámonos un tesoro A fin de que en la vejez Podamos nadar en oro.

(¡Oh la! De la cueva, etc.)

ABRAMIN arroja a los pies de su esposa ricos objetos, principalmente vestidos y juguetes de niños, después, sentándose junto a ella, le dice:

¡ Y bien! Susanna, ¿estás contenta? Dimas vestirá como un príncipe y tú no tendrás que preocuparte en entretenerlo. (Susanna mira los objetos con expresión triste.) ¡No pareces estar satisfecha! ¡Esto ya es demasiado! Si lo hubiera sabido, no me habría cargado con todas esas bagatelas.

SUSANNA

¿Cómo quieres que esté contenta cuando sabes que Dimas está enfermo? Cura a mi hijo y me verás sonreír.

ABRAMIN

Yo he hecho todo lo que he podido: ¿cuántas veces no he llevado a Dimas a Jerusalén para que fuera atendido por los médicos más competentes? Todos los remedios son inútiles; así que déjame tranquilo, y no me hables

60

más de una enfermedad que me produce tanta desesperación como a ti... (Se levanta precipitadamente e inclinándose hacia la cuna:) ¡Que haya tenido yo un hijo leproso!... ¡Ah! ¡Yo que había depositado tantas esperanzas en él!...

TORCOL, riendo burlonamente.

No hay por qué afligirse. ¿Acaso no tienes buenos ayudantes? Bien podemos Izarn y yo echarte una mano sin que tu hijo se entrometa. Y si no reconoces los servicios que nosotros te prestamos para perpetrar tus fechorías, eres la ingratitud personificada.

IZARN, golpeando el hombro de su compañero.

Camarada, no te pongas así, que el jefe no nos está injuriando. Yo lamento también que Dimas sea leproso, tiene una buena constitución; y estoy seguro de que nadie podría comparársele a la hora de escalar los muros, de hacer saltar las cerraduras y, sobre todo, de manejar la espada para hacerse obedecer por los rebeldes.

ABRAMIN

Callaos, patanes, lo de mi hijo no os atañe; y os prohibo hablar de él, no quiero que ultrajéis el dolor de su madre.

SUSANNA

Abramin, tú que comprendes mi dolor, ¿cómo has hecho llorar a tantas pobres madres? Todos estos objetos no los has podido robar sin derramar sangre. En otro

61

tiempo habría sonreído escuchando el relato de tus fechorías, pero desde que sufro, no puedo gozarme en el sufrimiento de los demás.

ABRAMIN

Afortunadamente no has venido hoy a la aldea de Belén; tu corazón no lo hubiera podido sufrir; el mío, con todo y ser tan duro, se ha estremecido de indignación viendo una barbarie semejante, pues yo no derramo la sangre más que para defender mi vida; los que quieren dormir tranquilamente mientras vacío sus cofres, no tienen nada que temer de mí. Soy el más pacífico de los hombres, y mi espada jamás ha herido a un inocente.

TORCOL, con viveza.

Exceptuado yo, el día o, más bien, la noche en que descargaste un golpe sobre mis espaldas porque no me largaba rápido de una torrecilla donde había encontrado cantidad de tesoros. Por cierto, tú que te dices el más pacífico de los hombres, lamento haber puesto mis canas a tu servicio, ya que no las respetas para nada.

ABRAMIN, con ironía.

¡Y bien que te habías merecido mi espadada!; como que estoy dispuestísimo a comenzar de nuevo si no me obedeces a la primera señal. Me importa un bledo el color de tu peluca, ignoraba que la hubieras puesto a mi servicio; puedes guardarla para el tuyo, pues no sabría qué hacer con ella; me basta mi soberbia cabellera negra, que me

62

da cierto parecido con los dioses del Olimpo. En cuanto a la tuya, que se parece a la estopa, no sirve más que para echarla al fuego.

TORCOL, encolerizado.

Esto ya es demasiado; voy a vengarme de este insulto.

Acerca la mano a un montón de botellas vacías, toma una y quiere estrellarla contra la cabeza del jefe. Izarn corre hacia éste para defenderle.

ABRAMIN, cogiendo con fuerza el brazo de Torcol.

¡Muévete, si puedes!...

Torcol grita y forcejea mientras Izarn le quita la botella de la mano.

SUSANNA, se abalanza hacia la cuna.

¡Callaos, por favor, habéis despertado a Dimas! {Lo toma en sus brazos.)

IZARN, a Torcol.

No tienes derecho, Torcol, a rebelarte contra el jefe; es un buen hombre que nos colma de bienes, mira, es a él a quien debemos estos ricos uniformes que harían nos tomasen por descendientes del Rey Salomón; es a él a quien también debemos todas estas botellas que nos han hecho tantas veces empinar el codo; y tú, en el colmo de

63

la ingratitud, te sirves de ellas para vengarte del autor de nuestra buena fortuna.

TORCOL

Guarda tus sermones para ti, y a mí déjame tranquilo, yo sé bien lo que he de hacer. Consiento en no vengarme, pero lo hago por pura magnanimidad y no a la fuerza.

Va a sentarse con Izarn en un rincón de la cueva, y se ponen afumar sus pipas.

ABRAMIN, acercándose a Susanna

Tú no sabes dormir a mi hijo, dámelo, voy a cantarle una nana capaz de hacerle soñar con la gloria y la valentía.

Toma al niño y, caminando bruscamente, canta lo que sigue.

Gloria inmortal De nuestros mayores Senos siempre fiel Y vivamos como ellos Quema nuestros corazones (bis)

Devolviendo Dimas a su madre, ABRAMIN dice:

¿Ves, tú? ya está dormido, reconozco en él a un valiente digno de mí. ¡¡ ¡Lástima que Dimas sea leproso!!!... (Se golpea la cabeza con el puño.)

64

SUSANNA

No pienses más en eso; tú mismo me prohibías hace poquito que lo hiciera yo; dime más bien lo que ha ocurrido hoy en Belén.

ABRAMIN

Ha ocurrido un suceso capaz de hacer detestar a Herodes, porque por orden suya todos los niños menores de dos años han sido inmisericordemente masacrados ante la mirada y en los brazos de sus madres.

SUSANNA, apretando, aterrorizada, a Dimas.

¿Será posible? ¡Ah! ¡No puedo creer semejante barbaridad! Pobres madres, van a morir de dolor.... Yo estaría ya muerta, si me hubiesen arrebatado mi tesoro....

ABRAMIN

Lo que te he dicho es verdad; por lo demás, todos estos objetos sirven para probártelo. He podido apoderarme de ellos sin dificultad, porque nadie se fijaba en mí.

SUSANNA

Pero, ¿qué motivo ha empujado al Rey a cometer una acción tan rastrera y criminal? ¿Por qué ha asesinado a todos los inocentes?

ABRAMIN

Se desconoce exactamente la razón de este crimen; cada uno lo explica a su manera. Hay quienes dicen que unos reyes extranjeros son la causa, pues fueron a

65

preguntarle a Herodes el lugar donde se encontraba el nuevo rey de los Judíos, porque habiendo visto su estrella, querían adorarle. Herodes al ver que tenía un rival, quiso deshacerse de él a toda costa, después de muchas búsquedas infructuosas para descubrirlo, ha decidido matar a todos los niños, asegurándose de esta manera el exterminio del descendiente de David.

SUSANNA, pensativa.

¡Qué historia más asombrosa! Un niño que recibe la adoración de reyes extranjeros, que hace temblar a Herodes en su trono.... ¿No será éste el Mesías esperado por los Judíos?

ABRAMIN

No sé; en todo caso su imperio no existirá jamás, puesto que acaba de ser masacrado. El dios que me protege es Mercurio y no reconozco a ningún otro; en su nombre y para su gloria, voy a emprender nuevas hazañas. {Levantándose, toma sus armas y dice a sus compañeros:) ¡Vamos, amigos, en marcha ¡....(Safen.)

Escena 3

SUSANNA, examinando los objetos tirados por el suelo.

¡Qué riqueza! ¡Qué profusión! ¡Verdaderamente yo soy la más feliz de las mujeres! {Se pone un brazalete de perlas finas, después de repente lanzando una mirada hacia su hijo, se arranca las joyas y, empujando con el pie el

66

montón de tesoros, exclama:) ¡No, yo no soy feliz!... La vista de las riquezas me deslumhró de momento, pero yo detesto estos tesoros que no pueden devolver la salud a mi hijo.

¿Qué le he hecho yo al Cielo para estar sumida en tamaño dolor? Tal vez los crímenes de Abramin han atraído sobre nosotros la venganza divina.... ¡Ah! si yo conociese el lugar donde reside Dios, aunque hubiese que atravesar los mares, iría a postrarme a sus pies para pedirle la vida de mi hijo, el perdón de los desórdenes de Abramin y Dios no rechazaría la oración de un corazón de madre que se confiaría a El...

Yo siento que el Ser desconocido que me ha creado debe ser infinitamente bueno, y quisiera conocerle y dejarle a Dimas para que hiciera de él un valiente guerrero en su reino, porque yo deseo la felicidad de mi hijo más que la mía propia y, con tal de verle feliz, daría mil veces mi vida.

Pero todo esto no son mas que fantasías.... yo jamás abandonaré esta cueva del desierto, jamás el Dios que busco escuchará mi oración... Haría falta que El-Mismo se abajara hasta mí para que mis deseos no fueran pura quimera.... Solo una madre puede soñar tales cosas. ¡ Ay! ¡Por qué no habrían de convertirse en realidad!... {Llora.)

Escena 4

Tocan ligeramente a la puerta, SUSANNA levanta bruscamente la cabeza y pregunta con voz firme:

¿Quién va? SAN JOSÉ

Unos pobres viajeros fatigados que os piden hospitalidad por esta noche.

67

SUSANNA

Esta cueva no es una posada, seguid vuestro camino, nosotros no hospedamos a viajeros.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

En nombre de vuestro hijo, si sois madre, no nos neguéis el refugio que os solicitamos.

SUSANNA entreabre la puerta. Viendo a María que tiene al Niño Jesús, dice con voz enternecida:

En nombre de mi hijo, yo no puedo negar nada; bien se ve que vos también sois madre, pues conocéis tan bien la debilidad de un corazón maternal.

La Sagrada Familia entra en la cueva.

SUSANNA

Tenéis suerte de que esté sola; si mi marido y sus compañeros hubieran estado aquí, lo habríais pasado mal, pero ellos no regresarán hasta el amanecer; hasta entonces nadie os molestará.

SAN JOSÉ

Gracias, sois una buena mujer, Dios os recompensará vuestra caridad.

SUSANNA

¿De qué Dios me estáis hablando? Desde hace tiempo tengo ganas de conocerlo.

68

SAN JOSÉ

¡Oh mujer! ¡Si conocierais el nombre del que acaba de entrar en vuestra cueva! ¡ Si supierais quién es el Niño que María estrecha contra su corazón!...

SUSANNA, se acerca a María.

¡Qué lindo es vuestro hijo! ¿Por qué lo exponéis a las intemperies de la estación, en el desierto ?

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Un asunto importante nos ha obligado a dejar Nazaret para ir a vivir a Egipto. Ya podéis comprender lo que sufro al ver a mi Hijo sin techo y temblando de frío cuando las brisas glaciales de la noche levantan la arena del desierto, o cuando no encuentro ni una palmera que pueda protegerlo contra el ardor abrasador del Sol de mediodía.

SUSANNA

Debe ser muy importante el asunto que os lleva a hacer un viaje tan pesado. Si es para buscar fortuna en Egipto, os recomiendo que no sigáis vuestro camino: al parecer, los pobres son todavía mas desgraciados en ese país que en el nuestro. Por lo demás, debéis saber que la miseria sigue por todas partes a los que han nacido bajo su estrella. El único medio de evitarla es rebelarse contra los ricos y arrebatarles las riquezas tan injustamente repartidas.

SAN JOSÉ

No es de la pobreza de lo que huimos. La felicidad no consiste en poseer riquezas, sino en someter

69

humildemente nuestra voluntad a la de Dios, que da a cada uno lo que sabe serle necesario para la salvación de su alma.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Pobre mujer, ¿cómo podéis apegar vuestra alma a todas estas riquezas adquiridas injustamente? ¿Por qué no cifráis toda vuestra felicidad en formar el corazón de este hermoso niño que el Buen Dios os ha confiado?

SUSANNA, tristemente.

Lejos de ser mi alegría, este niño es la causa de mi dolor. El es quien me impide gozar de los inmensos bienes que me rodean...Cuan presto os daría todo lo que poseo a cambio de que salvarais la vida de mi hijo.

SAN JOSÉ, acercándose al niño.

¿Qué le ocurre a vuestro hijo? Es hermoso como un ángel y parece dormir tan tranquilamente.

SUSANNA

Sí, Dimas es hermoso. Pero, ¿no os dais cuenta de que esta blancura de nieve esparcida sobre su frente es la lepra? {Llora).

LA SANTÍSIMA VIRGEN, retirando suavemente la mano que Susanna se ha llevado a la cara.

No lloréis, pobre madre, Dios es lo suficientemente poderoso para curar a vuestro hijo. El recompensará la hospitalidad que nos dais esta noche.

70

SUSANNA

Yo no sé donde habita ese Dios que vosotros decís que es bueno. Vosotros que le conocéis, ¡oh! os conjuro, suplicadle que cure a mi hijo y yo os daré todo lo que deseéis.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Os prometo rezar por vuestro hijo y, a cambio, no os pido más que un poco de agua para lavar a Jesús. Mirad cómo su carita está cubierta de sudor y de polvo.

SUSANNA

Debería haber pensado en ofreceros este servicio. (Se dirige hacia el fondo de la cueva y muestra una especie de pequeña alberca excavada en la roca.) Mirad, aquí está la pequeña bañera que sirve para Dimas, podéis lavar ahí a vuestro chiquillo; pero ¿no os da miedo de que pueda contraer la terrible enfermedad de mi hijo ?

LA SANTÍSIMA VIRGEN

No, no lo temo. Yo sé que Jesús ha venido a la tierra para curar a vuestro hijo, tomando sobre Sí su languidez y su dolencia. El se encuentra ahora fugitivo, igual que el viajero que no tiene, para reposar su cabeza, ni siquiera una piedra que pueda llamar suya, ¡porque los Judíos no reconocen a su rey!... Más tarde, Lo considerarán como un leproso y su rostro estará oculto para ellos. {María pronuncia estas palabras con acento profético. El ¡olor y la alegría se mezclan en su mirada que tiene puesta en

71

Jesús; luego, mirando a Susanna, agrega:) Pero también vuestro hijo será revestido de los encantos que el Mío habrá perdido por él... Y se sentará con El en su reino eterno.

SUSANNA, profundamente conmovida.

No puedo comprender vuestras palabras. ¿Cómo podría vuestro hijo devolverle la salud a Dimas, siendo tan débil como él?...

Sin duda, veo brillar en vuestra mirada y en la suya un resplandor desconocido, pero, ¿qué podéis hacer por mí vosotros, pobres viajeros, que os habéis visto constreñidos a buscar refugio en una cueva de ladrones?...

¡Ah! Comienzo a creer que sois unos personajes misteriosos. La nobleza de vuestro porte, vuestro aire de grandeza manifiestan un ilustre origen. ¿No seréis vosotros los descendientes de algún monarca, puesto que acabáis de hablarme de un reino donde mi hijo se sentaría al lado del vuestro?

LA SANTÍSIMA VIRGEN

El reino de Jesús no es de este mundo; si su reino fuese de este mundo, tendría palacios como los reyes de la tierra y valientes guerreros combatirían por El. Ahora no podéis comprender el sentido de mis palabras, pero algún día las comprenderis.

Después de echar agua en la alberca, María lava al Niño Jesús.

72

SAN JOSÉ, a Susanna.

Mirad bien lo que hace María, imitadla, creyendo firmemente que Dios puede curar a vuestro hijo, y este Dios de bondad recompensará vuestra fe.

SUSANNA

Sí, yo creo que el verdadero Dios os ha enviado aquí para consolarme, pues siento en mi alma algo inexplicable... Pero, ¿cómo un poco de agua podría devolver la salud a mi hijo?

SAN JOSÉ

Si hubierais abierto alguna vez las Sagradas Escrituras, habríais leído que Naamán el leproso fue curado cuando, obedeciendo al profeta Eliseo, se lavó siete veces en el agua del Jordán; sin embargo, esa agua todavía no había sido santificada por la presencia del Verbo hecho carne.

SUSANNA

Yo no conozco eso que vosotros llamáis las Sagradas Escrituras; sin embargo, mi corazón de madre me apremia a hacer caso de vuestras palabras. ( Sumerje a su hijo en la alberca que acaba de servir a Jesús, después, sacándolo, da un grito de alegría, y dice con una voz trémula por la emoción:) ¡Ah! ¡Mi hijo, mi Dimas está curado!... ¿No estaré soñando ? ... No, es una realidad, su boca sonrosada me sonríe... su mirada brilla y está llena de vida... ¡Solo un Dios ha podido hacer este prodigio!... ( Volviéndose hacia María.) ¡Ah! ahora lo creo, este niño

73

(|iic* estrecháis contra vuestro corazón, es el Mismo Dios que se ha abajado hasta mí... No comprendo este misterio, pero creo porque siento la verdad.

Escena 5

Se oye un silbido y los ladrones entran en su guarida.

ABRAMIN, lleno de furor, alza su espada al ver a María y a José.

¿Quiénes son estos atrevidos que han osado penetrar en mis dominios? Lo van a pagar más caro de lo que se imaginan.

SUSANNA se arroja delante él, presentando a Dimas.

Abramin, no toques a nuestros bienhechores, ellos han venido a poner fin a nuestro dolor; mira, Dimas está curado de su lepra.

ABRAMIN, dejando caer su espada.

¿Qué dices? Dimas está curado... (Mira atentamente a su hijo.) Es cierto, no hay ninguna duda. (Secándose rudamente los ojos con el dorso de la mano). Yo creía que ya no me quedaban lágrimas; sin embargo, mi corazón, tan endurecido como está, se siente conmovido ante un prodigio que desbarata todos los cálculos humanos. ¿Quiénes son estos extranjeros que poseen la ciencia maravillosa de hacer desaparecer en tan poco tiempo la terrible enfermedad de la lepra?

74

SUSANNA

Yo ignoro su nombre, pero estoy segura de que el Niño que llevan es el verdadero Dios oculto bajo esta débil apariencia.

ABRAMIN

¡Un Dios bajo la forma de un niño! Pero, Susanna, la alegría te hace desvariar... (Volviéndose hacia San José.) Os suplico que me digáis vuestro nombre y qué recompensa queréis a cambio de la curación que acabáis de realizar.

SAN JOSÉ

Yo soy el pobre carpintero José; no soy yo quien acaba de devolver la salud a vuestro hijo, es el Niño que María lleva en sus brazos.

TORCOL

Verdaderamente, ¡estamos en otro mundo! No sé,pero siento una enorme conmoción aquí dentro. (Señala hacia su corazón.) Hace tiempo que vivo en este redondo planeta dedicándome a la observación de los seres humanos;pues bien, lo declaro: estos extranjeros no son gente ordinaria.

IZARN

Yo nunca había visto nada igual. Y en estos momentos, la vida que llevamos ya no me parece tan bonita como antes.

75

ABRAMIN, con un gesto imperativo.

Sentaos allá y... ¡Silencio!... (A San José.) Os conjuro que me expliquéis cómo vuestro niño ha podido curar a mi hijo.

SUSANNA, con entusiasmo.

Escucha cómo han ocurrido las cosas. Esta mujer, incomparablemente más bella y más dulce que todas las que yo había visto antes en mi vida, me ha pedido agua para lavar a su hijo; yo se la he dado en la bañera de Dimas, expresándole al mismo tiempo mi temor de que su hijo se fuera a contagiar con la enfermedad del mío. En vez de compartir mi temor, me ha respondido con palabras misteriosas, cuyo sentido no he comprendido, pero he experimentado algo raro en mí; entonces, cuando ella retiró al niño del agua, yo (siguiendo el consejo que me había dado su esposo) sumergí allí a Dimas con la esperanza de que sería curado, y ya ves lo que ha sucedido... Cómo seguir dudando de que el pequeño Jesús sea Dios... Por otra parte, su madre me ha hablado de un reino donde Dimas se sentará junto a El.

ABRAMIN

¡Un reino! ¡Ah! Ya caigo... Este Niño maravilloso es Aquel que Herodes cree haber exterminado... Es el Rey de los Judíos, el Mesías que esperan desde hace tanto tiempo.

76

LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh! ¡Maravilla de la misericordia de Dios, que se oculta a los sabios y a los doctos para revelarse a los pequeños, a las ovejas errantes e infieles!....

ABRAMIN

¿No es cierto que he dicho la verdad? No sigáis ocultándome vuestro origen, nada tenéis que temer de mí. En vez de traicionaros, estoy totalmente dispuesto a defenderos contra aquellos que quisieran atacaros, y mis leales me secundarían a una sola señal mía.

LOS DOS BANDIDOS, se levantan al mismo tiempo.

Sí, sí, estamos dispuestos.

TORCOL

Jamás podríamos servir a una causa más noble.

SAN JOSÉ

Os lo agradezco, amigos míos. Pero no es hora de combatir: Jesús es el Dios de la Paz, y viene para defender y salvar.

ABRAMIN

Puesto que vuestro hijo es Dios, ¿por qué no ha mostrado su poder, arrancando de la muerte a tantos pobres

77

niños que acaban de perder la vida a causa de El? El prodigio, que acaba de obrar en favor de Dimas, habría podido hacerlo más fácilmente aún por los niños de Belén: hubiera bastado con enviarle la muerte al cruel Herodes.

SAN JOSÉ

Los pensamientos de Dios no son los de los hombres. De no ser así, Jesús habría actuado como acabáis de decir. Pero sus caminos están por encima de los caminos humanos igual que el Cielo está sobre la tierra. Yo no puedo sondear la profundidad de los pensamientos Divinos y, sin comprenderlos, los adoro.... María, más esclarecida que yo por las luces del Espíritu Santo, podrá sin duda explicaros por qué su Divino Hijo ha permitido que fueran segados los inocentes en lugar de hacer morir a Herodes.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

El Hijo de Dios no ha venido a la tierra para quitar la vida, sino para darla. Ya os lo he dicho: su reino no es de este mundo. Si El ha dejado el brillante palacio de los Cielos no es para conquistar un imperio terrestre: lo que El desea, lo que viene a buscar en la tierra son amigos, hermanos, para llevarlos con El a su reino Celestial. Si Jesús ha permitido que fueran segados en su inocencia los dichosos niños de su edad es con el fin de ponerlos a salvo y formar con ellos su corte de honor.

La vida más larga no es más que un sueño durante el cual, muy frecuentemente, ¡ay! los hombres dejándose

78

extraviar por el apego a las vanidades de la tierra, olvidan que tienen un alma creada a imagen de Dios. Por eso, Jesús ha usado de una gran misericordia retirando del mundo a la falange infantil que ahora goza del reposo eterno.

ABRAMIN, pensativo.

¡Un alma creada a imagen de Dios!... ¡Niños muertos que gozan de un reposo eterno!... ¡Qué honduras tan desconocidas para mí!.... Así, pues, ¿no termina todo con la vida?... ¡Ah! Estoy confundido, me parece estar soñando.

SAN JOSÉ

No, no estáis soñando. Los sublimes misterios que María acaba de revelaros son la misma verdad; si supieseis comprenderlos, en lugar de amontonar injustamente riquezas perecederas, estimaríais la pobreza como el más grande de los tesoros. Únicamente buscaríais aquello que puede hacer vuestra alma agradable a Dios.

ABRAMIN

¿Y por qué queréis que me preocupe de complacer a Dios? ¿Cómo lo sabrá El? Decís que la pobreza es más estimable que los tesoros; explicadme este extraño misterio.

SAN JOSÉ

Si la vida presente fuera a durar siempre, tendríais alguna razón para amontonar riquezas. Pero esta vida, que transcurre con la rapidez del rayo, será seguida por

79

una eternidad feliz para aquellos que hayan servido fielmente a Dios durante su exilio temporal.

Entonces este Dios de bondad y de misericordia recompensará magníficamente, no solo las brillantes acciones realizadas en su honor, sino hasta los simples deseos de servirle y de amarle. Y es que El lo ve todo, su ojo penetra el fondo de los corazones, los más recónditos pensamientos no le están ocultos, y, como dice el profeta Isaías: «El Señor n juzgará de vista, no condenará de oídas, sino que juzgará a los pobres con justicia. Se declarará el justo vengador de los humildes, que son oprimidos en la tierra. El mismo Dios vendrá y los salvará».

ABRAMIN, levantándose.

¡Ah!, esto es demasiado, estoy completamente fuera de mí, apenas me reconozco.... Amigos, salgamos de aquí, no somos dignos de estar en presencia de estos misteriosos huéspedes.

SUSANNA

Abramin, puesto que la verdad está brillando ante tus ojos, no huyas de la luz. Te conjuro, por Dimas a quien el Salvador acaba de dar la vida, que no regreses más a esta vida de desórdenes donde perderías tu alma. Demuestra el agradecimiento que debes a nuestros bienhechores guiándoles a través del desierto, cuando mañana reemprendan el camino de Egipto.

80

ABRAMIN

Si me alejo, no es para volver al pillaje, sino porque

irngo necesidad de respirar el aire fresco de la noche; la

ilinósfera que respiro aquí es demasiado pura para mí.

' .111 embargo, quédate tranquila, mañana, con las primeras

luces del alba, indicaré a nuestros huéspedes una ruta

.cgura a fin de que prosigan su viaje sin ningún

(ontratiempo.

Se dirige hacia la puerta, los otros dos

ladrones se levantan.

TORCOL, acercándose a María.

Habladle de mí a vuestro Hijo alguna vez que otra para

que, cuando esté en su reino, se acuerde del viejo Torcol.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Si deseáis entrar en el reino de mi Hijo, no olvidéis

jamás esta noche bendita en la que vuestro Dios se ha

alojado en vuestra casa. Entonces podréis esperai verle

después de esta vida, no ya como un débil niño, sino en

todo el esplendor de su gloria.

IZARN, poniéndose de rodillas.

¡Ah! que nos bendiga este Niño que va a hacernos

felices portada la eternidad.

81

Los tres ladrones inclinan la cabeza al mismo tiempo. San José y Susanna se ponen también de rodillas.

LA SANTÍSIMA VIRGEN, bendiciéndoles con el Niño Jesús.

Jesús os bendice y os da las gracias. A cambio de la hospitalidad que ha recibido en vuestra cueva, os hará entrar en su Paraíso.

ABRAMIN, se levanta secándose furtivamente las lágrimas

¿Quién hubiera creído jamás que Abramin, el jefe de los bandidos, fuera a caer de rodillas delante de un niño?... ¡Es preciso que éste sea Dios para que yo actué así!...

Los ladrones se alejan después de haber echado una mirada al Niño Jesús.

Escena 6

SUSANNA, todavía de rodillas, dice con voz suplicante, y levantando hacia María

sus ojos bañados en lágrimas.

¡Oh María! Qué buena sois por haber prometido un reino inmortal a mi esposo. Pero ¡ay!, no sabéis que su vida de salteador se ha convertido para él en una segunda naturaleza, y yo tiemblo pensando que vaya a entregarse nuevamente a sus desórdenes. Y tiemblo al pensar que mi Dimas vaya a seguir los ejemplos de su padre. ¿Qué será, entonces, de ellos?...

82

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Sin duda, esos que amáis ofenderán al Dios que les ha colmado de beneficios; sin embargo, tened confianza en la misericordia infinita de Dios; ella es lo suficientemente grande para borrar los más grandes crímenes cuando encuentra un corazón de madre que deposita en ella toda su confianza.

Jesús no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva eternamente. Este Niño que, sin esfuerzo, acaba de curar a vuestro hijo de la lepra, lo curará un día de una lepra mucho más dañina... Entonces, un simple baño no bastará; será necesario que Dimas sea lavado en la sangre del Redentor.... Jesús morirá para dar la vida a Dimas y éste entrará el mismo día que el Hijo de Dios en su reino Celestial.

SUSANNA

Vuestras palabras son muy consoladoras; jamás había sentido una paz tan profunda invadir mi alma. Sin llegar a penetrar el sentido de lo que me decís, comprendo la gloria que reserváis a mi niño. Por eso le recordaré a menudo lo que le debe a vuestro Hijo, y le enseñaré a conocerle y a amarle. Le contaré que un día deberáocupar un sitio en la milicia de honor de este gran Rey.

¡Ay! qué lástima que vuestro Jesús sea tan polre que no pueda tener un servidor que venga de vez en cuando a darnos noticias suyas, y que pueda enseñarle a Dinas lo que debe hacer para ser digno de servir un día a luestro Hijo.

83

LA SANTÍSIMA VIRGEN

No es de vez en cuando que un servidor de Jesús vendrá a dirigir los pasos de vuestro hijo. Desde su nacimiento, Dimas está acompañado siempre por un mensajero Celestial, y este mensajero no le dejará nunca. Como él, también vos tenéis un ángel encargado de protegeros día y noche; es él quien os inspira los buenos pensamientos y las acciones virtuosas que lleváis a cabo.

SUSANNA

Os aseguro que nadie, fuera de vos, me ha inspirado jamás buenos pensamientos, y que no he visto todavía el mensajero de que me habláis.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Ya yo sé que no lo habéis visto, porque el ángel que está a vuestro lado es invisible; pero estarlo, lo está tan realmente como yo. Gracias a sus inspiraciones celestiales, vos habéis sentido el deseo de conocer a Dios y de verle acercarse a vos. Todo el tiempo de vuestro destierro en este mundo, estas cosas serán para vos misterios , pero cuando el tiempo se termine, veréis al Hijo de Dios en su majestad venir en las nubes del Cielo, acompañado de todas sus legiones de ángeles.

SUSANNA

¡ Ah! ya que no puedo ver un ángel, me gustaría por lo menos oir su voz.

84

LA SANTÍSIMA VIRGEN parece oir una melodía y dice a media voz:

Escuchad.... Algún ángel parece haber oído vuestra plegaria, un susurro de alas me advierte su presencia.

Escena 7

UN ÁNGEL, que permanece invisible, canta con la melodía del «Credo d'Herculanum».

Vengo a cantar de la Familia Santa El resplandor Divino que me atrae a estos lugares En el desierto, este resplandor brillante Me cautiva más que las glorias celestiales... ¡Ah! quién podrá entender este misterio En medio de los suyos a Jesús no se le acepta El va errante, viajero en esta tierra Sin que nadie descubra su belleza...

Pero si los grandes desprecian vuestro imperio ¡Oh Rey del Cielo! Astro misterioso, Hace tiempo que os desea más de un alma Única esperanza del menesteroso. Astro Divino, profunda Sabiduría Derramáis vuestros dones inefables Sobre los pequeños, los pobres de este mundo Y en el Cielo habéis escrito ya sus nombres.

Pues dais en herencia la sabiduría Al ignorante, y al pequeño corazón El alma está hecha a vuestra imagen Y queréis salvar al pecador.

85

Vendrá un día en que el león y el cordero Pastarán en la misma pradera Y el desierto, vuestra única patria, Vuestro nombre oirá con frecuencia.

Totalmente abrasadas en amor ¡Oh Dios oculto! almas virginales Poblarán los desiertos algún día En pos de vuestras huellas reales. Estas seráficas almas, estos corazones Alegrarán a los ángeles del Cielo Pero el humilde acento de sus cánticos divinos Hará temblar al tenebroso averno.

En su furor, en su rastrera envidia Satán querrá despoblar estos desiertos Pero él desconoce el infinito poderío Del débil Niño al que ignora el universo. No sabe él que la ferviente virgen Encuentra en su corazón la soledad Y no sabe cuan poderosa es esta alma Si unida a su Divino Salvador está.

Tal vez vuestras esposas algún día Compartirán, oh mi Dios, vuestro destierro Pero los pecadores que las desterraren No apagarán su enamorado fuego. El odio sacrilego del mundo impuro No podrá de las vírgenes del Señor Manchar jamás el niveo vestido ¡Jamás empañar el celestial blancor!...

86

¡Oh mundo ingrato! Ya tu reino se termina ¿No ves cómo este pequeño Infante Tiene en su mano la palma del martirio Y corta ya el lirio deslumbrante... Para darlos a sus fieles vírgenes Cuya lámpara del amor brillará? ¿Acaso no ves para los Santos abiertas Algún día las puertas de la Eternidad?...

¡Oh! qué momento, qué alegría tan completa Cuando los elegidos se muestren gloriosos, Y a cambio de su amor reciban vida eterna Para amar en el Cielo muy gozosos... Después del destierro ya no habrá más sufrimiento Sino el sosiego de la Celestial mansión Después del destierro, ya no habrá Fe ni Esperanza ¡Nada más que el gozo, el éxtasis del Amor!...

F I N

87

LA MISIÓN DE JUANA DE ARCO

Introducción

Fecha: 21 de enero de 1894.

Ocasión: fiesta de la Madre Inés de Jesús como priora.

Composición: diálogos en prosa y en verso (381).

Argumento: Juana está en la pradera, en su aldea de Domremy, guardando su rebaño. Se le aparece San Miguel, solo - y luego flanqueado por las Santas Margarita y Catalina- que le intima a ponerse al frente del ejército para salvar a Francia ocupada por los ingleses.

Doctrina: Dios se vale de instrumentos débiles para realizar sus grandes obras; humildad, sencillez y pobreza espiritual; afirmación del Cuerpo Místico: comunión entre ángeles y bienaventurados y los viandantes; valor del sufrimiento por Dios; vida de silencio y soledad; práctica de la oración asidua; vocación divina: obediencia y confianza en Dios a la hora de cumplir su voluntad, no obstante las dificultades que puedan interponerse en el camino.

Anecdotario.

1. Teresa ha descubierto a Juana de Arco a la edad de ocho o nueve años. Este descubrimiento lo considera como «una de las más grandes gracias de mi vida» ( MA 32 r"). La ha admirado desde siempre y ha querido ser como ella. Por eso, en esta composición, aparecen muchos elementos autobiográficos. No por nada querrá encarnar el papel de la heroína, y por cierto que lo hará con el común aplauso de la comunidad.

2. La Madre Inés quedó encantada con la representación y con la

actuación. A los pocos días -el 29 de enero de 1894- escribía lo

siguiente a su amiga, sor María Aloysia Vallée: «¡Ah! ¡Qué fiesta en

el Carmelo! Sor Teresa del Niño Jesús se había imaginado representar

a Juana de Arco escuchando sus voces... ¡Era DELICIOSA!».

90

PERSONAJES

Juana de Arco - El Arcángel San Miguel - Santa Catalina - Santa Margarita -Catalina de Arco,

hermana de Juana - Germana, joven pastora de Domremy.

Escena 1

ü U uaná, sola en la pradera, guarda su rebaño; y está cantando mientras trenza una guirnalda de flores.- Su rueca y su cayado están colocados junto a ella.

Melodía de la canción: «C'est mol que l'on appelle la blonde létala», o también: «Unjour une bergére appelée Isabau».

Yo soy Juana, la pastora Que ama mucho a su rebaño Igual que amo a mi huso Y mi cayado es liviano.

Yo adoro la soledad De este lindo bosquecillo Tengo la dulce costumbre De venir aquí en silencio.

Aquí trenzo una corona De bellas flores silvestres Y a María se la doy Con mis más dulces canciones.

91

Los pájaros y las flores Me encantan, y la natura, Mientras contemplo las aguas Del arroyo que murmura.

Los valles y las campiñas Regocijan mi mirada Y me acercan a los Cielos Las cumbres de las montañas...

A menudo extrañas voces Me vienen a visitar Me parece que los ángeles Así deberán hablar.

Interrogo a los espacios También contemplo los Cielos Mas no veo huella alguna De los seres misteriosos.

Atravesando las nubes Que los deben ocultar ¡ i i Que yo a la celeste orilla No pudiera ya volar !!!...

Escena 2

Cuando Juana ha terminado de cantar, Catalina se acerca a ella quedamente. Juana parece sorprendida al verla.

92

JUANA

Catalina, hermanita mía, ¿qué vienes a hacer aquí? ¿Por qué no estás cuidando tu rebaño?...

CATALINA

Mi rebaño ya está en el aprisco. Juana, ¿es que te has olvidado de que hoy es fiesta?... Nuestras compañeras nos esperan para ir a danzar alrededor del gran árbol.

JUANA

Ya he terminado mi guirnalda de flores y no me he olvidado de la fiesta, pero aún es demasiado pronto para dejar a mis corderitos en el redil. Dentro de una hora estaré contigo debajo del gran árbol.

CATALINA, tímidamente.

Juana, tengo un favor que pedirte, pero te suplico que no me regañes...Acabo de oirte cantar, estaba escondida detrás de los árboles...Decías que los ángeles vienen a hablarte...

JUANA, muy emocionada.

¡Me has escuchado!... ¡Oh, Catalina! No repitas nunca estas palabras y no me hagas preguntas, porque no puedo responderte.

CATALINA, acariciando a Juana y sentándose junto a ella

Juana, yo soy tu hermanita, no me ocultes U secreto, te prometo no hablar nunca de él.

93

JUANA

Pues bien, a ti sola, Catalina, voy a confiarte mi secreto. Tú me amas y sé que no hablarás con nadie acerca de él. Es cierto que ,desde la edad de trece años, oigo con frecuencia voces desconocidas, son bellas y muy melodiosas... El canto del ruiseñor, con ser tan dulce, no puede compararse con ellas...

CATALINA

¡Oh, Juana! Son los ángeles, a no dudarlo. Tú eres tan buena que no me extraña que el Buen Dios y Nuestra Señora te colmen de sus gracias.

JUANA

No puedo decirte que mis voces sean de ángeles, pues nunca he visto a ninguno. Pero tampoco soy buena como tú crees. Mis voces me animan a serlo y me prometen que Nuestro Señor me protejerá siempre, si yo guardo mi corazón para El sólo.

CATALINA

Juana, ¿ qué es eso de guardar el corazón solo para Dios?... ¿Es que no hay que amarle más que a El ?... Eso es muy difícil... Yo te amo a ti hasta la locura. ¿Crees que a Dios puede disgustarle la ternura que siento por ti?...

JUANA

No, mi pequeña Catalina, no lo creo. También yo te amo ternísimamente y nuestro afecto es agradable a Dios. Pero guardar el corazón solamente para El es tomar a Jesús

94

por Esposo... Desde hace mucho tiempo mis voces me han aconsejado consagrar mi virginidad a Nuestro Señor bajo la custodia de Nuestra Señora. ¡Oh, Catalina! ¡Si tú supieras las delicadezas que Jesús reserva a las almas que se escoge por esposas!...

CATALINA, levantándose.

¡Yo también quiero consagrarme a Jesús!... Juana, llévame volando al altar de Nuestra Señora, quiero parecerme a ti y llegar a ser buena como tú.

JUANA, sonriendo

Tú eres muy joven aún, hermanita mía, tienes que esperar y pedirle a Nuestro Señor que te conceda la gracia de llegar algún día a ser su esposa . Voy a pedírselo yo también. Sé siempre buenecita y obediente; es el medio de atraer las miradas de Dios.

Escena 3

LLega GERMANA, toda adornada con flores.

¿Qué estáis haciendo? La fiesta va a comenzar dentro de media hora y Juana no se ha arreglado todavía... (Cogiendo la guirnalda en su mano.) Tu guirnalda es muy bonita, pero sin duda que será también para la capilla de Nuestra Señora; nunca te he visto trenzar ni una para ti. A Catalina, por lo menos, le gusta arreglarse.

95

JUANA

Es verdad que todas mis flores son para María, pero yo no rehuso participar en la fiesta. Voy a arreglarme pronto, y estaré allí casi al mismo tiempo que vosotras. Germana, llévate a Catalina contigo, que pronto os alcanzaré.

GERMANA

Por lo que más quieras, Juana, no dejes de venir; sin ti, no habría fiesta.

CATALINA, a Juana.

Yo no quiero irme sin ti, voy a esperarte.

JUANA

Sé obediente, Catalina. Ya sabes lo que acordamos hace poco... Necesito estar sola unos instantes.

GERMANA

¿Por qué quieres estar sola tantas veces ?... ¿No te aburres de no tener noticias?... Yo conozco algunas muy interesantes... ¿Sabes lo que está pasando en Orleáns?...

JUANA

No, no sé nada. Mis hermanos mayores, Santiago y Juan, se enrolaron en el ejército. Yo rezo todos los días por ellos, pero no me apetece saber ni lo que pasa en Orleáns ni en ninguna otra parte.

96

GERMANA, sorprendida.

¿No amas entonces a Francia, Juana?...

JUANA

Sí que la amo; pero no soy más que una pastorcita, y sé que, permaneciendo humilde y oculta, puedo ser más útil a nuestra pobre Patria que afanándome por saber cosas que no me conciernen.

CATALINA, levantándose.

Está bien, Juana. Me voy ya a la fiesta, puesto que me has dicho que fuera. Si Germana se pone a hablarte de todas las cosas que sabe, aún estaremos aquí cuando haya acabado la fiesta. Y yo tengo muchas ganas de no perdérmela. ¡Debe ser tan bonita!

Germana y Catalina besan a Juana y se van a la fiesta.

Escena 4

Ya ha pasado el tiempo y aún no he oído mis voces... Pero debo irme a la fiesta. ( Se pone de rodillas ) ¡Oh, Señora nuestra! Protegedme, soy vuestra siervecilla. Concededme la gracia de no hacer nada que no sea de vuestro agrado.

SAN MIGUEL, invisible canta con la melodía de:»Partez, hérauts».

Ya se acerca el día de la victoria Que salvará al reino de los Francos

97

Pero solo a Dios pertenece toda gloria

Para probarlo, armará un juvenil brazo.

Y esta joven, esta guerrera joven

No desciende de un rey rico y valiente

Es solo una pobre pastora

Pero Dios se llama: Omnipotente.

Quiere El dar a la virgen tímida

Un alma belicosa y un corazón ígneo

Después coronará su frente pura y candida

Con el laurel y con lirio.

JUANA, asustada.

¡Oh, Dios mío! ¡No lo comprendo!... La voz que solía

escuchar ¡era tan dulce!...La de hoy no puede dirigirse a

mí. ¿Quién será la joven llamada a realizar semejantes

proezas?... Tal vez sea yo la encargada de hacerle conocer

la voluntad de Dios... ¡Pero ella no me va a creer! ¡Oh,

Santísima Virgen María, y vos, mi buen Ángel custodio,

dignaos iluminarme y decirme lo que tengo que hacer !...

SANTA CATALINA Y SANTA MARGARITA,

invisibles cantan con la melodía de :«L'ange et l'ame»

Joven amable, nuestra dulce amiga

Tu voz, tan pura, hasta el cielo se ha elevado,

Y ha presentado al Eterno tus anhelos

El ángel guardián que siempre está a tu lado.

Nosotras de su celeste imperio descendemos

98

Donde reinamos por toda una eternidad Y por nuestras voces se ha dignado Dios ¡Decirte su voluntad!...

Hay que ponerse en marcha para salvar a la Patria Tomar la espada para guardarle el honor El Rey de los cielos y la Virgen María Harán tu brazo siempre vencedor.

JUANA, cada vez más asustada.

j¡¡ Salvar a la Patria!!! ¡Tomar la espada!...Yo, una pobre campesina... ¿No estaré soñando? ( Se levanta y mira a su alrededor ) ¡No, estoy más que despierta!... ¡Oh, Dios mío!... ¡Venid en mi ayuda!... Qué confusión ¡ ¡ ¡Tengo miedo!!!... ( Esconde el rostro entre sus manos y llora ).

SANTA CATALINA Y SANTA MARGARITA, invisibles.

Consuélate, Juana, y enjuga tus lágrimas Pon atención y mira a los Cielos Ahí verás que el sufrir tiene encantos Y gozarás de cánticos bellos.

Fortalecerán a tu alma estas melodías Para el combate que ya está por venir Necesitarás un amor muy ardiente ¡Deberás sufrir!...

99

La única gloria estriba en soportar la cruz Para el alma pura en esta tierra de destierro Un día en el Cielo más que el cetro de los reyes Será hermoso este austero cetro.

SAN MIGUEL, aún invisible.

¿Por qué hablar de lágrimas, de sufrimiento? Cantad más bien los combates gloriosos Cantad, cantad de Francia la belleza Y a la heroína de brazo victorioso.

Juana será, por el Dios de los ejércitos Pronto guiada a realizar hazañas especiales Todos la verán atravesar el fuego Seguida de los más grandes generales.

Ni un solo instante la valiente virgen Buscará los honores de la corte Puro hasta el postrer aliento Tendrá el corazón, y una fe sublime y fuerte.

Durante los cantos Juana levanta la cabeza, tratando de descubrir a los seres invisibles que le hablan, después se queda como extática. La voz de San Miguel la asusta y la hace llorar de nuevo. -Cuando él termina de cantar, ella dice lo siguiente:

JUANA

¿Quién sois vos para hablarme así? ¡Oh! Os lo suplico, apareceos. Si vuestra voz es tan bella y tan impresionante, ¡qué hermoso debe ser vuestro rostro!...

100

Escena 5

San Miguel aparece en los aires en medio de una

luminosa nube. Juana parece muy asustada al verlo.

SAN MIGUEL

Yo soy Miguel, de Francia el centinela

Gran general en el reino de los cielos

Con la gran envidia del demonio

Mi poder se extiende hasta el infierno.

Antaño, también él todo luminoso

Quiso reinar en este Lugar Santo

Mas yo en medio del fragor lancé este grito:

«¿Quién contra Dios se atreve a tanto?...»

Y el Dios Vengador al punto

Sepultó a Lucifer en el abismo abierto

Pues para el ángel orgulloso no hay clemencia

¡Solo merece el infierno!...

Sí, es el orgullo el que derribó a este ángel

E hizo de Luzbel un condenado

Más tarde también el hombre buscó el fango

Mas su orgullo por Dios fue reparado.

El Eterno, el Verbo igual al Padre

Al tomar la humanidad

Regeneró toda su obra

Con su profunda humildad.

101

lisie* mismo Dios quiere salvar a Francia M;is no a través de un caudillo Rechaza el orgullo, y por eso prefiere ¡El débil brazo de un niño!...

Juana, eres tú la escogida por el Cielo. Para responder a su voz debes marchar Y tus corderos, tu pradera, este fresco valle Y la campiña y hasta los bosques dejar.

¡ Arma tu brazo! ¡ Vuela y salva a Francia! Vete, no temas nada...Ni tan siquiera el peligro Dios sabrá coronar bien tu valentía Y arrojarás con brío al enemigo...

JUANA, temblando de pies a cabeza.

¿Será posible que Dios me destine a tamañas empresas?... Pero yo no siento en mí la valentía de que me habláis... No soy más que una muchacha débil y tímida... ¡Ay! Así, pues, ¿habré de dejar esta campiña, donde mi infancia ha transcurrido tan felizmente?...

SAN MIGUEL

Tímida niña, deja tu cabana Toma por estandarte un blanco pendón ¡Y sal al encuentro del Rey blandiendo esta espada Que Dios para ti reservó!...

San Miguel quiere poner la espada en la mano de Juana que retrocede horrorizada.

102

JUANA, con voz temblorosa.

¡Oh, no! Aún no ... Señor San Miguel, guardad vuestra espada Yo no soy más que una niña, cómo voy a combatir...

San Miguel desaparece. Juana se sienta sobre una roca.

Escena 6

JUANA, sola.

¡Ah! Si Dios me mandara retirarme a una remota soledad, no dudaría en dejar a mis queridos padres a fin de obedecerle. Pero ¡es a la guerra a donde se me pide ir!... ¡Debo combatir al frente de un ejército! ¡Oh, no!...¡¡¡Es imposible!!!

Escena 7

Llora ocultándose el rostro entre las manos. Después de unos instantes de silencio, Santa Catalina viene a colocarse junto a la pastorcita, la contempla con ternura y tocándola ligeramente con la mano, murmura quedamente: «Juana...». Juana levanta la cabeza, mira el rostro radiante de la virgen y exclama cayendo de rodillas:

¡Oh Señora! ¡Qué hermosa sois ¡...Vuestra sola vista me consuela... ¿Quién sois, que nunca hevisto un resplandor tan dulce, tan luminoso?

103

SANTA CATALINA

Melodía de la canción: «Tombé du nid... La Monde enfant de la colline».

Soy la virgen Catalina Y del Cielo vengo a verte Tengo la misión Divina De bendecirte y guardarte. Como tú, yo fui en la tierra Hija amada del Señor Tanto amaba su ternura Que Le di mi corazón Y luego entrando en la vida Le entregué yo enamorada Al Señor mi primavera. ¡A mis dieciocho fui martirizada!...

JUANA

¡Qué cambio se ha obrado en mí!... ¡Oh, dulcísima virgen! Vuestra voz ha disipado todos mis temores, ahora ya no tengo miedo...El Arcángel San Miguel también vino a visitarme, y su voz me llenó de espanto, pero vuestro dulce canto me llena de tanta alegría, que, sin ningún miedo, ¡estoy dispuesta a obedecer a Dios!

Escena 8

SANTA MARGARITA aparece y saluda a Santa Catalina. Melodía de la canción: «Seigneur,

quand de mafroide couche..»

Catalina, ilustre virgen, En vano os busqué en el cielo

104

Por eso franqueé la colina Que me aisla de este suelo.

Estaba en la Alma Montaña Suplicándole al Señor Que enviase a nuestra hermana Un ángel consolador.

«Y me dijo nuestro Rey: Mi celestial mensajera, Vuela, pues confío en ti Junto a la simple pastora. Con la virgen Catalina Mi esposa del corazón Cumple la misión divina De apoyo a mi humilde flor».

SANTA CATALINA a Santa Margarita. Melodía de la canción : «Tombé du nid».

Os saludo, ¡oh, bella Reina! Tan querida del Rey Grande Sentaos cerca de mí Venid, Soberana amable. Enseñad a esta pastora Cómo reinar sin descanso Esta joven tan querida Requiere amor y cuidados. Cuando sufra su martirio Vendremos a sonreirle Y el cielo le mostraremos ¡Donde hemos de conducirle!

105

Las dos Santas se sientan sobre la roca. Juana permanece de rodillas frente a ellas.

SANTA MARGARITA, a Juana. Melodía de la canción : «Seigneur, quand de

mafroide couche...»

El Cielo está aquí en la tierra El Señor conoce tus deseos Los santos oyen tu súplica Y recogen tus anhelos. De protegerte no cesan Los Beatos y los Angeles Me han rogado te lo diga Las celestiales falanges.

JUANA

¡Demasiado consuelo para un día!... {Juntando las manos). Señora, yo rio puedo agradeceros tantos beneficios, pero, puesto que sois tan buena, dignaos no ocultarme vuestro nombre.

SANTA MARGARITA Melodía de la canción: «Seigneur, etc.»

Soy Margarita, la reina El bello Cielo es mi reino Me resguardo para siempre De mi Dios en el palacio.

106

Nunca los bienes terrenos

Encantaron a mis ojos

Cuando miraba a los Cielos

Me sabía amargo el gozo.

Pronto para ti serán

Juana, el honor y gloria

Y reinarás como yo

Pues obtendrás la victoria.

No deseando loores

Que son para tu Jesús

Harás sonreír a tu ángel

Que acogerá tu virtud.

Y es así, dulce pastora

Cómo siempre reinarás

Despreciando los honores

Jesús tu amor poseerá.

JUANA

Es verdad, ¡oh hermosa Reina!, yo no deseo más que

el honor y la gloria de Nuestro Señor; no aspiro a las

grandezas de la tierra, pero la realeza del Cielo sí que me

parece deseable; con tal de adquirirla, siento que nada

me será costoso. Aunque tuviera que ir hasta el fin del

mundo y derramar toda mi sangre, espero que, con la

gracia de Dios, no lo dudaría ni un segundo.

107

SANTA CATALINA Melodía de la canción: «Tombé du nid».

Como yo, tú serás mártir Mas Jesús te animará Cual ramillete de mirra Sobre ti reposará. Después del presente exilio Jesús te consolará Te va a regalar su beso Bajando hacia ti su Faz.

Juana, niña mártir, En un santo delirio Eternamente en el Cielo Cantarás sus beneficios...

JUANA

Para que Jesús incline hacia mí su divina Faz, comprendo que tendré que sufrir, pero soy su pequeña esposa y quiero tratar de devolverle amor por amor. Decidme, os lo suplico, lo que debo hacer para atraer las miradas de Nuestro Señor.

SANTA MARGARITA Melodía de la canción: «L'ange afini sa mélodie.»

Debes dejar la campiña Y seguir al Rey Divino Mas El estará a tu lado Pues quiere marchar contigo.

108

JUANA

Y mis padres... ¿También cuidará de ellos el Buen Dios? El dolor que va a causarles mi partida me es más sensible que cualquier otro sacrificio

SANTA CATALINA Melodía de la Glosa de Santa Teresa.

Al ver llorar a tu Madre Pobre niña, sufrirás Y cuando llore tu Padre También te estremecerás. Mas Dios que ve el sacrificio Se mostrará generoso Y hará que tus padres gusten De un Cielo muy delicioso.

JUANA

Puesto que Dios es tan generoso conmigo, también yo quiero serlo con El (Con firmeza:) ¡Sí, me marcharé de aquí para ir a arrojar al extranjero fuera de Francia!.... No necesito más que una cosa: la bendición de mi Señor Jesucristo y la protección de Nuestra Señora.

SANTA CATALINA

María, Astro matutino Guiará, niña, tus pasos Y su virginal ternura Pronto sostendrá tu brazo.

109

Tras las victorias, el Astro Descubrirá su beldad Te alumbrará con sus glorias Con su inmensa claridad.

A esta bondadosa estrella La verás ya sin su velo Brillar ante tu mirada Eternamente en el Cielo.

JUANA, levantando los ojos al cielo.

¿Cuándo me será dado ver a esta dulce y luminosa estrella?... ¡Oh, hermosas Santas del Paraíso! Vosotras que habéis contemplado ya la blancura virginal de María, dignaos presentarme pronto ante ella.... {Después de una pausa:)

¡Oh! Decidme, os lo suplico, qué misterio es ese que ha hecho bajar del Cielo a una Virgen y a una hermosa Reina para consolar a una pobre pastorcita y hacerle pregustar las alegrías del Paraíso?...

SANTA MARGARITA Melodía: «Seigneur, quand de mafrolde couche»,

hasta el final.

No te extrañe que una Reina Para hablarte venga acá La inmensa bondad de Dios Quiere a tu alma mirar.

no

Es la humildad de María La que atrajo al Rey Divino Y la humildad de tu vida Lo estimula a estar contigo.

JUANA

Mi vida es pobre y escondida, yo creía que no hacía nada Dios. Ahora comprendo por qué Nuestro Señor ha querido nacer en la indigencia: porque la humildad Le es muy querida.

SANTA MARGARITA

Jesús nació en un establo, Jesús, hijo del Dios vivo Vela su inefable gloria Bajo los rasgos de un niño. Un pesebre era su trono

Y no tenía diadema Ni tampoco cetro de oro Ni nada brillante afuera.

A los Serafines creer les costaba Que Dios tanto hubiera descendido Y querían coronar de gloria Al gran Rey que habían perdido. Pero el Niño en los pañales Más que la gran claridad Más que el ardor de sus ángeles ¡Ha escogido la humildad!...

111

JUANA

Yo también quiero permanecer siempre muy pequeña, muy humilde, para parecerme a Jesús y ser digna de que El haga en mí su morada... ¡Oh, hermosas Santas! Vosotras que os habéis dignado llamarme vuestra hermana, protegedme siempre. Con vosotras no temeré ningún peligro, pero si me abandonáis, me volveré tan débil y tímida como antes.

SANTA CATALINA Se acerca a Juana, la besa en la frente y canta lo que sigue:

Yo soy tu hermana y tu amiga Velaré siempre por ti Pues en la Patria del cielo Te instalarán junto a mí. Pronto los celestes campos Do pace el virginal rebaño Te abrirán sus santas fuentes Como cristal puro y claro. Y en medio de las campiñas Tú seguirás al cordero Con todas tus compañeras ¡Cantando el cántico nuevo!...

SANTA MARGARITA

Ha llegado ya la hora De regresarnos al Cielo Mas no temas, niña, pronto Nos verás en este suelo.

112

A bendecirte vendremos Con Miguel, el gran arcángel Y que te ordena partir Oirás a este bello ángel.

Las santas se alejan. Juana las sigue con la mirada y permanece de rodillas.

Escena 9

JUANA, sola.

¡Oh, Dios mío! ¡Qué poderoso sois! ... Al mismo tiempo que me ordenáis salvar a mi Patria, me infundís un ardiente amor hacia ella. Ahora mi corazón ha cambiado totalmente, ¡me parece ser de fuego!

Conozco vuestra voluntad, Señor, y quiero cumplirla, pero desconozco los detalles de mi misión ¡Oh, San Miguel! Dignaos hacerme oir vuestra voz de nuevo, ahora ya no temo ni la espada ni la guerra y soy capaz de sostener el resplandor de vuestro rostro inflamado.

Decidme, os lo ruego, ¿a quién debo dirigirme para ser instruida en las artes marciales?

Escena 10

Aparece San Miguel por los aires como la primera vez. Al verlo, Juana parece llena de alegría.

113

SAN MIGUEL Melodía de la canción: «Partez, hérauts».

Al valeroso señor de Baudricourt Deberás, Juana, confiarle nuestra causa El pensará que se trata de una vana fantasía Y al principio será sordo a tu llamada. El Dios Altísimo, con su omnipotencia Derribará el orgullo de este gran señor Y hará que se someta a tu obediencia Como humilde servidor. Al armarte Baudricourt para la guerra Te dará escolta de honor La cual partirá de Vaucouleurs Ufana y feliz con su misión.

JUANA

Pero, ¿dónde encontraré al Rey? No lo conozco y no sé en qué ciudad vive.

SAN MIGUEL

Al gran Delfín con sus cortesanos Lo verás en Chinon aparecer Bajo un traje sencillo, no brillante Te lo hará Dios conocer. Tú le dirás: «Gentil Príncipe, en presencia De todos los grandes, os prometo fe A vuestro nombre el poder pertenece Vos sois el verdadero Rey.

114

Estad seguro de que San Luis y Carlomagno De rodillas no dejan de rezar Francia es su patria, ¡en la montaña santa Luchan por vos sin cesar!...»

JUANA

¿Querrá creerme el Rey? ¿Cómo confiar un ejército a una pobre pastorcita?...

SAN MIGUEL

Hija de Dios, ¡hija de alma valerosa! Sí, Carlos séptimo a tu voz va a responder Y tu ejército va a ser más poderoso En la guerra que el de cualquier otro rey.

Es Orleans, que el enemigo asedia Juana, a la que ya hay que socorrer Tu sola presencia les hará quitar el cerco ¡Y verás cómo huye el fiero Inglés!... Luego, tu pendón ondeará a tu lado Cuando entres en Reims victoriosa ¡Y para entronar a tu Rey Harás una fiesta gloriosa!...

Ese día, guerrera valerosa Verás concluida tu misión Y verás a tu Padre abrirse paso entre el gentío Y darte su bendición. Al abrazarlo, sentirás que reverdece El amor de los tuyos, y tu anterior aldea Te parecerá el único lugar digno de ser Tu descanso después de tus proezas.

115

JUANA

Sí, ¡la aldea de Domremy será siempre el lugar amado para mí corazón! Volveré allí después de haber cumplido la voluntad de Dios. Cuando mi misión haya concluido, solo tendré un deseo: ocultarme para dejarle a Dios solo la gloria del triunfo.

Pero temo que el Rey no me permita abandonar el ejército... Decidme, os conjuro, glorioso Arcángel, ¿qué deberé hacer entonces?...

SAN MIGUEL

Si a tu ruego, a tu deseo humilde Carlos Séptimo no quisiera consentir Juana, invoca a tu Dios amoroso ¡Confia-Le tu porvenir!...

Escena 11

San Miguel desaparece. Juana permanece inmóvil en actitud extática.

Enseguida se acercan a ella las pastorcitas dando muestras de gran preocupación.

GERMANA

Juana, la fiesta está por terminar, nosotras te hemos estado esperando todo el tiempo; sin embargo, al final hemos llegado a temer que te hubiera pasado alguna desgracia... ¿Por qué nos has causado tamaña inquietud, con lo que sabes que te queremos?...

116

CATALINA

¡Oh, Juana! ¿Por qué no has venido? ¡Si supieras el miedo que he pasado! Me habías prometido venir y ¡es la primera vez que te veo faltar a tu palabra !...

JUANA

Una ocupación grave ha venido a hacerme olvidar mi promesa, pero no me ha ocurrido nada malo; volved sin temor a la fiesta, y no os inquietéis más.

CATALINA, en voz baja.

No, Juana, yo no puedo volver a la fiesta; veo claramente que has oído algo extraordinario, y quiero quedarme contigo (Llora).

JUANA

Germana, vuelve tú a la fiesta, tu ausencia podría ser notada; yo cuidaré de Catalina, pues estoy viendo que no es capaz de apartarse de mí.

GERMANA

Adivino que tienes un secreto.... Espero que un día de estos me lo puedas revelar. Adiós, Juana, volveré mañana.

JUANA

Hasta pronto, Germana.

117

Escena 12

JUANA, después de la salida de Germana, se sienta con su hermana sobre la roca , y le dice:

Catalina, mi querida Hermanita, alégrate: Dios se ha dignado escogerme para salvar a Francia. San Miguel se me ha aparecido y me ha ordenado ir a socorrer a la villa de Orleans y hacer consagrar al Rey en Reims.

CATALINA, desconcertada.

¡Juana, vas a marcharte! ¡ Me vas a dejar! No sé qué es eso de Orleans y Reims, pero comprendo que vas a alejarte de aquí Entonces, ¡llévame contigo!...

JUANA

No, Catalina, tú no puedes seguirme a la guerra; pero consuélate: yo volveré después de haber cumplido la voluntad de Dios.

CATALINA, sollozando.

¿Quiere decir eso que ya no me quieres, puesto que te empeñas en dejarme?... Voy a morir de pena... Y nuestros pobres padres, tampoco ellos van a poder superar nunca un dolor tan grande.

JUANA, con tristeza.

Lamento haberte confiado mi secreto, puesto que te he hecho llorar. También yo he llorado cuando el Arcángel me ha dado la orden de partir, pero Santa Catalina y Santa Margarita han venido a consolarme, han prometido

118

protegerme y han añadido que el buen Dios recompensaría espléndidamente a mis queridos padres, si obedezco fielmente a la voz del Señor.

CATALINA

No quiero llorar más, ya que eso te acongoja... Comprendo ahora que el Buen Dios te ha visitado: tu rostro tiene un no sé qué que me infunde respeto.

JUANA

Ya es hora, Catalina, de que regreses a casa, al lado de nuestra buena Madre; pero no le digas nada de mi secreto. Yo misma se lo confiaré cuando mis voces me den la orden de hacerlo.

CATALINA

Juana, ¿van a volver tus voces? Me gustaría mucho oirías y ver a los Santos que cantan tan bien.

JUANA

Los Santos no van a cantar delante de ti. Que tampoco lo hacen por mí: es solo por la salvación de Francia. Yo no soy más que un débil instrumento escogido por Dios, el cual me va conducir con su mano poderosa para llevar a cabo su obra.

CATALINA

Juana, ¿tengo entonces que dejarte?... ¡No puedo hacerme a esa idea! Pero, al menos, no te vayas sin decírmelo.

119

JUANA

No, Catalina, te lo prometo, y espero volver pronto a mi querida aldea de Domremy

CATALINA

¡Oh! ¡ Mucho me temo que el rey no te deje volver!...

JUANA

Mi querida hermanita, es preciso abandonar el futuro en las manos de Dios. Si no volvemos a vernos aquí abajo, nos encontraremos allá arriba en la Patria Celestial para no separarnos nunca más. Entonces te alegrarás conmigo gracias a la hermosa misión que hoy me confia el Señor: que es la de conservar la fe de nuestra querida Francia ¡y poblar el Cielo con un gran número de elegidos!...

CATALTNA,abraza a Juana y le dice:

Eres muy dichosa de haber sido escogida por Dios, y yo estoy orgullosa de ser tu hermanita. Y yo, ¿no podría hacer también algo por Dios?...

JUANA

Mantente siempre muy pura, vive continuamente unida a Dios, y harás grandes cosas por él; de esta forma me ayudarás a conseguir victorias sobre los herejes, y en el Cielo tendrás una parte de gloria y de felicidad semejante a la mía: diferentes caminos nos conducirán a la misma meta... (Abraza a su hermanita). Adiós, Catalina; ruega por mí y por Francia mientras yo esté combatiendo por ella.

120

Escena 13

Catalina se aleja llorando. Cuando ha salido, Juana se pone de rodillas y canta con la melodía del pequeño grumete: «Pourquoi m'avoir livré l'autre jour, ó ma

Mere?»

Por vos solo, oh Dios mío, voy a dejar a mi Padre A todos mis parientes y mi lindo campanario Por vos voy a partir para luchar en la guerra Por vos voy a dejar mi valle y mi rebaño. En lugar de mis corderos, yo conduciré al ejército Os doy mi alegría y mis dieciocho primaveras Para agradaros, Señor, voy a blandir la espada En vez de holgar en las floridas praderas. Mi voz que se mezclaba con el soplo de la brisa Deberá retumbar pronto en medio de la guerra. En lugar del eco soñador de una campana incierta Oiré el gran estrépito de un pueblo que pelea. ¡Deseo yo la cruz!... ¡Yo amo el sacrificio!.... Dignaos llamarme, a sufrir estoy dispuesta

Jesús, mi Amadísimo, por vos quiero morir Sufrir por vuestro amor me parece recompensa (bis)

Escena 14

San Miguel aparece con las dos Santas. El lleva la espada , Santa Catalina la palma y

Santa Margarita la corona. (Melodía: «Les Rameaux» )

121

SAN MIGUEL

Llegó la hora, Juana, y partir debes Te arma el Señor para la guerra Hija de Dios, no temas a la muerte Pronto vendrá la vida que tú esperas.

SANTA MARGARITA

Querida hija, tú reinarás.

SANTA CATALINA

Siguiendo al Cordero con la tropa virginal.

LAS DOS SANTAS al mismo tiempo.

Como nosotras, tú cantarás La gloria de Dios real

SAN MIGUEL

Tu nombre, Juana, está escrito en los Cielos Con los nombres de los que han salvado a Francia Y Dios tiene para ti un glorioso trono Que mostrará tu poder y tu prestancia.

LAS DOS SANTAS al mismo tiempo.

Contemplamos ya con gozo El resplandor divino que tu frente irradia

Y del Cielo te traemos

SANTA CATALINA

La palma del martirio 122

SANTA MARGARITA

y la corona.

Las Santas se acercan para darle a Juana la palma y la corona, pero San Miguel se lo impide mostrándoles la espada y cantando lo que sigue:

SAN MIGUEL

Hay que combatir antes de creerse vencedor No, aún no es hora de la palma y la diadema Arma tu brazo, Juana, hija de gran corazón Toma esta espada, que es Dios quien te la entrega.

Juana recibe la espada de rodillas, enseguida se levanta, mirándola con alegría y amor,

y apretándola contra su corazón.

LAS DOS SANTAS al mismo tiempo.

En tus campañas te seguiremos Juana, haciéndote obtener siempre la victoria

Y pronto colocaremos Sobre tu cabeza una diadema de gloria.

JUANA Melodía: «Mignon sur la rive étrangére.»

Con vosotras, caras Santas No he de temer el peligro Voy a dejar estos valles Para echar al enemigo. Amo yo a mi patria Francia Y quiero guardar su Fe Sacrificarle he mi vida Y lucharé por mi rey...

123

No, ya no temo yo morir ¡Yo espero la Eternidad!... Y ahora que he partir ¡Dios mío! ¡A mi Madre consolad!... San Miguel, vuestra bendición me dad. (bis)

Juana se pone de rodillas para recibir la bendición de San Miguel. Luego se aleja.

Epílogo

Después de su partida, San Miguel

mira al Cielo y canta con acento inspirado.

(Melodía : «Les Rameaux»).

SAN MIGUEL

Veo a los íncolas del Cielo Que, alborozados, oyen la lira De León trece, el inmortal pontífice Que a Juana virgen y mártir glorifica .

Las virtudes de la joven humilde y piadosa Oigo que el mundo proclama Y veo que Dios confirma El nombre hermoso de la Feliz Juana. En estos grandes días tendrá que sufrir Francia Mientras los impíos llenen su recinto Mas cuando todos a la Santa invoquen La gloria de Juana mostrará su brillo.

124

Voces subirán hasta los Cielos Cantando a coro con amor y confianza.

LOS TRES al mismo tiempo

Juana de Arco, escucha nuestros votos Por segunda vez, ¡ ¡ ¡salva a tu Francia !!!...

F I N

125

SAN ESTANISLAO KOSTKA

Introducción

Fecha: 8 de febrero de 1897.

Ocasión: bodas de oro de sor San Estanislao (cincuenta años de profesión).

Composición: diálogos en prosa y en verso (36).

Argumento: un joven, llamado Estanislao, desea ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Roma. El joven procede de Polonia. Es recibido por el P. General, Francisco de Borja, el cual, al principio, finje no reconocerlo y lo tiene por un maleante. Y así, con excesiva rudeza, se lo dice a Estanislao. Por fin, aclaradas las cosas, le asigna un novicio, el hermano Augusti, para que le oriente en sus primeros pasos en la Compañía. Tras un sabroso coloquio entre Augusti y Estanislao, éste se queda solo y recibe la visita de la Virgen María con quien dialoga confiada y animadamente.

Doctrina: la madurez no está solo en las canas, también reside en no pocos jóvenes; todas nuestras conversaciones deben estar presididas por la caridad fraterna; la humildad es el fundamento de toda santidad; divagaciones en torno al sacerdocio de la mujer; la oración y el sacrificio como armas apostólicas; razones para un amor filial a la Virgen María; posibilidad de seguir haciendo el bien después de la muerte.

Anecdotario.

1. La destinataria de esta pieza es sor San Estanislao, religiosa que ingresó en el Carmelo de Lisieux (su ciudad

128

natal) en 1845; por lo tanto, es considerada como una de las piedras de la fundación. Teresa trabajará con ella en el oficio de la sacristía de 1891 a 1893. De aquí nace su afecto mutuo. Sor San Estanislao llamará a Teresa su "hijita ".

2. Con San Juan Berchmans y San Luis Gonzaga, San Estanislao forma el trío más célebre de los jóvenes jesuítas canonizados. Teresa, para conocer mejor a su héroe, se ha leído una Vida de San Estanislao Kostka escrita por A. Blanche, la cual cita con frecuencia, a veces incluso literalmente.

3. La representación de esta obra se hace en la sala de recreación, y exige cuatro actrices para encarnar a los cuatro personajes: san Francisco de Borja, el Hermano Augusti, san Estanislao y la Virgen María. Teresa, enferma, no ha podido tomar ningún papel; por ello, por primera vez, se ve aussente de una de sus composiciones.

4. El personaje de Estanislao le ha permitido a Teresa una cristalización de sus disposiciones fundamentales en este momento; sobre todo, una que la ha preocupado siempre. Así se lo confía a sor María de la Trinidad: "Lo que me ha gustado, al componer esta pieza, es que he expresado mi certeza de que después de la muerte se puede aún trabajar en esta tierra por la salvación de las almas. San Estanislao, muerto tan joven, me ha servido admirablemente para decir mis pensamientos y mis aspiraciones a este propósito" (Proceso Ordinario, 496).

PERSONAJES

La Santísima Virgen y el Niño Jesús — San Estanislao Kostka — San Francisco de Borja, duque de Candía,

señor de la corte de Carlos Quinto, General ie los Jesuítas — Hermano Esteban Augusti, joven novicio.

129

Escena 1

1-^a escena se desarrolla en Roma en la habitación

de San Francisco de Borja. Está solo y lee atentamente

una carta. - Tocan suavemente a la puerta.

SAN FRANCISCO DE BORJA

Entrad. (Viendo a un novicio). Muy bien, hermano

Augusti; os estaba esperando. (El novicio se arrodilla

respetuosamente delante de San Francisco; éste le ofrece

una silla). Sentaos, hijo mío, hoy no quiero trataros como

novicio, sino como confidente, como amigo.

HERMANO AUGUSTI, permaneciendo de rodillas.

Mi Reverendo Padre, vuestra bondad me confunde;

¿cómo podéis tratarme cual amigo, vos, el general de la

compañía de Jesús, vos, a quien España e Italia ya tienen

por todo un santo? ¡Oh! dejadme a vuestros pies, que no

puedo hablaros sino de rodillas; vuestra humildad no

puede hacerme olvidar que, siendo duque de Gandía,

habéis despreciado las grandezas de la corte de Carlos

Quinto para venir...

SAN FRANCISCO, interrumpiéndole con ademán severo.

Callaos, hermano mío, y que jamás salgan de vuestros labios palabras semejantes; si no fuera porque conozco

130

de sobra vuestra sencillez, os impondría una buena penitencia, pero sé que juzgáis y habláis como un niño. A partir de hoy, no hagáis ningún caso de lo que brilla a los ojos del mundo; es Dios quien debe juzgarnos; delante de El, el pastor es igual al rey: la verdadera grandeza está en la virtud y no en la gloria del apellido. Sabed que Francisco de Borja no es un Santo, sino un gran pecador, indigno de ser discípulo del Glorioso Ignacio. Rogad a Dios, hijo mío, para que se digne tener misericordia de mí y me haga menos indigno de la nueva misión que me confía.

HERMANO AUGUSTI, con ansiedad.

¡Una nueva misión!... Oh Padre mío, ¿no irá vuestra

Reverencia a marcharse de Roma ?...

SAN FRANCISCO

No se trata de salir de Roma, sino de recibir a un novicio que debe ser la gloria de la compañía de Jesús. Para que lo conozcáis, voy a leeros algunos pasajes de una carta del Provincial de la alta Alemania.

HERMANO AUGUSTI

Padre mío, comienzo a sospechar que queréis someterme a alguna prueba. No puedo comprender cómo vuestra Reverencia se digna escogerme por confidente, a mí, pobrecito novicio...

131

SAN FRANCISCO, sonriendo.

No, hijo mío, no es ninguna prueba; os conozco bien para saber que mis confidencias no van a llevaros a mirar a vuestros discípulos por encima del hombro. He aquí la razón que me mueve a hablaros tan íntimamente: quiero que seáis el ángel del hermano Estanislao, el novicio que me envía el Padre Canisio.

Tomando la carta, lee los siguientes pasajes:

«El angélico joven que presento a vuestra Reverencia es el hijo de Juan Kostka, señor de Rostkow en el reino de Polonia. La familia del joven Estanislao es una de las más ilustres de la monarquía, pero es todavía más recomendable por su piedad. Sin embargo, a pesar de los ejemplos de virtudes que Juan Kostka se ha preciado de dar a sus hijos, este buen señor no comprende en modo alguno la práctica de los consejos evangélicos, y jamás Estanislao obtendrá su consentimiento para entrar en la Compañía de Jesús. He creído, a causa de la distancia, poder admitirlo en nuestro noviciado de Dillingen. Las cartas del P. Antonio, director del joven, ya me habían hecho conocer su santidad; pero lo que me encantó, sobre todo, fue ver su piedad angelical que brillaba en el rostro del joven Estanislao y evidenciaba la madurez de su alma. He podido constatar que la Santidad no se distingue por los cabellos rubios o blancos. Sin embargo, he querido poner a prueba esta vocación una vez más: las grandes fatigas de un viaje de doscientas leguas hecho a pie por un joven de noble condición no eran bastante. Le he ordenado entonces al joven novicio desempeñar los oficios más bajos de la casa, le he hecho servir a la mesa con los

132

burdos vestidos que había usado durante el viaje (para no ser reconocido se había quitado los vestidos de gentilhombre y se había disfrazado de pobre peregrino). Ninguna humillación extrañó al fervoroso novicio, las órdenes más contradictorias parecieron no incomodarle; su única respuesta era ejecutarlas apenas recibidas, y lo hacía con tal prontitud, que sus condiscípulos le han gastado la simpática broma de apodarle: El Todopoderoso.

Jamás he encontrado una sencillez tan amable; si se hablaba delante de él de su linaje y de sus admirables virtudes, no contradecía ni negaba, por falsa humildad, lo que era evidente, sino, sonriendo como si se tratara de otro, parecía no darle importancia. Algunos de nuestros Padres se han extrañado por parecerles ser falta de humildad; pero yo debo confesar a vuestra Reverencia que la sencillez del pequeño hermano Estanislao me ha instruido más que muchos tratados que he meditado largamente y que versaban sobre la humildad. Puesto que esta virtud no es otra cosa que la verdad, concluyo que nuestro sencillo novicio la posee en plenitud. Por otra parte, manifiesta un gran desprecio de sí mismo. Con frecuencia me ha repetido que todos sus hermanos le parecen ángeles y que se siente indigno de vivir en tal compañía. Me hubiera complacido enormemente darle a este santo joven el hábito de Jesuíta, pero me ha parecido más prudente enviarlo a Roma a fin de que reciba nuestro santo hábito de las manos de vuestra Reverencia». (San Francisco de Borja deposita la carta sobre la mesa). El resto de la carta tiene que ver con asuntos del Provincialato, que no os conciernen. Y ahora, hijo mío, conviene que salgáis a buscar a vuestro nuevo hermano que debe llegar hoy; más aún: me parece que debe estar ya en nuestra iglesia.

133

HERMANO AUGUSTI

¡Oh Padre mío! ¿Cómo voy a atreverme a hablarle?... ¿Qué lugar vais a darle en nuestra casa?... ¡No podremos tratarle nunca con el honor que merece!..

SAN FRANCISCO

¡Dios me libre de tratarle con honor! Podría arruinar el bello edificio de su perfección. Al contrario: voy a someterle todavía a prueba y a comprobar personalmente las virtudes que sus superiores han reconocido en él. Por eso, os ordeno, hermano Augusti, que nunca le deis la impresión de haber oído hablar de su nobleza y de sus virtudes.

HERMANO AUGUSTI, levantándose

Padre mío, quiero obedeceros en todo; voy inmediatamente a buscar al hermano Estanislao.

SAN FRANCISCO

Traedlo aquí; yo voy a esconderme en la habitación contigua a fin de observar sus palabras y sus modales. Después de que hayáis hablado un poco con él, dejadlo solo con cualquier pretexto, y entonces saldré yo.

Escena 2

San Francisco de Borja sale con el hermano Augusti; al cabo de un ratito regresa éste.- Después de haber

134

tocado a la puerta infructuosamente, entra acompañado de San Estanislao, vestido como un pobre peregrino.

HERMANO AUGUSTI

Nuestro reverendo Padre General no está, y eso que me encargó que os trajera aquí para saludaros... ¿Hace mucho tiempo, hermano mío, que estabais esperando en la iglesia?

SAN ESTANISLAO

No, hermano mío; apenas, creo, unas cinco o seis horas. Pero, puesto que el Padre General no se encuentra, regresaré allí, si no tenéis inconveniente.

HERMANO AUGUSTI

Es mejor que lo esperemos aquí; no creo que vaya a tardar. Pero seguro que no habéis probado bocado desde que llegasteis a Roma. Deberíais haberle dicho al portero que estabais allí.

SAN ESTANISLAO

Mi superior, el Padre Canisio, me ordenó que esperara en la iglesia a que el Reverendo Padre Francisco de Borja viniera a buscarme. Pensé entonces que hubiera sido una falta de obediencia dirigirme al hermano portero.

HERMANO AUGUSTI

Habéis hecho bien en obedecer, pero yo voy enseguida a buscar al refitolero para que os dé alguna cosa.

Sale sin escuchara SAN ESTANISLAO que le dice:

135

¡Oh! os lo ruego, hermano mío, no os molestéis, pues os aseguro que no necesito nada.

Escena 3

SAN FRANCISCO DE BORJA entra; parece sorprendido viendo a San Estanislao que se ha puesto de rodillas después de la salida del hermano Augusti. Simulando confundirlo con un mendigo, le dice severamente:

SAN FRANCISCO

¿Cómo os habéis atrevido a entrar aquí? Si teníais necesidad de una limosna, debíais haberla pedido en la portería. Aunque, a vuestra edad, deberíais avergonzaros de mendigar: que no falta trabajo en los talleres de Roma.

SAN ESTANISLAO

Perdonadme, mi Reverendo Padre, y no me neguéis la limosna que os solicito: el último lugar en vuestra santa compañía.

SAN FRANCISCO

El invento no es nuevo, ¿acaso creéis que es el primer aventurero con quien me topo? (Indicando la puerta con el dedo). Salid al punto; en la compañía de Jesús no recibimos novicios de vuestra calaña.

SAN ESTANISLAO, con lágrimas en los ojos.

¡Oh, Padre mío! Tened compasión de mí, yo os prometo

136

Escena 4

SAN FRANCISCO al hermano AUGUSTI que acaba de entrar después de haber tocado a la puerta:

No puedo deshacerme de este mendigo; agarradlo y sacadlo de aquí.

HERMANO AUGUSTI, sumamente extrañado.

Mi Reverendo Padre, este joven hombre no es un mendigo, es el novicio que os envía el Padre Canisio.

SAN FRANCISCO, a San Estanislao.

Entonces, ¿es en el noviciado donde habéis aprendido a introduciros en la celda de vuestro Superior en su ausencia?

HERMANO AUGUSTI

Padre mío, soy yo quien lo ha introducido aquí, lo había dejado para hacer una gestión; suplico a vuestra Reverencia que no lo castigue.

SAN ESTANISLAO

Mi Reverendo Padre, reconozco que merezco ser severamente castigado y os conjuro que no me perdonéis (Juntando las manos); pero, por favor, aunque soy indignísimo de ello, dejadme en vuestra casa.

137

SAN FRANCISCO

Puesto que es el Reverendo Padre Canisio quien os envía, os admito al noviciado, pero os prevengo que estoy muy bien informado a vuestro respecto. Nuestros padres del colegio de Viena me han escrito diciéndome que, siendo su alumno, os veían muy poco aficionado a los libros. En lugar de prestar una seria atención a las lecciones de vuestros maestros, preferíais, so capa de devoción, leer o meditar libros piadosos. Así que si esperáis proseguir con vuestras exageradas devociones, estáis de más aquí. Si queréis permanecer a nuestro lado, será preciso que trabajéis con seriedad y que os contentéis con las oraciones comunes.

SAN ESTANISLAO

¡ Oh Padre mío! ¡ Qué bueno sois al admitirme! Prometo obedeceros en todo, y estudiaré cuanto queráis. Es verdad que, siendo alumno de los Jesuitas de Viena, no era muy asiduo en el trabajo y, sobre todo, no tenía mucha facilidad. Sin embargo, al final de mis estudios, aventajaba a mis condiscípulos; aunque nunca he podido atribuirme esos pequeños éxitos, ya que conocía de sobra mi inferioridad.

SAN FRANCISCO

Es inútil hablar de vuestros éxitos; decidme más bien qué razón os ha llevado a pedir ser admitido en la Compañía de Jesús.

138

SAN ESTANISLAO

Mi Reverendo Padre, porque quiero llegar a ser santo.

SAN FRANCISCO

¿Es que no sabéis, hijo mío, que se puede llegar a ser santo en cualquier lugar? No son ni el hábito ni el nombre de Jesuíta los que producen esta maravilla.

SAN ESTANISLAO

¿Cómo se explica entonces, Padre mío, que todos los Jesuitas sean santos?

SAN FRANCISCO

No lo son todos. Y una prueba la tenéis en que yo, que soy su general, no soy más que un pecador.

SAN ESTANISLAO

¿Cómo podéis decir eso sin mentir, mi Reverendo Padre? Todo el mundo dice que sois un santo que hace milagros.

SAN FRANCISCO

El mundo se equivoca, hijo mío; no hay que hacer ningún caso de sus juicios. Si alguna vez viniera ese mentiroso a halagar vuestros oídos con cosas semejantes, humillaos y considerad lo que sois a los ojos de Dios.

139

SAN ESTANISLAO

¡Oh, Padre mío! Aunque hiciera milagros, pienso que nunca caería en la vanidad; el recuerdo de mi vida pasada no podría borrarse de mi memoria. ¡Ah! ¡Yo soy un miserable indigno de las gracias de Dios! ... (Llora).

SAN FRANCISCO

El Señor perdona los más grandes crímenes; aunque yo no podía imaginarme que vos fueseis reo de ninguno. De todos modos, si queréis hacer un acto de humildad, podéis sinceraros conmigo; el hermano Augusti va a retirarse.

SAN ESTANISLAO, deteniendo al hermano Augusti.

No, hermano mío, quedaos; puesto que voy a vivir con vos, quiero que os sea conocida la materia de mi arrepentimiento a fin de que me tratéis como merezco. (Se pone de rodillas delante de San Francisco). Padre mío, Dios, en su misericordia, se ha dignado llamarme, para estar con él, desde la aurora de mi vida; y yo, en lugar de comunicar a mi director esta llamada, he resistido durante dieciocho años a la gracia que me solicitaba. (Pone su cabeza sobre las rodillas de San Francisco y llora amargamente).

SAN FRANCISCO, muy emocionado.

¡Pobre hijo mío!, consolaos, el sincero arrepentimiento que manifestáis ya ha reparado vuestra falta. El recuerdo

140

de esta infidelidad, lejos de perjudicar a vuestra alma, la mantendrá en la humildad. Y ya lo sabéis: el sacrificio más agradable a Dios es un corazón contrito y humillado.

SAN ESTANISLAO

¡Padre mío! ¡Qué consuelo tan dulce derramáis en mi alma!... ¡Oh! os suplico que me enseñéis cómo podré llegar a ser santo y cómo reparar el tiempo perdido.

SAN FRANCISCO

Se me ocurre que el único medio es el sincero desprecio de uno mismo, estimar mucho a los demás y probarles por todos los medios posibles el amor que abrasa vuestro corazón. Si la obediencia se constituye en la regla y guardiana de vuestra caridad, podréis hacer mucho bien en poco tiempo.

Tocan a la puerta. El hermano Augusti va a ver quién es, y regresa trayendo una carta que presenta de rodillas a San Francisco, y le susurra algunas palabras.

SAN FRANCISCO, abriendo el sobre.

Hermano Estanislao, es una carta de Polonia: vuestro padre os escribe. (Le presenta la carta). Leedla al punto.

San Estanislao lee la carta, luego se pone a llorar.

SAN FRANCISCO

¿Qué os pasa, hijo mío? ¿Os arrepentís de haber entrado en la compañía de Jesús?

141

SAN ESTANISLAO

¡Oh, no, Padre mío! Lloro al ver que mis padres no comprenden el Don de Dios. Dicen que soy indigno de mis antepasados y que deshonro a su familia. Sin embargo, redunda en mayor honor, nobleza y gloria para nuestra casa el que yo sea aquí el más pequeño entre estos grandes servidores de Dios, que si llegara a ser, en el mundo, más ilustre que cualquiera de mis antepasados.

SAN FRANCISCO

Tenéis razón, hijo mío; y espero que algún día vuestros padres darán el visto bueno a vuestra vocación. Por lo demás, Nuestro Señor Jesucristo ya lo dijo: «No he venido a traer la paz sino la espada. El que ama a su padre y a su madre más que a mí no es digno de mí».

SAN ESTANISLAO, levantando los ojos al cielo.

Ahora puedo decir con el salmista: «Mi padre y mi madre me han abandonado, pero el Señor se cuida de mí. He escogido ser abyecto en la casa de mi Dios antes que habitar en las tiendas de los mundanos».

SAN FRANCISCO

Mi querido hijo, reconozco que Dios Mismo os ha traído hasta este lugar y os quiere aquí. Dentro de pocos días os daré el santo hábito; preparaos para recibir esta gracia con el silencio y con el recogimiento. Y agradeced al Señor que os concede el insigne favor de habitar en su casa. (Pone su mano sobre la cabeza del hermano

142

Augusti). Os doy al Hermano Augusti como ángel, él os instruirá en vuestros deberes exteriores. Sé que vuestras almas se asemejan; por eso permito que os comuniquéis vuestros pensamientos y las gracias que el Señor se complace en derramar sobre sus hijos. (Se levanta). Y ahora os dejo, los compromisos de mi cargo me están requiriendo en otro lugar.

EL HERMANO AUGUSTI,

poniéndose de rodillas al lado de San Estanislao.

Padre mío, dignaos bendecirnos.

SAN FRANCISCO

Queridos hijos, que la Santísima Trinidad os bendiga como yo mismo os bendigo de todo corazón. (Sale).

Escena 5

EL HERMANO AUGUSTI se sienta y ofrece una silla a San Estanislao.

Hermano mío, voy a llevaros pronto a vuestra celda, y el maestro de novicios os dará el empleo que estime conveniente. Pero, si queréis, podemos aprovechar el permiso de nuestro Padre General para conocernos un poco más. Antes que nada voy a presentarme: me llano Esteban Augusti, y no tengo ni talentos ni virtudes. Sin embargo, todos los religiosos me quieren mucho: su caridad les impide ver mis defectos. Será preciso hacer

143

como ellos, hermano Estanislao, y amarme también; sólo que espero tendréis a bien corregir mis errores. ¡Es tan provechoso tener a alguien que os lo diga cuando habéis hecho algo mal!

SAN ESTANISLAO

Más bien es a vos a quien os corresponde, hermano mío, observar mis defectos. Y os suplico que cumpláis con fidelidad esta misión. Me doy cuenta de que estamos hechos el uno para el otro; por eso no tendré ninguna dificultad en amaros; de hecho, ya he empezado a amaros.

HERMANO AUGUSTI

¡Cuánto me agrada escucharos!... Estoy contentísimo de teneros por hermano. Aunque pienso ahora que debéis estar triste, ya que el recuerdo de vuestros padres debe enturbiar vuestro gozo.

SAN ESTANISLAO

No, hermano mío, mi alegría no podría ser turbada por el recuerdo de ningún afecto terrestre. Sé que mis padres lloran mi partida más amargamente que si hubieran llorado mi muerte, pero, para consolarlos, dispongo de unas armas poderosísimas: la oración y el sacrificio. Aunque soy muy joven, el Señor ya me ha hecho experimentar varias veces que El nunca abandona a los que le buscan únicamente.

144

HERMANO AUGUSTI

Hermano Estanislao, ¿tendríais inconveniente en confiarme esas dulces experiencias? Os prometo que nadie más lo sabrá.

SAN ESTANISLAO

No podría contároslas todas, se haría demasiado largo; pero, al menos, quiero confiaros una. Hace dos años, yo estaba en el colegio de los padres de la compañía con mi hermano Pablo. El había escogido nuestro alojamiento en casa de un hereje, porque le fascinaba vivir en la mansión más bonita de la ciudad. Y es que este pobre Pablo no estaba iluminado por las luces de arriba.

Como él era el mayor, yo tenía que someterme a sus gustos, y nuestro preceptor Juan Bilinski compaginaba no solo con sus gustos sino también con sus ideas.

Ya os habréis dado cuenta, hermano mío, de lo que yo sufría; así que no tardé mucho en caer gravemente enfermo. Pablo no se animaba a llamar a un sacerdote por culpa del propietario hereje que nunca hubiera permitido su entrada en la casa. No encontrando ninguna ayuda en la tierra, me dirigí a los Cielos. Desde mi infancia yo honraba especialmente a la virgen Santa Bárbara; por eso, con el corazón lleno de confianza, le supliqué que no me dejara morir sin haber recibido antes el santo Viático.

HERMANO AUGUSTI

¡Ah! Presiento que Santa Bárbara os escuchó. Y, sin duda, el malvado hereje se convirtió, ¿no?

145

SAN ESTANISLAO

Desgraciadamente, no. Pero los habitantes del cielo no necesitan el permiso de los herejes para penetrar donde quieren. Así, pues, vi entrar en mi habitación a Santa Bárbara resplandeciente de gloria flanqueada por dos hermosos ángeles. Tenía la Santa Hostia en sus virginales manos, y yo tuve el inefable consuelo de recibir por su medio al Dios de la Eucaristía, al Amadísimo Señor Jesús.

HERMANO AUGUSTI

Una Santa que tiene en sus manos la Divina Eucaristía, ¡qué misterio!... ¿Por qué no fueron más bien los ángeles los que os dieron la Santa Comunión?

SAN ESTANISLAO

Durante mi viaje a Roma, un ángel me dio la Santa Comunión, pero Santa Bárbara no estaba allí. En el reino de Dios, su gloria es más grande que la de los espíritus celestiales; eso explica que, delante de ellos, esta dulce Virgen me haya presentado el Pan de los ángeles; puede ser que ella hubiera deseado, mientras vivía en este mundo, compartir las sublimes funciones de los sacerdotes, y el Señor ha querido colmar este deseo.

HERMANO AUGUSTI

Hermano mío, habláis como un ángel, no me cansaría de escucharos.

146

SAN ESTANISLAO

También a mí me gusta mucho vuestra compañía; pero me reprocho el llevar la voz cantante. ¡Aprendería tantas cosas si quisierais instruirme!... Sin embargo, creo que es mejor que nos separemos; nuestra charla se ha prolongado más de la cuenta. Si os parece bien, voy a quedarme solo un poquito para agradecerle a María, la Reina del Cielo, el favor de haber entrado en la santa compañía de su Divino Hijo.

HERMANO AUGUSTI

Entonces, ¿amáis mucho a María? ¡Oh! os lo suplico, habladme de ella.

SAN ESTANISLAO, con un acento de indecible ternura.

¡La Santísima Virgen!... ¡Ah! ¿Qué podría yo deciros?... ¡¡¡Es mi Madre!!!

Se arrodilla y parece profundamente recogido.- El hermano Augusti lo contempla respetuosamente y se aleja sin hacer ruido.

Escena 6

SAN ESTANISLAO juntan do las manos y mirando al Cielo.

¡Oh María! Mi dulce, mi tierna Madre, tened piedad de vuestro pobre hijo; sostenido por la divina gracia, ha vencido los obstáculos que el mundo ponía a su paso. Ya

147

que lo ha dejado todo por amor de vuestro Divino Hijo Jesús, no lo dejéis por mucho tiempo en el destierro de este mundo.

¡Oh, mi Santo Ángel Guardián! Y vos, Santa Bárbara, mi querida patrona, pedidle a mi amadísima Madre, la Reina de los Cielos, que venga a buscarme para introducirme en el cortejo virginal que forma su corte.

Escena 7

Se oyen voces celestiales que cantan con la melodía de «FAnge et l'áme».

ELÁNGEL

Reina de los cielos, escucha mi plegaria Soy de Estanislao el ángel guardián Este dulce joven quisiera, lejos de la tierra, Seguir pronto a Jesús, el Cordero Divinal.

SANTA BARBARA

Y yo soy la santa amada De la humilde Flor que languidece en este suelo

Quisiera ver su aromática corola Resplandecer en el cielo.

JUNTOS

Junto al Joven de los electos encanto ¡Ah! bajad a esta extranjera orilla

¿De Estanislao, que es hermano de Jesús No sois vos la Madre, Virgen María?

148

Escena 8

LA SANTÍSIMA VIRGEN aparece llevando al niño Jesús; canta con la melodía de: "Le Soir".

Sí, hijo mío, soy tu Madre... Y por ti bajo del Cielo

Y te traigo al Emmanuel, Mi Jesús, que es tu Hermanito.

Coloca al Divino Niño en los brazos de San Estanislao, que lo recibe loco de alegría.

SAN ESTANISLAO

¡Oh, Jesús! Mi único Amor, ¿será verdad que os dignáis reposar sobre mi corazón? ¡Oh María! sostened mi debilidad, cubridme con vuestros méritos a fin de que sea menos indigno de llevar vuestro Tesoro en mis brazos...

LA SANTÍSIMA VIRGEN, cubre a San Estanislao con su velo y canta:

Con esta Prenda del Cielo Te oculto bajo mi velo En la compañía de Jesús Brillarás como un lucero.

SAN ESTANISLAO

¡Oh Madre mía!... Yo esperaba que ibais a llevarme al Cielo; y he aquí que me decís que es preciso que brille en la compañía de Jesús

149

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Estanislao, Flor virginal Tu aroma alegra a los ángeles

Para el Señor ya te cortan Sus celestiales falanges.

SAN ESTANISLAO

¡Oh! qué feliz soy... Pronto contemplaré a Jesús, no bajo la apariencia de un débil niño, sino en todo el esplendor de su gloria... ¡Mi Amadísima Madre, pronto os veré en vuestro trono inmortal!... (Después de una pausa). No echo nada de menos en este mundo y, no obstante, tengo un deseo... un deseo tan grande, que si no se realiza no podré ser feliz en el Cielo... ¡Ah! mi Madre querida, decidme que los bienaventurados pueden trabajar aún por la salvación de las almas... Si no puedo trabajar en el paraíso por la gloria de Jesús, ¡prefiero permanecer en el destierro y seguir combatiendo por El!...

LA SANTÍSIMA VIRGEN

De Jesús, tu único Amor Quieres aumentar las glorias Para El en la Alma Corte Irás a obtener victorias... Sí, hijo, los del Cielo Aún pueden salvar almas. Las atraen hacia allí De su amor las dulces llamas...

150

SAN ESTANISLAO

¡Oh! qué feliz soy... Dulce Reina del Cielo, os lo ruego, cuando esté junto a vos en la Patria, permitidme regresar a la tierra, a fin de proteger a almas santas, a almas cuya larga carrera aquí abajo completará la mía; así, por medio de ellas, podré presentar al Señor una abundante cosecha de méritos.

LA SANTÍSIMA VIRGEN

Protegerás, caro hijo A las almas luchando en este suelo Y cuanta mayor sea su mies ¡Más brillarás tú en el Cielo! (bis)

FIN

151

LOS ANGELES EN EL PESEBRE

Introducción

Fecha: 25 de diciembre de 1894.

Ocasión: recreación comunitaria en la fiesta de Navidad.

Composición: diálogos en prosa y en verso ( 296 ) .

Argumento: contemplación del misterio de la Encarnación. Es tan difícil para la humana inteligencia «comprender» este misterio que los ángeles reciben la misión de exaltar «el inefable misterio».

Doctrina: misterio del anonadamiento del Hijo de Dios; teología de la infancia de Jesús y teología pascual (pasión, muerte redentora y resurrección de Cristo; uno de los raros lugares donde Teresa habla de este misterio); doctrina sobre la Eucaristía, sobre todo en torno a la comunión diaria y a la adoración al Santísimo; el tremendo juicio final contemplado a través del atributo de la misericordia divina; la oración de intercesión en pro de los pecadores; dignidad del sacerdocio; fundamentos del «Caminito» de la infancia espiritual.

Anecdotario.

1. En seis ocasiones ha vivido Teresa la fiesta de la navidad en el Carmelo. Pero este año -1894- es el primero celebrado con la representación de una obra suya. Esta pieza ha sido influenciada por «Las virtudes en la cuna de Jesús», obra escrita por su hermana Inés para la Navidad de diez años antes.

2. La estatua del Niño Jesús que se utiliza en esta representación es una estatua de escayola policromada. Mide alrededor de 60 cm., yacente en una cuna del mismo material. Tiene una expresión un tanto grave. Teresa desempeñará el papel de «El Ángel del Niño Jesús».

3. Esta recreación, no obstante su leve apariencia, es una de las más

significativas del repertorio teresiano. Marcel Moré proclama «la

importancia excepcional de estas pocas páginas»; y André Combes

afirma por su parte que «esta obra anunciaba e incluso consumaba

la revolución teresiana».

154

PERSONAJES

El Niño Jesús - El Ángel del Niño Jesús - El Ángel de la Santa Faz - El Ángel de la Resurrección - El Ángel de

la Eucaristía - El Ángel del juicio final.

Escena 1

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS Ldleva un incensario y flores y canta con la melodía de

«La Monde Enfant de la Colline»:

Oh Verbo de Dios, gloria del Padre, Te contemplaba en el Cielo Mas ahora hecho mortal Al Altísimo en la tierra veo. Niño cuya luz inunda A los ángeles de la fúlgida mansión Jesús, tú vienes a salvar al mundo ¿Quién comprenderá tu amor?...

Estribillo

¡Oh Dios! envuelto en pañales Verbo convertido en Niño Que embelesas a los ángeles Temblando ante ti me inclino.

¿Quién de un Dios que se hace niño Comprenderá este misterio?... Viene a exiliarse en la tierra ¡El Poderoso... El Eterno!

155

Jesús, belleza suprema Quiero a tu amor responder Y para mostrar lo que te amo Por ti siempre velaré.

El Brillo de tus pañales Verbo convertido en niño Es la atracción de los Angeles Temblando ante ti me inclino.

Desde que el valle de lágrimas Tiene al Rey de los electos Hacia ti vuelo, Jesús Y no me atraen los Cielos ...

Te cubriré con mis alas Te seguiré por doquier Y las más hermosas flores Sembraré bajo tus pies.

Te haré, Niñito, una cuna Con una estrella brillante Y una graciosa cortina Con la nieve deslumbrante.

Quiero de montes lejanos Abajarte las alturas Y que para ti los campos Celestes flores produzcan.

Flor de Dios es la sonrisa. Del lejano cielo el eco Fugaz eco de la lira En la mano del Eterno.

156

Esta nota melodiosa De la armonía del Creador Quiere con voz misteriosa Cantarte, oh mi Salvador.

Dulce melodía Suave armonía Silencio de las flores De un Dios vosotras cantáis los loores.

Yo sé que son tus amigas Jesús, las hermosas flores Y que por mor de las almas Que son tus hermanas vienes De los prados Celestiales.

Un alma es flor perfumada Niño, que quieres cortar. Hermoso Lirio del valle, Jesús por solo una flor ¡ ¡ ¡ Tú morirías sin más!!!

Misterio inefable El Verbo Adorable Se pondrá a llorar Al recoger su cosecha de Flores.

El Ángel se para un instante, se inclina hacia el niño Jesús y le dice:

¡Oh Divino Jesús! ¿Por qué esa encantadora sonrisa viene a responder a mi canto, cuando yo te hablo de lágrimas? ¡Oh Dulce Niño!... Comprendo tu mirada....

157

Quisieras dejar ya tu cuna para comenzar a cosechar las flores que te han encantado ¡Ay! Muy pronto tendrás que alejarte de este pobre establo, el único asilo que te ofrece tu patria de la tierra.... La dejarás para huir ante un príncipe mortal que tu realeza divina hará temblar en su trono Pero, huyendo a la tierra de Egipto, recogerás una abundante cosecha de flores primaverales Todos los afortunados niños de tu edad recibirán las blancas coronas que tu fugaz paso por nuestra tierra les habrá ya merecido, estos inocentes corderos sacrificarán su vida de pocos días, por ti, Jesús, autor mismo de la vida, pero, en recompensa, Tú pondrás en sus manitas infantiles la palma de los triunfadores, y durante toda la eternidad esta graciosa falange se regocijará al pie de tu trono, ¡oh Divino Cordero!...

De este modo será burlada la crueldad de Herodes : y, al querer aniquilar tu imperio, enviará delante de ti toda una legión de mártires destinada a formar tu corte

¡Oh Jesús! ¡Cuan dulce me será contemplar tus triunfos!... Con cuánta diligencia avisaré al fiel José cuando llegue el tiempo de tu regreso a la patria. Seré yo quien sostendrá a tu divina Madre durante las fatigas del viaje

A la sombra de las palmeras, mientras ella te mecerá por la noche para dormirte, yo estaré allí, velando por vosotros, alejando los peligros y los temores de la noche Yo cantaré dulcemente los cánticos del cielo y, apenas vea dormitar al Verbo eterno y a su augusta Madre, los envolveré con mis alas ¡a fin de resguardarles de los frescores del desierto!...

El ángel se para un instante, y luego prosigue.

158

¡Oh dulce Jesús! ¿Por qué hablar ya del futuro?... Tú no eres más que una criaturita de un día ¡Ah, déjame cantar tus encantos y tu dulzura!

El ángel canta con la melodía de «L'encens divin»:

Divino Jesús, ¿dónde está la melodía Que repita tu belleza, tu dulzura?... Fascinante flor, recién abierta, ¿Quién cantará tu perfume, tu blancura?

¿Dónde está la lira De dulces acentos Que pueda decir Tus bellos encantos? (bis)

Escena 2

Un ángel se adelanta llevando los instrumentos de la Pasión, y muestra al Ángel de la guarda un velo en el cual está impresa la Santa Faz; éste contempla la imagen con embeleso.

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

¡Oh, Hermano mío! ¿Qué encantadora imagen es ésta? Después de haber contemplado el inefable rostro del Divino niño, yo pensaba que ya no iba a encontrar nada hermoso en la tierra, pero el resplandor misterioso de este velo me muestra la misma belleza que la de Jesús ¡ ¡ ¡con nuevos encantos!!!

159

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ Canta con la melodía de «L'encens divin»:

Ángel de los Cielos, esta imagen es la lira Que de Jesús cantar sabe el hechizo La melodía que puede de esta Flor Sola repetir el dulce brillo.

Sí, tu belleza Divina Faz, Borra para el ángel ¡La celeste claridad\...(bis )

El ángel se arrodilla delante del Niño Jesús y se inclina hacia El.

Divino Jesús, en la mañana de tu vida Tu bello rostro está todo bañado en lágrimas; Y correrán hasta la noche de dolores Lágrimas de amor sobre tu Faz bendita.

Sí, tu belleza Divina Faz Borra para el ángel ¡La Celeste claridad! (bis)

Reconozco, Jesús, en esta imagen El resplandor tan puro de tu Faz de niño Y reconozco de tu santo rostro En el sangriento velo el atractivo.

160

Sí, tu belleza Divina Faz, Borra para el ángel ¡La celeste claridad!... (bis)

Ultima estrofa

Divino Jesús, el sufrimiento te es grato Tu dulce mirada penetra el porvenir Quieres beber ya la amarga copa En tu amor ya sueñas con morir.

¡Niño de un día!... ¡Sueño inefable!... Vos me abrasáis con amor ¡ Faz adorable!... (bis)

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

¡Divino Jesús, sí, el resplandor de tu augusto rostro sobrepasa el esplendor de los Cielos!.... ¡Oh! Apenas los hombres hayan contemplado tu belleza, se apresurarán a darte sus corazones, y no vivirán más que para ti....

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ

¡Ay, hermano mío! ¿No conoces la ingratitud de los mortales?... ¿No sabes lo que ha predicho el profeta Isaías, cuyo ojo inspirado contemplaba ya los encantos ocultos de Jesús?....« No tiene belleza ni esplendor (decía él), lo hemos visto; no tenía nada que atrajera las miradas y lo hemos despreciado Nos ha parecido un objeto de desprecio, el último de los hombres, ¡un varón de dolores

161

que sabe lo que es sufrir!.... ¡Su rostro estaba como escondido!.... Parecía despreciable y no lo hemos reconocido... ¡Lo hemos considerado como un leproso, como un hombre herido por Dios y humillado!...

¿Quién es ese que viene de Edom y de Bosra con su túnica manchada de rojo?... ¿Quién es ese que resplandece en la belleza de sus vestidos y que camina con una fuerza Omnipotente?...

Soy yo, cuya palabra es una palabra de justicia, que vengo para defender y para salvar.... ¿Por qué entonces tu túnica está toda roja y por qué tus vestidos son como los vestidos de los que pisan el vino en el lagar?... El vino lo he pisado yo solo sin que nadie, entre todos los pueblos, estuviera conmigo. He mirado en torno mío y no había quién me ayudara. ¡He buscado y no he hallado auxiliador!...»

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

¡Oh Jesús! ¿Será posible que tanto amor sea despreciado? (Se inclina hacia el niño Jesús. Después de un momento de silencio bastante largo, prosigue mirando los instrumentos de la Pasión que tiene el Ángel de la Santa Faz): ¡Oh Divino niño! ¿Por qué tu dulce mirada se posa sobre esta cruz? ¿Por qué sonríes ante esta cruel corona?... ¡Ah! Déjame llevarte al Cielo puesto que la tierra no te ofrece más que dolores.

Pero no... Veo en tu mirada infantil que la cruz tiene más encantos para ti que el trono eterno de los Cielos... ¡Oh, Jesús!... ¡Yo no puedo comprender el inmenso amor que te ha hecho bajar a la tierra! (Llora. )

162

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ canta con la melodía de la «Passion»

Serafín, llora en silencio, Ves a este Niño de un día. Le hacen trémulo de amor La cruz, la lanza, la espina.

Volviéndose hacia el Niño Jesús.

¡Ay! ¿Por qué habré de ser ángel, Que es incapaz de sufrir ?.... Jesús, mediante un dulce canje ¡ ¡ ¡ Por ti quisiera morir!!!...

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

¡Oh, Jesús! ¿Será necesario que yo te vea morir? Después de haberte protegido durante tu infancia, sustrayéndote al furor de Herodes, ¿no podría arrancarte de la muerte?... (Se inclina hacia Jesús) Divino Niño, yo sabré cubrirte bien con mis alas... ¡Y sabré coronarte de rosas mientras los ingratos querrán ceñir tu divina frente con espinas! (El ángel besa a Jesús en la frente.)

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ mostrando el velo de Verónica.

Hermano mío, mira esta imagen que te ha parecido tan bella.... ¡Considera que no son las rosas las que han ornado a Jesús con este esplendor! ¿No sabes que el

163

Rey del Cielo posee más de mil legiones de ángeles que podrían defenderle y cubrirle con sus alas? ¡¡¡Pero Jesús quiere sufrir y quiere llorar para rescatar a sus hermanos de la tierra!!!

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS, con tristeza.

¡Ay! ¿Será necesario que Jesús, el bello Lirio de los valles, sea desgarrado por crueles espinas?....¿Será necesario que el dulce perfume de mi encantadora Flor sea prodigado a ingratos que no querrán recogerlo? (Llora. )

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ, después de una pausa.

Consuélate, hermoso ángel, el perfume de nuestro Lirio no se esparcirá en vano, un gran número de almas puras se apresurarán a recogerlo. Con su Bien Amado subirán a la montaña de la mirra, con El sufrirán, enjugarán su Divina Faz y, contemplando sus preciosas lágrimas, exclamarán: «¡Oh, Jesús! qué encantadoras son las perlas que hacéis brillar sobre vuestro Rostro!...»

En vuestros velados ojos Brillan con un reflejo que hechiza. Al fulgor de los Cielos estrellados ¡Una lágrima lo eclipsa !...

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

Sí, las lágrimas de Jesús relumbran más que el esplendor de los Cielos y son más bellas que el rocío de

164

la mañana Pero lo que colma mi dolor es pensar que, un día, el gracioso rostro de este divino Niño estará escondido en una tumba ¿Quién lo verá entonces? ¿Quién estará allí para enjugar sus lágrimas?.... ¡Ni siquiera la misma María podrá contemplar los rasgos queridos de su Hijo adorado!... (Llora de nuevo. )

Escena 3

UN ÁNGEL se adelanta llevando el estandarte de la Resurrección.

Melodía: «Je suis du Ciel le joyeux messager».

No llores más, ángel del Dios Salvador Vengo del Cielo para aliviar tu dolor.

Será poderoso un día Este delicado infante

Resucitará ¡Y reinará en todo instante!...

A Jesús. ( Estribillo. )

¡Oh Dios escondido bajo los rasgos de un Niño! Yo te contemplo radiante ¡Y desde ahora triunfante!...

Yo removeré la piedra del sepulcro Y al contemplar tu rostro tan hermoso

Yo cantaré Y me regocijaré Al ver con mis propios ojos ¡Que resucitas glorioso!...

165

Estribillo

¡Oh Dios escondido bajo los rasgos de un Niño! Yo te contemplo radiante ¡Y desde ahora triunfante!...

Veo brillar con resplandores divinos Bañados en llanto esos tus ojos de niño.

Tu ígnea palabra, oh Verbo de Dios Debe resonar un día ¡Toda encendida en amor!

Estribillo

Oh Dios escondido, yo te veo con mis ojos Elevarte hasta los Cielos ¡Y reinar allí glorioso !...

Escena 4

EL ÁNGEL DE LA EUCARISTÍA se adelanta, teniendo un cáliz rematado por una hostia radiante.

Canta con la melodía de: «Sur terre toutn'estpas rose»

1

Contempla, ángel mi Hermano, A Jesús subiendo al Cielo A adorarlo en el Altar He venido yo a este suelo.

166

Más pequeñito que a un niño Veo al Autor de la vida... Veo al Dios Omnipotente Oculto en la Eucaristía ...

Estribillo

Quiero fijar mi morada En el santuario desde hoy Dándole a Dios mi plegaria Y los himnos de mi amor.

Cantar quiero con mi lira Las gracias de un Dios oculto De su belleza embriagarme Quiero en un santo delirio. ¡Que no pueda en el sagrario Saciarme del Dios de amor Y por un dulce milagro Tener con El diaria unión!

Estribillo

Al menos al alma santa Quiero prestarle mi ardor Para que sin miedo alguno ¡Esté junto al Salvador!...

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ

Divino Jesús, he aquí el último límite de tu amor; después de haber hecho visible a las débiles criaturas la Faz adorable cuyo resplandor no pueden resistir los

167

serafines, quieres ocultarla bajo un velo más espeso todavía que el de la naturaleza humana... Pero, Jesús, yo veo brillar en la hostia el esplendor de tu rostro. ( Se arrodilla delante de la hostia. ) No están ocultos para mí tus seductores encantos Veo tu inefable mirada penetrar en las almas puras e invitarlas a recibirte Como la paloma que se esconde en el agujero de la piedra, así tus esposas buscarán tu rostro. ¡Ya estoy viendo cómo sus corazones se vuelven hacia ti y vienen a refugiarse cerca del tabernáculo de tu amor!

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

¡Oh Divino Niño! ¿Así pues, quieres fijar tu morada aquí abajo?... (Mira alAngelde la Resurrección.) Un ángel cantaba hace poco que pronto ascenderías a la diestra de tu Padre, a fin de reinar eternamente en los Cielos... ¿Cuándo te veré, pues, en el trono de tu gloria?... Jesús, yo quisiera que llegara tu reino, que todos los elegidos comparecieran pronto en los aires, yendo a tu encuentro, cuando un ángel habrá dicho: «Se acabó el tiempo»

Escena 5

EL ÁNGEL DEL JUICIO FINAL se adelanta teniendo en su mano una espada y dos balanzas, y canta con la melodía de «Minuit, chrétiens».

1

Pronto vendrá el día de la venganza Y este mundo impuro por el fuego pasará

168

Todo mortal escuchará su sentencia Que de la boca de Dios va a brotar.

Y no ya oculto bajo los rasgos de un niño Le veremos, sino resplandeciente de gloria, Y proclamando que es Omnipotente Estaremos allí para aplaudir su victoria . (bis)

2

(Segunda estrofa del Ángel del Juicio)

EL ÁNGEL se vuelve hacia la imagen de la Santa Faz para cantar.

Brillarán con inefable destello Estos ojos velados por lágrimas y sangre. Y veremos la adorable Faz En todo su esplendor radiante.

A Jesús llevando el cetro de la Cruz Sobre las nubes mostrarse veremos. ¡A este Rey... a este Juez... al grito de su voz Pronto lo reconoceremos!... (bis)

3

Vosotros temblareis, habitantes déla tierra, En el postrer día os llenareis de pavor Porque no podréis sufrir la cólera De este niño, que hoy es Dios de Amor. Por vosotros, mortales, El escogió el sufrimiento No reclamando más que vuestro débil corazón En el juicio contemplareis su poderío ¡¡¡Y temblareis delante del Dios Vengador!!!... (bis)

169

TODOS LOS ANGELES se arrodillan { a excepción del Ángel del juicio ) y cantan con la melodía del

cántico «O Coeur de notre aimable Mere».

De tus ángeles, Jesús divino Dígnate escuchar la súplica Defiende a los elegidos Y ven a salvar la tierra.

Estribillo

Rompa la espada tu mano.... Calma a este furibundo ángel.... ¡Que tu voz resuene, oh, Niño! Y que al alma humilde salve, (bis)

Se deja oir la voz del NIÑO JESÚS; en este momento el Ángel del Juicio se arrodilla.

(Melodía: « Revé, parfum». )

1

Consolaos, fieles ángeles, Ya que los primeros sois (Pues me cubrís con las alas) Que vais a escuchar mi voz.

2

Bajo los rasgos de un niño A vuestro rey descubristeis

170

Cantasteis cuando nací

Y hasta mí ahora vinisteis.

3

Angeles del cielo empíreo

Mucho os amo, oh puras llamas,

Pero, asimismo, profeso

Un grande amor a las almas.

4

Las creé para mí mismo

Les di un deseo infinito

La menor alma que me ama

¡Es para mí un Paraíso!...

EL ÁNGEL DEL NIÑO JESÚS

Divino Jesús, ¡qué dulce y encantador es el sonido de

tu voz infantil!... ¡Toda la melodía de los Cielos no podría

compararse con una sola de tus palabras!... ¡Oh Niño

hermoso!, escucha mi oración. Llévate de la tierra de exilio

un gran número de almas inocentes que se te parecen.

Dígnate cortar, antes de que se abran, flores que se

marchitarían si se quedaran aquí abajo... Tan pronto como

el rocío del Bautismo haya depositado en sus corazones

un germen de inmortalidad, Jesús, que tu manecita se

apresure a transplantarlas a los jardines de los Cielos.

171

JESÚS

5

Yo escucharé tus deseos ¡Bello ángel de mi infancia! Y en el alma de los niños Conservaré la inocencia.

6

Yo los cortaré desde la aurora Fascinantes capullos llenos de frescor Y en el cielo verás cómo se abren Bajo el fuego de mi Corazón.

7

Con mil fuegos centelleantes Y aún de rocío impregnados Estos Lirios serán la vía láctea Del azul estrellado de los Cielos.

7 [bis]

Yo quiero lirios para mi corona, Yo, Jesús, el bello Lirio de los campos Y una gavilla de brillantes lirios Quiero para hacer mi trono.

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ

Divino Niño, escucha también mi oración... Yo veo en el futuro un gran número de almas que te serán

172

consagradas y que, por inefables lazos, se convertirán en tus esposas queridas... Pero estos ángeles de la tierra vivirán en un cuerpo mortal y a veces sus sublimes arranques hacia ti se retrasarán; a menudo la blancura de sus vestidos será empañada por el polvo de aquí abajo.

Jesús, veo también un grupo de almas todavía más numeroso que se alejará de ti; ¡como el hijo pródigo irán a buscar la felicidad muy lejos de su Padre!... En vez de quedarse en paz bajo tu cayado, oh Pastor Divino, estas pobres ovejas se extraviarán en los espinos... Pero la prueba las acercará a ti, se acordarán de que el Hijo de Dios no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores, y que hay más alegría en el Cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia... Como Magdalena, después de haberte ofendido mucho, te amarán mucho... Cuando esas almas busquen tu rostro, apenas vengan a ocultarse en el secreto de tu divina Faz invocando tu bendito nombre, dígnate, ¡oh Jesús!, con una sola mirada de las tuyas ¡volverlas más brillantes que las estrellas de los Cielos!...

JESÚS

8 »

Tú que contemplas mi rostro En un éxtasis de amor Y para cuidar mi imagen Dejas la eterna mansión.

173

9

Yo quiero escuchar tu súplica Perdonaré a cualquier hombre ¡Y lo llenaré de luz Apenas diga mi nombre!...

10

Tú que quisiste en la tierra Mi pena y cruz compartir Escucha este misterio, oh ángel Es tu hermana quien puede sufrir.

11

Y esto ocurrirá en el Cielo: El destello de su sufrimiento En tu frente será reflejado Y el destello de tu esencia pura ¡Al mártir tendrá iluminado!...

EL ÁNGEL DE LA EUCARISTÍA

¡Pan vivo bajado de los Cielos!.... Racimo dorado que hará germinar las vírgenes, dígnate también dejarme oir el dulce sonido de tu voz, a mí que te adoraré en el santuario hasta el fin de los siglos. ¡Oh,Verbo divino! que el amor debe reducir al silencio, convendría que los ministros de tus altares te trataran con la misma delicadeza con que María te envuelve en los pañales Pero ¡ay! con mucha frecuencia tu amor será despreciado, y tus sacerdotes no serán dignos de su sublime carácter. ¡Oh Dios escondido!... dime, ¿qué podría hacer para consolarte?

174

JESÚS

12

Ángel de mi Eucaristía Tú encantas mi corazón Y tu dulce melodía Consuela ya mi dolor.

13

Muchas almas languidecen Mas yo anhelo darme a ellas Atráelos con tus cantos Serafín, dales tus llamas.

14

¡Quisiera que pareciera El alma del Sacerdote Un serafín Celestial! ¡Y que renaciese siempre Que se acercara al Altar!...

15

Para obrar este milagro Urge que junto al sagrario Almas en continua oración Se inmolen por mí a diario.

EL ÁNGEL DE LA RESURRECCIÓN

Pronto, divino Niño, te contemplaré subiendo glorioso a la derecha del Padre Entonces todos los ángeles se

175

llenarán de alegría, y se apresurarán a abrir las puertas eternas para recibirte, ¡oh Rey de la Gloria!

Pero, ¿que pasará con los pobres exiliados de la tierra?... ¿Se quedarán huérfanos para siempre?

JESÚS

16

Yo regresaré a mi Padre Pensando en mis elegidos Tras este exilio terrestre Mi pecho será su nido.

17

Reuniré a mi rebaño Cuando suene la última hora Y en la celeste morada Yo les serviré de antorcha.

EL ÁNGEL DEL JUICIO se levanta. ( Melodía: « Minuit, chrétiens».)

¿Te olvidas, Jesús, suprema belleza, De que el pecador debe al final ser castigado?... ¿Te olvidas también en tu infinito amor De que el número de los malos es ilimitado?... En el juicio yo castigaré los crímenes Y a los ingratos los voy a exterminar... ¡Mi espada está lista!.... ¡Jesús, víctima dulce!... ¡Mi espada está lista!... ¡¡¡Yo te sabré vengar!II..(bis)

176

EL NIÑO JESÚS

18

¡Oh ángel! baja tu espada No es cosa tuya juzgar A la humanidad que elevo Y que vengo a rescatar.

19

Soy yo ¡el llamado Jesús! El que ha de juzgar al mundo Y a todos mis elegidos Los ha de limpiar mi sangre Con su rocío fecundo.

20

¿No sabes que eternamente Con solo un mirar de amor Me consolarán los fieles De las blasfemias que hagan Los que me sean infieles?...

21

Se verán mis elegidos Llenos de gloria en la Patria ¡ Y haré de ellos otros dioses ! Dándoles mi propia vida...

177

EL ÁNGEL DEL JUICIO se arrodilla y canta con la melodía de: «Dieu de Paix et d'amour».

¡Ante ti, dulce Niño, el querubín se inclina!... Y, arrobado, tu inefable amor admira Y en la sombría colina, como tú, quisiera

¡Poder morir algún día!... (bis)

TODOS LOS ANGELES cantan el estribillo.

Cuan grande ¡oh, Jesús! es la dicha de la criatura Los serafines quisieran en su extático ejercicio Dejando la naturaleza angélica

¡Poder llegar a ser niños!... (bis)

F I N

178

EL DIVINO MENDIGUITO DE NAVIDAD

Introducción

Fecha: 25 de diciembre de 1895.

Ocasión: recreación comunitaria del día de Navidad.

Composición: 384 versos, con algunas indicaciones en prosa.

Argumento: la comunidad del Carmelo de Lisieux está reunida para tener su recreación vespertina. Aparece un ángel llevando en sus brazos al niño Jesús envuelto en pañales. La Madre Priora adora al Niño, y el ángel lo deposita en la cuna. Después presenta a la Priora una cesta llena de billetes. Esta toma uno y, sin abrirlo, se lo da al ángel que canta la limosna que pide el Niño Jesús. Luego, el resto de la comunidad hacen lo mismo que la Priora.

Doctrina: oración continua; caridad fraterna; celo apostólico: «Yo he venido para salvar las almas y sobre todo para orar por los sacerdotes» (MA 69 v°); olvido de sí; valor de los votos religiosos; virtudes del Caminito: sencillez, humildad, abandono, amor...

Anecdotario.

1. Es la composición más pobre de todas. Esta pobreza se debió a varias causas, que pueden resumirse en una sola: la falta de tiempo. En efecto: -Teresa está acabando su autobiografía ( Primera Parte de la «Historia de un alma» ) que se ha propuesto entregara la M. Priora dentro de pocos días, el 21 del próximo enero. -para esa misma fecha ha de tener lista una importante composición: «La huida a Egipto», cuya elaboración le exige casi todo su tiempo libre.

2. A Teresa le tocará la estrofa novena: «el racimo de uva». Una casualidad que se diría pretendida. De hecho en la explicación de su escudo de Armas escribirá lo siguiente: « La vid que divide en dos el blasón es también la figura de aquel que se dignó decirnos: 'Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Quiero que deis mucho fruto' (Jn 15, 15). Las dos ramas que rodean, una a la Santa Faz, la otra al Niño Jesús, son imagen de Teresa, que no tiene más que un deseo en la tierra: ofrecerse como un racimito para refrescar a Jesús niño, entretenerle, dejarse exprimir por él a su capricho y poder también calmar la ardiente sed que sintió durante su pasión».

180

tLstando reunida la comunidad para la recreación de la noche, aparece un ángel llevando en sus brazos al Niño Jesús envuelto en pañales. -Canta lo que sigue con la melodía de la canción «Sancta María, J'ai vu les séraphins en songe»,etc.

En el nombre del Que adoro La mano os tiendo, Hermanas mías, Ya cantar voy para el Niño Que no habla todavía ...

No he hallado para Jesús, El Desterrado del Cielo Más que una honda indiferencia Por eso vengo al Carmelo. Que vuestras ternuras, Y vuestras alabanzas Que vuestras caricias ¡Oh hermanas de los ángeles! Sean para el Niño. Abrásate en amor, alma arrobada, Por vos un Dios se ha hecho mortal. ¡Oh! conmovedor misterio Ese que os pide limosna ¡Ese es el Verbo Eternal!...

181

Oh, hermanas, acercaos sin temor. Que cada una venga a su vez, Y al darle a Jesús vuestro amor Su santa voluntad conoceréis. A vosotras os diré el deseo Del Niño oculto en pañales A vosotras que podéis sufrir aún siendo Tan puras como los ángeles.

Que vuestra vida Tan rebosante Que vuestros sufrimientos Que vuestros goces Sean para el Niño.

Abrásate en amor, alma arrobada, Por vos un Dios se ha hecho mortal.

¡Oh! conmovedor misterio Ese que os pide limosna ¡Ese es el Verbo Eternal!...

La Madre Priora es la primera en adorar al Niño Jesús que un ángel coloca en un pesebre preparado de antemano; luego le presenta una canastita llena de billetes a la Madre Priora, ésta toma uno al azar y, sin abrirlo, lo entrega al ángel que canta la limosna que el Niño Jesús mendiga._ La Madre Priora se retira después de haber besado y acariciado al Divino Niño. Todas las hermanas se acercan a su vez, según antigüedad de profesión, y hacen lo que se acaba de decir.

Las siguientes estrofas se cantan con la melodía del villancico de Holmes: «Trois anges sont venus ce soir», etc.

182

Un Trono de oro

Oid el deseo amable De Jesús, vuestro Tesoro Al no hallarlo en el establo El os pide un trono de oro. El establo ciertamente Se parece al pecador Donde Jesús no ve nada Que alegre su corazón Donde jamás El descansa. Salvad vos, hermana mía, El alma del pecador Jesús aspira a este Trono Pero mucho más aún Vuestro puro corazón Es lo que está deseando Para su Trono de oro.

Leche

El que nutre a los electos Con su Divinal Esencia Se ha hecho por vos Niño Y pide vuestra asistencia. Muy feliz era en el Cielo Pero pobre es en la tierra. A vuestro Hermanito dadle Un poco de Leche, Hermana.

El os sonríe Y os dice muy quedamente:

«La sencillez la amo yo Navidad, Navidad, Yo bajo del Cielo

Porque tú-misma eres mi Leche de amor.»

183

Pajarillos Una Lira

Lo que el Niñito desea Mi Hermana, queréis saber ¡Pues a hacerle sonreir Yo esta noche os mostraré! Atrapad bonitos pájaros Que vuelen por el establo Son la imagen de los niños Que ama el Adorable Verbo. Su rostro de niño brilla Gracias a sus dulces cantos

Y a sus gorjeos. Rogad por ellos

Un día habrán de formar Vuestra corona en los Cielos.

Una Estrella

A veces cuando el Cielo es negro Y lo cubre oscura nube Al verse sin luz y en sombra Se aflije Jesús de noche. Para alegrar al Niñito Cual Estrella refulgente Brillad llena de virtudes Y sed luminaria ardiente.

¡Ah! que vuestros fuegos ¡Rasguen el velo de los pecadores!...

Y los conduzcan al Cielo. El Divino Niño El astro matutino

Os escoge para ser su Lucero.

Lo que el Niño Jesús quiere Escuchad, hermana mía. Pide vuestro corazón Para su armoniosa Lira. La armonía de los ángeles Tenía en su hermoso Cielo Mas quiere que vos cantéis Su loor en el Carmelo. Mi hermana, hermana mía De vuestra alma Jesús Quiere El la melodía. De noche y de día En cánticos de amor Consúmase vuestra vida...

Rosas

A Jesús, como a su madre, Les complace vuestra alma Que es un lirio perfumado Lo que bajito susurra Escuchad a vuestro Amado: Si amo la albura del lirio Que me habla de inocencia Amo el color de las Rosas Símbolo de penitencia. Cada vez que por tus lágrimas Se vuelven puras las almas Gran alegría me causas Pues así yo cortar puedo Todas las Rosas que quiera.

184 185

Un Valle Un Racimo de Uvas

Como la lumbre del sol A la natura embellece Y dora con temues rayos Al hondo y florido valle, Así Jesús, Sol Divino Al que se le acerca dora Y fulgura en su mañana Más que una brillante aurora. Cuando nace el Sol Divino Derrama sobre vuestra alma Desterrada, con sus dones Sus más ardorosos rayos Sed para él riente Valle.

Segadores

Allá en otros horizontes, No obstante escarchas y nieve Ya se doran las cosechas Que el Niñito Dios protege. Mas ¡ay! para recogerlas Hacen falta almas ardientes Almas que quieran sufrir Segadores que desprecien Las llamas y los grilletes.

¡Navidad, Navidad! Yo vengo al Carmelo

Sabiendo que mis deseos Son los mismos que los vuestros.

Para el Salvador amable Engendrad, hermana mía,

Un gran número de Apóstoles.

Quisiera un fruto sabroso Un Racimo muy dorado Para refrescar la amable Boquita del Rey Sagrado.... Sois el Racimo escogido ¡Hermana, qué dulce suerte! En su querida manita Os tendrá Jesús muy fuerte.

El Dulce Querido Es muy pequeñito

Para comerse el Racimo. Jugo azucarado, Por El todo dorado

¡Es su manjar preferido!

Una pequeña Hostia

Jesús, el Divino Infante, Para entregaros su vida Cada día en El transforma Una chica y blanca Hostia. Con más amor todavía En El quiere cambiaros Vuestra alma es su tesoro Su dicha y supremo gozo.

Navidad, Navidad Yo he bajado de los Cielos Y digo al alma arrobada Hasta vos misma se abaja

El Dulcísimo Cordero Sed su Hostia pura y blanca.

186 187

Las estrofas siguientes se cantan con la melodía de: «Au Rossignol -Quand ta voix celeste prélude», etc.

Una Sonrisa

No ve el mundo los encantos De Jesús, que es vuestro Esposo Y veo yo lagrimillas Brillar en sus dulces ojos.

Consolad, hermana mía Al Niño que abre los brazos Por cautivarle, os suplico Sonreíd siempre aquí abajo.

Mirad lo que su mirada Os expresa: «Esposa mía Sonriendo tú a tus hermanas Tu sola Sonrisa basta Para enjugarme las lágrimas.»

¡Tu sola Sonrisa (bis) basta Para enjugarme las lágrimas!

Un Juguete

¿Queréis ser vos el Juguete Del Niño Dios en la tierra?... ¿Queréis, Hermana, agradarle? Quedaos en su manita.

Si a su Pecho El os acerca, Y si amable os acaricia O si otras veces os deja, De todo haced vuestra dicha.

188

Buscad siempre sus caprichos Cautivando así sus ojos. Y que sean desde hoy Vuestras delicias completas Sus infantiles antojos...

Vuestras delicias completas (bis) Sus infantiles antojos.

Una Almohada

Jesús que yace en su cuna Con frecuencia se despierta ¿Queréis saber vos la causa? ¡Porque una Almohada quisiera!.. Sé que solo a consolarle Aspiráis vos noche y día Vuestra alma ardiente de amor Es la Almohada que El ansia.

¡Ah! sed siempre dulce, humilde Y así el Divino Tesoro Podrá decir: «¡Oh, mi Esposa! Dulcemente en ti reposo...»

¡Oh, mi Esposa! (bis) Dulcemente en ti reposo.

Una Flor

Doquier el frío y la escarcha, Y la tierra, ampo de nieve; El invierno y su cortejo Ajan las flores terrestres.

189

Mas se ha abierto para vos La Flor del campo que encanta Que viene de donde reina Una eterna primavera Es decir, la Santa Patria.

Junto a la Rosa escondeos Que es Rosa de Navidad Hacedlo en la hierbecilla Y del Rey del Cielo, Hermana, Que es vuestro Esposo, también Que seáis su Florecilla. Que es vuestro Esposo, también (bis) Que seáis su Florecilla.

Pan

Al que es Dador generoso En vuestra oración diaria Le decís: «¡Oh Padre nuestro! «¡Danos el pan de este día!»

Este Dios que es vuestro Hermano Como vos padece hambre Os pide un poco de Pan Escuchad su ruego humilde.

Solamente Jesús quiere Vuestro amor, ¡Hermana mía! Estad de eso bien segura. He aquí su Pan diario: Se nutre del alma pura.

He aquí su Pan diario (bis) Se nutre del alma pura.

Un Espejo

Los niños aman ser puestos Delante de un fiel espejo Con gracia entonces sonríen Creyendo ver a otro niño.

¡Venid al mísero establo Vuestra alma es cristal brillante Reflejad al Santo Verbo Las gracias del Dios infante.

La viviente imagen sed Puro Espejo del Esposo Quiere en vos El contemplar ¡El destello de su Rostro!...

Quiere en vos El contemplar (bis) El destello de su Rostro.

Un Palacio

Los grandes y los nobles de la tierra Tienen todos palacios suntuosos Los tugurios son, por el contrario, Los asilos de los no dichosos. Así ved al Pobrecito De Navidad en establo. Velando su grande gloria ¡Deja su Eterno Palacio !...

Vos anheláis la pobreza Y la paz halláis en ella Por eso, hermana, sois vos El Palacio que El desea.

Sois vos (bis) El Palacio que El desea.

190 191

Una corona de Lirios

De Jesús en la cabeza Amada los pecadores Ponen corona de espinas Mirad las gracias Divinas Que la tierra no conoce.

Que le haga olvidar sus penas Vuestra alma virginal Ofreciéndo-Le las vírgenes, Que vuestras hermanas son Como Corona real.

Venid juntito a su trono Para encantarle los ojos Trenzad ante El su Corona Con mil Lirios luminosos.

Su Corona (bis) Con mil Lirios luminosos.

Las estrofas siguientes se cantan con la melodía de la canción del Passant: «Mignonne, voici l'Avril», etc.

Bombones

Hermana mía, los niños Aman mucho los Bombones, Llenad de ellos veloz La bonita manecita De Jesús, el Niño Dios Su mirada a ello os invita.

192

Los bombones del Carmelo Que encantan al Rey del Cielo, Serán vuestros sacrificios. Vuestra austeridad, mi hermana, Y vuestra grande pobreza De Jesús son el delirio.* "r

Una Caricia

Ninguna otra cosa os pide El Niño Jesús a vos Que una muy tierna caricia DadLe todo vuestro amor Y veréis vos en retorno La Caridad que le acucia.

Si cualquier hermana vuestra Fuera algún día a llorar, Con ternura y al instante Pedid al Divino Infante Que usando su manecita ¡Dulcemente la acaricie!...

Una Cuna

En la tierra apenas hay Quien no busque los favores De Jesús, Celeste Rey. Mas si El llegara a dormirse Abandonan su servicio Perdiendo su fe en El.

193

Si supierais el placer Que el Niño siente al dormir, Sin miedo a que le despierten, De Cuna le serviríais A Jesús, Dulce Cordero Sonriendo mientras el duerme.

Pañales

Mirad cómo el Niño Amable Con su dedo encantador Os muestra la paja árida Percataos de su amor Y proveed de Pañales Este día a la cunita.

Excusando a las hermanas Os ganareis los favores De Jesús, Rey de los ángeles. Es la ardiente caridad Y la sencillez amable Lo que El quiere por Pañales.

Fuego

Mi hermana, el Niño Jesús Hogar de los elegidos Tiembla de frío en la cueva Mientras que en el alto Cielo Angeles, llamas de fuego, Servían al Santo Verbo.

Pues en en la tierra sois vos El hogar de vuestro Esposo El os pide vuestras llamas Y es deber vuestro, mi hermana Calentar al Salvador Abrasando a toda alma.

Un Pastel

Vos sabéis que cualquier niño Prefiere un pastel brillante A la gloria de un imperio Pues le veréis sonreir Si un delicioso pastel Ofrecéis al Rey del Cielo...

¿Sabéis qué pastel prefiere Para sí el Rey de los Reyes? Es la rápida obediencia.... Cautiváis a vuestro Esposo Cuando vos obedecéis Como El lo hizo en su infancia.

Miel

Ya desde el amanecer, Vese a la pequeña abeja Su rico botín hacer Mientras de flor en flor vuela Y visita alegremente Las corolas que despierta.

194 195

Así libad el amor Y volved cada jornada A ofrecerle al Salvador Junto a la cuna sagrada La Miel de vuestro fervor ¡Pequeña abeja dorada!...

Un Cordero

Para encantar al Cordero No guardéis ningún rebaño Y abandonándolo todo Pensad solo en agradarle Sirviéndole con esmero Todo el tiempo que El descanse.

Abandonaos en El Desde hoy, querida hermana Y dormiréis juntamente Y al ir María a la cuna Verá junto a su Cordero Un Cordero semejante.

Todas las religiosas han vuelto a sus lugares, el ángel toma de nuevo al Niño Jesús en sus brazos y canta las dos estrofas siguientes con la melodía de la canción «Ainsi soit-il. -Chaqué matin dans sa priére»,etc.

Os da gracias el Dios Niño Y le encantan vuestros dones Y así en su libro de vida Los copia con vuestros nombres.

196

Jesús halló sus delicias En el presente Carmelo Mas pagará vuestras obras ¡Arriba en su hermoso Cielo!...

Si os mantenéis siempre fieles En agradar al Cordero El amor os va a dar alas Para un muy alto vuelo.

Un día en la Santa Patria Veréis tras este destierro A Jesús junto a María ¡Así siempre os lo deseo!....

F I N

197

8

JUANA DE ARCO CUMPLIENDO SU MISIÓN

Introducción

Fecha: 21 de enero de 1895.

Ocasión: fiesta de la Priora, Inés de Jesús.

Composición: diálogos en prosa y en verso (301).

Argumento: las victorias, la prisión o el cautiverio, el martirio y los triunfos en el cielo de la Venerable Juana de Arco (es el subtítulo que la propia autora pone al comienzo de su escrito).

Doctrina: deseos de ver a Dios en la otra vida, no sin antes haber trabajado mucho para su gloria; el dolor y el sufrimiento nos asemejan a Jesús en su pasión y muerte redentoras; los frutos espléndidos de la comunión eucarística; elogios de la muerte prematura del justo; intercesión de los santos en favor de los que aún peregrinan por este mundo. Francia, una nación privilegiada: ha sido visitada en tres ocasiones por la Virgen María, y sigue siendo «la Primogénita de la Iglesia»...

Anecdotario.

1. Es la pieza más larga del repertorio. Y una de las más logradas.

2. Teresa se preparó a conciencia antes de poner manos a la obra. Consultó ampliamente el libro de H. Wallon, el mismo que será consultado por Péguy para su drama sobre la heroína francesa.

3. Maduró este ambicioso proyecto a lo largo de 1894. Y lo hacía con gran entusiasmo. Se cuenta que cierto día, viéndola la M. Inés sonreír durante la oración, se dijo interiormente: «Teresa está pensando en su Juana de Arco». Por lo demás, se esforzó por poner en la boca de Juana las palabras que ésta pronunció realmente según las fuentes consultadas.

4. El éxito de la representación fue grandísimo. Terminada la cual, llovieron los elogios sobre su autora. Esta se sentía en su círculo comunitario «como en el apogeo de su gloria». Pero, como refiere en su autobiografía, recibió entonces «una luz inefable sobre la vanidad de todo lo de aquí abajo»( MA 81 v. ).

200

5. La autora, disfrazada de Juana de Arco, desempeña el papel principal. Se conservan cinco fotografías que la muestran plenamente identificada con su personaje. Gracias a esas fotos Teresa ha llegado hasta nosotros en su papel de actriz, cosa que no llama poco la atención a los que contemplan esas imágenes.

6. Anotemos, como dato curioso, que Pío XI, en 1925, llamó a Teresa «una nueva Juana de Arco»; y Pío XII, en 1944, la declaró «patrona secundaria de toda Francia al igual que santa Juana de Arco».

Juana de Arco cumpliendo su Misión o

Las Victorias - La Cautividad - El Martirio y los Triunfos en el cielo de la Venerable Juana de

Francia

PERSONAJES

Juana de Arco - San Gabriel - San Miguel - Santa Catalina - Santa Margarita- El rey Carlos VII - La Tremouille, barón de Sully, favorito del Rey - Regnault de Chartres, arzobispo de Reims y Canciller de Francia - Robert le Magon, señor de Tréves y de Anjou- Raoul de Gaucourt, magistrado de Orleans - El duque de Alencon, primo del Rey - Juan de Aulon, escudero de Juana - Juan Massieu, sacerdote al servicio del Obispo de Beauvais -Fray Martin l'Advenu, confesor de Juana de Arco -Francia.

201

Primera Parte

LAS VICTORIAS

Escena 1

L^ia escena se desarrolla en Chinon, en el apartamento real de Carlos VIL Este está rodeado de sus validos, y vestido sencillamente como uno de ellos, sin corona real. La Trémouille está colocado a la derecha del príncipe.

LA TRÉMOUILLE

Señor, vuestras órdenes han sido puntualmente ejecutadas: la pastora de Domremy acaba de ser sometida a varios interrogatorios.

EL DELFÍN

Y bien, La Trémouille, ¿cuál es vuestro consejo? ¿Debo admitirla a mi presencia?

LA TRÉMOUILLE

Ya que vuestra Alteza lo permite, me atrevo a deciros que Juana me parece un poco chiflada, una visionaria, capaz de hacer caer en ridículo al partido de los Armagnacs. Si diéramos fe a sus palabras, habría que confiarle el ejército. ¡ Sin duda sería un bonito espectáculo, una pastora convertida en gran Mariscal de Francia...! ¡Más valdría rendirnos hoy mismo, que ser vencidos por seguir a una muchachuela...!

202

CARLOS VII, dirigiéndose hacia Regnault de Chartres

Siento curiosidad por conocer también vuestra opinión. Ningún consejo se ha de despreciar cuando se trata de salvar el Reino. Y vuestros consejos me son tanto más preciosos cuanto que, siendo Arzobispo, podéis resolver más fácilmente el problema que nos preocupa en este momento. ¿Creéis francamente que Juana, que se hace llamar «La Doncella», esté inspirada por el Cielo?

REGNAULT

Señor, que vuestra Alteza Real esté bien persuadido de la verdad de las palabras que La Trémouille acaba de pronunciar. Yo pienso totalmente como él, y no temo adelantarme a decir que una muchacha que hace hablar así de ella no puede ser más que una alucinada, digna de la cárcel o, al menos, que debe ser devuelta a su aldea con la prohibición de no salir más de ella.

ROBERT LE MACÓN

Alteza, ¿permitís que intervenga yo ahora...?

CARLOS VI

Hablad.

ROBERT LE MACÓN

Señor, me parece que nuestros Señores juzgan con excesiva severidad a la pastora de Domremy. Ya que

203

Robert de Baudricourt consintió (a pesar de su humor un tanto hosco) en dejarla salir de Vaucouleurs con una escogida escolta, ¿no convendría, por lo menos, concederle a la joven la audiencia que solicita con tanta insistencia y lágrimas? Esto no comprometerá en modo alguno a vuestra Alteza. Y si Juana no es más que una aventurera, siempre será fácil despedirla.

LA TREMOUILLE, fríamente

Oyendo a Robert le Macón, ¿quién reconocería en él al Señor de Tréves y de Anjou...? ¿No se diría que está dispuesto a ponerse a las órdenes de Juana, la guardiana de carneros...?

RAOUL DE GAUCOURT, a La Trémouille

El parecer del señor de Tréves no debe ser despreciado. No comprendo vuestra resistencia, como tampoco la de monseñor el Canciller de Francia. Dejad entrar a la pastora, que si no es capaz de ninguna otra cosa, al menos nos tendrá divertidos un rato.

EL DUQUE DE ALENCON se adelanta, magníficamente vestido, y viene a saludar al Delfín

Señor, acabo de enterarme de una sorprendente noticia. Una pastora de Lorena está, al parecer, en Chinon desde hace algunos días. Se presenta como una enviada del cielo para salvar a Orleans y restablecer el reino de Francia. Tengo curiosidad por verla. Todo lo que oigo decir sobre ella me lleva a creer que, sin duda, ha recibido la misión de salvarnos. Apenas he oído hablar de esta

204

jovencita, he dejado la caza de codornices que me tenía tan agradablemente ocupado y he venido a ver a vuestra Alteza con el objeto de obtener una audiencia para Juana la Doncella.

CARLOS VII

Querido primo, yo puedo satisfacer vuestra curiosidad. Juana espera desde esta mañana en las antecámaras del palacio el favor de ser admitida a mi presencia. Voy a dar la orden de hacerla pasar. Lo único que lamento es estar vestido tan sencillamente. Sin duda que mis atuendos reales habrían intimidado más a la pobre pastora.

EL DUQUE DE ALENCON

Señor, permitid que os haga observar que hay un medio fácil para comprobar si Juana está verdaderamente inspirada por el Cielo. Descended de vuestro trono y yo ocuparé vuestro lugar; si la joven me rinde los honores debidos al rey y no os reconoce en medio de los cortesanos, es evidente que no tiene el espíritu de Dios y que es digna de desprecio.

LA TREMOUILLE

Duque de Alencon, vuestra idea es excelente, y pido a su Alteza el permiso para hacer pasar a la pastora.

EL DELJIN

Sí, yo lo quiero: hacedla introducir enseguida.

205

LA TREMOUILLE, a media voz, volviéndose hacia Regnault

Pronto vamos a vernos libres de esta doncella que nos da en rostro; ya estoy harto de oír hablar de ella.

Sale y regresa casi enseguida, después de haber dado sus órdenes. El Rey baja de su trono y el Duque de Alengon ocupa el lugar del Rey.

LA TREMOUILLE, al Duque de Alengon

He dado la orden de dejarla entrar sola, y que no se le indique ninguna de las ceremonias que se usan en la corte de los reyes. ¡A ver si se siente azorada delante de vuestra supuesta Alteza...!

Juana de Arco se presenta sola con su espada y su estandarte que deja ondear al viento; adelantándose con desenvoltura, hace todos los saludos acostumbrados delante del Rey, a quien reconoce sin jamás haberlo visto.

CARLOS VII

Yo no soy el rey. ¿A qué vienen esos saludos?

EL DUQUE DE ALENCON

Yo soy el rey; a mí me debéis rendir los honores. Y, antes que nada, ¿cómo os llamáis?

JUANA, con seguridad

Duque de Alengon, vos no sois el Rey, y es a él a quien tengo el encargo de hablar. (Volviéndose hacia Carlos

206

VII). Por Dios, gentil Príncipe, es a vos, y no a otro, a quien vengo a socorrer. Yo me llamo Juana la Doncella, y os aseguro de parte del Rey de los Cielos que seréis consagrado y coronado en Reims, ¡y que seréis el lugarteniente del Rey del Cielo, que es Rey de Francia...!

CARLOS VII

Yo no puedo dar crédito a tus palabras: si Dios hubiera querido salvar el reino, no lo habría dejado tanto tiempo en la situación en que se encuentra.

JUANA

Gentil Delfín, ¿por qué no me creéis? Yo os digo que Dios se compadece de vos, de vuestro reino, de vuestro pueblo, porque San Luis y Carlomagno están de rodillas delante de él orando por vos.

CARLOS VII

Y ¿cómo sabéis estas cosas?, ¿quién os las ha dicho?

JUANA

Mis voces.

LA TREMOUILLE

¿No querríais decir aquí, en presencia del Rey, cómo os hablan vuestras voces?

JUANA, a Carlos VII

Gentil Príncipe, si lo deseáis, estoy dispuesta a hablar.

207

CARLOS VII

Sí, lo deseo; decidnos con todo lujo de detalles cómo han venido a instruiros las voces durante vuestra permanencia en Domremy.

JUANA, con acento inspirado (Poesía de Alexandre Soumet, 1846)

Desde la edad de trece años, cerca de la iglesia, Gentil Delfín, yo había oído muchas veces Que a través del follaje venían santas voces Y estas voces me decían, -¡recuerdo adorable! Que para conservar siempre la paz inalterable Había que mantenerse pura; y grandes claridades Venían a la misma hora y de los mismos lugares Yo esperaba este momento con muchísima alegría ¡Agrada ver venir lo que Dios nos envía! Estas voces me asustaban ciertas veces Pero sus sabios consejos siempre me han guiado con creces. Un día -¡tiemblo aún de éxtasis y de espanto...! Un día en que a Dios por Francia y por el Rey rogando Adornaba la iglesia de la aldea con un fresco ramaje -¿Me vais a creer...? Yo vi resplandecer el follaje Y avanzar en el aire a través del viejo muro A mi señor San Miguel envuelto en un manto azul oscuro. En su mano empuñaba una espada llameante Su ala blanca y grande, y toda de oro guarnecida Se desplegaba en arco, y sobre su bendita frente Reposaba el rayo de una felicidad infinita. Su vuelo todo luminoso que se me apareció sin velos Hacía nacer, al pasar, nubes de estrellas

208

Y brillaba ante mis embelesados ojos Como un zafiro caído de lo alto de los cielos. Los lirios que admiraba Salomón en su gloria Resplandecen menos que su tornasolado vestido; Los aires son menos leves que su flotante cabellera

Y su voz se parecía al soplo de la primavera Cuando pasa por la mañana bajo las ramas floridas De los tiernos almendros, florón de nuestras praderas... - Yo contemplaba largamente, muda de contento Al arcángel que Nuestro Señor mandaba Y cuando le vi volar al domicilio eterno Le dije llorando: -¡Tomadme bajo vuestras alas!...

CARLOS VII

¿Es esa la única visita que habéis recibido del Cielo? Porque yo no veo en eso vuestra misión de salvar el reino.

JUANA

Por Dios, gentil Príncipe, os aseguro que, después de esta primera visita, he recibido otras todos los días. Santa Catalina y Santa Margarita se me han aparecido y me han consolado, porque yo lloraba mucho cuando San Miguel me ordenaba que partiera a ponerme al frente del ejército.

EL DUQUE DE ALENCON

Vuestra voz, decís, os ha revelado que Dios quiere librar al pueblo de Francia de la desgracia en que ha caído. Si es así, Dios, que es Todopoderoso, no tiene necesidad de la ayuda de guerreros.

209

JUANA

Por Dios, los guerreros lucharán y Dios dará la victoria.

EL DUQUE DE ALENCON

Pero, ¿quién os da esta seguridad después de los rechazos que ya habéis sufrido?

JUANA

Cuando algo me atormenta, por ejemplo, cuando no se quiere creer lo que digo, me retiro aparte y rezo... Cuando he orado, oigo una voz que me dice: - «¡Hija de Dios!... ve, ve..., yo te ayudaré..., ve...»; y cuando me viene esta voz, ¡me siento tan consolada y alegre, que es asombroso!

Juana permanece con la mirada fija en el Cielo, como en éxtasis.

EL DUQUE DE ALENCON, al Delfín

Esta jovencita me remueve hasta el fondo del alma... Verdaderamente yo creo en su misión... ¡Con qué acento tan inspirado habla de sus voces! ¿No se diría que aún las está oyendo?... ¡Y qué profundidad en su mirada...! Apenas puedo sostenerla...

CARLOS VII

A mí no se me convence tan fácilmente; sigo dudando. Por lo demás, hay una cosa que nadie conoce... Y yo

210

tiemblo... (Después de una pausa). No, nunca esta duda desaparecerá de mi espíritu.

JUANA, a quien la voz del Rey ha hecho volver en sí

Gentil Delfín, si yo estuviera sola con vos, os diría el secreto que nadie conoce y haría desaparecer vuestras dudas.

CARLOS VII, muy emocionado

¿Qué? ¿Vos podríais...? Pero no, es imposible... Sin embargo, quiero que mis cortesanos se alejen un instante.

Hace un gesto con la mano, los cortesanos se retiran al fondo del salón, observando de lejos la conmovedora escena que se desarrolla ante su mirada.

EL DUQUE DE ALENCON, mientras se retira dice a los otros señores:

¡Qué espectáculo! ¡Un monarca temblando, con la amenaza de perder su corona, y una pastora que viene a ofrecerle con seguridad reafirmar esta corona sobre su cabeza y devolverle su poder!...

JUANA se acerca al Príncipe y le dice en voz baja:

Por Dios, gentil Príncipe, yo conozco la oración que habéis hecho esta mañana después de la comunión, en vuestro oratorio particular, teniendo solo a Dios por testigo. «Señor, decíais, si yo soy el verdadero heredero de la noble casa de Francia y si este reino debe

211

pertenecerme legítimamente, dignaos, os conjuro, conservármelo y defenderlo contra los ataques de los Ingleses; en caso contrario, os pido este gran favor: escapar de la muerte o del cautiverio y poder retirarme a Escocia o a España, donde espero encontrar un refugio». (El Rey parece muy emocionado, enjuga sus lágrimas. Juana, levantando la voz:) Y yo os digo de parte de Dios, que sois el verdadero heredero del reino de Francia e hijo de Rey. Yo he sido enviada para conduciros a Reims a fin de que recibáis allí la consagración y la corona.

EL REY, apretando la mano de Juana entre las suyas y hablando en voz baja

¡Oh, Juana! Verdaderamente vos sois la enviada del Cielo; a partir de hoy no tenéis más que hablar, que yo haré ejecutar vuestras órdenes. (Elevando la voz, dice a los cortesanos:) ¡Podéis acercaros...! (Los cortesanos se acercan en silencio y vuelven a sus sitios).

EL REY

Yo tengo ahora una gran confianza en esta joven, porque me ha dicho cosas secretas que solo Dios ha podido revelarle.

LA TREMOUILLE, conteniendo su disgusto

Señor, ¿qué hay que hacer para recompensarla? ¿Deseáis que sea colmada de honores...?

CARLOS VII

Deseo que sea obedecida... Juana, hablad, ¿qué queréis?

212

JUANA

Gentil Delfín, yo deseo...

REGNAULT, interrumpiéndola

¿Por qué llamáis al Rey Delfín y no Rey...?

JUANA

No lo llamaré Rey hasta que sea consagrado y coronado en Reims a donde tengo la misión de conducirlo. Antes que nada, hace falta que el ejército se mantenga preparado para que yo lo dirija cuanto antes hacia Orleans, porque el Inglés debe ser arrojado por mí fuera de Francia por completo.

EL DUQUE DE ALENCON

Juana, ¿deseáis armas, caballos...? Me comprometo a suministraros todo lo que os sea necesario.

JUANA

Gentil Duque, os estoy muy agradecida, y acepto un caballo blanco; en cuanto a las armas, la espada de Santa Catalina me basta; aunque tampoco pienso servirme de ella: con solo mi estandarte debo conseguir la victoria.

REGNAULT, con ironía

Y ¿por qué no vais sola a la batalla? Ya que estáis tan segura de la victoria, es inútil hacer reclutar todo el ejército, y la gloria que ello os reportará será mucho más grande...

213

JUANA

Yo no busco mi honor, sino el de Dios; por lo demás, que se me dé solamente un puñado de guerreros y tendré el mismo éxito que con un numeroso ejército, ¡pero es preciso no comenzar el ataque sin mí...!

CARLOS VII

Juana, quiero que todo el ejército os obedezca y os prometo que no comenzará el ataque hasta que lo ordenéis. Ahora retirémonos y tomad vuestras disposiciones; quiero que escojáis las personas que compondrán vuestra casa de campo. Os doy los derechos y el séquito de un conde, con todo el equipaje de un general del ejército.

JUANA, inclinándose delante del Rey

Gentil Delfín, Dios mismo os recompensará; pronto veréis vuestro reinado glorioso y vuestro reino libre de la tiranía extranjera.

Sale todo el mundo.

Escena 2

JUANA Y JUAN DE AULON, su escudero

JUAN DE AULON

Juana, la victoria me parece asegurada; en poco tiempo habéis sabido transformar el ejército. No hay quien no haya querido - hasta el viejo La Hire - confesarse y comulgar antes de la batalla.

j .

JUANA

Juan de Aulon, no soy yo quien ha hecho estas maravillas. Sólo Dios ha podido cambiar así los corazones de estos valientes guerreros; y mi venerable capellán, Fray Juan Pasquerel, ha trabajado mucho en su conversión. Ahora no temo nada; sólo tengo valientes a mis órdenes, puesto que el mismo Dios habita en ellos.

JUAN DE AULON

Sin embargo, necesitáis mucha paciencia, ya que si todos los grandes de la corte os temen y respetan, hay un gran número que están animados por una secreta envidia; ya habéis tenido pruebas muy dolorosas... ¡Les resulta tan duro obedecer a una jovencita...!

JUANA

Es verdad, el conde Dunois me ha engañado pasando con el ejército por la Sologne y no directamente, como yo le había mandado, cerca de donde están los Ingleses... Pero no temo, el consejo de mi Dios es más seguro que los de los grandes de la tierra. Él tiene un libro que ningún sabio puede leer, por muy perfecto que sea en su profesión; y la voluntad del Rey del Cielo se cumplirá, a pesar de la envidia de los hombres... Todos se verán obligados a reconocer que la victoria sólo pertenece al Dios de los ejércitos.

JUAN DE AULON

Noble Guerrera, ¿no vais a descansar esta noche, dado que el ataque no comenzará hasta mañana...?

215

JUANA

Sí, pero hemos de ir a descansar sin quitarnos la armadura, pues temo que el enemigo nos ataque por sorpresa. Sobre todo, no dejéis de avisarme a la primera señal de alarma.

JUANDEAULON

Podéis contar conmigo, aunque estoy convencido de que nada vendrá a perturbar nuestro sueño.

Se aleja, JUANA se pone de rodillas y hace esta

oración

Señor, Dios de los ejércitos, dignaos bendecir el descanso de vuestra sierva. No permitáis que vengan los Ingleses a sorprender a la villa de Orleans durante mi sueño. Continuad, Señor, las maravillas que habéis comenzado en favor de vuestro pueblo, y como en otro tiempo habéis destruido a los filisteos por mediación de vuestro servidor el pastorcito David que mató al gigante Goliat, así hoy haced resplandecer vuestro poder en la persona de vuestra servidora Juana, la tímida pastora que en vuestro nombre arrojará al Inglés del reino de Francia y destruirá el poder de Satanás, otro Goliat que quisiera aniquilar la fe de la hija primogénita de la Iglesia.

Juana se quita la espada y sentándose en tierra sin

despojarse de su armadura descansa apoyando

216

simplemente el brazo y la cabeza en su silla. - Después de algunos instantes de silencio, oye sus voces y se levanta rápidamente.

LAS VOCES (Melodía: «Viens avec moipour aimer le printemps»).

Juana, hija de Dios, deja el sueño Toma tu espada, tu pendón y tu lanza. ¡El Inglés ha comenzado ya el fuego! Se ha derramado, allá lejos, la sangre de Francia...

JUANA, con fuerza

¡JuanAulon! ¡JuanAulon...!

EL ESCUDERO llega al punto restregándose los ojos

¿Qué sucede? ¿Qué deseáis...?

JUANA, con viveza

¡ Ah! Mis voces me advierten que la sangre de Francia se está derramando, ¡y tú no me lo decías...! ¡Aprisa, mis armas, mi caballo...! (Agarra su espada).

JUANDEAULON

Voy a buscar vuestro caballo. (Se oye el galope de un

caballo).

217

JUANA

No, es inútil, sería demasiado tarde... Oigo el ruido de un caballero, voy a hacerle bajar y a montar en su lugar.

Sale. JUAN DE AULON quiere pararla diciéndole:

¡Juana, olvidáis vuestro estandarte...!

JUANA, que ya ha salido, le grita:

¡Pásamelo por la ventana...!

JUAN DE AULON sale.

La 3 o Escena es invisible

Al cabo de algunos instantes se oye un ruido de armas, disparos y la voz de JUANA que grita:

Duque de Alencon, cuando el extremo de mi estandarte toque la muralla, ¡decídmelo...! ¡al asalto...! Amigos, amigos, Nuestro Señor ha condenado a los Ingleses. ¡Ya son nuestros...!

EL DUQUE DE ALENCON

Juana, ¡ya está tocando el estandarte en la muralla...!

JUANA

¡Jesús, María! ¡Adelante, todo es vuestro! ¡Entrad! (Se oyen los clamores de los Ingleses, la voz de Juana los domina gritando:)

218

¡Victoria! ¡Victoria...! (Los FRANCESES repiten:) ¡Victoria! ¡Victoria...! ¡Viva Juana de Arco...! ¡Viva la libertadora de Orleáns...! - ¡Viva Cristo! ¡Viva Carlos VII! (corrige JUANA). (Todos los FRANCESES gritan mezclando sus voces:) ¡Viva Cristo...! ¡Viva Juana la Doncella, viva el Rey y el Reino de los Francos...!

Escena 4

EL REY, en Reims después de la Consagración.

El Rey se adelanta, magníficamente vestido, la corona real sobre su cabeza. Juana está a su derecha, llevando su estandarte que deja ondear, y revestida con su armadura. Enseguida vienen los Señores de la corte. El Rey sube a su trono. Juana se coloca a su lado.

EL REY

Juana, vos habéis sido el digno instrumento del que Dios ha querido servirse para salvar el reino de Francia; quiero reconocer vuestros servicios... Hablad. ¿Qué deseáis? Estoy dispuesto a cumplir todos vuestros deseos...

JUANA, arrojándose a los pies del Rey

Gentil Rey, acaba de cumplirse la voluntad divina que quería que yo hiciese levantar el sitio de Orleans y que os condujese a esta ciudad de Reims para que aquí fuerais consagrado y coronado, y demostrar así que vos sois el verdadero rey, a quien debe pertenecer el reino. Así, pues,

219

ahora que mi misión ya se ha cumplido, os suplico encarecidamente que me dejéis volver a Domremy, a vivir con los míos.

EL REY, muy emocionado

Jamás toleraré veros lejos de mi presencia, y tampoco el reino podría estar en adelante sin su libertadora. Tenemos que acabar con la expulsión de los Ingleses, y sólo vos sois capaz de intimidarlos.

EL DUQUE DE ALEN£ON

Sí, Juana, en verdad podemos repetiros palabras parecidas a las que, en otro tiempo, fueron dirigidas a Judit: «Vos sois la gloria de Orleans, la alegría de los Franceses, el honor de nuestro pueblo... Habéis actuado con ánimo varonil y vuestro corazón se ha fortalecido. Porque habéis amado la castidad, la mano del Señor os ha fortalecido y ¡seréis bendita eternamente...!»

LA TREMOUILLE, queriendo cambiar la conversación

Juana, ¿quién es ese anciano, vestido como sencillo campesino, que esta mañana, en la catedral de Reims, nos ha obligado a todos los señores de la corte a abrirle paso para llegar hasta vos? Me parece haberle visto estrecharos contra su corazón.

JUANA, con voz emocionada

¡Oh! este anciano ¡es mi padre...! Mi padre, que apesar de su edad, no ha titubeado en venir a contemplar el triunfo

220

de su hija... No ha podido hablarme... pero me ha bendecido, y he echado de ver en su mirada que venía para invitarme a volver con él a la apacible aldea que me ha visto nacer. Yo he comprendido que mi misión había terminado, y que ahora debía contentarme con rogar por mi Rey guardando los corderos, después de haber combatido por él mandando el ejército.

EL REY

No, Juana, esa no es la voluntad de Dios; yo quiero someterme a las órdenes del Señor, pero siento que vuestra misión no ha terminado aún. ¿No queréis darle a Dios hasta el último día de vuestra vida? Pues bien, yo os digo de su parte, yo, sobre cuya frente ha sido derramado el Santo Crisma esta mañana, yo os digo que debéis permanecer en la corte y no pensar más en volver a vuestra aldea. Os prometo que vuestros buenos padres serán colmados de honores, voy a darles títulos de nobleza, nada les faltará y ellos se gozarán en vos que les habéis merecido todos estos bienes.

JUANA, enjugándose los ojos

Gentil Rey, vuestra servidora debe inclinarse y obedecer... Yo os agradezco todas las dignidades que vuestra Alteza quiere dar a mis padres, pero me atrevo a deciros que todas las grandezas de la tierra no lograrán consolarles del alejamiento de su hija; sin embargo, os puedo asegurar que serán siempre sujetos adictos y sumisos a las órdenes de su Rey.

221

EL REY, dirigiéndose hacia La Trémouille

Que me traigan los pergaminos y el blasón que he hecho preparar.

La Trémouille hace una señal a Juan de Aulon, que sale y regresa trayendo los objetos designados, a más de lo que hace falta para escribir. Se inclina profundamente presentándoselo al Rey.

EL REY, tomando los pergaminos

Noble Doncella, estos títulos os servirán a vos y a vuestros padres. Por un privilegio especial, quiero que se comuniquen a vuestros descendientes, tanto por la línea de las mujeres como por la línea de los hombres.

(El Rey pone su firma y pasa enseguida su pluma a La Trémouille, que firma igualmente.)

Además, yo mismo he hecho componer este blasón que repetirá a los siglos venideros lo que os debe el reino. Puesto que vuestra espada ha salvado la corona, la he querido unir al blasón de la misma Francia y haceros la ofrenda de ello. Deseo que, de ahora en adelante, lo llevéis en los combates.

JUANA, recibiendo los presentes del Rey

Gentil Rey, mi gratitud para con vos no acabará nunca; os obedeceré guardando preciosamente este blasón. Sin embargo, permitidme que no abandone nunca mi estandarte y que pueda llevarlo siempre en el combate, pues es el único que me hace conseguir la victoria gracias a los preciosos nombres que he hecho grabar en él.

222

EL REY

Haced como os parezca, que yo quiero que seáis siempre obedecida... Ahora voy a retirarme a mis habitaciones; mañana daréis vuestras órdenes.

Escena 5

El Rey desciende de su trono, sale; todos los cortesanos le siguen, y también JUANA, pero ella regresa enseguida y, poniéndose de rodillas, canta la siguiente plegaria con la melodía de «Mignon sur la rive étrangére».

¡Dios mío! ¡Señor Todopoderoso! A vos todo honor y gloria. A mí, débil y tímida joven Me habéis dado la victoria...

Y vos, ¡oh Madre divina! María, radiante astro... Vos habéis sido mi luz Mirándome desde lo alto.

De vuestra limpia blancura ¡Dulce y fúlgido lucero! ¿Cuándo veré el esplendor? ¿Cuándo estaré bajo el velo Junto a vuestro corazón...? (bis).

Aspira a la dicha eterna Mi alma aquí en el exilio Sólo puede contentarla Ver a su Dios en el Cielo.

223

Mas antes de ver su faz Por Jesús quiero luchar... Ganarle incontables almas ¡Y amarle a El más y más...!

Pronto acabará mi vida Y ya sin nube y sin velo Yo veré a mi amor Jesús En la ribera del Cielo ¡ ¡¡Por siempre me abrazará!!! (bis).

Después de un largo rato de silencio, las VOCES se hacen oír.

(Melodía del «FU de la Vierge»).

Ya se fueron para ti los días de la victoria Y del honor

Tus enemigos quieren ocultar tu gloria En su furor

Muy pronto van a hacerte prisionera Una tétrica mazmorra

Sin la menor luz será todo tu hospedaje No obstante, por la noche,

Juana, mártir, vendremos hasta tu guarida Quienes te amamos

Y a fin de distraerte, al son de nuestra lira Oirás que te cantamos.

Pobre muchacha, no temas, recibirás consuelo En tu aflicción

Te lo prometemos, serás liberada ¡Por el Señor...!

Juana escucha sus voces de rodillas. Un sentimiento de terror pasa por su rostro al oír hablar de su cautividad.

224

Al final, oculta su cara con las manos. El Duque de Alengon, entrando poco después, la encuentra en este estado; Juana parece no apercibirse de su presencia.

Escena 6

EL DUQUE DE ALENCON, hablando consigo mismo

¿Qué está pasando...? ¿Le habrán anunciado sus voces alguna derrota...? No acostumbra a recibir así las visitas del Cielo... (Se acerca a Juana, y, tocándola, le dice:) Juana, ¿qué os sucede? ¿Es que no os habéis percatado de mi presencia?

JUANA, levantándose

No me pasa nada... Era que mis voces me estaban hablando...

EL DUQUE

¿Os han anunciado alguna noticia desagradable...? ¡Parecíais tan abatida cuando he entrado...!

JUANA

No, gentil Duque, la noticia no es desagradable, pues se trata de la voluntad de Dios. Solamente que el tiempo de mi gloria ha pasado y pronto seré apresada por los Ingleses.

EL DUQUE, con viveza

¿Quédecís, Juana...? ¡Es imposible...! ¿Acaso vuestro consejo no os ha asegurado la liberación completa del

225

reino que debe ser salvado por vos de la tiranía Inglesa...? ¿Os habéis equivocado, entonces...?

JUANA

No, mis voces no me han engañado y mi misión es Divina; sólo que es preciso que sufra durante algún tiempo, después del cual seré liberada con gran gloria y honor; mis voces me lo han prometido y siempre han mantenido su palabra.

EL DUQUE

¿Vais a continuar guerreando? ¿Tal vez convendría ocultaros por un tiempo...?

JUANA

No, es necesario que el Consejo de mi Señor se cumpla... Voy a dirigir las tropas hacia París porque importa mucho que esta ciudad pertenezca al Rey.

EL DUQUE

¿Es en París donde vais a ser apresada...?

JUANA

No lo sé; si yo conociera la ciudad donde van a hacerme prisionera, no iría, pero lo ignoro.

EL DUQUE

Si París no se rinde, ¿a dónde conduciréis el ejército?

226

JUANA

Espero que se rendirá. Pero, si no se rinde, conduciré el ejército hacia las murallas de Compiégne. Cuento con vos, duque de Alencon; puesto que me habéis sido siempre fiel, espero que me seguiréis acompañando en las nuevas campañas que voy a emprender. (Después de una pausa). A vos os lo confío, no temo más que una cosa: ¡la traición...!

EL DUQUE

¡Oh Juana! ¿Quién sería tan enemigo de la Patria para traicionaros...? A vos que sois la inocencia, la valentía personificada... Contad con mi adhesión, yo os haré fiel compañía, incluso con riesgo de mi vida, si fuere preciso...

JUANA

La Trémouille sabe cuan unidos estamos; por eso no me extrañaría verle hacer lo imposible para separarnos... En fin, nada va suceder que Dios no haya previsto desde toda la eternidad; este pensamiento me da muchos ánimos cuando pienso en el futuro.

EL DUQUE

Es tarde, debéis estar cansada, id a descansar. Mañana, como el Rey os ha dicho, daréis vuestras órdenes.

Salen

227

Segunda Parte

LA CAUTIVIDAD - EL MARTIRIO

Escena 1

La escena representa la prisión. Juana, cargada de cadenas, está sola, sentada sobre una piedra. Por tierra se ve un poco de paja, un cántaro y un pedazo de pan negro.

JUANA canta con la melodía de: «Pourquoi m'avoir livré l'autre jour, ó ma Mere».

Mis voces me lo han predicho, heme aquí ya prisionera ¡Oh Dios mío! Sólo de Vos espero el auxilio Solo por vos dejé a mi anciano Padre Mi cielo siempre azul y mis campos florecidos.

Por vuestro solo amor abandoné mi valle Y mostrando a los guerreros el estandarte de la cruz Señor, en vuestro nombre, capitaneé al ejército Los más grandes generales se atuvieron a mi voz. (bis)

Una oscura prisión, he aquí mi recompensa El premio de mis trabajos, de mis lágrimas y sangre No volveré a ver los lugares de mi infancia Mi dente pradera toda esmaltada de flores.

No veré ya más la montaña tan lejana Cuya nevada cima se confundía con las nubes Ni oiré más de la campana incierta El sonido melancólico que se perdía por el aire, (bis)

228

En vano, en mi prisión, busco la estrella Que brilla por la noche en el bello firmamento Y busco la enramada que al dormirme Guardando mi rebaño servíame de velo.

Aquí cuando dormito en medio de mis lágrimas Sueño con los perfumes y el rocío mañanero Sueño con mi vallecito y con el lindo bosque Pero pronto me despierta el ruido de mis hierros, (bis)

Escena 2

Aparece Santa Margarita; al verla, exclama JUANA:

¡Oh, Santa Margarita! ¡Cuánto habéis tardado...! Santa Catalina me había dicho que mi cautividad no duraría más que tres meses, y esos tres meses ya han pasado... ¡Al fin venís a librarme...! Romped mis cadenas y permitidme volver a mi querida aldea de Domremy.

SANTA MARGARITA Canta con la melodía de«Masque defer»

No, yo no puedo, Juana, romper aún tus cadenas Devolverte tus valles y tus campos de florecillas sembrados, Pero vengo del Cielo para suavizarte las penas, Vengo a enjugar tus ojos en lágrimas bañados

Se acerca a Juana, la acaricia y con su velo constelado de oro, le enjuga los ojos.

JUANA

¿No venís, pues, a sacarme de aquí...? ¿Habré de morir antes de haber visto el triunfo completo de Francia...?

229

Sin embargo, me habíais prometido que el reino de San Luis conservaría la Fe, me habíais asegurado también mi liberación, y ya veis, sigo encadenada... ¡Ya nada puedo hacer por la salvación de mi patria...!

SANTA MARGARITA, canta con la misma melodía de antes

Sí, te lo prometí, la victoria es indudable El reino de los Francos conservará la Fe... Juana, en tu prisión, bajo el peso de cadenas Tú sufres por tu Dios y salvas a tu Rey. (bis)

JUANA

¡Qué misteriosas son vuestras palabras! No puedo penetrar en su sentido... Santa Catalina me dirigió palabras parecidas después de mi falta, cuando habiéndome lanzado desde lo alto de las torres en Beaurevoir, quería ir en ayuda de los buenos habitantes de Compiégne... El obispo de Beauvais, en sus interrogatorios, me ha hecho muchos reproches por esta desobediencia a mis voces, pero yo ya me lo he confesado y Santa Catalina me ha dicho que Dios me había perdonado. Incluso me había prometido volver, pero, desde que estoy aquí, no la he vuelto a ver; sin embargo, no me acuerdo de haberla desobedecido... ¡Oh! os lo ruego, pedidle que venga a librarme...

SANTA MARGARITA (Melodía: «Dieu de paix et d'amour»)

La Mártir vendrá, y te pondrá en la mano La palma y cantará tu victoria Mostrándote el camino luminoso Que lleva a la eterna gloria, (bis)

230

Escena 3

Santa Margarita desaparece. Jean Massieu entra; tiene rollos de pergamino;

viéndolo, JUANA se levanta y dice casi en voz baja:

¡Ah! He aquí a Juan Massieu.

JUAN MASSIEU

Juana, ¿qué hacíais cuando he entrado?

JUANA

Escuchaba la voz de Santa Margarita.

JUAN MASSIEU ¿Cómo os llaman vuestras voces? ¿No es cierto que

os llaman «hija de Dios, hija de corazón grande, hija de la Iglesia»...?

JUANA

Sí, todos los días, cuando me hablan, me llaman hija de Dios, hija de la Iglesia.

JUAN MASSIEU

Puesto que sois hija de la Iglesia, ¿por qué rehusáis decir el Pater Noster...?

JUANA

Con gusto lo diré, y si el otro día rehusé decirlo, fue para que Monseñor de Beauvais me oyera en confesión.

231

JUAN MASSIEU

Entonces, ¿por qué, después de la consagración del Rey, os gustaba tanto ser madrina, y por qué os dejabais besar vuestros vestidos y vuestras manos por todo el pueblo...? Incluso habéis dejado decir que, por vuestra virtud, le habría sido devuelta la vida a un niño muerto.

JUANA

Yo no dejaba besar mis vestidos y mis manos más que lo inevitable, pero es verdad que me encantaba ser madrina y ponerles a los hijos Carlos y a las hijas Juana. En cuanto a la resurrección del niño, nunca supe que se me atribuyera; y estoy convencida de que es Dios solo quien ha hecho este gran milagro.

JUAN MASSIEU

¿No reconocéis que Dios ha hecho frecuentemente prodigios en vuestro favor...? Juan Aulon, vuestro escudero, ha referido que en Saint-Pierre-le-Moutier habíais dicho tener en vuestra compañía cincuenta mil de vuestros soldados, cuando en realidad sólo teníais cuatro o cinco... La victoria que conseguisteis aquel día me parece que fue maravillosa.

JUANA

Es verdad que Dios me ha escogido con mucha frecuencia como instrumento de sus maravillas, pero El obraba estos prodigios con el fin de salvar a Francia... En cuanto a mí, El ha querido que sufra mucho. ¿Cuántas lágrimas no he derramado viendo las contradicciones que encontraba ante los grandes de la corte...? Y era preciso

232

también que mi sangre se mezclara con mis lágrimas... En el asalto de las Tournelles, una flecha me alcanzó; caí, y si no hubiera sido socorrida por mis Santas, habría sido hecha prisionera desde ese momento, puesto que los Ingleses me rodeaban ya por todas partes. Pero aún no había llegado la hora señalada por Dios... No sabía entonces las pruebas que me esperaban... En mis cartas a los Ingleses, les hablaba siempre de paz, y soñaba con una cruzada, si ellos hubieran querido aliarse con nosotros. Por toda respuesta no he recibido más que amenazas e injurias; por eso les he tratado como se merecían... Ahora estoy en su poder, pero espero la liberación que mis voces me han prometido; tengo en mi favor el testimonio de una conciencia pura, y soy una buena cristiana sumisa a la Iglesia, a pesar de lo que dicen mis enemigos.

JUAN MASSIEU

El obispo de Beauvais es el representante de la Iglesia, le habíais prometido no seguir llevando vuestras ropas de hombre, ¿por qué os las habéis vuelto a poner...?

JUANA

Yo estaba dispuestísima a cumplir mi promesa, pero ayer el carcelero me quitó mis vestidos de mujer, y no ha querido en modo alguno dármelos a pesar de mis ruegos y mis lágrimas... Me he visto obligada a usar uniforme de soldado. No creo, pues, haber faltado a mi juramento; por lo demás, el obispo de Beauvais tampoco ha sido fiel al suyo. ¿No me había prometido que, en adelante, sería custodiada por gentes de Iglesia y no más por los Ingleses...? Fue esta sola promesa la que me hizo decir

233

que no usaría más ropas de hombre. Y es que estoy más que convencida de que en la prisión en que me encuentro, no debo llevar otras; me lo han dicho mis voces, y todas las personas que creen en mi misión aprueban mi conducta al respecto...

JUAN MASSIEU

¿Se equivocan los que creen que venís de parte de Dios?

JUANA

No, no se equivocan, y yo he ofendido a Dios diciendo, delante de todo el pueblo, que mis voces no vienen del Cielo. El falso predicador que me exhortaba en nombre de la Iglesia es más culpable que yo. Sin embargo, para reparar mi falta, estoy dispuesta a confesar públicamente que mi misión es de Dios... Incluso, aunque estuviera allí la hoguera y yo sintiera la llama, jamás diría lo contrario.

JUAN MASSIEU, con voz emocionada

¡Ay! Quizá muy pronto dudaréis de la realidad de vuestra misión... ¡Si supierais la noticia que os traigo...!

JUANA

¿Habrá sufrido alguna derrota el ejército del Rey...? Aunque así fuera, no dudaría, pues se me ha asegurado que los Ingleses serán arrojados de Francia antes de que pasen siete años...

234

JUAN MASSIEU

No se trata del ejército francés, sino de vos. ¡Oh, Juana! ¡Cuánto me cuesta daros esta terrible noticia...! ¡Yo, que siempre os he sido tan fiel...! Sin embargo, tengo que hacerlo, pues me va en ello la vida... Por lo demás, si yo os oculto la verdad, otro os la dirá. (Después de una pausa, Juan Massieu, visiblemente emocionado cada vez más, dice desplegando el rollo de pergamino:) Juana, vuestra sentencia ya ha sido pronunciada: se os ha condenado a ser quemada públicamente hoy mismo.

JUANA

¡¡¡Ser quemada!!! ¡Oh, Dios mío! ¿Será posible...? ¡Preferiría ser decapitada siete veces...! Pero, ¿qué crimen he cometido...?

JUAN MASSIEU, leyendo en el pergamino

Se os acusa de ser Hereje, Relapsa, Apóstata, Idólatra, Bruja.

JUANA

¡ Ay! Si me hubieran llevado a Roma, como tantas veces lo he pedido, el Santo Padre habría reconocido mi inocencia... ¡Oh!, apelo a Dios, el gran juez del universo, pues es injusta la muerte que mis enemigos me quieren dar... (Se oculta el rostro entre las manos para llorar).

JUAN MASSIEU

¿Habéis perdido el ánimo, Juana? ¿Ya no creéis que vais a ser salvada...?

235

JUANA, levantando la cabeza con noble dignidad

Creo firmemente, como me lo han dicho mis voces, que seré salvada; lo creo tan firmemente como si ya lo estuviera...

JUAN MASSIEU

Voy a dejaros sola para que podáis prepararos más libremente a comparecer delante de Dios... (Se levanta; en el momento de franquear el umbral de la puerta, se vuelve y dice con la voz. entrecortada por la emoción:) Juana, cuando estéis en el Cielo, ¡rogad por mí!

Escena 4

JUANA, sola

¿Será verdad que voy a ser quemada...? ¡Oh, no! Yo espero aún mi liberación... ¡Mis voces me lo han prometido! San Miguel, en vos pongo mi confianza. ¡Oh! Venid a romper mis cadenas...

Escena 5

Aparece el ARCÁNGEL GABRIEL canta con la melodía de: «Adieux du martyr»

No soy el glorioso arcángel Que vino antaño y te armó para el combate Mas dejé la célica falange Por venir a consolarte

236

Yo, Gabriel, volé a esta tierra Para recoger del Salvador las lágrimas. Estuve allí prodigándote ansuelos Y testigo fui de su tristeza amarga (bis) Yo sostenía al Señor Todopoderoso En el huerto, en la agonía. ¡ ¡ ¡ Vi cómo corría su adorable sangre...!!! ¡Y vi lágrimas sobre su Faz bendita...! Yo le alejé las imagen de los pecadores Y sus elegidos al Dios le he mostrado... Tú le sonreiste en la lejanía de los tiempos ¡Tu nombre, Juana, a Jesús ha consolado...! (bis)

JUANA

¡Oh, ángel bello! ¡Qué dulce es vuestra voz! Siento renacer la esperanza en mi corazón cuando me habláis de los sufrimientos de Jesús... ¡Ay! Casi me he rebelado pensando en la traición de la que he sido objeto, porque no ignoro que he sido vendida a los Ingleses... y ahora todos los Franceses me abandonan... ¡Y hasta a mi mismo Rey parece no preocuparle mi muerte...!

EL ARCÁNGEL GABRIEL Canta de nuevo con la melodía de «Adieux du martyr» hasta el fin:

Jesús veía a su apóstol Venderlo a sus enemigos Y veíase abandonado En este instante supremo De sus mejores amigos...

237

Como tu Dios, no tienes quien te defienda Ninguno de los tuyos, ni el mismo Rey tan siquiera Pero los Cielos hasta ti quieren bajar Y está, Juana, de ti muy cerca.

JUANA

¡Jesús está cerca de mí...! ¿Por qué ha permitido entonces que los sacerdotes me condenen...? Si hubiera sido juzgada por los Ingleses, no me afectaría tanto mi sentencia... ¡Pero es un obispo de mi patria el que me declara digna de muerte...!

ELARCÁNGEL

Fue condenado por su amado pueblo

El Verbo Dios, el Creador del mundo

Y no le dio más que desprecio..., ¡y Cruz...!

Este universo que su amor inunda.

Caifas, el gran Sacerdote, en el Lugar Santo, La muerte del Redentor ha decidido

Y esto fue el más grande dolor Para el Maestro Divino, (bis)

JUANA

¡Oh! Qué consolada estoy al ver que mi agonía se parece a la de mi Salvador... Sin embargo, no siento su Divina presencia, ¡y la muerte aún me da miedo...!

238

EL ARCÁNGEL

El Redentor, cuando estaba en el Calvario Del Eterno se vio desamparado

Y gritó en su gran congoja: "Dios mío, ¿ por qué me has abandonado"...?

Tú no tienes la presencia de Jesús Y te están ocultos sus encantos peregrinos

Juana, tu corazón teme el sufrir Y ves la muerte ¡con apenas veinte abriles...!

Hija de Dios, en tu pretéterita vida Te asemejste a Jesús, tu esposo El contempla ahora tu agonía

Y no olvida tus sollozos. Virgen de gran corazón, Jesús ve tu angustia

Y te sostiene con su brazo omnipotente... Para ti, muy pronto, a esta vida pasajera

¡ ¡¡Va a suceder un perennal presente!!! (bis)

Escena 6

El Arcángel desaparece. Juana, sola, permanece con la cabeza apoyada en las manos; su actitud traduce un profundo dolor transido de resignación. Al cabo de unos instantes entra Juan Massieu.

JUAN MASSIEU

¡Pobre Juana! Todo está ya dispuesto. Dentro de media hora saldréis de aquí para ir a la muerte o, más bien, al término de vuestros males... Pero, ¿tal vez tendréis algún

239

último deseo? Hablad sin temor. Prometo hacer lo imposible para complaceros...

JUANA

¡Oh! sí, tengo un deseo, y si pudierais obtenerme la gracia que anhelo, os estaría eternamente agradecida. Quisiera, antes de morir, recibir la Sagrada Comunión por última vez... Solo Jesús, oculto bajo los velos de la blanca hostia, podrá darme la fuerza para aceptar la muerte... Creo que cuando sienta su Divino Corazón batir cerca del mío, el fuego de su amor me hará soportar con valentía el ardor de la hoguera...

JUAN MASSIEU

Aunque temo una negativa, voy inmediatamente a pedir esta gracia a Monseñor de Beauvais. Habiéndoos declarado excomulgada, creo que no podrá permitiros la comunión No obstante, rogad... ¡ Dios puede concederos este milagro...!

JUANA

¡Oh! ¡Gracias...! ¡El Señor os pagará el consuelo que me dais...!

Escena 7

Juan Massieu sale; después de su salida, Juana se pone de rodillas.

240

JUANA

¡Oh, Dios mío! Comprendo ahora la liberación que mis voces me anunciaban... No era la que yo soñaba... ¡Era la muerte...! ¡La muerte a los veinte años...! ¡Oh! ¡Qué poca cosa es la gloria humana! ¡Ha pasado por mí como el humo que se desvanece en un instante...! ¡Bajo brillantes laureles, mis enemigos han cavado mi tumba...! ¡Voy a morir...! Dentro de una hora solo quedará de mí un puñado de cenizas... Pero, no, me equivoco. ¡Oh Dios mío!, mi alma va a lanzarse hacia Vos, voy a vivir para no morir jamás... Un día mi cuerpo saldrá del polvo y vendrá a reunirse con mi alma. ¡ Os verá y os poseerá a Vos mismo, Señor...! ¿Por qué entonces sigo triste? ¿Por qué me da miedo la hoguera...?

Escena 8

Aparece Santa Catalina, vestida con un vestido blanco, coronada de rosas y teniendo la palma del martirio; viene a sentarse junto a Juana que, al verla, sonríe. SANTA CATALINA, tomando las manos encadenadas

de Juana y apretándolas contra su corazón.

Vengo a ti, ¡oh, mi querida Hermana!, vengo a consolarte y a mostrarte la gloria que el Señor destina a sus elegidos. Escucha las palabras de la eterna Sabiduría y comprenderás por qué el Dios de amor ha querido que tu paso por este mundo sea rápido como el vuelo de la paloma... Escucha... y que tu corazón salte de alegría...

«Las almas de los justos están en la mano de Dios y el

241

tormento de la muerte no los tocará; los insensatos creen que los justos han muerto, y les parece su muerte el colmo de la desgracia... Sin embargo, ¡los justos están en la paz...! aunque a los ojos de los hombres parecían castigados, abrigaban la esperanza de no tener que morir... Después de recibir pequeños castigos, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de El... los probó como al oro en el crisol, y los aceptó como un sacrificio ofrecido en el altar... Los justos brillarán, resplandecerán como chispas que prenden entre el rastrojo..., juzgarán a las naciones y gobernarán a los pueblos, y su Señor reinará eternamente».

JUANA

¡Oh! ¡Cómo derraman la paz en mi alma las palabras de la Sabiduría eterna...! ¿Es verdad que tendré la dicha de ver a Dios y compartir las delicias de los Santos...? Pero estoy sólo en la primavera de mi vida; ¿qué recompensa puedo esperar, tras un paso tan corto por esta tierra...?

SANTA CATALINA

Juana, escucha de nuevo las palabras de la Sabiduría increada; te va a instruir acerca de lo que deseas saber:

«El justo, aunque muera antes de tiempo, tendrá descanso, pues la vejez venerable no es la que dura mucho tiempo, ni se mide por el número de años; la prudencia vale tanto como las canas, y una vida intachable es una ancianidad feliz... Como el justo era agradable a Dios, era amado, y el Señor lo ha sacado de entre los pecadores

242

con quienes vivía y se lo ha llevado por miedo a que su espíritu fuera corrompido por la malicia del mundo y que las apariencias engañosas sedujeran su alma... El justo consiguió en poco tiempo la perfección que se logra en muchos años, porque su alma era agradable a Dios; por eso El se ha apresurado a sacarlo de en medio de la iniquidad... Los pueblos ven esta conducta sin comprenderla, y no se imaginan que la gracia y la misericordia de Dios son para sus Santos y que sus miradas favorables las dirige a sus elegidos... pero la juventud que ha llegado tan pronto a su término es la condena de la larga vida de los pecadores; éstos verán la muerte del sabio y no comprenderán lo que Dios quería de él ni por qué el Señor lo puso en un lugar seguro...».

JUANA

No lo comprenderán en la tierra, pero en el último día, ¡qué grande será su dolor viendo a los justos glorificados...! ¡Ay! ¿Qué dirán los que ahora me persiguen cuando vean cumplidas en mí estas magníficas promesas...?

SANTA CATALINA, prosiguiendo con las palabras de la Sabiduría

«En el último día, los justos estarán de pie, sin miedo, frente a los que los hicieron sufrir. Al verlo, los malos se estremecerán de espanto y sorpresa, y dirán entre sí: «Estos son aquellos de quienes en otro tiempo nos reímos y a quienes convertimos en blanco de nuestras burlas. ¡Qué insensatos fuimos! Pensamos que su vida era una

243

locura y su muerte una deshonra; sin embargo, helos tenidos ahora por hijos de Dios y cómo comparten la herencia de los Santos... ¿De qué nos ha servido nuestro orgullo...? ¿De qué nos valió el presumir de ricos...? Todo eso pasó como la sombra, como un barco que cruza las olas del mar sin que queden huellas de su travesía... Lo mismo nosotros: a poco de nacer ya dejamos de existir; no hemos dejado ninguna huella de virtud...».

He aquí lo que dirán los malvados, porque su esperanza se desvanece como humo llevado por el viento y pasa como el recuerdo de un viajero que sólo se hospedó una noche... Pero los justos vivirán eternamente, su recompensa está en las manos del Señor. Por lo tanto, recibirán de su mano un reino admirable y una diadema gloriosa; los cubrirá con su mano derecha ¡y los defenderá con su Santo brazo...!».

JUANA, con expresión de indecible felicidad

¡ Oh!, ¡ qué feliz soy...! Ahora y a no me asusta la muerte, la deseo como la aurora de mi eterna felicidad. ¡Santa Mártir, esta noche yo seré vuestra hermana, y podré seguir con vos al Cordero Divino y cantar el cántico que sólo las vírgenes pueden cantar...!

SANTA CATALINA, levantándose

Hasta pronto, mi querida Hermana, dentro de unos instantes vas a dejar este lugar de destierro. Como la paloma salida del arca, que no encuentra dónde descansar en la tierra, vas a volar hacia el arca Santa ¡y las puertas del Cielo van a abrirse para dejarte entrar...!

244

JUANA

¡ Oh Dulce Virgen! No olvidéis vuestra promesa, venid a mí, sostened mi ánimo durante el martirio que voy a sufrir.

SANTA CATALINA

Sí, voy a acompañarte ¡y a cantar la belleza del cielo que va a abrirse ante tus ojos...! Voy a cantar a la palma y a las coronas inmortales que los ángeles del Cielo se aprestan a darte. (Besa a Juana en la frente y desaparece).

Escena 9

JUANA, sola, canta esta copla con la melodía de «Pourquoi m 'avoir livré», etc.

Señor, por vuestro amor aceptaré el martirio Ya no temo ni el fuego ni la muerte Hacia vos, ¡ Jesús! mi alma vuela ¡Dios mío!, es mi único deseo poder verte.

Dulce Salvador, con mi cruz quiero seguiros Por vuestro amor morir quiero, y nada más. Deseo morir para a mi Jesús unirme Y así una vida nueva empezar.

Escena 10

JUAN MASSIEU entra

Juana, ¡he aquí la hora del sacrificio...! Pero, antes de dejar la prisión, vais a tener el consuelo de recibir la

245

Sagrada Eucaristía; el obispo de Beauvais me ha dicho que no os rehuse nada.

JUANA

Os estoy muy agradecida por este inapreciable favor; con Jesús en mi corazón voy a la muerte sin temor. {Levantando los ojos al Cielo). ¡Oh Dios mío! Así, pues, voy a recibiros en mi prisión, oculto bajo la apariencia de un poco de pan, y mi acción de gracias va a concluir en el Cielo ¡donde voy a contemplaros en un Cara a cara eterno!.

JUAN MASSIEU

No es en este calabozo donde vais a recibir la Sagrada Comunión, sino en la prisión contigua. Antes de partir, ¿deseáis poneros el vestido blanco que habéis pedido para ir a la muerte...? {Despliega un vestido que tenía enrollado bajo el brazo).

JUANA

Sí, me gustaría mucho; me parece que así tendré un mayor parecido con mi amadísimo Salvador, que también se vio revestir de un vestido blanco en el palacio de Herodes... No deseo ir al martirio en plan de guerrero, puesto que la paz la tengo asegurada por toda la eternidad; quiero adornarme con el vestido de una Virgen que va al encuentro de su esposo...

Juan Massieu le quita las cadenas para que pueda ponerse el vestido; entonces se oyen a lo lejos voces que cantan las letanías de la Santísima Virgen.

246

JUAN MASSIEU

¿Oís las voces de los fieles que acompañan al Santísimo Sacramento...? La procesión bordea ya los muros de la prisión, pero aún tenemos tiempo, las escaleras que conducen aquí son numerosas...

Se oyen claramente estas invocaciones: «Regina martyrum, ora pro ea - Regina virginum», etc; luego, las voces parecen extinguirse en los sombríos recovecos de la prisión. Después que Juana se ha puesto la vestidura blanca, Juan Massieu la encadena de nuevo y salen.

Escena 11

LAS VOCES cantan

Volad al martirio...¡ Volad...! Aquí está la libertad Volad, volad, Juana de Francia Volad al martirio... ¡Volad...! Es vuestro esposo, es vuestro rey, Es vuestro Dios por quien peleáis.

No se ven los jueces; Juana está sola en la hoguera con el sacerdote que la acompaña; la parte baja del escenario está disimulada con biombos en donde están preparadas luces de infiernillos para hacer el efecto de una iluminación.

Se oye la voz del OBISPO DE BEAUVAIS

Juana, conocéis los abundantes motivos de vuestra condena: sois Hereje, Relapsa, Apóstata, Idólatra; por

247

medio de vuestras brujerías habéis hecho coronar a un rey hereje agitando sobre su cabeza, durante la consagración, vuestro estandarte encantado... Ahora podéis iros en paz, la Iglesia a la que habéis rehusado someteros, no puede seguir defendiéndoos... Todo sarmiento seco debe ser separado de la vid y arrojado al fuego.

JUANA

Obispo, ¡yo muero por vuestra culpa...! No soy una hereje, soy hija de la Iglesia, y el rey por el que he combatido es un rey muy cristiano... En cuanto a lo de mi estandarte, ¿no era justo que, habiendo estado en los sufrimientos, estuviera también en la gloria...? ¡Oh!, si hubiera sido llevada a Roma, el Santo Padre habría reconocido sin duda que soy inocente; pero me siento dichosa de morir por mi patria y ruego a Dios que no castigue a mis enemigos. Pido perdón a todas las personas que he ofendido sin saberlo y perdono yo misma a todas aquellas que han causado mi muerte... ¡Santísima Trinidad, tened piedad de mí...! San Miguel, San Gabriel... Santa Catalina y Santa Margarita, rogad por mí.

EL OBISPO DE BEAUVAIS, encolerizado

¿Ya habéis terminado...? ¡Que enciendan la hoguera...!

JUANA

¡Oh! os lo suplico, no permitáis que muera sin besar por última vez la cruz de mi Redentor. (Fray Martín le presenta una crucecita de madera, que ella aprieta contra su corazón; pero agrega:) Quisiera tener delante de mí una cruz de Iglesia.

248

FRAY MARTIN

Voy a buscar una. (Al poco, vuelve trayendo una cruz).

JUANA

¡Oh, gracias! Mantenedla bien alta, hasta que muera. Ahora ya puedo volar al Cielo...; sí, ciertamente, voy a estar allí antes de esta noche.

FRAY MARTIN dice la poesía siguiente; fue compuesta por d'Avrigny.

¡Para quién serían los Cielos, si para ti no fueran...! Privado tu príncipe del legítimo cetro que ostentaba Al Dios que hace los reyes, te ofreciste como víctima Y El te llama hoy porque ya fuiste aceptada. El reclama la ofrenda: ella es digna de El... Tu frente ya brilla con los rayos del martirio Desaparece la hoguera y se transforma en altar Ángel liberador, emprende hacia el Cielo tu camino.

Se enciende el fuego; viéndolo subir, JUANA exclama:

¡Ah!, el fuego... Fray Martín, ¡bajad aprisa...!

Baja; entonces no se ve más que la parte alta de la Cruz; Juana tiene sus ojos fijos en ella.

Se oyen LAS VOCES que cantan con la melodía de : «Au sein de l'heureuse Patrie», etc.

Nosotros descendemos de la eterna orilla Para llevarte al Cielo y sonreirte. Mira en nuestras manos la inmortal corona Que brillará sobre tu gloriosa frente...

249

Estribillo

¡Oh, ven! ¡Ven a nuestro azulado hermoso Cielo...! Ven con nosotros, Virgen tan querida.

Cambia el destierro por la Patria Ven a gozar de la vida

¡Hija de Dios...!

JUANA mira al Cielo y dice:

Estoy oyendo mis voces, que me invitan a volar al Cielo... No, mis voces no me han engañado nunca, ¡y mi misión era de Dios...! (El fuego y el humo la rodean cada vez más; entonces exclama:) ¡Oh! el fuego sube... ¡Me quemo...! ¡Agua, agua bendita...! ¡ ¡ ¡Jesús, socorredme...!!!

LAS VOCES

De esta hoguera ardiendo está la llama Pero el amor de tu Dios está más encendido Muy pronto para ti este ígneo tormento Será cambiado en inmortal rocío.

Estribillo

Por fin, ya la libertad te alcanza. Mira, ángel liberador Cómo se mueve la palma Y Jesús hacia ti avanza Hija de gran corazón.

250

Virgen y mártir, un rato de sufrimiento Va a conducirte a tu reposo eterno Hija de Dios, tu muerte salva a Francia Y a sus hijos les abres el Cielo.

JUANA canta este estribillo

¡Ya entro en la eterna vida!... Veo... a los ángeles, a los elegidos... Muero por salvar a mi patria.

¡Venid... Virgen María!... ¡Jesús!... ¡¡¡Jesús!!!

Juana inclina la cabeza y parece desplomarse sobre la hoguera. Entonces se despoja de su vestido blanco y se pone otro vestido todo constelado de oro. Durante este tiempo se dejar oír la voz de NUESTRO SEÑOR. - Melodía de Mignon «Votre Ciel est d'azur, votre terre estfleurie. Et vous les contemplez d'un regardplein d'amour».

Oh, mi Hermana Amadísima, tu dulce voz me llama Y yo rompo el lazo que a este sitio te encadena Ven, el invierno ya ha pasado... Ven a reinar en el Cielo ¡Oh! vuela hasta mí, hermosísima paloma.

Tu ángel te llama, Juana, Y yo, que juzgo tu alma, Proclamo que en ti vi siempre Arder del amor la llama.

¡Oh! ven, ven, serás coronada Quiero enjugarte tus lágrimas Y quiero darte mi abrazo Ven, mi esposa muy amada.

251

Se canta de nuevo la copla precedente: Juana, tu ángel, etc.

Con tus compañeras Ven por estos cerros Y por las campiñas Ve tras el Cordero. En el valle canta Oh, mi muy amada Del himno sagrado La nueva tonada.

De todos los Angeles Las blancas falanges Cerca del Eterno Cantan tus loores.

Tímida pastora Guerrera sin miedo Va a ser inmortal Tu nombre en el suelo. Tímida pastora Valiente guerrera ¡Yo te doy el Cielo...! (bis)

Tercera Parte

LOS TRIUNFOS EN EL CIELO

Escena 1

Se retiran los biombos, y se ve un magnífico trono. Santa Catalina y Santa Margarita sostienen a Juana, y

252

San Miguel está también junto a ella. Cantan con la melodía de: «Oui,je le crois, elle est immaculée».

SANTA MARGARITA, coronando a Juana con rosas.

Es para ti (bis) la inmortal corona (bis)

SANTA CATALINA, poniéndole la palma en la mano. Mártir del Señor, esta palma es para ti.

SAN MIGUEL, haciéndola sentar en el trono.

Y el Dios de los ejércitos te ha preparado este trono. Es para ti (bis)

LOS SANTOS, juntos

¡Oh!, escapada para siempre de la red del cazador Quédate, Juana, en los cielos, Paloma pura, Hallarás aquí el espacio, con los campos en flor Y encontrarás el riachuelo que murmura.

Estribillo

Alza tu vuelo (bis), despliega tus blancas alas (bis) Volar podrás en cada estrella de oro...

Y visitar las bóvedas eternas Alza tu vuelo (bis)

El brillante Serafín te llamará su hermana Juana, ya sin enemigos ni prisión oscura Esposa de Jesús, ¡en su Corazón reposo eterno

Tu Muy-Amado te asegura!...

253

JUANA canta este estribillo con los SANTOS

El es para mí (LOS SANTOS)... para ti

¡Oh!, qué felicidad tan grande (bis)

Todo el cielo es para mí (LOS SANTOS)... para ti

¡Los ángeles y los Santos!... ¡María!... Mi mismo Dios (LOS SANTOS) Tu

Son para mí (LOS SANTOS).. Para ti

LOS SANTOS, solos

Los siglos han pasado en la lejana tierra Desde el feliz momento en que volaste al Cielo Mil años son como un día en la Celestial Llanura

Pero este día debe ser eterno.

JUANA Y LOS SANTOS

¡Día eterno! (bis) sin sombras y sin nubes

Nada me arrebatará tu resplandor inmortal

(LOS SANTOS) te su Del mundo ha pasado la imagen fugaz.

Para mí el Cielo (LOS SANTOS) Para ti

254

En la lejanía se oye la voz de FRANCIA que canta.

¡Acuérdate, Juana, de tu Patria!... ¡Acuérdate de aquellos tus valles en flor!... Acuérdate de tu riente pradera ¡ ¡ ¡Que tú dejaste para aliviar mi aflicción!!! ¡Oh, Juana! acuérdate de que a Francia tú salvaste Y cual ángel del cielo mi sufrimiento curaste

Escucha en la noche A Francia que gime ¡Acuérdate! (bis)

Acuérdate de Reims y de Orleans Recuerda, Juana, asimismo, tus victorias En nombre de Dios, al reino de los Francos ¡Acuérdate de que cubriste de gloria!... Ahora, lejos de ti, yo suspiro y sufro ¡Dígnate salvarme una vez más, ¡oh, dulce mártir! ¡Oh! ¡Ven a romper mis cadenas!... Y de que sufrí muchas penas ¡Acuérdate...! (bis)

JUANA cantacon la melodía de : «C'était dans un bois solitaire»

Si tu nombre debe ser glorioso Y quieres hallar nueva vida Hay que elevarte hasta el Cielo ¡Oh, Francia...! ¡Bella Patria mía...!

El Dios de los Francos ha decidido Salvarte de nuevo por su clemencia Pero él solo quiere hacerlo esta vez Por medio de mí, Juana de Francia.

255

Ven a mí (bis) Patria tan bella Yo oro por ti Mi voz te llama Vuélvete a mí. (bis)

Escena 2

FRANCIA se adelanta lentamente, está cargada de cadenas y tiene su corona en las manos

La frente velada, los ojos en lágrimas bañados Yo vengo a ti, cargada de cadenas Mis hijos me abrevan de dolores Y ya no soy contada entre las reinas.

¡Han olvidado a Dios!... ¡Abandonan a su madre!... ¡Oh, Juana! ¡Apiádate de mi tristeza amarga

Ven a consolar mi alma Ángel liberador

¡En ti he puesto mi esperanza...! (bis)

Mira en mis manos mi corona regia Sobre tu frente la deseo colocar Juana, eres tú mi dulce Soberana ¡Hija de Dios, ven sobre los Francos a reinar! ¡Oh! Ven a romper los grilletes De laFrancia encadenada ¡Que siga siendo de la Iglesia La hija primogénita y amada...!

Juana, escucha mi voz Y por segunda vez ¡Baja hacia mí! (bis)

256

LAS VOCES cantan con la melodía de: «Volez au Martyre»

Volad en socorro de Francia Hija de Dios, Hija de gran corazón En vos sola tiene su esperanza Volad, ángel libertador Hija de Dios, hija de gran corazón Volad en nombre del Dios Vencedor.

Juana baja de su trono, se adelanta hacia Francia, rompe sus cadenas, le coloca la corona real sobre su cabeza y la estrecha contra su corazón.

JUANA

¡Oh, mi Francia querida! ¡Obedezco con alegría a mis voces que me invitan a volar una vez más en tu ayuda...! De hoy en adelante ya no estarás cargada de cadenas, puesto que tu corazón se ha vuelto hacia el Cielo... Si me hubieras invocado mucho antes, desde hace tiempo habría venido hacia ti.

Francia, teniendo las manos desencadenadas, quiere poner su diadema sobre la frente de Juana, pero ésta, tomando la corona, le dice:

No, yo no quiero ceñir mi frente con la diadema de Francia...; déjame colocarla sobre la tuya, ya que a partir de hoy ¡serás digna de llevarla...!

La corona de las vírgenes me basta y no quiero otro cetro que mi palma, pues si soy honrada en el Cielo, no es por haber sido una ilustre guerrera, ¡sino porque he unido la virginidad al martirio...!

257

Y ahora quiero que mi estandarte sea el tuyo. (San Miguel se lo presenta a Juana, quien se lo da a Francia). ¿No son, acaso, Jesús y María los que te han salvado...?

¿No es la augusta Reina del Cielo la que ha bajado tres veces de su trono para invitarte a hacer penitencia? ¿Y no es el espléndido monumento, que se levanta sobre una de tus colinas a la gloria del Sagrado Corazón, el que te ha merecido la gracia que recibes en este día...?

FRANCIA se levanta y canta con la melodía de los Ramos

Sí, por complacerte, Ángel liberador Yo guardaré el dulce nombre de María Unido al del Salvador Pues con ellos tengo vida.

JUANA Y LOS SANTOS cantan el estribillo

Ya han pasado los días de las lágrimas ¡Oh, Francia! siempre amada de la Santa Iglesia Desde hoy en tus grandezas Serás su hija sumisa y primogénita.

Juana sube nuevamente a su trono, después de haber abrazado a FRANCIA; entonces ésta se une a las VOCES de su liberadora para cantar lo que sigue:

La voz sagrada del sucesor de Pedro

Ha subido hasta el Cielo, vibrante

258

Ha hablado el inmortal Pontífice...

¡El nombre de Juana está de luz radiante!

Estribillo

Pronto en el altar veremos

a Juana, ¡la nueva Patrona de Francia...! Y la tierra con el Cielo El himno cantará de acción de gracias.

F I N

259

Í N D I C E

PROLOGO GENERAL 5

EPÍTOME BIOGRÁFICO 11

1. JESÚS EN BETANIA 15

2. EL TRIUNFO DE LA HUMILDAD 29

3. LA HUIDA A EGIPTO 49

4. LA MISIÓN DE JUANA DE ARCO 89

5. SAN ESTANISLAO KOSTKA 127

6. LOS ÁNGELES EN EL PESEBRE 153

7. EL DIVINO MENDIGUITO DE

LA NAVIDAD 179

8. JUANA DE ARCO CUMPLIENDO SU MISIÓN 199

261