Richard Gamboa - Zikaronim Version 3.7 - Parte 2 Prompt

8/16/2019 Richard Gamboa - Zikaronim Version 3.7 - Parte 2 Prompt

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Richard Gamboa Ben-Eleazar

ZIKARONÍM (Memorias)

AutobiografíaVersión 3.7

Parte II: Prompt

(1988 – 1991)

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NOVEDADES DE LA VERSIÓN 3.7

Más información autobiográfica a partir del tomo V: más anécdotas,más recuerdos.

Más fotografías.

Se ha hecho corrección de estilo y de ortografía.

He incluido unos apartes llamados TOMEN NOTA, para exponeralgunos contextos sociales, políticos, ideológicos y religiosos queconfronto, y explico mi punto de vista al respecto.

Se han ingresado más canciones al Playlist al final de cada capítulo osub-capítulo.

Nuevas portadas a partir de Tomo II.

Los títulos siguen escritos con la fuente OCR A Extended (instalaesa fuente en tu PC si ves esta frase en otro tipo de letra).

Muchas personas se han sentido ofendidas porque les he mencionadoen la versión 2.4 de mi autobiografía, y me exigen que borre cualquierreferencia a ellos. Esto me enoja porque nadie puede llegar a mi vida,hacer y deshacer, irse y luego no asumir las consecuencias históricasde haber interferido en mi vida o de haberme hecho daño. Entoncesque así sea: borrada sea la memoria de quienes así lo handemandado!



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INTRODUCCIÓN AL TOMO II

El Sistema es una compleja estructura política, social, económica y religiosasedienta de poder y cegada por su propia auto-glorificación neurótica. Arrasatodo a su paso para establecer su paradigma de orden mundial, y cuando halogrado coronarse como incuestionable autoridad se encarga de programar alos seres humanos para que le produzcan los tributos y producciones quedemanda.

El Sistema sueñe recurrir al terrorismo espiritual y de conciencia para anularcualquier tentativa de sublevación, para evitar pensamientos que ésteconsidera “subversivos”, “heréticos”, “rebeldes” o “contrarios a la naturaleza”o al orden social establecido. Para evitar este tipo de amenazas a su controlabsoluto, el Sistema usa los medios de comunicación y a la educación formalcomo recursos efectivos y contundentes para programar a sus esclav@s,extirpar el espíritu de investigación y de cuestionamiento, y así lograr quecada ser humano, habiéndose dejado instalar el protocolo de “estudiar paratrabajar, trabajar para ganar dinero, ganar dinero para disfrutar el hoy

porque no hay futuro ni hay pasado” , viva con el Sistema , viva por elSistema , viva para el Sistema … y de ser necesario, que asesine en defensadel Sistema .

La experiencia que yo tengo de Dios es del Dios de la Vida y de la Libertad,un Dios que no me exige sometimiento sino que simplemente me pide queviva por el bienestar de los demás, a la vez que Él respeta mi propio procesode emancipación, porque el Hacedor del Universo sabe perfectamente que elSistema ha engañado a la Humanidad mostrando como “realidad” algo queno es real. Dios llegó tocando las puertas de mi vida en medio de unaadolescencia dolorosa, yo encontré en el Padre Celestial la razón y la fuerzapara decir NO! a todo lo que mis contemporáneos decían “SÍ” y que solíanhacer y pensar, y por causa de esta convicción fui señalado por la sociedadcomo “loco”, “demente”, “desadaptado”.

Las siguientes anécdotas de mi vida son una clara demostración de cómo elSistema te presiona al extremo para que te sometas a su voluntad cuando loconfrontas seriamente. Además de la intolerancia en mi propio seno familiar,ahora había que sumarle la intolerancia escolar, y eso era ya subir mi guerracontra el Sistema a otro nivel.



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Lo que me pasó es lo que sucede cuando expresas tu propia opinión y éstaes diferente a la del profesor y de tus compañer@s de escuela.

Soy un sobreviviente del bullying (matoneo). Y como dice sabiamente Elie

Wiesel, todo sobreviviente tiene la obligación moral de contarle al mundoentero lo que ocurrió, para que nunca más vuelva a suceder con ningún otroser humano.



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Sobrevivientede unaSociedad

Intolerante



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VDE LA VICTORIA A LA HUMILLACIÓN

1988ENTRADA A COLDEMAG. EL ASCENSO DE GRADO.

El Colegio Cooperativo del Magisterio de Cundinamarca fue fundado en 1958por Eustorgio Romero para brindar educación a hijos de profesores quelaboraban en el Departamento de Cundinamarca, pero a inicios de losochentas se abre el colegio al público en general, lo que aumenta su

población escolar y su prestigio ante otros colegios de Bogotá.

Fachada del Colegio Cooperativo del Magisterio de Cundinamarca,en el barrio Ciudad Jardín Sur.

En esa época estudiar en el Colegio del Magisterio (que en adelantellamaremos COLDEMAG, por sus siglas) era en aquel tiempo el equivalenteen el sur de Bogotá a estudiar en alguno de los más prestigiosos colegios delnorte, como el Gimnasio Moderno.



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Allá fui a parar, y mis papás jamás me quisieron contar por qué me retirarondel Colegio Isaac Newton, en donde obtuve grandes victorias y estabalogrando cambiar las cosas para el bien de todos.

Recuerdo en enero de 1988 cuando me llevaron a la entrevista de admisión,

me la hizo la orientadora del colegio, la profesora Lucila Laverde. Digamosque causé en ella una excelente impresión y esperaba de mí muchas cosasbuenas, así que fui admitido a cursar Cuarto Año de primaria. Me fascinabala fachada del colegio y el patio, daba gusto estar allí y me imaginaba cómosería un día de clases.

Anhelaba estudiar nuevamente en la jornada de la mañana; en el IsaacNewton tuve que estudiar en la jornada de la tarde y sentía cómo muchasveces daba pereza estudiar, mientras que en la jornada de la mañana sentíala mente más fresca y lúcida, y así podía asimilar con mayor facilidad laslecciones.

Entré la primera semana de febrero de 1988 y nunca me imaginé que eneste colegio pasaría los siguientes nueve años de mi vida; lo malo del colegioera su uniforme (a los varones nos tocaba el mismo uniforme de escuelero,es decir, saco azul oscuro de cuello V, jean, zapatos y camisa blanca). Aúnasí siempre me caractericé por llevar mi uniforme pulcro y ordenado.

Mi salón quedaba en un agradable lugar del tercer piso del edificio del colegio,y allí llegaba directamente la luz del sol en la mañana; éramos casi 40estudiantes, y aún puedo recordar a una compañerita en especial. Norecuerdo su nombre, pero jamás olvidaré su cabello castaño oscuro y corto,bien corto... y para completar la niña era muy hermosa porque tenía rasgosde europea, como francesa. Fue una verdadera lástima no haber compartidolo suficiente con ella.

Un suceso muy bueno me trajo grandes males para los años siguientes.Resulta que yo aventajaba a todos mis compañeros de clase absolutamenteen todos los conocimientos que se recibía en Cuarto Año, era como si yohubiera tenido acceso previo a toda la información curricular de ese nivel dePrimaria, y no habían pasado ni siquiera tres semanas. Las directivas delcolegio estudiaron mi caso y decidieron que yo debía gozar de los beneficiosde la Promoción Automática, es decir, ser ascendido de curso.

Yo me imaginé que sería llevado al grupo 501, y así podría estar gozando dela compañía de mis compañeros de Cuarto. Pero mi sorpresa, la tristesorpresa, consistió en que fui trasladado de jornada: a la de la Tarde. Y fuiasignado al grupo 502 que dirigía la profesora Mariela Marín.



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Y ahí fue donde todo empezó a salir mal.

MIS PRIMETOS ATAQUES ALSIST M EN COLDEMAG

Para empezar, una de las cosas que me dolían era que no había recibidoningún tipo de condecoración o reconocimiento protocolario con ocasión demi promoción a Quinto año, así que eso me había desmotivado un poco,pues yo consideraba que esta clase de honores no deben pasardesapercibidos.

Nuestra directora del curso 502, la profesora Mariela Marín, era una mujermuy dinámica, de carácter demasiado fuerte, y ese carácter hacía queimpusiera la disciplina.

Había un dato mucho más interesante: la profe no era católica, era cristiana

pentecostal pero no tengo recuerdos de haber tenido discusiones al respectocon ella. Otros de mis profesores eran la anciana Marina de Azuero, que apesar de sus casi 70 u 80 años era una excelente profesora de EducaciónFísica. Mi profesor de música era Germán Humberto Castro, quien iba ainfluir en mí en ese aspecto.

Hubo una profesora de inglés llamada Inés (creo) que tenía una hija, Ángela,que estudiaba justo en el mismo salón que yo; al principio me pareció unalinda niña y en el salón corrió el rumor de que yo estaba enamorado de ella,pero luego me di cuenta de su agresividad y soberbia por ser la hija de laprofe de inglés. Si quería un duelo con ella no debería ser con la violenciasino atacándola por su talón de Aquiles. Y me propuse dedicar el 100% deatención a las clases de su mamá. El momento de enfrentarla llegó tresmeses después, cuando su mamá fue trasladada a otro colegio y llegó en sureemplazo la profesora Beatriz Amador, ex – alumna de COLDEMAG; ellasería mi maestra de inglés durante casi todo el Bachillerato.

Hubo después un encuentro de Integración una tarde, y se trataba deintegrar a todos los estudiantes de todos los cursos. Yo terminé elegido pararepresentar a un grupo compuesto por estudiantes de Noveno, Décimo yOnce.

No sé cómo terminé siendo el representante de ese grupo, y cuando llegó elmomento de hablar delante de más de 900 estudiantes (el representantedebía tomar el micrófono y leer las conclusiones), me transformé como

jamás me había transformado: no sólo leí lo escrito en la cartelera, sino queagregué algunas palabras de motivación al estudiantado; me emocioné tantoque terminé dando en pocos segundos un discurso a lo Jorge Eliécer Gaitán.



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El caso es que terminé alzado en hombros por mis compañeros de grupo deintegración y en medio de gritos y aplausos de todo el colegio. Yo me sentíael niño más afortunado, me sentía en el culmen de mi vida, y sentí que habíallegado al lugar indicado y que en COLDEMAG podría hacer grandes cosas,hacer historia, cambiar el mundo comenzando por el colegio...

Pero aquel día de contundente victoria se convirtió en la firma de misentencia de muerte. A mis diez años y medio yo era todavía muy confiado,no podía pensar mal de la gente y creía que todos eran buenas personas, ynunca pensé que nadie me fuera a hacer daño... hasta que llegó la siguientesemana.

EMPIEZAN LAS HUMILLACIONES Y EL MATONEO EN SERIO

Resultó que el uniforme de gala del colegio era vestido de paño con corbata;

a mí me habían regalado una corbata azul oscura de cuero y yo quería usarcorbata siempre porque yo tenía el pensamiento de que el uniforme deescuelero nos igualaba (o nos rebajaba) a los estudiantes de los colegiospúblicos, quienes usaban exactamente el mismo uniforme. Y este era uncolegio privado, no público. Así que junto con el uniforme incluí la corbata.

Me sentía y me veía bien. No recuerdo haber recibido llamados de atencióndel coordinador de disciplina de ese año por esto, pero sí tuve que soportardurante todo 1988 los regaños de la profesora Mariela, que veía en ello unaviolación grave al reglamento escolar.

La peor parte me la llevé al salir a los descansos. En la jornada de la mañanalos niños de Primaria tenían su hora de recreo antes del descanso de los deBachillerato... aquí el 502 – el único curso de Primaria que existía en laJornada de la Tarde – salía a descanso a la misma hora de bachillerato,15:30 horas, hasta las 16:00. Los grandulones de Noveno y Décimoaprovechaban mi paso junto a ellos para gritarme “sapo!”, “regalado!”,

“nerd!” (estos insultos los iba a recibir diariamente y sin falta, durante los 9años que permanecí en COLDEMAG).

Algunas veces vertían encima de mí la basura de una caneca de plástico del

patio; en otra ocasión me ganaba calvaceras (fuertes palmadas a la cabeza)y jalones de cabello muy fuertes que me hacían llorar. Una tarde llevé alcolegio un jugo de guayaba en leche que mi mamá me había preparado, enun frasco de vidrio (porque a causa de la economía familiar que iba en picadapor causa de los fracasos empresariales de mi papá biológico y susborracheras, no pudimos ni siquiera tener termos de plástico), y losdesventurados me arrebataron el frasco y lo arrojaron al piso; no sólo mequedé sin merienda esa tarde, sino que además los profesores me castigaron



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al final del descanso ordenándome recoger todos los papeles que losestudiantes arrojaban al piso, además los trozos de vidrio que estaban en elsuelo. Ya en casa fui nuevamente golpeado por mi mamá, por haber roto elfrasco (jamás me creyó que me lo habían roto mis compañeros).

TOMEN NOTA: Mi generación no tenía conciencia alguna de cuidar elmedio ambiente, y las ideas de limpieza, cuidado y orden eranfuertemente atacadas y consideradas aburridas. Todo aquel quehablara de cuidar el medio ambiente era satanizado, tachado de hippie,vago e ignorante.

Los jóvenes de mi época querían demostrar su deseo de libertaddestruyendo su entorno, buscaban un bien cometiendo acciones malas.Por eso destruían todo lo que se les cruzaba por sus manos: rayabanlos pupitres y las paredes de los salones de clase, arrojaban basura alsuelo con cínica frescura y ante la mirada indiferente de los demás

jóvenes. Tanta basura arrojada al suelo en el patio del colegio y dentrode los salones de clase, era una inequívoca señal de una pésimaconducta aprobada socialmente entre los estudiantes.

Tal vez porque, a pesar de la violencia que mis papás ejercían sobre mí,recibí de ima una muy estricta educación en urbanidad, etiqueta y

protocolo – recuerden que mi madre vivió varios años en un entorno declase pudiente, y todas esas pautas de comportamiento de la altasociedad las transmitió a sus hijos – yo veía con horror las malasconductas de mis compañeros y muchas veces les protestaba para que

no se siguieran comportando mal, lo que siempre me causó recibirinsultos y golpes de parte de ellos. Estaba más que claro que yo no eracomo todos los demás.

En mi época la gente en general pensaba que nuestros recursosnaturales eran inagotables, y que por eso no debíamos preocuparnosabsolutamente de nada. Me pregunto: qué estarán pensando ahora contodos los problemas ambientales que tenemos en el planeta?

En vista de los peligros de llevar merienda al colegio, logré convencer a mispapás para que me dieran dinero y así yo podía comprar algo en la tiendaescolar; pero había que ser muy astuto para poder acceder a merienda sinpeligros.

Resulta que tan pronto sonaba la campana para descanso a las 15:30, todoslos estudiantes corrían como una estampida de toros a hacer la fila, y a loscinco minutos ya la fila estaba totalmente colmada. Los grandulonesaprovechaban para empujar a los demás o hacer sándwich con los de la



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mitad, y así salían de la fila varios chicos desmayados por la presión de losapretujones. Durante los nueve años de prisión escolar fui víctima de eseperverso juego en repetidas ocasiones.

Sí, ya sé lo que ustedes van a preguntar: “si ellos te hacían todo eso, por

qué no lo comentaste al coordinador de disciplina?”... claro que lo hice! Anteel segundo ataque con insultos incluidos me fui al profesor Eulogio Romero(quien en esa época era el coordinador de disciplina) y puse la queja. El nosólo no me puso atención sino que me pegó un fuerte regaño por inmaduro yllorón. Además, era muy difícil identificar a los atacantes cuando erandecenas de ellos.

De otro lado, ya en el salón de clase, comencé a sufrir el rechazo públicotanto de compañeros como de la profesora Mariela cuando yo levantaba lamano para hablar y presentar mi aporte o mis cuestionamientos a lo que lamaestra enseñaba. Bastaba con que yo tuviera la palabra para recibir sutilesabucheos.

Debido a que yo, a tierna edad, ya me había devorado una enciclopediacompleta, poseía mucha más información que el resto de la clase,especialmente en asuntos de sociales, historia y biología. Esto no agradabapara nada a la profesora Mariela, que tan pronto me escuchaba decir algoque iba más allá de sus enseñanzas, ordenaba que me callara y me sentaraen mi pupitre, no sin antes agregar con desprecio: “usted está loco y no sabeni lo que dice!”.

LA LOGIA DE “LOS EXCLUSIVOS”El curso 502 contaba con un grupo élite de chicos, los favoritos de laprofesora Mariela, que a pesar de que eran la pandilla de la clase (los queformaban muchas veces los desórdenes), eran los más sobresalientes y susnotas académicas eran indiscutiblemente excelentes. Simplemente losconocíamos como “Los Exclusivos” o “Los Exclusivations”; era una élite muydifícil de acceder y ser parte de ellos era imposible, eran toda una logia. Laconformaban cinco muchachos.

Se robaban el show casi en todo; debo reconocer que eran excelentesestudiantes a pesar de su indisciplina, y eso era una herida a mi ego y a miparadigma del estudiante juicioso y noble que mi madre tanto intentó forjaren mí.

Los Exclusivos se dieron a conocer a la comunidad magisteriana en abril.Había una poesía llamada “Salpicón” de Víctor E. Caro (también se le conocecon el título de “Perico Murallas”), y me esforcé al máximo para



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aprendérmela y declamarla con mi estilo particular, que en el Isaac Newtonme había lanzado al podio del éxito.

Pero fue humillante cuando la recité en la clase. No había llegado ni a latercera estrofa cuando la profesora Mariela me ordenó a gritos que me

callara y me sentara en mi pupitre, y muy campantemente dijo que no lehabía gustado, que ella quería algo más trabajado, más original, y se leocurrió que los indicados para esta misión eran Los Exclusivos . Pues los pusoa ellos como las estrellas, cada uno declamando una estrofa, y era obvio queal momento de la presentación ante todo el colegio, ellos se llevaran todoslos aplausos.

A la profesora Mariela también se le ocurrió organizar una coreografía infantilde la canción “Mambrú se Fue a la Guerra” y yo me negué a participar de esamarcha en protesta por haberme quitado mi actuación con la poesía;nuevamente se libró una guerra entre la profe Mariela yo, y aunque de nadavalieron los fuetazos de ima para que respetara la autoridad de la profesorapor aquellos días, me impuse sobre ella y no hice parte de la coreografía,pero por respeto no interferí en lo absoluto en dicha presentación.

El día de la presentación ante todo el colegio, uno de los Exclusivos sedisfrazó del pilluelo de la poesía con un vestido muy parecido al de losmatachines del Carnaval de Barranquilla. Yo miraba ese día desde las gradasdel pasillo principal del colegio, desde donde se veía todo... humillado, tristey aburrido, así estaba yo esa tarde.

La segunda función oficial de estos muchachos entre el salón fue un performance de un concierto de rock en español durante una clase de lúdicas.Yo odiaba en aquella época la música rock en español, me parecía lo máspatético del mundo, y quería salir corriendo del salón para no tener que versemejante desfachatez.

TOMEN NOTA: En mi casa estaba explícitamente prohibido escucharmúsica rock porque mis papás decían que era “música de adoradoresdel diablo”, y no se escuchaba nada diferente a la música de MelodíaStereo 96.9 F.M., música instrumental o “estilizada” como mis padresdecían.

Yo fui criado bajo un olfato musical demasiado refinado y exclusivo:Frank Pourcel, Bert Kaempfert, The Tornados, Jean Michelle Jarre,David Carroll, Kraftwerk, Beudoro Silvetti, Werner Müller, Issac Hayes,algo de disco y un inclemente bombardeo de música romántica enespañol, lo que hoy día llamamos “música para planchar”; este últimoen especial jamás me pudo gustar.



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Lo poco de rock que yo conocía en ese entonces lo escuchaba aescondidas de mis padres, cuando ellos nos dejaban solos en casa. Laemisora de moda en aquel tiempo era la Súper Estación 88.9 FM.

Pues intenté salir del salón, pero la profe no me dejó y me obligó apermanecer. Hubo un momento de euforia en la que arrojaron confetis depapel a todos, y yo me tapé la cabeza con una toallita que yo siemprecargaba para secarme las manos antes de tomar mi merienda. Toda la clasese burlaba de mí mientras disfrutaban del espectáculo.

Una tercera aparición fue también entre el salón, una obra de teatro queorganizaron. Se llamaba “La Herencia”, la disputa por un testamento sinsignos de puntuación. Eso sí, la obra fue muy buena y bien montada, perome sentía patéticamente mal porque yo no podía lograr alcanzar el nivel deellos. Claro! Estaba completamente solo, sin apoyo de nadie, qué iba a lograr?

CUANDO PEDIR AYUDA A TU MAMÁ ES LA PEOR DECISIÓNQUE PUEDES TOMAR…

Nuevamente los Exclusivos se harían sentir en un trabajo de clase deEspañol, que consistía en escribir un cuento. Todos llevaron interesanteshistorias, uno de ellos llamado Alexánder escribió una historia de un soldadocolombiano perdido en las selvas de los Llanos Orientales en una guerracontra Venezuela, al estilo Rambo. Otro compañero hizo algo así como unabitácora de detective, que sería mi inspiración 3 años después.

A mí se me ocurrió que ima me podían ayudar, y ella me guió para escribirun cuento que luego leí en clase. Recibí el aplauso de mis compañeros (enmeses yo no había recibido ningún tipo de estímulos).

Pero la profesora Mariela lanzó un grito de furia y me hizo quedar maldelante de mis compañeros al decir que ese cuento ya existía, y que portanto mi calificación era de 0.0. Me pegué una llorada monumental.

Le conté a mi mamá lo sucedido. Al día siguiente ella fue al colegio y habló

con la profesora… bueno, esta vez ella aceptó que el cuento debía serinventado por mí mismo.

De todas maneras esa sanción académica iba a sembrar en mí un extrañosentido de creatividad literaria que se iba a desarrollar sin parar másadelante.



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Es lo que siempre nos pasa a los judíos: cuando somos maltratados,presionados, oprimidos, es entonces cuando sacamos lo mejor de nosotros.

EL CONTRAATAQUE DESDE LAS TABLAS

Todas estas presiones llevaron a que yo buscara la manera de evadir lapresencia de mis compañeros, pues no soportaba estar un día más en elpatio junto con los demás; siempre tuve miedo de que, cuando yo saliera,sería nuevamente atacado. Por desgracia, siempre tuve la razón en mismalos presentimientos todas las veces que me atreví a pisar el patio delcolegio!

Este es el patio del colegio, en donde por casi una década fui sistemáticamente agredido porcientos de compañeros. Muchas veces me refugiaba en el rincón más oscuro y apartado para

que no me lastimaran. Foto cortesía del blog Voces Coldemag .

Así que logré, no sé cómo, convencer al coordinador de disciplina para queme dejara en la biblioteca durante el descanso; me fascinaba leer las



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enciclopedias y siempre me interesé por los libros de religión, geografía ehistoria que allí estaban.

Había en la biblioteca un libro de religiones comparadas, y recuerdo que loestuve hojeando miles de veces durante aquellos 9 años de reclusión escolar,

especialmente la sección de Judaísmo, pues las imágenes de los símbolos ylas palabras hebreas que allí se consignaban me eran demasiado familiares.

También logré un permiso para empezar a tocar el piano, un viejo piano queallí estaba. El profesor Germán Castro lo supo y me regaló un par delecciones para que fuera soltando la rigidez de las manos; él estabaimpresionado de cómo no sólo había sacado la melodía de una canción quenos enseñó a principio de año, sino que además había logré ejecutar lamelodía del tema de la película “El Violinista Sobre el Tejado”... sin partitura,sin notas escritas, a oído.

El profe Germán decidió que yo era un buen elemento para formar parte desu grupo de rajaleñas (música tradicional del Huila); estuve en variosensayos pero nunca logré presentarme en público. Nunca supe por qué, peroa juzgar por cómo acontecieron los hechos deduje que la mismísimaprofesora Mariela había tenido algo que ver.

En otra ocasión armé unas marionetas con cartones para representar unaobra teatral que estaba consignada al final de un libro de Español de CuartoGrado (si mi memoria no me falla, era un libro de la colección Palabras deEducar Editores), me aprendí de memoria el guión completo de más de 15páginas. Esto sorprendió a la profe Mariela que me recomendó asistir a losensayos de teatro de los sábados en la mañana en el colegio.

Yo creía que iría a una audición y me llevé mis marionetas consigo, perocuando vi en el salón a un grupo de jóvenes en sudaderas y descalzos, elpánico me invadió porque deduje que me harían desvestirme y regresé acasa despavorido. Dos días después, y una vez más, me gané otro de esosregalitos humillantes y públicos de la profe Mariela.

Por esa época se acercaba el Día del Idioma, y habían convocado a concursode coplas. Tres estudiantes más participaron conmigo, y yo me vestí deltradicional campesino paisa con sombrero, ruana y alpargatas. Eso sí, no mefaltaron los abucheos de todo el colegio cuando subí a la tarima y tomé elmicrófono.

Pero todo fue consternación cuando habían leído los finalistas del concurso...y el ganador: YO . Salté y grité de la alegría por una parte, pero por otra lemostré a los profesores un gesto de desagrado porque se atrevieron a





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cumplir en este mundo. Esto es algo que tanto la Kabalá judía como elmisticismo cristiano y el sufismo musulmán enseñan de igual manera.

Y Dios ha determinado que esto sea así porque millones de padres defamilia, de manera irresponsable, le asignan a sus hijos nombres por

razones de moda o porque tal o cual nombre les suena “bonito”, peroque ignoran por completo todas las cargas espirituales que el nombretiene sobre sí y las consecuencias kármicas que les acarrean a sushijos etiquetándolos inconscientemente en los registros civiles denacimiento.

Por eso el Sistema reacciona con furia y ejerce violencia moral contratodo aquel que se atreve deliberadamente a cambiarse la etiqueta conla que se le marcó cuando nació, y elige hacerse llamar con suverdadero nombre: porque quienes se identifican con su verdaderonombre están diciendo públicamente que no pertenecen al Sistema ,nada tienen que ver con éste y por tanto son libres para forjar su

propio destino y cumplir la misión para la cual fueron enviados.

Esta advertencia la vengo haciendo desde que yo tenía 10 años deedad, y en tres décadas mi posición al respecto no ha cambiado!

Los ángeles que me asisten me dijeron en aquella época que yo no podía ni debía cargar semejante cadena espiritual encima, pues talcomo aparecía mi nombre en mi registro civil de nacimiento, me estabaatando al Sistema , me etiquetaba como posesión y pertenencia del

Sistema … y yo no fui enviado a este mundo para servir al Sistema !

En esa época yo aún era menor de edad y las leyes colombianas no permitían el cambio legal de nombre, pero luego pude resolverexitosamente esa situación.

Y a mis 10 años de edad tomé una de las más importantes decisiones de mivida, una de varias decisiones que generarían guerras y ataquesinterminables, y decidí que en adelante yo debería ser conocido comoRICHARD GAMBOA.

En el Colegio Isaac Newton no tuve problemas, pero en COLDEMAG los tuvesiempre. Yo firmaba todos mis documentos, exámenes y trabajos comoRichard Gamboa (ni siquiera permití ser llamado “Ricardo” como aparecía enmi registro civil de nacimiento en aquel tiempo, pues las vibraciones de lapronunciación de mi nombre en castellano causaban sobre mí unrecordatorio de la presión del Sistema por someterme; además mis



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familiares siempre asociaron ese nombre a los despreciativos de “loco”, “desubicado”, “rebelde” y “el niño-problema de la familia”).

Qué opinaba mi papá biológico de esto? No dijo absolutamente nada! Es más:ni le importó. Para esa época la relación con él era nula, sencillamente la

relación padre-hijo desapareció porque el hombre estaba tan absorto en suspropias frustraciones, perdido en sus borracheras y enfocado en las peleas amuerte con mi mamá, que se convirtió en un extraño entre nosotros.

Y qué decía mi familia materna? Mi decisión los escandalizó! Las acusacionesde demencia se incrementaron. Por años mis tías me dieron sermones,consejos, me presionaron para que yo le pidiera perdón a mi papá biológico,y hasta me amenazaron con el infierno si no me retractaba de la decisióntomada… pero jamás tuve la menor intención de retractarme.

Cuando me preguntaban “y cuando sea mayor de edad, qué piensa hacer silo echan a la cárcel por llamarse como no aparece en su registro civil? Eso esdelito!” (Bendito sea Dios! en 1991 la nueva Constitución Nacional de mi paísproclamó el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho arectificación de datos personales).

NADIE ME CREYÓ QUE ESTABA MAL ANTE UN DOLOR EEL PECHO. UNA GOLPIZA DE MIS PAPÁS QUE MUCHOSCELEBRARON EN EL COLEGIO.

Durante todo el año 1988 la profesora Mariela y yo libramos una cruentaguerra por el poder y la libertad (ella por someterme, y yo por no dejarmesometer). Todos los días teníamos una simbólica competición de cuerda, y enel mes de septiembre llegué a un nivel que no pude soportar más la durasituación que estaba viviendo; traté de convencer a mis papás para quehabláramos con el rector y me devolvieran a la jornada de la mañana.

La sentencia de la profesora Mariela, quien me hablaba siempre enojada – jamás me habló con cordialidad! –, fue tajante: “o se va del colegio o sequeda, pero no voy a permitir que lo cambien de jornada”.

El stress de la conflictiva situación en COLDEMAG me llevó a experimentar,por primera vez en mi vida, una serie de fuertes dolores en el pecho quefácilmente podrían ser confundidos con una taquicardia. Eran dolores como sime enterraran agujas en el corazón y que me hacían recogerme el cuerpo enposición fetal porque del mismo dolor no soportaba permanecer erguido.Esos dolores incluso me impedían respirar; en medio de los dolores bastabacon que yo hiciera un esfuerzo por tomar aire, e inmediatamente el dolor seme intensificaba.



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Eran dolores espantosos que hasta me congelaban las manos en cuestión desegundos y me hacía temblar la quijada como si tuviera escalofríos, mehacían sentir un helado ardor en la frente y en los ojos, casi hasta hacermenublar la vista, y obviamente el mareo que acompaña este tipo de dolores, y

en casos muy extremos se me extendía el dolor hacia el brazo izquierdo, porlo que debía tragarme a la mayor brevedad posible dos tabletas de Aspirina…y en dos ocasiones del año 1988 esos ataques al pecho me hicieron caer alsuelo en plenas peleas con la profesora Mariela y delante de todos miscompañeros de clase.

Incluso, hasta el día de hoy, todavía sufro esos terribles dolores en el pechocuando he acumulado cierto nivel de stress.

Mis padres jamás se imaginaron que estos ataques al pecho iban a afectar misalud por el resto de mi vida. Debido al riesgo de un paro cardiaco no puedo,médicamente hablando, tener ningún tipo de rabietas porque un ataque deira podría llevarme a la tumba.

Por décadas he trabajado arduamente en mí mismo para aprender acontrolar al máximo posible mi fuerte y explosivo temperamento (el cual esel resultado de tantos años de maltratos recibidos tanto en casa como en elcolegio, y años después por causa de la persecución religiosa de la que fuivíctima) que podría fulminarme si no conservo el valor y la calma frente alpeligro, al desprecio, al abuso o al oprobio.

La profe Mariela, sin mutarse, me gritaba aún más ordenándome levantarme,ya que según ella, yo estaba haciendo teatro y fingiendo infartos. El día delsegundo ataque fui llevado por un par de compañeros a la enfermería delcolegio (al tercer piso), pero la enfermera (una anciana) se negó a darmesiquiera un vaso de agua y una aspirina porque dijo “eso es para drogarse,no tiene nada, que regrese al salón!”. En la coordinación de disciplina elprofesor Eulogio Romero aumentó la presión con sus regaños y susamenazas de escribir una amonestación en el tan temido Anecdotario delAlumno.

Al día siguiente abá me llevó al hospital para que me examinaran pero noencontraron absolutamente nada anormal. Pero al llegar a casa, y enrepresalia por haberle hecho perder tiempo y dinero, mi papá biológicodescargó contra mí una serie de correazos y de puñetazos, golpes que mimamá terminó de complementar con sus golpizas de siempre. Cómo fue queenfermo y más encima golpeado, no me dio realmente un infarto o underrame cerebral? La Misericordia de Dios, no hay otra explicación para ello!



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Llegué al día siguiente al colegio caminando con algo de dificultad, con lacara aruñada y con claras señales de haber sido golpeado (en realidad lasmarcas en el rostro fueron unos insignificantes rasguños en comparación conlos hematomas que me dejaron en mis piernas, mis brazos, mis nalgas y miespalda; golpes que, como les conté a ustedes, me cuidaba celosamente de

no mostrar a nadie).Si esto hubiera sucedido en esta época de la historia, mis padres hubieransido demandados ante Bienestar Familiar por violencia intrafamiliar ylesiones personales contra menor de edad… pero en esa época (1988) nadieprestaba importancia a ese tipo de situaciones, de hecho las aprobabanporque como “la letra con sangre entra”…

TOMEN NOTA: Una de las discusiones más fuertes que hasta el día dehoy sigo sosteniendo con mi madre, es la percepción de maltrato quesufrí por parte de ellos. Para ima, nada de lo que sufrí puede serconsiderado “maltrato o violencia intrafamiliar”. Para ella, maltrato esotra serie de cosas, como por ejemplo: que nos hubieran privado dealimentos, medicinas, estudio y de un techo. De acuerdo! Eso tambiénes maltrato.

Yo, por el contrario, jamás he podido aceptar las golpizas como elcastigo ideal hacia los hijos y siempre denuncié su conducta agresivahacia mí como violencia intrafamiliar sistemática, ya que no eran sólolas golpizas en las que siempre ellos se extralimitaban como resultadode sus ataques de ira.

Estamos también hablando también de la falta de afecto (que ellossiempre consideraron un gesto de debilidad por parte de los padres yuna inducción a la afeminación), de su indiferencia ante las cosas quehice bien, de cómo me descalificaban ante el resto de la familia – y

permitían que el resto de la familia también lo hiciera! –estigmatizándome con los términos despreciativos de “rebelde”,“desobediente”, “loco”, “desubicado”, “usted qué problemas va a teneren la vida? Los adultos sí que tenemos problemas, lo suyo no es nada!”;de sus burlas hacia mis planteamientos de proyecto de vida, de mis

percepciones de la realidad y de mis descubrimientos como resultadode las investigaciones que adelantaba por mi propia cuenta; de cómoellos me obligaban a presenciar sus insultos y sus peleas, y meterminaban involucrando como escudo humano en ellas.

Para mí todas estas cosas también son maltrato: maltrato psicológico ymoral. Y esos maltratos hieren mucho más que las golpizas y dejan encualquier persona profundas heridas demasiado difíciles de sanar – yo



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mismo enseñé esto cuando ejercí como Vigía de la Salud durante miservicio social –.

Cuando todos en el colegio se fijaron en mi rostro golpeado y mi miradaperdida, decían entre burlas y gestos de celebración: “uy, a Gamboa le

pegaron una tunda, hhmm!!!”, y “como que se estaban demorando en poneral sapo regalado ese en su lugar, a ver si después de esta va a seguirboleteándose”.

Otros decían: “de esta, Gamboa no se levanta”, y otros más: “hasta aquíllegó Gamboa, esta vez sí se va a quedar calladito y bien guardadito”. Leescuché decir a una de las admiradoras de los Exclusivos en la esquinaizquierda de atrás del salón: “para mí que Gamboa se retira del colegio otermina matándose, yo no creo que él aguante más”.

Y la profe Mariela, qué dijo cuando al preguntarme por los golpes le respondíque habían sido mis papás? “Pues felicitaciones para ellos! Ya era hora deque le pusieran la mano encima!”.

Todos en el colegio vieron lo que había pasado conmigo, pero absolutamentenadie se compadeció de mí ni me dirigió, al menos, una palabra de aliento ode solidaridad. Nadie me dirigió directamente la palabra en casi un mes, nisiquiera la profesora Mariela me determinaba. Desde el día de la golpiza,cuando yo levantaba la mano para participar en sus clases, ella nunca másme volvió a dar la palabra.

Lloré continuamente y en el más hermético silencio y aislamiento durantetodo ese mes, refugiándome acuclillado en el rincón más oscuro y alejado delpatio. Y esto porque el coordinador de disciplina me prohibió refugiarme enla biblioteca, de ahora en adelante debía salir al patio al descanso comotodos los demás.

CONCLUSIONES DEL AÑO 1988

Aún no sé cómo en medio de todos los problemas que tuve ese año, y deque las Matemáticas no me entraron ni estudiándolas el doble de tiempo,

terminé la Primaria. Educación Física la pasé raspando porque mi condiciónde pulmones no daba para mucho. Música la pasé con honores. Religión? Laprofe Mariela no nos la dictó por sus razones de conciencia, era obvio.

Yo esperaba desde noviembre el momento de la graduación, como se haceen todo colegio cuando uno termina la Primaria, le celebran a todos los deQuinto Año una ceremonia de graduación... pues en COLDEMAG no noshicieron ningún tipo de ceremonia de grado ni nada por el estilo, recibimos el



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reporte de calificaciones con el agregado de que decía “PROMOVIDO ALGRADO SEXTO”.

La Navidad de 1988 fue un completo desastre; no sólo estábamos en unagrave situación financiera sino que además abá enloqueció; armamos con mi

mamá un pequeño y humilde Pesebre sobre una caja de cartón forrada enpapel celofán, sobre una butaca. Mi papá biológico, con tragos en la cabeza,agarró el pesebre a patadas.

TOMEN NOTA: Aunque soy judío me fascinan los pesebres navideños,que en otros países llaman El Nacimiento o el Belén. Dejando a un ladolas lecturas teológicas y las iconoclastias al respecto, los ángeles queme asisten me enseñaron que el Pesebre y el árbol de Navidad, al igualque las velas de Janucá, son un recuerdo de nuestros verdaderosorígenes como Humanidad. No pertenecemos a las tinieblas, no somosde la oscuridad… fuimos creados por Aquel que es la Luz Eterna delUniverso, por lo tanto somos seres de luz y luz es lo que debemostransmitir. Y donde haya tinieblas, allá debemos hacer relucir nuestra

propia luz con toda la intensidad y fuerza posibles.

La escena de mi papá biológico destruyendo con sus pies el Pesebrenavideño que mi mamá y yo habíamos vestido, es un triste recuerdoque aún retumba con profundo dolor en mis memorias. Cada vez queun templo o un símbolo de cualquier religión es destruido o profanadoen cualquier lugar del mundo, es una diabólica reproducción de esaterrible escena que me tocó presenciar a mis 10 años de edad.

Por eso enseño que debemos respetar los símbolos de TODAS lasreligiones como parte de todo lo que debemos y podemos hacer paraavanzar hacia la paz mundial. Y esa enseñanza le ofende a muchos.

Nochebuena no tenía nada de buena, llegaron las 12 de la noche e imaestaba hecha un mar de lágrimas mientras Modesto bebía brady comokozako y maldecía con sus groserías… luego mis papás peleaban a gritoentero y luego pasaban a los golpes.

PLAYLISTCindy Lauper – Girls Just Want to Have FunFalco – Rock me AmadeusAh-Ha – Take on MeBelinda Carlisle – Toy SoldierBelinda Carlisle – Heaven is a Place on EarthBilly Idol – Dancing with Myself



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Billy Idol – We Didn’t Start the FireBoonie Tyler – I Need a HeroMen at Work – I Come from the Land of DownDuran Duran – Wild BoysEddy Grant – Electric Avenue

Extreme – More than WordsPeter Gabriel - SledhammerToto – Hold the LineThe Human League – Don’t You Want MeCinderella – Don’t Know What You’re GotJanes Addiction – StopScorpions – Wind of ChangeTwisted Sister – Were Not Gonna Take ItQuiet Riot – Come On Feel the NoiseHeart – AloneTesla – Love SongBilly Joel – Uptown Girl



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VIEL GUETO DE MONTEBLANCO

1989RUMBO A MONTEBLANCO. INICIO DEL BACHILLERATO.

Una de mis tías se había divorciado, y como la casa pertenecía al ex - esposo,la pidió a mis padres porque la necesitaba. Uno de mis tíos paternos tenía unapartamento en el barrio Monteblanco, al suroriente de Bogotá... bueno,para ser sinceros a las afueras de Bogotá, en las colinas de Usme que dan

hacia el Páramo de Sumapaz. Así que tuvimos que abandonar la casa delBosque de San Carlos y toda la magia del bosque para irnos a vivir allí. Nosmudamos de casa el El 11 de enero de 1989.

Monteblanco era en aquella época un barrio que tenía calles destapadas y ensubida. Cuando llovía era tanto un peligro como una gran molestia por causadel abundante lodo. La inseguridad era indescriptible, de noche uno searriesgaba a enfrentar cualquier tipo de peligros en las calles.

Más o menos así eran las calles del barrio Monteblanco, en la Localidad Usme, cuandollegamos a vivir allí. La pobreza y la inseguridad estaban a la orden del día.



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La movilidad desde y hacia Monteblanco era imposible! los buses siempreiban repletos de gente y no había ocasión que los ladrones no aprovecharan;a mí me robaron unos libros del colegio cuando me abrieron el morral dentrodel bus, de regreso a casa una noche.

La casa de mi tío paterno tenía en el primer piso una tienda administrada poruna señora de nombre Carmen, que a veces nos fiaba lo del almuerzoporque en el momento no teníamos con qué pagarle. Por aquel tiempo,recién llegados a Monteblanco, mi tío paterno me llevó a una sesión de losgnósticos para segunda cámara, siguiendo adelante en ese proceso.

Mis papás armaron otra de sus típicas peleas (en las que siempre se iban alos golpes!) por causa de nuestro estudio. Mi papá biológico se negaba apagarnos estudio, decía que no lo necesitábamos y que lo mejor era que nosfuéramos a la calle a trabajar. Por fortuna ese no era el pensamiento de ima,que se obsesionó con que debíamos graduarnos de Bachilleres (algo queninguno de mis papás logró); y recuerden de dónde salió ella, razón por lacual se fijó como meta graduar a sus tres hijos de COLDEMAG (el aqueltiempo el nombre del colegio donde uno estudiaba o se graduaba, dabamucho prestigio ante la sociedad!).

Nunca supe cómo hizo mi madre para pagarnos a Diego y a mí el estudio.Diego cursó su Quinto de Primaria en la Escuela El Remanso (un colegiopúblico), cerca de donde mi mamá trabajaba. Y contrario a mi voluntad fuienviado de regreso a prisión, es decir, a COLDEMAG. Una vez más a latortuosa jornada de la tarde, a cursar Sexto Grado o Primero de Bachillerato.

El curso al que fui asignado era el 601; tenía 55 estudiantes. Esta era unaépoca difícil, ya que la influencia de las sectas apocalípticas generó pánico enla gente, una temerosa expectativa del Fin del Mundo. Y yo no fui ajeno aese temor colectivo aunque procuraba tomarlo con calma, y contemplaba demanera especial los atardeceres sobre las colinas que se divisaban en laventana del salón de clases, con el pensamiento de que podría ser el últimoatardecer y luego todo sería destruido.

Algunas canciones de Soda Stereo, que por aquella época sonaban, y unprograma de comics que se llamaba “Espartaco y el Sol Bajo el Mar” (quetrataba de un héroe en una época en la que la Tierra enfrentaba ladesaparición del sol y la lucha por la supervivencia) me daban ese ambientede alistarse para lo peor.

Nuestra permanencia en Monteblanco estuvo marcada por la pobreza; supedurante un año y medio lo que era comer sólo papas o sólo arroz porque nohabía para los suculentos banquetes a los que estábamos acostumbrados.



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Supe lo que era desayunarse con un calado (una tostada redonda y delgadaque se hacía de panes duros y un poco más de agua) y una aguadepanela,porque no había dinero para comprar leche y pan.

Supe lo que era cocinar en estufa a gasolina (ese elemento doméstico que

tantas víctimas cobró en Colombia por décadas); supe lo que era llevar demerienda agua de apio para calmar el hambre porque, ni siquiera había conqué comprar nada en el colegio, y mucho menos manera de llevar meriendaalguna.

Hubo cosas que no cambiaron; mi papá biológico siguió bebiendo, cada vezmás doblaba su dosis de brandy o de aguardiente, y con ello su nivel deviolencia. Si yo no interfería para detener sus agresiones mutuas, encualquier momento alguno de los dos acabaría asesinando al otro. Hacer estome puso muchas veces en grave peligro porque, como les dije, cuando mispapás se dejaban llevar por la ira, jamás medían las consecuencias y podríaganarme algún puñetazo o patada mortal de alguno de los dos.

Y como evidencia de lo que digo, es que en sus ataques de ira mi papábiológico destruyó absolutamente todos los muebles de hogar que habíancomprado cuando yo nací. No se salvaron ni siquiera los cuadros queembellecían las paredes!

Ima se empeñó en que sus hijos no deberían adoptar bajo ningunacircunstancia las costumbres, el estilo de vida o las formas de los niños quevivían en este barrio. Así fue como la vivienda en Monteblanco se convirtiópara nosotros en un gueto; no existía otro mundo fuera de nuestro entorno,salir era arriesgarse a multitud de peligros y de malas amistades.

Nosotros fuimos totalmente ajenos a la vida de los habitantes deMonteblanco a pesar de que vivíamos junto con ellos. Jamás tuvimos amigosallí, pero cultivamos entre mis hermanos un fuerte lazo de unidad, ademásporque Kenny ya tenía 3 años y en varias oportunidades hubo conflictosentre él y Diego (celos de niños), pero nunca pasó a mayores.

Quiero mencionar que Kenny se caracterizó por ser un niño muy despiertopara su edad, aprendía rápido, y Diego y yo nos preocupábamos pormantenerlo alejado de las peleas entre mis papás... sin éxito, claro está,porque el pobre siempre fue usado como escudo humano!



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LA EPIDEMIA DE VARICELA ECHÓ A PERDER MIRENDIMIENTO ACADÉMICO

Finales de marzo de 1989, mi tío paterno nos envió a una oscura y húmedaalcoba atrás de la primera planta, porque decidió arrendar el apartamentoque nosotros ocupábamos en el segundo piso; mi mamá se sintió traicionaday humillada por él, y delante de mis tíos paternos no dudó en pasarle lacuenta de cobro de cómo ella los había atendido como reyes, para que luegonos vinieran a tratar, no como familia sino como extraños indeseables quehabía que arrinconar en lo más oscuro y feo de la casa para que nadie nosviera.

TOMEN NOTA: El Clan Gamboa es una familia que nunca olvida losfavores que le hace a los demás.

Para nosotros como familia, es un gravísimo acto de deslealtad queaquel a quien le dimos de comer, le servimos con generosidad, leacogimos y hasta le hicimos parte de la familia, termine cerrándonossus manos cuando hemos necesitado de ayuda; cuando aquel a quienacogimos termina mordiendo nuestra mano, volviéndose en nuestracontra o vendiéndonos a nuestros enemigos por unas cuantas monedasde plata, es una puñalada al corazón de un Gamboa.

Y a mi madre sí que le duele esa clase de ingratitudes, y no duda uninstante en pasarle al ingrato la cuenta de cobro! Porque hemos dadodemasiado; porque somos de las pocas personas que, aún en la

pobreza y a pesar del hambre, nos quitamos el pan de nuestras bocas para alimentar a otros. Porque mientras otros rechazaron a esa persona, nosotros la acogimos. Por eso esperamos siempre ser justa,digna y equitativamente retribuidos.

Como les voy a contar más adelante, miles de personas que me juraron su lealtad y ayuda cuando he estado en grave necesidad y mellamaron “hermano en el Señor”, de un momento a otro me dieron laespalda cuando vieron que, por causa de mi lealtad a Dios, no pudesalir de la pobreza. Me ayudaron una o dos veces, pero después de eso

me abandonaron a mi propia suerte… no valoraron todo el alimentoespiritual que les di y que todavía les sigo dando desde la distancia y elolvido; me abandonaron a mi propia suerte.

Pero contrario a mi madre, no me deprimí ni guardé rencor contra ellos;y aunque todos ellos ya no quieran volver a saber de mí, yo siemprerezo por su bienestar.



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Hablemos ahora de la alcoba en cuestión. No tenía más de 20 metroscuadrados! Así que, para acoger a una familia de 5 integrantes (dos adultosy tres niños) era más una celda de prisión que una habitación: no entrabaluz, era demasiado húmeda, el piso era de tablas viejas, y los zancudos y laspulgas abundaban… y por supuesto! Una que otra rata sembraba el terror!

Diego presentó un brote... se identificó que se trataba de varicela, un broteque podría matarlo a uno si no se cuidaba. A Diego le duró 15 días, y luegovine a ser infectado. Yo duré tres semanas sin poder ir al colegio, así queaproveché ese tiempo para estudiar en casa y adelantar algunos temas deGeografía e Historia (mis clases favoritas en el colegio).

En esa época estudiábamos para Sexto Grado la pre-Historia, la evolucióndel hombre y las civilizaciones antiguas más representativas (Egipto,Babilonia, China, India, el mundo greco-romano); pero cuando llegué alcapítulo del libro de Historia en donde se hablaba del Pueblo Hebreo o losIsraelitas, el corazón se me llenaba de emoción y me latía con mucha másfuerza.

Yo no entendía en esa época por qué me sucedía esto, y en mi inocencia leconsulté esto a mis papás… GRAVE ERROR!! Además de que ambospalidecieron cuando les hice la pregunta, mi madre evadió la consultarespondiendo con desprecio: “deje de preguntar bobadas! Póngase más biena estudiar!” (a ver, señora Teresa! Qué rayos se supone que estaba haciendoyo mientras guardaba cama en la cuarentena?). Y mi papá biológicosimplemente se quedaba callado.

Ima llevó la peor parte de la epidemia porque también se contagió, y elladuró un mes completo enferma, con toda clase de dolencias y escalofríos.Curiosidad: mi papá biológico jamás se infectó.

ESPERANZA. LA QUEMA DE LOS LIBROS DE GNOSIS.

Cuando mi tío paterno nos pidió vivir en la planta principal, en esa celda quenosotros adaptamos como apartamento, llegó una familia a la que se learrendó el confortable segundo piso. Era una familia de cinco miembros, los

papás y tres hijos, dos mujeres y un varón. La mayor de las hijas se llamabaEsperanza, que por sobrenombre tenía “Pancha”. No recuerdo el nombre desus hermanos, pero sí recuerdo que la hermanita tenía retardo mental, y sela pasaba llorando como espanto de campo.

... está bien! Admitamos que sí me sentí atraído por Esperanza; tenía unosrasgos muy hermosos y parecía ser una chica muy noble... pero como soydemasiado malo para decir mentiras y para disimular, ima se dio cuenta y de



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una vez me cayó con la prohibición de tratar con las personas del piso dearriba, muy en especial con Esperanza.

Tiempo después pude descubrir que la prohibición era porque la chica erahija de humildes campesinos boyacenses; eso a mí jamás me importó, pero

mi madre (que jamás pudo superar el hecho de que ya no era una refinadamuchacha de estrato 6) insistía en que nosotros no teníamos por qué “revolvernos con la gente”.

Corría la Semana Santa de 1989. Por esa semana abá consiguió una Biblia yempezó a estudiarla. Eso causó otra pelea con mi madre, quien por esaépoca tenía en la cabeza la idea de que todo aquel que leyera una Bibliaterminaría convirtiéndose en un loco de manicomio, en un enfermo mental.

Mi madre se llevó a mis hermanos al Espinal y yo me quedé solo con mi papábiológico esos días. El Jueves Santo fuimos hasta el municipio de Usme a pie(hoy día Usme ya no es municipio, es una de las 20 localidades queconforman Bogotá), pero nunca entramos al templo del pueblo.

El caso es que a eso de las 4 p.m., de regreso a Monteblanco, abá decidióquemar todos los libros de Gnosis que por años yo había estudiado ypracticado. No me molestó que lo hiciera.

COMPAÑEROS DEL 601. MARYLUZ.

Hablemos un poco de mi curso, el 601 de la Jornada Tarde de COLDEMAG.Nuestro salón de clases quedaba en el costado suroccidental del tercer piso,daba a la calle y desde allí se podía divisar los atardeceres (cosa que medeprimía muchas veces por causa del pánico apocalíptico).

Yo debía salir de casa a las 11:30 a.m. para poder llegar al colegio a las12:30 p.m.; salíamos de clases a las 6:15 p.m. y debía correr hacia laAvenida Caracas para tomar, si tenía suerte en medio de la Hora Pico, un busy llegar al barrio a eso de las 7:15 p.m. En el peor de los casos llegaba acasa a las 8 de la noche porque los buses pasaban demasiado llenos, congente colgando de las puertas y era humanamente imposible tomar uno; y

llegar de noche a Monteblanco me ponía a merced de los ladrones quemerodeaban desde el anochecer.

Volvamos al colegio: el curso 601 Jornada Tarde tenía 55 estudiantes estabadirigido por la profesora Margarita Vidal, algo obesa y con un gran lunar ensu mejilla derecha. Ella dictaba Ciencias Sociales Integradas (en esa épocaya se integraba la Historia con la Geografía). En listas del curso yo ocupabael número 40.



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El primer periodo académico logré sin dificultad ocupar el primer puestoacadémico, pero al segundo periodo, cuando enfermé de varicela, descendíbrutalmente al puesto 40 de rendimiento académico porque no pudepresentar personalmente muchos trabajos y exámenes y el Colegio no me

permitió nivelarme. En adelante y jamás en mis años de bachiller volvería aestar siquiera entre los cinco primeros, y los estudios de Secundaria se medificultarían como jamás me había ocurrido.

Nuevamente compartí salón de clases con Claudia Bustos y con MayerlyAvendaño Rojas (otra de mis compañeras del 502 que se mantuvieron en elcolegio.

Pero no cabe duda de que no olvidaré tan fácil a Maryluz, a quienapodábamos “la Boyacacuna”, por su corte de cabello cual niña campesinade quince o veinte años atrás y su extraño acento (que luego de varios añosvine a identificar ese dialecto entre la gente de origen cundiboyacenseradicada en los barrios de periferia de Bogotá). Era extremadamente tímida ynunca participó en clase, pero... oh, sorpresa! Yo que me quejaba de queninguna mujer se interesaba en mí, y he aquí que Micia Maryluz (“micia” esun término usado entre los campesinos del Altiplano Cundiboyacense parallamar a una dama) empezó a dar muestras de que yo le atraía.

Una de las atenciones especiales que Maryluz tuvo conmigo fue regalarmeuna cajita del doble de tamaño de un dado de parqués... con un perfume enenvase blanco de marca COCA. Cuando mi mamá vio el obsequio (que mefue dado hacia la semana de mis cumpleaños) se burló porque ese era unperfume para mujer; - pobrecita la chinita! – decía ella.

Pero Maryluz, aunque era tan tímida, también se mostraba celosa aunque yo jamás le presté la menor importancia o le haya dado alguna muestra deestar interesado en ella. Y eso ocurrió cuando me escribió en una hoja decuaderno una adaptación del poema “La Ingrata” (que estaba en nuestrolibro guía de Español), y le escribió por título “El Ingrato”. El caso es que elúltimo verso termina diciendo “al cabo de un tiempo se dio cuenta de que aél no le gustaban las uvas verdes... sino Claudia!” .

Ahá! Con que Micia Maryluz sentía celos de Claudia Bustos, eh?

Inmediatamente le escribí una cartita en donde le explicaba que Claudia sóloera mi amiga, y en verdad que lo era porque yo compartía un poco más detiempo con ella, hasta tal punto que hasta mediados de 1990 Claudia seenteró de la precaria situación en la que yo estaba viviendo y sus papás me



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invitaron el resto del año a su casa para que almorzáramos y nos fuésemos juntos al colegio.

TOMEN NOTA: Los rabinos antiguos enseñan que hay tres coronas: lacorona del rey, la corona del Sumo Sacerdote, y la corona de la Torá.

El rabino Amram Anidjar enseña que hay una cuarta corona quedebemos cuidar, y es la corona del buen nombre.

Todas las veces que se ha querido difamarme o calumniarme, deinmediato reacciono y presento las debidas aclaraciones yrectificaciones, para que quede de manifiesto que he obrado contransparencia y rectitud.

Por eso le escribí a Maryluz la carta, para dejarle en claro cuál era mirelación con Claudia, y así no hubiera lugar a falsos comentarios queme perjudicaran, y de paso a Claudia misma.

Al final de año me gané el desprecio de Maryluz cuando le confesé que queríallegar a ser santo, decía que me había enloquecido de remate.

En el curso 601 sufrí una vez más el rechazo generalizado del curso cuandoyo levantaba la mano para participar de las preguntas que los profesoresformulaban. Esta vez los profesores no me censuraron, pero cuando yocomenzaba a hablar, todos mis compañeros emitían gestos de fastidio ymurmuraban “ay no! Aquí va el sapo otra vez”. Y esto se iba a repetir pormuchos años más.

PLAYLIST

Pasaporte – Igor y PenélopeJoaquín Sabina – Una de RomanosLos Prisioneros – El Baile de los que SobranSoda Stereo – La CúpulaSoda Stereo – Corazón DelatorEnanitos Verdes – La MurallaLa Sonora de Bruno Alberto – Tú Tienes que Entregármelo

Los Toreros Muertos – Los Toreros MuertosMecano – Héroes de la AntártidaMiguel Mateos – Cuando Seas GrandeSociedad Anónima – Río BogotáLa Trinca – Sube al AviónLa Trinca – El IVA



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MI CONVERSIÓN A LA SANTIDAD. LA PROFESORACECILIA.

Mi vida espiritual se puede dividir en varios momentos específicos en los quehe tenido una experiencia radical de Dios. El primer momento que vamos adescribir a continuación lo llamaremos “Mi Conversión a la Santidad”, que esel inicio de mi caminar serio hacia Dios pero envuelto en escrúpulos, el deseode ser santo y de consagrarme a Su servicio cuanto antes.

Este momento va desde agosto de 1989 hasta febrero de 1992, que escuando comienza mi Tiempo de Crisis.

Como les decía, en agosto de 1989 uno de mis compañeros de clase, que eraacólito en el 20 de Julio, me obsequió un pequeño libro verde de no más de50 páginas: era la Novena-Biografía de Santo Domingo Savio, el colegial

italiano que fue alumno de San Juan Bosco y que murió antes de cumplir 15años. Recibí el libro con algunas reservas, pero al fin accedí a leerlo.

Lo leí con juicio en una hora, y les cuento que desde ese momento mi vidadio un giro vertiginoso. En primer lugar encontraba algunas cosas en las queme identificaba plenamente con el santo, como por ejemplo la edad en laque estábamos caminando: 12 años tenía Savio cuando Don Bosco lo recibióen su colegio de Turín; 12 años tenía yo cuando recibí esta pequeña biografía.De niño se destacó por ser totalmente diferente y adelantado a sugeneración, que era exactamente lo que había pasado conmigo, claro estáque con algunas diferencias: él en lo religioso, yo en lo ontológico.

Les cuento que ese día cambió toda la visión que yo tenía de mi pobre vida,y yo no sé con certeza por qué se me metió en la cabeza el ferviente deseo,igual que Savio, de alcanzar a santidad, de ser santo.

Eso es, Richard Gamboa: sigue soñando, iluso!

Estaba completamente deslumbrado, ahora hablar con Dios a través de laplegaria me parecía más deleitoso que los hechizos y los mantras para viajesastrales que practiqué en mis años de gnosticismo (yo no sabía elevar

plegarias, sólo sabía invocar conjuros!). Ahora todo me parecía que tenía luz,el temor por el Fin del Mundo se había disipado y sentía como si una nuevaesperanza naciera para todos.

La lectura de la Biblia de mi papá biológico era un deleite, las clases dereligión me cautivaron para siempre.



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Ahora que estamos hablando de eso, debo dar gracias al Eterno por laprofesora Cecilia, esa que apodábamos “La Loca”, porque a veces hablaba yhablaba si parar, aunque medio curso hablara a gritos y no le pusieracuidado. Ella era nuestra maestra de Religión (Y lo fue hasta 1992, cuando la

jubilaron) y era una mujer entregada por completo a brindar a sus

estudiantes una formación en la fe conforme a esa época, que todavía seutilizaba el Catecismo Astete como texto guía.

Siempre la profesora Cecilia iniciaba sus clases invocando la Consagración alInmaculado Corazón de María, y lo hacía rezar a todos aunque no fuesencatólicos (esa parte siempre se la critiqué, pero ella luego me explicaba queera una misión que la Santísima Virgen le había encomendado de convertir alcatolicismo a cuanto no-católico llegara sus manos, por la salvación eternade ellos).

Esto, obviamente, le creaba conflictos con la profesoras Analy Acosta, quenos dictaba Mecanografía, y Carmen Beatriz Bohórquez, que luego medictaría Filosofía, que al igual que la profesora Mariela (ella ya no estaba enel colegio en ese año) eran cristianas pentecostales y que por cierto,intentaron convertir en varias ocasiones a mi mamá al cristianismopentecostal, sin éxito.

Siempre recordaré con cariño a esta maestra de la fe, que por años mealimentó mi deseo de ser santo y cuyos consejos me mantuvieron alejado demuchos pecados en los que sí cayeron muchos adolescentes de migeneración.

EVANGELIZACIÓN Y HUMILLACIÓN EN MORTIÑO

TOMEN NOTA: Recuerden que para el año 1989, en Colombia aún nohabía libertad religiosa constitucional, así que la religión católica se leimponía a toda la ciudadanía mediante múltiples estrategias. Al igualque en la Europa Medieval y en la España de la Inquisición, ser católicoen Colombia también significaba ser mal ciudadano – lo uno ibaíntimamente ligado a lo otro –.

Por eso mis hermanos y yo recibimos los tres sacramentos de iniciación:Bautismo, Primera Comunión y Confirmación.

Hecha esta aclaración, ahora sí les puedo contar que mi Primera Comuniónfue el 8 de diciembre de 1989 y durante la catequesis me destaqué porconocer muy bien la Torá o Pentateuco, en comparación con el resto de miscompañeritos de catequesis que jamás habían tomado una Biblia en sus



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manos y que todo lo que conocían de Religión era el Padrenuestro y elAvemaría, nada más.

Además me inicié como monaguillo a pesar de la preocupación del párrocode la iglesia donde nos estábamos preparando sacramentalmente; primero

porque yo aún no había recibido la Primera Comunión, y segundo porquesegún el parecer del sacerdote, yo aún era demasiado pequeño para serviren el altar.

Después de la Primera Comunión, uno de mis tíos paternos me invitó aquedarme en su casa los 9 días de la Novena de Navidad para que animara alos de la cuadra en su rezo, y accedí sin pensarlo dos veces.

La acogida de los habitantes del barrio Mortiño, al noroccidente de Bogotá

fue grande, ya que les parecía inusual que un chico con apenas 12 años seconvirtiera en todo un misionero al que seguían pequeños y adultos. Y enverdad me dediqué a la catequesis de los niños.

Pero sucedió que uno de mis primos estaba de novio con una muchacha denombre Adriana, que era cristiana pentecostal; y delante de los niños elséptimo día de la novena, me pegó una humillada terrible en la que echabapestes de la Iglesia Católica, de los curas y de la Virgen.



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Yo me sentí humillado porque mis explicaciones, todas basadas en elcatecismo que siempre cargaba conmigo, eran insuficientes, mientras queella con apenas citar unas pocas citas bíblicas que yo conocía perfectamente,había logrado ponerme en entredicho público. Yo me entré a la casa de mi

tío porque ya me era imposible escuchar a esta mujer, quien además logróponer a varios chicos del barrio en mi contra.

Aún así permanecí hasta el último día de la novena, con el propósito deformarme mejor en adelante para enfrentar valientemente a los protestantes.

TOMEN NOTA: En esa época, pensar en el Ecumenismo o el DiálogoInterreligioso era una aberración. Todas las confesiones de fe enColombia se presentaban cada quien como la única religión verdaderay señalaba a todas las demás iglesias o religiones como “sectas

peligrosas”; esa conducta se agravó aún más cuando en 1953 y en1974, el gobierno colombiano firmó el Concordato con el Vaticano,dándole al catolicismo privilegios tributarios y poderes supremos paramonopolizar la educación en el país.

Por eso aún hay muchos católicos y protestantes pentecostales que seatacan entre sí y se tratan con mucho odio. No debería ser esa laconducta entre quienes dicen seguir al Maestro de Galilea que enseñóel amor, la bondad, la compasión y la fraternidad.

El 24 de diciembre de 1989, los pocos chicos que me seguían me hicieronuna despedida especial, pues yo les había comentado mi presentimiento demi pronta muerte; días anteriores yo sentía que al igual que Savio, mis díasestaban contados (y tres años después, en verdad que casi acabo muerto, noes un chiste! más adelante les contaré).

Recuerdo en especial una carta y una fotografía de una chica llamadaVanessa, en la que me decía que me olvidara de la idea de morirme, queesperaba que yo vivera muchísimos años, que me daba su foto para que

jamás me olvidara de ella (la foto y la carta las perdí, pero recuerdo muybien el rostro de Vanessa: hagan de cuenta la cara de Zory, la chica de LosDumis , temporada en donde aparecían como personajes Chester, Petronila yotros).

RESULTÉ PSICOLÓGICAMENTE ENFERMO A CAUSA DE MFIJACIÓN EN LA RELIGIÓN

Llegó el año 1990 y yo me encontraba absolutamente exaltado de ánimospor causa de mi Primera Comunión. Empecé a obsesionarme enfermizamente



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con la santidad, a querer ser santo porque se me había metido la idea de que,al igual que Savio, mi muerte se acercaba y el tiempo no daba espera. En fin,quise ser Santo Domingo Savio versión Colombia Siglo XX, pero yo estabacompletamente alejado de alcanzar ese ideal, aunque me empeñaba día ynoche en lograrlo.

Me esforcé en casa por practicar una conducta bondadosa, de silencio, deservicio, de abnegación y de obediencia… pero mis propios papás seencargaron de echar a perder todos mis esfuerzos de ser el mejor hijo delmundo con su mala conducta entre ellos y su vieja costumbre de resolversus diferencias conmigo a través de los golpes.

Eso repercutió gravemente en mis estudios de Séptimo Grado. Estaba en elcurso 701, cuyo director de curso fue el profesor Hugo Martínez, que nosdictaba matemáticas y quien además a algunos de nosotros nos llamaba

“Remolacho Martínez”, tenía una hija llamada Claudia Andrea, quien estudióconmigo). Era un profesor muy chistoso y daba gusto estudiar con él. Mihermano Diego fue matriculado en COLDEMAG para cursar toda laSecundaria.

Uno de los problemas que tuve a inicios de 1990 era que yo no contaba conun director espiritual y yo buscaba desesperadamente uno entre lossacerdotes de los barrios aledaños a Monteblanco. Así fue como terminéyendo casi a diario y por una semana a la iglesia de Nuestra Señora deCzęstochowa, en el barrio Yomasa, muy cerca del Monteblanco. Un par dedías y le mostré interés al sacerdote, pero luego que quise platicar con él yrecibir consejos, pude oír perfectamente que le decía al sacristán en lapuerta de la Casa Cural: “dígale a ese muchacho que no sobe!” (traducción alcastellano latinoamericano: que no fastidie!). Me sentí ofendido y jamás volví.

Quise intentarlo en el mismo barrio, que sabía, se estaba construyendo unaparroquia por parte de los Misioneros Redentoristas; no recuerdo el nombredel cura, pero me atendió un par de veces; en la segunda ocasión me recetópara el asma beber un concentrado de cebolla cabezona, que no pude probarmás de una vez. Porque lo vomité por completo.

Cerca al colegio había conocido a un tal padre Héctor que me recibía en sucasa una hora antes de la hora de entrada a clases, y a veces prefería llegartarde a clases para dedicarme a hablar con este presbítero. Un mes duramosen la charla, pero nunca se llegó a nada concreto en asuntos de direcciónespiritual, aunque le expuse mi fuerte deseo de ser santo.

No tenía cabeza sino para una sola cosa: ser santo, y si el camino indicadopara la santidad era la vida religiosa, no quería perder más tiempo y tenía



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que emprender el recorrido de inmediato. Eso me causó, como ya les decía,problemas en atención en clases. La profesora Lucila Laverde, nuestraorientadora escolar, no sabía qué hacer conmigo porque en mi mente notenía otra idea que “la religión”.

De esta manera caí en un trastorno psicológico llamado “neurosis obsesiva”;esta enfermedad lleva a quien lo sufre a experimentar una sensación detener nublada la vista, una fijación obsesiva en un aspecto concreto (en micaso fue la religión) y una exaltación exagerada de los ánimos que a vecesdesencadenaba en ataques de ira frente a una situación o escenario opuestoal punto de fijación.

En mi caso los síntomas fueron: pérdida del sentido de contexto de larealidad, auto-hipnosis mística (algunas veces yo creía haber tenido visionescelestiales cuando rezaba, pero los ángeles que me asistían me llamaban laatención diciéndome que reaccionara, que sólo eran alucinaciones causadaspor mi mente calenturienta… pero yo no les escuchaba y hasta llegué apensar que tales advertencias eran de demonios que venían a atormentarme)y auto-violencia por demanda de pureza (me maltrataba físicamentebuscando purificar mi alma).

La neurosis obsesiva que yo sufría también se manifestó con un síntomallamado “carga de lenguaje” o “sublimación del lenguaje”. Este consistió enque yo empecé a hablar como una persona completamente escrupulosa ysanturrona, lo que me convirtió aún más en el hazmerreír de miscompañeros del colegio, lo que agravó aún más la situación dediscriminación que yo ya estaba sufriendo desde el año 1988.Varias veces fui golpeado por los grandulones de Grado Noveno, Décimo yOnce porque yo, en mi imprudencia y fanatismo religioso, los corregía acausa de sus conversaciones acompañadas de groserías y morbosidades.

TOMEN NOTA: A pesar de la violencia intrafamiliar que sufrí, jamás senos permitió en casa decir grosería o palabrota alguna, o usar términosmorbosos. Hacerlo también ameritaba bofetadas letales!

Pero por razones de mi buen nombre, de mi honor, siempre he procurado ser extremadamente sutil y cortés en todas mis expresionestanto verbales como gestuales; aún cuando he tenido de denunciar o

protestar contra la conducta de alguien, he usado siempre palabras decortesía, porque también mis palabras reflejan mi personalidad.

Yo opino que alguien que se acostumbra a decir groserías y a entablarconversaciones morbosas y corrompidas, no hace más que reflejar su



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falta de autocontrol, y en términos de Sigmund Freud, lasmorbosidades sólo reflejan una obsesión enfermiza de esa persona porel sexo.

Quien no domina sus palabras es porque tampoco puede dominar su

mente, y por lo tanto tampoco puede dominar sus puños a la hora deuna confrontación.

Sólo hubo un día en toda mi vida que grité groserías, pero hasta el díade hoy me arrepiento de corazón haberlas dicho! Luego les contaré deese día. El caso es que por lo demás, no existe persona alguna que

pueda decir que ha escuchado de mis labios o leído de mi puño y letra,alguna grosería o alguna frase morbosa.

Por un tiempo soporté esas golpizas como un acto de martirio que agradabaa Dios, pero las agresiones de mis compañeros me llevaron al desespero yacabaron por incrementar mi furia, lo que me llevó a ser desplazado delpatio del colegio y permanecer refugiado en un oscuro rincón del patio poraños. Nadie me hablaba, y si alguien lo hacía era para ofenderme, paraarrojarme encima la caneca de la basura (con basura y todo), robarme lamerienda, o en el caso de las chicas, para que yo les hiciera algunas tareassin que ello representara un acercamiento para entablar una amistad sincera(“interés, cuánto valés!”).

No suficiente con ser llamado “loco” por mi propia familia, ahora tenía quesoportar ese descalificativo en el colegio!

CONFERENCISTA FRACASADO. UNA INTERVENCIÓN DE MMAMÁ EMPEORÓ EL BULLYING CONTRA MÍ.

Me ofrecí para ayudar al profesor de Religión de la jornada de la Mañana delcolegio a reforzar algunos elementos de catequesis a los niños de Sextogrado. Además de la locución descubrí que me gustaba enseñar, y ya quetenía demasiada información en mi cabeza quería compartir mi conocimientocon otros de mi edad.

Preparé bien mi conferencia sobre los libros de la Biblia, y me fuedivinamente. En un salón de clase fui recibido con agrado e interés, pero nofue así en otro donde la clase de Religión era considerada una pérdida detiempo.

Pero nunca voy a olvidar aquella tarde que me invitaron al Gimnasio SanJosé a dictar una charla sobre la Virgen María. La habíamos dejado para losniños de Cuarto y Quinto. Todo estaba listo: proyector de diapositivas,



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papelógrafo, marcadores... la conferencia estaba programada para la una dela tarde... pues se llegaron las tres y media y no llegó nadie en absoluto. Yyo estaba sin almorzar. Esa fue la primera de muchas conferencias queorganizaba y a las que no asistía absolutamente nadie a escucharme.

Y tal vez sea por eso que me he dedicado en todos estos años a escribirtantos libros y ensayos. Ya que no me quieren escuchar, que por lo menosme lean!

Luego de eso propuse en mi curso 702 que en la próxima izada de banderade los Séptimos se me permitiera montar una obra de teatro, me basé en unpequeño parlamento que el padre Elíecer Sálesman (de quien hablará másadelante) había publicado en su libro “Lecturas Sabrosas”, un aparte de unaobra de teatro llamada Yederman, que trataba de un tipo al que la muertele había avisado que tenía una hora para que llevara a la eternidad quién lodefendiera, que nadie lo quiso apoyar y que murió maldiciendo la hora enque había cultivado malas amistades y placeres en la vida.

Pues con ayuda del profesor Manuel Álvarez, un anciano pero brillanteprofesor de Literatura y Español, hicimos el montaje de la obra. Y laestrenamos en septiembre de ese año. Ayudé a organizar la escenografía, elguión, la asistencia de dirección y obviamente, tomé el papel protagónico. Elpapel de la Muerte estuvo a cargo de Liliana Constanza Contreras, una rubiade temperamento fuerte.

La obra fue todo un éxito y fuimos todos ovacionados por el estudiantado delMagisterio, pero como siempre: no me faltaron los abucheos de siempre... “sapo!”, “regalado!”.

Y esos abucheos empeoraron una tarde que mi madre fue al colegio a justificar varias ausencias nuestras por la crisis económica. Esa tarde estabahablando en el pasillo frente a mi salón con mi director de curso, el profeHugo Martínez (yo estaba con ella afuera del salón), y se escuchó unaalgarabía típica de un salón de clases con adolescentes. Ima se acercó a lapuerta del salón y arremetió contra todos mis compañeros llamándoles laatención porque no estaban en silencio.

Dejó el curso 701 en medio de un silencio sepulcral, pero ese atrevimientode ima yo lo iba a venir pagando bien caro… porque cuando todos supieronque esa señora que había metido las narices donde nadie la había llamadoera mi mamá, las agresiones contra mí se incrementaron.





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lograr que sus hijos saquen un 10.0 en los exámenes escolares; eso de “laletra con sangre entra” es falso. Bájense de la nube!

Mi papá biológico había logrado conseguir trabajo en la Panadería La Mejor(donde él y mi mamá se conocieron) y se encargaba de repartir en bicicleta

pedidos de panes, unos panes que sabían a gloria, y además mis hermanos yyo siempre hemos sido unos monstruos comepanes (cada uno se comía unpaquete de 5 panes en el desayuno!).

En fin, se me ocurrió que era buen plan acompañar los sábados a abá aempacar pan hasta el mediodía. Yo necesitaba un polo a tierra que meayudara a aterrizar y entender que el Cielo se forja aquí en la Tierra. Yo eraconsciente de mis problemas psicológicos pero yo no sabía en esas semanascómo resolverlos (además los consejos de la orientadora del colegio no meestaban ayudando para nada, sólo me hacían sentir mucho más miserable!).

Así que mientras llegaba un director espiritual digno y a mi medida, quisedarme esa oportunidad para demostrar que yo no era un inútil, un zángano yun parásito que no servía para nada en la vida.

Dentro de la panadería, en la sala de hornos, había una radio con pasacintas(en nuestra época esos radios eran llamados “grabadoras”), así queaproveché los ratos libres y cuando terminaba de empacar todo el pan paragrabar mi voz en cassetes y ensayar como locutor de radio juvenil, otambién grababa mientras empacaba los panes en los paquetes de plástico.

Descubrí que a mí no sólo me apasionaba la vida religiosa, también meencantaba la locución. Soñé con ser, tal vez si eso era lo que Dios quería demí, un gran y famoso locutor de radio juvenil.


Estos ejercicios de locución me sirvieron para perfeccionar mi modulación devoz, mi acento y mi pronunciación de las palabras… lo que radicalizó hacia míel estigma de “el raro”, “el niño diferente del colegio y de la casa”.

Mis compañeros del curso 702 Jornada Tarde de COLDEMAG estudiaban enclase de Español los tonos de modulación de voz, los ejercicios de dicción, losaltibajos y pausas entre frases… pero contrario a todos ellos, yo ponía enpráctica todas esas lecciones a través de mis ejercicios de locución.

TOMEN NOTA: Desde Tercero de Primaria ya me distinguía del restode mis amiguitos del barrio, y de mis compañeritas y compañeritos delcolegio, por no hablar como todos los demás, ni siquiera mi acento era



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el mismo que el de mis propios hermanos. Mi acento es completamentediferente del dialecto bogotano (en esa época aún se diferenciaba eltradicional cachaco del rolo moderno) y luego de que comencé a hablarHebreo en forma a mis 16 años, era ya imposible que me identificarancomo bogotano. Muchos dicen que mi dialecto es mexicano, pero los

propios mexicanos me identifican inmediatamente como judío.

PLAYLIST

First Patrol - Rambo III (remix)First Patrol - VFirst Patrol - Mr. Bond: Her Majesty Awaits YouFirst Patrol – Airworlf



MI PADRE, MAESTRO Y AMIGO Si ustedes hami papá biolópadre. Y sí! Epadre”, porqu

debo la mitad31 de octubreMedalla del Co

Yo no sé quéDios no mecamino a esthombre sobrehonor de llaamigo”.

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1990MI PADRE, MAESTRO Y AMIGO

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Y a partir de aquí esvan a comprender de

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Era un día de bruma, es decir, espesamente nublado pero no amenazaba conllover, aunque hacía frío. Allí estaba un sacerdote que había conocido un parde semanas antes en plena misa en la Plazoleta: era él, Sálesman, el famosocura regañón de la misa de las 9 de la mañana, el único sacerdote del 20 deJulio que en aquellos años se dignaba de llenar cada domingo la Plazoleta

con más de cinco mil personas.Mi primer contacto con él fue a través del sacramento de la Reconciliación,pero a los dos días lo visité en su almacén de libros del Apostolado BíblicoCatólico, y hallé en él la acogida, el interés y el deseo sincero de ayudarmeque no encontré en todos los demás sacerdotes que se cruzaron en micamino aquellos años.

Mi padre en su autobiografía “Memorias de un Escribiente”, cuenta que nacióel 2 de enero de 1929 en Betulia, Santander (un pueblo fundado por judíossefardíes). Jamás se avergüenza de su linaje sefardí, es hijo de campesinosmuy trabajadores que descendían de los cohaním o sacerdotes levitas; ensu adolescencia siempre quiso estudiar pero las condiciones políticas de suépoca se lo impidieron, pero gracias a que su hermano mayor llegó a seralcalde del pueblo, pudo ir a estudiar a un colegio de los Padres Salesianos, yallá se enamoró de la vida sacerdotal.

Ingresó a la Familia Salesiana en 1949. Se graduó de Historiador en laPontificia Universidad Javeriana y luego fue ordenado sacerdote en octubrede 1959. Preocupado por ayudar a la gente común y corriente a instruirse enreligión debido a la exitosa publicidad de las sectas, se dedicó a escribirlibros para llevar la Teología a los hogares católicos, al común de la gente.Sus libros (a sus 80 años de edad alcanzó la cifra de más de 100 textosescritos, todos de su autoría o frutos de sus investigaciones) siempre hanagradado a la gente por tres razones: 1) son muy económicos de adquirir (ellibro más costoso vale unos US$7 dólares). 2) son libros que llevanilustraciones, fotografías y a todo color, lo que hace más amena su lectura; y3) son libros que no tienen lenguaje técnico propio de teólogos profesionales,sino que enseñan religión y psicología de autosuperación en el lenguaje de lagente de clases populares, sin perder, eso sí, el rigor científico.

A eso de los quince días mi madre se animó a ir al 20 de Julio y le presentéal sacerdote, quien citó a ima entre semana. En aquella entrevista que duródos horas, ella le contó al sacerdote todo lo relacionado con nuestra familia,nuestra precaria situación económica, los problemas con mi papá biológico ylas dificultades para que nosotros siguiéramos estudiando.



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Pero muy en especial ima se desahogó con el sacerdote acerca de lo que ellaconsideraba “rebeldía” de mi parte, e hizo en 15 minutos un resumen de mivida desde que nací, de mis pataletas y desobediencias continuas (durantetoda mi niñez, adolescencia y juventud, mi propia madre habló sólo cosasnegativas de mí a la gente, nunca resaltaba algo bueno de su hijo mayor), y

le suplicaba al padre Sálesman que él, ahora que nos habíamos conocido, leayudara con mi educación. Le decía: “padre, yo no sé qué más hacer coneste muchachito, a mí se me salió de las manos desde que empezó a hablary caminar; haga que me obedezca”.

El padre Eliécer me citó a la semana siguiente, y me pidió que yo le hablarade mi vida. Nos tomó un mes completo evacuar el tema en varios encuentros.Le hablé de mi deseo de ser santo con suma urgencia, y de mis dudas acercade si la mejor opción era lograrlo como sacerdote o como monje. Durante losdiálogos se avivó en mí el deseo de ingresar al Seminario Menor, paraconcluir mis estudios de Bachillerato en un clima de oración, y de ahí salir alSeminario mayor y luego sí decidir qué ser.

Con mi padre siempre pude hablar de las raíces judías de nuestras familias,de lo que había en común entre judíos y católicos. Cuando hablamos dealgunas costumbres que tenían mis abuelos y mis tíos, él mismo decía: “esodemuestra que ustedes también vienen de judíos, al igual que yo; eso nosconvierte en familia”.

TOMEN NOTA: Recuerden que en Quinto de Primaria yo ya habíatenido una inducción al Judaísmo, así que el asunto no era un

escándalo para el padre Eliécer. Y precisamente por el intercambio deinformación entre mi padre y yo, es que aprendí a vivir el Judaísmo yel Catolicismo como una sola tradición y sin ninguna clase de prejuiciosni de sospechas de sincretismo.

Mi padre le contó a ima mis intenciones vocacionales porque él pensó que,como sucedía en casi todas las demás familias católicas, me iban a apoyarporque para las familias católicas es un gran orgullo que uno de sus hijos seasacerdote o religioso… GRAVE ERROR!! eso empeoró las cosas en casa ycon mi familia, porque corrió el chisme de que Richard quería ser sacerdote.

Ninguna de mis aclaraciones fueron escuchadas, y ese chisme lo que mecausó fue más burlas de mis tías y tíos, más descalificativos de mi mamá deltipo “usted no sirve para ser cura, no pierda el tiempo!”. Incluso al colegiotambién llegó el chisme debido a que mi mamá se lo contó al coordinador dedisciplina y a la orientadora escolar, quienes se lo contaron a mis profesoresy éstos mencionaron el asunto ante mis compañeros del curso 702, quienes



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remataron difundiendo el chisme entre todos los demás 500 alumnos deCOLDEMAG Jornada Tarde. Y eso me causó más matoneo!

Pero mi padre no hacía más que atajarme e insistirme en que tuvierapaciencia y estudiara a conciencia para poder entrar al seminario. Eso sí, me

dejó en claro que al Seminario se entraba para saber si uno tenía o novocación religiosa, ingresar no era garantía de nada.

Por esos días que estaba tan rebotado de mi trastorno psicológico, le pedípermiso para usar un clergyman de papel que yo mismo había hecho (elclergyman es el cuello blanco que usan los sacerdotes), pero él, muyamablemente me dijo que por ahora no era necesario que yo lo usara. Si yole hubiera consultado esto a otro cura, sin duda me hubiera enviado a freírespárragos con gran furia!

AL GUSTAVO RESTREPO. MI NEUROSIS OBSESIVA SEACABÓ GRACIAS A... UNA HERMOSA CHICA RUBIA

Por fin mis papás habían logrado ponerse de acuerdo para irnos del gueto deMonteblanco, y lograron conseguir en arriendo un apartamento en el barrioGustavo Restrepo. Partimos hacia allá el miércoles 7 de Tishrei del 5751 (26de septiembre de 1990), la víspera del cumpleaños de mi mamá. Por esetiempo abá había mostrado una mejoría en su problema de alcoholismo, asíque deduje que el Niño Jesús había respondido mis plegarias y que él sehabía curado gracias al milagrito del “Amigo que nunca falla”.

La llegada a nuestro nuevo hogar en el Gustavo Restrepo vendría a dar uncambio radical a mis emociones. Hasta ahora en Monteblanco yo estabaalejado de cualquier “sofisma de distracción”… una vez me confesé con un

joven sacerdote, quien de penitencia de confesión me había puesto la tareade conseguir novia. Cuando le conté a mi padre acerca de esta penitenciadijo furioso que los curas jóvenes no sabían en dónde estaban parados y queese tipo de “penitencias” no eran del agrado de Dios, y me prohibióterminantemente conseguir novia. “Por el momento sólo tendrás dosnovias: la ciencia y la santidad” , me sentenció, pero… cómo le van aprohibir a un adolescente enamorarse de una chica?

De otro lado hasta esos días yo sentía que no me atraían las mujeres, noporque estuviera comenzando a identificarme como gay sino por una simplerazón: se suponía que estaba consagrando mi pureza para el servicio a Dios,para qué fijarme entonces en las mujeres si se suponía que iba a hacer votoo juramento de castidad?



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… pero a mi llegada al Gustavo Restrepo todo cambió y aquellos sentimientosque había cultivado a mis 8 añitos resurgieron. Resultó en la misma casa, enun pequeño apartamento junto a nosotros, habitaba una familia de la cualhacía parte una hermosa chica rubia (cuya identidad no revelaré porque asíme lo exigieron).

Adón sheOlám!! Esta chica de trece años, de tez blanca, ojos castaños,cabello rubio largo y lacio. Tamaña razón tenía el cantor al decir “cuando elamor llega así, de esa manera, uno no tiene la culpa”. Señores, estamuchachita fue mi amor platónico por muchísimos años.

TOMEN NOTA: Sólo tres mujeres llegaron a mi vida, pero una de ellasse convirtió en la primera y la única esposa que hasta ahora he tenido.Todas las demás chicas de las que me enamoré no me dieron ni la hora!Siempre huyeron de mí, me hicieron maniobras evasivas, en buencolombiano “me restregaron” en mi cara a sus novios – quegeneralmente si no eran los Machos Alfa del colegio, sí lo eran delbarrio! –, o no me determinaron para nada a pesar de mis cordialesatenciones hacia ella. Yo perdí mucho tiempo y dinero intentandocortejar a quien no me consideró en lo más mínimo como su novioideal.

Y la rubia de la que les estoy hablando fue una de las muchas chicasque me rechazaron. Por qué ocurrió esto? Tengo varias hipótesis alrespecto. Una es que yo jamás he sido atractivo para las mujeres, y a

juzgar por el código de vestimenta que recibí de mi mamá, mi

apariencia no era en lo absoluto agradable a los ojos de las chicas que preferían al muchacho de alguna tribu urbana de aquella época:metalero, rapero (hoy día hip-hoper), mandril – vestuario típico de losmuchachos de los barrios más pobres de Bogotá – o el clásico punker.

Otra puede ser mi timidez; pasé tantos años encerrado entre libros yresistiendo a los diarios ataques de bullying en el colegio y a los

problemas en casa, que no tenía habilidades para relacionarmesocialmente, así que ante la presencia de una hermosa chica yoquedaba privado, sin habla y congelado en el espacio y el tiempo.

Una tercera hipótesis puede ser la obsesión de mi madre porconvertirse en mi sombra y por controlar mi vida en cada detalle y a suantojo – que luego de las clases de Psicología que recibí en launiversidad vine a identificar como un trastorno emocional llamadoComplejo de Yocasta –, y eso espantaba a las chicas que buscaban“cuadrarse” (un colombianismo para referirse a entablar un noviazgo)



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con muchachos independientes y libres, que no tuvieran papás que loscontrolaran.

Una cuarta hipótesis es, obviamente! Mi espiritualidad. Las chicas lehuyen a los muchachos religiosos; los consideran aburridos, reprimidos

y tontos a los que les hicieron lavado de cerebro. No existe la diversiónal lado de un chico piadoso, dicen ellas.

Pero como tanta dicha no podía ser, aunque durante un par de meses noescatimaba esfuerzos para contemplarla, luego de unas típicas peleas deniños acabamos peleados por muchísimo tiempo; aunque yo deseabaardientemente que nos perdonáramos mutuamente y a lo mejor de ahí alamor no habría sino un pequeño paso... pero eso jamás ocurrió!

Haber conocido a esta hermosa chica me ayudó muchísimo en una cosa: mineurosis obsesiva entró a una etapa de “baúl de virus” hasta que esetrastorno desapareció. Y en segundo lugar me permitió perfilar mejor quéclase de vida religiosa quería vivir, y no era el sacerdocio sino el diaconadopermanente, es decir, ser un diácono casado. Pero obviamente ese términoera extraño para casi todo el mundo, que en materia de vida consagrada noconocía nada más aparte de los curas y los monjes.

LA VIOLENCIA DE MIS PADRES CONTRA MÍ SE AGRAVÓCON MIS ATAQUES DE IRA. POR QUÉ ME LLAMABANADEMÁS “NIÑITA LLORONA” y “RAMBO”.

1991. Y una vez más contra mi voluntad, continué mis estudios deBachillerato en COLDEMAG para Octavo grado en la jornada de la tarde, ynuevamente tuve mis problemas con las matemáticas. Esta vez las cosasempeoraron aún más con Álgebra.

Ese año fue mi directora de curso la profesora María Elena Alfonso, quienademás me dictaba en ese tiempo Literatura Colombiana y Castellano. Laamistad con el padre Eliécer Sálesman se fortaleció.

Como les conté anteriormente, el haber conocido a la hermosa chica rubia

me ayudó a que mermara un poquito mi neurosis obsesiva, pero aún teníaen mente el deseo de ser santo. Pero mi pasión por la santidad me metió enmuchos más problemas en el colegio, y especialmente en el 801 fui elhazmerreír de la clase. Si yo hacía alguna acción buena era humillado bajo laacusación de hipócrita y santurrón lambe-ladrillos, pero si yo metía las patasdiciendo o haciendo algo indebido, ahí sí todos me caían como implacablesinquisidores diciendo “no que muy santo?”. Incluso mis propios profesores seprestaron también para esa faena discriminatoria.



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UN REMEDIO DE MI PADRE QUE RESULTÓ SER PEOR QUELA ENFERMEDAD

La ira de adolescente a veces me llegaba a niveles de esquizofrenia; eso nome lo pudo tratar la profesora Lucila Laverde, la orientadora del colegio,porque de nada servían sus consejos. De nada servían los regañosamenazantes del nuevo coordinador de disciplina, que tenía untemperamento peor que el mío y era todo un capataz de un campo deconcentración.

De nada sirvió el libro “Cómo Alejar la Depresión, la Tristeza y el Mal Genio”que el padre Sálesman me regaló dos semanas después, porque cuandopuse en práctica el no responderle a mi mamá estando yo de mal genio, ocuando me alejaba para no responderle a ella en mi ira, inmediatamente ella

me agarraba con violencia del brazo, me pegaba un grito y me descargabasus típicas bofetadas para que yo no la dejara hablando sola. Ima decía queyo estaba en la obligación de escucharla y responderle lo que fuera, porquesi algo la hacía enfurecer era el silencio (el problema era que esa mismarespuesta la tenía abá: siempre callaba y se iba de casa cuando ella estabairacunda). En este caso el remedio resultó peor que la enfermedad!

Otro libro que el padre Sálesman me regaló para mejorar mi carácter fue “MilChistes Elegantes”, una compilación de chistes sanos que aprendí y con lacual aprendí a hacer más amenas mis conversaciones a quienes merodeaban. Pero mis compañeros del colegio me abucheaban y me propinabanbombardeos de bolas de papel o sus salvajes calvaceras (golpes a la cabeza)por mis “chistes malos” (el problema de muchos jóvenes es que susconversaciones corrompidas van acompañadas de chistes de doble sentido,obscenos y con groserías, y por eso ellos ven los “chistes elegantes” como

“chistes flojos, tontos y sin sentido”).

UNA TRAVESURA DE ADOLESCENTE QUE ME CAUSÓ OTGOLPIZA DE MI MAMÁ Y OTRA HUMILLACIÓN MÁS EN ECOLEGIO

TOMEN NOTA: Un salmo dice : “los hijos son como flechas en manosde un guerrero”. Esto quiere decir que los hijos triunfan o se desvíandel camino, dependiendo de la clase de educación y de cuidados quehayan recibido de sus padres. Por eso el padre Eliécer Sálesman tuvoéxito conmigo en todos los espacios donde mis propios papásfracasaron.



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Cuando se llega a los 13 años uno de adolescente quiere y necesitaespacios de libre movilización, y si la educación en el hogar ha sidoexitosa no hay razón alguna por la cual haya que desconfiar del joven;uno ya no quiere ser tratado como un niñito indefenso y frágil, quiereser tratado como alguien que es capaz de responder por sí mismo.

Demasiadas restricciones y la violencia intrafamiliar llevan a que milesde muchachos cometan muchos errores y busquen refugio en las pandillas o en los vicios tales como narcóticos y alcohol. Perodemasiada libertad, la falta de control y de atención por parte de los

padres de familia, tienen exactamente el mismo desenlace.

Siempre me han fascinado los videojuegos! En casa ya no teníamos ningunaconsola de videojuegos, estaba prohibido tenerla porque según mi mamá, nodeberíamos tener tiempo ni cabeza para nada diferente al estudio. Y es quepoco a poco mis propios papás se encargaron de que yo me hastiara de serla versión masculina de Rapunzel o de Cenicienta, encerrado en las cuatroparedes del apartamento donde vivíamos, fuera de todo contacto con elmundo exterior y sólo haciendo las tareas del colegio y haciendo oficio en eltiempo libre.

Así es! A mis 13 años yo ya lavaba la ropa, preparaba el desayuno paratodos, le preparaba a mi madre su sagrado café de las mañanas, de lastardes y de las noches; lavaba la vajilla, barría, trapeaba, viruteaba,enceraba y brillaba con mis pies el piso de madera del apartamento, ademásde los interminables mandados (mi madre me hacía ir a la tienda cinco osiete veces al día para que comprara alimentos y elementos de aseo ehigiene). Yo nunca le huí a estos oficios porque yo sabía que taleshabilidades me servirían para cuando yo fuera mayor de edad y meindependizara.

Y como la experiencia demuestra que lo prohibido es lo más provocativo, erainevitable que yo enviara al diablo las rígidas reglas militaristas de ima y mefuera a las tiendas del barrio donde habían grandes consolas de videojuegoslos cuales tenían instalados un temporizador que paralizaba el juego luego dedos o tres minutos de juego y había que insertar una nueva moneda paracontinuar jugando.

Una mañana mi madre me envió a la carnicería (justo donde había unaconsola de videojuegos) y me distraje con este videojuego del barrio...

… yo estaba emocionado jugando un videojuego de guerra, y digamos queiba bien porque había pasado como tres niveles… cuando de repente escuchéque algo como una madera se había roto. Enseguida sentí como si se mehubieran ido las luces y se me enfriara la cara, y acto seguido sentí un golpe



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a la espalda que me dejó sin respiración por unos segundos y por poco caigoal suelo...

… pues era mi mamá que me había encontrado, y en honor a la verdad y sinexagerar, ella partió violentamente un palo de escoba sobre mi cabeza (que

era lo que había escuchado que se había roto, pero que aún no me explicocómo es que no terminé con algún trauma craneal a causa del golpe!), y conel pedazo de palo que aún tenía en la mano me golpeó en los brazos y laspiernas con extrema furia, y delante de toda la gente que estaba mirando losucedido. Y a punta de empujones, más palazos y pellizcos, me regresó acasa.

Siempre me echaron en cara: “de qué le sirve a usted tanta rezadera si esdesobediente y rebelde?”, y me decían que jamás yo sería “sacerdote”.

El suceso del palo roto en mi cabeza (que menos mal no dejó heridas, pero síun fuerte dolor de cabeza durante tres días) fue de las pocas causas justasen las que me merecía los golpes. Pero en múltiples casos ratifiqué que seestaba cometiendo contra mí toda una injusticia; y siempre ocurrió quecuando hacía valer mis derechos como chico, como hijo y como persona,recibía con mucha más furia los correazos, fuetazos o bofetadas de mi mamá;en repetidas ocasiones ella me arrojaba a la cara una olletada de agua fríaporque realmente estaba alterado contra ella, y con la ropa completamentemojada me tenía que ir a estudiar. En otras ocasiones eran los puñetazos demi papá biológico lo que yo recibía, que eran golpizas mucho peores que lasque recibía por parte de ima.

Y con uno que otro moretón en la cara, pero con decenas de hematomas enel cuerpo, así tenía que irme al colegio a estudiar. Mis hermanos jamássupieron de esto porque como ya les dije, yo no acostumbraba a mostrar misheridas. Cuando llegaba golpeado al colegio nadie se solidarizaba conmigoporque el imaginario colectivo de la sociedad de esa época era: “si logolpearon, fue porque se lo buscó!”.

Ahora que había llegado a la adolescencia, me era imposible controlar la iraporque mi sistema nervioso estaba desarrollándose, pero lo peor era que esaira me estaba hiriendo físicamente (por causa de la cantidad de fuetazos,correazos, chancletazos, bofetadas y lavadas de agua fría, que aumentaronde intensidad y de cantidad con el paso de los años, en respuesta a mireacción iracunda ante las agresiones de mi mamá) y además estabahiriendo a mis hermanos porque yo ese año cometí el error de descargar miira reprimida contra ellos mediante gritos y uno que otro golpe, lo queobviamente causaba que mi mamá me golpeara aún mucho más.



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De nada me servía controlar mi ira si la cadena de violencia no se acababadesde su fuente directa, es decir, mis propios papás. Pero ellos jamás loquisieron comprender!

Lo que jamás hice, y en eso sí le agradezco a Dios, fue que nunca descargué

mi ira destruyendo las cosas de la casa.

LA NIÑITA LLORONA DE COLDEMAG. DE DÓNDE SALIÓ ELAPODO DE “RAMBO”?

Volvamos al colegio, en donde además de los honorables títulos de “sapo”, “regalado”, “loco” y “bicho raro”, fui bautizado además como “niñita llorona”porque mis profesores y compañeros me veían muchas veces llorando.

Es importante que ustedes sepan que yo soy demasiado sensible al dolor y

por eso los golpes que recibía tanto en casa como en el colegio los sentíacomo verdaderas torturas propinadas por verdugos del Viet-Kong. El dolorera sencillamente intolerable y era más que lógico que yo gritara de dolor yque expresara el mayor grado de dolor a través de las lágrimas.Médicamente hablando había una lógica para esa reacción, pero socialmentehablando mi hipersensibilidad al dolor era considerada un signo de debilidaden el carácter, era signo de ser un hombre afeminado.

Cuando la depresión invadía mi corazón (cosa que ocurría a menudo) yolloraba en silencio sobre mi pupitre o en el rincón más oscuro del patio delcolegio; aunque procuraba esconder las lágrimas todos se daban cuenta, ytanto mis compañeros como mis profesores arremetían con sus burlas ydespreciativos públicos en mi contra; “dejen a la niñita llorona en paz”,decían, “es lo único que sabe hacer: llorar como una nena” (recuerden queen esa época no era aceptable socialmente que un varón llorara porque eraconsiderado un acto deshonroso, era sinónimo de ser afeminado).

En ocasiones me decían: “vaya y llame a su mamita para que venga y loconsuele!”. Si supieran cuál era la forma de consolarme de mi mamá:chancletazos y correazos!

Aún hoy día la sensibilidad al dolor físico es intensa, lo siento hasta lo másprofundo de mi ser… pero, ah! No se confundan! soy sensible, pero no frágil.Por el contrario, agradezco al Padre Celestial que me dotó de huesosresistentes (razón por la cual hasta la fecha no he sufrido ningún tipo defracturas) y músculos fuertes.



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Y aquí es donde entra otro apodo que me acuñaron en el colegio: “Rambo”.Yo lloraba continuamente a causa del dolor físico y psicológico, pero cuandose trataba de poner a prueba mis fuerzas, nadie me hacía competencia!

Resulta que cuando había que desplazar los pupitres, absolutamente nadie

los levantaba, sin excepción todos mis compañeros arrastraban esos pupitrescon patas de metal que hacían rechinar el suelo con un ruido ensordecedorque se escuchaba hasta la portería del colegio, que hacía poner la piel degallina y hacía estremecer los nervios de los dientes.

Pero yo era el único capaz de levantar hasta cuatro pupitres, dos en cadamano, agarrándolos del espaldar. Ni siquiera los Machos Alfa del curso mehacían competencia, pero siempre que había ocasión de poner a prueba mifuerza, al menos en esos cortos momentos era llamado “Rambo”, porquepara todo lo demás me seguían insultando con sus apodos despreciativos.

También me llamaban a veces “Rambo” porque permanecía completamentesolo, sin nadie que me hablara, no tenía amigos, no tenía amigas… pero esosí, tenía demasiados enemigos en el colegio y a causa de sus agresionescontinuas (eso sumado a las agresiones de mis papás) fue que comencé atornarme más iracundo.

PLAYLIST

Alaska y Dinarama – Mi Novio es un ZombieBilly Joel – We Didn’t Start the FireDire Straits – Money for NothingDuran Duran – Wild BoysFine Young Cannibals – Good ThingINXS – Suicide BlondeMadonna – Live to TellAterciopelados – Mujer Gala



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VIIIESPERA ESTO AÚN SE PONE PEOR1991

CUARTO AÑO DE PRISIÓN

Y de nuevo contra mi voluntad, mi mamá me matriculó en COLDEMAG paracursar Tercer año de Secundaria, es decir, Octavo Grado.

La situación económica en casa no daba señales de mejoría, pero ima prefirióendeudarse con el colegio y siempre ocurría que estábamos debiendo tres ocinco meses de pensión. El mismo rector amenazó con cancelarme lamatrícula por no pagar cumplidamente la pensión. A mi madre le importó uncomino todos los maltratos que yo estaba sufriendo en el colegio. Ima seobsesionó con que yo me debía graduar con honores de tan prestigiosocolegio.

Nunca aceptó que yo estudiara en un colegio diferente a COLDEMAG, ysiempre lamentaré que ella no haya escuchado mis súplicas; me hubieraahorrado tantos sufrimientos, tantas lágrimas, y tanta sangre que derramécomo fruto de los golpes de mis compañeros! Es más: yo le decía que no meimportaba si era un colegio pobre, uno poco conocido. Pero cuando lemencioné que yo estaba dispuesto a terminar el Bachillerato en un colegiodistrital, eso fue peor que haberla insultado, y toma Richard tu buenabofetada, por insolente!

Qué hay de mi papá biológico? Debido a que el padre Sálesman comenzó aayudarnos a Diego y a mí con un dinero para que mi mamá se pudiera poneral día con un par de meses de pensión escolar, cayó en lo que yo identifico

como un claro ataque de celos. Por otro lado abá no quería que nosotrosestudiáramos, él mismo lo repitió cientos de veces en medio de susborracheras.

Siempre decía “para qué estudiar? Eso es para los burros, los chicos nodeben estudiar sino irse a trabajar; pero de mí no obtendrán un centavopara que pierdan el tiempo”. Ya se imaginarán ustedes la reacción de DoñaTeresa ante semejantes sentencias!



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INTENTO FALLIDO DE IR A CATEQUESIS DECONFIRMACIÓN

Una de las cosas que se me olvidaba contarles, era que el padre Eliécer meregaló el libro “Militantes de Cristo” y me animé a entrar a catequesis deConfirmación. Con la ayuda de una religiosa salesiana muy amable, pudeacceder en marzo a la catequesis, pero no pude estar sino dos sábados en latarde.

Mi mamá lo supo y dedujo que el padre Sálesman, en lugar de ayudarla aque yo permaneciera en casa como hijo dócil y obediente, estabaaumentando mi rebeldía y desobediencia acolitándome mis idas a laparroquia. Y al igual que la madrastra malvada de la Cenicienta, me prohibióasistir a la catequesis alegando que yo debía estar en casa los sábados en la

tarde para que le ayudara con las tareas domésticas… como si no fuerasuficiente todo en lo que le ayudaba entre semana y los sábados en lamañana, y quería aún más de mí?!

Y cuando le respondí furioso que lo que ella quería de mí era una sirvienta yno un hijo… bueno, ya saben ustedes cuál era su maternal respuesta! (estose lo iba a echar en cara por 13 años más aunque cada vez que se lo gritarame golpeara, porque por desgracia, no me equivoqué respecto a ese asunto).

Cuando cumplí la segunda falla hice un esfuerzo por asistir nuevamente,pero esa vez discutí fuertemente con mi mamá y le dije que quería recibir elsacramento de la Confirmación... cinco o seis fuetazos y otra lavada con unbaldado de agua fría terminaron por impedirme ir ese sábado, y quedé fuerade los que iban a ser confirmados ese año. Lloré silenciosamente por casiuna semana porque expresar mi dolor o hablar de él implicaba recibirmuchos más golpes.

Esta fue la primera de cientos de veces que mi mamá se opusoagresivamente contra mis intereses espirituales, y en adelante me pondría aelegir entre Dios y ella. Desde ese día mi propia madre se convirtió en laenemiga número uno de mi vocación religiosa, posición que mantuvo con

radicalidad desde ese día y durante 22 años.AHORA COMO JUGADOR Y ÁRBITRO DE BASKETBALL

Quiero resaltar que se nos incluyó en la clase de Educación Física bases debaloncesto, así que empecé a apasionarme por este deporte. Para mí no erasuficiente con las clases que se nos dictaban, sino que además aproveché



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algunas mañanas para ir a entrenar en la cancha de baloncesto que habíacerca de la casa.

Por qué baloncesto? Por dos razones. En primer lugar parte de la terapiapara aprender a controlar mi explosivo temperamento demandaba un

ejercicio físico para “quemar toda esa adrenalina reprimida”. Muchas veceslas personas iracundas son así porque no tienen una actividad física que lesayude a realizar una sana catarsis.

En segundo lugar, en el colegio los jugadores de baloncesto eran admiradospor las colegialas y por medio colegio, así que me decía: “bueno, imposibleque jugando bien, ninguna mujer se fije en mí”. Por eso me concentré bienen entrenar duro y jugar lo mejor posible al baloncesto... tal vez algún díapodría ser algo así como un Michael Jordan colombiano!


Pero mis compañeros de clase no me querían con ellos en el equipo, aún asílogré convencerlos y en abril 1991 fue mi primer juego: 801 (de chaleco rojoy yo con el número 10) contra 1002 (de chaleco verde), a las 3:30 p.m. enel patio del colegio.

Recuerdo muy bien la jugada, esos cinco minutos gloriosos: el juego arrancacon 1002 al poder del balón, y luego de esquivar una defensa yo impido queel número 6 del 1002 continúe a nuestra zona y le arrebato el balón con unapoderosa palmada al esférico cual serpiente lanzándose a su presa.Inmediatamente entrego el balón al armador mientras todos nosacomodamos en nuestras posiciones de ataque... luego de dos pases uno delos artilleros me entrega el balón, y a pesar de que soy el más enano delequipo esquivo a uno de los defensas en el área, me elevo con todas misfuerzas y lanzo, encestando limpiamente y dándole a 801 los dos primerospuntos con los que se abrió el marcador.

Al minuto siguiente hubo un cambio... no lo podía creer! me estabancambiando por otro compañero que, me constaba, jugaba pésimamente,pero no podía discutir el cambio, la presión de grupo pudo más que mitalento. Le protesté a mis compañeros y al capitán del equipo: cómo eraposible que, si estaba jugando bien y aún más, le había dado una victoriosaventaja de entrada al equipo, me cambiaran de esa manera?

Después de ese partido jamás me dejaron volver a jugar, y de nada mesirvió solicitar que nuestra directora de curso, María Elena Alfonso, convocarauna reunión de dirección de curso para resolver el problema con miscompañeros del salón. Todos alegaban contra mí lo de siempre: que yo era



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un regalado, un sapo, un lambe-ladrillos fastidioso… quedaba evidenciadoque no me querían ni un poquito!

Pero no me quería quedar con la espina de la humillación, tenía quedemostrarle al mundo que yo no era el objeto de burla que siempre era en el

colegio, al que siempre podían golpear, al que siempre podían insultar y delque siempre se podían burlar. Así que con la ayuda del coordinador dedeportes del colegio, Enrique Gillette, me preparé como juez de baloncesto;aprendí a llenar la planilla de juego y las señales de arbitraje.

Y en eso sí pude permanecer todo el resto del año 1991. Una o dos veces porsemana me encargaba de pitar algún partido de baloncesto. Todos estabansorprendidos al ver a un juez de baloncesto tan joven, pero tenía en mismanos el pito y con él el poder, y no estaba dispuesto a más humillaciones...por lo menos en el campo de juego.

Una tarde de octubre de 1991, cuando jugaron 1101 contra 1001. El juegoiba bien hasta que en el minuto ocho un artillero de 1101 empujó a suoponente mientras tenía el control del balón. Yo pité la falta a favor de 1001y el contraventor me alegó su inocencia; yo por señas le expliqué que losempujones no estaban permitidos, muchos menos si el equipo tenía elcontrol del balón. El muchacho, lleno de ira, lanzó violentamente el balóncontra el suelo.

Por un momento yo podía responderle con ira, pero tenía la boca ocupadasosteniendo el pito. Qué hacer? Pues pité falta técnica conforme alreglamento, lo que equivalía que 1001 tendría derecho a dos lanzamientosdesde el área contraria, de a un punto cada lanzamiento. Los muchachos dedécimo celebraron mi decisión.

Los profesores de Educación Física me felicitaron por mostrar una actitudprofesional en el arbitraje, pero eso me equivalió a ganarme muchos másenemigos de los que ya tenía.

PLAYLIST

Technotronic – Get UpTechnotronic – Pump Up the JamTechnotronic – Spin That Wheel (banda Sonora de “Las Tortugas Ninja”)Vanilla Ice – Ninja Rap (banda Sonora de “Las Tortugas Ninja”)Black Box – Strike It Up2 In a Room - Wiggle ItAB Logic – The HitmanMC Hammer – Can’t Touch This



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Milli Vanilli – Don’t Forget My Number

AGRESIONES A LA SALIDA DEL COLEGIO

Mi mala fama en COLDEMAG aumentó y con ella el matoneo. En sólo el añode 1991 diez o quince veces fui sentenciado por los los magisterianos arecibir sus golpizas, con la tan temida frase “a la salida arreglamos, saporegalado!”

Antes de 1991 yo tomaba el bus en la esquina del colegio para regresar acasa junto con Diego. Pero a partir de ese año él ya contaba con un grupo deamigos de su mismo salón de clases que vivían en el mismo barrio quenosotros (uno de ellos resultó siendo vecino nuestro), y se iban juntos deregreso a casa. En segundo lugar yo necesitaba ahorrar tanto dinero como

fuera posible de la mesada que nos daban, pues me quería hacer a una radioportátil con audífonos (que en esa época se llamaban “Walkman”; másadelante les contaré las razones de ello). Y en tercer lugar siempre me hafascinado caminar, y en mi adolescencia era un excelente ejercicio para bajarel stress que yo sufría por los problemas en la casa y en el colegio.

Los magisterianos de la Jornada Tarde siempre cumplieron sus amenazaspropinándome golpes entre diez o quince muchachotes, justamente a unaspocas calles del colegio. De nada me servía cambiar de ruta, siempre meinterceptaban dondequiera que yo estuviera. La ejecución iba acompañadade puños, patadas, calvaceras y rasgaduras de mi ropa y de mi morral.Luego de cumplir con su macabra tortura, todos mis atacantes salíancorriendo, cada quien por una calle diferente.

Yo quedaba tendido en el suelo hecho una miseria. Debido a que misatacantes ejecutaban su acción de tal manera que pareciera un típico juegode adolescentes, nadie del colegio que pasaba por mi lado me ayudaba alevantarme y a reponerme, sino que al contrario, se burlaban de mí al vermeen ese estado.

Yo tenía que portar siempre papel higiénico para secarme la sangre que me

brotaba de las narices y de la boca por causa de los golpes. Entraba acualquier local comercial donde me pudieran prestar el baño, y me lavaba lacara y me la secaba con la mi toallita de secarme las manos que siempreportaba, para no andar por ahí chorreando sangre. Como les dije, no megustó mostrar mis heridas.

Cuando yo llegaba a casa con el sweater roto, el morral rasgado y la camisasin botones, una vez más una lluvia de golpes caían sobre mí, esta vez



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propinados por mi madre que veía lo que me sucedía como el resultado demis travesuras de adolescente. Ima siempre se creyó que ella jamás meagredía, sino que ejercía su labor de madre “corrigiéndome” por no vestirpulcramente y por no cuidar celosamente mi presentación personal, peronunca me escuchaba.

Y los golpes de mi mamá dolían mucho más que los que mis compañeros decolegio me propinaban, porque los recibía de quien, supuestamente, debíaconsolarme, darme cariño y subirme la moral.

PLAYLIST

Madonna – Live to TellMadonna – VogueLondon Beat – I’ve Thinking About You

Depeche Mode – Enjoy the SilenceEnya – How Can I Keep in the SingingThe Cure – LullabyCindy Lauper – Time After TimeBlack Box – FantasyMilli Vanilli - Keep On RunningRed Hot Chilli Peppers – Give It AwayRed Hot Chilli Peppers – Under the BridgeHeavy D – Now That We Found LoveDepeche Mode – Personal JesusPet Shop Boys - HeartUS3 – CantaloopDepeche Mode – Enjoy the SilenceLondon Beat – I’ve Been Thinking About YouCrystal Waters - Gypsy WomanMPeople – Moving on Up2 in a Room – Wiggle It



UNA CONCLUSIÓN DEL PERIODO 1988 – 1991

Todas estas cosas que estoy narrando, no lo hago para ganarme la lástimade nadie. No busco comparar mis sufrimientos con los de otras personas quehan pasado cosas mucho peores que yo. Aquí no se trata de decir cualletanía de la Virgen Dolorosa “mirad y ved si hay dolor como mi dolor!”. Nada de eso!

Pero ya les va quedando claro a ustedes que mi adolescencia no fue paranada una etapa ideal en mi vida. Y es que no es fácil luchar en la vidacuando tienes a tu círculo social en tu contra, sólo por tener pensamientos,sentimientos, puntos de vista y aspiraciones totalmente diferentes de las delos demás.

Para este rango de tiempo los ángeles que me asistían ya me habían dichoque Dios me había enviado a este mundo para dejar huella en la historia. Yome convencí de ello por completo y jamás permití que nadie me dijera locontrario. Muchas cosas no se las contaba a mi padre porque yo yaidentificaba que no las comprendería, eran cosas que solamente yoentendería y ningún otro ser humano. Por eso busqué destacarme en lo quepudiera hacer bien: árbitro de baloncesto, actor, locutor… tal vez allí estaríala puerta que me llevaría al éxito.

Por eso en medio del matoneo salvaje que sufrí en el colegio, en medio de laviolencia intrafamiliar, esa simple idea me mantuvo lejos de profundoscuadros depresivos: no vine a ser un número más en la sociedad, no vine aterminar igual que millones de personas – trabajando para sobrevivir, nopara pasar por la historia sino que la historia pase por ellos –.

TOMEN NOTA: Por qué no he puesto fotografías de mí en miadolescencia? La razón es simple: no existen. No me fotografiaron enaquellos años. Sólo hasta 1995 ustedes podrán ver fotos de mí, así que

paciencia!

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Richard Gamboa - Zikaronim Version 3.7 - Parte 2 Prompt