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Revista de la CEPAL Director RAÚL PREBISCH Secretario Técnico ADOLFO GURRIERI NACIONES UNIDAS COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMERICA LATINA SANTIAGO DE CHILE / SEGUNDO SEMESTRE DE 1977

Revista de la CEPAL - COnnecting REpositories · 2016-06-11 · 154 REVISTA DE LA CEPAL / Segundo semestre de 1977 te menesterosa y dependiente, la realidad de la nación-Estado cuenta

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Revista de la

CEPALDirector

R A Ú L P R E B I S C H

Secretario Técnico

ADOLFO GURRIERI

N A C I O N E S U N I D A S

COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMERICA LATINA

SANTIAGO DE CHILE / SEGUNDO SEMESTRE DE 1977

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SUMARIO

La originalidad de la copia: la CEPAL y la idea de desarrollo 7

Fernando H. Cardoso

Para 'otro desarrollo': requisitos y proposiciones 41

Marshall Wolfe

Política fiscal y desarrollo integrado 69

Federico J. Herschel

Apuntes acerca del futuro de las democracias occidentales 115

José Medina Echavarria

Comentario de John Durston 139

Comentario de Cario Geneletti 142

Comentario de Eduardo Palma 145

Comentario de Gregorio Weinberg 147

Comentario de Marshall Wolfe 150

Las pequeñas naciones y el estilo de desarrollo 'constrictivo' 153

Carlos Real de A zúa

El déficit de los servicios urbanos: ¿una limitación estructural? 175

Francisco Barreto y Roy T. Gilbert

Sobre el artículo de Raúl Prebisch, "Crítica al capitalismo periférico"

Comentario de Joseph Hodara 187

Comentario de Eugenio Kossarev 191

Comentario de Octavio Rodríguez 203

Comentario de Marshall Wolfe 217

Algunas publicaciones de la CEPAL 223

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REVISTA DE LA CEPALSegundo semestre de 1977

Las pequeñasnaciones y elestilo dedesarrollo'constrictivo'

Carlos Real de Azúa *En 1975 la CEPAL solicitó al destacadointelectual uruguayo Carlos Real de Azúaun estudio sobre los problemas especialesque deben enfrentar las naciones peque-ñas en su desarrollo económico y polí-tico. El autor redactó una versión prelimi-nar ese mismo año pero, por diversosmotivos, nunca llegó a terminar la versióndefinitiva. Ahora, cuando todos lamenta-mos su prematuro y sensible deceso,hemos querido brindarle el modestohomenaje de publicar una parte de suestudio en forma de artículo.

Como punto de partida, caracterizaen general el fenómeno de la 'dimensiónnacional' y explora lo que sobre él dijeronalgunos clásicos -como Aristóteles, Pla-tón, Montesquieu y Rousseau- y, a conti-nuación, presenta los criterios mediantelos cuales a su juicio puede evaluarse lasignificación económica y política deaquel fenómeno. A partir de esos funda-mentos teóricos, considera en detalle elmodo cómo la pequenez nacional puedeinfluir sobre algunas condiciones econó-micas y políticas del desarrollo, talescomo la disponibilidad de recursos natu-rales y humanos, el tamaño del mercado,la industrialización, la vulnerabilidadexterna, la capacidad de control políticointerno, la cohesión y homogeneidad so-ciales, y otros. En la parte final, analiza laposibilidad de aplicar en las pequeñas na-ciones lo que él llamó el estilo de desarro-llo 'constrictivo'.

"Consultor de la División de DesarrolloSocial de la CEPAL.

Introducción

1. El tema de la dimensión nacional

Una nación, o más precisamente unanación-Estado es el ámbito regular deejercicio de un estilo de desarrollo y estaespecificación tiene graves y sustancialesconsecuencias. Como lote de recursos di-versos, como área de viabilidad concebi-ble el cuadro estatal-nacional puede seruno de los determinantes más sensatosde la elección de un estilo; no sería, contodo, descaminada la inferencia de que laelección de los estilos es decidida porotros motivos y que la ponderación deviabilidad, condiciones y recursos estarea estimativa realizada 'a posteriori'con toda la contingencia de reajustes ycorrecciones que ella puede imponer.

De cualquier manera, naciones-Estado y estilos de desarrollo son dosrealidades que se han generado hasta elpresente en forma totalmente diacróni-ca: primero fueron aquéllas y muy poste-riores éstos, aunque la distancia pudieraparecer reducida en el caso de las 'nuevasnaciones'; aun hoy, sin embargo, lucecomo válida la reflexión de Cobban deque cuando una nación busca autonomi-zarse no lo hace a base de un balance decalificaciones positivas y negativas.1 Auna u otra altura histórica, entonces, laentidad nacional aparece como el contor-no primario, inexorable de todo sistemade acción de crecimiento o desarrollo: elpráctico consenso que sobre esto existenos exime de abundar en ninguna otrareflexión sobre este punto.2 Autosufi-ciente e independiente, o irremisiblemen-

1 Alfred Cobban, The Nation-State and Na-tional Self-Determinations, Thomas y CrowellCo., Nueva York, 1970, p. 137.

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te menesterosa y dependiente, la realidadde la nación-Estado cuenta por mucho yno es indiferente que en la segunda de lasalternativas — la de la condición más indi-gente- aun los más contundentes impe-rativos externos tengan que pasar por elrefrendo de una estructura de adopciónde decisiones formalmente 'últimas' o 'fi-nales', entendidas a implementarse encondición monopólica en un ámbitodado.

En verdad, la nación-Estado, o la na-ción sin complementos sustantivos, apa-rece hoy contra todas las premonicionesde su decadencia -también contra todoslos énfasis en su impecable fortaleza-,como un cuadro organizativo humano yespecial caracterizado por una serie deadjetivos muy contradictorios: numérica-mente crecientes (cerca de cincuentanuevas naciones en las últimas tres déca-das), tremendamente durable y persis-tente contra todos los meteoros suscepti-bles de atacarlo, inesquivable o impres-cindible en toda acción de promociónaunque también, al mismo tiempo, frágily precario, históricamente condicionado,insuficiente e inadecuado a un buennúmero de funciones y requerimientos;3

en una última lontananza, asimismo, su-2 Vg. Helio Jaguaribe, "Los modelos políti-

cos y el desarrollo nacional en América Latina",en Aportes, N° 6, París, octubre de 1967,pp. 8-9; Marshall Wolfe,"Desarrollo: Imágenes,conceptos, criterios, agentes, opciones", en Bo-letín económico de América Latina, vol. XVIII,NO 1-2, 1973, p. 5; Marshall Wolfe, Informe so-bre un enfoque unificado para el análisis y laplanificación del desarrollo (Informe preliminardel Secretario General), CEPAL, División deDesarrollo Social, octubre de 1973, p. 11;Marshall Wolfe, Enfoques del desarrollo: Dequién y hacia qué, CEPAL/Borrador/DS/105/Rev.l.p. 17.

3 Difícil hubiera sido pensar, por ejemplo,en los años en que William T. Fox teorizabasobre las "superpotencias" y Cari Schmitt sobre"la jerarquización de los sujetos internaciona-

perable en formas más amplias o ambi-ciosas de organización humana y espa-cial.4

Pero irreal o peligroso, sobre todo,sería para el uso práctico descontar eldato de cualquier nación como una reali-dad de todo-o-nada y no como una demás-o-menos: una nación, como alguienha observado, puede estar tan firmemen-te integrada como una corporación priva-da o puede estarlo tan poco que sea inútil(casi inútil, maticemos) tratarla comotal.s De cualquier manera, creemos, valela pena un planteo que 'como tal', enuno de sus trazos -el de la dimensión-la examine en función del desarrollo y desus estilos, y desglose para otro planteoposible el muy recorrido tema de formasde amalgamación o integración queamorticen o cancelen sus deficiencias.

De todos los problemas que la reali-dad nacional plantea a la programáticadel desarrollo y de sus estilos aquí nostocará acometer ese único y sin embargotan complejo recién referido. Y si sesupone que las amplias magnitudes espa-ciales y demográficas no constituyenobstáculo a las políticas de promoción,uno solo de los extremos de las eventua-lidades de dimensión -el de la peque-nez- será el examinado.

Tal vez haya sido "el hecho nuevo detantas pequeñas naciones participando

les" (1939, 1944) que un tercio de siglo mástarde una de ellas iba a necesitar tan premiosa-mente del gas natural de la otra y ésta de latecnología intermedia de la anterior.

4 Sobre estas características, especialmenteKarl W. Deutsch, Nationalism and Social Com~munication, The M.I.T. Press, 1966, pp. 3 y ss.

sSvennilson, "The Concept of Nation andits Relevance to Economic Analysis", en TheEconomic Consequences of the Size of Nations,publicado por The International EconomicAssociation, Proceedings of a Conference heldby . . . , Austin Robinson, Mac Millan-St.Martin Press Suc, Nueva York, 1960, pp. 1-2.

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en un orden internacional como jurídica-mente iguales"6 el que haya atraído alproblema de la dimensión nacional unaatención menos esporádica e impresio-nista de la que muestra una historiatemática que brevemente habremos derecapitular. "El mero tamaño -ha obser-vado Apter- es un obvio factor organiza-tivo a menudo descuidado".7 Pero 'lasmedidas de la nación' que el factor ta-maño comporta, no pueden considerarseucrónicamente: cada período históricoimplica las suyas, y las que importabanen el siglo XIX en relación casi exclusivacon recursos financieros, defensa military estructuras políticas importan hoy entérminos primordiales de posibilidadesde industrialización y de dimensiones demercado.8 El tema de la 'escala nacionalóptima' se plantea, de cualquier manera,en función del máximo rendimiento delas posibilidades de un espacio y de lamejor satisfacción de las necesidades desus habitantes; de esta dualidad de crite-rios factibles se abre la posibilidad deapreciar los logros de la dimensión endos diferentes niveles y aun de insumir-los bajo los rubros más amplios y no

*Marshall Wolfe, Informe sobre un enfoqueunificado, op. cit., p. 8. Se pregunta LesüeLipson: "¿Cuan grande es la unidad de gobiernomás deseable y practicable? ¿Puede un Estadoser demasiado chico o demasiado grande parafuncionar efectivamente? ¿Cuál es la lealtadque inspira a la gente dentro de los mismoslímites políticos un sentimiento de lealtad ycomunidad? ", en Los grandes problemas de lapolítica, Limusa-Wiley, México, 1964, p. 343.

9"Sheer size is an obvious organizationalfactor that is often neglected", en D. Apter-H.Eckstein (ed.), Comparative Politics, The FreePress of Glencoe, 1964, p. 647.

8Dankart A. Rustow, A World of Nations,The Brookings Institution, Washington D.C.,1971, p. 247.

necesariamente coincidentes de la efica-cia y de la legitimidad.9

2. Una mirada a la historia

Los dos puntos de vista aparecen, enrealidad, asistemáticamente adoptadosen la historia no muy nutrida del temade la dimensión de la comunidad. Deci-mos genéricamente 'comunidad', porquedos etapas conviene marcar en esa histo-ria: la prenacional y la nacional, con lapeculiaridad de que muchos argumentosy justificativos concebidos en la primerase reiteraron y se aplicaron en la segunda.

Platón, Aristóteles, Rousseau plan-tearon el problema en términos preferen-ciales de cohesión, consenso y posibilida-des de autogobierno; en el segundo delos nombrados, empero, se articularonsintéticamente casi todos los razona-mientos que dominaron durante esa eta-pa.10 Junto, así, a la de las facilidadespolíticas que el estricto recorte de la'polis' (o el del círculo cantonal, enRousseau) representaba, dióse entoncestambién la percepción de la cuantía derecursos que el área debería contener sihabía de alcanzar la tan deseada 'autar-quía'; una penetrante inducción en eldominio del 'orden público' fue asimis-mo ganada. Las relaciones existentes en-tre las medidas del territorio y la pobla-ción y las posibilidades de su más pun-tual control resultaron desde entoncesadvertidas. Y si la capacidad de controles una de las señas de toda organización

9 Lipson, op. cit., p. 104, observa que ladiferenciación de los hombres por necesidadesde gobierno y de defensa, y la que nace devínculos de afinidad y cohesión son dos motiva-ciones que no coinciden necesariamente.

10 La Política, trad. de J. Marías y M, Araujo,Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1951,libro VII, cap. IV, fls, 1325 b. y 1326 a. y b.

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que se halle en forma, hay que agregarque Aristóteles concibió la contingenciadel molde nacional como tipo de organi-zación espacial allí donde las magnitudesexcedieran las idóneas y prudentes quepara la tradicional 'ciudad antigua' habíansido pensadas.11

"Un gran Estado y la ciudad másgrande no es la de mayor extensión ni lamás populosa", decía Aristóteles, lo que,junto con otros asertos, impone subrayarque el filósofo de Estagira fue capaz dellegar a la noción de magnitud o entidadcalificadas como distintas a la del mero'tamaño' físico: eran las cualidades delos moradores en términos de valor, inte-ligencia y laboriosidad, su nivel de inte-gración o -como él decía, 'el mejor cum-plimiento de las tareas que incumben- loscriterios diferenciales de una y de otro.12

Cuando dos milenios más tarde sereplantearon estas determinaciones fuedesde el ángulo prioritariamente políticode 'dimensión' y 'régimen' que lo hicie-ron. Montesquieu asignaba a las pequeñascomunidades la posibilidad republicanaen tanto creía en la mayor compatibili-dad de las medias con la monarquía y delas muy extensas con el despotismo.Rousseau, con vistas a la cuantía pobla-cional, sostenía que "el número de jefesdisminuye en razón del aumento del pue-blo", proposición relacional correctísimasiempre que se supongan como fijos (noconocemos análisis del postulado) losgrados de centralización o de unitarismo(muy lógicos desde la perspectiva deRousseau) y un número dado, invariablede gestores de decisiones con indiferen-

xlIbídem, fl. 1326 a.i2Ibídem, 1325 a. También valdría la pena

señalar que advirtió la posibilidad de logroscompensatorios a las desventajas,en su reflexiónde que "la ciudad más grande no es la másfeliz". Véanse en otros pasajes consideracionessemejantes.

cia del tamaño del ámbito territorial enque éstas tengan que cumplirse.13

El predominio de un iusnaturalismoy un iluminismo acentuadamente univer-salistas cedió al correr de medio siglo, yel tema de la dimensión nacional y de lasconveniencias e inconvenientes de la pe-quenez se replanteó en forma coetánea ala ola de reivindicación nacionalista deprincipio y mitad del ochocientos. Casisiempre se hizo, empero, en la forma deun balance ubicuo y atemporal de venta-jas y desventajas, características a las queno escapa un destacable y agudo pasajede Tocqueville14 y sólo parcialmente lohace la postura más bien ambigua querespecto a las pequeñas naciones asumie-ron los fundadores del marxismo.15 Engeneral, cuando estos balances argumen-taban a favor de la reducida dimensiónnacional, tendían a extrapolar descarada-mente a su favor -también se hizo hastanuestro tiempo16 - las irrefutables cali-

i3L'Esprit des lois, lib. VIII; Du contratsocial, lib. III, cap. II.

1 4 Alexis de Tocqueville, La democracia enAmérica, trad. de Carlos Cerillo Escobar, DanielJorro, Madrid, 1911, til , pp. 197-200.

15 Muy bien expuesta en Marx-Engels, Ma-teriales para la historia de América Latina, Pasa-do y Presente, Buenos Aires, 1972, introduc-ción de Pedro Scarón, pp. 8-11. También im-portantes observaciones en Edward Hallet-Carr,The Bolshevik Revolution: 191 7-1923, PenguinBooks, 1966. Dentro de las muchas y en oca-siones contradictorias afirmaciones de Marx yEngels sobre la dimensión nacional domina suestimación por las grandes unidades nacionalesdotadas de auténticas posibilidades de desarro-llo, tamaño de mercado, consistencia, 'gran pro-ducción social', etc., y su general desprecio porlas pequeñas, por más que sostuvieran calurosa-mente la causa de algunas de ellas avasalladaspor el colonialismo, lo que bien lleva a pensarque lo hacían por 'anticolonialismo' y no porotras razones.

16 Es el caso de "Las pequeñas naciones"(Discurso en la Universidad de Puerto Rico), de

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dades de Atenas, o de Florencia, o deWeimar, es decir, de pequeños centrosprenacionales, socioculturalmente aristo-cráticos, con curso histórico cumplido enla etapa mundial del predesarrollo e in-mersos en áreas culturales sustancialmen-te continuas y afines. Con tal jurispru-dencia y un poco de imaginación el ale-gato es fácil, por lo menos para un crite-rio no excesivamente riguroso.17

Mucho más insidioso que estos alega-tos mínima o maximalistas es el firmesistema de supuestos y asociaciones en elque su sugestión y aun su fuerza de con-vicción descansa. Tal conjunto de pre-sunciones —así al menos lo pensamos-es harto capaz de asediar eficazmentecualquier reflexión sobre la dimensiónnacional que se pretenda ajustada, unafranquía que además incrementa la con-dición de escasez, de complejidad, deincomparabilidad y de escasa cuantifica-bilidad del material empírico accesible aun tipo de pensamiento que pretendacorrer por otras vías.

Menor espacio y menor cuantía po-blacional, digámoslo más llanamente, seasocian (imaginaria, intuitivamente) aciertas características y a ciertas calida-des, y correlativamente, desde los gran-des procesos europeos de unificaciónnacional en el siglo pasado y su especialresonancia y analogía en algunas nacio-nes de América (los Estados Unidos, la

Mariano Picón Salas, en Europa-América, Cua-dernos Americanos, México, 1947, pp. 199-225.

1 7 Se ha sostenido, por ejemplo, sobre elcaso de Atenas, Florencia y otros centros italia-nos, etc., que las pequeñas naciones ofrecenmás interés e intensidad de vida, lo que esobvio, si se piensa en ciudades que profesangran amor a la paz y a los valores universales, loque no ofrece muchas alternativas si no se escapaz de empresas de poder exterior; que repre-sentan más posibilidades de proyección en louniversal y no, como pudiera alegarse, muchomimetismo y alguna alienación, etc.

Argentina), también se tuvo la réplicaprecisa de esas posiciones en una especiede fe casi religiosa en las excelencias deescalas comunitarias máximas: sumar es-pacios y gentes pareció el método infali-ble de ir acrecentando, sin márgenes de-crecientes posibles, poder y riqueza, li-bertad, felicidad, cultura.18

Digamos ahora que aunque en oca-siones se asocian y refuercen variableespacio y variable población, descansanesencialmente sobre mayor o menor es-pacio las asociaciones de mayor o menorcuantía de recursos materiales, de dispo-nibilidades para la inversión, de atracti-vos para la atención y la participaciónexterior; diversificación productiva; difi-cultad para el control social y, en parti-cular, para la prevención de autonomíassociales y locales; existencia de bloqueosen los canales de información; capacidadde defensa y aun invulnerabilidad a laagresión militar, política o económicaproveniente del exterior del área; serie-dad de tensiones interregionales; capaci-dad de retención de la población; en-claustración y dificultades de apertura alámbito universal.

A su vez, sobre el mayor o menorvolumen demográfico descansan princi-palmente las asociaciones de mayor omenor diversificación e integración socia-les; al mismo tiempo que disenso, incon-trolabilidad y eventualidades de desinte-gración; aptitud de prorrateo de los cos-tos sociales; seguridad y orgullo colecti-vos; volumen de demanda para el consu-mo; rigidez, inflexibilidad y dificultades

Es muy perceptible, por ejemplo, estasugestión, derivada en buena parte del prestigiodel 'Zollverein' alemán recién logrado, en laspolémicas del Río de la Plata en los años sesen-ta del siglo pasado en torno a la 'patria grande'y la 'patria chica', todo ello en especial en losalegatos de Juan Carlos Gómez.

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de adaptación a contingencias inespe-radas.19

Aunque nada de esto pudiera cum-plirse ahora, cada una de estas asociacio-nes, luego de ser verificada y ejemplari-zada en múltiples dictámenes disponi-bles, valdría la pena de ser analizada a laluz de la evidencia empírica, indagada ensus orígenes socioculturales, tradiciona-les, filosóficos y, en ocasiones, hasta reli-giosos.

3. ¿Los posibles criterios de estimación

Variadas resultan así las perspectivas teó-ricas desde las cuales la estimación de lapequeña dimensión nacional puede reali-zarse. Y, sin ánimo de exhaustividad y acuenta de una categorización más per-ceptiva, cabe presumir que ellas son:a) Criterio de la irrelevancia radical; ladimensión no es variable decisiva ni si-quiera importante, ni ser pequeña naciónes desventaja ni representa beneficioasegurado serlo grande;b) Criterio de las desventajas y las des-ventajas absolutas del tamaño, con falloregularmente invariable a favor de lasgrandes unidades ("grandes Estados" delsiglo XIX);c) Criterio de la proporcionalidad de lasvariables relativas a cada dimensión yanálisis de las naciones "construidas apequeña escala" a que más adelante sealudirá;d) Criterio de las ventajas y desventajascompensatorias o 'planteo clásico' habi-tualmente enfocado en el caso de laspequeñas naciones sobre la dimensiónespacial o sobre la antítesis entre lo' cualitativo ' (a favor de la pequenez) ylo 'cuantitativo' (a favor de la gran mag-nitud);

Algunas de estas asociaciones en Tocque-ville, pasaje citado.

e) Criterio comparativo de ventajas ydesventajas nacidas de la dimensión, perosólo en relación comparativa con unida-des de la misma área geográfica y/o delos mismos niveles de desarrollo;20

f) Criterio de la entidad comunitariabasada en una agregación de variablesponderadas (territorio, población, estruc-tura y potencial económicos, educación,consumos, etc.);21

g) Criterio de la futilidad de un plan-teo inmanentista y aislacionista que pres-cinda de las continuidades y discontinui-dades que entornan abrupta o graduada-mente el marco nacional,22 y se desglosede la eventualidad de las políticas deamalgamación e integración regionales,factibles y comunes a nivel mundial;23

h) Criterio que suma a cualquiera de losanteriores (desde b) a f)) la considera-ción de eventuales variables con valoresde tipo fuertemente disyuntivo y capacesde decidir hacia ulterioridades muy dife-rentes el destino de una pequeña nación.

Siguiendo las reflexiones ya realiza-das, este planteo supone que existen va-rios de estos criterios en condición depreliminar descarte. Tal es el caso, pensa-

20Simón Kuznets, "Economic Growth ofSmall Nations", en Robinson, The EconomicConsequences of the Size of Nations, op. cit.,en nota 73, p. 16.

2 ! Vgr. Helio Jaguaribe, Desarrollo econó-mico y desarrollo político, Ed. Eudeba, BuenosAires, 1962, pp. 55-56. Importante esfuerzo enesta dirección nos parece la idea de 'perfilesnacionales' (natío nal pro files}, de Karl W.Deutsch, aunque no alcance un indicador único{The American Política! Science Review, 3-1960,vol. LIV, N° I) en Roy C. Macridis y BernardE. Brown, Camparative Politics. The DorseyPress, Illinois, 1964, pp. 108-112).

22Svennilson, art. cit., pp. 9-13.23Véase el distingo de Helio Jaguaribe en-

tre 'viabilidad individual' y 'viabilidad colecti-va', en Desarrollo económico, op. cit., pp. 54-56;y Los modelos, art. cit., pp. 89-90.

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LAS PEQUEÑAS NACIONES V EL ESTILO DE DESARROLLO 'CONSTRICTIVO' / Carlos Real de A zúa 159

mos, del de la 'irrelevancia radical', porsu fácil escepticismo y por su choquecon múltiples evidencias; del de las 'ven-tajas y desventajas absolutas'; por —a suvez — fácil dogmatismo e igualmente porsu ostensible refutabilidad ante la pruebahistórica; del de la 'proporcionalidad',por la alegable razón de que hay decisi-vos elementos en la forma estatal-nacio-nal que no admiten grandes reduccionesde escala; del de las 'ventajas y desventa-jas compensatorias' estimadas utópicas yucrónicamente, por su 'angelismo' y suimborrable raíz impresionista; del de la'entidad nacional' basada en una plurali-dad de variables ponderadas por su extre-ma —y tal vez irremontable- compleji-dad; del de la 'futilidad del planteo' queno contempla simultáneamente las posi-bilidades de integración de cada área na-cional por considerar: primero, que esasintegraciones no siempre son factibles acorto plazo, y segundo, no siempre soninmediata y ostensiblemente favorables alos componentes que en ellas ingresan.Pero harto mayor significación posee laevidencia de que la calidad y el destinode esas integraciones descansan en sus-tancial medida en las condiciones y ca-racterísticas de unas partes que pueden yaun deben - p o r lo menos— ser analítica-mente planteadas y generalizadas en unainstancia previa a todo proceso integra-dor.24 (De cualquier manera, algunas delas continuidades y discontinuidades y,en especial, aquellas que generan las fuer-zas que actúan a niveles supra, infra oextraestatal, como es el caso de grandescorporaciones productivas, centralesideológico-políticas, sociales, religiosas,etc., no pueden ser soslayadas por nin-gún planteo que aspire a un mínimo de

24América Latina: el pensamiento de laCEPAL, Ed. Universitaria, Santiago de Chile,1970, p. 170.

realismo.) Unas palabras todavía para elcriterio de los 'variables de valores muydisyuntivos' y su factible incidencia. Losejemplos alegados por quien ha subraya-do su importancia25 son de significaciónbastante desigual. La de 'una gran pre-sión de población' (El Salvador suelemencionarse como afectado por ella) noparecería de contundencia incontrasta-ble. La de la existencia de productos dealta demanda y, en especial ener-géticos tiende - y es lugar común el dic-tamen- a tenerla,26 lo que tambiénquiere decir que cualquier planteo de laspequeñas naciones latinoamericanas ten-dría que moderar en el caso del Ecuadorla firmeza de sus conclusiones. La tercerasingularidad planteada por Kuznets queimportan los procesos económicosocialesde Escandinavia, Suiza, Australia yCanadá traslada el problema -pese a lalaboriosa argumentación que la apoya™ aniveles utópicos. Fue por haber quedadoen uno de los lóbulos de esa dualizaciónmundial que entre 1700 y 1900 deslindózonas de desarrollo y subdesarrollo, decentro y de periferia, de independencia ydependencia que las naciones nombradaspudieron vencer ciertas desventajas de labaja población y en el caso de las dosprimeras — ¡ no por cierto en el de las dossegundas! - de la reducida extensión.27

Queda entonces un criterio a seguir,y es el de la recapitulación precedenteque implica el examen comparativo deventajas y desventajas con naciones de la

2 5 Simón Kuznets, op. cit, pp, 27-31.26 Sobre las consecuencias del hallazgo de

petróleo véase CEPAL, El desarrollo latinoame-ricano y la coyuntura económica internacional(E/CEPAL/981)Vol. I, p. 17.

2 7 La razón de tales inclusiones se halla enel tope poblacional de veinte millones fijadopor Simón Kuznets para las naciones de tamañomediano.

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propia área geográfica y/o del mismonivel económico.

Se ha realizado ya, en verdad, tenta-tivas de circuir la categoría 'países sub-desarrollados muy pequeños',28 concep-tualizaciones del tipo 'pequeña naciónlatinoamericana inocultablemente sub-desarrollada',29 enfoques más o menosimpresionistas de situación para todo ellote de naciones de pequeña o medianadimensión espacial.30 También existenesfuerzos más sistemáticos que tuvieroncomo resultado categorizaciones másabstractas de situaciones basadas en másde dos docenas de indicadores que tien-den a identificar una de aquéllas con elconjunto de las pequeñas naciones lati-noamericanas. Incluye a la mayoría de

Helio Jaguaribe, Desarrollo económico,op, cit., pp. 54-56 y Los modelos políticos,op. cit,, pp. 89-90.

29Marshall Wolfe, Enfoques del desarrollo,op. cit., pp. 40-42, sostiene !a posibilidad decircuir en el conjunto de pequeños países lati-noamericanos un ¡ote más reducido y caracteri-zado por la menor urbanización, tasas altas decrecimiento demográfico, menor avance por elcamino del desarrollo polarizado, un crecimien-to económico variable y, sobre todo, depen-diente de la suerte que corran en el mercadomundial uno o dos productos, y menor capaci-dad, en suma, de cumplir con los requisitosconvencionales del desarrollo. CII'AL, El des-arrollo latinoamericano y la coyuntura econó-mica internacional, op, cit., pp. 14-54.

3"Helio Jaguaribe distingue entre las pe-queñas naciones de Centroamérica y el Caribepor su situación geopolítica y por el mayorgrado de dependencia respecto los Estados Uni-dos de sus élites dominantes; Ecuador y Bolivia,por su precaria viabilidad; Paraguay, por surégimen y por la severa limitación de sus recur-sos; Uruguay, que "está acercándose visiblemen-te al límite de su resistencia como ámbito paramantener el desarrollo nacional". "La dependen-cia y autonomía en América Latina", trad, deE. González Rojo, p. 52, en H. Jaguaribe y otrosLa dependencia político-económica de AméricaLatina, Siglo XXI, México, 5a ed., 1973.

ellas aunque algunas tiendan a desfasarsede su media en un número hoy oscilantede señas.31

Digamos que sin perjuicio de tomaren cuenta sus advertencias a los efectosque aquí nos importan, optaremos máseconómicamente por suponer enfocadaslas consideraciones que siguen sobre larealidad de pequeñas naciones, espacial ydemográficamente definibles por tales(un tope de 410 000 kilómetros cuadra-dos y de 6.1 millones de habitantes en1970)32 situadas en la zona latinoameri-cana del mundo subdesarrollado y margi-nal, con rotundas discontinuidades conun medio exterior generalmente hostil,aunque también con posibilidades, yaincipientes, ya en curso, de integración oamalgamación zonal o regional.

31 CEPAL, El cambio social y la política dedesarrollo social en América Latina, (Publica-ción de las Naciones Unidas, N° de venta:S.70.II.G.3), p. 37, caracteriza una IV Catego-ría identificable a grosso modo con buena partede las pequeñas naciones latinoamericanas. LaIV Categoría se define por la posición 'baja'respecto a dieciseis indicadores, la posición'media-alta' respecto a dos y la 'media' respectoa uno. Los autores sostienen (p. 39) que sólouno o dos países latinoamericanos se inscribenplenamente en ella, pero que hay peligro paraotros 'de quedar atrapados' en ella, si hay estan-camiento y se mantienen economías muy espe-cializadas. Distingue del conjunto las posicionesde Panamá, Costa Rica y Uruguay y sus especia-les características.

3 2 El primero algo más que la extensión delParaguay, el segundo algo más que la poblacióndel Ecuador en 1970. De esta manera quedanincluidas las seis repúblicas centroamericanas, laRepública Dominicana, Ecuador, Paraguay yUruguay. Digno es de destacar que ninguno delos restantes países latinoamericanos queda de-bajo de los topes por ninguno de los dos crite-rios. Como se hace habitualmente descartamoslas comunidades no hispanoparlantes del nortelatinoamericano. También Cuba, por su especialcondición. El problema de la dimensión en lasprimeras ha sido estudiado por WilliamG. Demás, The Economics of Development in

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4. Trazos de las 'pequeñas naciones'

Difícil y tal vez teóricamente imposible,es concebir alguna característica de unapequeña nación que se origine totalmen-te en la condición de su pequenez, queno se halle relativizada, calificada o amo-nestada por otra u otras de distinta natu-raleza. Como es obvio, sin embargo, lafuerza de incidencia de estas últimas noes cuestión tampoco de todo-o-nada sinode más-o-menos, lo que permite presumirya -esto es, deductivamente- que existaun lote de variables cuyos valores y con-formaciones las hacen favorables o desfa-vorables a las necesidades de una entidadnacional de dimensión reducida, con unasignificación que estará, por ello, menossujeta a niveles, criterios comparativos,factores tradicionales o 'situaciones espe-ciales'. Menos, es claro, no significa queno lo esté en absoluto, pero sería factibleprobar que, en cada uno de los casos,esos determinantes tienen que ser muysustanciales para alterar considerable-mente el signo que de la dimensión pro-viene.

Ensayemos en una mención yuxtapo-sitiva los que parecen más importantes:a) Pequeña magnitud o pequeña enti-dad representan generalmente menosrecursos materiales y humanos a dispo-sición de la comunidad, menos diversifi-cación de ellos, mayor concentración delos realmente importantes. Si hay—como suele haberlas regularmente- cla-ras ventajas comparativas para produciralgunas cosas en situación de limitacióngrande de recursos, tal producción tende-rá a absorber todos los disponibles ydejará más estrecho margen para cuales-

Small Countries with Special Reference to theCaribbean. Capítulo II "Underdevelopment andSelf-sustained Growth in Small Countries",Me. Gilí University Press, Montreal, 1965.

quiera otros,33 todo ello, claro está, a unnivel dado de tecnología, lo que hace deese mismo concepto de 'escasez de recur-sos' concepto-histórico, aún más 'histó-rico' que todos los demás empleados enel tratamiento de la cuestión.34

b) La escasez de recursos y su concen-tración y especialización genera a suvez la pequenez e inelasticidad del mer-cado económico doméstico, y hace de-pender demasiado todo crecimiento eco-nómico posible del mercado exterior, loque, como dice Kuznets "no es una basede desarrollo demasiado saludable".35

Discutible es 'desde dónde' esta estrictezdel mercado afecta en forma realmentegrave las perspectivas globales de una pe-queña nación y desde dónde es más con-creta limitación a un factible crecimientoindustrial. Los umbrales que han solidofijarse para una 'situación de no-afecta-ción' por la magnitud son demasiadoaltos para cualquiera de las naciones pe-queñas del Tercer Mundo,36 y neutrali-zando ampliamente la relativa ventaja desu mayor unificación,37 un mercadopequeño hará también menos apetecibletoda inversión exterior concebida paraproducir para él.38

3 3 Simón Kuznets, op. cit., pp. 15-16.34Helio Jaguaribe, Desarrollo económico,

op, cit., pp. 54-56; Helio Jaguaribe, Los mode-los políticos, op. cit, pp. 89-90.

3sSimón Kuznets,op.cit., p. 16; W, Demás,op. cit., p. 91.

36K.W. Deutsch sostiene que "ha sido de-mostrado que el tamaño del mercado tienepoco o ningún efecto sobre el crecimiento eco-nómico", pero eso a partir de veinte millones dehabitantes. Sólo a partir de ese umbral el coefi-ciente de correlación entre el tamaño del merca-do y el crecimiento del ingreso sería tan bajocomo 0.29 en El nacionalismo y sus alternativas,Ed. Paidós, Buenos Aires, 1971, p. 116.

3 7 Demás, op, cit,, p. 91.38Karl W. Deutsch, op. cit, p. 52.

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c) Aunque no haya naturalmente unaescala óptima de magnitud para la in-dustrialización,39 también puede decirseque respecto a cualquier desarrollo in-dustrial la nación pequeña, con su esca-sez de recursos y su angosto mercado,queda a demasiada distancia de aquellamedida y aun puede ser incapaz en oca-siones de alcanzar la mínima.40 En unou otro caso le quedarán vedados los au-mentos de productividad eventuales y,en especial, aquéllos que deriven de eco-nomías de escala.41 Y aun la baja viabili-dad del desarrollo industrial puede, in-cluso, superlativizarse a situaciones en lasque éste sea casi inconcebible, por lomenos como arbitrio para el desarro-llo.42 Esto abre la vía polémica hacia eltema —que aquí se evitará por obviasrazones— de si un sistema industrial esinstrumento inexcusable de desarrollo, ysi determinados logros y símbolos aveces harto aparatosos de independenciaeconómica -caso de la industria pesaday de la de herramientas y maquinarias-,no son dables de implicar costos que seelevan astronómicamente, incentivacio-nes a otras ramas productivas que que-dan nonatas, verdaderos frenos al proce-so de formación de capital,43 y aun obs-

3 9 Para algunas industrias, sostiene SimónKuznets, op. cit., p. 14, un mercado de cincuen-ta millones de habitantes es poco; para otras,uno de cinco millones, suficiente.

40Se destaca el atraso relativo de las peque-ñas naciones latinoamericanas en el proceso desustitución de importaciones en América Latina:el pensamiento de la CEPAL, op. cit, p. 166.

4 1 Demás, op. cit., p. 91.4zMarshall Wolfe, Informe sobre un enfo-

que, op. cit., p. 36.4 3 Le Than Khoi, "El desarrollo pobre", en

Opiniáo, N° 130, Río de Janeiro, 29 de abril de1974, p. 10. Curiosa resulta la aproximación dealgunos argumentos entre economistas radicalesdel Tercer Mundo y economistas ortodoxos depaíses centrales.

taculo a la formación de un mercadofluido de éste, suma necesidad en unanación pequeña y de escasos recursos.44

d) Tampoco no ha faltado quien plan-tee que la misma onerosidad que afectaa la industria en escala constreñidaafecta a servicios que podría imaginarseservidos por economías dotadas de ma-yores ventajas comparativas.43 El argu-mento, con todo, incide, y muy débil-mente, sobre el 'quantum' de recursosdisponibles para usos diferenciados, pueses difícil percibir qué efecto desarrollan-te pudiera tener el que la educación(nada menos) fuera servida totalmentedesde el exterior —aun si no hubiera ra-zones tradicionales y locales para recha-zarlo-, o que la construcción edilicia lofuera (si no resultase universal el fenó-meno de su pequeña escala), o aun elservicio doméstico (si los costos deltransporte (¿cotidiano? ) no fuesen tanaltos...).e) La pequenez del mercado interno yla endeblez de la industrialización nor-malmente alcanzable determinan a su vezla que muy bien puede considerarse des-ventaja máxima de una dimensión nacio-nal reducida.46 El mayor grado de de-pendencia de las corrientes de comercioexterior comporta no sólo la condiciónestable emergente de ello sino también,lo que es aún peor, la inestabilidad yvulnerabilidad de esa condición a todoslos meteoros alcistas (para la importa-ción) y bajistas (para la exportación) alos que está tan inflexiblemente some-tido el comercio internacional. Con unaexportación menos diversificada, o másconcentrada, se hace claro que las fluc-

Helio Jaguaribe, Desarrollo, pp. 54 y ss.;Demás, op. cit, p. 91.

45Simón Kuznets, op. cit, p. 24.46Svennilson, op. cit, p. 12.

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tuaciones de los precios y los eventualesdeterioros de la 'relación de intercambio'han de golpear a la pequeña comunidadmucho más gravemente de lo que lohacen sobre aquéllas donde exportacióne importación juegan un papel sólo mar-ginal y balanceador.47

0 Puede y aun debe individualizarse,por más que sea una consecuencia de loprecedente, el pesado impacto que sobreel circuito económico interno el proble-ma de la balanza de pagos es capaz deejercer. Y ello porque éste ha de tenermuy directas e incoercibles consecuen-cias sobre la disponibilidad interna decapital, sobre el empleo, sobre la estabili-dad monetaria exigible a un proceso sanode inversión y sobre otras variables todasmuy relevantes a cualquier política eco-nómica de desarrollo,g) Discutible resulta, en cambio, si lamagnitud nacional reducida afecta en al-guna forma específica el nivel de conoci-miento y práctica tecnológicos en queuna comunidad pueda encontrarse o sisus desventajas (tan probables) en estedominio derivan meramente de la limita-ción global de sus recursos. Razonableparece, en nuestra opinión, que no existaun "time-lag" especial en esta materiapara las pequeñas naciones y que sea lasituación general de atraso la que demoree! ingreso de tecnologías idóneas y obli-gue a exportar la producción "en condi-ciones materiales deterioradas".48

47Demas, op. cit, pp. 18-23; Deutsch,op. cit., p. 117, quien sostiene que en un paísde diez millones de habitantes el comercio ex-terior representa el 35 por ciento del productobruto nacional, en uno de cien, el 15 por cientoy en uno de quinientos, el 5 por ciento. Clarosería, empero, que la situación se hace exorablecuando la nación dispone de un producto dealta demanda (oro, petróleo) pero ésta es laexcepción de la regla.

48Svennilson, op. cit,, p. 13.

h) Cerrando esta lista de variables direc-tamente económicas parecería, en cam-bio, más confirmable e importante laposible flexibilidad de maniobra, la des-treza de movimientos asequible a una pe-queña nación lo que se deriva de su propiacondición inconspicua. Que esa condi-ción pueda igualmente tener sus incon-venientes es casi seguro: hay en la naciónpequeña —en tanto no esté dotada de unprestigio que en el plano económico nosuele cotizarse fácilmente- una menorcapacidad de tomar iniciativas en proce-sos de amalgamación o integración;49 esmuy probable que su voz llegue más dé-bilmente que otras a los oídos o distraí-dos o muy asediados de los organismosinternacionales de cooperación para eldesarrollo.50 Tiene en cambio ventajas ycompensaciones el ser irrelevante. Puederesultar más fácil ajustarse a las presionesque sobre un proceso ya iniciado de cre-cimiento lleguen desde fuera del área ypueden tener más comodidades, más agi-lidad para infiltrarse entre las mallas oentre los intersticios (depende de la ima-gen) del comercio mundial, reconquistaren la frecuente borrasca algo de lo per-dido y tener para ello aptitudes quenazcan de la habilidad para agilitar lapropia estructura comercial domés-tica.51

i) Parecería posible que estas dotes deflexibilidad y agilidad esencialmente eco-nómico-comerciales pudieran ser exten-

4 9 Puede pensarse que obrando las que aquíse han llamado asociaciones y sugestiones origi-narias de la dimensión, los otros socios eventua-les ¿no sospecharán que es el iniciador el queirá a más sustancial ganancia? Claro está que laexperiencia de ALALC y otras similares po-drían haber amortizado el supuesto.

S0Marshall Wolfe, Informe sobre un enfo-que, op. cit, p. 11.

5 ' Simón Kuznets, op. cit., p. 30.

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didas a una noción más amplia de mane-jabilidad dotada de dos eventuales ver-tientes: una, capacidad de movilizaciónque por ahora soslayaremos; y otra, decapacidad de control. Deben suponersepara estimarla —diríase- condicionesiguales y medias de asertividad y cohe-rencia en el flujo de decisiones y en sucumplimiento, obstáculos físicos y dis-tancias sociales no desmesuradas: en ta-les condiciones es de presumir que uncontrol más completo del espacio y de lapoblación será logrado a menores costosy en forma más cabal de lo que lo seríaen ámbitos mayores. Ya en la etapa pre-nacional Aristóteles observaba que en laciudad demasiado grande se entrometíanfácilmente los extranjeros, lo que hacíamás deficiente el control alcanzable.52

Aun sin tan ilustre antecedente es bas-tante obvio que una misma disponibili-dad represiva o de control —según lomuestra con gran fuerza algún ejemplolatinoamericano reciente- alcanza unaeficacia comparativamente mayor cuan-do se ejerce sobre un contingente huma-no numéricamente reducido y en unespacio sin altas discontinuidades físicas.Como es fácil advertirlo, esta posibilidad,como tantas, es un arma de dos filos y,subrayando el logro, la eficacia no presu-me en forma alguna en qué sentido estecontrol vaya a ser ejercido. Más en gene-ral, debe señalarse y aún enfatizarse que,como apunta Deutsch la 'edificación na-cional' (nation-building), incluyendo enella la capacidad regulativa, puede deberser 'limitación nacional' (nation-limit-ing),53 lección de modestia que las na-ciones europeas más antiguas pruebanpositivamente, el caso del Imperio Chino

S2La Política, lib. VI, cap. IV, fl. 1326 b.5 3Karl W. Deutsch y Wüliam J. Folz (ed.),

Nation-Building, Aldine-Atherton Press, Chica-go-Nueva York, 1963, pp. IX-X.

lo hace negativamente54 y el de Romatambién, aunque en forma algo más am-bigua que los precedentes.55 Para sinteti-zar un tema tan importante digamos quelo que se destaca en él es la desigualdistribución del alcance y efectividad delos medios de coerción y de persua-sión:56 la dimensión nacional es proba-blemente la variable que más tiene quever con ella. Y aun cabe agregar quedentro de un espacio muy limitado esmás probable (hay casos en contra, comoNicaragua y la rivalidad León-Managua)que las tensiones entre un centro y unosnúcleos locales sean comparativamentemás débiles de lo que han solido serlo enáreas nacionales más extensas,j) Tocqueville mentaba "la mirada",-que en las colectividades pequeñas-"penetra en todas partes".57 Atendidolo anterior se hace evidente que una cre-cida eficacia del control normativo o re-presivo se logra, entre otros medios, porun 'influjo' (inflow) -perdónese el angli-

54Etienne Balazs, en Civilización china yburocracia, Sur, Buenos Aires, 1966, pp. 29-57,destaca la condición de un subcontinente indi-ferenciado y poco apto para la formación denaciones-Estados.

5 5 León Homo, El Imperio Romano,Espasa-Calpe, Madrid, 1962, p. 238, destaca lasignificación de la "diócesis" entre la "prefectu-ra", demasiado amplia, y la "provincia", dema-siado pequeña e intentando representar "eseelemento regional" vivo que siempre faltó alImperio Romano.

56Karl W. Deutsch, Nationalüm and social,op. cit, p. 177; Karl W. Deutsch, Social Mobüi-zation and Political Development en RoyC. Macridis y Bernard E. Brown, ComparativePolitics, op. cit, p. 648, observando que lamovilización social tiende a aumentar el tamañode los Estados más allá de sus viejas áreas res-pondiendo a los resultados de la movilizaciónpero también provocando que la movilizaciónsea contrarrestada e inhibida por preocupacio-nes seccionales a medida que aumenta el tamaño.

S 7 Tocqueville, op. cit.

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cismo- extremadamente desembarazadode informaciones que van desde la socie-dad al poder central, y aun un reflujo deellas desde este centro al ámbito societalentero. Esto puede tener gran importan-cia en las prácticas planificadoras aunqueno sea en modo alguno una garantía desu éxito.k) Este alto nivel de logro en el controlinterno tiene su reverso -siempre en elcaso de sociedades en desarrollo- en esamisma gran vulnerabilidad a la incidenciade la acción externa que ya se apreciódesde la perspectiva específica del circui-to económico. Hasta dónde esta vulnera-bilidad puede alcanzar hasta una instan-cia formal de dominación sólo puededespejarse desglosando los múltiples pla-nos en los que un ejercicio del dominioestá en el caso de concretarse. Afirma-do como fácil eventualidad global porciertas simplificaciones, parece prudentedistinguir que en un mundo como elactual la mediatización de la soberanía através de la agresión y la imposición mili-tares no es mucho mayor para las peque-ñas que el que arrostran las medianas yaun las grandes naciones, estando, comolo está, cautelada por ese statu quo derespeto a las formas nominalmente sobe-ranas que es una de las condiciones de lapaz mundial.58 Pero hay otras modalida-des distintas de dominación mucho másdifíciles de exorcizar y ante las cuales lanación pequeña resulta más indefensa delo que lo estarían entidades nacionalesde diferente volumen. Ello es especial-mente atañedero a los fenómenos de in-fluencia - y aun de bombardeo- cultural

5 8 Kart W. Deutsch, Nationalism and social,op. cit., p. 79, sostiene que pese al débil poderde defensa de los Estados más pequeños suataque por parte de una potencia arrastraría alconflicto con las otras, todo con indeseables eimprevisibles consecuencias.

e informativo,59 y a la misma capacidadde tomar decisiones auténticamente en-dogeneradas, es decir, de aquéllas en lasque la 'soberanía' (jurídica), traducida apotestad real, equivalga a algo más que ala necesidad de un refrendo formal (a laexigencia de que 'algo tenga que pasarpor') de opciones sustancialmente toma-das fuera del espacio nacional.

También existen condiciones queciudadanos de naciones latinoamericanaspequeñas están en el caso de conocermuy bien y que se dan especialmentecuando esas naciones se hallan inscritas en-tre otras más grandes, y ello, sobre todo, enestricta continuidad ecológica y sociocul-tural. En tal tipo de enclave la comuni-dad pequeña puede ver raído cotidia-namente su espacio físico y social poruna especie de usura de intromisionesque casi no necesitarán decisiones estata-les formales y que incluyen un contra-bando prácticamente irreprimible, lainfracción de su ámbito aéreo y otrasmuchas formas similares.

Habría todavía que agregar que estavulnerabilidad a la incidencia externa nodeja eventualmente de afectar la capaci-dad de control interno pero, por muchoque lo haga, las dos características con-juntadas dibujan una constelación bas-tante ominosa sobre la efectividad de losestilos de desarrollo que una naciónpequeña puede estar en el caso de esco-ger o de soportar.1) James Bryce, cientista británico delEstado, pasando hacia 1910 por el Uru-guay, hablaba de "las naciones construi-das en pequeña escala".60 Pero lo a me-nudo infausto de la suerte de éstas es que

S9Marshall Wolfe, Informe sobre un enfo-que, op. cit, p. 10.

6 0En South America: Observations andImpressions, Mac Mil]an, Nueva York, 1917,p. 351.

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existen costos inseparables de la existen-cia misma de un gobierno y de una ad-ministración central que no se imponen(piénsese en los gastos del servicio exte-rior) hasta cierto umbral en escala algunay que por ello, hay que solventar o noser Estado-nación. Una vieja reflexiónasevera que las grandes unidades sonmuy costosas y que las muy pequeñas loson igualmente, si es que se cotejan esoscostos con los mucho menores recursosde los que deben extraerse. Ello se vali-da, pese a todos los atenuantes, en losgastos de defensa;61 con todo es de creerque en las últimas décadas se ha hechomucho más ostensible en el caso de unutilaje científico y tecnológico cuyocosto mínimo está muy más allá de lasposibilidades de un presupuesto nacionalreducido y en general muy acuciado.m) Pero los costos de la pequeña dimen-sión nacional no son sólo económicos ymateriales. Al principio, empero, se hizoreferencia a 'recursos humanos', aunqueno se haya vuelto a ellos. Ahora, sihemos de considerarlos, es posible co-menzar postulando que existe una rela-ción difícil de establecer y más de cuan-tificar entre la magnitud de los recursostotales de una sociedad y la diferencia-ción de roles que ella determina y a lavez habilita, a la vez que otra, más im-pregnante, genérica, entre el destino indi-vidual y la dimensión de la comuni-dad.62 Tocqueville hacía referencia con-trastante a "esos grandes centros", "enlos que resplandece el espíritu", en los

*' Simón Kuznets, op. cit., p. 26.6 2 Dice el boliviano Rene Zavaleta Merca-

do: "Cada hombre es en cierta medida el tama-ño de su país y (...) la nacionalidad es unelemento del yo (.. .), el yo individual no serealiza sino a través del yo nacional"; en Boiivia:Estado nacional o pueblo de pastores. La Paz,1963, p. 30.

"que el pensamiento recibe mayor im-pulsión" y "las ideas circulan con mayorlibertad" y "hay más inventividad" y"menos rutina" y todo un lote de otrosen los cuales, faltando todo eso, hay tanpoco "espacio a la ambición."63 De modomenos inventivo e impresionista puedeprecisarse que la complexión de muchasde las actividades y vocaciones intelec-tuales más valiosas dependen en muchode la participación en una comunidadintelectual de crecientemente exigibleanchura, esa "comunidad mundial delconocimiento avanzado" a la que unasociedad de magnitud relativamente con-siderable, aún no plenamente desarro-llada, tiene menos dificultades de alcan-zar que otra de limitada entidad. O, porlo menos, de acercarse a ella con meno-res costos relativos y economías de esca-la que a una pequeña le están vedadas.64

n) Debe preverse, con todo, que auncon esos elevados costos y con un nivelsocial adecuado a favor se produzcancapacidades de alta cotización general,factores aquellos que serán reforzadospor la existencia de excelencias naturalescuya estimación no dependa de unaprendizaje, o cuyo aprendizaje pocorepresente respecto a la excelencia deldote nativo.65 Pueden producirse toda-vía con harto mayor regularidad grancantidad de capacidades no eminentespero si más que medianas y aun sustan-cialmente altas. Se configura así en cual-quiera de estos casos la existencia de

6 3 Tocqueville, op. cit.64Simón Kuznets, op. cit., p. 24.6 5 Es por ejemplo, el caso de las excelencias

deportivas, para las cuales existe un mercadointernacional en el que a las instituciones de laspequeñas naciones subdesarrolladas les es impo-sible rivalizar. (Al fin y al cabo el deporte esun fenómeno económico-social de alta impor-tancia.)

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"productos de los cuales la sociedad"(una sociedad) "no tiene necesidad (...)o no puede emplear sin costos despro-porcionados".66 Carentes entonces dehorizontes o constreñidos en el curso devocaciones demasiado especiales para laescasa diferenciación de roles que elmedio permite se incentivará por ello unfenómeno de emigración masiva de loselementos más inquietos y capaces de lacomunidad. Mucho se ha señalado quepor este arbitrio los ambientes que losreciben alivian en mucho el costo deformación de sus destrezas y el medioexpelente dilapida los suyos. Desde elpunto de vista de los modelos y estilosde desarrollo, en cambio, el efecto delfenómeno puede ser calificado de genéri-camente ambiguo por cuanto, si esasausencias hacen más seguro un proyectoautoritario y constrictivo aligerándolo deelementos de segura disidencia, por otraparte la sociedad se priva de un capitalde capacidades que es probable que, aunen tal estilo, tenga en algún momentoque requerir y buscar, entonces, concostos mucho más elevados,o) No es, sin embargo, una gran diferen-ciación de roles el único trámite posiblepara lograr una integración cuyo resul-tado sea un fuerte sentimiento de identi-dad: también ésta puede originarse devínculos que no resulten de la comple-mentaridad. Una cohesión o una homo-geneidad mayores que la media puedenser diagnosticadas como trazos de lanaturaleza si no de la esencia de la peque-ña dimensión nacional.67 Desde Platónhasta Rousseau -vale la pena recor-darlo- tal característica fue elementoclave en la preferencia por el tamañoreducido de las comunidades prenacio-

66Marshall Wojfe, Informe sobre un enfo-que, op, cit., p. 41.

67Demas, op. cit, p. 91.

nales. La meta implícita en toda esaetapa de planteos es la existencia de valo-res, creencias y sentimientos comunes-aun de esa 'intimidad' que aseguraba la'polis' clásica y cuya pérdida, se hadicho,68 fue el problema político cimerode una Roma agrandada; aun de esa'con-cordia' cuya restallante raíz etimo-lógica ha destacado Bertrand de Jouvenel.De ellos, de cualquier manera, resultaríafactible la concreción del ideal de auto-gobierno y aun las formas simples y con-tundentes de la 'democracia directa'.Vuelta, incluso, al revés la excelencia;hecha condición de un sistema políticoestable, se ha sostenido que si uno de talclase no admite extensión indefinida elloderiva justamente de su incapacidad deganar, también indefinidamente sólido,cordial respaldo: ahí se marcaría la dife-rencia entre el sistema político y el siste-ma económico, indefinidamente extensi-ble puesto que basado en una producti-vidad que admite teóricamente creci-miento ilimitado.69 Cohesión y consen-so se relacionan de este modo con eltópico de las pequeñas unidades locales ynacionales 'cunas de la libertad', segúnya se ha visto de pasada; en términos dela problemática del desarrollo que aquínos importa parece indudable que en talclima político y social se hace más fac-tible lograr el asentimiento de anchossectores de la población para cualquierestilo que necesite contar con éste. Ello,tanto en el plano de los cambios impres-cindibles y de las metas compartiblescomo, en especial, de los forzosos sacrifi-cios que el proyecto haya de requerir ysobre los grupos e intereses que hayan desoportarlos. Todo esto implicaría igual-

68Sheldon S. Wolin, Politics and Vision,Little, Brown & Co., Boston, 1960, p. 72.

6 9 En Hanna Arendt, Imperialism, HarcourtBrace, Nueva York, 1968, p. 6.

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mente una sustancial difusión y descen-tralización de los mecanismos de deci-sión planificadora, los cuales, si eventual-mente no robustecerían su coherenciapodrían compensar esta pérdida en tér-minos de apoyo y de contribuciones enque ésta tendiera a traducirse.

Todo lo anterior no prejuzga, claroestá, sobre el contenido de las etapas yde los logros que en la empresa del des-arrollo una pequeña nación pudiera lo-grar, lo que parece muy peligroso dehacer generalizando más allá de un muypreciso contexto.70 Pero aun con con-ciencia del riesgo idealizador que tal pre-sunción pueda implicar, es posible supo-ner que en determinadas temperaturas decohesión e identificación que abarcanextensos sectores sociales (y natural-mente el bloque político-social hegemó-nico) en esta 'Gemeinschaft' moderni-zada, en este 'equipo' coherente que lapequeña nación así vendría a ser, lasdesventajas connaturales que la entidadreducida implica podrían ser balanceadaspor un sano orgullo compensatorio y sos-tenido en la propia calidad y excelenciade tal estado. Más aún, podría traducirseen una capacidad de invención, de inicia-tiva social capaz de ejercerse -como diceKuznets, a quien seguimos aquí- no sóloen la modificación de las institucionesdomésticas sino en las relaciones econó-micas internacionales (como la propiahistoria del Mercado Común Europeo lomostraría).11 Pues cohesión, concordia,comunidad auténtica no implicarían porsí una introversión que, como se haobservado, puede afectar más a las gran-des comunidades que a las pequeñas.72

Véanse observaciones a las ideas deSimón Kuznets sobre los casos de Escandinavia,Suiza, etc.

7'Simón Kuznets, op. cit., pp. 28-30.72 Simón Deutsch, ti Nacionalismo, op.

cit. p. 117.

p) En términos de movilización de lapoblación, entendiendo por tal una acti-vación básicamente espontánea y míni-mamente compulsiva, hay que decir quesu curso de manifestación en una unidadnacional pequeña puede tener efectos ytropezar con inconvenientes que se origi-nan en una misma condición. O expre-sado con otros términos, parece difícilnegar que las grandes movilizacionespopulares del tiempo presente se estimu-lan bajo un poderoso acicate ideológico,por mucho que ese acicate pueda inves-tirse e integrarse con motivaciones emo-cionalmente nacionales y con tradicionesde lucha por la liberación común. Lo que

es seguro afirmar, sí, es que tal tipo demovilizaciones no se realizan en torno aincentivos concreta, especialmente 'pa-trióticos' en la acepción tradicional deeste adjetivo, y que es el estimulante y elcoligante ideológico el que las pone enmarcha y sella su estilo con la naturalezaformalmente 'universal' de las ideologías.Ello determina, entre otras consecuen-cias, que los agentes representativos demovilización tiendan a desbordar los cua-dros nacionales y muy raramente coinci-dan con ellos. Muy fácil es comprenderque en tal situación puedan producirsenumerosos cruces y conflictos de leal-tades, los cuales, por lo menos desde elpunto de vista de la movilización idóneaal estilo de desarrollo de un país peque-ño, no podrá dejar de tener algunas con-secuencias disfuncionales para sus intere-ses. Esto es aun posible que se haga muyagudo en e! caso de un continente comoel americano donde los factores de iden-tificación grupal desbordan tan clara-mente los contornos de los Estados ypasan con tanta facilidad sobre ellos.73

73Marsha!l Wolfe, Social and politicals truc tures, op. cit., p. 30.

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LAS PEQUEÑAS NACIONES V EL ESTILO DE DESARROLLO 'CONSTRICTIVO' / Carlos Real de Alúa 169

Hay más. En un mundo prácticamen-te unificado a tantos niveles pareceríaaun que existe determinada relaciónentre los ámbitos espaciales y toda em-presa histórica capaz de dar a los implica-dos en ella un dinamizador sentido departicipación en un proceso universalque no se juega más en el área chica deunas 'naciones rectoras'. Si las grandesunidades territoriales podían antaño sus-citarla, 74 hoy es dudoso que ello ocurra,pero más dudoso aún que de ocurrir seaen las pequeñas naciones donde lo haga.q) Todo esto plantea problemas muyespeciales a la estipulación de la fórmularepresentativa, expresiva y justificativacon que cualquier estilo ha de flan-quearse. Tocqueville sostenía que en laspequeñas naciones la ambición, templadapor la debilidad, opta muy espontánea-mente por los móviles de bienestar inte-rior contra los de la gloria.75 Pero estoocurría en la etapa preideológica y pre-movilizadora del desarrollo social, y dela aun más especial manipulación de loscomplejos de inferioridad que en lascolectividades desfavorecidas suelen pre-dominar sobre cualquier narcisismo. Si aello se suma todavía la contingencia desacrificios importantes más importan-tes cuanto sobre niveles más pobres seimpongan- con el fin de alcanzar nietastangibles de desarrollo, se hace muy pre-sumible (y aún más que presumible) laopción por ideologías misionales y trans-personalistas que tienden a postergar losobjetivos humanistas de bien común ypersonal en pro de objetivos más bienvacuos de arrogancia y preservaciónnacional. Los conflictos que pueden sus-

74Tocqueville, op. cit., sostiene que eldeseo de poder y el amor a la gloria es mayor enlas grandes que en las pequeñas naciones; en laspequeñas habría mas limitación de ambicionesy deseos.

"liIbidem, op. cit.

citarse entre la oficialización de metas eideologías de tipo 'sacro-colectivo' comose las ha designado,16 y otras más con-cordes con los comportamientos econó-micos que se desea promover no puededetenernos ahora.

r) En las pequeñas naciones donde taltipo de ideologías se hace así a la vezmás coherente y más detonante, lamayor o menor presencia del estamentoarmado en las decisiones fundamentalesdel sistema político se da como un fenó-meno regular. Sólo tiene aquí interéssubrayar una constante de casi todos losprocesos políticos latinoamericanos porla especial relevancia del modo con queen las pequeñas naciones el subsistemade coerción verá la vigencia de tales ideo-logías: la índole ligeramente perfuncto-ria de aquel estamento en un continentede paz tratará de cancelarse por una víaque en las naciones extensas de Latinoa-mérica (caso de Brasil o Perú) donde lasfuerzas armadas han cumplido funcionesefectivas de integración nacional pudierano necesitarse tanto.

5. Las pequeñas naciones y el desarrollo

Relevadas las conformaciones de varia-bles que en el caso de la pequeña dimen-sión nacional pueden afectar el desarro-llo y sus posibles estilos, cabrían conellas diferentes ejercicios.

Uno se puede dejar preliminarmenteal margen; es el de la eventual deducciónde estilos y modelos de las característicasde la pequeña nación latinoamericana. Yello es así porque - a cuenta de unarefutación convincente- creemos queimágenes, metas, estructuras de poder,son los elementos realmente decisivos enla configuración de los estilos, io que

7 6 David Apter, en The Politics of Moderni-za tion, et passim.

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quiere decir también que éstos se modu-lan previa o cuando más correlativa-mente a todo tipo de consideracionessobre contexto, viabilidad y recursos,aptas, en todo caso, para reajustarlasaunque muy difícilmente para decidirlas.

Es realista, en cambio, un intento dedistinción entre qué rasgos de una peque-ña nación de nuestra área, entendida enla máxima abstracción factible y pruden-te, facilitan o dificultan, en condición decontextos y recursos, cualquier tipo dedesarrollo. Y déjesenos agregar que si seconsidera "cualquier tipo de desarrollo",esas variables de repercusión inequívocaen un sentido favorable o desfavorableno habrán de ser muchas; es de presumir,de cualquier manera, que por grande quesea la diversidad de estilos, un 'quantum'muy menguado de recursos disponibles,un mercado nacional extremadamenteangosto, una extrema vulnerabilidad alcomercio exterior, no sean capaces deafectar a cualquier desarrollo que seaalgo más que el rótulo de tal.

Igualmente es realizable, por fin, yello es tarea que aquí va a realizarse amodo de ensayo con un solo estilo, elexamen de las características pequefio-nacionales capaces de afectar cada unode los estilos que puedan ser identifi-cados.

Breve cabe que sea la primera consi-deración que nos hemos fijado si, enespecial, nos remitimos a las reflexionesantecedentes en cada uno de los die-ciocho puntos —de 'a' a 'r'— distin-guidos.

Todas las configuraciones estricta-mente económicas de a) a g) (tamaño delmercado, recursos, vulnerabilidad alcomercio exterior, importancia de labalanza de pagos, etc.) aparecen comodesfavorables. Desfavorable tambiénresulta el bajo nivel de autonomía dispo-nible para la preservación del área de

decisiones soberanas y para la aplicaciónmás favorable de los recursos que de ellasresultaren (k). En el mismo rubro se ins-criben los mayores costos relativos emer-gentes de la existencia del aparato esta-talj de una administración, de un sistemade defensa nacional (1). Idéntica entidadtienen las más bajas posibilidades dediversificación social, cultural y vocacio-nal y la gran sangría emigratoria en ellote de lo en tal punto logrado (m, n).Adversas son, por fin y también, las con-diciones de movilización en cuanto alorden de los alicientes necesarios y de lascontrafidelidades que puedan obstaculi-zarlas (p).

Benéficas, en general, serán en cam-bio la mayor inconspicuidad y esa flexi-bilidad para los ajustes que se destacócomo contrapeso a la deficiencia de re-cursos (h). También lo será la mejormanejabilidad y control interno de com-portamientos y aplicación de recursosque la pequeña dimensión nacional supo-ne (i, j), y las no imaginarias capacidadesde cohesión, apoyo, fluidez e inventivaen las decisiones, movilización y otrasconductas que la pequeña dimensiónsupone (o).

Por último, y como ya lo fundamos,luce como altamente ambigua la funciónde una seguramente infaltable 'ideologíanacional' y asimismo la de las fuerzas decoerción (q, r).

6. Pequeña nación y estilo dedesarrollo 'contrictivo'

En condición de prueba de lo que identi-ficamos como segunda tarea factibleveamos qué posibilidades y resistenciasofrece un marco nacional reducido paraun estilo de desarrollo 'constrictivo'.77

7 7 Los estilos de desarrollo latinoameri-canos pueden dividirse en cuatro tipos básicos

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LAS PEQUEÑAS NACIONES Y EL ESTILO DE DESARROLLO 'CONSTRICTIVO' / Oírlos Real de Azúo 171

Parece obvio, para comenzar, que unextremo productivista a todo trapo notendrá muy largo aliento, por lo menosen los términos cuantitativos que habi-tualmente importan si es que el cuadroes de una forzosa limitación y escasavariedad de recursos. Ello puede hacerirreal la secuencia de modelos similaresadoptados en medios más idóneos aellos, una irrealidad que puede producirefectos de muy variada laya (reajustes,sustituciones, búsqueda de 'chivos emisa-rios' externos o internos y aun persisten-tes esfuerzos de tipo integracionistas).

También esa parquedad de recursos ymercado puede significar escaso atractivopara la concurrencia masiva de inversiónprivada extranjera, la cual, sin sustan-ciales alicientes estaría en el caso de sen-tirse inhibida ante las posibilidades defuturo si es muy oscura la imagen inter-nacional del estilo y muy alto el nivel derepresión ejercido. Todo ello tendería apesar, salvo muy concretas eventuali-dades de integración del área en otrasprevisiblemente más fructuosas. Estosalvo igualmente especiales coyunturas-que no debieran considerarse aquí- deconvulsión e inseguridad en las nacionesvecinas, circunstancias que, por lo menosen los malos tiempos, son dables detransformar un espacio pequeño y biencontrolado en un santuario del lucro-no-cesante, o por lo menos del daño-no-emergente, para emplear los términos delderecho civil. Excepto estas dos muyespeciales condiciones es probable quelas más generosas leyes sobre inversión

que he denominado 'constrictivo', 'integrador','cotnpatibilizador' y 'reestructurado. El estilo'constrictivo' se asemeja al que Graciarena llama'elitario moderno'. Véase Jorge Graciarena,"Tipos de concentración del ingreso y estilospolíticos en América Latina", Revista de laCEPAL, N°2, segundo semestre de 1976,pp. 229 y ss.

de capital extranjero sólo consigan la ele-vación del status jurídico y financiero delas empresas foráneas afincadas que obten-drán de esta manera un lucro de coyun-tura bastante inesperado. Puede agregar-se todavía que si el esfuerzo productivose concentra, como es muy probable,sobre la exportación y el mejoramientode la balanza de pagos, ello hará muyvulnerable el estilo a dos variables taninseguras en su conformación como loson el tamaño del mercado interno y elcarácter de la industrialización. Puedeañadirse igualmente que si se busca unespoleo industrializador inicial del tipoensayado en otras partes, es casi seguroque en el área no existirá la capacidadociosa necesaria para una inmediata acti-vación. También el énfasis en la actividadexportadora y en la posición subordi-nada del consumo puede llegar a signifi-car un proceso de 're-enclavización'capaz de generar abruptas diferenciasentre los sectores preferidos y los otros,todo con los efectos sociales correspon-dientes.

Todas las consideraciones preceden-tes, salvo la excepción ya admitida paralas perspectivas del capital foráneo, supo-nen a la pequeña nación en el vacío. Esprobable, no obstante, que más bien sebusque funcionar como 'modelo adscrip-to' a otro mayor, especialmente en laprovisión de materias primas y capacidadlaboral superflua y aun en la obtenciónde energía, productos industrializados ytecnología más adecuada y barata que laque de otras partes pudiera adquirirse.

Como en todos los casos, el estiloconstrictivo deberá enjugar los mayorescostos relativos del aparato público cuan-do son sufragados por una nación peque-ña, pero es probable que en un clima defirme represión de demandas esos gastos—salvo los de seguridad que pudierantender a crecer siempre, absoluta y pro-

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porcionalmente- puedan ser, inflaciónmediante, sustancialmente comprimidos.

Mejores que las medias, y aún máxi-mas, serán las posibilidades de control einflujo de informaciones comunes a laspequeñas áreas y, en especial, la maneja-bilidad que un sistema autoritario puedalograr en la estrategia exterior de la co-munidad pequeña. Esto tanto en térmi-nos económicos -en que es factible quese hagan efectivas- como en términospolíticos. En éstos, empero, es concebi-ble que por efectos del 'horror teoló-gico', sea mucho menor la capacidad demaniobra, por lo menos en una primeraetapa y hasta que se esté en el caso depasar a puntos de vista más pragmáticosy menos 'comprometidos'. Lo que quieredecir igualmente que durante esa primeraetapa la rigidez de manejo político puededañar mucho la flexibilidad aspirada demanejo económico.

En cuanto a las posibilidades de ob-tener apoyo calificado y activo de lapoblación y de aprovechar creativamentelas latencias de cohesión e inventiva quepueden caracterizar preferentemente laspequeñas unidades es concebible que laíndole normalmente impuesta del estiloy su misma dirección ideológico-socialno favorezca el respaldo de aquellos sec-tores de edad y actividad (juventud,'intelligentsia', técnicos) más proclives abrindarlo sin tasa a una dirección alterna-tiva más consensual y compatiblizadora.Pero el estilo no requiere mucha movili-zación sino más bien lo contrario, lo quetiende a amortizar la significación adver-sa del fenómeno y, en el mismo sentido,se hace posible que el disenso latenterepresentado por las extra y las contra-lealtades (ideológicas, universales, con-tinentales), pueda ser reprimido a pococosto, por lo menos inmediato.

En ese cuadro de desmovilización yde escasa apelación a posibilidades de

innovar, la menor diferenciación de rolesque señala a los países pequeños, benefi-ciará igualmente a un estilo conservador,en especial en tanto y cuanto ese bajogrado de diferenciación se traduzcapsicosocialmente en un abanico de aspi-raciones más modestas, conformistas yrutinarias. Para todas aquellas que nosean la emigración, será un arbitrio eficazque sólo puede hacerse disfuncionalcuando desangre las reservas y diezme loscuadros de capacidad técnica más im-prescindibles. También - y a largo pla-zo- cuando sumado al desmantela-miento cultural que la represión compor-ta el nivel intelectual medio de la comu-nidad haya bajado irremediablemente.Pero la lucidez, la alta información y laautodeterminación puntual de una ciuda-danía no están entre las metas del estiloconstrictivo, y esos efectos actúan regu-larmente a ritmo pausado; los canales decomunicación informan de ellos con len-titud y los mensajes más alarmantesllegan a gentes que no están en condi-ciones de pesar o siquiera de ser oídas, ocuando llegan a algunas que lo están esseguro que serán diversamente descifra-dos.

También el estilo constrictivo requie-re menos capacidad de decisión autóno-ma que todos los otros alternativos res-pecto a los meteoros de poder dominan-tes en el área, lo que quiere decir que losriesgos externos se amortiguan mucho yen todo lo que no pertenezca a esterubro, esto es, hostilidad de la opiniónpública internacional, peligros latentesen ella, etc., la tentativa habitual será labusca de asociaciones internacionalescon otros Estados de similar postura.Estas asociaciones, sobre deteriorar aúnmás la imagen externa del sistema, pue-den ser incurablemente simbólicas yrepresentar muy magras ventajas mate-riales.

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LAS PEQUEÑAS NACIONES Y EL ESTILO DE DESARROLLO 'CONSTRICTIVO' / Carlos Real de Alúa 173

Marquemos aún dos trazos proba-bles. En naciones pequeñas y pacificas,en las que por ello debe suponerse quelas fuerzas de coerción no han libradopor muchas generaciones guerras interna-cionales ni realizado - p o r obvias razonesde tamaño—, tareas de integración físicay social que otras han cumplido, esasfuerzas tenderán a subrayar de modomuy persistente su valor simbólico decustodios de un orden social bastanterígido, de un 'estilo de vida', y de unaentidad nacional prácticamente insepara-bles del primero. Esta pretensión serámuy coherente con la característica

'sacro-colectiva' que -como decíamos-la inevitable 'doctrina nacional' tenderá aimpregnarse, y aun se percibirá una sus-tancial afinidad entre esa doctrina y lastradiciones y valores estamentales queformalizan poderosamente el subsistemade coerción. Sin embargo, tal sesgo ideo-lógico podrá llegar a chocar frontalmentecon los valores secular-libertarios que unmodelo económico neocapitalista llevaimplícitos, lo que hace posible queambos puedan llegar a dañarse recípro-camente o aun más verosímilmente acontribuir a no ser tomados muy enserio.