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5/24/2018 revista_ed_n_7-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/revistaedn7 1/37 INTERSECCIONES PSI REVISTA ELECTRÓNICA DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA - UBA Intersecciones Psi Revista Electrónica  Año 3 – Número 7 Julio de 2013 Director general: Jorge A. Biglieri  Director editorial: Gabriel E. Guralnik  Jefa de Redacción:  Victoria Melieni   Asistente de Redacción: Micaela Grandoso  Diseño:  Agustina Valdés  Diagramación: Leonel Matías Corso Sergio Scotto  Alejandro Zeitlin Colaboran en este número: Gloria Aksman Martín Alomo Modesto M. Alonso Osvaldo Delgado  Alicia Lo Giúdice María Mucci Emmanuel Policicchio Lucía Rossi Rudy Inés Sotelo Liliana Szapiro

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  • INTERSECCIONES PSIREVISTA ELECTRNICA DE LA FACULTAD DE PSICOLOGA - UBA

    Intersecciones PsiRevista Electrnica

    Ao 3 Nmero 7Julio de 2013

    Director general:Jorge A. Biglieri

    Director editorial:

    Gabriel E. Guralnik

    Jefa de Redaccin:Victoria Melieni

    Asistente de Redaccin:

    Micaela Grandoso

    Diseo: Agustina Valds

    Diagramacin:

    Leonel Matas CorsoSergio Scotto

    Alejandro Zeitlin

    Colaboran en este nmero:

    Gloria AksmanMartn AlomoModesto M. AlonsoOsvaldo DelgadoAlicia Lo GidiceMara MucciEmmanuel PolicicchioLuca Rossi RudyIns SoteloLiliana Szapiro

  • EDITORIAL

    PERSPECTIVAS

    Nuevas formas de lo femeninoPor Gloria Aksman

    El cuerpo y la neurosis obsesivaPor Osvaldo Delgado

    Las marcas del desamorPor Liliana Szapiro y otros

    VIGENCIA

    Intersecciones del psicoanlisis de orientacin lacaniana con la clnica y la escrituraPor Ins Sotelo

    Historia del comer. Lazo social y tradicin culturalPor Luca Rossi

    ALUMNOS

    El objeto a en las obras de DostoievskiPor Emmanuel Policicchio

    INVESTIGACIONES Y EXTENSIN

    La psicologa aeronutica, un campo en crecimientoPor Modesto M. Alonso

    Hacer con las marcas (entrevista a Alicia Lo Gidice)Por Micaela Grandoso

    LIBROS

    La pregunta infinitaPor Christopher Bollas

    Sexo, drogas y biologa (y un poco de rock and roll)Por Diego Golombek

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    NDICE

  • La inquietud por la verdad. Escritos sobre la sexualidad y el sujetoPor Michel Foucault

    La eleccin irnica: estudios clnicos sobre la esquizofreniaPor Martn Alomo

    ACTUALIDAD

    Primera experiencia del Programa de la Facultad en el Hospital de ClnicasPor Mara Mucci

    HUMOR

    El l y el Ello (mesa redonda)Por Rudy

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    NDICE

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    ISSN: 1853-9793 4

    EDITORIAL

    Al promediar la mitad del ao se presenta el desafo de evaluar el camino recorrido. Los logros alcanzados, no slo en esta revista sino tambin en nuestra Facultad, son muchos y nos llenan de orgullo. Los frutos de nuestro trabajo se ven traducidos en el nmero cada vez ms grande de profesionales que eligen y acompaan a Intersecciones Psi.

    El proyecto comenz con un puado de lectores, pero con la firme intencin de promover un mbito de encuentro e intercambio, donde graduados, docentes, estudiantes y no docentes pudieran publicar sus producciones y darlas a conocer a la comunidad; hoy nos leen colegas de otras universidades y dems instituciones del mbito psi, tanto de Argentina como de otros pases de Latinoamrica, y llegamos a ms de 10 mil lectores al mes.

    Seguimos adelante, siempre creciendo, con una gran conviccin en la educacin pblica y los esfuerzos puestos en el desarrollo de los tres pilares consagrados en el Estatuto de la UBA: docencia, investigacin y extensin. Queremos agradecer tambin a nuestros colaboradores porquenada hubisemos logrado sin su participaciny compromiso.

    En esta nueva edicin de Intersecciones Psi compartimos con ustedes algunas de las conferencias dictadas durante las jornadas El Psicoanlisis hoy, que tuvieron lugar en la Facultad durante el mes de junio. En estos encuentros participaron prestigiosos profesionales pertenecientes a nuestra institucin acadmica, quienes disertaron sobre los desafos de la clnica actual, coincidiendo en el objetivo de explorar la vigencia de aquello que Jacques Lacan estableci como los principios que estructuran la prctica del psicoanlisis. Publicamos las conferencias de Osvaldo Delgado, Liliana Szapiro y Gloria Aksman.

    "El anlisis no puede tener otra meta que el advenimientode una palabra verdadera y la realizacin por el sujeto de su historia en su relacin con un futuro." J. Lacan (Funcin y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanlisis)

    Expositores: Diana Rabinovich, Gloria Aksman, Marcelo Barros, Gustavo Bertran, Liliana Cantagalli, Horacio Cattani, Jorge Chamorro, Osvaldo Delgado, Alicia Donghi, Natalia Eandi, Mara Fernanda Fioranelli, Pablo Fridman, Miguel Furman, Claudio Godoy, Patricia Gross, Leopoldo Kligmann, David Laznik, Leonardo Leibson, Santiago Mazzuca, Fabin Naparstek, Silvia Ons, Adriana Rubistein, Mercedes Snchez Sarmiento, Fabin Schejtman, Ricardo Seldes, Sandra Simn, Ernesto Sinatra, Mara Ins Sotelo, Gustavo Stiglitz, Liliana Szapiro, Liliana Vzquez, Nstor Yelatti, Oscar Zack.

    Facultad de Psicologa - Universidad de Buenos AiresHiplito Yrigoyen 3242, Ciudad Autnoma de Bs. As.

    [email protected]@convergenciaacademica.orgwww.convergenciaacademica.org

    # Jornadas

    12, 13 y 14 junio 2013El Psicoanlisishoy

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    ISSN: 1853-9793 5

    PERSPECTIVAS

    Nuevas formas de lo femenino

    Por Gloria Aksman

    Los tiempos actuales hacen presente una modalidad de goce sin medida, que en sus manifestaciones se ubica ms all del falo; desde esa perspectiva nos interrogamos acerca de lo femenino en juego. Seguimos aqu la tesis de J. A. Miller sobre la feminizacin del mundo, como efecto de la hipermodernidad.

    De qu modo el Otro goce desamarrado del falo se torna devastador para el cuerpo? Un cuerpo que se presenta, o bien como suelto, no concernido en el asunto, o bien tomado por la lgica actual, en agrupamientos caracterizados por el rasgo de goce (Miller).

    De este modo, el diagnstico diferencial se hace presente en nuestros consultorios, lejos de su condicin de excepcin.

    La defensa de lo femenino respecto de los derechos civiles es un fenmeno que no debe leerse solamente desde una conquista en la posicin social, laboral, etc.; fue la base de la construccin de una subjetividad diferente que introdujo variaciones en las modalidades de goce y cuyas consecuencias clnicas no tardaron en hacerse or en los consultorios.

    A dnde se han ido las histricas de antao?, rezaba el comienzo de la clase del Seminario 24 en la que Jacques Lacan sita el desplazamiento de este sntoma a lo social.Es una subjetividad donde la posicin sexual se puede resumir en la frmula sedicin flica, que el psicoanalista francs ya haba anticipado en 1960 en el escrito Subversin del sujeto...

    Dice all:Deber alcanzarnos la prctica, que tal vez algn da tendr la fuerza de la costumbre, de inseminar artificialmente a las mujeres en sedicin flica con el esperma de un gran hombre, para que saquemos de nosotros mismos sobre la funcin paternal un veredicto?[1] No nos deja de asombrar esta lcida anticipacin de Lacan respecto de lo que acontece con las vicisitudes del encuentro fallido entre los sexos.

    Estamos en una poca donde el goce se ha tornado un deber, un imperativo debes gozar!. El antiguo desdoblamiento de la vida amorosa con la que Freud describa la problemtica de los hombres frente a las mujeres, amar a una y gozar de otra,

    ya no parece ser ms de su exclusividad, y an ms: ellos, gracias a la ciencia, ya no son condicin necesaria para la procreacin. Los hijos no parecen ser ms que un objeto que cotiza en el mercado: a medida y listo para llevar.

    As lo adverta Lacan en 1956: De una mujer puede salir un nmero indefinido de seres. Podran ser solo mujeres; por otra parte, pronto llegaremos a ello, ya que los peridicos nos dicen todos los das que la partenognesis est en camino y que las mujeres engendrarn pronto hijas sin ayuda de nadie[2]. En noviembre de 2006, los cientficos Argentinos Ester Polak y Jos Cibelli activaron por primera vez vulos humanos sin requerir espermatozoides, lo que puede permitir obtener clulas madre sin formar embriones. La sedicin flica

    Las nuevas mujeres que encontramos articuladas a este significante, no hacen conjunto. No es una nominacin que haga universal, ya sabemos que no hay tal universo de lo femenino, simplemente destacamos la complicacin actual en la va del sntoma.No parece tratarse de nuevas modalidades de la histeria en las que solo cambia el amo de turno donde hacer jugar la insatisfaccin del deseo.

    En la poca en que el discurso imperante exige hacer posible lo imposible, en la que parece postularse un sujeto sin deseo, lo que queda es un sujeto reflejo de sus propios objetos[3].Por eso, la caracterstica de los nuevos sntomas es que no se prestan al trabajo con el inconsciente como suposicin de saber acerca de la causa.

    La demanda se dirige en forma urgente al Otro diversificado en la multiplicidad de ofertas al consumidor.Es la poca donde lo femenino, que aparece en su vertiente de goce estragante, nos autoriza a recurrir al trmino sedicin flica para sealar que lo que hace de lmite a ese goce ha sido por lo menos declinado cuando no cancelado.

    Se desarrolla como sntoma de lo social rechazando toda medida, y es en esta perspectiva que decir nuevas mujeres

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    tampoco ubica identidad alguna. La bsqueda siempre ilusoria de una identidad perdida, que nos deja frente a la eleccin forzada del rasgo de identificacin, tampoco se cumple en estos casos y as el cuerpo queda ofertado a la fragmentacin del mercado.

    Sin embargo, la demanda tambin sigue evocando del lado de la histrica esta peticin de principios respecto del ser.En cualquier caso es una cuestin que el analista deber despejar cada vez.

    Construccin del sujeto

    Un plus de trabajo espera al analista. Lo que advertimos cada vez con ms frecuencia es que ese cuerpo fragmentado, vctima angustiosa de algn ataque clasificado por el DSM, nos aguarda en la sala de espera habiendo fracasado en su intento de mantener a raya lo insoportable.Entonces, el plus lo enunciamos as: hay que transformar esa fragmentacin en cuerpo.

    Lo que hemos denominado nuevas mujeres se puede incluir en este recorte en la categora de nuevos sntomas, ya que consideramos que son la emergencia de nuevas modalidades de exigencia superyoicas de goce.

    En esta lgica incluimos tanto el objetivo de hacer existir a LA mujer sin excepcin, o bien aquellas donde la emblemtica flica brilla por su ausencia, y eso muchas veces sin psicosis.El cuerpo tomado en la lgica virtual nos muestra las marcas en la carne como consecuencia de ese discurso. Superyo feroz, que satisfacindose cada vez all donde no hay respuesta, no cesa de exigirla.

    La exigencia tambin se dirige al analista para que, sorteando el tiempo de la transferencia, provea de respuestas pret a porter satisfaciendo la pretensin de eficiencia del mercado.

    La angustia y el deseo del analista

    Hay algunas reflexiones que Javier Aramburu nos invita a realizar en sus conferencias acerca de El deseo del analista y sobre las cuales considero absolutamente pertinente volver.

    La cuestin del saber del analista se confronta con la demanda de eficiencia. Es una poca en la que el saber cotiza en el mercado, y esto no es algo que podamos ignorar Sabr el analista?

    Ahora, saber qu? dice J. Aramburu porque la autoridad paterna pretenda ser el supuesto que saba cmo era ser una mujer. No estamos pues, sobre la nostalgia de lo perdido, sobre la restitucin del padre, sino todo lo contrario, sobre llevar el deseo hasta lo real de su causa, que d certeza al sujeto en tanto le deje un saldo de saber hacer con este deseo. Es decir,

    que pueda desear lo que efectivamente quiera.[4]

    Y a partir de una serie de preguntas que dejar abiertas a nuestra reflexin, nos convoca directamente como analistas implicados en la posmodernidad, qu respuesta tiene el analista que tenga valor y peso que no sea un empuje al goce mortfero? Preguntas que nos alertan acerca de la particularidad de nuestra presencia en el mercado.

    Concluye que es con el saber hacer que atae al discurso analtico que el analista se ve nuevamente convocado a tomar partido por el inconsciente.Esto implica sostener la va regia que representa la angustia, que es esa sensacin corporal, y por eso nos pone sobre la pista del sujeto.

    La urgente demanda de que cese la angustia se manifiesta tambin como exigencia del superyo. Eso no espera.Aunque no la fomentamos, sabemos que no se trata de acallarla porque consideramos que hay que darle oportunidad al sujeto para que advenga all donde eso goza.

    Implica considerar la posibilidad de construir un sujeto que, a partir de introducirse en las determinaciones inconscientes, intente situarse como responsable de su singularidad. En otras palabras, que interrogue su implicancia en el malestar que le toca vivir.Notas

    [1]LACAN, J. (1960)Subversin del sujeto y dialctica del deseo en

    el inconsciente freudiano, Escritos 2, Buenos AIres, Ed. Siglo XXI,

    1988, pg. 792[2]LACAN, J. (1956) Las Psicosis , Seminario III, Ed. Piados, pg.

    455.[3] ARAMBURU, J. (2000)El deseo del Analista, Ed. Tres Haches,

    pg. 134[4]ARAMBURU, J. Op.cit. pg.143

    Conferencia expuesta durante las jornadas El Psicoanlisis hoy

    (12, 13 y 14 de junio, Facultad de Psicologa de la Universidad de

    Buenos Aires).

    Gloria Aksman es Lic. en Psicologa, Profesora Adjunta Regular

    de Psicopatologa, Ctedra II. Coordinadora general de la Prctica

    Profesional El sujeto en la clnica - vicisitudes y obstculos

    PERSPECTIVAS

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    ISSN: 1853-9793 7

    Impulsos, actos, ideas

    Tomar el sntoma obsesivo como eje para hablar del acontecimiento de cuerpo parece ir un poco en contra de lo que nos llama habitualmente a hacer, que es con respecto al cuerpo, tratar el sntoma histrico. Demanda de uno que sufre de su cuerpo o de su pensamiento. Es esa cercana que la histeria tiene con su no s: no s qu me pasa en el cuerpo, y en general no s que pasa. Es la parte seria de lo que llamamos la belle indifrence, el sntoma histrico, que es un hablar con su cuerpo, que se reconoce al hablar con su cuerpo, se podra decir tambin que el sujeto supuesto saber pasa en el cuerpo. De tal manera que siempre anima la curiosidad de ir a ver detrs, la o lo anima eso, y por excelencia detrs de los sujetos que pretenden saber o que pretenden poder.

    Ya sabemos que hay el hecho clnico de la mostracin de su falta, la propia en el semblante de pobreza, de tontera, de vctima, que en definitiva alcanza a la demostracin de la falta del Otro, solo que para ello se toman mucho trabajo y, en algunas ocasiones, muchos sacrificios. Se sacrifican al Otro, al hombre que aman, a la madre que detestan, al padre que idealizan. Lo que importa es que exista un deseo para que en algn momento se sepa qu buen objeto, a veces qu complicado, puede ser ella para l.

    Es un tema convocante pero en la ocasin nos hemos propuesto ir a buscar el tema de hablar con el cuerpo en la obsesin. El cuerpo est muy presente en un anlisis lacaniano y no slo en los casos de histeria. En la comparacin que venimos haciendo podemos decir que a diferencia del sntoma histrico que suele manifestarse de los modos ms expresivos, el sntoma obsesivo tiene la caracterstica de ser mucho ms discreto. Se concentra por lo general en el dominio psquico y fundamentalmente permanece como asunto privado del sujeto. No se trata del deseo, sino de su objeto, del objeto del deseo. Suele decirse, y con razn, que en la obsesin no se produce el salto a lo corporal, tpico del sntoma conversivo, y nosotros trataremos de ver esa otra dimensin ms callada, ms escondida, ms

    discreta del sntoma obsesivo y cmo s se produce el salto al cuerpo. Cules son sus formas ms tpicas en la obsesin? Impulsos extraos al razonamiento habitual del sujeto, actos cuya ejecucin no le proporcionan ningn placer pero de los que no puede sustraerse, de no hacerlos sobreviene la angustia. Tambin tiene ideas fijas ajenas a su inters normal. Impulsos, actos e ideas fijas tienen en comn los fenmenos de coaccin, de forzamiento (Zwang).

    Veamos en principio cmo las ideas obsesivas insensatas, absurdas, implican una actividad intelectual intensa que agota al sujeto, el que se siente obligado a cavilar alrededor de esas ideas como si fueran las cosas ms importantes del mundo. El agotamiento subjetivo alcanza tambin al cuerpo, por supuesto. Lo mismo en la fuerza y el tiempo que debe contar, retirando el inters de otras cosas, para sostener las prohibiciones, renuncias y limitaciones de su libertad que se impone para luchar contra los crmenes a los que est incitado o las tentaciones que lo atormentan. Es la lucha contra los impulsos.

    Finalmente, los actos obsesivos son inocentes e insignificantes y consisten en repeticiones y floreos ceremoniosos sobre las actividades ms corrientes de la vida cotidiana, quizs los ms necesarios como acostarse, levantarse, dormir, lavarse, caminar, los que terminan transformndose en problemas complicadsimos.

    Es para nosotros del mximo inters captar cmo el significante que irrumpe en el cuerpo, que lo penetra, es el que lo mueve o lo paraliza.

    Si bien decimos que lo esencial de la neurosis obsesiva pasa por sus pensamientos, veremos que eso es ciertamente limitado, ya que es ac que se nos permite captar, en su esencia, cmo el lenguaje -o para decirlo mejor la lengua- incide en el cuerpo, ya no diremos del sujeto sino del ser hablante oparltre. Y de all es donde obtenemos tambin la cuestin de hablar con el cuerpo el tema del prximo ENAPOL.

    El cuerpo y la neurosis obsesiva

    Por Osvaldo Delgado

    PERSPECTIVAS

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    ISSN: 1853-9793 8

    Un goce escondido

    El modelo obsesivo del sntoma es lo que Lacan privilegia en su ltima enseanza, o sea que el sntoma es fundamentalmente real en la medida que resiste al decir. Y tambin por su duracin. De all lo que se relaciona con lo que Freud invent como reaccin teraputica negativa. El sntoma se repite y se repite.

    Cuando seala que el sujeto siempre es feliz, Lacan trata de pensar en una clnica sin conflicto, sustraer esa dimensin a pesar del sufrimiento, que por supuesto existe y que no obviamos. No lo obviamos pero privilegiamos lo real de la satisfaccin. Cuando decimos una modalidad de goce, planteamos un retorno, un hecho de repeticin. Lo mismo que al plantear la fijacin de la libido, se trata siempre de un goce escondido o escamoteado y repetido. Siempre nos encontramos con el problema de que el sntoma es una satisfaccin fuera de sentido, paradjica. Cmo se cura alguien de una satisfaccin?La satisfaccin y el cuerpo

    El obsesivo es siervo del pensamiento.

    Lo esencial que ubicamos con respecto al obsesivo es lo que Freud descubre cuando capta que su sntoma alcanza el triunfo cuando une la prohibicin con la satisfaccin, de modo tal que lo que fue originariamente un mandamiento defensivo o una prohibicin adquieren la dimensin de satisfaccin. La satisfaccin sustitutiva es tan buena como la original, si pudiera llamarse as. Lo que es evidente es que para la satisfaccin libidinal no importa cul objeto, se obtiene igualmente. Freud hace cierta distincin entre la fenomenologa del sntoma y su verdad, ya que la primera impone la presencia del sufrimiento, mientras que en la otra se verifica la satisfaccin libidinal que el sntoma da al sujeto. Habr que captar la relacin de la satisfaccin libidinal y el cuerpo.

    Conocemos la cuestin de la ambivalencia tpica de los obsesivos, lo que se nota en los actos en dos tiempos cuya primera parte es anulada por la segunda, es la representacin de dos impulsos antitticos de igualdad magnitud, la anttesis del amor y el odio. Es la presencia del odio la que Freud descubri en la base de cada sntoma obsesivo, como respuesta siempre a mano para enfrentarse a los signos del deseo del Otro que no es un desierto de goce.

    La unin entre la ambivalencia y el erotismo anal tiene su origen en la experiencia particular que el sujeto hace en su relacin con el objeto anal. Es all donde por primera vez puede hacer el tanteo de reconocerse en algo, en un objeto alrededor del cual gira aquello que marca su constitucin, la demanda del Otro, encarnada por la madre. Es en la

    experiencia con ese objeto (elano es el puro objeto sino el demandado), y es en la experiencia realizada con ese objeto en donde ha recibido una aprobacin y la admiracin de quien encarna al Otro, quien simultneamente le ensea a alejarse de eso, del producto de su satisfaccin. Lacan seala que all se puede ubicar el origen de la ambivalencia obsesiva, en tanto ese objetoaes la causa de esa ambivalencia del s y del no. Tambin se puede ver cmo el sntoma es de m y sin embargo no es de m.

    En el sntoma obsesivo es en donde la causa es percibida como angustiosa o sea que en l se trata del retorno de lo reprimido del deseo del Otro, de esa falta que no puede tolerarse. El obsesivo lo vela con el recurso a la demanda, que se manifiesta en su permanente necesidad de pedir autorizacin para sus tentativas de pasaje con el deseo. Es preciso que el Otro le demande eso. Su fantasma le permite acentuar lo imposible del desvanecimiento del sujeto de ah su estado siempre controlante, negando el deseo del Otro. La persona experimenta que pierde el dominio de sus ideas y que est molesta por la insistencia de pensamientos bizarros, raros, extraos, e incluso de mal gusto, advierte su insistencia. Con el sntoma obsesivo el sujeto se asegura de sostener el desierto de goce en el Otro, que el goce pase a nivel del significante. O sea a ms presentificacin de goce, y lo sabemos, el goce se siente en el cuerpo, ms proliferacin de significantes.

    El sntoma obsesivo demuestra de esta manera la eficacia del inconsciente que puebla al sujeto con saberes tan fatigosos como intiles.

    Fragmento de la conferencia expuesta durante las jornadas El

    Psicoanlisis hoy (12, 13 y 14 de junio, Facultad de Psicologa de la

    Universidad de Buenos Aires).

    Osvaldo Delgado es Doctor en Psicologa de la Universidad de

    Buenos Aires; Profesor Regular Titular de la Ctedra I de Psicoanlisis:

    Freud, Profesor a cargo de la materia Construccin de los Conceptos

    Psicoanalticos yDirector del Programa de Actualizacin: El lugar

    del analista y los efectos del discurso contemporneo, Facultad

    de Psicologa UBA; miembro de la EOL y la AMP.

    PERSPECTIVAS

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    ISSN: 1853-9793 9

    Singularidades de la clnica con adolescentes en nuestros tiempos

    El lugar que un sujeto ha tenido en el Deseo del Otro es central en el destino de ese sujeto. Este alojamiento en el deseo de otro que es responsable de su venida al mundo, es fundamental para que un sujeto pueda constituirse como tal, para que pueda hablar, pensar y aprender. Si un padre no quiere o no puede alojar a su hijo en su deseo, este quedar perdido, a la deriva. Esto va a tener graves consecuencias en la estructuracin simblica de un sujeto.

    Los trabajos presentados en la mesa de las jornadas El Psicoanlisis hoy, titulada Las marcas del desamor. Singularidades de la clnica con adolescentes en nuestros tiempos, dan cuenta de estas consecuencias y apuestan a su transformacin.

    Introduccin

    En la conferencia Las marcas del desamor: Singularidades de la Clnica con adolescentes en nuestros tiempos que tuvo lugar en el marco de las jornadas El psicoanlisis hoy, organizadas por la agrupacin de graduados Convergencia Acadmica, transmitimos las hiptesis centrales que orientan el trabajo que hemos llevado a cabo en conjunto entre la Asociacin Civil Proyecto Asistir y la Prctica profesionalde la Facultad de Psicologa de la UBAClnica con pberes y adolescentes en el Hospital,que ha formado parte del proyecto UBANEX de la Secretara de Extensin Universitaria de la UBA Intervenciones con jvenes en situacin de vulnerabilidad. Promocin de la dignidad de las personas y prevencin de la violencia.

    La idea directriz que enmarca este proyecto es que el lugar que un sujeto ha tenido en el Deseo del Otro es central en el destino de ese sujeto. Este alojamiento en el deseo de un otro que es responsable de su venida al mundo, es fundamental para que un sujeto pueda constituirse como tal, para que pueda hablar, pensar y aprender. Pensamos que si un padre, madre (o quien ocupe su lugar) no quiere o no puede alojar

    a su hijo en su deseo, este quedar perdido, a la deriva. Esto va a tener graves consecuencias en la estructuracin simblica de un sujeto.

    Los trabajos que presentamos en las Jornadas El Psicoanlisis hoy intentaron dar cuenta de la problemtica de los nios y adolescentes que se encuentran, de alguna manera, a la deriva, sujetos que estn posicionados en un lugar desvalorizado para sus padres y la sociedad, sujetos que se han instalado en esa posicin de objeto de desecho y desde ese lugar no piensan, solo actan.

    La apuesta de cada uno de los psicoanalistas que participaron en la mesa de las jornadas es intervenir para que estos jvenes puedan abandonar esa posicin. As, los trabajos presentados por Liliana Szapiro, Natalia Eandi Bonfante, Mara Fernanda Fioranelli, Claudia Moggia, Diana Ramos, Lucila Rodriguez, Sandra Simn, Mercedes Snchez Sarmiento y Ana Laura Vallejo dieron cuenta de esa apuesta. En esta oportunidad nos centraremos en el desarrollo de uno de los trabajos, elaborado por Liliana Szapiro.

    Del alojamiento de un sujeto en el deseo de quienes han sido responsables de su venida al mundo

    Para comenzar esta reflexin referida a las intervenciones con relacin a sujetos que han sido alojados hbilmente en el campo del Otro, vamos a recordar algunos aspectos del texto de la obra de teatro de Frank Wedekind El despertar de la primavera.

    Dicha obra se lleva a cabo en el marco de un medio pequeo burgus de comienzos del siglo XX,se basa en la problemtica de la pubertad y reflexiona acerca de la respuesta subjetiva frente a la posibilidad efectiva de realizar el acto sexual y de ser padre.

    Recordemos a los amigos Melchor y Mauricio: Frente a la coyuntura de enfrentarse con el acto sexual, Mauricio retrocede y toma la decisin de suicidarse; Melchor, en cambio, avanza y la primera vez que tiene relaciones sexuales

    Las marcas del desamor

    Por Liliana Szapiro, Natalia Eandi Bonfante, Maria Fernanda Fioranelli, Claudia Moggia, Diana Ramos, Lucila Rodriguez, Sandra Simon, Mercedes Snchez y Ana Laura Vallejo.

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    ISSN: 1853-9793 10

    deja, sin saberlo, embarazada a una joven llamada Wanda. La madre de la nia decide forzar un aborto en el que la joven muere desangrada.

    En el ltimo acto de la obra, ambos jvenes se encuentran en el cementerio: Mauricio, que se ha quitado la vida, aparece transmutado en un fantasma y Melchor vaga por entre las tumbas, deseando quitarse la vida por la culpa que le produce la muerte de Wanda.

    Mauricio quiere convencer a Melchor de las bondades de la muerte y llevarlo con l. Aparece, entonces, el personaje del enmascarado, que arranca a Melchor de Mauricio y le ofrece conducirlo y respaldarlo en los caminos de la vida.Le dice el enmascarado a Mauricio: vete de aqu y cuando el joven le reclama que no haba intervenido cuando l decidi matarse, l le dice que s lo hizo pero que Mauricio no lo escuch porque no pudo. Porque t no eres Melchor le dice el enmascarado. Melchor consiente a la intervencin de quien en la obra propicia el camino hacia el deseo. Mauricio no consiente, el enmascarado se le aparece bajo la figura de una tentadora mujer en el momento previo a su suicidio y l no responde al llamado de esa mujer, la deja ir y se mata.

    Cmo podemos pensar esta cuestin?

    Planteamos una hiptesis: durante el entierro de de Mauricio, el padre grita el nio no era mo, el nio no era mo! Nuca me gust, ni de pequeo!.

    Wedekind no era psicoanalista, ni la obra un caso clnico, pero hay algunas reflexiones que nos gustara plantear en relacin al alojamiento en el Deseo del Otro. Podemos pensar que Mauricio ha sido alojado lbilmente desde un inicio en el Deseo del Otro, el padre no lo reconoce en tanto hijo y lo rechaza desde que nace. No sucede lo mismo con Melchor, lo que marca para ellos destinos diferentes: el primero se enamora de la muerte y no puede aceptar la intervencin del enmascarado, el segundo consiente a la misma y puede advenir al camino del deseo.

    En la clnica de nuestros tiempos nos encontramos cada vez ms con sujetos que han sido, desde el inicio,precariamentealojados en el Deseo del Otro. Nos preguntamos qu consecuencias trae esta cuestin en su estructuracin psquica y tambin acerca de nuestras intervenciones.

    Estamos pensando cmo intervenir en estos casos desde el psicoanlisis, para que el destino de estos sujetos no sea el suicidio, para que consientan en determinada coyuntura vital al dispositivo analtico que a la manera de la intervencin del enmascarado de Wedekind propicie el camino de su deseo.

    Vamos a pensar algunas cuestiones en relacin a dos vietas clnicas:

    Carolina consulta a partir de la demanda de la escuela. Se ha tirado de las escaleras diciendo que no quiere vivir. Tiene nueve aos. Es derivada al tratamiento en la Fundacin Asistir. Lo primero que dice es que su madre se ha ido a vivir a un pas europeo, dejando a ella y a su hermano con su padre. El padre y la madre de Carolina haban comenzado su relacin mientras an estaban casados con otras personas. Carolina naci cuando la madre todava estaba casada con su primer marido. Lleva el apellido de este, pese a no ser ese seor su padre biolgico, sino Horacio, con quien convive actualmente. Al poco tiempo, los padres se separaron de sus respectivas parejas y se fueron a vivir juntos.

    La madre termin abandonando a Horacio y a sus hijas (a Carolina y a la hija de su primer matrimonio) y se fue a un pas europeo a ejercer la prostitucin. Cabe destacar que al inicio del tratamiento de Carolina la analista cita al padre a una entrevista, en esta lo interroga acerca de cules pensaba l que podan ser los motivos que habran conducido a Aurora, la madre de Carolina, a abandonar a sus hijas. Con mucha naturalidad responde: Muy simple. Quera cobrar en euros

    En el momento de la consulta Carolina est muy triste, quiere morirse y no puede entender nada en el colegio. Comienza un trabajo analtico en el cual ella puede interrogar el deseo de la madre, porqu la madre la abandon. Esta interrogacin la lleva a construir la historia de la madre, quien fue a su vez abandonada por su propia madre, que haba dicho que si el beb era un varn se quedaba con l, si era mujer lo daba a la vecina. La madre de Carolina, Aurora, repite a lo largo de su vida este abandono. Abandona as a sus hijas mujeres, y cuando se va al exterior, slo lo hace acompaada por su hijo varn. Interrogar el deseo de la madre posibilit a Carolina la cada de su identificacin al padre, quien melanclicamente segua extraando a esa mujer que lo abandon. Por otra parte, ante la insistencia de Carolina, su padre ha iniciado los trmites en la Defensora para poder darle su apellido.

    Carolina comienza a entender los conceptos en la escuela.Julia tiene en el momento de la consulta 16 aos. Ha padecido varias internaciones psiquitricas y los psiquiatras la han diagnosticado como esquizofrnica. Comienza un tratamiento en la Asociacin Civil Proyecto Asistir al que asiste de manera irregular.

    Vive, al momento de la consulta, con su madre y su hermano. La madre le dice a la analista que mantiene la casa a mediante su trabajo de venta de perfumes, pero Julia plantea que su madre trabaja de prostituta.De su padre dice que lo ha visto pocas veces en la vida, que nunca se interes por ella.

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    Julia pasa gran parte del da durmiendo y sin ver a nadie. Dej de asistir a la escuela meses antes de la consulta.Suea con volver a ver al amor de su vida que muri en un accidente; se trata de un muchacho varios aos mayor que ella, casado y con hijos, del cual ella se enamor. Se tatu su nombre, Martn, en el pecho. Le dice a la analista que mientras Martn viva lo esperaba durante das y semanas, maana, tarde y noche sentada en la terraza. Algunas veces Martn vena a verla en la madrugada. Dice que esos encuentros eran maravillosos. Piensa que Martn va a volver y van a poder estar juntos.

    A partir de lo trabajado en unas pocas entrevistas con la analista, Julia comienza la bsqueda de su padre por Internet, encontrndolo en un sitio web. Dice que su padre le ha ofrecido pagarle un viaje a Estados Unidos, lugar dnde este reside, para que puedan pasar un tiempo juntos. Pasa gran parte del da conversando por Internet con su padre.Por otra parte, manifiesta deseos de volver a la escuela y retomar sus estudios. Realiza este deseo inscribindose en una escuela pblica y asistiendo a las clases. Comienza a establecer lazos afectivos con algunos de sus compaeros.

    En una oportunidad, concurremuy preocupadaa la entrevista con la analista, porque haba invitado a una compaera a su casa y la madre les dijo que no se podan quedar en el departamento porque no haba lugar. Les dijo que se fueran a conversar a la calle. Cabe destacar que en ese momento era invierno y haca muchsimo fro.La analista le pregunta si quiere que hable con la madre para que esta acepte permitirle recibir a su amiga en la casa; ante su consentimiento, cita a una entrevista a la madre.

    En dicha entrevista la madre dice que no puede aceptar que Julia invite a una amiga porque la casa es muy chica, solo tiene dos ambientes y si viene la amiga ella se tiene que quedar en la cocina. Por otra parte, dice que Julia es sucia y vuelca la yerba del mate que luego tiene que limpiar ella. No ve inconveniente en que Julia y su amiga se encuentren en la calle, con una temperatura de cero grados.

    Adems, la madre le aclara a la analista que ha decidido prohibir a Julia continuar el dilogo ciberntico con su padre, ya que piensa que este quiere seducirla sexualmente. La analista la interroga acerca de este planteo y acerca de la dificultad que manifiesta de propiciar el naciente deseo de Julia de establecer lazos nuevos con algn amigo.

    Dos das despus de esta entrevista, la madre llama a la analista para decirle que ha decidido solicitar en un hospital psiquitrico asistencia domiciliaria para Julia. Aclara que esto se debe a que Julia no asiste a sus sesiones con la terapeuta con regularidad. Parece no importarle la opinin de la analista al respecto, quien le aclara que est dispuesta a

    seguir atendiendo a Julia pese a que asiste a sus sesiones en horarios que no son los convenidos y le dice que no tiene que preocuparse, porque ella va a saber hacer con eso. La madre no escucha a la analista y sostiene su decisin de interrumpir el tratamiento psicoanaltico de Julia.

    No le es permitido a la analista seguir asistiendo a Julia. Por otra parte, despus de un breve lapso de tiempo los psiquiatras deciden suspender la asistencia domiciliaria e internan a la joven en un establecimiento psiquitrico.La primera vez en quees autorizada a ir a su casa, aprovechando una ausencia momentnea de la madre, se tira desde la terraza (la misma terraza en la que esperaba a su amor) y se mata.

    Julia obedece la demanda mortfera del Otro encarnado en la madre. No hubo tiempo para alojar ese sujeto de manera decidida en el dispositivo para que ella pudiera evitar esa obediencia. La analista solo la entrevist en cinco oportunidades. Cabe destacar que en muchos casos de sujetos psicticos hemos podido constatar una demanda mortfera de alguno de los padres en relacin al sujeto. Reflexiones

    Carolina, si bien ha sido abandonada por su madre, ha sido fuertemente alojada en el deseo de su padre, lo cual ha incidido de manera decidida en su consentimiento a la intervencin analtica. En cambio, en el caso de Julia ese consentimiento ha sido mucho ms lbil, lo cual sumado a la resistencia de la madre, ha boicoteado la posibilidad de una intervencin analtica que pudiera revertir esa obediencia ciega a la demanda mortfera del Otro.

    A partir de estas vietas nos interesa remarcar la importancia del abordaje psicoanaltico de estos casos. En el marco del tratamiento psicoanaltico propiciamos que los sujetos puedan resignificar ese rechazo primero del Otro y que su palabra pueda advenir articulada a un cambio de posicin que posibilita un acto, acto que tiene consecuencias en relacin a sus propias vidas. As, en el caso de Carolina, esta puede resignificar el abandono de la madre, deja de estar identificada a la tristeza del padre y puede dirigirse a l para que le d su apellido. Julia, como el Mauricio de la obra de Wedekind, termina obedeciendo a la demanda mortfera del Otro. Cabe destacar que en otros casos, con ms tiempo de trabajo, s hemos podido revertir esta obediencia, pese a la resistencia de los padres. Conferencia expuesta durante las jornadas El Psicoanlisis hoy (12,

    13 y 14 de junio, Facultad de Psicologa de la Universidad de Buenos

    Aires).

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    Notas

    [1] El artculo de Liliana Szapiro es la reformulacin de un trabajo

    presentado en noviembre del 2010 en II Congreso Internacional de

    Investigacin y Prctica Profesional en Psicologa de la Facultad de

    Psicologa de la UBA y publicado en las actas de dicho Congreso.

    Referencias bibliogrficas

    EANDI, N. (2013) Construyendo lazo en Teora y Testimonios I. De

    una lbil inscripcin en el Otro. Grama Ediciones.

    LACAN, J. (1988). Conferencia en Ginebra sobre el sntoma. En D.

    Rabinovich et al. (Trads), Intervenciones y textos 2 (pp. 115- 144).

    Buenos Aires: Manantial.

    LACAN, J. (2002). Posicin del Inconsciente. En T. Segovia (Trad.),

    Escritos 2 (pp. 808-829). Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina

    LEIBGORIN, V. (2013) El no lugar del sujeto. Un espacio a ser

    escuchado en Teora y Testimonios I. De una lbil inscripcin en el

    Otro. Grama Ediciones.

    MOGGIA, C. (2013) Romperse la cabeza en Teora y Testimonios I.

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    RAMOS, D. (2013) Palabra tomada en Teora y Testimonios I. De

    una lbil inscripcin en el Otro. Grama Ediciones.

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    Teora y Testimonios I. De una lbil inscripcin en el Otro. Grama

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    SZAPIRO, L. (1996). Algunas reflexiones en relacin a algunas

    intervenciones en la clnica con pberes y adolescentes. En

    Resonancias de la interpretacin en Psicoanlisis con nios. Centro

    Pequeo Hans. (pp. 113-117). Buenos Aires: Atuel.

    SZAPIRO, L. (2013) Del psicoanlisis en extensin y en intensin

    en Teora y Testimonios I. De una lbil inscripcin en el Otro. Grama

    Ediciones.

    Liliana Szapiro es psicoanalista, profesora de la Facultad de

    Psicologa (UBA).Directora del proyecto de investigacin (UBACyT)

    Nuevos aportes a la clnica de las afecciones psicosomticas

    y autoinmunes desde el psiconanlisis de orientacin

    lacaniana. Miembro de la EOL, directora del Departamento de

    Trastornos de la Alimentacin de la Asociacin de Psiclogos de

    Buenos Aires.Presidenta de la Fundacin Proyecto Asistir.

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    La articulacin entre universidad y sociedad es crucial para el desarrollo de investigaciones que estn en consonancia con los modos actuales del malestar en la cultura. En este trabajo la Dra. Ins Sotelo presenta las articulaciones tericas sobre las cuales se cimienta la nueva materia a su cargo, que se propone incorporar activamente a los estudiantes a las complejas problemticas que debern abordar como profesionales: Psicoanlisis: Orientacin Lacaniana. Clnica y Escritura. En este recorrido la autora se pregunta: Qu es para un analista escribir?, qu se escribe en psicoanlisis?

    Los estudiantes interesados en acercarse a la obra de Jacques Lacan podrn hacer recorridos diversos. Una posibilidad es la de realizar una lectura cronolgica; otra, es la de transitar su obra a la luz de un concepto. En este caso elegir uno fundamental del psicoanlisis de la orientacin lacaniana: el goce. Este ha tenido diferentes desarrollos a lo largo de la obra de Jacques Lacan y a partir del mismo ser posible recorrer los distintos momentos de su obra. Del sujeto alparltre, de la satisfaccin al goce y de la teora del significante a la letra, se traza un camino que recorre su enseanza.

    Es posible acercarse a la obra de Jacques Lacan a travs de estos paradigmas, que siendo cambiantes a la vez se conectan y entrelazan unos con otros conciliando continuidad y discontinuidad, sealando el movimiento que anima la enseanza de Lacan poniendo como centro el concepto de goce, el cual exige rigurosidad en su uso.

    Se pueden distinguir tres pocas en la enseanza de Lacan, durante las cuales la relacin entre los tres registros (simblico, imaginario y real) experimenta reformulaciones.

    Durante los primeros diez aos, contados a partir de 1953, Lacan trabaja los conceptos freudianos en trminos de la predominancia de lo simblico sobre lo imaginario y lo real (un real que, progresivamente, se distinguir de la realidad). El objetoapertenece a lo imaginario, junto con la libido y la pulsin (Miller 2003 [1998-1999]).

    En la siguiente etapa (1962-1971), Lacan cuestiona el

    inconsciente freudiano y pone el acento en el objetoa, devenido real. Si bien lo simblico sigue dominando sobre lo imaginario, resulta impotente en referencia a lo real, que se muestra irreductible. La construccin en que culmina esta segunda etapa es la de los cuatro discursos.

    Por ltimo, en los aos setenta tiene lugar un cambio de paradigma y de axiomtica, un cambio que toma como punto de partida, no el Otro del lenguaje, sino el Uno del goce. El objetoaes reconocido como semblante, los tres registros se tornan equivalentes y la estructura que los vincula entre s es borromea. El sntoma es redefinido y finalmente desacoplado del inconsciente, y pasa a dominar la estructura. Esta tercera etapa culmina con la construccin del nudo borromeo de cuatro.

    Durante toda su enseanza, Lacan ha puesto a prueba el psicoanlisis y no ha dejado de interrogarse acerca de sus fundamentos. Coloc inicialmente su enseanza bajo el signo de un retorno a Freud.

    En los aos 1998 y 1999 Jacques-Alain Miller dicta La experiencia de lo real en la cura psicoanaltica,detenindose en situar los seis paradigmas del goce, es decir seis momentos cruciales en las enseanzas de Lacan en los que se producen variaciones acerca de este concepto.

    Este movimiento no implica evolucin, superacin, ni abandono de una posicin por otra, sino que sern momentos en los que los conceptos van transformndose, superponindose sin ser superados. Miller dir que son fotogramas simplificados para transmitir el movimiento que anima la enseanza de Lacan respecto del goce (Miller 2003 [1998-1999]).

    Los paradigmas son:

    1- La imaginarizacin del goce, el goce imaginario.

    2- La significantizacin del goce, el goce simblico.

    3- El goce imposible, el goce real.

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    Intersecciones del psicoanlisis de orientacin lacaniana con la clnica y la escritura

    Por Ins Sotelo

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    4- El goce normal, el goce de la transgresin.

    5- El goce discursivo.

    6- El goce de la No-relacin-sexual.

    Esta perspectiva nos acerca a sus consecuencias clnicas y su aplicacin a la prctica analtica.

    La escritura

    El educador francs Edgar Morin, en su libroLos siete saberes necesarios para la educacin del futuro,afirma que es necesario ensear los mtodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recprocas con las partes y el todo en un mundo complejo. Para articular y organizar los conocimientos y as reconocer y conocer los problemas del mundo, es necesaria una reforma de pensamiento. Ahora bien, esta reforma es paradigmtica y no programtica: es la pregunta fundamental para la educacin ya que tiene que ver con nuestra aptitud para organizar el conocimiento (Morin 1999).

    Las corrientes acadmicas actuales sostienen que en las universidades debe instrumentarse la formacin profesional por competencias, que entrecruza y moviliza diversas operaciones: una formulacin terico conceptual; la necesidad de resolver un problema; y el imperativo de echar mano a la tarea (Perrenoud 1999). Una propuesta ser la de la formulacin de los conceptos con una orientacin rigurosa desde el paradigma de la orientacin lacaniana plasmados en la tarea de construir el texto escrito.

    Los estudiantes siempre han escrito, pero cmo? Desde la perspectiva psicoanaltica, particularmente en nuestra casa de estudios, han ido creciendo en la ltima dcada los proyectos de investigacin, as como la produccin y publicacin de trabajos con las exigencias de las revistas con referato. El pasaje del ensayo al texto que sostiene la lgica de la investigacin exige un trabajo de formacin de los estudiantes, transformando los trabajos escritos, monografas e informes en textos rigurosos.

    Aproximarse a la lgica de la investigacin, a las exigencias gramaticales, sintcticas, ortogrficas y de las citas segn las convenciones internacionales, tiene la importancia de validar cada trabajo en mbitos profesionales y acadmicos, tanto en congresos como en publicaciones cientficas.

    En tiempos en que la informacin circula por diversos medios a vertiginosa velocidad, es fundamental que nuestros estudiantes conozcan y se apropien de una modalidad de escritura que abra sus puertas hacia la comunidad local e internacional con la rigurosidad exigida.

    La obra de Lacan -como la de otros pensadores actuales-, entramada ntimamente con la clnica, posibilitar producciones escritas en sus diversas modalidades: la historia clnica, el caso, el recorte clnico, el historial, acercndose a la particularidad de cada modalidad, su lgica, su uso, la tica en juego.A su vez, el escrito permite el circuito de lo pblico plasmado en la historia clnica o el informe hasta la reduccin mnima que nos muestra la intimidad de un historial.

    Ser necesario comenzar a sumergirse en el uso de bibliotecas temticas. La bsqueda bibliogrfica ser un aspecto fundamental de la investigacin: la visita a bibliotecas presenciales y on-line, bibliotecas generales y temticas y la bsqueda por referencias, abrirn el inmenso camino de las mltiples propuestas actuales que posibilitan el debate entre autores de diversos paradigmas.

    Finalmente, en este recorrido se precipitan las preguntas: Qu es para un analista escribir?, qu se escribe en psicoanlisis?, qu se escribe en un anlisis?, dnde se sita la escritura? Proponiendo alcanzar un escrito posible en contrapunto con aquello que no cesa de no escribirse, lo Real, la no-relacin-sexual.

    La presentacin de enfermos

    En el campo de la salud mental la enseanza se ha diseado en forma fragmentaria, perdiendo la comprensin global de una problemtica con mltiples aspectos en juego (sociales, econmicos, biolgicos, subjetivos, histricos, geogrficos).Se han transmitido muchas certezas propias de la ciencia, mientras que las presentaciones clnicas actuales estn plagadas de incertidumbres.

    Edgar Morn (1999) afirma que frente a los problemas claves del mundo es necesaria la produccin de saberes en relacin con los temas cada vez ms polidisciplinarios y transversales, localizando lo global, el contexto, lo multidimensional y lo complejo de los nuevos desafos de la cultura.

    En la enseanza universitaria, el modo de transmisin se caracteriza por ofrecer conocimientos tericos o prcticos que desde las aulas transmiten los maestros y los autores a modo de informacin acabada y cientficamente probada.Sin embargo, tal como afirmaba Eurpides hace veinticinco siglos, lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta.

    En este sentido, la creacin de prcticas profesionales ha revertido esta tendencia; de todas maneras, es necesario profundizarla y extenderla.

    La presentacin de enfermos podr ser una propuesta de transmisin que acercar a los estudiantes a lo inesperado

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    del texto del paciente. A partir de all se ubicarn las mltiples coordenadas que lo atraviesan y que permiten realizar un diagnstico, pronstico y estrategias de la cura articuladas en su complejidad.

    Si bien para estos estudiantes ser en muchos casos una primera aproximacin a la clnica, les permitir, conducidos por el psicoanalista, comenzar a vislumbrar las posiciones del sujeto, la diferencia entre enunciado y enunciacin, el uso de la lengua, la prudencia del analista

    La articulacin entre universidad y sociedad es crucial para el desarrollo de investigaciones que estn en consonancia con los modos actuales del malestar en la cultura. Estos desarrollos posibilitarn incorporar activamente a los estudiantes a las complejas problemticas que debern abordar como profesionales.

    Intersecciones: conceptos, clnica y escritura

    Una materia nueva es una propuesta, un proyecto que tiene en su horizonte algo de lo nuevo.En este caso son los estudiantes quienes ponen en causa el deseo por la transmisin del psicoanlisis.

    Eleg esta interseccin, el punto de encuentro entre un concepto crucial: el goce , con la clnica a travs de la casustica trabajada con cada paradigma y la escritura, que siendo algo que se les exige a los estudiantes es un rea de vacancia a la hora de transmitirles qu y cmo se escribe segn las diversas lgicas.

    Esta interseccin; goce, clnica y escritura, ser el punto de partida para relanzarse a esta apasionante aventura.

    Referencias bibliogrficas

    MILLER, J. A. (1998-1999) Paradigmas del goce en La experiencia

    de lo real en la cura psicoanaltica. Los cursos psicoanalticos de

    Jacques-Alain Miller Buenos Aires. Editorial Paids. 2003.

    MILLER, J. A. (1981) Teora de los goces en Recorrido de Lacan.

    Buenos Aires. Editorial Manantial. 2006.

    MORIN, E. Los siete saberes necesarios para la educacin del

    futuro.Paids Ibrica. 1999

    PERRENOUD, P.Construir competencia desde la escuela. Dolmen.

    Santiago, 1999.

    Ins Soteloes Psicoanalista, Dra. en Psicologa, Profesora de

    la Prctica Profesional Clnica de la Urgencia, de la materia

    Psicopatologa en Musicoterapia y de la materia electiva del ciclo

    de formacin general Psicoanlisis: Orientacin Lacaniana. Clnica

    y escritura. Directora de Proyecto de Investigacin UBACyT y

    programa de Extensin Universitaria.

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    Historia del comer. Lazo social y tradicin cultural

    Por Luca Rossi

    Los lazos heredados de los inmigrantes y la comida como espacio de encuentro, de expresin cultural yde identidad.

    Al sentarnos a comer, no advertimos que en ese acto cotidiano se agazapa la historia entera de la humanidad. Cada detalle constituye una escena en la que convergen actitudes, sentires, posturas, gestos, rituales; los muebles, la mesa, las sillas, los utensilios, manteles, platos, la comida misma; ese conjunto dispara olores y sabores que culminan en el comer. Descubrimos que en esos hbitos colectivos espontneos se juega toda nuestra condicin de homnidos, definida desde el inicio como social y cultural. Comemos en grupo y abandonando la postura erguida; no comemos comida, comemos emblemas.

    Dicen los neurobilogos que todo empieza con una caracterstica de los mamferos: la evolucin del sentido del olfato en coordinacin con el gusto. Todo comienza por la nariz, que localiza y atrae al alimento, seala sus coordenadas de ubicacin, o repulsa y alerta sobre lo podrido, envenenante y atentatorio. Desde los albores, la humanidad ha debido aprender qu comer, a seleccionar qu s y qu no en la recoleccin, donde se aade el tacto. Quin compra hoy la fruta sin tocarla?, cmo se sabe si una palta o un meln estn listos para comer? El tacto es el contacto directo que media entre el olfato y el gusto: la mano lleva a la boca. Hay culturas que conservan en momentos informales la costumbre de comer con las manos, como muestran las tapas espaolas, los sandwiches ingleses, el pan rabe; mientras que otras usan palillos, pinchos y/o cubiertos.

    Pero volvamos a la escena original. El beb humano al nacer cuando an vista y odo no son organizados y prevalentes se orienta hacia la madre por el olfato; en la noche, en la oscuridad, y ya siendo tenido y abrazado, toma la teta: el gusto. Come de otro. Esto nos hace distintos a otras especies, pero tambin seala que la experiencia de satisfaccin originaria, fundante de la futura subjetividad, se encuentra en las trazas de esa relacin primera absoluta en la que uno upa del otro sostenido, toma la teta mirando a este otro en un situacin afectiva absoluta que modelar para siempre la primera experiencia de satisfaccin. De ac me llevo la expresin comer del otro, superpuesta a

    ser tenido por el otro, previa a toda significacin que indica que el comer est en el campo del otro.

    Cmo se come? Comemos de otro, comemos con otro: Primera zona libidinal del sujeto; al comer con otros, nos comemos al otro, tab mximo de la antropofagia. Frases que quedan en lo cotidiano, como Me gusts, Qu rico sos!, Amargo!, Dulce!, hablan de la relacin afectiva entre las personas en trminos de gusto. Tambin la frase Es un gusto conocerte, o el saludo chino (que los delata) Comiste?. Y si uno monito primitivo se cae, el reflejo de moro permite inicialmente abrazarse al otro, colgarse del otro, agarrarse de los pelos, escena primordial que abre al tema de la caricia y la relacin entre la mano aplicada a la piel de s y del otro. Los antojos maternos de comida se imprimen en la piel del beb si no son satisfechos.

    Ser sostenido, indica que se trata de una experiencia primordial, inaugural, social, afectiva, que anuda alrededor de tres sentidos reunidos que tambin nos acompaan en el final de la vida: paquetes que renen sabores, olores, texturas, son los ltimos en dejarnos, lo ltimo que se pierde. Un cheff espaol aclimatado a la Argentina deca el placer de comer es el ltimo que nos acompaa. La carpatognosia (conocer tocando) detectada ya por los mdicos de la Antigua Grecia, nos inaugura, pero tambin es recurso ltimo; indica la proximidad y despedida al final de la vida como ellos haban advertido.

    Las posturas se trasuntan en muebles: el triclinium griego y romano muestra a la gente comiendo recostada tendida. La cathedra o silla griega muestra otra posicin: la sentada, que recuerda el regazo materno. Si a la silla le ponemos brazos nos queda el silln, donde se es ms sostenido. El mueble complementario, la mesa, era originariamente el tabernculo judo, de uso religioso, al principio alargado (como muestran las tabernas romanas y medioevales), se fue reduciendo con el tiempo, a medida que disminuan los integrantes del grupo. En las casas antiguas, en recuerdo de las comilonas colectivas, an quedan mesas alargadas.

    Las culturas que cargan los bebs a la espalda poseen

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    costumbres cuclilleras a la hora de comer, con mesas bajas y almohadones. Indudablemente, para alimentarse se renuncia a la posicin bpeda y con ello a la agresividad: se dejan las armas y se regresa a una situacin primaria primordial, regresiva.

    As, la historia de nuestras comidas deja vestigios en el cuerpo. En nuestra dentadura hay muestras de la recoleccin y masticacin de hojas, semillas y frutos: tenemos nuestra molienda, empezamos siendo rumiantes y tenamos hasta cuatro y cinco molares por lado hoy acotados a tres. De la caza, nos quedan los colmillos que desgarran la carne y cuatro pequeos cuchillos que an hoy se muestran en seal de furia o enojo y llevan a la expresin mostrar los dientes. Los incisivos cortan. La mejor sonrisa es la de la Gioconda: boca cerrada y amable.

    El hombre congelado que se descubri en los Alpes de Bolzano, en su mochilita llevaba pan de grano (un conglomerado de semillas) y hongos que como dice Robert Graves aparecen en los albores de todas las culturas referidos a lo sagrado, con la doble funcin de provocar alucinaciones rituales y servir de antibiticos. Se caza en grupo, se come en grupo. El neanderthal llevaba, adems, un cuchillito, una hachita y piedritas para hacer fuego.

    La revolucin neoltica nos muestra el impacto de la domesticacin de animales en la alimentacin. La elevada ingesta de lcteos por ordee deja como recuerdo en el cuerpo dos enfermedades que datan de esa poca: la intolerancia a la lactosa y a los granos (celiaqua). La sedentarizacin o domesticacin adaptacin al domus o casa, abandono de lo nmade lleva al desarrollo de la alfarera y con ella de los utensilios de cocina y de comida: cuencos, platos, jarras, elementos del comer que mediatizan de maneras diferentes el uso directo de la mano en la comida. La utilizacin del fuego introduce una socializacin diferente a la del grupo que se rene a cazar; la nueva escena es comer alrededor del fuego. Grupos humanos reunidos comiendo, la comida adscribe una significacin simblica, totmica; se come todo menos el animal sagrado, tab reemplaza al muerto. Una serie de desplazamientos convierte la comida compartida en solemne ritual simblico que acompaa los cultos funerarios. Se entierra a los muertos para que no se los coman los animales; de all, en la obra Antgona, el terrible castigo que Creonte impone: prohibir el entierro de Polinices para que sea devorado por los lobos, por considerarlo un traidor.

    Se come el animal totmico (en lugar del muerto) en primer lugar, para operar luego un segundo desplazamiento hacia la comida. Los depsitos de huesos de pescado desordenados, pozos con restos, ofrecen indicios de presencia humana, junto con el arte rupestre y los tatuajes. Jams la comida es un hecho natural. Es cultural, social, simblica. La comunin catlica es la heredera de esta reparticin simblica de dones para el alma, simbolizada en la ltima cena en el pan y el vino: cuerpo y sangre.

    La coccin por fuego directo recuerda los asados de los cazadores, a cargo del gnero masculino. Hoy los hombres hacen asado. Fuego indirecto: el caldero, la olla: el domus las mujeres en la casa.

    De Egipto y Babilonia nos viene la elaboracin de bebidas como proteccin frente a los peligros del agua. Se encontr en la Tumba de Tutankamn (Tut-anj-Amn) una mquina de hacer cerveza. Esta bebida, entonces, es antigua como los egipcios. Los ingleses reprodujeron esa cerveza de elevado tenor alcohlico y la llaman hoy Tuth. Sabemos que a los obreros constructores de las pirmides se les reparta diariamente una vianda constituida por cerveza y pan de granos. Al vino, dicen, lo trajo de la India el dios griego Dionisio: es antiguo como la humanidad misma. Si la humanidad avanza con stress, campeando escenas excesivas, tambin el hombre produce estas bebidas, que proveen el relax descontracturante: el ansioltico moderno. Fermentados y destilados: entre los primeros agregamos la sidra celta de manzana y entre los segundos, el saque, el vodka y el whisky. El comer se acompaa del beber y es colectivo y ritual. Se bebe comiendo en grupo. El agua segura, pura, es una conquista tarda de la especie humana. A esto, clave para la salud psquica, los griegos lo llamaban eutimia (buen humor, buen talante).

    Anfitrin en la Grecia Clsica es el que recibe en la casa, a comer. gape es amor comensal primero, ofrecer comida a los amigos, la forma de mostrar amor por excelencia. La palabra griega apetito es conato, ganas naturales. Viene del vientre (la cocina del cuerpo), liderado por el hgado: sede del deseo.

    El historiador ingls contemporneo R. Young propone una lectura de La Odisea como manual de los buenos modales que los griegos deban tener ante la mesa: Cuidado con comer las vacas sagradas, propiedad exclusiva de los dioses; no comer la planta del olvido; el cclope cuidador del vino y el queso de los dioses no se tocan o sern comidos; antropofagia no; cuidado con las mujeres que embrujan con magia las comidas, que sumadas al vino y el sexo, resultan en una combinacin enajenante que convierte en cerdos a los hombres de Ulises, y saca a Ulises de su camino para retenerlo. Ulises, al despejarse, se suelta del sortilegio.

    Los mdicos griegos hacen del vino su medicina central: caliente y mezclado con hidromiel, una receta magistral que an usamos contra la phthisis, resfro o catarro; caliente, fro, dosificado, mezclado, es la bebida que todo lo cura. El gran mdico Hipcrates revoluciona al decir que el hombre es lo que come y lo que respira. Inventa un remedio clave que se convierte en el hallazgo para la humanidad: la sopa, comida en la que se hierven hasta desmenuzar vegetales, carnes, etc.; caliente, disuelve y desinfecta, reconforta, cura y alimenta. Tortura de infancias, sin embargo, un gran salto para la humanidad: trozos grandes, sucios, podridos, quedan licuados y purificados, aptos para el consumo en el lento y

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    VIGENCIA

    prolongado hervido de la sopa. El fantasma de la muerte, del envenenamiento y la intoxicacin, siempre agazapado en el acto de comer prximo al efecto de aderezos, especias, brebajes, pcimas, embrujos, elixires, frmacos (griegos) y venenos (egipcios y romanos) que tienen su origen en los vegetales del jardn, vieja despensa antigua y medieval.

    Las especias gobernaban la comida goda en la Edad Media y eran tan preciadas que promovan expediciones que descubrieron continentes y provocaron guerras. Las comidas median situaciones blicas: dicen que las medialunas con caf turco en Viena eran una burla al asedio turco. La nueva sede, la taberna medioeval, cuenta con mesas alargadas, bancos y, como muestra la pintura de Brueghel, bandejas cargadas de potes con guisados. Tambin hay cuadros que retratan la antigua costumbre de comer por la calle, como atestiguan las tabernas de Pompeya que mantenan caliente la comida al paso; las tabernas en que los transentes venan a calentar, cocinar o comprar la comida porque no todas las viviendas podan darse el lujo de tener horno individual, ni todos los hombres tenan hogar con esposa (recordemos que hogar es horno), y fundamentalmente porque no todos aprecian comer solos y prefieren compartir el momento. Los bancos y sillas la posicin sentada sustituyen los sofisticados triclinium o divanes y la posicin recostada de la antigedad, ahorrando espacio y asegurando mayor cercana. Las cerveceras centroeuropeas todava se ufanan de este clima festivo colectivo, donde la gente se encuentra, charla, re, canta y baila a la usanza medioeval.

    El Renacimiento nos muestra dos peculiaridades: La primera es un hallazgo de Leonardo Da Vinci: el restaurante, con platos, manteles, copas, vino, pan y cubiertos, antecedente del restaurante que hoy conocemos y que todava tiene la misin de restaurar y recomponer al viajero del cansancio, el hambre y la sed. Y la segunda es la transmigracin de la comida y los jardines como signo de poder: Catalina de Mdici traslada con ella a Pars los helados florentinos, las salsas, los menes exquisitos, las comidas joyas vigentes an hoy y los jardines. Las Tulleras de Pars son rplicas agigantadas de los jardines del Bboli en Florencia.

    Con el descubrimiento de Amrica, el azcar, la papa, la batata, el maz, y el chocolate mexicano llegan a las cocinas europeas... Es hermoso el recorrido discursivo del tomatl azteca, que se convierte en la corte francesa en la pomme damour con propiedades afrodisacas o el pomme doro en Italia pomodoro, el tomate de hoy. El man tambin llega desde Amrica; es aconsejable, segn los incas, llevar un puado en el bolsillo para acompaar un gran viaje, como el chicle azteca o el tabaco norteamericano.

    La gente se rene a comer, a beber, a charlar... y sobre todo a festejar. No hay festejo sin comida totmica compartida. Como antao, alrededor del fuego se cocinan tradiciones, maneras...

    A travs de la comida, los inmigrantes recrean el hogar perdido estar como en casa. Una socialidad, una historia cotidiana compartida, decires, sentires. Los negocios se hacen comiendo, los amores se consolidan con una invitacin a cenar; todo el decurso de la vida humana est atravesado en su cotidianeidad, resorte clave de la identidad alrededor de una comida y un fogn. Hay culturas que an hoy conservan el fogn en la mesa: la bagna cauda piamontesa, la fondeau de queso, el braserito, la comida japonesa, coreana, todas muestras de que an hay fuego en la mesa.

    Hoy, la identidad cultural de pueblos que se han dispersado est presente y se recuerda en las comidas, que celebran desapercibidamente en sus rituales cotidianos tradiciones ancestrales, pero tambin tradiciones prximas: comida mediterrnea con pescado y mariscos, celta, visigoda de caldero y chancho, vasca o mora, entretejida en multiplicidad de matices en el caso de Espaa. Identidad de cada generacin en que elabora sus propias vicisitudes. La de los espaoles inmigrantes en Argentina es una cocina que qued detenida en el momento en que partieron, centrifugada en el cosmopolitismo de la gran inmigracin. As, en las cocinas, bares y restaurantes en Argentina, la empanada gallega y los chorizos colorados se mezclaban con el amasado de ravioles de seso y con la pizza napolitana en los cuarenta. Hoy esas comidas ya no se encuentran ni en Italia ni en Espaa. Cada generacin entreteje su propio producto con las tradiciones, las identidades, sus problemas, su idea de futuro. La sopa de los pobres (ajo, cebolla, papa y pan) de los aos treinta hoy es una exoticidad porque la comida propone tendencias minimalistas, futuristas, verdaderas obras de arte y creaciones sofisticadas y suntuarias que se comen. Un futuro sofisticado que sin embargo recuerda toda la historia de la humanidad en un sentarse a la mesa, la historia de la cultura, la historia personal y afectiva: las reminiscencias emocionales de la infancia la patria del alma en cmo se come, cunto, qu. Hasta el no comer es todo un pronunciamiento subjetivo: en mi hambre mando yo.

    Hoy, compartimos?, nos encontramos? Siempre celebrando, festejando, brindando, agasajando al otro en el cocinar, en el degustar. Momento en que se degusta, se recuerda, se re, se charla, se discute, se traga, se mastican cuestiones humanas, se tejen acuerdos.

    Conferencia dictada durante la Primera Semana Gastronmica

    Espaola, celebrada del 15 al 21 de abril del 2013 en Centro Cultural de

    Espaa, Buenos Aires. Mesa Redonda: Cocina y Psicologa. Actividades

    culturales en colaboracin con la oficina cultural de la Embajada de

    Espaa.

    Luca Rossies Doctoraen Psicologa (UBA), VicedecanayProfesora Titular Regular de Historia de la Psicologa II en la Facultad de Psicologa, UBA.

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    En este trabajo, realizado en el marco de la nueva ctedra Psicoanlisis: Orientacin Lacaniana. Clnica y Escritura, el estudiante Emmanuel Policicchiopresenta un anlisis de los personajesNitoschka Nezvnovay Rodn Raskolnikov, creados por el escritor Fidor Dostoievski, como sujetos fragmentados correspondientes al concepto lacaniano delobjeto a.Introduccin

    Jams se descubrira nada si nos considersemos satisfechos con las cosas descubiertas[1]. Sneca y su gran sabidura nos expresan que el descubrimiento va a la par de la satisfaccin, movilizada por ella y conllevando al desarrollo y progreso de la humanidad. La vasta obra lacaniana est conformada por mltiples conceptos, los cuales fueron resignificndose en el transcurrir del tiempo y cobrando nuevas acepciones, como queda expresado en los Seminarios y Escritos del autor, quien nunca se consider satisfecho con sus descubrimientos y despleg una impresionante produccin. Desde los albores de su enseanza, Lacan define al inconsciente estructurado como un lenguaje, y para demostrarlo utiliza, especialmente, los aportes de la Lingstica de Saussure, otorgndole relevancia a los significantes y significados que se encuentran en l. Asimismo, siguiendo las enseanzas de Freud, y tomando aportes de otros campos como las matemticas, la topologa y la filosofa, por citar algunos, conforma una nueva visin del psicoanlisis, distanciado de la imperante Psicologa del Yo, en boga en ese entonces. Curiosamente, y a pesar de la magna obra citada, Lacan afirmaba que haba inventado un solo concepto: elobjeto a.Esto cambia radicalmente su enseanza, al presentarlo como el objeto metonmico, ese causante del deseo que no responde a ningn objeto en particular. Este trabajo se sita en el momento en que aparece dicho objeto, esto es, en el cuarto paradigma segn la divisin hecha por Miller[2]en relacin con el concepto del goce.

    No es el motivo de este trabajo enfocarnos en la escritura del sujeto, sino ms bien en la literatura y sus productos; se relacionar a esta ltima con el objeto a, utilizando para ello personajes de obras del clebre escritor Fidor Dostoievski. En sus obras, los personajes se desenvuelven en un contexto marcado por el dolor y el sufrimiento, dando cuenta de un sujeto disminuido, careciente e impelido a sufrir por los vaivenes de su poca, como as tambin por sus vivencias personales. En este caso, los personajes analizados son Nitoschka Nesvnova de la obra homnima y Rodn Raskolnikov de Crimen y Castigo.

    Fueron elegidos en funcin de la riqueza de conductas que despliegan en su accionar, como as tambin debido a las ideas, pensamientos y sentimientos involucrados en ellos. Conviene aclarar que no se trata de estudiar al autor, sino a los personajes construidos en el texto.

    Luego del anlisis, se concluir acerca de cmo pueden observarse las caractersticas de las patologas descriptas por Lacan en este punto de su enseanza, cmo se teje la historia de los sujetos en una compleja red de significantes y significados, en funcin de un Otro siempre presente en la dialctica con el sujeto, inclusive antes de su nacimiento, evidencindose esto ltimo incluso en estos personajes ficticios de la literatura.Temas de la investigacin

    En esta investigacin, desarrollar los siguientes temas:

    El concepto deobjeto a, su introduccin y los aportes que toma Lacan de Freud, Melanie Klein y Winnicott.

    La literatura como medio de expresin del arte, la cual sirve para que los psicoanalistas puedan aprender de ella, precedindola en su camino.

    El anlisis de los personajes de Nitoschka Nesvnova y Rodn Raskolnikov creados por Dostoievski, que aportar los hechos necesarios para el desarrollo y aplicacin de

    ALUMNOS

    El objeto a en las obras de Dostoievski

    Por Emmanuel Policicchio

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    los conceptos lacanianos correspondientes al cuarto paradigma, como ser los de alienacin y separacin de la cadena significante, adems del mencionadoobjeto a.Estado del arte

    El rastreo de estudios precedentes, pertinentes a esta investigacin, nos remite a los realizados por Kristeva (1997)[3], quien desarrolla un anlisis psicolgico de los personajes de las obras de Dostoievski. Tambin, Bajtn (1986)[4]realiza desde los gneros discursivos una exploracin global de la obra del escritor ruso. Por otra parte, Hellebois (1983)[5] se centra en el aspecto masoquista de los escritos de Dostoievski, trasladndolo a sus obras, como as tambin Revel (1998)[6]. Finalmente, enfocado en la transferencia entre el autor y su taqugrafa (luego su esposa) se basa el trabajo de Forrester (1995)[7].

    En cuanto al rol del autor, Foucault (1969)[8]da cuenta de una nueva mirada acerca de su funcin y de la instauracin discursiva por aquellos, diferencindolos de sus obras y explicitando las caractersticas de esa funcin. Otro aporte significativo sobre este aspecto es el de Barthes (2009)[9], quien se aboca a la estructura del texto y afirma que el mismo tiene varios sentidos, siendo el lector la persona que los ana y entiende a todos, y no el autor que lo crea.

    Es importante la separacin entre autor y obra, ya que Lacan establece radicalmente que no es posible aprender del autor psicoanalizando la obra, sino al contrario, se trata aprender de la obra para poder psicoanalizar mejor, es el arte quien le abre camino al psicoanlisis.[10]

    Marco terico

    En esta investigacin, utilizar diversos aportes de autores que juzgo pertinentes en relacin con los objetivos planteados. Comenzar con Kristeva (1997) y su trabajo acerca del carcter psicolgico de los escritos de Dostoievski, signados por el dolor, la humillacin y la posterior redencin del sujeto, correspondientes a la pulsin de muerte freudiana, la cual es representada en los actos y personajes del mencionado escritor. Por otra parte, Bajtn (1986) sostuvo que los personajes dostoievskianos pueden desarrollar y generar ideas slo si estas ltimas entran en un dilogo permanente con las ideas de otros personajes, en palabras suyas: una comunicacin dialgica entre conciencias. Los sujetos, entonces, se sostienen en funcin de la relacin que mantienen con otros sujetos, correspondindose a la idea del Gran Otro, axioma bsico de la enseanza lacaniana. Por otro lado, Barthes (2009) explica cmo el autor al escribir se cancela a s mismo, permitiendo al lenguaje actuar sobre el texto y conformar a un sujeto vaco, que difiere de la persona

    del autor. Todos estos autores sern enmarcados dentro del psicoanlisis lacaniano, tomando especial nfasis en lo trabajado por Lacan en sus Seminarios 7, 10 y 11, como as tambin en los Escritos 2, conforme al cuarto paradigma segn Miller respecto al concepto de goce.

    La introduccin delobjeto aser explicada a partir de los aportes que Lacan toma de Freud y su objeto parcial de la pulsin, de Melanie Klein[11]y sus objetos bueno y malo, y de Winnicott[12]y el objeto transicional que propone. Por ltimo, los vnculos que sostiene Lacan entre el arte y su uso simblico para acceder a la falta que lo atraviesa, segn lo que expone en su Seminario 7.[13]

    Idea directriz

    En sus escritos metapsicolgicos, Freud (1915)[14]afirmaba que una de las caractersticas de la pulsin era su carcter de esfuerzo, de empuje (drang) que la mantena siempre activa, en busca de una satisfaccin. Dado que aquella no posea un objeto especfico, pero no por ello era anobjetal, los objetos eran siempre parciales, sustitutos de aquello que se haba perdido en la constitucin del aparato psquico. La pulsin entonces, nunca podra ser cancelada, dado que no existe un objeto que la satisfaga por completo. Esto es retomado por Lacan en su Seminario 11[15], en donde hace referencia al mito de la laminilla, un rgano cuya principal caracterstica es no existir, algo que el ser humano pierde al nacer, creando una falta en l, siendo simbolizada por elobjeto a. Alrededor de este objeto la pulsin despliega su circuito bordendolo, intentando alcanzar, de esta manera, el campo del Otro. Es all en donde el sujeto se forma, surgiendo como significante, pero un significante para el Otro. Es por ello que el sujeto queda dividido al emerger (alienacin), ya que en tanto en el Otro tendr un sentido de significante, como sujeto quedar vaco del mismo, debiendo conformarse este ltimo con los elementos en comn de los dos campos (separacin), el del Otro y el propio, propiciando el lugar en donde se aloja el deseo, el cual ubicar al sujeto en el discurso del Otro. Estos procesos dan cuenta de una carencia, una falta en un sujeto escindido que necesita sostener a un Otro para de esa manera, sostenerse a s mismo. Los personajes elegidos de la obra de Dostoievski, presentan este adolecer en su relacin con otros personajes, de una manera muy evidente, compleja y muy profusa a lo largo de todo su comportamiento. Esto permitir aplicar los conceptos lacanianos mencionados ut supra.Objetivo Principal

    Rastrear en los personajes seleccionados de las obras de Dostoievski el concepto del objeto a, para dar cuenta de una aplicacin de los conceptos lacanianos desarrollados

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    principalmente en el cuarto paradigma, correspondiente al goce fragmentado del sujeto.Objetivos Secundarios

    Comprender el comportamiento de los personajes de Nietoschka Nesvnova y Rodn Raskolnikov y sus posturas y acciones en las obras citadas.Aprehender el desarrollo del objeto a de Lacan, dando cuenta de los aportes que fueron tomados para su construccin.Articular la funcin del arte como una manera de acceder a la falta que atraviesa al sujeto, un intento de representarla por medio de aquel.Este trabajo fue realizado por el estudianteEmmanuel Policicchio

    en el marco de la ctedraPsicoanlisis: Orientacin Lacaniana.

    Clnica y Escritura, a cargo de la Dra. Ins Sotelo.

    Bibliografa

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    potica de Dostoieveki. Editorial FCE. Mxico. pp. 123-137.

    BARTHES, R. (2009). La muerte del autor, en El Susurro del

    Lenguaje. Ms all de la palabra y el lenguaje. Paids, Buenos

    Aires. pp. 65-71.

    DOSTOIEVSKI, F. M. (1868). Crimen y Castigo. Buenos Aires.

    Ediciones Libertador. 2003.

    DOSTOIEVSKI, F. M. (1848). Nitoschka Nesvnova. Buenos

    Aires. Editorial Gradifco. 2007.

    FORRESTER, J. (1995). La transferencia y la taqugrafa: sobre

    el jugador de Dostoieviski, en Seducciones del psicoanlisis:

    Freud, Lacan y Derrida. Editorial FCE, Mxico. Pp.315.342.

    FOUCAULT, M. (1969). Qu es un autor?, enRevista Conjetural

    N4.Buenos Aires. 1986. pp.35-70.

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    E.C.F., Bruselas. pp. 58-62.

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    emocional del beb, en Desarrollos en psicoanlisis. Cap VI.

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    fundamentales del Psicoanlisis. El seminario de Jacques Lacan,

    libro 11. Buenos Aires. Paids Editores. 2007, parte.

    LACAN, J. (1966). Posicin del Inconsciente, en Escritos 2.

    Buenos Aires. Siglo XXI Editores. 2008.

    LACAN, J. (1964). El sujeto y el otro: la alienacin, enLos cuatro

    conceptos fundamentales del psicoanlisis. El seminario de

    Jacques Lacan, libro 11. Buenos Aires. Paids. 2007.

    LACAN, J. (1964). El sujeto y el otro (II): la afnisis, enLos cuatro

    conceptos fundamentales del psicoanlisis. El seminario de

    Jacques Lacan, libro 11. Buenos Aires. Paids. 2007.

    LACAN, J. (1962-1963). La angustia seal de lo real, en La

    angustia. El seminario de Jacques Lacan, libro 10. Buenos Aires.

    Paids. 2007, parte 3.

    LACAN, J. (1962-1963). La boca y el ojo, en La angustia. El

    seminario de Jacques Lacan, libro 10. Buenos Aires. Paids.

    2007, punto 1.

    LACAN, J. (1959-1960) El amor corts en anamorfosis, en La

    tica del psicoanlisis. El seminario de Jacques Lacan, libro 7.

    Buenos Aires. Paids. 2007.

    LACAN, J. (1965). Hommage fait Marguerite Duras, du

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    MILLER, J. A. (1998-1999). Paradigmas del goce, en La

    experiencia de lo real en la cura psicoanaltica. Los cursos

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    Editores. 2003.

    REVEL, A. (1998) Freud, Dostovieski et el masochisme.,

    enAbords N11. Editorial ACF-Aix-Marseille, Marsella.

    SNECA, L. (2008). Sneca. Vida, pensamiento y obra, en

    Coleccin Grandes Pensadores. Planeta Agostini, Buenos Aires.

    WINNICOTT, D. W. (1951). Objetos y fenmenos transicionales,

    enEscritos de Pediatra y Psicoanlisis. Laia, Barcelona. 1970.

    Notas

    [1]Sneca, L. (2008) Vida, pensamiento y obra.

    [2] Miller, J. A. (1998-1999) La experiencia de lo real en la cura

    psicoanaltica.

    [3]Kristeva, J. (1997) Sol Negro. Decepcin y melancola.

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    ALUMNOS

    [4]Bajtn, M. (1986) Problemas de la potica de Dostoievski.

    [5]Hellbois, P. (1983) Le Masochisme de Dostoievski.

    [6]Revel, A. (1998) Freud, Dostovieski et el masochisme.

    [7]Forrester, J. (1995) La transferencia y la taqugrafa: El jugador

    de Dostoievski.

    [8]Foucault, M. (1969) Qu es un autor?

    [9]Barthes (2009) El susurro del lenguaje.

    [10] Lacan, J. (1965) Hommage fait Marguerite Duras, Du

    Ravissement de Lol. V. Stein

    [11]Klein, M. (1952) Contribuciones al psicoanlisis.

    [12]Winnicott, D. W. (1951) Escritos de pediatra y psicoanlisis

    [13]Lacan, J. (1959-1960) La tica del Psicoanlisis.

    [14]Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsin.

    [15] Lacan, J. (1964) Los cuatro conceptos fundamentales del

    psicoanlisis.

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    En la actualidad la actividad aeronutica es una de las ms seguras, tanto que sus mtodos para lograr seguridad se aplican en otras actividades complejas, incluida la medicina. En esos aportes terico-tcnicos tiene una gran participacin el psiclogo aeronutico.

    Consideramos a la Psicologa Aeronutica (PA) como una especialidad de la psicologa, aplicada al estudio de los procesos psicolgicos de los individuos, grupos y organizaciones que integran el sistema sociotcnico aeronutico y espacial (SSA).

    En su participacin dentro del campo multidisciplinario de los Factores Humanos (FH), se dedica en especial al estudio del riesgo y del error humano, buscando una performance segura en la operacin de los sistemas aeronuticos. Los aportes tericos y tcnicos en el anlisis del nivel psicolgico de integracin intentan comprender y predecir, en especial, qu comportamientos contribuyen a la ptima performance del sistema, y cules la degradan hacia estados no aceptables de riesgo y error.

    En esta tarea interdisciplinaria de los FH, la PA aporta el conocimiento de procesos psicolgicos bsicos, modalidades de anlisis, sistemas de registro de datos, estudio de casos, modelos sobre error, administracin del riesgo, gerenciamiento de recursos, mtodos de capacitacin sobre comunicacin, conciencia situacional, toma de decisiones, afrontamiento del estrs, incluyendo con eficiencia la visin de lo psicolgico en general, la mirada clnica y la accin psicoteraputica.

    La buena performance de los operadores depende de su salud en sentido integral, lo que obviamente incluye su salud mental. Esto implica desarrollos de los procesos de seleccin, aptitud psicofisiolgica y entrenamiento de personas y equipos de trabajo, en el diseo, organizacin y control de sistemas de vuelo y de trabajo, buscando adecuada relacin de las interfases de los seres humanos entre si y en su

    relacin con las mquinas, los procedimientos y el ambiente de las operaciones (Modelo SHEL).

    Sobre esta base, la PA tiene definida participacin en las estrategias de prevencin y de investigacin de accidentes, que a pesar de ser escasos, en su gran mayora se producen por cuestiones humanas, factores humanos, lo llamado no tcnico.

    Los estudios e intervenciones en PA se realizan desde el nivel individual al organizacional, en el mbito de la aeronutica civil, comercial y militar, as como en la actividad aeroespacial, y en ellos se privilegia una visin sistmica e integradora.

    La aplicacin de estas concepciones da lugar a un entrenamiento obligatorio para los operadores en FH y en CRM, que es un modo de capacitar a la gente en mejorar su comunicacin, liderazgo, trabajo en equipo, procesamiento de la informacin, administracin del error y el riesgo, del estrs, la fatiga y la carga de trabajo, mantenimiento de la conciencia situacional, adecuada toma de decisiones, asertividad, etc.

    Los astronautas advierten que el obstculo principal a resolver en los viajes espaciales prolongados, como el que se programa a Marte, es de orden psicolgico.

    La investigacin actual en PA, estimulada por la actividad aeroespacial y apremiada por las exigencias del futuro, se orienta a desarrollar integraciones interdisciplinarias, conceptualizaciones sistmicas, nuevos instrumentos psicodiagnsticos, tcnicas de ayuda especficas, meta perspectivas sobre su objeto, multidimensionalidad dinmica en la concepcin, e incluso atencin a problemticas ticas y religiosas emergentes.

    La PA cumple funciones en: la seleccin, el monitoreo del desempeo y la salud; la deteccin, diagnstico y tratamiento de los problemas psicolgicos que afecten el trabajo; en

    INVESTIGACIONES Y EXTENSIN

    La psicologa aeronutica, un campo en crecimiento

    Por Modesto M. Alonso

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    otorgar y hacer seguimiento de la aptitud; dar soporte emocional a quienes pierden temporariamente su aptitud; prestar atencin a las cuestiones psicolgicas de quien pierde su licencia por un problema mdico; acompaar en las reacciones ante los problemas naturales de la vida.

    Hay un desafo no resuelto de tratar de ir ofreciendo respuestas orgnicas e institucionalizadas a las demandas de la tarea, que haya servicios de salud especializados y que sean accesibles, proactivos, preventivos y suficientemente protectores y con marcos claros para incluir a los agentes de salud mental.

    Con esto estamos hablando de un abordaje preventivo que debe ser simultneo, en los niveles organizacionales, grupales e individuales en juego, lo que obviamente incluye la dimensin clnica pero no se agota en ella, y en eso la psicologa aporta conceptos y herramientas para comprender y operar.

    El psiclogo aeronutico puede trabajar tanto en instituciones civiles como militares, en la aviacin comercial o la actividad aeroespacial, integrado al staff o como consultor externo, pues donde hay gente trabajando y en riesgo, su presencia es conveniente y necesaria. No obstante, la resistencia a lo psicolgico y al rol del psiclogo, tan conocidos en la historia de la ciencia y de la profesin, se manifiesta tambin en estos mbitos, aunque los aportes logrados van generando mayores niveles de confianza.

    Una parte de la produccin cientfica sobre el tema, el lector la podr apreciar en la bibliografa adjunta y en los trabajos del International Journal of Aviation Psychology, o del Aviation Psychology and Applied Human Factors, as como en la actividad de laEuropean Associationof Aviation Psychology,laAssociationof Aviation Psychology,laSociedad Interamericana de Psicologa Aeronutica, la Asociacin Espaola de Psicologa Aeronutica, la Australian Associationof Aviation Psychology, y otras que podr ubicar en Internet.

    En cuanto a la formacin acadmica del psiclogo aeronutico, hay pases donde la demanda laboral es suficientemente intensa como para que se haya generado una oferta universitaria de formacin sistemtica. En otros pases, el psiclogo comienza trabajando en un mbito aeronutico y va estudiando y reuniendo experiencia, diseando a su modo su carrera. En Argentina hemos realizado en la Facultad de Psicologa de la UBA, desde el 2000 al 2003, cursos desde la Secretara de Posgrado. Y a partir del ao 2004, para ampliar sus alcances, comenzamos a realizar cursos desde la Secretara de Extensin, sobre Psic